Unilibros de colombia 2015 aseuc sección de artículos

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Publicación de la Asociación de Editoriales Universitarias de Colombia - FIL Bogotá 2015

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ASEUC | Calendario ferias del libroFerias del Libro 2015Abril - Diciembre

FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO—LBF— THE LONDON BOOK FAIR

Londres, Reino Unido Del 22 al 30 de abril

FILBO - FERIA INTERNACIONALDEL LIBRO DE BOGOTÁ

FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO DE BUENOS AIRES

Buenos Aires, Argentina

Del 23 de abrilal 11 de mayo

INTERNATIONAL ANTIQUARIAN BOOK FAIR

París, Francia Del 24 al 26 de abril BOOKEXPO AMERICA (BEA)

Nueva York, Estados Unidos Del 28 al 30 de mayo

SALÃO FNLIJ DO LIVRO PARA CRIANÇAS E JOVENS

São Paulo, Brasil Del 10 al 21 de junio

FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO DE LA PAZ

La Paz, Bolivia Del 1 al 10 de agosto

FERIA DEL LIBRO DE BUCARAMANGA, ULIBRO

Bucaramanga, ColombiaDel 24 al 29 de agosto

FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO COSTA RICA (FILCR)

San José, Costa Rica agosto*

FIESTA DEL LIBRO Y LA CULTURA

Medellín, Colombia septiembre*

Bogotá, Colombia

Del 22 de abrilal 4 de mayo

BIENAL DO LIVRO DE SÃO PAULO

São Paulo, Brasil agosto*

BIBF - BEIJING INTERNATIONAL BOOK FAIR

Pekín, China Del 26 al 30 de agosto

FIESTA DEL LIBRO DE CÚCUTA

Cúcuta, Colombia septiembre*

*Sin fecha definida

BIENAL DO LIVRO RIOINTERNATIONAL BOOK FAIR

Río de Janeiro, BrasilDel 3 al 13 de septiembre

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Calendario ferias del libro | ASEUC

Ferias del Libro 2016Enero - Marzo

FESTIVAL DEL LIBRO INFANTIL Y JUVENIL

Bogotá, Colombiaoctubre - noviembre*

FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO (LIBER)

Madrid, Espana

Del 30 de septiembreal 2 de octubre

FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO MONTERREY

Monterrey, México Del 10 al 18 de octubre

FIL - FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO

Guadalajara, México

Del 28 de noviembreal 6 de diciembre

MANILA INTERNATIONAL BOOK FAIR

Manila, Filipinas Del 16 al 20 de septiembre FERIA DEL LIBRO DE FRANKFURT 2015

Fráncfort, Alemania Del 14 al 18 de octubre

VISCOM ITALIA

Milán, Italia Del 15 al 17 de octubre

BOLOGNA CHILDREN’S BOOK FAIR

INTERNATIONAL BOOK FAIR

Viena, AustriaDel 11 al 15 de noviembre

FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO DEL PALACIO DE MINERÍA (FILPM)

Ciudad de México, México Del 17 al 29 de febrero

Heredia, Costa Rica marzo*

FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO UNIVERSITARIO(FILU)

*Sin fecha definida

Bologna, Italia

Del 30 de marzoal 2 de abril

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ASEUC | Las editoriales universitarias: pasado, presente, futuro

Como historiador no puedo empezar sino recordando los vínculos antiguos que ligaron las universidades de la Edad Media o del Renacimiento con la publicación de libros.

Europa universitaria, Europa tipográfica (siglos xv–xviii)

El mapa de la difusión de la imprenta en las décadas que siguie-ron a la invención de Gutenberg lo muestra claramente. Si la nueva téc-nica de reproducción de los textos

fue acogida por monasterios, con-ventos y ciudades mercantiles (por ejemplo Lyon), los talleres tipográ-ficos se multiplicaron en las grandes ciudades universitarias. Es verdad, sin embargo, que la relación entre universidad e imprenta se estableció lentamente: en 1475 solamente ocho de las treinta y seis ciudades europeas dotadas de una imprenta eran sedes de una universidad. Es verdad tam-bién que la creación de los talleres en estas ciudades no era necesaria-mente el resultado de la voluntad de la universidad1. En muchos casos, la instalación de las prensas fue la con-secuencia de iniciativas individuales y su producción no era dirigida hacia la impresión de los libros utilizados

Las editoriales universitarias: pasado, presente, futuro

Carlos Gazzera

Licenciado en Letras Modernas y magíster en Comunicación y Cultu-ra Argentina por la Universidad Nacional de Córdoba. Profesor Titular de Literatura Argentina en la Universidad Nacional de Villa María, donde dirige su editorial, Eduvim. Durante el periodo 2010-2013 fue secretario de la Reun y desde 2013 es presidente de la misma entidad. A partir del 2011 y con vigencia hasta el 2015 se desempeña como vocal de la Cámara Argentina del Libro.

1 Lodovica Braida, Stampa e cultura in Europa tra Xv e Xvi secolo, Roma-Bari, Laterza, 2000, pp. 20-34 que matiza las afirmaciones más contundentes de Lucien Febvre y Henri-Jean Martin, L’Apparition du livre, [1958], Paris, Albin Michel, 1999, pp. 250-255.

2 Jeanne-Marie Dureau, «Les premiers ateliers français», [1982], in Histoire de l’édition française, sous la direction de Roger Chartier et Henri-Jean Martin, Tome I, Le livre conquérant. Du Moyen Age au milieu du XVIIe siècle, Paris, Fayard/Cercle de

la Librairie, 1989, pp. 188-190. Las nueve ciudades universitarias dotadas de una imprenta antes de 1500 son Paris (1470), Toulouse y Angers (1476), Poitiers (1479) Caen (1480), Orléans (1490) Valence (1493), Nantes (1491) y Bourges. Las ciudades universitarias sin imprentas antes de 1500 (Cahors, Montpellier, Perpignan Aix-en-Provence y Bordeaux) son todas situadas en la parte meridional de Francia.

en la enseñanza. Sin embargo, en los tiempos de los incunables, existe una fuerte correspondencia entre la Eu-ropa universitaria y la nueva Europa tipográfica. La correlación se verifica en Alemania, en Italia o en Francia, donde en 1499 las imprentas están ya presentes en nueve de las catorce ciudades universitarias2.

Tres ejemplos pueden ayu-darnos a entender la complejidad de las relaciones entre universidad e im-prenta a finales del siglo xv y en los comienzos del xvi. El primer taller ins-talado en París fue en la Sorbonne en 1470. La iniciativa fue tomada por dos profesores de teología de la Universi-dad de París, Guillaume Fichet y Jean

Heynlin, que contrataron en Alema-nia a tres impresores: Ulrich Gering, Michael Friburger y Martin Krantz. Durante los dos años de presencia de la imprenta en la Sorbonne misma —antes de su mudanza a la rue Saint-Ja-cques con el letrero de Le Soleil d’Or—, Fichet y Heynlin publicaron veintidós libros, tanto textos clásicos (Salustio, Florus, Cicerón, Valerio-Máximo, Vir-gilio, Juvenal, Persio, Terencio) como obras de los humanistas contemporá-neos, todos compuestos por el mismo carácter romano. Antes de dedicarse a partir de 1472 a una producción más directamente ligada con la enseñanza universitaria y la publicación de obras jurídicas, teológicas y litúrgicas, el taller fundado en la Sorbonne por dos de los

Por: Roger Chartier

REUN

REUN—Red de Editoriales de Universidades Nacionales—<http://www.reun.com.ar>

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profesores del colegio, y no por la Uni-versidad de París como tal, fue un ins-trumento esencial de la difusión de la nueva retórica y elocuencia humanista, apoyada sobre los modelos de los An-tiguos y los tratados de los modernos3.

En Salamanca, es recién en 1504 que se encuentra el primer libro explícitamente costeado por la univer-sidad. Pero es muy probable que em-pezara anteriormente la actividad del claustro y del rector de la universidad como editores. En 1494 el colofón de un libro de pronósticos indica que «fueron impresos por orden y auto-rización del rector de la Universidad de los Estudios de Salamanca». Es posible también que la Universidad tuviera su propia imprenta a partir de los comienzos del siglo xvi o quizás a finales del siglo xv tal como lo sugie-ren los preliminares de una edición de la Repetitio Secunda de Antonio de Nebrija de 14864. El caso salmantino sería muy paralelo a la situación de la Universidad de Oxford que empezó a editar libros en 1478 y que tuvo su pro-pio taller tipográfico a partir de 1530.

Último ejemplo: Cambridge. En 1534 Enrique VIII firmó las Letters Patents que autorizaban a la Universi-dad a nombrar impresores (bookprin-ters) para imprimir los libros aproba-dos por el canciller y tres doctores de la Universidad y libreros (sellers of books) otorgados para vender en todo el reino los libros impresos o aprobados por la Universidad cualquiera que fuera su lugar de impresión. Los impreso-res elegidos como University Printers poseían su propio taller y sus prensas y fundiciones. Publicaron no solo los libros eruditos o los manuales aproba-dos por la Universidad, sino también títulos más provechosos: por un lado, la Biblia, el Book of Common Prayer y li-bros de salmos; por otro lado, almana-ques. Es así que en la década de 1680 el University Printer John Hayes publi-có un quinto de todos los almanaques ingleses. Por supuesto la publicación de semejantes libros que constituían la parte más importante del mercado no era el monopolio de los impreso-res de la Universidad que tenían que competir o pactar con sus colegas de la Stationers’ Company —la corpo-

ración de los libreros e impresores de Londres— 5.

Es solamente en 1696 que cambió la situación cuando fueron sustituidos los impresores por la «Press» de la Universidad que poseía su propio taller y que era dirigida por un committeee of curators que daba las licencias para imprimir. Las razones para establecer un taller tipográfico propio de la Universidad eran dobles: por un lado, sustraer la actividad edi-torial e impresora de la Universidad al control de la Stationers’ Company; por otro lado, publicar ediciones lim-pias de los gazapos y errores cometi-dos por «the unskillfull hands of inco-rrect printers» —«los manos torpes de impresores ignorantes»— según una carta del canciller de la Universi-dad, el Duque de Somerset, que inició con Richard Bentley, un classical scho-lar, el proyecto de instalación de una imprenta en la Universidad.

El taller de Cambridge im-primió para libreros o autores sin asu-mir (salvo en algunos escasos casos) el papel de editor propiamente di-

cho6. Si en Salamanca, en el siglo xv, la Universidad editó libros sin tener imprenta, en Cambridge, al revés, la actividad de la University Press no su-ponía necesariamente una actividad editorial de la Universidad. La pro-ducción de los años 1698-1712, estu-diada por D. F. McKenzie,7 refleja esta situación en la cual la Press de Cam-bridge era únicamente una printing

3 Jeanne Veyrin-Forrer, «Aux origines de l’imprimerie française. L’atelier de la Sorbonne et ses mécènes (1470-1473)», [1973], in Jeanne Veyrin-Forrer, La lettre et le texte. Trente années de recherches sur l’histoire du livre, Paris, Ecole Normale Supérieure de Jeunes Filles, 1987, pp. 161-187.

4 José A. Sánchez Paso, «La Universidad de Salamlanca en la impresión y edición de libros», in El libro antiguo español, Actas del segundo Coloquio Internacional (Madrid), Al cuidado de María Luisa López Vidriero y Pedro M. Cátedra, Salamanca, Ediciones de la Universidad de Salamanca, Biblioteca Nacional de Madrid y Sociedad Española de Historia del Libro, 1992, pp. 449-436.

5 David McKitterick, A History of Cambridge University Press, volume i, Printing and the Book Trade in Cambridge 1534-1698, Cambridge, Cambridge University Press, 1992, pp. 384-387.

6 David McKitterick, A History of Cambridge University Press, volume 2, Scholarship and Commerce 1696-1872, Cambridge, Cambridge University Press, 1998, pp. 45-51.

7 D. F. McKenzie, The Cambridge University Press. A Bibliographical Study, volume i Organization and Policy of the Cambridge University Press, Cambridge, Cambridge University Press, 1966, pp. 1-15 y pp. 164-170.

El papel de las editoriales universitarias dentro de la historia de la edición ha representado un rol significativo en la generación y producción de conoci-miento de textos académicos y científicos, que inspiraron el porvenir de la industria y le apostaron a la lectura como medio para profundizar en la con-cepción de una sociedad preparada para asumir los retos del futuro.

Cuando pienso en el origen, la historia y el reto posterior de la edición, evoco a Roger Chartier, profesor e historiador del libro, de la edición y de la cultura, quien, en la edición número 66 de la Feria del Libro de Frankfurt - 2014, uno de los eventos más importantes de la industria editorial, realizó una ponencia en el

II Foro Mundial de la Edición Universitaria titulada “Las editoriales universitarias: pasado, presente, futuro”, en la que hizo un análisis profundo de la historia y evolución de la edición universitaria hasta la actualidad y abrió el interrogante sobre si la inmersión y los usos de las nuevas tecnologías en la publicación y consumo de libros perdurará en el tiempo, o si solo será parte de los archivos olvidados de los aparatos tecnológicos.

Carlos GazzeraPublisher EduvimCoordinador de la junta ejecutiva REUN

Foto tomada del portal: http://goo.gl/Ekv7nx

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house. Las prensas de Cambridge im-primieron ediciones eruditas de auto-res antiguos (entre ellos el Horacio de Bentley o el Homero de Barnes) y li-bros de filosofía natural (por ejemplo la segunda edición corregida de los Principia de Newton) leídas por estu-diantes y profesores, pero la mayoría de los títulos impresos en el taller de la Universidad son sermones y obras religiosas vinculadas con las ásperas controversias del tiempo, vendidas por los libreros-editores londinenses a un público mucho más amplio que los lectores de las ediciones sabias.

La Edad Media Sería sin embargo erróneo pensar que la actividad editorial de las universidades empezó solamente con la difusión de la invención de Gu-tenberg. En los tiempos de la cultura manuscrita, los libreros o stationarii jurados y privilegiados de las universi-dades desempeñaron un papel funda-mental en las transformaciones de las relaciones con lo escrito. La primera mutación consta a partir del siglo xii en Italia en la definición de un nuevo tipo de libro (el «libro scolastico» o «libro da banco» como lo llama Ar-mando Petrucci) que propone los tex-tos teológicos, jurídicos o filosóficos en una nueva forma material: el libro de gran tamaño en el cual el texto en latín, a menudo dispuesto en dos co-lumnas, está encerrado por las glosas de los márgenes o de pie de página. Este libro escolástico impone una nueva práctica de lectura, más rápida gracias a las numerosas abreviaciones,

define un método de lectura silenciosa y visual que procede del sentido literal a la doctrina9, y que desplaza la copia de los manuscritos de los scriptoria de los conventos a las tiendas de los libre-ros universitarios y la actividad de los copistas profesionales.

Una tipología de las editoria-les universitarias modernas Ni quiero ni puedo seguir la historia de la edición universitaria desde el siglo xvi o xvii hasta aho-ra. Quizás bastará con subrayar tres evoluciones de las cuales es heredero nuestro presente. La primera consta en la multiplicación de las editoriales universitarias propiamente dichas, es decir editoriales dirigidas por un comité o una junta de publicaciones constituido por profesores y cuyo fi-nanciamiento proviene con propor-ciones diferentes según los casos del presupuesto de la universidad, de la venta de los libros y periódicos, o de subvenciones y legados. El caso nor-teamericano es el más espectacular con las creaciones de las editoriales de Cornell en 1869, Johns Hopkins en 1878, Chicago en 1891, Columbia y California en 1893, Toronto en 1901 y Princeton en 1905. Este modelo, en el cual una editorial publica dentro del marco de la universidad, fue imitado tanto en Europa como en América Latina mucho tiempo después: en Es-paña, el 70% de las editoriales univer-sitarias fueron fundadas después de 197310 y en Francia los años de la edad de oro de las creaciones de las presses universitaires son entre 1971 y 198711.

8 Armando Petrucci, «Il libro manoscritto», in Letteratura italiana, volume 2, Produzione e consumo, Torino, Einaudi, 1983, pp. 499-524 y Richard H. et Mary Rouse, «Concordances et index», in Mise en page et mise en texte du livre manuscrit, sous la direction de Henri-Jean Martin et Jean Vézin, Paris, Editions du Cercle de la Librairie-Promodis, 1990, pp. 219-228.

9 Franco Alessio, «Conservazione e modelli di sapere nel Medioevo», in La memoria del sapere. Forme di conservazione e strutture organizzative dall’Antichità a oggi, a cura di Pietro Rossi, Roma-Bari, Laterza, 1988, pp. 99-133.

10 En España 36 de las 52 editoriales que constituyen la Unión de Editoriales Universitarias fueron fundadas después de 1973. Solamente dos fueron establecidas antes de 1938 (Salamanca a finales del siglo Xv, Valencia en 1930) y 14 entre 1939 y 1973 (dentro de ellos las editoriales del C.S.I.C. y del C.E.P.C. fundadas en 1939. Estos datos son calculados a partir del Directorio 2007-2008, Madrid, Unión de editoriales universitarias españolas, 2007.

11 Benjamin Assié, L’édition universitaire, Villeurbanne, Ecole nationale supérieure des sciences de l’information et des bibliothèques, 2007, pp. 41-43.

Foto tomada del portal: http://goo.gl/lzXd6O

y más visual ya que debe establecer relaciones analíticas entre el texto, las rúbricas marginales, las glosas y las notas y los índices8. Permite también el libro universitario una nueva de-finición y un nuevo uso de lo escrito que duraderamente, desde la alta Edad Media, era dedicado a la conservación de los documentos más que a la lectu-ra de los textos, lo que incitó Petrucci

a proponer la fórmula scrivere senza le-ggere, «escribir sin leer» para designar la paradójica coexistencia entre una alfabetización de escritura y un analfa-betismo o ausencia de lectura. Con el libro copiado para el estudio, al mode-lo monástico de la escritura o, mejor dicho, de la copia fue sustituido un modelo escolástico de la lectura que implica una nueva forma del libro, que

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Un segundo tipo de editoria-les universitarias está fundado sobre una relación estrecha entre la publica-ción de libros y una comunidad inte-lectual que no es una universidad pero que se arraiga en el mundo académico. Podríamos pensar en dos ejemplos. El primero es el del Fondo de Cultura Económica creado en 1934 para pu-blicar los libros necesarios a los estu-diantes (y profesores) de la Escuela Nacional de Economía fundada en México ese mismo año. Una colabo-ración idéntica se inició cuatro años después cuando se estableció en Mé-xico la Casa de España, precursora del Colegio de México. Apoyado por el Estado, que actuaba en calidad de fi-deicomiso con los bancos que respal-daron al Fondo de Cultura Económi-ca, la nueva editorial desempeñó un papel fundamental para introducir en el mundo de lengua castellana (parti-cularmente gracias a la colaboración de intelectuales españoles exiliados después de la Guerra Civil) las obras claves de la economía política, de la «nueva» historia y de las ciencias so-ciales (sociología o antropología)12.

Las características intelec-tuales que se encuentran en la historia de las Presses Universitaires de France, son, en parte, similares. Fueron fun-dadas en 1921 con el estatuto de una cooperativa cuyo capital inicial esta-ba dividido entre 6.000 acciones de cien francos suscriptas por empresas, asociaciones, fundaciones y más de seiscientos individuos: profesores de las universidades o de los lycées, maestros de la enseñanza primaria, empresarios e ingenieros. En la lista

de los suscriptores figuran algunos de los intelectuales más destacados de su tiempo: Marc Bloch, Marcel Mauss, Gustave Lanson, Charles Blondel, Etienne Gilson, Célestin Bouglé, Marie Curie. La mitad del ca-pital inicial fue sin embargo aportada por la Banque des coopératives que respaldaba un proyecto inspirado por la ideología de la cooperación entre suscriptores que aceptan una remu-neración limitada de sus acciones.

Las Presses Universitaires de France intentaron construir una inte-gración vertical de la publicación que, limitando los intermediarios y redu-ciendo el precio de los libros, debía facilitar la difusión de obras amenaza-das por la subida del precio del papel y de los costes de impresión, que eran las dos primeras justificaciones de la creación de la cooperativa editorial. La integración buscada por las puf. asociaba una política editorial deci-dida por los mejores especialistas de cada disciplina, la impresión de los libros (la editorial adquirió su pro-pia imprenta instalada en Vendôme en 1928) y la difusión de su catálogo asegurada tanto por la famosa (y aho-ra desaparecida) librería de la esquina de la Place de la Sorbonne y el Boule-vard Saint-Michel como por una red de librerías depositarias en las ciuda-des de provincia.

La hostilidad del sindicato de los editores, inquietos frente a los descuentos consentidos por las puf, y las dificultades económicas de la cooperativa condujeron la editorial a una fusión en 1939 con tres otras editoriales cuyos catálo-

gos coincidían con el suyo: Alcan, Rieder y Leroux. El primero, fruto de la fusión de 1939, cuyo artesano fue Paul Angoulevent que mantuvo el nombre de la editorial y eligió como símbolo por la nueva edito-rial una cuadriga, fue la creación en 1941 de la colección «Que Sais-Je?» que publicó cincuenta títulos durante su primer año de existen-cia13. El carácter «universitario» de las Presses Universitaires de Fran-ce, tanto en 1921 como en 1939 no se definió entonces por su vínculo con una universidad particular, sino por sus colecciones dedicadas a la publicación de obras de investi-gación y a la divulgación del saber universitario.

El perfil de las Presses Uni-versitaires de France, particularmen-te después de 1939, nos acerca de un tercer tipo de editoriales ligadas con la universidad que no son edito-riales universitarias sino editoriales privadas que publican libros escri-tos por profesores e investigadores y libros dirigidos a los estudiantes. En este sentido, podemos decir que el libro «universitario» escapa a las editoriales de las universidades y puede

encontrar su lugar en casas editoria-les muy diversas: las que construye-ron su fuerza a partir de la edición escolar, las que se especializaron en colecciones de saber o las que abrie-ron su programa de literatura ge-neral a las novedades intelectuales. En Francia, Armand Colin puede ilustrar la primera categoría, Payot y Aubier la segunda, Gallimard, Le Seuil o las Editions de Minuit, que fueron, sin duda, las más atentas a las innovaciones intelectuales des-pués de 1945, la tercera14.

Retos del presente: la trans-formación de las prácticas de lectura Quisiera, en la última parte de esta conferencia, examinar algu-nos de los desafíos lanzados a la edi-ción universitaria y más particular-mente a las editoriales universitarias

12 víctor Díaz Arciniegas, Historia de la casa. Fondo de Cultura Económica, México, Fondo de Cultura Económica, 1994, y Cristina Pacheco, En el primer medio siglo del Fondo de Cultura Económica. Testimonios y conversaciones, México, Fondo de Cultura Económica, 1984.

13 Valérie Tesnière, Le Quadrige. Un siècle d’édition universitaire, Paris, Presses Universitaires de France, 2001 (particularmente el capítulo 9, «Coopératisme et

édition: à la recherche de nouvelles formes de production et de gestion», pp. 245-280, y el capítulo 10, «Le Quadrige», pp. 281-310).

14 Valérie Tesnière, «L’édition universitaire», [1985], in Histoire de l’édition française, op. cit., Tome III, Le temps des éditeurs. Du romantisme à la Belle Epoque, 1990, pp. 245-250, y «Traditions et forces neuves dans l’édition universitaire», [1986], in Histoire de l’édition française, op. cit., Tome IV, Le livre concurrencé. 1900-1950, 1991, pp. 322-325.

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hoy en día. Tres me parecen esenciales. El primero se remite a las transformaciones de las prácticas de lectura y más general-mente a las mutaciones de las relaciones con el libro. Veamos el ejemplo francés. Los datos reunidos por las encuestas estadís-ticas midiendo las prácticas culturales de los franceses muestran que entre los años 1973 y 2008, si no retrocedió el porcentaje global de los lectores, al menos disminuyó la proporción de los «lectores intensivos» o «forts lecteurs» en cada grupo de edad y, muy particularmente, en la franja com-prendida entre los diecinueve y los veinti-cinco años15. La reducción del público de grandes compradores de libros, que no era únicamente universitarios, y la disminu-ción de sus compras es un primer elemento en las afirmaciones que diagnostican una «crisis» de la edición.

Las transformaciones de las prácti-cas de los estudiantes acompañan este retro-ceso. Sus compras de libros y sus prácticas de lectura fueron drásticamente reducidas por otras posibilidades de lectura: por un lado, la frecuentación de las bibliotecas universitarias que conoció más del 70% de crecimiento en Francia entre 1984 y 1990, y, por otro lado, el recurso masivo a las fo-tocopias de los libros tomados en préstamo en las bibliotecas o facilitados por amigos, a los apuntes dactilografiados de las materias y, hoy en día, a los bancos de datos de la red. Aún más importante, solo los estudiantes que han elegido una carrera literaria o cuyos padres tienen un título universitario poseen una cantidad importante de libros. Pero, aun dentro de esta población de compradores de libros, pocos son los que tratan de crear

bibliotecas personales, como lo muestra el éxito del mercado de segunda mano de los libros de estudio16.

Las mismas observaciones en cuanto a la «falta de hábitos lectores» de los estudiantes y su «cultura de la fototoco-pia» se encuentran desde 2006 en las con-clusiones de Claudio Rama, Richard Uribe y Leandro de Sagastizábal en su estudio dedicado a las editoriales universitarias en América latina17. Citan al ensayista y poeta mexicano Gabriel Zaid para quien «el pro-blema [de América Latina] no está solo en los millones de pobres que no pueden acce-der a los libros, muchos de ellos analfabetos, sino en los millones de universitarios que pudiendo acceder a los libros, no leen (pero sí escriben y desean ser publicados)»18.

Por último, las encuestas socioló-gicas francesas dedicadas a la franja de edad anterior, la de los jóvenes comprendidos en-tre los quince y diecinueve años, registran no solo una disminución de sus prácticas de lectura, sino también su fuerte reticencia a presentarse como lectores y el estatuto muy despreciado que atribuyen al libro19. Es claro que estos datos franceses recogidos a finales del siglo pasado deberían estar actualizados, criticados y comparados con encuestas he-chas en otros países, pero parecen indicar una tendencia general que no se encuentra con-tradicha por las observaciones más recientes.

Retos del presente: bibliotecas, pe-riódicos y monografías Un segundo desafío lanzado a la edición universitaria se remite a la política de

15 Olivier Donnat et Denis Cogneau, Pratiques culturelles des Français 1973-1990, Ministère de la Culture et de la Communication, Paris, La Découverte y La Documentation française, 1990, y François Dumontier, François de Singly et Claude Thélot, «La lecture moins attractive qu’il y a vingt ans», Economie et statistique, 233, 1990, pp. 63-75. Cf. Aussi Oliier Donnat, «La lecture régulière des livres: un recul ancien et général», Le Débat, n° 170, 2012, pp. 42-51.

16 Les étudiants et la lecture, sous la direction d’Emmanuel Fraisse, Paris, Presses Universitaires de France, 1993, y Bernard Lahire avec la collaboration de Mathas Millet y Everest Pardell, Les manières d’étudier. Enquête 1994, Paris, La Documentation française, 1997.

17 Claudio Rama, Richard Uribe y Leandro de Sagastizabal, Las editoriales universitarias en América Latina, Caracas, IESALC, y Bogotá, CERLAC, 2006.

18 Ibid., p. 98.19 François de Singly, Les jeunes et la lecture, Ministère de l’Education Nationale et de

la Culture, Direction de l’évaluation et de la prospective, Les Dossiers Education et Formation, 24, janvier 1993, y Christian Baudelot Marie Carter y Christine Détrez, Et pourtant ils lisent…, Paris, Editions du Seuil, 1999.

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adquisiciones de las bibliotecas —y particularmente de las bibliotecas uni-versitarias—. Cada uno se acuerda del diagnóstico establecido por Robert Darnton en 1999 en cuanto a la situa-ción en los Estados Unidos20. Según él, el dato esencial consta en los recortes drásticos por parte de las bibliotecas de las compras de monografías, es de-cir, los libros de humanidades y cien-cias sociales dedicados a un tema es-pecífico. Semejante reducción es una consecuencia directa e ineluctable del incremento del precio de los periódi-cos científicos cuya suscripción anual puede alcanzar en algunos casos más de diez o quince mil dólares. Darnton citaba como ejemplos Brain Research publicado por Elsevier y el Journal of Comparative Neurology publicado por Wiley cuyos precios de suscripción para 2015 son respectivamente de 17.500 y 30.000 dólares. Son así más de 70% u 80% del presupuesto dedica-do a las adquisiciones que se encuen-tra gastado en la compra de periódicos, cualquiera que sea su forma, impresa o electrónica.

Sin la seguridad de las com-pras de las bibliotecas, algunas edi-toriales académicas estadounidenses empezaron a rehusar los textos con-siderados como demasiado especiali-zados: Ph.D. transformados en libros, obras de erudición, publicaciones de documentos. Se concentraron en los temas de moda y los libros más atrac-tivos para el gran público. Parece que

tal evolución empezó temprano, an-tes del viraje decisivo de 1990. En un divertido ensayo publicado en 1983, el mismo Robert Darnton recuerda su experiencia como miembro del editorial board de Princeton Universi-ty Press entre 1978 y 1982. Si en estos años la política de la editorial acogía generosamente las monografías (a menudo con títulos que transforma-ban «the small», es decir el estudio particular, en «big» tal como, por ejemplo, Land and Labor: Economic Dependency and Social Order in Sprin-gfield, Massachusetts, 1636-1703), sin embargo ya existía el énfasis sobre li-bros atractivos y temas de moda.

De ahí las advertencias de Darnton a los futuros autores: «His-toria, diga qué es antropología. Antro-pología, diga qué es historia» o «Li-teratura inglesa, tiene que demostrar que usted sabe todo en cuanto a la más reciente teoría crítica llegada desde París o Yale pero que usted no cree en ella». O «Si quiere proponer un libro, debe escribirlo sobre las aves. Hemos aceptado libros sobre las aves de todas partes del mundo: Colombia, África,

Rusia, China, Australia… No puede fracasar usted con las aves, por lo me-nos con Princeton. Otras editoriales consideran otros temas irresistibles. Puede probar las casas de campo con Yale y la cocina con Harvard»21.

En Francia, y sin duda en otros países de Europa, la reducción de las compras de los lectores es quizás más decisiva que la transformación de la política de las bibliotecas. Pero las consecuencias sobre las editoriales que publican libros académicos son seme-jantes22. Las estadísticas reunidas por el Syndicat national de l’édition en cuan-to a los libros de ciencias humanas y so-ciales muestran una doble disminución en la década de 1990: disminución del número global de libros vendidos (dieciocho millones en 1988, quince millones en 1996), disminución del número de ejemplares vendidos por título publicado (dos mil doscientos en 1980, ochocientos en 1997). Frente a semejantes evoluciones, las repues-tas de las editoriales fueron múltiples. La primera, es decir el incremento del número de títulos publicados (1.942 en 1988, 3.133 en 1996) de manera

que sea ampliada la oferta, condujo a un crecimiento explosivo de los libros no vendidos y devueltos a sus editores y a graves desequilibrios financieros de las empresas. De ahí las elecciones de los editores durante los últimos años: la reducción de las tiradas (a menudo muy inferiores a las del siglo xvi), el rehúso de las obras juzgadas demasia-do especializadas, la prudencia ante las traducciones23. Aunque las razones de las dificultades no sean las mismas en los Estados Unidos y en Europa, me pa-rece que podemos generalizar el inquie-tante diagnóstico de Darnton: «la mo-nografía está en peligro de extinción».

La edición electrónica: promesas y desafíos Es la razón por la cual las posibilidades ofrecidas por la publi-cación electrónica le parecía una po-sible solución. Puede permitir la cons-trucción de un nuevo tipo de libro, estructurado en una serie de estratos textuales dispuestos en forma de pi-rámide: argumento, estudios particu-lares, documentos, referencias histo-riográficas, materiales pedagógicos, comentarios y discusiones. La estruc-tura hipertextual de semejante libro cambia tanto la lógica de la argumen-tación, que ya no es necesariamente lineal ni secuencial, sino abierta y re-lacional, como la recepción del lector que puede consultar por sí mismo, si existen en una forma electrónica,

20 Robert Darnton, «The New Age of the Book», The New York Review of Books, March 18, 1999, pp. 5-7 [tr. española: «La nueva era del libro», in Robert Darnton, El coloquio de los lectores. Ensayos sobre autores, manuscritos, editores y lectores, México, Fondo de Cultura Económica, 2003, pp. 355-370].

21 Robert Darnton, «Publishing: A Survival Strategy for Academic Autors», [1983], in Robert Darnton, The Kiss of Lamourette. Reflections in Cultral History, New York y Londres, W. W. Norton & Company, 1990, pp. 94-103.

22 Hervé Renard y François Rouet, «L’économie du livre: de la croissance à la crise», in L’édition française depuis 1945, sous la direction de Pascal Fouché, Paris, Editions du Cercle de la Librairie, 1998, pp. 640-737, y Pierre Bourdieu, «Une révolution

conservatrice dans l’édition», Actes de la Recherche en Sciences Sociales, 126-127, 1999, pp. 3-28.

23 En Francia, las variaciones de las clasificaciones utilizadas para las estadísticas del Syndicat national de l’édition hacen dificiles la comparaciones cronológicas. El caso de una categoría estable entre 1970 y 2004, «ciencias humanas generales», confirma sin embargo el cruce entre la reducción de las tiradas medias (4.000 ejemplares en 1988, 2.000 en 2003) y el aumento del número de títulos publicados (2.000 en 1988, 4.000 en 2001). Cf. Bruno Auerbach, «Publish and perish. La définition légitime des sciences sociales au prisme du débat sur la crise de l’édition SHS», Actes de la Recherche en Sciences Sociales, 164, 2006, pp. 74-92 (Graphique 1, p. 81).

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ASEUC | Las editoriales universitarias: pasado, presente, futuro

los documentos (archivos, imágenes, música, palabras) que son el objeto o los instrumentos del estudio. El libro electrónico transforma así profunda-mente las técnicas de la prueba en los discursos del saber (citas, notas, refe-rencias) puesto que el lector puede, si lo quiere, controlar las elecciones e interpretaciones del autor24.

Pero tales promesas supo-nen dos condiciones. En primer lugar, deben estar claramente di-ferenciadas la comunicación elec-trónica, libre y gratuita, y la edición electrónica, que implica un trabajo editorial, costes de producción, un control científico y el respeto de la propiedad intelectual. Esta reor-ganización es una condición para que puedan protegerse tanto los derechos económicos y morales de los autores como la remuneración de los editores. Así, el libro digital debe definirse por oposición a la comunicación electrónica espon-tánea que autoriza a cada uno a poner en circulación en la red sus ideas, opiniones o creaciones. De esta manera, podrá reconstituirse en la textualidad electrónica una jerarquía de los discursos que per-

mitirá diferenciarlos según su auto-ridad científica propia.

En segundo lugar, las pu-blicaciones electrónicas necesitan adquirir una legitimidad intelectual comparable al reconocimiento cien-tífico que se atribuye a los libros im-presos. La creación de colecciones de libros electrónicos25 y el desarrollo de los usos científicos de las nuevas tecnologías26 muestran que empiezan a estar movilizadas las posibilidades específicas de la nueva forma de pu-blicación de los textos. No se debe ol-vidar, sin embargo, que los productos electrónicos no representan sino una

parte muy minoritaria del mercado de la edición universitaria y del mer-cado del libro en general: solamente entre 3 y 4% en Francia tanto en 2013 como en 200127. La situación en Es-tados Unidos está sin duda diferente. En 2012, los libros electrónicos re-presentaron 27% del mercado de los libros por adultos28 y en 2014 46% de las editoriales universitarias estadou-nidenses declararon que las ventas de e-books constituían entre 7 y 20% de sus ingresos mientras que era sola-mente la situación de 27% de ellas el año anterior 201329.

No debemos menospreciar

la importancia de las mutaciones o rupturas introducidas por la textua-lidad electrónica30. El caso de los periódicos científicos que constitu-yeron y todavía constituyen una par-te importante de las publicaciones de las editoriales universitarias lo puede ilustrar en un momento en el que las bibliotecas modifican profunda y rápidamente la distribución de sus suscripciones entre periódicos im-presos y periódicos electrónicos. Bastará un solo ejemplo. La bibliote-ca de Drexel University (una univer-sidad de Filadelfia orientada hacia la tecnología y la ingeniería) suscribía en 1998 a mil quinientos periódi-cos impresos y veinte periódicos electrónicos. En el 2000 la propor-ción se invirtió drásticamente con ochocientos impresos y cinco mil electrónicos, y en 2001 la diferencia incrementó aún más con trescientos impresos contra seis mil y trescien-tos electrónicos. La Universidad gas-tó en este mismo año 36 mil dólares para los periódicos impresos contra 595 mil para los electrónicos31.

La difusión masiva de los periódicos científicos en una forma electrónica plantea dos interrogantes

24 Para un ejemplo de las diferencias de los vínculos posibles entre demostración histórica y fuentes documentales en las dos formas, impresa y electrónica, del «mismo» artículo, véanse Robert Darnton, «An Early Information Society. News and Media in Eighteenth-Century paris», The American Historical Review, vol. 105, n° 1, February 2000, pp. 1-35, y AHR webpage: www.historycooperative.org/ahr.

25 Por ejemplo, el proyecto Electronic Publishing Initiative @ Columbia de Columbia University Press y su colección «Gutenberg-e series of monographs in History». Puede compararse para un mismo título, por ejemplo Gregory S. Brown, A Field of Honor: Writers, Court Culture, and Public Theater in French Literary Life from Racine to the Revolution, 2002, la versión impresa y la versión electrónica (http://www.gutenberg-e.org/brg01) que propone más allá del texto del autor una serie de imágenes, la publicación de fuentes documentales y más de setenta y cinco vínculos con otros recursos electrónicos.

26 Véanse para los estudios filológicos, José Manuel Blecua, Gloria Clavería, Carlos Sanchez and Joan Torruella (eds.), Filología e Informática. Nuevas tecnologías en los estudios filológicos, Bellaterra, Editorial Milenio y Universitat Autonoma de Barcelona, 1999, y David Scott Kastan, Shakespeare and the Book, Cambridge, Cambridge University Press, 2001, Chapter Four, «From codex to computer; or, presence of mind», pp. 111-136.

27 Syndicat national del’édition, Chiffres clés 2013 (http://www.sne.fr/enjeux/chiffres-cles-2013) y Marc Minon, Edition universitaire et perspectives du numérique, Etude réalisée pour le Syndicat national de l’édition, 2002 (http://www.sne.fr/numerique).

28 «Looking at US E-book Statistics and Trends», Publishing Perspectives, October 3, 2012, (http://publishingpersoectives.com/2012/10).

29 Digital Book Publishingin the AAUP. Survey Report: Spring 2014, The Association of Amercan University Press (http://www.aaupnet.org/images/stories/data/2014digitalsurveyreport.pdf).

30 John B.Thompson analiza en su libro Merchants of Culture. The Publishing Business in Twenty-First Century, Cambridge, Polity Press, 2010, las razoness por las cuales «the field of scientific and scholarly journal publishing and the field of reference publishing have experienced a migration – partial in some cases, but clear and irreversible nonetheless – from print to online content delivery ”, p. 341.

31 Carol Hansen, «Measuring the Impact of an Electronic Journal Collection on Library Costs. A Framework and Preliminary Observations», D-Lib Magazine, Vol. 6, Number 10, October 2000 (accesible en la red: http://www.dlib.org). En 2011 the «Report» del Senado de la Universidad de Drexel sobre el presupuesto del año expresaba su preocupación en cuanto a los precios de suscripción de las revistas electrónicas: «budgets are still not able to handle the predictable increases in costs of electronic journals in particular, requiring the cancelation of some titles in order to maintain the core collections», Senate Committee on Budget, Plannning, and Development, Report on the FY2011 Budget, p. 12 (http://www.drexel.edu/provost/senate/BPD-FY2011%20Budget.pdf ).

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Las editoriales universitarias: pasado, presente, futuro | ASEUC

fundamentales. Primero la cuestión del acceso al conocimiento. La bata-lla entablada entre los investigado-res, que reclaman el acceso libre y gratuito a los artículos científicos, y las editoriales de revistas que, como Springer (2.938 revistas) o Elsevier (2.268 revistas), imponen precios de suscripción enormes y multiplican los dispositivos capaces de impedir la redistribución electrónica de los artículos, indica la tensión entre dos lógicas que atraviesan el mundo de la textualidad digital: la lógica intelec-tual, heredada de la Ilustración, que exige el acceso libre y compartido al saber, y la lógica comercial basada en los conceptos de propiedad intelec-tual y del mercado. En 2001 catorce mil investigadores, principalmente en el campo de las ciencias biológi-cas, firmaron una petición que exi-gía el acceso gratuito e inmediato a los textos publicados por las revistas científicas. Hoy en día la Public Li-brary of Science publica siete revistas en biología, genética y medicina que garantizan el open access a los resulta-dos científicos32. Como respuesta, al-gunas revistas han decidido permitir semejante acceso libre a sus artículos algunos meses después de la fecha de la publicación electrónica de los artí-culos. Es el caso de Molecular Biology of the Cell, revista de la American So-ciety for Cell Biology que permite un open access a sus números dos meses después de su publicación.33

Segunda apuesta: la transfor-mación de las prácticas de lectura de las revistas. Mientras que en la forma impresa cada artículo está ubicado en

una contigüidad física, material, con todos los otros textos publicados en el mismo número, en la forma electrónica los artículos se encuentran y se leen a partir de las arquitecturas lógicas que jerarquizan campos, temas y rúbricas.34 En la primera lectura, la construcción del sentido de cada texto particular de-pende, aunque sea inconscientemente, de su relación con los otros textos que lo anteceden o lo siguen y que fueron reunidos dentro de un mismo objeto impreso por una intención editorial inmediatamente comprensible. La se-gunda lectura procede a partir de una organización enciclopédica del saber que propone al lector textos sin otro contexto que el de su pertenencia a una misma temática. En un momento en el que se discute la posibilidad o bien la necesidad para las bibliotecas de digita-lizar sus colecciones (particularmente de diarios y revistas), semejante obser-vación recuerda que, por fundamental que sea este proyecto, nunca debe con-ducir a la relegación, o, peor, la destruc-ción de los objetos impresos que han transmitido los textos a sus lectores.

Finalmente, lo que está en tela de juicio es la identidad misma de los periódicos electrónicos, que se borra por dos razones. Por una parte, cada uno de sus artículos puede leerse de manera totalmente independiente, sin ninguna relación necesaria con los otros artículos publicados al mismo tiempo ni con el proyecto intelectual de la revista. Por otra parte, es la sin-gularidad misma de cada revista la que desaparece en las databases de perió-dicos propuestas por un editor o por lo que se llama en inglés un aggregator.

32 Las siete revistas son PLOS One, Biology, Medicine, Computational Biology, Genetics, Tropical diseases y Pathogens, cf. http://www.plos.org/publications/ journals.

33 Libération, 14-15 de abril de 2001, pp. 16-17.34 Geoffrey Nunberg, «The Place of Books in the Age

of Electronic Reproduction», en Future Libraries,

Edited by R. Howard Bloch y Carla Hesse, Berkeley, University of California Press, 1993, pp. 13-37.

35 Judy Luther, White Paper on Electronic Journal Usage Statistics, Washington D.C., Council on Library and Information Resources, 2001 (accesible en la red: http://www.clir.org).

Este dispositivo, que se generaliza, permite el acceso de los lectores a artí-culos de periódicos no suscriptos por la biblioteca, pero conduce también a considerar la totalidad de las revistas como un banco de artículos donde borran las identidades propias de cada una, tanto intelectual como económi-camente, ya que el número de consul-ta de los artículos no corresponde más al número de suscriptores35.

El orden de los discursos El caso de los periódicos científicos nos conduce finalmente a reflexionar sobre el primero y más fundamental desafío lanzado por la textualidad digital al mundo de los li-bros tal como lo conocemos después de que apareció el codex. La mutación más esencial se refiere al orden de los discursos. En la cultura impresa este orden se establece a partir de la rela-ción entre tipos de objetos (el libro, el diario, la revista), categorías de textos y formas de lectura. Semejante vincula-ción se arraiga en una historia de muy larga duración de la cultura escrita y resulta de la sedimentación de tres in-novaciones fundamentales.

En primer lugar, entre los siglos ii y iv, la difusión de un nuevo tipo de libro que es todavía el nuestro, es decir el libro compuesto de hojas y páginas reunidas dentro de una misma encuadernación, el libro que llamamos codex y que sustituyó a los rollos de la antigüedad griega y romana. En segun-do lugar, a finales de la Edad Media, en los siglos xiv y xv, antes de Gutenberg,

la aparición del libro unitario, es decir la presencia dentro un mismo libro ma-nuscrito de obras compuestas en len-gua vulgar por un solo autor (Petrarca, Boccacio, Christine de Pisan) mientras que esta relación caracterizaba antes solamente a las autoridades canónicas antiguas y cristianas. Finalmente, en el siglo xv, la invención de la imprenta, que sigue siendo hasta ahora la técnica más utilizada para la producción de los libros. Somos herederos de esta histo-ria tanto para la definición del libro, es decir a la vez un objeto material y una obra intelectual o estética identificada por el nombre de su autor, como para la percepción de la cultura escrita que se funda sobre distinciones inmediata-mente visibles entre los objetos (cartas, documentos, diarios, libros).

Es este orden de los discur-sos el que cambia profundamente con la textualidad electrónica. Es un

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ASEUC | Las editoriales universitarias: pasado, presente, futuro

único aparato, la computadora, el que hace parecer frente al lector las diversas clases de textos previamente distribuidas entre objetos distintos. Todos los textos, sean del género que fueren, son leídos en un mismo so-porte (la pantalla iluminada) y en las mismas formas (generalmente aque-llas decididas por el lector). Se crea así una continuidad que no diferencia más los diversos discursos a partir de su materialidad propia. De allí surge una primera apuesta para los lectores que deben afrontar la desaparición de los criterios inmediatos, visibles, ma-teriales, que les permitían distinguir, clasificar y jerarquizar los discursos.

Por lo tanto, es la percep-ción de las obras como obras la que se vuelve más difícil. La lectura frente a la pantalla es generalmente una lec-tura discontinua, que busca a partir de palabras claves o rúbricas temáticas el fragmento textual del cual quiere apo-derarse (un artículo en un periódico, un capítulo o un párrafo en un libro, una información en un web site) sin que sea necesaria o deseable la percep-ción de la identidad y la coherencia de la totalidad textual que contiene este elemento. En un cierto sentido, en el mundo digital todas las entidades tex-tuales son como bancos de datos que proporcionan fragmentos cuya lectura no supone de ninguna manera la com-prensión o la percepción de las obras en su identidad singular. De ahí el pro-fundo desafío lanzado a las categorías que solemos manejar para describir la

cultura escrita y a la identificación en-tre el libro entendido como obra y el libro percibido como objeto.

¿Cómo caracterizar a la lec-tura de los textos electrónicos que progresa tan fuertemente?36 Para com-prenderla, Antonio Rodríguez de las Heras formuló dos observaciones que nos obligan a abandonar las percep-ciones espontáneas y los hábitos here-dados.37 Para empezar, debe conside-rarse que la pantalla no es una página, sino un espacio de tres dimensiones, que tiene profundidad y en el cual los textos alcanzan la superficie iluminada de la pantalla. Por consiguiente, en el espacio digital, es el texto mismo, y no su soporte, el que está plegado. La

36 En 2014 en Francia 15% de las personas de más de quince años dicen que leyeron por lo menos un libro electrónico. En 2012 era el caso de solamente 5%. Cf. Syndicat national de l’édition, Enjeu numérique, Le livre numérique en 2014: bilan et perspectives (http://www.sne.fr/enjeux/numerique-2). Véase Christophe Evans, Lectures et lecteurs à l’heure d’Internet: livre, presse, bibliothèques, Paris, Editions du Cercle de la Librairie, 2011.

37 Antonio Rodríguez de las Heras, Navegar por la información, Madrid, Los libros de Fundesco, 1991.

38 John Thompson, Merchants of Culture, op. cit., p. 318.39 En 2014 solamente 27% de las editoriales universitarias estadoudinenses declaran

publicar «e-only scholarly texts», cf. Digital Book Publishing in the AAUP Comunity, op. cit. Cf. José Castilho Marques Neto, «A editora universitária, os livros do século XXI e seus leitores», Interface. Comunicação, Saúde, Educação, vol. 4, n. 7, 2000.

40 Roger Chartier «Librerías y libreros: historia de un oficio, desafíos del presente», Texturas, 1, diciembre 2006, pp. 9-18.

lectura del texto electrónico debe pen-sarse, entonces, como desplegando el texto o, mejor dicho, una textualidad blanda, móvil e infinita. Semejante lectura —y es la segunda observa-ción— «dosifica» el texto sin nece-sariamente atenerse al contenido de una página, y compone en la pantalla ajustes textuales singulares y efímeros propuestos a una lectura discontinua y segmentada que no se detiene en la comprensión de las obras en su cohe-rencia y totalidad. Si conviene para los libros que se consultan, las obras de naturaleza enciclopédica, que nunca fueron leídas desde la primera hasta la última página, parece menos adecuada frente a los textos que se leen, los libri di leggere, como dice Umberto Eco,

cuya apropiación supone una lectu-ra continua y la percepción del texto como creación original y coherente.

¿Será el texto electrónico un nuevo libro de arena, cuyo número de páginas era infinito, que no podía leerse y que era tan monstruoso que debía ser sepultado en los anaqueles de la biblioteca? O bien ¿propone ya una nueva forma de relación con lo escrito capaz de favorecer y enrique-cer el diálogo que cada texto entabla con cada uno de sus lectores? No lo sé. Los historiadores son los peores profetas del futuro y como escribió John Thopson en 2010, «trying to predict the pattern of ebook sales over the next 3-5 years is like trying to predict the weather in six months’ time»38. Lo úni-co que pueden hacer los historiadores es recordar que en la historia de larga duración de la cultura escrita cada mu-tación (la aparición del codex, la inven-ción de la imprenta, las revoluciones de la lectura) produjo una coexistencia original entre los antiguos objetos y gestos y las nuevas técnicas y prácticas.

Las editoriales universitarias se han comprometido con osadía en el uso de las nuevas tecnologías al mismo tiempo que se quedaban fieles a la publicación de libros que unen obra y objeto39. Es la razón por la cual desempeñan con otros (por ejemplo los libreros40) un papel fundamental en la reorganización de la cultura es-crita que imponen las conquistas del mundo digital.

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La estrategia de distribución del editor, respuestas a la incertidumbre digital | ASEUC

La estrategia de distribución del editor,respuestas a la incertidumbre digital

En el último cuatrimestre de 2014 Harvard Business Review publi-có un artículo titulado “Las industrias plagadas por la mayor incertidumbre” (The Industries Plagued by the Most Uncertainty2) en el que sus autores se planteaban cuatro preguntas cuyas respuestas, para un entorno ubicado en lo editorial, llevan a pensar sobre lo que está sucediendo en el mundo entero con nuestra industria, su desa-rrollo, riesgos, así como también sus posibilidades:

1. ¿Las nuevas tecnologías o empren-dimientos han comenzado a ser una amenaza para mi industria?

2. En los últimos cinco años, ¿han entrado nuevos competidores al mercado y capturado al menos el 10% de la participación gracias a que se han aproximado a los con-sumidores con propuestas de va-lor diferentes a las que ofrecemos?

“Si el Contenido es el rey, la Dis-tribución es la reina y es ella la que lleva los pantalones”. Entendiendo la Generación, la Transformación y la Distribución de contenido como tres ámbitos fundamentales del quehacer del editor, las incertidumbres a las que hace mención el artículo, tanto en lo tecnológico, como en la deman-da, pueden tener su mayor punto de inflexión en la transformación y en la distribución de contenidos, siendo esta última el foco clave en el que con-centraremos nuestra atención.

Generar

TransformarDistribuir

Tres verbos clave del quehacer del editor en su interacción con el contenido.

1 CEO de Hipertexto y fundador de www.libreriadelau.com. Comunicador Social – Pe-riodista y especialista en Gerencia Educativa. Cuenta con estudios en mercadeo y actualización permanente en comunicación, marketing, e-learning, e-commerce, edi-ción digital, edición universitaria y semiótica, temas que ha enseñado en diversas uni-versidades. También es consultor en Digital Publishing, nuevos modelos de negocio, tecnologías aplicadas al sector editorial, comunicación y marketing. Es invitado fre-

Jaime Iván Hurtado1

“Si el Contenido es el rey, la Distribución es la reina y es ella la que lleva los pantalones”

Jonathan Perelman Vicepresidente Buzfeed Motion Pictures

3. En los últimos cinco años, ¿he-mos visto que las preferencias de los consumidores han cambiado, resultando en una mezcla dife-rente de los productos y servicios que demandan?

4. ¿Ha comenzado a ofrecer recien-temente (o está planeando ofre-cer) un producto o servicio que no se ha ofrecido nunca antes?

Indica el artículo que si la res-puesta es “sí” a las dos primeras pre-guntas, la industria a la que hacemos referencia está situada en un negocio con una alta incertidumbre tecnoló-gica; y si la respuesta es afirmativa a las dos últimas preguntas, esa indus-tria posiblemente esté enfrentando una alta incertidumbre de la deman-da. No es una sorpresa, en la industria editorial la respuesta es sí para todas las preguntas.

cuente en eventos de formación académica en el orden internacional. Ex-presidente de la Asociación de Editoriales Universitarias de Colombia (ASEUC). Miembro de la Junta Directiva de la Cámara Colombiana del Libro y Coordinador del Comité de Tecnología de este organismo.

2 Harvard Business Review. Disponible en: <https://hbr.org/2014/09/the-industries-pla-gued-by-the-most-uncertainty/>

Las razones son claras. Por una parte, la Generación de contenido se refiere irreductiblemente a lo que me-jor sabe hacer el editor y en lo que de hecho debe invertir sus mayores es-fuerzos: la producción de contenidos de calidad, útiles y que contribuyan al desarrollo de las comunidades que hacen parte de sus grupos objetivos.

La Transformación nos lleva ya al plano de los procesos para que es-tos contenidos puedan plasmarse en los medios idóneos, que van desde los aspectos tradicionales referidos a la edición y el diseño, hasta la selección de los formatos digitales en los cuales se desplegarán las producciones edito-riales (PDF, ePub, Mobi, App, HTML, entorno e-learning, etcétera).

La Distribución, por su parte, señala los mecanismos, medios y plataformas, análogos y digitales, que el editor tiene a su disposición para desplegar los contenidos gene-rados y transformados de la manera más eficiente a sus grupos objetivos. En la medida que un editor incorpo-re nuevos modelos de distribución

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ASEUC | La estrategia de distribución del editor, respuestas a la incertidumbre digital

a sus dinámicas, la gran mayoría de ellos, basados en las posibilidades digitales con las que se cuenta hoy en día y los nuevos modelos de negocio que permiten las tecnologías, sus mismas dinámicas de producción y transformación de contenidos po-drán enriquecerse. Y en ese sentido, al ritmo que estos modelos funcionen, tanto la incertidumbre

tecnológica como la incertidumbre en la demanda van a ser menos inciertas. Es allí donde se encuen-tra la gran oportunidad que los editores tienen hoy en día en la proyección y fortalecimiento de su es-trategia de distribución , así como en la visibilidad de su fondo editorial.

LibreríaTradicional

DistribuiciónTradicional

DistribuidorImpresión

Bajo Demanda

LibreríaPOD

PDF Impresión

PDF Activo Digital

ePub Mobi

Procesos de Transformación

MANUSCRITO

HTML

App

PlataformasEspecializadas

e-Learning

Web

Apps

Librerías en Internet

Bibliotecas

App Store/Play Store

Institucional

Retail

Acuerdos Especiales

Plataforma Distribuidora

Digital

PresentacionesinteractivasAnimación

DISTRIBUCIÓN MULTICANAL

DISTRIBUCIÓN CANAL PROPIO

Canal (es) Propio(s)del Editor / Plataformas

EspecializadasLector

Lector

Lector

Lector

Lector

Lector

Lector

Lector

Lector

Plataforma Distribuidora

Digital

El modelo de Producción y Transformación marca el modelo de Distribución

Distribucióntradicional

Distribuciónno tradicional

Producción - Transformación

tradicional

Producción - Transformación no

tradicional

Esquema de distribución hoy

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La estrategia de distribución del editor, respuestas a la incertidumbre digital | ASEUC

Tomando como base que las incertidumbres a las que hemos he-cho referencia tienen que ver esen-cialmente con el componente tec-nológico, la clave del ejercicio que proponemos estará, por una parte, en la actitud del editor frente a su cono-cimiento sobre las tecnologías dispo-nibles y, por la otra, en la adopción de las más pertinentes, eficientes, renta-bles y mejores condiciones de calidad y precio para el desarrollo de sus pro-pias operaciones.

Según un estudio contratado por Verizon3 en 2014, entre un gru-po conformado por compañías de-nominadas “Pioneras, Seguidoras y Precavidas” frente a los desarrollos tecnológicos disponibles para su industria, se encontró que un 57% de las encuestadas ven la tecnología como una herramienta que coadyuva a la innovación y el crecimiento, sien-do las Pioneras las que suelen tomar posiciones de liderazgo en estos pro-cesos de implementación, que trae en el corto y mediano plazo resulta-dos de interés. A esto se suma el que un 54% de las denominadas Pioneras han visto cambios significativos en sus modelos de negocio. En términos generales, el estudio destaca cómo una actitud positiva frente a estas po-sibilidades no significa otra cosa que una importante ventaja para quienes lideran o desean hacer parte del cam-bio tecnológico.

Por otra parte, consideramos que la clave para el editor podrá estar en la estrategia digital y en la defini-

3 Harvard Business Review. The Digital Dividend: First-Move Advantage. Disponible en: <https://hbr.org/resources/pdfs/comm/verizon/18832_HBR_Verizon_Report_IT_rev3_webview.pdf >

4 Public Knowledge Project. Open Journal Systems. Disponible en: <https://pkp.sfu.ca/ojs/ >

favorables al modelo de negocio planteado por esta plataforma? La respuesta es no.

Construir modelos únicos, identificando las diferencias para ser más competitivos

También se hace necesario analizar la amplia diversidad de op-ciones o modelos de negocio digi-tales existentes para el sector edito-rial, desde los más simples (como el típico suministro de contenidos completos vía descarga) hasta otros muchos más complejos, lo cual no solo demanda el entender los nuevos universos que han aparecido, sino que se hace necesario saber cómo participar en los más pertinentes, de la mejor manera y con operaciones únicas y diferenciadoras.

Como lo señala Javier Celaya en su reciente investigación Nuevos modelos de negocio en la era digital5 «el éxito a la hora de seleccionar uno u otro modelo de negocio va a de-pender de las singularidades de cada editorial, su especialización, tamaño, catálogo, entre otras variables. [...] La definición de los nuevos modelos de negocio en la era digital no puede ser sino una búsqueda constante del mix idóneo, con una mentalidad flexible e incluso a veces generando “contradic-ciones” y cometiendo errores».

Celaya identifica en su estudio y desarrolla con nutridos ejemplos al menos 15 modelos de negocio, a

ción del (los) modelo (s) de negocio a implementar. Acá es necesario ano-tar que hoy día prácticamente todo está inventado y disponible para ser usado, en condiciones idóneas; esto no implica que un editor tenga que desviar el foco de su acción de la Generación de contenido, elemento fundamental de su saber-hacer y sa-ber-saber. Por el contrario, el editor puede valerse de los recursos dispo-nibles para llevar adecuadamente lo que viene después de la Generación del contenido.

Son conocidos los casos de editores que por su propia cuenta y con la mejor intención han querido desarrollar modelos de Transforma-ción y Distribución de contenidos, invirtiendo cuantiosos recursos en el desarrollo de tecnologías, que al final pueden lograr en parte el propósito, pero resultar obsoletas frente a otros desarrollos ofrecidos y además demandar cuantiosas in-versiones en su mantenimiento y actualización; a lo anterior se suman los recursos de tiempo que debe invertir el editor; y que desvían su principal quehacer editorial. Como ejemplo, se puede citar el caso de las publicaciones periódicas y repo-sitorios de revistas: ¿valdría la pena que un editor desarrolle por cuenta propia soluciones de Transforma-ción y Distribución de contenidos similares a la ofrecida por el Public Knowledge Project conocida como Open Journal System4, y sería posible llevarlo a cabo en condiciones más

5 Dosdoce.com. Nuevos modelos de negocio en la era digital. Disponible en: <http://www.dosdoce.com/articulo/estudios/3924/nuevos-modelos-de-nego-

cio-en-la-era-digital>

saber: 1) Micropago: contenido frac-cionado (chapterization). 2) Pago por consumo: Streaming / Pay Per View. 3) Suscripción. 4) Membresía. 5) Freemium – Premium. 6) Publicidad insertada. 7) Acceso Abierto (Open Access). 8) P2P – c (Massive Open On-line Course). 9) Paga lo que quieras. 10) Bundle (venta por paquetes de títulos). 11) Crowdfunding (Mecenaz-go). 12) Gamificación. 13) Venta Di-recta. 14) Autoedición. 15) Préstamo de contenidos.

Cuando se analizan cada uno de estos modelos y las mixturas que se pueden lograr con los mismos, apa-recen en el panorama un universo de posibilidades inéditas en la distribu-ción tradicional. Esta es la gran opor-tunidad y reto al que hoy se enfrenta el editor. Conocimiento de lo que se puede hacer desde el plano de lo es-tratégico y uso de las plataformas dis-ponibles en las mejores condiciones, serían, de la manera más simplificada, los dos componentes esenciales para recorrer este camino con éxito.

A propósito de mixturas, el cua-dro de la siguiente página, desarrollado por el mismo autor, ilustra la tipología base y la matriz de combinaciones que un editor puede vincular hoy en el de-sarrollo de sus operaciones, desde las simples o de baja complejidad (venta unitaria de libro digital entero) hasta las más complejas (modelos de sus-cripción basados en proceso de analí-tica de datos).

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ASEUC | La estrategia de distribución del editor, respuestas a la incertidumbre digital

PAQUETES LICENCIAS CONTENIDO SERVICIOSAUTO

PUBLICA-CIÓN

ANALÍTICADE DATOS

LIBROENTERO

LIBROFRAGMEN-

TADO

VENTA UNITARIA

CROWDFUNDING

GAMIFICACIÓN

VENTA DIRECTA

REVENTA CONTENIDOS

PRÉSTAMOS- Por usuarios- Por página- Perpetua - Dinámicas

SUBSCRIPCIÓN- Por página/usuario- Reparto global- Porcentaje del PVP- Por tiempo- Escalado- Mixto

T I P O S D E C O N T E N I D O S Y S E R V I C I O S

M o d e l o s d e n e g o c i o s d i g i t a l e s

MO

DE

LO

S D

E N

EG

OC

IO

Baja complejidad

Media complejidad

Diseñado por Mariana EguarasCreative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 2.5 España

Alta complejidad

Todo esto explica el porqué hoy se viene configuran-do un nuevo mapa del libro, de complejas interconexiones, especialmente en los temas de Transformación y Distribu-ción. Editores que se convierten en distribuidores, editores que usan plataformas comunes y canales propios en inter-net para promover y distribuir sus fondos, autores que se autopublican y plataformas de mecenazgo que ofrecen ser-vicios de apoyo a autores con potencial; son solo algunos ejemplos de los cientos de combinaciones que hacen parte de la “nueva cadena de valor” del libro (listado alfabético):

• Agregadores de contenido multicanal• Agregadores de contenido-negocios especializados

• Autores• Editores• Grandes plataformas de distribución• Lectores / usuarios de contenido• Librerías electrónicas• Plataformas de autoedición• Plataformas y estrategias de canales propios• Redes de crowdfunding• Servicios especializados (conversión, marketing…)• Transmedia• Muchos más…

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La estrategia de distribución del editor, respuestas a la incertidumbre digital | ASEUC

Es curioso que las opciones a seguir por el editor continúen siendo las mismas que se comenzaron a ver desde 2007, cuando Kindle introdujo su primer dis-positivo de libros electrónicos: a) como lo harían los más precavidos: no hacer nada y esperar (opción no recomendada); b) construir un propio proyecto, de-sarrollarlo y mantenerlo (opción no recomendada por su riesgo y altos costos); c) probar de todo y terminar constatando que no hay una estrategia estructurada y sistemática (opción no recomendada); d) hacer par-te de proyectos y soluciones específicas que conecten con las necesidades de la editorial y contribuyan a que las acciones de Transformación y Distribución de con-tenidos puedan desplegarse de la manera más eficien-te, con reducción de costos y el mayor impacto posible (opción recomendada).

6 Digital Book World. Disponible en: <http://www.digitalbookworld.com>7 PricewatherhouseCoopers. E-book share of total consumer publishing revenue.

Definir la estrategia de distribución de contenido

A inicios de 2014 el Digital Book World6 postuló un total de 10 tendencias que deberían tenerse en cuen-ta en el mundo editorial y que efectivamente lo impac-taron y lo siguen haciendo a la fecha. De estas, hemos seleccionado cinco para los propósitos de este artículo:

1. Los editores crearán nuevos modelos de negocio con sus contenidos digitales.

2. Más editores tendrán sus propios sitios y a la vez mantendrán una estrategia multicanal de distri-bución de sus contenidos.

3. Los editores crearán sus propios modelos de sus-

cripción y préstamo en línea, experimentando más con los precios y controlando su catálogo.

4. Los editores contarán con más información para conocer sus mercados, segmentar mejor su público, especializarse y moldear su oferta de contenidos.

5. El software como servicio permitirá a los editores concentrarse en su know-how, con el fin de no disper-sar esfuerzos en la creación de plataformas propias.

De lo anterior puede desprenderse una estrate-gia de distribución de contenido, enmarcada en dos ejes de acción: la Estrategia Multicanal y la Estrategia de Canal Propio del Editor, tal como se presenta en el siguiente gráfico:

Estrategia de distribución de contenido

Agregador ContenidoOperador Estratégico:

Metadatos

DistribuciónTradicional

ProyectosEspeciales

EstrategiaMulticanal

Amazon

Apple

Cientos de socios

estratégicos

Barnes &Noble

Modelos de Open Access

Repositoriosde Revistas

Nuevos Modelosde Negocio

Modelos de acceso/descarga de contenidoAsociaciones

Bibliotecas

Acuerdosinstitucionales

Convenios

Catálogo Editorial(Publicaciones Impresas)

Plataformas especializadas(Publicaciones Digitales)

Estrategia deCanal Propoio

PublicacionesPeriódicas

Publicaciones No Periódicas

La anterior clasificación presenta interesantes pistas cuando se observa cómo cada vez más edito-res desarrollan sus operaciones con esta perspectiva, cómo vienen participando de manera más dinámi-ca en procesos de transformación de contenidos y

cómo vienen implementando una diversidad de ope-raciones enfocadas en el desarrollo de nuevos mode-los de negocio; entendidos estos ya sea para ejecutar operaciones de tipo institucional (préstamo o acceso de contenidos a grupos de usuarios definidos por ro-

les), o para comercializar o no con usuarios finales sus propios repositorios de contenidos.

A su vez, en los datos estadísticos de la industria saltan a la luz cifras interesantes. El siguiente gráfico7,

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ASEUC | La estrategia de distribución del editor, respuestas a la incertidumbre digital

por ejemplo presenta la evolución y proyección de las ventas de ebooks a usuarios finales en plataformas di-gitales de comercialización, en ocho países, señalando el precio de venta al público promedio por país. Para el año 2018 más del 50% de los libros vendidos en los canales retail de Estados Unidos serán digitales.

El siguiente gráfico presenta los ingresos obteni-dos por Wolters Kluwer e informados por esta compa-ñía en octubre de 2014 en la Feria del Libro de Frank-furt. Nótese cómo en 2013 el 61% de sus ingresos correspondió a contenido digital. Este resultado dista mucho del cerca del 36% reportado en el gráfico ante-rior en el total de ventas en Estados Unidos en 2014, líder a nivel mundial. La explicación: la obtención de otros significativos ingresos en plataformas diferentes a las de retail o de usuario final (que es la presentada el cuadro anterior), es decir las referidas al desarrollo de negocio en canales propios con fin institucional.

Porcentaje de ventas de E-book, sobre el total de las ventas por países Promedio precio de venta al público

E-books, libros de ficción. Agosto de 2014

2012 2013

58% 61%

16% 16%26% 23%

Ingresos por tipo de medio

Digital

Servicios

Impreso

2013 - Ingresos Editoriales STM - UK

80%

20%

Digital Impreso

Otro caso muy interesante es el referido a las editoriales inglesas del segmento STM (Scientific, Technical & Medical). Según el reporte anual de la IPA (International Publishers Association) años 2012-2013, estas editoriales están obteniendo más del 80% de sus ingresos en lo digital. La explicación es la mis-ma que la del caso anterior.

Pero, si ya existen tantos canales ¿por qué de-bería tener el editor su propio canal para promover y comercializar su catálogo? Por la misma razón que hoy lo tienen desde las aerolíneas y diferente tipo de industrias que desarrollan sus propios comercios electrónicos y conviven con sus redes tradicionales de distribución. Por la misma razón por la cual hoy en día un usuario puede preferir acceder de manera directa a la fuente de la información (el editor) para adquirir un contenido de manera rápida y práctica vía Internet y no con otros actores de los canales de distribución. Dicho escenario se potencia cuando puede hacerse vinculando nuevas formas de opera-ción, que difieren de los modelos tradicionales. Es-trategias de canales, de posicionamiento, de referen-cia y de marketing serían algunas de las respuestas a esta pregunta.

A manera de conclusión podríamos decir que el punto de partida para las reflexiones que el editor desee hacer sobre esta materia será que él mismo contextualice sus proyectos y sus modelos de nego-cio en Digital Publishing de forma inductiva (desde lo particular a lo general). Comenzar por el nicho, la segmentación y los públicos más cercanos. Ahí están las ramificaciones de ese árbol en el que se podrán construir modelos particulares, de gran impacto.

Con esta base, el editor podrá establecer los puntos de conexión, traslapes y complementos, en-tendiendo que los modelos de negocio sobre canales propios apuntan a lo específico y que los modelos de negocio multicanal van dirigidos a lo global. En este escenario convive lo analógico con lo digital, pero en el multicanal estará el efecto bisagra para ser muy fuer-tes en lo local y adecuadamente representados y con opciones interesantes de monetización y visibilidad en lo global.

Aquí está el mundo

Estrategia Multicanal

Estrategia Canal Propio

Aquí está usted

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Las bibliotecas y la adquisición de libros universitarios: algunos puntos para tener en cuenta | ASEUC

Desde hace muchos años las editoriales universitarias han creado un poderoso vínculo con las bibliotecas universitarias y generalistas. Es obvia la conexión: si la biblioteca es un lugar —físico, o virtual— de memoria bibliográfica, nada más normal que los puentes sean múltiples y sólidos. Sin embargo, seamos sinceros; desde hace algunos años una mirada más conspicua se ha instalado entre estos dos mundos. La primera observación proviene del mundo editorial: no estamos segu-ros de que las bibliotecas estén adquiriendo nuestros libros. La observación nace del hecho que la compra se ha hecho más inusual. Atrás han quedado las ventas muy abultadas que tenían las editoriales en el renglón de bibliotecas. La posición de las mismas también es muy clara: no podemos adquirir todo, e incluso no de-

Las bibliotecas y la adquisición de libros universitarios: algunos puntos para tener en cuenta

bemos hacerlo. Las curadurías, por razones de presupuesto y espacio físico, han hecho que la moderación sea la regla en sus comités de compras. Entre estos dos mundos hay matices, puentes frágiles y un catálogo de puntos discordantes que habría que analizar. Por esta razón nos propusimos realizar un diálogo con cuatro bibliotecas de Bogotá: la de la Universidad de los Andes, la de la Pontificia Univer-sidad Javeriana, la Universidad Minuto de Dios y la Biblioteca Luis Ángel Arango —blaa—. El propósito fue comprender lógicas, entender propósitos y matizar preconceptos que podrían estar engendrándose entre ambos mundos. Aquí resu-mimos algunos de los hallazgos que son solo el inicio de una investigación más sistemática que se realizará en los próximos años.

Por: Nicolás Morales ThomasDirector Editorial Pontificia Universidad JaverianaCon el trabajo periodístico de Óscar Javier Rubiano

Foto tomada del portal: http://www.rae.es/biblioteca-y-archivo/biblioteca

1. Las bibliotecas sí están comprando libros universitarios Aunque la muestra está lejos de ser re-presentativa, podemos afirmar que las compras de libros académicos colom-bianos permanecen en los ejes de inte-rés de las bibliotecas. Todas afirmaron adquirir porcentajes mínimos o im-portantes de colecciones académicas colombianas. En tres casos las com-pras fueron directas, es decir, bien sea a través del distribuidor autorizado o directamente con la editorial y su pun-to de venta. Una cuarta biblioteca ex-plicitó algunos instrumentos del canje tradicional, pero en general esta herra-mienta parece haber caído en desuso. Las editoriales colombianas mantie-

nen el interés de bibliotecarios aunque no expresen exactamente el porcentaje de compra del total adquirido. Priman, evidentemente, las compras a editoria-les internacionales y a los fondos ge-neralistas. Una investigación más de-tallada podría a futuro indagar acerca de la compra de libros según los temas o disciplinas. ¿Compran más libros de ciencias sociales que de ciencias exac-tas? ¿Hay prelación por alguna mate-ria? Son asuntos por resolver en el fu-turo. Sin embargo, un dato interesante: la Biblioteca Luis Ángel Arango realiza estudios de uso como estrategia para la adquisición de nuevas colecciones y en

ellos ha encontrado que las humanida-des y las ciencias sociales son dos áreas de preferente compra sobre todas las otras áreas disciplinares. La Pontificia Universidad Javeriana también expre-só ese enfoque temático. Creemos que es normal, pues el talento innovador de nuestras universidades no pasa tan a menudo por las ingenierías o ciencias básicas, Además, las revistas indexadas suelen canalizar ese conocimiento. Algo muy interesante del diálogo con las bibliotecas es que todas afirmaron comprar literatura académica nacional, aunque fuera en mínimas cantidades. Ninguno de los bibliotecarios afirmó

prescindir de la compra a editoriales universitarias colombianas, lo que ex-presa la confianza por este canal. Claro, cada una en rangos distintos. Un dato curioso: algunas bibliotecas se que-jan del proceso de descentralización de ciertas universidades que manejan múltiples centros de publicación. La compra se hace más difícil al no contar con un solo interlocutor autorizado.

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ASEUC | Las bibliotecas y la adquisición de libros universitarios: algunos puntos para tener en cuenta

2. La selección: aún la deciden los académicos Consultadas todas las bibliotecas uni-versitarias, se encontró que estas aún delegan en gran medida la decisión de compra a las facultades y sus comités de investigación o de publicaciones. Eso quiere decir que, con excepción de la blaa, los académicos deben pronunciarse sobre lo que debería comprarse, con toda seguridad la ma-yoría de estos listados hacen alusión a las necesidades docentes y a los in-tereses bibliográficos de profesores, muchos libros de editoriales interna-cionales y algunos libros de consulta generalistas. No debe desdeñarse el peso del bibliotecario en la decisión. Muchos deciden aún la compra de novedades. En el caso de la blaa

—que tiene un énfasis de libros para usuarios estudiantes universi-tarios especialmente en las áreas de humanidades— existe un grupo de evaluadores externos que conocen las colecciones y dicen si el material debe comprarse o no. Siempre con-frontando la información de las esta-dísticas de préstamo nos dice Diana Restrepo, coordinadora del Depar-tamento de Bibliotecas de la blaa, prefirieren la publicación colombiana para la compra de material tanto base como universitario. Es sabido que la blaa tiene un amplio catálogo co-lombiano y de material impreso en el extranjero que trata acerca del país.

3. La importancia de mantener catálogos vigentesEn el medio universitario una afirma-ción hace carrera: no hace falta con-solidar catálogos de libros unificados. Nada más falso. Todas las editoriales hablaron de la importancia de contar con catálogos poderosos para la selec-ción de material. Y algo importante: los catálogos deben ser aún impresos. Solo una biblioteca habló explícita-mente de catálogos digitales. Eso nos

devuelve a la necesidad capital de uni-ficar fondos y resaltar novedades. No hace falta imprimir un objeto muy so-fisticado. Basta con un folleto diferen-ciador. Y no estaría de más enviarlo digitalmente para reforzar la compra. Los bibliotecarios más jóvenes están ya consultando solo bases digitales y redes sociales.

4. Lo digital: nuevo actor que se quedaDurante muchos años, la compra de libros electrónicos parecía insignifi-cante. Hoy debemos aterrizar y afir-marlo con energía: los bibliotecarios están comprando cada vez más libros digitales y plataformas con e-books. Las cifras lo confirman. En el caso de la blaa su propósito para el 2022 es tener un 30 por ciento de la Bibliote-ca en material electrónico. La Javeria-na va en un 10 por ciento y la Univer-sidad de los Andes tiene ya centrada mayoritariamente su compra en li-bros electrónicos. Aparecen dos pro-blemas: una gran proliferación de sistemas de elaboración y consulta de libros digitales, con la particulari-dad de que cada editorial plantea una plataforma única con condiciones es-peciales para licencias digitales lo que dificulta el diseño de una política de

adquisición y consulta por parte de las bibliotecas; y el segundo y más grave, no todos los títulos se generan en forma digital (o en ocasiones se obliga a comprar la edición impresa para poder adquirir la digital). Para resolver el problema hay que trabajar de manera asociativa para estandari-zar los sistemas. Y lo segundo exige una clara política desde las editoriales para integrar todo el catálogo posible. De acuerdo, no todo libro debe pre-sentarse en forma electrónica, pero es hora de que sean la mayoría. No so-bra decir que, para las bibliotecas, los libros en formato digital son un poco más caros debido a que en ocasiones se manejan sistemas especiales para uso multiusuario y/o a perpetuidad. Pero para nadie es un secreto que el creciente problema de espacio que en-

frentan las bibliotecas hace que incluso sea más rentable: la cantidad de novedades técnicas y universitarias hace imposible generar bodegas eternas. De ahí que los libros digitales resuelven acertadamen-te el problema. Según la Universidad de los An-des los libros electróni-cos también agilizan y facilitan el proceso de préstamo, inventario y mantenimiento.

5. Las ferias no parecen definitivas A través del tiempo, las ferias fueron el lugar de compra de muchas de las grandes bibliotecas. Era muy usual ver a grupos de bibliotecarios pa-seando con sus carritos por cada uno de los estands, eran siempre buenas noticias para los editores. Pues bien, la historia está cambiando; si los bi-bliotecarios pueden tener toda la in-formación en los portales de las edi-toriales, la compra en feria se realiza en la mayoría de ocasiones si existen descuentos muy interesantes en el punto de venta. De resto, está dis-minuyendo la compra en Feria. Que no se compre material en la Feria no quiere decir que esta no sea un lugar de visita obligatoria. En palabras de la Biblioteca de la Universidad Minuto de Dios, la Feria sirve para recoger el máximo posible de catálogos para que después, con los decanos, se haga un proceso de selección. Todas las bi-bliotecas universitarias manifestaron en mayor o menor medida recolectar los catálogos durante la Feria Inter-nacional del Libro de Bogotá. En el caso de la blaa, la princi-pal fuente de adquisición de ma-terial universitario son las ferias de libros tanto nacionales como internacionales. Dice Diana Restre-po: “Nosotros manejamos acuerdos de precios con las editoriales, intenta-mos mantener los precios de la Feria del Libro, debido a que somos una en-

tidad estatal, usamos la Feria del Libro únicamente para informarnos y poste-riormente realizamos la compra de este material solicitándole a las editoriales que nos conserven el precio que tenían en la Feria”.

Quedan muchas preguntas por resol-ver. Pero una es capital en este nuevo ordenamiento de cosas y el sistema está cambiando rápidamente. Un se-gundo artículo deberá abordar la in-troducción de compras de plataformas de alquiler de libros, al estilo Netflix. Es decir, ya las bibliotecas no compra-rán libros a cada una de las editoriales sino a sus agregadores digitales. Esto debido a los convenios que están es-tableciendo las editoriales con estas librerías digitales. Es incipiente pero puede ser una realidad en unos años.

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El papel de las librerías universitarias hoy | ASEUC

obra académica retumbe como certe-ro testimonio de conocimiento nunca debe dejarse solo en manos del físico.

Es claro que las universidades no se mantienen por vender publica-ciones (ese no es el “core business” al que responde la creación o existen-cia de una universidad), ni mucho menos el total de ventas en publica-ciones paga un espacio en una feria, la fabricación del estand o el pago al personal de atención. En otros ejem-plos más palpables, la venta de pu-blicaciones no alcanzaría para pagar los servicios públicos de un local, el arriendo y el salario del librero que atiende. Por ninguna parte las cifras van a dar positivo. Lo anterior reafir-ma que las ganancias por ventas de libros académicos no deben respaldar la decisión de apertura o cierre de li-brerías universitarias. Por lo mismo debe afianzar y ser consecuente con el

objetivo de las universidades de llevar el conocimiento a la comunidad y así usar la tendencia como generadora de conciencia y prever una labor de pro-yección social.

Fomentar el encuentro entre conocimiento y sociedad es una la-bor mancomunada en la cual las res-ponsabilidades recaen en la calidad de las publicaciones; la cantidad de espacios que propicien su encuentro (librerías y portales) y el fomento a la lectura. Realmente la decisión de abrir o cerrar librerías académi-cas está ligado a la lectura, más no a la venta de libros. Y con la trágica y constante asonada de la piratería, es más inviable cerrarlas que abrirlas; cuando la gente lee y está ávida de co-nocimiento a través de publicaciones, debemos cerrarle el paso a las posibi-lidades de accesos fraudulentos.

El papel de las librerías universitarias hoy

Desde 1732, cuando Pedro Fau-re abrió la Librería Bertrand de Lisboa, en la calle Direita de Loretto, la libre adquisición de ejemplares de textos y publicaciones se convirtió en una de las más importantes modalidades de acceso a la cultura y al conocimiento así como en la manera más rápida de viajar a lugares remotos a través de una inmejorable opción para dejar volar la imaginación.

Desde este tiempo, la figura de la librería ha sido el espacio cultural por excelencia que ayuda a fomentar la lectura en los diferentes países. Los estudios de comportamiento del lec-tor y hábitos de lectura, muestran que de la población colombiana, solo el 45% lee, y de ese porcentaje, el pro-medio de lectura está alrededor de los 2.2 ejemplares por año1. Tales índices son bajos para nuestro país, lo que demuestra la necesidad de crear polí-ticas y sinergias Universidad–Estado que propendan por la lecturabilidad y sobre todo por la creación y el mante-nimiento de estos espacios.

Según las cifras registradas por la Cámara Colombiana del Libro, para el año 2013 el sector universita-rio solicitaba el 17.3% de los registros totales de ISBN para la producción de libros académicos, representando el segundo renglón más importan-te en producción de publicaciones a nivel nacional. Con estas cifras, y siendo la universidad la que produce el conocimiento, es importante crear y mantener los canales de circulación del libro académico.

Una responsabilidad de proyección social

Los bajos resultados en ventas pueden desalentar hasta al más hábil mercadotecnista, sin embargo, la fun-ción de una librería con arraigo en la academia nunca debe olvidar que su función principal es llevar la cultura y el conocimiento a la comunidad, sobre un latente sonambulismo mer-cantilista. Por eso, la decisión de abrir espacios fijos o itinerantes donde la

Por: Diego Ramírez Bernal, coordinador General de Publicaciones de la Universidad Piloto de ColombiaLorena Ruiz Serna, directora Fondo Editorial Universidad Antonio Nariño

1 Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLALC - UNESCO). Comportamiento lector y hábitos de lectura. Disponible en: <http://www.observatoriopoliticasculturales.cl/OPC/wp-content/uploads/2013/03/Comportamiento-Lector-y-Hábitos-Lectores-–-CERLALC.pdf>.

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ASEUC | El papel de las librerías universitarias hoy

Los nativos digitales y los in-migrantes románticos caben en una librería

“¡Qué cosa con estos niños que no hacen sino jugar en el iPad!” es un magnífico ejemplo exaltado a través de un comentario que evidencia la falta de interés por conocer para qué más sirve un dispositivo móvil aparte de jugar. Si los más jóvenes no hacen sino jugar en las tabletas es porque los adultos no sabemos cómo potenciali-zar una herramienta como esta, lo que motiva a su satanización. A los adul-tos nos compete totalmente direccio-nar los pasos de los nativos digitales y eso solo se logra entrando a su mun-do: el de las redes sociales. Debemos conocer qué les interesa leer y ahon-dar en la construcción de buenos

contenidos para ser usados mediante las TIC. Pues sí, ahora hay univer-sidades a distancia, aulas virtuales, profesores avatar y publicaciones di-gitales. Es una realidad. Tenemos la decisión de involucrarnos y aceptarlo, o hacernos a un lado. Sin importar el bando al que se sume, esto va a pasar. De todas formas nunca desvirtuarán las publicaciones en físico, así sea más fácil cargar una veintena de libros en-tre una tableta que pesan diez megas a una biblioteca al hombro de 10 kg.

Nada mejor que el olor de un libro recién impreso. Entre la mezcla de papel, tinta y temperatura se gene-ra un amistoso aroma que convence y seduce a los románticos del libro en físico, acérquele a eso una taza de café y ya tiene una buena mezcla de sen-saciones o el inicio de una campaña publicitaria que divulgue y persuada el gusto por leer.

Tan personal como el libre al-bedrío, consideramos que el asunto al final no es el sustrato, es más bien el hábito y, con el ejercicio del hábito, lle-varlo a la destreza. Quien más lee, me-jor escribe y desarrolla habilidades de comprensión de lectura inimaginables que le permiten devorar publicaciones en menos tiempo; así, su cuota anual de ejemplares leídos crece y su autoestima mejora, otorgando a las publicaciones un gran peso en alza, devolviendo a los libros y a las librerías el grado de impor-tancia que se ha visto desplazado por la información somera e instantánea de las redes sociales. “Mientras que para las poblaciones socialmente más vul-nerables, la lectura sigue condicionada por el acceso al soporte impreso…” Igarza, 20132. No hay que dejar de lado el poder adquisitivo de los lectores que

determinará claramente el soporte del texto y su consumo. Aún sigue siendo preferiblemente en papel.

“Nos hace falta hurgar más en el inescrutable futuro de la lectura para reconocer la importancia que seguirá teniendo el soporte analógico como elemento vertebrador de la mayoría de las prácticas de lectura en la escue-la y en la biblioteca”. Igarza, 20133

El informe de la Cámara Co-lombiana del Libro para el año 20134, presenta claramente un incremento en el porcentaje de publicaciones di-gitales y reducción de publicaciones en físico; sin embargo, si se analiza el consumo de tales producciones, aún no queda claro que el cambio se deba a un comportamiento. Para músculos

financieros tan débiles como los de producción de las editoriales univer-sitarias el no tener que imprimir pero sí cumplir con publicar, puede ser el mejor modo de estirar el presupuesto, esto hace un llamado a los convenios Universidad–Estado en pro de los costos para las librerías universitarias con tinte social.

¿Abrir librerías universitarias?, reto de hoy

Algunas apreciaciones de cole-gas dedicados a la edición universita-ria dejan ver tanto la necesidad como la obligación de abrir espacios de in-teracción entre libros y lectores:

2 Nueva Agenda por el libro y la lectura: recomendaciones para políticas públicas en Iberoamérica, CERLALC 2013, p 18.

3 Ibíd.

Factores de éxito para una librería universitaria

•El librero como curador.•La librería como espacio para

el fomento de la lectura.•Dinamizador cultural y social.• Idoneidad del administrador.•Herramientas digitales que

facilitan la administración del negocio.

•Manejo de redes sociales y acceso a dispositivos móviles.

• Espacios pensados y adecuados para la exhibición (ilumina-ción, mobiliario, accesibilidad).

•Bibliodiversidad, como espa-cio donde conviven el forma-to digital y el impreso.

•Ubicación estratégica .

4 Cámara Colombiana del Libro. Estadísticas del Libro en Colombia. Disponible en: <ftp://ftp.camlibro.com.co/Estadisticas/Informe%202013.pptx.pdf>.

Librería de la Universidad Nacional, sede Plaza las Nieves Tomado de: http://www.libreriaun.unal.edu.co

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El papel de las librerías universitarias hoy | ASEUC

“No tener una librería es como no tener una biblioteca” dice Andrea Olarte de la Universidad Nacional de Colombia”, […] es un excelente valor agregado en la formación de los universitarios del país que tanto re-quieren de la cercanía al libro” ( Juan Pablo Tabares, Universidad de Mede-llín) y en esa misma vía, puedo expo-ner el caso particular que vivimos en la Universidad Piloto de Colombia, que cuenta con una sede en Girar-dot, población que según el plan de competitividad 2007 a 20195 goza del prestigio de ser la segunda plaza más importante en ofrecimiento de edu-cación superior en el departamento de Cundinamarca e irónicamente no cuenta con una sola librería académi-ca ni comercial.

El éxito de la librería universita-ria radica en la organización, adminis-

tración, sistematización, operación logística y la ubicación estratégica al interior de los campus universitarios así como fuera de ellos. Muchas de las librerías diversifican sus ventas me-diante la incorporación de productos promocionales, lo que las convierte no solo en librerías sino en tiendas universitarias. Como menciona, Gina Morales de la Universidad de los Andes, se debe “diversificar y buscar nuevas estrategias de negocio”.

No debemos olvidar lo que re-salta Ángel Nogueira, autor del libro Universidad y edición: Conocimiento y sociedad, sobre la importancia del promotor como impulsador de la venta del libro universitario, el mismo es fundamental ya que no será solo quien promueva sino quien atraiga a los nuevos lectores hacia la fideliza-ción del sello editorial propio, este es

5 Comunidad Girardot. Economía. Disponible en: <http://www.comunidadgirardot.com/economia>.

uno de los factores de éxito para su buen funcionamiento.

Cristina Salazar, de la Escuela Colombiana Julio Garavito señala que, para tener éxito, la librería uni-versitaria debe “satisfacer necesida-des concretas del mercado académico […] velar por la calidad editorial en todo sentido, así como por la riguro-sidad del autor y el prestigio de la uni-versidad que respalda la publicación”.

Al interior de ASEUC conta-mos con alrededor de 5 librerías uni-versitarias y alrededor de 16 puntos de venta, los cuales se han converti-do en los observatorios de la oferta y demanda del libro universitario que retroalimenta la labor editorial. Para los seguidores del libro académico es una ventaja encontrar los textos en la

librería universitaria porque pueden adquirirlos a menor precio que en los mercados tradicionales.

Vale la pena destacar cómo las librerías se han convertido en sitios emblemáticos, culturales y turísticos que identifican la ciudad. El diario La República en su edición del 19 de marzo de 2015, incluye el artículo “Las librerías que no puede dejar de vi-sitar cuando esté en la capital del país”6 en el que se destacan los espacios de encuentro con el libro ubicados en la Avenida Jiménez de la ciudad de Bogotá. Ojalá en algún momento nuestras librerías universitarias sean referentes regionales de paso obli-gado para turistas y citadinos que se enamoren del texto académico.

6 La República. Las librerías que no puede dejar de visitar cuando esté en la capital del país. Disponible en: <http://www.larepublica.co/las-librer%C3%ADas-que-no-puede-dejar-de-visitar-cuando-esté-en-la-capital-del-pa%C3%ADs_233466>.

Para la elaboración de este artículo, contamos con la colaboración de miembros del sector editorial, quienes respondieron las siguientes preguntas, que a su vez sirvieron de base para las conclusiones teóri-cas del mismo.

1. ¿Por qué los campus están abriendo o cerrando librerías?

2. ¿Cuál cree que es la clave del éxito de una librería universitaria?

3. ¿Cuál cree que es el servicio social que tienen las librerías universitarias?

4. ¿Cuál sería su mensaje para otras universidades que no tienen librerías universitarias en sus sedes?

Agradecemos la participación de las siguientes personas en el diligen-ciamiento de la encuesta:

› Juan P. Tabares Pasos

Universidad de Medellín

› Gina Astrid Morales Ramírez

Universidad de los Andes

› Pamela Cruz Herrán

Universidad del Norte

› Cristina Salazar

Escuela de Ingeniería Julio Garavito

› Andrea Olarte

Universidad Nacional

Literatura recomendada:

1. Anaya, Jesús. 2010. Editar en la Universidad. Paradojas y Retos. Editorial Universidad de Antioquia. Medellín.

2. CERLALC. 2012. Análisis de la situación actual de las librerías. Consultado el 18 de marzo en http://cerlalc.org/wp-content/uploads/2013/05/Analisis_Librerias.pdf

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