Toledo, 1625. El Santo Tribunal de la Inquisición juzga a ... · El Santo Tribunal de la...

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Toledo, 1625. El Santo Tribunal de la Inquisición juzga a una bella ymisteriosamujerdelaquesedicequepuedesanarydestruirconelrocedesusmanos.Pero lo que comienza siendoun proceso rutinario por brujeríaacaba revelando una trágica historia de amor repleta de pasión, muerte,magia,orgulloypecado.

ElSantoTribunaldelaInquisiciónjuzgaaunabellaymisteriosamujerdelaquesedicequepuedesanarydestruirconel rocedesusmanos.Pero loquecomienzasiendounprocesorutinarioporbrujeríaacabarevelandounatrágicahistoriadeamor repletade intriga,pasión,muerte,magia,orgullo ypecado.

Una apasionante novela en la época de las brujas y las beatas, de losexorcismosy losmilagros, cuando lamísticayel fervor religiosoconvivíanconlasensualidadylamagia.

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CristinaLópezBarrio

ElcieloenuninfiernocabeePUBv1.0Petyr10.09.13

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CristinaLópezBarrio,2013.Diseñoportada:ManuelEsclapez/RandomHouseMondadoriS.AIlustraciónportada:RebecaLucianiConversióndigital:Newcomlab,S.L.

Editororiginal:Petyr(v1.0)ePubbasev2.1

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Amifamiliaymisamigos,porsuamoryapoyoconstante,

porsumagiainfinita

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Queotrosselamentendequelostiempossonmalos;yomequejodesumediocridad,puestoqueyanosetienenpasiones.… Por eso mi alma se vuelve siempre al Viejo

TestamentoyaShakespeare.Aquísesienteentodocasolaimpresióndequesonhombreslosquehablan,aquíseodiayseamadeveras,semataalenemigo,ysemaldicea su descendencia por todas las generaciones; aquí sepeca.

KIERKEGAARD,Diapsálmata

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En lacárcel secretade laSanta Inquisición, enunaceldaangosta tomadapor lastinieblas, laprisionera,unamujer jovencuyamelenasedesgreñaenondassucias,busca el consuelo del sueño tendida sobre un jergón de paja. Le han envuelto lasmanosentraposatadosconcuerdasmiserablesparaalejarsuinfluenciamalignadelmundo.Yparaasegurarsedequeapenaspuedamoverlas,unosgrilletesunidosporunacadenaleciñenlasmuñecasllagándolelacarne.

Enelsuelodepiedrareposaunaescudillaconpannegromojadoenagua.Perolaprisiónquesufrensusmanosleimpidellevarsealabocacualquieralimentocomounsercivilizado:tienequearrodillarse,meterelrostroenlaescudillayarrancarelpanadentelladas.Sinembargo,nopareceimportarlesudesgracia.

Dirigesumiradahacialarendija,nomayorqueundedohumano,queseabreenunodelosespesosmurosysabequenotardaráencaerlanochesobrelaciudad.Esentonces cuando un rayo de luna penetra por ella como el filo de una daga,encendiendo sus recuerdosmás dolorosos. Se ovilla en el jergón de espaldas a larendija, para sumergirse en laoscuridadqueama. Su corazónanheladenuevo elsueño,yescuchaelmordisqueode las ratasqueescondidasen losagujerosde losmurosroendesperdicios.

Cierra los ojos y se acuna evocando ese sonido infantil, mientras el frío denoviembrelehieladeliciosamenteloshuesos.

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Toledo,3denoviembredelañodelSeñorde1625TribunaldelaSantaInquisición

Audienciadelatarde

Unacicatrizatravesabael rostrodel fiscalclamandovenganza.Erapúrpura, rojiza,comolaluzqueaquellatardedenoviembreenvolvíaelcielodeToledoysefiltrabaatravésde lasventanasemplomadasde lasaladeaudiencias,confundiéndoseconelcortinón de terciopelo carmesí que colgaba detrás de lamesa donde se erguían elfiscalylosinquisidores.Peroalatestigonoleconmoviótalpresagiodesangre;sehabíapresentadovoluntariamenteacontarsuverdadynopensabadetenerse.Anteelcrucifijo que presidía la sala, alzado en un pedestal, juró que en su testimonio nohabríani lamás levesombradeengaño.Juró tambiénguardarel secretodecuantosucediera en ese atardecer de otoño. El Cristo del crucifijo le pareció victorioso apesardelasterriblesheridastalladasenlamaderanoble:habíacumplidosumisiónymoría amparado en la gloria del Padre. Cruzó las manos sobre los muslos,asegurándosedequequedabaalavistaelrosariodecuentasamarillasquesosteníaenellas,yrespondióconorgullocuandoelfiscallepreguntósunombre;paladeócadasílaba,mientraslemirabaalosojos.Sinembargo,traslapreguntadesisentíaodiooenemistad hacia la mujer contra la que iba a testificar, negó con la cabeza,enfrentándosealadesafiantecicatriz.Comenzabaenelladoizquierdodesufrente,ydescendía atravesándole una ceja negra, la nariz y el pómulo, para morir en elextremoderechodelamandíbula.Unaperfectalíneaoblicuaquepartíaelrostrodelfiscalendosmitadesyledotabadeunaspectotemibleenunaysolitarioenlaotra.Dosmeseshabíantranscurridotansólodesdequeseinstalóenlaciudadparaocuparsucargo,yeranmuchaslashistoriasfabulosasquesecontabanenlascallesyenlasplazassobrecómosehabíaconvertidoenunhombremarcado.Todas inciertas.Sinembargo, decían que se hallaba en Toledo para vengarse. Estaba escrito en el filorugosodesucicatriz,enlapieldeforme.

Alatestigonoleinteresabanenesemomentoaquellashabladurías.Habíaidoacontarsuhistoria,laqueencerrabaenelvestidoburdodedomingo,abotonadohastaelcuello,pobreyenvejecidocomosudueña.Laquerevelaríanuevosdatossobrelamujerqueyacíaenlacárcel.

El fiscal sonrió con malicia antes de continuar con su interrogatorio. Sóloentonces la testigo sintió un latigazo en el estómago. Se había dirigido sin ningún

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temorhastalaplazadeSanVicente,dondesealzabaelcaserónconlasdependenciasdelSantoOficio,cuandolamayoríadesusvecinostemblabanconsólomencionarsunombre.Habíaatravesadosininmutarselospasilloslóbregosporlosquelacondujoun alguacil escudriñándola con la hostilidad de la sospecha; incluso había podidoescuchar el alarido de algún desgraciado al que, imaginó, estarían retorciendo loshuesos en el potro. Había entrado con paso firme en la sala de audiencias y, trassentarseenunbanco,habíaesperadoimpacienteaquesecerraralapuertamacizaquela dejaba a solas con aquellos cuatro hombres vestidos de negro. Frente a ella, lamesa,sobreunestrado,largaydenogal,traslacualreconocióalviejoinquisidorquellevabamásdeveinteañoseneltribunaldeToledo:LorenzodeValera,gordoensusotana,congestionado,yconunamuecarigurosaenloscarrillosfofos.Asuderecha,las cejas gruesas y hostiles del otro inquisidor, Pedro Gómez de Ayala; tambiénprovistodesotana,peroenjutoyáspero.Yasuizquierda,elfiscal,elmásjovendelos tres, que respondía al nombre de ÍñigoMoncada, e iba ataviado con una lobasevera y de buen paño que demostraba su condición de civil. En la cabeza de losinquisidoresseerguíaunboneteamenazadordecuatropuntas,mientrasqueenladelfiscallohacíaunacabelleraoscurarecogidaenunacoleta.Elcuartohombre,sentadofrente a una mesa aparte, más pequeña que la primera y colocada de formaperpendicularfueradelestrado,anotabaminuciosamentecuantoallísedecía.Eraelnotariodelsecreto.Unjovendelgado,ojeroso,pálidocomosino tuvieramásalmaquesucaligrafía.

Poruninstante,latestigodudó.Dudódesuvalentía,dudódelpropósitodecontarsuhistoria,dudóinclusodelacertezadelpasodeltiempo,detenido,pétreoenaquellasonrisadel fiscal.Perocuandoéstequiso retomarel interrogatorio, la testigoya sehabíarepuesto.Oprimióunascuentasdelrosarioyseanticipóalasiguientepreguntarevelandoloqueanhelabadecirdesdequeentróenlasaladeaudiencias.

—LaacusadanosellamaIsabeldeMendoza.—¿Afirmáisqueencarcelamosaotramujerensulugar?—repusoPedroGómez

deAyalaconungestofiero.Antes de contestar, la testigo se percató de que al fiscal le habíamolestado la

intervenciónrepentinadesucolega.—No,señoría.¿Esadecuadoestetratamientoodebollamaravuestramercedde

otromodo?—Señoríaestábien,perocontestaddeunavezycuidaosdenodecirblasfemias

queoscostaríanmuycaras.—Loquelesaseguroesqueésenoessunombre.—Sinembargo,laacusadarespondeporIsabeldeMendoza.Yporesenombrela

reconoció su delator y los testigos que hasta ahora han depuesto en su contra—replicóelinquisidorenarcandosustemiblescejas.

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—Reos,delatoresytestigosmientencuandolesvieneengana.Unosparasalvarelpellejo,otrosparaconseguirprovechoconladesdichaajena—dijoelfiscal.

—Señorías, apostaríami vida a que lamujer que se halla presa cometió comoIsabeldeMendozatodoslosactosdequelaacusan.Sóloellapodríahaberlohecho.Peroesamujernoesquiendiceser.Ocultalaverdaddesuhistoria,ymotivosnolefaltan.Insistoenquesunombreverdaderoesotro.

—Quevosconocéis—afirmóelfiscal.Suvozroncaseclavóenelpechodelatestigo.

—EsamujersellamaBárbaradelaSantaSoledad.—Deciddenuevovuestronombreaeste tribunal—leordenóPedroGómezde

Ayala.—BerengueladelaSantaSoledad.—¿Acasosoishermanas?—No,señoría,sólosomoshuérfanas.—Explicaossinoqueréisqueosencerremosenunaceldajuntoalaacusada.—

Laamenazóconunamiradafría.Latestigosonriócomosiaquellaspalabrashubierandespertadoundeseoremoto.—Yolescontaréloquesucedió,aesohevenidoaesteSantoTribunal.Perocómo

podríahacerlescomprenderelhorrordeaquellanochecalurosaypestilenteenlaqueesaniñavinoalmundo…

Guardósilencioduranteunossegundos.ÍñigoMoncadacambiódeposiciónenlasillarecia,ylatestigosintióquesucicatrizcrecíadeprontooscureciéndoleaúnmáselrostro.

Elcortinóncarmesíseagitóbajounsoplofantasmal.Enlamentedelatestigoseacumulaban atropelladamente las palabras, enturbiándose con las imágenes de lamuerte.Reconocióesemomento,pueslohabíaesperadoalolargodemuchosaños:aquelmomentoaportaríalaluzolaoscuridaddefinitivaasuexistencia.

Elnotariopermanecíaconlaplumaenvilo, lapuntasuspendidaenelsecretoyunasmanchasdetintagoteandosobrelashojas.

Berenjenacomenzósuhistoria.

EnlaVilladeMadrid,señorías,conaparienciarobustaysólida,fachadadeladrillo,dosplantasyventanas estrechas con rejasypapeles aceitadosque sustituyen a loscristalesrotos,sealzaelHospiciodelaSantaSoledad.PróximoalaPuertadelSol,gélidoeninviernoygélidoenverano.Desengañogustanllamara lacalledondelosituóDiosy lashermanasque lofundaronparaofrecera loshuérfanosun inviernoperpetuo.Probésupiadosotornounanochecualquiera;«eraotoño»escribieronsinmásenel librode registropara formalizarmi llegada.Measignaronunnúmerodeordeny lograbaronenunaplacaqueataronconuncordónalrededordemicuello.

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Jamássupenisabréquiénesfueronmispadres,notengomásnoticiadeellosqueeltrozo de estameña zarrapastroso en el que aparecí envuelta, pero aun así puedoasegurarles,einclusojurarlessinblasfemaranteesecrucifijo,quepormisvenasymialmasólocorresangrecristianaytemerosadeDios.

Lamayoría de los recién nacidos y niños de pechomorían antes de cumplir elaño.Silosabandonabansinbautizar,lashermanassedabanprisaenacristianarlosenSanGinés.Así,llegadasumásqueseguramuerte,sesalvabaalniñodeperderseenlimbosuotrosterritoriostenebrosos.Ésefuemicaso.Lashermanaseligieronparamíel nombre de Berenguela, nombre de reina castellana. Sin embargo, dada miobstinadasupervivenciaylafaltadeclaridaddelenguadealgunasnodrizas,prontosemeconocióporelinfamenombredeBerenjenayasídecidieronllamarmetodos.

Tras ser destetado, lo más normal era morirse antes de los tres años, pero yoalcancé los ocho sin problemas de salud. Entonces una viruela casi me manda alinfierno,perdónseñorías—latestigosesantiguó—.Medejóconelcutisagujereado,cetrino;medejófea,peroviva,yesomeconferíaciertasuperioridadsobreaquellosmocosos cuyas sábanas sucias de excrementos y orines acabé lavando, pues a losnueve años y completamente curada, las hermanas tuvieron la gentileza deemplearmeenelhospiciocomo lavandera, friegasuelos,yparacualquierotra laborquerequiriesedemiasistencia,comoladeamortajaralaspequeñascriaturasensuataúdesdeoloresvivos.Cuantasmásmurieran,máscomidahabríaparatodoslosquesobrevivíamoshacinadosenlamiseria.

Mepusieronadormirenlahabitacióndelasnodrizas,unasalarectangulardelaprimeraplanta,malventilada,queapestabaalecheagriamañana,tardeynochepormásjabónqueyoemplearaenlimpiarsussuelosdebaldosasrotas.Habíadiecisietecamas de madera con colchones visitados por pulgas, casi pegadas las unas a lasotras,paraunas treintanodrizasen lasmejoresépocasyunasveinteen laspeores,cuandoescaseabanestasmercenariasdel alimentomaterno.Asíque algunas teníanquecompartircamastro.Solíanser lasmásnuevas,por logeneralmalhumoradasyhartas de tanta boca ansiosa. La quemás años llevaba en el hospicio y, sin duda,mandaba sobre todas las demás, era lamujer quemehabía amamantado: laBlasa.Lashermanas la respetabanmásqueaninguna, inclusomeatreveríaadecirque latemían. Sus pechos eran capaces de alimentar hasta a seis niños a la vez, comomanantialesinagotables.SilaBlasanosabandonaba,muchosquedaríancondenadosaperecersin remedio.Su lecheera lademejorcalidaddelhospicio,chupardesusubresmágicassuponíagozardemásposibilidadesparasaliradelante.Mentíasobresu edad.Nadie, creo que ni ellamisma, la conocía con certeza. Llegó al hospiciosiendocasiunaniñatrasperderasubebé,paraentoncesyaostentabaunospechostangrandesqueparecíandosescudosquelaprotegíandelaenfermedadeinclusodelavejez.Sedecíaquecuandoleflaqueabalaproduccióndelechesepreñabadealgún

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truhán.Lashermanasnosedabanporenteradas.AdemáseramuydifícilconocerlaverdadsobrelabarrigadelaBlasa,delogordaydesparramadaqueaparecíabajosuvestido. Luego paría en cualquier parte, soltaba al niño en el torno y vuelta aempezar. Era baja, de pelo como humo, pocos dientes, cara redonda y una risa dehombre que seguía sobresaltando a las hermanas a pesar de los años. Era lista,aficionada sin remedio a las partidas denaipes, y conhabilidadesprodigiosas paraaumentarenunasblancassufaltriqueraaunque tuvieraquevalersedelengañomásvil.Alpocotiempomeacogióbajosuprotección.Yodormíaenuncatrealospiesdesucamacomoperrofiel;ellagozabadelprivilegiodenocompartirlaconnadie.Meconvertí ensusojosyensusoídosparaespiar loqueacontecíaenelhospicioquepudierareportarleunaganancia.DejédeserBerenjena,lapobrelavandera.Ysemetuvo respeto, incluso temor entre las nodrizasmásnuevasydébiles, a pesar demiextrema juventud. Sólo recibía órdenes de laBlasa, y de las tres hermanas que enverdad gobernaban el hospicio, porque el administrador, donCelestino, dejaba verporallí susperezosascarnesapenasunpardevecesalaño: labondadosahermanaSerafina,queejercíaeloficiodeamadesalaorganizandotodoloreferentealosniñosde pecho y los quehaceres de las nodrizas; la vieja y temible hermana Urraca,encargada de convertir en un infierno la vida de los destetados y de la que sólohablaré cuando sea necesario; y la hermana Ludovica, una eminencia en hierbasmedicinales, cataplasmas y emplastos, quemandaba en la enfermería con un vigorextraordinario.

Lescuentotodoestoparaquecomprendanmejorloqueacontecióaquellanoche.RecuerdosinequivocarmequeeraprincipiosdeagostodelañodelSeñorde1599,yque el cielo de la villa reventaba de malos presagios. El calor era sofocante, nisiquiera la llegadade lanoche trajounsoplode frescura.Laoscuridadcayó impíasobreMadrid, y en sus calles y plazas resplandecieron aúnmás las hogueras y loslamentos.Lasllamasdibujabanenlosmurosdelascasasunapocalipsisdesombras.Se quemaban sin tregua las ropas y los enseres de los apestados, se quemaban lascamas,loscolchones,lassábanasenlasquehabíanperecidoardiendoentrebubasyfiebres.Lasratashabíanabandonadolascloacasenmíserotropel,trasmorircientos,miles de ellas, en sus escondrijos, como un espantoso augurio de la llegada de laepidemia,ycorríanenloquecidasentreelhumoyel llanto intentandoescaparde lasuertedesuscompañeras.Lameravisióndesuscuerposrepulsivosatravesandolascalles aterrorizaba a las gentes que huían de la ciudad como última esperanza desupervivencia. Cargaban con lo poco que habían conseguido arrebatarle a ladesesperación,utensiliosdecocina,víveresqueaúnnoestabancontaminados,yloshijosmásfuertes.¿Quépuedeesperarsedeunanocheenlaqueseuneeldestinodehombresyratas?¿Quépuedeesperarsedeunanocheenlaqueelespectrodelafatalenfermedad, que se propaga invisible y certera sin hacer distinción entre ricos y

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pobres, entre pecadores y misericordiosos, corrompe el aire y la humanidad seentregaaunaorgíadeperfumesenvezdealaoración?Madrideraunherviderodearomas.Seencendíanfuegosdesarmientos,enebroyromeroenlascasasinfectadascomo remedioparapurificarlas.Y su fraganciadensay salvaje semezclabacon lapestilenciadelashogueras,conlacalvivaenlaquelosenterradoresenharinabanloscadáveres mientras fumaban una pipa de tabaco y tomillo para ahuyentar el aireviciado,yconelmásdeliciosoámbar, sándalooalmizclequechamuscabanen losbraserosdelospalacetesaquellosnoblesquenohabíanemprendidolaretiradaasuspropiedades del campo. Pero eso no era todo. Hombres, mujeres e incluso niños,caminaban,corríany,losmásafortunados,serefugiabanensuscarruajesrespirandoregularmenteunaspomasquecolgabanconcadenitasdesuscuellosyqueconteníanbolasconelixiresderosas,limones,naranjasoalcanfor.Esaluchaperfumadaacabóformandounvaporsemejantealanieblaqueavanzabaporlavilla,tansiniestrocomolaenemigaquetratabadecombatir:lapestenegra.

HastaelHospiciodelaSantaSoledadllególadesgraciayelfuroraromático.Elmédicoquehabitualmenteatendíaalosniños,lasnodrizasylashermanassellamabaGuzmánAcostayeraunhombrealtodeaspectoamableytranquilizador,auncuandodesplegaba sus habilidades para las lavativas, enemas y purgas, o incluso para lassangrías,cuyoarteejercíasinnecesidaddelcirujanovaliéndosedeuna lancetaquehincabaenlacarnemientrasenseñabalalenguaentreloslabios.Peroaquellanochela presencia deGuzmánAcosta sembró el espanto.Apareció en el hospicio con elatavíodeunmédicodeultratumba:túnica,guantesysombrerodealaanchacomolamismaoscuridad.Hubierapodidoconfundírseleconlamuertesinohubierallevadoel rostrooculto trasunamáscaradeave,blancayconunpico largoypuntiagudo,dondehabíapreparadounsahumeriodelaurelqueaspirabaatrompiconesparaburlarelcontagio.Llevabalosojosprotegidosporunoslentesdevidriorojoyenlamanoderecha, en vez de una guadaña, una estaca para mover de un lado a otro a lospestilentes.Razonesnolefaltabanparatomarprecaucionesextraordinarias:lapestese había cebado con saña en nuestra pequeña comunidad. Habían fallecido en losúltimosdíasvariasnodrizas,hermanas,criaturasdepechoydestetadas.Ylasituaciónempeoraba.Haymomentosenlavidaquesepeganalamemoriacomosanguijuelas.Esanochemaldita,hermanas,nodrizasycriaturassehacinabanenlaenfermeríadelhospicioalaesperadelamuerte.Laenfermeríaeraunaestanciaampliaycuadradacontechoabovedadoyventanasquedabanalacalleparaventilarlosmales.Estabasituada en la planta baja, que se había convertido en un lugar terrorífico, en unpurgatorio,en laantesalade todo loque ibaapudrirse.LahermanaSerafinahabíasucumbido a la histeria de las fumigaciones por recomendación del médico, y unhombre de sonrisa cruel que se hacía llamar «maestro desinfectador»—es en lasmiserias donde se espabilan los ingenios— había rociado todas y cada una de las

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habitacionesdelaplantabajaconloque,segúnmeasegurólaBlasa,eraunamezcladepólvoradecañón,azufreyresinadepinodelasierradeGuadarrama.Ningunadelas que quedábamos sanas queríamos asomar la nariz por allí. Nos habíamosrefugiado en la primera planta, que yome había encargado primero de fregar, porordende laBlasa,y luegodehisopear,porordende lahermanaSerafina, conunasolucióndeaguayvinagrepurísimo.

—Berenjena,bajaalaportería.Mehaparecidooírqueechabanotroniñoaltorno—medijolaBlasaaquellanoche.

—¿Porquétengoquebajarsiempreyo?¿Ysimecontagio,Blasa,ysimemuero?—Puesquesetecomalasepultura.Andayhazloquesetedice.Yoentoncessóloeraunamuchachadedieciséisaños, fuertey trabajadora,a la

quelanecesidadhabíahechomaduraraprisa.Notemíaalamuerte,porloquetienede reconfortadora y de encuentro con Dios, pero me aterraba la peste y lasdeformacionesquecausabaenloscuerposmortales.

Descendípor laescalera.Lospeldañoscrujíancomoloshuesosviejos.Elcalormepegabaelvestidoalapiel.Costabarespirar.Elanchozaguándondesehallabanlaporteríayel tornoestabacubiertoporunaneblina.Tembléalpercibirelaromadelazufre,de lapólvoradecañónyde la sangrede losbubonesque les sajabana lospestilentes.Asídebedeolerelcampodebatalladondenuestrosgloriososejércitosluchan contra el hereje, pensé. Llevaba sujeto en el sobaco izquierdo un trozo desolimánquehabíaadquiridoenelmercado,puesmehabíandichoqueespantabaalapeste,yloapretéconfuerza.Reviséeltorno.LaBlasanosehabíaequivocado;viunbebéenvueltoenuntraposucio.Eralivianoyfrío.Medirigíconélalaenfermería,de donde se escapaban gritos y un revuelo de voces entre las que reconocí las deGuzmánAcostaylahermanaLudovica.Cuandoentrémedidebrucesconlafiguraespectraldelmédico.Yoyahabíavistoalgunovestidodeaquelmodoenel tiempoquellevábamosbajoelasediodelapeste,peronotandecerca,mirándomeatravésdeesosvidriosdelcolordelaverno.Lamanosemefueahacerlaseñaldelacruzyelbebécayóalsuelo.

—¡Berenjena,tenmáscuidado!—megritólahermanaLudovicaapresurándosearecogerlo.

Se oyó un llanto muy débil. El trapo se había abierto dejando a la vista uncuerpecitosurcadoporlandresnegras.

LahermanaLudovicaentornólospárpadosydijofuriosa:—Otrotantoqueseapuntaella.Se refería a lamuerte, a la que tenía declarada la guerra. La enfermería era el

campodebatalladelahermanaLudovica,dondeseencerrabaenépocasdeepidemiapara lucharcontra suenemiga sincomerodormir apenas.Enesosdías, cuando sesentíamásderrotada,gastabaungeniodeperros;eraunamonjacontendenciaalmal

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humor y sólo se preocupaba por los huérfanos si hacía mella en ellos algunaenfermedad. En circunstancias normales andaba abstraída en sus hierbas y en loscachivachesylibrosrelacionadosconsuciencia.Rondabaloscincuenta.Erafornidayconcuellodetoro,ojoslistosydeungrisplomocomocielodelluvia.

Me froté las manos en el vestido para limpiarme los miasmas del pequeñomientrascontemplabaeldesordenquereinabaenlaenfermería.Losniños,hacinadosen el suelo sobre lechos de paja, se revolvían entre lágrimas y cagantinas ante lavisión del buenmédico.Las hermanas y las nodrizas, con sus pieles salpicadas demanchasazulesysusbultoscomociruelastrassobacosyorejas,seconvulsionabanen su fiebre entregándose al delirio y vociferando desde los lechos miserables«¡Confesión, confesión!»,puesveían en la túnicanegray lamáscarade cuervodeGuzmán Acosta el reflejo de su destino. Sólo cuatro hermanas piadosas atendíanaquelantrodedolorypodredumbre,bajolasórdenesquelesdabalaLudovicaconsuvozgraveypoderosaquehacíaecoenlasentrañas,ysurespiracióncomoelresuellodelasyeguas.Elrestodelasmujeresdelhospicioestábamosocupadasatendiendoalasnumerosascriaturasdepechoqueel tornonoparabadeescupirconsuchirridoestridente. Eran como una plaga egipcia. Y yo, exponiendo mi vida, bajaba arecogerlas. Otras veces eran unos golpes en la puerta los que nos anunciaban sullegada.Las traían hasta de dos en dos directamente de las salas de los hospitales,dondesusdesdichadasmadreshabíanperecidodepesteodeparto,o renunciadoaellas por vergüenza o porque, débiles y enfermas, no podían criarlas. Hijos de ladesesperación,delapobreza,delmiedo,ytambién,comotantasotrasveces,hijosdelpecadodelujuriaquedañaríamuchashonrassiseconociese.Aquellanocheeldiabloandabasueltoporlavillaysedivertíamultiplicandodesgracias.

Conforme las criaturas llegaban al hospicio, las examinaba el médico o lahermanaLudovicaparaasegurarsedequelapestenosehabíacebadoyaensucarnereciente.Si lacriaturamostraba lossíntomas,estabacondenadaypermanecíaen laenfermería; si por el contrario la encontraban limpia aunque padeciese otrasenfermedades o defectos, se la conducía a la primera planta. Pero cuando llegó lamadrugada,erantantoslosniñosabandonadosenelhospicioquehuboquehacerotradivisión,quepudieraparecerimpía,entrelosquenohabíansucumbidoalaepidemia.Hubo que separar a los fuertes de los débiles, a los destinados a la vida de losdestinadosalamuerte.

No disponíamos de leche para alimentarlos a todos.A las nodrizas que habíanfallecidoyalasqueseretorcíanazuladasenlaenfermería,habíaqueañadirlasquehuyeronasuspueblos,dondeelaireerapuroysaludable,paraponerseasalvodelcontagio.Asíqueapenasquedabanenelhospiciounasdieznodrizasdisponiblesparaamamantaraesaplagadebebéshambrientos.UnadeellaseralaBlasa,quevalíaportres.

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Aquella situación puso de peor humor a la hermana Ludovica, pues tuvo queentregarleasuenemiga, lamuerte,máscriaturasde lasquehubieradeseado,alnotenertiemponimediosparaintentarsalvarlas.

—Esta vez me has vencido—le oí decir por lo bajo—, pero muy pronto meencontrarásdenuevohaciéndotefrente.

La aldaba golpeó el portóndel hospicio.Recuerdo como si fuera hoy, y semeencabritalapielalhacerlo,laprimeravezquevialaniña.

—¡Ahítraenotromás!—rugiólahermanaLudovica—.¿Esquelasmujeresnovan a dejar de parir? ¿Es que no son capaces de retener sus vientres o al menosquedarseconsusbastardoshastamañana?

Me apresuré a abrir con el corazón oprimiéndome el pecho. Reconocí a lamuchachaqueutilizabancomorecaderaenelHospitaldelosDesamparados,laquellamábamos «la Tonta». Acurrucaba en su regazo un bulto que se movía comobuscándoleunpecho.Poruninstante,elaromadelapólvora,delabatalla,sedisipóparadejarpasoaunafraganciadeflores.

—Dámelo,¿aquéesperas?—ledijealamuchacha,queparecíaensimismada.—TengoordendeentregarlosóloalahermanaLudovica.Lamuyestúpidalomecíacomosifuerasuyo.Eracortadelucesyteníadientes

deasno.—Yoselodaré—lecontestéparaganartiempo.—Esunaniñayvieneconunpergaminosecreto—susurrómientrassemirabade

reojoelbolsillodesufaldamugrienta.—Dameloqueescondesahí—laincrepé,intentandoecharlelamanoalbolsillo

—,hoynoestamosparajueguecitos.—¡Hermana,hermanaLudovica!—sepusoagritarladesgraciada.Lospasosrobustosdelamonjaretumbaronenlasbaldosas.—¿Quésignificaesteescándalo,Berenjena?Tenía hinchadas las venas del cuello, y los ojos grises le centelleaban bajo la

claridadmortecinadelavelas.—Es la del Hospital de los Desamparados. Trae otro bebé pero no quiere

dármelo.Dicequetienenoséquésecreto.Lamuchachameobservóconreceloypreguntóalahermana:—¿EsvuesamercedLudovica,laquemandaenlaenfermería?La había visto mil veces. Era inconfundible la corpulencia magnífica que

escapabadesuhábitoblanco,asíquelaTontaeramástontadeloyopensaba,ynolarecordabaofingíanohacerlo.

—Yosoy.Yahoradameloqueaprietascontantafuerzaquetengotarea.Lamuchacha,quehastaentonceshabíapermanecidoenelumbraldelportón,se

adentró en el zaguán. A la luz de las velas pude descubrir que la criatura venía

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envueltaenunprimorosochalazuldelquesedesprendíaeloloraflores.—Medijeronvariasveces:sóloseladasalaquemanda,yelpergaminotambién.

Anadiemás,ysiellanoestátelatraesdevuelta—repitiólaTontasinsoltarelbulto.—¿Yaquéesperas?Notengotodalanoche.Yatedijequeyosoylaquebuscas.La muchacha sacó de su bolsillo un largo rollo de papel y se lo entregó a la

hermanamientrasseleacercabaparasusurrarle:—Lamadrelaechóalmundoenlasalaesaquetieneelhospital,yasabe,laque

llamanladelas«paridasclandestinas».Intentabaqueyonooyera suspalabras,peromeenteréde todo.Tantomisterio

paraunamocosamás,pensé,aunquevengaenvueltaenarrullosde lujo.Permanecíatentaalosgestosdelahermanamientrasleíaelpapel.Tardólosuyo,queelescritoerabienextenso,comotestamentoenelquesedescargaunaconcienciapecadora.Alconcluir, alzó los ojos al techo yme pareció que rezaba. Sinmásmiramientos, learrebatóelbebéalamuchacha,quesequedóconlabocaabierta—yahedichoqueeramedioboba—.LahermanaLudovicadesenvolvióalaniñaunpoco,porqueveníacomounfardo,tapadacabezaytodo,sinqueapenasseleacertaraaverunpedazodecarne.Entoncessíquesealarmó.

—Tienequeexaminarlaenseguidaelmédico.Selallevóalaenfermería,yyo,trasecharalaTontaycerrarleelportónenlas

narices, la seguí apresurada con losojos fijos en el bolsillode suhábito, donde sehabíaguardadoelpergamino.Curiosidadinfameporquenohubierapodidoleerlo:enesaépocanoeracapazdeleernadaqueosaraestarescrito.

El ambiente de la enfermería no había mejorado mucho. Con la estaca en lamano, Guzmán Acosta parecía que estaba arreando vacas más que atendiendoenfermos. El tufo de cañones producía escalofríos, perome intrigaba qué tenía deextraordinarioaquellacriaturaycuálseríasudestino.

La hermana apartó de una mesa unos cuantos pomos de porcelana y unosinstrumentos metálicos, depositó al bebé y avisó al médico, que se esforzaba enpalparconsuestacalasbubasdeunasingles.

—¿Máspeste?—preguntó.—Nolocreo,perojuzguevuestramerced.Mehabíasituadounospasospordetrásde lahermanaypudever loquesurgió

delchalcuandoellalodesenroscódelcuerpomenudo:eraunaniñareciénnacidaconuncutismuyhermoso.Olíaacarnelimpia,avientrenoble.Sepusoaberrearcomounpuercoporquelahabíandespertado.Yamostrabamalaspulgas.Elmédicoacercósumáscaradepajarracoparareconocerla,yenvezdeberrearconmásfuerza,comoyoesperaba,mesorprendióamortiguandosullantohastaconvertirloenunoscuantospucheros, al tiempo que extendía sus manos hacia el pico e intentaba agarrarlo.Aquellas manitas estaban rojizas, más que rojizas, amoratadas, y por lo que pudo

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comprobar elmédico, tras retenerlas unos segundos entre sus guantesmientras lasapartabasuavementedelpico,ardíandefiebre,unacalenturatantenazquequemabanconsólotocarlas.Algoledijoamistripasqueeldestinodeesacriaturaquedaríaporsiempre unido a aquellas dosmanos coloradas cual chorizos, aspecto que sin dudahabíaalarmadoalahermanaLudovica.

—Soncomodosantorchas—dijoGuzmánAcostaquitándoselosguantesnegros.—Yparecentumefactas—observólahermana—.Lerogaríaqueporunmomento

sedeshicieradeesamáscara;quizáatravésdeloslentesnopuedaobservarbienelfenómeno.

Elmédicodebiódesentirbastantealivioalquitársela.Teníaelrostrosudorosoycongestionado,comoelmíoalospocosminutos,porquemeobligóasujetárselaylosvaporesdelsahumeriodelaurel juntoalalientodeGuzmánAcostameabofetearonmientrasduróel reconocimientodeaquellamisteriosacriatura.Ladespojaronde lacamisita de basto hilo que la cubría, pero sólo hallaron la blancura de una pieldelicada.Exploraronminuciosamenteel restodesusmiembros:ningunomásardía,semostraban frescosy tiernos.Sin embargo, algo la impulsaba amover susdedoslargos y bien formados, deseosos de tocar cuanto se le acercaba: las manos deGuzmánAcosta,lastrompetasmetálicasparaescucharcorazones.Esetactoinquietoparecía un ser aparte, ajeno a la pequeña. Cómo explicar si no que a ratos ellaentornaralospárpadosabanicadaporelsueño,mientrassusmanossemovíansolas.

No pude enterarme de todo lo que hablaron elmédico y la hermana Ludovicasobreelmalqueaquejabaalaniña;medistraíaaquellamáscaramaloliente.Séquellegaronalaconclusióndequenoerapeste,nitampocolaterriblegangrena,niotrasenfermedadescuyosnombresolvidé,pero loquesípuedoaseguraresqueGuzmánAcostadecidióquelacriaturanoseríacapazdesobreviviralcolorylaquemazóndesusmanos.LahermanaLudovica laenvolviódenuevoenelchal,yme laentregódespuésdequeelmédicorecuperarasuaparienciadeavesiniestra.

—Llévalaarribayponlaconlosdesahuciados—meordenó—.Probablementenopasarádeestanoche.Sumalesmuygrave.Quizásetratedeunmaldelespírituynodelacarne,peroestainocentepequeñanoeslaculpablesinolosterriblespecadosdesusprogenitores.SellamaBárbara.

—¿Yalgomás?—DelaSantaSoledad,comolamayoríadevosotros.DilealahermanaSerafina

que así deberá ser inscrita en el libro de registromañana, cuandoDios se la hayallevadoasugloria.Estanochenoestamosparaanotaciones.

Bárbara.Eralaprimeravezqueoíaesenombre,ysemeocurrióqueasídebíandellamarselascondesasquepaseabanensussillasdemanosporlacalleMayor.Elchal,queimaginéseríadeseda,teníaunatexturatansuaveyexquisitaqueinsultabaamismanos, ásperas de fregar sin descanso. Quizá les haya ocurrido alguna vez que al

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tocar determinado objeto de pronto perciben que esconde una historia, y ésta,mágicamente,lesconfierevidapropia.Estopasamuchoconlascosasquelleganalhospiciojuntoaloshuérfanos.Enellasseocultalaverdaddequiénesson,laverdaddesucruelabandono.Asíque losarmariosdeldespachodedonCelestino,estabanllenosdeobjetosvivos.Algunostendríanlaoportunidaddesacaralaluzlahistoriaqueencerraban,otroslaocultaríanparasiempre,silenciadosporelpolvoyelolvido.Yodeseabaque ese chal en el quevino envueltaBárbara fuerade losprimeros enhablar. Deseaba que me hablara de la mujer a la que había pertenecido, y delnacimiento de aquella niña con manos de fuego. Y estaba segura de que tarde otempranoacabaríahaciéndolo.Habíaalgoquelodiferenciabadelresto,algotodavíamásextraordinarioquelacertezadeunahistoriaoculta.Meatreveríaadecirqueelchal, además de estar vivo por ella, lo estaba por sí mismo. Sólo con acariciarlopodíassentirquelollevabaspuesto,comosilasedasetornarainvisibleyenvolvierasuavementelapieldetusbrazosytuespalda,hastadejarteenelpecholasensaciónreconfortante de que te hallabas protegido contra cualquier mal que pudieraacecharte. No me refiero al bienestar que producen las riquezas, con el que unahuérfanapobre comoyo sólo podría fantasear.Era unbienestarmás hondo, de losque nacen en el alma y permanecen allí porque no comprenden las vanidadesmundanas de los hombres. Estoy segura de que también lo percibió la Tonta delHospital de losDesamparados y por eso llevaba a la niña tan apretada contra suscarnes.

Me disponía a deleitarme con los bordados que el chal lucía en sus extremos,ajena al dolor y la muerte que rezumaba la enfermería, cuando descubrí unasmanchasmuycercadelladoizquierdo.Erandeunintensocolorgranateyprocedían,sin duda, de una salpicadura. La voz de la hermana Ludovica me sacó de mispensamientos.

—Espabila, Berenjena, lleva a la niña arriba y deja de tocar lo que no tepertenece.

—Hermana,mireelchal—ledijemostrándolelasmanchas.—Sondesangre—respondiósindarleimportancia.Unescalofríomerecorrióelespinazo.—¿Sangredequién?—Ycómovoya saberlo,muchacha.Dedícateaobedecer,que lanochenoestá

paraembobarseconnada.—Hermana,juntoalasmanchastambiénhayunpequeñodesgarrodelatela—le

dije,aúnconmocionadaporeldescubrimiento—.¿Creequepuedesignificarquesepelearonporelchal?QuizáenlosDesamparados.

—¿Nohas oído lo que te he dicho?Vete de la enfermería ahoramismo.A lasmetomentodocomotúsólolesesperandisgustos.

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Laabandonécabizbaja.Teníaunaamiga,antiguahuérfanade laSantaSoledad,que trabajaba limpiando en el Hospital de los Desamparados, y entraba y salíacómodamente de donde las paridas clandestinas. Ya me había pasado jugosainformaciónsobre lasmadresdevarioshuérfanosenotrasocasiones.Decidíquesiencontrabaunratoalamañanasiguiente,meacercaríaaverlaylepreguntaríaporelbebé.Una niña con esasmanos no podía pasar desapercibida.Que laLudovica sequedaraconelpergaminosecreto,yoobtendríainformaciónmásfresca.

Laprimeraplantaestabaarebosardecríos.Juntoaldormitoriodelasnodrizas,seencontrabaeldelosniñosquetomabanpechoyeldelosniñosdestetadosdehastaseisaños.Losseparábamoscuandoempezabanaserhombrecitosymujercitas,comomandan las normas decentes. El de los varones se situaba en la planta baja. Sinembargo,cuandolapestenegraseinstalóenelhospiciononosquedómásremedioqueevacuara losqueaúnnosehabíancontagiado.Abajonoestabanseguros.Lesimprovisamos lechos,queavecesnoeranmásqueunmontóndepajao lanaviejacubierta por una sábana, en todos los dormitorios a excepción del de las niñasmayores y el de las nodrizas.Dormían hasta en los pasillos y en los bancos de lacapilla. Ni uno se atrevía a llorar o rechistar, sólo los bebés que aún no teníanconciencia de lo que era un palo osaban lanzar un berrido, sobre todo loshambrientos, los débiles, los que debían pasar sin leche hasta que se los llevara lamuerte.

—¿Este nuevo desdichado que nos traes para dónde va, Berenjena? —mepreguntólaBlasaconunacriaturacolgándoledecadapecho.

Eramuytardeysusojossehabíanhinchadoyenrojecido.—Paralosqueno—ledije.—Gracias,Virgen Santa, otra bocamenos que alimentar. Como sigan llegando

más,noséquévaaserdenosotras.Laschicasquequedanestánagotadas.Másquebebés parecen garrapatas, nos van a secar los pechos. Hasta las cabras tienen lasubresmenosescocidas.

—Puesporéstanotepreocupes.—Echabuenolor.—Sí,yveníaenvueltaenunpreciosochal,perosusmanoslahancondenado.—¿Dequécondenahablas,muchacha?—Porellasnosesalva,échaleunvistazocuandotengasunrato.—Quérato,niquérato,ycuandolotengamevoyadormir.Andayllévaladonde

yasabes.La «sala de amamantar», como la llamábamos, también olía al vinagre

purificador.Eraalargada,demuroscomonievequeprocurabanentibiarunasesterasdeespartocolocadasensuparteinferior.Comoúnicomobiliario,unaenormemesarectangularcolocadaenelcentro,alrededorde laquesesentaban lasnodrizaspara

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darpechos,lavarexcrementos,yotrosquehaceresmíseros.Aquellanochelasalasehabíaconvertidoenlahabitacióndelosdesahuciados,criaturasdepecho,lamayoríarecién nacidas o de escasas semanas. Como quedaban pocas cunas libres y lashermanashabíandecididoque sólo laspodíanocupar losdestinados a la lecheyaluchar por su vida, hubo que improvisar algún sitio donde meter a los menosafortunados.Fue ideade lahermanaSerafinautilizar lascajasdondenos traían lassalazonesdelalmacén.Lasmullimosconunostraposehicieronbuenservicio:comoeran grandes acabamos metiendo dos bebés en cada caja. Y cuandomurieran, lesserviríatambiéndeataúd.

—La tragedia nos hace prácticos a la fuerza —decía la hermana Serafinasantiguándose.

Siempre tenía las mejillas sonrosadas como las fresas debido a su corazónpiadoso. Eso me aseguraba la Blasa: «No encontrarás a un ser maligno con buencolor,éstoslucencutisdelápida».LaSerafinaeracuarentonaymenuda.Amabalavidatranquilaylalecturadebiografíasdesantos,alaquesededicabaconfervorensus escasos ratos libres. Cualquier acontecimiento que perturbara las rutinas delhospicio la hacía sufrir terriblemente. Tenía unos ojos amables, pequeños ylacrimosos,comosiatodashoraslloraseporlasdesgraciasdelmundo.Eralaúnicaquemostraba cierta preocupación por el bienestar espiritual de los huérfanos. Losdomingos solía leerles lasSagradasEscrituras con su voz de pan tierno, y a vecesinventabajuegosque,másqueentretenerlos,encendíanlahogueradesusestómagoshambrientos. Su juego preferido consistía en esconder por las habitaciones delhospicio una caja con un pedazo de carne, o de queso conmembrillo, tesoro quedeglutíaelafortunadoquelograbaencontrarlo,vorazmenteysincompartirunasolamigaja.

Entréenlahabitaciónconlaniña,yvialaSerafinadormidaenunasillaapoyadaen la pared. Se había impuesto la penitencia de velar las agonías de los pequeñosmoribundoshastaque llegara su final.Unciriodeformadopor lamadrugadahacíaresplandecersusmanoscomounmilagro.Sujetabaensuregazounapalanganaconagua y un paño limpio para enjugar los labios a los pequeños. Roncaba un sueñoprofundo,yeseronroneodecochinoparecíaadormeceralosniños,queahogabansusllantos y quejidos bajo la luzmortal. Procuré no despertarla. La noche aún estabanegraenlasventanas.Meinquietólapazqueserespiraba,esapazespeluznantedelosquedesciendenhaciaeldescansoeterno.Dejéalaniñaenlamesa,enunhuecoentre dos cajas de salazones. Al despojarla del chal abrió los ojos, los teníaalmendrados y de color verde. Era bonita, la condenada. Le cubría la cabeza unapelusacastañaysucutislucíasonrosado,limpio.Lotoquéysusuavidadmerecordóa los dientes de leche. Ella extendió sus manos hacia el mío como si quisieraacariciarmelosagujerosquemehabíadejadolaviruela.Lasapartéysentísucalor

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hirviente.—Pormuchochaldesedaconperfumedeflores,pormuchocutisdeporcelana,

pormuchonombredecondesa—ledije—,hasacabadoenelmismolugarqueyo,hascorridomimismasuerteoinclusopeor,porqueestanochetudestinoseuniráaldeunadamacuyorostronoesmásquedescarnadacalavera.

Oacasoesellalaafortunada,mepreguntédepronto.Acasoterminarlavidasinempezarla,escapandodelossinsabores,palosyvergüenzasquehadeestardispuestaasoportarunahuérfanasealaverdaderafortuna.

—Aunasímorirás—leaseguré—,contodatubelleza.Caprichosodestino,señorías,queavecesdejasuoficioenmanosdeloshombres,

queaveces lesconfiereunpoderqueellosni siquierasospechanqueposeenhastaqueesdemasiadotarde.

Eché un vistazo a las cajas para decidir cuál serviría a Bárbara como últimamorada.Ya no quedaba ninguna vacía, así queme tocaba elegir a qué desdichadoquedaríaunidaparasiempre,enelmismoataúd,enlamismatumba.Ymedecidíporelmásespantosodetodoslosbebésqueallíaguardabanlallegadadelamuerte.Lohabía traídoaúltimahorade la tardeunamujerquevivíapor laplazueladeSantoDomingo,chamuscadoyagonizante.Eraelúnicosupervivientedeunincendio.Conapenasunassemanasdevida,arrastrabaunahistoriaterrible,deesasqueponenlospelos de punta y le hacen a una santiguarse por todo el cuerpo. Se convirtió enhuérfanode padre ymadre en elmismodía, así de unplumazo.Otra almaque sequedabasolaenelmundo.Lamujer,queresultóserunavecina,noquisoguardarsenilosmásmínimosdetallesdeloqueocurrióenlacasa.Elcasoluegofuecomentadodurantemuchotiempoenlosmentiderosdelavilla.Elbebétraíahumometidoenlospulmones y respiraba con mucha dificultad. Cuando la hermana Ludovica miródebajodelosguiñapossuciosenquesehabíanconvertidosusropas,comprobóquemilagrosamentesólopartedesupelohabíasufridolafuriadelfuego.Elcabelloeramuynegro,fuerteyabundanteenelladoderechodesucabeza,peroenelizquierdo,lasllamashabíanformadounamasijodepelostiesosqueatufabaapollo,queselepegaba a la piel abrasada.Yacía adormilado con la boquita contra una pared de lacaja, como si hubiera estado intentando chupar los efluvios de carne en salazónadheridosaella.LahermanaSerafinamedijoquesusojososcurosparecíanquererconocerlotodo.

—Curiosidadporunavidaquenotendrá—sentenciólamonjaconpesadumbre.Le dio unas gotas de láudano por indicación de la Ludovica para hacerle el

tránsitomásfácilyahorrarlelosdoloresdelasquemaduras.Metía laniña juntoaél.Lacamisita limpia juntoa losguiñaposahumados,el

perfume de flores junto al de los rescoldos que manaba de la carne del niño, lablancura de un cutis perfecto junto a un rostro ennegrecido por la desgracia. La

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belleza y la fealdad unidas en lamisma caja aguardando su final.Me hizo graciaaquelcontrasteyestuvecontemplándolosduranteunbuenrato.Siellalequemaconsusmanosesmuyprobablequeno losienta,pensé,ynomefaltabarazón,aunquehabía suficiente espacio como para que no se rozaran. Aquella tarde, antes de lallegadadeBárbara,descubríquedelcuellodelniñocolgabaunacintadeterciopelonegroconunmedallóndeplataqueselehabíaincrustadoenelpecho.SelomostréalaSerafinaymeordenóqueesperaseaqueDiosselollevaraparadespojarledeél.Porlavecinaquelotrajoalhospiciosupimosqueelmedallóneradelamadre.Ellalosabía bien porque conocía a los difuntos desde hacía años, les profesaba un granafectojustamentecorrespondido.

Elmedallónestabadelrevés.MientraslaSerafinaseafanabaenenjugarbocasledilavuelta.Debíadehabersepuestoalrojovivoenelincendioporqueaúnguardabaun regusto de fragua. El niño comenzó a llorar y descubrí que en su carne habíaquedadograbadalafiguraenrelievedeunángel.Entoncesapenastuvetiempoparadistinguirloquemástardereconocísinproblemasconlavistacerteradelajuventud:porlosalonesdesplegadosparainiciarelvuelodivinohubierapodidosercualquieradelosarcángeles,perolavaradeazucenasqueportabaensusmanosloidentificabasindudacomosanGabriel.Loincrustéotravezenelpechodelniño,yaquello,másquecrueldad,fueconsueloparasullanto.

Lanocheavanzabaen lasventanasde la saladeamamantarhacia labendicióndelalba.Continuécontemplándolosenlacajacomounartesanoquesedeleitaorgullosocon la visión de su obra. La hermana Serafina soñaba bondades con su ronquidosoporífero.Elcirioseagotaba,su luzsediluíaentre losmoribundos.Oía laBlasagritarminombre,eltornoquevolvíaagirarimparable,elhedordeloscañonesmeesperaba,laamenazadelapestenegra,lavigiliadeunanochesinfin.

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Sentadaenelbancodelasaladeaudiencias,Berenjenaentornólospárpadosydejóque en sus labios resplandeciera una oración. El fiscal y los inquisidores parecíanabsortos en sus recuerdos. En cambio, sintió la mirada enrojecida del notario delsecreto, y supo que aquel joven que se perdía en el letargo de su ropilla negra ydescuidadanoconocíalosrigoresdelapeste,nideloscamposdebatalla,perosílosde una soledad mayor. Sus ojos se hallaban envueltos en la niebla del insomnio.Mostrabasudesventuraencadagestosomnoliento,encadaposturaqueanhelabaeldescanso en la silla dura. Lo único que le aportaba dignidad era la perfección yrapidezdesucaligrafía,cadatestimonioqueelevabaalreinodelamemoria.

Berenjenatambiénsediocuentadeque,trasmirarla,elnotarioseabstraíaenlacontemplación de los ojos del fiscal: parecían de ébano como los de un infiel ybrillabaenelloselresplandordelashogueras.Leapreciaaltiempoqueleinquieta,pensó.Berenjenaesbozóunasonrisa,satisfechadesusrazonamientos.Habíaestadotodasuvidaalserviciodeotros,primeroenelhospicioydespuésenvariascasasmáso menos acomodadas; no había tenido un hogar propio, ni una familia de la queocuparse,habíaaprendidoasoñarlossueñosquenoeransuyosyaodiaryamarloque no le correspondía. Ya no sabía vivir de otramanera. Desde la atalaya de sumundo de huérfana, rastreaba los afectos como un perro de presa, y era capaz dereconocerlos en un solo gesto para apropiarse de ellos y utilizarlos después a suconveniencia.

Muypocasvecessehabíaequivocado,yenestaocasióntampoco.Elnotariodelsecreto,quesellamabaRafaeldeOsorio,habíavistoporprimeravezalfiscalhacíados meses en las dependencias del Santo Oficio, cuando éste llegó a Toledo paratomarposesiónde su cargo.Tras serpresentados formalmentenohabían intimado.ÍñigoMoncadaeradetratogélidoydesabrido.Hablabapoco,ycuandosedecidíaahacerlo, suvozhelaba los labiosde su interlocutor.Susmodales, aunquecorrectosparaunapersonadesurango,resultabanbruscosyabismales.Algoleseparabadelmundo.Quizáporellosehabíaganadoenpocotiempolafamadequedespreciabatodadebilidadhumanaysemostrabacruelantecualquieradeellas.Sinembargo,lasegundanoche después de su llegada,Rafael deOsorio le encontró por casualidadvagandoen las tinieblasde lascallejas toledanas,ateridode fríosucuerpo jovenyfuerte,acosadoporlahumedadlunardelTajo,sincapa,nisombreroparaocultarsuidentidad, sin calzas, ni jubón, ni unos zapatos que le protegieran los pies de losadoquines.Vestía una simple camisa de dormir y se tambaleaba con aire de perro

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apaleado.Elcabellolargoydesgreñadolecaíasobreloshombros,ylaaureoladesusombra se proyectaba en las paredes de la calleja, al tiempo que él la mesabaarañándoselosdedos,gritandocomosihubieraperdidoeljuicio:

—¡Nosévivirsinti!¡Lopagarás,lopagarásmuycaro!Enunprincipio,Rafaelletomóporunloco.Elnotariolehabríadejadoamerced

desudeliriotemiendoquefueraviolento,perosuporteeleganteyesbeltoleresultabaconocido.Seleacercóconprecaución,hablándoleenvozbajaparanosobresaltarlo.

—¿Puedoayudaros,caballero?Él no respondió, mantenía la cabeza hundida en el pecho, en el limbo de sus

ensueños.Rafaellelevantólabarbillaparaescudriñarsurostro,ysetopóconaquellacicatrizinconfundible.

—Íñigo,¿quéestáishaciendoaquísemidesnudo?Tampocoobtuvo respuesta.Se fijóen susojos,quenomirabannada,almenos

nada que perteneciera a la realidad. Pasó unamano por delante de ellos, pero suspupilas negras permanecieron inalterables, como si fuera ciego. Entonces se diocuentadequeel fiscal estabadormido.Dudóantesdeagarrarlo suavementeporelhombroyatraerlohaciasí;erahombretímidoquerehuíacualquiercontactofísicoanoserquesehallarabajolosefectosdeltinto.Sintiólosmúsculosdurosdelfiscal,bajolacamisamojada,tiritandoporelrelentedelrío.Rafaelsedespojódesucapayse la echó a Íñigo por encima. Luego volvió a tomarlo de un hombro y guió suspasos.Comonosabíadóndesealojabalocondujohastasupropiacasa.Elfiscalleacompañó con mansedumbre, acurrucándose en el cuerpo huesudo y flaco delnotario,queseacalorabamásacadapaso.

Rafael de Osorio vivía solo en una casa de dos plantas de la calle del PozoAmargo, con un blasón en la fachada que testimoniaba la memoria de un pasadonoble.Habíaoídohablardelmalde losquecaminandormidos,de las leyendasdeviejasqueafirmabanquesusvíctimasbuscanensueñoselalmaextraviadadurantelavida consciente. Se preguntaba si era mejor para el enfermo dejarlo dormir odespertarlo. Finalmente decidió sentar a Íñigo en uno de los butacones que habíafrentealgranhogarde lachimenea.Preparóunvasodevinocalienteyse lodioabebersorboasorboconpulsotembloroso.

—Íñigo,¿podéisoírme?De pronto, los ojos de Íñigo Moncada se clavaron en los suyos con tanta

intensidad que el notario apartó lamirada, estremeciéndose. El fiscal los buscó, ycuandodenuevolostuvofrenteaél,comenzóahablarsobreunostúnelesdecuyasparedessobresalíanbrazossosteniendoantorchasdeaceite.Jadeaba.Lacicatrizselehabíahinchadoyparecíaunaserpientezigzagueandoporsurostro.

Elnotariotemióporél.—¡Íñigo,despertad!—legritó.

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Ya no se atrevía a tocarlo. Contemplaba al fiscal, le admiraba más bien, lediseccionaba.Sehabía levantadodel butacónderramandoen la alfombra espesa loquequedabadelvasodevino.Resplandecíajuntoalachimenea:elcabellorevueltoen hebras onduladas que le caían sobre los pómulos, la camisa sudorosaesculpiéndoleel cuerpo, los labios tensos, losojosdolientes, la cicatrizdestellandotodalabellezadesutormento.Sufre,sedijoelnotario,ymucho.Algoletortura,leremuerdeelcorazón,desgarrándoselosinpiedad.Sí,sufre,serepitió,fascinadoporlaimagenpoderosaqueseleclavabacomounhierrocandente,convirtiéndoledesdeeseinstanteenotrohombremarcado.Elfiscaleraunserquemerecíatodasuatenciónyestudio.Unserquepodríaayudarleenlaescrituradelaobraqueenlosúltimosañosconsolabasushorasdeinsomnio.

Se hallaba inmerso en estas cavilaciones, cuando Íñigo despertó bruscamente.Rafaelvioalfiscaltomarconcienciadequeestabaencamisadedormirenunlugarextraño, y antes de que pudiera explicarle lo que había ocurrido, sintió su manoaprisionándolelagarganta.Teníalafuerzaylosreflejosdeunhombrequehaceñidolasarmas,aúnselenotabaelcalloqueatestiguabaelfrecuentemanejodelaespada,hasta casi dormir con ella. Será difícil hacer de él un hombre de Iglesia, pensó elnotariomientrastratabaderespirar.Llevabaunadagaescondidaentrelosplieguesdela ropilla —nunca salía sin ella por las noches—, aunque de momento no teníaintencióndeusarla.Ademásnoeraduchoensumanejo.Loúnicoqueempuñabaconmaestría era la pluma, y la cercanía del aliento de Íñigo, cálido y violento,inmovilizabacadaunosdesusmiembros.

—¿Dóndeestoy?—leinterrogóelfiscalconlosojosfieros.—¿Nomereconocéis?—balbuceó—.SoyRafaeldeOsorio.Estáisenmicasa.Le liberó la garganta y se agarró las manos como si por un instante se

avergonzaradesubrutalidad,delacamisadedormirqueleproporcionabaunaspectofrágil,desuspiesdescalzos,de loqueimaginabahabíasucedido.Diolaespaldaalnotarioyseacercóalfuego.

—Osencontréperdidoenunacallepróximaa lacatedral.Estabaishelado—leexplicóRafaelconunhilodevoz.

Íñigopermanecióensilencio,comohipnotizadoporelchisporroteoquedespedíalachimenea.

—Osreconocíporlacicatriz—dijoRafael,arrepintiéndosealinstantedehaberlamencionado.

—Con ella no resulta fácil pasar inadvertido —respondió Íñigo, volviéndosehaciaélparadirigirleunasonrisairónicaqueparecíaquererreírsedesímismo—.Nohayanonimatoposible.Díaynochemerecuerdaquiensoy,quienera.

Rafaelquisopreguntarlecuáldelashistoriasquesecontabandelacicatrizeralaverdadera,siesquealgunaloera.Noseatrevió;lapresenciadeÍñigoaúnleturbaba.

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—SoiselfiscaldelaSantaInquisición,ycaminabaisdormidoenpañosmenores.Debéistenercuidado.

—¿Dedóndeoshabéissacadoesainfamiadequecaminabadormido?Repetidlaante alguien y os aseguro que la cicatriz que cruzami rostro no serámás que unrasguñoalladodelaquemiespadadibujaráenelvuestro.

Guiadaporlacostumbre,sumanoderechabuscóelaceroquenollevaba.Enlosúltimosañosdesuvida laespadahabía llegadoa formarpartedesucuerpo,habíatemplado su soledad convirtiéndose en su mejor compañera, por eso siempre queproferíaunaamenazacomoaquéllalegustabablandirlafrentealosojosdesuposiblevíctima.Peroensulugarnohallómásquelahúmedacamisadedormir,demodoqueprofirió unamaldición sacrílega y luego se rió con una carcajada que despertó unescalofrío en elnotario.Debía acostumbrarse aqueeranotras las armasque comofiscaldelSantoOficiopodíablandirahora.Lareligióneralaprimeradeellas,puesenbrevetendríaquetomarlasórdenesmenores.Despuésestabanloslibros,entrelosquepasósuadolescenciayprimerajuventudantesdecambiarlosporlaespada.Yporsupuesto, los más refinados instrumentos de tortura que atesoraba el sótano de laSantaInquisición.Ahoraeraunhombredeleyesencargadodeacusaralosdetenidosyentregarsuscreenciasysuspasionesalosinquisidoresparaqueelloslasjuzgaranydictaran su sentencia. Había elegido esa nueva profesión hastiado de matar en elcampodebatalla,pero,aunasí,añorabaelolordelasangrequeabandonauncuerpocomolechecálida.Habíaalgoprimitivoyhermosoenlamuerteviolentaylecostabarenunciaraello.

Rafaelsehabíarefugiadotrasunodelosbutaconescomoungorrióntemerosodequeledespojenbrutalmentedesusalas.Uncrujientearomaapergaminoseescapabadelagranchimeneaqueenvolvíalaestanciaconunaluztenue.

—¿Qué son esos papeles con los que alimentáis el fuego?—le preguntó Íñigocomosifueraunacusadomás—.Esperoquenosetratedelactadealgúnprocesoquetratáisdeocultar.

—Tansólosonmanuscritosdepoemas.Enestacasaloshayacientosdemiles.Notengonadaqueocultar.

Losojosdelfiscalsefundíanconlasllamasrojizas.—Siemprehayalgoqueocultarporinsignificantequesea.Voslosabéisdesobra

puestoqueenvuestrooficiotomáisnotahastadelaúltimamiseriahumana.Íñigo miró detenidamente a Rafael. Era unos cuantos años menor que él, le

calculabaunosveintitrésoveinticuatro.Depelorojizoyabundanteyunosojosdeunazulopacocomo lasaguasdealtamar.Teníaun rostro frágil,narizpequeña, labiosdelgados,mentón ceñido por una onda suave; y unasmanos delicadas, femeninas,blancas como las de una estatua esculpida en el más puro alabastro. Aferraban elrespaldodelbutacónofreciendoalavistalaarmoníadesusdedoslargosyesbeltos,

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la gracia con la que se insinuaban sus venas, cuya finura en ocasiones teñía unasombra azulada. Daba la sensación de que jamás las había mancillado ningunapodredumbre, pues habían nacido para dar vida a la más bella y perfecta de lascaligrafías.

CuandoelalbacubriódeneblinalascallesdeToledo,Íñigo,bajolaespesuradeunacapaprestadayunsombrerodealaanchaqueensombrecíasurostro,partióhacialaposadadondeestabaalojado.

Tresnochesdespués,ÍñigoMoncadadespertabadenuevoenaquellahabitaciónconaromaapoesíachamuscada.ReconocióasuladolafiguradeRafael,inconfundibledebido a la deformidad que la aquejaba. El pecho se le hundía a la altura de lascostillas,porloquesushombrosestabanechadoshaciadelante.

—¿Dóndemehabéisencontradohoy?—lepreguntó.—Cercadeunadelaspuertasdelaciudad.—¿Mevioalguienmás?—Nopuedoasegurároslo.Pero…Interrumpiósuspalabrasparaapurarunvasodetinto.Respirabaaprisayensus

ojosazulesseagitabaunatormenta.—Hablad,¿quéosocurre?—¡ViveDiosquetuvelasensacióndequealguiennosseguíahastamicasa!—¿Pudisteisverquiénera?—No —le temblaban los labios—. Tras nuestros pasos sólo se oía un gran

silencio, pero algo dentro de mí percibió que no estábamos solos. Que las callesalbergabanotrapresencia.Medilavueltaenvariasocasionesmientrasapresurabaelpaso.Aesashorasabundan losmaleantes, ladronesque rebananelcuelloporunasmonedas. Si hubiera sido alguno de ellos os aseguro que a estas horas estaríamosdesplumadosyprobablementemuertos.

—¿Dequiénpuedetratarse,entonces?—Notengoidea.Temeroso,nosresguardamosenelzaguándeunacallejay,allí

ocultos, vi una sombra que, si las quimeras y fantasías que enturbian estas horasbrujasnolograronengañarme,pertenecíaaunhombredeestaturaportentosa,deungigante.

—Sabéisquehastalasombradeunenanopuedepareceravecesladeunhombredeenvergadura.

—Tenéis razón. Pero no sólo la vi esa vez. Abandonamos el zaguán e intentéhaceros correr lo más aprisa que os permitía vuestro estado. La sombra tambiénapresurósuspasossiniestros,yvinotrasnosotros,incansable,hastalamismapuertademicasa.Inclusopudesentirenminucasualientoacechante.

—¿Porquénomeabandonasteisamisuerte?

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—No hubiera sidomuy honorable pormi parte dejaros amerced de cualquierpeligro,sinmásarmaquevuestracamisadedormiryvuestrossueños.

Íñigo sonrió.Elnotario era tandelgadoy enclenquequeparecíaunhombredecristal.Cualquier asaltante sindemasiada fuerza lohubierahechoquebrarse enmilpedazoscomounacopadeBohemia.

—Hededaroslasgracias,entonces,yerigirosconeltítulodemisalvador.Lasmejillasdelnotarioenrojecieroncomounvasodetinto.—¿No guardáis ni elmás leve recuerdo de lo que os acabo de relatar? ¿Es el

mundodelossueñosporelquecamináistanesquivoavuestramemoria?—Meacuestoenellechodemihabitaciónenlaposadaydespiertoenestacasa.

Empiezoaacostumbrarmeaella.Asuolorapapelesquemados,yavuestrovino,porsupuesto—dijolevantandolacopaquesosteníaentrelasmanos.

—Podríais vivir aquí.—Rafael retorció susmanos—.Esta casa esmuygrandeparamísolo.Alquilolaprimeraplanta.Tieneundormitorioamplio,yundespachodondepodríaistrabajar,einclusounsalón,aunquemáspequeñoqueéste.

EsperóinquietolarespuestadeÍñigo,peroésteguardósilencio.Delachimenease escapaban los lamentos de los troncos, y las hojas de versos se convertían enpavesasquevolabansemejantesacoposdenieve.

—Íñigo,osconfiesoqueestanochesalíabuscaros.—Hablóatropelladamente—.Sabíaque llevabaisdías intentandonodormiryqueasínoaguantaríaisdemasiado.Conozco bien la fatiga y el rostro demacrado que deja la vigilia. Yo estoyacostumbrado a vivir con ella, pero os aseguro que no es fácil. Dabais cabezadasdurantelasaudiencias,confundisteisdosprocedimientos,casipedísquemandenalahogueraaldesgraciadoqueerainocente.Noosofendáis.Sólopretendoayudaros.

—Asíquepadecéisinsomnio—dijoelfiscal.—El insomniomás cruel que puede sufrir un hombre, os lo aseguro. A veces

paseoporlascallesdemadrugadaconlaesperanzadecansarmicuerpoyatraerelsueño.Asíosencontréelprimerdía.Perolalecturaylaescriturasonlasactividadesque ocupan la mayor parte del tiempo dilatado que reina en la noche. Cuando laoscuridadseadueñadelespíritu,lossegundosseconfundenconminutos,losminutosconhoras,ylashorascondías.Lavidaesotra.

Íñigodistinguióunescritoriobajoelresplandordeunavela.—¿Escribíspoesía?—No,DiosSanto,laaborrezco.—LaexpresióndeRafaelseendureció—.¿Vos

sentísalgunainclinaciónporella?—Quizáenelpasado.Ahoracompartovuestraaversión.—Mealegrasaberlo.—¿Quéescribís,entonces?—Llevoañostrabajandoenunaobrauntantopersonal.Podríahablarosdeellasi

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os decidierais a aceptar mi ofrecimiento. Al fin y al cabo necesitáis instalaros enalgúnsitio.Yaoshedichoqueapenasduermo.Podríacuidardequenosalgáisdelacasayosarrojéisdormidoalascalles.

—¿Disponéisdeservidumbre?—lepreguntóÍñigo.—Solo una criada, Santuario. Una joven que limpia y cocina. Viene por la

mañanaysemarchaalatardecer.Esmudaycompletamenteanalfabeta.—Síqueamáisladiscreción.—¿Quédecís?Vossoisunsonámbulo,youninsomne.¿Dóndepodríaisencontrar

unhogarmejor?

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3

Una ráfagadevientogolpeó lasventanasemplomadasde la saladeaudiencias.SehabíadesatadounatormentaquerugíaamenazadoratraslosgruesosmurosdelSantoOficio.EnelcielodeToledolasnubesseerizabanacausadelfríoyexpulsabanuntorrentedelluvia.Untruenorompióelsilencioenelquesehabíasumidolasala.Elcortinón carmesí se estremeció como si tuviera vida. Tras la largamesa de nogal,parecía custodiar las espaldas de los inquisidores y el fiscal, cuyas ropas negras yausterasresaltabancontrasuesplendorpalaciego.Depronto,laluzdeunrelámpagoatravesó los cristales de una ventana e iluminó la mano derecha del notario,prisioneradelapluma,tristeyhermosaalaesperadeamortajarpalabrasenelpapelblanco.EnloslabiosdeÍñigoflorecióunasonrisaamargaysepasóunamanoporloscabellos.Berenjena,alverlo,sepersignó.

—Ya tendréis tiempo de decir vuestras oraciones, mujer, que se nos va echarencimalahoradelacena—lereprochóLorenzodeValerarascándoseunmoflete—.Noeséstemomentodepiedadessinodesoltarlalengua.

Era la primera vez que el viejo inquisidor se dirigía a ella. Tenía una vozmelancólica, impropia de su porte obeso y autoritario. Es hombre que da pocaimportanciaalosdetalles,pensóBerenjena.Carraspeóparaaclararselagargantaysedispusoacontinuarsuhistoria.

Sólo el amanecer, señorías, nos otorgó un descanso después de aquella noche tanterrible.Seinterrumpieronlosabandonosdeniñosyreinóunacalmaquesedebatíaentrelaesperanzaylallegadadeunatragediamayor.Mequedédormidaenmilechocon el pedazo de solimán encallado en un sobaco y, bajo la sábanamugrienta, ladelicadezadel chalde seda azulpara soñar como lasnobles.Pronto lamanode laBlasamedevolvióalinviernodelhospiciosacudiéndomeunhombro.

—Espabilaquehaymuchoquehacer.El primer lugar al que acudí fue la sala de amamantar. La hermana Serafina

clavaba tapas en las cajas de las salazones mientras murmuraba entre dientes:benditosmíos,yaestá,ahoraavolaralcielo.Comprobéconelcorazónenviloqueaún no había llegado a la que me interesaba. Miré dentro de ella dispuesta adespedirme.

Teníanquehabersemuertolosdos,¿comprenden?Laniña,porsusmanosrojizas;elniño,porsuspulmonesenfermos.Teníanquehabersemuerto,comoseesperaba,peronolohicieron.Seempeñaronenvivir.Élyacíabocaarribaenlacaja,dormido;

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elladecostado,tambiéndormida,conunadesusmanosenelpelochamuscado,ylaotrasobreelmedallóndelarcángelsanGabriel.Perolomásextrañodetodoeraqueaquellasmanosquelahabíancondenadoalasaladelosdesahuciados,mostrabanunatraidorafrescuraypalidecíanparafundirseconelcolordelrestodesupiel.

—¿Yésos,Berenjena?—mepreguntólahermanaSerafina.—Aúnno,perolesfaltapoco.Alolargodelamañanafuiavigilarlosenvariasocasionesmientrasatendíamil

quehaceresyórdenes.Fregabasuelos,hisopeabaparedes,preparabamortajas,lavabasábanas,aireabajergonesysólopodíapensarenellos.Aprimerahoradelatarde,enlamismapostura,escandalizarontodoelpisodearribaconunosllantossalvajesqueatrajeronalahermanaSerafina,entregadayaasuoficiodeorganizarlastareasdelasnodrizas.

—No se han muerto —dijo observándolos con el ceño fruncido—, y estánhambrientos. Entrégaselos a Blasa, que los críe juntos. Si han sobrevivido a estanocheinfernalsobreviviránaloquesea,selohanganado.

AlaBlasa,¿comprendenloquesignificabaeso?Lamejorlechedelhospicio,laposibilidaddetenerunavida,aunquefueramiserable.

LahermanaSerafinaseencargódequecomenzaranaexistirinscribiéndolosenellibroderegistro,elquecorrespondíaalasentradas.Presumíadesucaligrafíatiesaypuntiaguda,comoladelamayoríadelasreligiosas,porloquehabíaobservadoyo:parecíaqueDiosdesdeelcielolestirasedelaspuntasdelasletras.Sinembargo,esatardelacaligrafíadelaSerafinaeratrémulaychatadebidoauntemblequedelpulsoconelquesehabíadespertado,yqueellaachacabaalcansancio,aunquelociertoesque le durómuchos años. No tuve ocasión de comprobarlo, pero apostaría lo quefueraaquemurióconél.LaBlasayyoestuvimosdeacuerdoenquese tratabadeunasecueladeaquellanoche,deunprecioquetuvoquepagar.Apartirdeentoncesse ocupó otra hermana de las inscripciones. Los nombres de esas dos criaturassupervivientesfueronlosúltimosquelaSerafinaescribió,yasíentraronoficialmenteaformarpartedenuestracomunidad.

Se les asignó un número de orden, que llevaban en una placa colgada de uncordónalcuello,comolahabíallevadoyonohacíatantotiempo.Delniñosabíamossunombreverdadero,eldesuspadresyabuelos,sabíamosqueprocedíadecristianosviejos, que había tomado las aguas bautismales. De ella, ese nombre de condesa,Bárbara, y nada más, porque la hermana Ludovica no mencionó la existencia delpergamino y mucho menos lo que ocultaba. Habían de anotarse también lasenvolturas con las que llegaron al hospicio, así como si trajeron consigo algunamedalla,crucifijo,objetodevalororentaparasumanutención.YolehabíaentregadoelchalalaSerafina,peroanteshabíatenidolaoportunidaddedeleitarmenosóloconsu tacto, sino también con la belleza de sus bordados. Si bien he de decir que no

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entendíade lamodade lasdamas—tansólo teníaocasióndeadmirarlasdevezencuando en sus paseos por el Prado o la calle Mayor—, aquellos bordados, cuyamaestríacausabaestupor,noencajabanconeltipodeprenda.Recuerdoqueentoncesloachaquéalosgustosextranjeros.Imaginéqueelchallohabíaadquiridoladamaenalgúnpaíslejano,oselohabíaregaladoalgúnpretendiente,quizáelquesellevósuhonrapreñándolaconunabastarda.

Elbordadoquemásme llamólaatenciónfueunocon la formayel tamañodeunaciruelaque se repetía enambosextremosdel chal.Se tratabadeuna serpientemonstruosaconlacolametidadentrodesubocaformandouncírculoperfecto.Teníaunas alas parecidas a las de losmurciélagos, garras de ave y una cabeza con unacresta y un pico corto y poderoso donde quedaba atrapada la cola. Su aspectorevelaba gran fiereza y dignidad. La habían bordado en dos colores, rojo y verde,pero su cuerpo escamoso se hallaba salpicadopor cincopequeñas estrellas cosidasconhilosamarillosybrillantes.Lomásprodigioso,sinembargo,loquedenotabalamaestríaconquehabíasidoelaboradaaquellaobra,seencontrabadentrodelcírculoquedibujabaelanimal.Enlapartesuperior,cercadelacabeza,habíanbordadounasllamasanaranjadasquerepresentabanunahoguera;enelmediodelcírculo,unhalcóndiminutoymajestuosoposadosobreunaescaleraenposiciónhorizontal,yenlaparteinferior,unafuentedelaqueescapabaunchorrodeaguaceleste.

Porúltimo,lahermanaSerafinaanotólanodrizaalaqueeranentregadosparasucuidado y el salario que ésta percibiría. Otros datos que debían incluirse sobre lanodriza—como si estaba casada, el nombre delmarido y el lugar de residencia—quedaronenblanco,pueslavidadelaBlasa,comolamía,sereducíaalhospicio.

Asíquedóinscritoelchalazul,queguardólahermanaenunacajaconelmismonúmeroasignadoaBárbara,ylasropasquemadas,dispuestasenotracajadistintaconelnúmerodelniño.QuedóinscritoelmedallóndeplatadelarcángelsanGabriel,yunpapel infamequeelpequeñohabíatraídofuertementeasidoasusmanitasyquehabíaescritosupadre.TuvoabienleérmelolaSerafinaymepareció,aligualqueaella, testamentode locuraydeshonra.Medallónypapel leseríandevueltoscuandoabandonara el hospicio siendo unmuchachito. Lo compadecí por aquella herenciamaldita. He de relatarles su historia. Si no les hablo de él, jamás comprenderán aBárbara, porque a esos niños acabó uniéndoles algo tan extraordinario que seacercabaalosobrenatural.

Ningúnmisterio rodeaba sunacimiento, comoocurría coneldeella.Todos losdetalles sobre sus progenitores nos los reveló minuciosamente la vecina que lorescatódelincendioylotrajoalhospiciooliendoachamusquina.SellamabaDiegodeMontalvoyCeniza.Eseapellidoparecíaunpresagio,unaburla,yaqueencenizasestuvo a punto de convertirse al poco de nacer. Pero era un niño terco que seobstinaba en vivir a costa de lo que fuera. Sus orígenes eran dignos, descendía de

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cristianosviejos,sangrelimpia,aunqueconesosantecedentestambiénsepuedecaerendesgracia.Supadre,AlonsodeMontalvoyCeniza,fueelprimeroenhacerloyloarrastró con él.Hijodalgo de cuna, con fama de galán demonjas, damas nobles ycomediantas, cualquier falda que se le pusiera por delante le valía. Sus hazañasamorosaseranlacomidilladelosmentideros.Asiduodelasrejasamedianocheparalapláticaconlasmozas,amantedelaspendenciasnocturnas,espadachínexpertoenagujerearmaridos cornudos, aficionado al juego, capaz de apostarse a la veintiunahastaa lamadremuerta,ydemataradisgustosaunpadreancianoquehabíasidoabogadoenlostribunalesdelavilla,yveíacómosuúnicohijonosólomostrabaunaabsolutaindiferenciaantelasleyes,sinoquehabíanacidoparaincumplirlas,incluidala más sagrada de todas, la del honor. Lo único que parecía respetar Alonso deMontalvoyCenizaera lavocaciónque le torturaba.Unavocación insanaa laque,segúndecían,amabamásquealasmujeres,aljuegoyalvinodeMálaga:Alonsoeraporencimadetodounpoeta.Alprincipionotuvosuerteconsusversos,puestansólolos recitaban unos cuantos amigos durante las borracheras. Sin embargo la buenafortunale llegóunanochedenaipesdelamanodelmarquésdenoséqué,aquienproporcionóunsonetodeamorparaquecayerarendidaunaviuditaquelenegabasusfavores.Y fue tal la pasión que encendió en la pobremujer, que elmarqués se loagradeció hablando maravillas de su poesía a toda alma noble o plebeya queencontraba,pueserahombrederelacioneseinfluencias.EnpocotiempolafamadeAlonsoseextendióporlavilla,ysusletrillas,romancesysonetosserecitabandesdelospalacioshastalascallejuelasmásmiserables.

UneditorllamadoFernandoSalazar,conlibreríaeimprentaenlacalleMayor,lospublicóenunoscuadernillosquesevendieronmuybien,proporcionandoporprimeravezalpoetaunosingresoshonrados.Novivióelancianoabogadoparadisfrutardeléxitodesuhijo:murióalpocodefiebres,dejandoaAlonsounapequeñaherencia.Perolaaflicciónpor lamuertedelpadre,apesarde loreconfortantede losdinerosheredados,selacuróunacosturerasevillanareciénllegadaaMadrid.Decíanqueporellaolvidóatodaslasmujeresquehabíacortejado,porsupelodeazabacheysusojosnegros, por su belleza de serranía y de raza que le hizo arder en sonetos y odas.Decíanqueperdiólacabezadetalmaneraquesevolvióhonradoysecasóconella.Parecequeduranteunosaños,instaladoconsuesposaenlacasaqueeldifuntopadreteníaenlaplazueladeSantoDomingo,consiguióalejarsedesuaficiónaljuegoyalas correrías yborracherasnocturnas.Pero se le secó el sesoy la poesía, que ésta,segúnnos aseguró lavecina, sólo esbuenacompañeradelhambrey los corazonesrotos.Yaquellasequía,aquelabandonocrueldelversoquelehabíadadolagloriaenMadrid,lodevolvióalostuguriosdondesejuegaanaipesyseapuestahastalavidaeterna.

Empezaba ya a acumular deudas cuando la hermosa sevillana, llamada Elena

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Montero,leanuncióqueestabaencinta.FueentoncescuandoélleregalóelmedallóndeplatadelarcángelsanGabrielconsuvaradeazucenas.Elenaselocolgóalcuellocon una cinta de terciopelo negro y allí permaneció hasta que estuvo muerta. Lanoticia de la llegada de su primer hijo lo hizo feliz, pero también lo llenó deremordimientos por las deudas que había contraído; los remordimientos, lejos desalvarlo, lo llevaron de nuevo al vino, y éste a escribir unos sonetos para intentarhacerseconunosmaravedíesquesólosirvierondeescarnioyburlaalafamadepoetaquehabíaconseguido.Estaafrentaloentregósinremedioenmanosdelaborracheraperpetua,deljuegoydenuevasdeudasquesaquearonsuherencia.AlumbróElenaunvarón, al que pusieron el nombre del abogado de la villa, Diego. En su lecho departurienta,Alonsolejuróquenovolveríaatocarniunnaipeniunajarradevino.Lejuró que su única devoción sería el amor que sentía por ella, y por aquel hijo decabellosnegrosigualesalosdesuamada.Peroeldestinonolediolaoportunidaddecumplir tales juramentos. A las pocas semanas de haber parido, Elena, aún débil,enfermó de peste. Dicen que aquella calurosa tarde de agosto en que murió, losaullidosdesesperadosdeAlonsodeMontalvoyCenizaaterrorizaronalosvecinosdelaplazueladeSantoDomingo.Presodelalocura,atravesóconsuespadaelcorazóndelenterradorquepretendíallevarseenuncarroelcadáverdeElenaconelrestodelos pestilentes. Después se encerró en su casa y le prendió fuego. Cuando unoscuantosvecinoslograronecharlapuertaabajotemiendoporlavidadelreciénnacido,encontraronenelsalóndelhogarunaescenamacabra.Entrelasllamassofocantes,elcuerposinvidadeAlonsodeMontalvoyCenizasebalanceabadeunasogaatadaaunavigadeltecho.ElcadáverdeElenareposabaazuladodebubassobreunamesa,yensuregazosehallabaDiego,conlacintadeterciopelonegroalrededordesucuello,elmedallón ardiente sobre el pecho, y entre susmanitas, una nota con los últimosversosqueescribiósupadre:

Hijomío,dándotemuerteteliberodeestavidainfame,queestempestaddelaverno.

AsíqueelcompañeritodeBárbaraeradelospocosquenoestabamarcadoconlavergüenza de su bastardía. Pero cargaba con una vergüenza mayor. Era hijo decristianoviejoydehidalgo,sí,perodeunhidalgosuicida,deudorypoetaquehabíaintentadoacabarconlavidadesupropiohijo.

Despuésde las inscripciones,yomismameocupédeacomodarloseneldormitoriode losniñosdepecho.Situadofrentealde lasnodrizas,eraunahabitaciónenormecon vigas demadera en el techo que roían insectos nocturnos, o almenos sólo se

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escuchaba su runrún devorador cuando caía la oscuridad. A mí me adormecíaescucharlo, quizá porque fue el sonido más dulce que acompañó mis primerossueños;algunasnochesenlasqueelcansancioeratangrandequenomedejabapegarojo,meacurrucabaenelsuelo,entrelasfilasinterminablesdecunas,entregándomealviciodedarcabezadasbajoaquelarrullo.

—Vosotros escucharéis lomismo—lesdije a losniñosmientras los llevaba enbrazos,cadaunobabeándomeunhombro.

Luegolosseparé,metíaBárbaraenunacunayaDiegoenladeallado.Ellafuelaprimeraenponerseallorar.

—¿Echasdemenos tucajitade salazón?—lepregunté—,¿elolor saladode laquepudosertutumbita?

Semovía inquieta de un lado a otromientras susmanos parecían buscar algo.Enseguidaempezóa llorarél,enrabietadoapesardesuspulmonesenfermosyconlospuñosapretados.

—Malosvaa ircomoseáis llorones,aquídeésosnonosgustan—lesadvertí,peroellosseguíanalosuyo.

EntoncespuseaBárbaradentrodelacunadelniño.Ella,queparecíavermásconsusmanosqueconsusojosverdosos,letocóelpechoynoderramóunalágrimamás,aligualqueeltruhánencuantolasintiócerca.Comoyateníanlabarrigallenaconlaleche de laBlasa, se dispusieron a dormir.LaSerafiname había hecho pasarle unpañohúmedoalniñoyvestirleconunacamisitalimpia.EradepielmástostadaqueladeBárbara,ydeojosnegrosyprofundos.Sinlostiznonesenelrostroylasropasahumadas y rotas,me resultó un pocomás agraciado. Pero su cabelleramaltrechaseguía estremeciéndome, pobre engendro, porque les aseguro que a veces merecordabaaunacriaturadeferia.

—Probemos con un compañerito más guapo a ver qué haces —le susurré aBárbara.

Latoméenmisbrazosylaacostéenlacunitadeunbebéqueyateníacumplidoel mes, rubicundo y con mofletes sonrosados. Conforme esperaba, la pequeñaextendió hacia él susmanos: una se la colocó en el pecho; con la otra le palpó lacabeza, como buscando las terribles heridas y el pelo duro y tieso—incluso meparecióquemovíalanarizparaolerlemejor—.Alinstantesedeshizoenunmardelágrimas sin consuelo, al que se unió Diego. No fueron los únicos; se pusieron aberrear también el bebé rubicundo y tres o cuatro más con toda la fuerza de susmiserias.

—¡Hazcallaraesosendemoniadosquemetienenencarneviva!—gritólaBlasa—.¡Aquínocomenadiemáshastaqueyolomande!

Lavipasarpordelantedelapuertadeldormitoriosinmásdecoroenlorosadodesusubresquedoscataplasmasdetelaverduscayhumeante.

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MeapresuréallevardenuevoaBárbaraal ladodeDiego.Lereconocióconsutacto,leolió,ylosdoscallaron.

Cuando lamisma oscuridad sin luna del día anterior se cernió sobre el cielo de lavilla,vialahermanaLudovicaentrareneldormitoriodelosniñosdepecho,ymefuitrasella.SabíaquelascriaturasquehabíasentenciadoGuzmánAcostaestabanvivas,y quería reconocerlas de nuevo para cerciorarse de aquella recuperación que laturbaba,ylehacíaolfatearsurosarioperfumadoconvaporesdealcanfor.Loprimeroqueexaminófuelasmanosdelaniña.Habíadesaparecidoelcolormoradoytansólosemostrabanunpocosonrosadas.

—¿Cómoesposible?Siguenestandocalenturientas,perolafiebrehacedido;noqueman,noabrasan.¿Leaplicastepañosfríos,Berenjena?

—No,hermana,sólovigiléalapequeñaesperandoqueencualquiermomentoseapagara.

LaLudovica torció la boca.Luego rebuscó algo en el bolsillo del hábito, ymicorazónlatiómásaprisapensandoenelpergamino.Sinembargo,loquesacófueunatrompetillametálica.DescubrióelpechodelniñoyantesusojosquedóelmedallóndelarcángelsanGabrielgrabadoafuego.Sehizolaseñaldelacruzenlafrentecontrompetillaytodo.

—Noviestaterribleysantaquemaduracuandoloreconocílaprimeravez.—Tenía el medallón encima, pegado a la carne como una garrapata—repuse

orgullosademihallazgo.Lahermanase tomósu tiempoenexaminarlacondevoción.Elniño,quehasta

entonceshabíapermanecidodormidoaligualquesucompañera,sepusoalloriquear,yellalesiguió.

—Asombrosamente, sehallaenunestadodecicatrizaciónmuyavanzado.Si lasufrióduranteelincendiodeberíahallarseaúnsanguinolenta.Nohanpasadomásdecuarentayochohoras.Esimposible.

Antes de ponerse a manejar la trompetilla, la Ludovica se fijó en la cabelleramaltrecha.

—Ylomismoocurreconestasquemadurasdeaquí.Cicatrizanaunavelocidadmilagrosaysinlaaplicacióndeungüentoalguno.

Porfinsedecidióahacerusodeaquelaparato;seintrodujolaparteestrechaenuna oreja y pegó la ancha al pecho del niño. Casi pude escuchar yo también surespiración.

—Lospulmoneshanmejoradomucho.Guardó la trompetilla en el hábito, y permaneció en silencio durante unos

segundos,observandodesconcertadaalospequeños,quecontinuabanlloriqueando.—¿Porquéestánjuntos,Berenjena?¿Acasonohaycunaslibres?

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—Así los encontrépor lamañana.Laniñacon lasmanos sobre lasheridasdelniño;yaélnoparecíadolerle.Ahorasilosseparosequejan,escandalizan,yasabe,ynohayformadecalmarlos.

—¿Élestábautizado?—Asíconsta,hermana.—AlabadoseaelSantísimo.Peroellano.DilealahermanaSerafinaquelaniña

hadeserbautizadaenseguida,yquedéinstruccionesparaqueleechenaguabenditaenlasmanos,achorrossiespreciso.¿Comprendesloquetedigo,criatura?LlevadlaaSanGinésmañanamismo,ynolosseparesdemomento.Elmédicosubiráaverloscuandopueda,peroesmuyposiblequeestecasoescapeasuciencia.

Seapresuróa regresar con las almasmoribundas, a laplantabaja,dedonde seescapabanaullidosrogandoaNuestroSeñormisericordia.

Aquellanochefuemásbenevolentequelaanterior.Seoyeronlasplegariasdelashermanasynollegaronmásquetresniñosatravésdeltorno.Debíandequedarmuypocasparturientasenlavilla,ylaquenohabíahuidoomuerto,noquisoabandonarasubastardo.EstuvedespiertahastaaltashorasdelamadrugadaesperandolavisitadeGuzmán Acosta, temblando al recordar su atuendo tenebroso, y escuchando paraconsolarmelavigiliavorazdelosinsectos.Finalmente,laluzdelamanecermeguióhastamicatre.Logrédormirunpardehorashastaqueunzarpazode laBlasamedevolviócomosiemprealaverdaddelmundo.

Ya entrada lamañana, sinmáscara, sin guantes, sin lentes encarnadas, tan sólocubierto por la túnica negra hasta los pies,GuzmánAcosta apareció en el piso dearriba acompañado por la hermana Ludovica. Dejé de fregar los pasillos con lasturbulentas aguasdevinagre, y los seguí con la excusadedarlesnoticiasde cómohabíanpasadolanochelascriaturasydecómosehabíaagarradocadaunoaunaubredelaBlasaalahoradeldesayuno.Dormíanesesueñoquelesproporcionabalaleche,perounidosestavezdeformadiferente:yacíanbocaarriba,conlosbrazosdoblados,ylamanoderechadelaniñafuertementeagarradaalaizquierdadeél.

El médico estuvo un buen rato reconociéndolos bajo las indicaciones de lahermanaLudovica,quelealeccionabasobreelfenómenodesuprontamejoría.

—Nohayunaexplicacióndesdeelpuntodevistademicienciaparaloqueaquíha sucedido. Resulta verdaderamente asombroso a pesar de que no pudimosdeterminar con exactitud elmal que padecía la niña—aseveróGuzmánAcosta—.Peronohadeolvidarqueaveceslavida,lanaturalezahumana,seabrecaminoporsísola,contratodopronósticocientíficooracional.Yaveces,sinopuedeporsísola,lohace en comunión con otro ser. No sería la primera vez que ocurre. No sería laprimeravezquereviveundesahuciado,oquelasheridasdeunhombresananconlarapidezde losmilagros; loúnicoquepuedodecirosesqueel tiempoconfirmóquesolíatratarsedeseresconunapasiónextraordinaria.

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—¿Pasiónenestascriaturasquenosonconscientesnidesupropiaexistencia?—Pasiónporlavida,hermana,porlavidaquelesllegainstintivamenteatravés

delolfato,deltacto,detodossussentidos,comoalosanimales.SomoscriaturasdeDios,peronacemosbrutosyconlaprimariapasióndelasupervivencia.

—Diosnosproteja—exclamóella,llevándoseelrosarioolorosoalanariz.Despuésdeaquello,comolahermanaSerafinaaúnnohabíacumplidosuencargo

de bautizar a Bárbara, la Ludovica lo dispuso todo para que fuera llevada deinmediatoaSanGinés juntoaotradecenadedesgraciados.Aunquemeofrecíparaacompañar a las hermanas, y a la nodriza que iría con ellas por si les apretaba elhambre, nome lo permitieron; habíamuchas sábanasque lavar y habitacionesquefregar. Tuve que conformarme con verlas subir en el carro. Bárbara se deshizo enlágrimas tras separase deDiego, quien por su parte se dedicó a poner a prueba larecientebuenasaluddesuspulmonesylapacienciadelaBlasahastaqueestuvierondevueltaunashorasmástardeconlosniñoschorreandosagrado.

A Bárbara le habían sumergido las manos en la pila bautismal mientras elsacerdoteaullabaunossalmosenlatínquehelabanlasangre,segúnpudesaberporlanodriza,unamuchachamanchegaalaquellamábamos«laRatona»porqueteníaunosdientes largos que le asomaban por la boca. Entonces Bárbara se había puesto achapotearenelaguabendita,yencuantotuvooportunidadleagarróalsacerdoteunfurúnculoquelehabíanacidoenlasotabarba.

—¿Yquédijoél?—lepreguntéalaRatona.—Dijo«¡Ay!»porqueloteníaenrojecidoyconbolsadepus.—¿Ynadamás?—Luegoledijoaunadelashermanas:«Silaniñateníaalgoyaselefueyquedó

limpia».—¿Limpiadequé?LaRatonaseencogiódehombrosysefueadardemamar;servíaparapocomás.

Yoaúnera ignoranteenmi juventudynocomprendía los temoresde laLudovica.Tampocosabíaqueellajugabaconventaja.

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Por la tardeme las apañé para burlar la vigilancia y losmandados de la hermanaSerafinaydelaBlasa.Nomeresultónadafácilporqueestaúltimateníaojoshastaenelcogote,peroeramuygrandeelcansancioquearrastrabayunasiestadehombremedejóelcampolibreparapisarporfinelsuelodelavillayencaminarmealHospitaldelosDesamparados.EsperabaquemiamigapudieraproporcionarmealgunanoticiajugosasobreelnacimientodeBárbaraysobre lamadrequelaechóalmundo—elpadrenosolíaestarpresenteenestosacontecimientos,queponendemanifiestosuslujurias.

Aúnolíanlascallesdelavillaalperfumedesudesgracia.Sobreel lodoqueelverano había secado se amontonaban las cenizas de las hogueras, junto a losexcrementosyorinesdeaquellosquequedabanvivos.Elfuegohabíaennegrecidolasfachadas de algunas casas, que humeaban desganadas con las puertas y ventanasabiertas.Elcalordelatardesehallabasuspendidoenunanubecilladepolvobrillanteypavesasvoladorasquecegabalosojos,yforzabaarestregarlosconlospuños.TodaalmaconlaquemecrucédecaminoalosDesamparados,yapertenecieraahombre,mujer, bestia o niño,me pareció que no era de estemundo.Así iban de pálidos yapesadumbrados, vidriados los ojos y sin mirar al frente, ánimas del más cruelpurgatorio.

Los Desamparados era una mole de ladrillo y piedra donde cabían todos lospesaresypodredurasdecarneyespíritu.Entrésinningunadificultadporsuportalónencaladoyenfiléelcorredorprincipalhastallegaralacapilla,situadaenelcentrodeledificio y con ventanas que comunicaban a sus cuatro salas para que se pudieraescuchar la santamisahastaenelúltimo rincóndeellas.Eranmuchos losqueallínecesitabanlapazdeDios,yelconsuelodelossacramentos,aunquelesllegaracomounmurmulloasusoídosenfermos.Rodeélacapillaypasépordelantedeunadelassalascuadradasydetechosaltosconclaraboyasquetraspasabanlosrayosdelsol.Yamehabíacubiertonarizybocaconuntrozodelienzoempapadoenvinagreynoolíamás que aquel líquido intenso y puro cuando vi a gran cantidad de pordioserosamontonados en lechos y jergones por el suelo, la mayoría ancianos, que serefugiabanenelhospitalparanoacabarsuvidacomoperrosenunacallejueladelavilla.Lasalasehallabadivididaporunascortinasamarillentas,queseparabanaloshombres de las mujeres, mucho más numerosas, pues se sabía que a losDesamparados ibanaparar lasviudasmáspobres:viejasenlutadasensusharapos,pelonas, tiñosas, conmil arrugas y vientres solitarios. Una de ellas memirómuy

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mansa,extendióunamanotemblonadeuñasinterminablesybalbuceó:—¿Tienesunalimosnaparaestacarraca?Negué con la cabeza apartando la mirada de aquella garra, y ella lanzó una

carcajada, se levantó la faldaydejóverunaspiernas terminadas enunosmuñonessanguinolentos.Eché a correr hacia la sala de las paridas clandestinas buscando elconsuelodemiamigaylainformaciónquemeestabacostandotancara.Meinternéen una sala más estrecha y de techos más bajos. Supe que me había equivocadocuando descubrí, en vez de parturientas, unos pobrecillos que sacaban sus lenguasnegrasmientrasintentabanliberarsedeunasatadurasquelosamarrabanporelpechoalacama.Pintasrojasyvioláceasmoteabansupiel,ysusojosardíanbajolallamade la fiebre. Reconocí en ellos el frenesí del tabardillo, pues lo habían contraídoalgunashermanasdelhospicioalafanarseenlacaridad.

Unamonjaenvueltaensuhábitoblancoyensugriñónaladoquelenublabaelrostro,mepreguntó:

—¿Quéhacesaquí,muchacha?¿Nosabesquelaenfermedaddeestosmártiresesmuycontagiosa?

Despeguéporunmomentoellienzodemibocayrespondí:—Buscoaalguienquetrabajaaquí,sellamaRamona.—¿Ramona?Nolaconozco.—Ledicen«laFregona»,ysueleandarpordondelasparturientas.—Unamuchachaflacaypequeña.—Ésaes.—Murióanochedepeste.ÁngeldeDios.¿Eradetufamilia?—Nosuníanlasfaenasylascosasdelashuérfanas—dijeconpesadumbre.Semellenaronlosojosdelágrimas,nolopudeevitar.Conmiamigasehabíaido

tambiéncualquierinformaciónsobreBárbara.—Sontiemposdedolor,muchacha.Quizádejóalgodichoparati,siestabaistan

unidas, un último recado o palabra que te sirva de consuelo. Le preguntaré aEscolástica.Veteaesperarlaalapuertadelacapillayyotelamandaréparaallá.

Escolástica.Al oír ese nombre sentí estremecersemi cuerpo como si tuviera eltabardillo;siaRamonase lahabía llevadolaepidemia,estabaseguradequeensuúltimomomentonohabríaquerido tenercercaaesamujera laque tanto temía.Vialejarseelgriñóndelamonjaporelpasilloyvolvísobremispasoshastallegaralacapilla.Enunprincipiohabíadecidido regresaralhospicioyconformarmecon lasmalas noticias; sin embargo, en pocos minutos urdí un plan con la esperanza deconseguir almenosalgode la informaciónque tantodeseaba.EstabaempeñadaensacarleventajaalpergaminodelaLudovica,aunqueparaellotuvieraqueplantarcaraaEscolástica.

Lamujerllegócaminandopesadamenteporelcorredor.Lahabíavistoenvarias

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ocasiones,siemprebamboleándosedeunapiernaaotra,comosianduvierahacialosladosenvezdehaciadelante.EramuyfamosaenlosDesamparados,yloqueocurríaen los avatares de su oficio había sido no pocas veces carnaza en losmentideros,sobretodoeneldeSanFelipe,porlacercanía.Eraviejaybienvieja,bienarrugadaybienfea,gruesay,porsupuesto,viuda.CuandolaacogieronpormisericordiaenlosDesamparadosdebíadesermuypobre,oalmenoslohabíafingidoconéxito,peroaesasalturas,despuésdemuchosaños,yadudabamásdeunodequelofuera tanto.Para las monjas, segúnme había contado Ramona, sus servicios eran bálsamo dedesahuciadosyconsuelodeparientesyamigos.Selaconocíacomo«lamensajeradelúltimosuspiro».

Mientras losclérigosyfrailesseocupabandeponeraldíaa losmoribundosenlosasuntosdelespíritu,valiéndosedeconfesionesysacramentoseinclusodebulaspiadosas, Escolástica se ocupaba de sus asuntos terrenales y domésticos aúnpendientes:«DígalevuesamercedaSanchoTorres,elpanaderodelacalleFrancos,que leperdonoelquesecasaraconotra,aunque fueronmuchos los llorosypenasqueme hizo pasar»; «Dígale ami hija que el que cree que es su padre no lo es,aunquesíesel ladrónquelerobalasmonedasdelafaltriqueraparajugárselasalaveintiuna,ynosumaridocomoellasospecha…».

Sabíaleeryescribir—lehabíaenseñadosudifunto,unmaestrodepueblo—,asíque anotaba todo con pulcra precisión, no fuera a equivocarse. Vestía siempre denegro,yalrededordellutollevabaajustadouncinturóndondelucíalasarmasdesuoficio:aunladodesusinmensascaderasenvezdeespada,unabolsadecueroconrollosdepergaminosyenelotro,envezdedagaopistola,unaplumadeaveyuntintero en una cazoleta.Habían llegado incluso a dictarle testamentos y a relatarlehistoriasquehombresymujereshabíanmantenidoenelmásobstinadosecreto.Aúnasí, cuando se convertían en moribundos, la voz de tórtola de Escolástica, quellamaba a la intimidad, y sus ojos—uno azul y redondo como el cielo y el otroentornado y rojizo como el infierno— les impulsaban a descargar lenguas yconciencias. Los moribundos deseaban revelar entonces a sus vivos secretos queguardaban a la espera de encontrar un momento oportuno que ya no llegaría;deseaban morir sabiéndose inmortales, recordados, amados, odiados, vengados,afrentados, consolados. Escolástica siempre estaba dispuesta a tomar nota de esavomitera.Luegoseechabaalascallesdelavillaconsusandaresdeanimal,deaquíparaallá.Quienlaveíallamarasupuertayasabíaquelerondabaunentierro.Ysinopodía entregar el mensaje porque el destinatario quedaba fuera de su alcance, almenos el moribundo se iba con la satisfacción del desahogo. En ocasiones losparientesleentregabanagradecidosunasmonedasqueengordabansubolsa,otrasunpalocongarrotequelecurabanlasmonjas.

Escolástica conocía los peligros de jugar con los secretos, pero no parecía

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temerlos. Muchas veces había estado malherida y siempre había acabadoreponiéndose.

—Esa vieja viuda hace mucho tiempo que debería estar muerta —solía decirRamonaconelrostrocontraídodepavor.

Escolástica relataba a las viudas del hospital anécdotas que le habían sucedidohacíamásdecienaños.Serumoreabaqueprolongabasuvidadeformaantinaturalalimentándosedelúltimoaliento,delúltimosuspiroqueexhalabanlosmoribundos.Éseerasuprecio.Ramonameasegurabaquelahabíavistoacercarseaellosconlabocaabiertadeparenparytragarseesesoplofinal,definitivo.ImaginéaEscolásticacon sus fauces abiertas sobre el rostro demi amiga y un escalofríome recorrió laespalda.

—Asíquequieressaber,muchacha,siRamoncitadejóalgodichoparatiantesdequeselallevaralapestilenciaynuestroSeñor—dijolaviejamientrasconsultabaunpergamino.

—Sí,señora.—Nohaynada.—Perosiaúnnolehedichoquiénsoy.—Seasquienseas,laRamoncitanodejónadaniparatiniparanadie.Muriómás

mudaqueunapiedrayreventandodefiebre.—Qué desolación. Ella quedó en darme noticias de una mujer que hace dos

nochesparióaquíunacriatura,unaniñahermosaaunquecon lasmanosmoradasyardientes.Sivuesamercedquisiera cumplir eseúltimodeseo suyoparaconmigoydecirmealmenossimuriólamadre…

—¿Ytúquiéneres,muchacha,quequieressabertanto?—Berenguela,huérfanacomoRamona.NoscriamosjuntasenelHospiciodela

SantaSoledad,dondehaidoapararlaniñadelaquelehablo.—¿Hamuerto?Porqueesciertoquenacióconlasmanoscomodiablos.—Todo lo contrario, mejora muy rápido. Hoy la bautizaron y sus manos ya

parecencuradas.—Berenguela,Berenguela,eresunamuchachamuycuriosa,peromientesaesta

vieja viuda. —Me sonrió—. Ramona nunca pudo hablarte de esa pequeña, se lacomía ya la peste cuando la criatura vino al mundo. Y tú ni siquiera conocías suenfermedad.Lomenoshaceunasemanaquenolaveías.

Bajélamirada.Laviudacentenariaaúndiscurríabien.—Dime¿porquéteinteresatanto?Meencogídehombros.Habíaaprendidodurantemiinfanciaenelhospicioquea

laspersonas lesproducegransatisfaccióncogeren faltaaotras.Entonces lomejorpara la que ha sido descubierta es adoptar una actitud de sumisión, de humildad,inclusoparecerestúpida,yquizáasíalcanzartodavíaalgunodesuspropósitos.

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—Sobreviviócuandodeberíahabermuerto—ledije—.Olíabien,veníaenvueltaenunhermosochal,pielcomolaporcelana…

—Tienescuriosidadporsaberdequévientrehasalido,¿eh?Lahuelesdiferente.Meencogíotravezdehombros.—Hagamosuntrato—dijoEscolásticabajandolavoz—.Dimequiénrecogióala

niñaenlaSantaSoledad.—Lachicade aquí traíaordende entregársela sólo a lahermanaLudovica.Yo

quisequemeladieraamí,peroellasenegó.—¿Ylachicaleentregóalahermanaalgunaotracosa?—Unpergamino—susurrémientrassentíaunprofundocalorenelpecho.—Tráemeloytehablarédelamadre.—Nosésipodréhacerlo.LaLudovicaguardaabuenrecaudoesascosas,ysime

descubre podría quedarme en la calle. La Santa Soledad es el único hogar queconozco.

—Setenotaqueeresunamuchachaderecursosyencontraráselmododehacerlosinquetedescubra.¿Sabesleer?

—Sólominombre.—Bien.Cuandotengaselpergaminonoselomuestresanadie.Sediocuentadequeaúndudaba.Laviejaeralistayenseguidaintuíaconquién

tratabaycuálerasupuntodébil.—Te diré para infundirte valor en este negocio que esa misma noche, recién

parida la niña, un hombre vestido con hábito de franciscano empapado en sangrellegó a los Desamparados. Buscaba con desesperación a la madre, alegaba ser suconfesor,alegabaqueelalmadeellalenecesitabaparalasalvacióneterna.Seledejópasar donde las clandestinas. Cuando se reunió con lamujer y vio la criatura quehabía echado al mundo, se rajó el hábito de arriba abajo con una daga que teníaoculta. Quedó semidesnudo, y entonces descubrimos que le habían atravesado elpechovariasvecesconelfilodeunaespada.

—¿Ymurió?—Tráemeelpergaminoysabrásquiénerayquéfuedeél.Aún recuerdo mi emoción ante aquellas palabras de Escolástica. Me quedé

observandocómosealejabaporelcorredor,ymepreguntésienverdaderaunserinmortal,unserquesealimentabadelúltimohálitodevidaqueexpulsabanotros.

Quedamosenreunirnospasadastresjornadas,aesamismahoraydenuevojuntoalacapilla. Fuerondías agitados parami ánimo aún joven e impresionable. Soñé cadanocheconel franciscanoensangrentado.Loveíacorriendocomounposeídoporelcorredordeentrada,dejandotrasdesíunrastroescarlata,hastallegaralasaladelosdeltabardillo,cortarsusatadurasconladagayliberarlosdesuenfermedad.Loveía

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muerto, a los pies de una mujer hermosa que desprendía el aroma del chal deBárbara; lo veía entrando en la Santa Soledad mientras gritaba mi nombre yempuñabaladagaenalto.Amanecíatemblorosayconlabocaseca,urdiendoplanespararegistrarloslugaresdondelaLudovicapodíahaberguardadoaquelendiabladopergamino.Lohabíaperdidodevistaenelbolsillodesuhábito,peromepreguntabasiseguiríaallí.Comolaepidemiadepesteaúncontinuabacastigandoalhospicio,lotuvefácilpararegistrarsucelda.Meescabullíconmicuboymistraposhastaellargopasillodelaprimeraplantadondesedistribuíanlasceldasdelashermanas,yfreguéelsueloderodillasarrastradaporlafuerzadelainquietud,porlaemociónquesuscitalabúsquedadealgoqueseintuyesecreto,yporquemearriesgabaaundurocastigosieradescubierta.

Lohiceunatardeenquelamayoríadelashermanasseencontrabanatareadasensus quehaceres, y la más importante, la Ludovica, encerrada en la enfermeríaaliviando pústulas y fiebres. Fregué y fregué las losas del pasillo hasta que, trasasegurarmedequenadiemeveía,meintrodujeenlaceldadeseada.Eldormitoriodeunahermanaseregistrafácilmente; laausteridadtienesusventajas.Unacama,unamesa con un cabo de vela, rosarios, libros que supuse serían religiosos, vidas desantosycosasasí,uncrucifijo,unarcónconunhábitolimpio,cuyosbolsillosestabanvacíos,ypocomás;allínohabíanirastrodeloquebuscaba.Aunasímeinquietabaencontrarnouno,sinovariospergaminos.¿Cómosabríaentoncescuáleraelqueamímeinteresaba?LaúnicamedidaquesemeocurriótomarfueaprendermedememorialasletrasqueformabanelnombredeBárbara.Dedujequedebíadeestarescritoenélporque laTontade losDesamparadosno ledijoa laLudovicacómose llamaba laniña, así que la hermana debió de leerlo en el pergamino. Le pedí a la hermanaSerafinaquemeloescribieraconsurecientecaligrafíatorcida.Aellalehizogracialapetición.

—Lehascogidocariñoaesapequeña,¿eh,Berenjena?—medijo.Luegobuscóunpedazodepapelyescribióelnombre.Fueladesesperaciónalno

encontrarnadaenlaceldadelaLudovicaloquemellevóaecharunvistazoenladelahermanaSerafina,pensandoquequizálaLudovicahabíaacabadoentregándoselo.PerolaBlasamedescubrió.Revisabaentrelaspáginasdeloslibrosquelahermanatenía también sobre sumesa, cuandooí retumbar el pasillo con sus inconfundiblespasos y unos berridos encolerizados entre los que pude distinguirmi nombre.Meapresuréasalirdelacelda,perolaBlasamevio.

—Sabandijaladrona,¿quéhacíasahídentro?—Fregar,Blasa, desinfectar bienpara que las hermanasno cojan la peste.Una

cucarachasemetiópordebajodelapuertayentréparamatarla.—Averelbicho.—Semeescapó.

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—Túestástramandoalgo,Berenjena.Teconozcoporqueportusvenascorremileche.Laquechupademispechosnomepuedeengañar.YanofriegascomoDiosmanda,estásdistraída.

—Tengomiedoalapeste,Blasa.—Te pasas horas observando a las criaturas esas, ¿crees que no me he dado

cuenta?Alasqueestánjuntasenlacuna.Nuncateinteresarontantounosmocosos.—Blasa,yo…—¿Quésabesdeellos?—Que se están curando demasiado rápido de sus males, tan rápido que la

Ludovica estámuy sorprendida y hasta asustada. La niña siempre duerme con lasmanossobreél.

—Yaselefueesecolormorado,yselepasólafiebre.—Sí,yelniñotambiénmejoródelasquemaduras.LaBlasasequedópensativa.—Esciertoqueselecuranbienaprisa.Lotrajerondelincendiodelaplazuelade

SantoDomingo…¿Ylaniña?¿Laencontrasteeneltorno?—LaTontalatrajodelosDesamparados.—¿Dóndeestuvistehacedostardes?Noirásacreerqueporqueestoydormidano

medoycuentadeque tehas ido.Yadeberíassaberqueroncoconunojoabiertoyunaorejaalerta.TefuisteaveralaRamona,¿yquétedijo?

Era inútil intentar ocultarle algo a la Blasa, así que le conté cuanto me habíasucedido.LamuertedeRamona,miencuentroconEscolástica,laterriblehistoriadelfranciscano bañado en sangre y la existencia de aquel pergamino que debía decustodiar la hermana Ludovica, y que la viuda deseaba recuperar a cambio deinformaciónsobrelamadredeBárbarayelfranciscano.

—Algoocultandeesapequeña—murmurólaBlasa—.Extrañacriatura,cadavezqueseagarraamispechosparamamar,deellosbrotalechedurantehoras.Entodoslosañosquellevoalimentandocríosjamásmehabíaocurridoalgoasí.Escomosimehechizaralastetasylesconcedieraeldondelamásprodigiosaabundancia.

ApartirdeesemomentolaBlasaseempeñóenbuscarelpergaminotantocomoyo. Pero no resultaba tarea fácil.Nuestro objetivo era un rollo de papel en el queesperábamosencontrarescritoelnombredeBárbara.Pocacosa,teniendoencuentaqueningunadelasdospodríamosleernadamás.Pergaminosenelhospicionohabíamuchos.Lamayoríasehallabaneneldespachodeladministrador,donCelestino,aquiennosolíamosverdemasiado,ymenosdesdeque laepidemiadepestesecebóconlaSantaSoledad.Allíseguardabanloslibrosderegistrodelospequeños,eldeentraday el de salida, con todos losdatos referentes a sushuérfanasvidas.En losarmarios se custodiaba cuanto había llegado con ellos al hospicio: medallas,crucifijos,escapularios,cartasdefamiliares,dineroparasumanutención,certificados

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de bautismo, cédulas asegurando que procedían de padres honrados y cristianosviejos,loquefuera.Ytodoperfectamenteclasificadoporelnúmerodeordenquesele asignaba a cada niño a su llegada. Ése fue el lugar que eligió la Blasa paracomenzarnuestrabúsqueda.

—Conozcoaestashermanasdesdehacemásañosdelosquequisiera,sonmuyordenadas. Quizá todo seamás sencillo de lo que esperamos, y el pergamino estédondelasnormasdelhospiciodictanquedebeestar—medijo.

—PerolahermanaLudovicanomencionósuexistenciacuandoseinscribióalaniña en el libro de entrada, y tendría que haberlo hecho—repuse—, tendría quehabérselo comunicado a la hermanaSerafina y entregárselo para su custodia.Y sémuybienquenolohizo.YoestabapresentecuandoseinscribióaBárbara,ayudéalahermanaporquemehabíaencargadodelaniñadesdesullegada.

—¿Yquémotivos tendría la hermanaLudovicapara ocultarlo?Tal vez sólo seolvidó de hacerlo en ese momento. Lleva casi una semana sin dormir atendiendopestilentesydespachandocadáveres.Noselapodríaculpar.

—Quieresdecir,Blasa,quequizá lohayaaportadodespués,queesepergaminopuedeestarensusitio,enelarmariojuntoalnúmerodeordendeBárbara.

—Puedequesíypuedequeno.—Sé también que la hermana Ludovica quiso bautizarla a toda prisa, y hasta

ordenóquelebautizaranlasmanos.LaBlasasepersignó.—Malaseñalesésa.Cuandounamonjaempiezaconlasmandangasdelasmisas

yelaguabenditaesquehueledemonioscerca.Mientras don Celestino estaba fuera, custodiaban las llaves del despacho la

hermanaSerafinaylahermanaUrraca.CómoselasapañólaBlasaparaconseguirlasno lo sé. Le pregunté, no me contestó y así se zanjó el asunto. Registramos eldespacholanocheantesdemicitaconEscolástica.Eltiempoapremiaba.LaBlasasequedó vigilando en la puerta, mientras yo acometía el registro. Nos jugábamosmucho, sobre todo yo, que estaba dentro revolviendo. Volví a ver la medalla delarcángel san Gabriel de Diego, perfectamente colocada en la caja que llevaba sunúmerodeorden.AsuladosehallabaladeBárbara.Sóloencontréelchal,queaúnconservabaelaromaderosas,peronirastrodelpergamino.Trasaquelfracaso,quenosdesalentóbastante, sólonosquedabapor registrar losdominiosabsolutosde laLudovica: la enfermería. En aquel tiempo de epidemia rebosaba día y noche deapestadosquegemíanextendiendosumanoshaciatiencuantoqueteechabanelojo.Aquella sí que era una empresa difícil, por no decir imposible. Además, si no lesatendíanlahermanaLudovicaoGuzmánAcosta,lohacíanotrashermanasbajosusórdenes.Hubiéramosnecesitadohorasparalabúsqueda,taleralacantidaddelugaresdonde podía esconderse allí un pergamino: entre los botes de porcelana de hierbas

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malolientes, los cachivaches metálicos, pinzas, tijeras y otros cuyo nombre noconocía pero quemermaban la salud con sólomirarlos, y las decenas de libros ypapelotesconcifrasydibujostenebrosos.

—Aquíseacabóestahistoria—meadvirtiólaBlasa—.YoteacompañaréaveraEscolástica,ysitienealgoquedecirnosquelodigayquesedejedejueguecitos.Siquiereesepergaminoquenoscuenteantesquéhaytanimportanteenél.Yluegoquelopague,quelacuriosidadsabebien,perocienvecesmejorsabenunasmonedas.

MesentímuyaliviadaalsaberquelaBlasameacompañaría.TemíaaEscolástica.TemíaqueselasapañaraparallevarmeaalgúnlugarsolitariodelosDesamparadosypegarmeungarrotazo.Temíaquecuandosemefueralavidaellaselatragarasinmásyyoterminaseenlatumba.Sinembargo,improviséunaúltimatretaunashorasantesdepartirpara losDesamparados.Meencontrabafregandolossuelosdeldormitoriode los niños de pecho cuando vi a la hermana Ludovica atravesar el pasillo endirecciónalacapilla.Agarréelcuboycorrítrasellamientraslallamabaagritosconla excusa de que había oído toser fuertemente a unas cuantas criaturas y temía uncontagiodegripe.

Ella se dio la vuelta y vino hacia mí echándome una reprimenda por miescandaleraentiempodesiesta.Cuandolatuvelosuficientementecerca,simuléquetropezabaylevolquéelcubodeaguayvinagreencimadelhábito.

—Torpe,másquetorpe,esotepasaporalocada.Nohicecasoasuspalabras.Meabalancésobreellaconuntrapo,ymientrascon

unamanofingíasecarla,conlaotralehurgabalosbolsillosenbuscadelpergamino.Cuandocomprobéqueallínohabíanadaqueselepareciese,semeocurriódecirle:

—Hermana,aversilehamojadoelpergaminoquevinoconlaniñadelasmanosmoradas,Bárbara,queleviyometérseloenunbolsillo.

Memirócondureza.—Semehamojadoelhábitoyelalma,quemehaspuestoperdida.Ademásnosé

de qué pergamino me hablas. Más te valdría estar atenta a tus tareas y dejar depreocuparteporasuntosquenoteincumben.

Nomediolaoportunidaddereplicar;enfilóelpasilloendirecciónasucelda.EsatardepartíconlaBlasaparalosDesamparados.Estuvimosesperandounbuen

ratoaEscolásticaen lapuertade lacapilla.Comonoaparecía, lepreguntamosporellaaunamonja.

—PobreEscolástica,fallecióayer.Perocómoesposiblesierainmortal,estuveapuntodedecirle.—Ysindejarmensajeorecadoparaalmahumananinguna,yaven—continuóla

monja—. Ella que siempre andaba con sus recados de aquí para allá. Nadie pudoescucharlaensuúltimominuto,almenosquesepamos.Dioslaguarde.

—Dioslatengaensugloria—repusolaBlasa—.¿Yquéleocurrió?¿Acasosela

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llevóestaterriblepeste?—¿Laconocíanmucho?Séquenoteníafamilia.—Nosuníalaamistad—dijeyo.—Unatragedia,seahogóenelManzanares.—Puessíquees tragedia…con lapocaaguaque lleva—murmuró laBlasa—.

Másparecequedecomediasetrata.Cuandonosquedamosasolas, laBlasamaldijonuestrasuerte:habíaperdido la

oportunidaddehacernegocio.AbandonamoselhospitalynosdirigimosalmentiderodeSanFelipe,aversiallísecocíaalgosobreEscolástica,bienconocidaenlavillaacausadesuoficio.TeníalaBlasauncorrillodecomadresqueseenterabandecuantoasuntoescabrosoocurría,sobretodosienredabanmuertesdepormedio.EstabanlospeldañosquesubíanhastalaiglesiadeSanFelipemuyanimadosporqueeralahoradelpaseoporlacalleMayor.LaBlasaencontróenseguidaasuscomadresysefueadepartirconellasdejándomesoladuranteunbuenrato,queocupéencuriosearalasdamasqueselucíanporlacalle.

—Comosuponía,hayalgoturbio—medijoasuvuelta.Emprendimosaprisaelcaminohaciaelhospicioporquesenoshabíahechotarde

ylasbocasdelosniñosdepechoestaríanreclamandolasubresdelaBlasa.—AEscolásticalaencontraronflotandoenelManzanaresayerporlamañana—

meinformóresoplandoentrezancadayzancada—.Peroparecequeelríonolohizotodo,sinoqueleayudaron.Teníaunacuerdaatadaalrededordelcuello,almenosesoserumorea.Yquepuedehabersidoalguienquesetomóamalelrecadodesumuertoy la pagó con ella.Dicenque sabía demasiado, cosas quenodebería saber porquecreanmalasangreymiedosaotros.Elcasoesquelaviejaestátiesa,yyanovamosaenterarnosdeparaquéqueríaeldichosopergamino.

—Lástima—repuse—. Y en el hospicio sigue sin aparecer, y la Ludovica sindecirnimu.

—EncuantoalfranciscanoqueentróenlosDesamparadoschorreandosangresehabla poco o nada. Lo que sí es seguro es que esamisma noche, marcada por lapestilencia,anduvieronbuscandoaunmonje,nosesabesifranciscanoono.

—¿Quiéneslobuscaban,Blasa?—Berenjena, lo digo ahora y doy por zanjado el asunto, que a veces el querer

sabermásdelonecesariocausalaruina.Quecuandoellosandanpormediomuchocuidadohayque tenerpordonde sepisa,y conquien se juntauna.Espeligroso irhaciendopreguntasalaligera.

—Pero¿quiénesson?—LosalguacilesdelSantoOficio.LaInquisición,muchachacuriosa.—Yloencontraron,dieronconél.—Parecequenosetemeteenlamolleraloresbaladizodeesteasunto,quesólo

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puededardisgustosyniunmalditomaravedí.Presiento,teniendoencuentaloquelesucedió a la vieja Escolástica, que en esta historia la información se paga con lamuerte.Asíqueojito,yotedimilecheyporellolavida(ladesgraciadadetumadreveteasaberquiénfueybienpocoqueleimportaste),poresotemandoquelodejesya.

Aquellas palabras de la Blasa infundieron en mí un profundo temor, así queintentéolvidarcuantohabíasucedido.Sinembargo,esanochesoñéqueencontrabaaEscolástica flotandoa laderivaenelManzanares.Encallabaenunaorillayyomeacercaba a ella. Su ojo entornado y rojizo le brillaba más que nunca con laluminosidaddelinfierno,lasarrugasempedradasdehuevasdepeces.¿Quéescondeelpergamino,Escolástica?¿Temataronporsucausa?¿Quiénmáslobusca?Peroportoda respuesta abría su boca, se tragabami vida y entonces era yo la quequedabaflotandoeneseríomiserable.

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5

Señorías,elpasodeltiempomehahechocomprenderquemidestinoquedóunidoaldeBárbaradesdeelmismomomentoenquellegóalhospicio.Ytodoloquevoyarelatarlesmedalarazón.

Siemprequemepropuseabandonarmispesquisassobreelenigma,ocurríaalgoquemeatrapabadenuevoenlatelarañaquelorodeaba.Verán,unoscuatroocincodíasdespuésdemivisitaconlaBlasaalHospitaldelosDesamparados,sepresentóen el hospicio un niño que no tendría más de siete u ocho años. Yo estaba en eldormitoriode losdepechocuando levientrarcon lacabezaaureoladade rizosdeoro,latezdenieveyunosojostanpurosytanazulesquecreíestarantelapresenciadeunángel.

—¿SosBerenguela?—mepreguntóconunavozquesonabadulceycelestial.Tenía a la pequeña Bárbara entre mis brazos y sentí que su carne tibia se

estremecíaalmismotiempoquelamía.—Yosoyquienbuscas.Me sonrió. Permanecí en silencio, sobrecogida, a la espera del mensaje que

aquellacriaturaetéreaquisieratransmitirme.Bárbaraentreabriólospárpadosymoviólasmanoscomosiintentaratocarlasuavidaddelavozquehabíaescuchado.

—Memandanpaquemedesunpergamino.No era ése elmensaje que esperaba yme sobresalté. De pronto aquel niño se

convirtió amis ojos en espejismo del demonio, pues ya saben que éste adopta lasformasmáshermosasparaengañaralhombreyarrastrarlohaciasuperdición.

—¿Quién te envía a buscarme con ese recado?—Apreté a Bárbara contra mipechoesperandolarespuestacongranangustiayconfusión,peroélhizounamuecacon la boca y no respondió—. ¿Acaso una vieja gorda y vestida de negro querespondealnombredeEscolástica?

Me invadió el temor de que aún estuviera viva, o de que hubiera resucitadoaspirando por su boca hechizada la vida del enterrador. O quizá—temblé ante lapavorosaidea—estabamuertaybienmuerta,peromeenviabaaeseniñodesdelosconfinesdelmismísimoinfiernoparaquepusierafinalosasuntosqueellanopudozanjarantesdequelearrebataranlavida.

—¿Lotenesono?—mepreguntóelniñoimpacientándose.Mefijéensusropas.Vestíacomolospillastresquerondabanporlascallesdela

villaenbuscadeunmendrugodepanodeunincautoalquebirlarlabolsa:camisasuciaconremiendosycosturones,calzasandrajosasyunoszapatosenormesrobados

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a algún ahorcado, como acostumbraban a hacer aquellosmalandrines que vivían acostadelasdesdichasydescuidosajenos.

—¿Quiéntehadejadoentrarenelhospicio?Mesacólalengua.—¿Hasentradosinquetevieran?—Nohabíanadiepaver—respondiócondescaro.—Asíquesóloeresunpequeñomaleante,unladronzueloconrostrodequerubín

—ledijemientrasacurrucabaaBárbaraenmiregazo.—Esoloserástú.Paquelosepas,yotengountrabajohonrao.—¿Yquétrabajoesésesipuedesaberse?¿Robarparaquientemandaapreguntar

loquenodebes?—Quienmemanda sabequeno robo,medapanpamatar el hambremientras

trabajo.—Aligerandofaltriquerasenlaoscuridad.—No.—Seenfureció—.Entérate,lasestrellasmehablan,amíysóloamí.Los

mayoresquierensaberquédicenydanmonedas.—¿Yquientemandatambiénquieresaberloquedicenlasestrellas?Me dirigió unamirada de desconsuelo y por unmomento creí que rompería a

llorar.PerofueBárbaraquiencomenzódeprontoadeshacerseenlágrimas.Lamecíenmisbrazosylallevéhastasucunamientrasledecía:

—Bárbaraesmuybuenayyanollora,BárbarasevaadormirconDiego.Cuandoquisedarmecuentaelniñoestabajuntoamí,depuntillasyasomadoala

cunaconsuaureoladerizosdesanto.—¿QuénombreesBárbara?—mepreguntó.—Unnombredecondesa.—Esunaniñamubonita.Bárbarahabíadejadodellorarylemirabaaltiempoqueextendíalosbrazoshacia

él. El granujilla se colgó por los sobacos del borde de la cuna ymetió lasmanosdentroparaentregárselasaBárbara.Ellalasretuvoentrelassuyasapretándolasconfuerza.

—Susmanosdicencosas,comolasestrellasdelcielo—medijosonriendo.De pronto, Diego frunció la boca y comenzó a hacer pucheros con los puños

cerrados.—Déjalostranquilos—leordenéalchiquillomientras leapartabadelacuna—.

Siesteniñoseponeaberrearseenterarátodoelhospiciodequeestásaquí.Memiróconresentimiento.—¿Teneselpapelono?—Quevengaapreguntármeloquientemandaconeserecado.—Novendrá.

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—Estábien.Dilequenecesitounosdíasmásparahacermeconél.—Puesyanoloquiere.—¿Quéesesodequeyanoloquiere?—Medijoquesinolotenías,nolobuscarasmásporquenoesasuntotuyo.Yate

lohedicho.Nomediolaoportunidaddepreguntarlenadamás.Echóacorrer,yaunquefui

tras él, no logré echarle el guante. En la portería alcancé a ver sus rizos doradosescapandoporlapuertadelhospicio.

—¿De dónde ha salido esa criatura?—me preguntó la hermana que estaba deguardiajuntoaltorno.

—Nosabríadeciros.Regreséaldormitoriodelosdepecho.Enmicabezaresonabanlaspalabrasque

me había dicho elmocosomientras corría descalzo escaleras abajo, pues se habíaquitadoloszapatosdeahorcadoparanoperderlos:

—Paraquelosepas,cuandoseamayorpiensocasarmeconBárbara.

Justoundíadespuésdequeaparecieraenelhospicioelniñoconaspectodeángel,ocurrió algo que me hizo plantearme si no me estaba excediendo en mi celo poraveriguarcuantorodeabaalnacimientodeBárbara.Erayanochecerrada,ysofocantemásalládelosmurosdelhospicio,puescorríaagostohaciasufincomounchorrodefuego.Habían transcurrido tan sólo un par de horas desde queme había acostado,pero unas pesadillas se empeñaban en negarme el descanso. Desperté aterrada,temiendoqueelsudorqueempapabamicamisadedormirnofueratalsudor,sinolasangredelfranciscanocuyaimagenhabíafabricadomijovenimaginaciónunaymilveces.Abandonéellecho.LaBlasaroncabaentreunosestertoresqueleagitabanlaleche.Mecalcélaszapatillasdefaenaybajélasescalerasconsigilohastalaportería.

LahermanaqueestabadeguardiajuntoaltornoroncabaconunadichasemejantealadelaBlasa.Losmotivosquemellevaronadirigirmealpequeñojardínsituadoenlapartedeatrásdelacocinanosonimportantesparaloquemepropongorelatarles,baste decirles que era un lugar agradable, con una huerta de tomates, pimientos ycoles desde la que se podía contemplar el cielo de la villa, salpicado deresplandecientesestrellasqueiluminabanlostejados,convirtiéndolosendecoradodecomedia.Alaizquierdadedichojardín,unacercademaderadelimitabaloscorralesdondeaesahorainciertaseapelotonabanensusueñolasgallinasponedoras,lasocasylascabrascenicientasqueveníanasustituiralasnodrizas.Másalládelacercasehallaba, haciendo esquina con el muro de piedra que protegía cuanto acabo deenumerarles,otrahuertaalaquesóloseteníaaccesodesdeelinteriordelhospicioatravésdelaenfermería.Portanto,seencontrabaenlosdominiosdelaLudovica.Allílahermanacultivabaconpasiónmuchasdelasplantasqueutilizabaparaelaborarsus

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coccionesyemplastosmedicinales.Lamayoríadeellascrecíanbajolasombradeunportentoso sauce blanco cuyas hojas curaban fiebres y males de mujer, y cuyacorteza,desmigadadeltroncoacuchilladas,remediabacongojasdelespírituydeseosimpúdicos.Juntoaeseárbolvidosfigurasqueparecíanconversarconprecipitaciónyciertomiedoaserdescubiertas,ajuzgarporelnerviosismoconquesobretodounadeellasacechabaelsilencio,vigilandolapuertaquecomunicabaconlaenfermería.

Eran un hombre y una mujer. Podría haberse tratado tan sólo de un lanceamoroso, uno más de los muchos que se producían en la villa, aficionada a laspasionesde lacarney laespadacuandocae lanoche—queesalcahuetay todo loesconde—,perolamujervestíaelhábitocaracterísticodelashermanasdelhospicio,y la actitudquemostrabahacia el hombrenohablabade amor sinode cautela.Ladistancia que separaba el jardín de la cocina del sauce blanco no me permitíadistinguirconclaridadquéhermanaera,asíqueavancétodolosilenciosaquepudeentre las matas de tomates, coles y pimientos, y cuando llegué a la cerca de loscorrales, comoaúnno tenía unavisiónque satisficierami curiosidad,memetí pordebajode lacercaarrastrándomeporel lodoymanchándome lacamisadedormir.Esperaba que aquello que me disponía a descubrir mereciese la pena, pues al díasiguientetendríaquedarlebuenasexplicacionesalaBlasasobreellamentableestadodemiropa.Unascuantasgallinassedespertaronalvermeallíconademanesdezorrohambriento, cacarearony soltaronunasplumasdel susto.Lahermanay el hombremiraronhaciadondemeencontraba.Meagazapémásenellodoyesperéelmomentoparacontinuaravanzandoporaquelcorralinfectohastaestarlosuficientementecercacomo para reconocerlos y, si tenía suerte, escuchar algunas de las palabras que sedecían.

Había un pequeño cobertizo queme llegaba a la altura del pecho donde, entrevariosutensiliosdelabranza,seguardabaunacabraviejadebuenalecheymalgenioquemordíacuantacarneoplumaseleponíaantelosdientes.Meagachétrasunadelasparedesdelcobertizoyasomélacabeza.Elcorazónmelatíaaprisa,perolohizoaúnmásaldescubrirquelahermananoeraotraquelaLudovica.Resultabamayorparaandarenredadaenamoresdeesetipo,peroyahedichoqueelencuentronoibaporesosderroteros.Elhombre,envueltoencapalarga,propiciaparaesconderaceroocorazónardiente,ycon sombrerodealaancha,nopodíaocultarqueera jovenydelgado.Nomehacíafaltacontemplarlomásdecercaparaadivinarqueesasropaseran prestadas o heredadas de alguien conmás envergadura.Debía de ser alto, unbuenmozo,peroibaencorvadohaciadelantecomosileaquejaraalgúnmal.AveceshacíaungestoconlamanoparaindicarlealaLudovicaquelefaltabaelresuelloparaseguir hablando, entonces se apoyaba en el tronco del sauce y respirabaprofundamente con unamueca de dolor que se le escapaba por debajo del ala delsombrero.Meintrigabaquéasuntoeralobastanteimportanteydenaturalezasecreta,

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paraquelahermanasehubieraarriesgadoaaquelencuentro.Sólo había dos formas de que ese joven hubiera llegado a la huerta de la

enfermería.Una,atravesandoésta,corriendoelriesgodeserdescubiertofácilmentepor cualquier hermana que estuviera ayudando a la Ludovica o por cualquierenfermo.Y laotra, por laqueyoapostaba, a travésde laportezueladelmuroquedaba a un callejón. Esta portezuela tiene un cerrojo que únicamente puede abrirsedesdedentro del hospicio.Elmuro era demasiado alto comopara que aquel jovenhubiera podido saltarlo, así que llegué a la conclusión de que la Ludovica habíadescorridoelcerrojoparadejarlepasar.Agucéeloídointentandoenterarmedeloquehablaban,peroprontomedicuentadequeeranecesarioarriesgaraúnmás.Abandonémiescondite,ymearrastrédenuevoporelcorralhastallegaralotroladodelacerca,justodondecomenzabalahuertadelaLudovica.Entoncesoíclaramentecómoellaledecíaautoritaria:

—Novolváismásporaquí.Tomadestashierbas,preparaosconellasunatisana.Osaliviaráelsufrimiento.

Vicómolahermanaleentregabaunabolsitaqueelhombreseguardóbajolacapaconunainclinacióndecabeza.

—Ladejoenvuestrasmanos.Yosólopodríaperjudicarla—dijodespués.Pero¿aquién?,mepregunté.—Queda como todos en manos en Dios. Y ahora marchaos —le ordenó con

durezalaLudovica—.QueelAltísimotengamisericordiadevos,onoconseguiréisburlarlasllamasdelinfierno.

Loacompañóhastalaportezuela.Trassusalida,lahermanaechóelcerrojo,yseadentróconpasorápidoenlaenfermería.Debidoalainconscienciademijuventud,salté la cerca, descorrí el cerrojo, y cuando quise darme cuenta me hallaba en elcallejónsolitariocorriendodetrásdelasombradeaqueljoven.

Loseguíduranteunbuentrecho.Tomabalascallejuelasmásestrechasyoscurasdondeapenaspodíapenetrarunrayodelaluna.Envariasocasionescreíquelohabíaperdido.Lanegruraeratalquesusiluetaseconfundíaconella.Ibaembozadoenlacapa, pero eso no resultaba sospechoso en la villa ymenos a aquella hora en querufianes y enamorados llevaban a cabo sus fechorías. Caminaba encorvado ymuypróximoalosmurosdelascasas.Devezencuandosedeteníaparaapoyarseduranteunos segundos en alguno de ellos, supuse que para descansar. Yo agradecía esosmomentos,queaprovechabapararecuperarelaliento.

Enuncallejónquenosupereconocerdimoscondoshombresenzarzadosenundueloaespada.Elsonidodelosacerosentrechocandomepusolospelosdepuntaycreo que por primera vez en aquella noche me di cuenta de los riesgos que meacechaban.Corrímásaprisadetrásdeél,comosifueramiúnicasalvación,comosiélfuera a desenvainar su espada para defendermi honra omi vida si era necesario.

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Dejamos atrás el callejón con aquellos hombres, que no repararon en nuestrapresencia,detanenzarzadoscomoestaban—imaginé—envengaralgunaafrentadehonor, o simplemente en cuidarse de salvar el pellejo. Nada más abandonar elcallejón, atravesamos una plazuela alumbrada débilmente por los rescoldos de unacasaquehabíasidopastodelasllamaspurificadoras,ymeasaltóeltemordelapeste.Elairequeserespirabaenlavillaestabaviciado,eradenso,sofocanteyseadheríaala piel con el olor dulce que precede a la muerte. Temblé, sentí náuseasmientrasabandonaba aquella plazuela donde había reconocido el Monasterio de NuestraSeñoradelaVisitación,ymeadentréenunacalle,ydespuésenotrayenotramás.Confusa,medicuentadequelehabíaperdido.Medejécaersobreelbarroysentíunprofundo deseo de llorar. Entonces, justo enfrente demí, surgió una sombra en elzaguándeunportal,siniestracomoelalientodeunfantasma.Quiseescapar,yanodeseaba más que hallarme a salvo de nuevo en el hospicio, entre los ronquidosreconfortantes de laBlasa.Demasiado tarde.La sombra abandonó el portal y vinohaciamí.Eraelhombrequesehabíaembozadoaúnmásenlacapaparaocultarsurostro.

—¿Porquémeseguís?Tenía la voz grave y hermosa. Supuse que hacía poco que había dejado de ser

muchacho para convertirse en hombre. Me estremecí y casi sin fuerzas acerté aresponder:

—Yonoossigo,caballero.—Mentísynoosconviene.Dejócaerlacapaalolargodesucuerpo,losuficientecomoparaquepudieraver

un largoy finoaceroquependíadeuncinto,y lanzabadestellos iluminadoporunrayodelunaquehabíaburladoelhorizontedebuhardillasytejados.Yallíestabayo,sentadaenelsueloconmicamisadedormir,suciadelodo,conoloracorral,yconundesgarroquedejabaalavistamispantorrillas.Mirésurostroagazapadobajoelsombrero.Ensusfaccionesdelicadas,ensusojosdeunbellocolorverde,nohabíamaldad, pero sí una desesperación, un cansancio que podían resultar incluso máspeligrosos.

—OsvihablandoconlahermanaLudovicaenlahuertadelhospicio—susurré.—¿Yporesohabéisvenidotrasdemí?¿Quiénsois?¿Cómoosllamáis?—BerengueladelaSantaSoledad,trabajoenelhospicio.—Así que sois la muchacha curiosa que estuvo hace unos días en los

Desamparadosinteresándoseporlamadredeunareciénnacida.Sentíquemequedabasinsangre.—¿Cómosabéiseso?¿ConocíaisaEscolástica?¿Oslocontóella?—Sémuchosobrevos,yporesovoyadecirosalgoquepodéistomarcomoun

ruegoocomounaamenaza.Dejaddebuscarloquenoospertenece,sucontenidoes

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peligroso.YaoshabréisenteradodeloquelesucedióaEscolástica.Supe que se refería al pergamino, y en el actome vino a lamente la visita al

hospiciodelniñoangelical.Yaera lasegundavezenpocomásdeunasemanaquemehacíanlamismaadvertencia.

—¿Fuisteisvosquienmemandóalpillastreconaquelrecado?—Pudieraser.—Entonceslosois.Nolonegó,sólodijo:—Bastadehacerpreguntassobreesapequeñaysobresuspadres.Osaseguroque

acabaréisporarrepentiros.Tuvemiedo.Suaceroseguíabrillandoamenazante.Sinembargo,yanodeseaba

escapar; era como si me hubiera hechizado, y una debilidad hasta entoncesdesconocidaparamícomenzabaaablandarmelascarnes.

—Bárbaraesunaniñaenlaquesehueleyaalgoextraordinario—ledije.Descubríensurostroungestosombrío.Guardóelacerobajolacapa.—Entoncesahorasíosruegoqueoslimitéisacuidarla.—Decidmealmenosvuestronombre.Sonrió.—En verdad que sois una muchacha curiosa, jamás he conocido una igual. Y

tenéisvalor…Nosésillamarlovalorotemeridad.Deprontocomenzóatoserysellevóunamanoalcostado.Enesemomentome

dicuentadequesólomovíaelbrazoderecho,elizquierdohabíapermanecidotodoeltiempoinmóvilyresguardadobajolacapa.

—Estáisenfermo,poresocamináisencorvado.Necesitáisdetenerosadescansar.Semepasóporlacabezaquepudieratenerlapeste.LeroguéaDiosquenofuera

así.—Quitaoselsombrero,esoospermitiríaalmenossentirenelrostrounsoplode

aireque,aunqueardiente,osreconfortaría.—Adiós,Berenguela.Cuidaosdevuestracuriosidad,puesavecesesmásfuerte

queloqueosdictaelcorazón.Era agradable escuchar mi nombre en sus labios en vez del apodo al que me

habíanacostumbradoenelhospicio.—¿Volveréaveros?—Sédondepuedoencontraros.Nolojuzguécomounaamenazasinocomolapromesadeunfuturoencuentro.Se

diolavueltaycaminótodolodeprisaquepudo,buscandohundirseenlabocanegradelanoche.Mepuseenpie.Nohabíasidocapazdemovermeeneltiempoquedurónuestraconversación.Miprimerimpulsofueirtrassuspasos,yesohice.Unreguerodegotasdesangreseñalabadeformamacabraelcaminoquehabíatomado.Ahoralo

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comprendía. No estaba enfermo sino herido. Las gotas fueron haciéndose máspequeñashastaquedesaparecieron.Perdísurastroymesentídesolada.

Devueltaalhospicio,corriendoporlascallesylasplazasdondemeacechabanacadapasolapesteylosmaleantes,sólomepreocupabaordenarenmimentetodoloqueme había ocurrido en los últimos días, con el fin de que algún detalle, algunapistameayudaraaaveriguarlaidentidaddeaqueljoven.Cuandolleguéalcallejón,encontrélaportezuelaabierta,talycomolahabíadejado.DigraciasalaProvidencia,entréenlahuertadelaenfermeríayechéelcerrojo.Denuevosaltélacercadeloscorralesycaminéporel lodoentregallinas,ocasycabrasdormidas.Perofueenlacocina, con sus efluvios a vísceras y guisos de huérfano, donde me fulminó lasospecha de que ese joven pudiera ser el franciscano que entró sangrando en losDesamparadoslanochequeBárbaravinoalmundo.RecordélaspalabrasdelaviejaEscolástica: le habían atravesado el pecho varias veces con el filo de una espada.Muypocos sobrevivíanaesasheridas.Pero razonéqueel jovennovestíahábitoyademáslucíaunaceroensucinto,porloquedebíadeserunhombredearmas.Meconvencí así de que el franciscano estaba muerto, muerto o en las cárceles de laInquisición,siesqueeraaélaquienbuscabanlosalguaciles.Yeljovendeaquellanocheerauncaballero,unhidalgopobre,aunqueconciertaeducaciónporlaformade hablar, incluso de proferir sus amenazas, que lo distinguía de los cientos depatanesquepoblabanlavilla.Pero¿quéleuníaaEscolástica?Fueellaquiendebiódehablarledemiexistencia.¿Yquélerelacionabaconlosmisteriosquesecerníansobre el nacimiento de Bárbara? ¿Qué asunto tenía que tratar con la hermanaLudovicaparahaberaccedidoellaareunirseconunjovenenelhuerto?¿Acasohabíaidoenbuscadelpergaminoyellaselodio?¿Yquépecadohabríacometidoparaquesusalvacióneternaestuvieraenpeligro?

Atormentada por tantas preguntas regresé al dormitorio de las nodrizas. Lahermanadeguardiacontinuabaroncandoenlaportería,asíquemeescabullíporlasescalerassintenerquedarexplicaciónalguna.BurlaralaBlasanomeibaaresultartan fácil. En apariencia estaba dormida como un ladrillo, pues sus ronquidosresonabanenlahabitación.Sinembargo,encuantoquememetíenmilecho,oíquemedecíaporlobajo:

—No creas que nome he dado cuenta de que apestas amierda de gallina.Yahablaremosmañanasobreloquehasestadohaciendoenloscorrales.

Ella sabíaque lasnochesqueno lograbadormirescuchabaa los insectoseneldormitoriode losdepecho,yno le importaba,peroaquelhedor impregnadoenmicamisadedormir eraunanovedadqueno se le habíapasadopor alto aun estandodormida.

Nopudepegarojopensandoensidebíacontarlelosucedido.Lehabíaocultadolavisitadelniñoparaquenomeregañaraporseguirmezclándomeenaquelasuntoque

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ella me había ordenado zanjar. Cuando amaneció decidí que el encuentro con esejoven sólo me pertenecía a mí, y así debía seguir. Además temía que la Blasa seenterara de que me había aventurado de noche por las calles de la villa. Pero laconocíamuybien:noseconformaríaconcualquierhistoriatonta,asíquenecesitabainventarunaqueseacercaraalaverdadparaconvencerla.Suayudaparavigilarlospasosde laLudovicameresultabamuyvaliosa,al igualquesugrupodecomadresdelmentiderodeSanFelipe,quepodríamantenernosaltantodecualquierrumorquepudierasurgirsobrelamuertedeEscolástica.Asíquealamañanasiguiente,antesdedarlelaoportunidaddequemeinterrogara,estofueloqueleconté:

—Blasa,estabaeneljardíndeatrásdelacocinacontemplandolasestrellasparacurarme el insomnio al que me sometía una pesadilla, cuando acerté a ver a lahermanaLudovicahablando conunhombredesconocidobajo el sauceblanco.Mearrastré por los corrales con la intención de averiguar de quién se trataba y deescucharalgodesuconversaciónsiesqueestabadesuerte.Perolleguétarde,porquefueaproximarmealahuertadelashierbas,yelhombremisteriososalirenvueltoencapaysombreroporlaportezueladelmuro,echarelcerrojolaLudovicayregresaralaenfermería.

—Endiabladamonja—respondióella—,nocreoqueestéyaenedaddeamoríossecretos. Debe de tratarse de otra cosa. Quizá el maldito asunto del pergamino.Procuraremos vigilarla por si vuelve a reunirse con él. Sea lo que sea, la hermanaLudovicaespoderosaenelhospicio,ynovienemaltenerlacogidaybiencogidaconalgoquequieraocultarporsienalgúnmomentonoshicierafaltautilizarloanuestrofavor.

AsíeralaBlasa:nodesperdiciabaoportunidadparasacarprovecho.Durante lasnochessiguientesmeayudóaburlar lavigilanciade lahermanade

guardiaenlaportería,paraqueacudieraalahuertadehierbasporsilaLudovicaseencontrabadenuevoconaquelhombre.Noquisedecirlequeellalehabíaadvertidoseriamente que no regresara al hospicio; me limité a aceptar el encargo aunquerefunfuñé un poco para que no sospechara, pues la planta baja continuaba con susoloresdemuerteylosgritosdelosapestados,queparecíansalidosdelApocalipsis.Pasaronunoscuantosdías,perolahermanaLudovicanovolvióapisarsuhuertademadrugada.Élnoregresó.Lociertoesquenoteníaesperanzasdequefueraaverlaaellasinoamí,poresoleesperabaescondidatraseltroncodelsauceyconelcerrojodescorridoylaportezuelamedioabierta.

—Notearriesguesmás—medijounamañanalaBlasa—,aversivasaacabarcogiendolapeste.Yasabes,tantovaelcántaroalafuentequealfinalserompe.

Pero yo no teníamiedo, eranmuchas las ganas queme acuciaban de verle denuevoysaberquiénera,yconmipedazodesolimándebajodelsobacoizquierdomeencontraba a salvo de cualquier contagio. Aun así, no tuve más remedio que

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obedecerla.Prontoempecéatemerquelaheridaquelesangrabaaquellanocheselohubiera

llevado a la tumba. Andaba cabizbaja por el hospicio, y ya ni siquiera meimpresionabacruzarmeporlospasillosconGuzmánAcostaysusombradecuervo.Bárbaraeramiúnicoconsuelo.Aquellareciénnacida,enigmáticayhermosa,queelhombre de la capa me había rogado que cuidara. Y yo, aunque no se lo habíaprometidodepalabra,sílohabíahechoenelfondodemicorazón.

LasmanosdeBárbarahabíansanadoporcompleto.Lucíanelmismotonodesupiel,blancoycon tactodeporcelana.Su temperaturaeracálidaysuave,muylejosdel fuego que arrojaban tras su nacimiento, y sus dedos largos desprendían almoverseunainexplicablebelleza.Solíadarleunodelosmíosyellaloagarrabamuyfuerte.Pensaránquenohabíaenellonadadeextraordinario,puesesalgoquehacenlamayoríadelosbebés,sinembargo,síloeracuantomehacíasentir.Nodejabadedarlevueltasaloquemehabíadichoaquelniñosobrequeellahablabaatravésdesus manos como el cielo a través de las estrellas. Podía pasarme horas unida aBárbara, porque mis inquietudes y angustias se esfumaban bajo la presión de susdedos,produciéndomeunaplacidezsemejantealaqueellamostrabacercadeDiego.No lograba entender qué le ligaba a él de esa forma. Perome sentía orgullosa dehabersidoyoquien lehabíaelegidoentre todasaquellascriaturasmoribundasparaquecompartieranlacajaquelesarrastróavivir.

La hermana Ludovica había vigilado estrechamente la sanación de Bárbara ytambién ladeDiego,cuyasquemadurasestabancasi cicatrizadas.Subíaaverlesaldormitoriodelosdepechoencuantolosapestadosledabanunrespiro.Yoprocurabaestarsiemprepresente,ycuandoellamemandabaaocuparmedemisquehaceresdefregona,me lasarreglabaparaespiarla tras elquiciode lapuerta.Enocasiones,nisiquieralostocaba,niexaminabaelpechodelniñoconlatrompetilla;selimitabaaobservarlos pensativa.Llegué a creer que lasmanos deBárbara le dabanmiedo, apesardequehabíahechoqueselasbañaranenaguabenditaydequeaquelcuradelforúnculohabíarecitadosobreellasnosécuantossalmos.Peroyaleshedichoquelahermanaposeíainformaciónqueyoporentoncesdesconocía.

Antes de que terminara el verano acudí con la Blasa en un par de ocasiones almentiderodeSanFelipe,yporsucorrodecomadressupimosquehabíanhechopresoaundesgraciadoalqueacusabandelamuertedeEscolástica.Porlovisto,ademásdela cuerda atada al cuello, la viuda tenía unboquete en el estómago causadopor elensañamiento de una especie de sable hereje. Era como si hubieran tenido quematarladedistintasformasparaasegurarsedequenovolvieraaandarporlavilladeaquíparaalláconsusrecaditosdemuertos.Ahogadaenelrío,estranguladaconunacuerdayagujereadaporunacero.Loquenopodíaimaginareraelordensiniestroque

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habíaseguidoelasesino.Yosuponíaquequienlohizoqueríaeliminarhastaelúltimosoplodevidaajenaconelquehubierapodidoburlarsufúnebredestino:elsilenciodelatumba.

Eldesgraciadoencuestióneraunpobrecomotantosotros,borrachín,tahúryvilhastaelpuntodequelehubierarebanadoelcuelloasumadreporunasmonedas.Esosedecíadeél.YqueeranaturaldeBurgos,yque jurabayperjurabapor todos lossantosquelanochedelcrimendormíalaborracheraalafrescadelasorillasdelrío,peronadamás.Contabaquevioaungigantearrastrandounsacomientrasentonabaunacanciónenunalenguaquenolepareciócristiana,unalenguaquelerecordabaala que hablaban los judíos. La historia no ayudaba sino a reforzar su fama deborracho.Sinembargo,lehabíanencontradoocultaentreloscalzoneslabolsadepieldondeEscolásticaguardabasusdineros.Sedecíatambiénqueelpobrehombrepedíaagritosqueletrajeranaalguienquelecantaraenhebreoparacomprobarsicoincidíaconlalenguadelcantoquelehabíahechizado.Peroeljefedelaguardiasenegóadarletalgusto,recomendándolequeenvezdepensarenmúsicos,pensaraenuncuraque se apiadara de él antes de retorcerse en la horca.No lo ajusticiaron hasta quecomenzóaceder laepidemiaqueasolaba lavilla,puesalrededordelpatíbulosolíaformarse una aglomeración de curiosos y fieles al rito de la muerte donde podíaavivarseelcontagio.

Meteníaconfundidaquealfinalsehubierazanjadoelasesinatodelaviejaviudacomounasuntoderoboycodiciadelomásvulgar,envezdecomolaconsecuenciadeunfunestorecadoquealguiensetomóamaloqueellaledioaquiennodebía,yque yo, por supuesto, relacionaba con el asunto queme atormentaba. Vi cómo sebalanceabadelasogadelverdugoaqueldesgraciado.Examinésurostromientrasselesalíanlalenguaylosojos,redondosygrandes,yhededecirque,apesardetodoesto,meparecióquefallecíaenpazporqueerainocente.

ElasesinatodeEscolásticatambiénhabíasumergidoalavillaenmilhabladuríassobre encantamientos. Se decía que elManzanares estaba hechizadoy que por susaguascorríanlibreslossecretosdelosmuertos.Yofuiunaentrelosmuchosqueseacercaronasusriberasparaencerrarenunavasijaelchocolatedesusaguas,conlaesperanzainútildequealbeberlaslerevelaranamisentrañasloquelaviejasehabíallevado a la tumba. Pero en vez de conocer la identidad del joven al que tantoesperaba, entre otros misterios relacionados con el pergamino y los padres deBárbara, aquella purga me produjo una descomposición que tuvo que curarme laLudovica con tisanas de manzanilla y jengibre, y una cataplasma de boñiga cuyoaromamesumióenunanáuseadurantealmenosunasemana.

Aúndebilitadaporlaenfermedad,agradecíquellegaraelfrescordelotoño.Conélcediólaamenazadelapeste.Murierontodosloqueteníanquemoriryelhospiciorecuperósurutina.Losniñosvaronesdemásdeseisañosregresaronasudormitorio

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de la planta baja. Las nodrizas regresaron de sus pueblos, lozanas y rebosantes deleche. El tufo de batalla contra los herejes desapareció para siempre. Y el aire deMadridvolvióaserlimpio,puro,sinmásefluvioscorruptosqueloshabitualesdelosorinesyexcrementosde lascalles,quesemezclabancon los lodosde lasprimeraslluvias.

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Al viejo inquisidor, Lorenzo de Valera, le sonaron las tripas. Tenía hambre. Latormentahabíacedido,dejandopasoauncielodiáfano.Lalunapresidíalanocheconcetrodereina,demagablancaquehubierapodidosersometidaaunprocesode laInquisiciónporsuhechiceríasobreloshombres.PeroaLorenzolehastiabahastalaluna, le hastiaba todo lo que no fuera el colorido de una buena mesa repleta demanjares.Nosiemprehabíasidoasí.Recordabaelorgulloquesentíaensujuventud,cuando se creía destinado a luchar por mantener pura la fe verdadera, cuando elhereje era para él una bestia venenosa que había que borrar de la faz de la tierra.Cuando la gloria no se desvanecía en la paz o en el cieno de la derrota. En esostiemposdefervorhubierahechoquemarhastaalapropialuna.Habríasometidosusrayos al yugo de las cadenas, habría descoyuntado su cuerpo en el potro, habríacubiertosubrilloembaucadorconelsambenito,yasí,humilladatodasubelleza,lahabría quemado viva, sin darle siquiera la posibilidad de defenderse para que sulenguahechiceranoconfundieselavirtuddeloshombres.

Entoncesambicionabaeléxitoensucarrera.AnhelabaconseguirunpuestoenlaSuprema, incluso llegaraser inquisidorgeneraloarzobispodeToledo.Esa remotaambiciónsuya,aniquiladaportantasdecepcionesyporelhastíodehabervistoyoídodemasiado, la encontrabaahora reflejadaenPedroGómezdeAyala, su compañeroinquisidor, y por eso le aborrecía. También envidiaba su pertenencia a una de lasfamiliasnoblesmásilustresyantiguasdelaciudaddeToledo.Élnoeramásqueunplebeyoquesehabíaganadoconesfuerzosuposición.

PedroGómez deAyala era el hijomenor del conde deAyala. Tenía el cabellooscurocondosmechonescanososqueleiluminabanlassienes.Erahombredecejasabundantesygruesas,separadasporunceñohostil.Procedíandelaherenciafamiliary se sentía orgulloso de ellas, por eso su desaliño era premeditado y heroico. Supadre, honrado en varias ocasiones con el favor del rey por sus victorias en loscampos de batalla contra los turcos, también las lucía en su rostro. Contaban queacudíaa loscombates sinelcascode laarmadura,pues la solavisióndesuscejasenmarañadas por la violencia amedrentaba al enemigo.Con ese aspecto temible lehabía retratadounpintor toledano, inmerso en el fragor de la batalla.El cuadro sehallabaenunadelasparedesdelpalacioquehabíapertenecidoalafamiliadurantegeneraciones, concretamenteen laquedominaba labajadade laescaleraprincipal.Decenasde condesdeAyala, antepasadosde cejas indomables, le rodeaban.Todosvestían susarmaduras, todoseran losprimogénitosde la casa.Nohabía sitioen la

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pareddehonorparaloshijosmenores,losllamadossegundones,quesolíanentregarsuvidaalaIglesia.SólounodeellosenelsigloXVllegóaserarzobispodeToledo.ElcuadrodeaquelhombredeDiossobresalíaentrelosdeloscondesamantesdelasarmas,consuscejaspoderosasysuceñosombríobajolamitrasagrada.

Pedrodeseabaquesuretratosealzarajuntoatandignoantepasado,paraquesumemoriaformarapartedeloshombresilustresdelafamilia.Sóloél,apesardeserelhijomenor,habíaheredadoeserasgofamiliarquepresagiabalaeternidad—lascejasdelmayor,elfuturocondedeAyala,eranfinasydébilescomolasdesumadre—.Aéllecorrespondía,portanto,lagloriadesugeneración,aunquenolaconquistaríaconlaespada.Encadaprocesoquese iniciabaenelSantoTribunalanhelabaencontrarunaherejíalosuficientementeimportanteoescandalosaparaatraerhaciaéllosojosdelpoder.Nohallaríademasiadasdificultadesparaatribuirsetodoslosméritosdelaspesquisas y capturas realizadas. Sabía que Lorenzo de Valera estaba acabado, loúnicoqueleinteresabaeraterminarcuantoanteslasaudienciasparaentregarseasuguladesmesurada.Encambio,suyasseríanlasposibilidadesdellegaralaSuprema,ainquisidorgeneralohacerseconunarzobispado.Elpoderdesu familia también leayudaríaensuempeño,llegadoelmomento.Seríaelempujóndefinitivoalagloriaobtenidaporélensufuncióncomoinquisidor.

Lorenzoconocíalasintencionesdesucompañero.Sinembargo,aesasalturasdesuvida, poco le importabaque le arrebataran loqueyanoquería, lo que, incluso,despreciaba.Lehastiabanterriblementetodoslosprocesos,leprovocabanjaquecasyun hambre demoledora. Los acusados se le antojaban iguales: hombres omujeres,niñosoancianos,brujos,astrólogos,bígamos,musulmanes,judíos…Todosereducíaa lo mismo. Le hastiaba tanta tragedia humana, tanto dolor, tanta mentira, tantavenganza, tanto odio encubierto, tanto amor acertado o equivocado a Dios, tantohéroe o miserable hecho cenizas; le hastiaba hasta la bondad, la compasión, laesperanza, cualquier sentimiento que no fuera la felicidad de su estómago ante lahermosura de una mesa colmada con guisos y asados suculentos. Ya ni siquierasoportabapresenciarlastorturas,lehabíadejadoesecometidoaPedro,quelollevabaa cabo con el ánimo febril que él esperaba.Losojosvidriososde los torturados lerecordabana losde loscochinillosoconejosque le servía sucriadaenbandejadeplata,comolacabezadelBautista.Ojosdecristalconpupilasdilatadasynegras,ojosentregadosaldeliciosohorrordelamuerte.

PerolallegadadeÍñigoMoncadahabíadespertadoalgoensuinterior.Cadadíaque pasaba se dabamás cuenta de que Pedro veía en el fiscal una amenaza a susambiciones. Y eso le producía un sádico deleite. No era ningún secreto que Íñigoteníaunpoderosoprotector,elinquisidorgeneral,quenosólosehabíaempeñadoenimpulsarsucarreraa lomásalto,sinoquetambiénsentíaporél laadmiraciónyelcariñodeunpadre.Lasmalaslenguasafirmabanquesetratabadesuhijobastardo.

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Por si esto no fuera suficiente, los logros intelectuales de Íñigo, a pesar de sujuventud, eran abrumadores, y su protector no se cansaba de pregonarlos entreobispos, cardenales y nobles. Estudió leyes y teología en lamitad del tiempo queemplearía cualquier buen estudiante y obtuvo el título de doctor con lasmás altascalificaciones.Yaen launiversidaddestacabapor labrillanteze inteligenciadesusrazonamientos. Susmaestros alababan sumente privilegiada para el derecho y laslenguasextranjeras.Traducíaalaperfecciónellatín,elgriego,elfrancés,elitalianoyelhebreo.Además,poseíaunvastoconocimientodelasculturasantiguas.

Porotrolado,ÍñigoarrastrabalafamadehabercombatidoenFlandesconloqueunospocosllamabanvalentía,ylosmás,temeridad,asíqueacumulabaunascuantashazañas bélicas. Había sido un héroe luchando con su espada contra los herejesflamencos,yahoralohacíaconsusabiduríaenlaSantaInquisición.Lorenzosedabacuentadequeacumulabademasiadagloria,yseregocijabacuandoveíaencenderseen los ojos dePedro el temor a que Íñigo, siendo sólo el fiscal, le eclipsara en sucarreracomoinquisidor.Anhelabaverlasambicionesdesucompañerotandestruidascomo las suyas. Pero no habría encontrado en ello el másmínimo placer si éstastambiénhubieransidolasdeÍñigo.Delbrevetiempoquellevabatrabajandoconélhabía deducido que era un hombre de ambiciones tan oscuras como insondables.DabalasensacióndequenoleimportabaenabsolutocuantosereferíaasucarreraenelSantoOficio.RespondíaaloscelosyalahostilidaddePedroconunahostilidadmayor, llevado por su carácter áspero, no por otra causa; por su costumbre dedefendersedelenemigoconlasarmasmáscruelesqueencontraba.

Y eso era precisamente lo que deleitaba tanto aLorenzo: la posibilidad de queÍñigo,sinproponérselo,learrebataraaPedrotodassusilusiones;quelevencieranoun enemigo de su misma calaña, sino uno que no ambicionaba fama o esplendormundano algunos, pues si Íñigo albergaba algún anhelo, éste se intuía relacionadoconelrencorquelesuscitabalacicatrizyconsucorazónimpenetrable.Québurladeldestino,otorgar la fortunaaaquelqueno ladeseaba.Quéplatomásexquisitoparasaborearlentamente.

Pero aquella noche de noviembre, cuando la luna hechizaba con su fulgor dediosalasaladeaudiencias,Lorenzosólopodíapensarenretirarseasusdependenciasprivadasparaentregarseaunodesusbanquetes.

—Doy por terminada esta audiencia, que hace rato que se nos echó encima lahoradelacena—dijoponiéndoseenpie.

Despuésdirigióalatestigounamiradaquepretendíasersevera.—Continuaréisconvuestrotestimoniomañanaalasnueveenpunto.Berenjena asintió, mientras sus dedos índice y pulgar de la mano derecha

oprimíanunacuentadelrosariohastaqueseleenrojecieronlasuñas.Selevantódelbancoenelquehabíapermanecidosentadafrentealtribunal,frentealcrucifijoconel

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Cristo que sangraba su pasión. Abandonó la sala lentamente, tenía las piernasentumecidasacausadelamemoria.Leparecióqueelsonidoqueemitíansuszapatosviejos al caminar sobre las losetas de cerámica era el apropiado, modesto perosolemne.Lasmejillasse lehabíanacalorado, lassentíaresplandecer, limpiasde lasmarcasde laviruela.Sucutiserahermoso,pulido,comoelde lapequeñaBárbara.Unalguacillaesperabaalotroladodelapuertaparaconducirlahastalasalida.Yaenlacalle,sintióqueelfríolahería,quelalunaleabofeteabaelrostrodevolviendoasusmejillaslasuciedaddelaviruela.

Mientrastantoenlasaladeaudiencias,RafaeldeOsorioescribióconlaligerezadesu pluma: «Esto es lo que la testigo sabe y vido a este día de 3 de noviembre de1625».Luegoseesmeróenque lospapelesdondequedabaplasmadoel testimoniocoincidieranensuscuatroextremos.Debíaincorporarlosallegajoqueconteníatodoloreferentealprocesodelaacusada.

—Dispongámonos a cenar, señores, que bien nos lo hemos merecido trasescuchartaninquietantetestimonio—dijoelviejoinquisidor.

—Simepermitenvuestrasmercedesquelesretengaunosminutos—repusoÍñigoMoncada.

—Habladpresto,quemistripasclamandehambre.—Cuando la testigo se ha referido al chal en que llegó envuelta la acusada al

hospiciosiendounacriatura…—¿Dais ya por supuesto que se trata de la misma persona? —le interrumpió

Pedro.—Precisamente semehaocurridouna formaenquepodríamosarrojar algode

luzsobreesteasunto.Recuerdoquecuandoseprocedióalsecuestrodelosbienesdela prisionera, no se halló de valormás que un chal de exquisita seda.Deberíamoscomprobarsitienelosbordadosquehadescritolatestigo.

—Podríahabermásdeunchal,conloquenoprobaríamosnada—espetóPedro.—Es posible. Pero sería una casualidad digna de tener en cuenta. Creo que la

testigo tenía razón cuando afirmó que no es un bordado muy usual una serpientemonstruosamordiéndosesupropiacola.

—¿Quéossugiere,Íñigo?—lepreguntóLorenzo.—Habríadeverloparajuzgardequésetrata.Meinclinodetodasformasporque

seaunuróboros,unanimalmitológicoconelquelosantiguosexpresabanlaideadeeternidad.Laeternidadsedevoraasímisma,puessólodeellasealimenta.Deahíquesemuerdasupropiacola.

—Dejaosdefábulas—gruñóPedro—.Unaconfesiónsacadaafuerzadepotroleharácantarlaverdad.

—Conmayorfacilidadserendiríaaconfesarsiaducimosquetenemospruebas.

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Quizáreuniendopequeñosdetallescomoéstepudiéramostenerfinalmentelacertezadequese tratade lamismapersona.Además,noolvidemosque la testigo tambiéndijoqueelchalteníamanchasdesangreyunpequeñodesgarro.

—Podríanhabersidolimpiadasylasedareparada—añadióPedro.—Creo que Íñigo tiene razón, al menos deberíamos comprobarlo —concluyó

LorenzodeValera—.Noperdemosnadaconello.Talvezasípodríamosahorrarnosescucharalatestigo,queparecedeseosadecontarnoshastalosdetallesmásnimiosdelavidadelaacusada.Daréordenahoramismodequemañanatempranoelnotariodesecuestrostraigaelchalaestasala,ytrasexaminarlonosotrosselomostraremosalatestigoparaqueloreconozca.Yahoracumplanconsusrutinas,vuestrasmercedes,yconcluyamoslajornadadehoydeunavezportodas.

Lorenzo de Valera se levantó pesadamente de la silla para dirigirse a susdependencias privadas, mientras Íñigo, Rafael y Pedro partían hacia el archivosecreto, una habitación de techo abovedado donde se custodiaban los documentosinquisitoriales. Todo cuanto sucedía a lo largo de los procesos quedabameticulosamenteregistradoporelnotario,hastalosgritosdelosacusadossometidosatormento.Cadagesto,cadaqueja,cadapalabrasehallabadestinadaalaeternidaddelarchivo.

Seaccedíaaélporunapuertagruesacontachonesdebronce.Enlapartesuperiorpodíaleerselasiguienteinscripción:

Mandanlosseñoresinquisidoresqueningunapersonaentredeestapuertaparaadentro,aunqueseanoficialesdeestaInquisiciónsinolofuerandelsecreto,bajopenadeexcomuniónmáxima.

La puerta tenía tres cerraduras. Una llave la custodiaba Pedro, otra Íñigo y latercera Rafael. Los inquisidores solían entregarlas al fiscal y a los oficiales delsecreto, aunque siempre guardaban en su poder una copia. Sin embargo, Pedropreferíaparticipartambiénenestatareadecustodiarlosdocumentos.ALorenzodeVarela,encambio,yanoleinteresabamásllavequeladesudespensa.

Cadaunometiósullaveenlacerraduracorrespondienteylapuertaseabrió.Unabocanadade tinieblas lesdio labienvenida.Rafaeldescolgóde lapareddelpasillounade las lámparasdeaceitey se adentró en la estancia seguidopor el fiscaly elinquisidor.Olíaapergaminosantiguos,atintadormida.Armarioscomosarcófagossesucedían a lo largo de sus paredes de piedra. Y dentro de ellos las momias de ladeshonra,clasificadasporsiglos,añosydelitos.Elolvidonoexistíaenaquelreinodepapel,ningunodelosprocesadosdesdequeseinstauróenToledoeltribunalafinalesdelsigloXV,niningunodesusdescendientesquedabanlibresdelrencorinfinitoqueallí se respiraba. La vergüenza de ser juzgado se transmitía de padres a hijos, yaquellaherenciasecustodiabaenelsilenciotenebrosodelarchivo,alaesperadeserresucitada para dar fe de una sangre sucia por la herejía. Sangre que, entre otras

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consecuencias, inhabilitaba para trabajar como funcionario de la Corona o de lapropiaInquisición.

El armario que contenía los procesos que aún estaba juzgando el tribunal sehallabapróximoalapuerta,yalbergabalacausadeIsabeldeMendozaalaesperadeque dictara sentencia: vivir o morir en el mundo de los hombres, ser quemada,azotada,desterrada,sometidaavergüenzapública,quizáabsuelta.

El notario unió el testimonio de Berenjena al resto de los documentos queversaban sobre el proceso de Isabel. En ellos constaba quién la había delatado alSantoOficio,ylostestimoniosquehastaelmomentosehabíanreunidoencontrayafavordeella.

Enunaesquinasombríadelarchivoseerguíaelarcadelastresllaves.Dentrodeella latía el viejo corazón del tribunal de Toledo, el principio de su memoria. Sumadera oscura poseía la belleza de los siglos. Era enorme y estaba adornada conlistones de bronce. Había sido el único archivo secreto hasta que los procesosaumentaron de tal manera que hubo que destinar una habitación para guardarlos.Desdeentoncessuvientresóloalbergabaloscasosmásgraves,aquellosenlosquesejuzgabanlosbrotesdeherejías.JustoloquedeseabaPedro,poresolacontemplabacondeleite.Elinquisidoranhelabatenerentresusmanosunbuenpuñadodeherejespara organizar un auto de fe tan grandioso que ni el inquisidor general ni el reypudieran olvidarlo. Un auto de fe celebrado en la plazaMayor de la villa, al queasistiríatambiénlanoblezaylosconsejosdelreino.

Después de que Rafael de Osorio pusiera a buen recaudo el testimonio deBerenjena, cada uno se ocupó de asegurar la cerradura que le correspondía. Pedropartió enseguida hacia sus habitaciones privadas, pues vivía en la sede del SantoOficioaligualqueLorenzo.

LanochehelabacuandoÍñigoyRafaelseadentraronenellacaminodesucasa.Elfiscalhabíaalquiladolaprimeraplantahacíayadosmeses.Ynohabíansidopocaslas ocasiones en que el notario había impedido que se aventurara por las calles demadrugadacuandopadecíaunataquedesonambulismo.

—Íñigo,decidmequenooshabéisestremecidocuandoesamujerhamencionadoensutestimonioaungigantequecantabaenhebreo.Hedeconfesarosquemimanose paralizó por unos instantes, y cuando quiso retomar su oficio, mi caligrafíatemblabacomounahojadeotoño.

Elfiscalguardósilencio.—Vosmismohabéispodidocomprobar—continuóRafael—lapresenciadeesa

sombra monstruosa que en más de una ocasión nos ha seguido los pasos, puesestabaisbiendespiertohaceunassemanas,cuandoosfuisteistrasdeellaprofiriendomilinjuriasydejándomeamerceddeltemoraqueosocurrieraalgunadesgracia.

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—Nohallérastrodeél,malditosea.Sedesvanecióenlaoscuridadcomosinuncahubieraexistido.

—Eso fue también lo quemeheló la sangre. Pues ya os dije que antes de queregresaraisamilado,oíuncantomuyhermoso.Llegabamuyvagamenteamisoídos,aunasídistinguíqueloentonabanenlalenguadelosjudíos.Nolorelacionéconelhombreinmenso,perocuandolatestigohablódeungigantequecantabaenhebreo,el recuerdo me vino a la cabeza. Me resisto a pensar que se trata sólo de unacasualidad.

—Puescreoquedeberíaistomarlocomotal—repusoÍñigo.—Osruegoquemedigáissioshaseguidoalgunavezestandoasolas.Porqueyo

sólosientosupresenciacuandoosacompaño—leapremióRafael.—¿Quéinsinuáis?Elfiscalsedetuvoenunacallejasolitariaylomiróconfiereza.—Nada en absoluto. —Rafael bajó la mirada por un instante—. Sólo me

preocupoporvos.Penséquepodríatratarsedealgúnenemigo.—Creo que si quisiese hacernos daño ya lo habría intentado.No temáis.—Se

abriólacapa,y lemostróasucompañeroladagaqueescondíaenelregazo—.Detodasformas,sihayquemorirsemuere,perodandoestocadas.Quelavenganzaeshonorquenodeberechazarse.

—Comprendo—dijoelnotarioconloslabioscortadosporelfrío.Continuaron caminando en silencio, alertas a cualquier ruido o sombra que

pudieraacecharles.Peronadaextraordinariosucedió,apartedequeelairequequedócomoresacadelatormentalesvolóelsombrero.

Unpardehorasmástarde,RafaeldeOsorioapurabaeldécimovasodetintojuntoalhogar de la chimenea en su casa de la calle del Pozo amargo. Tenía los ojosenrojecidosylasmejillasardientes.BuscabaenelvinoelcorajequenecesitabaparahablarsintemoraÍñigoMoncada,que,sentadofrenteaélenunbutacóndetapiceríagrana,bebíaconlamismapasión.

—Confiadme qué os atormenta —dijo Rafael aprovechando la intimidad delfuego—.¿Dequiénqueréisvengarosyporqué?Sospechoqueahíresidelacausadequecaminéisdormido.

—Nocreoquepudieradescansaraunqueejecutaramivenganza.Peromuyprontotendrélaoportunidaddecomprobarlo,pueséstasehallayamuycerca—respondióÍñigotrasapuraruntrago.

—Luegonoessólovuestravenganzalaqueoshacesufrir.—Muyseguroestáisdemisufrimiento.—Puedo leerlo en vuestros ojos, en vuestros gestos, incluso vuestra forma de

moverosydehablarllevaimpresasuhuellavilyhermosa.

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—Cuidad vuestros comentarios, Rafael—replicó Íñigo apretando los labios—,estáis a punto de cruzar una línea que puede costaros muy cara. No queráisconvertirme en objeto de estudio para vuestra tortuosa obra. Tenéis materialsuficienteentrelosacusados.Ysinoosbastan,analizaosavosmismo.

Rafael de Osorio consolaba insomnio y ardores prohibidos escribiendo unDiccionariodelsufrimiento.Ésaeralaobraalaquededicabasusnochesinmortales,y así se lo había hecho saber a Íñigo durante otra jornada de vinos, pues estabaconvencidodequeélentenderíalaimportanciadediseccionarelhorrordelcorazónhumano.

—Sois cruel deliberadamente —afirmó echando al fuego un manuscrito depoemas.

Íñigosonrióconamargura.—Esunodelospocosplaceresquemequedan.—Sufrimientoporsufrimiento,comoelojoporojodelaleydelTalión.Peroyo

nooshecausadomal.—Es cierto. Bebámonos otro tinto. Aprecio en verdad vuestro vino y vuestra

compañía,aunqueavecesmetáislanarizdondenoosincumbe.Rafael le rellenóelvaso.Pero lapielse leerizóbajo la ropillacuandoÍñigo le

rozósuavementelamanoparaindicarlequenolesirvieramás.Yelrocehabíasidointencionado,selodecíansustripas.

—¿Cuál fue la palabra que gozó del honor infame de inaugurar vuestrodiccionario?—preguntóalfiscal.

—Poesía—contestóRafaelconvozronca—.Dícesedelalujuriadelalmaporlobello omelancólico.O febril potro de versos.Avecesme pregunto si aniquilandotodapasióncapazdeengendrarunpoema,acabaríamostambiénconelsufrimiento.

—Quizáelhombresufriríaentoncespornosufrir.Yoavecesprefierosercautivodeldolorquede lanada.Peroahora soyyoquienquiere saber.Contadmeporquéaborrecéis tanto la poesía. Por qué cada noche la quemáis en la hoguera de lachimeneacomoahereje.

—¿Corresponderéisdespuésamihistoriaconlavuestra?—lepreguntóRafael.—Siparaentonceselvinonohadormidomimemoriaymilengua—respondió

Íñigo.—Tengolaesperanzadequeasísea.Comenzarépuesporlamía.Rafaeldiounsorboalvino,arrellanándoseenelbutacónyensusorígenes.—Mi padre fue un hidalgo que dedicó toda su vida al ejército, como lo había

hecho antes mi abuelo. Apenas pasaba tiempo en casa, su hogar era el campo debatalla.Mimadreseacostumbróprontoasusprolongadasausencias,entregándoseaunviciomásvorazquelosdadosolosnaipes,lapoesía.Eraunamujerobsesionadaconlosversosylasrimas,unadepredadoradelabelleza.Pasémiinfanciaasistiendo

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a justas poéticas y juegos florales, soportando delirios y éxtasis de los llamadospoetas, de librería en librería comprando cuanto libro de poemas encontrábamos,porqueellaengullíadesdeHomerohastalosnuevosamantesdelapluma,desdelossonetos más excelsos hasta la estrofa más indigna, todo le servía a su apetitoinsaciable. Pero como no teníamos muchos posibles y los libros son caros —enverdadquehuboocasionesquecreíqueacabaríamosalimentándonosdemetáforasyripiosdespreciables—,mimadreresolvióadquirirlosenlassubastasdelosbienesdedifuntos, así que siempre estábamos pendientes de si había muertos en la ciudad.Crecíconalmadebuitre,entrelágrimasdeviudasylamentosdehuérfanosdelosqueellaseservíaparaacometerlarapiñaliteraria.Llegóatalextremosuobsesiónqueencuantoaprendíaescribir,amuytempranaedad,mesometióalatorturadedictarmelos poemas una y mil veces. De cada libro que adquiríamos había lo menos trescopiasporsiseextraviaba,rompía,mojabaodabacuentadeéllacarcomaolasratas.Sóloasídescansabasuavaricia.Lacasaestabainfectadademanuscritosconmiletrainfantil,quealosdoceañosyagozabadelacalidaddecualquiercopistadeabadía.Aprendíasoportareldolorquemeresquebrajabalosdedosalcabodelashorasdefervorosaescritura.

»Cuandosalíamosa lacalleahacercualquier recado,nos llevábamos todos loslibros y papeles que éramos capaces de cargar en unas bolsas, incluso nos losmetíamosentrelasropascomosifuéramosbibliotecasvivientes.Mimadretemíaquedurantenuestraausenciaunincendioocualquierotradesgraciadestruyeralacasa,ycon ella su preciado tesoro. La deformidad con la que me había alumbrado (estepecho hundido que deja cóncavo mi vientre y echa mis hombros hacia delante,cargandomiespaldaconlavergüenzadeunachepa)ellaosaballamarlo“lacuevademisversos”.Ajenaamisufrimientoporsoportaraqueldefectofísico,lorellenabademanuscritos regocijándose del espacio que le proporcionaba para poner a salvo sulocura.Yyolopermitía,inclusohundíamásmivientreparaqueellalohincharadesonetosyliras,deromancesysilvas,delaagoníademisdedosencallecidosporelusodelapluma.

»Perolahaciendafamiliarcomenzóamermarymipadreleprohibióadquirirmásde un libro por año.Mimadre, en vez de desalentarse, resolvió convertirse en laamantedeunnoblequeposeíaunadelasmejoresbibliotecasdeToledo.Acambiodelos gozos carnales que ella le otorgaba sacrificando su honra en aras del orgasmopoético,élnosprestabalibrosqueyodebíacopiarnounasino,comoeracostumbre,infinidaddeveces.Laluzdeldíanomebastabaparaterminartanengorrosotrabajo,necesitabaparaellodelasnochesconsusilencioysutiempoinmortal.Asícomencéadormirpoco,asíelinsomniofueapoderándosedemí.

»Y así pasé mi más tierna juventud, hasta que un día a mi madre se le vinoencima una de las librerías donde atesoraba sus amados libros y manuscritos. El

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mueblenoaguantólasobrecargadepoesía,yellamurióaplastadaporelpesodesupasión.

»Yo tenía quince años. Mi padre, consciente de que jamás llegaría a ser unsoldado,seresignóaentregaralasletrasasuúnicohijo.MeenvióalaUniversidadde Alcalá de Henares y ami regreso a Toledome convertí en oficial de la SantaInquisición,pueshabíaadquiridounarapidezydestreza talen lacaligrafíaquemefuesencillohacermeconelpuesto.Lalástimaesquequemamosherejesynopoetas.Osaseguroquemuchasvecesprefieroescribir loshorroresquesalendelabocadeprisioneros o delatores, antes que copiar soporíferos endecasílabos. Y ésta es lahistoriademiaversiónydemiinsomnio.

—Almenosvivíssiemprelaverdadenvezdelengañodelsueño—repusoÍñigo.—Nada puede ocasionarmayor hastío.Necesitamos enloquecer en sueños para

asirdespiertoslacordura.LacicatrizdelÍñigohabíaenrojecidoaúnmásporelcalordelfuego.—En cambio—continuóRafael—, yo creo que vos recordáis tiempos pasados

mientrascamináisdormido.Quizáaquellosquevivisteisenunostúnelesiluminadosporunosmisteriososbrazosconantorchas.

Íñigopalidecióporuninstante.—Siempre deliráis con ellos.Huelen a aceite, hace frío, creo que los recorréis

medio desnudo. Una mujer os acompaña, aferráis su mano, hermosa y delicada.Cuandoqueréispronunciarsunombre,laslágrimasbrillanenvuestraspupilas…¿Esesamujerlacausadevuestrotormento?

—¡Basta! —gritó Íñigo poniéndose en pie y arrojando el vaso de vino a lachimenea—.Osadvertíquenocruzaraislalíneaylohabéishecho.

Buscósudagaporlaestancia,lalobadondelahabíarefugiado,ylahallócolgadadeunasilla.DesenvainóyacercóelaceroalrostrodeRafael.

—Dibujadme vuestra cicatriz si eso os consuela—susurró el notario. Sus ojosresplandecían.Sentíapalpitarelvinoensusvenas.Acercóel filoasucarne,comorogándolequelecercenaralamejilla,yunhilodesangrebrotódeella.

—Soiscomounasanguijuelaquesealimentadelasdesdichasdelosotros—ledijoÍñigoapartandoladaga.

—Ahorasólomeinteresanlasvuestras.Quieroayudaros.—Nioshepedidoayuda,nilanecesito.Sepusolalobay,tambaleándose,atravesóelsalónhacialapuertadelacalle.La

dagaaúndesenvainadaylosojosenfermosdeotrostiempos.—Íñigo,osruegoquenoosvayáis.Estáisborrachoyhaceunfríodeperros.Oyógolpearlaaldabacontralapuertacuandoéstasecerróbruscamente.Ysequedósolojuntoalfuego,sinmáscompañíaqueunamadrugadaeternapara

trabajarensudiccionario.

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«Cicatriz—escribió—,herirmeconelgozodepertenecerle.»

A poca distancia del caserón del Santo Oficio había una posada con habitacioneshumildes. En una de la segunda planta, Berenjena intentaba conciliar el sueño. ElinviernodelaSantaSoledadsehabíainstaladoentodosloshuesosdesucuerpo,ylossentíacomosifuerandevidrio,frágilesypunzantes.Peronoeraésalacausadesuvigilia.Trasunacenadesopaypanconquesoenelcomedor,habíaencontradosobreellechodesualcobaunpapelsinfirma.Lohabíadesenrolladoconelcorazónenvilo,yleyóunaspalabrasescritasentintanegra:

No continuéis con vuestro testimonio ante la Inquisición. Abandonad Toledo o en esta ciudadencontraréisprontolamuerte.

Observóla letrayno leparecióescritaporreligiosa.Eramásredonda,pero las«tes»,«efes»o«eles»eranafiladascomotemiblespuntasdecuchillo.

Soltóunacarcajadaqueresonóenlasparedesdelaestancia,ydeseóqueelautorde aquel texto amenazante pudiera verla.Esmás, imaginó su rostro congestionadopor un nuevo arranque de ira, pues sospechaba quién era. Sin embargo, le habíasalido mal la jugada. No era mujer que se amedrentara con facilidad. Dio unascuantas vueltas en la cama mientras susurraba entre dientes: «Aquí te espero,veremossitienesvalorllegadoelmomento».Lassábanasolíanamohoyasudordehombre.Clavósusojosenlasvigasdemaderaqueatravesabaneltecho.Apenaslasdistinguíaenlapenumbradelahabitación.Permaneciólargoratocontemplándolas,sehundióenellasbuscandoelreposodesumente.Sóloentoncespudoescucharelmordisqueodelosinsectosroyendolamaderaconsusbocasdiminutas.

AhoraestabamásseguraquenuncadecuáleraeldestinoquedebíacumplirenToledo:precipitarhaciasufinalloquecomenzóaquellamadrugadapestilenteenunacaja de salazones, lo que ella había creado por el capricho de unir la belleza a lafealdad,por regocijarsealverlas juntas,comocaraycruzdeunamismavidaydeunamismamuerte.Poreso,veintiséisañosdespués, ibaacontarsuhistoriaanteelSantoOficio,poresoyporotrosrencoresquesualmasenegabaaolvidar.

Seacurrucó sobre símismacomosi estuvieradenuevoenelhospicio, tendidaentrelascunasdelosniñosdepecho,ysequedódormidaconelrosarioanudadoenunamano.

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Toledo,4denoviembredelañodelSeñorde1625TribunaldelaSantaInquisición

Audienciadelamañana

Despuntóelalba.Toledosealzabamajestuosasobrelacolina,esculpidaporunfríoazul.LahumedaddelTajoescalaba lasveredascon telarañasde rocío,ypenetrabaporlaspuertasdelaciudadparadeslizarsecomounaserpienteluminosaporcallesyplazas. En la de San Vicente se detuvo ante la casa del Santo Oficio, y se filtróperversa hasta la cárcel secreta para despertar a los prisioneros. Pero Isabel deMendoza ya había abierto los ojos hacía un buen rato.Un canto en lengua hebreahabíaturbadosusueño.Penetrabaporlarendijadelespesomurojuntoaunrayodeluzpúrpura.Eldueñodelcantoaprovechabaelúltimoalientode laoscuridadparaavisarlaconsugargantaprodigiosadequelahabíaencontrado.Susmanos,quecreíamuertasporlamordazadelostraposylascadenas,seestremecieron.Erainútilhuirdelmundoporqueelmundoacudíaabuscarla.Sesentóenel lechoconlaspiernasdobladas,acercósucabezaalasrodillasyseentregóaléxtasisqueproporcionabaelllanto,conformelehabíanenseñado.

Cuando las campanasde la iglesiadeSanVicente tocaron lasnueve,Berenjena seencontrabayaenlasdependenciasdelSantoOficio.Sinembargo,unalguacillehizoesperarlargoratoenelpasilloantesdepermitirlelaentradaalasaladeaudiencias.Losinquisidores,elfiscalyelnotariodelsecretosehallabanreunidosparaexaminarel chal de la acusada que, a hora temprana, les había entregado el notario desecuestros.Lohabíanextendidosobrelalargamesadenogal,yenunprimervistazocomprobaronque, talycomohabíadicholatestigo,sehallabaconfeccionadoenlamáspurasedaazul.Peroeraelbordadodesusextremosloquelesinteresaba.

Rafael se dispuso a leer el testimonio de Berenjena del día anterior donde lodescribíaminuciosamente.Bajosusojosseabríansurcosdeinsomnio,yunadelgadalíneaescarlataatravesabasumejillaizquierda.

—¿Os encontráis bien?—le preguntóLorenzo deValera—.Siento deciros quevuestroaspectoestamañanaeslamentable.

—Vuestramercedesmuygentilporpreocuparse,peronoesnada.Sólounamalanoche.

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—Bien mala debió de ser —repuso el inquisidor Pedro Gómez de Ayala—.Cuidaosporqueconunrostroatravesadoporunacicatriztenemosbastante,dosenelmismotribunaldaríaquehablar.

Miróalfiscalyloencontróencerradoenunmutismosombrío.—Vostampocotenéisbuenacara,Íñigo—agregóLorenzo.—Simepermitenvuestrasmercedes,noestamosaquíparajuzgarmilozaníaola

delnotario,sinoparaesclarecerelmisteriodesilaacusadaesenverdadBárbaradelaSantaSoledad.

Unadébilsonrisaseesbozóenlasfofasmejillasdelviejoinquisidor.—Leedpues,Rafael,loquedijolatestigo.Aversisacamosalgoenclaro.—«Setratabadeunaserpientemonstruosaconlacolametidadentrodesuboca

formandouncírculoperfecto—leyóelnotario—.Teníaunasalasparecidasalasdelosmurciélagos,garrasdeaveyunacabezaconunacrestayunpicocortoypoderosodonde quedaba atrapada la cola. Su aspecto revelaba gran fiereza y dignidad. Lahabían bordado en dos colores, rojo y verde, pero su cuerpo escamoso se hallabasalpicado por cinco pequeñas estrellas cosidas con hilos amarillos y brillantes. Lomás prodigioso, sin embargo, lo que denotaba la maestría con que había sidoelaboradaaquellaobraseencontrabadentrodelcírculoquedibujabaelanimal.Enlaparte superior, cerca de la cabeza, habían bordado unas llamas anaranjadas querepresentabanunahoguera;enelmediodelcírculo,unhalcóndiminutoymajestuosoposadosobreunaescaleraenposiciónhorizontal,yenlaparteinferior,unafuentedelaqueescapabaunchorrodeaguaceleste.»

—Señores, no sólo coincide a la perfección lo descrito con lo que tenemosdelante de los ojos—dijoLorenzo—, sinoque al fijarme con suma atención en elbordadosehadespertadomimemoria:lesaseguroqueestolohevistoantes.

—¿Dónde?—preguntóansiosoPedro.—Enunprocesodehaceporlomenosseisosieteaños.Vososincorporasteisa

este tribunalcomoinquisidorpocodespués.Peronoestababordadoenningúnchalsinodibujadoenundocumentoque le incautamosaun libreroy editorde lavilla,cuyonombreahoranopuedorecordar.Seleprendióporqueenunregistrorutinariode su establecimiento los alguaciles encontraron, además del documento, varioslibrosprohibidos,entreellosunvaliosoejemplardelZohar,librodejudíosydeunarama más peligrosa que su propia religión. Los calificadores encargados deexaminarlolallamaron«cábala».Seletuvoalprisioneroporjudaizanteyhechicerodelamagiajudía.Eldocumentoestabaescritoapostaenunlenguajeoscuroparatodoaquel que no conociera el código.Ni siquiera los calificadores lograron aclarar suverdaderosignificado,masidentificaronenélgrancantidaddesímbolosrelacionadoscondichacábalayconencantamientoshebreos.Recuerdoqueellibreroeramayoryestabaenfermo.Se lesometióal tormentodelpotroparaqueconfesara.Aguantaba

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malel sufrimiento,aunasípoconosdijo.Enseguidase sumióenundelirioque locondujoalamuerte,ydesdequecayóeneseestadonohablónirezóenotralenguaquenofueralahebrea.Recuerdomuybienelproceso,puesesedibujodeldocumentose hallaba también en un extraño manuscrito, que se encuentra en poder de estetribunaldeToledocasidesdesufundación,afinalesdelsigloXV.Estabaescritoenlatín y en hebreo, y según el análisis de los calificadores de aquellos tiempos, susignificadoparecíaencerrarunaprofecía.

Las palabras del viejo inquisidor habían iluminado los ojos pardos de PedroGómez de Ayala. Fruncía el ceño en actitud reflexiva, juntando sus desmesuradascejas.

—No sé si vuestrasmercedes coincidirán conmigo en que tiene que haber unaconexión entre este chal, el documento del librero y elmanuscrito—dijo con vozgrave—.¿Recordáislaprofecía?

—No.—Enelarchivoencontraremoslarespuesta.—Pedroasintiósatisfecho—.Nome

cabedudadequesirevisamoslostresprocesosylasrelacionesquehayentreellos,acabaremossacandoalgoenclaro.Demomentohagamospasaralatestigo.Veamossireconoceelchalcomoelqueenvolvióalaacusadasiendounacriatura.

Berenjena se sentó de nuevo en el banco de la sala de audiencias armada con suinseparable rosario de cuentas amarillas. Pero esta vez sumirada no se detuvo enningunodelosmiembrosdeltribunal,sinoenelchalqueyacíasobrelamesa.Sintióque el corazón quería abandonar su pecho, huir de ella para refugiarse en la sedareconfortante y protectora. Sus labios ardieron un instante bajo el influjo de unrecuerdofantasmal,ysellevólamanoaellosparaacallarlos.

—¿Loreconocéis?—lainterrogóPedro.Berenjena se levantó del banco y con los ojos brillantes pidió permiso para

acercarsehastaél.Lefueconcedido.—Las manchas de sangre de las que les hablé, señorías —dijo señalando la

salpicaduraqueeltiempohabíavueltodecolormarrón—.Elbordadoyelpequeñodesgarro en un extremo. Sin duda es el chal en el que Bárbara vino envuelta alhospicio.

Se santiguó sin ser consciente de lo que hacía. Su memoria se enredabapeligrosamenteenlossentimientosquehabíaaprendidoaaplacar.

—Hacemuchosañosqueloperdídevista—dijoconlosojoshúmedos—.¿Dedóndelohansacadosusseñorías?¿AcasoloteníaconsigoBárbara?

—Esonoesdevuestraincumbencia—replicóPedro—.Enestetribunal,nosotrosformulamoslaspreguntasyvososlimitáisacontestarlas.

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La mujer tomó asiento e intentó reponerse de la visión de su pasado. De unpasadoqueestabaapuntoderevelar.

—¿Sabéisaquiénperteneceestechal?—lepreguntóÍñigo.Berenjenarespondiósonriéndole:—Porsupuesto,alamadredeBárbara.—¿Yquiéneraesamujer?¿Quésabéisdesuchal?—leinterrogóestavezPedro.—Señoría,responderéatodassuspreguntas.Perocréamesileaseguroquepara

quepuedancomprenderlahistoriadeBárbaraydesumadredeboseguirunorden.Simepermitencontinuardondemequedéayer…

—Proseguid, pues —le ordenó Pedro—. Pero no olvidéis que estáis bajojuramento.

—Nada habré de ocultarles a sus señorías.Y ni una solamentira saldrá demiboca,aunquecreanqueloesalgunadelascosasquevoyarelatarlesporlofabulosasoextraordinariasquepuedenparecer.

Tras lamesaalargadadel tribunal, el cortinóncarmesí resplandecíabajoel sol.Porunmomento,latestigoadmirólabellezadeaquelcolorintenso.

Dedicabami vida aBárbara.Conforme crecía se consolidaba su unión conDiego.Teníaellaporlomenosdosmesesyéldosymedio,yaúndormíanenlamismacunaparaquenoberrearansinparar,tangrandeeraelconsueloqueseproporcionabaneluno al otro. Siempre estaban bien agarraditos. Bárbara metía una mano bajo lacamisita del niño buscando el arcángel san Gabriel, cicatrizado y perfectamentedefinidoenlapieldesucompañerocomosilohubieraesculpidoelmejororfebre;yle acariciaba los relieves de las alas hasta que lograba coger el sueño. Él no sequejaba;alcontrario,entornabalospárpadosdegustoyseadormecíaconella.Creoquesereconocíanatravésdeltactoyatravésdelolfatocomodosciegos.LaBlasatambiénpudocomprobarloyaquelosamamantabajuntos.Lostendíaenlasmesadela sala, se sacaba las ubres y los niños las agarraban como lechones. Mientraschupaban, las cabecitas de los pequeños se rozaban la una con la otra. La pelusacastañadeBárbara,finaysuave,enlaubrederecha,contraelcabellonegroyfuertede él, en la ubre izquierda. Si durante las primeras semanas a laBlasa se le habíaocurridoamamantaraalgunodeellosconotracriaturadiferente,llorabanychupabanintranquilos.Además sepercatóenseguidadeque laexcepcional cantidadde lechequeeracapazdeproducirtrashabertenidoaBárbaraagarrándoleelpecho,sereducíasinohabíamamadojuntoaDiego.

—Deestacrianzasíquesacarébuenprovecho—medecíalaBlasa.Ynoseequivocaba.Comoeraaficionadaalosjuegosdenaipesyentreéstosa

losllamados«deestocada»,enlosquesepuedeperderenunsologolpetodocuantouno posee, organizaba partidas de «las siete y llevar» o de «las pintas» en el

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dormitoriodelasnodrizasunavezquelashermanassehabíanretiradoalasceldas.Alasnodrizasreciénllegadaslasdesplumabaenunanoche:nosóloperdíanelsueldopor cobrar sino también las provisiones de chorizos y panes de pueblo. Pero si lasuerte se torcía y era ella la que veía volar hasta su última blanca, se apostaba laleche,pueslebrotabaaraudalesgraciasaBárbara.

—Laqueganepuedepedirlea laSerafinaunosmocososmás,queyopongoloquehayqueponer—decíariendocomounhombre,agarrándoselospechos—,yellaseganaunosmaravedíes.

LaBlasanosabíaporentoncesqueelprovechoqueibaasacardelacrianzadeBárbara tan sólo había comenzado a dar sus primeros frutos; aunque trece añosdespués ese mismo provecho sería la causa de su perdición. La codicia de loshombres,señorías,escomounveloqueciegasusconciencias.

Porsinoeransuficienteslosmisteriososacontecimientosquerodeabanlaexistenciade Bárbara, otro más se había sumado a ellos. Desde finales del mes de agostoaparecían en la cuna que compartían los niños unos objetos cuya procedencia meteníadesconcertada.Alguiendebíadedepositarlosaprovechandoelsigiloylacalmade la noche, puesyo los hallaba siemprepor lamañana, cuando iba a despertarlosparaquedesayunarandelasubresdelaBlasa.Setratabadecosassinvalor:hilosdecoloreschillones,floressecas,untrozodecáscaradenuezpintadodeazul,unbarcodepapel…juguetes,ensuma.QuienfueraloscolocabajuntoalacabezadeBárbara,como si quisiera dejar muy claro que eran sólo para ella. Sospechaba yo, sinembargo, que detrás de todo aquello se escondía una mano infantil, ya que, enocasiones,envezdeunobjetoencontrabaundibujocuyostrazosparecíanhechosporunniñobastantedotadoparalapintura.Entodosellosaparecíaelcielocoloreadoentonosgrises,negrosymorados,lalunamásgordaomásflaca,yunasartadeestrellasunidascomocuentasdecollarsiemprede lamismamanera.Vigilédurantemuchasnochesescondidaeneldormitoriode losdepechoparacazaralpillastre.Teníaenmenteunúnicosospechoso,puesmeparecíaquesedelatabacontantamandangadeestrellas.Yaimaginaránaquiénmerefiero,elniñoconaspectodeángelquecalzabazapatos de ahorcado y aseguraba trabajar escuchando, nimás nimenos, cuanto lerevelabanlosastros.Noconseguísorprenderleniunasolavez.LeocultéalaBlasayalahermanaSerafinatantolosobjetoscomolosdibujos,ylosfuiguardandoenunacajaquepuseabuenrecaudoenlabuhardilladelhospicio,unlugarabandonadoalosrecuerdos y a los fantasmas. Confiaba en que el tiempo y el resultado de mispesquisasacabaríaporindicarmesidebíamostrárselosaBárbaracuandocrecieraunpocomás.

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Aún faltaba un mes para la Navidad de aquel pestilente año de 1599, cuando undomingo, tras regresardemisade tardeenSanGinésalhospicio,vinoabuscarmeunadelasnodrizasenvueltaenunairedemisterio.Lajoven,alaqueapodábamos«laRatona»,acercósusdientesderoedoramiorejaymedioelsiguienterecado:

—Mientrasestabasfueravinopreguntandoporti,muysecretamente,unaseñoraque,digoyo,debedeserrica,puesmiraloquemedioenagradecimientoamifirmepromesadedecirteati,ynadamásqueati,suencargo—.Abriósumanoparaquepudieraverelrealdeplataqueteníaclavadoenlapalma.

—Sí que parece generosa. Pero gánate esamoneda y dime ya quién era y quéqueríademí.

—Quiéneranolosé,queseguardósunombremuyparaellaynolomencionónicuando se lo pregunté. Y lo que quiere de ti es que acudasmañana alMesón delÁguilaaesodelascuatrodelatarde.Podrásreconocerlaporquellevarápuestaunacapaazul.

No dudé ni un momento de que la presencia de aquella mujer en el hospicioestaba relacionada con la pequeña Bárbara. Hasta que la criatura llegó a la SantaSoledad,miexistenciasehabíalimitadoaladesidiadesobrevivirfregandoylavandocuantosemeordenaba.

Durante lanoche,ni siquieraelapaciblesonidode los insectosnocturnos logrócalmarlaexcitaciónquemeproducíalaposibilidaddequesetrataradelamadredeBárbara. Pero ¿por qué me buscaba? ¿Quién le habría hablado de mí? ¿Y quépretendíaconaquelencuentroenunodelosmesonesmásconcurridosydepeorfamadelavilla?

Sieraelanonimatoloquebuscaba,noloencontraríaenelMesóndelÁguila;unadamacomo laqueyo imaginabanopasaríadesapercibidaallíoquizásí.Yonuncahabíapuestolospiesenunmesónoenunataberna.Amisdieciséisaños,conocíadelavillapocomásqueelhospicioylaiglesia,aunquesímehabíaasomadoalapuertadealgúnqueotromesón,pueslajuventudescuriosayavecesnopuedereprimirlasganasdesabermásdeloquedebe.

Segúnhabíaoído,elMesóndelÁguilaeraporentonces—ymetemoquesiguesiéndolo—tuguriodesoldados,caballerosociosos,viajeros,comediantesymujeresde vida disipada. Por no hablar de las habitaciones de que disponía en el piso dearriba, según las malas lenguas, paraíso de encuentros furtivos, o sea refugio deamantes,paradeshonrademásdeuncornudo.

Lociertoesquemeintranquilizabalaideadepresentarmesolaenunsitioasí,sinmásentre lasmanosquemipobre juventud,y sin saberenverdadconquién ibaaencontrarmey sobre todoconqué fin.Unavezmás recordaba la advertenciade laBlasa:omuchoseequivocaba,oenaquelasuntotodainformaciónparecíadestinada

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a pagarse con la muerte. Tampoco podía quitarme de la cabeza la imagen de esedesgraciadopataleandoen lahorca,cuyocuerpoyaseríapastodehechiceraspues,como sus señorías conocen bien, la brujas aprovechan de los ahorcados desde susdienteshastasusasadurasparaembrujosymantecasviles,atentandocontratodaleycristiana.Estasrazones,ylacertezadenopoderburlarconéxitosuvigilanciaalascuatrodelatarde,meimpulsaronahablarlealaBlasadelencuentroalquemehabíanemplazado.

—Puede que al fin saquemos beneficio de este enredo.De lo que te pidan, nihagasnidigaspalabrahastaquetumanotengaalmenosunpardemonedascomoesadelaquealardealaRatona.Todoenestavidatienesujustoprecio.Empezandoporelriesgoquevamosacorrer.

Sinduda,loquemáslehabíainteresadodelahistoriaeraelrealquelaRatonasehabía escondido en el refajo y que protegía como a su propia alma, hasta que unanochedenaipeslaBlasaacabóhaciéndoseconélenunamanobienjugadade«laspintas».

MeacompañóhastaelmesónqueestabasituadoenlacalledeAlcalá,próximoaunadeesascasasdondesealquilabancarrozasymulas.Noséquéexcusa lehabíadadoalahermanaSerafinaparajustificarnuestraausencia,peroallíestábamosaquellunesgélido,mientraslavillaseadormecíabajounasiestainvernal.

—Entrasola,noseaquealvermeseespantelaseñoraporquesóloteesperaati.Yo te estaré vigilando de cerca. Y no se te ocurra probar el vino, que lasmonjastienenfinooloryloreconocenhastaenlasventosidades.

Trasaquellaadvertencia,laBlasamediounempujónymelanzódentro.Eraunlugaroscuroporelque flotaban losvaporesaromáticosdel tinto,de lospotajesdegarbanzosylascarnesasadasconespecias.Luchéporquemisojosolvidarancuantoantes la claridad del día y se acostumbraran a la penumbra amarillenta quedesprendíanunaslámparasdeaceite,pueslaspocasventanasconlasquecontabaeltuguriosehallabancubiertasporunospañosgrasientos.Aunasípudecomprobarquenadiese fijabaenmí,nisiquieraelmesonero,queservíavinoaunoshombresqueparecíancomediantesyhablabanyreíancongranalboroto.Peroalguienmeestabaesperando.Lavisentadadeespaldasalapuerta,enunadelasmesasmásapartadasysolitariasdelmesón,unamujerenvueltaenunacapaquedistinguídeunazulintenso,y provista de una capucha con la que cubría sus cabellos. Bajo la luz tenue, meparecióque teníaun aspecto triste.Mientrasmedirigíahacia ella, deseé con todasmis fuerzas que se tratara de lamadre deBárbara. La había imaginado como unabellacondesaarropadaconchalesdesedaytraicionadaporunamorprohibidoquelahabíaarrastradoaladeshonra,aldolordetenerqueabandonarasuhija.

—¿Mebuscabavuesamerced?SoyBerenguela.AyerpreguntópormíenlaSantaSoledad.

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Levantó la mirada y permaneció unos segundos en silencio observándomedetenidamente.Yohicelomismo.Escudriñéelrostroquesobresalíadelacapuchaydescubrí laclaridaddeunosojosmelancólicosqueparecíanresignadosasusuerte.Sin embargo,me sentí decepcionada: esamujer nopodía ser lamadre deBárbara.Teníalanarizancha,labocagruesa,lospómulosdemasiadoredondosycaídos,ylafrente surcada por unas arrugas profundas que delataban su edad, unos cuarenta ytantos.

Mediolasgraciasporhaberacudidoalacita,ylevantándosedelamesamepidióquelaacompañaraaunaestanciadelpisodearribadondepodríamoshablarsinquenadie nos interrumpiera. Nada más entrar en el Mesón del Águila, ya me habíapercatadodequeeraunodeesoslugaresenlosque,porprecaución,nadieseinteresapor lavidadenadiey laoscuridadesamigade todos.Peroaquellamujer sehabíadirigidoamíconmásdulzuraqueautoridadynoquisecontradecirla,apesardequeensuvozhabíaalgoquemeintranquilizaba.

Antes de seguirla por unas escaleras estrechas, eché un vistazo al resto de lasmesas y descubrí a la Blasa sentada en una de ellas deglutiendo una escudillahumeante a cucharadas. Le indiqué con la mirada hacia dónde me dirigía y ellaasintióantesdeenfrascarsedenuevoensumanjar.

La mujer me condujo hasta la antecámara de lo que supuse era una de esasalcobasdepecado.Estabadecoradaconsencillez—unpardesilloncitosenlosquetomamosasiento,ypocomás—,perosemanteníabiencalientegraciasauninmensobraserodemetaldondesequemabanhuesosdeoliva.Unavezquelamujersehuboquitadolacapa,mefijéensucabello,castañooscuroconmechonesdecanas,yensuvestido, sencillo, sin algarabías de sedas ni joyas incrustadas, lo que me hizosospecharquesisetratabadeunaauténticadama,habíaacudidoalacitadisimulandotalcondición,aunqueintuíaqueeramásbienunaempleadadecasaricaoalmenosacomodada.Habíaademásensusojosclarosunresplandordelágrimas.

—Aúneresmuyjoven—medijomirándomeconunaternuraalaquelavidadelhospicionomehabíaacostumbrado.

—Yacumplílosdieciséis,señora.Ellasuspirótanhondamentequetemíqueacabaradesmayándosedelapenaque

laafligía.Meconmovierondetalformasusmodalescálidosysulamentableánimo,quemesentíadeseosadecomplacerlasiconellomenguabasutristeza.

—¿Quédeseademívuestramerced?—Quisieraquemeprestarasunservicio.Unservicio,jovencita,quemehadedar

lavidasiloaceptasohadequitármelasilorechazas.HesabidoqueenelhospiciodondetrabajassehallaunapequeñadeescasosmesesllamadaBárbara.Enverdadséqueseencuentraallídesdesunacimientoenelmesdeagosto.

—Asíes,señora.Unaniñahermosadecabelloscastañosyojosverdes.

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—¿Yseencuentrabiendesalud?—Perfectamente.La trajeron con lasmanos rojas comochorizosy ardiendode

fiebre,peroselecuraronenseguida,yahoraestásanacomounrobleporquelaestáncriandoconlalechedenuestramejornodriza.

—Cuántomealegrantusnoticias—dijoderramandounalágrima—.Puesnoesmásqueestoenloqueconsisteelservicioqueteruegoaceptesdebuengrado.Cadacuatro meses, a partir de hoy, a esta misma hora y en esta misma estancia, nosreuniremosparaquemedesnuevassobrelapequeñaBárbara,siseencuentrabiendesalud, o si tiene algún padecimiento o necesidad que haya que paliar. Si es unapequeñafeliz,osiporelcontrarioheredó…

Callódeprontoysacandounpañuelodelbolsillodelvestidoseenjugólafrente,pueselbraseroconlasolivascalentabacomofraguadeherrero.

—Continuad,siporelcontrarioheredóqué—laapremié.Perolamujerselimitóasonreírmedulcemente.—Enpagoaesteservicio—prosiguió—tedarétresrealesdeplataencadauno

denuestrosencuentros.Ahorabien, sialgunaveznecesitascomunicarmecualquierurgenciasobrelapequeña,preguntaenelmesónporlaquellamanPaca«laTernera»,ydilequetienesnecesidaddehablarconBerta.Éseesminombre.Ellaseencargarádeavisarmeytedarálasindicacionesparaencontrarnos.

—Mealegrasabervuestronombre,señora,quesonmuchoslosanonimatosquellevopadecidosenesteasunto.Ysabedqueaceptaréelservicioquemeproponéis,puesesmuygenerosalacantidadderealesqueofrecéisacambio.Tansóloospongounacondición,yoslaexplicaréahoramismo.

TraguésalivaypenséenlaBlasa,yenlosazotesquemehubieradadoconunaestacadeenterarsequemedisponíaajugarmeaunasolacartasemejantecantidaddedineros.Peroaesasalturas,sibienlosrealesmesacabanbrillosenlosojos,másmeapremiabaconocerdeunavezportodasquésecocíaalrededordeBárbaraydesusprogenitores.

—Letengoaprecioaesaniña.Ynoledarélainformaciónquemepidesinsaberquiénlaquiere.Porvuestraedaddeduzcoquenosoissumadre;decidmeentoncessilaconocéisysiesellalaqueseinteresaporsuhija.

—LamadredeBárbaraestámuerta.Noesperabaaquellarespuesta.Noesperabaque lacondesaquehabíafabricado

miimaginaciónyacieraconsussedasenunsepulcro.—Teníatumismaedadcuandofalleció—continuóBerta.—¿Voslaconocíaisbien?—Yolacrié,porquesequedómuyprontosinmadre,como lehaocurridoa su

hija.Yo la crié con estos pechos, con estasmanos y este corazón, que quiso darletodoelamordelquefuecapazhastaquemelaarrebataron.

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—¿Yeracondesa?—Noquierassabermás,queridaniña.Nonosconvieneaningunadelasdos.—Almenosdecidmesiloera.—Sirvo a un hombre poderoso y rico que trabaja en la corte.Un caballero de

exquisitaeducación,gransabiduría,yapuestocomoningúnotro.Peronoesconde,nisuhijaporlotantoeracondesa.

—¿Esélquienosenvíaparasaberdesunieta?—Olvidacuantotehedicho.MehablarásamídeBárbara,delahijaquetuvola

niñaalaquetantoquise.Me sentía confusa y a la vez terriblemente agitada. Al fin obtenía algunas

respuestas. Pero quería más, y las preguntas se acumulaban desordenadas en micabeza.

—Todavíanecesitopreguntarosalgo.¿Porquémeconfiáisesteservicio?¿Cómosupisteisdemiexistencia?

—Yameadvirtióel jovendequeerasmuycuriosayquenomeresultaríafácilapaciguar tu curiosidad. Ahora bien, tambiénme dijo que eras lista, y lo bastantevalientecomoparallevaracaboestaempresa.Mehablódetusojos,enelloshabíavistomiedolanochedevuestroencuentro,perotambiénfirmeza.

—¿Estávivo?—lepreguntéconlavoztemblorosa.—Asíes.—Securaronsusheridas.—Laúltimavezqueloviseencontrabamásrepuesto.—Antesdequeselotragaranlascallesdelavillatrasunreguerodesangre,me

rogóquecuidaradeBárbara.—Losé.Medijoqueaunquetehabíaconocidoencircunstanciasexcepcionales,

enseguidasupoquepodíaconfiarenti.—Quizátambiénlovioenmisojos.—Erestú,querida,quiennodebedepositardemasiadasconfianzasenél.—¿Quéqueréisdecir?—Cuídatedesucompañía.—Vosmismaoshabéis fiadodeél citándomehoyaquí,y revelándomevuestra

propuesta.—Ynomearrepientodeello.Estoyconvencidadequeeresunabuenamuchacha

quesepreocupaporBárbara.—Dígalequehedereunirmeconél,necesitohacerleunaspreguntas.—Eso no es posible. Se encuentra fuera y no conozco su paradero. Pero me

aseguró que regresaría en cuanto solucionara un par de asuntos, y entonces seocuparíapersonalmentededartelasgraciasporaceptarmiencargo.

—Decidmequiénes.Cómosellama.

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—Élmismo será quien lo haga en cuanto regrese.Esome dijo, que pagaría tucuriosidad con creces. Pero si me permites un consejo, pequeña, no le escuches.CuidadeBárbara,yutilizabienlasmonedasconlasquevoyapagarte.

Sacótresrealesdeplatadelafaltriqueraymelospusoenlamano.Jamáshabíaatesorado tanto dinero, aunque debía compartirlo con la Blasa. Pensé que mecompraría un chal, un hermoso chal de seda que se pareciera al de la madre deBárbara.

—Nosveremosdentrodecuatromesesexactamente.—Deacuerdo—contestémientrashincabalasmonedasenlapalmademimano

comohabíahecholaRatona.Me levanté del silloncito para dirigirme hacia la puerta de la antecámara, que

habíapermanecidocerrada.Entonces suvozmedetuvo.Ya leshedichoquehabíaalgo en ella que me intranquilizaba. Era su forma de hablar el castellano: en suslabios sonaba demasiado dulce y artificial. Pues bien, esa impostura de nuestroidiomaseintensificótenebrosamentecuandomeformulóestapregunta:

—¿MuestralapequeñaBárbarasignosdeposeeralgoextraordinario?UndondeDios,queridaniña.DeDios…—suspiró—odeldiablo.

LavozdeBertadenotabaunmarcadoacentoextranjero.—¿Acaso habría de tenerlo? —le respondí mientras sentía un nudo en el

estómago.Ellaselimitóasonreírcontristeza.

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8

BertayyonosreunimosenelMesóndelÁguilaalolargodecasicuatroaños.Desdenoviembrede1599,fechadenuestroprimerencuentro,hastajuniode1603.LaBlasameacompañabaconlaexcusadequedebíaprotegerme,peroyosabíaquesuinterésrecaía en verdad en los reales de plata, cuyo reparto era harto injusto.De los tresrealesquemepagabaBerta,laBlasasequedabacondosyamímedabaunomuyapesarsuyo,aunquesabíamuybienquesinmipresenciaelnegocioseleacababa.

En cuanto a Berta, podía haberse ahorrado un buen dinero. Había poco quecontarlesobre lasaluddeBárbara.Lanoticiaerasiempre lamisma:crecíasana,aligual queDiego. No le hablé sobre susmanos. Intuía que atesoraban algún poderextraordinario, pero en esa épocano comprendía cuál era enverdadyhasta dóndepodíallegar.AdemásestabaconvencidadequeBertatambiénmeocultabaalgo,puesinsistíaenpreguntarme,aunquedelaformamássutilposible,silaniñahabíanacidoconalgúndon.Desdeluego,subuenasaludpodíaconsiderarseuno,ybienútil.Yalesdijequeenelhospiciolomásnormaleraquelascriaturasmurierandurantelosprimerosmesesdevida,peroellanohabía sufridoniunmísero resfriado.AsíquecomencéahablarledesudependenciadeDiego,paracorresponderalosrealesyalcariñoconelquemetrataba.Habíandormidoenlamismacuna,dándosecalor,hastaquecrecieron tantoqueapenaspodíanmoverse.Estoyconvencidadequegraciasaello lograronsobreviviral fríodelhospiciodurante suprimer invierno,un fríoqueatacaba sobre todo al caer la madrugada y dejaba a los bebés tiesos comocarámbanos.Fuesusegundavictoriasobrelamuerte.Ydenuevolahabíanlogradojuntos.

Variasvecesintentéburlaresauniónqueloscondenabaanecesitarse,peronuncalo conseguí. Cuando empezaron a caminar a gatas, dejaba a Bárbara dentro deldormitorio y al niño me lo llevaba a la sala de amamantar. Entonces iba de unahabitaciónaotraobservandocómosebuscaban,cómorecorríanacuatropatastodoslos rincones hasta hallar el camino que les conduciría de nuevo al lado del otro.Cuandoseencontraban,apesardepermanecerenlamismaestancia,aprovechabanlalibertad que les había concedido para explorarla cada uno por su cuenta, pues eralargoypesadoeltiempoqueloshuérfanospasabanencerradosensucunas,presosensuspequeñascárcelesdeorinesyleche.Noobstante,nuncaseseparabanlobastantecomoparaperdersedevistaodejardeolerse.BárbaraolfateabaaDiego;parecíaunperro siguiéndole el rastro. A pesar de los meses transcurridos y de las heridascicatrizadas, él aún no había expulsado todo el fuego y el humo del incendio y

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continuabaoliendoabrasas,aleñosquemados.Lociertoesquesiempreleacompañóaquel aroma, por lomenosmientras lo tuve cerca, porque añosmás tarde perdí lapistadesucarneydesudestino.Semeantojabaunasecuelaporlosucedidotrassunacimiento.Unrecuerdodeltrágicoincendioquesucuerposenegabaadestruir.Merefieroaaquellaherenciamalditaquelelegósupadre.

Tuve que relatarle a Berta todo lo referente a los orígenes del niño para quepudieraentenderdequélehablaba.Trasescucharme,entornólospárpadosylamentóamargamentelalocuraquetodapasiónengendraenelalmahumana.

—Porellanosóloponemosenriesgonuestravidaterrenal,sinotambiénlaeterna—medijo—.Puesesalocuranosarrastraacometeratrocidades,oaguardarsilenciosobre las que vemos cometer a nuestro alrededor. Cuídate del amor, queridaBerenguela.Laniñaqueyocriénomehizocaso,yahoralablancuradesulindapielsefundeconladelmármoldesutumba.

Intenté que correspondiera a la historia de los padres de Diego con la de losamores de la madre de Bárbara, aquella joven de dieciséis años a la que habíaamamantado con sus pechos orondos. Sin embargo, a cada una de mis preguntasrespondíasóloconlamentosylágrimas.Muytristedebíadesersuhistoriaymássufinal.Porelcontrario,cuandosemeocurrióhaceralusióndiscretamenteasuacentoextranjero, que tantome inquietaba, replicóqueprocedía del reinode lasEspañas,pueshabíanacidoenPortugal.Nometranquilizóenexcesosurespuesta.Habíadosnodrizas portuguesas en el hospicio, así que conocía bien el acento de aquelloslugares,yaunqueeldeBertaseasemejabaaldeellas,algoledecíaamiintuiciónqueaúnnoestabadesveladodel todoelmisterioqueencerrabasu lengua.Noobstante,pocoapocomefuiacostumbrandoasucálidaytenebrosaentonaciónalpronunciarlosfinalesdepalabra.Semeocurrióqueseasemejabaalascebollas,yelcastellanoera tansólosucapamássuperficial.Habíaquedesprendersedel restode lascapasparallegaralcorazóndelacebolla,dondelatíaelsecretodeotralengua.

Aprincipiosde1601comenzamosareunirnoscadaochomesesenvezdecadacuatro.LacortesehabíatrasladadoaValladolid,yBertatuvoqueabandonarlavillapara instalarse en esa ciudad, ya que el abuelo de Bárbara, su señor, era hombreadineradoquetrabajabaconlospoderosos.Paraentoncesyamehabíadadocuentadequeellaletemía.Habíaaprendidoenelhospicioqueelmiedodesprendeunperfumealecheazucarada.Lohabíaolidoenlospobresbastardosqueallísecriaban,lohabíaolido enmi propia piel durante la oscuridad de las noches en las que sucumbía almonstruosofrío.Setemeporqueseama,aunqueseainstintivamente,lapropiavida.DetectéelvahodelechedulceescapándosedelasopulentascarnesdelescoteBerta,dondepodíaleersesupasadodenodriza,altiempoquelaadmiraciónquesentíaporsuamo.Susojoscobrabanvidacuandohablabadeél,loslabiosseletensabanparacontener la sonrisa, y todo su rostro se encendía con un resplandor invisible. El

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abuelodeBárbara,¿seríaacasounhombrecruelquehabíacausadoladesgraciadesupropiahija,quelahabíaprecipitadoalamuerteconsólodieciséisaños?

Aúntendríaqueesperaruntiempoparahallarlarespuesta.

EncadaunodemisencuentrosconBertaenlaalcobadelMesóndelÁguilamedicuenta de que ella sufría terriblemente por no poder criar a Bárbara, como era sudeseo.

—Si pudiera hablarle a mi señor de su nieta, le rogaría que me diera otraoportunidad —se lamentó un día con los ojos enturbiados por el dolor—, y nocometeríalosmismoserroresquecometíconsuhija.Peromislabiosestánsellados.Nosedebedesobedecerlaúltimavoluntaddeunamoribunda.

—¿AcasovuestroamonosabedelaexistenciadeBárbara?—Asíes,porexpresodeseodesuhija.—¿Porquéquisoocultársela?—No me preguntes más, querida niña, por tu propio bien. La desgracia o la

muertehancaídosobreaquellosquellegaronaconocerlahistoria.SurgióenmimentelaimagendeEscolástica.Bertasehabíareferidoalaúltima

voluntad de una moribunda. ¿Quién podía haber tomado nota de ella en losDesamparadossinolaviejaviuda?Elaboréenunabrirycerrardeojosunateoría:Lallegada de la madre de Bárbara a los Desamparados para dar a luz, una últimavoluntadparaimpedirquesupadreconozcalaexistenciadesuhijareciénnacida,lapresenciadeEscolásticaparatomarnotadeellaconsuoficioderecaderademuertos,laspalabrasdeBertaaugurandoladesgraciaparalapersonaquellegaraaconocerla,y el asesinato de la vieja viuda. La sucesión de los acontecimientos encajaba.Mesentí satisfecha de mi razonamiento. No iba desencaminada cuando creí que eldesdichado que habían colgado en la horca era inocente. A Escolástica la habíaneliminadoporentregarlaúltimavoluntaddelamadredeBárbara.Noteníaningunapruebaquelodemostrara,contabasóloconmimentefebrilquesedeleitabaconlavanidadderazonar,dedesentrañarunmisterio.Deprontomedicuentadequedebíacomprobarunodeloshechosqueyodabaporcierto.

—Berta, ¿murió lamadre de Bárbara en los Desamparados tras el parto?—lepregunté,intentandoqueenmisojosresplandecieralamáscándidainocencia.

Ellanopudoresistirse.—Tengoentendidoqueasífue,queridaniña.—Vosnoestuvisteispresente.—Ojalá Nuestro Señor me lo hubiera permitido para darle consuelo en sus

últimashoras.Perono loquiso así.Unavieja de losDesamparadosme trajo a lospocosdíasnoticiasdesumuerte,juntoconunmensajequehabíadejadoparamí.

Empezóallorar.Sentínopoderacompañarlaensutristeza,puesmehallababajo

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losefectosdeunaintensaemociónalverconfirmadaunapartedemiteoría.—Peronohablemosdecosastristes.Yanadapuedehacersepararemediarcuanto

ocurrióenesosdíasaciagos.Tuve que hacer un gran esfuerzo para detener mis elucubraciones sobre la

identidaddelasesinodeEscolástica.BertaacababadereconocerquehabíavistoalaviudatraslamuertedelamadredeBárbara,pueséstalehabíaentregadounmensaje.Es decir, Berta podía ser la asesina de Escolástica. Escudriñé con terror sus ojoscristalinos,deunazulcasiinexistente.Habíatantabondadenellosquedesestimélaidea.PerorecordéquetrasrelatarlelahistoriadelospadresdeDiegomehabíadichoqueelamoreracapazdearrastrarleaunoacometeratrocidadesoaencubrirlas.¿Ysiunadeellaserael asesinato?¿Ysi el amorque sentíapor lamadredeBárbara, laniña que habían criado sus pechos, la empujó a cometer semejante infamia, o lapasiónque,sospechabayo,sentíaporsuamo?Pero¿habríapodidoellasolaahogarala vieja, asfixiarla con una cuerda y clavarle un sable en el pecho?Lodudaba.Lavisión del desgraciado balanceándose en la horca regresó a mi mente. Él habíaaseguradoqueesanochevioaunhombreenorme,ungigante,arrastrandounsacoalaorilladelrío,mientrasentonabaunahermosacanciónenhebreo.Elgigante…¿Eraél,enverdad,elasesino?

—Berenguela, querida, ¿te encuentras bien? Tú rostro ha palidecido hastapreocuparme—medijoacariciándomeunamejilla—.Ytiemblasconelsimplerocedemimano.

Sentíquesuvozheríamisoídosquecomenzabanaacostumbrarsealaternuradeaquella nodriza de ojos invisibles. Y todomi ser se vio lacerado por la sospecha.¿TendríaelgigantedelenguaextranjeraalgunarelaciónconBerta?

Un sudor helado asaltó mis manos, y un escalofrío febril recorrió mi espalda.Bertapusofinanuestroencuentro,preocupadapormisalud,ymeentrególosrealesde plata, tras recomendarme que me aplicara paños de agua de azahar en cuantollegaraalhospicio.

Ochomesespasaronhastaquevolvíaverla.Enesetiempoanalicédenuevocadauno de los pilares sobre los que se sustentaba mi teoría, y en la tarea sufrí otrosobresaltocuandointentéencajarenellaaljovendelosojosverdesdelquellevabavarios años sin tener noticias por hallarse, según tenía entendido, fuera deMadrid.MerefieroaljovenquelehablóaBertademiexistencia,aquelquevihablandoconla hermana Ludovica en el huerto. Sin embargo, poco pude elucubrar sobre suparticipaciónenelasuntoporquenosabíaquiénera.

Enjuniode1603,unassemanasantesdequemereunieradenuevoconBertaenlaalcoba delMesón del Águila, tuve la suerte de enterarme del nombre del huidizojovendeojosverdes,ynolessorprenderásaberdebocadequiénpudeescucharlo:el

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niñoángelquecalzabaaquelloshorrendoszapatosdeahorcado.Yalesdije,señorías,queestabaseguradequeeraélquiendejabaenlacunadeBárbaraesosdibujosconlalunaylasestrellas,oloshilosdecoloresyporqueríasporelestilo.InclusocuandotrasladaronalapequeñaBárbarajuntoconDiegoaldormitoriodelosdestetados,elniñolesiguiólapistaycomenzóadepositarlosjuntoalaalmohadadesucama.Yosolía quitárselos antes de que se despertara—aunque en alguna ocasión la habíasorprendido jugando con ellos— para guardarlos en la caja que escondía en labuhardilla.Cuatro años llevaba aquel niño visitandopor las noches el hospicio sinqueyohubierapodidosorprenderlo;inclusolleguéapensarqueconocíaelsecretodelas brujas para hacerse invisible. Hasta que una enorme luna llena lo pusoinesperadamenteantemíparaespantodemirazónymicarne.

Cercade lamedianoche,medirigíaa lacocinacuandoalpasarpordelantedeldormitoriodelosdestetadoslovijuntoalacamadeBárbara.Supiel,iluminadaporelfervordelastro,fosforecíacomounaantorcha.Loreconocíalinstante,apesardeque se había convertido en un muchachito: sus zapatos de ahorcado se ajustabanperfectamente a sus pies y su hermosura y sus rizos celestiales me resultaroninconfundibles.Tenía lasmanos entrelazadas con lasdeBárbara, y susojos azulesrefulgíancomoluceros.

—Virgencita—susurrésantiguándome.Ni siquiera se sobresaltó. Al contrario, hizo una mueca quejándose por mi

intromisión.Lalunasehallabamuycercadelaventana,comosiquisieraentrarenlahabitación. En verdad, señorías, creí que elmuchacho se hallaba poseído por ella,puessus rayosparecíansalirdesu rostro translúcido,desusbrazosydesupecho,paraenvolveraBárbaraenunamantacósmica.

—Amímegustayaellatambién—respondióconunavozfemenina.Mesantigüédenuevoporsieralalunaquienlemanejabalalengua.—Hace cosquillas —dijo la pequeña Bárbara, sonriéndome para que no me

preocupara.—Suéltalaahoramismo—leordené.—Notehanquitaolosañoslasmalaspulgas.Meacerquétemerosahastalacamaysentífrío.Unfríodistintoaldelhospicio.

Erapuroyprocedíadelascarnesencantadasdelmuchacho.Sinembargo,aBárbaranoparecíaimportarle.

—Medalomismoquelegusteono,suéltalatedigoollamoalasmonjas—leordenéapartándomedeél.

Aquellaamenazasurtiósuefecto.—Intentarévenirotranocheaverte—ledijoaBárbaraacariciándolelacabeza.—Sí,sí—exclamóella.—Silencioyadormir,queyaesmuytardeparaunamocosacomotú.

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—Mira,Berenjena—medijoBárbaramostrándomeunpapelquesacódedebajodelaalmohada.

Locogídemalagana.—¿Quédemoniosesesto?—Mehahechoundibujo.Leechéunvistazo.SeparecíamuchoalosquehabíaencontradojuntoaBárbara

enlosúltimosaños.Uncielomorado,grisynegroconnumerosasestrellasunidasporunaslíneasparaformarfiguras.Yentreellaslaluna,grandecomolaquepocoapocoseretirabadelaventanaoscureciendolapieldelmuchachoángel,sumiéndoloenlapenumbradelhospicio.Deigualmodo,susojos,trassoltarlasmanosdeBárbara,seapagaronlentamentebañadosporsucolorazul.

—QuenolodescubralahermanaUrraca—merogóBárbara.—Adormirhedicho.QuéesmuytardeyvamosadespertaraDiego.El niño se hallaba sumido en un profundo sueño en una cama pegada a la de

Bárbara.Ellafrunciósunaricita,yseacurrucóasulado.Cogí al chico de los rizos de oro para apartarlo de Bárbara yDiego y su piel

heladamehizoestremecer.—¿Quépretendescontantodibujodeestrellasycontantoregalitoalolargode

estosaños?—lesusurré.—Elcielomedicequevamosaestarjuntos.—Esoyaseverá,estaniñanoescomolasotras.—Bienlosé,desdeelprimerdíaquetuvesusmanosentrelasmías.Sonmágicas

—repusofascinado.—Quésabrástú.—¿QuerrásguardarleeldibujoparaquenoloencuentrelaUrracaesa?—Piensoromperlocomohiceconlosotros.Se le humedecieron los ojos y le brotaron unos lagrimones que se resistían a

escurrirse por las mejillas. Me sorprendió aquella reacción, le creía ya másacostumbradoalossinsaboresdelavida.Oerauntunantequehabíaaprendidobienenlascalleselartedelacomedia,oaúnvivíaancladoenlainocenciadelainfancia.

—Paraesellanto,losheguardadotodos.Selimpiólanarizconlamangadesuchaquetillaandrajosa.—¿Ytambiénlosotrosregalos?Sereferíaalaspequeñasporqueríasdelasqueleshablé.Hilosdecolores,flores

secas,unacáscaradenuez,entreotrasqueyanorecuerdo.—Lopusetodoabuenrecaudoenunacajaquesóloyosédóndeestá.—Yanomeresultastanantipática.Júrameportuhonorqueloguardarásparaque

ellanomeolvide.Esmuyposiblequenopuedaveniravisitarladuranteuntiempo.Ymegustamuchoverlacrecer;cadaañoesmásbonita.

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—Asíquenoteenvíanadiecontantoregalito,vienesporquetedalagana.¿Yanoereselrecaderodeljovendeojosverdesquetemandóabuscarmehaceañosparapreguntarmeporunpergamino?

Lesorprendióqueconocieraaquellainformaciónymemiróreceloso.—¿Dóndeestá?—leinterrogué.—Semarchóhacetiempo.—Esoyalosé.Pero¿haregresadoalavilla?—Nolehevisto.—Dimequiénesparaquetejurepormihonorloquemehaspedido.—Le dicen José y es bueno.Me daba panmuchas noches, y le gustaba hablar

conmigo.AhorajúraloporJesúsyporlosdocequelehacíaneltrabajo.—Apóstoles,bestiasacrílega.Miraqueporlanocheelcieloseabreylasorejas

deDioslooyentodo.—Nomevengasconcuentos,queyacumplídoceaños.—Puesbienquesetecaentodavíalaslágrimas.¿Oessólocuandoquieres?LavocecitadeBárbaranosinterrumpió.—Berenjena,nomepuedodormir.—AcurrúcateenDiego.—Noquierodespertarlo.—Sí,esmejorquesigadurmiendo—dijoelniñorubio—.Nolegustaquevenga

averte,siemprequieredarmepatadas;pareceunburroeseniño.SeacercóaBárbara,larecostóconsuavidadenlacamaylaarropó.—Nolellamesburro—sequejóellasacandolosbrazosporfueradelasábana.—Sinoquieresnoselodigo,peroloes.TomódenuevolasmanosdeBárbaraentrelassuyasydebiódeapretárselascon

fuerzaporqueellasequejó.EntoncesviabrirselosojosnegrosdeDiegoy,antesdequepudieradetenerlo,saltódesucamaabalanzándosesobreelmuchacho.Ésteseloquitódeencimaconunempujónqueloestampóenelsuelo.Sinembargo,surostroangelical quedómancilladoporunmordisco en elmofletederechoque comenzóasangrarabundantemente.MiróaDiego,quesehabíalevantadopararegresarjuntoaBárbara. Sus ojos azules habían perdido la belleza de santo y una violenciatempestuosaseasomabaaellos.Apretóunpuñoquehubieraidodirectoalacaradesupequeñoagresor,peroledetuvesujetándoleelbrazo.

—No esmás que una criatura—le dije—. Tú eresmuchomayor que él, y ledoblasentamaño.

—Esunarata—respondióconrencor—.Yalepillarécuandocrezcaunpoco.Sellevólamanoalaherida.Debíadedolerlemuchoporqueentornólosojosy

fruncióelentrecejo.—No siempre vas a tener a tu guardiana para defenderte, gallina—amenazó a

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Diegoinsultándolo—.Éstatelaguardo,engendro,peloderata.Diego soportó aquella afrenta en silencio. El miedo se escapaba de lo más

profundo de sus pupilas negras, junto a unos destellos de odio, insólitos en unacriatura de tan corta edad, que me puso los pelos de punta. A su lado, Bárbaracontemplabacuantosucedíaconojosasustados.

Depronto,seoyóunruidoenlaescalera.Eralahermanadeguardia,quesubíalos peldaños con algúnbastardo abandonado en el torno.Podía reconocer quién seacercaba sólopor el sonidode suspasos;había aprendidoadistinguir losdistintosritmoscon losquecaminaban lashermanas, lasnodrizas, lascocinerasy losniños.Siemprehayalgoquenosdiferenciadelosotrosalcaminar,puedequesólosetratede un taconeo sutil, de un paso desacompasado apenas perceptible. Era un trabajoarduo en el que la soledad me ayudaba a emplearme a fondo. Más sencillo erareconocera lahermanaLudovicaporsurespiracióndeyegua,a lahermanaUrracapor el cloqueo de sus huesos, a la hermana Serafina por el tintineo de las llavescolgadasdesucordón,yalaBlasaporsuestruendodehombrequedominalatierra.

Elmuchachoseescabullóenlaoscuridad.Ágilcomounaardilla,lovicorrerporel pasillo con sus zapatos de ahorcado en dirección a las celdas de las hermanas.Apenaseraunasombraarrancadaalastinieblas.Loviascenderporlaescaleraviejayestrechaqueseescondíaenunextremoycrujíacomounalmaenpena.Perodesuspies no se escapó un lamento. Lo vi abrir la portezuela que comunicaba con labuhardilladelhospicio.Cuandohubeatendidoalbastardoquetraíalaguardiana,subíhastaallíporquelecreíaatrapadoamimerced.Cuánequivocadaestaba:habíahuidopor el tejado. Así entraba y salía del hospicio cuando le daba la gana sin serdescubierto,saltandoporlostejadosconsuaspectodeángelodeánima.Dominabacomopocoselartedeescabullirseparaquenoleecharanelguante.Esoseaprendeenlascallesdelavilla,entretruhanesquedespiertanbienelseso.

CuandounassemanasmástardellegóeldíadereunirmeconBerta,acudíalMesóndelÁguila dispuesta a obtenermás información sobre José, pero no fue necesario.TrashablarlebrevementesobrelarobustasaluddeBárbara,lamiradadelanodrizaseensombreció.

—Hoydeshaceoscomopodáisdelamujerquesiempreoscustodiaenunamesadándole al potaje—medijo—, porque alguien a quien deseáis ver hace tiempo osestáesperandoenelestablo.

—¿José?—lepreguntéconuntemblorenlavoz.Asintió.—Veoqueyaconocessunombre.Teprevinesobreéleldíaquenosconocimos.

Recuerdamisadvertencias,yportubiennoescuchesdesubocamásquelasgraciasquepretendedarteyunadiósqueteaconsejaríafueraparasiempre.

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Me apresuré a poner fin a nuestro encuentro. Ardía de impaciencia porencaminarmealestablo.Antesdeabandonarlaalcoba,Bertadepositóenmifrenteunligerobesoquesentícomounadespedida.

LeentreguélosdinerosalaBlasa.Sabíaquesóloasítendríaunaposibilidaddequitármela de encima. Agarró su parte, lamás jugosa, ymemandó queme fueraderechitaalhospicio,puesellahabíadehacerunosrecados.BiensabíayoqueibaajugarsemisgananciasenunacasadeesasquedebíadehaberfrecuentadoelpadredeDiego.Desdequesufaltriquerahabíaaumentadonoleerasuficienteconlaspartidasdenaipesenlasquedesplumabaalasnodrizas.Necesitabajugadoresasualtura.

—Cuidaditoconvolvertealmesónypegarlealtinto—meadvirtióconunalientotanabrasadorcomoelsoldelavilla,ysealejócalleAlcaláabajo.

Elestabloseencontrabaenlapartedeatrás,enuncallejónmalolientequeparecíauncementeriodemoscas.Sabíaquiénmeesperaba,ynoteníamiedoapesardequelapenumbraseagazapabatraslosfardosdehenoparaloscaballos.Siemprehabríademediarentrenosotrosunasombra.Estábamosatrapadosentreunaluzfamélicaylaoscuridadmásabsoluta.

Habíaunchicoquecuidabadeloscaballos,tendríamásomenosmiedad.Quiseescabullirme,perosepusodeprontofrenteamí.Ensusojosvislumbréunacegueracolorceniza.Guardésilencio.Nopuedeverme,medije.Élseñalóconlacabezaunaesquinadelestabloychasqueólalengua.

Me dirigí hacia allí y lo vi de espaldas, envuelto en una capa larga igual queaquella noche en la huerta de la Ludovica. Me pareció más alto y fornido, quizáporqueyanoseinclinabahaciadelante.Pordebajodelacapaquedabaaldescubiertola punta de su espada como aguijón de avispa. Acero desenvainado, alerta antecualquierpeligro.Calzababotasdemontarysosteníaelsombreroenunamano.

—José.—Esagradableescucharminombredeunoslabiosquenoseanenemigos—dijo

sinsorprenderse,ymesonrió.—¿Acasotenéismuchos?—Másdelosquedeberíatenerunhombredepaz.Aunquealgunosdemisactos

sehanhechomerecedoresdeellos.—Nohabladepazvuestraespada.—Aunquelallevecolgadadelcinto,laaborrezco.—¿Ycuálesentonceslacausadequeosacompañe?—Compruebo que seguís siendo tan curiosa como siempre. Pero os prometí

respuestasyhoyvengodispuestoadároslas.Sibienantesquisiera, simepermitís,agradeceros que hayáis accedido a encontraros conBerta, pues era voluntad de lamadredeBárbaraqueestuvierainformadadecómocrecíasuhija.Además,porellasé que veláis en el hospicio por la pequeña. Traje esto para vos. Es una humilde

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muestradegratitud.Tomómismanos y las besó. Luego depositó en ellas una bolsita de cuero. La

sostuveduranteunossegundos,silenciosayconmisojoscercadelossuyos.—¿Noqueréisverquéhaydentro?Abridla—merogó.Rodeabaelcuellodelabolsitauncordónquemisdedostorpesytemblorososno

acertaban a desatar. Era la primera vez que alguien se molestaba en hacerme unregalo.Sentíaelcalordelaciudadocultoentrelosfardosdeheno,sibilantecomounaserpiente al acecho. Fue él quien finalmente abrió la bolsa, sacó de su interior unrosarioconcuentasamarillasyloenroscóenunademismanos.

—Rezadpormí,Berenguela.Séquenotengoderechoapedíroslo,peronecesitosobremaneraquemetengáispresenteenvuestrasoraciones.

RecordéentonceslaspalabrasdelaLudovica,aquellanocheenquelasestrellasyla presencia de aquel joven dominaban su huerta: «Que el Altísimo tengamisericordiadevos,onoconseguiréisburlarlasllamasdelinfierno».

—Hansanadovuestrasheridas.Aúnrecuerdoelreguerodesangrequedejasteislanochequenosconocimos—ledijeacariciandolascuentas templadasdelrosario—.Sinembargo,algoostorturayosremuerdepordentro.Decidmedequésetrataparaquepuedaayudaros,paraquepuedarezarporvoscontodamialma.

—Berenguela,fuihombreunavez,nohacedemasiadotiempo,aunquemeparecequehayantranscurridosiglosdesdeentonces.YllevabaelnombredeJoséMontalbánconorgullo.Ahorameveoobligadoaocultarlo,viviendoenlamentira,porquemeheconvertidoenunespectroquehuyelamentándose.Unfantasmaenelquesemarchitamiexistencia.

Elhenocrujió. José se echó la capahacia atrás conunmovimiento rápidoqueanunciabalaprontaaparicióndesuespada.Alinstantebrillóantemirostroelacerofinoylargo,ysusojosverdesseoscurecieronantelasorpresayeltemordelosmíos.Entoncessentíungolpeenlacabeza.Medesvanecíenaquelestablosombrío,ymerendí al letargo sangriento que manaba de mi frente nublándome poco a poco lavisión,aunqueantesvislumbréaungigante,queseabalanzabasobreJosémientrasélintentabaatravesarleconlaespada.Aquelhombredeestaturaportentosablandíaunsablemoroyparecíaduchoenelartedelasarmas.NoleresultódifícildesarmaraJosé.Legolpeócomoquiengolpeaunmuñeco,lometióenunsacoyseloechóalhombro.Quisegritar,perosemehabíaheladolagarganta.Elgigantecantabaenunalenguaquenopodíacomprender, lade los judíos.Sinembargo,sussonidosnomeresultaban del todo ajenos. Aquella lengua se parecía asombrosamente a laentonacióndeBerta.

—Eselcorazóndelacebolla—gemíantesdeabandonarmeenunlimbonegro.

Regreséalavida,amividadehuérfana,unavezquehuboatardecido.Nohabíaalma

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humanaenelestablo,sólobestiasrelinchandogustosasporelfrescorquealimentabalanoche.Elmuchachodelacegueragrisáceasehabíaesfumadoypenséquepodíatratarse de un cómplice del gigante. Me dolía terriblemente la cabeza. Aúnconservaba en una de mis manos el rosario que me había regalado José. Meatormentabapensarqueaquel serdemedidasmonstruosaspudierahaberlomatado,condenandosujuventudysutortuosahistoriaalolvidodeunsacotriste.

Cómo volví al hospicio no puedo asegurarlo. Tengo vagos recuerdos de micaminardefantasmaporlascallesdelavilla.CuandologréalcanzarelportóndelaSantaSoledad,golpeélaaldabaconmisúltimasfuerzas.MeabriólaSerafina,ymedesmayé.

Permanecívariosdíasviviendoenunmundodeensoñacionesypesadillashastaquelleguéaconvencermedequesihabíamuerto,sindudamidestinonohabíasidootroqueelfebrilpurgatorio,puesallínoencuentraelalmadescanso;leesajenoelsueñoplácido,lasestrellasyelolorhúmedodelanoche;noexisteoscuridadniluz,puestodolocubreunvelodeprofundatristeza,unveloqueauntiemponosciegaynos permite ver lo más terrible de nosotros mismos. Y sin embargo, en vez deabandonarse, el alma en pena sigue luchando por comprender, por escapar, porencontrarrespuestas.

CuántasvecesvibalancearsedelasogaaldesgraciadoquehabíanacusadodelamuertedeEscolástica.Memirabaconsusojosexánimesbuscandolaconfirmaciónde su inocencia. «Lo sé», le decía yo, sin garganta, sin lengua, sin voz con la quepudieranoírmelosalguaciles;«losé,lehevisto,ungiganteconunsacoquecantaenuna lengua que hace brotar las lágrimas. No mentías. No nubló el vino tuentendimientofugaz»,ledecíaparasuconsuelodeultratumba.

Señorías,teníaqueserelgigantequienhabíaasesinadoaEscolásticanounasinotres veces; triple infamia sin posibilidad de resurrección. Cómo era su rostro, sucabello,susojos,sutorso,suspiernas,nolosé;todomepareciócolosaltantoenvidacomo en aquel purgatorio. Tan sólo su canto, que encerraba la más pura belleza,delataba que tenía sentimientos. Cada palabra de éste, cada nota perfecta que leacompañabaleconferíaalapiel,alacarne,aloshuesos,alsercompletoeldondelaclarividencia.Yporunossegundosunocomprendíasupropiahumanidadcomonolahabíacomprendidonunca,ysesabíacreadoparavivirycastigadoamorir,contodalahermosuraytragediaqueelloconlleva.Peroseentregabagustosoenbrazosdelamuerte,hundiéndoseenesamelodíaquetearrastrabaalaeternidad.

¿Quéeraaquelcanto?¿Consueloparalavíctimacondenadaaperecer,plegariadeperdónparaelasesino,oquizáambas?¿Quiéneraelgigantequeacometíalahazaña?

No desvelé ninguno de estos interrogantes en aquel purgatorio, donde tambiénaparecía José con su capa, sombreroy espada.Aveces lo veía vivo; otras,muertodentrodelsaco,sinposibilidadderedimirelpecadoqueyoansiabaconocer,sinmás

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consuelo para su alma que lamúsica del gigante. Necesitaba averiguar cuál habíasido su destino. Tenía el rosario de cuentas amarillas enredado entre los dedos, ycuandoalcabodelosdíascomenzaronadespertarenmílossentidosquesonligazónal mundo de los hombres, cuandome obligaron a recordar que poseía un cuerpo,apreté con fuerza el rosario de José y su tacto fue la mano que me guiódefinitivamentehastalavida.

Desperté.Mehallabaenunadelascamasdelaenfermería,arropadaporelolorinconfundibledelasoledaddelashierbas,delosemplastosamargosylascoccionesqueapestabana tierraygusanospodridos.Podía sentir sinverlas la frialdadde lastrompetillas y las pinzas, el equilibriometálico de las balanzas donde la Ludovicahacía sus mediciones, la robustez de los morteros en cuyo vientre trituraba lanaturaleza, y el tufo a chamusquina que quedaba en el aire procedente de loshornillos.

Había muy pocos enfermos en las camas de alrededor. Tan sólo unos cuantosniñosquedormíanprofundamente.Peroporencimade lapazdesus respiraciones,sobresalíaunresuellomásfuerteypoderoso,comoelrelinchodelasyeguas.Eralade lahermanaLudovica.Ladescubrí bajo la luzdeunasvelas, sentada frente a lamesaquehabíadispuestoenunrincónsolitarioyenlaquesolíaentregarsealestudiodelibrosyanotacionessobresuciencia.Protegidaporlanoche,plumaenmano,seinclinabasobreunpapeltanconcentradaensuescrituraquenosediocuentadequemeaproximaba.Apesardequenadahabíacambiadoenella,nisuhábitopardo,nisucuelloancho,nielvigordesusademanesysufigura,parecíadistinta.Eralamismamujerporfuera,laquehabíavistoabsortaeneltrabajoinfinidaddevecesalolargodemiinfanciayjuventud,laLudovicaentregadaasusinvestigaciones,piadosaconlasenfermedadesdelcuerpo,ygruñonaydistanteconlasnecesidadesdelalma.Perolapasiónquemostrabaanteaquelpapel,elfrenesíconquemanejabalaplumaylamojabaenel tintero,medijeronqueésaeraotraLudovica,unasincáscaraquemeresultaba desconocida. Nada de lo que había hecho hasta entonces me la habíamostrado.Nisuinexplicableocultacióndelpergamino,nielencuentronocturnoconJoséenlahuerta.EntonceshabíasidolaLudovicadesiempreaunquecometieraactosque no se esperaban de ella. Actos impropios de una monja cumplidora de susdeberes, pero pertrechados con las emociones sujetas como riendas de potro, ysiemprealerta,temerosadeDiosydeldemonio,fríacomoelalientodehospicio.

Algo le arrancóde repentede suensimismamiento.Depositó lapluma sobre lamesayenrollóelpapel.¿Ysifueraelpergaminoquedeseoencontrar,elquetrajolaTontadelosDesamparadosjuntoaBárbara?,mepregunté.Pero¿quéescribiríaenéllahermanaLudovicaconeseapetitoquelehacíaparecerotra?

Agazapada trasunode los catresvacíos, la vi tomardosbaldesydirigirse conellos a su huerta. Sabía que gustaba de recoger en ellos el rocío de la noche para

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luegoutilizarlocomoingredientedesusmedicinas.Unavezquecreíaquenadie laescuchabalollamó«aguadelcielo».

Meacerquépresurosahasta elpapel—si lahermana tan sólo iba a colocar losbaldes en la huerta, no tardaría en regresar—.Mientras lo desenrollaba con dedostemblorosos, entre los que sujetaba el rosario de José,maldije una ymil vecesmiignorancia, puesmehacía jugar endesventaja, ymeprometí que aprendería a leeraunqueenellomefueralavida.Enesaocasión,sinembargo,bastaronmisojosparahacer un descubrimiento tal que, por un instante, temí hallarme aún dentro demisensoñaciones.

HabíaunpardelíneasescritasconlacaligrafíapuntiagudadelaLudovicacuyosignificadonopudecomprender, sibiencomprobéqueno sehallabaelnombredeBárbara.Noera,portanto,elpergaminoqueyoanhelaba.Peroenlapartesuperiordelpapelamarillento,enelcentroyamododeescudodearmas,sehallabaundibujoquenomeresultabadesconocido.Lamismaserpienteconlacoladentrodelabocaformandoun círculo.Lasmismas alas demurciélago, lasmismasgarras, lamismacabezadegalloconcrestaypicopoderoso.Lasmismasestrellasamarillasadornandosu cuerpo escamoso, las cinco, ni unamás ni unamenos, de un amarillo brillantesobre el rojo y el verde de aquelmonstruo. Lamisma hoguera bajo su cabeza, elmismohalcónenelmediodelcírculoposadosobreunaescalerahorizontal,lamismafuenteexpulsandoelchorrodeaguaazulceleste.Elmismodibujo,señorías,queyohabíavistobordadoenelchaldelamadredeBárbaraaquellanochedepeste;elchalsalpicado por unas gotas de sangre desconocida que debía de reposar en esosmomentoseneldespachodedonCelestino.

Oí la respiraciónde lamonja,quecaminabaconpasosigilosoyalertacomosidesconfiarahastadelvientodelverano.Enrolléelpapelparadejarlocomoestabaycorrí de puntillas hastami cama de enferma, pero en el camino el rosario de Joséresbaló de mis dedos. No tuve tiempo de recuperarlo. Quedó sobre las gruesaslosetas,consuscuentascomotestigosdemipresenciaenunlugaryenunmomentoinapropiados.MehundíenelcolchóndepajamientraslerogabaaDiosquelohicierainvisiblealosojosgrisesdelaLudovica,queloapartaradelasuelagastadadesussandalias. Lo último que deseaba era que descubriera que había curioseado en sumesa y que había visto el dibujo del pergamino. Pero ¿me creería capaz derelacionarloconelbordadodelchal?Noestabasegura.Enaquelmomentoyoyanoalbergabaningunadudadequeaquellonopodíaserunacasualidad,ymástratándosedeundibujotanpococorriente.Esaserpientemonstruosaencerrabaunsignificado.UnsignificadoqueuníaalamadredeBárbaraconlahermanaLudovica.¿Acasoeraése elmotivo por el que lamonja había ocultado la existencia del pergamino? Elmisterioquesecerníasobreelnacimientodeaquellaniñaseenredabacadavezmás.

Laheridaque tenía en la frentepalpitaba.Mi curiosidad sehallabadesbordada

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comoun río.Demasiadosacontecimientosmehabían sucedidoenpoco tiempo.Laelaboración demi teoría sobre lamuerte deEscolástica, el encuentro con José, sudesaparición,elgiganteysucanciónmaravillosa,mispesadillasenaquelpurgatorio,y el hallazgo de una hermana Ludovica distinta a la que había conocido hastaentonces.Peroaúnmequedabaalgomásquedescubriraquellanoche.

Desdemilecho,vialamonjasentarsedenuevoyescribirduranteunbuenrato.Luego,trascolocarlaplumaconademánsatisfechoeneltintero,enrollóelpapel,selo guardó en un bolsillo del hábito y sopló la llama de las velas. La Ludovica seconvirtióenunasombra,ysedirigiósigilosahaciaunapequeñahabitaciónsituadaenunextremodelaenfermería,repletadealacenascontarrosqueconteníanhierbasypolvosparacurarmalesdecuerpoyespíritu.LaLudovicaentró,peronolavisalir.Esperéyesperé,señorías,hastaqueelprimertrinodelospájarosmalogróelsilenciodelanoche.Todavíaaoscuras,aunqueconelalbapegadaalosriñones,melevantédelacama,recuperéelrosariodeJosé,queestabatiradoenelsuelojuntoalamesa,ymeacerquéhastalahabitación.Antesdedecidirmeaentrar,permanecíunratoalaesperadeescucharalgúnruidoquedelataralapresenciadelaLudovica.Cuandomeasegurédequenoseoíanielsuspirodeunarata,empujéconsuavidadlapuerta.Lamonjahabíadesaparecidoentreesascuatroparedesrevestidasdealacenas.Nohabíaotra salidamásque laqueyohabíaestadovigilando.Asíque,medije,oaquíhayalguna puerta oculta quemis ojos no alcanzan a vislumbrar entre tanto tarro, o lahermanasehaesfumadocomosifueraunánimaynounamortal.

A partir de ese momento me propuse vigilar estrechamente a la hermanaLudovica. Necesitaba observarla el mayor tiempo posible, pues a mis veinte añoscomenzaba a comprender que en la observación paciente de los seres radica lasabiduría respecto a ellos. Tarde o temprano la verdad asoma tras sus gestos, susmiradas,osimplementetrasloshechosquecometencuandosecreensolos,asalvodelosdemás.Esentoncescuandoquedanamerceddelobservador,capazdepenetrarhastalasmismasentrañasdesusecreto.

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Laluzdelmediodíaquealumbrabaelcielotoledanoerapuraydiáfana.Perolasaladeaudienciassehabíasumidoen labrumadelsilencio tras lasúltimaspalabrasdeBerenjena. Sólo Pedro Gómez de Ayala se atrevió a interrumpirlo, llevado por laexcitaciónqueaquelprocesocomenzabaacausarensuespírituambicioso.

—Decidme,¿sabéissiaúnvivelahermanaLudovicaydóndeseencuentra?—MemarchédelHospiciodelaSantaSoledadenelaño1613ynohevueltoa

verla.Trabajé un tiempobreve como criada en casa de unmercader de telas de lacalledelaMontera,yluegoabandonédefinitivamentelavillaparaservirenlacasadeunhidalgodelpueblo toledanodeMocejón.AsuservicioyaldesuseñorameencontrabacuandovineaToledoporunencargoyoíhablardelaacusada.

—¿Ynohabéistenidonoticiasdelamonjaenestetiempo?—lepreguntóÍñigo.—MeescribíconlahermanaSerafinahastalaprimaverade1615enquemurió

defiebres.LahermanaLudovicaseguíaporentoncesacargodelaenfermería.Siaúnvivedebedesermuyvieja,lomenossetentaytantos,señorías,aunqueesposiblequenoselahayallevadolamuerteporquesuvigorysusaluderanextraordinarios.Sinopuedendarlenoticiasdeellaenelhospicio,nodudodequelasconsiganensuordenreligiosa.

—¿Llegasteisaaveriguarenalgúnmomentoquésignificadoteníaeldibujodelaserpiente?

Pedro esperó la respuesta enarcando sus violentas cejas, para enfatizar sucuriosidad.

—Paramítodavíahoyesunaincógnita,señoría.—Bien, otros asuntosurgentes reclamanentonces a este tribunal.Concluyamos

aquí la audiencia. Regresad mañana a las nueve para continuar con vuestrotestimonio.Yhacedmemoriasobrecuantoconcierneaesamonja.

—Nodudensusseñoríasdequeloquemepropongorelatarleslessatisfará.Una vez que Berenjena abandonó la sala de audiencias, Pedro se dirigió

expresamentealviejoinquisidor.—Hoymismoharemosllegarlaordenalcomisariodelavillaparaqueaverigüe

el paradero de esa tal hermana Ludovica y la traiga ante este tribunal, aunque demomentoseacomotestigo.Yahorabusquemosenelarchivolosprocesosdellibreroy del manuscrito del siglo XV. Puede que en los informes de los calificadoresconsigamos sacar algo en claro sobre el significado del dibujo que se repitemisteriosamente.Asísabremosconcertezaaquénosenfrentamos.Loutilizancomo

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si fuera un escudo de armas. Aparece en cartas, documentos, incluso bordado enropas.Pero¿quérelaciónexisteentrequieneshacenusodeél?¿Lesuníanlazosdeparentescoalamadredelaacusadayallibrerodelavilla,yaambosconquienquieraque redactara el manuscrito del siglo XV? ¿Y qué pinta la monja en todo esteembrollo?

—Creoquepodría tratarsedeunsímbolo—dijo Íñigo—deunemblemacuyasimágenespretendenrevelarunmensaje.

—Osrecuerdoquenoescompetenciadelfiscalinvestigarelcaso.Ésaestareadelosinquisidoresyvosaúnnolosois.Limitaosaformularunaacusaciónconformealoquenosotrosdecidamos.¿Oshaquedadoclaro?

—Sóloexpresasuopinión,noseáisgrosero—replicóLorenzo—.Eshombredesabiduría y de inteligencia despierta, como me aseguró su protector, y tiene suspropias ideas. Qué gran inquisidor llegaréis a ser, Íñigo, prometéis una gloriosacarreraeclesiástica.Yoyaestoycansadoymeretirarémuypronto.Podríaisocuparmipuesto.Alcanzaríaiselhonordeserelinquisidormásjovenquehayaexistido,yesoseríasóloelprincipio.

—¿Noestáisdeacuerdoconmigo,Pedro?—Meparece quemucho corréis.Acaba de empezar como fiscal y ni quiera es

cura—respondiómirándolecondesprecio.—Lasemanaquevienetomaréislasórdenesmenores,¿noesasí,Íñigo?Esome

habíaisasegurado.—¿La semana que viene decís? —contestó con una amplia sonrisa que

desconcertóalviejoinquisidor—.Porsupuesto…Siaúnestoyvivo,oslogarantizo.—¿Y por qué habríais de estar muerto? ¿Acaso estáis enfermo?—se extrañó

Lorenzo.—UnonuncasabecuándoDiospuedellamarloasugloria.—Yamehe cansadode enigmas, vayámonos a almorzar.Nos reuniremos a las

tresenpunto.Lorenzo se internó ansioso en las dependencias privadas donde le esperaba su

cocinera.Segúnseaproximaba,podíaolerelaromadelosguisosqueseescapabadelcomedor.Seguíaaquelrastrodeliciosoconlosojoscerradosmientrassucorazónlosaboreaba.Debíaadivinaraquémanjarescorrespondía:carneguisadaconazafrányajo y «comida blanca», un picadillo de ave con salsa de azúcar, leche y harina dearroz.Eraunjuegoquesetraíaentremanosconlacocinera,unaviejamoriscacuyasangremusulmanahabíalimpiadograciasalahabilidaddeunlinajistaalqueluegohizo quemar. Antes de retorcerse en las llamas le urdió a la vieja una genealogíafabulosaquelaconvertíaentataranietadelmismoCidCampeador.

Lorenzoentróaciegasenlaestanciaconunasonrisadebabaenloslabios.Allíloesperabalaviejacomocadadíaalahoradelalmuerzoydelacena.

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—¿Acertaráhoymiseñorinquisidor?—Comidablanca,deésanotengoduda.Sientoenmipielladulzuradelasalsa.—Quélistoesmiseñorinquisidor,noseleescapauna.—El día que no acierte será que lo habrás cocinado mal, y te mandaré a la

hoguera.—Noseatreverá,miseñorinquisidor,quenoencontraráotraquelepreparelos

pastelesdealmendra tansabrososcomoyo.Eldíaquememuera,de tanta lágrimacomovaaecharsutripasevieneconmigoparalatumba.

Lorenzorióconlabocaescarchadaporlalujuria.

TrascerrarconlasllaveselarchivosecretoydespuésdequePedroGómezdeAyaladesaparecieracomosiempresindespedirse,RafaelseacercócontimidezaÍñigo.Lehabíavistoregresaracasalanocheanteriorantesdelalba,perosubiódirectamenteasudormitorioynoseatrevióahablarle.Traía lamiradaperdida, la lobasuciay ladagaatravesadaenelcinto,comosihubieraestadoinmersoenalgúnlancenocturnodeesosdondesemezclanelhonorconelacero,ynopocasvecesconlabellaquería.PorlamañanahabíancaminadounoalladodelotrohacialacasadelaInquisición,recorriendo las calles en silencio mientras se protegían del frío con sus capas ysombreros.

—Espero que Santuario nos haya preparado un delicioso almuerzo. Tengobastanteapetito.¿Yvos?—lepreguntóRafaelconunhilodevoz.

—Ninguno,enverdad.Ademáshedehacerunparderecados.AvanzóporelpasillodejandoaRafaelabatido.—Esperad—lerogó—.Quisieradisculparmeporlosucedidoanoche.Mezcléel

tintoconmicuriosidadmásimpertinente.Osdoymipalabradecaballerodequenovolveráarepetirse.

—Esolesentaríabienavuestrorostro,porquelapróximavezesearañazoquetangustosamenteoshicisteisloconvertiréenespejodelmío.Detodasformas—añadióponiéndole la mano en el hombro con familiaridad—, ambos sucumbimos a lasbravuconadasdelvinoyfuimosdemasiadolejos.

Rafaelsintiótalalivioquecreyóqueseleescapabaelalmaenunsuspiro.—Esta noche disfrutaremos de la cena de Santuario, mas será con agua de la

fuente,quelacabezameestallacomosandíaapaleada.Trasdeciraquello,Íñigosealejóendirecciónalasalida.Rafael loviocaminar

porelpasilloylesiguió,primerohipnotizadoporsufiguragallardaydespuésporunhambremalsanadesaberlotodosobreél.Sehabíangrabadoensumentelasúltimaspalabrasdeladeclaracióndela testigo:«…enlaobservaciónpacientedelosseresradica la sabiduría respecto a ellos … la verdad asoma tras … los hechos quecometencuandosecreensolos,asalvodelosdemás».

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ElnotariovioaÍñigometerseporelcallejóndelapartedeatrásdelSantoOficioyatravesarunpardeplazasycallejuelashasta llegar aunade lasposadasdemáspostínde laciudad.Temíaencontrar trasél lasombradeaquelhombregigantesco,descubrir que los dos compartían el mismo objetivo. Temía escuchar de prontoaquellamelodíahereje.Apretóladagaquellevababajolaropillaajada.

Cuando sedisponía a asomarseporunade lasventanasde laposada, tuvoqueretroceder a todaprisa y esconderse enuna calle que se hallaba frente a la puerta.Íñigo acababa de salir. Vio cómo se envolvía aún más en la capa y se calaba elsombrero hasta las orejas con muestras de impaciencia. Al poco rato apareció uncarruajenegro,quesedetuvojuntoaÍñigoparaquesubierayenseguidasepusoenmarcha.Rafaelechóacorrertrasélduranteunpardemanzanas.Enlaventanilladeatráspodíadistinguirelcabellooscurodesucompañerorecogidoenunacoleta,yalparecer no viajaba nadie a su lado. Justo cuando pensaba que sus pulmonesmaltrechosnoaguantaríanmuchomás,elcarruajesedetuvoanteunacasasolariega.El cochero abandonó el pescante y golpeó la puerta con la aldaba. La abrió unamuchacha que parecía una criada e intercambió con él un par de palabras.Transcurrieron unos diez minutos, pero Íñigo no se bajó del carruaje. Al caboapareció una anciana de cabellos blancos protegida por una capa. Caminaba condificultad,consutalleencorvadoygrueso.Elcocherolaayudóasubiralcarruaje.Luegoregresóalpescante,golpeóconel látigoel lomodeloscaballosysealejóagranvelocidad.

¿Seríaaquéllalamujerqueletorturabaensueños?,sepreguntóRafael.¿Aquellacuyonombrenopodíapronunciarporqueseloimpedíanlaslágrimas?Noteníadesdeluego ni figura, ni donaire como para perder el seso, se dijo mientras regresabapensativoasucasa.Seimaginabaaunamujermásjovenydeslumbrante.

Santuario,sucriada,lerecibióconlaparsimoniadesulenguamuda.Notendríamásdeveinteaños.Alta,demiembroshuesudosydesgarbados,cabelloscastañosyojosavellana, leconsiderabaunbuenamoy leservíacondevoción.Ellaamabasucaligrafía, labellezade sus letrasquehablabana travésdel silencio.Cuandoélnoestabaencasa,agarrabalaplumadelnotarioconsutoscamano,ycopiabaalgunaslíneasdeunmanuscrito,imaginandoqueaquellaescrituraincomprensibleexpresabasussentimientos.Nadiemásqueellapodíaentenderlos.Porqueestabanescritosconel código secreto de su corazón, y a él nadie tenía acceso: era una puerta cerradacomosugarganta.Algunavezpensóenpedirleque leenseñaraa leeryaescribir,perosabíaquesuamolaqueríamudayanalfabeta.Ésaseranlascualidadesquemásapreciabaenella,porqueeraunamujertorpeylentapornaturaleza,surostrocarecíadegraciayteníauncaráctersosoquesetraducíaenunosguisostristes.Sinembargo,élvalorabasuexistenciasilenciosa.Silalenguadesucriadaestabaimpedidaparaelhabla,nopodíaenredarseenelmercadoconloschismesdeotrassirvientas.

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Disfrutabacuandolamirabacomodiciéndole:«Estoycansadoysolo,perotúnolo entiendes». Se equivocaba. Santuario lo amaba no con la pasión amorosa quequemaymata,sinoconeldeseoqueunsersolitariosientehaciaotroaquejadodelmismomal. Estaba convencida de que podría aliviar la tortura de su amo con sucompañíadondehallaríaalfinlapaz.

Pero con la llegada de Íñigo Moncada a la casa, Rafael había escogido otrocamino.Atráshabíaquedado todaesperanzademelancólicaquietud,del reposodeunalmaenotraquelacomprendeylaaceptasinpedirnadamás.LaprimeravezqueSantuariovioalhombredelacicatrizletuvomiedo.Habíaoídoenelmercadoquepor la noche caminabahechizadopor su sedde venganza.Ella no sabía si eso eracierto.Alasnuevedelanocheacababasujornadadetrabajoypartíaparasuhumildecasuchasituadaenlasafueras.Lepreocupabaquepudieradañarasuamo,aunqueélparecía tenerle un aprecio sincero. Por eso también empezó a detestarle.Desde sullegadasuamosólosabíamirarleaéleinteresarseporsubienestarycomodidad.

—Don Íñigo no almorzará en casa—le dijo Rafael entregándole la capa y elsombrero.

Santuariopermanecióinmóvilfrenteaél.—Vamos,Santuario,aquéesperas,cuelgamisropasytráemelacomida.Lamuchachasacódelbolsillodelafaldauntrozodepapelyseloofreció.—¿Quéesesto?—lepreguntóélunavezquelotuvoensusmanos—.¿Unbillete

quealguientrajoparamí?Ellanegóconlacabeza.—¿Noesparamí?Volvióanegar.Nadaponíaenelpapeldobladoencuatropartes.—¿EsparadonÍñigo,entonces?Santuarioafirmó.—¿Quiénlotrajo?Seseñalópordebajodelpechoparaindicarlequealguiendeescasaestatura.—Uncríodelacalle.Bien.Hashecholocorrecto.Yomeencargarédedárselo.Y

ahoravetealacocinaapormialmuerzo.Sequedósolo.Elbilletelequemabalasmanos.Nolopensó,seentregósinmása

sudeseo.Lodesdoblóconpulsotemblorosoyleyó:

Mantendréelsecretohastaqueeldestinolopermita.

No tenía firma. Mas Rafael hubiera jurado ante el crucifijo de la sala deaudienciasquelohabíaescritounamujer,puesnoeracaligrafíavaronilniexpertaeneloficiodelasletras.

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Alastresdelatardelosinquisidores,elfiscalyelnotariosereunierondenuevoenlasaladeaudiencias.Sobrelamesaalargadayacíanlosprocesosdellibrerodelavilla,cuyonombreeraFernandoSalazar,ydelmanuscritodelsigloXV,trasserrescatadosdelosarmariosdelarchivo.Esteúltimonopodíaserconsideradounprocesocomotal,puestoquenuncahubounacusadoaquienimputarlesuautoría,nidetenidosquetuvieranrelaciónconelcaso.Constabademuypocosdocumentos:elmanuscritoensí y unos cuantos papeles más que explicaban cómo había sido hallado, pues enaquella época de los primeros años del tribunal éste se encontraba muy ocupadolimpiandodeconversoslaciudadenmagníficosautosdefecelebradosenlacatedral,o sofocando rebeliones de herejes que planeaban masacrar a toda la poblacióncristiana de Toledo, como la de 2 de junio de 1485, que acabó con seis hombrescolgandode lahorca.Sinembargo,se interesaronporélotros inquisidoresmuchosañosdespués,aunquenopudieronhallarsuverdaderosignificado,orelacionarloconotrosacusadoshastaqueseapresóallibrero.

—Íñigo, no es competencia vuestra revisar y estudiar estos documentos—dijoPedro—.Yaosinformaremossobreelresultadodelaspesquisascuandotengáisquepresentarlaacusaciónformal.Asíquepodéisretirarosydedicarosalosquehacerespropiosdevuestrocargo.

—Dejad que nos ayude.Ardua es la tarea, y él es hombre de conocimientos ymenteracional—sequejóLorenzo.

—Insistoenqueestenoessucometido.—¿Notenéisnadaquedecir,Íñigo?—leapremióelviejoinquisidor.—Acatarélasórdenesdevuestrasmercedes.—DeseosaberalmenosvuestraopiniónsobreelviejomanuscritodelsigloXV.

¿Osplaceríadármela,Íñigo?—Conmuchogusto.Esciertoquehadespertadomicuriosidadenormemente.—Meniegoaquelolea—replicóPedroponiéndoseenpie.—ViveDios que es absurda esta situación.Habrá de verlo si finalmente ha de

acusar basándose en ello. Jamás le pusisteis tantas trabas a un fiscal para hacer sutrabajo.Esoficialdelsecretoyposeellavedelarchivo.

—Perosuacusacióndebeasentarseennuestrasconclusiones—exigióPedro.—Realmenteavecesresultáistediosocontantocelo.Íñigo,examinadlomientras

nosotrosnosenfrascamosenelprocesodellibrero—dijoelviejoinquisidorconunalevesonrisa.

Elmanuscritohabía llegadoalarchivoel30dediciembredelañodelSeñorde1487.Uncomerciante,deregresodeunviajedenegocios,familiarademásdelSantoOficio,loencontróenelzurróndeunhombrequematóunaheladaenlasriberasdelTajo.Lasevidentesaunqueincomprensiblesimplicacionesmágicasohechicerasdeltextonolealarmarontantocomoelhechodequeestuvieraescritoenhebreoademás

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de en latín. Cumpliendo con su deber, el comerciante lo entregó a la Inquisición.Nada pudo averiguarse sobre la identidad del cadáver. Se le dio sepultura como atrozodehielo.

Eldibujodelaserpientealadasehallabaperfectamenteconservado.Loscoloresrojoyverdedesucuerpoaúnbrillaban,al igualque lasestrellasamarillas.Parecíaobradeunexpertominiaturistapor labellezaquemostrabaelhalcónposadoen laescalera, las llamas del fuego o las aguas de la fuente. En verdad era exacto albordadodel chal.En laparte superior, junto al dibujo, habíados inscripcionesquedecían:

Mavetbeieniká133Morsosculi133

Las dos significaban: la muerte del beso. La primera escrita en hebreo; lasegunda, en latín. Bajo ellas se hallaban escritas unas palabras también en ambaslenguas,cuyatraduccióndecía:

Deunamujerconeldondelamuertenaceráunaniñaconeldondelavida.Ellaabrirálaspuertasdelpresente eterno cuando sean a un tiempo las cuatro estaciones delmundo, y en susmanos florecerá elmedicamentoceleste.

Eraacertado,portanto,elrecuerdodelviejoinquisidor:setratabadeunaespeciedeprofecía.Masnoapuntabanadasobrequéycuándoocurriría.Los informesqueconstabanenellegajoversabanprincipalmentesobrealgollamado«elmedicamentoceleste», y lo relacionaban con la antigua ciencia de la alquimia. Era lo que losllamados «filósofos del fuego» habían buscado desde tiempos remotos, el arcanoúnico.Unossereferíanaélcomolapanaceauniversal,medicinaquecurabatodoslosmalesyrejuvenecíaalenfermo;otros,comolaprimeramateriaolapiedrafilosofal.Perotodoselloscoincidíanalafirmarqueproporcionaríalainmortalidadalhombre,oalmenosleayudaríaaburlarlamuerteduranteuntiempo.

EntrelosdocumentosÍñigoencontróunpergaminodebordesamarillentosconundibujo que representaba a Cristo rodeado por los cuatro evangelistas. Bajo élconstabandosanotaciones.Laprimeraselimitabaarepetirunafrasedelaprofecía:«… cuando sean a un tiempo las cuatro estaciones del mundo». Mientras que lasegunda,realizadacondistintaletra,decía:«…evangelistas,estrellasfijas…».

—¿Habéisaveriguadoalgo?—lepreguntóLorenzo.—Unpergaminoque creoque se refiere almomento enquedebe cumplirse la

profecía.—Meresultabastanteimprobableymisteriosoquepuedaexistirunafechaenla

queconverjanprimavera,verano,otoñoeinvierno—apuntóelviejoinquisidor.

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—Dejadmeexaminarlo—leexigióPedro.—Contieneeldibujodeuntetramorfos—dijoÍñigomientrasseloentregaba—.

Cristotodopoderosocustodiado…—Séperfectamente loqueesun tetramorfos—le interrumpió trasdirigirleuna

miradaagria—.Cristoconloscuatroevangelistasacompañadosporlascriaturasqueles representan: el toro a sanLucas, el león a sanMarcos, el águila a san Juan, elángelasanMateo.

—¿Ysabéisquérelaciónpodríantenerconlasllamadasestrellasfijas?Pedrolevantóunacejaadustamientrasescudriñabalosojosdelfiscal.—¿Yvos?—lepreguntó.—No,laastrologíanomedespiertaelmenorinterés.Después de investigar los legajos pertinentes, encontraron un documento que

versaba sobre la muerte del beso. Éste revelaba que a través de ella se podíaexperimentarelamormássublime.

—«Quemebesecon losbesosdesuboca.»Cantarde losCantares,capítulo1,versículo2—dijodeprontoÍñigoconlamiradaperdidaenelCristodelcrucifijoquepresidíalasaladeaudiencias.

—¿Consta esa cita bíblica en el informe del calificador que estáis leyendo?—preguntóLorenzo.

—Asíes—respondióconlamiradaperdida—.Atravésdeunbesoseunendosalmas.Hade serunbeso en laboca, que ésta esorigeny fuentedel espíritu, parasaborearlamuerteyretornarluegoalavida.Masnohedebesarlaaella,esenDiosdondedebohundirmislabiosardientes.

—¿Leéisenalto,divagáisosacáisconclusiones?—dijoPedro.LosojosdeÍñigoregresaronalasala.—«Quemebeseconlosbesosdesuboca»,delCantardelosCantares—repitió

convozgélida.—Yaosheoídocitarlasescrituras.Pero¿quiénhadebesar?—Yavé.—Noblasfeméis—leadvirtióPedro.—Leedesteinforme.Lamuertedelbesonoesmásqueunamuerteiniciática.—¿Yquésucedetrasella?—Esooscompeteavosaveriguarlo—respondióÍñigo.—Notengáisdudadequeloharé.—Loveremos—replicó Íñigoconunamiradadesafiante—.Yahorahede ir a

prepararlaacusacióndeotrosprocesosquehaypendientes,queeselcometidodemicargo.

Íñigoabandonólasaladeaudiencias,parasatisfaccióndePedroGómezdeAyala.Aquella tarde los inquisidores no celebraron ninguna audiencia. Permanecieron

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enfrascados en el estudio de los documentos, mientras el notario registraba susconclusiones.

Cuandollególanoche,RafaeleÍñigosereunierondenuevoentornoalacenaquehabíapreparadoSantuario.Comieronsincruzarpalabraduranteunrato,degustandola tristeza de las alubias y de las tajadas de ave como si la criada las hubieraaderezadoconsumudez.Habíanrechazadofinalmentecenarconaguaybebíanvino,aunqueconunaprudenciaalaquenoestabanacostumbrados.

—Rafael,¿llegaronaalgunaconclusiónlosinquisidoressobreelsignificadodelaserpientetrasrevisarelprocesodellibrero?

—Quizánodeberíahablarosdeello—respondióelnotariobajandolamirada.—No lo hagáis si os incomoda. Lamento habéroslo preguntado. Es simple

curiosidad,megustanlosenigmas.—DonLorenzoestabaenlocierto.Sivaisapresentarlaacusacióntendréisque

saberdequésetrata.CreoquePedroostienecelos,jamássehabíacomportadoasíconunfiscal.

—Equivocamisambiciones.—Acertasteisaldecirquelaserpientepodíatratarsedeluróborosyrepresentarla

eternidad.Amítambiénmegustanmuchoslosenigmas.Osconfiesoqueunademislecturasfavoritassonloslibrosdeemblemas.Poseounodemipadrequepudesalvardelapasiónpoéticademimadre,puesvendíatodoslosquenoconteníanversosencuantoteníaoportunidad.SetratadeEmblemasmorales,deJuandeHorozco,ilustretoledano.

—Hermosolibro.—¿Loconocéis?—Porsupuesto.—Curiosamentetambiéneracitadoenunodelosinformesdeloscalificadores.Si

mepermitísqueexpresemiopinión,creoque,comodijisteis,podría tratarsedeunemblemaaunquenoleacompañeningunainscripción.Semehaocurridoquequienescribió elmanuscrito del sigloXV, el librero, lamadre de la acusada y lamonjapertenecenaunmismogrupoqueseidentificabajoesesímbolo.

—Vosseríaismejorinquisidorqueyo.Brindemosporello.Apurarondeuntragohastalaúltimagotadelvaso.—No creáis. A la misma conclusión llegó Pedro, aunque tampoco le resultó

difícilconlosantecedentesdequedisponemos.—Dudoquepuedallegarmásallá.—Nolosubestiméis,eshombreastuto—repusoRafael.—Losé.Perocreoquevoshabéisdadoenelclavo.DesdelaAntigüedadnoha

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habido nada más útil para ocultar un secreto que una imagen cuyo verdaderosignificado sólo alcanzarán a comprender los que posean los conocimientosadecuados.Yéstossereconoceránpormediodedichaimagen.Ésteeselorigendelosemblemas.

—¿Creéisentoncesqueelsecretoqueescondeserefierealaeternidad?Ydeserasí,¿aquéeternidad?—lepreguntóRafael.

Secomióunacucharadadealubiasesperandolarespuesta:lasdeshizoenlaboca,lasaplastóconla lenguadisfrutandodesutexturacalienteydensa,comolasangrequelerecorríalasvenascuandoestabaasolasconÍñigo.

—La forma circular era considerada la más perfecta de todas desde la Greciaclásica—contestóÍñigo—,puesnotieneprincipionifin.Utilizabaneluróborosparadaraentenderque«todoesuno».Quetodohadellegaradondeempezóparaqueseaperfecto.

—Sinembargo,enelinformedeotrocalificadorseidentificabaalaserpiente,envez de con el uróboros, con otro animal más temible a juzgar por las alas demurciélago,lasgarras,lacrestayelpicodegallo.

—El invencible basilisco —dijo Íñigo—. Nacido del huevo de una gallina yempolladoporunsapo.

—Cierto.Elbasiliscoapareceenmilibrodeemblemas.Osloenseñaré.Rafael se levantó para ir a la librería a buscarlo.Deseaba impresionar a Íñigo,

demostrarlequeeraalgomásqueunsimpleescribanoqueselimitabaacopiarloquedecíanotros.Conéltambiénpodríadisfrutardeunaconversaciónalaalturadesusvirtudesintelectuales.

—¿Profesáiselhumanismo?—lepreguntóderepenteÍñigo.—¿Porqué?—Los humanistas eran grandes apasionados de la emblemática.Y no pocos en

Españafueronsospechososdeherejía.—¿Queréisquemarme?—replicóRafaelconvoztímidayvacilante.—¿Acasolomerecéis?Íñigo lomiró fijamente. Luego soltó una de aquellas carcajadas diabólicas que

dejabansobrecogidoalnotario.—Haycosasquenisiquieraelfuegopuededestruir—dijoacontinuación—.Tan

sólo lasaviva.Perovolvamosal emblema.Sentaosymostradmevuestro libro,porfavor.

Eraunmagníficoejemplar.LaprimeraediciónquesehizoenSegoviaen1585.—Permitidmequebusquedóndesemencionaalbasilisco—lerogóRafael.Íñigo se lo devolvió tras haber hojeado unas cuantas páginas. En ese instante

entróSantuarioconelpostre,unatartadealmendras.—Recogelosplatosyveteacasa—leordenósuamo,perononosinterrumpas

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más.Ellaobedeciótrasecharalfuegootrodelosmanuscritosdepoemasapiladosen

unacestopróximoalachimenea.Luegocargóconlascazuelasdelasalubias,yseretiródeseándoleslasbuenasnochesconunainclinacióndecabeza.

—Elbasiliscoerainvencible—dijoÍñigomientrasRafaellobuscabaenellibro—.Matabaconsualientoosumiradaacuantapersonaoanimallesalíaalpaso,ysecabaárbolesyhierbas.

—Loheencontrado—anuncióelnotario,yleyó:

Porelbasiliscoque se traba la coladenotabanel tiempo,yponendentro figurasdediosesdandoaentenderquesoninmortales,porqueesteanimalteníanporinmortalyasíloponíansobrelacabezadelosdiosesysignificabaeternidadtambiénporestamismarazón.

Traslalecturasequedópensativoduranteunosminutos.—Entonceselhalcón,lahogueraylafuentedeberíanserinmortales.—Confiesoquevuestracompañíacadavezmeresultamásgratayestimulante—

repusoÍñigosirviéndoseotrovino.Rafaelsintióensusmejillaslalumbredelachimenea,yserefugióenlaspáginas

dellibroparaocultarsuazoramiento.—Peroelhalcónnoesinmortal,Íñigo.—Losegipciosrepresentabanelalmapormediodeunhalcón.—¿Cómolosabéis?—Estudiélosjeroglíficosegipciosconunmaestromíodelauniversidad.Vosque

soistanaficionadoalosemblemasdeberíaissaberquesonlabasedelamayoríadeellos.Halcónenegipciosedicebaieth.Baisignificaalmayeth,corazón.Portanto,elcorazóneraparaelloslaenvolturadelalma.

—JuandeHorozcorelacionaelalmaconelazor.RafaellobuscóenellibromientrasÍñigosecomíalatartadealmendra.—Escuchad:

Elánimaentendidaporelazor,conformealnombrequeledanqueesBaieth,porquebaientreellossignificaalmayethcorazón,ydelamaneraqueestaaveconsuligerezaunasvecessubemuyaltoyotrasnosedesdeñadevolarmuybajo,asíelalmaselevantaalgunasvecesalacontemplacióndelascosasyotrasbajaaconsiderarlasmásínfimasdelatierra.

—Luego el halcón dentro del basilisco significa que el alma del hombre esinmortal. Pero ¿por qué posarlo sobre una escalera en posición horizontal? LaescalerapodríaserladeJacob,conlaqueascendióalcielo.

—Deberíaistomaroselpostre,Santuariohoysehaesmeradomásqueotrosdías—dijoÍñigotrassaborearelúltimopedazodelatarta.

—Sus dulces no son delicia demonja, precisamente. Parece que cuanto toca omira,loamargaconsufaltadepalabras.

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—Creoquecuandoellaosmirauostocalohaceconlamástiernadevoción.—Aunasí—respondióRafaelevitandolamiradadeÍñigo—.Detodasformasno

podríaprobarniunbocado.Meresultademasiadointeresanteelestudioqueestamoshaciendo.Puedequelleguemosaaveriguarmásquelospropioscalificadores.

—Bien, la escalera en posición horizontal podría referirse al horizonte dondecieloytierraseunen.

—Cielo y tierra…—repitió pensativoRafael—.El almano sube al cielo, sinoquesequedaenlatierra,oentrecieloytierra,¿elpurgatorio?

—Creoquesignificaquelapartecelestialdelhombre,elalma,ylaparteterrena,podríamosdecirsucuerpo,sucarne,seráninmortales.

—Porestarencerradosdentrodelbasilisco.—Efectivamente.—Lainmortalidaddelhombreencuerpoyalma—dijoRafaelemocionado—.A

estamismaconclusión llegabaunode los informesde loscalificadores,pero sobretodoalrelacionarloconelmedicamentocelestedelosalquimistasquesenombrabaenlaprofecía.

—Elmedicamentocelestebuscadodesdeelcomienzodelostiempos,lapanaceauniversalquealargalavidaolahaceeterna.

—Deahílaformacirculardelbasilisco.Comohabéisdicho,nohayprincipionifin.

—Así es, el hombre ha de llegar al principio de su origen: la Creación. En elparaíso,AdányEvaeraninmortalesantesdemorderlamanzana.

—Íñigo,creoquehemosllegadoaunaconclusiónmuyacertada.Pasemossiosparecealfuegoqueardebajolacabezadelmonstruoyalafuente.

—«LagloriadeDiosaparecíacomofuegoardientequeabrasaba lacumbredelmontealosojosdeloshijosdeIsrael»—recitóÍñigo.

—¿DelGénesis?—Éxodo.—¿CreéisqueelfuegorepresentaaDios?—Esposible.—¿Yquémedecísentoncesdelaguacelestequebrotadelafuente?—Nosemeocurrenada.—¿No hay en los jeroglíficos egipcios que tantomencionáis algún indicio que

puedaarrojarnosalgodeluz?Íñigosonrió.—Enellosfuegoyaguasonsímbolosdelapurificación.—Puede tener sentido. Veamos si encuentro algo en el libro —dijo Rafael

mientrasseenfrascabadenuevoensulectura:

Porelaguayelfuegosignificabanlalimpiezadeloquehabíatenidomanchasyselehabíanquitado;

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porque estos elementos son los que todo cuanto hay purifican, pues lo que el agua no lava lo gasta elfuego.

—Elhombre,unavezpurificado,alcanzaríalainmortalidadencuerpoyalma.Yquizá lo consiga a través delmedicamento celeste—añadió Íñigo—.Desde luegotienesentido.

—¿Informaréisalosinquisidoresdenuestrasaveriguaciones?—Recordadque ellos sonquienes deben investigarlo, comodecíaPedro, y por

tanto resolverlo por sus propios medios o con la ayuda de los calificadores —respondió Íñigoconunasonrisaácida—.Yahora, simedisculpáis,me retiroamialcoba.

—Continuemoselucubrandounratomás,porfavor.Presientoqueíbamosporelbuencamino—replicóRafaeldesilusionado—,yaúnnosquedanmuchospuntosqueresolver,lasestrellasdelcuerpodelanimal,loscolores…

—OtrodíaRafael,otrodía.HedisfrutadomuchoconnuestraspesquisasyconlalecturadeJuandeHorozco.

—Esperad—le rogóelnotariomientras sedirigíaa suescritorio—.Han traídoestanotaparavosmientrasestabaisausente.

—¿Lahabéisleído?—No tengo por costumbre curiosear la correspondencia ajena —dijo al

entregársela.Íñigodesdoblóelpapelytrasleerlosonrió.—¿Malasnoticias?—Nadaquenosepuedaarreglar.Buenasnoches.Seretiróasualcoba.Sehallabacansadoyconcilióelsueñomuypronto.

Entretanto, la acusada que se hacía llamar Isabel deMendoza escuchaba el cantonocturnoqueserepetíatraselmurodelacárcelsecretadelSantoOficio.Seovillóeneljergónhastaquesequedódormida,ysoñóconelhombrequeamaba.

«Caminas desnudo sobre las losetas mugrientas. De la sombra de tu cuerporeflejadaenlapareddelacelda,sobresalenafiladostansólosexoydaga.Virilesseacercanamí,mientrasmisoledadseexcitaentrelosmuslos.Conladagadetumanorajasmihábitodepresa,ydelosjironesbrotanmispechossometidosalinstanteallátigode tu lenguaque losendureceferozmente.Gimo.Amordazasmibocacon latuya exigiendo silencio. Desfallezco. Te apartas, me tomas por los hombros, meacuestassobrelapajamiserable.Lavastatelacededenuevoalfilodeladagaysurgeelvientrepálido.Elgrilletequemeencadenalasmanos,loenganchasalaargollaquepende del muro para inmovilizar en el catre al prisionero. Y con los brazosextendidos, como si de velos mi cintura estuviera rodeada, bailo libertina para

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atraertehastaqueenmí sucumbe tu sexode sombra.Y lloropornopoder tocarte,porquetucarnesehacehumo,porquehuelesalascenizasdelanoche.Lloroporelalbaqueenhorizontedepotroseestirapúrpurayjadea.»

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Toledo,5denoviembredelañodelSeñorde1625TribunaldelaSantaInquisición

Audienciadelamañana

Eraunmiércoles luminoso.Enlasaladeaudiencias,Berenjenasehallabayaensupuestodelbancodemadera.Habíadormidomal,lehabíanasaltadoduranteelsueñopesadillas sobre su propiamuerte, como en la época en que supo del asesinato deEscolástica.Temblóporuninstantealcontemplarelcortinóncarmesí,peroelrosarioenredadoentresusdedoslediofuerza.Sonrióaloscuatrohombresqueesperabanensilencioaquecontinuaraconsutestimonio,ynolodemorómás.

Señorías, cuando me repuse por completo del golpe del gigante, abandoné laenfermería para regresar ami lecho en el dormitorio de las nodrizas.LaBlasameestaba esperando para propinarme un buen palo por no haber ido aquella tardederechita al hospicio como me había mandado. Me excusé diciéndole que decidíacercarme a la calleMayor para comprarmeun rosario con el dinero deBerta, asíjustificabatambiénelregalodeJosé.Deestaformasólomellevéunpaloenvezdeunoscuantos,puescomprendióquealmenoshabíautilizadomisgananciasparaunfinnoble,adiferenciadeella,quelashabíadespilfarradoenlascasasdejuego.Nolehablé de mi atacante gigantesco, me limité a decirle que un mendigo me habíaasaltadoenuncallejónpara robarme.Yel asuntoquedóasí zanjadopara laBlasa,aunquenoparamí.

Transcurrió una semana en la que apenas concilié el sueño, hasta que ella seausentódelhospiciopara jugarotradesuspartidasypudeacercarmealMesóndelÁguila. Cuando llegué a la puerta noté que por un momento me flaqueaban lasfuerzas,puesmeasaltóelrecuerdodelosucedidoenelestablo.Peropesaronmásenmi ánimo las ganas de dar con Paca la Ternera para rogarle que me pusiera encontactoconBerta,aunqueellamehabíaindicadoquesólorecurrieraaesamujersiBárbara tenía alguna necesidad, y la pequeña se hallaba perfectamente. Era yo,señorías,laquepadecíaunmal,unoqueseclavaenelalmacomopuntadecuchilloynopermiteeldescanso.Merefieroaldeseodesaber,dehallarrespuestas.NecesitabapreguntarleaBertaquiéneraaquelgigantedecánticosobrenatural,porquésulenguase parecía tanto al acento secreto de ella, y qué había hecho con José.Necesitaba

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saber si a partir de entonces debía limitarme a rezar con el rosario de cuentasamarillaspor la salvaciónde sualma,o sipodía esperarverlodenuevo.BertamehabíadichoquenodebíafiarmedeJosé,peromepreguntabasinoseríadeelladequien debería desconfiar. Según mi teoría, el gigante podía haber asesinado aEscolásticaobedeciendosusmandatos,puesellazoquelosuníameparecíacadavezmenosdébil.

PacalaTerneraeraunamujeronadecincuentaytantosconelpelocomoelcarbón.Eranaturaldelastierrasportuguesas;nohabíamásqueoírlepronunciardospalabrasparadarsecuenta.Trassuacentodulcenoseescondíanada,erapuro,ysinningunacapaquequitar.Seencargabadecuantoconcerníaalasalcobasdelpisodearribadelmesón.Portanto,debíaserdiscreta,ciega,sordaycasimuda.Meconocíadevista,aunqueyoaellanolehabíaechadoelojojamás.Fueamableconmigo,peronopudoonoquisoayudarme.

—BertasehallaenValladolid,jovencita,ynopuederegresaralavillaydejarasuamosolo—medijo.

—Perohedehablarconella.—Habrásdeesperaraqueregreseytemanderecadoalhospicio.—¿Ysilaniñaenferma?—¿Aquéniñaterefieres?Era posible que aquella mujer no supiera de la existencia de Bárbara o que

fingieranoconocerla.Talvezsepreciaradesertandiscretaquenohablabajamásdelo que ocurría en las alcobas. Toda la información que pude sacar de nuestraconversaciónfuelaqueleshemencionado,yquehabíanacidoenelmismopuebloqueBertayquealcabodelosañossehabíanreencontradoenlavilla.

—¿Seríaistanamablededecirlequesélodelgigante?PacalaTerneraenarcólascejas.—Ellaloentenderá—repuse.

OchomesesdespuésregreséalmesónalahoraconvenidaperonohalléaBertaenlaantecámara donde nos reuníamos. Paca la Ternera ya no trabajaba allí. Habíandesaparecido. Nadie quiso darme noticia de ellas; en aquel lugar la discreción erareinayniunalmaqueríatraicionarla.

Apartirdeentonces,eltiemposetornaríaparamílentoypesadocomoburladelafugacidaddelavida.PasaronañossintenernoticiasdeBerta,añosenlosquenosupesiJoséestabavivoomuerto.

Asíquemeconsagréencuerpoyalmaadostareasesenciales:laobservacióndelahermanaLudovica,yelcuidadodeBárbarayporsupuestodeDiego.Osadoniño.

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La infanciadeBárbaraes la infanciadeél.Eraunacriaturadeaspecto raquíticoydébilencomparaciónconella,quesecriabarobustayfuerte.LasmayoresalegríasdeBárbara,susmayorespenasfueronporsucausa.Loamabasintenerconcienciadeloqueeraelamor.Lonecesitabade talmodoquenoconcebíasuausencia.Élnoeraunapartedesucuerpo,unbrazoounapiernaquehubieranpodidoamputarleysinlaquehabríaseguidoviva,erasupropiocorazón,señorías,losupeconeltiempo.Creoque aquella noche de peste ocurrió algo en la caja de salazones que escapa alentendimiento humano, a la lógica de la vida y la muerte a la que estábamosacostumbradas en el hospicio. Era tan fácil dejar entonces estemundo, irse con elsabordelnacimientoaúnprendidodeloslabios.AvecespiensoquesibienNuestroSeñorseapiadódeellosy lespermitióvivir,decidióquehabíandehacerloconunmismocorazóndivididoendospechosperoconelmismolatido,quecondenaríaalasmitades a buscarse y a necesitarse eternamente.Estoy segura de que era ese únicolatido escalofriantemente acompasado y exacto lo que desconcertaba a la hermanaLudovicacuandoloescuchabaconlatrompetillametálica,eibadelpechodelniñoalde la niña sin concederse tregua y con las mejillas enrojecidas por aqueldescubrimientoquedesafiabaalacienciadelamonja.

Cruel condena, señorías, laquenosuneaotro serpara siempre,pues enpocasocasiones permite la paz. Te inflama el alma de anhelos y deseos, de miedo yesperanzas;yconexactamanotellevadelcieloalinfierno,delvenenoalgozo.Loscompadecíaydichacompasiónfueagrandándoseenmisentrañasconformecrecíanylosveíaamarseysufrirauntiempo.

LaBlasaconsiguiócriarloshasta losdosaños,apesardequela lactanciaenelhospicio se extendía como mucho hasta los dieciocho meses. Después estuvoamamantándolos a escondidas por lo menos hasta que cumplieron los tres; así seaseguró de que no le faltaba la leche que seguía apostándose a los naipes. Perotuvieronqueabandonareldormitoriodelosniñosdepechoparaacomodarseeneldelos destetados, el peor de todos, puedo asegurárselo. Era el más grande, el másalargado, con tres filas interminables de camas bajo un techo alto y sin un soloinsecto.Hacía tanto fríoque loshuesos sehelabany crujíancomosi lospequeñosesqueletos estuvieran hechos de madera vieja. En las horas fantasmales de lamadrugada, los alientoshuérfanos formabanunvahodehieloque flotabaentre lascamashastalallegadadelalba.Tambiéneraeldormitoriodondemássesufría,quizáporque uno comenzaba a tener conciencia de la vida al pasar a los dominios de lahermanaUrraca,que,comolesanticipéalprincipiodemitestimonio,gobernabasinunápicedecompasión.Siantesnolesquisehablardeellaesporquemebastaconpronunciarsunombreparaquemimemoriaseestremezca.Caminabaapoyadaenunbastónparamantenererguidos sushuesosancianosydestartalados,queemitíanunsiniestrocloqueoalcaminar.Eraunamonjadiminuta,derostroenjuto,amarillentoy

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arrugado,conojosmaliciososyunaverrugaenunaaletadelanariz.Sepasabaeldíainventando fechorías para aterrorizar a los niños. Su favorita la llevaba a cabodespuésdequeseacostaran.Sedisfrazabadebrujaechándoseencimadelhábitounamantanegraconunaaberturapordóndesacabalacabeza,ysecubríaelpelolacioygrisconunasraícesapestosasqueguardabaenuntarrodecristalycuidabacomosiaún estuvieran vivas. Así que cada noche, vestida de esa guisa y armada con unaescobadelacocina,sepaseabaporeldormitoriomientraslesgritabaalosinfelices:

—¡Desgraciados bastardos! ¡Hijos del pecado y la pobreza, al primero que semuevaoquellorelohagoseboymelocomo!

Lospequeños semetíandebajode las sábanas sin atreverse a emitirniun sologemido. Aprendían rápido cómo debían comportarse para sobrevivir sin que lespropinaranmáspalosdelosnecesarios,porquealqueoíallorar,Urracaleatizabaunescobazoriéndosecomosifueraunperroquegruñe,sinenseñarlosdientes,conlabocacerradayloslabiosapretados,comomehabíadicholaBlasaquereíanaquellosquenoatesorabanensupechoniunapizcadecorazón.Apesardeltiempoquehabíatranscurrido desdemi estancia en aquel dormitorio, yo aún temblaba y sentía unasfuertesganasdeorinarcuandolaoíareírasí.EstabaconvencidadequesilahermanaLudovica le ponía en el pecho la trompetillametálica no hallaría en él ni un sololatido.Además,laBlasamehabíametidoenlacabezaquelahermanaUrracaerauna«desenterrada». Así llamaba ella a las personas que gracias a la magia del diablohabíanvueltoanacerenlatumba,ypululabanporelmundosinmáspropósitoquehacer sufrir a los demás. Muchas veces me había contado durante mi infancia, ysiemprebajoeltemblordelastinieblas,quehabíavistoalahermanaUrracaescupirtierradesupropiasepulturaenloslienzosquellevabaarrebujadosenlosbolsillosdelhábito.Era frecuentepercibir enelhospicio los carraspeos rocososde sugarganta,quesepropagabandeunaestanciaaotraatravésdeunecoamenazante.Enalgunaocasiónmehabíaatrevidoamirarladereojomientrasescupía,perosepegabatantoellienzoalrostroquejamáspudeverelmenorrastrodetierraoflema.

Pormuydescabelladaquemeparezca ahora la existenciade losdesenterrados,señorías—aunquehetropezadocontantomalnacidoempeñadoenjorobaralprójimoque a veces llegué a creer que al menos la mitad del mundo había salido de laoscuridaddel sepulcroenvezdelvientredesumadre—,porentonces, sólopensarqueteníaunocercayencarnadoenunasiervadeDiosmellenabadeespanto.ParacolmolaBlasanoparabadealimentarmi imaginación.Measegurabaquenada lesgustabatantoaesosserescomocausartormentoalaspersonasqueteníanlasuertedequerer a otras y además ser correspondidas. Amar era un riesgo, mejor tener elcorazóndesierto.Decía laBlasaquequienesseentregabana losafectosyquereresemitíanuna luzquesóloeravisiblea losojosde losdesenterrados,una luzqueseintensificabacuandoestabanjuntos.Yovislumbrabaalasvíctimasenmimentecomo

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una especie de luciérnagas del amor y, por supuesto, los quemásmepreocupabaneran Bárbara y Diego. No sabía yo si para emitir aquella luz era necesario serconscientedequeunoamabaosibastabaconquerersecomosequeríanellosenesaépoca,deunamanera irracional, con lapiel, elolfatoyel alma.LaBlasano supoaclarármelo.

Yo aún no los había descubierto brillando en la oscuridad con su pasiónfosforescente,peroaveces,cuandolosveíadormiracurrucadoselunoenelotro,orevolcarse por el suelo jugando como dos cachorros de gato, o rezar juntos cadamañana,recordándoleéllaspalabrasdelaoraciónqueellasolíaolvidar,erayolaquesentía quemi cuerpo se iluminaba, yme aterraba que la hermanaUrraca se dieracuenta. Sus primeros años en el dormitorio de los destetadosme empeñémás quenuncaenprotegerlos.Alpocoratodelahoradeacostarnos,meescurríadepuntillasde lacamay los tapabaconmiecharpede lanaparaque losojossepulcralesde lahermanaUrracanolosdescubriera,puesimaginabaqueenlanegruradelanocheeracuandomáspodíadeslumbrarsuamor.Luegoloretirabatempranoparaquenadiesedieracuenta,yparaevitarasíunareprimenda.

Perocuandolosniñoscumplieronseisaños,misdesvelospormantenerlosasalvode lahermanaUrraca sirvierondepoco.DiegosehabíaconvertidoenunacriaturaempeñadaenbuscarsesuruinayladeBárbara,aunquesólopretendieradefenderla.Aúnmerecordabaaunespantajodeferia.Lucíaunpeloduro,ásperoyrizadoenlaparte de la cabellera quemada.En cambio, en la que resultó indemne se dibujabanunas ondas suaves y de un negro atroz. Era, como acabo de relatarles, de aspectodébilyenfermizo,yflacocomounaaguja.Susúnicasventajasradicabanensualtaestatura, en la dignidad de su porte, y en unmentón cuadrado que proporcionabaaposturaalrostro.Noparecíaundignocompañeroparaella,cuyabellezaylozaníahabían aumentado con el paso de los años, aunque jamás habría encontrado undefensormástenaz.UnanocheUrracaseacercóaBárbaraconsuatuendodebrujayélsemetióenlacamadelaniñaparaprotegerlaconsucuerpo,comosiesemontóndehuesosfueraunescudocapazdelibrarladetodomal.«Notemas—parecíaquererdecirle—,nopermitiréquelabrujatelleveniqueteroceconlaescoba.»

—Vuelve a tu cama, demonio insolente, y disponte a dormir, pues quiendesobedeceaunabrujatendráundurocastigo—legritólaUrraca.

Luego lo molió a escobazos y lo amenazó con hacerlo manteca y echarlo alpuchero.Sinembargo,DiegonosemoviódelladodeBárbara.Enfurecida,lamonjalosacódelacamadelaniñaagarrándolodeunaorejayloarrastróporelsuelo.Yo,quehabíaacudidoaldormitoriodelosdestetadosacausadelalboroto,fuitestigodecuantosucedió.Bárbaraseaferróalaspiernasdelniñomientrasloshuesosviejosdelamonjatirabandeélhaciaelpasillo.

—Suelta a este truhán. No querrás que te lleve a donde va él —vociferó la

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hermana.—¿Yadóndeva?—Almismísimoinfierno—respondiólamonjariendocomounperro.—Nomeimportairalinfiernosiestamosjuntos—respondióBárbara.Supequelodecíadeverdad.Lehubieraseguidoacualquierparte.Bienescierto

queasuspocosañosnopodíaentenderelsignificadodelacondenacióneterna,perotemíquelaedadyelbuenjuiciocristianonofueransuficientesparahacerlecambiarde idea.Y le rogué aDios que nunca se viera obligada a tener que tomar aquelladecisión,aunqueunnegromalestarmeaugurabaqueasísería.

La hermana reclamó mi ayuda para que la separase de Diego. Y tuve queobedecer.Bárbarasesumióenundesconsoladollantocuandovioalejarsealamonjaconsucompañero.Llorabaconsusojosmortales,pero tambiénconsusmanos.Seexpresaba a través de ellas. Su alegría, su desgracia, su miedo. Necesitaba tocarcuantotuvieraasualcanceporqueerasuformadedescubriryentenderelmundoquelarodeaba.Creoquepercibíaencadaobjeto,encadaserdotadodevida,inclusoenlasplantas,elvientooelhumodelasvelas,algoquealrestosenosescapaba.Parecíaconocersuverdadoculta,todolehablabayellalocomprendía.

Aquellanochecuanto tocóeneldormitoriode losdestetadosquedósuspendidoen su tristeza sombría. Es difícil explicar que se pueda oír cómo llora unamíserabaldosadebarro,unacamisadenoche,ounpedazodemusgoquebrotadelsueloacausadelasheladasnocturnas.

Susmanosnoseparecíanalasdeotrapersonaquehayaconocido.Erancálidasytiernas si estaba alegre, pero al enfadarse le ardían de coraje, se volvían ásperas ypinchaban como espinas de rosas. Si cuando Bárbara era un bebé disfrutaba yoestando aferrada a ellas, conforme fue creciendo empecé a temerlas. A veces nodejabaquemetocara.

La hermana Urraca condujo a Diego hasta la cocina y lo metió en la enormecaceroladondecocíanlaslentejasparatodoelhospicio.LaProvidenciaquisoquelahermanaSerafinallegarajustoenelmomentoenquelahermanaUrracaamenazabaalpequeñoconencenderelfuego.

—PorCristoSantísimo,¿quéhacéisconesacriatura?—lepreguntó.—Necesitaaprenderloqueeselmiedo.—Dadletiempo,acabaráaveriguándoloantesodespués.Diego no había soltado ni una lágrima dentro de la cacerola mugrienta donde

cabía un hombre, ni había salido de su garganta un solo grito pidiendo auxilio omisericordia,nihabíaintentadorevolverseyhuir,apesardeque,encontradeloquecreía la hermanaUrraca, el fuego le daba pavor. Se adivinaba en lomás hondo ynegrodesusojoscuandolosapartabadelallamadeunavela.Eracomositemieraelolordesupropiapiel,deldestinoquehabíaburlado.

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CuandolaUrracaregresóconélaldormitoriodelosdestetados,Bárbaralamiróconlafrialdaddelacólera,yleagarrófuertementelaspiernas.

—Suéltame,criaturadeldemonio—refunfuñóellaquitándoseladeencimadeunescobazo.

Perolasraícesquecubríansuscabellosselepudrieronalinstanteyselecayeronde la cabeza, putrefactas y húmedas, sin posibilidad de resurrección. A las pocashoras, la monja tuvo que acudir a la enfermería aquejada de un mal al que ni laLudovicasupoponerlenombre.Seretorcíadedoloresdeestómagoyvomitabaunabilis amarillenta y densa como resina de árbol. Y cuanto remedio le aplicaban,cuantastisanasdehierbastomabatansóloconseguíanagravareldesconsuelodesusintestinos.

Yo no era la única que observaba detenidamente a la pequeñaBárbara y aDiego,aunquesílaquemássepreocupabadesucuidado.Latareaquemehabíaimpuestode vigilar a la hermana Ludovicame reveló que ella también dedicaba una buenapartedesutiempoaestudiarelcomportamientoyelcarácterdelosniños.Jamáslahabíavistointeresarsetantoporunoshuérfanos,ymásporunosqueestabansanos.Siendounacriatura,yotambiénhabíagozadodeunasaludmagnífica,hastaquealosochoañosmeatacólaviruela.Noobstante,lahermanasóloreparóenmiexistenciacuandoelrostrosemellenódepústulas.Eraotro,sinduda,elmotivoqueavivabasuinterésporBárbara,ynomeequivocabaalpensarqueestabarelacionadoconlaseriedeacontecimientososcurosquerodeabanlosorígenesdelaniña.

Ellasabíaque lasmanosde lapequeñaocultabanciertas facultades.Enmásdeuna ocasión la había sorprendido examinándoselas en la enfermería, y aplicándolebálsamos que se las dejaban suaves como plumas de ave. Tenía la costumbre delavárselasconaguabenditaenlacapillacuandocreíaquenadielaobservaba.Nuncasupe si lo hacía para protegerla del maligno, o para limpiar lo que hubiera de él.TambiénseinteresabaporelvínculoquelauníaaDiego.Estoyconvencidadequesupropósitoeraaveriguarsisereducíaa launiónquesurgeentredosserescuandoelúnicocariñoycalordeestemundolohanencontradoelunoenelotro,osisetratabade una ligadura más profunda y secreta que hacía que su corazón les golpeara elpechoalmismotiempo.MientrasBárbaramostrabauncarácterimpetuosoyllenodevida,comolapropianaturaleza,Diegoeraunniñodeojosdesconfiadosyretadoresquesehallaba siempreencerradoen símismo, lóbregoymeditabundoa suspocosaños.Peroesonohabíaevitadoque lahermanaLudovicadescubrieraque tambiénposeíaunacualidadextraordinaria:sumemoria.

AlossieteañoslebastabaconescucharunpardevecesunaoraciónoinclusounpasajedeunEvangelio—quelesleíaalosniñoslabondadosahermanaSerafina—paraquelosrepitierasincometererrores.Yalosochoyasesabíalaliturgiaenlatín

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queoficiaba losdomingosen la capilladelhospicioelpadre Ismael,uncuraviejoquehabíasidoespadachínyborracho,enderezadoenlamadurezporlavoluntaddeDios.

—Esteniñodeberíairdirectoalconventoparahacersefraile—decíalahermanaSerafina,quetambiénsehabíapercatadodeaquelprodigio—,puesposeelagraciaderecordarlapalabradeNuestroSeñor.

PeroDiego lo recordaba todo, fueraonodeprocedenciadivina.Noconocíaelolvido,yesoatormentabasumenteinfantil.Almacenabaensumemoriatodasycadaunade lasafrentasquehabíancometidocontraél algunoshuérfanosacausade sucabelleramaltrecha.Alolargodesucortavidasehabíallevadomásdeuntiróndepelodesuscompañeros,quesedivertíanllamándole«cabezadeescoba»ycosasasí.Trasalcanzarlosochoaños,yelentendimientosuficiente,eligióeldesafíoenvezdelapelea.Retabaa los injuriadoresconsusojosdeabismoymásdeunoseechabaatráscuandoproponíapruebasdevalorcomometerunacucarachaentrelaspáginasdelmisalde lahermanaUrraca.Seenorgullecíadehaber salidosiemprevictoriosodeljuegodelsoplillo,dondedemostrabaqueapesardesuspelosdetitiriteronadielesuperaba en valentía. Consistía el juego en que un niño se ponía frente a él y lesoplabaenelrostromientaslepreguntaba:

—¿Fuetupadreamoros?—Sí—contestabasinemitirniunpestañeo.—¿Matolostodos?—Sí.—¿Enquéloveremos?—Enlosojos.Bárbaracontemplabaorgullosa cómoaguantaba loshuracanados soplidosde su

contrincantesinparpadearniunasolavez.MerecordabaalasdamasdelascomediasqueavecesibaaverjuntoalaBlasaenelcorraldelPríncipe:siempreencandiladasdeamorporlahazañasdesuscaballeros.

Observarcómovigilaba lahermanaLudovicaelcrecimientode losniños,cómosededicabaal restode lasactividades, apartedecurarenfermos,mecostómásdeundisgusto.Enprimerlugarpadecíadesdeentoncesunsueñocrónicoquemeretrasabaenmisfaenas.Másdeunavezmedormíapoyadaenlafregona,provocandolairadelaBlasa,quemedespertabaconunosbuenoscapones.SehallabadeunhumordemildemoniosdesdeladesaparicióndeBerta,yaqueconellahabíanvoladolosrealesquegastabaenlascasasdejuego.Además,laedadcomenzabaaafectaralaabundanciadesusubres.PocoapocolahermanaSerafinalaibarelegandoalalaboresdeamadesala.Seguíamandandocomosiempreen todas lasnodrizasyenmí,peroyano seatrevíaafanfarronearconqueposeíalamejorlechedelhospicio,yesolemolestaba

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casitantocomonopoderapostárselaalosmalditosnaipes.Volviendoalafaltadesueñoquemeaquejabaenaqueltiempo,sucausasedebía

a que la hermana Ludovica realizaba una intensa actividad nocturna. No me fueposibleespiarladecercadurantemuchasnoches,puessehallabasiemprealertacomosifueraconscientedeunaamenazaperpetua.Porotraparte,burlarlavigilanciadelahermanadeguardiaydelaBlasa,entreronquidoyronquido,tampocomeresultabafácil.Fuedegranayudaqueunodelosventanucosdeldormitoriodelosdepechoseasomara directamente a la huerta de la Ludovica, pues así pude comprobar que lamonja sembraba y arrancaba plantas bajo la vasta luz de la luna llena, así comodurante el alba, justo en el momento en que el cielo muestra la agonía de todoprincipio.Peronoacometíaaquellastareasdecualquiermanera,lohacíapausadayconcienzudamente,yconlapasióndelanuevaLudovicaqueyohabíadescubierto,repetíasiemprelosmismospasosmientrassuslabiospronunciabanunaspalabrasquejamásacertéaoír.Estabaconvencidadequeaquelloformabapartedeunritualenelquelosvegetalesquedabansometidosaalgúnembrujo.

Mellevómuchotiempoyesfuerzohilarloquehabíaobservadoalolargodeldíaodelanoche,yreconstruirlasoperacionesquerealizabaconlasplantassembradasycortadasenesascircunstancias.Primerolasmetíaenunrecipientedecristal,anchodevientreyestrechodecuello,y lasquemabaenel fuegodeunhornillo.Despuésvertíasobrelascenizaselrocíodelamañanaquerecogíaenlosbaldes.Seformabaasíunaespeciedeestiércol,detierranegruzcayverdosaquedejabamacerardurantesemanasomeseshastaquelaconsiderabalistaparadestilarenunalambique.Viconmispropiosojoscómosometíaaunpequeñorosalsilvestreacuantoleshereferido.El rosal se hallaba entre las plantas de verbena y los macizos de laurel para laspócimasdigestivas.Una enfermedadhabía aniquilado el carmesí de sus flores y elvigor de su tallo espinado, dejándolo macilento y pardo. Sentí lástima de que loquemara.Nopodíaimaginarquevolveríaaverlo,aunquenobajolaluzdelsolodelaluna,sinoencerradoenaquelrecipiente,señorías,convertidoenelespectrodeloquehabíasido.

Lahermanasetomómuchasmolestiasparaocultarlobajountrapoenunarepisade las alacenas de aquella habitación cuya puerta misteriosa yo buscaba coninsistencia.Peromivigilanciaenunaocasióndiosusfrutos.Levantéeltrapoyvielfantasmadelrosal:oscilabaenelrecipiente,parecíahechodehumo.Talvezmehalleanteelespíritudeunvegetal,medijepersignándome.Lamuertelohabíavueltomásfrágil, y aunquehabíaperdido labellezagruesade estar vivo, permanecía en él suesenciadetallosespinadosypétalostiernos.¿Cuálseríaahorasudestino,resucitadode la podredumbre de la tierra y convertido en espejismo, en ánima que tiemblamelancólicaantelosojosdelosvivos?

¿Utilizaba la hermana Ludovica aquellos fantasmas para curar enfermedades?

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¿Dabaabeberensustisanaslaeternidaddelasplantas?¿Sealojaban,portanto,ennuestrosestómagoslosespectrosdelanaturaleza?SidealgoestabaseguraeradequelahermanaLudovicasostenía,comolesdije,unatenazyfríaluchacontralamuertedel hombre.Trabajaba sin descanso para erradicar losmales que nos llevaban a latumba.Pasabahorasconsultandolibros,preparandococciones,bálsamosyemplastosdetodotipo,pero¿ysisupeleacontra laenfermedadlahabíallevadoaunterrenotansombríocomooculto?Sospechabaqueasíera,yelmiedoaquemedescubrieraaumentabaaltiempoquemianhelodesaber.Unanheloquenuncahabríasatisfechodel todo sin la ayuda de la hermana Serafina. Cuando abandoné la enfermeríarecuperadayadelgolpeenelestabloymereincorporéamis faenasdomésticas, lepedía lamonjaquemeenseñaraa leer.Nopensabaecharensacoroto lapromesaquemehicealnopoderaveriguarelcontenidodelospapelesdelaLudovica.

—HermanaSerafina,quieroprofundizarenlavidadelossantos—ledije.Aquéllaeraunadesusmásfebrilespasiones,asíqueexclamóconmovida:—No hay mejor razón para dejar de ser analfabeta, Berenjena. ¡Oh, cuán

emocionante te resultará la vida de aquellosmártires! ¡Y lo que aprenderás de sushazañasydescuartizamientosporamoraDios!

A partir de entonces me daba lecciones los domingos, después de la misa delpadre Ismael. Jamás podré olvidarmi primera lectura, la vida de sanPantaleón, elfavoritodelamonja.Ynopodíahabertenidoungustomásacertado.Losmilagrososhechosquerodearonsumuertemehicieroncomprenderquemehallabaenelbuencaminoparaconseguirmispropósitos,ylostomécomounaseñal.Comosusseñoríasconocerán, el emperador Diocleciano intentó matar al santo de seis manerasdiferentessinningúnéxito.Confuego,conplomofundido,ahogándole, tirándolealasfieras,torturándoleenlaruedayatravesándoleunaespada.Finalmente,permitióque le cortaran la cabeza y el santo falleció, para tranquilidad de sus torturadores.Tras leer aquello me eché a temblar. La hermana Serafina pensó que me habíaemocionadoacausadelpoderdelsanto,peromimentepensabaenEscolásticayenlastresmanerasdistintasconlasquehabíanintentadodarlemuertehastalograrlo.

El conocimiento de las letrasme proporcionó una nueva capacidad que resultófundamentalparaeldescubrimientode los secretosde lahermanaLudovica.Habíatenidoocasióndecomprobarque,trassometeralasplantasaprocesoscomoelqueleshedescritodelrosalsilvestre,tomabaanotacionesenunpequeñolibrodetapasdecuero.Dicholibrologuardabaenunbolsillitoalaalturadelpecho,ocultoentrelosnumerosos pliegues del sayón que era su hábito. Yo no dejaba de darle vueltas acómohacermeconélporquelahermanasiemprelollevabaencima.Niunasolavezlo había visto descuidado encima de la mesa de trabajo de la enfermería, o encualquierotrolugar.

Hedereconocerquenohabíatenidolasuertededeleitarmeconlaslecturasque

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ansiaba, aunque las vidas de los santos fortalecíanmimoral cristiana. Soñaba conencontrar el pergamino que llegó al hospicio junto a Bárbara, el pergamino queocultabaenalgunapartelahermanaLudovica,elpergaminoquedeseabaEscolástica,y también José.Me producía gran regocijo imaginarlo indefenso entremismanos,puessucontenidoyanoseríaparamíunenigma.Porotrolado,medescorazonabanohaberhalladoen todoese tiemponiunapistaquepudieraconducirmehastaél.LomismomeocurríaconelpapelquevienlamesadelaLudovicaconeldibujoexactoaldelbordadodelchaldelamadredeBárbara.Sospechabaquelospapelesylibrosque la hermana descuidaba en sus lugares de trabajo no tenían la más mínimaimportanciaenelasuntoquemeocupaba.Había tenidoocasiónde revisarlos,perosólo eran recetas para la cura de algún mal con prolijas explicaciones sobre losremediosysuelaboración.Losdibujos,porotrolado,solíanserdeplantaso,comouno que encontré medio escondido entre rollos de pergaminos en blanco, deinterioridadesdelcuerpohumanotanespeluznantesquehabríansonrojadoalmismodiablo.Pocoapocomefuiconvenciendodequelarespuestaatodoloquebuscabadebía encontrarse en aquella pequeña habitación repleta de alacenas, donde lahermanahabíadesaparecidoundía.Cadavezqueladescubríametiéndoseenella,lapielsemeencendíadeesperanza.

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Señorías, fue durante el verano de 1609 cuando tuve la ocasión de presenciar elsuceso más extraordinario de todos los que habían contemplado mis ojos hastaentonces.En los últimos seis años barría y fregaba tras la hermanaLudovica cadapasillo que ella recorría, cada estancia en la que se encontraba, como si desearaaniquilartodamugreparaabrirunsenderodeluzquemeguiarahastasussecretos.Aquella vez la sorprendí dirigiéndose a la capilla del hospicio acompañada deBárbarayDiego,quecumplíanenagostodiezaños.Éstasehallabasolitaria,hundidaen el arrebol sagrado que desprendía la caída de una tarde de verano. Sentó a losniñosenelúltimobancoycerrólapuerta.Sinembargo,melasarregléparaabrirunarendijaporlaqueunodemisojospudovislumbrarlasiguientemaravilla.

Ante el Cristo que se erguía sangrante en el altar, la hermana depositó en lasmanosdeBárbaraloquemeparecióunasemillaconformadejudía,negruzcayfea.Le dirigió entonces unas palabras de las que sólo alcancé a escuchar dos —tuvoluntad—,antesdequesuvozsequebraraenunbisbiseosigilosoysolemnequeme erizó las carnes a pesar de que no logré entenderlo.La niña primeromiró a lamonja asintiendo con la cabeza, para después desviar sumirada hacia los ojos deDiego. Y así, contemplándole, juntó las manos encerrando la semilla hasta que,pasados unos minutos, las abrió lentamente, riendo. Presencié el nacimiento másprodigiosoquehabíavisto jamás.Lasemillahabíagerminadoalcalordesucarne,había echado raíces largasy finasque le colgaban entre los dedos; yde suvientrenegrosalíauntalloprovistodeunashojasverdes.Lahermanaentornólospárpados,contrajoelrostroyunaslágrimasleiluminaronsusojosplomizos.Peroaúnhabíadeocurriralgotodavíamássobrecogedor.LaniñaleofrecióaDiegolaplantaquehabíacreadoyél,envezdetomarla,rodeóconsusmanoslasdeBárbaraentregándolesucalor, su tibio aroma de cenizas,mientras le sonreía. Tuve la impresión de que elpausadodescensodelatardesedeteníaenelhorizonte,enlascallesdeMadrid.Eltallodelaplantacrujióydeélbrotóunaflor,unaflordepétalosgrandesyrojizos.

¡Cómoeraposiblequeunacriaturahubierarealizadoensusmanosunmilagrodelanaturaleza!Esenlatierradondegerminanlasraíces,yesgraciasalcalordelsol,yalaguadelalluviaydelrocíoquelaplantacreceestirandosutalloyalumbrandolashojas.Cualquieraconocíaeseproceso.Nohacíafaltasaberleer,aunqueyoyaleíaymucho.

Tierra, calor, agua. Aquellas tres palabras resonaban en mi cabeza como siquisierandecirmealgoqueyonolograbaentender.

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—Tierra,calor,agua—dijeenvozalta—sonnecesariosparaquesurjalavida.Entonces una luz se abrió ante mí. Esas tres palabras me recordaban los

experimentosquehabíavistorealizaralahermanaLudovica.Alolargodelosañoshabíasidotestigodecómoquemabalasplantasenelfuegodesushornillos,decómodejabadescomponersesuscenizasenunatierraverde,decómolasempapabaconelagua del rocío.De nuevo, tierra, calor que era fuego, agua que era rocío.Aquellatarde,lasmanosdeBárbarasehabíanconvertidoenelrecipientedecristaldondelahermana lo mezclaba todo para lograr el milagro, se habían convertido en sulaboratorio.Sinembargo,lavidaquehabíavistocrearalahermanaLudovicaeraunavidadespuésdelamuerte,unavidadefantasmas.MepreguntésisupropósitofinalseríaaveriguarsilasmanosdeBárbaraseríancapacesdehacerqueelrosalolieradenuevo a lluvia, que las espinas de sus tallos volvieran a pinchar, que sus pétalosrecuperaranelvigordelabelleza,esdecir,sipodríaresucitarnosólosuespíritusinotambiénsucuerpo.

Pocascosasheconocidotangratificantesconelpasodelosañoscomoelplacerdeabandonar lamenteanteelprecipiciode lasconjeturas.Seposeenentoncesdosvidas,laquetranscurreenlacotidianidaddefregarsuelos,plancharylavarlaropa,yla que transcurre en la cabeza del ser humano, palacio a veces oscuro a vecesluminosodondeesdueñoyseñordesuspensamientosydeloqueimagina.

Ycaíenesefrenesídeconjeturas.Micabezapasabadeunaaotra tejiendounateoría,talcomomehabíaocurridoconelasesinatodeEscolástica.SiBárbarahabíahechobrotarlaplanta,esdecir,habíadespertadolavidaaloqueestávivocomolasemilla,¿seríacapazdedespertarlaenunoqueestabaalbordedelamuerte,oqueyahabíasucumbidoaella?

Nopuderesistirmearealizarmipropioexperimento.Mucha era la influencia que tenía sobre Bárbara yDiego;me la había ganado

cuidándolos desde que llegaron al hospicio.No sé sime querían, pero si hubierantenidoqueconfiarenalguien,meaventurabaasuponerquemeelegiríanamíantesque a la hermana Ludovica. Así que a la mañana siguiente me las arreglé paraconducira losniñoshastaelpatio,adoquinadoyconformacuadrada,queseabríaluminoso tras la portería formandoun laberinto de sábanas, vestidos de nodrizas yropasdehuérfanosecándosealsol.Eraunlugarperfectoparaocultarsedelosojosajenos,un lugarhúmedoyconolora jabón.Desdeque se lohabíaenseñadoa losniños, se había convertido en su rincón favorito. Jugaban a que las sábanas erannubesy corrían entre ellas, escondiéndose el unodel otropor el sencilloplacerdeencontrarsetrasvislumbrarsussombrasdibujandopiruetasentreloslienzosblancos.Y una vez reunidos en la calma del laberinto perfumado, procedían a realizar sujuramento.Diegosedescubríaelpechodeperroflacoparamostrarelmedallónqueel fuego lehabíagrabadoen lacarne,ponía lamanosobreelarcángelsanGabriel,

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oscilantesobreelesternónhuesudo,yesperabaaqueelladepositaraencimalasuya.Tras un breve silencio, con la solemnidad que exigía un acto sagrado decían alunísono:

—Juramos por el arcángel san Gabriel, por sus alas benditas y su vara deazucenasquenuncanossepararemos.

Lespermitíquejugaran,queseencontraran,queformularansujuramentoeterno.Después nos sentamos los tres al sol y aproveché paramatarles unos piojos de lascabezas, que les ardían de parásitos con las lumbres del verano. En el bolsillo deldelantalme temblabaunamanzanapodriday secaquehabíaencontradoen lomásrecónditodeuncestodelacocina.

Fingítenerhambre,ysaquélafrutacomoquienmuestrauntesoro.—Está pocha—dije con pesadumbre—. Metí la mano en el cesto sin prestar

atenciónyhepescadolapeordetodas,nohayquienlehinqueeldiente.—Siquieresintentorobarteotradelacocina,Berenjena—seofrecióDiego.—Eres un pillastre, pero no te arriesgues pormí. Si te descubren te darán una

buena azotaina.Noquiero ni pensarlo: la hermanaUrraca volvería ameterte en laolla.Aunqueesunapena,siestuvierasanapodríamoscomérnoslaentrelostres.

Escruel jugarconelhambredelhuérfano,quemuchaes laquepasan.Laveíabrillarensuslabios,quesaboreabanladulzurainvisibledelamanzana.

—No se me fue el agujero de aquí, aunque ya desayunamos—repuso Diegoseñalandosuestómago.

—Si pudiéramos convertirla en una hermosa fruta, roja, sabrosa y fresca. Sipudiéramos disfrutar juntos en esta soleada mañana de su carne jugosa… ¿No lodeseastú,Bárbara?—lepreguntémientrasdepositabalamanzanaentresusmanos.

Sequedópensativa.—Sí,megustaríamucho—contestóalfin.Miró a Diego como si buscara en los ojos del niño la respuesta a lo que su

silencioseestabapreguntando.Élasintióconlacabeza.—Alomejorpuedohaceralgo…—dijosonriendo.—¿Deveras,pequeña?Entoncesinténtalo.Acarició la manzana. Sentí que de alguna forma Bárbara penetraba hasta los

entresijospodridosdelafruta,comosiquisieratransmitirle lavidaquelatíaensusmanos.Pocoapocolamanzanarecuperósulozanía.

Ladejócaeralsueloyyolarecogí,palpandoconincredulidadlatransformación.—Cómo has conseguido hacer algo tan extraordinario. Es la manzana más

apetitosaquehayavistojamás,yapuestoaquetambiénlamásdulce.—Sólohetenidoqueusarmivoluntad—respondió.—¿FueesoloquetedijolahermanaLudovicaayerenlacapilla?¿Fueellalaque

teenseñó?

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—¿Cómosabeseso?—Vi lo que sucedió con la planta. ¿Cómo es que puedes hacer esas cosas tan

extraordinarias?—Esunsecreto.—ABerenjenapuedescontarletodo,porquesiempreteprotegerá.—Estono,lodijolahermanaLudovica.—Dime al menos qué palabras susurraba la hermana tras entregarte aquella

semilla.Mediolaimpresióndequerezaba.—Yesohacía,aunqueenotralenguaquetúnosabes.—¿Quélenguaesésa?—Nopuedodecírtelo.Cuantoocurrióesunsecreto,peronoesnuestronide la

hermanaLudovica.Sifueraasítelocontaríamos,¿verdad,Diego?Élafirmóconlacabeza.—Entonces¿dequiénes?—lepregunté.—EselsecretodeDios.Yaalguientanimportantenoselepuedetraicionar.Eso

nosexplicólahermana.ElsecretodeDiosestáescondido,ysólounospocospodrándescubrirlo.

—Es como un tesoro —añadió Diego—. Como el pedazo de pan tierno conmembrilloqueguardalahermanaSerafinaenlacajayluegoescondeporelhospicioparaquejuguemosaencontrarlo.

—LaúltimavezlaSerafinaloescondióenlaportería,detrásdelaescalera—dijesiguiendoelhiloconfusodemispensamientos.

Pero¿dóndeesconderíaDiossusecreto?¿Acasoenunhospiciomiserable?

Unmisteriomás se sumaba a losmuchos que rodeaban la historia de Bárbara. Yaquél no podía compararse con ningún otro. Aquella noche no pude pegar ojo.Tumbadaenellecho,intentéordenarcuantohabíaocurridodesdeaquellamadrugadapestilenteenquelaTontadelosDesamparadostrajoaBárbaraalhospicioenvueltaenelchalazul.Aunquehabíantranscurridodiezaños,recordabaperfectamentequese negó a darle la niña y el pergamino a otra persona que no fuera la hermanaLudovica.Lamonjaestabaimplicadaenaquelasuntodesdeelprincipio,todocuantohabíadescubiertosobreellaasímeloindicaba.Pero¿quiéndelosDesamparadoslehabíaordenadoalaTontaqueleentregaralaniñaalaLudovicayporqué?¿Cómopodíahabersidotandespistadaenundetallesemejante?Sólomehabíaintrigadoelcontenidodelpergamino,dóndeestaba,yporquédeseabanrecuperarloEscolásticayJosé,peronoquiénlohabíaescrito.QuiénhabíaempuñadolaplumaaquellanochedemuerteparadirigirsealahermanaLudovicaeinformarledelnombredelaniñayde los pecados que habían cometido sus padres. Quién antes que la hermanaLudovica había conocido la historia deBárbara, y cuál era elmotivo de que se la

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relataraaesamonjaprecisamente.DebíahablarconlaTontadelosDesamparadosloantesposible.Tuvequeesperar

dosdíasaquelaBlasahicieraunadesusvisitasaunacasadejuegoparasalirdelhospiciosinlevantarsospechas,pueshacíayatiempoquememirabaconreceloyalahoradeacostarnosmedecía:

—Tútramasalgo, teconozco.Andaspegadaa laLudovicacomounpiojo,ellanuncatedarálaprotecciónqueyoteofrezco;noleimportanmásquesuspócimasysusplantas.Yconfío,portupropiobien,quesidescubresalgodeutilidadparaquenuestravidamejoremelohagassaber.

A esas alturas, era tanta la información que le había ocultado, que si llegaba adescubrirlaestabaseguradequememoleríaapalos.

AntesdeacercarmealosDesamparadosparahablarconlaTontasobreunasuntotan delicado,me pareció oportuno ganármela de algunamanera.Había conseguidoquemetuvieraverdaderaojeriza,puescadavezqueveníaalhospicioaentregarnosuna criatura la trataba con desprecio. Aun así nome pareció tarea difícil, ya que,comolesdije,setratabadeunserinsulso,cortodelucesycondentaduradeasno.Lamejor manera de conseguir la confianza de alguien como ella es a través de laadulación,aunqueseainjustificadayrepentina.Alaestupidezlegustaquelesaquenbrilloentodomomento.

AmediatardemedirigíaunodelosbodegonesmásfamososdeMadrid,ubicadoenlacalledelaMontera,paracomprarunasempanadillasquehacenlasdeliciasdelhambrientoapesardeque se tienecostumbrede rezarunabreveplegariaantesdecomerlas.Lasmalaslenguasaseguranquesucarneespeciadanoesotraqueladelosmuertosquepasanadiarioporelpatíbulo.Yesquetodoseaprovechaentiemposdecarencia,yelestómagovacíoagradece loque leechencon taldeque lecalme losdolores.

Conmisempanadillashumeantesytiernas,mepresentéenlosDesamparadosypregunté por la Tonta a una de las hermanas. Vivía allí, entre las monjas, losenfermosylasparturientas.

Seasombrócuandomevioesperándolaenelpasilloqueconducíaalasaladelasparturientas.Olíaahospital,alavidaquevieneyalaqueseva.Areciénnacidoyatumba.

—¿Temandanconalgodelhospicio?—mepreguntóalpercatarsedelpaquetedeempanadillasquesujetabaenunamano.

—Querríahablarcontigoenunsitiotranquilo.Lesonreídeunamaneraquelehizofruncirelceño.—Conmigo,¿paqué?¿TraesquejadelaSantaSoledad?—Todo lo contrario. Estas sabrosas empanadillas son para ti —le dije

entregándoselas.

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El aroma que exhalaban era tibio y apetitoso, pues si bien elmuerto debía deapestarenlatumba,sazonadoconlasespeciasadecuadasganabamucho.Encuantoelolorcillolellegóasusnarices,selesuavizóelceño,selehizolabocaagua,ylosojos se le agrandaron con sólo imaginar la plenitud que alcanzarían sus tripas depobreconaquelmanjar.

—¿Pamídequién?—dijoacurrucándolasenelpechocomoloharíaconunbebé.—Las he comprado yo para ti.Me he dado cuenta de que estos años no te he

tratadocomodebería.Eresunagranmuchachaquehaceunalaborpiadosaybuena,ymereces todomi respeto. Por eso quiero pedirte perdón por las ofensas que te hecausado,yofrecertemiamistad.

Tantas palabras juntas le habían aturullado la mente, y los dientes de asno noacertabanacasarunosconotrospararesponder.

—Voy a guardar las empanadillas —dijo bajando la mirada—. Puedes venirconmigo.

Laseguíhastauncuartuchohediondo,situadoenlapartedeatrásdelasaladelasparturientas.Sesentóenunlechodestartaladoysecomióunaempanadillaenmenosde un segundo, tragándosela sin masticar y sin ofrecerme ni una miga. Cuandoterminómedijequeeraelmomentodeabordarelasuntoquemehabíallevadohastaallí.

—¿Recuerdasaquella terriblenochedepestequeasoló lavillahacediezaños?Eraelmesdeagosto,todoshuíandelaciudadyenlascallessequemabanhogueras.

Ellaasintióconlacabezayyomeacomodéasuladoparatomarmásconfianza.—Trajiste al hospicio una niña envuelta en un precioso chal azul de seda. Yo

quise queme la dieras, pero tú cumplistemuy bien tu encargo y te negaste. SólohabíasdeentregarlelaniñaalahermanaLudovica,esotehabíanordenado.Sabesdequiéntehablo,¿verdad?

Sus ojos brillaron. Levantó la almohada tiñosa del jergón y sacó una caja demadera vieja. La abrió y extrajo un pedacito de tela azul.Mi primer impulso fuearrebatárselo de lasmanos. Reconocía la intensidad de ese color, y aunque nomedejótocarlo,intuíalasuavidaddelaseda.

—Pertenecealchalenqueibaenvueltalaniña—meapresuréadecir.—Se desgarró, y la hermanaMaría, que eramuy buena,me dejó quedarme el

pedacito.—FueentoncesesatalhermanaMaríalaqueatendióenelpartoalamadredela

niña.—Sí. La hermanaMaría era lamejor de todas las hermanas que ha tenido los

Desamparados,medaba lechepor lanochey las ropasde lasmadresmuertasparaquenopasarafrío.

—YfueellalaqueteordenóqueleentregaraslaniñaalahermanaLudovica.

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Asintió.—Eramuybonitaapesardelasmanosrojas.Yoteníadolorenelpechoytosía

mucho,perocuandolacogíenbrazossentíquesucalormetraspasabalacarneysemefueelmal.Novolvíatoserniaecharunesputo.

—¿Quieresdecirquefueellaquientecuró?—Lasmanoserancomounagrancataplasma.—Comprendo,elcalorsiempreesbuenoparaelmaldepecho.Entoncesfue la

hermanaMaríaquienteentregóalaniñaytambiénelpergamino—ledijevolviendoaltemaquemeinteresaba—.Recuerdaselpergamino,¿verdad?

—La hermanaMaría me dio a la niña y el pergamino yme ordenó: «Sólo loentregasalahermanaLudovica,laquellevalaenfermería».

—YlahermanaMaríaescribiótambiénelpergamino.—No,laqueescribíaeralaviudaEscolástica.LahermanaMaríaledijo:«Escribe

loquetedigo,lasmanosmíasestánrígidasdetantamuerte».Lahermanahabla,laviudaescribe.

—¿Yquéescribió?—ledijeofreciéndoleotraempanadilla.Guardó el pedazo de tela azul en la caja comoquien guarda la reliquia de una

santa,ysezampóotraempanadillaenunaabrirycerrardeojos.—Dime,¿quéescribió?—insistí.—Esonolosé.Nolopudeoírynoséleer.—YdóndeestáahoralahermanaMaría.Semetiótodoloquelequedabadeempanadillaenlaboca.Selehincharonlos

carrillos,hizounpucheroyselecayóunalágrima.—Muerta.—Muerta—repetíincrédula.—LahermanaMaríaera lamásbuenade todas lashermanasquehanmandado

dondelasparturientas.Lastratababienylasconsolaba.—Sí, yame has dicho que eramuy buena.—Me impacienté—. Pero ¿cuándo

murió?Semetióotraempanadillaenlaboca;lapenaleabríaaúnmáselapetito.—Dosdíasdespuésdequellevaralaniñaalhospicio.—¡Murióhacediezaños!—exclamé.—Lahermanaquemanda ahora en las parturientas no es tan buena comoella.

Dicequemevaaechardeaquísinotrabajomás.—¿YquéleocurrióalahermanaMaría?Silaapreciabastantonopuedeshaberlo

olvidado.—Dicenquesoytonta,yluegomellamanlocaytontaderemateporqueviloque

vi.—Dimequéfueloqueviste.

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—Note locuentoporque tú tambiénme llamarás loca,yyanome traerásmásempanadillas.

—Mañana mismo te traeré otras tantas bien tiernas. Ahora somos amigas ypuedesconfiarenmí.Yotambiénsufroenelhospicio.Aveceslashermanastampocomecreencuandolesaseguroquenohehechoalgodeloquemeacusan.

—AlahermanaMaríalaestrangularon.Dijeronquefueunodelosqueteníaneltabardillo,porque laencontraronmuertaensusala,yunohabíasoltado lascorreasdellechoyandabacomoloco,entonandoconpalabrasquenosignificannadaenlalenguacristiana.Peroyoséquenoesesoloquepasó.

—Túconoceslaverdad,estoysegura.Cuéntamela.—Fui a buscar a la hermana a la sala de los del tabardillo y, tras una de las

cortinasqueseparanloslechos,viunasombraenorme,comodeunmonstruo.—Deungigante—lainterrumpíconuntemblorenlasentrañas.—Sí,esoes—continuóanimadapormiaclaración—,comodeungigante.Tenía

susmanosalrededordelcuellodelahermana,peroyo…Secomióotraempanadillayrompióa llorardesconsoladamente.Aesepasono

habría suficientes condenados a muerte en la villa para saciar el hambre que leproducíanlaspenasaesamuchachaestúpida.

—¿Túqué…?—laapremié.—No pedí ayuda porque el gigante cantaba una canción, una canción que no

entendía,peroquemenublóelseso,hastaqueatravésdelacortinavialahermanacayendoalsuelo.Entoncesyogritéyélhuyóporunaventana.Saltódesdemuyalto,peronodebiódematarseporqueesedíanohubomuertosenesacalle.

—Ycuandocontastelodelgigantealasotrashermanas,¿notecreyeron?—Ellocodeltabardillocantabalacancióndelgiganteyaélleecharonlaculpa.

Lomataron,yestoyseguradeque loagradecióporquesufríamuchoacausade laenfermedad. Aquella canción le dio consuelo. Le fui a ver morir a la plaza, y latarareabamientras sus pies bailaban colgados de la soga. No olvido a la hermanaMaría porque ella era la más buena y piadosa monja que haya existido jamás.Tampocoalaniñadelasmanoscalientes.Tengoeltrozodetelaazulymeprotegedesdeentoncesdetodomal.

Losacódenuevodelacajamugrientaylobesó,profanándoloconsusdientesdeasno.

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UnosdíasdespuésdemicharlaconlaTontaenlosDesamparados,aprovechéqueaDiego le estaban raspando la roña en el patio junto a otros niños, para pedirle aBárbara que me acompañara a la buhardilla. Había tejido un plan con el fin desonsacarlealgunainformaciónsobreelsecretodeDios,ylapiezaclaveeraeltruhánconcaradeángelyzapatosdeahorcadoqueaparecíaydesaparecíaasusanchasdelhospicio.NohabíavueltoasorprenderlodesdeaquellanocheenqueDiegolemordióelmoflete.Sinembargo,sabíaquealmenosunaúltimavezsehabíaintroducidoeneldormitoriodelosdestetadossinservisto,unañodespuésdeaquelsuceso,puestoqueencontré junto a la almohada de Bárbara una hermosa piedra blanca. Luegodesapareciótodorastrodeél.Selohabrátragadolalunaquetantoadora,pensé,osehabrácaídodealgúntejadoysehabrándesparramandosussesosenlascallesdelavilla.TendríayaunosdieciochoañosporquelellevabaunosochoaBárbara,asíquetambién era probable que hubiera dejado de interesarse por una niña, tentado porotrascarnesmásjuvenilesydesarrolladas.Elcasoesqueseacabaronlosdibujosylosregalosqueledejabaenlacama,yqueyoguardéenunacajabajolastablasrotasdelabuhardillaalaesperadelmomentopropicioparaenseñárselosaBárbara.Yesemomentohabíallegado.

—Voy a contarte una historia que a la vez es un secreto —le dije a la niñasacandolacajadelesconditeydepositándolasobresusmanos—.Enelcielohabíaunángelqueeraelguardiándelaluna.Dioslehabíaencargadovigilarquesuluzblancanoseextinguieranunca,puesloshombressehundiríanenlaoscuridad.Asíquecadanochesesentabaenunanubesosteniendoensusmanosunaantorchaconlaluzdelastro.Deestaforma,siseapagabaderepentepodíavolveraencenderlo.Peroundíaelángel,cansadodequenuncaocurrieranada,iluminóconlaantorchauntrocitodelatierraydescubrióaunaniñahuérfanadecabelloscastañosdurmiendoenlacamitadeunhospicio.Teníalasmejillassonrosadas,lapieltanblancacomolaluna,yunaspestañas largas que custodiaban sus ojos verdes. A partir de entonces, el ángel,enamorado,pasabalasnochesvelandoelsueñodelaniñaenvezdevigilarlaluna.Sentadoenlanubecontemplabacómodormíabajoelresplandordelaantorcha.Peroaldespuntarelalbaenelhorizonte,descendíahastaelhospicioydepositababajosualmohadaunregalocomomuestradesuamor.Esaniñaeres tú,Bárbara,yenestacajaqueteentregoencontrarástodoslosregalosdetuángel.

Notocólacaja,estabafascinadaporlahistoria.—Aunqueahorayanoeselguardiándelaluna—continué—.Diossediocuenta

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dequehabíadescuidadosutareadesobedeciéndoleynombróaotro.Hedereconocerquemedivertíajugarconsuinocencia.LosojosdeBárbarase

hallaban envueltos en un aire de ensueño. Imaginaba a su ángel, se recreaba en lahistoria,disfrutabaconella.Hubiesecreídocualquiercosaque lecontara,pormuydescabelladaquefuera.

—¿Yquéocurrióconmiángel?—mepreguntóconungestodepreocupación.—Desaparecióenlanoche.Haceañosquenovieneavertenia traerteregalos.

Peroalgúndía,quizácuandoleseaperdonadasudesobediencia,volveráabuscarte,porqueprometióquenuncateolvidaría.

—¿Túlevistealgunavez,Berenjena?—Oh, sí, pequeña. Es bello como ningún otro. Sus cabellos le caen en bucles

doradossobreelrostro,dondeunosojosazulesseiluminanconlaluzdelaantorcha.Pero su piel es fría, porque las noches entre las nubes del cielo son gélidas ysolitarias.Asíquehabrásdearroparloconunamantaparadarlecalor.

—¿Ytehabló?—Mehablóconvozsuaveymelodiosacomo lecorrespondeaunángel.Yme

dijo:«Teaseguro,Berenjena,quealgúndíamecasaréconella».Se quedó pensativa, con sus ojos fijos en la luz dorada del mediodía que se

agazapaba en los rincones de la buhardilla. Yo sabía a quién iban dirigidos suspensamientos. Sabía que en ese instante escuchaba el corazón que compartía conotro.

—¿Noquieresverlosregalos?—lepregunté.Al fin se decidió a abrir la caja. Examinó con curiosidad los dibujos de las

estrellasylaluna,loshilosdecolores,lasfloressecas,lacáscaradenuezpintada.Su rostro se iluminó y comprendí que acababa de abrirse la guarida donde se

almacenabansusprimerosrecuerdos.—Yo lehevisto,Berenjena.Acabodeacordarmedeélgraciasaestosdibujos.

Veníaporlasnochesavisitarme,meagarrabalasmanosymesonríatodoeltiempo.Lleguéacreerquesetratabadeunsueño.

—Claro,eraspequeñaparaquetumemorialodistingaconclaridad.—Perohacemuchoquenoloveo.—Seguramentenoharegresadoporquehadecumplirsucastigo.—EntoncesdesobedecióaDiospormicausa.—Elamorsiempretieneunprecio,Bárbara.Trasdecirleaquello,cogiólapiedrablanca.Erapequeñayconformadeóvalo.

En una de sus caras tenía pintada una figura parecida a un rombo con símboloscircularesalrededor.

—¿Quéesesto?—Nolosé—lerespondí—,aunquelomásprobableesqueseaunapiedradela

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luna.—Estáhelada—dijoacariciándolaconsuavidad.—Comolapieldelángel.—Puessíquehabrédeabrigarlebien.Latomóentresusmanoseintentóinfundirlecalor.—Esinútil—dijoalcabodeunosminutos—,continúahelada.—Yatedijequeelcieloesmásheladorquelanieve.—Berenjena, siento como si la piedra me hablara. Como si quisiera atraerme

haciasufrialdad,hacialalunaylasestrellas.Élmelaregalóparaquenoleolvidara.¿Túcreesquevolverá?

—Nolosé.QuizáDiosyalehayaperdonado.Soltólapiedraenlacajasindecirnada.—Yotelaguardaréjuntoconlosdemásregalos.Seránuestrosecreto.—Deacuerdo—respondióconunasonrisa.—Ysecretoporsecreto.Yo tehecontadoeldeunángelqueesmiembrode la

cortecelestial,seríajustoquetúcorrespondierasrevelándomealmenosalgúndetalledetugransecreto,merefieroalsecretodeDios.

—Élesmásimportantequeunángel,Berenjena,escomosiDiosfueraelreydelasEspañasyelángelsólounduque,yduqueshaymuchosahora,almenosesoesloque dice la hermana Ludovica, que en estos tiempos cualquier garrulo con dineroquieresernoble.

Habíaelevadoaaquelpillastredelavillahastalacategoríadeángelconelúnicopropósitodesacarlealaniñalainformaciónquedeseaba,yellahabíaesquivadomitretaconungolpemaestro.

—Dimealmenossiestáocultoenelhospicio.—Aquíhayvidaytambiénmuerte.—Vidaymuertehayentodossitios,pequeña.—No se lo contarás a nadie, ¿verdad, Berenjena? La hermana Ludovica se

enfadaríamucho.—¿Quéhabríadecontarsinomehasdichonada?—exclaméenojada.—Yotampocolecontaréanadielodemiángel.Bueno,sóloaDiego.Recuerdo

que él se enfadaba al encontrarlo junto a mi cama. Creo que hasta una noche lemordió.Peronosabíaqueeraunángel.Desaberlo,seguroquenolehabríapegadoaquelmordisco.

—Quizánoseabuenaideaqueselocuentes.—Aélnoquieroocultarlenada—respondióconlainocenciamásencantadora.

CuandoDiego regresó con losdemásniñosdel patio, relucientedespuésdeque lefrotaranconelestropajo,Bárbaralerelatólahistoria.

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Esmuyposiblequesearrepintieradesudecisión,porqueDiegonoquisocreerla,ydiscutieron.

—Losángelesnoexisten—replicóDiego—.Sémuybiendequiénmehablas,lerecuerdo,ynoeramásqueunidiota.

—LosángelesaparecenenlaslecturassagradasquelahermanaSerafinanosleelosdomingos—repusoBárbara—.Túlosabesbien,queteacuerdasdetodas.

—PuessiexistennosalendeloslibrosdeDios,sequedanallídentro.BárbaraquisodemostrarlequeteníarazónymepidióqueleenseñaraaDiegola

cajadelosregalos.Aúltimahoradelatardesubimosjuntosalabuhardillaycumplísudeseo.

—¿Yquédemuestraesto?—replicóelniñotrasecharlesunvistazo—.Sóloqueesunidiotaquetehacíadibujitos,yquetetraíacachivaches.

Sinembargo,lellamólaatenciónlapiedrablanca.—¿Yestoquées?—preguntómientraslasosteníaenunamano.—Unapiedradelaluna—respondióBárbara.—Estáhelada—repusosoltándolaenlacaja.—Peroeslamásbonitaquehevistojamás.—Yo te regalaré una mejor —dijo malhumorado, y salió corriendo escaleras

abajo.LasoledadseapoderódeDiegomásquenunca.Durantelostresdíasqueestuvo

buscandolapiedramáshermosa,levivagarcomounespectroporeljardín,elpatioolashabitacionesdelhospicio.Latristezaintensificabaensucarneeloloracenizasyelniñodejabatrasdesíunrastrodebraseromelancólico.Surivalsehacíapasarporángel.Creo que por primera vez odió lamarca grabada en su pecho, lamarca delmedallóndesumadre,quelerecordabadíaynochelaexistenciadeunimpostorquepodíaarrebatarleloúnicoqueensumenteinfantilrepresentabalavida:Bárbara.Elvenenodeloscelos,quenorespetanilasmástiernasedades,habíaprovocadoqueseenfadara con ella. La esquivaba en el comedor, en los juegos del patio y en eldormitorio.YsiBárbarasedecidíaahablarle,tansólolamirabaofendido,comosidealgunaformalehubieratraicionado.

PeroDiegoeraunmuchachoconsuerte.SielángelquecortejabaaBárbaradesdesunubelehabíaregaladounapiedradelaluna,laqueélencontróencerrabalosrayosdelsol.

Nos reunimosdenuevoen labuhardillaparacompararlas.LosojosdeBárbaraerancadavezmáshermosos,eirradiabanunaluzsilenciosacomolaqueiluminalasiglesiasbajoelrecogimientodelosciriosdedifuntos.Sinembargo,aquelatardecerdecrépitoquehundíalostablonesdelabuhardillaenlasprimerassombras,susojosestabaninflamadosporelllantoysuluzsemeantojabaladeunsepulcro.

—Sacalacaja—medijoDiego.

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Aunque su voz sonaba firme, detrás de su mentón cuadrado se agazapaba lamordeduradelsufrimiento;podíandistinguirselaslágrimasnoderramadas.Yosabíabiendeesaslágrimas,porquetampocolashabíaderramadoporJosé.Coneltiempo,señorías,seconviertenenhumedadesdelalma.Enmohoquesepudreinvisible.

La piedra que Diego extrajo del bolsillo de sus pantalones poseía un amarillointenso, como si la hubiera arrancado del mismo sol. Era pequeña, de superficiepulidaysuave,yconformadeóvalo.Aunqueentoncesnosabíaquesetratabadeuntopacio, me di cuenta enseguida de que no era una piedra que se encontrarafácilmenteenunhospicio,dondeloúnicoqueabundasonlospiojos,lasoledadyelhambre.

—¿Aqueesmásbonitaquelapiedradeeseángel?—lepreguntóaBárbara.Ellalamirósinmostrarinterésynorespondió.—Vamos,compruébalo—dijomientrascogíalapiedrablancaylacolocabaenla

palmadelamanojuntoalasuya.—Yamíqué.Bárbaracogióeltopacio,seloarrojóalacaraysefuedelabuhardilla.ADiego

letemblóelmentón.—Ella no quiere un piedra, tontorrón —le expliqué con una sonrisa mientras

recogía el topaciodeun tablónpolvoriento—.Sóloquiere estar contigo.Quiere loque siempre ha tenido: el calor de tu ángel, y no la frialdad del que la contempladesdeelcielo.

Diegosellevólamanoalpecho,alarcángelquehabíaaborrecidoinjustamente.—AhoracuéntaleaBerenjenadedóndehassacadoestapiedraamarilla.Miraque

silahasrobado,elcastigopuedeserterrible.—Nolarobé.Elsolmedijodóndeestaba.Ésafuelaexplicaciónquemedio.Lahabíahalladoenelvientredelsauceblanco

quesealzabaconsusmásdetresmetrosenlahuertadelaLudovica.Alahoradelmediodía,buscandoentrelasplantasylasflorespurgantesquelorodeaban,viocómounrayodesolpenetrabaenunpequeñoagujerodelacortezacomounalanzahabíapenetradoenelcostadodeCristo.Seasomóporélydescubrióqueenelinteriordelsauceseescondíaalgoquebrillaba.Metiólosdedosenelagujeroytiródelacortezahacia él con todas sus fuerzashastaqueunpedazodeésta sedesprendiódel árboldejandoaldescubiertounacavidadsecreta.Dentroencontróeltopacioyunospapelesenrolladosporlosquenomostróinterés.Seapoderódelapiedraycolocólacortezaensulugar.

EnelmismomomentoqueescuchésuspalabrascomprendíquehabíadescubiertodelaformamásinocenteunescondrijodelahermanaLudovica.Larazónporlaquelamonjaguardabaallíaqueltopaciohasidosiempreunmisterioparamí.Yaconocíayo en esa época las propiedades curativas y protectoras que se atribuían a

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determinadaspiedras.Poresonoeraextrañoque,entiemposdeepidemiadepeste,quien tuviera la suerte de poseer una esmeralda, diamante, zafiro, topacio o piedrasimilar la llevara siempre cerca del corazón para preservarse del contagio de laenfermedad.Lasabiduríaquemeotorgólalecturamepermitióconocerlacreenciadequeunapiedracomoeltopaciosirveparaaclararlamenteyagudizarelingenio.Demodoqueesposiblequelahermanaguardaraeltopacioenelsauce,expuestoalosrayosdelsolydelaluna,conlaesperanzadequeéstosintensificaranlospoderesdelapiedra.Tal era el interésquehabíamostradopor estos astros cortandohierbasysembrándolasbajosuluzysusinflujos.

Lo que más me interesó del relato del niño fueron los papeles que habíaencontradojuntoaltopacio.Estabaansiosaporleersucontenido,asíquecondujeaDiegohasta la huerta.Teníamospoco tiempo antes de que le echaran en falta a lahora de acostarse, y no lo desperdiciamos. La huerta de lamonja estaba solitaria,absorta en sus perfumes de flores para lavativas, pero a saber cuánto ratopermaneceríaasí.

—Enséñamededónde sacaste la piedraporquehayquedevolverla—ledije alniño.

—Lapiedraesmía,yolaencontréparaBárbara.—TodoloquehayenestehospicioleperteneceaDiosyalashermanas,hastalas

piedrasqueencuentrasenlosárboles—lerecordé.El agujero se hallaba justo a la altura de sus ojos y no tuvo dificultad en

encontrarlo. Yo había estado muchas veces cerca del sauce y jamás me habíapercatadodeesehuecoenlacorteza.Apenassepercibíaensutroncogruesoyheridopor las raspadurasa lasque lo sometía lamonjaparacurar lasmelancolíasyotrosmales.Eranesasheridaslasqueacaparabanlaatencióndelprofanoqueseacercabaal árbol buscando su sombradeparasol demarquesa en los días veraniegos.Y sinembargo,ocultabaalgomás.MearrodilléjuntoaDiegoyélintrodujotresdedosenel agujero; de un adulto sólo cabían dos. Una especie de santuario, pequeño peroprofundo,quedóaldescubiertocuandoelniñoseparódeltroncoelpedazodecorteza.Tantoéstecomolacavidadsecretahabíansidotalladosconmaestría,detalmaneraquealvolveraajustarlacortezaeneltroncocasinoseapreciabalaexistenciadelaguarida.Parecíaunapuertaqueencajabaalaperfección.

Diego se resistió a devolver el topacio, pero acabó obedeciéndome; al fin y alcabo,nohabíaobtenidoconéleléxitoqueesperaba.Despuésdequemeloentregara,leordenéquesereunieraconelrestodelosniños.

Me quedé sola frente a la cavidad que se abría ante mí. Debía escudriñar suinterioraprisa.Metí lamanoyhalléunpardepapelesenrollados talycomohabíamencionado Diego, y además, oculto en lo más profundo, un libro de reducidotamañoencuadernadoenpiel.Desenrolléelprimerpapel.Bajo lapenumbraquese

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cerníayasobrelostejadosdelavilla,vieldibujodeunaplantaquereconocícomoelpequeñorosalquelahermanaLudovicahabíaresucitadoenelrecipientedevidrio.Aun lado de éste había hecho unas anotaciones en latín, que pude reconocer por susemejanzaconlaliturgiadelamisaqueimpartíaelpadreIsmael.Elsegundopapelcontenía más dibujos del rosal. Sentí una gran decepción; tenía la esperanza deencontrarelpergaminoque,segúnmeasegurólaTontadelosDesamparados,ledictólahermanaMaríaaEscolásticalanocheinmundaqueBárbaravinoalmundo.Ylasdos estabanmuertas, asesinadas, sinduda,por el gigante.Queyo supiera, laúnicapersonaqueconocíaelcontenidodeesepergaminoyseguíaconvidaeralahermanaLudovica.

Mis esperanzas de arrojar alguna luz sobre el asunto queme traía entremanosdesde hacía tanto tiempo se centraron en el libro. Su cubierta de piel estaba tanestropeada que las letras del título se habían borrado. Deseaba hojear las páginascuyosfilosahumadosindicabanqueestaríanajadasyamarillentas,perotemíaquealabrirlo cobrara alguna forma extraña de vida.Finalmentemi curiosidaddoblegó alterror.Ellomocrujiócomoespinazoviejo,corroídoporlahumedad,ydelaspáginasbrotó un aroma a moho, a putrefacción de flores, hongos e insectos. Muy prontomaldijemiignorancia.Habíaaprendidoaleer,peroenlalenguadelpueblo.Yaquellibrosehallabaredactadoenlatín,igualquelasanotacionesdelprimerescrito.Misnuevos conocimientos no eran suficientes. Me disponía a cerrarlo, cuando me dicuentadequeentrealgunaspáginashabíaunostrozosdepapelalparecercolocadosintencionadamenteparadividirel libroentrespartes.ReconocíenelloslaescrituradelahermanaLudovica,afiladacomolaquesaledetodaplumademonja,peroaunasíconciertaspeculiaridadesqueyodistinguíamuybiengraciasalosañosquemehabíadedicadoaobservarla.AZUFRE,habíaescritoenelprimero.SAL,enelsegundo.MERCURIO,eneltercero.

Entendía aquellas palabras, pero carecían de significado para mí. Supuse queestaban relacionadas con la ciencia de la hermana Ludovica. La enfermería y lahabitación de las alacenas se hallaban repletas de tarros y pomos con nombres dehierbas, raíces y polvos, entre otras sustancias que ella utilizaba para elaborar susbálsamoso,comohabíadescubierto,susresurreccionesdeplantas.

Guardélospapelesyellibroenelhuecodelárbolcuidandodecolocarcadaunoen el lugar donde lo había hallado, y encajé la corteza en el tronco, decidida aencontrarunsentidoaaquellastrespalabras.Ynotardédemasiado.

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Señorías,paraquecomprendanloquesucedióunasemanadespués,hedeexplicarlesque Bárbara y Diego, al haber cumplido los diez años, dormían en distintosdormitorios.Diego,eneldestinadoalosniñosmayoresenlaplantabaja,yBárbaraeneldelasniñasdelaprimera,situadomuycercadelacapillaydelpasillodondesedistribuíanlasceldasdelashermanas.Sinembargo,muchasnochesélseescabullíaporlaescaleradelhospicioburlandolaguardiadelamonjajuntoaltorno,ysubíaaldormitoriodelasniñasparacontinuardurmiendoenelcatredeBárbara,acurrucadoselunoenelotro.Noseconformabancon lospocosmomentosenquepodíanestarjuntosduranteeldía,compartiendolosestrictoshorariosalosqueselessometíaparatodo:levantarse,orinar,lavarse,decirsusoraciones,desayunar,almorzarycenarenel vasto comedor donde los niños les disputaban las migas a los ratones, ocompartiendoalgúnjuegoenelpatiodelhospicioconlacaradehambrequeseleshabíapuestodealimentarsesolodesopasdearrozodepanconlegumbres.

Aunque habían abandonado el dormitorio de los destetados, la hermanaUrracaseguíateniendopodersobreellos.Aquelgrupodesupervivienteserapoconumeroso:losquenohabíanmuertoensuniñezmástierna,habíanabandonadoyaelhospiciopara ponerse a trabajar de aprendices de carpintero, o de sirvientas, y ganarse unjornalconelquesustentarsumiserablevida.Asíqueencualquiermomentopodíanseparar aBárbara y aDiego definitivamente.Además, la hermanaUrraca tenía uninterés especial en librarse de Diego, pues le había descubierto más de una vezmetidoenlacamadeBárbara.YosospechabaquesinolohabíalogradotodavíaeraporquealahermanaLudovicaleinteresabamantenerlosjuntosyseloimpedía.

Lanocheenquesereconciliarontraselenfadodelapiedra,vientraraDiegosigilosoeneldormitoriodelasniñasyleseguí.DesdeelquiciodelapuertacomprobéqueBárbaraleesperabadespiertaconsusojosllameantesescudriñandolapenumbra.Aldescubrirleseincorporóenellecho.Diegoseabriólacamisadedormirysetumbójunto a ella. Unieron las manos sobre la cicatriz mientras sus labios musitaban eljuramento que los unía para siempre.DespuésBárbara se acurrucó en el esqueletoqueerasupecho,ysedurmióacariciandoaquellasalasangelicalesquetantoamaba.Ningún otro ángel logró perturbar su sueño.Cuandome disponía a retirarme amidormitoriolosmiréunaúltimavez.Quizámeconfundióelresplandordelalunaquecubríaelcieloaquellanoche,peromeparecióquedesuscuerpossedesprendíaunhalodeluzqueflotóduranteunosinstantesentrelossueñoscelestesdelashuérfanas.

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Otromotivomás,pensé,paraquelahermanaUrracaquieralibrarsedeDiego.Simisojos habían podido vislumbrar aquel resplandor, cuánto más los suyos dedesenterrada;suobjetivoprincipalseríaladestruccióndeaquelamordeluciérnaga.

Cercadelalba,unamuchachitarubia,pecosaybizcadeunojo,quedormíajuntoalacamadeBárbara,descubriólapresenciadeDiegoysepusoagritarcomosienvezdeunvarónhubieravistoundemonio.AcudípresurosaaldormitorioaltiempoquelohacíalahermanaUrraca,cuyaceldaeralaprimeradelpasillo.Sepresentóencamisadedormir,conloshuesosretorcidosyviejostintineándoledepurarabiacomocampanitasdeiglesia,yenunamanodeforme—nosésidetantoazotarposaderas,ode su pasado de tumba— su bastón, con muñones que se clavaban en la carnehuérfana.YlovioenroscadoenlacamadeBárbara,comounanimalalabrigodesuguarida.

—Sácalodeahí,Berenjena—meordenó.Leagarréporunbrazoyarranquésucuerpofamélicodellechoconlafacilidad

delquearrancaunaflorseca.Sequedódepieantelafiguraantinaturaldelamonjayellalegolpeóconelbastón.

—¡VirgenSantísima,siguesinconocereltemoraDios,yalashermanaspiadosasqueloalimentanydancobijo!—chillólaUrraca.

Bárbarasaltódelacamaparatratardedefenderle,peroélseapresuróadecirle:—Estatequieta,noquieroquetepegueati.Tratabadeprotegerla,aunquehabíatambiénenlaactituddeDiegounasoberbia

dehéroe.DeseabamostrarleaBárbarahastadóndeestabadispuestoasufrirporella,porpermanecerasulado,deseabamostrarlequenada,nieldolor,nilahumillación,le acobardaban. Guiado quizá por su instinto, o por el tierno despuntar de supersonalidad tortuosa, Diego ejercía un poder que era a la vez una gran arma deseducción:elpoderdelsacrificio.

TalycomolehabíasucedidoalahermanaUrracalanochequemetióaDiegoenel caldero de las lentejas, la niña rubia y pecosa enfermó pronto. Una mañana laencontramosconsumidaporunasfiebresquelamantuvieronunpardesemanasenundelirioperpetuo.Tuvieronqueatarlaconcorreasallechodelaenfermeríaporqueserevolvíaypataleabacuandopretendíantocarla.

Tras lo sucedido aquella noche, la hermana Urraca convenció a la hermanaSerafina de que debían librarse de Diego de una vez por todas, pidiéndole a donCelestinoquelebuscaraunoficio.Ellaaceptó;yalesdijequeamabalavidarutinariaypacífica,yeraciertoqueelmuchachoconseguíaperturbarlaenmuchasocasiones.EstoyconvencidadequelahermanaLudovicalohubieraimpedido,perounaaciagacasualidad hizo que se hallara ausente del hospicio. Se encontraba en Salamancadesdehacíaunasemana,atendiendoalaprioradeunconventodesuordenquehabíacaídogravementeenferma.Cuandolavipartirarmadaconsushierbasycataplasmas,

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me alegré. Planeaba aprovechar las semanas que estaría fuera para revisar a fondotodo papel o libro que encontrara en su celda o en su mesa de trabajo, con laesperanzadehallaralgúnindicioquemeayudaraadarlesentidoalas trespalabrasquemeatormentaban:azufre,sal,mercurio.Pero jamássospeché lasconsecuenciasqueacarrearíasuviaje.

DonCelestinotardómuypocoencomunicarnosquehabíaencontradounlugarenelqueDiegoaprenderíaunoficiodeprovecho.

—Olvídate de esa niña, ya no la tendrás cerca para regocijarte —le dijo lahermanaUrracariendoentredienteslamañanaquevinieronabuscarlo—.Eresunacriaturadesobedienteyosada,perotevanaenderezarenelcampo.Ysino,arderáseternamenteenelinfiernoentresusllamashirvientesysuhedoraazufre.

Estaba junto a ella en la portería esperando la llegada del campesino que sellevaría a Diego, cuando escuché esas palabras. No reparé en la crueldad de susignificadonieneldolorquelehabríaproducidoalniño.

«… arderás en el infierno… entre sus llamas hirvientes y su hedor a azufre»,pensé.

Azufre, el aroma del averno, llamas… fuego. El azufre representa el fuego,razoné,elfuegodelosexperimentosdelahermanaLudovica,lasllamasquehabíanconsumido el rosal convirtiéndolo en cenizas, las cuales almezclarse con el rocíoformaronunatierraespesa.

—Tierra—murmuré.EntoncesmimemoriacristianaseabrióantemícomolasaguasdelmarRojoy

vislumbréunacitadelosHechosdelosApóstoles:«Vosotrossoislasaldelatierra».La sal significaba tierra.De nuevo, fuego, tierra; sólo faltaba el agua.Elmercuriodebíadereferirseaella.Sinembargo,nopudeencontrarningunarelacióncomoconlas otras dos palabras. ¿Qué aspecto tenía el mercurio, qué color? ¿Acaso era unlíquido?Nolosabía,peromepropuseaveriguarloencuantotuvieraocasión.Encadauno de los tarros y pomos de porcelana que se hallaban en la despensa y en lapequeñahabitacióndelasalacenas,sehallabaescritoelnombredelasustanciaquecontenía.Losrevisaríaunoporuno,aprovechandolaausenciadelaLudovica.

Elcampesino,quegolpeóconrudezalapuertadelhospicio,eraunhombredeunostreinta años con surcos enun rostro envenenadopor el sol y conmanosgrandesymaltrechasacausadeldurotrabajo.Desdeelprincipiosecomportódeformatoscaquejándosedeloenclenquequeleparecíaelniño.

—Pero es fuerte —le aseguró la hermana Urraca—, aguanta más de lo queaparenta.Sobrevivióaunincendioyalapeste.NuncahaestadoenfermoyademásllevagrabadaensucarneunamarcadeNuestroSeñor.

Le abrió la camisa y el arcángel san Gabriel mostró sus alas y su vara de

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azucenas.—¿Noseráunsanto?—preguntóelcampesinorascándoselacabeza.—Siasífueraseloentregaríamosalosfrailesenvezdeavuestramerced.—Esquenoquieroquesemepaseeldíarezandoyembobadomirandoalcielo.—El muchacho es bien despierto, se lo garantizo, y rezará tanto como debe

hacerlovuestramercedparanoarderenelinfierno.AúnrecuerdocómomemiróDiegocuandoaquelhombrelepusounamanoenel

hombro y lo condujo hasta la puerta. Tenía los ojos turbios por el escozor de sumarcha,yaunqueintentabamantenerseerguido,nitodalahidalguíadelmundopudoevitarqueletemblaranlasrodillasyseledoblarancomosifueraacaerse.

No sé cómoBárbara supo que se lo llevaban.Había puestomucho cuidado enocultárselo,aunquesentíaquelos traicionaba,aellosyamímisma,alvínculoquehabíacreadoalunirlostrassunacimiento.

Paraaliviaraquellaangustia,ygraciasaquelaniñarubiacontinuabaatadaenlaenfermería, los había ayudado para que durmieran juntos esa noche que, sin ellossospecharlo,seríalaúltima.Mequedéenvelacontemplandosusueño,cuerposflacosentrelazados,abandonadosaeseamorqueaúnespuroenlainfancia,deleitándomeanteesabellaimagenquesetornabaúnicayperfectaconformetranscurríanlashoras,precipitándolahaciasutrágicofinal.

Bárbaradeberíahaberestadoeneldormitoriodelasniñasrezandolasoracionesdelamañana.Quizápercibióqueelperfumedecenizasjuntoalquesehabíacriadoseleescapabaparasiempre.Quizáleavisóelcorazónquecompartían.Elcasoesquesepresentódeprontoenlaporteríagritandoelnombredelniño.Encuantoéllaoyó,la valentía retornó a sus piernas, se zafó de la presión de lamano del campesino,corrióhaciaellayseabrazaron.LabocadelahermanaUrracasetorcióenunamuecadedisgusto.

—Sitantolequieresledejarásir,porquesemarchaparaaprenderaganarsebienlavida—ledijomientrasintentabasepararlos.

Noloconsiguió,porquesushuesoserandemasiadoviejospara lucharcontra loqueuníaaaquellascriaturas.Entonceselcampesinotiródelmuchacho,ycomosinofueramásqueunacríadegato,loelevóporlosairesyloplantóenelumbraldelapuerta.

—Quesehacetardeyhaymuchoquesembrar—refunfuñó.LahermanaUrracameordenóconungestoquesujetaraaBárbaraparaevitarque

fueratrasél.Serevolvíaenmisbrazosconunllantodesesperadoyunossollozosqueconvulsionabansucuerpomenudo.Élsevolvióparamirarlaunaúltimavez,yyoladejé escapar, pero no porqueme conmovieran las lágrimas deDiego, sino porquesentílasmanosdeBárbaraclavadasenmispiernasyardíancomolasllamasdeunavela.Diegosesacódelbolsillodelpantalónunaciruelalozanaquehabríarobadode

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lacocinayselaentregó.Notuvotiempoparanadamás;elcampesinolozarandeóconotrotirónycerródeungolpelapuertadelhospicio.

UnsilenciomalditooscureciólaporteríamientrasBárbarasujetabalafrutaentrelasmanos.Al cabo de un rato la dejó caer al suelo y corrió en dirección al patio.Aquellaciruelahabíasucumbidoalapodredumbreconlarapidezdeunmilagro:unpar de gusanos se abrían paso entre la carne jugosa y muerta, profanando con sucaminarsinuosolasbaldosasdebarro.

Fuerondías agitados los que siguieron a lamarchadeDiego.No llegó la pazy elsosiegodelavidarutinariaquetantoanhelabalahermanaSerafina.Alcontrario,elhospicioseconvirtióenunhogardondereinabaeltemorylasesperanzassepudríanjuntoaalimentos,animalesyplantas.Bárbarasehabíaentregadoaunamelancolíamalsana. Se le apagó la piel suave dejando paso a una palidez demortaja quemehelaba la sangre con sólo mirarla. Los ojos verdes estaban húmedospermanentementeymostrabanelbrilloterroríficodelosalucinados.Teníalamiradaida, en otro mundo, y con la expresión de los pobres locos que buscan en susensoñacionesydeliriosunarazónparavivir.Desobedecíalasreglasdelhospicio:senegaba a rezar las oraciones, a lavarse, o a ingerir cualquier alimento a las horasconvenidas.Lehabíacogidogustoachuparlasvelasdelacapilla,quesederretíanenríosdecerabajoeltactodesusmanosardientes,proporcionandounalientosagradoacadapalabraincomprensiblequesalíadesuboca.Secomíalassábanastendidasenelpatio,yhacíagironeslosvestidosypantalonesdeloshuérfanos,masticándolosconlos ojos perdidos en las sombras de las nubes. Orinaba en cualquier parte, en lasesquinasdelospasillos,entrelasmatasdepimientosytomates,quesemarchitabaninexplicablemente. Parecía que su naturaleza humana la había abandonado, que surazón infantil se había tornado en locura, y dejaba tras de sí un tufo de animalsilvestrequeyoseguíaconasombroeinquietud.

Se levantaba de la cama en mitad de la noche y vagaba por los pasillos, laportería,eldormitoriodelasnodrizas,deloslactantesodelosdestetados,sigilosayfantasmal en la camisa blanca de dormir, mientras su lengua vomitaba undespropósito sobre ángeles vengadores. Sobresaltaba el sueño de los niños, quechillabanasustadosalencontrarsedeprontoconaquellacriaturaescuálidaquemásqueandarparecía flotarcomounespectroentrecunasycamastros,anunciando loshorroresquesufriríamosconlallegadainevitabledesusseresalados.AmásdeunanodrizaselecortólalechedurantedíastrasdespertarsesofocadaporelcalordelasmanosdeBárbara,quelepalpabalospechosenlaoscuridaddesussueños,buscandoelconsuelodelaubresobrenaturaldelaBlasadelaqueentiemposhabíamamadoDiego.LahermanaUrracalaconducíaalacamaentrealaridosyvarazos,yyotemíaqueintentaradeshacersedeellacomohabíahechoconDiego,quemelaarrebataray

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asumieradenuevomividaenladesidiadeunavulgarfregona.Conelpasodelosdíassepudrieronlosalimentosqueseatesorabanenlacocina,

losajos,lascebollas,lascarnesdestinadasadientesdemonjas.Sepudrieronlascolesdelahuerta,convertidasentenebrosascabezasdeinfantes;lospimientosylasmalashierbas que rodeaban toda mata estrangulándola. Se pudrieron las lentejas y losgarbanzos,reblandecidosporunmohoqueenmarañabalasdesdichadaslegumbresenpelusas transparentes. Se pudrieron las plantas medicinales de la huerta de laLudovica,lashojasdelsauceblancoycadamargarita,amapolaovioletaqueosabaairearalsolsuspétalosalegres.Losanimalesenfermaronacausadelainfelicidaddeella.Lasgallinasandabancabizbajasarrastrandoelpicoporelsueloyuntadodesupropia mierda; dejaron de poner huevos, y si alguno llegaba a escaparse de susvientressecos,noeramásqueunacáscaraquealbergabaensuinteriorelvacíodelamuerte.Alascabras,lalecheselesvolvióterrosaydensacomocieno,yseapiñaronen los corrales, adormiladas unas encima de otras, con los ojos extraviados en lasnubes.

Todavidaparecíaapagarse,todoobjetoqueellatocabaperdíalautilidadparalaque había sido concebido, como si la única utilidad posible, la única que teníaoportunidadesdesobreviviratantadescomposiciónfueraladelatristeza.

Bárbaraperdióelinterésporcualquierpresenciahumana.Inclusolemolestabalamía,yesomesumíaenunprofundodesconsuelo.«SoyBerenjena,yomeocuparédeti, yovoy a cuidarte», le susurraba.Nohabía en sus labiosmás respuesta queunainmovilidad fríay rígida.Elúnicocontactoqueno sólopermitía sinoque tambiénanhelabaeraeldelaBlasa,omásbieneldesutetamágica.Convertidafinalmenteenamadesaladebidoaqueconlosañosselehabíansecadoinevitablementelasubres,habíaexperimentadoelrenacerapoteósicodeunadeellas,delaquemanabalalechea borbotones bajo la presión de los labios y los dedos deBárbara. Su traslado deldormitorio de las nodrizas a unapequeñahabitación junto a la sala de amamantar,quenocompartíaconnadie,mehabíapermitidoinstalarmeensucama,enlacamadelaBlasa,ladelcolchónmásrellenodelanayconmenoschinches—eltrono,porasídecirlo,delahabitacióndelasnodrizas—,posiciónquemeotorgabaciertaautoridadsobreellas.Apesardequecontinuabarestregandoorinesyexcrementosdesábanasyfregando suelos, a mis veintiséis años me había convertido en una persona deconfianzadelahermanaSerafinayporsupuestodelaviejanodriza.

LaBlasa llevaba tiempo sin interesarsedemasiadopor los asuntosdel hospicioque iban más allá de sus obligaciones, y por los que en un principio la habíanvinculadoalosmisteriosdelosorígenesdeBárbara,sobretodocuandoéstosdejaronde proporcionarle reales que dilapidar en sus apuestas. Cada día se hallaba másvolcadaensuviciodejugara losnaipesyensusvisitasa lascasasdejuegodelapeorestofadelavilla,dondeeradesobraconocida.Sinembargo,elascensosocial

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de laBlasa en la jerarquía del hospiciomehabía proporcionado la oportunidad deescapar de su vigilancia nocturna y de ser dueña demismadrugadas en vela paracontinuarespiandoalahermanaLudovica.

MovidaporelinesperadoretornodeBárbaraalalactanciasobrenatural,laBlasaempezóainteresarsedenuevoporlaniña.Seencerrabaconellaenlaintimidaddesuhabitación,yleentregabaconpacienciademadreycodiciadetahúr—nomecabíaningunaduda—elpechodelqueantessolíamamarDiego.

NotardólaBlasaenvolveraapostarselalechealosnaipesenlaspartidasquecontinuabaorganizandoentrelasnodrizasmásnovatas,peroenestaocasiónlesaliómallajugada.Losniñosquealimentabaellaensustitucióndelanodrizaquelehabíaganadounamanoa laveintiuna,no tardabanenmostrar síntomasdeuna aflicciónajena:vomitabanunabilisamarillaconoloracenizas,arescoldosvivosqueleshacíaentornardolorosamentelospárpados,ypalparseelpechoconsusmanitasinocentesenbuscadeunamarcaafuego.Eratalsudesasosiego,quenopodíansoportarniellevepesodesualma.

¿Quéclasedepodereraelqueatesorabaesaniñaasusdiezaños?¿Acasoteníasuorigen en la soledad, en la ausencia del amor, en la desesperanza? ¿Procedía deNuestroSeñorodelmismísimodiablo?Oscurosydolorososdíassesucedieron.Laaislarondelrestodeloshuérfanosparaprotegerlesdesusefluviosmelancólicosydesusamenazasangélicas.Laencerraronenlaceldadeunahermanaviejaqueacababade fallecer.Hasta el espíritu de la difunta huyó de las cuatro paredes donde habíaterminadosupiadosaexistencia.«Estáposeída,endemoniada.»EsodijolahermanaUrraca,ésa fuesusentenciaabominable.Meencarguéde transportar sucuerpo,unesqueletofrágilquesemanejabacondocilidad,hastaelcatremaltrechodelacelda.Noeranmásquesábanasytraposloquehabíaalbergadosuestómagoenlaúltimasemana. En las comisuras de sus labios se acumulaban rastros de cera, signosinequívocos de su locura, una locura que contagiaba a la naturaleza. La hermanaSerafinaordenóqueledierandecomeruntazóndejudíasyarroz,peroellasenegóaabrirlaboca;suslabiosestabanselladoscomolápidas.

—Hayqueobligarlaaalimentarseomoriráantesdequelesalgaeldemonio—dijolahermanaUrraca.

AtólasmanosylostobillosdeBárbaraconunacorrea.Yolaoíareírpordentro,una risa cuyo eco maléfico recorría sus intestinos y explotaba de regocijo en elestómago. En cambio, la hermana Serafina sufría, y su piedad era una flor que lealumbrabaelrostro.Mastambiéntemía,ymucho.SutemoralospresagiosbíblicosyalasplagasdivinaslallevóaapoyarlasentenciadeendemoniadaquepromulgabalahermanaUrraca.LamonjaveíaenlosángelesvengadoresdelosdeliriosdeBárbaraalosángelesdelApocalipsis.Veíalalenguainfantilenredadaporeldemonio.Veíaa

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lossieteángelesalosquelesfuerondadaslassietetrompetas.Tocóelprimeroy,trasuna plaga de granizo y sangre que asoló la tierra, todo árbol y toda hierba verdequedaron abrasados. Veía la hermana que el hospicio era la tierra. Veía en larealizacióndelaprofecíanolairadeNuestroSeñorsinolaburladeldiablo,quesemofaba de la santa palabra. Veía en los árboles y las hierbas abrasadas, el sauceblanco y las matas de tomates, pimientos y coles putrefactas. Nadie entendió queBárbaracreíaendosángeles:elquedibujabaenunpechounacicatrizperfecta,yelquelailuminabadesdeelcieloconsuantorchadeluzdeluna.Ydeambosreclamabaconsuelo.

—Come,criaturamaldita.LahermanaUrracaleacercóalabocaunacucharadadecaldotransparentecon

judías flotantes. Ya dije que sus labios estaban sellados para todo lo que noalimentarasumelancolíaenfermiza,perolamonjainsistió,alentadaporlahermanaSerafina.

—No quiero, no quiero, miserables bastardas —profirió Bárbara en unespeluznantegrito.

Dotadaunafuerzaprocedentedeunmundosecretolaniñasesoltódelacorreaqueleaprisionabaunamuñeca.

—¡Hijas del pecado, hijas de la lujuria, miserables deshechos de la pobrezahumana!—continuógritandomientrasnosamenazabaconelpuño.

—¡Blasfemias, blasfemias! ¡Fuerza sobrenatural! Signos indudables de laposesióndemoníaca.Diosnosproteja—aullólahermanaUrraca.

Ellasabíabiendequéhablabaporqueeralaprimeraendiablada.YasíselohicesaberconunamiradadeespantoalaBlasa,queobservabalaescenaconsublusadenodrizavieja.Bárbaralavio,omásqueverlaoliólalechequeescondíasuconsuelo,yextendióhaciaellaunamanosuplicante.

—Fuera todas—ordenó la hermana Urraca—. Salgan antes de que pongan enpeligrolasalvacióndesualma.

—¡Bastardas, engendros del pecado, hijas de la soledad mugrienta! —repetíaBárbara,entregadaalamásfebrildesesperación.

Nosésisólofuiyolaquesediocuentadequelaniñarepetíalosinsultosquelasnodrizas,lasamasdesalaolaspropiashermanasempleabanparadirigirseanosotrosloshuérfanos, a lo largodenuestra infanciahelada.El aprendizajedel dolor esunartequenuncaseolvida:marcaelcorazóncomoherreroconelfuegodesufragua,yel hierro que un día quemó toda bondad deja serpiente en cicatriz negruzca. Si esposible laredenciónsehadeverenesteproceso.Unode losqueescuchanhoymitestimonioentenderáelporquéconmáslucidezqueelresto.

Nos disponíamos a abandonar la celda obedeciendo la orden de la hermanaUrraca,apoyadaporlahermanaSerafina,cuandonuestrasbocassenossecaroncomo

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elesparto,ynossobrevinounsaboratierra.Quéescuché,quéescuchamossumidasen pavoroso estupor, no lo sé; ni yo ni ninguna de las que estábamos allícomprendimossusignificadoverdadero.LatezinfantildeBárbarasetornósombría,perosusojosreflejaronmásquenuncaaquella luzdecirios.Resplandecieronhastaconvertirse en estrellas, en lucerosquehubieran alumbrado la nochemás siniestra.Suslabiosseabrieronypronuncióunaspalabrasquesoyincapazderepetirporqueno conseguí memorizarlas, aunque sí reconocer su sonido: Bárbara hablaba en lalenguadelgigante.Sí,enlalenguaquedebiódeescuchareldesventuradoborrachoalaorilladelManzanares,ebriodelúltimovinoquelearrastraríahastalasogadondelevibalancearseconojosdeinocencia.Lalenguaenlaqueleescuchéentonaraquelcanto celestial en el establo delMesón delÁguila, sumida en el aturdimiento trasrecibirelgolpeenlacabeza,enelaturdimientoquemeencendíalapieldeeternidad.La lengua que alumbró la desaparición de José, vivo o muerto, en aquel saco detinieblas.LalenguaquedebiódeacompañaralamuertedelahermanaMaríaenlosDesamparados,abrigadaporelestrangulamientodelaterribleymonstruosasombra.LamismalenguaquecautivóalaTonta,deleitandosuestupidezconlabellezaqueleparalizó los miembros y la garganta para pedir ayuda. La lengua que escondía elacento de Berta, la desaparecida Berta, de palabras tiernas envueltas en capas decebolla.

LahermanaSerafinasesantiguó.Ensucruzinvisiblehabíamiedoypesadumbre.—Conocimientosobrenaturaldeunalenguaalaquenohapodidoteneraccesola

poseída—dijolahermanaUrraca.Sacó un pañuelo del bolsillo de su hábito, se tapó con él la boca, tosió sin la

menorcompasiónyescupiósabeDiosquédesechohumano.—Virgen Santísima, después de esto ya no hay duda —aseveró la hermana

Serafina.—¿De qué no hay duda, hermana? —le pregunté—. Dígamelo, por la

misericordiadelAltísimo.—Se trata de un síntoma clarísimo que padecen los endemoniados: conocen

lenguasquenoleshansidoenseñadas—meexplicólaSerafina.—Hablaenhebreo,¿noescierto,hermana?—Asíes.Después de aquello, abandonamos la celda una tras otra dejando a Bárbara

sumida en la soledad de sus palabras. La hermana Serafina echó la llave para quenadie pudiera entrar hasta la llegada del padre Ismael, que vendría provisto de suslatinesysalmos,desusbártulossagradosparaacometerelexorcismo.Nohabíamásremedio.

CuántoechédemenosalahermanaLudovica.Cuántomaldijelaempresaquelahabíaalejadodelhospicioenesosmomentos.Estabaconvencidadequenohubiera

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permitidoquesucedieratodoaquello.Además,ellatambiénteníapartedeculpa,puessólolahermanaLudovicapodíahaberenseñadoaBárbaraaquellaspalabrashebreasque la habían sentenciado definitivamente. Sin embargo, tenía que aprovechar suausenciacomohabíaprevistoenunprincipiopara revisarsuspapelesysobre todosustarrosypomosdeporcelanaenbuscadelmercurio.MicrianzajuntoalaBlasamehabíaenseñadocómounopuedebeneficiarsedelassituacionesadversas,ymássiéstastraenconsigodesventurasajenas.Éseeraparaellaelprimermandamientodelasupervivencia en el mundo, al menos en nuestro mundo, donde la muerte de unhuérfano suponía la posibilidad de tocar amás en el reparto de la comida.Que ladesaparicióndelprójimoengordelastripaspuedenoresultarmuycristiano,perolocierto es que aliviaba el abismo de nuestros estómagos apaciguando sus dolores ypesadillas.

Así que, a pesar de que esa nochemi ánimo no se hallaba en condiciones deacometerelregistrodelosdominiosdelahermanaLudovica,pueslapreocupaciónyel temor de lo que pudiera pasarle a Bárbara inmovilizaba a ratosmimente ymicuerpo,eraelmomentopropicioparallevarloacabo.Porotrolado,hedeconfesarquemesentíafascinadaporcuantohabíaocurrido.Losfinoshilosquecomotelarañaperfectaseibantejiendo,invisiblesysecretos,entreelgiganteysulenguaprohibida,Escolástica, la hermana María, la madre de Bárbara, José, Berta, la hermanaLudovicadespertaronaúnmásmisansiasdesaber.Yéstasacabaronporsuperaramiánimomaltrecho.Teníalasensacióndequetodosellosformabanpartedeunamismahistoria de la que yo sólo conocía algunos fragmentos y, probablemente,desordenados.Imaginéquecadaunorepresentabaunadeesasfigurasdelosretablosdelasiglesias:bastacolocarlasenelordenadecuadoparaqueelsentidodelsucesoque narran resplandezca en el altar. Pero aúnme faltaba información para saber ellugarexactoquehabíandeocuparmuchasdeellas,puestoquecadafiguraentrañabaa su vez otra historia distinta de la principal, que era la que daba sentido a supresenciaenelretablo,hastaelpuntodedesvelarcuantosehallabaoculto.

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Aquélla fueunamadrugadasilenciosa.Elhospicioparecíahabitado tansóloporelhedordelhielo.Dormíamosbajoelmismotechoqueunaendemoniada,por loqueacallábamos ronquidos, respiraciones y alientos con la esperanza de pasarinadvertidos;elmalignodebíapermanecerentre lasmagrascarnesdeBárbaraynobuscarotravíctima.Yoeraunespectroqueavanzabaendireccióna la enfermería,bajo la oscuridad que tallaba la luna.Mi búsqueda delmercurio comenzaría en elpequeñocuartodelasalacenasdondedesaparecíalahermanaLudovica.Miintuiciónme decía que todos los detalles que lograra reunir sobre sus experimentos meayudaríanacomprenderlaverdaderanaturalezadeBárbara, lacausa,elorigenolafinalidaddelpoderqueencerrabansusmanos.Mientrashablabaenhebreo,susdedoslargos se habían desplegado como velas al viento, impregnando la celda de unenigmáticooloravidaqueparecíaacaparartodoslosperfumesdelmundo.

Bajo la llama frágil de una lámpara de aceite, una hermana dormitaba en laenfermería al cuidado de unos huérfanos, postrados en sus catres a causa de unoscólicos. Pasé de puntillas por delante de ella y sin queme descubriera alcancé lahabitación.Prendílavelaqueapretabaentrelasmanosy,mientrascerrabalapuerta,una luz tenue alumbró las alacenas divididas en numerosos estantes. Respiréprofundamenteporque loshuesosme temblabanbajo lacamisadedormir,y sentíacorrer el corazón en mi pecho como un conejo asustado. Necesitaba serenarme ypensarpordóndecomenzaríamibúsqueda.Perolabúsquedadequé,mepreguntédepronto.De todoydenada aun tiempo, fuemi respuesta.Dediquéunosminutos aanalizar lo que sabía, o lo que creía saber como fruto de mi observación y misconclusiones.

Ellibroquehabíaencontradoenlamadrigueradelsauceblanco,aquellibroqueparecía cobrar vida al abrirlo, pertenecía sin duda a la hermana Ludovica. Ella lohabíadivididoentrespartes:azufre,salymercurio.Asuvez,yohabíarelacionadolaprimeraconelfuegograciasalahermanaUrraca,ylasegundaconlatierra,graciasamieducacióncristiana.Mefaltabaencontrarlarelacióndelaterceraconelagua.Portanto,debíabuscareltarroqueconteníamercurioycomprobarsieralíquido.

DelosexperimentosdelahermanaLudovicahabíaaveriguadoqueencerrabaenrecipientesloquepodríallamarseel«espíritu»delasplantas;esdecir,lasresucitabaenformadefantasmastemblorosos,trassometerlasalinflujodelfuego,delatierraydelagua,enestecasodelrocíodelanoche.Porotrolado,elsertestigodelprodigioquerealizóBárbaraconlasemilla—cómolahizogerminarycrecerentresusmanos

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—mellevóapensarqueparaquelavidadelaplantasurgierasenecesitabatambiéntierra,caloryagua.Denuevoaparecíanenjuegoesostreselementos,bienparadarvidaafantasmas,comohacíalahermanaLudovica,obienparacrearvidadeverdad,comohabía hechoBárbara.Vida,muerte, resurrección; fuego, tierra, agua. InclusoBárbarahabíarelacionadoelsecretodeDiosconlavidaylamuerteenelhospicio.

Peroaúnmequedabaotromisterio.Merefieroalaspalabrasquepronunciabalahermana cuando cortaba y sembraba las plantas que luego sometería a susexperimentos.YporsupuestolaspalabrasquelehabíaenseñadoaBárbaraparaquelaspronunciaramientrasabrigabalasemillaconsusmanos.Mevinoalacabezalaideadequesetratabadeunconjurohebreo.Habíaoídohablardelatemiblemagiajudía y por unmomentome asustó la posibilidad de que la hermana Ludovica nofueramásqueunahechicerahereje.

Alumbréconlavelaunadelasalacenasparacomenzarlabúsquedadelmercurio,másporafianzarloqueyacreíasaberqueporquefueraaaportaralgonuevoamisrazonamientos. No me entretendré en relatarles el tiempo que pasé leyendo losnombresdeplantasodeotrotipodesustanciasparamídesconocidasquefigurabanescritos en los tarros de cristal o porcelana; baste decirles que agradecí lameticulosidad que caracterizaba la conducta de las hermanas, pues todos ellos sehallaban clasificadospororden alfabético.Los tarros correspondientes a la letraMocupaban tres estantes. Por lo menos había cinco filas de tarros, y el polvo seacumulabaentreellos.Meescocíanlosojosdeforzarlavistabajolaluzdelavela,ymipacienciaardíacontanta«Manzanilla»,«Melisa»,«Manzano»,hastaqueporfin,enlaúltimafila,apretadoentreel«Muérdago»yel«Musgo»,vislumbréuntarrodeporcelana en cuya tapa leí: «Mercurio». No llegué a abrirlo jamás. Hoy sé que elmercurioeslíquidoyespeso,peroloaverigüémuchosañosdespués,cuandoyatodohabíaterminado.

Intentécogerel tarroperosehallabasujetoalestantedetalmaneraqueparecíaformarpartedeél.Tansólosemovíahaciadelante,ycuandolohizoviqueelfondoestaba unido a la alacena por una barra de hierro. Entonces oí un chirrido.Era unsonidoherrumbrosoy suavequeproveníade laparedqueestaba justo frenteamí.Bajéde laescaleraa laquemehabíasubido,ybusquélo tarrosclasificadosconlaletra A. Intuía que el tarro del azufre también encerraba una sorpresa. Se hallabaescondido entre el «Aloe» y la «Alcachofa».Y nome equivocaba. Lomoví de lamismaformaqueeldelmercurio,yotrochirridorompióelsilencio.Sólofaltabalasal.Tuvequeutilizardenuevolaescaleraparadarconeltarro.Sabíaquelohallaríaocultoentrelasúltimasfilas.Mecastañeteabanlosdientes.Todoelfríodelhospiciocaíasobremíparaprotegerelsecretoquealbergabaensusentrañas.Habíadostarrosde sal. Uno de ellos pude cogerlo, lo abrí y descubrí la sal esculpida en cristalestransparentes. Sin embargo, el otro era como los anteriores: una palanca que

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accionabaunmecanismotenebroso.Eltercerchirridofueelmásfuerteymeresultófamiliar.LohabíaescuchadolanochequeespiéalahermanaLudovica,aturdidaaúnporelgolpeenlacabeza.

Una ráfaga húmeda penetró en la habitación como un aliento subterráneo queescapadesumadriguera.Lallamadelavelatembló.Sehabíaabiertounapuertaenlaalacenadeunade lasesquinas,quedandoéstapartidaendos.Meacerquéaellaalumbrándola.Sehallabaentornada,dejandoaldescubiertounarendijaqueparecíaconduciralaintimidaddelmundo.Unasescalerasestrechasymohosasdesaparecíanenundescensoabismal.¿AcasosehallabaescondidoenlomásprofundoelsecretodeDios?,me preguntémientras comenzaba a bajar los peldaños. ¿Acaso estaba apuntodeencontraralgoquenodebíaserencontrado?

Nopodíaverelfindelaescalera.Descendíahacialomásrecónditodelhospicio.Tansólopercibíael sonidodemispasossobre lospeldaños resbaladizos,y tuve lasensacióndequemeadentrabalentamenteenmispensamientos,quealfinalhallaría,para ruina de mis anhelos, la soledad de mi fantasma. De pronto la escalera seconvirtió en una espiral que giraba sobre símisma. Los peldaños se hicieronmáspequeños, resbalé y estuve a punto de caer. Me agarré a la pared y la sentí fría,lánguidayáspera,comosiellafueralamoradadelinviernoperpetuoquesacudíaelhospicio. Los dedos se me estaban poniendo rígidos y cada vez me costaba mástrabajosostenerlapalmatoriadelavela,peroerasuluzlaúnicaquemeseparabadelastinieblas,laúnicaquemeconferíaformahumana.Ymeaferréaella,respirandoelolora tierramojadaenelquemeibahundiendoconformedescendía,comosielsecreto se ocultara en una tumba. Presentía que quedaba poco para llegar a midestino. Entonces algo se me enredó en el pelo. El frío me atravesó la piel. Migarganta no era capaz de proferir sonido alguno, sólo el latido del corazón merecordaba que seguía viva. Alumbré el techo y descubrí un bosque de raíces quehabíanatravesadoelbarroquemanteníaunidaslaspiedrasdeltechoyformabanuntapizdearañas.Supusequemehallababajoeljardín,bajolahuertadelaLudovica,exactamente.Elaguaseescurríadelasraícesygoteabasobrelosescalones.Continuébajandoyaquelgoteosemultiplicó,ahogandoelsonidodemispasos.

Loprimeroquevislumbréal llegaramidestinofueunenormehornocuadradodondeaúnpalpitabauncorazóndebrasas.Temíqueloqueaúnardíafueraalgoquehabíaestadovivo,algocuyoúltimoalientoinundabaaquellugarcavernosoeíntimoantesderesurgirdesuscenizas.Meacerquéalhorno.Estabaconstruidoconladrillos.Teníaunaspectorobusto,muydistintoaldeloshornillosenclenquesquelahermanaLudovica utilizaba en la enfermería. Sin embargo, conforme examinaba el lugardonde me encontraba, fui comprendiendo que se trataba de otro laboratorio de lamonja.Había alacenas ymesas con balanzas perfectamente equilibradas,morteros,matraces, pomos de porcelana, pinzas, retortas, crisoles, vasos graduados para las

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medidas exactas de sus pócimas y cocciones, alambiques de espirales infinitos yturbios,ygranvariedaddevasijasdecristal.Enelvientreredondodeunaenormeviflotar, sobre unmontón de cenizas, el espectro de la cabra que guardábamos en elcobertizo a causa de losmordiscos que arreaba.Me tapé la boca, amordazandoungrito, mientas admiraba sus ondulaciones suaves, porque se movía como la lunacuando se refleja en un estanque que la brisa se encarga de agitar. Era ella, la debuena lecheymalaspulgasquehabíamuertounmesatrás a causade susmuchosaños. Y aunque se hallaba de perfil, mostrándome toda la perfección de su vidatranslúcida,memirabaconunodesusojos,orgullosadeesevaivénenquelasumíasuinmortalidad.Debíaderesultarlemáslivianaquesuvulgarvidadecabra.Asínohabíaquienleestrujaselasmamasrebosantesdeleche,eraimposibleagarrarelhumodeaquellasubresdenácar;tampocosufríaeldolordelasgarrapatas,nilapenitenciade lasheladasquemalograronsucarneya inexistente.Eraunacabraquenoservíaparacabra,unmonstruobelloeinútilpararecreoyespantodelespíritu.

Cuandomerecuperédelavisióndelanimal,descubríenunaesquinaelescritoriode la hermana. Reinaba en él un desorden impropio de la monja. Los papeles seamontonaban: algunos, escritos con la letra alargada de cuyas puntas tiraba Dios;otros, en blanco, revueltos entre el tintero, la hermosa pluma de ave, un candil deaceite,ylaslentesqueellaseajustabaalanarizyqueleagrandabanlosojosgrisesconvirtiéndolosenuniversos.Meinundóunagranansiedad,queríaexaminarlotodo,leerlo todo. El humo del horno desaparecía por una especie de chimenea, que seinternabaenlaparedocultándomesudesembocadura.

Mesentéenlasilladondelahermanadebíadepasarmuchasmadrugadas.HabíadecididocomenzarmibúsquedaporlospapelesdondeaparecieraeldibujodelchaldelamadredeBárbara,elmonstruoquedevorabasupropiacola,laserpientealadacon patas y pico de gallo. Sin embargo, poco pude descubrir que saciara micuriosidad.Al parecer, aquellos escritos eran cartas a alguien llamado Prometeo yfirmadasporuna talGea.Sinduda, reforzaronmicertezasobre la relaciónentre lahermana Ludovica y lamadre deBárbara, a pesar de que fui incapaz de descifrarningunadeellas.Sulenguaeraelcastellanodemisvidasdesantos,elquecontantotesónme había enseñado los domingos la hermana Serafina. No obstante, aunquecomprendíaelsignificadodelaspalabras,eltextocompletoeraparamíunenigma.Desilusionada, caí en la cuenta de que estaban escritas para que no los entendieraningúnprofano.RecuerdoqueenlamayoríadeellasmencionabalosnombresCeresy Vulcano como si pretendiera darle noticias sobre estos dos seres que no superelacionar con nadie. No faltaban tampoco los dibujos en los que se mezclabannúmeros y letras con triángulos y cuadrados, y que relacioné con las fórmulasmagistralesde lacienciade lamonja;ofrases tanenigmáticascomo«todouno»,o«naturalezasealegraconnaturaleza».Finalmente, loúnicoquepudesacarenclaro

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fue que en ellas también se trataba algún asunto referente a una medicina muypoderosa. No logré descifrar si la hermana Ludovica la buscaba o si ya la habíadescubierto,niquéenfermedadespodríallegaracurar,nisisuimportanciaradicabaquizáenque lascuraba todas—ya lesdijeque lahermanaLudovicamanteníaunalucha feroz contra la muerte—. Hablaban de un «medicamento celeste», como sifueraunapócimatraídadirectamentedelasestrellas.

Sin embargo, obtuve la recompensa amis esfuerzos en uno de los cajones delescritorio. Allí se hallaba lo que tanto había deseado, el pergamino que llegó alhospiciojuntoaBárbaralanochequetodocomenzó,elquemepidióEscolástica,elqueellamismaescribiórecogiendolaspalabrasdelahermanaMaría,elpergaminoquebuscaba José, yque llevóhastamí al niño ángel con zapatosde ahorcado.Loretuve entre las manos como si fuese algo sagrado. Temía abrirlo por si medecepcionaba su contenido, por si me dejaba de nuevo sin respuestas o, por elcontrario,lasquemeproporcionabaerandemasiadoterribles.Crujióaldesenrollarlo,comosiquisieraavisarmedequeunavez leídonohabíamarchaatrás.Peroestabadispuesta a correr cualquier riesgo con tal de adentrarme en su secreto. Bárbarapermanecíasolaenunaceldaypesabasobreellaunveredictodeendemoniada.Intuíaqueelpergaminoatesorabainformaciónquemepermitiríacomprendersunaturaleza,aunque ésta,más queproporcionarle ayuda, pudiera condenarla.Estaba a punto decomprender el principio de todo cuantome habíamantenido viva los últimos diezaños.Laprimerapiezademiretablodeiglesia.

Laescrituradelpergaminoeraclarayhermosa,ylasletrasnoterminabanenpunta.LaTontadelosDesamparadosestabaenlocierto:nolohabíaescritounamonjasinola propiaEscolástica con su caligrafía de correveidile demuertos.Me estremecí alrepararenqueteníaenlasmanosunmanuscritodesupuñoyletra.

Hoypuedorevelarleslatotalidaddesucontenidosinañadirunasolapalabramía,porquedurantelasnochesenquevisitéelescondrijodelahermanaLudovicaantesdequeregresara,medediquéahacerunacopiadeél.Copiaquemehaacompañadosiempre,yqueahoramedispongoaleerasusseñoríasparaqueconozcanlaverdad.Diceasí:

Madrid,27deagostodelañodelSeñordemilquinientosynoventaynueve

HermanaLudovica:Estanochededesolaciónypesteenquelamuertenosrondacomovilcarroñera,acudoavos,avuestra

sabiduríaen lascienciasdelcuerpo,yavuestrobuen juiciocristiano,paraentregaroseldestinodeestaniña.Sibienesjustoqueantesosrelate,concuantafidelidadmiánimoturbadomepermita,losextrañosyhorripilanteshechosquerodearonsunacimiento.Ningúncasoenlosañosquellevoalfrentedelasaladelasdesdichadasparturientasmehabíaproducidotantoespantoycompasióncomoeldelamadredeesta

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niña.Sepresentóenelhospitalconevidentessignosdepartoaesodelamedianoche.Eramuyjoven,ysuatuendorevelabaunaposicióncuandomenosadineradaydigna.Nadalepreguntamossobreellacomoeshabitual, y ella nada nos dijo en un principio. Pero se hallaba triste y temerosa de una amenaza queachaquéerróneamentealalumbramientoalquedebíaenfrentarse.Parecíaunamuchachafuerteysana,ylodemostródandoaluzconvalorysingrandesdificultades.Fueentonces,nadamásdesprenderselareciénnacidadesuvientre,nadamáscortarelcordónqueladesligabadeellaparasiempre,cuandosobrevinolacatástrofe. Me tiembla la voz, querida hermana, con sólo recordar aquello de lo que mis ojos fuerontestigos. El cuerpo de la madre pasó en unos segundos de estar limpio de toda enfermedad aconvulsionarsedefiebre,cubriéndosesupielblancaconlasmás impíasbubasazulesqueyohayavistojamás.Lapestenegraladevorócruelmenteenunabrirycerrardeojos.

Vosyyo sabemosqueni estaenfermedadniningunaotrapuedenmanifestar todos sus síntomasdemanera tan inmediata y virulenta. Era como si la niña que había llevado en sus entrañas la hubieraprotegidodesumal,peroenelmomentoquelaexpulsó,éstesemanifestócontodasufuerzadeunmodoantinatural.

Aunasí,lajovenseaferróalaescasavidaquelequedaba.Seresistíaamorirsinverantesasuhija.Laniñahabíalloradoalnacerconlaenergíadetresvarones.Estababienformada,perosusmanosteníanuncoloramoratadoyardíancon la tenacidadde lashogueras.Cuando lemostréasuhijasinpermitir,porsupuesto,quelatocara,merogótrescosas.Laprimera,quemeocuparadequesuhijallevaseelnombredeBárbara.Lasegunda,que laenvolvierade inmediatoenel chalde sedaazulqueella llevabapuestocuandollegóalhospital.Ylatercera,quelavaratresveceslasmanosdelaniñaparalimpiarlosespíritusimpuros. La primera se la prometí, la segunda la acometí con gusto; sin embargo, la tercerame habíaheladolasangre.Nomeparecíaaquéllaunaprácticacristiana.Aunquenoestabasegura,sospechéquetrasellaseocultabaalgúntipoderitual—tiembloaldecirlo—judío.Notardéenaveriguarqueestabaenlocierto.Peroantessucedióalgomás.Unfrailefranciscano,jovenyconrostroatormentado,entróenlasaladelasparturientasbuscandoalamuchacha.Cuandolahallótendidaenlacama,moribundayconsumidaporlapeste,sedesgarróelhábitodeSanFranciscoconunadaga,antemiestuporyeldetodaslasqueestábamosallí.Ysemidesnudo,conelpechoqueseleibaensangrepordosheridasdeespada,searrodillójunto a ella, y con la locura y el desconsuelo del que ha sido privado de su entendimiento, gritabasuplicantequeleperdonara.Lajovenllorabaintentandoapartarlodesuladoparaprotegerledelcontagiodelapeste,peroéllaabrazabaylabesabacondesesperación.Comprendíentoncesqueademásdefraileeraelpadredelaniña.Lepermitíqueconocieraasuhija.Selamostréenvueltaenelchalazuly lloróamargamentecuandodescubriósusmanos.Tanamargamentequeeneseinstantecayómuerto,expulsandoporunaheridaunchorrodesangrequemanchóelchalconsupecadoysudesgracia.Cuandolajovensedio cuenta de lo sucedido, su corazón se abandonó al delirio.Se le nublaron los ojos, se le contrajo elrostrodedolorycomenzóarezarlasoracionesdelosjudíosensulengua,elhebreo.Misospechasehabíaconfirmado.

¿Quédebía hacer yo entonces? ¿Denunciarla en esemismo instante a laSanta Inquisición? ¿Aunamuchachaquenotendríamásdedieciséisaños,consumidaporlapodredumbredelapesteyconunpieenla tumba?Muy pronto seríaDios el encargado de juzgar su alma,me dije.Ante él responderá por susactos.

Tampocoteníasentidodenunciaraljovenfranciscano,cuyocadávermaltrechosehabíaencargadoderetirarEscolástica,aquienbienconocéis.Leesperabaelmismodestino,eljuiciodelAltísimo.Tansóloquedabadecidireldeaquellaniña.

La joven parecía haber alcanzado unmomento de paz tras su rezo hereje, así que le pregunté quédisponía que hiciéramos con su hija. Le pregunté si quería que se la entregáramos a algún familiar,sabiendoquesiunnombresalíadesubocanomehabríaquedadomásremedioquedenunciarloalSantoOficio. Se sobresaltó tras mi pregunta y sucumbió de nuevo al delirio. Sufría, y mucho. No puedoasegurarosquesupieraloquedecíacuandoconlosojosencendidosdelágrimasmehablódeunlugarenelquelahabíanmantenidoencerrada.Unlugardeestamismavilla,unrefugiodetúnelesbajotierra—meparecióentender—deunahermandadsecretacuyosadeptospracticanlamagiasagradaparallegaraDios,envezdevalersedelosritosysacramentosquedictalaSantaIglesia.

Allí albergan a criaturas que poseen algún don sobrenatural o alguna habilidad para realizaroperacionesmágicas,hechizos,lecturasdeestrellasycosasasí.Lajovennoqueríaquesuhijacorrieralamismasuerte.Queríaquefueralibre,measeguró.

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Finalmente,lomássensatoquesaliódesubocafueelruegodequelaentregaraaunhospiciodondenadiepudieraconocer suprocedencia.«Así será», leprometí.Luegodispuse su traslado inmediatoa lasaladelosapestados.Bendijoasuhijaenlalenguadelosherejes,ysedespidiódeella,serena.

Le ofrecí la posibilidad de que un sacerdote le administrara el santo sacramento o la escuchara enconfesiónparaquesearrepintieradesuerrordefe,peroellasóloquisohablarconEscolásticayhacerusodesusservicios.Noescristianonegarlelaúltimavoluntadaunmoribundo,asíqueaccedí.

Éstaeslahistoriaqueacompañaalaniñaqueosentrego.Susangreestámancilladaporlaherejíadesumadre y el pecado de solicitación de su padre.En vida habrían ardido en la hoguera,muertos; otrofuegomáshirvientelesaguarda.Peroestostiemposdemuertequenosacechandebensertambiéntiemposdepiedad.Alfinyalcabolaniñaesunacriaturainocente,unalmaquepodemossalvar,puesnohadeconocersusorígenes,quetansólolereportaríanlavergüenzadelmásinfamedelossambenitos.Esmuyposiblequenosobrevivaaestanochedetinieblas.Avuestrasabiduríadejoaveriguarlaenfermedaddesusmanos.Avuestrasabiduríadejoquedecidáissisetratadeunmaldelacarneodelespíritu,porlaherenciamalditaquearrastraacausadelospecadosdesusprogenitores,losdosjóvenes,desventuradosyherejes.Sóloospidoquelabauticéisloantesposibleparaqueencasodequemuerasualmapuedaalcanzar,yalimpiadeimpurezas,lagloriadeNuestroSeñor.YqueporrespetoaldeseodesupobremadrelepongáiselnombredeBárbara.

HERMANAMARÍADELOSDESAMPARADOS

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Porlasventanasemplomadasdelasaladeaudienciaspenetrabaelsoldelmediodía.Berenjenasepasólalenguaporloslabiosquesehallabanagrietadosyresecostraslalecturadelpergamino.Ledolíansusviejoshuesosdeestartantotiemposentadaenelbanco,ysurostrosehabíaensombrecidoporelcansancio.Lastripasleanunciabanque era la hora del almuerzo, y deseaba abandonar la sala para comer un guisocalienteenlaposadaytumbarseduranteunratoenlasoledaddesulecho.

Sinembargo,PedroGómezdeAyalaseresistíaadarporconcluidalaaudienciasinhacerleantesunascuantaspreguntas.Elcorazónlehabíalatidoconfuerzacuandoescuchódebocadelatestigolaspalabras«hermandadsecreta».Suexperienciacomoinquisidor lehabíaenseñadoquetodasellasacababansiendonidosdehechicerosyherejes.Yaquelcasonoparecíaquefueraaserdiferente.MiróaBerenjenayellaseestremeció.Elinquisidorteníaojosdeaverapaz:siemprealacechodeunapresa.

—¿Tenéis alguna idea de dónde se hallan esos túneles de los que habla elpergamino?—lepreguntó.

—No,señoría.Enlavilla,peronadamáspudeaveriguar.Ysi lohubierahechonocreoquehubiesetenidovalorparaadentrarmeenellos.

—Decidmeentoncessi reconocisteisen lascartas firmadasporGea laescrituradelahermanaLudovica.

—Así es, señoría—contestó Berenjena—. Y en aquellas que remitía a ese talPrometeosehallabaeldibujodelaserpiente.

—Sindudaeldibujorepresentaalahermandadsecreta—dijoPedroconlosojosfebriles—. En todas estas hermandades o sociedades, sus miembros adoptan unnombreenclaveparaocultarquiénesson.Geadebíadesereldelamonja.

—Señorías, cuando supe de la existencia de esa hermandad, imaginé que lahermana Ludovica formaba parte de ella. Creo que al esconder el pergaminopretendíaprotegera lahermandad,al tiempoqueocultar lahistoriade lamadredeBárbarapuestoqueestaba relacionadaconella.Menos lahermanaLudovica, todaslas personas que llegaron a conocer esa información, como la hermana María yEscolástica,murieronamanosdelgigante.Poreso,desdeelmomentoenqueleíelpergamino,anduveconmuchocuidadodetenerlabocacerradaparaquelahermanano sospechara que sabía más de la cuenta, y no me atreví a bajar de nuevo a sulaboratorio,niaseguirespiándola.Elmiedomeindujoazanjarelasuntodespuésdediezañosdedesvelos,apesardequemeintrigabaelmisteriodelsecretodeDios,asícomo los trabajos de resurrección que llevaba a cabo la Ludovica durante las

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madrugadas.—Fuisteis prudente—dijo el viejo inquisidor, Lorenzo de Valera—, y esmuy

posiblequeesoossalvaralavida.Aunqueahoranoshubieraayudadoconocermássobrelosexperimentosnocturnosdelamonja,puessospechoqueestánrelacionadosconlasactividadesdelasociedad.

—Geaeselnombredeunaantiguadiosagriega.Ladiosadelanaturaleza,delavidaydelamuerte—añadióÍñigo.

—Parece que su nombre encaja con los experimentos que llevaba a cabo —repuso Pedro—. Creo que la monja practicaba la mal llamada «ciencia de laalquimia».¿Algunavezoísteismencionarestapalabra?—lepreguntóaBerenjena,escudriñandocondurezasurostro.

—Jamás,señoría.—Concluyamos entonces la audiencia para que podamos reposar tomando el

almuerzo—dijoLorenzodeValeramientrassedesabrochaba losdosbotonesde lasotanaqueaprisionabansucuellofofo.

—Aúntengounaúltimapreguntaparalatestigo—replicóPedro—.¿LlegasteisaaveriguarquiéneraPrometeo?

—No,señoría.SemeocurrióquepodíatratarsedelabuelodeBárbara,peronoesmásqueunaconjetura.QuizásielseñorfiscalmedijeraquésignificaelnombredePrometeo,podríaintentarrelacionarloconalgunaotrapersona.

—Adelante, Íñigo—le animó Lorenzo—. Sacia, si puedes, la curiosidad de latestigo.Talvezasípodamosretirarnosaalmorzardeunavezportodas.

ElfiscalmirófijamenteaBerenjenayledirigióunasonrisamordaz.—Eldiosquecreóalhombreconbarroyagua.—¿Seosocurrealguien?—lepreguntóPedro.—Pensadlodurantevuestroalmuerzo,yrespondedenlaaudienciadeestatarde.

Doypor concluida la de lamañana antes de quedesfallezcamosde hambre—dijoLorenzo.

Rafael deOsorio omitió escribir las últimas palabras del viejo inquisidor, y selimitóaanotarsuhabitualcolofón:

Estoesloquelatestigohavistoyoído,segúnlaaudienciadecincodenoviembre.

Berenjena reposaba al fin sobre su lecho en la habitación de la posada. Habíaalmorzadounguisodehabasypolloyaúnlequedabaunahoraparadescansarantesde presentarse de nuevo ante el tribunal. Unas cortinas mugrientas tapaban loscristalesdelbalcón,yproporcionabanalaestanciaunapenumbrasolitaria.Sobrelamesilladenochereposabaelrosariodecuentasamarillasyunapalmatoriademaderacon un cabo de vela. Berenjena se acurrucó en la almohada dando la espalda a lapuerta.Lemolestabaelrumordetaberna,deborrachosyderisotadasdehombre,que

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subíaporlaescaleracomohumodeasadoysecolocabaentrelasgrietasdelapuerta.Aun así se adormiló con el sopor de la digestión y el lento transcurrir de suspensamientos,hastaquesequedódormidaytuvounsueño.

SehallabadenuevoenelestablodelMesóndelÁguila,tumbadajuntoaJoséenlosfardosdepaja.Éllesonreíaylaluzdesusojosverdeslesanabalasviruelasdelrostro.ErahermosayjovencomoBárbara.LasmanosdeJosétomabanlassuyascongalantería, y unos labios fantasmales perturbaban su piel con un único beso. Si eltiempohubierapodidoalterarse,ellalohabríadetenidojustoeneseinstante.

Una ventana del establo se abrió de pronto y los postigos golpearon contra lasfríaspiedrasdelosmuros.Trasaquelruidotoscosobrevinoelsilencio,ytraséste,uncantodulceentróporlaventanacomounsoplodeprimavera.

Berenjena se incorporó, pero José la recostó de nuevo con dulzura, como siquisiera que disfrutara a su lado de la belleza de aquellamelodía. Poco a poco elcanto la hechizó, todos losmiembros de su cuerpo se relajaron sobre la paja tibia,mientras su mente se inundaba de una eternidad cuyo único fin era la muerte. Elcantosehizomásfuerte,ylaspalabrasquelocomponíanllegaronconclaridadhastalos oídos de Berenjena. «Canta en hebreo», murmuró volviéndose hacia José. Élhabía desaparecido. En su lugar sólo quedaba un esqueleto viejo que se confundíaconelcoloramarillentodelosfardos.Berenjenaabriólosojossobresaltada,yfrenteallechodelahabitaciónviolasombradelgigante.Blandíaunpaloenunamano,yenlaotraunsaco,estavezdestinadoaella.Saltódelacamacomoungatoygritópidiendoauxilio.Elgigantenosemovió.Sugargantacontinuóliberandolacanciónmortal.Berenjenahizoademándedirigirsehacia lapuerta,yél leobstruyóelpasoconelpalo.Estabaatrapada.Gritódenuevo,yunarisotadaprocedentedelcomedorpenetró en la habitación como respuesta. Nadie podría oírla con aquel alboroto.Descorrió las cortinas del balcón. La luz del sol alumbró el rostro del gigante. Sucabelloerarubioysusojosfieros,dospuñadosdebarro.Poruninstante,sequedóabstraída en su fabulosa envergadura, en los brazos y piernas como columnas deiglesia,ensutorsocuadradoconelquepodríaaplastarla.

Sin que cesara su canto, el gigante se aproximó a Berenjena caminando muydespacio, comosi le costaramover sucuerpode titán.Leenseñaba la aberturadelsaco, amenazándola con el palo en alto. Ella aspiró un profundo olor a pan reciénhorneado.Pasólaspiernasporencimadelabarandilladelbalcón,agarrándosealosbarrotes demadera.Cuando vio que el gigante no tenía intención de detenerse, secolgódeellosysaltóalsuelo.Lahabitaciónsehallabaenunaprimeraplanta,asíquetuvosuerteysólosemagullólasrodillasylasmanos,delasquebrotóunfinoríodesangre.Habíacaídoenuncallejónynohabíaunalma,nadiequepudieraacudir asocorrerla, a pesar de que a esa hora los toledanos frecuentaban sus quehacerescotidianos.Oyóunestruendoqueleretumbóenlassienes.Elgigantetambiénhabía

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saltado y se le acercaba de nuevo, palo y saco en alto, amenazantes. Cojeando,Berenjena corrióhacia la salidadel callejónquedesembocaba enunade las callesprincipales de la ciudad —ya no oía el canto de su perseguidor, sino sus pasossobrenaturalessacudiendolatierraparaatemorizarasupresa—.Quisoeldestinoqueen ese instante Íñigo y Rafael pasaran por allí de regreso al tribunal, tras haberdegustado una de las comidas sosas de Santuario. Berenjena les salió al pasoclamandosocorro.SusojosseposaronsuplicantesenlosdeÍñigo.ÉldesenfundóladagaocultabajolalobaanteelestupordeRafael,quenoacertabaacomprenderloquesucedía.

El gigante surgió del callejón seguido de su sombra temerosa y vio a Íñigoblandiendoelacero.Sujetoalcintollevabaunalfanjeenunavainadorada.Sequedóquieto mirándole, no había miedo en sus ojos de barro sino sorpresa. En vez deempuñar su arma de moro para entrechocar acero con acero, se dirigió haciaBerenjena,que sehabía refugiadodetrásdeRafael,dispuestoameterlaenel saco.Ellabuscó lamiradaoscurade Íñigoy le rogódenuevoque laprotegiera; tenía lapielerizadaylaimagendelaviejaEscolásticalatíajuntoasucorazónenfebrecido.ARafael leparecióquesucompañerodudaba.Elnotariosehallabaparalizadopor laimagendeaquel serportentosoquese leveníaencima,al igualqueel restode lostoledanosoforasterosquepocoapocolesrodeabanaunadistanciaprudente.Niunosolodeellossehabíaatrevidoameterseenlariña,vistaladesigualdaddetamaños.

Por fin, Íñigo lecortóelpasoalgigante lanzandoalaireunpardecuchilladas,perosuadversarionosacóelalfanjesinoquerespondióamenazándoloconelpalo.Seenzarzaronenlapendenciahastaquealguienllamóalaguardia,ylasespadasdelos corchetes resonaron en el viento de la tarde mientras el gigante huía por elcallejónconunaagilidadinesperada.

En una de las habitaciones de la servidumbre que atendía a los inquisidores en elcaserón del Santo Oficio, una criada lavaba con un trapo húmedo las heridas deBerenjena,quesehallabasentadaenuncamastroyaúnsentíatemblarsucuerpoporlo sucedido. El olor a vinagre que exhalaban las esquinas del cuarto le traía a lamemoriaelambientedelhospiciocuandoloacechabalapeste.

—Todocomienzadenuevo—susurró.—¿Oshagodaño?—lepreguntólacriada.Berenjenanegóconlacabeza.Deprontoseabriólapuerta.Eraelfiscal,ÍñigoMoncada.Lacicatrizdesurostro

seveíamáspúrpuraquenunca,comosiselehubierainflamadotraselesfuerzodereñirconelgigante.Susojosnegrosencerrabanunaexpresiónadusta.

—¿Os encontráis con fuerzas para acudir a la sala de audiencias? Losinquisidores están enterados de lo sucedido y desean hablar con vos —le dijo a

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Berenjena.—Allíestaréencuantoestabuenamujer terminesu tarea,aunquemipresencia

seamáslamentablequenunca—respondiómirándoseelvestidoensangrentado.Elfiscalguardósilencio.Sehabíaquedadoenelumbraldelcuartoysedispusoa

marcharse.—Esperad—lerogóBerenjena—,quierodaroslasgracias.—Ahoraestamosenpaz—repusoÍñigoycerrólapuerta.Pocodespués,BerenjenaocupósulugarenelbancodelaSaladeAudienciasy

continuóelinterrogatorio.

—Esehombregigantescotambiénformapartedelahermandadyparecequeesquienleshaceeltrabajosucio,siseencargódemataralaviejaviudayalahermanaMaríadelHospitaldelosDesamparados—dijoPedro.

—Hanpasadoveintiséisañosdeeso,señoría.—Peroa lavistade loqueoshaocurridoesta tarde,continúaencargándosede

eliminar a quien dé alguna información sobre la hermandad secreta. ¿Le habéishabladosobreellaaalguienmás?

—Mividaessolitaria,notengofamilianiamigos.Jamáslehecontadoanadieloque le he revelado a este tribunal. Ni le advertí a persona alguna de que iba apresentarmecomotestigoenelprocesocontralaacusada.

—Hemos tenido noticias del comisario de Madrid. Nos informa de que lahermanaLudovicadejóderegentarlaenfermeríadelhospiciohacecincoaños.Viviódesdeentoncesenelconventodesuorden,perodesaparecióhaceunassemanassindejarrastro,justamentealpocodeserencarceladaIsabeldeMendoza.

—Luegoaúnsigueviva—dijoBerenjena.—Esonopuedoasegurároslohastaqueladetengamos.Losalguacileslabuscan

ahoraporToledo, al igualqueaesegigante.Esobvioquealguien sabedevuestradeclaraciónanteestetribunalyquieresilenciaros.

Berenjena se estremeció. Estaba convencida de que el destino la había guiadohasta el Santo Oficio para poner fin a lo que ella había creado en una caja desalazones,perojamásimaginóqueelpreciopodríasersupropiavida.

—Señoría, el día en que testifiqué por primera vez, recibí un papel con unaamenazademuerte.

—¿Yporquénonoslohabíaiscomunicado?—Ahoracomprendoquenolediladebidaimportancia.—¿Habíaalgoenélquepudieraindicarosquiénloescribió?¿Reconocisteisacaso

lacaligrafíadelahermanaLudovica?—No,señoría—contestóellabajandolamirada.—¿Aúnlotenéisenvuestropoder?

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—Estáenmihabitacióndelaposada.—Trasconcluirlaaudienciairéisarecuperarlo,juntoconvuestraspertenencias.

Unosalguacilesosacompañarán.Esmás seguroquepermanezcáisdemomentoenlasdependenciasdel tribunal.Yahoracontinuadconvuestro testimoniosinningúntemor. Estáis cumpliendo con vuestro deber de buena cristiana y seréisrecompensada.

Noleconcretóelinquisidorcuálseríaesarecompensa,osihabríadedisfrutarlaviva o una vezmuerta como una garantía de su salvación eterna. Berenjena tragósaliva,ledolíanlasheridasdelasmanos,vacíassinelrosariodeJosé.ParaconsolarsusufrimientomiróalCristoquepresidíalasaladeaudiencias.Bajoelsoldelatardeluminosa, su costado parecía sangrar oro y el rostro de su sacrificio se tornabadiáfano. Se inmolaba cumpliendo lamisión para la que había nacido, y la victoriasobresusasesinoseracompleta.Asítambiénserálamíaencasodequeseexijamimuerte,sedijoBerenjena.Entornólospárpadosycontinuóconsuhistoria.

ElpadreIsmaeltardódosdíasenpresentarseenelhospicioconsusarmassagradaspara acometer el exorcismo de Bárbara. Señorías, después de comprobar laputrefacción que nos envolvía como cálida y pestilente niebla, después de que lahermana Urraca y la hermana Serafina le pusieran al corriente de la testarudainobediencia deBárbara, de sus recientes hábitos de salvaje como orinar donde leveníaenganaycomercuantotraposesecabaalsol,desussonambulismossacrílegosamenazándonos con ángeles apocalípticos, de sus blasfemias e insultos contra lacaridaddehermanasynodrizas,delafuerzasobrenaturaldesucuerpoinsólito,ydeldominiomisteriosodeaquella lengua,examinóa laniñaynoalbergódudadequeestabaendemoniada.LaceldaenlaquesehallabaBárbaraolíacomoelpeorcallejónde lavilla, acienoyexcrementoshumanos,yde sucarneparecíadesprenderseunvaporardientequeelbuencurarelacionódeinmediatoconlosefluviosdelinfierno.Susmanosmostraban el colormorado con el que llegó al hospicio, peromás queposeídasporeldiabloestabanconsumidasporunotoñoferozqueapagabaenellastoda señal de vida, como si fueran hojas secas, quebradizas sobre las sábanas enespera de su descomposición. Tenía los ojos abiertos, con las pupilas grandes ybrillantesconvertidasenespejosquedeformabanlaimagendequienosaraasomarseaellos.LaconsciencialahabíaabandonadoosimplementeBárbarahabíarenunciadoahacerlecaso.

—Estáentrancedemoníaco—explicóelpadreIsmaelconsuvozdeviejo.Luegodispusoquesellevarauncatrealacapillaysecolocarafrentealaltar.Así

sehizo.LeroguéalahermanaSerafinaquemepermitieratomaraBárbaraentremisbrazos para trasladarla hasta él. Me lo agradeció; nadie deseaba hacerlo. Teníanmiedo de tocarla, de rozar su piel abrasadora, por si les contagiaba su fuego de

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posesa.Tambiénmepermitióquedarmeapresenciarelexorcismo.Conocíaelcariñoque le profesaba a la niña y le pareció muy piadoso por mi parte que quisieraacompañarla.AnteslohabíaconsultadoconelpadreIsmael,yamboscoincidieronenquemipresenciapodríaserinclusobeneficiosa,puesunavezexpulsadoeldemoniocorrespondiente,tranquilizaríaalapequeña.

Bárbara se había convertido en un saco de huesos. Puse una de mis mejillascontralasuyaysentílafiebreagazapadaenesperadelamuerte.Nopodíapermitirqueseconsumiera,nopodíadejarqueescaparademividajustocuandocomenzabaaconocersussecretos.Lanecesitabaamilado.Quizádebíconfesarenesemomentoqueporsusvenascorríasangredeherejes,perocómoexplicardedóndehabíasacadosemejanteinformaciónsindelatarlaimprudentecuriosidaddemijuventud.Temíporellaypormí.SilahermanaMaríaylahermanaLudovicahabíanguardadosilencio,yonoeraquienparaponeraúnmásenpeligrolasalvacióndelaniña.

—Vive,viveparaquepuedasencontrartedenuevoconDiego.Éltenecesita—lesusurré.

Por un instante creí ver en sus ojos un resplandor de lucidez al pronunciar elnombredesucompañero,peroprontoseapagó,alejándoladenuevodelmundo.Laataron al catre con unas correas y semantuvo imperturbable.Le han arrebatado elcorazónllevándoseaDiego,penséalverlaeneseestado.Ahoranoesmásqueunacáscara.

ElpadreIsmaelseechósobrelasotanaunpardeescapularios.Teníafamadeserunexorcistadeprimeraporqueconocíabienalosmalosespíritus,delaépocaenqueibadebodegónenbodegónbuscandohombresdispuestosaprobarsuespada.

—¿Cuántosespíritusmalignoshabéisentradoenelcuerpodeestacriaturayporquérazón?—preguntóabriendolosbrazosencruz—.Decidmevuestrosnombres—continuó—,puesosexijoqueabandonéisdeinmediatoelalmaylacarneenlaqueosrecreáis.

Había puesto en cada una de las esquinas del catre una especie de cataplasmaolorosacompuestapor incienso,mirra, sal,aceite,cerabenditayotros ingredientesquenopudeidentificar,perolamezcladesprendíaunpoderosotufoaredención.

Nadie contestó a la preguntas del cura. Los malos espíritus parecían haberleolvidado. Comenzó entonces a entonar a voz en grito una retahíla de salmos yplegariasenlatín,mientrasempuñabaenunamanounacruz,yenlaotraunapequeñaurna con un trozo de la tibia de santa Águeda. Sin embargo, por mucho que oróaferrándose a su reliquia, por mucho que increpó a los demonios, éstos semantuvieronenelmástenazdelossilencios.

Bárbaraparecíahaber perdido el habla, y loúnicoque salióde suboca fueuneructoque retumbóen lasparedesde lacapillaconunecodesconsolado.AlpadreIsmaelaquellolepareciólosuficientementesacrílegocomoparaconsiderarlo,alfin,

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unarespuesta,ydiopor terminadaesaprimera jornadadeexorcismo,desmadejadoporlavejezyelesfuerzoquelehabíansupuestoloslatinesblandiendolacruzylaurnasanta.

—Almenosyasabemosquehayalguien—ledijoalahermanaSerafina,quesepersignabaenelprimerbanco—.Mañanaprocuraremosquesalga.

Eracostumbre,segúnpudeconocer,conminaraldemonioaquedarrezagadoenunode losdedosdelpiede laenfermaparaqueno la inquietarahasta la siguientejornada, y eso hizo el padre Ismael antes de sacarse de encima los escapularios, yabandonarelhospicio.

El círculo de comadres del mentidero de San Felipe aseguraba que había unaendemoniadaen laSantaSoledad.Esoschismesdeposesionesgustanmuchoa laslenguasdelpueblo,ylanoticiahabíacorridoportodalavilla.Finalmentefuerontresdíasloqueduróaquelexorcismo.YocontemplabaelespectáculosentadajuntoalaBlasa,quejamássehubieraperdidoalgoasí.Supecho,quelehabíaresucitadoenlamadurez,selahabíavueltoaquedarsecosinelcontactodelosdedosyloslabiosdeBárbara.Yyo sabíabienqueno le importabapuestoqueesa resurrección lehabíatraídoalfinalmásproblemasquebeneficios.TampocoleimportabasiBárbaraestabaenverdadendemoniadaono.Sisehubieraganadoconelloalgunasblancas,creoquehabría seguido entregándole su ubre a Bárbara aunque la leche procediera delmismísimoinfierno.

—Siestacriaturatienealdiablodentronacióconél—medecíaporlobajoparanoperturbarloslatinesredentoresdelpadreIsmael—.Túyyosabemos,desdequenoslatrajeronesanochemaldita,queesdiferenteatodosloshuérfanos.Yquenoeselprimerbañopurificadorquesufreensuscarnes.Recuerdasinosubautizo.

Yo callaba que la niña era hija de una hereje y de un fraile franciscano, unaauténtica hija del pecado. A esas alturas no podía ni quería hacerle partícipe a laBlasa de mis averiguaciones. Había crecido, había aprendido a leer y a escribiremprendiendomipropiovuelo,libredesuyugovigilante.Sibieneraconscientedequehabíapodidohacerloporqueellamelohabíapermitido.

—Te has convertido en una mujer lista y avispada, sabes aprovechar bien lasoportunidades,lashuelesencuantolastienescerca.Hasaprendidobienlasleccionesde laBlasa—medecía de vez en cuando, y sus ojos achinados de tantomirar losnaipesdespedíanunlevebrillodeorgullo.

Bárbara estaba cada vezmás débil. No comíamás que las tazas de leche congachasqueyoledabaacucharaditasporlasnoches,despuésdequeelpadreIsmaellemandaraeldemonioaldedogordodeunpie,paracontinuaraldíasiguienteconsuritualdeletaníassagradas.SelashacíatragarpacientementeylehablabadeDiego.Aveces también le leía vidas de santos de los libros que me prestaba la hermanaSerafina.Peroellanosehallabaenelmundode losvivosnienelde losmuertos,

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vagabaporlosvaporeshirvientesdesumelancolía,quelehacíanreventardefiebre.Yanisiquieraeructabaenlacapilla,paraconsuelodelpadreIsmael,queveíaenellounsíntomadequeeldemonioestabaapuntodeclaudicaryabandonarla.LahermanaSerafinanoentendíaporquéentonceselhospicioseguíasumidoenlapodredumbre.Comenzábamosaacostumbrarnosalsabordelmohoenelpan,alalecheterrosadelas cabras somnolientas, a los tomates y los pimientos con su carne infestada degusanos.

—SinoregresaprontolaLudovicaparacuraraBárbara,sevaamorir—ledijealaBlasaenlapesadumbredelúltimodíadeexorcismo.

Ella,conelinstintoylasabiduríadeunaperravieja,mecontestó:—EsDiegoquientendríaqueregresar.SabeDiosloquelamantieneunidaaese

niño,peroloquequieraquesealaestámatando.Deberíadejarloir.Me sorprendió su comentario por cuánta razón encerraba.Hacía tiempo que la

Blasahabíaperdidoel interéspor lahistoriade losniños,peroal finyalcabo loshabíacriado juntosensuspechos,yacababadevivirel funesto resurgirdeunodeellos.

Así que recé durante la noche para que ocurriera unmilagro que devolviera aDiego al hospicio. Y fui escuchada, señorías. Quizá hubiera sido mejor que misúplica no hubiese sido atendida. Todo habría acabado entonces, ahorrándolessufrimientosposteriores.Oquizáéseerasudestino.Eldestinoqueyoforjé,yquehedepresenciarhastasufinal.

Alatardecerdeldíasiguiente,aparecióenlaporteríaelcampesinoquesehabíallevadoaDiego.Lotraíaechadoalhombrocomounfardo.Lacabezaylosbrazoslecolgabandeformadesoladora.

—Estechicoquemehandadonosirveparanada—ledijoalahermanaSerafina—. Es mudo y se niega a trabajar. Ni la peor de mis mulas es tan testaruda ydesobediente.Entréguenseloalosfrailesyqueloenderecenellosconsusplegarias.Aversilamarcaesadelpechoquieredecirquevaparasanto,porqueloqueesparatrabajarlatierranosirve.

Lo habían molido a palos hasta dejarlo medio muerto. La hermana Serafinadispusoquelollevaranalaenfermería,mientraslahermanaUrracahervíaderabia.Selaoyómaldeciralniñoporlospasillosentreterriblesescupitajosdetierra.Habíanfrustradosuvoluntaddesepararlos,dealejardesusojoselamordeluciérnagasqueveíacadanocheenlaventiscafríadelhospicio.Yasólolequedabalaesperanzadequeunodelosdossemuriera,olosdosauntiempo,paraqueretornaranlastinieblasalaSantaSoledad.

Bárbaratambiénsehallabaenlaenfermería.Despuésdetresdíasdeexorcismos,el padre Ismael había decidido que estaba limpia de todo demonio y que laputrefacción que nos acechaba iría aplacándose con el paso del tiempo, y con una

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buena ración de rosarios y novenas. Sin embargo, la niña seguía absorta en aquellimboquelaalejabadelosvivos.

—Aveces laposesión, sobre todoenvíctimas jóvenes,dejademasiadodébilelcuerpoyéstesemarchita—explicóelpadreIsmael—.EslavoluntaddeDios.Peromoriráenpaz.

Nos entregamos a los rezos. Como la hermana Ludovica seguía ausente, lahermanaSerafinamandóllamaraGuzmánAcosta.Sinelatuendoqueacostumbrabaausardurantelasepidemiasdepeste—latúnicanegra,lamáscaradecuervo,olaslentesdecristalescarmesíesqueningunahabíamosconseguido relegaralolvido—,parecíaelmédicodeaspectoamableytranquilizadordesiempre.Aunasí,encuantoleveíameveníaalestómagoelolordel sahumeriode laurel,de lacalenturadesualiento dentro de aquella máscara durante la noche que mandó a Bárbara con losdesahuciados,yunanáuseasemeencajabaenlagarganta.

—Estosniñosoestánrebosantesdevidaoestánalbordedelamuerte,notienentérminomedio—dijotrasdarsecuentadequiéneseransuspacientes.

Cadaunoocupabauncatredeenfermo,unocercadelotroporquedenuevolesuníalamismasuerte.Másdeuna,entrehermanasynodrizas,pensaba:ay,queestaveznosesalvan,queestavezsecomportancomoloqueson,huérfanos,ysemuerende su propia inocencia. Tan sólo los separaban unos tres palmos, la distancia quehabíadeuncatreaotro,peroaquellolesimpedíasentirselapiel,reconocerseatravésdeellacomocuandoerantanpequeñosquenoerancapacesdeimaginarquelavidapodría alejarlos, romperles el corazón que compartían y dejarlos como estaban:bañadosenlossudoresdelafiebre,enlosvaporesdeyacersinsentidodelmundoporla enfermedad de no tenerse. Él con los ojos morados a causa de los golpes delcampesino, con una brecha abierta en la cabeza por la que le salía sangre, con lascostillas magulladas, las piernas cosidas a mordeduras de perro, y el arcángel delpecho incandescente y purulento como si hubieran querido borrarle lo que no sepodíaborrar,porqueeralamarcadelamordesumadre,delalocuradesupadre,desuuniónconBárbara,desudesgracia.Ellaconvaleciente,despuésdetresjornadasdeletanías,evangeliosysalmos,extenuadadesufrimiento,delucharpormantenerseenel limbo donde —estoy segura— soñaba con él, con las muñecas y los tobillosdescarnadosporlavoluntadfirmedelascorreas,conlasmanosmarchitasyconunamuecadeabandonoenelrostro,derendiciónalpoderdemoledordesunaturaleza.

GuzmánAcostalesauscultóelpechovacíoconlatrompetillametálica,buscóelúltimorastrodevidadentrodesusojos,comosiseasomaraaunpozocuyofondoeraelabismo.Leslavólasheridas,lesaplicóungüentosypolvosqueenvolvieronlaenfermeríaysusalrededoresenunanieblamedicinalquenosprovocabaestornudos,les practicóuna sangría hundiéndoles una lanceta en la poca carne del brazohastaabrirlesunarajaporlaquebrotóunmanantialrojizo.Peroniasíconsiguióamansar

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lafiebresalvajequenolesdejabafuerzasniparaeldelirio.—Almenoséldeberíamorirse,segúnmiciencia—ledijoalahermanaSerafina

—,perotratándosedeestascriaturasyanomeatrevoaaventurarnada.ComoledijeunavezalahermanaLudovica,lomásimportanteparasobreviviresquererhacerlo.LapasiónporlavidaescondeunosmisteriosquesóloDiosconoce.

—QueseaentoncesloqueÉldisponga—respondióella.Entonces buscómis ojos, pues sabía que estaba yomuy cerca para escucharlo

todo,ymemirócomodiciendo«hayqueresignarseyseguirrezando».Asentíconlacabeza y vi cómo se marchaba Guzmán Acosta, caminando hacia la porteríaacompañadodelaSerafina,ysegúnsealejabadesaparecíaenmigargantaelvómitodeaquelrecuerdo.

Había quedado al cargo de los niños una de las hermanas que trabajaba comoaprendiza de la hermanaLudovica. Se le veía en la expresión del rostro que teníaganas de que me fuera, pero no se atrevía a decirme nada porque sabía que lahermanaSerafinamedejabaestarcercadeellos.«Yolesuníunavezenunacajadesalazonesysobrevivieron»,medecíamientrasibadeunlechoaotro, tocándoleslafrenteparaversihacíanefectolospotinguesylassangríasdeGuzmánAcostaylesbajaba la fiebre, aunque yo sabía que todo eso era inútil.Disimulaba esperando elmomentodellevaracabomiplan.Laúnicaposibilidadqueteníandesobrevivir,porlomenosDiego,eraestarjuntosenelmismolecho.Perodeprontodudésinoseríamás piadoso dejarlosmorir aquella noche, terminar con la condena de necesitarse,liberaralunodelapieldelotroparasiempre.Notuvevalorsuficiente.Yhoy,enlasaladeestetribunal,antesusseñorías,mealegrodemidecisión.Quégranhistoriamehubieraperdido,quégranhistoriaparadisfrutardesufinalahoraenlaspuertasdemivejez.Porqueyoeraysoysudestino.

—¿Quéestáshaciendo,Berenjena?—mepreguntóalarmadalaaprendizacuandomedescubriócargandoconelcuerpoinánimedeDiegoparaacostarloalladodeldeBárbara.

—Hermana,sisevanamorir,almenosdejequelohagancomodeberíanhaberlohechoalpocodenacer:juntos.

—Ponaesacriaturaotravezensulecho.Vasamatarla.—Sabeloquehace,hermana,estábienasí.Quepermanezcanjuntos—dijouna

vozamiespalda.EralahermanaLudovica.Mehabíaconcentradotantoenmicometidodeunira

losniñosqueno lahabíaoído llegarconsu respiracióndeyegua.El regresodesuviajenopodíahabersidomásoportuno.Memirócomosimevieraporprimeravez.PeronolohizocomolahermanaLudovicaquetodosconocíanenelhospicio,sinocomolamonjaquedescubríaquellanocheensuescritorio,absortayapasionadaenlaescritura de un pergamino. Sentí frente a mí el palpitar de su cuello poderoso, la

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firmeza de sus manos resucitadoras, el resuello de su nariz, que le infundía unaautoridad de abadesa, y el peso de sus ojos grisáceos y azules, oscurecidos por elalmadelanoche.

La aprendiza bajó la cabeza y se escabulló buscando otros quehaceres lejos denosotras.

HabíaunbiomboblancotraselqueGuzmánAcostaprobabasuhabilidadcomocirujanoayudadoporlahermanaLudovica,ocultandoasíalrestodelospacienteslaintimidaddelasangre,delpusodelasentrañasdelenfermo.Tambiénsolíanocultaralosmoribundos,aunqueenépocadepestenohacíafaltaporquemoribundoserantodosyunopodíaregocijarsealverenelrostrodelotrolaagoníapropia,ysentíaquenoseibatansolo.

La hermana Ludovica colocó el biombo alrededor del catre donde estaban losniños,preservándolosasídetodamiradaincapazdecomprenderloqueibaaocurrir.

—Puedesestarunratoconellos—medijo.Ysequedóamiladoalaesperadelomismoqueyo.Habíantranscurridounos

minutoscuandoviqueBárbararespirabaprofundamenteelaromaqueparecíaquererdespertarladesuletargo,elaromaacenizas,arescoldos,quedesprendíalacarnedelniño una vez que las manos de Guzmán Acosta habían limpiado la crueldad delcampesino.Susojosabiertosretornaronalmundoyseencendiódenuevoenelloslaluzdelosvelonesdeiglesia.Sevolvióhaciaélcomohicieraenlacajadesalazones,comohabíahechoenlacunayenlacamadelosdestetados.Pusounamanosobrelaheridadelacabeza,sobreloscabellosquelehabíannacidoásperosdeladesdichadelincendio, y otra en el pecho, sobre el arcángel. Él no se quejó. Porque su dolortambién era placer, el placer de sentirla cerca.Culebreó en el lecho y emitió unosquejidosdegatoparaacurrucarsejuntoaella.Sobrelassábanasquedóeldibujodesuscuerpos,perfectocomoelsolcuandoseencajaenelhorizontealatardecer.

—Ya has visto lo que querías, ahora debes marcharte —me dijo la hermanaLudovica.

Obedecí;habíaensuvozunaautoridadquematabatodaréplica.Aquellanocheapenaslogrédormir,peronomeatrevíaabandonarlacamaniaescabullirmehastalaenfermería. Estaba segura de que la hermana Ludovica estaba junto a los niños.Cuando por fin caí en un duermevela, soñé que la monja me descubría en sulaboratorio subterráneo.Me vi dentro de una de sus vasijas de cristal;mi espectrooscilabasobreelmontóndecenizasalquemehabíareducido,apresadaparasiempreenesavaporosaeinmortalexistencia.

Losniñosseencontrabanmuchomejorporlamañana,sobretodoBárbara.Lehabíabajadolafiebre.Supasiónporalimentarsedetraposhabíadesaparecidoycomíaconapetitopantostadoymembrillo.Pocoapocorecuperabafuerzas.Lasmarcasquele

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habían dejado las correas se desdibujaban en su piel diáfana, y las manos habíanperdido el color morado y resurgían como la más fértil primavera. Apenas seapartabandelapieldeDiego.

Tresdíasconsusnochespermanecióacostadajuntoaél,imponiendosusmanossobrecadaunadesusheridasymagulladuras,comosiellasfueranelúnicobálsamo,laúnicamedicinacapazdecurarlas.Yal igualqueocurrióañosatrás,elniñosanóconunarapidezasombrosa:desapareciólacalentura,cicatrizólabrechadelacabeza,losgolpesdelascostillas,lasdentelladasdeperro,losmoratonesdelosojos.Habíansobrevividodenuevo.

GuzmánAcostasepresentólamañanadelcuartodíaareconocerlos.—Otravezsehansalvado—ledijoalahermanaLudovica—,ycreoqueenesta

ocasiónsedebeasupasiónporlosmilagros.Aquella recuperación nos afectó a todas. El hospicio renació. Todo parecía

inflamarsedevida.Lasgallinasponíanhuevosconyemasmásgrandesquesupropiocorazón, las cabras se sacudieron la somnolencia que las mantenía con la miradaperdida en el cielo y dieron lechedulce y abundante; las legumbres, los ajos y lascebollassesacudierontodorastrodemoho;elpanporfinsabíaatrigo.Lashortalizasdelahuertabrillabanbajoelsol, lashierbasde lahermanaLudovicacrecíanlibrescon sus aromas silvestres. Los objetos recuperaron la utilidad para la que estabanhechos,ylatristezasediluyóenlamonotoníagélidadelhospicio.

LarutinaansiadaporlahermanaSerafinaretornó.Aunquealgohabíacambiado.BárbarayDiegohabíanaprendido la lección.En losañosquepermanecieronenelhospicionovolvieronadormirjuntos.Seresignaronapasarlasnochescadaunoenel dormitorio que le correspondía.Así comenzaron a crecer, temblando de soledaddurantemuchasmadrugadas, anhelando una presencia que sabían que ya no iba aaparecerentrelassombrasdelanoche.

Laausenciaquetantotemíaneraposible,ylaúnicaformadecombatirlaconsistíaen conformarse con estar juntos durante el día. Aprovechaban cualquier momentopara enroscarse en el patio, escondidos entre la ropa blanca y los pantalones ycamisasremendadas,ybuscabanlaintimidadperdida.Entoncesjugabanaquenadahabíaocurrido,aquenohabíanprobadoporsegundavezlasmielesdelamuerte,nielsabordelospalos,laincomprensiónolascorreas;jugabanaqueelsoleraluna,ydormitaban haciéndose cosquillas, susurrándose sus chismes de muchachos,jurándosesobreelarcángelquenuncasesepararían.Es loqueocurreconelamor,señorías,sealimentadeesperanzasaunquesepaqueéstasnosellegaránacumplir.Elanhelo esmás poderoso que la razón y necesita creer que puede vencerla. Pobrescriaturas.Yovigilabasussueños,losobservabadecerca.Poresotengoelprivilegiodeserlaúnicacapazdejuzgarhoyenquésehanconvertido,decomprobarcómoeldestinojuegasustruculentosnaipes,cómoteganaenunamanocuandomenostelo

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esperas.Confiaban enmí, aunque a vecesmemiraban recelosos por simi entregaencubría una traición.El dolor les había enseñado a estar vigilantes, pues nadie loolvidaymenosunniñocomoDiego,cuyamemoriamalditalecondenabaaguardardesdelomásbellohastalomásterriblequehabíapadecidosuexistencia.

De todas formas, compartían para siempre un solo corazón, que lesproporcionaríaladichaoladesgracia.Erancautivosdesucondena.Pasaraeltiempoquepasase,permanecieranjuntosono,sehallabanunidosporelplaceryeldolordepertenecerse,denoserdueñosdesuvoluntad.Entoncesyosólolosospechaba.Hoy,en la sala de este tribunal, sé que estas palabras son ciertas. La pasión no hacehombres libres, mas me pregunto: si pudieran escoger, ¿tomarían partido por sulibertad?

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Enlostresañossiguientes,DiegonofuelaúnicacriaturaquesalvaronlasmanosdeBárbara. La hermana Ludovica, empeñada en vencer a la muerte, comenzó autilizarlas discretamente como la más eficaz de sus medicinas. No sólo hacíangerminar semillas, sino que curaron incluso los peores males de la carne, de talmaneraque llegué a preguntarme si sería la niña elmedicamento celeste al que sehacía referencia en la correspondencia cifrada quemantenía la hermana. Yo habíaaprendido en las Sagradas Escrituras que Nuestro Señor Jesucristo sanaba a losenfermoscon la sola imposiciónde susmanos sobre ellos.Vuestrasmercedes,quesonconocedoresdelaPalabra,losabenmejorqueyo.

A loshombresymujeresqueposeenestedonse lesconocecomosanadores,osantiguadores.¿Habíanacidoesaniñaconsemejantebendición?¿Cómoeraposible,conlaherenciamalditaquecorríaporsusangre?Comoafirmabanmuchosclérigos,¿no sería el mismo diablo quien se hallaba detrás de este poder, para burla deJesucristo?Esoesalgoquecompetejuzgarasusseñoríasenesteproceso.Séqueseacusaalaprisioneradecausarmalesaotraspersonas,ylociertoesqueyaloscausóensuinfancia.¿AcasonohabíaprovocadolaenfermedaddelahermanaUrracaydela niña rubia con el ojo bizco? ¿Y la podredumbre del hospicio? ¿Acaso no habíautilizadoentonceselpoderdesusmanosparavengarse?¿PoseíaBárbara—ésaerami sospecha— el poder de la vida y de la destrucción, al igual que la propianaturaleza? ¿Su lado más amable, bello y bondadoso, junto al más terrorífico ysalvaje?¿Dequédependíaentoncesquehicierausodeunoodeotro?

Aunque la hermana Ludovica quiso ocultar que utilizaba lasmanos de la niñaparacurarasusenfermosmásgraves,nadase leescapabaa laBlasacuandopodíahaberbeneficiopormedio,ynodesaprovechólaoportunidadqueseabríaanteellagracias a las habilidades de Bárbara. Propagó entre su corro de comadres delmentiderodeSanFelipequelaniñaendemoniadaeraenrealidadunaniñasantaconel poder de sanar toda enfermedad de la carne. A través de sus comadres, obtuvoclientesquerequeríanlosserviciosdelaniñatocadaporlagraciadeNuestroSeñor.Ellaeradelasprimerasquesehabíabeneficiadodeldon,cuandosiendounbebélaniña se agarró a su pecho y sus ubres rebosaron de leche. Durante la lactancia,también descubrió lamisteriosa unión que la ligaba aDiego: sabía que cuando sehallabajuntoalniñosudoneramuchomáspoderoso,comosisuamorporélfueralamecha que encendía el prodigio; sin la compañía deDiego no había seguridad deéxitoenlascuraciones.¿Acasonohabíaflorecidolaplantacuandoélrodeóconsus

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manoslasdeella,aumentandodeestaformaelcalordelavida?Muypocohabían transitadoDiegoyBárbarapor lascallesde lavillahastaese

momento,peroenelcorazóndetodoniñosiempreseescondeeldeseodeaventura.Además la Blasa les había prometido una recompensa para sus estómagoshambrientos: hojaldres de cabello de ángel y otrosmanjares de las pasteleríasmásfinas de la calle Mayor. Imaginen lo que supuso para ellos salir a hurtadillas delhospiciojuntoalaBlasacuandocaíalanoche,yhermanasynodrizasseentregabanalsueñorendidastraslosquehaceresdelajornada.Avecesutilizabanlaportezuelaqueseabríaenelmuro,aquellasituadaenlahuertadelaLudovicapordondeyomeaventuréunamadrugadadetrásdeJosé.Otras salíanpor lamismaportería,cuandoestabadevigilanciaunamonjajoven,sinmuchavocacióncristiana,alaquelaBlasasobornabaconunasblancas.Yolesacompañabaalgunasnoches,perolamayoríamequedaba de guardia custodiando la portezuela para que nadie echara el cerrojo pordentro.Desdequeconocíaelcontenidodelpergaminotemíasaliralacalleyacabarcomo Escolástica o la hermana María, muerta a manos del gigante. Por eso mecuidabamuchodenodelatarmeantelahermanaLudovicaporalgúndetalle.

LaBlasa no había tenidomás remedio que hacerme partícipe de su plan, puessabíaquesiempreandabapendientedelavidadelosniñosytardeotempranohabríaacabadodescubriendosusdesaparicionesnocturnas.Preferíatenerunaaliadadentrodel hospicio, y más una dócil como yo, que se conformaba sin rechistar con lasmigajasdesusganancias.

Señorías,acostumbradaalosprodigiosdeBárbaranomesorprendiócontemplarcómo imponía susmanos sobre un niño demeses comido por las fiebres, y a lospocos minutos lo dejaba limpio de toda calentura. Sin embargo, descubrí por vezprimeraquesusojosverdes,envezdebrillarconlaluzdeloscirios,lohacíanconelfulgordelsol.Sehabíaencendidoenelloslallamadelacaridadyerafeliz.

Hasta octubre de 1612, Bárbara ejerció en la villa como «la Niña Santa». Así lallamaban.Curóeltabardillo,laviruela,laescarlatinayotrasenfermedades,ycuantasmássanacionespracticaba,máslecautivabalaposibilidaddeayudaralosdemás,delimpiarlosdelasdesdichasdesucuerpomortal.

Mientras,Diegohabíaencontradootrapasión:lascallesdelaciudad,yelpeligroqueseagazapabaenellasalanochecer,lavidaaventureraqueencerraban.Presenciódisputas y lances de espada, prendimientos de truhanes amanos de los corchetes,cuyavigilanciaaprendióaburlaraleccionadoporlaBlasa.Cuandoalcanzólosonce,ytrassufrirenlacalledelSoldadounintentoderobodelquesalieronconlabolsaintacta porque la Blasa jugaba a los naipes con uno de los asaltantes, Diego viocumplidosudeseodeempuñarunarma.Apesardequemeopuse,laBlasaleentregóunadagadefilooxidadoperopunzanteconempuñaduradehierro,enlaquehabíaun

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huecodondedebiódereposarentiemposmásheroicosunapiedranoble(sinduda,lahabríaganadoenalgunapartida).Sóloledejaballevarlaajustadaenelcintocuandose echaban a las calles, pues mientras Diego permanecía en el hospicio ella lacustodiabaensudormitorio.

—Tupadreytuabuelofueronhidalgos—lehabíadicholaBlasaalmuchacho—yseguramentetambiéntubisabuelo.Ytodohidalgoesduchoenarmas.Cuantoantesempiecesmejor.TumisiónseráprotegeraBárbaramientras realizaaquellopara loqueDioslapusoenestemundo.

Poco sabía Diego de la historia de su familia, aunque conocía su apellido, adiferencia de los demás huérfanos. Lamayoría cargábamos con la coletilla «de laSanta Soledad», para afianzar aún más nuestra procedencia deshonrosa. Sólo lahermanaUrracaaprovechabacualquieroportunidadpara,comoelmásespantosodelosinsultos,arrojarlealacara:«hijodepoetasuicida»,«hijodeasesino».

—¿Qué es un poeta, Blasa? —le preguntó Diego un día mientras nosencaminábamosaunacasaenlacalledelasDamasparacurarunaspústulas.

LaBlasarecitó:

Lavidaquetienessevieneyseva,comotodoloqueanhelastelohasdeganar.

Diegolamiróconextrañeza.—Lopoetas hacen rimas, y cosas así. Si te portas bien, algún día te llevaré al

corraldelPríncipeparaqueveasunacomedia.—¿Yquéesunsuicida?—Unoquesemataasímismo.Cogeladagayselaclavaenelcorazónoenel

estómago.Tupadre,encambio,secolgódeunacuerda.—¿Yporquéhizoeso?—preguntóDiegomirándonosconsusojosdeabismo.—Poramor,muchacho.—Estaba triste porque tumadre habíamuerto de peste y pensó que no podría

vivirsinella—puntualicé.—EntoncesnoeraunasesinocomodicelahermanaUrraca—replicóél.—Esque luegoprendió fuego a la casa contigo dentro, para que tú también te

murieras—dijolaBlasa.—Quería librarte cuanto antes de las infamias de estemundo—le expliqué—.

Perotesalvóunavecinaytetrajoalhospicio.EntoncestemetimosenuncajónjuntoaBárbaraparaqueosmurieraisjuntos,peroellatetocóconsusmanosytesalvó.Ynosécómo,túlasalvasteaella.Poreso,siosseparáisosponéisenfermos.Diososdejóvivirperosólosiestabaisunoalladodelotro.

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Alaedaddedoceaños,duranteunanochecalurosaydelunasombría,Diegomatóaun hombre. Atravesábamos la calle Jacometrezo cuando nos cortó el paso unmaleanteembozadohastaloshuesos.

—Aflojenlafaltriquera,señoras,sinoquierenquelesrebaneelcuello.Blandíaantenuestrosojosunespadadehojatoscaperotenebrosa.—Yonosoyunachica—respondióDiegoponiéndosedelantedenosotras.Sufiguraesbeltasedibujóenlanoche.Unasombragallardayflacacomolade

unespíritu.—Asímehabíaparecido.El malandrín se levantó el sombrero dejando al descubierto un rostro

desagradableyescupióunarisadedemonio.—Nonosentretenga,hermano,quellevamosprisa—leespetólaBlasademala

gana.—Pues aflojen los dineros o las ensarto en mi espada. Y empezaré por este

muchachogallito.Estabatanconfiado,tansegurodequeaDiegoletemblaríalamanoalempuñar

la daga, que cuando de una sola estocada se la hundió hasta la empuñadura en elestómago,surostromostrómássorpresaquedolor.Lasangreleempapólacamisa,espesacomomantequilladerretida.Cayóal sueloy lamuerte seasomóasusojos.Diegolacontemplófijamente,yenelrictusdesubocayensumiradanegradescubrílaperplejidaddeversefascinadoporella.

—Arreando pa el hospicio —gruñó la Blasa—. Nadie echará en falta a estemalnacido.Comosinohubierapasadonada.

Bárbara tomó a Diego de la mano, pero él permaneció inmóvil durante unossegundos,absortoenelcadáver.

—Lamuerteme hace olvidar—oí que le decía a Bárbara por lo bajo—. Sóloquedaenmimemorialaimagendeesehombresinvida.

Sentí lástima por el muchacho, pues lo ocurrido le había causado una granimpresión.AlospocosdíashabléconlaBlasaparaquesedeshicieradeesadagaquesólopodríatraernosmásdisgustos.

—¿Quéestásdiciendo,Berenjena?Diegoharesultadosermásvalidode loquecabía esperar de su cuerpo enclenque. Pardiez, que tienemadera cuantomenos desoldado.

ParalaBlasa,Diegosehabíaconvertidoenparteindispensabledesunegocio.YparaBárbara, limpiar la carne de cuanto enfermo se le ponía por delante era ya unanecesidad. Cada vez se preocupaba más en ocultarle a la hermana Ludovica lasescapadasnocturnas, pues temíaque se las prohibiese si llegaba a descubrirlas.La

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caridadlacautivódetalmaneraquesenegóaquelaBlasacobraraunasmonedasporsuscuraciones.Alfinyacabosupadreeraunfrailefranciscano,medije,talveznosólohabíaheredadodeélladeshonra.

LarespuestadelaBlasafuetajante.Noibaadejarqueselearruinaraunnegociocadadíamáspróspero.Si se negaba a curar por dinero, denunciaría aDiego a losguardiasporlamuertedeaquelhombre,yvendríanaprenderlo,loencerraríanenlamazmorrayluegolocolgaríandeunahorca.AnteaquellaamenazaBárbaranotuvonadaquedecir;nopodíaperderdenuevoaDiego.

—¿Cómo puedes ser tan cruel? —le recriminé a la Blasa una vez que nosquedamosasolas.

—Yo nome juego el pellejo por nada, Berenjena. Creí que te había enseñadomejor.Quéme importaamíquevivaomueraunmiserable, sinomeproporcionaunasmonedasparaecharunabuenapartida.

Prontopagaríaelpreciodesucodiciaysuegoísmo.Unpreciomásaltodelquehabríapodidoimaginar.

Mis palabras se agotan, señorías, al igual quemi historia.El final estámuy cerca,pero antes de precipitarme en él, he de relatarles lo queme sucedió en una fechapróxima.Merefieroaunosacontecimientosqueturbaronaúnmásmialmaymividaen la Semana Santa de 1612. Si bien gracias a ellos pude conocer por entero elsecreto que como la niebla matutina había cubierto durante tantos años la verdadsobrelamadredeBárbara.

ElmiércolesdeCenizasalíadeescucharmisaenSanGinés,marcadamifrenteconlacruzcristiana,cuandopresentíquealguienmeseguía.CaminabaporlacalleMayorhaciaelhospicio,abrigandoelfrescodeabrilymicorazónsobresaltadoconun echarpe de lana. Mi único temor, en aquella mañana gris como anunciaba sunombre,eradescubrirtrasdemíunasombramonstruosa.Lacalleestabaanimadaporlasgentesquesalíandecumplirconlaliturgia,ylospuestosdeheladossealineabana ambos lados para delicia de nobles y plebe, a pesar de que el tiempo noacompañaba.Medetuveenunodeellosymirédereojoaderechaeizquierdaconlaintencióndecomprobar simi intuiciónmehabía jugadounamalapasada,oporelcontrariomemanteníaalertaanteloqueibaasuceder.

—¿Compraoqué?—mepreguntóelvendedorconrudeza.Le escuché como en un sueño. Dedicaba todo mi afán a concentrarme por si

llegabahastamisoídosaquelcantoenlenguatanherejecomohermosa,elhebreo.Susonido me indicaría la cercanía de mi perseguidor. Sin embargo, fue mi nombre,pronunciadoenunsusurrotemeroso,loquedistinguíentreelajetreodelacalle.

—Berenguela,queridaniña,Berenguela….Temblé ante el recuerdo dulce de aquella voz, al rememorar lo que sucedió la

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última vez que la había escuchado. Dudé antes de darme la vuelta y descubrir lasombra de unamujer envuelta en una capa, que se escabullía en el zaguán de unportalónde lacalledeBotero.Llevabaelcabelloocultoporunacapucha,como laprimeravezquelavienelMesóndelÁguila.EraBerta,ladesaparecidaBerta.Poruninstante,quiseecharacorrer.¿Ysisetratadeunatrampa?,medije.¿YsinoesmásqueuncebotiernoymearrastradentrodeunsacocomolesucedióaJosé?Perolacuriosidad,envezdealejarmedeBerta,meimpulsóacaminarhaciaella,primerotitubeanteydespuésconpasofirmeyrápido,mientrasmigargantapalpitabaporlaemocióndelencuentro.

Bertahabíaenvejecidotantoqueretrocedíuninstantealcontemplarsurostro.Noparecíalamisma.Losañostranscurridoslehabíanestropeadolapiel,arrugándoseladeformaimpía,endureciéndoselasobre todoenlasmejillasyenlafrente,comosillevarapuestaunamáscara trágica.Sólosusojos, rezagadosbajo lascejasespesas,continuaban cristalinos y delatores de una bondad que me reconfortó. Tenía, sinembargo, ese buen color que, según la Blasa, nunca se borraba del rostro de lasbuenaspersonas.

—Berenguela—medijo—,tehasconvertidoenunamujer.Evitódecir«hermosa»,señorías,quenuncalohesidonienmismejoresaños.La

viruelamagullótodorastrodelozaníaenmí,ymisojospequeñosydelcolordelasmulas, mi pelo áspero, mi frente estrecha, como ven, y mi boca, en cambio,demasiadogrande,nuncamehicieronmerecedoradeadmiraciónnirequiebros.Soyysiempre he sido fea, pero no es mi belleza la que aquí se juzga, así que no medetendrémásenestosdetallesalosquemellevatantolavejezcomolafatigademimente.

Bertameabrazómientrasmearrastrabadentrodelportalónmugriento.—Cuántohesufridotodosestosañosporhaberdesaparecidoasídetuvidaydela

deBárbara.Meapartédeellayretrocedídenuevohastaelzaguán.—Unsimple recadoconunaexplicacióndevuestraprolongadaausenciahabría

sidosuficiente.—Oh, no me fue posible. Mi amo me obligó a abandonar Valladolid, y me

prohibióqueregresaraalavilla.HeestadorecluidaensupropiedaddeLisboatodosestos años, sometida a la más estrecha vigilancia. Hasta ahora, que he logradoescapar.

—Aquella tarde en el establo nos tendisteis una trampa a José y a mí. Yosobreviví,aunquemicabezaestuvomagulladadurantedías.Pero¿yél?Decidme,¿lomatóvuestroamigoelgigante?

—QueridaBerenguela,¿cómohaspodidopensarcosastanterriblesdemí?—Nomehabéisdejadootraopción.

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—Subamos a mi cuarto y te explicaré qué sucedió. No es tan confortable ycalientecomoelquefrecuentábamosenelMesóndelÁguila,peroestaremosasalvodemiradascuriosas.

—¿Quiénquerríainteresarsepornosotras?—Temoque los espíasdemi amomehayan seguidohasta aquí.Te lo suplico,

acompáñamearribaydejaquereparelafaltaquecometícontigodesapareciendodeesaforma.Necesitoquecomprendasporquémeviobligadaaactuarasí.

Aunqueelsonidodesuvozmehacíaestremeceralrecordarmelaexistenciadelgigante,laexpresióndesúplicayarrepentimientodesusojostransparentesacabaronporconvencerme.

El portalón era el de una casa que alquilaba habitaciones por unos pocosmaravedíes.Ascendimosporunaescaleraestrechaquecrujíacomoespinazopodrido,y albergaba en sus peldaños cagadas de rata.Mucho era lo que había descendidoBerta en su escala de la buena fortuna. Sacó una llave de un bolsillo de la capa yabrió la puerta de un cuarto pequeño con olor a rancio. De una solamirada pudecomprobarquenadienosesperabadentro.Habíauncamastrojuntoaunapared,unabutaca de tapicería raída y una mesa con un cabo de vela. La luz pastosa de lamañana penetraba por un ventanuco del techo abuhardillado. Berta se sentó en lacamaymehizounaseñaparaqueyomeinstalaraenlabutaca,peropermanecíenpie,caminandodeunladoaotrodeaquelcuartomugriento.

—QueridaBerenguela—me dijo con una suavidad queme erizó la piel—, yojamás hubiera permitido que te lastimaran. En cuanto a José, protegerle es lo queentreotrascosasmehacausadolaruina.

—Nooscomprendo.—Mi señor se enteró de que tenía una nieta, y de que yo le había ocultado su

existencia. Averiguó también que me reunía contigo, una empleada del hospicioadondelahabíanllevado,yquemeinformabassobresucrecimiento.Cuandocayóenla cuenta de todo lo que le había mantenido en secreto, se encolerizó. Él, queconfiabaenmí,sesintiótraicionado.

—¿YcómopudosaberdeBárbara?—Por una monja, querida. Una hermana experta en hierbas medicinales que,

segúnaverigüédespués,seencargadelaenfermeríadelaSantaSoledad.Palidecí de inmediato.Berta acababade corroborarmis sospechas.Lahermana

Ludovica formaba parte, junto con el abuelo de Bárbara, de aquella misteriosasociedad secreta.A través del pergamino, identificó aBárbara como su nieta, y leinformó de que se hallaba en el hospicio. Por eso sospeché que ese hombre eraPrometeo, y el destinatario de aquella enigmática correspondencia. La hermanaLudovica experimentaba con sus resurrecciones y le informaba de los resultados.Pero…¿yelmedicamentoceleste?¿Erasupropianietacomoyosospechaba?¿Había

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dejadolavidadeBárbaraenmanosdelaLudovicaporesemotivo?—Túdebesdesaberdequémonjatehablo,Berenguela.Asentí.—Cuídatedeella.—¿Vuestroseñorsabedemiexistencia?—Metemblólavoz.—Sí,querida,yunodelosmotivosporlosqueaccedíanovolveravertefuepara

velarpor tuprotección,paraalejartedeesteasunto,quehastaahora sóloha traídodesolaciónymuerte.EldíaquetedijequetereunierasconJoséenelestabloaúnnosabía que mi señor me había descubierto. Pero cuando llegué a casa me estabaesperandoparaecharmeencaramitraición.Yosabíaqueélysushombresbuscabancon ahínco a José desde hacía años. Me hubiera perdonado que le ocultara laexistenciadesunietaporquemeatabalalengualaúltimavoluntaddesuhija.PeroqueleocultaraquemeencontrabaaescondidasconJosé,quenolepermitierallevaracabolavenganzaqueansiaba,esomedeshonróasusojos,yperdílaconfianzadesu corazón. ¡Maldito sea mil veces ese joven! Mi señor había ordenado que mesiguieran,yasínosdescubrió.

—¿EstámuertoJosé?—Nohevueltoatenernoticiadeél.—¿Porquénomematóelgiganteenelestablo?—TúsólosabíasqueBárbaraeraunahuérfanayyolanodrizadesumadrequese

preocupabaporella.Además,cuidabasdelaniñaenlaSantaSoledad.—Muchoesloqueheaveriguadodesdeentonces.Séquevuestroorigen,comoel

de Bárbara y el de su madre, y por tanto también el de vuestro amo, podría serconsideradohereje.

—Frenatulengua,queridaBerenguela.—Estoyhartadetantaprecaución,dequemehayáisocultadotantascosas.Judía

era lamadredeBárbara,o conversa,peroalversealbordede lamuerte reveló suverdadera creencia. Hay un gigante asesino que canta en hebreo, vuestra lengua,puesto que el acento que tratáis de disimular me indica que no sólo no os esdesconocida,sinoqueprobablementeesvuestralenguamaterna.

Bertasetapólosojosconlasmanos,horrorizada.—Por Dios, no sigáis. Por vuestro bien. Decidme sólo cómo se encuentra la

pequeñaBárbaraysaldrédevuestravidaparasiempre.—Estaveznoquierodineroacambiodelainformaciónquemepedís.Guardaos

vuestrosreales.Creoquememerezcosaberlaverdad.Esoesloúnicoquequiero,lahistoriadesdeelprincipio.SécómomuriólamadredeBárbara.Yséquesupadreeraun franciscano. ¿Cómo se quedó preñada? ¿Cómo fue a parar a losDesamparadosaquellanochedepeste?¿Porquélamantuvieronencerradaenunlugarparacriaturascon dones mágicos? ¿Y por qué el franciscano le rogó su perdón en el lecho de

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muerte?Esoesloquequierosaberparaempezar.—Noimaginocómohasllegadoaaveriguartantascosas.Sindudasubestimamos

tu curiosidad y tus facultades para satisfacerla. No eres una muchacha que seconformeconpoco,deseassaberlotodo.«Lasabiduríaesmejorquelasperlas,nadade lo que desees podrá compararse con ella», eso dice el libro de los Proverbios,capítulo8,versículo11.Peronoolvidesquetodasabiduríatieneunprecio,biendeespíritu,biendecarne,quizádeambos.Ytardeotempranohayquepagarlo.Aunquehayapasadomuchotiemponotecreasasalvo,puesladeudanoestarásaldada.Yestanseguroquesehadepagarcomolapropiamuerte.Dimeahorasiestásdispuestaapagarsuprecio.

Asentíconlacabeza.—Esmuyposiblequealgúndíalolamentes.—Esperoqueelriesgomerezcalapena.—Tomaasientoyprepárateaescucharunatristehistoria.

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Bertameseñalódenuevolabutacadetapiceríaraída.Estavezmesentéylamiréalosojos.Entoncesellacomenzóelsiguienterelato:

—La pequeña que yo cuidé se llamaba Julia. Quedó huérfana de madre a lospocosmesesdenacer,ypaséaocuparmedesucrianza.Muyprontosupadreyyonosdimoscuentadequenoeraunaniñacorriente.Alpoco tiempocomprendimosque su alma pertenecía sólo a ella y a Dios; en cambio su cuerpo pertenecía a lahumanidad.Habíanacidoparapredecirconéllasdesgraciasylasenfermedades,paraavisaraloshombresdesullegada.Juliaposeíaeldondelaprofecía,unodelosmássagrados. Predecía enfermedades, epidemias, hambrunas, sequías, tempestades,ahogamientos,derrotasymasacresenlasguerras;todoelloseleíaensupiel.

—Nocomprendocómopuedeseresoposible—lainterrumpí.—Sisehallabajuntoaunaspersonasquealpocotiemposufriríanlosestragosdel

hambre,sentíaladebilidad,losmareos,losdoloresdelastripasretorciéndoseensupropio vacío a causa de la falta de alimento. Entonces auguraba con su voz decriatura:«Moriréisdehambrunasinoponéisremedio».

—¿Yluegosanaba?—Habíaquealejarladelaspersonasqueibanasufrirelmal,yaquelossíntomas

deladesgraciaqueaugurabanocesabanhastaentonces.»Comprenderás ahora que era necesario mantenerla aislada del mundo para

protegersuvida.Quesonmuchaslasdesdichasqueenélhabitanynuncasesabeenquéseresharánmella.Nopodíagozardelalibertaddeunacriaturanormal;inclusocorríapeligroestandoami ladooal ladodesupadre.Eraundon terrible,queridaBerenjena,pueshedereconocerqueaveceshastayomismatemíaacercarmeaellaporsiprofetizabamimuerte.¡QuésolopuedellegarasentirseunserconesedonqueparecíamáspropiodeldiabloquedeNuestroSeñor!Vivirconelmiedodeanunciarleunmalaquientienescerca,aquienteofrecesucariño.Benditaniña,Dioshizobienen llevársela tan joven y en librarla de esa pesada carga. Su vida fue corta, y laentregógustosaacambiodeundeseoquefuecreciendoensupechohasta llegaradominarla:serlibre.Aceptóconvalentíalasconsecuenciasdeello,aunqueacabaronconduciéndola a su propia muerte. Amó al hombre equivocado, pero amóentregándolecuantoera.

»PasósuinfanciaenlacasapalacioquemiamoposeeenLisboa,suciudadnatal.Recluidaenunashabitacionesalasqueteníanaccesomuypocaspersonas:supadre,unpardecriadasdeconfianzayyo.Creciócomouncapulloderosaenunataúdde

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cristal.Solitariaysoñadora.Devezencuandoselepermitíapasearporunparterredelvastojardín,ycorríaysaltabaparaqueelairelegolpearaenelrostro,parasentirlavidaqueintuíasehallabatraslosmurosdesuencierro.Hablabaconlasplantas,ycon las estatuas que se alzaban entre los paseos de camelias y lirios, las únicascompañerasde juegosquehabía conocido apartedemí.Yo apenaspisaba la calle.Aprendí a vivir sabiendo con antelación cuándo iba a padecer un enfriamiento: siJuliaestornudabayteníafiebrecuandomeacercabaaella,ycuandoyomealejabaellasanabaalcabodeunoscuantosdíaserayolaquepadecíaesossíntomas.Asíquemeaisléconella.

»CuandocumpliólosonceañosnostrasladamosaMadrid,adondesupadre,miseñor,viajabaconmuchafrecuencia.Élmanteníaunaestrecharelaciónconunfraileque conoció en su juventud. Ambos habían estudiado en Florencia, y allí habíanadquirido conocimientos sobre lo que llamaban “el secreto de Dios”. Según hepodidodiscernirconelpasodelosaños,setratabadeunasabiduríaqueimplicabaelestudiodelamagia,perodelamagiaverdadera,unaespeciedemagiasagradaqueseocultabaenlanaturalezayenlapalabradeDios.

»Desde el nacimiento de la niña habían buscado en ella un remedio paraprotegerladesupropiodon.Poresemotivonostrasladamosaviviralavilla.Eraenestaciudaddondeelfraile,alquetodoelmundollamabafrayClavícula,ymiseñormanteníanensecretounlugarenelquevivíanniñosyjóvenescomoJulia,criaturastocadas con poderes o dones especiales, que mi amo y el fraile les enseñaban acomprenderyautilizar.

»Tardaronañosenhallarelremedioqueprotegeríaaminiña,aunquenofuedeltodo efectivo. Se trataba de un chal azul. En uno de sus bordados se escondía unpedazo de papiro donde se concentraba toda sumagia.Era en verdad un talismán.Desconozco a través de qué ritual lo consiguieron, pues no son muchos losconocimientos que poseo en este tema. Con él se nublaba su visión profética deenfermedadesodesgracias,yasíJulianoponíaenpeligrosuvida.

—¿Os referís a un chal azul que tiene bordado en sus extremos una serpientemonstruosaquesemuerdesupropiacola?—lepreguntéaBerta,impaciente.

—¿Cómolosabes?—EnesechalvinoenvueltaBárbaralanochequelatrajeronalhospicio.—Creíque lohabíamosperdido,que lohabríanquemadoen losDesamparados

como queman toda la ropa de los que mueren de peste. ¿Aún se encuentra en elhospicio?

—Allí estaba hace trece años, la última vez que lo vi, en el despacho deladministradordondeseguardanlaspertenenciasdeloshuérfanos.

—¿Podríasayudarmearecuperarlo?—Sí,podríaintentarlo.Peroosruegoqueprosigáisconlahistoria.

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—Juliapasótodoel tiempoqueinvirtieronenelaborarel talismánencerradaenese lugar. Aislada incluso de sus compañerosmágicos, pues junto a ellos tambiénpodía encontrar la muerte. Su padre, sin embargo, usaba el don de su hija endeterminadas ocasiones para que formulara sus profecías a hombres poderosos acambiodeunbuenpuñadodeoro.Tomabalaprecaucióndetenercercaalamonjaconocedoradeartescurativasmágicas,paravelarporlasaluddeJulia.Lahermanadequienyaoshehablado.Yosufríamuchocadavezquemiamosometíaalaniñaaunadeesasconsultas,peroél,consuvozsabiaypausada,medecía:

»—Berta,siDiosleotorgóesedonesparaqueayudaraaotros,noloolvides.»Yesaeralaideaquesupadrelehabíainculcadotambiénaella.»—Has de padecer este sufrimiento para evitárselo a otras personas. Ése es el

destinoconelquehasnacido.»Mi amo sabe ser de lomás persuasivo. JuanMedeiros es su nombre. Su sola

presencia hace enmudecer. Porte regio, mentón afilado, barba negra con canasdestinadasnoaenvejecersurostrosinoaalimentarsunobleza.Negroestambiénsucabello,yelblancodesussienescomolaurelesdenieve.Masloqueprovocaquetualmasedetengayelruborasomeeselmantoconelquetecubresumirada,diríasecapazdecurarlotodo.

»Teestoycontandodemasiado,queridaBerenguela,peroestalelpesoconelqueha cargadomi corazón y durante tantos años que aligerandomi lengua halla él suconsuelo.Cuando llegamosa lavillay supadre laencerróenese lugarparaniñosmágicos,meprohibióquefueraaverla.Yovivíajuntoamiseñorenelpalacetequehabíaarrendadoconformeasuposición.Comotedije,seleteníaenlacorteenaltaestimaporsusnegociosdedinero.Perolaniña,ensuencierro,languideciósinmí,asíquefinalmentemiseñormepermitióvisitarlaalmenosunpardevecesalasemana.

»Julia tenía quince años cuando salió por primera vez a pasear por la villaenvuelta en su chal talismán.La acompañó supadre, y como todo fuebien, le diopermisoparaquefuerayoconellaenlapróximasalida.

»Eraunadeesasmañanasdelmesdeeneroenquelaciudadestáenvueltaenlarespiración de la nieve, y el cielo se alza puro, luminoso.Me había rogado que lallevaraadarunpaseopor lacalleMayor—lehacía ilusiónvera lasdamasquesepaseabanensuscarrozasosillasdemanos—,yyoaccedí.

»Laprimeravezque leviopedía limosnaparapagar el rescatede los cautivoscristianos que hacían los moros en ultramar, o en sus incursiones sorpresa en lascostas españolas.Bajo el hábito pardo y austero de San Francisco se adivinaba suportegallardo:eraalto,esbelto,depelocastañoconhebrasdesol,yunosojosverdesy piadosos donde centelleaba peligrosamente la belleza. Tendría tan sólo unoscuantosañosmásqueella,dieciochoodiecinueve.Seacercóanosotrassegurodelanoblezadesumisión,yextendiendouncacillomiróamiseñoradeunaformaque

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ellaacabaríapagandoprontoconlamuerte.»—Situvieranabien,noblesdamas,darunalimosnaparaloscautivos.»Ellarespondióasumiradacondesconciertoyseruborizó.Echóunosrealesen

elcacilloyningunodelosdospronuncióunapalabra.»Mástarde,Juliamedijo:»—Berta, tengo la sensacióndequehasta estamañananadiemehabíamirado.

Puede que hubieran creído que lo hacían, tú misma creerás que me has miradomuchasveces,perono lohashecho,no.Ahorasé loqueesmirarysermirada.Elmundoeraciego,yoeraciegahastaeldíadehoy.

»—Enverdadeljovenfraileteníaunosojoshermosos.»—Perofueloquesusojosmedecíanloquemecautivó.Noeranojosbellosy

vacíos,eranojosqueexpresabanlomismoquesentíanlosmíos.»Sitodosehubieradetenidoallí,sinohubieravueltoaencontrarle…Peroyano

sepodíahacernada.Habíavistoporprimeravezelmundoenlosojosdeaquelfraile,yelmundolahabíamirado.

»Al cabo de un par de días convenció a su padre de que le permitiera salir denuevoenmicompañía,yélaccedió.RegresamosalacalleMayoralamismahoraenqueseprodujosuencuentroconelfranciscano,yloencontramospidiendolimosna.

»—Decidme,¿sonmuchoslosdesdichadosquesufrencautiverio?—lepreguntóJuliatrasecharunasmonedasenelcacillo.

»—Muchos,señora.Losmorospidenrescatesaltos,ylamayoríadeloshombresnopuedenpagarlos.Sólosiellososufamilia tienenlafortunadeposeerbienesenabundanciapuedenobtenerlalibertad.Alrestolesquedalaesperanzadelacaridad,odelamuertemientrassonsometidosatrabajosinhumanos.

»—Hacéis una obra noble si con ella conseguís la libertad de un solo hombre.Nadahaymáspreciadoquesentirselibre.

»—Gracias,señora.»Julia se fijó en la letra “T” demadera que le colgaba de un cordón sobre el

hábito.»—¿Qué es esto que lucís con tanto orgullo?—preguntó tomándola entre sus

manos.»—Selaconocecomo“tau”,unaletragriega.SanFranciscofirmabaconellasus

cartas y lamarcaba en las paredes de las celdas. Significa protección por parte deDiosypenitencia.

»—¿Esunsímbolodelaorden?»—Asíes—respondióél—.Deduzcoporvuestrocálidoacentoqueno soisde

aquí.»—NacíenLisboa.»—Debedeserunaciudadhermosa.

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»—Desde luego. El Tajo parece un inmenso océano al lado de vuestro oscuroManzanares.Tuve la oportunidadde verlo desde la ventana demi carroza, aunqueaúnnohepodidopasearporsusriberas.

»El comentario sorprendió al joven fraile, y Julia temió haberlo ofendido. Mijovenniñaerainexpertaenelmundoyenlosjuegosdegalantería.

»—Esperoquenolohayáistomadoamal,elvuestrotambiénesunríohermoso.Yfrescosyagradableslospaseosquelerodean,segúnmehandicho.

Elfranciscanolamiróconseriedad.»—Yaestardepararetractaros.Elríoosparecióunespanto,ynopuedoculparos,

quesonmuyfamosassusaguasdelcolordelchocolate.Miseñora seechóa reírcomocuandoeraunaniñaypaseabaporelparterrey

jugabaconlasestatuas.Yelfrailelaacompañóensurisa.»—Escierto,peronoosenfadéisconmigo—lerogóella.»—Si fuera así, bastaría con que me mirarais una sola vez para obtener mi

perdón.»—Afortunadossonmisojossiesehonorlesotorgáis.»—Afortunadoyodehaberlosencontrado.»Eragalanteelfraile,demasiadoparaserhombreconsagradoaDios.»Mientras conversaban, yo permanecía detrás demi pequeña como toda buena

ama, velando por su bienestar y por su honra. Pero quémal servicio le hice al nodarmecuentade loque ibaa suceder.Comomi señor ledabapermisopara salir apasearencontadasocasiones,Juliahallóelmododeescaparse.Yesqueelanhelodelibertadagudizaelingenio.Trasprofetizaraunnobleunadesgraciaconformealosdeseosdesupadre,dejóquelamonjaquesabíademedicinalareconociera.Despuéslasiguiósinqueellasedieracuenta.Asídescubrióelpasadizoporelquelahermanaentrabay salía sin servistadeaquelmisterioso lugar secretodondehabitabanesaspersonasmágicasconpoderesdeotromundo,comomiseñora.

»Setratabadeunentramadodesubterráneoscuyaconstrucción,porlovisto,eraobra de los árabes, que mi señor, Juan Medeiros, y la monja utilizaban paradesplazarsedeunlugaraotrodeMadrid.

»Un anochecer, Julia decidió escaparse, y aprovechando la oscuridad que secerníasobrelaciudad,vinoabuscarmealacasadesupadre.Sabíaqueélsehallabaausente, pues había de solucionar unos negocios en Lisboa, y me rogó que laacompañaraenbuscadelfraile.Debíreprenderlaporsufugaypedirlequeregresaraantes de que se percataran de su ausencia, pero me ablandaron sus lágrimas desúplica,susruegosycariños.¿Cómoencerrardenuevoaunpájaroquehaconocidoporfinloqueeselvuelo?PartimoshacialacalleMayorydimosconélenunodeloscallejones más miserables que se abren en racimo a su alrededor. Junto a otrofranciscanodemásedad,repartíasopadeuncalderoalosmáspobres.Lanievehabía

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caído sobre la ciudad convirtiéndola en un lobo con piel de cordero, pues bajo suaspectomansoyapacibleseagazapabaelpeligrodemorirhelado.

»—Soisenverdadpiadosa—ledijoelfraileamiseñoracuandoellaseofrecióaayudarlo—.Aúnnosévuestronombre.

»—MellamoJulia.»—Julia,tomadporfavorestecuencodesopayentregádseloaaquelniño.»Pero aquella nochemi alocada chiquilla, llevada por un anhelomás poderoso

que el de velar por su propia vida, había salido sin su chal protector.Yo tampocoreparéensufalta,puessupusequecomoenotrasocasioneslollevaríaocultobajolacapa.Asíquecuandoseacercóalniñoque tiritabafamélicoenunzaguán,con losojoshundidosporunhambreeterna,yenlascomisurasdeloslabioslaspústulasdela miseria, el cuenco de sopa se le escurrió de las manos porque se le habíancongeladoenuninstante.Surostrosecontrajoenunamuecadulceysedesmayó.Elfraile,quepormuchasopadepobresquerepartieranoperdíadevistaamiama,fueensuauxilio.

»—¡Está congelada! —exclamó mientras le tocaba la frente, las mejillas, lasmanos,mientraslaestrechabasinrecatocontrasupecho.

»—¡Apártaladeinmediatodeestosdesgraciados!—legrité—.¡Aléjaladeellos,ysitienenquemorirsequecumplansudestinoyquesemueran,peroponaminiñaasalvoenalgúnlugarcaliente!

»Latomóensusbrazos.Leseguíatravésdecallejasoscurasysolitarias,queseenredabanparamíenunlaberintodedesesperación,hastaquellegamosalacasadepobresdondevivíajuntoaotroscincofranciscanos.Entramosenunaestanciaampliaqueservíadecocinaycomedorconunagranchimeneaenlaquechisporroteabaelfuego.Deunosganchoscolgabandoscalderosdondehervíasopa.Latendiójuntoalhogar,paraqueelalientode la lumbre templarasucuerpo.Lequité lacapayél lacubrió conunamantaparda como suhábito.Luego sirvióun tazónde caldoy fuedándoselocucharadaacucharadahastaquepocoapocomipequeñaentróencalor,yresurgiódesudesmayoabriendodespaciosusdelicadosojosmiel.

»—¿Osencontráismejor?—lepreguntóeljovenapretándoleunamanoentrelassuyas.

»Setomabademasiadasconfianzasparaserunsimplefraile.»Ellasonriódébilmente.»—¿Quéos ha ocurrido?Oshabéis quedado congelada enun abrir y cerrar de

ojos.»—Noesasuntovuestro—respondímalhumorada—.Hasidounalocurasalira

lacalleenunanochecomoésta.»—Yameencuentrobien.Notemaspormí,Berta.»—No debí permitíroslo. Me habéis dado un buen susto. Si vuestro padre se

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enteramematará,ynopodréreprochárselo.»PeroJuliahabíadejadodeprestarmeatenciónyyasólovivíaparalosojosdel

fraile,quelamirabapreocupado.»—¿Estáisenferma?»—Sólohacíademasiadofrío,peroyaestoybien.»—Julia,sioshubierapasadoalgopormiculpanomeloperdonaríajamás—dijo

elfraile.»—¿Esaquídondevivís?—lepreguntóechandounvistazoalaestancia.»—Una humilde casa en la que procuramos dar consuelo a los más pobres y

desventurados.»—Noeslugarparaunadama—meapresuréadecir.»CuandoJuliaserepusodeltodo,elfranciscanoinsistióenacompañarnosacasa.

Noleparecióoportunoquedosmujeresanduvieransolasporlascalles,atestadasdemalandrinesaesashorasdelanoche,ylociertoesqueteníarazón.Sinembargo,nopodíaarriesgarmeaqueconocieradóndevivíaJulia.

»—Quedaosaquí—leadvertí—.Yahabéiscausadobastantedaño,yesperoporvuestrobienquenoseosocurraseguirnos.

»SequitóelcordónquependíasobresupechoconlataudeSanFrancisco,ylocolgóconsuavidaddelcuellodeJulia.

»—Estoosprotegerá—ledijo.»NosésifueDiosoelbuenodesanFranciscoquienquisoquenonosocurriera

nadaduranteelcamino.AlamañanasiguientefuiavisitaraJuliayleadvertíquenocontaraconmigoparaunanuevaescapada.

»—Seacabó—ledije—,sólosaldrása lacallecuando tengaselpermisode tupadre.

»—Berta,nomeabandonesahoraqueempiezoaconocerelmundo.»Eratanbellamipobreniña,tandelicadasufiguraderosatemprana.»—¿Acaso no te das cuenta de que no puedes enamorarte de un fraile?

Recapacita,Julia.¿Quéfuturopodríaesperarteasulado?»—Yquémeimportaelfuturo.»—Noesunhombrelibre.HapronunciadovotosparadedicarseaDios.Votono

sólodepobrezayobediencia,tambiéndecastidad.»—Losé,Berta—medijoangustiada—.Pero¿quépuedohacer?»Apretóentresusmanoslataudelfraile.»—Olvidarle, niña mía. Olvidar que un día se cruzó en tu camino. Y cuando

menosteloesperes,conocerásaotrojovendignodeti.»—Nadieserácapazdemirarmecomoél lohace.Sumiradaeselespejode la

mía.Enellaveoreflejadomidestino.»—Puestrasesedestinoseescondeladesdicha,querida.Ahoraestásatiempode

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huirdeella.»Guardó silencio. Estoy segura de que se sentía abandonada porque yo era el

únicoapoyoconquecontaba.»—Prométemequenointentarásverledenuevo.»—Teloprometo,Berta.»Semostróesquivaconmigodurantelosmesessiguientes,peroloachaquéaun

resentimiento juvenil por no alentarla en su locura y creí que se le pasaría con eltiempo,queseenamoraríadeotrojovendesuposiciónyolvidaríaalfraile.Nomecontóloquehabíasucedidohastaquesupoqueanidabaensusentrañaselfrutodesuamorcondenado,yelmiedocomenzóahacermellaensuánimo.

»Lapasiónporelfrailelacondujotambiénalapasiónporlapobreza.Ella,queencerrada en su jaula de orome contó lo que había sucedido, se escapaba por lasnoches para acompañar al fraile en su ronda de sopa, pan y huevo. Recorrían lascallesmásmíserasjuntoaotrosdosreligiosos,proporcionandoaloshambrientosuncuencodesusopaaguada,unhuevoduroyunmendrugodepan.Cargabanconloscalderos,losóleossagradosyunasparihuelasenpiadosaprocesión,administrabanelúltimo sacramento a los moribundos, y transportaban a los enfermos a la casa depobresparadarlescobijoen las fríashorasde lamadrugada.Lacaridadquenuncahabíapracticadoavivabaenminiñaelenamoramiento.Cadaunadelasbuenasobrasque el fraile acometía resultó ser, querida Berenjena, el elixir que acabó porprecipitarlaensusbrazos.Lamisericordiaconvertíaenantorchaslosojosverdesdelfraile, y Julia se quemaba con sólo mirarle. El frenesí de dar, de entregarse alprójimo, era supropio frenesí.Cuantasmásbuenasobras realizaban juntosmás seavivaba su deseo, y cuando se abrasaban en él, cuando el fraile se deshacía de suhábito deSanFranciscoy violaba sus votos con su cuerpode hombre, la culpa seapoderabadeellos,yparalimpiarlaseentregabandenuevoalamisericordia,ydelamisericordiaalgozo,trazandouncírculoquelesextenuabalapielyelalma.

»Seamabanenlaausteridaddelacelda,entreloscuencosdelaslimosnas,elolorsantodelosóleosydelasopa,conunamorquelostransportabatortuosamentedelplacer al sacrilegio. Cautivos eran de lo que hacían,más que los desdichados queapresaban losmoros, y nohabía rescate posible ni limosnaquepudiera recaudarseparasusalvación.Cautivoeraunodelcuerpodelotro,delajuventudqueirradiabandesnudos en la celda sombría. La carne demi niña, que hasta entonces sólo habíaconocido las desdichas y dolores de los otros, se encendía gracias al milagro deltacto, de la piel de ella contra la de él. La muerte que sobrevolaba su cuerpodestinadoa lospresagiosseconvertíaenvida,en lavidamáspura,puessurgíadelencuentroentrelabienaventuranzayladestrucción.Asífueconcebidasuhija,bajoeléxtasisdesudonsagrado.Elchalquelahabíaprotegidodeélhabíasidoinútilcontraelamordelfraile.Elchalquellevabapuestodurantelasrondasdesopa,panyhuevo,

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yacíamástardesobreelsuelodelacelda,entrelasropasquelapasióndesperdigaba;ysuhechizo,escondidoenelpapiro,contemplabaunpodercontraelquenosabíaluchar.

»Sinembargo,elfrailesentíalapresenciamágica,comounsusurroquealeteabaensusoídos,comounrumorqueintensificabasugozoysupecado.Lefascinabaylotemíaauntiempo.Juliahabíacometidoelerrordehablarledesudon,derevelarlelaprocedencia sobrenatural del chal y del lugar subterráneodedonde se fugaba cadanoche,aunquequisolaprudenciaquenoleindicarasusituaciónexacta.Peroelfraileyahabíasucumbidoalmisterioquelehabíasidorevelado,yladudaanidabaensuespíritucomouncuervonegro.

»Juliameconfesóquevioenlosojosverdesdelfraileesasemillaoscuraqueellamismahabíasembrado,perodecidióignorarla.Llevadaporlalocuradelapobrezaylalibertad,porlafirmeideadequenosólolosricosdebíanbeneficiarsedesudonacambiodeunabolsadeoro,decidióusarloparaayudara losmásnecesitados,y lohizoenpresenciadeél.Sequitabaelchalporunosinstantes,ysucumbíaalamiseriaquealumbrabansuspredicciones.

»La primera vez la carne de Julia se tornó pálida y luego azul al presagiar elahogamientodeundesdichadoquepretendíacambiardefortunaenrolándoseenunbajelquepartíaenbrevedelpuertodeCádiz.Elfrailenopudosoportarloylaarropóconelchalestrechándolacontrasupecho.

»—Nolopermitiré—ledijo—.Quemueraquientengaquemorir,peronotúporsucausa.

»Eldesdichadosealejóconsufunestanoticia,yJuliarecuperólasalud,elcolordelasmejillas,larespiraciónpausada.Estatransformaciónsobrecogióalfraile,puesnuncahabíapresenciadounpodersemejante.

»Encambio,cuandoJuliaquedóencinta,sucedióalgoextraordinario.Niunasolaenfermedad mancilló su cuerpo. Era como si llevara en lo más profundo de susentrañas el talismán que le ofrecía protección. El don de la profecía se instalómisteriosamenteensutacto,ensusmanos,y tocandoa losdesdichadosa travésdeellaspresagiabaloquelesibaaocurrirsinquesuscarnessufrieranelmenorsíntoma.

»Cuando el fraile le preguntó a qué se debía lo ocurrido, ella le anunció suembarazo.Lasdudasdeljovenseagudizaron.UndíalehablóaJuliademujeresqueenrealidaderansúcubos,espíritusdemoníacosquepululabanporelmundo,bellosymisteriosos,paratentarlacastidaddeloshombresdeDios.Ellalloróamargamente.Él insistió interrogándola sobre la naturaleza de la criatura que albergaba en suvientre.¿Estabaacasodominadaporlamagiadeldiablo?Juliadebióhaberhuidodeélentonces.Eracapazdepredecirlaruinaajena,peroelamorlenublólafacultaddevislumbrarlapropia.Elenamorado,parasudesdichaesciego,Berenjena.

»Elfrailesedisculpóycontinuaronviéndose.Ésefueelprincipiodesutraición.

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Bertarespiróhondo,comosiparacontarelfinaldelahistoriadesuama,necesitaratomarfuerzasdelomásrecónditodesualma.Cuandosesintiópreparada,mesonriótímidamente,comodisculpándose,ycontinuóconelrelato.

—LasoledadcercabacadavezmásaJulia.Elcambioquesehabíaproducidoenlaformadevislumbrarsuspresagiosnolepasódesapercibidoasupadre,miseñorJuan,niafrayClavícula.Consultaronlasestrellas,losastros,estudiaronelcieloparahallar respuestas, la expusieron a la gracia de la luna, a rituales y a baños deemplastosmágicos.SólofrayClavículasupoverlaverdad.

»—Tudonqueanunciabalamuertehadadocomofrutounacriaturaconeldonmáspuro,eldondelavida—ledijosinmás.

»Yonomedicuentadesuembarazohastaqueestabacasidesietemeses.Juliaera de constitución delgada, y bajo las ropas, sobre todo bajo el armazón delguardainfante,disimulabaelabultamientodesuvientre.Latardeenquemeconfesólostemoresdesuamadoantelaideadequeellafueraunsúcubo,fuelaúltimavezquelavi.Nisiquierapudellorarsucadáver,niamortajarloentrerosasyperlascomose merecía; ni siquiera pude aferrarme a él para darle un último beso. La vimarcharse,enfermadeamor,haciasufin.

»Tuve noticia de ella, un par de días después, por boca de unamaldita viuda,famosaenlavillaporcargarconlosúltimosrecadosdelosmuertos.Escolásticaerasunombre,peroselaconocíapor“lamensajeradelúltimosuspiro”.Sepresentóenlacasademiseñoraesodelamediatarde.Traíaunrecadodelossuyos,dosmásbien,unoparamíyotroparamiseñorJuan.VeníadelHospitaldelosDesamparados,yencuantounadelascriadasmedijoquemebuscaba,presentílamalanoticiadelaqueeraportadora.Efectivamente,unavezsolasenunasalitacercanaalacocina,sacóunrollo de papel que ella misma había escrito. Antes de leerlo me miró con un ojoneblinosoyrojizo.Luegotorciólabocaydijo:

»—Os traigo aquí la últimavoluntad de Julia, vos sabéis ciertamente quién es,fallecida en el hospital en manos de la terrible peste. Ella misma me indicó ladireccióndeestacasa,ysivossoisBerta,suqueridaamaynodriza,estofueloquesubocamoribundamerogóqueostransmitiera.

»Acontinuacióndesenrollóelpapelyleyósucontenidoconvozafectada,pueslaviejacumplíalosencargosconmuchoteatro:

MiqueridaBerta,memuero.Peronosufraspormí,mueroenpaz.Nadacambiaríadecuantomehallevadoaestacamapestilente.Enesteúltimoañoheconocidoelamoryherespiradoporfinlalibertad.Essuficienteparaquehayamerecido lapenamicortavida.Ademáshedadoa luzaunaniña,a laquehepuestoelnombredeBárbara.Mipadre,aquientambiénllevaestaviudarecadoanunciándolemimuerte,nohadesaberdelaexistenciademihija.Hedadoordendequelallevenaunhospicio.FrayClavículamedijoqueposeeríaeldondelavida,peronacióconlasmanosamoratadasyfebriles,yesposiblequenisiquierapueda llegaravivir lasuya.Teruegoque intentessaberdeella,peronunca lemencionesamipadre su existencia: no deseo que lamantenga encerrada como hizo conmigo.Además, querida Berta,

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cuandopresentíqueestabacercanamimuerte,delatémiverdaderafe.Metemoqueherezadoenpúblicolasoracionesquemicorazónsientedeverdad,yenlalenguaquelasaprendí,lamássagradadetodas.Hasdesaberque,enelrecadoqueestabuenaviudalellevaamipadre,lecomunicoquemividaselallevólapeste,perotambiénquieroadvertirledelaamenazaqueseciernesobreél.Leconfiesoquetuveamoresconun fraile, túya sabesdequién se trata.También le ruegoquemeperdone.Oh,Berta,mi frailemedenuncióalaInquisición.Asíselohagosaberamipadre.AhoraelSantoOficio,nuestromayorenemigo,sabedelaexistenciadeunahermandadsecretadedicadaapreservarlamagiasagrada.Sabedeunlugarenla villa donde seres con dones sobrenaturales son adiestrados para ejercitar ritualesmágicos.Mi ciegoamor por el fraile os ha puesto en peligro. Esto es de lo único que me arrepiento. A quien consiganrelacionarconmigoestaráperdido.Loquemaránenlahogueraporhechiceroyhereje.Protegeamihijadelapeligrosaherenciadesumadre.¿Podrásperdonarmetútambién,amaquerida?Tuyadesdelamuerte,

JULIA

»Unavezqueconcluyó laúltimavoluntaddemipequeña,Escolástica se fue ahablarconmiseñor.Séqueéllarecibióensudespacho.Yyanovolvíaveralaviejaconvida.

Bertaentornó lospárpados,mientrassepasaba la lenguapor los labios resecos.Surostromostrabaunagranfatiga.

Reinó el silencio por unos segundos en la habitación cenicienta, entonces oígolpesenlapuerta.Porprimeravezsentíquemicuriosidadmehabíaarrastradoalatumba.Bertapusoundedosobresus labios,se levantóde lacamayabrió tansólounarendija.Laescuchébisbisearconelalmaenvilo.Luegounamujeronamorenaentróenelcuarto.ReconocíaPacalaTernera.

—Meacuerdodevos,vinisteispreguntandoporBertaalmesón—medijocomosaludo.

—Tenéisbuenamemoria.—Berenjena,porhoydebodarporconcluidanuestracharla—dijoBerta—.He

deacompañaraPacaaunrecadoyestaréfueradelaciudadhastaelViernesSanto.Peropodemosreunirnosaquíesemismodía.¿Quéteparecealasochodelatarde?

—Lopensaré—respondí.Ellasonriómansamentemientrasacariciabamicabello.Novolvíaverla.

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Muy pronto terminé de reconstruir la historia que empezó con mi visita a losDesamparadosyelencuentroconEscolástica.DuranteelJuevesSanto,señorías,eragrande la devoción quemostraban los habitantes de la villa tanto aNuestro Señorcomoalagalantería.Detodaslasprocesionesquesalíanalascalles,mifavoritaeraladelaSantaCruzyprocurabanoperdérmelaningúnaño.Biensabensusseñoríasque los franciscanos fueron los elegidos para custodiar los pedazos de la cruz deCristoque loscruzados trajeronaEuropaprocedentesde tierra infiel.Esta sagradareliquia salía en una urna de cristal en elmismo paso que elCristo crucificado, yencendía lascarnesconsóloverlapasaral ladodeuno.Laprocesiónbajabapor lacalledelArenalcaminodelalcázar,dondelaesperabanlosreyes.

Pedí permiso a la hermana Serafina para acercarme a verla, y ella no pusoningunaobjeción.MearregléconlafaldaquemehabíacosidoporlasnochesyquehabíaestrenadocongranorgulloelDomingodeRamos.GraciasalasmonedasquemedabalaBlasaporcolaborarensunegociodelaNiñaSanta,mehabíacompradounateladealgodóndeunhermosocolorazul.Hubierapodidocomprarunamáscaray elegante, pero no debía despertar sospechas entre las hermanas, pues sepreguntaríandedóndehabíasacadolosdinerosparatantolujo,nilasenvidiasdelasnodrizas,muydadasalamaledicencia.Tambiénhabíaadquirido,enunatiendecitadelacalleMayor,unvelonegrodelinofinísimoparaocultarrespetuosamentemirostrodurantelaprocesión.CuandomedisponíaaabandonarelhospiciocaminodelacalleArenal, me di cuenta de que la puerta del despacho de don Celestino estabaentreabierta.Nohabíanadieenesemomentohaciendoguardiajuntoaltorno,asíquelaempujédespacioconlaintencióndeaveriguarquiénestabadentro.Lahabitaciónsehallaba sumidaen lapenumbrade la tarde, silenciosay sinunalmadentro.Medirigí al armariodonde seguardaban laspertenenciasde loshuérfanosybusqué lacajaconelnúmerodeBárbara.AllíestabaelhermosochalazuldeJulia.Recordésuprocedencia mágica y temí tocarlo. Recordé asimismo que un papiro sometido ahechizossehallabaocultoentresusbordados.

Todoenélparecíatenerunsignificado:laserpientedibujadaenlospapelesdelahermanaLudovica, lasmanchasdesangredelfranciscano,elpequeñodesgarroqueproporcionóuntesoroalaTontadelosDesamparados.Oíunospasosquedescendíanpor la escalera, y sin pensarlo escondí el chal bajomi echarpe de lana, abandonérápidamenteeldespachoysalíalacalle.

Caminéaprisahasta lapuertadelSol,yunavezallí,memezcléentreelgentío

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queacompañabaalaprocesión.Entoncesmecubrílacabezayelrostroconelvelo,mepuseelchalsobreelecharpe,yporuninstantemesentíbella,protegida,amada.

Aquelañode1612,unamultitudcomonuncahabíavistoantesrodeabaelpaso,loscofradesylospenitentesconunfervoresplendoroso.Loshombresvestíandenegro,yalgunosocultabansusrostrostraslargosantifaces;lasmujeresaprovechabanparalucir vestidos recatados pero sumamente elegantes. La procesión era un lugar deencuentrosentreamantes,queaprovechabaneltumultoylosrostrosveladosparasusconquistas.

Lospudientesportabanvelasenlasmanos;lospobres,antorchas.Lavillaardíadepasiónyfe.Unclamorde luzanaranjadaascendíahastaelcieloprolongandolatarde. El sonido de los clarines era un bello lamento que se sumaba al eco de lostamborescubiertoscontelasnegras.Elaromadelacerasagradasemezclabaconeldel inciensoqueprodigabandoscofradesencapuchados,conelde las inmundicias,propiode las calles, con el de los clavelesy jazmines cuya lozanaprimaveradabacolorido al paso. Iban tras éste los cofrades, los penitentes de luz con sus cirioshumeantesentrelasmanos,susropajesoscurosysuscapirotes.Yacontinuaciónlosque el pueblo esperaba para regocijo de su humanidad: los penitentes de sangre,aquellosquepurgabansuspecadosconelmásdescaradosufrimiento.Labocalívidaylacarnerastrilladaporellátigoconelqueseflagelabanpordelanteypordetrás,pechoyespalda,alretumbardelostambores,altiempoquesusvenassalpicabandesangreelvestidodealgunamujer.Paralamayoríadeellossupenitenciaera,ademásdeunamuestradearrepentimiento,unaocasiónpara ligarafectos.Yohabíavistoamás de unamujer desmayarse a consecuencia del dolor de ese gesto galante. Pero¿cómo iba a esperar yo que un día mi vestido se manchara con la salpicaduraapasionadadeunpenitente?Frenteamísedetuvo,señorías,unodeellos,ysepostróalcobijodemisombracomoanteelaltardeunaiglesia.MeacurruquéenelchaldeJulia,quemeprotegíaeneseinstantedeaquelneciodesmayo,yelvelodemirostrotembló, ligeramente ruborizado. El penitente era un joven de pecho descarnado,hombrosanchosyvientrelisodehambre.Tampocoeravisiblesurostro,yaqueuncapirotenegroocultabasusfacciones.

—Perdóname—merogóconvozherida—.Perdóname.Searrastróporelbarroseco,asióelbordedemifaldaycomenzóabesarlo.La

multitudquehastaentoncesmerodeabaseapartódemí,dejándomesolafrenteaélmientrasunmurmullosobresalíadeltoquedetambores.Mipielseerizóysentíquemispiernastemblaban,frágilesacausadeunaemociónnuncavivida.

Ledilaespaldayquiseperdermeentreelgentío,perosegúnavanzabaseabríaamialrededorunpasillodefielesconlenguasentregadasprimeroalsusurroydespuésa la exclamación. El penitente vino tras de mí, como si un embrujo lo hubiera

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hechizado. Finalmente logré abandonar la calle Arenal escabulléndome por uncallejónempinadoqueascendíahacialaplazadeSantoDomingo.Miperseguidormealcanzóalamitaddelacuesta.

—Deteneos—mesuplicó.Delatapiadeunacasacaíaunamatadedondiegosqueabríansusfloresalcobijo

del silencio. Su aroma dulce me envolvió al acercarse el penitente. Jadeaba. Milenguahabíaperdidotodassusfacultades,yyacíasecaenellechodemibocacomouncuerpoenelmásinhóspitosepulcro.

Élsedeshizodelcapirotedejándolocaersobrelosadoquines,yentrelasprimerassombrasdeaquellanochesanta,distinguísusfaccionesatormentadas.Metomóporloshombrosapoyandomiespaldaenlatapia.Levantómivelolosuficienteparadejaral descubierto mis labios, y los profanó con un beso. Sus brazos me rodearonatrayéndomehaciaelpechosangriento,hacialacarnelaceradaporellátigo.Lasentícálidacontraelchalmágico,palpitantecomoladeunreciénnacido.

—Julia,miamor,Julia—mesusurróaloído.Loretuveunmomentoentremisbrazos,ydespuésloapartédemí,cubriéndome

denuevoconelveloparaocultarlaslágrimas.¿Porquéenocasionesnovemosloquesemuestratanclaramenteantenuestros

ojos,antenuestroentendimiento?Nosnegamosaverlo.Ésaeslarespuesta,señorías.Lorechazamosapartándolodenuestramente,paradejarenellasólolamentiraqueconstruyenuestroanhelo.ElpenitenteeraJosé.PerotambiéneraelfranciscanoqueentróenlosDesamparadoscondosheridasdeespada,elfraileensangrentadodemissueños, en ese instantede carneyhueso frente amí. José seguía siendoun sueño.Siemprelohabíasido.

CuandoBertamedescribióal franciscanoquesedujoaJulia,hizounretratodeJosé. Mi corazón sintió un pinchazo, pero lo rechacé. Lo mismo ocurrió aquellamadrugadaenlacocinadelhospiciodespuésdeseguirleporlascalles,heridoporlaespada que lo había atravesado la noche en que nació su hija Bárbara. QuéequivocadaestabalahermanaMaríaalpensarquehabíamuertojuntoallechodesuamadaenlasaladelasparturientas.Habíasobrevivido,paraescarniodemirazón.

Detuve mi llanto, me levanté el velo y dejé que mi rostro picado de viruelaresplandecieraenelcallejón.

—SoyBerenguela.TuJuliaestámuerta—ledijeconlamáximacrueldad.Retrocedió unos pasos tambaleándose. Esa noche él también había vivido un

sueño. El remordimiento juega malas pasadas. Y el amor no se rinde ni ante laevidencia de la tumba. José había sucumbido al delirio producido por el éxtasismilagrosodelJuevesSanto,consuperfumedecirios,suluzespectralysustamborestocandoamuerte.

—Con este chal, el chal de Julia, llegó vuestra hija envuelta alHospicio de la

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SantaSoledadaquellamalditanocheenqueMadridsucumbióalapeste.Seacercóamíyacaricióconsuavidadlasedaazulquehabíasidotestigodesu

pecado.—Berenguela…—titubeó—. Tenéis razón, Julia está muerta. Yo la maté. La

denunciéalaInquisición.Teníalamiradahúmeda,ysubocasecurvabaconunrictusdeculpa.—Losé—respondí—.Bertamelocontó.—Oh,peroDiossabequemearrepentí.Diossabequecuandosehubourdidola

trampaintentédesbaratarla.EstasdoscicatricesdelaespadadeunalguacildelSantoOficioasílodemuestran—exclamóponiendounamanosobreelpechomalherido—.Cuán ruin debéis de pensar que ha sidomi proceder.Ya os lo dije aquel día en elestablo,nosoymásqueeldespojodelhombrequefui,porquehaceañosvestíaconpiedadydevociónelhábitodeSanFrancisco.AsímeconocióJulia.Eratanhermosa,yyotanjoveneignorante…Desconocíaelpoderdelamor,salvosiibadirigidoaunindigente o a Dios. Jamás había amado a una mujer. Jamás me había atrapado latempestaddeesesentimientoquenublahonor,templanza,juicio…

—Sinohubieraisperdidocuantoacabáisdecitar,nohabríasidoverdaderoamorloquesufristeis.

—Quérazóntenéis,queridaamiga.Enfermedad,asílocalificómiconfesordelaorden,aquienllevadoporelremordimientorevelétodo.Elenamoradoesunenfermosudoroso,febril,cuyosesosefríeenelardordesucarne.Lasuñaslecrecenmásdelacuenta,elcabelloseleencrespa,labocaseleagrandaparaglotoneríadesulujuria.Qué espantosos síntomas describió mi confesor, ¿no creéis, Berenguela? Sinembargo,habríasufridogustosocadaunodeelloscontaldeestarcercadeJulia.Eranunaminucia al lado de otros temores que fueron apoderándose demí, sobre todocuandosupequehabíaquedadoencinta.Ella…

—Osahorraré los titubeos—le interrumpí—.Poseía el don de predecir con sucuerpolosmalesquearruinanlavidadeloshombres,yademásrezabaenlalenguadelosherejes.

—VeoqueBertanohacalladoningúndetalle.Mejor,asípodréiscomprenderloquemellevóadelatarla.Lehabléamiconfesordesudon,yélmeaseguróqueJuliaeraundemonio,unsúcuboquehabíaadoptadoformademujerparahacerseconmialma y arrastrarla al infierno. Además, imaginad mi espanto cuando un día entresueñoslaoírezarenhebreo.Sielamornublaeljuicio,cuántomáslaculpa.Yéstameacuciabacadavezmásporhabervioladomisvotossagrados.Quécobardeeselhombrequenoadmitesuspropiospecados.Yesohiceyo:vienlaspalabrasdemiconfesoruna salida ami tormento.Quisevermecomounavíctimadel demonio, yencontréaquiéncargarmiculpa.Juliamehabíaseducidoconsumagiadiabólica,lamagia de los judíos, y como consecuencia abrigaba en su vientre un engendro de

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Satán, según mi confesor. La Inquisición debía tener conocimiento del asunto deinmediato,medijo.EranuestrodeberdehombresdeDios.Elasuntopintabaserio,puestoqueJuliamehabíareveladoquesupadrelamanteníaencerradaenunlugardelavilladondeunahermandadsecretapracticabalamagiasagrada.Aquelloalarmóamiconfesor:habíaocultoenMadridunnidodeherejesyhechicerosdiabólicos,porloquelaactuacióndelSantoOficioresultabaimprescindible.Aunasí,cadavezqueimaginabaaJuliapresaenunacelda,micorazónsufríaterriblemente.Quéespantosaencrucijadaeslaqueavecesaparecefrentealdestinodelhombre.Miconfesorfueimplacable:meatormentódurantedíasamenazándomeconlaperdicióndemialma,hastaquepor finconsiguiómipermisopara romperel secretodeconfesiónque leatabalalengua,ycontarlotodoalcomisariodelSantoOficio.

»ComoyonosabíadóndevivíaJulia,yaquesehabíacuidadobiendemantenerasalvolaubicacióndelnidodeherejes,ynuncamehabíapermitidoacompañarla,elcomisarioymiconfesoracordaronquelomejorseríatenderleunatrampa.Notuvemásremedioqueacceder.Habíamosquedadoenencontrarnosenlacasadepobreslatardedeunviernes.ElvientredeJuliaestabayamuyabultado,loqueanunciabaqueelmomentodelpartoestabamuycerca.

»—¿Quéocurriráconlacriatura?—lepreguntéalcomisario.»—Primerohemosdeversiposeeformahumana—respondiósincompasión.»Sus palabrasme causaron escalofríos.Hacía un par de semanas que Juliame

habíaconfesadolaangustiaquesentíaalpensarenelmomentodedaraluz.»—Nadiesabenadademiestado—medijo—,nisiquieraBerta.»FueentoncescuandolehablédelHospitaldelosDesamparados,delasaladelas

paridasclandestinasdondeayudabanamuchachasensusituaciónyenotraspeores.Leaconsejéquefueraallí si seponíadeparto,quepreguntaraporEscolástica,unaviejaviuda,yqueledijeraqueibadepartedefrayJosé.Leexpliquéquelaconocíaporque,cuandonoeramásqueunmocosodeonceaños,mehabíatraídoelrecadocon la última voluntad de mi madre, que había perecido de fiebres en losDesamparados.

»Asíquela tardedeaquelaciagoviernesdeagostotodoestabapreparadoenlacasa de pobres para atrapar a Julia. Llegó sobre las seis tal y como habíamosacordado. Recuerdo que era un día infame de calor, y Madrid se hallaba bajo elpánicodelapestenegra.Nosupereconocerentoncesenesasseñaleslatragediaqueseme venía encima. Julia y yo nos habíamos recluido enmi celda como en otrasocasiones. Yo sufría terriblemente y ella se dio cuenta. Pero no pudo imaginar elalcance de mi traición hasta que de pronto dos alguaciles del Santo Oficioirrumpieron en la celda y la apresaron bruscamente, sin el menor cuidado por elestado en que se encontraba. No consigo olvidar sus hermosos ojos mirándomeprimeroconsorpresaydespuésconunacomprensiónquenopudesoportar.Nohabía

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odioenellos,sinoelamorquesiempremehabíanprofesado.»Cómopermitiraquello.Cogídesprevenidoaunodelosalguacilesymeapoderé

de suespada.Elotrodesenvainóymehizo frente. “¡Huye,huye!”, legrité a Juliamientrasmebatíaconaquelhombre.Viquesurostrosehabíacontraídodedoloryun charco de agua le empapó el vestido. Yo sabía que esos eran síntomas dealumbramiento,asíquelegrité:“¡Escapayveadondetedije!¡Yoiréabuscarteallí!¡Perdóname,amormío!”.

»Mis palabras debieron de infundirle valor, porque estampó el cuenco delimosnasdeloscautivosenlacabezadeunalguacil,yescapótanágilmentecomolepermitiósuestado.Yosólohabíacombatidoconunaespada,ydemadera,durantemiinfancia,peroosaseguroquemebatícontraaquellosdoshombrescomosielaceronomefueradesconocido.NotengodudadequetuvomuchoqueverlairaquesentíacontramímismoporhabertraicionadoaJulia,yporsupuestomiamorporella.Osaseguroqueeneseinstanteestabadispuestoasoportarlaeternidaddelinfiernocontaldeestarconmiamada,contaldeprotegerladelaInquisición,aellaytambiénalbebé que venía en camino. Si bien me hallaba cerca de la muerte, como así medemostraronlasdosestocadasqueunodelosalguacilesmeclavóenelpecho,jamásmehabíasentidotanvivo.

»Conseguíescaparde lacasadepobres,aunquemalherido,paraespantode losotrosfrailesydemiconfesor,conelquemetopéenmihuidayaquienderribédeunpuñetazo. Los alguaciles vinieron tras demí.Durante horas estuve recorriendo lascallesmientrasmepisabanlostalones,poniendotodomiafánparaquenopudieranseguirmeelrastrohastaelHospitaldelosDesamparados.Cuandoestuvesegurodequeloshabíadespistado,medirigíhaciaallí.Mepermitieronlaentradaenlasaladelasparidasclandestinasgraciasamicondicióndefraile.ParaentoncesJuliayahabíadadoaluz,perosucuerposehallabainexplicablementecorrompidoporlapeste.Ladesesperaciónseapoderódemí.Merasguéelhábitoconunadagaquehabíaquitadoaunodelosguardias,yarrojándomealospiesdesulecho,fluyendolasangreporlosboquetesquemehabíaabiertolaespada,leroguéquemeperdonara.Ellalloraba,eintentabaapartarmedesuladoparanocontagiarme.Perdíentoncestodorecatoylabeséenloslabios,parahorrordelahermanaquelaatendía.Sediocuentadequeyoeraelpadredelbebé,ytuvolapiedaddemostrármeloenvueltoenelchaldeJulia.Era una niña preciosa, de finos cabellos castaños como sumadre, pero susmanosmostraban una terrible hinchazón, y un luciferino color escarlata. Recordé laspalabras que me había dicho el comisario y las lágrimas cubrieron mis ojos. Tanhondo fuemi pesar que en esemismo instante creí que lamuerteme clavaba susgarras.Yno fuielúnico: tanto Juliacomo lahermanamedieronpormuerto.SóloEscolástica,quetambiénsehallabapresente,descubrióqueaúnaleteabaenmibocaunhalodevida.Mecargóalhombrocomosinofueramásqueuncadávermaltrecho,

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ymeocultóenlossótanosdelhospital.Lesdijoalashermanasquehabíaarrojadomicuerpoalcarroqueveníaallevarseeldelospestilentes.Deseababorrartodorastromío.

»Permanecí un par de días sin conocimiento. Sólo recuerdo un olor agrio ycavernoso,quemeindujoapensarquemehallabaenelpurgatorio.YlaimagendeEscolásticaydeotraviejaquenoconocíaaplicándomecataplasmas.CuandodespertéysupequeaJuliaselahabíallevadolapeste,hubieraacabadoconmividasihubieratenido cerca un acero con el que atravesarme el alma. Le relaté a Escolástica mihistoria.Fueella laqueme informódeque laniñasehallabaenelHospiciode laSantaSoledad,ydequeporordendelahermanaMaríahabíaescritounpergaminoqueconteníainformaciónmuyperjudicialparamihija,puesdelatabaelorigendesusprogenitores: una madre hereje y hechicera, y un padre franciscano. Ésa era laherencia con la que había venido al mundo. Tenía que intentar protegerla de ella.Teníaqueintentarhacerladesaparecer.Ésaeralaúnicaformaenquepodíaayudarla.Tan sólo sabíamos que la hermanaMaría había ordenado que tanto el pergaminocomo laniña le fueranentregadosaunahermana llamadaLudovica,en laqueellatenía plena confianza, pues se encargaba de la enfermería del hospicio. EntoncesEscolástica me habló de una muchacha muy curiosa que trabajaba allí. Se habíapresentadoenelhospital conobjetodeobtener información sobre Julia,y lehabíadichoquemihijahabíasobrevivido,yquesusmanossanabanmilagrosamente.Esamuchachaeraisvos,Berenguela.

»—La he convencido para que se apodere del pergamino a cambio de lainformaciónquedesea—medijoEscolástica—.Ademáslehehabladodeti.Deestaformasucuriosidadhaaumentado,ypondrámásceloenconseguirlo.Cuandomelotraiga, le diré que eras el confesor de Julia, una burguesa seducida por un noblecasadocomotantasotras,yquehasmuertoamanosdelaespadadeesebribónque,después de denunciarte falsamente al Santo Oficio, pretendía que cargaras con lapaternidad de la que él deseaba librarse para salvaguardar su nombre. Así, si lalenguadelamuchachahablamásdelacuenta,túestarásasalvoenunsepulcro.YBárbaraseráunabastardamásdelavilla.

»LabuenadeEscolásticaloteníatodoplaneado,peronocontóconqueseríaellala que iba a acabar en una tumba.La últimavez que la vi partía hacia la casa delpadredeJuliaparaentregarlaúltimavoluntadmiamada.Llevabadosmensajes,unoparaBerta,sudueña,aquienyoconocía,yotroparaél.Laviudajamásdesvelabaelcontenidodeaquellosrecadosqueconsiderabacasicomosecretosdeconfesión,perodebido al afecto que me profesaba y al peligro que corría, me reveló que Juliainformaba a su padre de nuestros amores y demi traición, advirtiéndole de que laInquisiciónestabaenteradadelaexistenciadeaquellugarenelqueciertosconversosejercíanlamagia.

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»Esemismodíayoabandonéaescondidaselhospital.Graciasal conocimientoque me habían proporcionado mis andares caritativos como fraile, sabía deestablecimientos en los que me alquilarían una habitación sin hacerme una solapregunta.MedirigíaunodeellosenlacalleFrancos,yacambiodeunosmaravedíesque me dio Escolástica, encontré donde refugiarme. Era un nido de bribones, lamayoría prófugos de la justicia, como yo, pero conseguí un techo y un acero bienafilado.Muchoseran losquedeseabanmipellejo.Porun lado la InquisiciónyporotroelpadredeJulia.EnseguidasospechéqueJuanMedeirosestabainvolucradoenlamuerte de Escolástica, a pesar de que habían acusado del asesinato a un pobreborracho. La vieja fue a su casa y no regresó. La información que portabacomprometía su vida. Y esa misma información comprometía también la mía. ElpadredeJuliaeraunhombrepoderosoymuyprontosentíelpesodesussecuacessobremí.Sindudameculpabadelapérdidadesuhija,ydeseabavengarla.

»Misiguientepasofuetratardehacermeconelpergamino.Sabíadevuestracitacon Escolástica, pero ¿qué haríais tras conocer la noticia de su muerte? Antes deponermeencontactoconvos,queríaaveriguarsiporfinhabíaisconseguidohacerosconelmalditopapel.ParaellomeservídeunmuchachitollamadoTomásqueejercíade estrellero, puesdecíanque tenía el donde leer en las estrellas el destinode loshombres.Erahuérfano,peroestabaacargodeunamujerconfamadebruja,conocidacomo “la Cebolla”, que echaba las habas para los amores, leía el cedazo, y sepreciaba de encontrar tesoros ocultos gracias a las ánimas que poblaban lasencrucijadas.Unaembaucadoraqueexplotabaeldondelmuchacho,ylomatabadehambre,puesnopocasveces tuvequedarlepan, sopayhuevoduro, alverque secomía hasta los pellejos de las ratas. Así que de buena ganame hizo el favor decolarse en el hospicio y preguntaros sobre el pergamino. Como no lo habíaisconseguido,lomejoreraqueosolvidaraisdelasunto.

»Lanochequenosconocimos le roguéa lahermanaLudovicaquemedieraelpergamino.Eraunamonjaquedesprendíaautoridad.Suporteerapoderoso,rotundo,ysusojosgrisessemejabanhierroscandentes.Meencontrabaaúnconvalecientedelosagujerosquemehabíahechoenelpechoelalguacilde laInquisición,yellaseofrecióaentregarmeunashierbasparacurarmisheridas.

»Aquellas hierbas estuvieron a punto de llevarme a la sepultura, pues estoyconvencidodequesuverdaderaintencióneraenvenenarme.Noobstante,elazaroeldestino quiso que preparase la cocción con una pequeña parte del contenido delsaquito,yaqueelrestodelashierbassehabíaquedadoempapadodesangre.Aunasí,estuvevariosdíasenfermo.

»Pocomásme queda por revelaros. Os he abiertomi corazón yme alegro dehaberlohecho.

»Hablé a Berta de vos, como ya sabéis. Supe donde encontrarla gracias a

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Escolástica. Y allíme dirigí cuando al día siguienteme enteré de lamuerte de lavieja. Hablé con Berta y me aseguró que había estado en la casa y que habíaentregadosusrecados,peroquecreíahaberlavistomarchar.Despuésmedijoquelaúltima voluntad de Julia era que ella se interesara por cómo crecía su hija en elhospicio.“Conozcoalapersonaadecuada:lista,valientey,aunquecuriosa,defiar”,ledije.Losupesóloconveros,Berenguela.Yyaconocéiselresto.

EnningúnmomentointerrumpíelrelatodeJosé,puesleveíatanagotadoquetemíaquesicallabaduranteunossegundosseríaincapazderetomarlapalabra.Yyoestabadeseosade escucharpor fin suhistoria.Sin embargo, aúnquedabaunmisteriopordesvelar.

—Laúltimavezqueosvienelestablo,unhombregigantescoosmetíadentrodeunsaco.¿Cómoconseguisteisescapar?Porquetodosestosañososdabapormuerto.

Metí lamano en el bolsillo demi falda y apreté entremis dedos el rosario decuentasamarillas.

—Tenéis razón al decir que era un hombre gigantesco —dijo—, y de fuerzasobrenatural,añadiríayo,capazderetorcerelcuelloaunbuey.ElpadredeJuliasehabuscadounbuenesbirroparaquelehagalosdeberesdesangre.Perosufierezaypoderíosucumbieroncuando,caminodelrío,oyóelcantodeungorriónquesehabíaposado en un árbol. Pareció nublársele todo entendimiento durante unos segundos,lossuficientesparasalirdelsacoquehabíadepositadoenelsuelo,yecharacorrercomoalmaquellevaeldiablo.

—¿Toda su fuerza y bravura desapareció al oír el canto de un pájaro?—dijeasombrada.

—Asíes.Perodecidme,¿cómoestámihija?¿Hacrecidosana?¿DebíacontarlequelallamabanlaNiñaSanta?¿Querecorríalascallescurando

enfermedadesacambiodeunasmonedasquelaBlasasegastabaenlosnaipes,yyoahorrabasinsaberparaqué?

—Esunaniñahermosayfuerte.—¿Querréiscuidarlapormí?—mepidió.Tiritaba y le castañeteaban los dientes. La madrugada se había echado sobre

nosotrosenelcallejón,ysutorsomalheridoacusabaelrelentehelado.—¿Me lo prometéis?—insistió—. No sé cuándo regresaré a la villa. Mañana

parto paraCádiz, dondeme embarcaré en una goleta con rumbo al nuevomundo.Hoyhequeridoexpiarmispecadoscomopenitente.Ansíotantovestirmihábitootravez…Quizácruzandoelocéanotengaunaoportunidad.Sinhuir,sinbuscartrasdemílasombradeungigante.Hecambiadominombre,yenlamedidadeloposibleintentaré dejar atrásmis pecados.Adiós, Berenguela. Parto porque la carne semeabredefrío.

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Tomómimanoentrelassuyasylasbesó.Meestremecíalsentirdenuevoelpesodesuslabios.Echóaandarcallejónabajo.Contemplésufigurahastaquesedeshizoentrelassombras.Entoncescomencéallorar,mientraselperfumedelosdondiegosmeenvenenabaelpechoparasiempre.

ElViernesSantoacudíalapensiónmugrientaparaencontrarmeconBerta,peronohalléni rastrodeella.Denuevohabíadesaparecido.Le roguéaDiosqueno lehubieradadomuerteeltemiblegigante.

Señorías,noolvidaréjamáslafríatardedel21deoctubrede1612,puesapartirdeentoncesmiexistenciaseestancóenunotoñosinfin.Lasnubesformaronenelcielounadensanieblacomopresagiode loque ibaaocurrir.Despuésdel almuerzo, losalguaciles de la Inquisición llamaron a la puerta del hospicio. La fama de laNiñaSanta se había extendido tantopor la villa quehabía llegado a sus oídos.Vuestrasmercedessabenbienquemuchassonlasembaucadorasquesaqueanlabolsadelosingenuosfingiendocuraciones,arrobos,raptosmísticosorevelacionesdivinas;yesdeberdesusseñoríasaveriguarquéhaydeverdadenesoshechosmilagrosos,yaquenopocasveces trasellosseocultaengañovilopactoconeldemonio,quenocreoqueNuestroSeñorhayaqueridopoblarelmundocontantabeata.

Por aquellos días yo no tenía el suficiente conocimiento de cómo debíanmanejarse esos asuntos, pues de haber sido así, habría tratado de impedir lostejemanejesdelaBlasa,ohabríadenunciadoalseñorcomisarioloquesecocíaenelhospicio. También para remediar esta conducta del pasadome encuentro hoy anteeste tribunal, con la vejez y la sabiduría necesarias y dispuesta a cumplir con mideberdecristianaantesdequelamuertemelleve,queelarrepentimiento,señorías,eslaperladetodaconciencia.Peronomedetendrémásenélyprestovoyarelatarleselfinaldemihistoria.

LosalguacilesteníanordendeprenderaBárbarayalaBlasa,pueseraellalaqueaparecía en las lenguas madrileñas como ama y señora del negocio de santidad,concertandolasvisitas,regateandolospreciosyjactándosedetenerbajosututelaalahuérfanamás prodigiosa de lasEspañas.Al final su codicia le había salido cara yhabíallegadolahoradepagarelprecio.

Porunmomentotemíquelosalguacilesvinieranaprendermetambiénamí,peronofueasí.TampocobuscabanaDiego,loquemeresultóextraño,puesélsiempresehallabacercadeBárbaradurantelascuraciones,aunquenotomaraparteenellas.Nosehabíandadocuentadequeélencendíaaúnmáslaluzquelamuchachairradiaba.Sin la presencia de Diego, su vida se tornaba desgraciada, y sus manos podíanconvertirseenarmasdemelancolíayenfermedad.

Se formó un revuelo tremendo en el hospicio. A la hermana Serafina se leencendieron lasmejillas, y no paró de santiguarsemientras duró el registro de las

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habitaciones,nideapelaratodoslossantoscuyavidaconocíaalaperfección.—PorlasbrasasdeSanPedro,quédeshonra,quédeshonra—selamentaba.La presencia de la Inquisición no sólo perturbaba su amada rutina, sino que

suponíaunamanchaenelbuennombrede laSantaSoledadyen su labordecriarhuérfanos,aunquefuerasometiéndolosalaeternidaddelinvierno.

Aunasínomesorprendióque,alapresarlosalguacilesalaBlasaenlaportería,subondadseantepusieraa la labordeadministradoraqueejercíaen sustitucióndedonCelestino.

—UnamujerdetanbuenalechenohapodidocometermalalgunocontraNuestroSeñor —les explicaba—. De ser así, ¿le habría premiado Él con el maná de suspechos?

La hermana Urraca, sin embargo, hizo gala de todas sus maldades. Rió entredientesalveralaBlasaforcejeandoconlosalguaciles,hastaqueunaccesodetoslaobligóaescupirtierra.

EncuantoaBárbarayDiego,desaparecieron,señorías.YconelloslashojasdellibroderegistrodondelahermanaSerafinaanotósusnombresconmanotemblorosapara que comenzaran a existir. Desapareció el chal azul, el papel manuscrito porAlonsodeMontalvoyCenizayelmedallóndeplatadelarcángel.Desapareciótodorastrodeellosenelhospicio,comosinohubieran llegadounanochedepestea laSantaSoledad.

Desdeentoncessurecuerdohainfectadomissueños,misvigilias,misoraciones,mialma.Nohevividounsolodíasinquemehayapreguntadodóndeseencuentran.Llenaronmividaparadespuésabandonarmeydejarlavacía,sinmásconsueloqueelvicio de observar la vida de otros. Pero el destino me ha dado la oportunidad deresarcirme.NoescasualidadqueelamaaquienservíahacetansólounassemanasenelpueblodeMocejón,meenviaraaToledoconelencargoderecogerleunastelasenlatiendadeuncomerciante,yquemientrasesperabaaquemelasentregaranoyeraaotras sirvientas comentar el caso de una mujer detenida por la Inquisición, cuyasmanos habían sido capaces de curar toda enfermedad, pero también de procurardesastres y muerte. Inicié una conversación con ellas a la salida de la tiendavaliéndomedelardiddelamentarmedelasdesdichasydesairesquesoportamoslasque servimos a otros, y así obtuve unos cuantos detalles sobre el asunto.Viajé denuevo aMocejón para entregarle las telas a mi señora, mas yame sentía distintaduranteelcaminopueshabíadecididoacudiralencuentrodemisino.MedespedídemiempleoyregreséaToledodispuestaaprestartestimoniosobrelaacusadaquesehacía llamar Isabel de Mendoza y a contar la verdad de su historia. Y con estaspalabras pongo fin a lamisma, cansado ymaltrechomi cuerpo, pero al fin con elalmaenpaz.

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ComolaprimeratardequeBerenjenasepresentóenelSantoTribunalatestificar,elcielo de Toledo se hallaba vencido por un crepúsculo rojizo que inundaba la salamezclándoseconelhaloamarillentodelasvelas.

PedroGómezdeAyalainstaladotraslamesaqueenmarcabaelcortinóncarmesí,dirigióunamiradasibilinaaBerenjena.

—Hay algo que no habéis aclarado en vuestro testimonio y que me intrigaespecialmente—le dijo—. ¿Quéhizo la hermanaLudovicamientras los alguacilesregistrabanelhospicioydeteníanalanodriza?

Berenjenapalideció.—Esoesloquehaintentadodilucidarmimentedurantetodosestosaños,señoría.

Herepasadounayotravezloqueocurrióaquellatardeylaúnicarespuestaqueheobtenido es que ella también desapareció. No recuerdo haberla visto en ningúnmomento mientras los alguaciles se encontraban en el hospicio, y una vez semarcharon,laLudovicanoaparecióenlaenfermeríahastaentradalanoche.TengolacertezadeelloporquelahermanaSerafinalaanduvobuscandoparalamentarsedeladesdichaquehabíansufrido.

—¿LacreéisimplicadaenladesaparicióndeBárbarayDiego?—preguntóPedro.—Siloestuvo,supodisimularlobien,puessiempresecuidódemostrarlamisma

preocupaciónyextrañezaquelahermanaSerafinaporlosucedidoconlosniños.EsmuyposiblequeseescondieradelbrazodelaInquisiciónpormiedoaquesehubieradescubierto alguna de sus actividades secretas, o su pertenencia a la hermandad, yvinieranaprenderla.

—No lo sabremos hasta que logremos dar con ella —repuso el inquisidorenarcandosusfierascejas.

—Ohastaque la acusada, que como todo indicahade serBárbarade laSantaSoledad, nos revele en su declaración cómo consiguió huir del hospicio, si es quecumpleconsudeberanteelSantoOficio—repusoLorenzodeValera.

—Mañanatempranohabráderesponderantenosotrosensuprimeraaudiencia,ysi no está dispuesta a hablar por su propia voluntad, por un medio u otroconseguiremosquedescarguesuconciencia.

EnelrostroenjutodePedroGómezdeAyalasedibujóunamuecamaliciosaqueerizóelvellodeBerenjena.

—Encuantoavos—añadiómirandoalatestigoconsusojosdeavedepresa—,quedaréisbajocustodiaenlasdependenciasdeestetribunalparaasegurarosvuestraprotección,ymañana,traslaaudienciadelaacusada,procederéisareconocerla.Porsupuesto,ellanopodráverosavos;vuestraidentidadcomotestigohadepermanecersiempreensecretocomoesnormayprácticadelaSantaInquisición.

—NadadeseomásqueveraBárbara,señorías—dijoBerenjena—.Heanheladodurantemuchosañosvolveraencontrarla.Reconoceríasusojosverdes,lasfacciones

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desu rostro, sucabello, su formadeandar, inclusoel timbredesuvozpormuchotiempoquehubierapasado.AdemásyateníalostrececuandodesapareciódelaSantaSoledad,asíqueeratodaunajovencita.Nohapodidocambiartantoalhacersemujer.Siesella(yloes,notengoduda),yoselodirécontodacerteza.

—Demos por concluida entonces la audiencia de esta tarde —dijo el viejoinquisidorLorenzodeValeramientrasserascabaunodesusgruesoscarrillos.

Rafael deOsorio dejó la pluma en el tintero, y ordenó los papeles del procesomientraslaluzdelcrepúsculohacíapalidecerladelasvelasyconvertíalasalaenunarreboldelcielo.

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Laprisioneraescuchacómoalguienintroducelallaveenlacerraduradelaceldaylaluzdeunaantorchalehierelosojos.

—Estamañanahabéisdepresentarosantelosinquisidores.Soisafortunada.Reconoce lavozherrumbrosadelalcaidede lacárcel,unhombrebajoygordo

quehueleaseboyaaguardiente.Tieneelrostroredondoconunapapadarojaylamiradaenvilecidaporlacodicia.

—¿Afortunada,decís?Se sienta en el lecho y abre lentamente los ojos para que se acostumbren al

resplandordelaantorcha.—Otros prisioneros se pudren durante meses e incluso años esperando una

audiencia.Además,losinquisidoresnosonlosúnicosqueseinteresanporvos.El alcaide se aproxima a ella. Entonces siente una profunda tristeza que lo

incomoda. Parece desprenderse de los trapos que envuelven las manos de laacusada, extendiéndose por la celda como un aliento maldito. Un escalofrío lerecorrelaespaldayretrocedehacialapuerta,quesehallajustofrentealjergón.

—Alguienmehapagadounabuenasumaparaqueoshicierallegaresto.Lemuestraunapequeñabolsaquehabíaescondidoentrelacamisayelcoletode

piel.—¿Quién?—Enestosnegocioselsecretomanda.Quienlosencarganosedaaconocer,sólo

paga,yyocumployentregosinhacerpreguntas—replicaarrojandolabolsitasobreeljergón.

Ellaobservalostraposatadosfuertementeconcuerdasantesdeclavarsusojosenlosdelalcaide.

—¿Ycómopretendéisquelaabrasimehabéisnegadoelusodelasmanos?—Esonoesasuntomío.—Liberadmealmenoseltiemposuficienteparaverquéhaydentro.El alcaide se estremece. La tristeza de la celda le produce una opresión en el

pecho.—Noos voy a dar facilidades para queme hechicéis—responde apartando la

mirada.Lamujertienelosojoshermosos,rasgadosygrandes,peroopacoscomolosde

unmuerto.—¿De verdad teméis que pueda haceros algo? ¿Acaso no estoy también

encadenada?—dicemostrándolelosgrilletesdesusmuñecas—.¿Hedellevarmelabolsaalaaudienciayrogaralosseñoresinquisidoresquemelaabran?

—Cuidad muy bien lo que hacéis y decís. Lleváis poco en esta cárcel, perotenemos unas reglas que os conviene cumplir si no queréis que vuestra vida seconviertaenuninfiernoaúnpeor.Yopuedodarosdebeberagualimpiauorinade

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mula, pan tierno o corroído por gusanos, puedo testificar que os oigo en sueñosblasfemar contra Dios y su Santa Iglesia. —Sonríe dejando ver una dentaduranegruzca—.Sinadaqueréissaberdelmundoquehayfueradeestascuatroparedes,peorparavos;sinodeseáismásquepudrirosaquí,nodudéisquevuestrodeseosecumplirá. Recordad que vos sois la hereje y yo un miembro de la comunidad delSanto Oficio; vos siempre mentís, yo siempre digo la verdad. ¿Lo comprendéisahora?

Laprisioneraasiente.—Osruegoquealmenosdesatéiselcordónqueasegura labolsa.Megustaría

saberquécontiene.—Esaactitudesmásapropiada.Veoquehabéisentendidomispalabras.Ordena a la prisionera que se dirija hacia la puerta mientras él se acerca al

jergóndondepermanece la bolsa. Se cruzan en la estrechez de la celda, él con laantorchaenunamano,alumbrandoeldeseoqueselehaclavadoenlastripas.Sinofueraporsuscarnesembrujadas,porsusojosqueparecenpiedras,sinmásvidaquela propiamuerte, aplastaría contra la paja ese cuerpo parido para el gozo, y asíprobaríaelsaborahombrequedejalacárcel.Peroselimitaaabrirlabolsayvertersucontenidoeneljergón:unapiedrayuntrozodepapeldobladoporlamitad.

—Parece poca cosa para lo que pagaron por ello. Escondedlo después en lamadrigueradelasratas,sinotendréquequitároslo.

—¿Podríaisdesdoblarelpapel,porfavor?Yosolanololograría.Elalcaidechasquealalengua.—Arregláoslascomopodáis.Mepagaronparaqueosloentregara,nadamás.—Osloruego,señor—insisteella.Elalcaidedesdoblademalaganaelpedazodepapel.—Yahoramepediréisqueoslolea.—Noesnecesario,séleer.—Entoncesyaoslasapañáissola.Le hace una seña para que regrese junto al catre. Vuelve a cruzarse con ella.

Evita alumbrarla con la luz de la antorcha, respirar el aroma de su cuerpo y lomalignoquemanadeél.

—Preparaosparaaligerarvuestraconcienciaanteeltribunal.Vendréabuscarosdentrodeunahora.

Cierralapuertaasegurándosedeecharbienlallave.Ella se deja caer sobre el jergón. A su lado yace la piedra. Las tinieblas han

cubiertodenuevolacelda,perononecesitaveresecantoovaladoparasabercómoes. Lo conocemejor de lo que desearía. Su tacto pulido y suave, su intenso colorblanco,susdibujosgeométricosdondeduermelamagia.Lapiedranohaperdidosufrío.Tampoconecesitatocarlaparacomprobarlo.

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¿Porquéregresaaellacuandosóloquiereolvidar?¿Porquéhatenidoqueleerlastrespalabrasescritaseneltrozodepapelconelúltimoresplandordelaantorchadelalcaide?

Todavíateamo.

Esodice:«Todavíateamo».Laslágrimasrecorrensusmejillas.Apartalapiedradeunmanotazo.Ellapiensa

enotroynopodrávivirnimorirhastaqueélvuelvaasulado.

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Toledo,6denoviembredelañodelSeñorde1625TribunaldelaSantaInquisición

Audienciadelamañana

Laprisioneranoconocíalosdelitosqueseleimputaban.ÉsaeraunadelasarmasdelaInquisiciónparadesesperaralosdetenidos,yasíhabíadepermanecerhastaqueelfiscalformularalaacusacióntrasescucharatodoslostestigos.Sinembargo,noteníadudadequesusmanossehallabanimplicadasenloscargosqueacumulabancontraella.Caminósomnolientapor lospasillosque laalejabande sucelda,comosiunavez privada de sus manos, la vida se transformara en una madeja de tenebrososensueños.Lasmejillas sucias por los surcos que le habíandejado las lágrimas, loslabiosabiertosengrietas,elcabellosueltohastalacintura,castañoyconsusondaspobladasdepiojos.Alpenetrarenlasaladeaudiencias,elalcaideladespojódelosgrilletesqueleaprisionabanlasmuñecasdespellejadasydespuéslacondujohastaelbancoquesehallabafrentealalargamesadeltribunal.Leindicóquesesentara.Sucuerposeadivinabadelgadoyarmonioso,ocultoenelhábitogrisáceo.

El cielo de Toledo se había ido cubriendo de nubes conforme avanzaba lamañana,hastaocultarelsolconunmantoquepresagiabanieve.

—Liberadlelasmanos—ordenóPedroGómezdeAyala.Elinquisidorteníacuriosidadporverlas.Ademásqueríademostrarlealaacusada

quelospaladinesdelSantoOficionadatemían,puesDiosestabadesuparte.El alcaide cortó conun cuchillo las cuerdas que sujetaban los trapos, y los fue

desenrollandoconcuidadodenorozarlapieldelamujer.Aparecieronunasmanosen forma de garras, con los dedosmontados unos encima de otros a causa de lasfuertes ataduras, y de un color entre rojizo y púrpura. Ella los movió paradesentumecerlos, losseparóconungestodedolor,yseconvirtieronenunosdedoslargos y finos que parecían embrujar con sus movimientos suaves al alcaide.Temeroso,ésteseapresuróaretirarsedelasaladeaudienciaspersignándose.

—En primer lugar debéis prestar juramento —le informó Pedro con vozautoritaria.

La prisionera miró a los miembros del tribunal, sentados tras la mesa queenmarcabaelcortinóndeterciopelocarmesí.Apenasreparóenlosinquisidores.Juntoa ellos había un hombre que no llevaba sotana ni bonete de cuatro puntas. Unacicatriz le cruzaba el rostro de forma impía y llevaba el cabello recogido en una

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coleta. La miraba fijamente con sus ojos negros y abismales, como si quisieraacusarladeaquelloquesubocacallaba.Entoncesellaextendióunadesusmanosconel anhelo secreto de tocar la marca terrible, de recorrerla con sus dedos, deacariciarla.

—¿JuráisdecirlaverdadporelCristodelcrucifijoquetenéisantevos?Pedro esperó la respuesta con una mueca severa. Pero la acusada se tomó su

tiempo para contestar. Tenía el corazón en los labios trémulos.Y las lágrimas queluchabaporretenerensusojosverdesleatenazabanlagarganta.

—¿Juráis?—insistióelinquisidor.Por las ventanas emplomadas se asomaron los primeros copos de nieve,

enredados en una ventisca que golpeaba con fiereza los cristales. Durante unossegundoscaptólaatencióndelosinquisidores,peronoladelfiscal,ÍñigoMoncada,quemanteníael asedio silenciosoa la acusada,ni ladelnotario,RafaeldeOsorio,queobservabacongraninterésaesteúltimo.

Finalmente,ellasellevóunamanoalpechoydijo:—LojuroporelarcángelsanGabriel,porsusalasbenditasysuvaradeazucenas.LaplumadeRafaelquedóparalizada,incapazdeanotareljuramento.—Acabáisdedelataros—seregocijóPedroGómezdeAyalaconunasonrisafiera

—.IsabeldeMendozanoesvuestroverdaderonombre.Laacusadanorespondió.Pocoapocolaluzregresabaasusojos.—Os llamáisBárbara de la Santa Soledad, por el hospiciomiserable donde os

criasteisenlavilladeMadrid.Ynosoiscristianavieja,sinohijadehereje.RezadelPatercreatoryelAveMaríaanteestetribunal.

Sinembargo,sóloseoyólaventiscadenievearañandolaventana.—¿Norezáisacasoporquevuestraverdaderareligióneslajudíacomoeralade

vuestramadre?Los copos, cada vez más gruesos, se acumulaban con un leve crujido en el

alféizar.—¿Cómoescapasteisdelhospiciocuandolosalguacilesfueronaprenderosaquel

díade1612?¿Adóndefuisteis?Responded.Laprisionerasemantuvoensilencio.—¿Qué sabéis de la hermandad secreta de la que forma parte esa monja, la

hermanaLudovica?—Nada tengo que decir. Yo sé de lo que soy culpable—respondió por fin la

prisioneramientrasclavabasusojosenlosdelfiscal.—Ydeelloosacusaréyseréisjuzgada—espetóÍñigo.—SabedqueosconvienedescargarvuestraconcienciaanteesteSantoTribunal

—dijo Pedro Gómez de Ayala mirando de reojo al fiscal—. Muy graves son lasacusaciones que pesan sobre vos, y sólo obtendréis misericordia si colaboráis.

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Regresada laceldayrecapacitad,pueshabréisdeconfesarlo todo,biensentadaenestebanco,bienenelpotrodeltormento.

Elalcaideentródenuevo, lepuso losgrilletesen lasmuñecas, leamordazó lasmanosy,bajoelsilbidodelaventisca,selallevódelasala.

Cuandolosinquisidoressedisponíanadarporconcluidalaaudienciadelamañana,alguien golpeó con los nudillos la puerta demadera robusta. Era un alguacil.Unamujer que se hacía llamar Jerónima la Beata solicitaba ser recibida para hacerlesentregadeunaspertenenciasdelaprisioneraIsabeldeMendoza.

Lorenzo de Valera sugirió recibirla por la tarde, pero Pedro insistió en darleaudienciacuantoantes.

—Hacedlapasar—leordenóalalguacil.Alospocosminutosentróenlasalaunamujerenvueltaenunacapamiserable.

Tenía un rostro tan espiritual como famélico, enmarcado por una larga cabellerablancaycobrizaquedelatabasuedad,unoscincuentaaños.

—Os recuerdo—le dijo PedroGómez deAyala—.Vos delatasteis a Isabel deMendozaalSantoOficio.Yporellofuedetenida.

—Asíes,señor.JerónimalaBeatamedicen.Metomasteisdeclaraciónhaceunassemanas.Entoncesnohabíaencontradoloquelestraigoahora.

Delinteriordelacapaextrajounpaqueteenvueltoenunpañosucio.—Laacusadalohabíaescondidobajountablóndelsuelodesucelda—dijo—.

Lodescubríalrevisarlaporquenomefíoniunpelodeesamujer.Ymiolfatoobtuvosurecompensa.

Abrióelpaqueteante laexpectaciónde los inquisidoresyel fiscal,y surgieronanteellosdosfigurastalladasenmaderayunospapelesdobladosencuatromitades.

—Ponedlotodosobrenuestramesa—leindicóLorenzodeValera.—No sé si les será de utilidad, pero me pareció que debía traérselo —dijo

Jerónimamientras depositaba el contenido del paquete donde le había indicado elinquisidor.

—¿Quéesestepapel?¿Lohabéisleído?—lepreguntóPedrodesdoblándoloconcuidado.

—No,señor.Aunquemehubiesevistotentadaahacerlo,nohabríapodidoporqueno sé leer, y las hermanas que viven conmigo en la beatería tampoco. Pensé enenseñárseloalpadrequemeconfiesaymeguíaporlasendadeDios,perosehallabadeviaje,asíquevinedirectamentealtribunal.Heviajadodosdíassindescansoenlacarretaconestetiempodeperros.

—OshonravuestradiligenciaparacumplirconelSantoOficio—ledijoLorenzo—.¿Deseáisañadiralgomásavuestradeclaración?¿Quizáalgúndetallequehayáisrecordadodespuésderealizarla?

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—Nada, señor. Pero como he de permanecer aún dos días en Toledo antes deregresara labeateríaenelmonte,meestrujarébienel sesoporsialgomehubieradejadosobreesamujeryeltiempoquepasóconmigoymishermanas.

—Marchadentoncesconlaconcienciasatisfechaporeldebercumplido—ledijoLorenzo.

Jerónima la Beata se envolvió en la capa, sucia de líquenes del bosque yexcremento de gallina, inclinó la espalda en señal de respeto a los miembros deltribunalyabandonólasaladeaudienciasdejandotrasdesíunrastrodeferanciayciliciossangrientos.

—Veamossiloquenoshatraídoestahorripilantemujernosayudaaavanzarenelcaso—dijoentoncesPedro.

Había desdoblado los papeles con mucho cuidado, porque se hallabanquebradizosyamarillentoscomosihubieranestadoexpuestosalpasodeltiempoylahumedad.

—Pareceunacarta.Elinquisidorseaclarólagargantaconuncarraspeoysedispusoaleerlaenvoz

alta.

24deabrildelañodelSeñorde1618

QueridaBerenjena:Megustaríahacerdetimimemoriaporsimueroenestebosquedondemeherefugiado,porsilarazón

de prontome abandona, por simismanos se vengan demí y aprietanmi cuello hasta darme fin paradespuésvagarsolitariasentrelosárboles.Avecessemuevenasuantojocomosituvieranvidapropia.Yomehundoenlasombrademidesdicha,peroellasparecenresistirseaestainmovilidad.Haceunosdías,mientrascontemplabaunpájarodehermosasplumasrojas,mimanoderechasacólanavajaqueguardoenel zurrón, y la izquierda cogió un pedazo demadera. Entonces comenzaron a tallarlo sin que yo se lohubieraordenado.Mimentehabíahuidodelmundoconelvuelodelpájaro,asíquenomedicuentadeloque hacían durante largo rato. Pero cuando de nuevo tomé conciencia de mi ser, descubrí que habíanesculpidotoscamenteunafigura.Notesorprenderá,comotampocomesorprendióamí,descubrirquesetratabadelarcángelsanGabriel.Llorédesconsoladamente,puescomprendíquesehabíanrebeladocontrasudueñayreclamabansupropiaconciencia.LahermanaLudovicameenseñóqueeldonqueatesorabansehallabasometidoamivoluntad.Comosimissentimientosfueranhumoymismanoslachimeneaporlaqueescapaban.Simivoluntaderacurar,ellascuraban;encambio,sieraherir,ellasherían.Meobedecían,queridaBerenjena,eranpartedemíyyopartedeellas.Sinembargo,creoqueahoranoquierencompartirlaculpaquearrastramicorazón.Mehacenresponsabledelterribleactoquelesobliguéaejecutar,poresomehanabandonadoamisremordimientos.Ésaessuvenganza.Lassorprendoacariciándoselaunaa laotrarememorandolapieldeDiego.Simeconcentropuedosentirlacomosiestuvieratocándola.Lapielsuavedecuandoeraniño,lapieltersayardientedesujuventudqueundíagocé.«¡Vosotrastambiénsoisculpables»,lesgrito.Yasícomienzanlosreprochesmutuos.Hastaqueterminamosexhaustas.Yoreniegodeellas,delavidaydelamuertequeencierran,yellasdesuama,desuvoluntadcruel.Yolasmaldigoyellasmemaldicen.Yunasoledadimpíaseciernesobrenosotras.Éseesnuestrocastigo.

Cómohellegadohastaaquí,tepreguntarás.Aestebosqueenelquevivoescondidacomounanimalsalvaje,agazapadaentre lospinosy loshelechos,entre lasrocasdegranitoy las jarasque laprimaveraalumbródefloresblancas,marchitasamipasoporlapodredumbrequemesigueymeacompaña.¿Quéocurrió enmi vida desde que tuve que abandonarte a los trece años en laSantaSoledad? ¿Por quémidestinomearrojaaestebosqueenelquequierodesaparecer?MiqueridaBerenjena,fuistelomáscercanoaunamadrequeheconocido.

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Llueve. He encontrado una pequeña cueva, cuyo aromame trae a lamemoria el olor profundo deaquellospasadizos,ydeellahehechomimorada.Escuchodesdesuregazooscuroelgolpeteodelasgotasde agua en la tierra, las rocas, las ramas de los pinos que se extienden comoun tapiz inmenso por lasmontañasquemerodean.Elvientohúmedopenetraenlacuevayhacetemblarlallamadelavelabajolaqueescriboestacarta.Huelecomositodopudieravolveraempezar,comosinadahubierallegadoasufin.¿Puedementir la naturaleza,Berenjena?Desearía que estuvieras junto amí.Desearía quepudieras leerestacarta.Losé,pidodemasiado.Peroesquemehacetantobiendesahogarmeenti.Mientrasteescribomehedadocuentadequemismanosyyohemosacordadounatreguaennuestraguerra,yvolvemosaestarunidasenunsoloser.

Tengofrío.Lavelasehaapagadovariasvecesacausadelvientoyhetenidoquevolveraencenderlaparaterminarestacarta.Elsueñomevence.Nomeasustalaoscuridad;alcontrario,meenvuelvoenellaconplacerporquemerecuerdaaDiego.Buenasnoches,queridaBerenjena,duermebiendondequieraqueestés. Soñaré con tus ojos fijos enmí, con tu echarpe de lana, aquel con el que a veces nos arropabascuandoaúndormíamosjuntos,contuvozrotaleyéndomelavidadesanPantaleónparasalvarmedelasgarrasdeldemonio.Otravez,buenasnoches.

BÁRBARADELASANTASOLEDAD

Rafael de Osorio había tomado nota de la carta mientras el inquisidor la leía.Temblóalescribiralgunospárrafos,comoaquelenelque laprisionerase referíaaunospasadizosconoloracueva.TampocoselehabíapasadoporaltoesedetalleaPedroGómezdeAyala,cuyascejaspobladasyariscasoscurecíansumiradaderapaz.

—Nonosdicemuchoestacartasobrelahermandadsecretaysusactividadessindudaherejes,perosínosdejaclarovariospuntos:elprimero,queIsabeldeMendozaesBárbaradelaSantaSoledad.Deésteyateníamosplenacerteza,ymásdespuésdelaaudienciadelaprisionera.Elsegundoeslaposibilidaddequelospasadizosalosqueserefiereseanesosmisteriosostúnelesdondeseescondelahermandad,locualvendríaademostrarquelaprisioneraconocelaexistenciaylocalizacióndelamisma;inclusoesmuyposiblequeformepartedeella.Elterceroeselprofundoafectoquemuestraporlaúltimatestigo,lallamadaBerenjena,aquienllegaaconsiderarcomounamadre.

—He de admitir que coincido con vuestros razonamientos —confesó el viejoinquisidorLorenzodeValera—.¿Yvos,Íñigo?

El fiscal parecía distraído observando el resto de los objetos que contenía elpaquetedeJerónimalaBeata,ytardóunossegundosencontestar.

—Estaeslatallademaderadelarcángelqueellahamencionadoenlacarta—dijososteniéndolaenunamano.

—¿Ylaotra?—lepreguntóLorenzo.—MerecuerdaaBerenjena.—Dejadmever—leexigióPedro.Íñigoleentrególatallademaderaquelepedía,sinsoltarlaotra.—Esposible—señalóelinquisidortrasmirarladetenidamente.Ladepositósobre

la mesa sin mostrar más interés y continuó hablando—. La carta nos haproporcionadolacertezadequelaprisionerasienteungrancariñoporesamujer,lo

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cualmellevaapreguntarmehastaquépuntoconfiaríaenella.¿Leconfesaríadóndeestuvodesdequedesapareciódelhospicioenelaño1612hastaelaño1618,cuandoapareceenesebosque?¿Lehablaríadeesospasadizos,delahermandadsecreta?

—¿Adóndequeréisllegar?—leinterrogóÍñigo.—Recapitulemos lomás importantequehemosaveriguadohastaahorasobreel

caso—contestómesándose lospelosdeunade lascejas—.Noshallamosanteunahermandad secreta que practica lo que ellos llaman «magia sagrada», y cuyosmiembrossonsospechososdejudaísmoofueronquemadosacausadeél.EltalJuanMedeiros,abuelodelaacusada;Julia,lamadre;lahermanaLudovica;ellibrerodelavilla, cuyo nombre es Fernando Salazar; quizá también ese misterioso gigante; yquienquiera que escribiera elmanuscrito del sigloXV. ¿Qué les une?Un escudo oemblemaque representa a un basilisco. ¿Qué buscan?La inmortalidad. ¿Cómo?Através, me temo, de lo que llaman «medicamento celeste», la panacea universalanhelada por los alquimistas, capaz de curarlo todo. Pues, como dije ayer, estoysegurodequetodaslasoperacionesrealizadasporlamonjaestánrelacionadasconlaalquimia.Sereúnenenunostúnelesdelavilla,porlosquecampanasusanchasensuherejía,bajoelmismosueloquepisaelreydelasEspañas.

»Lorenzo,coincidiréisconmigoenquehemosdeaveriguarquésabe laacusadasobreesteasunto.Estoyconvencidodequeellaeslaúnicaqueadíadehoypuededarnos una respuesta, si además atendemos a la profecía del manuscrito que sehallabaennuestroarchivodesdehacemásdeunsiglo:“Deunamujerconeldondelamuerte—dondeencajaJulia,sumadre—,naceráunaniñaconeldondelavida”.Ypondríalamanoenelfuegoaquelosmiembrosdeesahermandadesperanqueesaniña sea Bárbara. Ella ha de conseguir el medicamento celeste “cuando sea a untiempo las cuatro estaciones del mundo”. Pero ¿qué inquietante fecha es ésa?Sospecho que si averiguamos cuándo tendrá lugar dicho acontecimiento,obtendremosinteresanteinformaciónsobrelahermandad.Laacusadadebehablar.Yya nos ha dejado claro esta tarde que no piensa hacerlo. Nos queda someterla atormento,oquizáaalgomássutilyefectivo.

Rafael, que no tomaba nota de aquella conversación, se estremeció en su sillarígida.

—Propongámosle a la testigo, a Berenjena, que además tenemos bajo nuestraprotección,quefinjaestarpresaporalgúndelitocontralaInquisición.MetámoslaenlamismaceldaqueaBárbara,comosieldestinoenelqueellatantocreelashubierareunido.Entonceshadelograrquelaprisioneraleconfiesetodoloquenosinteresa.

—Nocreoquelatestigoaccedaasometerseaesatreta—replicóÍñigo.—Accederá,accederá—dijoPedro—.EstabadispuestaareconoceraBárbara,y

mostrabagrananheloporvolveraverla.Deestaformaledaríamoslaoportunidaddepasarunoscuantosdíasasu lado,ydepoderenterarsede loquehadeseadosaber

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desde hace mucho tiempo. Claro que accederá. Además le prometeremos algunaindulgenciaporlosserviciosprestadosalaSantaInquisición.

PedroGómez deAyala sonrió satisfecho. Sus oraciones habían sido atendidas.Mucho se equivocaba o estaba ante la herejía que buscaba: judaizantes y magoshebreosquellevabanmanchandolafedelasEspañasporlomenosdesdeelsigloXV.

Cuando los miembros del tribunal abandonaron la sala de audiencias, la nievecontinuaba acumulándose silenciosa en el alféizar de las ventanas emplomadas, enlos tejados rojosyen lascallesestrechas, sumiendoaToledoenmisteriosopaisajeinvernal.Unsecretoparecíaagazaparseentreelblancohelado.Laquietudencendíaen el corazón la sospecha de que algo iba a suceder. Algo que el tiempo habíapostergadoconmanocruelduranteaños.

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Toledo,7denoviembredelañodelSeñorde1625CárcelsecretadelaSantaInquisición

Berenjena—vestidaconelhábitopardodeprisionera,elmoñodesupelodespeinadoparaacentuarlaaflicciónquedebíafingir,lasmejillastiznadasdemugreimpostoraylos pies descalzos— caminaba por las piedras gélidas de los pasillos de la cárceldetrásdelalcaide.Conformepasabanpordelantedelaspuertasdelasceldas,untufoaloshumoresmáshediondosdelcuerpopenetrabaensunarizyledejabaunanáuseaen el estómago. En aquel corredor lóbrego, alumbrado tan sólo por la soledad dedébilesantorchas,parecíancongregarselasmásinmundasmiseriasdelacarneydelespíritu:orines,excrementosypurulenciassemezclabanconmelancólicossuspiros,gemidosdedoloryllantosqueatravesabanlaspuertasylosmuroscomofantasmas.Másqueunacárcel,Berenjenatuvolasensacióndequeseadentrabaenuninmensosepulcro,dondelatorturaprevalecíamásalládelamuerte.

—Yoestarépendientedevos—ledijoelalcaide—.Unavezque lapresahayaconfesadoloquelesinteresaalosseñoresinquisidores,pedidmequeosconsigaunaaudienciacuandoosllevelacomida.Ossacaréylediréaellaqueyanovaisavolverporquequedaronceldaslibres,yseguirápudriéndoseensoledadcomohastaahora.

Elalcaidesoltóunarisotadaconalientoaaguardiente.—Enverdadtenéisvalor—continuóporlobajo—,yonomequedaríaasolascon

esamujerenunsitiotanestrechomásdelonecesario.Enseguidapodréiscomprobaraquémerefiero.

Sedetuvodelantede lapuertadeunacelda.Erademadera tosca,con tachonesoxidadosyunaventanitaconunareja,queseabríaparaobservaralospresos.

—Poraquíosvigilarédevezencuando—lesusurróelalcaideseñalándolaconundedogrueso.

Berenjenaasintió.Lehorrorizabaesehombreysubrutalidadtantocomolapropiacárcel.

El alcaide introdujo una larga llave en la cerradura y los goznes de la puertalanzaronunchirrido.Asomólacabezaenlaceldayanunciórudamente:

—Ostraigounacompañera.DeunempujónmetiódentroaBerenjena,queoyócómosecerrabalapuertaasu

espalda.Sequedóquietaeintentóacostumbrarsusojosalapenumbraquereinabaenaquel lugar angosto y húmedo. Un rayo de luz de la primera hora de la tarde

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penetraba tristemente por la rendija abierta en el muro. Poco a poco, Berenjenavislumbróuncatrearrinconadoenunaesquina,ysobreéllasiluetadeunamujerquese hallaba sentada.No podía distinguir aún su rostro, pero sabía que se trataba deBárbara.Sucorazónvolvióalatircomoenlosdíasenquelacuidabaeinvestigabasus orígenes. En ese período de tiempo se concentraba todo el amor que habíaconocidoeibaaconocer,puescuandoelladesapareciójuntoaDiego,sesumióenelletargoenelquellevabainmersalosúltimostreceaños.RememorócadaunadelasfaccionesdeBárbara:lanarizfina,lospómuloshuesudosporelhambre,elcabellodeondascastañasylosojosverdes,herenciadelfrailequemuyasupesaraúnaparecíaen sus sueños.Así era la última vez que la vio, bajando las escaleras del hospiciohacialaportería.

—¿Acabandeapresaros?OyólavozdeBárbarayseestremeció.Teníayaeltimbredeunaadulta,perola

hubiera reconocido en la más negra oscuridad. Además comenzaba a percibir elperfumedemelancólicapodredumbrequereinabaenlacelda,exactoalqueatacólaSantaSoledadcuandoelcampesinosellevóaDiego.

—Asíes—respondióconunavozahogada.—Podéistomarasiento,enlalosafríaoenelcatrejuntoamí.—Laprisionerarió

amargamente—.Detodasformashabremosdecompartirlo.—Gracias—susurró.—MinombreesIsabel.—Berenguela.—Unavezconocíaalguienquesellamabaasí,eramuyqueridaparamí.Bárbarasepusoenpieyelrayodeluzdelarendijailuminótenuementesufigura.

Antesdeatreverseamirarla,puessehallabanmuycercalaunadelaotraacausadelas estrecheces de su prisión, Berenjena cerró los ojos para abrirlos al cabo de unmomentodispuestaaenfrentarsealrostroquetantohabíaañorado.Quéhermosoleparecióalverloconvertidoeneldeunamujer.Nisiquieralamugredelacárcelpodíadestruirelcutisdeporcelanaquetantohabíaenvidiado.Eraella,porsupuestoqueeraella.Allíestabantodasycadaunadelasfaccionesquehabíarecordadohacíaunosinstantes.No pudo evitar que un llanto silencioso recorriera susmejillas y bajó lacabezaparaocultarlo.

—¿Quéosocurre?—lepreguntóBárbara.—Eldestinojuegaconlavidadeloshombres,losseparaparareunirlosdenuevo

cuandoseleantojayenellugarmásinsospechado.UnescalofríorecorrióelcuerpodeBárbara.—Vuestravoz—murmuróconlabiostemblorosos—merecuerda…Seiluminaronensumemorialosdíasvividosenelhospicio.Extendiósusmanos

conlaintencióndelevantarlacabezadeaquellamujerycomprobarsisetratabade

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unengañosoespejismo.EntoncesBerenjenaviolostraposqueenvolvíanlasmanosylosgrilletesqueaprisionabanlasmuñecas.

—¿Quéhanhechocontusmanos,miqueridaniña?—¿Berenjena?—preguntóBárbara.—Sí,soyyo.Frentealajovenestabanlosojospequeñosquetantogustabandeobservarla,las

viruelasacuyavisión la acostumbró su infancia, loscabelloscastañosencanecidosporeliniciodelavejez.Quisoabrazarla,perolosgrilletesseloimpedían,asíquefueBerenjenaquienlatomóensusbrazos.

—No sabes cuánto te he añorado—le dijo Bárbara apoyando la cabeza en suhombro.

Yenverdadno lo sabía,yaque los inquisidoresno lehabíanpermitido leer lacartaqueleshabíaentregadoJerónimalaBeata,nofueraaablandarleelalma,ysenegaseaayudarlosenelúltimomomento.Habíandecididojugársela,averquésalíadeaquelencuentrocaraacara.

—Pero ¿qué te ha ocurrido? ¿Cómo has llegado hasta aquí? ¿Por qué te hacesllamarIsabel?—lepreguntóBerenjenadeshaciendoelabrazo.

—Cuántomegustaría contártelo todo.Larga es lahistoriaypenosa en algunasocasiones. No podía utilizar mi nombre porque era una prófuga de la InquisicióndebidoamipasadocomoNiñaSanta.

—¿Ytusmanos?—Porsucausaunamujermedelató,yesoquesehacellamarbeata…Lograron

apresarmeantesdequetuvieratiempodehuir.Berenjena tomó aquellasmanos unmomento entre las suyas y besó los trapos

mugrientos.—¿QuétieneelSantoOficiocontrati?—lepreguntóBárbara—.Jamáshubiera

imaginadoqueteencontraríaenestelugar.—Queridaniña,hesidovíctimadeunainfamia.Ahorasoycriadaenunpuebloy,

porenvidias,otracriadamehadenunciadoporquedicequeblasfemocontraDiosysuSanta Iglesia, yque cometo actosdebrujería.Estoyperdida.No sé si saldrédeaquíconvida.

Bárbaraleacaricióelcabelloylacondujoalcatreparaquesesentarajuntoaella.—Si morimos en este espantoso lugar, al menos habremos estado juntas una

última vez—repuso—. Pero los inquisidores no deben saber que nos conocemos.Hanaveriguadomiverdaderonombreyotrascosasque…podríanperjudicartesinosrelacionan.

Berenjenasufrióunretortijónenlastripas.Laculpaporsutraiciónanidabaenlomásrecónditodeellas.

—SospechoquehanapresadoalahermanaLudovica—continuóBárbara—yla

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hansometidoalatorturadelpotrohastaquehaconfesado.—¿FueellaquienteayudóaescapardelaInquisiciónenlaSantaSoledad?Llevo

años preguntándome por qué huiste demí cuando te ofrecí ayuda. Por qué no hevueltoaverteenestostreceaños.

Berenjenavigilólaventanitaqueseabríaenlapuertadelaceldaporsielalcaidelasestabaespiando.

—Aúnmepesaeldolordehaberdejadoelhospiciosindespedirmedeti—dijoBárbara—.Perdónameporhabersalidobruscamentedetuvida.Teníamismotivos.

Se volvió hacia Berenjena para encontrarse con sus ojos antes de comenzar lahistoriadesuhuida.

Aquella tarde del 21 de octubre de 1612—jamás he podido olvidar esa fecha—,cuandolosalguacilesdelaInquisicióngolpearonlaspuertasdelhospicioenbuscademí y de la Blasa, la hermana Ludovica me ayudó a escapar junto a Diego. Másadelantesupeque llevabasemanasplaneandonuestramarcha,borrandode laSantaSoledadlaspruebasdenuestraexistencia.Conosinalguacilesdepormedio,nuestrotiempo allí había concluido. Ni Diego ni yo sospechábamos entonces que otraspersonas se habían encargado, desde nuestro nacimiento, de decidir qué sería denosotros.Recuerdoqueestábamosjugandoenlahuertadedetrásdelacocinacuandolahermanavinoabuscarnosmuyalterada.

—LosguardiasquierenllevarseaBárbaraalasmazmorras—nosdijo—.Tenéisunosminutos para recoger vuestras cosas. Cuando terminéis, id a la enfermería yescondeosenlapequeñahabitacióndelasalacenashastaqueyollegue.Yporloquemásqueráis,cuidaddequenadieosdescubra,vuestravidaylamíadependedeello.¿Comprendéisloqueosdigo?

—¿Adóndevamos?—meatrevíapreguntar.—Aunlugarmejor—contestó.Diegocumplióestrictamentesusindicaciones,peroyomeentretuveporquefuien

buscadealgoque,ahoralosé,debíabandonarparasiempreenelhospicio.Lapiedrablanca que me había regalado el niño ángel del que tú me hablaste. Subí a labuhardilla, saqué la caja del lugar donde lamantenías escondida, yme apoderé deella.Cuandoquisebajar las escalerasparadirigirmea la enfermería, los alguacilesregistraban junto a la hermana Urraca y varias nodrizas la primera planta. Estabaatrapada en la buhardilla. Sabía que muy pronto subirían a registrarla y meapresarían.Teníaqueescapar,peronosemeocurríalamanera.TemíquelahermanaLudovicadecidierairsesinmí.CuantomásmiedoalbergabaantelaideadeperderaDiego para siempre, más fría sentía la piedra blanca en el bolsillo de mi vestido.Finalmente,decidíarriesgarmeabajar.Descendísigilosalasescaleras,ymeencontrécontigo. ¿Lo recuerdas? Me hiciste una seña para que me ocultara en la sala de

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amamantarporqueacababande registrarla.Teobedecí, yunavezquemecreíste asalvo, pude escuchar cómo decías en voz muy alta: «Se habrá escondido en labuhardilla.Esunodesuslugaresfavoritos».

Distinguíelsonidodelasbotasdelosalguacileshaciendocrujirlospeldañosdelaescaleravieja,y el cloqueodelbastónqueacompañaba lospasosde lahermanaUrraca. El pasillo de la primera planta quedó en silencio. Era mi oportunidad deescabullirmehastalaenfermería.Abandonélasaladeamamantaryechéacorrerporél,perotuvozmedetuvo.

—Vuelveaesconderteahoramismo,teavisarécuandosehayanido—medijiste.Teextrañóquenoteobedeciera.Entoncesnopudeexplicarteelmotivo.Poreso

quierohacerloahora,ypedirtenuevamentequemeperdones.Salídisparadahacialaescaleraquebajabahastalaportería.Oítuspasosdetrásdemíycorrímásaprisa.Noqueríaescapardeti,sóloreunirmeconDiego.Descubríaunalguaciljuntoaltorno,encadenandolasmuñecasdelaBlasa,peroestabadeespaldasalaescaleraynomevio,niella tampoco.Continuécorriendohasta laenfermería,meescabullíentre loscamastrosyfinalmentealcancésinalientolahabitacióndelasalacenas.Estabavacía.Mesentídesolada.TúsabesquenopodíaestarsinDiego,quesinsucalorlavidaeraparamílamuerte.Enlaoscuridaddelahabitación,escuchéminombreensuslabiosyvi la tenue luzdeunfarolquesurgíadeunaesquina.Habíaunapuertaocultaenunadelasalacenas.MereuníconélyconlahermanaLudovica,quemeregañóporhabermeretrasado.Lapiedrablancaeracomounheladodenieveenmibolsillo.

Descendimosapresuradamenteporunospeldañosangostosyhúmedos.Lapuertasecerródetrásdenosotros.Nosédurantecuántotiempoestuvimosbajandoaquellaescalera.Tengolaimpresióndequefuemucho,parecíaquenosadentrábamosenlasentrañasdelmundo.Eltechogoteabasobrelospeldañosdepiedra.Llegamosaunaestanciaampliaenlaquedistinguíunhornogrande,unescritorioyestantesymesasconalambiques,balanzasy recipientes.Erael laboratoriode lahermanaLudovica.Ellaguardóenunabolsavarioslibros,pergaminosypapeles,ycontinuamosnuestrocaminodespuésdequesustituyerael farolporunaantorchaquedespedíaunagranllama rojiza. Diego y yo avanzábamos agarrados de la mano detrás de ella. Unasucesióndepasadizosconparedesdeladrilloseabríaantenuestrosojosformandoloque a mí me pareció un laberinto. Pero la hermana no dudó un solo instante quécaminodebíamos tomar.Distinguí inscripcionesgrabadasen letras corroídaspor lahumedadenelumbraldelospasillos.Entonceseraanalfabeta,comobiensabes,asíquenopudeleerlas.Enotros,encambio,habíanesculpidofigurasconarcilla,ymedio la impresión de que la hermana las iluminaba durante unos instantes paraorientarse. Representaban criaturas hermosas y angelicales como ninfas o diosas,pero también seres monstruosos de aspecto amenazador. La hermana Ludovica seadentraba por los que mostraban estos últimos. Yo apretaba la mano de Diego

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temiendo que el lugar al que nos dirigíamos fuera igual de espantoso, que seconvirtieranenreflejodenuestrodestino.Hoy,despuésdelasenseñanzasquerecibí,creo que comprendería el significado de cada una de las figuras: tan sólo eransímbolos,indicacionesocultasparanoperderseenellaberinto.

LahermanaLudovicanosguióportenebrososvericuetosbajolaantorcha.Hacíafríoyenalgunostramosdelpasadizoelolorfétidoquenosrodeabaerainsoportable.Un agua oscura y aceitosa formaba charcos en el suelo y nos empapaba hasta lostobillos.Yotiritabacomoenlamásgélidanochedeinvierno.Lasmejillasylanarizsemehabíancongelado.SólolamanoqueaferrabaladeDiegosemanteníacaliente,y a través de ella le sentía también tiritar a él. Las ratas correteaban a nuestroalrededor, olisqueándonos con su curiosidad siniestra.Me estremecí al contemplarsus ojos brillantes salpicando por doquier la negrura que se extendíamás allá delresplandordelaantorcha.

EnalgúnmomentohabíamosabandonadolasentrañasdelaSantaSoledadynoshallábamos bajo las calles de la villa, avanzando hacia una dirección entoncesdesconocida. Comenzaban a castañetearme los dientes, cuando por fin la hermanaLudovicanosanuncióquehabíamosllegadoanuestrodestino.Frenteanosotrossealzabaunapuertaenormecondoshojasdemaderarobustayunarcoconundinteldonde aparecía el relieve de una figura que no distinguí claramente hasta que lahermanalailuminó.Eraunacriaturaprovistadeuntemiblerostrodemujer,cuerpodefieracongarrasamenazadoras,alasdepájaroquelesalíandellomoyunacoladeserpienteenroscadaenlaspatastraseras.

LahermanaLudovicanospreguntósisabíamosdequiénsetrataba.Diegoyyonegamosconlacabeza.Suaspectoeraaterrador.

—Hemosdecomenzarcuantoantesconvuestraeducaciónclásica—nosdijo—.Osencontráisantelaesfinge,unacriaturamitológica.Sinoadivináiselenigmaqueosplantea,seréisdespedazadosentresusgarrasydevoradossincompasión.Yloquees más importante ahora, no lograréis abrir esta puerta, pues en la solución delenigmaseencuentralallavedesucerradura.

—¿Yquéenigmaesése?—lepreguntóDiego.—Elquesaledesuboca—contestóella.Nos fijamosen la criatura conmásatención. Juntoa sus labiosdemujerhabía

unas palabras grabadas en la madera. Estaban escritas en latín y su color doradopermanecíaintactoapesardelalientohúmedodelpasadizo.

—«EltemordeDioseselsecretodelasabiduría»—tradujolahermana.—Me recuerda una cita de la Biblia —respondió Diego—. Libro de los

Proverbios,capítulo1.NosloleyóundomingolahermanaSerafina.—Tumemoriaesunajoya,muchacho—ledijolahermana—.Ynosserádegran

utilidad.Graciasaellaaprenderásconrapidez.

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—¿Elqué,hermana?—Conocimientosmuyvaliososquenitansiquierapuedesimaginarqueexisten.Suspupilasnegras,grandesyenigmáticas resplandecieronporun instanteen la

penumbradelpasadizo.—¿Yyoaprenderélomismo?Advertí que respiraba profundamente al tiempo que asentía. Luego su rostro

poderosoadoptóunaexpresiónmásseriaymedijo:—Tambiéndeberásaplicarteencomprendercuálestudestino.—¿Midestino?—repetí.Alescucharaquellapalabrameestremecí.—Elquetefuedadodesdetunacimiento.Debesprocurarquetuvoluntadvaya

unidaaél.—¿Quéqueréisdecir?—Noesmomentodeexplicaciones—merespondió—.Otroasuntomásurgente

nosocupa.Observadconmuchaatención las figurasesculpidasen la rocaaambosladosdelapuerta,enellasresidelasolucióndelenigma.

Los relieves tendrían el tamaño de la mitad de un hombre corpulento, y sussombras,arrancadasa laoscuridadpor lapenumbraqueproporcionaba laantorcha,eran como dos fantasmas que custodiaban pavorosamente la puerta. La hermanaalumbróprimerolafiguraqueestabasituadaaladerecha,unpenitentequeorabaderodillasdentrodeunsepulcroconunaguadañalabradaenrelieve,comolaqueusaladama de la muerte. Sus manos eran sólo huesos, y su rostro una calavera cuyasfacciones descarnadas producían a un tiempo temor y lástima.En cambio, la de laizquierdamostrabaadosjóvenesabrazadosquesemirabanconunamorapasionado.Ellalucíaunoscabelloslargosceñidosporunadiadema,yéluncascoguerrero.Lahermana nos preguntó cuál de las dos nos resultaba más hermosa, y los dosrespondimossindudarqueladelosamantes.Ellasonriólevantandolascejas,loquequeríadecirqueseesperabaesarespuesta.

—Miráisconlosojosdelajuventud—nosreprochó—.Ahoradebéismirarconlosojosdelespírituydelintelecto.Sóloasídesvelaréiselenigmaquenosabrirálapuerta.Miprimeraenseñanzaresideenestapregunta:¿QuépuedetemerelhombredesuDios?

—Sercastigado—dijeyo.—Yarderenelinfiernoparasiempre—añadióDiego—.Lacondenacióneterna.No le pareció mal a la hermana nuestro razonamiento, pero quería que

discurriéramosaúnmás.—Parasercastigadoyarderenelinfierno,primeroelhombredebería…—Morir—leinterrumpióDiego.—Esoes,muchacho.Hayquemorir.Elhombretemeenfrentarsealamuerteya

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susconsecuencias.Entonces¿cuáldelasdosfigurasdelaparedrespondealacertijodelaesfinge?

Larespuestameparecióobvia,yahíresidíalatrampaenlaquecaí.—Elpenitentedelsepulcro—dije.—¿Y cómo puede esa muerte ser el secreto de la sabiduría? —nos preguntó

mientrasresplandecíansusojosgrises.Diego y yo observamos de nuevo las esculturas de piedra. Si la sabiduría era

hermosa,pensé,sindudaestabarepresentadaporlafiguradelosamantes,peroquépodíantemerellosmásquemorirsinestarelunocercadelotro.

—Eslaotra—exclamóDiegodepronto—,ladelosamantes.Elhombretemelamuerte,perohadeenfrentarseaella.Unavezquelohace,lasabiduríaqueobtieneprocededesuuniónconDios.Elgozodeunirseaélsemuestraatravésdelgozodelosamantes.

LahermanaLudovicalemirósorprendida.—Excelente,muchacho.Mealegracomprobarquecuantoacumulatumemoriase

reflejaentuinteligencia.Noeresunsimplesacoqueguardacitasbíblicas.Llegadoelmomentoy con las instrucciones adecuadas, serás capazde interpretarlasde formacorrecta.

Tuvequereprimirlasganasdeabrazarlo,Berenjena.Enesosdíasnohabíaparamíningúnchicomáslistoqueél.Meencantabacontemplarlecuandoseenfrascabaensuspensamientos.Graciasasumente,abandonaremoslasfaucesheladasdeestepasadizo,pensé.Deseabaqueseabrieraaquellapesadapuertadeunavezportodas,puesalbergabalaesperanzadeencontrartrasellaunlugarmáscálidoyacogedor.Sinembargo,lahermanaLudovicaalumbrónuestrosrostros,nosmirómuyseriaydijo:

—Pero¿cuáleselsecretodelasabiduríaqueproporcionalauniónconDios?Yoos daré la respuesta. Esa sabiduría es la verdadera, la sabiduría sagrada de losantiguos profetas como Moisés o Abraham. Para alcanzarla, el hombre debeenfrentarsealamuerte,peronoaladelsepulcrooscurotraslaquenopuederetornaralavida,sinoalaquellamamosmortsosculi,lamuertedelbeso,delaqueregresaráfortalecidoysabio.Observadlasbocasdelosamantesesculpidasenlapiedra—nosordenómientraslasseñalaba—.Sehallanabiertasyparecendestinadasaencontrarse.Labocaesorigenymuertedelespíritu.Atravésdeunbesoseunendosalmas,sefundenformandosólouna.

Diegomemiróde reojo.Despuéssentí sumano rozando lamía.Uncosquilleomerevolvióelvientre.LamuertedelahermanaLudovica,esamuertedesconocidahastaentoncesde laquese regresabavivo, sabio,esamuertea laqueseaccedíaatravés del más dulce y apasionado de los besos, no me había impresionado tantocomoelabismoqueseabrióenmisentrañastraslacariciadeDiego.Porprimeravezleimaginéacercándoseamíparabesarme.Yaqueldeseoinesperadoqueturbabami

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entendimientome produjo unmiedo atroz a perderle. Temí que algún día pudieradejar de quererme, que se alejara de mí si le decepcionaba. Nunca antes habíaalbergado tales pensamientos, ni me había sentido en un instante tan feliz y tandesgraciada.Amistreceañosnopodíacomprenderquémeestabaocurriendo.

Crecer es tan bello comomaléfico, querida Berenjena. De un día para otro teconviertesenunaextrañaparatimisma.Quizásitehubieratenidocercamehabríasayudadoaentenderlo.

Cuandomimenteregresóaloquesucedíaenelpasadizo,lahermanaLudovicaoprimíaauntiempoelinteriordelabocadelosamantes.Eltrozoderocarodeadoporsuslabiosseintrodujoenlapared.Oímoselgemidodelapiedraaldesplazarsehacia dentro. A continuación, con un estruendo de hierro que me erizó la nuca,salieron de las hojas de la puerta dos aldabas con forma de escalera colocada enposiciónvertical.

LahermanaLudovicaserecreócontemplandonuestroánimoalteradoporaquellaaparición.Permanecíamosmudos,paralizadosporlasorpresa.Luegocarraspeóparareclamar nuestra atención, y el eco de sus palabras retumbó en los muros delpasadizo.

—Jacob utilizó una escalera para subir al cielo. Pero una vez atraveséis estapuertaaprenderéisquelasabiduríaverdaderauneelcieloconlatierra,sinquehayaseparaciónalgunaentre ellos.Ahoraconocéis la respuesta al enigmade la esfinge.Elladevoraráaquienpretendaentrarsinhaberloresuelto,yaquien,unavezdentro,pretendasalirydesvelar lasabiduríaqueprotege.Por tanto,unavezque traspaséisesteumbralnohabrávueltaatrás.Vuestroseráelconocimientoylavidaeternadeloselegidos, y a la hermandad que custodia estos tesoros entregaréis la más fiel ysilenciosade lasdevociones.Estárepresentadamediante laesfinge.Sobrevivehacesiglos gracias al secreto de su existencia. Por él debéis velar, por él debéismorir,incluso. Y os aseguro que ése es el castigo de los que la ponen en peligro o latraicionan.

Los ojos de la hermana Ludovica centellearon como relámpagos de una febriltormenta. Entregó a Diego la antorcha, y giró hacia la izquierda las dos aldabas,alineándolashastaqueformaronunaescaleraenposiciónhorizontal.Meparecióquemil cerrojos se descorrían con un alarido. Las hojas de madera se movían solas,arrastrando por el suelo su poder de fortaleza. Ante nosotros surgió un pasillo delongitud,aprimeravista,infinita,iluminadoporbrazosconantorchasquesalíandelasparedescomosisusdueños,sepultadosenellasyconvertidasucarneenbronce,quisieranescapardeaquelencierroparasumergirseenelmásdensodelossilenciosqueyohayapercibidojamás.

Me adentré en el pasillo junto a Diego y la hermana. La puerta se cerró trasnosotrostalycomosehabíaabierto.Entoncessentíquemeahogaba,queelespesor

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deorodeaquellosmurossecerníasobremírobándomeelaire.

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Por un instante, la celda se sumió en un silencio profundo, como si hubierandesaparecidode aquellahorrenda cárcel todomartirioy sufrimiento.Confiada, unaratasaliódeentrelosmuros,yolisqueólospiesdeBerenjenahastaqueellasediocuentadesupresenciaylediounpuntapié.

«Tened cuidado porque las ratas huelen a los delatores, así han reconocido lospresosamásdeuno»,lehabíadichoelalcaidemientrassuquijadasedesencajabaenunarisanegrayalcohólica.Berenjenasepasóunamanoporelcabellodespeinadoyrespiró hondo. Los inquisidores apenas le habían dejado tiempo para reflexionarsobrelaideadeconvertirseenloqueelpueblollamaba«unamosca»,uninfiltradoquecompartíaconlosprisioneroslasmiseriasdelacárcelparasacarlesinformación.Había testificado contra Bárbara y estaba dispuesta a reconocerla. La instigadorahabía sido la venganza, la amargura de los años sin tener noticias, la soberbia decontinuar siendo el timónqueguiaba la vidadeBárbarayDiego, sudestino.Peroestarfrenteaellayengañarla,escucharsuspalabrasdecariñoyarrepentimiento,seestabaconvirtiendo,desdeunprincipio,enunadurapruebaparasucorazón.Aunasí,sucuriosidadporsaberquéhabíasidodeaquellosniñosalosqueamóeraenorme,yla posibilidad de acceder a los misterios de la Ludovica y de su hermandad, unatentaciónalaquenolograbaresistirse.Sivolvíaacaerenmanosdelgigante,yselallevaba con su cántico a la muerte, quería perecer por algo más que el meroconocimientodelaexistenciadeesahermandad;queríaperecerconociendotodossussecretos.

—Aquídeberíadetenermihistoria—ledijoBárbara—.De todosmodos, teherelatadomásde lacuenta.Sisigohablando,mialmaencontraríaungranconsuelo,puesmuchasvecesheimaginadoquetecontabatodocuantomesucedióenaquellostúneles,perotraicionaríaunjuramentodesilencio,ypondríaengraveriesgotuvidaylamía.

—Hagamos nuestro propio juramento de silencio —le propuso Berenjenamirándolaconternura—.Porloquenosunióentuinfanciaymijuventud,porloquenosunehoyenestaceldadelaqueesmuyposiblequesalgamosderechasalcadalsooalahoguera,yporelamorquenosprofesamosapesardeltiempotranscurrido.

PusosusmanossobrelasmejillassuciasdeBárbara.—Jurémoslo —repitió— y desahoguemos nuestras almas, que en verdad lo

necesitan.¿Acasonolomerecemos?—Lo juro—dijoBárbaramientras se iluminaba su rostro—.Por la tau deSan

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Franciscoquecuelgademicuello.ABerenjenaselerevolvióelestómago.RebuscóbajoelhábitodeBárbaralatau

y laacaricióporun instante.Aquellaera lacruzdeJosé.MiróaBárbara,yensusojosverdesviolosojosdelfranciscano.

—Lojuro—dijoconunquejido—.Yahoracontinúacontuhistoria.

Elpasillocon luzdeoro se fueestrechandopocoapocohastadesembocarenunaestancia amplia y fresca. Por su forma, me dio la impresión de que nosencontrábamosdentrodeunaenorme tinaja.Tenía lasparedesde ladrillomusgoso.En otro tiempo su color debió de ser de un rojomuy vivo, pero la humedad quereinabaenaquellugarlohabíadescoloridohastavolverlorosáceo.Losbrazosconlasantorchas habían sido sustituidos por dos grandes lámparas de aceite que colgabandeltechopormediodeunascadenasnegras.

—Hermana, nos hallamos aún bajo tierra, ¿verdad? —le pregunté mientrasaspirabaelintensoaromaasótano.

—Asíes,Bárbara.LamayoríadeestospasadizosfueronconstruidosenlossiglosIX yX, cuandoMadrid se hallaba aún bajo la dominaciónmusulmana.Muy pocosconocen su existencia. Forman una ciudad subterránea bajo las calles de la villa,aunque los árabes los usaron como conductos de agua. Esta sala donde nosencontramoseraunagrancisternaparaalmacenarla.

—Creoqueésteesunsitiomagníficoparaesconderse—reflexioné.—Esmuchomásqueeso—measegurólahermanaLudovica—.Podríamosdecir

queesun lugarqueseparecea laSantaSoledad,perosóloacogemosa jovencitostocados con la gracia de un don. Les enseñamos a comprenderlo y a utilizarloconformealasenseñanzasdelamagiamássagrada.

Berenjena se dejó llevar por la sorpresa, y poniendo una mano en el hombro deBárbara,lepreguntó:

—¿LaLudovicaregentabaunhospicioparacriaturasmágicas?Bárbararió.—Vasadescubrirmuchascosassobrelahermanaquetesorprenderán.—Nolocreas,miqueridaniña,siempresospechéqueaquellamonjasededicaba

a otras labores aparte de las de la enfermería.Recuerda si no lo que ocurrió en lacapilladelhospiciocuandotepusoaquellaplantaentrelasmanosylahicistecrecerdeunplumazo.Peronohedeinterrumpirtemás.

—Sospecho que no será la última vez —repuso Bárbara con una sonrisa—.Volvamosentoncesalospasadizos.

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La hermana nos guió a través de uno que partía de la antigua cisterna justo en ladirecciónopuestaalqueacabábamosdeabandonar.Éstedesembocóenunaescaleradepeldañosexcavadosenlaroca.Ascendimosporellayllegamosaunaencrucijadaqueparecíauna«Y»griega.Lahermanatomóelbrazodeladerecha,yaparecimosenunhermosocorredordetechosaltosyparedesdearcillarosa,sustentadoenunasucesióndearcosdeherraduraqueseestrechabanensusextremosyseapoyabanenunascolumnasanchasydeformacircular.

—Ensutiempofueunextensoaljibesubterráneo—nosexplicólahermana—.Siosfijáisbien,enalgunascolumnasaúnsevelamarcamohosadelnivelhastadondellegabaelagua.

Tenía razón,Berenjena.Parecían anillosnegruzcosque adornaban losdedosdealgúngigante.

—Ahora es el corredor de las mujeres —continuó—. Se fueron construyendomurosdeladrillosparadistribuirloenhabitaciones,cadaunaconunhermosoarcoenel techo. El corredor de los hombres es muy similar a éste y no se encuentra ademasiadadistancia.

Únicamentehabíapuertasaunladodelcorredor.Lahermanasedetuvoanteunade ellas, gruesa y con tachones de bronce, y temí que aquel fuera mi nuevodormitorio.Nomeequivoqué.

—Estahabitacióneslatuya,Bárbara—medijo.Al abrir la puerta, un vapor solitario que apestaba a cal se desprendió de las

paredesdepiedra.Laestanciaestabailuminadaporuncandelabroconunlargopiedehierronegro,ynohabíamásqueunacama,unamesaconsusilla,unaguamanilyunorinal.

—¿Voyadormiraquísola?—lepreguntécontodamiinocenciadehuérfana.Ellaasintió.—¿YDiego?Busqué sus ojos y hallé en ellos la misma angustia que debían de reflejar los

míos.—En el corredor de los hombres, como os acabo explicar. ¿A qué esperas?

Vamos, entra —me ordenó con impaciencia—. No puedo demorar demasiado miausenciadelaSantaSoledad.

Peronomemoví.—¿Qué temes?Aquí jamás podrán encontrarte los alguaciles de la Inquisición.

Puedesdormirtranquila.Meagarróporloshombrosymesentóenlacama,luegosedirigiódenuevoala

puerta.EscuchélavozdeDiegodeseándomebuenasnochesantesdequesecerrara.Unsilenciocayó sobremíy tuve la sensacióndequemehabíanconfinadoenunacriptamortuoria.Apesardelaalturadeltecho,nohabíaniunasolaventanacomoen

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los dormitorios de la Santa Soledad, ni huérfanos a mi alrededor. Tú sabes quesiemprehabíadormidoarropadaporsusrespiraciones,sussobresaltosdepotros,sussueñosypesadillas,ysusventosidadesdehambre.

Al menos me alivió comprobar que la hermana Ludovica no había cerrado lapuertaconllave.MearmédecorajeysalíalcorredordispuestaaseguirloshastaeldormitoriodeDiego.

Denuevoelespesordeorodelasantorchas,clavadasconhierrosenlasparedesdelosarcos,secerníasobremí.Losoloresdeaquellugarerantandistintosalosdelhospicio que me intranquilizaban. Prefería la mierda de gallina del patio, o losefluvios de las sopasde ajo rancio, o tus refregaos convinagre, a aquellos aromasdulces y plañideros que bañaban mi alma de inquietud, pues no sabía dónde meencontraba.

El corredor se abría en otros dos pasadizos con arcadas.Mientras decidía cuáltomar,vislumbréunasombrablancaqueseescabullíaporunrecodoalaizquierda.Instintivamente, laseguí.Semovíaconrapidezydejaba trasdesíunaestelafríayenigmática.Pocoapocomesumergíen laoscuridad.Loscorredoresconsusarcoshabíandesaparecidoy conellos las antorchasde lasparedes.Mehallé enun túnelconparedesdecal.Logréalcanzara lasombrajustocuandocomenzabaaascenderpor una angosta escalera de caracol. Me reconfortó descubrir que en realidad setrataba de la túnica blanca que vestía una figura humana. Debía de llevar unaantorchaounfarol,asíqueaprovechéelhalodeluzquedejabaatrásparaorientarme.Apesardequelospeldañoseranmuyestrechosyresbaladizos,lasombraavanzabaconlaagilidaddeunacriaturadotadadealas.Duranteeltiempoqueduróelascensoporloquemeparecióunatorreredondaquesealzabadesdelossubterráneoshaciaelcielo,tuvelaimpresióndequeaquellapersecucióneratanconsentidacomodeseada.

Cuandolaescalerallegóasufin,acariciómismejillaselfrescordelanoche.Erareconfortantesentirlabrisa,disfrutardelaluzdelasestrellasqueentrabaaraudalesporunventanalsincristales.Mehallabaenunaestanciacircularatravesadaporunalargamesa,sobrelaquereposabanunosextrañosaparatosdehierro.

De pronto, un joven surgió ante mí con la belleza de un ser fugado de laimaginación.Me fue imposible distinguir entre las sombras de dóndehabía salido.Sin embargo, no era un sueño, ni un espejismo. De ser así quizá mis piernas nohubieran flaqueado, dispuestas a desmoronarse como un saco de carne sin huesossobre el suelode la torre.Lo sorprendente eraque estabavivodentrode su túnicablanca.Ymesonreía,mirándomeconelesplendorazuldesusojosinmensos.Teníael cabello rubio y con bucles de santo alrededor de la frente, la nariz recta, lospómulostalladosenpálidaperfeccióndemármol,loslabiosfinosyrosados.

Nomeatrevíahablar,cohibidaauntiempoporsuedadysuhermosura.Calculéquealmenoseraochoonueveañosmayorqueyo.Semeacercóensilencioyme

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entregó un dibujo. Enseguida reconocí sus colores nocturnos, morados, negros,grises.Reconocíel trazoconelqueplasmabalasestrellasy la luna.Berenjena,eraigual que los dibujos que guardabas en la caja de la buhardilla, aunqueperfeccionados.Entonceshabló,ysuvozfuecomounacaricia.

—Lasestrellasmeanunciarontullegada.Llevomuchotiempoesperándote.Semecayóelpapelalsuelo.Unruborcubriómismejillascuandoéllorecogióy

lopusodenuevoentremismanosacariciándolasconsuavidad.—Sontanextraordinarias…—medijo.Ylasbesó.Suslabiosseposaronrepetidasvecesenmispalmasymisdedoscon

unadelicadezacelestial.Cuando lassoltó,saqué lapiedrablancadelbolsillo,másgélidaybrillanteque

nunca.—Lapiedradelaluna—ledijemostrándoselacontactotembloroso.Élrió,ypudeversusdientesnacarados.—Lahastraídocontigo.EsunamuletoconlospoderesdelplanetaVenus.Telo

regaléparaqueteprotegierayparaquenomeolvidaras.—Túeresmiángel.Elguardiándelaluna.Volvióareír.—Sitúquieres,losoy.—Terecuerdo,perohascrecido.—Hastalosángelescrecemos,igualquelasniñas.Meapartódelrostrounmechóndecabello.

—Berenjena, era el niño ángel del que tú me hablaste aquella tarde en labuhardilla.ÉseaquienDioscastigópordescuidar susquehaceresyenamorarsedemí.SellamabaTomásyeraunodelosjóvenesmágicosqueallísehabíaninstruido.BiensabeDiosque,trascumplirlosdoceaños,penséquemehabíasmentidosobresuexistencia,quetúmismahabíasmetidoesosobjetosenlacaja.

—Entonces¿porquéfuisteabuscarlapiedrablancacuandolahermanaLudovicateordenóquetereunierasenlahabitacióndelaenfermería?—preguntóBerenjena.

—Nolosé.Mefascinabasucolor,suhermosura,sufrío.Eracomosimehubierahechizado,ynopudieraabandonarlaSantaSoledadsinella.Alprincipiomealegréde haberla llevado conmigo. Su presenciame vinculaba al hospicio, a ti, a cuantoconocíahastaentonces.

BerenjenaanimóaBárbaraaquecontinuaraconsurelato.

Mecostómuchotrabajoconciliarelsueño.Estabaacostumbradaalfríosecoyseverode la Santa Soledad, en cambio el ambiente de aquel cuarto era húmedo y cálido.

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Dabalaimpresióndequelosmurosestabanvivos.No recuerdo en qué momento me dormí. Soñé que el cielo de la villa era mi

últimamorada,y las estrellas, loshuesosdeotrosmuertosqueme rodeabanenunosariofosforescente.Medespertóelchirridodelapuertaalabrirse.Viaunaextrañajoven,pálidayflaca.

—Eshoradelevantarse—dijo.Me incorporé bruscamente en la camamientras le preguntabaquién era. Jamás

había contemplado un cabello como el suyo, compuesto por hebras rubias, casiblancas,quelecaíanlaciassobrelaespaldayloshombros.Dabalaimpresióndequelecubríalacabezaelmáshermosoyvirginalvelodenovicia.Perofueronsusojos,Berenjena, los que quedaron grabados para siempre en los míos. Bajo unas cejastransparentes,seabríanrosadoscomoelmásespléndidoatardecer.

—Debes ponerte esto —respondió entregándome una túnica azul con unacapucha.

Ellavestíaotraigualperoenuntonoverdemásintenso.—¿Porquénopuedollevarmivestido?—meatrevíapreguntar.—LahermanaLudovicateloexplicaráahora.Sentíungranalivioalsaberquemereuniríaconella.—¿Cómotellamas?—Dianadesdequeestoyaquí.—¿Antesteníasotronombre?—Sí,peroeseyano importa.Tú también tendrásunonuevo.Nuncavolverása

llamarteBárbara.Habrásdeolvidarquiéneras.—Sonriómostrandolosdientecillosapretadosdeunperropequeño—.LaNiñaSantaquevivíaenelhospiciomurióayeraladentrarseenestostúneles.Asídebeser.Losinquisidorestequemaránenefigie:mandarántallarunaestatuademaderacomosifuerastúylaarrojaránalasllamas.AdiósaBárbaradelaSantaSoledad,asuscuracionesconmanosalumbradasporeldemonio.Ysiresucitasalgunavezantesusojos,esedíaaciagoserántucarneytusangrelasquearderán.

Nosupequéresponder,suspalabrasmehabíanproducidounaterribleimpresión.Incluso ahora en esta celda, cuando se ha cumplido lo que ella mencionó, meestremezcoalrelatarteelfinquemeauguraba.

La hermana Ludovica le había encargado que me guiara por los corredores ypasadizoshastaquefueraaprendiendoaorientarme.Tomamoselmismocaminoquelanocheanteriormecondujohastalatorre,yalllegaraunaencrucijadagiramosenla dirección opuesta para dirigirnos al comedor, una estancia sencilla de paredesencaladasquelaluzdeloscandelabrosbañabadeuntonoamarillento.Nohabíaniuna sola ventana.Con el paso de losmeses comprendí que nos hallábamos en lossótanosdeuncaserónsituadoenlacalleSegovia,delosqueformabanparteelaljibe

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con los dormitorios, el comedor, y la base de la torre, y que a su vez éstoscomunicaban con los pasadizos que recorrían el suelo de la villa como serpientesgigantes.

El comedor constaba de una larga mesa tosca donde servían el desayuno dosmujeresdepieltostadacomoarcillayprofundosojosnegros.Entodoeltiempoquevivíenlostúnelesjamáslesoípronunciarunapalabra,nisonreírcuandotequemabascon la leche hirviendo o cuando la manteca se te escurría de las manos y salíadisparadacontraunapared.De todas formas, sus labios eran tan finosquedaba laimpresióndequesehallabanunidosporunamembranaquelesimpedíasepararlos.Cadadíaolíanaloquecocinabanyservían,yasí,sinunolorpropio,vagabanporelcomedorhastahacerseinvisibles,hastaconfundirseconlabandejaolacazuelaquedepositabansobrelamesa.

Enaquelprimerdesayunoyoaúnnosabíanada,ycuandodi losbuenosdíasaunadeellas, la respuesta fueunsabrosooloraquesode leche frescaqueabrió lasfaucesdemiapetitohuérfano.Conlaotramepasólomismo,aunquelafraganciaeraatiernahogazadepanreciénhorneada.Alpocotiempoaparecierondichosmanjares,juntoaunatazadeleche,membrillo,plátanosyracimosdeuvas.

Sentado en una silla, con aspecto de haber dormidomal, estabaDiego, vestidocon una túnica del mismo color que la mía. Aquel atuendo no le favorecía a sucabellonegroyrebelde.

—Parecesunfraile—ledijeriéndome.Me sonrió mientras se metía en la boca un trozo de queso, que masticó

rápidamente.—Nomehubiera perdido este desayuno aunquehubiera tenidoque comérmelo

desnudo—repusomientrascortabauntrozodemembrillo.La hermana Ludovica, sentada a su lado, le dirigió una reprimenda. En un

principio,nubladaporelgozodemiapetito,nolahabíareconocido.Sobresuhábitode la Santa Soledad, llevaba una túnica de color ámbar que resaltaba su cabellocanosoysusojosgrises.

—Esperoquehayasdescansadoentunuevahabitación,Bárbara.—Gracias,hermana.—Siéntatealamesaycogefuerzasparaelgrandíaqueteespera.Dianaabandonó laestanciayyoechéunamanoalquesoyotraa lahogazade

pan.—Habréisdepermanecerescondidosenestelugarduranteunatemporada—nos

informó la hermana con seriedad—. Los alguaciles de la Inquisición continúanbuscándote,Bárbara.Estánponiendopatasarribalascallesyalrededoresdelavilla.

Yquémeimportabaamíesocuandomibocasaboreabapantiernoyquesosinagriar.

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—TambiénhaniniciadolabúsquedadeDiego—continuó—.Lesinformaronenelhospiciodequeoshabéiscriadocomohermanos,ysospechanqueteacompañaentuhuida.

—¿Hermanos?—repusoDiegocomosiaquellaidealedivirtiese.Amíencambiomedejópensativa.¿Cómosequeríaaunhermano?¿Separecía

eseamoralsentimientoquesehabíadespertadoenmílatardeanterior?¿Estababienimaginarseloslabiosdeunhermanounidosalostuyos?¿Saberquenopuedesvivirsintenerloatulado,yquenoimportadóndetehallesmientrasélestécontigo?Pocosabíadeloslazosqueunenalasfamilias,perocomenzabaasospecharquemiafectopor Diego encerraba otro nombre. Aquel sentimientome dabamásmiedo que lasmazmorrasdelSantoOficio.Quécobardeeselcorazón,queridaBerenjena.

—Bárbaraesmásquemihermanaylaprotegeréhastalamuerte—añadióDiegocontonobravucón.

Había arrogancia en sus palabras, pero no mentira. Recordé el hombre al quematóconladagadelaBlasa.Ysusmejillassalpicadasporlasangrecaliente,ylosojosnegrosbrillándolecomoascuasmientrassusmanossosteníanfirmeselacero.

LahermanaLudovicainterrumpiómispensamientos.—Moderatulengua,muchacho—ledijo—yrezaparaquenotengasquevértelas

conlaInquisiciónalgúndía.—¿YquéhasidodelaBlasa?—preguntéparacambiardeasunto.—Laprendieron.—¿Laquemaránenlahoguera?—preguntéangustiada.—Creo que un paseo por las calles a lomos de asno para vergüenza pública y

unos buenos azotes serán su condena por embaucadora. Puede que un año dedestierrotambién.

—Quizáellasílomerezca—dije—.Peronocomprendoporquémebuscanamí.¿Acaso no estaba haciendo un bien? ¿Acaso no curé la enfermedad y el dolor demuchos?¿Noesesopiadoso,hermana?¿NoesesoloqueNuestroSeñordeseaquehagaconeldonque,segúnvosylaBlasa,meotorgó?¿Paraquémeloconcediósiluegoloshombresquedicenvelarporlafequierenapresarme?

—Debisteinformarmedeloqueestabapasando.—La Blasa nos lo había prohibido, y yo pensé que no hacía mal, puesto que

tambiéncurabaenlaenfermeríabajovuestroauspicio.—Aun así debiste habérmelo dicho. ¿Cómo iba a protegerte si no? Esta vez

hemostenidosuertedellegaratiempo.MásadelantedescubríquelahermanaLudovicaestabaaltantodenuestrasvisitas

nocturnas, y que las consentía por un motivo no muy noble. Pero aún no he derelatártelo,Berenjena.Intentaréseguirunordenconrespectoaloqueacontecióenmividaenaquellostúneles.

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—Dejemos atrás el pasado —dijo la hermana—. Nada importa ya la SantaSoledad para vosotros. Ahora el color de la túnica que vestís os identifica comoaudiens en nuestra hermandad. Significa «escuchantes», y es el primer grado deconocimiento.Aprenderéis a leer y a escribir, cultura clásica,matemáticas, latín, ypor supuesto la lengua que profesa nuestra hermandad y de la que ya os enseñéalgunaspalabras: el hebreo.La lenguade la creación.Pronto entenderéis que cadapalabraesunaperlaensímisma.

»Cuandodejéisdeseranalfabetosyhayáisadquiridoen lasmateriasqueosheindicado los conocimientos principales, podréis pasar al siguiente grado. Vuestratúnicaserádecolorverdeyseréisllamadoselecti,“elegidos”.Seampliaránvuestrasmateriasdeconocimiento,ycomenzarávuestraenseñanzapráctica.Bárbara,yomeencargaré de transmitirte todo lo relativo a la plantas medicinales, pues ya hecomprobado que cada emplasto o bálsamo que preparan tus manos encierra unmilagrosopoder curativo.Pero como te dije ayer, también conocerás otrasmuchasdisciplinasquealimentarántuespírituytumente.

»En cambio,Diego, gracias a tumaravillosamemoria, podrás sumergirte en elconocimientodeotras lenguas,comoelarameoyelgriego,ydemateriascomo laretórica.

»Cuando vuestros maestros lo consideren oportuno, os convertiréis en fidelis,“fieles”. Entonces podréis vestir la túnica blanca, y ser al tiempomaestros de los“escuchantes”.Vuestraformaciónenlahermandadestarácasicompleta.

—¿Yporquévosvestísunatúnicaámbar?—preguntóDiego.—Muypocossonlosquealcanzanelgradoquerepresenta.Losquelallevamos

noshemossometidoconéxitoa«lamuertedelbeso».Nosllamansabios,puestrasesa muerte iniciamos una nueva vida. No todos los miembros de la hermandadpuedensometerseaestaprueba.

Permanecimosensilencio.—Nadahabéisdetemer—nosdijolahermana.Nuestrodestinoestabayadecidido.Contreceañosnosencontrábamosbajotierra

envueltos en la túnica azul de una hermandad desconocida, y debíamos sentirnosagradecidos,puesnoshabían libradode lasmazmorrasde la Inquisición,ysaciadoconcrecesnuestrahambredehuérfanos.Entoncesnolopensé.EstabajuntoaDiego,asalvo.YbajolaproteccióndelahermanaLudovica,enquienconfiaba.Todavíanosemeocurriópensarenquesenoshabíanegadolalibertadparadecidirquéseríadenuestravidaydenuestrascreencias.

Esa mañana, la hermana Ludovica, con su característico ingenio sinuoso, seencargódemostrarmeunlazoquemeuníasinremedioalahermandadinclusoantesdellegaraestemundo:mimadre.Portantonodebíasentirqueesaorganizaciónmeera ajena, sino todo lo contrario: pertenecer a ella suponía un reencuentro conmi

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propioorigen.Cuánto desea el que ha sido abandonado saber losmotivos que llevaron a sus

progenitores a privarle de su amor y compañía. Averiguar mis raíces, queridaBerenjena,yconellaslahistoriaalaquepertenecía.Quéhermosatentaciónparaunamuchachademiedad,alaquehanprivadodetodoconocimientosobresufamilia.

—Herecogidodelhospiciovuestraspertenencias—anunciólahermanaLudovica—.Aquellasquellegaronconvosotroscuandoeraiscriaturasdepecho.—Pusosobrelamesaunhatillo, loabrióymeentregóunchaldepreciosasedaazul—.LlegasteenvueltaenélalaSantaSoledad.Pertenecióatumadre.SunombreeraJulia.Murióde peste en la sala de paridas clandestinas delHospital de losDesamparados a laspocashorasdealumbrarte.LahermanaMaríalaatendióenelpartoyvelólaagoníadesusúltimashoras.Ellaenvióalhospicioaunamuchachaparaqueteentregaraamí,ymeaseguróquetumadretehabíaamadoantesdemorir,yquedeseabaquetellamarasBárbara.

Acariciéelchal,sintiendolasuavidadquemehabíaarropadonadamásnacer.Mimemoria no la recordaba, pero amismanos no le resultó desconocida. Luegomedeleité en los bordados de sus extremos, un trabajo muy delicado. Me llamó laatención sobre todounosde ellos,pues estaba seguradehabervisto el animalquerepresentabaesamismamañana.Eraunaserpienteconalasypicomordiéndosesupropiacola.Dentrodeellahabíaunahoguera,unhalcónposadoenunaescalerayunafuentedelaquebrotabanunasdiminutasgotasdeaguaazulceleste.Levantélamiradahaciaelúnicocuadroquesealzabamajestuosoenunade lasparedesde laestancia. Al entrar apenas había reparado en él, ya que me había hipnotizado lafraganciaacomidafrescaquedespedíanlasmujeresdepieldearcilla.

—Hermana,estebordadodelchaleselmismoqueestápintadoenesecuadro.—Así es. Se trata del emblema de nuestra hermandad a la que llamamos la

hermandaddelamagiasagrada—respondió—.Tumadreestuvoaquí,formabapartedeella.Dehechomeheencargadodequeocupessumismodormitorio.

—Luegotambiénteníaundon.—Profetizabaconsucuerpolasenfermedadesquetúpuedescurar,asícomolas

desventurasquesufriríanlosqueestabancercadeella,incluidalamuerte.Yomismalaatendíennumerosasocasionescuandoenfermóacausadesuspresagios.Estechalencierraentresusfinoshilosuntalismánparaprotegerladeellos.

Apretéelchalcontramipecho.—¿Ymipadre?—Tumadreamóaunhombre,perolomantuvoensecreto.Tellevóensuvientre

mientrasvivíaaquí.Pocomáspuedodecirte.—Soybastarda,entonces.Lahermanaasintió.

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—Ymimadrenoteníaparientesquesehicierancargodemí.—Estaba sola en el mundo. Te parecesmucho a ella, tienes el mismo cabello

castañoy ondulado, lamisma frente alta y serena, lamismanariz fina, y pómulossuaves.Sólotusojossondistintos.Debendesercomolosdetupadre.

Entorné lospárpadosypermanecíensilencioconelchalenel regazomientrasrepetíaenmiinteriorelnombredeJulia,comosilasletrasqueloformabanpudiesenrevelarmeunaimagendemimadre.

AhoramepreguntosiDiosperdonaconfacilidadlamentiradesusreligiosas.LahermanaLudovicaaprovechó lapausaparasacardelhatillounmedallónde

plataconunacintadeterciopelonegro.—Encuanto a ti,Diego, te entrego esta joya que perteneció a tumadre—dijo

poniéndosela en las manos—. La conoces bien, pues está grabada a fuego en tupecho. Tu padre se lo regaló cuando supo que estaba encinta, y tras su muertetambiénamanosdelapeste,lacolgódetucuello.Ahoraqueyatienesentupoderelmedallón,borraremoselde tucarne,pues te relacionaconelapellidoMontalvodeCenizayconsudesgracia.

—¿Ycómovanahacereso,hermana?—lepregunté.—Diego es un muchacho de gran valor. Hay hierbas que pueden adormecerlo

paraqueapenassientaelhierrocandentequeledesdibujarásumarca.—Nadiemeborrarálacicatrizdelpecho—sentencióDiegoconvehemencia.—Másadelantevolveremosahablardeello—dijolahermana.—Nuncacambiarédeopinión—insistióDiegomientrasmedirigíaunamiradade

complicidad.No me costó entender lo que pretendía decirme. El arcángel san Gabriel era

nuestro.Sobreéljurábamosquenohabríamosdesepararnosjamás.—Entoncesesmuyposiblequeundíatearrepientas—dijolamonja—.Comose

arrepentiría tu padre de haber escrito estas palabras si hoy viviera para verteconvertidoenunmuchachosanoydementedespierta.

LahermanaLudovicasacódelhatillounpapelenrolladoyamarillento.—Cuando tesalvarondel incendiode tucasa,sujetabasen tuspequeñasmanos

estetestimoniodelalocuraquepadecíatupadre.Escribióparatisusúltimosversos.Desplegóelpapelyleyóconvozgrave:

Hijomío,dándotemuerteteliberodeestavidainfame,queestempestaddelaverno.

Volvióaenrollarloyseloentregóalmuchacho.—Mipadreeraunpoetaquesequitólavidaporamor—arguyóDiego.Sumiradaestabaausente,yensusojosnegrosseleíaundolorinesperado.

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—¿Conocessutristehistoriayladetumadre?—LaBlasayBerenjenamelacontaron.—Ensudíafuemuyfamosaenlavilla.Elpueblodisfrutaconelchismorreo.—Peroyocreo,hermana,queunonodeberíamatarseporamor,sinosufrirporél.

Esoesmuchomásvaliente.Quédeseosmeentrarondelevantarmedelamesayabrazarlopero,actoseguido,

Diegosedirigióhaciaunodeloscandelabrosyprendióaquellapruebaconlallamadeunavela.

—Ésteeseldestinoquemipadrequeríaparaelpapelyparamí—dijoechándoloenelplatodesudesayunoparanoquemarselosdedos.

Ysequedómirandoabstraídocómoseconsumía,hechizadopor la llamarojizaqueloconvirtióenpavesas.

Poco le importa su destrucción, me dije. Los versos estarán presentes en sumemoria.

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22

La tarde se diluía en el cielo toledano. Por la rendija del muro de la cárcel, queofrecía a las prisioneras un breve recuerdo del exterior, penetraba el viento de lanieveylaluzseapagabaenmanosdelaoscuridad.Losruidosdelacallesehacíanmás lentos y débiles, y la ciudad se preparaba para rendirse al sueño y a laspendenciasnocturnas.

Berenjena se había tumbado en el camastro, mientras que Bárbara permanecíasentadajuntoaellaconlaspiernasextendidas.

—Así que fue la hermana Ludovica la que robó vuestras pertenencias deldespachodedonCelestino—dijoBerenjena—.Nodebióderesultarledifícil,yaqueteníaunallaveylaconfianzaplenadelrestodelashermanas.

—Ningúnrastroescritodebíaquedardenuestraexistencia.Tansólolosrecuerdosde los que nos habían conocido, hasta que poco a poco el tiempo los fueradesdibujando.

—Misrecuerdossiempresemantuvieronfrescosenmicabeza,comosiacabarandesuceder.LomismoqueleocurríaaDiego.

—Diegono era el único cuyamemoriaparecía invulnerable al olvido—señalóBárbara—. Según nos relató la hermana Ludovica, la Inquisición tenía un archivosecretodondenuestrosnombresynuestrodelitoquedaríanregistradosparasiempre.«Escondedenvuestrocorazóncomoungrantesorolaverdaddequienessois,puesahí debe permanecer a partir de ahora», nos dijo la hermana,muy seria. «Cuandoalcancéiselgradodeelectitrasañosdeestudio,estaréispreparadospararegresaralavida pública con una nueva identidad que os proporcionará “el Lavasangres”.Mientras tantoviviréisocultosen los túnelesyadoptaréisunnombresecreto.Todomiembrodelahermandaddebeposeeruno.Ati,Diego,tellamaremosVulcano,yati, Bárbara,Ceres.Yo los he elegido y no lo he hecho al azar.Vulcano es el diosromano del fuego, mientras que Ceres es la diosa que proporciona fertilidad a latierra,amayseñoradelciclodelavidaydelamuerte.Cuandoelpoderdeestosdosdioses se reúneenuno solo, cuando susbocas seunenenbeso sagrado, surgeunafuerzacreadoraextraordinaria.Animadaporelcalordelfuego,Cerespreñadefrutoslatierra,ylavidaflorecepordoquier.Perosinél,puedesecarloscampos,arruinarlascosechas,ytraerlahambrunaylamiseria.»

Berenjena se había incorporado en el lecho al oír los nombres de Vulcano yCeres.Asíque lahermanaLudovicahablabadeellosen lacorrespondenciasecretaqueencontrósobrelamesadesulaboratorio.

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—¿Te encuentras bien? —le preguntó Bárbara—. Pareces distraída. Quizánecesitasdescansar.Debedehabersidoundíaduroparati.

—Continúa, por favor, estoy disfrutando al descubrir a una nueva hermanaLudovica—dijotumbándosedenuevoenellecho.

Aquelprimerdía en lospasadizos lopasamosencerrados ennuestrashabitaciones.Debíamos permanecer en ellas hasta la llegada del alba, cuando se celebraría laceremoniaenlaquejuraríamosserfielesalahermandad,yguardarlossecretosdesudoctrinaysabiduría.Elpoderqueatesorabahabíadepermanecerbajolaproteccióndelainvisibilidad,pues,segúnasegurabalahermanaLudovica,notodosloshombresestabanpreparadospararecibirloyhacerbuenusodeél.

Mihabitaciónyanomepareciótansolitaria.Habíaestadoantesenella,aunquecobijadaenelvientredemimadre,yesaideamealejabadelestadoderecogimientoy oración que me había impuesto la hermana Ludovica. Me tumbé en el lecho,envuelta en el chal azul, y abracé la almohadahundiendoen ella lanariz, como sidespuésdetreceañosaúnconservaraelolordulceyfértilconqueyoimaginabaamimadre.Juguéaquesuscabelloseranlosmíosylosacariciécondeleite.

—Madre,madre—susurré—,vivisteentreestosmurosquenoconocenlaluzdelsolnidelaluna.Cómolosenvidio.Fuerontestigosdetupresencia,deturespiración,detuvoz.Ellosquenoalberganvidaysonmudosyciegoshantenidomássuertequeyo, huérfana de tu recuerdo desde mi nacimiento. No olvidaré el nombre, ahorasagrado,queelegisteparamí.SiempreseréBárbara,hastaque lamuertemearrojeconmano fieraa la sepultura.Esenombre impostorquehedeadoptar,Ceres, seráparamícáscara,capullo,sábanadefantasma;fruto,mariposayespíritutepertenecen.

Me ovillé en el lecho, aún abrazada a la almohada, y sentí que regresaba a suvientre.Cerré losojos, abrigadapor el chal.Así era invulnerable a los avataresdealegríasydesgracias,meprotegíalamagiadeaquelvínculo.

Despertéaunahoraincierta,comoloerantodasenaquelmundosubterráneoquenosalejaba del reloj del cielo. Mi estómago se retorcía de nuevo con el hambre delhospicio,porloquededujequedenoestarcondenadosalayunonocturnoporculpadeladichosaceremoniaquenosaguardaba,éseseríaelmomentodelacena.

Pensé en acercarme a la habitación de Diego, pero me asustó no recordar lasindicaciones que me había dado Diana. Finalmente decidí entregarme a los rezospurificadores.Mearrodilléjuntoalacamayentrelacélosdedos.MislabioshonraronaDioshastaqueelfríomedelatóelcomienzodelamadrugada.Aúnteníapuestalatúnicay el chal, y sin deshacermedeningunade las dosprendas,memetí bajo lamantademilecho,yvolvíadormirme.

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Diana,lamujerdeloscabellosalbinosquelahermanamehabíaasignadocomoguía,medespertó.Susandareserantanfrágilescomosupresencia.Tanblanca, tanpura que parecía concebida por un ánima en una noche clara de difuntos. Teníadieciochoañosysudoneraeldelaclarividencia.Aunqueyaeraelectiypodíatenerunavidafueradelostúneles,permanecíaocultaenellos,pueslaluzdelsoldañabasu piel y sus iris, que adquirían una tonalidad violeta cuando tenía una visión. Suaspectocausabaverdaderoestuporalquesecruzabaconella,porloqueapenassalíaalacalle.

—Huyen —me dijo un día riéndose— y se santiguan como si yo fuera unaencarnacióndeldemonio.

Pocasveceselhombretoleraloquenoentiende,Berenjena,asíquelodestruye.PeroDiana,segúnpudecomprobarduranteeltiempoquepaséasulado,sevengabadeellosvaticinándoleslasmásterriblesvisiones.Elodioleabríainexplicablementelas puertas sagradas de la adivinación. Y sus labios exangües proclamaban lasentenciadeldestino.

—Levántate—meordenó—, la ceremonia debe coincidir con la salida del sol.Hoynacerásaunnuevodíaquemarcarátodoslosquetequedan.

Ledirigíunamiradahosca,peroabandonéellecho.Beséelchaldemimadreylodoblécuidadosamentesobrelaalmohada.

Diana me condujo a una estancia que apestaba a incienso. Una nube de vahoflotabacomounabruma.Atravésdeellapudedistinguirtresconstruccionesdebarrorectangulares.Enelinteriordecadaunacabíaunhombretumbado.

—Notemas,sólosonbañeras—medijoDianaconunamalévolasonrisa.—Yonotengomiedoanada—lerespondímientrasunescalofríomecrispabala

espalda.—Yaveremos.Un enorme horno semejante al que había en el laboratorio subterráneo de la

hermanaLudovicamostraba un vientre negro donde chisporroteaban brasas. Sobreellashabíauntrípodeconuncalderohumeantedelquepartíalanieblasiniestra.

—Tienesquedarteunbañoparalimpiartucuerpodetodainmundicia—medijoDiana.

Mequedésinhabla.Ella sedirigióaunamesaquehabía juntoalhorno,cogióunatazadebarroymelaofreció.

—Peroantestómateestacocción,queharálosuyopordentro.Melabebídeunsorboyledevolvílataza.—Estabamuybuena.—Bien,ahoraalabañera—dijoseñalándomelaprimeradeellas.Me despojé de la túnica, pues quería demostrarle que nadame acobardaba, ni

siquieramostrarmiscarnesantesusojosescarlata.Salióycerrólapuerta.Entonces

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todo temor cayó sobremí. La tisana queme había hecho beber sabía amierda deperro,ymiestómagocomenzabaasufrirunosespasmosquemeperlabanlafrentedeunsudorhelado.Meacerquéalabañera.Alrededordeellahabíauncubovacíoydospequeñosbraserosdondesequemabaincienso.Deahíelperfumesagrado.Metíunpieyvolvíasacarlo;elaguaestabatemplada.

Mi madre también debió de someterse a esto, me dije. El agua me daba másmiedoquelasfaucesdeunlobo.NoestábamosacostumbradasenlaSantaSoledadatalesextravagancias,yaqueeselestropajo,ynolabañera,elquearrancalaroñadedíasysemanas.PenséenDiego,ensilehabríansometidoalamismaprueba.Quizáeneseinstantesehallabadesnudodentrodeotropozodebarromientrasflotabasobreél la nube espesa y caliente. Sentí quemi vello se erizaba y que la parte baja delvientre se me encogía de gusto. ¿Por qué mi cuerpo reaccionaba así? ¿Acasotraicionabaconaquellasensación loquenosuníadesde la infancia?Lehabíavistoconvertirse en unmuchacho alto y espigado. Su torso flaco poco a poco se habíarobustecido junto a mí, y se le marcaban los músculos del pecho y los hombros.Respiré profundamente la niebla y memetí en la bañera mientras me asaltaba denuevoaquelgocedesconocidoquedistrajomimiedo.

Admito que es placentero el baño, Berenjena. El agua cálida se asemeja a unbálsamo relajante. Sin embargo, no duró demasiado el bienestar. La tisana habíahechoyasuefecto,yvomitéhastaelúltimorestodelquesodelamañanadentrodelcuboquehabíajuntoalosbraseros.Yacomprendíasuutilidad.Comencéatemblardefrío,ymecubríconunpañodispuestoparaelloenelbordedelabañera.

Oíunosgolpecitosenlapuerta.EraDiana,rebosantedesatisfacción.—Yaestáspreparadaparalaceremonia.Limpiapordentroyporfuera.Sin duda teníami estómago como el espejo de unamarquesa.Me entregó una

especie de camisón blanco e inmaculado que debía ponerme bajo la túnica, y unacintapararecogermeelcabelloque,porsupuesto,nomehabíamojado.

—¿Necesitasqueteayude?—Puedohacerlosola.—Notardes,vamosunpocoretrasadas.Me temblaban las piernas y sentía los dientes débiles como si en cualquier

momentosemefueranacaerdelaboca.Peromearreglétodolorápidoquepude,ymedispuseaseguirladenuevoatravésdellaberintodelospasadizos.

NosreunimosconDiegoylahermanaLudovicaenlaestanciaalaquellegamoseldíaanteriordespuésderecorrer lospasillosalumbradosdeoro.Él teníaelrostroverdeydemacrado,porloquesupusequehabíatomadolamismapurgaqueyo.

—Hola,Ceres—medijointentandobromear.Sonreíyletomédeunamano.Sentirlecercamehizorecuperarlasfuerzasporun

momento. Volvía a ser niña, y nada me proporcionaba tanta seguridad y me

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reconfortabatanto.Dianasemarchótrasinclinarlevementelacabezaantelahermana.Entoncesella

comenzó a explicarnos lo que iba a ocurrir en la ceremonia y cómo debíamoscomportarnos.

—Yoospresentoalahermandaddelamagiasagradaparaqueseáisacogidosporella —concluyó—. Representándola en la ceremonia se hallan sus dos máximasautoridades, magistri supremos. Los reconoceréis con facilidad, pues llevan unatúnicaámbarcomolamía.

—¿Yvosnosoisunodeellos?—lepregunté.—A las mujeres no se nos está permitido alcanzar ese grado. Sólo la mujer

destinadaacumplirlaprofecíatendráelprivilegiodealcanzarlo.—¿UnaprofecíacomolasdelprofetaEzequiel?—insistí.—La que traerá consigo la inmortalidad para el hombre. Pronto la conocerás.

Ahoracentrémonosenlaceremonia.Enellatambiénestápresenteelqueserávuestromaestro.YapartirdeahoradebéissaberqueminombreenlahermandadesGea.

Recuerdocondificultadloquesucedióacontinuación.Lasimágenessemezclanen mi cabeza, y mis sentidos derivan en un frenesí fantasmagórico. No consigodistinguir lo que fue real de lo que más tarde mi imaginación aportó a aquellaexperiencia.Séquetuvefríotodoeltiempo.Laspiernasmetemblabanbajolatúnicaylabocamesabíaaincienso.

Sinembargo,hayalgoquequedógrabadoenmimemoria:elrostrodeunodelosmagistri,ensombrecidobajosucapuchaámbar.Encuantoentréenlasalaqueerasutemplo, sentí en todomomento lamirada de aquel hombre sobremí.Más que laspalabrasquepronunciéamododejuramentodefidelidadhastalamuerte,recuerdoelpoderquetransmitíasufiguraenvueltaenlatúnica,suporteeleganteyorgulloso,sumentónterriblementeagudo,perfiladoporunaperillanegraconcanas,suspómulossalientes,sucabellooscurodesienesblancas,ysusojosincisivos,minuciosos,ojossabios del color de lamiel, que al clavarse en los tuyos parecían desmenuzarte elalma. ¿Quién era ese hombre cuya sola presencia me inquietaba? ¿Por qué mismanos,almirarle,sesentíanatraídashaciaél,altiempoquelorechazaban?

Eltemploeraunarecreacióndelemblemadelahermandad.Deformacircular,elsuelo estaba laboriosamente enriquecido por un mosaico que representaba albasilisco. Pequeños azulejos rojos y verdes componían con viveza el cuerpo delmonstruomordiéndose la cola, y otros amarillos resaltaban las cinco estrellas, quelucían,comosushermanasdelfirmamento,bajoelardordelasantorchas.Sobreunadeellassehallabaelhombrequenodejabademirarme.EnotrareconocíaTomás,sonriéndomedesdesutúnicablanca.Élseríanuestromaestro.

Eltercerhombre,depieenotraestrella,erabajo,yunapequeñajorobaabombabael ámbar de su túnica. Tenía la apariencia de un anciano, una nariz venosa y una

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frente ancha que delataba su calvicie en la parte superior de la cabeza, pues uncabellobermejoasomabaasussienesentreveradodecanas.Ciegolecreíentonces,apesardequeparecíaseguirteconlamirada.Teníaporojosdosorbesblanquecinosysecos,ylapazdesuespírituescritaenellos.

Pocopudeentenderdeloquemepareciónuestrapresentación,yaquelahermanaLudovica habló todo el rato en hebreo. Salvo aquellos nombres impostores queutilizaba con frecuencia para referirse a nosotros, sus palabras, atravesadas por elperfumeapocalípticodeunbraserogigante,sonaronenmisoídosprimerocomoundiscursoqueleinflamabaelcuelloderes,yluegocomounaapasionadaplegaria.

Aligualqueenelemblema,dentrodelcírculoqueformabaelbasiliscohabíaunapequeña fuente de ladrillo, de la que brotaban unas diminutas gotas de agua azulceleste.Aprendíalpocotiempoqueelcincoeraelnúmerodeldestino,ycincofueronlas gotas que derramó la hermana Ludovica sobre nuestra cabeza con una finacornucopia,pararenaceralmundopurificados.

Después,ante lahogueraprendidaenelbrasero, representamos lamuertede loquehabíamossidoy la resurreccióndenuestrascenizascomoavesdelparaíso.Nofuenuestracarneninuestrapiellasqueardieron,pueslahermanacortóconunadagaunmechóndenuestrocabelloy loarrojóal fuego.ElsabordeDiegoestabaenmiboca;suvoz,sinqueéldijerapalabra,enmisoídos,yenminariz,suinvencibleolorarescoldos.

Yasí, transformadosporaguay fuego, fuimosconducidosalcentrodelcírculosobre el halcón posado en la escalera. En aquel pájaro iniciamos el juramento.Repetimos las palabras hebreas que salían en torrente de los labios de la hermana.Luegonospostramosantelosdosúnicossímbolosquenosehallabanrecogidosenelemblema:untriánguloequiláteroconlapuntahaciaarriba,situadoentreelhalcónylahogueradelbrasero,querepresentabalaluzdelagraciadivina,yotroconlapuntahaciaabajo,entreelpájaroylafuente,laluzdelanaturaleza.

Unavezfinalizadalaceremonia,elhombredelaperillasemeacercó,ymirandocondespreciomisojosverdes,dijo:

—VeremossierestanextraordinariacomoaseguraGea.Ymialmaquedóaladerivafrentealpoderquemanabadeél.

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Laceldadelasprisionerashabíaquedadosumidaenlaoscuridad.Habíasidoundíadeintensanieveyelcieloestabacubiertoporunacapadenubesqueocultabanlaluzdelalunaylasestrellas.

—Esunanochenegra—dijoBerenjenamientrasbuscabaconsumanoelrostrodeBárbara—.Yaapenaspuedoverte.

—Yoprefieroestastinieblasalrayodelunaquepenetraavecesporlarendijaeilumina mi desgracia. El amor a la luna sólo es vanidad, su belleza confunde elcorazón,puessesientehalagadodepodercontemplarla.

—¿Mehablas,acaso,deTomás?Bárbarasonrióconamargura.—Siaúnnotienessueño,encontraráslarespuestaenloqueaúnnotehecontado.—Habla, entonces, que son muchos los años que he esperado para saber qué

ocurrió.Bárbarase recostó juntoaBerenjenaenel lecho,ysuspalabrasseconvirtieron

casienunsusurroparanoperturbarelsilenciodelanoche.

Dosdíasdespuésdelaceremoniacomencémiaprendizaje.Decaminoalaestanciadonde recibiría clases, Diana me contó la leyenda que rodeaba al nacimiento deTomás,mimaestro.

—Tienessuerte,al igualqueelmuchachoquehavenidocontigo: tumaestroesunserextraordinario.

Descubríensumiradarojizaunbrilloquelatornabapúrpura,violeta.—Enjuniode1591llegóunagoletaextranjeraalpuertodeSevilla—relatóDiana

—. Navegaba a la deriva, sin una presencia humana al timón o en el puente demando.Variosmarinerosarriaronunboteconlaintencióndesubirabordoyevitarquechocaraconlosbarcosamarradosenelpuerto,pueshaciaelloslaarrastrabalacorriente.Cuando lo consiguieron, susojos contemplaron conhorror que todos lospasajerosytripulanteshabíanmuertoacausadelapestenegra.Elpánicoalcontagioloshizosaltara lasaguas tibiasdelGuadalquivir.Sólounodeellospermanecióencubierta, pues entre la brisa veraniega distinguió un llanto tan solitario comohermoso.Guiándoseporaquelsonidoqueparecíahechizarlo,descubrióocultoentreunos barriles de la más abyecta ginebra, un capazo con un niño de meses. Yacíadesnudosobreunasábana,peroelsoldelocéanonohabíaquemadosupiel,queerablancay fría. ¿Quéhabíaprotegidoa aquella criaturadel fuegodel sol? ¿Quién lo

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habíaalimentadosiloscadáveressehallabanyaenfieradescomposición?»Seextendióporlaciudadelrumordequeenelbarcofantasmahabíallegadoun

niño amamantado por la luz de la luna. Su carne pura así lo atestiguaba. Elfirmamento había conspirado contra la vidamortal para protegerlo, las estrellas lohabíanenvueltoenunarrullo transparente,abrigándolode lanocheyaislándolodelosardoresdeldía.Nadieenelpuertoseatrevióatocarlo,nisiquieraelmarineroquelohabíarescatado,taleraeltemorqueproducíasuaspectodecriaturacelestial.Noloadmitieronenningúnhospicioporsiestabaendemoniado,yaquelabellezaesobjetode mayores tragedias que la fealdad. Abandonado en un rincón del muelle, vionegocioensucrianzasobrenaturalunaestrelleraconartesdebruja,quesehallabaenSevilla en busca de fortuna. Para no llamar demasiado la atención ante el SantoOficio de dicha ciudad, decidió trasladarse a Madrid, donde nada se sabía de laprocedenciadelniño.

»La ciencia de la estrellera era tosca y supersticiosa, pero enseñó al niño losuficiente como para que pudiera entender lo que leía en el cielo nocturno. Y asícomenzó a ganarse el pan, aunque la estrellera se quedaba con buena parte de lasgananciasylomatabadehambre.Sobrevivíagraciasalacaridaddelosfrailes.QuisolasuertequeunmiembrodenuestrahermandaddescubrieralaexistenciadeTomásysupodersobre losastros.Cuandoseconociósuhistoria,seencontróenellasignossuficientesparaaseverarqueeraunodeloselegidos.SudondespertabalamagiaqueDioshabíaocultadoenelcielo.

»Suaprendizajefuerápido.Aquíteenseñaránquelasabiduríaestágrabadaenelalmadeloselegidosyquesólohayquedespertarlaalosojosdelamemoria.Yonolocreodeltodo,porquetuvequeestudiarcomounadesgraciadaparallegaraserloquesoy.Aunquesiempretuvemalamemoria.

»Tomás alcanzó en ocho años el grado de fidelis, unomás que yo, y ahora yapuede sermaestro. Tú y esemuchacho de extraño pelo negro seréis sus primerosalumnos.Así loquisoél.Parasersincera, tequisosoloa ti.Aquí teenseñaránquementir tambiénesmalo,aunquesinomintiéramosarderíamosen lahogueraenunsantiamén.

»No sé por qué tiene tanto interés en ti. Se iba a marchar a Florencia, a launiversidad,yharetrasadoelviajesólopordarteclases.Atucompañero,encambio,ledesprecia. Intentóque loeducaraotro,peroGea insistióenquenoos separaran.Asíquehatenidoquefastidiarse.

—¿Porquénohabría dequerer enseñar aDiego?—inquirí—.Estoy seguradequeaprenderámuchomásrápidoqueyo.

—Enseguidatendráslaoportunidaddepreguntárselo.

Elaposentoenelquesenosimpartiríaclasesehallabaenunazonadondelostúneles

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parecíanhundirsehastalasentrañasdelatierra.Elsueloseinclinabaligeramente,yelolorasótanoseacentuaba.Eraunahabitacióncavernosa,conparedesdeladrilloqueatestiguabanlaobradelhombre,perotambiénderoca,dondesemostrabalaobradelanaturaleza.Habíagrandesarmariosrepletosdelibros,yunamesaenelcentroiluminadaporvarioscandelabros,con tressillasdispuestasasualrededor.Frenteaella se alzabauna tarimadondevi aTomásesperando juntoaunatril conungranlibroabiertoporsusprimeraspáginas.Elmuchachoángelsosteníaen lamanounavarafinadedospalmosquemerecordóladelahermanaUrraca.Sehabíaretiradolosrizosdelafrente,dejandoaldescubiertounabellezahiriente.Cuandoentréenlasalamesonrió.Sinembargo,susonrisaseborrócuandoentróDiego.

Tomásnosseñalólassillasconlavaraparaquetomáramosasiento.—Bienvenidos, Ceres y Vulcano —saludó—. Interesantes nombres para mis

primeros alumnos. Ceres, diosa de la naturaleza. Tan bella omás que Venus, unacoronadeespigasadornasuscabellostrigueños,ysusojossonverdescomolahierbaquenacefértilbajosuspasos—dijoconadmiración.

—Encambio,Vulcano…¿Tehaexplicadolahermanaquiénes?—Eldiosdelfuegoparalosromanos—respondióDiegoconbrusquedad.—¿Ynosabesnadamássobreél?Diegonocontestó.—Cuentan que Vulcano era poderoso, pero terriblemente deforme, pues fue

arrojado del Olimpo en su juventud —explicó Tomás—. Era cojo y de rostrorepugnante,loquelehacíamuydesdichadoporquenoencontrabaesposa.Nadieeracapaz de amarlo, y se convirtió en un ser solitario. Siempre andaba en su fraguatrabajandoelhierro.Finalmente,laespléndidaVenuslefuedadaenmatrimonio,peroellaleaborrecíaapesardelosesfuerzosdeldiosparaqueloamara.Nosoportabasufealdad, sus ojos negros como el carbón que animaba la fragua, y sus cabelloschamuscadosenelhálitodelfuego,durosyásperoscomounaestopamaloliente.

—¡Vetealdiablo!—exclamóDiegoponiéndoseenpie.Apretólospuñoscontralamesa,conteniendolasganasdesaltarsobreTomásy

estampárselosenlacara,apesardeladiferenciadeedadquehabíaentreambos.—Esperoque los años tehayanenseñadomodalesyno sigasmordiendocomo

perrorabioso—dijoTomásconcalma.Tomásbajódelatarima,yseacercóaDiegomientrasseseñalabaconundedola

mejilladerecha.Laúnicaimperfeccióndesurostroeraunapequeñacicatrizquelucíaentreelpómuloylamandíbula.Unadelgadalínearosáceaquehacíasubellezamáshumana.

—¿Recuerdasesto?—lepreguntó.—Yolorecuerdotodo,estúpido—espetóDiegoentredientes—.Lástimaqueno

temordímásfuerteytearranquéelmoflete,peroaúnestoyatiempo.

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—Malnacido, este sitio esdemasiadobuenopara alguien como tú.Nomerecesconocerloquemeobliganaenseñarte.

—¡Puesguárdateloparati!Diego apartó la silla, me dirigió una mirada furiosa y abandonó la habitación

dandounportazo.Mequedéparalizada.LoúnicoqueyorecordabadelasvisitasdeTomásalhospicioerasurostroentremissueños.

—Me alegro de que se haya ido. Estaremos mejor sin él hasta que aprenda acomportarse.

—Novolváisahablarleasí—objeté—.Sinoqueréissersumaestro,yonoquieroqueseáiselmío.

Lasmanosme ardían.Eché a correr detrásdeDiegoy le alcancé antesdequellegaraalaprimeraencrucijadadelostúneles.

—¿Porquémesigues?—preguntócondesprecio.—Porquequiero—respondídesafiante.—Vete con él.Hevisto cómo lemirabas ayer en la ceremonia, y hoymientras

hablaba. Siempre preferiste su piedra blanca a la mía. Y ahora estás contenta devolveraencontrarleaquí.Pero te lodijeenelhospicioy te lo repitoahoraenestetúnelapestoso:noesningúnángel,esuncretino.

—Noentiendesnada—repliqué—.Tampocoloentendisteenelhospicio.—Entiendoloqueveo.Queesmayoryguapo,ytegustacómoteadora.—Yamíquémeimporta.Yomiroaquienmedalagana.—Puesteprohíboquevuelvasamirarmeamí.Reservatusojossóloparaél.No

tecostarámucho.Ahoramismomelargodeaquí.Nosécómoperovoyaencontrarlasalidadeestosmalditospasadizosynovolverásaverme.

Se quitó la túnica azul que lo cubría y la arrojó al suelo con rabia.Me dio laespalda,ylevialejarsevestidotansóloconunacamisalargayunascalzas.Intentécontenerlaslágrimas,peronoloconseguí.

—Márchate—legritéentresollozos—.Soyyolaquenoquierevertenuncamás.Llévatelejostuarcángelysujuramentomentiroso,jamásvolveréatocarlo.

Sediolavuelta.Nosmiramosensilencioduranteunmomento.Yvinohaciamí,primero caminando despacio y despuésmás aprisa.Me deshice de la túnica de lamismaformaquehabíahechoél.Levisonreír,iluminarselanegruradesusojos.Nosabrazamos.Lohabíamoshechomuchasvecesperoaquellamepareciódistinta.Mispechosseconvirtieronenpuntasdedagaaltenerlotancerca,medolíanalcontactode su cuerpo. Sin embargo, no deseaba separarme sino pegarmemás a él, pues eldolorme proporcionaba un goce desconocido, al igual que el abultamiento que lenotaba dentro de las calzas. Escondí el rostro en su cuello, cuya piel estaba tensa.Inclinó lacabeza, respirandomiolor,ymerozócon los labiosbajoel lóbulode laoreja.

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Oímosunruidoenelpasadizoynosseparamos.—Alguien viene —dije mientras fingía que uno de mis pies jugaba con una

piedrecitadelsuelo.—Esposiblequesóloseaunarata—respondióconvozronca.Busquésumirada,perdidaenelrubordelasantorchas,ycuandolatuvedenuevo

frente a mí, me pareció más hermosa que nunca, como si cielo y tormento sereunieranenella.

—Vámonosdeaquí—medijo.Asentíy echamosacorrerpor elpasadizoquedescendíahacia las entrañasdel

mundo. En ese instante lo único queme importaba era escapar con él. Le hubieraseguidoalmismoinfierno.Semidesnudaentreaquellostúneles,conlabocasecaporlacarreraylovivido,ylapielerizadadefrío,teníalasensacióndequeeralibre.MidestinomepertenecíayyoelegíapermanecerjuntoaDiego.Sinembargo,conformeavanzábamos sin saberhaciadónde, se apoderabademíunaprofunda tristeza.Meapenabaabandonarelchaldemimadreeneldormitorio.Noqueríaquemimarchameimpidieraaveriguarmásdetallessobresucarácter,sucortavida,ysuamorporelhombrequelapreñódemí.Mealejabadeellanadamásencontrarla.Corríahaciamifuturo,perosacrificandolaoportunidaddeconocermipasado,miorigen.¿Porquélacuriosidadllevaalhombretantoalagloriacomoalaperdición?

Asíquemedetuve.—¿Qué te ocurre? —La voz de Diego llegó lejana a mis oídos—. ¿Quieres

regresar?Laaberturadesucamisaledejabaaldescubiertopartedelpecho.Yentrelatela

viasomarselaquemaduradelarcángel.Latoquéconsuavidad.Diegopusosumanosobrelamía.

—Sigamosadelante—ledije.Continuamoscaminandoconlosdedosentrelazados.Lalibertadmerefrescabael

rostro,deteniendotodopensamientoquepretendierairmásalládemitacto.Alprincipio, atravesamos los túneles sin rumbo,guiándonosporel caprichode

elegirunadireccióndistintacadavez:sienunaencrucijadatorcíamosaladerecha,en la siguiente lo hacíamos a la izquierda. Algunos túneles tenían pintados sereshermosos u horripilantes en lo alto de sus paredes, o sobre el arco en el quecomenzaban, tal como advertimos la primera vez que nos adentramos en ellosguiadospor la hermanaLudovica.Yomedaba cuentadequeDiego losobservabaminuciosamente con el objeto de grabarlos en su memoria, de tal manera quepudiéramos deshacer el camino recorrido si era necesario. Pero muy pronto laspinturasdesaparecieron,yensulugardescubrimoscombinacionesdeletras.Lasquemásserepetíaneranla«b»,la«e»yla«t».

—Vayamosporlospasadizosdondeaparecenlastres—mesugirióDiego—.No

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creo que su repetición sea casual. Ignoro su significado, pero apostaría un buendesayunoaqueconducenaalgunaparte;conunpocodesuertealasalida.

Al cabo de un rato, uno de los pasadizos finalizó en una pequeña puerta conremaches de hierro de la que colgaban dos aldabas. Una representaba la luna encuartocreciente,laotraelsol.EntreellashabíanescritolapalabraBERESHITcontinterojo (más adelante supeque su significado enhebreo era «bendición»).Lamaderaoscuramostrabarastrosdemohoydelhambredealgunosinsectos.Estabaabiertatansolounarendija,quepermitíaatisbarladébilluzquesehallabatrasella.

—¿Creesqueconduciráalasalida?—lepreguntéaDiego.—Comprobémoslo.Empujamos juntos la puerta, pues eramuy pesada.Él tuvo que agacharse para

pasar por ella.A sus trece años su estatura sobrepasaba ya la demuchos hombresadultos.

Nossorprendióqueelecodenuestrospasossemultiplicaradepronto.Laampliaestancia a la que habíamos entrado tenía forma circular, y una inmensa librería desieteestantesocupabalaparedhastaeltecho,bajoydeladrillo,interrumpidatansólopor dos escaleras. Una se encontraba cerca de la puerta y sus peldaños ascendíanhacia un piso superior. De la otra, justo en el extremo opuesto de la sala,alcanzábamosaverapenaslosprimerospeldañosenempinadodescenso.Ambaseranmuyestrechas:nohubierapodidoavanzarporellasmásqueunasolapersona,ycondificultadsisucuerposoportabamáscarnesdelasnecesarias.Lamaderaconlaquehabían sido construidas se asemejaba mucho a la de la puerta con las aldabas deastros.

Lailuminacióndelaestanciaproveníadelaslamparillasdebarroquereposabanenlapartealtadevariasmesas,cuyotableroseinclinabalosuficienteparafacilitarlas tareas de lectura y escritura, sin permitir que se cayeran los libros depositadossobreél.Lasmesasestabandistribuidasentornoaloquenosparecióunpozocuyobrocalnoeramásqueunabarandilladehierroprovistadebarrotes.Alasomarnosaél, nuestros ojos se abismaron en la más negra oscuridad. Lo mismo nos ocurriócuandomiramoshaciaarriba.Silafraganciaqueserespirabaentreloslibroseradecálido pergamino, el del pozo desprendía un inquietante tufo al aceite de lasantorchasylaslamparillas.Agarréunadeestasúltimasyalumbréconellaelabismo.Quisoelazarqueseescurrieradeentremismanos.Lacaídaduróalmenosveintesegundos.Esperamos, atentos al sonidodelbarroalquebrarse contra el suelo,maséstenuncallegó.Encambio,seoyóalgosemejanteaunrugido,comosiunmonstruohabitaseenelvientrenegrodelabiblioteca.Unresplandorsurgiódelfondodelpozo.

—Algohadespertado—dijeconelcorazónpalpitandoenmigarganta.—Salgamosdeaquí—repusoDiego.Pero los dos permanecimos inmóviles. Poco o nada sabía yo de bibliotecas.

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Aquéllaeralaprimeraquecontemplaba,yhededecirquedudomuchoquealgunapueda igualarla en hermosura. Era una cisterna grandiosa con las paredes rosadas.Desde su techo abovedado descendían unos anillos, corredores con libreríascirculares de siete estantes, que se comunicaban unos con otros por medio de lasangostasescaleras.Desdecualquieradeellosseteníalavisióndetodosatravésdelpozo.

Mientras admirábamos la belleza de la biblioteca, no nos dimos cuenta de quealguien se acercaba. Era uno de losmagistri supremos, tal y como confirmaba elcolor ámbar de su túnica. Le reconocí enseguida, por su baja estatura y por lapequeñajorobaqueafeabasuporte.Sosteníaunalámparadebarroentresusmanos,yalaluzdelallamacontemplésuspupilasblancasquemerecordaronalalunallena.No llevaba puesta la capucha, así que su calva quedaba al descubierto rodeada decabello bermejo, despeinado y canoso. Sentí gran alivio al comprobar que no setratabadelmagister de laperilla afiladaquehabíacontempladomisojoscon tantodesprecio.

—Aúnesprontoparaquecomprendáislasmaravillasqueencierraestelugar—nos dijo con voz cavernosa pero dulce—. De todas formas, haberlo encontradosignificaquellegaréisahacerlo.Labibliotecasólopuedeserhalladaporaquellosqueellamismaelige.

—Nosperdimosenlospasadizos—explicóDiego.—Nohubotalpérdida,seguisteislasseñalesadecuadas.—Pero…—Lasseñaleslemostraronelcaminoatumente.—Eraotroellugaralquedeseábamosllegar.Nisiquieraconocíamoslaexistencia

delabiblioteca.—Peroesaquíadondellegasteis.Hayimpresaenelhombreunasabiduríaqueni

élmismocomprende,yaquenoesconscientedeella.FueDiosquienlaimprimióenélalcrearlo,ysóloelestudioylaprácticaleenseñanareconocerla.

—¿Nohasidounacoincidencia?—pregunté.—ElazarnoesmásquelapropiasabiduríadelaCreación,jovencita.Yellaosha

indicadolasalida.Aprendedlasletras,losnúmeros,lalenguasagrada,yentenderéisvuestranaturaleza.Quizáentoncesleeréisenlasseñalesdelostúneleselcaminoparaabandonarlos.

Trasdeciresto,clavósuspupilasblancasenDiego.—Muchacho,latorturaalaquetesometetumentesehallaescritaentusojos.Leacariciólacabezaconunosdedoslargos,enjutos.Olíacomoloslibros,como

sisupielfueraunpergaminoysusangre,latintaconlaqueestabaescrito.—¿Nosoisciego?—No todo se ha de ver con los ojos que Dios concedió a nuestro rostro. De

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hecho,sonlosquemenospercibendecuantonosrodea.—¿Yconquéojossehadeverentonces?—quisosaberDiego.—Conlosdelespíritu.—¿Esasícomovenmismanos?—preguntéyo.—EllasatesoranundondeDios.Sinembargo,trasconcedértelo,Élquisodartela

libertad para usarlo. Se halla por tanto sometido a tu espíritu, formando unacomunión perfecta entre lo divino y lo humano. El cielo se junta con la tierra.Creadorconcreación.Encuantoati,muchacho,nodebestemeratumente,sólohasde aprender a ordenarla para que esté a tu servicio.Muchos grandes hombres a lolargodelahistoriaposeyeronunamemoriacomolatuya,segúndejóescritoPlinioelViejoensuNaturalisHistoria:Ciro,reydelospersas,llamabaporsunombreatodoslossoldadosdesuvastoejército;MitrídatesEupatorimpartíajusticiaenlosveintidósidiomas que se hablaban en su imperio; Metrodoro era capaz de repetir con unaexactitud asombrosa lo que había escuchadouna sola vez.Ahora estos nombres teson extraños, pero el conocimiento que adquirirás en la hermandad a partir de susvidasextraordinariasteserádegranconsuelo.

Diegoleobservabamaravillado.Ensurostroseatenuabaelansiadeescapar.Nosehallabaentreaquellospasadizoslarespuestaasuorigen,comoeramicaso,perosílaposibilidaddecomprendereldonqueposeía,deaprenderadominarlo,deaplacarlamareaincontenibledesusrecuerdos,quetantossufrimientoslehabíancausadoenel hospicio, cuando rememoraba todos los insultos que había recibido de otroshuérfanos,o lasmaldadesa lasque le sometía lahermanaUrraca.Laspalabrasdeaquelhombrehabíanhechomellaensuser.Elciegoeraconocidoenlahermandadcomo fray Clavícula, porque en su juventud había sido un estudioso de los librosmágicosysufavoritoeraLaClavículadeSalomón, reyhebreo, justocomoningúnotroenlaAntigüedad,queadquiriólasabiduríadelanaturalezaduranteunsueño.Almenos eso me enseñó Tomás en el tiempo que fue mi maestro. Porque aquel díaregresamos junto a él. Fray Clavícula nos acompañó hasta el aposento del quehabíamos huido. Cuando alcanzamos el túnel donde nos habíamos despojado denuestrastúnicas,selimitóadecir:

—Esfríoestelugarinclusoparalascarnesjóvenes.Cubrimosnuestrocuerposinrechistar,asombradosunavezmásdecuántopodían

llegaraveraquellosojosblancos.Cuando nos condujo a la habitación donde teníamos que tomar las clases,

comprobamosqueTomássehallabasentadofrentea lamesa,hojeandoun librodeformadistraída.

—Afortunadosoisdeguiaraestosaudienspor losmisteriosdelsaber—ledijofray Clavícula—. Mas ellos a su vez comparten la fortuna de que vos seáis sumaestro.

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Ysemarchócaminandosinunasolavacilaciónotraspiés,comosisuvistafueralamáscertera.Mástardesupequehabíapertenecidoalaordendelosfranciscanos,perovivíaretiradodelmundoenaquellabiblioteca,dondeasuentendersehallabanescritoslosmisteriosdelhombreydeluniverso.

AquellanocheTomásvinoabuscarmeamidormitorio.Nolerecibíamigablemente,puesestabaresentidaconélportratarcontantabrusquedadaDiego.MehabíadolidoquelocompararaconelpocoagraciadoVulcanoyquesemofaradeladesgraciadesucabellera.Poreso,cuandomerogóqueleacompañara,nosólomeneguésinoquetambiénledevolvílapiedradelaluna.

—Yanolaquiero—ledije.—Debestenerlasiempreatulado.Lahechicéparati.—Lacolocódenuevoentre

mismanos—.Yahoravenconmigo,quieroenseñartealgo.—NoiréaningunapartemientrasnoseáisamableconDiego.—Teprometoqueloseré—repusountantoresentido.—¿Yprometéis también que os esforzaréis en enseñarle?Es elmuchachomás

listoqueconozco,ysumemoriaescomolateladearañaquetodoloatrapa.Asintió.Accedíentoncesaquedarmeconlapiedrayasudeseodecambiarmitúnicaazul

porunablancaquellevabacolgadadelbrazo.Noteníacapucha,nibolsillos,yeradelinosuaveeinmaculado.

Leseguídenuevohastalosescalonesdelatorre.Segúnascendíamosporellosynos alejábamos delmundo subterráneo en dirección al cielo, sentía que el aire eramás ligero.Llegamos a la sala circular y, al contrario de lo quehabía supuesto, elambiente se tornó viciado. Sobre el suelo de piedra vislumbré un cuadrado blancopintado,degrandesdimensiones,encuyo interior reposabauncolchóndehojasdenogalydemembrillo,quebrillabanhumedecidasporaguaderosas.

Frente al cuadradohabía sietebraserosdeplata,dondeardíanunasplantasqueinvocabanalalunaconsuslenguasdehumo:aloefresco,resinayliriosvirginales.Tambiénhabíadospotesdecerámicacolmadosdeaguayunacopitadebarro,a laqueencontraríautilidadmástarde.

EntoncesTomásseñalóelcieloestrelladoymecontómuchascosasquenosabía.Porejemplo,quelalunaesrica.Tieneveintiochopalaciossóloparaellaysugorduramelancólica,ysepaseaporelcielodeunoaotrocomosifueraunareina.Tomáslosllamaba«mansiones»,peroyopreferíaimaginarladealcázarenalcázar,arrastrandosumantonacarado.TuvimosqueesperaraquelalunaentraraenelpalacioiluminadoporunaconstelaciónllamadaLibraparameternosdentrodelapinturadelcuadrado.Mientras tanto, Tomás había estado haciendo cálculos matemáticos entre loscachivaches estelares desperdigados por la mesa, y escudriñando el firmamento a

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travésdeun tubonegro.Mepermitiómirarporél,masmisojossólodistinguieronunaslucessemejantesalasposaderasdelasluciérnagas.

—Ahoraeselmomentoexacto—medijosatisfecho.Apagólasantorchasque iluminabanlaestancia,dejándonosamerceddelbrillo

infernal de losbraseros, ydeunababa celesteque se escurríapor el alféizar de laventana.

—¿Quévaaocurrir?—lepreguntéenunsusurro.—Dijistequeyoeraelguardiándelaluna,asíquevoyallamarlaparati.Nosdescalzamosparaentrardentrodel cuadrado.Bajomispiesquedóel tacto

hechicerodelashojas.Tomásalzólamanoderechaypudeverquesosteníaenellaunagruesaonzadeplata,coneldibujodeunostriángulosquehincabansuspuntasenuncuadrado,contenidoasuvezenuncírculo.Memiróconlosojosnocturnosdeungato,ydesubocabrotóuna letaníamágicaenhebreo.Laspalabrasmeparecieronmariposas que revoloteaban a nuestro alrededor. Cuandome hizo una seña con lacabeza,agarrélacopitadebarroytransvaséaguadeunavasijaaotratalycomomehabíaindicado.Supequedebíadetenermeporqueunresplandorlunarsedesplomóenlaventanaymecególavistaporuninstante.Cadarincónyrecovecodelaestanciaquedó desnudo bajo la llama blanca. Así descubrí que donde terminaba la mesaalargadahabíaunhuecoenlapared,ydentrodeélespejeabalafiguradeunhombre.

Semeencogieronlastripas,avisándomedequealguienestabavigilándonos,peronadapudehacer.Tomásmeindicóquepusieramismanossobrelassuyas,abrigandoasílaonzadeplata.Elresplandoralbinoseintensificódetalmaneraquemenublólaconsciencia.Alrecuperarme,semehelóelcorazón.Lalunaestabadentrodemí,yunasoledadglacialsurcabamisvenasylasangresemevolvíanata.Aguantéhastaqueen losojosdeTomásviel reflejodemidelirio.Solté laonzaycaíde rodillassobre lashojasdemembrillo.Entonces la figuraque seocultabaenelhuecode laparedhizoademándesalirdesuescondite,perosedetuvocuandoTomásmeayudóaincorporarme,yapoyómicabezaensupecho.

—Notemas,tusmanossonconductodelpoderdivino,delamagiaquesehallaocultaenlanaturaleza.

—Hayalguienescondidotrasaquelmuro—ledije.—Terepitoquenadahasdetemer.Elpoderdelalunahailuminadoestaonzade

plataylahaconvertidoenunvaliosotalismán.—Esallí—insistíseñalándoleelhuecoconlamano.Atisbéelaleteodeunasombraenlapared,losgreguescosyeljubónelegantede

unhombre.Seoyóelchirridodeunapuertayalcancéaverelmentónafiladoy laperilladelmagistersupremo,quemehabíaestadoobservandodurantelaceremonia.Luegodesapareció.

—Esunhonorqueélseintereseporti—medijoTomás—.Losébienporquefue

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mimaestro.Apartirdeesanoche la sombradeaquelhombremeacompañóa todaspartes.

Creíaverleocultoenlasencrucijadasde los túneles,encadaestanciaen laquemeencontraba,traspuertasorendijassecretas.Sentíaelpesominuciosodesusojosdemiel.LellamabanPrometeo,creadordelahumanidadconbarroyagua.

Berenjena pegó un respingo. Las piezas de su retablo encajaban a la perfección.Prometeo,eldestinatariodelascartasquelahermanaLudovicaescribíasobreDiegoyBárbaraconunlenguajecifrado.

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Cerca de la medianoche, el inquisidor Pedro Gómez de Ayala caminaba por unacallejuelaoscuradelosbarriosdelasafuerasdeToledo.Aunquesehabíadespojadodelasotanaparaocultarsuidentidadyunacapalargacubríalascalzasylasbotasyunsombrerodealaanchacamuflabasuscejas inconfundibles,dosalguacilesdesuconfianzaleguardabanlasespaldasaciertadistancia.

TrasacordaraúltimahoradelamañanaelingresoenprisióndeBerenjenacomo«mosca»,segúnlenguajedelpueblo,habíaaprovechadoeltiempodelaaudienciadelatardeparaencerrarseensudespachoconloslegajossobrelosprocesosdellibrerodelavilla,FernandoSalazar,ydelmanuscritodelsigloXV,ambosrelacionadosconlahermandadsecreta.DesdeelataquedelgiganteaBerenjena,estabaconvencidodequedebíaexaminarlosconmásdetenimientoporsisehabíadejadoalgúncabosueltoque lecondujeraaobtenermás informaciónsobre lasecta.Su instinto ledecíaquehabíapasadoalgoporalto.

Comenzóreleyendolaprofecíarecogidaenelmanuscrito:

Deunamujerconeldondelamuertenaceráunaniñaconeldondelavida.Ellaabrirálaspuertasdelpresente eterno cuando sean a un tiempo las cuatro estaciones delmundo, y en susmanos florecerá elmedicamentoceleste.

Una vez hubo terminado la lectura, se reafirmó en su teoría de que para lahermandad, Julia, lamadre de la acusada, era lamujer con el don de lamuerte, yBárbara, laniñaconeldondelavida, laelegidaparaqueensusmanoshechicerasflorecieraelmedicamentoceleste.

Asimismo,elataquedelgiganteaBerenjenayelanónimoquelehabíanenviadodemostraban la presencia de miembros de la hermandad en Toledo. Sabían queBárbara estabapresay estehecho le intranquilizaba.Nodejabadedarvueltas a laimportanciaqueteníalafechaparaelcumplimientodelaprofecía.«…cuandoseanauntiempolascuatroestacionesdelmundo»,repetíaunayotravezensucabeza.

Había examinado de nuevo el documento con el dibujo del tetramorfos queencontrarondentrodellegajo:Cristoenmajestadrodeadodeloscuatroevangelistas,acompañados por las criaturas que los representaban: a sanMarcos, el león; a sanJuan,eláguila;asanLucas,eltoro;asanMateo,elángel.

Pero lo que más le inquietaba era la anotación que unía a los cuatro con lasestrellas fijas.Sabíapor suexperienciacomo inquisidorqueenelmundodondesemovíanmagos, astrólogos, alquimistas y personajes de esa ralea, los astros podíanindicar fechas concretas o al menos determinar el período aproximado en el que

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tendríalugarunsuceso.Habíapedidounnuevoinformealoscalificadoressobreesteasunto, pero tardaría al menos una semana en llegar. Quizá para entonces fuerademasiado tarde. Sus esperanzas de averiguar la ubicación de los túneles de lahermandaden lavilla estabanpuestas enqueBerenjenaconsiguierahacerhablar aBárbara.

Pocas dudas albergaba Pedro sobre el medicamento celeste, pues estabaconvencidodequese tratabadelelixirde la inmortalidad tantasvecesbuscadoporesosseresquesededicabanaprácticasesotéricas.

El ambicioso inquisidor había examinado también el legajo del proceso dellibrero Fernando Salazar, detenido tras descubrirse que atesoraba en su tienda untítulo prohibido, el Zohar, libro de cabalistas hebreos. Entre sus posesiones seencontraron también un documento con el emblema de la hermandad y otrossímbolos que le hicieron sospechoso de practicar encantamientos judíos. Así loconfesóenelpotroenlenguacristiana.

Pedroleyóelactadeltormentoypudocomprobarqueelacusado,unavezqueledescoyuntaronunoscuantoshuesos,proclamóanteelestupordelverdugo,elnotarioyloshombresdeDiosquesehallabanpresentes,queelcaminoparaunirseaDiosnoeran los ritosy sacramentosestablecidospor laSantaMadre Iglesia, sino lamagiasagradaqueNuestroSeñorhabíaencerradoen lanaturaleza,yqueelhebreoera lalenguadivina.

Era la misma ideología hereje que la madre de Bárbara había revelado a lahermanaMaríapocoantesdesumuerte,lamismadoctrinaquequedórecogidaenelpergaminoleídoporBerenjenaenlasaladeaudiencias.

AloquePedronohabíaprestadoatenciónlaprimeravezqueexaminóelactadeltormentodel librero, fuerona laspalabrasenhebreoquepronuncióunayotravezantesdecaereneldelirioquelollevaríaalamuerte.Rezóyhablóenlalenguadelosjudíoshastaqueexhalósuúltimoaliento,advirtió.

El inquisidor había buscado la traducción, pero no la halló en ninguno de losdocumentosquecomponíanellegajo.Eraimprescindiblesaberquéhabíasalidodelabocadeaquelherejecuandosecreíamártirdesuscreencias,asíquemandóllamaraRafaeldeOsorio.

El notario del secreto se presentó a los pocos minutos, con cutis fantasmal yojerasprofundas.

—¿Dónde está la traducción de este documento? —le preguntó Pedromostrándoleelacta.

Con la espaldamás encorvada que en otras ocasiones—el pecho deRafael sehundíasinremediocuandoestabanervioso,ysujorobacrecía—,elnotarioseacercóalamesadelinquisidorparaexaminarlo.

—Nofuiyoquienejerciódenotarioenesecaso,sinouncompañeroqueahora

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trabajaparaelSantoTribunaldeCuenca.Élsabehebreo,yono.—¿Nuncasellegaronatraducirestaspalabras?—Deexistirunatraducción,estaríaenellegajo.—Buscauntraductordehebreoahoramismo.—Quizánolopuedaconseguirhastamañana.Sonyamásdelasochoylanoche

hacaídoyesfríaynevada.—Lonecesitoahora.Rafaelserascólacabeza.—Elseñorfiscal,comosabéis,hablamuchaslenguas,ycreoquetienenociones

dehebreo.—¿Íñigo?—Asíes—respondióRafaelmordiéndosesuslabiosfinos—.¿Deseáisquevaya

abuscarlo?Elinquisidorsequedópensativojugueteandoconlospelosdeunaceja.—No—decidió—.Buscaduntraductoryquevengaloantesposible.Marchaos.Elnotariosedisponíaaobedecer,cuandoPedrolellamódenuevo.—Rafael,niunapalabraaÍñigo.Elnotariobajólacabezaenseñaldeasentimientoyabandonóeldespacho.

La escarcha de la noche toledana humedecía la capa del inquisidor, pero losdocumentosquehabía sustraídodel archivo secreto seencontrabanabuen recaudobajo su jubónde terciopelo.Conformecaminabapor la callejuelanegra,guiándosepor la tenue luz de un farol de aceite, se deleitaba recordando el cuadro de suantepasado de cejas pobladas, el arzobispo de Toledo. A pesar de ser segundón yhombre de Iglesia, había conseguido un sitio de honor en la escalera principal delpalaciofamiliar,juntoalosguerrerosprimogénitosGómezdeAyala.Él,quetambiénposeía las cejas para la gloria, ocuparía pronto un lugar a su lado. Esa idea letemplaba el más leve remordimiento que pudiera sufrir por violar las normas delSantoOficio.De todosmodos, se consolaba pensando que acometía aquel acto enarasdesalvaguardarlapurezadelafeyatraparaunahermandaddeherejes.

Sedirigíaa la cárcelperpetuaparaencontrarseconun reo,unastrólogoalqueLorenzoyélhabíancondenadoapudrirseenunaceldadeporvida.Noeralaprimeravezquerequeríasusserviciosenasuntosdeastrosyestrellascuandoloscalificadoresdesconocíansusimplicacionesenlamagiaolasartesoscuras,ocuandoleurgíaunarespuesta, como era el caso. El astrólogo, un converso que hablaba hebreo, reuníatodas las cualidadesprofesionalesque esanochePedronecesitabaparadesentrañarcuantoantesquéseproponíalahermandadsecreta.PorunmomentoestuvotentadodepermitirquefueraÍñigoelprimeroenleerelactadeltormentodellibrero,perosearrepintió enseguida. No se fiaba de él. Aquel proceso era el que llevaba años

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esperando, y nadie iba a hacerle sombra, pormucho que se empeñaraLorenzo.Éldestaparíalamadrigueradeherejes,ylosharíaquemarenungrandiosoautodefeenlaplazamayordelavilla.

Cuandollegóaledificiohediondoymedioderruidodelacárcel,leshizounaseñaa los alguaciles que le acompañaban para que le esperasen fuera. Cumplió conpremuraeltrámitedesobornaralalcaideconunoscuantosducadosysedirigióhacialaceldadesuinformador.

Elastrólogoeraunancianodepielcuarteadayamarillenta,alquenolequedabamás que un diente en la boca. Se jactaba de que la pieza procedía de un trozo deestrella que había caído del cielo durante una noche en que llovían las Perseidas.Despuésuncirujanoselohabíaincrustadoenlaencíaparahacerlasdeliciasdesuspredicciones.

Trasacordarconelastrólogoqueleentregaríaunsextanteyunabolsaconunpardeducadosacambiodesusservicios,Pedrolemostróenprimerlugareldocumentocon el dibujo del tetramorfos y esperó impaciente a que aquel hombre dejara deamasarseeldienteconpasiónyledieraunarespuesta.

—Evangelistas… estrellas fijas…—musitó el astrólogo tras leer la frase queacompañabaaldibujo.

—¿Sabéisqué significa?—leapremióel inquisidor,queno sehabíaquitado lacapayprocurabanorozarsiquieraunmurodelaceldamugrienta.

—Permitidmequelomediteunpocomás.—Sinomedecísalgoquemecomplazca,olvidaosdelsextanteydeldinero.—Veamos, cada uno de los evangelistas se halla junto a la criatura que lo

representa.—Esoyalosabía.—Entoncesloquequizánosepáisesquelascuatrocriaturassecorrespondencon

las cuatro constelaciones zodiacales que se conocen como estrellas fijas, y que sehallanenelcentrodecadaunadelasestacionesdelaño—ledijoelastrólogo.

LosojospardosdePedroseiluminaron.—Continuad,parecequeosvaisaacercandoavuestrosextante.—EltorodesanLucascorrespondeaTauro,enelpuntocentraldelaprimavera;

elleóndesanMarcoscorrespondeaLeo,enelpuntocentraldelverano;eláguiladesan Juan, a Escorpio, en el punto central del otoño, y por último el ángel de sanMateo,aAcuario,enelpuntocentraldelinvierno.

—¡Lascuatroestacionesdelmundo!—exclamóPedro.—Efectivamente. Los cuatro evangelistas se identifican con estos signos o

estrellasfijasqueserefierenalasestaciones.—Pero decidme, ¿cuándo pueden darse las cuatro a un tiempo? ¿Tendría que

producirse alguna alineación de esas constelaciones, o algo semejante de vuestra

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brujeríadeestrellas?—lepreguntóelinquisidorconansiedad.—¿No habéis oído que son fijas? Permanecen siempre en elmismo sitio de la

bóvedaceleste.—Averiguadlo entonces —le ordenó de malos modos—. Quiero saber si

correspondeaunafecha.—Dudo que encuentre en el cielo una fecha como tal, pero sí algún

acontecimientoestelarrelacionadoconlaunióndelascuatroestrellasfijas.Unavezque lo haya descubierto, podré deciros aproximadamente cuándo sucederá talfenómeno.

—Aplicaos en este asunto porque no sólo os jugáis vuestro sextante anhelado,sino también quedaros a pan con gusanos y agua pútrida durante una buenatemporada,sihabloconelalcaide.

—Tomadasiento—respondióelastrólogomientrasseñalabasucatremugriento—.Esposiblequetardeunrato.

—Esperarédepie.Juntoalcatrehabíaunamesagrandeconunamarañadepapeles,librosyaparatos

metálicosqueelastrólogoconsultódurantemásdeunahoratoqueteándoseeldientedeestrella.

Pasadounrato,Pedrodecidiósentarsesobreeljergónmalolientedelcatre.—Cincodíastenéisantesdequelascuatroestacionescaigansobreelmundoaun

tiempo—ledijoporfinelastrólogoconvozsolemne.—¿Cincodías,decís?—replicóelinquisidor—.Esmuypocotiempo.—Lapredicciónesacertada.Lahecomprobadounpardeveces.Unaestrellade

lasque llamamoserrantesha recogido la influenciaypoderde tresde las estrellasfijas,ycuandopasefrentealacuarta,Escorpio,volcarásuspoderessobrelatierra,puestoquenuestroplanetasehallaahorafrenteaestesigno.

—¿Yquéocurrirá?—Sólopuedodecirosqueesunmomentopropicioparaquesereúnaaquelloque

sehabíaseparado,seabraaquelloquesehallabacerrado.Nadamás.—Está bien. Y ahora continuad ganándoos lo acordado —repuso Pedro,

entregándoleelactadeltormentodellibrerodelavilla—.Aúnrecordáislalenguadevuestrospadres,¿noesasí?

—Yaapenas,señor…—No disimuléis conmigo. Si no os quemé en su momento, no voy a hacerlo

ahora. Necesito que refresquéis vuestros conocimientos y que me facilitéis unatraducciónexactadeestepapel.Tenedencuentaquesabrésimeengañáis,pues lotraducirádespuésunhombredeconfianzadelSantoOficio.Acudoavosporquemeurgesaberquépone,ymáscuandomeaseguráisquedentrodecincodíasseránauntiempolascuatroestacionesdelmundo.

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—Refrescaré entoncesmimemoria para el señor inquisidor—dijo el astrólogoconunacínicasonrisa.

Esta vez Pedro no tomó asiento. Se dedicó a pasearse de un lado a otro de lacelda,queeralamásespaciosadelacárcelgraciasalosserviciosqueelprisioneroleprestaba.

Elastrólogonotardódemasiadoentraducirlaspalabrasdellibrerodelavilla.—Elhombrequedijoestoseestabamuriendo.—Eso ya lo sé, y vos también. Estaba en el potro de tortura y no volvió a

levantarsedeallí.¿Quédecía?—Principalmenterezaba.—¿Yalgomás?—No tiene mucho sentido. Son frases interrumpidas e incoherentes, como si

estuvieradelirando.—Traducidlas—leordenóelinquisidor.—Repetía:«Llegaráeltiempodelaprofecía…Vosotrosnoseréissalvados…He

visto susmanos…No es para vosotros…Herejes…Elmedicamento celeste…Lacura del pecado primero del hombre… El medicamento celeste… Lo haráinmortal…».

LamentedePedroGómezdeAyalasesumióenlafiebredelasconjeturasparadescifrarelsignificado.

—Lacuradelpecadoprimerodelhombre…—musitóelinquisidordeespaldasalastrólogo—.Elpecadoprimerodelhombre…

Arrancó de la mano del astrólogo el acta del tormento y se la guardó bajo eljubón.

—Comomeenteredequeosvaisdelalenguaconrespectoaesteasunto,estavezsíqueosquemaréenlahoguera,ysinposibilidaddequeosdengarroteprimero—advirtióPedroantesdeabandonaraprisalacelda.

—Cristianos…—murmuróelastrólogoalverlomarchar.Pedro atravesó los pasillos sombríos de la cárcel con la piel erizada por sus

pensamientos, y cuando dejó atrás aquel lugar hediondo y el viento le golpeó elrostro, comprendió que elmedicamento celeste eramuchomás que un elixir de lainmortalidad.Elmedicamentocelestecurabaelpecadooriginal,aquelporelqueelhombrehabíasidoexpulsadodelparaísoycondenadoaunavidamortal.

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Toledo,madrugadadel8denoviembredelañodelSeñorde1625

CárcelsecretadelaSantaInquisición

BárbarayBerenjenacompartíanlasestrechecesdeljergónysuscarnesseconsolabandelrelentegélidoprocedentedelrío.Trepabaporlosmurosdelacárcelelvapordelsilencio que reinaba en las calles y la serenidad de la nieve. Sólo el suspiromelancólico de algún preso o un alarido de pesadilla rompían la intimidad queenvolvíaalasdosmujeres.

—Lapiedradelalunaestáenlacelda—dijoBárbaraacurrucándoseenelregazodeBerenjena.

—¿LahastenidocontigodesdequetefugastedelaSantaSoledad?—No. El alcaideme la hizo llegar junto con una nota. Tomás está en Toledo,

Berenjena.Élpagóaesehombreespantosoparaqueme la entregara.Havenidoabuscarme…Juntoalapiedrahabíaunanotaquedecía:«Todavíateamo».

—Pero¿quéocurriócon…?—No te atreves a pronunciar su nombre…Escuchami historia hasta el final y

comprenderásloquepasó.Berenjenaleacaricióelcabellocondulzura.

Las lecciones con Tomás se convirtieron en la rutina de mi nueva vida lejos delhospicio. Diego asistía a ellas con desgana, a pesar de que Tomás cumplió supromesa y le trataba con amabilidad. Pero él se negaba a aprender. Solía estardistraído, como si quisiera alejar su mente de toda enseñanza para no recordarladespués.

Por aquellos días, sentimientos contradictorios convertían mi corazón en uncampo de batalla. Por un lado deseaba demostrarle a Tomás que era una buenaalumna, y él un hábil maestro. Después de las lecciones pasaba largas horasestudiandolasletrasenmiceldayleyendoenvozaltaparaque,alhacerloanteél,mivozdesentrañaraconfluidezelsecretode los librosysonaraensusoídos limpiayhermosa.Megustaba la formaenque entornaba lospárpados trasmi lecturaymesonreía levementepara indicarmeque lohabíahechobien.Megustabasentircercasus rizos, su aliento, su piel, cuando se inclinaba en la mesa para explicarme la

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escritura del alfabeto hebreo o las declinaciones latinas. Me gustaba escucharlecuandonoscontabalasazarosasvidasdelosdiosesgriegosyromanos,deloshéroesquesucumbíanalamordemujeresyninfas.Eltiemposedeteníaensuvozinmortal,ensusojosbrillantesdehazañas,ensusmanosqueempuñabanlasabiduríaenvezdelasarmas.

Supo sembrar en mi espíritu el deseo de aprender, la inquietud por elconocimiento.Leadmirabacomohombreycomomaestro,yello,unidoamistreceaños,me arrastraba a desear complacerle.Loqueme torturaba era la sensacióndequehaciéndolotraicionabadealgunaformaaDiego;leconocíaíntimamenteysabíadesusufrimiento.Deseabahacerlecomprenderquenadiepodríacambiarloquenosunía. Él se mostraba más encerrado en sí mismo que nunca, tan solitario ymeditabundoquenomedejaballegarhastaélcomosolíahacer,yesomeencendíaderabia.SuspalabrasnoeranmásquereprochesporcómomecomportabaconTomás.

—Eresigualqueunmulo—ledijeundía—.Peroyonovoyadejardeaprenderporculpatuya.Megustadescubrirloqueponeenloslibros,yconvertirenletrasloquemedice lacabeza.Si almenosmostrarasunpocode interés sabríasde loquehablo.

—Quizánoteinteresaríastantoporelestudiosituvierasotromaestro.—Pero yo no quiero otro maestro, quiero a Tomás. Disfruto escuchándole.

Ademássabeunmontóndecosas,eslistoynomehacesufrircomotú.—Yano teescaparíasconmigo,¿verdad?Ahoraprefieresquedarteasu ladoen

estostúneles.—Desdeluego.Noiríaconunmuloaningunaparte,ymenosconunocomotú

queseempeñaenseranalfabeto.Le herí aposta. Le herí porque él me hería, porque se alejaba de mí con su

desconfianza.Pero¿esposiblerebelarsecontraloqueunosiente?DiegoserefugióenfrayClavícula.Elancianodeojosblancoslehabíacausado

unagranimpresión.Sabíaquedevezencuandolevisitabaenlabibliotecamientrasyo estudiaba, y que él le daba consejos para domesticar sumemoria, para ordenartodas las experiencias y sensaciones que en ella se acumulaban desde su primerainfancia. Creo que intentabamostrarle el camino para que sumente, ajena a todaformadeolvido,dejaradeserunamaldición.

Trasnuestrapelea,susvisitasalabibliotecasehicieronmásfrecuentes.Comenzóa faltar a las lecciones de Tomás, amparado en la protección de fray Clavícula.Algunosdíasnisiquieraleveíaenelcomedoralahoradelalmuerzoodelacena.

Al poco tiempo, Tomás me dijo que ya no era su maestro. Fray Clavícula seencargaríadesuformación.

—Tucompañeroesunmuchachoconsuerte,hadespertadoungraninterésenel

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magister. Se entenderá mejor con él que conmigo. Si la biblioteca se destruyera,podrían escribirse de nuevo todos los libros a partir de su memoria. Es capaz derecordarloscomosilosestuvieraleyendoenesemismoinstante.Peronosóloatesorasucontenido,tambiénlaformaycolordelacaligrafíaconlaquefueronescritos,latexturade lashojas, losdibujosque las ilustran, inclusosi lapuntadeunadeellasestádobladaohasufridoeldeteriorodeltiempooelmordiscodealgunarata.

—LosojosdefrayClavículanopuedenverlos.—Nosiemprefueasí.Setornaronblancoscuandoseconvirtióenmagister,trasla

ceremonia de la muerte del beso, que es el último grado de conocimiento de lahermandad, donde se alcanza la verdadera sabiduría. Desde entonces ve de formadistinta.

—¿SequedarántambiénblancoslosojosdeDiego?Tomás soltó una carcajada. Bajó de la tarima y se acercó hasta la mesa que

entoncesocupabayosola.Meacaricióunamejillamirándomeconsusinmensosojosazules.

—¿TegustaríaquefrayClavículatambiénfueratumaestroparaestarjuntoatuamigo?Élleenseñaráaolvidar.

—Quieroquedarmecontigo—respondí.Por mucho que le enseñe a Diego el fraile jorobado, su memoria nunca le

permitiráolvidarme,pensé.Todasucabezaestállenademí,hemoscrecidojuntosenlaSantaSoledadcompartiendodichasypenas.

Estuvimos enfadados tresmeses y catorce días.Llevé la cuenta en un trozodepapel.Hacíaunarayacadavezqueeneldesayunoevitábamoscruzarnos,cadavezque nos encontrábamos en un pasadizo e intercambiábamos palabras parecidas aéstas:

—¿QuétaltevaconfrayClavícula?—Bien.¿YaticonTomás?—Bien.¿Yahasaprendidoaleer?—Aúnsigosiendounmuloanalfabeto.Era como si jugáramos a nonecesitarnos. ¿Recuerdas cuandonos escondíamos

entre las sábanas y las ropas tendidas en el patio de detrás de la portería eimaginábamosqueerannubes?Solíapensarenesemomentocuandocadaunoseguíasucaminoenvueltoenlatúnicafría,cuandoeloloralaceitedelasantorchas,quesehabíametidoenmispulmones,measfixiabayseencendíaenmíelrecuerdodelcieloazul, del viento ondulando la ropa, de la luz del sol, del pecho flaco deDiego, denuestrojuramentosobresupieldefragua.

Asíqueparaolvidarlemeapliquéenmisestudiosconahínco.Leímisprimerospárrafos en hebreo, aprendí oraciones que rezaba los sábados en el templo en esabellalengua.Fueinútil.

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Cuando se cumplía el tercer mes de estar enfadada con Diego, hice undescubrimiento en mi dormitorio. Repetía la tercera declinación latina mientraslanzabaalairelapiedradelaluna,cuandoéstaseescapódemismanosyrodóhastametersebajoelcatre.Loapartédelaparedpararecuperarlaymedicuentadequeunladrillo de la esquina, justo el que se hallaba sobre el suelo, estaba suelto y a sualrededorhabíaunrastrodepiedrecitasypolvo.Loseparédelrestosingranesfuerzoy hallé un agujero.Dentro había un papel que envolvía lo que en un principiomeparecióunacruzdemaderaquecolgabadeuncordón.Alaluzdelavela,leíloqueconcaligrafíahermosahabíanescritoenélenlenguacastellana:

Amormío,escondoentreestasparedesturegalo.Esparamímuypreciadoporquetepertenece,porqueestabasobretupecholaprimeravezquetevi.Séquehoyvasatraicionarme,ynodeseollevarconmigonada que pudiera perjudicarte. Que el silencio de estos muros sea sepultura de mi pasión. Jamás mearrepentídehaberteamado.Nisiquieraenestedía,cuandoséquecaminojuntoconlacriaturaqueesperohacialaperdición.Asíhadeser.Unamorcomoelnuestrodebepagarsuprecio.Siemprelosupeynomeimportó.

JULIA

Mis manos temblaron. Quien firmaba la carta tenía el mismo nombre que mimadre,yaquélhabíasidosudormitorio.Ademássehallabaencinta.Elpapelestabaamarillento,comosilosañoslohubierancorrompidoconlavejezaunquesinllegaradestruirlodeltodo.Loapretécontramipecho.Eraeltestimoniodelamorprohibidodemimadre.Pero¿aquiénamó?MefijéenlacruzymedicuentadequenoeraelsignodeCristosinounaletra,una«T».

AldíasiguienteselamostréaTomásdurantelalección.—¿Sabéisquéesesto?—Esunatau,decimononaletragriega.Tawenhebreo,últimaletradesualfabeto,

ynuestra«te»encastellano.—Esomeparecíaynounacruz.—También es un símbolo de la orden franciscana.Muchos frailes lo llevan al

cuello.Meestremecí.¿Seríamipadreunodeellos?—¿Estáisseguro?—lepreguntéconvozquebrada.—Sinomorídehambreenlascallessiendoniño,fuegraciasaunfrailequeme

dabamendrugosdepanysopacaliente.Llevabaunatausobreelhábito,lorecuerdomuybien.¿Dóndelahabéisencontrado?

—Enunpasadizo.—QuizápertenezcaafrayClavícula.Élfuefranciscano.Comprendíquenosóloerabastarda,sinoquemipadrehabíasidounhombrede

Diosqueviolósusvotos;deahíelprecioquesehabíadepagar.

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Fuerontiemposdegrandesasosiego.Llevabalataucolgadademicuello,bajolatúnica, y la sentía cálida como lamanodeunamadre, puestoque lamía lahabríaacariciadomuchasveces.PerotambiéneraunsímbolodetraiciónquemeabrasabaalcruzarmeconDiego.Reconciliarmeconélmeconsoló.

Sucedióelprimerdíaquevielsol,despuésdemásdeseismesescontemplandolamadrugadadelaceitequealumbrabatúnelesyhabitaciones.LahermanaLudovicasehallabapreocupadaporquenuestrosrostroshabíanpalidecidohastaconvertirseenjarros de leche. Toda lozanía había huido de nuestras mejillas; todo brío yluminosidad,denuestrosojos.Asíquelamonjadispusoquediéramosunpaseoporlas frescas riberas del Manzanares unas horas antes de la caída de la tarde. Nosacompañóellayunhombrequenohabíavistoenlahermandadhastaesedía.Másque un hombre parecía un gigante, tal era la envergadura de sus brazos, capaz dealbergarenellosunavacabiencebadaysimeapurashastaa su ternero. Inspirabatemor, sus andares eran bruscos, e iba armado con un sable de moro, y un palocastellanodelquecolgabaunsacosemejantealpellejodondesebebevino.Perositealcanzabalavistahastasurostro,descubríasunosojosverdesdesprovistosdefiereza,grandes y atónitos, como los de todo aquel que se alimenta de sus propiasensoñaciones. Los labios le colgaban fofos y gruesos, dejando entre ellos unaaberturapor laqueasomaban,entrebabadeoro, losdientesdeunemperador.A tiqueconoceslasEscrituras,noteextrañaráquelellamaranGoliat.

—HaceyaunosmesesquelosalguacilesdelaInquisicióndejarondepreguntarporvosotrosenlascallesdelavilla—nosdijolahermanaLudovica—.LaBlasasefue al destierro con el lomobien azotado por embaucadora, y en cuanto a laNiñaSanta,unosdicenquesubióvolandoalcielo,yotrosqueseríedelosincautosjuntoal muchacho que era su compinche, en algún lugar remoto de la sierra. Pero sitenemos la mala suerte de que algún alguacil o corchete haya ido a airearse alManzanaresysefijeenvosotros,estehombre—señalóalgigante—osprotegerá.

Goliatsemantuvoensilenciodesdequesalimosalexteriorporunpasadizocuyapuerta, oculta tras la maleza y una roca en forma de media luna, la hermana seaseguródecerrarconllave.

Jamás olvidaré aquella hermosa tarde de abril. Fuimos a la ribera opuesta delalcázar,juntoalpuentedeSegovia.Elsolsedesvanecíalentamentesobrelasaguasdel río, sin una sola nube que le arrebatara su luz dorada. La primavera habíaprendido de margaritas silvestres y campanillas las riberas de hierba blanda, ynuestrospiessehundíanalcaminarporelbarro,quedelataballuviasrecientes.

—Idapasearporlaorillayqueosdébienelsol—nosordenólahermana—.Yovoyaversiencuentrounasraícesquemehacenfalta.

Laperdimosdevistadetrásdeunaszarzas.Llevabaelhábitoblancoqueusabaenelhospicio,ynosotroslasropasconlasqueescapamosdeél.Comenzamosacaminar

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ensilencio,entrelosárbolesquesealzabanalolargodelrío.Elgigantenosvigilaba.Diegomerozabadevezencuandoconelhombroempujándomeligeramente.Aquelgestoerauna invitaciónal juego.Elairenosrevolvíaelcabello,nosrefrescaba lasmejillas.Elsolsealzabacálidosobrenuestrascabezas.EstabademuybuenhumoryDiegotambién.Jugamosadarnosempujoneselunoalotroduranteunrato,hastaqueyolepropinéunotanfuertequeestuvoapuntodecaersealrío.

—Melasvasapagar—medijo.Echéacorrerriéndomeyvinodetrásdemí.Cuandomeatrapó,caímosalsuelo,y

forcejeamossobrelahierbaparaverquiéninmovilizabaalotro.Deprontooímoselestruendodeunacarcajada.Eraelgigante.Aescasadistanciaobservabacómonospeleábamosyreíaconlabocatanabiertaqueparecíalaentradaaunacaverna.NosmiramosextrañadosycontinuamosjugandohastaqueDiegoserindióporquequeríaenseñarme algo. Se sacó de la chaqueta remendada un libro pequeño con tapas depiel,loabrióporunadesuspáginasyleyóunpoemaconvozapasionada.

—¿Hasaprendidoaleerasíensólotresmeses?—lepreguntécuandoterminó.—¿Yanosoyunmuloanalfabeto?—Analfabeto,no,peromulo…Sonriómientrasseechabasobremítumbándomedenuevoenlahierba.—Suéltame.Memirófijamenteysemeprendiófuegoenelpecho.Otrarisotadadelgigante,

quesehabíasentadoaobservarnosentreunasmatasdeamapolas,medevolvióalaprimaveradelManzanares.

—¿Quiénserá?—lepreguntéaDiegomientrasmetendíasumanoparaquemeincorporara.

—Supongoqueotromiembrodelahermandad.Debendesermuchosmásdelosqueconocemos.

—FrayClavícula fue franciscano en su juventud, ¿le has visto alguna vez conalgoparecidoaesto?—lepreguntédeprontomientraslemostrabalatauquellevabaalcuello.

—He visto esta «T» en varios manuscritos de la orden y he leído sobre ella.Ezequiel9,versículos3a6:«Yahvéhllamóentoncesalhombrevestidodelinoqueteníalacarteradeescribanoalacinturayledijo:“Recorredlaciudad,Jerusalén,ymarcadunatauenloshombresquegimenylloranportodaslasabominacionesquesecometenenella”.Yalosotrosoíquelesdijo:“Recorredlaciudaddetrásdeélyherid.No tengáispiedad,noperdonéis,matad aviejos, jóvenes, doncellas, niñosymujereshastaquenoquedeuno.Peronotoquéisaquienllevelatauenlafrente”».Esunsignoqueprotegeyredime.

—Ami madre no le sirvió de mucho—dije con pesar—. Quizá si la hubierallevadoensuúltimodía,eldelatraición,lascosashubieransidodistintas.

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Le conté lo que ponía en la nota de mi madre para que comprendiera mispalabras.

—Tupadreeraunfraileyelmíounloco,¿quémásda?—Sí—dije mientras arrojaba una piedrecita al río—.Memaravillo cuando te

escuchorecitarlasEscriturasdememoria.—TodocuantohayenmicabezasehallaordenadograciasafrayClavícula.Mi

menteeramidestrucciónhastaqueélmeenseñóquesinopodíaolvidar,elordendelos recuerdos me ayudaría a mantenerlos alejados. Ya no se mezclan entre sídevorándoseelunoalotroydevorándomeamí.

—Nocomprendoquéquieresdecir.—SiguiendolasenseñanzasdefrayClavículaheconstruidoenmimenteunreino

con castillos y palacios. Y en cada uno de sus aposentos, salones y sótanos hayenormesbaúlesycómodasdondeguardorecuerdosyconocimientos.Enelcastillodelas afrentas que sufrí en la Santa Soledad, cada baúl contiene el insulto de unhuérfano. Depositarlo allí y dejar que se cubra de polvo es una forma de olvido.Siempreestaráesperándomeparacuandodebaecharmanodeél,peronoperturbamivida.Asíalmacenotambiénloqueaprendo.Escomoponerunacasaenorden:cabemuchomás si el ambiente es limpioydespejado, si sabesdóndehasdebuscar lascosasencadamomento.

Deprontooímosunamelodíaquenossobrecogió.Goliatsehallabaabsortoenungorriónque trinabadulcemente, y le acompañaba con el cantomásbelloquehayaescuchado jamás.Me eché junto aDiego en la hierba.Unimos nuestras cabezas yentrelazamoslosdedos.

—¿Guardarásesterecuerdoenunbaúl?—Ésteloexpondréenunsalónparaquetodosletenganenvidia,yyomerecrearé

enélcuandomiánimodesfallezca.Nosquedamosdormidos.Soñéquemehallabaenelparaíso.DiegoeraAdány,

desnudo,mebuscabaentrelasambrosíasyfrutasdelaeternidad.

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LavozdeBárbarahabía idodebilitándosepocoapocohastaqueseapagóvencidapor el sueño.Rememoróelolordelhospicio, avinagre, a comidasdehuérfano, aljabónde las sábanas tendidas en el patio trasero, incluso al de la leche fértil de laBlasa.Apesardequeelcatreeramuyestrechopara lasdos,hacíaañosquenoseabandonabacontantaplacidezalreposo.

Encambio,Berenjenasehallabapresadeunardienteduermevela.ProcurabanomoverseporsidespertabaaBárbara,peroanhelabacaminardeunladoaotrodelacelda,porqueauntiempodeseabahuiryquedarse.LasmejillassuavesylimpiasdeBárbara ledolíansobre lassuyas,massi lasrepelíaelsufrimientoseagudizaba.Siqueríallorar,losojosselesecaban;siqueríadormir,suconsciencialacondenabaalinsomnio.

Bárbaralasintiómoverseysedespertó.—Aquí no hay insectos que roen la madera del techo, pero sí ratas

mordisqueandoinmundiciasconsusdientesafilados—susurró.Pero Berenjena no logró dormir hasta que la noche comenzó a dar paso

lentamentealaluzdelalba.Entoncesllegóasusoídosuncantoqueleerizóhastaelúltimo de sus cabellos. Se sentó de golpe en el lecho, con los ojos encendidos depánico.

—Estáaquí—dijomientrasletemblabanloslabios.ABárbaratambiénlahabíadespertadolamelodía,peroyasehabíaacostumbrado

aqueacudieraarondarlabajolarendijadelmurocadaamanecer.—EsGoliat—ledijoaBerenjenamientrasmaldecíalostraposqueleimpedían

ofrecerunacariciadeconsuelo.—Elgigante—repusoella.—Viene para consolar mi prisión con su canto. Hubo un tiempo en que me

gustabaescucharlo.—Dilequesevaya—lerogóBerenjena.Bárbaralaayudóaecharsedenuevosobreeljergón.—Cuandoelalbailumineeldíasemarchará.¿Porquéletienesmiedo?—Hayensucantoalgotandulcecomoaterrador.—Amísiempremeresultómuyhermoso.—Háblameparaquenopuedaescucharlo—lesuplicóBerenjena—.¿Quépasó

despuésdequeDiegoytúosreconciliarais?Bárbaraapoyólaespaldaenelmurodelaceldaysehumedecióloslabios.

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Él,comoeradeesperar,completóelprimergradodeconocimientodelahermandadun año antes que yo.Dejó de seraudiens para convertirse en electi. Gracias a lasenseñanzas y consejos de fray Clavícula, por quien llegó a sentir un apasionadoafecto, sucabezaseconvirtióenun reinodemúltiplespalaciosdondehabitacionespolvorientasacumulabanordenadamente recuerdosyconocimientos.Aprendió todolo rápido que podía esperarse de un muchacho con una memoria como la suya.Ademásposeíaunainteligenciadotadaparaelestudio,sobretodoeldelaslenguas.Nosólollegóadominarellatínyelhebreo,tambiénelárabe,elgriegoyelfrancés.Sudestinoeraserviralahermandadcomotraductordeloslibrosdelabiblioteca.

Avecessufríaterriblesdoloresdecabeza,comosiloscimientosdesuspalaciosse vieran vapuleados por un temblor de tierra que amenazaba con su destrucción.Veníaamidormitorioconelrostrolívidoylosojosextraviadosdemelancolía.Nostumbábamos en el lecho y yo posaba mis manos sobre sus cabellos. Podíamospasarnos horas así, frente a frente, sin decir una palabra, tan sólo mirándonos,sintiendo que respirábamos el uno a través de los pulmones del otro, que era misangrelaquesaciabasusvenas,ylasuyalaquenutríalasmías,queelcorazónnolatíaenelpechotibioqueloalbergaba,sinoenelquesehallabajuntoaél.

En 1615 Diego se convirtió en electi, de modo que le había llegado también elmomentoderegresaralmundoyaprenderacompaginardosvidas,comolamayoríade losmiembrosde lahermandad:unasecretasirviendoa lamisma,yotrapúblicadesarrollandounaprofesiónbajounnuevonombresierapreciso.Confrecuenciaunode losmiembrosmás antiguos tomaba como pupilo al electi, convirtiéndole en suprotegidooensuparientemásomenoscercano,dependiendodelcaso.Quienhacíaposibletalartificiodeidentidadeseraconocidocomo«elLavasangres»,unhombredeojoslistosaquienyohabíavistoarrastrarsuespinazodobladoporlostúnelesconsutúnicablancayunacarterarebosantedepergaminos.DeunplumazoteconvertíaennietadelCidCampeadoroensobrinadeMahoma.Poseíalacapacidaddehacerbrotardelanadalasmásfabulosasgenealogías,yderamificarenunintrincadonudodeparentescosybastardíaslasyaexistentes.

Te preguntarás quién se hizo cargo de Diego, ya que fray Clavícula habíarenunciado al mundo exterior desde su lúcida ceguera y vivía confinado en lasabiduríaqueencerraba labiblioteca.Habíaroto todolazocon lasociedad,con loshombresajenosa lamagiaocultaenlos librosyenlasfuerzasdelanaturaleza.Sucielo era el techo abovedadode ladrillos rosas; su sol, el fulgorquemanabade supropioespíritu.Sinembargo,enlostresañosquepermanecióasulado,Diegotrabóamistadconotrohombrequefrecuentabalabiblioteca,yquecompartíaconelfrailela creencia de que los libros, a su manera, estaban vivos. Su nombre secreto era

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Hermes, comoelmensajerode losdiosesgriegos; elnombrepúblicoeraFernandoSalazar.

Debía de tener cincuenta y tantos años.Era calvo,metido en carnes, y tenía elrostro enrojecido por los padecimientos de la salud miserable que lo acompañabadesde la adolescencia. No pocas veces la hermana Ludovica y yo le habíamospreparadopócimasycataplasmasdelaurelparaaliviarlelosdoloresdeunagotaquereaparecíaensupiernaderechaconlatestarudezdeunresucitado.Selacurabaconmis manos cuando tenía ocasión y a los pocos meses le brotaba de nuevo con lavirulenciadelaprimeravez.Estabaconvencidodequeeraunprecioquedebíapagarpor un pecado de sangre cometido de niño. Dios le había otorgado de sobra superdón,pueslehabíabendecidoconsueñosproféticosenlosqueselerevelabanlosmisteriosysecretosdeloslibrosmágicos.Porello,despuésdefrayClavícula,eraelmayor experto de la hermandad en esa ciencia invisible. Pero le había dejado lapenitenciaeternadelagota,juntoconunaincapacidadparatolerarlossufrimientosdel cuerpo. Fernando soportaba muy mal el dolor, y con frecuencia recurría alláudanoparamitigarlo,oalosemplastosdemandrágora.

Era dueño de la librería Salazar en la calle Mayor. Vendía gran cantidad demanuscritosy librosdesantosconsuspiedadesymartirios,entreotrosdehistoria,leyes,medicinaodeentretenimientoconpoemas,novelasycuentos.Peroademásdelibreroeraeditor.Disponíadeunaimprentaenlapartetraseradelatienda,ygustabadepublicarlaobradenuevostalentos.

Diego me contó que cuando Fernando supo su nombre verdadero, cuando seenteródequeelMontalvodesuapellidoibaunidoaladesgraciadel«yCeniza»,seleempedraronlosojosdelágrimas.

—Muchacho,juraríaqueyoconocíatupadre—ledijo—.¿AcasonosellamabaAlonso,yerapoeta?

—Asíes,señor—respondióél.—Nosuníaunaafableamistad.Tuveelhonordepublicarleunhermosolibrode

poemasquesehicieronmuyfamososensuépoca,yserecitabanencadaesquinadelavilla.Erahombreapasionadodelavida.¿Conocessuobra?

—Eldíaqueleprendiófuegoalacasaconmigodentro,depositóenmismanosunpergaminoconestosversos.

Recitóloquesindudasehallabaenelaposentoprincipaldealgúnpalaciodesumemoria.

CuandoDiegovolvióaverlounosdíasdespués,Fernandoleregalóellibrodesupadre.

—Asípodrásconocerotrosversosmásalegres,muchacho.—Gracias,señor.Apartirdeentonces,lollevabasiempreenunbolsillodelatúnicacomosifuera

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unamuleto.Losversosdesupadreinclinaronsugustohacialapoesía.—Esestamaterialaqueponepalabrasenbocadelcorazón—medijo.Lecontestéquesí,porqueelmíosucumbíamientrasmerecitabalospoemascon

sunuevavozdehombre.Recuerdocomosifuerahoyeldíaenqueabandonólostúnelesdelahermandad.

Teníadieciséisaños.Suporteeraeldeuncaballerocomocorrespondíaasuestirpe,vestidocongreguescosymediasnegras,botasaltasyuncoletodecuerobajolacapahastaelmuslo.Alto,delgado,dementónorgullosoypómulosmarcados,unhalodemisterio lo envolvía en la oscuridad de sus ojos negros. Se había dejado crecer elcabello y lo llevaba peinado hacia atrás y recogido en la nuca. De esta forma,disimulabaelpeloduroyásperoqueledejóenherenciaelincendio.PeroyanoeraDiegodeMontalvoyCeniza,huérfanodelaSantaSoledad,cuyonombreproscritoconstabaen losarchivosde la Inquisición, sino—graciasalLavasangres—ÁlvaroSalazar, hijo legítimo de un hermanastro de Fernando desaparecido en las selvaspantanosasdelNuevoMundo.ElúnicoquepodríarelacionarleconsupasadoeraelarcángelsanGabrieldesupecho.Sehabíanegadoenrepetidasocasionesaqueseloborrasen,peroconelpasodelosañossehabíadeformado,yparaentoncesteníalasalaspuntiagudas,yovaladalacoronasanta.

Ensuvidapública,Diego—esdecir,ÁlvaroSalazar—empezóatrabajarcomoaprendizenlalibreríayenlaimprentadesu«tío».Ensuvidasecreta,leayudabaconunatareapeligrosaparalaqueélyaseencontrabademasiadoviejo:proporcionaralabiblioteca de la hermandad los libros que el Santo Oficio había recogido comoprohibidosenelIndexlibrorumprohibitorum.Lamayoríaerantratadossobremagia,astrología, medicina, alquimia, cábala hebrea, y llegaban de contrabando desdeÁmsterdam,MúnichoVenecia.Diegoseencargódetraducirmuchosdeellos,yaquecontinuabasuformaciónjuntoafrayClavículaespecializándoseenelestudiodelaslenguas.

Nosdespedimoslanocheanteriorasupartida.Vinoamidormitorioymeentregóellibrodepoemasdesupadre.

—Quieroqueloguardes,asípodrásrecordarmecuandololeas.Mehabíapuestoelchaldemimadresobreloshombrosparaquemeprotegiera

delaenfermedaddenotenerlecerca.—Guárdalotú—lecontestéponiendoellibroensusmanos—.Prefieroescuchar

losversosentuslabioscuandovengasaverme.—Será muy a menudo. Cada día que vaya a la biblioteca te buscaré. —Me

acarició el rostro—. Y muy pronto tú también serás electi y podrás salir de esteencierro.Másqueelcieloazulylaluzdelsol,echodemenosrecorrerlascallesdelavilladurante lanocheconmidagaalcinto.¿Recuerdascuandoluchéhaceañosenaquelcallejónparadefenderosdelladrón?Fueelúnicomomentodemividaenque

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mimentesedetuvoysóloquedógrabadoenmimemoriaelpensamientodemataromorir.Norecuerdoelrostrodelhombrealquefinalmentedimuerte,nilaropaquellevaba puesta, ni las estocadas queme lanzó para defenderse, sólo veo su sangremanando lentamente de un agujero de su estómago, y tus ojos, tus ojos verdesaterrorizados.

»Además, fray Clavícula es partidario de la educación clásica. Dice que losgriegos, al tiempo que cultivaban su mente, adiestraban el cuerpo. Dice que mimemoria necesita ejercicio físico. Y es cierto. Fernando conoce a un maestro deesgrima,unoquedaclasesalosactoresdecomediadelcorraldelaPasiónparaquelosduelosparezcanmás reales,yvaaenseñarmeamanejar laespada.Ya tengo laedadnecesariaparallevaruna.Podréceñirlaalcintosinpeligro,juntoamidaga.

Tras esas palabras me dio un largo abrazo y me dejó sola en mi dormitorio,cobijadaenelchal,ensupapiromágicoquemeconsolabadeltemordelaausencia.Jamáslehabíavistotanilusionado.Susojosysuslabiossonreíanalunísono.Yyomealegrabaporello,peronopodíaevitarqueenunrincóndemialmasedespertaraunodiooscurohaciatodoaceroafilado.

MásomenosalañodemarcharseDiegodelostúnelessucedióalgoquecambiómidestino.Prometeo,elmagistersupremodementónafiladoqueestuvoobservándomedurantelaceremonia,yquegustabadeespiarmesinmuchorecato,cayóenfermo.LahermanaLudovica se presentó enmi dormitorio con el hábito de laSantaSoledadoculto bajo una capa. Su rostro ancho y poderoso permanecía en la sombra de lacapucha,dedondeescapabaunarespiracióncomogranizo.

—Prepárateparasaliralacalle—dijo—,asíquenadadetúnica.Lamuerteestárondandoaunodelosmagisteryhemosdelibrarledesusgarrasseacomosea.Nopermitiréqueselolleve.Aélno,esdemasiadovalioso.Debemosutilizartodoslosremediosqueesténanuestroalcance.

En ese último año de mi formación como audiens había comenzado a recibirlecciones de la hermana Ludovica aparte de las de Tomás. La monja tenía unlaboratoriohúmedoycavernosoenelvientredeuntúnel,conunatanor—unhornodealquimistas—,alambiques,balanzas,retortasydemásutensiliosrelacionadosconsuciencia.Eramayorqueelquesehallababajoelhospicio,asíquedisponíamosdeunaestanteríaparaapilarlasresurrecciones.Lahermanaestabaconvencidadequeelverdadero poder curativo de las plantas se hallaba en su espíritu, en sus espectrosbellosyondulantes,que incorporábamosa laspócimasybálsamoscomoartesanascelestiales.Ademásde todo lo referentea laspropiedadesocultasde lasplantas, lahermanameinstruíaenelconocimientodelcuerpohumanoydelossíntomasdelasenfermedadesquepodíanatacarloyenunanuevacienciallamadaalquimia.

—Enellaestá la llavede lapurificaciónde laespeciehumana,de lacurade la

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enfermedadeterna.—¿Ycuálesésa,hermana?—Lamuerte.A veces el magister supremo del que te hablo, al que decían Prometeo, se

presentaba en el laboratorio, sobre todo cuando la hermana me mandaba hacerexperimentos en esa misteriosa ciencia cuyo fin aún no llegaba a comprender.Permanecíaenunlugarapartadosindecirpalabra,yyosentíalosclavosdesusojosatravesandomicarne.

—¿Por qué me miráis de esa forma?—le pregunté un día, harta de sentirmeobservada.

—Paraversisoisdignadevuestroaprendizaje.—¿Quéqueréisdemí?—Cuandollegueelmomentolosabréis.Fuimosalpalacetedondevivíaelmagisterenuncarruajenegroquenosestaba

esperando en la puerta del caserón de la calle Segovia. Sentado junto al cochero,distinguí laportentosafiguradeGoliat.Llevabaelespinazodobladoparadisimularsuestaturayunsombrerodealaanchaquenopermitíaversupelopajizoysusojossoñadores. Pero el sable demoro le colgaba del cinto, amenazador, e imaginé quepalo y saco no andarían lejos. La hermana Ludovica echó las cortinillas yme fueimposibleverhaciadóndenosdirigíamos.SólocuandoelcarruajesedetuvoyGoliatabriólaportezuelaparaayudarnosadescenderdeél,descubríquenoshallábamosenel patio interior de un palacete queme trajo a lamemoria los veintiocho palacioshabitadosporlaluna,taleraelfulgordesupiedrabajoelpesodelastro.

Goliat nos condujo hasta el dormitorio, pero me di cuenta de que la hermanaLudovicatambiénconocíaelcamino.Noencontramosniunsolocriadoodoncella.Lacasayacíamudacomolamadrugada.

Undosel austero coronaba el lechodonde elmagister se retorcía a causade lafiebre.Lasabiduríadesumiradasehabíatornadodemencia.Sudabalodoydeliraba.Mordía las palabras, las descuartizaba hasta despojarlas de significado entre suslabiosrígidos,yesputabasangreenaccesosdetos.Lospómulosseleadentrabanenlacarne,ysumentóneralapuntadeunaespada.Untemblormesacudiólasrodillas,pues estaba escrita la soledadde lamuerte en su rostroy en el olor a cuervosqueexhalabaelaposento.

Leatendíaunamujerdecabellosblancos.Humedecíasufrenteconunpaño, ledaba de beber, le incorporaba en el lecho para aliviarle la tos. Se comportaba deformamelancólicaypacienteapesardequeélrechazabasuscuidadospropinándolemanotazosmientrasleincrepaba:

—¡…laperdí…maldita…tusilencio!Pero…ya…Soltóunacarcajadaquemeestremecióloshuesos,yunhiloencarnadolequedó

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colgandodeunlabio.Ellafuealimpiárselo,perolahermanaLudovicalepusounamanoenelhombroparaimpedirlo.

—Yanosocupamosnosotras.Puedesretirarte,Berta.La mujer inclinó la cabeza con gran sumisión y al levantarla me dirigió una

miradadeunazulpálidoyfantasmal.Cayóderodillasycomenzóallorar.—¿Osencontráisbien?—lepreguntésincomprenderquéhabíavistoenmípara

queleimpresionaradetalforma.—Nopuedehablar, un accidente acabócon su lenguahace algunos años—me

explicólahermanaLudovica.—Lolamentodeveras.Asintiómientrasabríalabocaparamostrarmealgo,perolahermanaladetuvo.—Berta,essuficiente.Márchate.Laayudéalevantarsetomándoladeunbrazo.Habíaquedadoaldescubiertolatau

franciscana que solía llevar colgada al cuello. Ella la tomó entre sus manos uninstante,ylamirócondesprecio.Luegomeacaricióelrostrocomosiloconociera,deleitándoseencadaunademisfacciones.

LahermanaLudovica lehizouna seña aGoliat y éste la sacóbruscamentedelaposento.

—Elmagister necesita tu don para salvarse —me dijo—. No perdamos mástiempo.Yrecuerdaquetodatuvoluntaddebeconcentrarseensucuración.

Sin embargo, ¿deseaba yo curarlo? Todavía recordaba el bienestar que sentíacuando sanaba a otros siendo la Niña Santa. Nada sabía sobre ellos, y no meimportaba.Escasoserantambiénmisconocimientosacercadelmagister.Aunasí,supresenciameatemorizabacomoelprimerdía,sobretodosusojosescrutadoresquelaenfermedad había enturbiado. Un oscuro desconsuelo habitaba en ellos, undesconsueloqueinesperadamenteseconvirtióenfierezacuandosetoparonconlataufranciscana de mi cuello. Me la arrebató de un zarpazo y comenzó a maldecirlaatragantándoseconsupropialengua.

—Notemas—metranquilizólahermanaLudovicaalverqueretrocedíahacialapuerta—.Eldelirionublasujuicio.

Lahermanaleenjugólafrenteylehablóconmansedumbreenlalenguahebreahastaqueconsiguióqueleentregaralatau.Meladevolvióylaguardéenunbolsillodelvestido.Eneseinstante,Goliatentródenuevoenelaposento.

—Cantaparatuseñor—leordenóella.Elcantodelgigantepostróalenfermoenunapazalucinadaqueparecíaproceder

delmismocielo.Cesólatosyel tormento,masmedicuentadequeseprecipitabacondichaenbrazosdelamuerte.Uninstintonacidoenlasentrañas,enlasangredemisvenas,meimpulsóasalvarlo.Lefrotélapielconlosbálsamosmedicinalesquehabíapreparado lahermanaLudovica, leapliquéemplastosdenarcisosydientede

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león. Nada toqué que no fuera él mientras le rondó la amenaza de la sepultura.Dormité en su regazo, cobijando en mis manos sus débiles latidos, la fiebre quequemabasucabeza,acunadaporlamelodíadelgigante.

Pocoapoco,conformeelalbaprendíaconunallamarojaelnuevodía,elcuerpodelenfermosevolviótibio,ylatosylosesputossemarcharonjuntoconelperfumedecuervos.

Ladamadelaguadañasehabíarendido.

Unasemanadespués,elmagistervinoavermeallaboratoriodelahermanaLudovicaya completamente recuperado. Era de nuevo el hombre que había sido, de porteapuestoyrasgosaltivos.Lepidióalahermanaquenosdejaraasolas,ymeentregóunbrochedeperlassobrelasquedestacabaunaamatista.

—Perteneció a alguien muy preciado para mí, mi hija. Por desgracia la perdícuandoeratanjovencomovos.

—Lolamentomucho.Nolosabía.—Juanesmiverdaderonombre.JuanMedeiros.—Supongoquevosyasabéiselmío.—Mehassalvadolavida,Bárbara,yestoyendeudacontigo.—No tenéis que darme algo tan preciado como esto—le dije devolviéndole el

broche—.Convuestraamabilidadapartirdeahora,mebasta.Mesonrió,yporprimeravezsentíquenodespreciabamisojosverdes.—Muy pronto seréis electi y podréis lucirlo en vuestra nueva vida. Significa

muchoparamíqueosloquedéis,creedme.—Gracias,esprecioso.—Ademásdeseabadecirosqueapartirdeahorayoserévuestromaestro.Tomás

nodeberetrasarmássusestudiosenFlorenciaypartirácuantoantes.Porsupuestolahermana Ludovica continuará con sus enseñanzas, así repartiremos mejor nuestrotiempo. Ella también tiene que ocuparse de la enfermería del hospicio, como biensabéis, y yo de mis asuntos en la corte. —Me observó con atención—. Por laexpresióndevuestrorostro,veoquenoosalegralanoticia.

Untrozodehieloseencajóenmigarganta.Norecuerdoquéexcusainventé,perolo dejé plantado en el laboratorio yme dirigí al comedor con la esperanza de queTomás también asistiera a la cena aquella noche.No se presentó.Apenas probé lasopayelestofadodealubias,meescabullíencuantopudeconlaexcusadequemedolíalacabeza.FrayClavícula,quehabíasalidoexcepcionalmentedelabiblioteca,memirósinvermeydijo:

—Eladolescenteesciegocomotapiadeconvento.Esperé un rato enmi dormitorio por si Tomás venía a buscarme para observar

juntos las estrellas. Como no se presentaba, me encaminé a la torre. Esperaba

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encontrarlerealizandosusmedicionesestelaresconelsextanteoverificandoque latierra enverdadgiraba alrededor de sol, segúndecía un talCopérniconacidoyyamuertoenlospaísesfríos.

Nofuicapazdeintuirloqueibaaencontrarme.Lalunasedesenrollabasobreelúltimotramodeescalonescomolalenguadeuna

serpiente. Ascendí silenciosa, imaginando sus rizos de ángel volcados sobre loscálculosmatemáticos,o sumidosen lacontemplacióndelcielo.Unabrisa lánguidameabriólosojos.FrentealaventanavilaespaldadesnudadeDiana,encajadaenlaojivaenunageometríaperfecta;lalargamelenaseconfundíaconlablancuradesupiel,lasnalgasredondasylaspiernasdemasiadoenclenques.Tomáslepusolamatade cabello sobre el hombro izquierdo y le besó el derecho, precipitándose despuéshacia el páramodonde se erguían los pechos.La túnica blanca yacía en un charcocercano, y su cuerpo se confundía con el de ella, y con el albor inmaculado queexhalaba la estancia. Sin ropa, eramagnífico, o así le pareció ami piel, donde seabríansurcosacadabesoquesentíacomomío.

Retrocedíhacialosprimerosescalones,puesmeenvolvióelvaporvioletadelosojosclarividentesdeDiana,regocijándose,yechéacorrer.Descendídelatorreymehundíenlospasadizos,queseconvirtierondenuevoenunlaberintodeantorchas,debrazos llameantes y ratas gélidas. Pasé de uno a otro, atravesé encrucijadas cuyocaminosólodecidíanmissollozos.ElfríodelatierrahúmedametraíaelrecuerdodeTomás desnudo besando a Diana. Fui incapaz de orientarme hasta mi dormitorio.Pasé la noche agazapada en la penumbra, con las manos rodeando mis rodillas,enfermadeunasoledaddesconocida.

Cuando desperté, mi túnica estaba mojada y me castañeteaban los dientes.Anhelaballegaramidormitorioyenvolvermeenelchaldemimadre.Mimentesehallaba más despejada, y aunque tardé un buen rato, conseguí elegir el caminoadecuadoyporfinmevitumbadaenmicama,yprotegidaentrelaseda.

Meestabaquedandodormidacuandooíunosgolpecitosenlapuerta.ReconocílafiguradeTomásalaluzdelalámparadeaceitequehabíaenlamesa.Ibaenvueltoensutúnicayllevabaunlegajodepapelesbajoelbrazo.Estabapreocupadoporqueyonohabíaasistidoaldesayunoniatomarmislecciones.

—Haréveniralahermana.Estásmuypálida.—He dormidomal, eso es todo—le dijemientrasme incorporaba—.Tuve un

sueño.TevidesnudoenlatorreamandoaDiana.Entoncesfueélquienpalideció,ysesentójuntoamíenellecho.Dellegajode

papeles,dondeseadivinabancálculosestelares,cogióunoyme loentregó.Eraundibujoexactoalosquemedejabaderegaloenelhospicio,yalquememostróenlatorreelprimerdíaquelleguéalostúneles.

—Aquíestádibujadonuestrodestino.

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—¿Ycuáles?—Estar juntos.AhorahedemarcharmeaFlorencia.ElmagisterPrometeoserá

vuestromaestro.—Losé.—Perocuandoregrese…Puseundedosobresuslabiosparaquecallara.—Cuandoregreséisnosabemosloquepasará.—Yosílosé.Cómopodríademostrárosloparaquemecreyerais.—EsperadmeestanocheenelmismolugarqueestabaisconDiana,desnudo.Sesorprendió,perocuandosubíhorasdespuésalatorrearrastrandounadesazón

que convertíamis piernas en sacos de arena, lo encontré tal como vino almundo,encajadoenel firmamentoquedibujaba laventana.Parecía esculpidoen leche.Supiel resplandecía al son de las estrellas, desvelando elmanto que le protegió en lagoletasiendoniño.Sucabelloeraelsolquenolehabíaquemado;susojos,lasolasdelmarquenuncaheconocido.

—Ven—medijoconlavozquebrada—.Tócame.Lohedeseadotanto…Peroenvezdetocarlelecontétuhistoria,Berenjena,ladelguardiándelaluna

que se enamoró de una huérfana y perdió el favor de Dios por desatender sucometido.Quizáentoncesdesaparecieronsusalas,ycayódesdeelcieloalagoletaenquelehallaron.

Seacercóamíymebesó.Tuspalabras,Berenjena,brotaronenmivientre:«…supielesfría,porquelasnochesentre lasnubesdelcielosongélidasysolitarias.Asíquehabrásdearroparloconunamanta…».Leacariciéloshombrosyerandehielo.Cogí la túnicaqueyacíaentre loscachivachesde lamesay se laeché sobreellos.Volvió a besarme con los labios húmedos, como deben de estar las velas de lasgoletasamerceddelviento.

—Terecordaréasíhastaquevuelvas—ledijemientrasapretabaenmimanolapiedrablancaqueguardabaenunbolsillodelatúnica.

Caminédeespaldashacialosescalones.Entoncesmedilavueltaysuimagenseprecipitóenelvacíoqueseabríaantemí.

TresdíasdespuésdelamarchadeTomás,despertédemadrugadaconlacertezadequehabíaalguienenmihabitación.InclinadasobreellechoestabaDianamirándomeconlapúrpuradelavenganza.

—No teequivoquesdehombreosufrirás lasconsecuencias—medijo—.Élesmío.Perocomoséleerlasalmaspuedohacermeconcualquieraquesemeantoje,asíquecadaunaalosuyo.

Sefuecomounfantasma,caminandosobrelabrumademisueño.

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Un rayo de sol atravesó la rendija del muro de la celda. Por aquella aberturapenetraba tambiénelbulliciode lasmañanasde trabajoen las calles toledanas: lasvocesdelostenderosalabandolasvirtudesdesusmercancías—manzanassabrosas,pavosreciéndegollados—,elajetreodeloshombresymujeresque,apieoencarro,se dirigían a sus quehaceres diarios, los ladridos de los perros vagabundos querondaban la ciudad en busca de algo a lo que hincarle el diente, el cacareo de lasgallinas que escapaban de los corrales. Por añadidura, aquella mañana del 8 denoviembre,llegóaoídosdelasprisionerasunsonidomuydistinto:lostaconesdelasbotas perfectamente acompasados de lo que parecía un batallón de alguaciles, losrugidos de su capitán para darles órdenes y las lenguasmetálicas de las espadas ypistolasquellevabanalcintoyavecesentrechocaban.

—Algo sucede—dijoBárbara—.Es la primera vez que oigo en esta parte delmurotantorevuelodesoldados.

—¿Traeránalgúnprisioneroimportantealacárcel?—sepreguntóBerenjena—.OquizáhayancapturadoaGoliat.

—Nolocreo.Apesardesutamaño,escapazdeocultarsupresenciacomounalagartijaescurridiza,puedoasegurártelo.

Labisagrade lapuertachirriócuandoésta seabrió lentamente.Unhalode luzprocedentedeunaantorcha inundó lacelda,y lasprisioneras retrocedieronhastaelmuroopuestoa lapuerta.Lastranquilizódistinguir lafigurarechonchadelalcaide,quelestraíaeldesayuno.

—Aquí tienen este ricomanjar paraque se alimenten—dijo el hombre conunalientoqueapestaba.

Lesechóunpedazodepannegroenlasescudillasquereposabanenelsuelo,yjuntoaellasdepositóunajarradebarroconagua.

—¡Tú!—espetó aBerenjena—.Coge el orinal convuestras inmundiciasyvenaquí.Encuantoati—señalóaBárbaraconundedo—,noquieroquetemuevasdeesapared.

Berenjenaagarróelorinal.—Salalpasilloyvacíaloenelcuboqueverásallí—leordenó.Él la siguió y,mientrasBerenjena vertía orines y excrementos, aprovechó para

susurrarlealoído:—¿Habéisaveriguadoalgo?—Aúnno.

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—Puesyapodéisesmeraros.Elseñorinquisidorosdasoloundíamásparaqueconsigáisquehableoladescoyuntaenelpotrohastaqueconfiese.Algohapasadoyahoraestecasolecorreprisa.

—¿Yesossoldados?—Seestáreforzandolaseguridaddelacárcel.Hanredobladolaguardia,perono

nos han dicho por qué. Temerán alguna amenaza. Y ahora adentro, a cumplir convuestrocometidodemosca.

BerenjenaregresójuntoaBárbaraconelorinalvacío.—Lalimpiezadelhospicioeracomoladeunpalacioalladodeestapocilga—

dijoconunaexpresióndeasco.Dejóelorinalenunaesquina,cogiólasescudillasdecomidaysesentójuntoa

Bárbaraenelcatre.—¿Nisiquieraosliberanlasmanosparacomer?—Noteapures,heaprendidoahacerlocomolosperros.—Ellossonlosanimales,lasbestiasmásbien.Tomó en susmanos la escudilla deBárbara, y fue arrancando trozos de pan y

metiéndoselospocoapocoenlaboca.Unaslágrimasasomaronasusojos.—¿Lloras?—lepreguntóBárbara—.Ahoraqueestásamiladoparacompartirmi

soledad,misituaciónyanomeparecetantriste.—Recordabacuandoestabasenelcatredelhospicio,endemoniada,yyotedaba

cucharaditasdecaldoconjudíasparaquenotememurieras.—Yme leías vidas de santos. Era tu voz lo único que me mantenía unida al

mundo,loúnicoporloquemeresistíaaabandonarlodeltodo.Berenjenasonrió,peroensucorazónseabrían lasaguasdeuna tempestad.No

estabadispuestaasepararsedeBárbaraydelatarlaanteel inquisidorhastasaberelfinal de suhistoria.Su instinto le decíaquenohabría otra oportunidadde llegar aconocerla.

Una vez apuraron el escuálido desayuno y se recostaron en el catre, le rogó aBárbaraqueprosiguierasurelatodondelohabíadejado.

Comomagistersupremo,JuanMedeiros,minuevomaestro,atesorabagrancantidadde conocimientos, pero era en el misterio de la cábala hebrea en lo que se leconsiderabaunsabio.Poseíaeldonparapracticarlallamada«magialingüística».Enellenguajehebreo,Diosposeíamuchosnombresocultos,yutilizandoéstosjuntoconlos de los ángeles, se podía cambiar la naturaleza; incluso la del mismo hombre,comoélmeaseguróunavez.Porello,Juaneramuyrespetadoentrelosmiembrosdelahermandad,perotambiéntemido.

Unatardemeolvidéenel laboratoriodelahermanaLudovicaunlibroqueellamehabíaprestadosobreunmédico llamadoParacelso,asíquedecidí irabuscarlo.

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La puerta estaba entreabierta, oí voces y reconocí la de la hermana y la de JuanMedeiros.Discutían.

—Es lomejorparaBárbara—decíaella—.Yo laadoptarécomopupilacuandoseaelecti,yseharánovicia.Porsupuesto,dejarélaenfermeríadelaSantaSoledadynosinstalaremosenunhospitaldelaordendondepodrátrabajarcomomiaprendiza.Es lamaneramásseguradequepuedaseguir susestudiossin llamardemasiado laatención, y pueda estar lista para cuando llegue el momento de enfrentarse a laprofecía.Unamujer con sabiduría no tienemuchas posibilidades hoy en día si noposeeunhábitocomorefugio.

—Noladejarédenuevoenvuestrasmanos—repusoélconbrusquedad—.Jamásdebisteispermitirqueesanodrizadelhospicio,latalBlasa,selallevaradeaquíparaalláporlavillacomoaunavulgarcurandera.Lapusisteisenpeligrosabiendoqueeldon que posee es un tesoro. ¿Y si la hubieran apresado los alguaciles del SantoOficio?Debisteisprotegerlamejor.

—Sabéisquetoméesadecisiónporquesilasalvábamosdelaamenazadeirpresaa la cárceldelSantoOficio,nosasegurábamosdequepermanecería en los túnelespor propia voluntad. Le proporcionamos un lugar donde ocultarse justo cuando lonecesitaba.Unamotivaciónmásparaquedarse,apartedeladesumadre.Vosnolaconocíais.Eraunacriaturadeespíriturebeldeynohubieraaceptadoelencierrotanfácilmente,nisucompañerotampoco.Latentacióndelasabiduríanoerasuficienteasus pocos años. Necesitaban tiempo para comprender el significado de nuestrahermandadydesearperteneceraella.Ynoolvidéisquecomprometersuidentidadhasidounmotivomásparaqueahoraaceptenunanueva.

—Podríamoshaberencontradootra formadehacerlo sinqueellacorriera tantoriesgo—insistióJuanMedeiros.

—¿TengoquerecordarosquefuisteisvosquiendecidióqueBárbarasequedaraami cargo en el hospicio, cuando no era más que una niña de pecho? Entoncestuvisteis laoportunidaddelibrarladeunainfanciadehuérfana.Aunqueeravuestranieta,preferisteisquemeocuparayodeella.

—Eldolorylarabiameatormentabanenaquel tiempo.Habíasufridounagranpérdida,lademiúnicahija,ydeunamaneraespantosa.Sientoncescometíunerror,ahora puedo subsanarlo. Al encontrarme con ella me he dado cuenta. Bárbaraperteneceasufamilia.¿Acasonoveisquetieneelmismorostroquesumadresalvoporlosojostraidores?Hadesermipupila.Conocerásusorígenesparacomprendersudon,yeldestinoparaelquevinoalmundo.Porqueahorasícreoqueenellahadecumplirselaprofecíaquetantoanhelanuestrahermandaddesdehacesiglos,aunqueenunprincipiome resistiera a verlo.Dios castiganuestra soberbia,Ludovica: a lanietaquerepudiésincompasión,Élconcediólamásvaliosadelasgracias.

Nofuicapazdeescucharmás.Tampocolodeseaba;habíatenidosuficiente.Una

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rataconelvientreabultadotraszamparsealgúnpergaminodelabibliotecaseacercóa mí. Le di tal patada mientras soltaba un improperio que el animal se plantó enmediodellaboratorio.Aquellodelatómipresenciadetrásdelapuerta,asíqueescapé.Corríporlospasadizosciegadelágrimashastallegaralcomedor,enlossótanosdelcaserónde la calleSegovia.Despuésde averiguar el engañode Juany lahermanaLudovica,laimagendeDiegosealzabaantemícomolaúnicaverdadquealumbrabamivida,ydecidí irensubusca.Lasparedesde ladrilloyrocaseestrechabanamipaso,atrapándomeenaquellugarconelairecorrompidoporlasantorchas,comosienélflotaralavilpeste.Ycadamovimientoquemeacercabaalalibertaddelavilla,arrancabademicarnelainocenciaburlada.Jamástomaríaloshábitos,comodeseabalahermanaLudovica;nolepermitiríaquevolvieraajugarconmidestino.Másmedolíansusmentiras,porcuanto laqueríayenellahabíaconfiado,que lasdeJuan,quehastahacíamuypoconodespertabaenmíningúnafecto.Porquedehechoélnomehabíamentido,¿oacasohaymentiratambiénenelocultamiento?Lahay,lahay,medijeentoncesmientrasen lasmanosmesudabanespinas.JuanMedeiroseramiabuelo.«…tuvisteis laoportunidaddelibrarladeunainfanciadehuérfana.—Ésasfueron laspalabrasde lahermana—.Aunque…preferisteisquemeocuparayodeella.»Mesentídenuevoabandonada,máshuérfanaquenunca.Laimagendelbrochedeamatistaseclavabaenmícualalfilerdesangre,y losrecuerdosgrabadosenmicabezayenmialmaabríanlaherida:elzarpazoarrancándomelataufranciscanaque,estabasegura,pertenecióamipadre;aquellamujer,Berta,tanteandomirostrocomosifueraunfantasmaqueregresadelmundodelosmuertos.«Acasonoveisquetieneel mismo rostro que su madre salvo por los ojos traidores», había dicho él. Ojostraidoresqueauntiempoerantraicionados.

Jamásmeresultarontanhermosaslascallesdelavillacomoesatardedeabril.Eralaprimera vez que caminaba sola por ellas. Antes lo había hecho en tu compañía,Berenjena, o en la de la Blasa o la hermana Ludovica. Me dirigí a la librería deFernando Salazar. Pregunté a varias mujeres cómo llegar hasta la calle Mayor, ypercibíextrañezaensumirada.Entoncesmedicuentadequemi túnicaazulpodíalevantar alguna sospecha.Me deshice de ella en un patiomugriento y solitario, ytoméprestadasunafaldayunablusaqueencontrétendidas.

No hallé a Diego en la librería. Un empleado que se ocupaba de ella en suausencia me dijo que le buscara en el corral de la Pasión, pues a esa hora serepresentabalacomedia.Élmehabíahabladodesuaficiónrecienteporelteatrotrasfrecuentaralosactoresconlosquecompartíaprofesordeesgrima.Conasistiraunasola representación podía recordar la mayoría de los versos de la obra.Me habíarecitadomásdeunaenlasoledaddelospaseosqueavecesdábamosporlosanillosdelabiblioteca,gozandojuntosdeloslancesyenredosamorosos,delasriñasporel

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honormagullado,ylasmuertesaduelodefloreteotrampadedaga.Asíquegraciasasu memoria y a la amistad que había surgido a base de estocadas, se divertíaapuntandoalosactoreseltextoqueselesolvidabaenescena.

Yo nunca había ido al corral, de modo que, cuando llegué, las penas de loocurridosemezclabanconlaemocióndeentrarenunoporprimeravez.Novolvíavernuncatalrevoltijodegentes—desderufianeshastanobles—,nitalpasiónporeldivertimento. Tras recibir algún que otro empujón de los que estaban de pie en elpatio, conseguí llegar detrás del escenario, y le pregunté a una mujer por ÁlvaroSalazar.

—¿Quiénlebusca?—Unaamiga—fuetodamirespuesta.Me guiñó un ojo yme indicó unos peldaños que conducían bajo las tablas del

escenario.Caminéuntrechoagachadahastaqueviunaescaleritaquellevabaaunacaja demadera donde se escondía el apuntador. Dentro estaba Diego, en calzas ycamisaporqueelhabitáculoeraestrechoyhacíauncalordeperros.Mesentítanfelizalverleya laveztantristeyvulnerablepor todoloquemehabíaocurrido,queleabracéconfuerza.

—¿Quéteocurre?¿HasvenidoavermeconGoliatylahermanaLudovica?—mesusurróaloído.

—Meheescapadoparaestarcontigo.Sonrió.Lacajateníaunaaberturaenlapartedearribaquecomunicabaconelsuelodel

escenario, donde sobresalía una tabla para que los espectadores no pudieran ver lacabezadelapuntador.Frenteaun jardínde tela,unamujer jovensedeclarabaauncaballerorecitandoapasionadosversos.MequedéembobadaescuchándolaysoltéaDiego,peroapenaspudesepararmedeélporquenohabíaespacio.Lesentíarespirar.Supechosubíaybajaba,cercadelmío.Elcaballeroquisodarlaréplicaalamujerqueamaba,palideció,ymiródesesperadohacialacaja.

—Aéstesiempreseleolvidasutexto—musitóDiego.Luegorecitóenvozbajalosversosdeamor.Sualientotempladomerozabalas

mejillas,ymeinflamóelpechoundesasosiegoquesesumóalsuyo.Comenzamosasudar,ylapoesíaseconvirtióenunríoqueparecíaempaparlotodo.Diegocallódepronto,merodeólacinturaylacajaseestrechóaúnmás.Nosbesamos.Mehundíensuslabiosqueerandefuego,ensubocaqueseabríaparabuscarlamía,ensulenguaqueparecía acariciarme el vientre con el gocede tenerlomás cercaquenunca.Leenredé los dedos en los cabellos, le deshice el lazo que se los anudaba, mientrassentía quemismanos se transformaban en él, en las lágrimas que le caían por elrostro.

Elcorralsevinoabajoentrepitidosyblasfemias,pueselenamoradoyacíaenel

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escenario,mudoylívido,mientrasveíacómoyogozabadesusversos.Pero la puerta de la caja del apuntador se abrió de golpe porque los besos nos

habíanllevadoahundirnosenelsuelopantanoso,buscándonostodohuecodondenosasomara la carne: cuello, pecho, y otros que no menciono para no avergonzarte.Dimoscon loshuesosen lapajaquealfombraba losentresijosdelescenario,ynosrevolcamos dichosos, mordiéndonos y chupándonos aquí y allá como cuandoretozábamos de huérfanos en la Santa Soledad y tú nos decías que parecíamoscachorrosdegato.Unhombredeaspectotosconosinterrumpiólosjuegosamorososcon un chillido de cólera, exigiéndole a Diego que dejara las lujurias para otromomento—«Pardiez,unonopuedefiarsedelaentrepiernadelosjóvenes»—,ysemetieraen lacajaparasoplarle losversosaldesgraciadodelgalán.PeroDiegomeagarródelamanoyhuimosporlasescalerasquedabanalosvestuarios,detrásdelostelonesytramoyas.AllínosdimosdenaricesconGoliat.

Echamos a correr hasta donde estaban las gradas con los privilegiados queocupaban asientos, y él detrás, desbaratando cuanto se ponía a su paso con sucorpulenciadeoso.Losánimos,queyaestabanbastanteexaltadosentreelpúblicopor el parón de la comedia, se calentaron más ante el desorden y el pánico quesembrabaelgigante,yel«Fuisteisvosquienmepisó»o«VosmederramasteiseneljubónladamajuanaconelvinodeNavalcarnero».Prontoempezaronlospuñetazos,lasestocadas,los«hideputas».Entretanto,Diegoyyoseguíamosbesándonosencadaescondrijoqueimprovisábamos,enlacazueladelasmujeres,oenlasescalerasquesubíanalosaposentosdedamasynobles,comosipudiéramosreconstruirelcaosquenosrodeabasóloconlapasióndeloslabios.PerolaszancadasdeGoliatnosseguíandecerca,implacables.Elensueñohabíavoladodesusojosdejándoleunamiradadelodo.Temíporunmomentoquenohubieranacidodeunvientredemujer,sinodelaspalabrasmágicasdeJuanMedeiros,puesélmehabíacontadoquepronunciandolasadecuadassepodíaotorgarvidaa lo inanimado,comoNuestroSeñorcuandosoplósobreuntrozodearcillaycreóaAdán.¿SeescondíatraslapieldeGoliatunhombredebarro?¿Ungolem,comolollamabanlosjudíos,quesiempreobedecíalasórdenesdesucreadoryamo,yquesólopodíaseraniquiladoporelhechizodelasletras?

Nosalcanzóenelaposentodeunadama,quesaliódespavoridaconformelovioentrar empuñando el palo y el sable hereje. Pocoo nada nos dio tiempo a hacer odecir.PrimerosacudióaDiegoenlacabeza,dejándolotendidoenelsuelo,yluegoamí,conmenosfuerza,porqueantesdeperderelconocimientomedicuentadequememetíaenelsacodearpilleracomosiyofueraunconejodelmonte.

Cuando desperté, supe que ya no me hallaba en el corral de la Pasión. Habíadesaparecidoelolorahombre,ameadas,sudores,risas,afeitesdenoblezaysangredepelea.Estabaenellecholujosamenteendoseladodeunaalcoba,dondeunbrasero

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desprendía el perfume dulce del aloe y el ámbar. Desde una cómoda, un par decandelabros de plata iluminaban mi descanso. Me incorporé. Alguien me habíacambiadolassencillasropasquehabíacogidoenelpatioporuncamisóndealgodónfino,adornadoconunahermosaprofusióndeencajesenlapecherayalfinaldelasmangas.

—ErademihijaJulia.Creíaestarsola,peromirédefrenteyenunrincónoscuroycercanoalapuerta

descubrí a Juan Medeiros sentado en una butaca. Un escalofrío me recorrió lasmanos.

—Soisdeconstituciónexacta—dijomientrasseacercabaallecho.—¿Estoyprisionera?Lemiréfijamenteconlosojosverdesdemipadre.—Estáisenvuestracasa.—Esperoqueno traigáisa todosvuestros invitadosdentrodeunsacoyconun

chichónenlacabeza.Notendríaiséxitocomoanfitrión.Sonrióysubarbillaseafilómástodavía.—Intentabaprotegerte.Noesseguroqueandessolaporlavillahastaquetengas

unanuevaidentidad.PeroGoliatnodebiólastimarte.Ahoraestásasalvoencasa.—YonohetenidomáscasaquelaSantaSoledad—leespeté.Sesentójuntoamíenellecho.Teníaelrostrosombrío.—SéqueescuchastelaconversaciónquemantuveconlahermanaLudovicaensu

laboratorio.Ysientomuchoquellegarasaoírciertascosas.—¿Cosascomoquequisisteisocuparosdemícuandomimadremuriódepeste?

¿Otambiénesoesmentira?—Daríamividaporqueasífuera.Tumadretetrajoalmundoenunhospitalde

beneficencia,yesemismodíamuriódepeste.Esa«T»quellevasalcuellopertenecea tu padre, un fraile que sedujo su inocencia y juventud, la dejó encinta y cuandoestabaapuntodeparirasuhija,ladenuncióalSantoOficioporquepensabaqueeraundemonio,unsúcuboquelehabíatentado.Mihija,bendecidaconundondivino,¿un súcubo?—Le centelleó la mirada de ira—. Tu cuello luce el símbolo de untraidor.

—¿Estávivo?—Alasalimañasasíesdifícilmatarlas.Ycréemequelointentévariasvecesenla

villa,perologróescaparhastadelsacodeGoliat.LuegomeenterédequesehabíamarchadoalNuevoMundo,ymandéunpardehombresaseguirleel rastro.Penséqueseríamuydifícildarconél,ysinembargo,loencontraronenmenosdeunmes.

—Ylomatasteis.—Lohubierahechosinose lohubieranllevadoya lasbubasy lafiebrequelo

postraron en un conventucho miserable. Se murió solo y como lo que era: un

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desgraciado.Tomómimanoentrelassuyas.Quisellorar,nosésiporlanoticiadelamuertede

mi padre, a pesar de que era un traidor, o porque el tacto de mi abuelo mereblandecía,inexplicablemente,aplacandomiira.

—Bárbara,confiesoquenoquisevertedurantemuchosaños.Teculpabapor lamuertedetumadre.Tehicepagarporlospecadosdetupadre,einclusoporlosdemipropiahija,aunquemecuestereconocerlo.

—Entonces¿podéisahoramirarmealosojossinresentimiento?¿Alosojosquetantoosrecuerdanalosdeél?

—Puedo—respondió hundiéndose en ellos—.Me salvasteis la vida cuando oshabíademostradotodomenosafectodesdequellegasteisa lospasadizos.Ludovicamedijoquevuestravoluntadseentregóporenteroasanarme.Pasasteishorasenvelajunto a mí, y cuando os pudo el cansancio dormisteis con las manos sobre micorazón.Yyo lassentíasídecerca.Fueprecisoquemehallaraa laspuertasde lamuerteparadarmecuentademierror,paraqueDioscastigaramiodioymisoberbia.Peromepermitióvivirpararepararlo,paraguiarosdelamanohastavuestrogloriosodestino.Yaestáispreparadaparaserelecti.Osacogerécomopupila,yelLavasangresnoharámásquedarosloqueospertenece.Hepensadoquepodríaisllevarelnombredevuestraabuela,quesellamabaCatalina.

Guardósilencioantesdepreguntarmeconsolemnidad:—¿QueréisserCatalinaMedeirosyvivirconmigo?—Hedepensarlo.Unaráfagadecóleraasomóasurostroyapretóloslabios.—No estáis acostumbrado a que os contraríe nadie, ¿no es cierto? —le dije

liberandomismanosdelassuyas.—Cierto.—En el hospicio, si no obedecías, la hermanaUrraca te azotaba con una vara.

PeroDiegoeraelquerecibíalosazotesquemecorrespondían.NoestéispesarosoporhabermedejadopasarmiinfanciaenlaSantaSoledad;simehubierassacadodeallí,nohabríacrecidoconél.YesperoqueseencuentrebiendespuésdelpalodeGoliat,porquesilehicieraisdaño,esosíquenopodríaperdonároslo.

—Tenéiscarácter.—Comobuenanietavuestra.Porprimeravezdesapareciódesurostrotodasombra.—Ordenaréquepreparen lonecesarioparaquepodamospartiraLisboacuanto

antes.—¿Lisboa?—Vuestra sangre es portuguesa. Voy a enseñaros la casa donde nació vuestra

madre, donde pasó su infancia. Y allí os contaré la historia de la familia. Y os

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convertiréenlamejorcabalistaquehayahabidoenlahermandad.Deloquetoquenvuestrasmanossaldrávida,siaprendéislaspalabrasquevoyaenseñaros.

—¿YmehablaréisdelaprofecíaquemencionóunavezlahermanaLudovica?—Oshablarédeloquegustéis.—¿Cuántotiempoestaremosfuera?—Unpardemeses.Hedesolucionarasuntosdenegociosallí.Yvariosencargos

delacorona.Habéisdesaberquesoyunodelosbanquerosdesumajestad.Dehuérfanamugrientaanietadebanquero,medije,asídeunsoloplumazo.Era

hombrealtanero,perolailusiónquemostrabaporaquelviajemepareciósincera.Yyoconoceríapor finmiorigen, conocería la tierray la casaquevieronnacer amimadre,lahistoriademifamilia,misraíces.Quétentaciónparaunhuérfano.

DeesaformacastigaríatambiénalahermanaLudovicaporhabermementido,porintrigarconmiinocenciayladeDiegoparaquepermaneciéramosenlahermandad.Mucho habíamos obtenido de ella en esos años, es cierto: habíamos templado elhambre,y recibidounaeducaciónquenosdesvelabaelpodery lamagiaqueDiosocultóparaunospocos.Pero¿aquéprecio?«…Unavezquetraspaséisesteumbralnohabrávueltaatrás»,ésasfueronlaspalabrasdelahermanacuandoadivinamoselacertijodelaesfinge.Sepertenecíaaellahastalamuerte,ysemoríaporellasierapreciso.Entoncesnoloveíacontantaclaridadcomohoyenestacelda.

Regresé a los túneles para recogermis pertenencias, y la hermanaLudovica sepresentóenmidormitorio.

—Voyaperderamimejorpupila—medijo.—Si no hubierais urdido un plan para traernos aquí con engaño, tal vez ahora

desearíaquedarmejuntoavos.—Tuvequehacerlo;eraisunoscríos.YahorahedeacatarladecisióndeJuan,él

esmáspoderosoqueyocomomagistersupremo.—Tambiénesmivoluntad.Yenestaocasiónvoyadecidiryo.Alfinyalcabo,es

miabuelo.—Cierto. Pero más adelante comprenderás que tu corazón tormentoso habría

encontradolapazquenecesitaenloshábitos.Teconozcobien.—No deseo sermonja, aunqueme gustaría seguir aprendiendo vuestra ciencia

cuandoregresedePortugal,siosparecebien.Deseosanaralosdemás.—Tudestinovamuchomásalládecuraralagentedeunasimpleenfermedad.Tu

destino,tudon,tepermitirálibrarlosdelamuertealaquenacieroncondenados.Peronada ha de interponerse en tu voluntad, aunque es cautiva de una fuerza capaz decrearydestruir:tucorazón.Yotehubieraenseñadoadesligarlodeella.

—Nocomprendoquétienequeverelcorazónenesto.—Lo sabes bien, Bárbara. Juan no puede comprenderlo porque no te ha visto

crecer juntoaDiego,noha sido testigode lapodredumbrequepuedescausar a tu

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alrededorcuandotesienteslejosdeél.¿HasolvidadoalpadreIsmael?—Lerecuerdomuybien.Entoncesyoerasólounaniña.Ahoratengodiecisiete

añosypuedosepararmidondemissentimientoshaciaDiego.Yalohehechoenlahermandad.

Enrojecí.—Aesomerefiero.Heestudiadodurantemuchosañosloqueosmantieneunidos

ynoconsigodescifrarlo.Soiscomodosorganismosquesenecesitanparavivir.Tudon depende de tu voluntad, pero tu voluntad es cautiva del amor a un hombre.Contraesodebesluchar.Yoteayudarésiéseestudeseo.TerepitoqueJuannopuedecomprenderlo;leciegaunarepentinanecesidaddedescendencia,derecuperarentiasuhijaperdida.Queríaunanieta,yDiosleconcediólamásextraordinaria.Duranteelviajepiensaentodoloqueaquíhemoshablado.

Sedespidiódemíconunbesoenlafrente.

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Berenjena, ovillada en el jergón de la celda, apretó contra su pecho el rosario decuentasamarillas.RevivíalaSemanaSantadelavilla, loscirios,claveles,sangreeincienso, el retumbar de los tambores fúnebres. Los labios se le habían helado alrecordar ese único beso que le había dado José, un beso que no le pertenecía. Yapodíallorarporél,porsucuerpopudriéndoseentierraslejanas,porelalmaqueellaintentaríasalvarconrezosdelosfuegosdelinfierno.

Supropiahijalehabíallamadotraidor,peroellanosabíalahistoriahastaelfinal.DudósicontarleaBárbaraqueJosésearrepintiódedelatarasumadre,quesebatiócon los alguaciles para que Julia escapara, que le hirieron y se convirtió en unproscritodelaInquisición.Yluego,envezdehuir,quisoocultarelorigenherejedesuhija y recuperar el pergaminoque la hermanaLudovica le negó, entregándole acambiounashierbashechicerasparaqueledieranmuerte.

Lo que José trató de proteger —el secreto del nacimiento de Bárbara—,BerenjenasehabíaencargadodedesvelárseloalSantoOficio.Parecíadesmesuradalavenganza,sóloporunbesoequivocado,porunamornocorrespondido,aunquefueraelúnico.

Peronohabíatiempoparaviejashistoriasyrencores,paraesperanzasquehabíanterminadoenesacelda,araízdeunamuerteenalgúnlugarsalvaje.

La tardepenetrabaa travésde la rendija.BerenjenadisponíaaúndeunanocheparaqueBárbaralerevelaratodoslosmisteriosdelahermanaddelamagiasagrada,como la había denominado la hermana Ludovica, que tanto le interesaban alinquisidor,peroellatambiéndeseabaconocerquéhabíaocurridoconDiego.

Respiróhondoyseincorporó.—Duermeunrato.Teestoycansandocontantorelato—ledijoBárbara.—Alcontrario.EstoydescubriendoaunahermanaLudovicaquemeasustayme

sorprende.SabíadenuestrascorreríasporlavillaconlaNiñaSantayloconsentía.EsposiblequehastafueraellaquienosdenunciaraatiyalaBlasaalaInquisición,paratenertebienatrapadadespués,comodijo.

—Sifueasí,nuncameloconfesó—repusoBárbara.—Ydime—Berenjenacarraspeó—.¿QuédecidisterespectoaDiegodespuésde

laconversaciónconlahermana?Bárbarasonriótristemente.

Me trasladé a vivir al palacete de Juan Medeiros y evité encontrarme con Diego

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durante todaunasemana,apesardequeél intentóvermevariasveces.Recécomonuncahastaentonceslohabíahecho,rogándoleaDiosunarespuestasobrecuáldebíasermicamino.Mehabíanturbadolaspalabrasdelahermana,ymehallabaconfusa,pues tampoco podía apartar demimente los besos en el corral de la Pasión…unnombrede lomásapropiadopara loqueallí sucedió,Berenjena,apesardequesereferíaalapasióndeCristo,comoelhospitalcuyacofradíaloregentaba.

Eldía antesdemipartidaaLisboamedevoraba la ansiedadporverle.Entré ahurtadillasenelaposentodeJuan,quesehallabareunidoenunodelossalonesconotroshombresde la corte,ymehiceconunatuendodecaballero.Eramás seguroaventurarseenlanochedelavillacomounhombre,puesunahembrasolitariallamamásalpeligro.Fingícansancioyquemeacostabatemprano;apenaseranlasochoyaúnquedabanenelcielorestosdelsoldemarzo.Noleencontréenlalibrería,sinootra vez en el corral, aunque no era día de comedia.Me estremecí al entrar en elpatio: parecía enorme sin públicoy con los versos dormidos entre las gradasy losbancos,alaesperadeunanuevarepresentación.Mellegóelestruendodedosacerosqueentrechocabanfilossobreeltabladodelescenario.Diegosebatíaconunhombredecabellosblancos.Nomediolasensacióndequefuerauncombateamuerte,comotemí en un principio, sino una lucha amistosa para ejercitarse en el oficio de laespada.Lellaméporsunuevonombre,Álvaro,quetanajenomeresultaba.Élbajólaguardia,yelotrolodesarmódeunaestocada.

—La más leve distracción significa la muerte, no lo olvidéis —le dijo elcontrincante mientras recogía su espada del suelo y se la entregaba—. Mas estecaballero—hubociertoretintínensuspalabras—pareceansiosodehablarconvos.

Sindudahabíaadivinadomicondicióndemujerbajoelsombrerodealaancha.—Asíes—respondíinclinándomeenunareverencia.—Gracias, maestro —respondió Diego—. Dejemos entonces la lección para

mañana.—Seréis un gran espadachín.Hacía tiempoque no tenía un alumno tan dotado

comovos.Cuandoalfinnosquedamossolos,Diegopermanecióenelescenario,espadaen

mano,conlapuntaapoyadaenlastablas.Estabaenfadadoymotivosnolefaltaban.Llevaba el cabello suelto y le caía sobre los hombros, revuelto por el juego deestocadas,onduladopornacimiento,yfieroenunodesusladosporlainfamiadelasllamas.Vestíacamisablanca,calzasnegrasybotasdemontarqueenaltecíansufiguraesbelta.Subí al escenario, le arrebaté la espadayquise jugar comocuandoéramosniños.

—Enguardia—dije,apuntándolealestómago.Suslabiosseabrieronenunasonrisaamarga.—Notehacefaltaunaespadaparamatarme.

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Bajélamiradayelarma,ymetomóporlacinturaestrechándomecontraél.—Undíaelanhelodevertemellevaráalasepultura.Mequitóelsombreroyapartódemirostrounmechóndecabello.—Entoncesallíirécontigo.Dejécaerlaespadayleabracé.—¿Por qué has huido de mí esta semana? —preguntó—. ¿O era Catalina

Medeirosquiennoteníatiempopararecibirmeensunuevohogar?—¿Tegustaelnombre?Eraeldemiabuela.Nos sentamos enunbaúl que formabaparte del decorado, y le conté lo que la

pasiónnomepermitióexplicarledentrodelacajadelapuntador:JuanMedeiroseraen verdadmi abuelo. Sin embargo, decidí esperar ami regreso para desvelarle lasmentirasde lahermanaLudovica.Preferíaestarasu ladocuandoseenterase,ynoperturbarlarutinadesunuevavida,quetantassatisfaccionesleproporcionaba.Creoque en cierta forma era feliz. A pesar de su carácter reservado y adusto, habíacongeniadoconFernandoSalazar.Legustabavivirconélytrabajarenlalibreríaylaimprenta, ayudar en el corral de comedias, y sobre todo le entusiasmaban lasleccionesparaelmanejodelaespada.Ademásseguíanutriéndosedelasabiduríadefray Clavícula en la biblioteca, y como electi había comenzado a traducir susprimeroslibros.

—¿Te sientesmejor ahora que conoces tus raíces?—mepreguntó tomandomimanoentrelassuyas.

—Diego, tú al menos sabías desde siempre quiénes eran tus padres. Sabías tuverdaderoapellidoydedóndeprocedías.Yahoraa travésdeFernandohaspodidoaveriguarcómoeratupadreantesdequecayeraenlalocura.Yodeseoconocermejoramimadre,inclusoamiabuelo.VaallevarmedeviajeaLisboaparaenseñarmelacasafamiliardondeellanacióypasósuinfancia.

—SabíadetuviajeporDianaytemíaquepartierassindespedirtedemí,aunqueellameasegurólocontrario.

—¿Diana?Susprofecíasyamenazasmeincendiaronelrostro.Retirémimanodelassuyas

conbrusquedad.—¿Qué teocurre?Fuemuyamableconmigo.Te recuerdoquecuandodesperté

delpalodeGoliathabíasdesaparecidoynosabíasiestabasvivaomuerta.GraciasaFernandomeenterédequeteencontrabasasalvoencasadeJuanMedeiros.Ademásibas a convertirte en electi y en su pupila. Intenté verte para queme explicaras loocurrido, pero tú no te dignaste recibirme. Entonces Diana vino a la librería paradecirmeque nomepreocupara; había tenido una visión en la que partías de viaje,peroantesvendríasadespedirte.

—Quécaritativodesuparte.¿Noteextrañóquehicieraalgoasí?Sabesquemuy

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pocasveces abandona los túneles; es comouna ratablanca en suguarida.Ademáspudodecírtelocualquierdíaquefuerasalabiblioteca.—Melevantédelbaúl.

—Nocomprendoasantodequéledastantaimportancia,Bárbara.—¿Tedijoalgomás?—¿Porqué?—mepreguntóponiéndosetambiénenpie—.¿Quépodríahaberme

dicho?—¿Novasacontestarme?—insistí.—Mepidióqueleenseñaracómofuncionabalaimprenta,ehicimosjuntosunas

gacetillasdeoraciones.—EllaestáenamoradadeTomás.—Yesoquétienequeverconmigo.¿Oacasoteimportaati?¿Temesquepueda

hacertesombrayéldejedeadorarte?—Diego,creíqueyahabíassuperadotuscelos.—¿Noserástúlaqueahoraestácelosa?—¿DeDiana?—Sí,deunamujerbellaquesepreocupapormícuandotúnoquieresverme.—Asíqueteparecehermosa…—Loes.—EllaquierequemealejedeTomás.Maldigosusojosmoradosquetodoloven.—¿Yquévieronquetantotepreocupa?—¿Quétegustaríasaber?¿SiamoaTomás?Puessí,leamo,ynosbesamosantes

dequesemarcharaaFlorencia.—Veoquehasestadomuyocupadatodoestetiempo.—Ysigoestándolo—añadí—.Tengoquehacerlospreparativosparaunviaje,así

quehastalavista.Ledilaespaldaparadirigirmealasalidadelcorral,peromedetuvoagarrándome

deunamuñecaymeacercóaélhastaquemisojosquedaronmuycercadelossuyos.—Túmeamasamí.Losé—susurróacariciándomeunamejillaconeldorsodela

mano.Ymebesódespacio,rozandoapenasmislabioscomoelmásdulcetormentohasta

quenopudesoportarloyquisemás.Lanochesehizodíayeldía,noche.—Esverdad,teamo—ledijecuandonosseparamosparatomaraliento—,pero

temoaeseamormásqueanada.—Nodebestenermiedo.Comprendoloquequieresdecir…Jugóconmiscabellos,mesujetóconsuavidadlanuca.—MiamorporTomáses tanfácil, tanlejanocomolosastrosdesucielo…Sin

embargo,miamorportiesmipropiaexistencia.Losientomásqueamímisma.Sialgúndíadejarasdeamarme,nisiquieralamuertepodríaaliviarmidesdicha.

Mebesó las lágrimas humedeciendo sus labios y después losmíos.Yprobé el

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sabordemillanto.Medesabrochóeljubónmientrasmesusurrabaaloídolohermosaque estaba vestida como un hombre, lo dejó caer sobre el escenario, y nosreplegamos,comovelasdebarcoquellegaapuertotrasunalargatravesía.Yfuetododesnudarnosenelprimeracto,enfrentarmealpechoqueadoraba,entregarmeaélenun lance donde triunfaba el deseo, quemarme en el lugar del juramento. Nosenredamos después en abrazos, nos tocamos, nos fundimos, jugueteamos entrecaricias,nosreímos,nosenfadamostansóloparagozardelreencuentro.Repasamoscadaunade lascicatricesdenuestravidadehuérfano.Mebesó lasmarcasquemehabíandejadolascorreasentobillosymuñecasduranteelexorcismo,yyolebesélabrechaquelehabíaabiertoenlafrenteelcampesinoylasmordedurasdeperro;ytraslapielherida,aquellaqueenvientreysenossemanteníaintacta.Acariciélosmuslosrecios del galán, segundo acto de carne contra carne. Abrió mi universo con susdedos, la llaveenlacerraduradeunadoncella.Ymeadentréasíenelúltimoacto,para morir y resucitar entre sus piernas, en la trama que avanza hacia su éxtasis,dondesepierdelarazónylaconsciencia.

Colmadadedicha,oísuvozdesfallecida:—Hayenel reinodemimente, rodeadodepalaciosdesaberesyrecuerdos,un

hermosocastillodealtastorres,unafortalezainexpugnable.Allíreinastú,allíatesoroturostro,losmomentosqueestásconmigoylosquemeatormentanportuausencia.Atesorolaúnicaverdaddemivida.

Le abracé, y cuandodisfrutábamosdel descanso livianoque a ratos concede lapasión,escuchéunruido.MeincorporéparaaveriguarsuprocedenciayviaGoliat.Estabasentado frenteanosotros,con losojos tansorprendidoscomoprendadosdenuestra desnudez, y con una mano en su entrepierna gigante. La baba de oro lecolgabacomounríopasmado.

—¡Malditohideputa,esquenohasdedejarnosnuncaenpaz!¡Hoytemato!—exclamó Diego mientras se metía dentro de los pantalones y se apoderaba de suespada.

Cuando Goliat le vio dirigirse hacia él blandiendo un arma, recordó lo que lehabía llevado hasta allí. Se puso en guardia, y blandió el sablemoro y el palo deCastilla.

TemiendoquemataraaDiego,mecubrícuantopudeconlacamisadehombreymeaventuréaponermeentrelosdosaceros.

—Goliat,mevoycontigoacasa.Damelamano—ledijetendiéndolelamía.Memiró confuso.Vislumbréundestellode las pupilasverdes en sumiradade

barro.—¿Quéhaces,Bárbara?Aparta,puedehacertedaño.—Noleataques,telosuplico,Diego.Sóloquiereprotegermeyllevarmeacasa.—¿Noconfíasenlahabilidaddemiespada?Noseríaelprimerhombrequemato.

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—Detodasformastengoqueirme,Diego.Porfavor,guardatuespada.SonreíaGoliat.Soltóelpalo,aunquenoelalfanje.Entoncesseacercóamí,y

enseñándomelosdientesdeperlas,meacaricióconternuralapielquelacamisamedejabaaldescubiertoentrecuelloypechos,hastaquemeruboricéyaéllababaseletransformóencatarata.

—Comovuelvasatocarlatemato—leamenazóDiego.SuespadaintentóhundirseenlacarnedeGoliat,peroéstefrenólaembestidacon

ungolpedesablesinmoversedelsitio.—Basta,Goliat—lepedítomándolesuavementedelamuñecaparaquebajarael

aceromoro—. Juan, tu señor, no quiere que hieras aDiego. ¿Recuerdas cuando leprotegíastambiénaélennuestrospaseosporelrío?Yahoradatelavuelta,quehedevestirmeparairnosacasa.

Tenía dudas de que me comprendiera, pero se volvió con mansedumbre,guardandoelalfanjeenelcinto.

AbracéaDiego,aúndesnuda,ymepeguéalarcángel.—Adiós,miamor—ledije—.Teescribiré.Meenfundémisropasdecaballero,ydelamanodeGoliatrecorrílascallesdela

villa,aúntiritandodepasiónenlaoscuridaddelanoche.

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Toledo,8denoviembredelañodelSeñorde1625TribunaldelaSantaInquisición

Saladeaudiencias

Pedro Gómez de Ayala apenas descansó desde su visita al astrólogo de la cárcelperpetua. Estaba obsesionado con el medicamento celeste de los alquimistas, esapócima o purga hereje que pretendía limpiar el pecado original del hombre. Pero¿cómo iban ahacerlo?Aquellapregunta le atormentaba, así como laosadíade losmiembros de la hermandad al pretender conseguirlo. Su rostro enjuto se le habíahundidoaúnmásenlospómulosproporcionándoleunaspectoenfermizo,ysuscejasparecíanhaberaumentadodetamañoconvirtiéndoseencaracolesdemar.

Habíasuspendidolaaudienciadelatardeenlaquetendríaquehaberescuchadoalos testigos de otros procesos, para recibir al traductor de hebreo, un individuo decuerpofamélico,cabellosnegros,antiparrasynarizdeconverso.Habíacorroboradounaporunalaspalabrasdelastrólogoconeldientedeestrella,traslocuallehabíanobligadoaprestarjuramentodesecretobajopenadehoguera.

—Ya lo han oído—dijo Pedro dirigiéndose a Lorenzo y a Íñigo—. No es lasimple inmortalidad lo que buscan, sino curar el pecado de Adán y Eva. Y tienesentido para su mente hereje: limpio el hombre del pecado original, retorna a suorigen,acomofuecreadoporDiosenelparaísoantesdelacaída,inmortal.

—Pero ¿a través de qué brujería omagia hebrea pretenden hacer algo así?—preguntóLorenzo, el viejo inquisidor—.Enverdadque es grave la aberraciónquepersiguen.

—Recordemos que la hermandad cree que el camino para llegar a Dios no esningunodelossacramentosoritosdenuestraSantaIglesia,sinolamagiasagrada—respondióPedro—.HeestadorevisandounayotravezelmanuscritodelsigloXVysusdocumentos. ¿Porqué en elmismopapel donde aparece escrita la profecía tansólo hay dos anotacionesmás y ambas se refieren a lamuerte del beso aunque endistintosidiomas?Lamuertedelbeso.Lopocoquesabemosdeellaesquesetratadeunaceremoniadondeelpostulanteseenfrentaaunamuerteiniciática,paraunauniónmísticaconDiosatravésdeesebesosagradodelquenoshablóÍñigo.Portanto,creoque van a someter a la acusada a lamuerte del beso para que abra las puertas delpresenteeterno,yconsigaelmedicamento.Ahorabien,¿quéesestepresenteeterno?Esoesloquenosquedaporaveriguaraún.Yunaúltimacosa,¿dóndecelebraríauna

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hermandadsecretaunceremoniatanimportantequepuedetraerconsigounrenacerdelhombre inmortal? ¿Dónde se atreveríana realizarla si noen su cubículo, en suesconditedelostúnelesdelavilla?Hayqueaveriguarsuubicaciónseacomosea.HedadoordenalcomisariodelavillaparaqueregistrentodotúnelopasadizodelquesetengaconstanciaenMadrid.Tenemosquecercarlos.

—Parecequeosinteresaenverdadestecaso—dijoLorenzo—.¿Vosquéopináiscomofiscal?—lepreguntóaÍñigo.

—Sinoconseguimosun testimoniooconfesiónnohaycaso—respondió Íñigo—.Nodejandesermásqueconjeturas,aunquebrillantementeelaboradas.

—Simañanaporlamañanalatestigoinfiltradanohaconseguidolainformaciónquenecesitamosparaatraparlos,someteremosatormentoaIsabeldeMendozahastaque hable. Me temo que sin ella no hay fiesta, ni ceremonia ni inmortalidad. Heordenadoquerefuercenlaguardiadelacárcel.Lahermandadnecesitaaesamujerylanecesitanpronto.

—No hace falta que os recuerde —replicó Íñigo— que antes de someterla atormentoesnecesarioquealmenoscomparezcadosvecesmásantenosotrosyqueyoleleadequéseleacusa.

—Aceleraremoslostrámitessiespreciso,Íñigo—dijoPedro—.Loimportanteesquenosenosescapen.Osrecuerdoqueunodeellos,esegigante,haintentadomataralatestigoycampaasusanchasporlascallesdeToledoconunalfanje,unpaloyunsaco,sinquepodamosprenderloporqueparecedesvanecerseenelaireapesardesurobustez sobrenatural. Así que os propongo que nos retiremos y esperemos a laaudienciademañanaaverquéinformaciónhaobtenidolatalBerenjena.

Abandonaron la salade audiencias.Lorenzopartió a sus fraganteshabitacionesprivadasmientrasqueRafael,ÍñigoyPedrosedirigieronalarchivosecreto.

Rafael incorporó el acta de la audiencia de esa tarde al legajo del proceso deIsabeldeMendoza.Entretanto,Pedroseacercódeformadistraídaalarmariodondese custodiaba el manuscrito del siglo XV, y mientras fingía hojear unos papelesintrodujo en el legajo el documento del tetramorfos. Íñigo se dio cuenta, aunquefingiónohaberlevisto.

En cuanto al acta del tormento del librero de la villa, Pedro había tenido laoportunidad de incorporarlo esamisma tarde al legajo correspondiente cuando fuesacadodelarchivoparalacomparecenciadel traductor.Nadiepodríareprocharle lamásmínimafalta.Oesopensabaelinquisidor.

Rafael de Osorio abandonó el caserón del Santo Oficio junto a Íñigo Moncada.Aquellanocheelfríoatravesabaloshuesos,ylanieveseamontonabaenlascallesdetalmaneraqueimpedíaelpasodeloscarruajes,einclusodificultabaandarporellas.

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El notario esperaba regresar con él hasta casa caminando, como era su costumbre,peroÍñigoseexcusódiciéndolequedebíahacerunosrecados.

—¿Ynopuedenesperaresosrecadoshastamañana?—seextrañóelnotario.—DecidleaSantuarioquemeguardealgodecenaporfavor.—Conlanocheinfernalquehace.Elfiscalsonrióylepusounamanoenelhombroenseñaldeamistad.—Hecaminadoporsitiospeores.Ademásdenieveyfrío,debíaesquivarlasbalas

decañónquelanzabandesdelasfilasenemigas.—Noosconfiéis,unmalandríntoledanoenlaoscuridadpuedeserpeorquetodo

eso.—Rafaelrecordólaimagendelfiscalbatiéndoseconaquelterriblegigante—.Sibienesciertoquevossabéiscuidaros.

VioalejarselafiguradeÍñigo,ydesaparecerentrelossurcosdenieve.Esperóaque doblara la primera esquina, y echó a correr tras él. La nieve había idoendureciéndose hasta convertirse en hielo. Rafael resbaló y cayó de bruces. Selevantó con dificultad agarrándose a la fachada de una casa. Le sangraba el labio.Anduvodespacioestavez,peroÍñigohabíadesaparecidoenlaprimeraencrucijada.Desoladoymalherido,emprendióelcaminohaciasuhogar.

Santuario le curó el labio conun pañohúmedo.Le acarició la heridamientras susojos disfrutabande la visión de su boca entreabierta, lista para besar. Pero su amoestaba absorto en otros pensamientos, y ni siquiera reparó en que ella, después depasarleelpañoporellabio,seloacercabaalsuyoparabesarlo.

—Essuficiente.Gracias,Santuario.Ahoraprepáramelacena—ledijo.Ella se retiró a la cocinay sepintó los labios con la sangrequequedaba en el

trapo.Lossintiórojosybrillantescomolosquegastabanlasrameras.Asípreparóelguisodeconejocontomate,peroantesdeservírseloasuamo,sechupóloslabiosyentróenelcomedorconelsabordeRafaelensugarganta.

El notario le ordenóque se retirara.Cenó frente a la chimenea, abatido por nogozarde la compañíade Íñigo.Sehabía ilusionadoconqueaquellanochepodríancontinuarconsuspesquisasparadescubrirelsignificadodeldibujodelaserpiente.EllibrodeEmblemasmoralesdeJuandeHorozcosehallabapreparadoensuescritorioparaunanuevasesióndebúsquedaquenollegaría.Derepente,Íñigoparecíahaberperdido todo interés sobre ese asunto, pues otro más importante reclamaba suatención.Alnotarioleinquietabansusdesaparicionesconlaexcusadehacerrecados,ymásaesashorasde lanoche,cuandopocas tiendasoningunadecentesehallabaabierta. ¿Quién debía de ser la anciana del carruaje negro con quien se encontródurante la hora del almuerzo? ¿Tendría todo ello algo que ver con su venganza?Rafaelcreíaqueno.

En estas disquisiciones se hallaba cuando oyó abrirse la puerta principal, y la

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siluetadeÍñigocubiertadenievesedibujóenlasala.—Acercaosalachimenea—ledijoRafael—.Oprontotendréquegolpearoscon

unamazaparadescongelaros.—Esta noche prefiero retirarme a mis habitaciones. Decidle a Santuario que

puedeservirmeallílacena.Buenasnoches,Rafael.Elnotarionotuvotiempoderesponderle.Íñigosubiódedosendoslosescalones

queconducíanalaprimeraplantayentróensudormitorio.Paratemplareldesconsueloquelehabíadejadoenelestómagoelrechazodesu

compañero,Rafaelquemóunoscuantosmanuscritosdepoemasysearrellanóenlabutacaconunacopadevino.

SantuarioencontróaÍñigosentadoenunasilla frentea lachimeneadesupequeñosalón.Colocó lacazueladeconejoenunamesabaja, al estilomorunoque todavíamanteníanmuchos castellanos, pero cuando se disponía a retirarse, él la tomó consuavidaddelamuñeca.Sutactolehelóelpechoysequedórígida.

—¿Metienesmiedo,Santuario?—lepreguntóelfiscalmirándolafijamentealosojos.

La criada dudó antes de encogerse de hombros. La noche anterior habíanencontradoaunforasteromuertoporheridadedagatrescallesmásabajodelacasadesuamo,yesoledabamalaespina.

—¿Esporestacicatrizquemedaunaspectodesagradable?Nosoportaríasqueunhombremarcadotetocara,¿verdad?

Habríasidobienparecidosieltajonolecercenarafrente,ceja,narizypómulo,pensóSantuario.

Aunasí,unatractivoindómitosobrevivíaensusrasgos,alejadosdetodabellezadelicadayarmoniosa,ensuporte,ensucuerpofuerteporelejerciciode laguerra,poderoso,siniestro.Dabalaimpresióndequeacercarseaéleracomoasomarseaunprecipicio, peligroso pero atrayente. Santuario sabía que eso era lo que teníatrastornado a Rafael, lo que le arrastraba en aquellos días a un insomnio feroz,manteniéndolomásvivoquenunca.

Surespuestaconsistióenencogerseotravezdehombros.—Puedesmarcharte—ledijosoltándolelamuñeca.Íñigo apenas probó un par de cucharadas de la cazuela de conejo. Bebió una

buenacopadevino,cuyotintedesangreparecíaencendermásdeunrecuerdoensumemoria.

Santuario regresó a la cocina y se dedicó a espiar a su amo desde el quicio de lapuerta.Aquella noche dormiría en la casa. Él le había dicho que había demasiada

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nievecomoparaqueregresaracaminandohastalasuyaalasafuerasdelaciudad,yellahabíaabrigadolailusiónsecretadequetalvezpodríaconsolarlodelanostalgiaque encerraban sus ojos azules a la luz de las llamas. Pero estaba equivocada.Recogiólosplatosdelacena,losfregóyregresóalsalón.Sequedódepieduranteunratojuntoalabutacadondeélestabasentado,silenciosacomolahabíahechoDios,mirándolecondulzura.

—Santuario, vete a dormir. Quiero estar solo. Puedes ponerte un jergón en lacocina,estaráscaliente.

Esofuetodoloqueconsiguiódeél.Seretiróenseguidayélapenasnotósumarcha.Desdeelpasilloloviodirigirsea

suescritorioparaenfrascarseeneltrabajodeaqueldiccionariodelsufrimientoqueleprocurabatantodisfrutecomoangustia.

Lamadrugadacaía lentamentesobreellos.Santuariopermanecíaacostadaen lacocinaconelcorazóndespierto,yRafaelanhelandoescucharenlaplantadearribalospasoserrantesdeÍñigo,queleindicaríanquecaminabadormido.Algunasvecesbajabalaescaleraparadirigirsealapuertadesalidacomosifueraenbuscadealgoode alguien. Rafael interrumpía la escritura del diccionario para llamarle entresusurros,peroélparecíanoreconocersunombrecuandoseextraviabaensussueños.«Ven,ven»,ledecíaentonceselnotario,«yoconozcolasalidadelostúnelesconlosquesueñas.Ven,estáporaquí»,yleguiabahastasualcobasinllegararozarle.OtrasvecesÍñigosededicabaadeambularporlashabitacionesdelaprimeraplanta,comosi formaran un laberinto del que pretendía escapar. Así ocurrió aquella noche denieve.

Rafaelsubiólasescalerasyloencontróenelpasillo.Legustabamirarlemientraspermanecíaeneseestado, indefenso.Se le acercó lo suficientecomopara sentir elcalordesucuerpodormido.Másqueeltemoradespertarlo,eraeltemorasímismo,asudeseoimpuro,loqueparalizabaalnotario.

Íñigonosehabíadesvestido.Caminabadeunladoalotrodelpasilloyhablabaconloslabiospálidos,nosehallabasoloensudelirio.

—Ven,ven—lerogóRafaelconvoztemblorosa.Íñigosedetuvoaloírle.—Escapemos—respondió.Y fue hacia él. Se fijó en unamano que por lamanga del jubón se escapaba,

blancaygrácil,comodemujer.Latomóentrelassuyascomounaprendavaliosa.Yenella,eneldorsosuavedevenasazuladas,apoyóprimerolamejillaydespuésloslabios.Un pavor inundó el corazón deRafael. Los labios avanzaron entreabiertos.ApoyólacabezaenelhombrodeÍñigoygimió.Seaproximóasucuelloylobesóconpasión, ajenoa todo lodemás.Noadvirtióuncrujidoa susespaldas,nivioelhorrorenelrostrodeSantuario,queleespiabadesdelasescaleras.Sinohubiesesido

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muda,lahabríadescubiertoelgritoqueresonóensusentrañas.NadasabíaelladelmalqueaquejabaaÍñigo,asíqueSantuariojuzgóloquesus

ojos vieron. El fiscal entrelazó los dedos con los de Rafael, conduciéndole consuavidadhaciasualcoba.

—Escapemos—musitóÍñigo.—¿Delostúnelesconantorchas?—susurróRafael.Supo que no era a él a quien deseaba, que no era a él a quien con decisión y

dulzuraguiabaporsuhermosodelirio.Peroaquellanochehubieraentregadosuvidaporunamentira,por esa imposturaque lohacíaestremecersey rogarleaDiosqueÍñigonodespertarajamás.

—Sí,solostúyyo—contestóél.—¿Hasencontradoyalasalida?—lepreguntóadentrándoseenunsueñoqueno

lepertenecía.—Sí. Ya sé donde está la salida. ¿No lo recuerdas? En la ribera izquierda del

Manzanares,juntoalpuentedeSegovia…Lapuertaescondidatraslarocaquedibujaunamedialuna…Enlariberaopuestaaladelalcázar.

Silafiebrealaquesucumbíaelnotariolehubierapermitidodetenerseacavilar,quizá todo habría sido distinto. Pero Íñigo se desanudó la cinta de la camisa, paradespuéstomarlelamanoyguiárselabajolatela.Supecho,conmúsculosdesoldado,quemaba.Rafaelsehubieraabandonadodefinitivamentealgocedeentregarseaellossinohubieranotadoelperfiltemibledeunacicatriz.Sacólamano,presadelespanto,leabriólacamisayviolamarcaquesurgíaentrelatela.Teníalaformaredondadeunmedallón.Loobservódetenidamente,aunqueyasabíadequéfigurasetrataba.Unarcángel,sanGabriel,sosteniendounaborrosavaradeazucenas.

Lívido,comprendióentonceselpeligroquecorríasiÍñigodespertaba,yhuyódela alcoba con el deseo agazapado entre las piernas, pues sabía sin duda alguna dequiéneralamanoqueÍñigoconfundíaconlasuya.

Ahoraentiendolaformaenqueescudriñabaalaacusadadurantelaaudiencia,sedijobajandoapresuradamentelaescalera.

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Toledo,madrugadadel9denoviembredelañodelSeñorde1625

CárcelsecretadelaSantaInquisición

Bárbara deambulaba de un lado a otro de la celda,mientrasBerenjena permanecíasentadaeneljergón.Eraotranochesinlunaysinestrellas.

—¿Sabes dónde estáDiego ahora?—le preguntóBerenjena siguiéndola con lamirada.

Justofrentealarendija,Bárbarasedetuvo.—Sí—respondió—.¿Acasotúno?Ambasguardaronsilencio.—Pero¿quéocurrió,Bárbara?HubierajuradoporlasEscriturasquesitúestabas

presaenunacelda,élloestaríaenladeallado,quecompartiríaissiemprelamismasuerte.

EllaregresóalcatreysesentójuntoaBerenjena.—No fueron demasiadas cosas, bastó con una sola—dijomientras cruzaba las

piernasyapoyabalaespaldaenelmuro.

TodoempezócuandoviajéaLisboaacasadeJuanMedeiros.Fueen1616.Yoteníadiecisiete años. La casa de Juan era aún mayor que la que poseía enMadrid. Sehallaba cerca de las caudalosas aguas del Tajo. Después de las austeridades delhospicio y de los túneles de la hermandad, aquel palacio se asemejaba al paraíso:salones con tapices colgados en las paredes, alfombrasmullidas, y ricomobiliarioadornadoconporcelanas.Miobjeto favoritoeraun retratodemimadredecuandoapenas era una adolescente. Me parecía mucho a ella. Lucíamos el mismo tonocastaño de cabello, la misma nariz pequeña y fina, el rostro ovalado y los labiosrojizos. Sólo el color de nuestros ojos era diferente. Los suyos ámbar, los míosverdes, por herencia de nuestros padres. Conversaba con el retrato durante largashoras, le hablaba de mi infancia, de ti, Berenjena, de los insectos que nosacompañabanenlascunas,delahermanaSerafinaconsugargantadesantos,delahermanaUrracaysuvaratemible,delahermanaLudovica,poderosaencorpulenciayhierbas,delaBlasaysuspechoscolosalesenlosquehabíacrecido,ysobretododeDiego.Peropormásquelointentaba,nopodíasentiraquellacasacomomihogar.Tú

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sabesbienquequienfuehuérfanodehospicioloserátodalavida.HedehablartetambiéndeBerta,aquellamujerqueatendíaaJuanenlacabecera

desu lechocuandoenfermó.Arropadaensumudez triste,viajóconnosotroshastaLisboa.Seocupabadeservirmeyacompañarme,puesunadamademiposiciónnopodíaaventurarse solaaningún lugarqueno fuerael confesionario.Por Juansupequefueelamadecríademimadre,quienlacuidódurantesuinfanciaamenazadaporlospeligrosquesudonleacarreabaenlasalud.Muchafuelacompañíaquemehizodurantemiestancia,apesardesusilencio.Noteníadudadequeveíaenmíalaniñaquecrió,ydequelahabíaqueridoprofundamente.Paseábamosporunparterredeljardínyporlasavenidasdondeelsol,lalluviaylosvientospulíanlapiedrablancadelasestatuas.

—¿Quéosapena,Berta?—lepreguntaba.Ellaseseñalabalabocaparaindicarmeloqueyasabía,quedeahínosaldríauna

palabra. Un día la abrió y me hizo mirar dentro: le habían dejado por lengua unmuñóndecarne.

—¿Oslacortaron?Asintió.—¿Quiénfuecapazdecometerunactotanatrozyacausadequé?Portodarespuestaobtuvemáslágrimas.CuandolepreguntéaJuan,merespondió

queéseeraelcastigoporhablardemásodemenos.—Bastanteesquesigavivayamiservicio—sentenció.Yahíquedótodo.Conforme conocíamás ami abuelo,medaba cuenta deque, ademásde ser un

hombreacostumbradoalasoledad,caíaconbastantefrecuenciaenlatentacióndesercruelconlosquelerodeaban.Noserendíafácilmenteantelossentimientos,salvosisetratabadealgorelacionadoconmimadre.Avecesseencerrabadurantehoraseneldormitoriodeella,unsantuarioensuaverasoazul.Amítambiénmegustabaentrarenélycuriosearsujuegodetocador,conpeineyespejodeplata,susfrasquitosdecristal con perfume y medicinas para sus males, los vestidos de lazos que aúnpermanecían custodiados enun arcón.Sólo conseguí quemi abuelomehablara deellaenlaépocaenqueeraniñayvivíaenLisboa.Comosinuncahubieracrecidoyviajado aMadrid, ni habitado los túneles de la hermandad.Como si no le hubieraacuciadolajuventudyelamorqueselallevóalamuerte.

AsíquemepropuseintentarobteneresainformacióndeBerta.La había visto leer lasEscrituras en hebreo.En un principio pensé que tal vez

pertenecíaalahermandad,peroJuanmesacódedudasdiciéndomequesudominiodelalenguasagradasedebíaaquesuspadresfueronconversos,judíosquenohabíantenidomásremedioqueconvertirsealcristianismoparaseguirvivos.Juanmerevelóque esemismo era el origen de nuestra familia y el destino al que se había visto

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forzada, después de que Felipe II anexionara Portugal a la Españas. Por tanto, yocompartía la sangre de Moisés con Berta, pero lo que más me interesaba eraconfirmarquesisabíaleer,sabíaescribir,asíquepodríamosburlarsumudez.

Sin embargo, todo parecía estar en contra de que aquella mujer melancólicapudierarelatarmecuantosupieradelahistoriadeamordemimadre.Teníalosdedosde las manos deformes a causa de una enfermedad, como si alguien le hubieraretorcido los huesos. Me hubiera gustado intentar curarla, pero ni siquiera mepermitíaquelatocara.Negabaconlacabezacuandoacercabamismanos,yemitíaungruñidoparadecirmequetododebíapermanecercomoestaba,quesupadecimientoeramerecidoyaceptabaconhumildadlacargadesuculpa.Creoqueseteníaporunserimpuro.

Una mañana, después de nuestro paseo por el parterre, le rogué que meacompañaraamialcoba,lasentéfrenteamiescritorioylepuseunaplumaentrelosdedos.Apenaspodíasostenerlaenaquellagarraterriblequeerasumano.

—¿AcompañasteamimadredurantesuestanciaenMadrid?—lepregunté.Asintiócongestodedolor.—¿Cómoeracuandocreció?Escribióenhebreo:«Desdichadahastaqueleencontróaél».—¿Conocisteamipadre?Asintiódenuevo.—HeaveriguadoqueeraunfrailedelaordendeSanFranciscoyquelatraicionó.

Aunasí,estoyseguradequeéleraloquemásamaba.Bertalonegóyenletrastemblorosasescribiócongranesfuerzo:«Eralalibertad,

yesoquisoparavos».Lalibertad,queridaBerenjena.Aquellaspalabrassegrabaronenmialmaconla

intensidaddeunafragua.Lalibertaddeelegirnuestropropiodestino,inclusonuestrocautiverio.

BertanovolvióaescribirparamíenLisboa.CreoquelepreocupabaqueJuanladescubriera.Leadorabatantocomoletemía.Acatabasusórdenesconunapremuraydiligencia digna delmás leal esclavo.Ni una sola vez osaba posar sus ojos azulessobrelosdeél,perolemirabadesoslayocomouncorderofascinadoporellobo.

—Ellasabebiencuálessulugarenestacasa—medijounatardemiabuelo—,yaloiréiscomprendiendoconformeaprendáisaserseñora.

—Mucho habré de aprender entonces—le contesté con sorna—, puesme criéhospicianayallínoteníamosmássirvientesqueelhambreyelfrío.

No sólo debía aplicarme en las costumbres y finezas de mi nueva clase, ensoportar loshermososvestidosquemeoprimían talley senos—comosi labellezafueraunajaula—,quemeimpedíancorrerconfacilidadporeljardín.Mieducacióncomoelecti requería gran esfuerzo, y por ello pasabamucho tiempo con Juan,mi

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maestro.Medabalasleccionesenunaestanciasecretaalaqueseaccedíapormediodeunapuertaquesimulabaunapareddesuaposento.

Nadamástraspasaraquellapuertasólohablábamosenhebreo.Debíaperfeccionarestalenguacomosifueralademiinfancia.Segúnlasenseñanzasdelahermandad,através de las combinaciones de letras y palabras se podía alcanzar el éxtasis de launiónconelAltísimo.ElnombredeDios,quenohadeserescrito,semezclabaconlas letras del abecedario y con las vocales, que ya para los griegos eranmágicas.Gracias a su prodigiosa memoria, Diego hubiera sido un cabalista inmejorable,Berenjena, pero yo luchaba por retener las múltiples combinaciones sagradas quehabíaquerepetirhastacaerentrance.

—Unavezmás—insistíaJuan.Cuando hablaba en hebreo, su semblante se dulcificaba y su mentón parecía

menosafiladoyoscuro.Inclusolehabíavistollorar,pueselllantoesunamaravillaquetambiénacercaaDios.Enaquellaestanciadeparedesdeladrillo,alumbradaporelrumordelasvelasalzadasencandelabrosdesietebrazos,entrelosrollossagradosdelaToráylosmanuscritosdemaestrosantiguos,Juanyyollorábamosjuntospornuestrospecadosy losdelmundo,sentadosensillas recias,con lacabezaentre lasrodillascomoElíasenelmonteCarmelo.

UndíaJuanmehizosujetarunrecipientedevidriode losquesolíamosusar lahermanaLudovicayyoenellaboratorio.Elfondoestabacubiertodeagua.Sobresusuperficieseencendióuna llamarojiza,queflotóduranteunos instantesy luegoseapagó.

—Yaestáspreparadaparaquetehabledelaprofecía—anunció—.AfinalesdelsigloXV llegóasermagistersupremouncabalistaconsideradounhombresanto.Atravésdelapurificacióndesucuerpoydelamagialingüística,paralaquesehallabaespecialmente dotado, se sumía a menudo en un trance divino del que regresababendecidocomoprofeta.Fueunodelosguíasespiritualesmásimportantesysabios.Cuando se sometió a la ceremoniade lamuerte del beso, alcanzó el lugar sagradodondeelcieloseuneconlatierra,yelCreador,consucriatura.Allílefuereveladalaprofecíasobrecuándoyatravésdequiénnuestrahermandadalcanzaríaelfinparaelque fue constituida: lograr el retorno del hombre a como era antes de que Adánpecara: inmortal.Nuestros antecesores recogieron las palabras que recitaba cuandocayóentrance:

Deunamujerconeldondelamuertenaceráunaniñaconeldondelavida.Ellaabrirálaspuertasdelpresente eterno cuando sean a un tiempo las cuatro estaciones delmundo, y en susmanos florecerá elmedicamentoceleste.

»Mas en esa época hubo también un traidor en la hermandad, que osó robarnuestrosdocumentossecretosparadelatarnosalaInquisición,cuyotribunalacababa

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deconstituirseenToledo.Muchasfueronenaquellostiemposlaspersecucionesalasquesometieronajudíosyconversos,yelpániconublabalarazónyelespíritudeloshombres. Logramos dar caza al traidor, pero murió antes de que pudiéramosinterrogarlo.Jamáshallamoselmanuscrito.

»Asíquelaprofecíasetransmitióoralmentedemaestroapupilodurantemásdeunsiglo,hastaquefueanotadadenuevoenotromanuscritoqueocupósulugarenlabiblioteca.

—¿En verdad creéis que yo soy la muchacha en cuyas manos florecerá elmedicamentoceleste?—lepregunté.

—Desdeluegoquesí.—¿Yquécuraesemedicamento?—Elpecadooriginal.Elhombrerecuperaráasísuverdaderaesencia,laqueDios

leotorgóenelmomentodelaCreación—meexplicódulcemente.Asumígozosaaquella tremenda responsabilidad,puespodríacurarelmalde la

muerte.AlmismotiemposeacentuóenmílanostalgiaporlaausenciadeDiego.LosdosmesesqueenprincipiopermaneceríaenLisboasehabíanconvertidoenmásdeun año. Nos escribíamos contándonos los progresos de nuestra educación, pero elpapeldelacorrespondenciaerafríocomparadoconelrecuerdodesupiel.

NosabríadarteunarazóndeporquébusquéconsueloenlacompañíadeGoliat.Aveceslesorprendíasiguiéndomeporlashabitacionesdelacasa,porlasavenidasdeljardín,observándomeconsusombradescomunal.Ycuandosesabíadescubiertoporunamiradaounasonrisa, seocultaba ruborizadocomosi fueraunniñoalquehanpilladocometiendounatravesura.Unatardedeprimaverameaventuréatomarledelamanoantesdequepudierahuirylesentéjuntoamíenunbancodelparterre.

—Cantaparamí,Goliat,porfavor.Lesentí temblary solté sumano,peroélemitióungruñidoy la tomóotravez

entrelassuyas.Le acaricié una mejilla y no aprecié en su rostro la menor traza de barro.

Comenzóacantarymeabandonéasumelodía.

Cinco meses después, con la caída de las primeras hojas secas, Juan suspendiónuestraleccióndelanoche,lamásimportante,dadoquelashorasnocturnassonmuypropiciasparalosexperimentosmágicos.

—Nosaguardalavisitadeunfamiliar—medijo.—Mealegro,asítendrélaoportunidaddeconocerlo.—Yaloconocéis.Uncriadoabriólapuertadelsalónparadarlepaso.—Vuestro primo segundo, Tomás Medeiros, ha venido a visitaros —anunció

Juan.

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Le vi entrar vestido por primera vez de caballero, enfundado en un jubón ygreguescos de terciopelo verde.Era todavíamás hermoso en lamadurez que en lajuventud,siesoeraposible.Vinohaciamíytuvequehacerungranesfuerzopornoabrazarlo.Posósuslabiosdeinviernoeneldorsodemimano.Éramosprimos,porvirtuddelLavasangres:yoporderecho,élporhabersidopupilodemiabuelohastaquesusaberlehizofidelis.

Cenamos agasajando al pariente con todos los honores: cordero y vino de laciudaddeOporto.TomáshablódeFlorencia,depalaciosybellascatedrales,deunríoquesoportabaelpesodelascasasdeunpuente,delasdisputasuniversitariasporlasoberbiaqueelintelectootorga,delasnuevassabiduríasquequitabanaluniversoelvelocomosifueraunanoviatraslaboda.

Ycuandoelcansanciohizomellaenlaconversaciónynosretiramosanuestrosaposentos,yopermanecíenelmío,sentadasobreellecho,esperandoloquenotardóensuceder:golpesenlapuerta.AhíestabaTomás,consusmodalesrefinadosporlascostumbresdeItalia.Hizounareverenciainclinándosehaciadelante.Reí.

—Si tenéis lamerced de acompañarme, hermosa dama,me gustaríamostrarosalgoquehetraídoparavos.

—¿Setratadeunregalo?—Másqueeso,deunabellaprisionera.—Despertáis mi curiosidad. No he de negarme a una petición de tan educado

caballero,alquemeune,además,ellazodelparentesco.Mellevóalapartemásaltadelacasa,labuhardilla,ymeacercóaunaventana

queofrecíavistasdelTajo.—Mehevengadodelaluna,porqueellafuelaquemedelatóanteDios.Latengo

encerradaaquídentro.Sobre una mesa, yacía un aparato extraordinario. A primera vista parecía un

candelabro, pero tenía atravesado dos tubos largos cual catalejos y, bajo ellos, unreceptáculosemejanteadondesecustodia lahostiasagrada,conuncristal redondoqueéldenominabalente.

—Esuntelescopio.MeloregalóunhombrellamadoGalileoconelqueestudiéenFlorenciaysirvecomounaprisióndeastros.

—¿De veras está la luna ahí dentro? —le pregunté sonriendo—. Encogió detamaño,entonces.

Tomásapuntóalcieloconeltubomáslargoduranteunosinstantes.—Comprobadlo.Miréporélymeapartésorprendida.—Nopuedeserlaluna.—Loes.Berenjena,lasuperficiedelalunaqueviatravésdelaparatonoeralisacomola

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delosespejos.Teníavientre,rodillas,corvas,valles,colinas,llanuras…Tomásmeabrazódesdeatrás.—¿Tegusta?Besó mi cuello como había hecho con Diana. Después mi hombro. Quise

escabullirmeporquemicuerporespondíaaloqueelcorazónnegaba.—Bárbara, te has convertido en unamujer preciosa—murmuró—.Y yo lo he

esperadotanto…Lasdemásmujeressólohanservidoparamatarmiimpaciencia.Elrecuerdo de nuestra última noche, desnudo ante ti,me ha acompañado todos estosaños.Nadamehaexcitadocomotusojosmirándomeenlatorre.Desdeeseinstantenadahapodidocolmarmideseodetenerte.Cásateconmigo.

Meestremecíyporuninstantemicarnesesintiótentada.—Nopuedo.—¿Hayotrohombre?EsDiego,¿verdad?—Siemprehasidoél.—Notepreocupesporeso,tecasarásconmigodetodasformas.—¿Deveras?¿Vasaforzarme?—Leapartédemilado.—Nadahabrédehacer.Lasestrellas te traeránamí.Ellasnunca seequivocan.

Sólohedeesperaraquesuceda.—Confíomásenmicorazónqueentusestrellas.—El corazón puede haber elegido un camino y luego tomar otro. Es

temperamentaleilógico.Lasestrellassonconstantes,ymuchasestánfijasenelcielo.Noloolvides.

AlospocosdíaspartióhaciaMadridparahacersecargodeunosasuntosdeJuan.EsamismanochesoñéconDiana.Suespaldablancaytraicionerasealzóantemícomolamás pura de las pesadillas. Pero cuando se volvió para mirarme, su cabello eralíquido, lechederramadapor lospechos, susojosdestilabansangredebatalla,ysubocasedeformabaenunamuecadiabólicamientrasreíaacarcajadas.

Dos semanas después recibí una carta de Diego. Éstas, entre otras másinofensivas,eransuspalabras:

Teechotantodemenosquelaespadaesloúnicoquemesalvadetuausencia.Yanomebastanlasleccionesdeesgrimaasíquebuscolaluchadondelamuerteseatanrealcomomiimpaciencia.Ylascallesdelavilla,alabrigodelaoscuridad,ofrecensiemprecualquierexcusaparabatirse.Trasunapeleaconunfrancés que no me dejó pasar primero por el arco que daba paso a un callejón tuve que huir de loscorchetesdelavilla,quebuscabanprenderme.

Encontrérefugioensuelosagrado,dondenopuedeprendertemásjusticiaqueladeDios.Meescabullíhasta la iglesia de SanGinés. Entré en un confesionario y, protegido en los pecados de otros, perdí elconocimiento.Sangrabaporuntajoenelcostado.Norecuerdonadamáshastaqueabrílosojosyencontréjunto amí aDiana.Una visión le había revelado queme hallabamalherido y el lugar donde yacía encharcodesangre.Meayudóallegarhastalostúnelesdelahermandad.Melimpióelagujeroquemehabíahecho el francés, y veló mi reposo hasta los albores del día. Los emplastos de la hermana Ludovica

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cerraronenpocosdíaselboqueteenemigo.Peronotemas,miamor,apesardetodosoydiestroconelaceroylasuertemeacompaña.Ahoraque

estoy convaleciente, Diana me libra del tedio que, tras el aprendizaje de lenguas en la biblioteca, meproduceeltenerlaespadaenelcinto.Mehapedidoqueleenseñeaconstruirseunreinoconpalaciosycastillosdondeordenarsusvisiones.Acambiomehaprometidocuidardemíatravésdeellas.

¿Cuándoregresarás?Yacasivaparadosañosquetefuiste.Perdonamiimpaciencia;escribodurantelamadrugada,quehacefebrilelalmaydesvelasusanhelossinatenderamásrazones.

Teama,

ÁLVAROSALAZAR

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ApartirdeentoncesfuiincapazdedeshacermedelapresenciadeDiana.Seinstalódefinitivamenteenlaspesadillasquemeangustiabancadanoche.

UnamadrugadamedespertéydescubrílasombradeGoliatjuntoamilecho.Mesecabalafrentecantandocontaldulzuraquenomeasustéantelavisióndesupechodesnudo, que era como el de tres hombres. Belleza tan fiera y monstruosa jamáscausó paz mayor que la que yo sentía, adormeciéndome entre sus músculos y sucanto.

Perdí la cuentade lasnochesquemeveló al calordel hornode su cuerpoquedespedíaunaromaapantostado.

LeroguéaJuanenvariasocasionesqueregresáramosalavilla.PeronofuehastaunamañanadeabrildelañodelSeñorde1618,cuandoalfinpreparamoslosbaúlesparanuestroretorno.

No creí que amara tanto las torres del alcázar, las calles con los lodosprimaverales,oelbulliciodelosmentideros,hastaquelosdisfrutédenuevoentrelascortinasdelcarruaje.Laimpacienciaagitabamirespiración.

—OssientabienelregresoaMadrid.Estáismáshermosaquenunca—medijoJuan.

—Lasangreportuguesacorrerápormisvenas,peropertenezcoalavilla.Descendídelcarruajeenelpatioadoquinadopordondeentréalpalacetedemi

abuelolaprimeravez,cuandolearrebatédelosbrazostenacesdelamuerte.Sehabíalevantadovientoycomenzabaallover.Fingíestarindispuestaacausadelviaje,asíqueledijeaJuanquemeexcusaraparalacenaporquedeseabaacostarme.Otraeramiintención,comohabrásimaginado.PeroalgoleocurríaaBerta,puesseempeñóen no dejarme sola, en velar mi descanso con una testarudez que acabó porenfadarme.

—Teordenoqueteretires.¿Noentiendesquenodeseocompañía?Emitió un gruñido mientras negaba con la cabeza. Luego sacó de uno de mis

baúles el chal azul de mi madre, me lo puso sobre los hombros y me obligó amirarmeenunespejo.

—¿Quéteocurre,Berta?Conundedodeformeseñalóprimeromirostroyluegoelquereflejabaelespejo.—Soyyoconelchaldemimadre,queahoraesmío—ledijedemalagana—.¿Y

quétienedeextraordinario?Señalódenuevoaunoyaotro,mientrassedesesperaba.

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—Meparezcoamimadre.¿Eseso?Terecuerdoaellaconelchal.Gruñó un sí y se precipitó sobre mi escritorio. Tomó la pluma con la garra

temblorosayescribiólomásaprisaquepudo.Luegomeentregóelpapelyloleíenvoz alta: «La expresión de vuestro rostro es igual a la de vuestramadre la últimanochequesereunióconelfraile».

—Yanovolvisteaverlaconvida,¿noesasí?Asintió.—Esafuelanocheenqueéllatraicionó—dijemásparamíqueparaella.Mesentéenellechoporqueunescalofríomehabíadejadosinfuerzas.—Yonovoyareunirmeconnadie—dijealfin—.Puedesestartranquila,Berta.Mearrebatóelpapelycogiódenuevolapluma.Estavezescribió:«Unamujerve

elamorenlosojosdeotra».Acto seguido se dirigió al lecho, y levantó la colcha cerca de donde me

encontraba.BajoellahabíaocultadounasropasdeJuan.Debíhabermequedadoencasaaquellatardeaciagadevientoylluvia.Peronolo

hice.LeentreguéaBertalasropasdehombreparaquecreyeraenmipromesadequemeacostaríaencuantosemarchara.Esperémásdeunahoraantesdeescabullirmedemialcobaataviadaconunvestidosencilloyunacapaconunacapuchaqueocultabamirostro.PusemuchocuidadoenqueGoliatnomesiguiera,segúnacostumbrabaahacer.Lehabía visto en la cocina deglutiendoun asado acorde a su tamaño, ymeaventuréalacalleconlaseguridaddequeaquellaveznodaríaconmigo.

Aúnllovía.Ellodoquesehabíaformadoenelsuelodificultabamispasoscomosi quisiera impedir que llegara a mi destino. Me dirigí a la librería de FernandoSalazaren lacalleMayor.Allí leencontréaélenvezdeaDiego, justocuandosedisponíaacerrarla.Sealegródemiregreso,puesechabademenoslascurasdemismanos,quelealiviabanlosdoloresdegotaalmenosduranteunassemanas.

—Mañana sin falta os aplicaré unas cataplasmas que os proporcionarán granalivio—ledije.

—Benditaseas.—¿YahoramediríaisdóndepuedoencontraraÁlvaro?—Estáencasa,aúnsehallaunpocodébildespuésde…¿Sabéisquelohirieron?—Melocontóenunacarta.—Nodebéispreocuparos.Esfuerteyjoven,ytieneganasdevivir.—Si no os parecemal,me acercaré unmomento para ver cómo se encuentra.

PeroosruegoquenoledigáisaJuanquemehabéisvisto.Salídecasasinavisarle.—Vamos, queos escapasteis.Corréis peligro andando sola a estas horas en las

que ya se recogen las mujeres decentes. Aunque bien sé lo que os ha movido ahacerlo.Convivoconlaotraparteinteresadaenelasuntoynoescausapequeñaquesepuedaocultar.

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—Simeguardáiselsecreto,osaplicarécataplasmastodoslosdíasymeesforzarétantoencurarosquelograrévencercualquierenfermedadopenitencia.

—Álvaroeshombreafortunado.Mássilenciosoytaciturnoquesupadre,aunqueinfectadoporlamismasangreaventurera.

—Gracias.—Aún no he dicho que os guardaré el secreto. Pero ya que estáis aquí, quiero

mostraros algo de gran interés para vuestra ciencia. Ha llegado hoy mismoprocedentedeÁmsterdam.

Echó la llave a lapuertade la librería, pero ladejópuesta en la cerradura.Mecondujoalaimprentaydeuncompartimentoocultoentrelastablasdelsueloextrajounsacodecueroqueconteníalapreciadacargadetreslibrosprohibidos.Fernandoera hombre al que cegaba la ilusión por los libros, y más los que prohibíaexpresamente el Santo Oficio. Puso primero entre mis manos un antidotarium devenenos y plantasmágicas, que hojeé con fingido interés para no desilusionarle, ydespuésunejemplardelZohar, librosagradoparaloscabalistas,escritoenarameo,unajoyamuyvaliosaporlaquesepodíaarderenlahoguera.

—SindudaéstecaptarátodalaatencióndeJuan—ledijepasandolashojasconreverencia.

—Llevoañosintentandoconseguirlo.Eselmayordemislogrosdesdequeestoyenesteoficiodesalvaguardarelsaberqueotrosconsuignoranciapretendendestruir.Eres laprimerade lahermandadqueha tenidoelprivilegiodeverloy tocarlo.Tusmanostodolomerecen.

Selodevolví.—Lospondrédenuevoabuenrecaudo—dijo—.Hequedadoenreunirmeaquí

conlahermanaLudovica.Encuantollegueosacompañaréacasa.Nohadetardar.La prudencia debe ser nuestra mayor prioridad. Pero no os preocupéis, le diré aÁlvaroquehabéisregresadoypodréisencontrarosconélmañanaenlabiblioteca.

Medio la espalda por un instante para envolver elZohar en un paño blanco yaproveché para salir corriendo. Abrí la puerta con la llave y me interné en lapenumbra de la villa. Llovía con más fuerza, así que me cubrí de nuevo con lacapucha.LacasadeFernandosehallabatansóloaunasmanzanasdedistancia.Aldoblarlaprimeraesquinamedidebrucescontreshombresarmados,vestíanjubonesnegrosdondelucíalacruzverdedelaInquisición.AlguacilesdelSantoOficio.

Caminé más aprisa, repitiendo mi nueva identidad, Catalina Medeiros, yrenegandodeBárbara,lahuérfanaproscrita.AlcancéaverlosmurosdepiedradelacasadeFernandoygolpeélaaldabadebronce.

—VengoavisitaradonÁlvaro—comuniquéconpremuraalcriadoquemeabriólapuerta.

—Hedeavisarle,señora,porqueestádescansando.¿Aquiénanuncio?

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—Nada anunciéis, quiero darle una sorpresa —le respondí entregándole unamoneda—.Indicadmetansólocuálessualcoba.

Meguióporunfunestopasilloy recuerdoqueya lasmanosmeardían,unmalpresagio.Elcriadodudóantesderetirarse.

—¿Leconocéis,señora?—Descuidad,élosloagradecerá—lecontestéanimándoleconotramonedaaque

sefuera.Semarchócontentoyyomequedéfrentealapuertatrasdosañosalejadospor

largasdistancias.Entréenlaalcoba.Diego sehallabaen su lecho, apoyado sobreuncostado,de tal formaque sólo

veíasuespaldadesnudaysucabellonegro.Lasábanalecubríaapartirdelacintura;parecíadormirajenoalmundo.Perocuandomeacerquéaél,entendíquenoestabasolo.

Diana.Losojosvioletasseasomaronsobreelhombrodemiamadoyseconvirtieronen

lalápidademisepulcro.YahabíasoñadoenLisboaconesoscabellosdelechesobresusubresdeperra.Lamiradarebosantedevictoria.

—Teloadvertí—dijosonriendo—,puedoteneralhombrequedesee.—Tomásmepidióenmatrimonio,perolerespondíqueno—susurréconteniendo

laira.—Nomientas,hetenidounavisiónenlaquetecasabasconél.Yasíselohice

saberaÁlvaroparaquefueramíosinelmenorremordimiento.Diana le acarició la cicatriz del arcángel regocijándose en su tacto, y yo

enloquecí. Dios sabe, Berenjena, que deseé matar a Diana, que mis manos seconvirtieron en verdugos anhelando ejecutar su sentencia.Me abalancé sobre ella,pero de un salto escapó del lecho. La seguí y la agarré fuertemente por un brazozarandeándolamientraslaabofeteaba.

—Noteatrevasatocarme—chillómirandoconespantomispalmasenrojecidascomosienverdadfueranelmismísimopatíbulo.

La solté al oír la vozdeDiegopronunciandodébilmenteminombre.Mevolvíhaciaellechoylemiréconodio.Teníalosojosturbiosyveladosaúnporelsueño.Parecíaagotadoporlapasión,comosinisiquieratuvierafuerzasparalevantarse.Laponzoñadeimaginarleenbrazosdeotramedestruyó.

—Bárbara,no…Laheridadesutraiciónselohabíallevadotodo:millanto,mispalabras,mialma,

dejándome en su lugar la hiel de la venganza.Diana tosió y vi que vomitaba unapapillablancacomosupropiapiel.

—Nopuedorespirar—balbuceódespués.

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Herevividounayotravezloquesucediócuandoélselevantótambaleantedelacama.CreíquepretendíaayudaraDiana.Visudagasobrelamesilladenoche.Sinpensarlo,melancésobreellayladesenfundé.Lecrucéelrostrodeuntajoprofundo.

Diegonosequejóycontinuóavanzando.Unacataratadesangrebañabasurostro.Entoncestiréladagaylepuselasmanosenelpecho.Tampocoopusoresistencia.Alcontrario,seapretócontraellas,comosiquisieradestruirseconmigo,comosidesearaquelatempestadquemeaniquilabaselollevaratambiénaél,arrastradoporsusolasdefuria,hastaconvertirloenespuma.

Laexpresióndesusojosnegrosseclavóenmícomoladagaconlaquelehabíaherido.Nohabíaenellossúplica,nielmásleverastrodearrepentimiento,nidolor,sólounaoscuridadinfinitaqueselotragabaentero.Sentíelardorbenditodelasalasdelarcángelylalocuramedevoró.

Estábien,pensé,muramosjuntos.

¿Quéhabríaocurridosi lahermanaLudovicanohubiera irrumpidodeprontoen laalcobaacompañadadeGoliat?

—Los alguaciles del Santo Oficio no tardarán en llegar—exclamó agitada—.HanprendidoaFernando.Ahorapondránpatasarribalacasaylomásseguroesqueteapresentambiénati,Diego.Nohaytiempo…

Calló de repente ante la escena que ofrecíamos. No era difícil imaginar losucedido.Ellosdesnudosyheridos,yyoconmivestidomanchadodesangreylodo.

ApartélasmanosdeDiegoysedesplomó.—Teloadvertí—medijolahermanaaproximándoseaélconpremura.La cara deDiego estabadesdibujadapor la sangre; supelonegro, la parte que

ardió en el incendio, desprendía un pútrido aroma a quemado.El arcángel era unallaga en carneviva.Todoparecía querer regresar a suorigen, al día enque tú nosunisteenunacajadesalazonesparagozoytorturanuestra.

Caíderodillasenelsuelomirandomismanosensangrentadasconhorror,suciaspor la infamiade atentar contra loquemás amaban. ¿Quédon cruel poseía? ¿Quédonmiserable,capazdecuraromatar,cautivodelaspasionesdesuama?

Quise acercarme a él, tocarle de nuevo para darle mi vida. Pero la hermanaLudovicameloimpidió.

—Yome encargaré—dijo tomándole el pulso—. Te advertí que dominaras tuvoluntad, y más con Diego. Cuando estás cerca de él la vida y la muerte queencierrantusmanosadquieren,unpoderquetodavíanocomprendo.Subestimamoselpeligrodemantenerosjuntos.Nospudolaambición.Nomepreocupaelcortedelacara,sinoloquehayanpodidohacerletusmanosdestructoras.

Gemídedoloryrecuperéelllanto.—Nollores,sepondrábien.Estantercoquenosemoriráhastaquelohagastú.

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Peroahorahayqueapresurarseoacabaremostodosenunacelda.SeacercóaDiana.Tambiénletomóelpulsoyleexaminólaspupilas.—Está desmayada —dijo cubriendo su cuerpo desnudo con una sábana para

alejarlodelosojosdeGoliatquepermanecíanabsortosenél.—Estuveen la libreríaantesdeveniraquí—sollocé—.Fernandomeenseñóel

Zoharquehabíaconseguido.Luegomecrucéen la calle conunosalguacilesde laInquisición.

—Puesesosmismosalguaciles fueronahacerunodesus registrosderutinaenbuscadelibrosprohibidosyestavezloshallaron.Fernandonodebiódetenertiempodeocultarlos.Yomehelibradoporpoco.Medisponíaaentrarenlalibreríacuandolosacabanpreso.Yparacolmodecasualidadesfunestas,Goliatrondabaporallíentubusca,rastreándotecomounperroportodosloslugaresdondepudierasestar.Aunquenos será muy útil: podrá cargar con los dos heridos hasta mi laboratorio de lahermandad,dondeestaránseguros.TúregresaacasaconJuan.Sepreocuparásinoteve.Estamostodosenpeligro.EsperoqueFernandomantengasujuramentoyacabeconsuvidaantesdeabrirlaboca.Diossanto,quémaneratanestúpidadequetodosevengaabajo.

Goliatobedeció lasórdenesde lahermanay seechóaDiegoaunhombroyaDianaalotrocomosifueransusacodearpillera.

—Cuidadeél,amigo—ledije.LahermanaLudovicagiróelbrazodeunodeloscandelabrosquehabíasobrela

chimeneayseabrióenlaparedunapuertasecretaqueconducíaalostúnelesdelahermandad.

Avanzamos juntos un buen trecho, hasta que al llegar a una encrucijada lahermana y Goliat tomaron el pasadizo de la derecha, y yo continué por el de laizquierda.SalíalexteriorcercadelpuentedeSegovia.

YallínosseparamosDiegoyyo,Berenjena,comouncaminoquesebifurcaendosvidas,endosmuertes,endostormentos.

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BerenjenaabrazóaBárbarayacunósullantocomosifueraunaniña.Apesardesusveintiséis años, la sentía como la misma huérfana que en la Santa Soledad lloródesconsoladacuandolahermanaUrracasellevóaDiegoparaecharloalpucherodelaslentejas.

—Tomásteníarazón—decíaella,entresollozoysollozo—.Lasestrellastrazanlosdestinosdeloshombresenelcieloconsusmanosluminosas.Soncómplicesdeladiosa Fortuna. Frente a ellas el hombre no es más que un soldado miserable sinningunaesperanzadegloria.

Berenjena la estrechó conmás fuerza entre sus brazos, y le susurró al oído elcomienzodelavidadesanPantaleónquetantobienlehabíahechoenelmomentodelexorcismo.

PocoapocoBárbarasefuecalmando.Sequedótranquilaacurrucadaensupecho,y su respiración recobró su ritmo pausado. Cuando Berenjena creyó que se habíadormido,Bárbaracontinuósurelatoconvozserena.

MecaséconTomáscomolasestrellasyDianahabíanpredicho.Debíarenunciaramiamor porDiego para no volver a herirle con el espantoso don que albergabanmismanos,mantenerloasalvodeaquelloquenosuníaparaquenopudieradestruirnos.Ysiaúnmeamaba,laformamáseficazeradesposarmeconquiensiempreconsiderósurival,pueseralamásdolorosa.

«…Tudondependede tuvoluntad,pero tuvoluntades cautivadel amoraunhombre. Contra eso debes luchar», me había dicho la hermana Ludovica. Y medisponíaahacerlo.Ibaaentregarmeamidon,yacumpliraquelloparaloquehabíanacido, según me enseñaron tanto ella como mi abuelo. Curar el pecado originalsometiéndomealaceremoniadelamuertedelbeso.

Quéarrogantetehaceeldolor,Berenjena,medoyahoracuentaenestacelda.Ymeríodemímisma.Nohabíaaprendidonadaapesarde tantas lecciones.Elalmahumana se componede trespreciosaspotencias: el entendimiento, lavoluntady lamemoria.Cómosepararelcorazóndeellas,siparamíeran lamismacosa.Veía lavidaatravésdelosojosdeDiego,élestabaentodaspartes,representabamimayoranheloyreinabaenmisrecuerdos.

Perohederelatartelahistoriahastaelfinal,delquemehallomuypróxima.MereuníconTomásenunodelossalonesdelacasadeJuan,quetambiénerala

suya.

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—Cuántarazónteníantusestrellas—ledije—.Midestinoescasarmecontigoyquierocumplirlo.

—Yoharéqueleolvides—respondiótomándomeensusbrazos—.Diegonoesmásqueunamordeinfanciayahoraeresunamujer.

Mebesóenloslabiosylossentífríos.LabodasecelebróenSanGinéspasadostresdías.Mivestidodenoviaeracomo

unamortajadenieve.Memoríaallídondemehabíanbautizado.Peroquésepulcromáshermosomeesperaba.Tomás,gallardo,comounpríncipedeángelesanteelaltarsagrado. Sus ojos eran zafiros, su cabello recogido de oro, su tez blanca tan sólomancilladaenlamejillaporlacicatrizinfantil.

Traspronunciarel«Síquiero»,vislumbréentrelassombrasdelaiglesialamiradadeunosojosnegros.EraDiegoembozadoenunacapa.Lavaradeliriosquesosteníamimanodenoviasesecóycayócontralaslosasdeltemplo.CuandosalídelaiglesiadelbrazodeTomáshabíadesaparecido.

Novolvíaverlo.

ElbanquetenupcialsecelebróencasadeJuanMedeiros.Cadamanjarquesesirvió,cadaasado,cadapichónocodorniz,confitura,frutaopastel,semarchitóenlasbocasdeloscomensales,quenoparabandebebervinoparaaplacarelsaboramargodelasviandas.

Cuandome dirigí a la cámara nupcial estaba convencida de que cuanto tocabaperecía.Bertameayudóacambiarmivestidoporuncamisóndeencajes.Antesderetirarse,mebesóenlafrenteconla ternuradeunamadre.Lavisalirde laalcobaconlos labiosceniza,y loscabellosmarchitándosele.Notardóenabrirse lapuerta.Tomás entró envuelto en una bata oscura que hacía resplandecer la palidez de sucarne.

—Tumelancolíatehaceaúnmáshermosa—dijo—.Recuerdocuandoteviporprimeravezenelhospicio.Noerasmásqueunacriaturadepechoyyounniñoquesóloamabacontemplarelcielo,peroaltocartusmanossupequeteconvertiríasenlaestrellaqueanhelaba.

Me quitó el camisón y dejó caer la bata. Su desnudez de alabastro se estrechócontralamía.Micuerpoquisosersuyo,entregarsealosplaceresfríos.

—Deseotantoquemeacaricies—susurrórecostándomeenellecho.Yloaméconelcorazónmuerto.Fuiuncadáverquebesayesbesado.Uncadáver

quesucumbeenpanteóndegozo.—Séqueledisteaélloquecomoesposodebiósermío—murmurómientrasse

movíasobremicuerpo—.Yalgúndíapagaráporello.Alpronunciaresaspalabras,languidecióbajomismanos.Desaparecióelbrillode

susojos,loscabellosdeorosetornaronbronce,lapielperdiótodomantodeestrellas,

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yenelinstanteenquebuscabaunirseamíyloconseguíameconvertíensusepulcro.El rostro comenzó a descomponérsele por la cicatriz de lamejilla hasta que se lecorrompióporentero,ysinsabersierarealidadodelirio,vicaersuspedazossobreelmío.Cerrélosojos,lloré,grité,masélseguíavivodentrodemí.

Loapartébruscamenteyescapédel lechoyde la alcobamientrasme rogabaaqueregresara.

EnelpasilloencontréaGoliathaciendolaguardiademinochedebodas.Estabadesnudaycubiertadelágrimas.

—¡Dametucamisa!—legrité.Selaquitóconpremura.Mellegabaamásdelamitaddelastibias.Seaproximó

contimidezyquisotomarmedelamanoparaquemefueraconél.—Nometoquessinoquieresasistirprontoatuspropiasexequias—leespeté.Susojos seentristecieronyporunmomento temíque seconvirtieranenbarro.

Mefuiamialcobadesolterayvinodetráscomounperromanso.—Sivasaquedarteconmigo,cántame—lerogué.Fue el cantomás triste ymelancólico que le escuché jamás.Mimiseria había

ensuciadotambiénsugargantaprodigiosa.Sinembargo,consiguióquedescansaraalmenosduranteunashoras.

Cuandodesperté,Goliatdormíajuntoamíenellecho.Loabandonéconsigiloyregresé a la alcoba nupcial. Tomás yacía entre las sábanas revueltas, con el rostrocenicientoysurespiracióninmersaenalgunapesadilla.

Tras comprobar que estaba vivo, lo dispuse todo para huir de aquella casaembriagadaporelvinoylainmundiciadelaboda.Dioscastigabamisoberbia.Cómoibaaconseguirelmedicamentocelestesitansóloeracapazdesembrarpodredumbreymuerte.

Goliat era el principal obstáculo para que mi propósito tuviera éxito. Cuandoregreséamialcobayaestabadespiertoysedisponíaasalirenmibusca.Nomefuefácil burlar su vigilancia y sacarle ventaja. Pero de algo me habían servido laslecciones demi esposo ymaestro sobre losmitos griegos. Recordé cómoHermeshabíavencidoalgigantedecienojos,Argos,quecustodiabaaIo,amantedeZeus.Elmonstruosiempredormíaconalgúnojoabiertocomobuenguardián,asíqueHermestocócon su flautaunahermosamúsicahastaqueconsiguióquecayeranenelmásplácidosueñotodosycadaunodeellos.ComoeraGoliatenestecasoelquecantaba,seme ocurrió utilizar sumelodía contra élmismo.Me tumbé junto a su inmensocuerpo,ylepedíquemecantaraenunsusurromientrasmismanosleacariciabanelrostro infectándolo suavemente con la peste de mi destrucción. Cuando el solcomenzaba a romper el cascarón del horizonte, pareció adormecerse. Entonces, aligual que hizo Hermes con Argos, le golpeé en la cabeza, aunque en vez de unapiedrautilicéunjarrónfrancés.

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—Adiós,mibuenamigo.Esperoqueexistaelperdónenelmundoenquevives.Guardéenunhatilloelchaldemimadre,lataudemipadre,navaja,pluma,tinta,

papel,provisionesparaunosdíasy,ataviadaconlasropasdeuncriadoquedormíasuborrachera putrefacta, salí al amanecer de la casa y de la villa por la puerta deGuadalajaraparaecharmealmonte,yquemetragaralasierra.

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¿Ydóndehasestadodurantetodosestosaños?—preguntóBerenjena.—Primeromeocultéenunacuevaquehalléenelbosque.Deellahicemimoradacon unas simples ramas que me servían como jergón. Pretendía llevar una vidasalvaje,noregresarjamásalmundo,pudrirmeconmismanosysudoneneseparajehermoso de la sierra alumbrado de pinos y jaras blancas. Nome costó sobrevivirgraciasatodoloquehabíaaprendidosobrelanaturalezadelahermanaLudovica.Enaquella cueva permanecí varias semanas. Había días en los que ni siquiera melevantaba del lecho de hojas, tal era la pena queme asolaba y que había rendidotambiénmisfuerzas.PensabaenDiegoconstantemente.Surecuerdoeramialimento.Susojosnegros,mipan;surostrosilencioso,lafuentequecolmabamised;elardorde su cuerpo, el fuego que me calentaba. Oía su voz en el viento susurrante quepenetrabaenlacueva.Decíaquemeamaba,quenuestrodestinoeraestarjuntos,quenunca podría ser feliz con otro. Cuánto me pesaba la nostalgia, Berenjena. Paraaplacarla,empecéaescribircartasque tedirigíaa tiy tecontabamihistoriadesdequehabíadejadodeverte, aunque tenía la certezadeque jamás llegarías a leerlas.Recordabalobienquetehabíascomportadoenelhospicioconnosotroseintuíaquetenertecerca,aunquefuerademanerairreal,mehacíafuerte,meayudabaaalejarmidolor.Peroyanoquierohuirdeldolor,quieroquemeabrase,quemerompa,quemedestruya.Nodeseoconsuelo,significaríaalejarmedeDiegoynopuedopermitirlo,nisiquieraun instante.La torturadeno tenerle es loque aun tiempomemataymemantiene viva. Repudio toda paz y todo sosiego. Toda vida sin mi amor y todamuerte.

—Bárbara,peroahora…¿Quévaaocurrir?—Prontolosabré.Perodéjamequemedesahogue,quepongafinamirelatopara

quecomprendascómolleguéhastaaquí.Setumbóenellecho,yabandonósumiradaenunodelosmurosnegros.

Unatardemedicuentadequehabíanenviadohombresalmonteabuscarme.Cuatrojinetes,nosésidemiabuelo,demimaridoodelosdos,comosiyofueraeltraidorquerobóelmanuscritodelsigloXVconlaprofecía.Avecesmeestremecíaalpensarqueeramiesposoquiencabalgaba,puesestabaensuderechodereclamarloquelaleydeDiosydeloshombresleconcedía.

Meviobligadaacambiardecuevaenvariasocasiones.Esperabalallegadadelanocherezandoparaquelosjinetesnohallaranelrastrodepodredumbre,dehierbas

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marchitas, que dejaba a mi paso. Los botones luminosos de las constelacionesguiabanentoncesmicamino,comomeenseñóTomáscuandoeramimaestro,peronomedecidíaatomarunrumboconcreto.Avecesibaalnorte,amparadaporlaestrellapolar, otras hacia el sur, o hacia el oeste. De esta forma la destrucción que meacompañaba se extendía en distintas direcciones, despistando amis perseguidores.Asíestuvevariosmeses.Eraagotador.Muchasvecespenséendejarmemorir,perolaimagendeDiegomeloimpedía.

Unamañanadelmesdejuliode1618abandonéunacuevaenlaquehabíapasadounpardedías.Teníahambre.Conelhatillodondehabíaguardadomispertenenciashiceunsacoparaquemesirvieracomotrampaparaatraparalgúnconejo.Buscabauncebo apetitoso que poner dentro, cuando un olor a pan tierno llegó hastamí, y elmonteseconvirtióenhornodemañana,enamenazagigantesca.Goliatestabamuycerca.Teníalaesperanzadequenolehubieranenviadoenmibúsqueda.Leimaginétrasmispasos,conelpalocastellano,elsablemoroysusacocienvecesmásgrandeytemiblequeelmío.

Corrícuantopude,sinsaberhaciadóndemedirigía,sindarmecuentadequenollevabaconmigomispertenencias;lashabíadejadoenlaúltimacueva.

Ascendíydescendíporladerasinfestadasdepinosyabetoshastaquelleguéaunriachuelocuyasaguasnoparecíanmuyprofundas.Decidícruzardeunaorillaaotraporalgunasde laspiedrasquesobresalíandesu lecho,peroresbaléporqueestabancubiertasporunverdíndebaba,caídeespaldasymegolpeéenlanuca.

Tiempodespués—¿horas,días,semanas?—abrí losojosenuncuartuchohúmedo.Mi cuerpo dolorido yacía sobre unas tablas cubiertas por un manojo de paja. Mearropabaunlienzodeestameñaconeloloralmusgodelosmontes.

—¿Cómoosencontráis?Vislumbré el rostro alargado de unamujer inclinándose sobre elmío. Tenía el

cabello cobreyblanco—lecaíahastamás abajode lospechos—,yunosojos tanespectralescomolosdeunaánima.

—¿Cómoosllamáis?Nosupequéresponderle.Mimemoriasehabíaconvertidoenunpozonegro.—Aúnestáisconfusa—dijolamujer—.Reposadynotengáisprisaporregresar

juntoalosvivos.Diososalumbrarácuandocreaqueoshallegadoelmomento.Quisoelcielooel infiernoquecuandomehallabainconscienteenelríopasara

porallíunacarretaconseisbeatasquevolvíandecumplirconmisasyconfesionesenunpueblo remotodeToledo.Supiedadybuenhacerme salvó lavida,porquemesacarondelaguaconloslabiosazulesychorreandosangreporlacabeza.Esosupecuando tuve fuerzas y entendimiento suficientes para escuchar las palabras de lamujer con cabellos blancos y cobre que se llamaba Jerónima, y que regentaba con

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manomortificadoraunbeaterioperdidoenlasierra.Mehallaba,portanto,enloquetambién había oído nombrar como «emparedamiento», un lugar al que acudíanalgunasmujeresparaapartarsedelasociedadydedicarsealaoraciónyalapobreza.

Eranochoentotallasbeatasoemparedadasqueallívivían,analfabetas,jóvenesensumayoría.Sudeseohabíasidoentrarenunconvento,perocarecíandedinerospara dote, o de posición social o de linaje que asegurase la pureza de su sangre.Muchos son los requisitos que se les exigen a las mujeres para ingresar comonovicias,adiferenciadeloshombres,quetienenmuypocosquecumplironinguno.

El beaterio de Jerónima era una casa demadera rodeada de encinas y de unaslomas hermosas donde en primavera crecía la lavanda. Tan sólo constaba de uncomedor,unacocinaconpatiotrasero,yunasceldasminúsculasparalasbeatas.Otraconstrucciónigualdemiserableydemenortamañoseutilizabadesantuarioparalosrezos. Tras ella había una huerta donde cultivaban trigo, lechugas, tomates,zanahoriasyotrashortalizas.Yuncobertizocondiezgallinasyunavacatangordacomolasochobeatasjuntas.Estabanbienflacas,yaquesualimentoeralaoración,yla comida sólo un frugal sustento para no morir de hambre entre plegaria ypenitencia.

—HabéisestadoapuntodeirosconelAltísimo—medijoJerónimacuandomerepuselosuficientecomoparalevantarme—.PerosiÉlquisonegarosesadicha,esporqueaúnosquedaalgoporhacer enestemundo. ¿No recordáisnadadevuestravidapasada?

—Nilomásmínimo,pormásquelointente—respondíconpesadumbre—.Paramínacíenestelechodetablasypaja.

—Cuandoosencontramosenelríocolgabaestodevuestrocuellomaltrecho.Pusoentremismanoselcordónconlataudemipadre.—¿Loreconocéis?—No—respondímientrasloacariciabaentremisdedos.—EslaletradeSanFrancisco.—Nadapuedodeciros,losiento.—¿Niporquéoshallamosvestidacomounhombre?Neguéconlacabeza.—Volvedacolgároslo,quizáalgúndíaosayudearecuperarloqueperdisteis.Ése erami castigo, ignorarlo todo sobremi persona.Oquizá el reposo quemi

alma torturada necesitaba. Aún así pesaba sobre mí un desasosiego que no mepermitía lapazpormuchoquemeentregara a los rezosy a lasmortificaciones.Avecesmetomabaporsorpresaunllantoquesólomislágrimasymismanosparecíancomprender.

Alprincipiolasbeatasaceptaronrecelosasquemequedaraentreellas.Lacaridaderaunadesusprioridades,ysuespíritucristianonolespermitióabandonarmeenel

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monte a mi suerte. Poco a poco fui integrándome en su vida rutinaria hasta queacabaronconsiderándomecomoaunamás.Nohabíaolvidado leery escribir, cosaquelegustóaJerónima,puespodíadeleitarlasconlaspalabrasdelasEscriturasydeloslibrosdevidasdesantosqueapilabanenelsantuariocomoobjetossagradossinningunautilidadhastamillegada.

—Mujercultasois—medecía—.Yquizáhastadelinaje,peroantenuestroSeñorsomostodasiguales.Debéisaceptarloconhumildad.

Y lo hacía. Me despertaba con ellas antes del alba para rezar juntas en elsantuario.Despuésdeunazanahoriaoberzadedesayuno,trabajábamosenlahuerta.Muyprontomismanossealiaronconmiolvido,ylamuertequehabíanalbergadoenel último año se transformó de nuevo en vida. Las hortalizas crecían de formasobrenatural bajo mi tacto apenas las había plantado, alcanzando tamaños nuncavistos.El trigomadurabaaprisa,yelpanquesecocíaenelhornode lacocinaeramanjarparalasbocasausterasdelasbeatas.Suaroma,sinembargo,meproducíaunagranintranquilidad,ycorríaaescondermeencualquiersitioencuantosufraganciallegabahastamí.EstosorprendíamuchoaJerónimayalasotras.

—No tenéis las manos burdas y estropeadas de una campesina —dijoexaminándomelas un día—, sino las de unamujer tocada por la gracia. ¿Seréis unregaloquenospusoNuestroSeñorenelcamino?

Los conocimientos sobre hierbas medicinales que había adquirido junto a lahermanaLudovicaafloraronmilagrosamenteenmicabezaconformepasóeltiempo.Enmás de una ocasión preparé emplastos y cocciones para las enfermedades quesacudíanloscuerposdelasbeatassometidosamásdeuncalvario.

Seentregabancongrandevociónalasmortificacionesaligualqueyo.Teníamosunacruzdeltamañodeunhombre,ydeellanoscolgábamosporturnosatándonosalos maderos las unas a las otras. Tras el dolor inicial, la plegaria hacía dulce elsufrimiento hasta llevarte al éxtasis, al dejamiento de la inconsciencia celestial.Mientras rezaba las oraciones que me habían enseñado de nuevo las beatas, mesorprendíaorandoenotralenguaquemimentenoentendía.

Asíqueprontomedediquéacurar laspielesdescarnadasporsogasyclavos,ytambiénporlosciliciosqueeranlaespecialidaddelbeaterio.Despuésdelalmuerzoliviano trenzábamos ramas de espinas en el comedor con las manos sangrantes, yentre ellas metíamos guirnaldas de flores o bayas de colores, hasta crear losinstrumentos de martirio más bellos y famosos de la comarca. Confeccionábamosciliciospara lasorejasamododezarcillos,pulseras, coronasdepasión, cinturonesíntimosylosclásicosparamuslos,tobillosytibias.Lossábadosperegrinabangenteshumildesydepostínhastaelbeaterio,aquienesvendíamosnuestras«artesanías»acambiodelavoluntadodeunagallinaounaliebre,yentoncesnuestrosestómagosprobabanlacarne.

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Conelpasodelosaños,misinstrumentossehicieronfamosos.Aquellosqueyotrenzabasehincabanconsañaenlacarnellagándola,peroalamañanasiguienteéstaquedaba limpia de toda herida como si nada la hubiera mancillado. Ademáseliminaban las fiebres del penitente, deshinchaban los flemones y cortaban lascagantinas y los cólicos, entre otros prodigios. Eran fáciles de reconocer porquesiempreterminabamiobradetorturaconunaspequeñasalasdeespinas.Mismanosnohabíanolvidadosurecientepasiónporlanavaja,ytallabanenlamaderafiguritasde arcángeles que acabaron vendiéndose en nuestra feria de martirios, y conresultados tanmilagrososcomo losde loscilicios.Sedecíaquehabíandevueltoelpeloaalgúncalvotrasfrotárseloporlacabeza,oquelasmujeresquedabanpreñadasalpasárseloporelvientredespuésdelactoamoroso.

Seextendióportodalacomarcaqueunabeatasinmemoriaterrenalatesorabaensus manos el poder de sanar como el mismo Jesucristo, o los apóstoles tras serbendecidos por el Espíritu Santo. A Jerónima no le gustó la fama que me habíagranjeado.Ellaerahastaentonceslamásextraordinariadelasbeatas,consusarrobosy raptosmísticos. Eran famosos sus alaridos apocalípticos en los que llamaba a lapobreza más extrema y al arrepentimiento por los pecados que, según decían,adivinabaenlosojosdelosotros—poresonadieosabamirarladefrente.

El director espiritual de las beatas, que era párroco en aquel remoto pueblo deToledo, se presentó en el beaterio para comprobar lo que allí sucedía.Yo le habíavisto en varias ocasiones. Dos o tres veces al año iba a visitarnos, y otras tantaséramos nosotras las que nos acercábamos a su parroquia para cumplir con lasobligaciones de la fe, no fueran a tomarnos por herejes alumbradas que buscabanacercarseaDiossinlanecesariaintermediacióndelaIglesia.

Llegóundíadenegociodemartirios.Losasistentesno sólodeseabancomprarmisobrasacualquierprecio, tambiénsearremolinabanamialrededorparaque lestocaraconmismanos,paraconseguirrozaruntrozodemihábito,unsayónduroyásperodelcolordeloshuesos.Denuevosehabíaencendidoenmialmaladevociónpor la caridad que me embargó cuando ejercí en la villa como la Niña Santa. Seponíanenfilayyolesaplicabaemplastos,lesatabaprimorosamenteloscilicios,lescicatrizabalasllagas,mientrassecantabansalmosyseelevabannovenasalcielo.Elpárroco se espantó ante semejante espectáculo, pero venía ciego de un ojo así quequisoqueyoselosanara.

—¡Veohastalaluzdemipropioespíritu!—aseguróhorasmástardeconestupor.

Yasí,muylentamente,pasaronlosaños.Ydíaadíaseibaabriendolapuertademimemoria.

Empecéasoñarconunniñodemiradanegraycabelloquemado.Meobsesionabaelperfumedelascenizas.Cogíapuñadosdelhogardelacocinaparaguardármelosen

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los bolsillos del hábito y oler su fragancia en los rincones más solitarios. Prontocomencéacomérmela.Jerónimamedescubrióysudesconfianzahaciamíaumentó,aligualquelaantipatíaquemeprofesabadesdemiascensióndebeataasantasegúndecíanlospenitentes.

Hastaqueunamañanademayode1625viadosjóvenesbeatasjugaralesconditeen el patio trasero de la cocina, entre los hábitos y lasmantas tendidos al sol. Lamemoria se me abrió del todo como una cáscara de nuez al recibir el mazazo deaquellaimagen.Estuvedosdíastendidaenellecho,vivaperocomomuerta,mientrasreconstruía minuciosamente mi historia. Los recuerdos me enfermaron. Padecíafiebreyaccesosdefrío.

Altercerdíaabrílosojosalalba,yencontréelrostrodeJerónimasobreelmío.—Habéisrecuperadolamemoria—adivinó.—Asíes.—¿Cuálesvuestronombre?—IsabeldeMendoza.Fueelprimeroquemevinoalaboca.—¿Dedóndesois?—Nací en lavilladeMadrid, ymecrié enunhospicioporquequedéhuérfana

muyjoven.—¿Quéhacíaisenelbosquevestidadehombreeldíaqueosencontramos?—Huirdelafamiliademimarido,quememaltratabadesdequeélmurió.—¿Quiéneravuestromarido?—Uncomerciantedetelas,hijodalgoquemeenseñólasletras.—¿YlaletradeSanFranciscoquelleváisalcuello?—Melaregalóél,puesteníagrandevociónalsanto.—¿Yelpoderdevuestrasmanos?—Nadasédeél.Sehabráencendidograciasa lavidapuray lossacrificiosdel

beaterio,oalafequedepositanenmílospenitentes.—Enestoúltimonooscreo.—Fijóenmísusojosdeánima.—¿Podríaisindicarmecómollegarhastaelríodondemeencontrasteis?—¿Pensáisabandonarnos?—Hedehallarunacuevadondeguardéelúnicorecuerdoquetengodemimadre.

Meloentregaronlashermanascuandoabandonéelhospicio.Después,sivosmelopermitís,megustaríaquedarmeenelbeaterio.

—Yaveremoscuandoregreséis.Partíaldíasiguienteconunzurróndezanahorias,pan,huevosdurosyberzas,y

unamantasobreelhábitoparaburlarlosfríosnocturnos.Tardéunmesenencontrarlacueva,ygraciasalaeducaciónclásicaquemehabíadadoTomás,afaltadehilo,hicemarcas en los abetos y los pinos con la navaja para indicar por dónde había

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pasadoycuáleraelcaminoderegreso.Nadiehabíaentradoenlacuevaenesossieteaños.Permanecíatalycomoyola

habíadejadoaquellamañanaenqueme fui conel sacoadarcazaaalgúnconejo.Abracéelchaldemimadreymeenvolvíenél.Pasétresnochesalcobijodesucalormágico. Después emprendí el camino de regreso al beaterio. Pensé en quemar lascartasquetehabíaescrito,puesloqueenellasrevelabapodíahacerdañonosóloamí, sino a otras personas. En ellas profanaba secretos de la hermandad. Al finalardieron todasmenosuna,porquequise recordar elvínculoque, antesdeperder lamemoria,habíaestablecidocontigoyqueseguramentemesalvódecaerenlalocura.

Volvíalbeaterioy lecontéaJerónimaquenohabíaencontrado lacuevayquemis pertenencias habían desaparecido.A sus espaldas, escondí la carta junto a dostallasdemadera,laprimeraqueesculpídelarcángel,ylaquerepresentabatuimagen,enunagujerobajountablónquehabíasueltoenelsuelodelacelda.Encambio,elchal lo oculté entre las tablas demi lecho, así cadanochepodía dormir sobre él ysentirlapieldesedademimadre.Necesitabasuprotecciónporquemipodredumbrehabíaregresadoyconunaintensidadpavorosa.LaausenciadeDiegodemimemoriadurante tantos años la habíamantenido a raya, pero para entonces había regresadoconlafortalezadelaespera.

Memortifiquéconmáspasiónquenuncaparaeludirminostalgia.Procurétrenzarlos menos cilicios posibles, pero sucedió lo que tenía que suceder: mis laboresprovocaronvómitosdebilisyaccesosdetristezaenlospenitentes.

No volví a curar. Cuandome vi obligada a ir al pueblo para cumplir conmisobligacionesconlaIglesia,elpárrocoquisoquesanaraaunniñoquesehallabaentrelaviday lamuerte.Meacerqué a él y le acaricié levementeunamejilla.Segúnelaterradopárroco,elalmainfantesaliódelcuerpocomorobadaporeldiablo.

Meacusarondehabermatadoalniño,dehaberselladounpactoconeldemoniodesde el principio, de haber curado para burlarme de su fe, para asegurarme suconfianza,ydespuéscausarelmayormalposible.

Habíallegadoelmomentodeabandonarelbeaterioyperdermeenlasoledaddelascuevas.

Tenía planeado huir la primera noche que no hubiera rastro de la luna, peroJerónimasemeadelantó.YamehabíadenunciadoalaInquisición.Losalguacilesmeprendieronenelbeaterio.Desdeentoncesyazcoenestacelda.

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Aún no había amanecido cuando ÍñigoMoncada entró en la alcoba deRafael. Lohalló vestido como la noche anterior, bocabajo sobre un revoltijo de papelesemborronadoscon laspalabrasde sudiccionario. Íñigo le retiróunosmechonesdecabelloyviosuexcelsapalidezyloslabiosmanchadosdetinta.Parecíaunnáufragoentre la marea de su escritura. Le puso una mano en el hombro y se lo oprimiómientras le llamabapor sunombre.El notario se desperezó lentamentey se dio lavueltamientrasregañabaaSantuarioporhaberlosacadodelduermevelaenelquesehallaba inmerso. Pero cuando descubrió a Íñigo vestido con calzas negras, camisablanca,coletodecueroylalobaoscuradesabotonada,pordondeasomabalavainadeladaga,selevantódelacamadeunsaltoyserefugióenelotroextremodelaalcoba.

—Nodirénada—susurróRafaelconlamiradaturbia.—¿Nadadequé?—lepreguntóÍñigoextrañado.—Nomehagáiscaso,habíaconseguidodormirunosminutosyaúnestoyconfuso

—respondiómanteniéndoseadistancia.—Algoosocurre—dijoelfiscalacercándoseleaél—.Estáisdistinto,cualquiera

diríaquemetenéismiedo.—Mepongonerviosocuandosueñoconmimadre—balbuceóelnotario.—Nodigáisestupideces.—¿Vos recordáis algo de lo que sucede cuando camináis dormido? —Rafael

aguardólarespuestaconelcorazónenunpuño.—Avecessí—repusoÍñigo.Elnotarioseruborizó.—¿Tenéisalgoquedecirme?Osaseguroqueesmejorquelodigáisvosaquelo

digayo—leadvirtióÍñigo.Sehallabatancercadelnotarioqueéstepodíasentirelolortostadodesucuerpo,

yhastaelfiloescondidodeladaga.—Vivuestropecho—dijobajandolamirada—.Teníaisunapesadillaysubípor

sipodíaayudaros.Lacamisaseoshabíaabierto.—Continuad—leordenóÍñigofríamente.—Reconocí lamarcadelmedallóndel arcángel.Vos soisDiegodeMontalvoy

Ceniza,elniñoquesecrióconlaprisionera.Rafaelesperóescucharencualquiermomentoelchirridodeladagaalabandonar

suvainaparaclavarseensupecho.Pero Íñigo se alejó de él, y se pasó la mano por los cabellos quemados, que

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disimulabaenunacoleta.—Asíqueeraeso.Unhombrepuedetenermuchasvidas,Rafael,yahorasoyel

fiscaldelSantoOficioyvoyaacusarla.—¿Eselladequiendeseáisvengaros?¿Ellaosrajóelrostro?—Sí.Yahabéissaciadovuestracuriosidadsiniestra.¿Estáissatisfecho?Yahora

vestíos,porfavor.VamosaveraLorenzo.—Perosiaúnnohasalidoelsol.—Por eso. Vais a ayudarme a hacer algo antes de que llegue Pedro para la

audienciadelamañana.—¿Y…yaestá?—lepreguntóRafaelmientras se recogía loscabellosconuna

cinta.—¿Quéqueréis?¿Queosmate?Quizámástardesiosnegáisaayudarme.—¿Quévamosadecirlealinquisidor?—Esoescosamía—respondióÍñigo.—¿Noteméisqueosdelate?—Me fío de vos.Además, antes de que terminarais de hablar,mi daga estaría

clavadaenvuestropecho—dijomientras acariciaba lavaina—.Por cierto, ¿dóndeestáSantuario?¿Noibaapasaraquílanoche?

—Asíes.Debedehaberseidotempranoasucasa.

LorenzoVarela,elviejoinquisidor,selevantabaadesayunarconlasalidadelprimerrayodelcrepúsculo,einvertíaunbuenratoencomerselossabrososplatosdecarneylareposteríafinaquelacocineramoriscaleservíaenunamesaconmanteldehilo.Nolegustabaquenadielemolestaraenesetiempo,perocuandouncriadoleanuncióqueelseñorfiscaldeseabaverle,decidiórecibirle,puesÍñigoerahombreadustoquenosolíaprodigarseenvisitas.Rafael, sinembargo, tuvoqueesperar sentadoenunsilloncitodelaantesala.

—Muyimportantedebedeserloqueostraeamicasa,Íñigo,ymásaúnaestashoras tan tempranas en que hasta el más sano de los estómagos todavía se estádesperezando.

Acto seguido el viejo inquisidor deglutió una loncha de jamón marinado entomatesyajo.

—Loes.Elasuntoesdelicadoypuederevestirciertagravedad.—Measustáis.Noostengoporhombrealarmista—ledijoseñalándoleunasilla

frentealasuya—.¿Habéisdesayunado?—Sí,aunquenodeliciastanricascomolasqueveoenestamesa.—Probad,pues,estasyemasdehuevosfrescos.—No,gracias,soismuyamable—dijoÍñigotomandoasiento.—Decidme,enquépuedoayudaros.

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—DebohablarosdeunasuntodelicadorespectoaPedro.—¿No estaréis celoso de él, ahora que ha hecho esos descubrimientos tan

importantesenelcasodeIsabeldeMendoza?—Nosoncelos.Ayer,cuandodevolvimosloslegajosreferentesadichoprocesoy

a los que se relacionan con él, me di cuenta de que Pedro había sustraído ciertosdocumentos,queluegoseafanóencolocardenuevoensusitioconmuchodisimuloparaqueniRafaelniyonosdiéramoscuentadeello.

—Esa acusación es muy grave, Íñigo. Es delito sacar documentos del archivosecreto,voslosabéis.

—Megustaría comprobar si falta alguno, y quizá de paso consiga averiguar elmotivoporelqueestáactuandoasí.

LorenzoValerasefijóporunmomentoensucicatriz.Eramásapropiadaparaelrostrodeunsoldadoquedeunfiscal,paravestirunaarmaduraqueunalobanegra.Hubierapodidocompadecerlesinofueraporqueaquellamarcainfamedespertabaeltemorylaprudencia.

—Pedroesambicioso,elpoderes loúnicoquemuevesuánimo.Nicomida,nimujeres le tientan, sólo el poder. Sé que es incapaz de actuar en contra del SantoOficio,peroestecasodelahermandadsecretaletienefueradesíyparecequelehallevadoaprocederdeformapocoortodoxa,podríamosdecir.—Lorenzointerrumpiósu alocución para devorar una tostada conmanteca y sal—.Le conozcobien y nodejarápasar estaoportunidad.El alcaidede la cárcelperpetuaesunhombredemiconfianza.Yoleproporcionéelpuestoensudía.Agradecidoestáporello,asíquemedainformacióncuandolaconsideradeimportancia,comoeselcaso.Dicequehaceunpardenochesunhombrelepagóunabuenasumaparaquelepermitieraveraunreo.Setratabadeunastrólogoalquecondenamosapudrirseensuceldadeporvida.Nomehabríadichonada,sinosehubieratratadodePedro.

—Intentaaveriguarcuándoseránauntiempolascuatroestacionesdelmundo—razonóÍñigo—.Estáinvestigandoporsucuenta,dejándoosfueraparaasegurarseelmérito.

Lorenzorióconganas.—Demasiado tarde, Íñigo. Ya no me interesan los cargos, ni los honores. Y

pensabaquevostampocoteníaisambicionespolíticas.Se levantó de lamesa con un prologando suspiro y se dirigió a sus aposentos.

Volvióalpocoratoconunallaveenlamano.—EsunacopiadelallavedelarchivoquecorrespondealacerraduradePedro.

DecidleaRafaelqueosacompañeconlasuyaycomprobadsifaltaalgúndocumentoimportante.Ardua tarea es, puesto que sonmuchos los papeles que conforman loslegajos.Tenéis dos horas hasta las diez, que es cuando empieza la audiencia de lamañana, donde ha de presentarse Berenguela, la testigo infiltrada en la cárcel. Y

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ahora retiraos,dejadquedisfrutedemicomida.Pocosplaceres,apartede losde lamesa,lequedanyaaunviejoinquisidorcomoyo.

—Gracias,Lorenzo.Luegoosdevolverélallave.Íñigosaliódelaposentoconciertaprecipitación,queLorenzoachacóalímpetude

sujuventudyaldeseodeentrarcuantoantesenbatallacontrasurival.«Un soldado será siempre un soldado», se dijomientras se comía una delicada

peraescarchadaconchocolate.

Enelarchivosecretoimperabaelsilencio.Aunqueeraunlugarquealmacenabagrancantidaddesufrimientos,rencoreseinfamias,exhalabapaz.

RafaeldeOsorioaspiróelolordelatintaantigua,peroniasípudolibrarsedeladesazónqueleinvadía.ObservócómoÍñigocerrabalapuertaylaasegurabaconlastres llaves.Cuandoelnotariooyóelpasadorde laúltimacerradura, le rogóaDiosquenofueraéseelsonidoquesellaríasutumba.

Íñigollevabaocultosbajoelcoletodossacosdeterciopelonegrocuidadosamentedoblados.

—¿Vais a robar los legajos del archivo?—le preguntó el notario con una vozenflaquecida.

—Meted en este saco los legajos del proceso de Fernando Salazar y delmanuscrito del siglo XV, el que contiene la profecía—le ordenó Íñigo—. Yo meencargarédeldelaacusada.

Rafaelsequedóquietosujetandoelsaco.—Osaprecio—ledijoÍñigoalverquenosemovía—,habéissidounamigopara

míduranteestosmesesyhedisfrutadodevuestracompañía.Noquierodañaros,perocomonohagáis loqueacabodeordenaros,osaseguroqueeneste instantesaco ladagayosdoymuerte.

Rafaellomiróalosojosyleparecieronimpenetrables.Nopodíaleerenellossusverdaderasintenciones.Desdeluego,Íñigoteníamásdeunmotivoparamatarle.Sirevelaraalosinquisidoressuidentidadloarrestarían,ocomopocoperderíasucargo.Unapunzadadedeleiteseencendióensupechoalimaginarqueloteníaasumerced,queaccederíaatodossusdeseosparaquemantuvieralabocacerrada.Sinembargo,sabíaqueaquellonoeramásqueunailusión.Íñigoerahombrequesolucionabaloschantajesconunacuchillada.

Metió los legajos en el saco. Íñigo, además de robar el proceso de Isabel deMendoza,seapoderódelchalazulqueaúnpermanecíaenelarchivo.

—¿Lotenéistodo?—lepreguntóÍñigo.Rafaelasintió.—Saldremosporlapuertaprincipal.Saludaremosalguardiacomosinoocurriera

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nada,ynosdirigiremosauncarruajedecolornegroqueestáesperándonosenunacalle cercana. Entregaremos los sacos y regresaremos a casa. ¿Lo habéiscomprendido?

—Sí,pero¿dóndeguardaremoslossacos?—lepreguntóRafael.—Ocultosbajolascapas;noabultandemasiado.—Tengoexperienciaencargarsacosrepletosdepapeles,aunquelosmíosestaban

pobladosdeinfectospoemas.—¿Cómolallamabavuestramadre,«lacuevademisversos»?Puesahoraserála

cuevadeloslegajos.Sumiso,Rafaelcolocóelsacoenlaconcavidaddeformedesuvientre.Echólos

hombrosaúnmáshaciadelanteysujorobaseelevóbajolacapa.Abandonaronelarchivo,que Íñigosellócon las tres llaves.Sinembargo,no le

devolvióaLorenzolasuya;nohabíatiempo.Caminaronporlospasillosensilencio.ElplandeÍñigotranscurriósinincidencias.Niunosolodelosalguacilessospechódedosmiembrosdeltribunal,oficialesdelsecretoademás,queandabanporlospasillosaunquefueraahorastempranas.Noobstante,alsaliralacalleporlapuertaprincipal,Rafael tropezóyel sacoque llevabaensuvientre saliódisparadohastacaerenuncharcode lodo.Sequedóparalizado.Miró a Íñigo con terror.Entoncesunode losguardias que custodiaba la puerta se apresuró a recogerlo y a entregárselo conamabilidad.

—Selehacaídoestesaco,señor.Esperoquenosehayaensuciadosucontenido.Rafael le dio las gracias con una voz estrangulada, lo guardó de nuevo en su

vientreysiguióaÍñigohacialacallequeseabríaaladerechadelcaserón.—Losiento—ledijo—,nolohiceadrede.—Dadmeelsacoyaguardadaquí—replicóÍñigoconungestoadusto.En un recodo, frente a una pequeña iglesia, esperaba un carruaje negro. Era el

mismo que Rafael había visto aquel mediodía en que espió a su compañero. Sepreguntósiestaríadentrolaancianadeloscabellosblancos.Yquiénseríaella.

Íñigogolpeóconlosnudillosunadelasventanillas.Laportezuelaseabrióyunbrazodemujerintrodujolossacosenelcarruaje,quesepusoenmarchaalospocossegundos.

Porprimeravezensuvida,Rafaelquisoencontrarseconel rostrososoymudodeSantuario,peroalparecer,alacriadaselahabíatragadolatierra.Labuscóportodaslashabitaciones,bajolaatentamiradadeÍñigo.Poruninstante,seleocurriópensarqueéllahabíaasesinado,eibaaencontrarlaenunaestanciaconlastripasfuera.

—Sehabrámarchadoacasa temprano—aventuró Íñigo—.Nocreoquedebáispreocuparos.

—Lascallesaúnestánnevadas,yhayhielo.

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—Rafael, ¿porquéese repentino interéspor esa criada a laque siempre tratáisconciertodesdénaunqueellasedeshaceenmieleshaciavos?¿Acasocreéisquevoyamataros,ylabuscáisparapedirleayuda?

El notario guardó silencio. Quiso enfrentarse a los ojos de Íñigo, pero no seatrevió.

—Fuiunasesinoenlaguerra—dijoÍñigo—.Matéatantoshombresquehubounmomentoenquemeconvencídequesóloservíaparaeso:quitarlavida.Ylopeorfue que no luchaba paramantener pura la fe de una Iglesia en la que, además, nocreía,nicreo,sinoporolvidaraunamujer.Decidme,¿sepuedesermáscobarde?

—Osreferísalamujerdelproceso.ABárbara…—Aella.Noshemosmerecidounvinotintoaunqueseatodavíabiendemañana.Íñigo se marchó a la cocina y regresó al cabo de un momento con dos copas

llenas.—Creía que a lo mejor habíais aprovechado para escapar —le dijo a su

compañeroofreciéndoleunacopa.Paratemplarelmiedoylasemocionesvividasaquellamañana,Rafaelsebebióel

vinodeuntrago,ytrasdeshacersedelacapa,tomóasientoensubutacafrentealachimenea.

—¿Noos importaque lescuentea los inquisidoresquiénsois?—lepreguntóaÍñigo.

—Queridoamigo, siempreseréunproscrito.Hedeadmitirlo.Esunprecioquetuvequepagarporloqueaprendíenmijuventud.ÍñigoMoncadaeseltercernombrequehetenidoenmivida.Elverdaderoeraeldemiabuelo:Diego.Unletradodelavillamuyrespetado.

LavozdeÍñigosediluyóenlosoídosdelnotario.Cadavezlellegabamáslejana.Asualrededorelmundosevolviódifusoyunaneblinade invierno locubrió todomansamente.

—¿Mehabéisenvenenadocomosifueraisunamujer?—acertóadecirRafael.—Oshehechoun regalo—repuso Íñigoaproximándose—.Porprimeravezen

muchosañosdormiréiscomounreciénnacido.Aldespertarseréisotrohombre.Lotomóensusbrazos,livianoyfrágilcomounniño.Rafael,instintivamente,se

refugióenlosmúsculosdurosdesupecho,aspirósuolordehombre,sintiósufuerza,sucalorhirviente,comosifueralaúltimavezquelostendríatancerca.

Así habrá de ser, se dijo mientras sentía cómo le depositaba cuidadosamentesobresulecho.

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BárbarayBerenjenadormíansobreel jergón,cuando lesdespertóel chirridode lallaveretorciéndoseenlacerraduradelacelda.Unángulodeluzresplandecióenlaslosas frías y las ratas se apresuraron a ocultarse entre los huecos de losmuros. Elalcaideentróconunaantorcha,lacolocóenelsoportedehierroquesobresalíaenunmuroypusosusbrazosenjarras.

—Veoqueoshabéishechobuenacompañía—dijoconunavozdesagradable—,peroahorahedellevarmeaBerengueladelaSantaSoledadantelosinquisidores.

—¿La traeréis de regreso a la celda tras la audiencia?—le preguntó Bárbaramientrasselevantabadellecho.

—Esonoescosamía,niasuntovuestro.Seharáloquelosinquisidoresordenen.Berenjena, que ya se había puesto en pie, tomó a Bárbara por los hombros y

contemplósurostro.Duranteunmomentonovioalamujerqueteníafrenteaella,sinoalareciénnacidadecutisperfectoquellegóunanochedepestealhospicioconsupergaminosecretoysusmanosmoradas;vioelrostrodelaniñaqueseenroscabaen Diego en el dormitorio de los destetados mientras ella los arropaba paraprotegerlosdelosojosinfernalesdelahermanaUrraca;vioalaniñaqueescuchódesus labios la historia del niño ángel, la niña famélica y alucinada cuando lasometierona los exorcismosy su lozanía al resucitar como laNiñaSanta.Bárbarahabíacrecidobajosusojosvigilantes,ycadagesto,cadasonrisa,cadamirada,cadaademán,laformadecaminar,decorrer,detocarseloscabellos,recorríansucuerpocomolasangre.

Bárbaraseacercóasuoídoylesusurró:—Sé que no vas a volver a delatarme. Esta vez no les contarás nada a los

inquisidores.—¿Sabesquefuiyo?¿Cómo?—MedicuentacuandoescuchasteelcantodeGoliat.Pudeleerloenelpánicode

tusojos.Nosólolehabíasvisto,tambiénhabíaintentadomatarte.Ysóloloharíaparaprotegerme amí o a la hermandad. Luego pensé en tu oportuna presencia en estacelda. En un principio quise creer en el destino, pero nunca ha sido tan benévoloconmigocomoparaconcedermeelregalodetenertecercacuandomáslonecesitaba.

BerenjenabuscóbajoelhábitodeBárbaralataudeSanFranciscoylaapretóconfuerza.

—Hemoshechojuramentodesilencio—ledijoconunavozapenasaudible.—Parasiempre—susurróBárbara.

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Berenjenaleacaricióunamejillayselabesóporprimeravez.—Ya está bien de secretitos y arrumacos —se quejó el alcaide mientras las

separabaconunazarpazo—.Puessíquehabéis intimadoenunsolodía.Hetenidopaciencia,perolosinquisidoresesperan.

AgarróaBerenjenaporunbrazo,cogiólaantorchadelsoportedelmuroycerróde golpe la puerta de la celda.Cuando comenzó a caminar hacia las escaleras queconducían a la salida del sótano donde se hallaba la cárcel, le extrañó no ver alcentineladeguardiaenelpasillo.Unsilencioespesoseextendióasualrededor.

—Dateprisa—leordenóaBerenjena,quecaminabaunospasosdelantedeél.Elalcaidepermanecióatentoacualquierruidoquerompieraaquellaquietud.De

pronto, al pasar junto a la reja de hierro que comunicaba con las alcantarillas delcaserón inquisitorial, se dio cuenta de que ésta se hallaba torcida, y de que habíarestosdetierraenlaslosasdelsuelo,comosilahubieranarrancadodelapared.

—¡Amílaguardia!—exclamó.Peronotuvotiempodedecirnadamás.Unasombradeososelevinoencimayle

golpeólacabezaconunpaloqueleabrióelcráneoendos.BerenjenasediolavueltayvioaGoliat con la estacaenaltoyun sabledemoroatravesadoenuna faja.Sequedóinmóvilyescudriñósusojosporsienellosseabríaelhermosocolorverde,oporelcontrarioaquelbarrotemiblequeloconvertíaenasesino.Elgiganteselimitóacoger la argolla que colgabadel cinturóndel alcaide con las llavesde las celdasyretrocedióunospasoshastalarejadelaalcantarilla.Laarrancóconunasolamanoydeellasurgióunhombrevestidodenegro,ataviadoconsombrerodeala,yelrostrocubierto hasta los ojos por un pañuelo oscuro.Goliat le entregó la argolla con lasllaves. Él clavó su mirada en Berenjena un instante y corrió por el pasillo endirección a la celda de Bárbara. Sin embargo, Goliat no le siguió. Berenjenavislumbró entre la luz de las antorchas que alumbraban el pasillo, el lodo queasomabaensuspupilasfieras.Sediolavuelta,temblando,ycaminóhacialasalidacomositrasellanosealzaraunaamenazatitánica.Nologróavanzardemasiado.Oyóelsonidometálicodelsablemoroalsalirdelavainaynotólapuntapinchándolelaespalda.Quisosilbarelcantodeungorriónparasalvarse,comosehabíasalvadoJoséal escapar del saco cuando Goliat se embelesó con el trinar del pájaro. No tuvooportunidad.Girólacabezayentrevióloslabiosfofos,lababadorada,losdientesdeemperador,ycuandoelacerocomenzóaatravesarlelentamentelacolumna,escuchóenun susurroaquel cantohebreoque la conducíadulcementea la tumba.Cayóderodillasconlapuntacurvadelsableherejeasomadabajosupecho.

«Todasabiduríatieneunprecio…Ytardeotempranohayquepagarlo»,lehabíadicho Berta, la buena de Berta con su lengua cortada. Había llegado la hora. Seagarrólasmanoscomosienellasyacieraenredadosurosariodecuentasamarillasysedesplomósobreuncharcodesangre.

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Entretanto,elhombrevestidodenegroabriólaceldadeBárbara.Ellasehallabadeespaldas a la puerta, con la vista perdida en el cuchillo de luz que atravesaba larendija.Creyóqueeraunodeloscarcelerosqueavecesleservíalamíseracomidaenvez del alcaide, y ni siquiera se volvió para mirarle. Entonces oyó su nombre, elverdadero, deunos labios cuyavoz, aunquemás ronca, reconoció enseguida.Tuvomiedodedarselavuelta,deenfrentarseasuculpa,asuamor,asucastigo.

—Saldelacelda,rápido—leordenóélconsequedad.Se infundió valor paramirarle.Un pañuelo enmascaraba su rostro y cegaba la

cicatrizinfame.Élevitósusojosatodacosta.En el pasillo, Bárbara encontró a Goliat, que empuñaba palo y alfanje. Entre

Diegoyélhabíanmatadoavarioscentinelasantesquealalcaide,perosilosdemásque custodiaban la cárcel le habían oído pedir ayuda no tardarían en llegar.Efectivamente, un grupo de cuatro alguaciles surgieron por el recodo del pasillo ydesenvainaronespada.

—Vehasta laalcantarillaquehaymásadelante, enelmuro,yespéramedentrodeltúnel—ledijoél.

Bárbaraobservócómoblandíalaespadaycomenzabaabatirsecondoshombresalavez.

—¿Nomehasoído?—lepreguntóDiegomientrasesquivabalaestocadadeunode ellos. El movimiento hizo caer su pañuelo del rostro y dejó al descubierto suidentidad.

AlreconoceralfiscaldelSantoOficiocomosuenemigo,elalguaciltitubeóenelmandobleyDiegolediomuerte.Elotrosacóunapistoladelcintoylepegóuntiroque le pasó rozando las carnes gracias al palodeGoliat, quedesvió la trayectoria.Luegoelgiganteleestampólaestacaenlascostillasylodejómalheridoenelsuelo.

Bárbarapor fin sehabíaencaminadohacia laalcantarilla,peroaunospasosdeelladescubrióel cuerpo sinvidadeBerenjena.Seechó sobreély lo abrazó.PocotiempolapermitióDiegoparaduelosyllantos,puescomodelanadahabíansurgidocincoalguacilesmásylespisabanlostalonesconacerosypólvora.

Semetieron los tres en el túnel, cuya estrechez rasgaba la camisa deGoliat ylacerabasucarneenalgunos tramos.Diego ibaelprimeroyguiabaa losotros.Lasalidasehallabaenunacallejamuypróximaalosmurosdelcaserón.Traslaordende Pedro Gómez de Ayala de redoblar la guardia, llegar hasta el carruaje que lesesperaba en una calle próxima podía ser peligroso. Unos cuantos alguaciles lespisabanlostalones,pueseltintineodelosgrilletesqueaprisionabanlasmuñecasdeBárbaralesdelataban.

Cuando llegó elmomento de salir a plena luz del día,Goliat quitó la reja queprotegíaeltúnel,yDiegocubrióaBárbaraconsucapaconlaintencióndeocultarlas

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cadenasyelhábitodeprisionera.Lanochehubierasidomáspropiciaparalahuida,perolaurgenciadesilenciaraBerenjenaydeevitarqueBárbaraprobaraelpotronoleshabíadejadomásopciónquearriesgarse.Confiabanenlamuchedumbretoledanaqueabarrotabalascallesaesashoras,sobretodoendíademercado.Ungigante,unamujer cuyo caminar desprendía un chirrido de cadenas y un hombre con el rostromarcadollamabanbastantelaatención,perolograronmezclarseentrelamultitudsindespertarsospechasenlosguardias,yllegarhastaelcarruajenegrojustocuandolosalguacilesdelacárcelsalíandeltúnel.Goliatseocultóbajounamantaenelpescante,yBárbarayDiegoocuparonelinterior,dondelesesperabalahermanaLudovica.

Elcocherogolpeó loscaballosconel látigoyel carruajepartióvelozhacia lasafuerasdelaciudad.

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RafaeldeOsorionorecordabahaberdormidotantodesdequeeraunniñoysuvidatranscurríaalejadadelaplumayelpergamino.Imaginóquesumadreaúnestabavivayqueentrabaensualcobaparadarlelosbuenosdíasconlasmejillassonrosadasporelviciodelapoesía,perosinconvertirseaúnenelverdugoqueleobligabaacopiarlahastaqueseleagarrotabanlosdedos.Apesardelaslargashorasdesueñodelasqueteníaunaconcienciavaga,undoloragudoleaprisionabalafrente,yenlabocaunasequedadatrozlepegabalalenguaalpaladar.Estabatendidosobreellecho,ataviadoconlamismaropadelamañana.

Selevantó,seasomóporlaventana,yvioquehabíacaídolatardesobreToledo.Los acontecimientos sucedidos la noche anterior y aquellamañanavagabanpor sucabezacomofantasmas,peroaúnnoteníavalorparaenfrentarseaellos.Oyógolpesenlapuerta,cadavezmásinsistentesyviolentos.Abandonósualcobayseencaminóalrecibidor.Letemblólamanocuandometiólallaveenlacerradura,ylagiródosveces.TresalguacilesdelSantoOficio irrumpieronenelumbralempujándoloparaecharloaunlado.

—¿DóndeestáÍñigoMoncada?—lepreguntóunodeellosconunaautoridadquelehizoestremecerse.

—Nolosé.Mirenenelpisodearriba,acabode…Nopudoterminarlafrase.Elquelehabíapreguntadohizoungestoconlacabeza

alosotrosdos,quedesenvainaronlaespadaantesdesubirlaescalera.Rafaelsabíaquenolehallaríanallí.

—DaosporpresodelaSantaInquisición—ledijounodelosalguaciles.—¿Preso?—Suvozsonódébilyvacilante—.Soyelnotariodelsecreto.—ComosisoislaVirgenSantísima.Yotengoórdenesylascumplo—replicóel

hombresacandoacerotoledanodelcintoyamenazándolo—.Yesasórdenestambiéndicenquesinosacompañáissinoponerresistencia,nadiehadedarsecuentadequevais detenido, con lo que os ahorraríais el deshonor de sentiros humilladopúblicamente.Vosdecidís.

ElguardiainterpretóelsilencioylainmovilidaddeRafaelcomounasentimiento.Envainó el acero y esperó con el puño apoyado en la cintura a que regresaran losotrosalguaciles,quienesregistrarontodaslashabitacionesdelacasasinencontrarelmenor rastro de Íñigo, tal como Rafael esperaba. Le permitieron, bajo vigilancia,ponerse un jubón negro y su capa, pero no tuvo oportunidad de asearse, así quetodavíadesprendíauntufoalvinoquelohabíadrogado.

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RafaeldeOsoriosabíaqueelSantoOficionogustabadeairearsustrapossucios.A veces incluso había protegido a alguno de sus miembros aunque éste hubieracometidoundelito.Sureputacióndebíaversemancilladalomenosposible,aligualque la de los hombres que lo formaban. Por eso lo conducían al caserón sinencadenar, ahorrándole la vergüenza de verse observado por los ojos de lostranseúntes, que lo señalarían con el dedomurmurando a su paso.Aun así,Rafaelteníalasensacióndequesuexistencianopasabadesapercibidaalasmiradasdetodosaquellosconlosquesecruzaban.Quizáacausadelmiedo,delaincertidumbredesudestinoode los remordimientos, ladeformidadque loaquejabadesdeque llegóalmundo sehabía agudizadoy suvientre sehundíamásquenuncamientrasque sushombrosseechabanhaciadelanteformandolajoroba.

Nofueconducidoaunadelasceldascomoesperaba,nialasaladeaudiencias,sinodirectamentealaestanciaabovedada,ocultaenlasentrañasdelcaserón,dondelosmuroserantangruesosqueunopodíadesgarrarselagargantasinqueleoyeranenla estancia de al lado. La única luz, quemás que consolar el alma la colmaba deestupor,procedíadeunoscandelabrosconvelonesdesebocuyasllamasseondulabanaltiempoqueeltemblordelascarnesdelosreos.Bajosuauraamarillentasepodíaver en una esquina, apoyado contra la pared, el potro—o burro, pues ése era elnombre popular—: un tablón sobre el que tumbarse, unos rodillos donde seenroscabanunascuerdasparasujetarlasmuñecasylostobillosdelavíctima,yunaruedaquealgirartensabadichascuerdashastaqueloshuesosdelasarticulaciones,de los hombros, las rodillas, las ingles, se descoyuntaban, causando un dolorinsoportable.Cuántas veces había anotado con su pluma certera el sufrimiento delherejedurantelassesionesdetormentoalasquedebíaasistir.Concuántaprecisiónhabíadescritohasta el últimocrujidode loshuesosque sedislocaban aplacer, losaullidosyruegosdeloscondenados,encuyosojossereflejabalacapuchanegradelverdugo.Yahorasepreguntabasi lehabía llegadoel turnoaél,sihabríade tomarnotadesupropiosufrimientoytranscribirlodespuésensudiccionario.

ElverdugovestíaunatúnicanegrayelrostroquedabaocultobajouncapuchóndelmismocolorqueeldeloscofradesdelaSemanaSanta.

Los alguaciles le sentaron en una silla y le ataron las manos a la espalda. Sequedó a solas unos instantes con el verdugo antes de que entraraPedroGómezdeAyala.Elinquisidorllevabalasotanaacostumbrada,perosuscejasleparecieronmástemiblesyenmarañadasquenunca,comosiestuvieranlistasparaentrarenbatalla.

—Como veis, no estamos para perder el tiempo —le dijo mirándole condesprecio.

Cuántaverdadencerrabansuspalabras.Elsuyonoibaaserunprocedimientoaluso,comotampocolohabíasidosudetención.Sehabíansaltadovariostrámitesparapasar sinmás al interrogatorio del reo a la vista del aparato de tortura, lo que se

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conocía como in conspectu tormentorum, cuya finalidad no podía ser otra queintimidarloparaqueconfesara.CuandoPedrocerrólapuertatrasdesí,Rafaelsediocuenta de que el otro notario del secreto que trabajaba en el tribunal no estaríapresente para dejar constancia ni de sus palabras ni de su sufrimiento si llegaba elcaso.Todotranscurriríaenlamásinquietanteinvisibilidad.

—EstamañanahanasaltadolacárcelsecretaparaliberaraIsabeldeMendozaoaBárbarao como se llame esamalditamujer.Yhan asesinado a la testigo. ¿Teníaisconocimientodeello?

Rafaelnegóconlacabezaaterrado.—Quienplaneóelasaltoalacárcelsabíapordóndeentrarypordóndesalirde

ella con el menor riesgo de ser descubierto. Sabía cuántos hombres estaríancustodiándola y a qué hora seríamás vulnerable a un ataque, pues se producía elcambiodeguardia.¿Tenéisideadequiénoshablo?

—No,señor—contestóconvoztemerosa.—Ya habrá tiempo de averiguar si eso es cierto —repuso Pedro mientras

acariciabaelpotro—.ElúnicoguardiaquequedóconvidaaseguróquelosasaltanteseranunhombredeestaturagigantescayelfiscaldelSantoOficio.NopudecreerlodeÍñigoenunprincipio.Nuncameresultódefiar,peroquellegaraaasaltarlacárcelmeparecíademasiado.Entonces elguardiameaseguróqueera élporque levio lacicatrizquelecruzadeladoaladolacara.

»Íñigo ha tenido hoy un día verdaderamente ajetreado.Hemos descubierto quefaltandelarchivosecretotodosloslegajosdepapelescorrespondientesalprocesodeIsabeldeMendoza,aldellibrerodelavilla,FernandoSalazar,yaldelmanuscritodelsigloXV. Es decir, no queda constancia escrita del testimonio deBerenguela de laSanta Soledad, ni de ningún proceso con el que pueda relacionarse la hermandadsecreta.Estanoticianoossorprenderá,¿verdad?SéqueLorenzoleentregóunallavea Íñigo.Mentiría siosdigoquenohedisfrutadoalver su rostromásqueperplejocuando ha tenido conocimiento de cuanto os estoy relatando. El viejo, que tantasesperanzasteníapuestasenelprotegidodelinquisidorgeneral.Aúndesconozcoquérelacióntieneélconesteasunto,peronodudéisquemepropongodescubrirlo.Masnonosdistraigamosde lapartequeosatañe.SéquevosayudasteisaÍñigoasacaresadocumentacióndelarchivo.Elalguacilde lapuertaprincipalosviosalir juntossobre lasochoymedia.Dijoqueparecíais ir cargadosconalgo,yqueavos seoscayó al suelo un saco de terciopelo negro. Allí iban los documentos secretos delarchivo, ¿no es así? ¡Confesad que le ayudasteis a robarlos, confesad que sois sucómplice!

Rafaelalzólosojoshaciaelceñofruncidodelinquisidorysólotuvofuerzasparadecir:

—Meobligóahacerlo.Meamenazóconunadaga.

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—Podría creeros ahora que conozco la verdadera faz de nuestro fiscal—adujoPedro—.Podría creeros, repito, si no fuera porquevuestra criada,Santuario, os hadelatado. ¿Palidecéis, Rafael? Tomasteis precauciones al buscárosla muda yanalfabeta,perofuetestigooculardelespantosohechodelqueosacusa,yvossabéisbienqueuntestigoocularvalepordostestigosdeoídas.Alguiensehabíaencargadode escribirle en un papel quién era y a quién quería delatar y por qué. De todasformas, os aseguro que luego encontró la forma de explicarlo por sí misma. Eragrandelavergüenzaquelaatormentabayeldeseoquesentíadeexpresarla.Vuestradelatora,(yyaveisquetengoconvosmásdeunadeferencia,quenuncahadesaberun reo quién es el causante de ir a dar con sus huesos en la cárcel) os acusa desodomía,delpecadonefando.¡Íñigoeravuestroamante!

Acusarle del robo de documentos del archivo secreto llevaba pareja la pena deinhabilitaciónporunatemporadayunamultadecincuentaacienducados;noeralaprimeravezqueescribanosdeconfianzavendíansecretosinquisitorialesacambiodedineros,perolaacusaciónqueacababadeformularPedroloconducíasinremedioalahoguera.

Rafael,apenasconsiguiópronunciarunapalabra:—Miente.Pedrosepusoenpieyloseñalóconundedoincriminatorio.—Vos, que compartíais con él lujurias y retozos prohibidos, le ayudasteis a

cometerelrobo,yhastaesposiblequetambiénsupieraisqueibaasaltarlacárcel.—Todoesmentira.—¿Dónde se ha escondido? Debíais de compartir confidencias mientras os

regocijabaiscarnalmente.¿Porquésehajugadoelpuesto,elhonoryelpellejoporliberaralaprisionera?

—Nosénada.—Conocesbiencómofuncionaesto:oconfiesasportimismo,olohacesafuerza

depotro.Había comenzado a tutearle, era mala señal. ¿Tendría el valor suficiente para

dejarse descoyuntar por Íñigo?Apesar de haber sido traicionado y despechado, elacto de inmolarse por el amante encerraba un horror que lo atraía poderosamente.Sufrirporél,yaquenolehabíapermitidoamarlo.Perolahumillaciónsufridaaquellamismamañana,cuandosudeformidadsirvióparaocultarloslegajosrobados,pesabasobresusconvicciones.

PedrohizounaseñalalverdugoquedesatóaRafaeldelasillayloarrastróhastael potro sin que opusiera lamásmínima resistencia.Mansamente, permitió que lequitaracamisa,botas,calzasymedias,consusmanosfuertesyásperas,hastadejarloen calzones, preparado para el sacrificio. Agradeció las cuerdas y correas que leaprisionarontobillosymuñecas,puesleestiraronelcuerpoylaconcavidaddeforme

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desuvientredesapareció,aunquelachepadelaespaldanolepermitíaapoyarlodeltodo,loquesignificabaqueaguantaríaelmartiriopeorqueotros.

Cuando el verdugo comenzó a girar la rueda, Rafael recordó las palabras quehabía anotado una vez en su diccionario: «Sin miedo no hay sufrimiento que seprecie».

Quisogritar,perosóloacertóaregurgitarunlamento.Elverdugogiróotravezlaruedayenlosojosdelnotariosetransparentósupadecimiento.Suesqueletocrujió,lapielseseparódelacarneacausadelascuerdas.Perofueelinsoportabledolordelachepaelquelesoltólalengua.

—Caminabaensueños—dijoconungemido.—¿Quéquieresdecir?—Caminaba dormido y hablaba de unos túneles de los que quería escapar. Le

acompañabaunamujerensudelirio,lallevabadelamano.—¿Quiénera?Elinquisidordioordendegirarmáslarueda.—Creoquelaprisioneraqueliberó.Rafael le imaginó con ella en pleno dolor, besándole lasmanos, y recordó los

labiosdeélrecorriendolassuyas.—Gozaressufrir,sufriresgozar,hastalasllamasdelahoguera—murmurópara

sí.Una nueva vuelta a la rueda le descoyuntó un hombro y le soltó de nuevo la

lengua.—Una noche descubrí que tenía una marca en el pecho, la quemadura del

arcángelsanGabriel.Pedroenarcólascejas.—No te burles de mí o lo pagarás caro. ¿Íñigo es el niño que se crió con la

acusada?—Creoquesí.—¿Ylostúnelesdesussueñossonlosdelahermandad?—Nolosé.—Pero¿tedijodóndeestaban?—Enuna riberadelManzanarespróximaalpuentedeSegovia.Laentradaestá

escondidadetrásdeunarocaconformademedialuna.Pedrodioordenalverdugodequelosoltara.Habíaconseguidomuchomásdelo

queesperaba.MiróaRafaelcondesprecio,desmayadosobreelpotro,yabandonólasala de tortura mientas su mente diseñaba el plan que, de tener éxito, podríaconducirloalacimadesuambiciones.

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CuandoelcarruajenegroenelqueBárbara,DiegoyGoliatescaparonde lacárcelllegó a las afueras de la ciudad, el cochero, un mercenario contratado por unosducados,seapeódelpescanteyGoliatocupósulugar,encogidobajouncapotequeloprotegíadelfríoydesucorpulenciadelatora.UnavezsehubieronalejadovariasleguasdelostejadosdeToledo,pararonenunaventadondeDiegoteníaapalabradouncaballo.PedroGómezdeAyalanotardaríamuchoendescubrirsuimplicaciónenelrobodelarchivoyenelasaltoalacárcel;unhombreconunacicatrizpúrpuraquele cruzaba el rostro era fácil de reconocer. Aun así cabalgaría a una distanciaprudencial del carruaje, por si en algún momento lo detenían los guardias o eraasaltadoporlosmaleantesquerondabanloscaminoshacialavilla.

Antesdeentrarenlaventa,GoliatrompiólosgrilletesdeBárbaraconunmartilloyunabarradehierro,yliberósusmanosdelascuerdasytrapos.Luegoellacambióelhábitodeprisionera,porunvestidosencilloyunacapadebuenpaño.

Tras un ligero almuerzo en el que Diego no compartió mesa con la hermanaLudovicaniconBárbara,prosiguieronelviajehaciaMadrid.

Lamonjahabíaenvejecidoenlosúltimosaños.Sucuerpohabíamenguado,oalmenos eso le pareció aBárbara al verla por primera vez sin el hábito de la SantaSoledad o la túnica ámbar. Llevaba un vestido oscuro con una tímida valona deencajeybotonesnacaradosen lasmangas.Aunquesuporteeramenosrobustoqueantaño, seguía desprendiendo su halo de autoridad. Lo que más le impresionó aBárbara fue el cabello, libre del griñón rígido o la capucha: unamelena blanca depelogruesoybrillanterecogidaenunmoñodulcificabasuaspecto.Perolafortalezadesucuellobovinoylaintensidaddesumiradaplomiza,quesehabíaclavadoseveraenlosojosdeBárbara,permanecíanintactas.

Mucho tenían que reprochase la una a la otra, pero durante un buen trechoeligieronelsilencio,acurrucándoseenelpaisajequecontemplabanporelhuecoquequedabaentrelascortinillas.Asípermanecieronunpardehoras,vapuleadastambiénpor el traqueteo del carruaje que Goliat conducía veloz por los caminos menostransitados.Finalmente,Bárbaraseenfrentódenuevoalamiradadelamonjaydijo:

—Memarchéporquemipresenciasembrabalamuerte.Nohacíamásqueheriraquienesmásquería.

—Máslosheristecontupartida,metemo—replicó lahermanaLudovica—.Ymeincluyoentrelosafectados,pueshabíapuestomuchasesperanzaseilusionesentidesdequeerasunacriatura.Perohuistedenosotrosydetudestino.Aunasíhemos

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venidoaliberarte.TumaridoytuabuelotambiénsehallabanenToledo,preocupadosportusituación,perodecidimosqueeramásseguroviajarseparadosypartieronayertardehaciaMadrid.

—¿YeranecesarioasesinaraBerenjena?—Esamujer tedelató,Bárbara.Testificócontra ti revelandoa la Inquisición tu

verdaderonombre.LesdijoqueeraslaNiñaSanta,luegoprófugadelSantoOficio.Yme delató a mí. Por su culpa los alguaciles me buscan. Sabía cosas sobre lahermandadquejamáspudeimaginarquehabíadescubierto.Pusonuestraexistenciaynuestros secretosenpeligro.Ypor si fuerapoco, seprestóaque lametieranpresapara sacarte información, y luego transmitirla a los inquisidores. Había quesilenciarla.

—Estaveznohubierahablado—dijoBárbara—.Meloaseguróyyolacreí.—Terecuerdoquejurasteprotegeralahermandadaunqueparaellotuvierasque

sacrificartuvidaoladeotros.¿Hasperdidolafeenloqueteenseñamos?Bárbaramiróporlaventanilladelcarruajeantesdecontestar.—Yanoséenloquecreo,hermana.—Entonces está todo perdido—se lamentó ella—.Dentro de cuatro días es la

fechapropiciaparaquesecumplalaprofecíaparalaquenacistedestinada.Perosinfe,todoesinútil.

—Éseeselverdaderomotivoporelquemeliberasteisdelacárcel,¿noescierto?—Terescatamosaunquetraicionastealahermandad,Bárbara.—Jamásmencionésuexistencia.—Teadvertíhaceañosque,unavezdentro, la fidelidada ella eradeporvida.

Custodiamosuntesoroextraordinario.—Tampoco me disteis muchas opciones para elegir. A pesar de todo llegué a

creerfirmementeenvuestrasenseñanzas.Osrepitoquesihuífueparaprotegeralahermandaddemí.Cuandodescubrí aDiegoobservándome sin clemenciamientrasmecasabaenSanGinés, comprendíquemeequivocabaalpensarquecon labodasepararíamivoluntaddemicorazónynopodríamosherirnosnuncamás.

—Te advertí también que dominaras tus pasiones, te ofrecí la posibilidad dehacerlo tomando los hábitos —dijo la monja dominando su ira—. Pero basta dereproches.Asínollegaremosaningúnsitio.

La hermana Ludovica se hundió en un profundo suspiro y tomó lasmanos deBárbara entre las suyas. En un principio, la joven hizo ademán de retirarlas, perodespués permitió que la hermana se las acariciara. Estaban muy lastimadas. Lasatadurashabíandejadollagasensupiel.

—¿Qué le han hecho a tusmanos esosmalditos inquisidores, a tusmanos queposeenundondivino?—selamentólahermana.

—Elloslocreíandiabólico.

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—Pero¿ytú,Bárbara?Dime,¿quésentíascuandocurabasa losenfermosenelhospicio,cuandocurabasalosdesgraciadosconcuyosmalescomerciabalaBlasa?

—Un profundo calor en el pecho que me producía paz y bienestar. Era feliz,hermana,ysólodeseabapoderseguirhaciéndolo.

—¿Yesono tebastaparavivir,para renacerde tumelancolíayentregartea tudestino?

—Mi destino se halla unido al de otra persona, hermana. De eso ya no tengoduda.

—Esohetemidodesdequeoscontempléenlacunadelhospicio—dijolamonjaconpesadumbre—.Peroqueoshayáisencontradoenel tribunaldeToledodespejacualquierdudaquepudieratener.

Cuando el atardecer enrojeció el horizonte, Goliat detuvo el carruaje para dar undescansoaloscaballosyqueabrevaranenunarroyo.LahermanaLudovicasehabíadormido, así que Bárbara aprovechó la oportunidad para quedarse a solas con elgigante.Loviodeespaldas,envueltoenelcapotecontemplandolaúltimaluzdeldía,y lo llamó. Él se dio la vuelta y permaneció un ratomirándola, como si estuvierapensandosidebíaacudirasuencuentro.Finalmentesedecidióyavanzóhaciaella.

—Gracias por rescatarme de la cárcel—le dijo Bárbara—. No te culpo de lamuertedeBerenjena,túsólocumplesloquetemandan.

Losañosnoparecíanafectarle.Nadaenélhabíacambiado.Susojosseteñíandeverde conforme avanzaba la noche, pero su ensueño estaba fijo en el rostro deBárbara. Ella le ofreció una mano. Goliat, tomándola entre las suyas, se abrió elcapote y la puso sobre su corazón, que con tañidos de campana retumbaba en lanaturaleza.Cada árbol, cada arbusto, cada brizna de hierba o piedra del camino losintió latir, al igual que Bárbara. Entreabrió la boca, pero en vez de un canto, seescurriódesuslabiosunhilodebaba.

Goliatapretómáslamanocontrasupecho,comosiquisieraqueporunmomentole traspasara su carne de arcilla. Luego miró de nuevo al horizonte y los latidosfuerondebilitándose.Entoncesdejócaerlamano,seoscurecieronsuspupilas,yfueaocuparsedeloscaballos.

Continuaronelviajehastaquefuenochecerrada.NopernoctaronenningunaventapormiedoaquelosalguacilesdelaInquisiciónlossorprendieranmientrasdormían.Goliatescondióelcarruajeenunencinarapartadodelcamino.SeturnaríaconDiegopara vigilarlo hasta el amanecer, mientras la hermana Ludovica y Bárbaradescansabanensuinterior.

La primera guardia la hizo Diego. A unos pasos de la encina bajo la que se

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hallabasentado,veíaaGoliatcomounanimalinmensotendidosobrelahierbanegra.Estaba inmóvil, con los ojos abiertos varados en el cielo. Parecía contemplar lasestrellas,perosugargantaemitíaunronquidoinfantil.ObservaralgigantelodistraíadeladesazónqueledesgarrabaelpechoalsaberqueBárbarasehallabatancercadeél.Elcalordesucuerpoleasediabaapesardelfríodenoviembre.Sacóladagaquellevabaalcintoylaclavóconfuriaenlatierra.ElcabellodeBárbaraflotabaenlasmelenasdelasencinas,susojosverdesenlassombrasdelamadrugada,subocaenlahumedaddelahierba.

Despertó a Goliat a la hora convenida para que cumpliera con su turno devigilancia. Ya que no podía matar, deseaba dormir para olvidarla. Pero pronto searrepintió. Temía que al abandonarse al sueño lo atacara su feroz sonambulismo.HabíabrotadoenélalpocotiempodesepararsedeBárbara.Losupocuandoluchabaen la guerra y deambulaba de un lado a otro del campamento. Al principio suscompañerospensabanqueeratalsucelodesoldadoquehacíaguardiashastacuandonoletocaban.Mástardedescubrieronquenisusojosnisuvozrespondíanmásqueaunespejismooaunencantamiento.Entoncescomenzaronatemerlo.Estabaposeídoporelespíritudeunguerreroqueduranteelcombateloayudabaamanejarlaespadacon una destreza que siempre lo salvaba de lamuerte, y durante las noches debíapagar la deuda dejándose arrastrar a su universo fantasmagórico. El ánima habíaentradoenélporesaheridaterribledelrostro,yconformecicatrizabaenuncosturónescarlata,seconsolidabaelpactodiabólico.

Diegoseesforzóporevitardormirse,mientrasGoliatlemirabaconojosaleladosbabeando. Paseó entre las encinas, lanzó la daga contra los troncos grises como sihicieraprácticasdepuntería,maldijosudesgraciaentodaslaslenguasquehablaba,hastaquesintióquele temblabanlaspiernasylacabezaleestallabaenunatorturainsoportable. Se tumbó sobre la hierba, y en pocos minutos dejó que el sueño levenciera.

Bárbarasehallabasumidaenunduermevelaqueleempapabaelcuellodesudorylamanteníaalertacomosiestuvieraalaesperadealgo.Sedespertóenseguidacuandonotó que se abría la portezuela.Reconoció a quien entraba antes demirarlo. Él lecogióconsuavidadunamanoysusurró:

—Ven,escapemos.Caminaronjuntosduranteunratoporelbosque,ensilencio.Bárbarapensabaque

sedirigíanaalgúnlugarconcreto,queDiegohabíaplaneadosuhuida.Noseatrevíaamirarle, a pesar de que lo deseaba, ni siquiera a hablarle. Se acumulaban en sugargantapalabrasdedistintossabores:eldelosreproches,eldelastraiciones,eldelarrepentimiento,perosobretodosellossubocadegustabaeldelamorherido.

Trassubirunapequeñacolina,Diegosedetuvo.Bárbarateníalasensacióndeque

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habíanestadodandovueltasencírculo.Nolehabíasoltadolamano;lareteníaenlasuyacomounaprendaquesehadellevarhastalasepultura.Elcieloestabaoscuroylasestrellaspastabanporélentornoaunalunamenguante.Losrodeabanlosruidosdelanoche,elululardeunalechuza,elsilbidodelviento,elcrujirdelahierbaydelosmatorrales.Él comenzóabesarle lasyemasde losdedos,peroellano sintióeldolordelasllagassinoeldelaausenciadesuslabiosdurantetantotiempo.Podíaoírel latidodel corazóndeDiego,que esperabapacientepercibir los latidosdel suyo,mortecinodesdesuboda.Bárbaraseestremeció,yporprimeravez,cuandoéllevantólavista,seenfrentóasusojos.Nohabíaenelloselmásleverastrodeconsciencia.

—Diego,mírame—lerogó.—Escapemos—repitióél.—Apesardetodoloocurridoiríacontigodondemepidieras,inclusoalinfierno

sifuerapreciso.Loatrajohaciaellaylobesóenlabocacomosiquisieraqueelvientodelbosque

se llevara de un soplo los años que habían vivido separados. Los labios deDiegorespondieron a los suyos. Despertó de su sonambulismo entre sus brazos y, trasgozarlauninstante,laapartódeélconbrusquedad.

—Déjame.—¿Quéteocurre?Creíqueíbamosahuirjuntos.—¿Huircontigo?—Entrasteenelcarruajemientrasdormía,mecogistelamanoydetubocasalió

elruegodequeescapáramos.—¿Ydeverdadlohascreído?—seburló.Bárbaraleabofeteó,peroDiegonoseinmutó.—Noerayoquienfueabuscartealcarruaje,sinoelespectroenquemeconvierto

cuandoduermo.Nisiquierameconcedisteelreposodelsueño.Vagodormidoporlosrecuerdos que no sé olvidar, vago pormi tormento, tú. Puedo verte con lamismanitidezquehacesieteaños,vestidacontutrajedenoviaenalaltardeSanGinés.Paramí el tiempo no ha pasado. Huelo el incienso de la iglesia maldita, escucho laspalabrasdelcura,veoalosinvitadosyhastaelúltimodetalledesusropas.Sientoelmismodolorqueentonces,eldolordelatraición,elescozordemirostroabiertoportuvoluntad.Recuerdoel tañidode lascampanas, la formade lasnubesenel cielocuandosalistedelaiglesiadelbrazodeél,lasvocesdeloscomerciantesenlacalle,loquevendíacadaunoyaquéprecio.Recuerdo…

—Basta—interrumpióBárbara.—¿Basta?Diegoseacercóaellayseenfrentóasusojosverdes.—Erasunvenenoenmivida;despiertoodormido,nohabíaescapatoria.Laúnica

formaquemequedabapara librarmede ti era lamuerte.Peronoel suicidio como

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supusomipadre,porqueturecuerdomehubieraseguidoalinfierno.No,lamíano,ladeotros.NoibaaquedarmeenMadridviéndotecasada,asíquemealistéparalucharenlasguerrasqueelprimodelreylibrabacontralosprotestantesdeBohemia.FrayClavículaylahermanatratarondeimpedírmelo,peroescapé.Matéenloscamposdebatallaamuchoshombres,aunquenoendefensadeunafeenlaquenocreía,sinoendefensademilibertad.Mimentesesilenciabaenlabatallaynoexistíaenellamásquemoriromatar.Mehirieronvariasvecesysiempresobreviví,porquemianheloeraregresaralalucha,amiritualdesangredondepodíaolvidar.LuegoservíconlosterciosenFlandes.Quémásmedabanprotestantesholandesesquebohemios,simiguerra era otra. Un díame levanté y no supe quién era. ÍñigoMoncadame hacíallamar,peromuypocahumanidadquedabaenmí,fueracualfueseelnombrequemedesignara.Matarme devoraba,me consumía el olor de la sangre caliente y de lasvíscerasdeloshombresquecaíanbajomiespada.Mipadresesuicidóacausadelapérdida demimadre, e intentó asesinarme para que no sufriera las injusticias delmundo. Loco, cobarde, le había llamado muchas veces. Pero ¿y yo? ¿En qué mehabía convertido?Envezdematarmeamíhundíami espada en la carnedeotros.¿Noerayomásloco,máscobardequemipadre?

MiróaBárbaracondurezaycallóporuninstante.Ellaestabatancercadeélquepodíasentirsualientocálidocomounafronterainvisible.

—Sí,tehasconvertidoenunmonstruo—ledijoconuntemblorenloslabios—.Novolveríaaacercarmeatijamás.Lacicatrizquetehiceporlaponzoñadeloscelosesperfectaparatunuevorostro.

—Alégrateentoncesdequetumaridocontinúesiendoapuesto.Teestáesperando.Vuelveconélporqueyoyanoteamo.

—Tomáspagóalalcaideparaquemeentregaraunbilleteenelquedecíaqueaúnmeamaba.Porsupuestoquevoyavolverconél.Jamásmetraicionaráconotracomotú.

Bárbara le dio la espalda y comenzó a bajar la colina. Las piernas apenas lesosteníanelrestodelcuerpoytuvolaimpresióndequesequebraríacontraelsuelocomounaporcelana.Deprontosevolviódenuevohaciaélyledijo:

—Sólomequedaagradecerteunaúltimacosa:quemehayasliberadodelacárcel.—Lohiceporque lahermandad creeque eres la elegidaparaque se cumpla la

profecía.—Nolocomprendobien.Acabasdedecirmequehuistedeella,yahoraobedeces

susórdenes.¿Teatraparon?—¿Quieres saber el final de la historia? ¿Cómo elmonstruo se hizo fiscal del

SantoOficio?—lepreguntó con amargura—.En las calles deBrujas salvé de unaemboscada de los protestantes a un sacerdote que acompañaba a varios mandosmilitares.Peronoresultóserunsacerdotecualquiera,sinounobispoconinfluencias

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en la corte y amigopersonal del rey.Me invitó a una recepciónpara conocermeydarmelasgraciasporloqueéljuzgabacomounaacciónnobleyvalerosa.DespuéslovisitéenvariasocasionesmientraspermanecióenFlandes.Erahombreculto,amantede los libros, la filología y la retórica, y conversábamos sobre esas materias amenudo. Le sorprendió encontrar tras el soldado a un hombre instruido. Y quisodarmelaoportunidaddeabandonaraquellavidadesangrequemesumíapocoapocoen la locurapara regresara losestudios.Asíque retornéconélaEspañayestudiéleyes.NomuchotiempodespuésleinvistieroninquisidorgeneralymenombrófiscaldelTribunaldeToledo,trasarreglarmeunanuevagenealogía.

—Un hereje acusando a otros de serlo. ¿Te lo permitía tu conciencia? —lereprochóBárbara.

—¿Conciencia? La había perdido en el campo de batalla mientras intentabaolvidarte.Los librosvinierona sustituira lamuerte,aunqueaprovechabacualquierocasiónparabatirme.Elriesgoyelpeligroquevivíaenlaguerraloscambiéporlaposibilidad de que la Inquisiciónme descubriera. Pero si a ella llegué cansado dematar, lo que encontré entre sus muros fue otro tipo de aniquilación, mucho másminuciosaycruelqueunaespadacercenandouncuerpo.

—Ynorenunciasteaella.—No.Lahermandadmeencontró,pues largossonsusbrazos,y lesveníamuy

bien tener a un infiltrado entre las filas de sumayor enemigo.Yano recuerdas laspalabras de la hermana Ludovica ante la puerta de la esfinge: «… una vez quetraspaséisesteumbralnohabrávueltaatrás».Retornara la fequenosenseñaronysaber por la hermana que habías desaparecido hacía años le concedió una breve yefímeratreguaamilocura.Peroquépocomedejastedisfrutardeella.Volvisteamí,pero esta vez el destino se había encargado de poner las cosas en su sitio: tú,prisioneraportusdelitos;yo,encargadodeacusartedeellos.

SusojosnegrosseclavaronenlosdeBárbaracomolastinieblasdelanoche.—Cuántohubieradisfrutadodeverteenpieenlasaladel tribunalmientrasleía

unoporunoloscargosacumuladoscontrati—continuó.—Yotambiénpodríahaberteacusadodealguno.Traición,comomipadre.—Traición—repitióDiego—.Sí,túyamejuzgasteycondenasteenelmomento.

Enmicaraestálamarcadetusentencia,ypararubricarlatecasasteconotro.Ahoratetocabaatisercondenadaysufrirtucastigo.

—¿Hubieras permitido que me sometieran a tormento? ¿Que me ataran en elpotrohastaquebrantarmishuesos?

—¿Acasonolomerecías?Bárbaralediolaespaldaydescendiólacolina,estavezsindetenerse.Elcielose

había cubierto de nubes grises y un viento fiero las hacía chocar unas con otras,arrastrándolasasudestrucción.Estallóuntruenoquerompiólaquietuddelanochey

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comenzóallover.En lo alto de la colina, Diego era una sombra que desdibujaba la tormenta,

mientrasGoliat,quehabíaestadoespiándolostraslasencinas,corríaentreellasconlabocaabiertaysetragabalalluvia.

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10denoviembredelañodelSeñorde1625VilladeMadrid

LlegaronaMadridaldíasiguiente.Habíaescampado,y la luzdelsolqueelotoñoacortamenguabaenelcielodenoviembre.Goliat se llevóelcarruaje, juntoconelcaballo de Diego, a las cuadras del caserón de la calle Segovia para ocultarlos,mientras que Diego, la hermana Ludovica y Bárbara se quedaron en la ribera delManzanares. Era más seguro entrar en los túneles de la hermandad por la puertaescondida tras la piedra con forma demedia luna, por si los alguaciles de la villabuscabanelcarruajeylosdetenían.Elgigantesabríaapañárselassolo.

Comolaprimeravezquelamonjaloscondujoporlostúneles,trasescaparsedelhospicio,Bárbara yDiego recorrieron junto a ella aquel pasillo infinito alumbradopor antorchas conbrazosdehombre.El espesordeoroqueenél se respirabay elperfumedelaceitenohabíancambiado,peroellossí.DiegocaminabatrasBárbara.Enotrostiemposellalehabríacogidolamanoysehubierasentidomejor.Nolohizoporquelecostabareconoceralhombreenquesehabíatransformado.Ellazoquelosuníasehabíaconvertidoenfrontera.

El pasillo se fue estrechando hasta desembocar en la gran cisterna de paredesmusgosasyladrillosrosados.Desprendíaunahumedadmorunaquelossigloshabíanhecho madurar como al buen tinto, y se extendía hasta el techo altísimo dondecolgabanlascadenasconlaslámparasdeaceite.Cadarincónestabainundadoconsufraganciaañejaymajestuosa.

De pie, en medio de la cisterna, Bárbara distinguió la figura de Tomás. Ibaenvueltoenlatúnicablanca,comolaprimeranochequelosiguióhastalatorre.Surostro, el que ella había visto descomponerse hasta caer en pedazos sobre el suyo,permanecíaconsuhermosuraintacta.Teníaelcabellomáscorto,losbuclesdoradosse habían convertido en ondas que coronaban su frente marcada por un par dearrugas.Quizáhabíaperdidoelauraangelicaldesujuventud,peroseguíapareciendounserquenopertenecíaalmundoterrenal,sinoalceleste, talvezeralaintensidaddelazuldesusojos, laperfecciónde los labios ligeramente rojizos.Tomás,etéreo,lejano,luminosocomolalunaqueundíacustodió.TandistintoaDiego…

Bárbaracaminóaprisahaciaél.«Todavíateamo»,decíaelbilleteconlapiedrablanca que ella había abandonado en la celda del SantoOficio, para que las ratasroyerangustosassuspoderesmágicos.

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Tomás también fue a su encuentro.Nadamásverla aparecer en la cisterna conDiegofruncióelceño.Noobstanteellalehabíasonreídolevementeysedirigíahaciaél.Lacontempló:elcabellosueltocayéndolesobrelossenosylaespalda;elcuerpodelgado, flaco, pero aun así deseable; los ojos profundamente verdes, como si enellossehubieraconcentradosudesdicha;latezinvisible;ysusmanos,aquellasquelohabíanfascinadodesdelainfancia,mancilladaspormoretonesyllagas.

Cuandoseencontraron,Tomásleacaricióunamejilla.—¿Teentregóelalcaidedelacárcelmimensaje?—lesusurróacercándoseasu

oído.Ellaasintió.—Si te hubieras escapado con él nunca te lo habría perdonado. Os habría

perseguido hasta matarlo. Desde que era una criatura de leche se interpone entrenosotros.

—Losiento—musitóBárbara—.¿Podrásperdonarme?Tomás la estrechó entre sus brazos, peromientras lo hacía levantó la cabeza y

buscólamiradanegradeDiegopararegocijarseensuvictoria.Alsepararse,Tomáslatomódeunamanoyselabesó.Luegoseencaminóhacia

Diego;aúnnohabíaterminadodelucirsustriunfosyllevabaañosdeseandohacerlo.—Yaestásdenuevoencasa—ledijoconvozburlona—,trastusaventuraspor

los campos de batalla y el Santo Oficio. Me alegra tu vuelta, tenía una deudapendientecontigodesdehacetiempoyabrigabalaesperanzadecumplirla.MerefieroalacicatrizquemehicisteenelrostrosiendoniñosenlaSantaSoledad,peroahoraquemefijobienenlatuya,miesposaapenasmehadejadositioparallevaracabomivenganza.

Bárbaraseestremeció.—Túdaráspor saldada tudeudade infancia,peroyono lamía—replicóél—.

Aúntedebounpuñetazodeesamismanoche.—Yleestampóunobrutalenlanariz.A Tomás le pilló por sorpresa y se tambaleó hasta caer de espaldas. Sangró

abundantemente,peroselevantódispuestoadevolverelgolpe.—Basta—ordenó la hermana Ludovica interponiéndose entre los dos—. Esto

parece una taberna. ¿Creéis que con esta actitud fomentáis el ambiente derecogimientoyoraciónquedebevivirBárbaraparasometersealamuertedelbesoycumplirlaprofecía?Osinteresanmásvuestraspasionesqueelfinqueperseguimos.Hijamía,debistehacermecasoytomarloshábitosparalibrartedeestospatanes.Esoesloquehacetodamujerconcabeza.

EntrelazósubrazoconeldeBárbarayselallevóporlacontinuacióndelpasillodelasantorchas.

—Tuabuelo teespera—ledijo,sumidasdenuevoambasen lapestedeoro—.Merogóquetellevarahastaélencuantoregresarasalahermandad.Vamosaversi

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estáenmilaboratorio,ysino,loencontraremosrezandoportieneltemplo.EllaboratoriodelamonjapermanecíatalycomoBárbaralorecordabadeltiempo

enqueera«escuchante»yaprendíaenéllosmisterioscurativosdelasplantasyotrasdisciplinas sobre el cuerpo y las enfermedades de los hombres. La recibió elpenetrante olor a cueva que se desprendía de los muros, y que se mezclaba enpoderosaarmoníaconlasfraganciasvivasdelascoccionesdehierbas,ladulzuradelosbálsamos,losrescoldoscenicientosdelatanoryelhumoespesoqueexpulsabanlas vasijas de la estantería de las resurrecciones, donde temblaban narcisos, lirios,heliotropos y otros espíritus de la naturaleza. Entre esos vapores inmortales sereencontróconJuanMedeiros,queleíaenelescritoriodelahermanauntratadodecábalaalquímicaytomabaanotacionesconunalargaplumadefaisán.

En su mentón afilado y en sus labios prietos Bárbara descubrió enroscada laserpientede la iraque lehabíaprovocado su fuga.Sinembargo, cuandoescudriñósus ojos, los encontró distintos: el ámbar semostraba acuosoy difuminadopor unveloblanco semejantealde lavejez.Eraenellosdonde se leía el temorahaberlaperdidoparasiemprecomohabíaperdidoasuhija,eraenellosdondeseleíaeldeseodeperdonarquesumentónysubocarígidanegaban.

JuanMedeirostomólasmanosdesunietaentrelassuyasyledijoenhebreo:—Tenemosmucho por lo que llorar, pues nuestras almas necesitan consuelo y

perdón.Acordaronencontrarseeneltemploalamañanasiguienteconlaprimeraluzdel

alba para someterse a una jornada de llanto. La hermanaLudovica creía necesariollevarse a Bárbara a los baños para que, en la pila de barro y bajo los efluvioscalmantes del incienso y la lima, desapareciera el olor de la cárcel, del bosque deencinasyde la lluvia torrencialquese lehabíaadheridoa lapielcomounacostrapurulenta.

Despuésdelbañoquedescansósucuerpomaltrechode tantas incomodidadesypenuriassufridasenlosúltimosaños,yataviadaconunsencillovestidodealgodónblanco,lamonjalacondujoasuantiguodormitoriodelaljibe.

—Sidecidessometertealamuertedelbesoparaquesecumplalaprofecía—ledijomuy seria—,no habrás demantener contacto carnal con hombre algunohastadespuésdelaceremonia,asíquedebesalejartedellechodetumarido.

—Ocuparémidormitoriodesiempre,hermana.Elqueantesfuedemimadre.Lahermanasonrió,peroeraconscientedeque ladecisióndeBárbaraobedecía

másasusdudaspasionalesquealafirmedecisióndecumplirconsudestino.Tampocoeldormitoriohabíacambiado.Bárbarareconociósusparedesbrillantes,

donde aún se condensaba, como rocío, el agua de los moros, el lecho dondeimaginaba,envueltaenelchalazul,cómoerasumadre,lamesadondeseaplicóensus estudios para impresionar a Tomás. Sobre ella, un velón de sebo hacía

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resplandecerelcolorrosadodelosmuros.Sesentóenellecho.Leresultóblandoyconfortabletrasañosdurmiendoenelsuelodelascuevas,enla tabladepenitenciadelbeaterio,oeneljergónapestosodelacelda.

Unadelassirvientasdepieldearcillayojosnegroslellevóunabandejaconlacena.Depositóelguisodecorderoenlamesadeestudioysefuetansilenciosacomohabíaentrado.

Bárbaracomióconapetito;untiempoenlacárcelpegandodentelladasauntrozodepannegroeracapazdeabrírseloacualquiera.Despuéssemetióensulechoysequedó dormida. Pero no pudo descansar. Soñó toda la noche con un diluvio queempapabasucarneysushuesoshastaquedeellosbrotabanfloresrojas,semejantesala que nació de la semilla de la hermana Ludovica, y conforme más llovía máscrecían las flores, más la asfixiaban, más se adentraban las raíces en su corazónresquebrajándolo.

Llovíacuandodespertó,cuandorecorriólospasadizoscaminodeltemplo—puesyadespuntabaelalba—,cuandoseencontróconsuabuelo,y,sentadosenbanquetassobrelasestrellas,enlamismaposiciónqueelprofetaElíasenelmonteCarmelo,esalluviaseconvirtióenverdaderollanto,enlágrimasquehabríandellevarlosaléxtasisdelconsuelo,delperdón,delarrepentimiento.

Siguió lloviendo cuando se secaron sus ojos y los de su abuelo, cuando sequedarondormidos,comoenLisboa,yaldespertarteníanlasmanosentrelazadas,yla serpiente del mentón de Juan había desaparecido con su veneno. Cuando seenfrascaronenrecordarlamagiadelaspalabras,delosnombresbenditosdeDiosenlalenguasagrada,yseenredósumemoriaenlasfórmulasdivinas,queseobstinóenrepetirunayotravez,porquesóloentoncessintióBárbaraquelalluviasedebilitaba,queeldiluviocedía,queelcieloseagotaba.Mirósusmanos,y lashallóardientesperolimpiasdetodomoretónollaga,comosijamáslashubieralastimadolamordazade cuerdas y trapos de la Inquisición, como si volvieran a nacer y en ellas seescondieralavida.

—¿Creesahoraqueereslaelegidaparaquesecumplalaprofecía?—lepreguntóJuanMedeiros.

Bárbarasonrió.Habíaescampadoylasfloresrojassedesvanecían.

LapreparacióndeBárbaraparasometersealamuertedelbesocomenzóesamismatardeenellaboratoriodelahermanaLudovica.Debíavestirdesdeesemomentounatúnica de inmaculado lino blanco y puro—ningún otro tejido debía rozar su pielhastadespuésdelaceremonia—yrecogerseelcabelloenunalargatrenza.

—Durante los próximos tres días habrás de tomar un baño con hierbaspurificantesalanochecer—leexplicólahermanaLudovica—.Tealimentarássólodefruta, vegetales y tisanas,menos el último, que habrás de permanecer en ayunas a

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excepcióndeunelixirconpropiedadesmágicas.Rezaráseneltemplolasoracionesqueteenseñamosenlalenguasagradaporlamañana,porlatardeyporlanoche,ypor último entonarás las bendiciones que voy a recitarte. ¿Estás dispuesta a seguirestrictamenteestospreceptos?

—Mividaenelbeaterioeramásausteraysacrificada—respondióBárbara.—Ah, y permíteme una última directriz —dijo la monja mientras la miraba

seriamente—:evitareunirteconTomásoconDiegohastaquelaceremoniatermine.Tuvoluntadhadeconcentrarseenconseguirelmedicamentoceleste,portantodebesmantenerlalomásalejadaposibledelcorazón,sinoquieresqueacabemosnadandoenuncienodepodredumbre.

—Ahoraestoyseguradequeésteesmidestino,hermana,ynoDiego,comoosdijeenelcarruaje.Quizálofueracuandoéramosniños,peroahoratodohacambiado.

—Hija mía, a ese maldito músculo que nos late en el pecho no hay quien loentienda.Asíquenoteconfíes.Yooshevistocrecerysédeloquehablo.

Lamonja tomó asiento en la silla del escritorio donde dibujaba y anotaba susexperimentos.Sentíaviejosloshuesos.

—Hermana, la profecía anunciaba que se abrirían las puertas del presenteeterno…

—¿NoteexplicóJuanaquélugarserefierenesaspalabras?—lainterrumpió.—No lo creí necesario. Supuse que se referían a que una vez conseguido el

medicamento,eltiempodelhombreseríainfinitodebidoasuinmortalidad.—El presente eterno es el paraíso, Bárbara, el jardín del edén. Allí habrás de

viajar para conseguir el medicamento celeste. La conjunción de las estrellaspronosticadaayudaráaqueseabransuspuertas.

—Yviajaréconlaayudadelacábala.—Efectivamente. La magia lingüística te provocará un estado de trance que

facilitaráelviajede tualmaalparaísocuandoseaelmomentopropioconformealritmo del universo. Una vez allí, será a través de la ciencia de la alquimia comoconseguirás el medicamento celeste. Por eso tu abuelo y yo debíamos ser tusmaestros.

—¿Ycómoseráesoposible,hermana?—Primerohedeexplicartealgo.DiceelGénesisensucapítulo2versículo7:«Y

YavéElohimformóaAdándelpolvodelsuelo,ysoplóensunarizunalmadevida,y Adán fue espíritu vivo». Este polvo del suelo, esta tierra adánica de la que fuecreadoelprimerhombre,lallamamosafar.EnellibrodelSeferhaZohar,porelqueprendieronaFernandoSalazar,seleconocecomoelmisteriodelafarminadamah.Pero traselpecadooriginal,estaarcillaqueeramateriapurayvivasemezclóconunamateriamuerta,dandolugaraunacenizallamadaavaq.

»El día de la ceremonia en el templo sostendrás entre tus manos un vaso

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alquímicoquecontendráavaq.La razónesquecuando tu alma lleguealparaísoyentreencontactoconelafar,eldondelavidaqueencierrantusmanosharáqueéstasfuncionencomoatanordondeserealizanlastransmutacionesalquímicas,yelavaqseconvertirá en afar. Una vez lo tenga en mi poder, podré destilar el medicamentoceleste.

—Hermana, de alguna forma eso sería como la transmutación del plomo o elestañoenoro.

—Perotúsabes,hijamía,porqueyoteloenseñé,queesosólosonpamplinassinmayortrascendenciaquelacodicia.

Durantelostresdíassiguientes,Bárbaracumplióestrictamenteloquelehabíadichola hermana Ludovica. Cada anochecer se metía en la bañera de barro con aguacalientedondenadabanlashierbaspurificadoras.Respirabasufraganciadetomilloymenta, y se adormecía en el vapor soporífero que flotaba en la estancia. De estaforma lograba descansar su mente de las largas horas que pasaba encerrada en eltemplodelahermandadconJuanMedeiros,recitandooracionesymemorizandosintregualasfórmulasdepalabrasmágicas.

NohabíavueltoaveraDiegoniaTomásdesdequesepelearonenlacisterna,perosabíaporlahermanaLudovicaqueambosestaríanpresentesenlaceremonia.

Yanosoñabaconlalluviatorrencial,niconlasfloresrojas.Unaantiguapesadillahabíaasaltadosussueños:losojospúrpuradeDiana.AunquelahermanaLudovicalahabíarelegadoaunaposentosombríosituadoenlapartemásrecónditayprofundadelospasadizosconlaintencióndequesupresencianoturbaraelánimodeBárbara,niabrieraenellaviejasheridas,Dianaladesobedecíarecorriendolostúnelesasuantojocomounespectro.Bárbaracreíahaberlavistoenvariasocasiones, envueltaenunatúnicablanca,pueshabíaalcanzadoelgradode fidelis.Elcabello lacioysuelto, lapiel translúcida, las pupilas rosadas y en sus labios una mueca infernal. EntoncesBárbara se torturaba ante la idea de que fuera a encontrarse con Diego. Losimaginabajuntos:élacariciándolelaespalda,ellalacicatrizdelarcángel.

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La ceremonia de la muerte del beso debía comenzar de acuerdo con el horarioastrológico. Tras consultar el cielo, Tomás determinó que la horamás propicia deaquel13denoviembrede1625eralaséptimadelasdiurnas,puesregíaenellaelsol.

Bárbara llegó al templo envuelta en la túnica inmaculada y con el cabellotrenzado de lirios blancos. Hermosa, sumida en una palidez resplandeciente,exhalando un aliento dulce del elixir con propiedades extraordinarias que habíaingerido,caminóporelmosaicodecoloreshastasituarsesobreelhalcónposadoenlaescalera.Allíhabíandispuestounpequeñoaltardondeelvasoalquímicoconcenizaesperabaelmomentodetransformarseenmateriaviva.Asualrededor,enlascincoestrellas que alumbraban el cuerpo circular del basilisco, se hallaban: la hermanaLudovica,JuanMedeirosyfrayClavícula,ataviadosdepoderosoámbar;Tomás,contúnicablanca,yDiego,conlaverdequelereconocíacomoelecti.

Niuno solode losperfumesque reinaba en el templo era casual.Había cuatrobraseros que despedían un humo fragante, además del que yacía siempre con lasllamasde lahoguerapurificadora.Cadaunodeellos representabaunaconstelacióndelzodíacoysehallabasituadoenelmismolugarqueocupabaenlabóvedacelesteAcuario,elinvierno,alaizquierdadeltriánguloconelvérticehaciaabajoquehabíaenelsuelo,simbolizandolaluzdelanaturaleza.Asuderecha,laprimaveradeTauro.Enfrente,alaalturadeltriánguloconelvérticehaciaabajo,enhonoralaluzdelagraciadivina,Escorpio,elotoño.Yenoposición,Leo,elverano.

Pero cada signo del zodíaco no sólo se relacionaba con una estación, y con laplantaquesequemabaenelbrasero,sinotambiénconunodeloselementos,yéstosasu vez con cuatro de los cinco sentidos del hombre, en un minucioso ritual decorrespondenciasmágicasalqueBárbarahabríadesometerseantesdeintentarqueseleabrieranlaspuertasdeledén.SedirigióalbraserodeAcuario,cuyoelementoeselaireysentido,eltacto.Loslabiosletemblabanysentíaelcuerpofrágil,comosisuesqueleto no fuera más que una espina de pescado. Sumergió sus manos en elsahumeriodetrébolesquemanabadensoygrisáceodelasprofundidadesdelbrasero,abandonándose a la influencia ardiente de esta planta deAcuario que los antiguosrelacionaban con el alma y la vida. Cuando la frente y el rostro se le perlaron desudoraromático, le tocóel turnoaTauro,a la tierrayelolfato.Aspiróeldelicadoaromadelespíritudeunarosaqueboqueabasobreunbarronegroyfértil,inundandosus pulmones con los poderes de esta flor iniciática, emblema del amor y lapaciencia. Después, en Escorpio, impregnó sus dedos del vapor que despedía la

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combustión de un aceite de alcachofa, los introdujo en su boca y saboreó suelemento,elagua,quehabíaquedadoensupielconungustosalado.

FinalmentellegóaLeo,dondeardíanheliotroposenunfuegorojizoquesealzabahasta sus ojos.Y en las llamas detuvo lamirada, en el espejismo transparente quecreaban en torno a ellas. Debía tener una visión, le había advertido la hermanaLudovica,quizádelviajequeibaaemprender,unsenderocelestialalumbradoconelcantodelosángeles,odelpropioparaísoexuberanteenfrutalesyflores.Peroloquevio,titilandoenelhalodelahoguera,fuelaimagendeunhombreconcejascruelesyespesas. Cabalgaba veloz, sotana y capa negra a favor del viento. Lo reconoció ysintióunescalofrío:eraunodelosinquisidoresquepretendíajuzgarla.Seapartódelbraseroyregresójuntoalaltar.Tomóelvasoalquímicoysepostróderodillasenlaescaleraqueuníaelcieloconlatierra,eluniversodelqueacababadeimpregnarse,conelhombre.Ellaeraelelementoquefaltaba,lapotenciacreadoradelanaturaleza,su flor, el lirio y su sentido, el oído. Comenzó a recitar las fórmulas de nombressagrados y letras hebreas que le había enseñado Juan, escuchando su voz con lacadenciamonótonadelhechizo.Ensucorazónlatíacadavezmásaprisalavoluntadde viajar hasta el edén y conseguir el polvo para que la hermana elaborase elmedicamentoqueregeneraríaaloshombres.Peronotabadenuevolasraícesdelasflores rojas aprisionándole el pecho y temió que regresara la lluvia. Las palabrasmágicas comenzaban a humedecerse en su boca. Poco a poco se borraron de sumente, desaparecieron arrastradas por el viento de aquella tormenta que azotó elencinar.Sucuerpo temblócomosi fueraaquebrarse, susojosse leempedrarondelágrimas.YbrotarondenuevoensusmanoslasmagulladurasyllagasdelascuerdasdelaInquisición.

Tomásquisoirensuayudaantesdequesedesvaneciera.LahermanaLudovicaledetuvoagarrándoleconsuavidadunbrazo.

—SiquieresqueBárbaranosufrayquelaceremoniatengaéxito,debesdejarquelointenteDiego—lesusurró.

ElrostrodeTomásseensombrecióymaldijoensilencioalosastrosqueamaba,alasestrellasengañosasdondepodíaleerquéocurriríaenlavidadeunhombre,peronolossentimientosqueabrigabasualma.

Entretanto,lamonjabuscólosojosdeDiegoyloshallóalfilodelmartirio.—VeconBárbara—ledijo—.Tenecesita.Eneseinstanteéllahabríatomadoentresusbrazosylahabríasacadodeltemplo,

delostúnelesdorados,ybajoelcieloazulquealumbrabalavilla,habríabuscadounamadrigueraparaenroscarseelunoenelotrocomocuandodormíanjuntosenlaSantaSoledad,yasíolvidarseparasiempredelmundo.Peroélnopodíaolvidar.Éseerasudonysudesgracia.Searrodillójuntoaellaylasostuvoporloshombrosporquesetambaleaba como si fuera a derrumbarse. El tacto de Diego lo cambió todo. Se

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infiltró en la carne de Bárbara y las raíces de su corazón dejaron de asfixiarla,desvaneciéndoseconunúltimosoplodelluvia.Yaeralibreaquelórganoparavolarcon el almaal paraísobíblico.Las fórmulas cabalísticas regresaron a los labiosdeella, secas y con el olor divino de la magia. Diego, que ya las atesoraba en sumemoria, pues le bastaba para ello escucharlas una sola vez, le recordaba aquellasque se le olvidaban como si fueran las oraciones que rezaban en el hospicio, altiempoque rodeaba con susmanos las deBárbara en torno al vaso alquímico.Unperfumeafrutaleseternosseextendióporeltemplo.Deesauniónsedesprendióunaluzcristalinaqueleshizobrillarcomoluciérnagas.LahermanaLudovicaasintióconlacabeza.

—Asídebeser—dijo.Un vapor brotó del contenido del vaso alquímico. Sobre la ceniza en

descomposición, flotaba el humo que anunciaba el principio del trance sagrado.Entonces un estruendo golpeó la puerta del templo, que se abrió violentamente.Goliat, encargado de custodiarla, apareció armado con alfanje y palo, batiéndose amuerte con cinco alguaciles de jubón negro y cruz verde en la pechera. La SantaInquisiciónloshabíaencontrado.

Trasellos,surgiólafiguradePedroGómezdeAyala.EralaprimeravezqueseteníanoticiadequeuninquisidorabandonabalasdependenciasdelSantoOficioparaponersealmandodeladetencióndeunosherejes.

Junto a Pedro venía el comisario de la villa, un hombre alto y espadachíninteligente, ademásdeundestacamentodeguardiascompuestoporveintehombresarmados de aceros y pistolas hasta los dientes. Desenvainaron, pero había pocasarmascontralasquebatirse,comonofueranlasdelamagiadefilosinvisibles.

DiegotendióaBárbara,quesehallabainconsciente,sobreelmosaicodelhalcónydepositójuntoaellaelvasoalquímico.Deunpuñetazodesarmóaunalguacilysehizoconunaespada.Sebatiócontravariosauntiempocomoensusañosdesoldado.ProcurabasepararselomenosposibledeBárbaraparaprotegersucuerpo,yelvasoalquímicodondesehabíaapagadolaniebladeltrance.Enelfragordelalucha,yalrodear aDiegoporvarios flancospara capturarlo, unode los alguaciles lediounapatadaalvaso,quesequebróenvariospedazos.Lacenizaquehabíacomenzadoateñirseconuncolornegruzcosevertióenelsuelo,yenpocossegundoslasbotasdelosalguacilesqueluchabanalrededorladesparramaronporeltemplo.

JuanMedeiros aulló de ira ante los destrozos de toda una vida de estudio. Sinpensarlodosvecesselanzócontraunodelosalguacilessinmásarmaqueelbraserofragantequeteníamáscerca,eldeEscorpio.Elaceitedealcachofaseconvirtióenunríodefuego,queapenaschamuscólasbotasdelguardia.Éstehundiólahojafinaenel estómago del anciano, que empezó a desangrarse. Se arrastró hasta Bárbara,inconsciente tras sudesmayo.Lehabló en la lengua sagradamuybajo, como si la

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jovenpudieradespertardeunsueño,hastaqueJuanMedeirosseapagóbajolaluzdesuspropiaspalabras.

El único que no opuso resistencia a que lo prendieran fue fray Clavícula.Permaneció inmóvil sobre su estrella, con los globos oculares moviéndosefrenéticamentecomosinoquisieranperderdetallede loquepasabaasualrededor.Losguardiasqueloprendieronsintieronsucarnefrágilyensusdedosaparecióunaextrañamanchacomolaquedejalatinta.

Mientras, la hermana Ludovica apenas podía contener la furia y las lágrimas.Aquellos bestias no sólo habían interrumpido la transformación de la ceniza en elpolvovivificador,sinoquepisoteabanloquepodíahabersidosupropiainmortalidad.

—¡Noselamerecen!—exclamólahermana.Tomásseapresuróaaccionarunmecanismopresionandopartede losmosaicos

que formaban el picodel basilisco.Quedó al descubierto la entrada aunpasadizo.Aunqueestabavieja,lahermanaLudovica,iracundaporelfracasodelaceremonia,ylaestupidezdeloshombres,tuvolafuerzanecesariaparaderribarelbraserodeLeocuandovariosalguacilesfueronaprenderla,derramandolasllamasdelosheliotroposcontra ellos.Así consiguió el tiempo suficiente para introducirse en el túnel reciénabierto.Segúnsealejaballoróamargamentecomonorecordabahaberlloradojamás,lloró por haber abandonando a Bárbara en las garras del enemigo, lloró deimpotencia,defrío,deoloracatacumba,derabia,dederrota.

TomásapoyóconsuaceroaDiego,quebregabaparaqueningúnalguacilatraparaaBárbara.Perono era ducho en estocadas queno apuntaran al cielo, y se llevódospinchazosenelcostado.

—Márchate por el túnel —le conminó Diego—, que la dejas viuda en unmomento.Yoteseguiréconella.

Tomáslemirócondesconfianza,peroseinternóenelpasadizo.Diegoteníarazónal decirle que en un momento estaría muerto o prisionero. Mientras huía por lospasadizostraslahermanaLudovica,sedesangrabaporlosagujerosdeespada.Ypordejar a Bárbara conDiego.No había conseguido robársela ni con la ayuda de lasestrellas.

PedroGómezdeAyalahabíadadoordendematarsólosieranecesario.Cuantosmás herejes adornaran el auto de fe que pretendía organizar, más vistoso sería elespectáculoparaelpuebloy lasautoridades.CuandodescubrióaDiegobatiéndoseparasalvarsuvidayladelaacusadaquesehacíallamarIsabeldeMendoza,sonriósatisfecho.

—Hemospilladoalratónensuratonera—gritótriunfante—.Sabíaquenoeraisdefiar,peroenverdadnopenséquevuestratraiciónllegaraatanto.Serálahogueraquienseencargarádevosconmáseficaciaquemiespada.Alfinyalcabonosoy

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másqueunsacerdote,yvoshabéisservidoenFlandes.TreshombresdesarmaronaDiegoyleataronlasmanosalaespalda.—¿Pordóndehabéisentrado?—lepreguntóalinquisidor.—Por vuestros sueños —replicó él soltando una carcajada—. Y luego con la

ayudadeestaherejealbinaquenosencontramosvagandoporlospasadizos.DiegovioqueunosalguacileshabíanapresadoaDiana,ylamanteníanvigilada

juntoafrayClavícula.Pocoquedabaporhacerenaquellabatalla.Unoscuantosguardiasperseguíanpor

lospasadizosalosherejeshuidos,otrostantossebatíanaúnconGoliat,yelrestodelosmiembrosdelahermandadestabanreducidos,salvolaquesehacíallamarIsabel,lapresafugadaque,indefensaensudesmayo,permanecíatendidaenelsuelo.PedroGómez de Ayala le hizo una seña a un guardia para que se la cargara sobre unhombro.

—Como le hagas daño te mato —profirió Diego como si escupiera unamaldición.

Pero fueGoliatquien, trasdejaren laestacadaalpardealguacilescon losquebatía,leestampóelpaloenlacabezaalguardiaquesosteníaaBárbaraylatomóensus brazos acurrucándola en su pecho, pues sólo a él correspondía el privilegio decuidarla.

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Madrid,15defebrerodelañodelSeñorde1626

Alasseisdelamañana,horaprevistaparaquesalieradelacárcellaprocesióndeloscondenados,elcieloeraunamancharojaypúrpura,anticipandoelfuegoquearderíaenlashoguerasunavezconcluidoelautodefe.Tresdíasantes,elpregonerohabíaleídoporcallesyplazaslasiguienteproclama:

SeinformaaloshabitantesdeMadrid,sededelaCortedesumajestad,dequeelSantoOficiodelaInquisicióndelavillayreinodeToledocelebraráel15defebrerounautodefepúblicoenlaplazaMayor.

Cuando una cruz blanca surgió fantasmal bajo la aurora, la multitud que seagolpaba expectante en torno a las dependencias carcelarias supo que la procesióndaba comienzo. Tras el cura que portaba la cruz iba un grupo de clérigos en sussotanas negras, seguidos de las efigies de los condenados que habían huido. Laprimera de ellas llevaba un cartel con el nombre de Tomás de Medeiros. Era unpedazo demadera tallado toscamente y vestido con una camisa y unos pantalonesmiserables,con lacabezacalvayun rostrocompuestoporunascuantaspinceladasperversas, que no evocaba ni remotamente la hermosura del hombre al querepresentaba.Lasegundavestíaunasayaparduscaamododehábitoyunacofiaqueenmarcabalosrasgosdeunaposesademoníaca;correspondíaalahermanaLudovica.

Detrásdelasefigiesibanlosataúdesconloshuesosdelosquehabíanmuertosinque hubieran podido ser juzgados. Poco interés solían despertar entre la multitud,ansiosadecontemplarladesgraciaolavergüenzaenlosrostrosvivos.Elprimerodeellos era de un hombre que, a pesar de no haber pertenecido a la nobleza, habíagozadoenvidadeunlugarenlacorteydeunapoderosahacienda.Ynadagustabamás al Santo Oficio que recordar al pueblo que no hacía distinción entre ricos ypobrescuandosetratabadeerradicarlaherejía.

Por fin lamultitud vislumbró entre la neblina que desprendía pausadamente elamanecer la fila de los condenados. Cada uno de ellos iba flanqueado por dosfamiliares del Santo Oficio y éstos a su vez protegidos por un destacamento deguardias. Todos lucían sambenito y sostenían en las manos un cirio sin encender.Encabezaban la fila losquehabíancometidodelitosmenosgraves,algúnbígamooimpostor que arrastraba del cuello una soga con tantos nudos como azotes iba arecibir.Perolamultitudsehabíareunidoallíparaveralosúltimos,loscondenadosamuerte. Además, aquélla era una ocasión extraordinaria. El Santo Oficio había

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descubiertolaexistenciadeunasectaquepretendíautilizarlamagiaparallegarhastaDios en vez de los ritos que mandaba la Iglesia. Realizaban prácticas judaicas yrituales paganos. Así que la turba esperaba con impaciencia ver a sus miembros,hechiceros y brujas con poderes obtenidos mediante pactos diabólicos, cienciasdudosascomolaalquimiaylamisteriosamagiahebrea.

EntretodosellossobresalíalafiguradeGoliat:loshombreslellegabanalpechoylas mujeres apenas al vientre. Como no le cabía en su cuerpo de gigante ningúnsambenito,tuvieronqueconfeccionarleunoamedida,utilizandosietepiezasmásdelino de lo habitual. Tenía el color amarillento de los herejes y pintadas llamas yserpientesrojasqueaugurabansudestino:elaverno.Ibalibredecoroza,elcapiroteinfame,porque se lahabíaquitado conunmovimientobruscoynadie se atrevió aponérsela de nuevo en la cabeza. La tierra retumbaba a su paso, y la multitudretrocedíasantiguándoseantelafascinaciónyelmiedoquesupresenciaprovocabaauntiempo.Erahermosoyterrorífico.Elpelotrigueñoleflotabaconinocenciaentrelos mandobles helados del viento. Llevaba la boca oculta bajo una vil mordaza.Cuandohabía sido torturadoenunpotro construidoespecialmentepara su tamaño,losinquisidoresfuerontestigosdelosefectosdesucanto,quehabíadejadollorandoalprimerverdugo,sinánimopararealizarsutrabajo.

Tras él caminaba Diana envuelta en el mismo sambenito amarillo. El cabelloblanco asomaba bajo la coroza, y las pupilas rosadas causaban estupor entre losasistentes,a losquesonreíamalévola.El siguienteera frayClavícula,consusojosblancosqueveíanatravésdeloshombres.

Bárbara y Diego cerraban la fila. «La mujer de las manos diabólicas», lallamaban, laque fueensu infancia laNiñaSanta.Denuevo las teníaamordazadascontraposycuerdas.Caminabaserenaconcorozaysambenitodeherejecondenadoalahoguera.ADiegolacicatrizledelatabacomoelfiscaldelSantoOficio,eltraidordentrodeaqueldesfiledeprisionerosqueparecíansacadosdeunaferia.Peroensurostroyanohabíahuellasdesoledad,nienelborderugosodelacicatriz,anhelosdevenganza.

CuandolaprocesióndelaCruzBlanca,comoeraconocida,llegóalaplazaMayor,éstayahervíadegente.Habíanconstruidounestradoconbancosparalosprisionerosde talmaneraquepudieran ser vistosdesde cualquier lugar.Luego estaba el palcocon dosel para los inquisidores, el palco real, las tribunas para las autoridades, lanobleza,ylasgradasdondeasuentender«seacomodaba»elpueblo.

Hubo un sermón de un sacerdote que pretendía incendiar de fe las almas decuantos allí se hallaban congregados. Luego cantaron el salmo Miserere mei yrezaronoraciones,hastaqueporfinseprocedióalalecturapúblicadelassentencias,aunque eran de sobra conocidas pues se hallaban representadas en el color y los

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dibujos de los sambenitos. Cada prisionero debía adelantarse para escuchar lasacusacionesysucastigofinal.CuandolellegóelturnoaDiego,miróunmomentoalpalcoendoseladodelosinquisidoresyviolasatisfacciónyeltriunfoenelrostrodePedroGómez deAyala. En otro tiempo hubiera urdido un plan paramatarle, peroentoncesno le importó.Sehallaba juntoal inquisidorgeneralyprontoocuparíaunpuestoen laSupremagraciasaldesmantelamientode la sectadeherejesquehabíallevado a cabo. Le dolía más el rostro consternado de este último, y no hallar aLorenzo junto a ellos en el palco, lo que significaba que el viejo inquisidor habíadejadodeserlo.Loimaginóentregadoalaslujuriasdesuestómagoenalgunacasasolariega,juntoasucriadalaviejamorisca.

Buscó aRafael entre el gentío que, tras horas de rezos y condenas, saciaba suapetitoconunrefrigeriodegalletasyyemasdemonjas.Nolovioyaqueelnotarioestaba acurrucado en la última grada. Llevaba el cabello pelirrojo oculto bajo elsombreroylaespaldaencorvadaporlatorturaenelpotro,elpesodelavergüenza,elrecuerdo de los besos que aún latían en sus dedos.No le procesaron por sodomía.HabíaqueprotegerelbuennombreylareputacióndelSantoOficio.Peroloacusaronde robar documentos secretos del archivo, lo que le supuso la inhabilitacióny unamultadecincuentaducados.Desdeentoncespermanecíaencerradoensucasadelacalle del Pozo Amargo quemando poemas y escribiendo sobre el sufrimiento. NovolvióaveraSantuario.

Serezódenuevotrasfinalizarlalecturadelassentencias,ylosguardiasdelreyse hicieron cargo de los condenados a la hoguera, ya que la Inquisición no dabamuerteniderramabasangre.

El quemadero se hallaba situado a las afueras de la ciudad. Allí fueronconducidos los prisioneros en cortejo fúnebre, de nuevo tras la Cruz Blanca quepresidiríalaejecución.Lanochesehabíacomidolaciudadyelcampodelmartiriosesumía en un lamento negro. Sólo los postes rodeados de leña seca flameabanespectrales a la luz de las antorchas de los guardias. Antes de atar en ellos a loscondenados,unsacerdotedemedianaedadyconínfulasdemisericordia losasistióespiritualmenteporsialgunosearrepentíadelospecadosdesuherejía,encuyocasole darían garrote para después quemarlo, ahorrándole así el sufrimiento deachicharrarse vivo. Pero ninguno tenía nada de que arrepentirse que pudierainteresarle al cura en ese instante. Diego estaba convencido de que su vida iba atranscurrirentreelfuegodesunacimientoyeldesumuerte,conformequisosupadreal escribir aquel papel infame.Buscó aBárbara, atada al poste que se alzaba a suizquierda,yantesdehablarlesintióensuslabiosaquelsaborinfantilqueexhalabanlastablasdelacajadesalazones.

—Dianametendióunatrampa—ledijo—.Siempreteheamado.Luegoapartólamiradadeellayladejóperdidaenuncielosinestrellas.

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Dos surcos de llanto recorrieron las mejillas sucias de Bárbara. Cuando elsacerdote se le acercó con lamandanga del arrepentimiento, le respondió demalaganaquesemetieraensuscosas,yladejaraabrasarseenpaz.

Asustado por la violencia de la hereje, el sacerdote se plantó frente a Goliatdispuestoestavezaquefueseútilsumisericordia.Ordenóquelequitaranlamordazay no cedió en su empeño por mucho que insistieron los guardias del peligro queencerrabanesoslabiosfofosybrillantesdesaliva.

—No es cristiano impedirle a un hombre, por muy descomunal que sea, eldesahogodegritarmientrasloqueman.¿Quéveisdetemerosoenél?—lespreguntófijándoseenlosojosmansosybañadosdeespejismosconlosquelemirabaGoliat—.Y a esa mujer quitadle los trapos de las manos, así conocerá la compasión de laIglesiaensuúltimominuto—dijoseñalandoaBárbara.

La primera pira que prendieron fue la de fray Clavícula, cuyos orbes blancoshabíandejadodebrillardesdehacíasemanas,convertidosencáscarasmuertas,vacíosde conciencia. Cuando el sacerdote se acercó a él, pareció despertar de suensimismamiento.

—Lamagia es sabia—murmuró entrecortadamente—, es el poder del espírituqueliberadetodosufrimiento.Noloolvidéis.

Su piel ardió como la de un pergamino e inundó la noche de un perfume abibliotecaquemada.

ActoseguidounverdugoprendiólapiradeDianaconunaantorcha.Alaadivinaselepusieronlosojosdeunvioletaresplandecientealfulgordelaprimerallama,yatodo aquel que contemplaba su tormento le anunciaba blasfemando la fecha de sumuerte.Empezóporlosguardias,queretrocedieronasustadosconlosdedosencruzrepitiendo «Vade retro, Satana.Vade retro, Satana», y continuó con cada hombre,mujeroniñoquealcanzabaaverentrelosborbotonesdehumo.

PorfinletocóelturnoaGoliat.Lehabíanatadomanosypiesalposteconunasogadoble.Antesdequeencendieranlapirayahabíacomenzadoacantar.Eraunamelodíabellaeinofensivaquecausólasdeliciasenlosoídosdelsacerdoteapesardenoentenderunapalabra.

—¿Yestoes loquevuestrasmercedesqueríanamordazarcontanta insistencia?Eslomáshermosoqueheoídojamás.Quélástimatenerqueenviarloalinfierno—proclamóelsacerdotearrancándoselaslágrimasdelosojos.

Trassaltarlaprimerallama,Goliatalzósuvozcomounamelodíademuerte.Eratancristalina,taneterna,queseenraizabaenelalmadelosquelaescuchaban.Losguardiascomenzaronalanguidecer,aligualqueloscuriososqueseagolpabanenelquemadero.Yesamismapena,esamismagloriaquesufríanloshombres,esasganasdemorirseeneseinstanteyparasiempreenlasnotasdeaquellacanción,afectóalatensiónde lassogas,yconformeellassedebilitaban,Goliat recuperaba fuerzas.Se

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desatómientras el quemadero se convertía enuncenagaldedichaspor alcanzar elinfinito.Desorientados,alguacilesycuriososseguíanelrastrodesupropiocorazón,desupropia tumba,desentendiéndosede ladesgraciade losotros.Tambaleándose,unoacertóporcasualidadaprender lahogueradeBárbara.Ellaescurriósucuerpoporelposteparaquesusmanosalcanzaranatocarlaleñayconcentrósuvoluntadenapagar el fuego.Sin embargo, el humo envolvía sus pulmones y sus labios apenastuvieron tiempo de pronunciar las palabras de su abuelo para que el paraíso queacertóacontemplartansólouninstanteseencendieraensumemoria:losfrutalesdecolores,lascameliasgrandesycarnosas,elríoconlasaguasdondesetransparentabala inocencia, la tierranegrayfértilde laque todonacía.Cuandoestabaapuntodedesmayarse,losbrazosdeGoliatlaarrancarondelposte.Selaechóalhombrocomosifueraelsacoquesolíallevarensusandanzasporlavilla.

El gigante huía a grandes zancadas del quemadero, cuando Bárbara gritó elnombredeDiego.Enunmomentodelucidezresentida,elsacerdotehabíaprendidosupirayardíaenllamasinfernales.Goliatdudósiretroceder.Bárbaraaprovechólaocasiónparazafarsedesusbrazosysaltaralsuelo.

—Ayúdameasalvarlo,teloruego—ledijollevándoseunamanodelgigantealcorazón.

Goliat sintió el latido bajo el seno tierno y languideció. Luego fue detrás deBárbara,quecorríahacialapira.Peroél llegóantes.Deunsaltoatravesóelfuego,libróaDiegodelassogasyseloechóalhombro,aunquesucuerponomostrabaelmenorrastrodevida.

Escaparon en la oscuridad de una noche sin luna, sin estrellas, como si todos losastrosdelcielo sehallarandeveloriobajoelmás rigurosode los lutos.Cuandosehabían alejado lo bastante como para despistar a los alguaciles, Goliat depositó aDiego sobre la hierba de uno de los senderos que conducía a la sierra.Bárbara searrodilló a su lado para oírle la respiración. Ansió percibir un suspiro, un soplodiminutoqueleindicaraqueDiegoaúnseguíavivo.Fueinútil,sóloquedabaelolorachamusquina, al humo inmundo de la hogueramezclándose con el incendio de suinfancia.

PeroBárbaranoserindió.Buscóporlosalrededoresunsitioapartadoytranquilo.EntreunosmacizosdejarassilvestreshallóunclarodondeimprovisóunlechoconhojassecasehizoqueGoliattendieraaDiegosobreellas.Seenroscóenél,unamanosobre el arcángel y otra en el rostro cruzado por la sierpe de la cicatriz púrpura.Perdiólacuentadelashorasquepermanecióasulado,muertadesedydefríoenelsambenitomugriento,mientrasGoliat yacía echado a sus pies como un perro fiel,consolándola con unamelodía dulce. La resina de las jaras goteaba sobre ellos ensilencioylashormigaslestrepabanporelcuerpocomosiyanoestuvieranvivos.

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Bárbarasequedódormida.ViolacaradeBerenjena,plagadadeviruelas,inclinándosesobrelalozaníadela

suya, recién nacida, y la de Diego, sucia por los tiznones del incendio. Supo queestaban de nuevo en la caja de salazones, luchando por sobrevivir a una noche depeste.

Cuandodespertóelsolencajabasucuerpoenelhorizontedibujandounafiguraperfecta.BárbaraapenasreparóenqueGoliatestabainmóvil,conunchorrodebabacolgandodellabioporelquesehabíaescurridolaúltimanotadesucanto.Lacarnedegiganteselehabíacuarteadocomosifueradebarro.Enlosojossólohabíalodoylarigidezdelamuerte.

Encambio,lacicatrizescarlatadeDiegosehabíaconvertidoenunalínea,apenasvisible,delcolordesucarne.

Bárbarasonrió.Apoyósucabezaenel regazodeél, lo llamódulcemente, lobesóen los labios

resecos,yesperópacienteaqueabrieralosojos.

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Lamagiaeslasabiduría,eselempleoconscientedelasfuerzas espirituales para la obtención de fenómenosvisibles o tangibles, reales o ilusorios; es el usobienhechor del poder de la voluntad, del amor y de laimaginación; es la fuerza más poderosa del espírituhumanoempleadaenelbien.Lamagianoesbrujería.

TEOFRASTOBOMBASTODEHOHENHEIM

(PARACELSO)

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Amispadres,porestarsiempreamilado.Porayudarme,apoyarme,consolarme,porsuamorconstanteygeneroso.Porquehacenquelaspalabrasmefalten.

AmihijaLucía, por iluminarmivida, por llenarlademagia, pordarle sentidocuandolasfuerzasmefallan.Porsupacienciaanteunamadrepegadaalordenador,porlosdíasqueleprometíllevarlaalcineynolocumplíporquedebíaescribir.

AmihermanaPitu,porsermiprimeralectora.PorlasmadrugadaseternasenElEscorialdurantelascualeslerelatélahistoriadeestanovela.Porescucharmecuandome bloqueo, por ayudarme a deshacer nudos de la trama, por ser hermana, amiga,lectoraycríticaliteraria.

ACarlosIllera,porsuapoyo,suscuidados,sucomprensión.AClaraObligado, por abrigarme con su amistad, por escucharme, y apoyarme

siempre.Porsusenseñanzas,porsermitalismán,mimaestra.Porpermitirmeformarpartedesumaravillosafamilialiteraria.

AAlbertoMarcos,miqueridoeditor,por suapoyo,por supaciencia cuando leenviaba la novela a pedacitos desordenados, por estar siempre a mi lado, por suamistad,porhacertantasvecesdeesteoficiounplacer,porsuconversación,porsusconsejos,porconocermiescritura,porhacermásfácillodifícil.

ADanielPérezEspinosa,compañerodeletras.Porsermiamigomágico,poresascomidas en la BibliotecaNacional hablando sobre grimorios, nigromantes,magos,brujas, cábala. Por buscarme libros mágicos por internet y enviármelos, por sushistorias sobre sociedades secretas, por escucharmedurante horas hablándole de lacábala y la alquimia, por hacer tantas tardes que el tiempo se detuviera mientrasconversábamossinpausa,síotravez,sobrelamagia…

A los cuatro fantásticos, por permitirme ser uno de los cuatro. Los otros tresMaría Martínez, Virginia González, Isidoro Luz, por vuestro apoyo, por nuestrascomidashablandodetodo,porhacerquemesientafelizcuandoestoyconvosotros.

A Eva Magaz, mi querida amiga, por estar siempre ahí en la distancia. Porconocerme, ayudarme, y tantas otras cosas que necesitaría casi otras seiscientaspáginas.YaMarioLeirachá,miqueridohermanodesangre.

AInmaculadaHoces,porcompartirconmigomomentostanespeciales.A mi prima Paquita Aramberri, por su amor por mis libros, su interés, sus

palabrassiempredealiento.A mi primo Roberto García-Reche, por esas cadenas de whatsapp que me

acompañaban hasta la madrugada dándome aliento y ánimo para terminar esta

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novela.Amifamiliasevillana,mitíaPilarLópezBarrioyJuanMuñoz,porsuapoyoe

interésenminovela,porenseñarmelaSemanaSantaquemeinspiróunaspáginas,porenseñarmelacárceldelSantoOficio,porsercomosois,porvuestrocariño.

A mi tía Loli, Dolores López Barrio, y mi tío, a mi prima Viky y mi primoAlberto, por estar siempre a mi lado, por vuestro cariño e interés, por vuestroentusiasmo.

A Belén Cerrada y Miguel Angel Rincón, de nuevo chicos, qué sería de mímuchasvecessinvosotros,porquerermeyporqueosquiero.

Amiscompañerasescritorasydetaller,NuriaSierra,porsuamistad,suapoyo,por tardes y noches conversando sobre libros brindemos, querida por ese últimocapítulo.CeciliaGuiter,porsuamistad,surisa,sucariño,porverescritominombreensunovelayqueelvellosemeerizaradeagradecimientoeilusión.APilarÁlvarezNovalvos, por su cálida amistad que me ha abrigado en los buenos y malosmomentos,porcreerenmí,pormencionarmeensulibroderelatoscontantoamor,pornuestrasconversaciones.

AManoloYllera, por susmaravillosas fotos, su generosidad, apoyo, por ser ladocumentaciónmásdivertida,porpasarfríoycalorporminovela,poracompañarmeyhacerquemeríaymeolvidedetodo.

AJossie,JosefinaArenal,porsuayuda,amistad,palabrasdeapoyoydeánimo,porlosmargaritasdefresa.

Amisamigas,ycompañerasenlatareadesermadres,Charo,Camino,Manuela,Amaya,lasdosTeresas,Soledad,Helena,noquierodejarmeaninguna,porvuestraayuda,poresasextraescolaresquecompartimosynostraenlocas,porvuestrocariño.

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Latareadedocumentarseestanintensacomofascinante.Durantealgomásdecincomeses estuveyendoa laBibliotecaNacional todas lasmañanas entre semana.Hanpasadocasitresañosdesdeentonces,perorecuerdoesetiempoconnostalgia.VivoenunpueblocercanoaMadrid,asíquetrasllevaramihijaalcolegio,cogíaeltrenhastalaestacióndeRecoletos.Afortunadamenteyahabíapasadolahorapunta—esaenlaque uno se siente parte de la humanidad no por razones filantrópicas,desgraciadamente, sino porque se haya literalmente pegado a ella— así queencontrabaasientoenelvagón.Meencantaviajarentren,aunqueseauntrayectodeveinticinco minutos acompañado de la voz mecánica que va anunciando lasestacionesquesesucedencadapocotiempoydelpitidodelaspuertas.Mevienealacabeza esa poesía de Antonio Machado (Yo para todo viaje —siempre sobre lamaderademivagóndetercera—,voyligerodeequipaje…ydedía,pormirarlosarbolitospasar…¡Esteplacerdealejarse!…).UnavezenlaBiblioteca, traspasarcontroles,etiquetadaconmipegatinadelector,ycargadaconmislibrosdeconsulta,me adentraba en la hermosa sala de lectura. Hay hileras de pupitres con sumesainclinadaque,paracolmodenostalgias,merecordabanalosdelAteneodeMadridde la calle del Prado, donde iba a estudiar durante la carrera aquellos manualesinterminables de Derecho. Yo frecuentaba esa sala que era conocida como «elpalomar»en laque sepermitía fumar,yuno se sumergíadurantehoras en letrasyvolutas de humo. Pero regreso a la Biblioteca Nacional, en este caso las horaspasabandeformamásrápidayplacentera.LeíasobrelaInquisiciónespañola,sobreendemoniadas y beatas, sobre brujas, cábala, alquimia… El problema dedocumentarse sobre temas tan apasionantes es que se corre el riesgo de no poderparar. Clara Obligado, mi amiga ymaestra, me lo había advertido. Los datos queaparecenenunlibrotellevanaotroyésteaotromás.Losmesespasaban,yyomehallabaperdidaenunaselvadepáginas,feliz,peronoescribíaniunasolalíneadelanovela.Lafiebredeprofundizarmásencadatemameconsumía.Hastaqueundíalospersonajes que comenzaba a urdir en mi cabeza me exigieron que comenzara aescribir su historia.Dejé de ir a la biblioteca,me senté frente al ordenador y estanovelacobróvida.

Habíaadquiridoademás,altiempodemisvisitasalabiblioteca,bastanteslibrossobre lasdistintasmateriasqueme interesaban,yellosson losqueal finalmehanacompañadodurantelosdosañosdeescrituradeElcieloenuninfiernocabe.Hago

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unarelacióndeellosenlabibliografía.Perohededestacaratresautorescuyasobrasnosólodespiertanmimássinceray

profundaadmiración sinoquehan sido fundamentales a lahorade trabajar en estanovela.

Eugenio Trías. La lectura de sus obras Tratado de la pasión y Lo bello y losiniestromeabrieronnuevoshorizontessobreelsignificadodelapasiónhumanaentodassus facetas,yme inspiraron lashistoriasdeamordeestanovela,asícomolaconstruccióndevariosdesuspersonajes.LacitadeKierkegaardqueabreestanovelaladescubríenlaprimeradelasobrascitadas.

JulioCaroBaroja,consuobraVidasmágicaseInquisición,meproporcionóunavisión apasionante sobre el concepto de lamagia, de la actividad del SantoOficiodesde un punto de vista más antropológico, y de la vida de personas reales quesufrieronprocesosdelaInquisición.

Raimon Arola. Las obras de este autor que he descubierto a causa de ladocumentaciónllevadaacaboparaescribirestanovelameintrodujeronenelmundodelacábalaylaalquimia.Graciasaellasyalacomprensiónquemeproporcionaronsobreestostemas,pudeelaborarlaherejíadelahermandadsecreta.Sonmuchoslosdatosqueobtuvedesusobras:lamuertedelbeso,elmedicamentoceleste,laideadelainmortalidadatravésdelacuradelpecadooriginal,eltetramorfosysurelacionesestelares… Todos existen, pero encendieron de tal forma mi imaginación que metomé la licencia de combinarlos a mi antojo, para elaborar una doctrina con susrituales como la de la hermandad de la magia sagrada, y adaptarla después alargumentodeminovelaya lospersonajesquevivenenella.Espor tanto ficción,peroconstruidaapartirdeconceptosexistentesenelpensamientoyenlascreenciasdemuchosalolargodelostiempos.

Lasobrasalasquehagoreferenciaquedancitadasenlabibliografía.TambiénmegustaríadestacarlaimportanciaquelalecturadelaobradeMoshé

Idel ha tenido para mi comprensión primera del concepto de la cábala. Su huellatambiénestáimpresaenlanovela.AsimismoelfascinantedescubrimientodellibroHieroglyphica,deHorapolo,querecogeunavisióndelosjeroglíficosegipcioscomoideogramas.Loutilicéparaelaborarelemblemadelahermandad,ydesuspáginasobtuvelascitasdellibrodelosEmblemasMoralesdeJuandeHorozco.

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SOBREELHOSPICIODELASANTASOLEDAD

El hospicio está basado en la Inclusa deMadrid.Me resultó fundamental el libroHistoriadelaInclusadeMadriddePedroEspinaPérez.Utilicémuchosdelosdatosqueaparecenenél alobjetode recrearunhospiciodel sigloXVII lomás fielmenteposible.Alfinal tuvequecambiarvariosdatosparaadaptarlosamihistoria.Comopor ejemplo la edad en la que se separaba a los niños de las niñas en distintosdormitorios,queenverdaderaentornoalostresaños.ESPINAPÉREZ,Pedro.HistoriadelaInclusadeMadrid.EditaDefensordelMenorenlaComunidaddeMadrid,2005.

SOBRELAINQUISICIÓN

Lacantidaddelibrospublicadossobreellaesmuynumerosa.Éstossonlosquemásayudameprestaron.DestacoArtesdelaInquisiciónEspañola.Fueunbestsellerdelsiglo XVII, que tal y como consta en su portada —cito textualmente— fijó elimaginariosiniestrodelaInquisiciónyapuntalólaLeyendaNegraespañola.CARO BAROJA, Julio. Vidas mágicas e Inquisición. Volumen I y II. Círculo deLectores.Barcelona,1990.—,ElSeñorInquisidoryotrasvidasporoficio.AlianzaEditorial.Madrid,2006.—,Lasbrujasysumundo.AlianzaEditorial.Madrid,2003.GONZÁLEZ MONTANO, Reinaldo. Artes de la Inquisición Española. EditorialAlmuzara,2010.MARTÍNEZMILLÁN,José.LaInquisiciónEspañola.AlianzaEditorial.Madrid,2009.PÉREZ, Joseph.Breve historia de la Inquisición en España. Biblioteca de Bolsillo.Barcelona,2003.PEREZAGUA DELGADO, Jesús. El Tribunal de la Santa Inquisición de Toledo.EdicionesCovarrubias.Toledo,2008.Variosautores.Lamáscarainfame.ActasdelaInquisiciónaElenodeCéspedes.LaTintadelCalamarEdiciones,2010.

SOBRELAHERMANDADSECRETA.MAGIA,ALQUIMIAYCÁBALA

AROLA, Raimon.La cábala y la Alquimia en la tradición espiritual deOccidente.

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SiglosXV-XVII.EditorialMandala,2002.—,Delosamoresdelosdioses.MitologíayAlquimia.EditorialAdLitteram,1999.—,Alquimia y religión. Los símbolos herméticos del siglo XVII. Ediciones Siruela,2008.FERNANDES,Joaquim;PÉREZPARIENTE,Joaquín;SNOBELEStephenD.,yotros.Newtonprofetayalquimista.El ladoheréticodeungenioquebuscóaDiosen la ciencia.EdicionesEsquilo,2008.HORAPOLO.Hieroglyphica. Edición de Jesús María González de Zárate. EditorialAkal.ArteyEstética,2011.IDET,Moshé.Cábalahebreaycábalacristiana.EditorialLilmod,2010.—,Cábalanuevasperspectivas.EdicionesSiruela,2005.PHILIP,Neil.Mitosyleyendas.Guíailustrada.EditorialCelesteRaíces,1999.PUTZ, Rodolfo. Botánica oculta. Las plantas mágicas según Paracelso. EditorialPons,2006.

SOBRELAESPAÑADELSIGLODEORO

DEFOURNEAUX,Marcelin.LaEspañadelSiglodeOro.EditorialArgosVergara,1983.DELEITOyPIÑUELA,José.LamalavidaenlaEspañadeFelipeIV.AlianzaEditorial.Historia,2008.ELLIOT,J.H.LaEspañaImperial.1469-1716.EditorialVicensVives,1998.GARCÍAGARCÍA,Bernardo.El ocio en laEspaña del Siglo deOro. EditorialAkal,1999.PÉREZ,Joseph.LaEspañadelsigloXVI.EditorialAustral,2012.

SOBRETEMASVARIOS

BORGES,JorgeLuis.Funeselmemorioso.Ficciones,1944.CHAPARROGÓMEZ,César.«Elartedelamemoria:deAriasMontanoySánchezdelasBrozasaluniversodelasimágenesylosmundosvirtuales.»PRAZ,Mario.Lacarne,lamuerteyeldiabloenlaliteraturaromántica.EditorialElAcantilado,1999.TRÍAS,Eugenio.TratadodelaPasión.EditorialDebolsillo,2006.—,Lobelloylosiniestro.EditorialDebolsillo,2006.

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CRISTINA LÓPEZ BARRIO (Madrid, 1970) estudió Derecho en la UniversidadComplutensedeMadridy sehaespecializadoenPropiedad Intelectual.SuprimeraobraganóelIIPremioVilladePozuelodeAlarcóndeNovelaJuvenil,delaeditorialEverest(2009).Deestasedijo:"ConElhombrequesemareabaconlarotacióndelatierra, Cristina López Barrio debuta en el género novelístico y no podía haberlohechodemejormanera",ABCDlasArtesylasLetras.Consuprimeranovelaparaadultos, La casa de los amores imposibles, se dio a conocer al gran público,cosechandoungranéxitoentre los lectorespor suprosaoriginaly exuberante, suspersonajessugerentesyapasionados,ysustramasambiciosaseimaginativas.Obtuvoelpremioa laescritora revelaciónqueconcedeelconocidoblog literarioLlegirencasd'incendi.Lacasadelosamoresimposibles seha traducidoaquince lenguasypublicado en veinte países, entre ellos Estados Unidos, Italia, Alemania, Brasil,Argentina,Suecia,IsraeloSerbia.

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