UNC 400 años–Historia y Futuro - Fascículo 2

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Auspicia: 2 capítulo UNC 4OO AÑOS HISTORIA Y FUTURO La gran polémica después de los jesuitas Fotografía: Esteban Castagna. La Manzana Jesuítica y Las Estancias. Esteban Castagna Ediciones, 2012. Córdoba, miércoles 5 de septiembre de 2012

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"UNC 400 años–Historia y Futuro" es una colección sobre la historia de la Universidad Nacional de Córdoba, editada en el marco de las celebraciones por sus cuatro siglos de existencia, que se cumplen en junio de 2013. Sus diez fascículos reúnen, por primera vez, la historia de una de las universidades más antiguas de América, que fuera fundada por los jesuitas en base a una donación del obispo Fernando de Trejo y Sanabria. La colección es editada por la Prosecretaría de Comunicación de la UNC, junto al diario La Voz del Interior, con el auspicio del Banco Credicoop.

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Auspicia:

2capítulo

UNC 4OO AÑOS

HISTORIAY FUTURO

La gran polémica

después de los jesuitas

Fotografía: Esteban Castagna. La Manzana Jesuítica y Las Estancias. Esteban Castagna Ediciones, 2012.

Córdoba, miércoles 5 de septiembre de 2012

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La expulsión de los jesuitas, en 1767, representó una profunda conmoción en el Colegio Máximo. Mientras los sacerdotes

de la Compañía subían a los barcos para emprender la marcha hacia Europa, las aulas se cerraban durante varios meses: antes de reabrirlas, se debía cumplir la decisión real de vender todos los bienes de la orden que había desafiado el concepto de absolutismo monárquico por el que los reyes consideraban que sólo debían dar cuenta de sus actos ante Dios (ni ante el Papa ni ante el pueblo).La orden de cerrar el Colegio fue ejecutada por el sargento mayor del rey Fernando Fabro, a cargo de la expulsión de los sacerdotes en Córdoba del Tucumán. Los rastros de la obra de los jesuitas eran imposibles de borrar, pero la voluntad de la Corona era terminante.¿En manos de quién, entonces, poner el Colegio Máximo? Quizá por considerarlos los más confiables, los más leales al poder real, el rey Carlos III entregó la administración de la Universidad a los franciscanos. También se ha señalado como otra ventaja que ofrecían los curas de esta orden el hecho de que, por sus principios, podían enseñar sin recibir paga alguna.Los primeros años fueron aciagos, pues debían sostener en funcionamiento el Colegio pese a la pérdida del patrimonio. Una vez confiscadas y vendidas a particulares las tierras, censos, esclavos y demás bienes de la Compañía (incluyéndose las rentas asignadas a la Universidad legadas por Trejo), la institución quedó casi sin recursos. Y sin patrimonio, sin renta alguna hasta mediados de la década de 1780, la escuela no pudo más que languidecer. Según comentarios de obispos y virreyes recogidos en esos días, se decía que los franciscanos se conformaban con “unos tristes alimentos que les daba el Colegio (de Monserrat)”.Desde 1784, sin embargo, la Universidad franciscana logró contar con una moderada dotación de recursos que fueron obtenidos a través de la venta de una finca que había pertenecido al ex patrimonio de los jesuitas. Para conseguirla, los franciscanos, junto al claustro docente, plantearon sus reclamos ante las juntas local y provincial de Temporalidades (que manejaban el

patrimonio de los jesuitas), incluso con la advertencia de que en esas condiciones no estaban dispuestos a seguir impartiendo clases.De todos modos, la renta anual conseguida apenas si alcanzaba para compensar el trabajo de los maestros y del bedel (encargado de las cuestiones administrativas). Es decir, los recursos seguían siendo muy escasos, por lo que tampoco se abría panorama alguno para la posibilidad de plantear una reforma de la

enseñanza, aunque se quería dejar atrás la organización de los jesuitas.Mientras los franciscanos trataban de seguir adelante con los escasos recursos de que disponían debieron afrontar otra discusión, que fue ganando intensidad en los actores destacados de la sociedad de aquellos tiempos,

y de la que participaban no sólo los pobladores de Córdoba: ¿la Universidad debía estar en manos de un clero regular o pasar al clero secular? El clero secular no hace profesión ni sigue una regla religiosa, posee bienes materiales como los laicos, debe obediencia canónica al obispo, pero no renuncia a su propia voluntad; el clero regular está compuesto por religiosos que viven en conventos, sometidos a las reglas y a la disciplina de la orden a la que pertenecen.La efervescencia de la disputa derivó incluso en una transformación institucional que representó todo un mojón en la historia de la casa de altos estudios: en 1800, por real cédula de Carlos IV, la Universidad pasó a denominarse Real Universidad de San Carlos y de Nuestra Señora de Monserrat. Y con ello, se le otorgaron los mismos privilegios y prerrogativas de las universidades mayores existentes en España y en América.La sociedad cordobesa con influencia en los asuntos políticos e institucionales de aquellos años (el Cabildo civil y las cabezas de las fracciones políticas de entonces) fueron tomando posiciones cada vez más encontradas: o defendían a rajatabla la labor de los

De los franciscanos al clero secular

LA gRaN POlémicadeSpUéS de LOS jESUiTaS

Bajo el gobierno de los franciscanos no había concursos públicos sino que los profesores eran propuestos por la Orden y nombrados por el virrey en el entonces ya Virreinato del Río de la Plata.

La sociedad cordobesa de finales del siglo XVIII participó acaloradamente de la discusión. entre tanto, en 1800, el rey Carlos IV dispuso que el Colegio Máximo pasara a denominarse Real Universidad de San Carlos.

La gran polémica después de los jesuitas

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franciscanos al frente de la Universidad o los cuestionaban sin miramientos.Pero las opiniones no eran definitivas y poco a poco fueron cambiando. Así sucedió, por ejemplo, con el Cabildo civil, que tras haber sostenido de manera acalorada través de décadas a los franciscanos (esta posición, además, resultaba todo un argumento de justificación para continuar con la venta del escaso patrimonio jesuita que aún quedaba), terminó pronunciándose a favor del traspaso del gobierno universitario al clero secular.Las razones que esgrimieron para que se concretase este traspaso muestran también las concepciones políticas que se abrigaban al calor de los nuevos tiempos. Argumentaba el Cabildo civil que algunos clérigos seculares, como miembros de acomodadas familias criollas, estaban en condiciones y en aptitud de sostener y alentar las potencialidades de la casa de estudios mejor que los regulares. A propósito, se subrayaba el hecho de que si la Universidad estuviese bajo el gobierno de los seculares, las cátedras serían cubiertas por oposición, por lo que aquellos docentes mejor preparados asumirían la responsabilidad de impartir conocimiento. Bajo el gobierno de los franciscanos, en tanto, no había concursos públicos sino que los profesores eran propuestos por la Orden y nombrados por el virrey en el ya entonces Virreinato del Río de la Plata.Así pues, la enseñanza –sostenían– se vería “aumentada” por estas garantías y los jóvenes saldrían mejor preparados. Además,

por si algo faltaba, los estudiosos del país tendrían –para esforzarse y estudiar más– el estímulo de ganar algún día una cátedra; es decir, a las cátedras públicas (cubiertas por oposición) algún día podrían aspirar los estudiosos en beneficio propio y de la juventud del país. Este argumento plantea de alguna manera, por primera vez, el

valor de la competencia, un concepto de cuño burgués.El paso del gobierno universitario al clero secular finalmente se concretó en 1808, cuando fue designado rector el Deán Gregorio Funes. Con él llegarían reformas a la organización de la enseñanza que influirían decididamente en la formación de los alumnos durante las próximas décadas.

Mientras tanto, comenzaban a soplar vientos de libertad. Y aunque la Revolución de Mayo no repercutió en todos los rincones de la actual Argentina de la misma manera, a la hora de proclamar la independencia, Córdoba y su Universidad tendrían nombres e ideas para aportar al momento en que la patria salía al encuentro de la historia

Mientras los franciscanos trataban de seguir adelante, aún con los problemas de recursos, debieron afrontar otra discusión: ¿La Universidad debía estar en manos de un clero regular o pasar al clero secular?

en 1791 comienzan a impartirse en la Universidad clases de leyes o derecho civil que se sustentan, en parte, a expensas de las otras disciplinas y en parte derivando hacia la nueva enseñanza las propinas que antes pertenecían a los graduados. Con la incorporación de la cátedra de Instituta, tal el nombre que se le dio, se comenzó a expedir grados en leyes, aunque el título de los egresados no era aún el de abogado.detalles significativos: los dos profesores de derecho cobraban tanto como todos los colegas de filosofía y teología juntos, y las cátedras se cubrían por oposición, con excepción hecha del primer nombramiento vitalicio. La cátedra de Instituta mostró la intención Ilustrada de comparar el derecho real español, hasta entonces teñido de doctrinas morales, con el derecho romano y vino a reafirmar la expulsión de las doctrinas morales y legales que habían impulsado los jesuitas.

Estudios de leyes

Ilustraciones: Instituto de Estudios Americanistas

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012 Durante la Revolución,

las tendencias marcadas por la Ilustración y los viejos saberes se ponen en discusión. El presbítero Miguel del Corro, cordobés, primero alumno y luego profesor de la Universidad y vocero de la independencia, dice: “El derecho que yo promuevo no es el de los Incas, dueños naturales del País: sus cenizas, sí, deben sernos respetables y su desgraciada suerte armarnos siempre contra la tiranía y el despotismo. La causa que defiendo es la de todos los

hombres: aquellos derechos, imprescindibles e inalienables que a nadie le es permitido renunciar (…). Hacía mucho tiempo que hollados estos por el gobierno español, debía la América haber pegado un grito que despertase a todos de su letargo (...)”.Los dichos del clérigo son toda una paradoja, si pensamos que la universidad americana cumple, hacia finales del siglo XVIII y principios del XIX, el papel para el cual había nacido: capta a los hijos de militares, funcionarios,

comerciantes o hacendados enriquecidos para entrenar a su élite administrativa. En la vasta región sudamericana que comprende el Virreinato del Río de La Plata, sólo dos ciudades tienen universidades: Córdoba y Charcas. En ambas, los estudiantes, todos criollos, son comprendidos en dos categorías: los manteístas y los colegiales. Los primeros son pobres frente a sus compañeros. Su modesto destino, al terminar los estudios, será un curato local o una capellanía. Sin

embargo, son tan necesarios para la administración y el ordenamiento civil y religioso de las colonias que tienen un capital simbólico especial. Los estudiantes cuyos padres pueden pagar son denominados colegiales. Su educación comienza temprano, ya que desde su infancia son recluidos en un colegio para niños bien nacidos. Son los hijos de altos funcionarios, sobrinos de prelados o descendientes de comerciantes o encomenderos. Manteístas y colegiales, aunque tengan

méritos personales, por el sólo hecho de ser criollos, serán excluidos de los más altos honores políticos, reservados a los nacidos en España.Ambas clases de estudiantes aprenden teología o leyes y también geografía o francés, y ello sin descuidar la noble enseñanza de montar a caballo o aprender esgrima y otras prácticas de la sociabilidad de la época que se transmite en cada ritual de la vida estudiantil.Dice el obispo Manuel Abal de Illana, en su Informe al

LOS ESTUDiaNTES, DiviDiDOS eN DOS claSES

CON DESTiNOS DiFERENTES

la sociedad en las aulas

Los “colegiales” eran los hijos de familias con recursos económicos superiores a los denominados “manteístas”.

Los profesores, por su parte, permanecían poco tiempo en sus cargos.

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Rey, que la aspiración de estos universitarios es “a mayorías”, es decir a prebendas de la Iglesia. Se escandaliza cuando escucha que los muchachos se reparten las plazas de la Iglesia, haciendo honor a la corrupción de los criollos fruto de su “natural liberalidad”, que a todo adjudica un precio.Los profesores, excepto los de Leyes, son eclesiásticos: franciscanos o clérigos seculares. Sus salarios son magros, como también lo es su preparación o su profesionalización, entendida desde los parámetros de una sociedad burguesa. En algunas oportunidades, no se pueden dictar ciertos cursos porque a nadie tienta hacerlo.

Un trampolín social

La universidad era un trampolín para aspirar a otros espacios; de ello da cuenta la alta rotación entre los catedráticos. En Córdoba, un poco más de la mitad de los profesores permanece unos cinco años. No existe la idea de formar un cuerpo estable de profesores; por eso también son pocas las exigencias. Basta con que conozcan los compendios de saber de su tiempo y que hayan pasado por la censura de la Inquisición. Esto torna al saber académico un proceso repetitivo que también es exigido a los estudiantes. La curiosidad, la innovación y la búsqueda no son las conductas que se privilegian en los catedráticos: más bien se valora su capacidad de enseñar y transmitir con la mayor fidelidad posible. Conforme la concepción universalista del conocimiento, aquellas instituciones consideraban que un profesor estaba capacitado para enseñar física o artes y, tras

un breve período, cambiar de tema. De esto se desprende que tampoco la faceta creativa del saber estaba en juego. Las autoridades consideraban que los profesores desempeñaban satisfactoriamente su rol, aun sin especializaciones.Estos pequeños detalles refuerzan la idea del rol político, social y cultural de la universidad americana: cumplir con los preceptos reales reproduciendo una elite que garantizara el correcto funcionamiento de la colonia. Es significativo el contrapunto que suponen los profesores de leyes cuyos estudios fueron jerarquizados en 1791 con la creación de la Cátedra de Instituta. A los fines de separar el derecho canónico del derecho positivo, los profesores de Instituta deben ser civiles, no clérigos como era la tradición de los catedráticos de la Universidad. Estos catedráticos accederán por designación del gobernador intendente (en aquel caso el Marqués de Sobremonte) y, de ser refrendados por el Rey, permanecerán en sus cargos. Este es un dato muy interesante del avance del regalismo sobre las instituciones educativas a las que restringe su anterior autonomía. Luego se impuso la oposición como forma de selección de los candidatos a ocupar una cátedra. Estas innovaciones no pueden dejar de cruzarse con la intención de la Corona de abandonar todo vestigio de las doctrinas legales de los jesuitas. Contrariamente, los franciscanos fueron fieles garantes de las posturas en las que predominaba una severidad excesiva, de acuerdo con los preceptos del Rey

Entre los siglos Xviii y XiX

Décadas de conmociones

Antes de pisar el umbral de la próxima centuria, el último tramo del siglo XVIII entregó un mundo convulsionado como pocas veces en la historia.

Guerra siempre hubo, pero la que se desató en Norteamérica, entre las 1� colonias e Inglaterra, vino a sacudir casi tres siglos de colonialismo desde la llegada de Colón a América. La sublevación comenzó en 1775, y al año siguiente los Estados Unidos declararon su independencia, aunque la contienda se prolongó hasta 178�.Francia, principalmente, aunque también España y los Países Bajos apoyaron la revolución con el objetivo de cercenar el poderío de Inglaterra que, finalmente, tras las series de derrotas y con su propia gente poco favorable a sostener el conflicto, termina aceptando la derrota. Unos pocos años después, en 1787, Estados Unidos sanciona su Constitución, cuyos contenidos influirían en las de distintos pueblos latinoamericanos en el siglo XIX.Y esa Francia que apoyó la sublevación de los norteamericanos, sufriría enseguida su propia conmoción interior con un movimiento vino a conmover al mundo. El 1� de julio de 1789, una multitud asaltó La Bastilla y, tras una lucha que dejó un centenar de muertos del lado de los amotinados, los militares se rinden.La cárcel era señalada como todo un símbolo del ejercicio despótico del poder por parte de la monarquía. La fecha, aunque el proceso fue largo y complejo, pasó a la historia como el día en que se concretó la Revolución Francesa, un movimiento que inquietaría a todos los reyes europeos.Dicen que, a la mañana del día siguiente, Luis XVI preguntó:_Pero ¿es una rebelión?_No, señor, no es una rebelión, es una revolución, le respondió un funcionario.El absolutismo llega a su fin, y la burguesía ya no estuvo sujeta a los caprichos monárquicos, a la vez que los sectores más populares accedieron a canales de expresión. La Primera República Francesa entró en la historia pero, entre tantos avatares, apenas una década después de la Revolución, llegó al poder Napoleón Bonaparte, el hombre que volvería a cambiar las cosas.Tras la conquista de casi todo el continente europeo, Napoleón fue consagrado emperador. Asombrosa campaña militar, que incluyó también el sometimiento de España y alimentó a los revolucionarios americanos que, alumbrados por la alborada del siglo XIX, salieron a reclamar su propio lugar bajo el sol.

Foto grafía: Sebastián Cáceres, Prosecretaría de Comunicación Institucional, UNC.

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En el antiguo Virreinato del Perú, con capital en Lima

y que –hasta el siglo XVIII– abarcaba todas las colonias españolas de América del Sur, el sistema colonial español se conformó en la década de 1570. Ese año, el virrey Toledo organizó las estructuras económicas, políticas y administrativas necesarias para que las sociedades indígenas sometidas fueran obligadas a subsidiar a la economía española metropolitana y virreinal. A partir de estos años, este espacio quedó especializado en la monoproducción de mineral de plata destinado a fluir hacia la metrópoli, mientras a las sociedades indígenas sometidas –afectadas severamente por la catástrofe demográfica– les redujeron sus tierras y las obligaron a vivir en “pueblos” gobernados por antiguas autoridades étnicas (supervisados por mandos españoles). Sólo por ser indígenas, subsidiaban el sistema colonial a través del pago del “tributo” y a la producción minera con la entrega de trabajadores

mitayos que eran pagados con salarios subvaluados, mientras parte de sus tierras eran expropiadas y reasignadas a empresas españolas cuya producción se destinaba al creciente mercado interno colonial.El “drenaje” a la metrópoli se lograba enviando las

monedas de plata recaudadas en concepto de impuestos y las pagadas por los colonos a los comerciantes, a cambio de escasos y sobrevaluados productos españoles que ingresaban por Lima a través del sistema de monopolio comercial (que excluía del comercio a los otros países europeos).

Tanta era la plata exportada, que el Virreinato se quedaba casi sin moneda. Según Carlos Sempat Assadourian, el mercado interno colonial (estrechamente ligado a las economías de exportación, donde la primera y más importante fue la producción de plata potosina, y a la cual se sumaron otros centros productivos a fines del siglo XVIII), se fue desarrollando a medida que se incrementaba la demanda de alimentos, artesanías, manufacturas y materias primas de origen local, solicitadas primero desde Potosí y también desde las ciudades coloniales o zonas deficitarias de determinados productos. Esto ocasionaba el desarrollo de múltiples y diversas economías regionales, donde cada una se especializaba en uno o dos productos, los cuales circulaban por todo el espacio recorriendo grandes distancias. Como los españoles consideraban indigno realizar trabajos manuales, toda esta economía se basaba en el trabajo de indígenas y también

de los esclavos africanos que los colonos iban importando debido a la gran mortalidad indígena. Las desiguales relaciones entre población indígena, europea y africana fueron generando un complejo y dinámico proceso de “mestizaje” social y cultural, del que luego fueron

surgiendo nuevos grupos; todos ellos estaban integrados en una sociedad colonial jerárquica y estamental, donde el estrato superior seguía siendo el de los españoles nobles. En este sistema, se entrecruzaban distintos conflictos entre intereses diversos. Sin considerar

los relativos a la explotada población indígena (cuya situación tendía al debilitamiento de sus economías y/o de autoridades étnicas), esclava o de otros grupos subalternos, fueron constantes las disputas que se dieron entre los colonos, la metrópoli y los comerciantes, y entre los colonos de las distintas regiones entre sí, todos relacionados con la magnitud del drenaje de plata, el alto costo de los productos importados y la competencia mercantil interregional. Los funcionarios de la corona, que al principio arbitraban o negociaban dichos conflictos en favor de la metrópoli pero también del sistema colonial en general, en el siglo XVII (cuando se debilitó el poder económico y político metropolitano) comenzaron a responder a los intereses de los colonos de cada región, representados en los distintos cabildos urbanos. En ese período, podría decirse que el sistema colonial tendió a funcionar beneficiando más a los colonos que a la metrópoli. Esta situación se modificó

El “drenaje” a la metrópoli se lograba enviando las monedas de plata recaudadas en concepto de impuestos y las pagadas por los colonos a los comerciantes a cambio de escasos y sobrevaluados productos españoles que

El sistema colonial español

LA PlaTa,LA ambicióN de LAmETRóPOliS y LARESiSTENciade LOS cOlONOS

Por Silvia Palomeque (*)

Como los españoles consideraban indigno realizar trabajos manuales, toda esta economía se basaba en el trabajo de indígenas y también de los esclavos africanos que los colonos iban importando debido a la gran mortalidad indígena.

Los indígenas, sólo por esa condición, subsidiaban al sistema a través del pago de tributos ycon la entrega de trabajadores para la producción minera.

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en la segunda mitad del siglo XVIII, cuando el poder metropolitano logró reforzarse y controlar a sus funcionarios, renegociando su relación con los colonos y entre ellos, siempre en beneficio de este reforzamiento del poder real y del drenaje de plata a la metrópoli. Ello generó serios

resentimientos de los grupos locales cuyo poder se vio fuertemente menoscabado. En esta coyuntura política fue cuando expulsaron a los jesuitas, por ser considerados demasiado independientes frente al poder de la corona. Y pocos años después se creó el Virreinato del Río de la Plata, en procura de debilitar

a la poderosa elite limeña y para ganar la adhesión de los porteños y rioplatenses, necesaria para garantizar la defensa de una frontera tan cerca de los competidores portugueses, aliados de los ingleses. Mientras tanto, al interior del espacio se debilitaba la antigua elite a través de reestructuraciones administrativas más eficientes, como la creación de nuevas intendencias. Una de estas fue la de Córdoba del Tucumán, que incluía a La Rioja y las provincias cuyanas de Mendoza, San Juan y San Luis, cuya integración como unidad política-administrativa fue solo un proyecto debido a la persistencia del poder de los colonos de cada ciudad y de sus cabildos, la que se manifestará cuando se consoliden como provincias autónomas luego de la ruptura del pacto colonial entre 1810 y 1816

(*)Profesora titular de Historia de América I, Escuela de Historia, UNCInvestigadora del Conicet y del Área de Historia del CIFFyH-UNC

Fueron constantes las disputas entre los colonos, la metrópoli y los comerciantes y entre los colonos entre sí, relacionados con la magnitud del drenaje de plata, el alto costo de los productos importados y la competencia mercantil interregional.

La Revolución sale al balcón del cabildo

A casi �00 años del inicio de la colonización de América, España miró hacia el sur y vio un puerto cada vez más

activo comercialmente, favorecido sobre todo por su mayor facilidad para conectar con la metrópoli. A Lima, que además estaba sobre el Pacífico, ya le quedaba grande semejante territorio y tan creciente cantidad de habitantes a su cargo. Por si fuera poco, Portugal amenazaba desde la frontera norte de la Banda Oriental. Entonces, Carlos III decidió, en 177�, crear el Virreinato del Río de la Plata; su capital fue Buenos Aires.Sólo duraría �� años. Acaso esa nueva jurisdicción fue lo que permitió a los criollos porteños desafiar a la corona española, entonces sojuzgada por Napoleón. Pero la Revolución de Mayo no fue un viento que sopló solo.Los levantamientos de los indígenas contra los españoles comenzaron temprano. Los hubo ya en el siglo XVI (el de los incas de Vilcabamba), hasta que en 1780 ocurrió la mayor rebelión, que desde el lago Titicaca llegó incluso hasta gran parte de lo que es hoy territorio argentino. Fue José Gabriel Condorcanqui (tomó el nombre de Túpac Amaru) el abanderado y el que, a la hora de la derrota, fue descuartizado por los españoles.Mientras tanto, en Buenos Aires, las invasiones inglesas de 180� y 1807, rechazadas en ambas ocasiones, no sólo probaron la crisis imperial de España, sino que, además, las milicias formadas con vecinos que guerrearon en la resistencia harían que el poder interno de las armas se inclinara hacia los criollos (en 180� se había creado el Regimiento de Patricios, clave en los sucesos de mayo de 1810).La independencia de Estados Unidos y la Revolución Francesa fueron antecedentes que, como parte del contexto internacional, tuvieron una notable influencia. Las ideas del movimiento francés (Rousseau y Montesquieu, dos de los impulsores de la “Ilustración”) abrieron una profunda huella: los revolucionarios porteños planteaban la división de poderes y la consigna “libertad, igualdad, fraternidad”, a la vez que sostenían que América era dependiente de la corona de Castilla y no de la nación española, por lo que, depuesto el rey por Napoleón, el poder debía pasar al pueblo.A la vez, crecía el descontento de los criollos por el trato de privilegio que se daba a los españoles peninsulares (la igualdad de los derechos de ambos sería uno de los reclamos), así como con el monopolio del comercio por parte de España, que enriquecía a los intermediarios. Alentados por contrabandistas ingleses, los porteños demandaban librecambismo como forma de comercio.En 1809, las revueltas de Chuquisaca y de La Paz habían sido aplastadas de un modo salvaje. Pero en 1810, ya en abril, estalló la revolución en Venezuela. Entonces, los días de Mayo estaban echados.Hubo Cabildo Abierto el 22, pero el virrey Baltasar Cisneros se mantenía en pie. En la noche del 2�, seguían las discusiones de los patriotas por los nombres que integrarían la Junta de gobierno. Cuenta Tomás Guido: “En esas circunstancias, don Manuel Belgrano, mayor del regimiento de Patricios, que vestido de uniforme escuchaba la discusión en la sala contigua, reclinado en su sofá observando la indecisión de sus amigos, púsose de pie y súbitamente y a paso acelerado y con el rostro encendido por el fuego de su generosa sangre, entró en la sala del club (el comedor del señor Peña) y lanzando una mirada altiva en derredor de sí, y poniendo la mano derecha sobre la cruz de la espada: “Juro, dijo, que si a las � de la tarde del día inmediato el virrey no hubiese sido derrocado, a fe de caballero, yo lo derribaré con las armas”.Al día siguiente, la Revolución salió al balcón del Cabildo.

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la Universidad frente a la Revolución de mayo

eL REcTOR y eL vicERREcTOR, eN baNDOS DiFERENTESel obispo Rodrigo de Orellana formó parte del grupo contrarrevolucionario que, frente al avance de las tropas porteñas, marchó hacia el Alto perú. el deán Gregorio Funes apoyó el movimiento, que también recibió adhesiones de alumnos y profesores.

Las dos principales autoridades de la Universidad de Córdoba adoptaron posturas opuestas frente a la Revolución: el Rector Orellana actuó en contra, mientras que el Vicerrector, Gregorio Funes, lo hizo a favor.

La Universidad de Córdoba –denominada por entonces

Real Universidad de San Carlos– iniciaba el año 1810 con la elección de un nuevo rector en reemplazo del Deán Gregorio Funes, quien había ocupado ese cargo durante los dos años previos. Resultó electo entonces el obispo Rodrigo Antonio de Orellana, mientras que Funes pasó a desempeñar el cargo de vicerrector. Las noticias del estallido revolucionario en Buenos Aires llegaron a Córdoba a fines de mayo, de manos de un enviado del virrey Cisneros, José Melchor Lavín. Este había sido alumno del Colegio Monserrat y, por tanto, se puso en contacto en primer lugar con el Deán Funes, su antiguo profesor en dicha institución. Enterado de las novedades, el gobernador intendente Juan Gutiérrez de la Concha convocó a dos reuniones secretas en su casa, de las que participó un grupo de personalidades destacadas de Córdoba: el ex virrey Santiago Liniers, el teniente asesor y fundador de la cátedra de Instituta, Victorino Rodríguez, el coronel Santiago de Allende, el obispo Orellana y el Deán Funes, entre otros. La opinión que prevaleció en dichas reuniones fue la de no reconocer a la Junta

gubernativa instalada en Buenos Aires, a la que consideraban ilegal, a excepción de Gregorio Funes, quien se manifestó a favor del nuevo gobierno. El grupo opositor a la Junta porteña, integrado en su mayoría por quienes habían adherido a Sobremonte en su gestión como gobernador de Córdoba, inició una campaña contrarrevolucionaria a los fines de resistir la Expedición Auxiliadora que se había enviado desde Buenos Aires. Para ello, pusieron en marcha preparativos militares que incluían el reclutamiento de

hombres y armamentos. Ante la proximidad de las tropas porteñas, el grupo contrarrevolucionario decidió dirigirse hacia el Alto Perú. El obispo Orellana, que formaba parte de dicho grupo, partió junto a ellos. El Deán Funes quedó entonces a la cabeza de la Universidad, mientras que, como partidario firme

de la Junta de Buenos Aires, prestaba su colaboración a la causa revolucionaria. Esto demuestra que las dos principales autoridades de la Universidad de Córdoba adoptaron posturas opuestas frente a la Revolución: el rector actuó en contra, mientras que el vicerrector lo hizo a favor. Sin embargo, de acuerdo a una investigación realizada por Ceferino Garzón Maceda1, la Universidad mantuvo silencio frente al movimiento revolucionario, ya que no hubo ningún pronunciamiento a nivel institucional respecto del nuevo orden político.

En efecto, en junio de 1810 no se celebraron sesiones del claustro universitario, las que se retomaron a mediados de julio, pero para tratar cuestiones vinculadas al otorgamiento de grados y aprobación de estudios, sin mención alguna a los hechos políticos que estaban sucediendo. Garzón Maceda también advierte el

A comienzos de 1811, la Universidad estuvo más alineada con el Presidente de la Junta de Buenos Aires, Cornelio Saavedra, que con el grupo opositor a éste, liderado por Mariano Moreno.

Virginia Ramos (*)

Ilustraciones: Instituto de Estudios Americanistas

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disimulo con que se tomó en la Universidad la partida de Orellana, junto al resto de los contrarrevolucionarios, quien actuó en el rectorado hasta el 30 de mayo, fecha en que asistió por última vez a la sesión del claustro. Pese al silencio institucional de la Universidad, existieron muestras individuales de adhesión a la revolución, tanto de estudiantes como de profesores, quienes colaboraron con esa causa de distintas maneras: contribuyendo voluntariamente con fondos o bienes para ayudar a la Expedición, ocupando cargos en el nuevo orden político (como Santiago Rivadavia, Juan Luis Aguirre y Juan Antonio Saráchaga), o alistándose en el ejército, en el caso de los más jóvenes. Según las memorias del contemporáneo Dámaso de Uriburu, los doctores y estudiantes de la Universidad estaban entre los que más se distinguían por su entusiasmo con la Revolución. El 8 de agosto de 1810, la Expedición Auxiliadora arribó a Córdoba, comandada por Francisco Ortiz de Ocampo e Hipólito Vieytes, quienes habían solicitado que se desocupara el Colegio Monserrat para el alojamiento de las tropas, aunque luego estimaron conveniente instalarse en casas particulares. Poco antes, una tropa desprendida de la Expedición había adelantado su marcha para perseguir a los líderes contrarrevolucionarios, que se habían ocultado de forma dispersa en el norte de Córdoba luego de la deserción de su ejército. Una vez apresados, y pese a las intercesiones del Deán Funes y su hermano Ambrosio, los prisioneros fueron fusilados por orden de la Junta de Buenos Aires, tarea que fue encomendada a Juan José Castelli. Sólo fue exceptuado de esa medida el obispo Orellana, por su condición de sacerdote. De esta manera, la Junta gubernativa lograba sofocar la resistencia realista de Córdoba e imponía en la provincia un nuevo gobernador, Juan Martín de Pueyrredón. Luego de que éste tomara posesión de la Gobernación, se convocó un Cabildo abierto para elegir al diputado que representaría a Córdoba en la

denominada “Junta Grande”, y fue nombrado el Deán Funes. Este informó a la Universidad en una de las sesiones que debería ausentarse de la provincia para cumplir con su diputación, por lo que se designó como rector a José Gregorio Baigorrí. Al comenzar 1811, fueron nuevamente elegidas autoridades en la Universidad. En esa ocasión, resultó elegido rector Miguel Gregorio Zamalloa, y vice Bernardo Alzugaray, ninguno de los cuales había tomado partido por la Revolución en 1810. Incluso, Alzugaray había colaborado con el grupo contrarrevolucionario, partiendo como emisario a Montevideo junto a Luis Liniers, hijo del ex virrey, aunque fueron detenidos en su camino. Según señala Garzón Maceda, durante ese período la Universidad estuvo más alineada con el presidente de la Junta de Buenos Aires, Cornelio Saavedra, que con el grupo opositor a este, liderado por Mariano Moreno.

Una muestra de ello habría sido la gran recepción que la Universidad y el Colegio Monserrat le ofrecieron a Saavedra durante su breve paso por Córdoba de camino hacia el Alto Perú, en septiembre de 1811. Esto contrastaba con la falta de demostraciones hacia Castelli un año antes, quien también había pasado por la ciudad en tránsito hacia el Norte, visitando la Universidad y el Colegio Monserrat, donde había cursado sus estudios. En diciembre de 1811, se conocía en Córdoba la noticia de la prisión del Deán Funes, por sospechas de complicidad con los sublevados en un motín protagonizado en Buenos Aires por el Regimiento de Patricios. La Universidad no se mantuvo ajena a esta situación y decidió interceder a favor de Funes. Lo hizo mediante el envío de un representante ante el Triunvirato, para que actuara

de portavoz de las expresiones de adhesión al Deán expuestas en las sesiones del claustro del 25 y 26 de diciembre. Fue designado para tal misión Bernardino Millán, quien partió hacia la Capital junto a dos colegiales del Monserrat, y regresó a Córdoba en febrero de 1812.La Universidad estuvo presente también en las celebraciones que se efectuaron en el marco del nuevo orden político. Una de las más célebres fue la que se hizo en ocasión del primer aniversario de la Revolución, donde se efectuó el Paseo del Real Estandarte, lo que solía hacerse el día del patrono de la ciudad, San Jerónimo. La Universidad participó en dicha ceremonia enviando una diputación de doctores. Otra celebración de importancia fue el acto de juramento en Córdoba de la Asamblea del Año XIII, donde la Universidad se hizo presente con sus respectivas insignias. Cabe señalar que entre las instrucciones dadas a los diputados por Córdoba, en dicha Asamblea se incluían varias cuestiones vinculadas a la Universidad, como el fomento de estudios científicos en dicha institución, el pedido de fondos para dotar a catedráticos y la incorporación de nuevos estudios, entre otras

Entre las instrucciones dadas a los diputados por Córdoba a la Asamblea del Año XIII se incluían varias cuestiones vinculadas a la Universidad, como el fomento de estudios científicos y el pedido de fondos para dotar a catedráticos.

1- Garzón Maceda, Ceferino: “La Revolución de Mayo y la Universidad de Córdoba”, Revista de la Universidad Nacional de Córdoba, v. II, Nros. 1-2, Córdoba, marzo-junio 1961.

2- Carri pérez, Julio: Córdoba y la Revolución de Mayo, UNC, dirección General de publicaciones, Córdoba, 1960.

Universitarios cordobeses en el proceso revolucionario

El autor Julio Carri Pérez2 destaca la presencia de los universitarios formados en Córdoba en distintos episodios de importancia del proceso revolucionario. Menciona que dieciocho de ellos asistieron al Cabildo abierto del 22 de mayo de 1810 en Buenos Aires y que tres ex alumnos de la Universidad de Córdoba formaron parte de la Primera Junta: Alberti, Paso y Castelli. Señala también la importancia de los universitarios cordobeses en la Junta Grande, en la Asamblea del año XIII y en el Congreso de Tucumán, donde de los veintinueve signatarios del Acta de Independencia, quince fueron cordobeses o doctores de Córdoba.

(*)Profesora en Historia (UNC). Máster en Historia del Mundo Hispánico: las Independencias en el Mundo Iberoamericano (Universidad Jaume I, Castellón de la Plana). Investigadora del área de Historia del CIFFyH.

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Se crean dos nuevas facultades en la Universidad

1877La carrera de Derecho se transformó en Facultad.

10 de octubre de 1877A través de la ley 874, el Poder Ejecutivo Nacional fundó la Facultad de Ciencias Médicas. Fue la tercera unidad académica creada, después de Derecho en el mismo año y la de Ciencias Físico-Matemáticas en 1876. Los cursos de Médicas comenzaron el 11 de marzo de 1878.

El presidente Avellaneda reconoció tres facultades

1879El presidente Nicolás Avellaneda redactó un reglamento que preveía el funcionamiento de las Facultades de Derecho y Ciencias Sociales, Ciencias Médicas y Ciencias Físicas y Matemáticas, creada en 1876.En el mismo año se publica Uranometría Argentina, que reunió posiciones y brillos de 8.737 estrellas. Fue la primera gran obra del Observatorio Nacional Argentino, hoy perteneciente a la UNC.

Comenzó a expedirse título habilitante de Abogado

1883A partir de 1883, la Universidad de Córdoba expidió el título de Abogado. Hasta entonces, había conferido grados de doctor, licenciado y bachiller en leyes.

Cárcano defendió su tesis, un manifiesto de igualdad jurídica

14 de abril de 1884 Ramón J. Cárcano defendió su tesis “De los hijos adulterinos, incestuosos y sacrílegos”, uno de los mayores hitos de la Córdoba laica y manifiesto de la igualdad jurídica.

Adecuación de los estatutos universitarios a la Ley Avellaneda

1886Se modificaron los estatutos de la Universidad Nacional de Córdoba para adaptarlos a las prescripciones de la Ley Avellaneda.

Egresó Rafael Núñez, futuro gobernador de Córdoba

1910Rafael Nuñez, gobernador de Córdoba, egresó de la Facultad de Derecho de la UNC.

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Inauguración del Hospital Nacional de Clínicas

24 de mayo de 1913Se inauguró el Hospital Nacional de Clínicas, ideado y erigido como hospital-escuela. Su construcción se había iniciado en 1885. El nosocomio dio nombre al barrio Clínicas, fuertemente ligado a la historia estudiantil cordobesa y famoso por su compromiso con la vida política y social del país.

1913

Movilización estudiantil por la supresión de un internado y la exigencia de asistir a clases

1917Los estudiantes cuestionaban al rector y a los decanos y reclamaban modificaciones a los planes de estudios. Los alumnos de Medicina se movilizaron contra la supresión del internado en el Hospital de Clínicas, donde se alojaban estudiantes de otras ciudades. Una disposición estableció exigencias más estrictas para la asistencia a clases y desató la protesta.

1917

1918

Promulgación de la Ley Avellaneda, la primera legislación universitaria

1885Se promulgó la Ley 1.597 Avellaneda, que contemplaba el gobierno autónomo y dotaba de recursos a las casas de altos estudios. Fue la primera legislación universitaria y fijó las bases a las que debían ajustarse los estatutos de las universidades sostenidas por el Estado.

Creación del Museo de Paleontología

Junio de 1885Se creó el Museo de Paleontología bajo la dirección de Florentino Ameghino.

Primera egresada de la UNC

María J. Chaminaud fue la primera egresada de la Escuela de Obstetricia y también de la UNC.

Constitución del Comité Pro Reforma

Marzo de 1918Se constituyó el Comité Pro Reforma, integrado por delegados de las facultades de Medicina, Derecho y Ciencias Exactas de la UNC. Estuvo presidido por Horacio Valdés y Gumersindo Sayago. En esa época, la UNC tenía 1001 alumnos, de los cuales más del 60 por ciento cursaban Medicina y vivían, en su mayoría, en el barrio Clínicas.

Estudiantes declararon la Huelga General Universitaria

13 de marzo de 1918Se rubricó el Acta de Declaración de Huelga General Universitaria. Llevó las firmas de Horacio Valdés, Gumersindo Sayago, Ernesto Garzón, Roberto Ahumada, Jorge L. Bazante, Alfredo Brandán Caraffa, Luis A Argüello, Ceferino Garzón Maceda, Ismael C. Bordabehere, Pedro N. Gordillo (h.), Federico Acuña Anzorena, Antonio Medina Allende, Luis A. Colombo, Natalio J. Saibene, Miguel A. Arrambide, R. Artaza Rodríguez, Horacio Miravet, Clemente Elissamburu, R. López Ramírez y M. J. Tapia.

El Consejo Superior ignoró los reclamos estudiantiles

20 de marzo de 1918El Consejo Superior decidió "no tomar en cuenta ninguna solicitud estudiantil".Los estudiantes reclamaban modificaciones en los planes de estudios y otras reformas.

Nueva declaración de huelga estudiantil

30 de marzo de 1918 Los estudiantes marcharon por las calles de Córdoba. Al día siguiente, en el Teatro Rivera Indarte (hoy Libertador General San Martín), declararon la huelga estudiantil. Ningún estudiante concurrió a clase, con lo cual no pudieron comenzar los cursos.

Intervención de la Universidad y fundación de la FUA

11 de abril de 1918 Se constituyó la Federación Universitaria Argentina (FUA), presidida por Osvaldo Loudet. Ese mismo día, ante los sucesos en Córdoba y tras recibir a dirigentes estudiantiles, el presidente Hipólito Yrigoyen decretó la primera intervención de la UNC y designó a Nicolás Matienzo para ejercerla.

Nuevo estatuto universitario

22 de abril de 1918 El Consejo Superior aprobó el Estatuto redactado por Matienzo. Reemplazó al vigente desde 1893 que dejaba el gobierno en manos de cuerpos vitalicios.

Nacimiento de la FUC

16 de mayo de 1918El Comité Pro Reforma se transformó en la Federación Universitaria de Córdoba (FUC), presidida por Enrique Barros, Horacio Valdés e Ismael Bordabehere.

Yrigoyen establece reformas para las Universidades

7 de mayo de 1918 El presidente Hipólito Yrigoyen decretó una serie de reformas para las Universidades, que permitieron la participación de los profesores en la elección de autoridades.

Primera Asamblea Universitaria

Mayo de 1918Durante este mes se eligen los decanos de las Facultades de Derecho, Medicina y Ciencias Exactas. Triunfaron de forma avasalladora los partidarios de la Reforma. El 31 se reúne la Asamblea Universitaria, constituida por la totalidad de profesores titulares y suplentes. Belisario Caraffa fue proclamado vicerrector y la elección del rector fue pospuesta para el 15 de junio.

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1910

La Academia de Ciencias se separó de la Universidad

22 de junio de 1878El Poder Ejecutivo aprobó por decreto el reglamento de la Academia Nacional de Ciencias (que habíasido creada en 1869), con lo cual terminó por configurarse como institución científica, separada de la Universidad Nacional de Córdoba y liberada de sus responsabilidades docentes.

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Se crean dos nuevas facultades en la Universidad

1877La carrera de Derecho se transformó en Facultad.

10 de octubre de 1877A través de la ley 874, el Poder Ejecutivo Nacional fundó la Facultad de Ciencias Médicas. Fue la tercera unidad académica creada, después de Derecho en el mismo año y la de Ciencias Físico-Matemáticas en 1876. Los cursos de Médicas comenzaron el 11 de marzo de 1878.

El presidente Avellaneda reconoció tres facultades

1879El presidente Nicolás Avellaneda redactó un reglamento que preveía el funcionamiento de las Facultades de Derecho y Ciencias Sociales, Ciencias Médicas y Ciencias Físicas y Matemáticas, creada en 1876.En el mismo año se publica Uranometría Argentina, que reunió posiciones y brillos de 8.737 estrellas. Fue la primera gran obra del Observatorio Nacional Argentino, hoy perteneciente a la UNC.

Comenzó a expedirse título habilitante de Abogado

1883A partir de 1883, la Universidad de Córdoba expidió el título de Abogado. Hasta entonces, había conferido grados de doctor, licenciado y bachiller en leyes.

Cárcano defendió su tesis, un manifiesto de igualdad jurídica

14 de abril de 1884 Ramón J. Cárcano defendió su tesis “De los hijos adulterinos, incestuosos y sacrílegos”, uno de los mayores hitos de la Córdoba laica y manifiesto de la igualdad jurídica.

Adecuación de los estatutos universitarios a la Ley Avellaneda

1886Se modificaron los estatutos de la Universidad Nacional de Córdoba para adaptarlos a las prescripciones de la Ley Avellaneda.

Egresó Rafael Núñez, futuro gobernador de Córdoba

1910Rafael Nuñez, gobernador de Córdoba, egresó de la Facultad de Derecho de la UNC.

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Inauguración del Hospital Nacional de Clínicas

24 de mayo de 1913Se inauguró el Hospital Nacional de Clínicas, ideado y erigido como hospital-escuela. Su construcción se había iniciado en 1885. El nosocomio dio nombre al barrio Clínicas, fuertemente ligado a la historia estudiantil cordobesa y famoso por su compromiso con la vida política y social del país.

1913

Movilización estudiantil por la supresión de un internado y la exigencia de asistir a clases

1917Los estudiantes cuestionaban al rector y a los decanos y reclamaban modificaciones a los planes de estudios. Los alumnos de Medicina se movilizaron contra la supresión del internado en el Hospital de Clínicas, donde se alojaban estudiantes de otras ciudades. Una disposición estableció exigencias más estrictas para la asistencia a clases y desató la protesta.

1917

1918

Promulgación de la Ley Avellaneda, la primera legislación universitaria

1885Se promulgó la Ley 1.597 Avellaneda, que contemplaba el gobierno autónomo y dotaba de recursos a las casas de altos estudios. Fue la primera legislación universitaria y fijó las bases a las que debían ajustarse los estatutos de las universidades sostenidas por el Estado.

Creación del Museo de Paleontología

Junio de 1885Se creó el Museo de Paleontología bajo la dirección de Florentino Ameghino.

Primera egresada de la UNC

María J. Chaminaud fue la primera egresada de la Escuela de Obstetricia y también de la UNC.

Constitución del Comité Pro Reforma

Marzo de 1918Se constituyó el Comité Pro Reforma, integrado por delegados de las facultades de Medicina, Derecho y Ciencias Exactas de la UNC. Estuvo presidido por Horacio Valdés y Gumersindo Sayago. En esa época, la UNC tenía 1001 alumnos, de los cuales más del 60 por ciento cursaban Medicina y vivían, en su mayoría, en el barrio Clínicas.

Estudiantes declararon la Huelga General Universitaria

13 de marzo de 1918Se rubricó el Acta de Declaración de Huelga General Universitaria. Llevó las firmas de Horacio Valdés, Gumersindo Sayago, Ernesto Garzón, Roberto Ahumada, Jorge L. Bazante, Alfredo Brandán Caraffa, Luis A Argüello, Ceferino Garzón Maceda, Ismael C. Bordabehere, Pedro N. Gordillo (h.), Federico Acuña Anzorena, Antonio Medina Allende, Luis A. Colombo, Natalio J. Saibene, Miguel A. Arrambide, R. Artaza Rodríguez, Horacio Miravet, Clemente Elissamburu, R. López Ramírez y M. J. Tapia.

El Consejo Superior ignoró los reclamos estudiantiles

20 de marzo de 1918El Consejo Superior decidió "no tomar en cuenta ninguna solicitud estudiantil".Los estudiantes reclamaban modificaciones en los planes de estudios y otras reformas.

Nueva declaración de huelga estudiantil

30 de marzo de 1918 Los estudiantes marcharon por las calles de Córdoba. Al día siguiente, en el Teatro Rivera Indarte (hoy Libertador General San Martín), declararon la huelga estudiantil. Ningún estudiante concurrió a clase, con lo cual no pudieron comenzar los cursos.

Intervención de la Universidad y fundación de la FUA

11 de abril de 1918 Se constituyó la Federación Universitaria Argentina (FUA), presidida por Osvaldo Loudet. Ese mismo día, ante los sucesos en Córdoba y tras recibir a dirigentes estudiantiles, el presidente Hipólito Yrigoyen decretó la primera intervención de la UNC y designó a Nicolás Matienzo para ejercerla.

Nuevo estatuto universitario

22 de abril de 1918 El Consejo Superior aprobó el Estatuto redactado por Matienzo. Reemplazó al vigente desde 1893 que dejaba el gobierno en manos de cuerpos vitalicios.

Nacimiento de la FUC

16 de mayo de 1918El Comité Pro Reforma se transformó en la Federación Universitaria de Córdoba (FUC), presidida por Enrique Barros, Horacio Valdés e Ismael Bordabehere.

Yrigoyen establece reformas para las Universidades

7 de mayo de 1918 El presidente Hipólito Yrigoyen decretó una serie de reformas para las Universidades, que permitieron la participación de los profesores en la elección de autoridades.

Primera Asamblea Universitaria

Mayo de 1918Durante este mes se eligen los decanos de las Facultades de Derecho, Medicina y Ciencias Exactas. Triunfaron de forma avasalladora los partidarios de la Reforma. El 31 se reúne la Asamblea Universitaria, constituida por la totalidad de profesores titulares y suplentes. Belisario Caraffa fue proclamado vicerrector y la elección del rector fue pospuesta para el 15 de junio.

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La Academia de Ciencias se separó de la Universidad

22 de junio de 1878El Poder Ejecutivo aprobó por decreto el reglamento de la Academia Nacional de Ciencias (que habíasido creada en 1869), con lo cual terminó por configurarse como institución científica, separada de la Universidad Nacional de Córdoba y liberada de sus responsabilidades docentes.

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Platos Y Palabras calientes

Nada mejor que un plato caliente y nutritivo para dar

vuelta la página de la mitad del día. Si además está acompañado del rumor de conversaciones que parecen reunirse en el mismo aire, ese es el Comedor Universitario.Claro que, además de platos, muchas veces hubo palabras calientes, que lo convirtieron en el núcleo de la discusión que apasionaba los corazones de estudiantes de distintas generaciones. Escenario de ardientes asambleas, vibró al compás de los momentos políticos del país.Por eso es que las dictaduras de las décadas de 19�0 y 1970 cerraron sus puertas, como si

tuvieran las llaves para esconderlo todo bajo un silencio definitivo. También fue clausurado el Patio de las Palmeras (remodelado y reinaugurado el 29 de mayo de 2010), que comunicaba a alumnos de Odontología, Ciencias Médicas y Ciencias Químicas con el Comedor.El Comedor fue creado en 1950 y la intención original, que aún se mantiene intacta, es la inclusión, es decir tender una mesa para ayudar a que los alumnos de menos recursos económicos tuvieran la oportunidad de estudiar, garantizándoles al menos una comida diaria en calidad y cantidad nutricional adecuada.

El � de julio de 1950 comenzó a funcionar en un local alquilado a la Sociedad Francesa de Socorros Mutuos, ubicado en la calle La Rioja, de la capital cordobesa.Al principio, asistía un puñado de comensales, pero para 19�0, cuando ya comían allí unos mil estudiantes diarios, fue trasladado a su actual sede en Ciudad Universitaria. Para que nadie se perdiera el almuerzo, se había dispuesto un colectivo que partía desde Plaza Colón. Así, los alumnos alimentados llegaron a sumar unos 1.�00.En 19�5, se servían tres platos y para poder incrementar el número a tres mil comensales el menú se disminuyó a dos platos

por persona. Y a principios de los ’70, con la incorporación del autoservicio, llegó a ofrecer siete mil almuerzos y cerca de cinco mil cenas.Hoy, el Comedor Universitario tiene tres sedes distribuidas en Ciudad Universitaria, Centro (Belgrano 170) y la Escuela Superior de Comercio Manuel Belgrano. En todas ellas se sirven diariamente 2.700 raciones, consistentes en entrada, plato principal y postre a un costo subsidiado de cuatro pesos para los estudiantes y de seis pesos para docentes y no docentes.El almuerzo cubre el �0 por ciento de la cuota calórica que una persona sana con actividad

física moderada requiere diariamente. A su vez, se pretende incorporar alimentos no tradicionales, reducir el aporte de grasas saturadas y sodio y educar en hábitos alimentarios saludables.Además de subsidiar el costo de la comida, la UNC cuenta con una línea de becas de almuerzo destinadas a los estudiantes, las que en 2012 benefician a cerca de �00 alumnos.Además, hay fines de semanas en los que se encienden las luces del Comedor para prolongar las madrugadas a pura peña folklórica o algún otro ritmo que alimente la fiesta.

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Creado en 1950, el Comedor funcionó en el barrio Clínicas hasta que en 1960 se trasladó a la Ciudad Universitaria. Ese espacio fue el escenario de los debates que atravesaron a generaciones de estudiantes. Hoy sigue ofreciendo un menú accesible a casi tres mil estudiantes que se dan cita en las tres sedes: Ciudad Universitaria, Centro y Escuela Manuel Belgrano.