Tradición y modernidad en la construcción de la nación ...

36
Uno de los temas más controvertidos en las ciencias sociales suele ser el discernimiento acerca de qué es lo que caracteriza a una sociedad moderna. Al respecto se escuchan frondosas argumentaciones que apelan más a pretendidas leyes universales que nos permitirían establecer con precisión si una sociedad cualquiera cumple o no con determinados requisitos. Este modo de enfocar el problema lleva irremediablemente a planteamientos polarizados que tornan un tanto bizantino el trata- miento de los problemas. Respecto de la forma como se ha interpretado el proceso de moderni- zación y el ingreso a la modernidad en la Colombia del siglo XIX, es ne- cesario señalar además que se mantiene una marcada escisión entre los aspectos materiales y los factores intelectuales, de la clásica distinción entre los conceptos de civilización, de origen francés, que denota el po- der material, los elementos materiales de la existencia, en tanto que se reserva para el concepto de cultura, de origen alemán (Kultur), la desig- nación del progreso intelectual y científico. En ese orden de ideas se fundamentan las recientes formulaciones de varios autores colombianos que destacan el papel de los elemento materiales (económicos) y morfológicos (sociales) en el proceso de modernización del país. Así por ejemplo, para Melo (1985: 33) los principales indicadores de la modernización en el siglo XIX se originan en la situación de finales del siglo XVIII, y en su concepto son: en el plano económico, la exportación de metales preciosos, producción agrícola para el autoconsumo, mano Tradición y modernidad en la construcción de la nación colombiana JORGE ENRIQUE GONZÁLEZ

Transcript of Tradición y modernidad en la construcción de la nación ...

Page 1: Tradición y modernidad en la construcción de la nación ...

Uno de los temas más controvertidos en las ciencias sociales sueleser el discernimiento acerca de qué es lo que caracteriza a una sociedadmoderna. Al respecto se escuchan frondosas argumentaciones que apelanmás a pretendidas leyes universales que nos permitirían establecer conprecisión si una sociedad cualquiera cumple o no con determinadosrequisitos. Este modo de enfocar el problema lleva irremediablementea planteamientos polarizados que tornan un tanto bizantino el trata-miento de los problemas.

Respecto de la forma como se ha interpretado el proceso de moderni-zación y el ingreso a la modernidad en la Colombia del siglo XIX, es ne-cesario señalar además que se mantiene una marcada escisión entre losaspectos materiales y los factores intelectuales, de la clásica distinciónentre los conceptos de civilización, de origen francés, que denota el po-der material, los elementos materiales de la existencia, en tanto que sereserva para el concepto de cultura, de origen alemán (Kultur), la desig-nación del progreso intelectual y científico. En ese orden de ideas sefundamentan las recientes formulaciones de varios autores colombianosque destacan el papel de los elemento materiales (económicos) ymorfológicos (sociales) en el proceso de modernización del país.

Así por ejemplo, para Melo (1985: 33) los principales indicadores dela modernización en el siglo XIX se originan en la situación de finales delsiglo XVIII, y en su concepto son: en el plano económico, la exportaciónde metales preciosos, producción agrícola para el autoconsumo, mano

Tradición y modernidad en la construcción de lanación colombiana

JORGE ENRIQUE GONZÁLEZ

Page 2: Tradición y modernidad en la construcción de la nación ...

TRADICIÓN Y MODERNIDAD EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA NACIÓN COLOMBIANA154

de obra ligada al régimen de las haciendas, existencia de mercados loca-les más no nacionales, debilitamiento de la importancia económica delos esclavos y los indígenas, tasas de crecimiento económico superiores alos del aumento de la población; como factores sociales (morfológicos)atiende a los siguientes: territorio fragmentado regionalmente, sistemalimitado de transporte, alto porcentaje de la población que habla el mis-mo idioma, rápido proceso de mestizaje, crecimiento de la poblaciónrelativamente rápido (1.5% anual), sistema legal, tributario y monetariorelativamente uniforme.

Este enfoque, que se ha logrado ubicar como el principal modelo deinterpretación historiográfico de ese proceso social, deja de lado el papelde los elementos de carácter cultural que en no pocas ocasiones se ponende presente de una manera muy destacada, al grado de convertirse enaspectos claves, o, tal vez, determinantes de los procesos histórico-socia-les. En ese sentido resulta difícil aceptar el modelo de interpretación pro-puesto, por ejemplo en los trabajos de Melo, de amplia aceptación en loscírculos académicos colombianos, según el cual en el siglo XIX se creó unamplio consenso en todos los sectores de la élite en torno a concebir losobjetivos de la independencia nacional como el establecimiento de unaeconomía capitalista y un sistema político basado en la soberanía popu-lar, a un punto tal, dice Melo, que “los objetivos del proyecto modernizadorno se vieron alterados sustancialmente por las vicisitudes de las luchaspolíticas del siglo XIX” (1994: 232).

En nuestro concepto el panorama fue muy diferente, puesto que aunaceptando que existieron elementos semejantes para definir el proyectomodernizador, en el sentido de vincularnos a la historia universal al esti-lo occidental, las controversias en torno a las concepciones humanísticasy religiosas sí marcaron de una forma decisiva el ritmo y la dirección deese proceso.

En ese sentido la vinculación con las corrientes de pensamiento y lascosmovisiones asociadas a la modernidad, representó para las élites diri-gentes un tema que los separó hasta convertirse en dos opciones opuestas,que si bien se mantuvieron cohesionadas frente a algunos temas vitales dela organización política del Estado republicano y de manera retórica fren-

Page 3: Tradición y modernidad en la construcción de la nación ...

JORGE ENRIQUE GONZÁLEZ 155

te a las teorías de la soberanía popular, no lo estuvieron en torno a lafundamentación de la actividad política y jurídica, por cuanto se distan-ciaron en forma radical por sus diferentes concepciones. En ese orden deideas se puede encontrar que en un periodo de larga duración, como pue-de ser el caso del tránsito del régimen colonial a las postrimerías del sigloXIX, se observa un fragmentario proceso modernizador, pero no podríadecirse que éste va acompañado de un proceso satisfactorio en cuanto a laadopción de una mentalidad de tipo moderno que la soporte.

Al respecto tendríamos que preguntarnos si los elementos modernizantesque pudo contener la mentalidad católica, contribuyeron en ese periodoa adoptar elementos estructurales de la racionalidad moderna, o si por elcontrario, esa mentalidad fue completamente refractaria a esas innova-ciones. Quizá sea por eso que suele hablarse de una modernización in-completa, escindida, postergada, o trunca, para denotar que tanto en elplano de la modernización, como en el ingreso a la modernidad, el deColombia ha sido un proyecto sui generis en donde, por ejemplo, se asis-tía al final del siglo XIX a una fórmula tan particular como la de unamodernización tradicionista. Es necesario recordar aquí que la denomi-nación de tradicionista hace referencia, según la precisión aportada porMiguel Antonio Caro, a una corriente de pensamiento internacional que“define la civilización diciendo ser la aplicación del cristianismo a la so-ciedad” (Caro, 1871: 2).

En esta ocasión quiero mostrar la permanencia del pensamientotradicionista a lo largo de la formación de la nación en el siglo XIX co-lombiano y la forma como las controversias que se presentaron a la horade introducir elementos propios de la modernidad que permitieran elpaso a una relativa autonomía de los asuntos correspondientes a la esferade la política, la ética y la estética, se encontraron con una cerrada opo-sición que impidió el “politeísmo de los valores”. A la postre, la defini-ción de esa contienda por el predominio de un modelo cultural para lanación colombiana se inclinó del lado del tradicionismo y cobró vidainstitucional en las instituciones de la Constitución política de 1886, dedilatada y profunda presencia en su historia.

Page 4: Tradición y modernidad en la construcción de la nación ...

TRADICIÓN Y MODERNIDAD EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA NACIÓN COLOMBIANA156

La moral tradicionalistaLas discusiones entre tradicionistas y utilitaristas para fundamentar la

moral, el derecho, la política y con esto resolver el importante problemade la legitimidad política del nuevo orden republicano, registraron a lolargo del siglo XIX varias etapas. La primera de ellas se presenta hacia1826 a instancias de las discusiones sobre los textos universitarios utili-zados en la formación de abogados. El sacerdote Francisco AntonioMargallo, párroco de la iglesia de las Nieves en Bogotá, en época decuaresma y desde el púlpito, aprovecha para descalificar la enseñanza delos textos de Bentham en el Colegio de San Bartolomé asumida por elcatedrático de derecho público Vicente Azuero, aunque admitía el sa-cerdote no conocerlos y menos aún haberlos leído.

Como antecedente inmediato de esta protesta se debe ubicar la dispo-sición estatal del 18 de marzo de 1826, por la que se puso fin a la Juntaexaminadora de los dominicos, medida que significó la aplicación delderecho de patronato reclamado por el poder civil como un requisitoindispensable de la soberanía, consagrado en la ley del 28 del julio de1824. La terminación de los derechos reconocidos a la denominada Uni-versidad Tomística como máximo juez de los estudios superiores, per-mitió al Estado entrar a legislar en esa materia.

La respuesta de Vicente Azuero al sacerdote Margallo puso de presente lanecesidad científica de actualizar los contenidos de los textos de enseñanza enlos estudios superiores, además de calificar a sus opositores de enemigos de lasluces de la ilustración,1 puesto que si se adoptaba una concepción dogmáticay ultramontana no quedarían opciones para la renovación educativa, ni parala construcción de un universo de valores (cultura) renovador.

1 Decía Azuero en su respuesta al Doctor Margallo “Desengañémonos: si se hu-biese de estar a las decisiones dogmáticas de estos enemigos de las luces, no que-darían libros por donde dirigir la enseñanza de la juventud: reprobando estosinsensatos la libertad como una herejía, la República como una impiedad, laindependencia como un crimen de religión, la tolerancia como un atentado con-tra la religión, la limitación del poder eclesiástico a solo lo espiritual como uncisma, no hay publicista alguno que en su concepto no debiera ser devorado porlas llamas” (Azuero, 1826: 9).

Page 5: Tradición y modernidad en la construcción de la nación ...

JORGE ENRIQUE GONZÁLEZ 157

El desarrollo de esta primera etapa de la controversia fue la incorpora-ción en las leyes positivas de las disposiciones del Senado y la Cámara deRepresentantes de la República de Colombia, en la época denominadade la “Gran Colombia”, según las cuales se estipula en la Ley y reglamen-tos orgánicos de la enseñanza publica en Colombia, acordados en el año de1826 todo lo relacionado con los textos para las clases de jurisprudencia.

Se debe resaltar en esos reglamentos la expresa disposición para que, encuanto se refería a la enseñanza de los Principios de legislación universal y delegislación civil y penal, se estableciera la necesidad de hacer conocer lasleyes naturales, interpretadas a la luz de los principios expuestos en lostextos de Bentham, con lo que se pone en evidencia la conciliación entrederechos naturales e interpretación utilitarista como forma de fundamen-tar el Derecho. Decía así en el artículo 168 de esa legislación:

En esta cátedra que es de la mayor importancia para todos los queabracen la carrera de jurisprudencia, se harán conocer las leyes naturalesque arreglan las obligaciones y derechos de los hombres entre sí, consi-derados individualmente y también formando sociedades políticas. Lostratados de legislación civil y penal de Bentham servirán por ahora paralas lecciones de los diversos ramos que han de enseñarse en esta cátedra,en la que podrán también estudiarse las lecciones del Rey de Grenoble(República de Colombia, 1826: 71).

A tal grado llegó el malestar de algunos sectores dirigentes opositoresde esas medidas, que el Vicepresidente Francisco de Paula Santanderdispuso en un decreto del 16 de agosto de 1827 que se diera fiel cumpli-miento a lo dispuesto en la Ley y Reglamento orgánico respecto de lascreencias religiosas y la moral de los alumnos, además de ordenar la iden-tificación de algún otro texto europeo que no tuviera los “defectos de laobra de Bentham”, además que derogaba la disposición según la cual seprescribían los textos de ese autor inglés. Sin embargo, tal parece que esadisposición no alcanzó a tener un cumplimiento inmediato.

Este triunfo de la oposición debe interpretarse a la luz de los aconteci-mientos que convulsionaron a la “Gran Colombia”, agudizados luego

Page 6: Tradición y modernidad en la construcción de la nación ...

TRADICIÓN Y MODERNIDAD EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA NACIÓN COLOMBIANA158

del regreso del Libertador Simón Bolívar de su campaña del sur, una vezque había sido adoptada la Constitución Boliviana en Perú y con la pre-tensión de lograr lo propio en la República de Colombia (Gran Colom-bia), para lo cual se debía socavar la legitimidad de la Constitución de1821, cuestionada seriamente por las desavenencias entre Venezuela y laNueva Granada, que llevaron al General Páez, jefe político y militar deVenezuela, a declararse en rebeldía respecto de la autoridad y legitimi-dad del Vicepresidente Santander.

Luego que Bolívar asumió sus poderes ordinarios, pudo decretar enmarzo de 1828 la norma por la cual se suprimieron en las universidadesde Colombia los tratados de Bentham, argumentando la existencia devarios informes, apoyados por la Dirección de estudios, organismo di-rector de los asuntos educativos de la época, en los que se ilustraba sobrela inconveniencia de los tratados del autor inglés. En ese clima de agita-ción política acontecieron los sucesos de la denominada “ConspiraciónSeptembrina” de 1828, luego de decretarse la Ley Constitucional del Es-tado hasta 1830 gracias a la cual Bolívar asumió poderes absolutos, con-jura en la que tuvieron incidencia los ámbitos universitarios por su de-clarada fidelidad a los principios legales, encabezados por el respeto a laConstitución política vigente. En el cumplimiento de ese precepto, laspretensiones de Bolívar resultaban impopulares para los sectores acadé-micos, tanto para profesores como para estudiantes.

El Secretario de lo Interior y Relaciones exteriores, José Manuel Restrepo,envió en octubre de 1828 una circular a los gobernadores, en la quecomentaba los sucesos del 25 de Septiembre de ese año, informando alas autoridades regionales que el Libertador Simón Bolívar considerabaque la participación de algunos académicos en la conspiración tenía unaestrecha relación con los principios morales que se modelaban a la luz delos principios utilitaristas según Bentham, razón por la que considerabanecesario introducir serias modificaciones al plan de estudios de la ca-rrera de jurisprudencia. La circular en cuestión se expresaba así:

Su excelencia (el Libertador), meditando filosóficamente el plan deestudios, ha creído hallar el origen del mal en las ciencias políticas que se

Page 7: Tradición y modernidad en la construcción de la nación ...

JORGE ENRIQUE GONZÁLEZ 159

2 Relacionado con los problemas de la moral católica, Simón Bolívar expidió enJulio de 1828 una serie de decretos revocatorios de las disposiciones de 1826 queimpusieron limitaciones a los conventos menores, la instrucción impartida porclérigos, las misiones y a la vida de los eclesiásticos.3 Theodora McKennan elaboró un minucioso seguimiento de los contactos entreBentham y algunos de los principales neogranadinos, entre ellos Bolívar ySantander, describiendo la veneración que a los dos les mereció este “filósofo”,como lo denomina la autora. Véase: McKennan, Th. L., (1994). Sobre la postre-ra valoración de Simón Bolivar sobre las ideas de Bentham, plantea AlbertoEcheverry que en forma global las posiciones de Bolívar, durante el periodo de1828 a 1830 se volvieron más conservadoras y proclericales, “a diferencia de 1819donde su pensamiento sobre la instrucción publica es más republicano y autono-

han enseñado a los estudiantes, al principiar la carrera de facultad ma-yor, cuando no tienen el juicio bastante para hacer a los principios lasmodificaciones que exigen las circunstancias peculiares a cada nación. Elmal ha crecido también sobremanera por los autores que se escogían parael estudio de los principios de legislación, como Bentham y otros, que, allado de máximas luminosas, contienen muchas opuestas a la religión, ala moral y a la tranquilidad de los pueblos, de lo que ya hemos recibidoprimicias dolorosas (Restrepo, José M., 1828, en: Marquinez G., 1983:55-58. Circular del 20 de Octubre de 1828, enviada a los gobernadorescomentando los escandalosos sucesos ocurridos el 25 de Septiembre).2

En consecuencia se eliminaron los textos en mención y además sereimplantó la enseñanza del latín, con el propósito de permitir el accesoa las fuentes que ilustraban la cultura católica, en particular, la lecturade los autores clásicos y el estudio del derecho romano.

Resulta curiosa la manera tajante como se proscriben en ese momen-to las enseñanzas de Bentham, habida cuenta de la prolongada vincula-ción de Simón Bolívar con las ideas del autor inglés. En efecto, se cono-ce que desde 1810, Bolívar profesó la más grande admiración por susideas y hasta poco antes de ordenar la eliminación de sus textos, se man-tuvo en cordial correspondencia con Bentham y sus principalesdivulgadores europeos.3

Page 8: Tradición y modernidad en la construcción de la nación ...

TRADICIÓN Y MODERNIDAD EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA NACIÓN COLOMBIANA160

mista, acerca de las relaciones entre Iglesia-Estado” (1989: 37). A este trabajohabría que objetarle su tajante separación entre las diferentes presentaciones oformas del poder, (poder político, poder moral), puesto que esa concepción ledificulta interpretar las vinculaciones entre estas dos y otra no menos importantecomo lo seria el poder de la Ley.4 No obstante se debe tomar en cuenta que el pensamiento de Bentham evolu-cionó hacia el favorecimiento de formas democráticas de gobierno. Como lointerpreta E. Halèvy: “Ses déceptions, ses miséres font de lui un democrate; enhaine du monarque et de ses ministres, il devient un ennemi reflechi desinstitutions monarquiques et aristocratiques. (...) Il semble qu’il ait falu, pourfaire de lui un démocrate, l’ intrusion, en 1808, de James Mill dans son existence”(1904: 193).

No obstante que las preocupaciones del Libertador en ese momentoiban encaminadas a garantizar las condiciones para mantener un gobier-no fuerte, también resulta curioso que los planteamientos del benthamismole resultaran amenazantes, puesto que se suponía que en la concepciónutilitarista de Bentham el gobierno que garantizaría la mayor felicidadal mayor número, debía ser dirigido por una personalidad autoritaria, ala manera de un monarca ilustrado.4

En las condiciones que reinaban en la “Gran Colombia”, particular-mente en Bogotá, el utilitarismo había calado hondo en la conciencia delas nuevas generaciones, hasta convertirse en un elemento central de susprincipios morales. Seguramente la animadversión y el antagonismo evi-denciado al conocerse las intenciones del Libertador, fue lo que llevó alos utilitaristas colombianos a declararse como sus férreos opositores.

Esta primera etapa de la controversia moral entre las tendencias utilitaris-ta y tradicionista, se puede caracterizar por su centramiento en torno a laeducación en jurisprudencia, con las derivaciones hacia la formación moralde la juventud. Durante esta etapa el sector tradicionista expresa sus criticasapelando a la autoridad eclesiástica, como fue el caso del sacerdote Margallo,o apelando a la autoridad gubernamental, que, argumentando razones deconveniencia general, intenta retroceder en el camino para garantizar la neu-tralización de sus adversarios políticos, como fue el caso de Bolívar.

En esta etapa el tradicionismo no alcanza una dimensión significati-va, pues a pesar de mantenerse muy vinculado a la cultura católica, am-

Page 9: Tradición y modernidad en la construcción de la nación ...

JORGE ENRIQUE GONZÁLEZ 161

pliamente hegemónica en Colombia, no logra articular una argumenta-ción contraria a las tendencias secularizantes, en el empeño de formaruna base filosófica alternativa que buscaba reconstruir los orígenes de lamoral, el derecho y la política basándose en la religión católica. Quizáeste fenómeno se debió a la derrota de las pretensiones políticas del Li-bertador Simón Bolívar, y a la circunstancia de que el tradicionismo nohubiera logrado, en las postrimerías de la década del 20, una expresiónsólida de las ideas por las que propugnaba.

Una segunda etapa de esta controversia en Colombia está conforma-da por el retorno de las concepciones utilitaristas en diferentes escena-rios de la vida pública, especialmente en la formación de los abogados,retorno inspirado por el regreso al poder ejecutivo del General Santander,en su segunda administración (1832-1837) bajo la organización políticaque dispuso la Constitución política de 1832 que dio origen al Estadode la Nueva Granada.

En esta etapa se presentaron varios intentos para garantizar la estabili-dad institucional, haciendo de la legitimidad del orden político una delas principales preocupaciones. En la concepción de Francisco de PaulaSantander se trataba de respaldar el orden legítimo apegándose a la lega-lidad. Sin embargo, la forma como adelantó su obra de gobierno, llevó apolarizar las opciones, haciendo renacer viejas heridas con los partida-rios del bolivarismo que incitaron a fermentar un ambiente de disputa yencono en la naciente República.

En las postrimerías de la década del 20 las expresiones de animadver-sión frente a las reformas formuladas por Simón Bolívar en 1828 no sehicieron esperar y muy pronto se intenta regresar a los derroteros seña-lados por la administración del Vicepresidente Santander en el periodoanterior a 1826. En ese sentido se tomaron las medidas conducentes areinstaurar los fundamentos filosóficos del orden legal, así como en laformación de nuevos jurisconsultos. Para ello se retorna al auxilio de losplanteamientos benthamistas, que son nuevamente elevados a la condi-ción de norte filosófico.

De este periodo quedaría para la posteridad el replanteamiento de dosopciones antagónicas en cuanto a la vinculación entre la moral, el dere-

Page 10: Tradición y modernidad en la construcción de la nación ...

TRADICIÓN Y MODERNIDAD EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA NACIÓN COLOMBIANA162

cho y la política: de un lado la búsqueda de la legitimidad apoyándola enla legalidad, inspirada ésta en las concepciones utilitaristas y de otro ladola perspectiva tradicionista que poco a poco se alinderó del lado de losopositores al régimen de Santander y sus partidarios.

En esas circunstancias, por parte del gobierno de Santander se propu-so reimplantar lo dispuesto en la legislación educativa de 1826, en loatinente a los textos para los Principios de Legislación de J. Bentham. Ental sentido se dispuso el 3 de mayo de 1835 adoptar las medidas conte-nidas en el Decreto reglamentario del año 1826.

Para aclarar estos aspectos fue don José Manuel Restrepo, a quien ha-bía correspondido divulgar la prohibición de los textos en 1828, el en-cargado de emitir concepto al despacho del Secretario de lo Interior yRelaciones Exteriores sobre la legalidad y conveniencia de la enseñanzade Bentham. El señor Restrepo mantuvo entonces su criterio de proscri-bir esos textos por considerarlos nocivos para la moral de la juventud yla religión de los colombianos; una vez más vuelve a insistir en el sentidode que Bentham niega la existencia de la leyes eternas y de las leyes natu-rales, para concluir sentenciando que sus doctrinas eran en extremo pe-ligrosas para la juventud (Restrepo, J. M. en: López, 1993: 102-107).

A pesar de los planteamientos de Restrepo, el gobierno del GeneralSantander recomendó mantener lo dispuesto en la ley correspondiente de1826, reconociendo que después de varios años no se había presentadouna obra que pudiera sustituir a la de Bentham, al igual que considerafactible lograr en poco tiempo la redacción de una obra “perfectamenteadaptada a nuestros principios religiosos y políticos”. Al respecto encon-tramos que a finales de 1835 el Poder ejecutivo solicitó al catedrático Vi-cente Azuero la redacción de un texto que cumpliera con esos requisitos:

(...) deseoso el Ejecutivo de conciliar la buena enseñanza con la tran-quilidad de algunos padres de familia para quienes la obra de legislaciónde Jeremías Bentham es desaprobable, y teniendo la convicción no sólode la capacidad de usted sino el celo e interés con que mira la instrucciónpublica, ha resuelto exigir de usted el importante servicio de redactar untratado de principios de legislación universal que pueda servir de texto

Page 11: Tradición y modernidad en la construcción de la nación ...

JORGE ENRIQUE GONZÁLEZ 163

5 El opúsculo del sacerdote Botero titulado Acusación.... fue impreso en Medellínpor Manuel Antonio Balcázar en 1836. Respecto de sus criticas apareció en ElConstitucional de Cundinamarca la siguiente admonición: “El papel del doctor Boterofue acusado al jurado de imprenta como sedicioso, el jurado unánimemente decla-ró que había lugar a formación de causa, y el doctor Botero quedaba ya arrestadoen la cárcel publica conforme a los artículos 181 y 190 de nuestra constitución.‘Que los cristos se estén quietos, y nadie los tangilará’, decía un campesino ahoratiempos”. El Constitucional de Cundinamarca, n.º 228, 1836.

en las clases, el cual debe acomodarse a lo que la religión del país, lamoral y las leyes requieran (Pombo, L., en: López, op. cit.: 107-110 y,1835 en Hoenisberg, 1940: 231).

De 1835 data la nueva exaltación de la figura y las ideas de Bentham,llevada a cabo por catedráticos y hombres públicos que, utilizando diver-sos canales de comunicación, se empeñaron en divulgar y sustentar esasideas. De igual forma, no se hicieron esperar las réplicas de sus detractoresy, en consecuencia, aparecen a partir del año siguiente, exposiciones razo-nadas en las que se exhiben los argumentos clásicos de los tradicionistas, almismo tiempo que se utilizaron los medios de persuasión desde los púlpi-tos y demás actividades pastorales, orientadas al propósito de mantener ala población en la seguridad de los principios del evangelio y cerrar filasfrente a cualquier intento de cuestionamiento a estos.

Un ejemplo que muestra la radicalización de las posiciones en ese mo-mento y el punto hasta el cual estaba dispuesto a llegar el gobierno deentonces, lo tenemos en la acusación que se hizo al Presbítero de Medellín,José María Botero, a quien se sindicó de haber publicado una Acusacióncontra el Gobierno de la Nueva Granada, escrito en que denuncia a lasautoridades que, en su concepto, estaban fomentando el ateísmo en vir-tud de las disposiciones sobre textos de enseñanza. El Presbítero Boterofue declarado culpable de sedición, según lo contemplado en la Consti-tución política entonces vigente y condenado a la cárcel.

De estos años se registran las argumentaciones en contra del benthamismo,escritas por Jerónimo Torres y Joaquín Mosquera,5 e incluso se tiene noti-cia de una proposición aprobada por la mayoría de los Senadores, aunque

Page 12: Tradición y modernidad en la construcción de la nación ...

TRADICIÓN Y MODERNIDAD EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA NACIÓN COLOMBIANA164

negada por los Representantes a la Cámara legislativa, en el sentido deestablecer la prohibición de los textos benthamistas. En 1839 se eleva unarepresentación firmada por el Arzobispo de Bogotá Manuel José Mosqueray varias personas más, dirigida a las Cámaras Legislativas para que se tu-viera en consideración que, según su criterio, la religión debía ser la basede toda sociedad y que no podía existir ninguna moral diferente a la reli-giosa. Como consideraba que ningún Estado subsiste una vez corrompidala moral, vaticinaban que el sistema de gobierno adoptado en la NuevaGranada se enfilaba hacia su destrucción.

También se anotaba en esa Representación que las advertencias a los ca-tedráticos que enseñaran por los textos de Bentham y Destutt de Tracypara tener en cuenta las creencias de la mayoría de la población, no habíaservido de remedio para la corrupción inexorable que se produjo, segúnesta opinión, en la juventud neogranadina, quedando como letra muertalo dispuesto desde la legislación educativa promulgada por el entoncesVicepresidente Santander, en 1826. En palabras de los prelados:

Quedóse escrita esta saludable disposición; y una triste experiencia haacreditado en más de 10 años, que han sido del todo ineficaces las pre-venciones y advertencias de los catedráticos para impedir los males quese quisieron evitar. El materialismo ha hecho y sigue haciendo progre-sos, se relajan los resortes de la moral, y hasta en las clases rústicas semultiplican delitos desconocidos o muy raros; el pueblo va perdiendo elrespeto religioso y el horror al vicio; y todo es consecuencia del envene-namiento de la sociedad en las generaciones que se han pervertido conlas doctrinas de Bentham y Tracy [sic], al mismo tiempo que necesita-ban ser alimentadas con los dogmas conservadores de las sociedades, queenseña el evangelio (Mosquera, 1839: 23).

Culmina esa solicitud indicando a los legisladores sobre la responsabi-lidad que les correspondía para eliminar la enorme contradicción entrelas disposiciones que atentaban contra la religión católica y el cuerpoorgánico de las leyes, según las cuales se debían proteger esas creenciasde los neogranadinos. De esta etapa quisiera destacar la forma como la

Page 13: Tradición y modernidad en la construcción de la nación ...

JORGE ENRIQUE GONZÁLEZ 165

6 A pesar de que no se presenta un claro cuestionamiento a la legitimidad, si seregistra el continuo roce entre la jerarquía eclesiástica y el poder civil, pues alponer en ejecución los lineamientos de la ley de patronato se suscitaronenfrentamientos, algunos de los cuales propiciaron motivos para el alzamiento einsurrección, tal como ocurrió en 1839 a raíz de las disposiciones que cerraronlos conventos menores, las que dieron motivo para iniciar la denominada “Gue-rra de los Conventos”, que significó una alteración significativa del orden publi-co pero no se tradujo en la elaboración inmediata de unas propuesta que cuestio-nara la legitimidad y, sobre todo, que alcanzara las dimensiones de una propuestaalternativa, aspecto que sólo se elaboraría lentamente a instancia de conflictoscomo el ocurrido en 1840 en la denominada “Guerra de los Supremos”, cuandose agudiza el fraccionamiento en el sector político dirigente.

Iglesia Católica reasume con toda claridad su posición al interior de lasociedad neogranadina, en tanto que pretende dar fundamento y orien-tación a la vida colectiva.

Frente a las pretensiones del poder político para organizar y funda-mentar la sociedad sobre una plataforma diferente a la religiosa, la jerar-quía católica y los feligreses más connotados asumen la defensa ideológi-ca que constituirá el tradicionismo en la Nueva Granada, entendido éstecomo la representación de las ideas y principios católicos por miembrosno religiosos que actuaron como sujetos políticos, sin las ataduras y laslimitaciones prescritas en el orden republicano para los miembros de lascomunidades y la jerarquía religiosa.

A juzgar por las actuaciones y pronunciamientos de esta segunda eta-pa del tradicionismo colombiano, no se enuncia aún una propuesta or-gánica que permitiera la clara vinculación entre moral, derecho y políti-ca, sino que se procede a destacar el papel de la moral religiosa en laorganización de la sociedad, en momentos en que se presentaron fuertesdesavenencias entre el Estado neogranadino y el Vaticano en torno a losasuntos reglados por la Ley sobre Patronato de 1824, lo que condujo alPapa a dirigir una labor diplomática de persuasión para mantener susatribuciones en cuanto a la designación de los jerarcas religiosos locales.Esto parece indicar que en esta circunstancia histórica no se presentó uncuestionamiento abierto a las bases de la legitimidad del orden estatal,6

sino una reclamación para vincular estrechamente los principios religio-

Page 14: Tradición y modernidad en la construcción de la nación ...

TRADICIÓN Y MODERNIDAD EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA NACIÓN COLOMBIANA166

sos católicos a las fuentes de esa legitimidad, argumento que va a serdesarrollado en forma detallada en los siguientes años hasta alcanzar lasolidez de una argumentación filosófica y doctrinaria.

Ese nivel sólo se alcanzaría en forma primaria en la que puede serconsiderada como la tercera etapa del tradicionismo colombiano del si-glo XIX, cuando se reelaboran los elementos incubados en la diferencia-ción de matices políticos expresados en la realidad neogranadina de losprimeros treinta años de vida republicana, para dar nacimiento a los par-tidos políticos tradicionales, el liberal y el conservador.

Correspondió a José Eusebio Caro elaborar una argumentación clara encontra de la moral utilitarista. La inicial formación académica de J. E. Caroen las aulas de San Bartolomé lo acercó a él, como a los demás estudiantes deDerecho de entonces, a las ideas del Benthamismo y del sensualismo, perosu formación posterior lo llevó a la convicción de lo que consideró entoncescomo las “graves equivocaciones de esas doctrinas”. Durante la década del40 recogió las críticas anteriores que se habían escrito contra la moral utilita-rista y las elaboró de una manera mas sistemática.

En 1842 escribió una serie de artículos que aparecieron originalmenteen el periódico El neogranadino, dirigidas al Señor Joaquín Mosquera, quiense había destacado como detractor de las ideas de Bentham en los últimosaños de la década anterior y continuó esa labor desde la rectoría de la Uni-versidad en Popayán. En esos artículos J. E. Caro denuncia la forma dog-mática como fueron introducidos los jóvenes estudiantes de Filosofía yLetras, luego estudiantes de jurisprudencia, en el estudio de la doctrina deBentham, reconociendo de paso que las advertencias contenidas en lasleyes que ordenaron la enseñanza de esos textos, no lograron los resultadosesperados, produciéndose una formación moral dogmática.

El propósito de J. E. Caro consistió en proponer de manera explícitala controversia pública sobre los temas morales. En su exposición de 1842indica con claridad que desde el punto de vista de la religión católica nose contaba con una exposición pública de sus preceptos, al mismo tiem-po que expresa una crítica constructiva para que ese estado de cosas sesupere. Hace este autor un reconocimiento, notable por su capacidad deautocrítica, sobre la deplorable circunstancia que se presentaba en la fe-

Page 15: Tradición y modernidad en la construcción de la nación ...

JORGE ENRIQUE GONZÁLEZ 167

7 José Eusebio Caro al Sr. Joaquín Mosquera, sobre el principio utilitario enseña-do como teoría moral en nuestros colegios, y su relación que hay entre las doctri-nas y las costumbres, en: La Civilización, n.º 20, diciembre de 1849, p. 81. Estaobservación es pertinente, aunque se debe tomar en consideración que los pro-blemas relacionados con la moral eran objeto de la formación teológica de lossacerdotes. A lo que alude el autor citado es al desconocimiento de estos asuntospor la población en general; en otros términos la religiosidad popular se edificasobre la base de una religión de símbolos y prácticas externas, pero ausente odespoblada de una formación moral claramente enunciada, a diferencia de lo quehistóricamente se presentó con la ética protestante. En ese sentido la disputasobre asuntos morales no encontraba en el catolicismo una feligresía preparada.

ligresía católica, pues en su concepto desde la época de la Colonia nocontaba con una enseñanza de los preceptos morales. Al respecto señaló:

La Nueva Granada, durante el pupilaje colonial, no conoció doctrinamoral alguna que fuese enseñada generalmente, porque en aquella épocade sueño nada se enseñaba. La religión sólo la conocimos por sus prácti-cas, por su culto externo, por la parte de ella que más se dirige a lossentidos; no por el dogma, no por la fe, no por la esperanza, no por lacaridad, no por la parte sublime de ella que se dirige al corazón y al alma.Sin duda el culto externo hace parte integrante del cristianismo, pero enmodo alguno es su parte principal.7

Esta crítica apuntaba a la necesidad de convertir los problemas moralesen materia de dominio público, en donde se pudieran lograr las condicio-nes para el debate entre posiciones encontradas. En ese propósito la laborde J. E. Caro fue muy importante, ya que se concentra no sólo en demos-trar lo que calificó como equivocaciones de los preceptos morales delbenthamismo y el sensualismo, sino que se propuso la divulgación razo-nada de los planteamientos que formaron al tradicionismo europeo, enparticular, las posiciones de Jaime Balmes, Joseph de Bonald y Joseph deMaistre, entre otros, así como la explicación y divulgación de las posicio-nes doctrinarias de los jerarcas de la Iglesia Católica en distintas latitudes.

Cobra, entonces, una destacada importancia la denominada cuestiónmoral, tal cual fue el título del segundo artículo que publica J. E. Caro

Page 16: Tradición y modernidad en la construcción de la nación ...

TRADICIÓN Y MODERNIDAD EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA NACIÓN COLOMBIANA168

en el periódico La civilización, empresa periodística que emprendió con-juntamente con Mariano Ospina Rodríguez con el propósito de utilizaren forma deliberada lo que Caro denomino como el “púlpito moderno”,es decir, el poder de persuasión de un órgano de comunicación masivo.

En ese semanario se reprodujeron los artículos que J. E. Caro habíapublicado en El Granadino en el año de 1842 respecto de la moral utili-tarista, artículos que ampliaron su concepción acerca de la importanciade la denominada cuestión moral, ahora publicados en momentos enque se trataba de definir las diferencias entre los sectores políticos. Lascircunstancias históricas que se presentaron en el año 1849 hicieron queel tradicionismo colombiano, encabezado ahora por José Eusebio Caroy Mariano Ospina Rodríguez, se propusieran agudizar las contradiccio-nes entre los dos matices políticos principales, con lo cual se precipitó ladefinición ideológica que consolida el dilatado proceso de formación delos partidos políticos en Colombia.

La elección presidencial para designar al sucesor de Tomás Ciprianode Mosquera constituyó el elemento que agudiza la animadversión en-tre los sectores políticos involucrados en la contienda electoral. Los su-cesos del 7 de Marzo de 1849, cuando resultó electo Presidente el gene-ral José Hilario López, abrieron paso a una oposición descarnada de partede la que se denominaría como colectividad conservadora. En esa oposi-ción se ve aparecer una estrategia política en la que se procede a poneren evidencia los aspectos que diferenciaban la concepción política decada colectividad.

Esa estrategia fue inaugurada por el denominado Partido Liberal, quedurante el año 1848 se dio a la tarea de enunciar su plataforma ideológi-ca, preparada por la cabeza visible del utilitarismo neogranadino: EzequielRojas. Con esta declaración de principios se trataba de darle forma ycoherencia al proceso de modernización que se aceleró durante la pri-mera administración presidencial de Tomás Cipriano de Mosquera, cuandosu equipo ministerial compuesto por dirigentes tales como FlorentinoGonzález y Manuel Murillo Toro, se ocupó de implantar reformas en elplano económico que intentaron ponerse a tono con las noticias queprovenían de Europa acerca de los cambios sociales que se anunciaban

Page 17: Tradición y modernidad en la construcción de la nación ...

JORGE ENRIQUE GONZÁLEZ 169

8 Al respecto anota Ospina “El plan de estudios de 1826 rigió hasta 1843, en que sepuso termino a las enseñanzas anticristianas, y se dio nueva planta a la educaciónescolar”. Educación, en: La sociedad, n.º 48, mayo 10 de 1873, p. 377.

con los movimientos revolucionarios. El lema predilecto para sintetizarla obra de gobierno emprendida entonces fue el de ‘progreso y más pro-greso’.

Se trata de una circunstancia histórica particular en la que se impusola definición de identidades políticas, dado que el proceso modernizadorconoció en las ejecuciones de la administración presidencial de Pedro A.Herrán (1841-1845) la influencia ideológica de Mariano OspinaRodríguez, su principal conductor ministerial, quien encarnó una op-ción modernizadora de corte tradicionista. De tal manera que la formu-lación de José Eusebio Caro en el sentido de que la gran cuestión a deba-tir entre las colectividades políticas era lo atinente a los asuntos morales,debe ser comprendida en el contexto de ese ámbito de circunstanciasanotadas.

Es cierto que el planteamiento de J. E. Caro en torno al problemamoral se fundamenta en la concepción planteada en esta etapa deltradicionismo colombiano, cuando en el primer número del semanarioLa civilización se encargaron de recoger algunos de los principales argu-mentos del tradicionismo europeo, en este caso de Jaime Balmes, en elsentido de comprender el proceso de la civilización como la conjunciónde tres elementos, a saber: la moralidad, la instrucción y la riqueza.

Durante la obra de gobierno de M. Ospina R., en su condición deSecretario de lo Interior y de Relaciones Exteriores en la administraciónHerrán, se puede encontrar la aplicación de este argumento, cuando nose descuida el problema de la riqueza material, ni mucho menos el pro-blema de la instrucción pública, que se constituyó en una de las princi-pales preocupaciones de M. Ospina R.,8 sino que toda esta acción degobierno se vio rodeada por la inquietud de devolver lo que en su con-cepto debía ser la guía de la moralidad pública, esto es, la estrecha vin-culación con las doctrinas de la Iglesia Católica, según lo que acostum-braban denominar Caro y Ospina como civilización cristiana.

Page 18: Tradición y modernidad en la construcción de la nación ...

TRADICIÓN Y MODERNIDAD EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA NACIÓN COLOMBIANA170

9 El padre Manuel Gil, S. J. escribió la siguiente declaración dirigida al entoncesPresidente José Hilario López: “Declaro igualmente que todos los jesuitas reco-nocen como legítimo, respetan y obedecen al actual Presidente de la República, yque están prontos a obedecer a todas las leyes del Estado: que todos los que handebido ejercer un cargo publico, han jurado la Constitución, y ninguno tiene niha tenido inconveniente en jurarla: que a nadie han enseñado, ni enseñarán cosacontraria a la constitución ni a las leyes, ni a la obediencia y subordinación quetodos deben al gobierno actual; pues su único deseo es promover la gloria de Diosy la salvación de las almas, contribuyendo así al mismo tiempo, a la tranquilidad yal orden, al bien y a la felicidad de una nación a la cual los unen tantos vínculos deamor y gratitud” (en Restrepo, 1987: 570). A pesar de esa clara declaratoria yotros actos de acatamiento al orden legal, la Compañía de Jesús fue expulsada delpaís, por orden del decreto del 18 de mayo de 1850. Acerca de ese mismo temaconsideró Salvador Camacho Roldán que la labor misionera de los sacerdotes je-suitas no estuvo destinada a las poblaciones indígenas, sino a la juventud en lasciudades (Camacho, s.f.: 187).

En desarrollo de ese propósito el entonces Secretario M. Ospina R.auspició el retorno de la Comunidad de los sacerdotes de la Compañíade Jesús, con el objetivo inicial de destinarlos al trabajo misionero conlas comunidades indígenas del país (misiones de los gentiles fueron de-nominadas entonces), dedicándose preferencialmente a la formación demisioneros en dos seminarios ubicados uno en Bogotá y el otro en Popayán,así como a la enseñanza en algunos de los seminarios menores y, de ma-nera eventual, por previa solicitud de los padres de familia que lo desea-ron, a la formación de algunos jóvenes.

No obstante, la labor de los sacerdotes jesuitas fue considerada alta-mente peligrosa por los opositores al tradicionismo, aduciendo que setrataba de elementos conspiradores que se encargaban de alentar la insu-bordinación al orden vigente por considerarlo impío, a un punto tal que,a comienzos de 1850 y ante la eventualidad de que se lesionara la estabi-lidad de la Compañía de Jesús en Colombia, el Superior de la Ordentuvo que hacer pública declaración del acatamiento de la legitimidad delorden vigente y de las autoridades que lo regentaban.9

En esa circunstancia histórica se ubicaron los planteamientos que eltradicionismo, ahora ya vinculado de manera íntima con el desde en-

Page 19: Tradición y modernidad en la construcción de la nación ...

JORGE ENRIQUE GONZÁLEZ 171

10 Caro, José Eusebio. “Derecho de insurrección”, en: La Civilización, n.º 12, 25de octubre de 1849, p. 47. Hay que anotar que el tono combativo y en vecessubversivo de este semanario, guarda relación con los antecedentes registrados enFrancia a comienzos de la década de 1840, cuando Louis Veuillot aplica ese estiloen su periódico L`universe religeux. Véase: Droz (1974), en particular el capituloVIII, “La iglesia ante el mundo moderno”.

tonces denominado Partido Conservador, se propuso como estrategiade carácter político para socavar las bases de la legitimidad del poder quepoco a poco intentó acaparar para sí el Partido Liberal. Durante el pe-riodo que va de 1849, cuando la colectividad liberal asume en formatraumática la jefatura del poder ejecutivo, hasta 1860 cuando se ejecutala revuelta contra el orden constitucional promulgado en 1857, depo-niendo al Presidente de la Confederación Granadina, Mariano OspinaR., la estrategia privilegiada por los ideólogos del tradicionismo colom-biano consistió en reclamar para si el monopolio de la “moral verdade-ra”, cuestionando de paso las fuentes ideológicas y filosóficas de sus ad-versarios políticos.

El enconado acento que tomaron las relaciones entre las nacientes co-lectividades políticas puede apreciarse en la manera como formuló J.E.Caro la estrategia política a seguir. En un artículo editorial de La Civili-zación en que examina el derecho a la insurrección, anotó:

Para libertar a un país, regido constitucionalmente, de un gobierno per-verso, inmoral, arbitrario, corrupto, inepto o malvado por cualquier títu-lo, no es una insurrección lo que se necesita; lo conveniente, lo eficaz, loseguro es hacer conocer ese gobierno tal cual es. Una vez conocido es im-potente; a su impotencia necesariamente lo conduce a la nulidad legal o ala sublevación; i en uno u otro caso la nación se libera de él.10

Puede verse aquí expresada la estrategia que en lo sucesivo adoptaronlos ideólogos tradicionistas del Partido Conservador: el señalamiento delo que consideraban el error, o los delitos de sus adversarios en dominiodel poder público, apoyándose en lo que declararon como el único ele-mento que podía diferenciar los dos proyectos políticos, esto es, la cues-

Page 20: Tradición y modernidad en la construcción de la nación ...

TRADICIÓN Y MODERNIDAD EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA NACIÓN COLOMBIANA172

tión última o definitiva, según las expresiones utilizadas entonces, la cues-tión moral, con la cual consideraban que podían redimir a la nación ylograr la verdadera independencia y libertad, y no aquella que preconi-zaron sus adversarios, a la que no vacilaron de calificar como falaz.

Los propósitos que se advierten en este cambio de estrategia y de tono,constituyen una labor deliberada para atentar en forma directa contralos sustentos de la legitimidad del orden político dirigido entonces porlos liberales. En ese propósito ocupó un papel muy destacado el proseli-tismo político por medio del periodismo, pues tal como lo reconocíaSalvador Camacho Roldán en sus Memorias, la imprenta y la tribuna seconstituyeron en los ámbitos principales para la formación de la opi-nión pública (Camacho, op. cit.: 199), y fue así como se alinderaron los“periodistas” en cada una de las facciones políticas para adelantar suspropósitos.

En las huestes conservadoras se contaba con un amplio número desemanarios, entre ellos los más destacados fueron La civilización, dirigi-do por José Eusebio Caro, El día, dirigido por Mariano Ospina Rodríguez.,El Catolicismo, fundado por el Arzobispo de Bogotá Manuel José Mosquera,El Progreso, redactado por José María Torres Caicedo y El Misóforo, obrade Julio Arboleda. También los liberales se ocuparon de la actividad pe-riodística, con semanarios como El Neogranadino.

Para los oradores, la tribuna tenia varios escenarios, entre ellos las Cá-maras Legislativas, o la plaza pública y una muy particular por su valorformativo para la generación de mediados de siglo, conformada por lasdenominadas “Sociedades”. Aquí también van a aparecer las divisiones yrencillas partidistas y a expresarse las divergencias ideológicas y filosófi-cas. De las filas liberales surgió la sociedad de jóvenes estudiantes delColegio de San Bartolomé, denominada Escuela Republicana, en la quedesfilaron los más prominentes dirigentes liberales del siguiente cuartode siglo y que se sumó a la existencia de la Sociedad democrática, aunqueen lo sucesivo se verían enfrentadas en cuanto a su participación y direc-ción de los procesos políticos.

En cuanto al sector conservador y como reacción a la Democrática y ala Escuela Republicana, se organizó la denominada Sociedad Popular y

Page 21: Tradición y modernidad en la construcción de la nación ...

JORGE ENRIQUE GONZÁLEZ 173

de fraternidad cristiana, la que en tono de mofa llamaron los liberales“Sociedad Católica”. También tuvo un papel destacado la llamada Socie-dad filotémica, o defensora de las leyes, en la que incursionaron jóvenesconservadores para hacer gala de su capacidad oratoria y perfeccionarsus planteamientos, a la vez que se trataba de propagar sus ideas.

El carácter de estos agentes y de estas organizaciones para la confron-tación ideológica, así como el examen de los argumentos filosóficos, mostra-ron en ese momento un carácter netamente partidista, gestándose asíuna animadversión personal entre los opositores que condujo a desvir-tuar la posibilidad de que se generaran condiciones para desarrollar unacorriente sólida de Filosofía Política en nuestro medio, desde la cual de-sarrollar un clima de confrontación en el plano de los argumentos racio-nales y con esto disminuir el terreno de la confrontación violenta. Enesta etapa de la expresión de las ideas morales tradicionistas se consoli-dará el tono dogmático y excluyente que tendrá la controversia a lo largode toda la segunda mitad del siglo XIX.

Además de los hechos de carácter interno a los cuales he venido refi-riéndome, en cuanto a la circunstancia histórica de definición de los parti-dos políticos tradicionales en la Nueva Granada, se suma una circunstan-cia de carácter externo que contribuye de manera decisiva al tono de laconfrontación. Me refiero a las modificaciones sufridas en la direcciónapostólica del Catolicismo, en virtud de los cambios orientados bajo laautoridad papal. Ya en el periodo de Gregorio XVI (1831-1846), éste tomamedidas conducentes a evitar un aggiornamiento de la Iglesia Católica, ten-dencia que se venía expresando en algunas naciones europeas, con el pro-pósito de poner al día la Institución religiosa con las profundas transfor-maciones sociales que por entonces se desarrollaron en Europa.

No obstante, los intentos de conciliar las corrientes liberales con ladoctrina del catolicismo, así como las tentativas teológicas de conciliar laargumentación filosófica sobre la razón, con los preceptos religiosos dela fe, por ejemplo en la experiencia alemana del teólogo Jürgen Hermes,fueron objeto de condena y persecución sin tregua de parte de la máxi-ma autoridad católica, hasta llegar a su condenación por el Papa y elconcilio Vaticano en 1835.

Page 22: Tradición y modernidad en la construcción de la nación ...

TRADICIÓN Y MODERNIDAD EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA NACIÓN COLOMBIANA174

11 Colmenares (1968) reconoce que los sucesos de mayo de 1848 en París contri-buyeron a conformar ciertos temas y, de manera limitada, la ideología políticaradical, aunque en su concepto no se puede aceptar una transposición mecánicade esos acontecimientos al territorio de la Nueva Granada. También lo hacenAguilera y Vega (1991), en particular en el capítulo III, “El ascenso del liberalis-mo: instrumentos y efectos de la convocación al ‘pueblo’”.12 Según el concepto de Manuel Maria Madiedo, la influencia francesa en esemomento fue de un gran alcance: “Por este tiempo la Francia acababa de volcarel trono de Luis Felipe, y sus acentos poderosos hacían estremecer al mundo. LaFrancia tiene el gran privilegio de remolcar las naciones a su destino. Su palabra seescucha en los últimos confines de la tierra; y cuando sus cañones truenan, todoslos pueblos ponen el oído y esperan el fin de la batalla, para saber que se hará ycomo debía pensarse” (...) “El general López debió la mayoría electoral a esa vibra-ción repentina de los espíritus, ocasionada por el vuelco de la dinastía de los Orleans,que de un momento a otro, rodó por las gradas del trono, al soplo de una democra-cia socialista” (Madiedo, M., en: Melo, 1978: 47).

También los sucesos políticos de 1848 en Europa condujeron a unamodificación importante de las relaciones de la Iglesia con los gobiernosestatales. La influencia de estos procesos en la circunstancia interna de laNueva Granada, no se hizo esperar, tanto para lo relacionado con lospartidarios del liberalismo que se nutrieron de las consignas revolucio-narias provenientes de Francia,11 como para los conservadores que sevincularon a las corrientes internacionales para vigorizar el tradicionismopor la vía del apoyo a las jerarquías y doctrinas eclesiásticas.

Al respecto Salvador Camacho Roldán entendió la amplitud y signifi-cación de este fenómeno, haciéndolo extensivo a todos los pueblos de lalatinidad. Sobre este tópico señaló:

Así como la revolución de febrero de 1848 en Francia, despertó entodas partes la idea de resistencia a la opresión, y notablemente en Italiael deseo de acabar con el poder temporal de los Papas, el restablecimien-to de éstos en el trono pontificial [sic] por las armas francesas en 1849, yla destrucción de la república en Francia por una conspiración bonapartista,apoyada vigorosamente por el partido católico, fue el punto de partidade corrientes conservadoras en los pueblos de origen latino (Camacho,op. cit.: 262).12

Page 23: Tradición y modernidad en la construcción de la nación ...

JORGE ENRIQUE GONZÁLEZ 175

Bajo la dirección apostólica de Pío IX (1846-1878), fue enviado a fi-nales de 1851 a la Nueva Granada Monseñor Lorenzo Barilli, en calidadde enviado diplomático (Delegado apostólico de la Santa Sede o Nun-cio), para desarrollar una importante labor en defensa de los intereses dela Iglesia católica, en los momentos previos a la declaratoria de separa-ción de la Iglesia y el Estado en la Nueva Granada.

La definición del tradicionismo colombianoA lo largo de la segunda mitad del siglo XIX el ámbito del partido con-

servador albergó varias vertientes,13 de las que quiero destacar altradicionismo, puesto que se muestra como la facción que a la postrelogra mantener la máxima coherencia doctrinaria, con la cual logró es-tructurar una propuesta alternativa para socavar el régimen político li-beral. Esta facción tradicionista se mantuvo fiel a sus principios y noentró en coaliciones esporádicas con el partido liberal o con partes deéste, gracias a lo cual logra mantener incólume su núcleo doctrinario.Este hecho le permitió a sus ideólogos distinguirse de sus antagonistaspolíticos y desarrollar los principios filosóficos en torno a la moral cató-lica como sustento del proyecto político y jurídico que hicieron triun-fante durante las dos últimas décadas del siglo XIX.

El desarrollo de estas ideas a partir de la década del 70, momento enque se encontraban triunfantes los sucesivos gobiernos de los liberalesradicales en la Presidencia de los Estados Unidos de Colombia, constitu-ye la cuarta y definitiva etapa de la moral tradicionista durante el sigloXIX. Su principal ideólogo fue Miguel Antonio Caro, aunque tambiénaparecen en la escena otras figuras, tales como José Manuel Groot y JoséJoaquín Ortíz.

La manera como los tradicionistas liderados por Miguel Antonio Carose deslindaron de los demás conservadores tuvo mucho que ver con loselementos filosóficos, en particular por las divisiones en torno a los asuntosrelacionados con la moral. Por ejemplo, en la declaración de los princi-13 José María Samper explicó la composición de las vertientes del conservatismoasí: 1) los economistas prácticos, 2) los tradicionistas, 3) los demócratas socialis-tas y 4) los centralistas de acción (1873: 36).

Page 24: Tradición y modernidad en la construcción de la nación ...

TRADICIÓN Y MODERNIDAD EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA NACIÓN COLOMBIANA176

14 Esta obra escrita durante el periodo de juventud del autor, permitió la consoli-dación de sus ideas filosóficas, en especial, sus planteamientos tradicionistas, aun-que la organicidad y originalidad fuese cuestionada posteriormente por el propioautor. En carta enviada en 1882 a Marcelino Menéndez y Pelayo, Caro lo reco-nocía: “Yo también publiqué por los años de 1868 una refutación de Bentham,en que hay algunas indicaciones originales a vueltas de una exposición desigual ypoco firme, con filosofía racional y tradicionalista mal concertada. Yo leía enton-ces autores franceses, y seguía principalmente a Jouffroy” (Caro, 1951: 345).

pios propuestos para fundar el denominado Partido católico, Caro apelaa este expediente como razón sustancial para la separación:

(...) nosotros, católicos ante todo, confesamos francamente que loshombres públicos del partido conservador no siempre han correspondi-do a la confianza de sus comitentes católicos: que muchos de ellos estáncontaminados de ideas liberales, o ya por la educación que recibieronen las aulas de ciencias políticas enseñadas en sentido liberal, o ya porsu incorporación y voluntaria permanencia en las logias masónicas; queotros por debilidad y por respetos humanos hacen indebidas concesio-nes; y que hay, finalmente, afiliados a ese partido personas que cordial-mente aborrecen las santas instituciones católicas (Caro, 1962: 828).14

En la formulación del programa político del Partido Católico se su-braya la necesidad de reconocer la moral derivada del catolicismo comola guía principal de los asuntos públicos, expresándose en un lenguajeque recogía la realidad constitucional, en especial en lo que toca a larealidad política y administrativa de los Estados federales, para indicarque la única posibilidad de garantizar la unidad de estos Estados era pormedio de la llamada unidad religiosa.

En sentido semejante se pronuncia este programa político sobre la necesi-dad urgente de colocar la enseñanza de la moral y las ciencias políticas, jurí-dicas y morales, bajo el amparo de la doctrina católica. Sobre estos temas yase había pronunciado M. A. Caro en el año 1869, cuando en su Estudiosobre el utilitarismo se propuso la labor de refutar de manera sistemática losprincipios de esa doctrina, procediendo de una manera contundente, sin

Page 25: Tradición y modernidad en la construcción de la nación ...

JORGE ENRIQUE GONZÁLEZ 177

conceder ninguna alternativa de interpelación o de dialogo, a demoler susfundamentos. Como antecedente de este trabajo había escrito M. A. Carosus Principios de moral y las Cartas al Sr. Dr. Ezequiel Rojas en 1868.

En 1870 elabora un informe para la Universidad Nacional de los Es-tados Unidos de Colombia, con el propósito de establecer la pertinenciadel texto Elementos de Ideología del Conde Destutt de Tracy, estudio enel que aprovecha para refutar el concepto de progreso en sentido mate-rialista y de paso proponer el criterio católico sobre ese aspecto, toman-do como sustento el principio doctrinario de la unidad de la verdad,según el cual cuando un principio era verdadero, debía ser consideradocomo tal tanto en la ciencia como en la filosofía.

Las razones por las cuales no se presentó una sana controversia de tipofilosófico, o se posibilitó una contienda doctrinaria, tuvieron que vercon el clima de exacerbación de los sentimientos dogmáticos que ante-cedieron a este momento. Ya desde 1853 con la separación de las potes-tades de la Iglesia y el Estado, en consonancia con la consigna del CondeCamilo de Cavour “Iglesia libre en un país libre”, se presentaron cons-tantes y delicados enfrentamientos que sólo se apaciguaron temporal-mente durante la administración de M. Ospina Rodríguez (1856-1860),para renacer con brío luego de la derrota de éste en la guerra civil de1860, después de la cual se presentaron las medidas más fuertes en con-tra de los intereses de la Iglesia Católica, sobre sus bienes inmuebles y laspotestades eclesiásticas, así como contra sus principales jerarcas. De otraparte se promulgó en 1869 la encíclica Quanta Cura en la que se inclu-yó el Syllabus o Índice de los principales errores del liberalismo político,que fue calificado en ese documento pontificio como “peste perniciosísima”.

En esas condiciones, la escalada de una concepción hegemónica detipo liberal y la prepotencia con que son manejadas las relaciones con laIglesia, precipitaron el carácter dogmático de algunos de sus principalesseguidores, entre ellos M. A. Caro, quienes se dieron a la labor de enfilarbaterías contra los fundamentos doctrinarios del régimen político libe-ral, así como a sus obras de gobierno y muy especialmente a la educa-ción, dado su destacado poder estratégico en la formación de la concien-cia de las nuevas generaciones, recurriendo al cuestionamiento frontal

Page 26: Tradición y modernidad en la construcción de la nación ...

TRADICIÓN Y MODERNIDAD EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA NACIÓN COLOMBIANA178

de los principios morales que sustentaban el ordenamiento político yjurídico de la Constitución Política de 1863.

Una de las principales estrategias argumentativas de M. A. Caro y lostradicionistas de ese momento consistió en cuestionar desde el punto devista filosófico las fuentes de la legitimidad, estableciendo la distinciónentre la autoridad legítima y la autoridad ilegítima. Con esto se preten-dió llevar al terreno de las concepciones ideológicas las diferencias entreliberales y tradicionistas, para señalar, de una forma maniquea, que laautoridad, y por extensión el poder público, que no tuviera como sus-tento la legitimidad que le concedía el fundamento religioso, debían serconsiderados como ilegítimos.

Ese carácter maniqueo del planteamiento se puede apreciar en la ma-nera como intentó M. A. Caro estigmatizar a sus adversarios ocontradictores, proponiendo a la autoridad que él denomina ilegítima,como el origen de los “odios satánicos”, en tanto que la autoridad legíti-ma la consideraba como fuente de amor y santificación.

El origen y el fundamento filosófico de la legitimidad fue considera-do por los tradicionistas a la luz de su clara convicción de los vínculosindelebles que debían unir a la filosofía con la religión. En ese orden deideas el interrogante acerca de si la razón de autoridad es una razón dederecho, en el sentido contractual y laico del término, es desestimadopor Caro puesto que supone que es cuestión de derecho, pero en virtuddel origen divino del derecho, reservando la explicación de ese fenóme-no en última instancia a la sabiduría divina.

En cuanto hace relación con la necesidad de distinguir entre la legiti-midad y la ilegitimidad, propuso Caro recurrir a las facultades que, se-gún su criterio, la Providencia había diseñado para el discernimientohumano en cuestiones de fe y de moral.

Para establecer la verdad no encuentra otra medida distinta que recurrir a lavoluntad divina, refutando de paso la posibilidad racionalista de encontrarcriterios de veracidad en el entendimiento humano y retornando a la concep-ción tradicional según la cual la verdad reside en Dios, y como el hombre nopuede conocerle directamente, debe acudir a las mediaciones culturales; en tér-minos de M. A. Caro, “la verdad se conoce por la autoridad que la enseña”.

Page 27: Tradición y modernidad en la construcción de la nación ...

JORGE ENRIQUE GONZÁLEZ 179

Los cuestionamientos de M. A. Caro frente a la legitimidad de la au-toridad invocada por los liberales, presentaban una “doble ilegitimidad”,que consistía: 1) en contradecirse en su propia lógica al rechazar el ori-gen legítimo de la autoridad entendida como la razón fundamentada enlo que Caro llamó la fe natural, 2) al mismo tiempo que ilegítima porque la doctrina utilitarista, según Caro, es insuficiente para servir defundamento a la moral. Con estos argumentos se abrió el camino parapasar luego al cuestionamiento de la legitimidad para fundamentar elorden jurídico. En palabras de Caro:

Nuestros adversarios proclaman la libertad, y practican ya el anar-quismo, cuando enseñan a rechazar la autoridad legítima, ya el despotis-mo cuando imponen su propia autoridad doblemente ilegítima, en símisma y por su propia doctrina. Nosotros predicamos autoridad y ver-dad, y de ahí resulta en los hechos una legítima, suave y fecunda liber-tad. De lo expuesto deduzco dos cosas: la primera, que hay dos clases deautoridad, una legítima y otra ilegítima; la segunda que la Providenciadebe de haber dotado al hombre de cierto criterio para distinguir la unade la otra, supuesto que ha formado su inteligencia de tal modo que nopuede prescindir, en ningún caso, de guiarse por razón de autoridad.15

En el desarrollo de esta polémica aparece en lugar central el problemade la instrucción pública, pues como se recordará la preocupación más

15 Caro, M. A. “Autoridad es razón”, en: La Unión Católica, n.º 4, 16 de julio de 1871,p. 14. Sobre la autoridad legítima también escribió Caro en alusión a los liberales radi-cales y su anticlericalismo: “Dios, que hermana la verdad y la bondad, ha querido tam-bién que el amor y la fe sean inseparables hermanos. Nace de aquí que la autoridad nolegítima no logra nunca los triunfos de la legítima: aquella inspira fanatismo, ésta creaamor; la primera conquista corrompiendo, la otra santificando. De aquí resulta tam-bién el odio satánico de la autoridad intrusa. Predica un impostor libertad, y pretendenque los pueblos le escuchen con el aprecio con que oyen a los que predican verdad (...) Yde aquí el fuero de los impostores: furor de envidia y desesperación y de aquí la guerraque le declaran al orden sacerdotal y especialmente a los miembros de él más puros, mássantos, más autorizados” (cursiva en el original). Caro, M. A. “En donde está la autori-dad”, en: La Unión Católica, n.º 7, 6 de agosto de 1871, p. 27.

Page 28: Tradición y modernidad en la construcción de la nación ...

TRADICIÓN Y MODERNIDAD EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA NACIÓN COLOMBIANA180

acuciante de los tradicionistas se expresaba en la labor del liberalismopara la difusión de doctrinas racionalistas entre la juventud. Desde esepunto de vista enfilaron baterías contra la educación orientada por losgobiernos liberales-radicales, planteando el asunto en términos que lovincularon al tema de la ilegitimidad. En las columnas de La unión cató-lica, así como en El tradicionista, M. A. Caro, obrando como principalideólogo de esta tendencia, erosionaba los argumentos de sus opositoresapelando a los sentimientos católicos.

Durante la primera mitad de la década de 1870 en que se agudizó eldebate de la instrucción publica, a raíz de las discusiones en torno a lostextos de Bentham y Destutt de Tracy utilizados en los estudios superio-res en la Universidad Nacional de los Estados Unidos de Colombia, asícomo por los efectos de la reforma a la instrucción pública primaria, encuanto a su fundamentación filosófica y el tema de la enseñanza de lareligión católica, se difundió una argumentación en contra de los pre-tendidos efectos deletéreos de las orientaciones sensualistas y utilitaristassobre la organización de la sociedad colombiana.

Al respecto decía M. A. Caro que la persistencia del gobierno liberal-radical de ese momento en mantener las orientaciones utilitaristas en laeducación, manteniendo las “pretensiones de círculos socialmente des-autorizados”, refiriéndose a la desaprobación que manifestaban algunossectores de la sociedad colombiana frente a los dirigentes liberales,conformaba un conjunto de medidas que representaban un “positivodetrimento de los intereses comunales de la sociedad”.

De esta manera, con argumentos en contra de la legitimidad de las insti-tuciones políticas, sociales y culturales vigentes, el tradicionismo continuósu labor de demolición de los fundamentos de una concepción laica delEstado, obra que continuaría a lo largo de la década de 1870, hasta lograr lamáxima agudización de las contradicciones que originaron la guerra civilde 1876-1877, también conocida como “la guerra de las escuelas”, por elalto contenido de asuntos relacionados con la religión y la educación reli-giosa en las escuelas estatales, así como en los estudios universitarios.

Ya durante el periodo de la Regeneración, en particular entre 1880 y1886 expresaría Caro con toda claridad su pensamiento en torno a los

Page 29: Tradición y modernidad en la construcción de la nación ...

JORGE ENRIQUE GONZÁLEZ 181

fundamentos iusnaturalistas del Derecho, tanto en las deliberaciones dela Asamblea Constitucional que preparó el texto de la Constitución po-lítica de 1886, como años más tarde cuando ésta se puso desarrolló. Laconcepción de Caro vincula íntimamente al Derecho con la moral y aésta con la fe religiosa:

La ley humana, la ley escrita, es, por sí sola, ineficaz; sólo es poderosay santa cuando es respetable y respetada, cuando en los grandes aconte-cimientos de la historia se reconoce la acción de un poder divino queadoctrina, castiga y premia a las naciones, y les concede ocasiones ex-traordinarias para constituirse y engrandecerse. Entonces el orden legales sólido, porque se apoya en el orden moral y en la fe religiosa de lasociedad (Caro, 1952: 40).16

En la fermentación de esas contradicciones juega un significativo pa-pel el agrietamiento producido durante las décadas de 1860 y 1870 alinterior del Liberalismo radical, que no sólo tenía que soportar las yahabituales pugnas con los denominados liberales-draconianos, sino quetambién tuvo que enfrentar las consecuencias de un pretendido exclusi-vismo en la cúpula de sus dirigentes, que ameritó, según sus contradictores,el calificativo de “oligarcas”, actitud con la que quisieron cerrarle el pasoa quienes se atrevieran a plantear rectificaciones en los principios delradicalismo liberal.

Tal fue el caso con Rafael Núñez , quien luego de un periplo porEuropa, durante 1864 y 1865, modifica de manera sustancial algunosde los principios ideológicos y políticos de la colectividad liberal a lacual había pertenecido, tales como la función del papel moneda, las re-laciones entre la Iglesia y el Estado, la organización de los partidos polí-ticos, la organización político-administrativa, la orientación de la educa-ción, entre otros, con la consecuencia de que sus correligionarios empezaron

16 Este documento titulado “Esquema de la historia constitucional colombiana”corresponde a una parte del mensaje al Congreso de la República, en la aperturade sesiones ordinarias de 1898.

Page 30: Tradición y modernidad en la construcción de la nación ...

TRADICIÓN Y MODERNIDAD EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA NACIÓN COLOMBIANA182

a considerarlo como una amenaza para la continuidad del proyecto políti-co liberal-radical.

Los sucesos de la elección presidencial de 1876, cuando la candidatu-ra de Núñez fue objeto de una clara discriminación de parte del gobier-no de entonces, precipita la ruptura que ya se insinuaba desde los preli-minares de esa elección; a partir de entonces la división al interior delradicalismo fue patente y llevó al perfeccionamiento de los proyectosalternativos de lo que se denominó como el “independentismo”.

En esas circunstancias aparece la figura de Núñez en las labores deoposición desde las Cámaras legislativas y en su condición de Presidentedel Senado de Plenipotenciarios, en la posesión del Presidente de la Uniónpara el periodo 1878-1880, el General Julián Trujillo, cuando enunciasu propuesta de “Regeneración administrativa fundamental o catástro-fe”, con la que caracterizó de manera definitiva el rumbo de su actividadpolítica futura. La argumentación de Núñez apeló a elementos del posi-tivismo sociológico de Herbert Spencer en quien encontró la opción deconciliar la ciencia con la religión, lo que no hallaba posible en el positi-vismo de Auguste Comte.17

En la vinculación de las ideas y propuestas de M. A. Caro con las deNúñez se encontrará, entre otros elementos coincidentes, el propósitode ejercer la oposición política al régimen liberal radical, conduciendola discusión al problema de la legitimidad del orden político. Tambiénlos análisis histórico-sociológicos de Núñez, en torno a lo que deno-minó la evolución de las sociedades políticas, le permitieron aplicar ladenominada “ley de renovación gradual” de esas sociedades; para estepolítico, la historia de Colombia hasta la fecha en que escribía (1881),se podía considerar como la sucesión violenta de una serie de antítesis

17 En el fondo de la alternativa spenceriana no sólo se encontraba la posibilidadde esa conciliación, sino lo que es aún más decisivo, la posibilidad de retornar aun orden social que repose sobre el derecho natural. E. Halevy expresa esa posibi-lidad en estos términos: “Herbert Spencer, dans sa statique sociale, assimileexpressément les lois naturelles des économistes au droit naturel des juristes, etfonde sa philosophie sur la refutation des benthamisme, qui faissait émaner ledroit de la loi positive et de la volonté des gouvernants” (Halevy, 1904: 387).

Page 31: Tradición y modernidad en la construcción de la nación ...

JORGE ENRIQUE GONZÁLEZ 183

que conformaron un circulo vicioso con el que se impidió el progresode la sociedad y la cultura.

Esa falta de dirección en los asuntos sociales, políticos y culturalescondujo, según Núñez, a perder el “centro de gravedad”, centro que loencuentra en los principios morales del catolicismo, que en su opinióndebía constituirse en el principal propósito de la Regeneración, para de-volverle a la sociedad su “tutelar equilibrio”:

Toda la historia de los últimos 18 años, escribió Núñez en 1881, seresume en esfuerzos encaminados a readquirir ese centro [de grave-dad]. Algunos de los gobiernos tuvieron instintiva o deliberadamentela percepción de esa necesidad culminante, y dieron pasos más o me-nos felices para satisfacerla; pero la influencia del pecado original (siesta frase nos es permitida) neutralizaba en definitiva esos sanos de-seos. El pecado original de que hablamos fue la revolución de 1860,que socavó el principio de legitimidad, quitando consecuencialmenteal movimiento político un resorte moral que no ha podido suplirse conmedios artificiales tan deficientes como peligrosos. Algunos de esosmedios han sido aun, prácticamente, verdaderas agravaciones del mal.18

Otro elemento clave de la argumentación de Núñez para fundamentarla doctrina política de la Regeneración y que contribuyó notablemente ala edificación y consolidación del tradicionismo colombiano en esta etapa

18 Núñez hizo un recuento de las perturbaciones del orden público escenificadasdurante la vigencia de la Constitución de 1863, afirmando que desde la revueltade 1860 contra la Constitución de la Confederación Granadina, hasta 1882 cuan-do él escribe no se había gozado de un periodo presidencial en completa paz.Véase: “La paz científica”, en: Nuñez (1888: 980 y ss). La enumeración de losconflictos y alteraciones del orden publico resulta breve frente a la que hizo PedroRestrepo U. en misiva enviada a la Asamblea legislativa del Estado de Santanderdurante la contienda civil de 1876-1877, en la que identificó un total de 28episodios en el periodo 1859-1877, es decir, durante la vigencia de la Constitu-ción de 1863, así como sus preliminares (Restrepo, P. “Escitación (sic) a la Asam-blea legislativa de Santander”, en: Anales de la convención (Antioquia), n.º 5, 6 deoctubre de 1877, p. 37 y ss.

Page 32: Tradición y modernidad en la construcción de la nación ...

TRADICIÓN Y MODERNIDAD EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA NACIÓN COLOMBIANA184

definitiva, consiste en examinar el problema de la legitimidad desde elángulo de la incapacidad del régimen político liberal para mantener la paz.

En un célebre artículo de 1882 que Núñez tituló “La paz científica”,se propuso demostrar que el exclusivismo y la intolerancia entre los par-tidos políticos era la razón principal del desorden público. La enumera-ción de actos que atentaron contra el orden, tanto a nivel de los Estados,como a nivel de toda la Unión, se convirtió a la postre en un modelo deinterpretación de la historia colombiana de dicho periodo.

Al analizar los que consideraba como resultados perniciosos de la ex-clusión de los adversarios políticos, rasgo característico de la Repúblicaliberal-radical, Núñez define entre las cuatro principales consecuenciasde esa exclusión lo que califica como la atmósfera viciada de la políticapor el efecto de la ilegítima dominación a la que no vacila en calificar deemponzoñamiento moral.

Critica también la pretensión de minimizar la contienda ideológica,bajo el supuesto de que la dominación material lo es todo. En variasoportunidades trata Núñez ese tema de la importancia de las ideas, comofue el caso del articulo titulado La vía sacra de las ideas, donde desarrollael punto relacionado con la necesidad de deponer la fuerza material comoelemento vital de la dominación política y así abrir camino a la confron-tación ideológica; al respecto escribió Núñez:

Desde luego tenemos que convenir en que, sin el contingente de lafuerza material, hay empresas políticas que fracasarían infaliblemente;pero también es innegable que la ausencia de ideas, que deben siempresignificar un propósito moral, convierte en precario e infructuoso todoavance que se realiza con el empleo de la fuerza material. Puede ser quepor este solo medio se llegue rápidamente a un punto de mira determi-nado; pero es para nosotros un axioma que, en política, no es ordinaria-mente la línea recta el camino más corto (Núñez, 1888: 716).

Para Núñez una de las grandes equivocaciones de los utilitaristas libe-rales colombianos consistió en fundar su teoría política en una concep-ción materialista que minimiza la importancia de las ideas. Por el con-

Page 33: Tradición y modernidad en la construcción de la nación ...

JORGE ENRIQUE GONZÁLEZ 185

trario, su concepción de la política vinculaba de manera determinante laesfera moral con la vida pública, al punto de considerarla como el deter-minante que gobierna a los hombres, vaticinando que los partidos polí-ticos que obren con desconocimiento de esa fuerza caminan rectamenteal suicidio.

En estos términos se edificó la cadena argumentativa de Núñez acercade las consecuencias de la ilegitimidad que atribuyó al régimen liberalradical y a la Constitución política de 1863. Para él la consecuencia di-recta de la falta de legitimidad fue la incapacidad de mantener el ordenpúblico, y la causa de estos males la ubica “en el descaminado rumboque adoptaron los líderes liberal-radicales que pretendieron golpear asus adversarios con el exclusivismo oligárquico y redujeron la contro-versia ideológica a términos dogmáticos, con el mismo talante de excluiry desconocer a sus adversarios y las ideas que propugnaron”.

La respuesta de carácter dogmático que caracteriza en esta última eta-pa del tradicionismo colombiano del siglo XIX la contribución de M. A.Caro, fue combinada con el escepticismo exhibido por Núñez, con elque se consiguió una fórmula que atacó la fuente ideológica de los libe-rales utilitaristas, logrando demostrar las flaquezas de sus interpretacio-nes y adaptaciones de esos principios a la realidad nacional, así como elataque frontal a las inconsistencias de su accionar jurídico y político,terreno preferido por Núñez y en el que alcanza desde la oposición polí-tica contundentes ataques al régimen de los liberales.

Al socavarse el fundamento de la legitimidad del orden constitucionaly legal, los liberales se vieron conminados, luego de la victoria militar enla guerra civil de 1876-1877, a proceder a un replanteamiento ideológi-co y político. Entonces se encontraron con las limitaciones de sus plan-teamientos filosóficos en torno a la moral y a la fundamentación delDerecho, así como a la forma de organización federal, en el preciso mo-mento en que la conformación de una alternativa en términos del pro-yecto político de la Regeneración se abrió camino hacia los elementostelúricos de nuestra identidad, contenidos en la religiosidad popular yen la cosmovisión católica del mundo como pilares para los procesoseducativos, culturales y políticos, expresada y administrada por la Iglesia

Page 34: Tradición y modernidad en la construcción de la nación ...

TRADICIÓN Y MODERNIDAD EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA NACIÓN COLOMBIANA186

Católica, con el propósito vital de encontrar lo que denomina Núñezcomo el centro de gravedad de la organización social.

Esas fueron las circunstancias históricas en las que se definieron losfundamentos ideológicos de la modernización tradicionista a la colom-biana. Como puede observarse, el papel de los principios polares querepresentan los códigos modernidad y tradición obraron en nuestra his-toria por medio de intrincados caminos que condujeron a una soluciónparticular, que en gran medida marcó la construcción de la nación co-lombiana.

Referencias bibliográficasAguilera, M. y Vega, R. 1991. Ideal democrático y revuelta popular, Bo-

gotá, Fondo editorial ISMAC.

Azuero, Vicente. 1826. Representación dirigida al Supremo Poder Ejecuti-vo Contra el Presbítero Doctor Francisco Margallo, Bogotá, F. M. Stokes.

Camacho, Salvador. s.f. Memorias, Medellín, Bedout.

Caro, Miguel Antonio. 1951. Cuatro cartas a M. Menéndez.Thesaurus,t. VII.

Caro, Miguel Antonio. 1952. “Esquema de la historia constitucionalcolombiana”, en: Estudios Constitucionales, Bogotá, Instituto Caro yCuervo.

Caro, Miguel Antonio. 1962. Obras Completas, t. I., Bogotá, InstitutoCaro y Cuervo.

Colmenares, Germán. 1968. Partidos políticos y clases sociales en Colom-bia, Bogotá, Uniandes.

Droz, Jacques. 1974. Europa: restauración y revolución, 1815-1848, México,Siglo XXI.

Echeverry, A. 1989. Santander y la instrucción publica, 1819-1840, Bo-gotá, Foro Nacional por Colombia,Universidad de Antioquia.

Halevy, E. 1904. La formation du radicalisme philosophique, L’ evolutionde la doctrine utilitaire de 1789-1815, v. II, Le radicalisme philosophique,París, F. Alcan.

Page 35: Tradición y modernidad en la construcción de la nación ...

JORGE ENRIQUE GONZÁLEZ 187

Madiedo, M. 1978. “Ideas fundamentales de los partidos políticos de laNueva Granada”, en: Orígenes de los partidos políticos en Colombia,Melo, Jorge Orlando (Comp.), Bogotá, Colcultura.

Marquinez G. (Comp.). 1983. Benthamismo y antibenthamismo en Co-lombia, Bogotá, El Búho.

McKennan, Th. L. 1994. “Bentham y los hombres de la Independen-cia”, en: Revista Colombina de Educación, n.º 29.

Melo, Jorge Orlando. 1985. “Proceso de modernización en Colombia,1850-1939”, en: Revista de extensión cultural, n° 20: 33 y ss.

Melo, Jorge Orlando. 1994. “Algunas consideraciones globales sobre mo-dernización y modernidad”, en: Colombia, el despertar de la moderni-dad, Viviescas, F. y Giraldo, F. (eds.), Bogotá, Foro por Colombia.

Mosquera, Manuel José y otros. 1839. Representación a los senadores yrepresentantes. Bogotá: José Ayarza.

Núñez, Rafael. 1888. “La paz científica”, en: La reforma política en Co-lombia, Bogotá, Imprenta de la Luz.

Pombo, Lino de. 1993. “Resolución que manda la enseñanza de Bentham”en: La querella benthamista, López, Luis H. (Comp.), Santafé de Bo-gotá, Fundación Santander.

Pombo, Lino de. 1940 “Solicitud al catedrático V. Azuero para la redac-ción de un texto de Principios de legislación universal”, en: Santander,el clero y Bentham, Hoenisberg, Julio, Bogotá, ABC.

República de Colombia. 1826. Ley y reglamentos orgánicos de la enseñan-za publicas en Colombia. Bogotá, Manuel María Viller-Calderón.

Restrepo, José M. 1993. “Informe de la Dirección de instrucción publi-ca sobre la enseñanza de Bentham”, en: La querella benthamista, López,Luis H. (Comp.), Santafé de Bogotá, Fundación Santander.

Restrepo, Juan Pablo. 1987. La Iglesia y el Estado en Colombia, t. I, Bo-gotá, Banco Popular.

Samper, José María. 1873. Los partidos políticos en Colombia. Bogotá,Echeverría Hermanos.

Page 36: Tradición y modernidad en la construcción de la nación ...

TRADICIÓN Y MODERNIDAD EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA NACIÓN COLOMBIANA188

Fuentes periódicasAnales de la convención (Antioquia).

El Constitucional de Cundinamarca.

El Tradicionista.

La Civilización.

La Civilización.

La Sociedad.

La Unión Católica.