Toxicologia en La Edad Media

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DESARROLLO DE LA TOXICOLOGIA Y EPIDEMIOLOGIA EN LA EDAD MEDIA TOXICOLOGIA EN LA EDAD MEDIA En la Edad Media europea, aparecieron curas para muchos de los venenos más conocidos, pero el envenenamiento se convirtió en una forma de matar cada vez más popular. Esta popularidad fue estimulada por la creciente disponibilidad de los venenos; los negocios (conocidos como apotecas) que vendían varios productos medicinales se abrieron al público y, desde allí, las sustancias que habían sido usadas tradicionalmente con propósitos curativos fueron empleadas para otros más siniestros. Aproximadamente en la misma época, otras zonas del mundo hicieron grandes avances en términos de venenos: los árabes habían logrado elaborar arsénico inodoro y transparente, con lo cual los asesinatos se volvieron casi imposibles de detectar. La «epidemia de envenenamientos» se extendió también a partes de Asia por este tiempo. A su vez se abre el primer centro que se tenga conocimiento para atender exclusivamente a pacientes intoxicados, por la célebre epidemia de ergotismo que se presentó al sur de Francia y estuvo a cargo de la orden religiosa de los hermanos Antonisti. Además en esta época la historia del veneno constituye en cierta forma la savia de la vida política y cortesana durante largas etapas. La “pócima” fue factor determinante en la elección y deceso de algunos gobernantes. Aparecen nombres de mujeres tan famosas como Madame Toffana, Lucrecia Borgia, Catalina de Médicis, etc. quienes han pasado a la historia de la Toxicología por su profesión de envenenadoras. ORIENTE Para los árabes herederos de la medicina griega no fueron desconocidos los venenos. Así el más prominente de los médicos árabes , Avicena, nacido en Persia y conocido como el príncipe de los médicos dedica el libro V de su Canon de Medicina a tratar las drogas y sus prescripciones; al final de su vida sea permitió una existencia desordenada y murió intoxicado por un midriático preparado con opio.

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DESARROLLO DE LA TOXICOLOGIA Y EPIDEMIOLOGIA EN LA EDAD MEDIA

TOXICOLOGIA EN LA EDAD MEDIA

En la Edad Media europea, aparecieron curas para muchos de los venenos más conocidos, pero el envenenamiento se convirtió en una forma de matar cada vez más popular. Esta popularidad fue estimulada por la creciente disponibilidad de los venenos; los negocios (conocidos como apotecas) que vendían varios productos medicinales se abrieron al público y, desde allí, las sustancias que habían sido usadas tradicionalmente con propósitos curativos fueron empleadas para otros más siniestros. Aproximadamente en la misma época, otras zonas del mundo hicieron grandes avances en términos de venenos: los árabes habían logrado elaborar arsénico inodoro y transparente, con lo cual los asesinatos se volvieron casi imposibles de detectar. La «epidemia de envenenamientos» se extendió también a partes de Asia por este tiempo.

A su vez se abre el primer centro que se tenga conocimiento para atender exclusivamente a pacientes intoxicados, por la célebre epidemia de ergotismo que se presentó al sur de Francia y estuvo a cargo de la orden religiosa de los hermanos Antonisti. Además en esta época la historia del veneno constituye en cierta forma la savia de la vida política y cortesana durante largas etapas. La “pócima” fue factor determinante en la elección y deceso de algunos gobernantes. Aparecen nombres de mujeres tan famosas como Madame Toffana, Lucrecia Borgia, Catalina de Médicis, etc. quienes han pasado a la historia de la Toxicología por su profesión de envenenadoras.

ORIENTE

Para los árabes herederos de la medicina griega no fueron desconocidos los venenos. Así el más prominente de los médicos árabes , Avicena, nacido en Persia y conocido como el príncipe de los médicos dedica el libro V de su Canon de Medicina a tratar las drogas y sus prescripciones; al final de su vida sea permitió una existencia desordenada y murió intoxicado por un midriático preparado con opio.

El sabio sufí, nacido en Murcia y viajero continuo de España a Persia, Jabir ibn Hayyan, Gabir o Geber para los occidentales, en su Libro de los venenos de los tres reinos, mineral, vegetal y animal, establece cinco clases de espíritus: azufre, arsénico, mercurio, amoniaco y alcanfor, y reflexiona sobre la dosis tóxica.

Se logró elaborar un arsénico transparente, inodoro e insípido para ser aplicado a una bebida, un método que permitiría que los asesinatos por este medio no fueran detectados por lo menos durante un milenio.

En India, los difíciles siglos XIV y XV en Rajastán fueron lugar de invasiones. Las mujeres rajput practicaron la costumbre de jauhar (literalmente, "la toma de la vida") cuando sus hijos, hermanos o esposos enfrentaban una muerte segura en batalla. La jauhar fue practicada al interior de la clase guerrera Chatria para evitar el destino de sometimiento, esclavitud, violación o masacre a manos de las fuerzas invasoras.

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EUROPA

Durante la Edad Media europea, cuando la naturaleza de los venenos era más conocida que simplemente la proveniente de la magia y la brujería, había vendedores y proveedores de pociones y venenos, conocidos como boticarios. A pesar de que ya eran conocidos los usos médicos de los venenos, no era un secreto que las personas compraban venenos por razones menos útiles o legales. Los alquimistas que trabajaban con estos boticarios sufrieron un riesgo considerable a su salud, al manipular de forma cercana estas sustancias venenosas.

Por su parte, el filósofo y médico judío español Moisés ben Maimón o Maimónides (Córdoba, 1135-1204) escribe en árabe ampliamente sobre medicina y farmacia; en su libro Los venenos y sus antídotos (1198), da consejos para evitar las intoxicaciones y prescribe su tratamiento. Pocos años después (1240) Federico II, emperador de Alemania y rey de Sicilia, promulgó un edicto por el que separaba la Medicina y la Farmacia, y se reglamentaba el ejercicio de ésta.

En la Edad Media se prodigaron extensamente los envenenamientos criminales y comenzó a hacerse sentir la necesidad de establecer una toxicología médico-legal. Las pruebas para descubrir envenenamientos se basaban en la observación de alguna coloración desusada del cadáver, anormal putrefacción, incombustibilidad del corazón, etc., síntomas muchas veces confundibles con los de enfermedades infecciosas. A pesar de ello, eran populares ingeniosos venenos, y la obra sobre venenos de Pietro de Albano, profesor de Ciencias en la Universidad de Padua, alcanzó amplia difusión, para tratarse del siglo XV, con catorce ediciones.

Existe abundante literatura sobre la difusión de los envenenamientos criminales en la Italia del siglo XV, y en algunas obras se destaca a la familia Borgia entre los mejores especialistas.

De la familia española Borja, Alfonso (1378- 1458) era profesor de Derecho cuando fue nombrado obispo de Valencia y más tarde cardenal en Roma (donde italianizó su apellido a Borgia) y finalmente, papa con el nombre de Calixto III. Se llevó a Roma a su sobrino Rodrigo, diplomático y también cardenal y papa con el nombre de Alejandro VI; muy mujeriego tuvo numerosos hijos, entre ellos, César, cardenal (aunque renunció) y militar y cortesano de éxito (apodado Valentino), y Lucrecia, con historia o leyenda de amoríos, incluso incestuosos con su padre y hermanos, intrigas y uso de venenos, generalmente constituidos por compuestos arsenicales y restos de animales (ptomaínas).

Se llegó a decir que el papa Borgia, Alejandro VI, envenenó a varios de sus cardenales y él mismo fue víctima de envenenamiento, aunque en recientes trabajos aparece como inocente, y su propia muerte atribuida a una enfermedad febril, probablemente paludismo.

Es lógico pensar que los Borgia quizá no hicieron mayor uso de los venenos que algunos gobernadores de la escuela de Maquiavelo, ya que durante esta época el veneno fue un arma común en la vida social y política de las cortes europeas, particularmente de Francia e Italia; en los primeros dos tercios del siglo XV, murieron envenenados nueve sucesores de Carlomagno y cinco papas.

Alrededor de 1420, el Consejo de los Diez, de Venecia, tenía una escala o baremo de precios para el envenenamiento de las gentes; el valor dependía del rango de las víctimas y de la dificultad de aproximación al sujeto. En las actas de sus reuniones se reflejan las

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deliberaciones y las remuneraciones correspondientes a la eliminación de ciertas personas; el éxito de la operación se marcaba en el margen del archivo con la palabra factum, y los venenos más comúnmente empleados eran arsenicales, sublimado corrosivo y acónito.

Durante este periodo, la semiología toxicológica avanzó poco, y la detección de los envenenamientos era difícil porque se confundían los síntomas con los de muchas enfermedades. Los alimentos defectuosamente preservados se sazonaban fuertemente y ello enmascaraba más fácilmente el sabor del veneno. La única operación de toxicología analítica consistía en dar de comer a un animal los restos del alimento sospechoso.

Por ello, la única forma de descubrir al envenenador era atraparlo en el momento de contaminar el alimento; de aquí que durante los siglos XVI y XVII los envenenamientos llegaran a constituir una seria amenaza pública en Italia, Francia, Holanda e Inglaterra; puede encontrarse una detallada relación de estos hechos en Poisons and Poisoners, de C. J. S. Thompson (193l).

Como la ya citada familia Borgia, la de los Médici también alcanzó notoriedad en el uso de los venenos; se cuenta que Alejandro, Duque de Florencia envenenó a su propia madre, y Catalina (1519-1589), sobrina del papa Clemente VII, tras casarse con el que después fue rey de Francia como Enrique II, introdujo en este país los métodos italianos, y experimentaba con los pobres la efectividad y dosificación de los venenos; también llevó a Francia, además de los perfumes florentinos, la costumbre de introducir en la comida un trozo de cuerno de unicornio (rinoceronte) para, según se decía, destruir cualquier tóxico. Iguales propiedades se atribuían a las piedras de bezoar, concreciones de origen biliar que se extraían del intestino de animales, generalmente cabras, hasta que el rey Carlos IX, hijo de Catalina, instigado por su médico, el prestigioso Ambrosio Paré, ordenó que se hiciera una experiencia con un preso, al que un boticario administró bicloruro de mercurio y seguidamente bezoar, que no contrarrestó la intoxicación, demostrándose la inefectividad del «antídoto». En Praga se realizó una experiencia similar con un condenado (1565) que, por supuesto, también murió.

La actividad más próspera de la época se desarrolló en el sur de Italia, incluida Sicilia. El más famoso de estos delincuentes fue una mujer, llamada Toffana, residente en Nápoles, a quien se hizo responsable de la muerte de varios cientos de personas (unas 600) entre las que se citan los papas Pío III y Clemente XIV. Su principal preparación era el acqua toffana que por la sintomatología que ha llegado hasta nosotros parece que estaba constituida por arsénico y cantáridas; se embotellaba en frascos que mostraban la imagen de algún santo, normalmente san Nicolás de Bari, nombre asociado al de un manantial cuyas aguas parecían tener notables propiedades curativas. Fue ajusticiada en 1719.

Por el mismo tiempo aparece otro famoso veneno, conocido como acquetta de Peruzzia, el cual se preparaba espolvoreando con arsénico vísceras de cerdo; los líquidos de la putrefacción disolvían el arsénico, a cuya toxicidad se unían las ptomaínas (gr. ptoma, cadáver) producidas.

Una seguidora de Toffana fue Jerónima Spara, que operó en Roma hacia 1659 y encabezaba una sociedad secreta integrada principalmente por jóvenes casadas pertenecientes a algunas de las más opulentas familias. En reuniones regulares celebradas en casa de Spara se obtenían

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venenos e instrucciones para su uso. La extraña relación de jóvenes viudas con Spara promovió una investigación que concluyó con el ahorcamiento de Spara y doce mujeres más y el azote público de muchas otras.

Otro envenenamiento legendario es el de Ladislao, rey de Nápoles, de quien se dice que murió a consecuencia de una intoxicación arsenical, producida durante el coito por un algodón impregnado en el veneno y que su amante se había colocado en la vagina, quien previamente se había inmunizado mediante dosis progresivas del tóxico.

Según otra leyenda la muerte de Ladislao (1414) se produjo a causa del veneno que su hija llevaba en los labios.

En la recopilación de Geoffrey Chaucer, Los cuentos de Canterbury, un texto que existía en torno al siglo XIV-XV describía a un asesino comprando veneno de un boticario para librarse de una plaga de ratas:

Se dirigió a un boticario de la ciudad y le pidió que le vendiese veneno para matar ratas [...] El boticario le contestó: «Te daré algo. Te aseguro, como espero ganar la gloria del Cielo, que este veneno es tan fuerte que no existe criatura viviente en el mundo que no pierda la vida inmediatamente; así caerá muerto en menos tiempo que canta un gallo, tanto si come como si bebe de esta poción, aunque solamente sea la cantidad necesaria para empapar un grano de trigo» "El bulero". En: Los cuentos de Canterbury, líneas 565-581.18

Este es un ejemplo de una gran cantidad de literatura relativa al veneno, ya que junto con las pociones fueron un tema muy popular en la ficción, como es el caso de las obras de Shakespeare. Tanto los textos de ficción como los de no ficción fueron escritos, en su mayor parte, por monjes, cuyo conocimiento y sabiduría era respetada. Una obra de no ficción fue El libro de los Venenos, escrito por Magister Santes de Ardoynis en 1424, que comprendía una descripción de los venenos conocidos de la época, sus efectos y usos. También recomendaba los tratamientos más conocidos para cada veneno. A pesar de ello, se considera probable que estas obras fácticas no hayan sido publicadas, sino que su circulación estuvo limitada al interior de círculos eruditos de estudio e investigación.

ASIA

A pesar de los efectos negativos del veneno, que eran tan evidentes en estas épocas, estaban siendo encontradas curas para los venenos, incluso en un tiempo cuando era odiado por la mayor parte del público. Un ejemplo puede ser encontrado en los trabajos del médico, filósofo y académico persa Al-Razi, autor de El secreto de los secretos, que era una larga lista de compuestos químicos y minerales. Asimismo, se puede mencionar a Appratus, la primera persona que destiló alcohol y lo usó como un antiséptico, o quien sugirió usar el mercurio como un laxante. Realizó descubrimientos en relación a un cloruro de mercurio denominado sublimato corrosivo. Un ungüento derivado de este sublimato fue usado para curar lo que Al-Razi describo como 'el picazón', que es ahora denominado sarna. Resultó ser un tratamiento efectivo debido a la naturaleza tóxica del mercurio y a la habilidad de penetrar la piel, lo que permitía eliminar la enfermedad y la picazón.

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REACCIONES PÚBLICAS

Si bien la verdad fue ocultada al público, ello no impidió el surgimiento de folklore y rumores acerca de los venenos y el uso de ellos para propósitos que eran de mal gusto para el público. Esta situación ocasionó un nivel de paranoia al interior de algunas áreas de las sociedades de Inglaterra y Europa, en general. Esta ola de preocupación fue alentada por la disponibilidad de 'medicina' lo suficientemente potente para ser letal cuando era secretamente administrada en cantidad suficiente: proveyó una fácil forma de matar, que era sutil, discreta y que, generalmente, permitía al criminal no ser detectado. Tal vez a raíz de esta ola de paranoia que sacudió las calles o de la necesidad de respuestas sobre estas toxinas que se empezaron a buscar libros sobre medios de contrarrestar los venenos, los cuales alimentaron la creciente ansiedad, incluso si generalmente eran del todo inexactos.

Naturalmente, algunos astutos vendedores de libros buscaron inflar el asunto como una táctica de marketing y exageraron el riesgo para que las personas compraran sus libros en busca de una seguridad inexistente. Otros vendedores, tales como los comerciantes de joyería, ofrecían un amuleto que supuestamente debilitaba el veneno o bien los médicos vendían una cura mágica. Así, en tales tiempos de incertidumbre muchas personas se beneficiaron enormemente. La información que el público ansiaba le fue ocultada, puesto que era un tesoro solo disponible para los académicos y científicos que, de esta manera, dejaron que el público hiciera sus propias suposiciones.

EPIDEMIAS EN LA EDAD MEDIA

Durante el Siglo XIV, Europa se vio asolada por pestes y hambrunas. Estas calamidades no eran nuevas en la Edad Media; para la población eran signos de muerte, estancamiento y rebeliones populares, lo cual se traducía en pesimismo y desesperanza. Estos años constituyeron una gran fisura en la historia de la civilización europea, cuyo desarrollo fue atajado de golpe.

Los primeros signos negativos aparecieron alrededor del año 1315, con el fracaso de la producción agrícola, especialmente del trigo, debido a los largos inviernos y los húmedos veranos. Como consecuencia, el hambre se extendió por toda la Europa Occidental.

Entre ellas el Fuego de San Antonio, el Sudor Inglés y la Peste Bubónica.

ERGOTISMO

El ergotismo, denominado en el uso coloquial como "fiebre de San Antonio", "fuego de San Antonio" o "fuego del infierno", es una enfermedad causada por la ingesta de alimentos contaminados por micotoxinas (toxinas producidas por hongos parásitos), o por abuso de medicamentos que contengan esta misma sustancia. Está causado fundamentalmente por el ergot o cornezuelo (Claviceps purpurea) que contamina el centeno y, mucho menos frecuentemente, la avena, el trigo y la cebada.

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Una de las sustancias producidas por el hongo es la ergotamina, de la cual deriva el ácido lisérgico. Los efectos del envenenamiento pueden traducirse en alucinaciones, convulsiones y contracción arterial, que puede conducir a la necrosis de los tejidos y la aparición de gangrena en las extremidades principalmente. La enfermedad empezaba con un frío intenso y repentino en todas las extremidades para convertirse en una quemazón aguda. Muchas víctimas lograban sobrevivir pero quedaban mutiladas: podían llegar a perder todas sus extremidades. Existía otra variante de esta intoxicación en la que el paciente sufría intensos dolores abdominales que finalizaban en una muerte súbita. En las mujeres embarazadas producía invariablemente abortos.

Durante la Edad Media las intoxicaciones con ergot eran tan frecuentes que se crearon hospitales donde los frailes de la orden de San Antonio se dedicaban en exclusiva a cuidar de estos enfermos. Estos frailes llevaban hábito oscuro con una gran T azul en el pecho.

Esta peste apareció en el año 945 en Francia y se mantuvo hasta 1495.

SUDOR INGLES

El sudor inglés, también llamado sudor anglicus o pestis sudorosa, fue una enfermedad muy contagiosa y generalmente mortal que afectó a Inglaterra en varias oleadas durante los siglos XV y XVI, para desaparecer luego. Su síntoma principal era una sudoración severa, lo que le dio el nombre. No está claro qué tipo de enfermedad era, aunque se ha conjeturado con varias causas como la gripe o los Hantavirus. No atacaba a los bebés ni a los niños pequeños, y sus víctimas eran, mayoritariamente, varones.

Provocaba una brusca muerte en medio de fiebre alta, calofríos, vértigos y dolor de cuello. Tal enfermedad desapareció con la misma velocidad con la que surgió en esta zona.

La epidemia de sudor inglés comenzó en Milford Haven a principios del reinado de Enrique VII, entre su subida al trono el 7 de agosto de 1485 y antes de la batalla de Bosworth, el 22 del mismo mes. En Londres estalló con la llegada del rey el día 28, provocando una gran mortandad. Esta alarmante enfermedad, que pronto se conoció como sweating sickness (enfermedad del sudor), era muy diferente a la peste conocida entonces, no sólo a causa de sus síntomas, sino también por su muy rápido y a menudo mortal curso.

Hubo brotes virulentos en los años 1485/1486, 1502, 1507, 1517, 1528/1529 y 1551/1552, aunque la proporción de muertos debido a la epidemia no está documentada.7 En 1551 fue estudiada a fondo y documentada por el médico inglés John Caius.4 Desde 1578 no se han conocido nuevos casos.

El brote de 1528 pasó del Reino Unido a Hamburgo, donde provocó más de un millar de muertes en una semana. Se extendió a Suiza, hacia el norte a Dinamarca, Suecia y Noruega y hacia el este a Lituania, Polonia y Rusia. También apareció en Bélgica y los Países Bajos, probablemente por transmisión directa desde Inglaterra, ya que apareció simultáneamente en las ciudades de Amberes y Ámsterdam. En cada lugar la infección no duró más de un par de

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semanas y antes de finalizar el año había desaparecido, excepto en el este de Suiza, donde permaneció hasta el año siguiente. Después, no volvió a aparecer en la Europa continental, donde se la conoció como «peste inglesa».

Una enfermedad similar, llamada en el Reino Unido picardy sweat, se produjo en Francia, Italia y el sur de Alemania entre 1718 y 1861; afectaba durante un período de una a dos semanas y era menos mortal, además de ir acompañada de una erupción cutánea, la miliaria.

PESTE NEGRA

La Peste Bubónica o Peste Negra, vino desde el Asia en 1347 dejando millones de víctimas en Mongolia y China. Afectó luego a la India, Constantinopla y Grecia, para entrar de lleno a Europa, extendiéndose a Italia, España, Suiza y numerosos países de este continente. La mitad de la población mundial sucumbió ante este terrible flagelo. La coincidencia entre la llegada de barcos y la aparición de nuevos casos de la enfermedad, hizo optó por dejarlos a la gira durante un período de cuarenta días. Se reconocían los primeros indicios de transmisión de enfermedades, aplicándose el aislamiento y la identificación de los lugares de riesgo epidemiológicos, señalándose con pintura en las puertas de las casas, los lugares donde había personas afectadas.

Se involucró una gran cantidad de posibles causas para esta enfermedad. Avicenas, médico Arabe del siglo X, advirtió que cada brote epidémico de la enfermedad era precedido por gran mortandad de ratas, las que abandonaban los barcos. Pasaron siglos antes de comprenderse la causa por cual en los brotes de la enfermedad, los primeros afectados eran los porteños y luego los ciudadanos del interior. Pese a que se conoce el bacilo causante (Pasteurella Pestis), esta enfermedad se ha dado el lujo de reaparecer a fines del siglo XIX e incluso, hasta nuestros días.

Dos siglos después Lancisi establece la "teoría miasmática", cuyo planteamiento supone que la causa de la enfermedad infecciosa es debida a los "miasmas" o emanaciones producidas por las letrinas, alcantarillados y acequias. Se supone que el riesgo de contraer enfermedades infecciosas está relacionado con la exposición a "ambientes miasmáticos" cargados con material mórbido. A las enfermedades infecciosas que poseían este mecanismo de transmisión se les llamó genéricamente "pestes".

La cuarentena se comenzó a aplicar en 1348, cuando la peste negra asoló Europa, y fue producto de la observación de que dicha enfermedad llegaba por vía marítima a las grandes ciudades. Inicialmente este período fue de treinta días (trentina), para transformarse posteriormente en quarentina (40 días), cifra atribuible por algunos a los ayunos que Moisés y Jesús hicieron en el desierto o por la duración del llamado período crítico por Hipócrates.