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José Luis González González (Uruguay) * Vigencia de la Corte Penal Internacional. El Estatuto de Roma y la ratificación por el Estado uruguayo I. Introducción El Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional fue aprobado por la Confe- rencia Diplomática de Plenipotenciarios de las Naciones Unidas el 17 de julio de 1998 en Roma, República de Italia. En la oportunidad participaron Estados e innumerables organizaciones no gu- bernamentales. De los 160 Estados participantes, 120 aprobaron el proyecto del Esta- tuto —incluido Uruguay—, 7 Estados votaron en contra, 21 se abstuvieron y 12 no participaron en la votación. Aquella primera etapa constituyó un hito en la historia de la humanidad, ya que por primera vez se lograba un acuerdo interestatal sobre un órgano jurisdiccional- internacional permanente, que tuviera competencia para juzgar las conductas de cri- minales que atentaran contra los derechos humanos y que no fueran sometidos a la justicia ordinaria de sus respectivos países. 1 Hasta el presente los intentos para crear un tribunal internacional de justicia se limitaban a la creación de tribunales ad hoc destinados a juzgar a los responsables de crímenes de guerra y delitos de lesa humanidad, como en los juicios de Nuremberg y de Tokio que siguieron a la II Guerra Mundial o los tribunales de Ruanda y la antigua Yugoslavia, 2 entre otros. * Abogado. Profesor de Derecho Penal en la Universidad de la República Oriental del Uruguay. 1 Luego de entrada en vigencia comienza otra etapa: como dice Carlos Albín (director del Institu- to del Tercer Mundo) “[…] la lucha continúa y continuará, porque después de la entrada en vigor del Tratado, tendremos que seguir defendiendo la Corte y su jurisdicción […] tendremos que contribuir a sus investigaciones con datos, informaciones y testimonios, tendremos que sensibilizar a otros gobier- nos para que se incorporen al Tratado, tendremos que impulsar la actualización de nuestras legislacio-

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José Luis González González (Uruguay) *

Vigencia de la Corte Penal Internacional.El Estatuto de Roma

y la ratificación por el Estado uruguayo

I. Introducción

El Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional fue aprobado por la Confe-rencia Diplomática de Plenipotenciarios de las Naciones Unidas el 17 de julio de1998 en Roma, República de Italia.

En la oportunidad participaron Estados e innumerables organizaciones no gu-bernamentales. De los 160 Estados participantes, 120 aprobaron el proyecto del Esta-tuto —incluido Uruguay—, 7 Estados votaron en contra, 21 se abstuvieron y 12 noparticiparon en la votación.

Aquella primera etapa constituyó un hito en la historia de la humanidad, ya quepor primera vez se lograba un acuerdo interestatal sobre un órgano jurisdiccional-internacional permanente, que tuviera competencia para juzgar las conductas de cri-minales que atentaran contra los derechos humanos y que no fueran sometidos a lajusticia ordinaria de sus respectivos países.1

Hasta el presente los intentos para crear un tribunal internacional de justicia selimitaban a la creación de tribunales ad hoc destinados a juzgar a los responsables decrímenes de guerra y delitos de lesa humanidad, como en los juicios de Nuremberg yde Tokio que siguieron a la II Guerra Mundial o los tribunales de Ruanda y la antiguaYugoslavia,2 entre otros.

* Abogado. Profesor de Derecho Penal en la Universidad de la República Oriental del Uruguay.1 Luego de entrada en vigencia comienza otra etapa: como dice Carlos Albín (director del Institu-

to del Tercer Mundo) “[…] la lucha continúa y continuará, porque después de la entrada en vigor delTratado, tendremos que seguir defendiendo la Corte y su jurisdicción […] tendremos que contribuir asus investigaciones con datos, informaciones y testimonios, tendremos que sensibilizar a otros gobier-nos para que se incorporen al Tratado, tendremos que impulsar la actualización de nuestras legislacio-

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Salvo excepciones, el derecho internacional penal se ha caracterizado por juzgarla responsabilidad de los Estados, no de los individuos. Son los Estados a los que secondena a resarcir los daños ocasionados por sus nacionales por el ejercicio abusivode autoridad.

La Corte Penal Internacional saneará una histórica deuda jurisdiccional con lahumanidad, posibilitando el juzgamiento personal de quienes sean denunciados antesus estrados.

Como dijo el secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan: “[…] ellargamente acariciado sueño de una Corte Penal Internacional se ha convertido en unarealidad. La impunidad recibió un golpe duro”.3

II. Cronología del proceso de creación de la Corte Penal Internacional

Año 1948. Las Naciones Unidas adoptan el Tratado sobre Genocidio, que pro-clama internacionalmente como un acto criminal las acciones cometidas con la inten-ción de destruir un grupo nacional, racial, étnico o religioso.

Años 1950. La Comisión de Derecho Internacional (CDI) de la ONU fue encarga-da de compilar las normas de los procesos de Nüremberg y de preparar un proyectodel estatuto para una CPI. (La Guerra Fría estancó los proyectos).4

Año 1989. En el contexto del fin de la Guerra Fría, Trinidad y Tobago proponenuevamente a la Asamblea General la idea de la Corte. La Asamblea encarga a la CDIla preparación del proyecto.

nes nacionales incorporando figuras delictivas presentes en el Estatuto” (L. Nicolás Guigou y MarisaRuiz [comps.] Seminario: Corte Penal Internacional, desafíos y proyecciones para el Uruguay y elmundo, Universidad de la República, Montevideo, 15-18 de mayo de 2001, p. 135).

2 El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas creó los dos tribunales ad hoc para Ruanda yla antigua Yugoslavia, a fin de abordar situaciones específicas resultantes de crímenes que se habíancometido. La jurisdicción de estos tribunales está limitada al tiempo y los territorios en cuestión. Supropósito no era abordar violaciones que ocurrieran en otras partes o evitar violaciones en el futuro.

Por su parte, la Corte Penal Internacional, con sede en La Haya, Países Bajos, será una instituciónpermanente, sin restricciones espaciales ni temporales. Estará en capacidad de actuar en forma másrápida de lo que lo haría un tribunal ad hoc. Como entidad permanente, su sola existencia será un factorpara disuadir a los eventuales infractores, enviando mensajes de advertencia. También estimulará a losEstados para que investiguen y enjuicien los crímenes graves que cometan sus habitantes, en su territo-rio, ya que, si se abstienen de hacerlo, la Corte Penal podrá ejercer su jurisdicción.

3 Cita invocada en el informe oficial remitido por la Comisión de Asuntos Internacionales delPoder Legislativo al Senado de la República (carpeta nº 794/2002, repartido nº 468/2002, p.137).

4 En 1951 Uruguay fue elegido como uno de los quince países miembros que integraron la Comi-sión Redactora del Proyecto del Estatuto de la Corte (la delegación estuvo integrada por el ex cancillerde la República, Dr. Héctor Gross Espiell).

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Año 1993. El Consejo de Seguridad de la ONU constituye el Tribunal adhoc para juzgar los crímenes de guerra cometidos en el conflicto de la antiguaYugoslavia.5

Año 1994. La CDI somete a la Asamblea General un primer proyecto. El Conse-jo de Seguridad crea un segundo tribunal ad hoc para el caso de Ruanda.6

Año 1995. La Asamblea General crea el Comité Preparatorio (PrepCom) paracompletar el texto que deberá adoptarse en una conferencia diplomática.

Año 1996. Luego de dos reuniones de PrepCom, la Asamblea General convocaa la Conferencia Diplomática de Plenipotenciarios para 1998.

Año 1997. Tres reuniones de PrepCom discuten la definición de los crímenes,los principios generales del derecho penal, temas de procedimiento, la cooperacióninternacional y las penas a imponerse.

Año 1998. Del 16 de marzo al 3 de abril se reúne la sexta reunión de PrepCompara finalizar el proyecto y acordar el procedimiento de la Conferencia. Del 15 dejunio al 17 de julio, con la asistencia de plenipotenciarios de todos los Estados y lainvitación a ONG de todo el mundo, la Conferencia de Roma aprobó el Estatuto de laCPI e inició el proceso de ratificación por los Estados.

III. La República Oriental del Uruguay y la ratificacióndel Estatuto de Roma (ley nº 17.510 de 27/6/2002)7

Artículo 1º. Apruébase el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, adoptadoen Roma, República de Italia, el 17 de julio de 1998 y suscrito el 19 de diciembre de2000.

Antecedentes. La República Oriental del Uruguay es el primer país del mundoque aceptó sin reservas la jurisdicción obligatoria internacional, primero de la CortePermanente de Justicia, luego de la Corte Internacional de Justicia. Respecto a losderechos humanos, ratificó el Pacto Universal de Derechos Civiles y Políticos8 y en elámbito americano la Convención de Derechos Humanos,9 aceptando la jurisdicciónobligatoria de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Conforme a la tradición nacional, el país participó activamente en las negocia-ciones que culminaron con la aprobación del Estatuto de la Corte —en Roma—, asícomo en posteriores tareas reglamentarias de éste, tendientes a determinar el alcancede los elementos del crimen, reglas de procedimiento y prueba.

5 Tiene su sede en La Haya, Países Bajos.6 Su sede es Tanzania.7 Publicada en el Diario Oficial nº 26.044, 8.7.2002.8 Aprobado por la ley nº 13.751 de 11 de junio de 1969.9 Aprobada por la ley nº 15.737 de 8 de marzo de 1985.

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El discurso inaugural de la delegación uruguaya10 estuvo precedido por la valo-ración del Estado de Derecho y las instituciones democráticas dentro del mecanismode aplicación del principio de complementariedad.

En la oportunidad se subrayó que las soluciones adoptadas deberían “asegurargarantías para los unos y los otros, de tal manera que los Estados y las personasreconozcan a este Tribunal Penal Internacional como una referencias ineludible, inde-pendiente, imparcial y efectiva”.11

El Estatuto fue firmado por el Gobierno de la República el día 19 de diciembrede 2000.12

Posteriormente, fue ratificado el 27 de junio de 2002 por la ley de referen-cia nº 17.510.

Conforme a lo establecido en el artículo 126 del Estatuto, éste entrará en vigor elprimer día del mes siguiente al sexagésimo día a partir del depósito de la ratificaciónnúmero sesenta. En los hechos, comenzó a regir el día 1º de julio de 2002.13

Artículo 2º. En su condición de Estado parte del Estatuto de Roma, la RepúblicaOriental del Uruguay asegurará su aplicación en el marco del pleno funcionamiento delos poderes del Estado en el ámbito de sus respectivas competencias y con estrictaobservancia del ordenamiento constitucional de la República.

El Estatuto no apunta solamente a la actividad de la futura Corte Penal Interna-cional. Surge también de este instrumento el impulso dado a la actividad de los Esta-dos parte para que responsabilicen de sus actos a las personas culpables de crímenesgraves del Derecho Internacional. El texto aborda deberes y funciones para los Esta-dos parte con vistas al fiel cumplimiento de dichos fines. En primer lugar imponeobligaciones jurídicas directas, especialmente en todo lo relativo a la cooperación dela Corte. En segundo lugar, también hay disposiciones que obligan a los Estados partea adoptar medidas de ejecución en el ámbito nacional.14 Si bien la Corte ha definido

10 A cargo del ministro de Relaciones Exteriores, Dr. Didier Opertti.11 Diario de sesiones de la Cámara de Senadores, t. 411, nº 181, p. 523.12 Siete Estados votaron contra el Estatuto. Tres de ellos —China, Estados Unidos e Israel—

expresaron sus razones para votar en contra. El representante de China manifestó que el poder que se ledaba a la Cámara de juicio previo para bloquear la iniciativa del fiscal no era suficiente y que la adop-ción del Estatuto debería haberse hecho por consenso y no por votación. La principal objeción de losEstados Unidos se refería al concepto de jurisdicción y su aplicación a los Estados no partes. Su repre-sentante manifestó también que el Estatuto debe reconocer el papel del Consejo de Seguridad en ladeterminación de un acto de agresión. El representante de Israel expresó no comprender por qué el actode trasladar habitantes a un territorio ocupado se incluía en la lista de crímenes de guerra.

13 A esa fecha 139 Estados ya habían firmado el Estatuto, y habían ratificado 66.14 Por ejemplo, con relación a los delitos contra la Administración de Justicia (Código Penal

Uruguayo, libro II, título V, capítulo I), en aplicación del artículo 70.4 del Estatuto, que prescribe que“todo Estado Parte hará extensivas sus leyes penales que castiguen los delitos contra la integridad de supropio procedimiento de investigación o enjuiciamiento a los delitos contra la administración de justiciaa que se hace referencia en el presente artículo y sean cometidos en su territorio o por uno de susnacionales”.

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los crímenes respecto de los cuales ejercerá competencia, no ha impuesto sin embargoa los Estados parte la obligación de legislar sobre los mismos crímenes en el ámbitojurídico nacional. Ello quiere decir que, si los Estados no quieren ver alterada sucompetencia primaria en un caso particular, frente a la competencia complementariade la Corte, deberían incluir en su jurisdicción penal nacional los delitos tipificadosen el Estatuto de Roma.

Artículo 3º. De conformidad con lo previsto en el Estatuto de Roma sección IX delEstatuto titulada “De la Cooperación Internacional y la Asistencia Judicial”, el PoderEjecutivo remitirá al Poder Legislativo en el plazo de seis meses un proyecto de ley conel objeto de establecer los procedimientos para asegurar la aplicación del Estatuto.

Conforme lo establece el artículo 86 del Estatuto,15 los Estados parte tienen eldeber de prever en su legislación interna los procedimientos que les permitan coope-rar con la Corte. La cooperación implica ayudar en la investigación y el enjuiciamien-to de personas que cometan crímenes de su competencia. De allí que el Gobiernonacional fijó un plazo —de seis meses— para determinar los procedimientos queaseguren la aplicación del Estatuto.16

La importancia de la sanción de una ley especial de cooperación obedece a lanaturaleza sui generis diferente de la cooperación jurídica clásica entre Estados. Lafutura ley deberá contemplar las obligaciones de los Estados que emergen de loscapítulos V,17 IX 18 y X.19

Este ámbito normativo nacional podrá comprender tanto las normas procesalescomo las sustantivas relativas a la tipificación y penalización de los delitos de compe-tencia de la Corte.

IV. La soberanía de los Estados parte. El caso uruguayo

La primera cuestión importante que se plantea desde el punto de vista constitu-cional se vincula con el referido principio de complementariedad de la jurisdicciónpenal internacional de la Corte respecto de las jurisdicciones penales nacionales

15 “Artículo 86. Los Estados Partes, de conformidad con lo dispuesto en el presente Estatuto,cooperarán plenamente con la Corte en relación con la investigación y enjuiciamiento de crímenes de sucompetencia”.

16 En realidad, la fijación de un plazo para determinar los procedimientos aplicables en determi-nada materia parece innecesaria, ya que el Poder Ejecutivo no necesita plazos para presentar estosproyectos de ley, pudiéndolo hacer en cualquier momento. El Estatuto de la Corte no lo estableció, elParlamento no tenía por qué hacerlo. La única explicación posible es haber pretendido un efecto jurídi-co ante él incumpliendo, esto es, llamar a responsabilidad al Ministro del ramo —en este caso, Relacio-nes Exteriores— si el Poder Ejecutivo no remite en tiempo y forma el proyecto de ley anunciado.

17 “De la Investigación y el Enjuiciamiento”.18 “De la Cooperación Internacional y la Asistencia Judicial”.19 “De la Ejecución de la Pena del Estatuto”.

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(artículos 1, 17 a 20 del Estatuto). Las funciones que cumplen dichas disposicionesson permitir la transferencia a la Corte Penal Internacional de potestades jurisdiccio-nales que la Constitución nacional reserva en forma exclusiva a los tribunales delPoder Judicial (artículos 18 y ss., 82, y 233 y ss. de la Constitución uruguaya).

Si bien Uruguay carece de normas que regulen expresamente dicha transferen-cia, no sería la primera vez que el Gobierno nacional reconozca como obligatoria lavía convencional de un tribunal internacional en asuntos reservados a nuestros pode-res y órganos nacionales.20

El fundamento, de cuño constitucional, radica en que en materia de derechoshumanos nuestro sistema se estructura sobre la base de los derechos inherentes a lapersonalidad humana (artículo 7 y 72 de la Constitución), es decir, anteriores al Esta-do y superiores a él.21 De tal modo, la organización estatal tiene entre sus cometidosdefender y proteger esos derechos. En consecuencia, si el sistema está orientado adefender y proteger esos derechos, no puede haber ninguna inconstitucionalidad cuandoel Estado uruguayo —libremente— por acuerdos internacionales establece un siste-ma de garantía más amplio, precisamente para proteger esos derechos.22 En este casoel Estado estará colaborando para que los nacionales que cometan los crímenes pres-critos en el Estatuto, o quienes los hayan cometido en su territorio, puedan ser juzga-dos por una Corte Internacional y sujetos a la pena que se les imponga.

En otras palabras, el hecho de que la Constitución no haya previsto un sistemainternacional de protección a los derechos humanos no significa que la transferenciade competencias sea inconstitucional, pues, en rigor de verdad, se trata de organizarjunto al orden interno una protección y defensa internacionales.

Naturalmente, esta transferencia o reconocimiento nunca son plenos o absolu-tos; queda reservada al Estado uruguayo una importante porción de soberanía, talcomo sucede en la Convención Internacional de Derechos Humanos cuando consagrael derecho a solicitar ante la jurisdicción estatal la amnistía, el indulto o la conmuta-ción de la pena23 (artículo 4.6 de la CIDH).24

20 Por ejemplo, la Corte Interamericana de Derechos Humanos.21 Dice Alberto Pérez Pérez, profesor titular, catedrático de Derechos Humanos de la Facultad de

Derecho de la Universidad de la República Oriental del Uruguay: “[…] el principio fundamental es quetodo ser humano tiene derechos antes de que ningún ordenamiento jurídico se los reconozca, de talmodo que no hay un ordenamiento jurídico legítimo si no está destinado a proteger y a tutelar esosderechos humanos […]” (Guigou y Ruiz, op. cit., p.142).

22 Décadas atrás ya imperaba similar concepto en el ámbito parlamentario. El senador CésarMayo Gutiérrez decía: “El concepto de la soberanía absoluta debe experimentar limitaciones, comolas sufre en la sociedad organizada la libertad individual, para prevenir sus extravíos cuando éstossean contrarios a la comunidad internacional” (Diario de sesiones de la Cámara de Senadores, t.411, nº 181, p. 591).

23 Aunque restringe este derecho a las personas condenadas a muerte.24 De todos modos, aunque Uruguay no hubiera ratificado el Estatuto de la Corte, no por ello

evadiría la responsabilidad internacional de que se juzgara a aquellos nacionales que cometieran críme-

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En conclusión, la Corte Penal Internacional no será un reemplazo sino un com-plemento para la jurisdicción nacional. Las cortes nacionales seguirán teniendo prio-ridad en la investigación y el enjuiciamiento de los crímenes en su jurisdicción. Deconformidad con el principio de complementariedad, la Corte Penal Internacionalactuará sólo cuando las cortes nacionales sean incapaces de ejercer su jurisdicción ose muestren renuentes a hacerlo; de lo contrario, la CPI no puede intervenir y ningúnciudadano de ese Estado puede ser llevado ante ella, excepto en los casos en que loremita el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas de conformidad con el capí-tulo VII de la Carta de la ONU. El Estatuto especifica los motivos para que la Corteadmita un caso, y las circunstancias que determinan la incapacidad o renuencia estánescrupulosamente definidas con el fin de evitar decisiones arbitrarias. Además, elacusado y los Estados implicados, sean o no partes del Estatuto, pueden impugnar lajurisdicción de la Corte o la admisibilidad del caso. Tienen asimismo el derecho deapelar cualquier decisión pertinente.

V. Declaración interpretativa

El artículo 120 del Estatuto prevé que no se “admitirán reservas al presente Es-tatuto”. Ello obedece al fin de no resquebrajar su unidad normativa con relación a losEstados parte.

A pesar de la referida disposición, el Poder Ejecutivo envió un proyecto de ley—el original— incorporando disposiciones de carácter interpretativo. Lo fundabaprincipalmente en “cuestiones de constitucionalidad que presentan algunas disposi-ciones del Estatuto”.25 El proyecto original hacía especial hincapié en los artículos17.2 y 27.2 del Estatuto. El artículo 17.2 se refiere a la competencia de la Corte enaquellos casos en que un Estado parte no quiere o no puede promover la investigacióno el enjuiciamiento por la comisión de delitos previstos en el Estatuto, lo que podríasignificar una injerencia en la jurisdicción nacional, merced a lo establecido en elartículo 85 de la Constitución, que faculta al Poder Legislativo a acordar amnistías endeterminados casos extraordinarios. De la misma manera, el artículo 27.2 del Estatu-to, al establecer que las inmunidades de que gozan ciertas altas autoridades no obstana que la Corte ejerza su competencia, aparecería como incompatible con el artículo 93

nes contra la humanidad, ya que sería posible que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidasinstalara en el país tribunales ad hoc, como en los casos de la antigua Yugoslavia y Ruanda, y conformea nuestra pertenencia a la ONU, no habría objeciones para formular (Pérez Pérez, en Guigou y Ruiz, op.cit., p. 145). Similar concepto expresó Hugo Adrían Relva (Amnistía Internacional, Sección Argenti-na): “Los estatutos de estos Tribunales ‘ad hoc’ para la antigua Yugoslavia y para Ruanda son vinculantespara el Estado uruguayo como lo son también para la República Argentina […]” (ibídem, p. 152).

25 Véase Cámara de Senadores, carpeta nº 794 de 2002, repartido nº 468 de junio de 2002,pp. 18-19.

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de la Carta Magna, que prevé este tipo de inmunidades y reglamenta su levantamientodentro de un Estado de Derecho.

Decía el proyecto original del Poder Ejecutivo que esta preocupación constitu-cional no es patrimonio de los uruguayos, sino que a su vez otros Estados la hanenfrentado; empero, también la han resuelto —por ejemplo, Francia por la vía de lareforma constitucional, o Bélgica postergando el proceso de ratificación a una futurareforma de la Constitución.26

Formuladas las observaciones por la Comisión de Asuntos Internacionalesdel Senado, se revisaron las disposiciones de carácter interpretativo y quedaronsin efecto. El proyecto de ley sustitutivo no las contiene, como se advierte delpropio texto de la ley.

Sin perjuicio de lo expuesto, existe un argumento de texto (el artículo 239, nu-meral 1º, de la Constitución) que refiere a la competencia de la Suprema Corte deJusticia, cuando es llamada a resolver “cuestiones relativas a tratados, pactos y con-venciones con otros Estados”.

VI. Normas básicas de cooperación

La cooperación de los Estados parte con la Corte está contemplada funda-mentalmente en los capítulos IX y X del Estatuto. La Corte no dispone de servi-cios de policía judicial y, por regla general, no está habilitada para proceder aefectuar investigaciones en el territorio de los Estados parte.27 Es, por consiguien-te, tributaria en importante medida de la cooperación de los Estados parte. De allíque cuando el artículo 86 dispone a los Estados parte la obligación de cooperar“plenamente” con la Corte, el vocablo significa que el Estatuto no admite en prin-cipio expresiones de motivos para rechazar una orden de detención y entrega deun acusado de los crímenes que reprime, y sólo acepta, tratándose de otras formasde cooperación, como causal de rechazo, que la cooperación atente contra la se-guridad nacional de los Estados.28

La solicitud de cooperación se tramita por vía diplomática (artículo 87.a), porconducto de la Organización de Policía Criminal o de cualquier organización regionalcompetente (87.b).

Admitida la cooperación, los Estados parte cumplirán las solicitudes de deten-ción y entrega de conformidad con las disposiciones del Estatuto y del procedimientoestablecido en el derecho interno (artículo 89.1).

26 Ibídem, p.19.27 Salvo excepciones: “El Fiscal podrá realizar, en casos especiales, investigaciones en el territo-

rio de un Estado” (artículo 54.2.a.b. y 57.3.d).28 O se invoque la primacía de un procedimiento nacional a iniciarse contra el acusado, o que esté

en curso.

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Es importante señalar que la Corte carece de competencia sancionatoria ante elincumplimiento de los Estados parte en cooperar. Las divergencias en tal sentido, queno se resuelvan a través del mecanismo de la consulta, serán elevadas por la Corte a laAsamblea de los Estados parte, a sus efectos (artículo 87.7).29

VII. Naturaleza jurídica de la Corte Penal Internacional

La Corte Penal Internacional (CPI) es una institución permanente que está facul-tada para ejercer su jurisdicción sobre personas respecto de los crímenes más gravesde trascendencia internacional, de conformidad con su propio Estatuto, y tendrá ca-rácter complementario de las jurisdicciones penales nacionales (parte I del Estatuto,artículo 1).

Cuando se refiere a personas es con independencia del rango que ocupan, esdecir, la responsabilidad penal se aplicará igualmente a todas las personas sin dis-tinción de su categoría de jefes de Estado o de Gobierno, de miembros de un Go-bierno o Parlamento, de representantes elegidos o de funcionarios gubernamentales(artículo 27).

El hecho de que una persona haya cometido un crimen por orden de un superior(obediencia debida) no exime a esa persona de responsabilidad penal, salvo que estu-viera obligada por ley a obedecer órdenes emitidas por el Gobierno al superior de quese trate (artículo 33.1.a), no supiera que la orden era ilícita (33.1.b), o la orden nofuera manifiestamente ilícita (33.1.c).30

Un comandante militar es penalmente responsable de los crímenes que cometanlas fuerzas que están bajo su comando o control. También da pie a la responsabilidadpenal el hecho de que el comandante militar sepa o deba saber que sus fuerzas estáncometiendo o van a cometer tales crímenes y, sin embargo, no evite que se cometan ono reprima a los responsables (artículo 28).

29 La cooperación del Estado uruguayo con la Corte deberá cumplirse en instancias a desarrollar-se en dos niveles: una en el ámbito del Poder Ejecutivo, como responsable de las relaciones internacio-nales del país, y otra en el del Poder Judicial, encargado del dictado de actos jurisdiccionales que dispo-nen la sujeción física de las personas y la disponibilidad de los bienes. A dichos efectos el mensaje delproyecto de ley enviado por el Poder Ejecutivo (carpeta nº 794 de 2002, repartido nº 468/2002) preveíala creación de una Autoridad Central para funcionar dentro de la órbita del Ministerio de RelacionesExteriores. En tal caso, tendría a su cargo el cometido específico de atender las demandas de coopera-ción de la Corte y de actuar no sólo como interlocutor sino como el órgano responsable de la coopera-ción. La Comisión de Asuntos Internacionales entendió que crear una Autoridad Central en la órbitadel Poder Ejecutivo, con potestad para designar a sus integrantes, y realizar —en esencia— actividadjurisdiccional era inconstitucional, ya que tal cometido la Constitución de la República lo pone a cargode la Suprema Corte de Justicia (artículo 239) (carpeta nº 794, cit. 154).

30 Las órdenes de cometer genocidio o crímenes de lesa humanidad son consideradas manifiesta-mente ilícitas (artículo 33.2).

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Asimismo, la Corte tendrá personalidad jurídica internacional, y capacidad jurí-dica para el desempeño de sus funciones y la realización de sus propósitos (artículo 4,numeral 1).

Podrá ejercer sus funciones y atribuciones en el territorio de cualquier Estadoparte y, por acuerdo especial, en el territorio de cualquier otro Estado (artículo 4,numeral 2).

VIII. Diferencias con la Corte Internacional de Justicia

La Corte Internacional de Justicia es el principal órgano judicial de las Nacio-nes Unidas. Se creó principalmente para entender en los conflictos entre Estados.No tiene jurisdicción sobre asuntos que involucren la responsabilidad individual enun crimen.

La Corte Penal Internacional tendrá jurisdicción sobre los individuos (artículo 25).

IX. Los crímenes de competencia de la Corte

La competencia de la Corte se limitará a los crímenes más graves de trascen-dencia31 para la comunidad internacional en su conjunto.32 Ellos están taxativamen-te descriptos:33 genocidio (artículo 6), crímenes contra la humanidad (artículo 7),crímenes de guerra (artículo 8), y crimen de agresión (artículo 5.2).34 El conceptode gravedad reviste un carácter esencial para el ejercicio de la competencia y debeser compatible con lo enunciado en el Estatuto; de lo contrario, si el hecho delicti-vo, aun constituyendo una grave violación a los derechos humanos, no encaja típi-camente en la definición contenida en el texto, la Corte podrá resolver que no escompetente (artículo 17.1.d), y en ese caso habrá que perseguir los delitos a travésde los mecanismos tradicionales propios de cada Estado, o en el ámbito del derechointernacional vigente.35

31 El carácter de gravedad y trascendencia de los crímenes está dado por la realización sistemá-tica y/o por la comisión de éstos en gran escala.

32 Los antecedentes en cuanto a la tipificación de estos crímenes se encuentran en: 1º) los Conve-nios de La Haya, de 1907; 2º) los Convenios de Ginebra de 1949 y sus Protocolos Adicionales; 3º) laConvención contra la Tortura y los Tratos o Penas Crueles, Inhumanos y Degradantes, de 1984; laConvención sobre Prevención y Castigo del Delito de Genocidio, de 1998.

33 La Dra. Ofelia Gressi dice que estos textos —artículos 5 y ss.— “[…] no son leyes penales ensentido estricto, por lo cual son notorias sus deficiencias técnicas en lo relativo a la descripción de laconducta, que es vaga, abierta y nada estricta” (Guigou y Ruiz, op. cit., p. 191).

34 El concepto y alcance de crimen de agresión no fue definido en el Estatuto. Su análisis quedópostergado para cuando se celebre la Conferencia de Revisión, que tendrá lugar dentro de siete años, apartir de la entrada en vigor del Estatuto (artículo 5.2 y 123).

35 Por ejemplo, Corte Europea de Derechos Humanos, Corte Americana de Derechos Hu-manos, etc.

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Asimismo, corresponde precisar que estos crímenes no difieren de los delitoscomunes en cuanto a su materialidad, pero para que sea competencia de la Corte, lagravedad del crimen debe estar precedida, además, de un elemento de carácter subje-tivo: por ejemplo, en los casos de genocidio, que haya sido perpetrado con “la inten-ción de destruir total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso”;respecto de los crímenes contra la humanidad, que los ataques generalizados o siste-máticos contra una población civil sean “con conocimiento de dicho ataque”; respec-to de los crímenes de guerra, que respondan a un “plan o política como parte de lacomisión en gran escala de tales crímenes”.

En suma, deberá verificarse la tipicidad plena de las conductas para que la Cortepueda ejercer su competencia, sin admitirse ninguna interpretación extensiva de lasconductas descriptas normativamente y las características enunciadas.

En cuanto al ejercicio efectivo jurisdiccional de la Corte, es necesario que seaparte del Tratado el Estado en cuyo territorio se ha cometido el crimen o el Estado delque sea nacional la persona objeto de investigación o enjuiciamiento (artículo 12.2.a.b).En otras palabras, la Corte sólo asumirá jurisdicción cuando se trata de crímenescometidos en algún Estado parte o cuando éste acepte su competencia (artículo 12.3).

El crimen de genocidio incluye la lista de actos prohibidos constitutivos deldelito (lesiones graves, sometimiento y/o matanzas de miembros de grupos, impedirnacimientos, trasladar por la fuerza a niños, etc.) cometidos con el intento de destruir,total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso (artículo 6).

Los crímenes contra la humanidad cubren una lista de actos concretamente pro-hibidos cuando forman parte de un ataque generalizado o sistemático dirigido contrauna población civil y con conocimiento de dicho ataque.

Los actos prohibidos comprenden: el asesinato, el exterminio (imposición decondición de vida, privación de alimentos, medicinas, etc.), la violación,36 la esclavi-

36 En Ruanda y en la antigua Yugoslavia se utilizaron ampliamente la violación y la violencia porcuestión de género como armas para crear terror y degradar a las mujeres de un grupo étnico particularal mismo tiempo que a la totalidad de la comunidad a la que pertenecían. Al llevar a juicio los casos deviolación y de otros crímenes por cuestión de género, los tribunales ad hoc descubrieron que las vícti-mas tenían miedo de revelar sus historias y más aún de ser víctimas del proceso legal. Con el fin deayudar a las víctimas y a los testigos para enfrentar el proceso judicial, la Corte Penal Internacionaldispondrá de una Unidad de Víctimas y Testigos para proporcionar medidas de protección y dispositi-vos de seguridad, consejería y otras formas de asistencia, con respeto pleno de los derechos del acusado.La Corte deberá tomar asimismo medidas apropiadas para proteger la intimidad, la dignidad, el bienes-tar físico y sicológico y la seguridad de víctimas y testigos, principalmente cuando se trata de crímenessexuales o de violencia relacionada con el género. Sin perjuicio de ello, el Estatuto establece el derechoa compensación de las víctimas, incluyendo restitución, compensación y rehabilitación. La Corte tienepoderes para determinar el alcance y extensión de cualquier daño, pérdida o herida que las víctimashayan sufrido y para ordenar a los convictos que hagan las reparaciones correspondientes. Puede esta-blecerse un Fondo Fiduciario para beneficio de las víctimas y de sus familias. Sus fondos procederán,entre otras fuentes, del dinero y de propiedades obtenidas mediante multas y decomisos que imponga laCorte (artículo 75).

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tud (ejercicio del derecho de propiedad sobre las personas, sexual, prostitución forza-da, embarazos forzados, esterilización forzada), la desaparición forzada de personas(aprehensión, detención o secuestro de personas por un Estado o una organizaciónpolítica con su autorización o apoyo, seguido de la negativa a informar de su suerte osu paradero); la tortura (causar intencionalmente dolor o sufrimientos graves, ya seanfísicos o mentales, a una persona que esté sometida a la custodia o al control de laautoridad aprehensora), el crimen de apartheid (actos inhumanos de los referidos,pero cometidos en el contexto de un régimen institucionalizado de opresión y domi-nación sistemática de un grupo racial sobre otro grupo racial), el exterminio (imposi-ción intencional de condiciones de vida, privación de alimentos o medicinas, etc.), elembarazo forzado (confinamiento ilícito de una mujer a la que se ha dejado embara-zada por la fuerza) (artículo 7).37

Los crímenes de guerra38 se aplican a violaciones graves de las Convenciones deGinebra en 1949 y a otras violaciones graves que se enumeran en el Estatuto, cometi-das a gran escala en conflictos armados internacionales (artículo 8). Entre ellas sedestacan: matar intencionalmente; someter a torturas o tratos inhumanos, incluidoslos experimentos biológicos; destruir bienes o apropiarse de ellos sin una necesidadmilitar; tomar rehenes; realizar ataques intencionales contra la población civil, o con-tra el personal, sus instalaciones o vehículos de una misión de paz o ayuda humanita-ria; lanzar ataques excesivos que produzcan graves daños al medio natural y efectosduraderos entre la población civil; utilizar indebidamente la bandera blanca; atacaredificios no militares como hospitales, institutos de enseñanzas, museos, etc.; utilizarveneno o armas envenenadas, o gases asfixiantes o tóxicos; emplear balas que seabran al contacto con el cuerpo; naturalmente, actos de violación, prostitución forza-da, reclutamiento de menores de 15 años, etc.39

37 El genocidio y los crímenes contra la humanidad se castigan independientemente de que serealicen en tiempo de paz o en tiempo de guerra.

38 Sin perjuicio que los crímenes de guerra fueron definidos por el Estatuto, están sometidos auna cláusula opting out —durante siete años— que faculta a cualquier Estado parte a declarar que noacepta la competencia de la Corte para estos crímenes cuando se denuncia que fueron cometidos “porsus nacionales o en su territorio” (Disposición de transición, artículo 124).

39 En los últimos 50 años las violaciones más graves de los derechos humanos no han ocurrido enconflictos internacionales sino dentro de los Estados. Por lo tanto, el Estatuto de la Corte incorpora lasnormas de la ley humanitaria internacional contemporánea que condenan, como crímenes de guerra, lasviolaciones graves que se cometen en los conflictos armados internos que no sean perturbaciones inter-nas o motines, por ejemplo, entre las autoridades gubernamentales y grupos armados organizados, etc.

Las definiciones de los crímenes que contiene el Estatuto son el producto de años de trabajorealizado por muchas delegaciones y por sus expertos. Cada definición está formulada de manera preci-sa para que refleje las normas internacionales existentes y está redactada de acuerdo con los requisitosde claridad de la justicia penal. A los jueces de la Corte se les exige que interpreten las definiciones demanera estricta y no hagan extensiones por analogía. El objetivo es establecer normas internacionalesobjetivas y evitar decisiones arbitrarias. En casos de ambigüedad, las definiciones se deben interpretaren favor del acusado.

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Los crímenes de la competencia de la Corte no prescriben (artículo 29).Para que la Corte Penal Internacional pueda ejercer su competencia se requiere,

además, que se cumpla alguna de las siguientes condiciones:– que el Estado en que se ha cometido el crimen sea parte del Tratado; o– que la persona investigada o enjuiciada sea nacional de un Estado parte.El principio de territorialidad y el de la nacionalidad activa son entonces los que

se han recogido en esta solución (artículo 12.2).

X. La estructura de la Corte Penal Internacional

El Estatuto prevé la siguiente estructura institucional:– la Presidencia, encargada de velar por la administración de la Corte (artículo

38);– una Sección de Cuestiones Preliminares, integrada por no menos de seis

magistrados, y encargada de autorizar la investigación o el enjuiciamiento deeventuales responsables de los crímenes denunciados (artículo 39, nº 1 y 2, y56 y ss.);

– una Sección de Primera Instancia (artículo 39, nº 1 y 2), encargada de ins-truir el proceso (64 y ss.);

– una Sección de Apelaciones, formada por magistrados de distintos Es-tados, representantes de los principales sistemas jurídicos del mundo(artículo 39, nº 1 y 2), y competentes para entender en los recursosprevistos en el Estatuto;

– la Fiscalía, que investigará y ejercerá las acciones penales (artículo 42);– la Secretaría, que será un órgano administrativo (artículo 43).

XI. El procedimiento jurisdiccional. Sus diversas etapas

La Corte puede ejercer competencia si la denuncia de que se ha cometido undelito de los previstos en el artículo 5 del Estatuto proviene de un Estado parte(artículo 13, literal a); del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (literal b),o si el fiscal inicia de oficio una investigación (artículo 15).

Lo primero que va a hacer el fiscal es analizar la veracidad de la informaciónrecibida; puede recabar más información de los Estados, de las Naciones Unidas, delas ONG, recibir testimonios, etc.

Si el fiscal llega a la conclusión de que existe fundamento suficiente para abriruna investigación, debe solicitar autorización a la Sala de Cuestiones Preliminares(artículo 15, nº 3).

Concluida la etapa de admisibilidad por la Corte (artículo 17), el fiscal iniciarála investigación (artículo 53), gozando de amplios poderes inquisitivos para la ave-riguación de la verdad y la determinación de las pruebas pertinentes para determinarsi hay responsabilidad penal de conformidad con el Estatuto (artículo 24).

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En cualquier momento después de iniciada la investigación, el fiscal podrá soli-citar a la Sala de Cuestiones Preliminares una orden de detención contra una personasobre la que recaen motivos razonables para creer que ha cometido un crimen decompetencia de la Corte (artículo 58).

Puede ser una orden de detención o una orden de comparecencia (artículos 58,59 y 91).

El Estado parte que haya recibido una orden de detención de un nacional dedicho Estado, o de una persona que se encuentre en su territorio, examinará su proce-dencia conforme a derecho (artículo 59) y la pondrá inmediatamente a disposición dela Corte, la cual le hará saber, en una audiencia preliminar, los crímenes que se leimputan y los derechos que le reconoce el Estatuto (artículo 60 y 61).

El juicio se llevará a cabo en la Sede de la Corte (La Haya), con las garantías deldebido proceso —audiencias, diligenciamiento de pruebas, presencia del abogado delacusado, interposición de apelaciones, etc. (parte VI, artículos 62 y ss.).

Concluido el juicio, y en caso de que se dicte un fallo de condena, la Sala dePrimera Instancia fijará la pena que proceda imponer (artículo 76). El fallo podrá serapelado ante la Sala de Apelaciones de la Corte (artículo 83).

XII. La Fiscalía

El fiscal es el soporte del órgano acusador; por eso una de las mayores inquietudeses saber el grado de independencia que tendrá. Durante las negociaciones de la Confe-rencia de Roma se defendió la existencia de un fiscal independiente con poderes parainiciar investigaciones cuando haya suficientes evidencias que demuestren violacionesgraves a los derechos humanos. Sin perjuicio de lo expuesto, el Estatuto incluye dispo-siciones detalladas para asegurar adecuadas restricciones y equilibrio de sus poderes.En primer lugar, el fiscal debe tener deferencia con los Estados que quieran o estén encapacidad de adelantar sus propias investigaciones. Se le exige que, antes de iniciar unainvestigación, presente todos los materiales de base que ha reunido y que obtenga elpermiso de la Sala de Cuestiones Preliminares (artículos 13.c y artículos 15 a 18).

El acusado y los Estados implicados tienen asimismo el derecho de impugnar en elperíodo investigativo la acción iniciada por el fiscal. Los Estados y el acusado puedentambién impugnar la jurisdicción de la Corte o la admisibilidad del caso en el períodode acción judicial. Estas medidas proporcionan amplias oportunidades para asegurarsede que el caso es substancial y merece que la Corte lo investigue y le siga acción judicial.

El fiscal será elegido por el voto secreto y por mayoría absoluta de los miembrosde la Asamblea de los Estados partes (artículo 42.4). No se le permitirá participar enningún caso en el que se pueda poner en duda su imparcialidad.40 La Cámara de

40 “Artículo 42.5. El Fiscal y los fiscales adjuntos no realizarán actividad alguna que pueda inter-ferir en el ejercicio de sus funciones o menoscabar la confianza en su independencia. No podrán desem-peñar ninguna otra ocupación de carácter profesional”.

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Apelaciones de la Corte decidirá cualquier cuestión relativa a su descalificación. LaAsamblea de los Estados parte tiene poder para destituir al fiscal si, a su juicio, éste hacometido faltas graves o ha violado seriamente sus obligaciones.

XIII. El acusado

El Estatuto de la Corte crea un verdadero sistema de justicia penal internacional.Tendrá jueces imparciales y calificados a disposición de los acusados de los crímenesque caigan bajo su jurisdicción para asegurarles debido proceso y juicio imparcial. ElEstatuto reconoce una gama completa de los derechos del acusado y llega hasta am-pliar las normas incorporadas en los principales instrumentos internacionales de dere-chos humanos.

El Estatuto posee algunas ventajas particulares. Una es la de los mecanismos deselección de sus órganos de investigación, enjuiciamiento y juicio, diseñados paraproteger a los individuos inocentes contra investigaciones o acciones judiciales decarácter penal basadas en motivos políticos, vejatorios o frívolos. Además, las perso-nas encargadas de tomar decisiones en relación con la iniciación de una investigacióno juicio por crímenes deben poseer las más altas calificaciones de competencia, inde-pendencia e imparcialidad. Todo individuo tiene derecho a las más altas normas ygarantías internacionales de debido proceso y juicio imparcial.

El Estatuto contiene, además, disposiciones cuidadosas (más de sesenta artícu-los) sobre principios de legislación penal, investigación, enjuiciamiento, juicio, co-operación, asistencia judicial y ejecución de las normas. Estas disposiciones exigie-ron que se armonizaran procedimientos y leyes penales nacionales divergentes y aveces diametralmente opuestas.

XIV. Los jueces

Los jueces deben poseer la más alta competencia profesional y deben seleccio-narse entre personas de elevado carácter moral, imparcialidad e integridad, que llenenlos requisitos exigidos en sus respectivos Estados para acceder a los más altos pelda-ños de la jerarquía judicial (artículo 36.3.a). Deben ser también independientes en eldesempeño de sus funciones y abstenerse de actividades que puedan interferir con susfunciones judiciales o afectar la confianza en su independencia.

La Corte dispondrá de 18 jueces competentes en legislación penal y procesos ycon la experiencia pertinente y necesaria en procedimientos penales. Además, losjueces tendrán competencia en campos pertinentes del derecho internacional como elderecho internacional humanitario y la legislación en derechos humanos. Para asegu-rar una composición verdaderamente equilibrada e internacional, se tendrá en cuentapara la elección de los jueces la necesidad de representar los principales sistemaslegislativos del mundo, la representación geográfica equitativa, la representación jus-ta de hombres y mujeres, y sus conocimientos y habilidades en cuanto a la violencia

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contra las mujeres y los niños. No puede haber dos jueces que sean ciudadanos delmismo Estado y los jueces sólo prestarán sus servicios por un período de nueve años.Serán elegidos por votación secreta, con el más alto número de votos, pero este núme-ro no será inferior a los dos tercios de los Estados parte que estén presentes y voten.

El juez podrá ser destituido de su cargo si se comprueba que ha cometido faltasgraves o ha violado seriamente sus obligaciones. Todas estas precauciones tienen elpropósito de asegurar independencia, integridad y competencia y de evitar influenciaspolíticas externas.

XV. Principios fundamentales contenidos en el Estatuto de la Corte

1. Principio de complementariedadEl artículo 17 del Estatuto refiere a que la Corte determinará por sí y ante sí la

admisibilidad de un asunto respecto de los crímenes ante ella denunciados. El criterioa seguir es, primero, determinar si se trata o no de un Estado parte, y segundo, atendera su voluntad política, en el sentido de no querer o no poder ejercer su jurisdicciónpropia. No querer significa no juzgar ni investigar por razones de política de Estado.No poder significa la imposibilidad de hacerlo, ya sea por no tener el poder suficientepara investigar o juzgar, o porque formalmente, de acuerdo con el orden jurídicointerno, esté impedido de hacerlo. Analizada en estos términos la situación, si la Cortedecide intervenir, es cuando se aplica entonces su jurisdicción en carácter de comple-mentariedad.41 De esta manera no quedarán impunes los crímenes cometidos.42

41 No debe confundirse en este caso la “entrega” de un ciudadano a la jurisdicción de la Corte,como si se tratara de un proceso de extradición (artículo 13 y 14, CPU). El artículo 102.a del Estatutodice: “[…] por ‘entrega’ se entenderá la entrega de una persona por un Estado a la Corte de conformidadcon lo dispuesto en el presente Estatuto […]”, y en el apartado 102.b, dice que por “[…] ‘extradición’se entenderá la entrega de una persona por un Estado a otro de conformidad con lo dispuesto en untratado o convención o en el derecho interno […]”. De manera que el Estado parte que entrega a unnacional o habitante que haya cometido un crimen en su territorio no se desliga absolutamente de suresponsabilidad en el juzgamiento del autor del crimen, sino que opera una suerte de extensión de sumisma jurisdicción. La Corte no será un tribunal foráneo, sino que es parte del sistema jurisdiccional decada uno de los Estados parte.

42 Debe recordarse, asimismo, que el § VI del Preámbulo del Estatuto de Roma considera un deberde los Estados parte (no una potestad) el ejercicio de su jurisdicción penal contra los responsables decrímenes internacionales. Por otro lado, ello es absolutamente compatible con la aplicación del princi-pio de territorialidad dispuesto en el libro I, título I, capítulo II, artículo 9, del Código Penal Uruguayo:“Los delitos cometidos en el territorio de la República, serán castigados con arreglo a la ley uruguaya,fueren los autores nacionales o extranjeros, sin perjuicio de las excepciones establecidas por el derechopúblico interno o por el Derecho Internacional”. Uruguay también ratificó la Convención Interamericanapara Prevenir y Sancionar la Tortura (aprobada por ley nº 16.294 de 11 de agosto de 1992), que prescri-be en su artículo 8 la obligación de los Estados parte de garantizar que sus respectivas autoridadesprocederán de oficio y de inmediato a realizar una investigación sobre los casos denunciados de tortura.

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Ahora bien, sin perjuicio de la preeminencia o preferencia de los Estados parteen la instrucción y el juzgamiento de los crímenes, se plantea el problema del denomi-nado principio de injerencia, es decir, si la intervención de la Corte al “apropiarse”del conflicto y ejercer jurisdicción de un delito cometido en el territorio de ese Estadoparte, o de uno de sus nacionales, no estará vulnerando la esfera privada de aquél.

Contra dicha objeción se levantan tres argumentos: 1) La defensa de los dere-chos humanos es un asunto supranacional; está más allá de la jurisdicción doméstica.2) La tradición internacional en la materia ha sido de colaboración permanente porparte de los Estados, materializada a través de sus legislaciones internas, que en ma-yor o menor medida ceden una parte de jurisdicción y transfieren parcialmente com-petencia. En este supuesto, de advertirse una colisión entre las decisiones adoptadaspor la Corte y las que surgen del derecho interno del Estado, no se interpretan comouna forma de intromisión violatoria del principio de injerencia, sino en todo casocomo el ejercicio de una competencia previamente consentida. 3) Aun advirtiendo elEstado parte que un conflicto planteado entre jurisdicciones no puede resolverse porlos principios generales, siempre gozan de las garantías conferidas en el Estatuto, queincluyen el poder solicitar la inhibición del fiscal (artículo 18) y/o impugnar la com-petencia de la Corte o la admisibilidad de la causa (artículo 19).

2. Principio de inocencia

Se presume que toda persona es inocente mientras no se pruebe su culpabilidad(artículo 66.1).

3. Principio de irretroactividadEl Estatuto de Roma comenzará a regir a partir del momento de su entrada en

vigor (1º de julio de 2002) y no se formula en sus disposiciones ninguna excepción,vale decir, la Corte no tiene jurisdicción retroactiva.43 Aquí se plantea el problema delos delitos continuados o permanentes, como lo son la desaparición forzada de perso-nas, la privación de libertad o la supresión de estado civil.44

43 “Artículo 11. La Corte tendrá competencia únicamente respecto de crímenes cometidos des-pués de la entrada en vigor del presente Estatuto […] Artículo 24. […] nadie será finalmente responsa-ble, de conformidad con el presente Estatuto, de una conducta anterior a su entrada en vigor”.

44 Al respecto existen —según Carlos Alvín— (Guigou y Ruiz, op. cit., p. 140) diversas interpre-taciones doctrinarias. Quienes sostienen que la jurisdicción es irretroactiva a pesar de que se trate dedelitos que, por su naturaleza jurídica, aún permanezcan sus efectos (continuados o permanentes), argu-mento para mantener la impunidad de los autores; y quienes sostienen que no debe aplicarse el Estatuto,no para preservar la impunidad, sino para no obstaculizar el funcionamiento de la Corte. En nuestropaís se plantea el problema de si la Corte podrá juzgar a los responsables de las graves violaciones a los

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4. Principio de legalidad

Significa que toda conducta perseguible penalmente debe estar previamente es-crita (definida en un tipo) y determinada su pena (nullum crimen, nulla poena sinelege).45 La definición de crimen será interpretada estrictamente y no se hará extensivapor analogía. En caso de ambigüedad, será interpretada a favor de la persona objetode investigación, enjuiciamiento o condena (artículo 22.2).

5. Principio de culpabilidadLa culpabilidad penal es una relación subjetiva entre el acto cometido y el autor

de hecho.46 Quien sea declarado culpable por la Corte únicamente podrá ser penadode conformidad con el Estatuto (artículo 23).

derechos humanos realizadas durante el período dictatorial (1973-1985). Desde un punto de vista for-mal, el Estado uruguayo puede jerarquizar la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estadoante la jurisdicción de la Corte, por tratarse de una cuestión de derecho interno que impide legislativamenteincoar acción contra los responsables (la ley nº 15.842 es de fecha 22/12/1986), y especialmente por loenunciado en el artículo 2º de la reciente ley nº 17.510 —ratificatoria del Estatuto—, que sostiene queasegura su aplicación “[…] con estricta observancia del ordenamiento constitucional de la República[…]”. La Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado es una ley de amnistía (ley nº 15.848de 22.12.86) que forma parte del ordenamiento constitucional de la República. La Suprema Corte deJusticia declaró su constitucionalidad reafirmando su naturaleza de ley de amnistía (sentencia nº 184 de2.5.1988) y el plebiscito de fecha 16.4.1989 ratificó la ley. En este contexto, y la luz del principio deirretroactividad ratione personae, no podría aplicarse el Estatuto, por lo menos en lo que tiene rela-ción con los crímenes cometidos antes del 1º de julio de 2002. Con los crímenes cometidos con poste-rioridad y/o que continúan cometiéndose, como aquellos delitos calificados como permanentes (priva-ción de libertad, supresión de estado, etc.), al continuar consumándose mientras no cesa su situaciónjurídica, implica per se la posibilidad de juzgamiento e instrucción luego del 1º de julio de 2002. Con-forme al principio de complementariedad la Corte podría ejercer su jurisdicción porque el Estado “[…]no está dispuesto a llevar a cabo la investigación […]” (artículo 17.1.a.b).

45 Sobre el alcance del principio pueden consultarse, entre otras, las siguientes obras: MiltonCairoli Martínez, El Derecho Penal uruguayo y las nuevas tendencias dogmático penales, t. I (La ley.El delito), FCU, Montevideo, 2000; Bayardo Bengoa, Derecho Penal Uruguayo, t. I, Universidad de laRepública, Montevideo, 1978; Camaño Rosa, Estudios penales y procesales, Analio Fernández, Mon-tevideo, 1973; Armin Kaufmann, Teoría de las normas, Di Palma, Buenos Aires, 1977; SebastiánSoler, Derecho Penal Argentino, t. I, Tipográfica Argentina, Buenos Aires, 1967; Francisco Antolisei,Manual de Derecho Penal, Parte general, Tamis, 1998; Enrique Bacigalupo, Manual de Derecho Pe-nal, Parte general, Tamis-Ilanud, 1984; Eugenio Cuello Calon, Derecho Penal, t. I, vol. 1, Bosch, Bar-celona, 1980; Carlos Fontan Balestra, Derecho penal, Parte general, El Gráfico, Buenos Aires, 1957;Alfredo Giribaldi Oddo, Derecho Penal, t. I, Median; Eusebio Gómez, Tratado de Derecho Penal, t. I,Buenos Aires, 1939; Hans-Heinrich Juscheck, Tratado de Derecho Penal, Parte general, Bosch, Barce-lona, 1981; Luis Jiménez de Asúa, La ley y el delito, Sudamericana, Buenos Aires, 1980; MiguelLangón Cuñarro, Curso de Derecho Penal y Procesal Penal, t. I, Primera parte (El derecho Penal engeneral), Del Foro, Montevideo, 2000.

46 Sobre el concepto de culpabilidad puede consultarse la obra de los siguientes autores, entreotros: Juan Bustos Ramírez, Bases críticas de un nuevo derecho penal, Cono Sur, Santiago de Chile,

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XVI. Derechos de los Estados parte

Los Estados parte del Estatuto gozan de garantías institucionales, dado que, anteeventuales y presuntas irregularidades jurisdiccionales o jurídicas, pueden solicitar lainhibición del fiscal (artículo 18) y/o impugnar la competencia de la Corte o la admi-sibilidad de la causa (artículo 19). Se prevé la existencia de una Asamblea de losEstados parte que examinará y aprobará recomendaciones, ejercerá supervisión res-pecto de la Presidencia, el fiscal y la Secretaría, examinará informes y decidirá elpresupuesto de la Corte (artículo 112.a.b.c.d).

XVII. Obligaciones de los Estados parte

A los Estados que son parte del Estatuto se les exige que apoyen plenamente a laCorte, colaboren con ella en todas las etapas de su trabajo y respeten las normasinternacionales relativas a los derechos de las víctimas, los sospechosos y los acusa-dos que participan en las investigaciones, las acciones judiciales y los juicios, salvocasos excepcionales determinados.47 Si un Estado parte se niega a cumplir con unasolicitud de cooperación, la Asamblea de Estados parte o el Consejo de Seguridadpueden revisar el asunto, y/o la Corte asumir jurisdicción conforme al principio yareferido de complementariedad (artículo 17).

XVIII. Las penas

El Estatuto prevé penas de diversa naturaleza. Podrá aplicar una pena de reclu-sión hasta un máximo de treinta años (artículo 77.a.), o la reclusión perpetua cuandolo justifiquen la gravedad del crimen y la personalidad del condenado (artículo 77.b).48

Sin perjuicio de lo expuesto, también puede imponer multas, o el decomiso delproducto, los bienes y los haberes directa o indirectamente obtenidos del crimen co-metido (artículo 77 in fine).

1994; Enrique Bacigalupo, Manual de Derecho Penal, Temis, 1998; Alberto Arteaga Sánchez, Laculpabilidad en la teoría general del hecho punible, Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1975;Jürgen Baumann, Derecho Penal, Depalma, Buenos Aires, 1973; Gonzalo Fernández, Culpabilidad yteoría del delito, Julio César Faire, Buenos Aires, 1995; Frank Reinhard, Sobre la estructura delconcepto de culpabilidad, IB de F, 2000; Sarrulle, Dogmática de la culpabilidad, Universidad, 2001;Hans Welzel, Derecho Penal alemán, Jurídica de Chile, 1997; Miguel Langón Cuñarro, Curso deDerecho Penal y Procesal Penal, t. II (El Derecho Penal en General), Del Foro, Montevideo, 2001;Eugenio Zaffaroni, Manual de Derecho Penal, Parte general, Ediar, 2001.

47 Por ejemplo, que dicho Estado parte genere un riesgo grave para su seguridad interna, si cola-bora con la Corte.

48 El tema de la prisión a perpetuidad o cadena perpetua no genera un problema deconstitucionalidad para el Uruguay, ya que nuestro país sólo prohíbe la pena de muerte (artículo 26 dela Constitución), pero no prohíbe la pena de penitenciaría perpetua.

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La pena privativa de libertad se cumplirá en un Estado designado por la Cortesobre la base de una lista de Estados que hayan manifestado que están dispuestos arecibir condenados (artículo 103).

Ninguna pena de las referidas se impondrá si no está prevista en la legislaciónnacional (artículo 80).49

Se excluye la pena de muerte por aplicación del principio nulla poena sine lege(artículo 21). No está prevista en el Estatuto.50

XIX. Actividades terroristas y tráfico de drogas

En la Conferencia de Roma los Estados no pudieron ponerse de acuerdo encuanto a la definición de terrorismo. Algunos Estados consideraron que el enjuicia-miento de los crímenes relacionados con la droga implicaba problemas de investiga-ción que ejercerían demasiada presión sobre los recursos de la Corte. Otros argumen-taron que crímenes tan notorios y dañinos no debían escapar a la jurisdicción de laCorte. Para responder a esta preocupación la Conferencia de Roma aprobó una reso-lución que recomienda que la Conferencia de Revisión tenga en cuenta la inclusión dedichos crímenes en la jurisdicción de la Corte. Ésta podrá, por lo tanto, ejercer juris-dicción sobre los crímenes de terrorismo y tráfico de drogas cuando tenga la aproba-ción de la Conferencia de Revisión (artículo 123).

XX. La Corte Penal y su jurisdicción sobre los miembrosde las fuerzas nacionales o de las misiones de paz

De conformidad con el derecho internacional vigente, los Estados en cuyo terri-torio se hayan cometido genocidio, crímenes de guerra o crímenes contra la humani-dad, o cuyos nacionales sean víctimas de tales crímenes, tienen el derecho y la obliga-ción legal de investigar y enjuiciar a las personas acusadas de cometer tales crímenes.El Estatuto de la Corte no viola ningún principio de las leyes de los tratados y no hacreado ningún derecho u obligación legal que no existan ya en la legislación interna-cional. La cooperación de un Estado no parte es puramente voluntaria y no se imponeninguna obligación legal a los Estados no parte.

El Estatuto de la Corte establece una protección especial para las misiones demantenimiento de la paz al prohibir ataques intencionales contra el personal, las insta-laciones, las unidades materiales o los vehículos involucrados en misiones de asisten-

49 “Artículo 80. El Estatuto, la aplicación de penas por los países y la legislación nacional.Nada de lo dispuesto en la presente parte se entenderá en perjuicio de la aplicación por los Estados delas penas prescritas por su legislación nacional ni de la legislación de los Estados en que no existen laspenas prescritas en la presente parte”.

50 “Artículo 21. Quien sea declarado culpable por la Corte únicamente podrá ser penado de con-formidad con el presente Estatuto”.

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cia humanitaria o de mantenimiento de paz. Tales violaciones constituyen crímenesde guerra y, en ciertas circunstancias, también crímenes contra la humanidad. Ade-más, el Estatuto no afecta las disposiciones existentes —por ejemplo, en relación conlas misiones de mantenimiento de paz de las Naciones Unidas—, ya que los paísesque contribuyen con sus tropas siguen teniendo jurisdicción penal sobre los miem-bros de esas misiones.

XXI. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidasy la Corte Penal Internacional

El trabajo del Consejo de Seguridad y el de la Corte Penal Internacional se com-plementarán. El Estatuto de la Corte reconoce la función del Consejo de Seguridad enel mantenimiento de la paz y seguridad internacionales de acuerdo con la Carta de lasNaciones Unidas, al aceptar que, de conformidad con el capítulo VII de la Carta, elConsejo de Seguridad puede remitir una “situación” al Tribunal cuando parezca quese han cometido uno o más de los crímenes contenidos en el Estatuto. Esto da basepara que el fiscal inicie una investigación.

Puesto que la remisión de una situación al Consejo de Seguridad se basa en lacompetencia que le otorga el capítulo VII, que es obligatoria y legalmente ejecutableen todos los Estados, el ejercicio de la jurisdicción de la Corte se convierte en unaparte de las medidas de ejecución. Su jurisdicción se torna obligatoria aun cuando niel Estado en cuyo territorio se ha cometido el crimen ni el Estado cuya nacionalidadposee el acusado sean parte del Estatuto. En estos casos, la Corte Penal Internacionalayuda al Consejo de Seguridad a mantener la paz mediante la investigación y el enjui-ciamiento. Esta jurisdicción, que resulta de una remisión del Consejo de Seguridad,resalta la función de la Corte en la ejecución de las normas del derecho penal interna-cional. Al mismo tiempo, la jurisdicción de la Corte se extiende aun a los Estados noparte, en esos casos.

El Consejo de Seguridad puede solicitar que la Corte difiera una investigación oun enjuiciamiento por un período renovable de doce meses cuando está ejerciendo lospoderes de ejecución o de mantenimiento de la paz que le confiere el capítulo VII. Estaprórroga tiene el propósito de asegurar que los esfuerzos del Consejo de Seguridad enfavor de la paz no se vean afectados por la investigación o la acción judicial de la Corte.

XXII. Responsabilidad jurisdiccional de la Corte. ¿Ante quién rinde cuentas?

Los Estados parte supervisan el trabajo de la Corte y vigilan al presidente, alfiscal y a los jueces en lo que refiere a la administración de la Corte. Toman decisio-nes en cuanto a su presupuesto, deciden sobre el cambio del número de jueces yestudian cualquier cuestión relativa a la no cooperación. Los Estados parte no puedeninterferir las funciones judiciales de la Corte. Cualquier discusión en tal concepto sedebe resolver con una decisión de la Corte misma.

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XXIII. Contribución de los organismos no gubernamentalesal establecimiento de la Corte

Una gran coalición de ONG ha participado desde 1995 en el proceso de creaciónde la Corte, estableciendo estrechas relaciones de trabajo con las delegaciones, orga-nizando instrucciones para los participantes en la Conferencia y publicando folletos,informes y estudios sobre distintos temas de especial interés. Aportaron una ayudanotoria al trabajo de la Conferencia y al éxito de sus negociaciones. Muchas ONGparticiparon activamente en la campaña para que el Estatuto fuera ratificado por elmayor número posible de Estados.

XXIV. Resumen

1. Características genéricas

– La Corte Penal Internacional es una institución de carácter permanente.– Ejercerá jurisdicción sobre personas naturales.– Tendrá carácter complementario de las jurisdicciones penales nacionales de

cada Estado parte.– Tendrá competencia sobre cuatro crímenes: genocidio, lesa humanidad y gue-

rra; el crimen de agresión no fue definido.– Sus órganos son: la Presidencia; una Sección de Apelaciones, de Primera

Instancia y de Cuestiones Preliminares; una Fiscalía y la Secretaría.– Se consagra la irretroactividad de la aplicación del Estatuto.– Establece el debido proceso legal con garantías para todas las partes.– Prevé un programa de protección de testigos y asistencia a las víctimas.– Las penas aplicables son de privación de libertad hasta la reclusión perpetua,

y/o multa y decomiso.– Los crímenes de competencia de la Corte no prescriben.

2. Limitaciones en la competencia de la Corte– Exclusión temporal del delito de agresión hasta su definición por la Comi-

sión de Revisión.– Exclusión eventual de aquellos Estados que invocan la disposición transito-

ria del artículo 124 respecto de los crímenes de guerra.– Limitación derivada de la imposibilidad de actuación de oficio de la

Corte.– Obligación del fiscal de obtener autorización de la Sala de Cuestiones Preli-

minares para iniciar una indagatoria.– Facultades del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para pedir la

suspensión de las investigaciones.

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– Derecho de los Estados parte a pedir la inhibición del fiscal o impugnar lacompetencia de la Corte o la admisibilidad de la causa.51

Bibliografía

Diario de sesiones de la Cámara de Representantes, nº 3037, 26 de junio de 2002.Diario de sesiones de la Cámara de Senadores, t. 411, nº 181, 25 de junio de 2002.Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, adoptado en Roma, República de

Italia, el 17 de julio de 1998 y suscrito el 19 de diciembre de 2000, carpeta nº794 de 2002, repartido nº 468 de junio de 2002, Cámara de Senadores de laRepública Oriental del Uruguay.

Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, aprobado el 17 de julio de 1998por la Conferencia Diplomática de Plenipotenciarios de las Naciones Unidassobre el establecimiento de una Corte Penal Internacional (A/CONF.183/9).

GUIGON, Nicolás, y Marisa RUIZ (comps.), Seminario: Corte Penal Internacional,desafíos y proyecciones para Uruguay y el mundo, Universidad de la Repúbli-ca, Montevideo, 2001.

URIOSTE BRAGA, Fernando, Responsabilidad internacional de los Estados en losderechos humanos, IB de F, Montevideo-Buenos Aires, 2002.

51 Alvín, op. cit., p. 134.