Tres Delicias que les unieron para siempre

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Tres Delicias que les unieron para siempreCuenta la leyenda, que hubo un Rey en la antigüedad que enviudó muy joven, su esposa murió dejándole al cuidado de su única hija, Luna. El Rey y la pequeña se sumieron en una tristeza absoluta. La niña dejó de comer y poco a poco su sonrisa se apagaba más. El joven Rey quería que su hija creciera con el cariño de una madre, y por ello mandó a su sirviente a hacer un llamamiento a todas las mujeres jóvenes en edad casadera, para conquistar su corazón y el de su hija. Fueron las hijas de los más ilustres nobles, acompañadas por sus padres y sirvientes, agasajándoles con riquezas, vestidos y regalos de todo tipo. Pero la pequeña no se inmutaba. El Rey, muy triste y cansado, se levantó diciendo “continuaremos mañana, utilicen las habitaciones del castillo para pasar la noche de hoy, quiero empezar temprano las presentaciones”. Esa noche el castillo estaba diferente, cobró un aire mágico que la niña sentía desde sus aposentos. Se levantó inquieta, había algo que le guiaba por los amplios pasillos de palacio… De repente, se paró en la puerta de la cocina…no había vuelto allí desde la muerte de su madre, pues era su lugar favorito, donde jugaban a crear nuevos platos, reían y compartían sus creaciones culinarias con el Rey. Esa cocina no volvió a ser usada desde que la reina falleció por la tristeza que les provocaba. La pequeña abrió sigilosamente la puerta, le invadió una sensación de nostalgia y alegría a la vez. Había una señorita cocinando, por lo visto era una de las sirvientas de las familias invitadas, que sin saber, había entrado en esa cocina a preparar los platos de la comida del día siguiente. La joven saludó a la pequeña con una sonrisa tan dulce, que la niña no tuvo fuerzas para enfadarse por su intromisión. La joven le invitó a entrar “¿Quieres ayudarme? no sé muy bien cuáles son los gustos de tu papá y tampoco se me ocurre nada para deleitar a tanta gente”. La pequeña, reticente al principio, cedió y decidió ayudarla. Por primera vez en mucho tiempo, la niña sonreía mientras probaban los nuevos platos, mezclaban ingredientes, salsas, sabores… El Rey, que no podía dormir y no dejaba de dar vueltas en sus aposentos, escuchó las risas a lo lejos. Con la intención de hacerlas callar, fue apresurado a buscar de donde venían. Cuando vio que se trataba de la cocina entró en ira, abrió la puerta bruscamente, pues ese era un

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La magia de un nombre: Tres Delicias a la Carta Una historia para entender el encanto de un lugar, donde la imaginación y la creatividad definen una experiencia gastronómica.

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Tres Delicias que les unieron para siempre…

Cuenta la leyenda, que hubo un Rey en la antigüedad que enviudó muy

joven, su esposa murió dejándole al cuidado de su única hija, Luna. El Rey y la

pequeña se sumieron en una tristeza absoluta. La niña dejó de comer y poco a poco

su sonrisa se apagaba más. El joven Rey quería que su hija creciera con el cariño de

una madre, y por ello mandó a su sirviente a hacer un llamamiento a todas las

mujeres jóvenes en edad casadera, para conquistar su corazón y el de su hija.

Fueron las hijas de los más ilustres nobles, acompañadas por sus padres y

sirvientes, agasajándoles con riquezas, vestidos y regalos de todo tipo. Pero la

pequeña no se inmutaba. El Rey, muy triste y cansado, se levantó diciendo

“continuaremos mañana, utilicen las habitaciones del castillo para pasar la noche de

hoy, quiero empezar temprano las presentaciones”.

Esa noche el castillo estaba diferente, cobró un aire mágico que la niña sentía

desde sus aposentos. Se levantó inquieta, había algo que le guiaba por los amplios

pasillos de palacio… De repente, se paró en la puerta de la cocina…no había vuelto

allí desde la muerte de su madre, pues era su lugar favorito, donde jugaban a crear

nuevos platos, reían y compartían sus creaciones culinarias con el Rey. Esa cocina no

volvió a ser usada desde que la reina falleció por la tristeza que les provocaba.

La pequeña abrió sigilosamente la puerta, le invadió una sensación de

nostalgia y alegría a la vez. Había una señorita cocinando, por lo visto era una de las

sirvientas de las familias invitadas, que sin saber, había entrado en esa cocina a

preparar los platos de la comida del día siguiente. La joven saludó a la pequeña con

una sonrisa tan dulce, que la niña no tuvo fuerzas para enfadarse por su intromisión.

La joven le invitó a entrar “¿Quieres ayudarme? no sé muy bien cuáles son los gustos

de tu papá y tampoco se me ocurre nada para deleitar a tanta gente”. La pequeña,

reticente al principio, cedió y decidió ayudarla.

Por primera vez en mucho tiempo, la niña sonreía mientras probaban los

nuevos platos, mezclaban ingredientes, salsas, sabores… El Rey, que no podía dormir

y no dejaba de dar vueltas en sus aposentos, escuchó las risas a lo lejos. Con la

intención de hacerlas callar, fue apresurado a buscar de donde venían. Cuando vio

que se trataba de la cocina entró en ira, abrió la puerta bruscamente, pues ese era un

lugar sagrado para ellos. Su sorpresa fue enorme cuando vio a su hija con la boca

manchada de chocolate y sonriendo junto a aquella joven risueña. Las dos

muchachas le invitaron a pasar y probar los tres platos con los que le querían

satisfacer al día siguiente. El Rey se sentó y se dejó agasajar, la alegría le invadía. La

pequeña se durmió desfallecida en los brazos de su padre, y la joven y el rey se

quedaron hablando toda la noche.

Al día siguiente, en cuanto estuvieron todas las familias invitadas y sirvientes

del castillo reunidos, el Rey anunció “ya he elegido esposa, y no por su riqueza, sino

por devolverle a mi hija la sonrisa”. Sólo hicieron falta unos pocos ingredientes para

devolver la felicidad al castillo, la pequeña volvió a comer y a crear platos como

antes…todos los días creaban el rey, la joven reina y la pequeña un plato cada uno

(entrante, plato y postre), cada día diferente y más especial, “un menú de reyes”,

bromeaba el rey. Algunos dicen que la joven era un hada enviada por la reina para

cuidar de su familia. Pues la reina sabía que sólo necesitaban unos pocos ingredientes

para crear su menú perfecto, Tres Delicias que les unieron para siempre.