Una mirada hacia las matemáticas
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UNA MIRADA HACIA LAS MATEMÁTICAS Y LA EDUCACIÓN EN COLOMBIA
Judith Barragán FonsecaJulio 18 de 2015
Si se parte de lo expuesto por Patiño y demostrado por Margaret Mead y
Bronislaw Malinowski en lo referente a “Educar es adaptar al hombre al medio en
que ha nacido y transmitirle una serie de valores y conocimientos propios de la
sociedad a la que pertenece” (Patiño, p. 2), el ver la educación dentro de un
contexto, nos lleva a pensar en la importancia de conocer y reflexionar sobre la
historia de la educación, su proceso histórico a través de los años y como éste
proceso ha ido evolucionando y cambiando en cierta medida con el desarrollo y
avance de la humanidad. Al respecto Takahashi (1991) expresa que “El oficio del
maestro es enseñar. Enseñar es señalar, mostrar, indicar la ruta. Hay que dar a
los alumnos la oportunidad de transitar su propio camino y encontrar las cosas
por sí mismos” (Takahashi, 1991, p. 3).
Como docente de matemáticas y teniendo en cuenta que dentro de las áreas
fundamentales establecidas por la Ley de Educación (Ley 115 de 1994) se
encuentran las matemáticas, veo la necesidad de investigar cómo desarrollar
pensamiento multiplicativo a través de la resolución de problemas en los
estudiantes del grado sexto uno de la Institución Educativa Técnica Instituto
Armero del Municipio de Armero Guayabal.
El problema a resolver se manifiesta en pensar que los niños aprenden
acumulando y reproduciendo las explicaciones dadas por el profesor y que en el
proceso de aprendizaje se va de las partes al todo, se considera que antes de
resolver problemas los niños deben aprender los algoritmos (procedimientos para
hacer “las operaciones”), pero que para aprender a “multiplicar” (a realizar el
algoritmo) hay que aprenderse antes las tablas y que para aprender a “dividir” hay
que aprender primero a “multiplicar”.
Respecto a lo anterior, Jaramillo Uribe citado por Patiño expresa:
La reforma educativa quiso eliminar varios de los errores que se
imputaban a la escuela anterior: el memorismo, la enseñanza
verbalista que consistía en hablar y escuchar, la pasividad del
estudiante, el desconocimiento de su personalidad física y
psicológica, el dogmatismo, los castigos corporales, los regaños
como sistema correccional, el temor a disciplinas “duras” como la
matemática, los planes sobrecargados, los horarios rígidos, etc.
(Patiño, p.13).
Con esta forma de proceder se ignora todo el desarrollo que tiene el estudiante,
producto de estar enfrentándose continuamente a problemas propios de la vida
cotidiana, aunque la escuela no haya abordado “el tema” y no se sepa las tablas;
además, al priorizar la memorización de las tablas y algoritmos sobre su
significado y comprensión, para muchos estudiantes resulta difícil establecer la
conexión entre el algoritmo y el problema y las relaciones que existen entre la
multiplicación y división. Por eso es usual encontrar niños que ante un problema
multiplicativo preguntan cuál algoritmo hacer o hacen cualquiera de los algoritmos
que conocen con los números dados en el problema, sin entender lo que significan
los números dentro del algoritmo.
Cuando los estudiantes llegan al grado sexto, presentan ciertas habilidades para
trabajar con las operaciones básicas, más al trabajar en la resolución de
problemas, se ha evidenciado que se les dificulta esta actividad, y son muy pocos
los estudiantes que logran tener éxito al enfrentarse ante una situación
problemática. Todo parece indicar que el pensamiento multiplicativo no está
presente en los estudiantes y que ellos no poseen las herramientas necesarias
para enfrentar los problemas.
La Resolución de Problemas ha sido y será el motor de las matemáticas. Su
evolución histórica muestra la estrecha relación que ha tenido esta actividad en la
enseñanza-aprendizaje de la propia Matemática. De acuerdo a lo anterior y según
lo establecido por Brunner (2000) “el problema para la educación en la actualidad
no es dónde encontrar la información sino cómo ofrecer acceso sin exclusión a
ella y, a la vez, enseñar / aprender a seleccionarla, a evaluarla, a interpretarla, a
clasificarla y a usarla” (Brunner, 2000, p.14) es importante permitir relacionar los
diferentes campos de las matemáticas y, a la vez, poner en juego todas las
habilidades matemáticas orientadas a la resolución de problemas en un contexto
que tenga sentido propio en la vida cotidiana, y en donde éstas ocupen un lugar
importante.
En la actualidad, la contextualización de los problemas es la base para que los
alumnos interioricen y se apropien de su análisis e importancia, mostrándoles su
relación con el entorno y su aplicabilidad para la vida. Brunner (2000) afirma “Hoy,
en cambio, el conocimiento aumenta y cambia con gran velocidad. Esto puede
ilustrarse con ejemplos tomados de algunas disciplinas….” (Brunner, 2000, p. 14).
Al respecto, es importante cuestionarnos sobre qué debemos hacer con este
conocimiento y que su aplicabilidad lleve a que los alumnos entiendan lo que se
les está enseñando y orienten sus esfuerzos a ver las matemáticas y más aún la
resolución de problemas como actividades cotidianas; de nosotros como docentes
depende el interés y la motivación que los estudiantes hagan de las matemáticas.
En concordancia con lo anterior, Vessuri (1996) plantea que la educación superior
debe ser pertinente con los cambios sociales, políticos y económicos que se han
experimentado recientemente. Estos cambios aplicados en el aula, conllevan a
que el docente de matemáticas plantee los problemas a partir de la verdadera
realidad que se vive en las aulas de clase y profundizar en la resolución de
problemas en grupo, todo ello apuntando a un solo objetivo y es lograr desarrollar
en el estudiante el pensamiento multiplicativo.
Para que exista pertinencia en la enseñanza de las matemáticas, ésta no se debe
enseñar de forma diferente, se debe complementar con todo lo que la historia y las
otras ciencias le puedan proporcionar, buscar la manera de llevar al aula todo
esto, hace que se contextualice ámbitos diversos. Al incluir en las clases su
historia pero de una manera amena y divertida, se evidencia su presencia en la
vida de los estudiantes a través del tiempo. Al respecto, Romero Delgado (2002)
afirma…. “la historia, como conocimiento científico, se ocupa del pasado del
hombre, y tiene que estar abierta a todas las posibilidades de información,……….”
(Delgado, 2002 p. 210).
Las matemáticas no deben ser solamente instrumentales o aplicativas, sino
también formativas para que contribuyen al desarrollo intelectual y fomenten en los
estudiantes capacidades tales como la abstracción, la generalización, el
pensamiento reflexivo, el razonamiento lógico, la resolución de problemas, etc. De
acuerdo a esto, Botero afirma “una formación integral es entonces aquella que
contribuye a enriquecer el proceso de socialización del estudiante, que afina su
sensibilidad mediante el desarrollo de sus facultades intelectuales, artísticas,……”
(Botero, p.18).
Para afrontar estos cambios e incorporarse activamente a esta nueva sociedad del
conocimiento, los estudiantes deben ser capaces de analizar, razonar y comunicar
eficazmente cuando enuncian, formulan y resuelven problemas matemáticos en
una variedad de dominios y situaciones. Un buen nivel en el desempeño de estas
capacidades muestra cuando un estudiante es competente en el empleo de las
matemáticas. En definitiva, queremos que los estudiantes se atrevan a pensar con
ideas matemáticas y que además las empleen en todos los contextos de su vida
cotidiana.
Lo anterior se evidencia en lo enunciado por Merani y citado por Botero en lo
referente a que gracias a la revolución industrial la educación ha ido cambiando,
ya que cada día las escuelas son mejores, más cómodas, los métodos de
enseñanza son diferentes y las escuelas se han integrado con la vida de las
familias; y en lo expresado por Guichot (2006) en cuanto a que “los temas
tradicionales (ideas pedagógicas, instituciones escolares, política educativa)
siguen existiendo, pero ya el enfoque es diferente gracias a esa atención que se
presta al contexto. (Guichot, 2006, p. 39).
En la labor educativa es importante hacer una reflexión para corregir lo que se
está haciendo mal y para seguir implementando las acciones que están dando
buenos resultados, es así como lo hace evidenciar Elliott (2000) cuando afirma
que “la investigación educativa es una reflexión diagnostica sobre la propia
práctica”. (Elliot, 2000, p.4). De ahí que Rousseau citado por Valenzuela (2009)
sostiene que “los instrumentos de sus investigaciones debe inventarlos el niño y
que el objetivo que se perseguía no era el de enseñar determinadas cosas, sino
más bien lograr que un determinado tipo de personas se interesara por la
adquisición de conocimientos” (Valenzuela, 2009, p. 4).
La investigación educativa asume el propósito de generar conocimiento útil para
lograr un cambio en la práctica educativa. La metodología utilizada en el proyecto
es la investigación acción educativa, la cual es una disciplina reciente, tiene un
siglo de historia y su origen se sitúa a finales del siglo XIX. Al inicio se denominó
Pedagogía Experimental.
En la investigación acción en el aula se realizan un conjunto de preguntas e
inquietudes que el maestro puede querer resolver, reflexionar y apropiar, tomando
la reflexión como el elemento transformador del diario quehacer.
El aula es un microcosmos compuesto de interacciones conductuales directas
ocurridas entre el profesor y el estudiante, se desarrollan unas acciones reflexivas
y creativas para transmitir un saber históricamente acumulado y socialmente
valido.
La investigación acción plantea unos procesos que se deben tener en cuenta para
solucionar un problema: la observación, reflexión y análisis.
Como la historia de la educación guarda una estrecha relación con las otras
ciencias históricas, su desconocimiento deja incompleto su estudio, es por esto
que se habla de que la educación es un fenómeno, porque despierta interés y va
trascendiendo día a día, de ahí que para Durkheim (1975) “es necesario conocer
la evolución histórica del sistema escolar puesto que este evoluciona
continuamente, para lo cual debe adaptarse al contexto en el que se desarrolla”.
(p. 54).
REFERENCIAS
Botero, C. A. (s.f.). La formación de valores en la historia de la educación colombiana.
Bruner, J. J. (2001). Séptima reunión del comité regional intergubernamental del proyecto principal de educación en América Latina y el caribe.
Cárdenas Camargo, A. (2007). Educación en Colombia ¿un servicio público?
Delgado, J. R. (2009). Presupuestos básicos para la investigación histórico educativa. España: Universidad de Huelva.
Guichot Reina, V. (2006). HISTORIA DE LA EDUCACIÓN: REFLEXIONES SOBRE SU OBJETO, UBICACIÓN. Revista Latinoamericana de Estudios Educativos, 11-51.
MEN. (1998). En M. d. Nacional, Lineamientos Curriculares para el área de Matemáticas en Colombia (pág. 103). Bogotá: Ministerio de Educación Nacional.
MEN. (2006). En M. d. Nacional, Estandares Básicos de Competencias en Matemátucas (pág. 95). Bogotá, Colombia: Ministerio de Educación Nacional.
Ocampo, J. F. (1999). Elementos para una historia de la educación pública colombiana en la segunda mitad del siglo XX: luces y conquistas, sombras y engendros:1950-2000. Revista Educación y Cultura(50).
Patiño, C. (s.f.). Apuntes para una historia de la educación en Colombia. Escuela de Comunicación Social, CELYC, Universidad del Valle.
Takahashi, A. (1991). El Maestro y su oficio. Medellín.
Valenzuela Vila, M.d. (2009). La educación en el Emilio de Rousseau: infancia, adolescencia y mujer. Revista de estudios literarios.
Vessuri, H. (1996). Pertinencia de la Educación Superior Latinoamericana a finales del siglo XX. Revista Nueva Sociedad No. 146, 102-107.