Una Polilla en El Museo

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    Carmen Muoz Hurtado Pehun Editores, 2007

    Mara Luisa Santander 537, Providencia, Santiago de ChileFono/Fax: (56-2) 795 71 30 - 795 71 31 - (56-2) 204 93 99

    [email protected]

    Inscripcin N 167.571ISBN 978-956-16-0443-8

    Primera edicin, septiembre de 2008Edicin

    Marcela Lpez O.

    Ilustraciones Alberto Montt

    Diseo Olaya Fernndez A.

    Impresin

    IMPRESO EN CHILE / PRINTED IN CHILE

    Carmen

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    l Museo! grit empinndose mientras su abuela learreglaba los chapes.

    S, Polilla dijo ella con su ceja levantada alMuseo de Bellas Artes.

    Pero, abuela! exclam la pequea es mi ltima semanade vacaciones contigo... Y si vamos al cerro? O al parque?

    La anciana se acerc a su nieta lo suciente como para quela nia le sintiera el olor a jabn de bergamota. Saba que esearoma calmaba hasta sus ms terribles pataletas.

    Polilla dijo la abuela no sabes lo maravilloso que es ese

    lugar, est lleno de magia. Puedes jugar a que das un salto yque viajas por los cuadros. Si supieras las historias que nospueden contar!

    Quines? pregunt Polilla, un poco ms convencida devisitar el Museo, ya que su abuela haba nombrado la palabraclave: jugar.

    La abuela continu: Ay, hija! El lugar est lleno de personajes y cosas que

    hablan. Podemos preguntarle a doa Carmen Arriagadaalgunos chismes de su romance con Mauricio Rugendas.

    A Polilla le comenzaron a brillar los ojos, le encantaban loschismes, especialmente si se trataban de los del corazn; eneso era igual a su abuela.

    Tal vez susurr la anciana, con un tono de misterio,acercndose al odo de Polilla sepamos por qu cierta damade azul esconde con tanto celo una carta.

    Polilla, sin dudarlo ms, agarr su inseparable maletita y,dirigindose a su abuela, le dijo:

    Ya, apurmonos, que la seora de azul se puede ir!Quiero saber qu dice la carta!

    No te preocupes mi nia exclam la abuela lo ms bellode ese lugar es que la dama y todo lo que la rodea siempreestarn all.

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    or dnde vamos a empezar? pregunt Polilla,mientras suban las escaleras del Museo. Por el comienzo dijo la abuela, con aquella

    sonrisa que transformaba su rostro en el de una nia.Polilla entr en la Sala de los Precursores arriscando la

    nariz, como si le hubieran ofrecido un gran plato de garbanzos.Luego de dar un vistazo general, exclam:

    No me gustan, abuela! Son todos muy tiesos! Estn jugando al un, dos, tres momia es?

    La abuela, con un tono dulcemente severo, tom por loshombros a Polilla dicindole:

    Hijita, todos estos personajes realizaron una de las hazaasms importantes de la historia de Chile, gestaron nuestraIndependencia y lograron

    Polilla sinti cada vez ms lejana la voz de su abuela, ya quehaba reparado en uno de los cuadros. La pequea acomodsus ballerinas, para que no se le arrugaran tanto en las rodillas,agarr con fuerza su maletita y salt en la pintura.

    Auch! exclam Polilla, sobndose la frente me peguen la pata del silln.

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    Un nio de cabellos rubios y modales muy nos fue aauxiliarla de inmediato.

    Te doli? pregunt el pequeo. Quieres que hume-dezca mi pauelo para aliviarte un poco la hinchazn?

    Polilla solt una carcajada gigante y, mirando al extraopersonaje, exclam:

    Por qu hablas tan raro? Y todos esos botones! Cuntodemoras en ponerte la chaqueta?

    Al ver que al pequeo no le eran graciosas sus palabras,Polilla cambi el tono y decidi presentarse:

    Hola, me llamo Polilla. Y t?El nio, haciendo una sutil reverencia con la cabeza,

    respondi al instante: Mi nombre es Jos Fabin, hijo de Don Ramn Martnez

    de Luco y Caldera.Polilla, insinuando una sonrisa ms adecuada a la situacin,

    exclam: Ya s a quin me recuerdas, eres igual al Principito.El nio mir a su padre, que continuaba sentado en el silln

    de felpa marl, esperando la respuesta que siempre conseguade su boca. Sin embargo, esta vez, el hombre de largas patillasse mantuvo en silencio.

    Qu Principito? De cul corona? pregunt el peque-o.

    Polilla, asumiendo que la conversacin no iba por buencamino, cambi de estrategia y empez a interrogarlo: A quin mira con tanta atencin tu pap? Y qu est

    sealando con el dedo?El nio, que esta vez s tena una respuesta, se acerc

    lentamente a Polilla dicindole: Est mirando a Don Jos Gil de Castro, el pintor. Yo

    tambin debera estar posando para l, pero a veces meaburro.

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    Una caja respondi Polilla, me la regal mi abuela. Sela ped porque me gust el dibujo del monito de cola larga queest mirndose al espejo.

    La tendr siempre conmigo dijo el nio con emocin.Si Don Jos la ve, tal vez la pinte.

    Polilla sali del cuadro sabiendo que iba a volver. Buscen el saln a su abuela y la vio sentada echndose viento conun diario. Polilla corri hasta ella, sin antes voltearse a ver asu amigo; la sorpresa fue grande al reparar nuevamente enla pintura. El nio de los cabellos rubios estaba mirando connostalgia fuera del cuadro, mientras sostena la cajita en sumano izquierda.

    Mira abuela! exclam Polilla, indicando con el dedoel cuadro que recin haba visitado se nio me regal unaperlita.

    Esa obra dijo con seriedad la anciana es de Don Jos Gilde Castro y es gracias a sus retratos que podemos viajar pornuestra historia patria y saber cmo se vestan y qu rostrostenan los hroes y heronas de la Independencia. El mulatoGil, como lo llamaban, pint a Bernardo OHiggins, a IsabelRiquelme, a Simn Bolvar, a Jos de San Martn

    Sin prestar ms atencin a su abuela, Polilla observ a unpequeito saliendo de uno de los cuadros. El nio vena conlos pantalones enrollados hasta el tobillo y sus zapatos en la

    mano. Al ver que Polilla lo observaba le expres: Ten cuidado, en este cuadro hay un gran charco y esmuy profundo, si no sabes nadar, es mejor que saltes a losmatorrales.

    Polilla agradeci el consejo y tom las precaucionesnecesarias.

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    en la ribera eran de un verde muy intenso, cuando Polilla seacercaba a mirarlos se tornaban de mil matices. De pronto, lapequea repar en que lo mismo suceda con la pollera de la

    joven, incluso con el pao blanco que sta lavaba con tantoesmero.

    Con cierta timidez, Polilla pas sus manitos por la nariz delcaballo, mir a su alrededor y sinti que ya haba estado all.Algo en el paisaje le era muy conocido. Entonces, comenza entender lo que le haba dicho su abuela antes de saltar alcuadro:

    Lo pint un viajero, llamado Juan Mauricio Rugendas,que vino desde muy lejos a mostrarnos algo que nos fuerafamiliar.

    Cuando sali de la pintura, Polilla vio que su abuela laesperaba con una bolsa de barquillos. La anciana not deinmediato que a su nieta le haba gustado el viaje.

    Cuntame ms del viajero, abuela exclam Polilla,mientras inaba la bolsa y la reventaba entre sus manos. Unaseora que lea atentamente el ttulo de uno de los cuadros,dio un salto ante el estallido.

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    Guarda silencio, nia! Estamos en el Museo de BellasArtes! vocifer la mujer.

    La abuela, al ver a su nieta hundirse de miedo y vergenzaentre sus faldas, sali a la defensa de Polilla exclamando:

    Por cierto, estamos en el Museo, pero usted se equivocde lugar, es en los mausoleos donde se debe guardar silencio,aqu todo est vivo.

    Polilla respir hondo, solt las faldas de su abuela y lesac la lengua, llena de barquillos, a la mujer que se retirtaconeando ofendida.

    As, olvidndose del mal rato, la pequea comenz aescuchar la historia del viajero.

    Rugendas era alemn y hace muchos aos fue invitadoa participar de una gran aventura. Junto a un grupo decientcos viaj por toda Amrica registrando e ilustrando lanaturaleza, sus paisajes y sus seres. En Chile, se preocup depintar y dibujar nuestras costumbres, tanto del campo comode la ciudad, la ora y la fauna local, las estas, las batallas ynuestras bellas mujeres.

    Y por qu viajaba tanto? pregunt Polilla. Porque era la forma ms bella de conocer un mundo

    misterioso exclam la abuela; es lo mismo que ests haciendot al viajar por los cuadros.

    Antes de entrar a la pintura del viajero expres Polilla

    me encontr con un nio que vena saliendo de ella. Todos

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