Viajando por la provincia de Valladolid

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RÍO ZAPARDIEL

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RÍO CEGA

ARROYO VALCORBA

RÍO DURATÓN

ARROYO JARAMIEL

RÍO ESGUEVA

RÍO

PISUERGA

RÍO DUERORÍO

HORNIJA

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AJOZ

RÍO SEQUILLO

ARRO

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BUST

ILLO

RÍO

VA

LDER

ADUE

Y

RÍO CEA

Tordesillas

La Seca

Villanuevade Duero Viana

de Cega

Lagunade Duero

La Cistérniga

VALLADOLID

Aldeamayor deSan Martín

Mojados

PortilloValdestillas

Medinadel Campo

Rueda

Serrada

MatapozuelosVentosa dela Cuesta

Rodilana

Pozaldez

Villaverdede Medina

Pozal deGallinas

El CampilloNueva Villade las Torres

Brahojosde Medina

Velascálvaro

Nava del Rey

Bobadilladel Campo

Rubí deBracamonte San Vicente

del Palacio

Gomeznarro

Ramiro

Lomoviejo

Fuente el SolCervillegode la Cruz

El Carpio

Salvador deZapardiel Muriel de

Zapardiel

San Pablo dela Moraleja

Almenarade Adaja

Olmedo

La Zarza

Moraleja delas Panaderas

Bocigas

FuenteOlmedo

Llano deOlmedo

Aguasal

Puras

Calabazas

Torrecilladel Valle

Alcazarén

Hornillosde Eresma

Pedrajas deSan Esteban

Íscar

Megeces

Cogecesde Íscar

Aldea deSan Miguel

Arrabalde Portillo

La Pedrajade Portillo

Boecillo

Herrerade Duero

Tudelade Duero

La Parrilla

Montemayor dePililla

San Migueldel Arroyo

Santiagodel Arroyo

Camporredondo

Viloriadel Henar

Cogeces del MonteAldealbar

Torresc;árcela

Bahabónde Valcorba

Campaspero

Canalejasde Peñafiel

Rábano

Quintanillade Onésimo

Langayo

Manzanillo PeñafielMélida

Torrede Peñafiel

Fompedraza

Aldeayuso

Molpeceres

Olmosde Peñafiel

Castrillode Duero

Bocosde Duero

CurielValdearcosde la Vega

Corralesde Duero

San Llorente

Roturas

Piñel deArriba

Piñel de Abajo

Padillade Duero

Pesquerade Duero

Quintanillade Arriba

San Bernardo

Valbuenade Duero

Olivaresde Duero

CastrilloTejeriego

Villafuerte

Encinasde Esgueva

Fombellida

Canillasde Esgueva

Torre deEsguevaCastroverde

de Cerrato

Villaco

AmusquilloEsguevillasde Esgueva

Piña deEsgueva

Villanuevade los Infantes

Olmosde Esgueva

Villarmenterode Esgueva

Castronuevode EsguevaRenedo Villavaquerín

Villabáñez

Sardónde Duero

Santibáñezde Valcorba

Traspinedo

Foncastín

San Migueldel Pino

Villamarciel

Velilla

Villaviejadel Cerro

Puente Duero

Sieteiglesiasde Trabancos

Castronuño

Alaejos

Fresnoel Viejo

Torrecillade la Órden

Castrejónde Trabancos

Pollos

San Románde Hornija

Villafrancadel Duero

Torrecillade la Abadesa

Pedrosadel Rey

Villalar delos Comuneros

Casasolade Arión

Villalbarba

MarzalesVega deValdetronco

Gallegosde Hornija

San Salvador

VillasexmirTorrelobatón

Ciguñuela

Castrodeza

Wamba

Villanubla

Zaratán

Bercero

Berceruelo

Adalia

Mota delMarqués

Torrecillade la Orden

Barruelodel Valle San Pelayo

Matilla delos Caños

Velliza

Villán deTordesillas

Robladillo

Peñaflorde Hornija

San Cebriánde Mazote

La SantaEspina

CastromonteVillagarcíade Campos

Urueña

Benarfaces

Tiedra

Castromembibre

Villavellid

San Pedrode Latarce

Villardefrades

Villanueva delos Caballeros

Pozuelo dela Orden

Cabrerosdel Monte

TordehumosVillabrágima

Valverdede Campos

La Mudarra

Mucientes

Moralesde Campos

Villaesper

Medina deRioseco

VillafrechósSanta Eufemiadel Arroyo

Barcial dela Loma

Villamurielde Campos

Palazuelode Vedija

Berrueces

Aguilarde Campos

Villalánde Campos

Bolañosde Campos

Valdunquillo Villavicenciode los Caballeros

Moral dela Reina

Ceinosde Campos

Villacid deCampos Cuenca

de Campos

La Uniónde Campos Urones de

Castroponce

Becilla deValderaduey

Castroponce

Mayorga

Castrobol

Villalón de Campos

Herrínde Campos

Gordalizade la Loma Bustillo

de Chaves

Villanueva dela Condesa

Villacarralón

Vega deRuiponce

Villagómezla Nueva

Cabezón deValderaduey

Villalba dela Loma

Saelices de Mayorga

Monasteriode Vega

Melgar deAbajo

Melgarde Arriba

Santervásde Campos

Zorita dela Loma

Villacreces

Villafrades de Campos

Gatón deCampos

Villabaruzde Campos

Tamariz deCampos

Villanuevade San Mancio

Palaciosde Campos

Montealegre

Valdenebrode los Valles

Villalba delos Alcores

Quintanillade Trigueros

Trigueros del Valle

Corcos del ValleCubillas deSanta Marta

Cigales

Valoriala Buena

Fuensaldaña

Cabezón San Martínde Valvení

Roalesde Campos

Quintanilladel Molar

Simancas

Geria

Arroyo dela Encomienda

Cubillas

Ataquines

Fontihoyuelo

Santovenia de Pisuerga

Corcos de Aguilarejo

Pedroso dela abadesa

HonquilanaHoncalada

Dueñasde Medina

Carrioncillo

San Llorente

N-601

N-601

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A-6

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N-122

C-610

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V ia jando por la p rov inc ia de Valladolid

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Tierra de Horizontes

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EDITA:

DIPUTACIÓN DE VALLADOLIDPATRONATO PROVINCIAL DE TURISMO

DISEÑO Y REALIZACIÓN: Quadro4 Publicidad&Comunicación

Fotografías: Archivo Diputación Provincial de ValladolidJustino DíezSantos CidJavier PrietoLuis Laforga

DEPÓSITO LEGAL: VA-371-2009I.S.B.N.: 978-84-7852-956-8

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Presentación del Presidente

Decía Emily Dickinson que, para viajar lejos, nada mejor que un libro. El

mérito de este que tiene en sus manos es que está hecho para viajar cerca,

por las tierras de nuestra provincia, y con él en las alforjas –que el pan

de viaje no hace bulto– emprender la jornada hacia las honduras del

tiempo y de la Historia.

Estas diez rutas por los pueblos y las comarcas de la Provincia de Valladolid

nos guiarán por las lejanías del pasado, el más remoto y el más reciente,

para que las imágenes de las que hoy podemos disfrutar revivan ante la

mirada del viajero con la fuerza que les corresponde. Las ruinas pueden ser

el símbolo de una decadencia, pero también de la pujanza y el vigor ante

la adversidad pues, a pesar de los años y las inclemencias de los siglos,

permanecen en su sitio, como los únicos testigos verdaderos de los

avatares de nuestra historia. En perfecto ajuste con el paisaje, los

monumentos y las huellas del hombre han conformado un territorio hermoso

e ilustre, del que como vallisoletanos hemos de sentirnos orgullosos.

Que esta guía encamine nuestros pasos y nos adentre en el alma de esta

encrucijada histórica y natural que es la Provincia de Valladolid, y que no

nos permita olvidar nunca aquello que escribió el dramaturgo Carlo

Goldoni: “Un viajero sabio nunca desprecia su propio país”. Con este

espíritu, lector, pasa la página para iniciar el viaje por estas tierras.

RAMIRO F. RUIZ MEDRANOPresidente de la Diputación de Valladolid

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Índice

CAMPOS DE QUIMERA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

La Ciudad de los Almirantes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16

El tesoro de Campos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20

El tobogán de Napoleón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21

La ribera del Sequillo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24

Semana Santa en Rioseco . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25

El Escorial de Campos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31

El cerro de las señales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38

El confín de la navegación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45

Prodigio mudéjar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50

La huella de Fray Gerundio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57

Ruta: El Canal de Campos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 62

PALOMARES, ROLLOS Y TORRES CON VISTAS . . . . . . . . . . . . . . . . . 65

Adobe y soportales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67

El Riñón de Campos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 70

El Canal de las Lluvias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73

Juan Gris en Villalón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 76

La Pasión de Villavicencio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77

La huella de los templarios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 78

La encrucijada de los romanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83

El bullicio de los juncos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 86

La baranda de los reyes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 88

El señorío de los vencejos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 92

La Carrera Zamorana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95

El mascarón de las llanuras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99

El mirador de los vacceos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103

El Museo del Pan . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 108

El solaz del filósofo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 110

La cornisa de Campos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111

Ruta: Orillas del Cea . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 116

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MONTES TOROZOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119

El recinto de la cultura . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 122

El valle de los monjes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 126

Páramos de asceta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 130

La Villa del Libro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 132

La encrucijada de los montes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 135

Territorio literario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 136

Balcón de lejanías . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139

La fortaleza de Azaña . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 142

El rey a su pesar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 146

El espolón de los Torozos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 150

El último bastión de los comuneros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 152

Centro de Interpretación

de la Naturaleza de Matallana . . . . . . . . . . . . . . . . . . 153

Hornacina del viento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 157

La encrucijada de los trajinantes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161

El valle de los mozárabes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 164

Ruta: El embalse del Bajoz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 168

LA RIBERA DEL PISUERGA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 171

La ciudad de los museos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 173

Paseo monumental . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 174

La fortaleza de la identidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 177

El señorío de los majuelos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 180

La catedral del vino . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 183

La Corte de los Catarros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 185

El valle de los hombres libres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 186

El valle del oro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 194

El valle benigno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 197

El soto de Aguilarejo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 199

El vado de los vacceos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 201

El Canal de Castilla . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 204

Ruta: Los cortados del Pisuerga . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 208

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LA VEGA DE LOS REYES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 211

El testamento de Adán . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 216

El castillo del Rey . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 219

La ladera de las fuentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 223

El tesoro del Duero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 225

El arroyo de los molinos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 226

La ribera de las monjas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 228

La Florida del Duero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 230

Banderas de abril . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 234

Ruta: La posada de las garzas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 240

VALLES DEL ESGUEVA Y JARAMIEL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 243

La isla de los prodigios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 246

El Valle de los Seis Sentidos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 252

El corazón del valle . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 258

El valle del Jaramiel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 267

Ruta: El embalse de Encinas de Esgueva . . . . . . . . . . . . . . . . 272

LA RIBERA DE LOS CASTILLOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 275

La fortaleza del vino . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 278

La plaza del Coso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 280

El valle del Empecinado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 283

El Duratón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 286

La Churrería . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 287

La ciudad de los vacceos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 288

La bajada del ángel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 289

La ribera de los audaces . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 291

La isla de los monjes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 295

El baluarte de doña Berenguela . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 298

El valle del Cuco . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 301

Ruta: El mirador de las Pinzas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 304

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LA RIBERA DE LOS MONASTERIOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 307

Abrazada por el Duero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 309

El Canal del Duero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 311

La ribera tortuosa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 313

Abadía de Retuerta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 317

La cima de Valladolid . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 320

El tren del trigo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 321

El monte de las dunas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 325

La ribera de los pinares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 328

Ruta: El valle del Valcorba . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 334

TIERRA DE PINARES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 337

La llave de Castilla . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 341

La Flor de Olmedo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 345

El ocaso de los romanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 346

Viaje al Siglo de Oro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 347

La campiña de los romanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 349

El Cuarto del Monte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 354

La Tierra de Íscar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 358

El vértice de la prosperidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 360

La Tierra de Portillo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 364

Los caminos de la Corte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 371

Ruta: Acantilados de arena . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 380

TIERRA DE MEDINA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 383

La Villa de las Ferias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 387

Abierto los domingos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 389

La Giralda de Pinares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 393

Museo de las Ferias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 396

Semana Santa en Medina del Campo . . . . . . . . . . . . . 397

Los blasones del vino . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 400

Memoria de un éxodo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 410

La Corte del Zapardiel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 413

Mástiles del raso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 417

La campiña de los lavajos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 426

La cañada de las Mostrencas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 431

Confín mudéjar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 434

Ruta: El alcornocal de Foncastín . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 442

BIBLIOGRAFÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 445

ÍNDICE DE LUGARES Y PERSONAJES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 451

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A María José Polo Coca,

que me vinculó para siempre a Valladolid

Ernesto Escapa

ESTA TIERRA

No me busques en los montes

por altos que sean,

ni me busques en la mar

por grande que te parezca.

Búscame aquí, en esta tierra

llana, con puente y pinar,

con almena y agua lenta,

donde se escucha volar

aunque el sonido se pierda…

Francisco Pino

11

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1Campos de quimera

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RÍO B

AJOZZ

RÍO SEQUEQUILLO

ARRO

YOYO

BUST

ILLO

RÍO

VA

LDER

ADUE

Y

RÍO SEQU

OYO

EQUILLO

B l

Peñaflorde Hornija

b

La SantaEspina

CastromonteVillagarcíade Campos

Urueña

Villavellid

San Pedrode Latarce

Villardefrades

Villanueva delos Caballeros

Pozuelo dela Orden

Cabrerosdel Monte

TordehumosVillabrágima

Valverdede Campos

La Mudarra

Moralesde Campos

Villaesper

Medina deRioseco

VillafrechósSanta Eufemiadel Arroyo

Barcial dela Loma

Villamurielde Campos

Palazuelode Vedija

Berrueces

Aguilarde Campos

Villalánde Campos

Bolañosde Campos

Valdunquillo Villavicenciode los Caballeros

Moral dela Reina

Ceinosde Campos

Villacid deCampos Cuenca

de Campos

La Uniónde Campos Urones de

Castroponce

Becilla deValderaduey

Villalón de Campos

de Campos

Villafrades de Campos

Gatón deCampos

Villabaruzde Campos

Tamariz deCampos

Villanuevade San Mancio

Palaciosde Campos

Montealegre

Valdenebrode los Valles

Villlos

N-601

N-610

N-610

C-612

N-601

A 6

C-612

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Page 17: Viajando por la provincia de Valladolid

Campos de quimera

El canal diseñado por los ilustrados, que alcanzó la dársena de Rioseco con un

siglo de retraso, hizo realidad por un tiempo el espejismo del oleaje cereal y

del título nobiliario de los almirantes de Castilla. Este empleo cortesano, con-

vertido por Alfonso Enríquez en hereditario, conllevaba la actividad militar ma-

rítima y la jurisdicción civil y criminal sobre todos los puertos del reino. En 1421,

el primer almirante recibe de Juan II el señorío de Medina de Rioseco, que am-

pliará con el dominio de otras villas y lugares de Tierra de Campos. Su esplen-

dor dinástico se refleja en la riqueza monumental de la comarca entre los si-

glos quince y dieciocho. Las ferias y mercados de Rioseco se convirtieron en

punto de encuentro de arrieros maragatos, asturianos y gallegos, alcanzando

la villa una pujanza que traduce la divisa de India Chica. Según Andrés Muñoz,

“tenía entonces unos doce mil habitantes, y se cuenta que mil de sus vecinos

eran millonarios”. Aquel trasiego comercial provocó que fuera el riosecano

Bartolomé Salvador el autor del primer tratado español de contabilidad. Lue-

go, las aventuras cortesanas de los almirantes fueron debilitando el pulso de

la villa, hasta deslizarse por una lenta decadencia, en la que ya se encontraba

el 10 de mayo de 1632, cuando recibió de Felipe IV el título de ciudad.

La derrota del Moclín, el 14 de julio de 1808, y el consiguiente saqueo de los

franceses sumergieron a la ciudad en una profunda depresión. Además de los

destrozos materiales, que afectaron a muchas casas y al propio palacio de los

almirantes, su censo registró toda suerte de ultrajes, incluyendo más de

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setenta muertes. La expectativa del Canal de Castilla, que una vez concluidas

las obras en Valladolid acometió el tramo de Campos entre Paredes de Nava

y Medina de Rioseco, empezó a aliviar el plomo de la derrota. Alrededor del

canal, que da salida a la producción agraria de la comarca, se instalan fábri-

cas de harina, molinos de papel, batanes de curtidos y talleres siderúrgicos.

Además, sus aguas ponen en regadío la vega del Sequillo. Este atisbo de pros-

peridad coincide con el proceso desamortizador, que ocasiona la ruina de los

conventos de Santo Domingo y de San Francisco. El primero, más cercano a la

dársena del canal, sirvió como cantera para su construcción. También se de-

rribó entonces la iglesia románica de San Miguel de Mediavilla. La llegada,

en septiembre de 1884, del tren de vía estrecha desde Valladolid abrió nuevas

perspectivas a la comarca. En 1912 enlazó con Villada, a través de Moral de

la Reina, Cuenca de Campos y Villalón, y tres años más tarde, con Palanqui-

nos, por Palazuelo de Vedija, Villamuriel de Campos y Barcial de la Loma. De-

jó de circular el 11 de julio de 1969.

LA CIUDAD DE LOS ALMIRANTES

Desde una decadencia que llegó a parecer irremediable, Medina de Rioseco

ha ido fraguando paso a paso su rescate, hasta convertirse en uno de los con-

juntos más gratos para cualquier visitante. Ahora añade a sus bazas históricas

y monumentales el aliciente de un museo modélico, en San Francisco, y la aven-

tura insólita de navegar la meseta, descubriendo en barco el Canal de Campos.

Quizá lo más llamativo de Rioseco para el viajero que se le acerca sea la arbo-

ladura de sus torres, todas distintas y aupadas sobre la leve mota que abraza

el Sequillo. Unamuno, que fue visitante asiduo de sus procesiones, vio sus cua-

tro iglesias mayores como otras tantas naves varadas “en que las aves tejen

nido”. Don Miguel acudía con su hijo en coche desde Palencia, a meditar un ra-

to en la capilla de los Benavente, y a veces se hospedaba donde ahora está la

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s Panorámica de Medina de Rioseco

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Page 19: Viajando por la provincia de Valladolid

Casa de Cultura, una solana de la plaza que todavía se conoce como el Rincón

de Unamuno.

El desvío del tráfico, que discurre lamiendo su casco histórico, ha mostrado a

los pasajeros durante estos últimos años la cara menos grata de la ciudad, que

entre otros piropos rimbombantes también recibió el de India Chica. Lejos que-

dan aquellos tiempos de lenta travesía por la Rúa porticada, una de las calles

más hermosas que uno pueda encontrar en cualquier lugar. Viniendo de la ca-

pital, desde el otro lado del Sequillo, la ciudad impone su silueta aérea, a pe-

sar de la envergadura de sus pérdidas. Ni memoria se guarda ya del castillo o

del fastuoso palacio de los Almirantes de Castilla, cuyo solar ocupan sendos

parques. Antes de cruzar el riachuelo, queda a la derecha el convento de San-

ta Clara, con los escudos de los Enríquez en la puerta. Lo mejor del conjunto

es su iglesia clasicista, obra de Francisco de Praves.

La ronda rodada discurre junto al parque del Duque de Osuna y gira en los jar-

dines del castillo. Entre ambos, asomada en lo alto, queda la puerta de Zamo-

ra. Antiguos grabados muestran los edificios desaparecidos y permiten cali-

brar la calamidad de su pérdida. Dos leones de aquel palacio flanquean aho-

ra la entrada al parque, donde también se homenajea al viejo tren de vía es-

trecha que con sus ramales secundarios articuló la Tierra de Campos. Al otro

lado de la carretera se atisba de fondo la plaza de toros, y cerca el convento

del Carmen, recientemente abandonado por las monjas. Del corro de Santo

Domingo, donde está la iglesia de San Pedro, sale el camino de Castilviejo,

que lleva a la ermita, enclavada en un paraje precioso, a cuatro kilómetros del

núcleo. En el corro del santo desemboca también la Rúa, que se extiende has-

ta la plaza Mayor. La tercera calle a la izquierda es la de Santa María, que con-

duce a la iglesia principal de la ciudad.

Los corros de los templos mayores, sobre todo Santa María y Santiago, resul-

tan muy menguados para poder apreciar el despliegue vertical de estas cate-

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Campos de quimera

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Page 20: Viajando por la provincia de Valladolid

drales de Campos. Santa María se apellida de Mediavilla y su emplazamien-

to hace justicia a esa centralidad. La riqueza de las portadas góticas y el faro

barroco de su torre no predisponen, sin embargo, para la sorpresa que supo-

ne al viajero, entre tanta riqueza interior, la capilla de los Benavente, obra de

los hermanos Corral de Villalpando, que ahora se puede ver con una ilumina-

ción correcta y limpia su policromía del sarro de los humos. Una leyenda rio-

secana atribuía la costra que velaba su programa iconográfico a la venganza

del mariscal francés que tomó la ciudad en el verano de 1808, quien puso el

fogón de la tropa en este recinto de las maravillas. Los elogios más conocidos

de esta capilla, en la que un esqueleto toca la guitarra, corresponden a García

Lorca, que atisbó al duende en medio de la enramada renacentista, a Eugenio

D’Ors, que incluso hizo un parangón con la Capilla Sixtina, al fiel Unamuno y

a doña Emilia Pardo Bazán.

De nuevo en la Rúa, que en su recorrido sigue el camino del sol, la siguiente

parada es ante Santa Cruz, otro templo rescatado de la ruina, como se apre-

cia por su cubierta interior. En la plaza Mayor, el consistorio es un edificio mo-

derno que se alza sobre un tramo de la arquería del claustro de San Francisco.

Se hizo en los setenta, destruyendo el ayuntamiento neomudéjar de media-

dos del diecinueve. El recinto de la plaza se ha ido cerrando, aunque no alcan-

za el sabor de los corros parroquiales. Con todo, donde más se nota la mano

de los cuidados recientes es en el flanco de la ciudad que mira al Sequillo, des-

de San Francisco al arco de San Sebastián. San Francisco reúne el tesoro de

la Ciudad de los Almirantes y el legado de Campos en una muestra que reco-

rre con solvencia su desarrollo histórico. También las piezas más notables, co-

mo la custodia de Arfe o los barros de Juni o las tribunas de yeso de los Corral

de Villalpando. Pero el despliegue interior de San Francisco tampoco es para

que te lo cuenten, sino para disfrutarlo.

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s Santa María, en Medina de Rioseco

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Page 21: Viajando por la provincia de Valladolid

Por la ronda de Santa Ana, el viajero llega hasta la puerta de Ajújar, uno de los

lugares más hermosos de Rioseco. Luego, por la calle de la Doctrina prosigue

hasta la portada lateral plateresca de Santiago, pasando por el rincón del

Teatro Principal, acomodado a mediados del diecinueve en el solar de una igle-

sia penitencial. El interior de Santiago resulta de una belleza deslumbrante,

que remata el retablo mayor, obra barroca del artista local Tomás Sierra. Sus

bóvedas combinan la decoración en blanco con policromías y son una de las

cumbres del barroco castellano. Siguiendo este rumbo, la visita culmina en la

dársena del Canal de Castilla. En el desagüe de su remanso hacia el río se su-

ceden las fábricas de harina monumentales: Santa Rita, junto a la puerta de

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Campos de quimera

s Iglesia de Santa Cruzs Iglesia de Santa Cruz

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Page 22: Viajando por la provincia de Valladolid

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EL TESORO DE CAMPOS

La magnífica colección de arte sacro reunida en Medina de Rioseco haencontrado acomodo en la rehabilitada iglesia del convento de SanFrancisco, donde las piezas integran un discurso fluido, que las contex-tualiza en la historia de la ciudad, en la peripecia del conjunto conventualque las acoge, surgido del impulso de los Enríquez, y en el marco de laspropias capillas del templo tardogótico. Entre sus ornatos destacan lastribunas de los Corral de Villapando, los retablos de piedra labrados porMiguel de Espinosa con los barros polícromos de Juni y las figuras oran-tes en bronce de Cristóbal Andino. La colección de pintura exhibe variasseries de procedencia flamenca, entre las que destacan la referida a laVida de Jesús y María, de Gerard Seghers y Pier van Lint; la Adoraciónde los pastores y la Crucifixión; un Apostolado, que es copia del pintadopor Rubens para el duque de Lerma; y la Vida de San José, de PeeterSion. Es importante también el fondo de imaginería religiosa policromadade los siglos dieciséis al dieciocho, que incluye varias obras de los Sierra,familia de artistas riosecanos barrocos. La colección de diez marfiles fili-pinos, donada por el arzobispo Antonio Payno en el siglo diecisiete, cons-tituye, por el mestizaje cultural que la inspira, el mejor conjunto del arteprimoroso de la eboraria. Pero donde se refleja con más generosidad elesplendor artístico de la India Chica es en el despliegue de orfebrería,que tiene una de sus joyas en la custodia procesional de Antonio Arfe.

s Martirio de San Sebastián, de Juan de Junis Martirio de San Sebastián, de Juan de Juni

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Page 23: Viajando por la provincia de Valladolid

San Sebastián; más arriba, La Pura; y asomada a la concha, San Antonio, cu-

yo interior intacto se visita. De la dársena parte el barco turístico Antonio de

Ulloa, que recorre el canal hasta la séptima esclusa. Este viaje insólito es la

mejor despedida a la Ciudad de los Almirantes. Porque nos conecta con aquel

sueño ilustrado que fue la quimera del mar, el vínculo navegable entre el mar

cereal y el océano.

EL TOBOGÁN DE NAPOLEÓN

La villa de Palacios de Campos arrastra el estigma de haber sido catapul-

ta para el feroz saqueo de Rioseco por los franceses. De ahí le vino el decli-

ve de sus palacios, la mudanza de apellido y de provincia e incluso la men-

gua de su rango municipal a simple pedanía. Cuando se conmemoran los dos

siglos de aquella fatal batalla del Moclín, que Napoleón mandó grabar en el

Arco del Triunfo de París junto a sus éxitos más decisivos, ya no cabe duda

de que Palacios ha pagado bien caro el pasimisí a las tropas imperiales que

tomaron Rioseco el 14 de julio de 1808 a la hora de la comida. Para abreviar

el balance, es uno de los escasos núcleos de Valladolid que carece del rango

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s Palacios de Campos

Campos de quimera

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Page 24: Viajando por la provincia de Valladolid

municipal. Así que comparte el título de villa con la condición administrativa

subalterna de pedanía. El despojo sucedió a la catástrofe del Moclín, un epi-

sodio bélico en el que el ejército español, con una superioridad de 7.385 efec-

tivos, que se traduce en tres militares por cada dos franceses, fue derrotado

y puesto en desbandada, dejando indefenso Rioseco a la voracidad del sa-

queo. Los datos se recitan pronto, pero hay que mirar el escenario para cre-

erse aquel batacazo. Las tropas españolas de Blake estaban apostadas so-

bre el páramo de Valdecuevas, a la izquierda del mogote del Moclín, domi-

nando la entrada a Rioseco desde Palencia y Valladolid, mientras las de Cues-

ta guardaban la senda del Sequillo, entre el camino de Villanueva de San

Mancio y la puerta de Ajújar.

Así que eran más y mejor situados. Los franceses arrancaron de Tordehumos

a las dos de aquella madrugada. A las seis ya estaban en Palacios, que enton-

ces se apellidaba de Meneses. Como no había adelanto horario, en ese mo-

mento empezaba a amanecer. La disculpa de los militares españoles que han

historiado el fiasco de nuestros ejércitos consiste en atribuir al contraluz del

sol naciente la emboscada de miles de franceses a pie y a caballo. Nuestras

tropas contaban con la ventaja de disparar desde lo alto, protegidas por la trin-

chera natural del páramo. Sin embargo, dejaron que la caballería francesa to-

mara el cerro del Moclín. Desde allí, cayeron por sorpresa sobre uno de los

flancos del ejército de Blake, provocando la desbandada. Las tropas de Cues-

ta, que venían de ser derrotadas en Cabezón, apenas tuvieron tiempo de ma-

niobrar ante lo que les venía encima. Así que en unas horas Rioseco quedó ex-

pedito para el pillaje. Todo este relato de la peripecia castrense viene a cuen-

to para explicar el derrumbe de Palacios, víctima de un par de siglos inclemen-

tes. Antes de aquello su solar había conocido el trasiego sucesivo de vacceos

y romanos y las donaciones medievales, cuando por aquí discurría la frontera

entre León y Castilla. En el siglo catorce fue behetría, lo que significaba que

sus vecinos tenían libertad para elegir señor, y en 1554 dispuso de unas Orde-

nanzas, confirmadas por el emperador, que cuidaban del buen gobierno de la

villa y de la guarda de sus panes y viñas. Sólo cinco años después de ser rati-

ficadas las de Valladolid. Un lugar importante.

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s Recreación de la Batalla del Moclín, en Medina de Riosecos Recreación de la Batalla del Moclín, en Medina de Rioseco

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Page 25: Viajando por la provincia de Valladolid

De esa etapa de gloria quedan vestigios en las calles de Palacios, especial-

mente entre la plaza de Oriente y la iglesia de la Antigua y por la calle de la In-

maculada. A la plaza de Oriente asoman varias casonas, una de ellas con es-

cudo desvaído y rematada por una chimenea carcomida por los vientos. Pero

ya desde esta encrucijada se atisban arcos de buena sillería, portadas deco-

radas con alfiz, dinteles de piedra y aleros de vuelo mudéjar. Los palacios de

Palacios. En el paseo por sus calles menudean las melladuras, los muros de

adobe vencido, los entramados de madera a la intemperie. Y de repente, el ar-

co que enmarca un alfiz perlado, como los famosos de Ávila, muestra en su

hueco la extravagancia de una puerta de latón. Son las paradojas de la super-

vivencia a contrapelo. Los cronistas perezosos siguen describiendo los cuatro

portillos de la vieja muralla y el sólido edificio consistorial que ponderó Ma-

doz. Hace años que no queda ni rastro. A cambio, en el camino hacia el teso

de la iglesia, llama la atención el discreto Centro de Convivencia inaugurado

recientemente. La iglesia de la Antigua muestra hacia la cabecera unos arbo-

tantes calados que permiten la ronda hacia su portada flamígera, que preside

el escudo de los Reyes

Católicos con el yugo y

las flechas pero todavía

sin la granada. La virgen

gótica de su hornacina ya

no está.

Desde el altozano se

aprecia en la hondonada

la ermita cuadrada del

Cristo de la Vega, del die-

ciséis, que tiene la doble

puerta de los humillade-

ros. El resto de templos

de la villa fue cediendo a

la voracidad del tiempo.

Así ocurrió sucesivamen-

te con Nuestra Señora

del Olmo, demolida en

1785 para hacer sitio al

cementerio, Nuestra Se-

ñora del Castillo, San Pe-

dro y San Roque. No son

las únicas pérdidas. Vale

con pasear de vuelta ha-

cia la plaza de Oriente por

la calle de la Inmaculada,

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Campos de quimera

s Ermita del Cristo de La Vega,en Palacios de Campos

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Page 26: Viajando por la provincia de Valladolid

en la que resalta el número 8 con un capitel empotrado en lo alto, y más ade-

lante, en torno a la plazuela del depósito de agua, una casa en ruina decora-

da por vestigios de un alfiz finísimo y otra de porte solariego con una cruz en

hornacina. Hacia Oriente discurre casi inadvertido el arroyo que baja desde las

estribaciones del cerro del Caballo en dirección a Meneses. Cuando Ponz cru-

zó estos eriales en camino de Palencia a Rioseco dejó constancia de la orfan-

dad de árboles, anotando las excepciones de los jerónimos de Valdebusto, de

los bernardos de Matallana y de “una huerta cerca de Palacios, por donde pa-

sa un riachuelo”. Tampoco en este orden vegetal han mejorado las cosas. Al

otro lado de la carretera que separa el pueblo de las eras asoma el cono de un

chozo de mampostería agobiado entre casetas de labranza y desechos de ma-

quinaria agrícola.

LA RIBERA DEL SEQUILLO

“ El riachuelo o arroyo de quien toma nombre la ciudad se seca cuando hay es-

casez de lluvias: sin embargo, suelen cogerse anguilas en las pozas que que-

dan en verano. Antiguamente pudo ser más copioso, pues el tiempo aumen-

ta, disminuye y transforma las cosas”. El viajero ilustrado Antonio Ponz, des-

pués del apunte fluvial, detalla con fruición el inventario forestal de la cornisa

de Torozos que mira a Campos. El encinar de Sardonedo, los plantíos de la la-

dera y el paraíso frutal de Valverde de Campos, donde el marqués de Mon-

real “ha logrado, valiéndose de un labrador murciano, cosechas y frutos cuyo

nombre de algunos aún no había llegado a este país”. Luego lamenta la deca-

dencia de las huertas de Rioseco, ayer prósperas y abundantes en frutas y hor-

talizas, donde sólo han quedado unos “pocos huertecillos de diversión, y en

algunos, olivos muy crecidos, para prueba de que se dan bien estas plantas”.

Junto a la memoria de aquella experiencia frutal, Valverde de Campos conser-

va la vieja casona del linaje, acaso rehecha sobre el palacio que en el lugar tu-

vieran los almirantes de Rioseco, y la cabecera gótica de su iglesia de Santa

María, también modificada en su cuerpo y espadaña a lo largo del dieciocho.

Desde su emplazamiento en la ladera del páramo, Valverde asistió al trajín so-

focado del tren-burra y a la pesquisa husmeante por sus cerros, entre Mirabel

y la Paloma, del asno de oro escondido al acecho de la morisma.

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s Iglesia de Santa María, en Valverde de Campos

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Page 27: Viajando por la provincia de Valladolid

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SEMANA SANTA EN RIOSECO

La ciudad de los Almirantes organiza una Semana Santa que ya impre-sionó a Unamuno por su fidelidad a la tradición, por el fervor religioso delos cofrades, por la riqueza ceremonial de los rituales, por el esplendorde los actos procesionales y por la excelencia artística de los pasos querecorren sus calles. El atractivo se corresponde en este caso con laexpresión de una tradición secular, que nos pone en contacto con unaparte de su excepcional patrimonio escultórico y nos revela la entidad deeste núcleo histórico en sus tiempos de pujanza y prosperidad. Alrededorde dos mil cofrades distribuidos en dieciséis hermandades nutren un pro-grama procesional que se extiende por todos los días de la SemanaSanta. La liturgia pasional cuenta con peculiaridades de herencia tradi-cional y exhibe un repertorio artístico de primera magnitud. Los actos comienzan el sábado anterior al domingo de Ramos con elpregón, que tiene lugar en la iglesia de San Pedro Mártir y en presenciade la Vara Mayor, insignias y demás emblemas penitenciales.Previamente ha recorrido sus calles y corros la proclama del pregón,que convoca a la ciudad a la celebración entre redobles de tapetanes,toques del Pardal y música de la banda de cornetas y tambores.Tapetanes y Pardal son piezas singulares del mosaico tradicional de lapasión riosecana. El Pardal es el cofrade que rasga el silencio con lossones quebrados de su trompeta, intermitentes y agudos, que recuerdanlos reclamos canoros del pajarillo terracampino del mismo nombre. Lostapetanes ponen el contrapunto grave de su bordoneo monótono. Sonlos tambores que replican y amortiguan los lamentos del Pardal.También la Vara Mayor, un bastón sepulcral de dos metros aliviado porlas borlas con los colores de las túnicas cofradieras y coronado por una

Campos de quimera

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Page 28: Viajando por la provincia de Valladolid

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cruz, es un elemento singular de la Semana Santa riosecana, que presi-de todas las ceremonias pasionales.Las procesiones más notables de la Semana Santa de Medina deRioseco tienen lugar el domingo de Ramos, el miércoles Santo, el juevesSanto, el viernes Santo y el domingo de Resurrección. El domingo deRamos se celebra la Entrada triunfal del Señor en Jerusalén, que parte amedia mañana de la iglesia de Santiago, donde previamente tiene lugarla misa solemne de cofradías y hermandades. Su llamativa vistosidad sedebe al protagonismo que en su desarrollo tienen las secciones infanti-les de las cofradías. Recorre la calle de los Lienzos, la plaza Mayor, la RúaMayor y emboca hacia la iglesia de Santa María por la calle del mismonombre. El miércoles Santo tiene lugar el Vía Crucis con el Cristo delAmparo. Sale del corro de Santo Domingo y discurre por la Rúa Mayor ycalle Arzobispo Amigo hasta la iglesia de Santa María. La procesión del Mandato, que engalana el jueves Santo riosecano,embelesó a don Miguel de Unamuno en un atardecer de abril. El cere-monial del jueves Santo en Medina de Rioseco, entre túnicas de tercio-pelo morado y paños negros castellanos, exhibe en su recorrido unaselección de pasos de los siglos dieciséis y diecisiete y concluye con laentonación colectiva de la salve en el corro de Santiago. A mediodía delviernes Santo parte de la iglesia de Santiago el vía crucis con la imagende Bolduque del Cristo de la Clemencia, llevado a hombros hasta SantaMaría, donde se escucha el Sermón de las Siete Palabras. Por la tarde,el Pardal convoca a las distintas cofradías, que van a recoger a las auto-ridades para la celebración de la Pasión en la iglesia de Santa María.Con la tarde vencida se inicia la procesión solemne, después del visto-so y emocionante episodio de la saca de los pasos, que arranca losaplausos de la concurrencia. El espectáculo pasional discurre por unaabarrotada Rúa Mayor, que recorren los pasos de la Crucifixión, delCristo de los Afligidos, del Descendimiento, del Cristo de la Paz, de laPiedad, del Santo Sepulcro y de la Soledad, alumbrados por los cofra-des que visten túnicas de lienzo blanco. Después de recorrer las angos-tas calles de la ciudad, la procesión llega hasta el arco de Ajújar, dondelos cofrades "dan la rodillada", quedando los pasos postrados ante elbalcón de la Virgen. Las celebraciones concluyen con la vigilia pascual de la noche del sába-do en la iglesia de Santa María y con la procesión del Santo Encuentro,a mediodía del domingo de Pascua, protagonizada por los pasos delResucitado y de la Virgen de la Alegría, esta última obra de GregorioFernández. En ella desfilan los hermanos y hermanas de la luz, ellos concapa y las damas con mantilla española, poniendo broche de color alpatetismo de la Pasión terracampina.

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Campos de quimera

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Page 30: Viajando por la provincia de Valladolid

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Villabrágima es una de las escasas villas terracampinas que ali-

ña la herencia de un pasado fecundo en blasones y gestas con

una actualidad efervescente, que arroja sobre aquellos vestigios

la mirada del creador que los vivifica. Por un lado, Villabrágima

es el escenario donde transcurre El pequeño heredero, la nove-

la iniciática de Gustavo Martín Garzo, que adorna su evocación

con penachos de nostalgia. Esta residencia literaria garantiza

la universalidad del pueblo en su temporada de declive. Tam-

bién el profesor Ramón Martín Mateo recrea en Memorias

de un ingeniero social bienhumorado el paraíso perdido

de Villabrágima. Don Ramón ha sido rector de Alican-

te, doctor honoris causapor varias universidades y pre-

mio Jaume I de Investigación en Medio Ambiente.

También fue uno de los tutores del futuro novelista en

aquellos tórridos e interminables veraneos familiares

de la finca El Cercado.

s Torre del reloj de Villabrágima

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Page 31: Viajando por la provincia de Valladolid

29

s Paso "El Descendimiento" conocido popularmente como

"La Escalera". Medina de Rioseco

Hace casi cinco siglos, a finales de 1520, tuvo lugar en esta villa un encuentro

negociador entre las fuerzas comuneras e imperiales que se selló con el pac-

to conocido como Razonamiento de Villabrágima. Lo rubricaron el cardenal

Adriano y el obispo Acuña, dignidades eclesiásticas que encabezaban ambos

bandos. Pero valió menos que la palabra de un villano. Sirvió para confiar a los

rebeldes mientras los realistas acopiaban fuerzas con las que darles matarile

en la primavera de Villalar. A la entrada de Villabrágima desde Rioseco, en-

frente del muro del Cercado, se encuentra la ermita del Cristo, un humillade-

ro porticado con farolas de diseño y bancos para hacer un alto en el paseo.

Luego la calle emboca hacia el arco de la cerca entre casonas con empaque

nobiliario. Destaca sobre todas un portón con arco rebajado que luce en las

enjutas dos círculos pétreos decorados con trazas góticas. Otros edificios sin-

gulares se dispersan por diferentes calles del pueblo. Por la calle de la Peña,

por Julián Cabañas y siguiendo por la carretera.

La plaza Mayor alberga la iglesia de Santa María, un templo neoclásico que

incorporó vestigios de otro anterior devorado por las llamas. Así la portada que

se abre hacia la plaza. La torre aparece truncada a la altura de su segundo

cuerpo de ventanas. A la plaza se accede por el arco de la muralla, que sopor-

ta encima el pastiche de unas almenas de pega y el piramidón con la esfera

s Iglesia de Santa María, en Villabrágimas Iglesia de Santa María, en Villabrágima

Campos de quimera

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del reloj encastrada, un nicho para el campanil y la veleta de remate. Qué co-

sas. Toda esta tramoya pertenece a los años cincuenta. La parte alta de la pla-

za muestra su flanco más hermoso, recorrido por soportales de pilares varia-

dos, cuyo repertorio combina las espigadas columnas de hierro, los pies dere-

chos y los soportes de piedra.

En la bajada hacia San Ginés se ven en la calle San Martín un palacio diecio-

chesco blasonado y un portón con escudo rematado por una cruz que remite

a su primitiva función hospitalaria. San Ginés domina la parte baja del pueblo,

la que mira hacia la menguada corriente del Sequillo, y tiene un atrio arbola-

do al que asoma la arquería del pórtico. También muestra una torre robusta de

piedra que destaca sobre el cuerpo apaisado del templo. Sobre la cabecera

conserva el capricho de una mínima espadaña sin campanil. Discurría el plá-

cido verano de 1997 cuando una tormenta de agosto echó por tierra su bóve-

da con la airosa linterna que adornaba el crucero. Ha pasado más de una dé-

cada, pero da igual. La literatura artística, incluidas las versiones de internet,

sigue ponderando la cúpula oval adornada con relieves en yeso policromado

de los Padres de la Iglesia. Como si nada. Lo que ofrece al interior la cúpula

moderna de San Ginés es un cielo de pega, con estrellitas y luna llena, como

los trampantojos de los baños turcos o de algunas discotecas. Al exterior aso-

ma la insolencia de un cajón.

s Iglesia de San Ginés, en Villabrágima

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Campos de quimera

EL ESCORIAL DE CAMPOS

Villagarcía de Campos transforma su quietud habitual durante los fines de

semana con la irrupción de penitentes que llenan de cánticos la Casa de Ejer-

cicios de los jesuitas. Al pie de los Torozos, entre el vacilante curso del Sequi-

llo y las cuestas salpicadas de carrascas bravías, se tiende el caserío de esta

villa que vivió su esplendor en los siglos imperiales. La mejor manera de apro-

ximarse a Villagarcía es descendiendo desde los Torozos por el lazo de una ca-

rretera que ofrece su estampa completa: la eminencia del complejo jesuítico,

la torre de San Pedro en medio del laberinto quieto de sus calles amplias y los

lienzos solitarios del castillo palacio de los Quijada. Pero no es ése el camino

más frecuente de llegada, sino la carretera de Rioseco a Toro. Así que después

del humilladero del Ecce Homo, lo primero que encuentra el viajero en la ante-

sala del pueblo son las ruinas del castillo donde creció el héroe de Lepanto. Aquí

vivió los años decisivos de su infancia el bastardo del emperador que luego se-

ría conocido como Juan de Austria. Una novela famosa del Padre Coloma re-

crea el aprendizaje de Jeromín, que fue el nombre que cobijó el secreto de su

estancia en Villagarcía. El castillo palaciego que hoy se ve maltrecho pertene-

ció inicialmente a la Corona y luego engrosó el patrimonio de la reina, quien lo

entregó a los Quijada, que don Quijote tomó por sus antepasados. El primer da-

ño grave al castillo lo ocasionó el ejército napoleónico, que en 1810 asoló la po-

blación. Las ruinas actuales son propiedad de la condesa de Cifuentes.

s Colegiata de San Luis,Villagarcía de Campos

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El niño Jeromín nació en 1545 de una aventura crepuscular del emperador Car-

los con Bárbara Blomberg, una lavandera de Ratisbona. Un año más tarde, el

emperador viudo casó a Bárbara con un alemán de su séquito y trasladó a su

hijo a España. Primero a Leganés, donde un vihuelista flamenco lo fue prepa-

rando para la carrera eclesiástica. A los nueve años se lo confía a los señores

de Villagarcía, Luis Méndez Quijada y Magdalena de Ulloa, que no tenían hi-

jos. Aquí recibe una educación exquisita, con preceptor y paje. Don Luis era

escudero del emperador y su mujer fue conocida, por su generosidad, como la

limosnera de Dios. Ellos serán los motores del esplendor de Villagarcía. Antes

de morir su padre, Jeromín estuvo una temporada de paje en Yuste sin que se

revelara su identidad. Hasta los catorce años no supo que era Juan de Aus-

tria. Entonces se produjo el encuentro con su hermanastro Felipe II en el mo-

nasterio de La Espina. Más tarde estudió en Alcalá junto a su sobrino el prín-

cipe Carlos, que moriría víctima del furor paterno. Con la mayoría de edad, pu-

do conocer a su madre, que vino a visitarlo. Después de convertirse en el más

laureado bastardo de la historia, por su hazaña en Lepanto, moriría a los 33

años, en medio de la sospecha popular de haber sido envenenado por impul-

so soberano.

Desde el solar del castillo, que ahora sólo cobija desolación y desperdicios, se

atisba la torre de San Pedro, que emerge como un faro de ladrillo en medio del

caserío. La plaza de la iglesia es amplia, está urbanizada con decoro y no pa-

rece muy desvirtuada. La panda de la iglesia se prolonga en una calle que

muestra varios edificios nobles. La iglesia es del paso al dieciséis y está he-

cha con piedra, excepto los cuerpos altos de la torre, rematada en ladrillo. Tie-

ne una hermosa portada. Los tutores de Jeromín patrocinaron también a San

Francisco de Borja, para quien doña Magdalena de Ulloa, al quedarse viuda,

fundó los colegios jesuíticos de Oviedo, Santander y Villagarcía. Este novicia-

s Arcos del acueducto, en los jardines de la colegiatas Arcos del acueducto, en los jardines de la colegiata

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Campos de quimera

do terracampino protagonizó los dos siglos de esplendor de la villa, una pree-

minencia comarcal que se esfumó con la expulsión de los jesuitas. La colegia-

ta se hizo según trazas de Rodrigo Gil de Hontañón, entre 1572 y 1580. Este

templo se convirtió en arquetipo y su modelo aparece repetido en las iglesias

jesuíticas repartidas por el mundo.

Protegiendo su entrada se alzan dos nobles edificios que recuperan su pres-

tancia después de siglos de abandono. El hospital de la Magdalena sirvió co-

mo cuartel de la Guardia Civil y ahora es Casa de Cultura. Un incendio arrasó

sus interiores en 1960. Es una construcción clasicista de fines del dieciséis. El

frente que mira hacia la colegiata ostenta los escudos de los Quijada y Ulloa

flanqueando una hornacina. Al otro lado de la calle se alza el palacio de un

obispo franciscano, de mediados del diecisiete. A través de los jardines, don-

de todavía se conserva el acueducto primitivo, se accede al complejo jesuíti-

co de Villagarcía, que alberga un estupendo museo, además de una curiosa

reconstrucción de la celda del Padre Isla, que aquí escribió su Fray Gerundio

de Campazas. En la iglesia descuella el retablo mayor diseñado por Juan de

Herrera, que muestra seis grandes relieves de alabastro. A ambos lados del

presbiterio se encuentran los monumentos funerarios de los fundadores, cu-

yas tumbas presiden la cripta excavada bajo el altar.

Aunque los nuevos pabellones de ladrillo inaugurados por Franco en 1959 no

sean el mejor envoltorio para las joyas del museo, el recorrido de sus salas no

defraudará a nadie. Las piezas de alto valor artístico conviven con elementos

curiosos, como el botamen conventual o los libros salidos de su imprenta o la

celda de Isla, donde no faltan los libros anotados en el inventario de su biblio-

teca, además de la escopeta de cazador y los cuernos para la pólvora. Tam-

bién hay un gato disecado que recuerda al Tonto que entretenía al fraile, me-

recedor de tal nombre por su pacífica costumbre de compartir las habichuelas

con un tordo. Y están los recuerdos de Lepanto legados por Juan de Austria a

sus tutores, además del impresionante relicario. Es un museo que hay que ver.

s Castillo de Los Quijada, en Villagarcía de Camposs Castillo de Los Quijada, en Villagarcía de Campos

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Villanueva de los Caballeros se aparta de la pendiente del páramo para

apreciar con mejor ángulo la fortaleza de Urueña. La iglesia de San Pedro se

anuncia por el vuelo de su espadaña, que arropa el campanario con un tejadi-

llo sostenido en columnas toscanas. Hasta aquel mirador asciende un caracol

adosado a la torre. Lo más notable del templo, bien vestido de retablos en su

interior y servido de un profuso ajuar litúrgico, es este volado cuerpo de cam-

panas y el coro mudéjar con grutescos y adornos renacentistas.

Aunque Villardefrades traduce sin dificultad su nombre medieval de Villa

de los Frailes, no puede decirse que esa transparencia le haya excusado el

capricho de los poderosos. Por eso, se conoce también como el pueblo de

los castigos, que al final fueron tres y alcanzan hasta ayer mismo, por si no

resultaran suficientes sus lejanas y severas penitencias. La primera sanción

se la aplicó Fernando III el Santo, que pasó por aquí en 1230 con su madre

doña Berenguela a tomar posesión de la corona leonesa, después de morir

su padre Alfonso IX. El monarca leonés había convocado las Cortes de 1188,

que se consideran punto de partida del parlamentarismo democrático, y fun-

dó el Estudio Superior que su nieto convertiría en Universidad de Salaman-

ca. Pero también se divorció de Berenguela, al declarar nulo el Papa su ma-

trimonio por parentesco. Así que la regia comitiva andaba con recelos. Co-

mo no les gustó el recibimiento de Villardefrades, que el monarca estimó es-

caso y huraño, mandó sembrar con sal los campos, que quedaron estériles

y sin cosecha durante años.

La siguiente fechoría se le ocurrió al cardenal Cisneros, regente de la corona de

Castilla hasta la llegada del emperador Carlos. Una disputa de lindes entre el

señor de Villagarcía y el conde de Urueña, resuelta a favor del primero por la

s Iglesia de Villanueva de los Caballeros

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Campos de quimera

Chancillería, degeneró en revuelta popular contra los emisarios judiciales. En

realidad, el alboroto revelaba la tensión enquistada entre un noble realista y

otro comunero. Sofocada la protesta, el adusto regente mandó quemar unas

cuantas casas del pueblo como escarmiento. Después de los castigos con sal

y fuego, aún faltaba el tercer elemento devastador. Sucedió la tarde del 7 de ju-

lio de 1951, un sábado fatigado por las faenas agrícolas. De repente, el cielo se

oscurece y una tromba de rayos y agua rompe la asfixiante calima. La inunda-

ción provoca el desamparo y echa por tierra treinta viviendas.

Para compensar tanta desgracia, un fraile del pueblo que a mediados del die-

ciocho fue obispo en Filipinas, se mostró pródigo y generoso con los suyos. A

su legado se debe la parroquia de San Pelayo y San Cucufate, instalada en una

ermita barroca construida en 1751. Los santos habían tenido cada uno su igle-

sia, pero el mordisco del tiempo y la incuria de los hombres acabaron con ellas.

San Pelayo estuvo al norte del pueblo, junto a la laguna desecada; San Cucu-

fate, al sur, cerca del cementerio. A finales de los 40 del pasado siglo, el pro-

fesor Gratiniano Nieto dejó constancia de sus ruinas románicas, entre las que

sobresalían una puerta abocinada con capiteles de adorno vegetal y la torre.

s Iglesia de San Cucufate, en Villardefrades

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Aquellos restos se destruyeron para evitar el cobijo de mendigos, construyen-

do en su lugar unos lavaderos inservibles. La portada barroca del nuevo tem-

plo resulta de una monumentalidad indudable, a pesar de su proporción mo-

desta. En el interior se recogieron los retablos de las dos parroquias. El mayor

perteneció a San Cucufate y está dedicado a este santo catalán, al que detie-

nen en uno de los relieves dos alguaciles tardoimperiales, mientras en otro pa-

nel ya lo decapita un espadachín feroz. Le hace compañía en el martirio el pa-

trono de Gerona San Félix, víctima del desgarro con garfios. Juntos viajaron

desde Mauritania a Cataluña y reaparecen en este confín de Campos. El pro-

fesor Parrado anotó la curiosidad de este enclave catalán presidido por el ro-

mánico de la Anunciada de Urueña.

Pero el emblema de Villardefrades es su inacabada iglesia de San Andrés,

que los vecinos todavía conocen como la Obra. Se trata de un edificio mag-

nífico, construido con buena sillería a partir de 1763, que dejó sus tres naves

a la intemperie, aunque a lo hecho no le falte detalle decorativo. El donante

filipino murió en el curso de las obras, aunque legó dinero suficiente para re-

matar el templo. Pero no contó, a pesar de su previsión, con la veleidad de los

albaceas. Para llevar a cabo sus obras pías, que incluían el auxilio a los po-

bres y los templos de Villavellid y Cabreros del Monte, depositó el capital en

una cofradía de Manila y tuvo la cautela de señalar en su manda que los

envíos se hicieran en partidas pequeñas, a fin de evitar la acechanza de los

piratas y el riesgo de los naufragios. Su banca en la península eran los domi-

nicos de Madrid, donde debían cobrar sus trabajos los contratistas terracam-

pinos. Pero el hombre propone y los elementos disponen. Para empezar, las

obras de San Andrés arrancaron con retraso por la pérdida de un barco con

treinta mil reales. Luego, padecen demoras a menudo, hasta que a partir de

1790 se suspenden las remesas durante sesenta y nueve años, para reanu-

darse entre 1859 y 1867. Un año después se detiene la actividad, quedando

el templo truncado e inconcluso.

s Iglesia inacabada de San Andrés, Villardefrades

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Al otro lado de la autovía y a orillas del Sequillo, cuyo curso salva un puente

romano muy reformado, se encuentra San Pedro de Latarce. El misterio de

su apellido ha impulsado toda suerte de conjeturas, que arrastran en racimo

otras tantas teorías sobre una historia fronteriza. La verdad que en su mayo-

ría bien traídas a cuento. Mientras la supuesta raíz árabe de ‘atarfe’ significa-

ría límite, la traducción latina de ‘lata arce’ apunta a una extensa fortaleza. Las

dos congruentes. Sin embargo, en los documentos medievales aparece como

Sancti Petri de Taraza, que según Wattenberg es palabra de origen celtibéri-

co que significa frontera: de ahí el nombre de los Montes Torozos, que ponen

límite al universo de Campos. El castillo alza su óvalo de calicanto junto al

s Castillo de San Pedro de Latarce

s Iglesia de la Concepción, en San Pedro de Latarce

Campos de quimera

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Sequillo y completa un perímetro de trescientos cincuenta metros. Esa situa-

ción de barrera fluvial y su tamaño desmedido han permitido suponerle una

función añadida de dique ante las avenidas estacionales del río. El muro al-

canza a trechos los doce metros de alto, mientras su grosor llega a medir 2,40

metros. El interior es un inmenso corral con pajares, gallineros y una modes-

ta vivienda. Una parte del pueblo conserva su trazado regular y algunos vesti-

gios de murallas, que algunos expertos consideran de origen romano. Tam-

bién destacan en el caserío una portada renacentista, un palacio neoclásico y

la estampa apaisada del consistorio, que alivia la peineta del reloj con cam-

panil metálico. La iglesia es del dieciséis con reformas neoclásicas.

EL CERRO DE LAS SEÑALES

El otero fortificado de Santa Cristina activaba las señales de fuego y humo, se-

gún fuera noche o día, que transmitían novedades de castillo en castillo. De

ahí, su nombre primitivo de Otero de los Humos, que al hacerse el castillo de-

rivaría en Tordehumos. La mejor manera de no malograr el paseo con atra-

vesadas melancolías es enfilar de entrada hacia el cerro de Santa Cristina,

donde aguantan los últimos vestigios de la fortaleza que hizo sentir imbatibles

a los comuneros. Porque en la villa de las señales suenan con fuerza las alar-

mas del expolio. Y no apunto únicamente a tiempos remotos, sino a pérdidas

cercanas, y por eso más hirientes, como el crucificado gótico de casi dos me-

tros que subastó recientemente la galería Durán sin ocultar su procedencia.

Aquel crucifijo estudiado por la profesora Julia Ara Gil, en su Catálogo de la

Escultura Gótica en la provincia de Valladolid, salió de Tordehumos en una de

las sucesivas almonedas acompañado por una imagen espléndida de Santa

Lucía, ataviada a la moda de mediados del quince. La santa que cuida la vis-

ta se conserva en el Museo Diocesano instalado en la catedral de Valladolid.

Aunque también gótica, es ciento cincuenta años posterior y su tarifa resulta-

s Río Sequillo, en San Pedro de Latarce

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Campos de quimera

ría menos tentadora. Pero antes de entrar en pérdidas, subamos al cerro de

las señales. El callejero de Tordehumos es de una regularidad geométrica que

hace pensar en su traza romana. De hecho, los arqueólogos localizaron un va-

do empedrado que cruzaba el cenagal del Sequillo. La calle Mayor bordea la

plaza y asciende entre pinares y cárcavas hasta el portillo de la antigua forta-

leza. La plaza es un recinto regular y tímidamente arbolado que cierra una ca-

sa consistorial con muchas mudas rematada por reloj y campanil. Al paso aso-

ma un soportal encalado, que es cuanto queda de un noble edificio diecioches-

co que se llevó la trampa.

Al acabar la calle, el camino se empina hasta el cinturón de pinos que frena la

voracidad de las cárcavas. En su último tramo, el camino salva la pendiente

con escalones de traviesas. En torno al cinturón amurallado del cerro discurre

una senda bien compactada que permite pasear el perímetro de la fortaleza,

a trechos mellado y en otros con muros todavía imponentes pero abierto en

s Iglesia de Santiago, en Tordehumoss Iglesia de Santiago, en Tordehumos

1 Campos de Quimera 7/4/09 14:12 Página 39

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todo su recorrido a un horizonte profundo y diáfano. La falda abarrancada del

otero viste sus pendientes con tupidos pinares que enriquecen la sinfonía de

verdes del paisaje. Es una delicia el paseo que abraza al otero por la muesca

del antiguo foso. Al concluir la ronda, el portillo para subir a la fortaleza se abre

mirando al pueblo, donde todavía sobrevive un menguado muñón de las anti-

guas defensas. Arriba no queda resto alguno del castillo que alentó las brava-

tas del capitán comunero Pedro Girón en el invierno de 1520, poco antes de

dar la espantada y dejar tirados a los suyos. El escritor decimonónico Ventura

García Escobar describe con minucia la barbacana y sus dos puertas, el patio

de armas y la robusta torre del homenaje adornada con tres escudos. También

el Catálogo Monumental de García Chico reproduce un grabado con los lien-

zos erguidos y la torre enhiesta de este castillo. Pero más bien parecen fanta-

sías románticas, porque esta fortaleza fue uno de los bastiones arrasados por

la represión de las Comunidades. Construida a mediados del doce, era uno de

los baluartes de la línea fronteriza entre los reinos de León y Castilla marcada

por la herencia de Alfonso VII. La muralla cercaba también el recinto del pue-

blo, tendido en la falda del otero. Pasados aquellos agobios, ahora el cerro for-

tificado de Santa Cristina ofrece la mejor estampa del pueblo con las torres

chaparras de sus tres iglesias, que hasta el diecinueve fueron seis, y el cajón

desmedido del silo.

A la derecha, apenas resalta la torre dañada de San Miguel, en la dirección de

la ermita del Cristo de la Vega, quizá asentada en el solar mozárabe de

Villaermegildo, que tuvo el primer fuero de la provincia. Alfonso VIII acabó con

las aldeas dispersas en torno a Tordehumos, al ordenar su agrupamiento en

la falda del cerro y dentro de la cerca. A finales del siglo doce, el 20 de abril de

1194, firman el Tratado de Tordehumos los Alfonsos octavo y noveno, de Cas-

tilla y León, con la mediación pontificia de un cardenal. El acuerdo recoge el

compromiso del castellano de devolver las fortalezas leonesas de Alba, Luna

y Portilla, mientras el leonés concede la unión de su reino con Castilla en ca-

so de morir sin descendencia. San Miguel fue panera sindical en la posguerra

antes de construirse el nuevo silo y su tesoro voló con el viento. El coro, las

s Castillo de Tordehumos

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Campos de quimera

campanas, sus imágenes. El retablo mayor aterrizó en la iglesia de San Láza-

ro de Palencia. La iglesia de la Sagrada, que es la parroquia, acoge una bue-

na colección de retablos. A la calle más noble del pueblo, que agrupa los pa-

lacios y una portada gótica triplemente blasonada, asoma su pórtico la anti-

gua iglesia de Santiago, que rescató de la ruina el programa Arquimilenios.

Su interior merece verse, por la belleza del retablo mayor, por el primor del púl-

pito y por las policromías mudéjares del coro y del artesonado. Tordehumos

fue pionero del desarrollo rural y cuenta con un espacio dedicado a mostrar

los aperos y ajuares asociados a usos aventados por la modernización. El Eco-

museo se organiza en diferentes módulos. Una antigua cocina, la alcoba con

su mobiliario, un taller de zapatero y el mundo de la labranza abren el recorri-

do. Luego se suceden los utensilios del herrero, el carpintero y el albañil. El iti-

nerario finaliza en el lavadero y en la estancia del curandero, que recoge una

muestra botánica de la zona.

En este confín de Campos, los nombres revelan aspectos insospechados o que

el tiempo ha vuelto opacos. Así que el arroyo Marrandiel alude sin tacha a la

vocación marranera de Palazuelo de Vedija, como la granja de Santa Eufemia

evoca el retiro perdicero de los jesuitas de Villagarcía, o Pozuelo apunta al la-

gunajo de su entrada, habitualmente seco. El Navajos, que disimula la cruen-

ta denominación de Ahogaborricos, fue rebautizado, a su vez, por los diseña-

dores de la concentración parcelaria, que le encauzaron las crecidas, como

arroyo Bustillo, porque Bustillo de Chaves es el primer núcleo que visita des-

de su manantial al pie del monte Navajos, cerca de Palencia. Son los espejis-

mos de la Tierra de Campos, donde casi nada resulta ser lo que parece.

s Iglesia de Santa María de la Sagrada, en Tordehumos

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En Pozuelo, la Orden de su apellido divide a los curiosos, que se afilian en

bloques parejos a la atribución de su dominio a Santiago o a San Juan de Je-

rusalén. Sin embargo, lo que consta es que la infanta doña Elvira donó su se-

ñorío al cabildo isidoriano de León, por haber hecho alto en el pueblo las reli-

quias del santo en su viaje desde Sevilla. Aprovechando la estancia, el santo

preconizado como patrón de internet alivió una epidemia a los vecinos de Vi-

llafrechós, que en gratitud siguen acudiendo cada año a celebrar la pascuilla

con los de Pozuelo, quince días después de Jueves Santo. Acaso por aquel

gesto de buena vecindad, la historia ha sido generosa con Pozuelo, dejando

en el pueblo testimonios de una belleza extraordinaria. Y eso, a pesar de las

menguas. La iglesia de Santo Tomás es un montón de adobe, pero buena par-

te de su tesoro se trasladó al nuevo templo de ladrillo. Lo mejor, el retablo re-

nacentista con 24 tablas ensambladas por Giralte, preside desde hace déca-

das la basílica de San Isidoro. Lo demás que el arquitecto Torbado no quiso pa-

ra León se acomodó con gusto en la nueva iglesia del pueblo. Destacan, so-

bre todo, un par de crucifijos y los restos del coro con sus adornos policroma-

dos. Pero la gran sorpresa la guarda la ermita de Santa Ana. Una actuación re-

ciente de la Fundación del Patrimonio rescató las pinturas que cubren sus

muros, el camarín de la Virgen, la armadura mudéjar de la techumbre, el coro

y la cancela. La esquila de esta ermita, ahora situada en un campanil exento,

tenía el poder de alejar con su toque los malos nublados. Los lagunajos de Po-

zuelo, que se ven en la salida de Cabreros y en el camino hacia Cotanes, care-

cen del empaque lacustre de estos dos pueblos vecinos, pero en las primave-

ras lluviosas convocan a una ruidosa bandada de patos.

s Ermita de Santa Ana, en Pozuelo de la Ordens Ermita de Santa Ana, en Pozuelo de la Orden

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Desde la ermita de Santa Ana, que esconde un inesperado despliegue de po-

licromía en techumbre, muros y azulejos, a Cabreros del Monte median cua-

tro kilómetros de camino cómodo jalonado de palomares y quebrados molinos

de viento. Antes de su declive decimonónico, estos artilugios se prodigaron

por Campos, donde nunca sobró el agua, para moler el grano. La Crónica del

halconero de Juan II describe una escaramuza que tuvo lugar en 1441 “en los

molinos de viento, cerca de Tordesillas”. Pocos vestigios resultan tan llamati-

vos como el torreón circular de buena sillería que da la bienvenida al pueblo.

De piedra o tapial, abundan por la comarca, aunque su estado sea de derrota.

Cuando la mecanización impulsó los molinos del Sequillo, todavía imponen-

tes en su desierta monumentalidad, muchos de aquellos ingenios de barro mu-

daron sus entrañas para criar pichones. Además de este armonioso cubo de

Cabreros, pueden verse en esta ruta los que hay a las afueras de Villafrechós

y el rehabilitado en Aguilar de Campos. La iglesia mudéjar de San Juan Bau-

tista se alza sobre el promontorio que ocupó una antigua fortaleza. La afea un

pórtico de ladrillo que le adosaron en el dieciocho y que recorre tres de sus

cuatro lados. La torre apenas se advierte. En el interior, que se cubre con ar-

madura de madera, guarda buenos retablos, entre los que destaca el renacen-

tista dedicado a San Roque. Cabreros del Monte vio arruinarse su iglesia de

San Pelayo, a fines del dieciocho, aunque sus muros sirvieron un tiempo para

el juego de pelota. Ahora arropan una zona recreativa con césped y rosales.

También se ve doblegada una enorme casona con blasón. De la ermita de la

Piedad, que está en el camino de Morales, hurtaron los cacos a San Antón,

que volvió unos meses más tarde desde Getafe escoltado por la Guardia Civil.

La Virgen de la Piedad convoca cada primavera el Voto de la Lluvia.

s Laguna de Cabreros del Monte

Campos de quimera

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En los alrededores de Morales de Campos se aprecia una serie de paloma-

res con buen aspecto, mientras en la zona de bodegas sobresale una panera

de piedra y tapial. No es el único testimonio notable de un patrimonio civil que

reparte por su escueto caserío varias portadas de piedra y un palacio de ladri-

llo con blasones. La iglesia de Santiago es del dieciséis y tiene tres naves con

planta de salón. La capilla mayor se cubre con bóveda de crucería. En cambio,

la sacristía luce un alfarje mudéjar que todavía guarda algunos restos de po-

licromía. Una de las portadas se adorna con profusión de conchas jacobeas.

La ermita de Arenales es un edificio sencillo del primer tercio del dieciocho.

s Iglesia de Santiago, en Morales de Campos

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Campos de quimera

La nueva iglesia de Villaesperapenas guarda una mínima parte del tesoro ar-

tístico que albergó su templo clasicista de la Esperanza. Bastante de lo mejor

se ha esfumado en los últimos años. Del propio edificio quedan las ruinas, des-

pués de que su torre fuera volada en los años sesenta. Por entonces tuvo lugar

un intento de trasladar sus muros a Escalante, en Cantabria, que pretendía do-

tar de santuario propio a la Virgen de la Cama, que ahora reposa en un conven-

to de clarisas. Estremece cotejar la desolación actual con las imágenes que se

publican en el Catálogo de García Chico, captadas hace medio siglo.

EL CONFÍN DE LA NAVEGACIÓN

Villanueva de San Mancioes un pueblo ribereño del Sequillo, riachuelo que

le llega tan exhausto que apenas justifica su rango fluvial. Pero Villanueva cuen-

ta en su término con la ría del Canal de Castilla, que más abajo, desde la dár-

sena de Rioseco, nutre de agua el cauce escuálido del Sequillo. El viajero se

acerca a Villanueva con la intriga de su enigmático apellido. La nueva villa cre-

ció arropando el cenobio fundado para guardar la cabeza del remoto santo por-

tugués. Sus promotores, pertenecientes a los Téllez del vecino Meneses, en-

seguida encomendaron su culto y custodia al poderoso monasterio de San Be-

nito de Sahagún. Una placa moderna colgada del edificio consistorial recuerda

que el 21 de mayo de 2002 se recuperó la perdida tradición de traer cada cien

años desde Sahagún la cabeza del santo para su veneración por los vecinos del

Sequillo. Es cuanto queda de aquel regalo recaudado en la alta Edad Media,

cuando Évora cayó presa de los musulmanes. Esa visita cada cien años y una

s Iglesia de Villanueva de San Mancios Iglesia de Villanueva de San Mancio

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iglesia espléndida, que supone un lujo insospechado para un pueblo tan menu-

do. Pero hay que descontar que las cosas no siempre fueron así. Es cierto que

los monjes de Sahagún enseguida tomaron posesión del cráneo de San Man-

cio. De hecho, su capilla es casi lo único que se conserva en la ciudad del Cea

entre los vestigios del devastado monasterio. A cambio, Villanueva recibió el

regalo de una iglesia que justifica por sí sola la visita del viajero. En eso se be-

nefició de la cercanía del foco artístico de Rioseco. También guarda un arca en

el retablo mayor con algunas reliquias articulares del santo. Pero no la cabeza,

que sólo viene cada cien años y si pinta bien el centenario. Las trazas renacien-

tes de Santa María podrían deberse al mismo Rodrigo Gil de Hontañón, arqui-

tecto de varias catedrales de la época. Y los adornos en yeso que resaltan la

magnificencia de su interior evocan la mano maestra de los Corral de Villalpan-

do. Lo más llamativo al exterior es la torre adosada a los pies de la iglesia. Su

base es como un pedestal sobre el que se apoya para acentuar su aspecto de

torreón volado, similar a los que adornan las esquinas del castillo de Belmon-

te. Junto a la iglesia, que realza su estatura aupada sobre un leve altozano, sa-

le el camino que conduce hasta la esclusa séptima del Canal de Campos. Para

no despistarse con el rumbo, conviene seguir en las encrucijadas el reclamo de

la fábrica de harinas de cinco plantas que resalta entre la arboleda. El recinto

canaliego de la esclusa está muy cuidado porque hasta su puente escarzano

llegan los viajes en barco desde la dársena de Rioseco. A partir de la esclusa,

un camino peatonal que se orienta por la torre de San Juan se dirige hasta la

laguna de Tamariz, recuperada de su asfixia para jolgorio de los pájaros. Ape-

nas medio kilómetro de paseo.

s Canal de Castilla

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Tamariz de Campos tiene un nombre hermoso, de origen vegetal, que difí-

cilmente se compadece con su estampa desarbolada. Apenas unos pocos ta-

mariscos mimbreros vigilan el curso exhausto del Sequillo, que un poco más

abajo pasa bajo el Canal de Campos y se dirige hacia Rioseco, donde recibe

el auxilio de las aguas sobrantes de la dársena. Antes de llegar a Tamariz, el

Sequillo, que nace en el sur de León, cerca de Joara, recoge las aguas esta-

cionales de los arroyuelos que trenzan el peine del valle: el Husillejos, el de

los Silos, el Gorreras, el Bernuez, el Parreras y el de las Zorras. Nombres bien

expresivos, que no engañan a nadie con disimulos, como el propio Sequillo.

Desde Tamariz, que se encumbra sobre un altozano en el que descuellan la

casa consistorial y la torre de San Pedro, hasta el quiebro bajo el canal, el Se-

quillo recibe por la derecha otro par de arroyuelos más y por su izquierda al

Pozopedro, que alimenta las navillas colonizadas de pájaros. Estas charcas

vecinas del canal acaban de ser bautizadas como Laguna de Tamariz y cuen-

tan con un observatorio para disfrutar el revuelo de los patos y el picoteo de

las garzas. Tanto la esclusa sexta como la séptima están en término de Ta-

mariz, una compartida con Belmonte y la otra con Villanueva de San Mancio.

A medio camino entre ambas está el acueducto del Sequillo. Al otro lado del

canal emergen los faros prodigiosos del castillo de Belmonte y de la iglesia

de San Mancio.

s Puente del Canal, en Tamariz de Campos

Campos de quimera

s Puente del Canal, en Tamariz de Campos

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Las afueras de Tamariz recuestan entre lomillas y eras parceladas unos cuan-

tos palomares. El puente que salva el Sequillo parece excesivo para tan poco

cauce. Tras él emerge la silueta mellada con algunos quebrantos de Tamariz.

Conviene visitar primero la ruina de la iglesia de San Juan, con su torre heri-

da y la preciosa portada renacentista. Es cuanto queda de aquella joya. De es-

ta iglesia convertida en escombros salió el retablo mayor para la catedral de

Santander. Una mudanza urdida por el marqués de Lozoya en la que se evapo-

raron las estatuas barrocas de Tomás Sierra que lo poblaban, sustituidas por

pastiches de un imaginero practicón. También se envió un retablo lateral a No-

reña, patria asturiana de la fabada en lata, donde adorna la capilla de la Sole-

dad. El artesonado mudéjar troceado y la pila bautismal corrieron a engalanar

residencias de postín. ¿Y qué recibió Tamariz a cambio? A la vista está. Des-

de la desolación de San Juan asciende una calle hacia el altozano que circun-

dan la iglesia de San Pedro, el palacio mudéjar de la reina doña Leonor y el

consistorio. La iglesia de portada románica y cuerpo mudéjar fue revestida de

cemento sobre el que se pintaron ventanas simuladas. Un trampantojo repa-

rado por la reciente restauración. Hacia la cabecera de la iglesia, en la calle

de la Rosa, asoma una portada de piedra con heráldica de los Manuel, seño-

res de la fortaleza de Belmonte. Su cuidado marca la primera excepción entre

tanto abandono. Pero no alberga el palacio de la reina Leonor, que estuvo en

Tamariz con sus hijos en el año 1354. Tamariz había tomado partido por los in-

fantes de Aragón frente a Pedro I de Castilla y acogió a la real familia duran-

te una temporada. El palacio mudéjar, muy alterado por los remiendos, se en-

cuentra frente al ayuntamiento, que es un edificio pomposo de principios del

diecinueve. El rollo que había en esta plazuela también se lo llevó la trampa.

Frente a la torre de San Pedro, abre

su mirador un palacio de ladrillo

con escudos. Una de las sorpresas

del pueblo es la escultura de don

Purpurino, retirada de la plaza de

Fuente Dorada de Valladolid por

las burlas del público. La figura re-

presenta a un correo romano que

enarbola una antorcha mientras

en su mano izquierda recoge un

pergamino enrollado. Formó parte

de la decoración del palacio de los

Villena, de donde pasó a Fuente

Dorada repintada de purpurina.

Viajó a Tamariz en 1953 y actual-

mente remata una fuente de mo-

rrillos en el corro de San Antón.

s Esclusa séptima,en Tamariz de Campos

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s Foto de Tamariz de Campos

A dos kilómetros, en dirección a Villabaruz, emerge sobre un altozano la er-

mita del Castillo o de los Pastores, bien arreglada. Es una de las satisfaccio-

nes del viajero en Tamariz. También se han recuperado con gusto y cuidado

el espacio del antiguo corralón en la cuesta del Corrillo y las fuentecillas y

abrevaderos que contemplan el desfile arbolado del Canal. La transparencia

de la llanura guarda sorpresas que se delatan por la sugerencia de su nom-

bre, como este pueblo que vigila el tránsito de la ría ilustrada. En Villabaruz

de Campos, la plaza se ofrece como antesala de la iglesia de Nuestra Se-

ñora de la Calle, que remonta su pórtico de ladrillo sobre ese escenario. La

escalera de piedra ofrece un repecho que es como el púlpito para adoctrinar

el recinto. Algunos pies del pórtico se retuercen hasta alcanzar la rosca de un

imaginario caracol. El pueblo se tiende en la ladera, a orillas del Sequillo. Un

edificio de la plaza conserva su portada de sillería que enmarca un alfiz de-

corado con bolas góticas. Se trata de un vestigio del dieciséis, cuando Villa-

baruz pertenecía al Almirante de Castilla. En la calle Mayor se encuentran los

restos de otra portada palaciega, que la tradición atribuye al gobernador mo-

ro que bautizó al pueblo. La heráldica y su estilo renaciente contradicen la pe-

regrina leyenda. Por San Pelayo se ejecutan las danzas de paloteo, tradicio-

nales de este tramo del Sequillo.

s Iglesia de Nuestra Señora de la Calle,en Villabaruz de Campos

Campos de quimera

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PRODIGIO MUDÉJAR

Entre Medina de Rioseco y Moral de la Reina, los campos se ondulan, des-

nudando o hurtando horizontes en la mecedora del paisaje. A la altura del si-

lo de Rioseco, confluían los ramales del ferrocarril secundario: el que bajaba

de Villalón por Moral, y el procedente de Valderas por Palazuelo de Vedija. To-

do aquel entramado de progreso lo aventó la tolvanera del abandono masivo

del campo durante la posguerra. En 1868, que fue un año infausto para la co-

rona, Moral adoptó el apellido de la Paz, que mantuvo hasta 1909, cuando la

regia inauguración del ferrocarril aconsejó volver a la costumbre. Una leyen-

da pelona y de cuño reciente enreda al Cid con la reina para explicar su nom-

bre. Tuvo tres iglesias, de las que queda una y las ruinas de otra. De San Mi-

guel, que fue templo mudéjar y parroquia hasta 1892, no queda ni rastro. A la

derecha de la carretera se impone la ruina de San Juan, muy arreglada, con

su portada renacentista, la entrada por un arco con alfiz y su torre mudéjar. El

inventario de 1971 todavía la encontró en pie, con el retablo rococó adornado

con escenas del bautismo de Cristo y diversos pasajes de la vida del santo ti-

tular. En realidad, la portada renacentista con medallones, fechada en 1538,

corresponde a un pórtico posterior. Se trata de una ruina imponente, capaz de

suscitar imaginativas cavilaciones. El pueblo se apiña en torno a Santa Ma-

ría, que es un templo con cabecera del dieciséis y entrada por arco conopial

protegido por un pórtico de ladrillo. El resto de la nave es posterior, de media-

dos del dieciocho. Guarda un buen repertorio de retablos, alguno procedente

de San Juan. El mayor es barroco. En su interior no puede pasar inadvertida la

pila bautismal gótica, que está bajo el coro y es una de las más hermosas de

la provincia.

s Iglesia de San Juan, en Moral de la Reinas Iglesia de San Juan, en Moral de la Reina

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Campos de quimera

El enlace entre las carreteras de Villalón y León, que comunica Moral con

Berrueces, sigue el valle de los Erizos y discurre frente a la ermita de Pe-

drosa, hermosa y solemne en su soledad campestre. La romería de septiem-

bre renueva el rito de sus danzas de paloteo. En el núcleo del pueblo desta-

ca una casona que pregona el gusto terracampino por el mestizaje: piedra

en el zócalo, relleno de tapial y cantoneras de ladrillo. La iglesia de San Pe-

dro es renacentista y acaba de superar el trago de una década larga en clau-

sura por peligro de derrumbe. La remata un elegante ábside de sillería, mien-

tras la torre quedó truncada. Es magnífico su retablo mayor, que ensambla

ocho pinturas del círculo de Juan de Borgoña con buena imaginería. A la sa-

lida del pueblo en dirección a León, buscando el desvío de Aguilar, se pasa

el arroyo de la Regoyada, que se distingue por la arboladura del plantío que

arropa un lagunajo juncal. A la derecha, resalta la loma adehesada del mon-

te de Berrueces, que perteneció al duque de Rioseco. Su encinar, raleado pa-

ra la siembra de cereal, fue despensa pródiga de bellotas que alivió la pe-

nuria de tantos años malos.

Aguilar de Campos despliega la cuadrícula de su caserío por la ladera de un

cerro que cobijó sucesivamente a vacceos y romanos. En este proceso, cam-

bió varias veces de nombre, hasta quedarse con el que le pusieron sus repo-

bladores leoneses. Una cierta tradición erudita, respaldada por el entusiasmo

pionero de Federico Wattenberg, emplazó en el promontorio terroso del que

cuelgan sus calles la ciudad vaccea de Intercatia. El sabio e imaginativo don

Federico llegó incluso a repasar su trazado en una acuarela que disuelve el

realismo de su dibujo con tonos arcillosos. En el cuadro, un guardián con lan-

za y escudo vigila los tornasoles del crepúsculo desde el otro lado de la hon-

donada del arroyo. Aquella vaporosa Intercatia sufrió un ataque romano

comandado por Lúculo en el año 151 antes de nuestra era. Luego, los nuevos

s Ermita de Berrueces

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colonizadores la bautizaron como Castro Mayor, y con ese nombre siguió has-

ta finales del siglo doce. Entonces conoce una profunda remodelación, impul-

sada por Alfonso VIII de Castilla, que convirtió la pendiente del cerro fortifica-

do en un asentamiento con diseño geométrico. En la última década del siglo

doce se empieza a llamar Aguilar y a lo largo de cien años permanece como

villa real. A fines del catorce se convierte en señorío de Alfonso Enríquez, quien

poco después recibe el título de Almirante de Castilla.

Tanto la situación como el trazado interior de Aguilar de Campos recuerdan al

vecino Tordehumos. Por eso su recorrido no tiene pérdida. Lo mejor del pue-

blo se encuentra cerca de la plaza de la Constitución, que es la del rollo góti-

co, presidida por la maravilla mudéjar del arco de San Andrés. En la parte ba-

ja se alza la torre de Santa María, que junto algunos restos de la cabecera es

cuanto queda de la iglesia renacentista. El cuerpo del templo pertenece a la

segunda década del siglo veinte. Aprovechando el revuelo de la ruina se eva-

poró el retablo mayor, un ejemplar magnífico de la primera mitad del siglo die-

ciséis. En realidad, fue vendido por diecisiete mil pesetas, que ya era dinero

para la época. En el trato tomaron parte unos anticuarios de Zamora, pero en-

seguida se dio salida al material por ferrocarril, parece que con dirección a Za-

ragoza, donde radicaba el comprador señor Palis. El retablo medía siete me-

tros de alto por seis de ancho, así que no era ninguna miniatura que se pudie-

ra camuflar fácilmente. Pero ni la intervención del ministro vallisoletano Alba,

que lo era de Instrucción Pública, ni la consiguiente movilización de la Comi-

sión de Monumentos con el gobernador al frente consiguieron gran cosa. Ni

siquiera averiguaron el paradero del retablo.

Para reparar la herida de aquella ausencia, se colocó en la cabecera de San-

ta María un crucificado traído de San Andrés, de fines del siglo quince. La pa-

rroquia reúne una buena colección de imaginería y retablos, recogidos de los

demás templos que han ido desapareciendo. También las calles de Aguilar

conservan algunos ejemplos de la magnífica arquitectura tradicional que dio

lustre a la villa. En la calle Beato Apolinar puede verse el antiguo pósito, de

s Rollo e iglesia de San Andrés, en Aguilar de Campos

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Campos de quimera

adobe y ladrillo, con entrada por un noble arco de piedra, y de camino hacia la

plaza se encuentra la casa consistorial, de fines del diecinueve.

El recinto de la plaza enlaza el cerro del castillo con el poblado extendido has-

ta la campiña. Su disposición inclinada realza aún más la imagen de San An-

drés, desprovista ya del pórtico que cobijaba sus entradas. Este templo se hi-

zo en el primer tercio del siglo quince, bajo el patrocinio del almirante de Cas-

tilla. Su fábrica es de aparejo toledano, a base de ladrillo y mampostería. Una

actuación reciente descubrió la armadura mudéjar que cubre la nave central,

cubierta por bóvedas barrocas, y consolidó el exterior del templo, muy rico de

volúmenes. La portada principal, de clara filiación musulmana, es una de las

más hermosas y desde luego la más inolvidable de nuestro arte mudéjar. Un

grabado de Parcerisa reproduce con detalle el pórtico desaparecido, que da-

ba al templo un efecto escalonado que ahora en buena medida ha perdido. Se

derribó en 1868 y sus piedras se usaron para tapiar las capillas laterales abier-

tas al pórtico, mientras los elementos decorativos se desperdigaron por casas

y pueblos de alrededor. En Villalón un edificio de la calle de la Rúa exhibe ba-

jo la cornisa una serie de canecillos labrados con un escudo, varias caras y un

escribiente.

s Arcos de San Andrés, en Aguilar de Campos

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La eminencia del cerro fortificado, que a espaldas del caserío se escalona en

varias terrazas de cultivo, llevó a los repobladores leoneses a cambiarle su

nombre de Castro Mayor por el todavía más exagerado de Aguilar. En su ho-

menaje hay que ascender por la plaza inclinada de San Andrés hasta el mira-

dor de los trogloditas, desde donde se aprecia el derrame geométrico de sus

calles, que bajan hacia el surco fluvial del Navajos organizadas en torno a sie-

te calles diáfanas y sin recovecos. Las viviendas rupestres aparecen enmas-

caradas por apósitos de bodega o chiringuito urbano. Así que lo aconsejable

es entretenerse con el horizonte paisajístico, cuyo vuelo concluye en el juego

de volúmenes de la iglesia de San Andrés, que asoma al pie. Por esa vertien-

te del pueblo, la vaguada de la Fuente Grande da curso a la cañada de Villa-

lón y, cerrando más la horquilla, al GR-26, que se entretiene ante las aspas del

molino de viento y busca el caserío de Pajares, cuya huerta verdea el río Na-

vajos, por mal nombre Ahogaborricos.

Luego, el recinto de la plaza de la Constitución relaja el disgusto. Desde la por-

tada mudéjar se aprecia la verticalidad del rollo gótico, aupado sobre una gra-

da circular de seis escalones. A partir de aquí, el paseo prosigue hacia la er-

mita de Fuentes. El camino sale de la plaza del Rollo y desciende a la vagua-

da que agrupa las instalaciones deportivas. Este primer tramo, hasta el ce-

menterio, está asfaltado y ofrece a su derecha la subida a un molino de vien-

to restaurado. Desde su mirador se aprecia la silueta mocha de la ermita de

Fuentes, que es lo que se salvó de un antiguo convento, primero jerónimo y

después franciscano. La senda del GR-26, que recorre la Tierra de Campos,

abraza por detrás las motillas del molino y del cementerio y a un kilómetro del

pueblo enlaza también con la ermita a través de un camino agrícola. A partir

del camposanto, recorremos una senda peatonal urbanizada que se protege

s Interior de San Andrés, en Aguilar de Campos

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con trechos arbolados. En algunos tramos, los chopos son de fuste vetusto; en

otros, los arbolillos de reciente plantación pugnan por salir adelante. Al fondo

del paseo, el espacio conventual donde brotan las fuentes aparece coloniza-

do por la vegetación.

En ese lugar se apareció la Virgen a una pastorcilla, que sólo a la tercera con-

siguió que los vecinos atendieran su relato de la visión y la súplica de la Vir-

gen, que pedía un templo donde cobijarse. Para hallar la imagen, soterrada en

la época de las invasiones musulmanas, tuvieron que cavar hasta descubrir

una bóveda bajo la que manaba el agua y a cuya protección descansaba la

imagen sentada en una silla. Enseguida, los almirantes de Rioseco se queda-

ron con el patrocinio y encomendaron su custodia a los frailes jerónimos de

Valdebusto, que fundaron un pequeño monasterio. Pero la humedad del lugar

los ahuyentó muy pronto y ya en 1521 estaban de vuelta en Valoria del Alcor.

Entonces vinieron los franciscanos, que también se quejaron del emplazamien-

to insalubre, trasladándose por un tiempo a la ermita de Santiago, ya desapa-

recida. Pero tuvieron que volver a las Fuentes, porque la Virgen seguía terne

con descansar en el sitio de su aparición.

s Molino de viento, en Aguilar de Campos

Campos de quimera

s Molino de viento, en Aguilar de Campos

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La actual iglesia de San Pelayo de Villamuriel de Campos es obra de 1817,

aunque incorpora buena parte del tesoro parroquial, así el bulto yacente del

obispo Diego Pérez de Villamuriel o la codiciada reliquia del lignum crucis,

que siempre se mostró eficaz para alejar el pedrisco de sus campos. El ya-

cente perdió la cama de su descanso y ahora reposa en un lateral sobre el

suelo, con la calza de unas tablillas y el alivio de un par de pétreos almoha-

dones. Durante siglos este monumento funerario fue objeto de quejas, por-

que su bulto impedía a los parroquianos ver el altar y seguir las liturgias. El

retablo mayor es contemporáneo del templo, pero integra en su ensamblaje

esculturas clásicas y barrocas. Una plantación reciente de chopos y cerezos

contradice la imagen desolada de esta parte de Campos. Durante algo más

de medio siglo, entre 1915 y 1969, pasó tres veces al día por el pueblo el con-

voy ferroviario de vía estrecha. Pero ya antes Villamuriel empezó a sacar par-

tido de aquella expectativa, elaborando los ladrillos y tejas que se usaron pa-

ra construir las estaciones de la línea. Todavía se mantiene enhiesta la chi-

menea del horno de Urbón.

s San Pelayo, en Villamuriel de Camposs San Pelayo, en Villamuriel de Campos

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LA HUELLA DE FRAY GERUNDIO

Palazuelo de Vedija ha tenido más fortuna con su patrimonio civil que con

el eclesiástico. Así que su caserío se engalana con el palacio neoclásico de

los Cuadrillero, el antiguo consistorio diseñado por Teodosio Torres, varias ca-

sas novecentistas, vestigios torreados de barro y otras construcciones resi-

denciales que pregonan los réditos del antaño próspero negocio porcino. El de

los Cuadrillero (1772) es el palacio más noble de Tierra de Campos y desde ha-

ce unos años sirve de sede consistorial. Tiene patio porticado de dos plantas

y como tantas otras casonas de la comarca combina los sillares con el ladri-

llo. En la plaza, un pedestal canteado muestra un marranero de asperón lian-

do el pitillo junto al cochino. Al cabo de los siglos, Palazuelo ha perdido las

iglesias de San Mamés, de Santa María la Nueva y de San Juan. Santa Ma-

ría de Barruelo es un templo del dieciséis reformado por completo en los si-

glos posteriores, que guarda un tesoro acorde con el patronazgo de los Cua-

drillero, linaje que en el dieciocho contó con dos obispos simultáneos, un prior

de Malta y cortesanos despiertos. Uno de sus descendientes fue el suegro de

Manuel Azaña. Por San Mauricio, Palazuelo celebra encierros y la fiesta tra-

dicional de la vaca enmaromada. También festeja la matanza del cerdo el pri-

mer sábado de febrero. El mechón de lana de su apellido, que eso significa ve-

dija, recuerda la importancia de su cabaña ovina. Cerca de las casas discurre

el arroyo Marrandiel, al que se une el Puercas poco antes de su desemboca-

dura en el Sequillo. Nombres de sucia resonancia que ningún prurito ha trata-

do de esconder.

s Monumento al marranero, en Palazuelo de Vedijas Monumento al marranero, en Palazuelo de Vedija

1 Campos de Quimera 7/4/09 14:12 Página 57

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Villafrechós vivió su esplendor como señorío de los Osuna, a comienzos del

dieciséis. Pero su nombre frutal evoca una primitiva fundación visigoda, dedi-

cada a San Fructuoso. La iglesia de San Cristóbal es la única de sus seis pa-

rroquias que ha llegado hasta nosotros. Es obra mestiza y poco relevante, he-

cha con piedra, ladrillo y tapial entre los siglos quince y dieciséis. La cubierta

de armadura aparece enyesada, mientras la torre arranca en piedra y remata

con dos cuerpos de ladrillo. En la calle del Arco, una portada gótica testimo-

nia la pujanza de Villafrechós al comienzo de la Edad Moderna. No es el úni-

co vestigio civil de aquella prosperidad, que se prolongó hasta nuestro siglo.

El convento gótico de Santa Clara también corresponde a aquel momento inau-

gural del dieciséis. Fundado en un antiguo palacio por doña Urraca de Guzmán,

conoció su esplendor bajo el patrocinio de los duques de Osuna, cuya heráldi-

ca se multiplica por sus muros. En las afueras, se encuentra la ermita de Nues-

tra Señora del Cabo. La tradición de las almendras garrapiñadas emigró con

la dispersión de los Cubero a las ciudades cercanas: Rioseco y Valladolid.

s Iglesia de San Cristóbal, en Villafrechóss Iglesia de San Cristóbal, en Villafrechós

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Campos de quimera

Habían recalado en Villafrechós a fines del diecinueve, procedentes de León,

y desde su obrador terracampino cosecharon medallas internacionales y la vi-

tola de proveedores de la Casa Real en tiempos de María Cristina.

De camino hacia Barcial de la Loma, un leve desvío a la derecha apunta al

caserío de Zalengas, puro recinto de melancolía. A la entrada del pueblo, se ve

un arco huérfano y unos muñones de tapial, que es cuanto queda de la iglesia

de San Miguel, usada un tiempo como cementerio. La iglesia de San Pelayo

eleva majestuosa su torre de seis cuerpos sobre la grada de una escalinata. El

templo es mudéjar, de comienzos del dieciséis, pero la torre tiene cubierta de

s Torre de San Pelayo, en Barcial de la Lomas Torre de San Pelayo, en Barcial de la Loma

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sillería una de sus cuatro caras, en la que se abre la portada. El remate octogo-

nal es de ladrillo. En su interior, bien surtido de retablos e imaginería de méri-

to, muestra un artesonado de par y nudillo, que es policromado en una de las

capillas de la epístola. Enfrente se encuentra la capilla de un arcipreste que fue

comisario del Santo Oficio y párroco de esta iglesia. Postrada en un arcolosio

se ve su imagen orante, hecha de madera. También guarda la parroquia una es-

pina de la corona de Cristo, cuya fiesta se celebra el 5 de mayo. Un cubo con

las melladuras del tiempo es cuanto resta de su fortaleza, que padeció las con-

secuencias de su desdicha en el conflicto de las Comunidades.

En el camino hacia Castroverde concluyó sus días don Suero de Quiñones, el

gallo del Paso Honroso, sobre el Órbigo. Sucedió el 11 de julio de 1458, en

una acometida de Gutierre de Quijada, quien guardó un cuarto de siglo el ren-

cor de su derrota en aquel torneo caballeresco ponderado por Cervantes: “Di-

gan que fueron burla las justas de Suero de Quiñones del Passo”. Durante

tiempo perpetuó el hecho una cruz suntuosa, que los vecinos conocieron co-

mo la Cruz del Muerto. Una treintena de palomares, la mayoría ya en vilo, sal-

pica el entorno de Barcial. Los hay circulares y cuadrados, con sus tejadillos

escalonados.

Santa Eufemia del Arroyo se llamó de Arenales y de Campos hasta que en

1916 adoptó el apellido fluvial. Teniendo en cuenta la confusión de nombres

de este cauce, mejor así, con el genérico. La cartografía le llama Navajos, por

el cerro en el que brota; los indicadores de carretera, Bustillo, por ser el primer

pueblo que visita; y los campesinos, Ahogaborricos, por razones cuya eviden-

cia mejor no traducir. Santa Eufemia tuvo rollo jurisdiccional y una granja de

los jesuitas de Villagarcía, a la que acudía con gusto el Padre Isla, a correr per-

dices y conejos con la escopeta de su cuñado Nicolás, “cuyo uso sólo está

prohibido dentro de las bardas del colegio”. En estas estancias junto a los ca-

chicanes del convento pudo pegar la hebra y refrescar giros y costumbres te-

rracampinos, que luego nutrieron su Fray Gerundio. El personaje era de Cam-

pazas, en la solana leonesa del Cea, y cargó con el alias paramés de Zotes. El

autor de la novela, el jesuita Isla, era de Valderas, aunque nació en Vidanes,

en la montaña del Esla. Su geografía literaria y perdicera discurre entre los

menguados cursos del Sequillo y el Cea. De Santa Eufemia a Campazas dis-

curre la ruta veraniega de Fray Gerundio. La granja, con sus tierras y su bode-

ga, pasó a la condesa de Cifuentes, aprovechando una de las supresiones de

la orden. Ya en la posguerra, el vizconde Agustín López de Ayala erigió a las

afueras el caserío de Santa Bárbara, proyectado como moderna explotación

agrícola, que ahora alberga un centro de turismo rural. La iglesia es moderna,

de este siglo, y está adosada a la vieja torre del dieciocho. La adobera, hasta

la que se llega haciendo la ronda por el malecón del arroyo, muestra un pe-

queño parque de miniaturas en barro, legado de los sucesivos cursos de vera-

no destinados a iniciar a los jóvenes en los secretos del adobe.

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El CANAL DE CAMPOS

Una doble lanzada de chopos arropa al Canal de Campos en su últi-

mo tramo, que recorre los términos de Tamariz, Villanueva de San Man-

cio y Medina de Rioseco. De los setenta y nueve kilómetros de trazado,

apenas diez corresponden a Valladolid, donde se sitúan dos de sus sie-

te esclusas. Este ramal de Campos fue también el que más se demoró,

primero por dificultades financieras, luego por el estorbo de las guerras

y más tarde por la prioridad de rematar el enlace con Valladolid a través

del ramal del Sur. Lo cierto es que hubo que esperar casi un siglo (desde

1754 hasta 1849) para que llegara desde Paredes de Nava a la dársena

de Rioseco.

A partir de 1792, con la fundación de Sahagún el Real, a la altura de

Paredes, ya se habilitó aquel muelle para el embarque del cereal terra-

campino. El salto de actividad canaliega más importante se produce al

incorporarse la dársena de Valladolid: la flota de barcazas pasa de 17 a

más de cien. Entre 1850 y 1860, ya con el ramal de Campos extendido

hasta Rioseco, el tráfico alcanza su mayor esplendor y el número de bar-

cas asciende hasta 365. La navegación del canal, actualmente recupe-

rada para disfrute turístico, se clausuró en 1959.

Río Se

quillo

Río Sequillo

Canal de Campos

SéptimaEsclusa

SextaEsclusa

Laguna de Tamariz

Villanuevade San Mancio

Dársena

Medina de Rioseco

1 Campos de Quimera 7/4/09 14:12 Página 62

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63

Campos de quimera

La dársena de Rioseco agrupa en uno de sus costados los almace-

nes históricos, mientras en el otro se escalonan hacia el Sequillo las fá-

bricas de harina, de las que se visita la más cercana, que conserva ínte-

gra y operativa su maquinaria, auténtica reliquia de arqueología indus-

trial. El centro de Recepción de Viajeros, instalado en uno de los almace-

nes, informa de las posibilidades de recorrido del canal, que incluyen el

barco Antonio de Ulloa, los paseos en bicicleta o a pie por los caminos

de sirga y otras alternativas de turismo activo. El barco realiza dos tipos

de itinerarios. El más corto es un viaje de siete kilómetros, mientras la

ruta hasta la esclusa de Tamariz permite disfrutar la aventura de su tra-

vesía, que es una experiencia apasionante y compleja.

La esclusa es un ingenio en forma de balsa ideado por Leonardo da

Vinci que sirve para salvar los desniveles del terreno por donde discurre

el canal. El Canal de Castilla suma un total de cincuenta: 24 en el ramal

del Norte; veinticuatro en el ramal del Sur; y siete en el de Campos. La

interrupción de las obras en Soto Albúrez, entre Villamuriel y Dueñas y a

la altura de 1804, dejó a medias la última esclusa ovalada, que hace el

número treinta y cuatro. Las siguientes hasta Valladolid y todas las del

ramal de Campos serán ya rectangulares: su inconveniente es que sólo

permiten el paso de una barca; la ventaja, que la maniobra es más rápi-

da, al utilizar menos cantidad de agua en el proceso.

Junto a la esclusa séptima alza su arquitectura vertical una fábrica

de harinas de cinco plantas y se ha recuperado la laguna de Tamariz, que

ofrece un observatorio para seguir la aventura estacional de los pájaros.

También se atisban la torre herida de San Juan, la renacentista de San

Mancio y las voladas almenas de Belmonte.

z

UUnnaa rruuttaa ppaarraa nnaavveeggaarr

1 Campos de Quimera 7/4/09 14:12 Página 63

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1 Campos de Quimera 7/4/09 14:12 Página 64

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2Palomares, rollosy torres con vistas

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:14 Página 65

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ARRO

YOO

BUST

ILLO

RÍO

VA

LDER

ADUE

Y

RÍO CEA

RÍRÍO

VA

LDER

ADUE

Y

CEA

Medina deVillafrechósSanta Eufemia

Barcial dela Loma

Villamurielde Campos

Palazuelode Vedija

Berrueces

Aguilarde Campos

Villalánde Campos

Bolañosde Campos

Valdunquillo Villavicenciode los Caballeros

Moral dela Reina

Ceinosde Campos

Villacid deCampos Cuenca

de Campos

La Uniónde Campos Urones de

Castroponce

Becilla deValderaduey

Castroponce

Mayorga

Castrobol

Villalón de Campos

Herrínde Campos

Gordalizade la Loma Bustillo

de Chaves

Villanueva dela Condesa

Villacarralón

Vega deRuiponce

Villagómezla Nueva

Cabezón deValderaduey

Villalba dela Loma

Saelices de Mayorga

Monasteriode Vega

Melgar deAbajo

Melgarde Arriba

Santervásde Campos

Zorita dela Loma

Villacreces

Villafrades de Campos

Gatón deCampos

Villabaruzde Campos

Tamariz deCampos

Villanuevade San Mancio

Palaciosde Campos

Roalesde Campos

Quintanilladel Molar

Fontihoyuelo

San Llorente

N-601

N-610

N-610

C-612

N-601

C-612

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:14 Página 66

Page 69: Viajando por la provincia de Valladolid

Palomares, rollosy torres con vistas

ADOBE Y SOPORTALES

La plaza de Villalón de Campos, con soportales y adornada por el rollo gó-

tico, es una de las imágenes más conocidas de Tierra de Campos. Pero sus

atractivos no se limitan a este recinto. Un recorrido por sus calles y plazuelas

nos descubre el encanto de uno de los conjuntos de arquitectura tradicional

mejor conservados. La plaza Mayor de Villalón exhibe en su amplio y escalo-

nado escenario las principales joyas de la villa. Es el espacio del mercado de

los sábados, que se viene celebrando desde hace más de setecientos años por

un privilegio del Rey Santo. En su parte más alta se alza la iglesia de San Mi-

guel con su torre del reloj, peraltada sobre una escalinata de la que emergen

las poderosas columnas del pórtico neoclásico. El caserío de la plaza muestra

un variado repertorio de soportales, algunos asentados sobre pies de made-

ra, otros en columnas de piedra del siglo XVI o de hierro del XIX. En la esqui-

na con la Rúa luce el Ayuntamiento, obra contemporánea de Teodosio Torres,

el arquitecto del viejo hospital, del instituto Zorrilla y de la plaza de toros de

Valladolid. Lo que todavía no exterioriza Villalón es su vínculo con el pintor

Juan Gris, uno de los grandes artistas de la vanguardia universal.

67

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:14 Página 67

Page 70: Viajando por la provincia de Valladolid

La estrella de la plaza de Villalón es el rollo gótico, sin duda el más hermoso

de cuantos pueden verse en España. Se levantó dos años después de la ca-

tástrofe de Villalar, que supuso un duro varapalo para la prosperidad ferial de

Villalón, como símbolo del reforzado señorío de los Pimentel. Alzado sobre una

base octogonal, tiene tres cuerpos adornados con columnillas, nichos, meda-

llones y gárgolas en sus ángulos que representan animales fantásticos. A su

lado, una oronda quesera de fundición reciente, obra del escultor Jesús Tra-

pote. Un Museo del Queso rescata el proceso de elaboración artesanal de sus

codiciados frescos pata de mulo, así como de los curados con leche de oveja

churra. La iglesia de San Miguel es un compendio de arte que reúne cinco si-

glos de actividad. Una restauración reciente despojó su interior del encalado,

poniendo al descubierto preciosas armaduras polícromas y un alzado mudé-

jar con profusa decoración de arcos y ventanas de herradura. El recorrido in-

terior depara sorpresas como el sepulcro de un canónigo realizado por Juan

de Juni, las rejas góticas o la umbría capilla abierta bajo la torre, dentro de un

conjunto lleno de reclamos para el asombro.

68

s Rollo de Justicia, en Villalón de Camposs Rollo de Justicia, en Villalón de Campos

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:14 Página 68

Page 71: Viajando por la provincia de Valladolid

Las calles que confluyen en la plaza prolongan el trazado tradicional de Villa-

lón, que muestra en su caserío un repertorio de formas que hace honor a la no-

bleza de la arquitectura del barro. En unas construcciones se aprecia la airosa

buhardilla, en otras las fachadas recorridas por chimeneas y siempre el res-

guardo de los soportales. Desde el ábside neoclásico de San Miguel se toma

la dirección hacia la plazuela de San Juan, presidida por la iglesia de tapial y

ladrillo. En su interior descuellan el artesonado del presbiterio y un retablo ma-

yor con pinturas góticas sobre tabla del Maestro de Palanquinos. A su lado se

mantienen las ruinas del hospital de San Roque, construido en ladrillo sobre

pies de madera y con un arco trilobulado en su fachada. Otra iglesia de ladri-

llo, la de San Pedro, corresponde ya al dieciocho.

El callejeo por la Rúa, por la vieja calle del Pescado o por la del Otero nos pone

en contacto con un rico repertorio de nobles casonas blasonadas. Una zapate-

ría de la calle de la Rúa ofrece en su planta alta un curioso Museo del Calzado,

que rescata la itinerante colección Vibot. El número 58 de la Rúa adorna su cor-

nisa con varios canecillos procedentes del pórtico de San Andrés, en Aguilar

de Campos, que se derribó en 1868. Representan cabezas humanas, diversos

animales, un aplicado escribiente y el blasón de los almirantes. Dos pilares de

aquel pórtico se ven en la calle de Santo Domingo, decorados con rosetas, ca-

bezas humanas y hojas. También ostentan escudos con el ancla, símbolo del

almirantazgo. La del Pescado apoya sus balconadas sobre ménsulas de hierro

forjado adornadas con hojarasca barroca. En la carretera de Palencia muestra

su abandono el asilo Pérez Gil, una obra de principios de siglo debida al arqui-

tecto Jerónimo Arroyo. También es de ladrillo la ermita de las Fuentes, cuya

imagen gótica se guarda disfrazada con ropajes en San Miguel. El paseo has-

ta la ermita, de apenas tres kilómetros en dirección a Fontihoyuelo, discurre por

un entorno de palomares cilíndricos y viejos chozos campesinos que concluye

en un paraje de manantiales que es como un oasis en el mar cereal.

69

s Mercado en Villalón

Palomares, rollos y torres con vistas

s Mercado en Villalón

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:14 Página 69

Page 72: Viajando por la provincia de Valladolid

EL RIÑÓN DE CAMPOS

“Las tierras que se extienden entre Villalón y Frechilla, en tres leguas a la re-

donda, escribió el viajero Jesús Torbado, son conocidas bajo el nombre de Ri-

ñón de Campos”. Ese territorio lo promedia Herrín, vecino del Sequillo. Pas-

cual Madoz recuerda cómo una de sus temibles crecidas, la de 1835, “arreba-

tó ganado lanar, mieses y granos limpios, aperos y otros enseres, habiéndose

podido salvar muchos trabajadores por medio de las hacinas de mies, que les

sirvieron de balsas”. Se sucedieron las desgracias pero tuvo que transcurrir

más de un siglo para que el río que carece de valle fuera encauzado entre ma-

lecones de tierra. En Herrín de Campos, cuyo nombre evoca el manantial fe-

rruginoso de los Arenales, la mota del castillo guarda el secreto vecinal de las

bodegas. Durante siglos, perteneció al señorío de Las Huelgas de Burgos. En

la plaza, junto al ayuntamiento, alza la torre del Salvador su estandarte de la-

drillo y tapial, rebajado en el diecisiete. Guarda un buen surtido de retablos,

entre los que destaca el mayor, de 1720, cuya labor escultórica fue tallada por

el artista riosecano Tomás Sierra. A la misma época corresponden el órgano,

los sitiales del coro y las yeserías barrocas. Como varios pueblos más del Se-

quillo, celebra sus fiestas, en este caso dedicadas a San Antonio, con danzas

de paloteo.

Para no engañar a nadie, pues es lugar de paso, Herrín apellidó su calle Ma-

yor según el rumbo: de Oriente y del Poniente. Remontando cuatro kilómetros

la hendidura del Sequillo, se encuentra el caserío de Santa María de Benavi-

des, donde hubo un poderoso convento cisterciense. Un dicho de Campos in-

terpelaba así a los tonsurados que recorrían la comarca: Fraile o cartujo, ¿dón-

de resides? ¿En Matallana o en Benavides? Un paseo de tres kilómetros, por

el camino de Villarramiel, acerca a la fuente de los Arenales, cuya agua mine-

70

s Herrín de Campos

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:14 Página 70

Page 73: Viajando por la provincia de Valladolid

ral, según Madoz, “por su finura y propiedades aperitivas, la usan generalmen-

te las gentes bien acomodadas, no sólo del pueblo, sino de los limítrofes, abs-

teniéndose de beberla por la misma razón los trabajadores”, que no necesita-

ban estimular el apetito. La herrumbre de su cauce benéfico bautizó al pueblo,

pero no sirvió para retener la diáspora de Torreherrizo, convertido en despo-

blado como Peñalosa y, oh paradoja, Población.

Sequillo abajo, se encuentra Villafrades de Campos, que en 1793 padeció

la destrucción de setenta de sus setenta y tres casas por un desbordamiento

del río. Por si fueran poco este y otros castigos del tornadizo Sequillo, los es-

cribanos de la historia siguen empeñados en infligir a este pueblo el escar-

miento aplicado por el Cardenal Cisneros a Villardefrades, que lo incendió y

arrasó el último domingo de mayo de 1517, en represalia por sus precoces ve-

leidades comuneras. Las riadas han sido inclementes con Villafrades, cuya

memoria tiene grabadas por su devastación cuatro en el siglo dieciocho, dos

en el diecinueve y tres en el veinte: la última, la nochevieja de 1961. A pesar

del riesgo, en esta media esfera dibujada por el foso fluvial del Berruez y el Se-

quillo hay constancia de población vaccea, romana y visigoda. En los primeros

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Palomares, rollos y torres con vistas

s Iglesia de San Juan Evangelista. Villafrades de Camposs Iglesia de San Juan Evangelista. Villafrades de Campos

2 Palomares, rollos y torres con vistas 21/4/09 10:13 Página 71

Page 74: Viajando por la provincia de Valladolid

tiempos medievales, el lugar se llamó en latín Iglesias Blancas. Su nombre ac-

tual deriva de la repoblación, mediante un priorato, por los monjes benedicti-

nos de Sahagún. En la calle del Cristo se conserva un escudo perteneciente a

un caballero de la Orden de Calatrava. La iglesia de San Juan Evangelista es

de mediados del dieciocho, tiene un pórtico ciego y organiza sus espacios con

profusión de volúmenes, que corona una modesta espadaña de ladrillo. En su

interior guarda un San Antonio Abad de Alejo de Vahía y la Virgen gótica de

Grijas Albas, que es la patrona y posa erguida sobre la media luna. Una de las

calles del pueblo está dedicada al húsar Tiburcio, héroe de la Guerra de Inde-

pendencia en Astorga, en cuya catedral descansa. También sus fiestas vera-

niegas de Grijasalbas, donde se ejecutan las danzas ancestrales de paloteo,

acogieron algunos episodios de bodega y peña novelados por el escritor y ci-

neasta David Trueba, que ya ha sido su pregonero. Como el resto de los her-

manos, entre los que se cuenta el director de cine galardonado con un Óscar

de Hollywood, pasó los veranos más largos e intensos en la casa familiar de

Villafrades.

A orillas del Sequillo, se encuentra también Gatón de Campos, que prome-

dia el camino entre Villarramiel y Cuenca. Ocupa el lugar de la mansión roma-

na de Tela y perteneció durante siglos al monasterio de Las Huelgas de Bur-

gos. Tres casonas blasonadas, de cuño eclesiástico, delatan cierta prosperi-

dad dieciochesca. La iglesia de San Pedro es mudéjar, de fines del quince, pe-

ro perdió con las reformas sus mejores artesonados. En 1850 se cambió la cu-

bierta de madera por una bóveda de cañón. La torre es de piedra y remata su

cuerpo con un friso de bolas. El chapitel superior de ladrillo lo han revocado

para evitar desprendimientos. En el interior, destacan un Ecce Homo de Alejo

de Vahía y la imagen gótica de la Virgen de las Nieves, cuya fiesta de agosto

recuerda la leyenda de una remota nevada que sofocó el incendio de la torre

de la iglesia. La hoguera festiva quema simbólicamente una torre de madera.

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s Iglesia de Gatón de Campos

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:14 Página 72

Page 75: Viajando por la provincia de Valladolid

EL CANAL DE LAS LLUVIAS

Cuenca de Campos nombra la hondonada de su emplazamiento, sobre la

que descuella la torre del Conjuradero, repuesta hace unos años sobre el de-

pósito de agua. Un foso fluvial diseñado en el siglo de las luces, que los veci-

nos conocen como la Ría, ha conseguido que no rebosara, en los momentos

de aluvión, la escudilla que acoge al caserío. Pero ni siquiera el canal construi-

do en 1798, cuyo cauce con terraplenes, tendido de puentes y pago de expro-

piaciones supuso un coste de 118.662 reales, logró evitar sucesivas desgra-

cias, como la ocurrida en la tarde del 11 de junio de 1874, cuando una tormen-

ta de mediodía arruinó noventa y cinco casas y truncó la vida del niño Máxi-

mo Vázquez, arrastrado por la furia de la corriente mientras trataba de recu-

perar la gorra que se le había caído al agua. El canal tiene dos ramales, que

desaguan en el arroyo de la Villa y aíslan el caserío, dejando un pequeño ist-

mo entre los dos caminos de Ceinos. La obra civil de puentes y calzadas com-

bina la piedra traída del castillo de Montealegre, que se puso en los muros,

roscas de los arcos y guardaruedas, con mampuesto amasado con cal y are-

na para los rellenos. Su diseño técnico corrió a cargo de los arquitectos Vicen-

te Rodríguez y Fernando Sánchez Pertejo, nombrados por el Consejo Real.

Cuenca de Campos llegó a contar con cinco iglesias y tres ermitas, además de

un hospital y el convento mudéjar de clarisas dedicado a San Bernardino de

Siena. De las iglesias, se perdieron primero San Juan y San Pedro, suprimidas

a fines del dieciocho, siendo agregados sus feligreses, respectivamente, a San

Mamés y Santa María del Castillo, mientras los efectos de valor se liquidaban

en pública subasta. La torre mudéjar de San Juan se decoraba con azulejos de

73

s Soportal de la Soledad, en Cuenca de Campos

Palomares, rollos y torres con vistas

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:14 Página 73

Page 76: Viajando por la provincia de Valladolid

varios colores, que fueron aprovechados para adornar el pavimento de algu-

nas casas. El resto de los templos lo fue amortizando el declive del pueblo,

hasta quedar reducidos a la parroquia de los santos Justo y Pastor y a la ermi-

ta de San Bernardino. También se conserva Santa María del Castillo, pero co-

mo recinto privado que durante un tiempo albergó la exposición dedicada a la

memoria de los segadores gallegos. Muy cerca se encuentra el convento, per-

judicado en su aspecto decrépito por décadas de abandono. Lo fundaron los

Condestables a mediados del quince con monjas procedentes de Tordesillas.

Los sepulcros góticos de alabastro que había en su presbiterio reposan ahora

en el monasterio de Santa Clara de Palencia. También el Museo Diocesano

palentino recogió la techumbre mudéjar de uno de sus recintos. Conserva ves-

tigios góticos, renacentistas y barrocos, como las yeserías que adornan la cú-

pula del templo o el claustro que alberga los aperos.

74

s Iglesia de Santa María, en Cuenca de Campos

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:14 Página 74

Page 77: Viajando por la provincia de Valladolid

Contrasta este deterioro con la prestancia del caserío, que asoma a la plaza su

mejor repertorio de soportales, balcones y paramentos de ladrillo y tapial. El re-

cinto es muy acogedor y en él destacan el rincón de la Soledad y el ayuntamien-

to, de fines del dieciocho, aunque muy reformado medio siglo más tarde. Enton-

ces se colocó en su fachada el reloj de Santa María con un castillete estrellado

para el campanil. Tiene un pórtico con seis arcos frontales y dos laterales sobre

los que abren otros tantos balcones. El edificio de las escuelas que diseñó en

1885 Teodosio Torres acoge el albergue de peregrinos. La iglesia de los santos

Justo y Pastor reserva todo su atractivo para el interior. Unas esbeltas columnas

blancas articulan las naves del templo, que se cubren con el mejor artesonado

del mudéjar provincial, un conjunto deslumbrante que alcanza su esplendor en

el presbiterio, cuyo cascarón se decora con lacería de vivo colorido y piñas con

mocárabes. En el hueco de la torre, bajo el coro, la capilla funeraria de los Cei-

nos. Una de sus lápidas sepulcrales es ahora frontal del altar, mientras los án-

geles con escudos de la familia, obra de Vahía, adornan la nave de la epístola.

El retablo mayor, dedicado a los patrones, es obra manierista de Pedro Boldu-

que. La sacristía exhibe una muestra de las imágenes y platería procedentes de

las iglesias desaparecidas. La ermita del patrón, San Bernardino de Siena, se

encuentra en un jugoso paraje, de camino hacia Villalón. Para estirar el paseo

hasta el kilómetro, puede hacerse siguiendo la huella verde del ferrocarril secun-

dario. La pradera todavía se conoce como el tendal, porque era el lugar preferi-

do por las lavanderas para secar la ropa. El retablo mayor barroco, bien surtido

de imágenes, procede del desamortizado convento franciscano de Nuestra Se-

ñora de los Ángeles de Castromocho, de donde también salieron otros tres pa-

ra la iglesia del Rosario de La Mudarra. Es curiosa la colección de exvotos, en la

que destaca el retrato ecuestre de un guardia civil con ornamentos de gala.

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Palomares, rollos y torres con vistas

s Palomares en Cuenca de Campos

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:14 Página 75

Page 78: Viajando por la provincia de Valladolid

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JUAN GRIS EN VILLALÓN

Villalón todavía no exterioriza su vínculo con Juan Gris (1887-1927), unode los grandes artistas de la vanguardia histórica. Pionero del cubismo,supo combatir su rigidez geométrica con la secuencia de colores de unapintura cada vez más lírica. Se llamaba José Victoriano González y fueuno de los catorce hijos de Gregorio González, emigrante de Villalón aMadrid, donde fundó la librería y papelería de su nombre en la calleCarretas, proveedora de la Casa Real. Así que el artista niño dio sus pri-meros trazos en papel timbrado con el membrete de la reina MaríaCristina. En Madrid, tomó lecciones del malagueño José MorenoCarbonero, maestro también de Picasso y Dalí. Inició estudios de inge-niería y en 1906 se trasladó a París, para evitar el servicio militar. RamónGómez de la Serna o Corpus Barga, en Madrid, y Gertrude Stein, en París,dan cuenta de su travesía. Su cuadro El torero, que desmiente la imputa-da francofonía cultural del artista, perteneció a Hemingway, quien lo uti-lizó para la portada de la edición original de Muerte en la tarde. Hombrede sólida formación, defendía que un cuadro debe ser razonado antes depintarlo. De cabellos negros, tez cetrina y aspecto casi mulato, “lo quellamaba la atención en su cara eran unos ojos muy grandes, negros y decórnea azulada”. Distingue entre la obra de ilustración y los dibujos ali-menticios, que firma como José González, y la pintura de Gris. Un seudó-nimo idéntico en español y francés. Su primer trabajo firmado como Grisfue el ex libris de la editorial Pueyo. Para pintar recuperaba el atavío desus tiempos de estrechez, calzando unas alpargatas que se fabricabacon las cañas de sus zapatos viejos. Acabó con él un cáncer de riñón y su muerte prematura lo convirtió en diana de los recelos de Picasso y demás ángeles custodios de su Olimpo. Gertrude Stein

s La Aldea (1927)

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:14 Página 76

Page 79: Viajando por la provincia de Valladolid

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atestigua que Juan Gris era la primera persona a la que el malagueño debuena gana hubiera borrado del mapa. Sin embargo, la presencia de Grisse impone cíclicamente por la sola fuerza de sus cuadros, tan largamen-te escatimados. La muerte reciente de su único hijo ha clausurado laexpectativa de formar en Villalón un museo con la colección familiar.

LA PASIÓN DE VILLAVICENCIO

Los dos actos centrales de su Semana Santa -los rituales de la VenerableOrden Tercera y el Descendimiento- tienen lugar en el interior de la igle-sia Santa María. La ceremonia sigue al pie de la letra las reglas escritasen 1736 por un franciscano. Hasta hace unos años no podían asistir muje-res al ritual, porque éste consistía, entre otras penitencias, en azotar loscuerpos semidesnudos de los cofrades. Esta ceremonia franciscana tienelugar en la noche del jueves Santo, a partir de las 22 horas, y supone, parael que asiste por primera vez, una auténtica inmersión en la liturgia popu-lar. El viernes, a la misma hora de la noche, se celebra el Descendimientode un Cristo articulado, ceremonia que se acompasa a la voz tronante eimperiosa del predicador que indica los pasos que deben seguirse.Primero se arranca el INRI, luego la corona, más tarde el clavo de la manoderecha, después el de la izquierda. Finalmente se desclavan los pies y seintroduce al descendido en un féretro de cristal. Esta celebración, perdi-da con la tolvanera de la emigración, se recuperó en la década de losochenta y es una de las citas más sugestivas de la Pasión terracampina.

Palomares, rollos y torres con vistas

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:14 Página 77

Page 80: Viajando por la provincia de Valladolid

LA HUELLA DE LOS TEMPLARIOS

Ceinos de Campos tuvo su primer emplazamiento vacceo cerca de la fuen-

te de Santiago, que refresca un pequeño cordel de verdor junto a la cañada

leonesa. Ahora da testimonio de aquel tránsito un hermoso chozo de barro cu-

pulado y con chimenea que arropa un cortejo de cinco almendros. Se trata de

uno de los ejemplares más llamativos de estas construcciones secundarias

que ayudaron a paliar los sinsabores de la vida campesina. Los demás refres-

cos de verdor anillan el curso del Navajos o Bustillo, que bordea el cerro de

Ceinos por el norte. A cuatro kilómetros, aguas abajo, se encuentra el caserío

de Pajares de Campos, escenario de una disputa del diezmo entre los tem-

plarios de Ceinos y el cabildo de León. El templo de San Andrés y la casona

aledaña dan muestras de derrota. Los pocos restos de la iglesia románica de

Nuestra Señora del Temple andan desperdigados: un pilar y varios arcos em-

pleados como dinteles en una vivienda del pueblo; una portada, en el campo-

santo; un mascarón y otros adornos, en un panteón del cementerio de Cuen-

ca de Campos; y el conjunto más visible, la galería que recorría el interior de

la cúpula, en el Museo Nacional de San Gregorio, en Valladolid.

¿Qué ocurrió para que desapareciera el mejor monumento románico de la pro-

vincia? Tras la disolución de los templarios, la iglesia sirvió como parroquia

hasta que esta función se concentró en el templo renacentista de Santiago,

construido en el dieciséis. En 1799 su estado era ya ruinoso y el arquitecto

neoclásico Francisco Álvarez Benavides propuso su derribo. Dos litografías de

Parcerisa recogen su belleza deslumbrante, captada en 1860, ya en la pen-

diente de la ruina. Otro grabado más tosco de 1853 ilustra un texto del riose-

cano Ventura García Escobar en el Semanario pintoresco. En 1868 ya casi na-

da de aquella joya permanecía en pie y sus sillares más nobles se empleaban

para pontificar el arroyo. La iglesia era de una nave cubierta con bóveda de ca-

78

s Iglesia de Ceinos de Campos

2 Palomares, rollos y torres con vistas 21/4/09 10:14 Página 78

Page 81: Viajando por la provincia de Valladolid

ñón apuntado con arcos fajones y rematada por un ábside semicircular. Su

cuerpo lo recorrían por el exterior contrafuertes doblados con arbotantes gó-

ticos. La torre cuadrada elevaba dos pisos de dobles ventanas en cada cara,

adornadas con cabezas de clavo. Completaba el conjunto una capilla indepen-

diente de planta cuadrada que cubría una linterna octogonal nervada, de la es-

tirpe de las exquisitas cúpulas del Duero. El interior de sus muros estaba re-

corrido por arquerías de medio punto, que en uno de sus lados adoptaba for-

ma de galería, con esculturas adosadas a los fustes.

Comparada con aquella maravilla, la iglesia renacentista de Santiago parece

poca cosa. Lo más llamativo se concentra en la portada y en el artesonado de

su cubierta. En el interior conserva una Virgen románica, que estuvo adosada

a una columna de la iglesia templaria. La fiesta de su patrón San Mamerto se

celebra con rituales danzas de paloteo y

hasta hace unos años escenificaba

una ceremonia de moros y cristia-

nos, que concluía de esta guisa:

Ya lo veis, la media luna / cayó al

suelo desplomada / y para siempre

humillada / quedó la raza moruna.

De camino a Villacid de Campos,

la ermita de Nuestra Señora de Bus-

tillino domina el verdor de un prado

de tréboles. Falta un kilómetro largo

para el pueblo y sus muros de tapial

ya no guardan la imagen románica de

la Virgen sentada con el Niño corona-

do en el regazo. El nombre de Villacid,

que casi transparenta el de su repo-

blador mozárabe Zahid o Ceid, ha em-

pujado fantasiosos parentescos con

el héroe castellano, hasta ver su si-

lueta victoriosa impresa por las llu-

vias en el Cubo. El Cubo es una atala-

ya circular de ladrillo con la puerta en

alto, único resto del castillo de los

Osorio que derrotó en 1521 Juan de

Mendoza, hijo comunero del Gran

Cardenal. Era entonces Villacid “lu-

gar cercado y con razonable forta-

leza”, pero el cachorro carde-

nalicio “con algunos tiros

que llevaba, lo batió

79

Palomares, rollos y torres con vistas

s El Cubo, en Villacid de Camposs El Cubo, en Villacid de Campos

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:14 Página 79

Page 82: Viajando por la provincia de Valladolid

y entró por fuerza de armas y diola a saco”. Luego, con aquellas ruinas terre-

ras se levantó la frágil ermita de Santa Ana, también abatida por la lima del

tiempo. Tanto trasiego beligerante trasluce el primitivo señorío de la Raposa,

por buen nombre doña María Téllez de Meneses, viuda de Girón, cuya nieta

vendió su dominio al almirante Alfonso Enríquez. Después de las Comunida-

des, fue señor de Villacid Álvaro Osorio de Guzmán, mayordomo del empera-

dor, a quien se debe el impulso para la construcción del templo de Nuestra Se-

ñora la Nueva. Gótico, con tres naves, cabecera de sillería y cuerpo de ladri-

llo, perdió en una reforma reciente el artesonado mudéjar de la capilla mayor.

Hasta entonces, Villacid había contado con las iglesias de San Mamés y de

Santa María de las Eras. El retablo mayor es un magnífico ejemplar clasicis-

ta. Su caserío, que divide por la mitad la carretera nacional, conserva buenas

casonas dieciochescas, alguna blasonada.

80

s Torre de Bustillo de Chaves

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:14 Página 80

Page 83: Viajando por la provincia de Valladolid

Bustillo de Chaves cruzó la Edad Media en la órbita de la nobleza leonesa,

antes de engrosar los señoríos del Almirante. Su nombre se alterna con el de

Navajos, que es el teso de cuya falda brota, en el bautizo moderno del arroyo

que los terracampinos siempre llamaron Ahogaborricos. Sobre la vaguada flu-

vial alza su estatura de siglos la torre de mampostería y ladrillo de la iglesia

de Nuestra Señora de las Eras, que es su único vestigio. La construyó Rodrigo

Monasterio en 1532. En el presbiterio de la nave moderna adosada al campa-

nario se agrupa una excelente colección de esculturas, que contempla un cru-

cifijo gótico situado a los pies del templo. Villanueva de la Condesa obser-

va desde la pendiente de una loma la confluencia de los arroyos del Castillo y

de Santa Engracia, que juntan sus aguas para bajar al Valderaduey. El castillo

es apenas un muñón de barro extraviado en las eras. La condesa de su apelli-

do fue la misma Inés Ramírez que ostentó el señorío de Bustillo en el tránsito

del siglo doce al trece. Una espadaña mínima de dos cuerpos y tres ojos desi-

guales, construida en ladrillo estofado por el tiempo, da señal del templo gó-

tico de San Pedro, que articula su cuerpo en tres naves sostenidas por colum-

nas. El presbiterio se cubre con un magnífico artesonado mudéjar de par y nu-

dillo. Gordaliza de la Loma hace contrapeso a Villanueva en el balancín de

este interfluvio que se ondula entre el Bustillo y el Valderaduey. A su entrada

conserva la torre huérfana de la iglesia del Salvador, restaurada en 2001 co-

mo mirador. Es obra en mampostería del catorce. En este caso, el templo nue-

vo se abrigó entre el caserío, aunque su deterioro, cuando todavía no ha cum-

plido el medio siglo, es preocupante. Frente a él, preside la plaza, aupado so-

bre un doble pedestal de ladrillo, uno de los primeros tractores que surcaron

sus tierras. Al otro lado del recinto, una panera de adobe cobija la maduración

del vino espumoso Saboreal. Son las sorpresas de una tierra propensa a la fas-

cinación del espejismo.

81

s Bodegas en Villanueva de la Condesa

Palomares, rollos y torres con vistas

s Bodegas en Villanueva de la Condesa

2 Palomares, rollos y torres con vistas 21/4/09 10:15 Página 81

Page 84: Viajando por la provincia de Valladolid

La ermita de la Virgen de Fuentes poco menos que promedia el camino entre

Villalón y Fontihoyuelo, a la vez que avisa del hontanar de manantiales que

afloran en el oleaje de estas tierras onduladas. Al asomar al pueblo, acunado

en una hondonada, saluda al viajero el arco apuntado y solitario de San Juan,

un templo demolido en 1842 por su estado ruinoso. La iglesia del Salvador es

clasicista y sus trazas fueron revisadas por Juan de Ribero Rada. A pesar de

tan altos avales, su torre tuvo que ser abatida hace años, suturando de paso

la herida abierta a los pies del templo. Un pórtico con columnas rococó prote-

ge el ingreso. Los retablos laterales exhiben una copiosa muestra del imagi-

nero barroco Pedro de Sierra. El principal es clasicista y se adorna con lienzos

que representan la vida terrenal del Salvador, mientras su imagen se asigna

al entorno de Pedro Bolduque. Tampoco tiene torre, sino una leve espadaña

de ladrillo, la iglesia neoclásica de Villacarralón, dedicada a la Asunción de

Santa María. En cambio, mantiene en pie el frente de los cinco cuerpos de la

torre que fue de San Pedro y más tarde mástil del camposanto que ocupó el

solar del templo. Alrededor de la iglesia, mantiene su empaque heráldico un

par de buenas casas, con blasones de los Escobar y de la mitra. La joya de Vi-

llacarralón es un Cristo policromado del trece, que una vez restaurado se guar-

da a buen recaudo y sólo sale en las grandes ocasiones. El retablo mayor pro-

cede de la almoneda del monasterio de Sahagún y ensambla hornacinas que

acogen bustos y brazos relicarios, junto a una Virgen gótica tallada en marfil.

82

s Caseta de adobe, en Fontihoyuelo

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:14 Página 82

Page 85: Viajando por la provincia de Valladolid

LA ENCRUCIJADA DE LOS ROMANOS

La encrucijada de asfalto donde se asienta Becilla de Valderaduey, en el

nudo de dos carreteras nacionales, la ocupó en los primeros siglos de nuestra

era una villa romana que por sus vestigios debió de ser un auténtico palacio

de retiro para su promotor. De aquellos ornamentos hay testimonio en el Mu-

seo de Valladolid, que exhibe una mutilada escultura de mármol y un mosai-

co, fruto ambos de excavaciones llevadas a cabo aprovechando obras de pa-

vimentación. En una de estas pesquisas se encontró en el solar de la plaza Ma-

yor el torso desnudo de Dionisos, que lleva prendida al hombro por la garra de

una pantera su piel felina a modo de capa.

El caserío de Becilla se apiña en la solana del Valderaduey, acomodado so-

bre un leve teso. Abajo, el río conserva un puente de tres ojos y casi medio

kilómetro de calzada, que han recibido la vitola de Bienes de Interés Cultural.

A pesar de los embates estacionales del Valderaduey, el puente se mantie-

ne firme sobre sus pilares, aunque muestra sobre el lomo algunas mellas en

los pretiles. En la plaza, que transita el tráfico rodado, duerme inadvertido el

tesoro romano de Becilla, mientras sus dos iglesias se suceden en la ladera.

El templo de la Asunción se construyó en el último tercio del dieciocho, con

ladrillo y tapial. Tiene una sola nave y espadaña a los pies, sobre la entrada.

Calle Nueva arriba, San Miguel preside una plazuela ajardinada. Este tem-

plo mudéjar, de apariencia humilde, se cubre con un artesonado que deja ver

restos de policromía, mientras decora su presbiterio con once tablas de la ór-

bita de Juan de Borgoña que ilustran la vida de Jesús y algunas escenas alu-

sivas al patrón San Miguel.

83

Palomares, rollos y torres con vistas

s Puente Romano, en Becilla de Valderaduey

2 Palomares, rollos y torres con vistas 21/4/09 10:20 Página 83

Page 86: Viajando por la provincia de Valladolid

A la entrada de Urones de Cas-

troponce, da la bienvenida al via-

jero un par de esculturas gigan-

tescas, legado del programa cultu-

ral Artecampos. Son El Coloso y

El Busto, que desde la estatura de

sus catorce y seis metros avisan

que Urones no es un pueblo con-

vencional. Hace años, perdió una

de sus joyas: el alfarje mudéjar

arrancado del techo Santa María

para decorar el salón del Trono del

alcázar de Segovia. Un incendio

había arrasado la decoración la-

brada por un alarife morisco y pa-

ra reparar la falta se echó mano de

la cúpula de Urones, casi idéntica

a la que presidía el despacho de

los reyes. La iglesia del Salvador

es mudéjar y tiene un retablo ma-

yor renacentista que luce todo su

esplendor después de una reciente restauración. El banco con las figuras de

los doce apóstoles en sus nichos y una docena de tablas con escenas de la vi-

da de la Virgen y de su hijo. Con el siglo, estrenó Urones el Corral de Anuncia,

un recinto escénico que alberga cada verano el Festival de Teatro Alternativo,

además de un trasiego permanente de ensayos y estrenos dramáticos.

La Unión de Campos se formó en 1841, agrupando los pueblos aledaños de

Villagrá y Villar de Roncesvalles, cuyo caserío dividía un arroyo con tres pon-

tones. Según un testigo de la época, se hizo la fusión para evitar los disturbios

que ocurrían cada poco por conflictos de lindes. Transcurrido más de siglo y

medio, todavía se perciben los pespuntes de la sutura en su plano. Viniendo

desde Urones, primero se encuentra el caserío de Villar, con una antigua pa-

nera de 1742 y un palacio con dos escudos de rocalla. Antes de juntarse, los

pueblos del abrazo contaban con cuatro iglesias, de las que ahora únicamen-

te se conserva el templo de la Asunción, situado en término de Villagrá. La an-

tigua iglesia de los santos Justo y Pastor ha pasado a ser local privado y San

Pedro se mudó en ermita del Cristo, hasta que su cuerpo de adobe volvió a la

tierra vencido por el peso de los siglos. Luego, el esfuerzo de los vecinos logró

que el Cristo de la Veracruz recobrara su capilla.

Para llegar a Roales y Quintanilla del Molar, que ocupan un enclave enca-

jado entre Zamora y León, hay que ir desde La Unión por territorio leonés, pa-

ra volver hacia Valdunquillo por solar zamorano. La provincia de Valladolid que

84

s Urones de Castroponces Urones de Castroponce

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:14 Página 84

Page 87: Viajando por la provincia de Valladolid

dibujó el cartógrafo Tomás López en 1779 incluía los enclaves de Mansilla de

las Mulas con la Tierra de Rueda del Almirante, Sanabria, Benavente con sus

valles y Palenzuela. Aquellas marcas quedaron reducidas, después de la divi-

sión provincial de 1833, a este picón terracampino formado por dos munici-

pios y la dehesa de San Llorente, al otro lado del Cea, asignada a Mayorga. La

razón que dan los expertos para esta anomalía territorial es que ambos pue-

blos no figuraban en la cartografía de que dispuso Javier de Burgos, por lo cual

no los nombró al trazar los límites de Zamora. En el caso de la dehesa, se man-

tuvo su pertenencia a Mayorga por aplicación del artículo tercero del Real De-

creto que fija la nueva división provincial: “Si un pueblo situado en la extremi-

dad de una provincia tiene una parte de su término dentro de los límites de la

provincia contigua, este territorio pertenecerá a aquella en que se halle situa-

do el pueblo, aun cuando la línea divisoria general parezca separarlos”. Las

iglesias de Roales y de Quintanilla del Molar son barrocas, como sus retablos,

aunque guardan la sorpresa respectiva de una pila bautismal gallonada y de

un San Tirso muy eficiente en aplacar las molestias del reuma.

85

Palomares, rollos y torres con vistas

s Iglesia de Roales de Camposs Iglesia de Roales de Campos

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:14 Página 85

Page 88: Viajando por la provincia de Valladolid

EL BULLICIO DE LOS JUNCOS

Con su caserío desigualmente repartido a ambos lados de la carretera, Val-

dunquillo ofrece evidentes señales de estar despertando de un tedioso le-

targo de siglos. Sin ir más lejos, hace sólo una década el destino de Valdun-

quillo aparecía resquebrajado por el abandono, como el torreón rasgado del

palacio ducal o los muros vencidos de sus templos en derrota. Ruina era la pa-

labra de más manejo entre los escasos viajeros que se decidían a dejar el as-

falto y adentrarse en sus calles. Domina el retrato que nos dejaron de su visi-

ta Jesús Torbado, en los años sesenta, o Antonio Corral, ya en los ochenta. No

hay muchas más referencias, porque lo habitual en lugares con ese aspecto

es pasar de largo. Aunque al pueblo lo atraviese la carretera nacional, a la que

asoma, imponente, el reclamo de una catedral de ladrillo construida en el si-

glo dieciocho por los monjes mercedarios.

Los juncos que bautizan al pueblo no son ningún espejismo, porque sus casas

se reparten entre alamedas, caños y arroyuelos que fertilizan una cortina de

huertas bien aprovechada. De hecho, todavía la gente del entorno llama a los

de Valdunquillo lechugueros, por la lozanía de las verduras que solían llevar a

los mercados, desde Valderas a Benavente. Jugosas lechugas de oreja de mu-

la, como no se dan en ninguna otra parte. Es verdad que con la desbandada de

la emigración el afán hortelano se ha visto muy menguado y hasta es posible

observar más de un perdido en la angosta franja de las cortinas. Pero en cam-

bio, la recuperación de su patrimonio arquitectónico resulta muy llamativa. Y

no se trata de un caso

aislado, sino de una ten-

dencia a la que se incor-

poran sucesivos y visto-

sos ejemplos. El estan-

darte de este resurgir es

la iglesia del antiguo con-

vento de Nuestra Señora

de la Merced Descalza,

con su volumen monu-

mental urdido en hiladas

de ladrillo limpio y bien

pulido. Si uno va hacia

Benavente, la iglesia

conventual muestra el re-

tablo de su fachada,

mientras a los que vienen

les enseña su poderosa

cabecera situada sobre

el teso de Lera.

86

s Valdunquillo

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:14 Página 86

Page 89: Viajando por la provincia de Valladolid

En este templo se refugió la parroquia con sus alhajas, una vez que se vinie-

ron al suelo las iglesias de San Pedro y Santa María. San Pedro estaba arriba

del pueblo. Ahora en su solar se ha aliñado una plazuela con buenas vistas.

Apenas se conserva el muñón de su torre, hecha con un mestizaje de sillares,

tapial y ladrillos estofados. Santa María, abajo, junto al caño. El cuarto cente-

nario de las escrituras de fundación del convento, que se cumplió el 14 de agos-

to de 2007, desgranó un jugoso programa de actos, aunque el establecimien-

to de los mercedarios en Valdunquillo no tuviera una acogida favorable. Des-

pués de haber suscrito aquellas escrituras una Osorio de los Guzmanes leone-

ses, su matrimonio con un Enríquez de Rioseco complicó la vida del convento

hasta el extremo de encerrar a los frailes y prohibir darles limosna a los veci-

nos. La concesión del marquesado de Valdunquillo en 1632 a Francisca Valdés

Osorio, por parte de Felipe IV, le dio autonomía en el manejo de sus feudos,

que se tradujo otra vez en un apoyo generoso al convento. La celebración del

centenario ha servido para lavarle la cara a la iglesia de ladrillo y restaurar sus

tres retablos más importantes.

Al otro lado de la carretera, la visita a Valdunquillo tiene varias estaciones de

obligado cumplimiento. Primero, el solar en alto de Santa María, cuya torre

mocha sirvió durante años como frontón para el juego de pelota. Ahora cobi-

ja la vivienda de su nuevo dueño. De lo que fue el cuerpo de la iglesia queda

la herradura mudéjar de un arco desnudo de ladrillo. Ni rastro de la portada

renacentista de piedra enmarcada en un alfiz. Y en las capillas de la cabece-

ra, algunas lápidas y yeserías con blasones de los Osorio y de un inquisidor. El

magnífico artesonado mudéjar que se catalogó a comienzos de los ochenta

también se ha esfumado. Los vestigios de la iglesia se alzan sobre la hondo-

nada donde están la báscula, el caño y el centro de convivencia El Palomar,

rompeolas de las inquietudes del pueblo.

87

s Palacio de los Alba, en Valdunquillo

Palomares, rollos y torres con vistas

s Palacio de los Alba, en Valdunquillo

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:14 Página 87

Page 90: Viajando por la provincia de Valladolid

El Medio Lugar es paso hacia el asombro del palacio de los Alba, cuyo torreón

emerge poderoso sobre los alrededores de adobe. Hace unos años, la casa de

Alba lo puso a la venta en internet por setenta millones de las antiguas pese-

tas y se hizo con él a mitad de precio un ejecutivo de la telefónica mejicana que

comparte el apellido Valdés con la marquesa que promovió su construcción. El

escudo que domina el torreón es de los Osorio, con dos lobos superpuestos. Pa-

rece obra del diecisiete. Durante la posguerra se usó como silo. El patio de co-

lumnas puede verse a través de la mirilla desde el zaguán. En su centro se apre-

cia un brocal muy recargado de labra. A la izquierda de la torre, se extiende el

pabellón pintado de almagre, y al otro lado, las caballerizas. No es el único ves-

tigio palaciego de Valdunquillo, que conserva varias casonas blasonadas del

dieciocho. Algunas todavía en abandono.

LA BARANDA DE LOS REYES

Lo mejor de Bolaños de Campos es el rollo de justicia, que alza su gótica es-

tatura sobre una grada circular de cinco peldaños. En su remate, cuatro cabe-

zas de león marcan el dominio del poder señorial sobre los puntos cardinales

de una tierra sin horizontes. Bolaños se acomoda en una leva mota a la izquier-

da del Valderaduey, que es la única orilla del río poblada entre el puente ro-

mano de Becilla y Villalpando. Esta predilección tiene que ver con el leve re-

salte del terreno, que a ese lado protege las casas de las estacionales aveni-

das del río. Si uno mira su cauce domesticado, donde a menudo los carrizos

no dejan ver el lecho de agua, parece imposible que el Valderaduey tenga esos

brotes de fiereza, que han llegado a arruinar las casas bajas de tantos pue-

blos. Pero así ha sucedido y la memoria de sus arremetidas sigue inquietando

los insomnios de la gente mayor.

88

s Iglesia de San Miguel, en Bolaños de Camposs Iglesia de San Miguel, en Bolaños de Campos

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:14 Página 88

Page 91: Viajando por la provincia de Valladolid

Por su derecha, el Valderaduey recibe, a la altura de Bolaños, la afluencia del

arroyo de la Fonseca, que se forma con la unión del barranco de Grañeros y del

arroyo de la Matilla. El primero se nutre de las cárcavas del Teso de San Vicen-

te y el segundo recoge las escorrentías del Loncillo. Ese encuentro fluvial se

arropa de arboleda que cobija una zona recreativa en la salida hacia Valdunqui-

llo. El corro del Palacio, que es la plaza de Bolaños, induce al visitante hacia la

perplejidad. Una casa moderna solapa los muros supervivientes del castillo me-

dieval que protegió esta frontera entre León y Castilla. También la parroquia de

Santa María se resiente de los adosados que desfiguran su estructura y que

consiguen que parezca mucho menos de lo que es. En su interior, un coro rena-

centista exhibe en la baranda una profusa decoración de medallones con bus-

tos de reyes y personajes bíblicos. La balconada de los bustos se apoya sobre

un espléndido artesonado de casetones hexagonales. Se trata de una auténti-

ca joya de fines del siglo dieciséis, tan hermosa como bien conservada.

El interior de Santa María no tiene muchos más alicientes para entretener la

visita. Pero sí guarda una sorpresa distraída en un retablo de la derecha: la

imagen de San Fernando, el rey que unió las coronas de León y Castilla. Es el

patrono de las fiestas grandes del pueblo y la tradición pretende que naciera

en la granja de La Barraca, que está camino de Villavicencio. En realidad, la

pretensión es más alta y ambiciosa, ya que supone que en ese lugar estuvo el

monasterio de Valparaíso, situado en la zamorana Tierra del Vino. En aquel

tiempo Bolaños fue una villa muy disputada, como testimonian los restos de

su castillo. Pero no es el único vestigio de un pasado pujante. El cauce del Val-

deraduey ha sido testigo de remotos asentamientos, desde el Neolítico a la

89

s Detalle del Rollode Bolaños de Campos

Palomares, rollos y torres con vistas

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:14 Página 89

Page 92: Viajando por la provincia de Valladolid

colonización romana, según acreditan los hallazgos de don Eugenio Merino,

padre de la arqueología terracampina. En la toponimia de la zona, el nombre

del regio caserío oscila entre La Barraca y La Berraca, quizá por su dedicación

antigua a la cría de ganado bravo.

Hasta mediado el siglo veinte, a los vecinos de Bolaños les llamaba gallegos,

porque las tierras de su término eran propiedad del marqués de Sotomayor y

en los meses de faena se veían obligados a contratarse por Campos como se-

gadores a brazo. El marquesado de Sotomayor entronca con los Camarasa y

agrupa otros marquesados, como Gelo o Aulencia. En esta rueda de títulos,

las posesiones de Bolaños fueron a parar a los Aulencia. Como el marqués mu-

rió en su exilio de Biarriz durante la Segunda República, la marquesa viuda,

que se llamaba Fernanda Moreno de la Serna, dejó las tierras para los hijos

del pueblo. El reparto de aquel legado no debió de ser fácil ni pacífico. Toda-

vía años más tarde seguían los litigios entre los agricultores. La marquesa hi-

zo las escuelas que llevan su nombre y mantuvo siempre bien nutrida su pa-

nera, que estaba al lado del castillo. Del castillo queda un teso de barro tala-

drado por bodegas, que conserva en las esquinas muñones de sillería. Estos

vestigios apenas permiten imaginar cómo sería en aquel tiempo en que los

reinos dirimían su frontera por estos parajes diáfanos.

La gente fue haciendo acopio de sillares para las puertas y dinteles de sus ca-

sas o bodegas hasta dejar sólo los bloques de las esquinas. Detrás de un edi-

ficio moderno de ladrillo emerge un robusto cubo de sillería que sirve de apo-

yo a la casa de adobe vecina. A su vuelta asoman los arcos de ladrillo que la

gente identifica con el palacio. Es posible subir a la cima del teso, donde se

agrupan los derrumbes de las sucesivas construcciones. Desde aquí se apre-

cia tersa la espadaña de San Miguel, un antiguo templo rescatado del aban-

dono para centro social y de actividades culturales. Se ve la portada gótica

adornada con una cornisa de bolas y la espadaña de sillarejo, mientras el res-

to de los muros crece con ladrillo, tapial o adobe sobre un zócalo de piedra.

Aunque en origen rollos y picotas tenían funciones distintas, desde el siglo

dieciséis los símbolos jurisdiccionales fueron utilizados también como picotas

de castigo, incorporando un garfio en el remate del rollo. Según las Partidas,

en la picota se ponía en deshonra al delincuente, después de haberle azota-

do, “haciéndole estar al sol, untado de miel, porque lo coman las moscas”. El

rollo toma el nombre de su forma redonda y se asienta en un pedestal coloca-

do sobre las gradas. El de Bolaños remata en cuatro cabezas de león, que in-

dican la proyección del poder señorial hacia todos los puntos cardinales. El

más hermoso de los rollos españoles es el de Villalón de Campos. El siglo die-

cinueve fue inclemente con estos símbolos del Antiguo Régimen y en sucesi-

vos decretos de 1813 y 1837 se ordena su eliminación. Felizmente, tampoco

en este caso la obediencia fue generalizada. La provincia de Valladolid con-

90

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:14 Página 90

Page 93: Viajando por la provincia de Valladolid

serva seis, de los cuales cuatro están en villas de Tierra de Campos: Aguilar,

Bolaños, Mayorga y Villalón. A los que se suman los de Curiel y Simancas.

Entre Bolaños y Villavicencio, Villalán agita el estandarte de su torre huérfana,

testigo de otro templo mudéjar vencido por la rutina del abandono. Junto a la to-

rre de Santa Cecilia queda en pie un arco desnudo, que daba paso al presbite-

rio, cuya cúpula cubría un artesonado del dieciséis. Más o menos de esa época

es el cuerpo alto de la torre, que incrementa hasta treinta y seis el número de

ojos del campanario. La torre reparte sus cuatro cuerpos entre la piedra y el la-

drillo. Arranca con una base maciza de mampostería y en los tramos sucesivos

abre dos, tres y cuatro huecos en cada uno de los lados. Con la almoneda de sus

retablos e imágenes, todavía catalogados en los setenta, se construyó una ca-

pilla anodina, cuya insignificancia contrasta con la nobleza de la torre.

91

Palomares, rollos y torres con vistas

s Torre de Villalán de Campos

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:14 Página 91

Page 94: Viajando por la provincia de Valladolid

EL SEÑORÍO DE LOS VENCEJOS

Aunque una nube de melancolía transita por sus calles, Villavicencio de los

Caballeros muestra una estampa sin concesiones a la resignación. Los res-

cates superan a las derrotas en este pueblo de espacios diáfanos que exhibe

con orgullo la elegancia del adobe y los resoles del tapial. Villavicencio se

asienta a orillas del Valderaduey, flanqueado por un par de arroyos diminutos.

Las Escalericas y el Pocico son sus nombres. Este enclave fluvial en medio de

las llanuras terracampinas explica la prosperidad histórica del emplazamien-

to. Todavía se conservan vestigios de un par de molinos asentados en cuérna-

gos del Araduey, que en sus buenos tiempos estuvieron administrados por los

monjes de Sahagún. El monasterio también se ocupaba de ejercer una cierta

labor de peritaje agrario, a fin de engordar las cosechas de cereal y vino.

Pero la historia de Villavicencio es anterior a esa tutela monástica y también a

la existencia del propio nombre, debido sin duda a su repoblador. Aunque no fal-

ta quien derive el topónimo de las refriegas fronterizas, en las que siempre

salían victoriosos sus caballeros, de manera que el lugar fue conocido como

92

s Villavicencio de los Caballeross Villavicencio de los Caballeros

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:14 Página 92

Page 95: Viajando por la provincia de Valladolid

Villavenció, para evitar rodeos. Luego, ya se sabe, de aquellos triunfos vino la re-

galía del apellido y del trajín de los siglos Villavicencio, ya sin tilde. Cosas del in-

genio popular. Recientes excavaciones identificaron restos arqueológicos en el

teso del Castro, donde más tarde estuvo el castillo y ahora el depósito de agua.

Aparecieron diversos testimonios de la segunda Edad del Hierro, además de un

mosaico y restos cerámicos de época romana. Aguas arriba del Valderaduey, en

Becilla, se puede ver todavía el puente romano con un tramo de calzada. El cas-

tillo de Villavicencio formó parte de una de las cadenas defensivas que marca-

ba la frontera entre León y Castilla. Un lugar muy codiciado, como atestiguan los

cuatro fueros recibidos en ciento treinta años. Una cadencia de privilegios que

revela de modo muy expresivo el proceso de poblamiento de la zona.

El castillo estuvo aupado sobre una peana artificial de arcilla de cinco metros

elevada sobre el cerro. La devastación de los siglos y el asiento en la misma mo-

ta del depósito de agua dejó en muy poco los vestigios de aquella fortaleza tan

airosa. Los alrededores del pueblo exhiben palomares agrupados o sueltos de

diferentes tipologías: circulares en la vaguada de San Pelayo hacia el Pocico y

uno rectangular con aspecto de corralillo vigilando el tránsito de la carretera por

la villa vieja. La calle Democracia divide la villa nueva de la vieja. En la villa nue-

va se asientan las iglesias de San Pedro, que es la parroquia, y de Santa María,

con su magnífico retablo restaurado por la Fundación del Patrimonio. Son tem-

plos del dieciséis rematados dos siglos más tarde. Y muy distintos.

De la cabecera de Santa María, que se engalana con pináculos y gárgolas de

traza gótica, parte la calle del Palacio con un hermoso edificio mudéjar porti-

cado en la esquina. Un arco conopial da entrada al templo, que se organiza en

tres naves chaparras rematadas por bóvedas encaladas. Las joyas que cobija

son el retablo mayor y la pila bautismal. En su interior se celebra la ceremonia

del Descendimiento, uno de los hitos de la Semana Santa terracampina. San

Pedro tiene torre mudéjar, un estupendo retablo renacentista y un pórtico

neoclásico apoyado en media docena de robustas columnas de piedra.

93

Palomares, rollos y torres con vistas

s Palomar en Villavicencio de los Caballeros

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:14 Página 93

Page 96: Viajando por la provincia de Valladolid

94

La villa vieja incorpora en su trama los dos edificios dieciochescos que enga-

lanan el patrimonio de Villavicencio, ambos decaídos y con el pésimo aspec-

to que produce la tenacidad del abandono. En la misma plaza Mayor ocupa

una manzana completa el priorato de las monjas benedictinas de Sahagún. Se

ve que los conventos facundinos andaban al copo. De hecho hasta mediados

del diecinueve el abad de Sahagún ejercía su jurisdicción sobre las tres parro-

quias sin importarle las quejas y reclamaciones del obispo de León. También

las monjas de Gradefes tuvieron intereses en la villa.

El priorato de la plaza tiene en su fachada un escudo blanquecino, que parece

de escayola, y al lado un portón igualmente blasonado de indudable prestan-

cia. Su aspecto no parece muy saludable y realmente es una pena. Como lo es

también la deteriorada estampa del palacio de los Franco, ante cuya fachada

discurre el tráfico. Sin embargo, el mensaje que transmite Villavicencio no es

de derrota. Una lápida con medallón de bronce homenajea al insigne maestro

Raimundo Fernández del Río que entre 1856 y 1898 regentó la escuela. Firman

sus discípulos agradecidos. Cierto que el censo declina y que una nube de me-

lancolía transita por sus calles. Pero la retina del visitante aprecia una conside-

rable mejora en la estampa de Villavicencio a lo largo de estos últimos años.

Se trata de un pueblo articulado en espacios generosos, diáfano y cuidado. Ban-

dadas de vencejos cortan el aire con la fugacidad de su vuelo. Pocos lugares

exhiben con semejante lustre la elegancia del adobe y la pulcritud del tapial.

La torre de San Pelayo, que en su tiempo marcó el centro de la villa vieja, apa-

rece ahora como mirador aislado, dominando los muñones de su ruina conso-

s Restos de la iglesia de San Pelayo, en Villavicencio de los Caballeros

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:14 Página 94

Page 97: Viajando por la provincia de Valladolid

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lidada que vigilan los respiraderos de las bodegas. Es una construcción mudé-

jar con tres órdenes de ventanas, cuyo alzado exento le da un empaque sin-

gular. Una de sus campanas ha descendido hasta la plazuela aledaña, donde

cuelga sin melena como adorno vecinal, con su bronce protegido de las lluvias

por un tejadillo. En el arreglo, la iglesia perdió los muñones de tapial que que-

daban en pie de sus muros. Así resalta el arco desnudo de la entrada y los ma-

chones de piedra. Son los afeites de los fondos europeos.

LA CARRERA ZAMORANA

Entre Becilla y Villacreces, la hidronimia no engaña: si Araduey significa valle

ancho, la amplitud de su cuenca en este tramo hace justicia al nombre. Pero

los pueblos parecen haberle tomado miedo a sus avenidas estacionales y

asientan las casas en el oleaje terroso de las lomas. No se trata sólo de un te-

mor ancestral. Castroponce de Valderaduey tiene su caserío dividido en

dos bloques distantes y muy diferentes. Uno, con la iglesia y los muñones de

tapial de su fortaleza coronando el cerro, es el histórico. El otro, arbolado, de

casitas molineras y con nombres de la década prodigiosa en su callejero, es

el barrio nuevo que se construyó en los sesenta para alojar a los vecinos que

se quedaron sin casa por una furia inadvertida del Valderaduey. Castroponce

presta apellido a otros pueblos terracampinos y fue pionero en el rescate de

viejas tradiciones, como la Corderada navideña. Pero no siempre llevó un nom-

bre tan sonoro. Hasta mediados del doce, se llamó Castrodonín. La iglesia de

la Asunción tiene varios retablos barrocos de mérito, uno de ellos coronado

por un Santiago Matamoros de Sierra. El cerro de la fortaleza sólo conserva

una peineta de tapial como vestigio de su defensa fronteriza.

Palomares, rollos y torres con vistas

s Rebaño en Castroponce de Valderadueys Rebaño en Castroponce de Valderaduey

2 Palomares, rollos y torres con vistas 21/4/09 10:22 Página 95

Page 98: Viajando por la provincia de Valladolid

Acaso empujados por el miedo al río, Cabezón y Villagómez se alejan de su

cauce, uno a cada lado del cuenco fluvial. Villagómez la Nueva se llamó

hasta la segunda mitad del diecinueve Villahamete, pero la contracción de

aquel nombre primitivo daba pie a la rechifla y de ahí su mudanza. Apenas con-

serva la fachada carcomida de su palacio señorial del quince, con los escudos

encastrados en pináculos de ladrillo. También decrépitos vestigios de su re-

cinto amurallado en piedra: retales de paredón y varios cubos con aspilleras.

Perteneció al marquesado de San Vicente. La iglesia de San Nicolás fue mu-

déjar, pero se ve enmascarada por reformas dieciochescas. Su torre de mam-

postería y ladrillo remata en un casquete de cemento. La laguna enchinarra-

da de la plaza preside un espacio muy grato, que se adorna con rosales y som-

brean los sauces.

Cabezón de Valderaduey contempla desde su altozano el paso de la Carre-

ra Zamorana, una vía pecuaria y comercial que comunicaba el sur de León con

la encrucijada de Villalpando. Desde su carril se aprecia la estampa mudéjar

del templo de la Asunción y el muñón de barro de una remota fortaleza venci-

da por la lima del tiempo. La iglesia guarda en su presbiterio un hermoso ar-

tesonado mudéjar y un retablo del dieciséis con profusión de imágenes y re-

lieves escultóricos. Este tramo del Valderaduey ya no se ve tan concurrido de

pescadores como antes. La introducción, en los años setenta, del cangrejo ro-

jo americano acabó con aquellos sabrosos crustáceos autóctonos, cuya super-

vivencia se reduce a unos pocos espacios fluviales de nuestra geografía. Al in-

vasor lo trajeron de Luisiana a un arrozal pacense y más tarde el Icona lo sol-

tó en el Guadalquivir, desde donde colonizó Doñana. Luego se fue repartien-

do por los ríos peninsulares, hasta quedarse solo. En un río de aguas terrosas

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s Espadaña de Cabezón de Valderadueys Espadaña de Cabezón de Valderaduey

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:14 Página 96

Page 99: Viajando por la provincia de Valladolid

y cansinas, como el Valderaduey, enturbia mucho el curso, porque su voraci-

dad arrasa la vegetación acuática. También depreda las crías de las ranas, an-

tes tan abundantes en estos cauces indecisos. Menos mal que proporciona

sustento a las cigüeñas y a otras aves de buen pico, que animan con su vuelo

ceremonioso la soledad del valle. En cualquier caso, la nostalgia del cangrejo

sigue animando muchas tertulias de la gente ribereña.

Entre Cabezón y Saelices, una carretera

local conduce por Villalba de la Loma

a Mayorga. Señorío de la abadesa del

monasterio leonés de Otero de las

Dueñas, Villalba conserva la torre de

piedra de su iglesia mudéjar de San

Andrés, convertida en mirador con

balcones de hierro en los ojos huér-

fanos de campanas. A la carretera

asoma una portada mudéjar rota por

un pegote de cemento y agobiada en-

tre lienzos de ladrillo bastardo. La ca-

sa consistorial es un edificio de pie-

dra, mientras el frontón, que acaba

de cumplir el siglo, muestra en una

lápida los nombres de la corporación

que lo promovió.

Vega de Ruiponce ha convertido

sus antiguas escuelas, de luminoso

trazado, en centro social para la gen-

te del pueblo. La iglesia del Salvador

está en alto y en su interior luce el re-

tablo mayor del dieciséis, que se si-

túa en la estela de Juni. Una re-

ciente restauración permite apre-

ciar la talla de los apóstoles, las es-

cenas del Camino del Calvario y

del Descendimiento, así como las

imágenes de San Gregorio, San

Sebastián y el Salvador, en el pri-

mer cuerpo. Sobre ellos, se articu-

lan relieves de la Flagelación y

97

Palomares, rollos y torres con vistas

s Torre de Villalba de la Loma

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:14 Página 97

Page 100: Viajando por la provincia de Valladolid

Resurrección y esculturas de San Pedro y San Jerónimo en torno al Calvario.

Rematan el retablo los bustos de David, Salomón y el Padre Eterno. Junto al

río, un par de molinos escoltan el término de un antiguo despoblado, del que

sobrevive un hermoso palomar y la ermita de la Vera Cruz. Antes de llegar a la

ermita, que es moderna, se ve a la izquierda un palomar redondo, con el barro

ya descarnado. Y unos pasos adelante, la piedra del milagro, sostenida por

una trébede de ladrillo. Esta piedra evoca el castigo a una reata de arrieros en

la piel de su mejor buey de tiro. Cuenta la tradición que uno de los carreteros

había robado el aceite que alumbraba al Cristo de la ermita, y al reprochárse-

lo el ermitaño, contestó que si fuera verdad, allí mismo reventara el mejor de

sus bueyes. Y así fue, quedando el animal convertido en la piedra del milagro,

un cuarzo que pesa media tonelada.

98

s Iglesia de Vega de Ruiponces Iglesia de Vega de Ruiponce

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:14 Página 98

Page 101: Viajando por la provincia de Valladolid

EL MASCARÓN DE LAS LLANURAS

Situado al paso de la Carrera Zamorana, mudó su nombre mozárabe por el de

un niño mártir de Nerón. De ahí, la erosión de los siglos modeló Santervás.

Si la toponimia enreda pero no engaña, qué decir del nombre de los ríos, que

bautizan su fluir transparente. Santervás es el resultado de generaciones de

terracampinos peleando con la pedregosa vocalización de San Gervasio, uno

de los gemelos mártires de Nerón. El otro fue San Protasio y juntos compar-

ten la advocación de su templo románico mudéjar. Hasta 1130, el poblado mo-

zárabe se llamó Villa Citti, que viene a significar algo así como Villa del Señor.

Con esa razón de Villa Citti figura en los albores del siglo doce un hospital o

alberguería de la cañada pecuaria, situado junto al Araduey.

El Araduey es el río de las llanuras, que para marcar el cauce de su paso a me-

nudo inadvertido abrocha su nombre al valle: Valderaduey. Aquel hospital, que

enseguida empezó a recibir peregrinos a Santiago, como vuelve a suceder en

nuestros días, lo asigna el rey Bermudo a la mitra leonesa a mediados de la

décima centuria. Unos monjes cuidan el albergue, que la infanta doña San-

cha, hermana de Alfonso VII el Emperador, dona al monasterio de Sahagún en

condiciones para ella muy ventajosas. El protocolo se celebra en San Benito

de Sahagún el 15 de mayo de 1130 y al acto asisten media docena de obis-

pos, incluido el Primado, y un tropel de nobles y cortesanos de postín. La in-

fanta cede en usufructo el albergue con su hacienda, a cambio de doscientos

cincuenta maravedíes de oro. Los monjes establecen allí un priorato de los va-

rios que tenían repartidos por Campos y enseguida su pujanza va mudando el

nombre del lugar.

99

s Santervás de Campos

Palomares, rollos y torres con vistas

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:14 Página 99

Page 102: Viajando por la provincia de Valladolid

Pero toda aquella grandeza hospitalaria, aunque estuviera subordinada a Sa-

hagún, se esfumó en una noche, la que medió entre los días 19 y 20 de noviem-

bre de 1844, cuando un incendio pavoroso y posiblemente intencionado con-

virtió al priorato en cisco. En realidad, se libró la iglesia, un templo magnífico

que tiene la singularidad de mostrar en su triple cabecera el tránsito del romá-

nico de piedra al de ladrillo. Sus ábsides dominan el teso de Valmadrigal, que

es como se llama la mota empinada sobre el surco del río. Santervás es un pue-

blo que responde al prototipo terracampino en su versión menos contaminada.

Calles diáfanas de ladrillo y tapiales bien lustrados, que en algunas corraladas

se cubren con bardas vegetales. Todavía sobreviven portales y cobertizos his-

tóricos, como el que vuela su alero de madera en el Corrillo Pequeño. Y ergui-

das chimeneas y humeros bañados de barro y paja. Las casonas, alguna de por-

te palaciego, son de ladrillo viejo. La iglesia de San Gervasio y San Protasio

avanza su triple ábside sobre el teso que desafía los arrebatos del río. Como su-

cede siempre con los engañosos ríos terracampinos, de apariencia pacífica, el

Valderaduey ha dejado más de una muesca a su paso por Santervás. La última

ocurrió el 14 de junio de 1959, que era domingo, cuando una tormenta de vera-

no desbordó el cauce, que se llevó por delante las casas de la parte baja del

pueblo. De aquella mojadura quedó malherida también la ermita del Cristo. Ese

desamparo de la llanura estimuló la fantasía de un secreto refugio inaborda-

ble, en la que incurre incluso un monje ilustrado, como el benedictino Romual-

do Escalona, que historió el esplendor del monasterio de Sahagún y sus priora-

tos de Campos. En su obra da por buena la existencia de un pasadizo entre la

abadía y el conventillo de Santervás, de una longitud subterránea de diez kiló-

metros. Tanto era el poderío de aquel cenobio feudal que la fantasía del túnel

prendió en las gentes y todavía más de un iluso afirma su propósito de poner-

se a la faena de encontrar su trazado, a cuyo abrigo suponen escondidas onzas

100

s Iglesia de Santervás de Camposs Iglesia de Santervás de Campos

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:14 Página 100

Page 103: Viajando por la provincia de Valladolid

de oro y otras alhajas. Para añadir veracidad al relato se cuenta que hubo inclu-

so quien se internó unos metros en la cueva y descubrió enseguida el recinto

de los emparedados, donde se enterraba a la gente viva.

Pero no todo es tenebroso en el imaginario de Santervás, a cuyos vecinos mo-

tejan macheros por el entorno a causa de su cabezonería proverbial, que lle-

vó a uno a izar a su mulo hasta la espadaña con una polea para que aprove-

chara el pasto de unas mielgas. Pero ese tesón alentó también la aventura de

Juan Ponce de León, conquistador de Puerto Rico y descubridor de Florida, que

nació en Santervás en 1460. Ponce tiene una estatua en San Juan de Puerto

Rico que se fundió en Nueva York, en 1882, con los cañones capturados a los

ingleses. Era un tipo bravo y desmedido, que pagaba el mismo sueldo a su pe-

rro Becerrillo que a un soldado de infantería. El alcalde de Miami vino a ren-

dirle homenaje a Santervás el 25 de septiembre de 1982. Ponce bautizó a Flo-

rida con ese nombre porque la avistó por Pascua, cuando buscaba la fuente

de la eterna juventud en la isla de Bimini, que perseguía para curar su impo-

tencia. Pero lo que encontró fue una flecha caribe envenenada, que acabó con

sus días en Cuba, en 1521.

El mascarón de los tres ábsides de la iglesia ha tenido una singladura más apa-

cible. De hecho, después de la última restauración, el templo ofrece una ima-

gen excelente. Unas obras anteriores sirvieron para despojar sus naves de re-

tablos y demás mobiliario litúrgico. La cabecera marca el paso del románico en

piedra al capricho mudéjar de los alarifes. El ábside central está hecho con si-

llería y recorrido por columnas que rematan capiteles representando arpías y

el contrapunto entre los hermanos mártires y unos diablos revolto-

sos. También los canecillos del alero tienen su enjundia. Pero lo ex-

cepcional, donde se establece la singularidad de esta iglesia,

es en el repertorio mudéjar, un alarde decorativo con ladri-

llo que se extiende tanto por los flancos exteriores de la

cabecera como por su interior.

Zorita de la Loma es “pueblo de soledad y adobe”

ventilado entre las pendientes del Macho y del Almuer-

zo. Un revoco tosco de cemento desfigura la traza mu-

déjar de su templo de San Boal, cuyo aspecto en na-

da se ajusta a la antigüedad de su advocación.

Acaso un cierzo remoto aventó su primitiva en-

carnadura, porque tampoco el interior

mejora la mala impresión que dejan

los arreglos externos. La imagen del

titular es del dieciocho. La plaza es un

recinto abierto y despejado, con una

fuente insignificante en su centro que

conmemora la traída de aguas.

101

Palomares, rollos y torres con vistas

s Iglesia de Zorita de la Loma

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:14 Página 101

Page 104: Viajando por la provincia de Valladolid

Ni siquiera el abandono de treinta años ha conseguido doblegar al estandar-

te de Villacreces, una espigada torre mudéjar que emerge sobre la derrota

del barro y compite con el pico bautizado como el pueblo, una mota de 840 me-

tros. La torre tiene cuatro cuerpos, los dos bajos macizos y los superiores ca-

lados con ocho y doce ojos de campanas. Pero ya no conserva ningún bronce.

A su lado, la ruina de la iglesia nueva, construida en los cincuenta, y el trans-

formador de la luz. Alrededor, un paisaje de derrota que alivia la presencia ve-

getal de algún almendro e higueras solitarias, brocales vacíos, aventadoras

corroídas por la herrumbre del desuso y muros vencidos que dejan adivinar el

trazado de las calles y el teso de las bodegas, el ensanche de la plaza y el pa-

raje arbolado de la fuente del Molar. A Villacreces se llega desde Pozuelos del

Rey por un camino cómodo, que salva la vía con un puente. En sus tiempos,

Villacreces se apellidó del Río y eso animaba a los vecinos del entorno a reci-

tarles el chiste de las tres mentiras. Porque ni es villa, ni crece, ni tiene río, de-

cían. Ahora sus restos son llamados, en esta clave, Villamenguas.

102

s Torre mudéjar de Villacreces

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:14 Página 102

Page 105: Viajando por la provincia de Valladolid

EL MIRADOR DE LOS VACCEOS

En la frontera de la Tierra de Campos se alza sobre el curso del Cea Mayorga,

uno de los núcleos más pujantes de la arquitectura mudéjar. Pero su trama de

plazuelas y calles angostas guarda más sorpresas. El Museo del Pan, la pico-

ta, el primer buzón de correos y algunas casonas con adornos de ladrillo y for-

ja. El Cea no es un río caudaloso, aunque su hendidura vegetal realza el perfil

de varias de las villas más renombradas de la Tierra de Campos. Cerca de su

nacimiento en el puerto del Pando atraviesa el desfiladero de las Conjas, lue-

go repasa nostalgias históricas y finalmente traza la frontera de Campos entre

Sahagún y Castrogonzalo, a la vista de Benavente. El foso natural del Cea con-

103

s Rollo de Mayorga

Palomares, rollos y torres con vistas

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:14 Página 103

Page 106: Viajando por la provincia de Valladolid

virtió el actual emplazamiento de Mayorga en la vaccea Meóriga, uno de los

poblados que cita Ptolomeo. Sin embargo, no alcanzó notoriedad hasta las dis-

putas fronterizas del medievo. Repoblada por Fernando II en el siglo XII, fue ob-

jeto de frecuentes discordias. Perteneció a Portugal hasta que los Reyes Cató-

licos entregaron su custodia al conde de Benavente. De aquellos tiempos que-

dan numerosos aunque averiados testimonios artísticos, que incluyen iglesias

mudéjares y casonas nobiliarias. La parte mejor conservada de su patrimonio

la forman el rollo, el puente antiguo sobre el Cea y el arco de la villa, que es el

único vestigio de la antigua cerca mudéjar.

El número de iglesias hizo que Mayorga fuera conocida en sus buenos tiem-

pos como la villa de las siete torres. Y aún serían pocas si se realiza un escru-

tinio minucioso de derribos. Hasta los años ochenta todavía estaban en pie

el convento de Santo Domingo, que era vecino del rollo, y la iglesia de San-

tiago. Antes fueron cayendo las de San Julián, San Andrés, San Martín, San-

ta María de Terrados, Santa Cruz, la Magdalena, San Nicolás y la ermita de

Calatrava, mientras San Juan de Santibáñez fue habilitada como granero. A

esta relación de pérdidas habría que sumar al menos cuatro hospitales y el

convento de San Francisco, cuyo solar ocupan el colegio y el parque del mi-

rador. Sin embargo, no todo son funerales en Mayorga. La Diputación ha res-

catado la antigua iglesia de San Juan para instalar un moderno y sugestivo

Museo del Pan.

No puede decirse que la ubicación del Museo del Pan en Mayorga haya sido

una decisión desprovista de argumentos históricos. Al menos quinientos años

antes los canónigos de la colegiata de Arbas, situada al pie del puerto de Pa-

jares, establecieron en Mayorga un consulado del pan para proveerse de buen

trigo y centeno con los que aderezar sus hogazas. Aquellos agustinos radica-

dos en el país de las nieves tuvieron claro desde el principio que su servicio a

los peregrinos que hacían el desvío al Salvador de Oviedo no debía entrañar

estrecheces, así que fijaron una capellanía en Mayorga para recaudar cerea-

les y otra en Toro para surtir sus cubas con buen vino. La iglesia de Santa

104

s Museo del Pan, en Mayorga

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:14 Página 104

Page 107: Viajando por la provincia de Valladolid

María de Arbas es un precioso templo mudéjar a medio arreglar. Le han en-

foscado el ábside y la torre ya no amenaza ruina, pero el pórtico ofrece una

imagen decrépita que echa para atrás. Su interior guarda la capilla funeraria

mudéjar de los Villagómez, de 1422. Es un recinto muy vistoso, con techum-

bre de par y nudillo sobre un friso de yesos policromados. Unas águilas cam-

pantes vigilan desde los ángulos los motivos ornamentales, entre los que re-

saltan los heráldicos.

Desde el ábside de la iglesia de Arbas se atisba la fachada barroca de la Ca-

sa de los Canónigos. De cerca se comprueba que ya es apenas un trampanto-

jo. Todo el interior fue derribado y tiene la faena interrumpida desde hace tiem-

po. Queda y gracias la portada con la mitad inferior de sillería, la superior con

un balcón abierto en el muro de ladrillo y el remate con el escudo. A su lado,

el agobio de los depósitos del agua y varias parcelas desoladas. La impresión

mejora mucho al acercarse a los jardines del rollo, que ocupan el solar del con-

vento de Santo Domingo, derribado en 1980. La columna de la picota se ha au-

pado sobre una peana escalonada y luce sus remates góticos entre la arbole-

da del parque. El Arco de la Villa ha sido objeto de un arreglo reciente y es el

único vestigio visible de la cerca medieval. Aunque queda, en la pendiente ha-

cia la carretera nacional, una hendidura que los vecinos todavía hoy conocen

como el foso. Sobre ella se alza el antiguo colegio de los agustinos y la igle-

sia mudéjar de Santa Marina, con armadura de madera. Es hermoso el doble

arco túmido de su puerta y el dibujo gótico de la baranda del coro. Siguiendo

la calle Derecha que abre el arco de la cerca, se encuentran a la izquierda el

convento de dominicas de San Pedro Mártir, que dedican su trabajo a la len-

cería fina, y la casa del historiador Modesto Lafuente (1806-1866).

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Palomares, rollos y torres con vistas

s Procesión del Vítor, en Mayorga

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:14 Página 105

Page 108: Viajando por la provincia de Valladolid

Nacido en Rabanal de los Caballeros, un pueblecito de la Pernía palentina en

el que su padre ejercía como médico de espuela, su carrera de profesor, perio-

dista, académico, diputado liberal y autor de una enciclopédica Historia Ge-

neral de España, a la que dio remate el novelista Juan Valera, discurrió entre

León y Madrid. Como periodista, su gran creación fue el semanario Fray Ge-

rundio, que apareció en León el 4 de abril de 1837 para dar la murga todos los

jueves hasta su traslado a Madrid, a partir del 1 de julio de 1838, en que se

convirtió en bisemanal. Al cabo de un año agotaba los seis mil ejemplares de

tirada y como el negocio era próspero, acordó con el impresor la fórmula de

encuadernar la colección en volúmenes trimestrales, de los que llegó a ven-

der más de quince mil. En esa temporada de esplendor hacía giras por las pro-

vincias del reino, en las que recibía todo tipo de agasajos: fiestas con cohetes

y repique de campanas, convites de diputaciones y ayuntamientos, hasta se-

renatas nocturnas. Pero no todo fueron alegrías para el mordaz frailecico y su

lego Tirabeque. La censura echó el cierre y su autor pasó por las zahurdas del

alcázar de Segovia y recibió más de un bastonazo. Lafuente aprovechó el nu-

blado para darse un garbeo con sus personajes por Europa y comentar los ava-

tares patrios a vista de pájaro con el truco de un viaje aerostático. Después,

dirige la Escuela Diplomática y preside la Junta Superior de Archivos y Biblio-

tecas. Pero no por eso renuncia a las picardías. A esta época pertenece su no-

vela pornográfica Paca, cuyo subtítulo enrojece. El epistolario de Valera des-

vela una jugosa complicidad con los veteranos Lafuente y Mesonero, a quie-

nes relataba sus manejos y fantasías carnales con damas rusas o brasileñas.

En Mayorga de Campos, donde se reunió su legado de libros y condecoracio-

nes, llegó a pastar una ganadería brava con su divisa. En la misma calle y en

una fachada muy alterada, se abre el buzón de correos en piedra más antiguo

de España. Una placa reciente traduce la fecha de la inscripción (1793), que

ha quedado muy perjudicada por las últimas intervenciones reparadoras.

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s Puente del Cea, en Mayorga

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:14 Página 106

Page 109: Viajando por la provincia de Valladolid

En torno a la plaza se teje una trama de calles estrechas salpicadas de caso-

nas, algunas blasonadas. La plaza ofrece una imagen de conjunto más bien

pobre. A un lado se alinean el edificio consistorial con su pórtico de cantería y

el antiguo casino. Al otro, un tramo de soportales sobre pies sencillos. De fren-

te, la iglesia nueva del Salvador, cuya arquitectura mezquina supone una in-

solencia en medio del abandono de tantas joyas mudéjares. Conserva la torre

barroca y en su interior un repertorio de retablos que casi hace olvidar el atro-

pello. Aunque para sufragar la obra se vendió en los sesenta alguna pieza de

mérito. El antiguo retablo gótico de Santa María de Arbas consta de veinticua-

tro pinturas sobre tabla, que Post atribuyó al Maestro de Palanquinos, con un

banco de relieves escultóricos de filiación juniana. El retablo mayor procede

de Santa Marina y relata la vida de San Felipe en diez pinturas sobre tabla de

1542. El interior del Salvador reúne cuadros e imágenes procedentes de los

demás templos de la villa y en la sacristía dos cajoneras del dieciséis.

La plazuela de Santa María del Mercado acoge el hospital de San Lázaro y otra

iglesia mudéjar en ruinas, cuyo retablo mayor se trasladó al Carmen Extramu-

ros de Valladolid. El parque del Mirador asoma al horizonte de la vega del Cea.

En la carretera de Sahagún se suceden los colegios, la iglesia de San Juan que

albergará el Museo del Pan y la ermita de Santo Toribio, un santo local que fue

obispo en Lima. Cada 27 de septiembre Mayorga celebra con la procesión noc-

turna del Vítor la llegada de las reliquias de su paisano desde América. Es un

desfile con pellejos de cabrito rellenos de alquitrán y enarbolados en alto que

recorre la noche entre versos devotos, cánticos que incluyen un pasodoble al

santo, tragos abundantes y lluvia de goterones encendidos.

107

s Portada de Santa Marina, en Mayorga

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:15 Página 107

Page 110: Viajando por la provincia de Valladolid

108

MUSEO DEL PAN

El Museo del Pan de Mayorga distribuye sus espacios en dos edificioscomplementarios y de aspecto muy diferente. Rescata del abandono laiglesia de San Juan y le adosa un cubo moderno de Roberto Valle, logran-do un diálogo muy sugestivo entre las estancias mudéjares y las nuevas,un mestizaje que funciona a la perfección. El museo no es un mero almacén de antigüedades más o menos tradicio-nales y curiosas. En su despliegue expositivo, cuida hasta el extremo laimplicación del visitante, al que ofrece en cada espacio múltiples opcio-nes para personalizar su recorrido. Al entrar, el espacio de enlace entreambos edificios ofrece la primera visión de conjunto de sus estancias. Aun lado, el claroscuro de las naves mudéjares; al otro, las tres plantasdiáfanas de hormigón. El recorrido se inicia en la planta tercera del cubo,a la que se accede por escaleras amplias o a través de un ascensor concapacidad para 15 viajeros. La primera estación de la visita está dedica-da a los cereales. Técnicas audiovisuales permiten ver cómo crece unagramínea, examinar la textura de un grano de trigo o tocar y oler los ochocereales que alimentan en el mundo a los seres humanos. La segunda planta aborda el universo de la molienda, que transforma elgrano en harina. Los diferentes tipos de molinos y su funcionamiento,desde los prehistóricos a los movidos por las tecnologías más modernas.En la primera planta se ofrece un recorrido por la historia del pan, haciendo

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:15 Página 108

Page 111: Viajando por la provincia de Valladolid

109

hincapié en la evolución de los ingredientes y en su variedad a lo largo delmundo. Este espacio nos acerca a una tahona de hace cien años, a la vezque nos muestra la evolución de los hornos donde se hace el pan. Resultanespecialmente ilustrativos los paneles que reproducen la variedad depanes del mundo, de España y de Valladolid. La planta baja recoge la impronta del pan en el refranero y en la culturapopular, su aporte nutritivo en la alimentación y su simbolismo religioso.El visitante puede entretenerse repasando refranes, canciones o poemascon el pan como argumento. O tomar buena nota de recetas en las queel pan es su ingrediente básico. Además de exposiciones temporales, incorpora una sala didáctica paralos niños, y en las naves laterales del templo un obrador que funcionacomo escuela de panadería y repostería y la tienda del museo, dondeestá previsto realizar catas y maridajes del pan con otros productos. Dehecho, los visitantes más pequeños tienen la oportunidad de elaborar ala entrada su pan personalizado, que al final recogerán calentito para lle-várselo de recuerdo. El museo tiene previsto programar visitas didácticasa molinos, fábricas de harina y cultivos de cereal próximos a Mayorga.

Palomares, rollos y torres con vistas

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:15 Página 109

Page 112: Viajando por la provincia de Valladolid

EL SOLAZ DEL FILÓSOFO

Entre Mayorga y Castrobol, el Coto Castilleja vivió su época de esplendor en

los años que estuvo a cargo del arquitecto y agrónomo José Varela Feijoo y de

Soledad Ortega, la hija del filósofo. Ahora la finca es una sociedad agrícola

que gestionan sus hijos. Aquí recalaba José Ortega y Gasset en sus viajes de

ida y vuelta a los veraneos del norte. También descansó en la finca a su regre-

so de Lisboa, antes de enfrentarse al erial de la posguerra, y aquí pasó el últi-

mo septiembre de su vida. El legado del institucionista Varela se nota en el

cuidado de su templo mozárabe, extrañamente ignorado en los catálogos mo-

numentales. La iglesia de Santa María de Castilleja tiene nave rectangular y

cabecera cuadrada, cuya penumbra ilumina un arquillo similar a los de Esca-

lada. El templo es pequeño, de una sobriedad desnuda. El arco de triunfo que

marca el acceso al ábside dibuja una acusada herradura. Dos fustes lisos sos-

tenían un par de capiteles decorados con hojas de acanto, ahora situados en

los jardines de la finca. La iglesia de Santa María de Castilleja, del siglo diez,

aparece documentada en diplomas de la catedral de León y del monasterio de

Benevívere, mientras su mozarabismo lo acredita una lápida funeraria del 987

donde se menciona al repoblador andalusí Ianuarius.

A la altura de Castrobol, la cornisa de Campos dibuja un promontorio que en

otro tiempo dio asiento a varias torres de vigilancia y ahora provoca una

110

s Coto Castilleja, refugio del filósofo Ortega y Gasset

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:15 Página 110

Page 113: Viajando por la provincia de Valladolid

curva acusada en la carretera que busca la vega del Cea. Su nombre empare-

ja al teso de su emplazamiento con el repoblador mozárabe: Castro de Aiub.

La iglesia del Salvador, que revela en su aspecto exterior las muchas manos

de una hechura a trancas y barrancas, guarda en los retablos algunas imáge-

nes de mérito, como la del titular o una que representa a Santa Catalina, am-

bas del dieciséis, pero malogradas por algún intrépido aficionado al tinte.

LA CORNISA DE CAMPOS

Los pueblos de la ribera del Cea acusan, en diversos momentos de su historia,

la colonización del vecino monasterio de Sahagún. Un priorato de los benedic-

tinos, dedicado a San Félix, dio origen a Saelices de Mayorga, al que puso

cerca el abad de San Benito. De su primitiva iglesia románica el actual templo

de San Pedro conserva el ábside y parte del muro de la epístola, donde se abre

la puerta de arquivoltas desnudas y levemente apuntadas. Una intervención

del dieciséis alteró la planta románica, dejando la cabecera a los pies y su na-

ve como lateral de la ampliación. Una galería de ladrillo acristalada, que do-

mina la arboleda del Cea, sustituyó al primitivo pórtico a mediados del diecio-

cho. Todavía en 1953 se rasgó el ábside románico para dar entrada al templo

por él, aunque el roto se ha vuelto a tapar. La torre tiene dos cuerpos de mam-

puesto y un ático de ladrillo con dieciséis huecos y alero en nacela.

111

Palomares, rollos y torres con vistas

s Iglesia de Saelices de Mayorgas Iglesia de Saelices de Mayorga

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:15 Página 111

Page 114: Viajando por la provincia de Valladolid

El mismo origen monástico dio principio a Monasterio de Vega a mediados

del siglo diez. El rey Ordoño III estableció un cabildo de clérigos regulares de

San Agustín, que habitaron el cenobio de San Cristóbal y San Andrés hasta

1125. Entonces tomaron el relevo las monjas benedictinas de la observancia

de Fontevrault, que en 1499 se independizaron de la casa madre. Cuarenta años

después ya estaban agregadas a la congregación benita de Valladolid. Sin em-

bargo, tampoco en esta dependencia su actividad estuvo libre de asechanzas.

En 1572 intervino el rey Felipe II para evitar su clausura, permaneciendo en la

órbita de Valladolid hasta la desamortización de 1837. Las últimas monjas be-

nedictinas que habitaron el monasterio lo abandonaron en 1958, coincidiendo

con un incendio que la noche del 20 de octubre de aquel año arrasó la iglesia

mudéjar. El fuego coincidió con el traslado de las monjas a Sahagún, para unos

ejercicios espirituales, y se llevó por delante el joyero monástico, en el que fi-

guraban cuadros de Murillo y Ribera. El lienzo de sus pabellones se extiende

entre la curva de la carretera que da entrada al pueblo, frente a la chimenea so-

litaria de un antiguo tejar, y la plaza presidida por la torre mudéjar de la iglesia

de San Andrés. Su recorrido discurre entre rosales de todos los tonos y profu-

sión de árboles ornamentales, que convierten a este pueblo en modélico jar-

dín. Otro paseo bordea el recinto hasta el molino del Cea. El actual emplaza-

miento monástico se eligió en 1555, tomando la advocación de Vega de la Se-

rrana en recuerdo de una ermita que hubo donde se ubicó el primer cenobio.

El edificio es de ladrillo y piedra, dibujando un claustro de dos pisos en su inte-

rior. La obra no culminó hasta mediado el dieciocho, en que se remató la igle-

sia conventual. La iglesia de San Andrés viste sus muros reformados con reta-

blos neoclásicos, que adornan un crucifijo gótico y varias imágenes del dieci-

séis: San Andrés (presidiendo el retablo mayor) y San Roque. La cajonera de la

sacristía es de fines del dieciséis. Al otro lado del Cea, las lagunas del Rebollar

y de Santiago acogen estacionalmente una nutrida colonia de aves migrato-

rias. Detrás del pago de la Horca, hacia Santervás, el teso divisorio del Torreón

ofrece desde sus 815 metros un buen mirador hacia los valles del Cea y del Val-

deraduey.

112

s Monasterio de Vegas Monasterio de Vega

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:15 Página 112

Page 115: Viajando por la provincia de Valladolid

Los Melgares se suceden en la bienvenida del Cea a la provincia y comparten

una historia dilatada y una toponimia transparente. El nombre les viene de los

“campos de mielgas, una pobre yerba parásita”. Melgar de Abajo se acomo-

da en la cornisa de Campos que vigila el paso del río hacia Joarilla de las Ma-

tas, entre palomares y bodegas. En su paisaje urbano descuellan las torres de

ladrillo del Salvador y de San Juan. Repoblada a fines del siglo diez por el mo-

zárabe Abduz, fue señorío del abad de Sahagún y del conde de Grajal. Tuvo una

ermita dedicada a Nuestra Señora del Castillo, cuya imagen se conserva en el

templo del Salvador. Esta iglesia tiene tres naves, portada mudéjar y bóvedas

góticas en la cubierta del crucero. El grupo de la Visitación muestra una Virgen

113

s Iglesia del Salvador, en Melgar de Abajo

Palomares, rollos y torres con vistas

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:15 Página 113

Page 116: Viajando por la provincia de Valladolid

ataviada de peregrina. Junto a la iglesia de San Juan, también del dieciséis,

una casona de ladrillo exhibe en su fachada un buen repertorio de alardes de-

corativos mudéjares: pilastras cajeadas en el muro, un arco trilobulado en el

balcón, y sobre él, un bigote daliniano con las puntas enroscadas. En sus ca-

lles, que combinan la trama enrevesada con el desahogo de espacios genero-

sos, encuentran acogida modernas esculturas del proyecto Artecampos, que

sembró en unos años la comarca de señuelos estéticos. Hacia el Cea, la zona

recreativa del Mimbrajo aprovecha la umbría de la ribera fluvial. Al otro lado

del río, la sociedad Melgarejo, creada por los vecinos, recuperó la tradición vi-

nícola del pueblo con una plantación de setenta y cinco hectáreas de viñedo.

El atropello de las fuentes y su manejo indiscriminado ha atribuido la repo-

blación de los Melgares del Cea al conde repoblador de los Melgares del Pi-

suerga, pertenecientes a Palencia y Burgos, llegando en algún caso a discer-

nir entre Hernán Mentales o Fernán Armentales, que son la misma denomi-

nación del vasallo de Fernán González que dio nombre a Melgar de Ferna-

mental. Lo explica con claridad el joven historiador José Luis Rodríguez. El re-

poblador de Melgar de Arriba, que durante la Edad Media se llamó Mel-

gar de la Frontera, fue Foracasas, un cachorro mozárabe de la corte de

Ordoño II. La iglesia de San Miguel ocupa el extremo del pueblo, en su des-

pedida hacia León. Por fuera, nada llama la atención en su aislamiento. En-

frente, al otro lado de la carretera, se encuentra la nave abandonada de una

cooperativa vinícola que impulsó el cura y que no prosperó por el desdén de

los melgarejos de abajo, que son los que tienen mejor viñedo. San Miguel fue

priorato del monasterio leonés de Trianos, cuyos canónigos administraban

también los molinos de Melgar. Pero aquella intromisión chocaba con los de-

rechos de la iglesia de Santiago, a la vez que tenía amoscados a los vecinos.

En 1260 despachó una carta de excomunión el arcediano de León contra los

alcaldes de Melgar por andar metiendo el cazo en “las casas de San Miguel,

las cuales son del monasterio de Trianos”. San Miguel guarda en su interior

un retablo mayor gótico

que figura en la Historia

del Arte junto a los me-

jores de su estilo. Atri-

buido por Post al Maes-

tro de Calzada de los

Molinos, su reciente

restauración lo muestra

en todo su esplendor

cromático. Dieciocho ta-

blas arropan a una exce-

lente talla de San Mi-

guel. Las seis bajas re-

114

s Retablo gótico de San Miguel, en Melgar de Arriba

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:15 Página 114

Page 117: Viajando por la provincia de Valladolid

presentan a otros tantos profetas, inspirados en los pintados por Berruguete

para Santa Eulalia de Paredes; las del primer cuerpo, escenas de la vida del

santo; y las superiores, la Pasión de Cristo. El plano de Melgar tiene forma de

alubia, dejando a San Miguel fuera de la cerca. En aquel extremo se encuen-

tra el Cuarto de El Postigo, al que da paso el Pontón. Luego, el Cuarto de Pie-

dras Negras y el de la Mediana forman la ensenada donde un foso aislaba la

mota que ocuparon sucesivamente el castro primitivo, la fortaleza medieval

y el palacio condal. La arruinada iglesia de Santiago ocupó el espigón del

Cuarto de Barrio Vega. Sus muros vencidos de adobe dan paso a las naves

del templo, que enmarca el vuelo de los arcos de ladrillo a la intemperie. Se

ha recuperado la torre como mirador y a su lado un jardinillo que asoma al

río, todo ello muy afeado por la vecindad del depósito de agua. Su armadura

policromada, que ilustró la obra clásica de Pavón Maldonado sobre el arte

mudéjar, desapareció con la ruina. También la bellísima pila bautismal de pie-

dra, con su copa decorada por medallones clásicos y amorcillos, del primer

tercio del dieciséis, aunque de esta consta su venta. El área recreativa del

puente sobre el Cea es punto de partida de un circuito peatonal que siguien-

do la cañada zamorana conduce hasta el azud de Galleguillos y retorna por

las lagunas de Perales y de la Nube, cerca ya de Valdespino Vaca.

115

s Torre de Santiago, en Melgar de Arriba

Palomares, rollos y torres con vistas

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:15 Página 115

Page 118: Viajando por la provincia de Valladolid

116

ORILLAS DEL CEA

Los pueblos de la vega del Cea, entre Melgar de Arriba y Castrobol,

colonizan con cultivos de regadío la orilla del río, que recorre por su de-

recha la cañada zamorana. Entre esta histórica vía pecuaria y el límite

provincial con León, se extiende un próspero territorio agrícola, salpica-

do de frecuentes lagunas estacionales, alguna de nombre tan sugesti-

vo como la de la Nube, cerca ya de Valdespino Vaca.

El retén del Cea en Galleguillos ha fidelizado la ruta de aves de pa-

so y estables, que usan la red lacustre cuando sus condiciones lo per-

miten. Desde luego, no faltan por estos parajes las avefrías, las pollas

de agua y los patos. Además, los senderos que abrazan al río permiten

pasear por sus orillas tenazmente colonizadas. Los pueblos del Cea,

asentados en la cornisa de Campos, miman su arteria fluvial, en la que

se suceden las granjas, las acequias y los molinos.

Evidentemente, el Cea no es un río ilustre, según escribió el no-

velista Jesús Torbado, criado en San Pedro de las Dueñas, a unos po-

cos kilómetros de los Melgares. Pero sus riberas ofrecen al visitante,

junto al testimonio de algunas ruinas elocuentes y varias villas con

historia insigne, el encanto de un recorrido fronterizo, que se desliza

desde la más abrupta montaña hasta el suave decurso de la planicie

blasonada.

M

s Ventana de adobe al Cea, en Melgar de Arribas Ventana de adobe al Cea, en Melgar de Arriba

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:15 Página 116

Page 119: Viajando por la provincia de Valladolid

117

Palomares, rollos y torres con vistas

El Plan Tierra de Campos le endosaba dos embalses, no se sabe bien

para qué aguas. El titular, que llevaría su nombre, situado junto a Alman-

za, y otro subsidiario en el Valderaduey, a la altura de Santervás de Cam-

pos. Fue la fase retórica de aquel plan, cuyos proyectos se esfumaron

como dibujos en el agua, mientras la comarca iba quedando sin gente.

Al cabo de los años, se hizo un azud en Galleguillos, que sirve para que

mojen el vuelo las golondrinas y para trasvasar agua al Carrión.

Melgar de Arriba y Melgar de Abajo cuentan con hermosos mira-

dores que permiten contemplar la ribera antes de emprender su paseo.

Desde Melgar de Arriba, la senda bordea al Cea por su izquierda si-

guiendo la acequia de los molinos, un cuérnago que sangra al río an-

tes de llegar al pueblo y desagua poco antes del camino de Joarilla. Pa-

ra que no haya pérdida, se toma en Melgar de Arriba, antes de cruzar

el Puente de Barras. Los dos primeros kilómetros discurren a la vera del

río, mientras la acequia se aloma buscando los escarpes de la Tierra

de Campos.

A la entrada de Melgar de Abajo se encuentran los restos del mo-

lino, desde donde se asciende hacia el pueblo por el camino del campo-

santo, pasando al lado de varios palomares. Los melgarejos han colo-

nizado la otra orilla del río con una plantación colectiva de viñedo. En-

tre Melgar y Monasterio de Vega, el Cea dibuja el lazo de varios mean-

dros. Desde la plaza de Monasterio baja una calle a la orilla del río, que

la ruta remonta por su derecha, siguiendo la amplia pista de la Cañada

Zamorana. Por esta vía, se pasa frente a Melgar de Abajo y se prosigue,

cruzando las instalaciones de una granja, hasta Melgar de Arriba.

Río Cea

Monasteriode Vega Melgar

de Abajo

Molino

Melgarde Arriba

Molino

UUnnaa rruuttaa ppaarraa ppaasseeaarr

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:15 Página 117

Page 120: Viajando por la provincia de Valladolid

2 Palomares, rollos y torres con vistas 7/4/09 14:15 Página 118

Page 121: Viajando por la provincia de Valladolid

3Montes Torozos

3 Montes Torozos 7/4/09 14:17 Página 119

Page 122: Viajando por la provincia de Valladolid

RÍO H

ORNIJA

RÍO B

AJOZZ

RÍO SEQUEQUILLO

RÍO H

ORNIJA

RÍO B

AJOZ

Villanuevade Duero Viana

de C

Lagde

Villamarciel

Velilla

Villaviejadel Cerro

Puente Duero

Pedrosadel Rey

Villalar delos Comuneros

Casasolade Arión

Villalbarba

MarzalesVega deValdetronco

Gallegosde Hornija

San Salvador

VillasexmirTorrelobatón

Ciguñuela

Castrodeza

Wamba Villanubla

Zaratán

Bercero

Berceruelo

Adalia

Mota delMarqués

Torrecillade la Orden

Barruelodel Valle San Pelayo

Matilla delos Caños

Velliza

Villán deTordesillas

Robladillo

Peñaflorde Hornija

San Cebriánde Mazote

La SantaEspina

CastromonteVillagarcíade Campos

Urueña

Benarfaces

Tiedra

Castromembibre

Villavellid

Villardefrades

Villanueva delos Caballeros

Pozuelo dela Orden

Cabrerosdel Monte

TordehumosVillabrágima

Valverdede Campos

La Mudarra

Mucientes

Moralesde Campos

Villaesper

Medina deRioseco

VillafrechósSanta Eufemiadel Arroyo

Palazuelode Vedija Palacios

de Campos

Montealegre

Valdenebrode los Valles

Villalba delos Alcores

Fuensaldaña

Simancas

Geria

Arroyo dela Encomienda

Pedroso dela abadesa

N-601

N-122

N-620

C-612

A-6

C-612

3 Montes Torozos 7/4/09 14:17 Página 120

Page 123: Viajando por la provincia de Valladolid

El Páramo de los Torozos

Un arrecife forestal emerge entre el oleaje apaciguado de Campos y la fron-

tera fluvial del Pisuerga y el Duero. Es la comarca de los Montes Torozos, cu-

ya cartografía ofrece la silueta de una bacalada con sus raspas de riachuelos

recogiendo las escorrentías del páramo extendido entre Palencia y Toro, entre

Valladolid y Medina de Rioseco. La metáfora del salazón pertenece a Blas Pa-

jarero, autor de Retazos de Torozos, el libro más hermoso dedicado a estos pá-

ramos. Un texto de concentrada sabiduría ilustrado con dibujos del maestro

Félix Cuadrado Lomas. Es verdad que con la denominación de los montes To-

rozos se produce un espejismo que conviene reducir a sus justos términos.

Cuando el lenguaje era más rico de matices, porque nombraba una realidad

menos plana, la palabra monte no se refería sólo al accidente geográfico que

ahora nos sugiere, sino al enclave forestal. Y eso ocurre con los Torozos, que

en realidad no pasan de ser un páramo raso y escasamente encumbrado sal-

picado de preciosos bosques que han sobrevivido a la ferocidad de diversas

oleadas de descuaje. Hace siglo y medio, el siempre ponderado Madoz avisó

de los riesgos de atravesar sin los debidos pertrechos estos caminos embos-

cados del páramo, en los que menudeaban los maleantes, además de varias

especies de alimañas con colmillo fiero. Todavía entonces el bosque se alar-

gaba de Tiedra a Montealegre y de Urueña a Paredes del Monte, es decir, de

Campos al Cerrato. Hoy quedan manchones vegetales aquí y allá, reliquias de

un bosque mediterráneo de encinas y quejigos sometido desde hace siglos a

la obtención de leña y carbón vegetal y al descuaje para laboreo agrícola.

121

3 Montes Torozos 7/4/09 14:17 Página 121

Page 124: Viajando por la provincia de Valladolid

El nombre de la comarca ha estimulado jugosas disquisiciones, que incluyen

algún sonoro desvarío. La versión más atinada parece la del investigador Ma-

nuel Vallejo del Busto, que deriva Torozos de otero, con el significado de coli-

na o alcor. De este modo, se abrochan las dos zonas del páramo: los Torozos,

de Tiedra a La Mudarra; y los Alcores, de la divisoria nacional 601 al espigón

de Autilla o el monte El Viejo, ya en Palencia. Se trata de un territorio alarga-

do, que repobló gente del norte, gallegos y leoneses sobre todo, con un apor-

te significativo de mozárabes.

EL RECINTO DE LA CULTURA

En este entorno, sobresale el imán de la villa murada de Urueña, ejemplo de

las posibilidades del mundo rural cuando la recuperación de los pueblos se

vincula a ejes que multiplican su valor, como la cultura o el patrimonio. Segu-

ramente Urueña es el núcleo mejor dotado de recursos y alicientes culturales

en relación con su número de habitantes. Y ocupa, como apunta el poeta An-

tonio Colinas, “el centro del centro de Castilla”. Conjunto histórico, cuenta con

varios monumentos y ofrece un repertorio creciente de museos y colecciones.

Además es albergue de artistas, escritores y artesanos, a la vez que puede

presumir de contar con más museos y librerías que bastantes ciudades. Su vi-

tola de Villa del Libro lo convierte en lugar de culto dentro de la geografía es-

pañola. El acercamiento a Urueña permite diversas rutas y todas con encan-

to. Si se llega desde la autovía del Noroeste o desde San Cebrián de Mazote,

122

s Villa de Urueña

3 Montes Torozos 7/4/09 14:17 Página 122

Page 125: Viajando por la provincia de Valladolid

la impresión de las murallas mellando el horizonte resulta impagable. Sobre

todo, después de hacer un alto en la ermita románica de la Anunciada. El ca-

serío aledaño a la Anunciada lo recuperó de la ruina el músico Amancio Pra-

da. Los demás caminos que llevan a Urueña ofrecen un encanto menos obvio,

pero no de menor cuantía. Por la senda de La Espina, hasta donde se llega por

Castromonte o Peñaflor, se atraviesan matas boscosas que son las mismas

que a lo largo de la historia atrajeron regias monterías. Precisamente una jor-

nada de jabalíes y venados por estos parajes fue el pretexto que sirvió al adus-

to Felipe II para reconocer a su hermanastro Juan de Austria, acogido como

Jeromín en Villagarcía de Campos. De ese mismo lugar partía con la fresca el

Padre Isla, dos siglos más tarde, para sus jornadas cinegéticas por las cues-

tas y cazaderos de Torozos, caminatas cuyo recuerdo tiñó de melancolía su

postrer exilio jesuítico en Bolonia.

La ermita de la Anunciada es uno de los ejemplos más singulares de nuestro

románico. Corresponde a principios del siglo doce. Llaman la atención el jue-

go de volúmenes, alterado por los añadidos, y la decoración de arquillos cie-

gos, que recorre los ábsides y brazos del crucero. La última restauración elimi-

nó el pórtico adosado en el siglo dieciocho, pero permanece el camarín barro-

co y los dos absidiolos que le dan paso. Un apéndice que desvirtúa el equili-

brio de la cabecera. Sobre el crucero se alza un cimborrio octogonal. La subi-

da desde la Anunciada muestra a media pendiente el caserío agrícola del mo-

nasterio del Bueso, que es propiedad de los frailes jesuitas de Villagarcía. Para

123

El Páramo de los Torozos

3 Montes Torozos 7/4/09 14:17 Página 123

Page 126: Viajando por la provincia de Valladolid

ver los vestigios monásticos hay que acercarse hasta una arboleda, pero no

tienen ninguna gracia especial. En la hondonada, al pie de la muralla, brota

también la fuente de piedra que durante siglos dio de beber a los pastores y

labriegos de Urueña.

La visita a Urueña se inicia por la puerta del Azogue, donde estuvo el merca-

do y ahora está la iglesia de Santa María. Este flanco de las murallas es el más

perdido y el que ofrece una imagen menos noble. De aquí se tomaron las pie-

124

s Ermita de La Anunciada, en Urueña

s Urueña. Tierra de Campos desde el adarve de la muralla

3 Montes Torozos 7/4/09 14:17 Página 124

Page 127: Viajando por la provincia de Valladolid

dras para rehacer las ciento veinte viviendas devoradas por el incendio del 3

de octubre de 1876. También entonces, aprovechando la chamusquina, se eli-

minó la iglesia de San Andrés, que ocupaba el solar de la plaza. Un circuito

bien indicado recorre las once librerías y media docena de museos y coleccio-

nes de la villa, que enriquecen la exposición del centro e-Lea, acrónimo de Es-

pacio para la Lectura, la Escritura y sus Aplicaciones. La iglesia de Santa Ma-

ría del Azogue es un compendio muy vistoso de diferentes estilos y épocas,

del gótico tardío al neoclásico. Desde su atrio parte la calle de las Cuatro Es-

quinas, que atraviesa el corro de San Andrés y la calle del Oro hacia una de las

subidas al adarve de la muralla, que por este flanco domina el horizonte terra-

campino surcado por el Sequillo. Este paseo aéreo por la cumbre de la cerca

es uno de los privilegios que el viajero no debe desaprovechar en Urueña. Pe-

ro además irá observando cómo el caserío no desdice del recinto amurallado.

Por eso conviene demorar los pasos por calles que se bautizan con nombres

tan sonoros como Catahuevos o expresivos cual los Lagares o la Costanilla. La

ronda de poniente nos asoma sobre los campos por la Puerta de la Villa, don-

de concluye la calle Real. El horizonte es impagable. Siguiendo hacia el corro

de Santo Domingo, encontramos el castillo periférico, uncido por un brazo a la

muralla. En sus traseras se ha recuperado artificialmente el lavajo desecado

en 1971. El castillo alberga desde 1832 el cementerio, dedicación no del todo

inusual, que comparte con otras fortalezas, como las de Fuente el Sol, Medi-

naceli o San Martín del Castañar.

125

El Páramo de los Torozos

3 Montes Torozos 7/4/09 14:17 Página 125

Page 128: Viajando por la provincia de Valladolid

EL VALLE DE LOS MONJES

El paisaje de los Torozos se compadece mal con el tópico de la Castilla ocre

y plana. Tras la mota almenada de Urueña se esconden valles levíticos, don-

de los mozárabes protegieron sus iglesias y los monjes establecieron sus

monasterios. Así los cistercienses en La Espina, que toma su nombre de

la reliquia de la corona de Cristo donada por la infanta doña Sancha y es uno

de los cuatro cenobios que colonizaron los Torozos. Los monjes escogieron

la leve hondonada del Bajoz, ocupando uno de los parajes más hermosos de

la comarca. Una puerta monumental da acceso a los jardines que ocupan el

antiguo compás. Se hizo en 1574, a la vez que la hospedería, en cuyas tra-

zas participaron Juan de Nates y Juan de Rivero. Quince años antes, el 28

de septiembre de 1559, el monasterio de la Santa Espina había sido esce-

nario del primer encuentro entre el rey Felipe II y su hermano Juan de Aus-

tria, vencedor en la batalla de Lepanto. Todo este esplendor resultó muy cas-

tigado por el incendio de 1731, que devastó la biblioteca y gran parte de las

dependencias. Después del fuego se levantaron los dos claustros neoclási-

cos y la fachada del templo.

Las primeras obras del conjunto monástico corresponden a fines del siglo

doce. De aquel momento apenas quedan la sacristía y una espléndida

sala capitular, mientras sucesivas reformas alteraron el esquema original de

la iglesia. En el siglo quince se abrió la capilla funeraria de los Vega, de un

gótico flamígero, mientras la capilla mayor es una espléndida obra renacen-

tista. El actual retablo procede del monasterio de Retuerta. La capilla de la re-

liquia la diseñó Francisco de Praves en el siglo diecisiete y es un magnífico

126

s Monasterio de La Santa Espina

3 Montes Torozos 7/4/09 14:17 Página 126

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recinto clasicista. Más reciente, de los años cincuenta, es la capilla de San

Rafael, donde está enterrado el ministro de Agricultura Rafael Cavestany,

que estableció en el monasterio la Escuela de Capataces. La fachada barro-

ca de la iglesia contradice la proverbial austeridad cisterciense.

El siglo diecinueve fue inclemente con el monasterio de la Santa Espina. La

invasión francesa motivó su abandono y dio paso al primer expolio. Cuan-

do volvieron los monjes, en 1813, había sido esquilmado el tesoro artístico,

pero también su mobiliario y la cabaña ganadera, de la que no quedaba ni

una oveja. Varios presbíteros y algún noble del entorno fueron señalados co-

mo principales instigadores del pillaje. A partir de entonces, el monasterio

nunca llegó a recuperar su pasado esplendor. Las sucesivas desamortizacio-

nes trocearon sus propiedades, siendo adquirido el edificio por el ministro

de Hacienda Manuel Cantero en 1837, quien se vio obligado a cederlo en 1865

al marqués de Valderas. Su viuda, asistida en el trámite por el jurista Cipria-

no Rivas, abuelo de la mujer de Manuel Azaña, lo convirtió en sede de una

fundación asistencial y docente, dedicada a las enseñanzas agrícolas, que

encomendó a los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Este gesto le valió

la concesión, el 24 de enero de 1886, del título de Condesa de la Santa Es-

pina, mientras la Diputación la declaraba hija predilecta de la provincia.

Durante la guerra civil, fue campo de concentración. El retablo original de

La Espina perdió los grandes relieves renacentistas en alabastro ejecutados

por el palentino Francisco de Giralte. Sus temas: La Anunciación, la Visita-

ción, Jesús en el Templo y la Adoración de los Pastores. Localizados en Pa-

rís, a la altura de 1950, fueron adquiridos por el Estado y depositados en el

Museo Marés de Barcelona. Ya entonces, el Museo Nacional de Escultura

tenía su sede en Valladolid. Y el monasterio de La Espina se recuperaba con

127

s Sala Capitular. Monasterio de la Santa Espina

El Páramo de los Torozos

3 Montes Torozos 7/4/09 14:17 Página 127

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una nueva etapa de obras de los desastres ocasionados por el campo de con-

centración. A mediados de los cincuenta, se creó en el monasterio la Escue-

la de Capataces Agrícolas, y en el valle, el poblado de colonización que lle-

va el nombre de la Santa Espina. La asociación Aperos del Ayer ha instala-

do en sus dependencias un Centro de Interpretación de la Vida Rural que res-

cata espacios y útiles tradicionales en fase de extinción.

A tres kilómetros del monasterio, aguas arriba, se encuentra el escondido

embalse del Bajoz, hasta el que se llega en un cómodo paseo. Valle abajo es-

tá la granja, cuya senda parte frente a la puerta del recinto monástico. El pri-

mer tramo del camino recorre el “hondo valle solitario”. Aunque una vez

128

s Embalse del Bajoz. La Espina

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desmochados en buena medida los páramos cercanos y repoblada su hendi-

dura con un núcleo de colonización a mediados de los cincuenta, el cauce del

Bajoz ya no da la impresión de correr tan solo ni tan hondo como le pareció

al erudito Quadrado. Es más, si uno busca su cauce, enseguida se da cuenta

de que apenas corre, aunque sí nutre un buen cordal de arboleda, a la vez que

fertiliza las huertas que lo arropan. Las aguas del Bajoz tienen fama de bené-

ficas e incluso salutíferas desde la antigüedad. No como consecuencia de la

bendición monástica, sino por su manantial de Castromonte, que de siempre

ha ostentado esas propiedades. El embalse cimero reguló su mínimo cauce

a los pies de Castromonte y hasta que los lodos lo colmataron definitivamen-

te alimentó los sueños agrarios de los nuevos colonos. Ahora es un lugar de

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El Páramo de los Torozos

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Page 132: Viajando por la provincia de Valladolid

júbilo para los pájaros. Nuestros pasos siguen la senda de los monjes entre

el monasterio y la granja. A novecientos metros del punto de partida, se en-

cuentra a la izquierda del camino el cementerio moderno. Pronto el valle se

ensancha y el camino se desliza hacia el pie de la ladera, respetando la zona

fértil del valle. A la izquierda remontan la pendiente encinas de poco porte,

algunas jaras y carrascas. A los dos kilómetros de paseo se impone la silue-

ta de un edificio monumental que se encuentra fuera de la cerca de piedra.

El camino gira a la izquierda hasta bordear el muro de lo que fue la granja mo-

nástica. Un depósito, la alberca y algunos canalillos de riego testimonian el

declive de aquel sueño agrario. El paraje guarda el encanto que concede la

nobleza de estas construcciones monásticas. La granja es un auténtico pala-

cio, que abre hacia poniente su mirador con cuatro arcos.

Entre la cerca y la granja, la senda gira a la izquierda en dirección a la fuente

del Grillo. Enseguida el camino discurre protegido por dos hileras de arbola-

do con algunos ejemplares añosos. A la altura de la fuente, la senda gira de

nuevo y asciende suavemente hacia el páramo. Una vez arriba, asoman a la

izquierda un refugio arruinado y una nave moderna, revestida con gusto de

piedra. El camino prosigue por el páramo descuajado y en el km 6,400 deja a

la izquierda una nave moderna vallada. Después de recorridos 6,900 km, la

senda conecta con la carretera de retorno, que asoma sobre el monasterio de

La Espina.

PÁRAMOS DE ASCETA

Algunos pueblos dibujan su retrato en el nombre y eso ocurre con Castro-

monte. Aunque aplicando la rebaja de que los Torozos son un monte que no

pasa de páramo. Castromonte tiene fama antigua de contar con los mejores

130

s Palomar en Castromonte

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Page 133: Viajando por la provincia de Valladolid

manantiales de la comarca, que agruparon en su entorno las primeras pobla-

ciones del páramo. El más acreditado es el de Sayud, que abasteció durante

su breve etapa comercial a las aguas Castrovita. Era un agua que aliviaba las

digestiones y disolvía los cálculos de riñón. Pero son muchas más las fuen-

tes que brotan en los alrededores. Los vecinos y la cartografía las bautizan

con nombres tan curiosos como expresivos: la del Marqués, la Fresquita, la

del Pino, la de las Panaderas, la de Lavar, la Fuentecilla, la Aceña, la del Mo-

ral, la del Calero, la Retuerta, la del Revolcadero y la del Toro, que era la pre-

ferida como lavadero porque sus aguas fluyen templadas. A pesar de su nom-

bre castreño, la silueta de Castromonte no resulta precisamente arriscada.

Se trata en realidad de otra desmesura. En los Torozos ni los montes son cor-

dilleras ni los castros tronos de águilas ni la hoz del río un abismado congos-

to. Bajoz es contracción de baja hoz y para ese bautizo sí que hizo falta ima-

ginación. Hacia la hendidura balbuciente del Bajoz asoma el perfil más visto-

so de Castromonte con su cubo moderno de troneras, sus cuevas excavadas

en la marga, restos de cercas, huertecillos y molinos. Tuvo muralla hasta el

siglo diecinueve pero de aquel cíngulo protector no conserva más que leves

vestigios, el más visible en la solana del Postigo.

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El Páramo de los Torozos

s Iglesia de la Purísima Concepción. Castromonte

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URUEÑA. LA VILLA DEL LIBRO

Una treintena de pueblos integra la red de localidades dedicadas al libroen el mundo, desde Cuisery, en Francia, a Kanda, en Japón. Pero detodas ellas, Urueña es la única que ostenta el título de Villa del Libro.Once librerías, cuatro museos y dos tiendas de arte componen la pano-plia de recursos que articula el centro e-Lea, un espacio concebido comoescenario de actividades y centro de interpretación de todo lo relaciona-do con el libro, la escritura y la lectura. Una exposición permanente reco-rre la historia de la escritura y sus soportes, desde la arcilla al sílice,teniendo como protagonista al libro. El centro e-Lea tiene una clara voca-ción divulgativa y pedagógica y es el punto de partida para el descubri-miento de Urueña, de sus librerías, museos y monumentos. También deotros alicientes, como los gastronómicos o paisajísticos. En cualquiercaso, la visita siempre debe incorporar un paseo por el adarve de sumuralla, que ofrece el pausado deleite de los horizontes más diáfanos.

3 Montes Torozos 7/4/09 14:17 Página 132

Page 135: Viajando por la provincia de Valladolid

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El Museo de la FundaciónJoaquín Díaz reúne colec-ciones de instrumentos tra-dicionales, de sabrosospliegos de cordel y de gra-bados y litografías; elMuseo de Campanas exhi-be una colección secularvinculada a la saga salda-ñesa de los campanerosQuintana; y el Museo LuisDelgado de Instrumentosdel Mundo expone más decuatrocientas piezas musi-cales. A este panel museís-tico se une un repertorio deonce librerías, cifra que noalcanzan muchas ciuda-des. Las librerías deUrueña, orientadas al res-cate de naufragios biblio-gráficos, son lugares hos-pitalarios con cuya visitauno siempre gana: sabrosas informaciones e impagables sorpresas. Elreclamo de la cultura ha reunido en Urueña un grupo de artistas y arte-sanos que acreditan la singularidad del lugar. Escritores, músicos, biólo-gos, diseñadores, alfareros y encuadernadores han revitalizado el censodeclinante de la villa amurallada.

El Páramo de los Torozos

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Page 136: Viajando por la provincia de Valladolid

La plaza ha ganado con la limpieza del pórtico de la iglesia, que hasta no

hace mucho estuvo tabicado. A este escenario mira la severa casa consis-

torial de traza neoclásica. Y a la calle Almirante, que recorre la plaza por el

extremo opuesto, asoman varias casonas blasonadas. Escudos de medio

pelo tallados para alborozo de hidalgos fugaces y huidizos bastardos, co-

mo advirtió el escritor y residente estacional Emilio Salcedo. Durante unos

años especialmente fecundos, entre los setenta y los ochenta del pasado

siglo, Castromonte convocó los fines de semana en torno a la figura de Blas

Pajarero a la intelectualidad más inquieta de Valladolid. En cualquier caso,

no todos los blasonados de Castromonte tomaron rumbo fresco. Ahí está

el ejemplo del mecenas de las escuelas. Don Antonio Rodríguez de Celis,

marqués del Trebolar, hizo el obsequio al pueblo de un buen colegio de pie-

dra junto a otras donaciones. Y se ve que cundió el ejemplo, porque años

más tarde el rector Calixto Valverde, un político agrario, construyó a sus ex-

pensas otras escuelas luminosas, que están en la entrada desde Peñaflor

de Hornija, junto al humilladero de las Eras. Por ahí llegan los peregrinos

de la ruta de Madrid a Compostela, que disponen de un cómodo albergue

en Castromonte.

Pablo Rodríguez, de nombre literario Blas Pajarero, tenía su casa por el co-

rro de San Pedro y escribió en Retazos de Torozos el retrato más hermoso de

este territorio. Pablo tenía el buen gusto de llevar a sus visitantes en paseo

hasta el embalse del Bajoz. Unas veces remontando el valle desde La Espi-

na, si los huéspedes eran legos en la comarca, y otras siguiendo la cabece-

ra de molinos arruinados del Bajoz, desde Castromonte. Ya no está Pablo,

aunque nos queda el temblor cordial de su libro. También se arruinaron los

cinco molinos que movió el río, aunque permanece la senda fluvial, arbola-

da y hermosa. Incluso el embalse se ha colmatado de lodos, de manera que

ya apenas sirve para los regadíos. Pero su enclave aparece poblado por una

vegetación ribereña de fresnos y sauces que resalta jugosa entre el verde

mate de las encinas.

Todos los paseos por Castromonte y su entorno los orienta el faro de la igle-

sia, una torre algo chaparra pero que luce encumbrada en el páramo. La igle-

sia es un edificio renacentista decoroso y bien arreglado aunque sin excesi-

vos brillos. La misma torre, que en el arranque de su alzada alberga un pórti-

co y promete más, luego se resuelve en cuatro cuerpos no muy erguidos con

un remate cóncavo de chapitel barroco. El pórtico que mira a la plaza ha ga-

nado mucho con la apertura de sus vanos. En el interior, las tres naves se cu-

bren con bóvedas de crucería. El retablo mayor combina trazas de fines del

dieciséis y otras más tardías. A lo primigenio pertenecen un calvario y la ima-

gen titular de la Asunción, mientras los santos Pedro y Pablo son tallas die-

ciochescas del riosecano Tomás Vázquez.

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3 Montes Torozos 7/4/09 14:17 Página 134

Page 137: Viajando por la provincia de Valladolid

LA ENCRUCIJADA DE LOS MONTES

A la altura de La Mudarra, una enramada de cables y torres metálicas vigila

el páramo desde el otro lado de la cañada. Corresponden a la subestación eléc-

trica que distribuye la energía del Noroeste. El caserío de piedra de La Muda-

rra arropa el nacimiento del Hornija con un parque muy grato. Durante siglos

fue arrabal de Medina de Rioseco y sus habitantes estaban obligados al pa-

go de costosos censos, que iban menguando al cabo de largos litigios, hasta

quedar en la entrega de una gallina al año por vecino, coincidiendo con la Vir-

gen de diciembre. La iglesia del Rosario es un templo modesto que alza su es-

padaña sobre la base de una torre anterior, de la que resalta el cubo del cara-

col, con un reloj solar. La cota topográfica de este borde de los Torozos, entre

la nacional y Valdenebro de los Valles, se llama Sardanedo o monte de enci-

nas. Ya no quedan enebros en los Torozos. En el camino se encuentra el Mon-

te de las Liebres, cuyo robledal leñoso se dispersa a la vera de un pinar de re-

población con ejemplares encopetados de mucho más porte. El acceso no tie-

ne pérdida. En la carretera que une La Mudarra con Valdenebro, en el punto

kilométrico 5,900, sale el desvío a la derecha, bordeando un pinar de cierta so-

lera. Si se viene desde Valdenebro, el desvío está a dos kilómetros y el pinar

resulta muy visible. Los robles o quejigos de este monte se ramifican casi des-

de el suelo, mostrando los más añosos un tronco anudado por sucesivas po-

das. Son árboles con edad y memoria. Durante siglos, este bosque se dedicó

a la saca de carbón vegetal. Cuando se abandonó este provecho, del que dan

testimonio los vestigios de algunas carboneras y la estatura de los árboles ata-

laya, el monte pasó a ser lugar de pastoreo, conformando su actual aspecto

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s Iglesia de Nuestra Señora del Rosario. La Mudarra

El Páramo de los Torozos

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adehesado. Así que la impresión del paseo por su interior no puede ser más

evocadora. Los viejos ejemplares de quejigos los respetaban los carboneros

como guías del bosque y para producir ramaje con el que alimentar el invier-

no estabulado de los rumiantes. También eran estos árboles totémicos los que

dispersaban las semillas que fecundan el porvenir del bosque.

TERRITORIO LITERARIO

En los felices veinte del pasado siglo varios pueblos de los Torozos se convir-

tieron en residencia veraniega de los más importantes escritores de la Edad

de Plata. De aquella estancia conserva Valdenebro de los Valles el legado

literario de Ramón Pérez de Ayala. El barullo de naves agrícolas desperdiga-

das por la pendiente ha malogrado la silueta de uno de los alcores más her-

mosos de los Torozos. El caserío de Valdenebro se derrama por la ladera de la

Solana, donde asoman las bocas de algunas bodegas y se deslizan los palo-

mares. Para compensar el desconcierto nos queda la imagen apresada en un

óleo de Aurelio García Lesmes y el retrato literario recurrente de Ramón Pérez

de Ayala. El pintor recrea el perfil de Valdenebro coronado por la torre calada

de su iglesia desde la quietud cereal de un rebaño con pastor. Es un cuadro de

gama apacible, tornasolado de malvas y naranjas, en el que los rastrojos cen-

tellean como ascuas. La estampa guarda un indudable parentesco con la des-

cripción del joven Ayala en Trece dioses: “Villavalde estaba enclavado en una

pequeña loma, amarillento y uniforme, con su torre destacándose como un

bordado de oro viejo en el sedoso azul celeste”. Villavalde fue uno de los nom-

bres literarios que Ramón Pérez de Ayala dio al pueblo de su padre.

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s Panorámica de Valdenebro de los Valles

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Page 139: Viajando por la provincia de Valladolid

Valdenebro de los Valles desafía desde los Torozos la vecindad de Palacios de

Campos y el cotarro del Moclín, que enmarca el horizonte hacia Medina de

Rioseco. En el paisaje vegetal del entorno no se vislumbran los enebros que

timbran su nombre sino matas chaparras y más bien ralas de encina. La pla-

za, a la que asoma el amplio soportal con pasadizo del ayuntamiento, es el

rompeolas del pueblo. No se trata de un recinto urbano equilibrado ni con tra-

za uniforme. La iglesia de San Vicente Mártir, levantada en el siglo dieciséis

sobre los restos de un templo románico más menudo, interrumpe la plaza por

su medio y la domina con el vuelo de una torre altiva, abalaustrada y recorri-

da en su estatura por un caracol adosado que trepa hasta las campanas. Las

dos portadas de la iglesia son de una austeridad cisterciense. Las arquivoltas

de la que asoma a la plaza propiamente dicha son ligeramente apuntadas y

derraman sobre capiteles con poca labor. La mitad de los fustes de esta por-

tada son de reposición y bien que se nota. La del otro lado apenas resalta su

sencillez entre el agobio de contrafuertes. Haciendo esquina con la plaza se

conserva una de las casas ocupadas por el novelista Ramón Pérez de Ayala en

sus estancias de retiro creador. La otra está en la calle del Castillo, donde se

alinean varios edificios de porte monumental. En concreto, la memoria popu-

lar señala la del número 11, que tampoco es una de las más nobles. Esta ca-

lle se empina hacia el altozano donde estuvo la fortaleza, de la que todavía se

atisban algunos restos, como el arranque de una torre de planta cuadrada o la

barbacana. No se trata de los únicos vestigios nobles del pueblo, aunque tam-

bién es cierto que no son las antigüedades lo que resalta en su actual com-

postura. Recorriendo sus calles, junto a los arcos huérfanos o los blasones mal-

heridos, llaman la atención los respiraderos de las bodegas, cuyos arcos

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El Páramo de los Torozos

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asoman enrejados o ciegos de tapial a ras de calle. El subsuelo de Valdenebro

está recorrido por una trama de bodegas abovedadas de piedra cuya traza si-

llar evoca un posible uso como pasadizos de refugio o defensa antes de con-

vertirse en lagarejos o almacenes.

El escritor Ramón Pérez de Ayala, varias veces candidato al Nobel, era nieto del

abogado de Valdenebro Guillermo Pérez Pizarro. Su padre emigró a Oviedo pa-

sando por Cuba y allí estableció un próspero comercio en sociedad con un her-

mano que llegaría a alcalde de Vetusta. Un revés del negocio lo empujó al sui-

cidio en 1908, mientras el hijo escritor cultivaba en Inglaterra la silueta de ba-

chiller en Oxford con que Antonio Machado lo acuñó en su retrato lírico. Aquel

señorito anglosajón, que más tarde simultanearía la embajada republicana en

Londres y la dirección del Museo del Prado, se recluyó en Valdenebro en el ve-

rano de 1920, entre julio y octubre, para dar remate a Belarmino y Apolonio, una

de sus novelas mayores. No era su primera estancia en el solar de los antepa-

sados. Pero aquel año contó con poderosos estímulos para prolongar el vera-

neo en los Torozos hasta que llegaron los cierzos. Valdenebro hace triángulo

con Montealegre, el balcón de las nostalgias de Jorge Guillén, y Villalba de los

Alcores, donde agostaban los futuros cuñados Cipriano Rivas Cherif y Manuel

Azaña. También está a un paso de las andanzas de Unamuno desde Palencia,

donde vivía su hijo; del tránsito de Ortega hacia el Coto Castilleja, la finca fa-

miliar de Mayorga; y de las travesías motorizadas del escultor Sebastián Mi-

randa y del pintor Anselmo Miguel Nieto con sus amigos toreros o de pluma y

pincel. Era conocida la residencia literaria de Pandorga en Valdenebro, un rela-

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s Valdenebro de los Valles

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Page 141: Viajando por la provincia de Valladolid

to de humor y tenebrismo construido con dichos y refranes de Torozos, y tam-

bién de algunos poemas, como los que le inspiran el trasiego de los buhoneros

o la demora de los rebaños contemplados desde el perezoso mirador de la So-

lana. Ahí queda para siempre su verso “que llaman Tierra de Campos lo que

son campos de tierra”. Pero en 1989 una profesora londinense descubrió Tre-

ce dioses. Fragmento de las memorias de Florencio Flórez, una novela perdida

del joven Ayala sólo publicada en folletón provincial en julio de 1902. En sus

páginas, que emulan el formato de la Sonata de otoño de Valle, Valdenebro es

Villavalde, “el solar de mis mayores, la cuna de mi padre”. Y describe sus pai-

sajes, las cacerías y andanzas de sus gentes.

BALCÓN DE LEJANÍAS

El gancho de su castillo ha relegado el descubrimiento del caserío de Monte-

alegre, que es uno de nuestros pueblos de piedra más hermosos. Un verso

de Jorge Guillén convierte su nombre en paradoja: “Montealegre sin monte,

alegre llano”. Con la urgencia de asomar al balcón, el recorrido de su calle Ma-

yor se convierte en tránsito acelerado hacia el mirador que ofrece el castillo.

Una vez allí, nunca falta el espontáneo cicerone, que toma nota de las excla-

maciones de los visitantes, calibra el pasmo de la concurrencia y desafía a es-

cudriñar en el horizonte el perfil aéreo de la mismísima catedral de León, jus-

to a los pies de los Picos de Europa, que son aquellas manchas grises que se

ven al fondo. Montealegre es uno de los más bellos enclaves de los Torozos,

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El Páramo de los Torozos

s Castillo de Montealegre

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Page 142: Viajando por la provincia de Valladolid

por el que no cabe deslizarse con la urgencia de la pasarela. Ya desde la en-

trada seduce con su encanto a quien lo visita. En este punto confluyen las ca-

rreteras que se abren en abanico hacia las pendientes de Campos, rumbo a

Matallana, Meneses o Valdenebro de los Valles, con la que enlaza por el pá-

ramo Villalba y Montealegre. Las eras cobijan un conjunto de chozos singular.

Aunque alguno se ha malogrado para hacer sitio a un chalet o al depósito del

agua. No obstante, lo que todavía hoy ofrece este enclave de entrada a Mon-

tealegre es mucho y notable. Está el Humilladero, que mira hacia la emboca-

dura de la calle Mayor y custodia un sencillo Museo del Pastor. También, a su

costado, el conjunto de fuente y abrevaderos que ha sido recuperado del aban-

dono por una actuación modélica. Y al pie de la carretera que viene de Mata-

llana un chozo que tiene como clave de la bóveda que lo remata una impresio-

nante piedra de molino. El resto de los chozos, más o menos dañados por el

tiempo y los descuidos, combinan el modelo de piedra con el mixto de cúpula

de adobe. En el camino de Valdenebro se asienta la ermita de la Virgen de Se-

rosas, hasta donde discurre el Calvario de Viernes Santo. También en este va-

lle salpicado de palomares se encuentran los vestigios arqueológicos.

En la entrada a Montealegre se encuentra la posada turística impulsada por

la Diputación y el Ayuntamiento de la localidad, que devolvió la vida a una

casona señorial vencida por la incuria de los siglos. El pueblo tiende su

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s Panorámica de Montealegre

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Page 143: Viajando por la provincia de Valladolid

caserío sobre la loma que prolonga el páramo hasta la atalaya del castillo,

de manera que resulta muy vistoso desde los valles de bajada a Campos. A

la derecha de la calle Mayor asoma la espadaña de Santa María, una igle-

sia del dieciséis que hace de parroquia. Poco más adelante, la calle se en-

sancha para realzar la torre de San Pedro y las construcciones eclesiásticas

aledañas. La iglesia de San Pedro, que estuvo a punto de perderse, muestra

ahora una estampa estupenda y guarda un retablo mayor con exquisita pin-

tura renacentista. Luego otro corro evoca la vinculación del poeta Jorge Gui-

llén con el pueblo, que en el siglo XV tuvo un alcaide del mismo nombre.

Unos versos suyos presiden la entrada del castillo. El castillo de Monteale-

gre es uno de los más imponentes de la línea fronteriza de los Torozos. La

desmochada torre del homenaje, que tiene planta poligonal y orienta su proa

hacia el pueblo, se remata con seis hiladas postizas, que remendaron el des-

pojo de sillares para el ferrocarril secundario de Castilla. El desmonte no pro-

siguió porque el traslado resultaba laborioso, pero esta mengua dejó la to-

rre chaparra. El patio de armas está ocupado por construcciones de su eta-

pa de silo y conserva el aljibe, aderezado como un brocal de zarzuela. Se vi-

sita la torre del homenaje, hasta cuyo mirador sube una escalera de caracol

que recorre la entraña de sus muros. Desde allí se ofrece la Tierra de Cam-

pos infinitamente, como escribió el poeta.

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El Páramo de los Torozos

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LA FORTALEZA DE AZAÑA

Villalba de los Alcores pluralizó su apellido en 1916 para evitar la coinci-

dencia con un pueblo onubense repoblado por gente de aquí. No fueron los

únicos expedicionarios de los Torozos que alcanzaron aquel confín. Vecinos de

Trigueros del Valle bautizaron otro pueblo de Huelva, pero con la cautela de

reservarse el apellido, para evitar posteriores mudanzas. Villalba es uno de

nuestros Conjuntos Históricos menos conocidos. Conserva su traza medieval

y la memoria veraniega de Manuel Azaña, a cuya familia pertenece el impo-

nente castillo que siglos atrás cobijó el desconsuelo itinerante de la reina Jua-

na la Loca y el presidio de los hijos del rey de Francia Francisco I, tomados co-

mo rehenes hasta que su padre cumpliera el tratado suscrito después de la

derrota de Pavía. Por sus calles pasearon personajes como Ortega, Unamuno

y Pérez de Ayala, veraneantes en lugares cercanos. Lo que puede verse en Vi-

llalba es mucho y notable. Empezando por la iglesia de Santiago, que asoma

su pórtico a la plaza, una vez liberada del pegote de una moderna casa parro-

quial. Este templo combina sin mayores estridencias elementos de diferentes

estilos artísticos, desde el ábside románico a la torre renacentista. La Villa

Blanca de los Alcores reúne en su término tres monumentos singulares y la

zona arqueológica de Fuenteungrillo.

Villalba está enclavada en el camino entre Mucientes y Montealegre, que dis-

curre por un monte de encinas parcelado en la segunda mitad del diecinueve,

cuando la villa se liberó de cargas nobiliarias. Un espacio forestal vinculado

todavía hoy con apellidos que no dejan indiferente a nadie. Por ahí tienen sus

fincas los Maura, los Illera y Botín, y los Rivas emparentados con don Manuel

142

s Iglesia de Santiago, en Villalba de los Alcoress Iglesia de Santiago, en Villalba de los Alcores

3 Montes Torozos 7/4/09 14:17 Página 142

Page 145: Viajando por la provincia de Valladolid

Azaña. El abuelo de los Rivas Cherif adquirió en 1860 sus posesiones de Villal-

ba a un príncipe extranjero pretendiente de la corona de España en 1869:

Leopoldo de Hohenzollern-Sigmarin, a la sazón conde de Castilnovo. En el lo-

te entraba la finca La Esperanza y también el castillo, que sigue siendo de la

familia, además de la iglesia románica y templaria de Santa María, así como

una casona próxima a la plaza. Todo les fue incautado durante la guerra civil

y devuelto a regañadientes por los tribunales a fines de los años cuarenta. Ci-

priano Rivas Cherif, cuñado de Azaña, fue el primer director de escena espa-

ñol en el sentido moderno. Detenido por la Gestapo en el exilio francés, fue

entregado al régimen de Franco en julio de 1940 y condenado a muerte. Con-

mutada la pena capital, pasó seis años de cárceles y un año de sobresaltos en

Madrid, antes de embarcar para Méjico en septiembre de 1947. El abuelo de

los Rivas había sido secretario de Estampilla de Isabel II y promotor de la fun-

dación docente del Monasterio de La Espina. Su hijo, Mateo Rivas Cuadrille-

ro, fue un abogado notable de Madrid. En el camino entre Matallana y Valo-

ria del Alcor quedan los restos del monasterio jerónimo de Valdebusto, con-

vertido en colonia agrícola de los Rivas Cuadrillero. Los Cherif eran herederos

directos del emperador marroquí Mohamed-Ben-Hamed, depuesto por su her-

mano en 1769, que se refugió y bautizó en Andalucía con ese apellido que de-

nota su condición de descendiente del Profeta.

La visita a Villalba debe demorarse en el callejeo entre casas de piedra y atis-

bos torreados de la vieja muralla, que todavía se aprecia por el Camino de las

Fuentezuelas. El castillo resulta hoy inaccesible, lo mismo que la iglesia romá-

nica de Santa María del Templo. Ambos edificios están sin uso, aunque la for-

143

El Páramo de los Torozos

s Aula arqueológica de Fuenteungrillo

3 Montes Torozos 7/4/09 14:17 Página 143

Page 146: Viajando por la provincia de Valladolid

taleza albergó una acredi-

tada fábrica de quesos y

la iglesia una panera. En

el castillo se distinguen

varias fases, aunque la

mayor parte de lo conser-

vado corresponde a la

etapa protogótica de prin-

cipios del trece, cuando

se construye la zona pala-

ciega cuyas trazas recuer-

dan un claustro monásti-

co de dos alturas. La coin-

cidencia de promotor en

los Téllez de Meneses lo

vincula con el cercano

monasterio cisterciense

de Matallana. En el siglo

quince pasa al Conde Be-

navente, quien actúa en

el castillo y levanta la mu-

ralla que cerca el pueblo,

reforzada con una treinte-

na de cubos. El castillo

tiene planta rectangular

reforzada por nueve to-

rres: siete macizas y dos

huecas. La torre del ho-

menaje se derrumbó en los años cincuenta y las demás aparecen desmocha-

das. Un parapeto volado recorre el perímetro de la fortaleza, excepto las to-

rres truncadas. En los últimos años, se han adecentado plazas y calles, a la vez

que se recuperan cubos y postigos de la vieja muralla. La villa tiene una acre-

ditada industria del mueble, cuyos orígenes se muestran en el Museo de la

Carpintería, instalado en el Ayuntamiento. El museo recrea un antiguo taller

con torno de pie, afiladora de pedal y centenares de herramientas expresivas

de la evolución del oficio. La iglesia románica de Santa María del Templo se

sitúa en la zona alta de la villa. Tiene una sola nave apuntada, que remata un

ábside semicircular. Dejó de usarse en 1818 y las mellas del abandono se no-

tan en sus zonas más sensibles. La portada perdió las columnas que susten-

taban los capiteles y de la torre apenas se mantiene en pie un par de arcos.

Se trata de una construcción sobria y de aspecto macizo y robusto. En el Hu-

milladero se guarda un retablo traído del monasterio de Matallana.

144

s Cubo de la muralla, en Villalba de los Alcores

3 Montes Torozos 7/4/09 14:17 Página 144

Page 147: Viajando por la provincia de Valladolid

El monasterio cisterciense de Matallana ocupa un enclave realmente her-

moso refrescado por el arroyo Mijares, en el encuentro de los Torozos con la

Tierra de Campos. En este escenario monástico, convertido por la Diputación

de Valladolid en Centro de Interpretación de la Naturaleza, se van incremen-

tando con audacia los recursos de un espacio concebido para familiarizar a los

chavales del medio urbano con el entorno natural. Antes de pasear el coto, re-

corrido por rutas senderistas que ayudan a descubrir lo que fue el ecosistema

cisterciense, conviene adentrarse por el esqueleto del monasterio, que en los

últimos años ha recobrado parte de su estampa, convirtiéndose en un lugar

con indudable encanto. A mediados del siglo diecinueve, las obras del Canal

de Campos encontraron en este monasterio desamortizado una cantera cer-

cana y barata de la que extraer buenos sillares con los que cantear el lecho,

construir puentes, esclusas y almacenes. El despojo fue implacable, dejando

el cuerpo de una iglesia que fue majestuosa convertido en campo de muño-

nes. Del templo monástico sólo se conserva el muro del perímetro con una al-

tura de unos dos metros y el arranque de los pilares. Si este fue el trato con

las piedras, puede suponerse lo que se hizo con las piezas que integraban su

rico patrimonio artístico. Dos de los cinco sarcófagos góticos arrancados de

este monasterio protagonizan en solitario el espacio de la estancia funeraria

gótica en el Museo Nacional de Arte de Cataluña. Paradojas y sustos que da

la vida. El Centro de Interpretación de la Naturaleza de Matallana ha diseña-

do una serie de senderos para descubrir esta zona de Torozos y la vecina Tie-

rra de Campos. El más llamativo, porque su recorrido se combina sin dificul-

tad con la visita al recinto monástico, es el itinerario medioambiental trazado

como homenaje al naturalista vallisoletano José Antonio Valverde, creador y

primer responsable de Doñana.

145

s Monasterio de Matallana

El Páramo de los Torozos

3 Montes Torozos 7/4/09 14:17 Página 145

Page 148: Viajando por la provincia de Valladolid

El recorrido de esta zona de los Torozos se completa con la visita a Fuenteun-

grillo, un despoblado medieval excavado en los ochenta. Un aula arqueoló-

gica instalada por la Fundación del Patrimonio en este paraje solitario mues-

tra cómo era la vida en la Edad Media. En el despoblado se ha recuperado la

traza de sus casas y el arranque de los muros, la ubicación del castillo y el fo-

so fluvial del arroyo, ofreciendo una imagen comprensible y atractiva del en-

clave. Fuenteungrillo está en la carretera de Villalba a Valdenebro, justo a con-

tinuación del desvío hacia La Mudarra. El poblado se repliega en una leve hen-

didura del terreno, junto a la Granja de Matallana, y de no ser por el reclamo

de los nuevos edificios pasaría perfectamente inadvertido. La visita se orga-

niza desde la Oficina de Turismo de Villalba de los Alcores.

EL REY A SU PESAR

En una decisión estratégica difícil de entender, si no es por la sola considera-

ción de su proximidad a la capital, el aeropuerto se instaló en el páramo de Vi-

llanubla, la Villa de las Nieblas. Su calle Mayor acoge varios edificios de bue-

na arquitectura en piedra, algunos blasonados. La iglesia de la Asunción, de

principios del dieciséis, fue rehecha en 1585 por Diego de Praves, que levan-

ta los muros de la nave y construye una torre con porte y decoración clasicis-

ta. Conserva una primitiva capilla románica, aprovechada de un edificio ante-

rior. El retablo mayor es de fines del dieciséis, como el balaustre del coro, de

madera tallada. El antiguo con-

vento de San Agustín, llamado

primero de los Santos y luego de

los Ángeles, se sitúa en el naci-

miento del arroyo Hontanija, que

forma un hermoso valle en su re-

corrido por Wamba y Castrodeza

hasta entregar sus aguas al Hor-

nija en Torrelobatón. La mudanza

en la grafía de su nombre alojó a

Wamba en el deshabitado fur-

gón alfabético de la uve doble. Y

eso por capricho relativamente

reciente, que parece cursi a los

expertos en cuestiones godas.

Acaso este exótico bautizo se de-

be al prurito de acreditar una con-

tinuidad histórica con Gérticos, el

lugar donde se produjo el inespe-

rado trueque de los reyes godos.

146

s Ermita de Villanubla

3 Montes Torozos 7/4/09 14:17 Página 146

Page 149: Viajando por la provincia de Valladolid

Según la procedencia de los estudiosos, cada cual arrima el ascua a su pro-

vincia. Los licenciados del Tormes prefieren vincular el trono godo con Bam-

ba, en la zamorana Tierra del Vino, mientras otros expertos lo trasladan al ex-

tremeño valle del Jerte. Sin ningún argumento de peso. Aunque el litigio no

es de ahora. Don Pascual Madoz, a mediados del diecinueve, ya relata con

pormenor estos enredos. Entonces todavía Wamba se llamaba Bamba y en

sus veranos encontraba sosiego y solaz el ministro don Germán Gamazo.

Lo que sí está acreditado es el viaje desde Toledo a Gérticos, en el verano del

año 672, del rey godo Recesvinto, quien al parecer hizo la trashumancia bus-

cando una mejoría a sus dolencias en las salutíferas aguas de Fuente Honca-

lada. Aposentado en este lugar de los Torozos, el día 1 de septiembre se lo lle-

vó la Parca. Y entonces la comitiva de obispos y espadones que lo acompaña-

ban eligió al anciano Wamba como sucesor. Porque fue ley de los godos que

el nuevo monarca debe ser elegido en el mismo lugar en que falleciera el an-

terior. Wamba se opuso cuanto pudo a recibir la corona y durante su reinado

mantuvo esa distancia con los oropeles. Las lecturas escolares escenifican

ese rechazo en el desafío de un Wamba labriego que se compromete a acep-

tar la corona si florece la garrota con la que arrea a los bueyes. También su

breve reinado, interrumpido por una conjura, aparece salpicado de leyendas.

Lo cierto es que murió en la localidad burgalesa de Pampliega, como atesti-

gua un monolito rematado por una cruz de hierro.

Aunque el relevo de reyes le dio nombre, no fue el único episodio notable ocu-

rrido en Wamba. Tres siglos más tarde se retiró a su cenobio el obispo Frumi-

nio, dimisionario de León, quien impulsó la construcción de la iglesia mozára-

be cuya estructura todavía pervive dentro del cascarón románico. Y haciendo

valer su condición episcopal, la consagró a Santa María, que era la advoca-

147

El Páramo de los Torozos

s Iglesia de Santa María, en Wamba

3 Montes Torozos 7/4/09 14:18 Página 147

Page 150: Viajando por la provincia de Valladolid

ción usual de las catedrales. Un refrán hace broma con las dádivas de esta mi-

tra jubilada: El prelado de Wamba da lo que le sobra para salvar su alma. Los

vestigios mozárabes de la iglesia son los más arcaizantes que se conservan

de este estilo. Quedan muy lejos de la gracilidad de San Cebrián de Mazote.

Su traza remite más a San Juan de Baños. Sin embargo, apenas nada se ha

encontrado del primitivo cenobio visigodo. Dos tenantes de altar y un capitel

que se usa como pila del agua bendita.

Dos siglos más tarde, ya en el doce, Wamba pasó a ser una encomienda de

los hospitalarios de San Juan, a la que se retiró en 1175 doña Urraca. Esta re-

gia dama era hija del rey de Portugal y esposa de Fernando II de León, quien

después de repudiarla la arrumbó aquí con una buena dote. Hasta fines del si-

glo diecinueve estuvo en pie la capilla que guardaba sus restos, derribada en-

tonces para construir el ayuntamiento. Wamba se encuentra en el valle del

Hontanija, un riachuelo tributario del Hornija que nace en la fuente de los Án-

geles de Villanubla. Su menguado caudal, muy sensible al estiaje, se adorna

con tupidas choperas y movió varios molinos e incluso la pesada turbina de

una fábrica doméstica de electricidad. Desde la zona recreativa que rodea al

Hontanija, los pasos del visitante acceden a la plaza Mayor, donde está la igle-

sia, por la calle de la Fuente, en la que se suceden dos caños. La fuente Hon-

calada ofrece su manantial digestivo en la salida hacia Villanubla. Entrando a

la plaza por este flanco, se aprecia el testero mozárabe de la iglesia, que es la

parte que salvaron los hospitalarios al construir el templo románico. Lo más

atractivo del exterior es la portada de los pies, en la que sobresalen los arqui-

llos que recorren las arquivoltas, de clara filiación oriental. El tímpano recoge

la fecha de su construcción: 1195. Esta portada estuvo mucho tiempo tapada

148

s Interior de la iglesia de Santa María, en Wamba

3 Montes Torozos 7/4/09 14:18 Página 148

Page 151: Viajando por la provincia de Valladolid

por el frontón de pelota pero ahora forma un hermoso rincón con la vecina puer-

ta del antiguo cenobio. Las últimas reformas despojaron a la iglesia de otros

apósitos bastardos, aunque el flanco que cierra la plaza hacia el ayuntamien-

to desmerece el conjunto. Antes se había achatado la estatura de la torre y es-

ta rebaja contribuyó a la imagen apaisada del conjunto.

La visita a Wamba no puede prescindir de la entrada al interior de su iglesia y

a la capilla del osario, que se ha convertido en uno de los reclamos más bus-

cados. Se trata de una fúnebre composición en la que resaltan, entre rótulas

y canillas, unas cuantas calaveras huecas. Se accede a ella desde el patio del

antiguo cenobio. Un sepulcro roto fue identificado sin mucho fundamento du-

rante un tiempo con el del rey Recesvinto, que ahora descansa en Toledo. En

cambio, se esfumó el rastro de los sepulcros de mármol vendidos en 1858 a

la casa de baños de Valladolid. Lo más interesante sin duda del conjunto es la

cabecera mozárabe embutida en la iglesia románica. Se trata de un recinto

fascinante. Los muros del testero conservan restos de pinturas cuya filiación

mozárabe ha sido puesta recientemente en entredicho.

A lo largo de la calle de la iglesia se suceden las cruces del calvario sanjua-

nista: unas empotradas en los muros, otra junto a la iglesia, las más alejadas

en el cementerio y en la pradera de la ermita de la Virgen de la Encina, salien-

do hacia Peñaflor de Hornija. La ermita del Humilladero, del dieciséis, es una

construcción mínima pero de aspecto muy repulido. El circuito peatonal por

Wamba se abrocha recorriendo la calle de la Cruz, que enlaza con la de la Fuen-

te a través de los Pajares. El callejero de Wamba resulta sinuoso y se enreda

en frecuentes corros y metidos.

149

El Páramo de los Torozos

s Iglesia de Wamba

3 Montes Torozos 7/4/09 14:18 Página 149

Page 152: Viajando por la provincia de Valladolid

UN ESPOLÓN EN LOS TOROZOS

Peñaflor de Hornija perdió con los siglos el cíngulo de las murallas, pero

guarda en su trama medieval atractivos que encandilan al viajero más exi-

gente. Aunque lo más llamativo es su silueta aguileña que hace justicia a la

belleza de su nombre. Aunque el solar recortado sobre el meandro del Hor-

nija ofrece en cada excavación nuevos testimonios materiales de su pobla-

miento prehistórico y romano, la villa de Peñaflor con su actual trazado reti-

cular pertenece a la época del rey Alfonso VIII. Es decir, al tránsito del siglo

doce al trece. El plano de Peñaflor aparece dividido en dos mitades por la

calle Mayor, más amplia que el resto, que recorre el caserío desde la puer-

ta del páramo hasta el escarpe de poniente. Donde estuvo aquella puerta,

se abre ahora una plaza con jardines a la que asoma el pórtico de la ermita

renacentista del Cristo de las Eras. Hacia el norte de esa arteria blasonada

se extiende el barrio de Santa María, que desarrolla su trama de calles irre-

gulares en torno a la iglesia que sirve de parroquia. Como el espacio del al-

tozano es reducido, las casas rompen la estructura rectangular para aprove-

char los festones del páramo. La iglesia de Santa María muestra en su

cuerpo testimonios artísticos de muy distintas épocas. La cabecera, sobre-

saliente, y la torre muy menguada. A pesar del mestizaje de estilos, el inte-

rior de Santa María guarda sorpresas notables: el retablo mayor rococó, con

tallas de los Sierra, y otros barrocos poblados de muy buena imaginería.

150

s Panorámica de Peñaflor de Hornijas Panorámica de Peñaflor de Hornija

3 Montes Torozos 7/4/09 14:18 Página 150

Page 153: Viajando por la provincia de Valladolid

Haciendo el rondo a la iglesia, se aprecian los canecillos románicos y una

verja vecina recargada de adornos y figurillas.

Las callejuelas abiertas a la lejanía ofrecen el contraste entre la hilada vege-

tal del río y el ralo pelaje de las cuestas. La calle de Santa María, en la que hay

buenas muestras de arquitectura doméstica, se estrella con el tapón del ábsi-

de. Este flanco de la villa todavía conserva algunos vestigios de la cerca me-

dieval desprendidos por la ladera. El emplazamiento en una acrópolis escar-

pada facilitó su defensa, ya que el único punto débil estaba en el istmo que

enlaza el espolón con el páramo. Las revueltas de los siglos quince y dieciséis

le trajeron varios saqueos. El último, de las tropas imperiales, por ser baluar-

te comunero.

El barrio del sur sigue llevando el nombre del Salvador por la iglesia de transi-

ción entre el románico y el gótico que preside uno de sus corros. Una ruina de-

sarbolada y mocha vallada en mitad del pueblo. La iglesia del Salvador aguan-

tó en pie hasta mediados del pasado siglo. Tiene un ábside semicircular romá-

nico, portada gótica y la torre rasgada en uno de sus flancos por una ventani-

ta muy hermosa de dos arcos. El barrio del Salvador se extiende a la solana y

hace hueco a la plaza Mayor, un recinto posterior sin mucha personalidad. Des-

tacan en el conjunto algunas casonas. La más notable es la que fue del Con-

de de Peñaflor, situada en la calle de San Juan.

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El Páramo de los Torozos

3 Montes Torozos 7/4/09 14:18 Página 151

Page 154: Viajando por la provincia de Valladolid

El morro del escarpe lo ocupa la plazuela del Sol, un espacio horadado de bo-

degas y abierto sobre el paisaje vegetal del Hornija.

El Hornija y el resto de riachuelos que surcan los Torozos no superan la insig-

nificancia como corrientes fluviales. Sin embargo, como de todo se puede sa-

car provecho, el Bajoz, ahora embalsado a los pies de Castromonte, fertilizó

durante siglos el coto monástico de La Espina. El río Hornija nace en una na-

villa de La Mudarra, donde el manantial bautiza un parque recreativo. Su re-

corrido inicial ahonda enseguida en el páramo hasta dibujar el profundo

meandro que realza la silueta aguileña de Peñaflor. Aguas abajo, en Torrelo-

batón, se le une el Hontanija, que enlaza el aroma visigótico de Wamba con

el de Chindasvinto, presente en San Román de Hornija. Su nombre resulta po-

co evocador de torrenteras y remite al hornillo de cisco o leña menuda, un com-

bustible cuya fabricación ha sido especialidad de la comarca. El istmo del pá-

ramo hacia el espolón, que tradicionalmente ocuparon las eras de labor, apa-

rece invadido por el desorden de construcciones que suele malograr las afue-

ras de todos los pueblos. Menos mal que el respeto de la ermita renacentista

logró mantener diáfano el espacio de la plaza. La ermita es menuda y está de-

dicada al Santo Cristo de las Eras. Tiene pórtico y una mínima espadaña. En

uno de sus laterales asoma un pilar cilíndrico con la cruz de Calatrava graba-

da en la piedra. El Cristo que preside el retablo es una figura de tamaño natu-

ral cuya expresión transmite serenidad. Es obra manierista del diecisiete ta-

llada por Francisco Rincón. Una pieza notable cuyo modelado resalta en con-

traste con la tosquedad del santoral que lo arropa en el retablo. En la encruci-

jada de la que sale la carretera hacia el Hornija todavía perviven varios ejem-

plares de buenos chozos de era. En la cuesta aledaña se aprecian restos ven-

cidos de la cerca medieval y algunas oquedades, mientras en el valle la escolta

del río despliega su sinfonía vegetal.

EL ÚLTIMO BASTIÓN DE LOS COMUNEROS

Un castillo en perfecto estado de visita preside el caserío de Torrelobatón,

que fue el último albergue de los comuneros antes de su derrota en Villalar.

Pero no es el único atractivo de esta escondida encrucijada de cañadas y ca-

minos. Precisamente el pueblo que torrea la primera mitad de su nombre ha

mostrado una reiterada fragilidad en las torres de sus templos. Por ahí empe-

zó la ruina inclemente de la iglesia de San Pedro, cuyas entrañas renacentis-

tas llevan décadas entregadas a la voracidad de la intemperie. El primer de-

rrumbe ocurrió una tarde de tormenta del lejano verano de 1933. Un rayo ves-

pertino acabó con aquella espadaña asomada a la arboleda del Hornija. A par-

tir de ahí las desgracias se sucedieron. La caída de la torre arrastró una parte

de la techumbre y los cultos en San Pedro tuvieron que suspenderse, agregan-

do sus parroquianos a Santa María. Cuarenta años más tarde se venció la

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3 Montes Torozos 7/4/09 14:18 Página 152

Page 155: Viajando por la provincia de Valladolid

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CENTRO DE INTERPRETACIÓN

DE LA NATURALEZA DE MATALLANA

El recinto de Matallana ofrece un espacio privilegiado para descubrir losatractivos de un entorno apacible y los secretos del universo medieval delos monasterios. La Diputación de Valladolid, que recibió el edificio des-mantelado por el expolio a mediados de los setenta del pasado siglo, harecuperado las dependencias monásticas a la vez que consolidaba elconjunto de vestigios. Desde el compás de entrada a la hospedería seseñala el recorrido por el jardín botánico, por los restos del monasterio,por la planta de la iglesia y por el parque de aventuras tematizado quefascina a los más pequeños, situado al fondo del recinto. El Centro deInterpretación de la Naturaleza de Matallana ha diseñado una serie derutas y senderos para descubrir esta zona de Torozos y la vecina Tierrade Campos, mientras las campañas arqueológicas sorprenden año trasaño con sus hallazgos. La ruta guiada ofrece un recorrido por los restosde lo que fue una de las iglesias más atractivas del arte medieval; unaincursión en la botánica medicinal de los monasterios; visitas arqueoló-gicas; la exposición de 20 especies de ovejas de todo el mundo y un acer-camiento al interior de uno de los palomares de los monjes. Matallanaalberga, por otra parte, actividades didácticas y diversas granjas experi-mentales vinculadas a la investigación universitaria. El Centro deInterpretación de la Naturaleza cuenta con un equipamiento multidisci-plinar de educación ambiental, ocio y tiempo libre. La hospedería, en laque se ha restaurado también la antigua bodega monacal, ofrece la posi-bilidad de organizar convenciones, cursos, comidas de empresa y todotipo de eventos.

El Páramo de los Torozos

3 Montes Torozos 7/4/09 14:18 Página 153

Page 156: Viajando por la provincia de Valladolid

torre adosada a Santa María, sustituida por un pegote anoréxico de ladrillo

enfoscado. Menos mal que el castillo se mantiene erguido, merced a la guar-

dia heráldica de los lobos encadenados a su puerta.

De siempre fue un problema en esta encrucijada de los Torozos transitada por

los rebaños de la trashumancia el almacenaje de los cereales que molturaban

los molinos del Hornija. Así que ya en el dieciocho se liberó del culto la iglesia

mudéjar de Santiago para destinarla a pósito. Luego, a mediados de los cua-

renta del pasado siglo, el monopolio triguero estatal acomodó en la desmo-

chada iglesia de San Pedro un nuevo granero. Nada extraordinario en aquel

tiempo menesteroso de estrecheces y remedios extravagantes. Pero enton-

ces Torrelobatón tuvo la mala fortuna de que el ministro de Agricultura

Rafael Cavestany fuera propietario del monte del pueblo y estuviera dispues-

to a hacer méritos entregando el presente más codiciado a las generalas de

El Pardo. Ya se sabe: Carmen Polo y doña Ramona. Ambas de Noreña, en As-

turias, y casadas con Franco y Alonso Vega, dos militares ferrolanos. Caves-

tany, en sus tiempos de ministro, mecanizó como nadie su finca de San Loren-

zo, adonde subió el rollo de Torrelobatón recientemente rescatado por el pue-

blo, y se dedicó una capilla funeraria en el monasterio de La Espina, donde de-

jó preparado un sarcófago con cargo al presupuesto. Cavestany quiso halagar

a las damas de El Pardo, ambas naturales de Noreña, y para ello les ofreció el

retablo renaciente de San Pedro, un templo herido por el rayo y convertido en

pósito oficial. Así que voló a la parroquia asturiana de Santa María de Nore-

ña, adonde también viajaron otras galas artísticas arrancadas de Tamariz de

Campos. Para maquillar el despojo, Cavestany consiguió de Camilo Alonso Ve-

ga un nuevo cuartel en Torrelobatón para la Guardia Civil, que se construyó a

las afueras. Dos pabellones de tan malas hechuras que apenas estrenados ya

estaban inservibles y los guardias tuvieron que

distribuirse por las casas del pueblo. La re-

vista de la asociación cultural concluye que

el saldo de la operación ha sido una iglesia

destruida, un cuartel inservible y el

retablo perdido. Para colmo de la

calamidad, las tejas de San Pedro

se trasladaron a Urueña para

remendar la techumbre de la

Anunciada. Asomarse a su in-

terior por los resquicios de

una puerta repujada con la

barca de San Pedro es

adentrarse en el escalo-

frío de la desolación.

154

3 Montes Torozos 7/4/09 14:18 Página 154

Page 157: Viajando por la provincia de Valladolid

Hace dos años el Ayuntamiento recuperó la gestión del castillo, cuyo perfil to-

rreado preside los horizontes del pueblo, mientras la Fundación Villalar se hi-

zo cargo de musealizar su interior, muy alterado por el uso como silo. Externa-

mente su imagen es intachable. Aquí se rodaron en la primavera de 1961 es-

cenas de la película El Cid, protagonizada por Sofía Loren y Charlton Heston,

en cuyas mesnadas los torreños reconocen como extras a sus paisanos. Entre

la eminencia del castillo y el Arco de la Villa se eleva descarada la torre nue-

va de ladrillo enfoscado, que resulta un adefesio para el templo de Santa Ma-

ría. Su interior de tres naves acogió algún retablo de Santiago y los secunda-

rios de San Pedro, además de su propio repertorio. Tal tesoro escultórico se

completa con un órgano barroco y magnífica rejería. El pórtico es obra tardía

del dieciocho.

El Arco de la antigua muralla se abre al recinto de la plaza, un espacio a tra-

mos entrañable o desbaratado. Una parte de los soportales tiene pies de hie-

rro, otra columnas de piedra con capiteles de bolas. El consistorio es uno de

los más notables de la provincia. Tiene trazas herrerianas tardías y doble ar-

cada con un torreón junto al arco rematado por la esfera del reloj. La arcada

inferior del consistorio se hizo para estar abierta y su cerramiento a mitad del

diecinueve desfiguró su equilibrio de huecos y

volúmenes. Frente al ayuntamiento se

alza el rollo jurisdiccional. El paseo

por las calles que parten de la

plaza ofrece la sorpresa de al-

gunas casas nobles. Abajo,

junto al puente del Hornija, se

encuentra el enclave forestal

que da sombra a las instala-

El Páramo de los Torozos

s Castillo de Torrelobatón

3 Montes Torozos 7/4/09 14:18 Página 155

Page 158: Viajando por la provincia de Valladolid

156

ciones deportivas en torno a la preciosa ermita del Cristo de las Angustias.

Aguas arriba asoma el imponente molino neoclásico bien rehabilitado.

En el valle del Hontanija, al pie de un cueto poblado antiguamente, se encuen-

tra Castrodeza, cuyo caserío preside la iglesia neoclásica de Santa María,

encaramada a mitad de la ladera. Todavía a comienzos del diecinueve se re-

matan las obras de la escalinata que facilita el acceso a los feligreses. Medio

siglo más tarde se construye el ayuntamiento. Por el valle del Hornija, desde

Torrelobatón se suceden Villasexmir, San Salvador y Gallegos. Villasexmir

tiene una iglesia mudéjar que aprovechó restos románicos de otra anterior, co-

mo la saetera de su testero. La torre es herreriana y de buena sillería. Protege

el acceso un pórtico de la primera mitad del dieciséis articulado con hermo-

sas columnas toscanas. En el interior destaca su armadura de madera, espe-

cialmente la que cubre la capilla mayor, adornada con entrelazos y estrellas.

La iglesia de San Salvador conserva su planta románica de cabecera semi-

circular y la tradición de haber tenido un castillo que da nombre a la plaza del

pueblo. Entre San Salvador y Gallegos de Hornija se encuentran una fábri-

ca de harinas y la ermita comarcal de Nuestra Señora del Villar, de fines del

dieciséis y cubierta con armadura de madera. La acompañan la hospedería y

el pozo de mediados del dieciocho, en medio de una arboleda generosa. Ga-

llegos fue una población pujante en los albores de la Edad Moderna y de aque-

lla prosperidad conserva un puente herreriano sobre el Hornija y las trazas de

su iglesia de San Martín. En aquel momento se proyectó un templo monumen-

tal, que el declive obligó a recortar bruscamente. La planta se redujo a una ca-

becera poligonal arropada por un crucero generoso, que cobija sendas capi-

llas en sus brazos. Un muro de mampostería interrumpió el proyecto en el

arranque de la nave. La espadaña, flanqueada por vistosas volutas barrocas,

se añadió en 1796.

s Castrodeza, puente sobre el Hontanija

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157

El Páramo de los Torozos

HORNACINA DEL VIENTO

San Pelayose acomoda en la leve vallejada de un arroyuelo tributario del Hor-

nija, aguas arriba de Torrelobatón. La iglesia levanta su espadaña de sillería en

las afueras, cerca de la fuente con tres caños y dos pilones dedicada al rey fe-

lón: ‘AÑO 1820. VIVA EL REI D. FERNANDO VII’. Luego el rótulo prosigue con la

mención de los alcaldes ‘CAIETANO Y BITOR’. En el centro del caserío se con-

funde la ermita del Suspiro, rehecha con ladrillo. De Torrelobatón parten unas

cuantas carreteras. En la que va hacia San Cebrián de Mazote se suceden To-

rrecilla de la Torre y Barruelo del Valle. Torrecilla se apellidó del Valle antes

de incurrir en una redundancia que disculpa en parte la repisa tan vistosa que

recorre la espadaña de su iglesia del Salvador por debajo de los huecos de las

campanas. Al parecer, sirvió como estribo para el vuelo de una galería perdida.

Es un templo del dieciséis que preside la entrada del pueblo. Barruelo del Va-

lleno contradice su toponimia de pequeño barrio dependiente de Torrelobatón

que domina la hondonada desde el peralte de la ladera. Los vecinos han res-

taurado con gusto la iglesia de San Pelayo y la ermita barroca de Villandor, acre-

ditando una tradición emprendedora que enlaza con su antigua artesanía de

las esteras. A los de Adalia, en el valle del Daruela, les llaman raneros, a pe-

sar de su hermoso nombre, uno de los más melódicos de la provincia. Tampo-

co han reparado los del mote en su antigua industria de blanqueo de lienzos

con el agua de las fuentes, una tarea que se hacía para las fábricas más acre-

ditadas de Valladolid. Su nombre árabe significa viña o majuelo de uvas. Un pa-

redón de piedra de cinco metros por tres de altura que hay a la entrada, embos-

cado por construcciones posteriores que lo tomaron de apoyo, parece vestigio

de una remota cerca. Por si acaso, la gente llama al lugar Huerto del Castillo.

La iglesia del Salvador conserva una portada románica muy sencilla, vestigio

de un templo anterior. La iglesia de Santa Eulalia desapareció y la ermita de las

Viñas, que cristianiza el nombre del pueblo, también anda en ruina.

s Ermita de Barruelo del Valle

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El caserío de Mota del Marqués se derrama por la ladera que desciende del

páramo de los Torozos hacia el corredor de la autovía. Su recorrido ofrece no-

tables sorpresas. Vestigios monumentales derrotados por el tiempo e insos-

pechados lujos renacentistas. En el borde de los Torozos hacia poniente una

cadena de fortalezas vigila la embocadura de los valles. Algunas, como las de

Urueña, Torrelobatón o Tiedra, mantienen su estampa con más o menos com-

postura. Otras, como la de Mota del Marqués, ofrecen la imagen horadada de

una hornacina abierta al azote del viento. Lo mismo ocurre con el torreón cir-

cular de Castromembibre, usado con posterioridad como molino. Una parte de

estos bastiones expresa el poderío señorial, mientras otros responden al do-

minio de órdenes militares. Así, el de Castromembibre, perteneciente al Tem-

ple, o el de Mota, una encomienda de la Orden Teutónica establecida en los

balbuceos del siglo trece. En todo caso, la línea defensiva trasluce el carácter

fronterizo de un territorio disputado por castellanos y leoneses. El caserío de

Mota del Marqués se desliza del páramo hacia el corredor de la autovía. Por

eso la mejor vista se ofrece desde arriba. Actualmente no existe ninguna difi-

cultad para subir a la mota coronada por el torreón semicircular. Hasta el cam-

po base del Salvador se llega en coche y desde allí el ascenso peatonal es po-

ca cosa. La caminata salva, en primer lugar, el vado gigantesco del foso y lue-

go los restos de la cerca, que se confunden con el borde geológico del teso.

s Mota del Marqués

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159

El Páramo de los Torozos

El torreón muestra un aparejo de labor fina, aunque muy mellada por el aban-

dono y las inclemencias. En realidad, tiene la apariencia de una hornacina es-

crupulosamente canteada que ha ido perdiendo bastantes de sus teselas. Des-

de cerca se aprecian la perfección de la cúpula y la exquisitez del nicho abier-

to a los vientos. Aunque de visita a visita aumenta la holgura de las mellas que

han ampliado los livianos huecos de las saeteras. La corona de la mota deja

ver el arranque de los cubos que reforzaban la cerca y ofrece el mejor mirador

sobre la pendiente que ocupa la villa. Es una atalaya agradecida que regala al

viajero horizontes generosos. Mota acredita a lo largo de su historia una faci-

lidad sin parangón para mudar de nombre. Consta que se llamó sucesivamen-

te Santibáñez de la Mota, Valdelamota, La Mota de Toro y Mota del Marqués.

Y eso sin contar el tiempo en que fue conocida como Mota de los Alemanes.

Todavía hoy algunas personas mayores se refieren así al mogote que corona

el torreón. Entre el emplazamiento de las ruinas de la iglesia del Salvador y la

fortaleza se situó la encomienda de los Teutones, beneficiándose de un privi-

legio establecido por Fernando III a raíz de la contienda fronteriza con los leo-

neses. Otras versiones románticas prefieren ubicarlos en la parte baja del pue-

blo, donde está la ermita de Nuestra Señora de Castellanos, cuya fundación

se atribuye al conde Fernán González.

El recinto de la iglesia del Salvador está abierto al paseo por sus adentros, un

recorrido que debe hacerse con cautela por el peligro de desprendimientos.

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Las tres naves trazadas en el dieciséis hace tiempo que están a la intemperie,

mientras su tesoro artístico se encuentra desperdigado, algunas piezas a buen

recaudo y otras instaladas en el Museo de Niebla que integran los jirones del

expolio. Por ejemplo, una de las rejas de esta iglesia fue a parar a Nueva York.

La espadaña, que parecía hasta hace poco lo único estable del conjunto, mues-

tra una grieta que anuncia su caída más bien pronto. Con todo, el esqueleto

de este templo renacentista envuelve al visitante en una nube de melancolía.

El descenso por los vericuetos de la colina encuentra un remanso horizontal

en la plaza a la que asoman el ayuntamiento, las oficinas bancarias y varias

casas nobles. Algunas casonas muestran sus sillares blasonados por

Platerías y Gamazo. El faro del viajero es la torre de San Martín. Costeada por

un deán de Cuenca, esta iglesia con planta de salón tiene las trazas de

Rodrigo Gil de Hontañón, el mejor de nuestros arquitectos renacentistas. Por

fuera llaman la atención su portada retablo, en la que San Martín parte su

capa con un pobre, y la torre de cinco cuerpos.

A los pies de la eminencia de San Martín abre sus miradores el palacio rena-

centista de los Ulloa, que alberga un colegio de monjas. La antigua alameda

de palacio es ahora un parque arbolado. El patio tiene tres alas con dos pisos

de arquerías, que se adornan con profusión de medallones, y en uno de sus

ángulos muestra el arranque de la escalera monumental. Un salón interior se

decora con trampantojos de pinturas murales que simulan paisajes y telas

fingidas. El edificio actual de la ermita de Nuestra Señora de Castellanos tam-

bién es del dieciséis y ofrece un aspecto cuidado. Lo mismo que el humilla-

dero del Cristo con su crucero. En el paseo por Mota ya no se advierten ves-

tigios del curtido de pieles. Durante mucho tiempo sus vecinos fueron pelle-

jeros, una actividad que no origina precisamente perfumes, dando lugar a la

rechifla de los demás pueblos. Ellos se defendían con orgullo e ingenio: “Más

vale un pellejero con su mula de ramal, que cincuenta labradores comiendo

tocino y pan”. Cosas de otro tiempo. Villalbarba ocupa la fecunda horquilla

que forma el Bajoz con su afluente Marrundiel y tiene una poderosa iglesia

de sillería, cuya espadaña de tres campanas se levanta sobre un friso de ma-

tacanes defensivos.

s Iglesia de San Martín, en Mota del Marqués

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161

El Páramo de los Torozos

LA ENCRUCIJADA DE LOS TRAJINANTES

Primero fue ciudad vaccea, luego fortaleza de frontera entre León y Castilla,

después dote para engatusar infantas y más tarde próspera encrucijada de ca-

minos reales. Ahora apenas es una sombra de tan ilustre pasado. Pero con-

serva intacta la belleza de su emplazamiento. Tiedra la Vieja, que tal es su

nombre verdadero, se asentó sobre las cenizas de la ciudad vaccea que los ro-

manos bautizaron como Amallóbriga. Durante la Edad Media fue frecuente

objeto de canje en las tornadizas alianzas de reyes, nobles, obispos y señores.

Todo esto antes de convertirse en villa extrema de Valladolid, que la recibió de

Toro en la ordenación provincial de 1833. El ayuntamiento, que preside la pla-

za Mayor, es uno de los más notables edificios en su especie de una provincia

bien servida de arquitectura consistorial como Valladolid. Pero no es la única

muestra de prosperidad contemporánea en Tiedra. Aquella pujanza de encru-

cijada arriera dio pie a otros dos edificios tan discretos como hermosos, que

bien pudieran simbolizar el principio y el fin de un tiempo feliz. Son el Pósito

(1793) de cantería, que ocupa una manzana rectangular, y las escuelas traza-

das por Joaquín Muro en 1929, instaladas en la vecindad del castillo y dentro

de la primitiva cerca de Santa María.

s Fuente de San Pedro, en Tiedra

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s Castillo de Tiedra

La antigüedad de Tiedra, que con justicia se apellida la Vieja, aconseja orde-

nar su recorrido con algún sentido que no sea el buen tuntún. La entrada más

hermosa la disfruta quien viene desde Toro por la senda de Benafarces, flan-

queada a diestra y siniestra por la fortaleza y la ermita. Pero no es el rumbo

más común. El viajero suele partir de la autovía del Noroeste, a la altura de la

cuesta Tijera, precisamente donde el asfalto dio un quiebro para alejarse de

Tiedra. En ese caso descubre la villa por su espalda, por el flanco de la iglesia

del Salvador y del parque de la Laguna. La del Salvador es la única iglesia en

pie de las cuatro que tuvo Tiedra y resulta más interesante por dentro que por

fuera. Guarda en su interior una buena colección de imaginería, en parte re-

cogida de los templos arruinados. A la misma ronda del Salvador se asoma la

fachada del Pósito, felizmente recuperado del abandono para el servicio de la

vida comunitaria. Frente a él, el ensanche de una plaza emboca por la calle

Real hacia el recinto porticado de la plaza Mayor. El Ayuntamiento, con su re-

loj inglés donado por la comunidad de Tiedra en Cuba, ocupa el solar de un

antiguo hospital y fue concebido para albergar todos los servicios públicos y

de solaz de la villa decimonónica. De hecho, lo mejor de su planta noble lo ocu-

paba el Real Casino, donde entretenían sus ocios los comerciantes y agricul-

tores enriquecidos por la encrucijada de caminos. En la planta baja estaban

las escuelas con la vivienda del maestro, la del alguacil y los calabozos. En la

planta noble, además del casino y las oficinas municipales, se ubicaban el ar-

chivo y el juzgado, relegados al patio de luces. El mayor encanto de la visita

interior reside en descubrir el mobiliario, la decoración y los rótulos originales

de las distintas dependencias.

Entonces Tiedra tenía dos mil habitantes y ofrecía descanso y provisiones a

las comitivas de arrieros que trajinaban entre Madrid y La

Coruña y entre Rioseco y

Toro. Este trasiego fue el

motor de su prosperidad

contemporánea. Un testi-

go de la época anota la

condición agrícola y gana-

dera de Tiedra, común

a tantos pueblos, pero

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Page 165: Viajando por la provincia de Valladolid

El Páramo de los Torozos

corregida por el espíritu emprendedor de sus vecinos, que aprovechando la

pausa estacional en las labores del campo empezaron a dedicarse al transpor-

te de diversos géneros y mercaderías entre la costa y las ciudades del interior,

convirtiéndose en puerto seco y almacén central de aquellas provisiones. ¿Cuá-

les eran, en aquel entonces, sus existencias? Pascual Madoz en su Dicciona-

rio menciona los jamones gallegos, el bacalao, el azúcar, el jabón, el aceite, el

pimiento y el hierro. Cuando la extensión del ferrocarril jubiló una parte de

aquel negocio, los tiedranos no se cruzaron de manos, como tantos otros pue-

blos, ni se resignaron a verlas pasar. Unos buscaron su aventura en Cuba y

otros pusieron en marcha industrias alternativas, como los talleres de maqui-

naria agrícola que durante décadas surtieron de aventadoras los anchos cam-

pos de Castilla.

A la derecha del ayuntamiento parte de la plaza una calle breve, que concluye

en el jardincillo de la Rebotica. A su mitad, una casa reciente exhibe la placa

de recuerdo al catedrático Blas Ramos Sobrino, nacido en Tiedra en 1891 y

muerto en el exilio francés en 1955. Jorge Guillén, que fue su compañero en

las aulas vallisoletanas y admiró la ejemplaridad de su trayectoria intelectual

y civil, editó a sus expensas treinta y un años más tarde, en 1967, el discurso

que Blas Ramos Sobrino preparó para la inauguración oficial del curso

1936/1937 en la universidad, que no pudo pronunciar a causa del turbión de la

guerra, que lo alejó para siempre de su tierra. El insigne poeta acompañó la edi-

ción de aquel texto acallado por el conflicto con una evocación de Blas Ramos

que constituye el homenaje más señero a este tiedrano singular y excepcional.

La senda monumental prosigue desde la plaza por la izquierda del ayuntamien-

to. Enseguida asoma la espadaña de San Miguel, coronada por un nido. La se-

gunda cerca de Tiedra abrazaba el cerro del castillo al caserío circundado por

la ronda de Peregrinos, Mayor y del Rosario, siendo sus baluartes las torres ex-

tremas de San Miguel y de San Pedro. La iglesia de San Miguel cumple fun-

ción de almacén agrícola y tiene la cabecera rota por un amplio portón metáli-

co. De camino hacia la atalaya del castillo se ven los restos de la primitiva cer-

ca, que ha sido cantera generosa durante siglos, hasta quedar reducida a su in-

significancia actual. La iglesia de Santa María del Castillo debió de ocupar el

emplazamiento que ahora tienen las escuelas y todavía a mediados del diecio-

cho mostraba buen aspecto. El castillo ofrece un horario generoso de apertura

a las visitas. Su estructura es muy simple: una torre cuadrada protegida por una

cerca. Desde el cerro del castillo se ve la ermita de Nuestra Señora de Tie-

dra Vieja y, a medio camino, las ruinas de San Pedro. Dos cami-

nos arbolados por el vecindario en 1855 conducen hasta la er-

mita, que ocupa el cerro que fue solar de la ciudad vaccea. El

santuario es barroco, suele estar abierto y luce abundantes

adornos. La entrada se hace por el patio de la antigua

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hospedería y su entorno proporciona un magnífico mirador sobre la tierra de To-

ro. Un sendero de pequeño recorrido bien señalizado enlaza el anillo de las fuen-

tes de Tiedra, que ofrece al caminante deliciosos parajes naturales, vestigios

de calzada romana (Antagüeros) y modelos de caños que van desde la época

medieval (Pelilla) a la primera mitad del siglo veinte.

EL VALLE DE LOS MOZÁRABES

En la senda de Toro, Benafarces, pueblo de adobe y tapial, ya no conserva

vestigios de la fortaleza y su templo ofrece un aspecto extraño. La iglesia de

la Asunción, obra del dieciséis, es de sillería y lleva adosada una sacristía del

dieciocho. Pero carece de torre, que después de varios latigazos de rayos y

centellas cayó abatida por las inclemencias del abandono a comienzos de los

noventa. En su derrumbe arrastró la torrecilla gemela que cobijaba el caracol.

Una cristalera moderna cubre el roto que provocó a los pies del templo la

caída de la torre. Lo más llamativo de la iglesia es su portada renaciente ilus-

trada con escudos de los Ulloa. El pórtico de sillería que la arropa tiene tres ar-

cos de entrada y adorna su ático con bolas y pirámides. Pobladura de So-

tiedra refleja en su nombre la ubicación y su dependencia de Tiedra. El tem-

plo de San Andrés ha ido enmascarando con sucesivas reformas sus trazas

góticas. Lo mejor del conjunto es la armadura mudéjar que cubre el presbite-

rio. Castromembibre se anuncia por el cubo de un viejo molino de viento,

que llaman la atalaya. El pueblo se recoge en la hondonada y su iglesia de San-

ta María del Templo es apaisada, de escaso alzado. Villavellidostentó el ape-

llido del Oro y a estas alturas no se sabe si fue aquel tesoro o una veta de

caolín lo que enceló a quienes escarbaron bajo el muro de la fortaleza, que

s Palomar en Benafarces

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Page 167: Viajando por la provincia de Valladolid

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acabó por los suelos. El castillo disimula sus rotos entre sembrados, en el ca-

mino de Tiedra. Es un recinto cuadrado que tenía cubos en tres ángulos y la to-

rre en el otro. Fue residencia del marqués de Alcañices. El derrumbe echó por

tierra la cara sur con uno de los cilindros. También la torre quedó mocha por

algún cercén. Al otro extremo del pueblo se encuentra la iglesia de San Mi-

guel, hermosa en su ruina. Llama la atención una portada plateresca con me-

dallones en las albanegas. Algunas casas de Villavellid se parapetan tras am-

plias corraladas, a las que se accede por portones. Una enmarca su entrada

de medio punto en un alfiz renacentista. Otra, situada en la plaza, vuela una

torrecilla angular que amortigua la arista de su esquina. En medio del caserío

destaca la iglesia de Santa María, hecha de piedra con tapial y ladrillo. Para

la pila de agua bendita se usa un capitel corintio apoyado en otro románico.

Antes de su extinción como pueblo, hace casi medio siglo, Almaraz de la

Mota repartía su caserío a ambas orillas del arroyo de la Viña, que desagua

en el Sequillo por Villanueva de los Caballeros. El pueblo fue propiedad de la

Casa de Alba, que lo habitaba con aparceros, y tenía buen monte de encinas,

además de los pastos y las tierras de labor. La venta de viajeros estuvo hasta

fines del dieciocho en el portillo, pero tuvo que demolerse porque las distan-

cias la convirtieron en acogida de facinerosos. La iglesia contó con armadura

mudéjar y algunas pinturas al fresco. A los Alba les compró el pueblo, con su

término de monte, pasto y cereal, el marqués de Villachica, que se adelantó a

los vecinos, quienes llevaban tiempo con ese interés. Luis Villachica fue due-

ño del lago de Sanabria hasta que el ministro Indalecio Prieto lo recuperó pa-

ra el dominio público. Tuvo una hija natural a la que bautizó como Victoriana,

que heredó el título y se construyó un palacio sobre el Duero, cerca de Toro,

s Castillo de Villavellid

El Páramo de los Torozos

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en una finca desamortizada. Para mantener aquellos lujos, vendió Almaraz,

con cuyo caserío acabó el trazado de la autovía. La finca reparte su término a

ambos lados del asfalto.

Recogida en el valle del Bajoz, la iglesia mozárabe de San Cebrián de Ma-

zote es una de las joyas de la provincia. “Esta iglesia, escribió José Jiménez

Lozano, integra dos tradiciones arquitectónicas separadas por quinientos años

de distancia en el tiempo y por una distancia aún más abismal en la concep-

ción teológica: la basílica cristiana y la mezquita islámica”. La sobriedad ex-

terior del templo, rematado por una espadaña del diecinueve, no permite ima-

ginar la fascinación que esconde. A ese deslumbramiento ayuda una restau-

ración modélica, capaz de alumbrar todo su esplendor. “Hasta la falda de los

Torozos llega en los últimos años del siglo IX un grupo de mozárabes que vie-

ne huyendo del reino de Córdoba. Son monjes que traen consigo esquejes de

olivos y capiteles tallados y comienzan a levantar un monasterio dedicado a

San Cebrián, el obispo africano que se había mostrado intransigente frente a

cualquier concesión al paganismo o cualquier fascinación ante él. Estos mon-

jes, con su abad Martín a la cabeza, escapaban de Córdoba por los mismos

motivos: en parte, desde luego, porque no soportaban un universo vital total-

mente islamizado, pero sobre todo por el peligro que para ellos suponía la se-

ducción de la cultura islámica… Sin embargo, ellos mismos llegaban confor-

mados por una sensibilidad, una cultura y una mentalidad árabes: traían es-

quejes de olivos a esta tierra cristiana donde se condimentaban los alimentos

s Iglesia de San Cebrián de Mazotes Iglesia de San Cebrián de Mazote

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167

con grasas animales y buscaban la vegetación y el agua. La vegetación de los

Torozos y el vallecillo del río Mazut, hoy Bajoz, les ofrecían alguna especie de

sucedáneo del vergel de donde venían y aquí alzaron esta especie de mezqui-

ta cristiana... Hacia 915, estos monjes, empujados quizás por la peste y el ham-

bre de esos años o quizás simplemente porque echan de menos más agua y

más vegetación, emigran a Castañeda, donde en 952 el rey Ordoño II les con-

cede las pesquerías del lago de Sanabria”. En el interior, columnas de diferen-

tes colores y materiales separan las tres naves con arcos de herradura que

descansan sobre magníficos capiteles. La cabecera tiene tres capillas. La cen-

tral, con planta de herradura, encuentra su réplica en el remate de los pies, re-

querido por la liturgia mozárabe. También los brazos del crucero terminan en

ábsides. Un recinto en el que contrasta “la limpieza óptica del plan basilical

con el ritmo de mezquita de los espléndidos arcos de herradura”, según el ex-

perto Fernando Regueras. Frente a la puerta de la iglesia se extiende la cerca

del antiguo convento de dominicas, fundado en 1305 por Teresa Téllez de Me-

neses. En la plaza, el antiguo edificio consistorial, de traza herreriana tardía,

acoge las tertulias y el bullicio cívico del pueblo

s Interior de la iglesia de San Cebrián de Mazote

El Páramo de los Torozos

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EL EMBALSE DEL BAJOZ

Desde el monasterio de La Espina se sigue la cerca conventual en

dirección a Castromonte. Al acabar el muro, la carretera hace un giro

para cruzar sobre el Bajoz. En este punto sale el camino de tierra que en

2,2 km lleva hasta el dique del embalse. La senda discurre por el borde

de la leve ladera, entre las encinas y la valla de las tierras de cultivo del

fondo del valle. Recorridos 1,3 km del camino de tierra se aprecia a la

derecha el ojo de un puente de sillares albardado con cemento recien-

te. Un leve desvío con retorno nos acerca a uno de los depósitos circu-

lares del valle y a las ruinas del molino conventual, colonizadas por la

maleza. El paseo hasta el embalse y por su entorno, si se deja el vehí-

culo a la entrada del camino de tierra, requiere entre dos y tres horas,

dependiendo de los tiempos de observación.

El embalse del Bajoz ha ido mudando de nombre al aire de los tiem-

pos y ganando encanto como enclave natural, por la labor restauradora

de la vegetación, que ha reparado los estragos de una obra con medio

siglo cumplido. Esta retención del mínimo curso del Bajoz en su cabe-

cera fue bautizada en los años cincuenta como pantano de Cavestany,

que era el ministro de Agricultura propietario de tierras en la zona; lue-

go, como embalse de La Espina, por el tirón del monasterio convertido

en Escuela de Capacitación Agraria; y finalmente ha acabado siendo co-

nocido por el nombre del riachuelo que baja desde Castromonte. El em-

balse se encuentra a unos tres kilómetros del monasterio. Tomando en

s Granja de La Espina

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El Páramo de los Torozos

La Espina la carretera hacia Castromonte, antes de cruzar el puente so-

bre el río sale a la izquierda una pista de tierra sombreada de vegeta-

ción, que se puede recorrer en coche, en bici o mejor aún a pie. Se tra-

ta de un camino sin pérdida, que frecuentan los pescadores cuando no

es tiempo de veda. A la izquierda del sendero el paseante observa el

bosque de encinas característico de los Torozos; al otro lado, la trama

de cultivos y acequias de riego que llevan el agua del embalse hasta los

dominios del monasterio. La retención del embalse se hizo combinan-

do el cemento y la tierra. Actualmente el cemento sólo es visible en los

aliviaderos, muy degradados por la maleza. El talud se protege con una

línea bien tupida de negrillos, que apenas permiten asomar a la lámina

de agua, toda ella circundada de vegetación. El paseo por el entorno del

embalse discurre por senderos más agrestes si se accede por el lado

donde concluye el camino, poblado de encinas y carrascas. La otra ori-

lla se alcanza pasando sobre el dique y por ella discurre la senda de los

pescadores. Aquí el paisaje es bien distinto y nuestros pasos avanzan

entre fresnos, sauces, endrinos y algún pino de repoblación. Un recorri-

do alterado a veces por los sustos huidizos de los reptiles, que corren a

esconderse en los carrizos. La estancia se ve animada por el alboroto de

las fochas y el canto de los ruiseñores. La lámina del embalse es peque-

ña y abarcable. Al tratarse de un valle muy angosto y bien poblado de

vegetación, se convierte en un reducto de paz y sosiego para el visitan-

te. A partir de la cola de la retención, cambia el decorado vegetal y apa-

recen las viejas choperas a menudo desvencijadas y la ruina de los mo-

linos abandonados.

La Santa Espina

Embalsede La Espina

VP-5004-Castromonte

Río BajozMonasterio deLa Santa Espina

Arroyo de Valdelanoria

El Toconal

El Majuelo

La Granja

La Granjade La Espina

UUnnaa rruuttaa ppaarraa ppaasseeaarr

3 Montes Torozos 7/4/09 14:18 Página 169

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3 Montes Torozos 7/4/09 14:18 Página 170

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4La Ribera del Pisuerga

4 Ribera del Pisuerga 7/4/09 14:21 Página 171

Page 174: Viajando por la provincia de Valladolid

A

ARROYO VALCORBA

ARROYO JA

RÍO DUERO

JARAMIEL

RÍO ESGUEVA

RÍO

PISUERGRGA

RÍO

PISUERGRGA

Villanuevade Duero Viana

de Cega

Lagunade Duero

La Cistérniga

VALLADOLID

Aldeamayor deSan Martín

Portillo

Boecillo

Herrerade Duero

Tudelade Duero

La Parrilla

Montemayor dePililla

Aldealba

Qd

Olide

CTe

Esguevillasde Esgueva

Piña deEsgueva

Villanuevade los Infantes

Olmosde Esgueva

Villarmenterode Esgueva

Castronuevode EsguevaRenedo Villavaquerín

Villabáñez

Sardónde Duero

Santibáñezde Valcorba

Traspinedo

an Migueldel Pino

Villamarciel

Puente Duero

Ciguñuela

a

Villanubla

Zaratán

o

Mudarra

Mucientes

Montealegre

broalles

Villalba delos Alcores

Quintanillade Trigueros

Trigueros del Valle

Corcos del ValleCubillas deSanta Marta

Cigales

Valoriala Buena

Fuensaldaña

Cabezón San Martínde Valvení

Simancas

Geria

Arroyo dela Encomienda

Santovenia de Pisuerga

Corcos de Aguilarejo

oso deadesa

N-601

N-122

N-620

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El Valle delPisuerga

El tramo vallisoletano del Pisuerga entretiene su andadura en un vaivén de

meandros muy pronto colonizados, como demuestran los lugares de inte-

rés arqueológico repartidos en sus márgenes. Sotos prehistóricos, villas ro-

manas y granjas monásticas. El río zigzaguea por un valle amplio que se ex-

tiende entre los páramos de Torozos y del Cerrato. El corredor se ensancha

entre el desagüe del Esgueva y su desembocadura en el Duero, donde da

cobijo a la capital y su derrame urbanístico, formando el espacio más diná-

mico, con más población y mejor comunicado de la provincia.

LA CIUDAD DE LOS MUSEOS

El viajero que asome a Valladolid buscando la silueta de su renombre his-

tórico puede recaer en la perplejidad de Góngora: “¿Vos sois Valladolid?”.

Porque la capital de Castilla y León es una ciudad nueva y pujante que re-

cupera con decisión y gusto las trazas de su mejor porte. Ya no es para na-

da cierta la imagen de hace tan sólo un cuarto de siglo, cuando el escritor

Francisco Umbral la describió como “un viejo galeón desguazado entre fá-

bricas”. Los sucesivos gobiernos municipales de la democracia han ido re-

parando en lo posible las cicatrices del desarrollismo incontrolado. Pero el

paseante por sus calles no puede evitar la sensación de que los espacios

del casco histórico e incluso los monumentos singulares que sobrevivieron

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a la voracidad de la ballena son como aislados Jonás a los que sólo la suer-

te salvó de la saña de los derribos. Todavía en la actualidad la imagen

urbana de Valladolid tiene algo de mosaico descabalado cuyas teselas hu-

bieran sido aventadas por un huracán.

A pesar de contar con algunos de los ejemplos más notables del arte espa-

ñol enmarcado entre el gótico tardío y el neoclasicismo, donde mejor se

percibe la relevancia histórica de Valladolid es en la intimidad de sus mu-

seos. La pérdida de la Corte y el degüello a la ciudad durante la posguerra

convierten sus itinerarios en una salpicadura de frustraciones. En Vallado-

lid se hace preciso practicar el callejeo atento, avisado y dispuesto a la sor-

presa, porque el descontrol de la dictadura dejó la ciudad imposible para

un recorrido monumental sin sobresaltos. Por eso la diversidad de sus mu-

seos supone un contrapunto imprescindible para captar el discurso de un

esplendor vencido por los malos tratos.

PASEO MONUMENTAL

La plaza Mayor, con el conde Ansúrez alzado en su pedestal, es el rompe-

olas de los flujos peatonales de la ciudad, aunque apenas guarda un atis-

bo de su condición de espacio fundacional del clasicismo español. El ayun-

tamiento y los soportales le dan ese aire de estancia decimonónica, que-

brada en su placidez por las travesías rodadas y la máscara bermellona de

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s Plaza Mayor de Valladolid

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sus edificios. Hacia el Poniente asoma el lienzo monástico de San Benito

con el pórtico generoso de su iglesia, mientras San Agustín ventila su tra-

moya clasicista hacia el espolón de las Moreras. San Benito despliega en

torno a la tersura de su Patio Herreriano una magnífica colección de arte

contemporáneo. Por su parte, San Agustín alberga el Archivo Municipal de

Valladolid. La callejuela de Santo Domingo conserva en su trazado un par

de conventos y un sabor que la convierte en uno de los tránsitos más entra-

ñables de la vieja ciudad. En la calle de San Ignacio sobrevivió un conjunto

palaciego y conventual, junto al viejo coso taurino de 1837. No ocurrió lo

mismo en la vecina plaza de San Miguel, que Umbral evoca “perfecta, co-

mo una nueva invención de la rueda”. El palacio de Fabio Nelli alberga el

Museo de Valladolid, mientras la fachada del palacio de los Valverde exhi-

be las acarameladas figuras de la marquesa y su derretido paje.

Por Santa Brígida, donde se rehabilitó el esplendor renacentista del pala-

cio de Butrón, está en marcha la puesta en uso turístico de la antigua igle-

sia conventual. Desde aquí se accede a la plaza de San Pablo, que alinea

en torno a la estatua de Felipe II el Palacio Real, el de Pimentel, el Institu-

to Zorrilla y el alarde iconográfico de la fachada de San Pablo. En el zaguán

del palacio de Pimentel, que acoge la sede de la Diputación, una colección

de azulejos realza los episodios más notables de la historia local. San Pa-

blo forma conjunto con San Gregorio, que fue foro de importantes debates

teológicos y avanzadilla de los derechos humanos antes de convertirse en

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La Ribera del Pisuerga

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sede del Museo Nacional de Escultura. El museo recoge en sus salas el le-

gado esencial de la escultura renaciente y barroca en una secuencia que

conduce desde el equilibrio trágico de Berruguete al manierismo genial de

Gregorio Fernández, pasando por el dulce reposo de Juni. Todo ello, en un

ámbito arquitectónico privilegiado.

La torre de la Antigua es el símbolo de la ciudad, que dejó su catedral ina-

cabada. La iglesia de la Antigua abre un pórtico sombrío al norte, rareza que

se hace más señalada por estar en una calle llamada con razón de la Sola-

na. A los jardines de la Antigua asoma la cúpula de la iglesia penitencial

de las Angustias, que mira al remozado teatro Calderón, sede de la Sema-

na Internacional de Cine y albergue de los fastos culturales de la ciudad.

La catedral herreriana quedó truncada en el crucero y sin sus cuatro torres

angulares. La que ahora emerge de la fachada churrigueresca es del si-

glo diecinueve. En la plaza de la Uni-

versidad conviven la fachada

barroca de los Tomé, las rui-

nas de la vieja colegiata ro-

mánica y un Cervantes

rodeado de estudiantes.

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s Iglesia de La Antigua

s Catedral de Valladolid

s Iglesia de La Antigua

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El palacio renacentista de Santa Cruz guarda un buen patio, aulas con his-

toria, un museo exquisito y una riquísima biblioteca, cuya joya es el beato

de Valcabado. Entre Fray Luis de León y la plazuela del Salvador discurre la

sorpresa inesperada del Pasaje Gutiérrez, una galería comercial decimonó-

nica que mantiene el nombre de su promotor. Hasta el Campo Grande se

llega por la senda peatonal de Teresa Gil, que a través de la plaza de Espa-

ña desemboca en el ensanche de Miguel Íscar y Gamazo. Al Campo Gran-

de asoman San Juan de Letrán y los Filipinos, con su museo Oriental, el mo-

numento centenario a Colón y la mejor arquitectura contemporánea de la

ciudad. La calle de Santiago guarda la sorpresa del claustro de las France-

sas. En la plaza de Santa Ana la cúpula de Sabatini cobija varios lienzos de

Goya y de Bayeu en los retablos de su iglesia neoclásica.

LA FORTALEZA DE LA IDENTIDAD

El caserío de Fuensaldaña cuelga en racimo de su castillo, que guarda la

encrucijada en que confluyen los caminos del páramo. Un abanico de sen-

das y cañadas se derrama hacia el cuenco que preside la fortaleza. Aun-

que las bodegas dedicadas a la hostelería se encuentren todas en el

camino de la Mona, y en este punto la toponimia no disimula su iro-

nía, el núcleo de cuevas para madurar el vino se apiña en la pen-

diente de Tras de Águilas, al otro lado del arroyo y en dirección a

Mucientes. Precisamente este es el lugar, aprovechando el desvío

del antiguo trazado de la carretera de los Torozos, que permite

dominar de un vistazo el núcleo histórico de Fuensaldaña y

sus apéndices.

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La Ribera del Pisuerga

s Pasaje Gutiérrezs Pasaje Gutiérrez

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El perfil de la villa tiene dos faros: la torre de San Cipriano y la del castillo.

Asentado junto al arroyo está el convento de la Inmaculada Concepción,

que se despista a los visitantes de corrido. Es una comunidad en recesión

de apenas media docena de monjas franciscanas que viven de su trabajo

para una empresa. El recinto conventual puede visitarse los domingos por

la tarde, aunque ya no guarda los tres cuadros de Rubens de gran formato,

dedicados a La Asunción, a San Antonio y a San Francisco, que, según la

creencia popular, expoliaron los franceses. En realidad, no eran de Rubens,

aunque sí vinieron de Amberes, enviados por el conde de Fuensaldaña pa-

ra decorar los muros de la iglesia. Su salida del convento sirvió para que se

quedaran en la colección del Museo Nacional de Escultura.

La iglesia del convento es sencilla, hecha de piedra y tapial, aunque bien

vestida de imaginería castellana barroca. Un cuadro gigantesco representa

a la madre del conde, fundadora y abadesa del convento, dentro del ataúd

e iluminada por cuatro cirios. Además de bodegas y un mirador estupendo,

a la izquierda del arroyo hubo también una villa tardorromana, cuyo remoto

propietario no dudó en abrazar el cristianismo con tal de que le permitieran

seguir disfrutando el vino de sus majuelos. Desde el cerro de las bodegas se

aprecia el esqueleto de la ermita del Rosario, con sus muros vencidos. El re-

corrido del pueblo se resume en unas pocas estaciones. Quedan algunas ca-

sas blasonadas, pero lo que abunda es la construcción moderna, una tónica

atenuada por varias intervenciones recientes orientadas a dignificar los for-

matos tradicionales. La iglesia de San Cipriano se esconde a la derecha de

la calle que sube a la fortaleza. Erguida sobre un terraplén, el perímetro de

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s Torre de San Cripriano, en Fuensaldaña

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su atrio ocupa buena parte de la plazuela. Hace más de treinta años se hun-

dió su cabecera, rehecha mediante un remiendo con poco arte. Un cubo de

ladrillo rasgado por un par de ventanales tapó la ruina hasta que reciente-

mente se adosó un nuevo pegote. La torre es soberbia.

El templo combina hechuras mudéjares y añadidos renacentistas, en un or-

den que se invierte en la estatura de la torre. Esta tiene cuatro cuerpos, los

dos primeros de sillería y los siguientes de ladrillo, con un remate exquisi-

to: la balaustrada de piedra que sostiene la techumbre. Una escalera de ca-

racol exterior recorre sus dos primeros cuerpos. El pórtico de entrada mira

desde lo alto al pueblo. Es de la misma época que la torre y cobija un curio-

so techo de bovedillas de yeso del dieciséis. Lo más llamativo de su inte-

rior es el retablo barroco en el que manda San Cipriano.

De camino hacia el castillo, se abre a la derecha la plazuela escalonada del

consistorio, que es un edificio moderno con poca gracia. Porque ni siquie-

ra goza del beneficio de la discreción, sino que se corona con una garita pa-

ra el reloj que estremece los sentidos. Estos estragos los compensa con cre-

ces la imagen exterior del castillo, uno de los más hermosos de la acredi-

tada escuela de torres palaciegas de Valladolid. Aunque los expertos han

señalado la desproporción entre el empaque de su torre del homenaje y la

merma del recinto, que ni siquiera le alcanza al ombligo.

La torre se debe al contador del rey Juan II, Alfonso Pérez de Vivero, quien

murió en 1453 en Burgos, al ser arrojado al vacío por don Álvaro de Luna

como castigo por una conjura. Prosiguió las obras su hijo Juan de Vivero,

s Castillo de Fuensaldaña

La Ribera del Pisuerga

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anfitrión en su casa de Valladolid de la boda de los Reyes Católicos. Pero

su hijo de nuevo volvió a los enredos dinásticos, tomando partido por la Bel-

traneja frente a Isabel la Católica. Una vez recibido el perdón por aquel tras-

pié, fue acusado de la muerte de su esposa a causa de los celos. El mismo

crimen lo repitió su hijo, asesino de su esposa Mencía Sarmiento, que se

había encaprichado del alcaide de la fortaleza. Así que el castillo fue incau-

tado por la Corona, para ser luego ocupado por los comuneros. A mediados

del siglo diecinueve lo dedicaba a granero el marqués de Alcañices. De en-

tonces datan los versos del poeta José Zorrilla sobre el proceso de almo-

neda señorial: “Yo he visitado esos muros, / hoy troje de rico hidalgo, / y en

sus salones oscuros / ancha hoguera levanté”. Aquel testimonio del autor

del Tenorio sobre el castillo de Fuensaldaña acuñó la imagen más real del

desguace de nuestro patrimonio histórico durante el turbulento siglo dieci-

nueve, de manera que los expertos en aquella pérdida bautizaron el despo-

jo con su apellido.

A principios de los años setenta del pasado siglo, el castillo fue rehabilita-

do por la Diputación para Parador de Turismo y como tal fue inaugurado por

el ministro del ramo León Herrera, aunque nunca se llegó a abrir. Entre el

otoño de 1983 y la primavera de 2007, albergó a las Cortes de Castilla y

León. Un discreto parquecito forestal, con árboles de las nueve provincias

de la Comunidad, expresa la gratitud de la institución parlamentaria al cuar-

to de siglo en acogida.

EL SEÑORÍO DE LOS MAJUELOS

Un castillo casi perdido y una iglesia de porte majestuoso han sido los re-

clamos de este pueblo de trazado laberíntico, que ahora redobla su atrac-

tivo con la puesta en valor de su patrimonio tradicional vinculado al vino.

Mucientes se despliega en abanico desde el borde del páramo, donde aso-

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s Ermita de La Vega, en Mucientes

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man los muñones del castillo, hasta el foso del arroyo del Prado, que hay

que vadear para entrar en su laberinto. Viniendo desde Valladolid por Fuen-

saldaña, la carretera atraviesa la trinchera de bodegas y pasa ante la finca

que los jesuitas construyeron para aliviar agobios urbanos y doctrinales. El

recinto jesuítico, que lleva tiempo sin frailes, se ve bastante desmejorado

y repleto de chamizos. Todavía se distingue por la prestancia de sus herra-

jes y por la contraseña del JHS labrado en un sillar del muro de entrada.

El laberinto de calles, pasadizos, corros y plazuelas de Mucientes convie-

ne escrutarlo previamente desde la atalaya del castillo. Para que los quie-

bros de su trazado no nos extravíen. Antes de cruzar sobre el foso del arro-

yo, a la izquierda se ve un parquecito que evoca en su nombre el Arco per-

dido, mientras a la derecha un parapeto de arquitectura reciente bloquea

la estampa del pueblo. Enseguida se distingue el perfil de la capilla, tantos

años usada como panera, que ha recuperado sus trazas para vivienda. El

campanil fue llevado a la finca del monte de Mucientes. Siguiendo la ron-

da de las Fuentes hasta el final del pueblo, un camino agrícola sube al pá-

ramo, donde asoman los restos del castillo junto a una motilla de pinos.

Hace ahora tres cuartos de siglo esta fortaleza todavía conservaba un mu-

ro enhiesto adornado de sutiles arcos, capaz de evocar los tiempos en que

aquí se convocaron Cortes. Fue los días 7 y 8 de julio de 1506 y en ellas Fe-

lipe el Hermoso trató de sacar adelante la inhabilitación de la reina Juana,

conocida por la posteridad como la Loca. Esta presencia de Juana la Loca

en Mucientes ha dado pábulo a múltiples y contradictorias versiones. Aquí

habría estado, impregnada de duelo, en compañía del poeta Garcilaso; y

también con el rey Felipe y el cardenal Cisneros. Lo cierto es que la gente

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s Panorámica de Mucientes

La Ribera del Pisuerga

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vincula estos vestigios con el infortunio de la doliente reina de Castilla. Más

allá de la resonancia histórica, la atalaya del castillo es el mejor mirador

para apresar el trazo inclinado y laberíntico de Mucientes. Precisamente a

sus pies se encuentran las calles donde se concentran las bodegas más pri-

mitivas del pueblo, habitadas durante siglos como viviendas rupestres. Una

de ellas se bautiza como Bodeguillas, que es la denominación local para las

cuevas habitadas. Pero ya apenas quedan o están tan alteradas que difícil-

mente se reconocen desde la calle. Bajo el castillo se esconde también la

plazuela del Corrillo, donde se ha plantado el crucero que antes estuvo en

las eras del camino de Valladolid.

Pero el faro que descuella sobre el caserío de Mucientes es la iglesia de San

Pedro, bordeada por la calle de la Cruz. En el dintel del número 26 de esta

calle hay grabada una declaración de principios que no deja lugar a dudas:

“Viva la Fe de Dios y Muera la Libertad”. Con mayúsculas. Enfrente está la

Casa de la Cruz, de fines del dieciocho. La iglesia de San Pedro quedó a me-

dio terminar y sin embargo resulta de unas dimensiones impresionantes. Es

del dieciséis y en su interior reúne un muestrario artístico apabullante. El re-

tablo mayor barroco, la sillería renacentista adornada con curiosas miseri-

cordias, una cruz parroquial de exuberante repujado y varios retablos dona-

dos por el conde de Ribadavia. La plaza Mayor salva la pendiente escalo-

nando el espacio en sucesivas terrazas. Desde la calle Salinas se ve el por-

tón de la Casa de las Noriegas, otro de los edificios nobles de Mucientes,

que alberga en su patio los vestigios de la ermita de San Miguel.

De las traseras de la iglesia sale la calle de la Alegría, que conduce a la zo-

na de bodegas del Cuarto de San Pedro. Es territorio horadado de templos

subterráneos donde maduran los buenos caldos de la zona. Más allá del

cruce con el camino de la Canóniga está el Aula de Interpretación de las

Bodegas, buque insignia de un proyecto ambicioso de puesta en valor del

repertorio de tradiciones y vestigios vinculados a la cultura del vino. El pro-

grama Vendimiario acerca al visitante los elementos de la bodega tradicio-

nal, las fases de elaboración del vino, los ritos de la vendimia y el mismo

espacio de la bodega como recinto de convivencia. El proyecto aspira a re-

cuperar integralmente el devastado entorno de este barrio horadado por las

catacumbas de Baco.

Al otro lado de la carretera, junto al antiguo camino de Valladolid, se en-

cuentra la ermita de Nuestra Señora de la Vega, cuya estampa no pasa

inadvertida en el recorrido por Mucientes. Se recuperó de la ruina a media-

dos de los ochenta y ahora luce su serena quietud en medio de los campos.

Este flanco de Mucientes que se abre hacia el valle de los majuelos mues-

tra los palomares más vistosos. Aunque sobre ellos aletea la condena del

descuido.

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LA CATEDRAL DEL VINO

Si no fuera por el reclamo de sus torres y

sus vinos, cualquiera pasaría de largo por

Cigales. Son dos poderosas razones para

hacer un alto en esta villa, cuyo callejeo

ofrece más de una sorpresa. Cuentan en

Cigales que durante siglos ha subido gen-

te desde la capital a trasegar vino y a pas-

marse ante la envergadura de sus torres.

Son apenas doce kilómetros desde Valla-

dolid, que arrastra el complejo de tener la

catedral inacabada en un territorio satura-

do de enhiestos templos catedralicios. Pe-

ro acaso ninguno tan arrogante como el de

Cigales, al que un obispo indiano le puso

el remate de las torres. Su estampa ergui-

da se impone en la distancia, sobresalien-

do en el horizonte de lomas y majuelos. Y

es un señuelo para detener el paso en una

villa histórica perjudicada por su entorno

de adosados.

Ocurre aquí como en Cabezón, al otro lado del Pisuerga: la herencia monu-

mental no hace justicia a la nobleza de su historia. Por eso es importante

pasear estas villas con las pupilas despiertas. En su silueta se impone la

rotundidad majestuosa de la iglesia mientras se disimulan otros vestigios

menos evidentes. La tradición del vino, con sus barrios de bodegas. Las bo-

degas de Cigales tienen un cañón con mucha pendiente, para conseguir

profundidad, porque el terreno resulta de poco fiar. Queda, a punto de per-

derse en la ruina, la bodega modernista del Obispo, con su blasón de raci-

mos. También hubo cuevas habitadas hasta no hace mucho, en las calles

altas de Chamberit y Ronda del Obispo. Y en el otro extremo, un palacio to-

rreado de los condes de Benavente, al que venía la Corte a deleitarse. De

aquel recinto señorial apenas quedan los cubos fuertes de sus ángulos, as-

fixiados entre el tráfico y el agobio de sus señales. Asoman hacia la ronda

de los colegios, en la salida de Cabezón. A sus estancias se retiró después

de las Navidades de 1544 el rey Felipe II a curarse de una sarna. Más tar-

de vendría a buscar a su cuarta mujer, Ana de Austria, hija ilustre de la vi-

lla. En Cigales resulta evidente que los vestigios palaciegos no están a la

altura de una historia frecuentada por monarcas y animada por sonados vi-

sitantes. A finales del dieciséis, el embajador Cock dejaba constancia en

sus notas de viaje de una iglesia ya entonces imponente y de la excelencia

de sus vinos, así como de la abundancia de pan y caza. Pero no se quedan

183

s Iglesia de Cigales

La Ribera del Pisuerga

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ahí las sorpresas de Cigales, que en el callejeo ofrece más de lo que a pri-

mera vista pudiera esperarse. El punto de partida de cualquier recorrido es

la plaza del Lagunajo, una zona rehundida sobre la que se alza el atrio de la

iglesia, asentado sobre una arcada que en otro tiempo albergó las carnice-

rías y más tarde fue refugio de indigentes. Allí asoman las torres barrocas

de la iglesia de Santiago y la portada clasicista de los Praves con un Mata-

moros carcomido por la intemperie. La plaza de Cigales tiene una parte al-

ta, que llaman Mayor, y luego el hondón del Lagunajo. Con todo, tanta pla-

za es poca cosa y apenas permite calibrar con amplitud la dimensión impo-

nente del templo. La iglesia se inició en 1535 con trazas de Rodrigo Gil de

Hontañón y las obras no concluyeron hasta 1772. Es un edificio con tres na-

ves de la misma altura rematadas en ábsides semicirculares. La iglesia

muestra tres etapas de actuación: las dos primeras, en el siglo dieciséis,

pusieron la estructura general renacentista y las cubiertas y portada late-

ral clasicistas, obra de los Praves; la tercera dio remate a las torres y facha-

da principal, gracias al dinero aportado por el obispo indiano fray Antonio

Alcalde. El interior exhibe un magnífico retablo mayor barroco, que luce al

fondo de un paisaje vertical sostenido sobre robustos pilares cilíndricos.

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s Portada clasicista de la iglesia de Cigaless Portada clasicista de la iglesia de Cigales

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LA CORTE DE LOS CATARROS

La estampa que ofrece Valladolid desde la peana de sus cerros colindan-tes es la de un desafinado barullo. Pero luego el trasiego por sus callessorprende gratamente, a pesar del repertorio de denuestos sobre elcarácter altivo de sus habitantes. “La gente de Valladolid, por medio cor-tesana, es soberbia y de mucha presunción”, advirtió un clásico del Siglode Oro, después de soportar los rigores climáticos de la corte de los cata-rros. Así la bautizó Quevedo, molesto por la caprichosa, efímera y costo-sa mudanza del trono a Valladolid. El traslado de toda la escenografíabarroca de la corte de Felipe III el 10 de enero de 1601, supuso el trasva-se de más de cincuenta mil habitantes de Madrid a Valladolid. Semejanteavalancha dio pie a un grandioso pelotazo inmobiliario de su impulsor, elduque de Lerma, y al enfado inclemente de la tropa de escritores, artis-tas y tiralevitas que seguían los pasos de sus mecenas. Mejor no recor-dar las chanzas venenosas de Góngora y quedarnos con las nobles refe-rencias de Cervantes, que también aquí pasó por presidio a cuento deuna historia de sangre y adulterio que salpicó su casa. Fueron cinco añossembrados de recepciones, banquetes, saraos, cañas, espectáculos detoros en el Pisuerga y cacerías en los espacios de diversión creados porla Corte, como los jardines del Espolón, el Prado de la Magdalena o laHuerta del Rey. “De Valladolid la rica, / arrepentido de verla, / la mássonada del mundo / por romadizos que engendra”, escribió Quevedo. Osea, por los catarros. De toda aquella excitación en palacios y riberasnos queda la crónica irreverente y jugosa del portugués Tomé Pinheiroda Veiga.

La Ribera del Pisuerga

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La plaza Mayor acoge en torno el edificio consistorial, que es decimonónico

y de ladrillo, el antiguo hospital de San Juan Bautista, muy alterado y casi

irreconocible, una vivienda tradicional con balconada de madera y el triple

ábside de la iglesia. Por la calle Campillo, se llega a uno de los núcleos de

interés de Cigales. La casona de la izquierda, que alberga la oficina de Caja

España, muestra sobre un balcón las insignias del obispo Alcalde. Al final

de la ronda Campillo se encuentra uno de los cubos mochos del palacio for-

taleza del conde de Benavente. Quienes lo han visto por dentro aseguran

que se corona con una bóveda de perfecta sillería. Al exterior se aprecia muy

machacado. En el arranque de la ronda Campillo confluyen la ronda de las

Tercias y la calle Palacio. Esta circunda el perímetro del palacio hasta otro

cubo, mientras en las Tercias asoma la fachada de la antigua iglesia protes-

tante de Cigales, que es digna de ver. Todavía conserva su empaque, aun-

que fuera alterada y recrecida para alojar viviendas. Otra vez en la plaza, por

el Corro Vaca, donde está la sede de la Denominación de Origen, y la calle

Majada se sale a la ronda del Obispo, que contempla la ruina de la bodega

modernista. A su lado se abren en el talud varias viviendas trogloditas, ya

abandonadas. En la calle Santa Bárbara se ven restos de la ermita, aunque

menos reconocibles que los de la Vera Cruz, que están a la entrada del pue-

blo. Queda con culto la ermita de Viloria, al otro lado de la carretera de los

Torozos, hasta donde se encamina un paseo arbolado.

EL VALLE DE LOS HOMBRES LIBRES

Corcos, Trigueros, Quintanilla y Cubillas integran Valdetrigueros, un territo-

rio protegido por el Fuero de Trigueros de 1092 perteneciente a la familia

del conde Ansúrez, fundador de Valladolid. El fuero es uno de los primeros

de la provincia y lo concede la condesa Ildonza a los colonos del valle, a

quienes se designa como hombres libres que cultivan heredades ajenas,

frente al vínculo servil habitual en la época. Corcos del Valle reparte sus

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s Monasterio de Santa María de Palazuelos, en Corcos del Valle

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atractivos entre su asentamiento en una hendidura del páramo y la vega

del río, donde se sitúan la finca de Aguilarejo y el monasterio cisterciense

de Palazuelos. La iglesia de Nuestra Señora es de principios del diecisiete

y en ella sobresalen un crucifijo gótico y el retablo manierista con pinturas

de Gregorio Martínez que adornan la capilla del Cristo del Amparo. Corcos

tiene una etimología voluble, que deriva de quercus (encina) o de confor-

cos, que según Menéndez Pidal significa encrucijada. La verdad es que las

dos convienen a su emplazamiento y entorno forestal. Desde Corcos, to-

mando el camino de los Alcores, se llega a la finca de la Barranca, cuyo ca-

serío se encuentra a 3 km del pueblo. Es el punto de partida para descubrir

el Barco de la Mesa. Un barco en Torozos es la hendidura de los valles que

se forman en los bordes del páramo. El de la Mesa es uno de los enclaves

más recónditos y desconocidos de la provincia. Su trazado discurre abriga-

do en la cabecera por un bosque de encinas y quejigos que se va abriendo

conforme el valle se derrama hacia las terrazas del Pisuerga. Desde Cor-

cos, el camino agrícola discurre entre campos de cereal que verdean las lo-

mas coronadas por el verde más oscuro de los encinares. A un kilómetro

del pueblo, un chalet a la izquierda del camino y una nave verde a la dere-

cha marcan la subida al páramo. Los dos kilómetros siguientes discurren

con el monte cercano a la izquierda y con algunas encinas aisladas de buen

porte sombreando a trechos el camino. El resto es terreno descuajado. El

caserío de la Barranca se anuncia con una serie de almendros a la derecha,

junto a antiguas construcciones auxiliares vencidas por el tiempo, y unos

silos a la izquierda del camino. El nombre de la finca alude sin duda al va-

lle que rápidamente taja el arroyo en la pendiente del páramo.

187

s Iglesia románica de San Miguel, en Trigueros del Valle

La Ribera del Pisuerga

s Iglesia románica de San Miguel, en Trigueros del Valle

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El barco de la Mesa se inicia entre los silos y un roble de porte notable que

hay junto a una caseta de ladrillos. En realidad, la hendidura viene de la de-

recha, pero la senda no engaña respecto a la dirección correcta. En el pri-

mer tramo el camino discurre por un lecho verde, apretado entre la vegeta-

ción de encinas y quejigos. La pendiente forestal que cae del páramo al fon-

do del barco se ve limpia, entresacada y sin maleza. Enseguida el valle se

abre y un chopo solitario marca la primera fuente con su fluir poderoso, co-

mo en cascada. El camino pasa después junto a un cigüeñal moderno con

aspecto inestable, que capta el agua de otro manantial generoso. Al kiló-

metro de paseo por el barco un transformador señala la primera encrucija-

da de la ruta. Tomando el camino de la derecha se sube al estanque artifi-

cial de la Mesa, que se surte con el agua captada en el barco. En este pun-

to se abre un paisaje en el que conviven la cebada y el trigo, los almendros

y quejigos, la remolacha y el bosque de encinas. Otras especies, como el

torvisco, la jara, la salvia y el tomillo, contribuyen al esplendor cromático

en los días de primavera.

A lo largo del paseo, que desciende de nuevo al fondo del valle y prosigue

aguas abajo, sobrevuelan rapaces diversas, mientras alimentan la melodía

del valle los carboneros, los pitos reales y las currucas. A partir del trans-

formador, el valle se ensancha. Un kilómetro adelante, cuando ya se atis-

ban a la derecha, sobre el borde del páramo, las construcciones de la Me-

sa, una senda a la izquierda trepa cincuenta metros entre el monte de Cor-

cos y el Montecillo para asomar sobre el pueblo. No tiene pérdida. Abajo

aparece el valle de Corcos, con la cuesta de las bodegas tras la silueta del

pueblo. El descenso siguiendo el camino del Rasillo invita a degustar los

188

s Panorámica de Trigueros del Valle

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matices del paisaje desde el bosquete de encinas o asomados a las hileras

de almendros.

Trigueros del Valle ofrece una estampa sorprendente: la fortaleza a un

lado, en medio la iglesia románica de San Miguel con unos soberbios pa-

lomares al fondo, y coronando el paisaje, sobre un alcor horadado de cue-

vas, la ermita mozárabe del Castillo. El mirador de Trigueros es una atala-

ya sobre el valle del Pisuerga similar a los alcores de Autilla y Montealegre

sobre la Tierra de Campos. El río discurre a lo lejos, al pie de los cortados

de San Martín, entre una franja de tupida vegetación ribereña. Hasta sus

márgenes, que observan el paso del Canal de Castilla y de la autovía, al-

canza el término de Trigueros, que desciende desde los solitarios páramos

de encinas. Los primeros despojos sistemáticos de la fortaleza de Trigue-

ros fueron para construir las esclusas, puentes y viaductos del Canal de Cas-

tilla. Luego siguieron para las vías del ferrocarril y para construir el pasti-

che torreado de Aguilarejo.

En Trigueros el castillo almenado se conoce como la fortaleza y la ermita

como el castillo. Se trata de una sutileza conceptual que despista a los inad-

vertidos pero responde a razones de peso. La ermita ocupa la parte más al-

ta del pueblo, donde en su día estuvo el primitivo recinto fortificado, y se

asienta sobre una corona de cuevas que hasta hace unos años fueron vi-

viendas trogloditas. Hasta este alcor horadado de cuevas y bodegas se su-

be desde la iglesia por una senda escalonada que nos deposita frente al

asombro del arco de herradura de la ermita. También se accede con vehí-

culo hasta la explanada posterior al templo, circundada por un viacrucis

189

La Ribera del Pisuerga

4 Ribera del Pisuerga 7/4/09 14:21 Página 189

Page 192: Viajando por la provincia de Valladolid

maltrecho y por unos arbolillos de reciente plantación. Existe el proyecto

de recuperar el conjunto de cuevas excavadas en la cornisa del páramo,

convirtiendo una de ellas en museo etnográfico. El arco de entrada a la er-

mita es del siglo X, de la misma época que la iglesia de San Cebrián de Ma-

zote. La planta de la ermita ha conocido reformas posteriores, con adición

de camarín y sacristía, pero la pequeña espadaña alberga un reloj inglés

del diecinueve, cuyo carillón sigue marcando las horas del pueblo.

La parte más antigua del caserío se concentra entre la ermita y la fortale-

za. Al pie se alza la torre de la iglesia de San Miguel, un templo románico

de finales del doce. Lo llamativo de este templo rural es el alarde de su na-

ve cubierta con bóveda de sillería. La explicación se encuentra en la de-

pendencia de Trigueros del Conde Ansúrez y de esta iglesia respecto a la

colegiata de Valladolid. Semejante relación dotaba al clero de la villa de

una capacidad económica inalcanzable para otros núcleos rurales. La igle-

sia conserva la portada, que se abre a un atrio empedrado, y el ábside ro-

mánicos. La portada sigue el esquema clásico de arquivoltas sobre colum-

nas acodilladas. Tiene siete arquivoltas. El ábside se articula en varios pa-

ños divididos por columnas. La decoración es sobria y aparece maltratada

por pedradas de varias generaciones. Los canecillos representan motivos

vegetales, geométricos, una nereida que se sujeta su doble cola, el árbol

de la vida y un par de figuras humanas en cuclillas. Esta sobriedad romá-

nica en la decoración se corresponde con el influjo cisterciense ejercido

por el cercano monasterio de Palazuelos. Ya en el interior, tanto la bóveda

con ligero apunte como los arcos fajones apoyados en ménsulas respon-

den a idéntica transición. Dos sepulcros góticos pertenecientes a los Ro-

bles, señores del pueblo que levantaron la fortaleza, han sido identifica-

dos por algún viajero apresurado con los mismos Reyes Católicos por la

pureza de su labra.

190

s Castillo de Trigueros del Valle

4 Ribera del Pisuerga 7/4/09 14:21 Página 190

Page 193: Viajando por la provincia de Valladolid

Además de los monumentos y de la belleza de su paisaje, Trigueros ofre-

ce al visitante un entorno de parques y jardines y un conjunto singular de

arquitectura tradicional en piedra, que incluye calles colgadas que enlazan

escaleras de piedra, corros con brocal y casas blasonadas; rincones presi-

didos por la frescura de los pozos y por el colorido de las flores que los ador-

nan; una plaza generosa y arbolada; y varias zonas de bodegas subterrá-

neas en las que maduran los caldos de sus viñedos. El castillo de Trigue-

ros es del siglo XV y está situado en uno de los extremos del caserío, pre-

sidiendo un leve altozano. Tiene dos recintos. El interior se concluyó en

1453 y albergaba el almacén central de un amplio territorio agrícola, así

como las dependencias señoriales de Valdetrigueros. Alrededor de este

núcleo fortificado se trazó una segunda barrera defensiva en 1490, rema-

tada en sus extremos por hermosos torreones cilíndricos. Sobre el recinto

interior se alza la torre del homenaje, recién restaurada, cuyas cuatro plan-

tas se comunican a través de una escalera que asciende por el interior de

los poderosos muros. Arriba, el rasgado del esquinazo recuperado de la rui-

na ofrece un estupendo mirador. La fortaleza atesora una trama de naves

subterráneas, usadas a lo largo del tiempo como bodegas o caballerizas,

que la distinguen de otros castillos. Son las históricas catacumbas del vi-

no y del trigo, perfectamente conservadas y dispuestas para su actual uso

cultural y turístico. Los primeros daños significativos a la fortaleza de Tri-

gueros se produjeron como consecuencia de la guerra de las Comunida-

des, en 1521, cuando los vasallos de

los Robles asaltaron sus dependen-

cias. El Asalto al Castillo se conme-

mora en una fiesta histórica el cuar-

to sábado del mes de julio.

Quintanilla de Trigueros se aden-

tra en el páramo por un valle de sin-

gular belleza. Su caserío conserva al-

gunos ejemplos de casas nobles,

adornadas con escudos y curiosas

ventanas conopiales. La iglesia se

arruinó hace unas décadas, quedan-

do las naves a la intemperie. Enton-

ces perdió buena parte de su tesoro

artístico. Conserva un magnífico re-

tablo plateresco recientemente res-

taurado. En la plaza de la iglesia se

encuentra también la ermita de

Nuestra Señora del Arco, con un pór-

tico sostenido por cuatro columnas.

191

La Ribera del Pisuerga

s Iglesia de Quintanillade Trigueros

4 Ribera del Pisuerga 7/4/09 14:21 Página 191

Page 194: Viajando por la provincia de Valladolid

Cubillas de Santa Marta pregona en su nombre la vocación vinícola de

la comarca. Fue mayorazgo del Señor de Trigueros y su iglesia revela el vín-

culo cisterciense con el monasterio de Palazuelos. En un valle muy abierto,

casi disimulado en la terraza que contempla la entrada del Pisuerga en Va-

lladolid, se asienta este pueblo bautizado con las menudas cubas del vino.

Aunque es el núcleo de Valdetrigueros más próximo al antiguo Camino

Real y a la autovía de Castilla, su silueta apaisada se esconde entre los ma-

juelos de Sallana y los Raposos. Ningún edificio saca la cabeza en su case-

río. Incluso la torre de su iglesia, recrecida artificialmente durante la últi-

ma reforma, no deja de ser chaparra. Luego, su término abarca desde los

páramos de Torozos hasta los meandros del Pisuerga, que le regalan las ri-

beras de los Santos y Vegalatorre, al otro lado del triple filtro que forman

la autovía, el Canal de Castilla y el ferrocarril. Hacia el páramo, se extien-

den las obradas de cereal, reservando el cascajo de las terrazas fluviales

para los majuelos del vino.

La entrada a Cubillas discurre entre viñedos y pinares. A la derecha, mar-

cando la divisoria provincial con Dueñas, se alza sobre los Tocones una de

las torres mochas del telégrafo de fuegos. Estos torreones, que escoltan al

río en el camino de Burgos, dan pie a numerosas conjeturas, sin reparar en

que fueron otro dispendio anacrónico más, porque el sistema de comuni-

caciones para el que se levantaron nunca llegó a utilizarse. Cuando se re-

mató la faena, la telegrafía con hilos dejó las torres para decorar el paisa-

je y entretener conversaciones a los viajeros.

Si se accede por Sallana, an-

tes de iniciar el descenso ha-

cia una de las fuentes, se ve a

la izquierda el campanil de

Castilviejo, el pintor que cam-

bió el ajetreo madrileño por

estas soledades. Castilviejo

prodigó el legado de este con-

fín vallisoletano en imágenes

inolvidables de rincones habi-

tados por la cotidianidad: eras

de Cubillas, pastores de Tri-

gueros, palomares de Quinta-

nilla, mulas de Valoria, pára-

mos en primavera.

Desde el mirador de Castilvie-

jo se baja por la umbría vege-

tal de la fuente hacia el

192

s Iglesia de Cubillas de Santa Marta

4 Ribera del Pisuerga 7/4/09 14:21 Página 192

Page 195: Viajando por la provincia de Valladolid

remanso de una plaza amplia y sobrada, que acoge a la iglesia en uno de

sus extremos. Detrás de la fuente se prodigan las bodegas, que tienen otro

barrio en la cima del pueblo y uno más en un cortado de los Raposos. Más

alejadas del casco se encuentran las cuevas vivienda, habitáculos excava-

dos en la tierra que estuvieron poblados hasta mediados del siglo veinte.

La imagen de la iglesia que se ve desde la plazuela de Valdefuña es la más

hermosa. Asoma el porche que protege su arco de acceso y se aprecia la

silueta de sus volúmenes apaisados, desde la linterna del crucero a la to-

rre. A lo largo de los siglos, el libro de fábrica recoge los esfuerzos parro-

quiales por conseguir una torre más crecida y de mayor esbeltez. El resul-

tado de la intervención más reciente no puede decirse que fuera afortuna-

do en este punto. Se ganó metro y medio en el cuerpo de campanas, pero

193

La Ribera del Pisuerga

s Canal de Castilla, a su paso por Cubillas de Santa Marta

4 Ribera del Pisuerga 7/4/09 14:21 Página 193

Page 196: Viajando por la provincia de Valladolid

a costa del empleo de piedra bastarda, cuya tonalidad sigue dando el can-

te a pesar de la pátina del tiempo. En cambio, la reforma desalojó del atrio

la vivienda parroquial adosada a la fachada. Su interior se adorna con va-

liosos retablos del dieciocho, los laterales procedentes de la almoneda del

monasterio jerónimo de Nuestra Señora de Prado. Destaca el calvario

situado en el ático del retablo mayor. Recientemente se incorporó un órga-

no de tecnología digital, como el que más tarde se instaló en la catedral de

Valladolid.

La plaza de Cubillas acoge un par de casas blasonadas, aunque la más cer-

cana al templo oculta el mampuesto con un trampantojo de ladrillo visto.

Otros blasones se retranquean en un entrante de la calle que asciende al

barrio de las bodegas. Hacia Dueñas sale el camino que lleva al paraje ar-

bolado de las Fuentes, un lugar hermoso y tranquilo. En el pago de Vegala-

torre, entre el río y el canal, el barrio de la estación conjuga las viviendas

de los hortelanos con las casas de segunda residencia.

EL VALLE DE ORO

Valoria exhibe un nombre eufónico, que significa Valle de Oro, y se ha ador-

nado sucesivamente con concluyentes apelativos como la Rica o la Buena.

Aunque parece que el oro de este enclave apunta al tono dorado de las tie-

rras que lo circundan. El valle de Valoria es amplio y se extiende desde la

frontera del Pisuerga, que por aquí viaja con una tupida escolta vegetal,

hasta las lomas del Cerrato, comarca a la que perteneció durante algún

194

s Museo del Cántaro, en Valoria la Buenas Museo del Cántaro, en Valoria la Buena

4 Ribera del Pisuerga 7/4/09 14:21 Página 194

Page 197: Viajando por la provincia de Valladolid

tiempo. Incluso llevó ese apellido durante siglos. Luego, en su época de ma-

yor prosperidad, que fue el siglo dieciocho, alardeó de Rica. A este tiempo

pertenecen sus edificios singulares, desde la iglesia parroquial o la ermita

del Cristo a sus palacios. Y muchos más edificios anónimos desperdigados

por su casco urbano, que antes de su actual deterioro fueron graneros o

almacenes de diversas industrias artesanas. Valoria es un lugar para pala-

dear lentamente, con pasos bien medidos y ojos atentos. Pero tiene un fa-

ro que impone su imán sobre el paisaje urbano: la iglesia neoclásica de San

Pedro. Un edificio majestuoso que reclama su condición de pionero de la

renovación clásica en Castilla y León, siendo como es un templo rural.

A fines del dieciocho, la demografía estancada de nuestros pueblos pare-

cía incompatible con una actuación de este voltaje artístico. Hubo interven-

ciones parciales, como la que se observa en San Miguel de Villalón, pero

este caso plantea varios interrogantes. Porque la iglesia parroquial de Va-

loria la Buena es uno de los edificios más interesantes del neoclasicismo

vallisoletano, equiparable a los templos del convento de Santa Ana o de

los agustinos filipinos de la capital. La iglesia, dedicada a San Pedro, vino

a sustituir a otra gótica del siglo XVI, de la que quedan vestigios en la zona

de la torre y en sus aledaños exteriores. La expresión renovadora de su con-

cepción arquitectónica, llevada a cabo con resolución y una notable rapi-

dez, apunta a una etapa de cierta prosperidad. A la misma época corres-

ponden dos notables palacios civiles de Valoria. Uno en la calle Sacramen-

to y el otro el perteneciente a los vizcondes de la villa, ambos blasonados

y construidos en buena piedra de sillería.

195

La Ribera del Pisuerga

s Palacio de Los Mendoza, en Valoria la Buena

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Page 198: Viajando por la provincia de Valladolid

La iglesia de San Pedro de Valoria la Buena muestra una planta central re-

suelta en un polígono perfecto de seis lados, roto en la cabecera y a los pies

por dos tramos rectos, más acusado el de la entrada. A diferencia de otros

edificios similares, la estructura exterior no encapsula la planta hexagonal,

que aquí se muestra con rotundidad y riqueza de volúmenes. El material

empleado para su construcción es piedra muy bien trabajada en hiladas de

extraordinaria regularidad enmarcadas por un leve rehundido que evoca los

almohadillados propios de la arquitectura civil. En este caso sí que convie-

ne recomendar la visita al interior. Ahí se observa la conjunción del eje que

une el retablo mayor y el coro con la centralidad del recinto. Este espacio

circular aparece cubierto con una grandiosa cúpula decorada con yeserías

y pinturas murales, que se proyecta al exterior mediante un altivo cimbo-

rrio. Los tramos rectos de pies y cabecera se cubren con bóvedas de cañón.

La puerta de entrada es adintelada y remata en un frontón recto. Se abre

en el lado de la epístola, en la prolongación que supone el tramo recto de

los pies. El coro se sitúa en alto, también a los pies de la iglesia. La torre

conserva dos cuerpos de la antigua iglesia rematados por uno nuevo, que

es el del reloj, de hechura igual al resto del edificio y concluido en 1789. La

iglesia cuenta con varios retablos valiosos, un órgano hueco en el coro y

llamativa cajonería de nogal en la sacristía, todo ello de estilo neoclásico.

La iglesia de San Pedro demanda un recorrido perimétrico por su exterior,

más desvencijado por el lado que arranca de la torre. El resto es pura geo-

metría. En la cabecera se ve el hueco del transparente. Ante su portada,

una humilde fuente de 1930, igual a otra cercana al ayuntamiento.

196

s Panorámica de Valoria

4 Ribera del Pisuerga 7/4/09 14:21 Página 196

Page 199: Viajando por la provincia de Valladolid

De la plaza parte la calle Sacramento, que nos acerca a la zona institucio-

nal y palaciega. Primero, asombra el alarde heráldico del palacio de los

Mendoza. Pero en el entorno asoman casonas vencidas, agrietadas, envi-

lecidas por el abandono y los ultrajes del tiempo. El ayuntamiento dignifi-

ca la plaza de la Constitución, donde hay otra fuente de 1930 y asoman las

traseras del palacio del Vizconde, aunque a juzgar por la belleza de su pe-

drería heráldica en sus buenos tiempos ésta debió de ser la fachada. De-

trás del ayuntamiento se abre la plaza del Hortal, por donde pasa la carre-

tera que antes circundaba y ahora cruza Valoria. Tomando en la inmediata

curva la calle Arenales, se llega a la Cruz de San Martín, reubicada en es-

ta plazuela del barrio de Triana. Desde aquí la calle del Sol conduce hasta

la plaza del Cristo. La ermita es un edificio barroco del dieciocho con bue-

na cantería, mientras la plaza aparece despejada, con el único adorno de

una escultura contemporánea. Visitando los bares y restaurantes de Valo-

ria uno se lleva la sorpresa de su excelente gusto artístico. Una sencilla ex-

plicación lo aclara todo. En realidad, son obras en depósito del notable pin-

tor de Valoria Gabino Gaona, para el que se proyecta un museo póstumo.

En la salida hacia Trigueros, en la zona nueva, comparten espacio el Mu-

seo del Cántaro y un aula arqueológica. Entre el núcleo de Valoria y el Pi-

suerga el viajero se sorprende con la silueta almenada del Pago de Casca-

jares, conocido como el Castillo. En realidad es un edificio compuesto con

sillares artísticos trasladados de algún lugar de la montaña palentina que

acoge un centro de turismo rural.

EL VALLE BENIGNO

Entre Valoria y Cabezón se abre a la izquierda del río el valle Benigno, que

dio apellido a la localidad de San Martín de Valvení. El pueblo guarda un

indudable porte señorial, si acaso perjudicado por la inclemencia de los ex-

polios y el abandono. En su castillo consta que descansó el emperador Car-

los V durante un viaje a Cevico de la Torre. Pero apenas quedan unos míni-

197

La Ribera del Pisuerga

s Cortados del Pisuerga, en San Martín de Valvení

4 Ribera del Pisuerga 7/4/09 14:21 Página 197

Page 200: Viajando por la provincia de Valladolid

mos vestigios de la fortaleza. Hace menos de sesenta años, su dueño, el

marqués de Camarasa, mandó desmontar y acarrear sus sillares para cons-

truir una pesquera y otras dependencias en la Granja de Quiñones, abajo

junto al Pisuerga. Luego los propios vecinos enterraron otro buen resto de

los muros supervivientes como firme de sus calles. A este lado del Pisuer-

ga y antes de llegar al precipicio de los cortados se suceden las granjas. La

granja Muedra perteneció a los monjes de Retuerta.

San Martín conserva bastantes casas de hermosa sillería, algunas de ellas

adornadas con vistosos escudos y las más con preocupantes signos de

ruina. La iglesia es gótica y cobija una valiosa colección de retablos y una

caja de órgano vacía. Algunas ventanas conservan todavía restos de trace-

rías góticas. En la misma plaza se ve la casa rectoral, que se distingue por

el reloj de sol de su fachada. Saliendo hacia San Andrés, donde hubo un

monasterio benedictino ya en el siglo once, llama la atención una casona

que exhibe dos escudos con celada.

A tres kilómetros y medio de San Martín, valle adelante, se encuentra San

Andrés, que actualmente es una granja agrícola. A la derecha destacan las

ruinas de lo que fue priorato y luego parroquia y ermita. Como en todo el

valle asombra la destreza en la cantería de los sillares. Entre la amalgama

de techumbres vencidas del caserío llama la atención el muro de sillería de

una casona de 1696, con un escudo abacial y otro de Castilla y León, per-

teneciente a los cistercienses de Palazuelos. El muro está abierto al vacío

y sigue en pie porque lo sujeta una estructura de hierro.

198

s Casona en San Martín de Valvení

4 Ribera del Pisuerga 7/4/09 14:22 Página 198

Page 201: Viajando por la provincia de Valladolid

A mediados del siglo XIII la comunidad benedictina de San Andrés se tras-

ladó a Palazuelos, quedando este lugar como priorato. La ermita destecha-

da preside unas eras amplias y hermosas, con restos de empedrado, que

son el punto de partida para sugestivas rutas senderistas, bien tomando el

rumbo del viejo camino tradicional entre San Andrés y Olmos de Esgueva,

al otro lado del páramo del Doctor, bien prosiguiendo valle benigno arriba

hasta alcanzar la vía pecuaria que conducía los rebaños de merinas desde

el descansadero del Carmen Extramuros, en Valladolid, a los pastos de la

Sierra de la Demanda. Cruza estos parajes una trama de cordeles y vere-

das de las cañadas reales burgalesa y leonesa oriental que hacen especial-

mente grato el merodeo por el páramo. Desde arriba se avista el recorrido

completo del Valle Benigno, que suma otros cuatro kilómetros entre San

Andrés y la fuente del arroyo.

EL SOTO

DE AGUILAREJO

La orilla monástica del

Pisuerga agrupa en Cor-

cos de Aguilarejo la

granja de Palazuelos el

Viejo, con su llamativo

neocastillo, la iglesia del

monasterio cisterciense

de Santa María de Pala-

zuelos y, en sus alrede-

dores peatonales, las sir-

gas del Canal de Castilla

con el conjunto de la es-

clusa 40 y los vestigios

de un jardín romántico.

Ningún otro pastiche

provincial resulta tan re-

lamido y peripuesto co-

mo este palacio santan-

derino de Aguilarejo fa-

bricado con piedras del

castillo de Trigueros del

Valle. El ensueño de

construirse casas fuer-

tes y palacios de cuento

en las granjas desamor-

199

La Ribera del Pisuerga

s Neocastillo de Corcos de Aguilarejos Neocastillo de Corcos de Aguilarejo

4 Ribera del Pisuerga 7/4/09 14:22 Página 199

Page 202: Viajando por la provincia de Valladolid

tizadas alcanza aquí su cenit. Esta vega conocida como soto de Aguilarejo

aprovecha la franja fertilizada por los meandros del río y queda entallada

entre la frontera del Canal y la autovía y los Cortados del páramo.

La granja de Aguilarejo se distingue por la silueta inconfundible de su ca-

sa fuerte, que trasplanta a la Meseta el modelo torreado de palacio mon-

tañés. Es una construcción de los años veinte que tiene adosada una capi-

lla neorrománica y haciendo corro, en torno al pedestal del Corazón de Je-

sús, las casas de los aparceros. En la plazuela de la granja un monolito de

tiempos de la guerra civil recuerda que aquel era el aeródromo usado por

el general Mola en sus visitas bélicas a Valladolid, cuando todavía no exis-

tían las pistas de Villanubla. El paseo hasta los Cortados, que se desnudan

al otro lado del río, discurre por un camino tranquilo y fácilmente transita-

ble. Partiendo de la granja, la senda se interna en un tramo arbolado con

evidentes muestras de haber sido jardín de recreo en los buenos tiempos

de la finca. A la entrada, ya vencida por el abandono, permanece una lápi-

da de mármol con los versos inolvidables del ‘Cántico espiritual’ de San

Juan de la Cruz:

Mil gracias derramando

pasó por estos sotos con presura,

y, yéndolos mirando,

con sola su figura

vestidos los dejó de hermosura.

A pesar del agobio de las modernas comunicaciones, el emplazamiento del

monasterio de Santa María de Palazuelos acredita el buen gusto de sus fun-

dadores. Actualmente sólo conserva la iglesia, aunque queda huella de las

dependencias y pabellones desaparecidos, que casi alcanzaban la orilla del

río. En 1213 el rey Alfonso VIII donó la villa de Palazuelos a Alfonso Téllez de

Meneses, señor de Villalba, quien ese mismo año la entrega a los monjes de

San Andrés de Valvení. Enseguida comenzó la construcción del nuevo ceno-

bio, que se prolongaría desde 1216 hasta 1230. La iglesia tiene tres naves de

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s Puente de Cabezón de Pisuerga

4 Ribera del Pisuerga 7/4/09 14:22 Página 200

Page 203: Viajando por la provincia de Valladolid

cinco tramos cada una y cabecera con tres ábsides. Los tres tramos de los

pies son obra del siglo dieciséis, hecha en 1585 por Juan de Nates en estilo

herreriano. Al sur tiene la sacristía, con entrada por el crucero, y una capilla.

En el brazo norte se abre la capilla funeraria de la familia Téllez de Meneses.

A este recinto pertenecen los sepulcros góticos depositados en el Museo

Diocesano de Valladolid. La capilla poligonal adosada en el dieciséis al pres-

biterio conserva pinturas murales en grisalla con escenas de la Pasión de

Cristo, obra del italiano Antonio Stella. Aunque las pérdidas del último siglo

y medio han reducido el conjunto monástico al templo, Palazuelos fue un im-

portante centro de poder medieval. En sus dependencias se reunieron Cortes

y fue cabeza de la Congregación cisterciense de Castilla.

EL VADO DE LOS VACCEOS

El puente de Cabezón de Pisuerga fue tránsito obligado para reyes y via-

jeros de todas las épocas, desde el medievo hasta mediados del diecinue-

ve. Pero la historia de esta villa ribereña, que dio el relevo de notoriedad a

Valladolid, ni empieza ni acaba en esas fechas. A los pies del cerro de Alta-

mira, que domina el caserío de Cabezón, el caudal del Pisuerga se extiende

hasta necesitar un puente de nueve arcos para salvar la corriente. Está ubi-

cado en el mismo lugar donde hubo desde siempre un vado natural vigilado

para cruzar el gran río. A la altura del siglo décimo el Pisuerga marcaba la

frontera entre el reino leonés y el incipiente condado castellano. Por eso el

poblamiento altomedieval de esta campiña se articuló en torno a dos pasos

del río, Cabezón y Simancas. Otro castillo, el primitivo de Trigueros asenta-

do en el cerro de la ermita mozárabe, completaba el dominio de la campiña.

Un siglo más tarde el conde Ansúrez, preceptor del rey Alfonso VI, fundó

Valladolid como cabecera del valle, aprovechando que la frontera de la Re-

conquista ya se había desplazado del Duero al Tajo. La creciente relevan-

cia de la nueva villa iría en perjuicio de Cabezón, que a pesar de todo nun-

ca perdió su privilegio estratégico. Pasado el tiempo de las contiendas, en

201

La Ribera del Pisuerga

4 Ribera del Pisuerga 7/4/09 14:22 Página 201

Page 204: Viajando por la provincia de Valladolid

cuyas refriegas tanta importancia tuvo la fortaleza asentada sobre el cerro

de Altamira, el icono de Cabezón es su puente monumental, que ahora en-

laza los dos barrios de la villa. El viaducto del Pisuerga combina en sus nue-

ve ojos los arcos ojivales apuntados y los de medio punto. Los ojivales, que

son cuatro, derraman sobre pilares redondos, mientras el resto lo hace en

apoyos poligonales. El muro de sillería que soporta el acceso al puente des-

de el pueblo se refuerza y adorna con contrafuertes redondos muy vistosos.

Desde el puente se aprecia muy bien el perfil del cerro de Altamira, donde

estuvo la fortaleza y posiblemente el templo mozárabe dedicado a Santa

Olalla. Más tarde dio asiento a la iglesia románica del Manzano. El cabezo

que deja ver la hondonada del foso excavado en el páramo dio origen al

nombre de la villa. Aquel castillo dominador del paso del río albergó a re-

yes como Fernando I y alentó la codicia de sucesivos monarcas. El Roman-

cero del Cid se refiere al rey leonés promotor de los mas hermosos Beatos

en un verso con resonancia de epitafio: “Cuando en Cabezón moría”.

Así que también fue mausoleo. Un paso tan disputado dio lugar a frecuen-

tes litigios y alguna cruenta batalla, como la librada con las tropas

napoleónicas. Pero no conviene adelantar tanto el reloj de la historia. A pe-

sar del tirón creciente de Valladolid, el desfile regio por Cabezón no se inte-

rrumpe. En el último tercio del siglo doce Alfonso VIII el de las Navas se

202

s Homenaje al grupo de danzas Castiella, en Cabezón de Pisuergas Homenaje al grupo de danzas Castiella, en Cabezón de Pisuerga

4 Ribera del Pisuerga 7/4/09 14:22 Página 202

Page 205: Viajando por la provincia de Valladolid

casó con la princesa Leonor, hija del rey de Inglaterra. La corona inglesa apor-

tó como dote al enlace el ducado de Gascuña y el rey entregó en arras la vi-

lla de Cabezón. Un siglo más tarde Sancho el Bravo obsequió el pontazgo y

demás derechos de paso y explotación del río a su médico. Desaparecido el

donante, el galeno hizo dinero la concesión, vendiéndosela a doña María de

Molina, quien más tarde se la legó al convento de las Huelgas de Valladolid.

En la villa platicó Carlos I con su nieto de igual nombre, el malogrado. Y no

sería el último. El paso del río estuvo siempre muy vinculado al castillo, que

garantizaba su control. Con la desdicha de la fortaleza, que salió muy mal-

trecha de la francesada, perdió la villa su principal albergue. Entonces em-

pezaron a poblarse las laderas, que ahora se trata de recuperar para un par-

que temático vacceo, de cuevas habitadas. Aquellas viviendas trogloditas

fueron voladas con dinamita hace medio siglo, trasladándose sus vecinos

al barrio nuevo del otro lado del río. Quedan otras cuevas muy curiosas en

el Pico del Águila. Son las yeseras, que bien merecen una visita.

La calle principal de Cabezón se

llama Real del Sur y del Norte

según se vaya de la plaza hacia

Santovenia o en dirección al

puente. Cerca del puente estuvo

la iglesia del Manzano, donde

oró el rey Fernando III antes de

casarse en Valladolid, pero el

único rastro noble en aquellas

inmediaciones es un edificio si-

llar que asoma su pórtico al Pi-

suerga. Desde la plaza la calle

del Río emboca hacia la travesía

de la Constitución, donde está la

moderna Casa de Cultura, que

conduce hasta la plaza de la

Concordia, presidida por el

ayuntamiento. Esta plaza, junto

a la aledaña de Santa María,

que tiene a la monumental igle-

sia de la Asunción en su centro,

sí es la auténtica plaza Mayor.

En la esquina de la calle del Río

con Carretas se encuentra la

única casa blasonada del pue-

blo, que albergó la noche del 17

de octubre de 1706 a la

203

La Ribera del Pisuerga

s Iglesia de la Asunción,en Cabezón de Pisuerga

4 Ribera del Pisuerga 7/4/09 14:22 Página 203

Page 206: Viajando por la provincia de Valladolid

204

EL CANAL DE CASTILLA

Las dos capitales más próximas entre sí de la geografía española, que sonValladolid y Palencia, cuentan con un enlace natural que permite supaseo a pie o en bicicleta. Es el Ramal Sur del Canal de Castilla, que alcan-zó la dársena de la Maruquesa en 1835. Cuatro años antes se habían rea-nudado las obras a la altura de Soto Albúrez, entre Villamuriel y Dueñas.Así que fue un trazado hecho con diligencia y pocos alardes, según pro-yecto del ingeniero Epifanio Esteban y con mano de obra en su mayorparte presidiaria. En el paso de Dueñas fue preciso construir un murallónpara sujetar las aguas del canal después de haber desviado el curso delPisuerga. Así que la ingeniería de este tramo se limitó a la funcionalidad,prescindiendo de la hermosura leonardesca de las anteriores esclusasovaladas. En el salto de Soto Albúrez se encuentra la última de este tipo,que da paso a las otras dos rectangulares que completan el conjunto. Sinembargo, este ramal, construido por la iniciativa privada en la terceradécada del siglo diecinueve, ofrece la singularidad de ser el único quecuenta con postes leguarios en sus caminos de sirga. De los siete delramal, cuatro están situados en territorio de Valladolid: uno en Trigueros,otro en Cabezón y los dos últimos en término de la capital. Son mojonescalizos que llevan grabada en su fuste la distancia hasta los tres extremosdel canal. De los 207 kilómetros que completan los tres ramales del Canal deCastilla, 54 corresponden al del Sur, discurriendo los últimos 18 por terri-torio de Valladolid. En este tramo, que entra en la provincia por Cubillasde Santa Marta, se ensartan las siguientes obras de ingeniería: cuatroacueductos, varios puentes de época, otros modernos y tres pasarelas,cuatro esclusas y la dársena, que es su puerto interior. Además, en tornoa las esclusas y a la dársena, se agrupa una arquitectura industrial no

4 Ribera del Pisuerga 7/4/09 14:22 Página 204

Page 207: Viajando por la provincia de Valladolid

205

siempre bien parada, de la que forman parte fábricas de harina, molinosde electricidad, almacenes y casas de empleados. En algunas zonas de este tramo el canal discurre agobiado por la proxi-midad de la vía férrea y, sobre todo, de la moderna autovía, que engullótrechos de su sirga derecha en término de Cubillas y en El Berrocal. A lolargo del recorrido se observan algunas plantaciones recientes llevadasa cabo por la Confederación Hidrográfica del Duero. En general, conpoco éxito y ningún cuidado posterior. La esclusa 40, en Corcos del Valle,tuvo una monumental fábrica de harina aventada por el fuego. Quedanlos alamares de unos silos metálicos y una modesta vivienda de escluse-ro. Las construcciones de la esclusa 41, en el paso a Zamadueñas, hansido rehabilitadas con gusto. La esclusa 42, junto al poblado de Tafisa,alberga el Centro de Gestión de Recursos Hidráulicos y tiene su entornoajardinado. En la dársena de Valladolid se conserva una grúa de cargajunto al conjunto de almacenes. El derrame del canal hacia el Pisuergarecorre una zona ajardinada. El Canal de Castilla fue declarado Bien deInterés Cultural, con categoría de Conjunto Histórico, en 1991.

La Ribera del Pisuerga

4 Ribera del Pisuerga 7/4/09 14:22 Página 205

Page 208: Viajando por la provincia de Valladolid

reina María Luisa de Saboya. Por eso se conoce como Casa de la Reina. El

edificio no vale mucho y tampoco ayuda a su prestancia la carpintería de

aluminio que enmarca sus huecos. De hecho, la desmesura de uno de los

blasones, realzado por pilastras almohadilladas, parece abrumar al dintel

que lo soporta. Una inscripción recuerda la estancia regia. Cerca de la es-

quina hay otro escudo más menudo y peor conservado, perteneciente a los

Estébanez. La iglesia de la Asunción es un edificio de principios del dieci-

séis con más atractivo interior de lo que anuncia su severa apariencia. Con-

serva excepcionales retablos y tallas que permiten hacer un completo re-

corrido por los estilos y épocas de la imaginería castellana. En término de

Cabezón, a la derecha del río y con acceso desde la estación de ferrocarril,

se encuentra la granja de Santa Cruz, de cuyo yacimiento arqueológico pro-

cede el mosaico romano de los guerreros, que puede verse en el Museo de

Valladolid.

Santovenia de Pisuerga ocupa la media luna de uno de los meandros del

río, que se entretiene en su entrada a Valladolid. La iglesia de San Juan

Bautista tiene dos partes muy diferenciadas: una nave baja y porticada, que

parece un vestíbulo, y la capilla mayor, de cantería bien labrada, con un de-

sarrollo vertical que la dobla. La torre se remata en ladrillo. Semejante de-

sequilibrio se explica por la estricta aplicación del testamento del deán An-

tonio Mudarra, que administró su sobrino. Eso sí, no ahorró en la labra del

escudo familiar, que repite sus bandas aspeadas dentro y fuera del templo.

El deán tenía el capricho de enterrarse en la iglesia de La Magdalena de

Valladolid pero, como no pudo ser, su sobrino lo llevó a Santovenia, agotan-

do la manda en elevar su capilla mayor, porque la antigua era tan reducida

que no permitía oropeles.

Alejado del Pisuerga por el cerro de las

Contiendas, Zaratán ofrece el mirador

de su iglesia para dominar la ciudad. Es

un templo del dieciséis con buena pintu-

ra e imaginería en sus retablos al que se

añadió un pórtico decimonónico que

aprovecha la pendiente del páramo para

hacer realidad el presagio de transparen-

cia del poeta Jorge Guillén, cuando dibu-

jó un cíngulo de cerros tan puros que

eran sólo horizonte. La torre se remató y

remendó con ladrillo. Una actuación mo-

délica ha convertido en hotel de lujo la

granja de los jerónimos del monasterio

de Prado en La Flecha. El nombre del lu-

gar repite la figura poética de tantos

206

s Iglesia de Zaratán

4 Ribera del Pisuerga 7/4/09 14:22 Página 206

Page 209: Viajando por la provincia de Valladolid

otros parajes monásticos, donde una curva fluvial permite imaginar la ten-

sión del arquero. Este convento, que hospedaba el recreo de los monjes, te-

nía molino de papel para la impresión de Biblias, una aceña con tres rue-

das y un generoso canal de pesca. La proximidad de Arroyo de la Enco-

mienda a Valladolid ha propiciado su crecimiento espectacular. Hace siglo

y medio, el Diccionario de Madoz resumía su entidad en “unas catorce ca-

sas de construcción tan mala que más pueden llamarse chozas”. Su humil-

de nombre fluvial ha recuperado el apellido de la antigua pertenencia a la

Orden de San Juan. En la segunda mitad del siglo diecinueve pasó a pro-

piedad del senador indiano José Manuel Goyeneche, conde de Guaqui y

marqués de Villafuerte, quien patrocinó la reforma y restauración del tem-

plo románico de San Juan Evangelista, que es su joya. A esa actuación co-

rresponden el muro norte y la sacristía que tiene adosada, el traslado de la

espadaña a los pies y la bóveda de cañón que cubre la nave, además de al-

gunos capiteles de nueva factura y el caracol de acceso al coro. La iglesia,

de mediados del siglo doce, tiene una sola nave y su tamaño es pequeño,

como de capilla. El mayor interés se concentra en el ábside de tres paños

y en la portada. Las ventanas se decoran con capiteles ilustrados por un

águila, una sirena voladora y otra agarrando sus dos colas, un león engu-

llendo una cabeza humana y motivos vegetales con bolas. La portada es de

seis arquivoltas y entre la vegetación de los capiteles se insinúan algunas

figuras. El repertorio escultórico se completa con los canecillos que sostie-

nen la cornisa, donde figuras monstruosas arropan a un tipo en cuclillas,

una liebre abatida, búhos y un sapo plantando cara a la serpiente. En el in-

terior del ábside sobresale la representación de la lujuria, con dos serpien-

tes abrazando el cuerpo de una mujer desnuda. El románico de este tem-

plo se ha asociado a la corriente difusora del Camino de Santiago.

207

s Iglesia de Arroyo de la Encomienda

La Ribera del Pisuerga

s Iglesia de Arroyo de la Encomienda

4 Ribera del Pisuerga 7/4/09 14:22 Página 207

Page 210: Viajando por la provincia de Valladolid

208

LOS CORTADOS DEL PISUERGA

Aunque el Pisuerga vallisoletano es un río sosegado y de cauce am-

plio, cuando sus aguas caudalosas lamen la ladera del páramo ponen

al descubierto la turbación de sus entrañas rojizas. Esta ruta sale de Ca-

bezón remontando el camino de las bodegas hacia el cerro de Altamira

(el teso defensivo cuya forma de cabezo da nombre al pueblo). Luego

bordea el páramo que se asoma sobre la vega del Pisuerga y retorna por

un camino agrícola hasta el puente de Cabezón. Es un paseo sin dificul-

tad, excepto el primer tramo entre la zona de bodegas y Altamira, que

salva un desnivel de 80 metros. La senda discurre en su ida asomada al

valle del Pisuerga y a la vuelta entre campos de cultivo. Para recorrer es-

ta ruta, que suma 8 km., hay que calcular alrededor de tres horas, pre-

supuestando en el cómputo los recreos paisajísticos que ofrecen los mi-

radores del páramo.

Los meandros del Pisuerga han conquistado una porción considera-

ble de vega para el río, que por ese procedimiento se hace sitio entre las

apreturas del Canal de Castilla, de la autovía y del ferrocarril. Quienes

Cabezón de Pisuerga

Río Pisuerga

Cortados del Pisuerga

Estación de estudiode calidad de las aguas

Valdeholgado

La Vecilla

El Convento

El Collado

La Peña

4 Ribera del Pisuerga 7/4/09 14:22 Página 208

Page 211: Viajando por la provincia de Valladolid

209

La Ribera del Pisuerga

UUnnaa rruuttaa ppaarraa ppaasseeaarr

apreciaron y supieron aprovechar la riqueza de esa franja de terreno flu-

vial fueron las órdenes monásticas, especialistas también en sacar par-

tido de la corriente a través de la instalación de aceñas, pesqueras y mo-

linos. En unos pocos kilómetros se agrupan los monasterios de San Isi-

dro de Dueñas y de Palazuelos, además de la granja Muedra, dependien-

te en el pasado de la abadía duriense de Retuerta.

Antes de emprender la senda, cuyo recorrido no necesita mayores

avíos explicativos, conviene que el viajero se familiarice con los elemen-

tos singulares del entorno que va a contemplar en su paseo peraltado

sobre el río. Ya en el camino, la senda discurre por la ladera del cerro de

Altamira y por el páramo de Valdecastro antes de coronar el oteadero

de la Peña (853 m). A la vista de los cortados se desciende por una pis-

ta hasta el valle del Pisuerga, que en este punto transita profundo y es-

coltado de abundante vegetación. Ya en la vega, el camino de regreso

discurre primero paralelo al río y luego de nuevo por la ladera, pero a un

nivel inferior. Los Cortados ponen al descubierto las entrañas del pára-

mo, que combinan diferentes materiales y ofrecen curiosas formas es-

carpadas. Ya en Cabezón el viajero debe contemplar con sosiego el ar-

pa de piedra de su puente monumental. Para los curiosos tiene interés

visitar alguna de las yeseras del Pico del Águila. Son galerías subterrá-

neas excavadas entre enormes pilares que ofrecen el aspecto de un

templo rupestre.

4 Ribera del Pisuerga 7/4/09 14:22 Página 209

Page 212: Viajando por la provincia de Valladolid

4 Ribera del Pisuerga 7/4/09 14:22 Página 210

Page 213: Viajando por la provincia de Valladolid

5La Vega de los Reyes

5 La Vega de los Reyes 7/4/09 14:24 Página 211

Page 214: Viajando por la provincia de Valladolid

RÍO ZAPARDIEL

RÍO TRA

BAN

COS

RÍO

DUDUE

RO

RÍO H

ORNIJA

RÍO

DUDUE

RO

DUER

Tordesillas

La Seca

Villanuevade Duero

Valdestill

Medinadel Campo

Rueda

Serrada

Ventosa dela Cuesta

Rodilana

Pozaldez

Pozal deGallinas

Nava del Rey Ca

Torrecilladel Valle

Foncastín

San Migueldel Pino

Villamarciel

Velilla

Villaviejadel Cerro

Puente Duero

Sieteiglesiasde Trabancos

Castronuño

Alaejos

Pollos

San Románde Hornija

Villafrancadel Duero

Torrecillade la Abadesa

Pedrosadel Rey

Villalar delos Comuneros

Casasolade Arión

Villalbarba

MarzalesVega deValdetronco

Gallegosde Hornija

San Salvador

VillasexmirTorrelobatón

Ciguñuela

Castrodeza

Wamba Villanubla

Zaratá

Bercero

Berceruelo

Adalia

Mota delMarqués

Torrecillade la Orden

Barruelodel Valle San Pelayo

Matilla delos Caños

Velliza

Villán deTordesillas

Robladillo

Peñaflorde Hornija

San Cebriánde Mazote

p

Urueña

Benarfaces

Tiedra

Castromembibre

Villavellid

Muciente

Fuensa

Simancas

Geria

Arroyo dela Encomienda

Cubillas

Pedroso dela abadesa

Dueñasde Medina

Carrioncillo

N-601

A-6

N-620

N-122

C-610

N-620

A-6

5 La Vega de los Reyes 7/4/09 14:24 Página 212

Page 215: Viajando por la provincia de Valladolid

La Vega de los Reyes

Tordesillas es un enclave decisivo en la historia de España. Azorín lo vio

claro: “De Tordesillas, como punto de arranque, parten tres caminos ima-

ginarios: uno que va al centro de Europa, el segundo es el de África, el ter-

cero es el de América”. Hoy Tordesillas sigue siendo un lugar estratégico

en la malla de comunicaciones que enlaza el Norte con el Sur y el Este con

el Oeste. Además, su nombre tiene resonancias cautivadoras para los so-

ñadores de la historia que pudo ser y se truncó. Sobre todo, por la enigmá-

tica reclusión de la reina Juana. El escritor catalán Gaziel dibujó esta es-

tampa: “La vista del Duero, ceñido por sus verdes riberas, es inimaginable

el consuelo que infunde, a los ojos y al espíritu, después de atravesar tan-

ta tierra enjuta. La mayoría de los escasos ríos de España, sobre todo los

atlánticos, tienen gran valor histórico, porque casi puede decirse que no hay

hecho decisivo en la formación y el desenvolvimiento de España, que no se

haya producido en las tierras interiores y a lo largo de estas corrientes flu-

viales, todas inclinadas hacia Poniente… El Duero es históricamente el más

importante de todos, porque sus riberas vieron los sucesos más graves, en

los momentos más críticos, cuando todo se jugaba a cara o cruz… Entre

Tordesillas, Toro y Zamora, en efecto –como un tablero de ajedrez–, el des-

tino jugó repetidas partidas que decidieron el futuro de todo el territorio hoy

llamado España. Estas jugadas cayeron como un pedrisco, a fines del siglo

XV y comienzos del XVI”.

213

s Baños árabes del Monasterio de Santa Clara, en Tordesillass Baños árabes del Monasterio de Santa Clara, en Tordesillas

5 La Vega de los Reyes 7/4/09 14:24 Página 213

Page 216: Viajando por la provincia de Valladolid

Menos clarividencia han mostrado quienes tratan de descifrar la etimolo-

gía de Tordesillas hollando ramales saludablemente divertidos, unos ibe-

ros, los más frecuentes hebreos. Ya el severo don Pascual Madoz hizo bro-

ma de tan enhiesta pesquisa, que unas veces alude a las cuevas del otero

y otras a la destreza de sus moradores para manejar la lanza. No es menor

la devoción romántica de quienes hurgan en su pretérita historia de regios

confinamientos, altos tratados y sublevaciones comuneras, porque de to-

do hubo en este solar que asoma su monumental estampa sobre un Duero

caudaloso y remansado. Como apreció el poeta Luis Rosales:

Duran las cosas sencillas

su vivir triste y honrado,

dura el paso sosegado

del Duero por Tordesillas.

Los avances de la Reconquista hicieron de Tordesillas un baluarte defensi-

vo, que aprovechó el escarpe sobre el Duero, gemelo de los que dan asien-

to a Simancas, a Toro y a Zamora. Vencida por Almanzor en el último cuar-

to del siglo diez, su privilegiada localización la convirtió en solar de pactos,

encuentros y reuniones de Cortes ya antes de que Alfonso XI construyera,

a mediados del siglo catorce, su palacio mudéjar al lado del río. En él con-

214

s Puente sobre el Duero. Tordesillas

5 La Vega de los Reyes 7/4/09 14:24 Página 214

Page 217: Viajando por la provincia de Valladolid

viven antes de casarse, dando lugar a murmuraciones, Pedro I el Cruel y

María de Padilla, promotores e inquilinos también del palacio de Astudillo.

Entre sus muros dirimió disputas diplomáticas Juan II, asistido por don Ál-

varo de Luna, con los infantes de Aragón. Aquí penó durante cuarenta y seis

años la reina Juana y en sus aposentos estableció Napoleón su cuartel ge-

neral en el invierno de 1808.

Quizá arrepentido de sus devaneos, Pedro I convierte en convento de clari-

sas el palacio mudéjar, para que profesen en él reinas viudas y princesas.

En estas dependencias colgadas sobre el Duero tomó refugio y quedó con-

finada después la reina Juana I de Castilla, víctima de las luchas por el tro-

no entre su padre y su apuesto marido austriaco. Los intérpretes de las lo-

cas pasiones del poder sugieren que Juana enfermó primero de celos y más

tarde de melancolía. Al parecer, el hermoso Felipe fue envenenado y murió

entre horrendos escalofríos después de jugar en Burgos un partido de pe-

lota. Casi medio siglo sobrevivió en su encierro la reina enamorada, con-

templando desde su aposento la tumba del amado, ajena a los cabildeos

tejidos en su nombre. Allí recibió indecisa y desdeñosa la lealtad de los co-

muneros sublevados, que le ofrecieron la corona sin lograr con ello sacar-

la del embeleso de sus cavilaciones.

215

La Vega de los Reyes

5 La Vega de los Reyes 7/4/09 14:24 Página 215

Page 218: Viajando por la provincia de Valladolid

EL TESTAMENTO DE ADÁN

En junio de 1494 Juan II de Portugal y Fernando el Católico firmaron en Tor-

desillas el tratado que fijaba la línea de demarcación de las conquistas ul-

tramarinas. España cedió en el límite oceánico, entregando con ello Brasil,

a cambio de algunas garantías en el litoral africano. Para ello, fue precisa

la intervención vaticana, con dos bulas de 1493, así como el asesoramien-

to de notables expertos, más avisados de la realidad transoceánica en el

caso portugués, a juzgar por los resultados. Y eso que en el trámite nego-

ciador los embajadores portugueses se habían mostrado molestos pregun-

tando a ver si aquellos meridianos estaban ya dibujados en el testamento

de Adán.

Tordesillas asoma al Duero sus mejores monumentos y sus paseos, que son

a la vez miradores, de modo que desde el puente se observa su ángulo más

agraciado, el que enseña cresterías y torres, sus lienzos suavizados por el

tiempo. Hace un siglo todavía se distinguía entre el mirador de los pobres

y el de los ricos, en función de las inclemencias del clima. El trazado del vie-

jo casco urbano se prolonga sobre el río y sus calles empedradas confluyen

en una plaza Mayor tan sencilla como armoniosa. Abierta a cuatro calles y

con soportales adintelados, la plaza de Tordesillas mantiene su equilibrio

de alturas y trazado. En su caserío, junto a nobles edificios de piedra, aso-

man otros más humildes de ladrillo y adobe, algunos recuperados con mu-

cho gusto. Desde la plaza, un pasadizo adintelado conduce hacia los balco-

216

s Iglesia de San Antolín, en Tordesillas

5 La Vega de los Reyes 7/4/09 14:24 Página 216

Page 219: Viajando por la provincia de Valladolid

nes donde se contempla el paso sosegado del Duero. Estos miradores na-

turales peraltados sobre el río son uno de los alicientes de la villa.

La iglesia de San Antolín alberga un museo que exhibe fondos artísticos de

los templos de Tordesillas y su entorno. Destacan en el conjunto el magní-

fico retablo atribuido a Juni y Gaspar de Tordesillas y el sepulcro de alabas-

tro de Pedro de Alderete, obras del siglo dieciséis. Retablos, imaginería re-

ligiosa y varios lienzos de mérito completan una exposición nada conven-

cional. Al lado de la iglesia, las Casas del Tratado, recuperadas para la ac-

tividad cultural de la villa con motivo del quinto centenario de aquella fir-

ma. Alguna edificación nueva y la sede de los antiguos sindicatos católicos

se interponen entre San Antolín y el patio del Real Monasterio de Santa

Clara, que es la joya de Tordesillas y uno de los tesoros del Duero. Todo en

su conjunto es de una belleza extraordinaria e insospechada: los baños ára-

bes, la iglesia con la capilla dorada, el zaguán del palacio, las arcuaciones

mudéjares policromadas que han ido descubriendo las obras sucesivas, in-

cluso el hermoso pastiche del patio oriental. El monasterio pertenece al Pa-

trimonio Nacional.

Al avanzar la Reconquista, los monarcas cristianos fueron ocupando para su

residencia los palacios musulmanes. Así ocurrió en Toledo con Alfonso VI y

en Andalucía con Alfonso X, Alfonso XI y Pedro I, deslumbrados por el lujo

de los alcázares de Córdoba y Sevilla. Su uso los convierte en modelo para

las construcciones regias en Castilla y León, de las cuales han llegado has-

ta nosotros los alcázares de Segovia, Arévalo y la Mota en Medina del Cam-

po; los palacios de Tordesillas y Astudillo; y casas de recreo de las que que-

dan vestigios en San Antonio el Real de Segovia y en Santo Tomás de

217

La Vega de los Reyes

s Casas del Tratado, en Tordesillass Casas del Tratado, en Tordesillas

5 La Vega de los Reyes 7/4/09 14:24 Página 217

Page 220: Viajando por la provincia de Valladolid

Ávila. El palacio de Tordesillas se construyó entre 1340 y 1344 para residen-

cia de Alfonso XI. Su adaptación como convento, veinte años más tarde, y

sobre todo la construcción de la iglesia gótica alteraron la estructura primi-

tiva del palacio, que incluía entre sus dependencias los baños árabes, ac-

tualmente aislados. Hallazgos recientes acreditan la existencia de un corre-

dor cubierto de acceso. Su estructura responde meticulosamente al mode-

lo islámico: un vestíbulo, los baños templados en una sala cuadrada con cua-

tro columnas, y por último la sauna instalada sobre una gloria. Al fondo, el

leñero para enrojar la caldera, con entrada independiente. El conjunto de los

baños de Tordesillas conserva en todas sus dependencias vestigios muy lla-

mativos de pintura.

A mediados de septiembre tienen lugar las fiestas de la Virgen de la Peña,

en las que lanceros ecuestres persiguen a un toro semental. Es la ceremo-

nia del Toro de la Vega, objeto de reiteradas polémicas, que parece haber

inaugurado Pedro I en el siglo catorce. Ortega y Gasset aseguró que la lu-

cha del hombre hispánico con este toro es tres veces milenaria y, según el

sabio Cossío, constituye el único fragmento arqueológico que acredita la

vocación taurina de los iberos. La noche anterior la procesión de los faro-

les recorre las calles de la villa en un desfile ruidoso y abigarrado.

218

s Museo del Farol. Tordesillas

5 La Vega de los Reyes 7/4/09 14:24 Página 218

Page 221: Viajando por la provincia de Valladolid

Entre Tordesillas y Simancas asoma a la vega una vertiente de los Montes

Torozos salpicada de estupendos miradores. En su ladera decaen los pue-

blos cimeros, mientras prosperan las urbanizaciones. Hacia la orilla del río

se adentran San Miguel del Pino y Villamarciel. Ambos guardan memo-

ria de los destrozos ocasionados por las avenidas del Duero. La más dañi-

na ocurrió el 6 de diciembre de 1739. Arruinó varias casas y en su crecida

llegó a desbordar la Puerta de la Villa de San Miguel. La gente tomó refu-

gio en las bodegas, situadas en un plano más alto. La iglesia de San Mi-

guel alza la torre en el centro de su planta cuadrada y refleja en la portada,

recorrida por siete arcos, el tránsito del románico al gótico. Es Bien de In-

terés Cultural y guarda excelentes pinturas del Maestro de Portillo, que en-

tonces se salvaron del chapuzón y a las que una mano diestra ha devuelto

su antiguo fulgor. El nombre primitivo del lugar fue San Miguel de Malva-

visco. Vega codiciada, perteneció a la Orden de San Juan y a la reina doña

Leonor de Guzmán, esposa de Juan I, antes de convertirse en posesión del

convento de Santa Clara de Tordesillas. Villamarciel adosó a la torre de

ladrillo superviviente del azote de las aguas una iglesia que acaba de cum-

plir el siglo, pues se hizo en 1905.

EL CASTILLO DEL REY

El collado de Simancas se distingue por el perfil torreado de su castillo,

que emerge poderoso por encima de los parapetos que le van colocando

delante. Hasta hace unos años, el estorbo era la llamada residencia de

219

La Vega de los Reyes

s Iglesia de San Miguel del Pinos Iglesia de San Miguel del Pino

5 La Vega de los Reyes 7/4/09 14:24 Página 219

Page 222: Viajando por la provincia de Valladolid

investigadores, un hospedaje funcionarial abocado al derribo. Ahora que de-

sapareció aquel pabellón innecesario, un mausoleo de piedra artificial ocu-

pa la antesala del castillo, que no se libra de las ocurrencias de los arquitec-

tos desde que a mediados del dieciséis albergara el Archivo de la Corona.

Menos mal que el paisaje se apiada del alcázar y un corrillo de chopos disi-

mula la impostura de tales estorbos. Desde la atalaya del castillo al puente

sobre el Pisuerga, que se observa en su plenitud desde el mirador de la vi-

lla, se suceden los atractivos: la iglesia del Salvador con su torre románica

y la portada renacentista; el ayuntamiento neoclásico que preside el recin-

to de la plaza y observa el horizonte del mirador; la trama de calles y rinco-

nes salpicados de blasones y hermosa arquitectura tradicional.

Simancas fue el primer núcleo del entorno de Valladolid con una concien-

cia clara del valor de su recinto histórico, seguramente por influencia del

archivo, foco de atracción de investigadores, quienes en tiempos de más

difícil movilidad se aposentaban en el pueblo como buena parte de los fun-

cionarios. Esa vitola de hervidero cultural atrajo a los artistas, que en los

primeros tiempos se implicaron de forma muy directa en la vida de la villa.

No sólo con encuentros y exposiciones o con la puesta en marcha de algu-

na galería emblemática, sino con iniciativas comunitarias como el temple-

te con columnas de piedra que todavía permanece en la plaza.

Simancas fue encrucijada de varias calzadas romanas y vigía de la fronte-

ra del Pisuerga, cuya custodia se repartía con Cabezón y Trigueros. Este

220

s Castillo de Simancas

5 La Vega de los Reyes 7/4/09 14:24 Página 220

Page 223: Viajando por la provincia de Valladolid

protagonismo se mantuvo hasta que la vecina aldea que entonces era Va-

lladolid empezó a cobrar peso por impulso del conde Ansúrez, que siempre

fue un personaje con mucha mano en la corte. Esta pujanza de la capital

descabaló el equilibrio territorial y las zonas de influencia de Cabezón y Si-

mancas, que en unos años pasó a la jurisdicción de Valladolid. Pero los si-

manquinos nunca se resignaron a esta dependencia. Por eso en las dispu-

tas nobiliarias con la corona la fortaleza de Simancas siempre se alineó con

los reyes. A raíz de la revuelta de 1465, instigada por el almirante de Cas-

tilla y el arzobispo de Toledo, la fidelidad de Simancas fue premiada con un

triple privilegio: la independencia de Valladolid; la concesión de la hidal-

guía colectiva a todos sus vecinos; y la exención de alcabalas y otros im-

puestos. Diez años después el almirante de Castilla levantó la fortaleza, ha-

ciendo ostentación de un señorío más que discutido sobre Simancas. De

aquella primitiva construcción todavía se conserva la capilla gótica, ador-

nada con la policromía de sus bóvedas y con los escudos de los Enríquez.

Es lo único que han respetado al cabo de los siglos las sucesivas reformas.

Isabel la Católica se cobró en 1480 las veleidades del almirante, incorpo-

rando el castillo a la corona. Luego se convirtió en presidio durante medio

siglo. Aquí estuvieron encarcelados los jefes comuneros que no perdieron

la cabeza en Villalar. Pedro Maldonado, que aplazó su decapitación hasta

agosto de 1522, acudió al patíbulo como quien va a una fiesta, de manera

que sus galas resucitaron la admiración de la gente. Vestido para la muer-

te con calzas de terciopelo, gorro de plumas y tudescos de lana blanca. Tam-

bién estuvo encerrado el obispo zamorano Antonio Acuña, que agotaría sus

días en 1526, después de haber dado muerte al alcaide de la fortaleza. Fue

ajusticiado en el mismo castillo y su cuerpo colgado del cubo del obispo.

221

La Vega de los Reyes

s Puente sobre el Pisuerga, en Simancas

5 La Vega de los Reyes 7/4/09 14:24 Página 221

Page 224: Viajando por la provincia de Valladolid

Pero las mazmorras de Simancas no sólo encerraron a los comuneros ven-

cidos. También pasó años cautivo entre sus muros un mariscal de Navarra,

que fue eliminado de manera oscura. Y el vicecanciller de Aragón, preso por

el rey Fernando el Católico, quien le reprochaba que no le había servido con

lealtad en las Cortes de aquel reino. Pero la gente contaba una historia bien

distinta: sus amores con la reina Germana, cuya afrenta quiso vengar de ma-

nera tan poco caballerosa su católica majestad. Muerto Fernando, ensegui-

da el cardenal Cisneros, que estaba en el secreto, soltó al pícaro aragonés.

Estas regias ferocidades se extendieron hasta tiempos de Felipe II, quien

mandó encerrar en este presidio a un embajador flamenco que enceló las

pretensiones de su hijo el príncipe Carlos. El rey prudente acabó por las bra-

vas con ambos. El archivo se instaló en el castillo en 1563 y estuvo recibien-

do documentación hasta el siglo dieciocho. Luego vendrían las menguas con

el trasvase de los papeles de Indias a Sevilla, los de Aragón a Barcelona y

los de Inquisición a Madrid. Su trance más negro fue el despojo napoleóni-

co, parcialmente repuesto por Petain. Sus fondos constituyen una fuente im-

prescindible para el estudio de la historia moderna española y europea. Des-

de el collado del castillo el caserío se despliega por la pendiente hacia el re-

manso del río. La iglesia conserva embutida en su cuerpo gótico la base de

la torre románica, con su portada ciega y los tres cuerpos de ventanas, que

remata un ático de ladrillo del siglo dieciséis. El atrio al que mira la portada

es uno de los pocos recintos despejados del pueblo. De camino hacia el mi-

rador del río, un notable edificio consistorial preside la estancia de la plaza,

que tiene en su centro un precario monumento al arado y cerrando espacios

el templete con columnas de piedra instalado por los artistas residentes a

comienzos de los setenta. El mirador se abre al apogeo forestal de las vegas

del Pisuerga y del Duero, que caminan hacia su encuentro. Sobre el río in-

mediato se abren los diecisiete ojos del puente que ya cruzaron los roma-

nos. Aguas arriba asoma el vuelo audaz del puente nuevo.

222

s Iglesia del Salvador, en Simancas

5 La Vega de los Reyes 7/4/09 14:24 Página 222

Page 225: Viajando por la provincia de Valladolid

LA LADERA DE LAS FUENTES

En la pendiente de los Torozos que contempla el abrazo de los ríos reparte

sus dos núcleos Geria: el pueblo y las Ventas. Su caserío muestra algunos

ejemplares blasonados del dieciséis, que es la época de la iglesia de la

Asunción y de su magnífico retablo mayor renacentista. En el edificio de las

escuelas una sentencia latina proclama que nada es tan agradable como

el fruto del trabajo. Despide el pueblo un humilladero con pórtico y cruce-

ro. Robladillo conserva una triple puerta que da nombre a la calle de los

Arcos, aunque la gente prefiere suponer que son el armazón de una ermi-

ta desaparecida. En Ciguñuela brota el arroyo que bautiza a Arroyo de la

Encomienda, cuyo crecimiento urbanístico prácticamente los enlaza. La igle-

sia de San Ginés se anuncia de lejos con su poderosa torre de cuatro pisos.

El cuerpo del templo se construyó en la primera mitad del dieciocho y ad-

quirió para su ornato al convento de las Comendadoras de Santa Cruz de

Valladolid el retablo mayor, que es obra magnífica de Esteban Jordán. De

vuelta hacia los miradores del Duero, se suceden los pueblos adscritos por

donaciones reales a la jurisdicción de Tordesillas. Por esa dependencia, Vi-

llahán pasó a llamarse Villán de Tordesillas, que acomoda su caserío en

la vaguada de la Reguera. La iglesia de San Miguel, que tuvo portada ro-

mánica, fue sustituida por una nave insípida en los setenta, aprovechando

la vieja espadaña de trazo herreriano. Ni rastro queda de la portada del si-

glo doce ni del hermoso pórtico que la protegía. Sólo la memoria de su ex-

polio. Son pueblos escogidos para su retiro creador por los artistas. Velli-

za realza sobre una leve enlomada el poderío de San Millán, la iglesia ba-

rroca que muestra en su torre sillar el desgarro del terremoto que asoló al

pueblo el 22 de febrero de 1788. También la dejó inclinada, como la torre

223

La Vega de los Reyes

s Panorámica de Velliza

5 La Vega de los Reyes 7/4/09 14:24 Página 223

Page 226: Viajando por la provincia de Valladolid

de Pisa, o al menos esa impresión da a la vista. El temblor pareció sacudir

las nubes, provocando varios días de lluvia torrencial, y abrió una brecha en

la cuesta de Santiago, que ahí sigue. La ermita de Perales, con pórtico he-

rreriano, guarda uno de los flancos arbolados del pueblo. Pedroso de la

Abadesa ocupa una llanada. A mediados del dieciocho, esta aldea se ha-

bía despoblado, por lo que la abadesa de Tordesillas acometió su urbaniza-

ción y construyó en 1786 una iglesia de cal y canto con fachada de sillares,

fijando edictos que ofrecían casa y tierras a quienes se establecieran allí.

Las Claras de Tordesillas encomendaron su patronazgo al rey Carlos III. Va-

rias casas del poblado llevan escudos de aquel momento. Matilla de los

Caños es lugar de buenas fuentes. La de Carralate, a un kilómetro del ca-

serío, mejora los horizontes del valle. En el pueblo, que tiene en su térmi-

no un aeródromo para ultraligeros, hay una fuente monumental con fron-

tón triangular. Hasta que una consulta popular decidió su derribo, contaba

con lavadero cubierto. Velilla acogió un descanso de los comuneros Padi-

lla y Bravo en el verano de 1520. El pórtico de su iglesia de la Asunción com-

pite con los mejores balcones de la vega.

224

s Iglesia de La Asunción, en Velillas Iglesia de La Asunción, en Velilla

5 La Vega de los Reyes 7/4/09 14:24 Página 224

Page 227: Viajando por la provincia de Valladolid

225

EL TESORO DEL DUERO

El monasterio de Santa Clara nos sumerge en un carrusel de fascinación.En el Patio Mudéjar, que acusa la drástica restauración de Repullés acomienzos del pasado siglo, deslumbra la decoración del pórtico, mien-tras la Capilla Dorada muestra restos de pinturas en un ámbito dominadopor el lenguaje primitivo de la cúpula y de los arcos ciegos que recorrensus muros. Un incendio arrasó los azulejos áureos que le dieron nombre.La Capilla Mudéjar ocupa el lugar del zaguán palaciego y se decora conatauriques, inscripciones musulmanas y arcos lobulados. La iglesia es gótica y cubre su capilla mayor con un riquísimo artesona-do mudéjar, que remata un friso de cuarenta y tres pinturas, obra deNicolás Francés. Son bustos de apóstoles y santos sobre fondo dorado,que arropan a la Virgen. El retablo renacentista de alabastro se modificóen el dieciocho. La Capilla del Contador Saldaña funde escultura y arqui-tectura en un recinto fastuoso. En los arcosolios llama la atención la figu-ra yacente de piedra del Contador, que se adorna con turbante; otras tresson de alabastro. Pero el broche de este joyero es el retablo, que combi-na labor de escultura flamenca con las tablas pintadas por NicolásFrancés. Un siglo después, se aprovechó la elevación de esta capillapara construir encima un mirador con celosía sobre el Duero. La sacris-tía muestra excelente pintura, destacando las tablas del Maestro dePortillo, mientras los coros y el resto de capillas prolongan la exhibición. El refectorio conserva su mobiliario original. El Patio del Vergel, de trazaclasicista, ocupa el espacio del antiguo palacio de Alfonso XI. La últimarestauración descubrió la traza de un estanque octogonal con dos alber-cas, idéntico a los de Sevilla y Córdoba. La Sala del Aljibe, con el huecode la fuente y el gran arco de yeserías policromadas, nos remite a la zonaresidencial del palacio, con estancias alargadas de recreo que compar-ten las alcobas. La traca final en este desfile de sorpresas lo constituyenlos baños árabes.

La Vega de los Reyes

5 La Vega de los Reyes 7/4/09 14:24 Página 225

Page 228: Viajando por la provincia de Valladolid

EL ARROYO DE LOS MOLINOS

Berceruelo ocupa la cabecera del arroyo, tributario del Hornija, cuya de-

sembocadura en el puente de los Fierros contempló la hecatombe comune-

ra. En su término hubo unas ricas canteras de donde salían ruedas para los

molinos y lagares de la provincia. En cambio, dejó perder su iglesia romá-

nica de San Juan Bautista, cuya espadaña suspira en un alto. Tiene sus tres

ojos vacíos, pero mantiene el remate de bolas y la veleta. El retablo mayor

de aquel templo, una obra espléndida del Renacimiento, encontró acomo-

do en el Museo Diocesano y Catedralicio de Valladolid, mientras en la nue-

va iglesia de ladrillo quedó la imagen manierista del Bautista. Lo más lla-

mativo de la ruina se concentra en la portada, aunque no faltan canecillos

y otros adornos románicos repartidos por el muro. Los capiteles son una

maravilla. Bajo un cimacio tallado como nido de abeja, el de la derecha

muestra a una figura orante que tiene en sus manos el sol y la luna, mien-

tras un par de leones lo miran con aire resignado y pacífico. Los expertos

sitúan esta iconografía de raíz mesopotámica a finales del siglo once o prin-

cipios del doce. El otro capitel combina los leones con discos solares, que

también recorren el cimacio. La postura de los felinos, mirando uno al ama-

necer y otro al crepúsculo, simboliza la cadencia del tiempo y la sucesión

de los días.

En Bercero, los vecinos se dedicaron tradicionalmente a la fabricación de

cuévanos de mimbre y cestos. Varias casonas palaciegas repartidas por el

pueblo testimonian su lejana prosperidad, que se aprecia en la iglesia de la

Asunción, bien provista de retablos, pintura e imaginería. También tiene ór-

gano, sillería de coro e incluso un cancel de robustos herrajes. La tolvanera

226

s Caño de la fuente Trillona, en Bercero

5 La Vega de los Reyes 7/4/09 14:24 Página 226

Page 229: Viajando por la provincia de Valladolid

de los siglos se llevó las vidrieras y parte de su orfebrería en plata y bronce,

además de otra iglesia dedicada a Santiago, un templo iniciado en el primer

tercio del dieciséis, al que todavía se puso el chapitel de la torre dos siglos

más tarde. El caño de su fuente Trillona calmó la ansiedad de los comune-

ros. La iglesia de la Asunción, del diecisiete, tiene pórtico bien resguardado

y un retablo de la escuela de Gregorio Fernández. Una cruz de hierro, en la

plaza del Arrabal, suple la falta del crucero de piedra ante la ermita del Hu-

milladero. Junto a las escuelas estuvo la de San Roque, desmontada piedra

a piedra para decorar el zaguán de los pabellones de la Feria de Muestras.

No fue la única. El turbión de los siglos aventó sin paradero conocido las de-

dicadas a San Martín, San Sebastián, San Juan y San Pedro.

Villavieja del Cerro vigila la encrucijada de caminos de Tordesillas. Su

estampa la domina la iglesia de la Asunción, precedida de pórtico, cuyo

atrio circunda un pretil de mampostería adornado con bolas herrerianas.

Sobre el cerro que bautiza al pueblo estuvo otra iglesia, la de San Juan de

los Monteros, donde se reunían los junteros de la Tierra de Tordesillas.

Aquellos concejos convocaban a representantes de Bercero, Berceruelo,

Marzales, Matilla, San Miguel del Pino, Torrecilla, Velilla, Villamarciel, Vi-

llán y Villavieja. También acudían procuradores de los actuales despobla-

dos de San Martín del Monte y Arenillas. San Martín estaba al otro lado

del río y Arenillas a medio camino entre Villavieja y Bercero. Lo abandona-

ron sus vecinos por miedo a los franceses para asentarse en Bercero. En la

cuesta del cerro se ubica el complejo de ocio y deporte Meseta Esquí, pro-

movido por la Diputación.

227

La Vega de los Reyes

s Villavieja del Cerro. Pórtico de la iglesia de La Asunción

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Page 230: Viajando por la provincia de Valladolid

LA RIBERA DE LAS MONJAS

El Duero dibuja un paisaje singular en la antesala de Castronuño. Por la mar-

gen derecha del río se extienden las cepas de la denominación de origen

Toro, mientras los viñedos de su orilla izquierda pertenecen a la denomina-

ción de origen Rueda. Este tramo del Duero remansa sus tablas entre so-

tos de densa cobertura vegetal, en los que descuellan algunos árboles de

gran porte. La llanura aluvial fuerza meandros de audaz curvatura forman-

do islas y barras de grava y arena. Las islas se adornan con arboledas tupi-

das, cuya pantalla verde contrasta con el resol de sus playas naturales. Tam-

bién las riberas tienen playas de arena, algunas con suaves dunas, a veces

colonizadas por tamariscos.

A la altura de Torrecilla de la Abadesa, el Duero se ensancha en el azud

de Herreros, que aprovecha una central eléctrica. La vega que riega el ca-

nal sangrado del río perteneció a las monjas clarisas de Tordesillas hasta

1868. De ahí el apellido del pueblo. A la entrada de Torrecilla se ve la ermi-

ta del Humilladero, construida en ladrillo con una pequeña espadaña de

piedra. En cambio, no quedan vestigios de la ermita de Barluengo, inunda-

da por el río a mediados del diecisiete. El provecho agrícola de la vega aca-

bó con el rastro de sus cimientos. Lo más hermoso del pueblo se agrupa en

lo alto, para hacer honor a su nombre. En la calle Matadero sobresale una

casona de ladrillo con arco de piedra y buenos herrajes en las ventanas.

La iglesia de San Esteban alza su torre sobre la estampa tendida del pue-

blo, cuyas casas se deslizan por la ladera hacia la vega. Dos escalinatas de

piedra suben hasta la puerta de la iglesia, que preside una imagen del san-

to. Una de ellas arranca de la calle Traspalacio, recorrida por una casona

de adobe enlucido que abre a la plazuela un soportal con columnas de pie-

dra. La tradición quiere que esta fuera la residencia de las monjas y el lu-

228

s Torrecilla de la Abadesa

5 La Vega de los Reyes 7/4/09 14:24 Página 228

Page 231: Viajando por la provincia de Valladolid

gar preferido para sus descansos por la abadesa Manuela Rascón, la mis-

ma que compartió en 1808 con Napoleón en Tordesillas la cena de Noche-

buena. Como ocurre en San Román de Hornija o en los zamoranos Morales

y Villalonso, también en el soportal monástico de Torrecilla se ven varios

fustes de columnas aprovechados como poyos en los que pegar la hebra.

Alguno tajado por su mitad, para hacer más cómodo el asiento.

Desde Torrecilla, el camino de Torre Duero trenza su recorrido con el canal

de Tordesillas por un paisaje ribereño salpicado de islas: la de los Alisos

frente a Torrecilla, la de las Muertes, la del Charcón y la de Torre Duero, cu-

yos sotos cobijan nutridas colonias de garza real, garceta

común y martinete. La ruta discurre entre los tesos de

El Castillo, Valdespina, Tardecena y El Cubo, a

la derecha, y los meandros del río a la iz-

quierda hasta llegar a Torre Duero, un

pueblo convertido en granja agrícola. La

isla de Torre Duero resulta estacionalmen-

te accesible en todo terreno y muestra sig-

nos evidentes de degradación: roderas en

las playas de arena, reparto estratégico de

desperdicios, etc. En su primer trecho, el

camino de Torrecilla a Torre Duero discu-

rre por la derecha del canal dejando a la

izquierda una era donde lucen su planta

cónica dos chozos de adobe revestidos

de barro. El caserío de Torrecilla muestra

algunos ejemplos notables de construc-

ciones de ladrillo, que hacen justicia a la

dedicación cerámica en la que se espe-

cializó el pueblo antes de orientarse

hacia la agricultura de regadío. Más

allá de las eras, al otro lado del canal,

asoma Vega Chica.

El camino hacia Torre Duero aparece

salpicado de construcciones y frutales,

con el acompañamiento de una corni-

sa arcillosa que vigila la vega extendi-

da hacia el río. Torre Duero se anun-

cia por el cubo de ladrillo de la iglesia

del Rosario, un edificio mudéjar de prin-

cipios del trece con un ábside de excep-

cional belleza recorrido por doce vanos

verticales ciegos. Está emplazado sobre

229

s Iglesia deSan Esteban, en

Torrecilla de la Abadesa

La Vega de los Reyes

5 La Vega de los Reyes 7/4/09 14:24 Página 229

Page 232: Viajando por la provincia de Valladolid

un escarpe que domina el curso del río. El antiguo pueblo, convertido en ca-

serío de labranza, se dedica al viñedo. A su término arranca el encinar de

la Encomienda de Cubillas.

LA FLORIDA DEL DUERO

Entre Pollos y Castronuño e incluso, aguas arriba, entre la afluencia del

Zapardiel y el Trabancos, los sotos del Duero ofrecen en algunos tramos

una compleja estructura vegetal, en la que conviven chopos y alisos, fres-

nos, sauces y una densa maraña arbustiva que recibe la visita estacional

de especies singulares de avifauna. Pollos parece vigilado por su iglesia de

ladrillo, un templo del dieciocho con aspecto de fortaleza. Unos cubos de-

corativos suavizan la arista de sus ángulos. Castronuño ofrece sucesivos

balcones sobre la atrevida curva que el Duero traza a sus pies. La mitolo-

gía de posguerra fabricó la hipérbole de bautizar como Florida del Duero a

este quiebro apresado del río. El embalse no tiene grandes dimensiones,

apenas alcanza las 164 hectáreas y los tres metros y medio de profundidad,

230

s Reserva natural de las Riberas de Castronuño-Vega del Duero

5 La Vega de los Reyes 7/4/09 14:24 Página 230

Page 233: Viajando por la provincia de Valladolid

pero es cierto que ha creado en su entorno un codiciado espacio natural,

tanto por la belleza vegetal del enclave como por la colonia de pájaros que

alberga. Sus carrizales y el bosque de ribera formado en sus márgenes dan

asiento a las mejores garceras de Castilla y León. Varias aves en peligro,

como el aguilucho lagunero o la menguada garza real, nidifican en las cho-

peras de repoblación y sacan adelante sus crías en los sotos y carrizales de

este embalse. Otras especies, como el ánade real o azulón, el carricero o

los pechiazules utilizan las riberas de Castronuño como estación de paso.

Una modélica Casa del Parque esclarece la comprensión de este espacio

natural.

En el mismo pueblo de Castronuño existe un mirador habilitado para otear

el embalse en toda su amplitud. Como corresponde a su emplazamiento,

Castronuño tuvo castillo, en lo alto de La Muela, pero fue derribado hace

quinientos años y con parte de sus piedras se edificó la iglesia de Santa

María del Castillo, también desaparecida. Queda en pie la ermita del Cris-

to, una noble construcción románica cuya silueta se distingue por una hu-

milde espadaña de ladrillo.

231

La Vega de los Reyes

5 La Vega de los Reyes 7/4/09 14:24 Página 231

Page 234: Viajando por la provincia de Valladolid

Entre las riberas de Castronuño y el límite con Zamora el río discurre con

pausa por Villafranca de Duero, recibe la menguada afluencia del Hor-

nija y el Bajoz, y en la presa de Tímulos ofrece un observatorio de aves des-

de el que pueden verse cormoranes, garzas reales, ánades, cercetas, cigüe-

ñas y milanos negros. Villafranca mudó hace unas décadas su humilde tem-

plo de ladrillo y tapial, con espadaña de tres ojos, por una iglesia nueva de

ladrillo visto con torre de periscopio.

En el límite con Zamora y dentro de la Tierra de Toro se encuentra San Ro-

mán de Hornija, donde pervive la huella del rey visigodo Chindasvinto. Al

parecer, la temprana muerte de su amada Reciberga amuermó al monarca,

que se recluyó en el convento de San Román a cultivar sus penas, como la

reina Juana en Tordesillas pero nueve siglos antes. Tanto en la iglesia co-

mo dispersos por el pueblo y por otros lugares del entorno –Morales de

Toro, Toro y Villalonso– se ven restos del primitivo cenobio: capiteles,

modillones y columnas. Pero no todos estos vestigios tienen un destino tan

airoso. Repartidos por las calles del pueblo y por otros vecinos, como

232

s Iglesia de Villafranca de Duero

5 La Vega de los Reyes 7/4/09 14:24 Página 232

Page 235: Viajando por la provincia de Valladolid

Torrecilla, se ven fustes de columnas convertidos en poyos donde pegar la

hebra a la caída de la tarde. Algunos de estos tesoros aventados por la rui-

na han sido rescatados para una función más noble. Así ocurrió con el ca-

pitel de mármol que, aupado sobre otro, sirve ahora como pila del agua ben-

dita en la parroquia. Durante muchos años su cuenco fue usado para lavar

la ropa y el hilo de la tradición todavía pondera la tersura de aquellas cola-

das. Ninguna tabla podía igualar la pulida suavidad del mármol. En San Lo-

renzo de Sahagún dos capiteles mozárabes de rica labra sostienen un ci-

macio ahuecado como pila del agua bendita. Aquí en San Román el uso ci-

vil transitorio de uno de ellos simplificó el artilugio, quedando los capiteles

unidos por su collar.

Todo lo que San Román conserva de interés artístico se guarda en la igle-

sia y en sus aledaños, como la casa del priorato o las modélicas escuelas.

La silueta de la iglesia, recrecida por los siglos hasta engullir sus vestigios

visigóticos y mozárabes, impone su estatura en el paisaje tendido del pue-

blo. Por sus afueras, en dirección a Toro, discurre el Hornija y, tras los tesos

del Rebollar y de las bodegas, el Bajoz, que se unen para bajar juntos al

Duero. En su desembocadura se ha formado una alameda muy tupida co-

lonizada por las aves. Una carretera comunica San Román con las Riberas

de Castronuño. Antes de cruzar la vía por un puente, deja a su izquierda el

pinar de Alcantarilla. Un segundo paso elevado sobre el canal de Toro mues-

tra desde lo alto los pastos de la Requejada, que aprovecha una ganadería

brava. Tras el quiebro del canal se extiende el encinar de Cubillas.

De San Román parte otra carretera

hacia el apeadero, que al otro lado

de la vía se bifurca a los confines de

la Rinconada y las Colagas. Son pa-

rajes poblados de pinares centena-

rios en los que se cobija una fauna

variada. Rapaces, urracas, cucos,

pajarillos y torcaces. En el camino de

Toro se alza a la izquierda el teso de

la Veleta, un cerro de arcilla y casca-

jo horadado de bodegas. Los majue-

los de San Román están incluidos en

la denominación de origen Toro y en

los últimos años se han establecido

en su término varias bodegas de

prestigio. En el entorno se aprecian

las nuevas construcciones asociadas

a la prosperidad del vino, en general

233

La Vega de los Reyes

s Sepulcro de Chindasvinto.San Román de Hornija

5 La Vega de los Reyes 7/4/09 14:24 Página 233

Page 236: Viajando por la provincia de Valladolid

hechas con gusto. Por contraste, es lástima comprobar cómo el deterioro

venció con estrépito el pórtico de la antigua casa del priorato. La iglesia con-

serva en su interior el panteón de Chindasvinto y Reciberga junto a otras re-

liquias tan vistosas como la columna verdosa que sostiene con un capitel

mozárabe la audacia del púlpito.

La escenografía funeraria del recinto se debe a un clérigo del pueblo que

llegó a deán en Madrid. Suyo es el epitafio grabado en una pizarra en el

que Chindasvinto evoca el dulce vivir junto al Hornija que le dio Reciberga

“Con tu cuerpo y cara hermosa, que ahora, quiera Dios, cubra una losa”. El

cenobio de San Román dependió como priorato de los monasterios bene-

dictinos de Montes de Valdueza y de San Benito de Valladolid. Esta rela-

ción propició que el retablo gótico de San Benito, que pasó por el Museo

del Prado antes de recalar en el Nacional de Escultura, estuviera durante

tres siglos en San Román, donde tampoco se le tuvo en mucho aprecio, pues

enseguida fue relegado de la iglesia a la capilla del cementerio. A orillas

del Hornija y a ambos lados de la antigua carretera nacional se sitúan

Villaester de Abajo y Villaester de Arriba.

BANDERAS DE ABRIL

El peso de la historia no ha podido sacar a Villalar de los Comuneros de

su apariencia modesta, de manera que su silueta es la de un pueblo apai-

sado y horizontal, con más simbolismo que alardes monumentales. Un pa-

lomar caído con los nidales al viento y el cementerio arbolado dan la bien-

234

s Plaza Mayor de Villalar de los Comuneros

5 La Vega de los Reyes 7/4/09 14:24 Página 234

Page 237: Viajando por la provincia de Valladolid

venida al pueblo entre parcelas geométricamente divididas por los cami-

nos de concentración. Los más entusiastas de la causa comunera de cual-

quier época han saludado con notable decepción el descubrimiento de la

menguada compostura de la villa. No tiene planta de Sitio Histórico, que es

la modalidad de declaración monumental que Villalar ostenta desde 1996,

como Vivar del Cid o los Toros de Guisando, por citar un par de ejemplos ro-

tundos. Los regionalistas de finales del diecinueve llegaron a increpar a Pa-

dilla, que fue el estratega de la retirada, por tomar esta deriva del Hornija

y no el rumbo acogedor de Toro.

A lo largo de los últimos ciento veinticinco años se han sucedido los esfuer-

zos de los nostálgicos de la causa por dar alguna prestancia al solar de la

derrota. Todo empezó en 1889 cuando un grupo de pioneros erigió en el cen-

tro de la plaza de San Juan un austero obelisco, que recordaba el lugar en

que fueron decapitados Padilla, Bravo y Maldonado. La picota utilizada en

1521 había quedado maltrecha como consecuencia de los furores liberales

contra este tipo de símbolos, que fueron objeto de un decreto ordenando

su demolición. Todavía se guarda algún vestigio de aquel rollo a cuyos pies

fueron enterrados, según la tradición romántica, los héroes de abril. Sus ce-

nizas devastadas por el tiempo serían reunidas simbólicamente por el Em-

pecinado en una urna en 1821 y llevadas a la catedral de Zamora, segura-

mente en homenaje al obispo Acuña. Luego la memoria de los comuneros

fue tropezando con los vaivenes de la conciencia nacional respecto al da-

guerrotipo de su aventura. Largos periodos de animosa inclemencia conge-

laban los breves momentos de complicidad respecto de una tentativa re-

matada por el fracaso.

235

s Iglesia de Villalar de los Comuneros

La Vega de los Reyes

5 La Vega de los Reyes 7/4/09 14:24 Página 235

Page 238: Viajando por la provincia de Valladolid

Cada una de las autonomías y regiones tiene su fiesta organizada en torno

a acreditadas romerías, en honor a milagrosas vírgenes y a mayor gloria de

santos belicosos, indolentes o furibundos. Cada cual feliz con su festejo. En

cambio a Villalar convoca el triunfo de la primavera para apostar por la fe-

cundidad de unos ideales vigentes más acá de la derrota. O sea que no hay

imágenes que adorar ni agua bendita que llevarse a la frente ni cuevas má-

gicas en las que orar ni lujosos baldaquinos ante los que postrarse, sino el

surco abierto por la historia para recibir nueva semilla de libertad.

Pero llegado el 23 de abril Villalar se transforma. Sus calles se abarrotan

de gente venida de todos los confines de Castilla y León, la escalinata del

obelisco de los comuneros aparece cubierta de ramos de flores y el cami-

no entre el pueblo y la campa es un río multicolor de transeúntes que se

mueven con dificultad entre el agobio de las atracciones y el surtido reper-

torio de artesanías. La campa es otro mundo, una algarabía de música, sol

y fiesta que ilumina el severo semblante del pueblo. Es la ocasión para re-

correr las calles de Villalar y entretenerse descifrando las paradojas de sus

blasones, que juegan con las palabras para proclamar la felicidad o el in-

fortunio de los hombres. En la plaza un escudo pequeño, algo posterior a la

hecatombe comunera, luce sobre el escorzo de dos leones afrontados la

inscripción Felices/hombres. Sin embargo, la heráldica resulta menos pe-

simista en la calle del Corro: Hombres felices. En la calle del Oro el enreja-

do de las bodegas apenas asoma rehundido en el suelo, como si las viejas

casas de tapial y barro se fueran entregando a la tierra.

En el camino de Marzales, el arroyo de los Molinos atraviesa el puente del

Fierro para confluir en el Hornija. Es el lugar elegido como escenario de la

236

s Bailes regionales en la Fiesta de Castilla y León

5 La Vega de los Reyes 7/4/09 14:24 Página 236

Page 239: Viajando por la provincia de Valladolid

derrota comunera. Hace unos pocos años se instaló a su vera un monu-

mento que resulta precario de tan desnudo y sencillo. Tres lanzas que

emergen al viento, una mesilla merendera, varios arcos de piedra y unos

pocos arbolillos. Un texto enmarcado resume el desigual encuentro béli-

co. Pero lo hace celebrando la victoria y poniendo de manifiesto cómo seis

mil comuneros fueron nada frente a medio millar de lanzas imperiales. El

camino hacia Marzales y Vega de Valdetronco remonta el curso del Horni-

ja, un riachuelo que fuera de los Torozos ni siquiera forma valle. La iglesia

de San Cristóbal de Marzales cubre su nave con armadura mudéjar a dos

vertientes, mientras la de la cabecera es un ochavo sostenido por trompas

de madera. Vega de Valdetronco deposita en la pupila de los viajeros

por la autovía del Noroeste una imagen inolvidable: los arcos desnudos y

la espadaña de piedra de su ermita dedicada a la Virgen de Canteces. La

construcción del templo barroco de San Miguel dejó sin uso litúrgico la er-

mita, que actualmente alberga el camposanto. Entre el Hornija y el Bajoz

se sitúa Pedrosa del Rey, cuyo apellido es un homenaje a Carlos V, que

liberó a la villa de su dependencia toresana. Pedrosa agita a su entrada

desde Villalar el estandarte herreriano de la torre de Santa Cruz, que es

cuanto queda del antiguo templo. Ya en el pueblo, descuella la casa de las

Capellanías, edificio de buen aparejo del dieciséis, y en la iglesia de San

Miguel el alfarje mudéjar decorado con lacerías y mocárabes realza un re-

tablo magnífico, cuya imaginería y pinturas se inscriben en el tránsito del

gótico al renacimiento. Es pueblo industrioso y de gente emprendedora,

que ya en el diecisiete elaboraba una confitería exquisita,

protegida por privilegios reales. La autarquía de posguerra estimuló una

237

s Iglesia de San Cristóbal, en Marzales

La Vega de los Reyes

5 La Vega de los Reyes 7/4/09 14:24 Página 237

Page 240: Viajando por la provincia de Valladolid

floreciente industria de máquinas aventadoras, cuyos talleres artesanales

se repartían por el poniente de Valladolid, de Pedrosa a Tiedra, con su cen-

tro neurálgico en Casasola de Arión, pueblo abrazado por el Bajoz. En la

calle de la Iglesia puede verse la casa de los duques de Arión, hecha de

adobe y tapial, en la que llama la atención una reja del dieciséis. De aquel

brote industrial de posguerra queda el barrio Pingarrón, una colonia de me-

dio centenar largo de viviendas construida a mitad de los cincuenta.

238

s Iglesia de Casasola de Arión

5 La Vega de los Reyes 7/4/09 14:24 Página 238

Page 241: Viajando por la provincia de Valladolid

5 La Vega de los Reyes 7/4/09 14:24 Página 239

Page 242: Viajando por la provincia de Valladolid

240

LA POSADA DE LAS GARZAS

Las Riberas del Duero en Castronuño son uno de los espacios natu-

rales más jóvenes de Castilla y León. Su lámina de agua y la vegetación

de sus orillas acogen la algarabía de una colonia de aves cada vez más

numerosa. A cien metros de la presa, en su margen derecha, está seña-

lizado el camino que bordea el embalse. Los puntos de mayor interés del

itinerario se encuentran cuando el camino se aproxima hasta las aguas,

en una zona señalizada como coto de pesca (a kilómetro y medio del ini-

cio de la ruta), y un kilómetro más adelante, una vez cruzada la vía del

tren, donde la dehesa de encinas desciende hasta el borde mismo de la

lámina fluvial. El paseo finaliza a 3.8 km del punto de partida. Una valla

prohíbe continuar y deriva nuestros pasos hacia la pradera donde des-

cansa una barca entre carrizos. El paseo discurre por los límites de una

zona sensible, de reproducción de especies protegidas, por lo que es pre-

ciso respetar los carteles que limitan el paso. En las zonas de aproxima-

ción a los carrizales de la orilla hay que hacerlo en silencio y evitar cual-

quier sobresalto a las aves. El circuito supone alrededor de 3 horas con

parada y merodeo por los diferentes vericuetos. Se trata de un sendero

de ida y vuelta que discurre entre choperas y encinares.

Embalse de San José

Castronuño

Laguna de la Rinconada

La Rinconada

Estación de Castronuño

Río Duero

Río D

uero

5 La Vega de los Reyes 7/4/09 14:24 Página 240

Page 243: Viajando por la provincia de Valladolid

241

La Vega de los Reyes

En Castronuño existe un mirador que domina el embalse en toda su

amplitud. Como delatan su nombre y emplazamiento, Castronuño tuvo

castillo, en lo alto de La Muela, pero fue derribado por los vecinos y con

parte de sus piedras se edificó una iglesia, también desaparecida. Des-

de Castronuño se desciende hasta la presa del embalse de San José,

cuyo aspecto de puro humilde semeja el de un puente con sus barandi-

llas metálicas pintadas de azul. Los vehículos cruzan por encima del mu-

ro hasta la margen derecha del Duero. En este punto, es aconsejable es-

tacionar y tomar el camino a la derecha que sigue la ribera. El paseo dis-

curre entre encinares, que alcanzan un porte majestuoso en la dehesa

de Cubillas, una vez sobrepasada (con precaución) la vía del ferrocarril,

y las choperas del río. Las aguas embalsadas del Duero forman un eco-

sistema sumamente importante como campamento estacional y reduc-

to reproductor de especies ornitológicas palustres vinculadas a las zo-

nas acuáticas. De ahí su declaración en 1991 como zona de protección

de aves, siguiendo criterios europeos, y la reciente inclusión de

este enclave en la Red de Espacios Naturales de Castilla y León. Varias

especies en peligro, como el aguilucho lagunero o la menguada garza

real nidifican en las choperas de repoblación y sacan adelante sus

crías en los sotos y carrizales de este embalse. Otras aves, como el ána-

de real o el azulón, el carricero o los pechiazules utilizan este entorno

como estación de paso.

UUnnaa rruuttaa ppaarraa ppaasseeaarr

s Ermita del Cristo. Castronuño

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5 La Vega de los Reyes 7/4/09 14:24 Página 242

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6Valles del Esgueva y Jaramiel

6 Valles del Esgueva y Jaramiel 7/4/09 14:26 Página 243

Page 246: Viajando por la provincia de Valladolid

A

ARROYO VALCORBA

RÍO DURATÓN

ARROYO JA

RÍO DUERO

JARAMIEL

RÍO ESGUEVA

RÍO

PISUERG

ERGA

ARROYO JAJARAMIEL

RÍO ESGUEVA

RG

stérniga

ADOLID

de

Portillo

Aldea de

Arrabalde Portillo

La Pedrajade Portillo

Herrerade Duero

Tudelade Duero

La Parrilla

Montemayor dePililla

San MiguelSantiagodel Arroyo

Camporredondo

Viloriad l H

Cogeces del MonteAldealbar

Torresc;árcela

Bahabónde Valcorba

Campaspero

Canalejasde Peñafiel

Ráb

Quintanillade Onésimo

Langayo

Manzanillo PeñafielMélida

Torrede Peñafiel

Fompedraza

Aldeayuso

Molpeceres

Olmosde Peña

Bocosde Du

CurielValdearcosde la Vega

Corralesde Duero

San Llorente

Roturas

Piñel deArriba

Piñel de Abajo

Padillade Duero

Pesquerade Duero

Quintanillade Arriba

San Bernardo

Valbuenade Duero

Olivaresde Duero

CastrilloTejeriego

Villafuerte

Encinasde Esgueva

Fombellida

Canillasde Esgueva

Torre deEsguevaCastroverde

de Cerrato

Villaco

AmusquilloEsguevillasde Esgueva

Piña deEsgueva

Villanuevade los Infantes

Olmosde Esgueva

Villarmenterode Esgueva

Castronuevode EsguevaRenedo Villavaquerín

Villabáñez

Sardónde Duero

Santibáñezde Valcorba

Traspinedo

ntanillaTrigueros

leCubillas deSanta Marta

s

Valoriala Buena

Cabezón San Martínde Valvení

tovenia de Pisuerga

Corcos de Aguilarejo

CL-601

N-122

N-122

VA-213

N-620

6 Valles del Esgueva y Jaramiel 7/4/09 14:26 Página 244

Page 247: Viajando por la provincia de Valladolid

Valles del Esgueva y Jaramiel

A pesar de su cercanía a la capital, el valle del Esgueva sólo recientemente ha

conseguido sacudirse el sambenito que le endosaron los escritores del Siglo de

Oro. Cuando Felipe III y el duque de Lerma devolvieron por un lustro la capitali-

dad de España a Valladolid, a comienzos del siglo diecisiete, el Esgueva disper-

saba su travesía de la ciudad en varios ramales, que las primeras lluvias desbor-

daban, encharcando calles e inundando las bodegas de las casas. Contrariados

por la mudanza de la Corte, poetas como Góngora o Quevedo volcaron su mal-

humor sobre la inmundicia de aquellas ‘esguevas’ urbanas. Con aquel recuerdo

impreso en la memoria de la gente, tampoco ayudaba mucho al ánimo de los ex-

cursionistas el nombre del primer pueblo del valle. El actual Renedo apenas di-

simula su denominación anterior de Ranedo o lugar de ranas, que era en lo que

se convertía la fértil artesa del Esgueva cada vez que sus aguas se desmanda-

ban. A lo largo del diecinueve, que fue un siglo laboriosamente jalonado con ini-

ciativas de futuro, las gentes del valle alentaron el proyecto de encauzar el río,

reparar sus puentes y acentuar la vigilancia de los caminos.

En marzo de 1844 tuvo lugar en Esguevillas una reunión de alcaldes y propie-

tarios del valle, cuya síntesis apuntaba que la domesticación del Esgueva “pue-

de reportar igual cuando no superior utilidad a la que ha producido la conti-

nuación del Canal de Castilla hasta esta capital, de que tantos y tan palpables

beneficios ha recibido y está recibiendo este país”. Hizo falta que Miguel de

las Moras, natural de Castronuevo, llegara a la presidencia de la Diputación,

245

s Panorámica del Valle del Esgueva

6 Valles del Esgueva y Jaramiel 7/4/09 14:26 Página 245

Page 248: Viajando por la provincia de Valladolid

para que se emprendiera, en la segunda mitad del diecinueve, una labor sis-

temática de encauzamiento del río, acompañada del cuidado de pasos y ca-

minos. De aquella época conserva el valle una buena colección de casas con-

sistoriales, muchos puentes y la serie de espléndidas casas camineras que la

incuria ha ido regalando a la voracidad de la ruina.

LA ISLA DE LOS PRODIGIOS

Entre la carretera del valle y Renedo, junto al Esgueva, se encuentra el recin-

to prodigioso que fue y sigue siendo la finca de los Power, ahora convertida

por la Diputación en un fantástico parque de ocio con el nombre de Valle de

los Seis Sentidos. Los Power eran industriales vizcaínos de origen irlandés que

hicieron su fortuna con las navieras, los hierros y el yute. Los negocios de la

neutralidad trajeron a Renedo de Esgueva a los Power en los felices vein-

te, con los réditos de la Primera Guerra Mundial. Los lujos y adelantos de su

palacio deslumbraron a la sociedad vallisoletana, todavía sujeta en sus dis-

pendios a la cautela rural de las cosechas. El recinto de Renedo se inauguró

el 27 de noviembre de 1920 con una fiesta de arte a la que acudió el todo Va-

lladolid, encabezado por el arzobispo Gandásegui, que bendijo aquellos lujos.

Se bautizó como Las Mercedes en homenaje a la señora de José Power.

José Power era entonces alcalde de Renedo, como su hermano Ricardo lo ha-

bía sido de Bilbao, además de parlamentario en Madrid. El viento a favor de

la Gran Guerra disparó la cotización de sus empresas y no reparaban en gas-

tos. Para adornar la entrada a su finca, trasladaron desde Renedo de Piélagos,

246

s Renedo de Esgueva

6 Valles del Esgueva y Jaramiel 7/4/09 14:26 Página 246

Page 249: Viajando por la provincia de Valladolid

en Santander, una portalada nobiliaria, que es la que sigue dando paso al Va-

lle de los Seis Sentidos. Por el puro afán de hermanar sus negocios en ambas

localidades homónimas. La casa de campo fue obra del arquitecto Manuel

María Smith Ibarra, quien desde Neguri prodigó este tipo de residencias por

toda la geografía española, pero atendiendo siempre en su diseño a los acor-

des de la arquitectura vernácula. El palacio intentó aunar aspectos populares

y cultos en una construcción monumental de indudable filiación regionalista.

La obra se hizo sin reparar en gastos, combinando el sillarejo con el ladrillo,

sobre todo en el trasdós de puertas y ventanas y en las cornisas, donde alter-

na con la teja. A ello hay que añadir la madera de las solanas y la rejería de

ventanas y balcones. Francisco de Cossío, en sus memorias, se recrea descri-

biendo el interior: un patio castellano cubierto por vidrieras; los muebles, ta-

pices, alfombras y lienzos que decoraban los salones; y, sobre todo, “un órga-

no monumental e invisible, que por una conducción especial del sonido podía

escucharse a voluntad desde cualquier habitación de la casa”. Para llevar a la

gente a sus fiestas, los Power compraron un autocar que salía cada tarde a las

cuatro de la plaza Mayor de Valladolid. Al final todo se lo llevó la trampa: las

acciones del Bilbao, las empresas navieras y metalúrgicas, las posesiones dis-

persas por todo el norte. Durante la guerra, fue hospital de los soldados italia-

nos y sufrió graves deterioros, de los que ya no se repuso. Luego sirvió como

parque móvil militar. Actualmente, aquel escenario romántico alberga la fan-

tasía de los juegos infantiles en el Valle de los Seis Sentidos.

247

s Renedo de Esgueva

Valles del Esgueva y Jaramiel

6 Valles del Esgueva y Jaramiel 7/4/09 14:26 Página 247

Page 250: Viajando por la provincia de Valladolid

Además de este postín de los felices veinte, la villa de Renedo albergó encuen-

tros históricos, como la entrevista que mantuvieron en 1506 Fernando el Ca-

tólico y su yerno Felipe el Hermoso, tratando de apaciguar discordias. También

fue solar de gente dadivosa, como el obispo franciscano de Sigüenza que pa-

trocinó la construcción de su magnífica iglesia barroca. El templo está dedica-

do a la Purísima Concepción y es obra del arquitecto Manuel Serrano, rema-

tada en 1738. Acaso ese patronazgo evitó el susto de un hundimiento como el

que le sobrevino a Serrano durante las obras de la Asunción de Rueda, donde

fue acusado de andar pasado de vino. Y es que tampoco faltaban entonces vi-

ñedos en Renedo, como testimonian las bodegas horadadas en el cotarro del

castillo, que alza su motilla detrás de la iglesia. Incluso, en aquel tiempo y

248

s Iglesia de La Purísima Concepción, en Renedos Iglesia de La Purísima Concepción, en Renedo

6 Valles del Esgueva y Jaramiel 7/4/09 14:26 Página 248

Page 251: Viajando por la provincia de Valladolid

hasta no hace tanto, contó Renedo con una ermita dedicada a la Virgen del

Racimo. En su solar se hizo una plaza, que es la que recibe al viajero a la en-

trada del pueblo. Alrededor, asoman el cerro del Tejar, el pico de Uris y la cues-

ta de San Torcaz. La iglesia de la Purísima Concepción, aunque lo desdiga su

descuido exterior, es uno de los mejores templos barrocos de la provincia. Su

advocación a la Inmaculada se explica por el patrocinio del obispo francisca-

no, cuya orden impulsó este culto frente a las trabas y reticencias de los do-

minicos, que consiguieron retrasar la proclamación del dogma hasta 1854. Al

construir la nueva iglesia, la parroquia de Renedo hizo almoneda de los viejos

retablos, entre los que se encontraba el magnífico de Amusquillo, vendido en

1751. El templo tiene una portada de piedra y poderosas torres de ladrillo. El

interior aparece dominado por la curva, con arcos de herradura y otros trebo-

lados. Un incendio arrasó el 16 de agosto de 1891 los nuevos retablos y ma-

logró la decoración de las bóvedas.

Algún rincón de Renedo, como la calleja de San Pedro, revela vestigios de in-

dudable encanto. Aguas abajo del Esgueva, junto a la antigua finca del monas-

terio de San Benito, en Casasola, se encuentra el Centro de Interpretación del

Esgueva, lanzadera de los paseos por la senda del valle. Casasola combinaba

en sus buenos tiempos la explotación agrícola con el solaz de los monjes, que

preferían quedarse en el valle después del trabajo a volver cada tarde al con-

vento de Valladolid. El edificio histórico corresponde a fines del diecisiete y al-

berga un patio central porticado con arcos de medio punto. El muro exterior es

de ladrillo, recorrido por una imposta de piedra que separa las dos plantas. En

la baja, estaban la cocina, la panadería y las caballerizas. Arriba, las celdas y

un oratorio con coro. El Centro de Interpretación del Esgueva ofrece al viajero

el viático preciso para recorrer el valle con mayor aprovechamiento.

249

Valles del Esgueva y Jaramiel

s Sendero Verde del Valle del Esguevas Sendero Verde del Valle del Esgueva

6 Valles del Esgueva y Jaramiel 7/4/09 14:26 Página 249

Page 252: Viajando por la provincia de Valladolid

Castronuevo de Esgueva aparece replegado hacia los cerros grises que jus-

tifican el gentilicio de cotarreros que nombra a sus vecinos. Pero no fue éste

su primitivo asiento. El pueblo medieval se llamó Polvorera y tuvo fuero. Cuen-

ta con dos barrios de bodegas y con un puente romano para vadear el Esgue-

va. Pero ya no conserva ni un majuelo. Tampoco guindos, aunque celebre con

ese nombre la fiesta de la Visitación de María a su prima Isabel. Acaso son

bucles de nostalgia de un pasado frutal. En su término, pero ya en el límite con

Valladolid, tuvieron un caserío con lagar las monjas de San Quirce. De este

pueblo fue natural Miguel de las Moras, el presidente de la Diputación que

impulsó la primera redención del Esgueva en la segunda mitad del diecinue-

ve. Tendrían que mediar más de cien años para que otro presidente del valle,

Ramiro Ruiz Medrano, se ocupara de incorporar estos pueblos al universo del

ocio y el turismo. La iglesia de la Concepción tiene la cabecera gótica, mien-

tras su cuerpo corresponde ya al diecisiete. En el páramo que recorre la sen-

da blanca de la cañada burgalesa está el despoblado de Castrillo de la Vega,

donde hubo apriscos, una ermita dedicada a San Martín y el caserío de los

pastores. En 1753 los vecinos de Castronuevo reclamaron al obispo de Palen-

cia que no entregara al comendador sanjuanista de Reinoso de Cerrato “la

imagen que se halla de inmemorial tiempo a esta parte colocada en la ermita

del humilladero de este mismo lugar con la advocación de Nuestra Señora del

Castillo” y que se demoliese y apease la campana puesta por el susodicho en

la ermita situada en el término de Castril de Vega. Castronuevo amplió su cas-

co hace años con la urbanización los Álamos, perfectamente integrada en el

paisaje del valle.

250

s Puente Romano, en Castronuevo de Esgueva

6 Valles del Esgueva y Jaramiel 7/4/09 14:26 Página 250

Page 253: Viajando por la provincia de Valladolid

De camino hacia Villarmentero de Esgueva, una senda arbolada conduce

a la finca La Fe, que ya existía como molino en la Edad Media. En la actuali-

dad, es un centro de turismo rural. Villarmentero significa villa de los pastores

o ganaderos. Consta que su dominio fue canjeado a pelo, en 1160, por un es-

clavo árabe, del que se encaprichó doña Sancha, mujer de Pedro Rey, que lo

había visto lisonjear a María Téllez, la esposa del celoso Gustavo Íñiguez. En

1520 pasó a propiedad de Juan Robles, señor del Valle de Trigueros. La igle-

sia de Santa Juliana abre su puerta mudéjar con cuatro arquivoltas en la cima

del pueblo. Es lo más llamativo de su exterior. Construida con hiladas de ladri-

llo y mampostería, en el siglo trece, cubre sus dos naves con armaduras de

madera. Una restauración reciente sacó a la luz un mural gótico que represen-

ta a San Cristóbal, varios capiteles románicos policromados y otros restos de

pinturas. El coro se levanta sobre una tribuna mudéjar decorada con mucho

colorido. Los retablos son de calidad. La iglesia tuvo torre con chapitel y es-

condió sus muros con revocos, que sirvieron como frontón de pelota. Ahora

una espadaña muy sencilla y reciente remata el muro de los pies. En el puen-

te de Villarmentero concluye el primer tramo de la Senda Verde del Esgueva.

251

Valles del Esgueva y Jaramiel

s Iglesia de Santa Juliana, en Villarmentero de Esgueva

6 Valles del Esgueva y Jaramiel 7/4/09 14:26 Página 251

Page 254: Viajando por la provincia de Valladolid

252

EL VALLE DE LOS SEIS SENTIDOS

Este parque de fantasía está ubicado en el antiguo palacio de los Power, unaquinta residencial de los felices veinte, cuyas ruinas se han aprovechadocomo zona recreativa, donde se muestran las piedras típicas de la región yse sitúan los juegos interactivos. El Valle de los Seis Sentidos es un parquede ocio diseñado con imaginación y generosidad de espacio. Más de die-ciocho mil metros cuadrados de superficie destinados al despliegue de laimaginación que consiguen ser escenario cada día del renovado jolgorio in-fantil. Un territorio que alberga más de doscientos árboles (pinos, fresnos oencinas) y permite la realización de actividades físicas con capacidad paraque 400 niños participen simultáneamente en 60 juegos distintos. Estructu-

6 Valles del Esgueva y Jaramiel 7/4/09 14:26 Página 252

Page 255: Viajando por la provincia de Valladolid

253

rado en función de los cincosentidos (el sexto es la imagi-nación), con atracciones queestimulan la participación delvisitante. El puente de cuerdas,el columpio asociado, el vallede los valientes o las colinasdel laberinto son algunos desus espacios. El bosque pobla-do por cuarenta postes de ro-ble de grandes dimensionesplantea un reto sumamenteestimulante a quien pretenda yconsiga treparlo. Hay tambiénjuegos acuáticos, donde sepuede modificar la corrientede un pequeño río mediante laconstrucción de canales y pre-sas. Juegos que incentivan lapedagogía contra el despilfa-rro del agua. Todo el parqueresponde a los criterios de ac-cesibilidad. Un anfiteatro cu-bierto completa la instalacióny da cabida a las actividadesmusicales y teatrales.

Valles del Esgueva y Jaramiel

6 Valles del Esgueva y Jaramiel 7/4/09 14:26 Página 253

Page 256: Viajando por la provincia de Valladolid

Olmos de Esgueva da el salto a la orilla izquierda del río. El camino arbola-

do que lo franquea por un puente soberbio de tres ojos trata de hacer justicia

a su nombre vegetal. Olmos fue abastecedor de carne a la ciudad de Vallado-

lid, antes de orientarse hacia la harina y la electricidad, que producía en el mo-

lino del Salero. La iglesia de San Pedro y la ermita del Pozo Bueno son del die-

cisiete, como una casona blasonada con profusión de calderos y veneras. En

el alboroto de las Comunidades la Junta de Tordesillas ordenó a Olmos que

pusiera hombres con picos al servicio del obispo Acuña para consolidar la de-

fensa de Cabezón a favor del Común.

Sobre un cotarrillo que esconde el laberinto de las bodegas se extiende el ca-

serío de Villanueva de los Infantes, que vio corretear a la futura actriz Au-

rora Bautista Zúmel. Por su nombre, los románticos imaginaron que este pue-

blo, cuyo término era el único en que no podían pastar las merinas de la ca-

ñada burgalesa, había sido Real Sitio cuando la Corte estuvo en Valladolid.

Sus edificios públicos muestran la mejor cantería del valle. El pueblo fue pro-

piedad de las Huelgas de Burgos y la calle que bordea la plaza Mayor recuer-

da en su placa al rollo jurisdiccional de las monjas, demolido durante una de

las diástoles liberales del diecinueve. En esta calle, que se empina hacia el

cerro de los Palacios, resalta la casona blasonada de los Ubierna, con un es-

cudo de labra cuidadosa y bien conservado, que es de mediados del diecisie-

te. El cerro adorna su ladera con encinas, cuyo verde salteado contrasta vi-

vamente con la palidez caliza del terreno. Arriba asoma una cabaña con ven-

tanal generoso hacia la artesa del valle. En el anillo inferior de la colina se

abre una sucesión de cuevas o bodegas y exento en la pendiente destaca un

palomar bastante averiado, pero de porte monumental. Villanueva, antes de

apellidarse de los Infantes, se llamó de Valdesgueva, y a su alrededor tuvo al

menos un par de núcleos, cuyos vestigios han ido aventando los siglos. Uno

era la granja de Portillejo, perteneciente al cabildo catedralicio de Valladolid;

el otro, Valdecós, un caserío que figura junto a Villanueva en el mapa dibuja-

do por Tomás López en 1779. También se llevó la trampa un molino harinero

que hubo junto al río, mientras la ermita de Nuestra Señora de Torrecilla

padeció su derribo hace medio siglo. El templo estaba al oeste del pueblo,

254

s Olmos de Esgueva

6 Valles del Esgueva y Jaramiel 7/4/09 14:26 Página 254

Page 257: Viajando por la provincia de Valladolid

junto a la carretera de Valladolid. Hacia Piña, coronando un rebarco del valle,

asoma el torreón de Mazariegos, cuyo nombre árabe delata su antigua fun-

ción como molino de viento.

La plaza Mayor la ennoblecen el edificio consistorial y las escuelas. El ayun-

tamiento se remata con una torreta de forja que pregona su edad: “Costeado

con los fondos del municipio siendo alcalde Miguel Coloma. Año 1885”. De la

misma cosecha es el reloj, realizado en el taller madrileño de Canseco. Este

consistorio, coetáneo de los de Piña o Esguevillas, es fruto de las décadas de

prosperidad que vivió el valle en la segunda mitad del diecinueve. Entonces,

se encauzó el río, se mejoraron puentes y caminos y se sembró el Esgueva de

casas de peones camineros encargados de su mantenimiento. Aunque el con-

sistorio conserva en su fachada el viejo azulejo de Plaza de la Constitución, los

255

Valles del Esgueva y Jaramiel

s Iglesia de Santa María la Mayor, en Villanueva de los Infantes

6 Valles del Esgueva y Jaramiel 7/4/09 14:26 Página 255

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modernos bautistas prefirieron llamarla Plaza Mayor. Para no dar la razón ni a

sus abuelos ni a los padres, que la dedicaron a Franco. También el colegio con-

serva un heráldico escudo en latón de la Dirección General de Instrucción Pú-

blica. Como estaba más a mano, le arrancaron la corona en tiempos de la omi-

nosa. Entre el recinto de la plaza y la torre herreriana de la iglesia se suceden

un parque infantil y varias casas de piedra peraltadas en el terraplén. El últi-

mo hueco lo ocupa el frontón municipal, que se apoya en el muro de los pies

de la iglesia.

La iglesia de Santa María la Mayor muestra en su cuerpo el desgarro de su-

cesivas envolturas. La nave, decorada con tres ventanas de herradura al me-

diodía y otra al norte, parece prerrománica. La cabecera, cubierta con bóve-

da de cañón, es románica, como la cornisa ajedrezada con canecillos geomé-

tricos que se aprecia al exterior. El discutible manejo de estos vestigios por

una reciente restauración devalúa su atractivo. La torre, de buena cantería,

sostiene un crecido nido de cigüeña. En Villanueva nació, el día de Santa Te-

resa de 1925, la actriz Aurora Bautista, una estrella del celuloide imperial que

pasó los aciagos años de la guerra en el pueblo, en casa de un tío, yendo a

trabajar cada día con su hermano Santiago a la quesería de Esguevillas. Su

padre era peletero en Madrid y durante la guerra movilizó al sindicato de la

piel para abrigar a los soldados en el frente de Teruel. Una delación lo llevó

a la cárcel, antes de ser desterrado a Barcelona. En la ciudad condal Aurora

se matriculó en el Instituto de Teatro, donde tuvo como profesor al académi-

co Guillermo Díaz-Plaja, y destacó en las representaciones colegiales de clá-

sicos. Luca de Tena la contrató en 1945 para hacer ‘El sueño de una noche de

verano’ en el Teatro Español y de allí saltó al cine de Cifesa, donde protago-

nizó el desconsuelo de la reina Juana en Locura de amor, de Juan de Ordu-

ña. Aquel estilo efectista y declamatorio de interpretación lastró el futuro de

su carrera de actriz. Mujer independiente y poco convencional, hizo de Tía Tu-

la para Picazo, representó a Lorca por primera vez en España después de la

guerra y arriesgó produciendo a Arrabal. Es la gran olvidada de las actrices

de Valladolid. Incluso en su pueblo.

256

s Villanueva de los Infantes

6 Valles del Esgueva y Jaramiel 7/4/09 14:26 Página 256

Page 259: Viajando por la provincia de Valladolid

Piña de Esgueva tuvo dos conventos que la tradición atribuye a los templa-

rios, aunque está documentada su dependencia del monasterio de Matallana

y de la Orden de San Juan. Lo más notable del conjunto es la iglesia románi-

ca de Nuestra Señora, cuyo ábside de principios del trece muestra los agra-

vios del desamparo. Semicircular y dividido en tres paños, rasgado cada uno

por una ventana con triple arquivolta, se adorna con canecillos en nacela, al-

gunos decorados con cabezas de animales, dos piñas o una liebre acostada.

La liebre simboliza en el románico, como otros tantos animales, a la lujuria,

por sus connotaciones nocturnas. Sus partos de muchas crías la asocian con

el abuso de las bajas pasiones. Las piñas son trasunto de la eternidad y de la

permanencia del mundo vegetal, pues el pino está siempre verde. Una recien-

te intervención descargó al pórtico de la construcción moderna que lo sofoca-

ba. En cambio, adosó al ábside un habitáculo pintado de almagre que distor-

siona la cabecera. La puerta es románica y cuenta con capiteles de excelente

labra. En su interior, modificado en el siglo dieciocho con una cubierta de bó-

vedas de arista decoradas con yeserías barrocas, destaca el retablo del Rosa-

rio, bien restaurado y con pinturas de Antonio Vázquez.

La carretera divide el pueblo en dos partes desiguales. Hacia Villanueva, en el

monte, la torre de Mazariegos desnuda su estampa de espadaña románica,

que sitúa la memoria de una antigua población visigoda. En lo alto, detrás de

la iglesia, asoman las ruinas del caserío de los marqueses de Camarasa, que

llaman la Casa del Monte. En la plaza, ya cerca del río, toma el protagonismo

la ermita herreriana de San Pedro, que fue panera antes de su rescate como

centro cultural. En un metido de la plaza se acomoda el consistorio, rematado

por el mismo tipo de torrecilla metálica de Villanueva de los Infantes, que se

repite en Esguevillas. ‘Costeado de fondos municipales siendo alcalde D. Víc-

tor Sinova, 1886’, pregona la leyenda en forja. Ya en las afueras, junto al cam-

posanto y las instalaciones deportivas, se encuentra la ermita del Cristo de la

Buena Muerte. Piña es lugar de buena arquitectura tradicional y nobiliaria, fa-

moso también por su repostería.

257

Valles del Esgueva y Jaramiel

s Bodegas, en Piña de Esgueva

6 Valles del Esgueva y Jaramiel 7/4/09 14:26 Página 257

Page 260: Viajando por la provincia de Valladolid

EL CORAZÓN DEL VALLE

Para reforzar su centralidad comarcal, Esguevillas de Esgueva ha ido va-

riando su nombre hasta incurrir en redundancia. Primero se llamó Esguevillas

de Suso y luego Santiago de Esguevillas, pero para evitar dudas colgó el ape-

llido del valle de su plural diminutivo. Cuando se produce el despertar decimo-

nónico de la comarca, Esguevillas es el escenario donde se dilucidan los asun-

tos de provecho. Así ocurriría en la asamblea del 24 de marzo de 1844, donde

se propone la limpia y encauzamiento del río para evitar las frecuentes inun-

daciones que malogran la cosecha de los frutos y las continuas enfermedades

que ocasiona la infección de las aguas estancadas. Su palacio consistorial,

concluido en 1893 según trazas del arquitecto José Benedicto, es el mejor tes-

timonio del rango capitalino de Esguevillas. Situado lejos de la plaza Mayor,

ocupa una manzana completa y agrupa el juzgado, las escuelas y las vivien-

das de los maestros, además de los servicios municipales. Una escalera im-

perial da acceso al salón de sesiones, situado en la primera planta. Remata la

fachada de ladrillo y sillería la torrecilla del reloj sobre la que se alza la cam-

pana de las horas. El escudo municipal muestra un can sujeto a un árbol, que

evoca las regias cacerías medievales en su pago de la Mata del Rey.

La iglesia de San Torcuato y un mínimo resto porticado de la plaza Mayor co-

rresponden al primer momento de su esplendor moderno, que tuvo lugar a fi-

nes del dieciséis. El recinto de la plaza aparece muy desvirtuado por las nue-

vas edificaciones. Una cruz de piedra preside el atrio de la iglesia, cuya torre

perdió el chapitel de remate. La portada lleva la fecha de 1595 y marca el fin

de las obras, ya en clave herreriana. La parte más antigua es la cabecera, to-

258

s Esguevillas de Esgueva

6 Valles del Esgueva y Jaramiel 7/4/09 14:26 Página 258

Page 261: Viajando por la provincia de Valladolid

davía de traza gótica. El templo resulta de una envergadura considerable y al-

berga en su interior abundantes muestras artísticas de la prosperidad de la vi-

lla: retablos renacentistas, barrocos y neoclásicos; pinturas e imaginería; bó-

vedas de arista góticas y yeserías barrocas; sitiales de coro y una caja de ór-

gano huérfana. En el pago de Arranca, fuera del caserío, se encuentra la ermi-

ta barroca de San Vicente Ferrer, que guarda un retablo de mediados del die-

ciocho ensamblado con la subasta de un cerdo bien cumplido de arrobas. Las

imágenes benedictinas que acompañan al predicador dominico proceden de

la almoneda monástica de Santa María la Real de Tórtoles.

Peraltada en una de las terrazas que modeló la constancia del río, Villafuer-

te de Esgueva vigila desde lo alto la encrucijada de los caminos del valle. El

cazador Miguel Delibes, que frecuentó estas cuestas del Esgueva, ponderó el

vaivén de sus pendientes de artesa, que parecen poca cosa pero acaban ha-

ciendo mella. Hasta mediados del siglo quince, Villafuerte se llamó Bellosillo

y tuvo una ubicación más desabrigada, próxima al río. Su altivo nombre actual

se lo puso Garci Franco de Toledo, un converso que heredó de su padre todos

los lotes del señorío, construyó el castillo gótico y reforzó su flanco fluvial con

una cerca de murallas. Eran tiempos de revueltas acuciadas por la prosperi-

dad de los judíos conversos. Su hermano Alonso había sido asesinado en To-

ledo por un pogromo de cristianos viejos y el señor de Villafuerte no quiso com-

partir aquel infortunio. Pero el cambio de nombre ofendió a los vecinos, que

emprendieron un pleito poniendo en solfa el derecho señorial de los Franco,

cuando tampoco en Valladolid los conversos eran bien vistos. Así que el tole-

dano se preocupó de acelerar la construcción del castillo

y que éste resultara inabordable. La fortaleza estuvo

habitada hasta hace más o menos un siglo y ac-

tualmente es propiedad de la Asociación de

Amigos de los Castillos. Tiene plan-

ta cuadrada, con cubos en tres es-

quinas y la majestuosa torre del ho-

menaje en la cuarta, que conserva

un aire palaciego. La torre tiene cin-

co pisos y acceso por una escalera

de caracol. Una barbacana exterior

más decorativa

que eficaz

completa la

imagen del

castillo.

Valles del Esgueva y Jaramiel

s Castillo de Villafuerte de Esgueva

6 Valles del Esgueva y Jaramiel 7/4/09 14:26 Página 259

Page 262: Viajando por la provincia de Valladolid

Los Franco y su parentela fueron gente belicosa, de cepo y picota. Al pleito de

los vecinos respondieron con todo tipo de abusos, que iban desde la obliga-

ción de acarrear piedra para la obra de la fortaleza y trabajar en su fábrica, a

tomarse la justicia por su mano, azotando y colgando de la horca a los levan-

tiscos para escarmiento de los demás. Acaso la mala conciencia impulsó a la

viuda de Garci Franco a dotar una capilla funeraria en San Pablo de Vallado-

lid. A su heredero le confiscaron el castillo en 1515 y, al abandonar las rejas,

tuvo que pedir a la reina Juana que le dejara refugiarse en la fortaleza de Vi-

llafuerte “a causa de las enemistades que tiene, que son notorias”. Una vez

recobrado su dominio, respondió colocando los escudos familiares en lo alto

de la torre, sobre las dos caras que miran al pueblo.

La procedencia toledana del señorío se refleja en su inclinación a lo mudéjar,

que llevará a enjoyar la iglesia con preciosos alfarjes y otras delicadezas mo-

riscas. El museo del Instituto Valencia de don Juan de Madrid conserva una

alfombra mudéjar tejida con los escudos familiares que se prodigan en los mu-

ros del castillo. La iglesia de la Santísima Trinidad es un templo románico de

finales del doce desfigurado por las reformas. Tenía una única nave con ábsi-

de semicircular, de magnífica sillería sobre zócalo de mampuesto. El ábside

aparece enfoscado, dejando ver apenas un par de hiladas de piedra bajo la

cornisa. Los canecillos se decoran con motivos geométricos y piñas. En el cen-

tro del tambor se abre una ventana de la que resalta su cenefa de puntas de

diamante. La portada románica, protegida de la intemperie, muestra un buen

estado de conservación. En el interior, el arco toral se apoya sobre capiteles

de labra cuidadosa. Uno muestra una liebre con sus crías y otro simboliza la

victoria sobre el pecado en el mordisco de un grifo, animal fantástico, a la ser-

piente. En el siglo quince se cubrió la nave con un artesonado mudéjar de la-

cería policromada que fue desmontado en los años setenta del pasado siglo.

Actualmente preside el salón de plenos de la Diputación en el Palacio de Pi-

mentel. Otro artesonado con escudos de castillos y leones y la heráldica de los

señores de Villafuerte sostiene el coro. El templo guarda en la nave lateral los

retablos traídos del convento de Mercedarios de Valladolid, así como alguna

260

s Caño, en Villafuerte de Esgueva

6 Valles del Esgueva y Jaramiel 7/4/09 14:26 Página 260

Page 263: Viajando por la provincia de Valladolid

pintura de mérito y las imágenes de Nuestra Señora de Medianedo y de Villa-

vieja. Más interés tiene el Cristo de Bellosillo, recientemente restaurado y obra

de Francisco Giralte. Dos casas del pueblo pregonan en piedra su antigua per-

tenencia a la parroquia y a una cofradía. A las afueras se encuentra la Ermita

de Nuestra Señora de Medianedo. Esta advocación remite a la asamblea po-

pular de los vecinos, que se reunían para dirimir sus conflictos de límites. El

medianetum era un lugar fronterizo entre concejos donde se resolvían los liti-

gios territoriales. El edificio actual es moderno.

El diminutivo de Amusquillo parece rebajar la notoriedad de su nombre, que

en época medieval fue Famuscum o Hamusco de Valdesgueva. En otras pala-

bras, Pueblo Famoso del Valle Esgueva. Esta genealogía preclara relega la so-

corrida tentación de vincular su nombre con el tono amusco o pardo de sus al-

rededores. Que no hay tal. Señorío de los vizcondes de Valoria, Ortega Rubio,

hace cien años, alcanzó a ver el rollo jurisdiccional coronado por un gallo de

hierro. También adivinó la curva de un cubo de la antigua cerca y dedujo que

la iglesia se había levantado en el emplazamiento de la primitiva fortaleza.

Una casa del pueblo abre su puerta al requerimiento de un llamador freudia-

no con forma de lagarto forjado en hierro. El templo de San Esteban, bien res-

taurado, corresponde al siglo diecisiete, aunque conserva algunos vestigios

románicos. Lo mejor del conjunto es su retablo mayor, traído de la almoneda

de Renedo en 1751, cuando se liquidaron los viejos retablos al construir la igle-

sia barroca. A Renedo había llegado en 1675, procedente de la colegiata de

Valladolid, cuyo cabildo lo pulió por 2.500 reales. Es del primer tercio del die-

ciséis y los expertos atribuyen su arquitectura a Pedro de Guadalupe, mien-

tras las esculturas serían obra de Juan Ortiz el Viejo. La imagen románica de

San Esteban apareció enterrada hace unas décadas.

261

Valles del Esgueva y Jaramiel

s Iglesia de San Esteban, en Amusquillo

6 Valles del Esgueva y Jaramiel 7/4/09 14:26 Página 261

Page 264: Viajando por la provincia de Valladolid

Villaco tiene un barrio de lagares y bodegas que asoman sus dinteles de pie-

dra en la suave ladera. Sobre el caserío se alza la iglesia de San Sebastián,

gótica tardía del dieciséis, rematada por una espadaña de conventillo que no

hace honor al cuerpo sillar del templo. La anterior se desplomó hace años, sa-

crificando a dos niñas que entretenían la espera de la catequesis al solecillo

del invierno. Tampoco era la espadaña original, sino un remiendo de 1739, que

costó algo más de mil reales.

Hasta 1820, Villaco no se eximió del señorío de Castroverde de Cerrato, que

ostentaba el marqués de Aguilafuente. Su nombre y la profusión de restos ar-

queológicos delatan el primitivo emplazamiento en el cerro que lo respalda.

En su entorno se han documentado el castro vacceo del Paredón, la villa ro-

mana de La Serna, la necrópolis y despoblado medieval del Barrial y los ves-

tigios de una fortaleza amurallada del siglo IX encontrados en el pago del Co-

tarro. Su iglesia de la Asunción se levantó con trazas herrerianas a fines del

dieciséis, aunque quedó muy alterada por la ampliación neoclásica llevada a

cabo a comienzos del siglo

diecinueve. Entonces se pro-

yectó rasgar sus muros con

un crucero, pero la sensatez

de un maestro de obras para-

lizó la ocurrencia “por seguir-

se notable perjuicio a la calle

Real, quedando esta suma-

mente estrecha e imperfec-

ta, sin curso y rectitud corres-

pondiente para el uso de ca-

rretas y personas que transi-

262

s Bodegas en Villaco

s Puente, en Castroverde de Cerrato

6 Valles del Esgueva y Jaramiel 7/4/09 14:26 Página 262

Page 265: Viajando por la provincia de Valladolid

tan por ella”. Finalmente, se optó por “añadir a la nave diez pies de anchura al

lado del mediodía, donde se halla terreno suficiente y sin perjuicio alguno y

quedará de este modo una iglesia capaz y proporcionada”. Así se hizo, rele-

gando la espadaña a la esquina. Una casa blasonada con veneras revela su

vínculo con la Orden de Santiago, cuya encomienda de Castroverde engloba-

ba en sus dominios a la villa de Baltanás y al lugar de Villaco.

Torre de Esgueva se apellidó antes de Fombellida. Ningún resto fuerte jus-

tifica su nombre, que sin embargo apoya el emplazamiento sobre un repecho

que domina el curso del valle. El edificio consistorial corresponde al último ter-

cio del diecinueve y revela la pujanza comarcal de aquel momento. La iglesia

de San Martín de Tours conserva algunos restos de finales del trece, aunque

el conjunto muestra el zurcido de sucesivas reformas.

263

Valles del Esgueva y Jaramiel

s Iglesia San Martin de Tours, en Torre de Esguevas Iglesia San Martin de Tours, en Torre de Esgueva

6 Valles del Esgueva y Jaramiel 7/4/09 14:26 Página 263

Page 266: Viajando por la provincia de Valladolid

Fombellida despliega con el nombre la belleza y bondad de su fuente. A me-

diados del dieciocho se emancipó de la jurisdicción de Castroverde, aunque

siguió compartiendo con Castro, Villaco y Torre la explotación de un robledal

común. El pueblo cuenta con la ermita barroca del Amparo y con la iglesia gó-

tica de San Antolín, de fines del dieciséis. El empaque del templo se ve mer-

mado por el remate de la torre, que parece truncada. En cambio, el interior

resulta espacioso y rico de adornos bajo las altas bóvedas de crucería. El re-

tablo mayor agrupa pinturas e imaginería, que ilustran la vida de Cristo y las

compañías del santo palentino en su camino hacia el martirio.

Ya en la distancia los cuernos de la fortaleza de Canillas de Esgueva seña-

lan el teso donde surgió el poblado fronterizo en el siglo nueve. Apenas quedan

en pie los husillos de buena y resistente cantería que reforzaban las esquinas

de la torre elevada en el trece. Unos contrafuertes que se han revelado más re-

sistentes y de mejor hechura que la torre que debían sostener. En realidad, es-

ta torre de Canillas era una avanzada de la fortaleza de Encinas. Hoy avisa de

que nos acercamos a la frontera vallisoletana del Esgueva. Su caserío de

piedra y tapial dibuja un callejero quebrado y en pendiente que se cuelga del

cerro del castillo. Desde arriba se aprecia la amplitud de una vega generosa y

fértil. Bodegas y lagares revelan el pasado vinícola de este tramo del valle. La

iglesia de San Miguel conserva un ábside semicircular enfoscado que abrocha

un collar de canecillos, ilustrado por los temas habituales en el románico del

Esgueva: cabezas de animales, rollos y bolas. El ábside asoma sobre un zóca-

lo de piedra que salva el desnivel del terreno. La ventana del testero no es la

original y corresponde a las traumáticas reformas del dieciocho. La portada

tiene tres arquivoltas. En 1761 se sustituyó la cubierta de madera por una

bóveda de cañón. La torre neoclásica que desfigura su estampa románica se

remató a principios del diecinueve, aunque mantiene un aire herreriano.

s Restos de la fortaleza de Canillas de Esgueva

6 Valles del Esgueva y Jaramiel 7/4/09 14:26 Página 264

Page 267: Viajando por la provincia de Valladolid

Encinas de Esgueva evoca en su nombre el pasado boscoso de la zona,

mientras su emplazamiento estratégico revela el papel guardián del valle. El

pueblo se asienta en la pendiente del páramo y en el vado mediante entre el

cerro del castillo y el de la iglesia, en torno a un parque bien cuidado y hermo-

so. Por su vera discurre el arroyo de las Eras, embalsado en su cabecera. Cer-

ca hubo un poblado vacceo, de cuya excavación viajaron venablos y puntas de

hierro al Museo de Santander. Durante la Edad Media, Encinas fue señorío de

la nobleza: primero de la nieta del conde Ansúrez, doña Estefanía Armengol,

y a fines del catorce del duque de Béjar, que emprendió las obras del castillo.

El castillo cuenta con foso y un doble perímetro de almenas. El puente levadi-

zo se suprimió en su época de granero. El pastiche de la restauración fue obra

del SENPA, que era el organismo agrario encargado de almacenar el trigo. En

Castilla y León convirtió algunos castillos en silos y para tal uso sus arquitec-

tos arrasaron las dependencias interiores. En cambio, hacia afuera aquellos

técnicos eran unos relamidos entusiastas de la piedra artificial y del cemen-

to. La fábrica actual del castillo corresponde al tránsito del siglo catorce al quin-

ce, destinado por tanto a uso residencial. En 1574 el duque de Béjar vendió la

villa a los Aguilar, que colocaron su escudo bien alto y visible. Cuatro años más

tarde, el nuevo propietario tuvo el capricho de hacerse un estanque de 80 por

60 pies con 7 de profundidad delante del castillo. Recientemente se ha enlo-

sado aquella plazuela. En 1709 Felipe V concedió a Antonio Aguilar el título de

conde de Encinas. La fortaleza es de planta cuadrada con torres en las cuatro

esquinas y se protege mediante barbacana almenada y foso con muros de si-

llería en talud. Al adaptarlo como silo, a mediados del siglo veinte, se cegaron

varias ventanas ajimezadas y desaparecieron los artesonados mudéjares y su

patio de armas de dos plantas con columnas de piedra construido en el siglo

diecisiete.

265

Valles del Esgueva y Jaramiel

s Embalse de Encinas de Esgueva

6 Valles del Esgueva y Jaramiel 7/4/09 14:26 Página 265

Page 268: Viajando por la provincia de Valladolid

En el badén que arropa el caserío de Encinas, da réplica al castillo desde otro

promontorio la iglesia gótica de San Mamés, un santo que echó los dientes

amamantado por dos gacelas. Construida a fines del siglo quince, tiene tres

naves separadas por pilares que se enlazan con arcos de medio punto. En el

ábside central, un rosetón calado dibuja la estrella de David. La torre levanta

tres pisos. El retablo mayor, del dieciocho, fue pagado por el concejo, que ven-

dió una tierra, y dorado por el conde. La capilla de los Salcedo acoge un reta-

blo plateresco que funde con gusto pintura y escultura. Las imágenes remiten

al círculo de Giralte, mientras las tablas delatan la estela de Villoldo. Ha sido

restaurado recientemente, como una Virgen policromada de tradición gótica.

La Cruz parroquial es una de las más valiosas de la platería provincial.

266

s Castillo de Encinas de Esgueva

6 Valles del Esgueva y Jaramiel 7/4/09 14:26 Página 266

Page 269: Viajando por la provincia de Valladolid

EL VALLE DEL JARAMIEL

El Jaramiel es un riachuelo más eufónico que caudaloso que brota en las Pin-

zas y baja hasta Tudela, entallado entre el Esgueva y el Duero, haciendo aco-

pio de fuentes y arroyos para no esfumarse por el camino. El Jaramiel traza un

valle silvestre y solitario que sólo empieza a poblarse en la amplitud de su úl-

timo tramo. Sus menguados afluentes llevan el nombre de los barcos y lade-

ras donde manan: Valdelamano, Rozas, Chopón o Carrapiña. Miguel Delibes

frecuentó como cazador el coto de La Sinova y más de una vez echó el retel a

los cangrejos en sus aguas perezosas. Luego convertiría el valle en escenario

de su novela Las ratas. Castrillo Tejeriego es el pueblo cabecero del Jara-

miel y se aúpa sobre un teso que justifica la fortaleza de su nombre. Desde el

remoto castro celtibérico hasta la codiciada torre medieval, fue lugar de mu-

cho trasiego. Perteneció al Infantazgo de Valladolid antes de pasar al obispo

de Osma por donación de un infante hijo del rey santo. En lo alto del pueblo se

sitúa la iglesia de Santa María Magdalena, gótica del dieciséis. Desde su em-

plazamiento, ofrece una panorámica realmente hermosa del valle. Quizá con

ese fin se habilitó un balconcillo de vistas en su espadaña. Pero ya en 1556 los

vecinos reclamaron al obispo que se levantara el campanario varios cuerpos,

porque no oían los toques desde el campo, al ser la iglesia más alta que la es-

padaña. El templo se distribuye en tres naves con bóvedas de crucería. El re-

tablo mayor procede de la iglesia de San Miguel de Reoyo, de Peñafiel. Lo

compró la parroquia en 1729 y es obra de 1664. Debajo del coro, que conser-

va su artesonado con pinturas, una reja de madera protege la pila bautismal

gótica adornada con gallones.

267

Valles del Esgueva y Jaramiel

s Iglesia de la Magdalena, en Castrillo Tejeriego

6 Valles del Esgueva y Jaramiel 7/4/09 14:26 Página 267

Page 270: Viajando por la provincia de Valladolid

En una ladera, a la vista del pueblo, destaca la ermita de Nuestra Señora de

Capilludos, de proporciones parroquiales. Su planta se parcela en tres naves

separadas por pilares. En su interior guarda un retablo renacentista muy va-

lioso, con pinturas de Antonio Vázquez, y la talla románica de la Virgen, de fi-

nes del siglo doce. El coro vuela sobre un artesonado con pinturas góticas, se-

mejante al de la parroquia. La tradición atribuye el hallazgo de la Virgen, co-

nocida popularmente como la Serrana, a un carretero soriano, que en un des-

canso de sus bueyes la encontró en el hueco de un roble metida en una capu-

cha o capillo. El capillo es el gorro de mallas que cubría la cabeza de los gue-

rreros medievales, así que Amando Represa deduce que su advocación tiene

que ver con una hermandad de hombres de armas. A fines del siglo dieciséis,

se picó en sus muros el escudo de los Velasco, anteriores patrones, y dos si-

glos más tarde la ermita albergaba una cofradía de pastores regida por estric-

tos estatutos. Con la Desamortización, desapareció el convento franciscano

de Santa Ana, construido a comienzos del diecisiete bajo el patronato del con-

de de Salazar, que tuvo un claustro de dos alturas trazado por Francisco de Pra-

ves. Apenas queda rastro de su solar en la memoria.

268

s Ermita de Capilludos, en Castrillo Tejeriego

6 Valles del Esgueva y Jaramiel 7/4/09 14:26 Página 268

Page 271: Viajando por la provincia de Valladolid

Entre Castrillo y Villavaquerín, promedia La Sinova, que fue aldea con su pa-

rroquia de Santa Marina, antes de convertirse en aprisco y granja agrícola: un

escenario muy delibeano. Durante la Edad Media perteneció, con el priorato

de las Mamblas, al monasterio de Silos. Villavaquerín aparece en la histo-

ria como posesión de los Ansúrez, que donan unos solares en el pueblo a la

Colegiata de Valladolid. Luego, el señorío anduvo partido entre la Iglesia y va-

rios blasones, hasta que lo agrupó el duque de Lerma, en los balbuceos del

diecisiete. La villa de los vaqueros, que eso significa su nombre, vivió una eta-

pa de apogeo en el siglo dieciséis, cuando se construyeron la parroquia góti-

ca de Santa Cecilia y la ermita dedicada a Nuestra Señora de Prado. La igle-

sia alza los ojos de su torre en lo más alto del pueblo, hasta donde se accede

por una escalinata de piedra con 33 peldaños. Tantos como años vivió Cristo

o botones tenían las sotanas de los curas. La planta del templo es maciza, sin

acusar el crucero al exterior, y desencajada, menguante hacia los pies. En el

mobiliario litúrgico hay algunas piezas procedentes de la almoneda del mo-

nasterio de Retuerta, como un llamativo confesionario rococó. Es excelente el

retablo mayor, decorado con relieves de apóstoles y virtudes y algunos lienzos

de tema mariano. La ermita de Prado conserva la techumbre de par y nudillo.

269

Valles del Esgueva y Jaramiel

s Iglesia de Santa Cecilia,en Villavaquerín

6 Valles del Esgueva y Jaramiel 7/4/09 14:26 Página 269

Page 272: Viajando por la provincia de Valladolid

Ya abierta al Duero, Villabáñez atesora una historia relevante. Tuvo hospi-

tal, varias parroquias, unas cuantas ermitas y muchas cofradías, lo que acre-

dita su pasada prosperidad. La iglesia de la Asunción es obra de fines del die-

ciséis, construida en dos impulsos. Después de una inspección en la que par-

ticiparon Juan de Nates y Juan de la Cagiga, el diseño de las bóvedas se en-

cargó a Diego de Praves. Lo más problemático de la obra resultó el chapitel

que remataba la torre, con tres cuerpos de sillería y el último de ladrillo. Su

autor le había dado forma de pirámide cubierta con hojalata, pero por usar

una sola capa de chapa sujeta con muchos clavos resultó ser un coladero en

270

s Capilla Mayor de la iglesia de la Asunción, en Villabáñez

6 Valles del Esgueva y Jaramiel 7/4/09 14:26 Página 270

Page 273: Viajando por la provincia de Valladolid

tiempo de lluvias. Así que la parroquia pidió menos clavos y doble hoja. Tres

cuartos de siglo más tarde, en 1682, se remató con hojas sujetas con tachue-

las y cerradas las juntas con plomo y pez negra. Luego la hojalata se pintaba

de negro, para que pareciera pizarra. A pesar de todo, el chapitel que tanta

prosa consumió a comienzos del diecisiete se perdió más tarde y su falta se

nota. Sin aquel remate, la torre queda chaparra. El retablo mayor es obra de

Francisco de la Maza, seguidor distinguido de Juni. Fue costeado por Anto-

nio de la Vega, beneficiado de las cuantiosas rentas de esta iglesia. Al aca-

barse de dorar, medio siglo más tarde, un sobrino del donante pretendió que

se colocaran sus armas en los óvalos de la cabecera, pero se opuso la parro-

quia, prefiriendo renunciar al pago. La iglesia atesora un buen repertorio de

retablos, pilas bautismal y de agua bendita, púlpito de herraje, cajonera y de-

más ajuar en la sacristía, órgano y magnífica platería palentina. Las puertas

de madera proceden del convento de los mercedarios de Valladolid. El humi-

lladero del Cristo de la Guía, de mediados del dieciséis, tiene forma de cubo

con contrafuertes en las esquinas y portada de doble arco. Encima de la puer-

ta se abre un nicho con la Piedad en piedra y, sobre ella, una cruz. Desde Vi-

llabáñez, la carretera hacia Renedo de Esgueva abrocha la ruta de los valles

y ofrece la mejor estampa del pueblo, recostado en la ladera.

271

Valles del Esgueva y Jaramiel

s Humilladero del Cristo de la Guía, en Villabáñezs Humilladero del Cristo de la Guía, en Villabáñez

6 Valles del Esgueva y Jaramiel 7/4/09 14:26 Página 271

Page 274: Viajando por la provincia de Valladolid

s EL EMBALSE DE ENCINAS DE ESGUEVA

Este embalse solitario aloja una estacional y ruidosa colonia de aves

migratorias. Excepto en verano, cuando aumenta la concurrencia de visi-

tantes y su dedicación al riego provoca oscilaciones bruscas en el nivel

del agua, cumple una impagable función de guardería ecológica. La ruta

parte de la plazuela del castillo de Encinas y busca la cabecera del apre-

sado arroyo de las Eras. Un frontón moderno (hay otro más cerca de la igle-

sia) indica la salida del pueblo hacia el embalse. Del cruce de carreteras

hacia Pedrosa de Duero y hacia el Valle del Cuco arranca la pista de tie-

rra que conduce hacia el lago, que está a 1,6 km de distancia. Su anillo

peatonal mide 2 kilómetros y ofrece la posibilidad de ampliar el recorrido

en su cabecera remontando el curso del arroyo de las Eras. No presenta

ningún desnivel y se pasea cómodamente, con varias paradas de obser-

vación ornitológica, en un par de horas. El camino, que conviene seguir en

sentido inverso a las manecillas del reloj, tiene un firme perfecto y ofrece

en su recorrido numerosos lugares que invitan a un alto en el paseo.

El Esgueva es un riachuelo asustado por la sombra de su mala fama

literaria, que arranca del Siglo de Oro. Fue entonces cuando los escrito-

res cortesanos, molestos por la mudanza de Madrid a Valladolid, la em-

prendieron con las sucias e insalubres aguas de los ramales que el Es-

gueva repartía por la ciudad. Quevedo y Góngora se emplearon a fondo

en aquella campaña para forzar el retorno del rey a Madrid. Y el nombre

del Esgueva se instaló en el Parnaso como sinónimo de guarrería. De ahí

el acierto de la Diputación de Valladolid al acometer el descubrimiento

y redención del Esgueva, mediante la puesta en valor de este valle afluen-

te de la capital, que ha estado siempre han cerca como a trasmano.

El viajero, en su recorrido por el Valle del Esgueva, habrá observa-

do cómo este territorio ha sido sometido a una intensa explotación agrí-

272

6 Valles del Esgueva y Jaramiel 7/4/09 14:26 Página 272

Page 275: Viajando por la provincia de Valladolid

cola, de manera que sus bosques originarios quedaron reducidos a las

cuestas menos accesibles del páramo. Desde la carretera se ve algún

pinarillo de repoblación, un soto de chopos muy de cuando en cuando y

asomados a las cornisas alguna mata de roble o encinas salteadas. Sin

embargo, si el viajero sale del carril apresurado del asfalto y asciende

por cualquiera de los caminos del páramo, enseguida se topa con enci-

nares estupendos, como los que hay en el páramo de Esguevillas o un

tupido quejigal en Fombellida. También aparece alguna mancha cerca

de Encinas, siquiera para justificar la toponimia.

El embalse se construyó en los años cuarenta, con un muro de tierra

de apenas trece metros y medio de altura, ofreciendo un entorno ideal

para el paseo. Su enclave solitario se convierte en los meses menos con-

curridos en un observatorio estupendo de aves estables y en tránsito. Por

eso resulta muy aconsejable hacer la ruta provistos de prismáticos para

observar a los pájaros nadando en el agua o refugiados entre la vegeta-

ción de las orillas. Unos otean y otros rielan o chapotean. Alrededor de

la lámina de agua asoman montecillos ralos que salpican las laderas con

encinas de poco porte. En la chopera inundada de la cabecera del em-

balse es fácil compartir la alegre algarabía de diferentes especies. Unas

otean desde las copas, mientras otras se zambullen entre los troncos. En

el camino de retorno mana el chorro débil de una fuente encauzada sin

advertencia de potabilidad. Unos pasos adelante, encima de la pradera

arbolada, unos carteles avisan de la presencia de abejas. Entre este pun-

to y la frontera del azud, el camino despide al visitante con el saludo rui-

doso de las aves que sobrevuelan la quietud de su lámina de agua.

273

Valles del Esgueva y Jaramiel

Embalse de Encinas

Encinas de Esgueva

La Varga

Fuente de las Brujas

Casa de las Brujas

FuenteBlanca

Llano de la Dehesa

UUnnaa rruuttaa ppaarraa ppaasseeaarr

6 Valles del Esgueva y Jaramiel 7/4/09 14:26 Página 273

Page 276: Viajando por la provincia de Valladolid

6 Valles del Esgueva y Jaramiel 7/4/09 14:26 Página 274

Page 277: Viajando por la provincia de Valladolid

7La Ribera de los Castillos

7 La Ribera de los Castillos 7/4/09 14:28 Página 275

Page 278: Viajando por la provincia de Valladolid

A

ARROYO VALCORBA

RÍO DURATÓN

ARROYO JA

RÍO DUERO

JARAMIEL

RÍO ESGUEVA

RÍO DURATÓN

Montemayor dePililla

San Migueldel Arroyo

antiagoel Arroyo

Camporredondo

Viloriadel Henar

Cogeces del MonteAldealbar

Torresc;árcela

Bahabónde Valcorba

Campaspero

Canalejasde Peñafiel

Rábano

Quintanillade Onésimo

Langayo

Manzanillo PeñafielMélida

Torrede Peñafiel

Fompedraza

Aldeayuso

Molpeceres

Olmosde Peñafiel

Castrillode Duero

Bocosde Duero

CurielValdearcosde la Vega

Corralesde Duero

San Llorente

Roturas

Piñel deArriba

Piñel de Abajo

Padillade Duero

Pesquerade Duero

Quintanillade Arriba

San Bernardo

Valbuenade Duero

Olivaresde Duero

CastrilloTejeriego

Villafuerte

Encinasde Esgueva

Fombellida

Canillasde Esgueva

Torre deEsguevaCastroverde

de Cerrato

Villaco

AmusquilloEsguevillasde Esgueva

Piña deEsgueva

Villanuevade los Infantes

Olmose Esgueva

Villavaquerín

Sardónde Duero

Santibáñezde Valcorba

spinedo

aloria Buena

N-122

N-122

VA-213

7 La Ribera de los Castillos 7/4/09 14:28 Página 276

Page 279: Viajando por la provincia de Valladolid

La Ribera de los Castillos

El castillo es el estandarte más visible de Peñafiel. “Sus claras piedras

se ven desde todos los rincones de la villa”, apuntó el escritor viajero

Ramón Carnicer. “Al entrar o salir de ella, se perfila por la proa o por la

popa, agudas, por babor o estribor, largos y guarnecidos de torres, este

maravilloso navío almirante de las fortalezas peninsulares. La impresión

de navío producida por su exterior se hace realidad a la vista de los pé-

treos costillares y refuerzos que como las maderas o hierros del casco de

un buque dan forma a su interior”. El cerro sobre el que se alza la fortale-

za está horadado por túneles en los que madura silencioso el vino de la

Ribera. A lo largo de los tres últimos lustros, la sistemática labor de recu-

peración urbana de Peñafiel ha ido acompañada de la puesta en valor de

nuevos recursos culturales y turísticos. El Aula de Arqueología revive la

cercana ciudad vaccea de Pintia; la Casa de la Ribera recrea la vida coti-

diana de los vecinos del Duero cien años atrás; la iglesia de Santa María

acoge un Museo Comarcal de Arte Sacro; también cuenta con un pedagó-

gico Museo de la Radio, mientras el Museo del Vino ubicado en el casti-

llo se ha convertido en un referente, al ser la instalación cultural más visi-

tada de Castilla y León. Pero estos reclamos señeros no agotan la magia

de Peñafiel. Para descubrir su encanto es preciso demorarse en el calle-

jeo sosegado entre las plazas del Coso y del Concejillo, asomar al Duratón

por el parque de la Judería y dejarse seducir por su plaza del Coso, desde

cuyo recinto se impone la silueta naval de la fortaleza.

277

s Castillo de Peñafiel

7 La Ribera de los Castillos 7/4/09 14:28 Página 277

Page 280: Viajando por la provincia de Valladolid

278

LA FORTALEZA DEL VINO

El castillo de Peñafiel alberga el Museo Provincial del Vino y ofrece elmirador de su torre del homenaje para calibrar la justicia de la reiteradametáfora que lo compara con un navío de piedra deslizándose por el marverde de la ribera. El cerro del castillo estuvo fortificado ya en el sigloonce, cuando el conde castellano Sancho García rescató la peña deldominio musulmán, aunque la fortaleza que se visita correspondea mediados del siglo quince. Peñafiel fue escenario de las ambi-ciones y turbulencias que protagoniza el infante don JuanManuel. Nieto y sobrino de reyes, fue regente de Alfonso XI,con quien se enemistó por no hacer reina a su hija Constanza.Reconstruyó los muros de la fortaleza y en Peñafiel escribióalgunas de sus obras más notables. En 1431 el rey Juan II orde-nó la demolición del castillo, que había desafiado su autoridad,entregando el señorío de la villa a Pedro Girón, maestre deCalatrava, quien lo reconstruye con piedra de Campaspero. Tienedoscientos diez metros de eslora por veinte de ancho, con la torre delHomenaje partiendo el patio en dos: el sur, donde ahora está anclado el

7 La Ribera de los Castillos 7/4/09 14:28 Página 278

Page 281: Viajando por la provincia de Valladolid

279

museo, albergó las caballerizas,mientras en el lado norte se guar-daban los aljibes y almacenes deprovisiones. Una exposición per-manente permite recorrer losaspectos relacionados con el culti-vo y la cultura del vino: la planta dela vid y sus cuidados, los artesanosdel vino, aperos y unidades demedida, la bodega, su crianza yenvejecimiento, así como tambiénla historia del vino y su presenciaen la literatura y el arte, en la gas-tronomía y en las fiestas. La mues-tra combina elementos originales,medios audiovisuales y recursosinteractivos. El Museo es sede per-manente de actividades vinculadascon el vino, como el programa Vinusmundi, un recorrido por el universode las diferentes zonas vinícolas concatas que incluyen su maridaje conuna propuesta gastronómica origi-nal y el acompañamiento de actua-ciones musicales.

La Ribera de los Castillos

7 La Ribera de los Castillos 7/4/09 14:28 Página 279

Page 282: Viajando por la provincia de Valladolid

LA PLAZA DEL COSO

Este recinto de traza medieval sigue siendo la lanzadera hacia el des-

cubrimiento de Peñafiel. Pero antes merece la pena recrearse echando

un vistazo a los arabescos que engalanan los balcones del corro festi-

vo. La plaza agrupa casi medio centenar de edificios concebidos para

combinar el uso residencial con la servidumbre festiva de sus balcones.

A pesar de algunas alteraciones, su fisonomía nos remite tres siglos

atrás. Tradicionalmente, los dueños compartían su casa durante los

espectáculos taurinos y demás funciones públicas con los beneficiarios

del derecho de vistas, que ocupaban los miradores. Actualmente se

siguen subastando los balcones de las casas de titularidad municipal

por el sistema de puja a la llana, mientras en el resto lo habitual es el

arriendo verbal de vistas. Algunos de los edificios más antiguos toda-

280

s Plaza del Coso de Peñafiel

7 La Ribera de los Castillos 21/4/09 10:49 Página 280

Page 283: Viajando por la provincia de Valladolid

vía conservan la cubierta de teja árabe hecha con canales y sin cobi-

jas, tradicional de la cercana Serrezuela segoviana.

En la plaza del Coso se encuentra el Aula de Arqueología, cuyas salas

nos acercan al mundo de los vacceos, que tuvieron su ciudad principal

a orillas del Duero, en Padilla. En el aula se recrea la animación de una

calle, se detalla el interior de alguna vivienda y se exhiben los hallaz-

gos de cerámica y orfebrería encontrados en las excavaciones.

También se reproducen las armas, los aperos agrícolas, el vestido o la

escritura. Las salas dedicadas a la necrópolis rescatan el ritual funera-

rio y nos muestran las diferencias sociales más allá de la muerte.

Desde el Coso, bordeando la falda del cerro, se pasa por la Torre del

Reloj, que es cuanto queda de la demolida iglesia de San Esteban,

camino de la Casa de la Ribera, en la plaza del Concejillo. Este edificio

281

La Ribera de los Castillos

7 La Ribera de los Castillos 21/4/09 10:49 Página 281

Page 284: Viajando por la provincia de Valladolid

civil del dieciséis presenta, a través de una visita teatralizada, los

aspectos esenciales de la vida cotidiana de la villa. En sus tres plantas

se sitúan el zaguán, la bodega con el lagar, la cuadra, el horno, la taber-

na, la cocina, el comedor y los dormitorios. Un recorrido ambientado

con mobiliario y utensilios de época.

La calle Derecha al Salvador conduce hasta la plaza de España, donde

están el ayuntamiento y la iglesia de Santa María, con su Museo

Comarcal de Arte Sacro. Una colección de pintura, piezas escultóricas

y orfebrería de culto que reúne parte del patrimonio mueble de esta

zona de la ribera. La iglesia es gótica, de tres naves cubiertas con bóve-

das de crucería. Aunque lo más llamativo de su interior sea el precio-

so coro renacentista. La exposición se organiza temáticamente, dedi-

cando sus espacios a la Virgen, a Cristo y a los santos. Imágenes romá-

nicas en piedra, crucificados de madera policromada, retablos plate-

rescos y barrocos, diversas tablas del Maestro de Osma y el Santo

Entierro del Maestro de Manzanillo. En el coro se expone una magnífi-

ca colección de platería: cruces procesionales, cálices y variada orfe-

brería litúrgica de indudable valor artístico.

La calle del Empecinado conduce a la plazuela de San Miguel de

Reoyo, donde está la iglesia renacentista construida sobre un templo

románico del que pervive la cabecera. Tiene buenos retablos, entre los

que se cuentan los recuperados de la desaparecida iglesia del

Salvador. A su izquierda, por la calle del Palacio, asoma el convento de

San Pablo, ejemplo de la expresividad del ladrillo mudéjar. Hasta los

contrafuertes de su cabecera aparecen rasgados por arcos de herradu-

ra que enmarcan otros de múltiple ondulación. Fue fundado en la ter-

cera década del siglo catorce por el infante don Juan Manuel, que

reservó la capilla mayor para su mausoleo. La capilla funeraria de los

Manuel se terminó en 1536 y es obra de Juan Picardo. Se trata de un

282

s Molino de Peñafiels Molino de Peñafiel

7 La Ribera de los Castillos 7/4/09 14:28 Página 282

Page 285: Viajando por la provincia de Valladolid

recinto bellísimo, a pesar de la voracidad de los expolios que ha pade-

cido. Las pinturas al fresco que decoraban las naves de la iglesia se

trasladaron al Museo de Valladolid.

EL VALLE DEL EMPECINADO

El Botijas ni siquiera tiene reconocido su rango fluvial, a pesar de que

traza en su cabecera un valle recogido y armonioso. Cela lo llamó “arro-

yo empecinado” y la misma rebaja le aplican tanto la cartografía como

la cartelería vial. El pueblo cabecero, Cuevas de Provanco, que es sego-

viano y debe su nombre a la costumbre troglodita de habitar las grutas,

está prendido en la solana que asoma al valle todavía estrecho y som-

brío. Entre Cuevas y Castrillo, tres fuentes y un par de arroyos alimen-

tan el menguado caudal del Botijas. El más surtido se llama chorro de

Extremadura, porque nace en ese pago del páramo, donde mana la

fuente de las Tenadas. En Castrillo de Duero los humedales del

Botijas formaban un lodo negruzco que la gente siempre llamó pecina,

por su parecido con la pez que usaban en su faena los zapateros.

Castrillo fue en su tiempo pueblo exportador de remendones por el con-

torno. Así que entre pez y pecina a los del pueblo los llamaban empeci-

nados. Fue lo que le ocurrió a Juan Martín Díaz al casarse en Fuentecén.

Luego su comportamiento heroico convirtió el mote en contraseña de

valor y tenacidad.

Castrillo está situado en la solana del pico Cuchillejo, que es la mayor

altura de Valladolid, y se apiña en torno al montículo sobre el que

se alza la iglesia. Sin embargo, Cela, que se acercó a Castrillo atraído

por la fama galdosiana del Empecinado, afirma que “es pueblo metido

dentro de una cazuela”. Juan Martín figura en el ramo de los más

283

La Ribera de los Castillos

s Iglesia de la Asunción, en Castrillo de Duero

7 La Ribera de los Castillos 7/4/09 14:28 Página 283

Page 286: Viajando por la provincia de Valladolid

universales personajes contemporáneos nacidos en la provincia de

Valladolid. Además de Galdós y Cela, también Pío Baroja se sintió fas-

cinado por el arrojo y la fibra rebelde del Empecinado. Durante años,

en sus viajes a Vera, solía hacer un alto de varios días en la finca de La

Ventosilla, cuyo gobierno llevaba el suegro de su hermano Ricardo,

para seguir el rastro de los guerrilleros del Duero. Pero el libro más her-

moso y menos conocido, a pesar de la enorme difusión que le dio la

colección Austral, es El Empecinado visto por un inglés, en el que

Marañón utiliza el truco del manuscrito encontrado y traducido para

resumir en la figura liberal de Juan Martín

su propia encrucijada de perplejidad

durante los días aciagos de la guerra civil.

Desde el atrio de la iglesia, rematado por

un vía crucis de piedra, se domina la

pequeña ribera del Botijas, y a esa función

de vigilancia se refiere el nombre del pue-

blo. También la salida hacia el Duero por la

Cruz de la Muñeca, además de los blaso-

nes nobiliarios más erguidos. La Cruz de la

Muñeca es de hierro y recuerda en el pára-

mo de las Mazorras un episodio legendario

y triste. La historia de la niña que fue a lle-

284

s El Empecinado. Castrillo de Duero

s Blasón en Castrillo de Duero

7 La Ribera de los Castillos 7/4/09 14:28 Página 284

Page 287: Viajando por la provincia de Valladolid

var la comida al padre que cavaba las viñas y en aquel lugar se vio sor-

prendida por la voracidad de un lobo. La iglesia de la Asunción tiene

compostura barroca y se construyó a fines del diecisiete sobre los res-

tos de otra románica, de la que conservó su cabecera. En el caserío

conviven los edificios de adobe y de piedra. Entre estos, varias casonas

palaciegas, de la segunda mitad del dieciocho, rematadas con ostento-

sa pedrería heráldica. En la parte alta, apartada hacia las eras, la casa

de los Puerto Maeda, parcelada por su mitad y en proceso de ruina.

Junto a la iglesia, la casona de los Bocos con su peineta blasonada, y

en la calle de Santa Marta las armas de Torre y Díez. También se con-

serva la humilde casa natal del Empecinado. Desde hace unos pocos

años el héroe cuenta con un monumento situado en la plaza, ante la

casa consistorial donde se han empezado a reunir libros, objetos y

papeles sobre el inolvidable paisano al que retrató Goya con su bigo-

tón de brigadier. Simbólicamente, en el cantón de las Cuatro Calles la

antigua picota fue convertida en fuente, a la altura de 1844, y cercada

por un abrevadero octogonal para refrescar a los animales de tiro.

Después de una trayectoria que lo condujo desde la guerrilla hasta los

más altos honores militares, Juan Martín Díaz (1775-1825) fue apresa-

do en tiempos absolutistas por permanecer fiel a la Constitución y no

aceptar el soborno de Fernando VII, que le ofreció el título de Conde

Burgos y un millón de reales. Lo sorprendieron una noche en Olmos de

Peñafiel y desde allí fue conducido a Roa, cabeza del partido, donde se

le sometió a un suplicio de dos años, que incluía su exhibición en una

jaula los días de mercado, para que la gentuza le tirara boñigas y los

despojos de las hortalizas. Su ejecución en agosto de 1825, después de

un proceso irregular de principio a fin, suscitó su último gesto de rebel-

día, protestando de ser llevado a la horca como un vulgar delincuente.

Entonces, rompió los grilletes, cogió una espada y luchó hasta que la

trampa de un saco echado sobre su cabeza lo convirtió en víctima de

viles garrotazos. De este modo, sólo pudieron colgar su cadáver.

285

s Casa del Empecinado, en Castrillo de Duero

La Ribera de los Castillos

7 La Ribera de los Castillos 21/4/09 10:53 Página 285

Page 288: Viajando por la provincia de Valladolid

La grafiosis dejó el paisaje de Olmos de Peñafiel huérfano de las

olmedas que le dieron nombre, aunque han tomado el relevo los cho-

pos que cobijan el merendero habilitado junto al arroyo. La parroquia

está dedicada a Santa Engracia y es un templo gótico que guarda un

magnífico retablo. Mélida conserva algunas casas de adobe encara-

madas en la leve pendiente del Langarejo y muestra un trazo de calles

estrechas y recónditas. En la plaza hay una fuente que impresiona,

compuesta con las pilas bautismal y del agua bendita superpuestas. La

iglesia de San Cristóbal alza su hermosa torre de piedra en lo más alto

del pueblo.

EL DURATÓN

El valle del Duratón se expande en su último tramo, separando las

cuestas de los páramos, que cerca de la desembocadura suavizan su

perfil. Rábano fue asentamiento de vigilancia, cuenta con dos ermitas

y se regala con la frondosa vegetación del río. Las casas de Rábano se

apiñan entre el canal y el Duratón, que aquí traza un meandro genero-

so. Un puente de madera de enebro, en el camino de Torre de Peñafiel,

alardea de una antigüedad milenaria. También conserva Rábano otro

enebro famoso, el Pingaperros, que fue empleado como horca.

Torre de Peñafiel ocupa una ladera empinada sobre el Duratón. Cela

lo vio como “pueblo de valle y de encinar y robledal”. Tiene casas y

fuente de piedra, mientras la iglesia dedicada a San Andrés, en lo alto

del pueblo, remata su espadaña en ladrillo. Cerca del río se encuentra

la villa romana de La Cañadilla, excavada en los ochenta y luego deja-

da a su albur.

Canalejas de Peñafiel está situado en el páramo que asoma sobre el

Duratón. Cela en su viaje castellano lo vio navegando entre dos valles.

“En el de Olmar está la ermita de la Virgen. Es pueblo rico en aguas y

en leña, que cría ganado lanar, pesca cangrejos, cosecha cereal y vende

rubia”. La iglesia de la Asunción es de traza gótica con algunos restos

286

s Paso sobre el Duratón, en Rábano

7 La Ribera de los Castillos 7/4/09 14:28 Página 286

Page 289: Viajando por la provincia de Valladolid

románicos y los consabidos añadidos modernos. Conserva unos capite-

les preciosos y maltratados. La torre alivia su robustez maciza con los

airosos pináculos del remate. Las bodegas, numerosas y formadas en

semicírculo, ocupan la parte baja del pueblo. La ermita de Nuestra

Señora del Olmar es de fines del dieciocho y asoma entre la vegetación,

sobre una ladera que regala unas vistas espléndidas.

LA CHURRERÍA

Desde Canalejas, que asoma al Duratón pero ya tiene estatura parame-

sa, la carretera enlaza con Fompedraza, en la subida hacia

Campaspero, que domina la comarca de la Churrería. El nombre deriva

de las ovejas churras, que tienen en los páramos mediantes entre

Cuéllar, el Duratón y el Duero las mejores yerbas para sus pastos. Otro

nombre de este páramo es la Pedriza, que apunta a la áspera compos-

tura de sus suelos. Así que nadie podrá decir que la toponimia engaña

por estos pagos. Fompedraza fue retratado por Cela como “puebleci-

llo montado en un cerro y rodeado de piedras que echan a perder todo

el terreno del término, del que sólo se salva la escasa docena de obra-

das del vallecico”. Sus atractivos se concentran en la iglesia de San

287

La Ribera de los Castillos

s Paisaje de Canalejas de Peñafiel

7 La Ribera de los Castillos 7/4/09 14:28 Página 287

Page 290: Viajando por la provincia de Valladolid

Bartolomé, un templo gótico

reformado en el dieciocho.

Molpeceres reparte su esca-

so caserío en dos barrios tendi-

dos por un hermoso valle enca-

jado entre cuestas. Muy cerca,

el antiguo Molpeceres de Yuso

o Abajo, singularizado con el

genérico Aldeayuso. Vigila el

pueblo un risco horadado de

cuevas, a las que se sube fácil-

mente y desde donde se ofre-

cen hermosas vistas del valle.

La iglesia de los santos Justo y

Pastor se ve hundida, aunque

sus titulares siguen siendo los

patronos del pueblo. En vez de

arreglarla, hicieron una nueva,

con poco gusto. Semejante

desasosiego lo aplaca la vino-

terapia con aceites esenciales

de uva y hollejos de tempranillo

que ofrece en Aldeayuso el

centro de turismo rural La Vida.

En el camino hacia Cogeces, Manzanillo aúpa su caserío de adobe

a una loma para disfrutar de las mejores estampas del castillo de

Peñafiel. Langayo está situado en el cruce de dos valles menores,

recorridos por los arroyos de San Mamés y de Oreja. Las casas se

apiñan en torno a la iglesia de San Pedro Apóstol, de la que desta-

ca una torre limpia y esbelta y el pórtico de entrada, enmarcado por

un arco escarzano muy vistoso. A cuatro kilómetros, por un valle que

rompe la monotonía del páramo, se encuentran las ruinas del despo-

blado de Oreja, donde apenas resisten los muros descarnados del

antiguo templo.

LA CIUDAD DE LOS VACCEOS

Duero abajo, a dos kilómetros de Padilla, se localiza el meandro fluvial

junto al que se ubicó la ciudad de Pintia. Antes de la conquista roma-

na, esta zona de la ribera estuvo colonizada por el pueblo vacceo, que

conoció entre los siglos IV y I a. C. una época de tranquilidad social y de

prosperidad económica. De ese momento de esplendor es expresivo el

288

s Iglesia de San Pedro Apóstol, en Langayo

7 La Ribera de los Castillos 7/4/09 14:28 Página 288

Page 291: Viajando por la provincia de Valladolid

289

LA BAJADA DEL ÁNGEL

La plaza del Coso de Peñafiel acoge en la mañana del domingo deResurrección la Bajada del Ángel, que es el acto pasional que convocamayor concurrencia. Dos torreones de madera levantados en medio dela plaza y forrados de tela esperan la llegada de la Virgen, cuya entradaen el recinto se avisa con lanzamiento de cohetes. Los cofrades sitúan laimagen en medio de las dos torretas y entonces aparece en lo alto delandamiaje un enorme globo multicolor que a impulsos de soga y polea secoloca justo en la perpendicular de la Virgen. Luego, se abre por la mitady de su interior desciende un niño vestido de angelito, que se acerca a laVirgen y la despoja del luto que la cubre, procediendo a la suelta de palo-mas a la vez que hace impulsos para simular su ascensión de nuevohasta el globo. La banda de música interpreta los sones del himno nacio-nal y el regocijo de la concurrencia se respalda con el lanzamiento deuna nueva serie de voladores, a la vez que la procesión sigue su cursocon la Virgen hasta la iglesia de San Miguel, donde la recibe el Santísimobajo palio en medio del toque de campanas de todas las iglesias de lavilla. Esta escenificación del Ángel, que a menudo incorpora innovacio-nes técnicas que la hacen más vistosa, cuenta con dos siglos largos detradición y está declarada de Interés Turístico Regional.

s Bajada del ángel

La Ribera de los Castillos

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Page 292: Viajando por la provincia de Valladolid

asentamiento de Pintia, que ocupa alrededor de setenta hectáreas y

estuvo protegido por una sólida muralla. Llegó a contar con una pobla-

ción superior a la actual de Peñafiel y padeció al menos dos incendios.

El segundo y definitivo en el marco de la guerra de Sertorio, al que apo-

yaba, contra Pompeyo, el año 74 a.C. A este episodio corresponden los

tesoros de plata encontrados en vasijas enterradas en las casas y tam-

bién una vivienda excavada, que conservaba todo su ajuar intacto. La

ciudad resurgió poco después con urbanismo romano y se mantuvo

pujante hasta el siglo cuarto. Desde este momento y hasta el siglo sép-

timo se produce el declive de Pintia, cuyo caserío sobrante sería utiliza-

do en esta época altomedieval como cementerio visigodo.

Pintia se distribuye en varios núcleos: el poblado de Las Quintanas, la

necrópolis de las Ruedas y el barrio artesanal de Carralaceña. El núcleo

urbano de Las Quintanas se protegió con murallas de adobe y madera

reforzadas con fosos y estuvo habitado a lo largo de más de mil años.

Los primeros hallazgos, en la segunda mitad del diecinueve, se debie-

ron a la explotación de los huesos del yacimiento para elaborar abonos

agrícolas. El cementerio de las Ruedas se encuentra a medio kilómetro

del recinto amurallado de Las Quintanas y se mantuvo en uso hasta el

siglo primero de nuestra era. Se ha excavado cerca de un centenar de

tumbas de incineración, en las que se guardaba la urna con las cenizas

y un ajuar que revela el rango social del difunto. Los más pobres ni

siquiera disponían de envase para sus cenizas, que se depositaban

directamente en la tierra. En cambio los ricos acompañan sus cenizas

con vasos de cerámica, vistosos puñales y espadas decoradas con

incrustaciones de plata.

Los niños tienen miniatu-

ras y canicas de barro

decoradas, mientras los

restos de las mujeres se

distinguen por las pulse-

ras y adornos.

El barrio artesanal de

Carralaceña se situó al

otro lado del río, en térmi-

no actual de Pesquera de

Duero. Un vado natural

comunica fácilmente

ambas orillas, mientras el

río evitaba el riesgo de

incendios en el poblado.

Las excavaciones han des-

290

s Quintanilla de Arriba

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Page 293: Viajando por la provincia de Valladolid

cubierto varios hornos, entre ellos uno con capacidad para cocer hasta

mil piezas a la vez. Tiene planta circular con cinco metros de diámetro,

tiro vertical y doble cámara dividida por una parrilla perforada. Este

horno prerromano es el mayor de los conocidos en la Península. Todo

este caudal de investigaciones se recrea en el Aula Arqueológica de

Pintia, ubicada en Peñafiel. Padilla de Duero aúpa sobre una leve

loma su achaparrada iglesia parroquial, a la que acompaña la ermita

del Cristo de la Vega, en la salida hacia Pintia. Ambas del dieciséis.

LA RIBERA DE LOS AUDACES

Siguiendo la orilla izquierda del Duero se suceden las dos Quintanillas.

Quintanilla de Arriba organiza la plaza en torno a un crucero de pie-

dra y su iglesia levanta el faro de una poderosa torre neoclásica. A

medio camino, la finca vinícola de Vega Sicilia se formó con lotes

desamortizados del monasterio de Valbuena. En 1864 Eloy Lecanda

trajo de Burdeos cepas para elaborar brandy y vinos, con los que con-

siguió ser proveedor de la Casa Real, obteniendo la Gran Cruz de Isabel

la Católica en 1880. En 1915 la bodega pasa a los hermanos Herrero y

comienza la leyenda de Vega Sicilia, que la exquisita gestión reciente

ha consolidado. Un frontal de ladrillo que remata una cruz arropada por

dos espadañas con campanil adorna la entrada a este templo del

mejor vino.

Quintanilla de Onésimo ha sido históricamente una de las villas

principales de este tramo del Duero por facilitar el paso con su puen-

te. De ahí que a nadie

extrañe que durante un

tiempo ostentara el apelli-

do del río. Pero también

ha mostrado una desmedi-

da afición a cambiar de

nombre, de manera que al

apellido fluvial se suman

sucesivas desinencias

geográficas o patrióticas:

de Yuso, de Abajo y,

desde julio de 1941, de

Onésimo, en homenaje al

líder falangista nacido en

el pueblo y muerto duran-

te la guerra civil.

291

La Ribera de los Castillos

7 La Ribera de los Castillos 7/4/09 14:29 Página 291

Page 294: Viajando por la provincia de Valladolid

El puente sobre el Duero dio a Quintanilla una notable importancia

estratégica como punto de comunicación entre ambas riberas. Los

Reyes Católicos habían concedido en 1494 permiso para construir un

paso franco de cal y canto, libre de pontazgo y otros derechos. La villa

gestionó los permisos preceptivos pero no logró la participación en la

obra de los demás núcleos favorecidos por ella. Así que el proyecto

quedó en suspenso. Noventa años después, Carlos I autoriza la cons-

trucción de un puente de seis arcos y en 1583 ya están trabajando dos

arquitectos de renombre; uno a cargo de Quintanilla y el otro de

Olivares: Juan de la Vega y Francisco del Río, respectivamente. Lo

remató, por fallecimiento del segundo, Felipe de la Cajiga.

Quintanilla es un pueblo de paso, tendido a lo largo del camino. La Casa

Grande de los marqueses de Pesquera, en cuyos salones se urdían los

negocios de la Restauración que impulsaron el desarrollo de la ribera,

es ahora un centro de cultura. Otra casa solariega, con blasón de águi-

las, torre y espigas, acoge la casa parroquial. La iglesia de San Millán

se hundió en diciembre de 1958 y aquella calamidad acabó con sus her-

mosas bóvedas. El nuevo templo, de precaria factura, se inauguró en

noviembre de 1965. Sin prisas. El retablo Mayor, salvado de los efectos

del derrumbe, es espectacular, como tantos otros de la Ribera. El reloj

que marca las horas desde una pequeña espadaña lateral de ladrillo fue

adquirido en la almoneda del monasterio de Retuerta.

Al otro lado del río, Olivares de Duero fue villa cercada en cuya for-

taleza puso a buen recaudo el monarca Juan II un codiciado botín. En

sus alrededores se han localizado asentamientos vacceos y una villa

romana. El puente la convirtió en travesía del Camino de los

Aragoneses, que a partir de entonces pierde buena parte de su uso.

Fue villa de artesanos tejedores y señorío del conde duque de Olivares.

La finca de La Quemada, que está en su término, pasó a ser sitio real

con Felipe III, que la adquirió en 1605 porque promediaba la jornada

292

s Puente de Olivares de Duero

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Page 295: Viajando por la provincia de Valladolid

entre Valladolid y las posesiones de su valido en La Ventosilla. Felipe

IV la vendería cuarenta años más tarde. Su iglesia dedicada a San

Pelayo es un edificio gótico de tres naves cubiertas con vistosas bóve-

das de crucería. El retablo mayor, una joya del primer tercio del XVI,

combina 51 tablas pintadas por Juan de Soreda con esculturas de

Alonso Berruguete (el Calvario) y de la órbita de Felipe Vigarny: San

Pelayo y la Asunción. Se articula en una arquitectura de reluciente pla-

teresco con tres cuerpos más predela y ático. Semejante despliegue

acoge seis tablas con la vida de San Pelayo y el resto dedicado a per-

sonajes y escenas del Antiguo y Nuevo Testamento, desde los profetas

a la Resurrección. Una casona del dieciséis, que fue residencia de

jesuitas, venta y cuartel, alberga la bodega Renacimiento.

La humildad del caserío de Valbuena de Duero dice poco en compa-

ración con el empaque de su nombre, que significa ‘valle bueno’ y cuya

vitola pregona una prosperidad de siglos. Apenas un arco de la mura-

lla retiene al viajero. Pero guarda la sorpresa de su isla en el río, recin-

to de antiguos prodigios. Valbuena es cabecera del más hermoso de los

monasterios del Duero y, seguramente, la insignificancia de sus casas

de adobe y ladrillo tiene que ver con la colonización de este tramo de

la ribera, un dominio monástico que se prolongó hasta mediado el siglo

293

s Retablo de la iglesia de Olivares de Dueros Retablo de la iglesia de Olivares de Duero

La Ribera de los Castillos

7 La Ribera de los Castillos 7/4/09 14:29 Página 293

Page 296: Viajando por la provincia de Valladolid

diecinueve. Luego, los Ibáñez de Liérnagues, que alcanzaron por vía

pontificia el marquesado de Valbuena de Duero, anduvieron como tan-

tos otros hidalgos montañeses a menudo en aprietos, de manera que

su primer cuidado no fue construir nuevos palacios, sino liquidar los

lotes monásticos para ir tirando. Y así lo hicieron, echando a rodar de

mano en mano granjas, pesqueras, montes y aceñas.

La orilla derecha del Duero perdió realce al decaer el Camino de

Aragón, que iba por estos pueblos y empezó a arruinarse por el derrum-

be de los cortados de Peñalba. Luego la carretera y el ferrocarril opta-

ron por la otra orilla, sobre la que también se cierne la anunciada auto-

vía. Una red de senderos bien señalizada comunica a Valbuena con el

páramo, donde un panel de núcleos y bodegas pone nombre al mosai-

co de la ribera, y con San Bernardo y su monasterio, siguiendo la vera

del agua. Sucede que Valbuena, a causa de los atractivos de su entor-

no, suele pasar inadvertida: apenas se registra, de paso hacia el

monasterio, el arco que abre la plaza, vestigio de la antigua cerca. A su

lado, la parroquial de Santa María del Castillo parece menos de lo que

es. Los arreglos del dieciocho no le hicieron ningún favor a su aspecto

externo, que no permite imaginar la armonía interior de este templo,

294

s Monasterio de Santa María, en San Bernardo. Valbuena de Duero

7 La Ribera de los Castillos 7/4/09 14:29 Página 294

Page 297: Viajando por la provincia de Valladolid

que combina con gusto elementos originales del gótico tardío y deco-

raciones barrocas.

Donde el tránsito de siglos chirría gravemente es en su torre, recreci-

da en ladrillo para aupar sobre la cabecera un reloj inservible, cuya

esfera lleva tiempo hecha trizas. En el interior destacan el retablo

mayor renacentista, una parte de la sillería del monasterio y varias

imágenes de mérito. Sin embargo, ni rastro queda de un par de cuadros

catalogados entre la mejor pintura española del dieciséis. Tampoco se

conoce el paradero de las mejores piezas de su tesoro de orfebrería.

LA ISLA DE LOS MONJES

En la plaza de Valbuena se anuncia la dirección de la isla, un espacio

fluvial acondicionado que permite descubrir los ingenios aplicados al

Duero por los monjes para su aprovechamiento. El paseo está perfec-

tamente urbanizado para su disfrute y concurrido por niños y mayores.

La intervención consolidó los vestigios del molino harinero y clareó la

isla de los olmos, desde cuya ribera echan la caña los pescadores.

Además de la aceña, se aprecian un par de azudes o pesqueras y una

295

7 La Ribera de los Castillos 7/4/09 14:29 Página 295

Page 298: Viajando por la provincia de Valladolid

acequia que movía el molino. También tuvo, hasta hace medio siglo,

embarcadero, que comunicaba con la estación, en el término de Vega

Sicilia. Por aquí pasaba la gente y los cargamentos de remolacha o

racimos. Al otro lado del Duero se atisba, a través de la arboleda, el

acueducto que llevaba el agua hasta el caserío de Vega Sicilia. El mar-

qués vendió a Lecanda las dos mil hectáreas de la finca con los dere-

chos de paso del río, más la isla y su molino. La tradición asegura que

en este pago se plantaron las cepas traídas de Francia en la Edad

Media por los monjes. Luego, el paso de la barca sería escenario de la

leyenda del Hermano Diego, cuya cueva de dos ojos vigila el valle

desde la cornisa del páramo.

En la salida hacia San Bernardo, se ve a la derecha la ermita de San

Roque, que tiene adosado el frontón. Una intervención reciente recre-

ció la cubierta, cambiando su escala. Ante la ermita se alza una cruz de

piedra, también de 1792, y a su lado el antiguo camposanto y el mar-

cador de latón del trinquete. Pero este atisbo de melancolía se comba-

te con una mirada al anillo agrícola de Valbuena, pionero en cultivos

tan diversos como los olivos, la remolacha o el viñedo, y con la visita

al monasterio rescatado del abandono.

El conjunto monástico muestra a la perfección la tipología cisterciense

de autosuficiencia y austeridad establecida en la reforma de San

296

s San Bernardo. Sala de trabajos del monasterio

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Page 299: Viajando por la provincia de Valladolid

Bernardo: iglesia, claustro, sala capitular, refectorio, locutorio, sala de

trabajos, cocina, dormitorios y dependencias agrícolas. La iglesia es

muy sobria y de poca altura. Junto a la cabecera, una capilla funeraria

con pinturas murales de tema bélico y cortesano. El claustro bajo es

obra preciosa del primer cuarto del XIII; el alto, de comienzos del siglo

XVI, está decorado con motivos renacentistas. Entre las dependencias

destacan el refectorio, una nave con bóveda de cañón apuntado, y la

sala de trabajos, que apoya sus bóvedas de crucería sobre tres robus-

tas columnas. “ En 1143, cuando se levanta el monasterio de Santa

María de Valbuena de Duero –anota el escritor José Jiménez Lozano–

la frontera cristiana con los árabes no está ya en la línea de este río,

sino que ondula en las márgenes del Tajo, y Europa ha entrado en la

Península no sólo, camino de Santiago, de una manera esporádica y

peregrinante, sino asentada y sólida. Castilla es Europa, y en ella se

vive también la nueva revolución espiritual y monástica que supone la

reforma cisterciense… Estefanía, condesa de Urgell, encomienda a los

monjes del císter de Borgoña la fundación de esta abadía en un valle

que sólo después de roturado y cultivado se podrá llamar bueno: Vallis

Bona, como Clairvaux (Valle claro), Vaulluisant (Valle resplandeciente),

Clairmairais (Marjal claro), Aiguabelle (Agua preciosa) o Senanque

(Agua limpia): siempre la luz, el agua, los árboles, que Bernardo de

Claraval amaba tanto como a los libros, la idea de descanso y paz”.

En la actualidad, el monasterio se prepara para albergar una de las prime-

ras hospederías de la red pública de Castilla y León. Un paseo fluvial reco-

rre la orilla del Duero entre San Bernardo y la isla de Valbuena. En la lade-

ra del páramo, bajo un montecillo de encinas señalado por la antena del

297

La Ribera de los Castillos

s San Bernardo, en la Ribera del Duero

7 La Ribera de los Castillos 7/4/09 14:29 Página 297

Page 300: Viajando por la provincia de Valladolid

repetidor, se abre la doble entrada de la Cueva del Hermano Diego, un

eremitorio medieval de retiro y penitencia. Es una estancia excavada de

dimensiones considerables, en cuyo interior se aprecian sin dificultad la

hendidura de los ábsides y el apunte en nacela de los capiteles. Hasta

hace unas décadas, los chavales del pueblo subían a la cueva con esqui-

las y cencerros a comer la merienda y espantar a los demonios antes de

la cuaresma. La leyenda del hermano Diego, recogida en un manuscrito

del diecinueve y pintada en la galería de exvotos de San Bernardo, com-

bina una historia de amistad aguada por los celos con la venganza políti-

ca, de la que se libra acogiéndose a la protección del monasterio.

EL BALUARTE DE DOÑA BERENGUELA

El conjunto urbano de Pesquera de Duero constituye un homenaje a la

fertilidad de la ribera. Un arco del diecisiete anuncia el paso a la plaza

Mayor porticada. De la misma época es la iglesia de San Juan Bautista,

obra de Juan de Nates, que se quedó con una de las dos torres inacaba-

da. Además, cuenta con varias ermitas, con un singular barrio de bode-

298

s Pesquera de Duero

7 La Ribera de los Castillos 7/4/09 14:29 Página 298

Page 301: Viajando por la provincia de Valladolid

gas ubicado a recaudo de las crecidas del río y con un buen conjunto de

edificios civiles, algunos de ellos adornados con heráldica. El humillade-

ro luce sobre su doble entrada un vistoso Descendimiento con la fecha

de 1629. Nuestra Señora de Rubialejos es un edificio barroco emplazado

entre viñas que parece más santuario que ermita. Toma su nombre del

cascajo rojizo de la ladera, hasta la que sube un vía crucis. Piñel de

Abajo se asienta sobre una leve loma que mira al Duero. Piñel de

Arriba aparece rodeado de páramos entre los que discurre el arroyo

Madre y su traza hace pensar en un pasado cercado, como fortaleza de

vigilancia. Roturas es un pueblo mínimo situado en terreno conquistado

al monte.

Curiel de Duero se apellidó de los Ajos hasta que semejante condi-

mento pareció poco para tan histórica villa. Curiel preside el pequeño

valle del Horcajo y en sus buenos tiempos encabezó una menguada

comunidad de seis aldeas, que aprovechaban conjuntamente los pas-

tos del páramo y la labranza de los valles de San Pedro y del Cuco. Esta

pequeña comunidad colonizó un disputado emplazamiento fronterizo,

teniendo que descuajar para su labor los robledales que todavía ilus-

tran la heráldica de Valdearcos o de San Llorente. En la actualidad,

Curiel es uno de los pocos pueblos que puede exhibir dos castillos

simultáneos, aunque el doblete se deba a la dificultad para descantar

el primitivo, aupado sobre un cerro inaccesible. Sin embargo, es el cas-

tillo cimero, quizá el más antiguo de la provincia, el que ha recobrado

su estampa para albergar una hospedería. Desde la terraza de este

bastión roquero se domina el perfil de navío del castillo de Peñafiel, en

la otra orilla del Duero. También tiene Curiel dos iglesias y una ermita,

aunque una de ellas, la de San Martín, sea ahora una bodega. Curiel

299

La Ribera de los Castillos

s Pórtico de la iglesia de Piñel de Arribas Pórtico de la iglesia de Piñel de Arriba

7 La Ribera de los Castillos 7/4/09 14:29 Página 299

Page 302: Viajando por la provincia de Valladolid

recayó en los Estúñiga por permuta con el rey Juan II. Inmediatamente

debieron comenzar las obras del palacio de la plaza, que terminarían

hacia 1410. Eso aseguraba una lápida que hubo sobre la puerta princi-

pal, extraviada como tantas nobles cosas de este lugar. Pero también

estos señores sabían ser indolentes. Y todo el lujo palaciego necesitó

en 1640 de una drástica reparación, que afectó a las caballerizas y a la

capilla, así como a algunos corredores y a los tejados, que mostraban

entonces muy mal estado. Lo que hoy vemos en la plaza es una facha-

da rectangular rematada con torres prismáticas en los ángulos. La

entrada la corona un vistoso matacán de seis huecos. La parte trasera

del palacio es pura ruina. Para imaginar la fastuosidad de su interior

nos queda el relato de quienes alcanzaron a ver sus arabescos y todo

el lujo decorativo aquí acumulado. Un artesonado de sus salones viajó

hasta el alcázar de Segovia y otro a Estados Unidos; la columnata del

patio y las yeserías mudéjares de su zaguán al palacio del Canto del

Pico, en Torrelodones; la viguería policromada con escenas de caza y

figuras de damas, al Museo Arqueológico Nacional. La almoneda fue

implacable. Ahora existe el proyecto de convertir la ruina en albergue

de actividades culturales. Pero se van haciendo cosas en Curiel. Se ha

recuperado una de las puertas del recinto amurallado y también la igle-

sia de Santa María. A su entrada, la ermita y el rollo heráldico dispen-

san una grata bienvenida.

300

s Iglesia de Bocos de Dueros Iglesia de Bocos de Duero

7 La Ribera de los Castillos 7/4/09 14:29 Página 300

Page 303: Viajando por la provincia de Valladolid

EL VALLE DEL CUCO

Cuatro pueblos e infinidad de fuentes, pequeñas hondonadas y tupidos

bosques integran uno de los paisajes más singulares de la ribera del

Duero. Su atractivo radica en el equilibrio natural. No se trata de un

espacio que llame la atención por sus monumentos, sino por la armo-

niosa herencia que han legado siglos de vida tradicional en el aprove-

chamiento de sus montes y vaguadas. Históricamente, las seis aldeas

que integraban la Comunidad de Curiel han compartido los pastos y

labranzas, tanto de los páramos como en el Valle del Cuco. Todavía hoy

perviven aquellos enclaves medievales. Curiel cuenta con la Ladera del

Cuerno y Cerracín en Valdearcos; San Llorente tiene la Barga, y Roturas

Castellares, en Corrales; y Corrales, la Callejuela, entre San Llorente y

Roturas. Precisamente Roturas conserva en su nombre la antigua dedi-

cación a descuajar y romper el bosque de robles que colonizaba tam-

bién este páramo. Los escudos de Valdearcos y de San Llorente, ambos

ilustrados por este árbol, revelan la extensión hasta el valle del Cuco

del corazón de roble de Iberia. El mismo que cruza el Duero romancea-

do por el poeta Antonio Machado.

Bocos de Duero se asienta en la

falda de un cerro próximo al Valle del

Cuco y su entorno verde es la mejor

antesala de las maravillas del

valle. Tiene una iglesia gótica

del trece y un conjunto de

buenas bodegas en el teso

arqueológico del Gurugú.

Valdearcos de la Vega

cuenta con dos ermitas,

ambas menudas, dedicadas al

Santo Cristo y a Nuestra Señora

de la Zarzuela. La iglesia con-

serva a su alrededor un buen

conjunto de arquitectura tradi-

cional. Un jardinillo realza el

viejo Rollo de justicia. Corrales

de Duero evoca en su nombre

la primitiva condición de aprisco

donde se guardaban los gana-

dos que pastaban el valle. San

Llorente ocupa el espigón de

su cabecera y cuelga las bode-

gas por las laderas que des-

La Ribera de los Castillos

s Torre de la iglesia de Valdearcos

de la Vega

7 La Ribera de los Castillos 7/4/09 14:29 Página 301

Page 304: Viajando por la provincia de Valladolid

cienden hacia el curso del arroyo. La iglesia del Salvador tiene aspec-

to macizo, que se contrapone a la airosa y esbelta Torre del Reloj

municipal. San Llorente es punto de partida de algunos de los itinera-

rios más atractivos, que arrancan de la fuente de Jarrubia, donde

brota el arroyo del Cuco. Jarrubia o Isarrubias son deformaciones del

despoblado de Iglesias Rubias, que formó parte de la Comunidad de

Curiel. Saliendo de San Llorente por la carretera de Encinas, a 200 m

se encuentra una encrucijada de caminos con los destinos bien indi-

cados. El de la derecha conduce en 1.5 km a la fuente de Isarrubias,

donde nace el arroyo del Cuco. El primer tramo hasta la fuente discu-

rre por un páramo pedregoso y desarbolado. Al llegar al enclave de la

fuente, resultan muy visibles los restos constructivos del despoblado

de Iglesias Rubias, que fue uno de los núcleos históricos del valle.

302

s Valle del Cuco, en Bocos de Dueros Valle del Cuco, en Bocos de Duero

7 La Ribera de los Castillos 7/4/09 14:29 Página 302

Page 305: Viajando por la provincia de Valladolid

Después de visitar el teso de la iglesia, rodeado de muros vencidos y

huertas frutales, el regreso hacia San Llorente sigue la senda arbola-

da del valle. El recorrido de esta ruta supone alrededor de dos horas.

Otros paseos por el Valle del Cuco discurren arropados por una vege-

tación boscosa o frutal insospechada en estas latitudes. En sus valles

bien surtidos de agua el caminante encuentra abundancia de guindos

y almendros, olmos, sauces, avellanos, fresnos y olivos. Las encinas

dominan los páramos, cediendo las cuestas a los robles. Y en cual-

quier travesía por sus senderos centenarios nos asalta la sorpresa de

la fuente limpia y bien cuidada, el canto del cuco, el vuelo majestuo-

so de las rapaces o la reliquia de los sucesivos y bien conservados

chozos de pastor.

303

La Ribera de los Castillos

7 La Ribera de los Castillos 7/4/09 14:29 Página 303

Page 306: Viajando por la provincia de Valladolid

s EL MIRADOR DE LAS PINZAS

La visita a las cuevas de las Pinzas, en Curiel, ofrece el recreo de un

paisaje increíble y en la misma escala de pasmo hay que situar la subi-

da al castillo de doña Berenguela, habilitado como hotel y restaurante.

Desde su eminencia es posible apreciar la trama del pueblo, que se alar-

ga en torno a la vereda pastoril entre la ermita del Cristo y la iglesia de

San Martín, convertida en bodega donde reposa el vino.

Los cerros de las Pinzas forman un tridente calizo con el pico Cuchi-

lla en su avance sobre la frontera del Duero, entre Pesquera y Peñafiel.

Más recogido hacia el vallejo de Curiel, que recorre una vereda trashu-

mante, se encuentra El Canto, cuyo espolón hace pareja con el Cuchi-

lla. En realidad, también los promontorios prensiles, que vigilan con su

morro altivo el emplazamiento fluvial de Pintia, tienen cada uno su nom-

bre: El Cujón y las Pinzas.

Al paso por la ribera se ven las cuevas de ambos cerros, abiertas en

su cornisa de mediodía, unas oquedades que ni siquiera consiguieron

disimular las plantaciones de repoblación. El conjunto de las Pinzas es

el más llamativo y en su traza no es difícil adivinar los sucesivos usos de

estas habitaciones asomadas al valle del Duero, desde la Edad de Bron-

ce hasta la menesterosa posguerra, pasando por las penitencias medie-

vales. También la literatura se ha recreado en su misterio.

El camino hacia las Pinzas se toma a la entrada de Curiel, siguien-

do la indicación del castillo, rescatado de la ruina de siglos. Enseguida,

304

s Cueva de Las Pinzas

7 La Ribera de los Castillos 7/4/09 14:29 Página 304

Page 307: Viajando por la provincia de Valladolid

a 200 metros, un desvío a la izquierda indica la senda, que pasa junto a

la fuente Bombina. Este manantial es un abrevadero que se encuentra

a 800 metros, en la pendiente de subida al páramo de los Llanitos.

Cuando llevamos andados 2,2 km, una señal advierte del mirador

sobre la vega de Pintia y el barrio de bodegas de Pesquera. Si el viajero

ha sido perezoso, utilizando el vehículo para acercarse hasta aquí, este

es el lugar para estacionarlo y caminar 300 metros hasta el morro de las

Pinzas. Para evitar descuidos, una línea de cadenas y bancos de made-

ra advierte al desprevenido de la inminencia del vértigo. Estamos en una

de las cimas de Valladolid, que es la única provincia española despro-

vista de montañas. Aunque sus 886 metros no pueden competir con los

933 de El Cuchillejo, al otro lado del río y por territorio de El Empecina-

do, el precipicio sobre la ribera alcanza los 150 metros.

Para descender hasta el conjunto de cuevas situado bajo el morro

de las Pinzas, hay que seguir la huella de anteriores andarines. Eso sí,

con cautela y sin alardes. A nuestra izquierda y donde acaba la barrera

de la cadena, parte una senda que en pocos pasos nos lleva hasta la re-

pisa de las cuevas. El mismo camino puede hacerse por el otro lado, pe-

ro el sendero parece menos seguro.

El recinto y sus miradores compensan con generosidad la solana

del paseo y los atisbos de canguelo del descenso. En su interior no fal-

tan los grafitos, pero tampoco molestan los desechos. Es un lugar para

deleitarse con los paisajes de la ribera tamizados por el contraluz de las

cuevas. Sin prisas, saboreando los matices del horizonte.

305

La Ribera de los Castillos

Pico de las Pinzas

Los Hitos

Fuente la Zarza

Castillo de Abajo(ruinas)

Ermita del Cristo

Río Duero

Cuevas de las Pinzas

Curiel de Duero

UUnnaa rruuttaa ppaarraa ppaasseeaarr

7 La Ribera de los Castillos 7/4/09 14:29 Página 305

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8La Ribera de los Monasterios

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RÍO ERESM

A

RÍO CEGA

A

ARROYO VALCORBA

ARROYO JA

RÍO DUERO

JARAMIEL

RÍO ESGUEVA

RÍO

PISUERG

ERGA

A

ARROYO VALCORBA

RÍO DUERO

Villanuevade Duero Viana

de Cega

Lagunade Duero

La Cistérniga

VALLADOLID

Aldeamayor deSan Martín

Mojados

PortilloValdestillas

Serrada

MatapozuelosVentosa dela Cuesta

Al é

Hornillosde Eresma

Megeces

Cogecesde Íscar

Aldea deSan Miguel

Arrabalde Portillo

La Pedrajade Portillo

Boecillo

Herrerade Duero

Tudelade Duero

La Parrilla

Montemayor dePililla

San Migueldel Arroyo

Santiagodel Arroyo

Camporredondo

Viloriadel Henar

CogeAldealbar

Torresc;árcela

Quintanillade Onésimo

Vd

Olivaresde Duero

CastrilloTejeriego

Villafue

AmusquilloEsguevillasde Esgueva

Piña deEsgueva

Villanuevade los Infantes

Olmosde Esgueva

Villarmenterode Esgueva

Castronuevode EsguevaRenedo Villavaquerín

Villabáñez

Sardónde Duero

Santibáñezde Valcorba

Traspinedo

marciel

Puente Duero

iguñuela

Villanubla

Zaratán

Mucientes

Corcos del Valle Santa Marta

Cigales

Valoriala Buena

Fuensaldaña

Cabezón San Martínde Valvení

Simancas

Arroyo dela Encomienda

Santovenia de Pisuerga

Corcos de Aguilarejo

601

N-601

C-610

CL-601

N-122

N-620

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Page 311: Viajando por la provincia de Valladolid

La Ribera de los Monasterios

En la etapa fronteriza del Duero la fortaleza de Tudela se benefició del foso

natural trazado por el río, tan difícil de vadear. Por eso la villa sólo necesitaba

dos puertas. Ya antes de las pugnas medievales los romanos habían conver-

tido la península de Tudela de Duero en un asentamiento estratégico. Luego

Alfonso X le concedió el Fuero Real para su gobierno y enseguida el puente

convirtió a la villa en lugar de paso obligado. Varios monarcas tuvieron su re-

sidencia estacional en Tudela hasta que en 1607 Felipe III la dona al codicio-

so duque de Lerma. De su etapa como descanso de la Corte hay constancia de

visitas regias, unas veces voluntarias y buscando la placidez de su entorno y

otras obligadas por pestes o males mayores. Por una de estas epidemias lle-

gó a trasladarse a Tudela, en tiempos de Enrique IV, no sólo la Corte sino el

propio tribunal de la Chancillería. Así que no le faltan galones incluso regios a

la historia de Tudela.

ABRAZADA POR EL DUERO

Con los Austrias mayores Tudela se convierte en privilegiado retiro cortesano.

De entonces fluyen los testimonios de admiración de notables viajeros. El em-

bajador veneciano Andrea Navagero la visita en el verano de 1527, acompa-

ñando al emperador Carlos, y en su retrato dibuja a Tudela como “un lugar her-

moso, apacible, lleno de verdura y árboles, especialmente de álamos blancos,

309

s Tudela de Duero. Iglesia de la Asunción

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Page 312: Viajando por la provincia de Valladolid

que son altísimos en la ribera, y de pinos muy frondosos”. Pero no todo fueron

venturas entre tan concurrida estancia realenga. Fernando el Católico, que

desde soltero solía usar para sus acercamientos a Valladolid el Camino de los

Aragoneses, una vía que bordea al Duero por su derecha y pasa por Tudela,

concertó un encuentro en la villa con su yerno Felipe el Hermoso, para leerle

la cartilla. Luego, la regia pareja de Felipe y Juana se detuvo en Tudela unos

cuantos días repletos de felicidad. Sin embargo, la presencia amenazante

aquellos días en el firmamento de un cometa enorme causó el espanto entre

los tudelanos y sembró el futuro de negros presagios. Porque este tipo de fe-

nómenos descomunales y desusados siempre anuncian un horizonte de cala-

midades. Así que la reina quedó viuda y entró en desconsuelo en su pertinaz

retiro de Tordesillas, aguas abajo del Duero.

A pesar de tan nobles antecedentes, no es Tudela de Duero una villa que des-

cuelle por su patrimonio, aunque tampoco le falta. Eso sí, ofrece la grata sor-

presa de algunas esculturas actuales que ennoblecen distintos rincones urba-

nos. Son el legado de los encuentros internacionales que se celebran cada dos

años en la villa. Tampoco ha mirado al río Tudela hasta hace unos pocos años.

Más bien, el abrazo fluvial del Duero pareciera uno de aquellos amores que

matan. Si uno recorre sus rondas, puede observar cómo el caserío va abrien-

do sus ventanas al Duero, a la vez que se ha colonizado la lengua del Arenal y

el entorno de Tudela se prolonga en sucesivos espacios habilitados para el

ocio y disfrute de la naturaleza: el Bosque, el Bailadero, el Plantío. La iglesia

de la Asunción es su monumento principal. Se trata de un imponente edificio

de tres naves realizado en estilo gótico durante la primera mitad del siglo die-

ciséis. La portada renacentista es obra de Juan de Escalante, mientras la to-

310

s Ermita del Humilladero, en Tudela de Duero

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Page 313: Viajando por la provincia de Valladolid

311

EL CANAL DEL DUERO

Este canal toma sus aguas en Quintanilla de Onésimo, aprovechando lapresa existente cerca del puente de Olivares para los molinos de harinay papel. Dos compuertas mecánicas controlan la entrada de agua, cuyocaudal marca una columna de datos. A partir de este punto, discurredurante casi medio kilómetro de forma subterránea, bajo el núcleo deQuintanilla, a través de un túnel de mampostería abovedado, que cuentacon mechinales para el drenaje cada dos metros. Este arranque se hizosubterráneo para evitar la destrucción de parte del caserío. Aunque elproyecto inicial contemplaba un soterramiento de poco más de cienmetros, una vez metidos en faena se prolongó el túnel hasta medio kiló-metro para evitar también la destrucción de los lavaderos públicos. Apartir de los estudios iniciales de Luis Escosura, en 1863, las obrascomenzaron en 1882 y concluyeron en 1886. El canal sigue la margenizquierda del Duero hasta atravesarlo en la dehesa de Peñalba. Luegoprosigue por Tudela y Laguna de Duero, bordeando la capital porDelicias, cruza el Esgueva entre Renedo y Valladolid y desagua en elPisuerga entre Santovenia y Cabezón. Aunque fue concebido para elabastecimiento de Valladolid, ante la escasez de los manantiales deArgales, actualmente además de cumplir aquella función también riegalos términos de Villabáñez, Tudela, Laguna y Valladolid. Sus 52 kilómetrosde recorrido son una de las rutas naturales más atractivas del entornourbano. Y ese encanto se multiplica en el tramo de ribera en que el canaldiscurre como compañero de viaje del Duero, enmarcado por una vege-tación de chopos, pinos, fresnos, álamos, cedros y almendros.

La Ribera de los Monasterios

8 La Ribera de los Monasterios 7/4/09 14:30 Página 311

Page 314: Viajando por la provincia de Valladolid

rre pertenece al dieciocho. En el interior, que se remata con bóvedas de cruce-

ría estrellada, sobresale el retablo Mayor, de una riqueza iconográfica desbor-

dante, que narra distintas escenas de la vida de la Virgen y en cuya ejecución

intervino el imaginero Gregorio Fernández. También destacan la talla de la Vir-

gen de los Frutos, de Juan de Juni, y el sepulcro de alabastro del confesor de

Santa Teresa, obra de Esteban Jordán. Este eclesiástico, llamado Alonso Ve-

lázquez, fue profesor en Alcalá, canónigo en Valladolid, obispo de Osma, con-

sejero de Felipe II y arzobispo de Santiago. Un carrerón al que hace justicia la

labra minuciosa de su figura orante, en la que se puede apreciar su condición

de tuerto, mengua ocasionada por sus muchas mortificaciones. En la misma

plaza de la iglesia está el Ayuntamiento, un edificio elegante y discreto del úl-

timo tercio del siglo diecinueve.

La prosperidad de Tudela se refleja en el número de casas blasonadas que sal-

pican sus calles. Una de las más llamativas es la Casa de la Cruz, construida

en 1600 para albergar a la cofradía de esa advocación. También la Casa de

Cultura, en la calle Mayor, ocupa un noble edificio. El arco gótico de San Mi-

guel, que en la actualidad adorna la entrada a un bar, es el único vestigio de

la primitiva iglesia, derribada en el dieciséis. Su decoración se encuentra muy

dañada. Dos ermitas daban la bienvenida y el adiós a Tudela. La de la Vera

Cruz está ahora dedicada al Santo Cristo y tiene en su interior un calvario del

312

s Puente sobre el río Duero, en Tudela

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Page 315: Viajando por la provincia de Valladolid

taller de Juni. El crecimiento de la villa la ha dejado inmersa en medio del ca-

serío. Al otro lado del río, el humilladero de la Quinta Angustia es ahora sala

municipal de exposiciones. En este caso, se trata de un precioso edificio cla-

sicista trazado por Juan de Nates en 1591. El puente sobre el Duero fue re-

construido en 1855, después de que Wellington lo volara en 1812 para impe-

dir que los franceses le siguieran el rastro. Una placa conmemorativa recuer-

da aquel suceso.

LA RIBERA TORTUOSA

Entre Tudela y Quintanilla de Arriba, la ribera del Duero muestra la huella de

una colonización en la que participaron tanto concejos como monasterios y

prioratos. Este tramo cobijó, a partir del siglo XI, tres fundaciones monásti-

cas: Santa María de Duero o de las Mamblas, entre Peñalba y Tudela; Santa

María de Retuerta, en Sardón; y Santa María de Valbuena. También la cole-

giata de Valladolid estableció en La Quemada de Olivares un priorato que en-

tre otras novedades introdujo una plantación de olivos, cultivo recuperado en

la actualidad con excelentes resultados. Estos centros monásticos coloniza-

ron la ribera a través de pequeñas granjas o aldehuelas, muchas de ellas

313

La Ribera de los Monasterios

8 La Ribera de los Monasterios 7/4/09 14:30 Página 313

Page 316: Viajando por la provincia de Valladolid

desaparecidas, y de la construcción de gran número de presas, pesqueras,

aceñas y acequias para el aprovechamiento del agua.

Aquella tradición en cierto modo pervive y así entre 1880 y 1886 se construyó

el Canal del Duero, que toma sus aguas en Quintanilla de Onésimo y las vier-

te en el Pisuerga, entre Santovenia y Cabezón. Su recorrido constituye un ex-

cepcional pasillo verde. Ya en la Edad Media el viñedo ocupa un amplio espa-

cio de cultivo, posiblemente con cepas traídas de Francia por los monjes. Pe-

ro tanto entonces como ahora el paisaje agrario de la ribera no se limita al vi-

ñedo o los forrajes, sino que incluye importantes cultivos de huerta, como los

espárragos que han dado fama a Tudela o variados frutales, y se amplía en las

pendientes con matas de encina, roble y pino albar sujetas a una estricta re-

gulación de cortas y aprovechamiento. A la presencia de encinas en su entor-

no debe su nombre Sardón.

La localización de Tudela facilita las incursiones senderistas por su entorno

fluvial. Remontando el Duero por su derecha se encuentra el antiguo priora-

to de las Mamblas, en el camino hacia Peñalba. La silueta de las Mamblas

hace justicia a sus primeros bautistas, que acaso fueran los frailes benedicti-

nos acogidos a tan jugosa advocación. En realidad, la palabra ‘mamblas’ no

es otra cosa que un piadoso disimulo de mámulas o mamas y esa es la apa-

riencia de los dos montículos. Pero un priorato fundado por los monjes de Si-

los no se iba a bautizar así de repente. Por eso se antepone el nombre de San-

ta María, aunque si seguimos tirando del hilo la deriva empeora. Al cabo de

los siglos y seguramente para paliar tales desvaríos, la mambla derecha, se-

gún se observan desde el río, recibe el tajante nombre de Pico Cuchilla y am-

bas se muestran parcialmente cubiertas por un bosquecillo de pinos.

El priorato sobrevivió hasta la primera Desamortización del diecinueve. En 1893

fue adquirido por el Conde de la Oliva, quien embutió la iglesia en un casca-

rón con almenas de castillo. Se ve cercado de arboleda al paso de la senda. El

314

s Pinares de Tudela de Duero

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Page 317: Viajando por la provincia de Valladolid

templo, que consta de una única nave rematada con el trébol que forman los

brazos del crucero y la capilla mayor, fue aprovechado para acomodar la vi-

vienda. Más adelante, el río acoge una fábrica de luz y el camino asoma so-

bre los cortados de Peñalba de Duero, que hace años dejó de ser pueblo pa-

ra convertirse en granja. La iglesia emerge poderosa entre restos de casas y

naves agrícolas. Es un templo en piedra de una sola nave. La capilla mayor

aparece cubierta con crucería del dieciséis, de bella traza, y el resto con yese-

rías del diecisiete. Tiene una torre a los pies del templo con huecos de medio

punto. La portada es sencilla y exhibe un relieve con las llaves de San Pedro.

Ahora se encuentra convertida en tenada y totalmente desnuda de retablos y

estatuaria. Su estado parece un homenaje al Cristo del Desprecio que vene-

raba en este templo una cofradía pasional. No hay paso del río en Peñalba.

Después de la voladura de su puente en la guerra de Independencia, una bar-

ca comunicaba las dehesas de la orilla izquierda con el pueblo y las bodegas

excavadas en el collado.

Entre Tudela y Sardón un indicador señala el caserío de Tovilla, cuya dehesa

ocupa la pendiente del cotarro del Lo-

bo. También aquí el antiguo templo re-

nacentista se aprovechó como parte

del edificio de vivienda, que fue una

de las propiedades de Eugenia de

Montijo, la emperatriz de Francia ca-

sada con Napoleón III. Traspinedo

prolonga su antesala en un andén re-

sidencial que enlaza la carretera con

el caserío. Su nombre lo sitúa detrás

de los pinos, cuya corta y provecho ya

regulaba una ordenanza medieval, así

como la figura del guardabosques. En

la calle Mayor conserva una hilera de

soportales con firmes y vetustos pies

de madera. Un escudo sillar reúne los

atributos de la peregrinación jacobea:

el bordón, la calabaza, el cordón y las

conchas de vieira. La iglesia es gótica

y adorna la ojiva de sus ventanales

con una orla perlada. Tiene dos naves

y guarda un sepulcro renacentista en

alabastro del chantre que liberó a

Traspinedo del señorío. El clérigo ya-

cente tiene a sus pies un león con ges-

to de fastidio.

315

La Ribera de los Monasterios

s Iglesia de San Martínde Tours.Traspinedo

s Iglesia de San Martínde Tours.Traspinedo

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Page 318: Viajando por la provincia de Valladolid

Sardón de Duero, como la granja de la otra orilla, más diminuta y por ello

llamada Sardoncillo, fue un núcleo de colonos dependiente de la abadía de

Retuerta. De ahí que apenas cuente con edificios singulares, si desconta-

mos la iglesia de San Juan, el molino del arroyo Valimón o una casa de prin-

cipios del veinte que los vecinos llaman palacio con evidente exageración.

Un repertorio arquitectónico escaso, que explica su naturaleza de granja

dúplice, a uno y otro lado del Duero. La iglesia de San Juan Bautista es del

XVI y almacena variados despojos monásticos de Retuerta y de La Armedi-

lla: retablos mancos de imaginería, pinturas, objetos de plata y santos so-

brantes arrumbados en las trasteras. Tiene una sola nave y está hecha de

mampostería con sillares en los ángulos. Se hundió a mediados del XVIII y

entonces se repararon los daños con obras poco afinadas. Aprovechando

el tirón, la torre fue recrecida con ladrillo. El molino del arroyo Valimón es

de 1814 y fue levantado por Millán Alonso Tejada, que ya tenía dos fábri-

cas de papel en Quintanilla. En 1816 se le concedió la gracia de colocar las

armas reales en su escudo de la fábrica de Sardón, que conllevaba el be-

neficio de una serie de prebendas y franquicias. Alonso Tejada fue un lon-

gevo precursor de los Alonso Pesquera que en sucesivos comicios decimo-

nónicos recaudó todos los votos del distrito de Peñafiel. Este molino de Sar-

dón primero funcionó como fábrica de papel tintado y papel de tabaco. Jus-

to enfrente del molino, que en los rótulos se anuncia como harinero, sale la

calle Papelería en recuerdo a la antigua producción de librillos. Luego apro-

vechó como fábrica de luz las escorrentías del arroyo. En la década de los

treinta se transformó en molino harinero y como tal funcionó hasta media-

dos de los sesenta. Su hijo Miguel Alonso Pesquera, nacido en Sardón en

316

s Río Duero, en Sardón

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Page 319: Viajando por la provincia de Valladolid

1842, fue presidente de la Diputación y del Banco de Crédito Castellano,

además de promotor y financiero del ferrocarril de Ariza. La caída del Vali-

món hacia el Duero acumula diversos aprovechamientos industriales, ya

relegados de su función. Entre el canal y el río discurre la vereda del Jardín

del Carretero, que es un paseo ribereño delicioso, bien surtido de alicien-

tes naturales.

ABADÍA DE RETUERTA

Por la orilla del arroyo Valimón un par de puentes salva los cursos paralelos

del canal y del Duero para pasar a Sardoncillo, también conocido como Gran-

ja de Sardón. En la capilla de la Granja, al otro lado del río y en medio de una

colonia agrícola, la ermita alberga la imagen románica de Fuentes Claras, del

siglo XII. Pasada la puentecilla sobre las aguas sosegadas del Canal del Due-

ro, sale a la izquierda la vereda del Jardín del Carretero. La senda discurre por

la margen derecha del canal. El Valimón baja menguado y su orfandad acuá-

tica se compensa con el torrente cristalino del canal que suelta un aliviadero

hacia el cauce vecino del río. Enseguida, en un leve ensanche entre el canal y

el río, aparece imponente la talla desmedida de los árboles gigantescos que

pueblan el Jardín del Carretero. ¿Por qué ese nombre? Hay constancia docu-

mental del traslado desde las Exposiciones Universales de París de 1889 y

1900 de partidas de plantones de especies exóticas, que luego eran distribui-

das en carreta por la península a solicitud de caprichosos hacendados, que de

este modo adornaban sus jardines con la última novedad parisina. Este núcleo

vegetal bien pudo ser el plantío provisional de un carretero que no logró colo-

car toda su mercancía. La senda prosigue bien arbolada hasta el punto en que

317

s Molino Harinero, en Sardón de Duero

La Ribera de los Monasterios

s Molino Harinero, en Sardón de Duero

8 La Ribera de los Monasterios 7/4/09 14:31 Página 317

Page 320: Viajando por la provincia de Valladolid

se ve un pino centenario vencido sobre el cauce del canal. Es la contraseña

para el retorno.

La abadía de Retuerta ocupa el ensanche regalado por un quiebro del río, que

discurre por el valle encajado entre cerros. Retuerta viene a significar ribera

tortuosa y si uno abre los ojos asiente con el topónimo. Un hermoso lugar pro-

picio para sangrar acequias y construir aceñas y pesqueras. En todas esas suer-

tes de aprovechar el río eran auténticos maestros estos frailes venidos de Fran-

cia. Retuerta fue la casa matriz en España de los premonstratenses. La orden

de los mostenses o norbertinos se introdujo en Castilla y León a mediados del

siglo XII y llegó a alcanzar una notable difusión en el siglo XIII, sobre todo por

el norte de la península. Las abadías escogen el medio rural y funcionan como

obispados, englobando bajo su jurisdicción un gran número de iglesias. A par-

tir del dieciséis, cuando ostentaban un enorme poder, se generalizó la relaja-

ción y el filtro antiluterano los vigiló muy de cerca.

Fundada a mediados del doce por Sancho Ansúrez, nieto del repoblador de Va-

lladolid, la abadía contó desde sus inicios con el apoyo regio, que se tradujo en

importantes donaciones. Fue sede de los estudios de noviciado y de todos los

capítulos generales, a la vez que sus abades eran por derecho los generales de

318

s Monasterio de Santa María de Retuerta. Sardón de Duero

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Page 321: Viajando por la provincia de Valladolid

la Orden. Con la Desamortización pasó a manos privadas. Luego dio cobijo a la

Granja Prodes y durante la guerra civil fue cuartel de las tropas italianas. Aho-

ra pertenece al grupo Novartis, que ha puesto en marcha un proyecto modéli-

co y ambicioso en torno al vino y tiene perfectamente organizada la visita al mo-

numento, que ha recobrado su mejor aspecto.

La iglesia se inició en 1153, prosiguió durante el siglo XIII y quedó inacabada.

Es la parte más antigua del conjunto. En el recorrido también se visitan la sa-

cristía, la sala capitular, el refectorio y la cocina. El espacio de la cilla fue trans-

formado al dividirlo con tres pisos en el diecisiete. Sí se conserva la bodega

construida en 1595, de planta rectangular con bóveda de cañón. El claustro se

reconstruyó a finales del XVI siguiendo el estilo escurialense. Al sur se sitúa

la hospedería, hecha entre 1759 y 1773, con una larga fachada compuesta de

tres zonas, las laterales con vanos rectangulares y cuadrados y la central, en

la que está la puerta, con un balcón corrido entre la arquería baja y la galería

superior. Una escalera monumental comunica la portería con el claustro alto.

En el entorno fluvial de Retuerta se han perdido otros nobles edificios, como

el palacio gótico de los Ansúrez y las ermitas fundadas por doña Eylo sobre la

orilla del río. También el monasterio ha conocido sus menguas. Un incendio

319

La Ribera de los Monasterios

8 La Ribera de los Monasterios 7/4/09 14:31 Página 319

Page 322: Viajando por la provincia de Valladolid

arruinó en 1662 gran parte de los tejados con el daño consiguiente para las

dependencias dejadas a la intemperie. El retablo Mayor fue trasladado en 1957

al monasterio de La Espina, aunque en la mudanza perdió sus imágenes más

valiosas; era del dieciséis y lo talló el escultor Diego de Marquina dentro de la

corriente romanista deudora de Miguel Ángel. Otros tres retablos fueron a la

parroquia de Sardón, donde se pueden ver despojados de las esculturas origi-

nales, que a saber qué viaje llevaron. Después de tan persistente desdicha, la

abadía ha encontrado quien le devolviera su callada elocuencia.

LA CIMA DE VALLADOLID

Desde el Duero en Tudela hasta las lastras de Campaspero, en la cima de la

Churrería, la pendiente del páramo escala casi doscientos metros y recorre un

paisaje forestal hendido por valles fluviales de una belleza insospechada. De

la Pedriza bajan hacia el Duero el Valimón, que nace en la fuente del Tasugo y

en su despedida mueve los molinos de Sardón, con su tributario el Valdecas-

cón, en cuya cabecera se instaló el monasterio de La Armedilla; el Valcorba y

su afluente el Cogeces, que fecunda la artesa agrícola y pinariega de la Sola-

na. El Valcorba brota en el despoblado de Minguela y traza el valle caudal más

hermoso de este páramo. Sus pueblos formaron los sexmos de Valcorba (San-

tibáñez, Cogeces, Campaspero, Bahabón, Torrescárcela y Aldealbar) y Mon-

temayor (Montemayor de Pililla, San Miguel del Arroyo, Santiago del Arroyo

y Viloria del Henar), pertenecientes a la Tierra de Pinares cuellarana hasta la

división provincial de 1833.

El sexmo de Valcorba combina la altitud del páramo pedregoso con la ondula-

ción pinariega surcada por valles de fecunda labor y en su tradición guarda una

rica cultura forestal y abundantes testimonios de la destreza ancestral de ge-

neraciones de canteros. Santibáñez de Valcorba ofrece un entorno natural

muy atractivo, en el que destacan un puente de piedra, la fuente comunal y la

320

s Iglesia de Nuestra Señora del Rosario. Santibáñez de Valcorbas Iglesia de Nuestra Señora del Rosario. Santibáñez de Valcorba

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Page 323: Viajando por la provincia de Valladolid

321

EL TREN DEL TRIGO

El ferrocarril de Ariza sirvió durante sus cien años de circulación paraenlazar la línea del norte con la de Madrid a Zaragoza. Se estrenó con elaño 1885 y fue clausurado un siglo después al tráfico de viajeros.Concebido para dar salida a la producción agrícola de la cuenca delDuero, este corredor ferroviario era una de las escasas líneas transver-sales de la red. En los noventa dejó de transportar mercancías y entró enuna fase de abandono, de la que han tratado de rescatarlo sucesivosproyectos articulados con más ilusión que realismo. Se ha propuesto untren del vino que circularía entre Valladolid y Peñafiel, así como otro tra-yecto turístico entre Berlanga de Duero y Morón de Almazán. También sebarajó su rescate como lanzadera de transporte para vehículos pesados.Pero el deterioro del trazado permite pocos sueños. Una iniciativa enmarcha es la restauración de vagones antiguos en la estación deAlmazán. Allí se rehabilitó el utilizado para la entrevista de Franco conHitler en Hendaya, cuyo destino es el Museo Ferroviario de Madrid. Elúnico futuro que parece posible es su conversión en vía verde paralela alDuero entre Almazán y Valladolid. En la actualidad sólo quedan en fun-cionamiento unos pocos kilómetros en Valladolid y Aranda de Duero parael tráfico de mercancías industriales.

s Estación del ferrocarril de Ariza, en Sardón de Duero

La Ribera de los Monasterios

8 La Ribera de los Monasterios 7/4/09 14:31 Página 321

Page 324: Viajando por la provincia de Valladolid

recién recuperada laguna Sangusera, cuya lámina sólo es apreciable en tiem-

po de lluvias. Hacia el Valcorba asoma su iglesia del Rosario, un templo me-

dieval mudéjar modificado en el dieciséis. A la calle muestra el ábside semi-

circular y una portada rehundida. Pero luce especialmente en su interior, don-

de los arcos renacentistas resaltan las primitivas verdugadas de ladrillo inter-

caladas en el mampuesto calizo, mientras un pilar robusto sostiene el vuelo

policromado de su coro alto, pintado con temas heráldicos, motivos geométri-

cos y rostros que nos miran con acusada curiosidad.

Cogeces del Monte se alza sobre la hendidura del arroyo que ciñe su mese-

ta y en la confluencia de las carreteras que suben del Duero, desde Peñafiel y

Quintanilla. En el camino desde Quintanilla a Cogeces se suceden las fincas

con residencias de porte señorial. Sobre todo La Planta, cuyo jardín cobija una

escultórica encina centenaria catalogada como árbol singular. El parasol de su

copa, sostenida por tres brazos que brotan de un pie único, alcanza los seten-

ta metros. El monasterio de La Armedilla asoma sus ruinas románticas sobre

la hendidura del Valdecascón, donde los frailes hacían balsas para la pesca me-

nuda. Los cistercienses de Sacramenia fueron traídos para colonizar este reco-

do de la adusta paramera, pero ni siquiera la cueva de la Virgen los retuvo mu-

cho tiempo. Enseguida volvieron a su valle, hartos de milagrerías populares y

de la excesiva vecindad de unos nobles dadivosos pero inclinados a meter la

cuchara en su vida monástica. Así que los Alburquerque de Cuéllar tuvieron que

tentar a los jerónimos de La Mejorada para que mantuvieran abierta aquí una

casa. Del paso cisterciense apenas quedan vestigios y la fábrica que se ve aho-

ra se construyó peraltada en la pendiente para salvar la cripta de las aparicio-

nes. El templo concluyó su labor a mediados del dieciséis pero sus muros no

exhiben las piedras robustas que abundan en este páramo, sino una mampos-

tería mestiza que a juicio del escritor Jiménez Lozano concuerda mejor con la

322

s Monasterio de La Armedilla. Cogeces del Monte s Monasterio de La Armedilla. Cogeces del Monte

8 La Ribera de los Monasterios 7/4/09 14:31 Página 322

Page 325: Viajando por la provincia de Valladolid

austeridad del paisaje y con el espíritu despojado de estos frailes. La portada

de la iglesia y los sillares más nobles viajaron a Valladolid para ennoblecer el

patio de la Casa de Cervantes. Su traza da testimonio de la belleza de este re-

cinto. En la iglesia de Cogeces se guardan la cajonería de nogal y la imagen ro-

mánica de la Virgen, que es del doce, además de un buen repertorio de escul-

turas y bustos relicarios, así como abundancia de platería y ropas litúrgicas.

Muchos escudos instalados en casas del contorno delatan idéntica proceden-

cia. Sólo el afán reciente de los vecinos de Cogeces ha conseguido consolidar

estas ruinas, de una belleza singular, a pesar de su disposición incómoda en

medio de una cuesta desabrigada y perseguida por el cierzo. Cogeces del Mon-

te resulta modélico por su cuidado del entorno natural y por la variada oferta

museística que ofrece. La iglesia de Cogeces muestra en su fachada un santo-

ral completo de mediados del diecisiete. En la entrada se encuentra el antiguo

reloj de la torre, con su mecanismo a la vista. El retablo mayor pertenece a la

segunda mitad del dieciséis y reúne una colección de pintura y escultura cuyo

despliegue pasma al viajero. Como corresponde a su entorno, Cogeces es un

pueblo de piedra que merece un paseo tranquilo y la visita a sus museos de

Ciencias, especializado en

fósiles y minerales, y del

Ayer, que reúne una buena

colección etnográfica.

Entre Cogeces y Campas-

pero, la vegetación ralea,

cediendo espacio a las las-

tras de caliza. De esas claras

canteras se han surtido las

fábricas de los principales

monumentos de Valladolid y

de la zona limítrofe de Sego-

via. Campaspero añade a su

récord de ser el pueblo más

alto de la provincia la curio-

sidad de contar con el mayor

número de cruceros reparti-

dos entre su caserío. Estas

cruces de piedra han sido

históricamente el alarde

preferido de los canteros de

la Churrería. Abundan en

Campaspero y en Torrescár-

cela, donde forman un vía

crucis, pero también las hay

323

La Ribera de los Monasterios

s Iglesia de Santo Domingode Guzmán, en Campaspero

8 La Ribera de los Monasterios 7/4/09 14:31 Página 323

Page 326: Viajando por la provincia de Valladolid

en Bahabón, en Cogeces, en Montemayor de Pililla y en San Miguel del Arro-

yo. El crucero más notable de Campaspero está en la plaza de Santo Domin-

go, junto a la iglesia parroquial, y fue labrado en 1599. La iglesia se hizo de

nueva planta y no sin incidencias a lo largo de la segunda mitad del dieciocho.

Antes de concluir su fábrica, un rayo derribó uno de sus esquinazos. Es un tem-

plo alargado que se adorna con buenos retablos e imaginería barroca. La tra-

za urbana de Campaspero, organizada en grandes manzanas de casas adosa-

das, realza los espacios abiertos de sus plazas arboladas y la singularidad

exenta de su estupenda casa consistorial. No puede decirse que Campas-

pero sea, como escribió Camilo José Cela, “el pueblo que no sabe de qué

color son los árboles”.

Una fuente medieval encauza las buenas aguas que dieron nombre a

Bahabón de Valcorba. En su término, aguas arriba del valle,

quedan vestigios del despoblado de Minguela, donde nace el

arroyo, a cuya fuente acudían las lavanderas del contorno. So-

bresale, en medio del abandono, el arranque de la torre de su

iglesia, aupada sobre un cerro moteado de vegetación. La igle-

sia de Bahabón es de la segunda mitad del dieciséis. A esa épo-

ca correspondían cuatro pinturas representando la Adoración, el

Nacimiento, San Antonio Abad y San Sebastián, vendidas clan-

destinamente en 1971 o 1972, que fueron sustituidas por bur-

das copias que ahí siguen, tratando de dar el pego. El camino

hacia Torrescárcela sigue el curso del

Valcorba y pasa por el solitario molino

de Requijada. Dos ejemplares del die-

ciséis completan el repertorio de cruce-

ros de Torrescárcela, cuyo vía crucis

s Iglesia de Nuestra Señorade la Asunción. Bahabón de Valcorba

s Iglesia de San Justo y Pastor. Torrescárcela

324

8 La Ribera de los Monasterios 7/4/09 14:31 Página 324

Page 327: Viajando por la provincia de Valladolid

campestre ofrece una secuencia singular. Uno, con crucifijo tallado, se alza so-

bre el pedestal de tibias y calaveras delante de la ermita. El otro, más distan-

te, es una cruz asentada sobre un fuste gótico decorado con bolas. A Torres-

cárcela pertenece Aldealbar, la antigua Aldea del Valle, que reparte su es-

caso caserío a ambos lados del arroyo. En la ladera que sube hacia Cogeces

queda la ruina de la iglesia de San Pedro, que el Catálogo Monumental con-

funde con vestigios de un castillo.

EL MONTE DE LAS DUNAS

Viloria del Henar, ya en el valle

del arroyo que baja del santuario,

participa intensamente de la cul-

tura pinariega que convirtió a la

Virgen del Henar en patrona de los

resineros. El arroyo del Henar ciñe

esta frontera del páramo dando

apellido a los tres pueblos de su

curso, que poco después de San-

tiago del Arroyo se curva para de-

saguar en el Cega entre Megeces

y Cogeces de Íscar. Viloria tuvo

iglesia románica, de la que con-

serva la portada, aprovechada en

una construcción moderna. San

Miguel del Arroyo muestra el

crucero más antiguo de la comar-

ca, gótico de 1552 y labrado por

ambas caras. Tiene dos iglesias, un humilladero en el cruce de Cogeces y los

restos de una ermita dedicada al Espíritu Santo en el valle de las Huelgas.

Santiago del Arroyo es una pedanía de San Miguel. Dos palacios blasona-

dos con reiteración y un molino centenario enjoyan su escueto caserío. Por la

ladera de las bodegas sube el camino que conduce hasta el sabinar, al que se

llega pisando un lapiaz bautizado como el Riscal. Este fenómeno geológico lo

producen las filtraciones de agua sobre el suelo calizo, dibujando en el can-

chal una especie de gruyere petrificado. La erosión y los siglos han tejido una

malla de canalillos y mínimas oquedades que defienden el secreto laberinto

mostrando la cuchilla de sus aristas. Los únicos sabinares de la provincia se

encuentran en este territorio del sexmo de Montemayor. El enebral de Santia-

go del Arroyo es el más vistoso. El enebral o sabinar ha sido considerado des-

de la antigüedad como el bosque sagrado de los páramos. Nuestra Comuni-

dad reúne el setenta por ciento de los enebrales de España, que cuentan con

325

s Iglesia de Santa Maríade las Nieves. Viloria del Henar

La Ribera de los Monasterios

s Iglesia de Santa Maríade las Nieves. Viloria del Henar

8 La Ribera de los Monasterios 7/4/09 14:31 Página 325

Page 328: Viajando por la provincia de Valladolid

algunos de los mayores ejemplares del mundo. En la segoviana Valleruela de

Sepúlveda hay un enebro que alcanza los 21 metros de altura y supera los sie-

te de diámetro. Semejante porte justifica el carácter sagrado de estos árbo-

les, tradicionalmente empleados como vigas maestras en la construcción de

iglesias o puentes. La madera de enebro ha servido para la talla de imágenes

y para la extracción de resinas. Aunque el incienso de nuestros enebros no es

tan aromático como el de Arabia, en cambio resulta más intenso, y de hecho

en torno a los diferentes enebrales de Castilla y León hubo artesanos del in-

cienso hasta mediado el siglo veinte. Por otra parte, sus aceites naturales ac-

túan como eficaz antiparasitario, de ahí que tablillas de enebro se utilizaran

como antipolilla en los armarios de la abuela. Actualmente los usos de la re-

sina de enebro siguen siendo abundantes, tanto en farmacia como en perfu-

mería. Pero la visita a un bosque tan hermoso como el enebral no puede redu-

cirse a consideraciones sobre su dimensión utilitaria. El ramaje de los enebros

se quemaba para hacer sahumerios en las habitaciones de los enfermos, a fin

de ahuyentar a los malos espíritus, y también en las ceremonias de purifica-

ción, que eso era primigeniamente la fiesta de las Candelas, que ahora cono-

cemos como de las Águedas. Más allá de su carga simbólica, que le sirvió a

Ortega y Gasset para asociar la dureza del árbol con el alma castellana, el sa-

binar es un recinto mágico y sugerente.

Tres carreteras comunican los pueblos del Henar con Montemayor de Pililla,

la cabeza del sexmo pinariego. Camporredondo ocupa un corro entre pina-

res, en el vallejo del arroyo Masegar. Pertenece a la Tierra de Portillo, como La

Parrilla, que también se incluye en esta ruta. Montemayor de Pililla es ca-

becera de un sexmo orientado a las industrias forestales, cuya prosperidad

326

s Iglesia de Santa María Magdalena. Montemayor de Pilillas Iglesia de Santa María Magdalena. Montemayor de Pililla

8 La Ribera de los Monasterios 7/4/09 14:31 Página 326

Page 329: Viajando por la provincia de Valladolid

testimonia el empaque de su caserío de piedra, que preside la iglesia de San-

ta María Magdalena. Entre los provechos del monte, que comparten encinas

y pinares con unos pocos enebros, Madoz anota la monda del piñón, el san-

grado de resina, las leñas de combustible y una tahona para moler la corteza

de pino. Sus alrededores ofrecen rutas senderistas que combinan los atracti-

vos montanos con los secretos de los valles que surcan el páramo, como la se-

ñalizada Senda del Segador, que baja hasta el Valcorba. Dos cruceros históri-

cos presiden sus encrucijadas. La Cruz del Pico saluda al viajero en el camino

de Portillo y Camporredondo, mientras el humilladero despide la vía de Cué-

llar por Viloria del Henar. La Parrilla se encuentra en el regreso hacia Tudela

de Duero. En Las Arenas, entre Montemayor, La Parrilla y Portillo, el páramo

pinariego ofrece un increíble paisaje de dunas. Este recubrimiento de arenas,

que alcanza varios metros, se distingue por su aspecto on-

dulado. Aunque nos cueste creerlo, fueron depositadas so-

bre el páramo por el cauce de un río

ahora insospechable y luego

rizadas y movilizadas por el

viento. A fines de la Edad

Media se inició la planta-

ción de pinos en estas are-

nas baldías, sin duda merecedo-

ras de protección por su singulari-

dad. La Parrilla fue cuna de San

Francisco de San Miguel, uno de los

mártires franciscanos del Japón, y a

él dedica sus fiestas y una ermita.

La iglesia de los Remedios conser-

va una sencilla portada gótica y un

ábside mudéjar.

La Ribera de los Monasterios

s Iglesia de NuestraSeñora de los Remedios.La Parrilla

8 La Ribera de los Monasterios 7/4/09 14:31 Página 327

Page 330: Viajando por la provincia de Valladolid

LA RIBERA DE LOS PINARES

A su paso por la antesala de Valladolid se suceden las sorpresas en el Duero.

Pesqueras que remansan la corriente, aceñas quijotescas de las que parecie-

ran presidios fortificados al caballero de Cervantes, pueblos convertidos en

dehesas, prioratos con almenas, reales sitios, atrevidos puentes de hierro y

luengos canales arbolados. Fuentes de Duero ocupa un lugar delicioso en la

margen derecha del río, a mitad del camino de Tudela a Herrera: entre la Me-

dia Luna y la Ribera Blanca. Antes de trazarse la línea de Ariza, se cruzaba el

río por este punto con barca de cadena. El caserío de Fuentes conserva un se-

vero torreón y una preciosa iglesia románica. La torre es una construcción de

sillares, que aparece rasgada. El remate almenado fue sustituido por un teja-

do a una vertiente, para facilitar su aprovechamiento como almacén y depó-

sito de granos. Ahora cobija la desolación. Tiene una puerta canija en el lado

norte, sobre la que hay una ventana enrejada con hueco para efectuar los ver-

tidos. En el lienzo de mediodía se abren dos ventanas, la superior con arco fla-

mígero, que desvela su pertenencia al siglo quince, tiempo de convulsiones y

turbulencias. Pero, a pesar del adorno, son pocos huecos para pensar en su

habitación como residencia. Sin duda se trata de una fortaleza para proteger

el paso del río y guardar los bienes de la comunidad agrícola de Fuentes.

La iglesia de Santiago Apóstol es un templo menudo, con el camposanto ado-

sado a la espadaña, y disfrazado por un cascarón enfoscado. Al exterior sólo

muestra la portada románica. Dentro llaman la atención los capiteles del ar-

co que da paso al presbiterio. Estos vestigios datan de la segunda mitad del

siglo doce y en su sencillez hacen sobrevivir un ejemplar arraigado en el pre-

328

s Torreón de Fuentes de Dueros Torreón de Fuentes de Duero

8 La Ribera de los Monasterios 7/4/09 14:31 Página 328

Page 331: Viajando por la provincia de Valladolid

rrománico del norte. A partir del quince se hicieron reformas ostentosas, co-

mo una hornacina cubierta con bóveda de yesería, posible paso a la primitiva

sacristía. La actual es un recinto gótico, aunque también humilde, de estirpe

rural. Está cubierta con bóveda estrellada y decorada con vistosas trazas. Una

llamativa colección de azulejos, pintados en tonos predominantemente azu-

les y amarillos, reviste tanto los frontales y zócalos de los altares como el pa-

vimento. Corresponden al siglo dieciséis. Desde Fuentes, siguiendo la senda

de la vía, se llega al puente de hierro, que cruza el Duero por un tramo agobia-

do de vegetación. El puente todavía mantiene su porte, pero algunos despo-

jos avisan de un deterioro creciente. El caserío de Fuentes se reparte entre el

parador de carretera y la dehesa. El parador, que promedia el camino entre Tu-

dela y La Cistérniga, lo construyó en la década de los treinta del siglo dieci-

nueve el conde de la Cortina, escritor y amigo de Zorrilla en la corte mejicana

de Maximiliano. Los cerros testigos de San Cristóbal y del Águila prosiguen la

línea de las Mamblas y respaldan al caserío de La Cistérniga, orientado ha-

cia las terrazas del Duero, un arrabal que alcanzó rango de villa exenta de la

capital en 1851. Su iglesia herreriana de San Ildefonso tiene trazas de Praves

y guarda una buena colección de retablos.

Todos los caminos del Duero, desde Tudela a Puente Duero, conducen a Valla-

dolid, la ciudad que en sus tiempos cortesanos desplegó a orillas del río las

estancias y parajes de relajo. Más tarde, también la burguesía decimonónica

acomodó en estas riberas sus residencias de verano, repobladas más tarde

por las colonias de chalés. Los tupidos pinares que verdean el horizonte del río

son el resultado de plantaciones destinadas a abastecer de madera las nece-

sidades de la Corte: la precipitada construcción de nuevas viviendas y el

329

La Ribera de los Monasterios

s Cerro de San Cristóbal, desde el Cerro del Águila, en La Cistérniga

8 La Ribera de los Monasterios 7/4/09 14:31 Página 329

Page 332: Viajando por la provincia de Valladolid

cabotaje de las aventuras imperiales. Entre Tudela y Herrera, en la margen de-

recha del río, el despoblado de Fuentes de Duero, una vez liquidado por Corti-

na a su regreso a México, dio título nobiliario en 1846 a Juan Sevillano y Frai-

le, uno de los caporales del ruedo ibérico de Isabel II. Ocho años después, la

reina concedió al marqués de Fuentes de Duero la grandeza de España con el

título de duque de Sevillano.

Herrera de Duero y sus parajes ribereños acogen alguna bodega caudalo-

sa, excavada aquí para beneficiarse de la exención de aranceles en el sumi-

nistro de vino a la capital. La margen izquierda del Duero se enlaza entre pina-

res y urbanizaciones a través de la carretera de las maricas, un pájaro bicolor

que entretiene al viajero con su vuelo indeciso. Boecillo se derrama por la

solana del teso de las bodegas, cuyas bocas se abren hacia el río. En su perfil

sobresalen el pabellón de verano del Colegio de los Escoceses, fundado en

1590 por Felipe II, y el vistoso palacio del Conde de Gamazo, convertido en Ca-

sino de Castilla y León. La iglesia de San Cristóbal es del último tercio del die-

cinueve. La patrocinó Gamazo, quien aportó también el retablo mayor barro-

co, traído de Reinosa. Sus pinares alojan un puntero Polígono Tecnológico. El

paso del Duero lo franqueó un puente de 1504, obra de Bartolomé Solórzano.

Hasta entonces, se vadeaba con una barca, de la que toma el nombre un pa-

go aledaño. A partir del puente y durante un buen trecho se prolonga la cerca

de piedra con cubos

almenados del bosque

y Real Sitio de El

Abrojo. Ante estos

muros detuvo San Pe-

dro Regalado un toro

desbocado que causa-

ba pánico y el prodigio

le valió ser declarado

patrono de los toreros,

relegando los méritos

de San Juan de Saha-

gún, autor de la misma

suerte pero en terreno

de menor inclinación.

En sus años de mayor

ajetreo el santo practi-

caba habitualmente el

fenómeno de la biloca-

ción, que consiste en

estar en dos lugares

distantes al mismo

330

s Iglesia de Boecillo

8 La Ribera de los Monasterios 7/4/09 14:31 Página 330

Page 333: Viajando por la provincia de Valladolid

tiempo. Sentía que no podía faltar ni en El Abrojo ni en La Aguilera. El arco de

entrada a la finca se corona con un escudo regio entre almenas. Isabel la Ca-

tólica se hizo acomodar unos aposentos en el convento franciscano y tanto

Carlos I como Felipe II fueron acreciendo la real estancia. El lugar pareció al

viajero Enrique Cock “muy alegre por estar sobre el Duero y tener muchos pi-

nares, abundante en toda caza”. Entre el río y Valladolid, Laguna de Duero

tiene el núcleo histórico encapsulado por el derrame de su crecimiento urba-

nístico. A pesar de todo, mantiene un entorno forestal de pinares centenarios.

Sobre un collado se alza la ermita del Villar. La laguna que le dio nombre fue

como tantas otras desecada y luego parcialmente recuperada, ya como orna-

to urbano. La iglesia de la Asunción es de principios del dieciséis y custodia

un valioso Cristo de los Trabajos, atribuido a Gregorio Fernández, que donó un

clérigo en 1813, después de “haberlo hallado en la ciudad de Valladolid, en un

cuarto bien indecente, recibiendo los mayores desprecios de algunos liberti-

nos”. También vino de la capital el retablo mayor, comprado al convento de

San Francisco por cinco mil reales en 1679, con buenas pinturas de Diego Va-

lentín Díaz y otras más desvaídas de Diego Díez Ferreras. Una carretera inte-

rior enlaza Laguna con las Arcas Reales y con la colonia residencial del Pinar

de Antequera. Esta ciudad jardín surge en torno al apeadero del Pinar en los

años veinte, aunque su mayor crecimiento se produce durante las dos déca-

das siguientes. El paso histórico del río, que comunicaba la capital con Medi-

na del Campo por Puente Duero, todavía conserva el diseño primitivo, ape-

nas alterado por la mudanza de los siglos. Un puente moderno, aguas arriba,

desahoga el tráfico. Con la iglesia histórica acabó una crecida del Duero.

331

La Ribera de los Monasterios

s Iglesia de la Asunción. Laguna de Duero

8 La Ribera de los Monasterios 7/4/09 14:31 Página 331

Page 334: Viajando por la provincia de Valladolid

La carretera que sigue la margen izquierda del Duero pasa por Viana de Ce-

ga, núcleo residencial del cinturón pinariego. Tenía la iglesia junto al río, pre-

sidida por un magnífico retablo gótico, hasta que fue sustituida por un templo

funcional y más céntrico en los años sesenta. Aprovechando el cambio, el re-

tablo pasó a enjoyar la capilla real del Alcázar de Segovia, mientras para mi-

tigar la desnudez del nuevo edificio se trajo un crucifijo gótico del Seminario.

Pero no todo han sido pérdidas en la historia de Viana, que recibió el primer

impulso con la llegada del tren. Un chiste fácil asegura que Viana sin vía se

queda en ‘na’. Durante la guerra, un incendio en el polvorín a punto estuvo

de anticipar la tragedia de Peñaranda de Bracamonte, pero un oportuno cam-

bio del viento alejó las llamas del pueblo, cuando ya los vecinos resignados

habían abandonado sus casas.

A partir de Puente Duero, la carretera atraviesa el Pinar del Esparragal cami-

no de Villanueva de Duero. A la derecha, junto al Adaja, emerge la silueta

varada de la cartuja de Aniago con su iglesia gótica vencida por la ruina y sin

techumbre desde hace décadas. En medio del desamparo asoman los arcos

del claustro. Villanueva se llamó antes de su ascenso de rango Aldeanueva de

Duero. La iglesia de Villanueva se benefició de la almoneda de Aniago, de don-

de llegaron varios retablos, una sillería de coro en nogal y la Piedad de alabas-

tro. Una senda próxima al río conduce hasta Tordesillas por la Virgen de la Pe-

ña. Desde Puente Duero el río discurre hondo entre pinares al encuentro con

el Pisuerga bajo las Ventas de Geria. El Pisuerga pasa caudaloso ante el colla-

do de Simancas y cruza su puente de diecisiete arcos sin asomo del bochorno

que le atribuyó Góngora: “Jura Pisuerga a fe de caballero / que de vergüenza

corre colorado / sólo en ver que de Esgueva acompañado / ha de entrar a be-

sar la mano a Duero”.

332

s Pinares en Viana de Cegas Pinares en Viana de Cega

8 La Ribera de los Monasterios 7/4/09 14:31 Página 332

Page 335: Viajando por la provincia de Valladolid

8 La Ribera de los Monasterios 7/4/09 14:31 Página 333

Page 336: Viajando por la provincia de Valladolid

s EL VALLE DEL VALCORBA

El arroyo de Valcorba dibuja en su tramo medio uno de los paisajes

pinariegos más solitarios, insólitos e inesperados de la provincia de Va-

lladolid. Este páramo de la Churrería debe su nombre a la abundancia

de ovejas churras que aprovecharon históricamente sus yerbas. Tam-

bién se conoce, sobre todo en la vertiente que mira hacia el Duratón, co-

mo la Pedriza, por su solar pedregoso. Pero un territorio tan áspero que

bautiza a uno de sus pueblos principales como Campaspero aparece ras-

gado por valles fluviales de una belleza natural insospechada. Por Co-

geces discurre el arroyo de su nombre, que surca el valle de la Solana,

afluente del Valcorba. El monasterio de La Armedilla asoma sus ruinas

románticas sobre la hendidura del Valimón, donde los frailes hacían bal-

sas para la pesca, pero se surte con las fuentes del Valdecascón, un re-

gato menudo. Aldealbar marca el punto en que el Valcorba empieza a

encajarse en el páramo, ofreciendo una ruta muy sugestiva y poco co-

nocida. El tramo del valle del Valcorba cuyo recorrido se sugiere es tam-

bién el más recogido, porque discurre apartado de cualquier carretera.

De Aldealbar hacia la cabecera, el valle se ensancha y rebaja las corni-

sas del páramo. Además, las laderas que asoman al valle ralean su ve-

getación, que en cambio aguas abajo abriga las cuestas casi hasta el

lecho del río.

A partir del cruce con la carretera que baja de Montemayor de Pili-

lla, el valle acoge la carretera hacia Santibáñez de Valcorba y, aunque

su paisaje sigue siendo igualmente hermoso y tupido, el tráfico rodado

334

El QuiñónLos Poyatos

Valcorba

Laderas del Monte

Prado Redondo

Molino de los Álamos

Pico del Quemado

La Dehesa de los FrailesCorrales de la Dehesa

La Pesquera

El Molino AldealbarMontemayor de Pililla

8 La Ribera de los Monasterios 7/4/09 14:31 Página 334

Page 337: Viajando por la provincia de Valladolid

rompe la quietud. De ahí la elección del trecho más solitario, que con-

serva buena parte de las construcciones molineras o agrícolas implan-

tadas para colonizar el valle. Junto a la belleza del paisaje pinariego, es-

ta secuencia de enclaves constituye otra pauta de viaje, que además

sirve para entender su colonización. Pero antes de emprender camino,

conviene prestar una mínima atención al pueblo de Aldealbar, que ca-

balga sus casas a ambos lados del arroyo. Desde Aldealbar se realiza

una primera incursión hasta los corrales de los frailes por el camino que

acompaña al arroyo por su derecha. Una cruz moderna apoyada en un

capitel primitivo marca el lugar de la antigua ermita de San Zaornil, a

medio kilómetro del pueblo, frente al primer molino. Luego, el paseo por

el valle discurre por el Camino Sombrío a la izquierda del arroyo, que se

va cerrando y emboscando poco a poco.

A los dos kilómetros se ve al solano, cuyo camino está más perdi-

do, la Dehesa de los Frailes de La Armedilla con sus corrales. A los 4,4

km, el Molino de los Álamos, al que conviene acercarse. Construido en

1888, cuenta con un viejo coso en el que llegaron a celebrarse festejos

taurinos. A su vera discurre la cañada de Peroleja, que sube al páramo

por la fuente de Baitardero. A los 5 km de paseo aparece el caserío de

Valcorba y dos después la finca El Quiñón. Sendas y caminos proponen

sucesivos toboganes hacia el páramo arbolado. Si se hace la ruta en tu-

rismo, hay que tener especial cuidado con algunos tramos arenosos que

pueden ocasionar un pequeño susto. El viaje motorizado permite abro-

char el circuito volviendo desde el Quiñón por la senda de la Solana has-

ta Cogeces. Para pasear, el Valcorba es una ruta cómoda y sin pendien-

tes, a trechos sombreada.

335

La Ribera de los Monasterios

ar

UUnnaa rruuttaa ppaarraa ppaasseeaarr

s Molino de los Álamos, en el Valle del Valcorba

8 La Ribera de los Monasterios 7/4/09 14:31 Página 335

Page 338: Viajando por la provincia de Valladolid

8 La Ribera de los Monasterios 7/4/09 14:31 Página 336

Page 339: Viajando por la provincia de Valladolid

9Tierra de Pinares

9 Tierra de Pinares 7/4/09 14:33 Página 337

Page 340: Viajando por la provincia de Valladolid

ZAPARDIEL

RÍO A

DA

JA

RÍO ERESM

A

RÍO CEGA

ARROYO

RÍO A

DA

JA

RÍOERESM

A

Tordesillas

La Seca

Villanuevade Duero Viana

de Cega Aldeamayor deSan Martín

Mojados

PortilloValdestillas

edinael Campo

Rueda

Serrada

MatapozuelosVentosa dela Cuesta

Rodilana

Pozaldez

Pozal deGallinas

pillo

ro

Rubí deBracamonte San Vicente

del Palacio

Gomeznarro

Ramiro

Lomoviejo

Fuente el Solvillegoa Cruz

Salvador deZapardiel Muriel de

San Pablo dela Moraleja

Almenarade Adaja

Olmedo

La Zarza

Moraleja delas Panaderas

Bocigas

FuenteOlmedo

Llano deOlmedo

Aguasal

Puras

Calabazas

illalle

Alcazarén

Hornillosde Eresma

Pedrajas deSan Esteban

Íscar

Megeces

Cogecesde Íscar

Aldea deSan Miguel

Arrabalde Portillo

La Pedrajade Portillo

Boecillo

La Parrilla

MontePililla

San Mdel A

Santiagodel Arroyo

Camporredondo

de a co ba

San Migueldel Pino

VillamarcielMatilla delos Caños

Ataquines

HonquilanaHoncalada

cillo

N-601

A-6

-6

C-610

C-610

CL-601

N-620

C-112C-112

9 Tierra de Pinares 7/4/09 14:33 Página 338

Page 341: Viajando por la provincia de Valladolid

Tierra de Pinares

La Tierra de Pinares que recorre esta ruta articula tres comunidades históricas

–Olmedo, Íscar y Portillo– con una villa exenta –Mojados– y se distingue por

su pericia en el lucro ecológico del medio natural. Este aprovechamiento an-

cestral explica la pujanza de actividades económicas tradicionales, como la

industria del mueble o la manufactura del piñón, que tienen sus ejemplos más

dinámicos en la Tierra de Íscar. Históricamente, el beneficio del pinar y sus pro-

ductos sustentó la economía de esta tierra. Un aprovechamiento integral que

incluía la monda y limpia del piñón, los haces de leña y el carbón vegetal, la

carpintería y el sangrado de mieras y resinas. El nombre de algunos pueblos

(Hornillos o Valdestillas, por ejemplo) recuerda aquella antigua especializa-

ción, a la vez que pone en evidencia la diversidad de la Tierra de Pinares. “Una

gran llanura llena de multitud de pinos muy espesos, como las Landas de Bur-

deos”, según el viajero francés Bertaut.

Asociados a la estampa del pinar aparecen los suelos de arena, cuyo origen

responde a su transporte por los cursos de agua desde la cordillera Central

y a su posterior distribución por el viento. Depositada sobre una base imper-

meable de arcilla, origina en algunas zonas frecuentes lavajos o lagunillas, so-

bre todo en el Cuarto de Almenara, en torno a Aguasal o Llano de Olmedo. Un

contrapunto al paisaje pinariego lo constituyen las riberas encajadas de los

tres ríos que surcan el territorio: el Cega, el Eresma y el Adaja. Sus cauces

se arropan con una nutrida y singular gama forestal, que incluye álamos,

339

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distintas variedades de sauces, olmos, alisos, chopos, salgueras o fresnos, y

actúan como conductores de especies procedentes de la cordillera Central.

Otro tanto puede decirse de la fauna. En el paseo por los pinares es frecuen-

te contemplar el vuelo audaz de las rapaces. Pero el mayor espectáculo natu-

ral lo ofrecen las ruedas de cortejo de las avutardas, que se aprecian en los in-

cipientes campos de cultivo cuando apunta la primavera. La avutarda es el ani-

mal más pesado del mundo capaz de volar.

La Tierra de Olmedo se articuló históricamente en los cuartos de Alcazarén,

Almenara, el Monte y Fuente el Sol, cuyos sexmeros dilucidaban en el atrio de

Santa María los asuntos relativos a vigilancia de los montes, distribución de

tierras comunales para pastos o labranza y autorización o veto a nuevas rotu-

raciones, así como los frecuentes litigios territoriales con la Comunidad de Aré-

valo, a la que siguieron perteneciendo los pueblos meridionales del interflu-

vio Adaja-Zapardiel después de su paso a Valladolid en la nueva ordenación

provincial. Lugares como Honquilana, San Pablo de la Moraleja, Las Honcala-

das y Muriel o Salvador de Zapardiel.

Olmedo preside una zona de intenso mudejarismo, que a mediados del siglo

quince asombró al viajero centroeuropeo León de Rosmital. De ahí la catego-

ría de las artes de este estilo en la comarca, que encabeza el propio Olmedo y

se expande hacia Mojados, Alcazarén, la Tierra de Portillo, Almenara o los pue-

blos del Zapardiel, con ejemplos señeros que abarcan desde el románico al re-

nacimiento. A fines del dieciséis, la abatida Tierra de Olmedo conoce un incre-

mento demográfico asociado a la pujanza económica derivada del paso des-

de el monocultivo pinariego al vinícola.

340

s Iglesia de San Miguel, en Olmedo

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Page 343: Viajando por la provincia de Valladolid

LA LLAVE DE CASTILLA

Olmedo es conocida como la villa de los siete sietes. Aprovechando la rotun-

didad de la divisa, cada cual enumera los aspectos que le parecen más nobles

o que mejor sirven a su propósito. Siete arcos, siete plazas, siete iglesias, sie-

te conventos, siete linajes, siete casas solariegas, siete fuentes. En más de un

aspecto, el repertorio olmedano va sobrado de existencias. Y también siete ol-

mas, de las que deriva su nombre, o los siete pueblos de su tierra. En definiti-

va, la relación de los siete sietes entraña el orgullo de una historia que ha de-

jado en el altozano ocupado por la villa la riqueza de un pasado que es su me-

jor catapulta hacia el futuro. El viajero Enrique Cock la retrató en 1585 como

“Villa famosa en Castilla la Vieja y bien cercada. Tiene su sitio en tierra llana,

proveída de pan y vino. Hay en ella siete parroquias y siete monasterios. Tie-

ne corregidor por su majestad, regidores y jurados, una buena plaza, buenas

fuentes, así dentro de la villa como fuera de ella; buenos mayorazgos y caba-

lleros y la gente más rica”.

Sus murallas revelan la importancia estratégica de esta villa que durante si-

glos fue llave para el dominio de la meseta: “Quien señor de Castilla quiera

ser, a Olmedo de su parte ha de tener”. Pero si, a lo largo de su historia, Olme-

do fue escenario de sangrientas batallas, que alcanzan hasta las banderías di-

násticas del siglo XV, a la vez se convirtió en albergue de las tres culturas

341

s Iglesia de San Andrés, en Olmedo

Tierra de Pinares

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Page 344: Viajando por la provincia de Valladolid

nutrientes de nuestra identidad, un mestizaje del que da testimonio su rico le-

gado artístico, especialmente relevante en las manifestaciones mudéjares. A

mediados del catorce se convirtió en refugio sentimental del rey Pedro I, que

huía de su esposa para encontrarse con María de Padilla. Su hija doña Cons-

tanza recibió en 1389 la villa de Olmedo a cambio de su renuncia a la corona.

En 1445 tuvo lugar la primera batalla de Olmedo, con victoria del rey Juan II

sobre los infantes de Aragón, secundados por el conde de Benavente, el

Almirante de Castilla y otros nobles. En 1467, Enrique IV derrotó en Olmedo a

su hermano Alfonso, envalentonado por los nobles que le habían proclamado

rey en Ávila dos años antes. A partir de entonces la injuria de los tiempos

hizo su labor en el declive de Olmedo. Sin embargo, desde hace unos años,

Olmedo ha sabido manejar con eficiencia los ingredientes de la historia para

redondear los atractivos de su actual prosperidad. Así, se ha convertido suce-

sivamente en cita insoslayable para los amantes del arte mudéjar y en referen-

cia veraniega para el disfrute del teatro clásico español. No son ofertas artifi-

ciales ni contradictorias, sino que brotan de la riqueza plural de su pasado.

A la entrada de Olmedo desde Valladolid, a la derecha de la cuesta de la Cas-

tellana, se ha instalado el Parque del Mudéjar, que exhibe reproducciones a

escala de los monumentos regionales más conocidos de este estilo artístico.

Es una de las sorpresas que la villa ofrece al viajero. Sin embargo, la tentación

de la comodidad no debe privar al curioso de un recorrido previo a través de

sus plazuelas y monumentos, por sus soportales, postigos y enclaves tan evo-

cadores como el paseo de la Soterraña o las ruinas consolidadas de San An-

drés. La plaza de Santa María es, junto a la plaza Mayor, uno de los espacios

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s Arcos del Claustro de la Merced. Olmedo

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Page 345: Viajando por la provincia de Valladolid

centrales de la villa. En un frente muestra el pórtico renacentista de la iglesia

de Santa María, que reúne en su interior buena parte de los despojos artísti-

cos de La Mejorada, cuya riqueza de códices un viajero clásico comparó con

El Escorial, y en el otro el antiguo convento de la Merced rehabilitado como

sede consistorial. Resulta muy llamativo el relicario de Santa María, una es-

tantería con sus repisas pobladas por cuarenta y cinco bustos escultóricos, ca-

da uno en su nicho. La iglesia de San Pedro acoge en su recinto barroco las ac-

tividades escénicas y culturales. El conjunto urbano se desequilibra por el flan-

co que da paso hacia la plaza del Pozo de la Nieve, donde estuvo la Casa del

Cabildo, derribada en 1974. Su portada y las columnas del claustro emigraron

a la finca segoviana del antiguo convento de Párraces, en Cobos de Segovia.

A un paso de Santa María está la plazuela de Jesús con su crucero, la fuente

neoclásica y el convento de la Concepción, cuya iglesia merece una visita pa-

ra disfrutar de su artesonado mudéjar.

343

Tierra de Pinares

s Fuente del Caño. en Olmedo

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Page 346: Viajando por la provincia de Valladolid

La plaza mayor soporta la combinación de construcciones modernas y vesti-

gios históricos. El edificio coronado por la torre del Reloj fue antigua Chanci-

llería y exhibe en su fachada el escudo de la villa: un olmo, dos leones atados

a un tronco y un castillo. El frente de la casa consistorial es el de porte más no-

ble, con sus soportales y el arco del Toril, por donde se embocaba el ganado

bravo hacia el recinto. En el otro extremo de la plaza se disimulan los restos

del convento de la Trinidad con su ábside mudéjar. Detrás justo de la parte me-

nos noble de la plaza se alza la iglesia mudéjar de San Juan con su estancia

funeraria adornada con ricas yeserías. Calificada como uno de los mejores con-

juntos del gótico provincial, muestra un evidente parentesco decorativo con la

capilla de La Mejorada. El Arco de la Villa daba entrada a quienes venían de

Medina. Ahora franquea el paso hacia el conjunto de San Andrés, cuyas rui-

nas mudéjares llenan de encanto la plaza donde tienen lugar los mercadillos.

A su lado está el monasterio de Madre de Dios, cuyas monjas ilustran la litur-

gia con canto gregoriano. Este recorrido concluye al pie de la muralla en el con-

junto formado por el arco e iglesia de San Miguel y la cripta de la Virgen de la

Soterraña, cuyo escudo muestra un puerco espín. En su interior, una vez más,

la sorpresa de los arcosolios con su filigrana mudéjar. La Soterraña es una ca-

pilla barroca adosada a San Miguel, junto al pozo donde apareció la Virgen.

El antiguo monasterio jerónimo de La Mejorada se encuentra en el interior de

una finca privada, a cuatro kilómetros de la villa de Olmedo, en el camino de

Matapozuelos. Su nombre deriva de la mejora en la herencia de su fundado-

ra María Pérez. A partir de la desamortización decimonónica, el expolio de su

tesoro monumental compone una historia lamentable. En su época de esplen-

dor albergó un centro de producción artística de primer orden y alojó con fre-

344

s Olmedo. Parque Mudéjars Olmedo. Parque Mudéjar

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Page 347: Viajando por la provincia de Valladolid

cuencia entre sus muros a distintos monarcas de la corona de Castilla. La his-

toria penúltima de La Mejorada ha estado jalonada por el abandono y la falta

de atención hacia uno de los recintos más notables de nuestro patrimonio ar-

tístico. Recientemente la finca ha sido adquirida por un grupo empresarial que

tiene su cara más conocida en el arquitecto Rafael Moneo y alberga el propó-

sito de rehabilitarlo como enseña de la producción de vinos de calidad. Lo más

llamativo del conjunto es la capilla funeraria decorada con lacería mudéjar que

aloja cinco sepulcros adornados con yesos de refinada labor.

LA FLOR DE OLMEDO

Resulta imposible desoír en Olmedo la cadencia de los versos de Lope de Ve-

ga: “Que de noche le mataron / al caballero, / la gala de Medina, / la flor de

Olmedo”. Su eco recorre cada rincón de la villa. El monumento al personaje li-

terario se alza en la plaza de San Julián, a la que asoman algunos de sus pa-

lacios más sobresalientes. Uno de ellos es el del Caballero, donde se recrea

el universo del teatro clásico español a través de algunos de sus personajes,

que en su recorrido interactivo dialogan con el visitante. En unos pocos años,

el festival y las jornadas de teatro clásico de Olmedo se han convertido ya en

referente nacional. La versión dramática apela a los amores de Juan Vivero en

la villa de Medina. Pero el hispanista Joseph Pérez, que escudriñó el rastro de

aquel episodio sangriento en el Archivo de Simancas, se refiere a una penden-

cia sobre galgos con el vecino Miguel Ruiz, que se tomaría venganza la noche

del 6 de noviembre de 1521 clavándole una lanzada en la oscuridad del cami-

no de Medina. Era el año de la derrota de Villalar y Juan Vivero había tomado

partido por la causa realista. El caballero de Olmedo se adorna con todos los

rasgos positivos que la poesía del Siglo de Oro reserva para los de su rango:

345

Tierra de Pinares

s Palacio del Caballero, en Olmedo

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EL OCASO DE LOS ROMANOS

El Museo de las Villas Romanas Almenara-Puras nos acerca, con crite-rios de moderna divulgación, el universo de los palacios campestres queen época tardoimperial gestionaban amplios dominios agropecuarios.Esta del Adaja se construyó a fines del siglo tercero, coincidiendo con unmovimiento de abandono de las ciudades por parte de las clases dirigen-tes, a causa de dificultades en el abastecimiento, y dejó de habitarse amediados del siglo quinto. La visita combina el recorrido de los restos ori-ginales con las instalaciones destinadas a recrear el final del mundo clá-sico, y cuenta con el aliciente de un parque temático infantil orientado arevivir la vida rural romana. Para ello se ha construido un museo, cuyo mobiliario y ajuar de épocarecuperan la atmósfera de la vivienda romana, tratando de reavivar lascostumbres y los hábitos cotidianos que en su tiempo animaron lasestancias arqueológicas. Las dependencias de la villa palaciega decora-ban sus muros con frescos y su pavimento con mosaicos. En conjunto,suman más de dos mil metros cuadrados de construcciones, organiza-das en torno a dos patios, que en su día estuvieron ajardinados. Alrededor del patio del norte se extiende un pórtico pavimentado conmosaico de figuras geométricas, que da paso a la recepción, de cabecera

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Page 349: Viajando por la provincia de Valladolid

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pentagonal. Los comedores se decoran con flores. En la zona meridional,las habitaciones se articulan en torno a otro patio también porticado. Eneste flanco, la estancia de acogida tiene forma octogonal y se adornacon el mosaico del baño de Pegaso, el caballo mitológico al que acicalandos ninfas. Una trama de pasarelas permite recorrer el conjunto y apreciar el porme-nor de las diferentes estancias. En la zona de las termas se observa laescala de temperaturas del baño típico romano. Las salas fría y templa-da cuentan con piscina. La bañera decora su pavimento con peces.Hacia el norte sobresale la estancia sacra.

VIAJE AL SIGLO DE ORO

El Palacio del Caballero de Olmedo ofrece una excursión al Siglo de Orocon técnicas del siglo veintiuno. A través de sus siete estancias, la per-cha del teatro clásico sirve para acercar determinados aspectos de sutiempo al visitante actual. Lope de Vega, autor del éxito teatral, es quienda la bienvenida al viaje. A continuación, Cristóbal Colón refiere el acon-tecimiento más sonado de la época: el descubrimiento de América.Luego, una alcahueta de repertorio da pábulo a los amores de donAlonso (el Caballero de Olmedo) y doña Inés. En el cuarto acto se esce-nifica la rivalidad de la república de las letras, compareciendo Góngora yQuevedo, que no esconden sus envidias mutuas y las de ambos respec-to a Lope. En las últimas salas, un torneo de versos y rimas célebresresuelve el recorrido, que concluye con una invitación a la fiesta del tea-tro. Este foro virtual, en el que participan los personajes históricos y ficti-cios de la muestra, consigue enganchar al visitante, que se despide conlos versos del drama en los labios. El patio del palacio, enmarcado por lasalmenas de la muralla, sirve de escenario al Festival de Teatro Clásico.

Tierra de Pinares

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Page 350: Viajando por la provincia de Valladolid

arrojo, generosidad, valor y gentileza. Pero ocurre que don Alonso es de Olme-

do y se encuentra forastero en Medina. Aunque su criado Tello, precavido y

valiente a la vez, le advierte: “Esta gente es grave / y está en su lugar / donde

todo gallo canta”. Don Alonso siente el amor como un hado y ni los consejos

de Tello ni los astutos avisos de Fabia, ni los presagios de un sueño en que se

ve a un halcón devorar a un jilguero, son suficientes para detenerle. Don Alon-

so conquista a su dama como un auténtico caballero: corriendo toros en la pla-

za y ganándose con su valor las simpatías del padre de doña Inés y el favor del

rey. Pero los traidores están al acecho y el rival derrotado se libra del caballe-

ro de noche, a traición y a escopeta, para que la felonía –pólvora contra espa-

da, ejemplo de venganza vil en la literatura clásica española del Siglo de Oro–

sea mayor y perfecta. El Caballero de Olmedo anticipa un par de siglos la mi-

tología romántica de la juventud y del valor sobre los que se cierne trágica la

sombra de la muerte. El Caballero de Olmedo concentra el aroma del mejor

teatro de Lope, que es tanto como decir del mejor teatro universal. En él apa-

recen los valores de su época, que fue nuestro Siglo de Oro: el sentimiento re-

ligioso, la reverencia al rey, el honor, el amor a la mujer adornado con todas

las sutilezas, y el culto a la amistad.

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s Parque Mudéjar de Olmedo

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Page 351: Viajando por la provincia de Valladolid

LA CAMPIÑA DE LOS ROMANOS

El nombre de Aguasal deriva de aguazal y remite al anillo lacustre que abra-

za al pueblo. Aguazal es la charca de lluvia, que en otros sitios se llama, con

más propiedad, lavajo. Aquí recoge las escorrentías de una pendiente cerca-

na al pueblo. Hace un siglo, la laguna se llamaba gansería, porque todavía per-

manecían los flecos de una antigua dedicación vecinal a la cría de gansos. La

iglesia de San Pedro es un ejemplar mudéjar sencillo que abriga su entrada

con un pórtico de tres arcos. La misma modestia e idéntica advocación tiene

la iglesia de Llano de Olmedo, un pueblo que se orienta hacia el paso del

Eresma, ya en territorio pinariego. El interior del templo es un espacio domi-

nado por la pulcritud, que resalta el lenguaje escultórico de los retablos apo-

yados en sus muros. A pesar de su nombre, Llano no ocupa una planicie, sino

que se aúpa sobre un resalte del terreno para dominar los horizontes de la-

branza y pinares.

La iglesia de Fuente Olmedo yergue su torre de ladrillo entre la ondulación

de unos cerros que durante siglos fueron guardianes de un tesoro primitivo,

que escondía un rico ajuar funerario. Apareció en el pago de Perro Alto y su le-

gado de vasijas cerámicas, diadema de oro, puntas de metal, puñal de lengüe-

ta y un vaso campaniforme constituye uno de los hallazgos más importantes

de la arqueología vallisoletana. La iglesia tiene tres naves decoradas con di-

bujos de yeso. El pórtico que arropa la entrada es de mediados del dieciocho,

posterior al comienzo de las obras del templo. El retablo principal muestra al

patrono, San Juan Evangelista, ya mayor y adornado de luenga barba, con el

águila a los pies.

349

Tierra de Pinares

s Fuente Olmedo

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Page 352: Viajando por la provincia de Valladolid

El nombre de Bocigas deriva de bocina, que era el cuerno con el que los bo-

yeros traían a raya al ganado. La historia documenta una fortaleza del siglo

quince, perteneciente a los Avellaneda, de la que no queda rastro, como tam-

poco de los telares que fabricaron lienzos y estambres para consumo comar-

cal. El monasterio de Prado, en Valladolid, fue fundación de sus señores y la

iglesia renaciente de San Juan Bautista revela un momento de pujanza. Lo de-

lata la estatura de la torre y el adorno de su artístico pórtico. A las afueras del

pueblo, hacia el arroyo de Torcas y el pinar de Mohago, se encuentra la ermi-

ta de San Pelayo, con unos cuantos bodones cerca. Un carril bici, que permite

el paseo tranquilo, enlaza Bocigas con Olmedo. Su curso se prolongará por Al-

menara hasta la villa romana.

350

s Laguna e Iglesia de San Juan Bautista, en Bocigas

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Page 353: Viajando por la provincia de Valladolid

Entre el río que le da apellido y el teso del Telégrafo, el reclamo más llamati-

vo de Almenara de Adaja es el ábside torreado del templo mudéjar de la

Asunción. Su tejado descansa sobre un remate de almenas, en cuyos huecos

asoman las campanas. En realidad, es un añadido del dieciocho a la cabece-

ra semicircular de mampostería cuya textura suaviza un par de arcos ciegos

en ladrillo. La hilada de canes marca el límite entre el tambor original y el su-

perpuesto. Lo más atractivo es el tramo recto del presbiterio, que exhibe un

buen repertorio de labores decorativas mudéjares en ladrillo.

La cadena de motillas que bordea la carretera exhibe en su alto las torres mo-

chas del telégrafo de fuegos. Estos torreones, que resultan tan visibles en la

planicie, dan pie a numerosas conjeturas, sin reparar en que fueron otro dis-

pendio anacrónico más, porque el sistema de comunicaciones para el que se

levantaron nunca llegó a utilizarse. Cuando se remató la faena, la telegrafía

con hilos dejó las torres para decorar el paisaje y entretener conversaciones

de viaje. La villa romana de Almenara-Puras promedia el camino entre

los dos pueblos, junto a la laguna del Monduengo. Esta villa romana tiene sus

orígenes en el tránsito del siglo tercero al cuarto, cuando se produce el aban-

dono urbano de las clases dirigentes, a causa de problemas de abastecimien-

to. Las sucesivas excavaciones documentan una destrucción parcial de la vi-

lla en el paso del siglo cuarto al quinto, aunque fue reconstruida antes de su

abandono definitivo a mediados de la quinta centuria. La villa la puso al des-

cubierto la reja de un agricultor en 1887, aunque tuvo que pasar más de me-

dio siglo hasta que las excavaciones arqueológicas permitieron intuir la dimen-

sión del hallazgo. Otro medio siglo de perezoso laboreo estival transcurrió has-

ta que la Diputación, a mediados de los noventa, decide poner en marcha un

proyecto ambicioso, que incluye la excavación sistemática de la zona, la res-

tauración de los mosaicos y consolidación de los muros puestos al descubier-

to y su protección con edificios de diseño contemporáneo, que actualmente

cubren más de cinco mil metros cuadrados.

351

Tierra de Pinares

s Iglesia de La Asunción, en Almenara de Adaja

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Page 354: Viajando por la provincia de Valladolid

El Museo de las Villas Romanas Almenara-Puras está concebido con criterios

de moderna divulgación. La réplica de una casa romana con su mobiliario y

ajuar completa el espacio museístico, en el que se muestran las costumbres

y vida cotidiana de la época que dio origen a los restos arqueológicos. Luego,

la visita recorre las dependencias de la villa palaciega, cuyos muros se ador-

naban con frescos, mientras su pavimento lo formaban las teselas de los mo-

saicos. Son más de dos mil metros cuadrados de construcciones, que articu-

lan sus treinta estancias en torno a dos patios. Alrededor del pórtico o peris-

tilo del primero se encuentra la zona de recepción, que tiene adosados tam-

bién los comedores: el mayor con cabecera semicircular y el reservado; am-

bos comparten la misma decoración de vasijas con flores de acanto. En la zo-

na meridional, las habitaciones se despliegan en torno a otro patio porticado.

Al fondo, una estancia octogonal enmarca en el centro de su pavimento un

mosaico que reproduce el Baño de Pegaso, aquel episodio mitológico en el

que las ninfas asean al caballo en la fuente Hipocreme del monte Helicón.

Aunque este caballo no es blanco, sino alazán, y carece de alas. El recorrido,

conducido por pasarelas aéreas que ofrecen la mejor perspectiva del conjun-

to y sus detalles, concluye en la zona de las termas, donde se suceden las sa-

las del baño típico romano: fría, templada y caliente. Desde aquí un pasillo lle-

va a la estancia sacra, un recinto mágico dibujado con las curvas enlazadas de

tres conchas.

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s Mosaico del Baño de Pegaso, en la villa romanas Mosaico del Baño de Pegaso, en la villa romana

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Page 355: Viajando por la provincia de Valladolid

La torre del templo de la Asunción de Puras descuella sobre un caserío apai-

sado, de poca alzada. Es de ladrillo y sobre el cuerpo calado de las campa-

nas eleva un chapitel de pizarra, como si fuera una giralda. Abajo, un pórti-

co de seis arcos da paso a la iglesia, de donde un día se esfumaron San Isi-

dro y San Roque, sus patronos de primavera y verano. Aquel robo alteró el

sosiego de Puras con toda suerte de conjeturas, hasta que la Interpol los en-

contró en Lisboa.

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Tierra de Pinares

s Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, en Puras

9 Tierra de Pinares 7/4/09 14:33 Página 353

Page 356: Viajando por la provincia de Valladolid

EL CUARTO DEL MONTE

El arrabal olmedano de Calabazas es vecino del Adaja en territorio pinarie-

go. Su enclave ofrece uno de los paisajes más hermosos de la ruta. “Todo es-

te país es muy agradable, porque además de un pequeño río, llamado Adaja,

que se pasa por un puente, hay varias fuentes y muchos bosques”, escribió el

viajero francés Bertaut. La Zarza se acomoda en la horquilla formada por los

arroyos del Vallejo y de la Agudilla, que confluyen después de abrazar a Mo-

raleja para ir juntos al Zapardiel. La Zarza tiene una iglesia barroca dedicada

a San Silvestre, que es el santo que cierra el año, y una airosa casa consisto-

rial, construida en 1877, que en tiempos también albergó las escuelas. La to-

rre se remata con un cuerpo de doce ojos, hecho con ladrillo más reciente, to-

davía sin estofar. La Zarza padeció el primero de agosto de 1945 la voracidad

de un incendio que arrasó treinta y dos casas y dejó en la calle a cuarenta y

seis familias. Una niña arrojó la ceniza al corral, donde el brasero se avivó con

unas pajas de centeno y el viento hizo el resto. Aquel fuego arrasó el archivo

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s La Zarza. Museo Etnográfico

9 Tierra de Pinares 7/4/09 14:33 Página 354

Page 357: Viajando por la provincia de Valladolid

municipal y en él la concesión a La Zarza del título de villa por Carlos II. Para

combatir tanta devastación, en los noventa se puso en marcha el Museo de

Aperos Santa Eufemia, cuyos fondos dan vida a las dos plantas de una pane-

ra solariega de la calle Real. Además de los utensilios asociados a las labores

de arado, siembra, acarreo, siega y trilla, que fueron su origen, la muestra se

ha ido enriqueciendo con piezas del ajuar doméstico, de pastoreo y tareas pi-

nariegas, además de las correspondientes a la escuela tradicional y al univer-

so infantil. Hacia el Adaja se encuentra La Cabaña de Silva, un caserío con

tradición vinícola centenaria que alberga una bodega de la denominación de

origen Rueda. Durante casi dos siglos fue propiedad de los vizcondes de Gar-

ci Grande, que abastecían con sus caldos a personalidades de la corte.

En el camino hacia Moraleja, el término de Los Rompidos recuerda una de las

antiguas roturaciones del monte. Moraleja de las Panaderas debe su nom-

bre a que en un tiempo tuvo tantos morales como hornos de pan. La iglesia

mudéjar de San Boal se hundió en los años sesenta, quedando únicamente en

pie la torre y su sacristía, cuya bóveda se adorna con yeserías barrocas. Una

actuación reciente limpió los escombros de aquel derrumbe y consolidó los ar-

cos desnudos del templo. Ramiro aprovecha la fertilidad del curso del Valle-

jo y evoca en su nombre al repoblador medieval. La iglesia dedicada a San Mi-

guel, hecha de ladrillo y tapial, no ofrece ningún elemento descollante, ni si-

quiera la torre, que es chaparra de alzado y sencilla de traza.

El ferrocarril separa a Gomeznarro del curso indeciso del Zapardiel. A pesar

de su cercanía a la autovía, el caserío no oculta su derrota de “lugar muy me-

noscabado”, como lo vieron los clásicos, después de haber sido escenario de

las entrevistas de Juan II con la reina de Portugal, tratando de poner paz en-

tre sus hermanos el monarca de Navarra y el infante don Enrique. La iglesia,

355

Tierra de Pinares

s Iglesia de San Boal, en Moraleja de las Panaderass Iglesia de San Boal, en Moraleja de las Panaderas

9 Tierra de Pinares 7/4/09 14:33 Página 355

Page 358: Viajando por la provincia de Valladolid

de ladrillo y tapial, está dedicada a San Nicolás de Bari y tiene una torre que

apenas remonta la alzada de sus naves. Una placa recuerda en el ayuntamien-

to al poeta festivo Juan Martínez Villergas, coetáneo de Zorrilla, quien en ver-

sos jocosos hizo patria de Gomeznarro, ponderando la costumbre de sus pai-

sanos de ahogar las penas en vino blanco. Todo el éxito que alcanzó Villergas

con el ingenio de sus versos satíricos lo malogró en la pretensión de hacerse

novelista, un género en el que no pasó de somnífero. Algunas casas de Go-

meznarro se adornan con filigranas de ladrillos, sin que falten en otras los pa-

neles esgrafiados.

La villa de Ataquines toma su nombre de los cerros que la circundan. El anillo

de motas lo forman siete ataquines, cada uno apellidado según conviene a su

figura: el alto, que está al otro lado de la autovía, el llano, el del nene, el malo

y así. En su término y hacia el Adaja menudean los despoblados, un saldo que

no puede sorprender teniendo en cuenta que la Tierra de Olmedo perdió en el

siglo quince la mitad de sus núcleos, como consecuencia de la emigración ma-

siva hacia el sur. La iglesia de San Juan Bautista es barroca y se distingue por

su torre espigada. En el interior exhibe una imagen curiosa de la degollación

del santo: con el corte sangrante en la garganta y la cabeza todavía enhiesta.

El retablo mayor, procedente del convento de la Encarnación de Arévalo, reca-

ló en el templo a mediados del diecinueve, donado por una feligresa. Los incen-

dios acecharon al pueblo durante más de medio siglo. En 1830 y en 1881 ardie-

ron las sucesivas casas consistoriales de la calle Larga y de la calle Medina. El

19 de febrero de 1900 la estufa del nuevo ayuntamiento fue el foco de un fue-

go que el viento huracanado extendió sin remisión hasta convertir en cenizas

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s Iglesia de Ataquines

9 Tierra de Pinares 7/4/09 14:33 Página 356

Page 359: Viajando por la provincia de Valladolid

decenas de edificios. Hubo una inmediata reacción del gobierno, enviando ví-

veres y ropas, pero la respuesta más generosa procedió de los empresarios ca-

talanes asociados en el Fomento del Trabajo. La resaca colonial los obligaba a

granjearse nuevos mercados y la catástrofe de Ataquines fue una buena cata-

pulta. Enseguida anunciaron en la prensa el envío de mantas de abrigo, tapa-

bocas, gorras y mucha ropa, además de las primeras colectas, que el 22 de fe-

brero sumaban ya veinticinco mil pesetas. Viajó hasta Ataquines una comisión

de empresarios catalanes que sobre el terreno acordó la construcción de una

barriada completa de casas, destinadas a los vecinos más necesitados. En sep-

tiembre de 1900 la obra de las treinta y siete casas ya estaba concluida. El ca-

llejero de este barrio de Cataluña confluye en la plaza de Fomento. Un siglo des-

pués, el 23 de septiembre de 2000, visitaron juntos Ataquines el presidente de

Cataluña, el de la organización empresarial Fomento del Trabajo y el de Casti-

lla y León. Una placa en el ayuntamiento recuerda los actos del centenario.

Las ruinas del antiguo convento de frailes carmelitas definen la estampa de

San Pablo de la Moraleja, un pueblo surgido a su cobijo que ahora muestra

cierto aire de desamparo. De antiguo, su escudo se compone con el convento

y un alamillo. En el momento de su desamortización, el conjunto conventual se

subastó en cerca de setenta mil reales. El daño de la incuria ha mermado mu-

cho su empaque. Además de la iglesia, cuyos muñones rojizos conservan un in-

dudable duende romántico, el convento contaba con un claustro de dos pisos,

otro patio menor, un atrio empedrado y una bodega con bóveda de cantería ca-

paz para ochocientos cántaros de vino. De su tesoro, la parroquia aprovechó un

retablo, mientras el resto se desperdigó. La iglesia de San Pablo es un edificio

actual irrelevante. Al otro lado de la autovía del Noroeste, en dirección a Mu-

riel, la pedanía de Honquilana se ha convertido en un espectro. A su entrada,

la fuente del Caño alivió durante siglos los sofocos del caminante. Abandona-

do en la década de los ochenta, su iglesia mudéjar se ha ido desmoronando sin

piedad.

357

Tierra de Pinares

s Iglesia del convento de San Pablo de la Moraleja

9 Tierra de Pinares 7/4/09 14:33 Página 357

Page 360: Viajando por la provincia de Valladolid

LA TIERRA DE ÍSCAR

La división provincial de 1833 troceó la Tierra de Íscar, dejando tres de sus pue-

blos asignados a Segovia, mientras el resto pasaba a Valladolid. De los que

quedaron en la provincia de origen, Remondo, Fuente el Olmo y Villaverde,

los dos últimos todavía llevan el apellido de Íscar. En aquel momento se incor-

poraron a Valladolid, junto a la villa cabecera, Pedrajas de San Esteban, Me-

geces y Cogeces de Íscar. Otras tantas aldeas, hasta sumar la docena de nú-

cleos, habían ido desapareciendo con el tiempo. Este territorio pinariego lo

abrazan el Cega, que recibe cerca de Íscar las aguas del Pirón, y el Eresma.

El bosque determinó históricamente su actividad económica, correspondien-

do la mayor proporción de pinares a la Comunidad de Villa y Tierra. De aque-

lla especialización en el provecho del bosque y sus industrias afines deriva el

empuje de la zona, que todavía marca el signo de los pueblos. Íscar, más orien-

tado a la carpintería, mientras Pedrajas monopoliza la comercialización de los

piñones. Otros oficios, como el carboneo y la obtención de leñas, han caído en

desuso. Pero esa tradición laboriosa y emprendedora ha sido la catapulta de

una prosperidad que actualmente alcanza a todos los sectores de la economía

comarcal.

La riqueza de su entorno, generoso en agua, bosques y terrazgo, motivó el po-

blamiento de Pedrajas de San Esteban desde sus orígenes tardo romanos

en el núcleo de La Dehesa. A partir de 1732, al obtener el título de villa de Fe-

lipe V, Pedrajas cambió el apellido de Íscar por el de su patrón San Esteban.

Rodeado de pinares y vigilado por los cotarros yeseros de la Serrana y la En-

vidia, Pedrajas se ha convertido en capital del piñón, sin renunciar a otras ac-

tividades económicas relacionadas con las potencialidades del entorno. El

viajero ilustrado Antonio Ponz nos dejó este retrato del provecho del pinar:

“Al pasar por el pueblo vimos ocupada a toda la gente en la cosecha del

piñón; esto es, en la operación de machacar la cáscara con una especie de

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s Ermita de Nuestra Señora de Sacedón, en Pedrajas de San Esteban

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Page 361: Viajando por la provincia de Valladolid

mazos de madera sobre piedras; después de mondado de la cáscara, para

quitar al piñón la camisa, lo pasan por unos harneros. Los pinos ya se sabe

que son albares y negrales, y sólo los primeros dan piñas, de que se sacan

los piñones. Cógense hacia San Andrés, y se dejan amontonadas en campos

o corrales para que se vayan abriendo, y hasta fin del verano inmediato no

están en estado de hacer la expresada operación. El machacar y mondar es

regularmente ejercicio de las mujeres, y con ser tan prolijo, hay de ellas que

mondan tres celemines en un día: se vende cada uno a veinte y ocho o trein-

ta cuartos, subiendo o bajando según la abundancia de la cosecha”. En el ca-

serío de Pedrajas destacan el edificio consistorial, que remata una espada-

ña de 1885, el blasón del Tío Bragazas, un gigante legendario en la memoria

popular, y el esgrafiado de la calle Real Nueva. La iglesia de San Esteban es

de principios del dieciocho, cubre su nave con bóveda de discretas yeserías

y guarda buenos retablos barrocos.

A orillas del Eresma, en un paraje delicioso, se encuentra la ermita de Nues-

tra Señora de Sacedón, rodeada de pinos y vegetación de ribera. Se llega has-

ta ella por una senda de tres kilómetros que atraviesa los pinares del conce-

jo. Su aspecto actual es el resultado de sucesivos arreglos. Una decimonóni-

ca espadaña de ladrillo muy sencilla compite en su silueta con la chimenea de

la casa del ermitaño. La Virgen es una imagen policromada gótica del quince.

La romería se celebra el lunes pascual y convoca a millares de asistentes. Allí

tiene lugar la puja de las andas para meter y sacar a la imagen de la ermita.

La procesión con la imagen por la pradera de la fuente dura alrededor de tres

horas y discurre al son de la dulzaina y el tamboril. Este enclave, situado en el

Camino Real de Madrid que siguen los peregrinos a Santiago y cuyo nombre

remite a las salgueras fluviales, es lanzadera de las rutas más hermosas por

la ribera del Eresma.

359

Tierra de Pinares

s Proceso del Piñón, en Pedrajas de San Esteban

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Page 362: Viajando por la provincia de Valladolid

EL VÉRTICE DE LA PROSPERIDAD

Íscar es la villa más dinámica de Tierra de Pinares y se vuelca en la puesta en

valor de sus recursos culturales, entre los que destacan el castillo señorial, las

iglesias medievales y el Museo de Mariemma, dedicado a la primera figura

de la danza española. Este dinamismo ha dejado su huella en el casco histó-

rico, que desde hace unos años trata de conciliar el avance del progreso con

el legado de la memoria. Se nota en el cuidado de sus edificios emblemáticos,

cuyo censo quedó menguado a lo largo de un tiempo poco escrupuloso con es-

te tipo de valores. Pero desde hace una década se ha invertido el proceso de

pérdidas, que tuvo su punto crítico con el derribo y sustitución del edificio con-

sistorial de 1696. A estas alturas, todas las opiniones coinciden en que fue una

lástima no conservar la doble arcada de aquel consistorio catalogado entre los

más notables de la provincia.

La primera impresión de conjunto la recibe el viajero desde la atalaya del cas-

tillo, aupado sobre un espigón del páramo. La visita a la fortaleza supone una

inmersión en la historia de Íscar. Aquí estuvo emplazado el asentamiento pri-

mitivo, que luego aprovecharon los romanos y todos los colonizadores sucesi-

vos. Las crónicas musulmanas refieren los destrozos de Abderramán III al sur

del Duero, mencionando el castillo de Íscar, que encuentran abandonado. La

repoblación cristiana llegó en 1086, por impulso de Alfonso VI y encomenda-

da a Álvar Fáñez de Minaya. Lo recuerda, en su obra literaria El Conde Luca-

nor, el infante don Juan Manuel, señor del castillo de Peñafiel. A lo largo de

la Edad Media, Íscar y su Tierra pasaron de la corona a los nobles, dependien-

do del signo de los litigios, hasta recaer en la casa de Avellaneda por dona-

ción de Enrique II. A mediados del siglo quince, se integra en el señorío de los

Condes de Miranda del Castañar, quienes emprenden el refuerzo del castillo.

360

s Castillo de Íscar

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Page 363: Viajando por la provincia de Valladolid

Para que nadie olvide su intervención, labraron sus escudos

abrazados sobre el ángulo superior de la torre.

A pesar de su aparente sencillez, la fortaleza de Ís-

car esconde un complejo sistema defensivo. Des-

pués de cruzar el puente del foso, la visita se ini-

cia por la barbacana y prosigue con el recorrido

del patio de armas, a cuyo fondo se ha recupe-

rado el espacio palaciego en una construcción

moderna que se integra perfectamente en el

conjunto. Los cinco niveles de la torre muestran

su complejidad interna, derivada de una interven-

ción destinada a garantizar la estabilidad de la bó-

veda de sillería. También se perciben las dos actuacio-

nes restauradoras recientes, llevadas a cabo con criterios

dispares. Lo que no cabe duda es que el castillo ha salido ganando con

los últimos trabajos. Desde este mirador se aprecia muy bien el derrame ur-

banístico de la villa, cuya ronda exterior festonean las instalaciones deporti-

vas, los servicios municipales, educativos, culturales y asistenciales y la pla-

za de toros. Frente a la Residencia Juvenil se encuentra el Museo Mariemma.

Al bajar del castillo, el recorrido de Íscar lo articula la calle Real, con estacio-

nes en la iglesia de Santa María de los Mártires, que es Bien de Interés Cul-

tural, en los restos mudéjares de San Pedro, que asoman a la plaza, y en los

vestigios románicos de San Miguel. Luego, un par de breves excursiones nos

acercan al Humilladero, que despide el camino de Cogeces, y al parque de Cris-

to Rey, enclavado en una zona preciosa, a orillas del río Pirón. Lo más llamati-

vo del exterior de Santa María es su cabecera mudéjar. En su interior, atesora

361

Tierra de Pinares

9 Tierra de Pinares 7/4/09 14:33 Página 361

Page 364: Viajando por la provincia de Valladolid

un rico repertorio de retablos, imaginería y pinturas de mérito. El flanco de la

plaza Mayor enfrentado al nuevo consistorio muestra los restos mudéjares de

San Pedro, cuya torre fue demolida en 1934, a consecuencia de un incendio.

En el verano de 1998 se derribó el ayuntamiento, cuya pérdida se suma a los

palacios y edificios nobles desaparecidos, como el hospital de San Pedro, la

panera de los Condes, la casa de los Maldonado o la de los curas. Algunas se

conservan en un estado precario. Otras mantienen su empaque, como la de

Caviedes, mayordomo de los Condes, situada en la calle Real.

La iglesia de San Miguel muestra su cabecera románica adornada con capite-

les y canecillos de fina labra. Motivos vegetales, combinados con figuras hu-

manas leones y serpientes, ilustran los capiteles exteriores del ábside. Rostros

y animales de burla se turnan en la cornisa. En el interior, un arco triunfal limi-

ta el espacio románico. Sus capiteles representan el pecado original y a dos ca-

balleros, uno orante y el otro dispuesto para la guerra. El Museo de Mariemma

es el primero dedicado a la danza española y homenajea la trayectoria de esta

bailarina nacida en Íscar y formada en París. En sus salas se han reunido 150

trajes, las castañuelas, grabaciones musicales y toda suerte de recuerdos re-

lacionados con su arte, que arropan la presencia de quien es considerada co-

mo una de las siete divinas del baile universal. El legado incluye la donación

que le hizo Antonia Mercé La Argentina, amiga de Lorca y maestra universal

del baile en la década de los treinta. La receptividad de Íscar ha impedido que

se repitiera la catástrofe ocurrida con Vicente Escudero en Valladolid.

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s Museo Mariemma, en Íscar

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Page 365: Viajando por la provincia de Valladolid

Cogeces de Íscar está situado a la derecha del Cega, cuyo paso salva un

puente medieval de arcos apuntados. Un crucero de granito con crucifijo ta-

llado del quince preside la salida del ramal pecuario de la cañada leonesa, que

se aventura en el páramo por el barco del Henar. La iglesia de San Martín de

Tours conserva la portada gótica original, de mediados del trece, que es muy

hermosa. Sus cinco arquivoltas combinan en su decoración baquetones y dos

series de dientes de sierra. Los capiteles tienen muy deterioradas sus figuras.

Los herrajes de la puerta de madera corresponden a la misma época. La por-

tada y una hornacina próxima se abren en el muro sur, que es lo que queda de

la obra original. El resto se modificó en siglos posteriores. La torre alivia la pe-

sadez de su alzado con la curvatura de una escalera de caracol.

De Cogeces a Megeces hay un paso, aunque se asientan en diferentes ori-

llas del río Cega, acaso para justificar el trenzado de sus puentes. El de Me-

geces abre un único ojo, de buena arcada. La iglesia guarda en su cabecera

vestigios de decoración mudéjar y está dedicada a Santiago Apóstol. La por-

tada, que realzan dos arquivoltas lisas, se protege con un pórtico armonioso.

La torre se remata con una espadaña de ladrillo. La joya del templo era su re-

tablo gótico dedicado al patrón, pero voló. Actualmente engalana, con otro

plateresco procedente también de Valladolid, la capilla del Alcázar de Sego-

via. La imagen de Santiago en su caballo blanco y con gorro de peregrino pre-

side el retablo pictórico. A los pies de su rocín chorrean sangre cuatro cabe-

zas cortadas. Lo arropan un desamparado San Sebastián con su ración de fle-

chas, San Vicente, Santa Águeda con los pechos cortados y Santa Brígida.

363

Tierra de Pinares

s Puente de Megeces

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Page 366: Viajando por la provincia de Valladolid

LA TIERRA DE PORTILLO

Este territorio histórico se articuló en cuatro sexmos, de los cuales tres lleva-

ron el nombre de otras tantas parroquias de Portillo, a las que se asignó una

parcela del llano para su sostenimiento. La llanada que domina el espigón de

la villa se conoce como el Raso de Portillo, una zona húmeda generosa en pas-

tos salpicada de charcas salinas estacionales. Los drenajes abusivos acaba-

ron malogrando los aguazales emergentes, cuyo brote delata el paso subte-

rráneo de un ramal oculto del Duero.

En época medieval la Tierra de Portillo llegó a contar con dieciocho núcleos.

Algunos de sus nombres actuales remiten al poblamiento por aldeas, aunque

tampoco falten los de bautismo geográfico (Pedraja, El Cardiel, Camporredon-

do) o derivados de prácticas comunitarias, como El Compasco, término latino

que significa apacentar conjuntamente. Entallada entre comunidades con más

empuje, Portillo tuvo que defenderse del acoso fronterizo, especialmente de

Valladolid, siempre tentada de rebasar la frontera natural del Duero. En 1325

la capital engulló en su jurisdicción a Portillo con las aldeas de su terrazgo. Li-

berada de aquel apresamiento, la villa fortificada tendría una existencia de se-

ñorío, pasando por diferentes dominios hasta integrarse en las posesiones del

conde de Benavente.

De los núcleos fundacionales de la Tierra de Portillo sólo permanecen seis. Dos

de ellos, La Parrilla y Camporredondo, se visitan en la ruta 8. Alguno sobrevi-

ve como caserío (es el caso de El Cardiel, cobijado de pinares junto al Cega) o

ermita: El Compasco, al pie del páramo de La Parrilla. En esta despoblación tu-

vo mucho que ver el progresivo acopio de la propiedad comuniega por la villa

cabecera, dejando huérfanas de recursos a las aldeas. En el llano ha habido

pastos generosos, como los que preside El Compasco, cuya ermita tenía su

364

s Castillo de Portillo

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Page 367: Viajando por la provincia de Valladolid

propio rebaño de ovejas, o los adehesados de El Raso, que alimentaron la pri-

mera ganadería brava documentada. Un manuscrito del dieciocho pondera la

abundancia de yerbas de El Raso de Portillo “en que se crían muchos y muy

feroces toros bien conocidos en todo el reino por su ligereza y bravura, que

aunque de poco tamaño los hace codiciar de todas partes para las diversiones

públicas, en especial para las de a caballo”. La doble condición paramesa y

llana de la Tierra de Portillo explica el uso indistinto de la piedra y el barro en

sus construcciones. El mudéjar ofrece un ejemplo magnífico en la iglesia de

Aldea de San Miguel.

El nombre de Portillo remite a su función estratégica en el control de este pa-

so natural. Aupado sobre un cerro alargado, su emplazamiento lo convierte en

mirador del raso y su cíngulo pinariego. Fue castro indígena, luego romaniza-

do y repoblado a fines del siglo XI. Ya en el doce tuvo un fuero del que no que-

da más constancia que su anulación por Alfonso X para darle carta real. Con-

quistado por Alfonso V de Portugal en la guerra de sucesión entre la Beltrane-

ja y los Reyes Católicos, lo recobró enseguida el conde de Benavente. El siglo

dieciséis fue su época de esplendor. Las murallas se adaptan a la orografía del

cerro y abrigan dentro de la fortaleza los seis barrios que corresponden a sus

antiguas parroquias: Santa María, San Esteban, San Miguel, San Salvador,

San Juan y San Sebastián.

Conserva restos de la cerca medieval y mantiene en pie el postigo de Escue-

vas, una torre albarrana adornada de escudos y con remate de almenas y

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Tierra de Pinares

s Portillo. Arco barroco de la plaza

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Page 368: Viajando por la provincia de Valladolid

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matacanes. Varias casas blasonadas salpican el callejero de Portillo. Frente al

castillo se encuentra el pósito de 1788, mientras a la plaza Mayor asoma la

fachada de la antigua iglesia de San Esteban. El acceso al recinto de la plaza

lo engalana un triple arco barroco de ladrillo, construido en el siglo dieciocho,

que asienta el vuelo de sus curvas y contracurvas sobre pilares de piedra. La

antigua iglesia de San Juan es un edificio del dieciséis con arreglos barrocos

que conserva vestigios góticos y un par de portadas visibles y otra ciega. Sus

naves sin culto las ocupó el Círculo Recreativo de Portillo. La iglesia de Santa

María alberga buenas colecciones de pintura y escultura, en las que sobresa-

len la tabla de la Visitación, una Piedad del taller de Juni y la Virgen gótica que

preside el retablo. El camarín adosado a su cabecera se decora con pinturas

barrocas al fresco que representan escenas de la vida de la Virgen.

El castillo del siglo quince esconde en sus caracoles 229 peldaños: 116 que

suben a lo alto de su torre del homenaje y 113 que descienden al fondo del po-

zo perforado en mitad del patio. Actualmente es propiedad de la facultad de

Filosofía y Letras de la Universidad de Valladolid, por donación del científico

exiliado Pío del Río Hortega (1882-1945), quien lo adquirió para evitar su des-

mantelamiento. La fortaleza tiene dos recintos, separados por un pasillo. La

barbacana, con muro almenado, tres puertas con matacanes y cubos en las

esquinas, corresponde al dominio de los condes de Benavente, que también

mandaron construir el foso, los palacios del patio y el pozo del agua y de las

torturas. El recinto interior, más crecido, acoge la torre del homenaje y en ella

la estancia gótica donde penó Álvaro de Luna, Condestable de Castilla y vali-

do del rey, antes de ser conducido al patíbulo de Valladolid, en 1453.

s Alfarería, en Portillos Alfarería, en Portillo

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Page 369: Viajando por la provincia de Valladolid

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Un óleo de Losada que cuelga en el Senado recoge la estampa tétrica de aquel

cadalso después de que “el puñal con gran porfía / cortóle la cabeza / con pres-

teza en demasía”. Su trágico final, que cercenó treinta años de privanza, ali-

mentó ripios de romance y toda suerte de conjeturas. Casado con una Pimen-

tel (la ‘triste condesa’ de Arenas de San Pedro, recluida en aquel castillo tras

su muerte), se mostró partidario de fortalecer el poder regio, lo que le enfren-

tó con las aspiraciones de la nobleza. A pesar de su relación íntima con el mo-

narca Juan II, que dio pábulo al chismorreo, padeció varios destierros de la cor-

te. Y eso que el 19 de mayo de 1445 Álvaro de Luna, auxiliado por las milicias

concejiles y unos pocos nobles, había logrado el triunfo para el bando realis-

ta en la Batalla de Olmedo frente a los Infantes de Aragón, a quienes secun-

daban el Almirante de Castilla, el conde de Benavente y la nobleza de postín.

El cronista Fernán Pérez de Guzmán lo retrata “de cuerpo muy pequeño y de

flaco rostro; miembros bien proporcionados, calvo, los ojos pequeños y muy

agudos, la boca honda y malos dientes, de gran corazón, osado y muy esfor-

zado, astuto, sospechoso, dado mucho a placeres; fue gran caballero de toda

silla, bracero, buen jugador; trovaba y danzaba bien; muy gracioso y bien ra-

zonado en palacio, como quiera que algo dudase en la palabra”. Está enterra-

do en la catedral de Toledo.

La prisión de Álvaro de Luna no fue el primer encierro del castillo. Lo prece-

dieron el propio monarca Juan II, que se libró de las mazmorras con la argu-

cia de una cacería; el tercer conde de Benavente, quien para el rescate por

sus partidarios sobornó a un guardia; y varios de los conspiradores al servi-

cio de Aragón, entre los que se contó Suero de Quiñones, el del desafío del

s Atardecer en Portillo

Tierra de Pinares

9 Tierra de Pinares 7/4/09 14:33 Página 367

Page 370: Viajando por la provincia de Valladolid

Paso Honroso, en Hospital de Órbigo. A raíz de la muerte de don Álvaro, se

desató la codicia de su tesoro, cuya búsqueda por este y otros recintos enca-

bezó el rey Juan II, seguido por un tropel ávido de hacerse con los baúles de

su imaginaria riqueza.

El patio de armas conserva una hilera de arcos desnudos correspondientes a

los aposentos palaciegos, que ocuparon tres pandas con sus galerías. En el

centro se abre el pozo que recoge el agua a treinta metros de profundidad. Un

caracol de 113 peldaños desciende en espiral hasta el fondo, dejando a la vis-

ta tres mazmorras escalonadas, que pudieron ser calabozos o salas frescas

para conservar los alimentos.

A los pies del cerro fortificado fue creciendo Arrabal de Portillo, que ocupó

el solar del antiguo Reoyo. Liberado del tránsito de la carretera de Segovia,

concentra los servicios y buena parte de la pujante actividad artesanal de al-

fareros y reposteros. Sus mantecados reciben el nombre popular de zapatillas

por el parecido con las antiguas alpargatas. También se conocen como porti-

llanos y su exquisita textura es el resultado de un doble paso por el horno. Tie-

nen fama y tradición acreditada sus encierros. A un kilómetro de Arrabal, en

dirección a Santiago del Arroyo, se encuentra la Fuensanta, un caño que bau-

tizó al convento de Agustinos desaparecido con la desamortización. A la en-

trada desde Valladolid recibe al viajero la cruz gótica del Pelícano, situada cer-

ca del humilladero. La iglesia de San Juan Evangelista es un templo de salón

con tres naves cubiertas a la misma altura. Las bóvedas de la cabecera se ador-

nan con crucería estrellada y el resto son de arista decoradas con yesos. La

portada principal es renacentista, lo mismo que el retablo mayor, que se atri-

buye al escultor Francisco Giralte. La ermita del Ecce Homo es barroca. En un

retablo lateral muestra el cuadro que recrea el popular milagro de las ranas.

Después de su fechoría, los ladrones arrojaron las sagradas formas a una char-

ca cercana y, al pasar por allí de mañana, el cura observó que los batracios lla-

maban su atención croando con las hostias en la boca.

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s Repostería típica de Portillos Repostería típica de Portillo

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Page 371: Viajando por la provincia de Valladolid

En Aldea de San Miguel, la aldeílla comarcal por contraste con la aldea ma-

yor, pasó unos cuantos veranos de su infancia la princesa Letizia, que acudía

con los abuelos asturianos a ‘secarse’ en la casa familiar. Hubo hospital de po-

bres, que conserva, enjaulado en una hornacina de su fachada de ladrillo, un

santo de palo resquebrajado por la intemperie. En un lavajo cercano que más

tarde fue adobera se pescaban sanguijuelas para sangrar pacientes, pero el

abuso de las capturas acabó malogrando su casta draculina. El lagunajo se lla-

ma Barral de las Eras y desagua por el arroyo de su nombre hacia El Cardiel,

con el que baja hasta el Cega. La iglesia mudéjar de San Miguel corresponde

a la segunda mitad del trece y es una de las más elegantes de su estilo. El áb-

side organiza en tres niveles la curva de sus acueductos de ladrillo que rema-

ta bajo el alero una cenefa trenzada de esquinillas. El paramento de la nave

se adorna con espigadas arquerías ciegas que arropan una portada gótica de

comienzos del dieciséis. Tras ella asoma el vuelo apuntado del arco mudéjar.

La torre es mixta, de mampuesto y rematada en ladrillo. Una reforma del die-

ciocho sustituyó el artesonado por un cañón de lunetos con figuras geométri-

cas, ángeles y florones.

La Pedraja de Portillo surgió de un asentamiento estacional de los pasto-

res que bajaban los rebaños al raso. En su término, al otro lado de la carrete-

ra nacional y junto al Cega, se encuentra el despoblado de El Cardiel, reduci-

do a ruina por los franceses y convertido en granja. El arco de la portada de su

templo se trasladó en 1819 a La Pedraja, para servir de ingreso a la iglesia de

la Asunción. Por el porte se pagaron diez reales. Muy cerca, aguas abajo, dis-

curre la cañada merinera, que cruza el río por el puente Compasquillo. La obra

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s Iglesia mudéjar de San Miguel Arcángel, en Aldea de San Miguel

Tierra de Pinares

s Iglesia mudéjar de San Miguel Arcángel, en Aldea de San Miguel

9 Tierra de Pinares 7/4/09 14:33 Página 369

Page 372: Viajando por la provincia de Valladolid

de la iglesia se prolongó más de dos siglos, hasta mediados del dieciocho. A

esa época corresponde el pórtico, de 1742. Lo más llamativo es la torre, que

remata un balaustre. Sus tres naves se adornan con yeserías barrocas. La er-

mita del Cristo es un edificio muy sencillo. Es pueblo de tradición taurina y mo-

linera, que hace justicia a su memoria con sendos monumentos. Sus vecinos

celebran la merienda de Pascua en la dehesa de los Caballeros y despiden el

año con la subasta del Remate en la plaza Mayor.

Aldeamayor de San Martín engloba en su término la dehesa ganadera del

Raso de Portillo. Cuando la naturaleza regía los ritmos del pueblo, dos lagu-

nas proporcionaban la sal del compasco, que servía para los ganados bravos,

y un ojo de mar surtía de agua al arroyo. El compasco es un sistema agrario

de procedencia romana que regula la gestión comunitaria de bosques, pra-

dos y rebaños. La construcción más notable de Aldeamayor es la iglesia de

San Martín de Tours, cuya obra arrancó a fines del quince con una cabecera

gótica y no se remató hasta ya estrenado el diecisiete. Tiene dos naves y un

retablo lateral renacentista con esculturas del palentino Manuel Álvarez y ta-

blas con escenas de la vida de la Virgen pintadas por Juan Tomás Celma. Un

notario del pueblo donó la cabeza del Bautista, obra de Juni situada junto al

retablo mayor. La ermita de la Virgen del Compasco se encuentra en un cla-

ro del pinar, en dirección a La Parrilla, y testimonia la devoción pastoril de las

gentes del raso.

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s Iglesia de Aldeamayor de San Martíns Iglesia de Aldeamayor de San Martín

9 Tierra de Pinares 7/4/09 14:33 Página 370

Page 373: Viajando por la provincia de Valladolid

LOS CAMINOS DE LA CORTE

El embajador veneciano Andrea Navagero describe con detalle sus jornadas

“por camino arenoso y rodeado de grandes pinares” entre el límite de Sego-

via y Valladolid. “Fuimos primeramente a Valviadero, que hay dos leguas; cer-

ca de este pueblo, como a media legua del camino, se ve sobre un collado Ol-

medo, lugar de seiscientos vecinos, que dista tres leguas de Medina del Cam-

po. En Valviadero se pasa el Eresma por un puente de madera; nosotros fui-

mos de este pueblo a Alcazarén, que hay una legua, y a Mojados, que hay otra;

por todo este camino hay también muchos pinares”. Al día siguiente, “fuimos

primero a Boecillo, que hay dos leguas. Desde Mojados se ve a la derecha, en

una altura, y como a una legua, un pueblo que se llama Portillo, y saliendo de

él se pasa por un puente el río llamado Cega, que cerca de Íscar se junta con

otro llamado Pirón y desembocan en el Duero. Después fuimos a Boecillo, sa-

liendo del cual se pasa por un puente de madera el Duero, que es río caudalo-

so que recoge las aguas de todos los de esta tierra de un cabo a otro; en La-

guna hay un pantano o lago pequeño que da nombre al lugar, que dista de Va-

lladolid una legua”.

La encrucijada del camino de Madrid con el de Valladolid a Lisboa por Medi-

na dio prestigio al mesón de Valdestillas, mencionado por Cervantes en

El coloquio de los perros y por Avellaneda en el Quijote apócrifo. Su nombre

(Valle de Astillas) transparenta la riqueza en madera de su entorno pinarie-

go. De aquel tránsito cortesano conserva la villa leñera varias casas blaso-

nadas y la memoria de un milagro vinculado al paso de los tercios imperia-

les. Un capitán de Flandes se detiene con sus soldados a rezar ante la Virgen

del Rosario de Valdestillas y observa cómo se le cae el niño, que recoge con

sus brazos en el aire. En el gesto se le había desprendido una rosa que tenía

en la mano y de nuevo, ante el estupor de la milicia, la imagen se agacha y la

371

s Puentes sobre el Adaja, en Valdestillas

Tierra de Pinares

9 Tierra de Pinares 7/4/09 14:33 Página 371

Page 374: Viajando por la provincia de Valladolid

recoge del suelo. Entonces reparan en su parecido con otra muy milagrosa

ante la que oraban cerca de Bruselas y proclaman el prodigio. Acuden los ve-

cinos y observan cómo el niño que antes miraba a la Virgen ahora bendice de

frente a los fieles. Sucedió el 10 de mayo de 1602 y dieciocho años más tar-

de se confirmaba el milagro. Desde entonces, la parroquia lleva la advoca-

ción de Santa María del Milagro. Fue rehecha en el dieciocho sobre la plan-

ta de un templo anterior, al que pertenece el ábside poligonal gótico, pero la

reparación no se culminó y la iglesia quedó huérfana de torre. La actual de-

sentona con el conjunto. El retablo mayor, que preside la Virgen, es barroco,

como la decoración que cubre la bóveda. Valdestillas estira su caserío en la

margen izquierda del Adaja, cuya hendidura salva un puente de piedra con

algunos vestigios romanos. Francisco de Praves se encargó de su arreglo en

1620, cuando el camino hacia Madrid por este rumbo (Hornillos, Bocigas, Vi-

llacastín) tomó ventaja sobre la tradicional vía de Medina del Campo. Recons-

truido después de la francesada, conserva los estribos y la base del arco cen-

tral de su traza primitiva. A su lado vuela el paso del tren. En la orilla pinarie-

ga del río se encuentra el área recreativa del Tamarizo, hasta la que se acce-

de desde la carretera de Portillo.

Mojados prosperó en torno a unas ventas situadas en el camino de Segovia,

junto al paso del Cega, y enseguida dispuso de campos de labor ganados al

bosque, un terrazgo que se extiende en dirección a Matapozuelos y a Portillo.

Pero Mojados era una isla jurisdiccional en un territorio codiciado por las ve-

372

s Iglesia de San Juan, en Mojados

9 Tierra de Pinares 7/4/09 14:33 Página 372

Page 375: Viajando por la provincia de Valladolid

cinas comunidades pinariegas. Esa condición de villa exenta hizo oscilar su

dependencia del realengo a diversos señoríos hasta recaer en la mitra de Se-

govia. Y no le fue mal con el heredero de San Frutos. El palacio del obispo com-

parte el escenario de la plaza de Mojados con la iglesia de Santa María y la

casa solariega del conde de Patilla. La desamortización de Mendizábal troceó

la propiedad episcopal. En una casa particular se conservan sus monumenta-

les arcadas. La otra parte, después de ser cuartel de la Guardia Civil, pasó en

1917 al Círculo Católico, así que se visita con facilidad.

Los obispos segovianos pasaban fugaces temporadas junto al Cega hasta que

a uno de ellos le vinieron mal dadas y tuvo que recluirse catorce años en Mo-

jados, desde donde tramitaba los asuntos de la diócesis. Le ocurrió entre 1713

y 1727 a Baltasar de Mendoza y Sandoval, hijo de los condes de Orgaz e In-

quisidor General. Partidario del archiduque Carlos en la guerra de Sucesión

por la corona española, el primer Borbón tomó buena nota de su postura y le

puso la proa para cualquier asunto de Corte. Está enterrado en la capilla ma-

yor de Santa María con un epitafio que resume la derrota de su crepúsculo:

“polvo, ceniza, nada”. El ayuntamiento, construido en 1893 con un préstamo

del conde de Patilla, lo arrasó un incendio de la primavera de 1956. El reloj se

bajó de la torre de Santa María.

La condesa de Patilla (que debe su título a una dehesa extremeña cercana a

Medellín) tiene dos palacios en Mojados. El de la plaza y el situado en la

calle del Postigo. Los dos corresponden a comienzos del dieciséis, que fue la

373

s Puente sobre el río Cega, en Mojados

Tierra de Pinares

s Puente sobre el río Cega, en Mojados

9 Tierra de Pinares 7/4/09 14:34 Página 373

Page 376: Viajando por la provincia de Valladolid

época de esplendor de la villa. El Palacio Viejo del Postigo conserva la facha-

da de sillería blasonada y unas paneras de ladrillo. En el siglo dieciocho, un ar-

quitecto francés habilitó en su interior una bodega con lagar al estilo de las de

Burdeos. El palacio de la plaza se distingue por su portada con alfiz y conser-

va un hermoso patio porticado. Una cierta tradición lo convierte en escenario

del encuentro entre Carlos I y su hermano el futuro emperador Fernando I de

Habsburgo, que tuvo lugar el 11 de noviembre de 1517. Pasaron dos noches

en Mojados y en aquellos días compartieron una jornada de caza con tiro al

conejo, vuelo de cetrería y halcones para los patos. En la mesa comieron los

mejores manjares y se levantó el mantel con unos barquillos exquisitos. En la

actualidad el palacio guarda una importante biblioteca, despacho con chime-

nea, oratorio con una reliquia de Santa Teresa y el báculo de San Pedro de Al-

cántara, una panoplia de armas de fuego y de filo y el archivo condal.

El patrimonio monumental de Mojados ofrece dos buenos ejemplos del arte

mudéjar. A la iglesia de Santa María una reforma agresiva le mudó el sem-

blante. Lo más llamativo y antiguo del conjunto es su ábside, al que se adosa

la torre, aunque padece el agobio de los edificios aledaños. Los tres cuerpos

de arquerías se inscriben en paños rectangulares y sobre ellos se alza un aña-

dido del dieciséis que articula su recorrido en ocho vanos de medio punto. La

portada es gótica, con arquivoltas apuntadas. En su interior destacan las pin-

turas del retablo mayor y el sotocoro renacentista. La iglesia de San Juan tie-

ne un ábside de tres pisos: dos de arquerías ciegas, doblando en altura los in-

feriores a los de arriba, y el tercero de ventanas, seguramente añadidas en el

dieciséis, como las de Santa María. La portada es un arco de herradura inscri-

to en un alfiz que recorre una cenefa de ladrillos en esquinilla. A los pies del

374

s Iglesia de Santa María, en Mojados

9 Tierra de Pinares 7/4/09 14:34 Página 374

Page 377: Viajando por la provincia de Valladolid

templo se abre otra puerta de medio punto. Los muros y la torre combinan el

ladrillo, para esquinas y arcos, con el sillarejo.

El puente viejo de seis arcos es obra del arquitecto Juan de Nates, a quien lle-

gó por subcontrata en 1575. Inicialmente se había adjudicado a Hernando de

Pumar, quien traspasó la obra al equipo formado por Nates y Felipe de la Ca-

jiga, con lo que su traza salió ganando. Además de otros puentes notables, co-

mo el mayor de Valladolid o los de Olivares de Duero y Villalba de Adaja, Na-

tes hizo la colegiata de Villagarcía o la iglesia de las Angustias y en la obra de

la catedral de Valladolid fue el sustituto de Herrera. A pesar de tan buena ma-

no, el puente ha necesitado diversas reparaciones a lo largo del tiempo, aun-

que mantiene su estampa clasicista.

Junto al puente se encuentra la ruina de un viejo molino y la fuente del Caño,

hecha en 1865 con caliza de Campaspero. A su lado, se extienden los Paseos,

un espacio arbolado con cantones para el asiento. Este paraje lo ajardinó al

gusto versallesco, tomando como modelo el Campo Grande de la capital, don

Donato Basanta, que fue secretario de Isabel II y presidente de la Diputación

de Valladolid. Todavía conserva vestigios de su antigua prosapia, aunque no

todos los ingredientes fantásticos con que lo dotó su creador, como las esta-

tuas y sus grutas escondidas. En el camino de Megeces, a 3 kilómetros y jun-

to al Cega, la ermita de la patrona, Nuestra Señora de Luguillas, preside un

hermoso paraje fluvial. Es un edificio barroco que perdió en un robo las pintu-

ras de su retablo, obra del sevillano Diego Díez Ferreras.

Alcazarén es un topónimo árabe que significa dos alcázares. Repoblado por

Alfonso VI, perteneció a la jurisdicción de Olmedo hasta que en 1654 Felipe IV

la vendió a un caballero de Alcántara. Entonces el concejo ejerció su derecho

de tanteo, que la corona resolvió a su favor en 1658, debiendo reponer a

375

Tierra de Pinares

s Iglesia de Santiago Apóstol, en Alcazaréns Iglesia de Santiago Apóstol, en Alcazarén

9 Tierra de Pinares 7/4/09 14:34 Página 375

Page 378: Viajando por la provincia de Valladolid

Mendiola las cantidades que había entregado por su fugaz señorío. La auda-

cia concejil acarreó una deuda que se convirtió en empeño de todos sus bie-

nes medio siglo más tarde. El declive, entre malas cosechas y la consiguiente

sangría en su población, no se despejó hasta mediado el siglo diecinueve. La

principal ocupación del común era la recolección y monda del pinar, además

de la producción de yeso, que surtía en carretas las necesidades de la comar-

ca. A partir de mediados del dieciocho, se van remozando los templos, que se

enriquecen con nuevos retablos y una capilla con camarín dedicada a la Vir-

gen del Carmen, además del molino del Eresma, se hace la fuente de San Pe-

dro y la casa consistorial. En 1927 el Ayuntamiento compró la ruina de la igle-

sia mudéjar de San Pedro para instalar en su torre el reloj de la villa. Conser-

va el ábside semicircular y el tramo recto de la cabecera, además de la torre

de las horas. El ábside se articula en tres pisos con arcos de medio punto do-

blados, que alternan su posición evitando la continuidad vertical. En el tramo

recto inscribe los arcos alineados verticalmente en paños rectangulares. A los

pies de la torre se encuentra la fuente construida en 1795.

Cerca de la iglesia de San Pedro, un portón en chaflán localiza la antigua po-

sada, donde fue prendido, mientras dormía, el bandido madrileño Luis Cande-

las. La detención ocurrió el 18 de julio de 1837, cuando vuelve a caballo des-

de Gijón, donde su tercera mujer se había negado a embarcar para Inglaterra.

El 6 de noviembre de aquel año fue ajusticiado en Madrid y su último gesto

alimentó aún más la leyenda. Tenía 31 años y se despidió con este deseo: “¡Pa-

tria mía, sé feliz!”. La calle Real asoma a la plaza Mayor, donde se encuentran

la iglesia de Santiago y el ayuntamiento. El templo conserva del mudéjar el

ábside semicircular, además de un pequeño tramo recto de la cabecera. El

ábside se articula en tres arcadas alineadas verticalmente. El interior de la

cabecera muestra pinturas góticas de fines del trece que representan un

376

s Iglesia de San Pedro, en Alcazarén

9 Tierra de Pinares 7/4/09 14:34 Página 376

Page 379: Viajando por la provincia de Valladolid

apostolado con los evangelistas y la corte celestial. La torre, enfoscada en su

primer cuerpo, es posterior.

El edificio consistorial mantiene la fachada original del siglo dieciocho, des-

pués de que un incendio de los años treinta arrasara su archivo y dependen-

cias interiores. Dada la precariedad de las arcas municipales, concentró sus

lujos en la portada, hecha de sillería y con triple arcada en sus dos plantas.

Una ocurrencia de la penúltima restauración sustituyó el piñón que cobijaba

el escudo real y rasgaba la horizontalidad de la fachada por un sombrerillo que

aloja un blasón moderno y canijo en la cornisa. Desde la plaza, por Carracillo,

se llega a su travesía, donde se conserva una casa del siglo dieciséis. La vuel-

ta por la calle del Pozo visita la plaza dedicada al escritor y Premio Cervantes

José Jiménez Lozano, residente en Alcazarén. Es una estancia azoriniana y

discreta. La calle Molino anuncia la vecindad fluvial y conduce a la ermita del

Humilladero, un templo barroco de mediados del dieciocho que conserva cin-

co cruces del calvario que unía su camino con la iglesia de Santiago.

Desde Alcazarén se ofrece un paseo por la ribera del Eresma, que lleva desde

la antigua central hidroeléctrica, adonde guía el camino del molino, siguiendo

el antiguo camino real hasta Perailes y luego al puente viejo, por el que se cru-

zaba el río hasta que se construyó el nuevo a mediados del pasado siglo. Es-

te puente de piedra es obra de Praves y se tendió en el diecisiete. A su vera

está, más o menos sofocada de vegetación, una cueva que la leyenda vincu-

la con un escondite del bandolero Luis Candelas. El abanico fluvial de Alcaza-

rén se despliega hasta el caserío de Brazuelas, donde desagua el arroyo de

Alamar, pasando por Valdehuete y el vado de Hornillos. Entre Alcazarén y Hor-

nillos de Eresma están las pistas del Campo de Vuelo.

377

Tierra de Pinares

s Aeródromo de Alcazarén

9 Tierra de Pinares 7/4/09 14:34 Página 377

Page 380: Viajando por la provincia de Valladolid

Hornillos preside un paisaje fluvial rodeado de pinares, en la confluencia del

arroyo Sangusero con el Eresma. Su nombre responde a la dedicación que tu-

vieron sus vecinos al carboneo vegetal. Fue señorío de los Dueñas de Medi-

na, que construyeron en la Navilla, hacia Olmedo, un palacio renacentista que

llamó la atención por la riqueza de sus ventanas y balcones. Era una réplica

modesta de la Casa Blanca de Medina. Según la describe en los años veinte

del pasado siglo Francisco Antón, tenía una planta en ladrillo con cubierta a

cuatro aguas y una torrecilla cuadrada en medio a modo de linterna. La igle-

sia de San Miguel es una construcción barroca en ladrillo, rica en volúmenes

y cuya mayor parte corresponde al siglo dieciocho. Lo más notable de su inte-

rior es la imagen del patrón San Miguel alanceando al demonio, que preside

el retablo mayor y es obra de madurez de Juan de Juni. El ayuntamiento es un

edificio de ladrillo de buen porte, de fines del diecinueve.

El Camino de Madrid proseguía por Valviadero, un caserío que se esconde

junto al río, detrás de la urbanización La Luz. Su despoblamiento acarreó la

ruina del templo y el despojo de sus piezas más valiosas. También desapare-

cieron la fuente renacentista que para su plaza hizo en el siglo dieciséis el es-

cultor Esteban Baños y la cruz de piedra, que estaba situada delante de la

iglesia, como en Hornillos. Lo que queda del templo de la Visitación tiene fac-

tura mudéjar, del catorce, construido con ladrillo y mampuesto. La torre es

chaparra.

378

s Iglesia de San Miguel. en Hornillos de Eresma

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Page 381: Viajando por la provincia de Valladolid

9 Tierra de Pinares 7/4/09 14:34 Página 379

Page 382: Viajando por la provincia de Valladolid

380

ACANTILADOS DE ARENA

El Eresma es un río engañoso, que nutre su caudal en los neveros

serranos de Guadarrama y, después de visitar los Reales Sitios de Val-

saín y de La Granja, se demora por el flanco más hermoso de Segovia

para discurrir con apariencia apacible hasta que los arenales pinariegos

lo encajan a profundidades inusuales para la horizontalidad de la me-

seta. No sin alicientes intermedios, como su enlace con el Voltoya en

Coca, trazando un foso fluvial al castillo mudéjar. A Valladolid llega in-

merso en un mar verde, protegido por los parasoles pinariegos que ador-

nan las cornisas de su cauce.

Pero el Eresma no viene solo. Lo acompañan en su viaje la senda de

los peregrinos a Santiago, que sigue la huella del Camino de los Galle-

gos, y las arenas que ondulan el modesto campo de dunas de este pinar

de Pedrajas de San Esteban. En algunos tramos la profundidad de su ba-

rranco supera los cincuenta metros, mientras la falta de inclinación le

obliga a rellenar pozas y bodones fluviales para seguir avanzando. En-

tonces no hay acomodo ni siquiera para molinos o batanes, tan frecuen-

tes entre el puente de Vadalba y su entrega al Adaja, en Hornillos.

El paseo se inicia en la ermita de Nuestra Señora de Sacedón, has-

ta la que se llega desde Pedrajas por un camino de tres kilómetros que

atraviesa los pinares del concejo. Este enclave ermitaño, cuyo nombre

remite a las salgueras fluviales, es lanzadera de las rutas más hermo-

sas por la ribera del Eresma. La pradera de la ermita permite dominar el

cauce encajado del río, que discurre arropado por la galería de un tupi-

do bosque de ribera. Un panel situado en la bajada al río dibuja la ruta,

9 Tierra de Pinares 7/4/09 14:34 Página 380

Page 383: Viajando por la provincia de Valladolid

cuyo recorrido circular de tres kilómetros arranca a la derecha, acompa-

ñando al cauce hasta los puentes, para retornar por el pinar siguiendo

la huella de la cañada leonesa oriental.

Caminando por esta escondida senda, se aprecia a la perfección la

humedad de su bosque de galería, refrescado por los manantiales que

afloran en los escarpes. En las arenas del paseo se aprecian huellas de

animales de pezuña, que aprovechan los claros de las playas para acer-

carse a beber al río. La senda fluvial coloniza con lianas y enredaderas

los árboles de la ribera, a la vez que se demora en sucesivos arenales.

El paseo no tiene pérdida y ameniza su tránsito la música ambiental de

una nutrida pajarería.

Los acantilados de arena que protegen el fluir del agua aparecen

poblados de pinares, desde cuyas copas vigilan el pasillo acuático los

precavidos milanos y algunos gavilanes. Más a la vista se colocan los

codiciosos ratoneros. El puente de la carretera y el vecino de Vadalba

marcan el giro de la ruta. Entre ambos, la senda trepa desde la ribera a

la cornisa hasta encontrar el arroyo Pisón, cuyo nombre evoca los bata-

nes de paños que poblaron sus orillas, de los que se aprecian algunos

vestigios. La ruina del caserío de La Mejorada preside el retorno pina-

riego hacia la ermita de Sacedón.

381

Tierra de Pinares

Pinar de Sacedón

Casa del Pisón (ruinas)

Ermita deSacedón

C-112 -Olmedo-Pedrajas de San Esteban

El Reguero

Los Almendros

El Chorlito

Río Eresma

UUnnaa rruuttaa ppaarraa ppaasseeaarr

9 Tierra de Pinares 7/4/09 14:34 Página 381

Page 384: Viajando por la provincia de Valladolid

9 Tierra de Pinares 7/4/09 14:34 Página 382

Page 385: Viajando por la provincia de Valladolid

10Tierra de Medina

10 Tierra de Medina 7/4/09 14:36 Página 383

Page 386: Viajando por la provincia de Valladolid

RÍO ZAPARDIEL

RÍO A

DA

JA

RÍO TRA

BAN

COS

RÍO

DU

RÍO ERESM

ADUE

RO

RÍO ZAPARDIEL

ÍOTRA

BAN

COS

Tordesillas

La Seca

de Cega AldeSan

Valdestillas

Medinadel Campo

Rueda

Serrada

MatapozuelosVentosa dela Cuesta

Rodilana

Pozaldez

Villaverdede Medina

Pozal deGallinas

El CampilloNueva Villade las Torres

Brahojosde Medina

Velascálvaro

Nava del Rey

Bobadilladel Campo

Rubí deBracamonte San Vicente

del Palacio

Gomeznarro

Ramiro

Lomoviejo

Fuente el SolCervillegode la Cruz

El Carpio

Salvador deZapardiel Muriel de

Zapardiel

San Pablo dela Moraleja

Almenarde Adaja

Olmedo

La Zarza

Moraleja delas Panaderas

Bociga

Calabazas

Torrecilladel Valle

Hornillosde Eresm

Foncastín

San Migueldel Pino

Sieteiglesiasde Trabancos

Alaejos

Fresnoel Viejo

cillaÓrden

Castrejónde Trabancos

Pollos

ománornija

Torrecillade la Abadesa

Cubillas

Ataquines

HonquilanaHoncalada

Dueñasde Medina

Carrioncillo

N

A-6

A-6

N-620

C-610

C-610

C-112

10 Tierra de Medina 7/4/09 14:36 Página 384

Page 387: Viajando por la provincia de Valladolid

Tierra de Medina

De su repoblación medieval conserva la Tierra de Medina topónimos que de-

latan el nombre de sus fundadores, como ocurre en Velascálvaro (Velasco Ál-

varo) y Gomeznarro (Gómez Naharro), o la procedencia palentina de los habi-

tantes: Dueñas y Carrioncillo, en el entorno de Villaverde de Medina, que se

suman a la parroquia de San Antolín, en la propia villa. Otros núcleos pione-

ros acabarían abandonados, como Pedro Miguel (junto a Pozal de Gallinas) y

Miguel Serracín (San Vicente del Palacio), o convertidos en caseríos, como Ro-

mán Guitardo (entre Nueva Villa de las Torres y Villaverde de Medina). Reco-

rren el territorio los cauces exhaustos del Zapardiel y el Trabancos. Resulta lla-

mativa la presencia de lavajos y lagunas estacionales, a menudo desecadas.

La Tierra de Medina, mediante entre el Duero y la Tierra de Arévalo, se orga-

nizó en cinco sexmos: El Monte (limítrofe con los pinares de Olmedo), Villaver-

de, Sieteiglesias, Carpio y Cervillego, que agruparon a medio centenar de al-

deas. Sus representantes cuidaban el provecho de pastos y montes, vigilan-

do el reparto equitativo de los tributos. Pero esta armonía duraría poco. La em-

pezó a romper ya en el siglo catorce la costumbre regia de entrometerse con

donaciones o ventas de lugares a los nobles. Por esta vía, pasaron al señorío

Bobadilla del Campo, Alaejos, Valdefuentes, Castrejón, Sieteiglesias, Cervi-

llego, Rabé (que muda su nombre a Rubí de Bracamonte), Carpio, Fuente el Sol

y Ventosa de la Cuesta, adquirida por el escultor Alonso Berruguete. A estas

mercedes regias se sumó, a partir de mediados del dieciséis, la conquista del

385

10 Tierra de Medina 7/4/09 14:36 Página 385

Page 388: Viajando por la provincia de Valladolid

villazgo mediante compra por parte de algunas aldeas más pujantes. El pro-

ceso lo resume con su proverbial claridad Amando Represa: “Se eximieron así

de la jurisdicción de la villa lugares como La Nava de Medina (1559) –en lo su-

cesivo, La Nava del Rey–, La Seca y Villaverde (1626), Rueda (1636), Rodilana

(1674) y Pozaldez (1721), así como los intentos de Pozal de Gallinas (1559) y Vi-

llanueva de las Torres (1574)”. Este movimiento de exenciones coincide, se-

gún Represa, con el auge de la viticultura y afecta sobre todo a lugares situa-

dos en el espacio norte y en el sexmo del Monte, “cuyos suelos, una vez rotu-

rados, eran especialmente aptos para el viñedo por su carácter suelto y pedre-

goso. De esta forma puede afirmarse que el carácter de la Comunidad de Vi-

lla y Tierra de Medina no se conservó tan arraigadamente como el de otras co-

munidades hermanas –Olmedo, Íscar o Portillo–, contribuyendo a ello su

menor interés hacia lo forestal y de pastos, por la decidida inclinación al viñe-

do, iniciada en el siglo XV”. Aquellos caldos se exportaban a Flandes y Fran-

cia, donde eran muy apreciados.

La prosperidad vinícola renovó el patrimonio religioso, quedando escasos tes-

timonios de los estilos medievales en Tierra de Medina. Apenas algunos ves-

tigios mudéjares, en general muy alterados. El predominio corresponde a lo

renacentista y barroco, cuyo despliegue se hace deslumbrante en la riqueza

interior de imaginería, pintura, retablos y platería litúrgica. Resulta excepcio-

nal la impronta de los yeseros hermanos Corral, presente en las iglesias de

Rodilana y Villaverde, así como en la Casa Blanca de Medina. Otro tanto ocu-

rre con la arquitectura civil, que ofrece notables muestras heráldicas en las

principales villas vinícolas.

386

s Plaza Mayor de Medina del Campo

10 Tierra de Medina 7/4/09 14:36 Página 386

Page 389: Viajando por la provincia de Valladolid

LA VILLA DE LAS FERIAS

La llamada por los árabes ciudad de las llanuras, “fue gran ciudad europea an-

tes de que Carlos I fuese proclamado emperador de Alemania”, pero alardea

de su condición de villa y, para evitar intromisiones, exhibe en su escudo esta

divisa: “Ni el Rey oficio, ni el Papa beneficio”. En Medina los estandartes de lo

obvio pueden relegar a un segundo término algunos de sus mayores atractivos

y ese es un riesgo que el viajero debe evitar. Durante la visita a la villa se impo-

nen, por su eco histórico y emplazamiento, el recinto de la plaza y el castillo de

la Mota. Pero esa evidencia no debe conducir al descuido de otros atractivos

que descubre el merodeo por sus calles. La amplitud de la plaza Mayor de la

Hispanidad responde a su asiento en un cruce de cañadas y su diseño se anti-

cipa varias décadas a la de Valladolid en la fijación del canon de las plazas ma-

yores castellanas. En realidad, el adelanto se debe a que sufrió antes el efecto

devastador de las llamas. En Medina atizaron el fuego los realistas en 1520 por

el apoyo del concejo a la rebelión comunera. La plaza es un espacio rectangu-

lar, con tres lados porticados y en el otro el despliegue de los diferentes pode-

res: la colegiata de San Antolín, los palacios reales y el consistorio. Un viajero

clásico comparó su estampa con la de San Marcos de Venecia.

Además de este espaldar monumental, en el que después de los quebrantos

de los siglos sobresale la colegiata, la plaza de Medina regala una imagen es-

tupenda del Castillo de la Mota, quizá el más hermoso de España. El palacio

de los reyes, donde murió Isabel la Católica en 1504, acogió otros hechos im-

portantes antes de ser demolido hace ahora cien años. En él nacieron reyes,

se reunieron Cortes y en 1497 se fijó una moneda única para todos los reinos

387

s Centro de Interpretación del Palacio Testamentario

Tierra de Medina

10 Tierra de Medina 7/4/09 14:36 Página 387

Page 390: Viajando por la provincia de Valladolid

peninsulares. Por entonces era “una casa amplia y labrada con magnificencia

y riqueza”, que deslumbraba por el lujo mudéjar de sus decoraciones.

La colegiata de San Antolín se inició a fines del quince, aunque sus obras se

prolongaron durante todo el siglo siguiente e incluso la portada se colocó en

el dieciocho. A este momento tardío corresponde también su capilla de las An-

gustias, de planta centralizada, atribuida a Churriguera, que adorna su bóve-

da con fastuosas yeserías. La iglesia tiene planta de salón, con el coro en la

nave. Los sitiales proceden del monasterio de los Jerónimos de Guisando. El

retablo mayor, de preciosa factura plateresca, encabeza una colección de re-

tablos sobresaliente. A la plaza asoma el balcón de la Virgen del Pópulo, que

tiene un altar en el que se decía misa los días de feria, para que los mercade-

res no tuvieran que abandonar sus puestos. En la misma panda está el ayun-

tamiento, de mediados del diecisiete, que se prolonga en la Casa de los Ar-

cos, cuya balconada acogía a los canónigos de San Antolín para contemplar

los festejos que tenían lugar en la plaza. Cuatro jarrones y la pequeña imagen

de la diosa del poderío celebran sobre su fachada el triunfo de Eugenia Casa-

do, su propietaria de hace cien años, al ganar un pleito al Ayuntamiento, que

pretendía desahuciarla y tirar el edificio. Del palacio Real, que se llama testa-

mentario por las últimas voluntades que en él dictó la reina Isabel, apenas que-

dan restos significativos, aunque un Centro de Interpretación recrea el víncu-

lo entre la reina y Medina. Enfrente del ayuntamiento se encuentra la Casa del

Peso, también del diecisiete, donde estuvo el fiel que establecía el canon de

pesos y medidas en tiempos anteriores al sistema métrico decimal.

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s Colegiata de San Antolín

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En este lado de la plaza está el monumento a la letra de cambio, que incorpo-

ra dos rollos de granito de los que cercaban el solar de los tratos. Según el aca-

démico Felipe Ruiz, en sus negocios “paulatinamente desaparecieron las acu-

ñaciones de oro, luego las acuñaciones de plata, sustituidas por efectos escri-

turados, primero de procedencia privada, cual obligaciones a término y letras

de cambio, más tarde de procedencia oficial, destacadamente las llamadas li-

branzas”. Los publicistas periféricos llevan muy mal esta primogenitura mer-

cantil de Medina, que llegan a calificar de fantasía y exageración de historia-

dores intuitivos. No encajan en esta ciudad de la llanura el esplendor de aquel

siglo dorado, que vino a malograr la tragedia de las Comunidades. El asalto a

fuego de la villa el 21 de agosto de 1520 provocó la quiebra de buen número

de sus mercaderes y estableció un paréntesis de pánico en su prosperidad,

que ya nunca volvería a ser la misma. En sus tabancos se mercaban lanas y

textiles, pero también obras de arte y libros, actividad en la que llegó a desta-

car, convirtiéndose en puerta de entrada para los primeros incunables. Unas

placas en el suelo recuerdan la situación en la plaza de los diferentes gremios.

ABIERTO LOS DOMINGOS

En realidad aquel foro que reunía a mercaderes de toda Europa había empe-

zado a resentirse con el descubrimiento de América, que fue empujando al ne-

gocio cerca de los puertos de mar. El viajero actual puede recobrar el ambien-

te y la riqueza artística de la Medina mercantil visitando el modélico Museo

de las Ferias, instalado en la iglesia de San Martín, que cubre su capilla ma-

yor con una preciosa armadura de limas. También puede verse en el museo,

después de salvar un expolio de tintes bochornosos, la estatua orante en ala-

bastro del obispo e inquisidor general Fray Lope de Barrientos. Fue rescatada

en 1902 de un almacén madrileño, donde estaba embalada para su traslado

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Tierra de Medina

s Museo de las Ferias

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a la casa Settiner de París, por la denuncia de un anticuario despechado. Su

rival había pagado al patronato del hospital Simón Ruiz setecientas cincuen-

ta pesetas, mientras los franceses le abonaban trece mil quinientas. Junto al

cauce seco del Zapardiel conserva su dedicación original de mercado el edifi-

cio de las Reales Carnicerías, con tres naves separadas por columnas tosca-

nas. Se concluyó en 1562, según trazas de Gil de Hontañón. En la tradición fe-

rial de la villa se inserta el privilegio del mercado del domingo, instaurado en

1870, coincidiendo con el resurgir que motivó la llegada del ferrocarril. De en-

tonces deriva la costumbre de abrir el domingo los comercios, pasando la jor-

nada de descanso a los jueves.

De su esplendor renacentista la villa conserva varios conventos ricamente do-

tados, que evocan la estancia de los místicos reformadores, templos tan es-

pectaculares como el jesuítico de Santiago el Real y un hospital escurialense,

que lleva el nombre de Simón Ruiz, el cambista de Pradoluengo que organizó

el eje financiero entre Medina y Burgos.

Es mucha la riqueza conventual de Medina, donde permanecen activos los ce-

nobios de las clarisas franciscanas (en la salida hacia Olmedo), de las agusti-

nas, de las dominicas y de las carmelitas descalzas que fundó Santa Teresa.

En él está la tumba de Catalina Álvarez, la madre morisca de San Juan de la

Cruz, a cuyo sustento atendían las monjas por imperativo de Santa Teresa,

aunque con evidente e indisimulado disgusto. No queda rastro en Medina de

la humilde casa de los Yepes. San Juan se ganó la vida durante un tiempo co-

mo enfermero en el hospital de las Bubas, cuidando los estragos de la sífilis.

El hospital de Simón Ruiz es obra de Juan de Tolosa en ladrillo con patio de si-

llería. Fundado en 1591, concentró las rentas de los trece hospitales que

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s Ayuntamiento y Casa de los Arcos

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existían en la villa. Llegó a disponer de 72 camas atendidas por médico, ciru-

jano, tres curas y suficiente personal de servicio. También recogía expósitos.

Dado el gasto que iban sumando las obras, el promotor ordenó que se supri-

miera lo ocioso, quedando pelado de ornamentos. En la fachada se integra la

del templo, que es de una nave con capillas entre los contrafuertes y sobre

ellas balcones. Tiene el coro a los pies y crucero con cúpula. El retablo mayor

es de 1597, con esculturas de Rincón y Pedro de la Cuadra.

Pero lo más llamativo de la Medina renacentista reside en el palacio y la ca-

sa de campo de la familia Dueñas. El palacio, que albergó a Carlos V camino

de Yuste y más tarde cobijó el destierro de Ensenada, fue vendido en 1916 a

los marqueses de Argüeso, que codiciaban el traslado de su patio con la es-

calera para engalanar su residencia de Madrid. Se paró el expolio y desde 1950

alberga un centro de enseñanza. El zaguán señorial, que cubre un hermoso ar-

tesonado, da paso al patio renacentista de dos pisos adornado con medallo-

nes de los reyes, en un repertorio que va desde Fernando I a Felipe el Hermo-

so. En la secuencia se aprecian algunas faltas (Sancho II o Juana I) y varios in-

trusos, como los consortes y secesionistas. Hace un cuarto de siglo, los res-

tauradores completaron el programa iconográfico de los medallones, pero re-

pitiendo a los de enfrente y dejando fuera a los tres previstos: la reina Juana,

Carlos I y Felipe II.

La Casa Blanca es el único ejemplo en España de villa renacentista italiana.

Se llega por el Camino del Olmo y su exterior no delata la riqueza decorativa

que guarda. La linterna aparece enmarcada por columnas y vestida con yese-

rías policromadas de los hermanos Corral, en las que destacan los motivos mi-

tológicos, con dioses y héroes arropados por la floresta. El oratorio albergó la

Piedad de Juni que ahora se ve en el Museo de las Ferias. Su denominación

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s Palacio de los Dueñas

Tierra de Medina

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de Casa Blanca se debe a Blanca de Estrada, la mujer de Francisco Dueñas

que disfrutó el esplendor de aquellos lujos.

El castillo de la Mota realza en su pedestal pinariego la condición de fortale-

za más hermosa de la península. Por el entorno se conservan vestigios de un

poblado de la Edad de Bronce y de la cerca medieval de Medina. Es obra de la

segunda mitad del quince, fruto de dos impulsos, en tiempo de Enrique IV y de

los Reyes Católicos, que la dotan de mecanismos de defensa desconocidos

hasta entonces. Fue archivo de la Corona y depósito artillero, convirtiéndose

en el principal baluarte militar del reino. En 1520, la negativa de los medinen-

ses a entregar su artillería al ejército realista motivó el incendio de la villa. Su

inexpugnable torre del homenaje se convirtió en prisión de Estado para César

Borgia, Diego Hurtado de Mendoza, Hernando Pizarro o Rodrigo Calderón. Bor-

gia, hijo del Papa Alejandro VI y cardenal él mismo a los dieciséis años, osten-

tó como lema de su aventura el ambicioso ‘O César o nada’. Su sobrino, a cu-

yo padre eliminó él mismo, fue San Francisco de Borja. Huyó de Medina, a cu-

yas mazmorras lo había traído desde Italia el Gran Capitán, descolgándose con

una soga, la noche del 5 de octubre de 1506, de lo alto de su torre. Llevaba la

cara cubierta con un velo para taparse los estragos de la sífilis. Se refugió con

su cuñado el rey de Navarra para morir pronto en Viana. Pizarro era hermano

del conquistador y Calderón impresionó a la muchedumbre por su porte en el

trance decisivo del cadalso, dando pie con su valor al dicho de “tener más or-

gullo que don Rodrigo en la horca”. Cuatro siglos de abandono labraron la

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s Castillo de la Mota

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ruina de aquel escenario histórico. Los arreglos le llegan ya en el veinte, entre

1905 y 1932, poco después de su declaración monumental. En la posguerra,

entre 1939 y 1942, se reconstruye su interior para Escuela de Formación de la

Sección Femenina. El interior incorpora algunos pastiches, ideados por aca-

démicos de la época, como la réplica de la portada del hospital madrileño de

La Latina, de donde se tomó también el modelo para la escalera. La capilla re-

crea un espacio románico mudéjar. Además, se visitan el Salón de Honor y el

Peinador de la Reina, que evoca la estancia de la reina Juana. La torre del ho-

menaje tiene cinco pisos, de los cuales los superiores mantienen su estructu-

ra y cerramientos originales. Por fuera muestra los impactos de la artillería.

Resulta espectacular el recorrido de la liza, con sus miradores almenados, y

de la trama de galerías creada por la barrera artillera de los Reyes Católicos,

que dispone de cuatro niveles de tiro y más de doscientas bocas de disparo.

LA GIRALDA DE PINARES

Pozal de Gallinas se sitúa junto a la antigua cañada de Medina a Olmedo,

al borde mismo del Pinar del Rey. La prueba de que no lleva con gusto su nom-

bre, siempre propenso a las chanzas, es que ya en 1559 trató de eximirse de

la jurisdicción de Medina bautizándose como Morales del Rey, aunque no pu-

do culminar la muda por problemas económicos. Siglo y medio antes, el infan-

te Fernando de Antequera había cedido sus rentas al monasterio de La Mejo-

rada. En agosto de 1467, Enrique IV aguardó paseando por las eras clareadas

al pinar la suerte de los suyos, que peleaban en Olmedo frente a los partida-

rios del príncipe Alfonso. La iglesia de San Miguel, edificada en el último ter-

cio del dieciocho, es un notable ejemplar neoclásico, cuyas trazas se deben al

arquitecto Juan de Sagarvinaga, ocupado en esas fechas en la construcción

del cuartel de Medina del Campo. El pueblo había aumentado su feligresía

hasta el punto de que unos años antes tuvieron que hacer una tribuna en la

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Tierra de Medina

s Iglesia de Pozal de Gallinas

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iglesia para aupar el órgano y ganar espacio en la nave. Con el empuje de la

nueva iglesia, se arregló también la casa del Concejo. La ermita barroca de la

Virgen de la Estrella preside un altozano, junto al camino de Pozaldez. A las

afueras, un abrevadero mudéjar recuerda el paso de rebaños por la cañada.

Entre Medina y Pozal, a medio kilómetro de la carretera, pervive la torre trun-

cada del despoblado de Pedro Miguel, una aldea medieval que conoció un efí-

mero despertar utópico entre 1864 y 1867. Aquel falansterio fourierista, que se

bautizó como La República de los Pobres, enseguida desperdigó a sus integran-

tes hacia la aventura americana, de donde regresaron algunos con la nostalgia

bien arropada de fortuna. A este próspero retorno corresponde la arquitectura

colonial de Casa Giraldo, convertida en la Posada del Pinar, o la aventura agra-

ria del suegro de Ricardo Baroja en La Ventosilla. Con alguna fantasía, los cul-

tores de este tipo de resonancias detectaron alrededor del torreón medieval ca-

vidades ocultas cuyo secreto nadie ha logrado descifrar. El torreón conserva los

muros de argamasa y el piso del cuerpo superior desmochado.

Rodilanaocupa el cuenco de una hondonada propicia para la formación de la-

vajos. A la entrada desde Medina se ve el humilladero del Ecce Homo y ense-

guida descuella la torre de la iglesia, que domina el paisaje apaisado de Rodi-

lana. Su estiramiento se produjo en la segunda mitad del dieciocho, cuando se

añadieron a la base mudéjar dos cuerpos más de ladrillo y el casquete con cú-

pula y linterna. Conserva la base mudéjar, estilo al que también pertenece la

portada primitiva, descubierta en una reciente restauración. Este templo de tres

naves, declarado Bien de Interés Cultural, guarda una sorpresa que atrapa a

cualquier viajero curioso. El óvalo profusamente decorado que cubre el presbi-

terio escalona sus tres cuerpos hacia la gran venera, de la que cuelga una cla-

ve decorada con semblantes barbados, ángeles y grutescos. En el primer ani-

llo, los nichos separados por columnas pareadas cobijan a los padres de la Igle-

sia junto a los evangelistas. El segundo lo forman relieves de grisalla con esce-

nas del Antiguo y Nuevo Testamento enmarcados por cariátides y atlantes. En

el tercero, el friso combina bustos masculinos con coraza y turbante e imáge-

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s Torre de la iglesia de Rodilanas Torre de la iglesia de Rodilana

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nes de la muerte con túnica entre pilastras decoradas con figuras humanas y

motivos florales o heráldicos. El despliegue de yesos policromados vincula es-

ta obra de los hermanos Corral de Villalpando con la decoración de la Casa Blan-

ca de Medina y las sitúa en la madurez de su trabajo, en torno a 1563.

Los rodilanejos han convertido el lavajo de la iglesia en un parque que lleva el

nombre de Rosa Chacel. La escritora acudió de niña a Rodilana para curar una

sombra pulmonar con dos tías ávidas de amor, que enseguida se ennoviaron

con chicos del pueblo. El barrio del Pipaire, frente a las eras, atesora el oleaje

de aquel mar de sol y nostalgia. Por sus calles pasaban los rebaños de la tras-

humancia y correteó la niña que llevaría para siempre en su pupila el aroma

de los pinos a cuya sombra coleccionaba piñas verdes. En Rodilana esbozó un

universo fascinado de andanzas y sabores agraces, cuyo paraíso se resumía

en la algarabía de los gorriones acogidos al fresco de la olma que daba som-

bra al pozo.

Pozaldez pregona en su nombre la prosperidad del vino. Todavía en el dieci-

nueve hubo en el pueblo hasta dieciséis fábricas de aguardiente, sumando las

de alquitara y las de caldera. Durante un tiempo se llamó Pozal de dos Igle-

sias: San Boal, la más antigua, llama la atención por su cabecera mudéjar,

mientras Santa María guarda los atractivos en su interior: sobre todo, el

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Tierra de Medina

s Iglesia de San Boal, en Pozaldez

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Page 398: Viajando por la provincia de Valladolid

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MUSEO DE LAS FERIAS

Inaugurado en la primavera de 2000, ilustra el esplendor de sus célebresferias mercantiles con las mejores piezas del patrimonio cultural de lavilla. La exposición se estructura en seis espacios, dando cabida a fre-cuentes muestras temporales. Los mercados de Medina alcanzaron elrango de Ferias Generales del Reino a partir de 1491, con dos convoca-torias anuales en mayo y octubre, manteniendo su pujanza internacionaldurante un siglo. Después de repasar los documentos esenciales de suhistoria, recorre los diferentes sectores de la actividad mercantil. El apar-tado que se dedica al mercado de la lana exhibe un tapiz con escenasbíblicas del dieciséis y el pendón real que se usaba en la proclamaciónde los reyes. El comercio del arte concede protagonismo a las obras deprocedencia flamenca, entre las que destaca el tríptico de la SagradaFamilia. Pero las joyas de este espacio son la estatua orante en alabas-tro de fray Lope de Barrientos (rescatada del expolio por los pelos) y elrelieve de La Piedad de Juan de Juni, procedente de la colección de losDueñas. La actividad librera e impresora, que en Medina alcanzó cotasnotables, se ilustra con títulos de importación y otros salidos de sus pren-sas, junto a una colección exquisita de grabados, en la que sobresale laserie de Amberes dedicada a Santa Teresa. Para facilitar su transporte,muchos libros europeos venían sin encuadernar, completándose su edi-ción en Medina. La diversidad de mercaderías que circulaban por la feriase representa con unas campanillas de Malinas, custodias y relicarios,bandejas de Núremberg, arquetas orientales y botes de farmacia. Elapartado de los cambios y el mercado de dinero muestra cartas, poderesy letras procedentes del archivo del banquero Simón Ruiz, monedas,pesos y medidas o fichas para contar.

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Page 399: Viajando por la provincia de Valladolid

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SEMANA SANTA EN MEDINA DEL CAMPO

La villa mercantil remonta la tradición de sus celebraciones pasionales a la vi-sita de San Vicente Ferrer, que en 1411 instauró la primera procesión peniten-cial. Sus desfiles ofrecen sobrados atractivos artísticos y discurren con unasobriedad que hace justicia a su naturaleza tradicional. La Semana Santa me-dinense muestra aspectos peculiares, como las noches del lunes y martes,poseídas por la promesa del silencio, que sólo rompe la cadenciosa salmodiade los rezos. Son manifestaciones de duelo popular despojadas de cualquieraderezo colorista y fuertemente enraizadas en el hondón de las tradiciones. El domingo de Ramos la procesión de las palmas sale del hospital de SimónRuiz y concluye en la iglesia de Santiago. En ella desfilan las secciones infan-tiles de todas las cofradías. En los rosarios de penitencia de las noches dellunes y martes sólo participan los cofrades masculinos, que en riguroso si-lencio acompañan al Cristo Crucificado de la escuela de Berruguete. El miér-coles tiene lugar el Vía Crucis, que se inicia en la iglesia de San Miguel y con-voca a una multitud de penitentes en torno al Crucificado. El jueves Santo lo protagonizan dos procesiones sucesivas, que en su desa-rrollo surcan todo el casco antiguo de la villa. Primero, la procesión de la Ca-ridad, cuyos integrantes hacen un alto para entonar la salve al pasar por elAsilo. Desfilan dos pasos del siglo dieciséis: Jesús atado a la columna y elCristo de la Agonía, ambos obra de Domingo Beltrán. A continuación sale laprocesión de la Vera Cruz, que concentra en la plaza Mayor los pasos que seacercan desde sus respectivas iglesias y capillas. Este desfile concluye conel canto del Miserere. El viernes Santo amanece con la procesión del Sacrificio, que acompaña elregreso del Cristo de las Claras desde la iglesia de San Miguel al convento,donde aguardan su llegada la abadesa y sus monjas. La procesión del En-cuentro sale de la colegiata de San Antolín y en ella participan todas las co-fradías, que acompañan a los pasos del Nazareno y de la Virgen de la Sole-dad, vestida de negros ropajes. La procesión del Santo Entierro parte de laplaza Mayor y reúne el mayor número de pasos, de manera que es conside-rada la procesión general, que en-globa todos los atractivos escultó-ricos de la Semana Santa de Medi-na del Campo. En su desfile se su-ceden más de una docena de pa-sos, entre los que hay piezas de lossiglos dieciséis y diecisiete y otrascontemporáneas. La mañana deldomingo de Resurrección asiste alencuentro festivo del Jesús Resu-citado y de la Virgen de la Alegría.

Tierra de Medina

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retablo mayor barroco. A lo largo de un siglo, entre 1631 y 1720, porfió por sa-

lir de la jurisdicción de Medina y convertirse en villa realenga. Las deudas acu-

muladas en el intento la mantuvieron en manos de los fiadores y de sucesivos

nobles que pagaron el empeño: los marqueses de Tamarit y de Castillo Mon-

tes. El dieciocho es su siglo rumboso. A ese momento corresponden las caso-

nas blasonadas que ennoblecen sus calles, así como la fuente del Caño, de

1790. El mástil de una preciosa torre barroca señala el vestigio mudéjar del

ábside de San Boal, situado en la parte alta del pueblo. Algunos restos de ca-

licanto en la ladera revelan el primitivo emplazamiento de la fortaleza. La ca-

becera se adorna al exterior con arcos doblados ciegos y un friso de esquini-

llas. En el interior, es muy hermosa la tribuna renacentista sostenida por un

par de columnas, que permiten apreciar la rica decoración del sotocoro. Hacia

el Adaja, a dos kilómetros del pueblo, perviven en un altozano algunos raigo-

nes de la fortaleza de frontera levantada en la segunda mitad del doce para

controlar el paso del río. El recinto tiene planta rectangular, adaptada a la irre-

gularidad de la muela, y conserva un espigón de la torre.

Pero Pozaldez tiene otras claves, como su tradición literaria, que cultiva con

concursos anuales de poesía y relatos. Aquí nació Germán Plaza, el editor que

puso en marcha en 1959 Plaza y Janés, un sello que asentó su prosperidad en

el catálogo literario de Janés y en una productiva divulgación cultural, de la

que son ejemplo sus múltiples colecciones populares o las modélicas Selec-

ciones de Poesía Española y Universal. Curtido como distribuidor de Molino

antes de la guerra, participó en la difusión masiva en España de autores como

Agatha Christie, Julio Verne o Emilio Salgari. En los cuarenta puso en marcha

las editoriales de novelas populares Cisne y Clíper, donde encontró el filón de

El Coyote. Siempre atento a los cambios del mercado, en los cincuenta toma-

ron el relevo Ediciones GP y Libros Plaza, que orientó a las series de bolsillo,

con éxitos tan notables como la Enciclopedia Pulga. Germán Plaza murió en

1976 y poco a poco sus herederos fueron vendiendo la editorial al grupo ale-

mán Bertelsmann, titular en España de Círculo de Lectores. Germán Plaza fue

uno de los grandes editores del desarrollismo, aquellos que contaban con im-

prentas y fábricas de papel de su propiedad, e incluso, en algún caso, con re-

baños de cabras para abastecer las encuadernaciones en piel.

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s Iglesia de la Asunción, en Villalba de Adajas Iglesia de la Asunción, en Villalba de Adaja

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Villalba de Adaja es una pedanía de Matapozuelos vecina del río, sobre el

que tendió un puente en 1591 el arquitecto Juan de Nates. Lo malogró el aban-

dono y lo remató la crecida de los carnavales de 1912. En la calle Real aguan-

ta el palacio doblemente blasonado del conde de Adanero, señor de los pina-

res de la villa. La iglesia de la Asunción es un templo de ladrillo.

La fertilidad del interfluvio que delimita la confluencia del Adaja con el Eres-

ma atrajo a los primitivos pobladores de su castro, en el que se han ido apa-

reciendo vestigios de remotas culturas. Por allí discurrió más tarde la calzada

entre Coca y Simancas, a cuyo tránsito se asigna el primer puente, y en aquel

entorno se asentaron los monjes cuyos eremitorios dieron origen al término

de Sieteiglesias. Una ermita de ladrillo concentra en este paraje fluvial las ro-

merías de Pascua y de la Virgen de septiembre. También los dominicos de San

Gregorio establecieron en el siglo diecisiete su granja en el pueblo.

Matapozuelos es la patria de Miguel Íscar (1828-1880), el alcalde que con

su amplitud de miras introdujo a la ciudad de Valladolid en la modernidad. El

parque del Campo Grande, los mercados, la traída de agua del Duero, el en-

cauzamiento urbano de las Esguevas, el matadero y los proyectos de hospital

y nuevo ayuntamiento son parte del copioso legado de sus tres años de alcal-

de. Tanta diligencia parece encaminada a evitar las demoras de Matapozue-

los, donde las obras importantes se hacen a conciencia, aunque despacio y a

plazos. La Iglesia de la Magdalena pudo ser uno de los mejores templos valli-

soletanos del dieciséis, pero no se terminó hasta la segunda mitad del diecio-

cho. Tiene planta de salón con tres naves separadas por columnas y es alta y

lujosa. La parte más antigua corresponde a la cabecera, cubierta con bóveda

de crucería estrellada. La portada es ya del dieciocho, como la torre, muy es-

belta, que tiene un remate ochavado que la distingue y singulariza. Sustituyó

a otra que dio suficientes muestras de endeblez hasta ser desmontada en

1671. El retablo mayor también es el resultado de dos impulsos. El donado por

una vecina se quedó canijo para la dimensión del templo y hubo de añadirse

un primer cuerpo con soporte columnado para ganar altura. En la plaza, el ayun-

tamiento decimonónico contempla el perfil porticado del antiguo pósito.

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s Iglesia de Matapozuelos

Tierra de Medina

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Page 402: Viajando por la provincia de Valladolid

Ventosa de la Cuesta fue señorío del escultor Alonso Berruguete (1488-1561),

quien lo adquirió en 1559 y dispuso ser enterrado en la parroquia de la Asun-

ción. Acomodado en una leve ola del terreno, celebra la fiesta de un mártir do-

minico en Vietnam canonizado por Juan Pablo II. Se llama San José Fernández

y subió a los altares en 1988. En Ventosa se venera como reliquia la falange de

uno de sus dedos. La iglesia corresponde a mediados del dieciséis, aunque ha

tenido diversas reformas. Es obra en ladrillo de una sola nave, que se cubre con

yeserías barrocas. El retablo mayor es de fines del diecisiete, pero incorpora al-

gunas pinturas de santos del Maestro de Becerril. Las tablas sobrantes del mis-

mo autor iluminan el retablo de San Miguel, situado en el lado del evangelio.

El ayuntamiento ocupa las antiguas escuelas, un edificio de 1870 con balcón

enrejado. La ermita del humilladero es sencilla, de ladrillo y tapial.

LOS BLASONES DEL VINO

En Serrada conviven en armonía las casonas del dieciocho y las audacias del

arte contemporáneo. Aquellas proceden de la prosperidad histórica del vino,

aunque un derribo hiriente desalojó de la plaza el ejemplo más notable de su

arquitectura solariega, el palacio sillar del Marqués de Torreblanca. Escultu-

ras y murales son el resultado de las cosechas culturales, una iniciativa itine-

rante del escritor Avelino Hernández (1944-2003), que a partir de los noventa

se avecindó e institucionalizó en Serrada. A su reclamo llegaron los artistas,

para iluminar cercas y medianeras con su pintura y dar vida a los espacios

abiertos con el escorzo de sus audacias estéticas. Su presencia no se limita al

estupendo Paseo del Arte.

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s Iglesia de la Asunción, en Ventosa de la Cuestas Iglesia de la Asunción, en Ventosa de la Cuesta

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Page 403: Viajando por la provincia de Valladolid

A la plaza asoman el consistorio neoclásico y la iglesia, ambos de fines del

dieciocho, que es cuando se hizo labor en Serrada. El ayuntamiento (1790) es

obra del arquitecto Tomás Domínguez, según planos reformados por Ventura

Rodríguez. Lo diseñó con dos plantas en ladrillo, reservando la piedra para ca-

jear los vanos y reforzar el zócalo. Un siglo más tarde le colocaron la peineta

del reloj, que trunca su desarrollo apaisado. La iglesia prolongó sus obras en-

tre 1772 y 1798, en que le colocaron las baldosas. En principio estaba previs-

ta su inauguración para san Miguel de 1774, siendo su coste de cien mil rea-

les. Pero las chapuzas del arquitecto Bernabé Domínguez, que pretendió en-

gañar en dimensiones y materiales, retrasaron el proceso con varios pleitos,

hasta que tomó las riendas el autor del consistorio. El detalle que encendió la

alarma fue su decisión de situar la torre sobre el coro. Los peritos convocados

a consulta dictaminan que esa pretensión es “a todas luces afirmada en la va-

nidad de una fantasía caprichuda” y que no se atiene a ninguna regla del ar-

te. Otros testimonios gremiales hablan de sus bajas temerarias e ilustran una

trayectoria chapucera del pedrajero, de la que hablan sus actuaciones en di-

ferentes lugares de Segovia. Su sucesor Tomás Domínguez remata la cabece-

ra, la torre y la sacristía. En su interior, la iglesia de San Pedro muestra un rico

repertorio de retablos barrocos y lujosa orfebrería.

Cerca de la plaza, se encuentra la casa palaciega de los Moyano, que habitó

el político maurista y poeta de timbre rural César Medina Bocos (1873-1959),

patriarca de una familia de artistas, en la que sobresalen la pintora Elvira (1910-

1997) y el escultor José Luis Medina (1909-2003). Don César fue gobernador

de Murcia, Almería y Vitoria, entre 1918 y 1931, centrándose más tarde en la

modernización agrícola de estos contornos, a cuyo laboreo incorporó la prime-

ra maquinaria. La casona, que la gente prefiere llamar del obispo, guarda una

de las puertas del cervantino hospital de la Encarnación.

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Tierra de Medina

s Escultura en el Paseo del Arte, en Serradas Escultura en el Paseo del Arte, en Serrada

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Page 404: Viajando por la provincia de Valladolid

Hacia Valdestillas queda el despoblado de La Moya, que recuerda una ermita

moderna. La plaza del Rollo ha quedado huérfana de símbolos jurisdicciona-

les, como el despoblado de San Martín. En cambio, el Pozo Bueno sigue re-

frescando el agua de su manantial con un dosel de ladrillo que ventilan cua-

tro arcos generosos y amplios. Camino de Valladolid, la bodega Hijos de Al-

berto Gutiérrez ocupa el solar de la antigua granja de los dominicos de San Pa-

blo, que conserva las naves subterráneas de más de un kilómetro de exten-

sión, fabricadas con ladrillo y bóvedas de cañón. Un privilegio de 1697, firma-

do por Carlos II, concedía a los frailes la licencia para producir vino. El dédalo

de aquellas bodegas centenarias recorre el subsuelo de Serrada y tiene sus

cruces señalizados como las calles superficiales, para orientar el natural des-

piste de los frailes en jornadas de probanza. Los Mellizos o Cuatro Caminos

son algunas de sus encrucijadas.

El nombre de La Seca se vincula con uno de los lagunajos estacionales que

son tan frecuentes en la campiña medinense. Sus primeras menciones corres-

ponden al siglo trece, aunque no alcanza la condición de villa hasta 1629. Por

entonces empieza a llamarse Villa Seca, aunque la denominación no prospe-

ra. Cien años después, el avance del viñedo llega a tal punto que el Consejo

de Castilla tuvo que adoptar severas medidas para evitar la desaparición de

los pastos. En el caso de La Seca, las sanciones obligaron a descepar las vi-

ñas ilegales. La creciente prosperidad de esta zona de la Tierra de Medina se

asentaba en un equilibrio entre la agricultura, los provechos del bosque, el vi-

ñedo y la ganadería, pero llegó un momento en que los majuelos rebasaban

la mitad del terreno, trasladando la pujanza vinícola del poniente de la comar-

ca, entre Nava y Alaejos, al área de Rueda, La Seca y Serrada. Estos pueblos

del sexmo montano ofrecían a las viñas unos suelos óptimos, recién rotura-

dos, sueltos y pedregosos.

402

s Patio interior del Ayuntamiento de La Seca

10 Tierra de Medina 7/4/09 14:36 Página 402

Page 405: Viajando por la provincia de Valladolid

Aquel brío se traduce en obras importantes que a lo largo del dieciocho van

jalonando la nobleza de su caserío. Unas, emprendidas por el concejo, como

el consistorio o el pósito; otras, por la parroquia, como las sucesivas mejoras

de su templo renacentista, o los franciscanos. También los vecinos pudientes

contribuyen con el empaque de sus viviendas blasonadas. Más de una doce-

na de casonas heráldicas, junto a otras singularizadas por vistosos elementos

decorativos, salpican el callejero de La Seca. Todo este legado centenario pa-

deció el infortunio del desarrollismo. Los inicios de la década de los sesenta

del pasado siglo asistieron, en años sucesivos, al incendio que arrasó el es-

pléndido edificio consistorial y al derrumbe de la torre de la parroquia, que

arrastró la ruina de la cabecera con sus ornatos.

La plaza Mayor de La Seca se ennoblece con los edificios neoclásicos del ayun-

tamiento y el pósito, construidos durante la última década del dieciocho. El

consistorio se hizo en cuatro años, entre 1791 y 1795, según proyecto del ar-

quitecto Ventura Rodríguez. Una nutrida cuadrilla de canteros vizcaínos, he-

rreros y ebanistas dio forma a un edificio apaisado cuya ausencia de elemen-

tos decorativos resalta su pureza de líneas, malograda en parte por la ruptura

cromática de la nueva cubierta de pizarra. En la revolución de 1868 se retiró el

escudo real de la fachada. Ocupa un rectángulo ligeramente irregular en tor-

no a un patio de dos pisos con pórtico de sillares y galería. Un incendio voraz

dejó los muros huérfanos en 1961. Fue reconstruido entre 1981 y 1986. El pó-

sito se distingue por su soportal de trece arcos, donde tomaban asiento los pa-

naderos y demás buhoneros ambulantes.

La iglesia de Nuestra Señora de la Asunción fue un templo renacentista de

mediados del dieciséis, cuyas trazas se atribuyen a Rodrigo Gil de Hontañón.

Pero queda poco de aquellos inicios: la cabecera, que malogró el desplome de

la torre, y el primer tramo de las naves. El resto se inscribe en el tránsito del

clasicismo al barroco. Sus obras se prolongaron hasta bien avanzado el dieci-

siete, con importantes añadidos en la centuria siguiente, como la sacristía, el

403

Tierra de Medina

s Soportales de la Plaza Mayor de La Secas Soportales de la Plaza Mayor de La Seca

10 Tierra de Medina 7/4/09 14:36 Página 403

Page 406: Viajando por la provincia de Valladolid

perdido retablo mayor de Churriguera, el órgano o el coro. La torre remataba

sus tres cuerpos de ladrillo con un alarde ochavado que cubría media naranja

con linterna. El ochavo y sus adornos se desplomaron sobre la cabecera del

templo en el mes de febrero de 1962, dejando el retablo barroco de Churrigue-

ra para provecho de chamarileros. Apenas se salvaron las columnas de su mag-

nífico andamiaje, entregando el resto a la almoneda, incluidos la reja del pres-

biterio y el púlpito.

La sacristía barroca iluminó las yeserías del techo con tres tablas del Maestro

de Portillo rescatadas de un antiguo retablo y varios lienzos de santos encar-

gados a un pintor del momento. Las tablas originales viajaron al Museo Dio-

cesano, dejando en su lugar unas reproducciones fotográficas. Son piezas

magníficas de este recinto el lavabo de piedra, la cajonera y una mesa de no-

gal, que tiene los apoyos decorados con esmero. A la misma época correspon-

den los sitiales, la reja y el monumental órgano del coro, que es uno de los me-

jores de la provincia.

404

s Iglesia de la Tercera Orden. La Seca

10 Tierra de Medina 7/4/09 14:36 Página 404

Page 407: Viajando por la provincia de Valladolid

A pesar de la abundancia de su tesoro, que se derrama por las capillas latera-

les del templo, la sangría artística de La Seca no se detuvo en aquellas pérdi-

das y traslados. El Museo de San Gregorio guarda un lienzo de la Asunción,

que es cuanto se salvó de la veintena de cuadros que a mediados del diecisie-

te pintó Fray Juan Rizzi para la iglesia de La Seca. Otras faltas son más recien-

tes, como la lámpara y las mazas de plata del dieciocho que catalogó el Inven-

tario de 1970 y ya no están.

A espaldas de la parroquia se alza la fachada de San Francisco, un templo ya

ruinoso del primer tercio del dieciocho. Tiene muros de ladrillo y tapial, con el

zócalo y la portada de sillería. Los franciscanos tuvieron que adquirir un solar

cercano a la iglesia, porque la parroquia les negó el uso de una capilla, cifran-

do la cesión en una cantidad desorbitada. A raíz del descalabro ocasionado

por el derrumbe de la torre de Santa María, en 1962, se trasladó el retablo ma-

yor a la iglesia, mientras el resto de sus ornamentos y bienes litúrgicos, que

no eran pocos, se liquidaron para financiar la reconstrucción de la parroquia.

De aquel expolio, que dejó a San Francisco desnudo y abandonado, vino la rui-

na. La misma almoneda se llevó por delante el Hospital del Carmen, de me-

diados del dieciocho, fundado por dos clérigos pudientes. Se pulieron sus bie-

nes y los ajuares con algún valor, salvándose un par de lienzos, que están en

la parroquia.

Varias ermitas, con desigual estado de conservación, presiden los caminos de

La Seca. A la del Cristo, en la carretera de Rueda, se le añadieron en el dieci-

nueve dos portadas laterales que dan acceso al camposanto. La del Niño Je-

sús se encuentra en la salida hacia Pozaldez y la de San Roque en un altoza-

no, rumbo a Serrada.

405

Tierra de Medina

s Ermita del Santísimo Cristo, en La Seca

10 Tierra de Medina 7/4/09 14:36 Página 405

Page 408: Viajando por la provincia de Valladolid

Rueda asoma sus casas a una carretera que discurre peraltada sobre el cau-

ce seco del arroyo del Arenal, aprovechado durante el pertinaz estiaje como

paseo. Para vadear la hendidura del arroyo el camino hacia La Seca cuenta

con un puente menudo diseñado con la confianza de no recibir en mucho tiem-

po el empuje de las aguas. No es el único enlace entre una y otra hilera de ca-

sas, que en mitad de su trazado se ensanchan sin llegar a formar una plaza.

Cada cierto espacio, más o menos con una cadencia de cien metros, hay unas

escaleras metálicas de quita y pon que facilitan el salto entre la carretera y el

lecho pavimentado del arroyo.

El caserío de Rueda se acopla en las suaves pendientes de un vallejo con for-

ma de artesa muy abierta y presenta su mejor cara a la pasarela de la antigua

nacional. El trazado periférico de la autovía sacó el tráfico de la arteria de Rue-

da, que sin embargo no se ha adaptado como calle Mayor de la villa sino que

conserva la amplitud asfáltica de una carretera deshabitada. Ha sido la últi-

ma mudanza importante en los hábitos de Rueda el alejamiento de aquel run-

rún del tráfico rodado. Es cierto que Rueda debe buena parte de la prosperi-

dad que recorre su historia a la localización privilegiada en el Camino Real de

Madrid, entre Tordesillas y Medina del Campo. La primera noticia de la Roda

medieval corresponde a una derrota de fines del siglo diez, cuando Almanzor

puso en solfa a los ejércitos cristianos. Durante algo más de quinientos años

dependió de Medina del Campo hasta que el 21 de mayo de 1636 el rey Feli-

pe IV la exime de aquella jurisdicción y le otorga el título de villa.

En los siglos siguientes Rueda experimenta una notable pujanza vinculada al co-

mercio del vino. Como advierte don Amando Represa, “los nobles, los hidalgos

406

s Iglesia de la Asunción, en Rueda

10 Tierra de Medina 7/4/09 14:36 Página 406

Page 409: Viajando por la provincia de Valladolid

y los labriegos acomodados, enriquecidos por el vino, supieron invertir sus

ganancias construyéndose moradas con cierto empaque”. Estas casonas for-

man en Rueda un lienzo porticado de acusada singularidad. De hecho, su ré-

plica se incorporó al Pueblo Español de Montjuich, construido para la

Exposición Universal de 1929. A un lado y otro de la carretera asoman ejem-

plares de mérito adornados con los blasones del vino. Casas nobles portica-

das, fachadas modernistas, miradores emplomados, balcones curvos, ruinas

inclementes. Las traseras de la pasarela ya están más alteradas y en el dé-

dalo de las pendientes conviven las construcciones de nueva planta con el

clamor de algunas ruinas.

El derrame urbano mediante entre la ermita de San José y la vieja carretera

muestra la huella del pavoroso incendio que arrasó la villa en agosto de 1896.

La mitad de sus más de cuatro mil habitantes quedó aquel verano a la intem-

perie. Como las desgracias nunca viajan solas, inmediatamente la plaga de la

filoxera se mostró voraz con los viñedos. Menos mal que el verdejo, habitua-

do a superar la inclemencia de las heladas y la asfixia de las sequías, se reco-

bró enseguida. A lo largo del siglo dieciocho la tierra de Rueda había vivido

una auténtica fiebre del vino, como queda patente en el rango de sus monu-

mentos de la época. La Denominación de Origen Rueda es la más antigua de

407

s Viñedos en Rueda

Tierra de Medina

10 Tierra de Medina 7/4/09 14:36 Página 407

Page 410: Viajando por la provincia de Valladolid

Castilla y León y en su precocidad lleva la penitencia. Abarca un ámbito de-

masiado extenso de características desiguales, que se reparte por las provin-

cias de Valladolid, Ávila y Segovia, y renuncia a la tradición histórica de los tin-

tos. Claro que también ha sabido envolver en arte su patrimonio vinculado con

el vino. La bodega Antaño ofrece a las visitas el recorrido por sus cuevas cen-

tenarias convertidas en un museo en el que lo más notable no es la bibliote-

ca inaugurada en cuché por el Nobel Cela. Por su parte, Yllera anima el reco-

rrido de su laberinto subterráneo con el aliciente mitológico del Hilo de Ariad-

na. Rueda fue pionera en la recepción de un cierto famoseo arrimado a la no-

toriedad del vino.

408

s Fachada de la iglesia de Ruedas Fachada de la iglesia de Rueda

10 Tierra de Medina 7/4/09 14:36 Página 408

Page 411: Viajando por la provincia de Valladolid

La visita a la villa debe iniciarse con la subida al cerro de la ermita de San Jo-

sé, desde donde se ofrece una excelente panorámica del conjunto urbano. Las

casas de esta pendiente de la artesa fueron las más afectadas por el incen-

dio. Luego todo el recorrido discurre por la vieja carretera. Escribanos de to-

das las edades se empeñan en hacer pasar por el centro de Rueda el cauce

exhausto del Zapardiel cuando es evidente que desde Medina va por Torreci-

lla del Valle hacia Foncastín. No es el único traspié con Rueda, de manera que

uno ya no sabe si atribuir al vino la frecuencia de los tropiezos. Rueda cuenta

con una iglesia excepcional, quizá el mejor barroco de la provincia. La tradi-

ción oral recuerda cómo al arquitecto Manuel Serrano se le vino abajo la cú-

pula del crucero por andar excedido de etílico. Y parece que fue cierto. De he-

cho, Serrano pasó una temporada en la cárcel y luego tuvo que rehacer, ya so-

brio, el desaguisado. El castigo de Baco afectó medio siglo después a la guar-

nición francesa establecida en Rueda. Los ingleses de Wellington los acuchi-

llaron sin clemencia.

Los monumentos de Rueda resultan muy accesibles. Las vecinas de la ermita

del Cristo de la Cuba o el sacristán de la Asunción se ofrecen a enseñar su in-

terior en cuanto ven a alguien fijarse en las fachadas. La iglesia guarda un te-

soro que ningún viajero debe perderse. La visita culmina en una sacristía in-

mensa y ricamente decorada, destinada a las reuniones de las cofradías. La

ermita del Cristo de la Cuba pone broche al pueblo. Se levantó a mediados del

dieciocho con la venta del vino de una cuba de quinientos cántaros que iban

rellenando los vecinos.

409

s Casa Señorial, en Rueda

Tierra de Medina

10 Tierra de Medina 7/4/09 14:36 Página 409

Page 412: Viajando por la provincia de Valladolid

MEMORIA DE UN ÉXODO

Un bosque de alcornoques y un torreón centenario esperan al viajero en el

coto de Foncastín de Oliegos, que desde hace medio siglo alberga a los

cepedanos transterrados por el embalse de Villameca en un pueblo blanco

de diseño geométrico. El camino desde la autovía hasta el mirador del Zapar-

diel discurre entre cascajares de viñedo y algunas motas de pinar. En el cota-

rro que protege al pueblo de los vientos hay una bodega monumental, con un

cañón de casi un kilómetro, del que parte una sisa de trescientos metros, pe-

ro está abandonada. Fue del Marqués de la Conquista, descendiente de Pi-

zarro, que vendió estas tierras a los cepedanos desterrados por el embalse

de Villameca.

Antes de llegar a Foncastín, impone su estampa enjalbegada un cementerio

reciente, de diseño mediterráneo. Lo arropa hacia el ocaso una isla forestal en

la que conviven encinas canijas y pinos de buen porte. En el coto de Foncas-

tín, sometido al laboreo de la “abrasada gleba”, como escribió el poeta Anto-

nio Gamoneda, “cuajado en la luz, hirviendo, después de mucha tierra desha-

bitada de pájaros, surge un pueblo”. El caserío blanco comparte la solana con

las viejas corralizas de la finca agrícola. Fue uno de los primeros poblados de

colonización agraria y a pesar de todo llegó seis años tarde. Su autor, el arqui-

tecto Jesús Ayuso Tejerizo, tenía la experiencia de haber intervenido en las

trazas de la Granja Escuela José Antonio de Valladolid y más tarde se incor-

poró al equipo del Instituto de Colonización, para el que dibujó nuevos pobla-

dos en Hellín y otros pagos manchegos. Su actuación en Foncastín revela el

410

s Homenaje a la mujer rural en la plaza de Foncastíns Homenaje a la mujer rural en la plaza de Foncastín

10 Tierra de Medina 7/4/09 14:37 Página 410

Page 413: Viajando por la provincia de Valladolid

propósito de urbanización del mundo rural que guió los pasos del Instituto y

responde a la fórmula de combinar una cierta vanguardia arquitectónica con

las dosis precisas de pintoresquismo comarcal.

Este poblado y el de La Vid, en la ribera burgalesa del Duero, son los primeros

de Castilla y León. Luego se sucederán las actuaciones, que tuvieron especial

incidencia en la segunda mitad de los cincuenta y primeros años sesenta. Lu-

gares salmantinos como Castillejo, Santa Inés, Santa Teresa, El Torrejón o Fres-

no Alhándiga, vallisoletanos como La Espina o San Bernardo, o palentinos co-

mo Villoldo o Cascón de la Nava responden a ese impulso. Aunque el ejemplo

más importante sea el zamorano Ribadelago, urgido por la catástrofe que oca-

sionó la rotura del embalse del Tera. Foncastín supuso la primera intervención

colonizadora, acuciada por la necesidad de realojar a los vecinos de Oliegos,

único pueblo anegado por el embalse de Villameca, en la comarca leonesa de

la Cepeda. Como ocurrió en tantas otras obras hidráulicas, la ejecución del em-

balse quedó interrumpida por la guerra civil, de manera que los afectados re-

cibieron el pago de sus bienes diez años después de haber sido tasados. El ca-

mino del éxodo lo recorrieron entre el 28 y el 30 de noviembre de 1945, haci-

nados en un convoy ferroviario de treinta vagones los vecinos y sus animales

y enseres, incluidos los santos, las campanas y los carros. Antes de que pasa-

ra un año, en la tarde del 2 de octubre de 1946, Franco inauguraba el pantano

de Villameca.

El viaje de los olegarios, que es como se llaman a sí mismos los vecinos de

Oliegos, partió de la estación de Porqueros, adonde llegaron por sus medios,

hizo alto y noche en Astorga, parada en León, donde la ciudad los agasajó con

411

Tierra de Medina

s Torreón de Foncastín, en el valle del Zapardiel

10 Tierra de Medina 7/4/09 14:37 Página 411

Page 414: Viajando por la provincia de Valladolid

412

una comida en el parque de San Francisco, y en Valladolid, para pasar la se-

gunda noche. Desde Valladolid, en la mañana del 30, los vecinos, a quienes

acompañaban el cura con sus preces y la maestra tocando la pandereta, fue-

ron trasladados en autobús a Foncastín, mientras la impedimenta seguía via-

je ferroviario hasta Medina.

Al llegar a su destino, metidos casi en diciembre, comprobaron con decepción

que del pueblo nuevo prometido no había ni rastro y tuvieron que refugiarse

en las corralizas del marqués, dejando animales y enseres a la intemperie. To-

davía tardarían seis años en levantarse las casas, diez la iglesia y bastante

más el cementerio. Aquella mudanza forzada les había soplado los cuatro mi-

llones y medio de la indemnización y los empeñaba durante veinte años con

el Instituto de Colonización. Incluso el viaje, jaleado de discursos patrióticos a

su paso por las ciudades, les costó la fortuna de diecisiete mil pesetas de en-

tonces. Y para colmo, les esperaba el áspero malestar de los jornaleros de la

finca, temerosos de perder el empleo de sus brazos.

Los transterrados trajeron al valle del Zapardiel, con sus ganados y aperos, las

costumbres cepedanas en la guarda de las veceras o en la carga de los carros.

Enseguida descubrieron la fertilidad agrícola de aquella amplia hondonada pa-

ra el cultivo de remolacha. Todavía hoy, después de más de medio siglo des-

de su llegada, el caserío blanco se reparte la solana con las corralizas del mar-

qués. Un arco, rematado por una hornacina vacía y una veleta con gallo, mar-

ca la frontera entre la pulcritud y la mugre. La plaza es el cogollo de Foncastín,

al que asoman las calles del poblado y en el que se alzan la iglesia y la casa

s Alcornocal de Valdegalindo, en Foncastín

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Page 415: Viajando por la provincia de Valladolid

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del concejo. En medio, la imagen de una mujer con azada preside el recinto

mirando a las campanas traídas de Oliegos. El interior de la iglesia guarda los

santos rescatados del pueblo antiguo junto a la sorpresa de un mural esplén-

dido, obra del artista Manolo Rivera, uno de los integrantes del grupo El Paso.

El otero que respalda al caserío ofrece un mirador inmejorable hacia las lomas

forestales del entorno y sobre la hondonada del Zapardiel, donde destaca so-

litario entre sembrados el torreón medieval de vigilancia. Un río remansado

en el humedal del valle, que más recuerda al Zapardiel cervantino “famoso por

su pesca” que al cauce seco que atraviesa Medina. En término de Foncastín

se encuentra uno de los raros y centenarios alcornocales de la provincia, cu-

yos árboles se desnudan de su corteza cada diez veranos para aprovechar el

corcho y deslumbrar al paseante con su tronco carmesí.

LA CORTE DEL ZAPARDIEL

Aunque sus campos afirman ahora la estampa de la Castilla desarbolada, ese

paisaje sin apenas matices ni mobiliario natural que Delibes calificó de espec-

tacular por su carencia de ornato, no hace falta remontarse muy allá para des-

cubrir otra imagen distinta en este mismo espacio. Más o menos, el salto re-

corre el medio siglo que lleva su terrazgo parcelado. Ese afán por agrupar tie-

rras, explanar linderos y suprimir las teselas del mosaico paisajístico modifi-

có la red de cañadas y caminos radiales, que comunicaban cada pueblo con

los pagos y pueblos de alrededor, al tiempo que se amplió el repertorio de cul-

tivos y se secaron muchas fuentes y lavajos.

s Alcornoque en Foncastín

Tierra de Medina

s Alcornoque en Foncastín

10 Tierra de Medina 7/4/09 14:37 Página 413

Page 416: Viajando por la provincia de Valladolid

“Desde Medina hasta el Carpio hay tres leguas y media. Desde el Carpio a

Fresno, media, viéndose varios pueblos a la mano derecha, como son Villaver-

de, la Nava del Rey, Villanueva de las Torres, Torrecilla de la Orden y en dis-

tancia Alaejos; a la izquierda, El Campillo, Brahojos y a lo lejos Madrigal, Can-

talapiedra y otros pueblos. El terreno es arenisco, y guijoso, donde a poca cos-

ta se podrían alinear y formar buenos caminos y hacer grandes plantíos”. La

cartografía ilustrada de Ponz relega al olvido las riberas del Zapardiel, donde

se asentaron los primeros repobladores palentinos. Los viejos núcleos medie-

vales de Carrioncillo y Dueñas de Medina han quedado apresados entre la vía

del ferrocarril y la cornisa del Zapardiel, que a partir de aquí ya busca el Due-

ro por Torrecilla y el viejo Foncastín. Torrecilla del Valle tuvo una población

oscilante, apiñada en torno a la fortaleza, que la abandonó a fines del dieci-

séis para retornar un siglo después. La iglesia, de ladrillo y calicanto, es un

templo medieval, de fines del trece. Un zócalo enfoscado mutila el vuelo de su

portada mudéjar con triple arco. La entrada actual se abre a los pies de la es-

padaña, bajo una hornacina que guarda una imagen de piedra.

414

s Viñedos en Torrecilla del Valles Viñedos en Torrecilla del Valle

10 Tierra de Medina 7/4/09 14:37 Página 414

Page 417: Viajando por la provincia de Valladolid

Dueñas de Medina tuvo parroquia, dedicada a San Antonio, de la que de-

pendía la iglesia de Carrioncillo. Entre ambos caseríos discurre el arroyo de la

Dehesa, que agrupa un par de arroyuelos estacionales que se nutren en lava-

jos de la Tierra de Medina: el Valdávila, en los Lavajuelos de Nueva Villa de

las Torres, y el de la Dehesa, en el Catarrén de Carpio. La iglesia de Dueñas

ocupa un teso sobre el Zapardiel, que dominan los ojos de su espadaña. Es

obra del dieciocho, cuando el pueblo llegó a censar cuarenta vecinos, hecha

en tapial y ladrillo, y tiene adosado el camposanto.

Carrioncillo se llamó un tiempo Carrión de Medina y figura en la historia

por la crianza en su palacio del rey aragonés Alfonso V el Magnánimo, naci-

do en 1394 y fallecido en su reino de Nápoles en 1458. En la actualidad, ape-

nas conserva el emblema de la ermita de Santa María, un muro de calicanto

del palacio y un pequeño caserío, situado en un entorno delicioso, habilitado

como zona recreativa. La lima del tiempo devastó la casa palaciega, donde

“el buen rey, siendo niño, se crió, y siendo mozo, residió”, según anota en sus

Epístolas el franciscano Fray Antonio de Guevara. Las vestiduras vegetales

de ribera que arropan a Carrioncillo lo alejan de la imagen de “aldehuela pa-

jiza” con que lo pintó el fraile. El rey Alfonso escogió para su solaz el reino na-

politano, donde se convierte en protector de los artistas y escritores del hu-

manismo. Pero nunca olvidó la magia de las jornadas cabe el Zapardiel. A su

muerte, dejó la corona de Nápoles a su bastardo Ferrante, mientras el trono

de Aragón pasaba a su hermano Juan II. El empaque de aquel palacio real se

prolongó hasta bien entrado el dieciséis. En diciembre de 1585, una tasación

de las obras que se precisan para parar su ruina ya advierte que si no se ac-

túa con rapidez “con el temporal venidero el dicho palacio se hundirá y cae-

rá”. En aquel dictamen se describe como casa con huerta y alameda, de dos

plantas, con caballerizas, zaguán, tres balcones y escalera en la fachada

415

Tierra de Medina

s Ermita de Carrioncillo

10 Tierra de Medina 7/4/09 14:37 Página 415

Page 418: Viajando por la provincia de Valladolid

principal, capilla, y una galería con balaustres en la trasera, mirando hacia el

río. Los Reyes Católicos lo utilizaron como pabellón de caza y, una vez muer-

ta Isabel, Fernando trajo a esta Corte fluvial a su segunda mujer, Germana de

Foix, con quien buscaba tener descendencia masculina. Un brebaje que le

preparó la señora con ese fin a punto estuvo de acabar con él una tarde de

1513 a orillas del Zapardiel.

Villaverde de Medina se encuentra en la carretera de Medina a Nava del

Rey y a mitad de camino de los despoblados de Carrioncillo, Dueñas y Roma-

guitardo. Aunque mantuvo el apellido, en 1626 se liberó de la jurisdicción de

Medina. La iglesia de Santa María del Castillo no pregona al exterior las ma-

ravillas que guarda dentro. Apenas la cabecera se permite el alarde de cua-

tro pináculos y unas cuantas gárgolas de granito. Tiene planta rectangular de

una nave, con capillas laterales entre los contrafuertes, y torre a los pies. Pa-

rece una reedificación en la segunda mitad del dieciséis de un templo ante-

rior, del que conserva la advocación del Castillo. El esplendor se concentra en

la capilla mayor, que preside un magnífico retablo barroco de comienzos del

diecisiete, ensamblado por Juan de Muniátegui con labor escultórica de Gre-

gorio Fernández y policromía de Diego Valentín Díaz. Este retablo monumen-

tal sustituyó a otro de pincel, cuyos cuadros visten ahora las paredes de la

sacristía. Sobre él se derrama la decoración en yeso de los hermanos Corral

de Villalpando, que cubre la amplitud de la bóveda estrellada con la riqueza

desbordante de un repertorio

iconográfico en el que combi-

na personajes bíblicos y de la

mitología clásica, profetas y

evangelistas. Las paredes del

testero las ilustra una se-

cuencia con las escenas de la

Pasión pintadas al fresco.

El conjunto de retablos y bie-

nes muebles que guarda esta

iglesia es de una riqueza im-

presionante, a pesar de las

mermas en pintura, escultura

y ajuar litúrgico que se detec-

tan respecto al Inventario de

1970. El despoblado de Ro-

maguitardo conserva un to-

rreón de calicanto junto a un

lavajo, en la carretera de

Nueva Villa de las Torres.

416

s Iglesia de Villaverde de Medina

10 Tierra de Medina 7/4/09 14:37 Página 416

Page 419: Viajando por la provincia de Valladolid

MÁSTILES DEL RASO

Sus vinos, piropeados por Tirso de Molina, le dieron sucesivamente a Nava

del Rey la independencia, el título de villa y el rango de ciudad. También si-

glos de esplendor que resumen sus mejores edificios. Durante el sexenio re-

volucionario se llamó Nava de la Libertad. El fracaso de las Comunidades, que

empujó la decadencia de Medina, lo supo aprovechar Nava para desprender-

se de su apellido y tentar a la Corona hasta conseguir su emancipación de la

villa de las ferias en 1560, convirtiéndose en capital de su territorio de ponien-

te. Ya entonces era una población rica, capaz de pagarse este capricho de su

independencia. Además, sus bodegas guardaban los caldos que más gusta-

ban en la Corte. Existía en aquella época la creencia de que sus terrenos de

arcilla blanquecina clarificaban los vinos sin alterarlos y sin mengua de su pu-

reza. En realidad, por entonces el agasajo cortesano de la Nava no se reducía

a aquellos vinos que Tirso de Molina llegó a bautizar como ‘monarcas de Cas-

tilla’, sino que incluía los deleites de la dulcería. Así que en unos pocos años

se convirtió en villa y ostentó el apellido del Rey.

La historia enseña que estas mudanzas no son de mucho fiar. Tres siglos más

tarde, coincidiendo con las vendimias de 1868, el Ayuntamiento celebró la

caída de Isabel II adoptando solemnemente el nombre de Nava de la Libertad.

Pero la nueva denominación no llegó a cumplir el sexenio: el 5 de marzo de

1874 se repuso el apellido regio. Atraído por el rótulo, pero sobre todo por sus

417

s Semana Santa en Nava del Rey

Tierra de Medina

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Page 420: Viajando por la provincia de Valladolid

vinos, visitó la villa el rey Alfonso XII durante las vendimias de 1877. Llegó en

tren, arropado por Cánovas y por el duque de Sexto. El camino hasta el con-

sistorio estaba engalanado con arcos florales, pero el monarca prefirió hacer

el recorrido en coche después de entretenerse un rato largo en la bodega del

marqués de Viesca. Luego, de vuelta a Madrid, se portaría, concediendo aquel

diciembre a la villa el título de ciudad. Viesca era entonces dueño del vecino

pueblo zamorano de Guarrate, donde tenía su palacio, que ahora ocupa la ca-

sa consistorial. La bodega de Nava era proveedora de la Casa Real y ocupaba

un edificio que todavía se conserva, en la salida hacia Tordesillas, donde está

previsto instalar un museo del escultor navarrés Luis Jaime Martínez del Río.

Esta iniciativa cultural coincide con la transformación urbanística de los vie-

jos almacenes alentados en su día por el paso del ferrocarril. Un movimien-

to que encaja en la sabiduría de la villa para sacar provecho de la casualidad.

Así ocurrió con la procesión de los pegotes que acompaña la bajada de la Vir-

gen cada 30 de noviembre desde la ermita del pico Zarcero hasta la parro-

quia de los Santos Juanes. En 1745, la lluvia obligó a retrasar el descenso

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s Ayuntamiento e iglesia de los Santos Juanes, en Nava del Rey

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Page 421: Viajando por la provincia de Valladolid

hasta entrada la noche, de manera que el Ayuntamiento tuvo que iluminar el

recorrido con hogueras y antorchas de pez y esparto, a las que la gente bau-

tizó como pegotes. La vistosidad del traslado consagró para siempre la pro-

cesión nocturna, que lleva a la Virgen en un carruaje con forma de urna tira-

do por caballerías. El recorrido iluminado con teas devuelve a la Virgen a su

ermita el 8 de diciembre en medio del entusiasmo de la concurrencia, que

compite en el ingenio de los vivas. El camino entre la plaza, que domina el

templo de los Santos Juanes, y el cerro Zarcero, que corona la ermita de la

Concepción, articula uno de los paseos más atractivos de la ciudad. En su

arranque llaman la atención los soportales, la forja de balcones y la labor del

ladrillo llagado. Luego, se suceden un vía crucis centenario, el viejo campo-

santo y la senda arbolada hacia el nuevo, el pozo de la nieve y el lavajo de las

Cruces, mientras la pendiente regala los contornos de un caserío marcado

por la flecha de su giralda. Arriba, un pinarillo tenaz disimula la arboladura

de las antenas y deja espacio para la ermita de ladrillo, cuyo exterior prego-

na la nobleza de sus trazas.

419

Tierra de Medina

10 Tierra de Medina 7/4/09 14:37 Página 419

Page 422: Viajando por la provincia de Valladolid

Todos los rumbos urbanos de Nava conducen al rompeolas de la plaza, que se

anuncia por el mástil de la torre. Por la entrada de Alaejos se ve a la izquierda

el convento de las Capuchinas, que esconde en su interior imaginería del na-

varrés Luis Salvador Carmona, mientras pregona en la fachada su exquisita

repostería con el letrero de Tocas. Las clarisas de Nava abren todos los días

su templo a las visitas y ofrecen un repertorio de dulces artesanos imposible

de esquivar. A diario dispensan pastas de té, sables, isabelinas, amarguillos,

mostachones y rosquillas de palo. Las tartas hay que encargarlas, como las

empanadas de los sábados. Por Navidad hacen un turrón de pecado.

Adosada a la trasera de la iglesia, dividiendo el tráfico, se encuentra la ermi-

ta de la Vera Cruz, que alberga los pasos de la Semana Santa. Por la calle de

entrada a la plaza se suceden, a la derecha, la biblioteca, la subida al hospital

de San Miguel y el consistorio; a la izquierda se alza poderosa la torre, asoma

una de las portadas del templo y aparece la espléndida sacristía de Churrigue-

ra. La torre tuvo que rehacerse a comienzos del dieciocho, después de haber-

se arruinado la diseñada por un alarife de Alaejos. En su interior resume los

siglos de pujanza de la villa navarresa. Es obra del arquitecto Gil de Hontañón

enjoyada de retablos y con el remate de un coro espléndido. El retablo mayor,

cuya obra escultórica corresponde a Gregorio Fernández, y la sacristía churri-

gueresca son dos altos obligados en la visita.

Si la iglesia testimonia el esplendor de la villa en el dieciséis, el Siglo de las

Luces dejará abundancia de manifestaciones de su prosperidad. A mediados

de la centuria, el Catastro de Ensenada revela que Nava es la segunda pobla-

ción de la provincia, con el doble de los habitantes que tiene actualmente. Só-

lo la capital la triplica, mientras su censo supera en mil a la villa de Medina.

Entonces la fabricación de paños y lino acompaña a la industria de los vinos.

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s Procesión Virgen de los Pegotes, en Nava del Rey

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Page 423: Viajando por la provincia de Valladolid

De aquel periodo es el estupendo consistorio que ennoblece la plaza, así co-

mo el hospital de San Miguel y el convento de capuchinas. El antiguo conven-

to de agustinos cedió su solar al noviciado de redentoristas, actualmente ocu-

pado por una residencia de ancianos. La iglesia es de 1885 y tiene el encanto

de la arquitectura de aquel fin de siglo.

El camino de Nava del Rey a Alaejos ofrece una deriva hacia Siete Iglesias y

los Evanes, una vez vadeado el cauce arenoso y forestal del Trabancos por las

alamedas del Rayo. Sieteiglesias de Trabancos fue repoblada por Alfon-

so VI después de la conquista de Toledo, a fines del siglo once, y fortificada

durante la separación de León y Castilla, entre 1157 y 1230, para fijar esta fron-

tera de los reinos. La primitiva población se arropó en torno a la fortaleza y a

su iglesia de Santa María del Castillo. Ya entonces se menciona como Siete

Iglesias, aunque el nombre no obliga a tan copioso censo de templos. Además

de la parroquia, dedicada a San Pelayo, conserva un humilladero del diecisie-

te. En la disputa sucesoria entre Isabel la Católica y su sobrina la Beltraneja,

tomó partido por la perdedora, como Castronuño y Torrecilla de la Orden. La

derrota arrasó sus castillos. Javier Castán supone que la desaparecida iglesia

de Santa María del Castillo debió de ser similar a la de Fresno el Viejo, tam-

bién románica del doce en su arranque. En la segunda mitad del diecisiete se

rebajó a ermita, reducido su espacio a la capilla mayor, que se tapió abriendo

la entrada en el arco toral. La nave se desmanteló y vendió como material de

construcción: piedra, un millar de ladrillos, clavos, clavijas, maderos y vigas,

tablones, chilla y chillones, zapatas y vi-

guetas. Se aprovecharon en la fábrica de

la cárcel, de la carnicería y de algunas vi-

viendas. En 1793, el resto convertido en er-

mita se vendió para panera. En la actuali-

dad, el cerro de Santa María cobija un la-

berinto de bodegas, del que emerge algún

raigón de muro y unas cuantas zarceras y

chimeneas. San Pelayo fue algo posterior

a Santa María del Castillo, pero se rehízo

por completo en el siglo diecisiete, prolon-

gándose las obras hasta la segunda mitad

del dieciocho. Es obra en ladrillo, de trazas

sencillas, que se cubre con yeserías barro-

cas. La torre es espigada, con un remate

que desdice de su arranque. A poco más

de un kilómetro del frontón se encuentra

la Fuente de la Mora, un manantial mudé-

jar con dos bocas que sigue alimentando

las leyendas del imaginario popular.

421

Tierra de Medina

s Sieteiglesias de Trabancoss Sieteiglesias de Trabancos

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Page 424: Viajando por la provincia de Valladolid

Eván de Arriba y Eván de Abajo, situados en la orilla izquierda del Traban-

cos, surgieron en torno a los torreones de cal y canto erigidos en la frontera

durante la separación de los reinos de León y Castilla. Todavía se conservan

vestigios de aquellas fortalezas y a su abrigo un par de templos del dieciocho,

aunque ya rebajados de culto. En el despoblado de Eván de Arriba, la iglesia

de Santa Cecilia tiene los muros de ladrillo blanqueados y su interior devasta-

do. Un par de lienzos del dieciocho, dedicados a la Virgen y a San Donato, re-

posan en colecciones particulares. Eván de Abajo ha tenido más suerte y en

su caserío se habilitaron tres casas de turismo rural. Sobre la silueta de alme-

nas del paredón de la fortaleza sobresale la sencilla espadaña del templo de

San Miguel.

La estampa de Alaejos se impone desde la lejanía en el puzzle de provincias

que encaja las planicies de Valladolid con Zamora, Salamanca y Ávila. Pero el

poderoso reclamo de las torres oculta a menudo enclaves tan sorprendentes

como su inadvertida fortaleza. Aunque no podrá culparse del olvido a la opa-

cidad del callejero. En general, los castillos ocupan emplazamientos sobresa-

lientes, que permiten adivinar de lejos la mella de sus almenas. También la

fortaleza de Alaejos se elevó sobre el punto más alto de la villa, circundada

por un profundo foso que la hacía inabordable. Así se mostró durante la gue-

rra de las Comunidades, cuando defendió para el emperador esta encrucijada

del reino. La calle que comunica la plaza Mayor con la Ronda del Castillo se

llama Fortaleza y Plaza, así que no hay lugar a engaños. A su final, yendo

desde la plaza, hay que tomar la ronda y descender hasta la cava, que es un

foso muy profundo que aísla el altozano de la derruida fortaleza. Quedó des-

mantelado en el siglo dieciocho. No es el único secreto de una villa diáfana y

aérea como Alaejos, pero sí el más insólito. Emplazada en una motilla casi

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s Iglesias de San Pedro y Santa María, en Alaejos

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Page 425: Viajando por la provincia de Valladolid

imperceptible, en la encrucijada de Valladolid a Portugal y de Toro a Madrid,

su caserío se derrama al pie de los poderosos mástiles de Santa María y San

Pedro. Completa la estampa la ermita de la Casita, solitaria y peraltada en el

amago de un cerro.

Su historia medieval descansa en el castillo de los Fonseca, que recibieron el

señorío en 1452. Aquí estuvo presa la reina Juana de Portugal, hasta que un

soborno permitió su encuentro en Cuéllar con don Beltrán de la Cueva. Era la

mujer del monarca Enrique IV, pero como el señor de la fortaleza era un taima-

do arzobispo supo jugar sus bazas a varias cartas. Un siglo más tarde, después

del asedio comunero, conoció la villa una época de prosperidad, en parte asen-

tada en el prestigio de sus vinos. Conviene no olvidar el aviso de Francisco

Quevedo:

Los paños franceses

no abrigan lo medio

que una santa bota

de lo de Alaejos.

Pronto el vino de Alaejos empezó a notar las mermas de su mercado, en be-

neficio de lugares mejor comunicados y con los majuelos menos expuestos a

los cierzos: Rueda, Medina, Serrada o La Seca. Aunque este pueblo empren-

dedor no iba a resignarse en la postración.

La plaza de Santa María es un recinto irregular en el que se miran la cara la

iglesia que le da nombre y el antiguo hospital del Buen Pastor. Sin entrar en

mayores averiguaciones, parece el arranque adecuado para pasear por Alae-

jos. La iglesia de Santa María fue el primer monumento de la villa, que desde

423

s Iglesia de Santa María, en Alaejos

Tierra de Medina

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Page 426: Viajando por la provincia de Valladolid

fines del pasado siglo protege su integridad con la declaración de Conjunto

Histórico Artístico. El templo se adorna con una torre de cinco cuerpos que cor-

ta el aire hasta una altura de 65 metros. El mástil mudéjar remata en una es-

pecie de minarete. Más abajo quedan los huecos de las campanas, entre las

que voltea la fanfarrona que lleva escrito en el bronce su peso de veinte quin-

tales. La iglesia es del dieciséis y la torre algo posterior. Las tres naves inte-

riores se cubren con bóvedas de crucería, mientras la capilla mayor y el cruce-

ro muestran estupendas armaduras mudéjares. La del presbiterio, reluciente

de dorados y policromía; la situada sobre el crucero, sin policromar, lo mismo

que el coro, cuya labra revela el mestizaje de trazos mudéjares y renacentis-

tas. El retablo mayor es obra de Esteban Jordán y está dedicado a la vida de

la Virgen. El interior de Santa María acoge un museo interesante. Se formó en

los años ochenta, después de un robo, agrupando la platería y las obras escul-

tóricas o de pincel más destacadas de ambas parroquias, para evitar la san-

gría de nuevos expolios. Entre las pinturas destaca un par de lienzos de Lucas

Jordán. Hay profusión de relicarios, cruces, custodias y portapaces de plata,

además de varios marfiles y un altorrelieve de San Jerónimo. Tampoco son

desdeñables los ternos litúrgicos y el repertorio de libros sacros.

El antiguo hospital del Buen Pastor alberga el Centro de Salud en su arquitec-

tura de tapial y ladrillo. Se hizo en el siglo diecisiete y llevó una vida vacilante

hasta que se benefició de las rentas de las reales fábricas de paños, velas y

esteras establecidas un siglo más tarde por la Real Sociedad Económica de

Amigos del País, que además en este caso era caritativa. Se creó en 1785 y

fue la primera de la provincia, seguramente debido a que entonces se habían

casado en Alaejos dos hijas del ilustrado Campomanes. La guía para llegar a

la plaza Mayor es el mástil de San Pedro. El recinto es amplio y con tramos de

424

s Ayuntamiento de Alaejos

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Page 427: Viajando por la provincia de Valladolid

soportales. El cabildo de San Pedro añadió en el dieciocho a la cabecera del

templo un balcón para contemplar los festejos y echar un ojo al discurrir de los

mercados. En tiempos de avenencia, los clérigos de Santa María compartían

este mirador, pero la reiteración de malentendidos les animó a construir para

su disfrute una casona que combina ladrillo y mampostería y exhibe el escu-

do parroquial: unas azucenas que brotan de un jarrón. Tiene una buena balco-

nada de forja y se adorna con crestería de barro cocido. Tampoco el consisto-

rio se quiso quedar atrás e instaló un desahogado mirador. Es de comienzos

del dieciocho. Bajo el reloj aparece incrustada una lápida de mármol con una

inscripción borrosa, dedicada a la Constitución democrática de 1869. Al pare-

cer, esta lápida sustituyó o quizá simplemente oculta el escudo real y la men-

ción al monarca reinante cuando se construyó.

La iglesia de San Pedro es posterior a la de Santa María, quizá de la segunda

mitad del dieciséis. Su imagen, incluso vista desde la cercanía de la plaza,

es más aérea que maciza. La torre es ya del diecisiete e incorpora decoración

esgrafiada y cerámica. Tiene tres naves cubiertas con adornos de yeso y

cobija una buena colección de retablos. Entre la plaza y la muela del castillo,

se suceden varios palacios con los escudos prendidos en muros de ladrillo.

425

s Detalle de la iglesia de San Pedro, en Alaejos

Tierra de Medina

s Detalle de la iglesia de San Pedro, en Alaejos

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Page 428: Viajando por la provincia de Valladolid

LA CAMPIÑA DE LOS LAVAJOS

Castrejón de Trabancos se acomoda en la pendiente del páramo que recor-

ta el cauce del río. Como otros pueblos de estos confines, fue escenario de un

par de batallas fronterizas, en 1179 y 1218, y víctima del saqueo de los fran-

ceses en 1812. Calles en cuesta conducen hasta la Torre de la Villa, que es

cuanto queda de la iglesia de Santa María del Castillo: una rota espadaña de

dos ojos. Asentada sobre los cimientos del torreón que controlaba el paso del

río, estuvo en uso hasta la segunda mitad del dieciocho. Actualmente, ofrece

un estupendo mirador sobre la ladera del pueblo y la vega hortelana del Tra-

bancos. La iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, que sustituyó al templo

del siglo doce, es barroca y se empezó a construir en 1762. Por fuera llama la

atención su fachada que remata un vistoso campanario. En su interior conser-

va algunas piezas trasladadas de la iglesia del Castillo, entre las que destaca

la Virgen del Rosario.

426

s Iglesia de Castrejón de Trabancos

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Page 429: Viajando por la provincia de Valladolid

Torrecilla de la Orden acoge en su término, que hace cuña entre las provin-

cias de Salamanca y Zamora, la ribera arbolada del Guareña, cuyo cauce mo-

linero ofrece encantadores parajes de recreo. Antes de llegar al pueblo desde

Castrejón, domina un altozano la ermita barroca de la Virgen del Carmen, se-

de de la cofradía de los pastores. Sus adornos se concentran en la capilla ma-

yor, separada por una reja, y el camarín. Ambos espacios los cubren sendas

cúpulas con yeserías, más recargada la del camarín. El retablo muestra en su

ático una reproducción de la Santa Faz de Zurbarán. El original, fechado en

1658, lo vendió el pueblo al Museo Nacional de San Gregorio a finales de los

sesenta, por dos millones de pesetas, dando pie a un pleito con la parroquia

que se prolongó diez años.

Torrecilla fue encomienda de la Orden de San Juan de Jerusalén, como el

vecino Fresno el Viejo. De ahí su apellido, que acompaña a la fortaleza de fron-

tera. Antes se había llamado Algodre. El castillo, que sigue dando nombre a

la parroquia, fue el núcleo alrededor del que se repobló la villa. Una apuesta

equivocada por Portugal en la sucesión de Juan II acarreó su destrucción a

427

s Iglesia de Torrecilla de la Orden

Tierra de Medina

10 Tierra de Medina 7/4/09 14:37 Página 427

Page 430: Viajando por la provincia de Valladolid

fines del quince. Poco después, se construyó la Casa de la Encomienda, que

reunía la administración de Fresno y Torrecilla. Esta residencia del comenda-

dor tenía dos plantas con un patio en medio y perduró en su función hasta el

dieciocho. La compró en 1852 el consistorio para levantar en su solar la escue-

la y casa de los maestros. La Encomienda de Fresno y Torrecilla llegó a contar,

junto a las iglesias y sus derechos, con un par de palacios, casas, bodegas, la-

gares, paneras, pajares y un corral.

La iglesia de Santa María del Castillo no guarda más vestigio que su nombre

del primitivo templo románico. Después de sucesivas reformas, conjuga una

cabecera muy remendada de comienzos del dieciséis con cuerpo y torre ba-

rrocos. La torre emula en su diseño a las de Alaejos, aunque de menos alza-

da. El interior se cubre con yeserías, una vez perdido el artesonado del presbi-

terio, a raíz del terremoto de Lisboa, y más recientemente el alfarje mudéjar

pintado con lacerías que hasta los años setenta del pasado siglo adornaba la

capilla de los Castellanos. El retablo mayor es un magnífico conjunto escultó-

rico, obra de dos seguidores de Berruguete.

Fresno el Viejo ocupa la mesopotamia que enmarca la confluencia del arro-

yo Lanzón con el Trabancos. En 1116, la Orden de los Caballeros de San Juan

de Jerusalén recibió la frágil aldea fronteriza de la reina Urraca. Aquí funda-

ron una Encomienda, levantaron la maravilla románica de San Juan y una for-

taleza devastada por los contratiempos de la historia. En 1185 fue escenario

del tratado Fresno-Lavandera, suscrito entre los reinos de León y Castilla. La

iglesia de San Juan Bautista muestra su esplendor mestizo después de una

restauración integral llevada a cabo en 2002. Iniciada en piedra a fines del si-

glo doce, la disputa de los reinos interrumpió la obra, que se remataría en la-

drillo a comienzos del trece. Tiene tres naves separadas por pilares y cabece-

ra con tres ábsides semicirculares. Los alarifes mudéjares continúan la con-

cepción espacial románica, pero articulan los paramentos con programas de-

corativos adecuados a la expresividad del ladrillo.

428

s Iglesia de San Juan, en Fresno el Viejos Iglesia de San Juan, en Fresno el Viejo

10 Tierra de Medina 7/4/09 14:37 Página 428

Page 431: Viajando por la provincia de Valladolid

En el dieciocho perdió los artesonados que cubrían sus naves, sustituidos por

bóvedas adornadas con yeserías. Una parte de aquel artesonado se aplicó a

la sujeción del coro, desmontado en 2002. Actualmente puede verse al fondo

de la nave del evangelio. Lo más llamativo del interior se concentra en la ca-

becera, con el rescate de sus pinturas murales góticas, tapadas por el retablo

neoclásico ahora retirado y por el encalado. Cubren parte de los muros y la bó-

veda del ábside central. Los muros laterales albergan la escena de la Crucifi-

xión y fragmentos de un Tetramorfos. En la bóveda se despliega el Pantocrá-

tor con todo el acompañamiento de ángeles y evangelistas. El friso que reco-

rre el tambor del ábside muestra episodios de la vida del Bautista entre mol-

duras de tacos. Uno de los arcos ciegos románicos de la capilla mayor acoge

el arcosolio funerario del comendador Cárdenas, que murió en 1509. Lo resal-

ta una decoración recargada de yesos mudéjares que concilia motivos góticos

y renacientes. Los arcos que comunican los ábsides se apoyan en capiteles

ilustrados con motivos vegetales y otros simbólicos: grifos que protegen el

misterio, virtuosas figuras femeninas, tritones barbados de doble cola y un

águila con la liebre en las garras. Esta escena de caza, aparte de su carácter

moralizante, resultaría muy familiar a los parroquianos de la campiña. Aunque

no se atuvieran en su dieta a la prohibición bíblica: “No podéis comer la lie-

bre, porque rumia y no tiene pezuña partida y será impura para vosotros”. En

el exterior los muros escalonan dos hileras de arcos ciegos y otras dos de re-

cuadros. Lo más atractivo es el triple ábside de sillería y ladrillo.

La trama urbana de Fresno ordena sus espacios con amplitud. El Ayuntamien-

to ocupa una casona señorial, de fines del diecinueve, mientras el Museo Et-

nográfico de Antaño a Hogaño exhibe en las dependencias de un palacio ba-

rroco aperos y utensilios de los oficios tradicionales, además del mobiliario y

ajuar de la vivienda rural. Un palomar rehabilitado muestra el laberinto de sus

siete muros radiales con cientos de nichos para alojar a las palomas.

429

Tierra de Medina

s Museo Etnográfico de Fresno el Viejo

10 Tierra de Medina 7/4/09 14:37 Página 429

Page 432: Viajando por la provincia de Valladolid

Entre Carpioy Brahojos se cuenta media docena de bodones o lagunajos, aun-

que la mayoría no pasa ya de pura referencia toponímica, pues la concentra-

ción parcelaria resultó poco cuidadosa con los humedales. Se salvó relativa-

mente el de las Lavanderas por la tenacidad de su brote. El camino hacia los

lavajos de Pedro Miguel, que pasa inadvertido, y de las Lavanderas sale de

Carpio, enfrente del indicador de la carretera hacia Fresno el Viejo y Torrecilla

de la Orden. Después de unos primeros metros de asfalto, que discurren en-

tre casas, se recorren dos kilómetros por una pista de tierra. En ese punto, se

gira a la izquierda para pasar bajo el puente que salva la vía del ferrocarril. 700

metros adelante, se ve la laguna a la derecha. El humedal de las Lavanderas

es el más importante, junto a las Lagunas Reales, de la campiña de Medina y

guarda el misterio de Cirilo Rodríguez, aquel solitario que habitó un palafito

construido en medio de la charca. Eran tiempos de vivencias extrañadas, con

mucha gente apeada del carril. Por entonces se refugió Marcial Lafuente Es-

tefanía en Arenas de San Pedro y el pintor Benjamín Palencia en Villafranca

de la Sierra. Así que Cirilo se instaló con su luenga cabellera y las barbas bra-

vías en medio de las aguas y allí vivía de la caza, cuyos excedentes canjeaba

en el pueblo por arroz y aceite. Escribía novelas como negro para algún corres-

ponsal distante, cuyo nombre nunca delató. Un mal día apareció ahogado en

la laguna que amparó sus últimos sueños.

Carpio toma su nombre del cerro a cuyo abrigo se extiende. A veces se escri-

be solo, a veces con artículo e incluso con el apellido del Campo, que remar-

ca su pertenencia a la Tierra de Medina. Ahora aquel teso se llama la torre

porque en su cima se conserva un muro de ladrillo y calicanto de la desapare-

cida iglesia de Santiago. Unos bancos adosados a los restos de la torre facili-

tan el registro visual de las tierras y villas del entorno. En los extremos hacen

de poyatas unas dovelas de granito pertenecientes al templo. Otros bloques

de piedra labrados aparecen por el pueblo, aunque la gente los atribuye a la

ruina de un supuesto palacio.

430

s Panorámica de Carpio

10 Tierra de Medina 7/4/09 14:37 Página 430

Page 433: Viajando por la provincia de Valladolid

Sin embargo, lo que se arruinó para siempre fue la iglesia, aunque no a cau-

sa de la francesada, sino por su mala cimentación. En ella se albergaban las

estatuas yacentes en alabastro de los señores de Carpio, obra de un discípu-

lo de Pompeyo Leoni. Como el espacio sobre el cerro es escaso, la capilla se

excavó bajo el presbiterio y se adornó el recinto con todos los lujos de la épo-

ca. Al cabo del tiempo, es el único resto que ha sobrevivido, aunque muy ma-

logrado y convertido en bodega particular.

La iglesia actual, que retiene la pendiente del pueblo hacia la vía del tren, fue

ermita dedicada a la Virgen de la Gasca o Consolación, que antes estuvo so-

bre un altozano que se destaca en el camino hacia Fresno. Es obra de media-

dos del dieciocho y la torre un siglo posterior. Se aceleró su construcción y se

hizo con esta amplitud porque la ruina de Santiago, que era la iglesia del pue-

blo, se mostraba imparable, acaso urgida por los socavones de las cuevas de

vino. En cualquier caso, la pérdida fue notable. A medio camino entre la ermi-

ta convertida en iglesia y el cerro de la torre se alarga la plaza de Carpio, que

tiene más aspecto de salón vegetal que de recia estancia castellana. En su

centro, una placa homenajea el ejemplo de los mayores. Carpio fue escenario

de litigios y tratados fronterizos, como la paz firmada en 1183 entre los reyes

de León y Castilla. Felipe II la sacó de la dependencia de Medina, pasando a

señorío de sucesivas autoridades de la Chancillería y Consejo de Castilla.

LA CAÑADA DE LAS MOSTRENCAS

La Cañada de las Mostrencas se bifurca de la Real Soriana una vez pasa-

do el puente sobre el río Gamo, en la dehesa abulense de Revilla de la Ca-

ñada. Desde allí, se

dirige por Mancera

de Abajo, Rágama

y Horcajo de las To-

rres a Bobadilla del

Campo, su primera

parada en tierras

de Valladolid. Este

corredor ecológico

jalonado de lavajos

entra en Medina

bordeando los pina-

res, junto a la plaza

de toros. Bobadi-

lla del Campo fue

el primer lugar de la

Tierra de Medina

431

Tierra de Medina

s Iglesia de Bobadilla del Campo

10 Tierra de Medina 7/4/09 14:37 Página 431

Page 434: Viajando por la provincia de Valladolid

entregado al señorío secular. Lo donó en 1347 Alfonso XI a su camarero Die-

go Fernández. Un siglo más tarde ya se menciona su fortaleza, cuyas torres se

abatieron a comienzos del veinte. La iglesia de San Matías cabalga sobre una

loma, que resalta aún más su estatura sobre el caserío que la arropa. De su

traza primitiva, conserva el tambor absidal, mudéjar de fines del trece. Cinco

siglos después padeció el mordisco de una torre oronda y poco vistosa. El áb-

side se resuelve en tres hileras de arcadas con un cuerpo poligonal encima. La

cenefa de esquinillas marca el escalón temporal entre los cuerpos inferiores

y los añadidos, hechos con menos gracia. En el interior, es magnífica la tribu-

na de los pies, obra de fines del dieciséis. También la iglesia de Brahojos de

Medina preside el pueblo desde el cerro de las bodegas. En la primera mitad

del dieciocho se adosó al ábside mudéjar una torre de cuatro cuerpos, cuyo

muro se usó hasta no hace mucho como trinquete de pelota. Lo que resta de

los ábsides laterales y del presbiterio, visible en la fachada norte, muestra un

esquema decorativo de arcos doblados y ciegos, que en el paso del tambor ab-

sidal al muro sustituyen la hilera superior por dos impostas de esquinillas. El

cuerpo de la iglesia corresponde a la segunda mitad del dieciséis. En el teste-

ro de la epístola preside el altar del Cristo un crucificado de Gregorio Fernán-

dez, traído de Valladolid con una campana a comienzos del diecinueve. Para

evitar equívocos con el apellido de la Tierra que acompaña a tantos pueblos,

ya en época moderna la aldea de El Campo cambió su nombre por el diminu-

tivo de El Campillo. Aunque la iglesia lleva la advocación mariana del Casti-

llo, es obra tardía del dieciséis, de la que emerge una torre pesada con cas-

quete. En los muros del crucero un par de arcos cobijan frescos del dieciocho

con tema pasional. Una urna de cristal muestra un Cristo que estuvo atado a

la columna antes de ver cercenados sus brazos para hacerlo yacente. También

432

s Iglesia de Brahojos de Medina

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Nueva Villa de las Torres mudó su nombre a comienzos del veinte, aunque

sin mucho esfuerzo. Hasta entonces se llamaba Villanueva de las Torres. La

iglesia está dedicada a Santa María del Castillo, aunque su hechura es mo-

derna, de fines del dieciséis. Hacia Villaverde se encuentra el despoblado de

Romaguitardo con los muñones de su torreón. Velascálvaro contrae el nom-

bre de su repoblador medieval Velasco Álvaro, aunque no sería aquella su úni-

ca fundación, porque se quedó sin habitantes durante un siglo, entre 1631 y

el dieciocho corrido. Una leyenda atribuye la desbandada de los vilacheros a

que el pueblo fue vendido por unos sacos de harina. De su primitiva habita-

ción apenas restan las piedras que sostienen la cruz situada junto a la iglesia,

procedentes quizá del templo desaparecido de Santa Cruz. La parroquia de

San Juan Evangelista corresponde a la segunda repoblación de principios del

dieciocho. En el camino hacia Medina, los pinares protegen las surgencias que

a fines del diecinueve dieron vida al primer balneario de las Salinas. El edi-

ficio del Gran Hotel cumplirá el siglo en 2012 y traslada a estos parajes de Me-

dina el aroma de la arquitectura victoriana. Después de su esplendor balnea-

rio, la guerra lo convirtió en hospital marroquí y la inmediata posguerra en al-

bergue de Auxilio Social. Luego fue Colegio Salesiano hasta el incendio de

1976. Su rehabilitación finisecular rescató los detalles ornamentales y los plie-

gues decorativos de aquella arquitectura postinera. La capilla es obra del ar-

quitecto Federico Martín Escalera, de 1918. En sus muros plasmó Gabarrón un

encargo de la Unesco, desplegando la alegoría de los valores que debieran re-

gir el nuevo milenio.

433

Tierra de Medina

s Palacio de las Salinas

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Page 436: Viajando por la provincia de Valladolid

CONFÍN MUDÉJAR

La vecindad de Arévalo, capital de La Moraña o tierra de moriscos, marca el

carácter mudéjar de esta ruta. Rubí de Bracamonte adoptó el nombre del

marqués de Fuente el Sol al pasar a su señorío a mediados del diecisiete. Has-

ta entonces se llamó Rabé y contaba con una casa palaciega gótica que tenía

“torre y muchos escudos de armas pintados en ella”, además de la iglesia de

Santa María del Castillo del mismo estilo, que había reemplazado en la cima

de la fortaleza a otra anterior mudéjar. De la atalaya fronteriza se conservan

algunos vestigios de calicanto en el asiento de la torre truncada, que se arrui-

nó ya en el veinte, mientras los restos mudéjares del catorce resultan más evi-

dentes. Sobre todo, en los adornos de ladrillo de varias puertas. La obra góti-

ca de principios del dieciséis cubrió la cabecera y el primer tramo de las tres

naves con el virtuosismo decorativo de los Corral de Villalpando. También do-

tó al templo de un magnífico retablo de pincel, del que se aprovecharon algu-

nas tablas en el actual, muy bien restaurado. Las sobrantes se las llevó la tram-

pa. Eran obra excelente de los maestros góticos de Portillo y de Ávila.

Cervillego de la Cruz se incorporó al señorío del marqués de Fuente el Sol

en 1655, junto a Rubí y Lomoviejo. Su nombre ha tenido un recorrido oscilan-

te por la documentación histórica (Cerbarigo, Cabrarizo, Cibririego, Cebrelie-

go, Cebriliego) y todavía en publicaciones actuales es frecuente el baile entre

la g y la j de su nombre. En el número 5 de la calle Fuente el Sol nació Julio Se-

nador Gómez Maestro (1872-1962), que ha pasado a la posteridad, entre olvi-

dos y equívocos, como ‘el último regeneracionista’. El grueso de su obra lo pu-

blicó en el ocaso de la Restauración, apaciguando el treno durante la dictadu-

ra de Primo de Rivera, que le nombró asambleísta en 1927. Para evitar el com-

promiso sin molestar, recurrió al ardid de su impedimento físico (una poliomie-

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s Iglesia de Rubí de Bracamonte

10 Tierra de Medina 7/4/09 14:37 Página 434

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litis infantil le había dejado secuelas de minusválido), pero le remitieron el car-

net con la dispensa de acudir a Madrid, donde únicamente convenía su nom-

bre. Para entonces, había recorrido unas cuantas notarías rurales de Castilla

y León y ejercía en Extremadura. En Frómista escribió lo esencial de su obra:

Castilla en escombros (1915), La ciudad castellana (1919), La canción del Due-

ro (1919) y Los derechos del hombre y los del hambre (1928). En el otoño de

1935, ya instalado en Pamplona, dejó de publicar artículos en los periódicos y

se mantuvo en silencio hasta su muerte. En los cincuenta, varado en casa por

la enfermedad, apañó un centón con teselas de su obra anterior y observacio-

nes muy cautas de la actualidad, que tituló El hueso roído y permanece inédi-

to. En él aplaude las políticas de repoblación forestal emprendidas por el mi-

nisterio de Cavestany, mientras considera equivocado el monocultivo cerea-

lista de la Meseta. Al cabo del tiempo, muchos de sus diagnósticos sobre los

problemas de Castilla y León, como el aprovechamiento de las aguas, la ero-

sión causada por la deforestación o el sistema de propiedad de la tierra, pa-

recen anticipos de nuestras preocupaciones actuales. Pero los excesos retó-

ricos han oxidado sus alegatos más de lo previsto. Cervillego también alber-

gó durante casi un siglo, entre 1755 y 1836, el taller de organeros de la fami-

lia Gil, que surtió de instrumentos a numerosas iglesias del circundo. La igle-

sia mudéjar de San Juan Bautista muestra los efectos que en su débil estruc-

tura de ladrillo causó el derrumbe de la torre en 1884. Construida sobre el coro,

a los pies de la iglesia, los visitadores llevaban más de doscientos años advir-

tiendo del riesgo: “Ytem mando a su merced que se pongan unas tablas a las

troneras de la torre, para que cuando llueva no entre agua dentro por cuanto

cae sobre la bóveda del coro y se humedece con ellas y se puede venir una rui-

na”. El ábside semicircular parece que se forró por entonces con una monda

de ladrillo liso para evitar nuevas calamidades. En los muros exteriores pervi-

ve la trama de arcos ciegos, óculos tapiados y ojivas de largo vuelo.

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Tierra de Medina

s Iglesia de Cervillego de la Cruz

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Sobre la loma que recorta el arroyo del Ramo, viniendo de Cervillego, se en-

cuentra el castillo de Fuente el Sol, hecho con sillarejo calizo. Es un recinto

cuadrado con cubos circulares en tres de sus esquinas y la torre del homena-

je en el otro extremo. Aunque sigue el esquema de las fortalezas señoriales

de la Escuela de Valladolid, no alcanza tales proporciones, quedando el con-

junto interrumpido por la mitad de su alzada. Fuente el Sol pasó al señorío de

Álvaro de Ávila en 1413, por donación de Fernando I de Aragón, agradecido

por sus servicios en la conquista del trono. A la muerte del nuevo señor, lo su-

cede su hijo Álvaro, que adopta el apellido materno de Bracamonte. Él será

quien emprenda la construcción del castillo, echando mano del patrimonio de

su mujer y obligando a los vecinos a acarrear piedra y levantar muros. Por al-

guna razón que tuvo que ver con el hartazgo de los cotizantes, la fortaleza que-

dó a medio hacer. La torre apenas levanta doce de los veinte metros previstos

en el canon, mientras los muros del recinto aparecen raseados para mantener

la escala. Lo más llamativo del conjunto es la portada, cuyo arco dibujan gran-

des dovelas renacentistas. A la muerte de su constructor, los Ávila y los Bra-

camonte emprendieron un ruidoso pleito, protagonizado por su sobrino Rubí y

por su hijo bastardo Juan. Al final, Rubí de Bracamonte se quedó con Fuente

el Sol, mientras Juan de Ávila hereda Peñaranda. El patio del castillo alberga

el cementerio. La torre, rehabilitada por su propietario actual, tiene tres pisos,

que remata una bóveda de ladrillo, comunicados a través de la escalera que

recorre el interior del muro.

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s Castillo de Fuente el Sol

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Page 439: Viajando por la provincia de Valladolid

En la plaza se encuentra ahora el escudo de los Montalvo, que decoró hasta

la última venta la entrada del castillo. La iglesia de la Asunción es mudéjar y

tiene la torre exenta. En realidad, corresponde a la anterior iglesia de la Mag-

dalena. El muro norte del templo es el más antiguo y lo recorren seis arcos cie-

gos. La cara que mira a la plaza, donde se abre la portada, es ya del dieciocho.

En el coro se conserva un órgano salido del taller de los Gil de Cervillego. El

artesonado que cubría el presbiterio se desmontó a fines de los sesenta para

decorar la escalera del palacio arzobispal de Valladolid.

Lomoviejo perteneció al señorío del marqués de Fuente el Sol y festeja a los

Santos Inocentes con una fiesta iniciática cargada de tradición. La iglesia de

la Asunción funde el antiguo templo mudéjar con la reforma de mediados del

dieciocho, que le dio la vuelta. De hecho, la torre primitiva, que ahora se sitúa

a los pies del templo, está edificada sobre la cabecera mudéjar. A su lado se

encuentra la antigua panera. El crucero que sobresale del cuerpo de la iglesia

y la capilla mayor actuales todavía no han cumplido los dos siglos y medio.

Aún posterior, de principios del diecinueve, es el pórtico enlosado con lápidas,

cuyos arcos ennoblecen el recinto de la plaza. El antiguo presbiterio mudéjar

aparece decorado con pinturas del último tercio del dieciséis, simulando los

trazos de un artesonado. La iglesia reúne una buena colección de retablos. El

Cristo traído de la ermita de San Benito es de finales del trece. En el coro se

encuentra el órgano procedente del taller de Cervillego, muy bien restaurado.

Lomoviejo llegó a contar con cinco ermitas, de las que únicamente sobrevivió

la del Cristo.

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Tierra de Medina

s Iglesia de Lomoviejo

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Page 440: Viajando por la provincia de Valladolid

Salvador de Zapardiel ve discurrir por su término el cauce indeciso del ria-

chuelo que completa su nombre, ya sin temor a los estragos de las antiguas

inundaciones. Los humedales que acompañan su paso acogen el descanso de

las grullas en sus excursiones estacionales. La iglesia está dedicada a la In-

vención de la Cruz y es un templo del dieciséis al que se le hundió la nave. En

su lugar, se construyó una especie de casa molinera, que desentona entre la

estatura de su torre y el cubo poderoso de la cabecera. Muriel de Zapardiel

es el núcleo más interesante de este confín mudéjar, vecino de Arévalo. Y no

sólo por la joya de su iglesia de la Asunción. En sus calles son frecuentes las

casas de aquel estilo, que resaltan los arcos de entrada con rosca y alfiz. In-

cluso algunas fachadas muestran decoraciones esgrafiadas, de influjo sego-

viano. La iglesia concentra su atractivo exterior en el triple ábside y en la torre

solitaria. Junto al templo se excavó una necrópolis medieval con enterramien-

tos de los siglos doce y trece. A esa época corresponde la parte original de su

cabecera. El ábside central y el derecho levantan tres hileras de arcos y vanos

ciegos sobre un zócalo de mampuesto, aunque el lateral recorta el cuerpo su-

perior con la inclinación del tejado. El ábside izquierdo fue reconstruido más

tarde combinando en su aparejo mampostería y cenefas de ladrillo. En medio

del tambor abre una aspillera. A los pies se levanta exenta la torre, decorada

bajo el alero por un friso con arcos lombardos. Su aspecto actual, con el aña-

dido de la escalera de acceso, refuerza la teoría de su carácter vigilante, co-

mo atalaya defensiva. La iglesia, antes de dedicarse a la Asunción, tuvo las

advocaciones del Castillo y de San Juan, que evocan su origen templario. Se

rehízo en el dieciséis con tres naves que articulan unos arcos de amplio vuelo

apoyados en columnas de granito. Las cubre una preciosa armadura mudéjar

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s Iglesia mudéjar de la Asunción, en Muriel de Zapardiels Iglesia mudéjar de la Asunción, en Muriel de Zapardiel

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Page 441: Viajando por la provincia de Valladolid

de par y nudillo. En la cabecera resaltan las decoraciones de ladrillo y un luci-

llo sepulcral vacío, donde descansó un regidor de Arévalo. El gran benefactor

de este templo fue Francisco de Henao, regente de Sevilla y oidor del Conse-

jo de Indias, fallecido en 1584. Un archivo de piedra, que enmarca en el muro

del evangelio una portada clasicista con frontón herreriano, guardaba los li-

bros de fábrica, trasladados a la capital. Los retablos laterales arropan una

imaginería barroca de primera calidad. El órgano lo construyó el murielense

Isidro Gil en 1768 y fue el primero que salió de su taller de Cervillego. Una si-

llería barroca contempla sus molduras jaspeadas y las tallas doradas que lo

adornan.

Honcaladase encuentra cerca del Zapardiel, en un desvío de la carretera que

une Ataquines con Fuente el Sol. A su altura, el río, habitualmente seco, do-

bló la hendidura de su cauce, dejando huérfano el llamado brazo viejo. Hon-

calada pertenece al municipio de Salvador de Zapardiel y conserva a las afue-

ras los vestigios de la torre de la iglesia con la pila de granito bautizando un

recinto de melancolía. Aguas abajo del Zapardiel, entre la carretera de Fuen-

te el Sol y San Vicente del Palacio, emerge junto a la charca de la Colada el to-

rrejón de Miguel Serracín, que evoca el asentamiento de uno de aquellos

primitivos repobladores que fijaron su nombre en la cartografía comarcal. San

Vicente del Palacio, que padeció durante la francesada el saqueo de su

ajuar litúrgico, aplaca aquellas mermas con la magnífica cruz procesional re-

nacentista procedente de Serracín. Su iglesia barroca de San Vicente perdió

la torre hace cuatro décadas, cuando ya arrastraba una ruina centenaria que

había aconsejado el traslado de las campanas a la espadaña. Su aspecto ex-

terior es poco elocuente y apenas resalta en el conjunto el panel esgrafiado

de uno de los muros. Se rehízo a lo largo del dieciocho, decorando el interior

con yeserías.

439

s Iglesia de San Vicente del Palacio

Tierra de Medina

s Iglesia de San Vicente del Palacio

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La cañada de San Vicente del Palacio a Medina bordea los pinares que prote-

gen el humedal de las Lagunas Reales. Estas láminas estacionales de agua

son frecuentadas por las aves esteparias de la zona, que acuden a ellas para

abrevar. Ánades reales, grullas, alcaravanes, ortegas y otras especies hacen

un alto en los lavajos de camino hacia su invernada meridional. A veces, la es-

tancia se prolonga y, si no son objeto de una presión molesta, incluso perma-

necen todo el invierno. Así ocurre últimamente con algunos grupos de grullas

en diferentes lagunillas del entorno, alejadas de los lugares de más tránsito.

La documentación histórica menciona el aprovechamiento de pesca atribuido

a la cofradía de las Angustias, que financió con las capturas el lujo barroco de

su capilla en la colegiata de San Antolín. Un siglo antes se había sustanciado

un pleito sobre su propiedad, que disputaban Medina y Gomeznarro.

A veces, los fenómenos naturales no son tan simples como pudiera parecer a

primera vista. A cualquier observador apresurado se le ocurre que las balsas

de agua que salpican este paisaje de pinares centenarios son la consecuen-

cia de un drenaje arcilloso lento y complicado. Sin embargo, la razón del en-

charcamiento está en la descarga del acuífero de los Arenales, que inunda el

subsuelo de esta zona. El acuífero se nutre en el piedemonte del Sistema Cen-

tral (allí donde los campos de Azálvaro se rasgan por el surco del arroyo de los

Arenales) y alivia sus excesos estacionales en la surgencia de estas lagunas,

lavajos, bodones y salinares. Se trata, pues, de una zona húmeda alimentada

en parte por las aguas subterráneas emergentes, una especie de válvula de

regulación del nivel de la capa freática. La abusiva explotación del acuífero de

los Arenales para el regadío ha desajustado su frágil equilibrio natural.

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EL ALCORNOCAL DE FONCASTÍN

Como los mejores caldos de sus inmediaciones, el alcornocal de

Foncastín sólo se descorcha cada nueve o diez años, dejando al desnu-

do el intenso carmesí de su tronco vináceo. Los accesos al bosque se

suceden en la carretera VA-8901, que une Foncastín con la autovía. El

más directo se encuentra a la entrada del pueblo, a la derecha, que bor-

dea una zona de viñedos. Los alcornoques de Foncastín, en el límite del

término municipal de Rueda con Tordesillas, dominan con su porte un

bosque mestizo de encinas y pinos piñoneros. A su alrededor prosperan

las vaguadas de cereal y los viñedos bien ordenados de la denomina-

ción de origen Rueda. Desde Foncastín lo atraviesa una cañada que se

prolonga hasta Tordesillas, donde desemboca en la encrucijada de las

antiguas nacionales VI y 620.

La presencia de los alcornoques ya resalta en la antesala del bos-

que. Su arboladura, más crecida que los pinos y encinas que los arropan

en el bosque de Valdegalindo, les hace destacar enseguida. La hoja pe-

renne es similar a la de la encina, aunque abarquillada y con los nervios

muy marcados. Cada dos o tres años cría unas bellotas grandes y sus-

tanciosas, muy codiciadas por las palomas. Por su porte (en una década

alcanza entre tres y seis metros de altura), suelen elegirlo las aves rapa-

ces para anidar. La cañada recorre el interior del bosque de Valdegalin-

do, que también tiene bien marcados sus caminos perimetrales. Su sen-

da permite el paseo demorado por el interior del bosque, la búsqueda de

los ejemplares más añosos y el cálculo de la secuencia de sus mondas.

El aspecto actual de los alcornoques ha mitigado el resplandor rojizo de

la primera desnudez con el tono grisáceo de la raspa, que es la primera

envoltura del corcho. El descorche se practica en los árboles que han

cumplido el cuarto de siglo y presentan un tronco con más de medio

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Tierra de Medina

metro de cintura. En alcornocales sin mezcla con otras especies, el ren-

dimiento puede alcanzar las nueve toneladas de corcho por hectárea.

El nombre latino del alcornoque es suber, que da origen al topóni-

mo Sobrón y a la subericultura, que es la técnica forestal dedicada a su

aprovechamiento. Porque no todos los descorches valen para lo mismo.

El primer corcho, que es el que se utilizaba para construir belenes y flo-

tadores de pesca, apenas sirve para aglomerado, como aislante térmi-

co. Las mondas sucesivas se destinan a usos más sutiles, como la con-

servación de los vinos. Aunque ya Plinio describe al corcho como eficaz

tapón de las vasijas, parece que fue el monje francés Dom Perignon

quien demostró la bondad de su uso para conservar las esencias del vi-

no. En su caso, de los acreditados espumosos que dan pedigrí al cham-

pán. Luego, se fue extendiendo a las botellas de vino envejecido, por-

que ningún otro cierre garantiza como el corcho su maduración. No es

casual la presencia de este bosque de alcornoques en el corazón de una

de las zonas vinícolas con más caché de Castilla y León. Antes de su de-

riva reciente hacia los blancos, la Tierra de Medina, que se extiende des-

de La Seca y Serrada o Matapozuelos hasta Alaejos y Nava del Rey, fue

productora de unos tintos que jalearon los clásicos y regaron las mesas

de las cortes europeas.

FoncastínCañada Alta

Alcornocalde Foncastín

Río

Zapa

rdie

l

Pinar de Valdegalindo

VA-VP-8901

UUnnaa rruuttaa ppaarraa ppaasseeaarr

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Bibliografía

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Page 452: Viajando por la provincia de Valladolid

10 Tierra de Medina 7/4/09 14:37 Página 450

Page 453: Viajando por la provincia de Valladolid

Índice de lugares y personajes

AAbderramán III, 360.

Acuña, obispo, 29, 221, 235, 254.

Adaja, río, 332, 339, 340, 346, 354, 355,

356, 372, 380, 398, 399.

Adalia, 157.

Adanero, conde, 399.

Adriano, cardenal, 29.

Aguasal, 339, 349.

Agudilla, arroyo, 354.

Águila, cerro del, 329.

Águila, pico del, 203, 209.

Aguilafuente, marqués de, 262.

Aguilar, Antonio, 265.

Aguilar de Campos, 43, 51-55, 69, 91.

Ahogaborricos, arroyo, 41, 54, 60, 81.

Alaejos, 385, 402, 414, 419, 420, 421, 422-

425, 428, 443.

Alamar, arroyo, 377.

Álamos, molino de los, 335.

Alba, duques de, 165.

Alba, Santiago, 52.

Alburquerque, duques de, 322.

Alcalde, fray Antonio, 184, 186.

Alcañices, marqués de, 165, 180.

Alcazarén, 340, 371, 375-377.

Alcazarén, cuarto de, 340.

Aldea de San Miguel, 365, 369.

Aldealbar, 320, 325, 334-335.

Aldeamayor de San Martín, 370.

Aldeayuso, 288.

Alderete, Pedro de, 217.

Alfonso V de Portugal, 365.

Alfonso V el Magnánimo, 415.

Alfonso VI, 201, 217, 360, 375, 421.

Alfonso VII, 40, 99.

Alfonso VIII, 40, 52, 150, 200, 202.

Alfonso IX, 34, 40, 214, 278.

Alfonso X, 217, 309, 365.

Alfonso XI, 217, 218, 225, 432.

Alfonso XII, 418.

Almaraz de la Mota, 165-166.

Almanzor, 214.

Almenara, cuarto de, 339, 340, 349-353.

451

10 Tierra de Medina 7/4/09 14:37 Página 451

Page 454: Viajando por la provincia de Valladolid

Almenara de Adaja, 346, 348, 351.

Almenara-Puras, villa romana, 351-352.

Almuerzo, teso del, 101.

Alonso Pesquera, Miguel, 316.

Alonso Tejada, Millán, 316.

Alonso Vega, Camilo, 154.

Altamira, cerro, 201-203, 208-209.

Álvarez, Catalina, 390.

Álvarez, Manuel, 370.

Álvarez Benavides, Francisco, 78.

Amallóbriga, 161.

Amusquillo, 248, 261.

Andino, Cristóbal, 20.

Aniago, cartuja, 332.

Ansúrez, conde, 174, 186, 201, 265, 269,

319.

Ansúrez, Sancho, 318.

Antequera, Fernando, 393.

Antón, Francisco, 378.

Antonio de Ulloa, barco, 21, 62.

Ara Gil, Julia, 38.

Araduey, río, 92, 95, 99.

Arenal, arroyo, 406.

Arenillas, despoblado, 227.

Arfe, Antonio, 18, 20.

Argüeso, marqueses de, 391.

Arión, duques de, 238.

Ariza, ferrocarril, 317, 321, 328.

Armengol, Estefanía, 265, 297.

Arrabal, Fernando, 256.

Arrabal de Portillo, 368.

Arroyo, Jerónimo, 69.

Arroyo de la Encomienda, 207, 223.

Ataquines, 356-357, 439.

Aula de Interpretación de las Bodegas, 182.

Aulencia, marquesa de, 90.

Austria, Ana de, 183.

Austria, Juan de, 31-33, 123, 126.

Ávila, Álvaro de, 436.

Ávila, maestro de, 434.

Ayuso Tejerizo, Jesús, 410.

Azaña, Manuel, 57, 127, 138, 142, 143.

Azorín, 213.

Bajoz, embalse, 128, 129-130, 134, 168-

169.

Bajoz, río, 126, 128, 129, 131, 152, 160,

166, 167, 232, 233, 237, 238.

Balneario de las Salinas, 433.

Baños, Esteban, 378.

Bercero, 226-227.

Berceruelo, 226, 227.

Barcial de la Loma, 16, 59-60.

Barco de la Mesa, el, 187-188.

Baroja, Pío, 284.

Baroja, Ricardo, 394.

Barruelo del Valle, 157.

Basanta, Donato, 375.

Bautista Zúmel, Aurora, 254-256.

Bayeu, Ramón, 177.

Becilla de Valderaduey, 83, 88, 93, 95.

Becerril, maestro de, 400.

Béjar, duque de, 265.

Beltrán, Domingo, 397.

Benafarces, 162, 164.

Benavente, conde de, 183, 186, 342, 364,

365, 366.

Benedicto, José, 258.

Berenguela, reina, 34, 304.

Bermudo II, 99.

Bernuez, arroyo, 47.

Berrueces, 51.

Berruez, arroyo, 71.

452

B

10 Tierra de Medina 7/4/09 14:37 Página 452

Page 455: Viajando por la provincia de Valladolid

Berruguete, Alonso, 176, 293, 385, 397,

400, 428.

Berruguete, Pedro, 115.

Bertaut, Francisco, 339, 354.

Blake, Joaquín, 22.

Blomberg, Bárbara, 32.

Bobadilla del Campo, 385, 431.

Bocigas, 350, 372.

Bocos de Duero, 301.

Boecillo, 330.

Bolaños de Campos, 88-90, 91.

Bolduque, Pedro de, 26, 75, 82.

Borgia, César, 392.

Borgoña, Juan de, 51, 83.

Botijas, arroyo, 283-286.

Botín, familia, 142.

Bracamonte, Álvaro de, 436.

Bracamonte, Rubí de, 436.

Brahojos de Medina, 414, 430, 432.

Bravo, Juan, 224, 235.

Brazuelas, caserío, 377.

Bueso, monasterio del, 123.

Burgos, Javier de, 85.

Bustillo, arroyo, 41, 78, 81.

Bustillo de Chaves, 41, 60, 80, 81.

Cabezón de Pisuerga, 22, 183, 179, 201-

206, 208-209, 220, 254, 311, 314.

Cabezón de Valderaduey, 96, 97.

Cabreros del Monte, 36, 41-43.

Cagiga, Juan, 270.

Cajiga, Felipe, 292, 375.

Calabazas, 354.

Calzada de los Molinos, maestro de, 114.

Camarasa, marqués de, 90, 198, 257.

Campaspero, 287, 320, 323-324, 334, 375.

Campomanes, Pedro Rodríguez, 424.

Camporredondo, 326, 364.

Canal de Castilla, 15, 16, 19, 62, 63-64,

145, 189, 192, 193, 199, 200, 204-205,

209, 245.

Canal del Duero, 311, 314.

Canalejas de Peñafiel, 286-287.

Candelas, Luis, 376, 377.

Calderón, Rodrigo, 392.

Canillas de Esgueva, 264.

Cánovas del Castillo, Antonio, 418.

Canseco, relojero, 255.

Cantero, Manuel, 127.

Cárdenas, comendador, 429.

Carlos, príncipe, 32, 203, 222.

Carlos I, 32, 34, 197, 203, 237, 292, 309,

331, 374, 387, 391.

Carlos II, 355, 402.

Carlos III, 224.

Carnicer, Ramón, 277.

Carpio, 385, 414, 415, 430-431.

Carrapiña, arroyo, 267.

Carrioncillo, 385, 414, 415-416.

Casado, Eugenia, 388.

Casasola, 249.

Casasola de Arión, 238

Castán, Javier, 421.

Castillo, arroyo del, 81.

Castillo Montes, marqués, 395.

Castilnovo, conde de, 143.

Castilviejo, José María, 192.

Castrejón de Trabancos, 385, 426, 427.

Castrillo de Duero, 283-285.

Castrillo de la Vega, despoblado, 250-251.

Castrillo Tejeriego, 267-268, 269.

Castrobol, 110-111, 116.

Castrodeza, 146, 156.

Castromembibre, 158, 164.

453

Índice de lugares y personajes

C

10 Tierra de Medina 7/4/09 14:37 Página 453

Page 456: Viajando por la provincia de Valladolid

Castromonte, 123, 129, 130-131, 134, 152,

168, 169.

Castronuevo de Esgueva, 245, 250-251.

Castronuño, 228, 230-232, 233, 240-241,

421.

Castroponce de Valderaduey, 95.

Castroverde de Cerrato, 262, 264.

Cavestany, Rafael, 126, 154, 168, 435.

Cea, río, 46, 60, 85, 103, 104, 107, 111-117.

Cega, río, 325, 339, 358, 363, 364, 369,

371, 372, 373, 375.

Ceinos de Campos, 73, 78.

Cela, Camilo José, 283, 284, 286, 324, 408.

Celma, Juan Tomás, 370.

Cervantes, Miguel de, 60, 176, 185, 328,

371.

Cervillego de la Cruz, 385, 434-435, 436,

437.

Chacel, Rosa, 395.

Chindasvinto, 152, 232, 234.

Chopón, arroyo, 267.

Churriguera, Alberto, 388, 404, 420.

Cifuentes, condesa de, 31, 60.

Cigales, 183-186.

Ciguñuela, 223.

Cisneros, cardenal, 34, 71, 181, 222.

Cock, Enrique, 183, 331, 341.

Cogeces, arroyo, 320, 334.

Cogeces de Íscar, 325, 358, 361, 363.

Cogeces del Monte, 320, 322-323, 324,

325, 334, 335.

Colinas, Antonio, 122.

Coloma, Miguel, 255.

Coloma, padre Luis, 31.

Colón, Cristóbal, 177, 347.

Conquista, marqués de la, 410.

Corcos de Aguilarejo, 187, 189, 199-201.

Corcos del Valle, 186-189, 205.

Corpus Barga, 76.

Corral Castanedo, Antonio, 86.

Corral de Villalpando, hermanos, 18, 20, 46,

386, 391, 395, 416, 434.

Corrales de Duero, 301.

Cortina, conde de, 329.

Cossío, Francisco de, 247.

Cossío, José María, 218.

Coto Castilleja, 110, 138.

Cruz de la Muñeca, 284, 285.

Cruz del Muerto, 60.

Cuadra, Pedro de la, 391.

Cuadrado Lomas, Félix, 121.

Cuadrillero, familia, 57.

Cubero, familia, 58.

Cubillas de Santa Marta, 186, 192-194,

204, 205.

Cubillas, dehesa, 230, 233, 241.

Cuchilla, pico, 304, 314.

Cuchillejo, pico, 283.

Cuco, arroyo del, 302.

Cuco, valle del, 299, 301-303.

Cuenca de Campos, 16, 72, 73-75, 78.

Cuesta, Gregorio, general, 22.

Cueva, Beltrán de la, 423.

Curiel de Duero, 91, 299-300, 301, 304-305.

Dalí, Salvador, 76.

Dehesa, arroyo de la, 415.

Delgado, Luis, 133.

Delibes, Miguel, 259, 267, 269, 413.

Díaz, Diego Valentín, 331, 416.

Díaz Joaquín, 133.

Díaz-Plaja, Guillermo, 256.

Díez Ferreras, Diego, 331, 375.

Domínguez, Bernabé, 401.

Domínguez, Tomás, 401.

Don Juan Tenorio, 180.

D’Ors, Eugenio, 18.

454

D

10 Tierra de Medina 7/4/09 14:37 Página 454

Page 457: Viajando por la provincia de Valladolid

Dueñas, familia, 378, 391, 396.

Dueñas, Francisco, 392.

Dueñas de Medina, 385, 414, 415, 416.

Duero, río, 121, 165, 173, 201, 213-241,

267, 275-305, 307-332, 364, 371, 385,

399, 414.

Duratón, río, 277, 286-287, 334.

El Abrojo, 330-331.

El Berrocal, 205.

El Caballero de Olmedo, 345, 348.

El Campillo, 414, 432-433.

El Cardiel, caserío, 364, 369.

El Cid, película, 155.

El Compasco, 364, 370.

El Empecinado, 235, 282, 283, 284, 285,

305.

El Empecinado visto por un inglés, 284.

El Monte, sexmo, 385, 386.

El Quiñón, 335.

Elvira, infanta doña, 42.

Encinas, conde de, 265.

Encinas de Esgueva, 265-266, 272-273.

Encinas de Esgueva, embalse, 272-273.

Enrique II, 360.

Enrique IV, 309, 342, 392, 394, 423.

Enríquez, familia, 15, 17, 20, 52, 80, 87,

221.

Ensenada, marqués de, 391, 420.

Eras, arroyo, 272.

Eresma, río, 339, 358, 359, 371, 376, 377,

378, 380-381, 399.

Escalante, Juan de, 310.

Escalericas, arroyo, 92.

Escosura, Luis, 311.

Escudero, Vicente, 362.

Esgueva, río, 173, 243-266, 267, 272-273,

311, 332.

Esguevillas de Esgueva, 245, 255, 256, 257,

258-259.

Espinosa, Miguel de, 20.

Esteban, Epifanio, 204.

Estrada, Blanca, 392.

Estúñiga, familia, 300.

Eván de Abajo, 421, 422.

Eván de Arriba, 421, 422.

Eylo, doña, 319.

Felipe I el Hermoso, 181, 215, 248, 310,

391.

Felipe II, 32, 112, 123, 126, 183, 222, 312,

330, 331, 391, 431.

Felipe III, 185, 245, 292, 309.

Felipe IV, 15, 87, 293, 375, 406.

Felipe V, 265, 358, 373.

Fernán González, 114, 159.

Fernández, Diego, 432.

Fernández, Gregorio, 26, 227, 312, 331,

416, 420, 432.

Fernández de Avellaneda, Alonso, 371.

Fernández del Río, Raimundo, 94.

Fernández, Tiburcio, húsar, 72.

Fernando el Católico, 216, 222, 248, 310,

416.

Fernando I, 202, 391.

Fernando I de Aragón, 436.

Fernando I de Habsburgo, 374.

455

Índice de lugares y personajes

E

F

10 Tierra de Medina 7/4/09 14:37 Página 455

Page 458: Viajando por la provincia de Valladolid

Fernando II, 104, 148.

Fernando III, el Santo, 34, 67, 89, 159, 203.

Fernando VII, 157, 285.

Fierro, puente del, 226, 236.

Foix, Germana de, 222, 416.

Fombellida, 264.

Fompedraza, 287-288.

Foncastín, 309, 410-413, 442-443.

Fonseca, Alonso, 423.

Fonseca, arroyo de la, 89.

Fontihoyuelo, 69, 82.

Francés, Nicolás, 225.

Francisco I, 142.

Franco, Francisco, 33, 143, 256, 321, 411.

Franco de Toledo, Garci, 259-260.

Fresno el Viejo, 414, 421, 427, 428-429,

430,431.

Fresno-Lavandera, tratado, 428.

Fruminio, obispo, 147.

Fuensaldaña, 177-180, 181.

Fuensaldaña, conde de, 178.

Fuente el Sol, 125, 340, 385, 434, 436-437,

439.

Fuente el Sol, marqués de, 434, 437.

Fuente Olmedo, 349.

Fuentes de Duero, 328-329, 330.

Fuentes de Duero, marqués de, 330.

Fuenteungrillo, 142, 146.

Gabarrón, Cristóbal, 433.

Gallegos de Hornija, 156.

Gamazo, Germán, 147, 330.

Gamoneda, Antonio, 410.

Gandásegui, Remigio, 246.

Gaona, Gabino, 197.

Garci Grande, vizconde, 355.

García Chico, Esteban, 40, 45.

García Escobar, Ventura, 40, 78.

García Lesmes, Aurelio, 136.

García Lorca, Federico, 18, 256, 362.

Garcilaso de la Vega, 181.

Gatón de Campos, 72.

Gaziel, 213.

Gelo, marqués de, 90.

Geria, 223, 332.

Gil, organeros, 435, 437, 439.

Gil de Hontañón, Rodrigo, 32, 46, 160, 184,

390, 403, 420.

Giralte, Francisco, 42, 127, 261, 266, 368.

Girón, Pedro de, 40, 278.

Gómez de la Serna, Ramón, 76.

Gómez Maestro, Julio Senador, 434-435.

Gomeznarro, 355-356, 385, 440.

Góngora, Luis de, 173, 185, 245, 272, 332,

347.

González-Gris, Georges, 77.

Gordaliza de la Loma, 81.

Gorreras, arroyo, 47.

Goya, Francisco de, 177.

Grañeros, barranco, 89.

Gris, Juan, 67, 76-77.

Guadalupe, Pedro de, 261.

Guaqui, conde de, 207.

Guareña, río, 427.

Guevara, fray Antonio, 415.

Guillén, Jorge, 138, 139, 141, 163, 206.

Guzmán, Urraca de, 58.

456

G

10 Tierra de Medina 7/4/09 14:37 Página 456

Page 459: Viajando por la provincia de Valladolid

Hemingway, Ernest, 76.

Henao, Francisco, 439.

Henar, arroyo, 325, 363.

Hermano Diego, cueva, 296, 298.

Hernández Lucas, Avelino, 400.

Herrera, Juan de, 33, 375.

Herrera de Duero, 328, 330.

Herrera Esteban, León, 180.

Herreros, azud, 228.

Herrín de Campos, 70.

Heston, Charlton, 155.

Hitler, Adolfo, 321.

Hohenzollern-Sigmarin, Leopoldo, 143.

Honcalada, 439.

Honquilana, 340, 357.

Hontanija, arroyo, 146, 149, 152, 156.

Horcajo, arroyo, 299.

Hornija, río, 135, 146, 149, 150, 152, 154,

156, 226, 232, 233, 234, 235, 237.

Hornillos de Eresma, 339, 372, 377, 378,

380.

Hurtado de Mendoza, Diego, 392.

Husillejos, arroyo, 47.

Iglesias Rubias, despoblado, 302-303.

Illera, familia, 142.

Intercatia, 51.

Íñiguez, Gustavo, 251.

Isabel la Católica, 180, 221, 291, 331, 388,

416, 421.

Isabel II, 143, 330, 375, 417.

Íscar, 339, 358, 360-362, 371, 386.

Íscar, Miguel, 399.

Íscar, Tierra de, 339, 358-363.

Isla, padre José Francisco de, 33, 60, 123.

457

Índice de lugares y personajes

H

I

Jaramiel, río, 267-271.

Jardín del Carretero, 317.

Jeromín, 123.

Jiménez Lozano, José, 166, 297, 322, 377.

Jordán, Esteban, 223, 312, 424.

Jordán, Lucas, 424.

Juan I, 219.

Juan II, 15, 43, 179, 278, 292, 300, 342,

355, 367, 368, 427.

Juan II de Portugal, 216.

Juana de Portugal, 423.

Juana la Loca, 142, 181, 182, 213, 215,

232, 260, 310, 391, 393.

Juni, Juan de, 18, 20, 68, 97, 176, 217, 271,

312, 313, 366, 370, 378, 391, 396.

J

La Armedilla, 316, 322-323, 334.

La Barraca, granja, 89, 90.

La Barranca, granja, 187.

La Beltraneja, Juana de Castilla, 180, 365,

421.

La Cabaña de Silva, caserío, 355.

La Cañadilla, villa romana, 286.

La Cistérniga, 329.

La Churrería, 287-288, 320, 323, 334.

La Espina, granja, 130.

L

10 Tierra de Medina 7/4/09 14:37 Página 457

Page 460: Viajando por la provincia de Valladolid

La Espina, monasterio, 123, 126-130, 143,

152, 168-169, 320.

La Flecha, 206-207.

La Mejorada, 343, 344-345, 381, 393.

La Moya, despoblado, 402.

La Mudarra, 75, 122, 135-136, 146, 152.

La Navilla, 378.

La Parrilla, 326, 327, 364, 370.

La Pedraja de Portillo, 364, 369-370.

La Pedriza, 288, 320, 334.

La Planta, 322.

La Quemada, 292, 313.

La República de los Pobres, 394.

La Santa Espina, 128, 411.

La Seca, 386, 402-405, 406, 423, 443.

La Sinova, 267, 268.

La Unión de Campos, 84.

La Zarza, 354-355.

Lafuente, Modesto, 105-106.

Lafuente Estefanía, Marcial, 430.

Laguna de Duero, 311, 331, 371.

Langayo, 288.

Lanzón, arroyo, 428.

Las Arenas, dunas, 327.

Las Honcaladas, 340.

Las Pinzas, cuevas, 304-305.

Las ratas, 267.

Lavanderas, lavajo, 430.

Lecanda, Eloy, 291, 296.

Leoni, Pompeyo, 431.

Leonor, princesa, 203.

Leonor, reina, 48, 219.

Lerma, duque de, 185, 245, 269, 309.

Letizia, princesa, 369.

Lint, Pier van, 20.

Llano de Olmedo, 339, 349.

Lobo, cotarro, 315.

Locura de amor, 256.

Lomoviejo, 434, 437.

Loncillo, teso, 89.

Lope de Vega, Félix, 345, 346, 347.

López, Tomás, 85, 254.

López de Ayala, Agustín, 60.

Loren, Sofía, 155.

Losada, Galo, 367.

Lozoya, marqués de, 48.

Luca de Tena, Ignacio, 256.

Lúculo, 51.

Luna, Álvaro de, 179, 215, 366-367, 368.

Machado, Antonio, 138, 301.

Macho, teso, 101.

Madoz, Pascual, 23, 70, 71, 121, 147, 163,

207, 214, 327.

Maldonado, Pedro, 221.

Mamblas, cerros, 314, 329.

Mamblas, priorato, 313, 314-315.

Manuel, infante don Juan, 278, 282, 360.

Manzanillo, 288.

Manzanillo, maestro, 282.

Marañón, Gregorio, 284.

María Cristina, regente, 59, 76.

Marquina, Diego, 320.

Marrandiel, arroyo, 41, 57.

Marrundiel, arroyo, 160.

Martín Díaz, Juan, El Empecinado, 235,

283, 284, 285.

Martín Escalera, Federico, 433.

Martín Garzo, Gustavo, 28.

Martín Mateo, Ramón, 28.

Martínez, Gregorio, 187.

Martínez del Río, Luis Jaime, 418.

Martínez Villergas, Juan, 356.

Marzales, 227, 236, 237.

Masegar, arroyo, 326.

458

M

10 Tierra de Medina 7/4/09 14:37 Página 458

Page 461: Viajando por la provincia de Valladolid

Matallana, monasterio, 24, 70, 140, 143,

144, 145, 153, 257.

Matapozuelos, 344, 372, 399, 443.

Matilla de los Caños, 224, 227.

Maura, familia, 142.

Mayorga, 85, 91, 97, 103-109, 110, 138.

Maza, Francisco de la, 271.

Mazariegos, torreón, 255, 257.

Medina, Elvira, 401.

Medina, José Luis, 401.

Medina, Tierra de, 385-447.

Medina Bocos, César, 401.

Medina de Rioseco, 15-21, 22, 24, 26, 29,

31, 45, 46, 47, 50, 55, 58, 62, 121,

135, 137, 162.

Medina del Campo, 217, 344, 345, 371,

372, 378, 386, 387-392, 394, 395, 406,

409, 412, 413, 414, 416, 417, 420,

423, 430, 431, 433, 440.

Megeces, 325, 358, 363, 375.

Melgar de Abajo, 113-114, 116-117.

Melgar de Arriba, 114-115, 116-117.

Mélida, 286.

Méndez Quijada, Luis, 31, 32.

Mendoza, Juan de, 79.

Mendoza y Sandoval, Baltasar, 373.

Menéndez Pidal, Ramón, 187.

Meóriga, 104.

Mercé, Antonia, la Argentina, 362.

Merino, Eugenio, 90.

Miguel Nieto, Anselmo, 138.

Miguel Serracín, despoblado, 385, 439.

Mijares, arroyo, 145.

Minguela, despoblado, 320, 324.

Miranda, Sebastián, 138.

Miranda del Castañar, condes, 360.

Moclín, batalla del, 15, 21, 22.

Moclín, cotarro, 137.

Mohago, pinar, 350.

Mojados, 339, 340, 371, 372-375.

Mola, Emilio, 200.

Molina, María de, 203.

Molinos, arroyo, 237.

Molpeceres, 288.

Monasterio, Rodrigo, 81.

Monasterio de Vega, 112, 117.

Monduengo, laguna, 351.

Moneo, Rafael, 345.

Monreal, marqués de, 24.

Monte, cuarto del, 340, 354-357.

Monte de las Liebres, 135.

Montealegre, 73, 121, 138, 139-141, 142,

189.

Montemayor de Pililla, 320, 324, 326-327,

334.

Montemayor, sexmo, 320, 325.

Montijo, Eugenia de, 315.

Moral de la Reina, 16, 50.

Moraleja de las Panaderas, 354, 355.

Morales de Campos, 43-44.

Moras, Miguel de las, 245, 250.

Moreno Carbonero, José, 76.

Moreno de la Serna, Fernanda, 90.

Mota del Marqués, 158-160.

Motilla, arroyo de la, 89.

Mucientes, 142, 177, 180-186.

Mudarra, Antonio, 206.

Muedra, granja, 198, 209.

Muniátegui, Juan de, 416.

Muñoz, Andrés, 15.

Muriel de Zapardiel, 340, 357, 438-439.

Murillo, Bartolomé Esteban, 112.

Muro, Joaquín, 161.

Museo de las Ferias, 396-397.

Museo de las Villas Romanas, 346-347,

351-352.

Museo de Mariemma, 360, 361, 362.

Museo del Pan, 108-109.

Museo del Vino, 278-279.

459

Índice de lugares y personajes

10 Tierra de Medina 7/4/09 14:37 Página 459

Page 462: Viajando por la provincia de Valladolid

Napoleón, 21, 215, 229.

Napoleón III, 315.

Nates, Juan de, 126, 201, 270, 298, 313,

375, 399.

Nava del Rey, 386, 402, 414, 416, 417-421.

443.

Navagero, Andrea, 309, 371.

Navajos, arroyo, 41, 54, 60, 78, 81.

Navajos, monte, 41.

Nelli, Fabio, 175.

Nube, laguna de la, 115, 116.

Nueva Villa de las Torres, 385, 386, 414,

415, 416, 433.

Oliva, conde de la, 314.

Olivares, conde duque, 292.

Olivares de Duero, 292-293, 311, 313, 375.

Olmedo, 339, 340, 341-348, 350, 371, 375,

378, 385, 386, 390, 393.

Olmos de Esgueva, 199, 254.

Olmos de Peñafiel, 285, 286.

Ordoño II, 112, 167.

Orduña, Juan de, 256.

Oreja, arroyo, 288.

Oreja, despoblado, 288.

Ortega Rubio, Juan, 261.

Ortega y Gasset, José, 110, 138, 142, 218,

326.

Ortega Spotorno, Soledad, 110.

Ortiz el Viejo, Juan, 261.

Osma, maestro, 282.

Osorio, familia, 87, 88.

Osorio de Guzmán, Álvaro, 80.

Osuna, duques de, 17, 58.

N

O

P

460

Padilla, María, 342.

Padilla de Duero, 281, 288, 291.

Pajarero, Blas, 121, 134.

Pajares de Campos, caserío, 54, 78.

Palacios de Campos, 21-25, 137.

Palanquinos, maestro de, 69, 107.

Palazuelo de Vedija, 16, 41, 50, 57.

Palazuelos, monasterio de, 186, 190, 192,

198, 199, 200-201.

Padilla, Juan, 224, 235.

Padilla, María, 215.

Palencia, Benjamín, 430.

Parcerisa, Francisco Javier, 53, 78.

Pardo Bazán, Emilia, 18.

Parrado, Jesús María, 36.

Parreras, arroyo, 47.

Paso Honroso, 60.

Patilla, condes de, 373.

Pavón Maldonado, Basilio, 115.

Payno, Antonio, 20.

Pedrajas de San Esteban, 358-359, 380-

381.

Pedro I, 48, 215, 217, 218, 342.

Pedro Miguel, lavajo, 430.

Pedro Miguel, despoblado, 385, 394.

Pedrosa de Duero, 272.

Pedroso de la Abadesa, 224.

Peñafiel, 267, 277-283, 288, 289, 290, 291,

299, 316, 321, 322, 360.

Peñaflor de Hornija, 123, 134, 149, 150-

152.

Peñalba de Duero, 294, 311, 313, 314, 315.

10 Tierra de Medina 7/4/09 14:37 Página 460

Page 463: Viajando por la provincia de Valladolid

Peñalosa, despoblado, 71.

Perales, laguna de, 115.

Pérez, Joseph, 345.

Pérez de Ayala, Ramón, 136, 137, 138, 139,

142.

Pérez de Guzmán, Fernán, 367.

Pérez de Villamuriel, Diego, 56.

Pérez de Vivero, Alfonso, 179.

Pérez Galdós, Benito, 285.

Pérez Pizarro, Guillermo, 138.

Pesquera de Duero, 290, 298-299, 305.

Pesquera, marqueses, 292.

Petain, mariscal, 222.

Picardo, Juan, 282.

Picasso, 76, 77.

Picazo, Miguel, 256.

Pimentel, familia, 68, 260.

Pinar de Antequera, 331.

Pinar del Esparragal, 332.

Pinheiro da Veiga, Tomé, 185.

Pintia, 277, 288, 290-291, 304, 305.

Piña de Esgueva, 255, 257.

Piñel de Abajo, 299.

Piñel de Arriba, 299.

Pirón, río, 358, 361, 371.

Pisón, arroyo, 381.

Pisuerga, río, 121, 171-209, 220, 222, 314,

332.

Pizarro, Francisco, 410.

Pizarro, Hernando, 392.

Plaza, Germán, 398.

Pobladura de Sotiedra, 164.

Pocico, arroyo, 92, 93.

Pollos, 230.

Polo, Carmen, 154.

Ponce de León, Juan, 101.

Ponz, Antonio, 24, 358, 414.

Portillo, 327, 339, 364, 365-368, 371, 372,

386.

Portillo, maestro de, 219, 225, 404, 434.

Portillo, Tierra de, 326.

Post, Chandley, 107, 114.

Power, José, 246-247.

Power, Ricardo, 246-247.

Pozal de Gallinas, 385, 386, 393-394.

Pozaldez, 386, 394, 395, 398, 405.

Pozopedro, arroyo, 47.

Pozuelo de la Orden, 41-42.

Prada, Amancio, 123.

Prado, monasterio de, 194, 206.

Praves, Diego de, 146, 184, 270, 329..

Praves, Francisco de, 17, 126, 184, 268,

372, 377.

Prieto, Indalecio, 165.

Primo de Rivera, Miguel, 434.

Ptolomeo, 104.

Puente Duero, 329, 331, 332.

Puercas, arroyo, 57.

Pumar, Hernando de, 375.

Puras, 346, 353.

Quadrado, José María, 129.

Quevedo, Francisco de, 185, 245, 272, 347,

423.

Quijada, Gutierre de, 60.

Quintana, campaneros, 133.

Quintanilla de Arriba, 291, 313.

Quintanilla de Onésimo, 291-292, 311, 314,

316, 322.

Quintanilla de Trigueros, 186, 191, 192.

Quintanilla del Molar, 84, 85.

Quiñones, granja, 198.

Quiñones, Suero de, 60, 367.

Q

461

Índice de lugares y personajes

10 Tierra de Medina 7/4/09 14:37 Página 461

Page 464: Viajando por la provincia de Valladolid

462

Rábano, 286.

Ramírez, Inés, 81.

Ramiro, 355.

Ramo, arroyo del, 436.

Ramos Sobrino, Blas, 163.

Rascón, Manuela, 229.

Raso de Portillo, 364, 365, 370.

Rebollar, laguna del, 112.

Recesvinto, 147, 149.

Reciberga, 232, 234.

Regoyada, arroyo de la, 51.

Regueras, Fernando, 167.

Renedo de Esgueva, 245-249, 261, 271,

311.

Represa, Amando, 268, 386, 406.

Repullés y Vargas, Enrique, 225.

Requijada, molino de, 324.

Retazos de Torozos, 121.

Retuerta, abadía, 126, 198, 209, 269, 292,

313, 316, 318-320.

Rey Pedro, 251.

Reyes Católicos, 104, 180, 191, 292, 365,

392, 393, 416.

Ribadavia, conde de, 182.

Ribera, José, 112.

Ribero Rada, Juan, 82.

Rincón, Francisco, 152, 391.

Río, Francisco del, 292.

Río Hortega, Pío, 366.

Rivas, Cipriano, 127.

Rivas Cherif, Cipriano, 138, 143.

Rivas Cuadrillero, Mateo, 143.

Rivera, Manuel, 413.

Rivero, Juan de, 126.

Rizzi, fray Juan, 405.

Roales de Campos, 84, 85.

Robladillo, 223.

Robles, Gutierre de, 191, 192.

Robles, Juan de, 251.

Rodilana, 386, 394-395.

Rodríguez, Cirilo, 430.

Rodríguez, José Luis, 114.

Rodríguez, Ventura, 401, 403.

Rodríguez, Vicente, 73.

Rodríguez de Celis, Antonio, 134.

Romaguitardo, despoblado, 385, 416, 433.

Rosales, Luis, 214.

Rosmithal, León, 340.

Roturas, 299, 301.

Rozas, arroyo, 267.

Rubens, 20, 178.

Rubí de Bracamonte, 385, 434.

Rueda, 228, 386, 402, 405, 406-409, 423,

442.

Ruiz, Felipe, 389.

Ruiz, Miguel, 345.

Ruiz, Simón, 390, 396, 397.

Ruiz Medrano, Ramiro, 250.

Sabatini, Francisco, 177.

Saboya, María Luisa de, 206.

Saelices de Mayorga, 97, 111.

Sagarvinaga, Juan, 393.

Salazar, conde de, 268.

Salcedo, Emilio, 134.

Salvador, Bartolomé, 15.

Salvador Carmona, Luis, 420.

Salvador de Zapardiel, 340, 438.

San Andrés de Valvení, granja, 198-199,

200.

San Bernardo, 294, 296-298, 411.

R

S

10 Tierra de Medina 7/4/09 14:37 Página 462

Page 465: Viajando por la provincia de Valladolid

463

Índice de lugares y personajes

San Cebrián de Mazote, 122, 123, 148, 157,

166-167, 190.

San Francisco de Borja, 32, 392.

San Francisco de San Miguel, 327.

San Isidoro, 42.

San Juan de la Cruz, 200, 390.

San Juan de Sahagún, 330.

San Llorente, dehesa, 85.

San Llorente del Valle, 299, 301-303.

San José, embalse, 230-231, 240-241.

San José Fernández, 400.

San Mamés, arroyo, 288.

San Martín, despoblado, 402.

San Martín de Valvení, 189, 197-199.

San Martín del Monte, despoblado, 227.

San Miguel del Arroyo, 320, 324, 325.

San Miguel del Pino, 219, 227.

San Pablo de la Moraleja, 340, 357.

San Pedro de Latarce, 37-38.

San Pedro Regalado, 330-331.

San Pelayo, 157.

San Román de Hornija, 152, 229, 232-234.

San Salvador, 156.

San Vicente, marqués de, 96.

San Vicente, teso, 89.

San Vicente del Palacio, 385, 439, 440.

San Vicente Ferrer, 397.

Sancha, infanta doña, 99, 126.

Sánchez Pertejo, Fernando, 73.

Sancho II, 391.

Sancho el Bravo, 203.

Sancho García, 278.

Sangusera, laguna, 322.

Sangusero, arroyo, 378.

Santa Bárbara, caserío, 60.

Santa Cruz, villa romana, 206.

Santa Engracia, arroyo, 81.

Santa Espina, condesa de la, 127.

Santa Eufemia del Arroyo, 41, 60.

Santa María de Duero, priorato, 313.

Santa Teresa de Jesús, 390, 396.

Santervás de Campos, 99-101, 112, 117.

Santiago, laguna de, 112.

Santiago del Arroyo, 320, 325-326, 368.

Santiago del Arroyo, enebral, 325-326.

Santibáñez de Valcorba, 320, 322, 334.

Santo Toribio de Mogrovejo, 107.

Santovenia de Pisuerga, 203, 206, 311,

314.

Sardón de Duero, 314, 315, 316-318, 320.

Sardoncillo, 316.

Sarmiento, Mencía, 180.

Seghers, Gerard, 20.

Sequillo, río, 16, 17, 18, 22, 24, 30, 31, 37,

38, 39, 43, 45, 47, 49, 57, 60, 62, 70,

71, 72, 125, 165.

Serrada, 400-402, 405, 423, 443.

Serrano, Manuel, 248, 409.

Sevillano, duque de, 330.

Sexto, duque de, 418.

Sierra, Pedro, 82, 150.

Sierra, Tomás, 19, 20, 48, 70, 95, 150.

Sieteiglesias de Trabancos, 385, 421-422.

Silos, arroyo de los, 47.

Simancas, 91, 201, 214, 219-222, 332, 345,

399.

Sinova, Víctor, 257.

Sion, Peeter, 20.

Smith, Manuel María, 247.

Solórzano, Bartolomé, 330.

Soreda, Juan de, 293.

Sotomayor, marqués de, 90.

Stein, Gertrude, 76, 77.

Stella, Antonio, 201.

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464

Tamarit, marqués, 395.

Tamariz, laguna de, 46-47, 63.

Tamariz de Campos, 46-49, 62, 154.

Tela, 72.

Telégrafo, teso, 351.

Téllez, María, 251.

Téllez de Meneses, familia, 80, 144, 167,

200, 201.

Tiedra, 121, 122, 158, 161-164, 238.

Tierra de Campos, 15-117.

Tierra de Pinares, 337-381.

Tímulos, embalse, 232.

Tirso de Molina, 417.

Tolosa, Juan, 390.

Tomé, Diego, 176.

Tomé, Narciso, 176.

Torre de Peñafiel, 286.

Torbado, Jesús, 70, 86, 116.

Torbado, Juan Crisóstomo, 42.

Tordehumos, 22, 38-41, 52.

Tordesillas, 43, 74, 213-219, 223, 224, 225,

227, 228, 229, 254, 310, 406, 442.

Tordesillas, Gaspar de, 217.

Torozos, montes, 119-169, 223-224, 237.

Torre de Esgueva, 263, 264.

Torre Duero, 229-230.

Torre Duero, isla, 229.

Torrecilla de la Abadesa, 227, 228-229,

232, 233.

Torrecilla de la Orden, 414, 421, 427-428,

430.

Torrecilla de la Torre, 157.

Torrecilla del Valle, 409, 414.

Torreherizo, despoblado, 71.

Torrelobatón, 146, 152-156, 157, 158.

Torreón, teso del, 112.

Torres, Teodosio, 57, 67, 75.

Torrescárcela, 320, 323, 324-325.

Tovilla, caserío, 315.

Trabancos, río, 230, 385, 421, 422, 426,

428.

Trapote, Jesús, 68.

Traspinedo, 315.

Trebolar, marqués del, 134.

Trece dioses, 136.

Tren Burra, 16, 17, 24, 50, 56, 141.

Tren de Ariza, 317, 321, 328.

Trigueros del Valle, 142, 186, 188, 189-191,

192, 197, 199, 201, 204, 220, 251.

Trueba, David, 72.

Tudela de Duero, 267, 309-315, 320, 327,

328, 329, 330.

Ulloa, familia, 160, 164.

Ulloa, Magdalena de, 32.

Umbral, Francisco, 173, 174.

Unamuno, Miguel de, 16, 17, 18, 25, 26,

138, 142.

Urgell, condesa de, 297.

Urraca, reina, 148, 428.

Urueña, 34, 36, 121, 122-125, 126, 132,

133, 154, 158.

Urones de Castroponce, 84.

Vahía, Alejo de, 72, 75.

Valbuena, marqueses de, 294, 296.

Valbuena, monasterio, 296-298, 313.

Valbuena de Duero, 293-296.

Valcorba, arroyo, 320, 322, 327, 334-335.

Valcorba, caserío, 335.

T

U

V

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465

Índice de lugares y personajes

Valcorba, sexmo, 320.

Valcorba, valle, 334-335.

Valdávila, arroyo, 415.

Valdebusto, monasterio, 24, 55, 143.

Valdearcos de la Vega, 299, 301.

Valdecascón, arroyo, 320, 324, 334.

Valdefuentes, 385.

Valdelamano, arroyo, 267.

Valdenebro de los Valles, 135, 136-139,

140, 146.

Valderaduey, río, 81, 83, 88, 89, 92, 93, 95,

96, 97, 99, 100, 112, 117.

Valderas, marquesa de, 127.

Valdés Osorio, Francisca, 87.

Valdestillas, 339, 371-372, 402.

Valdetrigueros, 186, 192, 251.

Valdunquillo, 84, 86-88, 89.

Valera, Juan, 106.

Valimón, arroyo, 316, 317, 320, 334.

Valladolid, 15, 22, 48, 58, 63, 78, 84, 90,

107, 112, 121, 134, 149, 157, 161,

173-177, 182, 183, 185, 199, 201,

202, 203, 204, 205, 206, 207, 221,

234, 247, 249, 250, 254, 256, 260,

261, 269, 271, 311, 312, 313, 318,

321, 323, 328, 329, 331, 342, 364,

368, 371, 375, 387, 399, 402, 410,

412, 432.

Valle de los Seis Sentidos, 246-247, 252-

253.

Valle del Cuco, 272, 299, 301-303.

Valle Inclán, Ramón, 139.

Vallejo, arroyo, 354, 355.

Vallejo del Busto, Manuel, 122.

Valoria la Buena, 192, 194-197.

Valverde, Calixto, 134.

Valverde, José Antonio, 145.

Valverde de Campos, 24.

Valverde de la Sierra, marqués de, 175.

Valviadero, 371, 378.

Varela Feijoo, José, 110.

Vázquez, Antonio, 257, 268.

Vázquez, Máximo, 73.

Vázquez, Tomás, 134.

Vega, Antonio de la, 271.

Vega de Ruiponce, 97-98.

Vega de Valdetronco, 237.

Vega, Juan de la, 292.

Vega Sicilia, 291, 296.

Velascálvaro, 385, 433.

Velasco, familia, 268.

Velázquez, Alonso de, 312.

Velilla, 224, 227.

Velliza, 223-224.

Vendimiario, 182.

Ventosa de la Cuesta, 385, 400.

Vibot, Julio, 69.

Viesca, marqués, 418.

Vigarny, Felipe, 293.

Villa Citti, 99.

Villa del Libro, 122, 132-133.

Villabáñez, 270-271, 311.

Villabaruz de Campos, 49.

Villabrágima, 28-30.

Villacarralón, 82.

Villachica, marqués de, 165.

Villacid de Campos, 79.

Villaco, 262, 263, 264.

Villacreces, 95, 102.

Villaesper, 45.

Villaester de Abajo, 234.

Villaester de Arriba, 234.

Villafrades de Campos, 71-72.

Villafranca de Duero, 232.

Villafrechós, 42, 43, 58-59.

Villafuerte, marqués de, 207.

Villafuerte de Esgueva, 259-261.

Villagarcía de Campos, 31-33, 34, 41, 60,

123, 375.

Villagómez la Nueva, 96.

Villagrá, 84.

Villahamete, 96.

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466

Villalán de Campos, 91.

Villalar de los Comuneros, 29, 68, 152, 234-

237, 345.

Villalba de Adaja, 375, 399.

Villalba de la Loma, 97.

Villalba de los Alcores, 138, 142-146.

Villalbarba, 160.

Villalón de Campos, 16, 50, 51, 53, 54, 67-

69, 70, 75, 76, 82, 90, 91, 195.

Villamarciel, 219, 227.

Villamuriel de Campos, 16, 56.

Villamuriel de Cerrato, 63.

Villán de Tordesillas, 223, 227.

Villanubla, 146, 149, 200.

Villanueva de Duero, 332.

Villanueva de la Condesa, 81.

Villanueva de los Caballeros, 34, 165.

Villanueva de los Infantes, 254-256, 257.

Villanueva de San Mancio, 22, 45-46, 47,

62.

Villar de Roncesvalles, 84.

Villardefrades, 34-36, 71.

Villarmentero de Esgueva, 251.

Villasexmir, 156.

Villavaquerín, 269.

Villavellid, 36, 164-165.

Villaverde de Medina, 385, 386, 414, 416.

Villavicencio de los Caballeros, 77, 89, 91,

92-95.

Villavieja del Cerro, 227.

Villoldo, Juan de, 266.

Viloria del Henar, 320, 325, 327.

Vinci, Leonardo da, 63.

Viña, arroyo de la, 165.

Vivero, Juan de, 179, 345.

Wamba,146-149, 152.

Wattenberg, Federico, 37, 51.

Wellington, 313, 409.

Zalengas, caserío, 59.

Zamadueñas, 205.

Zapardiel, río, 230, 340, 354, 355, 385, 390,

409, 410, 412, 413, 414, 415, 416,

438, 439.

Zaratán, 206.

Zorita de la Loma, 101.

Zorras, arroyo de las, 47.

Zorrilla, José, 180, 329, 356.

Zurbarán, Francisco, 427.

W

Z

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467

MESETA

¡Espacio! Se difunde

sobre un nivel de cima.

Cima y planicie juntas

se acrecen –luz– y vibran.

¡Alta luz, altitud

de claridad activa!

Muchedumbre de trigos

en un rumor terminan.

Trigo aún y ya viento.

Silban en la alegría

del viento las distancias.

Soplo total palpita.

Horizontes en círculo

se abren. ¡Cuántas pistas

de claridad, tan altas

sobre el nivel del día,

zumban! ¡Oh vibración

universal de cima,

tránsito universal!

Cima y cielo desfilan.

Jorge Guillén

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