Trinidad empezó a fumar.

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8/12/2019 Trinidad empezó a fumar. http://slidepdf.com/reader/full/trinidad-empezo-a-fumar 1/26  TRINIDAD EMPEZÓ A FUMAR Nota del autor: Este relato es puramente ficticio y no pretende ser una apología del tabaco, ni una relativización de su nocividad, ni una defensa de supuestos “derechos de los fumadores” al estilo de lo que hacen los lobbies tabaquistas. Este cuento es simplemente una fantasía fetichista con el tabaco como fetiche. En la realidad fumar tabacoes un vicio adictivo, sucio, molesto, tóxico y no es nada glamuroso,ni demuestra un carcter independiente !todo lo contrario" ni supone ning#n tipo de venta$a para el fumador.

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 TRINIDAD EMPEZÓ AFUMAR

Nota del autor:

Este relato es puramente ficticio y no pretende ser una apología del tabaco, ni unarelativización de su nocividad, ni una defensa de supuestos “derechos de los fumadores” al

estilo de lo que hacen los lobbies tabaquistas. Este cuento es simplemente una fantasía

fetichista con el tabaco como fetiche. En la realidad fumar tabacoes un vicio adictivo, sucio,

molesto, tóxico y no es nada glamuroso,ni demuestra un carcter independiente !todo lo

contrario" ni supone ning#n tipo de venta$a para el fumador.

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Hoy en día las cosas pueden resultar algo complicadas para alguien queempieza a fumar porque es fácil sentirse rechazada. Yo empecé a fumar algotardíamente, durante el verano del 200 y cuando tras el veraneo volví a clasepara reanudar mis estudios de !iclo "ormativo #uperior de $esarrollos de %lta!ultura, no quería que las chicas de mi pandilla se enteraran de que fuma&a.'er(nica, %raceli, #iena y yo formá&amos una s(lida y sana pandilla de nofumadoras convencidas, por lo que sa&ía que si una de nosotras empeza&a a

fumar desentonaría del grupo y seguramente las demás la mirarían un pocoraro. )or eso evita&a que mis queridas amigas descu&rieran que yo fuma&a, nofuma&a incluso si salíamos *untas por ahí y está&amos en un garito lleno dehumo. !laro está que eso me hizo pasar malos ratos, ocasiones en que mederretía por un cigarrillo y me tenía que aguantar. !uando me separa&a de misamigas tras una de esas ocasiones no tarda&a en encender un deseadísimopitillo que me sa&ía a gloria y me lo fuma&a como una ham&rienta.

+n una ocasi(n, volvía caminando tras las clases y desde le*os vi a unachica en una parada de auto&s que fuma&a con desparpa*o mientras o*ea&aun peri(dico gratuito. -a chica se veía c(moda, satisfecha y entretenidafumando, me dio envidia. +ntonces reconocí la melenita ro*iza y esadesenfadada manera de moverse %quella fumadora era mi amiga %raceli/ ome podía creer que mi amiga %raceli, tan amante de la naturaleza y de lasactividades al aire li&re estuviera fumando. 1e dirigí hacia ella y cuando yaesta&a frente a ella alz( su verde mirada y me reconoci(. #e le escap( ungesto de lamentaci(n al ver que la ha&ía descu&ierto fumando pero enseguidase resign( y con una valerosa sonrisa me confes( que ese verano ha&íaempezado a fumar. -a miré en silencio un momento y ella me di*o resignadaque ahora yo la i&a a reir. -e di*e que no, que no le i&a a reir, mientras

saca&a una ca*etilla de cigarrillos de mi morral ante la mirada primerosorprendida y luego divertida de %raceli. 1e encendí un pitillo y confesé quetam&ién ha&ía empezado a fumar durante el verano. "umamos *untas,sa&oreando el humo y lo inédito de la situaci(n. !omentamos que 'er(nica y#iena alucinarían si se enteraran de que las dos fumá&amos, pero antes deha&lar más so&re eso, lleg( el auto&s de %raceli y se tuvo que marchar.

3n par de días después, tras unas clases, las cuatro amigas nos *untamos a tomar un café. +n la cafetería ha&ía gente fumando y me dieronmuchas ganas de fumar. 1iré a %raceli y ella me devolvi( la mirada, dándonos

cuenta de que las dos está&amos pensando en fumar y que ha&ía que haceralgo para resolver aquella situaci(n tan inc(moda. %raceli ech( mano a sumochila y yo a mi morral sacando sendas ca*etillas y mecheros. #iena y

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'er(nica nos miraron con sorpresa y nos preguntaron si es que ha&íamosempezado a fumar. -es contestamos que si, que ahora éramos fumadoras, noempedernidas pero fumadoras. %raceli y yo esperá&amos algn reproche peropara nuestra sorpresa no lo hu&o, en vez de eso, con cara de circunstancias,'er(nica sac( otro paquete de cigarrillos de su &olso con logos de !arolinaHerrera, confesando que tam&ién fuma&a. !ogí un pitillo y me lo encendí 

mecánicamente mientras asimila&a la situaci(n, 'er(nica y %raceli mesiguieron.

)ensé que #iena, la sensi&le #iena, de&ía estar pasando un mal rato alver que de repente se queda&a en minoría en la pandilla, convertidas&itamente en una pandilla de viciosas. +ntonces di*o avergonzada que nolleva&a cigarrillos pero que ella tam&ién ha&ía empezado a fumar un pocodurante el verano. o se atrevi( a pedir un pitillo pero %raceli le ofreci(, cogi(uno y yo le dio fuego. 'imos como la introvertida y poética #iena aspira&a una&ocanada de humo con gula y fuma&a como una e4perta.

!ontemplé alucinada como las cuatro amigas, tan sanas y responsa&les,nos ha&íamos convertido en una cuadrilla de fumadoras, como aquellas queantes veía y que me parecían un tipo gente muy distinta de nosotras. %llí está&amos, cuatro amigas fumadoras entretenidas compartiendo su vicio.

o pude reprimir más mi curiosidad y pregunté a las chicas como es queha&ían empezado a fumar, siendo antes convencidas no fumadoras. %raceli fuela primera en contar su e4periencia.

%raceli nos cont( que su novio hacía un tiempo ha&ía practicado el surf.%raceli nunca ha&ía practicado ese deporte y tenía ganas de conocerlo, por loque convenci( a su novio de que durante las vacaciones de verano sacara del

trastero su vie*o equipo de surfista y le enseara a surfear. -a deportiva %racelipronto fue capaz de defenderse surfeando y con su novio via*aron a practicar adiferentes playas frecuentadas por los surfistas. %sí %raceli conoci( el am&ientesurfista y le pareci( divertido. -e sorprendi( el que siendo los surfistas, comoella, gente deportista y amante del aire li&re, muchos de ellos fumaran, algoque nunca le ha&ía parecido que le pudiera gustar a un deportista. !uriosa,decidi( que quizá de&iera pro&arlo, se compr( una ca*etilla de !amel %zul y asolas, para que si le da&a tos no la viera nadie, pro&( el ta&aco. 5ras ha&erlopro&ado y dominado la técnica de c(mo se fuma, no tard( en pedir algncigarrillo a sus compaeros surfistas cuando, tras una *ornada de surf,

toma&an alguna &e&ida caliente. 5ard( poco en convertirlo en un há&ito diarioy pronto descu&ri( que le gusta&a mucho fumar.

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5ras %raceli fue 'er(nica quien cont( su historia. $urante las ltimassemanas del curso anterior, un chico llamado +frén la ha&ía estado rondando.'er(nica ha&ía estado &astante am&igua con +frén, le parecía simpático y legusta&an sus atenciones pero no lo visualiza&a como al hom&re de su vida.'er(nica espera&a encontrar a un hom&re que le aportara más, alguien más

seguro de si mismo y a la vez más complaciente, alguien que la tratara comouna reina y que se supiera mane*ar en la vida. +frén le gusta&a pero no lo veíacomo un hom&re para ella, ni siquiera tenía coche, así que 'er(nica, pese adisfrutar de las atenciones de +frén, se le mostra&a desdeosa y altiva. )arasatisfacci(n de 'er(nica, a pesar de su actitud, +frén persevera&a en intentarconquistarla. )ero un día +frén se cans(, se dio cuenta de que 'er(nica no i&aa aceptarlo y no volvi(. 'er(nica se encontr( con que su pretendiente ha&íadesaparecido y fue entonces cuando se dio cuenta de que de alguna manera lequería.

Ya no ha&ía vuelta a tras para 'er(nica. #u orgullo le impedía ser ella la quellamara a +frén, no sa&ía como salir de su actitud condescendiente y tomar lainiciativa en el corte*o, ni siquiera puntualmente para arreglar el desastre, así que a 'er(nica solo le queda&a lamentarse. -a domin( la tristeza, pasa&a largotiempo sola en su ha&itaci(n escuchando canciones de 1ecano, -a 6uinta+staci(n y otras canciones pop con letras sentimentales, especialmente las queha&la&an de penurias amorosas. 5am&ién le pareci( que los cigarrillos podíanayudarla a consolarse. 5rinidad, #iena y %raceli no lo sa&ían pero 'er(nica yaantes fuma&a algn cigarrillo de vez en cuando. #us padres eran fumadorespor lo que para 'er(nica el ta&aco siempre ha&ía sido algo familiar. o se ha&ía

hecho fumadora porque pensa&a que era algo que no i&a con ella y lesatisfacía estar por encima de esa de&ilidad, pero desde los diecisiete aos enalgunas cele&raciones o encuentros familiares fuma&a un cigarrillo. % suspadres les parecía natural que una chica crecida fumara por lo que nomostra&an ninguna oposici(n a que encendiera un cigarrillo sino que de hecholo propicia&an, y 'er(nica, de*ándose llevar por el amiente familiar decomplacencia con el ta&aco, pensa&a que fumar un pitillo en ciertas ocasionesno era más que un acto social intrascendente. 5ras su e4trao desengaoamoroso con +frén y tras ha&er leído 7!uando fumar era un placer8 de !ristina9osi )eri, 'er(nica pens( que fumar unos cigarrillos le podía ayudar a animarse

y que podía ser una e4periencia interesante. #olo durante unos días, para salirdel &ache. 3n par de semanas de canciones románticas y cigarrillos después,'er(nica empez( a sentirse más animada y, aunque aun esta&asentimentalmente convaleciente, se sinti( capaz de dar por cerrado el capítulode +frén. )ero descu&ri( que no podía de*ar de fumar, que pasado un tiemposin fumar no podía pensar en otra cosa y que solo encender un cigarrillo lecalma&a esa ansia, de una manera deliciosa. #u familia apenas coment( elasunto, les parecía que era perfectamente normal que 'er(nica fumara, pero'er(nica pens( que sus sanotas amigas no i&an a aceptar su vicio y que erame*or ocultárselo. )odéis imaginar su alivio cuando descu&ri( que podía fumar

li&remente con sus nosotras.

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%l aca&ar 'er(nica de contar sus comienzos como fumadora, conociendo a#iena seguramente ha&ría sido mi turno de contar mi historia, porque #iena es&astante reticente a ha&lar de sus cosas personales y seguramente no hu&ieraaceptado contar como ha&ía empezado a fumar hasta que todas las demás lohu&iéramos contado antes. )ero yo ya lleva&a un rato con la ve*iga a punto de

e4plotar, si no ha&ía ido antes al servicio era porque quería escuchar entero elrelato de 'er(nica, pero tan pronto aca&( me fui al &ao apurada. !uandovolví #iena ya ha&ía empezado a contar su historia a petici(n de %raceli y'er(nica.

3n tío de #iena le ha&ía pedido que ha&lara con su hi*a %resia porque esta,a sus quince aos, al parecer ha&ía empezado a fumar. +l padre de %resiasa&ía que esta siempre ha&ía adorado a su prima #iena porque al ser variosaos mayor que %resia, para esta era un modelo a imitar y un e*emplo de

sofisticaci(n. Ha&ía visto que tras pasar un rato con la prima #iena, su hi*atendía a imitar los gestos y la forma de ha&lar de #iena. % %resia le encanta&acharlar con #iena o andar por la calle con ella, se sentía como si las dos fuerandos chicas mayores amigas y que entra&a en los misterios del mundo adulto.i siquiera le molesta&a el tono algo didáctico con el que le ha&la&a #iena, queaprovecha&a para ha&lar de arte y estética con la seguridad de tener unp&lico complaciente. #iena es una chica tímida a la que los aspectos rudos yfeos de la realidad la espantan un poco. )or eso cultiva un pequeo mundo desensi&ilidad estética y artística en el que se siente más c(moda. )rácticamentesolo ha&la con cierto entusiasmo cuando ha&la de arte y &elleza, llega a ser

algo dogmática en sus gustos so&re esos temas y para mucha gente eso lahacía parecer pretenciosa. #iena se sentía a gusto charlando con su primita%resia porque nadie la escucha&a tan receptivamente.

)or eso, cuando el padre de %resia descu&ri( que su hi*a anda&a fumandopens( que, aunque siendo adolescente no haría mucho caso de los conse*os desus padres, si que haría caso de la prima #iena, que además era una chicamuy sana y enemiga del ta&aco, por lo que pidi( a #iena que ha&lara con%resia. #iena se sinti( complacida de que pensaran que su opini(n pudiera sertan respetada por %resia. #e reuni( con su prima y sac( el tema del ta&aco,

#iena le di*o que tenía que valorar su salud y que fumar era un vicio vulgar yfeo. %resia le pregunt( si alguna vez lo ha&ía pro&ado y #iena le confes( queno, diciéndole entonces %resia que si no ha&ía pro&ado el ta&aco no podíasa&er si era algo tan vulgar y horri&le. #orprendida por el argumento, #ienapidi( un cigarrillo a su prima %resia . +sta le dio uno y le ayud( a encenderlocon torpeza de primeriza. %resia le e4plic( que siendo la primera vez quefuma&a seguramente lo encontraría raro y no le gustara, pero #iena descu&i(,contra lo que espera&a, que el cigarrillo le sa&ía rico. %resia se encendi( otrocigarrillo y le e4plic( como se traga&a el humo. #iena pro&( a fumar de esamanera y tosi( un poquito, menos de lo que temía %resia, pero al intentarlo

por segunda vez inhal( y e4hal( el humo con &astante fluidez, sin toser nada ysorprendida por la sensaci(n de la nicotina golpeando su sistema nervioso. %laca&ar la fumada %resia le pregunt( que le ha&ía parecido y #iena, aun algo

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mareada y sorprendida al descu&rir que fumar no ha&ía resultado ser comoella espera&a, confes( que le ha&ía gustado y acept( que fumar no era algo depor si vulgar. %resia le di*o contenta que se nota&a que eran primas, que casitodo el mundo necesita fumar varias veces para encontrarle el gusto pero#iena lo ha&ía encontrado rico a la primera. #iena se centr( y recordando cualera el o&*eto de aquella charla le di*o que aun así fumar era un há&ito nocivo y

que sería me*or que no lo hiciera, aunque eso solo lo podía decidir ella. +lmensa*e de #iena a su prima ha&ía sido mucho menos claro en su rechazo delta&aco de lo que ha&ía planeado.

$espués de aquello #iena pens( a menudo en el ta&aco. 'eía gentefumando por la calle y en las cafeterías y se da&a cuenta de que ya no los veíade la misma manera. #e pregunta&a si tendría las mismas sensaciones sifumara otro pitillo. )ronto volvi( a coincidir con su prima %resia, quien leconfes( que no ha&ía de*ado de fumar, ante lo cual #iena, deseosa de repetirsu e4periencia con el ta&aco, le pidi( ir a dar un paseo, con el prop(sito de

ale*arse un poco de los parientes y que le invitara a un pitillo. %resia accedi(encantada y pronto esta&an descansando en un parque y encendiendo sendoscigarrillos. #iena descu&ri( que fumar le resulta&a más fácil que la primeravez, no tosi( en a&soluto cuando inhal( el humo y lo sentía circular por susvías respiratorias como un agrada&le fluido. -e alegr( compro&ar que serepetían las sensaciones causadas por la nicotina y disfrut( de aquella suaveem&riaguez. %l aca&ar el cigarrillo tuvo que aceptar la evidencia de que leencanta&a fumar.

)ensa&a a menudo en fumar pero en casa de #iena nadie fuma&a y no tenía

apenas amigas fumadoras. !onserva&a trato con una compaera de colegioque si fuma&a y casi sin darse cuenta propici( nuevos encuentros con aquellavie*a amiga, pensando acertadamente que eso le daría &uenas ocasiones parafumar. %penas le lleg( a pedir un cigarrillo un par de veces antes de comprarseuna ca*etilla en una máquina e4pendedora. 5eniendo su propio ta&aco seconvirti( en fumadora diaria casi instantáneamente. +sta&a sorprendida dec(mo de la noche a la maana ha&ía cam&iado por completo su punto de vistaso&re el ta&aco como quien le da la vuelta a un calcetín. %l descu&rir lo rico yestimulante que le resulta&a fumar apart( de un manotazo sus vie*as ideas yprevenciones so&re el ta&aco, aun sa&iendo que era un há&ito nocivo esta&a

fascinada por aquel placer recién descu&ierto, por lo que no estuvo dispuesta arenunciar a la satisfacci(n que le proporciona&a y sin dudarlo de*( a un ladootras consideraciones que ahora encontra&a secundarias y empez( a fumar.

#iena aca&( su sorprendente relato, sorprendente porque *amás se noshu&iera podido ocurrir que alguien como #iena fumara hasta que vimos connuestros propios o*os como fuma&a, como una pro y con evidente placer, traslo cual todas las chicas me miraron e4pectantes. Ya solo queda&a yo por contar

como ha&ía empezado a fumar.

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5ras aca&ar el curso anterior decidí ir a pasar unos días con mi a&uela1icaela, a la que todos los nietos llamamos a&uela 1ica. 1i a&uela 1ica tieneuna casa en el campo y, después del ago&io de los e4ámenes finales y de unlargo fin de semana de cele&raci(n con las amistades, me apetecía olvidarmede todo, descansar un tiempo en el campo, en contacto con la naturaleza, yhacerle un poco de compaía, así que metí en mi &ols(n algo de ropa, unos

cuantos li&ros y mangas, un disco de la !asa %zul y un &uen surtido deinfusiones, y me su&í al auto&s que me llevaría a casa de mi a&uela. % mia&uela le gusta que la visiten sus nietos y me reci&i( encantada. )asaron losdías en una agrada&le rutina de no madrugar, charlar con mi a&uela, leermucho y pasear por el campo, siempre en contacto con la naturaleza. 3nosdías después de mi llegada lleg( otra visita, atalia, una so&rina de la a&uela1ica a la que mi a&uela adora. #upongo que en rigor atalia es tía míaaunque, siendo aun treintaera, nunca hemos e*ercido de tía y so&rina en laspoco frecuentes ocasiones en que coincidimos porque atalia es demasiado *oven para eso. )ero atalia siempre me cay( &ien, es una persona festiva,

a&ierta y algo frívola que parece ser capaz de mantener un nivel de li&ertadmuy alto -e gusta todo lo e4(tico y no para mucho tiempo en el mismo sitio,parece estar siempre via*ando y de alguna manera se las arregla para que sussucesivos empleos le de*en mucho tiempo li&re. 1e alegré de tener ocasi(n deconocer a atalia me*or y, ya pasada la novedad de mi llegada, aun máscontenta se puso mi a&uela con la nueva visita. 3na de las razones de que mia&uela tenga de&ilidad por atalia es que atalia fuma. 1i a&uela 1ica esfumadora, ahora fuma mucho menos que cuando era más *oven, pero aun así es una fumadora convencida y sigue pensando que fumar es un placercompletamente recomenda&le y chic. 9ecuerdo que ya con catorce aos me

ha&ía ofrecido ta&aco de manera e4cepcional, pero desde que tuve dieciséisaos no de*( de animarme a fumar, sorprendida de que no hu&iera empezadoyo misma espontáneamente y atri&uyendo aquella 7oería sin sentido8 a unamala influencia de mi madre que creía que de&ía corregir. 7o se trata de quete conviertas en una fumadora empedernida 5rini8, me decía 7pero darte elgusto de fumar algn cigarrillo no te hará ningn dao8. :ncluso en algunaocasi(n fue tan descarada como para ofrecerme un cigarrillo delante de mispadres y cuando luego a solas con ella me que*a&a, me decía que era para 7desdramatizar el tema del ta&aco8. 5an insistente resulta&a la a&uela 1ica queaca&é aceptando pro&ar a fumar un cigarrillo y de tarde en tarde volvía a

fumar uno, solo para que no me tuviera por una puritana melindrosa y nofuera tan insistente con el tema.

!ada vez que la a&uela 1ica y atalia fuma&an *untas, era como unapequea cele&raci(n que crea&a una especial complicidad entre ellas. ataliano fuma&a cigarrillos normales, fuma&a cigarrillos 'ogue, unos cigarrillosdelgados de aspecto divertidamente elegante que enca*a en el aire de 7&urguesa &ohemia8 de atalia. +n una ocasi(n está&amos tomando té, comode costum&re, atalia y la a&uela 1ica encendieron sus cigarrillos, dándolefuego atalia a la a&uela cortésmente, y viéndolas fumar me entr( curiosidad

por los cigarrillos 'ogue, por lo que le pregunté a atalia como eran. 1econtest( que eran ricos, que a ella le gusta&an y que se veían elegantes. 1ia&uela le di*o que me diera un pitillo para que yo misma viera que tal eran y

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atalia me ofreci( uno algo du&itativa, porque no es una proselitista delta&aco. 5ras un &reve instante de vacilaci(n cogí un cigarrillo y yo misma me loencendí con el mechero de la a&uela ante su mirada complacida. +n lossiguientes días volví a fumar 'ogues de atalia, uniéndome a mis dosparientes fumadoras para satisfacci(n de mi a&uela. o hu&iera hecho lomismo con cigarrillos normales, como los $ucados 9u&io de mi a&uela, pero

fumar los finos y esno&s cigarrillos 'ogue no era fumar en serio, solo era unadiversi(n frívola. #e convirti( en una *uguetona manera de pasar un ratoagrada&le con la a&uela 1ica y atalia en aquellas largas *ornadas de veranoen el campo. atalia no es una fumadora entusiasta como lo es mi a&uela, porlo que no es partidaria de ofrecer ta&aco a *ovencitas no fumadoras, pero lehacía gracia ver a una chica como yo ;75rinidad tiene un aire como *ipilondio8 decía ella< fumando sus aristocráticos cigarrillos, por lo que si le pedía uncigarrillo me respondía con una sonrisa y me decía que lo cogiera sin más.

atalia se fue y al día siguiente mi a&uela me di*o que ha&ía encontrado en

la ha&itaci(n que ha&ía usado atalia un paquetito que parecía que era parami. 1e entreg( un so&re de papel de estraza con mi nom&re y de contenidoa&ultado. -o a&rí y me encontré dos ca*etillas de 'ogue y una nota de atalia,diciéndome que como me gusta&a fumar esos cigarrillos me de*a&a unoscuantos. +l o&sequio me sorprendi( y me hizo gracia por su e4travagancia,resulta&a chocante y divertido que me diera tan inmensa cantidad de 'oguesno siendo fumadora porque una cosa era fumar algn 'ogue por diversi(n yotra calzarse dos paquetes.

#eguí de veraneo, ahora alternando estancias en casa de la a&uela 1ica condías en la ciudad a la ciudad visitas a otros lados, porque aunque me encantael campo, después de un par de semanas ya echo de menos otras cosas. 1ei&a uno o dos días entre semana a la ciudad, o el fin de semana. 5am&ién hicealguna e4cursi(n con amigos y fui a un festival veraniego de msica, peroseguí pasando la mayor parte de los días en casa de la a&uela, a vecestam&ién con mis padres porque, ya más avanzado el verano, mis padresempezaron a ir a casa de la a&uela a pasar algn fin de semana. 5am&ién sede*a&an caer por allí otros parientes y amigos de mi a&uela y en esasocasiones yo solía aprovechar para ausentarme sin de*ar a mi a&uela sola, por

lo que la mayor parte del tiempo en que esta&a con mi a&uela está&amos lasdos solas.

+l mismo día en que la a&uela 1ica me entreg( el o&sequio de atalia,cuando después de cenar i&a a fumarse un pitillo, mi a&uela me sugiri( que mefumara uno de los cigarrillos de atalia. o estando ya atalia me sorprendi(la idea de mi a&uela, me pareci( que era algo fuera de lugar, pero luego medi*e que por que no, podía ser entretenido fumarse un 'ogue y ya ha&ía vistoque no pasa&a nada por fumar uno. %sí que cuando esta&a en casa de laa&uela, a veces la acompaa&a con un 'ogue cuando ella fuma&a un cigarrillo.

)or suerte ella no saca&a el tema cuando ha&ía otros parientes en la casa, perosi que fumé alguna vez estando de visita amigas de mi a&uela.

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+n una ocasi(n volvía de una e4cursi(n de camping cansada y mediomo*ada, porque nos ha&ía llovido. 1e di una ducha caliente, me 7empi*amé8 yla a&uela 1ica me entreg( el vaso de cacao caliente que le ha&ía pedido antesde entrar en la ducha, cuando ella me pregunt( si quería tomar algo. 5ras darunos sor&os a la humeante taza de colacao, me decidí y, de*ando la taza so&re

la mesita de café, fui a encenderme un 'ogue. !uando volvía de camino acasa de la a&uela e i&a pensando en deshacerme de las fatigas de la e4cursi(ncon una ducha caliente y leche chocolateada, sin sa&er muy &ien por que meempez( a tentar la idea de acompaar el cacao con un 'ogue, pero hasta quesalí de la ducha no me decidí a darme el capricho. %un con el ca&ello hmedode la ducha, me repanchingué en el sofá con mi cacao caliente y mi 'ogue,que resultaron una reconfortante y agrada&le com&inaci(n. 1i a&uela se sent(un rato conmigo para charlar un poco y me result( curioso estar con mi a&uelafumando sin que ella lo hiciera, pero fue un delicioso descanso tras un día tanfatigoso.

o pasaron muchos días antes de que me encontrara con que solo mequeda&a un 'ogue. !uando mi a&uela me ha&ía entregado los dos paquetesme ha&ía parecido una cantidad inmensa y pensé que no me llegaría a fumarlos cuarenta, ahora me sorprendía que ya casi me los ha&ía fumado todos,pero lo cierto es que ltimamente ha&ía fumado todos los días que ha&íaestado en casa de mi a&uela. "umé el ltimo 'ogue, con gusto y tam&ién conalgo de melancolía, y lo apagué poniendo fin a aquella e4periencia vacacional.+se mismo día me fui a pasar el fin de semana a la ciudad.

'olví a casa de la a&uela 1ica un par de días más tarde. !uando tras el téde la tarde mi a&uela se encendi( un cigarrillo, pensé por un instante enencender un 'ogue, como ha&ía hecho ltimamente acompaando a mi a&uelatras el té. )ero al momento recordé que ya se me ha&ían aca&ado y queaquella e4periencia ya ha&ía aca&ado. 1ientras veía a mi a&uela fumar mesorprendi( que echara de menos mis 'ogue, pero lo asumí filos(ficamente.

$espués de cenar nos sentamos en el sofá y mi a&uela volvi( a fumar. +nlos ltimos días solía fumar un 'ogue tras la cena y ahora lo echa&a de menos,

más que al medio día. #e lo confesé a mi a&uela en tono de &roma y ella memir( comprensiva, callando un momento antes de sugerirme que fumara unode los suyos. -a invitaci(n me pareci( algo a&surda porque lo que me apetecíafumar era un 'ogue y mi a&uela me ofrecía un $ucados 9u&io azul =6ué teníaque ver un cigarrillo &arato con un elitista 'ogue> #in em&argo pasado unminuto, pensando que a lo me*or fumar uno de aquellos cigarrillos podía ser unrudimentario remedo de fumar un 'ogue, cogí un cigarrillo de mi a&uela y loencendí. $os caladas después esta&a realmente sorprendida, aquello separecía mucho a fumar un 'ogue =!(mo era posi&le> #eguí fumando elcigarrillo fi*ándome en su sa&or y en las sensaciones de la fumada.

:ncreí&lemente la e4periencia era muy parecida a fumar un 'ogue,prácticamente idéntica. +l sa&or era algo más amargo que el del 'ogue perotam&ién menos &ásico y más vegetal? y la sensaci(n gratificante del fumar y

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aquella pizca de em&riaguez era la misma que al fumar un 'ogue. 1e alegréde volver a disfrutar aquellas sensaciones ya tan conocidas que ha&ía llegado aapreciar, pero al momento, como si una nu&e oscura ocultara repentinamenteel sol, me di cuenta de algo@ si fumar un $ucados ru&io era tan parecidísimo afumar un 'ogue, eso quería decir que los 'ogue eran cigarrillos como losdemás y que no era que me divirtiera fumar 'ogues sino que ha&ía adquirido

gusto por los cigarrillos, por cualquier cigarrillo. 1e sentí aturdida por eldescu&rimiento, era como si hu&iera sido víctima de alguna estafa, *amás mehu&iera puesto a e4perimentar con cigarrillos de aquella manera, si lo ha&íahecho con los 'ogue era porqué creía que era otra cosa, creía que esta&adisfrutando de un lu*o poco comn y raro y que no por gustarme fumar 'oguesme i&a a gustar fumar cigarrillos en general, no sa&ía que en realidad de loque esta&a disfrutando era de un producto corriente, a&undante, adictivo ypeligroso.

%l día siguiente, cuando mi a&uela encendía un cigarrillo recorda&a algo

contrariada la e4periencia de la noche anterior. !ontrariada pero tam&iénconfusa y con algo de envidia de mi a&uela, pero cuando me ofreci( rechacé laoferta algo secamente. -uego por la noche no tenía muchas ganas de dormir.1e quedé leyendo en la ha&itaci(n hasta tarde algo intranquila. 9ecordé conremordimiento el tono hosco con el que ha&ía rechazado la invitaci(n de mia&uela cuando me ha&ía ofrecido un cigarrillo, gesto del que, confusa, no meha&ía sa&ido disculpar inmediatamente, como ahora me da&a cuenta quehu&iera de&ido hacer. )ensar en eso me llev( a pensar en los cigarrillos, encomo fumar el $ucados ru&io ha&ía sido sustancialmente igual que fumar un'ogue. =9ealmente era tan parecido o me ha&ía confundido> )ensando que no

i&a a poder dormir salí a dar una vuelta por la casa para rela*arme un pococortando el hilo de mis pensamientos. !ogí un vaso de agua en la cocina y fuial sal(n a &e&erlo poco a poco mientras por la ventana o&serva&a el paisa*enocturno. 9ecordé que la a&uela 1ica de*a&a sus cigarrillos en el sal(n y deseéfumar, compro&ar que realmente fumar $ucados ru&io era como fumar 'ogue.:mpulsivamente fui *unto al ca*(n donde mi a&uela guarda&a los cigarrillos,cogí uno y lo encendí. 5ras e4halar la primera &ocanada de humo al aire delsal(n, dé&ilmente iluminado por la -una y un farol del *ardín, sentí la mismagratificante sensaci(n que cuando fuma&a mis ltimos 'ogues, la satisfacci(nque ahora sa&ía que proporciona&an los cigarrillos, no solo los 'ogues. $i otra

calada al cigarrillo contenta de reencontrarme con aquellas sensaciones. oquise que el rastro de humo hiciera muy evidente que esta&a fumando en elsal(n, por lo que salí al porche a fumar rela*adamente.

-a tarde del día iguiente, después del té, la a&uela 1ica encendi( suimprescindi&le pitillo y me acordé de lo que ha&ía pasado el día anterior. #e lodi*e a mi a&uela y le pedí disculpas. 1i a&uela acept( mis disculpascomprensiva y, quizá malinterpretando los motivos de mi disculpa, mepregunt( si me apetecía fumar. 9echacé la invitaci(n con una sonrisa mientraspensa&a@ 71entira. #i que me apetece8.

+l día después, ya en la recta final del verano, después de comer me volvíaa la ciudad. %l aca&ar la comida mi a&uela tra*o sus cigarrillos a la mesa. )ensé

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que dado que me i&a de la casa de la a&uela y que me i&a a ale*ar de sustentadores cigarrillos, &ien podía darme el gusto de fumar uno sinpreocuparme. -e pedí un pitillo y contenta me di*o que me sirviera. !ogí uno,le tendí la ca*etilla para que se cogiera otro, le di fuego y finalmente encendí mi cigarrillo sa&oreando e inhalando con gula la primera calada. 'iéndomefumar mi a&uela di*o que parecía que me gusta&a y reconocí que si, pero que

no i&a a convertirlo en una costum&re. -a a&uela 1ica aadi( que se me veía&ien fumando, que fuma&a con estilo. -e agradecí divertida el e4travagantecumplido.

1e reintegré a mis rutinas de la ciudad y volví a la normalidad, con algnmatiz. )ensa&a que ale*arme de la casa de mi a&uela mi e4periencia fumadoraquedaría atrás automáticamente y sería un asunto cerrado, pero al volver a laciudad, cuando veía gente fumando, ya no los podía mirar de la misma maneraque antes y en ocasiones sentía una punzada de envidia. +n las semanas en

que ha&ía estado *ugando con los 'ogue, cuando veía gente fumando en lacalle o en las cafeterías no lo identifica&a con mi e4periencia con los 'ogue.%ntes no me fi*a&a en toda esa gente que fuma&a pero ahora sa&ía que todaesa gente esta&a haciendo lo mismo que yo ha&ía estado haciendo y supresencia no me pasa&a desaperci&ida, sa&iendo que esta&an e4perimentandolas gratificantes sensaciones que yo misma ha&ía llegado a apreciar. %horaha&ía veces en las que al ver por e*emplo a una 7*uani8 de quince aosfumando a la puerta de un ci&er o a un octogenario fumando un cigarrillo en elparque clandestinamente, le*os de los o*os de sus hi*os, comprendía lo queesta&an haciendo y me sentía cercana a ellos. % pesar de que me seguían

desagradando los lugares llenos de humo y los apestosos ceniceros llenos decolillas, a lo largo del día siempre ha&ía alguna ocasi(n en que me apetecíafumar un pitillo.

#oy una chica socia&le y en la parada del auto&s suelo ha&lar con las otraspersonas que están esperando. +sta&a ha&lando con una seora cuando estasac( una ca*etilla para fumar un pitillo, ante lo cual no pude evitar sentir ciertaenvidia. #e lo i&a a encender cuando se interrumpi( y du&itativamente,seguramente dudando de si hoy en día es correcto ofrecer ta&aco a quien nosa&es si fuma o si sería descortés no hacerlo, me pregunt( si quería uno.

$udé un segundo, contenta de que surgiera una ocasi(n de fumar y a la vezalgo asustada por la posi&ilidad de que concederme esos caprichos me llevaraa coger el vicio. %cepté el ofrecimiento la seora sonri( al ha&er acertado alinvitarme, de*é que me diera fuego y fumé contenta mientras charla&a con laseora, sorprendida de sentirme tan c(moda fumando.

#eguí encontrando ocasiones para fumar. 1is amigas ha&ituales no eranfumadoras pero no era raro encontrarse con algn fumador conocidoencantado de invitarte a un cigarrillo y compartir un rato de conversaci(n. -achica de la tienda de gominolas que salía a fumar a la puerta, &reves visitas al

piso de mi vecina -ola y su madre, encuentros con otras conocidas por el&arrio o por el resto de la ciudad, paseantes de perros cuando &a*a&a el perrode mi madre, más fumadoras socia&les en la parada del auto&sAno falta&an

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encuentros con fumadores en los que encender un pitillo resulta&a natural.$ecidí que podía darme el capricho de fumar un cigarrillo de vez en cuando,como ha&ía hecho en casa de mi a&uela, sin de*ar que se convirtiera en há&ito.o i&a a convertirme en fumadora pero no por ello me i&a a negar el gusto defumar un pitillo alguna vez.

1e empez( a entrar cierto comple*o de gorrona al fumar siempre ta&acoa*eno, así que me compré una ca*etilla. %l encontrarme con alguien que algunavez me ha&ía invitado a fumar me encanta&a sacar mi ca*etilla del morral yofrecerles un cigarrillo, tranquilizando mi conciencia. %l tener mis propioscigarrillos fui encontrando más momentos para fumar y pronto fuma&a todoslos días. 1e di*e que no tenía importancia, que ya ha&ía fumado 'ogues adiario en casa de la a&uela 1ita y cuando e i&a de allí no tenía pro&lema en nohacerlo, no era como si fumara en serio. 1e sentía c(moda fumando confumadores, pero ni se me pasa&a por la ca&eza fumar estando con mi círculode amistades, en el que nadie fuma&a. 5emía que me vieran como una

palurda, atolondrada y viciosa.

3na tarde ha&ía parado a charlas con un par de paseantes de perrosfumadoras en una plaza del &arrio. #aqué un cigarrillo y lo su*eté entre losla&ios re&uscando el mechero en el morral, una de las paseantes de perros meayud( dándome fuego y, al levantar la vista del e4tremo del cigarrillo mientrassentía el humo de la primera &ocanada inundando mis pulmones, vi a mimadre parada *unto a la plaza y mirándome &oquia&ierta. -a saludé algocortada mientras echa&a el humo. 1i madre frunci( el ceo y se fue a casa.

1ás tarde tuve que e4plicarle a mi madre que no era fumadora pero que aveces fuma&a un pitillo, nada serio. 1i madre no pareci( estar segura de quele di*era la verdad pero tampoco pudo hacer mucho más que resignarse yaceptar mi e4plicaci(n. )asado el palo inicial, me sorprendí de sentir ciertasatisfacci(n al ver que mi madre esta&a contrariada por verme fumar, unaespecie de tonta satisfacci(n adolescente, a pesar de que no quería que misamigos no fumadores y el resto de mi familia supiera de mi gusto por fumar.6ue lo supiera mi madre me hacía sentir traviesa y algo insolente, pero mealegré de que no hu&iese sido mi padre el que me ha&ía visto fumando, eso si

que me hu&iera hecho sentir mal porque tengo que confesar que me gusta quemi padre me siga viendo como su nia. #oy una mu*er adulta pero con mipadre me gusta hacer una e4cepci(n. )or suerte mi madre no le di*o nada.

3n día me encontré con mi tía atalia por la calle. +ducadamente aprovechépara agradecerle que me de*ara de regalo las dos ca*etillas de 'ogue al irse decasa de la a&uela 1ica. #orprendida me di*o que no las ha&ía de*ado ella, porlo que result( evidente que ha&ía sido la a&uela 1ica quien ha&ía comprado los'ogue, falsificando la nota de atalia, con la idea de que *ugueteando con los

'ogue me aficionara a fumar. % -a ocurrencia de la a&uela 1ita en parteescandaliz( a atalia y en parte le hizo gracia por su atrevimiento. Yo me sentí herida en mi amor propio aunque tuve que reírme de la osadía de mi a&uelita.

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+mpezaron las clases. )rácticamente no ha&ía fumadores entre miscompaeros del !iclo "ormativo #uperior de $esarrollos de %lta !ultura por loque preferí no revelar mi afici(n a los cigarrillos en ese am&iente, temiendoque me miraran mal. +n otros de los ciclos formativos que da&an en el

instituto, como en el de !onfecci(n o el de +stética, si que ha&ía &astantesfumadoras, pero lo cierto es que no tenía amigas de esos ciclos por unaespecie de rivalidad entre ciclos que mantenía a la gente separada, así queaunque alguna vez me entra&an ganas de unirme a alguna de las chicas de!onfecci(n que fuma&an a la puerta del instituto, mantuve mi imagen deestricta no fumadora ante mis amistades del ciclo de %lta !ultura.

Ya lleva&a algunas semanas fumando a diario y a veces sentía fastidiocuando me apetecía fumar un cigarrillo y sa&ía que tardaría en poder hacerlopor estar en el instituto y en compaía de mis amistades no fumadoras. +so

me hizo pensar con aprensi(n que quizá me ha&ía enganchado. 6uisecompro&arlo y decidí pasar un par de días sin fumar nada. )asé el primer día yeché de menos fumar, pero no me pareci( que fuera algo tan fuerte como parallamarle adicci(n. %l segundo día pensé a menudo en fumar, parecía como si elha&er decidido fumar hiciera que me apeteciera más. %l volver a casa al finalde la tarde me encontré con la chica de la tienda de chucherías cerrando latienda y fui a charlar con ella. #ac( sus cigarrillos y, ha&iendo ya fumado amenudo *untas, me ofreci( uno. %unque aun no se ha&ían completado los dosdías que ha&ía decidido pasar sin fumar, me apetecía fumar uno y pensé quesería agrada&le acompaar la charla con un pitillo y que no era algo

trascendente. "umamos *untas y fue muy rico. 1ás tarde refle4ioné so&reaquello, en como el deseo de fumar ha&ía sido más fuerte que mi decisi(n deno hacerlo.

1i a&uela ha&ía aca&ado su largo veraneo y ha&ía vuelto del campo a laciudad. "ui una tarde a visitarla, no por casualidad a la hora de merendar. 5raslos cafés sac( los cigarrillos, le pedí uno, me lo ofreci( complacida y fumamos.-e comenté como de pasada que me ha&ía encontrado con atalia por la calle,que me ha&ía dicho que ella no me ha&ía de*ado los 'ogue y le dirigí unamirada de suave reproche. #e dio cuenta de que ha&ía descu&ierto su

estratagema, una sonrisa astuta cruz( fugazmente su rostro y me di*o queha&ía que quitarme los melindres con el ta&aco. 1e pregunt( si es que no megusta&a fumar y, divertida por lo taimada que era mi a&uela, le confesé que sique me gusta&a. +lla se encogi( de hom&ros como diciendo 7=Y cual es elpro&lema entonces>8. -a miré sonriendo, rehusando ya a hacerle ningnreproche y a seguir haciéndome la enfadada, y di una lenta calada a micigarrillo.

$e vez en cuando pasa&a un día o más sin fumar, &ien porque los pasa&aen compaía de mi familia o &ien porque me entra&an dudas so&re si no

estaría haciendo una estupidez. +sta&a fumando con cierta frecuencia, noporque lo hu&iera decidido así si no porque me ha&ía ido apeteciendo fumar unsimple cigarrillo en uno y otro momento, sin pretender hacer de eso una

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costum&re. %hora ha&ía momentos en que temía estar enganchándome a unvicio nocivo y sin sentido. % veces pensa&a@ 7Yo, 5rinidad =3na fumadora>8, yme parecía una idea a&surda. )or más que tenía que reconocer que megusta&a fumar no me veía como fumadora, por lo que trata&a de compro&arque no ha&ía adquirido una adicci(n y de sentir que podía controlar aquellodando de lado los cigarrillos unos días. )ero en esos días sin fumar voluntaria e

involuntariamente, echa&a en falta los cigarrillos, se convertían en unos díasun poco grises y sosos. %unque pasara esos días haciendo cosas que megusta&an echa&a de menos fumar y era muy rico cuando finalmente fuma&aun pitillo. +l fumar un cigarrillo era un momento con un &rillo especial que leda&a un aliciente e4tra al día. "umar hacía que el día resultara más completo,un cigarrillo era como la guinda del pastel, un momento especial. %sí quellegué a la conclusi(n de que no i&a prescindir de los cigarrillos, trataría deevitar sus efectos nocivos fumando poco pero no i&a a renunciar a lasatisfacci(n de fumar. %sumí que, fuera por gusto o por adicci(n, erafumadora.

)oco después descu&rí asom&rada que %raceli, #iena y 'er(nica, misamigas del ciclo de $esarrollos de alta !ultura, tam&ién ha&ían empezado afumar, como os conta&a al principio. )oder fumar con mis amigas fue unali&eraci(n, como tam&ién lo fue para ellas. 1e encanta&a poder fumar cuandoí&amos a tomar un café o cuando salíamos por la noche y, aunque al principiome resulta&a chocante vernos a las cuatro cigarrillo en ristre, en seguida meempez( a resultar una escena agrada&le. #olíamos ir a una cafetería cercana alinstituto que esta&a decorada con espe*os, por lo que no solo veía fumar a mis

amigas sino que solía verme a mi misma fumando. "ui fi*ándome en como seme veía fumando y acostum&rándome a mi imagen como fumadora. 1eempez( a parecer que mi a&uela tenía raz(n, me veía &ien fumando y,viéndome en los espe*os, fui cam&iando mi manera de mane*ar el cigarrillo, deechar el humo y el resto de los gestos para fumar con más estilo. +l resto delas chicas, so&re todo #iena, seguida por %raceli, tam&ién fueron me*orando suestilo al fumar. !asi se diría que competíamos en fumar con elegancia.

#intiéndonos apoyadas las unas en las otras, las cuatro amigas salimos delarmario como fumadoras. +mpezamos a fumar a la vista de otras compaeras

del ciclo formativo e incluso fumamos a la puerta del instituto, donde se solían *untar los fumadores. +ra muy reconfortante fumar un pitillo y charlar un ratocon las compaeras al aca&ar al aca&ar las clases. "umando en la salida delinsti solíamos coincidir con fumadoras de los ciclos de !onfecci(n, +stética ydemás, con las que nunca antes ha&íamos ha&lado. -a afici(n comn al humonos acerca&a por encima de las tontas rivalidades entre ciclos.

)ara nuestra sorpresa aparecieron más fumadoras, chicas que no sa&íamosque fuma&an, que lo mantenían medio oculto y que al verte fumar sere&ela&an como fumadoras. %parecieron compaeras del ciclo de $esarrollos

de %lta !ultura que dado el am&iente no fumador del ciclo ha&ían ocultado quefuma&an y que ahora, al vernos fumar a nosotras cuatro, se atrevían a *untarse a fumar con nosotras y gente de otros ciclos.

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%parte de mis amigas del ciclo el resto de mis amistades no fuma&a, peroaprovechando la presencia de #iena, %raceli o 'er(nica en encuentros conamistades de otros círculos, fui empezando a fumar en compaía de todosellos. -as amigas alucina&an cuando por primera vez me veían encender uncigarrillo y a veces me regaa&an un poco. %l principio me da&a algo de corte y

calla&a cuando las amigas al verme fumar me aconse*a&an que no siguierafumando y me decían que era un vicio a&surdo o impropio de mi, pero luego,tras ha&er visto como ha&ía empezado a hacer #iena cuando le decían algoparecido, empecé a contestar cosas como que fumar era muy rico, que yoantes pensa&a igual pero que ahora me gusta&a fumar o incluso les anima&a apro&arlo. Ha&íamos visto que para evitar que criticaran nuestro fumar erame*or no quedarse calladas o parecer avergonzadas, como reconociendo queestá&amos fallando en algo, y que era me*or mostrarnos satisfechas de fumary que se viera que disfrutá&amos fumando, incluso ser un poco descaradas.

)ero si la gente se sorprendía de que yo fuma&a más se sorprendían aldescu&rir que lo hacía #iena, que siempre ha&ía sido tan reservada yperfeccionista a la que nadie recorda&a ha&er visto tomar algo con alcohol.%unque es callada, de modales dulces e insegura en su trato social, #iena en elfondo es orgullosa y terca manteniendo sus principios. 3n amigo mío, que trasconocer a #iena ha&ía andado desconcertado con su personalidad, en unaocasi(n me la defini( mordazmente como una &eata agn(stica. )or eso lede&i( costar horrores dar el paso de empezar a fumar en p&lico. #alir a la luzcomo fumadora suponía a&rir una grieta enorme en su imagen y actitudesprevias, y si lo asumi( esos costes fue sin duda porque ha&ía descu&ierto que

adora&a fumar y su deseo de disfrutar del ta&aco fue mayor que su voluntadde coherencia y su miedo al ridículo. $e nosotras cuatro #iena era la fumadoramás entusiasta, le encanta&a fumar y, pese a su timidez, fuma&a con un estiloe4trovertido, ela&orado y prácticamente e4hi&icionista. +n realidad #ienasiempre ha&ía sido una esteta, al ser modosita no se le nota&a mucho pero suse4igentes puntos de vista estéticos y su devoci(n por lo artístico aca&a&ansaliendo en alguna conversaci(n en que #iena se sentía más confiada. )ero susemiBoculto esteticismo se manifesta&a li&remente al fumar, #iena convertía elfumar en una forma de e4presi(n artística en el que cada gesto tenía que tenerun valor estético. #iena siempre ha&ía sido estrictamente a&stemia pero el

empezar a fumar le hizo revisar ligeramente sus puntos de vista. +mpez( atomar alguna copa de vino de vez en cuando pero sigui( sin tomar otro tipo de&e&idas alcoh(licas. #eguramente las connotaciones literarias y estéticas delvino y el ha&er roto su imagen inmaculadamente virtuosa al empezar a fumarhicieron posi&le que #iena se permitiera &e&er vino.

Cunto con #iena, 'er(nica fue la otra de las cuatro que pronto aument( elnmero de cigarrillos que fuma&a y eso, a pesar de que eran personas muydistintas, le cre( un vínculo especial con #iena como amigas fumadoras,porque las demás no les seguíamos el ritmo. #in em&argo era una fumadora

muy distinta a #iena. #i el fumar en #iena se ve como un acto hedonista en'er(nica resulta más mecánico, el alivio de una necesidad y una rutinasatisfactoria. 'er(nica fuma con un estilo despo*ado, por no decir que

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prescinde del estilo y que sus gestos al fumar son simplemente utilitarios,destinados a la acci(n de inhalar humo y sin ninguna intencionalidad estética.3na tarde oscura de invierno me la encontré con su madre por una zona detiendas, am&as con &olsas de tiendas de ropa y un cigarrillo recién encendido.1e paré un momento con ellas y me sorprendi( la sintonía entre am&as, elparecido en su lengua*e corporal y en su e4presi(n, ese aire serio con el que

desarrolla&an el ritual integrador y rutinario de una tarde de compras, seadivina&a que tenían puntos de vista so&re la vida casi idénticos. "uma&an *untas sin darle mayor importancia ;yo aun procuro no fumar delante de mimadre y nunca lo hago delante de mi padre<, la misma marca de cigarrillos.1ás que como madre e hi*a se comporta&an como hermanas formales y pocoefusivas, con esa formal cordialidad. -a madre de 'er(nica parecía una versi(nmás vie*a de ella y me pregunté si esa era una imagen futura de la misma'er(nica, una mu*er de mediana edad convencional, opaca y maru*il. 1eofrecieron un cigarrillo y aunque lleva&a &astante tiempo sin fumar lo rechacé,sin sa&er muy &ien por que. =!(mo era posi&le que 'er(nica asumiera los

valores de su madre tan completamente> 1e parecía antinatural que entre unamadre y una hi*a haya tanta identificaci(n y continuidad, parecía como si'er(nica fuera otra rutinaria mu*er de mediana edad. $esde luego en 'er(nicael fumar no tiene nada de trasgresi(n, es un acto de 7normalidad8.

+l que las cuatro fumáramos hizo que fuera más fácil presentarnos antesnuestras amistades y conocidos, comunes o no, como fumadoras. osdá&amos mutuo apoyo al revelarnos como fumadoras y los reproches ylamentaciones que nos hacían al descu&rir que fumá&amos eran menosnumerosos y más llevaderos que si encendíamos un pitillo en solitario entre no

fumadores.

3n asunto distinto era cuando mis amigos especiales se entera&an de queha&ía empezado a fumar. +stos amigos especiales son chicos con los que tratoal margen de mis círculos de amistades. !on ellos quedo yo sola, sin quedarcon nadie más, o sea, en plan cita. %unque soy estrictamente hetero, de&e serque soy un poco inmadura que aun no me veo con novio. +n vez de esocuando necesito un poco de romanticismo, quedo con alguno de estos amigosespeciales y encantadores. %lgn día querré algo más y tendré una relaci(namorosa más comprometida e intensa. 5ardé más tiempo en destaparme como

fumadora ante estos amigos, como con ellos me *unta&a sola, no tenía elapoyo de la presencia de mis amigas fumadoras para hacer esa revelaci(n yafrontar ese cam&io de imagen y, además, como en las citas con mis amigosespeciales nunca ha&ía fumado y ellos no fuma&an, tampoco es que mecostara mucho tra&a*o no hacerlo. )ero aca&( apeteciéndome fumar delante deellos en algunas ocasiones, por e*emplo quedando a tomar café o cuando mei&a de e4cursi(n en plan pare*a un día entero o incluso más. !uando me decidí a fumar delante de mis amigos especiales no todos se lo tomaron igual. 3nosaceptaron que fumara y otros mostraron su contrariedad. !omo tampoco esque tuviera gran necesidad de fumar, a los segundos les di*e que solo fuma&a

de tarde en tarde y evité fumar estando con ellos. Hu&o un caso especial, unamigo que puso una cara un poco rara cuando encendí un cigarrillo en supresencia. )ensé que le disgusta&a que fumara pero el me di*o que no, sin

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querer dar más e4plicaciones. !on insistencia y persuasi(n aca&é consiguiendoque me e4plicara su reacci(n y me confes( que le ponía cachondo vermefumar, que no tenía ni idea de que fumara y que el verme hacerlo le parecíaer(tico, &onito y sugerente. )ara que no se sintiera inc(modo quité importanciaa su reacci(n y le hice ver que no me molesta&a, pero aunque traté de que nose me notara, me dio &astante vergDenza que mi amigo reaccionara así al

verme fumar. 5ardé algo en volver a fumar con ese amigo pero al final lo hice,pensando que era un poco cínico decirle que no me molesta&a que le pusieraverme fumar y luego evitar hacerlo delante suya. "ui perdiendo la vergDenzahasta que siempre fuma&a delante de él, incluso e4hi&iéndome un poco. %ca&éencontrando el lado divertido a *ugar con su fetichismo.

+n la casita del campo o incluso en el piso de sus padres, #iena y suhermana solían organizar veladas de tarde y nocturnas donde se escucha&amsica poco comercial ;instrumental o con letras inspiradas<, se toma&an tes y

refrescos, se toca&a la guitarra y se canta&a. 'er(nica, que es &uena fot(grafa,solía aprovechar esos encuentros para hacer unos retratos estupendos ye4presivos, so&re todo cuando las veladas eran por la tarde y aun ha&ía luzsolar. +n +spaa la gente ha perdido la costum&re de hacer fiestas en casa,incluso ya hay poca gente que sepa como hacerlo, acostum&rados al ocionocturno comercial, pero las veladas de #iena aca&aron teniendo un círculo departidarios que descu&rieron en ellas una manera de socializar casi e4tinta yalternativa al hegem(nico 7salir de noche8. #iena y su hermana invita&an a susamistades y estos solían llevar algn amigo suyo. +n estas veladas nuncaha&ía ni gota de alcohol, los chicos escasea&an y solían ser tímidos, y si por

casualidad un día i&a un fumador ya ni se le ocurría encender un cigarrillo,salvo saliendo al *ardín. +ra frecuente que gente que i&a por primera vez a unavelada de #iena declinara una segunda invitaci(n, poco ha&ituados a fiestastan moderadas. !uando #iena se convirti( en fumadora la cosa cam&i(. !on laimportante participaci(n de nosotras, sus compinches del ciclo formativo, loscigarrillos irrumpieron en sus veladas. 5am&ién apareci( el vino, alreconsiderar #iena su veto al alcohol tras de*ar de ser una a&stemia estricta.Hu&o a quien no le gustaron los cam&ios en las veladas de #iena pero engeneral con los cam&ios las veladas tuvieron más é4ito, en realidad más por elvino que por el ta&aco.

!omo casi ninguna de nuestras amigas fuma&a está&amos e4puestas a&astantes críticas. 'imos que para evitar esas críticas a #iena le da&a &uenresultado el no ponerse nunca a la defensiva con el tema de fumar.#eguramente #iena, por su imagen de chica poética que siempre es una nia&uena y limpia, fue la que reci&i( más críticas segn la gente i&a descu&riendosu vicio, así que se vio empu*ada a desarrollar estrategias para protegerse deesas críticas de*ando &ien sentado que no lamenta&a en a&soluto fumar, queno se avergonza&a de ese há&ito, que le encanta&a y que considerada que elta&aco era una maravilla. +n vista de sus &uenos resultados, %raceli y yo

aca&amos adoptando la postura de #iena de no ocultar que nos gusta&a fumary que está&amos contentas de ser fumadoras. % 'er(nica tam&ién intenta&aalguna vez esa defensa positiva de su fumar, pero no le salía muy &ien y a las

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críticas al ta&aco solía reaccionar con enfado y defendiéndose molesta conreivindicaciones de su li&ertad personal.

-a postura de mantener que fumar era algo positivo aca&a&a desem&ocandoen que fuéramos un poco proselitistas del ta&aco en nuestros círculos deamigos no fumadores. %raceli, 'er(nica y yo no tanto como #iena, pero al final

en alguna ocasi(n tentá&amos a muestras amistades no fumadoras para fumarun cigarrillo y nos encanta&a cuando lo hacían. +s divertido fumar con losamigos y una siempre aca&a convenciendo a alguna amiga que no fuma paraque fumar un cigarrillo contigo, y a alguna le empieza a gustar fumar. )ero#iena era la que se lleva&a la palma en esa actividad proselitista, era unaauténtica propagandista del ta&aco. #i le decían que fumar o el ta&aco eramalo, un asco, una mala idea, un veneno, un vicio horri&le, una adicci(ndestructiva, etc., ella sin dudar contesta&a sonriendo, con tono didáctico ycomprensivo, que era una delicia, un regalo, algo su&lime, una adicci(nmaravillosa, etc., e4plica&a que ella tam&ién pensa&a así del ta&aco antes de

pro&arlo pero que ahora sa&ía que era estupendo, animando a la gente aconocerlo. #iena se e4traa&a cuando alguien pro&a&a el ta&aco por primeravez y no lo encontra&a estupendo, pero aca&( dándose cuenta de que a lamayor parte de la gente no le ocurría como a ella, que ha&ía encontrado &uenofumar la primera vez que lo pro&(, y que la gente solía necesitar practicar unpoco antes de encontrarle gusto al ta&aco.

6uizá por ha&er sido iniciada en el ta&aco por una chica de quince aos, a#iena no le importa&a mucho la edad a la hora de invitar a fumar. -a vi dar uncigarrillo a una chavalita de catorce aos que la acompaa&a, que por la

manera medio nerviosa medio divertida en la que acept( la invitaci(n no de&íaser la primera vez que fuma&a con #iena. 5am&ién recuerdo como da&acaladas de su cigarrillo a un *oven e im&er&e primo suyo menos interesado enel ta&aco y como incita&a a fumar a los amigos de su hermana de dieciséisaos cuando coincidíamos con ellos en alguna cele&raci(n de #iena. 5ampocose corta&a en animar a fumar a gente mayor que ella.

!on quien #iena no tuvo mucho é4ito misionero fue con su hermana !ecilia,una chica alta, idealista, tímida, y a pesar de eso más confiada con la gente

que #iena. #e lleva&an muy &ien y cuando #iena monta&a una de sus veladascasi siempre participa&an !ecilia y alguna de sus amistades, a pesar de sermás *(venes que los invitados de #iena. !uando #iena descu&ri( que leencanta&a fumar quiso compartir el descu&rimiento con su hermana e iniciarlaen aquella maravilla, pero a pesar de que #iena a menudo la anima&a a fumary que a través de su hermana con frecuencia esta&a en un am&ienteta&aquista, !ecilia no adopt( el nuevo há&ito de su hermana. #u timidez notenía que ver con que no fumara, porque aun con el amparo de su hermana yen el am&iente favora&le al ta&aco de las veladas de amigos en casa de #iena,en las que le da&a más corte no aceptar un pitillo que encenderlo, !ecilia

prefería no fumar. #olo en un par de ocasiones vi a !ecilia fumar, yposi&lemente no se fumara esos cigarrillos ella sola. % #iena le desconcerta&ael que a !ecilia, siendo su hermana, no le hu&iese encantado fumar con solo

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pro&arlo.

"ue por aquella época que fui casa de una vie*a amiga mía, no fumadora.#aludé a la madre de mi amiga %delaida y charlamos un rato con ella y conotra seora que la acompaa&a. -a madre de %delaida cogi( una ca*etilla de"ortuna alto en nicotina e hizo ademán de ofrecerme, pero interrumpi( el gesto

y di*o 7no, tu no fumas8 en tono de disculpa, mientras que ofrecía un cigarrilloa la otra seora, que mientras cogía uno coment( que las *(venes de ahora yano fuman. )arecía que las dos fumadoras maduras pensa&an que su há&ito erauna cosa pasada de moda, cosa de gente de su edad, que la gente *ovenrechaza&a y no entendía. 7%lgunas si que fumamos8 di*e mientras la madre de%delaida da&a fuego a su compaera. 7=+n serio> o lo sa&ía8, di*o Cessica, lamadre de %delaida, muy sorprendida de que una amiga de su hi*a fumara. -edi*e que si, que ha&ía empezado durante el verano y que me encanta&a fumar.Cessica ni se encendía su cigarrillo ni se decidía a ofrecerme uno, rompí el hielopidiéndole uno, me lo dio, y am&as encendimos nuestros cigarrillos. -as dos

seoras esta&an contentas de que me uniera a ellas, mientras que %delaidanos mira&a fumar más sorprendida que disgustada por la novedosa escena deuna amiga suya, su amiga 5rini, estuviera fumando con su madre como unae4perta. -leva&a un día sin fumar así que fumé con 7apetito8 al menos lasprimeras caladas, para satisfacci(n c(mplice de Cessica. 75eniendo una amigafumadora a lo me*or te animas a fumar algn pitillo8 di*o la acompaante deCessica a %delaida. +sta neg( tal posi&ilidad.

-os cigarrillos se convirtieron en un elemento esencial de los encuentros ysalidas de nuestra pandilla del ciclo formativo. %unque 'er(nica solía fumar -1,la misma marca que su madre, le encanta&an los 1arl&oro, para ella la me*ormarca de ta&aco, la de más calidad, la más lu*osa y la más enrollada de todas.#i no la fuma&a ha&itualmente era por su precio. 3na noche 'er(nica se tra*ouna ca*etilla de 1arl&oro y o&sequiosamente, queriéndonos hacer partícipes desu gusto por aquella marca, nos invit( a compartirla. $urante el resto de lavelada todas estuvimos fumando la ca*etilla de 1arl&oro, llenando nuestrospulmones con aquella esencia de capitalismo hasta que los aca&amos.

os gust( la e4periencia compartida de descu&rir *untas una marca decigarrillos, como si fuera una cata. +specialmente a #iena, tan amante delta&aco, que pensa&a que sería interesante e4plorar el mundo del ta&aco,e4perimentando con más marcas. +n otra reuni(n de amigas #iena apareci(con una ca*etilla de Eauloises ru&ios y nos invit( a hacer una degustaci(n deaquellos cigarrillos. +se tipo de degustaciones se convirtieron en unentretenimiento que hacíamos con frecuencia. 3na de nosotras traía una marcade cigarrillos para que la conociéramos y todas la fumá&amos con curiosidad.%l principio fumá&amos las marcas más corrientes, del tipo de las queencuentras en las máquinas de ta&aco, pero un día se me ocurri( llevar una

ca*etilla de cigarrillos 'ogue y, salvo a 'er(nica, a las chicas les encantaronesos finos, largos y teatrales cigarrillos. % 'er(nica no le hicieron mucha graciaporque era &astante seria en cuanto al fumar, pero %raceli y #iena disfrutaron

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fumando unos cigarrillos tan elegantes y llamativos. +l precedente de los'ogue supuso ampliar el tipo de cigarrillos que fumá&amos en lasdegustaciones, incluyendo marcas poco convencionales. %sí fumamos $unhill:nternacional, !amel atural "lavor, "ine F20, 1ecánicos o 9F #lim -ine.5am&ién esta&lecimos la regla, al estilo de las catas de vino, de que para nosa&er la marca de los cigarrillos y así poder pro&arlos sin pre*uicios, cuando

propusiéramos una degustaci(n llevaríamos los cigarrillos en una pitillera. %veces no era posi&le recurrir a la pitillera porque ha&ía cigarrillos no ca&ían,como los "ine, pero si eran de un tamao corriente en las degustacionessiempre usá&amos la pitillera. -a idea ha&ía sido de %raceli cuando, trastraerse una noche unos 1ecánicos para que todas los pro&áramos, cada vezque encendía uno 'er(nica critica&a la marca e4ageradamente. % partir deentonces, cuando nos fumá&amos una nueva marca sin conocer cual era,'er(nica no valora&a los cigarrillos o lo hacía con am&igDedad, para noarriesgarse a decir que le gusta&an unos cigarrillos &aratos.

#iguiendo con su gusto por lo francés, #iena tra*o unos Eitanes quesupusieron nuestra primera incursi(n en el mundo del ta&aco negro, con susa&or intenso y auténtico. os cost( un poco acostum&rarnos pero le cogimosgusto y en nuestras degustaciones empezamos a alternar el ta&aco ru&io concigarrillos negros como $ucados %zul, Glanco e :nternacional, $avidoff,Eauloises Grunes e incluso !eltas. 5ras ha&er pro&ado algunas marcas decigarrillos largos, de ancho normal como los 1arl&oro F00 o -1 F00, o finos,%raceli se atrevi( a traer unos 1ore, quizá porque después de traer una seriede marcas modestas, trayendo unos cigarrillos elegantes quería evitarencasillarse o parecer cutre. os encantaron los 1ore. -os 1ore son sin duda

los cigarrillos más vistosos y glamorosos. 'er(nica refunfua&a si hacíamosuna degustaci(n de cigarrillos que no fueran ru&ios y de tamao convencional,los cigarrillos largos le parecían una e4travagancia ridícula solo disculpa&le sise trata&an de 1arl&oros largos, del ta&aco negro decía que era tosco y cutre,aunque luego lo fuma&a sin pro&lemas. !on los 1ore hasta 'er(nica se divertíafumándolos.

#iena, tan enamorada del ta&aco, quería conocerlo todo acerca del ta&aco ytodas sus variedades. "umar 1ore le dio pie a traer unos 'ega "ina 1ini yluego otros puritos con y sin filtro. Ha&ía muchos para elegir@ 1eharis, 9e4,

"arias, -a Eloria !u&ana, 9eig, 5oros Gravos, H. 3pman, !oronas,aromatizadosA

3na tarde esta&a con %raceli en su casa, *unto con su amiga oemí, y seacord( de que uno de sus hermanos se ha&ía traído un puro de una &oda a laque ha&ía asistido recientemente. os propuso fumarlo entre las tres. oemí se mostr( contraria y sorprendida por la 7ocurrencia8 de %raceli pero a mí megust( la idea y acepté la propuesta contenta. !ortamos el cigarro con una

nava*ita y %raceli me cedi( el honor de encenderlo. 5ras ciertas dificultades denovata, conseguí encender correctamente el puro y se lo pasé a %raceli. !omoya ha&íamos fumado cigarritos el puro no nos result( tan e4trao. %&rimos

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&ien la ventana del cuarto de %raceli y fumamos el puro. !onseguimosconvencer a oemí para que le diera alguna calada. +l puro dura&a y dura&a.+star tanto rato seguido fumando resulta&a e4trao, pero segn se prolonga&ala fumada fuimos sintiéndonos c(modas con esa lenta y rela*ada manera defumar.

3nos cuantos días después #iena mont( una velada en 7petite comité8 en lacasa de campo de sus padres y %raceli y yo llevamos unos puros Cosé -. )iedrapara compartir nuestra e4periencia con #iena, 'er(nica y quien se apuntara.'er(nica y #iena fumaron cigarro, 'er(nica para no quedar fuera de la moviday #iena con entusiasmo por conocer otra forma de ta&aco. Ha&ía pasado unahora y pico desde la primera fumada y #iena quiso repetir. %raceli y 'ero ya noquisieron compartir un puro así que #iena y yo solas nos fumamos uno amedias. Ya no fue raro que en algunas veladas tranquilas encendiéramos algnpuro.

Ya resulta&a difícil sorprender a las demás al ofrecerles algn ta&aco paracatar. 3n día que ha&íamos quedado en una tetería &ohemia %raceli apareci(un día con una &olsita de picadura de ta&aco y papel para liar, y nos ense( aliar cigarrillos. +n otra ocasi(n, comprando cigarrillos en un estanco se meocurri( comprar una pipa &arata y ta&aco para pipa. 9eunidas en casa de'er(nica, tras vencer la resistencia de esta, entre las cuatro y previa consultaen :nternet ensayamos la manera de llenar, encender y fumar la pipa.

3na tarde fui a casa de #iena para después irnos a una e4posici(n y me

encontré colgada una ha&itaci(n una foto ampliada con un primer plano de suhermana !ecilia de medio perfil, la foto era impeca&le y !ecilia ha&ía salidoguapísima, con una e4presi(n de sereno contento, ante un fondo en penum&rapero con volutas de humo &ien visi&les *unto a ella, que sostenía un largocigarrito con filtro y e4hala&a un aterciopelado chorro de humo. 6uizá porestar fumando se la veía adulta, aunque una adulta con un rostro impeca&le,luminoso y vital. 'iendo a !ecilia fumar me dieron ganas de unirme a ella ymientras saca&a mis cigarrillos y le ofrecía uno a #iena, le di*e que ya veía quesu hermana ha&ía empezado a fumar. #iena acept( mi invitaci(n y am&asencendimos nuestros pitillos. 1e di*o que no, que !ecilia no ha&ía empezado,

pero que en una fiestecita, a la que yo no ha&ía podido ir, !ecilia ha&íapro&ado un 1eharis #Ieet Jrient "ilter y 'er(nica, que esta&a sacando fotoscon su réfle4, ha&ía acertado en sacarle esa foto. 'iendo la foto nadie diría queno era una auténtica fumadora. %unque los padres de #iena ha&ían asumidoque su primogénita fuma&a, pues era mayor de edad y era su decisi(n, no leshacía ninguna gracia que animara a !ecilia a fumar. !uando #iena les ense(orgullosa aquella foto pensaron a congo*ados que !ecilia ya se ha&íaconvertido en fumadora. !ecilia les di*o que no, que solo ha&ía sido algopuntual y sus padres entendieron que la foto era otro intento de #iena deanimar a !ecilia a fumar. #e enfadaron y prohi&ieron a #iena que ofreciera

ta&aco a !ecilia o le di*era nada para animarla a fumar. % #iena le fastidi( queno le permitieran ayudar a su hermana a descu&rir el placer de fumar. !omouna especie de acto de resistencia pasiva imprimi( una ampliaci(n de la foto

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de la 7!ecilia fumadora8, la enmarc( y la colg( en su ha&itaci(n, como unamuda protesta y para que la fotografía se e4presara por ella. 7adie puedemirar esa foto y decir que el ta&aco no es para !ecilia8, me di*o #iena. 1eacostum&ré tanto a ver a !ecilia fumando en la foto cada vez que i&a a casa de#iena, que luego se me hacía raro cuando coincidía con !ecilia y pese a estarcon fumadoras nunca ;o casi< fuma&a. "umara o no, en aquella foto !ecilia

ha&ía quedado para siempre inmortalizada como una *oven fumadora ideal.%quel día #iena tam&ién me ense( una planta con una gran flor que ha&íacomprado para alegrar su ha&itaci(n, una variedad ornamental de la planta delta&aco.

5eniendo nuestra pandilla de fumadoras, con nuestros tés y cafés, nuestrasveladas, salidas nocturnas, etc., era fácil encontrar cada vez más ocasionespara fumar. )or nuestros estudios, los estudiantes del ciclo de proyectos dealta cultura a veces hacíamos alguna e4cursi(n o pequeo via*e para asistir a

algn evento cultural, como por e*emplo una e4posici(n o un concierto, osimplemente para conocer un museo. % veces í&amos en auto&s y otras vecesalquilá&amos una furgoneta de pasa*eros entre unos cuantos. -as cuatroamigas fumadoras solíamos ir *untas en estos via*es y en uno de los via*es enfurgoneta, 'er(nica encendi( un cigarrillo. 5odos nos sorprendimos, incluso lasfumadoras. %l ver nuestra e4presi(n 'er(nica pregunt( e4traada si nosmolesta&a el humo, una compaera que no fuma&a di*o 7mu*erA8 sin atreversea decir más y yo le eché un capote diciéndole a 'er(nica que fumar dentro dela furgoneta era algo fuerte. -a gente asinti(, incluida curiosamente #iena, porlo que 'er(nica apag( su cigarrillo.

)ero en otra ocasi(n, en que hacíamos un via*e corto en el coche de lamadre de 'er(nica, esta advirti( de entrada que en el coche de su madre sefuma&a. %sí que como 'er(nica i&a a llenar el coche de humo igual, las cuatro,y una compaera que venía con nosotras y que hacía poco ha&ía salido delarmario como fumadora ocasional, fumamos en el coche. -a e4cursi(n fue unae4periencia curiosa porque yo, me parece que como las demás, nunca ha&íafumado tanto, en el coche y fuera de él. "ue todo un via*e nicotínico. !uandolas demás lamentá&amos los efectos de ha&er fumado demasiado, 'er(nicadecía que a ella no le pasa&a nada por fumar más de la cuenta, que si fuma&a

mucho le podía picar la garganta pero que no creía que fuera posi&le tener unaso&redosis de nicotina 7como si fuera una droga8. os molest( un poco que'er(nica fuera tan so&rada, como si las demás fuéramos unas &landas que*icas, y cuando unos días después está&amos en casa de #iena, esta sac( el temade si era posi&le una so&redosis de nicotina. 'er(nica se reafirm( en su opini(nde que era imposi&le y #iena, sealando su planta de ta&aco ornamental,coment( que el ta&aco fresco mucha más nicotina que el secado y fermentadoque se fuma&a y asegur( a 'er(nica que si fumara un poco de ta&aco fresco lanicotina la tum&aría. 'er(nica asegur( que no, #iena la ret( a demostrarlo y'er(nica acept( el reto si #iena le e4plica&a como hacerlo. #iena cort( un

trocito de ho*a de ta&aco, lo pic( con una nava*ita y mezclándolo con picadurade ta&aco ru&io li( con ha&ilidad un cigarrillo que le qued( muy &ien y se loofreci( a 'er(nica. !on afectada despreocupaci(n esta lo tom(, se lo encendi(

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y aunque di*o que el sa&or era algo recio, fum( con toda normalidad, como sifuera un 1arl&oro, dándole &uenas caladas. %l e4halar la cuarta calada se leperdi( la mirada, se le aflo*( el cuerpo y se desmay(. )or suerte esta&asentada en una silla con &razos, si no se hu&iera caído al suelo. #altamos aatenderla y apagamos su cigarrillo. %raceli y yo está&amos alarmadas mientrasque #iena, aunque tam&ién se ha&ía acercado a socorrer a 'er(nica, no podía

reprimir completamente una sonrisa traviesa.

+ntre una cosa y otra las cuatro fuimos aumentando la cantidad de ta&acoque fumá&amos, aunque no todas por igual. -a que más fuma&a era 'er(nica,seguida por #iena. !uando hacíamos un via*e algo largo en auto&s, 'er(nicay #iena lo pasa&an un poco mal por no poder fumar y la verdad es que a vecesa mi tam&ién me entra&a un poco de ansia por fumar. %l &a*ar del auto&senseguida encendíamos cigarrillos. #in em&argo la primera que se que*( deestar fumando demasiado fue %raceli. % las demás amigas fumadoras su que*a

nos pareci( a&surda porque todas fumá&amos más que ella y al menos yo noha&ía notado ninguna consecuencia negativa más allá de algn dolor degarganta. )ero empecé a notar algunos malestares que me aca&é dandocuenta de que eran consecuencia del ta&aco@ frecuentes faringitis, tendencia ala fatiga y menos energía, irritaciones de o*os, piel cansada y con peor color.%demás cada vez me hacía más falta fumar, me fastidia&a estar en situacionesen que no podía fumar por mucho tiempo, como visitas a parientes, yretrasa&a las citas con amigos que rechaza&an el ta&aco, tratando sin darmecuenta de evitarlas, por lo que me empeza&a a condicionar la vida social.)ensé que solucionaría el pro&lema simplemente fumando menos, pero no

conseguía reducir el nmero de cigarrillos, siempre encontra&a algn prete4topara seguir fumando lo mismo. #i nada me impedía fumar, fácilmente fuma&aquince cigarrillos. %lguien me coment( que reducir el nmero de cigarrilloscuando se fuma más de lo que se desea puede ser muy complicado, que si nose consigue hacerlo de otra manera, el sistema más directo para reducir elconsumo era reiniciando. 1e e4plic( que era eso de reiniciar el vicio. +ra lomismo que con un ordenador que se cuelga y que se le da a la tecla dereinicio. #e cierran todos los procesos del ordenador y se vuelve a poner enmarcha. 9einiciar el há&ito de fumar es lo mismo. #e trata de 7cerrar losprocesos8 del há&ito, o sea, de*ar de fumar un tiempo, para desengancharse

física y so&re todo psicol(gicamente, deshaciéndose de la compulsi(n porfumar, para después volver a empezar a fumar siendo capaz de controlarlo.

-e comenté esa idea a %raceli mientras am&as fumá&amos. #i %raceliha&ía empezado a que*arse de fumar demasiado, pese a fumar menos que lasdemás, era porque siendo más activa físicamente que las demás, ha&ía notadoantes el efecto del ta&aco en su rendimiento físico. Yo sa&ía que de*ar defumar, aunque solo fuera provisionalmente, me resultaría muy difícil. #a&ía deso&ra que era adicta al ta&aco por como me sentía cuando por algunacircunstancia no podía fumar durante varias horas y el ansia visceral por

llenarme de humo de ta&aco que la a&stinencia me producía. +ncontrándomecon amigas y vecinas fumadoras todos los días, me parecía que sería másdifícil de*arlo. -o ideal sería poder ale*arse de los espacios cotidianos, irse a un

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&alneario, em&arcarse en un velero o algo así.

%raceli lo pens( un poco y tras paladear una &ocanada de humo me di*oque no me podía ofrecer un &alneario, pero que en tres semanas, tras lose4ámenes, se i&a de vacaciones al pue&lo de donde venía su familia, en lasestri&aciones de los andes ecuatorianos. 6ue el cam&io de aires podía facilitar

el a&andono del ta&aco y me invit( a irme con ella. 1e lo pensé unos días ytras conseguir financiaci(n familiar para el via*e accedí.

+l vuelo trasatlántico fue un ago&io creciente a medida en que miorganismo elimina&a los ltimos restos de nicotina. )ara hacer la cosa másllevadera procuré dormir o dormitar la mayor parte del vuelo, ayudada por lamezcla de las pastillas contra el mareo y el vino tinto que generosamente teofrecen con la cena en los vuelos intercontinentales. %l llegar a 6uito me moríapor fumar y cuando tras ser recogidos por parientes de %raceli, salimos por la

puerta de la terminal y asistimos a la ha&itual escena de varios fumadoresencendiendo su primer cigarrillo tras el vuelo, casi me vuelvo loca y estuvetentada de detener nuestra pequea comitiva para regresar al interior delaeropuerto y comprar cigarrillos en un quiosco.

os fuimos al pue&lo de origen de %raceli, a la casa de sus a&uelos, y fuiconociendo a su familia más cercana. $urante dos días todo fue conocer aparientes de %raceli y amigos de su familia que i&an contentos a saludarla a sucasa. "ue divertido conocer a toda aquella gente pero a los dos días nos fuimosen &icicleta por la sierra con la e4cusa de visitar a parientes de %raceli que

viven en el campo, acompaados de unos primos suyos. 6ueríamos ale*arnosdel pue&lo porque en él veíamos a gente que fuma&a, porque queríamosale*arnos de las tentaciones de fumar y porque pensá&amos que el e*ercicionos ayudaría a rela*arnos y a pasar el mono. -os siguientes días los pasamospedaleando, caminando y conociendo a los parientes del campo. $ormíamos enlas casas de los parientes o acampá&amos. %raceli lo lleva&a &ien, pero yoesta&a agotada con aquellas sesiones diarias de ciclismo de montaa ysenderismo. 9ealmente no ha&ía hecho tanto e*ercicio en mi vida y no esta&aen mi me*or momento de forma. )ero so&rellevé el cansancio con &uen ánimoporque me ayuda&a a no pensar en fumar. %raceli no quiso decir a sus

familiares la causa de nuestro programa de entrenamiento, creíamos que nossería más fácil de*ar de fumar si nadie pensa&a en nosotras como enfumadoras, nos ahorraríamos ofrecimientos de cigarrillos y otros pequeossa&ota*es de nuestro prop(sito de no fumar. )ero al no decir porqué nosechá&amos al monte con nuestras &icis durante días, nos e4poníamos aparecer unas antipáticas que evita&an estar con la familia de %raceli. )asadosunos días fuera del pue&lo de los a&uelos de %raceli, y pasado lo peor denuestro síndrome de a&stinencia, volvimos. +mpezando a hacer salidas en &icicon salida y llegada en el mismo día en el pue&lo y pasando más tiempo confamiliares y amigos de %raceli. %demás siempre se nos unían algunos de ellos

cuando salíamos en &ici o a un largo paseo campestre. Ya no se hacía tancomplicado ver a gente fumando en las cantinas del pue&lo, en su plaza dearmas o cuando salíamos a un pu&. %un me da&an ganas de pro&ar las marcas

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locales de cigarrillos pero era cada vez más fácil superar el deseo. %l final denuestra estancia en +cuador ya me sentía prácticamente como una nofumadora y tras tantas sesiones de e*ercicio, esta&a más en forma que nunca.

'olví a +spaa y continué con mi a&stinencia. 6uería evitar volver a fumardemasiado pronto para asegurarme de que el 7reinicio8 fuera eficaz. #egn

pasa&an los días más me i&a sintiendo como una no fumadora. !uando esta&acon gente que fuma&a me da&an ganas, pero cada vez era más como si nuncahu&iera fumado, casi olvida&a mi período de fumadora y ya me sentía c(modacomo no fumadora. #eguía manteniendo el plan de volver a fumar y la idea deque el no fumar era algo temporal, pero a veces me venía a la ca&eza elpensamiento de que podía seguir así, que me sentía c(moda sin ta&aco y paraque i&a a asumir las complicaciones de volver a fumar. +n ocasiones unaespecie de vocecilla interior me decía que en realidad no me pega&a nadafumar y me pregunta&a que pinta&a 5rini fumando en pleno siglo KK:. !onesas dudas, i&a retrasando algo más de la cuenta mi regreso al ta&aco.

3na tarde esta&a en casa de #iena, en su cuarto, con ella y su amiga-oreto. #iena encendi( un par de velas aromáticas. !omo ella, en el interior demi casa solo podía fumar en mi cuarto y para evitar que mi dormitorio sesaturara de olor a ta&aco, para fumar solía encender alguna vela aromática,#iena me ha&ía cogido la idea. -uego me pareci( que dos velas no i&an a sersuficientes porque #iena sac( un puro pequeito. $esde que nos ha&íamosatrevido con los puros era normal que estando reunidas en privado fumáramos

uno. %l ver que #iena i&a a fumar, -oreto le pidi( un cigarrillo. -oreto era unavie*a amiga de #iena y solo desde hacía poco, por influencia de #iena, ha&íaempezado a fumar ocasionalmente. +sta le ofreci( compartir el purito pero-oreto prefiri( un simple cigarrillo, los puros le impresiona&an un poco.

)regunté a #iena de que marca era el cigarro y me di*o que era un1ontecristo. 7Euau8, le di*e impresionada. o era nada ha&itual quefumáramos puros tan &uenos. #iena encendi( el pequeo 1ontecristo y pas( elencendedor a -oreto. +l humo del 1ontecristo se impuso completamente al delcigarrillo. 1e dieron ganas de compartir el 1ontecristo y pensé que ya lleva&a

mucho tiempo sin fumar. !omo #iena ha&ía ofrecido a -oreto compartir el1ontecristo, le pregunté si lo compartía conmigo. 1e di*o que claro que si,contenta de que volviera a fumar y diciendo que ya empeza&a a pensar que loha&ía de*ado para siempre. egué mientras toma&a el puro y le da&a una&uena calada. %lgo sorprendida volví a sentir el sa&or del ta&aco. -as primerascaladas me supieron ricas, pero encontré el fumar algo trivial. #in em&argo alseguir fumando el pequeo 1ontecristo fui sintiéndome más a gusto ydisfrutando más las sensaciones del fumar, sintiéndome de nuevo fumadora. %laca&ar de fumar cualquier duda que tuviera antes ha&ía desaparecido, erafumadora y quería que el ta&aco fuera parte de mi vida, seguir disfrutando de

la nicotina y del rico sa&or del ta&aco.

1e hu&iera ido a comprar cigarrillos tan pronto salí de casa de #iena, pero

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8/12/2019 Trinidad empezó a fumar.

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no esta&a segura de que romper el ayuno con un puro fuera la me*or manerade 7reiniciar8 el consumo, aunque no se trague el humo quizá un puro seademasiado fuerte. %sí que hasta dos días después no me compré una ca*etillade cigarrillos suaves y, el tercer día, a salir de clase e ir con mis amigas delciclo a tomar un café, a&rí mi ca*etilla y encendí mi primer cigarrillo desde queme ha&ía ido de via*e a +cuador. 6ue rico/ 1e encant( sentir de nuevo el

humo en mis pulmones y la nicotina se me su&ía a la ca&eza como a unaprincipiante. -e pregunté a %raceli si ya ha&ía vuelto a fumar y me di*o que no.1e sorprendi( que tardara aun más que yo en fumar de nuevo y pensé si noha&ría decidido de*arlo definitivamente. -e pregunté si no le apetecía volver afumar y le ofrecí un cigarrillo. 1e acept( la invitaci(n sonriente diciendo que yaera un &uen momento para fumar de nuevo.

%hora las cuatro amigas seguimos fumando. 5ras 7reiniciar8 nuestroconsumo de cigarrillos %raceli y yo fumamos poco, %raceli aun menos que yo

porque ni siquiera fuma todos los días, es más &ien una fumadora semanal. Yofumo una ca*etilla a la semana y estoy encantada, fumando así disfruto delta&aco, evito convertirlo en una rutina automática y no creo que me haga undao relevante.

#iena tam&ién fuma menos que antes, aunque no lo reconozca. +n cam&io'er(nica fuma aun más. +n un día normal se de&e fumar un paquete y el fin desemana ni se sa&e.

+spero que os haya gustado nuestra historia, la de cuatro amigas que nunca

pensaron que i&an a ser fumadoras pero que fueron conquistadas por losencantos del ta&aco.