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Políticas en ciencia y tecnología. Revista CTS

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  • Revista CTS, n 19, vol. 7, Diciembre de 2011 (pg. 11-46)

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    Uno de los componentes centralmente polticos de toda poltica cientfica se refiere a laconcepcin de la relevancia que est implcita en ella, a travs de la cual se juzga qutipo de investigacin se prefiere fomentar, y que sintetiza los objetivos de la poltica toda.En este trabajo se realiza un recorrido por las distintas etapas de la poltica cientficaluego de 1945 e identifican las distintas concepciones de la relevancia que estnpresentes, estableciendo paralelos entre lo sucedido a nivel global y a nivellatinoamericano. Se seala que la mayor discontinuidad entre la agenda global y laregional se manifiesta en la segunda parte de la dcada de 1960 y comienzo de la de1970, cuando en el primero de los casos surga un sentido socio-ambiental de larelevancia mientras en el nivel regional el sentido nacional que predominabaanteriormente se radicaliza hacia un sentido revolucionario. Finalmente, en la ltimaseccin, se propone para las polticas actuales un sentido pblico de la relevancia,caracterizado por el fomento de la participacin de actores usualmente discriminados enlos procesos de formacin de agendas polticas.

    Palabras clave: filosofa de la poltica cientfica, relevancia, Amrica Latina

    The conception of relevance that is implied in every science policy is one of its mostpolitical components, since it enables the judgement on which kind of research should bepromoted and summarizes the objectives of the whole policy. This article aims to explorethe history of science policy in the 20th Century and seeks to identify the conceptions ofrelevance present in it both at a global and Latin American level. It is noted that the maindiscontinuity between the two agendas can be found in the late 1960s and early 1970s,when a socio-environmental sense of relevance emerged in the global scene, but theLatin American reflections showed a radicalization of the previous national sense ofrelevance into a revolutionary one. Finally, in the last section, a new public sense ofrelevance for current science policies is proposed to increase participation of marginalactors in research agenda-setting processes.

    Key words: philosophy of science policy, relevance, Latin America

    Los sentidos de la relevancia en la poltica cientfica

    The meanings of relevance in science policies

    Federico Vasen *

    * Becario doctoral del CONICET con sede en la Universidad Nacional de Quilmes. Es docente de grado en elCiclo Bsico Comn de la Universidad de Buenos Aires y en la Facultad de Ciencias Fisicomatemticas eIngeniera de la Universidad Catlica Argentina. A nivel de posgrado coordina el curso sobre ciencia,tecnologa y sociedad en la Escuela de Graduados de la Facultad de Farmacia y Bioqumica de la UBA.Correo electrnico: [email protected].

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    Introduccin

    Las polticas pblicas surgen siempre de un complejo entramado de intereses,actores, instituciones y prcticas, y la poltica cientfica no es una excepcin. Sinembargo tambin existe una imagen tecnocrtica de la generacin de polticas, comouna rutinaria aplicacin de mtodos supuestamente validados e universales. En estetrabajo nos proponemos recuperar el sentido poltico de la poltica cientfica,explicitando la discusin sobre el supuesto ms importante que da sentido al conjuntode una poltica cientfica, a saber: una concepcin clara de sus fines y objetivos, depor qu vale la pena fomentar las actividades cientfico-tecnolgicas, de cul es sucausa final. Incluso siendo de capital importancia, la discusin sobre los fines sueleesfumarse rpidamente y dar paso a preocupaciones ms concretas, los medios sevuelven fines, y as el aumento del porcentaje del PBI en ciencia y tecnologa o de laspublicaciones indexadas puede pasar a expresar de modo fetichista el xito de unapoltica cientfica. En este artculo nos proponemos retomar la discusin sobre losfines y los valores sostenidos, sin por eso sumirnos en un limbo conceptual que notenga repercusiones o puntos de contacto con la prctica concreta de los hacedoresde poltica.

    La pregunta directa por los fines u objetivos de la actividad cientfica quizs no seala mejor manera de encarar el problema. Los fines de la ciencia y la tcnica no sonnecesariamente los fines de una poltica cientfica, y aspirar a una correspondenciaentre ellos puede ser una traba para pensar las polticas. Una creencia compartidaacerca de, por ejemplo, la importancia de la ciencia para el desarrollo social, el medioambiente o el cultivo del espritu humano no necesariamente se especificar luego encoincidencias sobre el tipo de investigacin que se buscar promover. Aunque estospuntos de acuerdo puedan servir para realizar declaraciones en las que todos quedensatisfechos, difcilmente permitir avanzar en la definicin de objetivos msconcretos. La mera enunciacin de los objetivos por los cuales se cree valioso elcultivo de las actividades cientficas, si bien define difusamente un territorio, no bastapara caracterizar los valores detrs de una poltica cientfica dada.

    En el presente artculo proponemos que el concepto de relevancia de lasinvestigaciones cientficas puede servir mejor a tal fin. Por concepciones o sentidosde la relevancia entendemos el conjunto de juicios de valor acerca de las relacionesentre ciencia, tecnologa y sociedad que permiten identificar las investigaciones quemerecen promocin en el marco de una poltica cientfica particular. Estos sentidospueden predicarse tanto de polticas cientficas determinadas o generaciones deellas, as como de las estrategias de resistencia frente a stas, siempre y cuando nosean meramente reactivas y propongan una agenda alternativa. Estos sentidos de larelevancia luego pueden especificarse en criterios concretos, reglas de decisin atravs de las cuales se operacionalizan estas concepciones en la asignacin deprioridades de financiamiento. A diferencia de una discusin ms amplia acerca de losobjetivos de la produccin de conocimientos cientficos, cuando se comparte unsentido particular de la relevancia no hay meramente un acuerdo en ese plano tangeneral, sino tambin una concordancia en la jerarquizacin de estos objetivos y unaconciencia de que no siempre todos ellos podrn cumplirse en igual medida.

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    El enfoque para el anlisis de la poltica cientfica aqu propuesto se articula conotros conceptos ya existentes. Diversos autores han utilizado la metfora de laexistencia de un contrato social entre ciencia y sociedad (Guston, 2000; Hessels etal, 2009). A travs de este concepto se seala la existencia de acuerdos tcitos entrelos cientficos y tecnlogos y sus posibles destinatarios acerca de los criterios con losque la sociedad en su conjunto sostiene las actividades de investigacin y la forma enla que luego los investigadores brindan a la sociedad mejoras sociales derivadas desus resultados. En la poca de surgimiento de la poltica cientfica moderna durantelos aos 40 se establecera un contrato social caracterizado por la autonoma relativade la comunidad cientfica de la comunidad poltica. Este contrato recin se quebraraa principios de los aos 80 con el surgimiento de un nuevo modo de produccin delconocimiento, en el que los cientficos pierden el tan alto grado de confianza que seles haba otorgado en el modelo original y son permeables a una mayoraccountability. De un modo similar Rip (2002, 2004, 2009, 5.1) plantea la existenciade regmenes de produccin de conocimientos que recogen la metfora del contratosocial, pero la complejizan, planteando que sta responde slo al nivel superior de unsistema ms amplio, que completan las instituciones intermedias y los espaciosconcretos de produccin de conocimientos. A su vez, seala que el anlisis no debecomenzar en 1945, sino ampliarse a toda la historia de la ciencia moderna, marcandopuntos de estabilizacin o lock-in, como por ejemplo el surgimiento de la cienciaacadmica en 1870 o del primer contrato social en el siglo XVII a travs delmecenazgo de reyes y prncipes. Otra clasificacin interesante ha sido planteada porElzinga y Jamison (1996), quienes discriminan entre las distintas culturas polticasque tienen lugar en la formulacin de una poltica cientfica. All se distingue unacultura acadmica (asociada a la libertad de investigacin), una cultura burocrtica(cara a la planificacin y el uso social de la ciencia), una cultura econmica (centradaen los rditos comerciales que pueda dar el desarrollo tecnolgico) y una culturacvica (preocupada fundamentalmente por las consecuencias sociales y ambientales).

    Si bien los enfoques antes mencionados son de mucha utilidad e inspiran elnuestro, creemos necesario valernos de un concepto analtico propio como es el derelevancia.1 La metfora del contrato social nos resulta interesante, pero buscamos unconcepto que permita reconocer matices menos globales en las polticas cientficas.Los regmenes ofrecen una visin ms completa de la realidad, pero abarcan uncampo ms amplio que el que buscamos abarcar, no slo se refieren a las polticascientficas, sino a la totalidad de los sistemas de ciencia y tecnologa. Finalmente, lasculturas constituyen actores que disputan su participacin en la formulacin de laspolticas. Por el contrario nuestra comprensin de la relevancia no apunta tanto a unaclasificacin de actores como a un anlisis de los productos de estos actores, esdecir, las polticas cientficas.

    Con el concepto de relevancia recin presentado, nuestra intencin en este artculoes doble. En primer trmino, recorreremos la historia de la poltica cientfica

    1. Cabe aclarar que si bien el trmino relevancia es utilizado por en algunos casos por los diversos actores dela poltica cientfica en forma explcita, en este trabajo lo tomamos como un trmino analtico, definido en laforma mencionada en esta introduccin.

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    identificando los distintos sentidos o concepciones del mismo. Este recorrido parte delmomento del surgimiento de la disciplina tras la segunda guerra mundial y se extiendehasta fines del siglo XX. El anlisis complementar el desarrollo temporal con un ejegeogrfico, marcando las diferencias entre los enfoques originados en los pasesdesarrollados y los adoptados o propuestos desde Amrica Latina. En segundotrmino, luego de identificados los distintos sentidos de la relevancia, nosproponemos abandonar una postura meramente descriptiva y proponer un sentidonuevo de relevancia, que trae a los problemas clsicos de la poltica cientficapreocupaciones y metodologas surgidas fundamentalmente de la dificultad de lidiarcon temas de alto contenido tcnico en la poltica regulatoria. A travs de este nuevosentido de la relevancia buscamos contribuir a una poltica cientfica ms plural.

    Finalmente, queremos destacar que esta investigacin puede enmarcarse en elproyecto de una filosofa de la poltica cientfica, entendida como un espacio dereflexin multidisciplinar sobre los desafos sociales, polticos y ticos que plantean lapromocin y el gobierno de la ciencia en el mundo actual (Albornoz y Lpez Cerezo,2007: 43). Si bien -como seala correctamente Albornoz (2007)- este campo estquizs ms cerca de la filosofa poltica que de la filosofa de la ciencia, es interesanterecuperar de esta ltima disciplina su preocupacin normativa.2 Los estudios socialesde la ciencia, tras un largo periodo de micro anlisis descriptivos en vetaacademicista, hoy tambin vuelven a plantearse la necesidad de juzgar y proponerreglas para la accin (Sismondo, 2008). Es por ello que creemos que incluir unapropuesta de cambio no empobrece el anlisis sino que lo vuelve ms urgente ynecesario.

    1. Los sentidos de la relevancia en el siglo XX

    1.1. La poltica cientfica de posguerra: un sentido sectario de relevancia

    Tras la segunda guerra mundial, y luego de haber canalizado ingentes sumas dedinero para investigacin y desarrollo de aplicaciones blicas -y haber logradoadmirables resultados-, se plantea en los Estados Unidos el problema de cmotraducir esos esfuerzos en una poltica para el sector cientfico-tecnolgico en tiempospacficos. En el marco de este debate surgir el conocido informe de Vannevar BushCiencia: la frontera sin fin (1945), en el que se proponen pautas para que el desarrollotecnolgico que se haba logrado durante la guerra se convierta a objetivoscompatibles con un escenario poltico pacfico y se orientan al mejoramiento de lasalud y el crecimiento econmico-industrial. En este informe estn contenidas lasideas de lo que luego fue conocido como el modelo lineal, a saber: la creencia en queexista un camino natural y unidireccional que, partiendo de la ciencia bsica, y atravs de la investigacin aplicada y el desarrollo tecnolgico, era capaz de producirlas mejoras sociales que se esperaban de la ciencia. Este modelo propona una fuerte

    2. Por otra parte, tambin hay que destacar que han sido ms los filsofos de la ciencia, como Kitcher (2001),Lacey (2010) o Douglas (2009) que los filsofos polticos los que se han tornado a estas cuestiones.

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    inversin en investigacin bsica, como forma de poner en movimiento una cadenaque llevara a los objetivos socialmente deseados para todos. Bush parta de la baseque durante la guerra los Estados Unidos haban invertido fuertemente eninvestigacin aplicada y haban descuidado la ciencia bsica, lo cual repercutiranegativamente en el futuro, pues ya no podran tomar ese conocimiento de la cienciaeuropea, y adems -a travs de la conscripcin- haban perdido recursos humanosmuy valiosos en las universidades (Kevles, 1977). El proyecto de Bush estabafuertemente orientado a fortalecer la ciencia acadmica en las universidades, yconsideraba que los ms adecuados para llevar esto a cabo esta tarea eran loscientficos mismos. Por eso, el informe se cierra con la propuesta de creacin de unainstitucin -un consejo de investigacin- que financie la investigacin acadmicabsica con fondos federales, dirigida por acadmicos y relativamente aislada delpoder poltico. En sntesis, con el objetivo de generar verdaderos progresos sociales,se deber reforzar la investigacin bsica y dejar el control de la asignacin de fondosa los propios cientficos, que son los que mejor podrn juzgar la seriedad de laspropuestas y la factibilidad de obtener resultados de importancia.

    Como muestra Kevles (1977), el informe de Bush no surge en un escenarioinstitucional vaco, sino que es parte de una estrategia poltica de un sectorconservador para hacer frente a otra propuesta institucional impulsada por el senadordemcrata Harley Kilgore, en la cual se creaba una institucin que diera un fuerteapoyo a las actividades de investigacin, pero con un control poltico mucho msestricto. Kilgore haba trabajado en su propuesta ya desde 1942, y contaba con elapoyo del importante periodista Waldemar Kaempffert del New York Times as comode la no tan influyente American Association of Scientific Workers.3 En consonanciacon el clima del New Deal, su propuesta se pronunciaba en contra del laissez-faire enla poltica cientfica, subrayando la importancia del control poltico de los objetivos delas investigaciones cientficas. En este sentido, se encontraba en la vereda opuesta aBush, quien vea dos peligros fundamentales en esta propuesta: una predileccin porla ciencia aplicada y el riesgo de un control gubernamental a la libertad deinvestigacin (Hollinger, 1996: 102). Cabe destacar que no se trataba nicamente deuna participacin gubernamental lo que buscaba Kilgore sino tambin de los distintosgrupos de inters que participan en la investigacin cientfica (pequeas y medianasempresas, sindicatos y el pblico consumidor). Era justamente todo lo contrario de loque buscaba Bush, es decir, dejar la ciencia en mano de los cientficos (Kleinman,1995: 85). Finalmente, y luego de largos debates, la propuesta de Kilgore no pudotriunfar en el congreso, ante un partido demcrata dividido y el fuerte lobby industrialy de influyentes instituciones de la comunidad cientfica en contra. Sin embargo, eltriunfo posterior de Bush tampoco fue absoluto, en tanto en la creacin posterior dela National Science Foundation en 1950 imbuida de esta ideologa no ocup el lugarcentral que se esperaba que tuviera en la poltica cientfica estadounidense (y queKilgore tambin esperaba para la suya). Para esa poca, ya estaban en

    3. Esta asociacin y sus pares britnicas retoman la tradicin de responsabilidad social de los cientficos queinaugur en el siglo XX John D. Bernal, con sus planteos de una ciencia planificada, inspirado en la polticasovitica. El enfoque de Kilgore es deudor de esta tradicin, pero en el contexto norteamericano obviamenteno hay ninguna alusin al contexto sovitico.

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    funcionamiento otras agencias especializadas que concentraban la investigacincaracterstica de la Big Science, como los laboratorios nacionales dependientes enese entonces de la Comisin de Energa Atmica (Los Alamos, Oak Ridge, Argonne,etc.), los Institutos Nacionales de Salud, y a partir de 1957 la NASA. Por ello, nopuede decirse que la filosofa de los consejos de investigacin haya sido hegemnicao central en la poltica cientfica norteamericana. Sin embargo, si bien es cierto quemuchos recursos se canalizaron a estas agencias especializadas con el fin de realizarinvestigacin aplicada, en esas mismas instituciones predomin la ideologa delmodelo lineal: la imagen de que la ciencia empuja a la tecnologa y descuidando elestudio de la relacin entre ellas (Elzinga y Jamison 1996).

    En lo que hace a nuestro anlisis acerca de las distintas concepciones de larelevancia que estn presentes, el debate entre las propuestas de Bush y Kilgoreilustra dos puntos de vista contrapuestos. Impulsada por Bush, la ideologa de losconsejos de investigacin como instituciones gobernadas por la comunidad cientficacon una ligazn dbil al poder poltico, contribuye al establecimiento de lo quellamamos un sentido sectario de la relevancia. En tanto quienes juzgan son losmismos que luego estn activos en ese campo, y ante la falta de una presin externaque imponga otro tipo de criterios, las comisiones evaluadoras se guan nicamentepor los criterios de la propia disciplina para evaluar qu es una buena investigacin.Esto podra entenderse como la desaparicin de una preocupacin por la relevancia,pero quizs sea mejor pensarlo como la identificacin de relevancia con calidadacadmica, lo relevante al evaluar un proyecto es que sea de calidad, pues cualquierinvestigacin de calidad contribuir al objetivo de hacer avanzar la disciplina y laciencia en general. Por el contrario, el planteo que sostena Kilgore apuntaba aintroducir la visin de otros actores en la evaluacin de las potencialidades de unainvestigacin cientfica, y podra quebrar la identificacin entre calidad acadmica yrelevancia, en tanto lo relevante para los nuevos actores involucrados nonecesariamente es producir investigacin de calidad para contribuir al avance de laempresa cientfica como patrimonio de la humanidad. Si bien Kilgore perdi la batallaen el congreso en los aos 40, a medida que los recursos necesarios para realizarinvestigacin fueron en aumento, sus argumentos fueron retomados poco tiempodespus.

    1.2. Consejos de investigacin y ofertismo en Amrica Latina

    La creacin de instituciones para la promocin de la ciencia del tipo propuesto porBushse transform pronto en una receta para los pases en desarrollo.4 Basados enlas ideas del modelo lineal, se sostena que para que un pas pudiera avanzar en eldesarrollo cientfico-tecnolgico deba comenzarse inexorablemente por apoyar laciencia bsica, pues -como deca Bernardo Houssay, uno de los abanderados de estediscurso- la mejor manera de tener ciencia aplicada es intensificar la investigacin

    4. Cabe resaltar que la NSF, el organismo creado en 1950 en los EE.UU. que responda en buena medida almodelo de Ciencia: la frontera sin fin, no fue el primero de este tipo en crearse a nivel mundial. Este lugar loocupa el CNRS francs en 1939.

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    cientfica fundamental, pues de ella derivarn abundantes aplicaciones (1960, citadoen Mar, 1982). La poltica elegida estar ligada a la promocin de la ciencia,fundamentalmente a travs de la creacin de infraestructura para la investigacin.Sera a travs de la generacin de una oferta de conocimientos que se posibilitaraluego el aprovechamiento de stos para fines ms aplicados, si bien las condicionesbajo las cuales esta utilizacin tuviera lugar quedaban fuera de los alcances de estapoltica (Mar, 1982).5

    La medida concreta propuesta para llevar adelante esto fue impulsar la creacin deconsejos de investigacin en los distintos pases. La UNESCO fue la institucin que,aliada a las comunidades cientficas locales, convenci a los distintos gobiernos deque se era el camino que se deba seguir para beneficiarse del potencial dedesarrollo que brindaban la ciencia y la tecnologa, que se haba puesto de manifiestoen los logros obtenidos en la Segunda Guerra Mundial. La labor propagandstica queeste organismo llev a cabo desde 1949 a travs de su Oficina Regional para elAvance de la Ciencia en Montevideo dio como frutos la creacin del Instituto Nacionalde la Investigacin Cientfica en 1950 en Mxico, del Conselho Nacional de Pesquisabrasileo en 1951 y el Consejo Nacional de Investigaciones Cientficas y Tcnicasargentino en 1958.6

    En lo que se refiere a las concepciones acerca de la relevancia, el panorama enAmrica Latina no es en estos aos tan diferente de lo que hemos visto a nivel global.Predomina lo que hemos dado en llamar un sentido sectario de la relevancia, quelimita las evaluaciones al campo especfico disciplinar o temtico en el que se estinvestigando y evita, con la promesa de futuras aplicaciones, la discusin acerca dela relevancia entendida en trminos ms amplios. Podra discutirse si esto es astambin en el caso mencionado de la energa atmica o de otras agenciasespecficas. Si bien en esos casos, la relevancia no se entiende necesariamente enclave disciplinar, entendemos que se mantiene un componente sectario en tanto y encuanto el peso mismo de las prioridades que rigen la I+D est evaluado en trminosdel avance en un sector especfico, y no de una poltica integrada de ciencia ytecnologa a nivel nacional. sta se buscar slo unos pocos aos despus.

    1.3. La relevancia en el surgimiento de una poltica cientfica nacional

    Tras un periodo que Arie Rip (1996) seala como la edad dorada de los consejos deinvestigacin (los 1950 y la primera mitad de los 60), surge un debate en torno a laracionalidad de la poltica cientfica del pas en su conjunto. Edward Shils afirmabaque todo pas que posee una cantidad sustancial de actividad cientfica e incluso

    5. Esto es lo que luego fue denominado ofertismo.6. Del mismo modo que suceda en los Estados Unidos, tampoco en Amrica Latina los nicos intereses quetrataban de dar forma a esa creacin supuestamente ex nihilo de la infraestructura cientfica fueron los de lacomunidad cientfica con sus criterios de universalismo y libertad de investigacin. La historia de la ComisinNacional de Energa Atmica en la Argentina muestra una trayectoria diferente, orientada a la generacin deinvestigacin aplicada y desarrollo tecnolgico para la produccin de energa, en un marco de crtica aluniversalismo y apoyo a un proyecto nacionalista de autonoma tecnolgica (Hurtado 2005, 2010).

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    aquellos que tienen muy poca, tienen algo as como una poltica cientfica emprica,o quizs sera ms adecuado decir, tienen polticas cientficas. Sin embargo, no esinjusto afirmar que ninguno tiene una poltica cientfica integral y racional (1968: 10).Siguiendo esta interpretacin, si se busca definir una poltica coordinada entre losdistintos organismos que realizan investigacin, la pregunta por los criterios con loscuales se deben tomar las decisiones surge en primer plano. Partiendo de la base deque los recursos no son suficientes como para satisfacer todas las propuestas, seintroduce la nocin de prioridad, y con ella la necesidad de criterios para la toma dedecisiones, a veces inconmensurables, entre diferentes lneas de investigacin. A lolargo de la dcada de 1960 se suscit en las pginas de la revista britnica Minervauna discusin acerca de la forma en que deberan definirse y aplicarse estos criteriospara la toma de decisiones, en la que participaron acadmicos de distintas disciplinasy orientaciones. En l vemos una de las primeras y ms ricas discusiones acerca delo que implica el concepto de relevancia y sobre su papel en la toma de decisiones enpoltica cientfica.

    La polmica se abre con el ya clsico artculo de Michael Polanyi La repblica dela ciencia (1962). La postura de Polanyi representa claramente uno de los extremosdel debate. Afirma que cualquier intento de guiar la investigacin cientfica hacia unobjetivo distinto de s misma representa un intento de desviarse del avance de laciencia (1968 [1962]: 9). Por ello, a la hora de precisar criterios para la toma dedecisiones acerca del financiamiento a la ciencia postula tres criterios de mritocientfico que pueden considerarse internos a la prctica de la ciencia misma. Elprimero seala que cualquier contribucin debe tener un grado suficiente deplausibilidad de acuerdo a los estndares y las teoras admitidas en ese momento.Incluso un respetado cientfico podra ver su trabajo rechazado si plantea algo tanrevolucionario como improbable. En segundo lugar, Polanyi seala el valor cientficocomo criterio, el cual se compone de tres subcriterios: a) precisin, b) importanciasistemtica, y c) inters intrnseco del tema. La valoracin de este ltimo subcriteriopuede parecer hoy a nuestros ojos un tanto subjetiva, pues el ejemplo seala que losobjetos inanimados de la fsica son mucho menos interesantes que los seres vivosestudiados por la biologa. La aplicacin de los otros dos probablemente sea menoscontroversial: Polanyi afirma que la fsica supera a la biologa tanto en precisin comoen el alcance terico de sus hiptesis. Finalmente, el tercer criterio de mrito cientficose refiere a la originalidad, que puede ser medida en funcin de la sorpresa que sucomunicacin genera en los cientficos (Polanyi, 1968: 4-5).

    En abierto disenso con este enfoque, Alvin Weinberg seala la necesidad de contarcon criterios de otro tipo. Comienza por preguntarse cmo debe decidir un gobiernoentre grandes campos de la ciencia, particularmente las distintas ramas de la cienciabsica. Los mtodos que se han seguido hasta entonces le parecen a Weinberginsatisfactorios, principalmente los que -como los comits asesores del consejoasesor cientfico presidencial- se componen nicamente de paneles de expertos en lamateria. El sistema de paneles es dbil, en tanto juez, jurado, demandante ydefensor usualmente son uno y el mismo (1968 [1963]: 23). Este sesgo no pareceadecuado cuando lo que se busca es pensar la relevancia de un proyecto ms all deuna comunidad disciplinar especfica. Weinberg afirma que debemos tolerar e inclusofomentar la discusin de la validez relativa y la utilidad de la ciencia que financia la

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    sociedad, especialmente cuando requiere grandes sumas de dinero pblico. Con estefin propondr una nueva forma de pensar los criterios para la toma de decisiones enpoltica cientfica.

    A diferencia de la de Polanyi, su propuesta se caracteriza por diferenciar criteriosde tipo interno y externo. Los primeros son generados al interior del campo cientficoespecfico mismo y responden a la pregunta de cun bien se realiza la ciencia; por elcontrario, los externos se generan externamente a la disciplina especfica yresponden a la pregunta de por qu vale la pena impulsar una ciencia en particular.Estos ltimos son para Weinberg los ms importantes.

    Entre los criterios internos Weinberg menciona dos: a) la preparacin del campopara la investigacin particular, y b) la competencia de los cientficos que actan enese campo. stas son las cuestiones sobre las que generalmente se discute en lospaneles de expertos formados por los cientficos de la misma disciplina que decidensobre la asignacin de subsidios de investigacin. En esos casos, la principalpregunta que se hacen es cun bueno es el investigador. Sin embargo, y este es elpunto principal del argumento, Weinberg sostiene que no es defendible basarnuestros juicios nicamente en criterios de este tipo. La ciencia debe buscar apoyopor parte de la sociedad sobre razones distintas de que la ciencia se realiza de formacompetente y que est lista para desarrollarse; los cientficos no pueden esperar quela sociedad apoye la ciencia porque ellos la ven como una diversin encantadora(1968: 26). Por lo tanto, es necesario buscar criterios de tipo externo (a una disciplinaen particular o a la ciencia toda) para justificar la validez de una investigacin.Weinberg enumera tres posibles criterios de este tipo: el mrito tecnolgico, el mritocientfico y el mrito social. El primero se refiere a la capacidad de un campo cientficode producir aplicaciones deseables. El mrito cientfico, a diferencia de lo que podraparecer en primera instancia, no se superpone con los criterios internos antesmencionados. De lo que se trata en este punto es de saber si el desarrollo en esecampo cientfico especfico puede contribuir a echar luz sobre otras reas de laciencia. El campo que mayor mrito cientfico tiene es aquel que contribuye msfuertemente e ilumina las disciplinas cientficas vecinas (1968: 28). Finalmente, elmrito social es segn el autor el ms difcil de estos criterios. Se trata de larelevancia para el bienestar humano y los valores del hombre. Esto plantea variosproblemas: quin define los valores del hombre o incluso de nuestra sociedad? Eincluso si los tuviramos claros, sera tan fcil saber si una investigacin fomentaesos valores sociales? Algunos podrn ser fciles de definir y adoptar como mayornutricin o salud, pero otros como el prestigio nacional pueden ser mscontrovertidos.7 El punto final de Weinberg es que si bien los criterios internos sonnecesarios, no son suficientes para decidir sobre el financiamiento. Deben ponersesiempre en relacin con los criterios externos, especialmente en el tipo deinvestigaciones caractersticas de la Big Science, donde los montos de dinero sonmuy elevados.

    7. Uno de los principales debates epocales en los que estaba inmersa esta discusin era la legitimidad deaportar grandes sumas de dinero a la exploracin tripulada del espacio, a favor de la cual se argancuestiones de prestigio nacional.

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    Weinberg aclara que los criterios deben ser tiles para los casos en que se tengaque hacer frente a decisiones sobre campos inconmensurables. La validez de miscriterios depende de cun bien puedan servir para comparar campos que son difcilesde comparar (p. 29). En una contribucin posterior al mismo debate, Stephen Toulminsostiene que en una buena administracin debe tratar de respetarse el principio deno mezclar peras con manzanas. De esta manera, las comisiones cientficasasesoras slo deberan verse involucradas en la decisin acerca de alternativasconmensurables, mientras las decisiones acerca de qu campo cientfico debera serms estimulado son inconmensurables y corresponden a un nivel poltico y notcnico.8 En estos casos, las comisiones asesoras no deben suplantar las decisionesde los polticos sino procurar que sean mejor informadas (1968 [1964]: 77).9

    Hemos dicho que este debate era particularmente interesante para estudiar laderiva del concepto de relevancia. Aqu se discute explcitamente acerca de culesson los criterios que se deben emplear para priorizar las decisiones sobre grandesinversiones pblicas en ciencia y tecnologa. Podemos observar un desplazamientodesde el criterio claramente sectario que se evidenciaba en la dinmica de losconsejos de investigacin y bajo el cual relevancia se asimilaba a calidad acadmicaa una preocupacin por la justificacin externa al campo disciplinar, y un quiebre conla idea de que cualquier investigacin que sea factible de ser llevada adelante concalidad tiene derecho a ser financiada. En el debate de la revista Minerva, la posturade Polanyi resume la posicin de libre mercado y no intromisin en la tarea interna delos cientficos que caracteriz a los consejos de investigacin y a la cienciaacadmica. Por otra parte, la insistencia de Weinberg en la necesidad de empleartambin criterios externos seala este desplazamiento hacia la consideracin de unsentido de la relevancia que va ms all de la mera utilidad para el campo cientficoparticular e incluye -como ya haba propuesto hacer Kilgore- a los eventualesdestinatarios del conocimiento producido en la evaluacin externa. En trminosinstitucionales, mientras Polanyi era un hombre de la universidad, Weinberg pensabaen las caractersticas de la ciencia a gran escala que se realizaba en los laboratoriosnacionales, all las ingentes sumas de dinero requeridas, deban ser justificadas anteel poder poltico de un modo convincente.

    Como mencionamos al comienzo de la seccin, en este periodo surge lapreocupacin por coordinar las polticas de los distintos organismos que realizaninvestigacin cientfica. El debate se transporta entonces a un nivel nacional. Ya nose habla de la relevancia para una pequea comunidad disciplinar sino de larelevancia en funcin de objetivos nacionales, como podra ser el prestigio del pas,la capacidad de defensa ante ataques extranjeros, o en el caso de un anlisiseconmico como el de Carter (1968 [1963]) o Williams (1968 [1964]), la

    8. En otras palabras, Toulmin seala que es un error creer que la toma de decisiones puede tratarse como unproblema nico. La pluralidad de rdenes de mrito y criterios de decisin es inevitable. Buscar unametodologa que englobe a todas las decisiones por igual solo podr llevar a confusin (1968: 69).9. Hoy, con la gran produccin acadmica acerca de la expertise como un conocimiento cargado de valores,sera muy difcil sostener tericamente esta postura decisionista de una separacin tan tajante entre lo polticoy lo tcnico, si bien este es un principio que sigue permeando las burocracias estatales.

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    competitividad de las exportaciones o el crecimiento econmico. En los aos 60,como le haba sucedido 20 aos antes a los participantes del proyecto Manhattan,muchos cientficos dejan de ser ciudadanos cosmopolitas de la Repblica de laCiencia, y comienzan a tomar nota de los intereses estratgicos que estn detrs dequienes los financian.

    1.4. Ciencia, nacin y revolucin

    La ideologa ofertista que rigi la poltica cientfica latinoamericana en sus primerosmomentos encontr rpidamente fuertes opositores. El modelo lineal se basaba en laidea de que era necesario producir conocimientos bsicos, pues luego stos setraduciran de modo natural en aplicaciones tecnolgicas y bienestar social. No fuenecesario mucho tiempo para que se volviera evidente que esa transicin entre laciencia bsica y sus aplicaciones no funcionaba de ninguna manera en forma natural.Ante la falta de demanda de conocimientos por parte del sector industrial y unaideologa elitista, los consejos de investigacin, lejos de convertirse en motores de undesarrollo tecnolgico innovador, jugaron un papel cultural antes que econmico,buscando lograr la membresa plena en las comunidades cientficas de las disciplinasrespectivas. Con excepcin de algunas acciones locales especficas -como lamencionada en CNEA-, en trminos generales esto se tradujo en el desarrollo deagendas de investigacin de escasa conexin con las necesidades locales deconocimiento.

    En este marco surge la reflexin del movimiento que se denomin PensamientoLatinoamericano en Ciencia, Tecnologa y Desarrollo (Dagnino, Thomas y Davyt,1996; Mar y Martnez Vidal, 2003; Galante et al, 2009). Sus autores msrepresentativos -Amlcar Herrera, Jorge Sabato, Oscar Varsavsky- coincidan ms allde sus mltiples diferencias en criticar la forma en la que se haba llevado adelante lapoltica cientfica en la regin hasta ese momento. Sabato, vinculado a lasnecesidades de la industria, busc articular espacios de transferencia deconocimientos entre el sector pblico y privado en el rea de metalurgia, lejos de laciencia acadmica bsica que se produca en las universidades (Sabato, 2004).Herrera, un hombre de la universidad l mismo, se manifestaba en contra de ladesarticulacin entre las agendas de investigacin perseguidas y las necesidadeslocales (Herrera, 1971). Finalmente, Varsavsky -el ms radical- denunciaba elcarcter ideolgico del modo de produccin de conocimiento cientfico vigente ytrataba de sentar las bases de una ciencia que sirviera a la revolucin socialista(1972). Ms all de las fuertes diferencias, puede notarse una coincidencia en lo quehace a la crtica al modelo ofertista y la bsqueda de una poltica cientfica queresponda concientemente a un proyecto de pas, pues se perciba que la polticacientfica ofertista traa aparejada la consolidacin de ciertos lazos de dependenciaeconmica y cultural, que obturaban la posibilidad de pensar de forma autnoma culera el desarrollo cientfico-tecnolgico ms adecuado para cada pas latinoamericano.En esta lnea afirma Herrera que la estructura del desarrollo actual de la ciencia estdeterminado por las direcciones impuestas a la investigacin cientfica por lasnecesidades de los pases ms adelantados, y no por una especie de ley natural quedetermina inexorablemente la modalidad de crecimiento cientfico. Tratar de imitar

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    ciegamente esos modelos de desarrollo significa convertirse en subsidiarias desistemas concebidos para otras necesidades y recursos (1971: 92). De aqu sedesprende otra de las ideas fuerza, el error de la imitacin o transferencia de modelosinstitucionales creados para contextos diferentes del de aplicacin.10 La imitacin noimplica entonces solamente que esa institucin fracasar en sus intentos deinsertarse en la trama local, sino tambin que podra efectivamente integrarse en unatrama internacional y contribuir a un sistema de produccin de conocimientos regidopor intereses forneos. Para contribuir al progreso general de la ciencia, los pasesde Amrica Latina no tienen ninguna necesidad de seguir servilmente las direccionesy lneas de investigacin de los pases desarrollados; por el contrario, pueden realizaruna accin mucho ms efectiva a partir de temas elegidos de acuerdo con sus propiasnecesidades, porque de esa manera favorecern el avance de reas delconocimiento que por no interesar a las grandes potencias, se encuentranactualmente descuidadas (1971: 97). Se vuelve vital introducir criterios para priorizarciertos temas sobre otros, sin por eso caer en una ciencia nacionalista, ocupadasolamente de los problemas locales y aislada del contexto cientfico internacional(1971: 97). De lo que se trata para Herrera es de desarrollar una ciencia con un nivelde calidad acorde a los estndares internacionales, pero orientada a problemticaslocales.

    En torno a este ltimo punto encontramos el desacuerdo central entre Herrera yVarsavsky. Si para el primero lo principal es reorientar la investigacin cientfica endirecciones afines a las necesidades locales, para el segundo la reforma que deberealizarse es ms profunda y est ligada a un cambio de sistema poltico-econmicoglobal. Los criterios internacionales de evaluacin de la produccin cientfica estnimpregnados de valoraciones ideolgicas y no es tan fcil evaluar por separado lacalidad cientfica y la relevancia local del tema de investigacin. La propuesta deVarsavsky consiste en crear un nuevo estilo cientfico-tecnolgico que sea afn a unanueva sociedad socialista (1972: 46-49). Es necesario crear una ciencia de larevolucin. En qu consistira sta no es del todo claro, pero implicara una fuertecrtica de las modas impulsadas por criterios ajenos a la realidad latinoamericana, yfundamentalmente en el caso de las ciencias sociales, una transformacinmetodolgica sustancial, guiada por la aplicacin de una modelstica matemticanueva, y a la cual l estaba personalmente abocado.

    La discusin acerca de la relevancia tiene en Amrica Latina uno de sus momentosclmine en este momento. La relevancia en sentido sectario de los consejos deinvestigacin es entendida como criterios que responden a intereses exgenos. Elsentido nacional de coordinacin institucional que observbamos en la seccinanterior en textos como el de Shils toma en Amrica Latina un lugar central. Ya no setrata solamente, como pareca ser el caso en los EE.UU., de concentrar los esfuerzosde las distintas agencias en torno a unos criterios unificados para volver la polticacientfica ms racional y efectiva. En Amrica Latina, el riesgo no es ladescoordinacin, sino la dominacin.11 No slo hay que coordinar los esfuerzos, sino

    10. Vase Oteiza (1992) para la discusin latinoamericana o Rip (2009) para una discusin ms general sobrela tentacin de copiar polticas y modelos institucionales en el campo de ciencia y tecnologa.

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    que hay que imprimirles una direccionalidad que sea liberadora. Si en la discusinnorteamericana los distintos intereses que dan forma a las agendas sonprimordialmente intereses locales en conflicto en los que hay que poner orden yprioridades, en la situacin perifrica latinoamericana se trata de intereses nacionalesfrente a intereses forneos, y por lo tanto el componente nacional de la relevancia sevuelve central. A travs de la bsqueda de criterios para dar relevancia local a lasagendas de investigacin, se combate la dominacin econmico-cultural y no slo unproblema de carcter administrativo de buscar mejorar la eficiencia en la asignacinde fondos.

    1.5. La relevancia socio-ambiental: un eslabn perdido?

    En las periodizaciones de la poltica cientfica a nivel global, la ltima parte de los 60y el comienzo de los 70 suele caracterizarse como la fase de la relevancia (Elzingay Jamison, 1996). Segn seala un documento institucional de la National ScienceFoundation, el presidente Lyndon Johnson enmend los estatutos de la NSF en 1968especficamente con el fin de expandir la misin de la agencia a problemas queafecten directamente a la sociedad. Ahora relevancia se transform en la nuevapalabra de moda, plasmada en el lanzamiento en 1969 de un nuevo programallamado Investigacin Interdisciplinaria Relevante para los Problemas de NuestraSociedad (IRRPOS, por sus siglas en ingls), que financiaba proyectos en las reasde medio ambiente, problemas urbanos y energa (2000: 57).

    Esta preocupacin por los problemas sociales surge en el marco delestablecimiento de una academia disidente y movimientos contraculturales en losEstados Unidos y Europa Occidental, marcados por el rechazo a la guerra deVietnam, el hippismo, el ambientalismo, el feminismo, la revolucin sexual y la culturaasociada al consumo de drogas. Sus efectos al nivel de las polticas cientficas serelacionan fundamentalmente con una crtica de la I+D con fines militares y un fuerteaumento de la preocupacin acerca de las consecuencias medioambientales deldesarrollo cientfico tecnolgico. No se trataba, sin embargo, meramente de unareorientacin hacia fines sociales, sino que lo que se buscaba era el control y laparticipacin de esos otros grupos sociales sobre las agendas de investigacin. Estasideas, que Elzinga y Jamison sealan como parte de una doctrina tecnocrtica deingeniera social, fueron plasmadas en el documento de la OCDE Science, Growthand Society: a New Perspective (1971). Sobre este trabajo, uno de sus autores,Harvey Brooks, comenta que tras una breve poca de euforia por los logros de laGran Ciencia se empez a ver la ciencia y la racionalidad como la fuente delproblema en vez de como la base para su solucin y los problemas sociales seconsideraron de forma creciente como los efectos secundarios del progreso de laciencia y la tecnologa (1986: 130; citado en Elzinga y Jamison).12 Salvo excepciones

    11. El problema de las descoordinacin tambin ha sido y es hoy grave. En esa misma dcada, se plante enla Argentina la discusin acerca de la inexistencia de un espacio de coordinacin de las instituciones querealizaban investigacin cientfico-tecnolgica. Como resultado de esto se cre el Consejo Nacional deCiencia y Tecnologa, cuya secretara tcnica luego fue el embrin de lo que hoy es el Ministerio de Ciencia yTecnologa. De acuerdo a lo que seala Castex (1981: 147-148), la inspiracin no vino de los EE.UU., sino deun viaje realizado a Alemania y Blgica. Vase Feld (2010) para una historia del surgimiento del CONACyT.

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    ms radicales como un subgrupo marxista de la organizacin Science for the People,la mayora de las presiones se dieron a travs de grupos ecologistas y pacifistas. Anivel institucional, los intereses de estos grupos se plasmaron en la creacin deorganismos dedicados a la evaluacin de tecnologas como la Office of TechnologyAssessment en 1972 en los Estados Unidos y otras agencias ligadas a la proteccinambiental.13

    En estos aos, la situacin en Amrica Latina se vea de modo diferente. Comomencionamos en la seccin anterior, la relevancia en sentido nacional, asociada auna bsqueda de autonoma en la definicin de las agendas de investigacin, fue elsentido que prim en la segunda parte de la dcada del 60 y principios de los 70.14 Elproceso de radicalizacin poltica que oper en la regin a partir de la RevolucinCubana de 1959 se hizo or en la academia y la comunidad cientfica. As como enlos EE.UU. y Europa surga una academia disidente ligada a un sentido de larelevancia que podemos caracterizar como socio-ambiental, en Amrica Latina lapreocupacin por la autonoma fcilmente pudo ligarse a marxismo y revolucin.15 Untestimonio de un cientfico argentino puede quizs hacer ms grfica la comparacin:

    Cuando hablo con colegas de mi edad formados en otros pases,ya sea en Europa o los Estados Unidos, y juntos recordamos losaos 60, coincidimos en que nuestra generacin es un producto delas transiciones culturales ocurridas en esa dcada, pero hayaspectos de tal identificacin que son interesantes. Mis colegas delNorte identifican como aspectos salientes de esa poca la msicacontempornea o la irrupcin de la droga, en especial la marihuana,la aparicin de las corrientes hippies o la revolucin sexual. (...) Loque tie en cambio las memorias de esos aos en Argentina es, encambio, el fermento poltico, nuestras discusiones se daban enprimer lugar entre las distintas vertientes del marxismo leninismo yel desarrollismo, sobre las distintas posturas de interpretacin de lahistoria social y sobre todo el futuro de la sociedad. Discutamospor ejemplo si tal o cual grupo estudiantil era historicista,obrerista, centrista, frentepopulista o correa de transmisin de lapequea burguesa (Kacelnik, en Rotunno y Daz de Guijarro,2003: 150-151).

    En igual lnea pueden situarse los trabajos de Varsavsky mencionados en la seccinanterior. La preocupacin all es eminentemente poltica, se trata de generar una

    12. De la evolucin de esta hiptesis surgirn luego conceptos como el de sociedad del riesgo, de UlrichBeck, para el cual la ciencia y la tecnologa no slo se considera fuente del problema sino son tambinherramienta para su resolucin. Los problemas generados por la ciencia slo podrn ser resueltos por laciencia misma.13. Vase Delvenne et al (2009) respecto a la difusin de las metodologas de evaluacin tecnolgica enEE.UU. y Europa y su carencia en Amrica Latina.14. Cabe aclarar que fue el sentido que prim en las reflexiones sobre la poltica cientfica de los autoressealados. Hasta qu punto algunas de sus recomendaciones se hicieron efectivas en la poltica cientfica delos diferentes pases es algo que debe estudiarse ms detalladamente caso por caso.15. Esto no quiere decir que un sentido revolucionario no incluya las consideraciones de tipo sociales. Dehecho, la relevancia local que se buscaba en los textos de Herrera est directamente relacionada concuestiones sociales. El sentido revolucionario fundamentalmente subsume lo social y desdibuja lo ambientalen funcin de lo poltico.

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    nueva ciencia para una nueva sociedad, y la relevancia de las investigaciones debeevaluarse en funcin del proyecto nacional al que se quiera servir. En tanto, elproyecto que motiva toda la reflexin de Varsavsky es el de un socialismo creativo,volver relevante la ciencia en su visin es transformarla en la ciencia de larevolucin. Si bien -como todos sabemos- la revolucin que esperaba no tuvo nuncalugar, este sentido de la relevancia estuvo asociado al proyecto de la UniversidadNacional y Popular de Buenos Aires, llevado adelante por las agrupaciones de laizquierda peronista que se fortalecieron durante el breve gobierno de Cmpora y losprimeros tiempos del tercer gobierno peronista. En el intento de volcar toda la vidauniversitaria al proyecto un proyecto revolucionario de liberacin nacional,reaparecen tpicos afines al pensamiento de Varsavsky: Debemos recordar que elapoliticismo de la ciencia ha sido frreamente defendido por la universidad liberal-burguesa, en cuyo seno los representantes de la oligarqua se oponen, con los mssutiles argumentos, a la orientacin del conocimiento que pueda poner en peligro labase de sustentacin de sus posiciones (documento de la UNPBA de 1973, citadoen Dono Rubio y Lzzari, 2009). En la prctica esto signific una agenda deinvestigacin ligada a las necesidades de los sectores populares, con una filosofa deintervencin social-extensionismo muy fuerte. Entre las medidas tomadas puedecitarse la instalacin de un laboratorio para produccin de medicamentos en laFacultad de Farmacia y Bioqumica en colaboracin con el Ministerio de SaludPblica, el compromiso con el proyecto de desarrollo agropecuario de la zonasemirida del Chaco, la participacin intensa de la Facultad de Derecho en una seriede consultorios jurdicos barriales, e importantes trabajos de construccin de viviendapopular por parte de la Facultad de Arquitectura en asentamientos precarios de lospartidos de San Martn, 3 de Febrero y Quilmes (Recalde, 2007: 307-314; PrezLindo, 1985: 170-172).

    En estos aos, la relevancia en sentido nacional-autonomista o luego revolucionarioocup la esfera pblica en las discusiones sobre la poltica cientfico-tecnolgica. Sibien puede citarse la experiencia del Modelo Mundial Latinoamericano llevadoadelante por la Fundacin Bariloche bajo la direccin de Amlcar Herrera en 1973,donde se incluan variables ambientales, la apuesta fuerte estaba ligada a lo poltico,y una vez ms, a la idea de generar un pensamiento autnomo para Amrica Latina,desafiando las conclusiones del informe Los lmites al crecimiento (Herrera et al,2003; Meadows et al, 1971). Las consecuencias del nfasis en lo poltico y elconsecuente menor hincapi en los factores ambientales, sumado a la ola dedictaduras que se instalaron en el continente a lo largo de la dcada de 1970,produjeron que una generacin de instrumentos de poltica cientfica, aquellos ligadospor ejemplo a la evaluacin tecnolgica y la participacin de actores caractersticosde la cultura cvica en los temas de ciencia y tecnologa, no se institucionalizara en laregin. Cuando retorne la democracia en los 80, la fase de la relevancia ya habaacabado y las prioridades a nivel global eran otras.16

    16. Puede pensarse que la carencia de estos instrumentos a travs de los cuales se puede trabajarcrticamente desde el Estado con distintas expertises le ha producido a pases latinoamericanos dificultadespara abordar controversias ambientales y cientfico-tcnicas. Un caso notable es el de las pasteras entreArgentina y Uruguay. Vase Vara (2007).

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    1.6. Un nuevo contrato social para la ciencia acadmica

    En la dcada de 1980 la efervescencia social de los 70 dio paso a un programa msconservador. La OCDE lanz el documento Science and Technology Policy for the80s, en el cual se llamaba a los pases a emprender una poltica industrial activa y abuscar una mayor cooperacin entre universidades e industria. Respecto de esteltimo punto, ya desde principios de la dcada se haban comenzado a realizartransformaciones regulatorias en distintos pases para facilitar este acercamiento. Deacuerdo con el estudio comparativo de lo sucedido en las legislaciones de los pasesanglosajones realizado por Slaughter y Leslie (1997) en la dcada del 80 seimpusieron polticas que trataban a la I+D universitaria como fuente de riqueza, ypropiciaban la celebracin de acuerdos de investigacin contratada con empresas.17Quiz la medida ms prototpica tomada en esta direccin haya sido la leyestadounidense Bayh-Dole. De acuerdo con esta normativa de 1980, lasuniversidades quedaban facultadas para patentar como propios los resultados de lasinvestigaciones cientficas financiadas con fondos federales, lo cual antes slo eraposible a travs de la compleja tramitacin de una excepcin para el caso.

    Estas medidas fueron integradas luego en el marco de un discurso ms amplio, quese continu desarrollando durante la dcada de los 90, acerca del surgimiento de unnuevo contrato social entre la ciencia y la tecnologa y la sociedad. El contrato originalde autonoma relativa, que habra quedado fijado desde 1945 junto al modelo lineal,podra caracterizarse como el acuerdo de la comunidad poltica de proveer recursosa la comunidad cientfica y de permitirle a sta retener sus mecanismos de decisin,y en contrapartida esperar beneficios tecnolgicos futuros no especificados (Guston,2000: 62).18 Este nuevo contrato estimulara un mayor vnculo entre cientficos ypromotores y un mayor control sobre el trabajo efectivo de investigacin por parte deestos ltimos a travs de la inclusin de criterios externos a la comunidad cientficaen la evaluacin de proyectos. Asimismo, los acadmicos son incentivados a trabajaren temas que puedan ser relevantes para aquellos con capacidad de financiar lainvestigacin, en tanto les generan acceso a nuevos recursos econmicos parainvestigar a la vez que a la posibilidad de obtener ganancias personales. Lacontracara de esto es la disminucin -a travs de recortes en el financiamientoinstitucional- en la libertad individual de los profesores para llevar adelanteinvestigaciones en los temas que despiertan su curiosidad. En trminos generalestambin se redefine el rol del estado, pasando de una postura planificadora en funcinde objetivos nacionales y prioridades (pero relativamente permisiva ante el manejodiscrecional de stas por los cientficos) a permitir un mayor juego entre los distintosactores, sin la pretensin de monopolizar criterios, sino ms bien facilitando losvnculos entre ellos, con el objetivo final de generar innovaciones tecnolgicas.

    17. Con la excepcin de Canad, donde hubo una fuerte resistencia.18. Como han sealado Pestre (2003) y Rip (2009) entre otros, las relaciones entre ciencia y sociedad debenrastrearse por lo menos hasta el siglo XVII durante el surgimiento de la ciencia moderna. Sin embargo, estecontrato de autonoma relativa sera el original desde la institucionalizacin de la poltica cientfica como hoyla conocemos.

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    Desde las distintas vertientes disciplinares agrupadas en los estudios sobre ciencia,tecnologa y sociedad, se ha buscado conceptualizar estas transformaciones. As hansurgido conceptos como los de investigacin estratgica (Irvine y Martin, 1984),modos de produccin del conocimiento (Gibbons et al, 1994), sistemas deinnovacin (Lundvall, 1992, entre otros), triple hlice de relaciones entreuniversidad, estado e industria (Etzkowitz y Leydesdorff, 1998, 2000), cienciapostacadmica (Ziman, 1994, 2000) o capitalismo acadmico (Slaughter y Leslie,1997). Estos conceptos presentan mltiples y complejos matices, pero comparten laidea de que a partir de los aos 80 se han puesto en marcha importantestransformaciones en el campo de la ciencia acadmica. Algunos, como Slaughter yLeslie o Ziman ven estos cambios en forma negativa, mientras otros como Gibbons oEtzkowitz los celebran y fomentan.19 En lo que sigue discutiremos ms en detalle lapropuesta de Gibbons et al. (1994, 1998), en tanto ha sido una de las ms influyentesen todo el campo de la poltica cientfica y de educacin superior y disciplinasvecinas.20

    En este proceso transformativo, que Gibbons y otros (1994, traduccin al espaol1997) han denominado la emergencia de un nuevo modo de produccin delconocimiento, se destaca la creciente importancia de actores externos a la comunidadcientfica en la definicin de las lneas de investigacin. Si bien esto no era infrecuenteen la investigacin de tipo aplicado llevadas a cabo en agencias gubernamentales oen laboratorios industriales -pensemos en la investigacin blica-, la cienciaacadmica pareca haber podido mantenerse en un campo de una relativaautonoma. Sin embargo, para los autores esto est justamente en proceso detransformacin. La propuesta de Gibbons consiste en oponer de modo binario dosmodos de producir conocimiento. Frente al contexto acadmico, disciplinar,homogneo, autnomo, y tradicional en lo que hace al control de calidad deldenominado modo 1, el modo 2 por oposicin correspondera a la produccin deconocimiento en el contexto de una aplicacin, en forma transdisciplinar,heterognea, reflexiva socialmente y con nuevos mecanismos de control de calidad.Si bien se supone que el modo 2 podra coexistir con el modo 1, segn ciertos pasajesdel texto, la coexistencia no sera sin subordinacin del viejo al nuevo modo.21 Cabeaclarar que el libro de Gibbons ha sido fuertemente criticado por varios motivos, entrelos que se destacan la carencia de una slida base emprica ni un anclaje terico enla sociologa, la historia, la economa o la epistemologa, la existencia de un matiznormativo nunca explcitamente reconocido y por no proveer un programa emprico

    19. El artculo de Hessels y van Lente (2008) es una excelente comparacin y resumen de algunos de estosenfoques. En castellano, Jimnez Buedo y Ramos Vielba (2009) han realizado una comparacin de losmarcos de Gibbons et al., Ziman y Funtowicz.20. Como es sabido -y ha sido documentado en un anlisis bibliomtrico por Hessels y van Lente (2008)-, lainfluencia del texto de Gibbons ha sido vasta, y se ha concentrado ms en el mbito de la poltica cientficaque en el de los estudios sociales de la ciencia. Encabezan las revistas con ms citas del libro de 1994Science and Public Policy y Research Policy. Publicaciones ms representativas de los estudios sociales dela ciencia como Science, Technology and Human Values o Social Studies of Science aparecen recin en lospuestos 12 y 14, respectivamente.21. Estamos convencidos de que el modo 1 se incorporar dentro del sistema ms amplio que hemos dadoen llamar modo 2... (1997: 200).

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    de investigacin que pudiera poner a prueba las hiptesis propuestas.22 Sin embargo,ha recibido mucha atencin de parte del campo de la poltica cientfica y susconceptos han sido utilizados en documentos afines a la poltica pblica, como ser porejemplo el informe preparado por el mismo Gibbons para la conferencia mundial deeducacin superior de 1998 Relevancia de la Educacin Superior en el siglo XXI, queretoma los lineamientos del texto de 1994.23

    Las relaciones entre ciencia y sociedad en el modo 2 tienen un carcter diferente alconocido en el contrato social anterior. Gibbons afirma que este nuevo paradigmaintroduce un tipo de produccin de conocimientos con mayor reflexividad social, lacual se pone en prctica a travs de un cambio radical en los mtodos de evaluacincientfica, en la cual -como ya hemos mencionado- pueden jugar un rol central loscriterios de relevancia. El modo 2 supone una estrecha interaccin entre muchosactores (...), lo que significa que esa produccin de conocimiento adquiere cada vezuna mayor responsabilidad social (1997: 8). La multiplicidad de actores involucradostraera como consecuencia entonces tambin la necesidad de redefinir mspluralmente los criterios que determinan qu es buena ciencia y qu no. Elsignificado de reflexividad social en este contexto no es sin embargo del todo claro,pero apunta a que las decisiones relativas a la produccin de conocimiento no debentomarse aisladamente de aquellos que luego podran hacer un uso de esos saberes.As, un nmero creciente de grupos de inters y de los llamados preocupados estnexigiendo una representacin en la determinacin de la agenda poltica y el posteriorproceso de decisiones. En el modo 2, la sensibilidad hacia el impacto de lainvestigacin est presente desde el principio (1997: 19). Es decir que unconocimiento producido de modo socialmente reflexivo es aquel que tiene en cuentaa un contexto que excede el acadmico en la determinacin de sus objetivos deproduccin. Para lograr este acercamiento entre oferta y demanda de conocimientoses necesario entonces modificar los criterios por los que el saber es validado. En elmodo 1, los mecanismos de revisin por pares se consideraban la regla dorada; en elmodo 2, en cambio, el control debe ampliarse para cubrir otros intereses. SegnGibbons, al criterio de inters intelectual se le aaden otras cuestiones, como porejemplo: Si se encuentra la solucin, ser competitiva en el mercado?, serefectiva en cuanto al coste?, ser socialmente aceptable? (1997: 21). Laampliacin de la base no redundar en una menor calidad, sino simplemente en unacalidad distinta, ms compuesta y multidimensional. Si bien esto puede generartensiones con las estructuras legitimadoras previamente establecidas, los autoresafirman -sin ocultar una pretensin normativa- que hay que adaptar las normas quehan gobernado la produccin de conocimiento cientfico porque las actuales ya no seperciben como adecuadas para el desarrollo continuo de la propia ciencia (1997: 49).

    22. Vase Hessels y van Lente (2008: 750-755) para un resumen y sistematizacin de las objeciones.23. Para un anlisis crtico de las implicancias de este concepto para la educacin superior, vase Naidorf,Giordana y Horn (2007). De cualquier manera, el concepto de relevancia que maneja Gibbons no es el quevertebra este trabajo, sino una instanciacin concreta de un sentido del mismo aplicado a realizar unaprescripcin a las universidades acerca de cmo deben comportarse en el modo 2.

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    La inclusin de nuevos actores y consecuentemente de nuevos criterios de juiciopara el conocimiento producido vuelve pblica la discusin acerca de los objetivos dela produccin de conocimiento misma. La ciencia acadmica y el sistema deevaluacin asociado a ella han privilegiado como el fin ltimo de la empresa cientficala contribucin desinteresada al acervo de conocimiento sobre nuestro mundo naturaly social. El modo 2, en cambio, implica la incorporacin explcita de objetivos de corteinstrumental. Como la produccin y distribucin de conocimiento se hallan muchoms estrechamente relacionadas en el modo 2 de lo que estuvieron en el modo 1, (...)se ha hecho ms difcil [para los consumidores potenciales] mantenerse al margen delproceso de produccin de conocimiento y esperar a explicar sus resultados mstarde. En resumen, tanto el sector acadmico como el industrial tienen queconvertirse en participantes en la produccin de un conocimiento que tenga potencialpara crear riqueza (1997: 77).

    Llegados a este punto podramos preguntarnos con qu objetivo se incorpora en elmodo 2 la participacin de actores externos a la comunidad cientfica. La participacinde nuevos actores no se justifica en una mocin democratizadora, sino de ndolefundamentalmente econmica. Se busca la participacin de actores externos comopatrocinadores y posibles usuarios del conocimiento producido. Se buscaconocimiento que pueda generar riqueza, pero no se habla de la distribucin de esariqueza. Hablar de la apertura de las decisiones a otros actores y sus criterios de unmodo as de ambiguo puede sencillamente implicar la sustitucin del patronazgo delEstado por el de intereses particulares que pretenden la orientacin de lainvestigacin a reas especficas que les aportan ganancia, y no en funcin de ningnbien comn. El estado no desaparece como financiador, sino que adopta las nuevasreglas de juego haciendo explcitos sus objetivos en la distribucin de fondos ycontrolando ms los resultados obtenidos. Por otra parte si los nicos que puedenparticipar en la imposicin de nuevos criterios son aquellos que luego tienen el poderde financiar la investigacin, pasaramos de un ideal desinteresado y meritocrtico delsistema cientfico a uno plutocrtico, envuelto en una retrica participativa.

    En trminos de nuestro anlisis de la relevancia, vemos emerger aqu un sentidomercantil. Se vuelve relevante la investigacin que es capaz de movilizar intereses enel mercado de patrocinadores pblicos y privados de la ciencia. Los investigadores seven forzados a adaptarse a las demandas externas pues los recursos estn cada vezms direccionados y, en la medida en que sus conocimientos lo permiten, lospromotores pueden evaluar si satisfacen o no sus requerimientos. Lo que esteesquema cristaliza es una completa instrumentalizacin completa de la investigacinacadmica. Las decisiones de agenda recaern fundamentalmente en los estrategascorporativos para el caso del financiamiento privado y de los policy-makers en el delos fondos pblicos. En ambos casos, se conceptualiza a la comunidad acadmicacomo un cuerpo de ejecutores que, respondiendo a determinados incentivos dendole fundamentalmente econmica, adecuarn su trabajo a lo solicitado por lospatrocinadores. Si en el contrato social clsico, primaba un sentido sectario derelevancia, donde los criterios para otorgar premios y castigos eran definidos dentrode la comunidad cientfica misma, en estos nuevos tiempos la relevancia se define enfuncin del juego oferta de conocimiento por parte de los acadmicos y la demanda

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    de conocimiento por parte de los patrocinadores, en un juego en el que prima laracionalidad econmica.24

    Este cambio en las polticas para la ciencia acadmica produjo tambin una fuerteresistencia de sesgo generalmente conservador. Representantes de la comunidadcientfica han descrito la transformacin del ethos clsico mertoniano decomunitarismo, universalismo, desinters y escepticismo organizado por la inclusinde valores propios de la investigacin industrial en las prcticas cientficas, como lapropiedad intelectual, el autoritarismo, el trabajo contratado o la figura del experto(Ziman, 2000: 78-79). El concepto de capitalismo acadmico de Slaughter y Leslie(1997) representa el punto de vista conservador mencionado. Estos autores,embanderados en una defensa de las universidades frente al mercado y unaresistencia a la adopcin de conductas afines a la racionalidad econmica por partede los acadmicos, terminan implcitamente reclamando un retorno al modelo lineal ysu esquema de autonoma relativa. Al afirmar que en estos aos las polticas para laI+D acadmica, el elemento vital de la educacin de posgrado, se transformaron enpolticas cientfico-tecnolgicas (1997: 211), se obvia el hecho de que en el fondosiempre fueron polticas de promocin de la ciencia y la tecnologa para fines que ibanms all de lo acadmico, slo que durante la vigencia absoluta del modelo lineal, nose les reclam a los cientficos que dieran demasiada cuenta de las posibilidades deaplicacin de los conocimientos generados. En contraposicin al sentido mercantilimpulsado desde las polticas de ciencia, tecnologa e innovacin, desde algunossectores de la academia se responde con una concepcin anticomercial, quereivindica los fines culturales e intelectuales de la investigacin acadmica y recela dela determinacin externa de agendas de investigacin.25

    1.7. El nuevo contrato social desde la periferia

    Tras el clima de alta movilizacin poltica que se vivi en Amrica Latina en la primeraparte de la dcada de 1970, una ola de dictaduras se sucedi en muchos pases delcontinente, forzando a muchos cientficos y tecnlogos al exilio. Con la notoriaexcepcin de Brasil, donde los militares tuvieron una poltica de apoyo a la industria,en la mayora de los pases de Amrica Latina el que sigui fue un periodo dedesindustrializacin y apertura de la economa. Luego, cuando retorn la democraciay se podra esperar un cambio de rumbo, el rpido desmantelamiento del mundobipolar y la emergencia del Consenso de Washington derivaron en polticas queprofundizaban la tendencia mencionada de desregulacin y apertura.Especficamente en el campo de las polticas de ciencia y tecnologa, en los aos 90se introdujeron en la regin, por la influencia de organismos internacionales como elBanco Interamericano de Desarrollo, enfoques ligados al nuevo contrato social

    24. Obviamente los cientficos tambin poseen recursos para maquillar sus agendas de modo tal de volverlasaparentemente afines a lo requerido externamente. Vase, por ejemplo, Zabala (2010). Es por ello que, comodice Arie Rip (2009), no es posible pensar seriamente una poltica cientfica sin conocer los mecanismosinternos de funcionamiento de los cientficos mismos. Un mero dirigismo externo nunca podra funcionar.25. Como veremos, el rechazo a la mercantilizacin de la academia no necesariamente lleva a la posicin derenegar de la posibilidad de un mayor compromiso social de la universidad.

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    mencionado en la seccin anterior. Fundamentalmente, las polticas adoptaron elconcepto de Sistema Nacional de Innovacin, derivado de los trabajos deeconomistas evolucionistas como Christopher Freeman, Bengt-Ake Lundvall yCharles Edquist. Este enfoque, originalmente diseado para describir las relacionesentre los distintos actores que participan en la produccin de conocimiento y permitircomparaciones entre las diferentes configuraciones existentes, es adoptado enAmrica Latina con un matiz normativo (Arocena y Sutz, 2002). Un conceptoelaborado ex post reverbera en las recomendaciones polticas para los pasessubdesarrollados como un modelo que puede ser definido ex ante. As, loscomponentes desarticulados de una red de productores y usuarios de conocimientosse transforman en un sistema nacional de innovacin que debe ser fomentado,dinamizado, fortalecido y integrado.

    El enfoque de los Sistemas Nacionales de Innovacin comparte algunas ideasbsicas con el planteo de Gibbons et al (1994) que reseamos en la seccin anterior.En ambos casos existe un fuerte rechazo al modelo lineal y una bsqueda de unainteraccin ms estrecha entre productores y usuarios de conocimiento y elreconocimiento del importante papel que ocupan las organizaciones intermedias. Laheterogeneidad con la que Gibbons caracterizaba el modo 2 se refleja en ladiversidad de instituciones y relaciones entabladas dentro de la red que caracteriza aun sistema de innovacin (Hessels y Van Lente, 2008: 745). Por otra parte, el rechazoal modelo lineal sostenido por ambos enfoques sugiere un cambio en el papel delEstado, que ya no deber desempearse como el patrocinador de la ciencia bsicasino como un actor importante -si bien no el nico- en estas nuevas redes. All, sufuncin se asimilar ms a la de un facilitador de relaciones en el marco de los nuevosesquemas de gobernanza que a la del dueo del sistema.26

    Las caractersticas de los sistemas de innovacin de Amrica Latina no permiten untraslado directo de estos enfoques de los pases centrales a la regin. La bajademanda de conocimiento por parte del sector productivo, el predominio de lainvestigacin bsica patrocinada por el estado antes que de la investigacin industrialaplicada, sumados a una industria que invierte muy poco en I+D y un perfil deinstituciones de educacin superior ms ligadas a la formacin de profesionales quea la investigacin cientfica, configuran una situacin en la que difcilmente lossistemas nacionales de innovacin o el modo 2 puedan surgir naturalmente. En elcampo de la educacin superior pblica, por ejemplo, las medidas de fomento a lavinculacin universidad-empresa vinieron acompaadas de un fuerte recorte defondos estatales, lo cual afect a las instituciones universitarias que deban salir enbusca de convenios y recursos externos para poder seguir realizando las actividadesbsicas para las que antes tenan un financiamiento asegurado. Sin embargo, estabsqueda de una diversificacin del financiamiento no ha llevado a los resultadosesperados: a mediados de los aos 90, las universidades de la Argentina, Mxico,Colombia, Costa Rica y Ecuador reciban ms del 90% del presupuesto de susgobiernos (Daz Barriga, 1997, citado en Arocena y Sutz, 2001: 1223). Por otra parte,

    26. Para una discusin del sentido del concepto de gobernanza, vase Muoz (2005)

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    dada la inexistencia de gran cantidad de empresas demandando el conocimiento quelas universidades podan generar, en muchos casos stas terminaban vendiendoservicios tcnicos de baja complejidad, compitiendo con sus propios egresados(Naidorf, 2009).

    En lo que hace a las polticas de ciencia y tecnologa, durante los aos 90 laimplantacin del modelo de los sistemas de innovacin vino acompaada de unacento en las polticas de tipo horizontal, que se proponan promover la innovacinsea donde esta ocurriera, sin determinar en forma efectiva reas estratgicas a nivelnacional o regional (Chudnovsky, 1999: 169).27 All donde hubiera una alianzaprometedora entre investigadores y representantes del sector productivo, el estadopodra contribuir a financiar y facilitar estas interacciones. Sin embargo, como sealaAlbornoz (1997), la poltica cientfica en un contexto como el latinoamericano nopuede partir nicamente de fomentar las vinculaciones, sino que debe contribuir a lapromocin de la existencia de los actores de por s, ya que a priori es poco probableque ellos abunden en nuestras sociedades (1997: 114).

    Los sentidos de la relevancia involucrados en el debate de los aos 90 son una vezms diversos. El sentido que habamos identificado en la seccin anterior comomercantil se pone aqu fuertemente de manifiesto en el enfoque de las nuevaspolticas de ciencia y tecnologa de los aos 90. El desfinanciamiento de lainvestigacin bsica y la predileccin por la investigacin con fines comercialesmuestra de qu manera lo relevante, en la visin de los policy-makers, no son msque los conocimientos que puedan luego aportar dividendos. Este sentido mercantilno se agota en lo meramente institucional (el dinero para hacer funcionar launiversidad por ejemplo), sino que se entronca en un discurso econmico ms amplioacerca de la competitividad. La economa se volver competitiva a nivel internacionalsi puede ofrecer productos con un alto valor agregado derivados, entre otras fuentes,de la I+D acadmica. De cualquier modo sera un error establecer una relacinbiunvoca entre este sentido mercantil y el discurso de la competitividad, pues yahemos visto en los aos 60 que el sentido nacional de la relevancia poda tambinentroncarse con un discurso sobre el prestigio y la competitividad nacionales enmateria econmica.

    Finalmente, cabe destacar que este sentido mercantil de la relevancia no fueaceptado de forma unnime. Por el contrario, del mismo modo que ciertas figuras dela comunidad cientfica criticaron en los pases anglosajones, la mercantilizacin dela academia y el cambio de las reglas de juego para la investigacin universitaria enAmrica Latina se dejaron escuchar voces en la misma direccin (Mollis, 2003;Schugurensky y Naidorf, 2004; Llomovatte y Naidorf, 2010). Tomando el concepto derelevancia para la educacin superior que Gibbons (1998) construye sobre la base delmodo 2, Naishtat (2003) aboga por un ethos de la impertinencia epistmica, que no

    27. Como seala Chudnovsky (1999: 158), no hay que identificar necesariamente polticas horizontales consistemas de innovacin. Algunos autores de esta corriente como Dahlmann y Nelson podran alinearse conlas polticas horizontales y el Consenso de Washington, mientras que otros como Freeman o Lall haranhincapi en la importancia de las polticas selectivas en lo sectorial y tecnolgico.

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    confine a los investigadores a estudiar slo sobre aquellas temticas que interesan almercado y brinde un espacio para saberes impertinentes. Por otra parte, hay quedistinguir que en algunos casos, como por ejemplo en Naidorf y Llomovatte (2010), elrechazo al sentido mercantil no va asociado a un reclamo conservador de que lascosas vuelvan a ser lo que eran, restaurando el modelo lineal. Hay en estas autorasuna propuesta alternativa de darle un sentido polticamente comprometido a laproduccin de conocimientos, que apunte a la transformacin de la estructura social.Esta aproximacin comparte ese objetivo con el sentido revolucionario de los aos 70,si bien en un marco poltico-histrico menos radical. Por ltimo, Arocena y Sutz(2011), en una postura de mayor respeto y apreciacin por las relaciones de mercado,tambin sealan que es necesario darle a la produccin de conocimiento un sentidode la relevancia que est ligado a las necesidades sociales insatisfechas y aprogramas para mitigar la desigualdad social.

    1.8. Los sentidos de la relevancia: una recapitulacin

    A lo largo de las secciones anteriores hemos recorrido un largo camino, identificandoy contraponiendo distintas concepciones de la relevancia en la poltica cientficaglobal y sus especificaciones a nivel latinoamericano. En un nivel global, primerosealamos la emergencia de un sentido sectario ligado a la identificacin de lorelevante como lo acadmicamente ms calificado en el marco de un debate internoa la comunidad cientfica. Este sentido era subsidiario del esquema poltico delmodelo lineal, de acuerdo al cual los cientficos gozaban de una cierta autonomarelativa que les permita monopolizar los criterios de asignacin de fondos paraciencia bsica a travs de los comits de pares. Si bien el discurso estaba ligadoexplcitamente a la calidad acadmica, no ignoramos que no existe una visinunnime sobre cmo evaluarla y que tras esta se esconden en numerosasoportunidades otras motivaciones mucho ms mundanas. Es por ello que pensamoseste primer sentido como sectario, en tanto lo que se busca es beneficiar al propiogrupo, entendido como comunidad cientfica, disciplinaria, subdisciplinaria, grupo deinvestigacin, etc. En parte, en oposicin a esta concepcin tan cerrada sobre smisma sealamos el surgimiento de un sentido nacional, de acuerdo al cual la varapara medir la relevancia iba ms all de la comunidad cientfica y se situaba en elnivel de las prioridades nacionales. Los participantes del debate de la revista Minervabuscaron identificar criterios que permitieran jerarquizar cierto tipo de campos deinvestigacin por sobre otros, arguyendo que algunos de ellos podan ser ms afinesa los objetivos nacionales antes que otros. Sin embargo, la pregunta acerca de cmodefinir claramente estos objetivos nacionales quedaba fuera del marco del debate, enmanos de polticos de pura cepa. Ms adelante, sobre finales de la dcada de 1960la confianza en la capacidad de la ciencia y la tecnologa para resolver los grandesproblemas se redujo y dio paso a una preocupacin por el desarrollo de la sociedaden el largo plazo, e incorpor como variable potencialmente negativa a los efectossociales y ambientales de la ciencia y la tecnologa. De cifrar la respuesta a nuestrasdificultades, la ciencia y la tecnologa pasaron a ser vistas tambin como generadorasde nuevas dificultades. As es como surge lo que dimos en llamar un sentido socio-ambiental de la relevancia, donde lo nacional en sentido estricto deja lugar a unapreocupacin ms local por la calidad de vida y la confianza en el desarrollo cientfico-tecnolgico merma. Finalmente, en los aos 80 la emergencia de lo que fue llamado

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    un nuevo contrato social entre ciencia, tecnologa y sociedad dio lugarsimultneamente a un sentido mercantil y a una reaccin anticomercial. En laconcepcin mercantil, el conocimiento relevante es aquel que puede sercomercializado, sea en el corto o en el mediano plazo. Las promesas de la utilidad enel futuro lejano que eran aceptables en el modelo lineal ya no cuajan en este nuevoesquema. En contraposicin, se potencia una concepcin anticomercial delconocimiento, que parte de la resistencia a la introduccin de conductas ligadas alcomportamiento econmico en las universidades, desde la competencia por fondosexternos a la privatizacin del conocimiento a travs de patentes y acuerdos deconfidencialidad. Esta reaccin anticomercial recientemente se ha entroncado con undiscurso ms amplio de defensa de los bienes comunes, con el conocimiento comouno de ellos. De esta manera, esta actitud reactiva podra terminar de constituirsecomo una concepcin completa de la relevancia, en tanto introduce no slo criteriosnegativos -rechazar los mecanismos mercantiles de asignacin de prioridades- sinotambin positivos -la conformacin de agendas de investigacin sobre la concepcin,la gestin, la defensa y el uso de los bienes comunes-.

    A nivel latinoamericano, los sentidos de la relevancia que hemos mencionado seespecifican de un modo particular, acarreando una parte del significado que tenan anivel global y resignificando otra. La instalacin de los consejos de investigacin a lolargo de todo el continente en los aos 50 incorpor a la poltica cientficalatinoamericana el sentido sectario de la relevancia. Las comunidades cientficasfueron los principales destinatarios de estas instituciones, y los criterios de seleccinque se implementaron respondan a los intereses de los cientficos que formabanparte de sus comits de evaluacin. Puede pensarse que dada, la falta de demandade conocimiento cientfico por parte de los actores del medio local, las presiones enAmrica Latina por la incorporacin de otro tipo de criterios fue incluso menos fuerteque en los pases desarrollados, donde la industria ejerca mucho ms fuertementesu poder de lobby para influir en las agendas. En la segunda parte de los aos 60, sibien no siempre toma cuerpo en las polticas efectivas, con el surgimiento delPensamiento Latinoamericano en Ciencia, Tecnologa y Desarrollo se discute msabiertamente la dimensin nacional de la relevancia. A diferencia de lo que sucede enel hemisferio norte, en Amrica Latina ciencia y tecnologa no son slo elementospara aumentar el prestigio nacional, el potencial blico o la competitividad de laeconoma, tambin son un espacio donde las relaciones de dependencia se hacenmanifiestas, a la vez que herramientas que, una vez depuradas de estoscomponentes de colonialidad, pueden servir para la liberacin nacional y regional. Enel marco del clima de radicalizacin poltica de comienzos de los 70 surge un sentidorevolucionario de la relevancia, ligado a la creacin de una ciencia y tecnologa quefuera compatible con un proyecto revolucionario de izquierda. La capacidad de servira los objetivos de esta nueva sociedad sera la vara por la cual podra evaluarse losnuevos conocimientos. A partir de fines de los aos 80 comenzaron a penetrar losenfoques ligados al nuevo contrato social. Se instal en Amrica Latina tambin unaconcepcin mercantil, que fue enrgicamente rechazada por amplios sectores de lacomunidad cientfica. Esta reaccin anticomercial, amn de la existencia de un sectorconservador que reclamaba implcitamente el retorno al modelo lineal, tambin semanifest en un sector que adopt un sentido polticamente comprometido de larelevancia, buscando criterios que den forma a una agenda alternativa, orientada a la

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    produccin de conocimientos afines a los intereses de aquellos que no tienencapacidad de financiar la investigacin, como por ejemplo, los casos de fallas demercado en enfermedades desatendidas o las tecnologas diseadas para lainclusin social.

    2. Un paso adelante: por un sentido pblico de la relevancia

    Las concepciones de la relevancia que hemos reseado se pueden distinguir por losvalores que sostienen y los intereses que representan, desde los de la comunidadcientfica en el sentido sectario o los del mercado en el mercantil pasando por los deliderazgo nacional o los revolucionarios, hemos podido ir configurando una granpluralidad de enfoques. En lo que sigue ahora, ya no nos propondremos describir lasconcepciones ms importantes de la relevancia, sino avanzar con una nuevapropuesta. El sentido pblico de la relevancia, que queremos desarrollar, se basa enun valor que si bien ha estado presente en el recorrido que hemos hecho, nunca fuecentral. Se trata del valor de la participacin de una amplia pluralidad de actores enla definicin de la poltica en ciencia y tecnologa. Nuestro sentido pblico ser unsentido que reconozca los mecanismos participativos como una de las bases de lapoltica cientfico-tecnolgica.

    La existencia de espacios de participacin pblica en el campo cientfico-tecnolgico no es nueva. Sin embargo, su uso se ha visto restringidofundamentalmente al anlisis de lo que se denomina ciencia para la poltica, esdecir, los casos en los que las polticas pblicas de salud o medio ambiente necesitande un conocimiento cientfico confiable para tomar decisiones regulatorias. Laexistencia de paneles mixtos de cientficos -muchos de ellos con visiones e interesescontrapuestos-, organizaciones ciudadanas, sindicatos, empresarios y otros gruposde inters han generado la doble posibilidad de dar elementos para una crtica de laneutralidad de la expertise cientfico-tcnica y legitimar los nuevos tipos de experticia(Douglas, 2009; Irwin, 1995). Sobre esta base se han realizado numerosasexperiencias de evaluacin de riesgo sobre temas como nanotecnologas, alimentosgenticamente modificados o clulas madres, y se han diseado protocolos como lasconferencias de consenso, los talleres de escenario o los jurados ciudadanos (Abelsy Bora, 2004; Deblonde et al, 2008; Powell y Kleinman, 2008; Marris et al, 2008).

    El surgimiento de estas iniciativas puede retrotraerse en nuestro relato anterior a laconcepcin socio-ambiental de la relevancia, momento en el cual las condiciones nodeseadas de la tecnologa comenzaron a ser percibidas como amenazantes y dieronlugar al surgimiento de algunas instituciones especializadas en la materia, como laOficina de Evaluacin Tecnolgica del Congreso norteamericano en 1972. Sinembargo, no hay en ese momento todava una preocupacin por la participacinpblica de una amplia gama de actores, sino un enfoque tecnocrtico que privilegiael saber acadmico experto (Bimber, 1995; Petermann, 1999). Este tipo deinstituciones adoptar un perfil ms plural cuando se instalen en Europa en lasdcadas siguientes (Delvenne, 2010). En Amrica Latina, en tanto, salvo algunasexcepciones como la experiencia de una conferencia de consenso en Chile acerca dela privacidad de los registros mdicos (Pellegrini Filho, 2004), no parece haber un

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    gran inters de parte de los actores polticos de desarrollar estas metodologas. Comohemos sealado anteriormente, una posible explicacin para el lugar marginal que lasevaluaciones participativas de tecnologas ocupan en la agenda pblica puederelacionarse con que la emergencia de un sentido socio-ambiental de la relevancia esmucho ms reciente en Amrica Latina, y no termina de imponerse ni en la polticacientfica ni en las polticas regulatorias sectoriales. Esto no quiere decir que noexistan en Amrica Latina casos en los que este tipo de metodologas podranaplicarse con utilidad, como las disputas en torno a recursos naturales como lagenerada por la megaminera o el emplazamiento de grandes instalacionesindustriales, como fue la situacin con las pasteras del ro Uruguay.

    El sentido pblico de la relevancia que queremos proponer aqu no se limita ni secentra en buscar la aplicacin de estas metodologas en una regin del mundo en lacual, por distintos motivos, no se desarrollaron. No. Este sentido pblico de larelevancia es una propuesta no para la ciencia para la poltica sino para la polticapara la ciencia, es decir, la poltica cientfica de la que venimos hablando desde elcomienzo del artculo. De lo que se trata aqu es de pensar una forma de introduciren la discusin por la relevancia de la investigacin cientfico-tecnolgica los puntosde vista de