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Un indicador muy importante de demostrar el respeto a los "Derechos Humanos" es la manera en que la sociedad trata a sus niños y adolescentes. Una sociedad respetuosa de los "Derechos Fundamentales" debe ser capaz de brindar libertad y dignidad a la niñez y a su vez, formular condiciones adecuadas en las que pueda desarrollar todas las potencialidades infantiles. A pesar de mejoras en indicadores económicos respecto a Perú en general en los últimos años, la situación de los niños en el país indica que no se ha producido grandes avances en este tema. Según el índice desarrollo de la niñez, confeccionado por el Instituto Nacional de Estadísticas e Informática – INEI del Perú, dieciséis (16) de los veinticinco (25) departamentos a nivel nacional se encuentran en niveles bajos o muy bajos en el desarrollo de la niñez, lo que constituye una grave problemática para nuestro país. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de Estados americanos, ha recibido denuncias muy serias sobre situaciones que afectan los "Derechos de la niñez y la adolescencia en el Perú", entre las que se destacan: la explotación del trabajo infantil, la situación de los jóvenes infractores y los altos índices de mortalidad infantil; sin embargo nadie toma cartas sobre el asunto. De otro lado, cuando todos participantes los países firmaron la "Convención sobre los Derechos del Niño", se comprometieron, verdaderamente, ante el mundo y no sólo de palabra. Cada país miembro, incluyendo el Perú, tenía que cambiar su legislación e implementar acciones concretas para que se cumplan los derechos de todos los niños y las niñas en su jurisdicción. En 1990, el Perú, suscribió y ratificó, la Convención sobre los Derechos del Niño, y en esa medida el Poder Judicial ha adoptado a su vez, decisiones que traducen estos nobles postulados. Por esta razón, el Gobierno peruano elaboró el "Código de los Niños

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Un indicador muy importante de demostrar el respeto a los "Derechos Humanos" es la manera en que la sociedad trata a sus niños y adolescentes. Una sociedad respetuosa de los "Derechos Fundamentales" debe ser capaz de brindar libertad y dignidad a la niñez y a su vez, formular condiciones adecuadas en las que pueda desarrollar todas las potencialidades infantiles.

A pesar de mejoras en indicadores económicos respecto a Perú en general en los últimos años, la situación de los niños en el país indica que no se ha producido grandes avances en este tema. Según el índice desarrollo de la niñez, confeccionado por el Instituto Nacional de Estadísticas e Informática – INEI del Perú, dieciséis (16) de los veinticinco (25) departamentos a nivel nacional se encuentran en niveles bajos o muy bajos en el desarrollo de la niñez, lo que constituye una grave problemática para nuestro país.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de Estados americanos, ha recibido denuncias muy serias sobre situaciones que afectan los "Derechos de la niñez y la adolescencia en el Perú", entre las que se destacan: la explotación del trabajo infantil, la situación de los jóvenes infractores y los altos índices de mortalidad infantil; sin embargo nadie toma cartas sobre el asunto.

De otro lado, cuando todos participantes los países firmaron la "Convención sobre los Derechos del Niño", se comprometieron, verdaderamente, ante el mundo y no sólo de palabra. Cada país miembro, incluyendo el Perú, tenía que cambiar su legislación e implementar acciones concretas para que se cumplan los derechos de todos los niños y las niñas en su jurisdicción. En 1990, el Perú, suscribió y ratificó, la Convención sobre los Derechos del Niño, y en esa medida el Poder Judicial ha adoptado a su vez, decisiones que traducen estos nobles postulados. Por esta razón, el Gobierno peruano elaboró el "Código de los Niños y Adolescentes", que se promulgó del 24 de diciembre de 1992.

Como sabemos, el objetivo general de la Reforma, es el de generar cambios fundamentales en el Poder Judicial, con la finalidad de sentar las bases, para una Reforma Integral del Sistema de Administración de Justicia Peruano, de tal manera, que pueda cumplir su función de garante del estado de derecho y de garante de la paz social.

En esa medida, la Justicia de Familia, se concibe como una parte integrante del proceso de desarrollo integral del país y deberá administrarse en el marco general de justicia social, para todos los niños y adolescentes, de manera tal, que contribuya a su protección y al mantenimiento del orden pacífico de la sociedad, así, los servicios

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de Justicia especializados deben perfeccionarse administrativa y jurisdiccionalmente, con miras a elevar el servicio y mantener la competencia de sus funcionarios e, incluso, los métodos, enfoques y aptitudes adoptadas.

En Octubre de 1996, el Poder Judicial se hizo cargo de los Centros Juveniles, cuyas funciones específicas están orientadas, a la reinserción en la sociedad, de adolescentes infractores a la ley penal; habiéndose aprobado por la Comisión Ejecutiva del Poder Judicial, el Sistema de Reinserción Social del Adolescente Infractor, por Resolución Administrativa Nº 539-CME-PJ, que constituye el primer instrumento técnico-normativo y jurídico en la historia judicial.

Actualmente, somos testigos de los cambios que en esta área se han verificado; no obstante, dichos resultados no serían posibles de apreciar, si no se hubiera organizado previamente dos áreas vitales: el ámbito administrativo-jurisdiccional de los Juzgados de Familia, y el ámbito administrativo-técnico, a cargo de la Gerencia de Operaciones de Centros Juveniles del Poder Judicial.

A partir de la transferencia de funciones, las directrices fueron trazadas, con la finalidad de consolidar los niveles de coordinación entre Jueces de Familia y Centros Juveniles, que permitieran el desempeño armónico y uniforme entre ambos, como una sola unidad y como una contribución indudable, al mejoramiento del sistema de Administración de Justicia especializada en infancia y adolescencia.

En 1996, el primer paso en el proceso de cambio en materia de Familia, lo dio la Comisión Ejecutiva del Poder Judicial, al convertir los Juzgados del Niño y del Adolescente, en Juzgados de Familia, ampliando su competencia en los asuntos previstos en el Libro III del Código Civil. Si bien la carga procesal de los ex-Juzgados del Niño y del Adolescente, permitía un manejo adecuado de las instituciones familiares del Código de la especialidad, la inclusión del Libro III del Código Civil, complicó el universo de la temática que los jueces conocían; generándose una suerte de confusión de temas, cuyo común denominador eran los niños, los adolescentes y los adultos con conflicto familiar.

El siguiente paso, fue aplicar los alcances de la Convención sobre los Derechos del Niño, en lo que respecta, a los criterios de especialización en la Administración de Justicia de menores de edad, toda vez, que nuestro naciente Derecho de Infancia, ha sido y es, como otros modelos en América Latina, un derecho ecléctico, que incluye aspectos del modelo de protección, del educativo y del de responsabilidad, por lo que se hace imprescindible, la búsqueda de un

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modelo que guarde el equilibrio entre lo judicial y lo educativo, alejándonos de la tendencia histórica, de judicializar la intervención en materia de protección de menores, que convierte a los jueces, en "super asistentes sociales".

Resultaba entonces por demás necesario, evaluar tal situación en su conjunto, con las deficiencias de carácter normativo en contraste con la realidad de la infancia en nuestro país, cuyos problemas no se solucionan con buenas normas o con buenas intenciones, sino que se requiere de políticas sostenidas de desarrollo no de instituciones eficaces para su protección y promoción. Igualmente importante, resultaba apreciar esta confusa Administración de Justicia de menores, a la luz del Plan Maestro de Operaciones del UNICEF - Programa de Cooperación Perú-UNICEF 1996-2000, que señala la actuación judicial, como marcada por la tendencia a judicializar la pobreza, razón por la cual, el segundo paso, fue fijar una posición por parte del Poder Judicial, estableciendo los aspectos jurídicos de protección a la infancia, en cuanto a la doctrina, normas y procedimientos, entre lo planteado por UNICEF y los postulados de la Convención sobre los Derechos del Niño, las normas de Orden Público contenidas en el Título Preliminar del Código de los Niños y Adolescentes, y la especialización por materias, de los Juzgados de Familia, porque, es a través de sus resoluciones, en donde mejor se reflejan, los resultados y las bondades de la Doctrina de la Protección Integral.

Dentro de este contexto, la Comisión Ejecutiva dispuso a través de diversas Resoluciones Administrativas, el juzgamiento de los jóvenes infractores, dentro de los propios Centros Juveniles, entre otras importantes decisiones de carácter administrativo-jurisdiccional, siendo de este conjunto de resoluciones, la más significativa, la Resolución Administrativa Nº 425-CME-PJ, del 25 de Julio de 1997, que dispone la separación de competencias, por materias civil, tutelar y penal, a los Juzgados de Familia de la Corte Superior de Lima, aplicándose por primera vez, los criterios de especialización ya mencionados, demostrándose así, que la importancia del Poder Judicial, no reside solamente en su competencia para aplicar el Derecho, sino, que la función de Administrar Justicia, se constituye en el mecanismo idóneo para garantizar los derechos humanos, consagrados en los instrumentos jurídicos nacionales e internacionales. No hay duda, del funcionamiento, estructura y desempeño, que demuestren los Juzgados de Familia, debidamente organizados, depende el nivel de respeto a los derechos humanos.

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Por ello, es que el tercer paso y definitivo a darse, es el de extender la separación de competencias por sub-especialidades, a todos los Juzgados de Familia del país, partiendo de la experiencia que se ha desarrollado en la Corte Superior de Lima; de tal manera, que las garantías del debido proceso, sean expresamente cumplidas en todos sus niveles, efectivizándose, los principios de nuestra legislación especializada, posibilitando que el Magistrado, centre su atención de una manera más concreta, en la solución de conflictos de dicha especialidad, vinculando sus fallos, con la resolución de cierto tipo de problemas, que tienen una vigencia y un impacto social determinados.

No obstante, reconociendo el significativo avance en el área, es necesario afinar cuatro aspectos:

1. Presupuestos, tanto para la instancia judicial, como para la administrativa.

2. Políticas Públicas en favor de la Infancia.

3. Instrumentos Técnicos, para mejorar los procesos de atención para aquellos niños y adolescentes que enfrenten situaciones de riesgo.

4. Programas de Capacitación y Entrenamiento, para aquellos encargados de ejecutar la ley.

Hoy más que nunca, la Justicia de Niños y Adolescentes, sus alcances, su ámbito de actuación, sus contradicciones y, sobre todo, su futuro, es un tema de permanente actualidad y de importante gravitación en la esfera judicial. Somos los Magistrados, los actores del cambio, en los conceptos que han marcado dramáticamente la conducción de los procesos en materia de familia y somos quienes, debemos reformar esta situación, desde su propia esencia, vale decir, desde sus bases ideológicas, porque existe ya, consenso de reformar en profundidad, el sistema jurídico institucional de la Justicia de Menores en el Perú. Es de conocimiento público, que muchas normas, inclusive las del Código de los Niños y Adolescentes, formalmente vigentes, han devenido en inejecutables, por evidentes limitaciones prácticas, agudizadas por la pobreza y la violencia.

En tal sentido, la tarea está señalada, la respuesta institucional que al Poder Judicial corresponde, ha sido ya expresada, a través de la separación de competencias por materias y la aprobación del Sistema de Reinserción Social, cuyos contenidos programáticos, hasta hace poco inéditos, se están desarrollando en los Centros Juveniles del país, no como un ensayo, sino como una realidad palpable, cuya responsabilidad incluye a los señores Magistrados.

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En el transcurso de la historia judicial del Perú, son pocas las veces que nos ha tocado vivir momentos de grata receptividad por parte de la opinión pública; éste, es uno de los logros más significativos de la Justicia especializada, y, como tal, debe consolidarse dentro del proceso general de la Reforma, como una traducción fiel de nuestros propios anhelos, y así seremos mejores Magistrados, mejores padres y mejores hombres.