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UNIVERSIDAD AUT~NOMA METROPOLITANA UNIDAD IZTAPALAPA DIVISION DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES DEPARTAMENTO DE FILOSOFiA TÍTULO DE TESIS: ARQUEOLOGIA Y GENEALOGIA: UNA TEORfA POSITIVA DEL PODER ;r fl' EN LA OBRA DE MICHEL FOUCAULT /&@/ PRESENTADA POR: PARA OBTENER EL GRADO DE: LICENCIADOEN FILOsOFíA ASESOR: DR. GUSTAVO LEYVA MARTINEZ OCTUBRE DEL 2000

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UNIVERSIDAD AUT~NOMA METROPOLITANA UNIDAD IZTAPALAPA

DIVISION DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES

DEPARTAMENTO DE FILOSOFiA

TÍTULO DE TESIS:

ARQUEOLOGIA Y GENEALOGIA:

UNA TEORfA POSITIVA DEL PODER

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EN LA OBRA DE MICHEL FOUCAULT /&@/ PRESENTADA POR:

PARA OBTENER EL GRADO DE:

LICENCIADO EN FILOsOFíA

ASESOR: DR. GUSTAVO LEYVA MARTINEZ

OCTUBRE DEL 2000

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ARQUEOLOGIA Y GENEALOGIA: UNA TEORÍA POSITIVA DEL PODER EN LA OBRA DE MICHEL FOUCAULT

Í N D I C E

A MODO DE PRESENTACIóN INTRODUCCI~N

I. UNA ESCUELA PARA FOUCAULT I. 1. La "escuela" de Annales 1.2. La Historia de la Ciencia 1.3. El Estructuralismo

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11. HACIA UNA ARQUEOLOGÍA DEL SABER 42 11.1. De una Arqueología de las Ciencias Humanas

a una Arqueología del Saber. 42 11.2. Del Orden del Discurso 53

111. PARA UNA GENEALOGÍA DEL PODER/SABER 59 111.1. Sobre Nietzsche, la Genealogía y la Historia 59 111.2. De la Positividad (el Saber) del Poder 68

IV. FOUCAULT Y LA TEORÍA SOCIAL 79

BIBLIOGRAFÍA 106

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A MODO DE PRESENTACIóN

La filosofía de Michel Foucault transcurrió por diferentes etapas y tópicos a lo largo de su vida. Es común ver el nombre de Foucault relacionado con diferentes corrientes del pensamiento histórico y filosófico como la epistemología, el estructuralismo, el postestructuralismo y el marxismo, e incluso con diferentes disciplinas como la historia y la psicología; y cómo no pensar a la par del pensamiento foucaultiano en Nietzsche y más tardíamente en la teoría social y la teoría crítica. Sin embargo, para situar metodológicamente la filosofía de Foucault, y en primera instancia lo que 81 denominó como "análisis arqueológico", se hace necesario llevar a cabo una breve revisión de los vínculos que éste filósofo francés tuvo con las disciplinas y corrientes antes mencionadas y ver de qué manera se da un desplazamiento o evolución de su pensamiento hacia lo que posteriormente se conocerá como "genealogía" y teoría del poder, que finalmente tendrá algunas implicaciones con la Teoría Social y la Teoría Crítica.

La revisión de algunos datos biográficos nos ayudarán, en primer lugar, a ubicarlo en el contexto histórico y filosófico francés' , al mismo tiempo nos proporcionará algunas ideas directrices que servirán de guía para el presente trabajo.

Paul-Michel Foucault nació en Poitiers, en 1926, en una familia de clase media. Sus primeros estudios los realizó en una escuela jesuita. Al final de la Primera Guerra Mundial el joven Paul-Michel estudiaba en el Lycée Henry-IV, en París, preparando su examen de ingreso para una de las grandes 6coles francesas, la Ecole Normale Supérieur. Ahí y en la Sorbona de París estudió con Jean Hyppolite, interprete y traductor de la Fenomenologia del espíritu de Hegel, también con el historiador de la ciencia Georges Canguilhem y con el que sería fundador del marxismo estructuralista, Louis Althusser. En 1948 recibió su diploma de filosofía, y en ese mismo año se graduó como nortnalien. Se afilia al Partido Comunista Francés con el que rompe un afio después, en

' . Eribon, Didier. Michel Foucault (1926-1984). Barcelona, E d . Anagrana, 1 9 9 2 .

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1951 . Durante ese mismo periodo estudia psicología en el Instituto de Psicología de París, se vuelve hacia la psi.copatología, disciplina en la que publica su primer libro en 1 9 5 4 , Maladie mentale et psychology, bajo la influencia de la fenomenología existencialista de Heidegger. Imparte clases durante cuatro años en el departamento de francés de la Uni.versidad de Varsovia y Hamburgo. Durante su estadía en Alemania logra terminar su largo estudio sobre la locura con el que obtiene su doctorat d'etat.

Hacia 1960 dirigió el Departamento de Filosofía de la Uni.versidad de Clemont-Ferrand en Auvernia. En 1966 se publica su libro Las palabras y las cosas, que desde el principio fue considerado como un libro muy cercano al estructuralismo, entonces en pleno apogeo. A finales de la década de los sesenta enseña filosofía en la Universidad de Vincennes y en 1970 obtuvo la cátedra de Historia de los Sistemas de Pensamiento en el Collége de France -cargo anteriormente ocupado por Jean Hyppolite. Además de sus act:ividades docentes, Foucault dicta conferencias en las que mostraba cierta militancia izquierdista; fue editor del semanario de izquierda libération; impulsó reformas a las leyes carcelarias a través de su Grupo de Información sobre las Prisiones. Durante est:e periodo también tuvo una estrecha relación con historiadores, antropólogos y sociólogos que forman o llegarán a formar parte de la "escuela" o movimiento de Annales'.

En ocasiones, Michel Foucault manifestó no tener vínculos, ni pertenecer a las corrientes del pensamiento en boga, como el est:ructuralismo, el marxismo o el freudismo3, él, nos dice, no usa1 ninguno de los métodos, conceptos o términos que son claves en lo que se ha denominado como "análisis estructural". En vez de eso, Foucault declara cual será el objetivo de su labor filosófica e historiográfica: escribir la historia del presente4.

. A l respecto, vease Burke, Peter. La revolucibn historiogr&fica francesd. La escuela de los Annales 1929-1984. Barcelona, Ed. Gedisa, 1984. 3 . Véase la entrevista de Gerard Raulet a M. Foucault, "Critical theory/intellectual history", en Michei Foucault. politics. philosophy, cultur-e. Interviews and other writings 1977-1984. New York, Reutledge, 1988, págs. 17-46. 4. Esta expresión aparece en una entrevista con Bernard-Henri Levy "Power and s e x " , en Michel Foucault. op.cit., págs. 110-124.

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La pretensión es encontrar los soportes conceptuales de algunas practicas que son claves de la cultura moderna, tratando de ubi.carlas en una perspectiva histórica, tal como aparece en sus textos históricos más importantes. Cabe señalar que la tarea foucaultiana se basa en una reflexión filosófica sobre la historia, tal como se muestra en textos como Historia de la locura en la época clasica ( 1 9 6 1 ) , El nacimiento de la clínica ( 1 9 6 3 ) , Las palabras y las cosas (19166 ) , La arqueología del saber ( 1 9 6 9 ) , Vigilar y Castigar ( 1 9 7 5 ) e Historia de la sexualidad, vol. 1 ( 1 9 7 6 ) .

De manera muy breve trataré de esbozar cuál fue el proyecto foucaultiano de crítica histórico-filosófica de los últimos años. Bas,icamente tenía dos objetivos distintos pero complementarios, a saber: el primero consistía en la identificación de las condiciones de posibilidad históricas del ascenso de la Razón en 0cc:idente; el segundo era llevar a cabo un análisis del momento presente, es decir, lo que se busca es indagar cuál es la situación (nuestra situación) actual con respecto a la ascensión de la racionalidad como guía y espíritu que alienta a la cultura mod.erna. Su tema es, entonces, la historia de la razón, de la racionalidad en sus diferentes formas de presentarse tales como la ciencia, la técnica y la organización política5.

En lo sucesivo, el objetivo del presente trabajo será el tratar de explicar (sin pretender agotar l o s temas) cómo es que Fou.cault logra o no cumplir con tales objetivos, cuáles son l o s med.ios que utilizó, y las implicaciones que eso conlleva, de tal manera que se logre hacer inteligible su labor.

5 . 'Véase sobre todo el primer curso de 1983 en el College de France, "¿Qué es la I:lustración?", en Foucault, M. Saber y verdad. Madrid, Ediciones de la Piqueta, págs;. 197-207.

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Un trabajo de investigación que busca, en primer lugar, dar una visión panorámica del pensamiento de uno de los filósofos más representativos de nuestro siglo, requiere de una explicación, y a la vez, de una inserción en el contexto de aquellas producciones intelectuales que le dan sentido. Tal es el caso del filósofo francés Michel Foucault.

Los trabajos de este pensador han ayudado a crear un panorama conceptual que permite comprender (por lo menos en parte) los problemas de las sociedades actuales. De ahí que el interés del presente trabajo sea tratar de mostrar que las líneas trazadas por este filósofo se unen en muchos casos a las corrientes actuales del pensamiento crítico, en particular, a las teorías sociales y críticas, y cuyo camino ha sido marcado por los pensadores clásicos de las ciencias sociales -Weber, Marx, Durkheim. No pretendo mostrar que el pensamiento foucaultiano sea una continuación de los de éstos, pero sí, que en algunos casos muestra una gran similitud.

El compromiso personal de Foucault siempre ha estado en estrecha relación con su proyecto intelectual. Los problemas que plantea tienen una relación directa con el presente (el suyo y nuestro). La "genealogía" pretende conducir el analisis de las problemáticas a partir de la cuestión presente, tal como se EkUeStra en una entrevista con F. Ewald de 19W6.

E l proyecto histórico y filosófico de Foucault se puede Sintetizar en tres dimensiones, a saber, a) como una ontología de rlOSotros en relación a la verdad por medio de la cual nos COnStitUimOs en sujetos de conocimiento, b) como una ontología histórica de nosotros en relación al poder por medio del cual nos constituimos como sujetos que actúan sobre los demas Y, c ) como una ontología de nosotros en relación a la ética por medio de la

O . Entrevista de FranCois Ewald a M. Foucault, "El interés por la verdad", op. cit., págs. 229-242.

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cual nos constituimos en agentes morales7. Saber, poder y ética resumen los ámbitos de interés de

Foucault, todos en conjunto forman un cuerpo teórico coherente cimentado en el interés por la verdad, la búsqueda de las condiciones de posibilidad de los discursos y las prácticas de la vida social. Sobre todo los dos primeros ámbitos serán el punto a tratar en el presente trabajo.

Hacia 196 6 , año de pub1 icac ión de Las palabras y las cosas su tra.bajo estaba muy próximo a los de Lévi-Strauss, Lacan y Dumezil. También, en otras ocasiones reconocerá su deuda y cercanía con G. Canguilhem y G . Bachelard, precursores en Francia de la historia y filosofía de las ciencias. Del mismo modo, sentirá una gran simpatía por las teorías del que será miembro y

fundador del marxismo estructuralista francés L. Althusser; también entablará una ferrea lucha contra algunos postulados de historiadores de la llamada "escuela" de los Annales (cap. I).

Foucault fue un pensador que consideró que el trabajo teórico se lleva a cabo en plural, en el seno mismo de las relaciones y movimientos sociales, en este sentido, los problemas teóricos de los que se ocupa no implican un distanciamiento del ámbito de lo político, sino por el contrario, se da cuenta de que "en la actualidad toda forma de acción política no tiene más remedio que articularse estrechamante con una rigurosa reflexión teórica" 8 .

Frente al humanismo y una imagen de la sociedad en la que no tienen cabida las tensiones o son neutralizadas, Foucault decide "ba,jar" a las profundidades de la vida social para analizarla, mostrando que, por ejemplo, las "casas de trabajo" surgen para encerrar a pobres y vagabundos, y que constituyen la forma común de muchas instituciones de encierro, a modo de pequefios "archipielagos" del espacio social,

Las cárceles, l o s hospitales, los manicomios, la dominación corporal, las definiciones sociales del sexo y otros territorios

7. Entrevista de H.L. Dreyfus y P. Rabinow a M. Foucault, "El sexo como moral", ibidem, págs. 185-195. '. Entrevista de Jean-Pierre El Kabbach a M. Foucault, "Foucault responde a Sarte", ibidem, pág. 45.

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han sido sometidos a un análisis genealógico permitiéndo comprender un poco mejor el presente. La obra de Foucault cobra una. dimensión crítica dado que analiza l o s mecanismos y campos de la vida social en relación a los movimientos sociales y sus luc,has (cap. I11 y IV).

La filosofía de Foucault rompe con las seguridades tra,dicionales y muestra su labor intelectual como una destrucción de las evidencias y las universalidades de la historia y la filosofía, acercándose, con esto, a historiadores de la ciencia como Gaston Bachelard y George Canguilhem (cap. I).

Sin embargo, la labor foucaultiana resulta de algún modo inclasificable, en la medida en que atraviesa la filosofía, la historia, las ciencias sociales y la epistemología. Y lejos de acoplarse a l o s criterios vigentes que rigen el terreno científico, analiza las condiciones de posibilidad de su formación y funcionamiento, así como de las formaciones discursivas que gobierna muchos ámbitos de la vida social, económica, política, cultural, etc. Foucault ha insistido de manera reiterada en la manera como la crítica de la continuidad histórica implica el cuestionamiento de la primacía del sujeto y de la conciencia en la explicación de los procesos sociales (cap. 11).

Finalmente, veremos que la obra foucaultiana se inscribe en el interior de la ruptura epistemológica marxista que considera a la teoría como un instrumento de intervención en la vida social. Para Foucault, surge la necesidad de identificar y analizar las zon'as en donde se articula la dominación, la violencia, y por lo tanto el sufrimiento y las resistencias sociales.

Una teoría del control social basado en el estudio socio- histórico de las condiciones de producción y transformación de los mecanismos de poder-saber, tiene que estar precedida por una historia de las categorías del pensamiento y conocimiento, es dec:ir, por una investigación sobre la demarcación y purificación de los conceptos en tanto que instrumentos de conocimiento. En tal situación la genealogía encuentra las condiciones de posibilidad de una epistemología material: la arqueología del

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saber (cap. 111). La arqueología del saber es el intento de establecer un conjunto de condiciones en las que se ejerce la fun.ción enunciativa.

La arqueología del saber y la genealogía del poder constituyen dos campos de investigación susceptibles de integrarse para analizar las prácticas científicas y las formas de control social. A s í la obra de Foucault y su aguda mirada que hace visibles aquellas zonas sombrías de la vida social, en la que se dan las relaciones de sujetos particulares, con intereses particulares, pueden constituir una herramienta para un proyecto de investigación que vendría a dar nuevos bríos a la teoría social y crítica (cap. IV).

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I . UNA ESCUELA PARA FOUCAULT

I. 1. La "escuela" de Annales.

Un breve recorrido por la historia de la "escuela" de Annales ayudará a comprender, en parte, el contexto bajo el cual se desarrolla el pensamiento del filósofo francés Michel Foucault. La nouvelle histoire (La nueva historia) se desarrolla en torno a un grupo heterogéneo de estudiosos vinculados a la revista francesa Annales, fundada en 1929. Entre sus principales representantes encontramos a personajes como Marc Bloch y Lucien Febvre (fundadores y miembros de la primera generación, 1929-45 ) ,

Fernand Braudel y Georges Duby (miembros de la segunda generación, 1945-68 ) , y Jacques Le Goff y Emmanuel Le Roy Laudri (qu'e forman parte de la tercera generación, 1 9 6 8 - 8 4 ) . Cerca del borlde se encuentran Ernest Labrousse, Pierre Vilar, Maurice Agulhon y Michel Vovelle, historiadores cuyos vínculos con un enfoque marxista de la historia los coloca fuera del círculo pri:ncipal. Más allá del borde se encuentran Roland Mousnier y Michel Foucault', autores con intereses históricos distintos de los del grupo de Annales.

Es posible, según Peter Burke', a más de sesenta años de la fundación de Annales, extraer algunas ideas rectoras de este movimiento :

"En primer lugar, la sustitución de la tradicional narración de l o s acontecimientos por una historia analítica orientada por un problema, "Histoire- Prtrbl~me". En segundo lugar, se propicia la historia de toda la gama de las actividades humanas en lugar de una historia primordialmente política. En tercer lugar -a fin de alcanzar l o s dos primeros- la colaboración con otras disciplinas, como son la geografía, sociología, psicología, economía, linguistica, antropología social, etc. 11 3 .

De los planteamientos de la primera generación se pueden extraer ciertas ideas rectoras de su labor. En primera instancia,

' . 13urke, Peter. La Revolución histol-iográfica francesa. La escuela de los hnnales 1929-1984. Madr.id, Ed. Gedisa, 1993, pág. 11. 2 . HListoriador en la Universidad de Cambridge, quien a su vez se considera como "un compañero de viaje de Annales". Burke, P. Op. cit., pág. 13. '. Ibidem, págs. 11-12.

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se trata de una lucha de "guerrilla" contra la historia tra.diciona1, la historia política y la historia de los acontecimientos, es decir, una lucha contra la forma dominante de escribir la historia en Occidente, que se entendía como la sola narración de sucesos políticos y militares que se presentaban como la historia de las grandes acciones de los hombres: los reyes, los generales, los capitanes, etc. Es a mediados del siglo XVIII, durante la Ilustración, que esta forma de escribir la historia se empieza a poner en tela de juicio. Escocia, Alemania, Francia e Italia comienzan a interesarse en lo que se llamará "historia de la sociedad", un tipo de historia que no sólo se limitaba a los reyes, la guerra o la política, sino también se ocupaba de temas como la moral, el comercio, las costumbres, etc. Vemos como algunos historiadores se interesaban por la reconstrucción de las actitudes y valores del pasado, mientras que otros por la historia del arte, la música y la literatura. Alrededor de 1900 las críticas hacia la historia política eran muy vivas y pedían su remplazo. En Alemania, Karl Lamprecht, profesor de Leipzig, oponía a la historia política, historia sólo de individuos, a la historia cultural o económica, que era la historia del pueblo, y definió la historia como ciencia sociopsico~ógica4.

Así como hubieron voces a favor de una forma distinta de escribir la historia, también las hubo de disenso, por ejemplo, Miclnelet, con su "historia de abajo", J. Burkhardt con su "historia como campo de interacción de tres furzas" -Estado, Religión y Cultura-, y Marx con su teoria sobre las causas fundamentales del cambio, las cuales se originan de las tensiones existentes en el seno de las estructuras sociales y económicas.

Por su parte, Auguste Comte abogaba por una "historia sin nombres", y Herbert Spencer se quejaba de las "biografías de monarcas" que no arrojaban ninguna luz sobre las ciencias de la sociedad; de forma análoga, Emile Durkheim desechaba 10s acontecimientos particulares por considerarlos sólo como "manifestaciones superficiales" , como lo aparente antes que Como

4 . I:bídem, pág. 17.

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la verdadera historia de una nación; además de la aparición de una infinidad de revistas que alentaban la cooperación interdisciplinaria, como fue el caso de la Revue de Synthese Historique fundada por Henri Berr en 1900, con la esperanza de producir lo que se conocería como psicología histórica o colectiva, o bien "psic~historia"~, como se le conoció en su versión norteamericana, término que poco después fue remplazado por Mentalité (mental idades ) .

La segunda generación se distinguió por la utilización de términos tales como "estructura", definida como "todo aquello que en una sociedad o economía dura lo suficiente para que su movimiento escape al observador corriente", y "cuyuntura", que según Braudel "tenía un sentido de conexión entre fenómenos distintos, pero simultáneos o como el opuesto complementario de la estructura para referirse al plazo medio o breve en lugar del plazo largo, Longue durke, o una histoire quasi inmobile"; así como también sus métodos distintivos, en particular las "series históricas" de los cambios producidos a largo plazo (dos, tres o más siglos), como l o s señalados por Braudel en su Mediterráneo"

Finalmente, la tercera generación, ubicada alrededor de 1968, se caracteriza por el paso, por parte de algunos de sus miembros, de una historia socioeconómica a una historia sociocultural, en tanto que otros vuelven a la escritura de la historia política y la historia narrativa; en otras palabras, los miembros de esta generación se enfocan principalmente en el redescubrimiento de la historia de las mentalidades (historia de representaciones colectivas o representaciones mentales o bien, ilusiones mentales), y el intento de emplear métodos cuantitativos (estadísticos) en la historia de la cultura y su posterior reacción contra dicho método, reacción que puede tomar la forma de una antropología histórica (ethnoistoire), de un retorno a lo político o de un renacimiento del genero narrativo7.

Bajo este contexto, ¿qué papel juega Foucault en la

?"%idem, págs, 15-1 9 . . Ibidem, págs, 38-67.

7. Ibidem, págs, 68-93.

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"periferia", o al margen de este movimiento de Annales? y ¿qué efectos tuvieron sus libros en l o s integrantes de este grupo, si como se mencionó más arriba, este no era considerado como miembro del círculo principal? Según Burke, esos hombres -sobre todo los integrantes de la tercera generación- gracias a Foucault, descubrieron la historia del cuerpo y la relación que hay entre ésta y la historia del poder'.

Pero más importante que lo anterior, está la crítica lanzada por Foucault a las concepciones históricas de esa "escuela", tal'es como la reducción de lo real a lo social, operada al intlerior del movimiento, y dejando fuera de ella el pensamientog. Tam:bién es cierto que, si las generaciones anteriores (Febvre, Braudel) no dieron, o dieron poca importancia a la historia política, la tercera generación retoma el tema político y reacciona contra sus antecesores bajo la influencia de Foucault, tomando la forma de una "micropolítica", es decir, una lucha por el poder en el seno de la familia, la escuela, los hospitales, las fabricas, etc.

Ahora bien, así como la escuela de Annales recibió la influencia de Foucault, debemos ahora preguntarnos qué tomó Foucault de dicha escuela. Según Peter Burke, Foucault se movió de modo paralelo a la tercera generación, que al igual que ella y en general todo el movimiento, nunca se limitaron a una sola disciplina, sino que apelaron a muchas de las llamadas "ciencias del hombre" para ampliar el horizonte de la historia.

Pero quizá lo que Foucault debe al movimiento de Annales sea menos de lo que debe a Nietzsche o a historiadores de la ciencia Como Canguilhem y Bachelard (éste último le reveló el concepto de "discontinuidad" , que es totalmente contrario a las concepciones de la escuela de Annales). Aún así , lo que Foucault llama "arqueología" o su "genealogía" (inspirada en Nietzsche) tienen Ciertas semejanzas con la "historia de las mentalidades", ambas, dice Burke, "muestran gran interés por las tendencias de larga duración y relativamente poco interés por los pensadores

' . Ibidem, pág. 85 . g. L o c . cit.

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indiividuales"'O. Sin embargo, lo que Foucault no puede aceptar es el marcado énfasis que ese movimiento pone en el concepto de con.tinuidad y de algunas otras nociones tales como "tradición", I' influencia" , "desarrollo y evolución", y "mentalidad o espíritu". Es preciso, nos dice Foucault, realizar un trabajo negativo", poner fuera de circuito las continuidades irreflexivas por las que se organiza, de antemano, el discurso que se trata de analizar. Aunque difícilmente encontraremos en los textos de Foucault una explicación de cómo se dan las rupturas o discontinuidades epistemológicas de las que nos habla, sólo en algunos momentos parece insinuar que esas discontinuidades se dan al interior de las relaciones discursivas, mostrando que tal discontinuidad no sólo es uno de esos accidentes que son como una falla en la geología de la historia, sino ya en el hecho simple del enunciado. Se le hace surgir de su irrupción histórica, y lo que se trata de poner ante l o s o jos es esa incisión que constituye esa irreductible -y muy a menudo minúscula- emergencia".

Vemos entonces como en su Arqueología del saber Foucault puntualiza su postura con respecto a los planteamientos de la escuela de Annales, de igual manera lo hace con respecto a otras corrientes del pensamiento como el estructuralismo, el marxismo y la epistemología francesa. Observamos también que durante sus aAos de estudiante y posteriormente como catedrático en las grandes universidades de Francia, Foucault entabla estrechas relaciones con diversas personalidades que, en esa época y posteriormente, marcan y marcarán una influencia determinante en el pensamiento francés y mundial del siglo XX.

' O . B u r k e , op. cit., pág. 101

y SS.. 12. :Foucault, M. Op. cit., págs. 4 5 - 4 6 .

. Foucault, Michel. La arqueología del saber. México, Ed. Sig lo XXI, 1 9 7 0 , pág. 33

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1.2. La Historia de la Ciencia.

Estudiar el pensamiento filosófico e historiográfico de M. Foucault y su relación con la historia de las ciencias, implica rem.itirse a personajes como Georges Dumezil -quien suele ser clasificado entre los antecesores del estructuralismo por sus trabajos en torno al análisis de mitos13- de quien Foucault retoma ciertos modelos y apoyos, pues según dice, "61 fue quien me enseñó a describir las transformaciones de un discurso y las correlaciones con la in~titución'~"; a historiadores de la ciencia como Georges Canguilhem a quien, señala Foucault,

"debo el haber comprendido que la historia no está prendida forzosamente en :La alternativa: crónica de los descubrimientos, o descripción de las ideas y opiniones que bordean la ciencia por el lado de su génesis indecisa o por el lado de sus caidas exteriores: sino que se podía, se debia hacer la historia de :La ciencia como un conjunto a la vez coherente y transformable de modelos te~ricos e instrumentos conceptuales" ' 5.

Pero es con la figura de Jean Hyppolite con quien Foucault tiene una mayor deuda, planteándolo de la siguiente manera, "se bien que su obra a los ojos de muchos, está acogida bajo el reino de Hegel, y que toda nuestra época, bien sea por la lógica o por la epistemología, bien sea por Marx o por Nietzsche, intenta escapar a Hegel: y todo lo que he intentado decir anteriormente a propósito del discurso es bastante infiel al logos hegeliano" ' 6 .

Señalamientos que marcarán su postura histórico-filosófica, así como sus cambios de rumbo.

En qué consiste esta separación, con respecto a Hegel, que se operó en aquella época de la cual nos habla Foucault, y que, según sus palabras, lo influyó también; de qué método de análisis discursivo se considera deudor y que está dirigido a escribir la historia del presente; en este sentido, el plantear a la historia de la ciencia como un conjunto a la vez coherente y transformable

I 5 . Foucault, Michel. La verdad y las formas jurídicas. Mexico, Ed. Gedisa, 1984, pág. 159. ". Foucault, Michel. El orden del discurso. Barcelona, Ed. Tusquets, 1983, págs. 5 7 - 5 ' 8 -

5 . Ibidem, pág. 5 8 . 1 6 . Ibidem, págs. 58 y SS.

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de modelos teóricos e instrumentos conceptuales, lo colocan ante posturas propias de historiadores de la ciencia como Bachelard y el propio Canguilhem -quien sucediera al primero en la dirección del Instituto de Historia de la Ciencia de la Sorbona.

Recordemos, en primer lugar, que en aquella época el panorama intelectual era dominado por la fenomenologia cuyo objetivo fue basar la filosofía dialéctica de la historia en una fenomenologia de la expresión y del cuerpo; entendida éSta como una filosofía de la identidad, por una generación estructuralista que reacciona contra los postulados de tal forma de pensamiento, que reduce lo mismo a lo otro, la diferencia a la identidad, quedándose en una perspectiva cartesiana de las filosofías de la mente, la cual toma al sujeto como soporte, y cuya identidad es lo bastante firme para resistir el cambio. El sujeto permanece inmutable. Desde Descartes, el más subjetivo de todos los sujetos es aquél que está seguro de su identidad, el yo del yo pienso. En este sentido, la dialéctica es también un concepto superior de la identidad, la identidad especulativa o la identidad entre la identidad y la no-identidad, lo cual nos lleva a reconocer lo Absoluto, no como sustancia sino como sujeto, en sentido hegeliano. Contra esta doble concepción, es decir, una conciencia fenomenológica y una lógica de la identidad, se da una lucha contra el sujeto en general.

Nos encontramos ahora en el campo de la ciencia, de la historia de la ciencia, de la epistemología (épistémologie), entendida como una disciplina metateórica que tiene por objeto estudiar cómo se forman y transforman los conceptos científicos, cómo se combinan de ciencia a ciencia, cómo se constituye el CamPo de una ciencia, segun qué reglas se reorganiza a través de mut'aciones sucesivas, y cómo, en relación a SUS propias reglas, Una práctica es consciente de su método17. Según esta concepción, la epiStemOlOgía no se plantea la tarea de proporcionar una fundamentación de las prácticas científicas, sino que las PreiSupOne como material histórico, pretendiendo proporcionar-es

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una forma consciente. Esta forma de considerar a la epistemología será retomada, en cierto sentido, por historiadores de la ciencia contemporánea.

Nos encontramos ante obras discimiles entre sí, como las de Bachelard, Canguilhem y Foucault, en cuanto a sus objetos y pretensiones; pero, es posible hacer algunas aproximaciones de la obra de Foucault a las de Canguilhem, dado su comúm interés en la historia de las ciencias biológicas; por su parte, Bachelard se dedicó exclusivamente a la historia de la fisicoquímica de su tiempo .

La epistemología bachelardiana surge de una polémica siempre ren.ovada contra los filósofos; sus principios residen fuera de la filosofía, en las revoluciones que se dieron en la historia "efectiva" de las ciencias a principios de siglo. Por otra parte, Canguilhem retoma, en cierto sentido, el proyecto bachelardiano (planteado en La filosofía del no y en El racionalismo aplicado) de "proporcionar a la ciencia la filosofía que se merece", es decir, luchar en su dominio específico contra las intrusiones de las filosofías idealistas del conocimiento. En Foucault, aunque esta polémica no fue menos constante, sufrió un desplazamiento, un "descentramiento" con respecto de la historia de las ciencias, para dedicarse a las condiciones más generales del saber.

Por su parte, Canguilhem se dedicó a escribir la historia de la ciencia, mientras que Foucault se autodenominó como "arqueólogo del saber", negándose a ser clasificado como epistemólogo; aunque es posible afirmar que ambos pertenecen a una misma tradición epistemológica, dado que comparten una misma posición filosófica, a saber, un "no-positivismo" radical y deliberado'*; en oposición a aquella tradición netamente "positivista" que trata de elaborar una "ciencia de la ciencia", una ciencia de la organización del trabajo científico, 0 bien, en oposición, también, a la corriente "neopositivista lógica", que trata de formar sobre la base de los conceptos de la disciplina Científica una lógica matemática, es decir, las categorías de 10

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que Reichenbach llamó "una filosofía de la ciencia", en The rise of sientific Philosophy, la filosofía de nuestro tiempo, que sea "ciencia de la ciencia" y a la vez crítica científica de la filosofía. Tales perspectivas suponen que al hablar de la ciencia en general, se habla de una entidad que a su vez podría considerarse como objeto; tal supuesto implica tratar al conjunto de las prácticas científicas como una realidad homogénea que constituye la unidad de una totalidad indiferenciada. Dicho punto de vista es propiamente filosófico, en el que se repite el procedimiento clásico de la filosofía idealista que, cuando habla de las ciencias, sólo se preocupa por expresar su "esencia" común para pod.er hablar de la "ciencia"; este supuesto filosófico presente en los epistemólogos positivistas es idealista: aquí se oculta y revela, a la vez, una realidad que se percibe como el conjunto de las prácticas científicas, es decir, la historia efectiva de las cie.ncias.

Bajo la pretensión de crear una ciencia de las ciencias, se afirma que la propia ciencia puede develar, por medio de la autorreflexión, las leyes de su constitución, funcionamiento y formación. En este sentido, la historia de la ciencia es un desarrollo, una evolución que conduce al conocimiento del error a la verdad, como es el caso de la filosofía hegeliana, sobre todo en su Ciencia de la lógica, en donde están consignadas las categorías de la cientificidad de la ciencia. De modo análogo en La fenomenologia del espíritu siguió la evolución de la conciencia, su marcha progresiva hacia el Saber Absoluto; el conocimiento pasa por todas las formas de relación entre la conciencia y el objeto, hasta llegar al concepto de ciencia. Las afirmaciones, por abstracción, llevadas a cabo en el interior de la lógica no necesitan justificación alguna, dado que contienen su justificación en s í misma' '. Así, la Ciencia de la lógica de Hegel representa la ciencia filosófica, la ciencia verdadera, la ciencia de la ciencia.

El efecto de tal forma de proceder conlleva a la reducción

19 . Hegel, G . W. F. La fenomenologia del espíritu. México, Ed. Fondo de Cultura

Económica, 1978, págs. 7 y SS.

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de la historia efectiva de las ciencias a una especie de evolución. En tales condiciones, el no-positivismo de Bachelard, Canguilhem y Foucault, se basa en el rechazo de todo "evolucionismo" en la que, por otra parte, se apoya la noción de "ruptura epistemológica" de Bachelard. Del mismo modo, Canguilhem asu.miendo este rechazo al evolucionismo, propone llevar a cabo una distinción entre los "comienzos" de una ciencia y sus "origenes", rechazando todo intento por buscar a l o s "precursores" de un "descubrimiento".

Vemos entonces que esta tradición epistemológica francesa proviene de la unión entre la epistemología y la práctica efectiva de la ciencia; unión que hizo posible Auguste Comte y sus discípulos convirtiéndola en historia de las ciencias surgida de la filosofía. Unidad que cada uno de l o s historiadores de la ciencia contemporánea intentó esbozar siguiendo caminos propios.

Otro elemento que se conjunta en esta tradición filosófica proviene de la historia del marxismo en Francia. Las investigaciones de Louis Althusser se ubican bajo el signo del "an.tihumanismo teórico" dirigido contra el neohegelianismo. Tal antihumanism0 es sólo el lado negativo y polémico de un intento positivo por rescatar el carácter científico de la obra de Marx, El capital .

De acuerdo a lo anterior, es posible considerar a la epistemología como una reflexión acerca de la producción de conocimiento científico, la cual juzga a la ciencia desde el punto de vista de su cientificidad, es decir, de acuerdo a un determinado método. Ya Comte hacia sefialamientos con respecto a l o s métodos de reflexión acerca de la jerarquía de las ciencias en sus Cursos de Filosofía Positiva de 1826. El primero, el método histórico, describía los conocimientos de manera progresiva, señalando que la exposición de toda ciencia en nacimiento debe limitarse al orden cronológico en que han contribuido al progreso científico; el segundo, el método dogmático, plantea el desarrollo de la ciencia como un todo articulado, se interesa POCO por la cronología y presupone un modo de exposición meramente lógico, el más natural, dice Comte. En este sentido, el

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método dogmático es el más recomendable dado que en cuanto a la exposición de conocimientos, señala que sólo la sustitución continua, progresiva, del orden dogmático al orden histórico, puede contribuir al estado de perfeccionamiento de la inteligencia.

Tal rigor metodológico verá sus frutos, según Comte, en la med.ida en que no se dé una subsunción de una hacia la otra, sino una inevitable combinación entre ambas, un desarrollo simultáneo e influencia mutua de l o s diferentes dominios científicos. Así, la evolución del espíritu humano está ligado en lo intimo con la evotlución social. Para Comte, de lo que se trata es de concebir una. ciencia de la historia más rica en contenido, sociológicamente fundada, lo cual plantea un ámbito de especialización, es decir, que para llevar a cabo una cabal comprensión y dominio de alguna rama de investigación se debe dominar su historia, debe especializarse.

Así, la epistemología francesa, para dar cuenta de las condiciones de posibilidad de la producción de conocimiento científico, tomó a la historia como una importante herramienta de análisis, como en el caso de G. Bachelard. Bajo esta perspectiva vemos la relación que guarda la ciencia y la producción de con.ocimiento científico con la historia en Francia, al respecto, V. Descombes señala que "la originalidad de la escuela positivista* francesa, es concebir la reflexión sobre las ciencias como una reflexión sobre la historia de las ciencias"2o.

Por su parte, estos "no-positivistas" como Bachelard, canguilhem y Foucault2'. Rechazan un estado acabado de la

* En tal positivismo se conjuntan Kant y Comte. Para Kant la tarea de la filosofía es el estudio de la razón. E l mismo que el programa positivista: sin embargo, si tal programa da lugar a un neo-kantismo más que un kantismo a secas, es debido a que l o s positivistas reprochan a Kant el haber considerado coma absolutas algunas "categorías" y "principios del entendimiento" que s610 tendrían valor de manara relativa en un cierto estudio del saber positivo. La teoría kantiana se sostiene en la creencia de una constitución eterna de la razOn, véase, por ejemplo, el prefacio a la primara edición de su Crítica de la r-azcin pura. Por su parte, los positivistas neo-kantianos consideran que Kant

o . Descombes, Vincent. Lo mismo y l o otro. Cuarenta y cinco años de fi1osofí;i en Francia (1933.- 1978). Madrid, Ed. Cátedra, 1982, pág. 120.

' . Lecourt, Dominique. Para una cr- í t ia de l a epistemología. México, Ed. Siglo XXI, 1980. pág. 1 0 .

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cie,ncia. Las verdades ya no son eternas, dado que hay una historia de las ciencias. De tal modo que habría que definir a la verdad como un error "rectificado" o "superado", a través de una solución dialéctica al estilo de Bachelard, sirviéndose de lo que den.ominó "ruptura epistemológica", es decir, un "corte" en el desarrollo histórico de la teoría que concierne tanto al método como al objeto de aquella, lo cual significó la inauguración de una. nueva "problemática", un nuevo plano del discurso cie,ntíficoZ2, superando así la concepción continuista de Comte.

Bachelard, uno de los más importantes fundadores de la teo,ría del conocimiento contemporáneo, fue de los primeros en reconocer que la historicidad es esencial para el estudio del "obljeto" -entendido como el sistema articulado de las prácticas cie,ntíficas de lo que se denominaba como "filosofía de la ciencia". Tal objeto era concebido como un conjunto de relaciones históricamente determinado de producción de conceptos23. La propuesta que vino a revolucionar la práctica epistemológica, sob're todo en ciencias como la Física Y la Química, fue que "toda ciencia particular produce en cada momento de su historia sus propias normas de verdad"; tal propuesta manifiesta un rechazo hacia aquellas teorías que proponían una producción histórica determinada de normas históricamente determinadas, de normas siempre especificadas por la identidad de una misma cuestión: la verdad, la cual convertía a ésta en su objeto. Categoría considerada como universal y absoluta. Bachelard invalids tal categoría en nombre de una práctica efectiva de las ciencias. Lo

que interesa a Bachelard, Canguilhem y Foucault es construir una teoría del conocimiento basada en la historia de las ciencias poniendo particular énfasis en el "contenido gnoseológicott de 10

debió separar la racionalidad propia del sistema newtoniano, como figura histórica particular de la razón. En el último capitulo de la Crítica.. . , "Historia de l a razón pura", demuestra cómo la filosofía siempre corresponde a un cierto grado del desarrollo de los conocimientos positivos. Dentro de esta concepción, la validez de una filosofía se mide por la pertenencia del discurso que sostiene sobre la ciencia de su tiempo, es decir, es relativa. ". Citado por Schmidt, A . Op. cit., pág. 130.

Canguilhem, George. Lo normal y lo patol6gico. México, Ed. Siglo X X I , 1983, pág. IX. 3. Lecourt, Dominique. "La historia epistemológica de Canguilhem", en

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que a menudo se llama "progreso cientific~"~~. Se trata de considerar que la historia del objeto determina

la historicidad del saber, con lo que las verdades producidas por la ciencia se establecen a lo largo de un proceso, esto es que,

"no podemos hablar de la ciencia como algo cerrado y definitivo. Se conoce en contra de un conocimiento anterior, destruyendo conocimientos mal adquiridos. Se presenta así la labor de un proceso de construcción, de reconstrucción, con continuos reajustes hacia la aceveración. Nada es de suyo. Nada está dado. Todo es construido" .

Esta opción pasa por la vía de un método de explicación dis,cursiva de objetivación, esto es, "en toda circunstancia, lo inmediato debe ceder paso a lo construido". Se opta entonces por una. filosofía de la práctica científica "la razón debe obedecer por tanto a la ciencia, a la ciencia más evolucionada, a la ciencia evo1ucionantettZ6.

En general, la filosofía de Bachelard intenta superar ese "obstáculo epistemológico"; la filosofía de los filósofos no tiene objeto, en el sentido en que las ciencias lo tienen, vive de lo (en lo) imaginado y esto hace que considere al vacio de su separación con respecto a la práctica científica como la plenitud de un objeto que estaría dotado de toda consistencia de lo 'tre:al"27. Crea así una "nueva disciplina: el psicoanálisis del conocimiento objetivo", para uso de l o s científicos, cuya función consiste en defenderlos de l o s espejismos filosóficos y ayudarlos a enunciar la clara filosofía de su práctica real. La labor que Bachelard asigna a la filosofía de las ciencias tiene una doble tarea: polémica e histórica; polémica porque evidencia lo no filosófico de la filosofía, una lucha contra la filosofía y la verdad* de los filósofos; histórica, dado que lleva a cabo una labor de desembrollo que sólo es posible si se hace referencia a

2 4 . Schmidt, A. Op. cit., pág. 127. 5 . Bachelard, Gaston. La Formacicin del Espíri tu Científico. Buenos Aires, Ed. Siglo XXI,

1974, págs. 15-16. 2 6 . Bachelard, Gastón. La Filosofía del No. Buenos Aires, Ed. Amorrortu, 1984, pág. 119.

7 . Lecourt , Dominique. "La historia epistemológica de Canguilhem", en Canguilhem, G. Op. cit., pág. X. * E:jta verdad es la siguiente: Determinación esencial de toda la filosofia

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la historia interna de la disciplina considerada y a la vez de las' ideologías que la asedian".

A s í Canguilhem, en un artículo dedicado a Bachelard con respecto a su posición dentro de la historia de las ciencias, expresa que:

"es necesario captar bien la originalidad de la posición de Bachelard ante la historia de las ciencias. En un sentido, nunca hace Historia de las Ciencias; pero por otro, nunca deja de hacerla. Si la historia de la Historia de las ciencias consiste en levantar el inventario de las variantes de las sucesivas ediciones de un tratado, Bachelard no es un historiador de las ciencias. Si la HIstoria de las Ciencias consiste en hacer sensible -y a la vez inteligible- la edificación dificil, contrariada, retomada y rectificada del saber, entonces la epistemología de Bachelard es una Historia de las Ciencias siempre en acto" 9 .

Esto no quiere decir que toda la historia de las ciencias sea. filosófica, sino que filosofías del concepto (como las de Backhelard y Canguilhem) hacen más que una simple descripción de las, tradiciones, autores o descripción de inventos. De este modo, para la epistemología es posible alcanzar su objetivo, a saber, seAalar la historicidad de las ciencias, sólo si se sitúa en una perspectiva filosófica.

Bachelard desacredita la posibilidad de plantear una "ra.cionalidad general" como sometimiento de la filosofía a la normatividad científica, proponiendo en su lugar un "racionalismo regional", esto es que, dada la carencia de criterios válidos para todas las ciencias, se hace necesario el estudio de una miltiplicidad de "regiones" de ~ientificidad~'.

Si la epistemología liga e identifica la reflexión filosófica con el análisis histórico de la ciencia, se plantea

por cuanto entrafia en calidad de pieza maestra "una teoria del conocimiento", es lla relación específica que mantiene con las ciencias. Y, - esa relación específica a pesar de ser susceptible de adoptar formas diversas -e incluso opuestas (idealismo o empirism0)- es siempre una relación de "desplazamiento" o "seseción" de la filosofia de l o s filósofos con respecto al trabajo efectivo de los científicos. ' * . LOC. cit. 1980, pág. 6 9 .

racionalista. MBxico, Ed. Siglo XXI, 1984, págs. 44-84.

Lecourt , Dominique. Para una crítica de la epistemología. México, Ed. Siglo XXI ,

O . Véase, Bachelard, G . "De la naturaleza del racionalismo", en El compromiso

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entonces una cuestión fundamental para la filosofía, a saber, la cuestión de la racionalidad. En este sentido para la epistemología, la ciencia, discurso sujeto a una normatividad, es el lugar mismo de la "verdad" y por tanto productora de rac,ionalidad; entonces, si la razón tiene una historia, sólo la historia de la ciencia puede demostrarlo y trazar su trayectoria.

Es en el ámbito de esta historia de las ciencias, siempre en "acto", en el que hay que ubicar el proyecto foucaultiano de la búsqueda del "saber".

La dimensión crítica de la historia filosófica de las ciencias no es, en primera instancia, una crítica a las ciencias, sino una crítica a lo "negativo" de la razón, dado que analiza las superaciones, mitos, prejuicios y obstáculos que posibilitan el progreso de la racionalidad y por tanto la producción de conocimiento científico3'.

De modo similar a Bachelard, la obra de Georges Canguilhem está dirigida contra una tradición de la historia de las ciencias, en la que la transmisión (de un científico a otro o de una época a otra) de las verdades adquiridas y de los problemas no resueltos siguen el hilo de un tiempo lineal y homogéneo cuya única virtud sería pasar (o ser pasado). Esta historia de las ciencias se deleita con biografías detalladas y anécdotas, teniendo como objeto preferido la noción de "precursor". Este personaje sería un pensador que el historiador cree poder extraer de su encuadre cultural para insertarlo en otro, lo que trae Como consecuencia la consideración de conceptos, discursos, gestos especulativos o experimentales, como pudiendo ser desplazados 0 reubicados en un espacio intelectual, en el que se obtuvo la reversibilidad de las relaciones mediante el olvido del aspecto histórico del objeto que se trate; en este sentido, cada ciencia tiene Su propio aspecto, ritmo y temporalidad específica; procede por organizaciones, rupturas y mutaciones, pasa bruscas aCe:leraCiOneS y retrocesos repentinos. Es relativamente autónoma, pert3 exige un "espacio intelectual" en el cual se desarrollara.

' . Machado, Roberto. "Arqueología y epistemologia" , en Balbier, E., et. al. Michel Foucault, fil6sofo. Madrid, Ed. Gedisa, 1995, pdg. 15.

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Una. ciencia no puede aislarse de su "encuadre cultural", es decir, del conjunto de relaciones y valores ideológicos de la formación social en que se inscribe. El "virus del precursor" que anima la "historia-crónica" de las ciencias se convierte en azarosa. La historia de las ciencias es entonces, según Canguilhem, una sucesión de azares.

La atención de Canguilhem está centrada en la filiación de los conceptos más que el encarnamiento de las teorías, lo cual implica un reclamo dirigido contra toda concepción lógica de la historia y la formulación de un programa, es decir, la indicación de un "sentido" para el análisis: se debe ir del concepto a la teoría y no a la inversa. Según Canguilhem, definir un concepto equivale a plantear un "problema", o bien, reconocer la persistencia de un problema aparentemente resuelto en la sucesión de las teorías.

Canguilhem en La Formación del Concepto de Reflejo en los Siglos XVII y XVIII de 1955, se centra en las "condiciones de aparición" de los conceptos, las condiciones que permiten formular un problema. Las teorías aparecen después. Siguiendo a Bachelard, Canguilhem demuestra que no es posible una deducción mecánica de la presencia de la palabra a la del concepto; se debe distinguir entre una palabra y un concepto, una palabra no es un concepto. En este sentido, una misma palabra puede recubrir dos conceptos distintos; por tal motivo el lenguaje de las obras científicas debe ser examinado detalladamente. Habría que agregar que la palabra es el vehículo más constante, aunque a menudo el menos consciente de los "prestamos teóricos" de un dominio científico a otro, o la importación de valores ideológicos no científicos a los científicos.

Las transformaciones y deformaciones de conceptos son, en Última instancia, el indice de la reformulación constante del problema en campos teóricos diferentes, bajo el efecto de determinaciones ideológicas diversas y contradictorias. Para Canguilhem, el hablar del "objeto de una ciencia" es hablar de un problema que se debe plantear y luego resolver. La función del historiador es analizar las fases de la experimentación

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cie:ntífica y, en vez de limitarse a realizar el balance de los logros y fallas, debe ser capaz de dar una explicación racional de los bruscos cambios de terreno, de los repliegues imprevistos; debe poder analizar la sucesión de las "coyunturas" teóricas y prácticas que "constituyen" la historia.

La historia de las ciencias concebida como la "historia de los conceptos", como se manifiesta en la segunda parte de La Formación del concepto. . . , pone de manifiesto filiaciones inesperadas, establece nuevas periodizaciones y hace surgir nombres olvidados que desordenan la cronología oficial y tradicional. Se cruza con el discurso de historiadores dogmáticos. Canguilhem hace aparecer bajo el dogmatism0 de la historia de las ciencias todo un mundo de violentas concesiones en las que la política desempefia un papel determinante. Sólo una historia de la epistemología puede realizar la empresa "crítica".

Una vez planteada la historicidad del objeto, Canguilhem asu.me tal posición planteándola de esta manera: "la historia de una ciencia es la historia de un objeto que tiene una historia, mientras que la ciencia es ciencia de un objeto que no es historia, que no tiene historia". Es ahora cuando cobra implortancia el reconocimiento que Foucault hace a su "maestro" par<a hacer la historia de la ciencia como un conjunto coherente y a la vez transformable de modelos teóricos e instrumentos conceptuales. La dimensión que Canguilhem plantea se entiende como una historia de la construcción de la verdad. La historicidad de una ciencia se vuelve problemática cuando al hablar de la historia de una ciencia se le demanda el mostrar de qué manera -con que medios teóricos y / o prácticos- una ciencia planteó y resolvió algún problema. Este camino implica una nueva concepción de la historia. Con ello, la historia de las ciencias concibe y pone de manifiesto nuevas periodizaciones, hace surgir nombres olvidados, filiaciones inesperadas, desordena la cronología oficial y tradicional; así, la construcción de una epiStemOl0gía aparece como la reflexión sobre la historia del saber, y su objeto, la intelección racional de la esencia de la

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his8toricidad3 '. Con ello, la filosofía se encamina hacia la pregunta por el

saber y las ciencias, a través de un proceso de transformación por medio del cual se va desplazando la frontera epistemológica del no saber al saber, pero sin que se pueda afirmar o dar por terminado el proceso de una verdad definitiva. Se trata de romper con la identidad supuesta de la realidad y la verdad que tienen como eje y sustento, a) una universalidad de las categorías de la Razón occidental, b) la concepción de un sujeto como substancia y , c) la historia orientada hacia el sentido: frente a lo cual se propone, a) una arqueología y una epistemología -entendidas como un análisis histórico que elucida la estructura y formación del saber actual- de los conceptos sin dar ni tomar supuestos de su alcance, ni inventar orígenes, b) tomar a la historia de las ciencias en su historicidad, como condición de posibilidad para la realización de una historia epistemológica y ver la materialidad histórica del conocimiento y, c ) llevar a cabo la construcción de una razón históri~a~~.

Por medio del reconocimiento de la historicidad del objeto de la filosofía de la ciencia, se perfila una ruptura que se expresa en la afirmación de que "toda ciencia particular produce, en cada momento de su historia, sus propias normas de verdad" 4 .

La propuesta es ahora mantenerse al nivel del discurso mismo, discurso configurado en una "episteme" determinada, con una historia definida. Foucault lo entiende así "supongo, nos dice, que en toda sociedad, la producción del discurso está a la vez controlada, seleccionada y redistribuida por un cierto número de procedimientos que tienen por función conjugar los poderes y pel:igros, dominar el acontecimiento aleatorio y esquivar su pesada y terrible materialidad" 5 .

'. Foucault, Michel. La arqueología del saber-. México, Ed. Siglo XXI, 1987, pags. 3 -

3. Véase Foucault, Michel. "Nietzsche, la genealogía, la historia", en Foucault, M. Micr-ofísica del poder. Madrid, Ediciones de la Piqueta, 1979, págs. 7- 29. 34. Foucault, Michel, La arqueología del saber.. México, Ed. Siglo XXI, 1987, pág. 37.

5 . Foucault, Michel. El orden del discurso. Barcelona, Ed. Tusquets, 1983, págs.

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Así, la referencia a Canguilhem y Bachelard en la filosofía foucaultiana marcan de manera definitiva su perspectiva de una raz,ón que se expresa en el discurso.

Ahora bien, si la epistemología se concibe como una filosofía que estudia la cuestión de la racionalidad a través de la ciencia, como la actividad racional por exelencia, debemos señ.alar el desplazamiento que opera la filosofía de Foucault al respecto, y respecto también de la epistemología que practicaba Bachelard.

Bachelard se dedicó al estudio de disciplinas como la física y la quimica, que constituyen una región de materialidad o de naturaleza. Mientras que Canguilhem se dedicó al estudio de la anatomía, fisiología, biología o ciencias de la vida, delimitando así una segunda región de cientificidad. Por su parte, la labor filosófica de Foucault, a la luz de las anteriores, se entiende como una investigación acerca del hombre, as í como la constitución histórica de las "ciencias del hombre" en la época moderna. En primera instancia la "arqueología" de Foucault, se conducirá por principios distintos a los de la historia epistemológica, es decir que si la epistemología ordena la fillosofía, la arqueología establece su independencia con respecto a las ciencias y se vuelve crítica de la idea misma de racionalidad. Del mismo modo, si la epistemología es una reflexión sobre la producción de conocimientos, de verdad en la ciencia, definida ésta como proceso histórico de producción de racionalidad, la historia arqueológica no asigna demasiada importancia a la cuestibn de la normatividad de la verdad, y no establece órdenes temporales recurriendo a la racionalidad científica actual. No establece, o más bien, queda neutralizada la cuestión de la cientificidad. La historia arqueológica lleva a cabo una historia de los "saberes", en donde no hay evidencia de una historia del progreso de la razón.

No se trata tan solo de un desplazamiento de la ciencia al saber; el método de análisis arqueológico se entiende como una arqueología del saber, pero éste no es el inicio de un proyecto, sino el resultado, 81 mismo también histórico, pero esta, la

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arqueología, sufrió modificaciones de los postulados que aparecen en sus primeras obras. En efecto, no es posible igualar la posición metodológica de La arqueología del saber y l o s métodos empleados en las obras anteriores. La pretensión es mostrar desplazamiento metodológico que se lleva a cabo en arq,ueología, en sus distintas fases, respecto de epistemología.

1.3. El Estructuralismo.

Desde la Segunda Guerra Mundial, el pensamiento francés atravesado por diversas fases. Durante la Resistencia inmediatamente después de la Liberación, el marxismo ocupó pensamiento de los intelectuales franceses. Así, en un clima gran desilusión con lo que entonces era la Unión Soviética y

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comunismo, el existencialismo humanista de J.P. Sartre prometía una completa realización del individuo en la sociedad moderna. Pero cuando Sartre, especialmente a mediados de los años cincuenta, profesó su humanismo sustentado en el marxismo (ignorando la represión sufrida en la Unión Soviética) sus teorías generaron gran sospecha, lo cual permitió al estructuralismo y a otras nuevas teorías como la lingüística y la semiótica ganar fuerza. No quiere decir que esto haya sido una consecuencia directa de lo anterior, de hecho, la influencia del marxismo perisitió en algunos intelectuales franceses, ya de modo explícito en unos y oscuro en otros; aunque el existencialismo, y lo que se ha dado en llamar estructuralismo, se basan en diferentes supuestos sobre la naturaleza del hombre y la sociedad, algunas de las posturas marxistas, en relación a la justicia económica y el cambio social, aparecen en las teorías existencialistas, estructuralistas y semiologistas -aunque aqucillos que profesan estas teorías a menudo se asumen como no- marxistas. Al mismo tiempo, es posible encontrar influencias del existencialismo y/o marxismo en trabajos de figuras y disciplinas diversas como el saco de Jacques Lacan en psicoanálisis, Michel

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Foucault en historia y filosofía, Georges Dumezil en historia de las; religiones, Claude Lévi-Strauss en antropología, Louis Althusser en marxismo y Roland Barthes en crítica literaria36.

Las implicaciones políticas del estructuralismo son muy amplias, implicaciones que no aparecen de manera inmediata pero que le son inherentes. Básicamente, la izquierda francesa a mediados de los años cincuenta experimentó una etapa de conflictos y agonías, y es durante esta década que los int,electuales franceses no pueden dejar de reconocer la cruda realidad del comunismo ruso, lo cual puso en evidencia el fracaso del proyecto marxista. En Francia, de cualquier modo, el ale!jamiento del marxismo implicó más que una separación ideológica y un desencanto del existencialismo.

El advenimiento del estructuralismo, cuando menos para sus seguidores, pareció proveer un honorable escape intelectual para confrontar las limitaciones del marxismo y existencialismo. La afirmación de que: finalmente, toda la realidad puede ser vista como la interrelación (interplay) del inconsciente común de la estructura mental, por parte de Lévi-Strauss -padre del estruct~ralismo~~-, propició que gran parte de la labor intelectual francesa se desviara o quitara su atención de los pro'blemas políticos y de las teorías marxistas y

existencia lista^^^. Estas vías políticas no aparecen en el momento que Levi-

Strauss incorpora la metodología que servirá para explicar consistentemente la vida, como deseaba Marx, y ayudará a descifrar el inconsciente colectivo freudiano con la ayuda de la semiolgía -ciencia que estudia la relación de los signos en la sociedad, enfatizando su arbitrariedad y postulando una relación entre sus propiedades como significado y significante. La elaboración de una teoría linguistica por parte Saussure39 se convirtió en la base del método estructuralista aplicado a otras

. Kurzweil, Edith. The age of structuralism: Lévi-Strauss to Foucault. New York. Columbia University Press, 1980. 3 7 . Kurzweil, E . Op. cit., págs. 13-34. '. Ibidem, págs. 4-5. . Saussure, Ferdinan de. Curso de lingüística general. Buenos Aires, Ed. Akal, 1989.

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áreas del conocimiento humano. Técnicas para descubrir las leyes generales del lenguaje y su relación con otras áreas de la act.ividad humana. El método pasó a formar parte del proyecto estructuralista, en el cual se implicaba una hipotética est,ructura mental subyacente.

Es posible apuntar una serie de diferencias políticas, ideológicas y epistemológicas entre los intelectuales franceses de la época, sin embargo, tienen al menos algo en común: muchos se interesaron y compartieron una familiaridad académica con trabajos como los de Descartes, Kant, Hegel, Husserl, además de la escuela de Annales.

El estructuralismo no es un simple método. Es sin duda un mét:odo, un método de saber moderno acerca del hombre que permite obt.ener resultades teóricos que a la postre constituyen una doctrina. Exclusivamente científica para algunos. Es también una filosofía para los que el estructuralismo es una teoría sistemática que elucida los problemas más angustiosos del hombre y diel mundo.

Mediante la búsqueda, en la realidad humana, de aquellos aspectos de estabilidad, de inmutabilidad, que puedan proporcionar asidero a un conocimiento verdaderamente cie,ntífico*, base y característica general del (los) estructuralismo (S). Para ellos, de lo que se trata es de alc'anzar la realidad a través de esquemas concretos de creciente general idad, o según La estructura no es universal, desligada

"modelos" que la circunscriban y expliquen+. una "abstracción", en el sentido de noción de las características individuales puras,

* En el caso de Platón, y firme, fundado en las

por ejemplo, se trataba de encontrar un saber cierto propiedades constantes de lo real, por oposición a lo

que,. en razón de encontrarse en constante proceso de cambio, no podia ser objeto de la ciencia. Sin embargo, la esencia platónica no es análoga a la estru1:tura de los estructuralistas. + ;Fue precisamente el ginebrino Ferdinand de Saussure, fundador de la lungiiistica moderna que sirve de base al estructuralismo. El modelo lógico de ésta, trasladado a los distintos dominios de la comunicación humana se considera un instrumento de primera indole para discernir las estructuras Características de tales niveles de vida. Este modo de proceder se justifica por el hecho de que la lingüística moderna en el plano metodológico, se perfiila como una ciencia de avanzada con respecto a otras ciencias humanas.

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sino un objeto de estudio distinto, "abstraido" de realidades más prckximas y más complejas. En ese sentido se habla de estructuras de parentesco, de lengua, de intercambio, de moda, etc. Entidad autónoma, la estructura cobra realidad en especímenes tipicamente diversificados. Sería incorrecto identificarlas con un mero ensamblaje de elementos -como en una máquina o un organismo vivo. Inserta en el corazón de lo real, pero más allá de lo inmediatamente visible, la estructura revela un aspecto oculto de las; cosas: la estructura de una sociedad, que es algo distinto de las relaciones sociales; una relación de intercambio está dada con anterioridad a los objetos intercambiados; la estructura de un mito es el mito de referencia que suministra el tema principal, mientras que sus diversas modalidades son algo así como sus "variaciones". El análisis estructural, dejando de lado lo puramente "accidental", intenta poner de manifiesto el "código secireto" que vincula las multiples actividades del hombre: su organización social, su vida económica, su lenguaje, aún su actividad psíquica e intelectual. En todos esto ámbitos se trata sie.mpre de puntos de vista fijos, de conjuntos cerrados, factores permanentes que el estructuralismo descubre en los encadenamientos controlables de la actividad humana.

A s í , la noción de "totalidad sistemática" aparece como uno de los soportes esenciales del análisis estructural, el cual le permite alcanzar una verdadera objetividad y plantear leyes generales. Más allá de leyes de formación y organización eStrUCtUraleS, en el estructuralismo se trata de reglas y condiciones de funcionamiento, de modelos culturales, artísticos, etc.

El método estructural se niega a tratar a 10s elementos de una totalidad como entidades independientes. Las estructuras no Son SÓ10 una totalidad de fonómenos solidarios -de modo que cada uno dependa del otro Y es lo que es a causa de las relaciones que existen entre ellos-, sino que además esa totalidad debe ser pensada únicamente desde el punto de vista de las relaciones existentes entre sus términos: ningún elemento de la estructura

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puede ser comprendido fuera de la posición que ocupa en la configuración total.

En su relación con la historia, el estructuralismo, a causa de su rigidez, se opone a las consideraciones históricas. Se col.oca, de algún modo, al margen del tiempo. La historia vivida y

concreta de los hombres pasa a segundo término, cuando no se descalifica su existencia misma. El sistema está primero y condiciona los sucesos. Esto no quiere decir que se ignore la historia real, sino que ésta es concebida como una sucesión discontinua de culturas, de mitos, de estructuras sociales, antes que como una cadena dinámica ininterrumpida de elementos múltiples.

La tendencia estructuralista general consiste en reducir en lo posible la realidad del sujeto humano y, en algunos casos, suprimirla. El pensamiento se vuelve impersonal, algo construido con independencia de todo sujeto capaz de expresarse y actuar con verdadera libertad y autonomía.

La conciencia asimilada a un mito, deja lugar a otro pri.ncipio fundamental, preponderante y exclusivo: el inconsciente, el cual es estructurado como un lenguaje objetivo y científico. Todo se vuelve "ilusión de libertad"; más que actuar 81, el hombre es actuado por las estructuras inconscientes que moran en 61 y que, incluso, lo con~tituyen~~.

El inconsciente es la realidad suprema, ya sea individual o colectiva del primitivo o del "domesticado". Esto rige y gobierna todas las menifestaciones vitales.

Lévi-Strauss nació en 1908 (mismo aiio que Maurice Merleau- Pon.ty). Sus investigaciones y reflexiones tiene o han tenido implicaciones filosóficas, dado que sus análisis estructurales se han. presentado como la concreción o implicación de una forma de ver al hombre muy distinta a la del existencialismo.

En el primero y último capítulo de su Antropología estructural4 , Lévi-Strauss discute el uso de términos como etnología,

4 0 . Lévi-Strauss, Claude, en Caruso, P. Conversaciones con Lévi-Strauss. Foucault, Lacan. Barcelona, Ed. Anagrama, pág. 24. 4 1 . Véase también l a conferencia inaugural en el colegio de Francia en enero de 1.960, Elogio de la antropología. México, Ed. Pasado y presente, 1968, págs. 11-41.

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etnografía, antropología física, social y cultural. A su juicio éstas no constituyen disciplinas distintas, sino más bien, momentos distintos de la misma línea de investigación. En este sentido, la antropología se encarga de establecer las relaciones básicas que subyacen a todo el conjunto de la vida y la organización social del hombre y propone formular teorías que sean aplicables a todo grupo social, del mismo modo, ha de incluir en sus análisis, no sólo aquellos procesos conscientes de la mente humana, sino también los inconscientes, con miras a reducir a fórmulas las estructuras básicas, de las que son proyecciones o manifestaciones todas las instituciones culturales o sociales. El propósito es ir más allá del ámbito de las ideas y los fines concientes y de los procesos históricos y así , abarcar toda la gama de las p~sibilidades~~. Estas posibilidades, según Lévi-Strauss, son limitadas en número y, en caso de lograr determinar las compatibilidades entre las distintas posibilidades, sería posible formular un marco o entramado lógico válido para todo el desarrollo histórico-social.

El análisis estructural de Lévi-Strauss está profundamente influido por la lingüística. La lingüística estructural de N. Troubentzkoy* 3 , planteada en sus Principios de fonología, de 1933, tenía asi,gnadas cuatro operaciones básicas: a) estudiar la infraestructura inconsciente de los fenómenos lingüísticos, b) analizar las relaciones entre l o s términos, c) hacer patente la estructura del sistema de los sonidos vocálicos (fonémicos) y, d) descubrir las leyes generales o fórmulas de las relaciones necesarias fundamentales. Lévi-Strauss no se restringe al análisis de las relaciones lingüísticas, sino que insistirá en la relación y cooperación entre lingüística estructural y antropología. Piensa que la relación entre los fenómenos sociales proporcionan el material necesario para la elaboración de

. Lévi-Strauss, C. LOC. cit. . Trubentzkoy, N.P. Principios de fonología. Madrid, Ed. Cincel, 1973,

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ciertos modeloss que hagan inteligibles los hechos. Se trata de ir más allá (o por debajo) de los modelos conscientes a los modelos inconscientes#, estudiando las relaciones entre los tipos de modelos y tratando de esclarecer las relaciones necesarias que rigen la vida mental, afectiva y social del hombre.

Ahora bien, estas estructuras son de carácter meramente formal. Es decir, que sólo proporcionan o hacen "visible" el entramado o módulo formal que condiciona las formas de la vida mental. Incluso en el caso de los mitos y la ciencia, en los que se observan diferencias obvias, se expresan las mismas estructuras formales+.

En su discusión con Sartre, Lévi-Strauss plantea que el fin último de las ciencias humanas, no es contruir al hombre, sino "dosol~erlo"~~. Evidentemente Lévi-Strauss no niega la existencia de los hombres, su objeto de estudio. La palabra ''disolver" no ha de entenderse en términos de "reducción" de lo complejo a lo simple, sino de la sustitución (o disolución) de una complejidad menos inteleigible a una más inteligible. A s í , el reducir la vida afectiva, mental y social del hombre a estructuras formales inconscientes no equivale a negar que la primera sea lo que es, sino a hacer inteligible la complejidad de las formas y fenómenos culturales y sociales.

E l principal campo de aplicación del método estructuralista es #el de las ciencias humanas, donde se ocupa sobre todo de las

* Un modelo estructural debe tener las características de un sistema, en el sentido de que ninguno de sus elementos pueda sufrir cambios sin que se prod.uzcan cambios en los restantes. También debe ser posible establecer la serie de transformaciones que resulten en el grupo de modelos del mismo. # No debe confundirse con el "subconsciente", que no es otra cosa que el depdsito de los recuerdos e imágenes recopiladas en el transcurso de cada vida. Aspecto de la memoria que recoge los vocablos de nuestra historia personal; pero estos vocablos sólo tienen significación en la medida en que el inconsciente, organizándolo de acuerdo con sus leyes, lo transforma en discurso; leyes que son análogas en todo tiempo y para todo individuo. Véase Lévi-Straws, Claude, El pensamiento salvaje. México, Ed. Fondo de cultura Económica, 1997, cáps. V y V I . + De algún modo, estas estructuras básicas se asemejan a las categorías a priori de Kant. Sólo que no están referidas a ningím sujeto trascendental. Pertenecen a la esfera del inconsciente.

4 . Lev-Strauss, C. op. cit., cáp. IX.

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relaciones y leyes supuestamente invariantes de combinación entre los fenómenos correlativos. No niega del desarrollo histórico, el e1e:mento "diacrónico", pero atiende sobre todo al "sincrónico", las estructuras formales básicas, que considera como independientes de los cambios históricos. Este enfoque y método ha sido aplicado a campos tales como la crítica literaria, el arte, la psicología y la interpretación del marxismo.

El caso de la crítica estructuralista aplicada al estudio de las religiones es otra variante del método estructuralista. Georges Dumezil utiliza el "método c~mparativo"~~ para establecer el origen común de las religiones con la convicción de que éstas son una serie de estructuras con diversas dominantes. Señala que llevar a cabo estudios estrictamente evolutivos no aporta nunguna claridad. Lo revelador será la observación de grupos con lo que se procura alcanzar una visión de la historia a través de los grandes grupos intelectuales, por ejemplo, los griegos y 10 irracional, o bien la relación entre el mito y el pensamiento entre los grigos.

El tema predominante en los trabajos de Dumezil es el de la "herencia". A s í , de un discurso de una cultura común y el de las diversas religiones, como por ejemplo, la romana y la india, es posible establecer, restablecer la continuidad entre la indoeuropea y la realidad romana. Estos análisis no sólo revelan los orígenes comunes de los ritos, sino que a la vez permiten situarlos en un alto nivel de conceptualización.

Para Dumezil es claro que deben haber existido estructuras comunes entre las diferentes religiones que se sucedieron en la historia. Para comprenderlo basta con evocar las tradiciones misteriosas, la profunda comunidad de naturaleza que orienta a los hombres hacia las mismas concepciones y las mismas proyecciones fundamentales. El estudio comparativo y estructural debe estar complementado por las influencias experimentales y las variantes importantes, que derivan de aquello que distingue,

. Véase Dumezil, Georges. I a s dioses indoeurapeos. Barcelona, Ed. Seix Barral, 1970' .

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dentro de la participación de una misma naturaleza humana, a las civilizaciones y culturas.

Louis Althusser, profesor de la École Normale Supérieur, mie:mbro y fundador del Partido Comunista Francés, procura interpretar al marxismo en el medio estructuralista; trata de proporcionar una justificación científica y a la vez filosófica del pensamiento marxista. Toma como eje de sus investigaciones dos problemáticas concernientes a la teoría del conocimiento, a sabler, que se debe considerar a Marx como autor de una teoría de la historia -la teoría económica es una parte de ella- y como filiósofo. Para lograr lo anterior y apreciar debidamente ese par de problemas, habría que leer nuevamente a Marx, es decir, llevar a cabo una relectura bajo un sentido estructuralista, tal como se expone en Para leer el capital.

Vemos como en la lectura de Althusser l o s textos de Marx tienen dos dimensiones: una que se observa directamente, y otra que la estructura. Es en estas dimensiones donde aparecen cuestiones, deliberaciones, otros textos* (intertextualidad- intertextualité) y situaciones que condicionan tanto al autor como al texto que aparecerá en un papel. Por lo tanto, una lectura en ambos niveles tiene suma importancia para la teoría del conocimiento, se trata de una lectura epistemol6gica.

Por medio de tal lectura, la obra de Marx, según Althusser, se caracteriza por un pensamiento humanístico, ideológico y

precientífico acerca de la historia, la política y la economía, así como por una "ruptura" con aquel pensamiento del que entonces surgió. Esa ruptura la registra Althusser particularmente después de :I 845, en La sagrada familia y La ideología alemana.

* E n este sentido se debe hacer una distinción entre los feno-textos (la comunicaci6n explicita) y los geno-textos (el volumen del significado que continuamente se va desarrollando): este último es el más importante ya que a é1 se refieren los empeños literarios del grupo Te1 Quel. Dicho texto procede del campo de lo subjetivo y se aproxima a lo colectivo. Ningún texto surge exclusivamente de la conciencia creadora de un autor, nace siempre de otros textos y a partir de ellos se escribe. Se trata del texto en el texto, de la continuada influencia de todas las obras, de interferencias y recopilaciones, de estructuras de relaciones en constante cambio. Véase Broeckmann, Jan M. El estructuralismo. Barcelona, Ed. Herder, 1974, pág. 126.

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Lo que Althusser observa en las obras de Marx, es que la economía ha pasado a ser una especie de elemento autónomo dentro de la estructura social, y ésta a su vez funciona como una estructura dentro de una totalidad más basta de estructuras. No se trata del hombre o de un grupo de hombres, éstos han dejado de ser el objeto real de la economía constituyéndose más bien una teoría de elementos y estructuras desligadas del sujeto. Así, las problemáticas que se plantean las concepciones estructuralistas como las de Levi-Strauss, Lacan y (hasta) Foucault, no son com:patibles con ninguna función del sujeto autónomo-constitutivo en el sentido de la filosofía idealista, ya que ésta se liga con una concepción empírica del sujeto; por su parte, el pensamiento estructuralista lleva necesariamente al "descentramiento" del su jleto .

En Marx se encuentran multiples anotaciones y observaciones en las que se contraponen y sobreponen ambos punto se vista, y es sólo a través de una lectura crítica como se puede entender e interpretar de forma adecuada el sentido de esas posturas, según Althusser, quien descubre también una posición antihumanista y es sólo bajo esa perspectiva que puede proporcionar un carácter cielntífico al marxismo.

En su texto Para leer el capital, Althusser encuentra que en los trabajos posteriores a 1845, La ideología alemana y El capital, Marx y

Engels, se despojan de sus tendencias hegelianas y fundan una "nueva ciencia", la ciencia del materialismo histórico, al teorizar el objeto de su estudio (el modo de producción) sin recurrir a esa entidad fundadora, originaria y dadora de sentido: el sujeto.

Althusser no deja duda de su deuda con autores como Baclzelard, Cavaillés y Canguilhem, con los que comparte esfuerzos por construir una teoría del conocimiento que se base en la hiskoria de las ciencias.

Para Althusser, no se trata de establecer la teoría de una práctica determinada (la política), sino de elaborar la teoría de la "práctica general", elaborada a partir de la teoría de las

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prácticas existentes (de las ciencias)46. El proyecto althusseriano, originalmente político, trata de

asegurar la racionalidad de la práctica política, se trata de un pro,yecto netamente teórico, más bien, epistemológico; en un sentido muy kantiano, establece que la filosofía marxista tiene por objeto plantear la cuestión epistemológica fundamental, es decir, la teoría de las condiciones de producción de conocimiento científico. Es un proyecto político que sólo puede realizarse como proyecto epistemológico.

Retomar a Marx, releerlo y sacar de él mismo la teoría científica de la práctica política perdida bajo el nebuloso humanismo de la ideología burguesa47, implica que Althusser se asigne l a tarea de presentar en forma teórica lo que en estado práctico se encuentra en Marx. Para encontrar la distinción entre un periodo ideológico y científico de Marx, Althusser recurre a la categoría de "ruptura epistemológica" bachelardiana, la cual implica otro concepto tomado de Jacques Martin, el de "problemática", utilizándolo "para designar la unidad específica de una formación teórica y en consecuencia el lugar de asignación de esta diferencia espe~ífica"~~.

El concepto de ruptura epistemológica presupone el de problemática, esta última entendida como el conjunto de problemas con un campo teórico común y en una situación teórica dada. Pone en evidencia la "estructura sistemática típica que unifica todos los elementos del pensamiento", o bien "para designar la unidad esp'ecífica de una formación dadaft4 '. Se presupone así al "método analítico" que descompone un texto en sus elementos, implicando la :no unidad o el "sentido global de un texto".

La problemática es una estructura sistemática que: a) unifica todos sus elementos y asegura la unidad del texto, b) determina no sólo las respuestas efectivas y posibles, sino las cuestiones mismas, es decir, llegar a la presencia de la

'. Althusser, Louis. La revoluci6n teBrica de mars. México, Ed. Siglo X X I , 1968, págs. 137-138. 47. Althusser, op. cit., pág. 13 y SS.

' * . Ibidem, pág. 23. 49. Ibidem, Pág. 53.

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posibilidad de esos pensamientos, hasta la unidad constitutiva de los pensamientos efectivos y, c) en esta estructura, la Problemática no se presenta directamente a sí misma ni en los elementos aislados. E l filósofo piensa la problemática a partir de ella pero sin pensar en ella5'. Sucede tanto en la ideología como en la ciencia. En los textos de Marx se trata de llevar a cablo una lectura "sintomal", no literal, que revele en el texto visible la problemática marxista.

El concepto de "problemática" se encuentra indisolublemente ligado al de "ruptura epistemológica" que Althusser presenta como el momento que marca la separación entre dos problemáticas radicalmente distintas. Esto sólo se da en una estructura que unifica cada problemática del conjunto de sus elementos, y no en un elemento aislado; además, la ruptura marca el movimiento hacia la fundación de una ciencia, un movimiento irreversible de una ideología a una ciencia. La ruptura se da en un plano netamente teó:rico, así, dicha ruptura implica un cambio de problemática o de estructura. En este sentido, la ciencia es resultado de la transformación de una problemática ideológica en científica, y no sólo la sustitución de la ideología (entendida como error) por la cielncia (entendida como verdad); un cambio puede darse también sin que exista propiamente un cambio de problemática.

La categoría de ruptura Bachelard, le sirve a Althusser empirista del progreso continuo discontinuidad en el surgimiento fundamentales de una ciencia.

epistemológica, siguiendo a para descartar la concepción

del conocimiento y subraya la y desarrollo de los conceptos

En gran medida, Michel Foucault, al igual que muchos otros se vió influido por el estructuralismo parisino y se propuso "depurar y sólo retener aquellos aspectos de su obra anterior más discutibles. Es decir que desvió su interés de las instituciones sociales para concentrarse casi exclusivamente en el discurso, su autonomía y sus transformaciones disc~ntinuas"~'. Al mismo tiempo que delimitó su campo de análisis, amplió su campo de

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inv'estigación hasta cubrir las principales ciencias del hombre. Intentó, en un primer momento, comprender cómo la civilización occidental se esforzaba por conocer aquello que daba sentido a lo que se representaba como lo "otro" en el hombre, por ejemplo, la locura; posteriormente se vuelve hacia los sistemas de autocomprensión generados en el pensamiento occidental a través de la reflexión sobre aquellos aspectos humanos, como lo social, el individuo concreto y los significados compartidos, a l o s que se tenía más fácil acceso. Es decir, el estudio de las disciplinas que se han ocupado del análisis del trabajo, la vida y el lenguaje. Ese es el objetivo de su texto aparecido en 1966, Las palabras y las cosas.

La comprensión de l o s seres humanos ha llegado a un momento crucial. Los proyectos estructuralistas como los de Lacan, Lévi- Strauss y Chomsky abrían un domino de análisis formal que podía ser seguido con la consecuente obtención de novedosos resultados, liberando al análisis de l o s prejuicios tradicionales. En Las palabras y las cosas se intenta ampliar las disciplinas estructuralistas, determinando "las posibilidades y l o s derechos, las condiciones de una formalización j~stificada"~~. Es en este sentido que una arqueología de las ciencias humanas intenta estudiar la estructura de los discursos de las diversas disciplinas que pretenden enunciar teorías de la sociedad, de los individuos y del lenguaje. El análisis arqueológico, dice Foucault,

"es un estudio que se esfuerza por reencontrar aquello a partir de lo cual han sido posibles conocimientos y teorías; según cuál espacio de orden se ha constituido el saber; sobre el fondo de qué a priori histdrico y en qué elemento de positividad han podido aparecer las ideas, construirse las ciencias, reflexionarse las experiencias en las filosofias, formarse las racionalidades para anularse y desvanecerse quizá pronto" .

Para llevar a cabo tal empresa, Foucault se esfuerza por

5 2 . Dreyfus, H . L . y Rabinow, P. OP. cit., pág. 370.

. Foucault, Michel. Las palabras y las cosas. México, Ed. Siglo XXI, 1990, pág. 7.

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aislar y describir los sistemas epistémicos subyacentes en tres grandes épocas del pensamiento occidental: el Renacimiento, la &poca Clásica y la Modernidad.

A s í , según Foucault, todo campo de saber se desarrolla sobre un "espacio de orden", contra el fondo de un a priori histórico o campo epistemológico (episteme) que es el cimiento de su posibilidad, es decir, aquello a partir de lo cual conocimientos y teorías fueron posibles en una época dada. Nuestro pensamiento hunde sus raíces allí, y reconoce en él el estatuto y la historia de sus condiciones fundamentales. Toda cultura, en cierto estadio de su historia, advierte que sus riquezas, organizaciones y representaciones pueden no ser las mejores: deben afrontar el hecho de que existe, en un nivel "arqueológico", por debajo de sus ordenamientos y leyes que la componen, un orden de cosas silencioso, una región oscura de la realidad, un mundo subyacente pri.mario que importa liberar en su ser mismo y en las modalidades de su ser. Se entiende así, que más allá del lenguaje de un periodo histórico, más allá de las clasificaciones provisionales de determinada ciencia o práctica, hay un ordenamiento profundo, el código básico de una cultura, una configuración global que ofrece fundamentos ciertos a los conocimiento^^^ desarrollados principalmente en la filología, la historia natural, la biología y la economía política.

La episteme moderna, experiencia desnuda de las estructuras ocultas de las palabras y las cosas, sucede en toda la cultura occidental a las del Renacimiento y el periodo Clásico. La pri:mera fue una episteme de Semejanza, dominada, en las formas de su saber, por una red subterránea de similitudes que unen las cosas entre si y las palabras con las cosas. Naturaleza y lenguaje se trenzan en una trama única, dotada de armonía por la similitud. Se trate de la comprensión de un texto 0 del desciframiento de las positividades naturales, el saber no es Otra Cosa que una interpretación. Conocer las Cosas es descubrir

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la trama que las vuelve solidarias y las aproxima55. La segunda, de Representación o del orden clásico, tiene por objeto un orden que articula identidades y diferencias y se establece para representar la totalidad de lo real. Todo conocimiento procede a la fijación de un orden por medio del establecimiento de diferencias. Ello es válido para las matemáticas, la naturaleza, el pensamiento. Este "juego de representaciones" suscita el poder del discurso, es decir, el lenguaje en la medida que representa y nombra. Así, en el transcurso de la época clásica se manifiesta y desarrolla una coherencia entre la teoría de la representación y :Las teorías del lenguaje, de los órdenes naturales, de la riqueza y del valor: la ciencia de los signos ocupa el lugar del orden inmediato de las realidades significada^^^. A partir del siglo XIX se produce una ruptura en el plano profundo del saber. La teoría de la representación desaparece como base de todos los órdenes posibles. El lenguaje, sobre todo, pierde sus privilegios, desaparece como representación inicial de las cosas y como nexo entre el conocimiento y los seres. A esta desaparición del discurso le sucede la episteme moderna, para la cual el ser mismo de la representación dejará de ser tal. El pensamiento clásico deja de ser accesible de manera directa57.

El campo epistemolbgico se presenta como espacio abierto en tre,s dimensiones, la primera la ocupan las ciencias físico- matemáticas, en la segunda se agrupan aquellas ciencias que proceden a relacionar elementos discontinuos pero análogos, con el fin de poder establecer entre ellos vínculos causales y

constantes estructurales (analítica de la finitud), como las que se ocupan del lenguaje, la produccion de riqueza y de la vida y, por último, aquélla que sería la de la reflexión filosófica, expresándose en esas ontologías que tratan de definir lo que son, en su propio ser, las positividades empíricas de la vida, del trabajo y el lenguaje5*.

55. Foucault, Michel. Las palabras y las cosas. México, Ed. Siglo XXI, 1990, págs.

5 6 . Foucault, M. Op. cit., págs. 53 y SS. 26-52.

Ibidem, pág. 374. Ibidem, págs. 334 y SS.

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Las ciencias humanas están dominadas por tres ciencias que se relacionan, en términos generales, con la biología, la economía y la filología. La primera nace con la revelación de la vida misma y sucede a la historia natural; el desubrimiento del trabajo -que Ricardo colocó en la raíz del valor- dió origen a la economía política; la filología surge con la toma de conciencia de la consistencia histórica de las lenguas. Tres grandes disciplinas que abrirán, dentro del movimiento vital, perspectivas novedosas sobre el misterio del hombre: el psicoanálisis, la etnología y la historia.

Las dos primeras ocupan lugares preferenciales en la cultura moderna acerca de las percepciones sobre el ser humano, las cuales vienen a conformar el vagaje conceptual y empírico que constituyen el a priori histórico de las cincias humanas.

En primer lugar, el psicoanálisis se fija como tarea el hacer hablar, a través de la conciencia, al discurso inconsciente, de tal modo que avanza tomando el lugar que anteriormente ocupaba la representación5 '. Apunta a lo fundamental, a lo que está oculto más allá, a esa región crítica y e:nigmática en la que actúan las relaciones de la representación y sus condiciones de posibilidad. Surge con este el hecho de que all.í puede haber sistema, en consecuencia significación, regla, norma, oposición y conflicto, por ende, función. En esta región se perfilan tres figuras por las cuales la vida, con sus funciones y normas, viene a cimentarse "en la repetición muda de la Muerte", los conflictos y reglas "en la apertura del Deseo", las significaciones y sistemas Iten un lenguaje que es, al mismo tiempo, Ley""O. Estas tres figuras (La Muerte, el Deseo y la Ley) representan las formas de la finitud y con ellas el modo de ser del propio hombre y tal como se analiza en el pensamiento moderno; Foucault cuestiona si:

"¿no es acaso la muerte aquello a partir de lo cual es posible el saber en general -a tal grado que seria, por el lado del psicoanálisis, la figura de

' . Ibidem, págs. 362-363. 'O. LOC. cit.

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esa rluplicaciOn empírico-trascendental que caracteriza en la finitud la forma de ser del hombre? ;Acaso no es el deseo lo que permanece siempre impensado en el corazón del pensamiento? Y esta Ley-Lenguaje ( a la vez palabra y sistema de la palabra) que el psicoanálisis se esfuerza por hacer hablar ;no es aquello en lo q u e toda significación toma un origen más lejano que é1 mismo, pero también aquello cuyo retorno ha sido prometido en el acto mismo del análisis?"61 .

El inconsciente es en sí mismo una cierta estructura formal. Por medio de estas tres figuras que lo ordenan y modelan, todo saber se vincula con la finitud sobre la que se acienta el hombre. Los contenidos de conciencia quedan abiertos sobre esta finitud a partir de la cual somos, pensamos y sabemos.

Por su parte, la etnología también se dirige hacia esa región donde todas las ciencias humanas tiene su fundamento. Su problema general se vincula con las relaciones entre naturaleza y

cultura. Ella ubica a las formas peculiares de cada cultura en una dimensión en la que se desnudan sus lazos con la vida, la necesidad y el trabajo, el lenguaje, y ve emerger las representaciones que forman los hombres, las normas que regulan las funciones vitales, las reglas que dirigen sus necesidades, los sistemas sobre los que se apoyan todas las significaciones. Desscubre correlaciones sincrónicas entre las diversas formas cu1,turales y se coloca en la dimensión de la historicidad (de esta perpetua oscilación que hace que las ciencias humanas sean siempre disputadas, hacia el exterior, por su propia historia)62, estudiando en las culturas las constantes básicas antes que la sucesión de acontecimientos. Arraiga necesariamente en una posibilidad propia de la historia de nuestra cultura, aún más, de la historia en general, esto le permite ligarse con las demás culturas a través de la teoría pura. Busca, en la actualidad, su objeto por el lado de los procesos inconscientes que caracterizan al sistema de una cultura determinada. De modo que es posible definirla como "sistema de los inconscientes culturales" o bien "el conjunto de estructuras formales que harían significativos los discursos míticos", darían su coherencia y su necesidad a las reg:Las que rigen las necesidades, fundamentarían no en la

6 1 . Ibidem, págs. 363-364. . Ibidem, pág. 365.

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naturaleza, sino fuera de las puras funciones biológicas, las normas de vida63.

Vemos que tanto el psicoanálisis como la etnología son ciencias del inconsciente. Se remontan hacia el a priori histórico de todas las ciencias del hombre, lo colocan en su base epistemológica y no cesan de "deshacer" a ese hombre que, en las ciencias humanas, reconstituye interminablemente el aspecto de su positividad empírica.

La historicidad propia de la naturaleza se revela en cada tipo importante de ser viviente; el trabajo, sometido a condiciones de producción se modifica en forma continua, tiene una historicidad específica; el desarrollo del lenguaje está regido por leyes internas en perpetuo cambio. De tal forma que la historia constituye para las ciencias humanas un medio de acogida que es, a la vez, privilegiado y peligroso. Brinda a cada ciencia del hombre un trasfondo que la establece, que le fija un suelo y como una patria: determina la playa cultural -el episodio cronológico, la inserción geográfica- en el que puede reconocerse su validez a este saber". Existe pues, un presupuesto histórico que en esa época, delimita en la experiencia un campo del saber posible y define el modo de ser de las cosas que en él aparecen. Se denomina histórico a este a priori en cuanto "modo de ser fundamental" de los elementos empíricos determinados en el especio del saber , "sistema" necesario de las estructuras latentes de un proceso histórico, "conjunto de las condiciones" que vuelven posible el saber característico y la trama histórica visible de una época.

Pero más allá de la historicidad de las positividades naturales, existe otra más radical, propia del hombre mismo, de su propio ser. Derecho de autonomía como el de los otros seres, las palabras y las cosas. En la historicidad que es propia del hombre, éste es aquello por lo cual se traza la historia de la vida humana, de la economía, de las lenguas. A principio del siglo XIX, el hombre no tiene más historia. En su ser específico

3. Ibidem, pág. 3 6 0 . 4. Ibidem, pág. 3 5 8 .

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se encuentra entre cruzado con historias que no le son homogéneas. Está vacío de historia, está deshist~rizado~~. Debe encontra una historia que esté ligada a él, en su fondo. Surge la forma de la historicidad humana, el hecho de que el hombre, como tal, está expuesto al acontecer66. Esta historia remite a las positividades naturales determinantes de su ser y fundadas en su finitud interior, es decir, que en tanto que el hombre se encontró como despojado de lo que constituía los contenidos más manifiestos de su Historia: la naturaleza no le habla ya de la creación o del fin del mundo, de su dependencia o de su juicio próximo, no habla más que de un tiempo nateraleza; sus riquezas no le indican ya la antigüedad o el próximo retorno de una edad de oro; no hablan más que de las condiciones de producción que se modifican en la Historia; el lenguaje no lleva ya las marcas de antes de Babel o de los primeros gritos que pudieron resonar en el :bosque; lleva las armas de su propia filiación".

El análisis de la riqueza, en el siglo XIX, responde a la misma configuración general que el estudio de la vida misma. La eco:nomía clásica estaba ligada a una mathesis o ciencia común a todos los órdenes posibles. Toda mercancía representaba cierta cantidad de mercancías: la actividad humana y el valor de los objetos se comunicaban a través del elemento transparente de la representación. Pero el valor, que tiene sus orígenes en el trabajo, dejó de ser un signo y se convirtió en producto. Desfasado respecto de la representación, el trabajo se ordena, a par'tir de Ricardo, conforme a una cualidad que le es inherente. De ahí en adelante la economía está referida a una psicología de las necesidades representadas, así como a una antropología, concebida como discurso acerca de la finitud natural del hombre.

A lo largo del pensamiento clásico, la interrogación acerca del modo de ser del hombre, implícito en el cogito, no pudo ser articulada. Pero a aprtir del siglo XIX la reflexión filosófica busca nuevas formas de analizar ese modo de ser, y funda sobre

5 . Ibidem, pág. 358. e? '. Ibidem, pág. 360 .

Ibidem, págs. 357-358.

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tal análisis -ya no sobre el de la representación- la posibilidad del ser humano. Como fundamento de todas las positividades, el hom:bre se ha convertido en aquello a partir de lo cual todo conocimiento puede constituirse en s í , y no sólo de ser problematizado. Deviene, a fortiori, aquello que autoriza a poner en tel,a de juicio todo saber. El humanismo renacentista, el racionalismo de los clásicos, bien pudieron conferir un lugar privilegiado al ser humano en el orden del mundo, pero no pudieron pensar al hombre6’. Este es capaz de convertirse en objeto del saber por sus relaciones con el trabajo, la vida y el lenguaje. Es a la vez objeto de conocimiento y sujeto cognoscente. En esta novedosa criatura, el sujeto de las representaciones, se manifiesta con Kant, como el fundamento de su posible síntesis, disminuyendo el derrumbe del orden clásico, que efectuaba dicha síntesis en el espacio de la representación y dejaba vacío el lugar de su cimiento verdadero. El pensamiento moderno sitúa la existencia primaria irrecusable y enigmática del hombre, realidad densa, objeto dificil y sujeto soberano de todo saber posible.

E l hombre está totalmente involucrado en su relación con los objetos que se esfuerza por conocer -relación que además oscurece la comprensión que tiene: todos estos contenidos que su saber le revelan como exteriores al él y más viejos que su nacimiento, lo anticipan, desploman sobre 61 toda su validez y lo atraviesan como si no fuera más que un objeto natural.. .La finitud del hombre se anuncia en la positívidad del saber6’. Puesto que el lenguaje ya no realiza la labor de representar y, por tanto, de hacer posible el conocimiento, la función de representación se vue:lve problemática. La tarea de hacer posible la representación le toca al hombre, convirtiéndose en el organizador del espectáculo en el cual figura. E l hombre se coloca en el lugar del rey; el hombre ya no sólo afirma ser capaz de conocer las leyes del mundo que parecen limitarlo a él y a su conocimiento, además finca los límites de su saber posible, a 10 que Foucault

6 8 . Ibidem, págs. 299-303. ’. Ibidem, pág. 3 0 5 .

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llalma "analítica de la finit~d"~'. El hombre no es sino un producto transitorio "un pliegue en

nuestro saber", una especie de arcoíris nacido de la interferencia de dos epistemes -la clásica, que todavía no lo conioce, y la moderna, en la que se está diluyendo. La lingüística se tencamina hacia la disolución del hombre. Surgido en el momento en que se liberaba de la representación, el hombre ha compuesto su imagen entre los intersticios de un lenguaje dislocado, Pero la lingüística no habla del hombre mismo. Para ella el hombre sólio es reconducido a las formas de su nacimiento, a la patria que lo ha hecho posible y, ¿no es esta una forma de aproximarlo a su fin?71.

por otro lado, ninguna ciencia habla verdaderamente del hom:bre. El saber depende por completo del psicoanálisis y de la etniología, ambas ciencias del inconsciente, que se abren sobre la finitud del hombre. Pero ellas no alcanzan en 61 lo que está por encima de su conciencia: sólo se dirige hacia, lo que fuera del hom:bre, permite saber lo que está al alcance de su conocimiento o esclapa a él. No les preocupa entrar en el enigma profundo, en la parte más secreta de la naturaleza humana, ahí donde se hace posible su desaparición. La finitud del hombre se convirtió en su fin. "En nuestros días -Nietzsche señala el punto de inflexión-, lo que se afirma no es tanto la ausencia o la muerte de Dios, sino el fin del hombre ... Así, el último hombre es a la vez el más viejo y más joven que la muerte de Dios, su asesino está evocado él mismo a morir; dioses nuevos, los mismos, hinchan ya el Ocean0 futuro; el hombre va a de~aparecer"~~. Asistiremos a la risa que estalla en el rostro del hombre, al regreso de las máscaras, de la .locura, de la literatura, o bien, a la dispersión absoluta del homlbre .

La visión de la historia común a todos los estructuralismos imp:lican una conversión radical hacia un objeto desprendido de toda contingencia. Su problemática, que trata de las

O . Ibidem, pág. 3 0 6 .

2 . Ibidem, pág. 3 7 3 . 7 1 . Ibidem, págs. 371-372.

4 0

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mentalidades, termina expulsando al hombre, quien ya no es más que el sujeto ausente de su objeto histórico.

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11. HACIA UNA ARQUEOLOGÍA DEL SABER

11.1. De una Arqueología de las Ciencias Humanas a una Arqueología del Saber.

Después de la aparición de Las palabras y las cosas, en 1966, al cual precedieron El nacimiento de la clínica: Una arqueología de la mirada médica (1963), Raymond Roussel (1963), Locura y sinrazón: Historia de la locura en la época clásica ( I 961 ), y Enfermedad mental y psicología (1954), Foucault pub1 ica La arqueología del saber, en 1969. Una obra que por momentos parece ser una reivindicación de sus trabajos anteriores; sin embargo, en otros, muestra una nueva estructura metodológica (epistemológica) con la cual analiza y crítica sus posturas pasadas, cuyos puntos de análisis no eran siempre los mismos, por ejemplo:

"En la Historia de La locura, se trataba de una formación discursiva cuyos puntos de elección teóricos eran bastante fáciles de fijar, cuyos sistemas conceptuales eran relativamente poco numerosos y sin complejidad, cuyo régimen enunciativo en fin era bastante homogéneo y monótono. Por el contrario, lo que planteaba problemas era la emergencia de todo un conjunto de objetos, muy enredados y complejos; se trataba de escribir, ante todo, para fijar los puntos de referencia del conjunto del discurso psiquiatrico en su especificidad, la formación de esos objetos. En El nacimiento de la clínica, el punto esencial de la investigación era la manera en que se había modificado, a fines del siglo XVIII, las formas de enunciación del discurso médico; el análisis había, pues, operado menos sobre la formación de l o s sistemas conceptuales, o sobre las elecciones teóricas, que sobre el estatuto, el emplazamiento institucional y la situación y el modo de inserción del sujeto disertante. En fin, en Las palabras y las cosas, el objeto del estudio lo constituian, en su parte principal, las redes de conceptos y sus reglas de formación (idénticas o diferentes), tales como podían localizarse en la Gramática general, la Historia natural y el análisis de la riqueza"' .

Cosa que el propio Foucault advierte señalando que la elalboración de categorías pone en peligro el antiguo edificio, y del mismo modo, se deben aportar rectificaciones profundas, como es e l caso, por ejemplo, del "abandono"* del concepto de episteme,- piedra angular de sus trabajos anteriores, y punto principal de todas las interpretaciones estructuralistas que se han hecho de

' . I'oucault , Michel. La arqueología del saber. Ed. siglo XXI , México, 1987, págs.

* Abandono un tanto parcial, dado que el concepto de episteme reaparece al final de la obra con ciertas transformaciones y rectificaciones.

106-107

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Fou'cault- y que en La arqueología del saber es "reemplazada" por el "un's multiplicidad de sistemas verticales". Pero más que aba:ndono o ruptura con las epistemes, Foucault se interesa afirmar la primacía del discurso.

Este "nuevo" concepto, el de discurso, ya figurado en

de el en

Las palabras y las cosas, significaba lenguaje clásico, lenguaje reducido a la transparencia de las representaciones2. Ahora, en La arqueología del :saber, los discursos no son tomados como conjuntos de signos que refieren a representaciones; se deben entender, más bien, como "prácticas", en este sentido, "es indudable que los discursos están formados por signos; pero lo que hacen es más que utilizar esos signos para indicar cosas. Es ese más lo que vuelve irreductible a la lengua y a la palabratt3. El objetivo es describir esa función extra de los discursos, se trata de "una descripción pura de acontecimientos disc~rsivos~'~.

Tal vez l o más importante del discurso foucaultiano, a lo largo de su "etapa" arqueológica, sea el haber planteado una "critica" de la concepción trascendental de la historia, ésta, la concepción trascendental de la historia, plantea la existencia de "un origen y un final" de las cosas. En este sentido, Foucault desacredita toda forma de "teleologia" y causali ism^"^, "rechazando" concepciones como las de "progreso" y "devenir" , apartándose también de planteamientos encaminados a demostrar que la "totalidad" es el ámbito central de actuación de un "macro- sujeto racionalIt6; en relación a esta unidad se da prioridad a la diferencia. Se opone, pues, a la noción unitaria y totalizante de un discurso omnicomprensivo, siempre lineal y en permanente desarrollo lógico.

El cómo es y cómo se da en los discursos la relación de desfases y continuidades, de remanencias simultáneas y

espmecíficas que coexisten en un mismo espacio y tiempo histórico;

*. IFoucault, Michel. Las palabras y las cosas. México, E d . Siglo X X I , 1990, págs. 53 y SS.. . Foucault, Michel. La arqueología del saber. México, Ed. S ig lo X X I , 1987, pág. 81. . I7oucault, M. op. cit. , pág. 4 3 .

. I?oucault, Michel. La arclueología del saber. México, Ed. Siglo XXI, 1987, p&gs. 3 - 5 . Véase el Prefacio de Las palabras y las cosas, págs. 1-10.

9.

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el definir cuáles son las reglas, transformaciones y umbrales que proliferan en los sistemas, son los objetivos que Foucault se plantea resolver por medio de la aplicación del "método" arqueológico7.

Cabe señalar que la historia de las epistemes de Foucault, sobre todo en su texto de 1966, subrayan constantemente "discontinuidades" entre sus etapas históricas. Proporciona "discontinuidades enigmáticas" entre epistemes: la preclásica, hasta mediados del siglo XVII; la clásica, hasta finales del siglo XVIII; la moderna y una contemporánea, ésta última que sólo toma forma a mediados del siglo XX8; la primera y la última apenas están esbozadas; sólo la clásica y moderna son completamente descritas. Lo que le interesa es la descripción, no la explicación causal de la secuencia; tal como lo afirma en el prefacio, ha dejado de lado, de forma deliberada, el problema de las causas del cambio epistémico.

En sentido estricto, el objetivo de Foucault no era escribir la historia de las ciencias; pero tuvo que recurrir a ella para identificar y organizar su trabajo. En este sentido, hace gustosas referencias a una "tradición" de la moderna historia de las ciencias (y la filosofía), a saber, la "escuela" de Canguilhem, Bachelard y Cavailles. Bachelard otorgó un lugar muy importante, en su búsqueda de descendencias conceptuales, a las "discontinuidades", en contraposición a las "continuidades falsas". Hacia 1936, en La formación del espíritu científico, desacredita la visión triunfalista del progreso científico lineal, subrayando la

7. En Las palabras y las cosas Foucault aplicó el término "arqueología" para denotar la Inistoria de lo que hace necesaria determinada forma de pensamiento. La arqueología se ocupa de las formas de pensamiento necesarias, inconscientes y anónimas, que se denominan "epistemes". Una episteme es, en un sentido un tanto kantiano, el "a priori (condición de posibilidad) histórico" que, en un periodo determinado, delimita en la totalidad de la experiencia de un campo de conocimiento, define el modo de ser de los objetos que aparecen en ese campo, dotar de capacidad teórica a la percepción corriente del hombre y define las condiciones en que este puede sostener sobre cosas que son reconocidas como verd.aderas. Dado que las epistemes son estratos -en sentido geológico- conceptuales subyacentes a varios campos de conocimiento y que corresponden a diferentes épocas del pensamiento occidental: el análisis histórico tiene que "desenterrarlas"; de ahi el método arqueológico. * . Foucault, Michel. Las palabras y las cosas. México, Ed. Siglo XXI, 1990, págs. 213-217.

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importancia de los "obstáculos epistemológicos" . aplicado, de 1949, Bachelard propone la utilización "problemática". Una problemática se desarrolla al ciencia en marcha y nunca a partir de un vacío intelectual; con ello hace notar, no la verdad de

En El racionalismo del concepto de interior de una cognoscitivo o una experiencia

general, sino objetos particulares de un campo específico en su dinámica cognoscitiva.

Los conceptos de discontinuidad y problemática fueron adoptados por Canguilhem y Althusser, y a través de ellos por Foucault. Un elemento más se suma a los anteriores, el antiempiri~mo~, con el que siempre, sobre todo Bachelard, mantuvieron a la razón científica separada del sentido común. Tal antiempirismo planteaba una desconfianza hacia las teorías platónicas de la verdad, de ahí el no reconocimiento de verdades anteriores, de verdades dadas, sino de verdades "construidas" en el interior de una comunidad científica. Tres, por tanto, fueron los legados de Bachelard a la epistemología estructuralista: a) el concepto de ruptura epistemológica, b) el antiempirismo y, c) una visión constructivista de la ciencia a la que pertenecen el concepto de "problemática" y el consecuente derrumbe de la racionalidad como tal, y la sucesiva postura "práctica".

Fundamentalmente, Foucault es un pensador pluralists'' que rechaza la homogenización de lo heterogéneo y la identidad absoluta. Cuestiona la visión continuista de la historia, a la cual contrapone el análisis de las transformaciones y

discontinuidades discursivas; lo que hay en la realidad es una variedad discursiva de historias discontinuas con múltiples oritgenes. En este sentido, la realidad se constituye a través de la relación de numerosas prácticas discursivas discontinuas, en las que lo contingente juega un papel importante en las re1,aciones sociales.

'. 11e la misma forma, la primera cosa que no aceptan los estructuralistas es el empirismo, impuesto en todos los ámbitos del pensamiento en nombre de los <<hechos,, , de 10 <<vivido,,, de lo <<concreto>,, de la <<eficacia,,. Vease Caruso, Pa010 . Conversaciones con Levi-Strauss, Foucault, Lacan. Barcelona, Ed. Anagrama. pág. 13. ' O. Foucault, Michel. "La función politica del intelectual. Respuesta a una cuestión", mayo de 1968. En Foucault, M. Saber y verdad. Madrid, Ediciones de la piqueta, pág., 40.

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Pero volvamos al concepto de episteme, el cual Foucault "abandona" , pero que a su vez "retoma" en La arqueología del saber, es decir que aquella noción de episteme planteada en Las palabras y las cosas, la cual describía las "configuraciones del saber" como grandes bloques y que obedecían a leyes específicas, le impedía pensar la historia de las formaciones ideológicas de manera distinta, a no ser como bruscas "rupturas", "mutaciones" enigmáticas y desgarramientos "repentinos". Ahora, en La arqueología del saber, intenta escapar de ese tipo de historia y así, despojarse de los "aspectos estructuralistas"" que lo acercan la noción de "episteme" .

El tipo de historia que se plantea en La arqueología se asimila al tipo de historia propuesto por Marx, el materialismo histórico, en el sentido de que ambos se presentan como un proceso sin sujeto estructurado por un conjunto de leyes, como lo demostró Althusser en sus análisis de Marx. Proceso, que por esta misma razón, se presenta como antihumanista y antiantropologista.

Ahora bien, es posible afirmar que la parte "crítica" de La arqueología del saber se inscribe en la continuidad de sus trabajos precedentes. En aquéllos como en este, tiene ante sí al mismo "objeto" de sus ataques, el sujeto; que ahora, además, van dirigidos también contra aquella forma continuista de escribir la historia, "la historia de las ideas".

En La arqueología hay un apartado muy revelador en el que se muestra una Crítica y una polémica muy fuerte entre el "método arqueológico" y una disciplina de moda, a saber, "la historia de las ideas". El ataque foucaultiano está centrado en el

' ' . En muchos estudios se ha pretendido establecer una relación directa entre Foucault y el estructuralismo, señalando algunas similitudes en cuanto a temdbticas, por ejemplo, 1 ) la crítica del humanismo y el antropologismo filosófico por su tendencia a mistificar al individuo como sujeto trascendente de la historia, 2) El concenso sobre la necesidad de prescindir de la subjetividad como elemento explicativo de los diferentes discursos. Es decir, los estructuralistas promulgaron la desaparición de la noción de autor como parálmetro referencia1 de intelección de l a s obras y , 3) la utilización del concepto de discontinuidad, entendido como ruptura epistemológica, frente a la interpretación progresiva y teleológica de la historia y de las ciencias. Sobre el segundo punto vease, Caruso, P. Op. cit., págs. 67-91.

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presupuesto antropologista de tal disciplina, lo que la lleva a mostrar una historia abiertamente continuista. A decir de Foucault, esa historia de las ideas se caracteriza por ser un "objeto incierto, con fronteras mal dibujadas, sus métodos son tomados de acá y de allá, marcha sin rectitud ni fijeza"' 2. A

juicio de Foucault, tal disciplina tiene una doble función; por un lado, "cuenta la historia de los anexos y de l o s márgenes. No la historia de las ciencias, sino la de esos conocimientos imperfectos, mal fundamentados, que jamás han podido alcanzar, a lo largo de su vida obstinada, la forma de la ~ientificidad"'~. Es la disciplina de los lenguajes flotantes, de las obras sin forma, de los temas no ligados. Se trata de análisis doxológicos más que cognoscitivos, de las fallas más que de l o s aciertos, no es, en fin, un análisis de las formas de pensamiento sino de los tipos de mentalidades (historia de las representaciones colectivas, ilusiones mentales, etc.); dentro de esta categoría entran la alquimia, la frenología y la historia de l o s temas atamísticos. Por otra parte,

"se atribuye la tarea de atravesar las disciplinas existentes, de tratarlas y de reinterpretarlas. Toma a su cargo el campo histórico de las ciencias, de la literatura y de las filosofías: pero en 81 describe los conocimientos que han servido de fondo empírico y no reflexivo a formulaciones ulteriores. La génesis, continuidad y totalización son sus grandes temas"' 4 .

La "génesis" de todas la "regiones" están referidas a la unildad de un sujeto individual o colectivo; tal unidad tiene como correlato necesario la "continuidad", así como la "homogeneidad" de sus partes; según esta visión, se trata de un todo coherente, lo cual no implica que pueda dar origen a una verdadera historia.

Como vemos, Foucault caricaturiza a la llamada historia de las ideas, diferenciándola del método arqueológico en cuatro aspectos: 1 ) mientras que la primera persigue temas e ideas expresados en documentos, el arqueólogo busca reexaminar las estructuras del propio discurso documental; en esta primera

Foucault, Michel. La arqueología del saber. México, Ed. siglo X X I , 1987, pág. 229. ' 3 . Foucault, M. Op. cit., págs. 229-230. ' 4 . Ibidem, pág. 232.

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antítesis contrapone al tratamiento del discurso como documento (historia de las ideas), a su análisis como monumento (arqueología del saber), los documentos son portadores de referencias externas; los monumentos se contemplan por ellos mismos, 2) el historiador de las ideas quiere seguir el origen y el destino de las ideas, mientras que el arqueólogo se fija en un discurso por 61 mismo, sin preocuparse por lo que lo precedió o lo siguió, 3 ) la historia de las ideas busca causas psicológicas y sociológicas de acontecimientos intelectuales, el arqueólogo no y , 4 ) el arqueólogo del conocimiento se concentra en el discurso tal cual es, sin tratar, como hace el historiador de las ideas, de captar el inefable momento original, la primitiva intención de los aut~res'~.

Foucault afirma que las historias de las ideas se concentran en los autores, la novedad y la continuidad, frente a lo cual, la arqueología destaca la impersonalidad, las iregularidades y discontinuidades en el discurso. Su arma principal es el concepto de enunciado (énoncé), las formaciones discursivas están integradas por enunciados; parece pensar en ellos como "funciones" antes que como "cosas", similares a los "acontecimientos" que "irrumpen" por debajo de una superficie discursiva, es decir, son materiales pero incorpóreos. En todo caso, los enunciados manifiestan de alguna manera lo que implica la producción de signos. En la medida en que están compuestos de enunciados, las "prácticas discursivas" son conjuntos de "reglas anónimas e históricas, siempre específicas en un tiempo y un lugar y que, para un periodo, una "época", determinado y dentro de una zona social, económica, geográfica o lingüística, define el .marco en que se ejercen las funciones enunciativas16.

Posteriormente, siguiendo a Canguilhem en cuanto a su crítica de la teoría del APrecursor'f, desacredita la categoria de autor, que sin embargo es evidente y concreta, por considerarla como una mera clasificación literaria, científica o filosófica de un "sujeto" considerado como "creador"; del mismo modo, al

1 5 . Ibidem, op. cit., p6gs. 233-235. ' 6. Ibidem, op. cit., págs. 248-249.

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hacer referencia de la teoría del "reflejo", considera que esta se sustenta en postulados "empiristas" y "sensualistas" la Cual debe tener como "punto fijo" la categoría de sujeto, por lo tanto, debe ser considerada como sospechosa de caer en un "antropo10gismo"'7, y es bajo esta perspectiva que el análisis arqueológico sirve para descubrir el dominio de existencia y de funcionamiento de una práctica discursiva.

El arqueólogo, en este sentido, no se ocupa de averiguar quién dijo o escribió qué a quién, eso implicaría hablar de sujetos, y por lo tanto antropologismo, ilusión humanista e idealismo. En un texto aparecido en 1969, ¿Qué es un au tor? '* Foucault deja claro que debemos abandonar el hábito de buscar la autoridad de un autor, y mostrar, en cambio, cómo el poder del discurso obliga tanto al autor como sus expresiones.

La crítica que se lleva a cabo en La arqueología como en otros textos, como se ve, se da en contra de una subjetividad''. Según Foucault, el discurso no debe referirse al pensamiento del sujeto creador de l o s enunciados, sino al "campo práctico" en el que se desarrollan; así, la voluntad del autor queda separada por las reglas de formación discursiva, a grado tal que debe prescindirse del tema de la subjetividad-creatividad como elemento explicativo del funcionamiento teórico-epistemológico20.

Vemos que tanto la crítica a una subjetividad omnicomprensiva, como la exigencia de pensar las leyes que rigen la historia de las ciencias y las no ciencias, son características fundamentales de La arqueología. Existe también una polémica presente contra el objeto, como complemento de esa crítica contra el sujeto; en este sentido, Foucault trata de demostrar las desventajas de ver el discurso desde el punto de vista del sujeto, llevando la crítica al polo opuesto. En Bachelard, observa el caso de una "epistemología del objeto"

Ibidem, p á g s . 2 7 5 - 2 7 6 . ' '. Foucault, Michel. ¿Que es un autor'? México, Colección textos mínimos, Ed. Universidad Autónoma de Tlaxcala. ' ' . Foucault, Michel. La arqueología del saber. México, Ed. S i g l o X X I , 1 9 8 7 , págs. 8 9 - 9 0 .

o .:Foucault, M. Op. cit., p á g s . 3 3 - 4 0 , 91-104 y 334-335.

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insatisfactoria. La noción de "obstáculo epistemológico" al conducir, como se observó antes, a un "psicoanálisis del conocimiento objetivo", parece dar testimonio del desplazamiento hacia el sujeto, al cual se pretendía dejar fuera: Bachelard recurrió a la libido del científico para explicar problemas con el objeto de conocimiento.

Por su parte, la filosofía foucaultiana experimenta un alejamiento con respecto a Bachelard, dado que encuentra en éste una marcada solidaridad entre la categoría filosófica de "objeto" y e1 punto de vista descriptivo de la "ruptura" en historia; al comparar una ciencia con una ideología desde el punto de vista de sus objetos, se comprueba que hay entre ellas un corte, pero sólo desde el punto de vista descriptivo, no explicativo. Foucault puede afirmar que el duo objeto-ruptura sólo es la inversión, pero idéntica, de la pareja sujeto-continuidad, por lo tanto, la epistemología bachelardiana cae en un antropologismo, según Foucault; el basarse en la "libido" del científico es sustentarse en la noción de "sujeto", representa el poder establecer la cientificidad por la mera voluntad del científico. Según Foucault, se debe partir del abandono del punto de vista del objeto y plantear el problema del corte sobre nuevas bases, -es decir, reconocer, en primera instancia, el mérito de Bachelard al haber comprendido que una ciencia sólo se establece a traves de la ruptura con el "tejido de errores" que la preceden y obstaculizan-, esto es, pensar aquellas "falsas ciencias" que preceden a las ciencias, esas "positividades", que, una vez constituidas, las ciencias se determinan como "ideologías".

El tratar de pensar las leyes que rigen la historia de las ciencias y las no ciencias, sin recurrir al sujeto ni al objeto y la nulificación de la falsa alternativa de continuidad- discontinuidad, exige remitirse a lo que se denominó como "acontecimiento discursive". Según Foucault, una vez que se han sus:pendido las formas inmediatas de continuidad, se libera un dominio que está constituido por el conjunto de todos 10s enu:nciados efectivos, ya sean hablados o escritos: pero, antes de 0cu:parnos de una ciencia, discurso político o libro, el material

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que debemos tratar en su neutralidad es una multitud de acontecimientos en el espacio del discurso general".

Lo que se ha llamado "acontecimiento discursivo", permite determinar las "relaciones de l o s enunciados entre s í " fuera de toda referencia a una conciencia unitaria o multiple; relación entre enunciados o grupos de enunciados, acontecimientos de otro orden, ya sea económico, social, técnico o político, en los que se da una relación, es decir, una "coexistencia, sucesión, funcionamiento mutuo, determinación recíproca, transformación independiente o correlativa"", pero con todo, no es posible dar cuenta de la existencia material o "histórica de los acontecimientos discursivos. En estas páginas lo que intenta Foucault, es definir el "régimen de materialidad" del discurso, elaborar la categoría material del discurso y a su vez, pensar la historia del discurso en su materialidad.

Para que una secuencia de elementos lingüísticos pueda ser considerada y analizada como enunciado debe tener una existencia material, esta, la materialidad, es una condición constitutiva, propia del enunciado, y en este sentido, un enunciado debe tener una sustancia, un soporte, un lugar y una fechaz3. Con esto, se afirmará más adelante, que el modo de materialidad al que obedece necesariamente el enunciado es al orden de la "institución" más que a la categoría de localización espacio-temporal, ésta puede ser deducida de las "relaciones" entre enunciados o grupos de ellos; así, se comprende que esas relaciones no pueden existir fuera de ciertas categorías y soportes materiales en que se encarnan, producen y reproducen; se pone de manifiesto la necesidad de pensar la historia del acontecimiento discursive como una estructura de relaciones materiales encarnadas en instituciones.

La categoría de "práctica discursiva", como la pone en juego Foucault, representa una innovación teórica, con un sentido materialista, consistente en no establecer ningún discurso fuera

' ' . Ibidem, pág. 43. '. Ibidem, págs. 62-64.

'3. Ibidem, págs. 147-176.

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de las relaciones materiales que lo constituyen y estructuran; con esto, se establece una novedad y demarcación entre La arqueología del saber y Las palabras y las cosas. El concepto de "práctica" no se debe entender como la actividad de un sujeto, sino como la existencia de reglas materiales y objetivas a las que un sujeto está sujeto en el momento en que interviene en el "discurso", ésta es una definición "positiva" del discurso que Foucault nos da en su arqueología.

A s í , las relaciones discursivas no son internas al discurso, no son l o s lazos que existen entre conceptos o palabras, frases o proposiciones, aunque tampoco le son ajenas, no son circunstancias externas que regulan al discurso, sino por el contrario, determinan la verdad de las relaciones que el discurso debe llevar a cabo para poder tratar determinados objetos, nombrarlos, analizarlos, explicarlos, etc. Concluyendo que, estas relaciones no caracterizan a la lengua que utiliza el discurso ni a las circunstancias en las que se desarrolla, sino al discurso en tanto que practicaz4.

En efecto, se deben definir "objetos" sin hacer referencia al "fondo de las cosas", pero s í refiriéndolos al conjunto de reglas que permiten su formación como objetos de un discurso y constituyen, así, el modo de sus condiciones de aparición histórica25.

El "saber" objeto propio de La arqueología, se refiere a "aquello de lo que se puede hablar en una práctica discursiva que por ello está especificado: el dominio constituido por los diferentes objetos que adquirirán o no un nivel científico"; además, es el espacio en el que un sujeto puede tomar posición para hablar de l o s objetos de que se trata en su discurso, así como también, el campo de coordinación y de subordinación de 10s

enunciados en los que los conceptos aparecen, se definen, se aplican y transforman; en fin, un saber se define por posibilidades de utilización y aparición ofrecidas por el discursoz6.

* . Ibidem, págs. 75-76. 5 . Ibidem, págs. 7 8 - 7 9 . *'. Ibidem, principalmente págs. 306 y 307.

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En este sentido, a diferencia de la epistemología, que recorre el eje conciencia-conocimiento-ciencia, el método arqueológico recorre el eje práctica discursiva-saber-ciencia27. Según Foucault, en relación al saber, habría un espacio en el que, mediante una especie de 'I juego" interno de las relaciones que lo constituyen, una determinada ciencia formaría su objeto, es decir, el objetivo que se pretende alcanzar es el "cómo se -inscribe y funciona una ciencia en el elemento del saber"; así, "la ciencia sin identificarse con el saber, pero sin borrarlo ni excluirlo, se localiza en él, estructura algunos de sus objetos, formaliza algunos de sus conceptos y estrategias". Este juego interno Foucault lo localizará en un ejemplo particular de la relación entre Marx y Ricardo.

La pretensión foucaultiana parece clara, por un lado, señalar los límites con respecto a la epistemología y , por otro, lle,var a cabo la elaboración de una "teoría" de las relaciones discursivas, es decir, una teoría de las leyes de las formaciones discursivas. Construir la teoría de la instancia discursiva como una relación estructurada por una serie de relaciones inscritas y

enc'arnadas en instituciones y códigos históricamente det'erminados; éste, al parecer, es el punto principal de su arqueología.

11.2. Del Orden del Discurso.

La conferencia inaugural de Foucault en el College de Fraince, El orden del discurso , de 1971 , proporcionó el punto de partida, de transición de una problemática arqueológica a otra "genealógica". Tal transición es caracterizada por el vínculo exp:lícito del concepto de discurso con el de "poder" y "control". Al inicio de su conferencia, dice a manera de hipótesis de trabajo que, en toda sociedad la producción del discurso está a la vez controlada, seleccionada y redistribuida por un cierto

7 . Ibidem, pag. 3 0 7 .

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número de procedimientos que tienen por función conjurar los poderes y peligros, dominar el acontecimiento aleatorio y esquivar su pesada y temible materialidad".

Los procedimientos a l o s que se alude abarcan controles externos, reglas internas , y la regulación del acceso al poder. Los controles internos funcionan como tipos de exclusión: prohibición de expresiones (como las del deseo y poder) ; rechazo, por ejemplo en el aislamiento y exclusión del lenguaje de los o bien la oposición entre verdadero y falso30, sustentada por una voluntad de verdad3 ' de las sociedades modernas;

"esta voluntad de verdad, como l o s otros sistemas de exclusión, se apoya en un soporte institucional: está a la vez reforzada y acompañada por una densa serie de prácticas como la pedagogia, el sistema de libros, la edición, las bibliotecas, las sociedades de sabios de antaño, l o s laboratorios actuales. Pero es acompañada también, más profundamente sin duda, por la forma que tiene el saber de poner en práctica en cada sociedad, en la que es valorizado, repetido y en cierta forma atribuidotr3 2 .

En las sociedades actuales, las reglas "internas" son procedimientos de fabricación de discursos que imponen una continuidad.

Por su parte las prácticas del "~omentario"~~ se esfuerzan por anclar el discurso en el significado original; las reglas relativas al imponen el mito de la unidad de la conciencia: y las reglas que clasifican discursos mantienen las fronteras entre las distintas disciplinas.

Existe otro grupo de procedimientos:

"que permite el control de los discursos. No se trata esta vez de dominar los poderes que conllevan, ni de conjurar los azares de su aparición: se trata de dominar las condiciones de su utilización, de imponer a los individuos que los dicen un cierto número de reglas y no permitir de esta

8 . Foucault, Michel. El orden del discurso. Barcelona, Ed. Tusquets, 1983, Pág. 25 2 g . Foucault, M. Op. cit. pág. 13. 30. Ibidem, pág. 15. ' . Ibidem, págs. 15 y SS.

2 . Ibiden, pág. 18. 33. Ibidem, pág. 21. . Ibidem, págs. 24-25.

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forma el acceso a ellos.. .nadie entrará en el orden del discurso si no satisface ciertas exigencias* o si no está, de entrada, calificado para hacerlo" . El acceso del discurso como saber también es objeto de control, cosa que sin embargo no contradice los conceptos planteados en La arqu.eología del saber. Ahora se trata de la "práctica del poder".

Vemos cómo en la "descripción arqueológica" Foucault se aparta de la "historia de las ideas" dejando de lado todos aquellos temas como el de génesis, totalización y continuidad; pretendiendo, por su parte, describir los discursos en tanto prácticas que obedecen a ciertas reglas, no como signos de otras cosas, sino buscando l o s pensamientos, las representaciones, las imágenes, los temas que se ocultan o manifiestan en ellos, como si fueran documentos. Se dirige a los discursos mismos en su volumen en calidad de monumentos.

La arqueología no se mueve en el confuso campo de la "doxología" o en el campo definido y estable de la ciencia; trata de mostrar que el juego de reglas que pone en juego es irreductible a otro, trata de establecer la regularidad de los enunciados. Es en este sentido, que al darse un "acontecimiento", y puesto que su aparición está inmersa en una basta relación de objetos, de formas de enunciados, de conceptos y "estrategias",

* En este sentido, la utilización del suntantivo francés discours, cuya significación dentro de diferentes contextos -convencional, teórico, politico, literario- llegó a ser parte sustancial del programa arqueológico de Foucault, se asemeja más bien al de su utilización del derivado latino de discursus, que a su 'vez se deriva del verbo discurrere, que significa "correr aqui y allá". Un discurso es una charla o una exposición de cierta extensión que ninguna intención demasiado rígida frena en su despliegue o en su desarrollo espontáneo. Quien pronuncia un discurso no da una conferencia. En numerosos contextos franceses el término se aproxima mucho a bavardage "charla", palabre "palabreo", conversatione libre, improvisation, exposé "exposición", narration, peroraison "perorata" o parole "dicho". Su uso cotidiano está muy lejos de la definición que da de discurso, "Diskurs" , Habermas, según la cual habrá que llamar discurso a las manifestaciones en las que damos con razones pretensiones a la validez. Esta definición nos aproxima al empleo que hace Foucault del término, ante todo en el sentido de que el discurso es más o menos reacio a reglamentaciones rigidas. Frank, Manfred. "Sobre el concepto de discurso en Foucault", en Balbier, E . , et. al. Michel Foucault, Filósofo. Madrid, Ed. Gedisa, 1995, págs. 107- 108. 3 5 . Foucault, M. Op. cit., pág. 32.

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no es posible fijar de manera unívoca el concepto u objeto que man.ifiesta su presencia; por lo tanto, resulta inutil preguntarse ¿qu.ién es el autor? Len el interior de qué contexto? Len qué circunstancias? o ¿qué intenciones o bajo qué proyecto ha aparecido tal forma discursiva?.

Sería más preciso hablar de la arqueología como el "sistema" que. establece las transformaciones en las que consiste el "ca.mbio". Más que buscar principios, más que buscar causas, se trata de establecer una cierta forma de ausencia, de noción vacía y abstracta, para darle el estatuto analizable de transformación.

"Se comprende que ciertos espíritus, apegados a todas esas viejas metaforas por las cuales, durante un siglo y medio, se ha imaginado la historia (movimiento, flujo, evolución) no vean en ello otra cosa que la negación de la historia y la afirmación burda de la continuidad: y es porque rea:Lmente no pueden admitir que se ponga al desnudo el cambio de todos esos modelos adventicios, que se les arrebate a la vez su primacía de ley universal y SU estatuto de efecto general, para sustituirlo por el análisis de transformaciones diversas" .

Lo que pretende Foucault es liberar, ante todo, el juego de l a s analogías y diferencias tal como aparecen al nivel de las reglas de formación, mostrando el modelo de cada formación; haciendo ver que conceptos muy distintos ocupan un lugar análogo, con lo cual, una sola y misma noción puede englobar dos elementos distintos, indicando a la vez la manera en que pueden establecerse relaciones entre "positividades"*, relaciones de complementariedad y / o subordinación, es decir, correlaciones arqueológicas.

Cabe seAalar que esta descripción arqueológica de los

- . Foucault, Michel . La arqueología del saber. México, Ed. Siglo XXI , 1987, pág. 2 9 0 . k L,A Positividad de un discurso. ..caracteriza su unidad a través del tiempo, y mucho más alla de las obras individuales, de los libros y de los textos ...q ue pertenecen a una misma formación discursiva, esas figuras e individualidades perdidas, no comunican por el encadenamiento lógico de las proposiciones que aventuran, ni por la recurrencia de los temas, ni por la terquedad de una significación trasmitida, olvidada, redescubierta: comunican por la forma de positividad de su discurso. Más exactamente, esta forma de positividad ( y las condiciones del ejercicio de la función enunciativa) define un campo en el que pueden eventualmente desplegarse identidades formales, continuidades temClticas, traslaciones de conceptos, juegos polémicos. A s í , la positividad desempeiia el papel de lo que podria llamarse un apriori histcirico. Foucault, M. Op. cit., págs. 214-215.

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discursos no se lleva a cabo en el interior de un círculo cerrado e i.dea1, sino en la dimensión de una historia general; trata de descubrir todo ese dominio de las instituciones, de los procesos económicos, de las relaciones sociales sobre las cuales puede articularse una formación discursiva; intenta mostrar cómo la autonomía del discurso y su especificidad no le dan por ello un estatuto de pura idealidad y de total independencia histórica; lo que quiere sacar a la luz es ese nivel singular en el que la historia puede dar lugar a tipos definidos de discurso, que tiene a su vez su tipo propio de historicidad y que están en relación con todo un conjunto de historicidades diversas37.

Se encuentra así, la posibilidad, la vía para el acceso a una. "genealogía", es decir, que para Foucault, el análisis arqueológico tendría por función, en primer lugar, descubrir esas "continuidades oscuras" incorporadas en nosotros. En segundo lugar, podríamos, a partir del estudio de su formación, comprobar la utilidad que tuvieron y que todavía tienen, como operan en la economía actual de nuestras condiciones de existencia. En tercer lugar, el análisis histórico permitirá además determinar a qué sistema de poder están ligadas estas bases, estas continuidades y , en consecuencia, cómo habría que abordarlas. Para mí, nos dice Foucault, no es más que una tentativa histórico-política, que no se funda en las relaciones de semejanza existente entre el pasado y el presente, sino más bien en las relaciones de continuidad y en la posibilidad de definir actualmente objetos tácticos para una estrategia de lucha. La arqueología se hace en función de esto38.

E s ahora cuando arqueología y genealogía se implican para poder acceder a un terreno en el que de manera separada no sería posible; Foucault menciona que "en Nietzsche se encuentra efectivamente un tipo de discurso que hace el análisis histórico de la formación del sujeto mismo, que hace el analisis histórico del nacimiento de un determinado tipo de saber, sin admitir nunca

7. Ibidem, págs. 2 7 6 - 2 7 7 . Foucault, Michel. "La verdad y las formas jurídicas", en Foucault, M.

Obras esenciales. Vol. 11. Barcelona, Ed. Paidós, 1999, pág. 279.

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la preexistencia de un sujeto de c~nocimiento"~~. Nos encontramos en la tarea indispensable de la genealogía,

en contraposición a la búsqueda de orígenes, al despliegue de una metahistoria de las significaciones ideales y las indefiniciones teleológicas. La negación de un "comienzo" refutada en la crítica de la "Robinsonada", llevada a cabo en algún momento por Marx, la distinción entre "comienzo" y "origen" desarrollada por Nietzsche, y el carácter inacabado de su desarrollo progresivo y

ana.litico planteado por Freud, se centran en el abandono de la búsqueda del origen como lugar de la verdad.

- 39. Ibidem, pág. 174.

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111. PARA UNA GENEALOGÍA DEL PODER/SABER

111.1. Sobre Nietzsche, la Genealogía y la Historia.

Siete páginas antes del final de La arqueoiogí del saber, Foucault reflexiona sobre la posiblidad de que la arqueología' no resulte ser lo suficientemente estable y autónoma como 61 lo hubiera planteado, es decir que:

"pudiera ocurrir que la arqueologia no haga otra cosa más que desempeñar el papel de un instrumento que permita articular, de una manera menos imprecisa que en el pasado, el análisis de las transformaciones sociales y las descrpciones epistemologicas: o que permita enlazar un análisis de las posi.ciones del sujeto con una teoría de la historia de las ciencias, o que permita situar el lugar de entrecruzamiento de una teoría general de la producción y un análisis generativo de l o s enunciados" . En tal caso,

"podria ocurrir finalmente que la arqueologia es el nombre dado a determinada parte de la coyuntura teórica que es la actual. Que esta coyuntura dé lugar a una disciplina individualizable, cuyas primeras características y l o s limites globales se esbozasen aqui, o que susciten un haz de problemas cuya coherencia actual no impida que puedan ser más tarde vueltos a plantear en otro lugar, de manera distinta, a un nivel más elevado o según unos métodos diferentes" 2 .

Un poco más tarde (después de 1 9 6 8 ) se presenta un virage tematico y metodológico en la propuesta foucaultiana, e s decir, un cambio en el marco de los análisis y una cierta inversión de la prioridad de la teoría por la práctica3, pero que sin embargo, en su obra se manifiesta una continuidad y complementariedad subyacente, al continuar utilizando técnicas arqueológicas (tebricas) .

En La arqueología Foucault menciona que sus primeras obras estudiaban la teoría de las ciencias humanas como discursos. Pret:endía hacer inteligible la historia de las ciencias humanas

. Foucault, M. Loc. cit. . Dreyfus, H. L. y Rabinow, P. Michel Foucault: mris allh del estructuralismo y la hermmkutica. México, Ed. UNAM, 1988, pág. 123.

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en términos de reglas que regulan todas las pretenciones de "ac,tos de habla" serios, tales reglas eran desconocidas por los participantes, pero respondían a reglas epistémicas vigentes, de tal modo que las prácticas y las teorías de las ciencias humanas eran subordinadas por una estructura teórica que las regulaba. Así, la tarea de la arqueología (a nivel teórico) se entendía como el descubrimiento de reglas que gobiernan las prácticas discursivas.

Al afirmar la primacía de la práctica sobre la teoría, se afirma también que no es en la teoría de las ciencias humanas donde hay que buscar aquello que las hace inteligibles, ni en un sistema de reglas, sino que hay que buscar la "inteligibilidad de las ciencias humanas" en un conjunto más basto de prácticas organizadas y organizadoras.

El investigador ya no es sólo un espectador, sino que está involucrado en las prácticas que estudia, esto es, "con el fin de diagnosticar y aprehender el significado de las prácticas soc:iales desde su interior, Foucault introduce el método genealógico" 4 .

Apartir de tal innovación se vislumbra un nuevo nivel de inteligibilidad de las prácticas, un nivel que la pura teoría no puede alcanzar. Se introduce una nueva forma de "descifrar" el sentido de las prácticas. La nueva metodología permitirá mostrar que la teoría es un componente esencial, por medio de la cual operan las prácticas organizadoras, además de permitir plantear de mejor modo algo que no se había planteado de manera clara: el problema del poder; es en este sentido que Foucault se refiere a una cierta carencia en su trabajo anterior,

"lo que faltaba a mi trabajo, era este problema del <<régimen discursive,,, de los efectos del poder propios del juego enunciativo. Lo confundía demasiado con la sistematicidad, la forma teórica o algo como el paradigma. En el punto de confluencia entre la Historia de l ; ~ locura y Las palabr-as y las cosas se centraba, bajo dos aspectos muy diferentes, ese problema central del poder que yo habia entonces aislado muy maltr5.

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Ya en su conferencia inaugural del Collége de France en 1970, Foucault hacía algunas referencias a la relación entre la arqueología y la genealogía, mostrando una relación de complementariedad más que de sustitución de una por la otra, nos dice :

" A s í deben alternarse, apoyarse las unas en las otras, y complementarse las descripciones criticas y las descripciones genealógicas. La parte critica del análisis se refiere a los sistemas de desarrollo del discurso; intenta señalar, cercar, esos principios de ordenamiento, de exclusión, de rareza del discurso. Digamos, para jugar con las palabras, que practica una desenvoltura aplicada. La parte genealógica se refiere por el contrario a las series de las formaciones efectivas del discurso: intenta aceptarlo en su poder de afirmación, y entiendo por esto, no un poder que se opondria al de negar, sino por el poder de constituir dominios de objetos, a propósito de los cuales se podría afirmar o negar proposiciones verdaderas o falsas. Llamemos positividades a esos dominios de objetos y digamos, para jugar por segunda vez con las palabras, que, si el estilo critico es el de la desenvoltura estudiosa, el humor genealógico será el de un positivismo alegre""

E s en este contexto en el que habría que ubicar un texto de Foucault, publicado en 1971, en relación a un homenaje a Jean Hyppolite, en el cual recurre a términos utilizados por Nietzsche y que sirven de base para la adopción de un "método" genealógico que vendrá a complementar a la arqueología.

De los términos usados por Nietzsche, y adoptados por Foucault, que se traducen por "origen", se opta por Herkunft y Enstehung, con l o s cuales se intenta restituir su utilización correcta, considerando que estos indican mejor que Ursprung el propósito que persigue la genealogía7.

Así, Herkunft que indica la fuente, la procedencia, la pertenencia a un grupo social -el de sangre, el de tradición- raza o tipo social. Trata de percibir todas las marcas singulares, subindividuales que pueden entrecruzarse en él y

formar una raíz difícil de desenterrar. La procedencia permite encontrar, por debajo del aspecto Único de un carácter, o bien de un concepto, los sucesos por los cuales se han formado; es en este! sentido como es posible descubrir que en la raíz de lo que

b . Foucault, Michel. El orden el discurso. Barcelona, Ed. Tusquets, 1 9 8 3 , págs. 5 6 - 5 7 . '. Foucault, Michel. "Nietzsche, la genealogia, la historia", en Foucault, M. Microfisica del poder. Madrid, Ediciones de la Piqueta, 1979, pág. 12.

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se conoce no se encuentra la verdad ni el ser, sino más bien la exterioridad de los accidentes.

La procedencia se enraiza en el cuerpo, superficie en la que se inscriben los sucesos, lugar de disociación del y o , "solemos definirlo como un campo de fuerzas"8, volumen en perpetuo derrumbamiento. A s í , la genealogía entendida como el análisis de la procedencia, se encuentra en la articulación del cuerpo y la historia. Debe mostrar al cuerpo impregnado de historia, y la historia como destructora del cuerpog.

Por su parte el término Entstehung indica la emergencia, el punto de surgimiento, el principio y ley singular de una aparición. Tal emergencia se da en el contexto de un determinado estado de fuerzas, "una pluralidad de fuerzas, fuerzas dominantes y fuerzas dominadas", y su análisis mostrará como luchan unas con otras, su irrupción será su lugar de enfrentamiento. Nadie puede ser el responsable directo y Único de esta emergencia, tal enfrentamiento se da en el intersticio, en aquel pequedo espacio entre dos cuerpos, dado que, de hecho, no hay <<medio>>, no hay campo de fuerzas o de batalla".

Se establece así que el análisis genealógico descubre o redescubre conjuntos de luchas (así también, por ejemplo, los análizados por Marx*). En relación al saber, la genealogía marcará una oposición al proyecto de su jerarquización propia del poder de la ciencia, es decir que se debe dirigir contra los efectos de poder de un discurso considerado como científico;

"la genealogía seria, pues ... una especie de tentativa para liberar a los saberes históricos del sometimiento, es decir, hacerlos capaces de oposición y

'. Deleuze, Gilles. Nieusche y la filosofía. Barcelona, Ed. Tusquets, 1986, pág. 6 0 . '. Foucault, Michel. "Nietzsche, la genealogía, la historia", en Foucault, M. Op. cit., págs. 14-15. ' O. Deleuze, G. Op. c i t . , pág. 6 0 . * Un apunte acerca de la presencia de Marx en Foucault, lo da precisamente el propio Foucault, quien considera que "es imposible hacer historia actualmente sin recurrir a una serie interminable de conceptos, ligados directa o indirectamente al pensamiento de Marx, sin situarse en un horizonte que fue descrito y definido por Marx. En último término, uno se podría preguntar qué diferencia hay entre ser historiador y ser Marxista". Foucault, Michel. "Entrevista sobre la prisión: El libro y su método", en Foucault, M. Obras esenciales. vol . 11. Barcelona, Ed. Paidós, 1999, pbg. 311.

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de lucha contra la coacción de un discurso teórico, unitario, formal y científico. La reactivación de l o s saberes locales -menores, diria Deleuze- contra la jerarquización científica y sus efectos intrínsecos de poder"' ' . Ahora bien, los conceptos de procedencia y emergencia no deben interpretarse como una especie de aparición desconocida e incognoscible de los discursos, sino como una forma de comprensión, de acercamiento, de análisis de dominios en los que no hubo un momento preciso de aparición de los actores, con lo cual se intenta abandonar un terreno lleno de prejuicios y presupuestos metafísicos.

Consecuentemente, se hace la distinción entre la historia <<efectiva>> y la historia <<de los historiadores>>; la primera, no se apoya en ninguna constancia: nada en el hombre -ni tampoco su cuerpo- es lo suficientemente fijo para comprender a los otros hombres y reconocerse en ellos' 2 . Todo aquello a lo que uno se apega para volverse hacia la historia y captarla en su totalidad, todo lo que permite retrasarla como un movimiento continuo. Hay que hacer pedazos lo que permite el juego consolador de los reconocimientos, para lo cual aún se debe recorrer un camino previo. Foucault piensa que:

"la historia será efectiva en la medida en que introduzca lo discontinuo en nuestro mismo ser. Dividirá nuestros sentimientos: dramatizará nuestros instintos; multiplicará nuestro cuerpo y lo opondrá a s í mismo. No dejará nada de s í que tendría la estabilidad tranquilizante de la vida o de la naturaleza, no :;e dejará llevar por ninguna obstinacidn muda hacia un fin milenario. Cavará aquello sobre lo que se le quiere hacer descansar, y se encarnizará contra su pretendida continuidad. El saber no ha sido hecho para comprender, ha sido hecho para hacer tajos"' 3 .

Vemos como debajo de las grandes continuidades del pensamiento, se intenta mostrar los efectos de las irrupciones. Así, la historia efectiva muestra el surgimiento de sucesos Únicos frente a una historia tradicional -teleológica- que tiende a disolver los sucesos singulares en una continuidad ideal de encadenamientos naturales; y por su parte, la procedencia y emergencia

? Foucault, Michel. "Curso del 7 de enero de 1976", en Foucault, M. Microfísica del poder. Ediciones de la piqueta, Madrid, 1979, pág. 131.

1 2 . Foucault, Michel. "Nietzsche ...", en Foucault, M. Op. cit., pág. 19. ' 3 . Ibidem, pág. 2 0 .

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muestran que las fuerzas presentes en la historia no obedecen a un destino ni a un simple movimiento mecánico; por tanto, la tarea foucaultiana consiste en escudriñar en lo corporal, en lo epidérmico del acontecimiento, es decir, poner atención al acotntecimiento mismo. De tal suerte que ''a la solemnidad del origen es necesario oponerle, si nos atenemos al rigor del método histórico, la pequeñez meticulosa e inconfesable de estas producciones, de estas inven~iones"~~. Y es sólo con este procedimiento que la historia será efectiva.

Efectivamente, el trabajo que realiza Foucault, es decir, aquella labor arqueológica de excavación, es a la vez un trabajo de historial5, y no como en algún momento le reprochara Sartre de menospreciar la historia'"; Foucault, no niega la historia ni tiene la pretención de substituirla por la arqueología, pero sí se aleja de una concepción lineal, evolutiva, de ahí que la arq,ueología "trate más bien de desenredar todos esos hilos tendidos por la paciencia de los historiadores; multiplicar las apariencias, embrollar las líneas de comunicación y se esfuerza en hacer más difíciles los acceso^"'^. Evidenciando que no se trata de presentar a la arqueología como una nueva ciencia, ni se ha tratado de poner los cimientos para una ciencia futura, sino por el contrario, se debe hablar de una arqueología de la filología, una arqueología de la economía política, una arqueología de la biología, etc. , y sobre todo, una arqueología de :La historia; arqueología, por lo tanto, de una pluralidad" de saberes. Así, por ejemplo, el subtítulo de Las palabras y las cosas no es l a arqueología, sino unaarqueología de las ciencias humanastg.

- ' 4 . Foucault, M. "La verdad y l a s formas jurídicas", en Foucault, M. Obras Vol. 11. Barcelona, Ed. Paidós, 1 9 9 9 , Pág. 1 7 6 .

. Caruso, Paolo. Conversaciones con Lévi-Strauss. Foucault, Lacan. Barcelona, Ed. Anagrama, 1 9 6 9 , pág. 74. ' 6. Foucault I Michel. "Foucault responde a Sartre", en Foucault, M. Saber y verdad. Madrid, Ediciones de la Piqueta, pág. 44.

. Foucault, Michel, La arqueologia del saber. México, Ed. Siglo XXI I 1 9 8 7 , pág. 285. . Foucault, Michel. "La función política del intelectual. Respuesta a una cuestión", en Foucault, M. Saber y verdad. Madrid, Ediciones de la Piqueta, pág. 48. ' . Foucault, Michel. "Preguntas a Michel Foucault sobre la geografía", en Foucault, M. obras, Vol. 11. Barcelona, Ed. Paidós, 1 9 9 9 , pág. 315.

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La perspectiva de un distanciamiento entre la historia efectiva y la de los historiadores cobra sentido a través de la carencia de sentido acerca de fundamentos constantes. La historia "efectiva" tiene sentido en la medida en que introduce la discontinuidad como resultado del análisis arqueológico, y no como la proclamación del fin de la historia.

Se trata de situar a la arqueología en su dimensión adecuada con respecto a la historia, lo cual implicará una necesidad y una complementariedad mutua entre la arqueología y la genealogía,

"una macro y una microfisica del poder han permitido, no ciertamente la invención de la historia (hacia mucho tiempo que no tenia la necesidad de serlo), sino la integración de una dintmica temporal, unitaria, continua, acumulativa en el ejercicio de l o s controles y la ptactica de las dominaciones. La historicidad "evolutiva", tal como se constituye entonces -y tan profundamente que todavia no hay para muchos una evidencia-, está vinculada a un modo de funcionamiento del poder. Igual que, sin duda, la "historia-rememoración" de las crónicas, de las genealogías, de las hazafias, de los reinos y de los actos había estado largo tiempo vinculada a otra modalidad de poder. Con las nuevas técnicas de sometimiento, la "dinámica" de las evoluciones continuas tiende a remplazar la "dinástica" de los acontecimientos solemnesf1 .

Es bajo esta perspectiva que, según Dreyfus Y Rabinow, se da, tanto en Vigilar y castigar y en el primer volumen de Historia de la sexualidad, una inversión de la prioridad de la genealogia y la arqueología. "ahora, la genealogía precede a la arqueologíatt2 ' . El genealogista es, al igual que Nietzsche, un diagnosticador que examina las relaciones entre el poder, el saber y el cuerpo en la sociedad moderna,

"teniendo en cuenta que desde Nietzsche la filosofía tiene la misión de diagnosticar, y ya no se dedica solamente a proclamar verdades que pueden valer para todos y para siempre. Y o también -nos dice Foucault- intento diagnosticar y diagnosticar el presente; decir lo que ya somos, decir lo que significa decir lo que decimos. Esta labor de excavación bajo nuestros propios pies caracteriza al pensamiento contemporáneo desde Nietzsche" .

O. Foucault, Michel. Vigilar y castigar. México, Ed. Siglo X X I , 1993, pág. 165. ' ' . Dreyfus, H.L. y Rabinow, P. Op. cit., pág, 126. 2 2 . Caruso, P. op. cit., págs. 73-74.

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Pero aún con esa subsunción de la arqueología a la genealogía, la primera juega un papel depurador, debe poner de man.ifiesto las discontinuidades, se trata de una labor aún importante. Como arqueólgo ha de empezar desde el interior; paro aún. el arqueólogo puede mantenerse ligeramente a distancia del discurso que estudia y tratarlo como un discurso-objeto. Foucault nos recuerda que las continuidades no revelan ninguna teleología, no hay significaciones ocultas, y tampoco ninguna certeza metafísica.

La genealogía tiene como tarea indispensable, ante todo, "percibir la singularidad de los sucesos, fuera de toda finalidad monotona". No hay finalidades metafísicas, ni leyes subyacentes o esencias fijas. Para el genealogista hay dincontinuidades en donde otros encontraron continuidad. Busca los aspectos superficiales de los acontecimientos, evita la búsqueda de la profundidad, pretende encontra aquellos pequeños detalles, los cambios menores y l o s contornos sutiles23. A s í , el secreto más grande que debe revelar el genealogista es que las cosas "están sin esencia, o que su esencia fue constituida pieza por pieza a partir de figuras que le eran extrañas"24.

La interpretación no se entiende como el descubrimiento de un sentido oculto. En tanto más se avanza en las interpretaciones, menos se descubre el sentido último de algo, sino más bien otras interpretaciones, esto Foucault lo pone en un sentido genealógico, "si interpretar fuese aclarar lentamente una significación oculta en el origen, sólo la metafísica podría interpretar el devenir de la humanidad", pero, si por el contrario,

"interpretar es ampararse por violencia o subrepticiamente, de un sistema de reglas que no tiene en si mismo significación esencial, e imponerle una dirección, plegarlo a una nueva voluntad, hacerlo entrar en otro juego, Y someterlo a reglas segundas, entonces el devenir de la humanidad es una serie de interpretaciones: y la genealogía debe ser su historia"' 5 .

2 3 . Dreyfus, H.L. y Rabinow, P. Op. cit., pág. 27. . Foucault, Michel. "Nietzsche.. . ' I , en Foucault, M. Microfísica drl poder.

Madri.d, Ediciones de la Piqueta, 1979, pág. 10. 2 5 . Foucault, M. Op. cit., pág. 18.

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Para Foucault, el genealogista, las pretensiones de objetividad encubren motivaciones subjetivas, es decir, que las pretensiones científicas de objetividad se sustentan en int.enciones subjetivas que aparecen en el espacio de las prácticas sociales en el que se observa un juego de voluntades, pero no en las tácticas de actores individuales, sino en las relaciones de fuerza que se manifiestan en los movimientos históricos y acontecimientos particulares,

"el poder que en ella (la historia) se ejerce no se concibe como una propiedad, sino como una estrategia, que sus efectos de dominación no sean atribuidos a una "apropiación", sino a unas disposiciones, a unas maniobras, a unas tácticas, a unas técnicas, siempre en actividad más que un privilegio que se podría detentar ... Hay que admitir en suma que este poder se ejerce más que se poseen .

El análisis genealógico del poder muestra que la obra representada sobre ese teatro sin lugar es siempre la misma: es aquella que indefinidamente es representada por dominadores y dominados; en este sentido, la relación de dominación posee en cada momento de la historia una especie de ritual; impone obligaciones y derechos; constituye cuidadosos procedimientos. Establece marcas, graba recuerdos en las cosas e incluso en los cuerpos; se hace contabilizadora de deudas. Universo de reglas que no están en absoluto para dulcificar, sino al contrario, a satisfacer la violencia27. Estos "rituales de poder" seran el sustento conceptual de los trabajos posteriores de Foucault, como Vigilar y castigar e Historia de la sexualidad volumen I , en los cuales se identifican ciertos lugares en donde se llevan a cabo estos rituales de poder, especificamente se habla del Panóptico, ideado por Jeremy Bentham, y el Confesionario.

Las leyes civiles, los códigos morales son la encarnación de las reglas y obligaciones por medio de las cuales se da la domi.nación; cabe señalar que éstas se presentan como "reguladoras" de la conducta en beneficio del sujeto, bajo el argumento de que de no existir proliferiaria la violencia.

* 6 . Foucault, Michel. Vigilar y castigar. México, Ed. Siglo X X I , 1993, pág. 33. * 7. Foucault, Michel. "Nietzsche. . . ' I , en Foucault , M. Microfísica del poder. Madrid, Ediciones de la Piqueta, pág. 17.

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En el planteamiento foucaultiano, según su lectura de Nietzsche, acerca de la maleabilidad del cuerpo es que, por un lado, éste puede ser usado y experimentado de muy distintas formas, que los deseos varían de acuerdo a cada interpretación cultural; por el otro, que el cuerpo puede ser modificado si se utilizan las técnicas adecuadas. Bajo esta misma perspectiva, el aná.lisis genealógico plantea la posibilidad de mostrar que "el cuerpo está inmerso en un campo político: las relaciones de poder operan sobre él una presa inmediata; lo cercan, lo marcan, lo doman, lo someten al suplicio, lo fuerzan a unos trabajos, lo obligan a unas ceremonias, exigen de él unos signosn28. Tal forma de proceder está directamente vinculado con el sistema económico, dado que el cuerpo es útil y capaz de producir si se le sujeta a un sistema de necesidades rigurosamente ideado; sólo en tales condiciones, el cuerpo es fuerza útil.

1 1 1 . 2 . De la Positividad (el Saber) del Poder.

En relación a su lectura inaugural en el College de France en 'diciembre de 1972, y en ocasión de su torna de posesión de la cátedra antes ocupada por Jean Hyppolite (Historia de l o s sistemas de pensamiento), vemos como para Foucault se abre una "nueva" perspectiva a partir de las implicaciones de la propia diniimica del discurso. Se decía que en toda sociedad la producción del discurso estaba a la vez controlada a través de un cierto número de procedimientos: en tal perspectiva se abre posibilidad de preguntar cómo se da la articulación de los hechos del discurso sobre los mecanismos de poder: expresando así un carficter "transitorio" del texto en cuestión.

Hasta aquel momento, comenta Foucault que:

"aceptaba la concepción tradicional del poder, el poder como mecanismo esencialmente jurídico, lo que dice la ley, lo que prohibe, lo que dice no, con toda una letanía de efectos negativos: exclusión, rechazo, barrera,

". Foucault, Michel. Vigilar y castigar. México, Ed. Siglo X X I , 1993, pág. 32.

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negación, ocultaciones, etc. Ahora bien, considero inadecuada esta concepción. Sin embargo, me había servido en la Historia de la locura.. .El caso de la penalidad me convenció de que el análisis no debía hacerse en términos de derecho precisamente, sino en términos de tecnología, en términos de táctica y de estrategia, y es esta sustitución de un esquema jurídico y negativo por otro técnico y estratégico lo que he intentado elaborar en Vigilar y castigar y utilizar después en la Historia de la sexualidad. De modo que abandonaría gustoso todo aquello que en el Orden del discurso puede presentar las relaciones de poder y de discurso como mecanismos negativos de rarefacción" * ' .

Una lectura muy sistemática de Nietzsche impulsa a Foucault a nuevos planteamientos, más allá de la adopción del concepto de genealogía. Otro factor importante en su nueva postura fue su participación en la fundación y organización del Grupo de Información de Prisiones (GPI). Tales procesos lo llevarán a la publicación, en 1975, Vigilar y castigar, y que, de modo más preciso tiene como punto medular las preguntas planteadas en el Orden del discurso, es decir, "¿qué hay de peligroso en el hecho de que las gentes hablen y de que sus discursos proliferen indefinidamente? ten dónde está por tanto el peligro?"30. Esto lo conducirá al descubrimiento de las condiciones de enunciación del problema del saber y del poder.

Una serie de cinco conferencias dictadas en mayo de 1973, en la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro bajo el título de La verdad y las formas jurídicas, configurarán lo que posteriormente será Vigilar y castigar. Cabe señalar que tales conferencias se veían altamente influenciadas por el Anti-Edipo de Deleuze y Guattari (por una parte se tiene poder-saber, y por la otra deseo-naturaleza) .

Esta contextualización responde, de alguna manera, a lo que Foucault planteaba como el tema del poder en relación al disc:urso, esto es, "mostrar la constitución histórica de un sujeto de conocimiento a través de un discurso considerado como un conjunto de estrategias que forman parte de las prácticas ~ o c i a l e s " ~ ~ . Es ahora cuando Nietszche cobra vida en Foucault,

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al considerar al conocimiento como una forma de relación asi.métrica, polémica y estratégica. Conocimiento como resultado de un "enfrentamiento", un efecto de superficie mediante el cual se prepara una perspectiva teórica en donde se plantea el problema de la formación de determinados dominios de saber a partir de relaciones de fuerza y relaciones políticas en la sociedad, las cuales no representarán un velo u obstáculo para el sujeto de conocimiento, sino aquello a través de lo cual se forman los sujetos de conocimiento y, en consecuencia, las relaciones de verdad3'.

Una perspectiva similar sustenta el argumento de Vigilar y castigar, esto es, el intento de mostrar hasta qué punto, por debajo del conocimiento humano y bajo la humanidad de los castigos, se puede encontrar un afán disciplinario de los cuerpos y una forma conjunta de objetivación y sumisión, una forma unitaria y

unificadora de poder-saber. Es evidente que para Foucault, como para las sociedades modernas, no es posible la negación del cuerpo en favor de una espiritualidad, o de una conciencia. En efe'cto, es posible afirmar que no hay nada más físico y material que el ejercicio del poder33.

El cuerpo se presenta como objeto y blanco del poder; pero no como un objeto unitario e indisoluble, sino que el poder trabaja en cada una de sus partes, gestos, movimientos, actitudes, etc. Tal ejercicio del poder sobre el cuerpo ha tenido diferentes medios y finalidades en distintas épocas, y que es posible observar mediante el análisis de los procesos penales. Las prácticas punitivas anteriores al siglo XVIII estaban centradas en el cuerpo como blanco absoluto de la represión penal, teniendo como medios de expresión, la tortura, el suplicio y la muerte. En el caso de la penalidad moderna se da una especie de reorientación a las formas de castigo, esto es que, en las prácticas punitivas ya no se toca el cuerpo, o se toca, lo menos posible, y eso para herir en él, algo que no es el cuerpo mismo.

3 2 . Foucault, M. Op. cit., p6gs. 183-184. 3 3 . Foucault, Michel. Vigilar 1' castigar-. México, Ed. Siglo X X I , 1993, págs. 11-37.

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Se ha pasado de una práctica del castigo insoportable a una manera de economía que administra y suspende los derechos. Para tales efectos ha surgido todo un ejército de técnicos que han venido a sustituir al verdugo, anatomistas del sufrimiento: médicos, psiquiatras, psicólogos, sacerdotes, educado re^^^.

El castigo moderno se "humaniza", no sin ocultar un dominio disciplinario de los cuerpos, una forma mixta de conocimiento y objetivación, dando como resultado el surgimiento de un "objeto de saber" con un estatus científico: el hombre. Estas modificaciones en la forma y el objeto de castigo, a la expulsión que causa estragos en el cuerpo le debe suceder un castigo que actúe en lo profundo, sobre los sentimientos, la voluntad, el pensamiento, etc. Esto permite una coacción ininterrumpida, un control constante sobre las operaciones del cuerpo imponiendo una relación de utilidad y docilidad. Tales objetivos precisan de técnicas minuciosas, en algunos casos ínfimas, pero que cumplen su cometido, a saber, definir cierto modo de adscripción política y detallada del cuerpo, una "microfísica del poder nueva". Pequeños mecanismos, pero con una enorme difusión, pequeños acondicionamientos, en apariencia inocentes, que responden a economías que persiguen poner en práctica coerciones que son el elemento distintivo del régimen punitivo de la época contemporánea. La disciplina se convierte en una anatomopolítica del detalle35.

Con esto cobra vigencia el "tratamiento del cuerpo social, económico y político, cuya función no es ya castigar las infracciones de los individuos, sino corregir sus virtual ida de^"^^. La mirada clínica se vuelve panóptica, mirada a la cual nada escapa y hacia la cual están dirigidas todas las miradas37. E l Panóptico constituye toda una "ortopedia social", ya no hay indagación, sino vigilancia permanente por los que

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detentan el poder, y que mediante el ejercicio de éste, tienen la posibilidad no sólo de vigilar, sino de construir un saber sobre aquellos a los que vigilan3*. Es así como se revela una forma de positividad del poder; la historia del castigo, del encarcelamiento, se manifiesta menos como una historia de la punición que del saber sobre el hombre.

Ahora bien, en Historia de la sexualidad. La voluntad de saber, de 1976, el cuestionamiento se dirige hacia el sexo. Se trata de analizar cierto tipo de saber sobre el sexo en términos de poder y no de represión o de ley, de dar con el esquema de las modificaciones que las relaciones de fuerza por su propio juego implican.

Se habla de que ha habido una exhortación a decirlo todo, a confesarlo; evidentemente no se niega que el sexo haya sido prohibido, ignorado, etc., pero, según Foucault, sería erróneo construir con esos datos el elemento fundamental a partir de los cuales es posible entender lo que se ha dicho del sexo en diferentes épocas. Incluso, los elementos negativos que fundamentan la hipótesis represiva del sexo, podrían conducir a otorgarles un papel primordial, el cual no tienen; estos elementos negativos no son otra cosa que elementos con carácter local y táctico de una técnica de poder, en una voluntad de saber. Pero, de igual manera, forman parte de una economía compleja junto con las valoraciones, manifestaciones e incitaciones.

A lo largo del tiempo, el sexo se ha llegado a convertir en algo que debe ser dicho. Los discursos sobre el sexo no se han multiplicado fuera o contra el poder, sino en el lugar mismo donde se ejerce, incluso, como medio de su ejercicio; en todas partes fueron preparadas incitaciones a hablar, en todas partes fueron instalados dispositivos para escuchar y registrar, y

procedimientos para observar e interrogar. En este sentido, se trat:a menos de un discurso sobre el sexo que de una "multiplicidad" de discursos producidos por toda una serie de

3 8 . Foucault, Michel. "La verdad y las formas juridicas", en Foucault, M. Obras esenciales, vol. 11. Barcelona, Ed. Paidós, 1999, Pág. 228.

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equipos que funcionan en instituciones diferentes3'. Bajo este contexto, Foucault señala que fue durante el siglo

XIX. y XX en los que se dió una multiplicidad de la incitación de la heterogeneidad sexual. Se produce una dispersión de la sexualidad y una implantación de las perversiones. Las rarezas del sexo pasan a depender de la medicina, de lo patológico, y sobre todo, de lo corporal, se debe buscar en el fondo de nuestro organismo o en la superficie de la piel. En apariencia, nos dice Foucault, se trata de un dispositivo de contención, pero en realidad, es por medio de él que el poder avanza, multiplica sus efectos, penetra en lo real y lo subdivide, la mecánica del poder que persigue toda esa disparidad no pretende suprimirla sino dándole una realidad analítica, visible y permanente: la hunde en los cuerpos, la desliza bajo las conductas, la convierte en principio de clasificación y de inteligencia, la constituye en razón de ser y orden natural del desorden. Se trata, cuestiona Foucault, de la exclusión de las mil sexualidades aberrantes, la respuesta es negativa. Es, en cambio, especificación, solidificación regional de cada una de ellas. Al diseminarlas se trata de sembrarlas en lo real mismo y de incorporarlas al individuo4'.

Así, se va construyendo el saber por medio de los efectos positivos de este poder, es decir que:

"el sexo no ha sido unicamente cuestión y objeto de sanción y placer, de ley o de interdicción, sino también de verdad y falsedad: que la verdad del sexo haya llegado a ser algo esencial, útil o peligroso, precioso o temible: en suma, que el sexo haya sido constituido como una apuesta en el juego de la verdad. Lo que hay que localizar, pues, no es el umbral de una racionalidad nueva cuyo descubrimiento corresponderla a Freud -o a otro-, sino la formación progresiva ( y también de transformaciones) de ese G juego de la verdad y del sexo,, 11 ' .

En palabras de Foucault, la sexualidad no se debe concebir como una especie dada de naturaleza que el poder intenta reducir,

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o como un dominio oscuro que el saber intentaría, poco a poco, deacubrir, sino que:

"es el nombre que se le puede dar a un dispositivo histórico: no una realidad por debajo de la que se ejercerían dificiles apresamientos, sino una gran red superficial donde la estimulación de los cuerpos, la intensificación de l o s placeres, la incitación al discurso, la formación de conocimientos, el refuerzo de los controles y las resistencias se encadenan unos con otros según grandes estrategias de saber y de poder"4 2 .

Estos ejemplos de análisis genealógico que propone y a la vez delimita el procedimiento de los trabajos de Foucault, se inscriben en una perspectiva en la que la historia de la verdad no se forma únicamente rcen" "o" a partir de la historia de l as ciencias, sino que por el contrario,

"hay muchos otro lugares en donde se forma la verdad, en donde se define una serie de reglas de juego -reglas de juego a partir de las cuales surgen determinadas formas de subjetividad, determinados objetos, determinados tipos de saber-, y, por consiguiente, se puede a partir de aqui, realizar una historia externa, una historia exterior de la verdadtf4 3 .

Con lo anterior, podemos vislumbrar una nueva concepción de la teoría del poder en los trabajos (después de 1968) de Foucault,

"para mí -dice Foucault- lo esencial del -su- trabajo es una reelaboración de la teoria del poder.. . En general, creo que el poder no se constituye a partir de "voluntades" (individuales o colectivas), ni tampoco se deriva de intereses. El poder se constituye y funciona a partir de poderes, de multitud de cuestiones y de efectos de poder. Esto no quiere decir que el poder es independiente, y que se podría descifrar sin tener en cuenta el proceso económico y las relaciones de producción"4 4 .

Es importante señalar que la concepción foucaultiana del poder se ha producido basada en la necesidad teórica de explicar los fenómenos históricos que las concepciones históricas tradicionales no permitían. De tal forma que Foucault se da a la tarea de hacer un cuestionamiento de ciertos postulados que

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tienen que ver con las relaciones de poder; en primer término, se dirige contra el supuesto de que el poder es "propiedad" de alguien por derecho de conquista. Foucault argumenta que esto no es así, y mucho menos que ésta sea su procedencia; por el contrario, se trata de una "estrategia" antes que de una propiedad, su forma de operar se establece por ciertas dis,posiciones, técnicas, tácticas, maniobras, funcionamientos, etc,.

Se marca una distancia relativa con respecto a la postura marxista tradicional, según ésta, el poder tiene como tarea l a preservación de las relaciones de producción y una dominación de una clase sobre otra que favorece el desarrollo y la apropiación de las fuerzas de producción. En este sentido, el poder político serviría de sustento a la economía. A s í , el poder se presentaría como un privilegio ganado a "sangre y fuego" por una clase dominante y que se ejerce sobre la que no lo tiene. Sin embargo, no se debe negar con ello que las relaciones de poder están intimamente ligadas a las relaciones económicas, no se niega la existencia de clases y sus luchas, pero sí se dibujan otros cuadros, otros personajes, otros procedimientos, aquellos que las historias tradicionales no podía reflejar.

"Foucault no ha descubierto una nueva instancia llamada "práctica", que fuera desconocida hasta entonces: se esfuerza por ver la práctica de las gentes como es realmente; no habla de algo distinto de lo que habla cualquier historiador, es decir, de lo que hace la gente: lo Único que hace es hablar de ello, con rigor y describir sus perfiles ásperos en lugar de hablar de ello en términos imprecisos y generosos ... no se parece (pero no deja de tener cierta similitud) a la de Marx ni a la de Freud. La práctica no es una instancia (como el E l l o freudiano) ni un primer motor (como las relaciones de producción) 5 .

El poder se debe entender como

"la multiplicidad de las fuerzas inmanentes y propias del dominio en que se ejerce, y que son constitutivas de su organizacibn: el juego que por medio de luchas y enfrentamientos incesantes las transforma, las fuerza, las invierte; los apoyos que dichas relaciones de fuerza encuentran las unas en las 'otras, de modo que formen cadenas o sistemas, o, al contrario, los

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corrimientos, las contradicciones que aislan a unas de otras, las estrategias, por último, que las tornan efectivas, y cuyo dibujo general o cristalización institucional toma forma en los aparatos estatales, en la formulación de la ley, en las hegemonias socialesft4 6 .

Aún con lo anterior, Foucault no pretende sostener que el poder será poder del Estado y que estaría localizado en un aparato de Estado; sino que éste sería un "efecto" de conjunto o resultado de una multiplicidad de mecanismos. Para Foucault se trata de ver lo que hay más oculto de esas instancias,

"ver en sus extremidades, en sus confines últimos, allí donde se vuelve capilar, de asirlo en sus formas e instituciones más regionales, más locales, saltando por encima de las reglas de derecho que lo organizan y lo delimitan, se extiende más allá de ellas, se inviste en instituciones, adopta la forma de técnicas y proporciona instrumentos de invención material, eventualmente inc:tuso violentos" .

A s í , el poder no está localizado en el aparato de Estado, y nada cambiará en la sociedad sino se transforman los mecanismos de poder que funcionan fuera de los aparatos de Estado, por debajo de ellos, a su lado, de una manera más minuciosa, cotidiana".

Foucault no plantea que el poder se articule a través de la represión y la ideología, es decir, en forma negativa. Se deben dejar de describir l o s efectos de poder en términos negativos: reprime, rechaza, censura, oculta, delimita. De hecho, el poder produce lo real; produce ámbitos de objetos y rituales de verdad. Si el poder evidencia su fortaleza es debido a que produce efectos positivos en cuanto al deseo y al saber. El poder lejos de estorbar al saber, lo produce; y ante todo, las relaciones de poder son productivas4'.

Como vemos, la propuesta foucaultiana está centrada en tres aspecto, a saber, que frente a una localización del poder en el Esti3do y sus aparatos, se plantea una multiplicidad de relaciones

. Foucault, Michel. Historia de la sexualidad. Vol. I La voluntad de saber. Maxico, Ed.

Foucault, Michel. "Curso del 14 de enero de 1976", en Foucault, M. Siglo XXI, 1986, págs. 112-113.

Microfísica del poder. Madrid, Ediciones de la Piqueta, 1979, pág. 142. ". Foucault, Michel. "poder-cuerpo", en Foucault, M. Op. cit. pág. 108. ' . Ibidem., págs. 106-107.

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de fuerza; frente a una subordinación de la instancia económica, se propone su integración en el modo de producción, y finalmente, frente a un poder que proporcionaría un modo de conocimiento exclusivamente ideológico, se subraya la primacia del poder como productor de 10 real y que favorece y estimula ciertas prácticas.

Evidentemente Foucault no es un continuador de la tradición, sino que rompe con ella, esto es que desde que se toca el poder se deja de saber: el poder vuelve loco, los que gobiernan son cie,gos. Y sólo aquellos que están alejados del poder, que no están en absoluto ligados a la tiranía, que están encerrados con su estufa, en su habitación, con sus meditaciones, éstos únicamente pueden descubrir la verdad. Cabe así el cuestionamiento acerca del problema del poder; según Foucault, "no es la actividad del sujeto de conocimiento la que produciría un saber útil o reacio al poder, sino el "poder-saber", el proceso y las luchas que lo atraviesan y del que está constituido, son l o s que determinan las formas y l o s dominios posibles de ~onocirniento"~~. Así, los límites quedan marcados por las propias condiciones de posibilidad del poder-saber.

Finalmente, el cometido de Foucault no es construir una teoría del poder a partir de un punto de surgimiento y de un momento dado, y en este sentido se plantea la inexistencia de poder5' ; pero, si este lo consideramos como un conjunto coordinado de relaciones, lo que cabe hacer no es una teoría que responda a las cuestiones "¿de dónde viene?" y "¿como se manifiesta?", sino más bien, cabe plantear un tipo de análisis que responda a cuestiones del "¿cómo funciona?" y "¿cómo se ejerce?"52.

Ahora bien, si como ya se señaló, las formaciones disicursivas se integran en el proceso de desarrollo de las sociedades y las prácticas culturales, y , del mismo modo, una consideración no focal del poder exige otra forma de proceder con

5 0 . Foucault, Michel. Vigilar y castigar. México, Ed. Siglo XXI, 1993, págs. 34-35.

verdad. Madrid, Ediciones de la Piqueta, pág. 132. 5 2 . Dreyfus, H.L. y Rabinow, P. Op. cit., págs. 227-244.

' . Foucault, Michel. "El juego de Michel Foucault", en Foucault, M. Saber J'

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la cual se reconozca que los discursos forman parte de un contexto más amplio de prácticas y en cuyas relaciones el poder debe articularse de manera distinta, se implica que debe llevarse a cabo una transformación. Por un lado, las epistemes que se mostraban únicamente como discursivas deben ser reelaboradas, es dec.ir que éstas deben integrarse a las prácticas de poder. Es bajo esta perspectiva que Foucault introduce el término técnico de dispositivo (dispositif) .

"El dispositivo se distingue de la episteme primeramente porque engloba tanto a las prácticas no discursivas como las discursivas. El "dispositivo" es definitivamente heterogéneo: incluye discursos, instituciones, disposiciones arquitectbnicas, reglas, leyes, medidas administrativas, enunciados científicos, proposiciones filosóficas, la moralidad, la filantropia, etc .

Si, como dice Foucault, la verdad no está fuera del poder, ni sin poder, si está producida gracias a múltiples imposiciones, si tiene efectos reglamentados de poder y , si cada sociedad tiene su régimen de verdad, su política general de verdad, la tarea no es liberar a la verdad de las garras del poder, sino ocuparse de los problemas y conceptos que constituyen una época y poder establecer su genealogía a partir de un diagnó~tico~~.

Tenemos aquí la tarea que ocupó a Michel Foucault durante bue:na parte de su labor histórico-filosófica. Sólo restaría utilizarla como él mismo lo sugería: como una "caja de her:ramientas". Y dado que no se trata de una labor terminada, cabe la posibilidad de retomarlas y emprender estudios posteriores que sirvan para vincularla con otros campos de saber soc:ial y político.

3 . Ibidem, pág. 141. . Foucault, Michel. "Verdad y poder", en Foucault, M. Microfisica del poder. Madrid, Ediciones de la Piqueta, 1979, págs. 187-188.

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I V . FOUCAULT Y LA TEORÍA SOCIAL

En los últimos trabajos de la obra de Michel Foucault, sobre todo en Vigilar y castigar e Historia de la sexualidad, Vol. I , y algunos otros tra.bajos breves, es posible encontrar valiosas aportaciones en el terreno de la teoría social e historia social. Aquí no se trata de hacer una revisión exhaustiva, ni mucho menos una evaluación de la totalidad de la obra foucaultiana, o por lo menos la última parte, sobre estos temas, sino sólo centrarme en ciertos rasgos de ella, a fin de poder reconocer algunos puntos centrales sobre la teoría social de éste filósofo francés; y por más que la "teoría política" foucaultiana sea ambigua, se encontrará que su obra ocupa una posición cercana, aunque quizá sin desearlo explícitamente, a lo que se a dado en llamar Teoría Crítica. En lo sucesivo, intentaré hacer notar cómo el modelo de análisis e

instrumentos conceptuales utilizados por Foucault aportan elementos para concebir una teoría social y crítica a la vez; y, hasta dónde esto es posible, sólo se verá, quizá, al final del presente capítulo.

Hasta qué punto es realmente aceptable la posición de Foucault con respecto al marxismo, siendo que en algunos momentos manifestó no pertenecer a tal movimiento. Tal vez sea posible argumentar convincentemente acerca de la posibi,lidad, por un lado, de un acercamiento de Foucault hacia el marxismo, y por el otro, un apartamiento de él. En este sentido, tomaré en cuenta, en primer lugar, la postura política del filósofo francés y su relación con lo que se ha dado en llamar el "marxismo occidental".

LOS orígenes del marxismo occidental, término acuñado por Merleau-Ponty, se remonta a George Lukacs y Antono Gramsci, teniendo como punto de manifertación principal las obras de la Esc,uela de Francfort, en Alemania', y en algunos marxistas eXiStenCialiStas franceses, despues de la Segunda Guerra Mundial. En 'términos generales, el marxismo occidental intenta definir el

. Jay, Martin, The dialectic imagination: a history of the Frankfurt School and the Institute of Social Research, 1923-1950. Boston, Little, Brown and Co., 1973.

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luglar del sujeto en la teoría marxista a través de una comparación entre las posiciones de Marx y las corrientes del pensamiento más actuales como el psicoanálisis y el existencialismo; examina las diferencias epistemológicas que conlleva la dialéctica marxista sustentadas por una reelaboración de sus raíces hegelianas’, restringiendo en una mayor medida el alc,ance metafísico del pensamiento dialéctico: finalmente se entiende al marxismo occidental como un desplazamiento de los puntos de interés de la teoría crítica, esto es, se pasa del andlisis de las relaciones de producción a las formas de relación de la vida cotidiana y de la cultura.

De algún modo, la trayectoria intelectual de Foucault estuvo apa.rtada de los marxistas occidentales hasta después de los acontecimientos de mayo de 1968. En su época de estudiante afirma no haber escuchado por parte de sus profesores las palabras Escuela de Francfort3, lo cual le quitó la oportunidad de tener una mejor familiaridad con un cuerpo teórico que pudo haberle sido de gran ayuda. Sin embargo, la relación de Foucault con los marxistas occidentales se da a través de un acercamiento de este con el hegelianismo vía Jean Hyppolite, uno de sus principales representantes, con quien estudió. De modo similar se vió influenciado y atraído por el existencialismo alemán. Hay que recordar que el primer trabajo de Foucault, en 1954, Enfermedad mental y personalidad debe mucho al psicólogo heideggeriano, Ludwig Binswanger, así como una larga introducción a uno de sus libros4. Posteriormente en Historia de la locura en la epoca clásica, de 196 1 , se alcanza a percibir una crítica al cientificismo y la Razón occidentales. Finalmente, de manera similar a 10s marxistas existencialistas, Foucault se mantuvo cercano al Partido Comunista Francés, sobre todo durante los años de la posguerra.

. :Marcuse, Herbert. R a z h y revoluciOn. Hegel p el surgimiento de la teoría social. Madrid, Ed. Alianza, 1971. 3 . Foucault, Michel. “Critical theory/Intellectual history”, en Foucault, M. Critique and power. Recasting the FoucaultiHabermas debat. Edited By Kelly, M. London, The MIT Press, 1994. Pág. 117. . Introducción a Binswanger, L. Le r@ve et L’Existence. En Foucault, M. Obras esenciales. vol. 1. Barcelona, Ed. Paidós, 1999, pAgs. 65-120.

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Así, la carrera intelectual de Foucault transcurrió de man.era paralela a la de l o s marxistas existencialista hasta comienzos de la década de 1960. En aquel momento, Foucault considera su posición como antitética a las filosofías de la conciencia, debido a ello El nacimiento de la c h i c a , de 1963, Las palabras y

las cosas, de 1966 y La arqueología del saber, de 1969, se opone ostensiblemente a posiciones que estén basadas en una teoría del sujeto. En este sentido, para Foucault era necesario evitar una noción del sujeto concebida como trascedental y ajena al cambio a lo largo del tiempo.

La hostilidad de Foucault hacia toda forma de humanismo y filosofía de la conciencia durante la década de 1960 se dirigía, de alguna manera, también contra las concepciones del marxismo occidental, hostilidad que, sobre todo después de 1968 se desvanecería, y fue, quizá, durante la década de 1970 cuando Foucault comienza a tener una participación política de izquierda más activa y a pugnar las causas de diversos grupos de oposición, escribiendo ensayos políticos contra el régimen. Habló en favor de una reforma carcelaria, de los derechos de grupos minoritarios, apoyó el movimiento antipsiquiatrico, 10s movimientos feministas, etc. Es a de finales de la década de 1960 que la actividad política de Foucault con respecto al marxismo occidental comenzó a cambiar y a encontrar puntos de convergencia5. Después de mayo de 1968 Foucault llevó a cabo una reorientación y clarificación de sus ideas que modificó sustancialmente la dirección de su obra.

A grandes rasgos, los sucesos de mayo de 1968 en Francia mostraron que era posible una oposición a las formas de organización social existentes, y la participación de grupos que tradicionalmente no estaban asociados con el proletariado. LOS

movimientos de protesta fueron encabezados por estudiantes, artlesanos, trabajadores industriales, obreros fabriles, etc. Se desarrollaron nuevas formas organizativas orientadas a poner en funcionamiento diversas maneras de relaciones sociales. Las

. Foucault, Michel. "Critical theory/intellectual history", en Foucault, M. Op. cit., págs. 130-131.

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consignas se dirigían no sólo contra el capitalismo sino también contra aquellas formas no democráticas de organización social. El mensaje estaba dirigido hacia todos los sectores de la vida cotidiana, se reclamaba una participación igualitaria, activa y creativa en toda la actividad social6. Era claro que nacía un nuevo modo de organización social, el cual requería de una teoría que! la explicara, dado que ya no bastaba con el marxismo tradicional para dar cuenta de ello; así, autores como Le Febvre, Deleuze, Castoriadis y Foucault, entre otros, revisaron su propio trabajo en función de las nuevas condiciones políticas y sociales.

En el caso de Michel Foucault, los temas de la dominación y poder pasaron a primer plano. Se ha señalado que fue a partir de la conferencia inaugural en el College de France, que Foucault comienza a insistir en la intima relación que existe entre razón y poder. En El orden del discurso se habla de manera enfática de una forma de apoyo institucionalizada hacia la "voluntad de verdad", y se insiste en la forma en que el conocimiento es utilizado en las sociedades modernas. En aquel momento Foucault define sus est:udios como "genealogías del discurso" en las que este, el discurso, debía ser entendido como distintas formas de poder, esto es, que el aspecto genealógico del discurso intenta ser aprehendido en su poder de afirmación por lo que, en este sentido, el poder no debe ser entendido como algo opuesto a la negación, sino en su aspecto positivo, es decir, en sus distintas formas de construcción de sectores de objetos. Foucault ya no habría de estudiar sólo aquellos aspectos y sistemas de exc~lusión, como anteriormente entendía al poder, 10 que la razón relegaba, sino que se daría a la tarea de estudiar mecanismos teólricos Y prácticos por medio de 10s cuales la razón configura y Constituye diversas formas de acción. El poder, por ende, dejaría de tener, según Foucault, una funcion puramente negativa, excluyente, pasando a tornarse de manera positiva, de

. P o s t e r , M a r k , Cricical theory and poststructuralism: in search of a context. N e w Y o r k , Cornel l Univers i ty P r e s s , I thaca, 1 9 8 9 . T a m b i é n , e l t r b a j o de P o r t e r , M a r k . Existential marxism in postwar France, 1 9 8 7 .

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construcción de objetos de saber. Sus artículos, ensayos, libros y entrevistas aparecidos en la década de 1970 y que versan sobre la sexualidad y las cárceles se encaminan a este propósito.

La nueva concepción positiva del poder, así como una forma de "teoría social" implícita en el análisis foucaultiano del podler, ésta última no estaba aún bien representada en la formulación conceptual de sus escritos anteriores a Vigilar y castigar, es decir que esta, la teoría social, está indirectamente enraizada y es posible percibirla a través de sus investigaciones históricas que llevo a cabo en la década de 19707. Asociada con esta concepción del poder y lo que esta implica, se relaciona una forma de entender a la razón con la práctica, tendencia que se hiz,o más patente después de 1968. La tendencia "estructuralista" por el lenguaje y su autonomía8 presente en sus primeros textos dejó el lugar a una categoría, quizá no del todo bien definida pero bastante sugerente del discurso como práctica, en la que de cierta manera, se presuponía una forma de interacción entre razón y acción. La razón, de algun modo, está ya presente en el dis'curso. En este sentido, el lenguaje, como práctica discursiva se asocia con ciertas formas de disciplina y éstas, a su vez, actuan e interactuan en y sobre los grupos sociales regulando sus diversas formas de acción y discurso. Esta forma de interactuar de "verdad y poder", "la teoría y la práctica" se convirtió en el tema central de las investigaciones foucaultianas.

La pareja discurso/práctica propuesta por Foucault da por Supuesta €?Sta conexión como una condición para su estudio. En este sentido, las distintas formas discursivas Carecen de inocencia y están configuradas por la práctica, tal es por ejemplo, la historia de la cárcel en la que el sistema de confinamiento y su implícito poder de manejar las poblaciones de reclusos produce, a su vez, nuevas formas de discurso, como el CriminOlógiCO que sirve para estudiar de manera científica Y

. H o n n e t , Axel. The critique of power. Reflective stages on a critical social theory. London, The

. Dreyfus, H. L . y Rabinow, P . Michel Foucault: m& allá del estructuralismo y la hermenéutica. MIT P r e s s , 1991, pág. 176.

México, Ed, UNAM, 1988.

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administrativa el sistema carcelario. El proyecto foucaultiano debe incluir además la división

política, a fin de que el duo discurso/práctica opere sobre el pensador teórico en igual medida en que lo hace sobre el objeto estudiado. El discurso foucaultiano se combina con la política a causa de su propia motivación y situación social, escribe "la historia de esta prisión, con todos los asedios políticos del cuerpo que en su arquitectura cerrada reúne. ¿Por puro anacronismo? No, si se entiende por ello hacer la historia del passado en términos del presente. Sí, si se entiende por ello hacler la historia del pre~ente"~.

Es en este sentido que la relación discurso/práctica des,arrollada por Foucault se ve asociada, en cierto modo, con el pensamiento weberiano, al igual que los integrantes de la Escuela de Francfort; fue él, Max Weber, quien planteó y defendió la ascciación entre razón y dominación como característica principal de las sociedades modernas. Contrariamente a las concepciones de que la razón era la "doncella de la libertad", Weber plantea que la razón es "remodelable", hasta el punto de constituirse en una "ra.cionalidad instrumental" para ser, como lo es en el caso de Foucault, aplicable en las instituciones disciplinarias (los consorcios económicos, el Estado, las fuerzas armadas, etc.)'O.

El análisis que lleva acabo Max Weber sobre la racionalidad ins'trumental, se asemeja sólo de manera superficial a los planteamientos de Foucault, dado que Weber desarrolló un conjunto de modos de racionalidad o de "tipos ideales" sustentados por una relación entre "medios y fines" implicando con ello la forma de racionalidad presente en la filosofía Kantiana, por ejemplo en las máximas de la moralidad las cuales deben ser motivadas por fin.es universales o suceptibles de ser universalisables. Por su parte, a Foucault no le interesa descubrir tipos ideales, dado que para él las formas de racionalidad son infinitas y no existen formas ideales, además no busca descubrir las motivaciones de 10s

. Foucault, Michel. Vigilar y castigar. El nacimiento de la prision. México, Ed. Siglo XXI, 1976, pág. 37. ' O . Weber, Max. Economía y sociedad. MBxico, Ed. Fondo de Cultura Económica, 1970.

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agentes sociales. De hecho el punto principal de contacto, y quizá el Único, entre Foucault y Weber esté dado por su tendencia común al análisis de las formas en que la razón participa en la dominación.

La publicación de Vigilar y castigar e Historia de la sexualidad, vol. I ,

entre 1970 y 1980, representaron un “apartamiento” respecto de sus anteriores obras. En estos libros sobre la cárcel y la sexualidad se propuso investigar la relación, o mejor dicho, el conjunto de estructuras en las que se relaciona el saber y el poder, y que, según Foucault, es la principal característica de las sociedades del siglo XX. Sostiene que saber y poder están profundamente relacionados, “poder y saber se implican directamente el uno al otro; que no existe relación de poder sin constitución correlativa de un campo del saber, ni de saber que no suponga y no constituya al mismo tiempo unas relaciones de poder””, instaurándose, de esta forma, en los campos más íntimos de la vida cotidiana, trasladando con ello las formas de dominación a otros ámbitos, esto es que las formas de dominación en las sociedades avanzadas no se entiende ya sólo en su forma de represión, explotación, anomia, alienación o en las formas de la conducta disfuncional, sino que las nuevas pautas de control social se instauran en múltiples puntos del campo social formando con ello un ámbito de estructuras que está a la vez en todas partes y en ninguna.

Al diversificar los campos de acción de las prácticas disciplinarias, como las de reclusión y sexualidad, tanto al interior de la familia como en los asilos, las escuelas 0 las fuerzas armadas, Foucault ha mostrado de manera clara nuevas formas de dominación y combinaciones de discursos y prácticas que Conforman nuevas técnicas de subyugación tanto en la vida laboral como social.

Las historias del delito y la sexualidad estan divididas en dos O tres periodos principales, una linea divisoria est& dada por el Siglo XVIII. En los periodos anteriores las formas de

‘ l . Foucault, Michel. Vigilar y castigar. México, Ed. Siglo XXI, 1976, pág. 34.

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poder y saber que se relacionaban con el delito eran ubicadas en el cuerpo del transgresor, así por ejemplo, en el caso de Damiens, un caso paradigmático para Foucault , pero no del todo representativo, las distintas técnicas del ejercicio del poder fueron empleadas para extraer una "verdad" sobre el delito por medio de la combinación entre castigo público y tortura secreta, en tal caso "la búsqueda de la verdad por medio del tormento es realmente una manera de provocar la aparición de un indicio, el más grave de todos, la confesión del culpable; pero es también la batalla, con la victoria de un adversario sobre otro, lo que <<produce>> ritualmente la verdad"' '. El cuerpo de Damiens se convirtió en el blanco del poder/saber del Antiguo Régimen. El rito final de su ejecución representó, según Foucault, el logro del objetivo del sistema premodern0 del castigo, es decir, la prevención, el castigo y la corrección del delito y del delincuente.

En el caso de la historia de la sexualidad, antes de la Contrarreforma, el poder y saber de la sexualidad se localizaba en 'el cuerpo, en sus actos y en sus transgresiones. El discurso de la sexualidad era dirigido, regulado y gobernado por las autoridades eclesiásticas y no por las seculares. En lugares como el confesionario se evaluaban, examinaban y analizaban los actos sexuales, se buscaba determinar qué se había hecho, quién lo habia hecho, en qué circunstancias y cuántas veces se había hecho; con el transcurso del tiempo se fueron creando pautas penitenciarias para, de algún modo, compensar las violaciones cometidas a las reglas. Así, en aquel periodo, las distintas formas de saber/poder crearon y clasificaron prácticas delictivas y Sexuales a través de la manipulación del cuerpo, cambiándolas y reordenándolas cada vez que era necesario para producir, reproducir y, por qué no, distribuir un orden social.

El inicio del periodo moderno está marcado por una disc:ontinuidad drástica en sus estructuras de poder y saber. LOS

disc:ursos sobre la sexualidad y el delito cambian abruptamente,

1 2 . Ibidem, pág. 4 7 .

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pasando a ser competencia de nuevas autoridades disciplinarias que aplican una "microfísica del poder" que se expande a todo lo largo y ancho del paisaje social. En el caso del delito, de lo que se trata es de escribir la "historia correlativa del alma moderna y de un nuevo poder de juzgar; una genealogía del actual complejo científico-judicial en el que el poder de castigar toma su apoyo, recibe sus justificaciones y reglas, extiende sus efectos y disimula su exorbitante singularidad" ' 3 . El Panóptico de Bentham se convirtió en una de las figuras principales del sistema carcelario; en el orden de la sexualidad la teoría de la represión elaborada por Freud se convirtió en la medida del gobierno familiar. En ambos casos se trata de la creación de nuevos regímenes de supervisión minuciosa, tanto de los delincuentes como de la actividad sexual social.

E l objeto de control, observación, estudio y saber se ha desplazado del cuerpo a la mente, la articulación de los medios y métodos de control se han ampliado a medida que se van constituyendo nuevas formaciones sociales. La creación y expansión de disciplinas y la experimentación científica que estudia, somete y examina los pensamientos y acciones aún los más triviales de l o s delincuentes potenciales, l o s reincidentes, l o s infantes onanistas, y las mujeres histéricas, así como la elaboración de poderes y discursos institucionalizados es infinita. De tal forma que grupos sociales enteros pueden ser puestos bajo vigilancia y observación constante. Si bien es cierto que no todas las instituciones, como lo menciona Foucault al ,final de Vigilar y castigar, adoptaron el modelo del Panóptico, su expansión y modo de funcionamiento fue omniabarcador; también es cierto que muchas asociaciones adoptaron métodos penitenciarios, Como por ejemplo, los empleados en las sociedades de caridad, las sociedades para la perservación de las buenas costumbres, las organizaciones de asistencia y vigilancia social, las granjas 0 fincas correccionales y de alojamiento, etc; que al igual que el sistema Carcelario funciona en todos l o s niveles de la vida

' 3 . Ibidem, págs. 30-31.

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soc:ial . En los casos de la sexualidad y el delito el ejercicio del

poder/saber no puede ser interpretado y subsumido bajo el signo de la represión, de la negatividad. No es esta la manera en como operan las tecnologías del poder,

"me parece -nos dice Foucault- que la noción de represión, es totalmente inadecuada para dar cuenta de lo que hay justamente de productor en el poder.. .Si el poder no fuera más que represivo, si no hiciera otra cosa que decir no, ¿pensáis realmente que se le obedecería? L o que hace que el poder agarre, que se le ecepte, es simplemente que no pesa solamente como una fuerza que dice no, sino que de hecho la atravieza, produce cosas, induce placer, forma saber, produce discurso" ' 4 .

Lo que existe es entonces un amplio desarrollo del poder/saber que configura, constituye y controla práticas de acuerdo a reglas complejas. Los discursos, segun Foucault, y las tecnologías de poder constituyen fuerzas positivas y creadoras y no medidas negativas, de represión.

Si, como sostiene Foucault, esto es así, cómo explicar la tendencia a creer que el poder es algo que anticipa, niega y reprime, como lo llegarón a pensar lo freudo-marxistas. Es él mismo quien responde, de acuerdo al desarrollo monárquico del sistema jurídico occidental, cuando los reyes se colocarón como centro y medida del poder, se encontraron con oposiciones recurrentes por parte de la nobleza y la burguesía que trataban de recuperar derechos y libertades expropiados por el monarca. En el caso del monarca, éste se vio obligado a evitar los conflictos privados entre aristócratas, mientras que por su parte, el derecho burgués abolió los abusos y arbitrariedades de la nobleza. En ambos casos la concepción del poder tomaba un cariicter de negatividad y represión. Pero como el poder es, en los hechos, positivo, la concepción negativa de éste se debe a que opera como una ideología que enmascara su naturaleza real.

La referencia que hace Foucault al concepto de ideología -de suma importancia en las teorias marxista del siglo XX y que en

' . Foucault, Michel. "Verdad y poder", en Foucault, M. Microfísica del poder. Madr.id, Ediciones de la Piqueta, 1979. Pág. 182.

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Alemania, Italia y Francia, se ha recurrido a ella para tratar de explicar diversos fenómenos de las sociedades avanzadas, tales como el papel del consumismo que asegura la alianza de trabajadores y capitalismo, el papel del sistema educativo, el papel de los medios de comunicación en la formación y transformación de consensos, etc.- conlleva la siguiente crítica que, según él ,

“la noción de ideología parece dificilmente utilizable por tres razones. La primera es que, se quiera o no está siempre en oposición virtual a algo que seri.a la verdad. Ahora bien, yo creo que el problema no está en hacer la part:ición entre lo que, en un discurso, evidencia la cientificidad y la verdad y lo que evidencia otra cosa, sino ver históricamente cómo se producen los efec:tos de verdad en el interior de l o s discursos que no son en sí mismos ni verdaderos ni falsos. Segundo inconveniente, es que se refiere, pienso, necesariamente a algo como un sujeto. Y tercero, la ideología está en posición secundaria respecto a algo que debe funcionar para ella como infraestructura o determinante económico, material, etc. Por estas tres razones, creo que es una noción que no puede ser utilizada sin precausión” ’ 5 .

La primera objeción está en función de la oposición entre ciencia e ideología, muy importante en el pensamiento marxista, particularmente el de Louis Althusser; para éste, la ideología era entendida como una forma de falseamiento que no llega a alcanzar el carácter de conocimiento o ciencia. En este sentido, el análisis de las ideologías se entiende como el estudio de las ideas que han sido distorsionadas por las prácticas de ciertas relaciones que se han basado en la dominación, tal como sucede, por ejemplo, en el caso de Habermas y su situación ideal de lenguaje. Para Foucault, desde su perspectiva nietzscheana, sin embargo, todos los discursos son meras perspectivas, y si de algún modo, alguno adquiere más valor que otro, ello no se debe a sus propiedades intrínsecas como verdaderas o científicas, sino a un fundamento de carácter no epistemológico, es decir , a un detserminado papel que juega el discurso en la formación de ciertas prácticas. En el caso del marxismo, autodenominado cie:ncia, ciencia del materialismo histórico, es falsa, dado que caplacita al teórico, intelectual marxista, a colocarse por encima de l o s grupos sociales como portador de lo universal. En este

1 5 . Foucault, M. Op. cit., págs. 181-182.

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caso, el marxismo adquiere una función subyugante. Por tanto, el concepto de ideología, en este sentido, es un ejemplo más de cómo la razón acaba dominando al objeto que pretendía liberar: el hombre mismo16.

Una segunda objeción al concepto de ideología se deriva del antihumanism0 foucaultiano. La noción de ideología coloca como fue,nte de las "ideas" al sujeto mismo, por ejemplo, la clase gobernante. Este antisubjetivismo de Foucault, uno de los hilos con'ductores de sus escritos, se deriva de algún modo, sin que él mismo lo aceptara, de la concepción estructuralista del lenguaje, para ellos, los estructuralistas, el lenguaje no es una herramienta para expresar las ideas del sujeto, sino un sistema de relaciones entre signos que constituyen a su vez tanto objetos comso al sujeto mismo. Foucault niega pertenecer y utilizar los medios y procedimientos del estructuralismo en la elaboración de sus "metodologías históricas", dado que no se considera un forimalista que busca una combinatoria universal a la manera de la antropología estructural de Lévi-Strauss, por ejemplo17.

El rechazo de Foucault hacia la noción de sujeto se sustenta en el proyecto de analizar el mecanismo de las ciencias humanas. Las disciplinas que toman al hombre como objeto, tienen también al hombre como sujeto. Círculo que no permite a las ciencias del homybre eludir la reflexión acerca de sus efectos sobre la práctica; en este sentido, Foucault considera que si se toma en cuenta un punto de vista distinto del que es dado por el sujeto, es posible descifrar los mecanismos por medio de 10s cuales las ciencias del hombre llegan a dominar, en vez de liberar al sujl2to; por ello define al discurso en oposición al sujeto, planteándolo en los siguientes términos:

"se renunciará, pues, a ver en el discurso un fenómeno de expresión, la traducción verbal de una síntesis efectuada por otra parte: se buscará en 81 más bien un campo de regularidad para diversas posiciones de subjetividad. El

' 6. Ibidem, págs. 183-189. "

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discurso, concebido así, no es la manifestación, magestuosamente desarrollada, de un sujeto que piensa, que conoce y que lo dice: es, por el contrario, un conjunto donde puede determinarse la dispersión del sujeto y su discontinuidad consigo mismo" ' . Se invalida, así, la noción marxista de ideología unida a las pre:misas expresivistas por medio del concepto no subjetivista de discurso.

Finalmente, una tercera objeción se plantea en dirección del marxismo, en el sentido de que las ideas son irreductibles a los "modos de producción". En la medida en que Foucault concibe a las ideas en una muy estrecha relación a las prácticas, se instauran las bases para una historia material del conocimiento. Los discursos representan, por s í mismos, poderes que no necesitan buscar su fuerza material en otra parte, como sería el caso de los modos de producción. Con esta perspectiva, se traslada el foco de atención ideal de la élite intelectual a la mundanidad discursiva de las instituciones disciplinarias, las cuales modelan y moldean más directamente la vida cotidiana de las sociedades. El diálogo se da ahora entre el neurótico y el terapeuta, el preso y el criminólogo, el obrero desempleado y la oficina de asistencia social, etc. A s í la oposición de Foucault hacia la doctrina sobre la que descansa el concepto de ideología, es decir, la distinción entre la infraestructura y la superestructura, sa basa en la percepción de que ésta es incapaz de explicar la complejidad interna de las relaciones sociales.

La propuesta foucaultiana de que existe una multiplicidad de fuerzas que interactuan en toda formación social, multiplicida que es dispersa, discontinua y asincrónica, contrasta con aquellas teorías que intentan totalizar el complejo social. Según Fou'cault, una teoría social no puede abarcar toda una formación social valiéndose de un Único concepto o esquema, sino que tiene que analizar cada una de las prácticas discursivas por separado, diferenciando niveles, decodificando significados, rastreando y

describiendo su desarrollo, su marcha y su dirección. La propensión foucaultiana a la destotalización pretende no apresar

". Foucault, M. Op. cit., pág. 90.

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la totalidad de un momento histórico, y reconocer, a la vez, su tra:bajo como el de un pl~ralista'~.

En vez de una "historia global", Foucault pretendió escribir una "historia general", cuyo objetivo sería la descripción par,ticular de las prácticas, el juego de sus relaciones y las formas de dependenciaz0.

Tal tendencia continúa y se hace más patente tanto en Vigilary castigar e Historia de la sexualidad, en donde el acento se coloca en esta multiplicidad y en la dispersión del conocimiento y el poder, tendencia que representa un giro con respecto a su concepción anterior de episteme. En Las palabras y las cosas, el concepto de episteme representa el punto medular del discurso y , por más que Foulcault no l o pretenda o acepte, la historia se entendía como una sucesión de epistemes. Cada época tenía su propia episteme y éstla representaba el fundamento de todas las enunciaciones. En aquellos discursos, la episteme funcionaba como una especie de concepto totalizador, el cual no permitía a Foucault dar una explicación acerca del cambio que se daba de una episteme a otra. El reemplazo del concepto de episteme por el de una multiplicidad de discursos prácticos, permitió, de algún modo, salir del pro:blema de la explicación causal y del cambio. Ahora, al ocuparse de la historia de la cárcel a través de la incorporación del concepto de discontinuidad en el análisis histórico, éste puede seguir l o s cambios en el lugar donde se producen, pero sin dejar de poner énfasis, a la vez, en la discontinuidad. La ruptura en el sistema penitenciario, con la aparición del Pan6ptico, rompe de manera drástica con el pasado y muestra la

' '. En algunas entrevistas y artículos Foucault se asume como pluralista, " soy pluralista", dice. Foucault, M. "La función politica del intelectual. Respuesta a una cuestión", en Foucault, M. Saber y ver-dad. Madrid, Ediciones de la E'iqueta, pág. 48. De modo similar, Guilles Deleuze encuentra una postura parecida en Nietzsche, "Por eso Nietzsche no cree en los <<grandes acontecimientos>> ruidosos, sino en la pluralidad silenciosa de los sentidos de cada acontecimiento. No hay ningún acontecimiento, ningún fenómeno, palabra ni pensamiento cuyo sentido no sea múltiple". En Deleuze, G . Nietssche y l a filosofía. Barcelona, Ed. Anagrama, 1986, pág. 11.

O. Foucault, Michel. "Nietzsche, la genealogía, la historia". en Foucault, M. Microfísica del poder-. Madrid, Ediciones de la Piqueta, 1979, págs. 7-29.

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incorporación de diversos modos y técnicas penitenciarias. En el análisis foucaultiano se muestran algunas causas específicas del cambio y continuidad particulares sin que por ello se rompa con el esquema fundamental de la discontinuidad, el cual representa, ahora, el punto central de sus investigaciones históricas.

La complementariedad, en las últimas obras de Foucault, entre "arqueologían y "genealogía" implican un giro hacia una problemática histórica en la que se fortalece su posición frente a la historiografía tradicional y frente al marxismo. En este sentido, arqueología y genealogía representan estrategias morfológicas que sirven para indagar los cambios estructurales de diversos fenómenos, así, la arqueología define las reglas de formación de un conjunto de enunciados sin, por ello, hacer referencia alguna al sujetoz1; y por su parte, la genealogía implica la función política en la que la historia se percibe como la inscripcih de una relación de fuerzas". El historiador genealogista puede socavar el orden actual por medio de la inversión se sus imágenes del pasado. La metodología foucaultiana exige al historiador retroceder en el tiempo hasta encontrar indicios de cambio, por ejemplo, en la tortura y ejecución de Damiens, el sistema confesionario, el exilio en la nave medieval de los locos, etc.

El poder parece ser un concepto, que de ser bien entendido, haria posible comprender el funcionamiento de una sociedad. La diversidad conflictiva de las ideas políticas acerca de lo que es y debería ser la sociedad sería imposible de definir, si implicaran diferentes e inconmensurables terminologías centrales para la teoría social, tales como la de poder y sociedad.

Michel Foucault se ha interesado en "repensar" el concepto de poder, particularmente en su conexión con las formas sociales que toma el saber. En este sentido, es posible entender cómo SU concepción de poder/saber se acerca a otros intentos por

. Foucault, Michel. La ar-queología del saber. México, Ed. Siglo XXI , 1987, págs.

. Foucault, Michel. "Nietzsche, la genealogia, la historia", en Foucault, 2 8 0 - 2 8 3 .

M. O'p. cit., págs. 7-29.

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clarificar la naturaleza del poder, principalmente en la "crítica de la ideología" desarrollada por la Escuela de Francfort. La noción de poder desarrollada por Foucault no es, según creo, inconmensurable con la teoría social más tradicional, por ejemplo, de corte marxista. Analizar el poder desde otra perspectiva permite a Foucault reexaminar la comprensión del poder, el progreso y las formas de sujeción que se articulan en las sociedades modernas.

Los libros de Foucault sobre el poder son interesantes dado que en ellos se concibe el "método" para el estudio histórico de éste (lo que denomina como "analítica del poder"), el cual no está basado en un concepto de sujeto ni en la suposición de que las relaciones estructurales que analiza no están sometidas al cambio. Foucault piensa en el poder como intencionalidad sin sujeto, de modo que las relaciones de poder son intencionales y son suseptibles de ser descritas, pero sin que puedan ser atribuibles a sujetos particulares ni a sus intenciones conscientes. El poder, en los textos de Foucault, es un concepto explicativo-descriptivo, no explicativo-causal. Asi, sin atribuir el poder ni a la acción consciente ni a fuerzas subyacentes, como a :Los modos de producción, Foucault piensa que es posible explicar la sociedad contemporánea desarrollando una especie de diagrama en el que se represente la red de relaciones de poder que se han dado históricamente.

Nietzsche es particularmente importante para la obra de Foucault, dado que en ella se desarrolla y explica el funcionamiento del método genealógico. Un planteamiento central de la explicación genealógica de los fenómenos en términos de voluntad de poder es que "el poder es saber". Tanto para Nieltzsche como para Foucault el "es" que conecta poder y saber no indica que ésta sea una relación de predicación tal que el saber conduzca al poder, sino que la relación es tal que el saber no se obtiene con anterioridad e independencia del uso al que será aplicado para lograr poder (ya sea sobre sujetos u objetos), sino que es ya una función de intereses humanos, y de relaciones de

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poder. Nietzsche identifica la "voluntad de saber" con la "voluntad de poder"* 3 , Foucault lo entiende como poder/saber. En este sentido, para sus propósitos, poder y saber no deben, no pueden ser analizados por separado.

La hipótesis foucaultiana sobre el poder/saber debe tomarse con cierta cautela, ésta debe entenderse como una construcción pragmática, un recurso histórico que debe probarse en términos de su valor para la reconstrucción de la historia de las ciencias del hombre y de la sociedad. Tampoco se debe entender el trabajo de Foucault en términos ontológicos o epistemológicos, dado que en él no se hacen afirmaciones sobre lo que saber y poder son en última instancia. El proyecto histórico-filosófico de Foucault y su planteamiento del poder/saber se deben entender como un recurso para estudiar las prácticas científicas y sociales que subyacen y permiten la formación de ciertas ciencias. Proporciona una forma de entender cómo el saber y el poder, históricamente, han llegado a valer como tales. No es un proyecto epistemológico en tanto que no cuestiona el carácter "verdadero" de ciertas formas de saber.

En el caso de la historia de la cárcel se ilustra cómo l o s historiadores y científicos que utilizan datos semejantes, pero con concepciones distintas del poder, llegan a explicaciones diferentes y hasta antagónicas. Esta misma actitud fue asumida por Foucault en algunas entrevistas, en las que toma distancia respecto de otras formas de entender el poder, como en el caso de Herbert Marcuse, un integrante de la Escuela de Francfort; asi, nos dice Foucault,

"me distinguiría de paramarxistas como Marcuse que le dan un rol exagerado a la noción de represión, porque el poder seria una cosa frágil si su ímica función fuera reprimir, si funciona sólo por medio de la censura, la exclusión, el bloqueo y la represión, a la manera del gran superyó, ejercitándose sólo de manera negativa. Lejos de impedir el conocimiento, el poder lo produce" .

' '. Nietzsche, Friedrich. La voluntad de poderío. Madrid, Ed. EDAF, 1981.

Ediciones de la Piqueta, 1979, págs. 175-189. 4 . Foucault, M. "verdad y poder" I en Foucault, M. Microfísica del poder. Madrid,

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De forma contraria a los marxistas, para los que el poder es sinónimo de dominación, autoridad, represión, l o s nietzscheanos, como Foucault, conciben al poder como productor. La crítica de Foucault al libro de Kirchheimer y Rusche, Punishment and Social Structure, de 193gZ5, se basa en la insuficiencia y unilateralidad del concepto de poder que ellos tienen. Foucault les objeta la utilización del modelo infraestructura-superestructura de las explicaciones materialistas l o s cuales prefieren ver el cambio de un sistema de castigo a otro como correlacionado y requerido por el cambio de un sistema de producción a otro. Según Foucault, la historiografía de aquéllos, sólo logra establecer esas correlaciones dejando de explicar la persistencia de un grado extremo de la tortura y así, la forma anterior de castigo, además de omitir la explicación de cómo el cuerpo se constituye como fuerza laboralz6.

Foucault piensa, por un lado, que versiones como las de Kirschheim y Rusche de alguna forma son correctas al ver al castigo corporal como un efecto del sistema de producción en donde la fuerza laboral tiene valor y utilidad comercial bajos. Pero también piensa que la insuficiencia de las explicaciones sobre la infra y la superestructura no muestran cómo pueden persistir por periodos largos las formas más antiguas de castigo después de haber desaparecido al antiguo orden, ni tampoco por qué hay tantas formas de la práctica del castigo; por otra parte, pie:nsa que las concepciones meramente negativas del poder no tom'an en cuenta lo que debe explicarse, es decir, el cómo han surgido las clases de saber para dominar el cuerpo humano y la fuerza laboral. La historia de Foucault pretende demostrar que el cue'rpo pudo haber sido constituido como fuerza laboral por medio de una tecnología o saber del mismo, el cual hiciera posible dirigir los cuerpos hacia roles dóciles y útiles. Además de que la sujeción no es impuesta por una clase a otra. Foucault describe la manera creciente y penetrante del poder que caracteriza todos los aspectos de la sociedad, lo que denomina

-.

5. Foucault, M. Vigilar y castigar. México, Ed. Siglo XXI, 1993, pág. 31. 26. Foucault, M. Op. cit., págs. 31-37.

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"normalización", es decir, la creciente racionalización, organización y homogenización de las sociedades modernas: en consecuencia, para Foucault es insuficiente la concepción tradicional, como opresión, de la relación poder/saber.

Foucault piensa que la concepción ideológica del poder es el resultado de la distorsión introducida por el opresivo ejercicio del poder por parte de la clase dominante. Las mismas ideologías de la falsa conciencia y crítica ideológica implican la posibilidad de una conciencia verdadera o no ideológica. Sólo con un correcto entendimiento y disipasión de la concepción represiva del poder, será posible acceder a una verdadera conciencia. Así, el concepto de ideología, piensa Foucault, implica la visión tradicional de que el saber debe ser desinteresado, que la verdad puede ser verificable sólo en ausencia de las distorsionantes relaciones de poder. Por supuesto que tal visión no puede ser atribuible a todos los teóricos críticos, es decir, una visión en la que el saber y el poder se den de manera independiente: por ejemplo, Habermas inició una defensa del procedimiento de la crítica de la ideología rechazando la visión tradicional de que el Único conocimiento que verdaderamente puede orientar la acción es el conocimiento que se libera de los intereses humanosz7. Así, según Habermas, el conocimiento siempre está guiado por los intereses humanos. Concepción que de alguna forma vindica la tesis foucaultiana dado que, al final de su análisis, Habermas pie:nsa que la emancipación del poder es un interés fundamental par'a la adquisición de conocimientoz8. La libertad se obtendría cua:ndo el conocimiento sea autorreflexivo y vea más alla de la falsa autoridad el verdadero consenso que podría lograrse sólo en una sociedad emancipada conformada por personas autónomas y

responsableszg. Por su parte Adorno y Horkheimer, en su Dialéctica de la Ilustraci¿jn, indican que su crítica de la Ilustración "tiene por objletivo preparar un concepto positivo de esta, que la libere de

. Habermas, J . Knowledge and human interests. London, Heinemann, 1972, pág. 301 . Habermas, J . Op. cit., pág. 287.

". Ibidem, pág. 314.

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su cautividad en el ciego domini~"~'. El vínculo entre poder y saber desafía la apelación a los

intereses reales, si por éstos entendemos la referencia a un conjunto de intereses que existen con independencia de toda organización social o conjunto de objetivos. Foucault no piensa que haya datos que permanezcan constantes. Incluso el propio cuerpo se transforma en el tiempo a través de diversas tecnologías de poder, por ejemplo, en Historia de la sexualidad, vol. I , se sugiere que el sexo no es un mero dato biológico, sino que se trata de una "construcción" y que es el resultado de ciertas formas de concebir a los seres humanos, es decir, como personalidades impregnadas por uno de varios modos de sexualidad. La sugerencia de que sblo ha habido sexo desde el siglo XIX, posiblemente se reduce a la afirmación de que los actos físicos se constituyen según un modo particular de descripción, y con el tiempo esos modos de descripción ( o formas de conocimiento) entran y salen del contexto o moda científica y cultural3'.

Al revisar y revalorizar el concepto de poder e insistir en la positividad y productividad de éste, Foucault introduce otras revisiones conceptuales, tales como el de "ejercicio" del poder. Foucault desea describir cómo se ejerce el poder, y observa que no existiría ningún poder si no fuera ejercido por individ~os~~.

Explica que el poder es ejercido por individuos o grupos de ellos. Indica que no argumenta en contra del individualismo metodológico, y de modo alguno atribuye condiciones ontológicas y eficacia causal a las fuerzas históricas o a las instituciones. Niega que el poder sea una sustancia, que exista algo llamado el Poder o el poder, que existiría universalmente, en forma masiva o difusa, concentrado o distribuid^^^, con una misteriosa naturaleza, esencia y origen. Así, la concepción del poder por

o . Adorno, T.H. y Horkheimer, M. Dialkctica de la ilustracibn. Fragmentos filos6ficos. Madrid, Ed. Trotta, 1994, pág. 56. ' . Foucault, M. Historia de la sexualidad, vol. I . México, Ed. Fondo de Cultura Económica, 1986, págs. 67-92. 3 2 . Foucault, M. "El sujeto y el poder", en Dreyfus H.L. y Rabinow, P. Michel Foucault: m& a116 del estructuralismo y la hermeniutica. México, UNAM, 1988. PP. 235-237.

3 . Foucault, M. Op. cit., pág. 238.

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parte de Foucault se vuelve nominalista, e incluso podría aceptar la no existencia del poder y que sólo los ejercicios de éste son reales, con lo que se niega también una concepción metafísica del poder.

El poder no es una posesión de aquellos que lo ejercen. Foucault desea describir cómo el poder es ejercido antes que ser poseído, así, el poder no se plantea como una propiedad, sino como una e~trategia~~ , que sus efectos de poder no sean atribuidos a una "apropiación", sino a unas disposiciones, a unas maniobras, a unas tácticas, a unas técnicas, a unos funcionamientos; que se descifre en él una red de relaciones sie.mpre tensas, siempre en actividad más que un privilegio que se podría detentar35. El poder no es simplemente lo que posee la clase dominante y aquello de lo que carecen los oprimidos. El poder es una estrategia y los dominados son tanto la parte de la red de relaciones de poder y la particular matriz social como los dominantes. Como una estrategia compleja difundida en todos los sistemas sociales de manera capilar, el poder nunca se manifiesta, sino sólo en puntos locales como "micropoderesn. El poder no es algo localizable en el soberano o localizado en éste, sin'o que es algo que impregna a la sociedad de tal forma que tom'ar el aparato Estatal, ya sea por medio de una revolución o un go1;pe de Estado, en s í mismo no cambia la red de poderes36.

La analítica foucaultiana del poder no pretende decir qué es realmente el poder, sino sólo en dónde localizarlo. Quiere explicar cómo es posible que un sujeto ( A ) afecte a otro (B) en tan,to que resulte arbitrario quién sea ese sujeto ( A ) , siendo el "Sujeto" mismo un efecto de las transformaciones del poder/saber.

La pregunta por el ejercicio del poder se ubica en el lugar mismo del ejercicio del poder, interroga dónde se ha ejercido realmente el poder (pregunta empírica) y cómo los individuos pueden tener poder sobre otros. Esta ultima pregunta implica asuntos concernientes a la teoría social que no son estrictamente

4. Ibidem, págs. 242-243. 3 5 . Foucault, M. Vigilar y casiigar. México, E d . Siglo XXI, 1993, pág. 33. 36. Foucault, M. op. cit., pág. 34.

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empíricos, por ejemplo, Foucault desea evitar decir que el poder es poseído por sujetos, ve el poder ejercido de una acción sobre otr,a, el poder sólo puede entenderse si se explica cuál es el "campo de acción posible" en que se produce la acción. La deslcripción de este campo incluiría una explicación no sdlo del modo en que una acción inhibe algunas otras posibles, sino tam:bién la manera en que la acción incrementa, produce y provoca la posibilidad de otras. El poder no se compara al enfrentamiento de dos adversarios, antes bien, es comparable al "gobierno", en sen,tido amplio, en donde el gobernar se entiende como la estructuración de las acciones posibles de los otros37.

De forma similar a la crítica planteada por la Escuela de Fra:ncfort hacia el Iluminismo, de que la posibilidad de adquirir conocimiento y autoentendimiento no distorsionado por la sujeción, implica un deseo de control, Foucault sostiene que el castigo humano moderno no es lo que parece. El paso de la tortura "atroz" a la "corrección" humana puede dar la apariencia de humanitarismo y reconocimiento de la autonomía del individuo, sin emb'argo, esto que parece una nueva forma de respeto por la hum'anidad es, en realidad, un mecanismo más finamente ajustado de con,trol del cuerpo individual y social, una red más efectiva de podier sobre la vida cotidiana. Mientras, que por su parte, l o s reflormistas pensaban que el objetivo de los sistemas jurídicos y

penlales era castigar de forma más atroz, Foucault sostiene que el punto principal, real, del sistema penal es "no castigar menos, Sin0 castigar mejor; castigar con una severidad atenuada quizá, perlo para castigar con más universalidad y necesidad; introducir el :poder de castigar más profundamente en el cuerpo ~ o c i a 1 " ~ ~ .

Foucault no sólo escribe historias del pasado, sino que sus análisis críticos de las configuraciones del poder se inscriben en el presente. Sin embargo, la critica de las formas de reglUlaCiÓn social del presente no conllevan una sugerencia de Cómo podría O si existe la posibilidad de un mejor futuro.

7 Foucault, M. "El sujeto y el poder", en Dreyfus, H.L. y Rabinow, P. Michel Foucaldt: mas all;i del estr-ucturalisrno y la hermenéutica. México, Ed. UNAM, 1988, pág. 239. 3 8 . Foucault, M. Vigilar y castigar-. México, Ed. Siglo XXI, 1993, pág. 86.

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Sostiene que las tecnologías del poder usadas en las cárceles se han difundido a todos los aspectos de la vida social. En este sentido, el problema no es la cárcel por s í misma, sino la cre'ciente "normalización" de la cultura moderna, en la que toda ella se ha tornado "carcelaria". ¿Quiere decir esto que nos encontramos ante la incapacidad de pensar más allá del presente e impedidos para la especulación sobre las configuraciones futuras del poder? Al respecto foucault sostiene que vivir socialmente es estar implicado en relaciones de poder, y que una noción de sociedad sin éstas es solamente una abstracción, además se abstiene de pensar en la supresión de la opresión como una forma de progreso, en el sentido de que la antítesis del poder es la libertad. Sólo se da un progreso cuando el poder da lugar a la libertad, con el conocimiento sin coerción como instrumento principal de la transformación.

Según la tradicional teoría liberal, la crítica de una sociedad que implica represión sólo es posible si ésta es trascendida, es decir, que la crítica no tendría sentido a menos que el progreso fuera posible y este significara liberación. Las teorías marxistas plantean ideas análogas, por ejemplo, la ideología se presenta como pensamiento distorcionado por las relaciones de poder opresivo, de modo que las formas de conocimiento no ideológicas, verdaderas, podrían ser posibles sólo en una sociedad no represiva. El poder produce "falsa con~ciencia", lo que Foucault denomina "régimen de falsedad", y la "verdadera conciencia" sólo sería posible en una sociedad sin clases, libre del poder represivo. De tal suerte que la identificación de poder y represión, tanto de las teorías liblerales como marxistas, así como de la posibilidad de una sociedad sin relaciones de poder, afirma Foucault, sería una abstracción al igual que la libertad sin relaciones de poder.

Foucault piensa la libertad como opuesto al poder. Antes de

penisar en la oposición lógica conceptual entre poder y libertad cualndo se verifica correctamente en las relaciones sociales como Un "antagonismo", Foucault prefiere pensar en ella como un

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"agonismo", una contienda recíproca, donde cada uno incita y

lucha con el otro en una provocación permanente3'. La libertad es tanto condición como efecto del poder. Es condición dado que éste sólo se ejerce sobre "sujetos libres" y sólo en la medida en que son "libres", entendiendo por esto a sujetos individuales o colectivos, enfrentados a un campo de posibilidades, donde pueden tener lugar diversas conductas, diversas reacciones y diversos comportamientos40; es un efecto porque el ejercicio del poder invariablemente encuentra resistencia, que es la manifestación de la libertad. Foucault lo ilustra sugiriendo que como un esclavo encadenado no tiene opciones reales de acción alternativa o de escape, una relacibn tal no podría denominarse relación de poder, dado que no tendría sentido pensar en alguien que desee ser esclavo en tales condiciones, argumento no del todo convincente, sin embargo, para Foucault el poder debe ser desplegado en un campo de acciones posibles4'. Foucault precisa que su interés en el poder no es de orden metafísico en el que el poder será progresivamente reemplazado, sino que, con su perspectiva histórica, desea captar porqué ocurrió una acción antes que otra, de modo que una serie de acciones puede ser descrita sin evaluar teleológicamente si fue o no mejor.

La ubicación de la obra de Foucault cercana a la historia general y la historia de las ciencias se esboza sólo en la medida en que hace algunas recomendaciones metodológicas acerca de cómo escribir y mirar la historia tanto pasada como presente. A s í ,

cuando se le cuestiona sobre su afirmación de que "es necesario liberar l as cronologías y las sucesiones históricas de toda perspectiva de progreso", responde que eso:

" E s algo que debo a los historiadores de la ciencia. Tengo esta preocupación metodológica, este escepticismo radical. Pero sin agresividad, que tiene por principio no tomar el punto en que nos encontramos como el

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resultado de un progreso que precisamente se tendría que reconstruir en la historia, tener respecto a nosotros mismos, a nuestro presente, a lo que somos, al aquí y al ahora, este escepticismo que impide que se suponga que es mejor o que es más. Lo cual no excluye que se intenten reconstruir procesos generativos, sino que se haga sin cargarlos de una positividad, de una valoraciónrr * .

Del mismo modo cuando se le cuestiona acerca de que la ciencia siempre ha partido del postulado del progreso de la humanidad, Foucault responde:

"¿,La ciencia? Más bien la historia de la ciencia. Y yo no digo que la humanidad no progresa. Digo que es un mal método plantearse el problema: ¿Cómo ha sido posible que hayamos progresado? El problema es ¿Cómo sucede este? Y lo que pasa ahora no es necesariamente mejor ni más elaborado, o más lúcido de lo que paso otras veceslf4 3 .

Foucault no abandona toda esperanza de emancipación, sino sólo la creencia de que esta sea el resultado del desarrollo del conocimiento, planteamiento semejante al de historiadores de la ciencia como Canguilhem, es decir, propuestas en las que no se impone una perspectiva progresista. La posición de Foucault y de historiadores de la ciencia franceses consiste en poner en duda el supuesto liberal de que "sabemos más ahora, porque de lo contrario no hubiésemos llegado tan lejos como lo hemos hecho". En Vigilar y castigar, Foucault muestra con ironía esta perspectiva, leernos una historia del progreso, pero se trata de un progreso de la difusión de la disciplina carcelaria en las sociedades.

Las historias foucaultianas cuestionan la tendencia del presente a calcular el progreso de modo positivo, totalizador. Fouicault se resiste a ese pensamiento "totalitario", o como a veces lo llama él "totalizador", sosteniendo que no existe el poder como un todo, y ningún punto de vista desde el cual pueda ver,se o evaluarse la totalidad. Al plantearse la cuestión de "Lcl5mo se ejerce el poder?" afirma que no hay ningún principio fundamental u originario del poder que domina a toda la sociedad hasta el último detalle. El poder se experimenta de maneras

* . Foucault, M. "Entrevista sobre la prisión: el libro y su mt5todo". en

3. Foucault, M. Loc. cit.

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diversas y múltiples en el "micronivel", cuando nos vemos sometidos o bien cuando ejercemos el poder sobre otros44.

E l cambio y la comprensión del mundo (sea en sentido teórico o práctico) no depende de dominar la totalidad, sino que, según su "microfísica del poder" depende de la comprensión de ésta, estudiando, en primer lugar, las prácticas de la vida cotidiana en la que los individuos experimentan los micropoderes. En la representación de estos micropoderes se muestra el terreno más general de los hechos sociales. Un análisis histórico-filosófico, como el de Foucault, que sólo se interesa en demostrar qué cambios se producen (cómo, por ejemplo, una forma disciplinaria se difunde en las sociedad) no necesita apelar a perspectivas progresistas, así, Foucault puede escribir sus historias de forma tal que la cuestión de determinar cuáles son las bases últimas del progreso social ni siquiera se plantea.

Finalmente, las contribuciones de Foucault, en el nivel filosófico, se hacen patentes al poner en duda la creencia en el progreso y la continua insistencia de las teorías liberales de la nec'esaria superioridad del presente. Ahora bien, la propia negativa de Foucault de que su concepción del poder implique al fatalism0 o subraya el "agonismo" entre libertad y poder, siendo la contienda entre ellos una "incesante tarea política" que es "in:herente a toda existencia social", es decir que es parte de la 1uc:ha de poder en la sociedad decir cómo debe concebirse el poder mismo.

La crítica y oposición a las teorías de progreso universal, por parte de Foucault, no significan necesariamente abandonar la noción de emancipación, aunque por ella se entienda la resistencia en puntos particulares a l o s ejercicios de poder locales.

Por último, el análisis histórico-filosófico foucaultiano

4 4 . Foucault, M. " E l sujeto y el poder", en Dreyfus, H.L. y Rabinow, P. Michel Foucault: mlis all& del estructuralismo y l a hermen6utica. México, Ed. UNAM, 1988, págs. 235-236.

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representa una crítica plausible a l as posturas progresistas, y

del deseo intelectual de lograr una comprensión totalizadora antes de comprender las acciones concretas. Así, el análisis de Foucault representa una forma de teoría social y crítica, dado que no "construye" un conjunto nuevo y sistemático de principios, incluyendo el de "poder" mismo, pero s í se confronta con otras teorías.

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