Adaptación: Martha de Rico

Inesita era una niña que quería mucho a su maestra y deseaba demostrarle su cariño por medio de un regalo pero no tenía dinero para comprarlo.Después de pensarlo largo rato decidió obsequiarle una conchita de esas que se encuentran en la playa , pero… ¡vivía tan lejos!No importa, se dijo, aunque tenga que caminar más o menos una hora, iré a la playa.

Una vez allí, entre todas las conchas que encontró, escogió la que le pareció más bonita y regresó a su casa.

Ya en su hogar , observaba su conchita con satisfacción y decidió, haciendo uso de ella y de unas mostacillas que tenía, elaborarle un collar a su maestra

¡Qué lindo me quedó! Pensó la niña y se dispuso a hacer una tarjetita para acompañarlo.

Para mi maestra que

me quiere tanto y se

preocupa por mi.

Con mucho cariño

Inést. q. m.

Al día siguiente Inesita le dio el collar a su maestra y se puso feliz pues ella le dijo que era el mejor regalo que había recibido y … ¡el más costoso!

Reflexionemos

¿Por qué era el regalo más costoso?Porque Inesita invirtió tiempo, momentos de su vida para lograrlo. Veamos: •Para pensar que regalo dar, aproximadamente …………..1 hora • para ir a la playa …………………………………………..................1 hora•Para escoger la concha más linda………………………………….30 minutos•Para regresar a su casa…………………………………………………. 1 hora•Para elaborar el collar……………………………………………………. 2 horas•Para hacer la tarjeta………………………………………………………. 30 minutos

Total ……………………………………. seis horas de su vida

¡Qué valioso regalo!

Como maestra que soy, aunque ya pensionada, he querido hacer esta reflexión sobre la manera en que nuestros estudiantes nos demuestran su cariño, y como nosotros somos para ellos modelos para seguir.

Por esa razón la profesión del maestro es una de las más importantes ya que con abnegación mostramos a nuestros niños y a nuestros jóvenes no sólo el camino del saber, sino el camino de la honestidad, de la solidaridad y del amor.

Siempre me sentí feliz cuando uno de mis alumnos o de mis alumnas me escribían un mensaje en un papelito, o me hacían un dibujo, o ponían en práctica algo que les había enseñado.

Hoy en día también me llena de felicidad recordarlos, con sus actitudes a veces responsables, otras veces de recocha , unas veces nostálgicos , otras veces alegres, algunas veces disgustados, y muchas veces contentos .

Pero lo que me hace más feliz es recordarlos cuando con una sonrisa en los labios me decían: “Hola profe”.

Felicitaciones para todos mis compañeros docentes y un agradecimiento grande para nuestros estudiantes por permitirnos ejercer tan digna labor.