Trabajo Filosofía

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Conservatorio Superior de Música de la Ciudad de Buenos Aires Materia: Filosofía Profesora: Rosa María Gioacomino Alumnos: Pablo Dalto Garreta – S Martín Graffigna La ética en Aristóteles (384-322 AC) Para referirnos al tema de la ética en Aristóteles, comenzaremos mencionando su concepción acerca de que el hombre sólo realiza actos si considera el bien que ocasionan los mismos. Por otro lado, existen acciones que son medios para llegar a determinados fines, o sea que implican un bien mayor. Para Aristóteles la definición de ese bien mayor, último o supremo conlleva dos características. La primera es que este bien último sea final, o sea algo deseado por sí mismo, y la segunda característica es que sea autárquico, es decir se baste en sí mismo y no dependa de otra cosa. Es así que entonces Aristóteles define la felicidad como este fin último, considerando que en ello todos los hombres están de acuerdo. Pero si bien hay coincidencia con el bien supremo, no existe tal en la forma en que se accede a ella, ya que algunos hombres piensan que se alcanza a través del placer, otros a través de los honores, otros a través de la riqueza, etc. En el caso del placer (teoría

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Conservatorio Superior de Música de la Ciudad de Buenos Aires

Materia: Filosofía

Profesora: Rosa María Gioacomino

Alumnos: Pablo Dalto Garreta – S Martín Graffigna

La ética en Aristóteles (384-322 AC)

Para referirnos al tema de la ética en Aristóteles, comenzaremos mencionando su

concepción acerca de que el hombre sólo realiza actos si considera el bien que

ocasionan los mismos. Por otro lado, existen acciones que son medios para llegar a

determinados fines, o sea que implican un bien mayor. Para Aristóteles la definición de

ese bien mayor, último o supremo conlleva dos características. La primera es que este

bien último sea final, o sea algo deseado por sí mismo, y la segunda característica es

que sea autárquico, es decir se baste en sí mismo y no dependa de otra cosa. Es así que

entonces Aristóteles define la felicidad como este fin último, considerando que en ello

todos los hombres están de acuerdo. Pero si bien hay coincidencia con el bien supremo,

no existe tal en la forma en que se accede a ella, ya que algunos hombres piensan que

se alcanza a través del placer, otros a través de los honores, otros a través de la riqueza,

etc. En el caso del placer (teoría llamada hedonista), Aristóteles la descarta, ya que lo

considera como una cuestión puramente animal, y cabe resaltar aquí la importancia que

le dicho pensador a lo racional, definiendo lo animal como algo presente en los

hombres que no como su característica particular. Luego de descartar las otras

alternativas, Aristóteles llega a lo conclusión de que la felicidad se alcanza a través de

la virtud, o sea a través de la perfección de la función del hombre, o sea a través de lo

racional, que es lo particular del ser humano. Pero en el hombre existen también

cuestiones irracionales, es decir que existen dos tipos de virtudes: las de la razón en sí

misma (virtudes dianoéticas) y las de la razón aplicada a la facultad de desear (virtudes

éticas).

Las virtudes éticas o morales o también llamadas virtudes del carácter, es de alguna

manera una posición intermedia entre dos vicios, el uno por exceso y el otro por

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defecto. Asimismo, para que haya moral en un hombre debe haber en primer lugar

libertad, o sea libertad de elección. Posteriormente, se trata de un acto de hábito, no

basta un solo acto (una golondrina no hace verano), sino una forma de actuar habitual,

elegir siempre lo debido. Esta elección debe estar como se dijo arriba en una posición

intermedia, en el justo término está la virtud. Por último, cabe agregar que este término

medio debe ser establecido por la razón y tal como lo haría un hombre prudente, no

hay una regla que establezca como proceder de manera moral, depende de cada

situación. Siguiendo esta idea, llegamos a la conclusión que para Aristóteles la Justicia

es la ética superior, ya que implica la debida proporción entre los extremos, pero cabe

señalar que no es autárquica, puesto que requiere otro sobre el cual se es justo.

En cuanto a las virtudes dianoéticas, ellas atañen al conocimiento. Unas son las de la

razón práctica, se refieren a lo contingente, o sea a lo que puede o no ser o ser de otra

manera. Ellas son el arte y la prudencia. Las otras virtudes son las de la razón teórica,

son de puro conocimiento contemplativo y se refieren a la verdad y a los principios.

Ellas son la ciencia, la intuición y la sabiduría. Esta contemplación, es decir el espíritu

de lo intelectual puramente, se basta en sí misma, o sea cumple con los requisitos del

fin último. Es entonces la vida teorética la forma de alcanzar la felicidad. Pero

Aristóteles sabe que la vida totalmente contemplativa es imposible en lo humano, pero

sostiene que debe funcionar como ideal para el hombre, he aquí el bien supremo. Por

último cabe agregar que toda esta temática es desarrollar por Aristóteles en su “Ética a

Nicómaco”.

La ética en Santo Tomás de Aquino (1225-1274)

La ética de Tomás de Aquino sigue la línea aristotélica, aunque es adaptada a los

presupuestos cristianos en los que se basa su pensamiento. Aristóteles consideraba que

todas las acciones humanas estaban encaminadas a un fin último concreto (teleología),

y respecto éste, todos los demás son particulares, secundarios pues tan sólo sirven para

alcanzar aquel fin último que unifica, organiza y jerarquiza a todos los demás. El fin de

todas las acciones humanas es adquirir la felicidad.

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Tomás de Aquino acepta las tres características de la ética aristotélica: intelectualismo,

eudemonismo y carácter teleológico pero añadiendo elementos nuevos. Si la felicidad

intelectual, racional aristotélica se alcanza en este mundo, Tomás de Aquino defiende

que la felicidad terrenal no es absoluta ni total si no se proyecta hacia cotas más altas,

como es el conocimiento divino. La perfecta felicidad, el fin último consiste

básicamente en la visión de Dios.

Su ética se basa en el bonum, el cual está intrínseco en el ser; tan sólo añade el bien al

ser un especial matiz, la relación con el fin y la tendencia a él. Santo Tomás ve en la

consecución de los propios fines de la naturaleza y de su obrar, las virtudes específicas

y el valor de cada ser. “La bondad de cada ser consiste en que se comporte conforme a

su naturaleza”

La ética tomasiana se funda en dos pilares, el primero de ellos se basa en la

consideración de que la vida humana tiene una finalidad (regresar a Dios) y de que, por

tanto, hay que determinar los medios que permiten alcanzar esta finalidad. El segundo

pilar es que le ética es una ciencia práctica, llevando a cabo la acción humana, dentro

de la naturaleza del ser, de un modo correcto. En otras palabras, la ética, para Santo

Tomás no sólo es descriptiva sino también normativa.

Por otro lado, la vía que defiende Tomás de Aquino para llegar a la felicidad, es el

amor. Serán buenas acciones aquéllas que, basándose en el amor y en el conocimiento

natural, nos acerquen a la presencia divina, y malas las que nos alejen del camino de

Dios. Este fin teológico es el que perfecciona a los hombres como seres racionales.

Ahora bien, el hombre por sí mismo no puede lograr este objetivo explícito en las

escrituras por lo que necesita la gracia de Dios.

Tomás de Aquino coincide con Aristóteles al considerar a las virtudes como hábitos,

acciones buenas encaminadas a vivir correctamente. Y siguiendo a Aristóteles también

enumera las virtudes fundamentales que según él desarrollan al individuo de una

manera racional. Entre estas podemos citar: virtudes intelectuales (práctica de las

ciencias), virtudes morales (Justicia, fortaleza, templanza) y virtudes teologales (fe,

esperanza y caridad).