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70 - Argutorio 36 - II semestre 2016 Los nombres de ‘Tirofijo’ y Hitler todavía asustan. No tanto el de Dimitrov, quien fuera el secretario general de la III Internacional durante los años oscuros en los que José Stalin ocupó la jefatura de la extinta Unión Soviética. Curiosamente, los dos primeros tuvieron cierta concomitancia, siquiera misteriosa, con dos hombres corrientes del entorno comarcal, mientras que el tercero de los citados era pariente lejano de una vecina de nuestra ciudad. En cualquier caso, se trata de hechos puntuales conservados por tradición oral, lo que no excluye el subjetivismo ni la buena fe. ¿GUERRA CIVIL EN COLOMBIA DESDE 1946? Pedro Antonio Marín Rodríguez, alias Tirofijo o Manuel Marulanda Vélez, fue un guerrillero colom- biano, nacido hacia 1930 y muerto por causas aparen- temente naturales en marzo de 2008. Fue uno de los creadores y dirigentes de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) que han operado en el país sudamericano desde mediados de la década de los sesenta hasta la actualidad. De ideología inicial- mente liberal por tradición familiar, el inicio en 1946 de lo que sería un fiero enfrentamiento entre conser- vadores y liberales, junto con las desigualdades eco- nómicas del país, terminarían por inclinar a nuestro protagonista hacia las filas del marxismo-leninismo de corte revolucionario, abrazando las armas como opción política. Y es que la coyuntura de la nación americana no resultaba nada extraña para tal transmu- tación ideológica, ya que el comunismo colombiano de la época se caracterizó por apoyar decididamente al partido liberal, si bien el triunfo de los conservado- res en las elecciones de 1946 les había restado fortale- za e influencia 1 , lo que no impidió el estallido de una guerra sin cuartel encubierta que se extendería por el país durante más de una década. Pues bien, este trágico conflicto sociopolítico, co- nocido con el nombre de La Violencia, iba a perdurar prácticamente hasta los años sesenta, y se cobraría la vida de millares de colombianos, en medio de ho- rribles matanzas y atrocidades 2 . Con todo, la tregua entre los bandos contendientes de 1958-1959 no con- venció a un determinado número de combatientes y simpatizantes de la izquierda colombiana, lo que ge- neraría, casi sin solución de continuidad, el desarrollo de una actividad guerrillera según los métodos recién implementados en la Cuba precastrista, a raíz del des- contento popular en los últimos años del caudillaje de Batista, un régimen proclive a los Estados Unidos 3 . De hecho, un joven Fidel Castro había participado de lleno en el Bogotazo de 1948, el tumulto que se origina en la ciudad de Bogotá tras el asesinato del liberal Jorge E. Gaitán y que constituiría el primer episodio grave de la etapa execrable de La Violencia. Sin embargo, Fidel había llegado a Colombia por mor de sus relaciones con el peronismo y con la intención de intervenir en una cumbre estudiantil de carácter continental 4 . En cualquier caso, como cabría esperar, las teóricas responsabilidades que podían derivarse del magnicidio fueron susceptibles de todo tipo de comentarios 5 . Pues bien, la terrible sangría del conflicto de La Violencia, con más de 200 000 víctimas posibles, re- presentó en verdad una brutal contienda doméstica de dimensiones colosales 6 . No tenía frentes, ni ejércitos regulares que combatieran entre sí; ni siquiera jefes u oficiales que la dirigieran en conformidad con los usos convencionales de la guerra. Únicamente bandas de paisanos que se mataban entre sí por profesar ideas TRES PERSONAJES DEL VIOLENTO SIGLO XX EN CIERTAS FUENTES ORALES DE LA COMARCA José Piñeiro Maceiras

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Los nombres de ‘Tirofijo’ y Hitler todavía asustan. No tanto el de Dimitrov, quien fuera el secretario general de la III Internacional durante los años oscuros en los que José Stalin ocupó la jefatura de la extinta Unión Soviética. Curiosamente, los dos primeros tuvieron cierta concomitancia, siquiera misteriosa, con dos hombres corrientes del entorno comarcal, mientras que el tercero de los citados era pariente lejano de una vecina de nuestra ciudad. En cualquier caso, se trata de hechos puntuales conservados por tradición oral, lo que no excluye el subjetivismo ni la buena fe.

¿GUERRA CIVIL EN COLOMBIA DESDE 1946?

Pedro Antonio Marín Rodríguez, alias Tirofijo o Manuel Marulanda Vélez, fue un guerrillero colom-biano, nacido hacia 1930 y muerto por causas aparen-temente naturales en marzo de 2008. Fue uno de los creadores y dirigentes de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) que han operado en el país sudamericano desde mediados de la década de los sesenta hasta la actualidad. De ideología inicial-mente liberal por tradición familiar, el inicio en 1946 de lo que sería un fiero enfrentamiento entre conser-vadores y liberales, junto con las desigualdades eco-nómicas del país, terminarían por inclinar a nuestro protagonista hacia las filas del marxismo-leninismo de corte revolucionario, abrazando las armas como opción política. Y es que la coyuntura de la nación americana no resultaba nada extraña para tal transmu-tación ideológica, ya que el comunismo colombiano de la época se caracterizó por apoyar decididamente al partido liberal, si bien el triunfo de los conservado-res en las elecciones de 1946 les había restado fortale-

za e influencia1, lo que no impidió el estallido de una guerra sin cuartel encubierta que se extendería por el país durante más de una década.

Pues bien, este trágico conflicto sociopolítico, co-nocido con el nombre de La Violencia, iba a perdurar prácticamente hasta los años sesenta, y se cobraría la vida de millares de colombianos, en medio de ho-rribles matanzas y atrocidades2. Con todo, la tregua entre los bandos contendientes de 1958-1959 no con-venció a un determinado número de combatientes y simpatizantes de la izquierda colombiana, lo que ge-neraría, casi sin solución de continuidad, el desarrollo de una actividad guerrillera según los métodos recién implementados en la Cuba precastrista, a raíz del des-contento popular en los últimos años del caudillaje de Batista, un régimen proclive a los Estados Unidos3.

De hecho, un joven Fidel Castro había participado de lleno en el Bogotazo de 1948, el tumulto que se origina en la ciudad de Bogotá tras el asesinato del liberal Jorge E. Gaitán y que constituiría el primer episodio grave de la etapa execrable de La Violencia. Sin embargo, Fidel había llegado a Colombia por mor de sus relaciones con el peronismo y con la intención de intervenir en una cumbre estudiantil de carácter continental4. En cualquier caso, como cabría esperar, las teóricas responsabilidades que podían derivarse del magnicidio fueron susceptibles de todo tipo de comentarios5.

Pues bien, la terrible sangría del conflicto de La Violencia, con más de 200 000 víctimas posibles, re-presentó en verdad una brutal contienda doméstica de dimensiones colosales6. No tenía frentes, ni ejércitos regulares que combatieran entre sí; ni siquiera jefes u oficiales que la dirigieran en conformidad con los usos convencionales de la guerra. Únicamente bandas de paisanos que se mataban entre sí por profesar ideas

TRES PERSONAJES DEL VIOLENTOSIGLO XX EN CIERTAS FUENTESORALES DE LA COMARCA

José Piñeiro Maceiras

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políticas diferentes y a modo de infligirse represalias y castigos recíprocos. Parafraseando al general Díaz de Villegas, fue una guerra fría, fase previa de la gue-rra de tipo tradicional, pero guerra al fin y al cabo7; y que guarda cierta similitud con el período 1931-1936 de la IIª República Española: una etapa difícil y tur-bia de nuestra historia reciente, pero que en absoluto llegó a tales extremos pavorosos8.

El conflicto colombiano también mantiene algún paralelismo con la llamada guerra de los cristeros de Méjico (1926-1929); e, igualmente, con la guerra constitucionalista nicaragüense (1926-1927), que en-frentó a liberales contra conservadores9, y que enla-zaría seguidamente con la lucha iniciada por Sandino hasta su homicidio en 1934; pues ambas revistieron las características de guerras internas y dolorosas, sin sometimiento a las leyes y costumbres de la guerra internacional. Y como enfrentamiento político, La Violencia guarda igual parecido con la etapa inesta-ble vivida en Bolivia tras la Guerra del Chaco (1932-1935) y que culminaría en 1946 con el linchamiento de Gualberto Villarroel, hasta entonces Presidente de la República10.

En Colombia, por fortuna, la reconciliación entre las dos facciones enfrentadas desde los años cuarenta, merced a la constitución de un frente nacional común, evitó que dicha guerra fría se convirtiera en una gue-rra caliente o convencional como ocurrió en España; pero no pudo impedir que a su socaire se originara una lucha revolucionaria, que es la etapa inicial de la llamada guerra civil revolucionaria, según los ma-nuales castrenses. Y es una lástima que algunos go-biernos y tribunales sólo hayan visto un grave pro-blema de orden público o de terrorismo generalizado cuando lo que existía era una guerra revolucionaria en ejecución, siquiera fuera en su fase incipiente. Y es que la lucha revolucionaria moderna, como opción bélica, no sólo comprende la aplicación de la ac-ción directa, como medio de combate –propio de los anarco-sindicalistas de principios del siglo XX–. No, tiene su origen en la revolución rusa de 1917 y en la constitución de la internacional comunista en 1919, a la que más adelante aludiremos11.

Como antes hemos esbozado, Tirofijo dirigió las FARC con mano de hierro desde aproximadamente 1965 hasta la época de su fallecimiento, habiendo intentado en varias ocasiones concertar con el gobierno de turno un periodo de paz para el país colombino (1984,1991 o, mismamente, 1998). Sin duda, Marín fue un guerri-llero con cierto halo de leyenda (una mezcla de Ernesto Guevara y Sendero Luminoso)12; pese a ser acusado de haber cometido una buena pléyade de delitos relaciona-dos con la lucha armada, lo que concuerda con la típica actividad bandoleril de las partidas guerrilleras13.

Pues bien, un gallego residente en nuestra comar-ca desde hace años14 asegura haberse tropezado con Tirofijo en la Colombia de 1970, cuando este técnico lucense trabajaba para una empresa minera que ope-raba en territorio controlado por la guerrilla. Fue de-tenido fortuitamente por unos guerrilleros, metralleta en mano, en la parte meridional del departamento de Santander, a raíz de un enfrentamiento previo, lo que propició que conociera a Marulanda en persona, quien se cuidó de proteger a nuestro compatriota en lo sucesivo. No volvió a tener ningún percance con la guerrilla subversiva pese a trabajar para una empresa colombiana en una zona aislada del interior del país.

Europeo muy parecido a Hitler. (Fotografía tomada en Colombia en plena etapa de La Violencia y conservada en los archivos de la CIA)

EL HITLERISMO EN SUDAMÉRICA

El siguiente suceso que tengo recopilado en mis apuntes particulares, y que quizás sea el más sorpren-dente de todos los anotados, procede de la misma cordillera andina, si bien de otro país hermano; me refiero a la República de Argentina, que este 2016 ce-lebra el doscientos aniversario de su independencia institucional.

Como se sabe, el jefe de la Alemania nazi, Adolf Hitler, murió en Berlín en la primavera de 1945, suici-dándose con su mujer en el búnker antes de ser toma-do éste por las tropas rusas, lo que evitó que compare-ciera ante el Tribunal militar especial de Nuremberg. Al menos esto parece la versión oficial tras el informe redactado al respecto por el servicio inglés de inteli-

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gencia15, una vez concluida la contienda. No obstante, desde los primeros instantes, figuras muy importan-tes de los aliados (Stalin, Zhukov o Eisenhower, v. g.) dudaron de que Adolf Hitler se hubiera quitado la vida, pues no se había hallado el cuerpo verdadero, e inclusive la prensa de la época transmitía, de vez en cuando, noticas confusas, si no fantasiosas, que ha-cían pensar en una hipotética huida16.

Así las cosas, en el año 2009, un grupo investigador ligado a la Universidad de Connecticut pudo acceder a la sala moscovita donde se conservan desde hace décadas los restos óseos del canciller del III Reich, pudiendo extraer algunos fragmentos para su poste-rior estudio en laboratorio. Las conclusiones fueron sorprendentes e inesperadas: los huesos prospectados no correspondían a Hitler, sino a una mujer de unos treinta o cuarenta años…17

Pocos años antes, conocí en una oficina pública radicada en Astorga a un hispano-argentino oriundo de la comarca, que acababa de arribar de Buenos Ai-res, donde había pasado buena parte de su vida. Me aseguró, ante mi perplejidad, que Hitler había sobre-vivido a la IIª Guerra Mundial, residiendo de forma clandestina en la Argentina, donde conocidos suyos18 lo habían visto tiempo atrás en la ciudad de Mar del Plata, en la Patagonia y en la provincia de Córdoba, muriendo apaciblemente con más de setenta años de edad… Algo inaudito para una nación que tiene a gala la defensa de los derechos humanos y la persecución inmisericorde de los crímenes de guerra.

¿Era verdadera o falsa la noticia proporcionada gentilmente por mi informante repentino? No puede saberse a ciencia cierta, pero ello no impide que po-damos explorar siquiera las hipótesis más convincen-tes19; con mayor motivo una vez conocidos los resul-tados de la mentada prueba norteamericana en 2009.

Ya en el verano de 1945 un periódico de Chicago informaba que Hitler había desembarcado con Eva Braun en las playas argentinas, donde habían logrado esconderse20. La noticia no cogió descuidado al FBI (Federal Bureau of Investigation), que ya conocía confidenciales noticias al respecto, aunque por otras fuentes. Desde entonces, informaciones similares so-lían aparecer en la prensa mundial, preguntándose sobre cuál había sido el exacto destino del dictador alemán; la mayor parte de ellas falsas o erróneas.

Con todo, en la primavera de 1947, las naciones aliadas publicaron un grueso volumen cuyo título rezaba así: Lista del Registro Central de criminales de guerra y sospechosos de atentar contra la se-guridad, y en cuya página 170 podía leerse lo que sigue:

Nombre: Hitler, Adolfo. Archivo del Registro Central: número 1. Sexo: masculino. Nacionali-

dad: alemán. Fecha de nacimiento: 1889. Categoría: Führer del Reich. Motivo de su busca: asesinato. Re-clamado por Polonia, Checoeslovaquia y Bélgica21.

Los sobresaltos de aquel año no acabaron ahí. De hecho, en el transcurso de un juicio por crímenes de guerra sustanciado ante los juzgados de Varsovia contra un piloto de las SS, E. Peter Baumgart, éste confesaría en estrados que a finales de abril de 1945 había logrado evadir a Hitler y Eva Braun del búnker berlinés, saliendo por vía área en dirección a la base militar de Tonder (Dinamarca) aún controlada por las tropas germanas22. Allí vieron a la pareja varias per-sonas, entre ellas el teniente Arthur Fiedrick Macken-sen, partiendo para un lugar ignorado23. El juicio que-dó suspendido por tales declaraciones inesperadas, reanudándose semanas más tarde. Con todo, el citado oficial Baumgart, condecorado con la cruz de hierro y con otras distinciones militares, fue condenado a una pena de cinco años de prisión en 1949, volviéndose a divulgar de nuevo su relato por no pocos rotativos del llamado mundo libre24.

La selva y los Andes, refugio inhóspito de la guerrilla sudameri-cana y de los nazis huidos.

Y la noticia más sorprendente sería la propiciada durante el verano de 1948 por el Tribunal alemán de desnazificación, al citar en estrados a los desaparecidos Hitler y Eva Braun, de-clarándolos en rebeldía procesal por no haber comparecido, a fin de disponer de sus bienes patrimoniales25. Lo que era consecuencia de una providencia del Registro Civil, emitida previamente a instancia de la familia Braun:

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La supuesta muerte de Eva Hitler no puede ser documentada. En este Registro no se ha recibido ningún informe sobre la muerte ni se sabe que haya sido encontrado el cadáver en la Cancille-ría del Reich, ni que se haya identificado ningún cadáver como el de Eva Braun o Eva Hitler. La validez del matrimonio no se ha legalizado por medio de ningún documento… 26

Mientras tanto, en la Argentina comenzaban a repe-tirse avistamientos, posibles o ficticios, del derrotado jerarca germano, hasta el punto de que tales rumo-res terminaban por saberse en las oficinas del FBI en Washington y en las centrales de inteligencia. Se decía que el ex Fhürer había logrado alcanzar las cos-tas de la Patagonia a bordo de un sumergible, lo que parecía bastante probable, habida cuenta que meses después del armisticio aún se detectaron varios sub-marinos en las aguas de Chile y Argentina; rindiéndo-se reglamentariamente dos unidades a la fuerza naval argentina en el invierno austral de 1945.

Informe secreto de la CIA relativo a la posible presencia de Hitler en Colombia (1955)

Apenas un año más tarde, llegaba el general Perón a la Casa Rosada tras unas elecciones históricas, y las noticias en la prensa en torno a los encuentros fan-tasmas con Hitler empezaron a decrecer. El general oriundo de Lobos sería acusado en 1966 de haber sido un ‘agente fascista’ en el pasado, tras una reunión

internacional de partidos comunistas celebrada en Moscú27; quizás exageradamente, pues Perón había fundado un movimiento político sui géneris, teniendo en cuenta varias fuentes diferentes: el americanismo, el caudillismo latinoamericano, el militarismo albice-leste, el laborismo de Primo de Rivera, la experien-cia sindical de los ministros españoles Girón y Sanz Orrio, o, incluso, la conducción de las masas según el patrón mussoliniano; pero de ahí al efectivo fascismo había un apreciable trecho por recorrer. Y es notorio que el general argentino no anduvo tanto.

Con todo, es cierto que una vez derrocado Perón en el año 1955, con ocasión de la Revolución Libertado-ra del general Lonardi, la situación de los alemanes refugiados en Argentina empeora, y prueba de ello fue el secuestro y posterior enjuiciamiento en Israel de Eichmann, acusado de crímenes contra el pueblo judío28, por lo que sería ejecutado en 1962. Poco des-pués, llegaba destinado a la localidad patagónica de Caleta Oliva un marino mercante argentino, el ca-pitán Manuel Gerardo Monasterio, quien conocería allí a un súbdito alemán con quien trabaría una fuerte amistad. Este individuo resultó ser un marinero del acorazado Admiral Graf Spee, hundido en la bahía de Montevideo en 1939, tras lo cual fue captado por el servicio de espionaje alemán dirigido por el almirante Canaris. El referido marinero le terminó revelando a Monasterio que Hitler había venido desde Noruega a la Argentina tras la pacificación29, viviendo en un ran-cho de los Andes hasta la revolución del 55, siendo el dicente su asistente y custodio permanente. La ac-tividad clandestina desplegada por esta organización neonazi fue notable hasta la muerte de Evita Perón (1952), con diversas inversiones y conexiones com-pletadas en tres continentes diferentes, disgregándose y desapareciendo el núcleo en los años sucesivos30. Con todo, el confesante le puso una condición a Mo-nasterio para dar a conocer dichos secretos al públi-co: que pasara como mínimo una docena de años. El capitán cumplió diligentemente lo pactado, editando en 1987 un libro sobre tales memorias, aunque bajo pseudónimo31, teniendo en cuenta el clima de tensión que todavía se respiraba en aquella república ameri-cana.

La liquidación de la inicua guerra subversiva de los setenta, sin frentes y con retaguardias enfrenta-das, que asoló la sociedad argentina y cuyas secuelas todavía perduran, dificultaba el proseguir con tales averiguaciones. Por ello, y tratándose de materia tan delicada, que afectaba a la postre a las responsabilida-des derivadas de una conflagración mundial, el asunto de la pervivencia en la América hispana del antiguo canciller de la Alemania nacional-socialista quedó relegado. No obstante, a partir de los años noventa,

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varios periodistas y estudiosos32 se encargarían de sa-car a la luz nuevas informaciones relacionadas con la hipotética estancia de Hitler en varios países del Cono Sur, tras su intervención catastrófica en la contienda de 1939-1945. En principio, parecían conjeturas y po-sibilidades teóricas sin suficiente soporte científico; si bien existen ciertos documentos y testimonios que no pueden soslayarse, pues indican una presencia muy verosímil del jefe nazi en territorio argentino, para-guayo y colombiano33.

Así las cosas, cabría preguntarse cuándo falleció el misterioso Hitler del hemisferio sur o, mejor dicho, cuándo murió el considerado aún por algunos entu-siastas sudamericanos como el auténtico Führer de 1933. Pues bien, se barajan dos fechas diferentes: una prudencial de febrero de 1962 y otra más longeva de 1971; creyéndose más apropiada la primera, no en vano el espía citado –en teoría, uno de sus últimos servidores–, ya daba por muerto a Hitler a mediados de los sesenta, lo que estaría en consonancia con su precario estado de salud. Además, durante la narra-ción, el deponente poseía un sentimiento de resigna-ción nostálgica, razón por la que cabe suponer que el otrora subordinado del almirante Canaris decidiese revelar sus tareas clandestinas a Manuel Monasterio, por tratarse éste del tradicional marino con amplia experiencia. De hecho, en 1956, el juzgado de la lo-calidad bávara de Berchtesgaden había reconocido por fin la defunción del antiguo canciller, aunque por suicidio34.

Pues bien, mi interlocutor35, un comerciante de la ciudad de Adrogué (partido del Almirante Brown, provincia de Buenos Aires), me indicó la presencia de Hitler en la Villa General Belgrano, una pequeña localidad serrana de raigambre bávara, situada a unos ochenta kilómetros al sur de Córdoba. Dicha entidad poblacional fue fundada por emigrantes de lengua alemana hacia 1930, acogiendo años más tarde un grupo de marineros del hundido acorazado Graf Spee, a quienes precipitadamente se les responsabilizó de quemar una enseña argentina en 194336.

También mencionó mi comunicante que el dirigen-te austro-alemán había sido visto alguna vez en la pe-queña ciudad de General Levalle, población ubicada en la misma provincia cordobesa y alejada unos 550 km de la gran metrópoli bonaerense. Igualmente, ase-guraba el paso del dirigente nazi por la ciudad turísti-ca de Mar del Plata.

Más al sur, refiere que sus informantes le hablaron de su estancia pretérita en una mansión de Villa La Angostura, una discreta ciudad rodeada de montañas idílicas, cerca de la frontera chilena, al pie del lago glaciar Nahuel Huapi; debiendo señalarse que todos estos sectores han sido mencionados de modo genéri-

co o específico por varias fuentes, como lugares don-de distintos testigos aseguran haber visto al Führer en el pasado.

Pero mi particular comentarista, un profundo admi-rador de Evita y Gardel, no sólo hablaba de Hitler en la nación argentina, sino también de su secretario privado, el escurridizo Martín Bormann, considerado visto en la provincia de Misiones, al norte del país, lindando con Brasil y Paraguay, donde curiosamente se le cita en la documentación oficial como habitante efectivo de la zona37, pese al hallazgo de sus restos humanos años más tarde en el Berlín no comunista. Misteriosamente, un individuo que ha tomado la per-sonalidad del nazi desaparecido no sólo ha confundi-do a los habitantes de la provincia de Misiones, donde incluso existe un edificio abandonado en plena selva que los pobladores denominan ‘casa de Bormann’38, sino a la policía e inteligencia de varios estados oc-cidentales, a sus perseguidores israelitas y hasta un antiguo miembro de la Abwer de Canaris39.

Con tantos interrogantes, el Gobierno argentino ordenaría en 1997 la confección de un estudio sobre las presuntas actividades del nazismo en la nación40. El informe en sí, catalogado por la inteligencia nor-teamericana como un ensayo general41, sostuvo que la Argentina había recibido cerca de doscientos fu-gitivos relacionados con la Alemania de 1939-1945, portando consigo algún botín bélico de importancia, pero apenas se pronunciaba sobre la hipotética pre-sencia residencial de sus líderes principales.

La prensa local y la desaparición misteriosa del Fürhrer.

Sorprenden, pues, tantas noticias sobre el hitleris-mo en América del Sur, pues independientemente de haber recibido varios países una fuerte inmigración de procedencia germánica42, se trata de naciones de ideología constitucional y con fuertes sentimientos religiosos y patrióticos, merced a la influencia del

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catolicismo hispánico de sus antiguos colonizadores, fueran españoles o portugueses 43.

LA INTERNACIONAL COMUNISTA (1934-1943)

La III Internacional, también conocida por Komin-tern, fue creada por Lenin en marzo de 1919, como fórmula de mantener todas las organizaciones co-munistas unidas bajo una misma dirección política, a fin de implantar el marxismo-leninismo en el orbe mediante la lucha civil revolucionaria. Al menos ésa fue la teoría hasta que en el Congreso del verano de 1935 se expusiera la idea de los “Frentes Populares”; es decir, la unión de todas las fuerzas de izquierda frente al fascismo de la época. En realidad, se trataba de una estratagema bien diseñada en las oficinas de la organización para poner freno al anticomunismo cre-ciente: “o fascismo o marxismo”, venía a proclamar elípticamente la idea moscovita. Con mayor motivo, cuando las insurrecciones revolucionarias programa-das en Europa, a partir de la toma del poder por los bolcheviques, habían fracasado: Finlandia, Alemania, Austria, Hungría, Bulgaria o España (Asturias).

No obstante, la fórmula no cuajó en el mundo occi-dental, si exceptuamos los casos de Francia, España y Chile, que revisten por lo demás características pecu-liares. El temor de que se tratara de un mero convenio temporal para alejar las modas fascistizantes de los años treinta, tanto en Europa como en América, ro-busteciendo así la potencia de los diversos partidos comunistas en las débiles democracias de la época, se tuvo muy presente. De hecho, cuando esos parti-dos comunistas fueron poderosos, merced a la ocu-pación por las tropas soviéticas de la Europa oriental en mayo de 1945, la democracia parlamentaria des-apareció rápidamente de todos los territorios ocupa-dos, instaurándose en su lugar el modelo socialista. Ítem más, las elecciones fueron el medio empleado para la creación de repúblicas leninistas por doquier, denominadas institucionalmente “democracias popu-lares”.

No había sido necesaria una guerra civil revolucio-naria para que triunfara el socialismo de tipo colec-tivista, como había pensado Lenin tras conquistar el poder en 1917, sino una vastísima guerra expansio-nista de índole internacional, pero tremenda y devas-tadora en sus efectos y consecuencias, para que el sis-tema marxista-leninista terminara imponiéndose en la mitad de Europa, con la paradoja de que el fascismo europeo había contribuido a su definitiva consolida-ción.

Efectivamente, era Stalin el triunfador de dicha lí-nea política, pero no puede olvidarse a quien, desde 1935, había puesto su inteligencia y tesón al servicio

de ese fin sociopolítico, propalando la idea-fuerza de unidad de todos los partidos y sindicatos populares frente al fascismo: el búlgaro Jorge Dimitrov, que un año antes había sido elegido secretario general de la III Internacional.

La prensa comarcal de 1936 revela el funcionamiento de las sec-ciones de la III Internacional, Pioneros Rojos y Socorro Rojo In-ternacional.

Dimitrov había nacido en 1882 en la provincia de

Pernik, no lejos de la capital, Sofía. Su familia proce-día de la región de Macedonia, un territorio ansiado por la nación búlgara desde tiempo inmemorial, de donde procede también la familia de Iablena Kons-tantinova con quien se emparentaría uno de los her-manos de Dimitrov durante el siglo pasado44. El joven Dimitrov dejaría la escuela para trabajar como tipó-grafo, y pronto se interesaría por la política; se sien-te atraído por la ideología marxista, liderando con el tiempo la Unión General de Trabajadores y el antiguo partido socialdemócrata de Bulgaria. Como tantos otros, queda cautivado por la revolución bolchevi-que y por la acción directa, hasta el punto de ser uno de los cabecillas de las acciones insurreccionales de 1923-1925, organizadas por el partido comunista búl-garo y determinados oficiales del ejército soviético45. Por entonces, empieza a ser conocido en el exterior: en 1921 había sido elegido miembro del comité di-rector de la Internacional Sindical Roja o Profintern, y dos años más tarde, secretario de la federación co-munista de los Balcanes. Y desde 1924 formaría parte

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del comité ejecutivo del Komintern, lo que le obliga a desplazarse por varios países. En 1933, es detenido en la Alemania de Hitler, acusado de atentar contra el Reichstag, e ingresa en prisión donde estudia me-ticulosamente la normativa alemana, defendiéndose de forma ejemplar ante el tribunal juzgador, saliendo absuelto de todas las imputaciones46, lo que le genera-ría una merecida fama47, que lo catapultaría a la direc-ción de la III Internacional un año más tarde.

El poder y la capacidad de persuasión que poseía entonces la internacional comunista era impresionan-te, hasta el punto de poder catalogarse, a tenor de las informaciones reveladas hacia 1940 por el general Krivitsky (ex jefe del servicio militar soviético en la Europa occidental)48, como una especie de mundo aparte dentro del correoso estado soviético; actuando además como un para-ministerio político-propagan-dístico de la URSS; eso sí, controlado de cerca por la temible policía secreta (OGPU)49.

En 1935, y según informaciones obrantes en el mi-nisterio español de la Gobernación50, las secciones que tenía operativas en nuestro país eran las siguientes: partido comunista central, con sus comités, radios y células; Konsomol o juventud; Pioneros Rojos; la In-ternacional Roja Femenina; la Internacional de Cam-pesinos; la Internacional Sindical Roja; la Internacio-nal de Marinos y Trabajadores del Puerto; sección de antimilitarismo; Federación Deportiva Obrera; Liga Anticlerical Revolucionaria; Unión de Escritores Proletarios Revolucionarios de Hispanoamérica; so-ciedad para las relaciones culturales con el extranje-ro; Socorro Rojo Internacional; Sociedad de Amigos de la URSS; Turismo Soviético; Buró del Cine Revo-lucionario, y la Internacional de Mineros. En definiti-va, un verdadero ejército revolucionario que contaba con decenas de periódicos, revistas y editoriales a su disposición. Pero los soldados de este ejército no eran muchos por entonces, coyuntura que cambiaría meses después, merced a la denominada “bolchevización” de una parte sustancial del Partido Socialista, y que Dimitrov conocía perfectamente gracias a sus contac-tos con los diputados socialistas Álvarez del Vayo y Margarita Nelken, así como por la actitud de varios dirigentes de las Juventudes Socialistas, que incluso visitaron Moscú para entrevistarse con los dirigentes del Komintern51.

Refiere Krivitsky que durante este tiempo la III Internacional adquirió una importancia enorme en Europa, pero que la política de acercamiento a la Alemania nazi, con ocasión del pacto de no agresión –concertado entre Stalin y Hitler en agosto de 1939–, la depreciaría de modo notorio.

La invasión alemana de 1941 pudo mejorar el pres-tigio del Komintern, pero las potencias aliadas occi-

dentales exigieron de los rusos que la III Internacio-nal fuera disuelta, como prueba de amistad y coope-ración. Cosa que se llevó a efecto en la primavera de 194352, no protestando nadie por ello53.

Tras la guerra mundial, Dimitrov retornó a Bulga-ria, donde llegaría a ser primer ministro de la nueva república socialista54, tras confeccionarse un gobier-no de coalición, sirviéndose para ello de un frente popular de ocasión: el llamado Frente Patriótico, del cual fue miembro de su comité nacional.

En 1945, se encargaría de la secretaría general y de la presidencia del politburó del partido comunista búlgaro, y un año más tarde pasaba a convertirse en miembro del presídium del Sindicato General Obre-ro. Desde 1945 fue diputado de la Asamblea Nacional de Bulgaria55.

El dirigente búlgaro fue un fiel seguidor de los plan-teamientos soviéticos, lo que no le impidió proponer, en enero del 48, la necesidad de constituir una confe-deración balcánica entre los países vecinos, pero su muerte en 1949 impidió su materialización. Con todo, el pueblo de Bulgaria lo ha considerado durante tiem-po como uno de sus líderes políticos más notables, hasta el punto de denominar a su distrito natal con el nombre de Dimitrovo.

Fue, sin duda, una de las figuras comunistas más importantes del siglo pasado. De hecho, en 1966 se intentó volver en Moscú a la unidad orgánica de los partidos comunistas de índole nacional56, así como tratar de expandir la influencia del comunismo en los países subdesarrollados a través de la denominada Conferencia Tricontinental de La Habana57.

No obstante, todo termina por olvidarse en el mun-do actual, incluso por sus correligionarios que tan-to le deben en teoría y estrategia política; aunque no por su familia, que siempre lo tuvo en gran estima58. Incluso, cuando con posterioridad a su fallecimiento fuera sometida a restricciones en lo tocante a la liber-tad personal59.

CONCLUSIÓN

El reciente flujo inmigratorio de la Europa oriental en nuestra comunidad, así como la tradicional emi-gración habida en el noroeste peninsular hacia los pueblos hispanos de América, cuando precisamente se conmemora el segundo centenario de su emanci-pación, nos permiten conocer algunos detalles de los principales totalitarismos del siglo pasado. Y es que las referencias orales pueden coadyuvar al conoci-miento de nuestra historia reciente, mas no suplir in integrum la filosofía política de los movimientos so-ciales ni sus trayectorias vitales.

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1 Fuente: FBI Records, SIS History, parte 3, p. 128. Washington.

2 El vocablo se refiere a una serie de procesos provinciales y locales su-cedidos en un período que abarca desde 1946 a 1964, aunque descargó su mayor fuerza destructiva entre 1948 y 1953. En estos años se partió en dos el siglo XX colombiano. Las variaciones de los cálculos estadísticos ofrecidos que van desde 80.000 a 400.000 muertos, revelan el cariz parti-dista. Cf. Palacios, M. y Safford, F. (2005): Colombia; país fragmentado, sociedad dividida; su historia, Grupo Editorial Norma, Bogotá, pp. 631 y 632.

3 No obstante, Batista había gobernado en los años cuarenta con el auxilio de los comunistas (Partido Socialista Popular), quienes participaron en la coalición gubernamental. Fuente: FBI Records, SIS History, parte 3, p. 160.

4 Los disturbios causaron más de mil muertos y cinco mil heridos en sólo 72 horas. El Presidente Ospina Pérez hablaría de amotinamiento incitado por comunistas y extranjeros. Con todo, Castro saldría del país, con ayuda diplomática cubana. Fuente: Furiati, C. (2003): Fidel Castro, la historia me absolverá, Plaza & Janés, Barcelona, pp. 121-130; “Fidel Castro re-cuerda el 9 de abril de 1948 y su encuentro con Gaitán”, en Lecturas Do-minicales-El Tiempo, (14.11.1976), Bogotá; El Gobierno de Colombia, convencido de la culpabilidad directa de Moscú, ha mandado detener a varios agentes comunistas, en ABC, (13.04.1948), Madrid, p. 11.

5 El órgano del PC español Mundo Obrero refería lo que sigue: Marshall y el presidente conservador colombiano, Mariano Ospina Pérez, se apresu-raron a declarar, provocadoramente, que el asesinato era obra de los co-munistas. Hoy se sabe que el instigador de aquel crimen, que dio origen a los sangrientos sucesos de Colombia, fue el jefe del Partido conservador, el jefe de Falange en Colombia, el ex-ministro de Estado Laureano Gó-mez que hoy es huésped de honor de Franco (cf. “Las actividades falan-gistas en Cuba”, [05.08.1948], Paris, p. 4). Más extraña era la siguiente noticia fechada el 20 de junio en el diario El Tiempo de Bogotá: El viaje por submarino, la muerte de Eva Braun y el aterrizaje en Florida; la muerte de Gaitán habría sido un golpe maestro contra el comunismo por parte de Hitler… Fuente: FBI Records, Adolf Hitler, parte 1.

6 La cifra de muertos entre 1948 y 1953 arroja la cifra de 140 000 falle-cidos. Cf. Gómez Isla, F. et alii (2008): Colombia en su laberinto; una mirada al conflicto, Los Libros de la Catarata, Madrid, p. 47. De hecho, la distribución de pistolas y la ferocidad de los crímenes cometidos con arma blanca, así como la huida de personas a la selva para evitar ser asesinadas, fueron bastante frecuentes, según diversos testimonios recopilados.

7 Consúltese Díaz de Villegas y Bustamente, J. (1962): La guerra revolu-cionaria, Graf. Fénix, Madrid.

8 El caso particular del continente europeo se estudia en Payne, S. (2011): La Europa revolucionaria, las guerras civiles que marcaron el siglo XX, Temas de Hoy, Madrid.

9 Por aquella época, la política en Centroamérica y el Caribe estaba media-tizada por los intereses en el área de EE. UU., programándose gobiernos y revoluciones a su medida, como había sucedido en Panamá o Nicaragua.

10 Los inductores de la revuelta eran de inspiración derechista e izquier-dista, muy disgustados por la política del comandante Villarroel, cuyo cadáver fue colgado de una farola frente al palacio presidencial. El motín arrojaría una cifra cercana al millar de víctimas: Aunque solamente se tienen noticias de que durante los sucesos haya habido 260 muertos y 520 heridos, en los medios oficiales se cree que el número de bajas asciende a dos mil personas. Cf. “En Bolivia ha triunfado una revolución”, en Impe-rio, (23.07.1946), Zamora, pp. 1 y 4.

11 Consúltense: Guevara, E., Pasajes de la guerra revolucionaria, Txa-laparta, 1997, Tafalla; Tse-Tung, M., La guerra de guerrillas, Huemul, 1965, Buenos Aires.

12 El presidente de Colombia, Carlos Lleras Restrepo, manifestó que los movimientos guerrilleros de Colombia están prácticamente liquidados. El mandatario nacional (…) reveló en improvisada rueda de prensa que ha tenido éxito la acción antiguerrillera llevada a cabo en la provincia de Santander… (Hoja del Lunes, [16.10.1967], Barcelona, p. 7). Falsas expectativas, ya que la guerrilla de Marín persistirá durante décadas (cf.Alape, A. [2000]: Manuel Marulanda, Tirofijo; Colombia: cuarenta años

de luchas guerrillas, Txalaparta, Tafalla). De hecho la paz definitiva entre el gobierno y las FARC se ha sellado en la ciudad de La Habana en junio de 2016.

13 Principalmente cuando ha existido una guerra intestina; de hecho, en 1976, la Central Intelligence Agency (CIA) confirmaba que “el terrorismo en Colombia aún tiene muchas características del bandidaje” (cf. CIA, Te-rrorism in South America, documento nº 0000343640). En el caso que nos ocupa, ha de mencionarse, por su singularidad, las actividades relaciona-das con el tráfico de estupefacientes (comentario personal, 2016). Vide la obra colectiva: La historia al final del milenio; ensayos de historiografía colombiana y latinoamericana, volumen 1, Editorial Universidad Nacio-nal, 1995, Bogotá, pp. 392-410.

14 Adolfo Tomé López. Archivo particular del autor.

15 Se trata de un estudio muy completo para la época, si bien parte de los informantes pertenecían a las SS. Y esta organización no era una mera milicia armada de un partido político al uso, pues ni siquiera pretendía imitar a las decapitadas SA… Por el contrario, constituía una guardia pretoriana de orden público y de carácter paramilitar, con códigos y jura-mentos de obediencia muy especiales. Y algunos jefes de las Schutzstaffel estaban dispuestos a mantener el mito de Hitler. Véase Trevor-Roper, H. R. (1957): Los últimos días de Hitler, José Janés Editor, 3ª edición, Bar-celona.

16 LONDRES, 17.- Los rusos creen en la posibilidad de que el doctor Fernando Sauverbruch, cirujano plástico, haya alterado las facciones de Hitler, para que no sea reconocido… Cf. “Los rusos no creen que Hitler ha muerto”, en Hoja del Lunes (18.06.1945), Madrid, p. 3. LONDRES, 3.- Los aliados occidentales mantienen un servicio especial de vigilancia a través de 125.000 millas cuadradas por si acaso Hitler no hubiera muerto y se encontrara escondido en algún punto de Alemania… Cf. “Vigilan-cia especial para encontrar a Hitler si no hubiese muerto”, en Imperio, (04.07.1945), p. 1. BOSTON, 17.- Todos los buques que llegan a puertos norteamericanos son registrados minuciosamente por si estuvieran es-condidos en ellos Hitler u otras jerarquías nacional-socialistas… Cf. “En busca de Hitler y jerarquías nacionalsocialistas”, Imperio, (18.08.1945), p.1. LONDRES, 31.- (…) Algunos altos oficiales del Servicio de Inteligen-cia inglés, antes de dar por terminadas sus tareas, quizá lleguen a encon-trar a Hitler, cuyo paradero sigue siendo un misterio… Cf. “El Servicio de Inteligencia inglés espera encontrar a Hitler”, Imperio, (01.09.1945), p. 4.

17 Cf. “Científicos de EE.UU. aseguran que el supuesto cráneo de Hitler es de una mujer”, ABC.es, (30.09.2009).

18 Se trataba de individuos adinerados de ascendencia alemana. El FBI había previsto en 1944, la posibilidad de que Hitler se refugiara en la Argentina tras el colapso de la guerra, por las condiciones geográficas y sociales de dicha nación: A large wealthy German Colony in Argentina affords tremendous possibilities for the providing of a refuge for Hitler and his henchmen. Fuente: FBI Records, Adolf Hitler parte 4.

19 Con todo, la figura de Hitler como hombre político había muerto de-finitivamente en Berlín, independientemente del destino de Hitler como persona física, cf. “El misterio de Hitler”, El Pensamiento Astorgano, (16.06.1945), Astorga, p. 1.

20 Chicago Times, 16 de julio de 1945. Así lo relataba la Agencia EFE: CHICAGO, 17.- El periódico “Chicago Times” publica un despacho de su corresponsal en Montevideo en el que afirma que Hitler y su esposa Eva Braun, vestida con ropas de hombre, han desembarcado en la Ar-gentina y se encuentran actualmente en la Patagonia. El referido corres-ponsal añade que estas son las dos personalidades alemanas que según algunos diarios argentinos iban a bordo del submarino que entró recien-temente en el mar del Plata. Cf. “¿Hitler y su esposa en la Patagonia?”, en Imperio, (18.07.1945), p. 2.

21 Cf. “Cuarenta mil nombres, en el libro registro de criminales de guerra”, en El Alcázar, (11.07.1947), Madrid, p. 6 (edición para Guadalajara). Recién concluida la guerra en Europa, el Führer ya aparecía en busca y captura: Hitler sigue encabezando la primera de las listas publicadas por la Comisión de Crí-menes de Guerra, la cual ha ordenado hasta ahora 2.600 órdenes de procesa-miento contra alemanes y japoneses (…). Los nombres de estos 2.600 acusados han sido entregados a las autoridades militares, cuya tarea es la de detener a los señalados y encarcelarlos hasta el juicio correspondiente (cf. “Hitler como primer responsable”, Pensamiento Alavés, [24.05.1945], Vitoria, p. 4).

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22 Consúltense, v. g.: “Took Hitler to Denmark, says airman”, en Sunday Post, (05.10.1947), Lanarkshire, p. 1; “Accused pilot says he flew Hitler to Denmark”, en Beaver Valley Times (19.12.1947), Beaver and Roches-ter, p. 3.

23 El teniente Mackensen dice que en medio del bombardeo de la artille-ría rusa de Berlín del cinco de mayo de 1945, él salió desvanecido de la Cancillería con Hitler, Eva Braun, Martin Bormann y ocuparon un avión que los condujo a Tonder (Dinamarca). Desde Tonder, el aparato despegó llevando ya sólo a Hitler y Eva Braun. Pero una hora después regresó y describiendo un círculo sobre el aeropuerto, arrojó una caja en la cual había una carta, que anunciaba que Hitler, Eva Braun y cuatro jefes del alto Estado Mayor habían sido depositados en la costa (cf. “Más sobre Hitler”, en Imperio, [11.09.1948], p. 4). Parte de la declaración de Mac-kensen ante las tropas aliadas puede leerse en Frattini, E. (2015): ¿Murió Hitler en el búnker?, Temas de Hoy, Barcelona, pp. 289 y ss.; también en Valloton, H. (2002): Bismarck et Hitler, L’Age d’Homme, Paris, p. 350.

24 He aquí la transcripción de la noticia tal como aparecía en los periódi-cos de Australia: Londres, jueves.- El capitán Peter Baumgart, un anti-guo piloto alemán de la Luftwaffe, quien afirmara volar con Hitler y Eva Braun hasta Dinamarca poco antes de la caída de Berlín, fue ayer con-denado a cinco años de prisión por pertenecer a las SS por un tribunal de tres jueces polacos. Baumgart manifestó al tribunal que había nacido en Sudáfrica pero en 1935 renunció a la nacionalidad británica. Reconoció haber derribado 128 aparatos de los aliados (…) y estaba en posesión de la Cruz de Hierro y de otras condecoraciones militares. Reveló que en el 25 de abril de 1945, poco antes de la caída de Berlín, Hitler repentina-mente lo convocó para ordenarle volar a Dinamarca. Hitler, Eva Braun y un general alemán, entre otros, subieron a su avión en Berlín, y despe-garon hacia Dinamarca. El avión había efectuado un aterrizaje forzado en Magdeburgo, pero, ante la insistencia de Hitler, voló al día siguiente a través de las descargas de artillería hacía la costa danesa. Aterrizaron a unas 44 millas del río Eiter en un campo. Hitler le apretó la mano, dán-dole un cheque de 20 000 marcos, y le ordenó que volviera de inmediato a Berlín. Baumgart añadió que cree que Hitler y su pareja embarcaron en un submarino. Cf. “Maintains Hitler escaped to Denmark”, en The Advocate, (09.02.1949), Burnie, p. 2.

25 Cf. “Hitler y Braun juzgados en Rebeldía”, El Alcázar, (17.08.1948), p. 1.

26 “Eva Braun no está muerta ni casada con Hitler”, Imperio, (20.02.1948), p. 1.

27 La afirmación fue efectuada por el antiguo agente del Komintern, Vic-torio Codovilla, por entonces en funciones de gestión del PC argentino. Codovilla, cuando estuvo en España durante la IIª República, adoptó el nombre en clave de “Medina”. Concluida la guerra civil española regresó al Cono Sur, radicando en Chile, donde sería localizado por la inteligencia estadounidense. En aquella época, Chile contaba con el PC más fuerte de América meridional. Fuente: FBI Records, SOLO, SIS History (parte 3).

28 La acusación pedía la pena de muerte por los siguientes cargos: exter-minio, colocación en precarias condiciones de vida y esterilización forza-da de millones de judíos, yugoslavos y gitanos. La defensa argumentaba que se le procesaba por una ley israelí de 1950, contraria al Derecho In-ternacional, pues los horribles crímenes, de los que se le acusaba, habían sido cometidos ante de constituirse el Estado de Israel, fuera de su territo-rio y contra individuos que no eran sus ciudadanos. Cf. “En Jerusalén dio comienzo ayer el proceso Eichmann”, Imperio, (12.04.1961), p. 6.

29 Documentos recién liberados por la CIA acreditan el funcionamiento durante la posguerra de una organización clandestina en los países es-candinavos que facilitaba el viaje de incógnito de antiguos nazis hacia América del Sur. Cf. CIA, “Illegal Imigration of Nazis from Germany to Argentina; Carlos Werner Schulz”, en Nazi War Crimes Disclosure Act, documento nº 519cd821993294098d516dff.

30 Una red secreta y transoceánica fue creada por M. Bormann en 1943, previendo la derrota militar, siendo dotada de grandes recursos econó-micos. Cf. CIA, “Report No. 1/60”, en Nazi War Crimes Disclosure Act, documento núm. 519a6b27993294098d51113b.

31 ‘Jeff Kristenssen’. Hitler murió en Argentina: Operación Patagonia: el Dios abandonado, Lumière, Buenos Aires, 1987. He consultado la segun-da edición de 2013, a cargo de Ediciones Monasterio.

32 He aquí sus principales estudios: Dunstan, S. and Williams, G., Grey Wolf, the escape of Adolf Hitler, Sterling, 2011, New York; Burnside, P., El escape de Hitler, su vida invisible en la Argentina, las conexiones con Evita y Perón, Booket, 2004, Buenos Aires; Llano, M., Hitler y los nazis de Paraguay, AGR, 2011, Asunción; Basti, A., Tras los pasos de Hitler, Planeta, 2014, Buenos Aires.

33 De hecho, los archivos estadounidenses sitúan al ex dictador en Colombia durante la época de La Violencia, con reportaje gráfico in-cluido (cf. CIA, Nazi War Crimes Disclosure Act, documento nº 519b7f9f993294098d513d08). En cualquier caso, entre los testimonios sobresalientes, el más consistente parece el ofrecido por el antiguo espía del Reich, Ángel Alcázar de Velasco, quien conocía personalmente al lí-der alemán; no en vano había resistido en el búnker hasta el 24 de abril de 1945, fecha en que huyó a Baviera con otros fugitivos. Pues bien, asegura en un incunable mecanografiado de 1962 (Bormann did not die in Berlin; I took him to South America, París, Agencia Dalmas, 114 páginas) que el Führer y la Braun, antes de su partida, fueron sometidos a narcóticos por indicación de Bormann, pasando seguidamente a la clandestinidad. Incluso, años después, en agosto del 52, el espía español pudo reunirse en una zona inhóspita austral con el depuesto dirigente del III Reich, quien presentaba un aspecto envejecido y demacrado. Cf. Cooper, H. (2014): Hitler in Argentina, Sharkhunters International, edited by Harry Cooper, Hernando (USA), pp. 110 y ss.

34 Hitler será declarado oficialmente muerto después de once años de su fallecimiento (…) el Ministro de Justicia, doctor Kurt Eller, dijo que el Estado piensa inscribir como oficialmente muerto a Hitler en pocas semanas. Tanto el Gobierno austriaco como el Tribunal Supremo de desnacificación han estado tratando de conseguir el certificado oficial de defunción de Adolfo Hitler con objeto de resolver cuestiones de dere-cho privado. Cf. La Región, (16.05.1956), Orense, p. 1. Hasta entonces, ningún familiar directo ni ninguna persona interesada pudieron obtener nada del peculio de Hitler, al no haber expedido las autoridades com-petentes el certificado legal del óbito; ni haberse respetado las mínimas exigencias formales en la redacción de su última voluntad. Cf. “Paula, hermana de Hitler, reclama sus derechos de heredera; el testamento del Führer, mecanografiado, no es válido según las leyes alemanas”, Imperio. (29.10.1952), p. 1.

35 Vicente Ramos Gallego, nacido en San Justo de la Vega en 1941. Ar-chivo particular del autor.

36 El Gobierno argentino internó 252 tripulantes del buque mencionado en la provincia de Córdoba. En julio de 1942, el número de marinos ale-manes se había reducido a 215. Fuente: FBI Records, SIS History, parte 3, p. 12.

37 A continuación le doy los primeros informes procedentes de esa agen-tura. 1.- Martín Bormann, criminal de guerra, condenado en el proceso de Nuremberg después de la Segunda Guerra Mundial, jefe del Partido Nazi en Alemania durante la guerra, buscado por la justicia interna-cional: según el informe, remitido en la fecha 29.4.1961 a su central en Alemania Occidental, vino en 1956 al Paraguay y vivía mucho tiempo en la propiedad del señor Alban Krug en Hohenau en la zona del Alto Paraná… (Informe policial redactado para el Ministerio del Interior de Paraguay, agosto de 1961). Cf. Llano, M. (2011): Hitler y los nazis en el Paraguay, AGR, Asunción, capítulo V.

38 “San Ignacio-Misiones”, <misiones-sanignacio.com.ar/casa_de_bor-mann-1307.htm>. Consulta. 11.05.2016. La prensa de los primeros se-senta confirmaba dicha ubicación: Tel Aviv, 9.- Un diplomático argentino ha declarado que Martín Bormann, lugarteniente de Hitler, hace cinco meses vivía en la frontera argentino-brasileña. El doctor Gregorio To-polevski, ex embajador argentino en Israel, dijo en una conferencia de prensa, que según los últimos informes Bormann se encuentra hoy en Brasil (cf. Imperio, [10.05.1961], p. 1.).

39 Precisamente, el citado Ángel Alcázar de Velasco, miembro de la agencia alemana de inteligencia desde 1935, y colaborador del ministerio español de Asuntos Exteriores en 1940. Conocía a Bormann y asegura haberlo escondido en España durante 1946, partiendo seguidamente con él hacia la Patagonia en un submarino pirata desde las costas de Villagarcía de Arosa, después de pernoctar en Ponferrada. Llegados a la Argentina, Bormann se internó en los Andes, cf. Alcázar de Velasco, A. (1979): Memorias de un agente secreto, Plaza & Janés, Esplugas de Llobregat, pp. 228-247. No obstante, el teniente Mackensen decla-ró a los aliados en marzo de 1948 que, huyendo hacia el aeropuerto de Berlín-Tempelhof, el tanque que llevaba a Bormann fue alcanzado por un proyectil.

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40 La Comisión para el Esclarecimiento de las Actividades del Nazismo en la República Argentina (CEANA) fue instituida por el decreto núm. 390, de 6 de mayo de 1997. Se han consultado las siguientes versiones del estudio: Primer informe de avance (marzo 1998, 161 p.); Segundo informe de avance (julio 1998, 245 p.); Informe final (noviembre 1999, 906 p.).

41 Cf. CIA, “Nazis in South America, vol. 2”, en Nazi War Crimes Disclo-sure Act, documento nº 519cd820993294098d516bc1.

42 Sobre todo en Chile y Argentina. En el primer país, existía ya en los años treinta un fuerte partido nacista -el Movimiento Nacional-Socialista de Chile- que preparó una asonada en septiembre de 1938, por lo que fue-ron fusilados medio centenar de sus militantes tras la restauración del or-den por las autoridades; lo habían fundado en 1932 González von Marées, Keller Rueff y el general Díaz Valderrama. En la República de Argentina, la inmigración alemana había sido sólo de 61 288 individuos hasta 1915, si bien había adquirido una preponderancia notable en las grandes compa-ñías mercantiles y en el mundo científico, desde aproximadamente 1870. En cualquier caso, se publicaban ya algunos periódicos en lengua alema-na y existían no pocas sociedades germanas de tipo cultural, deportivo o militar. Fuente: “Alemania”, La Nación, número especial centenario independencia, (09.07.1916), Buenos Aires, pp. 561 y ss.

43 Quizá esos sentimientos transmitidos desde la colonización, y conser-vados por los naturales tras la independencia, se sintieran desprotegidos ante la fuerte ofensiva programada por los técnicos del comunismo in-ternacional, desde la fundación del Komintern, por instar la liquidación de la religión y la propiedad privada: en puridad, los valores sustanciales de la sociedad iberoamericana. Pues bien, los viejos partidos del siglo XIX parecían incapaces de afrontar ese nuevo reto político con éxito, sin contar con ayuda exterior. En consecuencia, ante tal temor, las mentes de algunas personas pretendieron ver un “redentor” en la Europa de entre-guerras, que les previniera del apremiante peligro; pasando por alto que Hitler detestaba el Derecho Romano, que carecía de firmes convicciones religiosas y que había pactado con la URSS en 1939. Lo expuesto podría ser una de las razones que justificasen por qué en países católicos y antaño anticomunistas haya habido tantos “encuentros” con Hitler hasta fechas recientes; y lo dicho afecta a la Argentina, pero también a Colombia, Bra-sil, Chile o Paraguay. Con todo, el enfrentamiento entre nazismo y comu-nismo fue real; incluso ha sido interpretado como una auténtica guerra a muerte durante la primera mitad del siglo pasado (cf. Nolte, E. [2001]: La guerra civil europea 1917-1945; nacionalsocialismo y bolchevismo, Fondo de Cultura Económica, México).

44 Comunicación personal, mayo de 2016. La familia de Iablena Konstan-tinova Petrova ha vivido en la ciudad de Sofía; si bien, Iablema emigró a España hace ya varios años, fijando su residencia legal en Astorga.

45 General Krivitsky (1945): Yo, jefe del servicio secreto militar soviético, Sucesor de Hipólito de Pablo, quinta edición, Guadalajara, pp. 71 y 72. Por tales hechos, Dimitrov fue condenado por los tribunales búlgaros a la pena capital en situación de rebeldía; se le acusaba de cierta responsabi-lidad en la colocación de una bomba en la catedral de Sofía que produjo más de 150 muertos y 500 heridos; uno de los hermanos de Dimitrov fue asesinado como represalia (cf.: Dimitrov, G. [1951]: Selected speeches and articles, Lawrence & Wishart, London, pp. 23, 202-203; Koestler, A. [2011]: Memorias, Lumen, Barcelona, pp. 633-636).

46 El ‘Proceso de Leipzig’, sustanciado ante la sala de lo criminal de la corte suprema, representó la primera derrota del nazismo, por su trascen-dencia en los medios internacionales, constituyéndose incluso una comi-sión informativa de juristas en Londres que no observó conducta delictiva en los acusados Dimitrov, Popov y Tanev. La sentencia, hecha pública el 23 de diciembre de 1933, aunque condenó a muerte a uno de los acusados (Van der Lubbe), consideró inocentes a los antes mencionados; mas el Gobierno búlgaro les privó de la nacionalidad, por lo que se exiliaron en la URSS, obteniendo allí la naturalización.

47 Moscú, 27, 10 noche. Han llegado a Moscú en avión, procedentes de Berlín, los famosos comunistas búlgaros Dimitroff, Popoff y Taneff, sien-do recibidos por personalidades soviéticas y a los acordes de marchas por varias bandas y orquestas. Cf. ABC, (28.02.1934), p. 35.

48 Sería asesinado en febrero de 1941 en pleno Nueva York, simulándose haber sido un suicido. De las investigaciones practicadas por la policía estadounidense se infiere que el ejecutor fue un agente de la OGPU. Cf. FBI Records, Walter Krivitsky, partes 1-8.

49 General Krivitsky (1945): Yo, jefe del servicio secreto militar soviéti-co… pp. 49-96.

50 Archivo particular del autor.

51 Véase Claudín, F. (1983): Santiago Carrillo; crónica de un Secretario General, Planeta, Barcelona, p. 36.

52 Resolución del Presídium del Comité Ejecutivo de la Internacional Co-munista, Moscú, 15 de mayo de 1943. Cf. España Popular, (28.05.1943), México D. F., p. 1.

53 Las potencias del Eje habían constituido en 1940 el Pacto Antikomin-tern, del que formaron parte algunas naciones que no participaron en la guerra mundial como Turquía o España. En 1943, con la disolución de la III Internacional, la alianza no tenía razón de ser; hasta el punto que uno de los países firmantes (Finlandia) le declaró la guerra a Alemania en 1944. Como se sabe, España retiró la División Azul del frente ruso a finales del 43.

54 La Revolución la trajo Rusia. Dimitroff fue el creador, el fundador. El Lenin de Bulgaria. Dimitroff fue el que trajo a los rusos a Bulgaria para que ellos trajeran la revolución de Dimitroff, que fue una revolución marxista y búlgara, inspirada en la revolución de Lenin… Sofía, palabras de una intérprete estatal (cf. “El mausoleo de Jorge Dimitroff”, en ABC, [22.04.1965], Sevilla, p. 71). Dimitrov fue Presidente del Gobierno desde el 23 de noviembre de 1946.

55 Cf. Alonso Navarro, J. M. (1956): Quién es quién en el comunismo, (s.e.), Madrid, pp. 30 y 31.

56 FBI Records, SOLO. Washington.

57 Organizada e impulsada desde Cuba, parece que Fidel Castro pretende una Internacional comunista desligada de Moscú y de Pekín. Cf. “Exten-sión de la lucha de guerrillas en Hispanoamérica”, en Hoja del Lunes, (03.04.1967), Madrid, p. 3. Los acuerdos de la Tricontinental fueron los que siguen: creación de una organización de solidaridad de los pueblos de los tres continentes con sede provisional en La Habana; y creación de un comité de ayuda a los movimientos de liberación nacional, manteniendo el comité de solidaridad afro-asiática ya existente, facilitándose “la lucha liberadora de los tres Continentes, el combate abierto contra el imperia-lismo yanqui y todo el sistema de explotación imperialista, colonialista y neocolonialista”, cf. “La Tricontinental”, en Nuestra Bandera, febrero-marzo 1966, Partido Comunista de España, nº 47 y 48, Madrid, p. 99.

58 La familia de Iablena conservó las fotografías de su pariente mucho tiempo después de su muerte.

59 De hecho, desaparecido ya Dimitrov, la familia de Iablena tuvo algún problema administrativo con el Estado búlgaro para poder desenvolverse con libertad por el país, puesto que uno de sus miembros había huido al extranjero. Como consecuencia de ello, la policía visitaba a la familia en ocasiones, por lo que decidieron colocar un retrato de Stalin en la casa: a partir de entonces, la policía dejó de molestarles. Comunicación personal (archivo particular del autor).