Virtudes en La Vida Personal y Vida Profesional 1

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Trabajo práctico para Velazco Suaresz sobre educación en virtudes.

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Virtudes en la vida personal y vida profesional

tica

Ivana Vienny

Trabajo prctico de tica y Deontologa.1) Los valores y la educacin moral.Qu significa educar en valores?Como seala Jos Mara Barrio Maestre, la educacin es vida y preparacin para la vida. Por lo tanto, resulta fundamental educar en valores, especialmente en un contexto cultural como el nuestro, atravesado por una mentalidad positivista que reduce la realidad exclusivamente a los hechos. Los valores no son hechos, se refieren al deber ser, que no es lo que hay, sino lo que debe haber. El autor toma elementos bsicos de la teora filosfica de los valores formulada por Max Scheler desde la Fenomenologa, con algunas correcciones que hacen de su postura una teora pedaggicamente practicable.

Se destaca en primer lugar la independencia del mundo de los valores con respecto al de los hechos. Los valores se dan a travs de los hechos, pero para captarlos hay que penetrar los hechos y trascenderlos. El valor es definido como el equivalente a la importancia o relevancia que puede tener algo para alguien. Un sujeto proyecta sobre un objeto sentimientos de agrado y desagrado. En este sentido hablamos de una dimensin subjetiva del valor, porque supone una estimacin del sujeto, pero a su vez existe una dimensin objetiva, en tanto que el valor se nos impone desde el objeto, viene desde l hacia nosotros. En definitiva, la estimabilidad de los valores es independiente de mi estimacin. Sin embargo, ese valor nos llama como algo que debe ser realizado, y es por ello que se refieren dos aspectos inseparables: la independencia de los valores respecto de los hechos y la no indiferencia que tienen los valores, que exigen de nosotros el reconocimiento y que los traigamos a la existencia.Los valores no son algo inmediato, pero eso no significa que no sea realista aspirar a ellos. Barrio Maestre destaca la necesidad de recuperar un concepto de utopa realista en el mbito educativo. Los valores son estados de perfeccin que estn fuera de este mundo, son utopas en el sentido de que, como el saber pleno, no le caben al espritu humano por su imperfeccin, pero s puede y debe tender a ellos. Los valores son paradigmas utpicos y ucrnicos, no pertenecen a una poca determinada. Un hecho puede ser indicador de un valor, pero no puede ser paradigma en sentido estricto, ya que siempre podra haber sido ms valioso. Esto ayuda a comprender la envergadura de la tarea de educar en valores, y la importancia de evitar el conformismo.A pesar de que los valores no son hechos, eso no quiere decir que no sean, no cabe reducir lo real a lo exclusivamente fctico. Los valores tienen una realidad peculiar, y su irrealidad, en forma de futuro, en forma de proyecto y objetivo, es un componente de la realidad en que consistimos. Los valores no se dan en un plano diferente al que es propio del ser. Los valores valen, hay una valencia estrictamente ontolgica de ellos. El referente ltimo del valor consiste en el ser de lo valioso, y no en tanto que valioso para alguien, sino en tanto que ser, lo que da cuenta del carcter transubjetual del ser de lo valioso. En cuanto a la apreciacin de los valores, se concibe por lo general como nico acceso posible al terreno de los valores uno puramente sentimental, reaccionamos afectivamente a ellos mediante la estimativa. Es cierto que existe un a priori de tipo esttico-afectivo en la captacin de los valores, una primera respuesta de tipo afectivo. Pero la persona humana es una unidad sustancial y jerrquica, en la que se pueden distinguir mltiples dinamismos, pero no separarlos. En la persona el cuerpo es espiritual, y el espritu corporal, por ello es que ese a priori de tipo esttico-afectivo est sobredimensionado por la capacidad cultural y racional.

Debemos tener preferencias razonables, especialmente como educadores y promover los valores de un modo racional, lo cual se logra mediante la reflexin de por qu son valiosos determinados valores. La estimacin de los valores funciona bien cuando aprecia lo valioso y desprecia lo disvalioso y cuando prefiere los valores superiores a los inferiores. Esto es lo que se conoce como ordo amoris, orden de los afectos. El acto primordial de la estimativa es la preferencia, en la que el sujeto se compromete con unos valores prioritarios. En la educacin es necesario el compromiso con unos valores discriminados como superiores, se ha de facilitar al educando lo necesario para que pueda formar un criterio propio en cuestiones de valor, dando siempre razones. Se debe evitar remitir el plano de la preferencial al puro sentimiento y a la ley del gusto, sino la fuente de nuestras valoraciones no ser la libertad responsable sino ms bien las propias inclinaciones o caprichos. Los valores reclaman responsabilidad par realizarlos. Remitir las cuestiones de valor al gusto personal, adems de superficial, es una gran falta de responsabilidad. Esto es consecuencia de un vicio del psicologismo, que hay que denunciar en la prctica de la educacin moral y cvica. No se pede identificar el valor objetivo con la valoracin o apreciacin subjetiva que de l se hace, las leyes lgicas no pueden reducirse a leyes psicolgicas. El crecimiento humano: la educacin moral. La educacin es propiamente una tarea moral: establece entre el educador y el educando, una relacin que es esencialmente moral, orientada al mejoramiento de la persona en tanto que persona. La ndole moral de la educacin no depende del contenido, sino de que se trata de una apelacin a la libertad desde una concepcin de aquello que el hombre puede y debe dar de s, desde una exigencia de valor. A su vez, la educacin es humanizacin del hombre, y eso tiene un sentido moral. La tica es una dimensin esencialmente antropolgica, la estimacin moral est presente en todo lo que el hombre hace. La educacin moral es por lo tanto necesaria y legtima, siempre que el educador se esfuerce por traer a la realidad de su propia vida los valores que propone al educando y procura que esas pautas se transformen en principios prcticos. El fin de la educacin moral no es que el educando haga lo que el educador le dice, sino que, con lo que oye y ve en el ejemplo del educador, se forme un criterio personal. Los valores morales no pueden ser impuestos, solo pueden ser propuestos, la virtud no puede ensearse, s aprenderse por connaturalidad y coexistencia con ella. La legitimidad de la influencia en el desarrollo moral del educando depende entonces de que haya un verdadero compromiso activo en la promocin, razonable y razonada de determinados valores morales, en la bsqueda de la verdad y el bien.

No hay que confundir la educacin moral con la enseanza de la tica. La educacin moral no se restringe al desarrollo de la inteligencia prctica, eso no es suficiente para llegar a ser una persona moralmente valiosa, que es el fin de la educacin moral. Adems de las actitudes tericamente positivas hacia los valores morales, es necesario propiciar aptitudes prcticas. Hay adems una imposibilidad de separar los aspectos moral y cvico del desarrollo humano, la conexin entre educacin moral y cvica puede verse en que los valores sociales y cvicos solo son realizables apelando a la capacidad moral del ciudadano. Encarnacin de los valores

Emilio Komar habla de una doble exigencia de los valores: stos se viven y se valen. Hay un aspecto energtico de ellos que salta a la vista, no lo dejan a uno indiferente. El valor podra ser definido como aquello que arrastra por su propio peso. Plenamente cargados de energa solo pueden ser los valores encarnados, los que se han hecho carne y sangre y penetrado en el mismo estilo de vida de las personas. En la sociedad de hoy se habla de muchas ideas y valores, pero no estn verdaderamente encarnados. La encarnacin pasa por el corazn, no es que desde afuera algo penetra en la carne y la sangre, sino que nace desde adentro, desde el corazn. Si los valores no hablan al corazn, si el corazn no es arrastrado por el peso de ellos, atrado por su valiosidad, la encarnacin no es posible. La exigencia de la encarnacin es inseparable de la exigencia de la interioridad.

2) Las virtudes en la vida personal y vida profesional.

Sobre la esencia de la virtud

A lo largo de la historia el concepto de virtud ha experimentado transformaciones, hasta tomar el carcter penoso que todava reviste. Para los griegos, la virtud (aret), era el modo de ser del hombre noble; para los latinos, virtus era la firmeza con que el hombre noble se situaba en la vida. Poco a poco, esa virtud se volvi decente, hasta adquirir el sentido de algo crecido en el hombre de modo natural.La virtud es algo vivo y hermoso, quiere decir que, en cada ocasin, las motivaciones, las fuerzas y el ser del hombre quedan reunidos por un valor moral determinante, por una dominante tica, formando un conjunto caracterstico. Se entiende como actitud de la vida entera, como una disposicin de nimo que adquiere vigencia en todo. Una virtud autntica siempre est en relacin con las otras virtudes, debe ayudar al crecimiento y representa una mirada a travs de toda la existencia del hombre. En ella un valor moral se convierte en dominante que unifica el modo de ser de la personalidad. Las virtudes pueden ser innatas, y surgir con facilidad y obviedad, o adquiridas. En el primer caso, el hombre tiene el deber de cuidar esas disposiciones y desplegarlas, protegerlas de una degeneracin. En el segundo caso, deben disciplinarse, ponerse en movimiento, adquirir un carcter consciente para conquistar una cierta obviedad. Ambas formas de virtud son buenas y necesarias.

Adems, cada virtud asume un carcter diverso segn la ndole del dominio a que se dirige. La virtud es un modo de relacin con el mundo, es una relacin con toda la existencia. Es necesario ser prudente para que la virtud tambin no se enferme y pierda su carcter vital, en toda virtud se esconde la posibilidad de una mengua de libertad. El hombre debe conservar el dominio sobre su virtud para alcanzar la libertad de la imagen y semejanza de Dios. La virtud alcanza a toda la existencia y asimismo se eleva hasta Dios, y desciende de l.

Jerarquizacin de las virtudes

En primer lugar, tanto para la vida personal como la profesional, considerara a la virtud de la justicia, ya que abarca la relacin de la persona consigo misma, con el prjimo, con la sociedad y con Dios, y en directa relacin con ella la virtud del respeto. Es necesario esforzarse continuamente para dar a los dems lo que les es debido, de acuerdo con el cumplimiento de sus deberes y de acuerdo con sus derechos. Romano Guardini presenta a la justicia como una virtud esencial al hombre en tanto persona. En la experiencia humana resulta evidente la realidad personal, que implica un nivel de plenitud superior al de los otros grados de vida. Esto es lo que Carlos Velasco Surez denomina bios personal. El hombre es capaz de desentraar la realidad, y una vez que conoce puede obrar en forma libre y responsable. Tiene conciencia de s, de sus actos, y desde ese centro personal en el que residen su conciencia y responsabilidad se relaciona con otras personas. La justicia como orden en que puede existir el hombre como persona me parece entonces la virtud ms importante, ya que atraviesa lo ms esencial del individuo. Es fundamental que el hombre tenga las posibilidades de participar en el mundo y realizar obras conforme a su conciencia, exigiendo y dando a los dems lo que les corresponde. Creo que en este sentido hay una relacin directa con el respeto, virtud por la que el hombre renuncia a lo que de otro modo le gustara, a tomar posesin y usar para su propio provecho. El respeto, que inicialmente se identifica con una actitud de retroceder ante lo sagrado, en lo cotidiano se llama atencin, cuidado. Es la virtud por la cual reconocemos y tenemos presente de manera habitual la dignidad de las personas, como seres nicos e irrepetibles, con derechos, responsabilidad y libertad. Es elemental para que los hombres se reconozcan como tales unos a otros. La esfera privada del otro requiere respeto, es la garanta de que las relaciones entre las personas conservarn su dignidad.En segundo lugar ubicara a la virtud de la veracidad, de la mano de la aceptacin. Segn Guardini, en la lealtad a la verdad se apoyan todas las relaciones de los hombres entre s, la vida entera de la comunidad. Como tambin seala Komar en La verdad como vigencia y dinamismo, el hombre tiende naturalmente hacia la verdad, y su aceptacin le permitir asentarse cada vez ms en su ser y realizarse plenamente. Es decisivo que el hombre tenga una idea cabal de su realidad personal, de lo que es, de dnde viene y a qu est llamado. Esto requiere de un conocimiento y una aceptacin de la verdad, y a su vez de su realizacin en las palabras y los actos. El hombre debe manifestarse exteriormente, en palabras y obras, como es interiormente, sino se violenta el orden natural de las cosas. Esto requiere de la aceptacin de la verdad, que implica situarse en ella, decididos a emprender el trabajo en ella y la lucha por ella. La aceptacin tiene que ser de s mismo, para ser lo que se es reconociendo las fuerzas y debilidades, y de la situacin vital, tal como se le presenta a uno. En tercer lugar pondra a la virtud de la falta de intenciones. Esto implica dirigirse a los dems con sencilla disponibilidad, lo que permite una realizacin autntica, un encuentro abierto entre persona y persona en el que uno debe ver al otro, estar sencillamente con l y vivir con l. Solo a partir de eso se hace posible lo grandioso humano, la autntica amistad, amor, la ayuda desinteresada. Cando uno trabaja dominado por intenciones, falta lo que le da valor al trabajo: el puro servicio a la cosa, la entrega gratuita. Ahora quisiera introducir a las virtudes de la paciencia y la comprensin, que considero estn ntimamente relacionadas. Constantemente se presenta la tensin entre lo que el hombre es y lo que querra ser, lo que ha realizado y le queda por lograr. La paciencia es lo que nos permite sobrellevar la tensin. Hemos de aceptar lo que viene y nos es dado, tener paciencia con nuestros defectos (no como conformismo), aceptarnos a nosotros mismos y sobrellevarnos. Esto es lo que Guardini llama de otra manera nimo, como disposicin de espritu en general, el modo como uno se enfrenta con la vida, aceptando confiadamente el conjunto de la existencia tal como es. Pero no solo debemos ser pacientes con nosotros mismos, sino tambin con las personas con quienes estamos vinculados, y para eso es necesario comprender al otro. La comprensin es la facultad de entender los problemas, los comportamientos, las decisiones del prjimo, tratando de captar las razones que lo llevaron a las mismas. Lo que hace valiosa a la virtud de la comprensin es que, para comprender al otro, hay que, primero, dejar de pensar slo en uno mismo, y en este sentido podemos introducir aqu la virtud del altruismo. El altruismo implica no pensar en el propio yo, pero eso mismo es lo que permite empezar a ser autnticamente uno mismo. Hay un espacio libre que solo produce el altruismo, al apartarse del propio yo hacia el t, hacia la obra, crece el autntico yo. La comprensin y el altruismo nos permitirn hacer los esfuerzos necesarios para ponernos en el lugar del otro y comprender el mundo interior de las otras personas.Otras virtudes de suma importancia son la bondad y la gratitud. La bondad significa tener buena intencin respecto a la vida, tener respeto por los dems, dejar valer, ayudar a crecer. La bondad renuncia porque es generosa y concede libremente a los dems, porque tiene confianza. En la autntica bondad hay fuerza, y paciencia, disposiciones que permiten sobrellevar el dolor y fortalecerse. La disposicin permanente que nos inclina a hacer el bien de manera amable, generosa y firme, con una profunda comprensin de las personas y sus necesidades. Lo bueno tiene que estar ordenado al bien del otro.La gratitud est integrada por el reconocimiento del beneficio recibido con la alabanza y accin de gracias, y con la recompensa segn las posibilidades. Consiste en el afecto, ms que en el efecto; porque la gratitud tiene por motivo el beneficio recibido gratuitamente, por afecto, por eso debe medirse ms por el afecto del bienhechor que por el beneficio recibido, que no tena obligacin de conceder.La fidelidad es una fuerza que supera el tiempo, la transformacin y la prdida, pero no como algo fijo, sino creciendo y creando de modo vivo. Implica permanecer firme en una responsabilidad, a pesar de los peligros, mantener uno su palabra y tomar sobre s las prdidas de l. 3) Las virtudes fundamentales: la prudencia.Segn Josef Pieper la virtud de la prudencia es la madre y el fundamento de las restantes virtudes cardinales, que son la justicia, la fortaleza y la templanza. Si el hombre bueno es tal, lo es gracias a su prudencia. Pero en la actualidad se ha perdido esto de vista y ms que un supuesto del bien, la prudencia parece ser una manera de eludirlo. La prudencia parece ms emparentada con lo meramente til que con lo noble, al punto que las otras virtudes cardinales apenas parecen conciliables con ella. La teora clsico-cristiana de la vida sostiene, por el contrario, que solo es prudente el hombre que al mismo tiempo sea bueno, la prudencia forma parte de la definicin del bien. Toda virtud es entonces por necesidad prudente. Las otras virtudes no alcanzan su perfeccin mientras no se funden en la prudencia, esto es, en la facultad perfectiva que dispone a determinarse rectamente. Solo la prudencia puede perfeccionar la rectitud de las tendencias instintivas del obrar y perfeccionar las disposiciones naturalmente buenas, para elevarlas al grado de autntica virtud, de facultad perfectiva.La prudencia es adems medida de las otras virtudes cardinales. La pre-figura que preforma la buena accin moral constituye el imperio del prudente. El imperio de la prudencia es la forma esencial extrnseca por virtud de la cual la buena accin es lo que es, representa el ejemplar y la pre-figura del bien. El conocimiento humano es verdadero porque se conforma a la medida de la realidad objetiva. El libre obrar del hombre es bueno porque se conforma a la medida de la prudencia. Tambin les proporciona a las otras virtudes su forma esencial intrnseca. La forma esencial intrnseca del bien imita con fidelidad la pre-figura original. La prudencia estampa en toda libre accin del hombre el sello interno de la bondad. La virtud moral es la impronta que acua la prudencia en el querer y obrar.La prudencia es entonces causa, raz, madre, medida, ejemplo, gua y razn formal de las virtudes morales, en todas influye perfeccionndolas y todas participan de ella, alcanzando as el rango de virtud. El bien propio y esencial del hombre consiste en que la razn, perfeccionada por el conocimiento de la verdad, informe y plasme internamente el querer y el obrar. La primaca de la prudencia significa la necesidad de que el querer y obran sean conformes a la verdad, a la realidad objetiva. Antes de ser lo que es, lo bueno ha tenido que ser prudente, pero prudente es lo que es conforme a la realidad. La realizacin del bien presupone el conocimiento de la realidad y la conformidad de nuestra accin a la situacin real. El prudente precisa conocer los primeros principios universales de la razn (sindresis) y las realidades concretas sobre las que versa la accin moral. Pero la prudencia no apunta a los ltimos fines directamente, sino a las vas conducentes a tales fines, a los medios. .La unidad de sindresis y la prudencia es lo que llamamos conciencia. La prudencia, o razn prctica perfeccionada por la virtud de la prudencia, es la conciencia de situacin, a diferencia de la sindresis, que es la conciencia de principios.

En su condicin de recta disposicin de la razn prctica, tiene una doble faz, es cognoscitiva e imperativa. Aprehende la realidad, toma su medida del conocimiento de la realidad, su orden es un conocimiento directivo. Pero luego ordena el querer y el obrar, lo esencial para la prudencia es que el saber de la realidad sea transformado en imperio prudente, que se consuma en accin. Hay una relacin inmediata de la prudencia y la operacin concreta. Los distintos modos de imperfeccin de esa transformacin del conocimiento de la verdad en resolucin prudencial mediante la deliberacin, el juicio y el imperio, constituyen los distintos tipos de imprudencia, como la astucia y la inconstancia.Uno de los requisitos para la perfeccin de la prudencia es la silenciosa expectacin de la realidad, as como tambin la memoria, la docilitas y la solertia. La memoria debe ser entendida como fidelidad a la verdad de las cosas reales, conservarlas en el recuerdo tal como son y sucedieron, sin falsearlas. La dolicitas es el saber dejarse decir algo, estar abierto a la realidad. Y la solertia es una facultad perfectiva por la que el hombre acta en forma prudente ante lo sbito e inesperado. El prudente orienta su mirada a lo que todava no es realizado, de ah que el primer requisito de perfeccin de la prudencia sea la providencia, facultad que dispone para apreciar si determinada accin concreta ha de ser el camino que realmente conduzca a la obtencin del fin propuesto. 4) El amor en la educacin. Amar quiere decir aprobar, significa dar por bueno a algo o alguien. Es expresin de una voluntad, quiere decir estar de acuerdo, asentir al comprobar algo que se est deseando; es ensalzamiento de un hecho, su alabanza y hasta la glorificacin. Es, entonces, expresar un querer, como sentimiento afirmativo a lo que ya est ah. Amar es aprobar y afirmar lo que ya es realidad. El ncleo de todos los seres no es otro que el querer y la voluntad, la ms poderosa y dominadora fuerza de las almas. Como el acto primordial de la voluntad, es tambin el punto de arranque y el centro de la existencia. El amor tiene que estar en orden para que el hombre lo est y sea bueno. La virtud es el orden en el amor.

Acto por excelencia de la voluntad, implica el asentimiento a la simple existencia del otro. Se reconoce en el amor humano una capacidad creadora, y en ese sentido es una especie de repeticin del amor de Dios. Todo amor humano es reproduccin, renovacin de la original y positiva afirmacin creadora divina, pero tambin es ms que una imitacin, es una continuacin y perfeccionamiento de lo que se empez en la creacin. En el amor se da una confirmacin del ser, el ncleo de la alegra del amor reside en que en l sentimos justificado nuestro ser. No nos basta con existir simplemente, lo que interesa es la confirmacin en el ser. Necesitamos, adems de existir, ser amados por otra persona. La idea de una capacidad creadora del amor humano adquiere un sentido nuevo y ms hondo cuando se comprende que se sigue produciendo esa accin creativa divina y se la lleva a su consumacin.

Siendo entendido el amor de esta manera, se comprende su importancia en la educacin. ngel Rossi distingue entre una educacin que tiene como trmino la eficiencia y otra que tiene como fin la solidaridad. Naturalmente se piensa que son antagnicas, pero en realidad no tienen por qu ser conflictivas. La eficiencia se entiende como la optimizacin de los recursos al realizar algo, sacando el mximo beneficio. En la educacin es necesaria la eficiencia, pero como medio, no como un fin, sino la educacin responde a las exigencias del mercado, a la competencia inhumana. Una institucin educativa no debera poner eso como fin. La solidaridad y la caridad son el fin de la educacin, educamos en excelencia para la caridad. Educar tiene mucho de pastoreo, en el sentido de que el educador debe conocer a quien est educando, y preocuparse por l, lo que se advierte en su presencia fiel, en su dedicacin constante, en su estar afectiva y efectivamente junto a l. Se educa cuidando la fragilidad del alumno, sin perder la pasin, para ensear a ver sobre todo con el corazn, y no las apariencias, sino lo esencial. PAGE 1