Trazos fronterizos. Representación de la frontera sur con el indígena en la historieta argentina

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    Gazeta de Antropologa, 2011, 27 (2), artculo 35 http://hdl.handle.net/10481/18783 Versin HTML Versin PDF

    Recibido: 14 junio 2011 | Aceptado: 5 diciembre 2011 | Publicado: 2011-12 0

    Border strokes. Representation of the southern border with the Indians during the nineteenth century inArgentinian cartoon stories. Some insights from anthropology and historical archeology

    Carlos Gilberto LandaInstituto de Arqueologa. Facultad de Filosofa y Letras. Universidad de Buenos [email protected]

    Julio Csar SpotaFacultad de Filosofa y Letras. Universidad de Buenos Aires.

    RESUMEN

    A lo largo de su configuracin como espacio artstico, la historieta argentina desarroll relaciones temticas de revisin crticarespecto de procesos que conformaron el pasado nacional. La historieta se erigi por medio de soportes estticos de divulgacinmasiva, en una aproximacin alternativa a dicho pasado. Dentro de este marco, resulta posible plantear un espacio de reflexinen torno a la forma en la cual la historieta se ocup de la cotidianidad en la frontera decimonnica establecida entre el estado-nacin argentino y las parcialidades indgenas que ocupaban y controlaban el espacio comnmente denominado "desierto". Coneste objetivo buscaremos articular aportes significativos de la moderna produccin cientfica nacional e internacional sobrefronteras con aquellas realizaciones de la historieta nacional que se ocuparon de los contactos entre criollos e indgenas.

    ABSTRACT

    Throughout its configuration as an artistic space, Argentinean cartoon stories have developed relationships, establishing a criticalapproach to the way that the historical narratives were shaped. The comic books were built through aesthetic mass media as analternative approach to the national history. Within this framework, it is possible to build a place for reflection regarding the way inwhich comic books dealt with the everyday life in nineteenth century frontier established between the Argentine nation-state andthe indigenous groups who occupied and controlled the area commonly referred to as the "Desert". With this objective in mind, weseek to coordinate the most significant contributions of modern scientific output on the subject of frontiers with the national comicproductions that dealt with the contact between Creoles and Indians.

    PALABRAS CLAVE

    historieta | frontera sur | antropologa | arqueologa histrica | ArgentinaKEYWORDS

    cartoon story | southern border | anthropology | historical archeology

    El papel de las fronteras y las fronteras de papel

    Un segmento importante de la produccin historietstica realizada durante la segunda parte del siglo XXen la Repblica Argentina plante una aproximacin particular hacia los procesos socio-histricos quetuvieron lugar durante el siglo XIX en las fronteras establecidas entre el estado nacin en proceso deafianzamiento y los grupos indgenas con diferentes grados de autonoma respecto del poder criollo enexpansin. Anticipndose a los debates terico-conceptuales que tuvieron lugar dentro de las cienciassociales y las humansticas sobre las dinmicas sociales de las fronteras, el escenario donde se ubicaronlos desarrollos argumentales de obras como Cabo Savino, Lanza Seca, El Huinca, Martn Toro, CapitnCamacho(por slo nombrar algunos ttulos entre la nutrida produccin artstica argentina) presentaron entoda su complejidad las distintas vinculaciones sociales, intercambios culturales y dependenciaseconmicas recprocas existentes entre los grupos blancos e indios. De esta forma, la historieta nacional-mediante la utilizacin de un canal de difusin alternativo a las sendas acadmicas convencionales-introdujo elementos de reflexin relativos a los procesos de contacto, dilogo y conflicto intercultural querecin fueron incorporados en la dcada de 1980 como paradigma de referencia comn dentro de los

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    mbitos de discusin antropolgico-histrica. A fin de ilustrar lo hasta aqu expuesto resulta pertinentesintetizar los derroteros conceptuales que transit la nocin de frontera para luego tensionar su acepcinactual con la evidencia recuperada en diferentes captulos de los ttulos anteriormente enumeradosdetenindonos particularmente en el tratamiento que all le reservaron al proceso de militarizacin masivade los gauchos como parte de la estrategia estatal para conformar un ejrcito profesionalizado queobrase como instancia previa a la incorporacin de los individuos dentro del mercado laboral regido porlas modernas pautas capitalistas.

    La moderna genealoga del concepto de frontera se remonta hasta los trabajos presentados por FrederickTurner en su obra, The Significance of the Frontier in American Historypresentada originalmente en 1893(en Clementi 1968). En su exposicin, el autor planteaba que la configuracin del espritu norteamericanohaba tenido lugar en vinculacin con la expansin de la soberana nacional hacia el oeste durante lasegunda parte del siglo XIX. El motor de este proceso se situaba en el espritu emprendedor de lospioneros norteamericanos cuyo mpetu y decisin materializaron el anhelo social de colonizar lasregiones que an se mantenan ajenas al control estatal y simultneamente, crearon las condicionesobjetivas para el surgimiento de la identidad nacional. El entramado argumental sostena que lassucesivas generaciones de pioneros blancos (los protagonistas principales de los acontecimientoscaracterizados por ser intrnsecamente emprendedores y tenaces) trasladaron sistemtica yexitosamente la frontera hacia el oeste abandonando en el nterin las prcticas y concepciones europeas

    que resultaban obsoletas frente a los obstculos planteados en los nuevos territorios. Con el transcursodel tiempo se produjo una alteracin -paulatina en su ritmo pero definitiva en sus consecuencias- de losactores sociales centrales en el proceso de expansin blanca sobre el oeste hasta transformarcompletamente la racionalidad de segn la cual regan sus actos.

    El abandono gradual de los rasgos culturales europeos dio lugar a la aparicin de un nuevo pool dediacrticos tico-conductuales -informalidad, rudeza, violencia, iniciativa individual y democracia- que enconjunto llegaron a representar por antonomasia la esencia de una "americanidad" original nacida de lospropios rigores que el avance hacia el poniente le impuso a aquellos que lo emprendieron. Comoconsecuencia, se habra generado una matriz que propiciaba la aparicin de un nuevo tipo de ciudadanacuyo ethosarraigaba en su capacidad de domesticar lo salvaje (esta ltima categora constitua unanocin ideolgico-poltica que se opona diametralmente a la civilizacin y donde, merced de su ambigua

    condicin polismica, ingresaban tanto la naturaleza inhspita como los grupos indgenas reacios a losbeneficios que traera aparejado el progreso) que a la vez era potenciado por el fortalecimiento decarcter que confera la superacin del propio desafo que fundaba esa idiosincrasia.

    El correlato conceptual que este planteo sociolgico tuvo para la idea de frontera la defini como unalnea divisoria que separaba a los grupos indgenas de aquellos blancos y cuya vinculacin se regaexclusivamente por la rivalidad en la disputa por las tierras y los recursos all disponibles. La lgica delproceso de avance del pionero blanco hacia el oeste implicaba una correspondiente retirada de lasparcialidades indgenas ante el empuje proveniente del este. En trminos conceptuales, la frontera seeriga como una lnea (en el ms estricto sentido de la palabra por ser definida como un clivajeunidimensional) que se desplaz unidireccionalmente como saldo de la perduracin trans-generacional

    de la conflagracin entre poblaciones indias y la sociedad blanca. La imagen de dos mundos culturalesesencialmente separados e irreductiblemente enfrentados -fragmentacin indgena basada en laexistencia de estructuras tribales jerrquicas y anacrnicas frente a la cohesin blanca fundada en elcontrato entre un grupo de sujetos iguales entre s, hermanados a causa de los desafos de la tareacolonizadora- constituy una imagen solidaria con el modelo de maniqueo sobre el cual se ciment lainterpretacin histrica de los acontecimientos. Como resultado, el proceso de avance de la fronteraquedaba reducido a una representacin binaria de indios contra blancos donde los matices internos enambos grupos quedaban velados bajo un manto de homogeneidad. En otras palabras, los indios erantodos indistintamente salvajes y operaban de acuerdo a los impulsos dictados por su propio salvajismomientras que los blancos actuaban en funcin de una agenda compartida y sinttica cuyasparticularidades les imprimieron el mismo conjunto de rasgos a todos sus protagonistas.

    El juicio que Arturo Seelstrang tena sobre este particular concurre a arrojar luz sobre la virtuosa relacinque exista a finales del siglo XIX entre los Estados Unidos, sus pobladores y la problemtica del avancede la frontera, aunque anticipa en casi dos dcadas la aparicin de los postulados turnerianos:

    "Estados Unidos, cuyos ciudadanos hicieron y hacen grandes avances al desierto sin casi ninguna

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    proteccin de fuerza armada, porque los guardias avanzados de la civilizacin norteamericana secomponen en su mayor parte de hombres aguerridos en la vida de la frontera y criados desde laniez en continua lucha con los elementos y fieras de sus bosques natales" (Seelstrang 1977[1878]: 88).

    La coincidencia entre la descripcin del explorador argentino y el historiador norteamericano, seala queeste ltimo, antes que exponer un sistema de opiniones rupturista con el paradigma previo al instaurar unimaginario innovador, simplemente condensaba a nivel discursivo el producto de un proceso de

    sedimentacin ideolgica que alcanz la jerarqua de meta-relato social de carcter hegemnico,comprendido y compartido de forma tentativamente homognea por agentes geogrfica y temporalmentedistanciados.

    La nocin de frontera como una lnea divisoria entre entidades separadas, enfrentadas y esencialmenteen conflicto permaneci vigente hasta la dcada de 1980 cuando distintos pensadores y cientficossociales cuestionaron la validez analtico-conceptual de esta visin. Si bien la idea tradicional de fronteraorden las aproximaciones cientficas sobre la temtica, los desarrollos posteriores problematizaron elfundamento dicotmico del contenido conceptual tradicional y propusieron sustituirlo por una definicincomplejizada que lograse dar cuenta de la multiplicidad de matices socio-culturales que tuvieron lugar enlos mbitos de contacto. Las renovaciones en torno a los estudios de frontera se centraron en laproduccin de diversos historiadores y etnohistoriadores. Entre estos cabe destacar las obras de RalMandrini (1987, 2000), Miguel ngel Palermo (1988), Marta Bechis (1989), Crivelli Montero (1994), LidiaNacuzzi (2005 [1998]), Carlos Mayo (2000) y Mnica Quijada (2002). Si bien con diferencias en torno alas perspectivas tericas y metodolgicas empleadas en sus estudios, en trminos generales todoscoinciden en entender a la frontera y a sus diversos actores sociales como parte de un proceso histricodinmico y cambiante (especficamente haciendo hincapi en aspectos demogrficos y econmicos, en laemergencia del estado-nacin argentino y en la complejidad de las diversas parcialidades indgenas, susidentidades o adscripciones tnicas, sus interacciones con otros actores sociales y el activo rol jugadopor estas en las fronteras).

    Ral Mandrini, quien desde hace ms de dos dcadas dedica sus estudios a temticas vinculadas condiversos grupos indgenas, considera a la frontera como "un rea de interrelacin entre dos sociedades

    distintas, en las que se operaban procesos econmicos, sociales, polticos y culturales especficos"(Mandrini 2000: 63). Por su parte, Carlos Mayo y su equipo comprenden a la frontera como "esosespacios marginales, en donde gente de distintas culturas interactuaba en el marco de condicionesparticulares (militar, comercial, religioso, social y poltico) y se desarrollaban instituciones especficas (lamisin, la encomienda, la milicia y el poblado)" (Mayo 2000: 16). La investigadora Marta Bechis, expresaque "frontera significa contacto, intercambio, aculturacin recproca, modificaciones y cambios de unospor la presencia de otros" Bechis (1989: 11).

    La resignificacin del enfoque conceptual sobre la frontera impact en todo el espectro disciplinariodonde dicha temtica constitua un eje de anlisis privilegiado (antropologa, historia, arqueologa, etc.)revolucionando los fundamentos mismos sobre los que se levantaban los edificios argumentales de las

    investigaciones. Empero, la evidencia indica que dentro de un amplio conjunto de las historietasargentinas el tratamiento de los acontecimientos y procesos histricos propios de la frontera en lasegunda parte del siglo XIX los nodos centrales de la discusin cientfica posean larga data. Una de lasmanifestaciones ms visibles del cariz cultural netamente dialgico que posea la frontera se observa enlos procesos de mestizacin social que protagonizaban los individuos que migraban desde un grupo aotro por razones de fuerza mayor. Entre el amplio espectro de causas que movilizaban a los sujetos aradicarse entre aquellos que tradicionalmente son vistos como sus adversarios, podemos sealar losprocesos de mestizacin asociados a la desercin de los soldados acantonados en los fortines y suposterior relocalizacin en las tolderas indgenas.

    Los hombres de armas que huan de los establecimientos militares de fronteras generalmente eranantiguos gauchos compulsivamente militarizados que rebelndose contra la disciplina militar. Nicasio

    Oroo describi en 1864 los rasgos propios de la situacin. "Se arrebata a los pobres paisanos, cuyodelito es haber nacido en la humilde condicin del gaucho, para llevarlo a servir sin sueldo, desnudo ymuchas veces sin alimento necesario; porque para ellos el campamento es la crcel, y si nosaprehendidos, se les devuelve en azotes las horas de libertad que han ganado" (citado en GmezRomero 2007: 93). Y las penas derivadas de la transgresin a las normas castrenses, de las cuales la

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    desercin era una de las afrentas ms graves, conllevaban un amplio repertorio de castigos y suplicioscorporales.

    En consonancia de opinin con Oroo -aunque en una vereda ideolgica opuesta- Leandro Alempromova hacia mediados de 1870 la creacin de los clubes "Igualdad" y "25 de mayo" donde lasdiscusiones polticas se realizaban en el marco de un acuerdo programtico que luego fund las basesde la Unin Cvica Radical. En su carta orgnica se aprecian las temticas sociales ms relevantes de lapoca, "Imperio del sufragio popular, autonoma de la provincia de Buenos Aires; la reforma de la

    Constitucin provincial; eleccin provincial de los Jueces de Paz", entre las cuales se destaca laproblemtica de la militarizacin del hombre de campo: "abolicin de los servicios de frontera hecho porel desgraciado habitante de la campaa" (Alem citado en Bordi de Ragucci 1987: 37). El problema de lamilitarizacin compulsiva de un segmento especfico de la poblacin de campaa revisti un frecuenteprotagonismo en los debates parlamentarios de la poca, aunque posea larga data como eje dediscusin legislativa. Adolfo Alsina plante como un pivote central de su programa poltico-social ladesarticulacin del injusto gravamen "de sangre" que pesaba sobre los sectores rurales msdesposedos. Adolfo Alsina, en el ejercicio del cargo pblico, se solidariz marcadamente con los pesaresdel soldado de frontera a causa de la obligacin desigual que estos reciban en relacin al servicio en losfortines. Indignado por la ominosa sentencia que pesaba exclusivamente sobre los gauchos, el tribunohizo un llamado de conciencia ante sus pares solicitando la desarticulacin final de un sistema cuyo

    diseo perjudicaba con el servicio en la frontera a los estratos ms humildes del campo. En uno de susdiscursos describi sin tapujos la composicin del esquema que garantizaba el ingreso excluyente del"paisanaje pobre" como tropa fortinera:

    "haciendo uso de las facultades que tengo, como administrador, he de procurar mejorar la condicindel pobre paisano, dndole un hogar que no tiene, proporcionndoles una vida estable de quecarece, y; yo os declaro que no concibo hogar ni vida estable para el paisano, mientras pesecaprichosamente y sobre l solo la carga del servicio de frontera. Yo pido desde ahora vuestroapoyo, HH. SS. Y RR., para llevar a cabo el pensamiento humanitario de suprimir los contingentes,y os lo pido, porque para ello tal vez tenga que hacer la Provincia sacrificios pecuniarios" (Alsina1867 citado Snchez 1878: 25).

    La crudeza de la cotidianidad fortinera fue retratada tempranamente en las historietas argentinasmediante la articulacin argumental del tema dentro de un entramado de relaciones socialesespecficamente contextualizado en la frontera. El nmero 3 de Facundo Cruz Cuchillero (Andrada yMagallanes 1983) titulado "El fantasma del cepo" caracteriza el costado ms brutal del disciplinamientoque la estructura militar le imprimi a la dscola poblacin de gauchos levados y destinados al servicio delas armas en la frontera. La temtica recibi un tratamiento similar en publicaciones vinculadas a la vidade los gauchos/soldados como Juan Montiel, soldado de la libertad(Aguiles de Rainieri, en Ping-Pongdurante la dcada de 1950); El Sargento Montiel(Almendro y Cataldo, aparecido en La Razn durante ladcada de 1980), Capitn Camacho(Cao, Merel y Casalla, aparecido en Nippurdurante las dcadas de1970 y 1980) y El Capitn Ontiveros(Nella Castro y Arancio, aparecido en Clarn durante las dcadas de1960 y 1970).

    La visin de los autores transmita una perspectiva ntimamente vinculada con los desarrollosconceptuales tardamente relacionados dentro de las investigaciones cientficas contemporneas al poneren vinculacin la conformacin del ejrcito de frontera con la incorporacin forzada del paisanaje pobre.Por otro lado, la estructuracin de una narrativa fundamentada propiamente en las fuentes histricasrelacionadas con los acontecimientos militares ms relevantes vino de la mano de historietas como LanzaSeca(Roux, aparecido en Patoruzito durante la dcada de 1940 y 1950); La guerra del desierto(Breccia,aparecido en Super Humordurante la dcada de 1980); Fuerte Argentino(Porta y Ciocca, aparecido enMisteryx durante la dcada de 1950). La postura historicista como base de la composicin del relatoconsigui des-higienizar la realidad de la frontera sin por ello renunciar a establecer visiones heroicas delos sujetos particulares que se retrataban. Tal es el caso de El Huincay Fabin Leyes (aparecidos enPatoruzito y el diario La Prensa respectivamente, durante la dcada de 1970) quienes se mostrabanproclives a asistir a todos aquellos que as lo necesitaran pero que tambin eran contratadosalternativamente como guas para las partidas exploratorias que circulaban en torno a los fortines;destacando tcitamente que an as la necesidad de contar con los recursos que garantizasen lareproduccin de su modo de vida.

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    Arqueologa histr ica y la materialidad de la frontera en la histor ieta

    La frontera del sur, entendida como un espacio construido socialmente, un mbito de fluidas y mltiplesinteracciones entre diversos grupos sociales, posey su propia materialidad. Los arquelogos, en sustrabajos de campo, se topan con gran cantidad de objetos, artefactos, utensilios, herramientas,estructuras arquitectnicas, etc. Los mismos poseen historias particulares, que los investigadores debenreconstruir y narrar. Sin embargo, la materialidad no refiere solamente a estos restos materialesconstruidos, obtenidos y usados por los grupos humanos, sino tambin al espacio en el cual habitan (suconcepcin, percepcin, apropiacin, uso, explotacin, ritualizacin, etc.). No interesan los objetos y losespacios en s mismos sino la manera en que los mismos componen parte intrnseca y activa de lasprcticas sociales de dichos grupos. El estudio de la materialidad implica entonces analizar los vnculosestablecidos entre los hombres, las cosas y su entorno as como las relaciones sociales que entre ellosmedian y los constituyen. Es a partir de las prcticas, sus representaciones e historicidad en donde lamaterialidad adquiere significacin. La arqueologa considera que la materialidad es indispensable pararastrear, pensar y comprender las relaciones sociales de los grupos humanos del pasado y del presente.Su investigacin sociolgica, histrica, arqueolgica, etnohistoria o antropolgica puede y debe llevarse acabo a pesar de la fragmentariedad de los registros empleados.

    Los diversos autores de historietas vinculadas al espacio rural y fronterizo establecido en las regiones dePampa y Patagonia durantes la segunda mitad del siglo XIX, parecieron intuir esto. Sus produccionessorprenden por la rigurosidad histrica -no slo en cuanto a hechos y aconteceres historiogrficos- sino,especficamente a la "materialidad" o "cultura material" perteneciente al mundo fronterizo que susprotagonistas transitaron. Por ejemplo en una entrevista realizada por el diario El Litoral, Jorge ClaudioMorhain, guionista de Martn Toro, ante la pregunta en relacin a su forma de ambientar dichapublicacin, responda:"Cuando me dijeron en Columba que Casalla (autor de Cabo Savino) necesitabaguionistas y que yo poda hacer una buena gauchesca, no saba nada del tema. As que chap los libros.Todos los que pude. Mi coleccin de Todo es Historia. Y despus montones, hasta armar una bibliotecaque debe tener unos 500, calculo. El coronel Walter, Mansilla, Ebelot, etc.". Estas fuentes primarias

    editadas a lo largo del siglo XX, son las mismas que utilizan continuamente historiadores,etnohistoriadores, antroplogos y arquelogos para abordar temticas vinculadas a diversos procesosintrnsecos a los mbitos de fronteras como el mestizaje, la etnognesis, el conflicto, las identidades,entre otros. Durante la misma entrevista, Morhain destacaba que "escrib historias absolutamentedocumentadas. Incluso lo digo en mi curso de historieta: el escritor y el dibujante deben saber cmo es lasilla, la cama, el cuadro, la alfombra, la lmpara". El nfasis puesto en la materialidad no es casual niazaroso, los artefactos crean y recrean los escenarios, disponen al lector a adentrarse en otro tiempo, enotro espacio y en otro mundo, que sin embargo tiene un dejo de cercana.

    Los autores mencionados no solo abrevaron en fuentes primaras editadas con el fin de recrear elcontexto histrico y material de sus obras. Las fotografas de poca y las colecciones de museos yprivadas -especficamente los artefactos militares e indgenas vinculados a los armamentos y a lavestimenta- debieron haberles resultado de extrema utilidad para tales fines. Un ejemplo de ello es elcaso de las corazas de cuero implementadas en las tropas de frontera por el ministro Alsina. Si bien eluso de las mismas se encuentra documentado (Ministerio de Guerra y Marina 1876 y Servicio Histricodel Ejrcito coleccin Lucha con el indio), su apariencia y forma de uso, slo pueden apreciarse enfotografas o en las exposiciones museogrficas (lbum Antonio Pozzo 1879 en Museo Roca y Museo deArmas de la Nacin). Carlos Casalla, en Cabo Savino N 3 (1975), presenta al protagonista enlazado enun entrevero a sable con un indgena, en donde puede apreciarse el uso de la coraza de cueroendurecido (imgenes 1 y 2).

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    Imagen 1. Soldados con coraza de cuero (Pozzo 1879 enMuseo Roca).

    Imagen 2. Cabo Savino con coraza de cuero(Casalla 1975).

    Algo similar ocurre con el armamento, el caso de la incorporacin del fusil Remington Patria calibre 43, alEjrcito Nacional resulta paradigmtico. Diversos guionistas y dibujantes de historietas se interiorizaron,no slo en el aspecto de este armamento, sino en sus formas de uso y en sus municiones. Por ejemplo,siguiendo con el Cabo Savino N 13 (1975), puede apreciarse en esta tapa como el protagonista insertaen su fusil Remington, un cartucho metlico de retrocarga. Por otro lado se puede observar a otrosoldado golpeando con su arma a un indgena, prctica de combate referenciada en las fuentes defrontera (e.g. Prado 1967 [1902] y 1974 [1892]) (imgenes 3 y 4).

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    Imagen 3. Remingtons y vestimentas desoldados (Casalla 1975).

    Imagen 4. Fusil y carabina Remington Coli (Settel 1984).

    A su vez, el dibujante Cesar Spadari y el guionista Enrique Rapela, dan cuenta del uso de un tipo deRemington denominado Coli (Settel 1984), solo usado por las tropas de caballera (imagen 5). Este datodenota un conocimiento pormenorizado del armamento de frontera para comienzos de la dcada de1870.

    Imagen 5. Soldado de infantera con Remington Coli (Spadari 1973).

    Algo similar sucede en lo que refiere a la vestimenta de la tropa fronteriza. Los guiones y dibujos de lashistorietas que caracterizan la vida fortinera de frontera son ricos en detalles que slo conoce aquel que

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    ha ahondado en las fuentes documentales de la poca. Entre estas fuentes destacan los partes delejrcito nacional (Coleccin Lucha contra el indio en el Servicio Histrico del Ejrcito) y mltiplesbibliografas de cientficos, militares y viajeros que transitaron los mbitos fronterizos.

    Esas fuentes destacan que la administracin institucional militar, desde la Comisara de Guerra, era laencargada de importar o confeccionar y enviar a los distintos cuerpos los vestuarios castrenses. Esteaprovisionamiento distaba de ser perfecto. Numerosas son las fuentes que mencionan sus fallas y laausencia o la mala calidad de los componentes del uniforme. Llegando al fortn Timote (que guarneca a

    la lnea de Lavalle a Trenque Lauquen), el entonces Alfrez Prado observ que:"El depsito de guerra del regimiento 3 de caballera de lnea, destacado en la frontera norte deBuenos Aires () caba en una carpa mugrienta y reducida. Es verdad que tampoco era gran cosa:un par de cajones grandes con kepis usados, con botas deshechas y deshermanadas, con algunascamisas y calzoncillos, milagrosamente sin usar, unas cuantas chaquetillas y pantalones desospechosa limpieza, y luego un montn de carabinas, de sables, de cajas de municin: unatrapera y no un depsito" (Prado 1960 [1907]: 51). "No haba dos soldados vestidos de igualmanera. ste llevaba de chirip la manta; aqul careca de chaquetilla; unos calzaban botas viejas ytorcidas, otros tenan envueltos los pies con pedazos de cuero de carnero; aquellos otrosdescalzos" (Prado 1960 [1907]: 59).

    Esta referencia ilustra la forma en que llegaba el material hasta los soldados fortineros y la ausencia delos mismos. Este psimo aprovisionamiento de vestuario implicara que el gaucho-soldado, deba suplir lafalta de vestimenta castrense con sus prendas particulares, mucho ms efectivas para el ambientepampeano, que las importadas y diseadas para los contextos europeos (Landa 2010).

    Esta situacin se encuentra perfectamente representada en los exponentes del genero gauchesco, defrontera, fortinero e indgena. En las imgenes 1, 2 y 3 pueden apreciarse la combinacin de ropasmilitares con las tpicas del habitante rural de la pampa: el gaucho. As el quep, la coraza de cuero y lachaqueta conviven con el pauelo, la bota de potro y el chirip dentro de un contexto en el que elhambre, la suciedad y el peligro era una constante permanente.

    Adems de las referencias documentales escritas que detallan las caractersticas de la vestimentaprovista por el ejrcito a los integrantes de las diferentes unidades militares, otra va de indagacin en lasque debieron haber abrevado los guionistas y dibujantes de las historietas fronterizas fueron lasfotografas de las tropas de la "Guerra del Paraguay" y de la "Conquista del Desierto" (imgenes 1 y 8) yen la provista por las colecciones de museos (Museo del Ejrcito Nacional, Museo de Armas de LaNacin y diversos museos locales).

    Sorprende el grado de detalle de conocimiento de mltiples fuentes documentales. En algunos casos suindagacin ha hondado en epistolarios privados cuya bsqueda no resulta sencilla. En base a estosdocumentos no slo pueden representar la cultura material de un contexto histrico en particular o elpaisaje en donde se desarrollo un episodio especfico, sino incluso acciones relevantes de susprotagonistas que pasaron inadvertidas para la historiografa tradicional. Un caso que permite ejemplificar

    lo manifestado es el de la batalla de La Verde (Partido de 25 de Mayo, provincia de Buenos Aires),recientemente bajo investigacin arqueolgica (Landa y otros 2011). En este episodio blico, acaecido el26 de noviembre de 1874, se enfrentaron las tropas gubernamentales al mando del teniente coronel JosInocencio Arias contra el ejrcito revolucionario Mitrista, en el cual militaba buena cantidad de efectivosaborgenes y gauchos-soldados de las dotaciones de los fortines. Esta revolucin o intento de golpe deestado (los discursos varan de acuerdo a la perspectiva que toma cada emisor) se debi al rechazo delgeneral Bartolom Mitre a la designacin de Nicols Avellaneda como presidente electo de la nacin.

    La importancia de este evento histrico reside en que su concrecin produce un autntico cambio en lasestructuras de poder "blanco": el paso de las jerarquas militares que respondan al general BartolomMitre a las jerarquas militares que quedaran bajo el mando de Julio Argentino Roca (Vias 2003). Estas

    ltimas llevaran a cabo las postreras campaas castrenses contra las sociedades indgenas autnomasde Pampa y Patagonia.

    La historieta que en 1974 realizaron para la revista El Huinca Leonardo Wadell y Carlos Magallanes -unsiglo despus- narrar los diversos episodios de la revolucin, incluido la batalla de La Verde. Desde su

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    tapa ya se evidencia el trabajo de investigacin historiogrfico llevado a cabo por sus autores (Wadell yMagallanes 1974). En ella se reproduce una imagen de la publicacin El Mosquito(contempornea a losacontecimientos mencionados, imagen 6). Esta revista se caracterizaba por relizar mordaces stiras a lospersonajes polticos de la poca. En la portada puede apreciarse a los protagonistas de la revolucin de1874: los mencionados Mitre y Avellaneda as como a Domingo Faustino Sarmiento (presidente saliente)y a Adolfo Alsina (prestigioso caudillo bonaerense). Su reproduccin implica una bsqueda que solopuede remitir al relevamiento de repositorios con hemerotecas, como el Archivo General de la Nacin, o acoleccionistas privados.

    Imagen 6. Tapa de El Mosquito reproducida en El

    Huinca(Wadell y Magallanes 1974).

    Un detalle sumamente interesante plasmado en el trabajo de Wadell y Magallanes, consiste en el datoreferido a la muerte de tres caballos del coronel Benito Machado durante la carga efectuada por subatalln el Sol de Mayo (imagen 7). Dicha informacin solo se encuentra en los intercambios epistolariosrealizados entre un sobrino de este y el vencedor de "La Verde", el teniente Jos I. Arias (ubicables en elArchivo Mitre) o en una publicacin de difcil acceso como el libro Recordando el pasado, campaas porla civilizacin, de Del Valle (1926). As este episodio de coraje extremo es rescatado y representadogrficamente para un pblico mucho ms amplio y numeroso que el de los crculos acadmicos dehistoriadores que estudiaron dicho acontecimiento poltico-blico de fines del siglo XIX.

    Imagen 7. Muerte de caballo del coronel Machado(Wadell y Magallanes 1974).

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    Paralelamente y para finalizar, como vinimos evidenciando en los prrafos anteriores, resulta imperiosodestacar y resaltar el trabajo de archivo y repositorio implcito en algunas de las obras vinculadas a latemtica de frontera, sin embargo siempre resulta til considerar que "es necesario recordar que unalectura del pasado, por mas controlada que est por el anlisis de los documentos, siempre esta guiadapor una lectura del presente" de Certeau (1993: 37).

    A partir de lo expuesto resulta evidente la necesidad de continuar reflexionando sobre las estrechas

    relaciones que vinculan a la historieta argentina (en su calidad de producto cultural netamente interpeladopor la historia y la antropologa) con las ciencias sociales (cada vez ms conscientes del impacto quetienen los canales de difusin masivos heterodoxos -como la historieta- en el proceso de construccin deconocimiento). Los aportes consignados representan un intento preliminar de sealar la fertilidad de uncampo de estudio que hasta el momento ha recibido una atencin minoritaria en los programas deinvestigacin acadmicos. La propuesta dista de hallarse en una instancia conclusiva. Muy por elcontrario, el presente artculo busca operar como un disparador de inquietudes antes que representar elcierre de una temtica. Confiamos en que la sumatoria de nuevos esfuerzos en las actividades depesquisa motive la aparicin de escritos temticamente convergentes y, de manera concomitante, seinicie un proceso que progresivamente configure un espacio de anlisis cientfico exclusivamenteocupado de la historieta argentina.

    Imagen 8. Carta de visita de oficial y tropa durantela Guerra del Paraguay (Toyos y otros 2001).

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