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FEADER ASOCIACIÓN DE AMIGOS DEL CAMINO DE SANTIAGO EN NAVARRA (AGRUPACIÓN DE LA RIBERA) TUDELA Y EL CAMINO DE SANTIAGO DEL EBRO ESTEBAN ORTA RUBIO MANUEL ORTA SIMÓN

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FEADER

AsociAción de Amigos del cAmino de sAntiAgo en nAvArrA(AgrupAción de lA riberA)

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el cAmino desAntiAgo del ebro

ESTEBAN ORTA RUBIOMANUEL ORTA SIMÓN

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TUDELA Y

EL CAMINO DE

SANTIAGO DEL EBRO

ESTEBAN ORTA RUBIO

MANUEL ORTA SIMÓN

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©Asociación de Amigos del Camino de Santiago en Navarra (Agrupación de la Ribera)

Edita: Asociación de Amigos del Camino de Santiago en Navarra (Agrupación de la Ribera)Autores: Esteban Orta Rubio y Manuel Orta Simón

ISBN: 978-84-694-9823-1Deposito Legal: NA-3355/2011Diseño y maquetación: Gráficas LarradImpreso en España en Gráficas Larrad S.L. Polígono Las Labradas. Tudela (Navarra)

Tirada: 1000 ejemplares

DIFUSIÓN GRATUITA

Queda prohibida la reproducción, total o parcial de este libro, por cualquier medio, sin el previo y expreso consentimiento de los titulares de la propiedad intelectual.

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PrólogoEsta amaneciendo, son las primeras horas del día, ha llegado el buen

tiempo. La plaza del pueblo se llena de gente, expectación y curiosidad, algunos jóvenes del pueblo y otros llegados de cercanas aldeas reciben la bendición del párroco mientras tañen las campanas y todo el pueblo al unísono, entona algunas estrofas del canto del Utreia.

Esto era el principio, alegría, ilusión y jubilo. Van en grupo, para prote-gerse y ayudarse de esta aventura tan terrible que les espera y poder así, vencer todas las dificultades venideras. Presencia de bandoleros en las co-marcas desoladas o en zonas de montaña, ladrones en las grandes ciuda-des, el mal tiempo: Nieve, lluvia, viento, granizo, los ríos se desbordaban. Enfermedades, heridas, aguas poco potables, comidas en mal estado y el ataque de animales salvajes.

Confianza en el apóstol, deseos de redimir sus culpas y la fe del pe-regrino, les llevaba a enfrentarse sin temor a todos los peligros que irán surgiendo.

El peregrino se asoma a Navarra mirando las caudalosas aguas del Ebro. Llegando a Tudela, las torres de la Catedral y la Magdalena, difumi-nadas entre la niebla, le dan la bienvenida. Aquí descansará, recobrará sus mermadas fuerzas y seguirá el Camino. Aún le queda mucho por recorrer.

El libro que presentamos nos introduce en lejanas épocas, cuando el Camino de Santiago del Ebro era una de las rutas más importantes en las peregrinaciones a Santiago de Compostela. Está basado, en su mayor parte, en documentación inédita exhumada de los archivos eclesiásticos y civiles de Tudela.

A lo largo de los diferentes capítulos los autores recogen datos valio-sos con los que han rehecho una parte importante de las peregrinacio-nes a su paso por la Ribera de Navarra. Singular interés tienen los capí-tulos: “El hospital de Nuestra Señora de Gracia y las peregrinaciones”; el novedoso “La Mesa de los Pobres, institución de ayuda al peregrino” y

Herru Santiagu, Got Santiagu, E ultreia, e suseia, Deus adiuva nos.

¡Oh Señor Santiago! ¡Buen Señor Santiago! ¡Eultreya! ¡Euseya! ¡Protégenos, Dios!

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también “Vida y muerte en el Camino a la luz de los archivos tudelanos”. El Apéndice Documental, por su parte, va a permitir a los estudiosos encontrar nuevos datos y compararlos con los que ya se conocían. En suma, estamos ante un libro que aporta una nueva visión de las pere-grinaciones en Navarra y nos traslada con todo lujo de detalles a otros momentos de la historia de nuestra tierra.

Era de esperar que en cuanto se empezase a investigar de modo sis-temático, los resultados serían jugosos; y así ha sido. Se ha encontrado el filón y esperamos que en fechas próximas nuestras instituciones se animen a seguir investigando un poco más, en este nuestro Camino de Santiago del Ebro.

Nuestro agradecimiento y reconocimiento a: Programa Leader, Feader (Fondo Europeo Agrícola para el desarrollo Rural), Gobierno de Navarra y Consorcio Eder. Gracias a ellos se ha podido llevar a cabo la investigación que ha fructificado en este libro.

Eduardo Serrano y GilPresidente de la Asociación deAmigos del Camino de Santiago en Navarra(Agrupación de la Ribera)

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ÍNDICE 1. EL CAMINO DEL EBRO EN LA HISTORIA .................................................. 9

2. TUDELA: PARADA Y FONDA ..................................................................... 11

3. QUIENES Y POR QUÉ PEREGRINABAN POR EL CAMINO DEL EBRO ... 15

4. LAS NUEVAS INVESTIGACIONES .............................................................. 19

5. EL HOSPITAL DE NUESTRA SEÑORA DE GRACIA Y LAS

PEREGRINACIONES ................................................................................... 20

Origen ............................................................................... 20

Libros de Coladas ............................................................. 21

Libros de Asistidos y Difuntos ......................................... 25

Las pertenencias de los fallecidos .................................... 26

6. LA MESA DE LOS POBRES, INSTITUCIÓN DE AYUDA AL PEREGRINO ...... 28

Origen ............................................................................... 29

Una organización compleja .............................................. 30

Funcionamiento ................................................................ 31

Alimentación ..................................................................... 33

Final de la Mesa de los Pobres ......................................... 37

7. VIDA Y MUERTE EN EL CAMINO A LA LUZ DE LOS ARCHIVOS

TUDELANOS ............................................................................................... 38

8. APÉNDICE DOCUMENTAL ......................................................................... 44

8.1. Hospital de Nuestra Señora de Gracia. Libros de

Asistidos y Difuntos .......................................................... 44

8.2. Mesa de los Pobres. Cuadernos de Cuentas ............. 56

9. FUENTES Y BIBLIOGRAFIA .................................................................. 60

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1. El Camino del Ebro en la historiaEl auge que han tomado las peregrinaciones a Santiago en los últimos

decenios ha provocado la resurrección de rutas secundarias que parecían muertas y sólo estaban dormidas esperando que alguien las despertara. Tal ocurre con el denominado Camino de Santiago del Ebro que desde Tortosa recogía los peregrinos procedentes del ámbito mediterráneo y, a través de Gandesa, Caspe, Zaragoza, Tudela y Calahorra, los conducía has-ta Logroño donde enlazaban con el Camino Francés.1 A fin de cuentas no hacían sino seguir una ruta natural que desde los albores de la civilización había conectado el Mediterráneo con el Cantábrico y también con la Me-seta. Efectivamente, el padre Ebro y sus afluentes relacionan los Pirineos, durante siglos puerta de Europa, con el sistema Ibérico, el que, a su vez, comunica con el núcleo central de la Península. El anchuroso valle del Ebro ha tenido tal importancia a lo largo de la historia que algún autor extranjero le ha llamado y con toda la razón, “AUTOPISTA AL CORAZÓN DE ESPAÑA”.

Si nos acercamos a la historia veremos que ha sido la ruta preferida por gran parte de los pueblos que han llegado a la Península Ibérica. Así, fue la ruta escogida por los Celtas, aquel primer gran movimiento migratorio del que tenemos noticias y que, a partir de unos mil años antes de Cristo, dejaron un reguero de poblados fortificados en su peregrinar desde los Pi-rineos catalanes hasta el centro de la Península. Precisamente uno de estos poblados, el del Cerro de la Cruz, en Cortes (Navarra), se halla muy cerca del actual Camino de Santiago del Ebro. El Cerro de la Cruz, está catalo-gado por los arqueólogos como uno de los más importantes yacimientos de la Edad del Hierro y su excavación en los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado, por el recordado profesor Maluquer, permitió conocer mucho mejor la sociedad y modos de vida de los pueblos indoeuropeos. Además del poblado, con amplias casas de forma rectangular, a poca dis-tancia se halla también La Atalaya, o “campo de urnas”, una especie de ce-menterio donde aparecieron recipientes cerámicos (urnas) que guardaban las cenizas de los cadáveres después de ser incinerados.2 No es el único poblado de la edad del Hierro que existe en la Ribera de Navarra pues a ellos hay que añadir El Castejón (Arguedas), La Peña del Saco (Fitero), La Torraza (Valtierra) o el que excavó recientemente Juanjo Bienes en el

1 En un intento de llamar la atención sobre lo que significó este camino para Tudela, publicó ORTA RUBIO, E., “El Camino de Santiago y Tudela”, en la revista Pregón Siglo XXI, nº 23, Pamplona, 2004

2 Véase al respecto el trabajo de Gonzalo Ruiz Zapatero y Víctor M. Fernández Martínez, “Cortes de Navarra: un modelo económico de la 1ª Edad del Hierro en el Noreste de la Península Ibérica” en el XVII Congreso Nacional de Arqueología, 1985, pp. 371-392.

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Cerro de Santa Bárbara (Corazón de Jesús) de Tudela y que, seguramente es el origen de la ciudad actual. 3

Siglos mas tarde, los romanos utilizaron la misma ruta al trazar la calza-da que unía Tarraco (Tarragona) con Legio (León) y cuyas mansiones mas importantes en el valle medio del Ebro se llamaban Cesaraugusta - Balsio (Mallén)- Cascantum - Gracurris (Alfaro) - Calagurris y Bareia (Logroño). Esta vía –ultrarrápida para la época- primero propició la conquista y pos-teriormente, la explotación de las tierras del norte y centro de Hispania como comenzaron a llamarla los romanos.

Precisamente, a escasa distancia del actual camino jacobeo se halla otro de los restos más importantes de la zona, correspondiente a época roma-na: La villa del Ramalete, ubicada en lo que hoy es soto del mismo nom-bre. Esta villa del siglo IV después de Cristo, excavada por el profesor Ta-racena en 1946, estuvo situada a orillas del Ebro y debió ser un importante centro de producción, llegando a tener hasta un pequeño puerto fluvial. Los mosáicos, de gran belleza, guardados en el Museo de Navarra, han permitido conocer el nombre de su dueño, muy poético: Dulcitius, y su pasión por la caza, pues aparece mientras practicaba su deporte favorito, la caza del ciervo. Desgraciadamente, el peregrino actual nada descubre a la vista, pues los restos arqueológicos se hallan bajo los campos de cultivo. ¿Habría posibilidad de reabrir las excavaciones?4

En la Edad Media esta ruta natural incrementa, si cabe, su importan-cia. Las razones son evidentes. El Valle del Ebro favoreció durante siglos el contacto de dos culturas y economías diferentes, pero también com-plementarias: la musulmana y la cristiana. A lo largo de la ruta del Ebro circulaban los productos más variados. Del sur llegaban especias, seda, monedas de oro, esclavos negros, vistosas telas, mientras que del norte concurrían pieles, metales, armas y cautivos de blanca piel. Tudela y Za-ragoza, ya entonces ciudades florecientes, eran punto de encuentro del comercio de esclavos. Por las rutas pirenaicas, una vez raptados de sus ca-sas, llegaban jóvenes de ambos sexos, de raza blanca, muy apreciados en los mercados orientales del Islám. Procedían del centro y norte de Europa y aquí descansaban de sus fatigas para ser remitidos a Córdoba de donde eran distribuidos por África del Norte, Egipto o incluso hasta la lejana y misteriosa Bagdad. El mismo camino, en sentido inverso, recorrían los es-clavos negros y musulmanes con destino a las ciudades cristianas.5 3 Mientras llega la publicación del resultado de estas excavaciones puede visitarse con provecho la página web

www.ciudadtudela.com/arqueologia/. 4 Para una visión muy completa sobre la zona antes y durante la romanización, Juan José Sayas Abengoechea “La

comarca de Tudela, esquema de comprensión de un desarrollo regional en época prerromana y romana” Espacio, tiempo y forma. Serie II, Historia Antigua, Nº 15, 2004, pp. 139-166.

5 Para este tema William D. Phillips, Historia de la esclavitud en España. Playor, 1990. Aunque escasas, existen noticias que hablan de esclavos en Tudela, tanto en la Edad Media como en la Moderna. Sirva el ejemplo del

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En el siglo XII, tras la conquista cristiana de las tierras del Ebro, se produce un hecho fundamental: el auge del Camino de Santiago del Ebro como alternativa al llamado camino francés. Durante siglos, el Valle del Ebro, al estar ocupado por el Islán, había sido vedado a las peregrinacio-nes a Santiago. Por el contrario, ahora se ofrecía como una ruta alternati-va, más fácil y cómoda, que enlazaba en Logroño con el camino principal. Pero a su vez también se produce la fragmentación política. Efectivamente, tras la llegada de los cristianos son varios los reinos que se establecen a lo largo de él: Castilla, Navarra y Aragón. Sin embargo esta división, más que frenar los contactos parece como si los hubiera estimulado. ¿Por qué? Porque estas tierras mantienen un vínculo común: el río Ebro, que durante siglos se utilizó como cómodo y barato medio de transporte para mercan-cías y personas6.

2. Tudela: parada y fondaTudela tiene una rica y larga historia como han puesto de manifiesto los

estudios de gran número de historiadores a lo largo de los siglos. Sin embar-go aún quedan aspectos poco conocidos de la misma. Uno de ellos, de gran trascendencia en los últimos tiempos, es el de conocer y valorar el papel que ha jugado Tudela en la historia del Camino de Santiago del Ebro. Un camino que, tras la proliferación de estudios en los últimos decenios, está comenzan-do a revelar su auténtica importancia. La función podría definirse con una frase, “Tudela: parada y fonda.” Tengamos en cuenta que la ciudad ha sido durante siglos el único núcleo urbano que poseía un puente estable a lo largo de las seis o siete jornadas de camino que separaban Zaragoza y Logroño. Un puente que además de unir las márgenes del Ebro en un territorio tan vasto, ponía en comunicación los caminos que desde la lejana Francia se dirigían al corazón de España a través del reino de Navarra. De aquí su importancia eco-nómica y estratégica. Y de ahí, también, que Tudela lo haya adoptado como símbolo propio, al colocarlo como motivo principal de su escudo.

noble tudelano Miguel de Eza, fundador del hospital, que en su testamento redactado en 1549 nombra a su esclavo “Perico” a quien ahorra, es decir da libertad “para servir a quien quisiere”. M. J. TARIFA, Miguel de Eza. Humanista y mecenas de las artes en la Tudela del siglo XVI, Tudela, 2004, p. 167.

6 De todos es conocido el tráfico de almadías que subsistió hasta bien entrado el siglo XX. Tudela, con su puerto fluvial de Ribotas, participaba activamente en todo tipo de comercio, e incluso algunos autores hablan de la existencia de astilleros en la capital Ribera. A este respecto puede consultarse la obra de CARLOS CLAVERíA, Los vascos en el mar, Editorial Aramburu. Pamplona, 1966.

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Sin embargo, hasta hace poco tiempo no existían estudios que hubieran analizado el papel jugado por Tudela en las peregrinaciones a Santiago, ni tampoco la influencia que tales peregrinaciones pudieran haber ejercido en la vida de la ciudad. A llenar, en parte, este vacío se dirigía el trabajo “Tudela y el Camino Jacobeo del Ebro”, publicado en la Revista del Centro de Estudios Me-rindad de Tudela,7 que pone de manifiesto ciertos hechos que demuestran la importancia de las peregrinaciones en esta ciudad del Ebro. El primero de todos es la existencia de albergues u hospitales relacionados con el camino. Precisemos que cuando el rey Teobaldo II otorga su testamento en noviem-bre de 1270, deja diez sueldos al hospital de Tudela. El hecho de que haga lo mismo con los hospitales de Puente La Reina, Viana, Los Arcos y Sangüesa, situados en el llamado “camino francés” parece indicar que se refiere a hospi-tales especializados en la atención a peregrinos. Por otra parte el historiador Francisco Fuentes, menciona algunos de los que funcionaron en Tudela du-rante la Edad Media: la alberguería de Santa María, la alberguería de la Santa Natividad, la de San Nicolás, el hospital de San Juan, el de San Lázaro, que era leprosería, el de los zapateros, la Mesa de los Pobres y el conocido como del caballico de San Jorge.8 Sin embargo, olvida el más importante, el que man-tenía la Cofradía de Santiago, significativamente colocado a orillas del Ebro y cerca de la Puerta de Zaragoza, lugar de paso obligado para el peregrino.

La cofradía de Santiago era de las más antiguas de Tudela, pues existía, al menos, desde mediados del siglo XIII, cuando Pedro Concarel dejó esta-blecido en su testamento que se entregasen cinco sueldos a la cofradía, de la que posiblemente fuese miembro. Aunque hoy han desaparecido tanto el hospital como la cofradía, durante siglos cumplieron con la función de ayudar a los dolientes peregrinos.9 Tenía su sede entre las actuales calles de Santiago y San Francisco y a principios del siglo XV su prosperidad era tal que hizo donación de varias casas para que los Franciscanos pudieran construir el convento dentro de los muros de la ciudad. Esta donación fue a la larga fuente de conflictos entre el convento y los cofrades, sustancián-dose en el siglo XVI con larguísimo pleito que se prolongó hasta la centu-ria siguiente. Para entender la implicación de esta cofradía con la ciudad hemos de valorar que el pendón que lucían los cofrades en las procesio-nes tenía los mismos colores que la bandera de Tudela, blanco con una cruz roja que lo cruza en aspa. Su lema era: Por Dios e por Sant Yago.10

7 ORTA RUBIO, E., “Tudela y el Camino Jacobeo del Ebro”, en Revista del Centro de Estudios Merindad de Tudela, nº 16, pp. 21-38.

8 FUENTES, F., Bocetos de historia tudelana, Tudela, 1958, pp. 74 -75. 9 Para una breve historia de la cofradía, ARRAIZA, J., Las cofradías de Santiago en Navarra, Gobierno de Navarra,

1998, pp. 119-124 y 171-174, donde trata de los orígenes, estatutos, festividades y su final en 1850 cuando sus bienes fueron enagenados por el estado, y los edificios convertidos en viviendas.

10 FUENTES, F., Bocetos de historia tudelana, Tudela, 1958, pp. 185-186.

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Otro hospital de gran peso fue el de San Antón, regido por la orden antoniana tan vinculada al camino de Santiago, como lo demuestra, entre otros, el importante convento situado a dos kilómetros de Castrojeriz.11 Los “Antonianos” como se les conocía popularmente, estaban dedicados a la ayuda de los necesitados: enfermos, peregrinos, pobres y se especiali-zaron en una enfermedad muy común entre los peregrinos llamada “fue-go sagrado” o “fuego de San Antón”, causada por la ingestión de pan de centeno contaminado por un hongo. Los primeros síntomas consistían en grandes dolores en las extremidades, seguía la gangrena y por fin se iban cayendo los músculos afectados. Estos monjes tuvieron una gran impor-tancia en Europa Occidental durante la edad Media y Moderna, llegando a regentar 369 casas-hospitales. En Navarra existieron tres comunidades: Olite, que era la casa principal, Pamplona y Tudela. La de Tudela parece que se fundó hacia el siglo XIV y estuvo ubicada junto a la calle de San Antón donde aún puede verse la iglesia del convento en un costado de la Plaza de Jehuda-Leví. Cuando Felipe II visitó la ciudad en 1592, el cronista al hablar de los conventos y monasterios cita el monasterio de comenda-dores de San Antón “que traen en el pecho una cruz o por mejor decir una T azul.” Se refiere al signo TAU que es la última letra del alfabeto he-breo que se creía era un signo de predestinación. Ambos hospitales, el de Santiago y el de San Antón, entraron en decadencia al par que lo hacían las peregrinaciones a Santiago y desaparecieron con la Crisis del Antiguo Régimen y la implantación del Estado Liberal.12

Pero quizá el testimonio más fehaciente y duradero de la vitalidad pe-regrina en épocas pasadas lo encontramos en el claustro de la catedral. Uno de los capiteles de la galería este quiere representar a los peregrinos de Emaús pero en la práctica está representando una realidad cotidiana: los numerosos peregrinos que recorrían el camino. Aparecen caracteriza-dos con lo más peculiar y propio, el sombrero, capa, zurrón y cayado. La profesora Mª Luisa Melero13, ha puesto de manifiesto la similitud de los capiteles del claustro de Tudela y los de la Seo de Zaragoza, aventurando que pudo deberse a la importante vía de peregrinación que unía ambas ciudades. Una ruta que según E. Lambert14, fue una de las más utilizadas del siglo XII al XVII. El camino salía de Jaca dirigiéndose a San Juan de la Peña, luego tomaba dirección Zaragoza y por Tudela y Calahorra iba a

11 Para una interesante visión de la orden antoniana en Navarra puede consultarse el artículo del P. LUCAS DE ARI-CETA: “San Antonio Abad y los Antonianos en Olite”, en Estafeta Jacobea, Extra de 1996, pp. 48-53. También aporta datos sobre Castrojeriz, RICARDO OLLAQUINDIA en el mismo número de la citada revista, en el artículo “Un fin de semana en el camino”.

12 Para el convento de San Antón, SEGURA MONEO, J., “El convento de San Antón de Tudela”, Revista del Centro de Estudios Merindad de Tudela, Nº 8, 1997, pp. 45-60.

13 Escultura románica y primer gótico de Tudela, Tudela, 1997.14 El arte gótico en España en los siglos XII y XIII. Madrid, 1982.

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unirse en Logroño al camino principal. En relación con esta realidad hay que situar la fundación de la “Mesa de los Pobres”, por el rey Sancho VII el Fuerte, posiblemente a comienzos del siglo XIII. Esta institución daba de comer todos los días a doce pobres, con preferencia pobres peregrinos. El lugar, los claustros de la colegiata.15 De ella trataremos más adelante.

Este pasar de peregrinos que vemos plasmado en el arte lo hallamos tam-bién en los documentos municipales, indicándonos que el Concejo destinaba ciertas cantidades a socorrerlos. Así, lo constatan las Cuentas Municipales donde consta que en 1513, se dio un ducado viejo “por almosna a unas mujeres que yban en romería a Santiago, y estuvieron en el espital y eran personas de vergüenza”.16 Pero no sólo acudía el erario público en auxilio de los peregrinos, también lo hacían los particulares. Los testamentos suelen ser fuente abundosa de noticias de toda clase y también las hallamos sobre este tema. Generalmente no son noticias directas, sino más bien colaterales como el caso de donaciones a hospitales y albergues. El hecho de dejar también mandas para romeros o gentes de paso indica que, éstos, formaban parte de lo cotidiano. El noble tudelano Diego de Ortiz, fallecido en Nápoles a finales del siglo XVI, no olvidó su tierra y legó la mitad de sus bienes para un hos-pitalillo de huérfanos en su ciudad natal y la otra mitad para comprar trigo “que en año de carestía se distribuya a pobres de la dicha ciudad de Tudela, pasajeros pobres y también a peregrinos”.17 Que era una necesidad el atender a los peregrinos a su paso por Tudela lo proclama una carta enviada por el Doctor Miguel de Lerma, conservada en el archivo municipal de Tudela, de-nunciando que todavía en 1628, seguían sin cumplirse aquellas disposiciones testamentarias.18

Pero la noticia más completa que hasta ahora conocíamos sobre la pe-regrinación en el siglo XVII la proporciona el notario tudelano Pedro de Agramónt que escribió una amplísima y curiosa “Historia de Navarra”.19 Pues bien, Agramónt, al tratar de la historia de la catedral de Tudela aporta un dato que reafirma la importancia que en aquella época seguían teniendo las peregrinaciónes a través del Camino del Ebro. Destaca que los canónigos “dan de comer cada día en el claustro de la misma iglesia a veinte pobres; el día de ayuno a las honce y los días de carne a las diez. Y para asentarlos a la mesa nombra el Cabildo cada año dos canónigos. Y habiendo pobres peregrinos (los) han de preferir a los demás; y a falta de

15 DíAZ BRAVO, J.V. Memorias históricas de Tudela, Pamplona, 1956, p. 188.16 Archivo Municipal de Tudela. Libro de 1º de Cuentas Municipales, folio 425 v.17 Archivo Municipal de Tudela. Libro 2. Negocios con las Comunidades Eclesiásticas, nº 18. 18 Archivo Municipal de Tudela. Cartas históricas. Año 162819 La obra ha sido editada por la Editorial Mintzoa en 1996. Sobre este autor y su obra, SATRÚSTEGUI, J.Mª, “Pedro

de Agramont: vascófilo tudelano del siglo XVII” en Fontes linguae vasconum: Studia et documenta, Nº 73, 1996, pp. 455-464.

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peregrinos, los pobres pasajeros y faltando estos asientan a los mendican-tes y necesitados de la ciudad”.

La costumbre seguía a mediados del siglo XVIII, pues así lo afirma Díaz Bravo que señala que en la colegiata de Santa María “se da de comer cada día a doce (pobres) y son preferidos los peregrinos y en algunos días se les da de comer con regalo. Del coro sale todos los días un capitular y bendice la mesa”20

3. Quienes y por qué peregrinaban por el Camino del Ebro

Dante, en un pasaje de Vita Nuova, concretamente en el capítulo XL, distingue tres clases peregrinos: Los Palmeros, los Peregrinos y los Ro-meros. Según él, los peregrinos propiamente dichos son los que marchan hacia la tumba de Santiago en Galicia, mientras que los Romeros o Romei son los que caminan hacia Roma para visitar las tumbas de San Pedro y San Pablo. Por su parte, los Palmeros peregrinaban a Tierra Santa, de don-de solían volver con una palma, de ahí su nombre.

Pues bien, a lo largo de la historia, como ya hemos visto, el Camino del Ebro ha sido utilizado en ambas direcciones tanto por los que iban a Jerusalén, como por lo que caminan a Roma o Santiago. Aunque el móvil más puro del peregrino ha sido la devoción, no fue el más frecuente. En general, buscaba tres cosas. En primer lugar, el perdón de sus culpas y pecados; segundo, cumplir alguna promesa hecha en momentos de nece-

20 Memorias históricas de Tudela, p. 188.

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sidad y por último, se peregrinaba por encontrar alivio a ciertas enferme-dades o miserias físicas.21

Sin embargo en la Baja Edad Media se da un tipo de peregrino muy especial, aquél que hace el viaje en vez de otra persona. Efectivamente, en bastantes testamentos aparecen mandas piadosas en las que los parientes contraían la obligación de pagar un peregrino que realizase la peregrina-ción en beneficio del alma del difunto. Así ocurrió en Tudela en fecha tan temprana como 1227, cuando el “maestre Bartolomé” dicta testamento y ordena a sus cabezaleros que nombren una persona para ir en su nom-bre hasta Jerusalén.22 Pero no eran solamente las personas. También las ciudades ante calamidades públicas, como sequía o epidemia de peste, enviaban peregrinos que marchaban en representación de todo el pueblo a implorar el final del azote. Dos de estos peregrinos debieron utilizar el Camino de Santiago del Ebro y pasaron por Tudela. Nos referimos a los que en 1529 enviaron el ayuntamiento de Gerona y el cabildo de la cate-dral, con objeto de implorar la lluvia y que salieron de la ciudad catalana el 17 de marzo, estando ya de vuelta a finales de mayo. Tanto el acto de salida como la llegada de estos emisarios se hacían con toda ceremonia y solemnidad organizándose impresionantes procesiones en las que tomaba parte todo el pueblo.23

Junto a los verdaderos peregrinos, ya fuesen voluntarios o alquilados, aparecen también vagos y maleantes que convertían el camino en su modo de vida. Quizá la proliferación abusiva hizo que a partir de 1614 nadie pu-diese emprender el viaje sin aprobación del obispo de la diócesis. Las leyes civiles por su parte exigían un permiso del rey para las peregrinaciones fuera del reino. El objeto de estas normas era “impedir que la tranquilidad de las familias se vea perturbada por la devoción indiscreta de los que, estando bajo la potestad de otros, quisieran emprender largas peregrina-ciones sin el consentimiento de aquellos de quienes dependen, y reprimir a los vagabundos y haraganes que podrían encubrirse con este pretexto para llevar una vida ociosa y errante y cometer graves desórdenes”.24

Todas estas variantes de peregrinaje van saliendo de nuevo a la luz tras los recientes estudios. Los últimos años las comunidades autónomas vecinas de La Rioja y Aragón han tomado la delantera en su afán por desenterrar los recuerdos de antiguas peregrinaciones. Subvencionados por la “Asociación Jacobea del Ebro en Aragón” y la Diputación General de Aragón, han aparecido una serie de trabajos del investigador tafallés

21 VAZQUEZ DE PARGA y otros, Las peregrinaciones a Santiago de Compostela, Pamplona, 1992, Tomo 1, pp. 120-12322 El dato está tomado de la sección Viñetas Históricas, publicado en El Ribereño Navarro el 24 de abril de 1932.23 VAZQUEZ DE PARGA y otros, Las peregrinaciones…, pp. 139- 141.24 VAZQUEZ DE PARGA y otros, Las peregrinaciones…, p. 142.

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José Mª Esparza Urroz, con el título Datos de peregrinación en el Archivo Diocesano de Zaragoza. Siglo XVII. 25

Espigando en sus páginas podemos descubrir los nombres de algunos navarros de diversa procedencia que salieron o pasaron por Zaragoza, camino de Santiago en Galicia, Roma, Montserrat y otros lugares de de-voción. Estos peregrinos debían presentarse ante el Vicario General, ex-poniendo su nombre y apellidos, estado civil, edad, procedencia y lugar a donde peregrinaban. Los documentos, a veces, indican el oficio y una cierta descripción del exponente, así como los testigos que ratificaban los datos y certificaban que no era un vagabundo. Si todo aparecía correcto, el Vicario expedía una Licencia de Peregrinación que habilitaba para pedir limosna y ser asistido en los hospitales del camino. Con ello evitaban que las autoridades los tratasen como vagabundos.

De los datos aportados por José Mª Esparza, podemos hacer el retrato robot de un peregrino navarro del siglo XVII.26 Es un hombre, -no apare-ce ninguna mujer navarra- joven, entre 20 y 25 años, y rara vez pasa de treinta. Es soltero, por lo que está libre de ataduras matrimoniales. Además vive en poblaciones de una cierta importancia, como Zaragoza, Pamplona, Tudela, Estella, Tafalla o Cascante. En cuanto a su oficio, cuando lo cono-cemos, que ocurre pocas veces, vemos que trabaja en actividades gremia-les, como cerero o sastre. Por último, y esto adquiere su importancia, no tiene un lugar decidido de peregrinación pues su intención es peregrinar a varios lugares. El ejemplo típico lo hallamos en Juan de la Cruz, soltero, nacido en Tudela, de 25 años y que pide licencia para visitar Roma y San-tiago. He aquí el documento:

“Compareció Juan de La Cruz, mancebo, natural de la ciudad de Tudela de Navarra y habitante en Zaragoza de(sde hace) mas de diez años, de edad de 25 años que desea ir a Roma y a Santiago de Galicia. Dice que es libre.”

Aun así hay excepciones y algunos no son tan jóvenes. El también tudela-no, Miguel Baigorri, aunque continuaba soltero, tenía ya 43 años, una edad avanzada para los parámetros de aquella época. Otros, al estar casados han de pedir permiso a sus mujeres. Tal es el caso de Jusepe Ruiz, cascantino, y Miguel Ibáñez, tudelano. Ambos eran cuñados y residían desde hacía cinco años en Zaragoza cuando en la primavera de 1681 decidieron hacerse rome-ros y peregrinar por el mundo. Necesitaron el permiso de sus mujeres, las hermanas María y Justa de Araus quienes accedieron y “les dieron licencia para hacer dicha romería”. Así, sin especificar cual.

25 Publicados en Aragonia Sacra en diversos números a partir de 1989 y en Revista de historia Jerónimo Zurita, nº 76-77, 2004.26 Los datos que vienen a continuación están tomados de ESPARZA, J.Mª, “Datos de peregrinación en el Archivo

Diocesano de Zaragoza. S. XVII”, Aragonia Sacra, Nº XIV, 1999, pp. 171-196 y Nº XV, 2000, pp. 119-150.

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Y porque también se sale de la norma, citamos el caso de uno de Al-faro, llamado Pedro Garai, el cual pidió autorización para “ir en hábito de peregrino a Nuestra Señora de Monserrate” junto a su esposa, María Cañizar, catalana de Mora de Ebro. Además tenían intención de llevar con ellos una niña de pecho, hija suya, por motivo de un “voto y promesa” que habían hecho. En este caso ya no es un hombre soltero y libre quien se pone en camino sino una familia completa por lo que las precaucio-nes por parte del Vicario General se extreman. La pareja hubo de aportar testigos que certificasen que eran “marido y mujer legítimos por haberlos visto vivir juntos” y luego que no eran vagabundos sino “buenos cristia-nos, temerosos de Dios y de su conciencia”. Solo así se expidió la licencia en octubre de 1680 y pudieron peregrinar tranquilos.27

Más raro todavía es que soliciten permiso mujeres solteras. En noviem-bre de este mismo año de 1680, dos jóvenes zaragozanas, Jusepha Salazar y Jusepha Vaquero, expusieron “ser libres y que querían cumplir el voto que tenían hecho para ir a Santiago de Galicia y visitar otros santuarios de su devoción”. El vicario, oído el testimonio de los testigos, concedió la licencia permitiendo que utilizasen el hábito de peregrinos en atención a ser pobres. No son las únicas pues un año antes, Dominga López, mujer moza, de 34 años, había obtenido la correspondiente licencia para pe-regrinar a Santiago y al santuario de Nuestra Señora de Loreto en Italia. Entre los testigos aparece Domingo Iriarte “maestro sillero, natural de la ciudad de Pamplona de Navarra, habitante en Zaragoza hace cinco años más o menos”.

Para terminar este capítulo, he aquí los nombres de los peregrinos de la Ribera Tudelana que aparecen en los estudios de José Mª Esparza. A través de ellos queremos hacer un homenaje a cuantos a lo largo de la historia han recorrido el Camino de Santiago del Ebro.

Tudela: Miguel Baigorri, 43 años, soltero.Juan de la Cruz, 25 años, soltero.Miguel Ibáñez, 26 años, casado

Cascante: Jusepe Ruiz, 25 años, casado.Cortes: Domingo Bernal, 30 años, soltero.

27 Aunque no muy frecuente, no es el único caso que encontramos ya que Juan Manuel Garde cita el caso de una peregrina que hacía el camino con su marido y que se hospedó en el hospital de Mélida. “La beneficencia rural en Navarra durante el Antiguo Régimen: El Santo Hospital de la villa de Mélida” en Revista del Centro Merindad de Tudela, Nº 15, p.107.

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4. Las nuevas investigacionesEste era el estado de la cuestión de lo que sabíamos sobre Tudela y

las peregrinaciones a lo largo de la historia. Si no era mucho, servía, al menos, para intuir que la ciudad estuvo plenamente integrada en aquel fenómeno de masas que fueron las peregrinaciones que utilizaban la ruta del Ebro.

En estas circunstancias la Asociación de Amigos del Camino de Santia-go en Navarra, a través de la Agrupación de la Ribera, planteó un trabajo de investigación que rastrease los archivos tudelanos, tanto los eclesiás-ticos como los pertenecientes al ayuntamiento. Se trataba de buscar noti-cias documentales de todo tipo, relacionadas con el paso de peregrinos por la ciudad y comarca.

Hemos centrado los esfuerzos en dos archivos. El primero, el del Hos-pital de Nuestra Señora de Gracia, guardado en el Archivo Municipal y que contiene documentación desde el siglo XVI hasta el XX. Documenta-ción que se hallaba prácticamente inexplorada hasta ahora. La cosecha de noticias relativas a las peregrinaciónes ha sido abundante; singularmente, en lo referente al siglo XVII, donde se constata una gran corriente pere-grina tanto en dirección a Santiago de Compostela como hacia oriente, vía basílica del Pilar, Montserrat, e incluso Roma.

En segundo lugar, hemos rastreado el Archivo Catedralicio, singular-mente los Libros de Actas Capitulares y la documentación generada por la denominada Mesa de los Pobres. Si en las Actas Capitulares apenas hay re-ferencias, la Mesa de los Pobres ha proporcionado datos muy interesantes sobre la alimentación servida a los peregrinos, permitiendo distinguir los días ordinarios de los considerados días de gran fiesta, como tendremos ocasión de ver en el capítulo correspondiente.

Desgraciadamente, el tiempo del que hemos dispuesto para la inves-tigación ha sido muy escaso, lo que ha supuesto una barrera importante en nuestro deseo de rescatar todas aquellas noticias que duermen en los legajos y también para la consecución de los objetivos planteados. Aún así, la cosecha de datos aportada por estos archivos ha sido sustancial y permite abrigar esperanzas de encontrar nuevos filones en sucesivas in-vestigaciones.

Por otra parte, vaya nuestro agradecimiento al personal de ambos ar-chivos, que con su amable profesionalidad han hecho más fácil la tarea de búsqueda, consulta y recopilación de los numerosos documentos -la mayor parte inéditos- que hoy podemos ofrecer a los lectores. Y también a la Asociación de Amigos del Camino de Santiago en Navarra (Agrupación

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de la Ribera), y singularmente a Eduardo Serrano, alma del movimiento de recuperación del Camino de Santiago del Ebro a su paso por Navarra.

5. El Hospital de Nuestra Señora de Gracia y las peregrinaciones

OrigenEl hospital de Nuestra Señora de Gracia de Tudela fue fundado por

D. Miguel de Eza en 1549 al dejar todos sus bienes para la creación de un establecimiento donde fueran atendidos aquellas personas pobres de Tudela que carecieran de hacienda. Para su gobierno y administración nombró por patronos a las máximas autoridades políticas y religiosas de la ciudad; es decir, al alcalde, justicia y jurados, y al cabildo de la colegial de Santa María, presidido por el deán.28 Además del legado de su fundador, el hospital de Nuestra Señora de Gracia recibió, sobre todo en los primeros siglos de existencia, numerosos e importantes legados de particulares para sostener y mejorar la fundación.29 También poseía bienes raíces como la Casa de Comedias, cuyos beneficios se empleaban en el hospital.30

Este establecimiento vino a sustituir al denominado “hospital viejo”, situado en la calle de Caldereros, junto al convento de San Antón; lugar insano por estar cerca del río Mediavilla, al que arrojaban todas las in-mundicias. Por ello, se buscó una nueva ubicación en lugar ventilado y saludable, y con las oportunas licencias del Consejo de Navarra y tras la autorización de Su Santidad el Papa, se edificó en la orilla derecha del río Queiles, frente a la puerta de la muralla llamada de Albazares y junto al puente del mismo nombre. En este establecimiento se recibirían y atende-rían enfermos de toda clase excepto “los de pestilencia, lepra y mal de San Lázaro”, por temor al contagio.

El edificio comenzó a construirse en 1557 bajo los planos del maestro Martín de Gaztelu. En 1566, debía estar casi terminado pues en esta fecha 28 Para la historia del hospital, puede consultarse SAINZ, M., Apuntes tudelanos, tomo II, pp. 8-13. Muy interesantes

resultan las páginas que le dedica TARIFA CASTILLA, Mª J., en su obra Miguel de Eza: humanista y mecenas de las artes en la Tudela del siglo XVI, Tudela, 2004, pp. 66-71 y 109-126.

29 SEGURA MIRANDA, J. Tudela. Historia, leyenda, arte, p. 150.30 Sobre la Casa de Comedias y su implicación con la vida del hospital, PASCUAL BONIS, M.T., Teatros y vida teatral

en Tudela, 1563-1750: estudio y documentos, London, 1990

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se trasladaron los enfermos del hospital viejo al nuevo y flamante. Las obras de la iglesia, que formaba parte del hospital, dieron comienzo en 1568 y fue abierta al público en 1572.31 Sin embargo, las obras del com-plejo hospitalario no acabaron hasta finales del siglo XVI.

Era un edificio moderno que seguía los dictámenes de la época y, posi-blemente, tomó como referencia al hospital de Nuestra Señora de Gracia de Zaragoza. Estaba dividido en cuatro cuartos o “cuadras”, con separa-ción de estancias específicas para hombres, mujeres y niños. También con-taba con aposentos donde pudieran vivir el capellán y el apoticario. Por otra parte, tras la cabecera de la iglesia se situaba una huerta con la doble función de proporcionar alimentos y servir de recreo a los convalecientes. Además se habilitó un cementerio anexo para enterrar a los enfermos fa-llecidos en el hospital.32 En este cementerio, como veremos más adelante, fueron inhumados muchos peregrinos que al paso por Tudela, morían en el hospital. Un ejemplo:

“A 30 de junio (1629) vino enfermo Diego Sogui, de Dineto en Flandes, peregrin, rojo, de la parroquia de Santo Thomez. Le confesé y le comulgué a cuatro de julio. Traía en cuartos hasta 15 reales. Le di la Santa Unción y le comulgué otra vez día de Santiago y murió a ocho de agosto. Lo enterró el cabildo en el cementerio del hospital.”33

Libros de ColadasNo pretende este trabajo de investigación trazar la historia general del

hospital de Nuestra Señora de Gracia, que en su mayor parte está por ha-cer.34 El propósito ha sido, intentar rescatar cuantas referencias documen-tales existieran en el archivo del hospital sobre el paso de peregrinos. Tra-bajo arduo teniendo en cuanta al volumen de documentación que alberga. Por otra parte, hemos creído conveniente aportar otras noticias, que sin hacer referencia directa a peregrinos, permiten conocer el funcionamiento del hospital.

Entre la abundante y compleja documentación que generó a lo largo de los siglos el hospital, existen los llamados LIBROS DE COLADAS, que comienzan en 1662 y en los que se asientan los gastos por limpieza de camas, lavar la ropa de los enfermos, así como los ocasionados por la com-pra de colchones y sustitución de lana de los mismos. 31 SAINZ, M., Apuntes tudelanos, tomo II, p. 10. 32 Para los planos y dependencias del hospital, TARIFA CASTILLA, Mª J. op. cit., pp. 127-130. 33 Hospital de Nuestra Señora de Gracia. Libro de ingreso de enfermos – difuntos, 1624-1632. Folio 275 R.34 Además de los autores y libros citados en la nota nº 1, existe la obra de GAMBRA, ZÚÑIGA, T., El hospital de

Tudela: informe histórico y jurídico-moral, Tudela, 1978.

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La documentación tiene su origen en un legado que el canónigo D. To-más de Mur dejó en su testamento, dirigido al hospital. Era una importante suma de 1.500 ducados cuyos réditos debían servir para comprar camas, colchones y sábanas que solucionasen el estado de penuria en que parece se hallaba:

“Para que si es posible con el rédito de ellos el pobre que viniere de nuevo entre en cama limpia, colchones y cama sin que quede cosa del enfermo que murió o convaleció.”35

Del estado en que se encontraba la sanidad en la época nos da idea esta otra manda que doña Adriana de Egüés -la que en su juventud fue musa de poetas y en la madurez, mecenas de las artes- dejaba en su testamento, redactado en 1617. Ordenaba entregar cierta cantidad de dinero para ha-cer ocho camisas de lienzo para el hospital de Nuestra Sra. de Gracia “para ocho pobres, enfermos que estuvieren en cama o combalesciendo (…) y esto hago porque los enfermos estén en cama con decencia y no en carnes como e visto están algunos por no tener camisas.”36

Tomás de Mur y Navarro, pertenecía a la saga de los Mur, importante familia tudelana alguno de cuyos miembros brillaron en la vida navarra de los siglos XVI y XVII. Era hermano de Luis de Mur (1598-1650), escritor, político y diplomático navarro en el reinado de Felipe IV (1621-1665), so-bre el que existe un estudio aparecido en la Revista del Centro de Estudios Merindad de Tudela.37

Nació Tomás de Mur en Tudela en 1591. Estudió leyes en la universidad de Huesca y ejerció como abogado. Lo vemos actuando como tal en los litigios a que dio lugar el testamento de doña Adriana de Egüés, tras la muerte de esta en 1621. Posteriormente, sin que sepamos la fecha, se hizo sacerdote y alcanzó la plaza de canónigo de la colegiata tudelana. Tuvo un vivir desahogado y residía en una amplia casona de la parroquia de San Salvador, cercana a la muralla y al río Mediavilla. Murió en agosto de 1657 y fue enterrado en la capilla funeraria de San Salvador, donde también es-taban inhumados sus padres. Para dar cumplimiento al testamento, Isidora Larrea, viuda de Luis de Mur, pagó los 1500 ducados donados al hospital y rescató toda la herencia, que debía ser importante.38

Solucionados los enojosos trámites entre los herederos y el hospital, se puso en práctica la voluntad del testador comenzando a llevarse las

35 Archivo Municipal de Tudela. Protocolos Notariales. Notario Jacinto Cunchillos, 7 de abril de 1655.36 Codicilo añadido 1 de julio de 1618 al testamento hecho ante el notario Pedro de Agramónt, el 20 de junio de

1614. Archivo Municipal de Tudela. 37 ORTA RUBIO, E., “Tomás de Mur y Navarro (1599-1650)” en Revista del Centro de Estudios Merindad de Tudela,

Tudela, 1999, pp. 113-130.38 Ibídem, pp. 124-125.

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Primera página del Libro de Coladas del hospital de Nuestra Señora de Gracia que comienza en 1662.

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cuentas del legado en el primer Libro de Cuentas que comienza en 1662. Se conocen estos libros como Libros de Coladas. El primero comienza así:

“Libro de Gasto en que se asienta lo que se va gastando de los sesenta ducados que dejó de renta la buena memoria del señor Canónigo el Licen-ciado Don Thomás de Mur, que ordenó que se hiziera este libro, y que se gastaran los dichos 60 ducados en la limpieza de las camas de los pobres enfermos, para que los que van viniendo se les de ropa limpia para que no los acomoden en las camas que han dejado los otros. Da principio desde agosto del año de seiscientos sesenta y dos…”

Las cuentas, anuales, comienzan siempre en el mes de agosto de cada año. A través de ellas vemos que se hacían 12 grandes coladas que venían a coincidir, aunque no exactamente, con los meses del año. A título de ejemplo, tomemos las realizadas el año 1682, a veinte años del comienzo. En la tabla se especifica el mes y el día en que se hace cada colada.

Agosto, día 16 Febrero, día 3Septiembre, día 15 Marzo, día 8Octubre, día 5 Abril, día 6Octubre, día 29 Mayo, día 5Noviembre, día 20 Junio, día 6Enero, día 10 Julio, día 12

Los gastos se anotaban cuidadosamente. Gracias a esto conocemos el proceso de limpieza. Las ropas de todo tipo se ponían primero a remojo, luego se colaban con ceniza y por último se lavaban. En estas operaciones se empleaban varias mujeres, dependiendo su número de las circunstan-cias y la cantidad de enfermos que albergara el hospital. Para el traslado de la ropa se utilizaba un jumento.

He aquí los gastos de una de las coladas, la décima: “A 5 de mayo se hizo la dézima colada, fueron a mojar tres mujeres, a colar dos, a lavar seis, y un jumento. Por sus jornales hasta 17 reales”39

Tampoco se olvidan los colchones de las camas; cada cierto tiempo se sacaban, remendaban y, en su caso, deshacían, a fin de lavar la lana, secar-la y varearla después. El desembolso total del dicho año de 1682 ascendió a más de 400 reales. Así consta en el libro: “Hinporta el gasto de la limpie-za de este año cuatrocientos y ocho reales y una tarja y diez cornados”40

A veces, figuran también gastos por compra de nuevos colchones, para sustituir los deteriorados.41

39 Hospital de Ntra. Sra. De Gracia, Caja nº 36, Libro 1 de Coladas (1662-1697), folio 87 R. 40 Hospital de Ntra. Sra. De Gracia, Caja nº 36, Libro 1 de Coladas (1662-1697), folio 87 V. 41 Así lo vemos en el Libro 2º de Cuentas Generales, cuando en 1592 se asienta: “Pagamos al dicho cañamicero por

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Libros de Asistidos y Difuntos Además de los Libros de Coladas, que proporciona información so-

bre ropas y ajuares de las habitaciones donde descansaban aquellos peregrinos que ingresaban en el hospital de Nuestra Señora de Gracia, existen otros, denominados Libros de Asistidos y Difuntos que contie-nen la relación completa de cuantos ingresaban en el hospital, indican-do, a veces, su evolución posterior. Es decir, si sanan y lo abandonan o, como a veces ocurre, si mueren en él. Las partidas asentadas a lo largo de siglos aportan bastantes datos, tanto personales como del lugar de origen. Excepcionalmente, nos descubren el motivo de su paso o estan-cia en Tudela. Las inscripciones más explícitas se dan en los primeros tiempos y son especialmente minuciosas las firmadas por don Miguel de Miranda, vicario o capellán del hospital en las primeras décadas del siglo XVII.42

A través de esta documentación hemos descubierto que, al menos en ciertos momentos de la historia, fue un hecho ordinario la asistencia a peregrinos que acudían a él. Veamos dos ejemplos.

“A 23 de junio (1614) bino enfermo Juan Cristolo, francés de Villajordan, a seis leguas de Tolosa de Francia. Hombre de hasta 46 o 50 años. Trajo unas alforxas razonables y esclavina de peregrino y bordón. Trajo 3 reales y medio. Lo confesé y comulgué. Murió a 28. Recibió la santa unción. Le tomé bulla de difunto. Se enterró en el cementerio del hospital. Le dixeron dos misas.”43 “-A doce de febrero (1628) vino enfermo otro catalán, hombre libre i pere-grino que venía de Santiago. Dijo que era cirujano. Trajo unas alforjas y en ellas una bacía de barbero y estuche con cuatro navajas, paños de afeitar, diez cabos de navajas, un par de tixeras, tres peines, tres piedras de amolar. Otro estuche con ocho lancetas, un par de tixeras, un gatillo, espejo, esco-billa. Un libro de ¿-? y otro de cirujía de ydalgo. Se llama Jaime Fuerte, de San Ciprián, en Cataluña, obispado de ¿Elna? Dijo que venía confesado y comulgado del Camino que no tenía que confesar.44

Tal documentación del hospital, guardada hoy en el Archivo Municipal

de Tudela, nos ha permitido rastrear una abundosa corriente peregrina -casi inexplorada hasta ahora- planteada en ambos sentidos; en dirección a Santiago, o la contraria, que marcha hacia la basílica del Pilar en Zara-

once jergones que hizo. 5 ducados, 31 tarjas y media.” 42 Consiguió la plaza de vicario en 1612. El mismo lo anota, en el folio 227 R del Libro de ingreso de enfermos

– difuntos, 1624-1632: “oy (31 de mayo de 1628) haze 16 años que soy vicario, sic nomen domini benedictum. Amen. Yo, don Miguel de Miranda.”

43 Hospital de Nuestra Señora de Gracia de Tudela. Libro de asistidos y difuntos, 1599-1615. Sin paginar.

44 Hospital de Nuestra Señora de Gracia. Libro de ingreso de enfermos – difuntos, 1624-1632. Folio 215 V.

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goza, hacia el monasterio de Montserrat y, en ocasiones, como veremos, hasta Roma.

Claro está que un periodo de tiempo tan amplio como el que estudia-mos tiene sus diferencias y modas en la confección de los documentos. Desafortunadamente, no todos los sacerdotes o vicarios encargados de las anotaciones ejercieron su labor de igual modo. Frente a la profesionalidad que se observa en los asentamientos de los primeros libros, con noticias de gran interés, se observa una tendencia progresiva a la parquedad en los datos del enfermo, que se acentúa en el siglo XVIII hasta parecer ano-taciones telegráficas, lo que merma las posibilidades de encontrar rastro de peregrinos.

A expensas de nuevos estudios que profundicen en el tema, si tomamos los datos encontrados en los libros del hospital Nuestra Señora de Gracia podemos afirmar que el momento álgido del paso de peregrinos por la ciudad de Tudela durante la Edad Moderna se dio en las primeras décadas del siglo XVII. Posteriormente, y por diversas causas (pestes, epidemias, guerras con Francia), el movimiento de peregrinos por el hospital de Tu-dela decayó paulatinamente, hasta hacerse esporádico en el siglo XVIII, pues por esas fechas la mayor parte de atendidos pertenecen a la ciudad o localidades cercanas. Este hecho tiene un claro paralelismo con lo que sabemos del panorama general de las peregrinaciones a Santiago, que languidecen en el siglo XIX.45 Así lo vieron algunos extranjeros como el inglés George Borrow, cuando en 1837 visitaba Galicia:

“Santiago es una ciudad vieja muy bella, de unos veinte mil habitantes. Hubo tiempos en que, con sólo la excepción de Roma, fue Santiago el lugar de peregrinación más famoso del mundo (…) Pero su gloria como lugar de peregrinación decae rápidamente.”46

Las pertenencias de los fallecidosOrdinariamente las pertenencias y dinero de los peregrinos que morían

en el hospital solían quedarse en él, a menos que mostrasen otro deseo. Las ropas, generalmente muy viejas y estropeadas, se limpiaban y vendían en almoneda y el importe –casi siempre escaso- pasaba a engrosar las ren-tas generales. La documentación conservada aporta detalles interesantes sobre vestimenta y objetos que traían.

45 La decadencia de las peregrinaciones en los siglos finales de la Edad Moderna ya ha sido estudiada. Véase VAZQUEZ DE PARGA y otros, Las peregrinaciones a Santiago de Compostela, Pamplona, 1992, Tomo 1, pp. 111-118.

46 La biblia en España, Madrid, 1970, p. 307.

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Los hay que llegan con la impedimenta de peregrino -esclavina, bor-dón, calabaza- y algunas monedas.

“A 14 de noviembre (1615) vino enfermo un francés llamado Juan ¿Sibilla-nis Tullansi?, hombre dispuesto, de edad al parecer de 40 años poco más o menos, tuerto del ojo izquierdo. Lo confesé, lo comulgué y di la santa unción. Murió a 17 de noviembre de 1615. Lo enterró el cabildo en el ce-menterio del hospital. Traxo unos balones casi nuevos y un sayo azul y otro sayo de lienzo, y balones, calzas y zapatos, y dos camisas, todo razonable. Calabaza y bordón bueno, sin yerro. Traxo un real grande que dicen vale diez reales y unos menudos franceses.” 47

“A 25 de octubre (1628) vino Francisco de Garao, de Catarón, cuatro leguas de Barcelona. Hombre libre de edad de 60 años y peregrino que venía de Santiago. Trajo capa y esclavina y bordón, al uso de los catalanes vestido. Lo confesé y comulgué. Fue sano para su tierra.”48

Otros parecen gente adinerada. Como Enrico de Maya, natural de Lo-rena, cuyas pertenencias subieron a cien reales. Venía bien vestido y cal-zado. Como era costumbre, al haber muerto en el hospital el tercio de los cien reales se empleó en misas por su alma.

“A diez de noviembre (1614) vino enfermo Enrico de Maya, natural de ¿Sarota? en Lorreino (sic) del duque de Lorreino. Lo confesó don Jerónimo Navarro y yo lo comulgué y di la santa unción. Traxo una capa blanca casi nueva, zapatos nuevos y calzones y un jubón con mangas de lienzo mora-do, unos balones de fraylenco con calzones de lienzo dentro a mediados, y dijo el dicho Enrico de Maya en que muriendo de esta enfermedad, que es su voluntar de dexar y dexa al hospital una bolsa de cuero con ciertas cosas cuyo memorial yo tengo y fueron testigos el señor Martín Cabello y Martín de Mur. Y por la verdad lo firmé en Tudela ut supra y lo firmé yo por todos (Firmado: don Miguel de Miranda). Al margen: murió a trece de dicho. Vendióse lo que este hombre dejó y se sacó cien reales, y los treinta le dixeron de misas y lo demás fue para el hospital.”49

Pero, en general, eran gente con pocos recursos, cuyas ropas estaban al límite de uso. Compasión se siente ante la lectura del caso de Domingo Bido, natural de Toulouse (Francia) que fue asaltado y herido por unos ladrones:

“A 29 de marzo (1599) entró un hombre herido de pedradas en la cabeza, al cual le urtaron una capa (unos) ladrones; dixo llamarse Domingo Bido, natural de Tolosa de Francia, bino pobre de bestidos que eran dos ¿calzas? biejas, unos zaragüelles pardos, unas medias azules de paño, no traxo di-neros ningunos.”50

47 Hospital de Nuestra Señora de Gracia de Tudela. Libro de asistidos y difuntos, 1599-1615. Sin paginar.48 Hospital de Nuestra Señora de Gracia. Libro de ingreso de enfermos – difuntos, 1624-1632. Folio 248 R.49 Hospital de Nuestra Señora de Gracia de Tudela. Libro de asistidos y difuntos, 1599-1615. Sin paginar.50 Hospital de Nuestra Señora de Gracia de Tudela. Libro de asistidos y difuntos, 1599-1615. Sin paginar.

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Conocemos incluso el funcionamiento de la almoneda, pues era obli-gación dejar constancia del importe conseguido con la venta pública de ropa y objetos de los difuntos. He aquí el documento referente a la del año 1628:

“Sea memoria que en cinco del mes de nobiembre deste año de 1628 se hizo la almoneda de la ropa de los pobres difuntos de este hospital y se a sacado en dineros hasta treinta y dos ducados de los cuales ay costumbre de sacar la tercera parte para las ánimas de dichos difuntos y así se sacaron este año diez ducados y me dio a mí el señor Don Julián Castillo, mayordo-mo, que se halló presente a toda la almoneda sesenta reales para que yo las encomendase en Santa María a todos o a quien me pareciese y su merced se quedó para encomendar las demás al Carmen”.51

También aparecen noticias del número de personas que habían falle-

cido en el hospital durante el año. Así lo cuenta el benemérito capellán don Miguel de Miranda en 1630, en plena época de hambre y enfermedad durante la peste de 1626-1632 que tan nefasta fue para la Ribera del Ebro:

“A 31 de diciembre de 1630 he contado que han muerto este año trabajoso 95. Noventa y cinco. Y hubo muchos trabajos y pobres desde la Cuaresma pasada, de hambre y mal pasar muchos enfermos, que era general hambre y trabajos.”52

6. La Mesa de los Pobres, institución de ayuda al peregrino

La Mesa de los Pobres fue una institución tudelana que durante siglos ayudó a paliar el hambre de un número variable de pobres y peregrinos que pasaban por Tudela. No conocemos suficientemente su origen. El pri-mero que habla de ello es el historiador tudelano del siglo XVIII, Vicente Díaz Bravo, el cual en sus Memorias históricas de Tudela, afirma que fue fundación del rey Sancho el Fuerte:

“En Tudela fundó la Mesa de los Pobres, en la que se da de comer todos los días a doce y son preferidos los peregrinos y en algunos días se les da

51 Hospital de Nuestra Señora de Gracia de Tudela. Libro 2º de cuentas generales (1592-1632). Folio 249 R. 52 Hospital de Nuestra Señora de Gracia de Tudela. Libro 2º de cuentas generales (1592-1632). Folio 375 V. Lo peor,

sin embargo, estaba por llegar. El de 1631 fue el más mortífero del periodo según puso de manifiesto ORTA RUBIO, E., “Nuevas aportaciones al estudio de las pestes en Navarra (II). Siglos XVI y XVII”, Príncipe de Viana, Nº 162, 1981, pp. 39-52.

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de comer con regalo. Del coro sale todos los días un capitular y bendice la mesa.”53

Lo mismo vuelve a repetir Mariano Sainz ya en el siglo XX. “Ya no existe, pero antiguamente se llamaba así a una Fundación que hizo en Tudela el rey D. Sancho el Fuerte para dar de comer diariamente a doce pobres, prefiriendo los que fuesen peregrinos a Santiago, Roma o Jerusalén.” 54

A pesar de estas afirmaciones no hemos encontrado documentación expresa que avale la idea de que fuera fundada por este rey. Lo que pa-rece claro es que la Mesa de los Pobres pertenece al tipo de instituciones medievales nacidas a la sombra de catedrales o colegiatas, que repartían comida diaria a peregrinos y menesterosos. Así ocurría en la catedral de Pamplona hasta el siglo XIX;55 o en algunas de la Corona de Aragón, don-de florecieron las almoinas, estudiadas por Daniel Rico en Las almoinas catedralicias de la Corona de Aragón.56 Tiene también una profunda co-nexión con el Camino de Santiago del Ebro, un camino que siguiendo la ruta del gran río, fue recorrido durante siglos en ambas direcciones por viajeros de toda Europa.57

Hasta el momento, no existía ningún estudio sobre la Mesa de los Po-bres tudelana, aunque el Archivo de la Catedral, guarda abundante docu-mentación. El presente trabajo es una primera aproximación, que podrá ser complementada posteriormente.

Origen Aunque, como hemos visto más arriba, algunos autores afirman que

fuera fundada por Sancho el Fuerte, los primeros documentos que hacen referencia concreta a la Mesa de los Pobres no aparecen hasta comienzos del siglo XV, si bien es verdad que en el testamento de Guillermo Doelín, hecho en 1233 ante el notario García de Martínez, entre otras mandas, hay una de treinta sueldos para dar de comer a los pobres. Pero no será hasta principios del siglo XV cuando haya constancia fehaciente de esta institu-ción. Efectivamente, en 1418, don Juan Celludo, canónigo tesorero de la 53 Memorias históricas de Tudela, Pamplona, 1956, p. 188.54 Tomo 2, pág. 62. Curiosamente, aunque todavía existía como institución cuando Yanguas y Miranda escribe su

Diccionario Histórico –Político de Tudela, no hay en él ninguna entrada referida a Mesa de los Pobres. 55 NUÑEZ CEPEDA, M., La beneficencia en Navarra a través de los siglos, Pamplona, 1940, pp. 212-213. 56 E. CARRERO y D. RICO (eds.), Catedral y ciudad medieval en la Península Ibérica, Murcia, 2004, pp. 157-213.57 Véase al respecto, CARRERO SANTAMARíA, E., “La acogida a los peregrinos en las catedrales, hospitales, alber-

guerías y limosnas capitulares en los reinos hispanos del medievo”, en Congrés Internacional El camí de Sant Jaume i Catalunya, Barcelona, Lleida, 2003.

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colegiata de Santa María, dejó en testamento por heredera de sus bienes a la Mesa de los Pobres.58 Es la primera referencia que hemos encontrado pero no la única, pues en las décadas siguientes constan donaciones de altas personalidades que legan, así mismo, sus bienes. Parece como si se hubiese puesto de moda entre la nobleza y altos cargos. En 1438, D. Pas-cual de Oteiza, Canciller de Navarra entre 1434 y 1438, dejó a la Mesa de los Pobres una serie de heredades para contribuir a su mantenimiento.59 En 1481, don Juan de Beaumónt, Gran Prior de la Orden de San Juan de Jerusalén en Navarra legaba a la Mesa de los Pobres un soto conocido “Soto de la Quebrada”.60 Conforme avanza el siglo XV y a la vista de la documentación consultada, esta institución benéfica fue adquiriendo una fuerte implantación en la sociedad tudelana, ya fuese por donaciones o por compras de casas y heredades. Con ello conquistó una preponderan-cia económica que le permitía disponer de rentas elevadas con las que hacer frente a los gastos ocasionados por la labor social para la que había sido creada. Si nos atenemos a la documentación consultada, el momento clave de donaciones y compras parece estar entre finales del siglo XV y principios del siglo XVI. Más concretamente entre 1480 y 1515.61

Durante el siglo XVI siguieron las donaciones, extendiéndose estas a estratos no tan elevados de la sociedad. Así ocurre en el testamento de hermandad que hicieron Juan Pérez de Añorbe y su mujer Ana de Ustárroz ante el notario Pedro Cunchillos de Marquina, por el que donaban todos sus bienes a la Mesa de los Pobres.62

Una organización complejaLa administración y organización de la Mesa de los Pobres estaba a

cargo del cabildo de Santa María que anualmente nombraba a un canó-nigo para su gobierno y administración. Era conocido como ministro de la Mesa. Así debió de ser en sus comienzos, pero durante algún tiempo cambió esta forma de gobierno por otra denominada “prebenda elemosi-na”, erigida por el Papa Calisto III. Sin embargo, duró poco tiempo, pues por bula de Sixto IV se suprimió en 1476 para volver a la forma anterior.63

58 Joaquín Ruiz de Conejares, Índice de los instrumentos de la Santa Iglesia de Tudela. Folio 78R. Archivo Catedralicio. 59 Archivo Catedralicio. Caja 17, letra C, nº 3 y letra D, nº 1. Sobre este personaje y el papel de la figura del Canciller

en el reino de Navarra por aquella época, ARZOZ MENDIZÁBAL, I., “Algunas consideraciones sobre la cancillería de la reina Blanca de Navarra (1425-1441)”, Miscelánea Medieval Murciana, 2005-2006, XXIX-XXX; pp. 25-37.

60 Joaquín Ruiz de Conejares, Índice de los instrumentos de la Santa Iglesia de Tudela, Folio 78V.61 Los documentos se hallan en las Cajas, Nº 17, 27, 36 y 37. Archivo Catedralicio. 62 Aunque no consta la fecha del documento, debió ser en la segunda mitad del siglo XVI puesto que Pedro Con-

chillos ejerció como notario de Tudela entre 1555 y 1596. 63 La Bula la transcribe Ruiz de Conejares en el tomo I de Instrumentos. Folios 271-276. Archivo Catedralicio.

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Generalmente, este canónigo delegaba en persona laica: el administra-dor, para la administración del complejo legado. También, al menos desde el siglo XV, existía la figura del limosnero, de función anual, sin que se-pamos claramente cual era su contenido. Luego estaban los asentadores, dos canónigos, elegidos anualmente entre los miembros del cabildo y que parece se encargaban organizar y bendecir la mesa. A través de los Libros de Actas Capitulares vamos conociendo sus nombres. A finales del siglo XVI aparecen reiteradamente como “asentadores de los pobres” los señores Francisco Navarro y Cibrián Francés.64 A partir de 1600 hay un cambio pues no constan los nombres de los canónigos que se encargan de esta labor, al hacerse cargo de ella “los puntadores del coro”65. Con el paso del tiempo debió quedar reducido a uno, si tenemos en cuenta a Díaz Bravo cuando afirma: “Del coro sale todos los días un capitular y bendice la mesa”66

Indudablemente existían otros cargos que aparecen esporádicamente en los documentos. Así, en 1617 consta el nombre de una mujer, María Sánchez, “a cuyo cargo está la Messa de los Pobres”. Puede que fuese una especie de ama encargada de organizar y cocinar la comida.

“Eoden die (3 de febrero de 1617) el dicho cabildo ordenó que se le den a María Sánchez, a cuyo cargo está la Messa de los pobres, por las diligencias extraordinarias que ha hecho, se le den diez ducados en sacar ciertos cen-sos a luz y dello asenté auto. Hernando Conchillos de Marquina, notario.”67

También existía un Capellán de la Mesa de Pobres, sin que podamos especi-ficar desde cuando. El hecho de que en 1592 fuese nombrado Pedro de Falces, “con el salario acostumbrado” parece indicar que el cargo venía de antes.68

FuncionamientoEvidentemente, el cargo más trascendente era el administrador. Este

presentaba anualmente las cuentas al cabildo de la colegiata, quien las aprobaba o planteaba algunas consideraciones. Era una labor que necesi-taba de dedicación plena y que no debía distraerse en otros menesteres. Por ello solían estar dispensados de entrar en las listas de insaculados de la ciudad y si hacía falta el cabildo recurría hasta el virrey de Navarra

64 Libro de Actas Capitulares, 1578-1616. 65 Dos canónigos a quienes se confiaba el control de asistencia al rezo coral. En 1611 se especifica que serán asen-

tadores “el ministro menor y puntadores” 66 Memorias históricas de Tudela, Pamplona, 1956, p. 188.67 Libro de Actas Capitulares, 1617/1629. Folio 6V.68 Libro de Actas Capitulares, 1578-1616. Folio 89V.

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“para que al administrador de la Mesa de los pobres no eche la ciudad oficio alguno”.69

Una serie de Cuadernos de Cuentas de la Mesa de los Pobres, con-servados desde finales del siglo XVI, permiten conocer el funcionamiento de la institución hasta su final en 1836. Estos Cuadernos son fuente abun-dosa para conocer mejor la organización socioeconómica de la ciudad de Tudela y su contorno. Un estudio concienzudo arrojaría mucha luz sobre la historia de la ciudad.

Las cuentas reciben el nombre de Recepta. Así comienza la de 1600:“Recepta de los pobres de la mesa de la ciudad de Tudela que yo, Pedro de Falces, ministro nombrado por los muy ilustres señores de el Cabildo de Santa María de la ciudad de Tudela, fecho en el año de 1600.”70

Primeramente, anotan escrupulosamente los “censos” es decir las pro-piedades de todo tipo, así como la renta que proporciona cada uno. Lo ha-cían por meses, según el momento en que se paga la renta. Generalmente, responden a casas y heredades. En muchos casos consta quiénes son los renteros, la escritura, el notario que la escrituró y el año en que se hizo. Incluso, a veces, se anota el lugar dónde se encuentra el documento. He aquí algunos ejemplos tomados de las cuentas presentadas en 1642 por el administrador Jerónimo de Miedes, por ser de las más explícitas:

Paga Joseph la Raz por cassas en Sant Pedro diez y siete tarjas y quatro cornados. Notario: Joan Martínez Cavero. Año: 1500. Paga Joan de Magallon y Eguía por pieça en la Albea un ducado seis tarjas y quatro cornados. Notario: Joan Martínez Cavero. Año 1469.Paga María Larráin, viuda de Pedro Cervera, por cassas en que vive junto al Río de Media Villa quatro ducados y quatro tarjas. Notario: Pedro Conchi-llos. Año 1581. Está en el tercer haz. 71

A continuación, y en otro apartado, van desgranado los gastos, ordi-narios y extraordinarios, especificados por meses. Es lo que se denomina Despensa. A través de ellos contemplamos la alimentación servida en la Mesa de los Pobres, distinguiendo claramente los días de ayuno de los de carne. Tomemos como ejemplo la del mes de abril del año 1600.

“Abril tiene 30 días. Los veinte y uno de carne, y los nueve de pescado. Los de carne, los ocho a libra y media por día y a ocho tarjas por libra que suman veinte reales y cuatro tarjas. Los trece restantes a cumplimiento de 21 a libra y media por día y a dos reales por libra que suman 39 reales.

69 Joaquín Ruiz de Conejares, Índice de los instrumentos de la Santa Iglesia de Tudela. Folio 81V.70 Libro de Cuentas de la Mesa de los pobres (1598-1609). Archivo de la Catedral71 Cuaderno de Cuentas de la Mesa de los Pobres desde el año 1641 hasta 1651. El año de 1642 al folio 75R.

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Los nueve días de pescado de madrillas a dos libras por día y a tres tarjas libra suman doce reales. De treinta días de vino a siete pintas por día y a doce cornados la pinta suman 35 reales.”72

Además de lo apuntado anteriormente, figuran otros gastos denomina-dos “Despensa extraordinaria” donde se inscriben el trigo, alubias, aceite, la sal y otros condimentos necesarios para la olla que se servía a los po-bres, viajeros o peregrinos sin recursos. No se olvidan de anotar la leña y el coste del molino y horno. Y, así mismo, gastos relativos a viajes, salarios, etc. He aquí algunos de los especificados en el año 1600.

“De treynta y ocho cargas de trigo que se gastan en un año los diez y nueve pobres de la mesa… Mas para horno, molino y leña diez ducados. Mas pagué por cinco robos de sal, a tres reales el robo, quince reales.Mas pagué de dos robos de alubias, a dieciocho reales el robo, 36 reales.Mas pagué de dos robos de arbejas, a ocho reales el robo, dieciséis reales.Mas pagué de un robo de abas dieciséis reales.Pagué de seis docenas de aceite 36 reales.Pagué de ajos y cebollas veinte reales. Pagué de especias dos ducados, 22 reales.De platos y escudillas ocho reales.De ollas seis reales.”

Alimentación Un primer análisis de la documentación guardada en los Libros de Cuen-

tas permite contemplar la alimentación proporcionada en la Mesa de los Pobres. Lo primero que se observa es que se adapta tanto a los días de ayu-no, que eran muchos, como a los estaciones del año, diferenciándose según los meses y utilizando productos de temporada. Ordinariamente consistía en una olla con verduras y legumbres a las que se añadía carne o pescado. Las legumbres que más aparecen en la documentación son habas, alubias, arbejas; menos, los garbanzos. Se acababa con vino, casi siempre blanco. Aunque no disponemos de ninguna descripción de una comida ordinaria en la Mesa de los Pobres de Tudela, creemos que no estaría muy alejada de lo que sirvieron al peregrino francés Guillermo Manier en la catedral de Pam-plona en 1726. Era fecha de ayuno y tuvo el siguiente menú: sopa, abadejo, un panecillo y dos vasos de vino.73

72 Libro de Cuentas de la Mesa de los Pobres (1598-1609).73 El paso de este peregrino por Tudela se recoge en ORTA RUBIO, E., Tudela y la Ribera de Navarra a través de

los viajeros. (Siglos XV-XX), Tudela, 1993, pp. 99-104.

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Pero una de las sorpresas de la documentación de la Mesa de los Po-bres es que consta con fidelidad lo que se daba los días especiales, es decir aquellos en los que servían comida mas regalada. Los documen-tos los denominan: “Días de mejora”. Coincidían siempre con fiestas especiales del calendario litúrgico y fueron cambiando con el paso del tiempo, por causa de modas y nuevas donaciones. A modo de ejemplo he aquí los del año 1600:

Año NuevoPrimer día de CarnestolendasSegundo y tercer día de CarnestolendasPrimer día de PascuaSegundo y tercero día de PascuaPascua del Espíritu SantoDía de ÁnimasVíspera de Pascua de NavidadPrimer día de NavidadSegundo y tercer día de Navidad

Conocemos muy bien el menú de estos días pues se especifican tanto los componentes como el coste. El pescado solía ser del río Ebro: tencas, madrillas, barbos y anguilas; aunque a veces aparece el abadejo. En cuan-to a la carne: cordero, (alguna vez carnero), pocas veces ternera; cabrito en los días especiales y, según la época, conejos o liebres. La fruta, con la estación: melones, uvas, naranjas, camuesas74, son las habituales; cere-zas, menos veces. Los postres, singularmente en invierno, eran variados y apetitosos: turrones, natillas, requesones, arroz con leche y miel, constan habitualmente.

He aquí los menús de tres días de mejora, servidos en la Mesa de los Pobres de la colegiata tudelana el año de 1643. Hemos elegido tres mo-mentos diferentes, primavera, verano y navidad. 75

PASCUA DEL ESPÍRITU SANTOUn cordero de la carnicería Seis libras de cerezasSeis pintas de vino blanco Seis requesones y media libra de miel

74 Según el Diccionario de María Moliner, cierta variedad de manzana muy apreciada. No aparece en el Vocabulario Navarro de José María Iribarren.

75 Están tomados del Cuaderno de Cuentas de la Mesa de los Pobres, 1641-1651. Folios 39R a 41R

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DÍA DE SAN AGUSTÍN (28 de agosto)TencasDos carniceras de anguilas Dos libras de barbosTres melones Seis requesones y media libra de mielSeis pintas de vino blancoQuince libras de pan

PASCUA DE NAVIDADUn cabritoSeis pintas de vino blancoUna docena de naranjasUbas, seis libras Seis libras de camuesasCuatro libras de turrones

Durante el siglo XVII aparecieron nuevas donaciones o rentas que sir-vieron para ampliar el número de “días de mejora”. Algunas provienen de los mismos canónigos. Es el caso de Agustín de Cascante que instituyó “mejoras” en las fiestas de San Agustín, San Juan Bautista y San Juan Evan-gelista.

Claustro de la Catedral de Tudela donde, durante siglos, se sirvió de comer a los peregrinos.

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Así lo vemos en esta partida anotada en 1643:“Paga el libro de los aniversarios en 22 de nobiembre (1643), 6 ducados por 200 ducados de principal que dejó el señor canónigo don Agustín de Cascante a tres por cien para tres doblas a la mesa en cada un año, dos ducados en cada una, y son para el día de Sant Juan Baptista; día de Sant Agustín y día de Sant Juan Evangelista.”76

Llama la atención que no hubiese en aquella época una comida es-pecial en los días de Santiago o Santa Ana, fiestas patronales de Tudela. Habrá que esperar hasta el siglo XVIII para ver como “día de mejora”, la fiesta de Santa Ana. Consta asentada por primera vez el año 1721 y coin-cide en el tiempo con la construcción de su capilla, levantada entre 1716 y 1720.77 El asiento es muy parco y solo dice lo siguiente:

Este día (Santa Ana de 1721) dos carniceras de engilas (sic) costaron diez reales, el postre cuatro reales, el vino, dos tarjas y doce cornados.78

Aunque los documentos no lo señalan, la comida se daba en el claustro de la colegiata a una hora prefijada que variaba según días. Ordinariamen-te se servía a las 10 de la mañana y los días de ayuno una hora más tarde. Así lo cuenta el notario tudelano del siglo XVII, Pedro de Agramont en su Historia de Navarra, escrita hacia 1630, al tratar del cabildo de la colegiata de Tudela:

“dan de comer cada día en el claustro de la misma iglesia a veinte pobres; el día de ayuno a las honce y los días de carne a las diez.”79

Aunque no se refiere a Tudela, existe una descripción muy vívida de cómo se organizaba la mesa. Es la de un peregrino italiano, Doménico Laffi (1670) a su paso por Pamplona:

“…hacen ir a todos los peregrinos a la puerta de la cocina donde el cocine-ro da a cada uno una escudilla de caldo… y cuando todos tiene su escudilla los hace ponerse en fila y así van en procesión a la iglesia con su escudilla de caldo; se sienta a la mesa cada uno en su puesto y viene un individuo con un cesto de pan y da uno a cada peregrino; después se acerca otro con un gran caldero de carne y reparte un trozo por persona; después otro lleva una tajada de carne de puerco a cada peregrino, y el último va con el vino y sirve un vaso por persona, acabando con esto la ceremonia.”80

76 Cuaderno de Cuentas de la Mesa de los Pobres, 1641-1651. Folio 123R.77 Sobre las diferentes etapas de construcción consúltese ORTA RUBIO, E., Tudela, Pamplona, Colección Pan-

orama, 2009.78 Cuaderno de Cuentas de la Mesa de los Pobres desde el año 1698 hasta el año 1726. (El Libro está sin fechar en

las cubiertas y sin paginar)79 Ver nota 19.80 ARRAIZA FRAUCA, J., Catedral de Pamplona (la otra historia), Pamplona, 1994, pp. 161-162.

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También cambió a lo largo del tiempo el número de comensales, que fue adaptándose a las circunstancias económicas. Sabemos por Agramont y lo confirman algunos documentos, que en la década de 1630 eran veinte los peregrinos sentados a la mesa; luego bajaron a dieciocho y en 1647 quedaron en quince, habida cuenta que no había dinero para más. Así se señala en las cuentas de aquel año:

“Hordenaron los señores del cabildo habiendo dado cuenta los señores contadores del alcance (déficit) de arriba, que desde primero de hebrero de 1647 se quitasen tres pobres para restaurar el alcance, y que sean quince hasta que las rentas estén desempeñadas. Y para que conste me mandaron lo firmase en Tudela a 27 de henero de 1647. Firmado: Don Pedro de Mu-nárriz, notario.”81

En el siglo XVIII siguió descendiendo. Cuando escribía Díaz Bravo, eran sólo doce y puede que este fuese el número con el que llegó has-ta su desaparición en el siglo XIX. El mismo horario e igual número de peregrinos se atendían en la catedral de Pamplona cuando comió en ella Guillermo Manier en diciembre de 1726.

“Los peregrinos, a las once de la mañana, van a comer a la iglesia catedral, que cuenta con rentas para alimentar a doce peregrinos”82

Final de la Mesa de los PobresLa Mesa de los Pobres, que había tenido un auge especial entre los si-

glos XV a XVII entró en decadencia durante el periodo de la Ilustración. Siguen los Libros de Cuentas, pero conforme avanzamos en el tiempo se hacen más lacónicos, como si el que anota y quienes los controlan tu-vieran poco interés. Efectivamente, las nuevas ideas del siglo eran poco propicias a seguir alimentando a peregrinos o vagabundos, a los que se acusaba de vida ociosa. Mariano Sainz recoge este ambiente que también llegó a Tudela de la mano de los ilustrados, cuando escribe:

“Al finalizar el siglo XVIII estaba extendida la idea de que esta institución solo servía para fomentar la olganza por los muchos pordioseros jóvenes que aprovechaban ese socorro acudiendo desde Castilla y Aragón”83

El último libro contiene las cuentas desde 1756 hasta 1836 y acaba con las relativas al periodo que va desde mayo de 1834 a mayo de 1836.

81 Cuaderno de Cuentas de la Mesa de los Pobres desde el año 1641 hasta el año 1651, folio 27 bis, hoja suelta. Archivo Catedralicio.

82 IRIBARREN, J. Mª, Pamplona y los viajeros de otros siglos, Pamplona, 1957, p.73.83 Apuntes tudelanos, Tomo 2, Pamplona, 1914, p. 62.

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7. Vida y muerte en el camino a la luz de los archivos tudelanos

Al contrario de hoy día en que el camino a Santiago se ve, a veces, como vacación, deporte o contacto con la naturaleza, en otros tiempos predominó el sentido religioso y trascendente. El camino era purificación espiritual pero, también, podía ser fuente de peligros, de enfermedades e incluso de muerte.

A través de la documentación contemplamos cómo se entremezclan la vida y la muerte en el camino. La muerte de peregrinos en los hospitales y albergues ha sido algo consustancial con las peregrinaciones, como lo demuestran las abundantes conchas o vieiras halladas en los cementerios anexos a la ruta.84 Evidencias que hallamos también en Tudela, donde aparecieron conchas de peregrinos en los enterramientos de la iglesia de la Magdalena.85

Tras construirse el Hospital de Nuestra Señora de Gracia en la segunda mitad del siglo XVI, el establecimiento acogió a los peregrinos que hasta entonces se hospedaban en albergues y hospitales gremiales o parroquia-les. La muerte estaba presente y así lo hallamos en la documentación generada por el mismo. El cansancio de largas jornadas, la mala alimen-tación y la poca higiene habitual favorecían las enfermedades. Buscaban entonces refugio en los hospitales del camino, pero muchas veces sólo hallaban la muerte; como este francés de Normandía, muerto de repente en Tudela:

“A ocho de mayo (1613), bino enfermo Juanes ¿Corvel?, natural de Francia, de la provincia de Normandía, de edad de 20 años. Confesélo y lo comul-gué. Vestidos todos viejos. Bino sin dinero. Murió a 26 del dicho, de rem-pente (sic), sin poder darle la unción porque yo estaba en casa y cuando me llamaron y fui ya era muerto.”86

Algunas de las partidas de los Libros de ingreso de enfermos – difuntos, son altamente esclarecedoras de la situación de shock en que se hallaba el peregrino, obnubilado por la enfermedad, en país extraño y sin conocer la lengua en que le hablan:

84 UNZU URMENETA, M. y JUSUE SIMONENA, C., “Hospitalidad y muerte en la ruta jacobea Navarra. Evidencias arqueológicas e históricas”, en El Camino de Santiago y las raíces de Occidente, Cuadernos de la Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro, Nº 5, 2011, pp. 161-188.

85 ORTA RUBIO, E., “Tudela y el camino jacobeo del Ebro”, Revista del Centro de Estudios Merindad de Tudela, Tudela, 2008, p. 34.

86 Hospital de Nuestra Señora de Gracia. Libro de ingreso de enfermos – difuntos, 1599-1615. Sin paginar.

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“A 18 de febrero (1628) vino enfermo de suerte que se cayó antes de llegar al hospital, Antonio Pironet, francés, de ¿Ullergas?, ¿Ubernia?, que venían (sic) de Zaragoza y dicen habían 15 días que venía malo y no quiso quedar en el hos-pital de Zaragoza. Me llamaron luego que dije misa que subiese la unción, y la subí, y el enfermo no podía entender bien ni hablar sino con grande inquietud, y preguntado muchas veces si quería confesarse no respondía ni tenía sosiego ni casi conocimiento. Sólo entendí dél que preguntado si le dolía de haber ofendido a Dios, respondió sí en su lengua. Le absolví sub conditione y le dí la santa unción, que para comulgar no estaba, lo uno por el poco conocimiento y lo otro por la grande desasosiego e inquietud que tenía.” Al margen: “Murió dicho día. Di testimonio en latín a sus compañeros.”87

Pero no siempre el ingreso en el hospital era sinónimo de muerte. Gran parte de ellos sanaban y reemprendían el camino. Así lo vemos entre los atendidos en marzo de 1613:

“A 3 de marzo vino enfermo Antonio Nicolás, natural de León, ¿palmero?, hombre libre de hedad de 30 años. Una capa larga negra y una sotana razo-nables. Calzas y zapatos viejos. Confesó.” Al margen: Fue sano. “A 8 de marzo vino Jacubos Brimiti, natural de Flandes, de ¿Thomarasis? Trajo pobres vestidos y sin dinero. Confesó.” Al margen: Fue sano. “A 12 de marzo vino enfermo Nicolás Tierrez, francés de Picardi. Vestidos viejos. Confesó y comulgó.” Al margen: Fue sano.“A 29 de marzo vino un alemán de ¿Pontoncrietez? Confesé y comulgué. Traxo vestidos todos viejos.” Al margen: Fue sano.88

O aquel mozo francés, que volvía de Santiago:“A 19 (junio de 1628) confesé y comulgué a un mozo francés que venía de Santiago y traía las piernas algo inchadas. Dijo era de León (sic). (Se llama-ba) Juan de Vachar o Claudo Vexar que hablaba tan cerrado que apenas le podía percibir su nombre. Fue para Zaragoza, no tenía calentura.”89

Otros, por ser sacerdotes, eran tratados con especial consideración durante su estancia. Como en el fraile italiano de la orden de San Am-brosio.

“Este día (22 de septiembre de 1628) vino enfermo un religioso de la Orden de San Ambrosio que venía de Santiago de Galicia y traía patente de su superior. Traía calentura, hice le diesen cama y un par de guebos asta que viniese el médico y le viese. Por la mañana le recibió el médico, que tenía calentura y se llama Jacob de Monte y natural de Roma. Lo confesé a 25. Estuvo siete u ocho días y se reforzó y después fue para Zaragoza.”90

87 Hospital de Nuestra Señora de Gracia. Libro de ingreso de enfermos – difuntos, 1624-1632. Folio 216 V.88 Hospital de Nuestra Señora de Gracia. Libro de ingreso de enfermos – difuntos, 1599-1615. Sin paginar.89 Hospital de Nuestra Señora de Gracia. Libro de ingreso de enfermos – difuntos, 1624-1632. Folio 229 R. 90 Hospital de Nuestra Señora de Gracia. Libro de ingreso de enfermos – difuntos, 1624-1632. Folio 243 R.

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O el sacerdote francés, que marchaba de Santiago a Montserrat: “A dos de julio (1629) vino un sacerdote francés, al cual recibieron para dos o tres días. Era cuarenta leguas de París, venía de Santiago y traía licencia de decir misa, de Oviedo buenos recados, aquí la dijo con licencia. Fuese para Zaragoza a Monserrate.”91

Y aquel fraile valenciano de la orden la Santísima Trinidad:“A 26 de mayo (1629) vino enfermo fray Cristobal Gurrea, valenciano de la Or-den de la Santísima Trinidad, sacerdote que venía de Roma de edad de 30 años. Lo confesé y comulgué, que se levantó día de San Bernabé. Estuvo 27 días.”92

Claro que hubo algunos casos de peregrinos que dejaban el hospital antes de tiempo o de modo intempestivo:

“A 31 de mayo del año 1628 vino enfermo un muchacho de Francia, de diez leguas de París, llamado Isac (sic) de (en blanco). Lo confesé y se fue al otro día sin despedille.”93

También había quienes por temor de quedar atrapados, a causa de la peste, apenas descansaban. Esto ocurrió con un estudiante catalán:

“A 19 de octubre (1628) vino enfermo Francisco Cugat de Catuluña, de ¿Vinuodi?, de edad de 20 años, en hábito de estudiante. Trajo sotana de estameña buena y capa mediana esparteña. Trajo unas alforjas de lienzo, una camisa en ellas. Se fue luego, que había sospecha de peste y guardaban las puertas.94

Por el camino también transitaban personajes variopintos. Llama la atención la llegada de antiguos cautivos que peregrinan para dar las gra-cias por su liberación. He aquí dos casos, con detalles jugosos:

“A 21 de marzo (1629) vino Cristobal ¿Montes?, captivo y natural de Aya-monte de la raya de Portugal. Fue rescatado por el duque de Florencia, que el día de San Francisco pasado cogió dos galeras del turco que iban 512 captivos, 700 moros de Túnez. Le comulgué.”95 “Este día (13 de febrero 1630) vino Morat Ubert, de Cerdeña, captivo de San Pablo. Hombre libre. Le confesé. Venía de Santiago y allí confesó a 28 de agosto pasado y comulgó. Le comulgué.”96

Otros llamaban la atención por la edad. Hay constancia de un anciano de 85 años que aún tiene arrestos para hacer el camino:

91 Hospital de Nuestra Señora de Gracia. Libro de ingreso de enfermos – difuntos, 1624-1632. Folio 275 V.92 Hospital de Nuestra Señora de Gracia. Libro de ingreso de enfermos – difuntos, 1624-1632. Folio 270 R.93 Hospital de Nuestra Señora de Gracia. Libro de ingreso de enfermos – difuntos, 1624-1632. Folio 227 R.94 Hospital de Nuestra Señora de Gracia. Libro de ingreso de enfermos – difuntos, 1624-1632. Folio 247 R.95 Hospital de Nuestra Señora de Gracia. Libro de ingreso de enfermos – difuntos, 1624-1632. Folio 262 V.96 Hospital de Nuestra Señora de Gracia. Libro de ingreso de enfermos – difuntos, 1624-1632. Folio 309 R.

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“Al propio día (10 de Abril 1638) vino Juan de Oscat de Barcelona, hombre de 85 años que iba a Santiago. Tiene dos camisas, la una buena y la otra no tal. Un vaso de vidrio bueno, hasta 4 reales de dineritos de su tierra y de Aragón. Le confesé y comulgué antes de subir a la quadra. Tiene tres hijas casadas, la una con un herrero y la otra con traxinero en la calle o carrera de las Indias. Es de la parroquia de Ntra. Sra. del Pin. Le dí la santa unción a 11 de dicho.97

También por su estatura. En pleno invierno de 1651, llegaba un Pedro Pérez de Fraga, enano:

“A 17 (de enero) vino Pedro Pérez de Fraga, de edad de 26 años, del lugar de Sanpaio de Arcilla, Galicia, del obispado de Mondoñedo. Yjo de Domin-go Pérez y Catalina Sánchez. Confesélo. Al margen: Pedro Pérez de Fraga, enano.”98

O por las aventuras y milagros que contaban. Como aquella joven de San Sebastián, María de Charte que no se andaba por las ramas:

“A 11 (de marzo 1651) vino María de Charte, de edad de 19 años, de San Sebastián, yja de Pedro Charte y María de Arriaga, y yzo Nuestra Señora de Aránzazu dos milagros, el uno que la sanó siendo ciega, sor-da y muda de nacimiento y perletizada, y viniendo en el camino estuvo debajo del agua cuatro horas que cayó de una barca en un río. Confeséla y comulguéla.”99

Claro está que no todos los vicarios que escriben son tan crédulos. Los hay críticos que ponen adjetivos contundentes. He aquí un “poeta tunante” que acabó su vida en el hospital:

“En 19 (de agosto 1718) vino D. Antonio Sánchez, mozo, dijo ser de Las Canarias, que se avía criado en España. Tendría como 40 años. Confesóse. Recivió la Santa Unción y luego murió. Le apliqué la Bulla y lo enterró el Cavildo en el fossal. Éste era un tunante poeta que andaba por el mundo.”100

El camino -no podía ser de otro modo- nos asombra siempre con el contraste entre la vida y la muerte. Así, vemos mujeres embarazadas que dan a luz en el hospital. Aunque parece ser que no peregrinaba, no que-remos dejar en el olvido a Anna Wainmanen, esposa de un militar alemán al servicio de España, que alumbró una niña en Tudela. La criatura murió y fue enterrada dentro de la iglesia:

97 Hospital de Nuestra Señora de Gracia. Libro de ingreso de enfermos – difuntos, 1634-1651. Folio 146 R.98 Hospital de Nuestra Señora de Gracia. Libro de ingreso de enfermos – difuntos, 1634-1651. Sin paginar.99 Hospital de Nuestra Señora de Gracia. Libro de ingreso de enfermos – difuntos, 1634-1651. Sin paginar.100 Hospital de Nuestra Señora de Gracia. Caja nº 26. Libro de ingresos de enfermos – difuntos, 1702-1726.

Folio 287 R.

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“A 22 (Abril de 1636) pasaron por la varca de Tudela 26 piezas de artillería que traían de Flandes y de allí gente que la acompañaba hasta 200 hombres (y) 20 mujeres casadas decían y aquí vino una a parir. Parió una niña, la signó la ama. Vivió dos horas y murió. La enterré en la iglesia del hospital. Eran alemanes. Acompañaban a la dicha parida dos ¿-? de su tierra, ayudán-dola y animándola. Se llaman Jacobus, Rees. Anna Wainmanen, la mujer. Se fueron a 23 de dicho por la mañana, día de San Jorge.101

Así mismo, hay parejas que se casan en el camino. En 1697 contrajo matrimonio, en el hospital, un mozo gallego con María Jesús, de raza ne-gra. Obsérvese el calificativo de “bagos” que les aplican y que debe enten-derse como vagabundos.102

“A 11 de octubre de 1697, yo el infraescrito con licencia del Sr Don Diego de Alcartes (…) Despose y dije la misa nupcial por palabras de presente como lo manda la madre Iglesia a Andrés de Yodo, mancebo, natural de la ciudad de Compostela en el Reino de Galicia, hijo legítimo de Pedro de Yodo y de María García. Moreno de rostro, de buena dispo-sición, pelo negro, con María de Jesús, de nación africana y bautizada en la villa de Orduña, en la Probincia de Ipúzcua (sic). Negra de rostro y una señal en la frente, fueron testigos don Diego Badanas y don Fran-cisco Fernández, capellanes del Santo Hospital y otros. Y por ser bagos (sic) se hizo el asiento en este libro y en fe de ello lo firmé. Don Manuel Roncal, Vicario del Hospital.”103

Conforme avanza el siglo XVII se observa la llegada de niños y adoles-centes. A veces los acompañan sus padres o algún pariente. Pero las más, viajan solos. Llegaban al hospital en condiciones deplorables:

“Este día (uno de noviembre 1628) se recibió un muchacho de hasta 8 años, francés, y dijo ser de París, que sus padres eran muertos. Trajo vestidos viejos y sin camisa. Se llama Bartolomé de Corumbe.”104 “A primero de abril (1629) se recibió a un muchacho de hasta trece años, llamado Baltasar Cortés, hijo de un médico de Madrid que es ¿?, natural de Valladolid. Lo confesé. Trajo vestidos viejísimos y lleno de comezón. Le comulgué a cuatro (de abril).105

Algunos podían quedar abandonados a su suerte al morir su acompa-ñante. Como aquella niña de nueve años que acompañaba a su abuela y quedó sola:

101 Hospital de Nuestra Señora de Gracia. Libro de ingreso de enfermos – difuntos, 1634-1651. Folio 77 V.102 Una de las acepciones de “vago” según la R.A.E. es aquella persona “que anda de una parte a otra, sin detenerse

en ningún lugar”.103 Hospital de Nuestra Señora de Gracia. Libro de ingreso de enfermos – difuntos, 1688-1701. Folio 161 R.104 Hospital de Nuestra Señora de Gracia. Libro de ingreso de enfermos – difuntos, 1624-1632. Folio 248 V. 105 Hospital de Nuestra Señora de Gracia. Libro de ingreso de enfermos – difuntos, 1624-1632. Folio 264 R.

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“Este día (9 de enero1631) trajeron de Fontellas el hospitalero del lugar, que al salir dél se le murió en la cabalgadura una mujer, llamada Francisca Gascón, que venía con una nieta suya del reino de Valencia y Aragón y murió sin confesión, según me hizo relación Ana Molentin, su nieta, mu-chacha de hasta nueve años (…). La enterró el cabildo en el cementerio del hospital.”106

O el caso ocurrido unos años antes cuando llegó al hospital Juana de la Guiscarda, viuda francesa, que traía dos criaturas. Afortunadamente, sanó y pudo reemprender el camino:

“A 26 de julio (1614) vino enferma Juana de la Guiscarda de San, de Na-ballas, viuda, con dos hijos, una muchacha de hasta cinco años y un niño de hasta un año. La confesé y comulgué. Se llamaba el niño Juan de Sante Jaurística y la niña Juana de Aurística (sic), de Naballas, franceses. (…) (Con otra tinta y letra) Fue sana a Pamplona.”107

Pero no todo eran penalidades. A veces encontramos datos curiosos que revelan cómo los peregrinos participaban en las fiestas de los lugares por donde pasaban. En las tierras del Ebro, fiesta es sinónimo de toros y, claro está, a veces surgían accidentes en forma de cornadas. Tal le sucedió al presbítero catalán D. Juan Pérez que recibió una en la cara, sin que se-pamos si fue por su afición al toreo o por descuido:

“A dos de agosto (1614) vino herido de una cornada en la cara, don Juan Pérez, beneficiado de Señora Santa Ana, en la ciudad de Barcelona, ordena-do de epístola. Venía de Roma. Trajo ochenta reales.”108

Y también a Pedro Lasierra, francés. Aunque éste, más que peregrino, parece ser uno más de los numerosos franceses que llegaron a España siguiendo la fuerte corriente migratoria en aquella época.

“A 28 de julio (1636) vino herido Pedro Lasierra, de Villanoba de Genes, francés, herido de toro. Tiene a su madre en Zaragoza. Le confesé.”109

106 Hospital de Nuestra Señora de Gracia. Libro de ingreso de enfermos – difuntos, 1624-1632. Folio 377 V. 107 Hospital de Nuestra Señora de Gracia. Libro de asistidos y difuntos, 1599-1615. Sin paginar.108 Hospital de Nuestra Señora de Gracia. Libro de asistidos y difuntos, 1599-1615. Sin paginar. 109 Hospital de Nuestra Señora de Gracia. Libro de ingreso de enfermos – difuntos, 1634-1651. Folio 112 V.

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8. Apéndice documental

8.1. Hospital Nuestra Señora de Gracia. Libros de asistidos y difuntos. (Archivo Municipal de Tudela)

Hospital Nuestra Señora de Gracia de Tudela. Libro de ingreso de enfermos - difuntos, 1599-1615. (Sin numeración de folios).

AÑO 1599- A 22 de marzo entró enfermo Benedicto Ferrando, francés, dixo tenía padre.

Era estudiante de hasta 20 años. Traía unos vestidos negros muy viejos. No trajo dinero. Al margen: Fuese bueno.

- A 29 de marzo entró un hombre herido de pedradas en la cabeza, al cual le urtaron una capa (unos) ladrones dixo llamarse Domingo Bido, natural de Tolosa de Francia, bino pobre de bestidos que eran dos ¿calzas? biejas, unos zaragüelles pardos, unas medias azules de paño, no traxo dineros ningunos.

AÑO 1610- En dos de febrero bino Pierres Sobe de Sant Sobe en francia peregrino110 reci-

bió los sacramentos, dio le guardasen sesenta reales. Diéronle a Jerónima. Recibió los sacramentos. Al margen: fue sano bolbiósele el dinero.

AÑO 1612-En dos de agosto bino Diego Sánchez, del hospitalete de barcelona, hombre

libre de edad de 55 años poco más o menos. Un hábito negro con su esclavina, mediano, todo lo demás biejo. Confesó y comulgó en San Francisco al jubileo de la porciúncula. Al margen: Fue sano.

110 El subrayado es nuestro.

Primera vez que aparece la palabra peregrino en la documentación consultada del Hospital de Nuestra Señora de Gracia. 2 de Febrero de 1610.

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-En 24 de setiembre bino un clérigo in sacris. Dixo estaba ordenado de Evan-gelio, llamado Martin de Huarte, aunque a mí me dixo era de Biana, pero quien lo conocía dixo era de Santo Domingo de la Calzada, o de una aldea llamada ¿Villa el Lobar? No recibió los sacramentos, que dixo había confesado el día de antes, y se murió antes de ser recibido en el hospital. Murió aquella noche de repente.

AÑO 1613-A 3 de marzo vino enfermo Antonio Nicolás, natural de León, ¿palmero?, hom-

bre libre de hedad de 30 años. Una capa larga negra y una sotana razonables. Calzas y zapatos viejos. Confesó. Al margen: Fue sano.

-A 8 de marzo vino Jacubos Brimiti, natural de Flandes, de ¿Thomarasis? Trajo pobres vestidos y sin dinero. Confesó. Al margen: Fue sano.

-A 12 de marzo vino enfermo Nicolás Tierrez, francés de Picardi. Vestidos vie-jos. Confesó y comulgó. Al margen: Fue sano.

-A 29 de marzo vino un alemán de ¿Pontoncrietez? Confesé y comulgué. Traxo vestidos todos viejos. Al margen: Fue sano.

-A 4 de abril vino Jacobus ¿Anoletor? natural de ¿Prisarsensis?, en Alemania. Trajo vestidos todos viejos. Al margen: Fue sano.

- A ocho de mayo, bino enfermo Juanes ¿Corvel?, natural de Francia, de la pro-vincia de Normandía, de edad de 20 años. Confesélo y lo comulgué. Vestidos to-dos viejos. Bino sin dinero. Murió a 26 del dicho, de rempente (sic), sin poder dar-le la unción porque yo estaba en casa y cuando me llamaron y fui ya era muerto.

-A 28 de mayo binieron dos hermanos franceses llamados Jacobus Rei y Matheo Rei. Vestidos pobres y sin dinero. Al margen: Fueron sanos.

-A 1 de noviembre bino enfermo Pedro ¿Sartet? de Francia de ¿Nomansi?, mozo de hasta 20 años más o menos… Trajo una capa parda, razonable, todo lo demás viejo. Al margen: Murió.

AÑO 1614- A trece de junio bino enfermo Juan Baptista de Melanda de Terundel, francés,

mozo de edad 22 años poco más o menos, lo confesé y comulgué, le di la santa unción. Era un mozo dispuesto como ¿-?, de buen talle. Sabía leer. Trajo un librico en francés de devociones y unas horicas. Murió a 17 de junio año 1614.

-A 23 de junio bino enfermo Juan Cristolo, francés de Villajordan, a seis leguas de Tolosa de Francia. Hombre de hasta 46 o 50 años. Trajo unas alforxas razona-bles y esclavina de peregrino y bordón. Trajo 3 reales y medio. Lo confesé y co-mulgué. Murió a 28. Recibió la santa unción. Le tomé bulla de difunto. Se enterró en el cementerio del hospital. Le dixeron dos misas.

-A 26 de julio vino enferma Juana de la Guiscarda de San, de Naballas, viuda, con dos hijos, una muchacha de hasta cinco años y un niño de hasta un año. La confesé y comulgué. Se llamaba el niño Juan de Sante Jaurística y la niña Juana de Aurística (sic), de Naballas, franceses. Trajo una media talega ancha en que traía una sábana nueva andada de lienzo francés, un delante cama traxo y unas almadas (sic) o capillos de llevar en la cabeza, siete de ellos

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nuevos y de ellos andados, y una ¿randa? para la cabeza más tres sábanas ra-zonables y dos paños de mesas, y dos sábanas y un jergón con su cabezal que se lo tiene en su cama. Dijo que los paños de mesa son siete todos, más una franja nueva, más un cuerpo de ¿porteta? al uso de la tierra, bueno, más do-cena y media de corales y cristales, más una ¿? de seda, más una bolsa donde está la seda y los corales y una madeja y un jubillo de hilo y otros tres pañicos para el pecho, más una capa parda y un mantel, digo tres, andados. Con otra tinta y letra: Fue sana a Pamplona.

- A dos de agosto vino herido de una cornada en la cara, don Juan Pérez, be-neficiado de Señora Santa Ana, en la ciudad de Barcelona, ordenado de epístola. Venía de Roma. Trajo ochenta reales.

-A quince de agosto vino enferma Chatalina de Jesús, de la tercera orden de San Francisco, natural de Sevilla. Trajo un ábito de picote de peregrina, bueno. Vino confesada y comulgada del camino.

-A trece de septiembre vino enfermo Xamielo de Abiño del Papa,111 lo confesé y comulgué. Vestidos biejos y un bordón.

-A siete de noviembre vino enfermo Domingo Ximénez, de Silesa, cerca de Jaca, hijo de Pedro Ximénez. Era un muchachuelo de hasta diez años, no sabía cómo se llamaba su madre. Traxo vestidos viejos. Lo confesé y di la santa unción que no era de comunión. Al margen: murió a 19 de noviembre.

-A diez de noviembre vino enfermo Enrico de Maya, natural de ¿Sarota? en Lorreino (sic) del duque de Lorreino. Lo confesó don Jerónimo Navarro y yo lo comulgué y di la santa unción. Traxo una capa blanca casi nueva, zapatos nuevos y calzones y un jubón con mangas de lienzo morado, unos balones de fraylenco con calzones de lienzo dentro a mediados, y dijo el dicho Enrico de Maya en que muriendo de esta enfermadad, que es su voluntar de dexar y dexa al hospital una bolsa de cuero con ciertas cosas cuyo memorial yo tengo y fueron testigos el se-ñor Martín Cabello y Martín de Mur. Y por la verdad lo firmé en Tudela ut supra y lo firmé yo por todos (Firmado: don Miguel de Miranda). Al margen: murió a trece de dicho. Vendióse lo que este hombre dejó y se sacó cien reales, y los treinta le dixeron de misas y lo demás fue para el hospital.

-A once de noviembre vino enfermo un francés llamado Friacrius Giorgius, de Urrarecur de La Reyna. Traxo vestidos todos viejos. Lo confesé y comulgué. Era un mozo (de) veinte y un años. Sabía un poco de latín, era dispuesto, de buen talle.

AÑO 1615-A 14 de noviembre vino enfermo un francés llamado Juan ¿Sibillanis Tullan-

si?, hombre dispuesto, de edad al parecer de 40 años poco más o menos, tuerto del ojo izquierdo. Lo confesé, lo comulgué y di la santa unción. Murió a 17 de noviembre de 1615. Lo enterró el cabildo en el cementerio del hospital. Traxo unos balones casi nuevos y un sayo azul y otro sayo de lienzo, y balones, calzas y zapatos, y dos camisas, todo razonable. Calabaza y bordón bueno, sin yerro. Traxo un real grande que dicen vale diez reales y unos menudos franceses.

111 Es posible que se refiera a los Estados del Papa o Estados Pontificios.

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Hospital Nuestra Señora de Gracia de Tudela. Libro de ingreso de enfermos - difuntos, 1624-1632.

AÑO 1628A 8 de febrero vino enferma Clara de Alemania. La trajo su padre y madre.

Venían de Nuestra Señora de Monserrate y allá se había confesado había tres meses. Trajo vestidos viejos. No podía entender su lengua. Al margen: Apliquéle bula. (Folio 215 R).

-A doce de febrero vino enfermo otro catalán, hombre libre i peregrino que venía de Santiago. Dijo que era cirujano. Trajo unas alforjas y en ellas una bacía de barbe-ro y estuche con cuatro navajas, paños de afeitar, diez cabos de navajas, un par de tixeras, tres peines, tres piedras de amolar. Otro estuche con ocho lancetas, un par de tixeras, un gatillo, espejo, escobilla. Un libro de ¿? y otro de cirujía de ydalgo. Se llama Jaime Fuerte, de San Ciprián, en Cataluña, obispado de ¿Elna? Dijo que venía confesado y comulgado del Camino que no tenía que confesar. (Folio 215 V).

-A 18 de febrero vino enfermo de suerte que se cayó antes de llegar al hospital, Antonio Pironet, francés, de ¿Ullergas?, ¿Ubernia?, que venían (sic) de Zaragoza y dicen habían 15 días que venía malo y no quiso quedar en el hospital de Zara-goza. Me llamaron luego que dije misa que subiese la unción, y la subí, y el en-fermo no podía entender bien ni hablar sino con grande inquietud, y preguntado muchas veces si quería confesarse no respondía ni tenía sosiego ni casi conoci-miento. Sólo entendí dél que preguntado si le dolía de haber ofendido a Dios, respondió sí en su lengua. Le absolví sub conditione y le dí la santa unción, que para comulgar no estaba, lo uno por el poco conocimiento y lo otro por la grande desasosiego e inquietud que tenía. Al margen: Murió dicho día. Di testimonio en latín a sus compañeros. (Folio 216 V).

-A siete de abril vino una francesa enferma con su marido, que venían de Roma. La confesé. Se llama Michaela de Puinson. (Folio 221 V).

-A 26 de mayo vino enfermo Pedro Lebon, natural de Burdeos, vestido de fra-ylenco que traía letras comendatorias y buenas de 26 del mes pasado. Lo confesé. (Folio 225 V).

-A 31 de mayo del año 1628 vino enfermo un muchacho de Francia, de diez leguas de París, llamado Isac (sic) de (en blanco). Lo confesé y se fue al otro día sin despedille. (Folio 227 R).

-A quince de junio vino enfermo Juan Jalajer, de Francia, de Maralle, mozo de 19 años, officio de hazer rosarios, viene de Santiago. Se confesó dos meses habrá. Trajo vestidos viejos. Lo confesé y le comulgué. (Folio 228 V).

-A 19 confesé y comulgué a un mozo francés que venía de Santiago y traía las piernas algo inchadas. Dijo era de León (sic). (Se llamaba) Juan de Vachar o Claudo Vexar que hablaba tan cerrado que apenas le podía percibir su nombre. Fue para Zaragoza, no tenía calentura. (Folio 229 R).

-A primero día de julio de 1628 vino enferma, digo la trajo un hombre de Ma-drid, a María de Angola, negra de Guinea, 700 leguas del Brasil, y esta relación hizo su amo, que había ya confesado y comulgado en el Brasil y usa de los sa-

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cramentos hacía tres o cuatro años. Era moza de hasta 18 años. La confesé como pude, dio muestras de contrición y me dio materia. La absolví y la comulgué. Mos-tró devoción y le dí la santa unción. Nombra a menudo el nombre de Jesús, María ¿y de Joché?, y muchas veces. Murió a cinco, al anochecer. La enterró el cabildo en el cementerio del hospital. Partiose con otros dos negros Antonio de Moya, a seis, para Madrid en un carro de esta villa, que los traía comprados de las Indias portuguesas. (Folio 232 V).

-A 27 de julio confesé a Guillelmo Arnaut, francés que venía de Santiago. Trajo vestidos muy viejos. Era herrero. Es de (en blanco). Le comulgué. (Folio 236 R).

-A trece de agosto vino enfermo Juan Fornerreu, de Francia, de Chatorno, pre (sic) de Tours, gran villa. Iba para Roma, venía de Santiago, de officio tejedor, hombre de 40 años. (Folio 237 V).

-Este día (22 de septiembre) vino enfermo un religioso de la Orden de San Ambrosio que venía de Santiago de Galicia y traía patente de su superior. Traía calentura, hice le diesen cama y un par de guebos asta que viniese el médico y le viese. Por la mañana le recibió el médico, que tenía calentura y se llama Jacob de Monte y natural de Roma. Lo confesé a 25. Estuvo siete u ocho días y se reforzó y después fue para Zaragoza. (Folio 243 R).

-A 19 de octubre vino enfermo Francisco Cugat de Catuluña, de ¿Vinuodi?, de edad de 20 años, en hábito de estudiante. Trajo sotana de estameña buena y capa mediana esparteña. Trajo unas alforjas de lienzo, una camisa en ellas. Se fue lue-go, que había sospecha de peste y guardaban las puertas. (Folio 247 R).

-A 25 de octubre vino Francisco de Garao, de Catarón, cuatro leguas de Barce-lona. Hombre libre de edad de 60 años y peregrino que venía de Santiago. Trajo capa y esclavina y bardón, al uso de los catalanes vestido. Lo confesé y comulgué. Fue sano para su tierra. (Folio 248 R).

-Este día (uno de noviembre 1628) se recibió un muchacho de hasta 8 años, francés, y dijo ser de París, que sus padres eran muertos. Trajo vestidos viejos y sin camisa. Se llama Bartolomé de Corumbe. (Folio 248 V).

- A 19 (noviembre) se recibió un francés peregrino que venía de Monserrate y de Zaragoza. Traía albarán de confesión. Es hombre libre, se llama Danipio Daxer-tro. Es de ¿Derru? y (lo) comulgué. (Folio 250 V).

-A 25 de noviembre de 1628 vino enfermo un peregrino llamado Pedro Fer-nández de Guerra, que venía de Roma. Es de más arriba de Logroño, de officio cirujano. Casado. (Folio 252 R).

1629- A 19 de febrero vino enfermo Domingo de Angola, negro de nación de las Indias

de Portugal. Es (propiedad) de Lope de Asma, capitán, casado con doña Juana de ¿Sojo? que vive ahora en esta ciudad junto a la iglesia de San Salvador. Murió a dos marzo sin la unción de noche, que no lo vieron ni me avisaron ni conocieron que estaba tan mal sino flaqueza y el doctor le tocó el pulso y dijo estaba mejor. Tomaba la leche. Lo enterró en el cementerio del hospital el cabildo. (Folio 260 R).

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-A 21 de marzo vino Cristobal ¿Montes?, captivo y natural de Ayamonte de la raya de Portugal. Fue rescatado por el duque de Florencia, que el día de San Francisco pasado cogió dos galeras del turco que iban 512 captivos, 700 moros de Túnez. Le comulgué. (Folio 262 V).

-A primero de abril se recibió a un muchacho de hasta trece años, llamado Baltasar Cortés, hijo de un médico de Madrid que es ¿?, natural de Valladolid. Lo confesé. Trajo vestidos viejísimos y lleno de comezón. Le comulgué a cuatro (de abril). (Folio 264 R).

-A cuatro (abril) llevaron una moza para Zaragoza, natural que dijo ser de Burgos, llamada María Redondo, de edad de doce años, pequeña de cuerpo, que dijo se había confesado poco había y que no tenía que confesar. (Folio 264 R).

-Este día (25 de abril) vino un peregrino francés que venía de Santiago. Le confesé. Xilba Belleón, de Monein de Villa, capital de ¿Borbonoa? Le comulgué a 30 de dicho. (Folio 266 V).

-A 28 de abril se recibió a Gilbert petit, francés de Monein de Villa, capital de ¿Borbonoa?, compañero de dicho francés que estaba enfermo. Le comulgué. A 27 de mayo se fueron camino de Zaragoza. Les di testimonio de lo que aquí gratis. (Folio 267 R).

-A doze de mayo vino enferma María Roldán, viuda, que venía en compañía de Valdés, comediante y autor. La confesé y comulgué a dieciséis. Es de Lodosa. Estuvo hasta veinte días y se fue con su gente. Comediantes hubo después enfer-mos, un hombre y un muchacho comediantes. (Folio 268 V).

-A 26 de mayo vino enfermo fray Cristobal Gurrea, valenciano de la Orden de la Santísima Trinidad, sacerdote que venía de Roma de edad de 30 años. Lo confesé y comulgué, que se levantó día de San Bernabé. Estuvo 27 días. (Folio 270 R).

-Este día (31 de mayo) vino una mujer francesa que venía de Santiago, que dijo había estado en Burgos enferma y dijo que no tenía que confesar, aunque yo me puse a ello. Marcelina Giruna, de Burguiña (sic) de la Francia, ¿ ? del Rey de España. La confesé y comulgué y di la Santa Unción. (Folio 270 V).

-A seis de junio vino un peregrino, hombre recio, algo hinchado, vestido viejo. Lo confesé y comulgué luego. Se llama Marco Ibáñez de Trápana, en Sicilia. Es casado con Antonia Ibáñez de ¿? (Folio 271 R).

-A siete de junio vino enfermo Francisco Flocare, del reino de Nápoles, de ¿Polistera?, mozo de edad de 25 años. Venía de Monserrate, iba a Santiago. (Folio 271 V).

-A 27 de junio vino herido Nicolás Peregrín, mozo napolitano natural de Leche (sic), de edad de 20 años. Trajo capa parda nueva, y lo demás de pardo. Le confe-sé. Fuese para Santiago, bueno. (Folio 274 V).

-A 30 de junio vino enfermo Diego Sogui, de Dineto en Flandes, peregrin, rojo, de la parroquia de Santo Thomez. Le confesé y le comulgué a cuatro de julio. Traía en cuartos hasta 15 reales. Le di la Santa Unción y le comulgué otra vez día de Santiago y murió a ocho de agosto. Lo enterró el cabildo en el cementerio del hospital. (Folio 275 R).

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-A dos de julio vino un sacerdote francés, al cual recibieron para dos o tres días. Era cuarenta leguas de París, venía de Santiago y traía licencia de decir misa, de Oviedo buenos recados, aquí la dijo con licencia. Fuese para Zaragoza a Mon-serrate. (Folio 275 V).

-Este día (uno de diciembre) se recibió un francés peregrino que venía de San-tiago llamado Jacob Roxo, es hombre libre, mozo de hasta 20 años, sastre y es de Limoxe. Le confesé. (Folio 299 V).

AÑO 1630-Este día (7 de enero) trajeron de Cascante a Juan Colomé, hombre casado con

María Filaboi, de Beriba la Gallarda. Peregrino que venía de Nuestra Señora de Monserrate. Le confesé, le comulgué. (Folio 304 V).

-Este día (13 de febrero) vino Morat Ubert, de Cerdeña, (captivo) de San Pablo. Hombre libre. Le confesé. Venía de Santiago y allí confesó a 28 de agosto pasado y comulgó. Le comulgué. (Folio 309 R).

-Al propio día (25 de abril) vino Deni Andre de la Vila, de Moleni en Barbonue, en Francia. Le trajeron enfermo y pasaron los compañeros para Zaragoza, que no tenían comodidad para guardar tanto. Escribió el enfermo unas cuantas palabras con su compañero y yo di testimonio que quedaba aquí. Le confesé a 19 de mayo y comulgué a 20, y a 26 le di la Extremaunción. Murió dicho día. Enterróse en el cementerio del hospital. (Folio 319 R).

-A 13 de julio se recibió un alemán que venía a Santiago en compañía de su padre. Muchacho de hasta 17 o 18 años, venía de Monserrate. Se llama Claudio de Polot. Dijo que se había confesado tres semanas hace. (Folio 335 V).

-A 24 de agosto vino Juan Salucio, de Piamont en Italia, natural de Vigon. Hombre rojo, falto de vista algo, de 26 años. Trajo pobres vestidos. Traía bue-nos recados de su tierra, del abad de San Justo y San Pedro. Le confesé. (Folio 344 V).

-A 31 de agosto vino un muchacho de Flandes de edad de 25 años, poco más o menos. Le confesé y comulgué. (Se llama) Anton Quidei, de la parroquia de San Pier en la vil de Er. Murió a 18 de setiembre, de noche, que le dio una tos fuerte y sangre por la boca y no se le dio la unción porque cuando le miraron los enfermeros o estaba muerto o ya se acaba (sic). Que luego me puse la sota (sic) y al salir de mi casa ya era muerto y creo que antes. Lo enterró el cabildo en el cementerio. (Folio 346 V).

AÑO 1631-Este día (9 de enero) trajeron de Fontellas el hospitalero del lugar, que al salir

dél se le murió en la cabalgadura una mujer, llamada Francisca Gascón, que venía con una nieta suya del reino de Valencia y Aragón y murió sin confesión, según me hizo relación Ana Molentin, su nieta, muchacha de hasta nueve años (…) La enterró el cabildo en el cementerio del hospital. (Folio 377 V).

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Hospital de Nuestra Señora de Gracia. Libro de ingreso de enfermos – difuntos, 1634-1651.

AÑO 1636-A 22 (Abril) pasaron por la varca de Tudela 26 piezas de artillería que traían

de Flandes y de allí gente que la acompañaba hasta 200 hombres (y) 20 mujeres casadas decían y aquí vino una a parir. Parió una niña, la signó la ama. Vivió dos horas y murió. La enterré en la iglesia del hospital. Eran alemanes. Acompañaban a la dicha parida dos ¿-? de su tierra, ayudándola y animándola. Se llaman Jaco-bus, Rees. Anna Wainmanen, la mujer. Se fueron a 23 de dicho por la mañana, día de San Jorge.

AÑO1638-Al propio día (10 de Abril) vino Juan de Oscat de Barcelona, hombre de 85

años que iba a Santiago. Tiene dos camisas, la una buena y la otra no tal. Un vaso de vidrio bueno, hasta 4 reales de dineritos de su tierra y de Aragón. Le confesé y comulgué antes de subir a la quadra. Tiene tres hijas casadas, la una con un he-rrero y la otra con traxinero en la calle o carrera de las Indias. Es de la parroquia de Ntra. Sra. del Pin. Le dí la santa unción a 11 de dicho. (Folio 146 R)

AÑO 1650-En 17 de febrero vino Andrés Albut, muchacho de hasta 12 años, natural de

¿Biboglan? en Flandes, hijo de Per Albut y Martina. (Folio 411 V).-A cuatro de mayo vino Simon Simonim, mozo del lugar de Erpenam de Bor-

goña, ijo de Claudio Simonim y Francisca de Bou. Confesélo por intérprete por no entendernos la lengua. (Sin paginar).

-A 10 de agosto vino Pedro López García, peregrino de 20 años del lugar de Sobrado de Galicia. Yjo de Pedro López García y María Fernández. Confesélo. (Sin paginar).

-A 11 de agosto vino Pedro Román, casado de edad de 40 años, casado con Catalina Ferrer, del lugar de Aos, Francia. Confesélo y comulguélo. (Sin paginar).

-A dos de setiembre vino Martin Rens de 24 años de ¿Constans? de Alemania Alta, ijo de Juan Rens y Luisa Peta. Confeselo. (Sin paginar).

-A 4 de setiembre vino María de Puenta, de Lila, en Flandes, casada con Jeró-nimo de Naire, de Olmedo de Castilla. Confeséla. (Sin paginar).

-A 12 de setiembre vino Christina Pore, de 30 años, de Gante, en Flandes. Ca-sada con Juan García, del mesmo lugar. Confeséla. (Sin paginar).

-A 18 de nobiembre vino Carlos Galos, de la villa de Milan, de edad de 30 años, mozo yjo de Pedro Galos y Ana de Bernardo. Confesélo y comulguóse. Al margen: Carlos Galos, peregrino. (Sin paginar).

-A 24 de nobiembre vino Diego Mabillo de 24 años, zapatero de París, yjo de Jorje de Mabillo y Juana Gamas. Confesélo y comulguélo. (Sin paginar).

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1651A 17 (de enero) vino Pedro Pérez de Fraga, de edad de 26 años, del lugar de

Sanpaio de Arcilla, Galicia, del obispado de Mondoñedo. Yjo de Domingo Pérez y Catalina Sánchez. Confesélo. Al margen: Pedro Pérez de Fraga, enano. (Sin pa-ginar).

-El mesmo día (25 de enero) vino Claudio Principe, de 18 años, de Labriol de Italia, yjo de Domingo Principe y de Abrania Bribial. Confesóse. (Sin paginar).

-A 12 (de febrero) vino Luis Lemerla, del lugar de Nant, en Bretaña, de 22 años yjo de Andres Lemerla y Margarita ¿Fiuero? Confesélo. (Sin paginar).

-A 11 (de marzo) vino María de Charte, de edad de 19 años, de San Sebastián, yja de Pedro Charte y María de Arriaga, y yzo Nuestra Señora de Aránzazu dos milagros, el uno que la sanó siendo ciega, sorda y muda de nacimiento y perleti-zada, y viniendo en el camino estuvo debajo del agua cuatro horas que cayó de una barca en un río. Confeséla y comulguéla. (Sin paginar).

-Abril (No dice el día, pero es la primera entrada del mes de abril, la siguiente tiene fecha del día 3) Vino Jorje Gubert de edad de 30 años del lugar de Sancerni en Francia. Tejedor, yjo de Pedro Gubert y Antonieta Guillermo. A 3 de abril con-fesélo. (Sin paginar).

- El mesmo día (se refiere al mismo día que llega Jorge Gubert) vino Pa-tricio Cassi de Alajoz de Irlanda, de 24 años, yjo de Conlani Casi (sic) y (en blanco). Confesélo. Comulguélo y le di la unción. Murió y le apliqué bula y se enterró en el cementerio. Al margen: Patricio Cassi, murió a 11 (de abril). (Sin paginar).

- El mesmo día (se refiere al día que llegan Jorge Guber y Patricio Cassi) vino Diego Magin, de edad de 28 años, de Dromor, Irlanda, yjo de Juan Magin y ¿Ros? Lirona. Confesélo. (Sin paginar).

Hospital Nuestra Señora de Gracia. Libro de ingresos de enfermos – difun-tos, 1679-1687.

AÑO 1680-En 28 (junio) vino Alberto de Castañeda, mozo libre, de la villa de Ruaño (sic)

junto a Santiago de Galicia, de 24 años. Confesóse. (Folio 28 R).

AÑO 1683-En 2 (marzo) vino Beltrán de Angut, de 20 años, francés. Confesóse. Comul-

góse, se le dio la unción. Murió en 16 de (en blanco). Se enterró en el cimenterio. Le apliqué bula de difuntos. (Folio 87 V).

-En 26 (abril) vino Diego Rater, de 60 años, de Viena en Alemania, viudo que dijo ser de Isabel Rater. Confesóse. Comulgóse. (Folio 90 R).

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Hospital de Nuestra Señora de Gracia. Libro de ingreso de enfermos – difun-tos, 1688-1701.

AÑO 1688-A 5 (de octubre) vino Juan de Briñas, de 54 años, del lugar de Ircio, huido de

Francia, de ¿Iruz? Confesóse. Comulgose. (Folio 12 V).

AÑO 1691-A 11 (de junio) vino Juana de Lorena, de 43 años, de Nuebilla, en Flandes.

Viuda de Juan ¿Bagottis? Confesóse. (Folio 152 R).

AÑO1697-A 11 de octubre de 1697, yo el infraescrito con licencia del Sr Don Diego

de Alcartes… Desposee y dije la misa nupcial por palabras de presente como lo manda la madre Iglesia a Andrés de Yodo, mancebo, natural de la ciudad de Compostela en el Reino de Galicia, hijo legítimo de Pedro de Yodo y de María García. Moreno de rostro, de buena disposición, pelo negro, con María de Jesús, de nación africana y bautizada en la villa de Orduña, en la Probincia de Ipúzcua (sic). Negra de rostro y una señal en la frente, fueron testigos don Diego Badanas y don Francisco Fernández, capellanes del Santo Hospital y otros. Y por ser bagos (sic) se hizo el asiento en este libro y en fe de ello lo firmé. Don Manuel Roncal, Vicario del Hospital (Folio 161 R).

AÑO 1701En 28 (de julio) vino Juan Calmilas, de 40 años, de Santa ¿Jinobeba?, en el obis-

pado de Robes, mozo libre. Confesóse. Francés, escribano. (Folio 232 V).

Hospital de Nuestra Señora de Gracia. Caja nº 26. Libro de ingresos de enfer-mos – difuntos, 1702-1726.

1702-En 2 (de abril) vino Mariana Alday, de 19 años, francesa, moza libre. Confesó-

se. (Folio 3 R). -En 5 de abril vino Theressa María, de 60 años, de Málaga, conbertida. Con-

fesóse. (Folio 3 R). -En 4 (de septiembre) vino Joseph Philipe, de 40 años, de ¿Montori Jexuco?,

casado con ¿Zehigaray?, confesóse. Lo llevaron loco a Zaragoza. (Folio 10 R). -En 4 (de octubre) vino Antonio Blas, de 25 años, de San Martin de Estrade,

francés, peregrino, mozo libre, de la diócesis de ¿Luimburgo? Confesóse. Comul-góse. Era de oficio texedor. (Folio 12 V).

-En 23 (de noviembre) vino Juan Agut, de 44 años, de Cazzon en Francia. Mozo libre. Confesóse. (Folio 15 R).

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AÑO 1703-En 4 (de enero) trajeron una muger (sic) vieja de hasta 68 años. No se supo

cómo se llamaba ni de dónde era, no pudo ablar (sic). Se le dio la Santa Un-ción. Murió en 5. Se enterró en el cementerio. Al margen: Una muger, murió. (Folio 17 R).

-En 21 (de abril) vino Miguel Agosto, de 54 años, de Borrera, en Mallorca, viu-do de Cathalina Bosque. Confesóse. (Folio 19 V).

-En 25 (de abril) vino Melchor Giorge de los Reyes, de 66 años, de Villanueba de la Serena. Viudo de María Rodríguez. Confesóse. (Folio 19 V).

-En 30 (de abril) vino Joseph Núñez, de Ubrinzo, en Portugal. De 16 años. Confesóse. (Folio 19 V).

AÑO 1707-En 22 de abril vino Magdalena París, de 25 años, de Lenguadoc (sic), casada

con Adrián París. Confesóse. Comulgóse. Se le dio la Santa Unción. Murió en 28. Se enterró en el cimenterio. No hizo testamento. (Folio 120 R)

AÑO 1716-En 10 (de julio) vino Francisco Gonzalbes de Silva, casado con Mariana de

Medina, natural de la ciudad de Portu en Portugal, de 28 años. Confesélo. Comul-guélo. Recivió la Santa Unción, murió en 13 de julio de 1716. Le apliqué la Bulla, se enterró en el fossal. (Folio 263 R).

-En 24 (de noviembre) vino Sebastián García, mozo y estudiante de 22 años. Dijo venía de Roma. Natural de Sissante en la Mancha. Confesélo. (Folio 266 V).

AÑO 1717-En 4 (de junio) vino Pedro de Cassa, casado con María Ballett, de 66 años,

francés de nación, natural que dijo ser de Arroz, obispado de Lescar, provincia de Bearne. Confesélo. Comulguélo. Recivió la Santa Unción. Murió en 9 de julio de 1717. Le apliqué Bulla. Se enterró en la Yglessia. (Folio 271 V).

AÑO 1718-En 19 (de agosto) vino D. Antonio Sánchez, mozo, dijo ser de Las Canarias,

que se avía criado en España. Tendría como 40 años. Confesóse. Recivió la Santa Unción y luego murió. Le apliqué la Bulla y lo enterró el Cavildo en el fossal. Éste era un tunante poeta que andaba por el mundo.

AÑO 1726-En 18 (de diciembre) vino Joseph de Cacopardo, viudo de Antonia Bera y

Alarcón, de 60 años, natural de Mezina en Sicilia. Confesóse. Recivió la Santa Unción. Murió en 5 de Genero de 1727. Se enterró en la Yglessia. (Folio 375 R).

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Hospital de Nuestra Señora de Gracia. Libro de ingreso de enfermos – difun-tos, 1727 a 1738.

AÑO 1729-En 9 (de junio) vino Joseph Pierres, mozo de 25 años. Confeséle. (Era) de

Sambrí (sic) en Saboya. (Folio 18 V).

AÑO 1730- (Diciembre, 4) Anna Merkin de Tarmestate, cassada con Juannes Merke, hijo de

Stampa, los dos alemanes, vino en (día) 4. La confesé y comulgué. Recibió la Extre-maunción. (Folio 47 V).

Hospital de Nuestra Señora de Gracia donde fueron atendidos tantos peregrinos a lo largo de la historia. (N. Salinas)

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8.2. Mesa de los Pobres. Cuadernos de Cuentas. (Archivos Eclesiásticos de Tudela. Archivo Catedralicio)

CENSOS Y PROPIEDADES DE LA MESA DE LOS POBRES

Cuaderno de Cuentas de la Mesa de los Pobres desde el año 1641 hasta 1651.

RECEPTA DEL AÑO 1642 (Comienza al Folio 75R) “Recepta de los censos de la Mesa de los pobres de Santa María de la ciudad

de Tudela, que Jerónimo de Miedes, administrador de ella da a los señores del Cabildo, de lo que tiene a su cargo del año 1642.

Más me hago cargo haber recibido ocho robos de trigo que paga el marqués de Cadreita de censo por la hacienda de Don Juan Celludo…

Más me hago cargo de haber de Bartolomé de Lobera 20 ducados de la arren-dación de la casa del Mercadal…

Más me hago cargo de dos ducados de la arrendación del olivar de las monjas dominicas…

Más me hago cargo de veinte reales de la arrendación de las piezas del censo de la ¿Betonia? del Tablar y Cardete.

Marzo112 Paga Jerónimo de Murillo por pieza en Cardete que fue de Pedro de Ágreda,

un ducado. Notario: Hernando Conchillos. Año: 1622. La carta en el Libro de la Mesa.

Paga don Martín de Lezcano por cassas en la Concarera que fueron de Yécora, treinta y tres tarjas y doce cornados.

Paga Jacinto de Reus por viña en los Poçuelos que fueron de los herederos de Murillo veinte y dos tarjas y ocho cornados. Notario: Pedro Garnica. Año 1599.

Paga el mismo Jacinto de Reus por cassas junto a la fuente Lombriz veinte y dos tarjas y ocho cornados. Notario: Pedro Garnica. Año 1599.

Paga la viuda de Joan de Pereda por cassas en el Pontarrón veinte y ocho tarjas y dos cornados. Notario: Arellano. Año: 1604.

Paga Phelipe de Aldabe y aora Pedro Virto, su yerno, por la hacienda que tiene de Gracia Royo seis ducados.

Paga Gabriel dePeralta por cassas que fueron de ¿Cassaus? en la Rua y Lonja en Sant Jaime, diez y nueve ducados. Notario: Conchillos. Año 1592.

Paga Catalina Vetoño, viuda de Joan Virto, por pieça en el Tablar, un ducado siete tarjas. Notario: Hernando Conchillos. Año: 1604. La carta en el Libro de la Messa.

112 Además de los censos anteriores, que van al comienzo del documento, otros se ordenan por meses, según ven-cen los pagos. A veces consta el año de la escritura y el notario ante el que se hizo. He aquí la relación de censos correspondientes a los meses de Marzo, Abril y Mayo de 1642.

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Paga Esteban de Olibán cinco ducados por ciento de principal que tomó en 13 de mayo de 1628. Notario: Pedro de Agramont. El contrato está en el Libro de la Messa…

Paga Francisco Castillejo y Cecilia Urdax, su muger, dos ducados por 40 duca-dos de principal que tomaron de la Messa a diez de março de 1630. Notario: Pedro de Agramont. La carta está en el Libro de la Messa, folio 39 al dorso…

Paga Pedro de Quintana, labrador, por cassas en que vive en Sant Joan, quatro ducados treinta y una tarjas y ocho cornados. Notario: Hernando Conchillos. Año 1601. La carta está en el Libro de 600 de los señores de el Cavildo. Folio 5.

Paga Sebastián Jil, fustero, y María ¿Rigla?, su muger, tres ducados por sesenta de principal, que tomó en 11 de março 1641. Notario: Joseph del Arco y fiador Joana de Segura, su madre. La carta está en el libro negro de la Mesa, folio 163.

AbrilPaga Joseph la Raz por cassas en Sant Pedro diez y siete tarjas y quatro corna-

dos. Notario: Joan Martínez Cavero. Año: 1500. Paga Joan de Magallon y Eguía por pieça en el Albea un ducado seis tarjas y

quatro cornados. Notario: Joan Martínez Cavero. Año 1469.Paga Gabriel de Peralta por soterraño de Pedro Peralta que está en las cassas

en que vive en Santa María cinco ducados cinco tarjas y quatro cornados.Paga don Joan Thomas por pieça en la carretera un florín. Está en pleito y de-

positado el dinero en poder de Joseph de Salaçar, depositario, y assí no se saca.Pagan los herederos de Pedro de Garde el del Mercadal por viña en ¿Valoria?

treinta y tres tarjas y doce cornados. La carta en el tercer libro de los Aniversarios, folio 291.

Paga Domingo Jurdán por cassas en Ribotas y huerto que fue de Pedro Cerdán veinte y dos tarjas y ocho cornados.

Paga María Larráin, viuda de Pedro Cervera, por cassas en que vive junto al Río de Media Villa quatro ducados y quatro tarjas. Notario: Pedro Conchillos. Año 1581. Está en el tercer haz.

MayoPagan los herederos de Pedro de Aingo y aora Jherónimo Sant Joan por cassas

en Sant Jaime tres ducados. La carta con otra de los señores del Cavildo en el libro de los aniversarios. Folios 77 y 79. Notario: Conchillos. Año 1604.

Paga la viuda de Melchor de Lerma por viña en Soladrón que fue de Vicente Díez, un ducado, seis tarjas y cuatro cornados.

Paga Mateo de Uxue por pieza en Cardete, quarenta tarjas y ocho cornados. Censóse año 1617. Notario: Hernando Conchillos.

Paga Joseph Pertus dos ducados 25 tarjas por cincuenta ducados de principal sobre su hacienda. Notario: Hernando Conchillos. Año 1618.

Paga Lorenzo López, tundidor, por cincuenta ducados de principal, dos duca-dos y 25 tarjas sobre su hacienda. Notario: Hernando Conchillos.”

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Mejora del día de Año Nuevo:Cinco cuartos de cabrito, siete reales.De turrones cuatro libras, cuatro reales.Una docena de naranjas, un real.Ubas, seis tarjas.Seis libras de camuesas, seis tarjas.Seis pintas de vino blanco, a veinte cornados la pinta.

Mejora del día de Pascua de ResurrecciónUn cabrito, once reales.Una docena de naranjas, un real.Ubas, dos reales.De vino blanco, seis pintas, a veinte cornados la pinta.

Mejora del día de Pascua del Espíritu SantoUn cordero de la carnicería, nueve reales, tres tarjas y media.Seis libras de cerezas, siete tarjas y media.Seis pintas de vino blanco a tarja y media. Seis requesones y media libra de miel.

Mejora del día de San Juan de junioUn corderoSeis requesones y media libra de miel.Quince libras de pan.Fruta. Vino blanco.

Mejora del día de San AgustínTencas, cinco reales.Dos carniceras de anguilas a ocho reales.Dos libras de barbos, dos reales.Tres melones que compré, real y medio. Seis requesones y media libra de miel.Seis pintas de vino blanco.Quince libras de pan.

Mejora del día de Todos los SantosCuatro espaldas de carnero.Seis pintas de vino blanco.Seis libras de camuesas.Seis libras de uvas.

Mejora de Pascua de NavidadUn cabrito.Seis pintas de vino blanco.Una docena de naranjas.Ubas, seis libras. Seis libras de camuesas.Cuatro libras de turrones.

Mejora del día de San Juan EvangelistaCinco cuartos de cabrito.Seis libras de camuesas.Seis libras de ubas.Una docena de naranjas.Seis pintas de vino blanco.Quince libras de pan.Cuatro libras de turrones.”

ALIMENTACIÓN EN LOS DÍAS DE MEJORA. AÑO 1643

Cuaderno de Cuentas de la Mesa de los Pobres, 1641-1651. (Folios 39R a 41R).

“El día de los Reyes se gastaron los tres ducados de esta manera: de un cor-dero de la carnicería, ocho reales, y medio cabrito, tres reales y medio, y quince tarjas de carnero y un ochavo de tocino. De vino once tarjas y diez cornados, y cuatro reales de turrones, y cinco tarjas y cuatro cornados de camuesas, y un real de naranjas, más seis tarjas de hubas y treinta libras de pan.

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Las Cartas Probatorias del siglo XII son el origen de la Compostela, que ya se expedía en el siglo XIII.

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FUENTES

ARCHIVO MUNICIPAL DE TUDELA.Archivo del Hospital de Nuestra Señora de Gracia.

-Libro 1º de Cuentas Generales (1549-1591)

-Libro 2º de Cuentas Generales (1592-1632)

-Libro de ingreso de enfermos – difuntos (1599-1615)

-Libro de ingreso de enfermos – difuntos (1624-1632)

-Libro de ingreso de enfermos – difuntos (1634-1651)

-Libro de ingreso de enfermos – difuntos (1679-1687)

-Libro de ingreso de enfermos – difuntos (1688-1701)

-Libro de ingreso de enfermos – difuntos (1702-1726)

-Libro de ingreso de enfermos – difuntos (1750-1771)

-Libro de ingreso de enfermos – difuntos (1765 a 1786)

-Libro de ingreso de enfermos – difuntos (1786 a 1824)

-Libro 1º de Coladas (1662-1697)

ARCHIVOS ECLESIÁSTICOS DE TUDELA. Archivo Catedralicio.

-Libros de Actas Capitulares

Actas Capitulares (1578-1616)

Actas Capitulares (1617-1629)

-índice de los Instrumentos de la Santa Iglesia de Tudela,

de Joaquín Ruiz de Conejares

-Libro de Cuentas de la Mesa de los Pobres (1598-1609)

-Libro de Cuentas de la Mesa de los Pobres (1641-1651)

-Libro de Cuentas de la Mesa de los Pobres (1698-1726)

-Libro de Cuentas de la Mesa de los Pobres (1756-1836)

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BIBLIOGRAFIAAGROMAYOR, J., El camino de Santiago. De los Pirineos a Finisterre, Madrid,

1999.

ARRAIZA, J., Las cofradías de Santiago en Navarra, Pamplona, 1998.

CARRERO SANTAMARíA, E., “La acogida a los peregrinos en las catedrales, hos-pitales, alberguerías y limosnas capitulares en los reinos hispanos del medie-vo”, en Congrés Internacional El camí de Sant Jaume i Catalunya, Barcelona, Lleida, 2003.

DíAZ BRAVO, J.V. Memorias históricas de Tudela, Pamplona, 1956.

ESPARZA URROZ, J. Mª, “Datos de peregrinación en el Archivo Diocesano de Zaragoza. Siglo XVII”, Aragonia Sacra, revista de investigación, nº 15, 2000.

FUENTES, F., Bocetos de historia tudelana, Tudela, 1958.

GAMBRA ZÚÑIGA, T., El hospital de Tudela: informe histórico y jurídico-moral, Tudela, 1978.

IRIBARREN, J. Mª, Pamplona y los viajeros de otros siglos, Pamplona, 1957.

NUÑEZ CEPEDA, M., La beneficencia en Navarra a través de los siglos, Pamplona, 1940.

ORTA RUBIO, E., Tudela y la Ribera de Navarra a través de los viajeros (Siglos XV-XX), Tudela, 1993.

- “Tomás de Mur y Navarro (1599-1650)”, en Revista del Centro de Estudios Merindad de Tudela, nº 9, 1998.

- “Tudela y el Camino Jacobeo del Ebro”, en Revista del Centro de Estudios Merindad de Tudela, nº 16, 2008.

- Tudela, Pamplona, 2009

PASCUAL BONIS, M.T., Teatros y vida teatral en Tudela, 1563-1750: estudio y documentos, London, 1990.

SAINZ Y PEREZ DE LABORDA, M., Apuntes tudelanos, 3 Tomos, Tudela, 1969

TARIFA CASTILLA, Mª J., Miguel de Eza: humanista y mecenas de las artes en la Tudela del siglo XVI, Tudela, 2004.

UNZU URMENETA, M. y JUSUE SIMONENA, C., “Hospitalidad y muerte en la ruta jacobea Navarra. Evidencias arqueológicas e históricas”, en El Camino de San-tiago y las raíces de Occidente, Cuadernos de la Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro, Nº 5, 2011.

VAZQUEZ DE PARGA y otros, Las peregrinaciones a Santiago de Compostela, 3 Tomos, Pamplona, 1992.

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FEADER

AsociAción de Amigos del cAmino de sAntiAgo en nAvArrA(AgrupAción de lA riberA)

tudelAY

el cAmino desAntiAgo del ebro

ESTEBAN ORTA RUBIOMANUEL ORTA SIMÓN

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FEADER

AsociAción de Amigos del cAmino de sAntiAgo en nAvArrA(AgrupAción de lA riberA)

tudelAY

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ESTEBAN ORTA RUBIOMANUEL ORTA SIMÓN