Un Pasquín Hebdo

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EDICIÓN EXTRA ~ ENERO DE 2015 ~ VALOR: CIVIL ~ WWW.UNPASQUIN.COM JUAN CAMILO RESTREPO ANTISEMITISMO: EL RIESGO EN FRANCIA ANA CRISTINA RESTREPO LA BURLA ES EFICAZ E INDISPENSABLE RICARDO SÁNCHEZ MÁS LIBERTAD COMO RESPUESTA AL TERROR OLGAHELENA FERNÁNDEZ NINGUNA MASACRE ES JUSTIFICABLE

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Nueva edición de Un Pasquín, en solidaridad con Charlie Hebdo y en defensa de la libertad de prensa.

Transcript of Un Pasquín Hebdo

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E DIC I Ó N E X T R A ~ E N E R O DE 2 0 1 5 ~ VA L OR : C I V I L ~ W W W.U N PA S QU I N.C OM

JUAN CAMILO RESTREPOANTISEMITISMO: EL RIESGO EN FRANCIA

ANA CRISTINA RESTREPOLA BURLA ES EFICAZE INDISPENSABLE

RICARDO SÁNCHEZMÁS LIBERTAD COMO RESPUESTA AL TERROR

OLGAHELENA FERNÁNDEZNINGUNA MASACRE ES JUSTIFICABLE

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2 ~ OPINIÓN LIBRE EDICIÓN ESPECIALUN PASQUÍN

A los mártiresEn una entrevista reciente, un colega me preguntó

cómo era posible que unas caricaturas causaran una espiral de violencia como la del pasado 7 de

enero en París. De inmediato le aclaré que el atentado en la sede de Charlie Hebdo no fue ocasionado por ningún dibujo, sino por la intolerancia de los yihadistas que orde-naron, organizaron y ejecutaron la espantosa masacre.

Y como respuesta a esa intolerancia, con la convic-ción de que la aceptación de la diferencia enriquece, creí que debíamos responder con los únicos utensilios de que disponemos: las plumas, los lápices, el papel, los teclados.

Esos instrumentos no son armas sino elementos que nos ayudan a esbozar ideas, plantear interrogan-tes, sembrar dudas y, en casos extremos como este, manifestar nuestra solidaridad con los colegas que creían en una prensa libre y dieron su vida por defen-derla. Para esos mártires reales es esta edición espe-cial de Un Pasquín.

—Vladdo

D I R E C T O R / P R O P I E T A R I O :Vladimir Flórez [ Vladdo ]

EN ESTE NÚMERO:Dibujan: Rayma, Bonil, Juan Colombato, José Juan Gámez, Elena, Yayo, Alfin, Bacteria, Betto, Gova, Linares, Édgar Álvarez, Daniel Ruge, Papeto,

León, Mheo, Jorge Restrepo y Nadím. Escriben: Gabriela Cañas, Ana Cristina Restrepo, Sara Malagón, Olgahelena Fernández, Juan Camilo Restrepo, Mario

Quadros, Angélica Suárez, Leopoldo Villar Borda, Antonio Jiménez Castañeda, Carlos Gitiérrez–Cuevas, Jorge Gómez Pinilla y Ricardo Sánchez Ángel.

Caricaturas de Vladdo, cortesía de Semana.

www.unpasquin.com Mail: [email protected] Twitter: @unpasquin

Administración: Luz Myriam Flórez Asesoría Web: Gustavo del Castillo

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Opinión de Juan Camilo Restrepon Especial para UN PASQUÍN

El Presidente Holland no dudó en denominar “ acto antisemitita” la masacre del super-mercado Kosher que siguió a la matanza de periodistas en la sala de redacción del semanario Charlie Hebdo la semana pasada.

El Primer Ministro Francés , Emanuel Valls, le dijo a la revista The Atlantic que si “los judíos huían, Francia ya no sería Francia”.

Hace algunos meses, durante la escalada de violen-cia que hubo en la franja de Gaza, varias sinagogas de París y de otras regiones de Francia fueron atacadas,y algunas de ellas incendiadas. El gobierno declaró esta emergencia como un grave atentado a la libertad re-publicana y a la libertad de culto en el país Galo.

Y no le falta razón a los dirigentes franceses: en este momento hay cerca de cinco millones de musul-manes en Francia lo que que la ubica, de lejos, como el país de la Unión Europea con mayor proporción de su población de origen árabe. Al mismo tiempo cuenta con una comunidad judía antiquísima y trabajadora, que siempre ha sido muy respetada en Francia. Como lo recuerda el primer ministro francés al semanario “ Atlantic” nunca se ha maltratado en Francia a la minoría judía en el país galo.

Desde luego: la inmensa mayoría de los franceses

musulmanes, de primera o de segunda generación, no son extremistas. Se han manifestado ya en contra de lo que sucedió en Charlie Hebdo. No son fundamentalistas y por el contrario rechazan lo que ha acontecido.

Pero no deja de ser un delicado riesgo que algunos fanáticos fundamentalistas musulmanes radicados en Francia la emprendan contra los judíos o contra sus sinagogas, como lo hicieron en su momento los nazis, creyendo equivocada pero virulentamente que eje-cutando de actos terrorismo contra las minoría judía radicada en Francia cumplen con sus postulados de guerra santa de fanáticos fundamentalistas.

Ojalá que eso no suceda. Sería una versión mo-derna de los atropellos antisemitas de los nazis en el siglo XX.

Los dos jefes de Estado que flanqueaban al presi-dente Holland en la gigantesca manifestación que tuvo lugar en Paris el pasado domingo tienen en cierta mane-ra la llave para que esto no suceda: el primer ministro de Israel y el Presidente de la comunidad Palestina.

Si ellos son capaces de dar un mensaje duradero de tolerancia y de convivencia entre las dos religiones, en Gaza y en los demás territorios palestinos, la llama de antisemitismo que empieza a alumbrar peligrosamente en Francia debería apagarse.

Juan Camilo Restrepo es exministro de Agricultura y de Minas y Energía.

Antisemitismo: el gran riesgo

—Antonio Caño, director de El País,en el homenaje que ese periódico les rindió

en Madrid a las víctimas de Charlie Hebdo.

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4 ~ OPINIÓN LIBRE EDICIÓN ESPECIAL

Opinión de Angélica Suárezn Especial para UN PASQUÍN

No podemos dudar del impulso del espirítu francés a lo largo de su historia por la búsqueda de la libertad, en lo que vemos ese impulso revolucionario de manera natural. Es por ello, que no nos extrañaba ver en la publicación semanal Charlie Hebdo como un reflejo de la sátira hacia la inconformidad, pero, ¿han ridiculizado a una mino-

ría? ¿Han sido desproporcionadas sus sátiras que hasta se ha dicho que son xenófobas y racistas?

Algunos sectores de la sociedad global reprochan el atentado en el que murieron los doce personas (entre ellos diez comunicadores) y en el cual ven un intento de control a la libertad de expresión por la vía de la violencia (#JeSuisCharlie). Otros sectores expre-san que ridiculizar a una población mi-noritaria provoca este tipo de accio-nes y soslayan sus derechos, ya que encontraban un profundo desacuer-do con el contenido de la publicación (#JeNeSuisPasCharlie). Pero el debate no debe centrarse en si la violencia di-recta es una respuesta a las expresiones presentadas en dicha publicación, sino que en efecto todo acto de violencia constituye un hecho reprochable, que viola los derechos humanos, que debe ser investigado, juzgado y que las vícti-mas encuentren justicia y reparación.

Es necesario que exista la diversi-dad de expresión sobre lo que pensa-mos, discutir todos los puntos de vista, tener reflexiones acerca de todo. Si no fuera por ese impulso fundamental no tendríamos derechos ni libertades civi-les ni individuales, los actos violentos que callan estas expresiones son el triunfo de las dictaduras (ideológicas, políticas o religiosas) sobre la libre dis-cusión. En una entrevista en El Tiempo, uno de los caricaturistas asesinados, Tignous, dijo: “Me encantaría pensar que cada vez que hago un dibujo evi-to un secuestro, impido un asesinato o retiro una mina antipersonal. ¡Qué dicha sería! Si tuviera ese poder, no volvería a dormir y haría dibujos sin detenerme”.

En Colombia llevamos décadas en el silencio de ese potencial provocador, hemos llegado a la conclusión de que no hay justicia cuando se han usado esos medios violentos (caso de Jaime Garzón). Para nosotros el inicio del conflicto viene aparejado con el silencio a sangre y fuego de quienes han denunciado eventos que han incluido la corrupción, las masacres, los abusos de autori-dad, etc., y hemos pagado una cuota muy alta: hemos callado la libertad de expresión (de la censura con violencia y la autocensura por miedo) y se ha limitado la sátira en la caricatura.

Lo que sucedió en París es un acto terrorista organizado, planeado con anticipación. Para realizar un ataque como este se necesitó financiación y preparación. Se oculta bajo premisas religiosas de algunos líderes radicales del Islam, y la mente joven se envenena, mientras la “buena sociedad” no se compromete.

Pero no podemos quedarnos con un análisis corto, sabemos que hay un crecimiento del conflicto armado en todo el globo, ataques dirigidos desde EE.UU. con drones a objetivos militares, religiosos y civiles. Debemos analizar y discutir qué pasa con los conflictos generados en los países árabes y el pe-tróleo que busca occidente; cuál es la relación de este acto con el comercio de armas en zonas de conflicto, que es el mismo que hemos vivido con la lle-gada del paramilitarismo en Colombia; qué tanto hay del poder religioso y su relación con la política, y de esa rela-ción con la comunidad de las naciones; qué sucede con los inmigrantes en los países europeos.

Como defensores de la vida huma-na, debemos rechazar todos los medios violentos dirigidos a callar la libertad de expresión, si estamos de acuerdo o no con los contenidos de la publicación Charlie Hebdo debemos expresarlo de igual forma, pero no justificar la violen-cia. Lo que sucedió en París sucede en Colombia (142 periodistas asesinados desde 1997 según la FLIP).

Como lo dice Noam Chomsky, “to-dos somos [llene el espacio]”.

Angélica Suárez es abogada e in-vestigadora en derechos humanos.

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Charlie, ¿por quéno te callas?

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EDICIÓN ESPECIAL POR LA TOLERANCIA ~ 5UN PASQUÍN

¡Ja! Por Ana Crsitina Restrepo Jiménezn Cortesía de EL COLOMBIANO

“Ya llegó Mrs. Tatcher a cogernos de las Malvinas”, dice en voz alta un alumno, apoltronado en la retaguardia del salón, tan pronto ingresa la profesora que supervisará un quizz de conflicto internacional.

Ante la burla... ¿morirse de la ira? ¿De la risa? ¿‘Cogerlos de las Malvinas’?

¡Qué sería de nosotros sin la irreverencia!La tragedia de Charlie Hebdo revive un debate frecuente en las facultades

de periodismo: ¿el humor es una herramienta de información y argumentación efectiva desde lo ético?

En primer lugar, llamemos las cosas por su nombre: la idiotez. Hay tesis sin fundamento racional ni comprobable que no merecen el beneficio de la serie-dad: ¿cómo desgastar argumentos sólidos frente a la homofobia, la xenofobia o la misoginia?

Hasta el más liberal tiene prejuicios; no obstante, el papel de la instrucción académica o autodidacta consiste justamente en ilustrar el origen y consecuencias de los mismos, para abolirlos o dejarlos bajo llave en el cajoncito de la idiotez (que todos tenemos... y a veces se abre al menor descuido).

En su columna de esta semana, el maestro Javier Darío Restrepo escribió: “Hay una línea que separa la crítica de la burla; el examen inteligente de los hechos y el menosprecio de los otros”.

Como herramienta conceptual, el humor es un lápiz que subraya los promoto-res de la desigualdad, los abusos del poder, aquellos que se reservan el “derecho” de actuar en nombre de una colectividad .

En el ejercicio del periodismo, la burla no solo es eficaz sino absolutamente indispensable cuando está dirigida a los de arriba, a quienes tienen cómo defen-derse porque cuentan con los canales y la voz, con algún tipo de poder mediático,

argumentativo, económico o político para reaccionar. (No sobra aclarar: hablo de “defenderse” en términos racionales. Ningún asesinato es justificable).

Imposible negar que el humor otorga un lugar en el espectro de lo público: La luciérnaga recibe solicitudes de políticos que buscan ser imitados en su programa radial. La política es campo fértil de personajes como George Bush, Enrique Peña Nieto o, más cerca, Liliana Rendón: ellos mismos son una caricatura.

Entremos en la caverna más oscura: sentido del humor y religiones. Allí donde no alcanza a penetrar la luz, hay una palabra tallada: respeto. Yo les pre-gunto a las religiones (sin particularizar): ¿acaso respetan a las mujeres cuando les exigen ocultar partes de su cuerpo, permanecer sumisas al lado de un solo varón mientras ellos cenan a la carta, obedecer al marido o conservar un cigoto en su vientre así les cueste la vida?

Encendamos una vela en medio de esta oscuridad: ¿será que las leyes o medidas de protección contra la violencia de género que rigen en varios países, confesionales o no, miran de cerca la letra nada menuda de las religiones? ¿Quiénes son, entonces, los intocables?

Como las creencias, el humor (¡ante todo, burlarse de uno mismo!) es una reacción: son dos formas de responder al absurdo que es la vida misma, a nuestra errática condición humana.

Un atentado en el corazón de París y el titular de Charlie Hebdo, “Urgente, se necesitan seis dibujantes”, demuestran un hecho fundamental: nada es sagrado .

Ana Cristina Restrepo es periodista.

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6 ~ OPINIÓN LIBRE EDICIÓN ESPECIALUN PASQUÍN

“Dios no es bueno”: Christopher Hitchens

Por Jorge Gómez Pinillan Especial para UN PASQUÍN

Si algo queda claro de lo ocurrido con el demencial ataque yihadista contra Charlie Hebdo es que esta es una lucha a muerte entre la civilización y la barbarie, donde para dicha o desdicha de la humanidad una de las dos partes en conflicto terminará por imponerse.

Alguna razón les cabe a los ‘abogados del diablo’ que muestran con dedo acusador los crímenes perpetrados por las potencias occidentales sobre comunidades árabes o musulmanas, o sobre el mismo pueblo palestino. Pero en el caso que nos ocupa el problema a dilucidar es ese fanatismo religioso que se escuda en que su Dios ha sido ofendido para descargar sobre un grupo de hu-moristas su ira asesina, de ningún modo justificable, porque es la expresión de un atraso mental y cultural que no merece ningún respeto y hay que poner en evidencia, por el bien de todos los mortales en capacidad de razonar.

En esta misma línea se expresa el columnista Carlos Palacio en Las 2 orillas cuando advierte que “el atroz ataque (…) en París es una muestra más del nivel de imbecilidad al que puede llevarnos el fundamentalismo religioso”. Es por ello que el tema no se debe focalizar en un territorio específico o en un conflicto entre naciones, sino entre dos cosmovisiones que chocan en un escenario donde una de las dos fuerzas se quiere imponer por la vía de la fuerza y de la sinrazón (porque cree tener a Dios de su lado), mientras la otra se quiere imponer por la vía de la razón, porque es lo único que tiene: la razón.

Por la vía de la fuerza no solo se han querido imponer Al Qaeda o las hordas yihadistas alentadas por el Corán, sino las demás iglesias y religiones desde el principio de todos los tiempos. Y para la muestra todos los botones que se quieran: por el lado católico las cruzadas bárbaras sobre Tierra Santa o esa Inquisición demencial que achicharraba al parroquiano a la menor sospecha, y por el lado judío un Yahvé guerrero que siglos atrás alentaba a su “pueblo elegido” a cortar las cabezas de sus enemigos y hoy a ocupar ilegalmente la franja de Gaza y demás territorios palestinos.

Ardua es la tarea que aún le queda a la humanidad para superar esos estados de confusión soportados sobre el relato de un Dios que para hacer nacer a su hijo en la Tierra insufla el aliento vital del Espíritu Santo sobre una mujer virgen (quien después de parir sigue siendo virgen), y pregona contra toda evidencia que el mundo fue creado en siete días y al séptimo su creador –de naturaleza masculina, mientras lo femenino aparece relegado- depositó a la primera pareja

sobre el paraíso terrenal para que lo estrenaran con responsabilidad, pero estos no lo supieron administrar y “desobedecieron”, y es por eso que el mundo no se ha podido arreglar como el mismo Dios hubiera querido, de modo que seguimos cargando con la culpa de ese pecado original.

Esa es la mejor demostración de que la religión no se practica como quien practica un deporte o una afición artística, sino que se padece. Y los padecimien-tos comienzan desde que el ‘creyente’ es matriculado contra su voluntad, unos desde el bautismo y otros mediante circuncisión o Bar Mitzvah, en cualquier caso incorporados a un engranaje de poder que uniforma el pensamiento y no permite herejía, blasfemia o apostasía alguna, so pena de castigos que van desde la excomunión hasta el escarnio público o el ostracismo social. Te dicen además que primero pasa un camello por el ojo de una aguja que un rico por la puerta del cielo, y te lo crees y con ese cuento aceptas con resignación la pobreza mate-rial, porque después te vas a desquitar y te vas a ir para el cielo, pero siempre y cuando aceptes todo “como Dios quiso que fuera”, y no protestes ni te rebeles.

No hace falta ser un genio para constatar que desde el principio de la huma-nidad las religiones han sido el detonante de feroces guerras entre tribus, comu-nidades y naciones, así como las principales causantes de una sobrepoblación ligada al atraso económico y cultural. Y en muchos lugares del planeta lo siguen siendo, porque defienden unas estructuras de poder injustas y arcaicas. A los de más allá se les define como talibanes, a los de más acá como lefebvristas o a los de acullá como Estado Islámico, pero todos con la misma intolerante raíz: “el que no está conmigo, está contra mí”. Visiones teologizadas que tratan a las mujeres como seres inferiores, y mujeres que siguen atadas al engaño y a la sumisión.

Como dije en columna de octubre de 2013 para Semana.com (Pepe para Papa), tal vez el planeta sería un mejor vividero si así como los alienados creyentes en mitos y deidades están organizados en iglesias jerarquizadas que controlan sus voluntades y sus pensamientos, igual los ateos y agnósticos deberían organizarse en alguna congregación que tratara de abrir ojos, de sacar al mayor número de personas de la oscuridad en que se hallan, de establecer un sano contrapeso desde el mundo de la razón y el sentido común. Y pensando con sentido altruista en una verdadera salvación, sobre todo del planeta.

Sea como fuere, me queda la tranquilidad de mis convicciones personales, entre esas la que me dice que el único Dios verdadero es Quetzalcóatl. Es sabido que cuando llegaron los conquistadores del viejo continente aplastaron el quet-zalcoatlismo, y por eso hoy campea la anarquía y el caos sobre el orbe: porque están adorando a falsos dioses.

Jorge Gómez es periodista. http://jorgegomezpinilla.blogspot.com/

Todas las religioneshacen daño

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EDICIÓN ESPECIAL POR LA TOLERANCIA ~ 7UN PASQUÍN

Un mundo de conflictosOpinión de Mario Quadrosn Especial para UN PASQUÍN

El Papa Francisco, se pronunció sobre el ataque y asesinato en París de los caricaturistas del semanario Charlie Hebdo. En el texto, resaltó la necesidad de un acuerdo de paz entre el Estado Palestino e Israel. No es necesario ser genio o profundo conocedor de política internacional para darse cuenta que la principal fuente del radicalismo irracional que vivi-

mos hoy en el mundo, proviene o tiene sus raíces en ese conflicto. Por lo tanto el Papa está correctísimo en incluir y llamar la atención en su llamado a poner un fin a ese conflicto.

Los últimos ataques de Israel a la Franja de Gaza, tuvieron resultados devas-tadores para el pueblo palestino, produciendo muertes de niños y mujeres. En un articulo del NY Times de Enero 11 de este año, escrito por Moriel Rothman-Zecher,y titulado “Why I Won’t Serve Israel” el autor explica porque se rehusó a servir en el ejército de Israel y fue preso. En el artículo dijo: la principal tarea de esa fuerza es, “the violent occupation of millions of people” (la ocupación violenta de millones de pueblos). Esos hechos no se veían antes, y menos en un articulo del NY Times.

Por otro lado, la invasión de Irak por parte de los Estados Unidos y sus aliados solamente aumentó el odio y la escalada de violencia de la cual padece el mundo hoy. ¿Cuáles fueron los resultados de esa guerra? De forma práctica y objetiva, fue el de lograr el control del petróleo de ese país. ¿A qué precio? Primero, un enorme costo de vidas y dinero para el pueblo norteamericano. Para Irak quedo la destrucción, cerca de 200 000 civiles muertos y millones de víctimas desplazados. Al final, cuando los autores de la tragedia creían que todo estaba razonablemente mejor y se retiraron, apareció un ejército islámico radical y violento como nunca se había visto en tiempos actuales, y de nuevo coloca en situación crítica a ese país, cuyo único pecado es tener petróleo. ¿Quién más ganó con esa guerra? La humanidad? Al contrario. Perdieron todos los pueblos del mundo, porque ade-más del desastre y del odio producido, esta invasión fue una violación flagrante y vergonzosa del derecho internacional.

En Afganistán, el desastre no fue menor, aunque aparentemente parezca menor. Una guerra que lleva más de diez años, que ha producido mu-chas víctimas civiles e inocentes como consecuencia de bombardeos equivocados, y unos costos materiales y de vidas enormes para los Estados Unidos. Registremos otros subproductos que quedó: el aumento en la producción de heroína en ese territorio y una crisis económica que causó la Gran Recesión en el mundo.

Libia hoy es un desastre con tantos grupos luchando con armas como pandillas por el poder, consecuencia de la guerra emprendida y financiada por el occidente contra este país, en la cual Francia tuvo un papel importante con los bombardeos, durante el gobierno de Sarkozy. ¿Qué pensarían hoy los padres de esa patria, como De Gaulle, presenciando una Francia servil a los intereses de los Estados Unidos e Israel?

¿Y que pasa en Siria, ahora destruida? ¿Quién patro-cina y alimenta esta guerra?

¿Y Egipto? Donde un golpe militar sangriento derribó un gobierno legítimo, arrestó al Presidente, y asesinó cerca de dos mil personas. Peor aún, volvió a traer a los militares corruptos al poder bajo una elección arreglada en el medio de una matanza. Muchos países no demoraron nada en legitimar esa barbarie. Y la prensa, con su complicidad, bajó la tónica, y hoy es como si no hubiera pasado nada en ese país.

Entonces, lo que vemos son barbaries, terrorismo, y ahora también torturas, como política de Estado, de todos los lados. Muchas escenas chocantes sin duda, imposibles de entender, como las de París. ¡Una locura!

La prensa y la comunidad internacional, se vuelven cada vez más parcializadas sobre los temas políticos, económicos, militares y demás, intentando imponer un patrón para el mundo, o una hegemonía. Perdieron la vergüenza. Los noticieros y periódicos, con rara excepción, elevan la exposición de los hechos, normalmente cuando es para defender sus intereses o el interés de los que mandan, pero ba-jan el tono cuando no les interesa llamar la atención sobre acontecimientos que los afectan o a sus “asociados”. El equilibrio se perdió hace tiempo y ahora son hasta descarados. Mirando hacia nuestro continente, tenemos el caso de los 43 estudiantes de México, el cual es tan chocante o más que el de Francia. Pero uno no logra ver en la prensa la indignación o una gran movilización sobre ese crimen de Estado porque México es el consentido del mercado. Como consecuencia de eso, lamentablemente, este país en los últimos años desempeña una figuración en el escenario internacional hasta ridícula. Pepe Mujica definió eta situación muy bien: “se trata de un estado fallido”. Aunque después, por motivos protocolarios, se disculpó, estoy segurísimo de que sigue pensando así. La prensa parece no ver nada de errado o grave con México, al contrario, poco comenta y poco denuncia.

Entonces, mis queridos amigos de Un Pasquín, hay que acabar con tantos conflictos y tantas guerras. Mientras miremos solamente para un lado y nos ce-guemos para el otro, seguiremos viviendo momentos traumáticos como esos de Francia; infelizmente y lamentablemente.

Recordemos que la mayoría de las víctimas de esos conflictos son humildes pero tienen nombre, dirección y todos los sentimientos de cualquier persona; al final, son seres humanos como ustedes y como yo.

Mario Quadros es ingeniero civil ~ Comentarios: [email protected]

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8 ~ OPINIÓN LIBRE EDICIÓN ESPECIALUN PASQUÍN

•El Charlie actual tiene sus orígenes en otras pu-blicaciones contestarias, legendarias en Francia.

•Su nombre es un tributo al célebre Charlie Brown, el personaje de Charles M. Schulz.

•Dirigen sus dardos —sin distinción— contra ju-díos, católicos, musulmanes, políticos o persona-jes de la farándula. No dejan títere con cabeza.

Charlie Hebdo fue fundado en 1992, en París, y se autodefine como izquierdista. Según Charb, director de la publicación hasta el día de su asesinato, el pasado 7 de enero, su redacción refleja a “todos los componentes de la izquierda plural, incluso de los abstencionistas”. Charlie Hebdo tomó su nombre de otra publicación satírica que existió entre 1969 y 1981 (primero como Hara-Kiri y

Hara-Kiri Hebdo). Con sus notas y caricaturas ha conseguido indignar a musulmanes, judíos y cristianos por igual.

Su labor ha sido motivo de juicios, debates por la libertad de expresión, acusaciones de provocaciones a facciones religiosas y varios atentados.

Hitos de repercusión mundialCharlie Hebdo cobró relevancia internacional cuando se involucró en la controversia sobre las caricaturas de Mahoma en 2006. E periódico reprodujo las caricaturas apa-recidas en el diario danés Jyllands-Posten hacia febrero de 2006 (y cuya republicación había costado poco antes el puesto al director de Libération).

Fue el medio que publicó el manifiesto de doce intelectuales como Salman Rushdie o Bernard-Henri Lévy a favor de la libertad de expresión y en contra de la autocensura (1 de marzo) y fue demandado por autoridades islámicas francesas, acusándole de un delito de “injurias públicas contra un grupo de personas en razón de su religión”. El juicio contra el director del sema-nario, Philippe Val, comenzó en febrero de 2007 y fue considera-do una piedra de toque respecto a la libertad de expresión.

La noche del 1 al 2 de no-viembre de 2011, tras referirse a la victoria de los islamistas en las elecciones de Túnez, su sede fue atacada por presuntos islamistas radicales con cócteles Molotov, lo que provocó grandes daños en la edificación.Una semana más tarde, en su mejor estilo, el pe-riódico publicó en portada una viñeta en la que un musulmán y un dibujante de Charlie Hebdo se besaban en la boca, con la leyen-da: “El amor es más fuerte que el odio”.

Antes de Charlie HebdoEn 1960, Georges Bernier, alias professeur Choron, y François Cavanna lanzaron una revista mensual que se llamaba Hara-Kiri, “journal bête et méchant”. Choron era el director de la publicación. Cavanna, redactor jefe, reunió progresivamente un equipo constituido por Topor, Fred, Reiser, Wolinski, Gébé y Cabu. Prohibida su publicación desde 1961, reapareció para ser proscrita de nuevo en 1966. Reapareció otra vez seis meses más tarde pero algunos colaboradores como Gébé, Cabu, Topor y Fred no re-tornaron a la publicación. Sin embargo, al grupo se sumaron otros como Delfeil de Ton, Fournier y Willem.

En 1969, el equipo, dirigido por Cavanna, decidió hacer una publicación semanal, continuando con la mensual. Volvieron a colaborar en ella Gébé y Cabu. En febrero de 1969, se lanzó Hara-Kiri-Hebdo, que meses más tarde pasó a llamarse L’Hebdo Hara-Kiri.

Una de sus portadas más polémicas fue publicada a finales de 1970, tras la muerte del general Charles de Gaulle; pues diez días más tarde, en un incendio dentro de una

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discoteca, murieron 146 personas. La portada del semanario, sobria y sin dibujos, decía: “Baile trágico en Colombey; un muerto”. [Colombey-les-Deux-Églises es una pequeña población francesa, ubicada en la región de Champaña–Ardenas, donde pasó De Gaulle sus últimos días]. Tras dicha publicación L’Hebdo Hara-Kiri fue prohibido por el ministro del Interior, Raymond Marcellin. Ignorando la prohibición, el equipo decidió que la revista debía seguir publicándose por lo que se cambió el título a Charlie Hebdo (hebdomadaire, en francés, significa semanal o semanario). Este nuevo apelativo venía de la publicación mensual Charlie Mensuel, que Georges Bernier y Delfeil de Ton habían lanzado en 1969.

El nombre Charlie fue tomado como homenaje a Charlie Brown, héroe de Peanuts —tira conocida también como Carlitos o Rabanitos—. Delfeil de Ton fue el redactor jefe durante un año de Charlie Mensuel y allí publicaba, introduciéndolas en Francia, las tiras de Charles M. Schulz. Charlie era la versión francesa del mensual italiano Linus (nombre de otro personaje de Peanuts), que publicaba series americanas clásicas y cómics contemporáneos.

Desde entonces, Charlie Hebdo siguió publicándose con este título y no volvió a tomar ninguna de las denominaciones iniciales Hara-Kiri Hebdo ni L’Hebdo Hara-Kiri.

El director de esa publicación era Georges Bernier y el redactor jefe era Cavanna. En los años recientes todo el equipo se ocupó de la redacción y Cavanna fue nombrado “Ángel de la guardia”.

En diciembre de 1981, Charlie Hebdo fue suspendida debido a la falta de lectores fieles. No tenía subvenciones de publicidad y el número de suscriptores era muy redu-cido. Antes de desaparecer, lanzaron una broma: el diario Charlie Matin que se publicó sólo durante tres días seguidos.

De 1992 al presenteEl nuevo nacimiento de Charlie Hebdo vino dado por la dimisión de Philippe Val y Cabu de La Grosse Bertha después de ciertas diferencias con el director de la publicación Jean-Cyrille Godefroy y su deseo de tener su propio semanario. A lo largo de una comida de trabajo, en la búsqueda de un título, Wolinski propuso “y por qué no Charlie Hebdo, el título está libre”; propuesta que fue inmediatamente aceptada.

Philippe Val, Gébé, Cabu y Renaud reunieron el dinero para financiar el primer número. Se creó una sociedad accionista. Ellos se quedaron con aproximadamente el 80 %, lo que los convertía prácticamente en propietarios de la publicación y aseguraba su independencia.

Así nació Charlie Hebdo en julio de 1992. Al inicio de esta nueva etapa, además del prestigio del Charlie Hebdo histórico, contaban con las firmas de las estrellas de los años 70: Cavanna, Delfeil de Ton, Siné, Gébé, Willem, Wolinski, Cabu... Y por si fuera poco, la diagramación era idéntica.

En ese momento debutaron en la revista Charb, Oncle Bernard, Renaud, Luz y Tignous. Charlie Hebdo no fue presentado como un nuevo semanario sino como la continuación o la reaparición de la antigua Charlie. Se dice que se vendieron cien mil copias del primer ejemplar, un gran éxito. En la portada, la leyenda titulaba «URBA, Chômage, Hémophiles, Superphénix» y se veía en la parte de abajo a François Mitterrand que decía “Et Charlie Hebdo qui revient! (y Charlie Hebdo que vuelve)”14

El “professeur Choron”, al que no le habían propuesto un cargo que él considerara aceptable, intentó volver a lanzar por su parte, y simultáneamente, Hara-Kiri, donde trabajaba también Vuillemin, pero su aparición fue breve. Después lanzó La Mouise, que era vendido por los vagabundos que obtenían ciertos beneficios (iniciativa aclamada por Cavanna).

En el nuevo Charlie Hebdo, Philippe Val, Gébé y Cabu retuvieron todas las respon-sabilidades. Philippe Val fue el director de redacción y, Gébé, el responsable artístico.

Con Philippe Val, la publicación dirige algunos combates recordando la línea contestataria de la extrema derecha. Es aquí donde se diferencia del antiguo Charlie Hebdo , que no tenía una clara línea política, aparte del reconocido talento individual de sus colaboradores, redactores y dibujantes —humor corrosivo, respuesta eficaz— y la estabilidad del equipo que reforzaba todavía más.

El Charlie Hebdo actual no reivindica ni esta continuidad ni esa estabilidad. Varios colaboradores han abandonado la publicación. Los métodos del nuevo director de re-dacción del periódico fueron respondidos en el mismo seno de la redacción, dándose el caso de varias oposiciones por día o incluso dimisiones (Philippe Corcuff, Olivier Cyran y Lefred-Thouron, entre otros), además de despidos (por ejemplo el actual colaborador de Le Monde diplomatique, Mona Chollet) al final de los años ‘90 y el sonado despido del veterano dibujante Siné, en el verano de 2008.

La revista sale a la calle los miércoles y publica distintos suplementos de frecuencia y temáticas variables. En 2013, por ejemplo, publicó La vida de Mahoma.

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El director que previó el atentado de su revista

“No tengo hijos, ni esposa, ni coche, ni crédito. Esto puede sonar un poco pomposo, pero lo cierto es que prefiero morir de pie que vivir de rodillas”. Esta es la rotunda

afirmación que Stéphane Charbonnier, Charb, el director de Charlie Hebdo, hizo en septiembre de 2012 al rotativo Le Monde. Charb, fallecido en el atentado de ese miércoles, estaba amenazado de muerte y, de hecho, vivía desde hace tres años con escolta. Nacido en 1967, tomó las riendas del semanario satírico hace cinco años. El suyo era un humor ácido e irreverente y, en ocasiones, tristemente premonitorio, como esa caricatura pu-blicada en el último número en el que un yihadista pedía esperar hasta el final de este mes para saber si habría atentados en Francia.

Se dio a conocer con Maurice y Patagon, un perro y un gato anticapitalistas. En Charlie Hebdo disponía de una sección fija titulada “A Charb no le gusta la gente” y en otra publicación, Fluide gla-cial, colaboraba con una sección mensual llamada “La fatua [edicto] del ayatolá Charb”. Criticar al is-lamismo radical era en los últimos años una cons-tante en su trabajo. Charb, que solía representar a sus personajes con rasgos rudos, amarillos y los ojos saltones, creía en la necesidad imperiosa de burlarse de la religión musulmana. “Hay que con-tinuar hasta que el islam esté tan banalizado como

el catolicismo”, declaraba en esa misma entrevista al vespertino Le Monde.

Charb, de aspecto casi adolescente y con una veintena de álbumes publicados, era un veterano militante de izquierdas. Primero perteneció al Partido Comunista y después apoyó al Frente de Izquierdas en las elecciones europeas de 2009. Fue uno de los que participaron activamente en el relanzamiento de Charlie Hebdo en 1992, tras nue-ve años cerrado por falta de medios.

Sobre las críticas que recibían sus provoca-doras caricaturas, se defendía con firmeza: “No siento que pueda matar a alguien con una pluma. Cuando los activistas necesitan un pretexto siem-pre lo encuentran”.

El dibujante que trazó al profeta

Jean Cabut, Cabu, estaba a punto de cumplir, el 13 de enero, 77 años. Este gigante de la ca-ricatura fue el autor del dibujo de Mahoma que apareció en la portada de Charlie Hebdo en 2006, en respuesta solidaria al escándalo

por la publicación en un periódico danés, Jyllands-Posten, de una caricatura del profeta. Publicó sus primeros dibujos a los 16 años y se convirtió en una celebridad en los años 60 del pasado siglo cuando creó Le Grand Duduche, “un héroe naíf y utópico”, en palabras del rotativo francés Le Monde, que destaca su increíble facilidad para la caricatura. También ideó Mon Boeauf, un antihé-roe grosero y machista.

Cabut, que firmaba como Cabu, trabajaba en Charlie Hebdo casi desde el principio, en 1970. Previamente, publicaba sus viñetas en otras revis-tas; entre ellas, Hara-Kiri, origen de Charlie Hebdo, y en Le Canard Enchainé, donde era uno de sus fetiches. “Ocasionalmente, hay que traerlo a la pista”, le dijo a Le Figaro en 2006 Michel Gaillard, entonces editor del periódico satírico.

Su obra se encuentra en varios libros y en portadas de discos, pues le apasionaba el jazz. El Ayuntamiento de París y la librería de Goscinny le dedicaron en los últimos años sendas expo-siciones. Uno de sus hijos murió de sida hace cuatro años.

El ataque a Charlie Hebdo acabó con la vida de cinco consolidados creadores —tres de los cuales superaban los setenta años de edad—, cuyo ta-lento los convirtió en celebri-dades del cómic y la ilustra-ción en Francia.

Reproducimos en estas pági-nas el perfil de los cuatro ca-ricaturistas que murieron inicialmente en la masacre del 7 de enero —Charb, Cabu, Wolinksi y Tignous—, escritos por la corresponsal en París del diario madrileño El País.

Adicionalmente incluimos una nota biográfica de Hono-ré, quien falleció horas des-pués en un hospital de la capi-tal francesa.

Por Gabriela Cañas, corresponsal en Parísn Cortesía de EL PAÍS

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Un hombre tierno que rompía tabúes

Bernard Verlhac, que firmaba como Tignous, estaba considerado como uno de los pi-lares de Charlie Hebdo. Tenía 57 años y, según el diario Le Figaro, sus colaborado-res le consideraban un hombre tierno de

aspecto duro. Colaboraba en otras publicaciones francesas como Marianne, Fluide Glacial, L’Express o L’Humanité. Debutó como caricaturista y dibu-jante de prensa a los 23 años.

Apasionado por la actualidad, adoraba romper tabúes tras lo políticamente correcto e ilustró diversos libros sobre la política francesa. Día tras día, ilustraba la crónica del periodista

Dominique Paganelli. Sus acuarelas eran muy apreciadas y habitualmente hacía retratos de trazos simples de los procesados en diversos juicios. Otras veces eran retratos sumamente detallados, como los que destaca Le Figaro, hechos de los miembros de un comando terro-rista condenado en 2003.

La publicación Marianne difundía ese miércoles en su página web un homenaje al caricaturista con la publicación de algunas de sus viñetas. El humor que ellas plasman es ex-tremadamente ácido. Una patrullera francesa ametralla un barco de inmigrantes para impe-dir que el ébola llegue al país o un verdugo de-capita a un rehén. “Después de Daesh (Estado Islámico de Irak y Levante), dos en uno”, se lee en la viñeta.

Un veterano maestro y un provocador nato

“Soy un idiota, pero cuando veo lo que la gente inteligente hace en el mundo…”. Esta era una de las fra-ses favoritas de Georges Wolinski, uno de los fundadores de Charlie

Hebdo. Wolinski tenía 80 años y estaba consi-derado como “erotómano reivindicado, provo-cador nato, pesimista patente y cínico asumi-do”, según el diario Le Monde.

Nacido en Túnez de madre franco-italiana y padre judío polaco, empezó a hacer viñetas a raíz de los acontecimientos de mayo de 1968 para revistas como Action y, más adelante, para Hara-kiri, el precedente de Charlie Hebdo. Posteriormente trabajó para L’Humanité, Journal du Dimanche, Nouvel Observateur y Paris Match —revista para la que todavía trabajaba—.

Al poco de fundar Charlie Hebdo, entonces mensual, se convirtió en redactor jefe de la revis-ta, cargo que ocupó hasta 1981, cuando la publica-ción se cerró por problemas financieros —reapa-

reció en 1992—. Estaba considerado como un “iz-quierdista libertario” y fue criticado por aceptar la Legión de Honor de manos del presidente Jacques Chirac. Escribió para el teatro y el cine. Elogió “el talento y la lucha por la justicia que llevan a cabo los humoristas de los países donde la libertad está amenazada”. Según Le Figaro, un día le pidió a su esposa que tras su muerte tirara sus cenizas al re-trete. “Así veré tu culo todos los días”, le dijo. Un virtuoso que

hablaba con dibujos

Philippe Honoré, conocido por su apellido, era otro dibujante y colaborador histórico de Charlie Hebdo. Resultó gravemente herido en el tiroteo y murió en la sala de urgencias.

Nacido en 1941 en Vichy, Honoré fue un artista autodidacta cuya primera caricatura fue publicada en el diario Sud-Ouest, cuando tenía sólo 16 años. Comenzó a trabajar en Charlie Hebdo en 1992 y publicaba de dos a tres viñetas por se-mana. Su trabajo también apareció en Le Monde, Libération, Les Inrockuptibles y en Hara-Kiri, pre-decesor de Charlie Hebdo.

Además de su caricatura, que fue creada en un estilo blanco y negro que recuerda a los graba-dos en madera, también ilustraba libros, incluyen-do las portadas de Pequeños Clásicos Larousse. También creó rompecabezas ilustrados para la revista Lire (“Lea”).

Aunque su colega Plantu lo consideraba “un gran dibujante,” Honoré no era tan conocido como sus compañeros de Charlie Hebdo, pero en Francia lo describen como un virtuoso, un hombre de pocas pa-labras que hablaba por medio de sus obras.

Como lo dijo Michael Guerrin en Le Monde: “sin duda, porque era ante todo un ilustrador virtuoso que se expresaba más en gráficas que en palabras para esbozar un retrato, alertar sobre la ecología, denunciar la política de austeridad o la influencia de la religión”.

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Estilos distintos, talento sin par. Una muestra mínima de la genialidad

de estos grandes dibujantes.

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Los cinco dibujantes franceses del semanario ‘Charlie Hebdo’ engrosan la lista de caricaturistas y humoristas políticos cuya obra acabó manchada de sangre en los últimos años.

Por Sara Malagón*n Cortesía de EL ESPECTADOR

Casi todas las palabras sobran después de lo que se ha dicho y escrito sobre las masacres del miércoles 7 de enero en París. Pero aun así, es imposible dejar de reflexionar sobre una tragedia de tal magnitud, que refleja la compleja y a veces incomprensible realidad del mundo actual.

Charb, Tignous, Cabú, Honoré y Wolinski perdieron la vida el miércoles en el atentado perpetrado en París contra el satírico semanario Charlie Hebdo por publicar caricaturas del profeta Mahoma, consideradas blasfemas por tres extremistas islámicos armados con fusiles. El caso de es-tos dibujantes se sumó a los de otros humoristas y caricaturistas muertos o amenazados por ejercer su profesión.

Francia tiene una tradición importante de cara al dibujo como elemento crítico y contestatario. Durante la Revolución francesa, los dibujos que se mofaban de la monarquía eran tan comunes como los que se bur-laban de los mismos revolucionarios. “Los grabados o litografías actúan inmediatamente en la imaginación de las personas, como un libro que se lee con la velocidad de la luz; si hiere la modes-tia o decencia pública, el daño es rápido e irremediable”, decía François Régis de la Bourdonnaye, ministro del Interior francés en la década de los 20 del siglo XIX. Durante esos mismos años se promulgó una ley que prohibió dibujar al rey o burlarse de él.

Charles Philipon (1800-1861), dibujante francés, fue conde-nado por hacer un dibujo en el que el rey se convertía en una pera, y Honoré Daumier (1808-1879) fue encarcelado por hacer un dibujo del rey devorando la comida de los pobres para entre-garles más riquezas a los ricos.

Ha habido otros dibujantes amenazados en la historia. El es-tadounidense Robert Crumb (1943) tocaba temas sensibles como el racismo, el feminismo y la religión, burlándose de los judíos. Se convirtió en una figura icónica pero perseguida en su país.

El caricaturista danés Kurt Westergaard, de 79 años, autor de una famosa caricatura de Mahoma con un turbante-bomba publicada en el semanario Jyllands-Posten en 2005, sufrió un atentado hace cuatro años. Un somalí residente en Dinamarca y vinculado a grupos yihadistas, condenado posteriormente a diez años de prisión, entró con un hacha y un cuchillo a la casa del dibujante en Viby, la noche del 1º de enero de 2010. El dibujante alcanzó a refugiarse en su baño y llamar a la policía.

Aunque su muerte se achacó a un acto de delincuencia co-mún, el 12 de marzo de 2010, el caricaturista brasileño Glauco Villas Boas, de 53 años, y su hijo Raoni, de 25, fueron asesinados a tiros. Ambos murieron al intentar evitar el asalto de su residencia en el municipio de Osasco. En 1984, Glauco había comenzado a publicar sus dibujos en el diario Folha de São Paulo, el de mayor circulación nacional. Su libro Política Zero, con 64 caricaturas de crítica política al gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, fue publicado en 2006.

También el dibujante argelino Alí Dilem ha sido víctima de amenazas por su trabajo. Los asesinatos de periodistas o humo-ristas fueron moneda corriente en la Argelia de la Guerra Civil

(2000-2008), y aunque Dilem sigue con vida, un edicto religioso ordena su muerte y ha sido condenado también por ofensas al jefe de Estado, Abdelaziz Buteflika.

En 2012, el dibujante argentino Gustavo Sala publicó un cómic por el que le llovieron calumnias, amenazas y censuras en Argentina. El año pasado la revista española El Jueves sufrió un incómodo proceso de censura por una portada. Jesús Cossio, el dibujante peruano que trabajó en dos novelas gráficas dedicadas a los crímenes políticos en el Perú de los años 80 del siglo pasado, también recibió amenazas. Y un caso emblemático es el de H.G. Oesterheld, uno de los grandes del cómic argentino, guionista de El eternauta, quien mu-rió en 1978 por cuenta de la dictadura argentina. Antes de entrar a la lista de desaparecidos fue militante de Montoneros. Sus cómics y escritos influenciaron los movimientos de izquierda de su país.

En nuestro contexto ha habido amenazas hacia caricaturistas como Ricardo Rendón (quien trabajó para los periódicos La República, El Espectador y El Tiempo a principios del siglo XX) y Vladdo. Finalmente, aún hoy Colombia recuerda con dolor el asesinato de Jaime Garzón, ocurrido el 13 de agosto de 1999. El humorista, que se burlaba sin reparos de los políticos del país a través de sus personajes, también procuraba la liberación de personas secuestradas por los grupos armados.

* Con la colaboración de Daniel Jiménez–Revista Larva / Festival Entreviñetas.

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14 ~ OPINIÓN LIBRE EDICIÓN ESPECIALUN PASQUÍN

Opinión de Olgahelena Fernández n Especial para UN PASQUÍN

Hay días que nunca olvidaremos: todos sabemos dónde estábamos y que hacíamos el 11 de septiembre, nos acordamos incluso en qué televisor vimos como caían las torres. Los Colombianos sabemos con exactitud qué estábamos haciendo el día que asesinaron a Luis Carlos Galán. A mí, esta masacre de París me

agarró en Miami. No sé cómo se vivió la noticia en Colombia pero acá la cosa fue un poco rara, pues aunque la televisión no hablaba de otro tema la gente del común y los turistas, que siempre invaden esta ciudad, seguían por la vida como si nada.

Yo entiendo que el común de la gente no puede hacer mucho ante un acto de estos, pero uno quisiera sentir aunque sea un poquito de solidari-dad. Vi en las noticias marchas de repudio en todas partes del mundo, incluso vi que en Bogotá un grupo de personas salió a las calles. Acá nada de nada.

La diferencia de reacciones en distintas partes del mundo me hizo recordar un episodio que viví en Bogotá: un día cualquiera, en un típico trancón bogotano, iba oyendo radio cuan-do una señora llamó para contar que en un semáforo le habían roto el vidrio y acto segui-do le habían robado la cartera. Inmediatamente quienes estaban en la cabina regañaron a la oyente: —¿Por qué da papaya? ¿Como se le ocurre poner la car-tera adelante y no en el baúl?

En fin, la pobre señora salió vaciada. Ese día decidí que nunca, por ningún motivo ni bajo ningún pretexto, iba a justificar al malo. Con respecto a la masacre tampoco pienso justificar a los terroristas ni acusar a los perio-distas por el mal manejo de la prensa. Una masacre de estas no es justificable.

Pasados unos días de la triste noticia y después de haber leído decenas

de columnas de opinión sobre la libertad de expresión, los límites de esta, la burla innecesaria y el respeto por las religiones he vuelto a la tesis inicial. Nada justifica una masacre de estas.

Que algunas caricaturas son irrespetuosas dicen algunos. Yo pregunto: ¿Quién es el juez que determina hasta qué punto es chistoso y en qué momento pasa a ser una burla? ¿Quién decide que temas se pueden caricaturizar y cua-

les no? ¿Se pueden hacer burlas de los políticos pero no de las religiones? ¿Qué religiones están vetadas y cuáles no?

Yo creo que acá la discusión de fondo debe ser más bien tratar de entender por qué la gente se vuelve religiosa

primero y extremista después. La gente se vuelve re-ligiosa porque le da tranquilidad y la consuela en

momentos difíciles. El extremismo es más complejo de analizar, pues incluye incluso problemas psi-

cológicos, odio extremo —unas veces justificado otras veces no—, y deseos de venganza.

En todo caso, hay interrogantes que vale la pena analizar: ¿Por que hay sociedades que insisten en cambiar a los demás a su gusto? ¿Por qué occidente quiere que oriente pien-se como ellos y acoja su forma de vida? ¿Por qué un grupúsculo de musulmanes pretende que todos los humanos sigamos a su Dios?

Lo cierto es que al final estos grupos de extremistas terminan siempre haciéndoles

más daño a quien supuestamente defienden. En teoría estos asesinos querían “vengar al pro-

feta” y lo que hicieron fue enredarles aún más la vida a los millones de musulmanes decentes que

hay en el mundo, que cada día tienen que soportar las miradas de odio y rechazo, a pesar de que ellos no

han hecho nada. Sé lo que se siente porque soy colombia-na y la fama que tenemos me precede. Por eso cuando estoy

fuera del país tengo que demostrar cada segundo del día que nos soy narcotraficante.

Por todo esto, hoy me declaro como millones de personas, una total y completa Charlie.

Olgahelena Fernández es periodista.

Sin justificación posible

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EDICIÓN ESPECIAL POR LA TOLERANCIA ~ 15UN PASQUÍN

Blasfemos en blanco y negroOpinión de Carlos Gutiérrez–Cuevas n Especial para UN PASQUÍN

Los asesinos de Charlie Hebdo quizás no entendieron la lección del Corán, más fácil de comprender que de explicar, según la cual las creaturas divinas, incluido el Profeta de Dios, no pueden ser representadas mediante gráfico, pintura retrato o cosas por el estilo.

Pues como Dios, por voluntad propia y soberana, decidió no tener imagen ni las autorizó en su nombre, es inadmisible que los infieles las hagan. Lo que esbozan, pues, son sólo rayas sin sentido, igual que nada significan las pisadas volubles de los camellos en las arenas del desierto.

Los seres fabulosos que la madre cree descubrir en los trazos de su hijo sobre la pared son eso: simples manchas que caerán a la primera lavada con detergente. Ningún ser superior puede querer verse representado allí.

Al suponer como existente eso que se presenta como imagen auténtica de la divinidad, el creyente da crédito (valga la expresión) a una elaboración falsa, quizás a una obra del demonio.

El acertijo –narrado exquisitamente por el Nobel turco Orhan Pamuk en Me llamo Rojo- augura fuertes condenas para quienes incumplen, en forma ostensible y agresiva, preceptos tan claros como las dunas bajo la luna llena: que las personas divinas, Alá y Mahoma, su predilecto, NO tienen imagen. Punto.

Por eso, por elemental substracción de materia, literalmente, en el estricto sen-tido de lo dicho en el Sagrado Corán, es imposible que alguien blasfeme al elaborar una imagen de Alá, Mahoma o cualesquiera de los miembros de su santoral, que no breve parece ser.

De haber sido fieles verdaderos, debieron despreciar esos dibujos, darlos por inexistentes, no verlos o, al menos, reírse francamente de ellos… simples caricaturas.

Carlos Gutiérrez–Cuevas es sociólogo, especializado en gestión del cono-cimiento. http://blogs.eltiempo.com/albricias/

Todos somos‘Charlie’Opinión de Leopoldo Villar Borda n Especial para UN PASQUÍN

Casi todas las palabras sobran después de lo que se ha dicho y escrito sobre las masacres del miércoles 7 de enero en París. Pero aun así, es imposible dejar de reflexionar sobre una tragedia de tal magnitud, que refleja la compleja y a veces incomprensible realidad del mundo actual.

La intolerancia, las pasiones y los instintos destructivos de los que no se ha podido librar el ser humano en milenios siguen haciendo estragos en estos tiempos de increíble progreso tecnológico como si la humanidad no hubiera supera-do las edades primitivas. Sin desconocer la brutalidad de los últimos atentados, por desgracia estos no son fenómenos aislados en la crispada sociedad contemporánea, ni se originan solo en una organización o grupo étnico, regional o religioso, ni tampoco han sido exclusivos de una desgraciada etapa histórica como la presente.

Son obvios los paralelos entre las situaciones extremas a las que ha llevado muchas veces el fanatismo religioso, como el que se puede hacer entre la Inquisición católica y el fundamentalismo islámico. También entre las grandes tragedias que han desatado las pasiones políticas, los nacionalismos mal entendidos y aun los complejos raciales, como las que precipitó el nazismo contra los judíos y las que hoy soportan pueblos perseguidos como el palestino. No se requiere mucho esfuerzo para advertir que casi en todos los campos de la actividad humana prevalece la tendencia de ceder a los instintos que obnubilan la razón y conducen a todo tipo de catástrofes.

Basta mirar los escenarios políticos, de antes y de ahora, donde la ambición des-medida de poder suele generar conductas perversas en el afán de aniquilar al enemigo, como es visible hoy en muchas partes, incluyendo a Colombia. Todo lo cual nos lleva a reafirmar la necesidad de no bajar la guardia en la lucha interminable contra todos los fanatismos y en la defensa, que tampoco admite pausa, de las conquistas esenciales de la humanidad, comenzando por la libertad.

En el principal caso que suscita este comentario, el del semanario satírico francés ensangrentado por el terrorismo, lo que los asesinos buscaron castigar no concierne solo a los periodistas o los caricaturistas. El derecho de todo ser humano a expresar libremente su opinión es casi tan sagrado como el derecho a la vida. Y sin embargo, quienes tenemos garantizado ese derecho, al menos en el papel, no siempre lo esti-mamos en lo que vale.

En una sociedad como la nuestra, donde ocurren tantas injusticias y se cometen tantos atropellos, la única esperanza de los desvalidos, los ignorados, los discriminados y los desplazados es la de que sus reclamos sean escuchados. Y esa esperanza no exis-tiría si ellos no pudieran hacer oír sus voces. Una obligación primordial del periodista, si ejerce bien su oficio, es hacer que se oigan esas voces. Y así lo haga con dureza o con humor, con ironía o con mordacidad, nada de lo que exprese ni la forma en que lo haga justifica que se ejerza violencia contra él.

Por desgracia, aquí también hemos vivido momentos muy oscuros, en los que fueron silenciados brutalmente quienes se atrevieron a desafiar a los intocables, como lo hicieron los franceses del semanario Charlie Hebdo. El recuerdo de quie-nes han caído en nuestro país por pensar y expresarse libremente da un aliento especial entre nosotros a la consigna que ha traducido el dolor y la indignación del mundo entero por la tragedia de París: “Yo soy Charlie Hebdo”.

Leopoldo Villar Borda es periodista.

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LiberticidioOpinión de Ricardo Sánchez Ángel n Especial para UN PASQUÍN

El acto terrorista en París del pasado 7 de enero es un crimen contra el arte de la caricatura, del dibujo y la imaginación satírica. Esa broma superior del humor gráfico quiere ser silenciado con la muerte cruel, con el horror cobarde de un asesinato.

Honor, respeto, admiración a los caídos en el desempeño de su pro-fesión de periodistas, que ejercieron la libertad de criterio y creación hasta el riesgo vital máximo. No se dejaron intimidar por las amenazas y atentados, por el enorme chantaje contra sus conciencias.

El gesto de estos periodistas artistas de mantener vivo su semanario Charlie Hebdo es un ejemplo a todos los periodistas y personas que ejercemos la libertad con desafío y creación. El que el humor satírico, el ridículo gráfico sea considerado una ofensa, muestra el grado de prejuicios, fanatismo y crueldad en que vivimos.

Lo ocurrido en París es un atentado político terrorista, revestido de posturas religiosas: la defensa de Mahoma y el Corán. La religión como máscara para ade-lantar unas acciones de muerte implacable. Nada justifica ni absuelve lo sucedido.

Es verdad que los pueblos del oriente próximo y medio han sido histórica-mente agredidos por los colonialismos, donde Francia ocupa uno de los primeros lugares. Sufren en la actualidad toda clase de intervenciones militares y de saqueo económico: ¡el petróleo! Y son escenario de tráfico de armas para las continuas guerras en curso. Se trata de condenados de la tierra al exterminio permanente como los palestinos, por ejemplo.

Los grupos terroristas como Al Qaeda son creaciones de organizaciones político-armadas, con ideologías nacionalistas y de defensa intransigente de su

fe. Son grupos utilizados por los juegos de intereses geopolíticos de las potencias neocoloniales. Mezclan reivindicaciones justas con métodos terroristas.

Sabemos bien de las guerras en Irak, Afganistán, Libia y Siria, por parte de Estados Unidos y los aliados, y de Israel en Palestina, con armas de destrucción masiva, con torturas y represión sistémica. Sabemos bien que esos pueblos tie-nen el derecho legítimo a defenderse y a adelantar la guerra justa. Todo esto y mucho más.

Pero el terrorismo a la manera como se ejecutó contra el semanario Charlie Hebdo es un desvarío, un error colosal, ya lo dije: un crimen. Ninguna motivación moral, religiosa y política lo justifica, y se convierte en algo contraproducente para la causa de los pueblos de oriente. Debilita sus razones legítimas, la validez de su causa se ve cuestionada por los adversarios que simplifican todo al decir: “esos pueblos atrasados, solo acuden al terrorismo”, “hay que civilizarlos”. Un ejemplo de esta conducta la encontramos en el ultraderechista Frente Nacional Francés, dirigido por Le Pen y su hija, que han redoblado sus campañas racistas y xenófobas. También el nuevo movimiento antimusulman en Alemania, Pegida. En Colombia también la ultraderecha quiere agitar los espíritus en contra del pro-ceso de paz entre el gobierno del presidente Santos y la insurgencia de las FARC.

La mejor respuesta al terrorismo y el más noble homenaje a los caídos de París, es ampliar las libertades en todo el mundo. Salirle al paso a las medidas represivas que han fracasado en materia de seguridad ciudadana. Porque lo que fracasó en París fue uno de los sistemas de seguridad más sofisticados que existen: el de la Policía Francesa con su Inteligencia.

El argumento de que las sátiras de Charlie Hebdo eran ofensivas ha ganado terreno en periodistas y medios internacionales. Por ende, no publican sus carica-turas después del atentado, como lo han hecho el New York Times y el Washington Post. Este tipo de relativismo moral, de valoración de la libertad de prensa y de la creación artística es equivocado. Lo que se trata es del derecho a equivocarse, a publicar lo que no es agradable e incluso ofensivo.

Hay que repetir la sabia lección atribuida a Voltaire sobre la tolerancia: “Detesto lo que escribes, pero daría mi vida para que pudieras seguir haciéndolo”.

Ricardo Sánchez es doctor en historia. Decano Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de Colombia. e–mail: [email protected]

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EDICIÓN ESPECIAL POR LA TOLERANCIA ~ 17UN PASQUÍN

Opinión de Leonardo Anselmi n Especial para UN PASQUÍN

Estoy comenzando a amasar una teoría que no acabará en nada pero que al menos comenzará este artículo: los caricaturistas son unos adelantados a toda época. Sí. Existe quizás en ellos algún tipo de desarrollo especial de lo cerebral o de lo neuronal, (llámenme hippie) de lo metafísico o lo trascendental, (díganme ñoño) de lo emocional o de lo empático, no lo sé

(quizás sea cuántico), pero eso, sea lo que sea, está ahí y es un hecho. En un aná-lisis empírico y estadístico no hay refutación posible: salvo contadas y necesarias excepciones, todos los grandes illustrateurs han sido antitaurinos.

Quizás el secreto esté en la búsqueda, en esa búsqueda de la verdad sin vase-lina detrás del engaño amable, detrás del desgarbado absurdo, detrás del humor a grafito y tinta, detrás de la corrosión narigona y orejuda de lo conservador y de todo lo acartonado (y parece mentira, che, que dos palabras tan antagónicas se parezcan tanto: cartón y acartonado). Quizás sea esa búsqueda retorcida lo que les haga encontrar verdades y realidades que las búsquedas no tan rebuscadas no encontraron ni encontrarán quizás jamás. Quizás, y solo quizás, sea ese ejercicio de escarbar. Quizás “el desacartonamiento del cartón” sea la respuesta a mi im-probable pero evidente teoría amasada aquí, pero es que es un hecho de difícil refutación: salvo contadas y necesarias excepciones, todos los grandes illustrateurs han sido siempre antitaurinos.

En México tenemos al maestro Rius y Patricio y todo El Chamuco Hebdo, en Colombia Vladdo y Alter Eddie y todo Un Pasquín Hebdo, en España Forges y el Roto y todo El Jueves Hebdo, y en Francia todos y cada uno de los asesinados en el atentado de Charlie Hebdo, y attenti, que solo he puesto pocos ejemplos de illustrateurs y pocos ejemplos de los pocos ocho países del mundo donde, inex-plicablemente, todavía es legal la tortura y el linchamiento público y salvaje de mamíferos superiores; más aún si tenemos en cuenta que somos posteriores a Darwin. Pero es que, todavía más ilustrativo, hay países donde la única opinión antitaurina en grandes medios proviene de estos lápices; y si no las únicas hoy, sí las primeras ayer. Por eso digo que eran y son adelantados a su época, igual que el futuro.

Mi luto va mas allá del generalizado sufrimiento y la indignación por los aten-tados de París y las muertes y los heridos, pues para lutos por muertes y heridos a manos de fanáticos ya tengo a Asia y a África a diario y se cuentan por miles. Mi luto, en este caso, se amplía en mi vehemente intolerancia a que un medio de

comunicación se haya vuelto objetivo militar (que es lo más grave de todo este asunto, en mi humilde opinión). Pero mi punto no acaba allí, no el mío al menos, mi luto se amplía aun una vez más, porque en los atentados de la revista Charlie hemos perdido a gente de la nuestra, a gente que denunció a punta de lápiz y papel, con corrosivo humor compasivo, la violencia que presenta y representa la excepcional legalidad de la tauromaquia en el Siglo XXI; se han ido quizás los únicos infiltrados que teníamos en la gran prensa de gran tirada de la gran París, se nos fueron, nos los quitaron, entre unas balas fanáticas y una policíaca inoperancia.

He leído decenas de artículos sobre geopolítica en estos días, y al parecer (esto visto como un mortal que soy con especial animadversión a la violencia) este hecho podría significar muchas cosas, o mejor dicho, justificar muchas cosas que ya estaban significadas desde occidente desde hace rato, y rato largo. Al parecer el atentado que mató a los periodistas ha dado a cambio nuevos nacimientos bélicos, o ha resucitado viejos sentimientos éticos, quizás se invente alguien por estos días unas nuevas oraciones para repetir de rodillas y mirando hacia arriba (aunque como decía Cortazar “arriba y abajo no quieren decir gran cosa cuando ya no se sabe donde se está”); y yo, que sé poco de todo esto y con poco poco se puede hacer y concluir, sí que sé muy bien qué quiso decir esto para quienes vemos el futuro como un terreno calificado “apto para la construcción y edificación”: hemos perdido a alguna de nuestra valiosa gente, hemos perdido a algunos de nuestros arquitectos y constructores de futuro.

Cuenta la historia que fueron los pintores venecianos, padres de la “veduta” o el “vedutismo” (términos que provienen de la palabra “visión” o “vista”), quienes crearon lo que hoy conocemos como la ciudad de Venecia. Cuentan que en aquel entonces la ciudad solo refugiaba actos vandálicos de mal vivientes, siendo una ciudad estrictamente gobernada y habitada por piratas y toda la fauna social y urbana que rodeaba la piratería. Sin embargo fueron los cuadros que mostraban una ciudad elegante que no existía, de carnavales lujosos que no existían, de charlas tranquilas y distinguidas en las plazas públicas que aun no existían, la inspiración que orientó la ciudad hacia la que hoy es y conocemos y ya existe. Fueron en-tonces quienes pudieron imaginar el futuro, quienes lo preconstruyeron. Porque ¿cómo construir sin planos? Porque crear es creer. Porque lo que está pasando está pasando y lo que pasará no está escrito. Por eso no perdimos poco en París, hemos perdido capacidad de crear y de creer. Yo creo desde hoy un poco menos.

Je suis anticorrida.

Leonardo Anselmi es pacifista y animalista.

Los caricaturistas, unos adelantados a toda época

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EDICIÓN ESPECIAL POR LA TOLERANCIA ~ 19UN PASQUÍN

Quienes por designios divinos e inescrutables tenemos el pri-vilegio de pertenecer a países integral y fundamentalmente ca-tólicos, como Colombia, sentimos el mayor de los dolores por los crímenes que cometen los bárbaros musulmanes, cada vez más horrendos, como es el caso del más reciente y nada plau-sible contra la revista hereje y comunista “Charlie Hebdo”.

En cada oportunidad que me tropiezo con un nuevo desmán de los musulmanes me pregunto por qué esas hordas de fa-náticos no deja en paz a las tribus judías, como lo hace en for-ma ejemplar nuestra Santa Madre Iglesia. También quisiera sa-ber por qué, de manera miope, atacaron precisamente a esa pobre publicación, atea y ciertamente criminal (la verdad sea dicha), sin reparar de antemano, para obtener mejores resul-tados, en que no era un objetivo judío en lo más mínimo. La respuesta que encuentro es una sola: son un enjambre de ca-níbales que nada perderían y mucho ganarían si, en un pro-ceso civilizador urgente, se incorporaran de manera pacífica a nuestra Fe y aceptaran la autoridad del Santo Padre Francis-co. Unos y otros (musulmanes y judíos) saben muy bien que no son bautizados y, por tanto, arrastran el Pecado Original, auténtico pasaporte al Infierno. Por eso se matan entre ellos.

El único Dios verdadero es el nuestro y el único Profeta Nues-tro Señor Jesucristo (lo dice nada menos que la Sagrada Biblia) y la única autoridad moral sobre la Tierra la ostenta nuestro Papa y la reparte solamente entre nosotros, sus fieles, si bien es cierto que ni él ni sus antecesores (y mucho menos nues-tra Iglesia) han patrocinado nunca acciones brutales contra ningún ser humano. Ni siquiera contra los salvajes de Améri-ca y África cuando se dijo que no poseían alma, no obstante lo cual dedicamos nuestros mejores esfuerzos y recursos lle-vándoles la palabra de Dios y el Catecismo, como deberíamos hacerlo hoy, lo digo con toda franqueza y amor, con los musul-manes y, ¿por qué no?, con los judíos. Gracias a ello son muy pocos los salvajes que todavía vagan desnudos, como fieras silvestres, por las selvas vírgenes y a ellos nuestro Papa orde-na buscar, día a día, con el ánimo de incorporar al gran reba-ño de Jesús, cuyo amor eterno nos ha impedido segregar si-quiera a uno solo de esos miserables. Ahora, debemos hacer lo propio en busca de los bárbaros no bautizados de las gran-des selvas de cemento. Y debe ser pronto, antes de que sea demasiado tarde para la Civilización.

Opinión de Antonio Jiménez Castañeda n Especial para UN PASQUÍN

De límitesy criteriosOpinión de Úrsula Levy n Especial para UN PASQUÍN

Desde hace un tiempo considerable las redes sociales juegan un papel fundamental en el desarrollo de la noticia. El caso de Charlie Hebdo no ha sido la excepción. Inmediatamente después del trágico suceso en el que 12 personas fueron cruelmente asesinadas, la etiqueta (o hashtag) #JeSuisCharlie comenzó a circular como pan caliente.

Me pregunto por qué tanta gente adhirió a esta consigna. ¿Fue porque leían el semanario? ¿Fue porque se convirtió en el tema de moda? ¿Fue porque realmente se sintieron conmovidos por la noticia? Sea cual haya sido el motivo, y hubieran leído o no la revista alguna vez en su vida, durante varios días muchos fueron Charlie...

Paralelamente, surgió otro HT: #JeNeSuisPasCharlie. Esta etiqueta comenzaron a usarla personas que, si bien repudiaban el ataque contra la revista, no estaban de acuerdo con las publicaciones de la misma, considerándolas ofensivas para quienes profesan la religión musulmana. Y las redes sociales comenzaron a calentarse y surgió el debate: ¿la libertad de expresión debería tener límites?

Cuando era chiquita me enseñaron que mis derechos terminan donde empie-zan los derechos de los demás. Esa frase, por simple que parezca, envuelve una gran complejidad: ¿cómo se yo si estoy violando o no el derecho del otro? Si cada persona ve, siente e interpreta distinto, ¿en dónde se dibuja el límite? Lo que a mi me ofende como argentina, quizás no ofende a otro argentino. Entonces, ¿con base en cuál de los dos criterios repensamos la libertad de expresión?

Los caricaturistas del semanario no pensaban que estaban violando los derechos de quienes siguen las enseñanzas de Mahoma. Ellos sentían que estaban haciendo uso de sus derechos como comunicadores y contando mediante sátiras lo que ellos consideraban una realidad. La gran mayoría de los musulmanes que viven en Francia tampoco se sintieron agredidos, o al menos no se sintieron más agredidos que Christiane Taubira, ministra de Justicia francesa,que es negra y a quien el semanario dibujó como una simia. Charlie Hebdo se burla de todos por igual.

Personalmente ese no es un humor que me guste... pero ese es mi criterio. Por eso yo elijo no comprar una revista, no ver un programa de televisión, no escuchar ciertos chistes o hasta dejar de hablar con cierta gente.

Entonces, si vamos a poner límites, ¿qué criterio vamos a usar para ponerlos? ¿El mío? ¿El tuyo? ¿El del vecino? ¿El de los musulmanes moderados? ¿El de los judíos ortodoxos? ¿El de Marco Fidel Ramírez, “el concejal de la familia”?

Por favor, que no sea el criterio de los fundamentalistas, sean estos islámicos, judíos, católicos o de cualquier otro credo.

Por favor, que no sea el criterio de los extremos (ultraderecha o ultraizquierda ) porque ahí varios colegas y yo nos quedamos sin trabajo.

Úrsula Levy es periodista.

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