Traducción Sartori Azar, suerte y tozudez

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Traduccion de texto fuente de sartori Azar, suerte y tozudez1Giovanni SartoriColumbia University

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  • Azar, suerte y tozudez1Giovanni Sartori

    Columbia University

    Nac en Florencia, Italia, en 1924. Tengo por lo tanto vvidas memorias del Fascismo, de la guerra de Abisinia, de la Guerra Civil Espaola (en la cual Franco fue asistido por soldados italianos) y, por supuesto, de la Segunda Guerra Mundial. No necesito decir que mi preocupacin por la democracia -democracia slida antes que avanzada- emerge desde estos oscuros recuerdos del fascismo y el Nazismo. Hablar, por lo tanto, de sus fortuitos efectos colaterales.

    La guerra de Italia en alianza con Hitler termin en rendicin el 8 de septiembre de 1943. Ese ao tem que me reclutaran (tena diecinueve) y enviaran al frente. Pero la maquinaria blica italiana era, despus de todo, italiana; y por lo tanto funcionaba con retraso. Mi convocatoria slo lleg en octubre de 1943, y provino del recientemente instalado rgimen ttere fascista conocido como Repblica de Sal. Como la mayora de mis pares, trat de escapar escondindome. El castigo para desertores era, sin embargo, el fusilamiento; y quienquiera que escondiera a un desertor arriesgaba su vida en la misma manera. Por lo tanto pas unos diez meses enterrado (porque no se me permita ni siquiera ser visto dentro de la bodega) en una habitacin oculta hasta que Florencia fue liberada de la ocupacin alemana en agosto de 1944. Qu hace uno en slo una habitacin sellada por casi un ao? Recordando que de consolatione philosophiaie, que el consuelo est en la filosofa, le a Hegel y a los dos filsofos idealistas italianos dominantes en ese entonces: Benedetto Croce y Giovanni Gentile. Adems del consuelo, me tom un da leer diez, como mximo quince pginas de Hegel. Al final del da estaba definitivamente exhausto y listo para la cama. As que apenas un puado de libros (de gran conveniencia, bajo las circunstancias) hizo el truco de conducirme hasta el final de la guerra (en Florencia) y de establecer para futuro consumo mi reputacin como filsofo, como iniciado en los misterios de la filosofa una reputacin que me condujo, sbita e inesperadamente, a la academia en 1950. As como no haba planeado convertirme en un filsofo, tampoco plane convertirme en profesor. Ambos hechos slo ocurrieron.

    Obtuve mi doctorado en ciencias polticas y sociales en la Universidad de Florencia en noviembre de 1946, y por los siguientes cuatro aos no encontr nada mejor que hacer que continuar en lo que vena. El pas estaba tambaleante, y la universidad tena a muchos de sus barones (esto es, profesores ordinarios) bajo purga, suspensin o acusacin por haber sido fascistas. Como yo era considerado un enfant prodige (recuerden, era supuestamente capaz de entender a Hegel) fui inmediatamente

    1 Extraido de Comparative European Politics: The Story of a Profession, editado por Hans Daalder, Pinter, Londres, 1997. Traduccin de Andrs Malamud. Publicado en Revista Argentina de Ciencia Poltica, Nro. 2, Buenos Aires, EUDEBA, diciembre de 1998, pgs. 193-202.

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  • designado asistente en la ctedra de Teora General del Estado el equivalente al alemn Staatslehre, y de hecho mi asistencia lleg a implicar dar casi todas las lecciones en reemplazo de mi con frecuencia ausente profesor. Su nombre era Pompeo Biondi. Nunca fue un maestro diligente, pero tena una mente brillante. Pompeo (como lo llambamos, porque era un hombre pomposo e impresionante que mereca un nombre pomposo) me ense implcitamente una cosa: que la inteligencia cum ignorancia (l tena poco tiempo y paciencia para leer) es preferible a la erudicin cum estupidez. Pero como yo no poda adecuarme a su razonamiento, me d cuenta (segunda leccin) de que tena que tener mi bibliografa en orden. Siempre he ledo mucho.

    Cursus honorum Ahora la historia de como fue que encontr o me fue otorgadami vocacin, mi Beruf. El ao fue 1950. En un encuentro de la Facultad el decano, Maranini, les dijo a sus inadvertidos colegas que l tena una prometedora joven maravilla para proponer: Giovanni Spadolini, quien tena entonces 25 aos (uno menos que yo), y ms tarde devendra editor del Corriere della Sera (el mayor diario italiano), ministro, primer ministro y presidente del Senado, y slo perdera por un pelo la presidencia de la Repblica. Como muestra este registro, Maranini haba elegido realmente un ganador. Pero Pompeo (mi jefe) no poda enfrentar el hecho de no tener un candidato propio. Sbitamente me propuso (como su contraparte intelectual), y el primer puesto vacante de enseanza que le pas por la cabeza fue Historia de la Filosofa Moderna. El trato fue cerrado ambos, Spadolini y Sartoriy fui designado como professore incaricato (profesor asistente o asociado: no haba diferencia en esa poca). Yo no sospechaba nada y recin fui informado el da siguiente de que deba ensear historia de la filosofa (lo que hice por seis aos, 1950-56).2 Desde entonces he creido que la fortuna, azar, suerte, importa mucho en la vida ciertamente, no menos que la virt.

    Recuerden, sin embargo, que la filosofa fue para m un accidente de guerra. Yo estaba principalmente interesado en la lgica, no en los filsofos. Pero en las universidades italianas no se enseaba lgica, la cual era de hecho anatematizada tanto por la filosofa idealista como por la dialctica marxista (las escuelas dominantes). Tuve que encontrar mi propio camino. Sera muy largo rememorar cmo una combinacin de terquedad pero tambin, otra vez, de afortunadas coincidencias me permitieron moverme hacia la ciencia poltica. Salteando varias ancdotas divertidas,3 en 1956 me haba arreglado para incorporar ciencia poltica al estatuto (la lista de materias reconocidas y permitidas) de la Facultad de Ciencias Polticas de Florencia, y de cambiarme (siempre como professore incaricato) a esta enteramente nueva y, para muchos, sospechosa disciplina.

    Profesionalmente no fue una jugada inteligente. En realidad, mis amigos me dijeron (incluyendo a Spadolini, por entonces una suerte de hermano gemelo) que fue bastante estpida. En el sistema acadmico italiano, para convertirse en profesor titular uno deba pasar por una competencia nacional que seleccionaba tres ganadores. Como 2 Mis clases de aquellos aos fueron mimeografiadas, pero hasta hoy no han sido publicadas (excepto por un pequeo libro secundario, Stato e Politica nel Pensiero di Benedetto Croce, 1966). Sin embargo, he propuesto a la Facultad de Florencia publicar, en lugar de una Festschrift de retiro, uno de mis cursos monogrficos en Historia de la Filosofa. Dos volmenes, Croce Filosofo Pratico y Croce Etico-Politico e Filosofo della Liberta (unas 600 pginas, me temo) ser por lo tanto publicada por Il Mulino, Bologna (en 1996). 3 Cuento algunas en Dove va la Scienza Politica (Sartori 1985).

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  • yo estaba solo, y la disciplina tena poco o ningn reconocimiento, si hubiera sido un animal calculador y racional habra considerado que la fecha en la que se me asignara el cargo poda ubicarse en el ao 2000 algo lejano para m. Pero a veces otra leccin para la posteridaduno puede ganar sin esperar la victoria. Lo que me importaba era estudiar lo que me gustaba y ser el pionero de una nueva disciplina. Como para el cursus honorum, por qu no dejarlo, nuevamente, a la suerte? De hecho, se demostr que la fortuna estaba una vez ms de mi lado. Para 1963 (me tom siete aos de espera, pero an as era mucho menos de lo que mis estadsticas prevean) yo era el primer y nico profesor designado de ciencia poltica en Italia. Ciertamente, tuve que usar la puerta de atrs: gan un cargo en sociologa. Pero una vez sentado, fue fcil para m volver a la ciencia poltica. Contra todas las chances, lo haba hecho. La siguiente e inmediata tarea fue promover y establecer la disciplina.4

    La ciencia poltica en Italia Ahora debo dar un paso atrs. Por qu ciencia poltica? Y, posteriormente, cmo conceb la disciplina y aterric en poltica comparada? En verdad, slo soy un comparativista de tiempo parcial. Mi trabajo puede ser dividido en tres vertientes: (1) teora poltica directamente; (2) escritos metodolgicos donde la metodologa es entendida como el mtodo del logos, o pensamiento, no como un eufemismo por tcnicas de investigacin; y (3) poltica comparada propiamente dicha.

    La vertiente de la teora poltica est mejor ejemplificada en mis trabajos sobre democracia: la temprana Democrazia e Definizioni (1957, con unas diez reimpresiones subsecuentes), Democratic Theory (1962a, 1965), The Theory of Democracy Revisited (1987a);5 y tambin por Elementi di Teoria Politica (1987b, 1990, 1995). La vertiente metodolgica est representada, principalmente, por los escritos compilados en el volumen La Politica: Logica e Metodo in Scienze Sociali (1979) y, en ingls, por mi Guidelines for Concept Analysis, en G. Sartori (ed.) Social Science Concepts: A Systematic Analysis (1984), pero tambin por mis artculos sobre el mtodo comparado, al cual volver ms tarde. Finalmente, la vertiente en poltica comparada est representada por Parties and Party System. A Framework for Analysis (1976),6 y recientemente por Comparative Constitutional Engineering (1994a).

    A pesar de que me ro de m mismo diciendo que soy un especialista en todo, hay de hecho una fuerte consistencia entre mis aparentemente eclcticos vagabundeos. La columna vertebral de todo mi trabajo se remite a mis comienzos filosficos (en los cuales, en trminos de carrera, haba invertido mucho tiempo perdido; pero no me

    4 Al mismo tiempo buscaba la reforma general, en Italia, de la estructura y curriculum de las Facultades de Ciencias Polticas. Cmo ocurri este casi milagro (ninguna otra universidad italiana obtuvo hasta ahora una reforma tan general) es una historia que an no puedo descifrar. Fue, retrospectivamente, muy divertido. 5 Aparte de los libros ya citados el tema vuelve en varios artculos: Democracy y Representational Systems (en la International Encyclopedia of the Social Sciences, 1968a, 1968b), Will Democracy Kill Democracy? (1975), Rethinking Democracy: Bad Polity and Bad Politics (1991b), Democrazia (otro artculo de la Encyclopedia, y uno largo, 1992), y How Far Can Free Government Travel? (1995). 6 El libro (Parties and Party Systems, 1976), que result muy lento en llegar, fue precedido por mi artculo The Case of Pluralized Pluralism (1966) y por The Tipology of Party Systems (1970b). Una elaboracin posterior al volumen de 1976 es Polarization, Fragmentation and Competition in Western Democracies (Sani and Sartori 1983). Mi nocin de pluralismo polarizado ha sido muy debatida, y la variable polarizacin, tal como la defin, se ha transformado en standard.

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  • arrepiento), dado que una conciencia terico-analtica subyace a todos mis escritos comparativos tanto como los tericos y metodolgicos. Sea como fuere, permtanme ahora orientar mis previas preguntas comenzando con: por qu eleg convertirme en un cientista poltico?

    Desde mis pocas de estudiante me haba impactado el hecho de que tenamos, en Italia, facultades de ciencias polticas en las cuales no haba, de hecho, estudios de la poltica misma. En nuestras facultades tenamos un montn de derecho, una buena cantidad de historia, algo de economa, estadstica, geografa, filosofa, pero no materias que les permitieran a los estudiantes entender la poltica. Mi larga batalla para introducir ciencia poltica en el curriculum de las facultades que se llamaban a s mismas (poco justificadamente) de ciencias polticas fue estimulado, entonces, por lo que perciba como cuestin lgica: cmo podemos tener ciencias polticas en plural sin una ciencia poltica en singular que explique de qu se trataba todo el resto?

    Ciertamente, no descubr la ciencia poltica porque tena que satisfacer un requerimiento lgico. En tanto que como politologo yo era ampliamente un autodidacta (no tuve maestros), me reclin para mi aprendizaje en el contexto internacional (el contexto de la IPSA), en mi ingreso en el pionero Comit de Sociologa Poltica de la IPSA (donde hice sobresalientes amigos de por vida: Marty Lipset, Juan Linz, Stein Rokkan, Mattei Dogan, Hans Daalder, S. N. Eisenstadt),7 y sobre las primeras exposiciones a la ciencia poltica norteamericana en 1949-50, cuando fui a los Estados Unidos con una beca post-doctoral.

    La siguiente pregunta es: cmo conceba la disciplina? En el contexto italiano sta era una cuestin relevante, porque mi comprensin de la ciencia poltica model la visin de una profesin que se nutri en el Instituto de Ciencia Poltica de la Universidad de Florencia y, por lo tanto, bajo mis alas. En este sentido el desarrollo de la ciencia poltica italiana ha sido nico, y simtricamente distinto al caso alemn. La Politische Wissenschaft alemana se dio ms temprano, con una gran distribucin de cargos que deban ser ocupados no haba alternativamediante entradas laterales. An Voegelin, un acadmico a quien personalmente admiro y respeto, pero que ciertamente no era un cientista poltico, volvi a Alemania como profesor de Politische Wissenschaft en Munich. Lo opuesto ocurri en Italia: el crecimiento fue lento y, por as decirlo, unicntrico, como si hubiera ido difundindose desde Florencia. Entonces, qu le ense a un selecto grupo post-doctoral de nefitos durante mediados de 1960?

    Mi comprensin de la ciencia poltica indudablemente port una impronta norteamericana.8 En un pas en el cual la expresin meramente emprico era derogatoria -significaba que algo no tena valor heurstico- yo sostena que la ciencia poltica se diferenciaba de la filosofa poltica precisamente en tanto era una ciencia emprica. Pero dado que tena que explicar lo que cualquier ingls conocera por

    7 La experiencia en el Comit de Sociologa Poltica fue, para sus miembros centrales, un toma y daca muy enriquecedor. Mientras que mi obra sobre partidos debe muchsimo a nuestros encuentros sobre el tema, mi trabajo From the Sociology of Politics to Political Sociology (1969) reorient, a su vez, el enfoque del grupo o eso creo. 8 La tradicin de la ciencia poltica italiana est representada por Gaetano Mosca; y es claro el hecho de que yo discontinu la tradicin. Elementi di Scienza Politica de Mosca, publicado por primera vez en 1896, es en realidad un texto de lecciones extraidas de la historia, y en la poca de Mosca ciencia era una palabra usada con excesiva amplitud. Adems, he sido muy crtico de su celebrada ley de la clase dominante (Sartori 1987a, pp.145-8).

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  • instinto, tambin acentuaba que el conocimiento emprico deba ser, en algn punto, conocimiento aplicado o aplicable (Sartori, 1974, 1979). Fue en esta coyuntura, entonces, que me apart del punto de vista del conductismo norteamericano. En los Estados Unidos la disciplina abandon la conexin teora-prctica y se orient al por mayor hacia la relacin teora-investigacin. Por esta ruta la teora se transform ampliamente en mero diseo de investigacin, , la investigacin se convirti en un fin en s mismo, la pregunta ciencia para qu? fue ignorada y poco qued, al fin, fuera de operacionalizacin, cuantificacin y tratamiento estadstico de crecientes cantidades de datos. Siempre me he resistido a todo eso.

    Ciertamente, apoy la nocin de una ciencia basada en la investigacin. Pero nunca me convert al conductismo. Siempre he insistido en una disciplina rica en teora monitoreada por un buen entrenamiento en lgica y mtodo (metodologa); nunca cre en una ciencia superior cuantificada; y sobre todo, como ya seal, mi nfasis estuvo siempre en la conversin de teora en prctica, y por lo tanto en ciencia operativa (no operacional). Desde mi punto de vista los cientistas polticos son, como los economistas, requeridos por saber (al menos mejor que los legos) cmo pueden resolverse los problemas, qu reformas son ms probables de funcionar y, en sntesis, por tener el know how. Los economistas estn entrenados para asesorar, el cientista poltico de cepa norteamericana no. Pero por qu no? Esa es la pregunta que siempre me hice (Sartori 1968c).

    Entonces, cmo adquirimos un conocimiento orientado a la prctica? La prueba es, por supuesto, pragmtica; es decir, el xito en la aplicacin. Si intervenimos en algo, y el producto conforma el intento, sto es, se revela como se predijo, entonces tenemos conocimiento aplicado o aplicable. Pero sta puede resultar una prueba muy costosa. Descubriendo por ensayo y error implica un montn de errores; y no estamos hablando aqu de pruebas de laboratorio sino de seres humanos eventualmente usados como conejillos de indias. Debemos, pienso, hacer algo mejor que eso. Y aqu entra, finalmente, la poltica comparada.

    No recuerdo que sucedi primero, si tropec con la importancia de la comparacin en la Mesa Redonda de la IPSA en Florencia en 1954, en la cual la poltica comparada fue de hecho la cuestin (y fue ardientemente debatida entre los jvenes turcos liderados por Macridis y los acadmicos senior de la poca, especialmente Carl Friedrich y Karl Loewenstein), o bien la nocin de comparar es controlar haba estado merodeando en mi mente en el contexto de mis rumidos metodolgicos. En todo caso, yo estaba por entonces a cargo de una publicacin trimestral, Studi Politici; en l publiqu rpidamente los documentos de la Mesa Redonda de la IPSA introducidos por un prefacio propio. Desde entonces he sostenido que la poltica comparada es el verdadero corazn de la ciencia poltica, porque las comparaciones son el medio, de hecho el mejor mtodo, para controlar nuestras generalizaciones. Es verdad que las democracias que funcionan son, y deben ser, del tipo anglo-americano o escandinavo, como Almond sostuvo en los 50? Surgen las revoluciones de la deprivacin relativa? Hipotetiz Duverger leyes vlidas respecto de la influencia de los sistemas electorales? stas y otras innumerables cuestiones similares pueden y deben ser testeadas vis a vis los casos a los cuales se aplican, es decir, por medio del control comparado.

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  • ste ha sido el dogma metodolgico sobre el cual he insistido, desde los 50, en varios ensayos.9 Y es realmente la columna vertebral que subyace a Parties and Party Systems y, recientemente, a Comparative Constitutional Engineering. En ambos trabajos insistentemente generalizo y testeo (comparativamente). En el primero, sin embargo, adopto un enfoque estructural-funcionalista,10 mientras el segundo descansa ms pesadamente en anlisis de condiciones. Pero ambas obras son, por as decirlo, gruesamente comparativas: dondequiera que proveo explicaciones causales y hago afirmaciones generales, rastreo a travs de, y controlo con, todas las comunidades (tantas como alcanzo a conocer) que caen bajo cualquiera de las generalizaciones dadas.

    El impacto norteamericano A esta altura me he presentado, en cierto modo, como un acadmico autopropulsado que se desenvuelve por las suyas. Debo corregir ahora esa visin unilateral. Mientras que ciertamente influ en el desarrollo de la ciencia poltica italiana de una manera nica,11 es evidente que si no hubera estado expuesto a la ciencia de la poltica que floreci despus de la Segunda Guerra Mundial en los Estados Unidos yo habra sido un acadmico totalmente distinto. Despus de la temprana beca que me llev a Nueva York en 1949-50 (saltando entre Columbia y la New School for Social Research), volv varias veces a los Estados Unidos en la dcada del 60, primero como porfesor visitante de Government en Harvard (1964-65) y luego como profesor visitante de Ciencia Poltica en Yale entre 1966 y 1969. El arreglo en Yale (supuestamente Stein Rokkan, Shlomo Avineri y yo debamos rotar un semestre cada uno) se rompi en mi caso con la revolucin de los campus, porque despus de los primeros asaltos fui electo decano en mi facultad de Florencia y tuve que vivir durante las turbulencias de 1969 y sus coletazos en el lugar. En 1971-72, bastante cansado por los tres aos de batallas (en Italia fueron bastante speras), me fui a Stanford, donde pas un delicioso y fructfero ao en la colina como fellow del Center for Advanced Study in the Behavioral Sciences. Despus, en 1976, decid algo sbitamente dejar Italia. A principios de ese ao S. E. Finer, un maravilloso amigo y acadmico, trat de cruzarme a Oxford, donde la sbita muerte de John Plamenatz haba abierto uno de los cargos Chichele; y exactamente al mismo tiempo Stanford me ofreci el puesto que Gabriel Almond estaba dejando por su retiro. Ambas eran muy aduladoras ofertas. Lo nico que escuch acerca de la ctedra Chichele (que fue a Charles Taylor) fue que me faltaba un voto. Sin embargo, cuando Sammy Finer me estaba contando por telfono cuales eran mis chances en Oxford, le dije que Stanford haba aceptado mis demandas y que yo haba

    9 El ms citado es Concept Misformation in Comparative Politics (1970a). Pero vase, como ms importante, La Politica Comparata: Premesse e Problemi (1971, que fue el artculo central del primer nmero de la Rivista Italiana di Scienza Politica), y Comparing and Miscomparing (1991a, 1994b). 10 En Parties and Party Systems el marco estructural funcionalista no es tan evidente como debera o podra haber sido, porque el trabajo fue concebido en dos volmenes y el argumento funcional era desarrollado en el segundo, que nunca apareci porque mi manuscrito casi finalizado fue robado. Nunca tuve el nimo de volver a l a partir de los apuntes. 11 Es decir, unos diez profesores nacionales de ciencia poltica (recuerden que Italia tiene un sistema de concursos nacional) fueron formados en la llamada Escuela Florentina con becas obtenidas de la Fundacin Agnelli. Permtanme mencionar sus nombre: Maurizio Cotta (Siena), Stefano Bartolini (Instituto Universitario Europeo), Domenico Fisichella (Roma), Leonardo Morlino (Florencia), Adriano Pappalardo (Npoles), Gianfranco Pasquino (Boloa), Giorgio Sola (Gnova), Giuliano Urbani (Miln), Giovanna Zincone (Turn). El dcimo era Antonio Lombardo, que muri a los cincuenta aos.

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  • aceptado, en consecuencia, el puesto all; nunca supe si haba perdido o si an poda haber ganado el concurso Chichele.

    Por qu me fui? Bueno, supongo que ya haba pasado ms de un cuarto de siglo (as es como me lo explico a m mismo) como profesor en la Universidad de Florencia, y tena la impresin de que no haba nada ms que pudiera realizar all, que mi ciclo italiano estaba completo. La primera generacin de mis alumnos ya estaba bien ubicada a lo largo del pas, la ciencia poltica italiana haba logrado suficiente momentum como para mantenerse andando sola,12 y yo senta que necesitaba trabajar slo para m. Stanford puso toda la distancia entre Italia y yo que necesitaba. Pero luego recib una oferta de Nueva York que no poda ser rechazada. Despus de tres aos, en 1979, dej Stanford y me convert en Profesor Albert Schweitzer de Humanidades en la Universidad de Columbia, donde (desde el 1 de junio de 1994) soy Profesor Emrito. Este rpido repaso basta para sealar el nivel de mi exposicin a la ciencia poltica norteamericana. En Harvard conoc, o llegu a conocer mejor, a Carl Friedrich, Talcott Parsons, Sam Beer, Sam Huntington, Henry Kissinger; en Yale a Robert Dahl, Harold Lasswell, Karl Deutsch, Charles Lindblom, David Apter, Joe LaPalombara; en Stanford a Gabriel Almond, Marty Lipset, Robert Ward; en Columbia a Robert Merton (yo haba cursado con l en 1950), Zbigniev Brzezinski, Severyn Bialer y otros. Uno siempre se beneficia de la compaa de buenos, de hecho muy buenos, cerebros. Pero leer es, por regla, ms importante.

    La obra que quizs influy en m ms que cualquier otra fue A Preface to Democratic Theory (1956), de Robert Dahl. Cuando la le, qued estupefacto por el mtodo de Dahl, su anlisis sistemtico de las condiciones (un ejercicio que l repiti en los tempranos 60, ante mis cada vez ms admirados ojos, en el Bellagio Rockefeller Center para el volumen Political Oppositions in Western Democracies, 1966). En tiempos anteriores yo haba resultado muy impresionado por Constitutional Government and Democracy (1946), de Friedrich, una obra suprema (considerando que el primer borrador se remita a fines de la dcada de 1930). Otro autor a quien debo innumerable inspiracin es Gabriel Almond. Aun cuando lamento que Almond no complet realmente el programa estructural funcionalista delineado en The Politics of the Developing Areas (1960, una verdadera obra maestra), en mis cursos de metodologa y enseando he insistido en que, entre todos los paradigmas en competencia, los modelos y enfoques que han inundado la disciplina, el estructural funcionalismo sobresale, si se lo implementa con propiedad, como el ms fructfero esquema de anlisis. Adems, y para concluir la seccin sobre mis deudas intelectuales (con alguna injusticia, porque estoy obligado a ser breve), la serie Princeton Political Developments exhibe, en mi opinin, lo mejor que la poltica comparada norteamericana ha producido colectivamente hasta hoy.

    Evaluacin Permtanme ahora pasar a la cuestin de fondo: fue mi mudanza a los Estados Unidos una buena movida? Y cul es el balance del segmento norteamericano de mi vida acadmica?

    12 El punto de inflexin lleg con la Rivista Italiana de Ciencia Politica iniciada en 1971 (de la cual soy an el director editorial), que inmediatamente se estableci como la revista que declaraba quin estaba adentro o afuera de la ciencia poltica italiana.

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  • Como muestra mi pedigree, yo conoca a los Estados Unidos demasiado bien como para esperar el xito. Mi xito consisti en haber recibido la oferta (justo a tiempo!) de dos prestigiosos cargos. Pero a fines de la dcada del 70 era muy claro para m que la ciencia poltica norteamericana haba entrado en un camino que yo jams aceptara: la pauta de una excesiva especializacin (y por lo tanto estrechez), excesiva cuantificacin y, por la misma evidencia, un camino conducente en mi opinina la irrelevancia y esterilidad. Aunque las amplias generalizaciones deben dejar espacio para potenciales excepciones, cuando uno compara la American Political Science Review de hace veinte o treinta aos con la de la ltima dcada, la diferencia es impactante, y an pasmosa. Y si mis reservas y crticas metodolgicas son correctas,13 entonces mucho de lo que la ciencia poltica norteamericana est produciendo actualmente debe estar mal.

    Sobre estas reflexiones uno debe concluir que yo llegu al lugar equivocado en el momento equivocado. An as tengo una visin ms suave de m mismo. Aunque mi trabajo nunca haya hecho mucho ruido en tierra norteamericana (nada sorpresivamente), estar en una ctedra reputada y comenzar en el negocio de escribircon un texto en ingls y con una editorial estadounidense le da a un acadmico una slida base de partida. Me tom cinco aos tener mi primer libro italiano sobre democracia traducido y publicado en Estados Unidos. De ah en ms, sin embargo, Democratic Theory y The Theory of Democracy Revisited han logrado unas quince traducciones en todo el mundo. Mi Parties and Party Systems ha tenido el mismo xito en el contexto internacional. Y espero que Comparative Constitutional Engineering se desenvuelva de manera similar.14 Por lo tanto no puedo quejarme, y realmente me siento bien acerca de mi balance global.

    No estoy feliz, sin embargo, con el desarrollo de la poltica comparada. Dado que es se el foco que se me ha solicitado que acente, permtanme cerrar esta breve resea citando el prrafo final de un artculo reciente (1991a, p.255) sobre el tema comparativo:

    En los ltimos cuarenta aos ms o menos, hemos disfrutado movindonos de una revolucin a otra: conductista, paradigmtica, crtica, pospositivista, hermenutica, etctera. Pero las revoluciones (en la ciencia) slo nos dejan en un nuevo principio deben ser continuadas para dar sus frutos. Nosotros, en cambio, hemos permitido que se desvanecieran, mientras cada nuevo comienzo trae consigo nuevas promesas que permanecen, a su vez, insatisfechas. En este proceso lo bsico se ha perdido S, nuestra sofisticacin ha crecido pero a expensas de un corazn cada vez ms ausente. Como demuestra el creciente nmero de comparativistas (nominales) que nunca comparan nada, ni siquiera implcitamente, en consecuencia abandonando etiquetas normalizadas, reglas de medida comunes y parmetros compartidos. Enfrentmoslo descarnadamente: la ciencia normal no se est desenvolviendo bien. Un

    13 Vase no slo mi 1984 Guidelines for Concept Analysis sino, ms estrictamente, Comparing and Miscomparing (1991a), y Totalitarianism, Model Mania and Learning From Error (1993). 14 El libro sali simultneamente con tres editoriales: New York University Press (para los Estados Unidos y Canad), Macmillan en Londres, y Fondo de Cultura en Mxico (para Amrica Latina en general). La traduccin italiana sigui rpidamente (1995) y fue un bestseller; las traducciones brasilea y japonesa estn en camino. El constitucionalismo no es de ningn modo un inters novedoso para m. De hecho, el primer artculo que publiqu en los Estados Unidos fue Constitutionalism: A Preliminary Discussion (1962b).

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  • campo definido por su mtodo comparativono puede prosperar sin un mtodo nuclear. Mi crtica no implica, ciertamente, que bueno y an excelente trabajo comparativo no est producindose ms. Pero an el buen trabajo comparativo actual logra menos de lo posible en funcin de nuestra prdida de vista de para qu es la comparacin.

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    Cursus honorumLa ciencia poltica en ItaliaEl impacto norteamericanoEvaluacinBIBLIOGRAFA