Un Beso-fernando Paredes

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Un beso9 de agosto de 2012 a la(s) 22:19Termin el beso y tuve que irme. Tuve que? S, porque abajo estaba la empleada y de haberme quedado, el beso hubiera continuado hasta ya no ser slo bocas, labios mojando otros labios, sino manos recorriendo carne, cabellos, texturas blandas y tensas ah donde las texturas se afirman como muestras de la sangre urgente. Tuve que irme y, mientras descenda por la estrecha escalinata del negocio, prob todava el dulzor artificial de su bil.Me desped, hasta luego, de la empleada y sal sin voltear al mezanine desde donde Clara, estaba seguro, me vea partir. Hebras de su perfume haban quedado sujetas a mi ropa, a mis dedos. Mi sentido de orientacin decidi pasear sin rumbo fijo mientras menguaba la ereccin. Era medioda y yo no tena nada ms que hacer. Un beso, un beso bien dado, pero sobre todo un beso bien recibido puede tener resultados tan notorios como aquel.Anduve haciendo el tonto con cara de contento por algunos de los negocios cercanos, hasta que me met a un caf. En el caf estaba sentada una muchacha que yo conoca de tiempo atrs y que me era particularmente antiptica. Fing no darme cuenta de su presencia y ped un americano, cenicero y un vaso con agua, por favor. Saqu de mi bolsillo el libro de Arreola y a cada frase que me gustaba, a cada pequeo relato que terminaba, senta ganas de volver a donde Clara y continuar con aquel beso, siguiera lo que siguiera (dicen que el hubiera no existe, pero yo estoy seguro de que no slo existe, sino de que est aqu, constante e interminablemente, rondndonos). Ya me vea yo subiendo de dos brincos la escalinata, con la empleada suspendida en un sobresalto, y yo desabrochndome la camisa y Clara sentada frente a su computadora, yo tomndola por detrs y le morda el cuello y ella enlazaba sus brazos en una reaccin inmediata y provocadora y yo la tomaba del cabello y la besaba, la besaba, la besaba.Pero no. Aquello sera demasiado, digamos, hollywoodense; msica de fondo y toda la cosa.As que el caf no estaba bueno, el cigarro s y la gorda segua ah, leyendo una revista. Por qu me caa tan mal? Nos conocamos desde la escuela y nunca habamos intercambiado ms de cuatro frases. Toda ella me era repelente. Desde su voz hasta su complexin tenan algo indefinible que me molestaba. Me pareca fea, estpida, pretenciosa. No s, me caa mal y ya. Todo lo contrario que con Clara. Desde que se mud a tres casas de la ma, aos atrs, me gust. Clara es grande, de carnes abundantes. Tiene el rostro de una nia feliz y el cuerpo de una madre universal. Desde el primer intercambio de palabras fue magia. Mujer completa, estaba lejos de la vanidad y muy cerca de la soberbia: seguridad de hembra sensual, seguridad en plenitud de formas femeninas. Una constelacin de pecas desapareca cada vez que rea y el color suba a su cara. Pelirroja y de ojos claros como las certezas, bella como slo es bella quien nosotros decidimos que as lo sea.En fin, que Arreola segua siendo un maestro, un maestrazo, y el vaso con agua segua lleno, prend otro cigarro y una nube se interpuso al sol. Humo azul, libro abierto y, todava, el beso.Cmo se llama Esta bruta?, Ara... Arin Aral Arely! Hasta el nombrecito, caray.Arely lea verticalmente su revista. Alguna tontera, seguramente. Qu fea ests, desgraciada. Ya te hubiera querido conocer Darwin. No que no?, descendemos del mono!, hubiera afirmado, satisfecho.El caf se enfri y, curiosamente, as saba mejor. Entraron tres personas ms: un tipo y dos mujeres uniformados. Seguramente empleados del banco de junto. Conversaban animadamente y pidieron la carta. Ahora me daba cuenta de que mi aliento no era precisamente el mejor. Se habr dado cuenta Clara? Carajo, si yo haba pensado lavarme los dientes antes de salir de casa. Por qu no lo hice? Bueno, la verdad no saba si iba a encontrarla y mucho menos saba que la iba a besar. Por otro lado, el aliento de ahora ya tena su dosis de cafena y nicotina en la mezcla. Adems, estaba seguro que Clara no slo no lo haba notado, sino que quera que aquel beso se prolongara el tiempo necesario y no que a m me entrara un repentino nerviosismo por ser descubiertos por su empleada, o cualquier otra persona.Idiota.Desde cundo tan consciente?, estara volvindome maricn? Que maricn ni que la chingada! Aquella ereccin me tranquilizaba (si es que se puede decir eso de una ereccin), aunque mengu considerablemente desde que Arely se interpuso en su camino Dnde estaba ella ahora? En su lugar de antes el vaco hojeaba la revista. Se habra ido y yo ni en cuenta. Total, segua con Arreola. Pero slo por unos minutos; en la mesa de enfrente las carcajadas del tro banquero eran disparadas como piedras a las ventanas. Una de las mujeres no estaba tan mal. Nada mal para ser precisos. Morena y esbelta, de piernas torneadsimas, no muy alta, con labios delgados y cabello negro. Era la que ms ruidos haca cuando se rea. De repente era como si se ahogara y produca una especie de graznido, como un ronquido o como cuando quieres limpiar la garganta de flemas, y ese sonido tena la facultad de hacer que los dems siguieran riendo ya no del comentario que suscitara la primer carcajada sino de la carcajada en s y ella, en el colmo de la hilaridad, pareca sufrir el mismo efecto al escucharse a si misma, ahogada en felicidad.Era un gusto verla. Adems, aquello se contagiaba. Yo re por simple reaccin. Hasta cuando vi a Arely tomar asiento de nuevo continu riendo. Aun ms, cuando vio Arely que yo la vea (riendo) y me salud con la misma felicidad, yo le devolv el saludo haciendo un gesto con la mano. Peor an: cuando Arely se levant y la vi acercarse a mi mesa, yo no slo continu riendo sino que me levant, la salud de beso y separ la silla para que tomara asiento.Arely!, cmo te va?, un gusto verte de nuevo.En serio?Ja!, en serio. Por qu lo dices?Yo siempre cre que te caa mal.No, cmo crees.Hum, t a m s me caas muy mal.Yo?, cmo crees.Ya!, sigues siendo igual de arrogante.No, no, para nada. Igual de arrogante?S, igualito.No me haba dado cuenta. Adnde puedo acudir para solucionar mi problema?Hum.Y ya no te caigo mal?No s, hace siglos que no te veo.Pues heme aqu, igual de arrogante.Pues s.Bueno, y ya tratando de solucionar mi defecto, t qu heces por aqu?PueDije heces?, perdn, qu haces por aqu?S pues este caf es mo.No, este es mo, yo lo pagu.No seas zonzo, el negocio es mo.Ah!, no me digas? Y yo pagando.Pues claro que tienes que pagar!Pero, mujer, si soy amigo ntimo de la duea.Hum.Est bien, no importa. Y cmo te ha ido?Sigues soltero?Ja!, tan mal te ha ido?No zonzo, yo tengo tres aos casada.Un valiente, el hombre.Oye, cuidadito.Calma Arely, calma. Slo bromeo.No me gustan esas bromas.Sabes?, creo que ese fue siempre tu problema, nunca aprendiste a rerte de ti misma.Entonces s te caa mal!Mucho muy mal.Ya ves?, qu te costaba ser sincero?Pues, por lo pronto, una taza de caf.Hum. Ya no sufras, te la regalo.Hombre, que amable!, pero la verdad es que sabe horrible.No es cierto.De verdad. Aunque cuando se enfra como que mejora. Te lo digo como amigo.De seguro sigues soltero, verdad?Y eso qu tiene que ver?, tu caf va a saber feo me case o no. Te voy a recomendar un molino que hace unas mezclas buensimas. Y s, sigo soltero.Se te nota en la facha.Ja!De qu te res?De que ya me estoy acordando de por qu me caas tan mal.Por sincera?Ja!Hum.Y bueno, sigo con mi terapia, cmo te ha ido?Muy bien. Nos acabamos de cambiar de casa hace unas semanas a la zona residencial de aqu atrsAh s? compramos el terreno y la construy un arquitecto del D.F., que es as como lo mximoA poco? y cmo mi marido es abogadoMira noms. y no tenemos hijos, pues le dije: oye gordo, voy a poner un caf para no estar tan aburrida en la casaLgico. al cabo que casi todas mis amigas son de cafecito en la tarde y esas cosasNegocio redondo. y pues ya ves, muy contenta.Se te nota en la facha.Y t dnde vives.Tambin aqu atrs.Con tus padres, de seguro.S, Arely, con mis padres.Cuntos aos tienes? Treinta?Los mismos que t.Para nada, cuando bamos en la escuela t ya habas reprobado como dos veces.Estabas muy interesada en m eh?Te digo, igualito.Ni modo.Ay!, no te parece horrible cmo se re sta mona de atrs?Al contrario, se re con toda el alma.Ests loco, se re como puerquito.Se re como le viene en gana.Ya!, te gusta.A cualquiera.Ay no, a ti es al que le gustan las gatas.A cualquiera!, hasta a tu marido.yeme! Y t qu haces, por cierto. No has de ganar mucho que hasta andas mendigando una taza de caf.Ja!Hay algo que no te d risa?Es que estoy muy contento.Y por qu?Porque no hago nada y la vida me regala besos.De tus gatas?No, de su patrona.Hum. Entonces no haces nada.Nada.Ya no has visto a Linda?No, de toda esa gente de la escuela no veo ni frecuento a nadie.Hum.Bueno Arely, me voy. No puedo decir que ha sido un gusto volverte a ver, pero de todos modos gracias por el caf.Oye, en serio que deberas darte aunque sea una rasuradita. Te ves mal con ese greero, muy sucio.Ok, a ver si me acuerdo.Cuando sal de ah la risa de aquella morena segua libre por los aires. Me hubiera gustado saber cul era su nombre. Pero Arely quin sera el idiota que se haba casado con ella? me ech a perder la lectura, el momento y hasta el beso. Lo mejor era olvidarla; si en verdad exista Dios, l se encargara de mandarla al infierno.Lo malo fue que me puso a pensar. Si en verdad yo pretenda algo con Clara haba que solucionar varias cosas. Lo del trabajo, por ejemplo. La facha yo saba que no importaba. El trabajo, en cambio, s era necesario. El dinero, mejor dicho. Un caf, una copa, un baile, un cuarto de hotel, un regalo cualquiera tena su precio. Porque, aunque Clara era duea de su propio negocio, no se trataba de hacerle al gigol. Por puro orgullo, noms.Ya me estaba complicando. Un beso no significaba nada. Una caricia apenas. Un estar de acuerdo al mismo tiempo. De haber continuado lo ms seguro era que el beso hubiera acabado sin ms consecuencias. Una sonrisa y ya. La calentura haba hecho que mi cerebro fabricara improbables concupiscencias.As estaba bien. Cuando la volviera a ver todo seguira igual. Aunque sus ojos, al momento de irme, pedan algo ms. No sexo, sino compaa, cario, comprensin, qu s yo! Carajo, por qu me fui as! No slo me quito de dudas, sino que hasta me evito a la puerca esa. Aquella nube segua tapando al sol y yo camin las cuadras que me separaban de mi casa. Pas frente a la de Clara y record cmo habamos empezado a llevarnos: a ella le gustaban las novelas erticas y a m me gustaba leer en la calle. As que un da pas por ah, paseando a su perro, y me vio sentado con un libro en la mano. Qu lees?, me pregunt mientras el perro husmeaba mis pies. Esplendores y miserias de las cortesanas, de Balzac, contest ensendole el libro. Qu buen ttulo!, luego me lo prestas no? Claro, contest, maana mismo te lo llevo a tu casa. Bien, dijo, yo te presto otro. Me parece perfecto, a qu hora te encuentro? Despus de las tres de la tarde ya estoy ah. Bien, continu, te lo llevo como a eso de las cuatro. Ok, nos vemos entonces. rale. Oye, dijo con esa cara de nia, es cachondn? Pues, le contest riendo, no precisamente. Oh!, bueno, est bien. De todos modos llvamelo, me gusta leer. Ah estar, contest mientras su perro insista en oler cada rincn a su alcance.Nos prestbamos libros, entonces. Despus los comentbamos brevemente y as hasta que comenzamos a platicar de nosotros. A m me gustaba toda ella, su cuerpo, su rostro, su forma de hablar, su aficin por novelitas en las que la herona iba cayendo de a poco en los llamados de la carne. Se aprenda prrafos completos y despus los comentaba con una emocin que a m me diverta bastante. Se estaba a gusto a su lado. Y como nunca hubo ni una sola insinuacin de su parte, yo me conformaba con verla y escucharla. Era, como ya dije, una combinacin de nia y diosa de la fertilidad. Hasta hoy, que sin muchas esperanzas de encontrarla, fui a su negocio para prestarle un libro de Sade. Sub a su oficina y despus de platicar un rato, cuando ya me despeda, no aguant y la bes en los labios. Ella respondi y volv a besarla y despus, me fui. Haba sido tanto el tiempo que tena tratndola con una distancia cordial que en aquel momento no supe distinguir bien la entera disposicin de sus labios.Imbcil.Ni hablar. Sade estara muy avergonzado de m.Entr a mi casa y mi padre ya estaba a la mesa. Comimos. Pas la tarde leyendo en mi recmara y pensando en Clara. Haca calor y la imaginacin sobraba. Tuve otra ereccin. No quise masturbarme y la dej as. La mente es poderosa, oh Clara. A tres casas De repente son el telfono.Bueno?Buenas tardes, se encuentra Gilberto?l habla, quin eres?Arely, zonzoAh. dejaste tu cartera en la cafetera.En serioSupongo que no te habas dado cuenta, para qu traes cartera si no cargas ni un peso? Y adems, con qu pensabas pagar?Traa unas monedas, Arely.Hum.Bueno, maana paso por ella a laNo!, la tengo aqu, en mi casa, por qu no vienes por ella?Ah?Segn tu credencial, vivimos en la misma calle. Yo en el 476 y t en el 124, a unas cuadras nada ms. Camina, no seas flojo.Pero, por qu no mejor maanaAh no!, si no vienes ahorita no voy andar cuidando tus cosas, qu te crees?Est bien, 476?S.Ahorita llego, entonces.Y eres un naco!Por qu?Ya vi tus calendarios de viejas encueradas, no inventes.Ja!Si te tardas no te abro.Bien, all voy.A ver, aquello estaba muy raro. Por qu tanta urgencia? Y adems en su casa. De seguro quera seguir presumiendo de los logros de su gordo y del arquitecto que era as como lo mximo. Qu afn de joder!, se poda quedar con la cartera. Ni dinero ni nada que me interesara en particular Bueno, la credencial. Volver a tramitarla no era algo que me emocionara. Carajo.Diez minutos despus llamaba a la puerta de su casa. Me contest por el interfn.Quin?El arrogante.Pasa.Son el timbre de acceso y empuj la puerta. Un jardn sin rboles rodeaba la casa de dos plantas; un cubo blanco con un ventanal rodeando toda la parte superior. La base no estaba al ras del suelo sino que, por medio de una especie de vigas o pilares debajo de ella, se levantaba a metro y medio, suficiente para que la escalinata que llevaba a la puerta principal tuviera una cualidad flotante.A poco no est hermosa mi casa?, dijo Arely, vanidosa desde el umbral.S, no est mal.Pasa, no hay nadie.Y tu marido?Llega hasta las nueve del despacho.Eso es.Sintate, ahorita te traigo tu cartera.Gracias.No quieres un caf?No gracias, mejor un vaso con agua, plis.Oquei.Arely se dirigi a la cocina. La casa, s, estaba bien. Los interiores eran modernos, perfectamente iluminados. Se poda ver desde la sala la parte trasera del jardn en donde haba una amplia terraza y un pequeo paseo de flores. Por qu no tena la cartera a la mano desde el primer momento? Regres con el vaso de agua.Qu te parecen los acabados?, me encanta toda esta tendencia minimalista. Estas lmparas las compramos en Nueva York y la mesa en otro viaje que hicimos a Italia. Viajamos tanto!Qu bien.Mira, ven. Te quiero ensear algo.Aquello ya no era sospechoso sino evidente. Me levant y la segu hacia la segunda planta. Nos paramos a medio pasillo, completamente a oscuras.Espera aqu, me dijo,La o alejarse unos metros y luego un ligero clic. Poco a poco se fue iluminando la pared, por medio de unas lmparas que tenan ese efecto de lentitud. Colgado a todo lo largo del corredor estaba una reproduccin del Guernica hecha con pequeos azulejos negros, blancos y grises.Esto est buensimo, dije sinceramente.Ya saba que te iba a gustar.Bue-n-si-mo.Arely se acerc y me tom la manoA mi marido no le gusta.Nhombre!, no sabe lo que tiene.As es, no sabe.Y entonces ella gir hacia m. Sent sus pechos apretados y la cercana de su rostro. Lo dud dos segundos. Met la lengua entre sus labios y Arely sac la suya para lamerme toda la cara. En un minuto ya estbamos en el suelo. Yo le apretaba con furia las nalgas, le chupaba el pecho, le frotaba los muslos. Ella morda mis odos, jalaba de mi pelo y se mova como convulsionada. Comenz a jadear. Yo le quit la blusa, ella me quit la camisa. Yo le quit la falda, ella me quit el pantaln. De un slo movimiento nos deshicimos de los calzones y la penetr fcilmente. Ella enred sus piernas por mis caderas, yo me levant un poco y comenc a arremeter. No tuve ni tiempo de reflexionar, de darme cuenta de que me estaba cogiendo a Arely! Ella se sujet de mis hombros y nos encontramos en un amasijo de carne, sudor y bufidos.Te odio!, gritaba, Mtemela toda!, CGEME!... Te odio!, Cgeme!Vaya que estaba excitada. Y luego empez con lo deQuiero un hijo!... Mtemela toda, as, as!... Quiero un hijo tuyo, cabrn!Eso estuvo a punto de inhibirme. Pero, qu demonios!, le mejorara la raza.Seguimos un rato as. Yo me hinqu y ella me present su blando y feo culo. La volv a penetrar, tomndola de la cintura y empujndola de un lado al otro. Te odio!, quiero un hijo!, Ms, Ms, Ms!, te odio, cabrn!, cgeme!...Me vine dentro de ella. Un chorro largo y abundante. Se me fundi el cerebro. Luego ca exhausto sobre su espalda y ella continuaba ronroneando. Al fin nos separamos.Estbamos tirados en el pasillo, absortos. Por el ventanal se poda ver la primera noche y sobre nosotros, el Guernica ululante.Me tengo que ir.S, mi marido no tarda en llegar.Ja!, re.Ja!, ella tambin.Sal de ah con una extraa mezcla de placer y disgusto. Quin lo iba a pensar! Arely result una mquina de improperios secretorios y yo, que deca no querer ni verla, result ms bestia que ella. Traa pegado a mi cuerpo su olor agridulce y aquello me provocaba nuseas. Pobre de su gordo. De seguro no le daba la batera necesaria. Y yo lo comprenda. Si aquello se repeta a diario uno podra ver amenazada su integridad fsica. Arely era un autntico animal en celo. Lo del hijo resultaba curioso. Sera un abogado estril? Quin sabe. Lo cierto es que no quera volver a encontrrmela en los prximos nueve meses. Y de ser posible ni en los prximos nueve aos. Una especie de vaco me drenaba. Por qu me senta as? Aquello haba estado fenomenal. Me haca falta. Pero haba algo que me molestaba. Mi repulsin hacia ella aumentaba a cada paso que daba.Volv a pasar frente a la casa de Clara. Su auto estaba estacionado y se poda ver luz en las ventanas. Clara!, ella s era algo que me haca falta. Clara, claridad, clarividencia. Me sent en la banqueta, viendo la fachada. Y si llamaba a su puerta?... No, para qu? Aquel beso tena que continuar en otra parte. Tal vez estara leyendo a Sade. Esperara hasta que me lo entregara, dos o tres das. Y entonces entonces s, un beso no sera suficiente. En verdad la quera y eso mismo era lo que me aconsejaba paciencia. Y tal vez eso era tambin lo que me incomodaba. De alguna manera la haba traicionado. Y con quin!, carajo. Arely fango, Clara el mar. Otro automvil se estacion frente a su casa. Reconoc de inmediato a su conductor.Hola Gilberto.Hola Ral.Nos vemos, buenas noches.Hasta luego, buenas.El marido de Clara entr y yo me levant para irme a baar. Ella me haba dicho que sus tres hijos lo queran como locos.Al quitarme la ropa me di cuenta de que Arely no me haba devuelto la cartera.Texto de Fernando Paredes, extrado del libro "Al Diablo Adentro".Link a la pgina del libro:http://www.facebook.com/AL.DIABLO.ADENTRO