Utopías Sin Lentes

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:UTOPÍAS SIN LENTES: Por Gonzalo Mendieta Romero La nueva alcaldesa de El Alto ha desafiado el poder corporativo de las supremas Federaciones de Juntas Vecinales (FEJUVE), ahora con moretones por las acusaciones de venalidad en su contra. La batalla ganada por la alcaldesa no es, sin embargo, para que saque a pasear banderolas por la avenida Juan Pablo II de El Alto. Las relaciones entre el Estado y las corporaciones en Bolivia son más densas y añejas que las grescas entre la dirigencia vecinal cooptada por el MAS y las relucientes autoridades opositoras. Como el pueblo boliviano -del que soy ínfima partícula- sí tiene memoria, no hace daño recordar que las Fejuve de El Alto acumularon mayor poder por su papel en octubre de 2003. Allí, el Estado cedió un trozo de su precario imperio a las organizaciones sociales. Esas concesiones del Estado fueron causadas por la debacle de otra corporación: la de la codiciosa camarilla política que conducía el Estado. Su ruina en 2003 fue peor que la de la FEJUVE estos días, pero por deshonestidades parecidas. Las tortuosas relaciones entre Estado y corporaciones no son novedad. También la querella entre el proletariado minero y el Estado tuvo un rasgo corporativo, ya previo a 1952. Lean Llallagua de Querejazu y verán al débil gobierno de Hertzog, y sus piruetas para controlar conmociones sin masacrar. Ahora me suena a que (lo simplifico en extremo por el tamaño de esta columna) los cultores del liberalismo geométrico evalúan el conflicto de El Alto así: la política es de las instituciones y del voto ciudadano; el poder de las corporaciones es una anomia que Soledad Chapetón ojalá permita corregir. Ése es el programa histórico del liberalismo modernizante: un Estado eficiente y una sociedad modelada por instituciones "universales”. Para ese enfoque, las corporaciones son un anacronismo. Y como en 1965, con Barrientos, o en 1985, con Paz Estenssoro, el proyecto modernizante imagina que las corporaciones vencidas -el proletariado minero entonces, las FEJUVE hoy- darán paso a una sociedad "más parecida al mundo”. Pero no fue ni será así.Hay otra manera de ver esa película. Es la de García Linera, en esa época de su vida en que amaba más las ideas que las oraciones jactanciosas. En su libro de 2004 sobre los movimientos sociales bolivianos, García Linera soñó con el reverso del programa liberal: un Estado terciado por "movimientos sociales (…), dando lugar a un rediseño estatal que (…) habrá de ser muy distinto a todos los tipos de Estado republicano”. García Linera ideó reestructurar el poder nacional con el empujón político de las organizaciones sociales. Ese sueño se cumplió, salvo porque no pudo "integrar institucionalmente las demandas y fuerzas” de los movimientos sociales.

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analisis de la percepcion politica generada en el pais.

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:UTOPAS SIN LENTES:Por Gonzalo Mendieta RomeroLa nueva alcaldesa de El Alto ha desafiado el poder corporativo de las supremas Federaciones de Juntas Vecinales (FEJUVE), ahora con moretones por las acusaciones de venalidad en su contra. La batalla ganada por la alcaldesa no es, sin embargo, para que saque a pasear banderolas por la avenida Juan Pablo II de El Alto. Las relaciones entre el Estado y las corporaciones en Bolivia son ms densas y aejas que las grescas entre la dirigencia vecinal cooptada por el MAS y las relucientes autoridades opositoras.Como el pueblo boliviano -del que soy nfima partcula- s tiene memoria, no hace dao recordar que las Fejuve de El Alto acumularon mayor poder por su papel en octubre de 2003. All, el Estado cedi un trozo de su precario imperio a las organizaciones sociales. Esas concesiones del Estado fueron causadas por la debacle de otra corporacin: la de la codiciosa camarilla poltica que conduca el Estado. Su ruina en 2003 fue peor que la de la FEJUVE estos das, pero por deshonestidades parecidas.Las tortuosas relaciones entre Estado y corporaciones no son novedad. Tambin la querella entre el proletariado minero y el Estado tuvo un rasgo corporativo, ya previo a 1952. Lean Llallagua de Querejazu y vern al dbil gobierno de Hertzog, y sus piruetas para controlar conmociones sin masacrar.Ahora me suena a que (lo simplifico en extremo por el tamao de esta columna) los cultores del liberalismo geomtrico evalan el conflicto de El Alto as: la poltica es de las instituciones y del voto ciudadano; el poder de las corporaciones es una anomia que Soledad Chapetn ojal permita corregir. se es el programa histrico del liberalismo modernizante: un Estado eficiente y una sociedad modelada por instituciones "universales.Para ese enfoque, las corporaciones son un anacronismo. Y como en 1965, con Barrientos, o en 1985, con Paz Estenssoro, el proyecto modernizante imagina que las corporaciones vencidas -el proletariado minero entonces, las FEJUVE hoy- darn paso a una sociedad "ms parecida al mundo.Pero no fue ni ser as.Hay otra manera de ver esa pelcula. Es la de Garca Linera, en esa poca de su vida en que amaba ms las ideas que las oraciones jactanciosas. En su libro de 2004 sobre los movimientos sociales bolivianos, Garca Linera so con el reverso del programa liberal: un Estado terciado por "movimientos sociales (), dando lugar a un rediseo estatal que () habr de ser muy distinto a todos los tipos de Estado republicano. Garca Linera ide reestructurar el poder nacional con el empujn poltico de las organizaciones sociales. Ese sueo se cumpli, salvo porque no pudo "integrar institucionalmente las demandas y fuerzas de los movimientos sociales.La ilusin de ese Estado "indito acab en reproducir las habilidades prebendales saavedristas, "movis o barrientistas, para aplacar a las corporaciones. La institucionalidad real -nombres de moda aparte- desde el 2006 continu emulando al anciano Estado, en sus reflejos de comprar paz con plata. La fuerza de las corporaciones y su capacidad de conflicto an carecen de un lugar institucional y se siguen manejando con artificios ad hoc, segn el criterio emprico de turno en el Estado.Un examen apurado del conflicto de El Alto -ese laboratorio del pas- nos llevara a considerarlo un litigio entre "inmorales dirigentes y funcionarios "honestos. Pero nuestra historia revela que el conflicto es ms hondo y delicado. Esta sociedad se organiza secularmente en corporaciones, a menudo como herramienta de poder de los dbiles, no slo por pegas y pesos.Es verdad que nos urge un Estado til, no un rehn de las corporaciones, pero tanto como una mentalidad a salvo de utopas liberales o de "pluriversos.Estas utopas sin lentes para ver nuestras singularidades (como las corporaciones o sus efectos) nos impiden construir con la arcilla de nuestras muchas virtudes y de nuestros defectos. Parafraseando a Aristteles, hay que forjar una teora para el pas, no un pas para las teoras.