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1 FORMULARIO DE DENUNCIA Relatoría sobre los derechos de las personas privadas de su libertad Comisión Interamericana de Derechos Humanos 1889 F Street, N. W. Washington, D.C. 20006 United State of America I. PERSONA, GRUPO DE PERSONAS U ORGANIZACION QUE PRESENTAN LA PETICIÓN Nombre: Eduardo Sinforiano San Emeterio Abogado defensor del señor Martín Eduardo Zúñiga Dirección postal: Avenida Santa Fe 1380 7° Piso "M" Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina (Código Postal) C1059ABU) Teléfono: (005411) 48113742 Fax: (005411) 43115665/43151910 Correo Electrónico: [email protected] ¿Desea usted que la CIDH mantenga su identidad como peticionario en reserva durante el procedimiento? NO SE MANTENGA RESERVA. II. NOMBRE DE LA PERSONA O PERSONAS AFECTADAS POR LAS VIOLACIONES DE DERECHOS HUMANOS Nombre: Martín Eduardo ZÚÑIGA Dirección postal: (Detenido) Complejo Penitenciario Federal Nro I - Ezeiza - Modulo Hospitalario -Constituyentes s/nº (1804), José María Ezeiza, Provincia de Buenos Aires - República Argentina Teléfono: (005411) 4295-5208 / 5207 / 3150 / 0162 / 5207 / 3151 / 3141 / 3142 Fax: (005411) 4295-5208 / 5207 / 3150 / 0162 / 5207 / 3151 / 3141 / 3142

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FORMULARIO DE DENUNCIA

Relatoría sobre los derechos de las personas privadas de su libertad

Comisión Interamericana de Derechos Humanos

1889 F Street, N. W.

Washington, D.C. 20006 United State of America

I. PERSONA, GRUPO DE PERSONAS U ORGANIZACION QUE PRESENTAN LA PETICIÓN

Nombre: Eduardo Sinforiano San Emeterio Abogado defensor del señor Martín Eduardo Zúñiga

Dirección postal: Avenida Santa Fe 1380 7° Piso "M" Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Repúbli-ca Argentina (Código Postal) C1059ABU)

Teléfono: (005411) 48113742

Fax: (005411) 43115665/43151910

Correo Electrónico: [email protected]

¿Desea usted que la CIDH mantenga su identidad como peticionario en reserva durante el

procedimiento? NO SE MANTENGA RESERVA.

II. NOMBRE DE LA PERSONA O PERSONAS AFECTADAS POR LAS VIOLACIONES DE DERECHOS HUMANOS

Nombre: Martín Eduardo ZÚÑIGA

Dirección postal: (Detenido) Complejo Penitenciario Federal Nro I - Ezeiza - Modulo Hospitalario -Constituyentes s/nº (1804), José María Ezeiza, Provincia de Buenos Aires - República Argentina

Teléfono: (005411) 4295-5208 / 5207 / 3150 / 0162 / 5207 / 3151 / 3141 / 3142

Fax: (005411) 4295-5208 / 5207 / 3150 / 0162 / 5207 / 3151 / 3141 / 3142

Correo Electrónico: [email protected]

III. ESTADO MIEMBRO DE LA OEA CONTRA EL CUAL SE PRESENTA LA DENUNCIA

REPÚBLICA ARGENTINA Y SUS FUNCIONARIOS DEL PODER EJECUTIVO Y JUDICIAL

IV. HECHOS DENUNCIADOS

Que vengo a presentarme ante esta Comisión Interamericana de Derechos Humanos a fin que mediante la correspondiente resolución de la Corte, se ordene al Estado Argentino, conceda a mi pupilo procesal, señor Zúñiga, el cumplimiento de su detención bajo el régimen de la Prisión Do -miciliaria, todo ello por las razones de hecho, derecho y doctrina que seguidamente expondré.

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Son aplicables al caso el derecho constitucional a la salud como una garantía (art. 42 CN), y lo preceptuado en los artículos 75 inc. 19 CN, que se refiere a la implementación de políticas condu -cente al desarrollo humano, en el inciso 23 que disponer legislar sobre medidas de acción positiva que garanticen el pleno goce de los derechos constitucionales.

A su vez el art. 41 CN garantiza a todos los habitantes un ambiente sano. Por otra parte la salud como derecho humano este reconocido en los arts. VII y XI de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del hombre; en los arts. 3,8 y 25 de la Declaración Universal de los derechos humanos; en el art. 12., 2 d) del Pacto Internaciones de derechos económicos, sociales y cultura -les; en el art. 24 del Pacto Internacional de derechos civiles y políticos y en los arts. 4.1; 5.1 y 26 de la CADH. Todo ello fundado en lo siguiente:

a) Adviértase, que lo informado por el Dr. Mariano Castex -que si bien es un Perito de par-te-, también es un afamado profesional de nota y consulta académica, quien en su evaluación informa lo siguiente:

"EVALUACION MEDICO LEGAL INTEGRAL MARTIN EDUARDO ZUÑIGA

Para ser presentado al Tribunal Federal n° 1

Secretaría Especial n° 13

Dra. Ana Cotter

Ciudad de La Plata (Pcia.de Bs.As.)

Mariano N. Castex, especialista jerarquizado en medicina legal, psiquiatría y psicología médica (MN 17658), certifica haber examinado y evaluado en la dimensión de su salud integral al Sr. Mar -tín Eduardo Zúñiga, argentino, DNI 4.247.538, de 81 años de edad y nacido el 25 de diciembre de 1931, estando internado este, en la Unidad Penitenciaria Federal II, Marcos Paz, Módulo IV, pabe -llón 3. El examen se realizó el día martes 28 de mayo de 2013 en horas de la mañana.

El examen se realiza con autorización del Tribunal Federal supra citado, en el incidente nº 75/7 caratulado “Zúñiga Martín Eduardo s/ incidente de salud”, originado en la causa 75 que tramita por ante el mismo tribunal.

De los datos complementarios ofrecidos en el interrogatorio clínico (anamnesis), surge que se trata de un octogenario, con hogar estable desde hace varias décadas, de profesión policía, perte-neciente a la Policía Federal (ingreso en abril de 1950) de donde se retiró con grado superior en abril de 1984.

Ofrece como datos de interés médico legal extensa documentación clínica, toda ella originada en el Hospital Privado de la Comunidad de Mar del Plata que certifican un seguimiento clínico desde el 20 de febrero de 1998, con último registro al mes de diciembre de 2012.

En el orden de los antecedentes de vida, se trata de un geronte con vida afectiva estable. Viudo en octubre 9 de 1992, matrimonio del cual nacieron 3 hijos y ocho nietos. Vuelve a establecer

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matrimonio en abril de 1997, que se mantiene estable, teniendo su esposa actualmente 75 años de edad y que es sostén afectivo de importancia, así como los hijos del primer matrimonio, en las circunstancias actuales. Privado de libertad desde el 25 de abril de 2012.

No refiere –aparte de los antecedentes compulsados supra citados- otros datos de valor clínico para la evaluación actual, a no ser, el sufrir desde la adultez (cuando dejara el tabaco) una rinitis alérgica pertinaz que le produce crisis de bronquitis asmática, que en 2006 se tradujo en cuadro neumónico. Ahondado en este punto, resulta ser alérgico a componentes ambientales, habiendo sufrido cuadros dermatológicos –que cedían con tratamiento adecuado- y respiratorios –tratados con bronquiolíticos y descongestivos- a repetición desde el año 1960, lo que le obligaba a evitar en lo posible el permanecer largo tiempo en ambientes con fumadores presentes. En el último quinquenio, tales cuadros condujeron por necesidad y prescripción médica bajo debido control del symbicort, fármaco cuyos principios activos son budesónida y formoterol, conteniendo cada dosis inhalada 160 microgramos de budesónida y 4,5 microgramos de formoterol en excipiente de lactosa. Ello calma la sintomatología broncoespástica y alivia así la respiración del enfermo.

Entre los antecedentes médicos pre referidos destaca (Historia Clínica 380259):

1999 / 2004 Pseudolinfoma. Hipercolesterolemia.

ECG (13.2.04) Ritmo sinusal / Trastorno de conducción intraventricular no definido.

18.2.04 Hernioplastia inguinal derecha. Riesgo quirúrgico ASA II

01.6.06 Ecografía renal: quiste renal izquierdo

22.3.11 Ecografía abdominal: imágenes compatibles con quistes parapiélicos en seno renal iz-quierdo. En aorta: dilatación aneurismática del cono terminal en UMA extensión de 7.08 cm con diámetro ántero posterior de 6,15 cm y transverso de 7,23 cm. Arterias ilíacas dilatadas. Próstata aumentada de volumen (62,7 cc).

13.5.11 Una angio TAC abdominal confirma la presencia del aneurisma aórtico /ilíaco.

03.6.11 La clínica confirma presencia de ateromatosis, trombosis en arterias renales y característi -cas del aneurisma aórtico

Paciente asmático; con hipercolesterolemia (relación LDL/HDL 3,8333) e leve hiperglucemia (1,28 gr/); vestigios de hematuria

Apendicectomía cuando cursaba en el Escuela de Policía Ramón Falcón (a los 19 años de edad) y el haber sufrido un desgarro severo de hombro izquierdo que debió ser reducido quirúrgicamen-te. Por lo demás ha cursado su carrera de oficial sin padecer enfermedades clínicas o quirúrgicas significativas hasta hace aproximadamente dos décadas atrás, en que comienza a evidenciar sig-nosintomatología propia de artrosis columnaria que paulatinamente le fue limitando en el desa-rrollo de las actividades deportivas y castrenses en que venía ejercitándose. También por esa mis -ma época comienza con hiperlipidemia, e hipertensión arterial progresiva. Esta, controlada en los inicios por modificación en los hábitos higieno dietéticos y medicación, pasó a descontrolarse en

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el último bienio, en que ante un estado de stress permanente, se evidenciaron crisis hipertensivas agudas, primero en forma esporádica y paulatinamente en forma creciente -tanto en frecuencia como en cifras tensionales, reacias a la medicación-. En la última crisis (hace 15 días), estando medicado de base, alcanzó una TA 200/120 que cedió con reposo y medicación adecuada, pero condujo a que en su obra social se le hicieran controles especializados cuyos resultados se repro-ducen a continuación.

También desde hace un bienio, sobre una personalidad normal, ante las crecientes noxas exóge-nas que fueron engendrando en el evaluado un estado de stress importante, inicia este un desa-rrollo adaptativo de índole mixto ansioso depresivo, resistente a los psicofármacos prescriptos y que con el correr de los meses se cronificó bajo la forma de una dominancia depresiva grave con inicio de rumiación autoeliminatoria (en el último trimestre).

Estudios complementarios aportados a la evaluación. CEMIC (28 DE MAYO DE 2012)

• Ecocardiograma bidimensional: aurícula izquierda con leve dilatación (área 23 cm)

• Ecodoppler de vasos de cuello: ateroesclerosis carotídea con presencia de placas de densi-dad acústica heterogénea, asociadas a procesos de fibrosis y calcificación, de bordes irregulares, protruyentes e inmóviles, localizadas en la bifurcación carotídea y proción proximal de carótida interna bilateral.

• Laboratorio: Hiperlipidemia moderada.

• Rx. Espinograma de frente y perfil: Escoliosis lumbardextroconvexa con signos de espondi-loartrosis. Asimetría de crestas ilíacas con mayor elevación izquierda que se reduce a nivel de las articulaciones coxofemorales. Escoliosis dorsal sinistroconvexa, con signos de espondiloartrosis. Discreta asimetría de clavículas con mayor elevación izquierda. En plano sagital se aprecia antelis-tesis de primer grado entre L5 y S1 con pinzamiento discal, osteofitosis marginal y acúmulo gaseo-so intradiscal. Cambios de-generativos a nivel de L4/L5 y L3/L4.

DIMENSION CLINICA CORPORAL.-

Estado clínico corporal en el que se evidencian dos patologías: cardiovascular y traumatológica columnaria. Siendo los estudios de mayo de 2012 se recomienda su actualización. La medicación (antihipertensiva, antilipídica y anti inflamatoria / analgésica, es la indicada para la signosintoma-tología evidenciada al examen.

Cabe señalar que la dislipidemia causante de la patología carotídea registrada en el eco-doppler –controlada actualmente con reposo, régimen higieno dietético y medicación adecuada- incide en forma negativa, creciente e irreversible sobre el estado de los vasos sanguíneos, y se ve incremen-tada por los estados tensionales psíquicos (Stress). Esta última actúa además acelerando la pato-logía columnaria.

DIMENSIÓN PSIQUIÁTRICO FORENSE:

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Se está, como se dijera de suso, ante un examinado senescente sexagenario, afectado por patolo-gías clínico orgánicas altamente sensibles a los estados de stress, que pueden evolucionar de mantenerse la acción de agentes stressantes -evitables o aminorados- hacia complicaciones seve-ras e irreversibles, advirtiéndose actualmente una clara y lógica contaminación sobre el psiquis -mo, en la que se evidencia sobre un fondo depresivo a predominio ansioso por el momento de causal reactiva:

Personalidad anancástica con estructuración obsesiva, intensa ansiedad y fondo depresivo.

Sobre un fondo bradipsíquico importante, se instauran períodos de acatisia moderada expresable en hiperlocuacidad que alterna con silencios significativos que implica un inicio algo prematuro para los parámetros evolutivos por los que atraviesa de involución que puede virar desde los senescente a lo senil de mantenérselo expuesto a factores agresores exógenos o endógenos.

Hipersensibilidad emotiva.

Moderada hipoprosexia (por incidencia emotiva).

Dismnesias en memoria actual de grado leve pero compatible con inicio de deterioro cerebral.

Discreta confusión de planos en recuerdos del pasado.

Signosintomatología compatible con stress psico emotivo post traumático de instauración proba-ble antigua, pero detectable en las reminiscencias diurnas y oníricas, irruptivas y causales de crisis de intensa angustia y desasosiego. El conjunto, empero, apunta al trastorno adaptativo mixto con convergencia de ansiedad y depresión.

Dificultad para planificar y proyectar de grado moderado.

Cansancio fácil con tendencia a la disgregación y pérdida del hilo cuando se intenta mantener un diálogo sostenido en el tiempo, aún cuando responde en los primeros momentos de la explora-ción psicosemiológica con exacerbación de la alerta (hyperarousal de los anglosajones).

Rumiación autoeliminativa (negada in recto, evidenciada in oblicuo), por cotejo entre CV (comuni -cación hablada o verbal) y CNV (comunicación no verbal, id est, gestual). Debiéndose recordar que como lo señalan los estudios producidos en el campo de las interneurociencias contemporáneas la CV (que incluye la mayor parte de la exploración psicodiagnóstica forense ocupa sólo el 7% de la comunicación en los humanos).

En otras palabras, paciente no demente, pero con debilitamiento y elevación del grado de vulne -rabilidad de su psiquismo como consecuencia de las patologías que sufre desde hace largo tiempo y del permanente estado de stress en el que vive, fundamentalmente de origen exógeno.

CONCLUSIONES MEDICO LEGALES

1. Paciente octogenario afectado por patologías orgánicas, hipertensiva / arterioesclerótica evidenciada a nivel carotídeo y traumatológica columnaria, que deben mantenerse bajo control clínico y psico clínico permanente y no ser expuesto a factores agressógenos entre los cuales la

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legítima coerción penal queda incluida claramente para la mayoría de los autores contemporá-neos que han investigado los efectos que conllevan en todo ser humano, la privación de libertad y demás medidas propias a una coerción penal legítima (traslados intempestivos, reiteración de estudios periciales no del todo justificado y otras conductas similares), todas ellas analizadas mi-nuciosamente por los especialistas en la temática. Tales factores agressógenos condujeron preci-samente a la reciente y progresista legislación argentina que instituye en defensa de los derechos humanos consagrados por nuestra Carta Magna, la prisión domiciliaria y otras morigeraciones.

2. A las patologías enunciadas en punto previo debe adicionarse en el orden psicopsiquiátri -co un síndrome al parecer cronificado, conocido como trastorno adaptativo, de expresión depresi -vo ansiosa, en donde se evidencia una naciente rumiación autoeliminativa, detectable en una exploración profunda del paciente como se detalla en el cuerpo del presente informe. Siendo recomendable en este caso la mayor contención afectiva posible, ofreciendo el hogar un medio adecuado.

3. Cabe recordar asimismo, que se está ante un paciente geronte afectado en su salud neu-ropsiquica y que por ende se encuentra encuadrado en los parámetros de la reciente ley 26.657 en cuanto a derechos personales.

4. Como última recomendación y en base tanto a la prolongada experiencia del suscrito en el fuero penal argentino, como a la triste y muy dolorosa experiencia adquirida durante los casi dos años en que estuvo detenido durante el llamado proceso militar y de la que emergió con una inca-pacidad psicofísica del 28% del VTO con sentencia firme en fuero civil, el abajo firmante puede testificar que las condiciones sanitarias de las cárceles argentinas en cuanto a supuestamente positivas, son meramente declarativas y no responden en la realidad a las exigencias básicas exigi-das por la legislación, habiendo empeorado en forma por demás notoria, pese a meritorios es-fuerzos en contrario, siendo por ello irreemplazable la figura de la detención domiciliaria como mal menor, en donde como en el caso sub examine se da una contención familiar insustituible cuya privación, de optarse por otra modalidad de institucionalización, podría ser causa directa de severo agravio a su salud integral, tornándose de tal modo la legítima coerción penal en ilegítima y violatoria en consecuencia de la Constitución Nacional -en palabras de un juez nacional en fun-ciones (fallo del Dr. L. A. Schelgel en causa 43.329 JNCCr, sec 71 Dr. O.E.Magistris) comentado por este profesional abajo firmante, en “Capacidad para estar en Juicio”, Ad-Hoc, Bs.As. 2007 pp.65 y ss.).

Es todo cuanto se puede informar al respecto.

Efectuada una segunda evaluación el Profesor Doctor Mariano Castex informa:

Mariano N. Castex, perito médico legista por la defensa de MARTIN EDUARDO ZUÑIGA ratificando domicilio y demás datos consignados en autos, al suscribir la presente peritación considera de extremada importancia formular las siguientes observaciones:

1. Que en primer término ratifica íntegramente el informe elevado oportunamente y obran-te en actuados, debiendo señalar que no sin sorpresa pudo apreciar que en ocasión de realizarse el examen pericial ordenado, el perito oficial no tenía información alguna sobre la existencia del

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mismo, mientras que el perito de la parte contraria portaba una copia del mismo en su mano, copia que gentilmente facilitó al abajo firmante ante su pedido.

2. Que comprobó asimismo que el Sr. Perito oficial carecía de todo antecedente de valor médico sobre el detenido a examinar, debiendo avanzar en tal situación y consecuencia, en una temática que hace a la salud de un ser humano en estado de privación de libertad, con carencia de información que al menos para la parte contraria era importante ya que de otra manera no hubiera facilitado a su perito tal documentación.

3. Que, del estudio realizado, surge con claridad que se ratifica plenamente lo señalado en informe presentado en forma previa por el abajo firmante, en cuanto se está ante un octogenario con patología cardiovascular metabólica y bronco-espástica de importancia, que lo convierte en un paciente de alto riesgo, por más compensado clínicamente que estuviera en el momento ac-tual.

4. Que, para peor, tratándose de un anciano con riesgo de vida importante e incrementado de modo innecesario al mantenerlo recluido en ambientes altamente stresógenos como lo es una unidad carcelaria del SPF, y como surge del informe que se suscribe, estaba erróneamente medi -cado con betabloqueantes.

5. Al respecto y a efectos de clarificar entre los lugares comunes que a diario se barajan en las oficinas periciales, es oportuno señalar que todo ser humano en estado de coma puede estar hemodinámicamente compensado hasta que obita tras egresar en forma brusca e inesperada de tal estado. Lo que importa no es el estado clínico actual de compensación o su opuesto, sino el estado de riesgo en que se encuentra el peritado en el medio específico en que se encuentra ha -bitando en el momento actual, circunstancia vivencial que en enfermos como el sub examine, ofrece una amplia sensibilidad ante todo agente stresógeno.

6. La patología del detenido Zúñiga, reflejada en el estudio realizado en la sección cardiológi -ca del CMF, no refiere por cierto con precisión más que genérica la severa patología que afectan algunas de sus vasos sanguíneos principales, entre ellos el aneurisma abdominal.

7. Es indubitable que se está así ante un evaluado con elevado riesgo, ubicado de modo in-necesario en una situación de riesgo incrementado ya por el elevado estrés que rige en todo esta-do de privación de libertad, ya por la errónea medicación betabloqueante que ingería, ya por la real imposibilidad (pero no admitida oficialmente) por parte de la institución carcelaria de proveer con la urgencia del caso, los medios indispensables básicos para una atención mínimamente debi-da, en el caso de producirse en forma sorpresiva una descompensación más que probable mien-tras persistan y se incrementen las noxas stresógenas ambientales.

8. Así cabe preguntarse, con qué puede responder la Unidad de Detención a una urgencia cardiovascular de tercera edad avanzada? Tiene acaso unidad de urgencia especializada para tras-lado? Dispone en su base de atención sanitaria con los elementos de urgencia normatizados con los que debe contar cualquier institución de salud de mediana complejidad, para atender patolo-gías de urgencia como las que pueden desencadenarse en pacientes con las características etarias y de afectación de salud que porta Zúñiga? Dónde queda y a qué distancia del detenido se cuenta

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con los elementos básicos para tratar una urgencia cardiovascular? Alguno de quienes responden de modo superficial e irresponsable a preguntas genéricas en forma afirmativa, acaso han recorri -do la ruta de acceso a la Unidad? Han visitado acaso los consultorios y revisado los medios con que se cuenta para todo ello? O lamentablemente se amparan en respondes periciales produci-dos por profesionales que con lamentable frecuencia no osan calificar la atención de urgencia como inexistente si uno se limita a compararla con establecimientos de mínima complejidad y computa los tiempos reales en que se ejecutan intramuros los pasos burocráticos para una míni -ma atención de salud?

9. En tal sentido, se convierte en imperativo categórico del orden moral y humano recomen-dar que de persistirse en una conducta de no acceder a la prisión domiciliaria que autoriza la legis-lación vigente, se agoten las exigencias para acreditar que de modo efectivo y no declamado exis -ten tales recursos para atender con la debida urgencia y eficiencia, en un medio altamente estre-sógeno, a un paciente cardiovascular y broncopulmonar espástico –amén de otras múltiples pato-logías acreditadas- y sometido en forma permanente a un elevado nivel de estrés permanente. Tal el caso sub examine.

10. De otro modo se estaría violando, ante la existencia de otras posibilidades como la deten-ción domiciliaria, garantías constitucionales, convirtiendo de tal modo a la prisión en un trato cruel y degradante hacia el enfermo.

11. Se está de acuerdo con el colega forense cuando indica que la evo-lución del paciente interno depende de la calidad del tratamiento y de ello también se deriva el hecho de que aumen -ta el riesgo de vida en la medida en que existan falencias en la atención, siendo absolutamente criminal afirmar y hasta suponer la inexistencia de tales falencias.

12. El perito abajo firmante conoce de sobra lo que implica el riesgo de vida en un detenido, ya que en 1981, estando interno en la U-2 del SPF estuvo en efectivo riesgo de vida y debió estar internado más de medio año en un hospital público como de-tenido y a consecuencia de una he -morragia severa causada por un estado de stress consecuencia de un maltrato en traslado. La-mentaría por cierto tener que afirmar que en esa época recibió un trato más humano y digno que el que se brinda en la actualidad, período este en el que luego de una larga lucha se logró la im-plementación de alternativas morigeradoras de la detención (ley 24.660).

13. Finalmente y con respecto a la peritación psicológica, debe señalar que en función de lo informado no es un centro de detención carcelaria el medio idóneo para tratar patologías y limita -ciones como las que padece el examinado –existiendo otras opciones morigeradoras y por cierto más humanas-, a quien la forense informante encuadra erróneamente en la denominada normali -dad psicojurídica queriendo significar con ello bajo un eufemismo que no está loco. Cuesta admitir por cierto que se encuadre en la normalidad para los parámetros contemporáneos de la salud mental a una persona en proceso senil, con patologías orgánicas severas y engendradoras de ries -go importante aún estando extramuros, deficiencia cognitiva leve, con percepción de realidad adversa, no felizmente medicado (error en la prescripción de betabloqueantes) y sometido a no-xas estresógenas de elevado nivel que podrían ser paliadas como lo prevé de modo acertado la legislación vigente.

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14. En este punto dado que la apreciada colega profesional opina que puede brindarse intra-muros un tratamiento eficaz psicológico y psiquiátrico al detenido, debería inquirirse judicialmen -te, a efectos de deslindar responsabilidades, sobre las posibilidades psicoterapéuticas ciertas y no declamadas meramente, que brinda el establecimiento de detención, pudiéndole formular así algunas preguntas al respecto: Así:

a. ¿Conoce acaso el establecimiento carcelario en donde se encuentra alojado el detenido y, en especial, el pabellón en que se aloja?

b. ¿Conoce las condiciones en que se brinda la asistencia psiquiátrica y psicológica en ese medio en particular?

c. ¿Ha inquirido en el detenido si se dan las condiciones de atención para un tratamiento psicoterápico integral conforme a los cánones internacionales que rigen tales disciplinas? ¿O si acaso el psiquiatra institucional no es un fugaz transeúnte administrador de pastillas?

d. En caso de responde positivo sería de desear indique fechas y ocasiones en que tomó conocimiento de todo ello.

e. También sería de elevado interés que la colega forense señalara de modo explícito si con-sidera que puede brindarse atención digna y eficaz dentro de las pre-visiones protectoras que asegura la Ley 26.657 de Salud Mental, invocando garantías constitucionales que no se cumplen en absoluto, a un anciano octogenario afectado de una patología cardiovascular de riesgo, en un medio altamente estresógeno como lo es toda unidad de privación de libertad.

15. Se considera que las preguntas supra formuladas son cruciales, ya que en el caso de pro-ducir el medio y sus condiciones, una complicación claramente pre-visible seguida de una muy pobre o nula atención, como está ocurriendo con lamentable frecuencia –sobreabundando al respecto las denuncias en el medio ciudadano, así como los ejemplos recientes-, la responsabili -dad de los peritos informantes en cuanto auxiliares de VS. sería innegable.

16. No puede concluir este experto el presente informe, sin dejar de señalar que conoce per-sonalmente a ambas unidades carcelarias, y conoce de sobra las condiciones que rigen en tales instituciones y la muy escasa seriedad con la que se sostiene la eficacia de apoyos psiquiátricos y psicológicos que harían avergonzar a cualquier ciudadano honesto defensor de los muy zarandea-dos derechos humanos, los cuales deben regir con igualdad para todos y todas, sin exclusión algu-na, ya que de otro modo se estaría ante gravísimas violaciones de la Carta Magna.

Es todo cuanto puede señalarse a VS. a quien Dios guarde.

El citado profesional, no carece de conocimientos en la materia ya que es Miembro Decano de la Academia Nacional de Ciencias Bs.As., Ex Profesor Titular Regular de Medicina Legal (UBA), Ex Profesor Titular Regular de Psicología Forense (UBA), Profesor Invitado en el Departamento de Derecho Penal (Fac.de Derecho, UBA), Director del Centro de Investigaciones Forenses (Acad.Nac. de Ciencias), Doctor en Derecho Canónico (UCA 1999), Ex asesor de Amnesty International.

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Ahora bien el Módulo Médico Asistencial del Complejo Penitenciario Federal I, el del Penal de Ezeiza, y menos cualquier pabellón, resulta un establecimiento en el cual no se cumple la misma, un lugar que la permanencia del imputado pueda tornarse inhumana o peligrosa para su salud. Condiciones que tampoco cumple el Hospital del Penal de Marcos Paz o cualquier otro penal, federal o provincial.

No cabe duda a esta defensa que si Zúñiga se enfermase, nunca podría ser asistido por el Servicio Médico de las citadas instituciones, menos para personas de la edad de mi defendido, para su desatención o falta de medios para su atención de urgencia.

Tampoco es dable olvidar que una persona octogenaria y enferma como lo es mi defendido el estar alojado en una cárcel, el estrés que produce tal circunstancia estaría agravando sus dolen -cias, y puede llevarlo dada su patología a una más que probable muerte.

No paso por alto, el hecho que los señores jueces argentinos son los responsables de la guarda de mi defendido, y responsables del estado de salud de éste.

En tal sentido me permito señalar que las dolencias antes referidas y que efectivamente padece mi defendido, puede tener un mejor control y tratamiento de las mismas estando éste en su do-micilio, dado que la Obra Social que cubre sus carencia médicas es el Churruca, como lo ha decidi-do en una loable resolución del Juzgado de Primera Instancia en lo Criminal y Correccional Federal de Mar del Plata, a cargo del Dr. Santiago Inchausti, el que en su parte pertinente dijo: "... RESUEL-VO: I. HACER LUGAR al habeas corpus correctivo en lo que hace a la presentación efectuada por la Dra. María Laura Olea, en representación del imputado Luis Héctor BONANNI a fs. 1/17 y a lo soli -citado en: la audiencia prevista en el art. 13 de la Ley 23.098 a fs. 55/64 de este legajo; DISPO -NIENDO el arresto domiciliario del nombrado...".

Agregaré lo más importante que desvirtúa lo dicho de mi asistido por parte del Tribunal, el señor Juez Federal de Mar del Plata, en autos: CABRERA, Juan Carlos s/detención domiciliaria" -caso de esta misma defensa- hizo la siguiente importante consideración: "... Al margen de que el nombra-do, por cuestiones etarias (tiene 64 años), quedaría excluido de una de las disposiciones conteni-das en la norma para la procedencia del instituto -sin perjuicio, como se especificó en otros casos, que la voz "podrá" establece que es facultativo del juez la decisión al respecto-, se han configura -do razones de índole humanitaria vinculadas estrictamente a su estado de salud y al tratamiento y cui-dados que deben ser atendidos que posibilitan que su detención pueda (y deba) ser cumplida en su domicilio particular; máxime cuando uno de los médicos que lo ha atendido en la unidad carcelaria donde se encuentra detenido, como más adelante se ilustrará, admitió las serias dificul-tades que "conlleva el control médico en pacientes que poseen la patología de Cabrera y, a la" par, los problemas (ante la falta de recursos e infraestructura) que acarrea el tratamiento que debe dársele estando en esa unidad de detención..."

Cabe entonces destacar la importancia de la atención médica de mi asistido en el Hospital Churru -ca, de su Obra Social y el arresto domiciliario.

El principio de inocencia ampara a mi asistido, ya que su procesamiento no se encuentra firme, y goza de los derechos que asisten a las personas sometidas a pro-ceso (art. 18 de la C.N.). Además

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la morigeración de los efectos de la prisión preventiva encuentra fundamento en insoslayables razones de humanidad, motivos que tuvo el legislador al momento de valorar a la edad y a la salud como causal autónoma en un inciso del artículo 32 de la ley 24.660, modificada por ley 26.472.

Por otro lado, otro inciso de la misma norma contempla la causal del estado de salud.

La esperanza de vida en el país -calculada por el INDEC-, para varones es de 70 años, por lo que utilizando la lógica o por lo menos el sentido común, este nos indica que es aplicable a una perso-na como Zúñiga, y como lo es mi defendido y con graves problemas de salud, lo que se da en la especie, y sumado a esto el paso del tiempo de-termina que las personas tienden a involucionar o a deteriorarse la misma (lo que es una irrefutable ley de la vida), y si a esto le sumamos que las confamiliadiciones de encierro, en este caso prisión preventiva en una cárcel común, tienen la suficiente aptitud para influir o desmejorar el estado de salud de una persona de 82 años.

No podemos olvidar que la expectativa de la pena que podría tal vez alcanzar a mi defendido, no es para nada un riesgo procesal y mucho menos durante esta etapa de sentencia no firme, que es en la que nos encontramos.

Del mismo modo es muy difícil que una persona de más 80 años pueda fugarse, máxime si está enferma y depende para su vida la atención que le puede brindar su servicio de salud, ya que si éste se fugara su obra social no le brindaría ningún tipo de asistencia por lo que correría peligro su vida.

El tribunal padece una grave confusión sobre las instituciones que se están debatiendo en la cau -sa, NO SE ESTÁ SOLICITANDO LA EXCARCELACIÓN de mí defendido, no podemos basarnos en los artículos 316, 319 y concordantes del ritual, sino en las normas de la ley 24660.

II.- IMPORTANTES CONSIDERACIONES

Así las cosas, nos encontramos que si bien es facultad de la “jurisdicción” el otorgar o no la prisión domiciliaria, es obligación de los jueces administrar justicia, pues no ignoran estos que las cárceles Argentinas solo están aptas para contener y/o alojar personas de hasta cincuenta años (así lo constató ILANUD), y que toda denegatoria de un beneficio referido a la forma de cumplimiento de la prisión domiciliaria debe ser motivado y fundado. Es decir, que para denegar la prisión domici -liaria, la misma no puede hacerse de manera abstracta, el peligro de fuga debe existir y poder ser comprobado, ya que este peligro no puede solo estar en la cabeza de los jueces sino que se lo debe comprobar de manera fehaciente, nunca por medio de aseveraciones dogmáticas.

No escapa a esta defensa que no puede resultar extraño que en la mente de V.E. que tal peligro de fuga ni siquiera se presentó a manera de hipótesis. Es decir, si se está pidiendo la morigeración de la prisión en razón de la edad y su grave estado de saludo, es absurdo pensar que quién siem-pre estuvo a derecho ahora se va a fugar, máxime que cuando podía hacerlo con suma facilidad, no lo hizo de modo alguno.

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La Corte Suprema de Justicia de la Nación en Fallos 236:27, ha resuelto como una pauta doctrina-ria que “La obligación que incumbe a los jueces de fundar sus fallos… tiende a documentar que el fallo de la causa es derivación razonada del derecho vigente y no producto de la individual volun -tad del Juez”, exponiendo que “ La exigencia de que los fallos judiciales tenga fundamentos serios reconoce raíz constitucional y tiene como contenido concreto el imperativo de que la decisión se conforme a la ley …”

No se debe olvidar, que cuando se legisló se tuvo en cuenta el principio pro homine, el que en esta situación brilla por su ausencia, parece que en la mente del juez a quo, el injusto proyecto legislativo de reforma de la Ley 24.660 que intentaba crear el art. 33 bis, y que tal proyecto en su artículo 1º dice así: “Los condenados mayores de sesenta años por los delitos de secuestro y des-aparición de personas, torturas y apropiación de niños, como todos aquellos considerados críme-nes de lesa humanidad, quedarán exceptuados del beneficio de la prisión domiciliaria...” “y de todo otro derecho” (la negrita es agregado de mi autoría) (1990 -D-2006), el que gracias a Dios nunca vio la luz, ya que ni siquiera se trato en Comisión.

Por otra parte, lo que se está pidiendo la morigeración de la grave situación en razón de la edad y el estado de salud, mediante una resolución carente de fundamentos fácticos y jurídicos.

Se debe tener en cuenta las políticas enunciadas en la Constitución, como el artículo 75 inc. 19 CN, que se refiere a la implementación de políticas conducente al desarrollo humano, el inciso 23 que dispone legislar sobre medidas de acción positiva que garanticen el pleno goce de los dere-chos constitucionales. Y el art. 41 CN que garantiza a todos los habitantes un ambiente sano, no pueden estar al margen del lugar de cumplimiento de la prisión domiciliaria. Y tanto sea la ley 24.660 como el art. 10 del CP receptan el derecho a la salud, como un derecho humano reconoci -do en los arts. VII y XI de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del hombre; en los arts. 3,8 y 25 de la Declaración Universal de los derechos humanos; en el art. 12. 2 d) del Pacto Internaciones de derechos económicos, sociales y culturales; en el art. 24 del Pacto Internacional de derechos civiles y políticos y en el art. 4.1; 5.1 y 26 de la CADH.

En igual sentido, cabe señalar que hay leyes de la naturaleza y de la vida que los jueces no pueden soslayar, dado que el paso de los años hace que una persona vaya perdiendo gradualmente su salud, y que por tal motivo dicha persona entre en un proceso involutivo, pues no se conoce en el mundo que una persona que padezca las afecciones de mi asistido, logre que esta dolencia invo-lucione, sobre todo al ocurrir en ella el avance de su edad biológica, ¡estamos hablando de una persona de más de 70 años!

En un estudio realizado, titulado: “ARGENTINA - INICIATIVA ESCUE-LAS PROMOTORAS DE SALUD - PROGRAMA EDUCACIÓN PARA LA SALUD” realizado por las Lic. Cristina Sánchez Viamonte, Lic. Marcela Pérez y Lic. María Dolores Mora y Araujo, en su publicación “MEMORIA” desarrollando las comisiones provinciales. Tercera Reunión de la Red Latinoamericana de Escuelas Promotoras de la Salud, (página 91, y 98) determina que la expectativa del promedio de vida en nuestro país para el hombre es de 69,8 años, y para las mujeres 76,8 años. El INDEC, en su trabajo “Indicadores demográficos”, se encuentra información sobre natalidad, fecundidad, mortalidad, esperanza de vida y otros datos relacionados con el crecimiento y dinámica de la población, y respecto de la

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Ciudad Autónoma de Buenos Aires, da como expectativa de vida para el hombre 71,80 años y para las mujeres 79,39 años, mientras que para la provincia de Córdoba, lugar éste de residencia de mi asistido, para el hombre 71,08 años y para las mujeres 78,71 años. Asimismo da un prome -dio general para el país de una expectativa de vida para el hombre de 70,04 y para la mujer 77,54 años. Asimismo elabora un cuadro sobre las principales causas de muertes por Enfermedades del sistema circulatorio 224/0000, y por Enfermedades del sistema respiratorio 113,5/0000. TMAPE: Tasa de mor-talidad ajustada por edad. Ambos sexos, varones y mujeres, 2009, para la provincia de La Rioja es de un promedio de 7,20, siendo de 8,77 para los hombres y 5,82 para las mujeres. Elaboración sobre la base de datos del MS y del INDEC, según clasificación CIE-10. Es decir la pro-vincia de Buenos Aires, tomando en consideración la asistencia médica, los sistemas de atención de alta complejidad para la atención de enfermos, especialmente gerontes, posee el un alto índi -ce de mortalidad. También encontrará en el mismo trabajo del INDEC una selección de indicado-res que provienen de los censos realizados en el país desde 1869 hasta 2001. Indudablemente la edad de mi asistido ha superado dicha expectativa, por lo que su fallecimiento “en expectativa”, y por los porcentuales de las dos principales afecciones que padece el señor Zúñiga, resulta como algo mucho más que probable, máxime sometido a las situaciones de estrés a los que el señor Juez de grado inferior lo están sometiendo. (Esta La publicación disponible en los formatos folleto, afiche y también en las páginas web del Ministerio de Salud y de la Organización Panamericana de la Salud en Argentina)

Debo pues suponer entonces que contrariamente a todas estas estadísticas, indiscutibles, los se -ñores jueces del Tribunal, habrían descubierto una cura para los males que sufre mi asistido o por lo menos tendrían agua de la fuente de juvencia, lo que lograría que evolucione favorablemente y sus enfermedades curen o desaparezcan, y eviten su muerte durante el proceso.

En síntesis, nadie ignora la falta de medicamentos existente en farmacias, hospitales y otras áreas de salud de este país, y que no cuentan con los medicamentos necesarios para tratar las muchas dolencias que aquejan al Sr. Zúñiga.

Adviértase que mi asistido necesita controles periódicos y que se le practiquen diagnósticos por imágenes, falta de asistencia que ha determinado que ya 230 detenidos por estas llamadas causas de “Lesa Humanidad” hayan perdido su vida por falta de atención en la emergencia, y especial-mente por su avanzada edad.

Que esta es una decisión política, esta defensa no lo duda. Si no es un acto de mera venganza, tampoco lo duda, que se está en un acto para agravar la detención de mi asistido tampoco lo duda, que el señor Juez de instrucción, el Fiscal y la Secretaria están llevado a cabo un acto inhu -mano y cruel, y claramente ilegítimo, e incluso incurso en un claro abuso de autoridad tampoco lo duda.

Como un primer paso debemos tener presente que el artículo 10 del Código Penal, que ha sido reformado, decía claramente que “cuando la prisión no excediera de seis meses podrán ser dete-nidas en sus propia casas…”. La norma era muy clara esa detención en el domicilio, no lo era en el que impusiera el Juez, sino el previsto por la norma, en la propia casa, la casa del imputado al condenado, el domicilio primario que toda persona tiene. Adviértase que al referirse a las perso-

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nas mayores de sesenta años o valetudinarias, se tenía también en consideración la posibilidad de que estuvieran enfermos, y esta norma tiene características humanitarias. Características que han sido ampliadas por la ley 26.472.

Se debe tener en cuenta las políticas enunciadas en la Constitución, como el artículo 75 inc. 19 CN, que se refiere a la implementación de políticas conducente al desarrollo humano, el inciso 23 que disponer legislar sobre medidas de acción positiva que garanticen el pleno goce de los dere -chos constitucionales. Y el art. 41 CN que garantiza a todos los habitantes un ambiente sano, no pueden estar al margen del lugar de cumplimiento de la prisión domiciliaria. Y tanto sea la ley 24.660 como el art. 10 del CP receptan el derecho a la salud, como un derecho humano reconoci -do en los arts. VII y XI de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del hombre; en los arts. 3,8 y 25 de la Declaración Universal de los derechos humanos; en el art. 12. 2 d) del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; en el art. 24 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y en el art. 4.1; 5.1 y 26 de la CADH.

III.- PRISIÓN DOMICILIARIA: HACIA UN TRATO HUMANITA-RIO DE LOS ENFERMOS DETENIDOS

I.- La prisión domiciliaria es un instituto que constituye una alternativa a la ejecución de la pena privativa de la libertad en establecimientos penitenciarios. La prisión domiciliaria está fundamen-tada en el principio del trato humanitario en la ejecución de la pena, que tiene en el ámbito de la República expresa consagración normativa.

La redacción actual de la Ley 24660, –Ejecución de la Pena Privativa de la Libertad-, modificada por la Ley Nº 26.472- Publicada en Boletín Oficial el 20/01/2009-, establece en el artículo Nº 32: “El juez de ejecución, o juez competente, podrá disponer el cumplimiento de la pena impuesta en detención domiciliaria:

a) Al interno enfermo cuando la privación de la libertad en el establecimiento carcelario le impida recuperarse o tratar adecuadamente su dolencia y no correspondiere su alojamiento en un esta-blecimiento hospitalario;

b) Al interno que padezca una enfermedad incurable en período terminal...... "

La redacción anterior de la Ley 24660 establecía, en su artículo 33º lo siguiente: “...el que padezca una enfermedad incurable en período terminal, podrá cumplir la pena impuesta en detención domiciliaria, por resolución del juez de ejecución o juez competente, cuando mediare pedido de un familiar, persona o institución responsable que asuma su cuidado, previo informes médico, psicológico y social que fundadamente lo justifique”.

Es evidente que no era razonable que la prisión domiciliaria recién se aplicara como sustituto de la prisión sólo en casos de muerte segura, cuando el condenado se hallase afectado por una en-fermedad incurable, irreversible y terminal, como contemplaba la redacción anterior de la ley. La prisión domiciliaria no puede limitarse al traslado de una persona para que muera en el domicilio, ya que ello desnaturaliza el sentido humanitario que inspira la prisión domiciliaria como alternati-va de la prisión.

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No sería ciertamente tampoco un trato humano proseguir la ejecución de la pena en prisión, cuando una enfermedad no le permita al interno soportar la privación de libertad sin riesgo para su vida o su salud física o psíquica, o cuando se pruebe que el encierro en un establecimiento sea susceptible de empeorar un delicado estado de salud.

Debe destacarse aquí que el cumplimiento de una pena de prisión consiste precisamente en eso: privar al condenado del derecho a la libertad. No puede entonces, excediéndose de su esencia y alcances, convertirse aquélla en una pena corporal o privativa del derecho a la salud, que están constitucionalmente prohibidas.

En efecto, si la pena cercenara el derecho a la salud del interno, implicaría de hecho la imposición de un suplicio no dispuesto por los jueces en sus sentencias, ni permitido en el ordenamiento jurídico penal, y por cierto expresamente prohibido por la Constitución Nacional e Instrumentos Internacionales de Derechos Humanos de rango constitucional. En algunos casos la prisión, al privar al detenido de la asistencia médica que requiere su grave estado de salud, realmente trans -forma la pena privativa de libertad en pena de muerte, afectando el primero y más fundamental derecho: el derecho a la vida.

Por otra parte, la prohibición de todo trato inhumano o degradante tiene un correlato positivo, que es la obligación de dispensar un trato humanitario. Tal el sentido de la prisión domiciliaria, que viene a morigerar la pena cuando ella afecta derechos constitucionalmente protegidos.

El valor que pretende tutelar el instituto de la prisión domiciliaria es la salud e integridad física y psíquica, del interno, derecho reconocido en los Instrumentos de Derechos Humanos de jerarquía constitucional.

Cabe destacar que el derecho a la salud es general, y también alcanza a las personas internadas en establecimientos penitenciarios. Por lo tanto el Estado, a través de los servicios penitenciarios tiene la obligación de dar a quienes están cumpliendo condena o prisión preventiva, la adecuada custodia, que se manifiesta también en el respeto de sus vidas, salud e integridad física y moral.

Por el hecho de que la propia detención impide el acceso del interno a servicios de salud, es sobre el propio Estado sobre quien recae la responsabilidad de garantizar el efectivo goce del derecho a la salud de los internos sometidos a su custodia.

La respuesta punitiva tiene como límite cualquier peligro para la salud o la integridad física o psí-quica que provenga de la ejecución penal. La prisión domiciliaria no implica eliminar la sanción penal en tales casos, sino que determina que ella se cumpla en el domicilio, de forma tal que la pena no se convierta en un trato inhumano o degradante de la persona que sufra una enferme-dad o discapacidad grave, o en un daño concreto a su salud e integridad física o psíquica o que directamente le haga perder la vida.

Los sujetos de aplicación del instituto de la prisión domiciliaria son las personas enfermas -termi-nales o no-, ancianos, embarazadas, discapacitados y las madres de niños pequeños, con el objeto de resguardar los derechos a la salud, la vida, el trato humanitario al condenado, y la tutela espe -

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cial de embarazadas y niños, teniendo en este último caso presente que la pena no puede tras-cender de la persona del delincuente.

IV. NORMATIVAS APLICABLES A LA CAUSA.-

1. Constitución Nacional

Artículo 18º “Quedan abolidos para siempre... toda especie de tormento y los azotes. Las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas, y toda medida que a pretexto de precaución conduzca a mortificarlos más allá de lo que aquélla exija, hará responsable al juez que la autorice.”

2. Instrumentos Jurídicos Internacionales sobre Derechos Humanos de Jerarquía Constitucional. (Adquieren jerarquía constitucional a partir de su inclusión en el artículo 75, inciso 22, de la Cons -titución Nacional, incorporada a la misma en el año 1994).

2.1. Sobre el Derecho a la Salud e Integridad física, psíquica y social:

2.1.1. Artículo 12º del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: “1. Los Estados Parte en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona al disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental. 2. Entre las medidas que deberán adoptar los Estados Partes en el Pacto a fin de asegurar la plena efectividad de este derecho, figurarán las necesarias para...d) creación de condiciones que aseguren a todos asistencia médica y servicios médicos en caso de enfermedad”

2.1.2. Artículo 5º de la Convención Americana de Derechos Humanos: “Derecho a la Integridad persona: 1. Toda persona tiene derecho a que se respete su integridad física, psíquica y moral”.

2.1.3. Artículo XIº de la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre: “Derecho a la preservación de la salud y el bienestar: Toda persona tiene derecho a que su salud sea preservada por medidas sanitarias y sociales relativas a...la asistencia médica...”

2.1.4. Artículo 25º de la Declaración Universal de Derechos Humanos: “Toda persona tiene dere-cho a un nivel de vida adecuado que le asegure...la salud y el bienestar, y en especial...la asisten -cia médica”

2.2. Prohibición de tratos inhumanos, crueles y degradantes. Trato humanitario en la ejecución de la pena.

2.2.1. Art. 7º del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: “Nadie será sometido a tortu-ras ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes...”.

2.2.2. Art. 10º, Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos: “1. Toda persona privada de libertad será tratada humanamente y con el respeto debido a la dignidad inherente al ser huma-no.”

2.2.3. Artículo 5º de la Convención Americana de Derechos Humanos –Pacto de San José de Costa Rica-: “1. Toda persona tiene derecho a que se respete su integridad física, psíquica y moral. 2.

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Nadie debe ser sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, in-humanos o degradantes. Toda persona privada de libertad será tratada con el respeto debido a la dignidad inherente al ser hu-mano.3. La pena no puede trascender de la persona del delincuente...”

2.2.4. Artículo 5º de la Declaración Universal de Derechos Humanos: “Nadie será sometido a tor-turas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes.”

2.2.5. Art. XXVº, Declaración Americana de los Derechos del Hombre: “Derecho de protección contra la detención arbitraria: “...Tiene derecho también a un tratamiento humano durante la privación de su libertad”.

2.2.6. Art. XXVIº Declaración Americana de los Derechos del Hombre. “Derecho a proceso regular: “Toda persona acusada de delito tiene derecho a....que no se le impongan penas crueles, infa-mantes o inusitadas”.

2.2.7. Art. 16º Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degra -dantes: “1. Todo Estado se comprometerá a prohibir en cualquier territorio bajo su jurisdicción otros actos que constituyan tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes y que no lleguen a ser tortura tal como se define en el artículo 1, cuando esos actos sean cometidos por un funciona-rio público u otra persona que actúe en el ejercicio de funciones oficiales...”

3. Instrumentos Jurídicos vigentes en la República Argentina dentro del Sistema Inter-americano

3.1. Art. 10º. Protocolo adicional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos en materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (“Protocolo de San Salvador”): “Derecho a la Salud. En vigor desde 23/10/2003“1. Toda persona tiene derecho a la salud, entendida como el disfrute del más alto nivel de bienestar físico, mental y social. 2. Con el fin de hacer efectivo el derecho a la salud los Estados Partes se comprometen a reconocer la salud como un bien público y particular -mente a adoptar las siguientes medidas para garantizar ese derecho:...b. la extensión de los bene-ficios de los servicios de salud a todos los individuos sujetos a la jurisdicción del Estado...”

4. Ley 24.660 -

Artículo 9º “La ejecución de la pena estará exenta de tratos crueles, inhumanos o degradantes”

Artículo 143º. “El interno tiene derecho a la salud. Deberá brindársele oportuna asistencia médica integral, no pudiendo ser interferida su accesibilidad a la consulta y a los tratamientos prescrip -tos”

5. Código Procesal Penal de la Nación.

Art. 495º, inciso 2º: “La ejecución de una pena privativa de la libertad podrá ser diferida por el tribunal de juicio solamente en los siguientes casos:...2°) Si el condenado se encontrare grave-mente enfermo y la inmediata ejecución pusiere en peligro su vida...”

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Por el presente, se hace expresa reserva para su oportunidad de ocurrir en casación y del caso federal previsto en los arts. 14 y 15 de la Ley 48 por haberse conculcado los derechos y garantías previstos en los arts. 16, 18, 19, y 75 inc. 22 de la C.N.

V.- INTRODUCCIÓN AL CONCEPTO DE PRISIÓN

Nada más preciso para comenzar a formular mi pretensión, que traer a colación lo expresado por Oscar Wilde en su carta a su amada: "Llora como lloramos en la cárcel, donde el día no menos que la noche está hecho para llorar".

Pero ¿quiénes habitan en ese lugar ignoto? Al menos en las cárceles argentinas, sólo la mitad de los reclusos están condenados y -contra lo que pueda suponerse- los asesinos y violadores son minoría; predomina el delito contra la propiedad.

Por otra parte, menos del 5% de los detenidos accede a salidas transitorias, y esto sólo después de cumplida la mitad de su condena.

Según datos del Servicio Penitenciario Federal, además, tres de cada diez internos no tienen la primaria completa, y siete de cada diez no terminaron la secundaria. Pero no todos estudian y no todos lo hacen formalmente, un dato curioso sobre todo si recordamos que la cárcel en la Argen-tina es considerada no solamente un sitio de custodia, sino también un lugar de reeducación.

Quien se encarga de velar por el cumplimiento de la pena impuesta por la Justicia es "el Servicio Penitenciario Federal, la institución dependiente del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos, dedicada a la custodia, tratamiento y reeducación de las personas privadas de su liber-tad", se lee en un documento del SPF. "Su objetivo es lograr que los internos adquieran pautas de conducta para su reinserción en la sociedad una vez cumplida la sanción penal."

La pregunta es, entonces, si el "tratamiento" al que se alude realmente funciona.

Según el Dr. Jorge Rizzo, presidente del Colegio Público de Abogados de Capital Federal, no del todo, y explica por qué. "El rol de la cárcel aparece en el artículo 18 de la Constitución Nacional. Pero eso es el ideal porque después, en la práctica, la cárcel termina siendo la universidad de la delincuencia", dice. "Por eso hay especialistas que directamente hablan del “fracaso” del sistema carcelario, y proponen pensar alternativas. Porque la paradoja es que en el mundo hay cada vez más gente presa, pero la resocialización va por la misma vía muerta que en la Argentina. Le esta -mos pidiendo a la cárcel lo que no está en condiciones de hacer", admite.

Quizá sea ésa la tensión fundante: necesitar un lugar donde poner a quienes no pueden vivir en sociedad pero, al mismo tiempo, hacer de éste el lugar en donde aprendan a vivir en sociedad.

Un planteo sin dudas esquizoide, pero que -cuarenta y ocho años atrás lo señalaba Michel Fou-cault- filósofo e historiador francés, publicado originalmente en 1975, y que resulta ser un exa-men de los mecanismos sociales y teóricos que hay detrás de los cambios masivos que se produje-ron en los sistemas penales occidentales durante la era moderna, quizá haga a la matriz de un lugar del encierro, en su obra "La prisión no puede dejar de fabricar delincuentes. Los fabrica por el tipo de existencia que hace llevar a los detenidos", “Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión

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(Surveiller et Punir: Naissance de la prison), en el hablaba, sin hablar, de "la tumba".(Confr. Fou -cault, Michel (1986). Vigilar y castigar. Madrid: Siglo XXI Editores. pp. 86.

Cualquiera que haya estado alguna vez tras las rejas sabe que lo primero que se pierde allí es cual -quier forma de referencia. Todo cambia: los nombres, los lugares, las rutinas. La vida empieza de cero, en un lugar extraño y rodeado de extraños. Los reclusos llaman a este lugar "la tumba" y según Claudia Cesaroni -abogada criminalista, escritora y miembro del Centro de Estudios en Polí -tica Criminal y Derechos Humanos, Cepoc- con bastante razón. "La cárcel es una institución donde impera el miedo, el dolor y la arbitrariedad. Por eso, a muchos nos parece que la institución carce-laria va a tender a reducirse a su mínima expresión. La mayoría de los presos son ladrones, y des-de luego que no vamos a felicitarlos por eso. Pero habría que buscar soluciones más reales, como que la persona trabaje y pague por lo que dañó o robó en vez de ir a prisión. La pena privativa de la libertad debería limitarse a los casos más graves, porque claramente no resuelve el tema del delito."

Será que en ese espacio de encierro donde todo se deforma, hasta la idea de autoridad -correc-ción: sobre todo la idea de la autoridad- se vuelve monstruosa. Porque nadie mira aquí adentro, y las paredes amortiguan lo que sea. Porque aquí todo se vende y todo se compra, y todo al mismo tiempo vale nada, empezando por la vida.

Así, y en abierta contradicción con el "sistema penitenciario modelo en América latina" del que habla el ministro de Justicia, Julio Alak, según el Informe derechos humanos en la Argentina 2011 elaborado por el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), hay "patrones estructurales de tor-tura en las cárceles y un aumento de inseguridad tras los muros".

Sólo en las prisiones bonaerenses (donde se agolpa casi la mitad del total de la población peniten-ciaria del país) hay 23 hechos de violencia por día (casi uno por hora) y una cifra de muertes que no para de crecer y que en 2010 llegó a 124.

En el mismo sentido, el informe 2011 de la Procuración Penitenciaria de la Nación destaca "la persistencia de prácticas de tortura sistemáticas en las cárceles federales" como una de las pro-blemáticas más acuciantes. Menciona 351 casos de torturas registrados en 2011, 38 muertes vio-lentas y un marcado incremento de incendios.

En este contexto, no es de extrañar que aquello previsto en la Constitución Nacional, artículo 18: "…las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, son para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas…", suene hoy a chiste macabro.

Al menos así como está planteada, la prisión es un caracol. Un animal enroscado sobre sí mismo e incapaz de rendirle cuentas a nadie, como si interior y exterior fueran dos esferas inconexas.

O no tanto: en julio de este año, Marcelo "Monguito" Segovia (condenado por el asesinato de Emiliano Martino) atravesó no uno ni dos, sino seis controles de una cárcel considerada "de máxi -ma seguridad" y se fugó.

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Según la Justicia, debía pasar las próximas tres décadas en la cárcel. No llegó a estar ni 10 días, aunque ya fue recapturado. Antes, después ¿Será que la idea del encierro en sí misma es la que está en crisis, la que conspira contra cualquier intención de recuperación social de los reclusos?

¿Que -como sostiene el renunciado director del Servicio Penitenciario Federal, Víctor Hortel-, "hacer una mejor cárcel es una trampa porque eso es más en-cierro y lo que tratamos es que no sea mejor, sino que sea menos cárcel"?. ¿Qué clase de institución es ésta cuya máxima autoridad descree de ella y promueve su desaparición?

Lo cierto es que hoy, y así como está, la cárcel no conforma. Quizás no sea tan dura como en el pasado. Quizá hoy luzca menos brutal y hasta más segura para quienes vivimos fuera de ella. Pero no menos cierto es que desentenderse de lo que pasa en el interior de las prisiones es un verda-dero suicidio social. Es dejar que una verdadera olla a presión de violencia, maltrato y resenti -miento siga acumulando temperatura, mientras los datos prueban que no opera ni como disuasi-vo (uno de cada tres presos vuelve a delinquir), ni como custodia de los delincuentes (en ellas se han tramado desde secuestros virtuales hasta raids delictivos, a veces en complicidad con unifor-mados), ni como agente de resocialización eficaz. Porque si quien, cumplida su condena, regresa literalmente a la nada (a menudo sin vínculos familiares, sin siquiera un lugar donde recalar, sin un trabajo del que subsistir) estará mucho menos preparado que antes para resistir la llamada del delito. Volverá a caer, a repetirse. A ser -alternativamente- ya carne de prisión, ya victimario. ¿Có-mo detener la rueda maldita? "Haciendo más cárceles", insisten algunos; "encarcelando menos y resocializando más", machacan otros.

Ahora bien, ¿esto último significa únicamente organizar un baile entre penitenciarios y presos? ¿Salidas a un recital? Con una o dos manos de tilinguería, evidentemente, hasta la mejor de las ideas queda arruinada. Y quizá lo peor de todo sea que tanto el episodio ridículo del Hombre Ara -ña foucaultiano como el episodio indignante del pirómano en medio del pago distraen la atención de la única pregunta que cuenta: ¿qué hacemos con la cárcel?

Si la eliminación de las prisiones no es siquiera una opción, ¿cómo se la depura, cómo se la vuelve un espacio de creación de ciudadanía responsable?

Lamentablemente, las propuestas en tal sentido no abundan. Pero tal vez para comenzar a pensar en estas cuestiones sirva recordar en qué condiciones entraron algunos de los que hoy están en prisión. Según el informe sobre jóvenes adultos elaborado por el SPF, por caso, muchos de ellos no habían podido completar siquiera el ciclo de educación obligatorio, el 36% había comenzado a trabajar antes de cumplir 14 años, el 63% dejó su casa muy joven (entre los 15 y los 18 años), la mayoría ya había estado en contacto con estupefacientes y la mitad ya tenía un familiar directo (madre, padre, herma-no) en la cárcel. Para algunos analistas, es justamente en este segmento en donde hay más y mejor por hacer, especialmente porque casi todos planean "conseguir un traba -jo" una vez fuera del penal. Pero ¿de qué? No por obra y gracia del hip hop y el tamboril, segura -mente, aunque sí puede que apostando a otra clase de formación.

Así lo entiende, entre otros, el jefe del bloque de diputados nacionales de la UCR, Ricardo Gil La-vedra, para quien "debemos debatir las prioridades del sistema penitenciario y exigir políticas

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públicas consistentes. La prioridad en la cárcel debería ser la escuela pública, y el secundario com-pleto, en lugar del estímulo gubernamental al proselitismo. No se está llegando a los eslabones más vulnerables del sistema, que justamente son sobre quienes debería trabajarse".

No faltará quien vea en un preso estudiante alguna suerte de injusticia, ni quien sienta que está recibiendo del Estado lo que no merece. Pero tal vez sea eso -además de jueces dispuestos a cum-plir con las leyes- lo que se necesita para que la cárcel deje de ser lo que ha sido hasta ahora. Lo que siempre fue: "Más bien un castigo que una custodia del reo", como anotaba Cesare Beccaria hace dos siglos y medio en esa maravilla de libro llamado “De los delitos y de las penas”. (Dei deli -tti e delle pene), ensayo jurídico escrito por el autor italiano en 1764. Considerado como uno de los libros más influyentes en la reforma del derecho penal europeo de inspiración ilustrada.

En De los delitos y las penas se exponen ideas que hoy se asocian con frecuencia a los fundamen-tos del derecho, pero que en el marco social de la época resultaban ser una propuesta de refor -mas casi revolucionarias. El libro se publicó, de hecho, en forma muy discreta, aunque su enorme éxito hizo que se difundiera por toda Europa (la primera edición española data de 1774). Algunas de estas ideas son:

• No es en ningún caso la voluntad del juez, sino las leyes, lo que puede dictar las penas.

• En las leyes deben estar fijadas de manera minuciosa y comprensible las normas de convi-vencia. Cualquier persona debe poder saber de antemano si sus actos son constitutivos de delito o no, y cuáles son exactamente las consecuencias de los mismos.

• Las penas deben ser tan leves y humanas como sea posible mientras sirvan a su propósito, que no es causar daño, sino impedir al delincuente la comisión de nuevos delitos y disuadir a los demás ciudadanos de hacerlo. (El ensayo es un alegato contra las penas de tormento o la pena de muerte, muy comunes por aquel entonces, que Beccaria considera inútiles y perniciosas).

• Lo que más disuade a los ciudadanos de violar la ley no es la exagerada gravedad de la pena, sino la inexorabilidad de la justicia. No se debe aplicar castigos in-humanos, sino aplicar castigos relativamente leves pero con toda seguridad.

• La tortura aplicada al reo para que confiese y/o delate a sus cómplices debe abolirse, por -que beneficia al culpable fuerte y perjudica al inocente débil.

• Las penas deben ser proporcionales a la gravedad de los delitos. Si todas las penas son igual de rigurosas, el delincuente cometerá siempre el delito mayor.

• La única medida válida de la gravedad de un delito es el grado de daño que causa a la sociedad.

• Las penas deben ser iguales para todos los ciudadanos, nobles o plebeyos.

• El poder legislativo y el judicial deben estar separados.

• La interpretación de la ley corresponde al legislador, no al juez.

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• La pena y el delito deben estar tan próximos en el tiempo como sea posible, para que aquella cumpla su fin. Deben fijarse plazos mínimos (aunque suficientes) para la presentación de pruebas, el juicio y la aplicación de la pena.

Nada ha cambiado demasiado desde entonces. He aquí el mismo depósito de humanos, la mons-truosa sala de espera con vista a la nada. El lugar donde el único y verdadero desafío tal vez sea no salir peor de lo que alguna vez se entró.

No voy a hacer aquí un análisis demasiado profundo de lo que los gran-des maestros del derecho ya han dicho, pero comenzaré diciendo que, desde mi punto de vista, el orden constitucional au -toriza una utilización mucho más acotada de la pena de prisión que la adoptada por nuestra legis -lación penal, que no sólo ha hecho uso y abuso de esa clase de penas, sino que está claramente inmersa en un proceso de "inflación penal" en el que los legisladores parecen competir por ame-nazar con castigos cada vez más duros (que en la mayoría de los casos rara vez se aplican) todo tipo de actos que otrora ni siquiera eran considerados delito.

Como es sabido, -reitero- la última frase del art. 18 de la Constitución Nacional dispone: “…Las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas, y toda medida que a pretexto de precaución conduzca a mortificarlos más allá de lo que aquélla exija, hará responsable al juez que la autorice…”

Que las cárceles argentinas no son ni sanas ni limpias no es ninguna no-vedad, y creo que ya se ha escrito lo suficiente sobre la cuestión como para poder agregar algo interesante en unos pocos párrafos. Lo de que las prisiones serán "para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas" ha merecido, en mi opinión, mucha menos atención. En efecto, ¿qué significa que las cárce-les serán para "seguridad y no para castigo"?

Esta frase casi enigmática encierra, creo, la clave de la clase de sistema penal y el propósito que la pena (o al menos la pena privativa de la libertad) persiguen en nuestro ordenamiento constitucio -nal.

En primer lugar, que el encarcelamiento no pueda ser utilizado como forma de "castigo" contra el reo, veda en nuestro ordenamiento el uso de la pena de prisión como vía "retributiva" del mal causado por el delincuente, es decir que la pena debe tener un fin que vaya más allá de la mera compensación simbólica del daño provocado por el delito. Esa utilidad ulterior, puede estar bási-camente dada por el propósito de impedir que el condenado cometa nuevos delitos ("prevención especial") o para reforzar la amenaza de sanción frente a terceros, de modo de disuadirlos a ellos de cometer delitos ("prevención general").

Usualmente, y en particular en los últimos años, la tendencia legislativa es a exacerbar la función de prevención general de la pena, amenazando con penas de prisión cada vez más severas todo tipo de conductas. Particularmente en materia de delitos económicos, se insiste en la probada -mente falsa idea de que un incremento de las escalas penales conducirá a una disminución de los actos considerados ilícitos. Es así que muchos hechos que generan daños meramente patrimonia-les, son amenazados con una pena igual e incluso superior a otros que generan graves daños físi-cos o psicológicos a los individuos (o incluso la muerte).

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Se podrá argumentar que muchos de estos hechos de delincuencia económica en ocasiones pue-den generar un grave daño social lo cual, sin perjuicio de ser o no cierto en cada caso, soslaya que la Constitución sólo habilita la pena de prisión por razones de seguridad, es decir, para evitar un peligro, y aclara específicamente que el encarcelamiento no puede exceder de lo estrictamente necesario para asegurar esos fines precautorios. Me parece claro que, en la inmensa mayoría de los casos de autores de delitos no violentos (como lo son casi por definición los delitos patrimo-niales) puede garantizarse que no seguirán delinquiendo con medidas mucho menos lesivas de sus derechos que el encarcelamiento. Los fines de prevención especial en esos casos pueden lo -grarse simplemente mediante la prohibición de realizar determinados actos jurídicos, a través de inhibiciones patrimoniales u otras medidas precautorias distintas a la privación de la libertad am-bulatoria.

Yendo un poco más allá, y teniendo en cuenta que la Constitución sólo habilita a utilizar la prisión como medida de "seguridad", me atrevo a decir que todo uso del encarcelamiento con fines de prevención general está constitucionalmente vedado (puesto que en tal caso se priva de la liber-tad al individuo no para evitar que produzca daños, sino para infundir temor a terceros), y que por ende la privación de la libertad sólo es viable como vía de prevención especial, y sólo para aque -llos casos en que pueda pre-sumirse, con cierto grado de certeza, que la persona, dejada en liber-tad, constituirá una amenaza para la vida, la integridad física o la libertad de terceros.

En definitiva, creo que una interpretación de la parte final del art. 18 de la Constitución Nacional acorde al respeto de los derechos individuales, lleva a concluir que la pena de prisión debe ser reservada a un pequeño número de delitos particularmente graves y que implican violencia contra las personas, y sólo en la medida que exista posibilidad de que el condenado, dejado en libertad, pueda realizar nuevos actos dañosos. Es decir, el único fin que la pena puede tener en nuestro ordenamiento jurídico es la prevención especial.

Utilizar la pena de prisión como medio de disuadir conductas de terceros implica mortificar y res-tringir los derechos del reo por razones que no están directamente vinculadas a sus actos, ni a la posibilidad de que cause nuevos daños, que por ende exceden el propósito precautorio del encar-celamiento y se encuentran, en rigor, vedadas por nuestra Constitución Nacional.

VI.- LA VIOLENCIA EN LAS CÁRCELES ARGENTINAS ESCAN-DALIZA A LA ONU

Lo siguiente fue extraído de un trabajo publicado por Juan Gaspari, res-pecto de las Penitenciarias Federales y Provinciales en la República Argentina, y a ellas me remito, y planteo como una impor-tante cuestión de hecho que hace a mi defendido.

El autor Juan Gaspari, es conocido periodísticamente como Juan Gasparini. Reside permanente desde 1980, en Ginebra, Suiza, donde está acreditado como periodista en la sede europea de Naciones Unidas y ante la Confederación Helvética.

Es miembro del sindicato de periodistas Impressum e integra la organización no gubernamental (ONG) Nuevos Derechos del Hombre (NDH), la cual defiende los principios, convenciones, pactos y recomendaciones de Naciones Unidas en materia de derechos humanos, y ha realizado una im-portante labor investigativa respecto de las condiciones de las penitenciarías en la Argentina.

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Comunicado del Subcomité para la Prevención de la Tortura de la ONU, al concluir su visita a la Argentina, 27-4-2012.

“Juan Gasparini, Ginebra, 5 de abril de 2013.

Un agente penitenciario le da una faca a un detenido para que mate a otro, amenazándolo con represalias de no cometer el homicidio; regímenes de aislamiento para reprimir las indisciplinas de los presos de 23 horas diarias que duran nueve meses; el "control interno" de los centros peni-tenciarios confiado a reclusos fajineros que pasan a constituir un cuerpo de limpieza, en retribu-ción de prebendas y ventajas, caldo de cultivo de la proliferación de delitos y peligros de torturas, encabezan las cuantiosas observaciones recogidas por 6 expertos independientes mandatados por la ONU, quienes se limitaron a visitar cárceles y comisarías de la provincia de Buenos Aires y la Capital Federal, circunstancias que ilustran un informe preliminar presentado al gobierno nacional y aún mantenido en secreto.

Dos latinoamericanos, tres europeos y una de Oceanía, compusieron la delegación del Subcomité de Naciones Unidas para la Prevención de la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanas o Degradantes, a resultas de un Protocolo a la Convención en la materia, ratificado por la Argentina en 2006, que permite a los expertos hasta realizar visitas sorpresivas en lugares que se presume hay personas privadas de libertad, bajo sospecha que podrían estar siendo torturadas, lo cual no fue indispensable en esta ocasión por la actitud positiva del gobierno nacional para facilitar la inspección. La visita de 9 días se realizó hace un año, el informe preliminar al que accedió la pre -sente crónica fue entregado de inmediato, para que el gobierno respondiera, en vista de un infor -me oficial y definitivo cuya revelación pública todavía se desconoce y su publicación depende esencialmente de la voluntad del país visitado.

"Me arruinaron la vida, porque tenía oportunidad de trabajar, Ahora, ¿quién me va a dar trabajo?, le confesó a la ONU uno de los tantos internos entrevistados en privado, forzado a confesar una infracción por los agentes que lo interrogaran, quien ya soporta la losa de los antecedentes pena -les que le pedirán cuando salga y busque trabajo. Su caso trasluce la angustia expandida en una población carcelaria, cuya mayoría está en prisión preventiva en espera de condena y muchos son pobres. La indefinición de las penas que les caerán encima, junto a la pertenencia a los sectores desfavorecidos, y a la ausencia de programas de reinserción, trazan un círculo vicioso de encierro, exclusión social y conflictividad interna que dispara la criminalidad. Se multiplican los robos, ven -ganzas, peleas, reducción de porción alimentaria, requisas, sustracción de pertenencias, tráfico de estupefacientes, mudanzas a peores pabellones, privilegios para entrar en los programas educati-vos y laborales, trueques de mayor seguridad y otras mejorías por dinero, asesinatos disfrazados de suicidios, incrementando los niveles de muertes violentas y aumentando los riesgos de tortura.

No obstante que la visita se circunscribió a 24 establecimientos de una sola provincia y de la ciu -dad de Buenos Aires, la ONU constató que en los complejos provinciales las condiciones materia-les y los criterios de subsistencia son "obsoletos". Los edificios se hayan deteriorados y varios sin calefacción en invierno, la comida es pésima, el acceso a la educación muy deficiente en cantidad de maestros, aulas y material didáctico; servicios médicos con personal desmotivado y falto de capacitación, que echan de menos equipamiento, remedios y personal idóneos, sin registros de

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lesiones, donde reina la precariedad para hacer deportes y disfrutar de la cultura, salir al aire li -bre, con insuficientes suministros y recursos humanos que, sin embargo, son de superior calidad en la jurisdicción federal.

La ONU percibió un fenómeno equivalente en los recintos policiales. Los calabozos federales son más amplios y limpios, con mejor pintura y luz, y áreas administrativas de cierta comodidad, mientras que a nivel provincial imperan los olores nauseabundos, la suciedad, cucarachas por doquier, y falta de ventilación, escasa calefacción, electricidad, y agua caliente. Sobrevienen inun-daciones en las alcantarillas comunes, y hay celdas clausuradas por su lamentable estado que, empero, se continúan usando, e ¡inscribiendo sus ocupantes en los registros! En las de aislamien-to pululan piojos y ex-crementos, y no siempre están reservadas para los sancionados por su com -portamiento, igualmente a otros por causas como el reciente ingreso a la unidad, reubicación o supuesta protección. En una de ellas las condiciones de hacinamiento quedaron patentes: a lo largo y ancho de aproximadamente 25 m2 con un solo servicio sanitario y una ducha, se contaron 60 detenidos. Se ven ratas en los patios, cocinas destruidas, sanitarios desvencijados y ventanas sin vidrios. Ni la comisaría que funciona en la planta baja de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en el Palacio de Justicia de Talcahuano y Lavalle en Capital Federal, quedó exenta de críti -cas por la gravedad del hacinamiento de los detenidos en tránsito que aguardan turno a veces durante varios días para comparecencias judiciales.

La ONU señaló la violación del principio de la necesidad de cercanía del interno para con su fami-lia, que redunda en apoyo y contención, cuya traducción es una vida carcelaria más digna, equili -brada y segura. Las frecuentes mutaciones como metodología coercitiva, denigran y desconectan a los presos de sus seres queridos, agra-vado por visitas demasiado cortas y esporádicas, y vejá-menes a sus familiares. Esos cambios a menudo quiebran la continuidad de actividades educacio-nales, productivas o culturales; lejanía de sus hogares que puede valorarse como una forma de malos tratos prohibida por la Convención contra la Tortura, instrumento internacional de rango constitucional al que Argentina adhirió en 1985. Los expertos le insistieron al gobierno nacional que los presos son "sujetos de derechos y obligaciones", a los que no deben colgarles etiquetas de "peligrosidad", que pueden sobrecargar el peso de la condena, y, desde luego, "rebasar el conte-nido de la pena o medida judicial impuesta".

Ejemplo flagrante de todo ello es la impunidad para con ciertas prácticas chequeadas en las entre -vistas con los presos que la Argentina debería erradicar. Se citan los cortes de cabello contrarios a la voluntad de los internos, quienes suelen ser objeto de correctivos para que asistan a cultos diferentes a los de sus creencias, y participación reglamentaria en estudios clínico-criminológicos "invasivos de la intimidad y la libertad de conciencia", que "rompen con la confidencialidad de la información" obtenida, "e inciden en la naturaleza y duración de la pena".

Para la ONU es "inaceptable" que los presos recién llegados sean so-metidos a condiciones de menor calidad que los demás, o a la segregación en dependencias de aislamiento, por no haber "hecho tiempo", fruto de "evaluaciones" que "incluyen un pronóstico del comportamiento al que injustamente se atribuyen consecuencias jurídicas equivalentes al mal comportamiento".

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Los enviados de Naciones Unidas se sorprendieron por no ver afiches in-formativos en los centros de detención sobre los derechos de los detenidos, en particular que la tortura está vedada. Espe -cialmente les preocupó el pesimismo generalizado de los reclusos debido a la desconfianza en las autoridades carcelarias para eliminar "los actos abusivos de los elementos de menor jerarquía", poniendo de tal modo en evidencia "una "estructura corporativa" que responde a "lineamientos superiores y estructurales". Escucharon repetidas veces: "No sirve de nada quejarse dentro".

Las investigaciones de torturas en las cárceles son obstaculizadas por una red administrativa que anuda el temor a represalias a presentar denuncias en el ámbito penitenciario, con la cifra "ocul-ta" de alegaciones planteadas a los Ministerios Públicos tipificadas como "delitos de lesiones, abuso de autoridad, uso excesivo de la fuerza, o extorsión", que traen aparejados condenas y plazos de prescripción menores que los caratulados como torturas. Se agregan la ausencia "de una línea de investigación sistémica que permita desarticular el entramado de actores" peniten-ciarios o policiales, extirpar la tortura como medida disciplinaria y de amedrentamiento, y la "su-butilización de los registros y bases de datos de tortura levantados por algunas instituciones públi -cas como marco para el inicio de investigaciones fiscales". Subyace una "impronta" no abolida de un sistema penitenciario "militarizado", hostil a la "gobernabilidad civil", es decir, el rechazo de hecho al avance de una civilización moderna de promoción y defensa de los derechos humanos, la genuina ideología de Naciones Unidas.

La ONU estima que la eficacia de las investigaciones de torturas reside en la "independencia insti -tucional" de todos los intervinientes "en la ruta de acceso a la justicia penal". Reclaman la crea -ción de una "Policía Judicial" que apuntale a los Ministerios Públicos y la Defensa Penal", en el contexto de abrogar que estos dos últimos actores en distintas provincias "se encuentren supedi -tados a una misma autoridad" de tutela, la Procuraduría General o Fiscalía. Esa cadena de mandos "dificulta la existencia de políticas adecuadas", disminuye "las autonomías funcionales y presu-puestarias, exacerba los conflictos de intereses" y erige obstáculos para "las garantías del debido proceso".

Las condiciones de arresto son "deplorables", según testimonios concordantes recogidos por los expertos de la ONU sobre "brutalidad policial" de todos los estamentos, que incriminan a la Poli -cía Federal, Gendarmería y Policía Bonaerense, con el fin de arrancar confesiones, o hacer escar-mentar protestas por las condiciones de detención. Son "normales" las palizas de adultos y jóve-nes, "incluso mujeres embarazadas", y hasta con las personas esposadas; agresiones físicas y ver-bales, con la exigencia de desnudarse y revisar la ropa delante de las fuerzas de seguridad, em-pleo recurrente de armas de fuego, "golpes y patadas en la cabeza y el pecho y otras partes del cuerpo, utilizando las manos, bastones de goma o la culata del arma" y piedras, apelando al "su -bmarino", amputación de dedos y quemaduras con cigarrillos o fierros calientes, y olvidando leer -le los derechos a los detenidos, de poder informar a un tercero y recibir reconocimiento médico. Un pibe de 17 años relató que le pegaron un tiro en la espalda cuando huía desarmado, y "no me mataron porque había gente que salió a la calle tras escuchar mis gritos de auxilio y porque la policía se quedó sin balas".

Nada de todo esto escapa a los centros para menores detenidos. Los talleres "no reúnen las con -diciones mínimas para cumplir con los objetivos de formación que deben tener", y quienes los

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imparten no están plenamente capacitados. A su vez, los sistemas de encierro comunican "espa-cios cerrados (celda, comedor, escuela, patio)" que no favorecen una circulación "libre y fluida entre los mismos". De producirse incendios las posibilidades de pérdidas humanas son inminen-tes, por la reclusión "absoluta", y porque los colchones no son "ignífugos". Las exigencias regla -mentarias terminan en que nadie ve casi nunca la luz solar, y en requisas dos veces diarias, con los chicos desnudos y haciendo "flexiones". Golpeados cuando los detuviera la policía, esos chicos rumian el sentimiento que por "haber delinquido una vez", dicho estigma "les acompañará el res-to de sus vidas".

Tampoco escapan a las generales de estas leyes de estragos permanentes las instituciones de Salud Mental que alojan detenidos. Los espacios de admisión, y las instalaciones para médicos y personal de guardia muestran "decrepitud". Abundan los cortes de gas, y las zonas de los baños adolecen de un "total abandono". La comida es "escasa" y de "ínfima calidad". Faltan enfermeros, "médicos, psicólogos y terapeutas ocasionales". Asiduamente "un gran número de pacientes se quedaban sin atención". Hay médicos que "cumplen menos de la mitad de su jornada laboral" y personal que solo con-curre "las mañanas". Es moneda corriente el "uso excesivo de la medica-ción como una forma de controlar los pacientes, paralelamente vinculado" a la carencia "de per -sonal". Se conocieron denuncias de aplicación de "medidas de restricción física, tales como atar a los pacientes a la cama, amenazas y golpes". El drama recrudece por la cohabitación de hombres o mujeres cuya admisión ha sido ordenada por los tribunales con pacientes voluntarios, hospitales que en buena medida funcionan como refugios de atención social para individuos discapacitados en los planos intelectual o psicosocial sin recursos ni sustento familiar.

Como todos los expertos de la ONU, los miembros de este Subcomité para la Prevención de la Tortura, no son funcionarios a sueldo, sino personalidades de significativa estatura moral, califica-ción académica y conocimiento técnico, elegidas por los Estados miembros de la institución, a través de mecanismos democráticos pactados en el seno de sus organismos, quienes trabajan gratis, a los cuales solo se les reembolsan los viáticos de las misiones que llevan a cabo. A título de conclusión, exhortaron al gobierno argentino a velar para que las personas privadas de la libertad entrevistadas, todas con conocimiento de la jerarquía institucional respectiva, "especialmente aquellas involucradas en incidentes que se mencionan" en las "observaciones preliminares" aquí exhumadas, no sufran represalias, y si por ventura las padecieran, sus autores deben ser sancio-nados, como dispone la obligación de cooperar con Naciones Unidas, para la preservación y me-moria de las víctimas.”

Conf. publicación en http://www.plazademayo.com/2013/04/la-violencia-en-las-carceles-argenti-nas-escandaliza-a-la-onu.

VII.- SITUACIÓN DE MI DEFENDIDO

El señor Zúñiga, es una persona octogenaria, con familia, cónyuge e hijos, arraigo, considerado primario, ha sido procesado por un supuesto delito, SIN SENTENCIA, es decir goza del sagrado principio de inocencia o presunción de inocencia, siendo este un principio jurídico penal que esta-blece la inocencia de la persona como regla.

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Solamente a través de un proceso o juicio en el que se demuestre la culpabilidad de la persona, podrá el Estado aplicarle una pena o sanción, sanción esta que aún no se ha confirmado, y se en -cuentra apelada en instancia de casación.

La contracara de la presunción de inocencia son las medidas precautorias como la prisión preven -tiva.

En el derecho penal moderno solamente se admiten medidas precautorias cuando hay riesgo de fuga o peligro cierto de que la persona afecte la investigación del hecho de forma indebida.

a) La presunción de inocencia en el ámbito de los derechos humanos

La presunción de inocencia es una garantía consagrada en la Declaración Universal de los Dere-chos Humanos y en tratados internacionales sobre derechos humanos como, por ejemplo, la Con-vención Americana sobre Derechos Humanos o la Convención Europea de Derechos Humanos.

Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en un juicio público en el que se le hayan asegurado todas las garantías necesarias a su defensa.

b) Artículo 11 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos

Garantías judiciales [...] Toda persona inculpada de delito tiene derecho a que se presuma su ino-cencia mientras no se establezca legalmente su culpabilidad [...]

c) Artículo 8 de la Convención Americana de Derechos Humanos

El derecho a la presunción de inocencia debe estar presente en todas las fases del proceso penal y en todas las instancias del mismo. A diferencia del proceso penal en el sistema inquisitivo en el cual bastaba que existiera una denuncia penal en contra de una persona y la referencia de su co-misión por dos testigos para que pudiera ponerse en cuestión la reputación del denunciado. Inclu-so se generaba un mandato de detención.

¿No será que se pretende retrotraernos a la Edad Media, donde el suplicio era un riguroso mode -lo de demostración penal, cuyo objetivo era el de manifestar la verdad que se había obtenido gracias al resto del proceso penal, y que hacía del culpable el pregonero de su propia condena al llevar el castigo físicamente sobre su propio cuerpo (paseo por las calles, cartel, lectura de la sen -tencia en los cruces...). Además, el suplicio también consistía en un ritual político, ya que en el derecho de la edad clásica el crimen suponía sobre todo un ataque al soberano, que era aquel del que emanaba la ley. Por tanto, la pena no sólo debía reparar el daño que se había cometido, sino que suponía también una venganza a la afrenta que se había hecho al rey?

Entiende esta defensa que después de realizar un pormenorizado análisis realizados en los aparta -dos INTRODUCCIÓN, y LA VIOLENCIA EN LAS CÁRCELES ARGENTINAS ESCANDALIZA A LA ONU, es harto suficiente argumento para conceder la detención domiciliaria a mi asistido

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Por demás, el antojo que demuestran el señor juez a quo, y la Cámara de Apelaciones, de que Zúñiga sea mantenido en una cárcel común, luce más como un reclamo de “castigo” o “venganza” que como un acto de justicia.

Esto no es ni más ni menos que un desopilante “argumento”, teñido de la ideología progresista que ha sido sembrado en nuestra patria en la nefasta década del 70 del siglo pasado, por Laclaú, Derridá, Mouffé, Cooke, Gramsci, Walsh, Duhalde y otros.

Sin estar en el ánimo de esta defensa introducir cuestiones nuevas y especialmente referidas a las excarcelaciones y/o excepción de prisión, entiendo que resulta aplicable al casi lo resuelto el día 10 de octubre de 2008 por los Señores Jueces de la Cámara Nacional de Casación Penal, han pro -cedido a dictar el Fallo Plenario nro. 13, en la causa “Díaz Bessone, Ramón Genaro s/ recurso de casación”. En dicho plenario, producido conforme al art. 4 del Código Procesal Penal de la Nación y a los arts. 10 y 11 de la ley 24.050, se ha determinado, conforme a los antecedentes jurispruden -ciales, tanto sea de la Comisión Interamericana como de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, a los cuales nuestro país se ha adherido por la CADH, como de la Excma. Corte Suprema de Justicia de la Nación, de la Cámara Nacional de Casación Penal, de la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional y de otros Tribunales Federales y Penal Económico y Tribunales Orales, que se citan en extenso en los fundados y motivados votos de los Sres. Jueces, se ha resuelto que ya no es posible basarse en la sanción del tipo abstracto y en los antecedentes, para denegar la libertad de las personas.

Así el Fallo Plenario sienta la siguiente doctrina “No basta en materia de excarcelación o eximición de prisión para su denegación la imposibilidad de futura condena de ejecución condicional, o que pudiere corresponderle al imputado una pena privativa de la libertad superior a ochos años (arts. 316 y 317 del CPPN) sino que deben valorarse en forma conjunta con otros parámetros tales como los establecidos en el artículo 319 del ordenamiento ritual a los fines de determinar la exis -tencia de riesgo procesal”.

En el fundado voto del Dr. Riggi se hace un excelente estudio sobre el estado de la cuestión y el proceso de maduración de la reaceptación del nuevo paradigma constitucional, que significó la reforma del año 1994, y se parte de la posición de la Corte Suprema en el caso “Estévez” de Fallos 320:2105,- caso en donde se sostuvo que “ la sola referencia a la pena establecida para el delito por el que ha sido acusado y la condena anterior que registra, sin que precise cuales son las cir-cunstancias concretas de la causa que permitieran presumir fundadamente que el mismo intenta-rá eludir la acción de la justicia, no constituye fundamento valido de una decisión de los jueces que solo trasunta la voluntad de denegar el beneficio”.

Se pasa por el caso “Napoli, Erika” de Fallos 321:3630, por el caso “Domínguez” del 19/9/99 y en el caso “Trusso, Francisco” (T.613. XXXIX del 12/11/2003) en el cual se remite al fundamental caso “Estévez” en donde se resolvió que “La sola referencia a la pena establecida por el delito por el que ha sido acusado y la condena anterior que registra, sin que precise cuales son las circunstan -cias concretas de la causa que permitieran presumir fundadamente que el mismo intentará eludir la acción de la justicia, no constituye fundamento válido de una decisión de los jueces”. Este mis-mo criterio fue seguido nos dice el Camarista en el caso M. 980 XXXVII in re “Massera”.

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El punto más importante que debo resaltar surge del voto del señor Juez Riggi cuando expone que “cuando no media aún, un pronunciamiento jurisdiccional que con fuerza de cosa juzgada en sen-tido material declare que una determinada persona es responsable de un hecho delictual, mal puede señalarse que la privación de la libertad de ese sujeto encuentra fundamento en su acredi -tada inconducta, dado que no se han agotado aún las instancias procedimentales necesarias para arribar a un estado de certeza semejante. Y para fundar esta posición la historia de los Fallos de la Corte Suprema demuestra que siempre se tuvo en consideración ese derecho a la libertad y no su contrario, como lo demuestran los casos de Fallos 8:291; 102:219; 3:174; 16:88; 54: 362, 305:1002; 308:3631; 280;297.

Asimismo, se hizo mención del informe 12/96 de la Comisión Interamericana de Derechos Huma -nos en donde se destacó que “El objetivo de la detención preventiva es asegurar que el acusado no se evadirá o interferirá de otra manera en la investigación judicial. La Comisión subraya que la detención preventiva es una medida excepcional y que se aplica solamente en los casos en que haya una sospecha razonable de que el acusado podrá evadir la justicia, obstaculizar la investiga-ción preliminar intimando a los testigos o destruir evidencia. Se trata de una medida necesaria-mente excepcional en vista del derecho preeminente a la libertad personal y el riesgo que presen-ta la detención preventiva en lo que se refiere al derecho a la presunción de inocencia y las garan -tías de debido proceso legal incluido el derecho a la defensa”.

Cabe señalar, que el art. 319 del CPPN establece que la denegación de la exención de prisión de -berá fundarse en la posibilidad de que el imputado intente eludir la acción de la justicia o entor -pecer la investigación. Y en mérito de lo normado por el art. 18 de la CN y el art. 2 del CPPN, se impone la interpretación restrictiva de toda disposición legal coarte la libertad personal del impu -tado; y, como ya lo ha sostenido la CSJN, las leyes deben interpretarse y aplicarse buscando la armonización entre estas y teniendo siempre en cuenta el contexto general y los fines que las informan(FALLOS: 301: 1149 entre muchos otros), de modo que no entren en pugna unas con otras y no se destruyan entre sí( FALLOS: 307: 51), por lo cual debe adoptarse el sentido que las concilie y deje a todas con valor y efecto(FALLOS: 314: 45 conf. CNAPE Sala “B”, Sentencia Regis-tro Nº 230/2005).

En ese sentido, y con relación al equilibrio de los intereses sociales e individuales dentro de nues -tro ordenamiento positivo vigente, se ha dicho que: “...aquí se nota con toda su fuerza el conflicto de intereses que reside en la base de la función judicial del Estado en lo penal: por una parte, la necesidad de hacer efectivo el poder penal del Estado en aquellos casos reales que fundan su aplicación, y para ello, la necesidad de averiguar la verdad histórica acerca de los comportamien -tos de los individuos sospechados como delictivos, con el fin de garantizar las condiciones impres-cindibles de la coexistencia social pacífica; y, por la otra parte, el interés individual en la propia vida, con el goce de todas las libertades y bienes jurídicos que el derecho concede, interés que, en definitiva, también ha sido asumido como social, según se demuestra en muchos momentos del procedimiento penal ... este ordenamiento jurídico específico, creado por el derecho penal sustantivo y procesal, y que tiende a asegurar la observancia del derecho “en general”, tutela simultáneamente dos intereses: el de la sociedad, que quiere la justa represión del verdadero culpable y la liberación del inocente, y el interés individual por la libertad y dignidad del

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hombre”...(Maier, Julio B., “Derecho Procesal Penal”, T. I., Fundamentos, pág. 90, Ed. Del Puerto, Bs. As., 2002, 2ª ed. reimpresa.

El ilustre jurista Cordobés, Dr. Alfredo Vélez Mariconde, en igual sentido tiene dicho: “...Esta pro -tección simultánea, este dualismo propio de un Estado democrático, se produjo realmente cuan-do a la idea de justicia, que acompaño siempre a la actividad punitiva del Estado, se agregó la idea de la libertad. Desde entonces, la función pública dejó de ser una mera expresión de utilidad o intereses para convertirse en una obra jurídica que tiende a la realización de la justicia...Justicia y Libertad son las ideas que según la Constitución Nacional (Preámbulo), inspiran y condicionan la función judicial del Estado”... (Derecho Procesal Penal, pág. 20, Ed. Marcos Lerner, Córdoba 3ª ed. 1986).

Por otro lado la CSJN, ha dicho: “...la idea de justicia impone que el derecho de la sociedad de defenderse contra el delito, sea conjugado con el derecho del individuo sometido a proceso, en forma que ninguno de ello sea sacrificado en aras del otro”... (FALLOS: 272: 188 y 311: 652).

Ahora bien, en razón de lo solicitado, corresponde tener en cuenta la pena máxima conminada en abstracto para el delito en el que se encuadraría “prima facie”, el hecho que se me enrostra en este proceso, es decir una pena privativa de la libertad superior a los ocho años, y cuyo mínimo excede los tres años; tal circunstancia constituiría un obstáculo insoslayable para la procedencia de la suspensión del cumplimiento de la pena; circunstancia esta que a tenor de los prescripto por el art. 316 del CPPN, no haría viable el otorgamiento del beneficio solicitado.

VIII.- PRISIÓN PREVENTIVA

Debemos aclarar especialmente que mi asistido se encuentra, cumpliendo prisión preventiva, pero reitero se encuentra detenido.

Reitero, para esta defensa el objetivo del señor juez, sus secretarios, fis-cales y el tribunal de alza -da con esta absurda persecución de la que hace víctima a mi defendido busca el único y nada oculto fin de agravar la pena, de hacer cumplir pena anticipada y “COMO CASTIGO EN CÁRCEL COMÚN”, es decir es la aplicación en la forma más cruel de lo que se ha dado en llamar “Derecho Penal del Enemigo”, haciendo renacer el dicho de “AL ENEMIGO NI JUSTICIA”.

Ha perdido el rumbo del derecho, ha perdido la noción de justicia, sola-mente persigue, VENGAN -ZA, y señores miembros de la honorable Comisión, me hago total y absolutamente responsable de mis afirmaciones.

Ahora bien, el señor juez, que tenazmente persigue la detención de mí asistido en cárcel común, ¿se hará luego responsable administrativa y penalmente si el señor Zúñiga fallece en la cárcel, como los 222 que ya han fallecido privados de su libertad, parecería que es lo que el juez Blanco y sus superiores pretenden, ¿sabiendo en su conciencia que esto resultaría más que probable?

¿Pretenden saber más de las condiciones carcelarias que los especialistas de las Naciones Uni -das?, ¿Pretenden tener más idoneidad y conocimiento de las ciencias médicas que los profesiona-les de las salud, como el de la talla del Doctor Mariano Castex?

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Pues bien si se consideran con más experiencia que los expertos y profesionales citados, QUE SE HAGAN RESPONSABLE DE LA INTEGRIDAD FÍSICA Y DE LA VIDA DE MI ASISTIDO. Pero cuando ha-blo de responsabilidad, lo hago en toda su extensión, tanto penal como civil en caso de que ocu-rra lo inevitable, LA PÉRDIDA DE UNA VIDA HUMANA, y con un solo fin, reiterando el eslogan que usan los supuestos organismos de derechos humanos “JUICIO Y CASTIGO”, pero del derecho, nada, olvidémonos de la justicia y de sus leyes.

Es más, esta defensa promoverá la denuncia de Prevaricato contra el Magistrado, y los integran-tes de la Cámara de Apelaciones de La Plata, y ante el Consejo de la Magistratura, y las acciones penales pertinentes a sus Secretarios, y fiscales ya que lo más importante, el informe del Hospital Penitenciario Central I de Ezeiza, por informe de su Directora, Dra. Gabriela Potap, informa que “… EN LO QUE REFIERE A SI ESTE NOSOCOMIO CUENTA CON LOS MEDIOS NECESARIOS PARA ATENDER URGENCIAS CARDIOVASCULARES DE UNA PERSONA DE EDAD AVAN-ZADA, INFORMO A UD. QUE ESTE HOSPITAL NO CUENTA CON UNIDAD CORONARIA, NI UNIDAD DE TERAPIA IN-TENSIVA. ESPECIALISTA EN CARDIOLOGIA SOLO ATENCION POR CONSULTORIO EXTERNO. SEÑA-LANDO QUE ATENTO LA EDAD DEL PACIENTE Y SUS COMORBILIDADES NOS ENCONTRAMOS FRENTE A UN ALTO RIESGO DE DESCOMPENSACION HEMODINA-MICA…”

Las conclusiones de la Directora del Hospital del SPF de Ezeiza es más que clara, y deja expuesto que al tribunal no le importa la vida o la muerte de mi defendido, es entonces así también que a esta defensa tampoco le interesa la suerte que podría correr la responsabilidad penal por homici-dio agravado con dolo eventual que pudiera serles imputados en caso de fallecimiento agrava-miento de mi defendido.

Honorable Comisión, el Derecho es el orden normativo e institucional de la conducta humana en sociedad inspirado en postulados de justicia, cuya base son las relaciones sociales existentes que determinan su contenido y carácter.

La Justicia es ética, equidad y honradez. Es la voluntad constante de dar a cada uno lo que es suyo. Es aquel sentimiento de rectitud que gobierna la conducta y hace acatar debidamente todo los derechos de los demás.

Cuando en un país se rompe el equilibrio entre la potestad, la autoridad y el imperio, oscilan entre el defecto y el exceso de poder.

La Argentina ha vuelto a oscilar entre sus dos excesos.

Que las leyes se violen arriba y abajo con alarmante frecuencia y que salga a la vista el empeño de destruir a las Fuerzas Armadas y de Seguridad, ¿no nos dicen que no sólo la auctoritas sino tam-bién la potestas y el imperium se nos han vuelto pre-carios? Deben Uds. restablecer el orden den -tro de su competencia, debe restablecer el respeto exclusivo y excluyente a la ley, el respeto irres -tricto a su manda.

Me he tomado el atrevimiento de tomar una frase de Emile Zola en su célebre carta al Presidente de Francia, “Yo acuso” cuando dice. “Hasta hoy no principia el proceso, pues hasta hoy no han quedado deslindadas las posiciones de cada uno; a un lado los culpables, que no quieren la luz; al

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otro los justicieros que daremos la vida porque la luz se haga. Cuanto más duramente se oprime la verdad, más fuerza toma, y la explosión será terrible. Veremos cómo se prepara el más ruidoso de los desastres.

No desespero del triunfo; lo repito con una certeza que no permite la menor vacilación; la verdad avanza y nadie podrá contenerla.”

Debe vuestra Comisión, ya la Corte Interamericana de Derechos Humanos restablecer el orden dentro de su competencia, debe restablecer el respeto exclusivo y excluyente a la ley, el respeto irrestricto a su manda, y no es materia política la que pretendo se juzgue, pero desgraciadamente mi asistido está siendo sometido a un juicio político y como tal es un verdadero preso político.

Por lo tanto como conocedor del derecho, vengo en este acto a exigirle apliquen “el derecho” pero con “justicia”, honren su investidura, ejerzan su “potestas”, la poseen el poder para ello, le pido no la defrauden.

IX.- SOLICITA APARTAMIENTO DEL JUEZ FEDERAL - PLANTEA NULIDADES - FORMULA RESERVAS.-

Que, vengo por el presente a solicitar el apartamiento del Dr. Manuel Humberto Blanco, por las consideraciones que expondré.

X.- LA NULIDAD DE LA ACTUACIÓN DEL SEÑOR JUEZ MANUEL HUMBERTO BLANCO

El Capítulo VII del Título V del Libro I del Código Procesal Penal de la Nación se denomina “Nulida-des". El art. 166 establece “Regla general: Los actos procesales serán nulos sólo cuando no se hubieran observado las disposiciones expresamente prescriptas bajo pena de nulidad”.

Por su parte, el art. 167 prescribe “Nulidad de orden general: Se entenderá siempre prescripta bajo pena de nulidad la observancia de las disposiciones concernientes:

1) Al nombramiento, capacidad y constitución del juez, tribunal o representante del ministerio fiscal …”.

La nulidad es una sanción por la cual se declara inválido un acto del proceso (o la totalidad de éste) privándolo de sus efectos en virtud de haber sido realizado de modo contrario a la ley.

El inc. 1) del art. 167 del CPPN consagra una nulidad general que tiene lugar, en la hipótesis con-templada, cuando no se han observado en el nombramiento del juez y/o del representante del Ministerio Público, las disposiciones (de orden constitucional y legal) que regulan el procedimien -to de designación de estos actores del proceso, que –además- reviste el carácter de absoluta, porque importa la violación de una disposición de rango constitucional y legal (art. 120 CN y 5º y 6º de la ley 24.946) y está prescripta como tal (inc. 1º del art. 167 del CPPN).

Tratándose de una nulidad absoluta, debe ser declarada de oficio, tal como se desprende del art. 168 del ritual “… deberá ser declarada de oficio, en cualquier estado y grado del proceso …”.

Se trata de una nulidad de derecho que no resulta convalidable por inacción de las partes o del órgano jurisdiccional, que se halla habilitado para declararla -en cualquier estado y grado del jui-

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cio- oficiosamente, pudiendo ser planteada hasta por quien no tenga interés en ella o, incluso, por quien le haya dado origen. El fundamento último del instituto de la nulidad debe buscarse en la circunstancia de que el Estado no puede aprovecharse de un acto irregular, un hecho ilícito o una actuación defectuosa, pues para condenar o para iniciar y proseguir un proceso en contra de una persona se requieren bases morales irreprochables y una actividad ética ejemplificadora. Esto se consustancia con el principio según el cual la justicia no puede aprovecharse de ningún acto con-trario a la ley sin incurrir en una contradicción fundamental, pues “… otorgar valor al resultado de un delito y apoyar sobre él una sentencia judicial, no sólo es contradictorio con el reproche for-mulado, sino que compromete la buena administración de justicia al pretender constituirla en beneficiaria del hecho ilícito …” (Fallos: 303:1938; cfr. Almeyra, Miguel Ángel y Baez, Julio César; “Código Procesal Penal de la Nación” Comentado y Anotado, Editorial La Ley, 2010, Bs. As, pág. 306).

En síntesis, el grave estado de salud del señor Juez, y en atención a que esta defensa ha sufrido la misma, en dos oportunidades, la durísima aplicación del tratamiento al que se encuentra someti-do, indudablemente le ha hecho perder su capacidad para continuar con su actuación a cargo no de uno sino de dos juzgados.

Ello hace suponer -indudablemente- que se ha visto obligado a delegar gran parte de sus funcio-nes en manos de sus Secretarios, que serían quienes estarían de facto a cargo de los juzgados, y serían quienes deciden las resoluciones, limitándose el Dr. Blanco sólo a suscribir las mismas.

En virtud del análisis que hasta aquí se ha hecho y sin perjuicio del que, pone en crisis la eficacia y seguridad de la prestación del servicio de justicia en la medida en que la totalidad de los actos cumplidos por los magistrados del Poder Judicial de la Nación (jueces de todas las instancias) en procesos en los que intervengan son nulos de nulidad absoluta e insanable, por aplicación de las previsiones de los arts. 166, 167 (inc. 1º) y 168 del Código Procesal Penal de la Nación.

XI.- SOLICITA REVISIÓN MEDICO FORENSE DEL MAGISTRADO

En virtud de lo expuesto, consideraciones vertidas, solicito se someta al señor Juez a un importan -te examen psíquico-físico a fin de determinar si se encuentra en condiciones de continuar con su desempeño en ambos cargos.

Amén de lo expuesto debo poner de resalto que en una audiencia de indagatoria, realizada en el juzgado N° 3 también a su cargo, y en presencia del secretario, Dr. Shapiro, mi codefensor, Dr. Hernán Guillermo Vidal, y un detenido, Raúl García, el estado físico del magistrado era por demás lamentable. Duele decir esto de un señor juez, por quien siempre sentí un gran respeto, pero el mismo, además de hacer un relato de su vida anterior a la magistratura, para lo que se tomó más de 40 minutos, luego justificó el hecho de que perdiera saliva, y las fallas en su conversación, en la quimioterapia que se le realizaba.

Indudablemente el tratamiento al que se encuentra sometido le ha quitado capacidad para el real desempeño de sus funciones y deberá ser apartado por V.E. ya que es violatorio del derecho de defensa de mis asistidos contar con un juez que indudablemente no puede cumplir en un 100% su

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función y delega las mismas en funcionarios que carecen de la capacidad y conocimientos para asumir las importantes funciones indelegables de un magistrado.

Ello es manifestado con todo respeto a los secretarios y prosecretarios del tribunal, pero reitero, no son sus funciones.

Debe la Honorable Comisión sin más abrir la presente denuncia por abandono de persona incoada contra el Dr. Blanco, Fiscal y sus Secretarios.

XII.- FUNDAMENTACION DE LA PRESENTE DENUNCIA

Dispone el Art. 106.- "El que pusiere en peligro la vida o la salud de otro, sea colocándolo en situa-ción de desamparo, sea abandonando a su suerte a una persona incapaz de valerse y a la que deba mantener o cuidar o a la que el mismo autor haya incapacitado, será reprimido con prisión de dos a seis años. La pena será de reclusión o prisión de tres a diez años, si a consecuencia del abandono resultare un grave daño en el cuerpo o en la salud de la víctima. Si ocurriere la muerte, la pena será de cinco a quince años de reclusión o prisión. (texto conforme ley 24410).

Jurisprudencia Nacional y Provincial

"La conducta de comisión por omisión atribuida a los inculpados, constituye un delito de peligro para la vida o la salud de las personas. La grave y dolosa omisión de quienes tenían a su cargo y con ello la obligación de cuidado y manutención (los coimputados), puso en grave riesgo la salud de la anciana madre y suegra, respectivamente-te-te. También quedó acreditado el parentesco (condición de hijo) por parte del imputado en relación a la víctima, lo cual agrava su conducta disvaliosa, debiendo encuadrarse la misma en los términos del primer párrafo del artículo 106 como abandono de persona calificado por el parentesco (artículo 107) ambos del Código Penal. En el caso de la co-imputada su conducta debe subsumirse en la figura del abandono de persona en los términos del artículo 106 del Código Penal".

"Si de los hechos que el tribunal tuvo por probados surge que la procesada ha puesto "en peligro la vida" de su hijo "incapaz de valerse" y al que debía "mantener" y "cuidar", abandonándolo "a su suerte", "a consecuencia" de cuyo "abandono" resultó "su muerte" a ellos son aplicables los arts. 106 y 107 del Código Penal, en relación al art. 264 incs. 2 y 4 del Código Civil.

"Es ineficaz el recurso de inaplicabilidad de ley que contiene una mera afirmación de no haber mediado el elemento peligro en el delito de abandono de personas basándose en que la víctima había sido auxiliada por un tercero, cuando tal circunstancia fue apartada por la Cámara al resol-ver que, por tratarse de un delito de consumación instantánea y de pura actividad, lo acontecido luego del alejamiento del procesado es penal-mente irrelevante

"Para la configuración del delito de abandono de personas (art. 106, Código Penal) es requisito esencial que el sujeto no solamente se encuentre frente a la situación que genera el deber de actuar, sino también que posea el poder final del hecho para el cumplimiento del mandato, cir -cunstancia esta última que torna necesario el cono-cimiento de esa situación y del poder para la

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ejecución de la acción omitida, así como la posibilidad real y física de llevar a efecto la acción mandada".

No cabe duda que todas las obligaciones asumidas por el Dr. Blanco, sus subalterno y superiores han sido incumplidas y dejado a su suerte a mi asistido Señor Zúñiga.

XIII.- IMPUTA RESPONSABILIDAD ESTATAL

No cabe duda a esta defensa que la política de Derechos Humanos implantada por este gobierno desde hace ya más de once años, oculta un sólo y único fin, el castigo a quienes vencieron al te -rrorismo subversivo, encerrando a los que actuaron contra ellos, y premiando a quienes ahora califican de "jóvenes idealistas", otorgándoles cargos tanto en el Poder Ejecutivo, como en el Le-gislativo y Judicial.

La imputación personal que esta defensa formulará se basa en las siguientes resoluciones y doctri-na.

a. Corte Interamericana:

a. 1.- Caso Castillo Petruzzi y otros Vs. Perú Sentencia de 30 de mayo de 1999 (Fondo, Reparacio -nes y Costas)...

"...195. La Corte ha dicho, también, que en “los términos del artículo 5.2 de la Convención toda persona privada de libertad tiene derecho a vivir en condiciones de detención compatibles con su dignidad personal y el Estado debe garantizarle el derecho a la vida y a la integridad personal. En consecuencia, el Estado, como responsable de los establecimientos de detención, es el garante de estos derechos de los detenidos”. La incomunicación ha sido concebida como un instrumento excepcional por los graves efectos que tiene sobre el detenido, pues “el aislamiento del mundo exterior produce en cualquier persona sufrimientos morales y perturbaciones psíquicas, la coloca en una situación de particular vulnerabilidad y acrecienta el riesgo de agresión y arbitrariedad en las cárceles”.

"... 196. La Corte sostuvo en el caso Loayza Tamayo que la infracción del derecho a la integridad física y psíquica de las personas es una clase de violación que tiene diversas connotaciones de grado y que abarca desde la tortura hasta otro tipo de vejámenes o tratos crueles, inhumanos o degradantes cuyas secuelas físicas y psíquicas varían de intensidad según los factores endógenos y exógenos (...) El carácter degradante se expresa en un sentimiento de miedo, ansia e inferioridad con el fin de humillar, degradar y de romper la resistencia física y moral de la víctima..."

"... 197. .. “la incomunicación durante la detención, [...] el aislamiento en celda reducida, sin ven-tilación ni luz natural, [...] las restricciones al régimen de visitas [...], constituyen formas de tratos crueles, inhumanos o degradantes en el sentido del artículo 5.2 de la Convención Americana..."

"... 199. Por todo lo expuesto, la Corte declara que el Estado violó el artículo 5 de la Convención."

"... 86. El Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas (en adelante “Comité de Derechos Humanos”) ha sostenido que la detención de un preso con otras personas, en condiciones que

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representan un peligro serio para su salud, constituye una violación del artículo 7 del Pacto Inter -nacional de Derechos Civiles y Políticos..."

"... 87. La Corte Interamericana ha manifestado que toda persona priva-da de libertad tiene dere-cho a vivir en condiciones de detención compatibles con su dignidad personal y el Estado debe garantizarle el derecho a la vida y a la integridad personal. En consecuencia, el Estado, como res-ponsable de los establecimientos de detención, es el garante de estos derechos de los detenidos.

"...169. Además, ha quedado establecido que los internos del Instituto procesados sin sentencia no estaban separados de los condenados y, por tanto, todos los internos eran sometidos al mismo trato sin distinción alguna (supra párr. 134.20 y 134.21). Esta situación coadyuvó a que en el Insti -tuto existiera un clima de inseguridad, tensión y violencia. El propio Estado ha reconocido la falta de separación entre procesados y condenados y ha señalado que ésta existía en el Instituto por “la falta de disponibilidad de medios”172. Finalmente, no existían oportunidades efectivas para que los internos se reformasen y reinsertasen a la sociedad (supra párr.134.24).

170. De este modo, la Corte puede concluir que en ningún momento existieron en el Instituto las condiciones para que los internos privados de libertad pudieran desarrollar su vida de manera digna, sino más bien a éstos se los hizo vivir permanente-mente en condiciones inhumanas y de -gradantes, exponiéndolos a un clima de violencia, inseguridad, abusos, corrupción, desconfianza y promiscuidad, donde se imponía la ley del más fuerte con todas sus consecuencias.

171. Estas circunstancias, atribuibles al Estado, son constitutivas de una violación al artículo 5 de la Convención Americana respecto de todos los internos que permanecieron en el Instituto.

"... 184. Como se destacó anteriormente, este Tribunal considera que el Estado debe garantizar el derecho a la vida y a la integridad personal de los internos localizados en establecimientos de detención (supra párr. 151)..."

a.4. Caso Tibi Vs. Ecuador Sentencia de 07 de septiembre de 2004 (Excepciones Preliminares, Fon-do, Reparaciones y Costas)

"... 150. De conformidad con ese precepto toda persona privada de libertad tiene derecho a vivir en situación de detención compatible con su dignidad personal152. En otras oportunidades, este Tribunal ha señalado que mantener a una persona detenida en condiciones de hacinamiento, con falta de ventilación y luz natural, sin cama para su reposo ni condiciones adecuadas de higiene, en aislamiento e incomunicación o con restricciones indebidas al régimen de visitas constituye una violación a su integridad personal..."

"... 153. Como responsable de los establecimientos de detención, el Esta-do debe garantizar a los reclusos la existencia de condiciones que dejen a salvo sus derechos..."

"... 153. Asimismo, está probado que durante su permanencia en la cárcel, el señor Daniel Tibi fue examinado dos veces por médicos proporcionados por el Estado, quienes verificaron que sufría heridas y traumatismos, pero nunca recibió trata-miento médico ni se investigó la causa de dichos padecimientos (supra párr. 90.51).

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"...154. Sobre este particular es preciso remitirse al Principio vigésimo cuarto para la Protección de Todas las Personas Sometidas a Cualquier Forma de Detención o Prisión que determina que: “[s]e ofrecerá a toda persona detenida o presa un examen médico apropiado con la menor dila -ción posible después de su ingreso en el lugar de detención o prisión y, posteriormente, esas per -sonas recibirán atención y tratamiento médico cada vez que sea necesario. Esa atención y ese tratamiento serán gratuitos”.

"... 156. A su vez, la Corte Interamericana entiende que, conforme al artículo 5 de la Convención Americana, el Estado tiene el deber de proporcionar a los detenidos revisión médica regular y atención y tratamiento adecuados cuando así se re-quiera. A su vez, el Estado debe permitir y facilitar que los detenidos sean atendidos por un facultativo elegido por ellos mismos o por quie -nes ejercen su representación o custodia legal..."

"... 157. Este Tribunal observa que, a pesar de su grave situación física y psicológica, el señor Tibi nunca fue sometido a un tratamiento o atención médica adecua-dos y oportunos en el centro penitenciario, lo que ha tenido consecuencias desfavorables para su estado de salud actual. La deficiente atención médica recibida por la presunta víctima es violatoria del artículo 5 de la Con -vención Americana..."

"... 159. La Corte entiende que, a la luz de la obligación general de los Estados partes de respetar y garantizar los derechos a toda persona sujeta a su jurisdicción, contenida en el artículo 1.1 de la Convención Americana, el Estado tiene el deber de iniciar de oficio e inmediatamente una investi -gación efectiva que permita identificar, juzgar y sancionar a los responsables, cuando existe de-nuncia o razón fundada para creer que se ha cometido un acto de tortura en violación del artículo 5 de la Convención Americana..."

"... 132. La Corte Interamericana entiende que, conforme al artículo 5 de la Convención America-na, el Estado tiene el deber de proporcionar a los detenidos revisión médica regular y atención y tratamiento adecuados cuando así se requiera. A su vez, el Estado debe permitir y facilitar que los detenidos sean atendidos por un facultativo elegido por ellos mismos o por quienes ejercen su representación o custodia legal...."

"... 135. Este Tribunal, además, ha tenido por probado que la detención de ..., y las condiciones en que ésta se produjo provocaron la ruptura de la estructura fa-miliar, por la cual los hijos de .... crecieron en ausencia de su ... y el abandono de planes personales (supra párr. 73.57). La Corte recuerda que ... manifestó en su declaración rendida ante fedatario público (supra párr. 50) que sus familiares “sufrieron como si hubiesen estado presos conmigo”. Asimismo, los hechos de la detención causaron profundos sufrimientos psíquicos a sus familiares.

136. Por todo lo expuesto, la Corte considera que el Estado violó el derecho a la integridad perso -nal consagrado en el artículo 5 de la Convención Americana, en relación con el artículo 1.1 de la misma, en perjuicio de ...., así como de sus familiares..., sus hijos; ...., su madre; y ...., sus herma-nos.

a.6.- Caso Caesar Vs. Trinidad y Tobago Sentencia de 11 de marzo de 2005 (Fondo, Reparaciones y Costas)

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"... 96. Al respecto, la Corte ha especificado que, de conformidad con el artículo 5.1 y 5.2 de la Convención: […] toda persona privada de libertad tiene derecho a vivir en situación de detención compatible con su dignidad personal. En otras oportunidades, este Tribunal ha señalado que la detención en condiciones de hacinamiento, con falta de ventilación y luz natural, sin cama para el reposo ni condiciones adecuadas de higiene en aislamiento e incomunicación o con restricciones indebidas al régimen de visitas constituyen una violación a la integridad personal

"... 97. Al hacer referencia a la cuestión de las condiciones de detención, la Corte Interamericana también ha evaluado otros instrumentos internacionales, así como la jurisprudencia de otras insti-tuciones de protección de derechos humanos.

Recientemente la Corte ha declarado que frente a las personas privadas de libertad, el Estado se encuentra en una posición especial de garante, toda vez que las autoridades penitenciarias ejer-cen un control o dominio total sobre las personas que se encuentran sujetas a su custodia. En este particular contexto de subordinación del detenido frente al Estado, este último tiene una respon -sabilidad especial de asegurar a aquellas personas bajo su control las condiciones que les permi-tan retener un grado de dignidad consistente con sus derechos humanos inherentes e inderoga-bles.

"... 223. Las sanciones penales son una expresión de la potestad punitiva del Estado e implican menoscabo, privación o alteración de los derechos de las personas, como consecuencia de una conducta ilícita180. Sin embargo, las lesiones, sufrimientos, daños a la salud o perjuicios sufridos por una persona mientras se encuentra privada de libertad pueden llegar a constituir una forma de trato o pena cruel cuando, debido a las condiciones de encierro, exista un deterioro de la inte -gridad física, psíquica y moral, que está estrictamente prohibido por el inciso 2 del artículo 5 de la Convención. Las situaciones descritas son contrarias a la “finalidad esencial” de las penas privati-vas de la libertad, como establece el inciso 6 del citado artículo, es decir, “la reforma y la readap-tación social de los condenados”. Las autoridades judiciales deben tomar en consideración estas circunstancias al momento de aplicar o evaluar las penas establecidas..."

"... 226. Este Tribunal ha señalado que la falta de atención médica adecuada no satisface los re-quisitos materiales mínimos de un tratamiento digno conforme a la condición de ser humano en el sentido del artículo 5 de la Convención Americana..."

"... 227. La Corte entiende que, conforme al artículo 5 de la Convención Americana, el Estado tie -ne el deber de proporcionar a los detenidos revisión médica regular y atención y tratamiento ade -cuados cuando así se requiera. A su vez, el Estado debe permitir y facilitar que los detenidos sean atendidos por un facultativo elegido por ellos mismos o por quienes ejercen su representación o custodia legal..."

"... 228. Este Tribunal observa que, a pesar de sus problemas de próstata (supra párr. 97.57) el señor ... no recibió la atención médica adecuada y oportuna en los centros penitenciarios de Yana-mayo y Challapalca, lo cual ha tenido consecuencias desfavorables en su estado de salud actual y

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es contrario al tratamiento digno que todo ser humano es titular, en los términos del artículo 5 de la Convención Americana.

a.8.- Caso Boyce y otros vs. Barbados Sentencia de 20 de noviembre de 2007 (Excepción Prelimi -nar, Fondo, Reparaciones y Costas)

88. La Corte ya ha examinado en casos anteriores el deber que tienen los Estados Partes de la Convención, como garantes de los derechos de toda persona bajo su custodia, de garantizar a los reclusos la existencia de condiciones que respeten el artículo 5 de la Convención y cumplan con los estándares mínimos internacionales en esta área82. De conformidad con el artículo 5 de la Convención, toda persona privada de libertad tiene derecho a vivir en condiciones de detención compatibles con la dignidad inherente de todo ser humano. Esto implica el deber del Estado de salvaguardar la salud y el bienestar de los reclusos y garantizar que la manera y el método de pri -vación de libertad no exceda el nivel inevitable de sufrimiento inherente a la detención. La falta de cumplimento con ello puede resultar en una violación de la prohibición absoluta contra tratos o penas crueles, inhumanas o degradantes. En este sentido, los Estados no pueden invocar priva-ciones económicas para justificar condiciones de detención que no cumplen con los estándares mínimos internacionales en esta área y no respetan la dignidad del ser humano..."

"... 130. Esta Corte ha indicado que, de conformidad con el artículo 5.1 y 5.2 de la Convención, toda persona privada de libertad tiene derecho a vivir en condiciones de detención compatibles con su dignidad personal, lo cual debe ser asegurado por el Estado en razón de que éste se en-cuentra en posición especial de garante con respecto a dichas personas, porque las autoridades penitenciarias ejercen un control total sobre éstas. En igual sentido, la Corte Europea de Derechos Humanos ha señalado que el artículo 3 del Convenio [Europeo] impone al Estado asegurarse de que una persona esté detenida en condiciones que sean compatibles con el respeto a su dignidad humana, que la manera y el método de ejercer la medida no le someta a angustia o dificultad que exceda el nivel inevitable de sufrimiento intrínseco a la detención, y que, dadas las exigencias prácticas del encarcelamiento, su salud y bienestar estén asegurados adecuadamente, brindándo-le, entre otras cosas, la asistencia médica requerida.

a.- 10. caso Castañeda Gutman vs. Estados Unidos Mexicanos sentencia de 6 de agosto de 2008 (excepciones preliminares, fondo, reparaciones y costas)

78. El artículo 25.1 de la Convención establece, en términos generales, la obligación de los Estados de garantizar un recurso judicial efectivo contra actos que violen derechos fundamentales. Al in -terpretar el texto del artículo 25 de la Convención, la Corte ha sostenido que la obligación del Estado de proporcionar un recurso judicial no se reduce simplemente a la mera existencia de los tribunales o procedimientos formales o aún a la posibilidad de recurrir a los tribunales, sino que los recursos deben tener efectividad, es decir, debe brindarse a la persona la posibilidad real de interponer un recurso, en los términos de aquel precepto. La existencia de esta garantía “constitu-ye uno de los pilares básicos, no sólo de la Convención Americana, sino del propio Estado de Dere-cho en una sociedad democrática en el sentido de la Convención”. Asimismo, conforme al artículo 25.2.b de la Convención, los Estados se comprometen a desarrollar las posibilidades del recurso judicial..."

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"... 133. En el presente caso la inexistencia de un recurso efectivo constituyó una violación de la Convención por el Estado Parte, y un incumplimiento de su deber de adoptar disposiciones de derecho interno para hacer efectivos los derechos establecidos en la Convención, en los términos del artículo 25 de la Convención Americana de Derechos Humanos, en relación con los artículos 1.1 y 2 de dicho tratado.

a.11.- Caso Bueno Alves Vs. Argentina Sentencia de 11 de mayo de 2007 (Fondo, Reparaciones y Costas)

"... 105. La Comisión alegó que “aun cuando los tribunales nacionales fueron puestos sobre aviso de indicios de abuso, los demorados […] procesos llevados a cabo no aclararon los hechos denun-ciados”. Particularmente en lo que respecta al sumario No. 24.079, la Comisión alegó que las au-toridades judiciales no realizaron un esfuerzo diligente para investigar las circunstancias precisas bajo las cuales Bueno Alves fue hospitalizado. Ello se refleja, a criterio de la Comisión, en los so-breseimientos dictados por la autoridad judicial, que se fundó en insuficiencia probatoria. Indicó también que el Estado tramitó el proceso penal como si estuviese determinado por una acción civil entre partes privadas. Adicionalmente señaló que, si bien el señor Bueno Alves no denunció los golpes en el estómago y la privación de medicamentos hasta casi un mes después de su deten -ción, limitando así ciertos medios de investigación, esto no relevó al Estado de su deber de actuar con la diligencia debida. Destacó también que la decisión final del proceso No. 24.079 fue emitida cerca de 9 años después de los hechos. Finalmente, la Comisión sostuvo que el Estado no informó al señor Bueno Alves sobre su derecho a ponerse en contacto con el funcionario consular de su nacionalidad..."

"... 117. Por todo lo anterior, y teniendo en cuenta la aceptación del Estado, la Corte concluye que Argentina violó los artículos 8.1 y 25 de la Convención Americana, en relación con el artículo 1.1 de la misma, en perjuicio del señor Bueno Alves..."

b.- Corte Suprema de Justicia:

b.1.- D. 1867. XXXVIII. Defensor Oficial s/ interpone acción del art. 43 de la Constitución Nacional.

Sentencia del 23 de diciembre del 2004.

“...resulta evidente, a mi modo de ver, que las situaciones denunciadas por los accionantes y ad-mitidas por las propias autoridades (fs. 3, 17, 18/20 y 30/31) no satisfacen, en modo alguno, las condiciones que la Constitución Nacional (artículo 18, in fine) y la ley de ejecución penal, aplicable a los encausados detenidos por imperio de su artículo 11, establecen para el cumplimiento de las penas de encierro. Por consiguiente, en caso de verificarse, constituirían un agravamiento ilegíti-mo de las condiciones de detención, en los términos del artículo 3, inciso 2, de la ley 23.098.

Al respecto, creo preciso señalar que si bien es cierto que no es tarea de los jueces -y escapa a sus posibilidades reales- resolver por sí mismos las falencias en materia edilicia que determinan la superpoblación carcelaria, sí lo es velar porque el encarcelamiento se cumpla en forma acorde con los parámetros que establecen las leyes y las normas constitucionales, y ordenar, dado el caso, el cese de los actos u omisiones de la autoridad pública que, medido con arreglo a esas pau -

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tas, impliquen agravar ilegítimamente la forma y las condiciones de ejecución de la pena. Si se tiene en cuenta que el habeas corpus correctivo fue instituido específicamente para un cumpli-miento más expeditivo de esa tarea, el rechazo in limine de la acción por parte de los magistrados intervinientes no resulta admisible.

En tal sentido, V.E. ha dicho que con la extensión del procedimiento sumarísimo de habeas corpus a la protección de la dignidad y respeto a la persona, con los que debe cumplirse la privación de libertad, el legislador ha buscado establecer un medio legal adicional, rápido y eficaz, para res-guardar el trato digno en las prisiones y para solucionar situaciones injustas que allí se planteen. Pues lo que caracteriza al instituto sub examine es el objetivo de suministrar un recurso expediti -vo para la protección de los derechos comprometidos cuando fuere urgente modificar el agrava-miento de las condiciones de detención, y cuando ello no aconteciere por cualquier razón (Fallos: 322:2735, considerando 41). También expresó, en el considerando 51 del mismo precedente, que el ingreso a una prisión no despoja al hombre de la protección de las leyes y, en primer lugar, de la Constitución Nacional, de modo que toda situación de privación de la libertad impone al juez o funcionario que la autorice el deber de garantizar el cumplimiento de las normas constitucionales, los tratados internacionales ratificados por la República Argentina y los derechos del detenido no afectados por la medida de que se trate.

A lo que se añade, ya en el plano legal, lo dispuesto, concretamente, por la ley 24.660 en cuanto a que "el número de internos de cada establecimiento deberá estar preestablecido y no se lo exce -derá a fin de asegurar un adecuado alojamiento", asimismo, que "todos los locales estarán siem-pre en buen estado de conservación" y "su ventilación, iluminación, calefacción y dimensiones guardarán relación con su destino y factores climáticos" (artículo 59), que "los establecimientos deberán disponer de suficientes y adecuadas instalaciones sanitarias y proveerán al interno de los elemento indispensables para su higiene" (artículo 60), y que "al interno se le proveerá de ropa suficiente para su cama individual, la que será mudada con regularidad" (artículo 64).

Y no cabe duda, a mi modo de ver, que mantener a un grupo de seres humanos en condiciones de hacinamiento como las que aquí se describen constituye, por sí mismo, un trato degradante con -trario a la dignidad humana que se intensifica, todavía más, cuando se combina con las falencias en materia de luz, ventilación, higiene, lugares donde dormir, alimentación y atención médica, según se denuncia a fs. 4/14 (artículos 9 de la ley 24.660, 18 y 33 de la Constitución Nacional, 5 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, XXV de la Declaración Americana de los Dere-chos y Deberes del Hombre, y 10 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos).

A todo ello cabe agregar que el remedio de ciertas situaciones denuncia-das en autos -como la falta de medicamentos y de otros recursos para una adecuada atención médica (artículos 143 a 152 de la ley 24.660)- no depende necesariamente de la construcción del nuevo establecimiento carcelario, a la que, según el a quo, se subordina la solución del caso D. 1867. XXXVIII.

Defensor Oficial s/ interpone acción del art. 43 de la Constitución Nacional.

Buenos Aires, 23 de diciembre de 2004.

Vistos los autos: "Defensor Oficial s/ interpone acción del art. 43 de la Constitución Nacional".

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Considerando:

Que esta Corte comparte y hace suyos los fundamentos expuestos por el señor Procurador Gene-ral en el dictamen que antecede, a cuyas consideraciones y conclusión cabe remitir por razones de brevedad.

Por ello se declara procedente el recurso extraordinario y se deja sin efecto el pronunciamiento apelado. Vuelva al tribunal de origen para que, por quien corresponda, proceda a dictar un nuevo fallo con arreglo a lo expuesto. Notifíquese y remítase. ENRIQUE SANTIAGO PETRACCHI - AUGUS -TO CESAR BELLUSCIO- - ANTONIO BOGGIANO - JUAN CARLOS MAQUEDA (según su voto)- E. RAUL ZAFFARONI (según su voto)- ELENA I. HIGHTON de NOLASCO.

b.2.- H. 338. XLII. Haro, Eduardo Mariano s/ incidente de hábeas corpus correctivo.

Buenos Aires, 29 de mayo de 2007

Vistos los autos: "Haro, Eduardo Mariano s/ incidente de hábeas corpus correctivo".

Considerando:

1) Que la abogada Verónica Heredia presentó una acción de habeas corpus correctivo en favor de Eduardo Mariano Haro con motivo de haber tomado cono-cimiento de que el nombrado había sido trasladado nuevamente desde la Unidad 15 de Río Gallegos en Santa Cruz (en adelante, U.15), donde se encontraba alojado cumpliendo una pena privativa de libertad, a la Unidad 6 de Rawson en Chubut (en adelante, U.6), lo que a su entender agravaba de manera ilegítima la situa -ción carcelaria de su defendido.

...El informe requerido fue presentado un día después mediante la nota 938/06 en la que se seña-ló lo siguiente: a) que se habían iniciado las tareas para la de-terminación del perfil criminológico de Haro y que las especialidades de clínica y salud mental del área médica informarán periódica-mente sobre su estado de salud y tratamiento indicado; b) que la División Seguridad Interna esta -ba evaluando el lugar de alojamiento, pues si bien se analizó en un principio alojarlo en el pabe -llón N14 destinado al aloja-miento de internos con resguardo de integridad física y con proble -mas de convivencia, en la actualidad ese sector podría resultar negativo para el interno por la cantidad de alojados y el nivel de conflictividad, por lo que se considera como probable lugar de alojamiento el módulo destinado a internos con buena calificación y avanzados en la progresivi -dad del régimen penitenciario, donde se podría realizar un control más directo sobre el interno, pero en el caso de que fracasara esta alternativa sólo se podrá acudir al aislamiento permanente de Haro, para lo cual se deberá gestionar su externación de esta unidad, y c) que se había decidi -do asignar el seguimiento de su tratamiento a un profesional del establecimiento, quien compila-rá la información de todas las áreas involucradas a fin de aconsejar el procedimiento para lograr una mejor atención y contención (fs. 7/8).

4) Que pese a que se le había dado curso al habeas corpus ordenando la presentación de ese in-forme, la Cámara Primera en lo Criminal de Comodoro Rivadavia rechazó in limine dicha acción por considerar que del contenido de esa nota se desprende que el traslado no adolece de arbitra -

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riedad o irrazonabilidad, sino que obedeció a la necesidad de que el interno fuese alojado en una institución donde pudiese recibir una adecuada terapia para la patología que presentaba, circuns-tancia prevista en la ley de ejecución que autoriza a la autoridad penitenciaria a trasladar a un interno a un establecimiento especializado "cuando la naturaleza del caso así lo aconseje" (art. 147 de la ley 24.660). En síntesis, concluyó que la medida no constituía un agravamiento ilegítimo de las condiciones de detención sino que tenía como objetivo proporcionar al interno una aten -ción médica que no podía dispensársele en la Unidad N 5, y que había sido adoptada por la autori-dad facultada para hacerlo (art. 72 del citado texto legal), por lo que correspondía desestimar la acción de habeas corpus interpuesta (fs. 9/12).

6) Que la acción de habeas corpus exige el agotamiento de las diligencias necesarias para hacer efectiva su finalidad, que no puede ser otra que la cesación del acto lesivo.

Si bien el alcance que deba tener en cada caso la investigación conduce a una cuestión en princi -pio ajena a la instancia extraordinaria, corresponde que la Corte intervenga para resguardar la vigencia del instituto cuando la adopción de un criterio determinado puede llegar a frustrar su esencia (Fallos: 306:448).

7) Que los antecedentes reseñados dan razón al apelante en cuanto a que las irregularidades del trámite impreso a la causa privan de sustento a la resolución impugnada.

En efecto, ante la delicada situación que se evidenciaba en la denuncia de un agravamiento ilegíti -mo en las condiciones de detención de Haro, la cámara optó por una pronta desestimación en lugar de realizar la audiencia que se pedía.

...Estos errores condujeron a truncar la actuación judicial que el legislador ha previsto para velar por la protección de los derechos de las personas que se encuentran privadas de su libertad, toda vez que se impidió la audiencia del art. 14 y la con-siguiente posibilidad de que se esclareciera con el resultado de la inmediación en las especiales circunstancias del caso la situación del amparado.

8) Que en tales condiciones, el a quo convalidó un pronunciamiento que desvirtuó el procedi-miento del habeas corpus tornando inoperante esta garantía en el caso.

Ello fue así, porque se rechazó la denuncia en los términos del art. 10 de la ley una vez fenecida la etapa procesal oportuna y sin que se le diese al amparado la oportunidad de ser oído, como hu -biese ocurrido de haberse observado el procedimiento aplicable, cuyo carácter sumarísimo no podía ser empleado en perjuicio de la garantía de defensa en juicio del interesado (Fallos: 307:1039).

Por ello, se declara procedente el recurso extraordinario y se deja sin efecto la sentencia apelada. Hágase saber y remítanse, a fin de que, por quien corresponda, se dicte una nueva con arreglo a la presente. RICARDO LUIS LORENZETTI - ELENA I. HIGHTON de NOLASCO CARLOS S. FAYT - ENRI -QUE SANTIAGO PETRACCHI - JUAN CARLOS MAQUEDA - E. RAUL ZAFFARONI - CARMEN M. ARGI-BAY.

c.- Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires:

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(c.4.- Agravamiento de estado de salud / prisión domiciliaria

(causa nº 25.147/Sala I del 30-11-2006, nº 34.967/Sala I, sentencia del 28/10/2008, nº 35.528, sentencia del 3/12/2008, nº 34.995/Sala I, sentencia del 23/12/2008, nº 29.680/Sala I sentencia del 29/04/2008, nº 38.647/Sala I, sentencia del 13/08/2009).

XIV.- PRINCIPIOS DE LA OEA

De igual manera confluye en apoyo a lo hasta aquí denunciado, las declaraciones de principios formulados por la Organización de Estados Americanos (OEA), que en sus partes pertinentes re-produzco:

"Conjunto de Principios para la protección de todas las personas sometidas a cualquier forma de detención o prisión

Adoptado por la Asamblea General en su resolución 43/173, de 9 de diciembre de 1988

Ámbito de aplicación del conjunto de principios

Los presentes principios tienen por objetivo la protección de todas las personas sometidas a cual -quier forma de detención o prisión.

Uso de los términos

Para los fines del Conjunto de Principios:

a) Por "arresto" se entiende el acto de aprehender a una persona con motivo de la supuesta comi-sión de un delito o por acto de autoridad; b) Por "persona de-tenida" se entiende toda persona privada de la libertad personal, salvo cuando ello haya resultado de una condena por razón de un delito; c) Por "persona presa" se entiende toda persona privada de la libertad personal como re-sultado de la condena por razón de un delito; d) Por "detención" se entiende la condición de las personas detenidas tal como se define supra; e) Por "prisión" se entiende la condición de las per-sonas presas tal como se define supra; f) Por "un juez u otra autoridad" se entiende una autoridad judicial u otra autoridad establecida por ley cuya condición y mandato ofrezcan las mayores ga-rantías posibles de competencia, imparcialidad e independencia.

Principio 1

Toda persona sometida a cualquier forma de detención o prisión será tratada humanamente y con el respeto debido a la dignidad inherente al ser humano.

Principio 2

El arresto, la detención o la prisión sólo se llevarán a cabo en estricto cumplimiento de la ley y por funcionarios competentes o personas autorizadas para ese fin.

Principio 3

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No se restringirá o menoscabará ninguno de los derechos humanos de las personas sometidas a cualquier forma de detención o prisión reconocidos o vigentes en un Estado en virtud de leyes, convenciones, reglamentos o costumbres so pretexto de que el presente Conjunto de Principios no reconoce esos derechos o los reconoce en menor grado.

Principio 4

Toda forma de detención o prisión y todas las medidas que afectan a los derechos humano de las personas sometidas a cualquier forma de detención o prisión deberán ser ordenadas por un juez u otra autoridad, o quedar sujetas a la fiscalización efectiva de un juez u otra autoridad.

Principio 5

1. Los presentes principios se aplicarán a todas las personas en el territorio de un Estado, sin dis-tinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión o creencia religiosa, opinión política o de otra índole, origen nacional, étnico o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condi-ción.

2. Las medidas que se apliquen con arreglo a la ley y que tiendan a proteger exclusivamente los derechos y la condición especial de la mujer, en particular de las mujeres embarazadas y las ma-dres lactantes, los niños y los jóvenes, las personas de edad, los enfermos o los impedidos, no se considerarán discriminatorias. La necesidad y la aplicación de tales medidas estarán siempre suje -tas a revisión por un juez u otra autoridad...

... Principio 7

1. Los Estados deberán prohibir por ley todo acto contrario a los derechos y deberes que se enun -cian en los presentes principios, someter todos esos actos a las sanciones procedentes y realizar investigaciones imparciales de las denuncias al respecto.

2. Los funcionarios que tengan razones para creer que se ha producido o está por producirse una violación del presente Conjunto de Principios comunicarán la cuestión a sus superiores y, cuando sea necesario, a las autoridades u órganos competentes que tengan atribuciones fiscalizadoras o correctivas.

3. Toda otra persona que tenga motivos para creer que se ha producido o está por producirse una violación del presente Conjunto de Principios tendrá derecho a comunicar el asunto a los superio-res de los funcionarios involucrados, así como a otras autoridades u órganos competentes que tengan atribuciones fiscalizadoras o correctivas.

Principio 8

Las personas detenidas recibirán un trato apropiado a su condición de personas que no han sido condenadas. En consecuencia, siempre que sea posible se las mantendrá separadas de las perso-nas presas.

Principio 9

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Las autoridades que arresten a una persona, la mantengan detenida o investiguen el caso sólo podrán ejercer las atribuciones que les confiera la ley, y el ejercicio de esas atribuciones estará sujeto a recurso ante un juez u otra autoridad...

... Principio 20

Si lo solicita la persona detenida o presa, será mantenida en lo posible en un lugar de detención o prisión situado a una distancia razonable de su lugar de residencia habitual...

... Principio 24

Se ofrecerá a toda persona detenida o presa un examen médico apropiado con la menor dilación posible después de su ingreso en el lugar de detención o prisión y, posteriormente, esas personas recibirán atención y tratamiento médico cada vez que sea necesario. Esa atención y ese trata-miento serán gratuitos.

Principio 25

La persona detenida o presa o su abogado, con sujeción únicamente a condiciones razonables que garanticen la seguridad y el orden en el lugar de detención o prisión, tendrá derecho a solicitar autorización de un juez u otra autoridad para un segundo examen médico o una segunda opinión médica.

Principio 26

Quedará debida constancia en registros del hecho de que una persona detenida o presa ha sido sometida a un examen médico, del nombre del médico y de los resultados de dicho examen. Se garantizará el acceso a esos registros. Las modalidades a tal efecto serán conformes a las normas pertinentes del derecho interno.

Principio 27

La inobservancia de los presentes principios en la obtención de las pruebas se tendrá en cuenta al determinar la admisibilidad de tales pruebas contra una persona detenida o presa.

Principio 28

La persona detenida o presa tendrá derecho a obtener, dentro de los límites de los recursos dis -ponibles si se trata de fuentes públicas, cantidades razonables de materiales educacionales, cultu-rales y de información, con sujeción a condiciones razonables que garanticen la seguridad y el orden en el lugar de detención o prisión.

Principio 29

1. A fin de velar por la estricta observancia de las leyes y reglamentos pertinentes, los lugares de detención serán visitados regularmente por personas calificadas y experimentadas nombradas por una autoridad competente distinta de la autoridad directamente encargada de la administra -ción del lugar de detención o prisión, y dependientes de esa autoridad.

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2. La persona detenida o presa tendrá derecho a comunicarse libremente y en régimen de absolu -ta confidencialidad con las personas que visiten los lugares de de-tención o prisión de conformi -dad con lo dispuesto en el párrafo 1 del presente principio, con sujeción a condiciones razonables que garanticen la seguridad y el orden en tales lugares...

... Principio 35

1. Los daños causados por actos u omisiones de un funcionario público que sean contrarios a los derechos previstos en los presentes principios serán indemnizados de conformidad con las nor-mas del derecho interno aplicables en materia de responsabilidad.

2. La información de la que se deba dejar constancia en registros a efectos de los presentes princi -pios estará disponible, de conformidad con los procedimientos previstos en el derecho interno, para ser utilizada cuando se reclame indemnización con arreglo al presente principio.

Principio 36

1. Se presumirá la inocencia de toda persona sospechosa o acusada de un delito y se la tratará como tal mientras no haya sido probada su culpabilidad conforme al derecho en un juicio público en el que haya gozado de todas las garantías necesarias para su defensa.

2. Sólo se procederá al arresto o detención de esa persona en espera de la instrucción y el juicio cuando lo requieran las necesidades de la administración de justicia por motivos y según condicio-nes y procedimientos determinados por ley. Estará prohibido imponer a esa persona restricciones que no estén estrictamente justificadas para los fines de la detención o para evitar que se entor-pezca el proceso de instrucción o la administración de justicia, o para el mantenimiento de la se-guridad y el orden en el lugar de detención.

Principio 37

Toda persona detenida a causa de una infracción penal será llevada sin demora tras su detención ante un juez u otra autoridad determinada por ley. Esa autoridad decidirá sin dilación si la deten-ción es lícita y necesaria. Nadie podrá ser mantenido en detención en espera de la instrucción o el juicio salvo en virtud de orden escrita de dicha autoridad. Toda persona detenida, al comparecer ante esa autoridad, tendrá derecho a hacer una declaración acerca del trato que haya recibido durante su detención.

Principio 38

La persona detenida a causa de una infracción penal tendrá derecho a ser juzgada dentro de un plazo razonable o puesta en libertad en espera de juicio.

Principio 39

Excepto en casos especiales indicados por ley, toda persona detenida a causa de una infracción penal tendrá derecho, a menos que un juez u otra autoridad decida lo contrario en interés de la administración de justicia, a la libertad en espera de juicio con sujeción a las condiciones que se

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impongan conforme a derecho. Esa autoridad mantendrá en examen la necesidad de la deten-ción.

Cláusula general

Ninguna de las disposiciones del presente Conjunto de Principios se en-tenderá en el sentido de que restrinja o derogue ninguno de los derechos definidos en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.

XIV.- FORMULA ACLARACIÓN

Pongo en conocimiento de la Honorable Comisión que habiendo intenta-do en varias oportunida -des formular la presente denuncia por la vía de internet, ello no ha sido posible por una falla atri -buible a la propia comisión, lo cual es informado en vuestra página Web, por lo que me he visto obligado a realizar esta presentación en forma directa.

Pruebas disponibles

Testigos:

Dres. Eduardo Sinforiano San Emeterio, Hernán Guillermo Vidal, Mariano Castex. No es necesario la reserva de sus nombres.

Documentos: Se acompaña copia del incidente del Detención del señor Martín Eduardo Zuñiga.

Identifique a las personas y/o autoridades responsables por los hechos denunciados.

1.- Sra. Fernández de Kirchner, Cristina Elisabet, Presidente de la Nación, Dirección: Balcarce 50 Piso 1. Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

2.- Cr. Capitanich, Jorge Milton, Jefe de Gabinete de Ministros, Av. Pte. Julio A. Roca 782, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

3.- Dr. Alak, Julio, Ministro de Justicia y Derechos Humanos, Sarmiento 329 (1041) 5° piso - Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

4.- Dr. Álvarez, Alejandro J., Secretario de Justicia

5.- Dr. Fresneda Juan Martín, Secretario de Derechos Humanos.

5.- Dr. Alen, Luis, Subsecretario de Protección de DDHH.

6.- Dr. Blanco, Manuel Humberto, Juez Federal de la Ciudad de La Plata.

7.- Dra. Cotter, Ana, Secretaria contratada a cargo de las causas de DDHH, del Juzgado Federal N° 3 de La Plata.

8.- Dr. Compaired, Carlos Roman, Presidente Sala I - Cámara Federal de La Plata.

9.- Dr. Reboredo, Julio Víctor, Vicepresidente, Sala I - Cámara Federal de La Plata.

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10.- Dr. Schiffrin, Leopoldo Héctor, Vocal (Subrogante) Sala I - Cámara Federal de La Plata.

11.- Dra. Gils Carbó, Alejandra, Procuradora General de la Nación.

12.- Dr. Auat, Jorge, Fiscal, a cargo de la Procuraduría De Crímenes Contra La Humanidad, Avenida de Mayo, 760, 7°, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

13.- Dr. Piaggio, Julio Amacio, fiscal de Cámara Federal de La Plata.

14.- Dr. Schapiro, Hernán, fiscal coadyuvante ante el Juzgado Federal de La Plata.

V. DERECHOS HUMANOS VIOLADOS

La Privación ilegal de la libertad y el trato inhumano brindado al señor Zúñiga, de acuerdo a los siguientes argumentos:

El Derecho a la prisión domiciliaria es un instituto que constituye una alternativa a la ejecución de la pena privativa de la libertad en establecimientos penitenciarios. La prisión domiciliaria está fundamentada en el principio del trato humanitario en la ejecución de la pena, que tiene en el ámbito de la República expresa consagración normativa.

La redacción actual de la Ley 24660, –Ejecución de la Pena Privativa de la Libertad-, modificada por la Ley Nº 26.472- Publicada en Boletín Oficial el 20/01/2009-, establece en el artículo Nº 32: “El juez de ejecución, o juez competente, podrá disponer el cumplimiento de la pena impuesta en detención domiciliaria:

a) Al interno enfermo cuando la privación de la libertad en el establecimiento carcelario le impida recuperarse o tratar adecuadamente su dolencia y no correspondiere su alojamiento en un esta-blecimiento hospitalario;

b) Al interno que padezca una enfermedad incurable en período terminal...... "

La redacción anterior de la Ley 24660 establecía, en su artículo 33º lo siguiente: “...el que padezca una enfermedad incurable en período terminal, podrá cumplir la pena impuesta en detención domiciliaria, por resolución del juez de ejecución o juez competente, cuando mediare pedido de un familiar, persona o institución responsable que asuma su cuidado, previo informes médico, psicológico y social que fundadamente lo justifique”.

Es evidente que no era razonable que la prisión domiciliaria recién se aplicara como sustituto de la prisión sólo en casos de muerte segura, cuando el condenado se hallase afectado por una en-fermedad incurable, irreversible y terminal, como contemplaba la redacción anterior de la ley. La prisión domiciliaria no puede limitarse al traslado de una persona para que muera en el domicilio, ya que ello desnaturaliza el sentido humanitario que inspira la prisión domiciliaria como alternati-va de la prisión.

No sería ciertamente tampoco un trato humano proseguir la ejecución de la pena en prisión, cuando una enfermedad no le permita al interno soportar la privación de libertad sin riesgo para

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su vida o su salud física o psíquica, o cuando se pruebe que el encierro en un establecimiento sea susceptible de empeorar un delicado estado de salud.

Debe destacarse aquí que el cumplimiento de una pena de prisión consiste precisamente en eso: privar al condenado del derecho a la libertad. No puede entonces, excediéndose de su esencia y alcances, convertirse aquélla en una pena corporal o privativa del derecho a la salud, que están constitucionalmente prohibidas.

En efecto, si la pena cercenara el derecho a la salud del interno, implicaría de hecho la imposición de un suplicio no dispuesto por los jueces en sus sentencias, ni permitido en el ordenamiento jurídico penal, y por cierto expresamente prohibido por la Constitución Nacional e Instrumentos Internacionales de Derechos Humanos de rango constitucional. En algunos casos la prisión, al privar al detenido de la asistencia médica que requiere su grave estado de salud, realmente trans -forma la pena privativa de libertad en pena de muerte, afectando el primero y más fundamental derecho: el derecho a la vida.

Por otra parte, la prohibición de todo trato inhumano o degradante tiene un correlato positivo, que es la obligación de dispensar un trato humanitario. Tal el sentido de la prisión domiciliaria, que viene a morigerar la pena cuando ella afecta derechos constitucionalmente protegidos.

El valor que pretende tutelar el instituto de la prisión domiciliaria es la salud e integridad física y psíquica, del interno, derecho reconocido en los Instrumentos de Derechos Humanos de jerarquía constitucional.

Cabe destacar que el derecho a la salud es general, y también alcanza a las personas internadas en establecimientos penitenciarios. Por lo tanto el Estado, a través de los servicios penitenciarios tiene la obligación de dar a quienes están cumpliendo condena o prisión preventiva, la adecuada custodia, que se manifiesta también en el respeto de sus vidas, salud e integridad física y moral.

Por el hecho de que la propia detención impide el acceso del interno a servicios de salud, es sobre el propio Estado sobre quien recae la responsabilidad de garantizar el efectivo goce del derecho a la salud de los internos sometidos a su custodia.

La respuesta punitiva tiene como límite cualquier peligro para la salud o la integridad física o psí-quica que provenga de la ejecución penal. La prisión domiciliaria no implica eliminar la sanción penal en tales casos, sino que determina que ella se cumpla en el domicilio, de forma tal que la pena no se convierta en un trato inhumano o degradante de la persona que sufra una enferme-dad o discapacidad grave, o en un daño concreto a su salud e integridad física o psíquica o que directamente le haga perder la vida.

Los sujetos de aplicación del instituto de la prisión domiciliaria son las personas enfermas -termi-nales o no-, ancianos, embarazadas, discapacitados y las madres de niños pequeños, con el objeto de resguardar los derechos a la salud, la vida, el trato humanitario al condenado, y la tutela espe -cial de embarazadas y niños, teniendo en este último caso presente que la pena no puede tras-cender de la persona del delincuente.

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VI. RECURSOS JUDICIALES DESTINADOS A REPARAR LAS CONSECUENCIAS DE LOS HECHOS DE-NUNCIADOS

Detalle las gestiones realizadas por la víctima o el peticionario ante los jueces, los tribunales u otras autoridades.

Señale si no le ha sido posible iniciar o agotar este tipo de gestiones debido a que (1) no existe en la legislación interna del Estado el debido proceso legal para la protección del derecho viola -do; (2) no se le ha permitido el acceso a los recursos de la jurisdicción interna, o haya sido impe -dido de agotarlos; (3) hay retardo injustificado en la decisión sobre los mencionados recursos.

Se ha solicitado ante el Juez de Primera Instancia, Dr. Blanco, Manuel Humberto, Juez Federal de la Ciudad de La Plata, y ante la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata, siendo en ambas ins-tancias denegada arbitrariamente la detención domiciliaria, peso a las enfermedades y edad del imputado.

Señale si hubo una investigación judicial y cuando comenzó. Si ha finalizado indique cuando y su resultado. Si no ha finalizado indique las causas.

Hubo investigación judicial, intervención de peritos médicos e informe de la Directora del Módulo Hospitalario del Penal que confirma el riesgo de la detención en una cárcel, lo que ha sido ignora -do en su evaluación por parte de la justicia argentina.

En caso de que los recursos judiciales hayan finalizado, señale la fecha en la cual la víctima fue notificada de la decisión final.

La causa se encuentra en apelación ante la Cámara de Casación Penal de la Nación. Dado el grave estado de salud del señor Zúñiga no está en condiciones de esperar una resolución que puede demandar un año.

VII. INDIQUE SI EXISTE ALGUN PELIGRO PARA LA VIDA, LA INTEGRIDAD O LA SALUD DE LA VICTI-MA. EXPLIQUE SI HA PEDIDO AYUDA A LAS AUTORIDADES, Y CUAL FUE LA RESPUESTA

Ya se ha expuesto en el capítulo IV HECHOSN DENUNCIADOS del Presente. En dicho informe tanto del Profesor Doctor Mariano Castex como de la Directora del Módulo Hospitalario del Complejo Penitenciario Federal I de Ezeiza, se acredita en grave peligro para la salud y la vida del señor Zuñi-ga.

VIII. INDIQUE SI EL RECLAMO CONTENIDO EN SU PETICIÓN HA SIDO PRESENTADO ANTE EL CO-MITÉ DE DERECHOS HUMANOS DE LAS NACIONES UNIDAS U OTRO ÓRGANO INTERNACIONAL

No se ha hecho ninguna presentación.

IX. MANIFIESTA ESPECIALMENTE LA COMPETENCIA DE LA COMISIÓN:

En atención a los hechos descriptos, derechos invocados y abundante doctrina, tanto de la Corte Interamericana de Derechos Humanos como de la propia Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina, y de la Cámara de Casación de la Provincia de Buenos Aires solicito a la Comisión habili -

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te la competencia de la Corte e inste la presente denuncia contra el Estado Nacional de la Repúbli -ca Argentina, y los funcionarios responsables de las graves violaciones a los detenidos por causas llamadas de "Lesa Humanidad".

La Corte Interamericana es competente, en los términos del artículo 62.3 de la Convención, para conocer el presente caso, en razón de que Argentina es Estado Parte en la Convención Americana desde el 5 de septiembre de 1984 y reconoció la competencia contenciosa de la Corte en esa mis -ma fecha. El 31 de marzo de 1989 Argentina ratificó la Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura (en adelante “CIPST”).

La CIDH por medio de la orden consultiva 11/90 del 10 de agosto del año 1990, permite excepcio -nal al agotamiento de los recursos internos, que son un requisito esencial para habilitar la instan -cia internacional. Ello, en razón de que frente a la imposibilidad generada por un Estado parte de la misma, que no respeta en modo alguno los derechos y libertades reconocidos por la Conven-ción, ya que no garantiza el libre y pleno ejercicio a una persona sujeta a su jurisdicción. El que es un deber positivo para los Estados.-

En ese sentido nos encontramos que garantizar implica una obligación del Estado de tomar todas las medidas necesarias para que todo obstáculo pueda ser removido y de ese modo los individuos puedan disfrutar de los derechos que la Convención les acuerda.-

Los impedimentos que el Estado coloca frente a los individuos para que estos no puedan acceder a los recursos internos, constituye una clara violación al art. 1.1 de la Convención, como lo ha dicho la Corte Interamericana de DD.HH., y este se determina cuando los recursos impetrados por los particulares son rechazados de manera arbitraria y sin llegar al examen de la validez de los mismos o por razones aparentes o inconsistentes, o en su defecto se acredita que el Estado pro-mociona una práctica política contraría a los derechos contenidos en la Convención y de ese modo impide a ciertas personas la utilización de los recursos internos de ley, que normalmente estarían al alcance de los demás individuos, o al intentar estos ejercer dichos recursos se convierten en una formalidad que carece de todo sentido.-

Por lo que al caso que nos ocupa son aplicables las excepciones del art. 46.2, y en atención a que está en juego el derecho a la salud, a la dignidad humana y a la vida, serían aplicables plenamente las mismas y me eximen de agotar los recursos inter-nos(caso Velázquez Rodríguez supra 23, párr. 68; caso Godínez Cruz, supra 23, párr. 71 y caso Fairén Garbi y Solís Corrales sentencia del 15-III-1989, serie C, nro. 6, párr.. 93).-

Es decir, que la Convención propugna que los recursos sean adecuados y efectivos, idóneos para proteger la situación jurídica infringida y producir estos el resultado para el que fueron concebi -dos.-

Así las cosas, me veo obligado a excepcionar el agotamiento de los re-cursos internos, dado que en el estado actual de cosas en la República Argentina, las personas imputadas por la presunta comisión de delitos de lesa humanidad, sufren el flagelo de una justicia genuflexa, parcial y de-pendiente del poder de turno, que acentúa y/o direcciona persecuciones asimétricas y de neto carácter vengativo e ideológico -que impiden acudir a la CIDH-, por lo que por medio de la presen -

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te denuncia pretendo excepcionar el agotamiento de los recursos internos, ya que estos son tan solo absurdos obstáculos que impiden en este caso puntual la protección de derechos y liberta-des. Ello, sin ninguna razón de justicia(conf. Arts. 46.1, 46.2.A. y 46.2.B de la CADH).-

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