Unidad 1-2 America Latina Introduccion Al Extremo Occidente

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\' l~~h I (L'l ( ( f\ , ¡~~"---Q !\.A C-s _---.-.~.--.--.-., .•......• ww.--- •. - .. ----- / 19-' _Cl/Cv'('--ü, PRÓLOGO --------------------- 2.~_t:-~y~-.--S ( ") ,", . /C--C:_A \,;~.'t~ 't\.tx~~~ I ~1l ~\Ao~f1.. \2\Y\' . 1? ~ i -- I l.-?""- Desde Colón América es el continente de Ios malentendidos. El almirante buscaba la ruta de las Indias, descubrió a los indios, es decir el Nuevo Mundo. Un mundo que aún sigue siendo nuevo. La permanente aparición de cliché s y mitos que suscita, tercermundistas o liberales, lo testifica. Si bien el buen revolucionario sucedió allí ~l buen salvaje, el capi- tán de industria héroe del desarrollo sin obstáculos rem- plaza hoy al pionero o al colonizador. ¿ Acaso no decían los portugueses en el siglo XVII que "al sur del ecuador ya no hay pecado"? Quizás esa sea una de las razones del interés por la "otra América". No es la única. No podemos hoy igno- rar la importancia de esta clase media de orden planetario. Más de 300 mil millones de dólares de deuda la distinguen de otros continentes en desarrollo a los cuales jamás se les concedió semejante crédito, 390 millones de habitantes, 610 según todas las probabilidades en el año 2000. Otros tantos elementos que no son sólo muestra de exotismo. Para esa fe- cha las dos ciudades más grandes del planeta serán la ciu- dad de México y Sáo Paulo. Triste récord, en verdad, el de esas megalópolis congestionadas y monstruosas. Sin embar- go elgigp.nte brasileño con sus 130 millones de habitantes, México, potencia petrolera de 80 millones de almas a las puertas de Estados Unidos, una Argentina con un territorio .igual al de l~ India dan razón hayal profético título del libro que publicaba en 1954 Tibor Mende: L 'Arnériq ue [atine entre en scéne. Si a ello se añaden Cuba y Nicaragua podemos su- poner que no está por salir de apuros. Esta América es mucho más todavía. Tiene sentido, si no es que un sentido para nosotros los occidentales. Cierto, la proximidad cultural no es muy popular. Aun cuando ese Ex- tremo Occidente no podría sernos extraño, esa familiaridad ess¿spech()sa.E~·~~·liCi~Üizaci()nes;i-demaslad.o próxi'masñ'o merecerüin" ser objeto de curiosidad' cien tífica. N i las religio- nes, ni los sistemas de parentesco n'i las lenguas y las cultu- ras nos alejan de la vieja Europa. Por ello quizá, si bien en , I [11] [

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Desde Colón América es el continente de Ios malentendidos.El almirante buscaba la ruta de las Indias, descubrió a losindios, es decir el Nuevo Mundo. Un mundo que aún siguesiendo nuevo. La permanente aparición de cliché s y mitosque suscita, tercermundistas o liberales, lo testifica. Si bienel buen revolucionario sucedió allí ~l buen salvaje, el capi-tán de industria héroe del desarrollo sin obstáculos rem-plaza hoy al pionero o al colonizador. ¿ Acaso no decían losportugueses en el siglo XVII que "al sur del ecuador ya nohay pecado"? Quizás esa sea una de las razones del interéspor la "otra América". No es la única. No podemos hoy igno-rar la importancia de esta clase media de orden planetario.Más de 300 mil millones de dólares de deuda la distinguende otros continentes en desarrollo a los cuales jamás se lesconcedió semejante crédito, 390 millones de habitantes, 610según todas las probabilidades en el año 2000. Otros tantoselementos que no son sólo muestra de exotismo. Para esa fe-cha las dos ciudades más grandes del planeta serán la ciu-dad de México y Sáo Paulo. Triste récord, en verdad, el deesas megalópolis congestionadas y monstruosas. Sin embar-go elgigp.nte brasileño con sus 130 millones de habitantes,México, potencia petrolera de 80 millones de almas a laspuertas de Estados Unidos, una Argentina con un territorio.igual al de l~ India dan razón hayal profético título del libroque publicaba en 1954 Tibor Mende: L 'Arnériq ue [atine entreen scéne. Si a ello se añaden Cuba y Nicaragua podemos su-poner que no está por salir de apuros.

Esta América es mucho más todavía. Tiene sentido, si noes que un sentido para nosotros los occidentales. Cierto, laproximidad cultural no es muy popular. Aun cuando ese Ex-tremo Occidente no podría sernos extraño, esa familiaridadess¿spech()sa.E~·~~·liCi~Üizaci()nes;i-demaslad.o próxi'masñ'omerecerüin" ser objeto de curiosidad' cien tífica. Ni las religio-nes, ni los sistemas de parentesco n'i las lenguas y las cultu-ras nos alejan de la vieja Europa. Por ello quizá, si bien en,

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nuestras escuelas é,; res.oe-rable ser sinólogo o islarru sta el",,;presente, el "americano.t..: no puede sin perder pl'i":stígl(más que estudiar lt.~ mr-ite rios precolombinos o los ilbo:cíg¡-,nes supuestamente ·¡an~l.1ksde hi stor ia. Cuando voces autorizadas hablan de LIs "t_J!.lt-blosarnericmos", jamás seiL;Ü,h

de los uruguayos o .Ie l(¡~c')staí~l1censes sino de los ;Otpacht':~:de los onas o de lo.. jíbaros.

Dado que al pr in. ipio es-aba el indio, el sentimiento de familiaridad que desptert.. e.ita An?~l:ica más mestiza de roqu-confiesa es a la vez ,;igni;-ic-ttivü-e insignitic;ii.te:·Es-de!nasi~.do fáciJdeJaiseeng:--'_I1~lÍ.')("'J8. apal"ienda Ilusor-ia de esas C,'

vil izaciones deduci. .as y '.11_, .néticas. La ausencia de eXútislT!<'radical y de íncom.míc..bl- particularismo no podrra dctLl

tarnos el sutil desfase, L. e.iclarecedora disonancia di'" 10 qu--Lucien Febvre Ilan-aba xc-rtadamente el "Iaboratoi«. la'!"noameiicano". Más aún, e, una diferencia inteligible: la qlk

precisamente nos r.,:Opú,lf esta Amél-ica que sólo se revelarernitiéndonos a nosotr. ,-;r.rismos. "Brus il me hizo intelrger»te": esa profunda í,'ase de Ferriand Braudel al final de: SI,

vida no es ninguna (,,±un',~n,ja. La similitud de las cai:f::go:dél,"y de los valores, lejos d. volver insu lsos los procesos sociales o las realidades '.JoIL,e.-cultur'ales "otras", obliga al oh,servador a una acti ¡!udoiüpal-aüva permanente, factor dr-rigor y de realismo, ¿Ac-,s( hacer surgir una mismamstírueión en dos tierras (dfel,cni.~s no es resultado del método experimental?

Por ello este lib r. , se ! -re-sta, creemos nosotros, a dos lecturas. Una inforrnadva, inmediata, utrlitaria. La orra !'ná~exigente, dirían algunos ¡le, rrfstica porque puede, si nü apo).tar su I,;rano de are.ia a' saber acurnularivo que consrfruv-:la ciencia de las sor .eda.ie-. por lo menos alimentar .ura :n:-:flexión.

Dado que esta An .ér ic.» "ale la pena y que desde hace moeho tiempo me pare. ió b-er. tornar la ya '-'11 serio y resuetarlael lector no debe esperar .en- .ontrar aquí un complaciente "hbro ca tast rofe" ni m, a cacái tica Iragiog raf ía de la miseria !\!;siquiera un ensayo vjue -Ierienda una fesrs sorprendente vunívoca. Por lo demas e.ca obra tiene más bien algo. de ,Hanual. Sin embargov.pre, ic demasiado la modestia mtele«tual corno para pensar q,te se trata de un estudio de r socíoíogía de América Lé, tina ," menos aún de una tentaov.. d,-

"exp. ~,ación" del subcontinente. Más sencillamente, tras ha-ber j.-.orrido prácticamente todos los países de América La-tima, «-viclo por mucho tiempo en dos o tres y estudiado va-r'ios u- ellos, sentí. la necesidad de hacer un balance de misínvesr.gaciones a menudo expuestas en trabajos especializa-dos, {!<" nuestros conocirnientos y a veces de nuestras igno-rancr..-i, es decrr también de los debates sobre la América La-tirra .•. .ntemporánea. Espero que no se considere prematurohab", , mtentado esta provisional y precaria síntesis tras me-nos (i<- un CUhi.--(Ode siglo consagrado a descifrar la "Américadesarv.rrunada.". Quizás era presuntuoso querer abarcar de-n.1aSL-H lo, yendo de la geografía a las sociedades, de los pro-blem;-,''': económicos a las ideologías, de la historia a la diplo-mac». No obstante nunca tuve la sensación de haber salidodel t-. citorro que es habitualmente el mío, el del politólogo.Esta »rtroducción a América Latina que se aventura a losi()t)árgGnesde diversas disciplinas es esencialmente política,puesr- que se habla de geografía y de economía políticas.

E~"~,-O libro está escrito como la mayoría de los que le hanp,'eo-:dido en una perspectiva comparativa, la única adapta-da a 'i~,.srealidades latinoamericanas. Sin embargo, una vezmás ',-'.'.ehe negado a alinear monografías nacionales. Eseproc-rtirniento de presentación repetitivo y cómodo no seajusrsoa en absoluto a mi propósito. Por lo demás, si -bien avece. ~ana en información, pierde en comprensión. AndréSileg¡r.,ed escribía muy acertadamente a propósito de Améri-ca lLd!"'l-Qa: "Los paises particulares deben, creo, explicarse '\en fF .•ción del continente al que pertenecen; se. descubren Jente» "es [. , ,] f,nntos de vista generales que aclaran los pun-tos d.~.lista particulares. Por tanto cuando se estudia un paísconv '•...I1e saber elevarse al plano continental [... ].1

Pü'" ello el enfoque elegido es transversal; lo cual es tantoCO!u•. decir qu« escapa a las generalizaciones superficiales yél las .-dllapolaciones aproximativas para buscar las diferen-..:.~iías-;j!~nincm1.ies/. <ORas concomitancias explicativas en el

1 Aw!1"é Siegb:ic"d, prefacio 8l Jacques Lauwe L'América ibérique, París,Gallin,,, ,'d, 1938, p. 2:.

Z \""",':;é R,h'. Oo1"e. "Latín American and lapan compared", en 1.1. John-son, ( 'T-tiYluhy ancl change in Latin America, Stanford, Stanford Universityq"r,:"ss -)62, Pl). 2f¡-~49'.

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14 c PROLOGO( 15PROLOGO

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9 10,00 km

Istmo de América Central

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América del Sur

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16 ( PRÚLUG(, (

espacio y el tiempo. A l.iem •.Io me pregunté si. no era la ,!.lbrúa vez que una aprehei .'SiÓl'global y comparada del suboontíuente se revelaba ope-ato..a. .:Acaso América Latina, comounidad de destino, no i-erte-. re- '.Q'; de ahora e-n adelante al pO'

sado? La fragmentación de: s.'rbcontinente y la divergeu..iade los caminos seguidos p. ".' ,as naciones ¿acaso no ponenfin a innegables paralei ism- 's .istóricos y el pesadas ten-teneras continentales? No ;~all,~re-spuesta a este problemaperotampoco intenté eludí. lo. ii -rcuso se halla en el centro di'-eSl<,~libro, entre otros que p,', re cerán menos, abstractos y !!!lIelH, más importantes al .lec« .r la independencia, el de sa.rro110, la democracia. Para ést. ':;, , nadie se le ocurriría darunar.•-spuesta única y global.

Lo que hoy pierde L· Arnér-ca Ilamada jatrna en unidad,sin duda lo gana en un-ver-sal-dad. Así les pese a los afir.íonado s a la desorientacion, s.m .iuest.ros problemas aumentados, hipertrofiados,. dramát.zadosIos que ',~ri¿ºi?~ra'n~osct1!!p{¡'l :"ellü;'c¡;moháce drl,;os':i¡e;I(,,·;,e'se nuevo. mundotiene ;n~~dlO que enseñarnos. Ojalá \'c:-;1t libro aporte- su modesta contribución a ese intércarnbi..

Para facilitar la Iecti ':ra), la consulta de este libro, redujeal mínimo el aparato cvitico A! final de cada capítulo el lectoi podrá sacar de las oviem.actones bibliográficas sumariascornplernentos o un cor-trap.tnco al contenido de la obraVoIuntariamente elegí los títuíos más accesibles, sobre todo (leautores franceses. Justa dende, para con mis colegas y rnaes-tros y homenaje merecido -s-n chovirii srno alguno-e- a unaescuela "Iatinoamerica.rist.." de calidad cuyas obras suscitan el respeto al otro lado del Atlántico.

11-1; RODUCC1ÓN

¿ , " ,!~ ES Alvl1~RICA LATINA?

p, "de parecer paradójico comenzar a hablar de un '~~E'.~~cr. ' ,ural mencionando la precariedad de su definición. Pors-i, 'F,uTal que pueda parecer: '~lj-¡;~~~~§j:~;.il's.~9'de-¿"~éri~L:,;,na x'epresenta un problema. No es inútil pues intentarpí r,.iS~'I:i~,'l:e¿()rda~ 'su'hisToria y hasta criticar su uso. Deel·', .leo corriente hoy en la mayoría: de los países del mundoy la nornenclatu ra internacional, no tiene todo el pr ivile-gi. Iel rrgor. Un poco al estilo del más reciente y muy ambi-gh. "Tercer Mundo", ese término a veces parece ser fuentede onfusión más que instrumento de delimitación preciso.

2ué se entiende geográficamente por América Latina?¿ conjunto de los países de América del Sur y AméricaCe,!, ITal? Desde luego, pero según los geógrafos México per-te o-ce a América del Norte. ¿ Quizá para simplificar debe-m.». conformarnos con englobar bajo esta denominación ala,' .iaciones al sur del río Bravo? Pero entonces. habría queaci" .i ti r que Guyana y Belice donde se habla inglés y el Suri-n,!'" de habla holandesa forman parte de América "Latina".A!", irnera vista se trata de un concepto cultural. y nos incli-n~,.' a11'lOS a pensar que cubre exclusivamente las naciones decu: f ur'a latina de América, Ahora bien, aunque con Ouebec,Ca .adá sea infinitamente más latina que Belice y tanto comoPue-rto Rico, estado libre asociado de Estados Unidos, nuncana.t le ha pensado inoluirlo. ni siquiera al nivel de su provin-ci. i'rancohablante, en su subconjunto latinoamericano.

Iviásallá de estas imprecisiones, podríamos pensar en des-cu i!,jr.~Ylª,~Qe.l~tTda.a::·s·lllic.QeJ;~in~JltfJ,lJ~~rte,tejida de diver-S3" solidaridades, ya sea que se refieran a una cultura co-m.'¡' loa vínculos de otra naturaleza. Sin embargo ladiv-rrs idad misma de las naciones latinoamericanas, amena-za ,·on menospreciar esta justificación. La escasa densidadde ::!.5 relaciones económicas, y hasta culturales, de naciones

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(18 INTRODUCCION

(INTRODUCCION 19

que durante más de un siglo de vida independiente se volvie-ron la espalda mirando deliberadamente hacia Europa oAmérica del Norte, las enormes disparidades entre países-ya sea desde el ángulo del tamaño como del potencial eco-nórnico o del papel regional- no favorecen una real concien-cia unitaria, a pesar de las oleadas de retórica obligada queeste tema no deja de provocar.

Por eso uno se interroga sobre la existencia misma deAmérica Latina. De Luis Alberto Sánchez en Perú a LeopoldoZea en México, los intelectuales se han planteado la cuestiónsin dar respuesta definitiva. Lo que está en tela de juicio noes sólo la dimensión unitaria de la denominación y la identi-dad .s=.encIerra frente "aTa:""p:rGr~JIél;i"craelas--sodeaaaes""de"-hiAmérlCallámadá"la: tiriá:Enl efecto, en ese' casü;paáí' poner"¿l'iiC'entoen'ladiveI-sidad y evitar cualquier tentación gene-ralizante, bastaría i con eludir la cuestión hablando, comopor lo demás se ha hecho, de "Américas latinas";' Este tér-mino tiene la ventaja de reconocer una de las dificultades,pero al precio de acentuar la dimensión cultural. Ahorabien, también plantea un problema.

I Desde el famoso número de los Annales de 1949 (4), subtitulado "A tra-vers les Amériques latines", este término ha sido muy utilizado por todosaquellos que deseaban poner el acento en las particularidades nacionaleshuyendo de las generalidades anodinas. Como los Cahiers des Amériqueslatines que publica el Institut des Hauts États de l'Amérique latine de París,o la obra clásica de Marcel Niedergang, Les vingt Amérique latines (París,Seuil, 1962). [Las veinte jóvenes Américas, Madrid, Rialp.]

sur chileno? En realidad se hace' referencia a la cultura de ')los conquistadores y de los colonizadores españoles y portu- I

gueses para designar formaciones sociales de componentes \múltiples. Se comprende así a nuestros amigos españoles y jmuchos otros que hablan más fácilmente de América hispa-na, y hasta, para no ignorar el componente de habla portu-guesa del que es heredero el gigantesco Brasil, de Iberoamé-rica. En efecto el epíteto latina tiene una historia auncuando Haití, francohablante en sus él ites, puede hoy servirde coartada: aparece en Francia bajo Napoleón III, vincula-do al gran designio de "ayudar" a las naciones "latinas" deAmérica a detener la expansión de Estados Unidos. La desa-fortunada locura mexicana fue la realización concreta deesta idea grandiosa. La latinidad tenía la ventaja, al borrarlos vínculos particulares de España con una parte del NuevoMundo, de dar a Francia legítirpos deberes para con esas"hermanas" americanas católicas y romanas. Esa latinidadfue combatida por Madrid en nombre de la hispanidad y delos derechos de la madre patria, donde el término AméricaLatina sigue sin tener derecho de ciudadanía. Estados Uni-dos, por su parte, opuso el panamericanismo a esa máquinade guerra europea antes de adoptar esa denominación verti-cal conforme a sus propósitos y que contribuyó a propagar.

Esa América conquistada por los españoles y los portu-gueses es bastante latina, al menos hasta 1930, en la forma-ción de sus élites donde la cultura francesa reina exclusiva-mente. ¿Quiere esto decir que esa América sólo es latina porsus "preponderantes" y sus oligárqutas, que la América delprimer ocupante y de los de abajo que sólo recoge migajasde latinidad y resiste a la cultura' del conquistador represen-ta por sí sola la autenticidad del subcontinente? Los intelec-tuales de la década de los treinta, particularmente en los paí-ses andinos, que descubrían al indígena olvidado, desconocido,lo creyeron. Haya de la Torre, poderosa personalidad políti-ca peruana, propuso incluso una nueva denominación regio-nal: "Indoamérica". Tendrá menos éxito que el indigenismoliterario en el que se inscribe o 'el partido político de voca-ción continental al cual Haya dio origen. El indio no tienemucho éxito en América ante las clases dirigentes. Marginadoy excluido de la sociedad nacional, es culturalmente minori-tario en todos los grandes estados e incluso en los de viejas

¿Por qué latina?

¿Qué abarca esta etiqueta ampliamente aceptada hoy? ¿Dedónde viene? Las evidencias del sentido común desaparecenpronto en el caso de hechos sociales y culturales. ¿Son lati-nas esas Américas negras descritas por Roger Bastide? ¿La-tinas la sociedad de Guatemala donde el 50% de la poblacióndesciende de los mayas y habla lenguas indígenas, y la de lassierras ecuatorianas donde domina el quechua? ¿Latino elParaguay guaraní, la Patagonia de los agricultores galeses,la Santa Catarina brasileña poblada de alemanes así como el

1,

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'.0 ( INTROUl.ICCl<)¡\¡ Ii' ""-ODUCe J:'¡ 21

riví lizaciones precolc.mbi.ra.. y de fuerte!:>resencia indige:na,As í, según el último !«~ns(' (1 '·)80), de 66 millones de habrtanleS sólo había en México n-illones de no hispanohablante-sy menos de 7 mi llone-s de .n--xicanos que conocían una o V",iias lenguas indígenas. l'.)(kmos seguir soñando, con ,);:tI

ques Soustelle, imagi.ian. ro ,m México "c¡ue a semejanza de,llapón moderno hubi-ira :,,)(1 ido conservar en lo eserr.i al ,;nI.,ersonalidad autóctc.ua Sl/1 ,iejm' de introducirse en el rrruudo de hoy". No fue ,.sí, \' e~·~con tinente está condenado ,,1Jmes t izaje y a la sínt-sis , u] .ur'al. ..'-"

,No ob stan te, inclu.ioei. le:; países más "blancos" la i!.am,:tmdígena jamás está tot.vm-ente ausente- y participa ('lal'",«rente en la conforrracion de la fison. .mía nacional E,Sci

I!.l¡,m~ri~a,según. l~ ~) I?re:lól' d1.'Sandino, es "indolatrna'

SI bien la definicio.i Ia: .n» drl subconr.inente no abarc» m,! egral ni adecuadamente ,e,-,lidacles multiformes y en --vo lu; ión, no por ello podemo a I,andonar una etiqueta evo)(;,adu,ra retornada hoy por bdü' y particularrnente por los P!'upjo~:-nteresados ("nosotr .s 1(" lvtinos"). Esos señalamient.os i:fc.rían PO)' único obje. iVOLll ,}-aya1-que el concepto Aruéj'ju,Latina no es ni plena,!~en,,: c ul tural ni so1.ªJI!~I!:!egeograticoI ... -_..~...~__.__.______ __

Utilizaremos pues ~",;e 1." rrrino cómodo, pero con-, .oriocr.niento de causa, es .-Iecil;i., ignorar sus, límites y sus ambrgüedades. América) atin.- t xiste, pero sólo por oposi.aon ydesde fuera. Lo cual .ign. iIc,:íqúelos ';;t:lIÚi.()a~TIerican\)s" f:])

,uañto";'ategoría no cep),~s,ntan ninguna realidad t2ü¡giblr.nás allá de vagas ex .rap- .Ia .iones o de t~eneralizacioof:s C(!

i iardes. Lo cual sign l fica .a-nbién que el término pOSh"- Iln~!

dimensión oculta que CUIl11:.(etasu acepción,

Una América peritér.ca.

C'." tales corno el SELA o el BID incl uya n entre los estadosh,! 'tl0americanos a Trinidad y Tobago, las Bahamas y Guya-ni, dan al perfil de la "otra América" una innegable colora-ci,., 1 socioeconómica y hasta geopolítíca .. ,

t'ocfa-s-es~:E;-naclom:!s-;-cuc'flesCIuiera que sean su riqueza ys,)rosperidacl, ocupan en efecto el mismo lugar en la dis-e: '-dancia Norte-Sur. Aparecen en vías de desarrollo o de in-d. i. irialización y ninguna forma parte del "centro" desarro-Il.« ;0. Dicho de otra manera, esos países se inscriben entrele -est ados de la "periferia" del mundo industrial. Pero tie-Ik" por ai1aclidul--a--;i"a-daspárheliladdade's-cornunes.

-odos dependen históricamente del mercado mundialCI". 'o productores de materias primas y de bienes alimenta-r-i. (en ello el estaño de Bolivia no es diferente de la nuezm- ».ca da de Granada), pero igualmente del "centro", que de-te' .niria las fluc tuaciones de precios, les proporciona tecno-loCf_'.;tcivil y militar, los capitales y los modelos culturales. _,'N. «able particularidad e innegable factor de unidad, todose~"" paises situados en el "hemisferio occidental" se hallana ,í, versos niveles en la esfera de influencia inmediata de lapi" .lera potencia industrial del mundo que es también lapr ' ·,¡era nación capitalista. Peligroso privilegio que ningunaoi·· región del Tercer Mundo comparte. A este respecto, los.3,,~~Okilómetros de frontera entre México y Estados Unidosco. ,;tituyen un fenómeno único. La famosa "cortina de torti-lb que fascina a millones de mexicanos candidatos a la in-m!~,'ación clandestina en el país más rico del planeta'. formaui c- línea, de demarcación a la vez cul tural y socioeconómicaex.'. sivamerite cargada de valor simbólico.

,l -uiz á podríamos clasificar entre las naciones latinoame-r ir arias a todos los países del continente ame ricanoenyjasd~ desarrollo, independientemente de su lengua y su cultu-ra u·mcle'i:to es que a nadie se le ocurriría incluir en la opu-lellLt América anglosajona a las AnÚllas anglohablantes o aGuvana. Tan cierto es también que en esa zona la,política do-miu.. mucho más que la geografía -¿acaso el presidente Rea-ga. 110 incluyó recientemente, en nombre de los eventualesben-ficiartos de su Iniciativa de la Cuenca del Caribe (Carib-

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A primel-a vista, nos hall a.n. .s frente a una América marcadapor la colonización e.spanola y por tugue.sa (y hasta fiaucesaen Haití) que se define po. contr-aste con la América anglosalona. Así pues allí St- hal. ia español y portugués en le"esencial, a pesar de florecientes culturas precolombinas v hastade núcleos inrnigratorios recientes más 1) menos bie~ asirnilados. Sin embargo .a ause icia de Canadá (a pesar (Ú=' Quebec) en ese conjunto y el he-cho de que organi srnos interna vease por- ejemplo: Banco Interamericano de Desarrollo, Pro gres eco-

no un que el' social en Amérique [atine, Washington (informe anual).

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"

INTRODUCCION(

INTRODUCCION 2322(

... que pertenece culturalmente a Occidente

y capitales. Asimismo las naciones de América Latina apare-cen en la estratificación internacional como una especie de"clase media", o sea en una situación intermedia. Entre lasnaciones en transición sólo una, Haití, pertenece al grupo delos países menos avanzados (PMA), en compañía de numero-sos compañeros de infortunio asiáticos y africanos (pero conun ingreso per cápita igual a más del doble del de Chad oEtiopía). La mayoría de los grandes países de América Lati-na tienen economías semiindustriales (dado que la industriaentra en un 20"C)"Jü%--en-Jacornposición del PNB) y los tresgrandes, Brasil, México y Argentina, se sitúan entre los nue-v<?sJ?ª!~~~_~nd.tls.t.r.i.~iz~_do_~_(losNIC, de la nomenclatura de laONU). Los indicadores de modernización colocan a Brasil,México, Chile, Colombia, Cuba--'y-Venezuela por encima delos países africanos y de la mayoría de las naciones de Asia(salvo las ciudades-estados). A este respecto Argentina y Uru-guay se hallan entre los países avanzados.

Si más allá de esos grandes rasgos, se buscan los factoresde homogeneidad de un conjunto que no es ni Occidente niel Tercer Mundo, pero que a menudo aparece como síntesiso yuxtaposición de los dos, nos damos cuenta de que casi to-dos proceden del exterior del subcontinente, sobre todo sivolvemos a una acepción restrictiva de América Latina, esdecir esencialmente cultural y clásica: las antiguas coloniasde España y Portugal en el Nuevo Mundo.

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bean Basin Initiative), a El Salvador que sólo tiene fachadamarítima en el Pacífico? En todo caso, ¿por qué no seguir aquienes, haciendo a un lado la geografía, proponen llamar"América del Sur" a la parte "pobre" y no desarrollada delcontinente?

Con relación al resto del mundo en desarrollo la sipgularidaddel subcontinente "latino" también es flagrante. For~ap;;'r-te, para emplear la' frase de Valéry, de un mundo "deduci-do": una "i~~('!~jg.D~_ Europa que por la conquista entróa la esfera cultural occidental. Las civilizaciones precolom-binas, en crisis para algunos en el momento de la llegada delos españoles, no resistieron en efecto a los invasores queimpusieron sus lenguas pero también sus valores y religión.Los propios indígenas y los africanos llevados como ésclavosa ese "Nuevo Mundo" adoptaron bajo diversas formas sin-créticas la religión cristiana. Brasil es hoy la primera nacióncatólica del mundo. Todo ello da a la región un lugar aparteen el mundo subdesarrollado. Por ello América Latina apa-rece como el Tercer Mundo de Occidente o el occidente del /("Tercer Mundo. Lugar ambiguo si así puede decirse en el que __\el colonizado se identifica con el colonizador.

Así pues, no podría sorprendernos que el conjunto de lospaíses latinoamericanos haya propuesto en la ONU; en 1982,contra el sentir de los países afroasiáticos recién descoloni-zados, que la organización internacional celebre a CristóbalColón y el "descubrimiento" de América. A diferencia deAfrica o Asia, ¿acaSo ese continente no es una provincia a ve-ces lejana, cierto, pero siempre reconocible, de nuestra civi-lización, que ha ahogado, ocultado, absorbido los elementosculturales y étnicos preexistentes?

Ese carácter "europeo" de las sociedades de América La-tina tiene consecuencias evidentes sobre el desarrollo so-cioeconómico de los países involucrados. La continuidadcon Occidente facilita los intercambio~'--G.\Jltur'aTeSyteciiTcosque nü·fienen ningÍlnObstáculo lingüístico ~··ldeológit6." Lafluidez-delas-·corrÍeiúe-s·-ihigralÜrias delVlej6· Mundo alNuevo ha multiplicado las transferencias de conocimientos

Paralelismo de las evoluciones históricas

Si bien la existencia de una América Latina es problemática,si la diversidad de las sociedadeJ y las economías se impo-ne, si la separación de las diferent.es naciones es un elementobásico de su funcionamiento, no por ello deja de ser ciertoque una relativa unidad de destino, más sufrida que elegida,acerca a· las "repúblicas-herma1iIts,r:···P·uecfele-erse--e-~ l~sg-ralidesTra~es·de·la"hisrorra;ype,rcibirse en la identidad delos problemas y las situaciones a las cuales esas naciones seenfrentan hoy.

Las antiguas colonias de España y Portugal, políticamen-te independientes (con excepción de Cuba que no se emanci-pa sino hasta 1898) desde el primer cuarto del siglo XIX, es-

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sru.ues to excluida, al desorganizar las corrientes comercia-le : E~final del mundo liberal es también el de la hegemoníabrí rán ica. Es¡:-ados-ullldü's;' ya'domIl:1anteerr-su-ttaspafío' ca-r it.eño, sustituirá la preponderancia del Reino Unido por laSI1',' 1. y se convertirá en la metrópoli exclusiva de toda la re-gi.» l. Asirnisrno el período que comienza es determinado porla. ,'elaciones de Arnérica del Norte con los países de la re-gi.» , o, más precisamente, por los tipos de políticas latinoa-m-iicanas que Washington pone en práctica sucesivamente.Si', embargo par-alelamente a esta periodización internacio-nn! se inscriben fases económicas muy diferenciadas, sinql',Cpor lo demás pueda discernirse un lazo causal evidente.

rs ta periodización sólo tiene valor de punto de referenciay .«: objetivo es subrayar que, más allá de las especificidadesn¡-" .onales, algunos fenómenos comunes rebasan las fronte-r;:,;< Las similitudes no se derivan simplemente de la histo-ri , sino que se hallan igualmente en estructuras análogas yP), .nlernas idénticos.

Relaciones conEstados Unidos

I : Modelo dedesarrollo

Indus tr ial izaci ón autónomaque sustituye importacio-nes. Producción industrialdestinada al mercado nacio-nal y que sobre todo utiliza¿apitales nacionales.

La sustitución de importa-ciones entra en crisis. Hallasu límite en las capacida-des tecnológicas y financie-ras de los países de la zonapara la producción de bienesduraderos o de equipo. Seasiste a la "internacionali-zación de los inercados na-cionales" a través del esta-blecimiento de sucursalesde las grandes sociedadesmul tinacioriales en la indus-tria.

INTROD'CJCC1I)i',j

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i:án más cerca en es•.:'~de J~s!ados Unidos que de los paísesrecién descolonizados de Af,ica o Asia. Sin embargo, siglo Vmedio de vida Indepe.ndie.ut. no podría hacer olvidar la, pro-tunda influencia de i:res3i~;los de colonización (153(),l82.0aproximadamente) qlle mar-ar-on de manera irreversible lasconfiguraciones sociales ·1 .abr aron el singular destino delas futuras naciones )

A partir de la inde penden- .ia, los estados del subcontinente recorren -con diferer» ias y retrasos en el caso de cie rtospaíses= grosso modo traye-ctori as paralelas en las 'ualesaparecen períodos cíaraiuer.te discernibles.

Primeramente cor.iien,a ,Jara los estados recién ernancipados lo que el histo riador '~'ulio Halperm Donghi ha Ilarnado la "larga espera", dUL1I1t.-: la cual la destrucción del Estado colóu'ia(no' perr. dte v.ú., la instauración de un J II.1'-"'VO

orden. Mientras a esas 1,aU.ucientes naciones les es difíc:ilhallar un papel a su »redi. ta, las repúblicas hispanas atraviesan largos períodos de .uroulencias anárquicas donde se.Iespliega el desorde-n de-, ir-clador de señores de la gUf:1Tél

(los caudillos), y el :B.rasi.t .ndepencliente parece p roíougai.iin sobresaltos, bajo ia ég!d;·.de la monaiquía urntar ia (te tosGráganza y del emp-r ad. .r ~'edro 1, el statu quo C0101l1aL

Entre 1.~.'?.Q_y}880 COI! ra las excepciones concerniéntes a

algunas pequeñas reuúbhcas de AméricCi Central o del Carrbe, las naciones del sube- .n t merite entran en la "edad e-conómica", que algunos han b.rutizado corno "ordéi~ñe()(::cd(\ríial": las economía» lat» IOrlmericanas, y por consigurentelas sociedades, se integra \l ;:,1 mercado internacional. Pioducen y exportan rnatevias I,r,(i~a~.Impo"i:ianl;Te~es mauufaccurados. Mecanismo esencial de la riueva división iui:enÚicional del trabajo q\Je .;c efectúa baje. la égida de- (¡ranBretaña, cada país S',-: esr-ec .aliza en algunos productos. y 8

veces en uno solo.Es entre 11380 y 1'!;?0 ,détlldo ese nuevo orden alcanza su

punto máximo:'Los}.aíse::- eI,-,;lsubcont inente viven en el apogeo de un crecimien. o ex. ra vertido que lleva en sí la ilusiónde un progreso iride.rinirt.. "l1. el 'marco ,te una depen.tenciaaceptada por sus b-riefl..», cios locales y racionalizada e:unombre de la teoría de L,,,'entajas comparativas, La crisisde 1929 pondrá fin é· la (':.\11, riagadora euforia de esta ·br.llaépoca", de la cual L. .rna vocía de los trubajadores exr» PO)

Ciis is de las relacionesin teramer icanas. en res-puesta al desafío casrris-ta: política de contencióndel comunismo, dado queel activismo de EstadosUnidos adopta diversasformas, desde la ayudaeconómica hasta la inter-vención militar directa oindirecta.

1,,',, , ,- Política de buena vecin-dad. escasamente inter-vencionista.

1~:)nO

¡l)lO! ;

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26(

INTRODUCCION(

INTRODUCCION 27

Semejanzas de las obligaciones y las estructuras industrialización tardía y escasamente autónoma corres-pondió uria urbariiz aciófi'fuerte, anterior al nacimiento de laindustria. El ex-cesi~o--des-arrollo del sector terciario de laseconomías es el efecto más aparente de una urbanización re-fugio, vinculada a los factores de expulsión del campo debi-dos a la concentración territorial.

No es casual que se prevea que de continuar la actual evo-lución, la ciudad de México y Sáo Paulo serán en el año 2000las dos ciudades más grandes del mundo, con 31 y 26 millo-nes de habitantes respectivamente.

3. La am.p litud de los contrastes regionales es también re-sultado de la u~bañ1Zación-c6ñC-~ntrada,--de- las particulari-dades de las estructuras agrarias y de la industrialización.Así, dentro de cada país se reproduce el esquema planetarioque opone un centro opulento a periferias miserables. Loscontrastes internoSsonmasllagran-iesqti-e-énTa--mayoría delos países en vías de desarrollo. Al grado de que, tras haberdescrito asépticamente estas disparidades bajo la etiquetade "dualismo social", se ha llegado a hablar de "colonialis-mo interno". Por' su parte, los sociólogos han evocado acer-tadamente la ".~imlJ.ltª-O--e~de lo n.o contemporáneo", pero---- -- -------- _..~ésta no se limita a la pintoresca evocación de indios en laedad de piedra que viven a dos pasos de laboratorios científi-cos ultramodernos. En Brasil, el estado de Ceará en el nor-deste ocupa el tercer lugar en el mundo, tras dos de los paí-ses menos avanzados, por la mortalidad infantil, ¡mientrasSáo Paulo tiene la primera industria farmacéutica del conti-nente, algunos de los hospitales más modernos del mundo yRío goza de una reputación internacional en cuanto a la ciru-gía estética! Para continuar con Brasil, "tierra de contras-tes", si así se le puede llamar, un economista brasileño pudodecir con cierta razón que su país se parecía al Imperio bri-tánico en la época de la reina Victoria, si África, India y GranBretaña hubieran sido reunidos en un mismo territorio.

Podríamos intentar multiplicar las similitudes y las con-comitancias. Los rasgos compartidos no están ausentes. Nose limitan, como veremos en los siguientes capítulos, a esascaracterísticas estructurales. El término América Latina, sise Je da un contenido ampliamente extracultural, designapues--una realidad discernible y específica. Sin embargo estaespecificidad fuerte, innegable, rebasa las peripecias socioe-

Las similitudes no podrían ser sobrestimadas. Con todo, his-torias paralelas han forjado realidades que, sin ser semejan-tes, tienen numerosos puntos comunes que las distinguen,por lo demás, de otras regiones del mundo desarrollado osubdesarrollado. Sólo mencionaremos tres:

1. La concentración de la propiedad de la tierra. La<#s1!:l-bución desigual de la propleaaaterrrtorfáTes-una caracte-rística común de los países de la región. Es independiente dela conciencia que de ella tienen los actores y no siempre apa-rece como una fuente de tensiones sociales o de debate' polí-tico. No obstante el predominio de la gran propiedad agrariatiene consecuencias evidentes sobre la modernización de laagricultura, así como sobre la creación de un sector indus-trial eficaz. Afecta directamente la influencia social y portanto el sistema político. El fenómeno de la gran propiedad 1va a la par con la proliferación de micropropiedades exiguasy antieconómicas. Si bien esta tendencia se remonta a la épo-ca colonial, no ha cesado hasta nuestros días: la conquista .\patrimonial cont inuada aparece como un elemento/situa-ción permanente a escala continental a la cual sólo escapanlas revoluciones agrarias radicales (Cuba). Algunos indica-dores evaluados en cifras permitirán definir las ideas, a pe-sar del alcance necesariamente limitado de estadísticas queabarca el conjunto subcontinental tornado como un todo in-diferenciado: el 1.4% de las propiedades de más de 1 000hectáreas concentraba hacia 1960 el 65% de la superficie to-tal, mientras el 72.6% de las unidades más pequeñas -demenos de 20 hectáreas- sólo abarcaban el 3.7% de las su-perficies.) Desde la publicación de estos datos es poco pro-bable que se hayan dado cambios que puedan modificar susignificado global.

2. La antigüedad de la independencia así como los mode-los de desarrollo adoptados han determinado la singulari-dad de los procesos de modernización. Para resumir, a una

3 Según Jacques Ch~nchol, "Land tenure and development in LatinAmerica", Claudio Véliz et al., Obstacles lo change in Latin America, Lon-dres, Oxford Universit.y Press, 1965_[Obstáculos para la transformación deAmérica Latina, México, FCE, 1969.]

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28 (INTRoOUCCrÓI'!

II'!<",ODUCC, .,1 29

conórnicas. Se insc. ibe \11,::1 tiernpo y el espacio regionalesAntes de formar pa-rte cidfercer Mundo, esta América ¿SF)

Nuevo Mundo "des.subi.vr-t.." en el siglo xv y conqw..:;¿;cIO"é"el XVI. Po'see:'se'g{; .:;-Pi,-rr,,::-''Ch-aunu,su'üe'mpo prop io, tui,tiempoamericano '-l'in\;·,-s aeriso;"rhá~;cargado de modificación, por lo tanto que covr- más rápido que el nuestro". produeto de una "historia c!t;elerada" hecha de una "g igantescarecuperación" que '.om]I'l1.!:acon la prehistoria del coutinente, tardíamente poblad. orobablernente por migracionesQuizá podría pensa-rse ;"si,nísmo en la pluralidad, en le",variedad de ese "tiempo <'t! m'ricanó''';' .>;"e;1Su·esür~lrriieúTO;·f"-ae~lr ·e\l'sils-Vli:Tüdf.s·cé.l1s;-i~\iadoras.No sólo los indios neolíticos se rozan aqu· o allá .on las técnicas de punta de lúlt.mo cuarto del siglo xx, <ino que las sociedades Iat inoamer,canas aparecen con 10 v-vdaderos conservatorios de forrnassociales superadas ';:-'nel resto del mundo occidental, inclusocomo "museos polít (ICOS donde las sus ti tuciones de élites s',.efectúan por yuxtai,osic'Ól' más que por eliminación. Por le-demás, ¿acaso no es cie.tc. como señalaba Alfred Métrauxque "las especies al, ernajes hoy extintas se han mantenido el>América hasta unarechs. m ucho más reciente que en el ViejoMundo"?

También se ha pe-dido hablar de una .'naturaleza ame ricana", no sólo para sub ravai la desmesura 'de-Tos"ereáieni6s:v<éCgigantismo del espacio CJ •re no deben Alada al hombre, sine.para señalar la huei la sí.cgular de éste en el paisaje. La natoraleza ha sido vior:ilj~·y::.gi·,~díaa··p61~TadepredaciÓn V el desperdicio de una "ag,-icUJi:u"a minera" (llené Dumon c) que 1<-,ha dejado "l1:.2...._.?,?dv~j~,_ymo disminuida" (Claude- Lév-Str auss) y por tan tu po- '0 {lürllai1."i"z'aClá;'a:· semejanza de uncontinente conquisL-ldo.;oura decir cuanto nos equivocar íamos al ignorar los renóure. lOS transnacionales en el estudr«de es te conjunto re.rion»l.

m 1'. ma pertenencia cul tural a Occidente y una dependenciarn j,; tiforn~e en-~-~Tc~~i¿~-:-C~~'~~~~~~~r<?_ t;t.n.i~<?_sltü~.~~~·en::"dm ,c.mo contirien te;' Tos factores de. unidad rebasan fortale-ci-. .do la sorprendente continuidad lingüística de la Amé ri-G,le habla portuguesa y, a [ortiori, de la América española;al llegar de nuestra Europa exigua y fraccionada siemprenc»: sorprende hallar la misma lengua y a veces la misma.ar.nó sfera de una capital a otra separada por cerca de 8 000ki !..,metros y nueve horas de avión. Sin embargo a esta ho-rll,,/:,.;eneida¿[responde una no menos grande heterogene-ídacf.. . . '. . , ,,- - ··..···-..-·_··_ --0· -.----. .. - ..--- ----.--- --.----.- --de.: .aciories contiguas. Las ispariaades entre países sahana i.;,,~ista:'sLi·t·all.:;al~oante todo. Es evidente que Brasil, quin-to fstado del mundo por su superficie, gigante de 8.5 millo-nh, de km-, es decir igual a 15 veces Francia y 97 veces Por-tt1f';;:!1,su rnadre patria, no puede ni medirse ni confundirsecon el "pulgarcito" del istmo centroamericano, El Salvador,ma pequeño que Bélgica, con sus 21 000 km", Haciendo aun lado la variable lingüística que diferencia a Brasil de to-dc.. sus vecinos, podemos retener cierta cantidad de crite-r i,,', sencillos que dan cuenta de la diversidad de los es tadosy ¡;·,ssociedades. En el caso de los 'primeros, la geopolíticado» .ina, y sobre todo la situación ~n relación con el centrohegemónico norteamericano; en el de: las segundas convieneto.r.ar en cuenta los componentes etnoculturales de la pobla-cior.. y los niveles de evolución social, a fin de poner un pocode .vrden en el mosaico continental.

Fan cerca de Estados Unidos ":p oi, ncias emergentes y "repúblicas b'ananeras"

DIVERSIDAD DE LAS ~>)cIF ..1 lA. lES.SINGULARIDAD DE Ll; . NAt (O"IES

Co-.ocemos la triste reflexión del presidente Porfirio Díaz(1<'.! 6-1911) sobre México: "[... ] Tan lejos de Dios y tan cercade !';stados Unidos." Sin duda sabía de qué hablaba, dadoqlk la república imperial había amputado a su país la mitaddé'iu territorio en 1848 durante la guerra qué siguió a laan r,,·ión de Texas por Estados Unidos. Los actuales estadosno,' eamericanos de California, Arizóna, Nuevo México y,ad-. nás de Texas, una parte de Utah, Colorado, Oklahoma yKar.sas (o sea unos 2.2 millones de krn-) pertenecían a Méxi-co •..rtes del tratado de Guadalupe Hidalgo.Un destino colect.i-, ,fOl¡;3.C'O por evoluc iones paralelas, una

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INTRODUCCION(

INTRODUCClú,..t 31

4 Esos estrechos que separan a Cuba de México. a Haití de Cuba y a laRepública Dominicana de Puerto Rico son de oeste a este: el canal de Yuca-tán, el Windward Passage o Canal del Viento y el Canal de la Mona. Estapreocupación parece explicar el que Puerto Rico se haya convertido en po-sesión estaduniderise Y que Estados Unidos siga ocupando la base de Guan-tánamo en Cuba.

I

de "garantizar el respeto a las vidas. los bienes y las liberta-des". Esta cláusula incorporada a la Constitución cubanapresidió de hecho las relaciones desiguales entre ambos paí-ses hasta 1959.

Es ta pun tillosaheg~J1J_Q.Di<;LlliLC,amhió_nLswunéto,dos_uisus objetivos a la hora de los misiles intercontinentales. Lastropas estadunidenses"'intervi'ñieron 'en'-ía-R~'p'~bii~~ Domi-nicana en 1965 para evitar una "nueva Cuba", y en octubrede 1983 en la pequeña isla de Granada para echar a un go-bierno de tipo castrista. La ayuda.poco discreta de Washing.-ton a las guerrillas contra rrevolucionarias de Nicaraguahostiles al poder sandinista obedece a las mismas preocupa-ciones si no es que a los mismos reflejos. Más generalmente,la exasperación neocolonial estadunidense ha conducido aEstados Unidos a apoyar en la zona a cualquier régimen contal de que fuera claramente proestadunidense y a derrocar,o por 10 menos a desestabilizar, a cualquier gobierno que in-tentaba sacudirse la tutela del hermano mayor, o afectabasus intereses privados y más generalmente el modo de pro-ducción capitalista.

Además de su sit~~s:j.2P'-_g~g~~J.r-ªJ~gif:a,los estados de lazona de influencia norteamericana, con excepción de México,son pequeños, __9{ó!.Pol:>11l~ié>qr~,ft1,!~19a(el peligroso Nicaraguanene ffi"enos"'de3 millones de habitantes, ¡Osea aproximada-mente el número de inmigrantes hispanos de Los Ángeles!),cuando no se trata de microestadós como los que componenel polvo insular de las pequeñas Antillas: ¡es comprensibleque Granada "la roja" y sus 120'000 habitantes no podíanoponer mucha resistencia militar al cuerpo expedicionariode la primera potencia mundial! Es evidente que las posibili-dades económicas de esos estados entre los cuales se hallanlos más pobres y atrasados del subcontinente, no corripen-

Isan ni su exigüidad ni su infortunio geopolítico. A causa de.,la importancia histórica de la monoexportación agrícola.ial-:gunas de esas repúblicas tropicales han~ibido"eC~~bre- ;nombre despreciativo y cada vez menos exacto de repúblicas \bananeras: dado que las grandes sbciedades fruteras nortea- \mericanas, la United Fruit, sus competidoras o sus filiales, ,ejercieron allí durante mucho tiempo un poder casi ab solu- ¡to. Todo lo contrario ocurre con los estados más alejados de '\América del Sur. _.-1

»>~ La dominación de Estados Unidos es hoy particularmente¡ notoria en este "Mediterráneo americano" que forman, en-I tre el istmo centroamericano Yel arco de las Antillas, el gol-I fo de México y el mar Caribe. Ese mare nostrum es conside-../ rado. por Washington como la frontera sur estratégica de

Estados Unidos: supuestamente todo lo que afecta a estazona afecta directamente la seguridad del país "líder delmundo libre". El.s;<?,!!..t!,"olde los estrechos" y del canal inter-oceánico, así como de' los"poslbi'es trazados denuevos' pasosdel Atlántico al Pacífico, es considerado vital para EstadosUnidos: la comunicación marítima entre las costas este yoeste transforma, es cierto, el canal de Panamá-en una vía deagua doméstica, mientras las líneas de comunicación con losaliados europeos serían puestas en peligro, según se dice,por una presencia host.il en el conjunto de las Grandes Anti-llas. Sea lo que fuere, los estados ribereños insulares o conti-nentales están en libertad vigilada. La soberanía de las na-ciones bañadas por el "lago americano" está Iímltada por10ITntei-esesñ¿Icion.:al-es'de'lamefropcili septentnonal:DesdeTheodore Roosevelt, que no se conformó con "tomar Pana-má", donde Estados Unidos impuso en 1903 el enclave colo-nial del canal, éste se ha arrogado un P9_derde policía inter-nacional en la zona, ya sea controlando directamente las'ffru;;zas de estados en apuros, o haciendo desembarcar a losmarines para poner fin al "relajamiento general de los lazosde la sociedad civilizada" en los países vecinos meridiona-les. Por ello Nicaragua fue ocupada militarmente de 1912 a1925, y luego nuevamente de 1926 a 1933, Haití de 1915 a1934, la República Dominicana de 1916 a 1924. Finalmente,Cuba sólo se liberó del yugo español en 1898 para convertir-se en semiprotector'ado. dado que la enmienda Platt de 1901impuesta por los vencedores de la guerra hispanoamericanapreveía un derecho de intervención permanente de EstadosUnidos en la isla cada vez que el gobierno no pareciera capaz

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32 ('1'

IN"CROOUC( 11',;·1IN'''''ODUC~' 33

Los estados de la A m.er ica rnerid iorial. con excepción d,"aquellos que, en la Ld1:-1da caribeña son producr.. dCI ,11é,

1descolonización 1 ecie-.ltt (Guyana, Surinam) y que /)1)(1 '<1

mos asimilar a lé" na. io.ies delt'Merliterr-áneo arül"ct'i,'alt",.son ,'l la vez que ,yjali<)Sde Estados Unidos, más grande-: \'más ricos: los do.: rná.. extensos de la región, Br asil \' Arpr'lltina, son tarnbié. L lo> dos países mas industr iahzado» ,!.f'1

subcontinente. S, vo: cuenta, su autonomía pol ít ica P:": aurigua. Por lo demas. la-. iaciones de_A.m~tica deL(?~~11',janla>:han p_a,<:i~cidoalg. .na ¡l!!tcr:v~ncjónmilitar directa de EstadosUnidos, ql.lrell-pa ,'a '(:':\1 -Ilos utiilza estrategiasmás SL,.r.1\;~>:o porIomeiiósmásmdi ;,:e'cta's. Pero también la fascmar.ro..del American wa~1of ¡de se da en menor medida, yv igorosa.culturas nacionales, ddhnás de la influencia prcservada vt-Europa, hacen frxcasar ,dlí una "cocacolon ización" aIa ,:' idl

raros países esca I)an !01&5 al norte en esta Arné r ica interrr.e.dia donde Washington «icta la ley.

De esta "clase .necua' a la cual pe rrenece igualmente iVlexico-que a pesa e de ('o,'firio Díaz y la fatalidad geográfica,cuenta con la fue-rza .Ie sus 2 rnillones de krn-, sus a.pr-oxi-madamente 80 millones <lehabitantes y su personalidad (1.d

turaJ y política- se deSI)renden estados capaces de individualizarse en la e-scena i.iternacional y cuyo perfil propio Si"

destaca claramente sobre un conjunto latinoamericano (:uD'

denado todavía éo, ver,; 1:1 imitación ,'i aún hoy en mucho alanonimato bajo una vutela paternal y condescendiente, fl,.si

vemos surgir pote-ncias inedias que a veces aspiran d. C(eSl';Ü'Jpeñat~!?:..~l?_err~,gi;;~J~lI'·,;-hasta extrac,on tinental~' Sin embaig-üningún dete-¡'ñúñTsl!io(:ra'¿ii{~ilta'dit-ectame'nte de ese vigoroso avance, La pres+ncia de un recurso valorizado el! elmercado mundial o tu la coyuntura favorable pueden eleva .•a un país modesto a ia .iategorfa de los "grandes" del subcontinente: recienten.ence ése fue el caso de Venezuela, P)'O'

movida por el boom 1,,,~t,'olero,La ruptura con lametrópolíuna inversión de aliar.za o de sujeción pudieron da!' él urt pt~queño país una S.I tua« JÓ1, sin relación con su importancia .=es,pecífica: fue el caso cl,,~h Cuba cas tris ta, a partir de I96(Y Yla Nicaragua san.Iini ...ta parece querer seguir hoy, en un 'f:

gistro menor, el oeliuroso camino tornado por SI! herrnanamayor.

Si bien la clasi dca.iól. de los estados está sujeta él las uro-

di ¡;,;aciones de la historia, la de las sociedades es más esta-bl- y quizá 111ássignificativa para riues tro propósito.

Ct : .ia, población y sociedades

N, ,~sfácil dividir subconjuntos regionales que tengan algu-ne, oherencia en eI"'colltinente, dacloqDela historia a menu-d. ,ontradice la geografía. Así, Panamá, ex provincia colom-bia.ia, al igual que México no forma parte de América Central,ql ..- se reduce a los cinco estados Federa dos duranta la inde-pt·"lencia en el territorio de la capitanía general de Guate-m-ua.. Lo cual no impide que entre AI(1érica del Sur y EstadosUiu.íos exista por imposible que parezca una "América me-di» . zona de transición y de un establecimiento humano an-tiguo, lugar de brillantes civilizaciones precolombinas enti« ,,'as de un volcanismo que no ha dicho su última palabra,y ':!Uedesde todos los puntos de vista posee una personali-dad propia. En América del Sur generalmente se distingueUI.k' América templada que ocupa el "cono sur" del continen-te '/ que comprende a Argentina, Uruguay y Chile, que por sucln r.a, sus cultivos y su población es la parte más cercana alViejo Mundo, y una América tropical, en donde generalmen-te :i(-' clasifica a los países andinos, Paraguay y Brasil. Por lodemás este último difícilmente se deja etiquetar. País conti-ne ..,le que tiene fronteras con todas las naciones sudameri-eR!! i-lS , excepto Ecuador y Chile, comprende en efecto un surteiu olado, poblado de europeos que se dedican a cultivos me-ditevráneos. Sin embargo Chile, país andino si lo es, parecemas templarlo que tropical; en cuanto a Bolivia, andina cier-taru--rite, también es parcialmente tropical, pero vinculadahistor'icamente a la América templada, mientras que Colom-bia v Venezuela son a diferentes grados a la vez andinos y ca-r ib-tos. Puede verse la dificultad de establecer esas clasifi-ea. .i.mes ,

it·" .dernos pensar que la población es un indicador mejor-'1y mas manejable para una tipología rigurosa, Es cierto que Ise '-'lcuentra cierta correspondencia entre climas y pobla- i

cio.ies. en conexión, sobre todo con los, tipos de culturas his- ;-:~!tórívarnen te privilegiadas. En efecto la t:ibución regional '-'-j<de l. .s tres componentes de la población americana -el sus-

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34 ( INTRODUCCION INTRODUCCI[ 35./

trato amerindio, los descendientes de la mano de obra escla-va africana:-y-Ta'T~~igraci6Yleut-opea-deJ siglo XIX~ dibujaioñas déaominantewenfífícable"b~-~-~os-'dóminante, pueslas naciones mestizas son las más numerosas y, a menudo,en sociedades de población compleja, se yuxtaponen espa-cio¿ étnícamente homogéneos. Así, en Colombia, los resguar-dos indígenas de las "tierras frías" de altura a menudo estánen contacto con los valles "negros" de las "tierras calien-tes". Groseramente, podemos sin embargo distinguir: unazona de densa población india que abarca la América mediay el noroeste de 'América del Sur, donde florecieron las gran-des civilizaciones: de las Américas negras al noreste en elperímetro caribeño, Antillas y Brasil, ligadas a la gran espe-culación azucarera de la época colonial sobre todo; y final-mente un sur, pero sobre todo un sureste "blanco", tierratemplada que recibió a la mano de obra libre europea, quese diseminó allí a partir del último cuarto del siglo XIX.

Utilizando las mismas variables, el antropólogo brasileñoD~~ro ha propuesto una tipología que no carece deatractivo aun cuando podamos juzgarla ideológicamente ar-tificiosa. Distingue tres categorías de sociedades: lospueblos testigos, los 'pu~bT~s--trasplai1taaos-'y-1os~ pueblosnuevos. Los pu~o: te~tigos, en sus variedades mesoameri-cana o andina, son os éscendientes de las grandes civiliza-ciones azteca, maya e inca. Corresponden pues a esos paísesdonde la proporción de indígenas es relativamente elevada,lo cual significa entre otras cosas que una importante frac-ción de la población habla otra lengua vernácula y que en lascomunidades autóctonas ha hecho poca mella la civilizacióneuropea. Así ocurre en el caso de la América media, Guate-mala con cerca de 50% de indígenas, pero también Nicaraguao El Salvador que sólo cuenta con el 20%, muy acultu rados,u Honduras con menos del 10% (cifras que deben manejarsecon todas las reservas que merece la definición de indígenaen ese continente). México igualmente con apenas el 15% deciudadanos que hablan una lengua india pero que tiene con-centraciones muy grandes en algunos estados del sur (Oaxa-ca, Chiapas, Yucatán), y reivindica el pasado de los "venci-dos" en su ideología nacional. En la zona incaica, losindígenas que hablan quechua y aymará constituyen hasta el50% de la población de Perú, de Bolivia y de Ecuador, tam-

bién allí con grandes concentraciones en las zonas ruralesmontañosas.

Los pUf!.:/;JloUr..as.p.la..l1!.!!:...4:2sforman la América blanca: si-métricos de los angloamericanos del norte, son los rioplaten-ses de Uruguay y Argentina. En esas tierras de población re-ciente donde indígenas nómadas de escaso nivel culturalfueron despiadadamente eliminados antes de la oleada inrni-grator ia, nació una especie de Europa austral. Sin embargoesos espacios aparentemente abiertos, al igual que NuevaZelarida, Australia o Estados Unidos, presentan característi-cas sociales diferentes, lo cual e,tplica su evolución poste-rior. Su singularidad es fuerte. Los argentinos se enorgulle-

I

cían a principios de siglo de ser el' "único país blanco al surde Canadá". Y esas prolongaciones del Viejo Mundo que pormucho tiempo ignoraron el continente no se sentían muy"sudamericanas" que digamos sino hasta fechas recientes.

Finalmente los pueblos nuevos,entre los cuales Darey Ri-beiro coloca a Brasil,' Coiomblay Venezuela, así como a Chiley las Antillas, son producto del mestizaje biológico y cul tu-ral. Para él, allí está la verdadera América, aquella donde, en

Iel crisol racial de dimensiones planetarias, se forja la "razacósmica" del futuro cantado por José Vasconcelos. Esa cla-sificación, incluso así jerarquizada, posee cierta lógica ycontribuye a dar una apreciación global más clara de la rosade los vientos latinoamericana.

Sin querer multiplicar las clasificaciones, no 'es inútil in-troducir una última, basada en la homogeneidad cultural yla importancia del sector tradicional de la sociedad. Estas ti-pologías son tan arbitrarias como los criterios elegidos paraconstruirlas, pero indudablemente son indispensables paraaportar los matices necesarios para un estudio transversalde los fenómenos sociales continentales.

Si se toma como indicador la más o menos grande homo-geneidad cultural, estimándosela en función del grado deIñ-te--gra;ión social' y de la existencia de una o varias cul turasen el seno de la sociedad nacional, es posible discernir tresgrupos."

5 Según Gino Germani, "América Latina y el Tercer Mundo", en Apor-tes, núm. 10, París, octubre de 1968.

Page 14: Unidad 1-2 America Latina Introduccion Al Extremo Occidente

36 ( IN'rfZI)(lI ICCI,),··I n.1 1 IZODUC( 37

-Homogéneos Ars-er.t ina, Chile, Uruguay; en UlJ'l'W-, "-,,

grado Haití, El ~,:.llva.to' y Venezuela,-Heterogéneo,: G, ,;;t1'-omala,Ecuador, Bolivia, .!~P.ITI

-En vías de h.rmo-ei.eizacion: Brasil, México, L¡)le,ÚJí .• ¡.;

Los cri terios cl,~ se" ,e',ante clasificación pueden SI:':I. (:u:••..s~de ra dos erninen kmel' té: subjetivos, El grado de i:1·~«:l1CÚ,!.I;:'

lismo puede med rse «ie ¡or pues las más de las veres ,'C)J",,';:,

de con la impor-tancia dé t sector agrado y del an alta.betisn«.Bajo este ángulo -sta ia.. los países más tradicionales cornoHaití, Honduras, Parvgt ,ay, El Salvador, Guatemala '/ 'f-1:(,[¡

via, mientr-as ser -an .no.lernas las suciedades de f~xgf:ni'"llriChil«, Uruguay, ' 'olo.ub .a y Veriez u-da o Cuba.

La mul tip licar .ón ,le ·as tipologías permite cÍllunsci'jI,j,cierta cantidad d. .parses en los dos extremos de la Ladené! ,L-¡una idea aproxir. .ativ», ,~rosera, es verdad, pero utrl, de ta-diferencias y, poi consiguiente, del abanico de rea.lidades suciales heterogénets q. ,e ·;eocultan bajo la etiqueta ób8f'C;,tf(l'

do de América La tina sin por ello ceder a los espejismos !'Ir I

particularismo nacional y de la singularidad históiica .. Uosdimensiones cap, tale-. q.re sin embaigo no propoicíor.an let:,

claves que buscamos Ve. que éstas sólo pueden provenir '.Irun incesante varvén ei .tre los múltiples niveles de i.ülA

aprehensión global de las sirnili tucles y las diferencias, de' 1,',cont:inental a lo tócaí p.-sando por la nación y la región

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