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Sandy y Ale :

15

TRAS LAS HUELLAS DE JESUS DE NAZARET

GRACIELA S. VILLANUEVA DE NADALICH

RO GALLEGOS - SANTA CRUZ - ARGENTINATRABAJO FINAL DEL AO 1998PROGRAMA MAGISCVX

Introduccin

Durante los Ejercicios Espirituales, aprendemos de la mano de Ignacio a pedir la gracia del conocimiento interno de Seor, que por nosotros se hizo hombre, para ms amarlo y seguirlo.

Todo el ao 1998, a travs de la lectura y la reflexin de la bibliografa propuesta y algo ms, me he ido acercando a ese Jess de Nazaret, muerto y resucitado. En sintona de seguimiento. Para seguir sus huellas. Tu deca que para las primeras comunidades el Jess que camin la Palestina fue el criterio ltimo de discernimiento frente a las situaciones que se planteaban. Para nosotros tambin es as. Jess es el Camino, la Verdad y la Vida, camino para recorrer, verdad para asumir y vida para recibir y dar, para gastar como l... como en la poesa de Espinel.

El Dios del Antiguo Testamento, que oye el clamor del pueblo oprimido y sufriente, tiene en Jess la revelacin plena. Miembro del pueblo elegido es heredero de su mejor tradicin. Con ste Dios Padre tiene Jess una cercana insuperable: de hijo. Con su pueblo, en la periferia y entre los pobres, con hombres, mujeres y nios, tambin tiene una cercana insuperable, que lo cuestiona, lo moviliza por dentro, lo inunda de compasin... De esta conjuncin, querer de Dios Padre y dolor, pobreza y opresin de hombre hermano, nace una praxis liberadora. Por su fidelidad a ambos es condenado a muerte por los representantes del poder religioso y poltico. Muere. Pero con coherencia infinita, propia de Dios, le es devuelta la vida, ahora plena y total. Resucita.

Percib que la intimidad con ese Dios, Padre, Hijo y Espritu Santo que es comunin de amor, y el acercamiento y compromiso con los pobres concretos, con nombre, apellido e historia era el camino a seguir. Contemplar, ver, tocar, or, sentir en una misma mirada a los pobres y oprimidos y a ese Dios que revel Jess, Padre de todos los hombres. No se queda indemne frente a este intento.

Qu has hecho de tu hermano? o como deca Ellacura quisiera pusieran sus ojos y su corazn, en esos pueblos que estn sufriendo tanto -unos de miseria y hambre, otros de opresin y represin- y despus (ya que soy Jesuita) que ante ese pueblo crucificado hicieran el coloquio de San Ignacio en la primera semana de los Ejercicios, preguntndose: qu he hecho yo para crucificarlo?, qu hago para que lo descrucifiquen?, qu debo hacer para que ese pueblo resucite?.

Nuestro pecado y el de la humanidad queda iluminado, tanto como lo est para los ojos atentos las obras concretas que genera y las estructura que cristaliza y sostiene. Pero la luz llega ms all dejndonos ver el Camino de regreso al Padre y su querer. El nos espera y nos acoge en el Hijo, para que juntos hagamos fiesta de Verdad, porque estbamos muertos y hemos recobrado la Vida, que en dinmica creadora, interpela nuestra libertad y es capaz de generar vida filial y fraterna. En nombre de Dios Padre, que cuida de nosotros, en nombre de Dios Hijo, que vino y nos salv, y en nombre finalmente del Espritu Santo, que es el que nos rene en nombre del amor... (Canto el P. Zini.) Dios desde siempre invita al hombre a practicar la justicia, a amar y a caminar humildemente de su mano, (Miq. 6,8) y para hacerlo posible camin humildemente con los hombres, con los ltimos de los hombres. Dos facetas que van indisolublemente unidas, relacin con Dios: caminar de su mano, que implica en la relacin con los otros: justicia y amor.

Manifestacin del amor fiel de Dios, que dura para siempre, es el misterio de la Encarnacin. Dios sale a nuestro encuentro en la persona de Jess. Propio de nuestra fe, es ese ir primero de Dios hacia nosotros. El nos busca, se revela, se hace carne, nos acompaa con su Espritu.

Llegada la plenitud de los tiempos, Dios dijo su Palabra definitiva e insuperable en Jess. Lo sorprendente es que en Jess Dios no slo se hizo hombre, sino hombre pobre.

En Jess podemos ver con total nitidez el rostro de nuestro Dios. En Jess de Nazaret se hizo visible la bondad de Dios y su amor por los hombres (Tit. 3,4)

Jess adquiri su ser en el seno de un pueblo, en la geografa de Nazaret, en la Galilea de los gentiles, entre los aires de dominacin romana que soplaban all en la Palestina, por los aos cercanos a su llegada oficial, que dividi las aguas de la historia.

Jess, un judo.

Jess es un judo, miembro del pueblo elegido por Dios. Dice el cantar popular ... no es lo mismo nacer en cualquier parte... para ser lo que soy estoy viniendo de lejos de un tiempo ymaguar, ... traigo en la memoria de la sangre ... .

Esta pertenencia al pueblo de Israel es determinante. En la historia de este pueblo, Dios se fue revelando, mostrando su rostro y los hombres se fueron contando unos a otros, de generacin en generacin, el hacer de su Dios. La historia fue constantemente leda y releda, en consonancia con las nuevas situaciones que se planteaban, como hacemos nosotros, al dar vuelta la cabeza, mirando desde el hoy nuestro pasado.

Primero se cont, luego se escribi, ms tarde se reescribi, desde situaciones vitales diversas, se fueron conformando tradiciones, con sus puntos de contacto y lentamente se fueron gestando los libros que componen el Antiguo Testamento, parte de la Biblia.

Son aproximadamente 1.800 aos de historia. Hubo un comienzo. Comenz humildemente, como suele comenzar Dios. (Sigo aqu a Mesters en Un proyecto de Dios. La prctica liberadora para una convivencia humana igualitaria y Mezzacasa en la obra citada.)

Los patriarcas pertenecan a grupos marginales y pobres: los hapirus que no constituan un pueblo o raza aparte, sino un grupo social: marginados con escasos derechos y recursos, y los criadores de ganado menor, ovejas y cabras, seminmades, que no pertenecan a ningn sitio en especial sino que buscaban los pastos necesarios para el mantenimiento de sus pocos animales. El Dios de los patriarcas era un Dios familiar que intervena en la vida cotidiana del clan y los protega. Cuando se los presenta formando una lnea familiar y cronolgica o como muy ricos y poseedores de grandes rebaos, estamos frente a construcciones teolgicas y relecturas posteriores. Una elaboracin posterior identific a Yahv con el Dios de los padres, en el intento de mostrar una lnea en la historia de la salvacin .

La Biblia hizo de Abraham, tronco del pueblo y smbolo del hombre creyente. Desde una situacin de inseguridad, temor y muerte, sin tierras propias, seminmada, con el peligro de todo tipo de asaltos e inseguridades y una falta de futuro determinada por la esterilidad de su mujer, sin hijos para superar la muerte y perpetuarse en el tiempo. Este hombre es depositario de una promesa de tierra propia y espaciosa (Gn. 12,7), de proteccin contra los peligros (Gn. 15,1) y descendencia ms numerosa que las estrellas del cielo y las arenas del mar (Gn. 15,5). Esta promesa lo pone en camino, con rumbo de esperanza. Y el pueblo de Dios se fue constituyendo, soportando una situacin de opresin y explotacin, tanto en Canan como en Egipto. El grupo que estaba en Egipto, recordaba las promesas de Dios a Abraham: Yo har de ti una gran nacin, en ti sern benditos todos los pueblos (Gn. 12,2-3). Resultaba evidente que este Dios de la promesa no poda legitimar esta situacin de opresin que padecan. Su Dios oa el clamor del pueblo (Ex. 2,23-25. Ex 3,7s). Fue naciendo esta conviccin que era, y es, profundamente revolucionaria. Los otros dioses escuchaban la voz del faran o del rey, y no la del pueblo. Su Dios asume un compromiso de liberacin. Moiss, un hebreo educado en la corte del faran, fue llamado por Dios para asumir un papel importante en la liberacin del pueblo.

Si hay algo que llega al corazn del Dios de Israel es el grito de los oprimidos, su oracin, no desoye los gritos del hurfano o de la viuda cuando repite sus quejas... (1) ...el Seor har justicia a su pueblo, colmndolo de alegra, pudiendo exclamar con gozo: bienvenida su misericordia! que llega en los tiempos de angustia como nubes de lluvia en tiempos de sequa.

El grupo de Moiss sale de Egipto y otros grupos se le unen en el desierto, juntos marchan hacia la tierra prometida y bajo el liderazgo de Josu entran en Canan.

La fe en Yahv, Dios nico y liberador y una organizacin social que impeda el regreso a la situacin conocida y sufrida en Egipto -descentralizacin del poder, no acumulacin de alimentos, organizacin en tribus sin poder central y los diez mandamientos que defendan el nuevo sistema igualitario- era la nueva alternativa de los que llegaban.

La pertenencia al pueblo de Dios implicaba la creencia en Yahv, Dios vivo y verdadero, liberador, el rechazo de los falsos dioses y el compromiso de luchar por una sociedad fraterna. No maltratars ni oprimirs a los extranjeros ... no hars dao a la viuda y al hurfano. Si lo hacen ellos clamarn a m y yo escuchar su clamor (Ex. 22, 21-21). Durante 200 aos (1250-1050) se mantuvo una verdadera lucha para lograr el mantenimiento de esa organizacin. Hubo grandes logros.

Yahv no legitimaba la opresin, mova a la liberacin y se constitua en defensor del pobre, la viuda, del hurfano y del extranjero, cuando aquellos eran atropellados y sus derechos no reconocidos por la sociedad, contrariando la expresa voluntad de Yahv. Esta constante bblica es reconocida y potenciada al mximo por Jess.

Frente a tensiones internas y externas los israelitas se encaminan hacia la monarqua... Esto implic centralizacin, aparato estatal e impuestos para sostenerlo, prepotencia del monarca, desigualdad... Aparecieron los pobres y oprimidos y se formaron dos clases sociales, concordantemente hubo dos maneras o modos de entender a Dios, con sus respectivas imgenes y mediaciones, que coexistieron en la historia y se volcaron en los diversos libros que se fueron escribiendo de ah en adelante. Dice Mezzacasa que La historia de Israel se convirti en la historia de los conflictos entre dos grupos, cada uno de los cuales tuvo su propio proyecto: El grupo monrquico-sacerdotal, conservador, que se movi en un ambiente sacral, justificando su uso del poder como voluntad de Dios. Lo constituyeron las clases pudientes, la monarqua y la teocracia de Jerusaln. Y el grupo proftico popular, revolucionario, que se movi en un ambiente no sacral: Dios no buscaba defender sus derechos, sino el bien del hombre, la liberacin de los oprimidos. El pueblo que es el verdadero sujeto de la historia, pertenece a este segundo grupo junto a sus intrpretes ms autnticos, los profetas, los deuteronomistas y los apocaliptas. Jess estuvo totalmente inserto en l (2).

El corazn de ese Dios nos lo tramite la Biblia a travs de Judit, la juda, fruto sin duda de una experiencia vital muy profunda, que siente la presencia salvadora de Dios en medio del pueblo as:

Eres Dios de los humildes, socorredor de los pequeos protector de los dbiles, defensor de los desanimados salvador de los desesperados.(Jdt. 9,11)

La cercana y la solidaridad de Dios con los pobres queda proclamada sobre todo en dos conceptos centrales del Antiguo Testamento: el Mesas de Yahv y el Siervo de Yahv.

El Mesas es el Ungido por el Seor para realizar la salvacin a favor de todos los hombres, pero que tendr sus predilectos en los pobres, porque juzgar con Justicia a los desvalidos y sentenciar con rectitud a los oprimidos (Is. 11,3).

Los cantos del Siervo nos presentan a un personaje solidario de los pobres con los que comparte su misma suerte. El Siervo es la encarnacin misma de todos los pobres y marginados cuya causa defiende el Seor (Is. 49,4). Su solidaridad con los pobres le lleva a compartir con ellos el desprecio, la humillacin, la marginacin y la muerte. El Mesas y el Siervo del Antiguo Testamento apuntan al Nuevo Testamento y encuentran su realizacin plena en Cristo nuestro Salvador, evangelizador de los pobres, solidario con toda miseria humana (3).

Jess, un Galileo de la aldea de Nazaret Galilea era la regin ms bella y fructfera de Palestina. La Provincia estaba abierta al comercio con Fenicia y la colonia de Sforis, plantada en medio de la regin era un permanente punto de contacto con el helenismo. Otro tanto ocurra con Tiberades, ciudad construida que llevaba su nombre en honor al emperador Tiberio, inaugurada en el ao 19 d.C.. El contacto con los paganos era mayor en Galilea, por ello eran despreciados los galileos, se los consideraba poco cumplidores de la Ley. Dice Mesters: El pueblo de Galilea era un pueblo abierto, ecumnico, aunque nunca perdi su identidad... Aunque fiel a la Ley de Dios y respetuoso de la autoridad de los escribas y fariseos tena sentido comn. No dejaba que todas esas observancias perturbaran su vida (4).

Si alguien quiere enriquecerse que vaya al norte, si desea adquirir sabidura, que venga al sur, deca un rabino orgulloso y del sur por supuesto (citado por Sicre). El historiador Flavio Josefo describe el carcter de la poblacin de estas tierras muy laboriosos, osados, valientes, impulsivos, fciles a la ira y pendencieros. Ardientes patriotas soportaban a regaadientes el yugo romano y estaban ms dispuestos a los tumultos y sediciones que los judos de las dems comarcas.

Los galileos eran considerados por los habitantes de Judea como inferiores. Su pronunciacin era torpe y dura y por su acento se los reconoca y no pocas veces se los ridiculizaba. A Pedro le ocurri, lo reconocen por el acento.

La estructura social, siguiendo a Sicre (5), que a su vez sigue a Lenski (con ciertas adaptaciones) y a Joaqun Jeremas, estaba compuesta por una clase gobernante, -descendientes de Herodes, una aristocracia sacerdotal y una nobleza laica- que detentaba el poder -poltico y religioso-. La clase de los subalternos, con escribas, militares, publicanos, recaudadores de impuestos y administradores y la clase sacerdotal con los simples sacerdotes y los levitas. Ambas estaban al servicio de la clase gobernante. Eran conocidas por el pueblo, por el sufrimiento y opresin que le ocasionaban.

Quiero detenerme en los cuatro ltimos estamentos, los campesinos, los artesanos, los impuros y los despreciables. Eran mayora, e indudablemente llenaban los ambientes populares. S.W. Baron, citado por Sicre dice: Aunque Palestina posea riquezas naturales y se bastaba a s misma en el plano econmico, las masas vivan en una horrible pobreza.

La clase de los campesinos, era la gran masa del pueblo. La familia cultivaba y los ingresos totales rondaban los 200 denarios, que la Misn, consideraba como mnimo para vivir. Estaban en el lmite de la subsistencia, cualquier enfermedad, catstrofe natural desequilibraba el presupuesto; ello originaba no pocas veces que no se abonara el diezmo, con el escndalo subsiguiente de los fariseos. En los peores casos podan perder la tierra y engrosar la masa de pobres jornaleros que esperaban en la plaza la contratacin diaria. En poca de Antipas, dice Mesters crece el latifundio, a expensas de los pequeos propietarios.

La clase de los artesanos (5% de la poblacin) tena menores ingresos que los campesinos. En esta clase hay que situar a Jess y sus discpulos pescadores, Pedro, Andrs, Santiago y Juan (no indigentes, pero carentes de poder e influjo en la sociedad).

La clase impura, por su origen, por su profesin o por enfermedad, era la que soportaba el peso de la exclusin religiosa que conviva en algunos casos con la pobreza y generaba en sus miembros una total desvalorizacin, no valan para Dios, no podan entrar en comunin con El, ni con los otros, la impureza era contagiosa. Quedaban an los despreciables, los mendigos, los ladronzuelos, los ltimos de los ltimos. Numricamente se los compara con la poblacin de la clase gobernante.

Quiero destacar dos realidades que recorran transversalmente todas las clases sociales: mujeres y nios.

La mujer es respetada y bendecida en relacin a una funcin: la maternidad. Deca el rab Jud ben Ilay: Tres glorificaciones es preciso hacer a diario: Alabado seas Seor, porque no me hiciste pagano, alabado seas Seor porque no me hiciste mujer, alabado seas Seor porque no me hiciste inculto. Analizando el lenguaje se observa que santo, justo y piadoso no tenan gnero femenino (6).

Los nios. Nacer varn era una suerte que empezaba a disfrutarse en la adolescencia. Otro rab deca que cuatro cosas alejan al hombre de la realidad y le sacan del mundo: el sueo de la maana, el vino del medioda, el entretenerse en lugares donde se rene el vulgo y el hablar con los nios (7).

Todos en este pueblo esperaban el cumplimiento de las promesas de Yahv y la realizacin de las profecas que anunciaban el futuro y definitivo advenimiento de reino de Dios. Cada grupo esperaba esa venida de forma diferente, fariseos, saduceos, zelotes, esenios, el mismo Juan el Bautista. La gente comn, la gran mayora que viva en la pobreza, en el pecado y en la impureza con el consiguiente complejo de culpa por no poder salir de ella, esperaba, clamaba en su opresin, como en Egipto, esperando la intervencin de Yahv que los librara de esta realidad y cambiara radicalmente las cosas y les hiciera justicia. A este propsito hay que decir que para la concepcin de los pueblos del antiguo Oriente no consiste la justicia primariamente en administrarla de modo imparcial, sino en ayudar y proteger a los desvalidos, dbiles y pobres (8). Dice Mesters: Los fariseos, escribas y sacerdotes decan defender la tradicin, la Ley, la pureza, la Escritura, el sbado y el Templo, pero realmente no defendan lo que Dios quera. En sus manos la Tradicin anulaba la Ley (Mc.7,31), la Ley anulaba la vida (Mc.2,27), las normas de pureza eran una carga opresora para el pueblo (Mt.11,28), el Templo utilizado para ganar dinero (Mc.11,17). Defendan una religin alienada (proyecto monrquico sacerdotal en Mezzacasa)... Y el pueblo de Dios, el pueblo de los pobres... el pueblo era en verdad un rebao sin pastor (Mt. 9,36) ... viva esperando la llegada del Reino. En medio de esta realidad dura y sufrida Jess convive con su pueblo. Todo esto l lo ve, lo oye, lo vive y lo siente, lo experimenta y sufre durante treinta aos. Partiendo de esta situacin l discierne la accin de Dios, descubre su misin de anunciar la Buena Nueva del Reino (9).

Y aparece Jess proclamando en la Galilea, luego de la muerte de Juan el Bautista el Reino de Dios est cerca, convertos y creed en la buena noticia (Mc 1,14-15). Jess anuncia -dice Kasper- que la esperanza escatolgica se cumple AHORA: El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios ha llegado. Aqu est la hora que tantas generaciones han aguardado. Por eso se puede decir de los que ven: Dichosos los ojos que ven lo que veis! Porque yo os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que veis y no lo vieron; y quisieron or lo que os y no lo oyeron (Lc. 10,23 y ss). ... Todo esto acontece ahora en la palabra y en la accin de Jess. Por lo cual agrega: dichoso aquel que no se escandaliza de m (Mt. 11,6) (10).

Jess, el hijo de Mara.

Jess, es hijo de Mara, quien pudo prorrumpir en cntico agradecido por la obra que Dios haba realizado en Ella, su servidora; Ella tena la certeza de que la misericordia de Yahv llegaba a sus fieles de generacin en generacin, conoca la historia de su pueblo y que l hace proezas con su brazo, dispersa a los soberbios de corazn, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienesy a los ricos los despide vacos Lc. 2,51-53

Su Dios, el que ella conoca, haba auxiliado a Israel su siervo, en virtud de su misericordia, en respuesta de amor que no tiene en cuenta la infidelidad del pueblo escogido, porque su promesa, a favor de Abraham y sus descendientes, se mantiene viva y vivificante.

ste es un buen retrato de Mara. Es cierto, como lo ha escrito Boff sobre la espiritualizacin del Magnficat, que se llev a cabo dentro de una espiritualidad privatizante e intimista, acab eliminando todo su contenido liberador y subversivo contra el orden de este mundo, en contra de lo que afirma de manera inequvoca el himno de la Virgen. (11)

En esa, su maternidad, Mara le trasmiti toda una visin de Dios y de su actuacin en la historia de los hombres, en donde se revela Yahv, como l que es, l que se muestra en el acompaamiento, l que se conoce en las situaciones de conflicto como el cercano al oprimido, al dejado de lado, al pisoteado, a aquel que tiene en su carne impresa indeleblemente la huella de un actuar humano contrario al querer de Dios .

Ese creer de Mara es el creer del pueblo humilde, fiel al Dios del xodo, al Dios que libera, que oye el clamor de su pueblo y lo impulsa a salir de la esclavitud, a atravesar el desierto hacia una tierra prometida y hacia un modelo de sociedad ms igualitario y fraterno, donde la religin no legitime el dominio y la explotacin de los poderosos. Es el Dios que alienta el esfuerzo liberador y que lo sostiene cuando, recordando las ollas de Egipto y el pan abundante, el pueblo quiere claudicar, bajar los brazos y aceptar un destino de desigualdad y opresin de unos hacia otros.

Ese creer de Mara, que es el creer de los pobres de Yahv, se hace creer en Jess. El partidismo de Jess por estos pobres (en un sentido muy amplio como los que carecen de ayuda y medios, los oprimidos, los desesperados, los despreciados, aquellos de quienes se abusa y a quienes se maltrata) corresponde totalmente al antiguo Testamento, al modo como por ejemplo el profeta Ams critica la injusticia y la opresin social (Am. 2,7;4,1;5,11) o a la manera como los salmos aclaman y alaban a Yahv como protector y ayudador de todos los perseguidos y dbiles (12).

La praxis de Jess

El Dios que obr maravillas en Mara, impulsa a Jess. Tanto se hace carne en l esta imagen de Dios, que puede comenzar a referirse y a dirigirse a l, en lengua materna, como su abb pap suyo y de cada hombre. A punto tal, que cuando sus discpulos le piden que les ensee a orar, l les habla de un Padre nuestro, de todos (Mt. 6,9).

Saliendo de Nazaret, desde donde ha aprendido a mirar la vida del pueblo, confrontndola con el querer de su Padre, se encamina hacia el Jordn, donde est Juan, el Bautista, con sus discpulos, bautizando e invitando a un cambio de conducta: el que tenga dos capas d una al que no tiene, y quien tenga que comer haga lo mismo, ... no cobren ms de lo debido, ...no abusen de la gente, no hagan denuncias falsas y contntense con lo que les pagan (Lc 3,11-14), anunciando que el hacha llega a la raz, ya estn cortando a todo rbol que no da buen fruto y lo arrojan al fuego ( Mt. 3,10).

Bautizado en las aguas del Jordn y en medio de una revelacin de Dios, los cielos se rasgaron para l, le llegaron estas palabras: T eres mi Hijo, el amado; T eres mi elegido (Mc 1,11).

Ya de vuelta en Nazaret, en la sinagoga, mbito normal de reunin de la comunidad, ante la mirada asorada de sus paisanos, en base al texto de Isaas, afirma que en l se cumple lo dicho por el profeta: El Espritu del Seor est sobre m. l me ha ungido para traer buenas noticias a los pobres, para anunciar a los cautivos su libertad y a los ciegos que pronto van a ver. A despedir libres a los oprimidos y a proclamar el ao de gracia del Seor (Lc. 4,16-21). Lucas, afirma Sicre, ha trado al comienzo la escena de la sinagoga de Nazaret, porque le da un carcter programtico. Y Tu agrega: Si Jess es el Mesas prometido, salvador del mundo, entonces la presencia del Espritu de Dios le ha llevado a realizar las obras que Yahv haca siempre a favor de los ms necesitados: los pobres, los marginados, las viudas, los hurfanos, los extranjeros... La fuente de inspiracin de Lucas es la tradicin del Antiguo Testamento... El (Lucas) relee las tradiciones ms antiguas, sobre todo la de Marcos, a la luz de la imagen de Dios del Antiguo Testamento (13).

Es tan crucial este aspecto que cuando Juan encarcelado, y aparentemente con dudas, manda a sus discpulos a preguntar a Jess si es l el que esperaban o haba que esperar a otro la respuesta que obtienen es: Vayan y cuntenle a Juan lo que han visto y odo: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan sanos, los sordos oyen, los muertos resucitan y una buena nueva llega a los pobres ( Mt. 11,4).

Jess tiene conciencia de que ha venido para que los hombres (todos) tengan vida y vida en abundancia, (Jn. 10,10) porque esa es la voluntad de su Padre Dios. Los hombres somos la gran preocupacin de Dios en la historia. Todo hombre porque todos somos su imagen. Es la misma dinmica interior de este amor universal la que lleva a la predileccin y a la parcialidad. La presencia del pobre y del marginado -en la sociedad en que vivi Jess y en la nuestra- es el signo denunciador de una universalidad no realizada e incluso denegada... Esta parcialidad de Dios no es negacin de su universalidad sino la afirmacin de ella (14). Central en su mensaje es el anuncio de la llegada del Reinado de Dios, donde se realiza su justicia, pidiendo conversin es decir cambio de direccin en la vida personal, social y religiosa. Este Reinado, que es puro don de Dios, obra de su ms generosa misericordia es ofrecimiento para todos, es posibilidad de liberacin para todos, pero se realiza desde los ms carenciados y oprimidos. Y comienza efectivamente con los que ms limitacin sufren, aquellos que tienen ms recortado ese derecho a la vida. La universalidad del amor del Padre se realiza en la predileccin por los pobres. Aquello que deca Monseor Romero, para que los pobres tengan vida se hizo verdad absoluta en la praxis de Jess.

La vida y el hacer de Jess ensea. Frente al conflicto est siempre de parte del oprimido, ya sea por la miseria, la enfermedad, la exclusin social o la religiosa. Frente al dolor y la marginacin Jess se compadece, visceralmente. Desde dentro es movido por una fuerza que le impele a actuar a favor de aquel que sufre. Sus acciones nos hablan de sus opciones.

I. Centro-periferia.

Jess nace fuera de la aldea de sus padres, por la necesidad de cumplimentar un censo, organizador de personas y recursos, impuesto por el Imperio Romano. En una pequea y olvidada provincia del mismo. Adems, nace en las afueras de Beln (Lc. 2,7), porque no haba lugar para ellos. Y morir fuera de Jerusaln, ms all de sus murallas, sufriendo pena de esclavo y perturbador.

Jess vive en Galilea. Su ser es galileo. Esa provincia de segunda es el centro de su predicacin. En la Galilea de los Gentiles camina, anuncia el Reino, cura y perdona, busca sus discpulos, forma su comunidad. Averigua si puede salir algo bueno de Galilea? le dicen a Nicodemo. Y Natanael le replic, qu cosa buena puede salir de Nazaret? (Jn. 2,46). De las orillas nada bueno sale, pues de all exactamente sale, y ms, se queda Jess. Sale de la periferia y se queda en ella. Hay aqu una decisin de Jess, una opcin entre varias posibles, que nos habla de su querer. En Jerusaln de hecho lo condenan a muerte, en ese centro de poder, los que detentan el poder religioso y poltico. A Jess lo matan los que se autoconsideran justos y aduciendo razones de bien comn... ms vale que muera un hombre por el pueblo... (Jn. 11,50).

La Encarnacin, nazarena en su concrecin, acontece en la periferia, en la orilla oscura y despreciada del mundo. Lejos de los grandes centros de poder, en una clase social que no cuenta, salvo para poner sus hijos y su trabajo en proyecto de engrandecimiento ajeno.

Desde Nazaret Jess conoci el mundo. Desde esta ubicacin y perspectiva tom conciencia de lo que pasaba en la sociedad. Participar todos los das de la vida de los pobres del pueblo le permiti ver las injusticias de los latifundistas, los desocupados en la plaza esperando conchabo, sentir el peso de los impuestos que se coma el esfuerzo familiar, palpar la prepotencia de los dominadores romanos, la complicidad de los saduceos, los aires de superioridad de los fariseos, el abandono de los enfermos, la sujecin de las mujeres y de los nios. Sinti en carne propia la mirada dubitativa con que se observaba a los galileos -en mi pas cabecitas negras- siempre sospechosos de no estar a la altura de lo que Judea esperaba, convertido en ley y modelo de comportamiento. Esta pertenencia lo marca en su saber. Aprender viendo a su alrededor y su autoridad, que se convierte en pregunta para sus oyentes de dnde le viene eso? no es el hijo de Jos?, sin embargo es reconocida, aun por sus adversarios (Mt. 7,29).

Su ser nazareno se convirti en opcin para Jess (15). Y comenz a caminar los polvorientos caminos de la historia, en cercana fraterna con todos los nazarenos de la historia, anunciando la llegada del Reinado de Dios, cuestionando toda actitud humana o religiosa que marginara a alguien.

Comparte lo que tiene, fundamentalmente su Padre, al que siente cercano, al que puede llamar en lengua materna abb es decir pap. Es su filiacin la causa de su fraternidad. Su fraternal trato tiene ese enclave esencial. El Reino es regalo de un Padre que ama con ternura a todos sus hijos, con especial preocupacin por aquellos que ms sufren. El reinado de ste, su Padre, es el anunciado.

II. Justos y pecadores.

Los justos que daban gracias a Dios por no ser como los otros hombres (Lc. 18,11) se consideraban los candidatos naturales del Reino, claro que esto no es lo que anuncia Jess. Ellos en el cumplimiento de la Ley y de todos los preceptos que la acompaaban haban ganado los primeros puestos, y los otros ... los pecadores, los que no cumplan la Ley por ignorancia o imposibilidad, sos no slo no tendran lugar sino que eran responsables de la no venida del Reino. Jess declara pblicamente que no ha venido a llamar a los justos, sino a los pecadores (Mc. 2,17), el Hijo del Hombre vino a buscar lo que estaba perdido (Lc. 19,10) y por ello recibe la crtica: Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos (Lc. 15,2). Cuando lo vieron sentado en la misma mesa con pecadores y cobradores de impuestos, dijeron a los discpulos Qu es esto? Come con publicanos y pecadores? (Mc 3,16). En las parbolas de la oveja perdida, de la moneda extraviada y del hijo prdigo o del padre misericordioso -respondiendo a los fariseos y maestros de la Ley que murmuraban y criticaban-, Jess les dice y nos dice cmo es Dios, es as, buscador incansable del perdido, con esa capacidad de ver desde lejos al que regresa, porque vive atisbando el horizonte esperando el regreso y que todos podemos correr el riesgo de parecernos al hermano mayor, que nunca, a pesar de su supuesta cercana, haba conocido el amor misericordioso del Padre.

III. Ricos y pobres.

En la sociedad de la que formaba parte Jess haba ricos -pocos- y pobres -muchos-. Entre los ricos y los pobres, Jess opt por los pobres y en concreto los llam bienaventurados, anunciando que de ellos es el Reino de los cielos (Lc. 6,20) y los ay de los ricos son claros (Lc. 6,24-26). Frente al joven rico Jess exclama: Cranme que a un rico se le hace difcil entrar en el Reino de los Cielos (Mt 19,23). Jess vivi pobremente y de entre los pobres eligi la mayora de sus discpulos, aclarndoles que no pueden tener dos patrones ... Ustedes no pueden servir al mismo tiempo a dos patrones. Cuando Jess invita al seguimiento no le dice a sus discpulos que traigan todo lo que tienen, tal vez para hacer ms eficaz la misin sino que dejen todo para seguirle desde una existencia desinstalada solidaria con todos los pobres que esperan el Reino de Dios. La pobreza es una solidaridad existencial con el mundo de los empobrecidos. Desde esta solidaridad se puede inventar el futuro con ellos. Algo muy diferente de lo que puede programarse desde centros lejanos instalados (16). Tambin quera la conversin de los ricos, siendo el relato de la conversin de Zaqueo un ejemplo claro del cambio que debe operarse en el rico para acceder al Reino. Devolver cuatro veces lo que he obtenido ilegtimamente y dar la mitad de mis bienes a los pobres. Afirma Jess, hoy a llegado la salvacin a esta casa (Lc. 19,1-9). Jess conoci y convivi con muchos empobrecidos. Y digo empobrecidos, porque el pobre es un sujeto sobre el que se ha ejercido una accin, ha sido despojado. Es vctima que enjuicia desde su situacin vital al victimario. A ambos se ofrece la posibilidad de acoger el Reino, de abrirse a l. A la vctima asegurndole el trnsito de caminos de liberacin, al victimario tambin, pero claro est, para quien ha construido su vida en la acumulacin de riqueza y poder, la propuesta de desapego le sonar a muerte, pero aceptada, ser preludio de vida nueva.

En el barrio de la Cinaga, en un rancho pequeo levantado entre aguas de cloaca encharcadas, se rene la comunidad. Doa Marciala, con sus setenta aos de fe y coraje, dice: todos tenemos que convertirnos. Los grandes tienen que convertirse y dejar de ser opresores. Los pequeos tenemos que convertirnos y dejar de ser oprimidos. El mundo es una casa comn del mismo Padre (17).

IV. Mujeres y nios.

Respecto a los nios y las mujeres, por su edad y su sexo no contaban para la sociedad, no eran sujetos, susceptibles de tener derechos y obligaciones, eran objetos, muchas veces usados y abusados. De quin ser la que en virtud de la ley del levirato haba sido sucesivamente esposa de siete hermanos? Entre lneas es claro, de quin es el objeto? (Cf. Mt. 22,25).

La adltera, la samaritana, mujeres y ... pecadoras, Marta y Mara, sus amigas, las otras mujeres que le acompaaban. Su actitud para todas ellas anuncia una realidad nueva del Reino. Dios reina entre los hombres y mujeres cuando se superan los conflictos para el bien de todos. Jess es claro cuando es interrogado sobre la posibilidad del divorcio, pero la Biblia dice que al principio, al crearlos (en el proyecto de Dios) Dios los hizo varn y mujer, (Mc 10,5) en igual dignidad.

Y los nios no eran... todava y sin embargo Jess los bendice y les aclara a sus discpulos que no deben impedir que se acerquen a l. Anuncia solemnemente que si no somos como ellos no entraremos en el Reino de los cielos (Mt. 18,3) y que el que recibe a uno de esos pequeos a l lo recibe ( Mt. 8,5).

El Reino implica un Padre comn y una fraternidad universal, que no excluye a nadie por razn de condicin, sexo o edad.

V. El hombre sobre la estructura religiosa

El hombre de la mano seca es puesto por Jess en el medio de la comunidad religiosa reunida el sbado en la sinagoga para afirmar la centralidad de todo hombre (Mc 3,1-5), y es curado, a pesar de ser sbado, porque el sbado es para el hombre y no el hombre para el sbado (Mc. 2,27). Jess declara venir a llamar a los pecadores (Mc. 2,17), los que estn fuera de la estructura, la plebe maldita que no sabe (Jn 7,49; 8,19). Come con ellos, en cercana fraterna (Mc. 2,15), con todo lo que ello implica para los pueblos orientales, no teme los contactos con los impuros, toca al leproso y se deja tocar por la hemorrosa. l es consciente de que este vino nuevo que l trae, no puede ponerse en odres viejos (Lc 5,37-38), en las estructuras religiosas inadecuadas que se haban ido constituyendo, porque ellas se haban convertido en obstculo real de comunin con Dios y con los hombres entre s.

Este vino es producto de viejas y elegidas cepas, plantadas en la historia, cultivadas y cosechadas con el esfuerzo de muchos y cuyo crecimiento Dios asegur, en medio de conflictos y avatares. Esta via es el pueblo sencillo de quien en la historia no hay memoria. De este pueblo emerge Jess, en quien el Dios de Israel se revel como Dios de todos los hombres, como Dios que ante todo sabe amar y perdonar y se manifiesta en todo acto de amor y perdn: El Dios que es padre (18).

Este vino necesita odres nuevos, hombres nuevos y comunidades nuevas, no perfectas o ideales, pero s fraternas, igualitarias y solidarias, tal como las describen los Hechos de los Apstoles: Todos los creyentes vivan unidos y compartan todo lo que tenan. Vendan sus bienes y propiedades y se reparta de acuerdo con lo que cada uno de ellos necesitaba. Acudan diariamente al Templo con mucho entusiasmo y compartan el pan en sus casas, comiendo con alegra y sencillez. Alababan a Dios y gozaban de la simpata de todo el pueblo (Hch. 2,44-47).

Poner al hombre de la mano seca en el centro hizo que los fariseos (poder religioso) fueran a ver a los partidarios de Herodes (poder poltico) para buscar la forma de eliminar a Jess (Mc. 3,6). Estos poderes, cuyo objetivo era su propio servicio, comenzaron a escribir la sentencia del Nazareno, que concluir con la ejecucin en la cruz. Pero el Dios de Jess, que es un Dios liberador, revocar la sentencia ya ejecutada, dando vida nueva y plena, resucitando, mostrando la verdad de un proyecto, que venido de lejos, se concret y plenific en Jess.

Que nos dice Jess

En Jess de Nazaret se hizo grito -interpelante para todos, entonces y ahora- la voz de Dios que perseverante recorri la historia del pueblo de Israel, cien veces acallada por otros sonidos pomposos y altisonantes, cien veces retomada por el pueblo pobre y desvalido, que mantuvo su fe en ese Dios liberador, origen fundante de su realidad.

La presencia y la actuacin de Jess nos muestra, en la plenitud de los tiempos, que Dios oy, oye y oir siempre el clamor de los pobres, de los excluidos, de los impuros, de los posedos, y se constituir en rey que har la justicia con su pueblo. El Reino llega.

Los pobres y oprimidos son palabra de Dios presente en la historia de los hombres que interpela -ayer y hoy, en el antiguo y en el nuevo testamento- sobre la vida, los dones dados, los recursos, la organizacin social, econmica y religiosa constituida. En esta humanidad, esta palabra de Dios que constituyen los pobres aumenta de decibeles, son miles de millones de decibeles y sin embargo parece que todava no omos ese sonido, como para preguntarnos seriamente cul es el camino, el cambio que debemos asumir, la conversin a que nos llaman. En sintona de seguimiento a Jess, el nazareno, estamos invitados, ms an compelidos, a entrar en dilogo creador con esta palabra.

Desde esta palabra dicha, -que es un interrogante para cada persona y para cada estructura- desde los pobres, desde esa perspectiva, hay que partir junto con ellos, para llegar a las causas profundas y ltimas de las estructuras que generan pobreza. All nos encontraremos con el pecado del mundo, el personal y el que se ha cristalizado en estructura de pecado, esa separacin del querer de Dios, de su proyecto. Este pecado, creo que lo dice Gustavo Gutirrez, es pecado mortal, porque mata al hombre, incluido Jess.

Los que cargan con el pecado del mundo sobre sus espaldas, no deben ser los objetos de nuestros desvelos, deben ser los sujetos con quienes fraternamente busquemos caminos de liberacin para todos.

Este Dios nuestro, que es padre, mir y mira el mundo con amor y eligi y elige las periferias oprimidas para la encarnacin del Hijo, como lugar preferencial para revelar su accin que es siempre salvadora en la historia.

Gonzlez Buelta habla de aprender a ver a Dios y al marginado en una misma mirada y es verdad, es un proceso de aprendizaje, donde es necesario cambiar el marco referencial, los contenidos del saber, la metodologa y las actitudes. Debe llegar el proceso al corazn para poder traducirse en vida y vida nueva. Es necesario estar entre los pobres. Y estar en actitud de servicio, que es exactamente lo contrapuesto al dominio. Nuestro acercamiento, muchas veces, ha sido desde el dominio, desde el escaln superior y as no funciona.

Nosotros hemos pagado cara esta actitud. Los pobres tambin. Todos nos hemos empequeecido.

Esto no presupone una mirada idlica sobre los pobres. Los sectores empobrecidos y oprimidos tienen aportes y sabiduras acumuladas que les vienen de su cultura y sufren vicios y defectos. Valores y antivalores.

La experiencia directa con los pobres es uno de los caminos privilegiados, a mi entender: Esto lleva a sentir vergenza, tristeza, confusin ante el mal; gozo, impulso para entender dnde y por qu se experimenta eso; deseo de seguir adelante, anhelo de encontrar cmo salir de tal situacin (19). Ni acumular datos, ni aprenderse mecnicamente autores, pues se trata de involucrar las dimensiones afectivas del ser humano y stas han de quedar tan implicadas como las cognitivas, porque si el sentimiento interno no se une al conocimiento intelectual, el aprendizaje no mover a una persona a la accin o a moverse del sitio en que se encuentra (20).

Dice el P. Nolan en Etapas del crecimiento en el servicio a los pobres, citado por Martnez Mendizbal: Cuanto ms nos exponemos al sufrimiento de los pobres, tanto ms profunda y durable se hace nuestra compasin (padecer con)... nada puede sustituir el contacto directo con el sufrimiento y el hambre.

Experimentar y reflexionar, ya que todos al experimentar tratamos de entender: esto nos lleva a definirnos y elegir, ubicndonos frente a la situacin para transformarla. Existe una posibilidad cierta de juntos, descubrir desde la vida y la Palabra de Dios opciones nuevas para todos, asumiendo los valores del Reino en nuestra vida personal y social, optando conforme lo hizo Jess.

Conclusin

Jess es hijo de su pueblo, inserto en el proyecto proftico-popular, el del pueblo pobre que busca refugio y justicia en el Dios liberador. Jess es hijo de Mara, que proclama la presencia de ese Dios en su vida y en la historia. Jess es hijo de Dios, en vital y estrecha relacin filial con su Abb.

En la periferia geogrfica del Imperio Romano, en una pobre provincia del mismo, y en la periferia de Palestina, en la despreciada Galilea de los Gentiles, partiendo de Nazaret, vive y proclama la cercana del reino de Dios, anunciando la Buena Nueva a los pobres y marginados: Dios los ama como un padre, con dilecta preferencia.

Tras las huellas de Jess y en estrecha relacin filial con el Dios que l nos revel, hijos en el Hijo e impulsados por su Espritu, en actitud de acercamiento y servicio liberador a las personas concretas que sufren pobreza y marginacin, queremos como Iglesia ser signo de esperanza y causa de alegra. Ser testigos de Aquel que hace suyos los dolores y las lgrimas de los hombres no para llamarlos a la resignacin, sino para impulsarlos a vencerlos. Nuestro Dios es un Dios de vivos, es un Padre que quiere para todos la vida y vida en abundancia alcanzada a travs de su Hijo Jess, nuestro hermano, muerto y resucitado, comenzando desde aquellos y con aquellos ms despojados de vida en la sociedad: los empobrecidos, los oprimidos, los dejado de lado.

Graciela S. Villanueva de NadalichRo Gallegos. Santa Cruz. Argentina 25 de abril de 1999, domingo del Buen Pastor.

CITAS.

(1)Daz Mateos, Manuel. El Dios que libera. CEP. Lima 1985. Pg.25

(2)Mezzacasa, Florencio. Historia de Dios y de su Pueblo. Una mirada histrica, literaria y teolgica sobre el Antiguo Testamento. Fotocopia cedida por los salesianos. Creo que existe una publicacin de la editorial Tierra Nueva.

(3)Daz Mateos, Manuel. Obra citada. Pg 44.

(4)Mesters, Carlos. Jess de los Evangelios para seguirlo hoy. Ediciones Mundo. Chile. 1977. Pg. 30.

(5)Sicre, Jos Luis. El cuadrante. Parte II. La apuesta. El mundo de Jess. Editorial Verbo Divino. 1996. Pg. 280 y ss.

(6)Conforme Jos Luis Martn Descalzo. Vida y misterio de Jess de Nazaret. T.I. Los comienzos. Pg 177.

(7)Idem anterior. Pg 178.

(8)Kasper, Walter. Jess el Cristo. Ediciones Sgueme. Salamanca 1994. Pg. 88.

(9)Mesters. Obra citada, pg. 47.

(10)Kaspers. Obra citada, pg. 90.

(11)Descalzo. Obra citada, pg. 95

(12)Kasper. Obra citada, pg 103.

(13)Tu, Josep O. Jess en comunidad. El N.T. medio de acceso a Jess. Ed. Sal Terrae. Pg 130.

(14)Daz Mateos. Obra citada. Pg.41.

(15)Alvarez Caldern, Jorge. Nazaret: identidad social de Jess y revelacin del Padre. En : Yo soy tu hermano. Ed. Paulinas. Pg. 41.

(16)Gonzlez Buelta, Benjamn. Signos y parbolas para contemplar la Historia. Sal Terrae. Santander. 1992. Pg. 40.

(17)Gonzlez Buelta. Obra citada. Pg 85.

(18)Caravias, Jos Luis. El Dios de Jess. Ed.Paulinas. 1987. Pg 36.

(19)Martnez Mendizbal, David. Los pobres, la pobreza y la formacin de la conciencia social. Ed. Universidad Iberoamericana Plantel Len. Pg. 39 .

(20)Idem anterior. Pg. 39.