Trabajo social. Imagen y práctica para el Siglo XXI

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Identidad e imagen del trabajo social en tiempos de globalización y posmodernidad AUTOR: César A. Barrantes A RESUMEN Se trata de un proyecto investigativo de carácter ético-estético- geopolítico, cuyo desiderato es la búsqueda de opciones a las epistemologías que hemos venido asumiendo como base de institucionalidad del oficio que denominamos trabajo social y/o asistencia social. Aquél se enmarca dentro de un determinado sistema históricosocial, actualmente de carácter planetario o global, cuyas relaciones ostentan dos rasgos relevantes: su asimetría e inequidad. Una expresión de ello es que las publicaciones científicas de los países del sur, se ven cada vez más excluidas de los índices internacionales. Motivado por esta cuestión nos propusimos dos objetivos que originan las dos secciones en que subdividimos el documento: Conocer 1) las representaciones sociales que nos hemos construido en tanto y en cuanto agentes de la práctica social que denominamos trabajo/asistencia social. 2) Las temáticas de su interés, las formas de sus abordajes, los alcances de sus síntesis y propuestas, a la luz de la problemática históricosocial arriba mencionada Conferencia inaugural del Congreso Internacional de Trabajo Social, organizado por la Escuela de Trabajo Social de la Universidad del Zulia con el auspicio de la Asociación Venezolana de Escuelas de Trabajo Social y la Red Latinoamericana y Caribeña de Trabajadores Sociales. Maracaibo, 24-28 de octubre de 2000. Aquí retomamos partes sustantivas de dos trabajos anteriores (Barrantes, 2000a, y 2000b) que fueron presentados a la Conferencia Conjunta de la Asociación Canadiense de Escuelas de Trabajo Social y la Federación Internacional de Trabajadores Sociales, celebrada en Montreal del 28 de julio al 2 de agosto de 2000. Publicada en la Memoria del Congreso, Editorial de la Universidad del Zulia. Ciudadano de las Américas con estudios de licenciatura, especialización, maestría y doctorado en trabajo social, planificación social, análisis de política social, gerencia social y estudios del desarrollo. Exprofesor asociado de la Universidad de Costa Rica. Profesor investigador de grado y posgrado de la Universidad Central de Venezuela, profesor invitado de la Universidad del Zulia. Consultor social. Coordinador de la Red Latinoamericana y Caribeña de Trabajadores Sociales, director de la Revista Latinoamericana de Trabajo Social e Intervención Social. Actualmente está promoviendo la creación de la Universidad Internacional de los Trabajadores Sociales, con sede en Caracas, Venezuela.

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Comunicación que forma parte de un proyecto investigativo de carácter éticogeopolítico, cuyo desiderato es la búsqueda de opciones a las epistemologías que hemos venido asumiendo como base de institucionalidad del oficio que deno¬minamos trabajo social y/o asistencia social. Aquél se enmarca dentro de un determinado sistema históricosocial, actualmente de carácter mundial o global, cuyas relaciones ostentan dos rasgos relevantes: su asimetría e inequidad. Una expresión de ello es que las publicaciones científicas de los países del sur, se ven cada vez más excluidas de los índices internacionales. Motivados por esta cuestión, nos propusimos conocer de los ponentes al XVI Congreso de ALAETS las temáticas de su interés, las formas de sus abordajes, los alcances de sus análisis y síntesis, explicaciones y propuestas; asimismo, establecer si sus esfuerzos reflexivos, sistematizadores e investigativos se insertan en la problemática mencionada; finalmente, valorar la eficiencia y efectividad de dichos esfuerzos, a la luz de los criterios que las revistas académicas de ciencias sociales más importantes, tienen establecidos para publicar las contribuciones que les son enviadas.

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Identidad e imagen del trabajo social en tiempos de globalización y posmodernidad

AUTOR: César A. Barrantes A

RESUMENSe trata de un proyecto investigativo de carácter ético-estético-geopolítico, cuyo desiderato es la búsqueda

de opciones a las epistemologías que hemos venido asumiendo como base de institucionalidad del oficio que denominamos trabajo social y/o asistencia social. Aquél se enmarca dentro de un determinado sistema históri -cosocial, actualmente de carácter planetario o global, cuyas relaciones ostentan dos rasgos relevantes: su asi-metría e inequidad. Una expresión de ello es que las publicaciones científicas de los países del sur, se ven ca-da vez más excluidas de los índices internacionales. Motivado por esta cuestión nos propusimos dos objetivos que originan las dos secciones en que subdividimos el documento: Conocer 1) las representaciones sociales que nos hemos construido en tanto y en cuanto agentes de la práctica social que denominamos trabajo/asisten -cia social. 2) Las temáticas de su interés, las formas de sus abordajes, los alcances de sus síntesis y propues-tas, a la luz de la problemática históricosocial arriba mencionada y de los criterios de publicación establecidos por las revistas académicas de ciencias sociales más importantes.

Nuestra reflexión apunta al Trabajo-Social-Que-Está-Por-Hacerse-en-nuestra-América-Latinoiberoeuroindo-afrocaribeña,

“LA CIENCIA JAMÁS ES UNA SOLA MIRADA SOBRE EL MUNDO. HAY OTRAS MUCHAS”. Werner Heisen-berg, Premio Nobel de Física, 1932. ¿CUÁL ES LA MIRADA DE LOS TRABAJADORES SOCIALES Y LAS TRABAJADORAS SOCIALES?, PREGUNTO YO...

Conferencia inaugural del Congreso Internacional de Trabajo Social, organizado por la Escuela de Traba-jo Social de la Universidad del Zulia con el auspicio de la Asociación Venezolana de Escuelas de Trabajo Social y la Red Latinoamericana y Caribeña de Trabajadores Sociales. Maracaibo, 24-28 de octubre de 2000. Aquí retomamos partes sustantivas de dos trabajos anteriores (Barrantes, 2000a, y 2000b) que fue-ron presentados a la Conferencia Conjunta de la Asociación Canadiense de Escuelas de Trabajo Social y la Federación Internacional de Trabajadores Sociales, celebrada en Montreal del 28 de julio al 2 de agosto de 2000. Publicada en la Memoria del Congreso, Editorial de la Universidad del Zulia.

Ciudadano de las Américas con estudios de licenciatura, especialización, maestría y doctorado en trabajo social, planificación social, análisis de política social, gerencia social y estudios del desarrollo. Exprofesor asociado de la Universidad de Costa Rica. Profesor investigador de grado y posgrado de la Universidad Central de Venezuela, profesor invitado de la Universidad del Zulia. Consultor social. Coordinador de la Red Latinoamericana y Caribeña de Trabajadores Sociales, director de la Revista Latinoamericana de Tra-bajo Social e Intervención Social. Actualmente está promoviendo la creación de la Universidad Internacio-nal de los Trabajadores Sociales, con sede en Caracas, Venezuela.

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1. INTRODUCCIÓN TEÓRICOPOLÍTICA

La presente comunicación forma parte de un proyecto ético-estético-geopolítico-científi-

co1 en marcha que, en estos tiempos de globalización y condición epocal posmoderna, tiene

varios desideratos, a saber:

1. Producir, difundir y consumir conocimientos mediante los cuales buscamos opciones a

las epistemologías que -en los pluriversos ámbitos donde se realizan las diversas prácti-

cas de eso que llamamos trabajo social (Barrantes, 1985; Colmán, 1998)- hemos venido

asumiendo –y algunos sufriendo no siempre acríticamente- como base de la instituciona-

lidad del oficio que denominamos –aún ambiguamente en diversos países como España,

Brasil, Uruguay, Paraguay, Argentina y Chile- trabajo social y/o asistencia social2.

2. Constituir una nueva forma de mirar nuestros mundos de vida global, nacional y local y,

por lo tanto, contribuir a la construcción, consolidación y cotidianización de lo que, des-

de hace varias décadas denominamos sin ambages, El-Trabajo-Social-Que-Está-Por-Ha-

cerse-En-Nuestra-América-Latinoiberoeuroindoafrocaribeña (Barrantes, 2000; Relatis,

2000; Uits, 2000; Relats, 1999; Barrantes, 1979)3.

1 “Debemos luchar contra la disyunción y a favor de la conjunción, es decir, establecer ligazones entre co-sas que están separadas. Esto obliga a crear lo que llamo macroconceptos —conceptos ensamblados, arti-culados unos con otros— que a veces provocan grandes dificultades de asimilación. Por ejemplo, para hablar de la organización viva, utilizaría el macroconcepto auto-geno-feno-ego-eco-re-organización. Cuando escribo esto, nueve de cada diez lectores piensan que es totalmente ridículo. No estamos acos-tumbrados a hacer estas articulaciones y debemos hacer un esfuerzo para habituarnos a esos macrocon -ceptos” (Morin, 1995:88).

2 Esta problemática no es propia de los trabajadores sociales del sur, sino también de los diversos sujetos de conocimiento de las denominadas ciencias sociales, naturales, básicas, ingenieriles y tecnologías de la in-formación y comunicación. Los límites de este trabajo nos impiden desarrollar estas implicaciones, pero remito, además de los textos citados en la nota anterior, a RNS (1995), Wallerstein (coord., 1996), Briceño y Sonntag (1998, 1999), Sonntag (1998), Follari (1998), LMD (2000).

3 Esta denominación, no pretende en este trabajo ser más que una hipercondensación de las diversas repre -sentaciones sociales (ideológico-simbólicas) que, sobre la supuestamente única y homogénea identidad la-tinoamericana, han venido construyendo tanto actores globales y locales gubernamentales y privados co-mo panamericanos, multilaterales y trasnacionales, desde los cuales se emiten discursos diferenciales que procuran institucionalizar una diversidad de planes (políticas, programas, proyectos, políticos en tanto pro-puestas de satisfacción de necesidades), cada uno absolutizando diferencialmente alguna identidad particu-lar como si fuera total, así sea iberoamericana, euroamericana, indoamericana, caribeñolatinoamericana, latinoamericana, hispanoamericana, afroamericana... Con esta hipercondensación no pretendemos solu-cionar el problema de las identidades de la América que no es el norte geográfico pero sí es el SUR que se está construyendo epistemológicamente. Con ella damos cuenta de la complejidad de la construcción de identidades en y de nuestras configuraciones societales poscoloniales, algunas de cuyas características más relevantes en estos tiempos de globalización y de condición epocal posmoderna, son el mestizaje, la multi-culturalidad, la hibridación cultural, la colonialidad del poder, la diferencia colonial y el poder colonial. Sobre estos temas –hoy geopolíticamente problematizados desde lugares que los centros de poder pudie-ran juzgar como fuera de lugar- hay una abundante literatura en inglés, francés y castellano -muy poco co -nocida por los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales-, la cual enriquece a la ciencia social mo-derna centroeuropea y potencia la producción de conocimientos alternativos a las epistemologías hegemó-

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3. Discutir sobre y a propósito de los pequeños y grandes temas o thematas4 regionales y

subrregionales que requieren ser problematizados en la perspectiva de las especificida-

des y diferencias que están por ser construidas por los trabajadores sociales y las trabaja-

doras sociales, y, sobre esta base, reinventar el arte y la artesanía de construir puentes de

rencuentro con otros profesionales que se ocupan de la Intervención-Acción-Implicación

Social5 en otros países y otras regiones.

4. Contribuir a que -desde nuestros propios mundos de vida socioprofesional- nos capacite-

mos y potenciemos en el ejercicio mismo de un nuevo modo de vivir, mirar, sentir, hacer

y encarnar la cultura de la pluriversidad, del debate fraterno, dialógico pero sin concesio-

nes, mucho menos clientelares, populistas, burocratistas y tecnicistas.

Dicho proyecto se enmarca dentro de un determinado sistema históricosocial de poder

(dominación-explotación-antagonismo), actualmente y desde sus inicios, de carácter mun-

dial o global (Wallerstein, 1996; Quijano, 1993, 2000), cuyas relaciones (culturales, econó-

micas, políticas, tecnocientíficas, sociales, ideológico-simbólicas e institucionales capitalis-

nico-dominantes. Dados los límites de esta comunicación, sólo me permito recomendar la lectura de Qui -jano y Wallerstein (1992), Quijano (1997, 2000), Wallerstein y Balibar (1998), Klor de Alva (1992), Ri-vera y Barragán (1997), Lander (2000, 1998, 1997), Mignolo (2000, 1999, 1998, 1997, 1995), Castro Gó-mez (1997), Dussel (1998, 1995), Mato (1995, 1994), Jácome (coorda., 1993), Girola (2000), Guzmán G. (1998), García Canclini (coord., 1996), Piscitelli (1998), Varios (1998), Guadarrama y Pereliguin (1998), Lanz (1997), Seoane (2000).

4 Themata: “Término acuñado por Gerhard Holton (1983). Como complemento del análisis contingente de los hechos y de las teorías, Holton propone elaborar un análisis ‘thematico’ de la ciencia. Se trataría de examinar la dimensión de los presupuestos fundamentales, las nociones, los términos, los juicios metodo-lógicos y las decisiones que no derivan, ni tampoco son reductibles, ya sea a la observación, ya sea al ra-zonamiento analítico formal. La problemática de los ‘themata’ no es privativa de la ciencia experimental moderna. Posee antecedentes ejemplificadores en la Teogonía de Hesiodo y en el Génesis bíblico. La con-tinuidad que existe entre la cosmogonía y la cosmología evolucionista actual es una continuidad ‘themáti-ca’ y no de contenido o de método. Así como existe una ruptura paradigmática entre ambas perspectivas, existe una no menos fuerte continuidad ‘themática’. Prolongando la analogía sostenemos que la composic-ión/complementación entre las categorías de la modernidad/posmodernidad es otra de estas alternancias metaepistemológicas que exhiben continuidad o ruptura según se privilegie una lectura themática o para-digmática” (Piscitelli 1988:69, cita No. 1).

5 De manera muy operacional, con este complejo terminológico, queremos representar el momento a través del cual un actor individual y/o colectivo que es arte y parte de la trama social, pone en marcha acciones de promoción, organización, innovación y gerencia estratégica y operativamente planificada de procesos –llámense éstos planes de políticas, programas, proyectos u operaciones-, con el afán de facilitar la decodi-ficación y explicación de los mundos de vida, la traducción, comprensión y resolución de carencias y rea-lización de aspiraciones, así sean éstas imaginarias, simbólicas, reales o masmediáticas individuales, gru-pales, colectivas y ecosistémicas. A través de estos procesos, los sujetos sociales construyen sentido, es decir, significado, intencionalidad y direccionalidad a sus mundos de vida y, a partir de éstos, al movi-miento de la sociedad. Al mismo tiempo, resignifican y agregan valor a sus relaciones cotidianas consigo mismos y con otros actores; con la sociedad y la naturaleza, pero, fundamentalmente, con las diversas ins -tancias formales e informales del estado, el sistema político, la nación, el mercado y la sociedad civil (RE -LATIS, 1999).

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tas y no capitalistas) han venido siendo articuladas en torno al capital –que, como ya sabe-

mos, es una relación específica de poder entre quienes controlan el trabajo asalariado y

quienes poseen la fuerza de trabajo manual e intelectual- y cuya configuración ostenta, al

menos, dos características relevantes: su asimetría e inequidad.

Dicho sistema de relaciones son incontestablemente beneficiosas para los habitantes de

los países del norte y maleficiosas para los del sur, los cuales vamos quedando, cada vez

más, sometidos a una condición de usufructo regresivo de los frutos del árbol de la vida,

que parece haberse enraizado en la cultura occidental eurocéntrica, cuyo principal éxito es

el presentarse seductoramente como universal.

En el campo de la producción de conocimientos –tanto en ciencias básicas, tecnologías e

ingenierías como en el campo del pensamiento social y las ciencias sociales- dichas asime-

trías vienen siendo asumidas por amplios grupos académicos como normales, en el sentido

de que las aceptamos –o se nos pretende hacerlas ver así por parte de actores globales y lo-

cales- como el producto de una natural división internacional del trabajo.

Una expresión de tal situación es el hecho de que las publicaciones científicas de los paí-

ses del sur -específicamente de nuestra América Latinoiberoeuroindoafrocaribeña-, se ven

cada vez más excluidas de los índices internacionales establecidos por los centros de pro-

ducción académica del norte.

Entre las razones existentes, González Vegas (1999:13) visualiza el carácter progresiva-

mente ultraselectivo de los criterios aplicados para su inclusión en las –por lo general adje-

tivadas como prestigiosas- bases de datos internacionales.

Varios ejemplos apuntalan esta afirmación: del total de alrededor de un millón de publi-

caciones periódicas del mundo (Ramos, 1988), sólo tres mil trecientas se encuentran en el

Social Science Citation Index y de éstas sólo veintiocho –es decir, el 0.28% de las diez mil

publicadas en América Latina- son de la región (González Vegas, 1999:13). Para 1998, en

el Science Citation Index sólo fueron incluidos dieciséis títulos latinoamericanos, lo que

significa sólo el 0.3 % del total de revistas indizadas en esa base de datos.

En la Biblioteca Británica, de un total de trecientos sesenta mil publicaciones periódicas

indizadas, sólo figuran mil ciento cincuenta y cuatro títulos de ciencia y tecnología y ocho-

cientos treinta y dos de ciencias sociales latinoamericanas; esto representa el 0.2% de visi-

bilidad de las publicaciones regionales en este Catálogo (Ramos de Francisco, 1999:29).

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Para González Vegas (1999:13), el 70% de las diez mil revistas latinoamericanas exis-

tentes no se encuentra en ningún índice y de ellas, sólo alrededor del 57% puede conside-

rarse activo (Ramos de Francisco, 1999:29), y, no obstante que los países del sur tienen el

24.1% de los científicos mundiales y aportan el 5.3% del gasto mundial en investigación, el

porcentaje de sus revistas catalogadas, por ejemplo en el Social Science Citation Index, ha

caído en 40% desde 1981.

Completando estos datos, Ramos de Francisco (1999:29) concluye que la invisibilidad

de las publicaciones latinoamericanas en los índices del norte, tiene –además de las imposi-

ciones de que somos objeto- otras causas. Entre éstas, el bajo potencial científico de la re -

gión, la ausencia o insuficiencia de políticas de desarrollo tecnocientífico y de innovación

social, el desconocimiento del verdadero volumen de las publicaciones científicas y, más

aún, de la producción y productividad de nuestras universidades; asimismo, la carencia de

directorios nacionales actualizados y directorios de revistas y obras universitarias.

Si bien examinar el itinerario de las ciencias sociales y, particularmente, de la investiga-

ción, docencia y acción o extensión social de las más de quinientas universidades (Rivera,

1998) existentes en nuestra América Latinoiberoeuroindoafrocaribeña, está fuera de los ob-

jetivos que orientan esta comunicación, no por ello podemos dejar de referenciar que la tra-

dición socioinvestigativa se ha visto fuertemente bloqueada por la represión políticomilitar

en la gran mayoría de los países, por el brutal incremento de la megadeuda externa y por los

programas no menos brutales de ajuste estructural. De acuerdo con Rivera (1998), el pro-

medio actual invertido por estudiante universitario en la región es de $649 en contraste con

los $6.000 invertidos por Canadá y los $4.000 a $5.000 de la mayoría de los países euro-

peos. Asimismo, el promedio del apoyo a la ciencia y la tecnología no supera el 0,5% del

PIB regional mientras que en Japón y otros países industrializados es mayor al 3% anual

(Tunnerman, 1997:112 y 139).

Esta insuficiencia presupuestaria ha obligado a los cientos de centros de investigación,

especialmente privados, creados en los decenios sesenta y setenta, a depender del financia-

miento externo –bilateral, multilateral y privado, bastante disminuido en estos últimos tiem-

pos-, con sus consecuentes manipulaciones teóricas, metodológicas y temáticas, y rendi-

mientos teóricos y prácticos muy desiguales.

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En el ámbito del trabajo social, resulta patética la queja sostenida –expresada en semina-

rios y congresos y, en el último año, a través de la Red Latinoiberoamericana y Caribeña de

Trabajadores Sociales (Relats, en línea)- de estudiantes y profesores acerca de la secular au-

sencia de parámetros y la insuficiencia de las evaluaciones del rendimiento docente, de las

reformas curriculares y de la exigua investigación realizada en sus escuelas.

Por otro lado, las formas institucionales y organizacionales de los grupos que tradicio-

nalmente vienen copando los organismos académicos y gremiales nacionales y regionales,

tampoco ayudan mucho a la agregación de valor ni a la puesta en pie de igualdad con otros

sujetos de conocimiento, a los pocos colegas que, desde diversas posicionalidades y, por lo

general, sin resonancia académica, gremial o institucional, pudieran estar empujando hacia

la constitución de algún pensamiento y alguna práctica alternativa de trabajo social, ético-

estético-científico-geopolíticamente orientado a la producción de conocimientos y saberes y

a la crítica al poder colonial y a la colonialidad del poder6.

Pero la crítica al poder colonial y a la colonialidad del poder, es una discusión de futuro

abierto que no se refiere únicamente a las relaciones externas de nuestra América Latinoi-

beroeuroindoafrocaribeña con los países hoy denominados poscoloniales.

Se refiere también a la crítica a la colonialidad interna de las relaciones de poder en cada

configuración societal, y, específicamente, ya que formamos parte de éstas, en el caso que

nos ocupa, las que trabajadores sociales y trabajadoras sociales ejercemos sobre los sujetos

que definimos –y nos son definidos y asignados por los poderes de la neoasistencia social-

como objeto de nuestras intervenciones profesionales, pero especialmente, sobre nuestros

propios colegas7.

6 El concepto de colonialidad del poder fue introducido al debate internacional por Quijano (1992) y luego por Quijano y Wallerstein (1992. Ver también Mignolo (1997), Lander (1998) y Quijano (1998). “El colo-nialismo fue el escenario y el marco que permitió la constitución de la idea de raza como el instrumento universal de clasificación social básico de toda la población del planeta. Y esa clasificación probó ser, has -ta ahora, el más eficaz mecanismo de dominación dentro del poder mundial capitalista. De esa manera el patrón mundial de poder capitalista se constituyó en su carácter de colonial/moderno. Cuando el colonia-lismo fue eliminado, la relación colonial de dominación entre razas no sólo no se extinguió, sino que se hizo en muchos casos mucho más activa y decisiva en la configuración del poder, desplazándose de una institucionalidad (el colonialismo) a otra (países independientes y/o estados-nación) y en consecuencia rearticulándose a escala global. De eso da cuenta el concepto de colonialidad del poder” (Quijano, 2000).

7 Para ello es necesario partir -ya no de problemas ajustados a métodos apriorísticos y dogmatizantes, rele -vantes sólo en función de la división artificial de la ciencia social en disciplinas o compartimentos estan-cos- si no, de los que seamos capaces de reinventar a partir de nuestras prácticas socioprofesionales y cuya sola problematización y sistematización nos podría colocar en condiciones de superar el déficit que tene-mos los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales, de sistemas de comunicación, información y pro-ducción de conocimientos que nos permitan compartir y alimentar de manera pluriversa las experiencias

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Asimismo, se vincula al develamiento del cómo opera la gestión nacional e internacional

del trabajo social, cómo y qué tipo de decisiones se toman y cómo estas afectan nuestro es-

tatuto epistémico, académico, profesional y gremial8 y la producción, circulación y consu-

mo de conocimientos, pero, fundamentalmente se articula al modo mediante el cual hemos

venido construyendo las representaciones sociales acerca a) de nosotros mismos en tanto y

en cuanto trabajadores sociales y trabajadoras sociales, b) del papel que desempeñamos y el

habitáculo que ocupamos en el concierto de las relaciones de poder intra-inter-multi-trans-

disciplinares del sur y entre estas y las del norte, c) y de la comprensión de la relación exis-

tente entre los retos societales de los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales y la

calidad y cantidad de nuestra producción de conocimientos.

2. LA ESTRATEGIA METODOLÓGICA

Motivados por las cuestiones esbozadas en el apartado anterior, nos propusimos conocer

las representaciones sociales9 que nos hemos construido -y, por lo tanto, proyectamos en

nuestros entornos relacionales-, respecto de nosotros mismos en tanto y en cuanto agentes-

actores-sujetos10 de esa específica -¿quizás debiéramos decir inespecífica?- práctica social

que desplegamos cotidianamente en nuestras vidas profesionales. Esto tiene como exigencia pensar, fun-damentar y relanzar epistémicamente el oficio que tanto nos duele (Barrantes, 1985; 1999; 1999c; 1999d).

8 Consideramos este punto realmente crucial. Realizar su crítica y develar sus mecanismos nos podríamos colocar en posición de poder llegar a influir en la organización misma de las conferencias y congresos de la Asociación Internacional de Escuelas de Trabajo Social, la Asociación Internacional de Escuelas de Trabajo Social y de la Federación Internacional de Trabajadores Sociales. Sólo así podríamos dejar de se -guir admitiendo –no sin resistencias sintomáticas- que tales eventos sigan siendo los lugares en los que los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales del norte –al igual que sucede en las ciencias sociales (Sonntag, 1998)- continúen celebrándose a sí mismos.

9 Si bien este concepto tiene su uso genérico en algunas disciplinas como la sociología y el trabajo social al menos en Costa Rica de cuya Universidad de Costa Rica fui docente hasta 1989. En Venezuela, a partir de 1993 realizamos diversas discusiones docente-estudiantiles y realizamos algunas sistematizaciones de ex-periencias de diversos centros de práctica profesional integradas, basadas en las representaciones sociales de los sectores populares. Entendemos por éstas las ideas, pensamientos, imágenes, concepciones, visiones y nociones de los agentes-actores-sujetos sociales acerca de sus relaciones consigo mismos, los otros y la realidad socialmente construida. Con Mato (2000), quien desde hace muchos años también lo utiliza de manera genérica aunque referido a ámbitos muy distintos a los nuestros, decimos que la “idea ha sido ob-jeto de variados tratamientos y formulaciones por diversos autores, en cualquier caso es conveniente seña-lar que tres hitos bibliográficos salientes en su genealogía han sido la formulación de Durkheim sobre la idea de representaciones colectivas (1968 [1912]), la de Althusser (1967 [1965]), y la de Moscovici (1979 [1961]) sobre representaciones sociales”.

10 Si bien utilizamos estos términos de manera genérica e inclusiva, la distinción entre uno y otros es con-textual y relacional. Vgr., el(la) actor(a) se refiere a personas físicas o jurídicas que también pueden de-sempeñar papeles de agentes o sujetos, cuya clasificación no presume la existencia de tipos puros, si no, sólo una diversidad de características que pueden ser compartidas por uno o varios de aquéllos(as), en uno o varios momentos y variar su combinatoria, de acuerdo con los cambios del movimiento social y de los campos de fuerzas, de poderes y contrapoderes. No obstante teniendo en cuenta la anterior relativización,

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que denominamos trabajo social, pero también –al menos en España y algunos países del

Cono Sur de nuestra América Latinoiberoeuroindoafrocaribeña- servicio social.

Asimismo, nos propusimos conocer las temáticas de interés de los colegas, las formas de

sus abordajes, los alcances de sus síntesis y propuestas; asimismo, establecer si sus esfuer-

zos reflexivos, sistematizadores e investigativos se insertan en la problemática mencionada;

finalmente, valorar la eficiencia y efectividad de dichos esfuerzos, a la luz de los criterios

que las revistas académicas de ciencias sociales más importantes, tienen establecidos para

seleccionar los documentos que le son enviados para su publicación (Relatis, 1999; Lakatos

y de Andrade, 1992; Camejo, 1990; Serafini, 1989; Unesco, 1983)11.

Nuestras preguntas generadoras, son las siguientes: ¿Qué tipo de actividades realizamos

los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales para autodefinirnos como tales?, ¿cómo

nos representamos a nosotros mismos la propia práctica del trabajo social?, ¿nos permite

esta práctica producir, consumir y/o difundir conocimientos, informaciones y/o simples da-

tos?, ¿cuáles son los indicadores que nos permiten pensar que efectivamente los trabajado-

res sociales y las trabajadoras sociales producimos, consumimos y/o difundimos conoci-

mientos, informaciones o simples datos?.

Seguidamente, adelantamos unas inconclusiones problemáticas que -lejos de clausurar la

discusión- abren sin ambages, la polémica en torno a la tensa relación existente entre las re -

presentaciones sociales, la productividad real y los retos societales a que se enfrentan los

para efectos didácticos, entendemos lo siguiente: 1) Los agentes sirven de simple correa de trasmisión ideológica, tecnológica y económica de proyectos que, sin ser propios, son asumidos y motorizados como tales, determinados por la ley de la oferta y la demanda que es propia de los circuitos de producción y acu-mulación, reproducción, legitimación e institucionalización dominantes. 2) Los actores representan, a ve-ces creativamente, papeles sociales que son asumidos con relativa independencia de los guiones posibles, deseables y necesarios dentro de escenarios sociales que no intentan modificar más allá de lo verosímil. 3) Los sujetos están sujetados(as), como los anteriores, a relaciones de poder y construyen altos grados de conciencia histórico-política y variables de libertad, lo cual les permite, a partir de sus inserciones diferen-ciales en los niveles de realidad que les concierne, asumir los retos que pueden conducirlos(las) a po-tenciar y direccionar procesos (proyectos) tendencialmente transformadores. A diferencia de agentes (tér-mino muy utilizado por los economistas) y actores (muy utilizado por sociólogos políticos y politólogos), los(las) sujetos (categoría utilizada básicamente por sicólogos, analistas, filósofos, epistemólogos, educa-dores y trabajadores sociales con matices diferenciales) no ocupan posiciones prestablecidas de una vez y para siempre, sino que son constituyentes en cada periodo histórico construyendo posicionalidades, es de-cir, posiciones dinámicas e inestables, siempre en relación con los otros (Lacan, 1984; Foucault, 1978; Jensen, 1986; Brauntein, 1986; Zemelman, 1995:11-28; Lanz, 1997).

11 Una sustantiva condensación de estos criterios integra la normativa de la Revista Latinoamericana de Tra-bajo Social e Intervención Social: pertinencia del tema planteado, originalidad del planteamiento, método y técnicas utilizadas, presentación de cuadros, tablas y gráficos; estilo de la redacción, adecuación del títu-lo con el resumen, el contenido, el desarrollo y las conclusiones; organización lógica del artículo, actuali-dad y pertinencia de la bibliografía (Relatis, 1999).

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trabajadores sociales y las trabajadoras sociales, en estos tiempos de globalización y condi-

ción epocal posmoderna.

I. ANÁLISIS DE LAS PONENCIAS1.1. Frecuencia de las categorías utilizadas

Diecinueve (47.50%) veces es utilizada la categoría de trabajo social, seis (15.50%) la

investigación, cinco (12.50%) la globalización, cinco (12.50%) la identidad profesional,

cinco (12.50%) la intervención profesional, cuatro (10 %) la formación profesional, tres

(7.50%) la ética, dos (5%) la metodología y los desafíos del trabajo social, dos (5%) la edu-

cación, dos (5%) la racionalidad cientificista, cuatro (10%) la epistemología y la subordina-

ción del trabajo social al cientificismo, dos (5%) la ciudadanía, dos (5%) la participación

social, dos (5%) la sistematización, dos ( 5%) la producción de conocimientos, una (2.5%)

la economía popular, una (2.5%) la pobreza, una (2.5%) la infancia y juventud, una (2.5%)

la droga, una (2.5%) la decentralización de los servicios del estado y una (2.5%) la acción

social.

1.2. Tipos de ponencias

Del total de ponencias estudiadas, siete (17.5%) son ensayos: tres con base evaluativa e

investigativa y cuatro sin ella. Trece (27.5%) son análisis: una sin propuestas, cinco con

propuestas y siete con base descriptiva cualitativa. Cinco son propuestas (12.5%): cuatro

sin base evaluativa y una con base evaluativa.

Diez (20%) son reflexiones: una (2.5%) analítica, seis (15%) descriptivas sin base eva-

luativa, una (2.5%) descriptiva con base evaluativa, una (2.5%) con propuesta, una (2.5%)

reflexión exploratoria.

Tres (7.5%) ponencias son simples narraciones carentes de todo fundamento académico-

científico, tres (7.5%) se presentan como sistematizaciones pero sólo una ( 2.5%) reúne los

requisitos teóricometodológicos para calificar como tal.

Solamente una (2.5%) de las cuarenta estudiadas, es investigación descriptiva cualitativa

con análisis y propuestas.

9

Page 10: Trabajo social. Imagen y práctica para el Siglo XXI

1.3. Consistencia teórica y empírica

Cinco (12.5%) ponencias desarrollan experiencias propias pero sin referencias bibliográ-

ficas y veinte (50%) sólo hacen desarrollos con base bibliográfica, diez (25%) son expe-

riencias propias con referencias bibliográficas. Tres (7.5%) ponencias no desarrollan nin-

gún tipo de enfoque epistemológico y dos (5%) se basaron en historias de vida y oral, pero

sin desarrollos epistemológicos.

Veinticinco (62.5%) dieron evidencias de que sí hubo una búsqueda teórica adecuada,

tres (7.5%) realizaron la búsqueda de manera inadecuada, y doce (30%) no realizaron bús-

queda teórica alguna.

La consistencia interna entre teoría, tema, categorías, instrumentos utilizados, metodolo-

gía y resultados, califica como consistente en diez (25%) ponencias, medianamente consis-

tentes en dieciocho (45%) e inconsistente en doce (30%).

Las categorías utilizadas están definidas en catorce (35%) ponencias, en doce (30%) no,

y en catorce (35%) sólo se definieron algunas.

El desarrollo del tema del trabajo social, puede considerarse deficiente en doce (30%)

ponencias, insuficiente en veintitrés (57.7%), suficiente sólo en tres (7.5%), y ausente en

dos (5%).

La correspondencia empírica de los conocimientos con las definiciones teóricas utiliza-

das, diecisiete (42.5%) ponencias muestran correspondencia y veintitrés (57.5%) no la ma-

nifiestan.

La delimitación del problema y su correlativo universo empírico, está clara en veintitrés

(57.5%) ponencias mas no en diecisiete (42.5%).

Referente a las reflexiones que pudieran considerarse indispensables para la práctica del

trabajo social, aparecen incluidas en trece (32.50%) ponencias pero no en veintisiete

(67.50%).

En cuanto a si el discurso teórico opera en el terreno empírico, se evidenció que en dieci-

siete (42.5%) ponencias sí existe consistencia y en veintitrés (57.5) esta no opera.

1.4. Consistencia Metodológica

Veinticuatro (60%) ponencias pueden considerarse metodológicamente coherentes y die-

ciséis (40%) inconsistentes.

10

Page 11: Trabajo social. Imagen y práctica para el Siglo XXI

Catorce (35%) ponencias desarrollaron los objetivos que se propusieron desarrollar en

coherencia con la problemática abordada, pero veintiséis (65%) no los desarrollaron porque

no se lo plantearon o por incoherencia con el problema planteado. Asimismo, la coherencia

de la metodología con los objetivos planteados y con el desarrollo teórico está evidenciada

en diecinueve (47.50%) ponencias, pero veintiuna (52.50%) carecen de ella.

En relación a los métodos utilizados, treinta y dos (80%) ponencias no contienen ningu-

na explicitación al respecto, y si no hay guía, camino o procedimiento a seguir para alcan-

zar un logro, no es posible hablar de investigación epistémicamente fundada.

Esta situación queda matizada, por el hecho de que diecinueve (47.5%) ponencias utili-

zan metodologías cualitativas, aunque al margen de toda problematización y búsqueda de

opciones epistémicas; por esta razón aquéllas adquieren un énfasis técnico y operativo que

empobrece la producción de conocimientos.

Por otro lado, contrasta con el hecho de que sólo ocho (20%) realizan algún nivel de de-

sarrollo del método utilizado: una ponencia utiliza el marxismo dialéctico, dos la crítica de

la economía política, una la hermenéutica, una la planificación estratégica, una el holístico-

sistémico y el pensamiento complejo, y una la intervención social.

Ninguna ponencia utilizó métodos cuantitativos.

Veinticuatro (60%) ponencias evidencian claridad en las ideas expresadas, catorce

(35%) además significan su discurso en el contexto de alguna teoría, y dos (5%) no poseen

ninguno de estos elementos.

En cuanto a las precisiones metodológicas, treinta y una (77.50%) ponencias no expre-

san ninguna; sólo nueve (22.5%) abordan una o varias: dos (5%) el análisis de resultados y

la elaboración del informe, dos (5%) el levantamiento de información, el ordenamiento, la

codificación, el procesamiento de datos y el análisis de resultados; dos (5%) abordan el le-

vantamiento de información, el ordenamiento y la elaboración del informe; y tres ( 7.5%)

el levantamiento de información, el ordenamiento, la codificación y el procesamiento de

datos.

Desde el punto de vista metodológico, la literatura especializada ubica los distintos tipos

de técnicas en el contexto general de todo proceso investigativo, asignándole a la bibliogra-

fía importancia crucial para una mejor modelación del instrumental investigativo. A este

11

Page 12: Trabajo social. Imagen y práctica para el Siglo XXI

respecto, sólo ocho (20%) ponencias explicitan los tipos de técnicas, y treinta y dos (80%)

no reflejan su utilización.

En cuanto a las técnicas de recolección de datos, treinta y cuatro (85%) ponencias no

cumplen con ninguno de los tres niveles básicos para su validez, los cuales son a) la estruc -

turación o diseño disponible de investigación, básico para la obtención de la muestra nece-

saria durante el proceso; b) cédula de datos o mecanismo en donde descansan las diferentes

muestras reseñadas para ser utilizadas en la elaboración del análisis de datos e información;

y c) ejecución o ubicación de los elementos significativos, bien sean personas, cosas u

otros, a los efectos de extraer los mejores beneficios del análisis, las conclusiones y reco-

mendaciones que van a estar en buena parte representadas en la muestra (Martínez, 1991).

Solamente dos (5%) ponencias presentaron la estructuración, y cuatro (10%) realizaron

la cédula de datos y la ejecución. Once (27.50%) ponencias evidencian coherencia entre las

técnicas utilizadas y el diseño de la investigación, mientras que veintinueve (72.50%) no

tienen coherencia.

1.5. Criterios de publicación

Los criterios de discriminación positiva que utilizamos para seleccionar las ponencias

estudiadas para su publicación, son los siguientes: a) Pertinencia o importancia del tema. b)

Originalidad del planteamiento. c) Metodología utilizada. d) organización lógica de la po-

nencia: adecuación y coherencia entre título, resumen, contenido y conclusiones o recapitu-

laciones. e) Presentación adecuada de cuadros, tablas y gráficos. f) Calidad de la redacción.

g) Actualidad y pertinencia de la bibliografía.

De acuerdo con dichos criterios, sólo ocho (20%) ponencias de las cuarenta estudiadas –

previo a los arreglos que los autores deberían introducir para mejorar su producto- califican

para ser publicadas en revistas académicas periódicas.

II. ANÁLISIS DE LAS REPRESENTACIONES SOCIALES

2.1. Producción Intelectual

12

Page 13: Trabajo social. Imagen y práctica para el Siglo XXI

Al margen de la actividad laboral de los cuarenta cooperantes12, veintitrés (57.5%) han

realizado algún tipo de publicación. En coautoría catorce (60.86%) e individualmente nue-

ve (39.13%).

En cuanto al número de artículos, catorce (35%) han (co)escrito entre dos y siete artícu-

los, dos (5%) han (co)escrito diez artículos, dos (5%) quince, y sólo uno (4.34%) más de

treinta artículos.

Esta información contrasta con la aportada por García (1999:13): solamente el 3.57% de

los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales de Aragón, Extremadura y Galicia de

España publicaron durante 1999, como mínimo un artículo en una revista profesional.

Cuatro (17.39%) no especifican. Solamente ocho (20%) han (co)escrito entre uno y dos

libros, y sólo dos (5%) cuatro libros.

2.2. Autodefinición Como Trabajadores Sociales

La mayoría de las respuestas señalan que cada quien se define como trabajador social o

trabajadora social por las actividades laborales que desempeñan, así sea por cuenta propia o

en universidades, instituciones estatales, organizaciones privadas y organizaciones “de con-

tacto directo” con la población.

Algunos se autodefinen como tal porque “me interesa el cambio de situaciones de las

personas desde sus propias posibilidades y potencialidades”; asimismo, por su “dedicaci-

ón” y “preocupación” por “servir a los demás un poco”. Finalmente, por el solo hecho de

ser graduados en trabajo social: “soy licenciada en trabajo social”, “De trabajo social ten-

go sólo el título, pero marco pautas en trabajo social”.

Básicamente, se definen como trabajadores sociales y trabajadoras sociales porque reali-

zan actividades como las siguientes:

Docencia, investigación, acción social o extensión en universidades. Consultorías y proyectos de desarrollo social.

12 De los cuarenta cooperantes, diez personas (25%) definitivamente no hacen docencia. Los treinta restan-tes (75%) la realiza a tiempo parcial (60%) y a tiempo completo (40%), con el siguiente escalafón: instruc-tor 10%, asistente 20%, agregado 20%, asociado 20%, titular o catedrático 30%. Lo anterior contrasta con la información aportada por García (1999:13) para quien sólo el 6.35% de los colegas de Aragón, Extre-madura y Galicia de España habitualmente dan “clases o cursos en actividades docentes”. Del total de do-centes, de los cuales seis (20%) no respondieron, hacen investigación sólo ocho (26.66%). De éstos, a tiempo parcial cuatro (50%), a tiempo completo dos (25%) y a dedicación exclusiva dos (25%).Las res-puestas obtenidas indican que de los docentes, quince (50%) son, además, empleados estatales, nueve (30%) trabajan en organizaciones civiles de desarrollo social universitarias y privadas, y seis (20%) traba-jan por cuenta propia. De las diez (25%) personas que no hacen docencia, tres (30%) están desempleadas.

13

Page 14: Trabajo social. Imagen y práctica para el Siglo XXI

Coordinación de actividades sociales, sistematización de experiencias, establecimiento de redes sociales. Realización de diagnósticos situacionales o sociales y proyectos de formación y capacitación para el sec-

tor publico y privado. Asesoramiento para planificar y desarrollar instituciones, programas y proyectos sociales. Intervención social. Abordaje singular de propuestas institucionales y comunitarias. Trabajo sobre la violencia familiar, salud reproductiva. Prevención de la salud...

2.3. Funciones Propias Del Trabajo Social

El 42.5% considera que los roles exclusivos de los trabajadores sociales y las trabajado-

ras sociales son los siguientes: analista de coyuntura social, analista de política social, in-

vestigador social, evaluador social, sistematizador de experiencias, ejecutor de programas

sociales, gerente social.

Los dos papeles que menos son percibidos como propios del trabajo social, son los de te-

rapeuta social (SÍ: 37,5%; NO: 20%) y terapeuta familiar (SÍ: 30%, pero mediando la acota-

ción de algunos de que sólo si se tiene posgrado que lo acredite como tal; NO: 25%).

Esta imagen contrasta con la ligeramente más positiva del trabajador social y la trabaja-

dora social como GESTOR y GESTORA tanto de procesos sociales como familiares, posi-

blemente porque estas funciones connotan un sentido más práctico-empírico y dinamizador

de procesos sociocomunitarios que contrasta, por ejemplo, con los de gerente social13 y te-

rapeuta, éste porque denota los niveles mayores de especialización, tecnicidad y teoricidad

que caracterizan a los sicólogos, analistas y siquiatras, y, el primero, porque está vinculado

a la imagen del gerente o ejecutivo corporativo en el que se condensan la virtudes y capaci-

dades decisorias (eficiencia y eficacia) e innovativas del empresario privado o industrial.

En el otro extremo de mayor aceptación, se conciben como propias de los(las) colegas,

las funciones –también de amplio sentido instrumental- de planificador social y promotor –

que, en esencia, es un gestor- social, ambas con el 50% de respuestas positivas y el menor

número de respuestas negativas (2.5%).

13 Bueno es señalar que esta denominación es propuesta en diversos países por grupos académicos para los cuales la gerencia social o la gerencia de programas sociales es un ámbito definitorio de una nueva especi-ficidad instrumental del trabajo social. Un caso extremo lo tenemos en Venezuela, en donde -con preten-siones de decreto neorreconceptualizador- se ha postulado que los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales somos por definición LOS gerentes sociales por excelencia. “¿A qué tipo de gerente social nos re-ferimos?. ¿A uno operativo, medio, alto, nacional, internacional, global o trasnacional; moderno o posmo-derno?. ¿De qué calidad: de primera, segunda, tercera o cuarta clase?. Lo importante de las categorías que construya(mos) es que estas no se reduzcan a las versiones oficiales ni...al sentido que los decididores (na-cionales, internacionales y multilaterales) de las políticas...le dan a ciertos términos que no son necesaria-mente categorías de análisis desde el punto de vista del trabajo social, las cuales podrían seguir operando y teniendo sentidos distintos más allá de la vida útil de los programas de gobierno o de los organismos inter -nacionales o multilaterales” (Barrantes, 1997).

14

Page 15: Trabajo social. Imagen y práctica para el Siglo XXI

El 57.5% coincide en validar las siguientes representaciones sociales, cuyo rasgo común

pareciera ser la inespecificidad o difusividad del trabajo social14:

“no existen funciones exclusivas de profesiones”, “no hay nada exclusivo del trabajo social”, “el trabajo so-cial aborda problemáticas que deben ser, dada su complejidad, compartidas con otras disciplinas”, “algunas de sus funciones también pueden ser hechas por sociólogos, politólogos, sicólogos, economistas, etc.”.

Al contrario del anterior énfasis, sólo una colega apunta al señalamiento de alguna espe-

cificidad identitaria de nuestra práctica profesional:

“Não as considero exclusivas do trabalhador social, mas um bom trabalhador social não deve nunca prescindir destas funções”.

De esta última representación social pareciera derivarse como exigencia, el reconoci-

miento de

“que no trabalho com a pobreza e a subalternidade, os trabalhadores sociais também acabam ficando subalternos. Não ousan pensar programas de qualidade, alterativos e possuem muito a visão equipamentista, que no nosso campo, considero muito obsoleta e restrita...”.

14 Pareciera como si el tiempo fuera materia inerte, cuando reviso la siguiente cita de mi ¿ Qué es eso que llaman trabajo social?, escrito hace quince años: “Hasta hoy (y por algún tiempo más allá del futuro me-diato), los ts hemos venido trabajando con objetos y sujetos preconstituidos asignados por otros en virtud de una específica división social y técnica del trabajo burocráticamente organizado. Hemos asumido co-mo propios nombres, definiciones, conceptos y categorías establecidas por cientistas, políticos y organis-mos nacionales e internacionales sin que hayan sido procesados y sometidos a la crítica epistemológica desde el punto de vista de la especificidad de la práctica político-científica -del TS. Trabajamos con he-chos, fenómenos, problemas o ´patologías´ sociales cuya aspiración a existir como problemática o cues-tión teórica desde nuestra perspectiva, es tanto más intensa cuanto mayor realidad social adquiere la no-or -ganización científico-política del conjunto atomizado de ts..., hemos equivocadamente tomado...como marco conceptual definiciones que no son conceptualizaciones y que, en puridad, deberían servir como simples puntos de referencia para construir nuestros propios marcos teórico-conceptuales en y a través de los cuales adquieran significados sustantivos, específicos, las prácticas diferenciales del TS. Lo anterior expresa la ausencia de criterios direccionales que permitan discernir qué y cómo importamos y qué no de otras disciplinas. Dicha importación se realiza acríticamente como una simple trasposición o trasferencia sin procesamiento o adaptación lo cual, por un lado, produce deslizamientos que impiden centrar la cons-trucción del(los) objeto(s) de estudio e intervención del TS y, por otro lado, obnubila el problema de que si de lo que se trata es de instrumentar teorías, teorizar métodos o estandarizar técnicas que enriquezcan la caja de herramientas del TS. Asimismo, expresa la encrucijada en que se colocan los ts al aceptar ingenua -mente la ubicación que formalmente les define un espacio de actuación específica, asignada por quienes tienen el poder de establecer la división técnica del trabajo burocráticamente organizado; dicho espacio, a la vez que media entre la institución productora de bienes o servicios y los grupos subalterno-populares, mediatiza el impacto de los programas denominados sociales; se constituye en una zona pletórica de inde -finiciones, de indiferencias que fácilmente hacen confundir los objetivos y funciones de la agencia contra-tadora con los propios del TS...; es decir, se asumen aquéllos como propios” (Barrantes, 1985).

15

Page 16: Trabajo social. Imagen y práctica para el Siglo XXI

Se trata, pues, ni más ni menos, de la razón de ser del trabajo social, una realidad que,

siendo producto del producto social que somos, debemos con toda responsabilidad recrear y

resignificar, lo cual se constituye en un problema epistemológico de hondas raíces prácti-

cas; mejor dicho, en un problema práctico de hondas raíces epistemológicas.

2.4. problemas práctico-empíricos

En coherencia con el acápite anterior, pero mediando un alto grado de no respuestas, las

pocas aportadas coinciden en un señalamiento que queda expresado en la siguiente imagen:

“Teniendo en cuenta el muy amplio espectro en el que tiene lugar la práctica profesional y las múltiples for-mas posibles de ser y hacer trabajo social, una delimitación muy precisa de los problemas propios del traba-jo social sería limitadora más que posibilitadora del desarrollo profesional”.

Sin embargo, algunas respuestas señalan dos tipos de problemas prácticos que los coope-

rantes -a la luz de alguna epistemología que no explicitan- consideran definitorios del traba-

jo social.

El primero, relacionado, por un lado, con

“la distancia significativa existente entre los profesionales en ejercicio directo y aquellos ubicados en el cam-po de la academia, entre quienes tradicionalmente se han identificado notorias diferencias de intereses”.

Y por otro lado, mediando el sentido negativo de esta problemática, encontramos la in-

suficiente metodologización y carencia de

“sistematização deste trabalho social e os instrumentos legais definidores da ética, da profissão e da forma de fazer”.

Asimismo, la percepción de que los trabajadores sociales

“estudam pouco, não se reciclam e acabam se conformando com as instituições onde desenvolvem sua prática do que com sua profissão em si. Dificilmente suas práticas são sistematizadas, e muitos tem sérias dificuldades para elaborar um relatório da sua ação”.

El segundo tipo de problemas señalados son las “metodologias e abordagens

diferenciadas, de acordo com o segmento social onde sua prática é realizada”, lo cual, se

16

Page 17: Trabajo social. Imagen y práctica para el Siglo XXI

relaciona con la diversidad de prácticas profesionales que se encuentran determinadas por

las heterogéneas realidades siguientes:

Las políticas sociales o públicas en los tres niveles de gobierno y la acción social de los sectores social y privado.

La interacción social, el desarrollo humano y los procesos sociales en cualquier contexto, espacio, nivel o unidad social de intervención profesional.

Las situaciones problemáticas, atentatorias de los derechos humanos, civiles y sociales. Las intervenciones y diagnósticos en el contexto. El análisis cualitativo de la realidad local. El trabajo de

campo. La coordinación, supervisión, gerencia y consultoría en equipos inter y multidisciplinarios. La modificación de conductas. La combinación de conocimientos existentes para los procesos sociales. La sobrevivencia cotidiana. La promoción humana, el mejoramiento del nivel y la calidad de vida. La asis-

tencia social y la satisfacción de necesidades básicas de los pobres. Las cuestiones éticas, la profundización en áreas metodológicas, la inscripción en las ciencias sociales, pe-

ro sobre todo, el fortalecimiento de la capacidad anticipatoria en la determinación de problemas.2.5. problemas epistemológicos

Al igual que con la pregunta anterior, en ésta el número de no respuestas es muy alto,

pero las aportadas coinciden en plantear que, al igual que no hay problemas prácticos defi-

nitorios de la práctica del trabajo social, tampoco existen problemas epistemológicos defini-

torios de la misma.

Sin embargo, siendo la realidad social un producto intersubjetivamente construido y me-

diado por relaciones de poder, para algunos, “El hecho de que esta realidad y cuestión so-

cial no puede ser abordada exclusivamente por ninguna disciplina”, constituye uno de los

problemas epistemológicos no resueltos por los trabajadores sociales y las trabajadoras so-

ciales; esto, por la razón siguiente:

“Durante muchos años pensamos que los problemas sociales eran propiedad de los trabajadores sociales, al igual que trabajar con las situaciones de pobreza, conflicto, etc. Creo que lamentablemente por una parte no-sotros nos tomamos ese atributo, y por otra, se nos fue asignado”.

No obstante, ubicándose dentro del anterior marco de tensiones agonales entre generali-

dad y especificidad, capacidades y retos, algunas respuestas apuntan al planteamiento de

una ventaja comparativa y competitiva que pudiera caracterizar la práctica de trabajadores

sociales y trabajadoras sociales, ya no sólo en el campo de la salud a la que se refiere la si -

guiente cita, sino también en todos los ámbitos objeto de nuestras necesidades de interven-

ción social. Es que

“nuestra formación nos permite tener una visión más abarcativa de la realidad, por ejemplo, en el caso del campo de salud, poder ver a la persona como un individuo inmerso en una situación dada y no como pasa en nuestro país en muchos casos con la medicina hegemónica que sólo ven patologías”.

17

Page 18: Trabajo social. Imagen y práctica para el Siglo XXI

Sin embargo esta afirmación contiene en sí misma su propia contraparte crítica en quie-

nes piensan –planteando la tensión no resuelta entre ciencia y técnica, abstracción y concre-

ción- que dicha formación académica,

“en general está más destinada al CIENTÍFICO de lo social que al TÉCNICO SOCIAL (en sentido amplio y genui-no de quien OPERA sobre la realidad). Creo que es un error querer jerarquizar la profesión procurando que sea una CIENCIA SOCIAL más (Paréntesis de la cooperante)”.

Es en este punto que adquieren pertinencia las opiniones de un grupo de colegas cuyas

ideas condensamos como sigue: para unos, el problema epistémico a que se enfrentan traba-

jadores sociales y trabajadoras sociales, es la

“adecuación de los grandes paradigmas sociales a la interpretación de problemas específicos que enfrenta-mos...lo cual exige sobreabundar en teoría de otras disciplinas”.

Pero para otros, el problema no está en llegar a “saber mucho” de estas ni -mucho me-

nos- asumir identidades ajenas. Por el contrario, el reto está planteado en la

“construcción teórica de las categorías relacionadas con la interacción social y los procesos sociales (con todo lo que ello implica: problemática social, actores sociales, culturales, políticas sociales, económicas,…)”.

Y dentro de este espectro,

“La producción de saberes acerca de la constitución, la historia y la proyección del trabajo social, es decir que la profesión misma se constituye en nuestro propio objeto de estudio”.

Para el abordaje de la producción de categorías y saberes, resulta

“necesario argumentar teóricamente...desde diversas posturas epistemológicas...la pluralidad teórica y meto-dológica (es) elemento fundamental para el desarrollo de la profesión, para avanzar en el proceso de cons-trucción de diferentes escuelas de pensamiento que enriquezcan el debate y favorezcan el diálogo de sabe-res”.

Sólo así parecerían poder hacerse posibles varias cuestiones prácticas que son planteadas

como problemas epistemológicos: Potenciar “La capacidad para –manteniendo las carac-

terísticas artesanales propias del trabajo social, superando la conciencia premoderna– po-

18

Page 19: Trabajo social. Imagen y práctica para el Siglo XXI

der dar cuenta de las nuevas génesis de los problemas sociales”. Superar “La asistematic-

idad de su intervención social y comenzar a producir teoría y relegitimar un estatuto cien-

tífico para el trabajo social”. Resolver “La dualidad del papel por el lugar que general-

mente tiene en las agencias de gobierno: a la vez “combate” por paliar o modificar condi-

ciones de las cuales de hecho forma parte”. Y, finalmente, asumir éticogeopolíticamente

las potencialidades fronéticas de “La mediación social”, lo cual implica “resignificar a sua

profissão e ter a competência técnica y tecnológica que a sociedade globalizada e postmo-

derna exige”.

2.6. El Trabajador Social Como Consumidor De Informaciones.

La frecuencia de las respuestas aportadas, define a los trabajadores sociales y a las traba-

jadoras sociales si bien como productores (50%), fundamentalmente como consumidores

(70%) y difusores (65%) de conocimientos (70%), informaciones (75%) y datos (65%).

“Somos de todo un poco como en botica...Una gran parte de nuestra historia ha estado cerca de la difu-sión de datos”. “Uno de los déficits de nuestra profesión, es la escasa producción de conocimiento, por lo que en la mayoría de los casos, hemos sido consumidores” y “buenos contribuyentes con el boom edito-rial”.

“...la tendencia... histórica nos ha ubicado como más orientados hacia el uso de conocimientos produci-dos en otras disciplinas que a la producción y a la construcción teórica... propia y contributiva con el avance de la ciencia social”.

“Aplicamos conocimientos, si acaso generamos información; no creo que pueda catalogarse como gene-ración de conocimiento científico”.

“Consume conceptos y teorías desarrolladas en las disciplinas que acompañan el trabajo social: sociolo-gía, sicología, antropología, política, ética, informes de investigación, hallazgos, tanto como datos de in-vestigaciones, etc.” (una socióloga).

“Somos básicamente consumidores porque investigamos poco y nuestra investigación es poco relevante si la relacionamos con la que hacen los sociólogos, sicólogos, antropólogos, etc., Sistematizamos poco y escribimos poco. Repetimos mucho”.

“Indicadores de consumo de conocimientos son los cursos de promoción comunitarios, la formación de agentes de salud, la capacitación en autodiagnóstico comunitario. El cursillismo de los trabajadores socia-les y las trabajadoras sociales (en general en manos de profesionales no trabajadores sociales”.

Pareciera, al decir de uno de nuestros colaboradores, que

“Siempre andamos a la zaga de grandes intelectuales, eurocéntricos principalmente, para ponerlos como para-digma del el trabajo social. Hacer científico al trabajo social es leerse unos cuantos libros y adscribirse a sus autores, a veces malamente reificados”.

Esta crítica es extendida también a los temas que hemos asumido como definitorios del

trabajo social en el trascurso de nuestra historia profesional:

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“La concientización de Freire, el neopositivismo de Antolín López, el materialismo de tercera mano de Mar-tha Harnecker15; las teorías del estado más ortodoxas, instrumentalistas y esencialistas marxistas y no marxis-tas; los movimientos sociales y el feminismo cuando estuvieron de moda, las políticas sociales al influjo de los estudios de los consultores internacionales cuando el estado desarrollista comenzó a hacer agua, y hoy son las nuevas tecnologías de la información (NTI) en sus versiones más instrumentales y computarizadas, la glo-balización reificada de los economistas, los preciosismos esquematizantes y tecnicistas de la gerencia so-cial...”.

Sin embargo, la crítica anterior resulta matizada de positividad para quienes piensan que

la tendencia al consumo no tiene visos de problema teórico ni práctico; esto por cuanto en

virtud de que la misión del trabajo social es –mejor dicho, en el supuesto de que en efecto

lo sea- el “desarrollo social o societal integral”, debemos

“Produzir programas, projetos, políticas sociais, institucionais, etc., indicadores sociais de avaliação, imple-mentação, etc. Devemos consumir informações e conhecimentos do nosso campo e também de outros campos complementares ao nosso, e difundir nossa experiência profissional, investigadora, técnica, etc.. Em quaisquer destes tópicos a pródução de dados é inevitável e não pode ser esquecida”.

Para quienes trabajan en el área educativa,

“...permanentemente, estamos incorporando en nuestra práctica profesional los avances teóricos y metodoló-gicos que producen las ciencias humanas y sociales y/o difundimos conocimientos, informaciones y/o datos...; normalmente sustentamos nuestro trabajo con estos elementos”.

En esta perspectiva de positividad, para quienes se representan a los trabajadores socia-

les y a las trabajadoras sociales como productores de conocimientos, adelantan que un indi-

cador de ello son las producciones mismas que se realizan en la vida “académica y cotidia-

na del trabajo de campo, del territorio, de los talleres de las prácticas”; asimismo lo son

“...las transformaciones constatables en las relaciones sociales a partir de métodos propios

de intervención".

La situación crítica que apuntan algunas es

“...que por nuestra historia..., el conjunto profesional viene sometido a las profesiones hegemónicas y no pue-de ver su propia producción. Por otra parte el canibalismo, dispersión y aislamiento que se juega al interior del trabajo social, hace que poco podamos ver y valorar esta producción (además de “malvenderla”)”.

15 El lector interesado en comprender a esta autora en perspectiva histórica, ver Harnecker (2000).

20

Page 21: Trabajo social. Imagen y práctica para el Siglo XXI

Pero lo cierto de estos tiempos de globalización, de este presente futurible cuya condi-

ción epocal es la posmodernidad, es que, poco a poco, pareciera que va adquiriendo cuerpo

–aunque no nos es posible saber si entre más o menos colegas hoy que antier- una concien-

cia de necesidad de nuevas realidades, tales como la producción fronética16 de conocimien-

tos, saberes y verdades en escenarios de insospechada complejidad, multidimensionalidad e

incertidumbre.

A ello parecieran apuntar las dos representaciones sociales siguientes:

“(Ello) nos exige, sin que lo estemos asumiendo con entusiasmo, el establecimiento de relaciones de in -tercambio no subalterno con las disciplinas sociales y poder llegar a montar plataformas epistémicamente fundadas que le den un estatuto mejor y distinto a la intervención de los trabajadores sociales y superar la simple acción social paliativa, catequizante, controladora y asistencialista”.

“Elas me suscitaram refletir sobre o que fazer dos trabalhadores sociais, as complexidades que envolvem nossa atuação, as imensas responsabilidades que teremos pela frente para qualificar e requalificar os profissinais do nosso campo. Grande parte dos trabalhadores sociais sequer ousam pensar nessa complexidade e evidenciam uma visão muito reducionista da sua ação. Considero isso um grande para-digma”.

III. A MODO DE IN-CONCLUSIONES PROBLEMÁTICAS

Hemos pensado en vos alta algunas preguntas generadoras y puesto en escena una pro-

blemática crucial para los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales, pero también pa-

ra los sujetos de conocimiento que se ocupan de la intervención social.

El proceso seguido nos da cuenta de la cosmogonía expresada por las representaciones

sociales de los cuarenta cooperantes y cuarenta autores de las ponencias estudiadas, cuya

heterogeneidad se encuentra mediada por un dispositivo agonal el cual, a la vez que le da

unidad, tensiona las relaciones de todos y cada uno de los componentes puestos en escena.

El estudio del material discursivo seleccionado no nos permite llegar a conclusiones,

mucho menos contundentes. Sólo nos confronta con respuestas que están por construirse

sobre los dos conjuntos problemáticos que en él se expresan:

Por un lado, la especificidad o inespecificiad, la identidad y la diferencia, la definición e

indefinición, la abstracción y la concreción, el arte y la artesanía, la diversidad y heteroge-

neidad, la comparatividad y la competitividad, las capacidades y los retos a que se ven en-

frentados los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales en estos tiempos de globaliza-

ción, cuya condición epocal es la posmodernidad.

16

? Ver cita No. 13.

21

Page 22: Trabajo social. Imagen y práctica para el Siglo XXI

Por otro lado, la tensión entre producción, consumo y difusión de conocimientos, infor-

maciones y datos y la distancia existente entre los trabajadores sociales y trabajadoras so-

ciales que ejercen –muchas veces sin pretensiones de epistemologización- dos prácticas pa-

ra las cuales no acabamos de construir espacios de encuentro fronético: la del ejercicio di-

recto, práctico, empírico, profesional, institucional, de campo o laboral y la de la academia

universitaria.

Este último punto, plantea la no-resolutividad del círculo vicioso del dualismo ciencia-

cientificidad-cientificismo vs. técnica-tecnicidad-tecnicismo de los procesos de enseñanza-

aprendizaje y, por ende, de la práctica de la competitividad misma de los trabajadores so-

ciales y las trabajadoras sociales, en el mercado social de valores o bienes públicos tangi-

bles e intangibles de uso y de cambio.

Lo creamos o no, le demos la cara o no, estamos colocados frente a un reto societal, cual

es, reinventar en el aquí y ahora el futuro que necesitamos para nuestra América Latinoibe-

roeuroindoafrocaribeña.

Este reto nos está exigiendo abandonar toda esperanza de resolución, si no media una ri-

gurosa y exhaustiva investigación ético-estético-geopolítica y epistémico-hermenéutica, en

especial aquella que tiene que ver con la liberación de a) nuestros sistemas de significancia

de la tradición lógicorracional; b) las prácticas del trabajo social de su relación de subalter-

nidad con las disciplinas sociales o humanas, en las que se encarna el espíritu de la ciencia

moderna y la razón occidental, hoy en crisis; c) la discusión sobre la necesidad de recontex-

tuar, resemantizar, revalorar, repensar y rescribir desde otras posicionalidades integrativas –

vgr., desde la diferencia colonial, la colonialidad del poder, la geopolítica de la producción

de conocimientos y verdades-, la razón de ser de esta específica práctica social que, am-

biguamente, persistimos en seguir denominando trabajo/asistencia social.

En otras palabras, finalmente nos estamos refiriendo a la construcción colectiva del tra-

bajo social que nos merecemos y queremos, pero fundamentalmente al trabajo social que

somos capaces de pensar, pero no con alteridades ajenas, si no, con nuestros propios len-

guajes; los que emanan de nuestra vinculación sinérgica con el pueblo.

Esto es lo que denominamos el trabajo-social-que-está-por-hacerse-en-nuestra-América-

latino-ibero-euro-indo-afro-caribeña.

Ustedes, caros lectores, tienen la palabra.

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