una moral provisional.

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UNA MORAL PROVISIONAL, ¿PARA QUÉ? Descartes, tras rechazar el saber que aprendió con los escolásticos, nos expone con su método que es necesario dudar de todo lo que se cree saber. Por lo tanto, en contrario a los escépticos, emplea una duda metódica que le llevará a alcanzar su objetivo, eliminar todos los conocimientos que pueden contener errores y así, llegar a la absoluta certeza. Pero claro si hay alguna vez que no estamos seguros de nada, y dudamos de lo más básico… ¿Cómo actuamos cuando nada es seguro y no se tiene certeza de nada? Es entonces cuando Descartes crea una moral provisional, con la cual busca suplir la ausencia momentánea de certeza, ya que el ser humano no puede permanecer irresoluto en su vida práctica, necesita una moral que le proporcione una serie de normas que le permitan actuar correctamente. Hay que decir, que esto no se puede considerar conocimiento en sí, si no que como un alojamiento donde vivir mientras se construye el edificio de la ciencia, una segunda casa mientras se construye desde la base, sin errores, sin posibles contradicciones, necesariamente verdadero una nueva casa que revisará el conocimiento desde sus principios. Esta moral provisional tiene una serie de reglas, también llamadas como máximas. En el apartado siguiente tendremos las cuatro máximas de la moral, así como sus respectivas síntesis a partir de algunos fragmentos seleccionados de la obra “El discurso del método”. Aquí dejamos el primer párrafo de la tercera parte del discurso del método, donde se puede ver de forma clara lo que hemos explicado. “Y en fin, como no es bastante, antes de comenzar a reconstruir el alojamiento que se habita, con derribarlo y hacer una provisión de materiales y arquitectos, o ejercitarse uno mismo en la arquitectura y además de esto haber trazado cuidadosamente el diseño, sino que también hay que haberse provisto de

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Descartes creo una moral provisional.

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UNA MORAL PROVISIONAL, ¿PARA QUÉ?

Descartes, tras rechazar el saber que aprendió con los escolásticos, nos expone con su método que es necesario dudar de todo lo que se cree saber. Por lo tanto, en contrario a los escépticos, emplea una duda metódica que le llevará a alcanzar su objetivo, eliminar todos los conocimientos que pueden contener errores y así, llegar a la absoluta certeza. Pero claro si hay alguna vez que no estamos seguros de nada, y dudamos de lo más básico… ¿Cómo actuamos cuando nada es seguro y no se tiene certeza de nada?

Es entonces cuando Descartes crea una moral provisional, con la cual busca suplir la ausencia momentánea de certeza, ya que el ser humano no puede permanecer irresoluto en su vida práctica, necesita una moral que le proporcione una serie de normas que le permitan actuar correctamente. Hay que decir, que esto no se puede considerar conocimiento en sí, si no que como un alojamiento donde vivir mientras se construye el edificio de la ciencia, una segunda casa mientras se construye desde la base, sin errores, sin posibles contradicciones, necesariamente verdadero una nueva casa que revisará el conocimiento desde sus principios.

Esta moral provisional tiene una serie de reglas, también llamadas como máximas. En el apartado siguiente tendremos las cuatro máximas de la moral, así como sus respectivas síntesis a partir de algunos fragmentos seleccionados de la obra “El discurso del método”. Aquí dejamos el primer párrafo de la tercera parte del discurso del método, donde se puede ver de forma clara lo que hemos explicado.

“Y en fin, como no es bastante, antes de comenzar a reconstruir el alojamiento que se habita, con derribarlo y hacer una provisión de materiales y arquitectos, o ejercitarse uno mismo en la arquitectura y además de esto haber

trazado cuidadosamente el diseño, sino que también hay que haberse provisto de alguna otra habitación, en donde se pueda estar alojado cómodamente durante el tiempo en que se trabajará, así, a fin de no permanecer irresoluto en mis acciones, mientras la razón me obligara a serlo en mis juicios, y no dejar de vivir desde ese momento en lo más felizmente que pudiese, hace mía una moral provisional que no consistía sino en tres o cuatro máximas, de la

que quiero gustosamente haceros partícipes”

Daría todo lo que sé, por la mitad de lo que ignoro.