TJOP - Caso Guaguas Cambiadas
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Talca, uno de junio de dos mi l once.
Esta Segunda Sala del Tribunal del Juicio Oral en lo Penal de Talca, reunida después del debate de rigor, ha decidido, por
unanimidad, lo siguiente:
PRIMERO: Que habiendo ponderado en forma libre los elementos de prueba rendidos durante la audiencia, de
conformidad con lo es tatuido en el artículo 297 del Código Procesal Penal, se ha adquirido la convicción, más allá de todaduda razonable, que se encuentran establecidos los siguientes hechos:
A.- Que en la maternidad del Hospital de Talca, a las 5:05 horas del día 14 de septiembre de 2005, Cecilia Teresa Castro
Castro, dio a luz un niño que pesó 3,840 kilógramos y midió 52 centímetros y, en el mismo lugar, pero a las 6:10 horas
del mismo día y año, Lucy Isabel Soto Cornejo parió un niño que pesó de 3,710 kilógramos y midió 53 centímetros. En
cada caso, luego del parto y del procedimiento de apego inicial, ambos infantes estuvieron en la “nursery”, donde se
les colocó un brazalete con el nombre de sus respectivas madres, su peso y su talla, lo que pudo constatar Lucy Soto
Cornejo respecto de su hijo, cuando lo amamantó por primera vez. Sin embargo, minutos después de que se lo
llevaran, una auxiliar le trajo a la señora Soto Cornejo, un recién nacido cuyo brazalete de identificación consignaba e
nombre de la referida Cecilia Teresa Castro Castro, lo que comunicó a la acusada Ana Rosa Méndez Parra, quien tomó
al menor y se lo volvió a llevar. En esas circunstancias, Méndez Parra, auxiliar paramédico de la unidad de recién
nacido, cortó el brazalete de esa guagua y lo reemplazó por otro cuyos datos llenó ella misma, escribiendo el nombre
de Lucy Isabel Soto Cornejo, luego de lo cual fue entregado nuevamente a dicha mujer, asegurándole que sólo se
trataba de un error en el brazalete y que éste, efectivamente, era su hijo.
Luego, el brazalete que portaba el verdadero hijo recién nacido de Lucy Soto Cornejo, que consignaba el nombre de su
madre, su peso y talla durante el primer amamantamiento, según se asentó en el párrafo precedente, fue
reemplazado por Ana Rosa Méndez Parra, por otro donde escribió el nombre de Cecilia Teresa Castro Castro y un peso
y talla diferentes.
De esta forma, en la práctica, se consolidó un cambio de recién nacidos; pues el hijo que tuvo esa madrugada Cecilia
Castro Castro, le fue llevado como suyo, a Lucy Soto Cornejo y viceversa, situación que sólo fue aclarada, luego de
realizar los respectivos examenes de ADN, durante el mes de julio de 2006.
La forma en que se han tenido por establecidos es tos hechos s e explicitará en la sentencia y, en términos generales, cabe
consignar que se ha valorado especialmente el testimonio de doña Lucy Isabel Soto Cornejo, madre de uno de los
menores cuyo cambio generó este juicio, quien aseveró que, en un primer acercamiento con el niño que acababa de tener
pudo ver algunas de s us características físicas y que le habían puesto un brazalete que tenía escrito su nombre y el peso y
talla de su hijo. Luego de serle retirado, minutos después, le llevaron un niño que no era su hijo, de lo que se dio cuenta
porque revisó su brazalete, percatándose que tenía el nombre de otra mujer, debido a que no quería recibir el pecho y,
entre otras características, la presencia de lo que describió como “unas pintitas blancas en la nariz”, que no observó en su
hijo. Narró que la auxiliar a la que se lo comunicó se llevó al niño y, poco después, le volvieron a entregar al mis mo infante,pero ésta vez, con un brazalete que decía su nombre; como ins istió en s eñalar que ese no era su hijo, una funcionaria fue
hasta su cama y le aseguró que si lo era, estableciéndose, con los dichos de la testigo Filomena Díaz Aguilera, que se
trataba de la acusada Méndez Parra. Se le ha otorgado plena credibilidad a es te relato, porque se ha mantenido inalterable
en lo medular, a través del tiempo, pues la señora Soto Cornejo refirió algo sim ilar a dos matronas y a la kinesióloga del
Consultorio de Pelarco y al Fiscal del s umario administrativo que se instruyó en su oportunidad. Además, proviene de una
persona que no parece tener animadversión en contra de los acusados, cuyo comportamiento ha sido calificado por
algunos testigos como sereno y de una personalidad no conflictiva, lo que pudieron apreciar estas Jueces cuando declaró
en la audiencia; además, de no estar interesada en la persecución de los hechos, pues renunció a las acciones penales
y civiles .
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Esta declaración debe relacionarse, con lo que el matrón Aguilar Norambuena, matronas y auxiliares técnicos de
enfermería que trabajan en dicho servicio que declararon en el juicio, explicaron respecto al método de trabajo desde que
ingresaba una mujer con síntomas de parto hasta que era llevada a la sala de puerperio y su hijo a la de puericultura, con
posterioridad al alumbram iento y al período de observación en que s e mantenían en la s ala de parto, pre parto y “nursery”,
respectivamente. Resultó establecido, que el recién nacido, luego del primer apego, era llevado a “nursery” para darle las
primeras atenciones, que impl icaban limpiarlo, pesarlo, realizarle mediciones, aplicarle vitamina K, revisar su es tado
general y colocarle el brazalete, con el nombre de su madre, su peso y medida, información que debía coincidir con el de
su ficha, todos datos que, de acuerdo al protocolo, debían ser consignados por el o la matrona que se encontrara de turnoy a cargo de la unidad de recién nacidos. De otro lado, también s e acreditó que dicho brazalete es de gran importancia,
puesto que es el medio que identifica a cada menor con su madre, sin que hubiera, en muchos casos , otra forma de
distinguirlos, dadas las características físicas que comparten muchos recién nacidos, el gran número de partos que se
atienden en ese recinto asis tencial y la rotación de funcionarios que los atienden, en razón de los turnos. Asim ism o, se
probó que los dos brazaletes que fueron incorporados al juicio, uno con el nombre de Lucy Soto Cornejo y el otro de Cecilia
Castro Castro, corresponden a los que tenían los niños que les entregaron a cada una en la maternidad del Hospital de
Talca, como hijos - circunstancia errónea de la que se tuvo certeza sólo varios meses después- y, también, que dichos
brazaletes fueron escritos por la acusada Ana Méndez Parra , hecho que admitió ante el perito caligráfico que realizó la
pericia correspondiente, el que concluyó de la mism a manera, luego de comparar la escritura de aquella con la de los
aludidos elementos identificatorios.
Así las cosas, teniendo en cons ideración que Lucy Soto Cornejo vio a su hi jo, en el primer amamantamiento, con un
brazalete que tenía su nombre y, de otro lado, que el niño que le llevaron posteriormente como hijo suyo, tenía un brazalete
con el nombre de otra mujer y que luego que reclamó, le devolvieron al mismo niño, pero al que le habían cambiado el
brazalete y puesto su nombre, cabe concluir que, contrario a lo que s e sos tuvo durante mucho tiempo, fundado en las
explicaciones que Ana Méndez dio a su jefe directo- el matrón Guillermo Aguilar Norambuena- y, posteriormente a los
acusados Leiva Madariaga y Quiñones Peredo, en la especie, esta acusada no sólo cambió el brazalete de un niño sino el
de dos, pues, de no ser así y habiendo reemplazado sólo el brazalete del niño que decía Cecilia Castro Castro, el otro
menor, que le fue entregado a esta última, necesariamente debió haber portado uno con el nombre de Lucy Soto Cornejo,
lo que no ocurrió.
B.- Que el día 21 de septiembre de 2005, Lesly Patricia Quiñones Peredo, matrona jefe del Hospital Regional de Talca y
Juan Enrique Leiva Madariaga, médico y jefe del Servicio de Maternidad del referido recinto hospitalario, se reunieron
con Lucy Soto Cornejo, porque persistía con dudas respecto de la identidad del infante que le habían entregado como
hijo suyo, días antes. Luego de explicarle las posibilidades para investigar la filiación, se determinó, en una primera
instancia, realizar exámenes de grupo sanguíneo, cuyas muestras sólo pudieron ser tomadas el 15 de noviembre de
2005, debido a que el supuesto padre – Alberto del Carmen Muñoz Arias- no estuvo disponible para ello, con
anterioridad, conociéndose sus resultados durante la segunda quincena del mes de noviembre del año dos mil cinco.
En la misma oportunidad, se le informó que un examen genético era el más idóneo y que podía realizarse
posteriormente, siempre en el entendido que se trataba de un error que se corrigió en forma inadecuada, en atención a
los protocolos existentes.
C.- Que, en una fecha que no fue posible determinar, pero posterior al 15 de noviembre de 2005, el doctor Juan Enrique
Leiva Madariaga, realizó una anotación en la ficha clínica de Lucy Isabel Soto Cornejo (hoja 15), consignando como
fecha el 5 de octubre de 2005 y los resultados del examen de grupo sanguíneo de Alberto del Carmen Muñoz Arias,
Lucy Soto Cornejo y del supuesto hijo de ambos y deja constancia que la directora del Consultorio de Pelarco informó, a
través de Lesly Patricia Quiñones Peredo, que la madre quedó tranquila y que no desea continuar con el estudio de
ADN.
Por su parte, Lesly Patricia Quiñones Peredo, en la parte final de la página de la ficha clínica que antecede a la
anotación precedentemente citada (hoja 14), sin señalar la fecha, escribió los grupos de sangre de Muñoz Arias, Soto
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Cornejo y del supuesto hijo de ambos.
En cuanto a los hechos es tablecidos en las letras B.- y C.- y dada la multiplicidad de la prueba rendida, se pormenorizará
la que s irve de sustento a éstos, en la sentencia que se redactará al efecto.
SEGUNDO: Que los hechos descritos en la letra A.- del motivo precedente, configuran el delito consistente en sustituir
un niño por otro, en grado de consumado, previsto y sancionado en el artículo 353 del Código Penal.
En efecto, en la especie, se cumplen los elementos objetivos del tipo penal, pues dos niños que nacieron con casi unahora de diferencia en el Hospital Regional de Talca, resultaron sus tituidos, como consecuencia directa de la acción del
agente, que consis tió en cortar y reemplazar el brazalete de uno de los infantes, colocándole el nombre de la mujer a la
que se le había entregado, luego de que reclamara que ese niño no era su hijo y, en segundo lugar, hacer lo mismo, con
el brazalete del otro recién nacido, consignando el nom bre de la otra madre, generando de es te modo, en el hecho, una
entrega errónea, en cada caso, de los recién nacidos. Atendida la relevancia del brazalete para determinar la identidad de
un recién nacido, el tipo penal se llena con es tas conductas, sin que tenga mayor importancia, quien realizó la entrega
material de los niños a sus supues tas madres, puesto que éstas fueron consecuencia del cambio y de lo escrito en las
pulseras identificatorias.
A juicio de estas sentenciadoras, existió dolo, a lo menos eventual, en la conducta desplegada por la autora; pues
dada su larga experiencia como auxiliar de enfermería de la unidad de recién nacidos de la Maternidad del Hos pital de
Talca, no es pos ible pensar que desconocía la función de identificación de los niños que cumplía el brazalete que se les
colocaba poco después de nacer y que, el nombre de la mujer que allí se consignaba, determinaba a que madre debían
serles entregados. El hecho que haya reemplazado el brazalete de un niño, después de hacer lo propio con el de otro
menor, teniendo conocimiento que una de las madres reclamara diciendo que el recién nacido que le habían llevado no
era su hijo, afirma la existencia del dolo referido, pues, ante tal s ituación, cualquier persona con su experticia en la materia
se representaría el efecto que, sobre la identidad de dos niños, ese nuevo cambio podía acarrear y, sin importar las
consecuencias que de ello derivaría, igualmente actuó, es decir, aunque la sus titución de un niño por otro no era un hecho
especialmente perseguido o deseado por ésta, la concreción necesaria de ese resultado le fue, a lo menos, indiferente.
Dicha forma de comportarse s e distingue de la culpa, por cuanto en esta, el agente, en general, se representa el resultado
descrito en el tipo, pero descarta su realización, confiado en que és te no se verificará, ya sea porque podrá evitarlopersonalmente o las circunstancias se conjugarán en tal sentido, lo que no parece posible, atendido el devenir de los
hechos que se tuvieron por es tablecidos y las características de la persona que realizó la conducta típica.
Al efecto, cabe cons ignar que estimamos que la norma indicada admite el dolo eventual, pues para que se configure, basta
con que el ejecutor haya “querido” desarrollar las acciones que producirían el resultado que pena la ley, aunque no lo
“deseara”, pues la norma no contiene ninguna expresión que excluya cualquier otra forma de dolo, como lo hace el
legis lador en varias figuras típicas, ni contempla ningún elemento subjetivo en el tipo penal.
TERCERO: Que en los hechos descritos en la letra A.- del motivo primero y calificados en el razonamiento precedente,
le ha cabido participación en calidad de autora a la acusada Ana Rosa Méndez Parra , conforme lo es tablece el artículo
15 N° 1 del Código Penal.
Esta afirmación se fundamenta en la circunstancias que se acreditaron durante el juicio; que el brazalete es lo que
identifica a los niños que nacen en el Hospital de Talca y los relaciona con sus m adres; que la acusada Méndez Parra
recibió el reclamo de Lucy Soto Cornejo, referido a que el niño que le llevaron en un segundo procedimiento de
amamantamiento no era su hijo; que cortó el brazalete que ese niño tenía puesto, donde se leía el nombre de Cecilia
Castro Castro y lo reemplazó por otro en el que anotó el de la referida Soto Cornejo, asegurándole a és ta, además, que
ese era su hijo, porque era el único infante y la única ficha que había en la unidad de recién nacidos; de otro lado, la mis ma
acusada anotó el nombre de Cecilia Castro Castro, en la pulsera identificatoria que reemplazó la que originalmente tenía
el verdadero hijo de Lucy Soto Cornejo, que tenía puesto el nombre de la última de las m encionadas, último hecho que no
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refirió a sus jefes cuando se indagó lo ocurrido, pues aseguró que sólo había cambiado el brazalete de un menor. Esa
seguidilla de hechos, unida a la pericia caligráfica que determinó que los datos incluidos en los brazaletes de esos dos
niños, nacidos el 14 de septiembre de 2005, fueron escritos por la acusada, permiten sostener que fue ésta la que cambió
las dos puls eras identificatorias, pues, además, ella era la auxiliar paramédico o de enfermería que se encontraba de turno
ese día, desde las 20:00 horas hasta las 8:00 horas del día siguiente; que en ese turno coincidieron ambos menores
entre las 6:10 horas y las 7:00 horas y que, a su vez, debido a sus funciones, tenía acceso a la sala de puericultura anexa a
la sala de puerperio, que era el lugar donde se llevaba temporalmente a los recién nacidos, después que sus madres eran
dadas de alta a la sala de puerperio, luego del período de observación en la de preparto, por, a lo menos, dos horas,
después del alumbramiento.
CUARTO: Que, por el contrario, en opinión de es tas Juezas, no se acreditó con el grado de certeza que exige la ley, que
los acusados Leiva Madariaga y Quiñones Peredo hayan tenido intervención de algún modo en el delito de sustitución
de un niño por otro, ya sea como autores, cómplices o encubridores.
Tal afirmación s urge evidente atendido los antecedentes que se incorporaron al juicio, dado que se pudo determinar que,
en virtud de los informes recibidos de parte de la acusada Méndez Parra y del matrón Aguilar Norambuena, consideraron o
evaluaron –errónea y ligeramente- que los temores de la madre que manifestaba tener dudas respecto de la identidad del
recién nacido que le entregaron en el Hospital de Talca como suyo, eran infundadas y que todo se había originado en la
corrección del nombre de un solo brazalete, en el entendido que se había puesto a dos niños , una pulsera identificatoria
con un mismo nombre de madre.
De este modo, al no tener conocimiento que estaban ante la presencia de la comisión de un crimen o simple delito, se
descarta la posibilidad de estimarlos como encubridores del mismo, pues carecen del elemento intelectual que exige la
primera parte del artículo 17 del Código Penal.
Que, consecuente con lo anterior, tampoco es dable concluir que les ha cabido participación en calidad de autores del
delito ya referido, por cuanto su comportamiento revela una actuación que, eventualmente, podría ser catalogada
administrativamente como negligente en la atención de los requerimientos de los usuarios, al no disponer de inmediato
las medidas m ás idóneas para esclarecer los hechos planteados por Lucy Isabel Soto Cornejo, pero no se observan
conductas que concurrieran a la consumación del hecho típico, pues esto ocurrió con el cambio de niños en la m aternidad
el día 14 de septiembre de 2005, por tratarse de un delito de efectos permanentes y no de ejecución permanente, como lo
sos tuvieron el Ministerio Público y el querellante en sus alegatos.
En relación con lo señalado en el párrafo precedente, se des carta la posibilidad de encuadrar su conducta en la de un
delito culposo de sustitución de un niño por otro, pues el artículo 492 del Código Penal dis pone que se sanciona al que,
por imprudencia temeraria ejecutare un hecho que, en caso de concurrir malicia, constituyera un crimen o s imple delito
contra las personas y, el ilícito en que podría fundarse se encuentra establecido en el artículo 353 del Código Penal, que se
ubica bajo el título de “Crímenes y delitos contra el orden de las familias , contra la moralidad pública y contra la integridad
sexual”.
Por lo razonado, se emitirá decisión absolutoria para estos acusados, en lo que respecta a esta parte de la pretensión del
Ministerio Público y querellante particular.
QUINTO: Que, de otro lado, en opinión de es tas Sentenciadoras, los hechos descritos en las letras B.- y C.- del motivo
primero, no son constitutivos del deli to consum ado de falsificación de instrumento público, contemplado en el numeral 4°
del artículo 193 del Código Penal.
Para descartar esta figura penal, en primer lugar, se debe analizar qué se entiende por instrumento público; en tal
sentido, valga decir que, como no se encuentra definido en nues tro Código Penal, es necesario recurrir a las reglas de
interpretación y, en primer lugar, se debe tener presente la definición que proporciona el Código Civil en su artículo 1699 ,
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donde se es tablece que lo es, el autorizado con las solemnidades legales, por el competente funcionario y que también se
deben tener como tales, todos los que así son establecidos por leyes en sus distintos ámbitos, debido a que
consideramos que extender este concepto más allá, otorgándole un sentido amplio, importa transgredir el principio de
tipicidad, por lo que no es pos ible pretender, como lo sostiene el querellante, fundando su opinión en lo señalado por el
profesor Alfredo Etcheverry, que todo documento emanado de un funcionario público, constituye un instrumento de ese tipo
La ficha clínica, que es el instrumento donde se habría incurrido en la falsedad según la acusación, no constituye un
instrumento que tenga el carácter de público, pues no se han establecido solemnidades legales respecto a la manera de
hacer las anotaciones, la corrección de errores que eventualmente pueden generarse y tampoco la forma en que se debedejar constancia del nombre del funcionario que la suscribe, pues de las que se incorporaron como prueba en esta
audiencia, sólo es posible distinguir, en general, medias firmas, desconociéndos e la persona que las hizo, ya que sólo
son reconocidas y entendidas por aquellos que es tán fami liarizados con la letra y las rúbricas , según explicaron en la
audiencia algunos testigos. Por otro lado, lo consignado en és ta, se refiere a información relacionada con la salud del
paciente, que se mantiene en custodia, no porque constituyan documentos que hagan fe pública, sino porque contienen
datos confidenciales y para evitar que personas externas incorporen información que no se relaciona con el paciente o con
la dolencia o síntomas que presenta en un determinado mom ento, lo que podría inducir a errores de diagnóstico y
tratamiento. Esto último cobra especial importancia, si se tiene en cuenta que muchas personas efectúan anotaciones en
la ficha clínica, dado que varios testigos que trabajan en el Hospital, indicaron que en ella escriben los médicos, matronas
enfermeras, auxiliares de enfermería e incluso internos relacionados con carreras de la s alud, que hacen la práctica en
dicho establecimiento, los que, a todas luces, no son funcionarios públicos y que su firma sea autorizada, a veces, por el
profesional que los supervisa, en nada altera lo razonado.
A mayor abundamiento, aún cuando se estimara que la ficha clínica es un ins trumento público, la falsedad ideológica que
sería constitutiva de delito, se hace consistir en la fecha que el doctor Leiva Madariaga estampó en la ficha clínica de Lucy
Isabel Soto Cornejo, esto es el 5 de octubre de 2005, relacionada con la anotación del grupo de s angre de Alberto Muñoz
Arias , la que sería anterior al 15 de noviembre del mismo año, día en que le tomaron una muestra de sangre para esos
efectos en el Consultorio de Pelarco. La fecha consignada en la ficha, claramente no corresponde al día en que la
anotación se practicó, pero, relacionándola con la información que allí se contiene, esta no aparece como algo que falte a
la verdad en la narración sus tancial de los hechos, ya que resultó es tablecido que el grupo de sangre no sufre alteraciones
durante la vida de una persona. Tampoco parece como una falsedad sus tancial, como para ser sancionado en sede penalque se haya dejado constancia, con esa fecha, que la madre estaba conforme y no deseaba seguir con los exámenes de
ADN, pues , en definitiva, fue esto lo que manifes tó en el Consultorio de Pelarco, al conocer el resultado del examen del
grupo de sangre practicado a su conviviente, Alberto Muñoz Arias.
De otro lado, la acusada Quiñones Peredo, sin consignar fecha alguna, antes de la anotación practicada por el acusado
Leiva Madariaga, registró el grupo de sangre de Lucy Isabel Soto Cornejo, de Alberto Muñoz Arias y del supues to hijo de
ambos, los que corresponden a los que estos poseen, por lo que tampoco cabe aseverar que ella incurrió en alguna
falsedad al respecto.
Así las cosas, también se desestima la acusación del Minis terio Público y querel lante en es te punto y procede dictarse
sentencia absolutoria a su respecto.
QUINTO: Que habiéndose determinado que Ana Rosa Méndez Parra cometió el delito al que se ha hecho referencia en el
motivo segundo y que tal conducta generó profundo y natural sufrimiento en los demandantes civiles, quienes tuvieron
que entregar, casi un año después de su nacimiento, al hijo que creían propio y recibir al biológico, que se había criado
hasta esa época en el seno de otra fami lia, corresponde, como lo dispone el artículo 2.314 del Código Civil - que
establece la responsabilidad extracontractual derivada de la comisión de un ilícito-, que ésta indemnice el daño m oral
causado derivado de su conducta dolosa. En consecuencia, se acoge la demanda civil interpuesta en su contra por Juan
Francisco Garrido Neira y Cecilia Teresa Cas tro Castro, por el monto y la forma que se indicará en la sentencia respectiva
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El tribunal ha decidido de es ta manera, entendiendo que debe pronunciarse acerca de la demanda civil y no obsta a ello, e
hecho que no se haya llamado a conciliación en la oportunidad y por el juez competente que determina el artículo 273 del
Código Procesal Penal. De otro lado, las normas de conciliación se encuentran establecidas en el Título II del Libro II del
Código de Procedimiento Civil que no son aplicables en la especie, pues, el artículo 52 del Código Procesal Penal, sólo
dispone la aplicación supletoria de las normas contenidas en el Libro I del Código de Procedimiento Civil ya citado;
además, la forma accesoria a la pretensión punitiva en la que debe conocer los hechos el Tribunal Oral en lo Penal, se
opone a la realización de una audiencia de conciliación en forma previa al juicio respectivo.
SEXTO: Que se rechaza la demanda civil deducida en contra de Juan Enrique Leiva Madariaga y Lesly Patricia QuiñonesPeredo, toda vez que se ha decidido absolverlos de los delitos por los que se les formuló acusación y resultó establecido
que el daño moral que habrían sufrido los demandantes ha sido perseguido por la vía civil, en contra del Estado de Chile,
debido a la falta de servicio que habría provocado su quehacer funcionario, ante el Segundo Juzgado de Letras de Talca, en
la causa Rol N° 66-2008, caratulada “Garrido con Servicio de Salud del Maule”, en la que, con fecha 10 de mayo de 2011,
se ha citado a las partes a oír sentencia. Siendo así las cosas , existiendo identidad entre los demandantes y la causa de
pedir, esto es el daño moral producido por la falta de servicio, que se funda en la actuación de los funcionarios que han
sido demandados en estos antecedentes y teniendo el Estado el derecho de repetir contra sus funcionarios, cuando han
incurrido en “falta personal”, conforme lo es tablece el artículo 44 de la Ley de Bases Generales de la Administración del
Estado N° 18.575, no es posible acoger la demanda indicada, pues, de lo contrario, existirían dos sedes en la que se
determinaría una misma obligación.
En consecuencia, conforme lo expuesto y razonado, estas sentenciadoras han decidido lo siguiente:
En cuanto a lo penal:
I.- Condenar a Ana Rosa Méndez Parra, como autora del delito de sustitución de un niño por otro, perpetrado el día 14 de
septiembre de 2005, en el Hospi tal Regional de Talca.
II.- Absolver a los acusados Juan Enrique Leiva Madariaga y Lesly Patricia Quiñones Peredo, de la acusación que los
suponía encubridores del delito referido en el numeral precedente y de la acusación que les imputó la autoría del delito de
falsificación de instrumento público, que se habría perpetrado con fecha posterior al 15 de noviembre de 2005, en esta
ciudad.
En cuanto a lo civil:
A.- Acoger la demanda civil interpuesta por Juan Francisco Garrido Neira y Cecilia Teresa Castro Castro en contra
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de Ana Rosa Méndez Parra, por el monto y en la modalidad que se es tablecerá en la sentencia respectiva.
B.- Rechazar la demanda civil de indemnización de perjuicios interpuesta en estos antecedentes por Juan
Francisco Garrido Neira y Cecilia Teresa Castro Castro, en contra de los acusados, Juan Enrique Leiva Madariaga y
Lesly Patricia Quiñones Peredo.
La sentencia será redactada por la Juez, doña María Isabel González Rodríguez y su comunicación se realizará en la
audiencia del día martes s iete de junio en curso, a las 15:50 horas, quedando en este acto las partes notificadas de esta
resolución.
RUC Nº0610013259-K
RIT Nº 80-2010