Visión personal sobre el desarrollo Rural

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El Desarrollo Rural en Costa Rica Róger Castro Fernández La configuración de conceptos que orienten la formación de una nueva ruralidad en Costa Rica, es un tema estratégico; sin ella no es posible lograr un país en el cual los y las costarricenses tengan la oportunidad y la condiciones para construir un futuro mejor. (González Mejía, Hernán) El medio rural contribuye de forma significativa a la generación de empleo, la producción, así como la generación de servicios ambientales, que además de sustentar a la población son base de la actividad turística y la oferta exportable, convertidas en las principales fuentes de divisas para la economía nacional (I) . En los períodos anteriores a la modernización agropecuaria en Costa Rica, iniciada a principios de la década del los 50, la pequeña producción rural tuvo una presencia incuestionable en la producción de granos básicos y un peso considerable en la producción de café y de otros productos fundamentales para el intercambio comercial. A partir de los años ochenta, Costa Rica ha variado de cierta manera sus actividades económicas preponderantes por muchos años, pasando de la actividad agrícola y ganadera al área de servicios, principalmente, el turismo. Este cambio ha generado la creación de nuevas actividades laborales, cambios relativos en el pago a los factores y modificaciones socio- demográficas; lo que le restó importancia a la producción de las economías familiares rurales 1 . La diversificación productiva que se ha logrado en las zonas rurales del país, no ha incluido a las pequeñas economías, continuando estas, en su mayor parte, con una 1 La agricultura familiar se ve afectada por presiones de los mercados actuales y las políticas económicas internacionales, están obligando a los productores a modificar los patrones de cultivo y uso de tecnologías, así como los mecanismos de comercialización en función del comercio nacional e internacional.

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El Desarrollo Rural en Costa RicaRóger Castro Fernández

La configuración de conceptos que orienten la formación de una nueva ruralidad en Costa Rica, es un tema estratégico; sin ella no es posible

lograr un país en el cual los y las costarricenses tengan la oportunidad y la condiciones para construir un futuro mejor.

(González Mejía, Hernán)

El medio rural contribuye de forma significativa a la generación de empleo, la producción, así como la generación de servicios ambientales, que además de sustentar a la población son base de la actividad turística y la oferta exportable, convertidas en las principales fuentes de divisas para la economía nacional (I).

En los períodos anteriores a la modernización agropecuaria en Costa Rica, iniciada a principios de la década del los 50, la pequeña producción rural tuvo una presencia incuestionable en la producción de granos básicos y un peso considerable en la producción de café y de otros productos fundamentales para el intercambio comercial. A partir de los años ochenta, Costa Rica ha variado de cierta manera sus actividades económicas preponderantes por muchos años, pasando de la actividad agrícola y ganadera al área de servicios, principalmente, el turismo. Este cambio ha generado la creación de nuevas actividades laborales, cambios relativos en el pago a los factores y modificaciones socio-demográficas; lo que le restó importancia a la producción de las economías familiares rurales1.

La diversificación productiva que se ha logrado en las zonas rurales del país, no ha incluido a las pequeñas economías, continuando estas, en su mayor parte, con una producción tradicional, sin lograr la introducción de nuevos productos y actividades económicas que tengan mayores posibilidades de mercado y un mayor retorno económico y financiero2.

Las inversiones en el medio rural, provenientes de estos dos sectores (agricultura de exportación y turismo), han tenido una serie de externalidades poco favorables al desarrollo de los territorios rurales en los cuales se han realizado. Uno de los efectos más negativos ha sido el incremento del precio de la tierra que ha actuado como un agente expulsor de muchas de las economías familiares, frenado, a su vez, el avance de actividades agropecuarias que no alcanzan las tasas de rentabilidad que ofrece el mercado de servicios.

1 La agricultura familiar se ve afectada por presiones de los mercados actuales y las políticas económicas internacionales, están obligando a los productores a modificar los patrones de cultivo y uso de tecnologías, así como los mecanismos de comercialización en función del comercio nacional e internacional.2 Los desafíos que enfrentan los pequeños productores y las familias rurales con poca o ninguna tierra son consecuencia de los cambios ocurridos en las reglas del juego, del proceso de globalización general y de los cambios experimentados por los sistemas agroalimentario, lo cual los obliga a actuar en un contexto de marcada polarización, creciente heterogeneidad y de fallas, asimetrías, ausencia de los mercados rurales de crédito, tecnología, entre otros.

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La excesiva concentración de la población del país en la Región Central, expresa un proceso migratorio desde las regiones periféricas, resultado de una concentración de la inversión y los servicios en la Región Central3, en ausencia de esquemas de planificación eficaces, tanto urbana como rural, derivado de la ineficacia de las políticas públicas y de la acción institucional para retener la población en el medio rural.

Los efectos de actividades con muy poco valor agregado y baja diversificación se han reflejado en un deterioro importante del mercado laboral y de la condición socioeconómica de la población (II), lo que conduce a la creciente inseguridad Alimentaria y a la Pobreza Rural4. La poca inclusión de las mayorías han quedan claras en las estadísticas nacionales, solamente el sector exportador de productos no tradicionales de origen agropecuario y el turismo se han desarrollado con un decidido acompañamiento estatal.

La viabilidad del desarrollo rural depende, en gran parte, de la existencia de políticas claras y actualizadas y de instrumentos organizacionales para llevarlas a la práctica, mediante planes, programas y proyectos, capaces de movilizar voluntades, capitales, iniciativas y recursos (III). Sin embargo, el estancamiento institucional para afrontar con éxito los retos que la nueva ruralidad plantea, son evidentes. Las potencialidades que la ruralidad encierra y el escenario prospectivo al cual el país apunta en procura de elevar los niveles de equidad y bienestar de su población demandan establecer los lazos y vinculaciones necesarias entre estas la agricultura familiar rural y los sectores mas dinámicos y más vinculados con la economía internacional.

El desarrollo Rural ha de basarse en el enfoque territorial, ya que procura una visión global de la ruralidad como objeto de trabajo; los planteamientos territoriales, más allá de las propuestas sectoriales, pretenden sostenibilidad en la dimensión ambiental; competitividad, multifuncionalidad y crecimiento en la dimensión económica; cohesión social, empleo y equidad.

La ubicación espacial de las distintas actividades económicas y de la población, los diferentes flujos y dinámica de mercados de bienes y servicios y de factores productivos ha sido la forma de como se ha evaluado el desarrollo rural tradicional (V). Debido a que algunos hogares controlan una amplia gama de activos5 y usan estos activos en un contexto que incluye tanto la gran estructura económica, las políticas y las estrategias del sector privado como el contexto más local de los bienes públicos, las instituciones y las organizaciones a las que pueden recurrir.

3 El concentrar esfuerzos en la modernización e industrialización de grandes centros urbanos permitiría, según la conceptualización del Estado Benefactor, a través de ondas expansivas que pronto habrían de llegar a las zonas rurales, desencadenar un proceso de desarrollo rural dinámico y autosostenible, y minimizar con ello la necesidad de intervenciones e inversiones directas.4 El modelo agroexportador agotado se traduce sobre la población rural, en una serie de problemas que originan diversos impactos negativos regionales como los constantes movimientos de migración, el bajo nivel de empleo e ingreso, la escasez de infraestructura productiva, la alta desnutrición, las condiciones deplorables de la vivienda, la destrucción de los recursos naturales y la mala calidad en la prestación de servicios institucionales (salud, educación, seguridad social y seguridad ciudadana); entre otros aspectos. 5 Entre los tipos de activos se incluyen: (a) los recursos naturales (suelo, tierra, agua, flora y fauna); (b) las capacidades de los recursos humanos, en cuanto a educación, salud, estado nutricional, habilidades y número de personas; (c) los recursos en la explotación agrícola (ganado, tierras de labranza, pastizales, represas, edificios, equipos); (d) los recursos de la comunidad (caminos, represas e instituciones sociales).

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El subdesarrollo producto de la pobreza rural específica en términos de activos puede influir en las actividades de sustento y en las decisiones en materia de inversiones, con posibles consecuencias adversas (I). Por ejemplo, cuando una familia es pobre en cuanto a tenencia de tierras y la tierra constituye la garantía para obtener un crédito, se limita la capacidad de ese hogar de obtener dinero para hacer inversiones de capital agrícolas y no agrícolas, así como mejoramientos de tierras para proteger los suelos. Esto, a su vez, limita su capacidad de ampliar sus actividades a otras no agrícolas o de intensificar el cultivo para aumentar la producción. En términos agregados se traduce en bajos encadenamientos productivos, bajas relaciones de insumo producto, baja tecnificación económica, indicadores sociales deteriorados, incorporación deficiente en el comercio internacional.

Una estrategia para promover a la pequeña y mediana agricultura familiar dirigida al desarrollo debería tener los siguientes objetivos(IV): (a) fomentar un ambiente que permita la inversión y el crecimiento con una base amplia, mediante servicios efectivos, inversiones e instituciones con características de bien público, incluyendo la protección fito y zoo sanitaria, sistemas de innovación, carreteras y comunicaciones, riego, buenas prácticas agrícolas y de manufactura, y estándares de calidad y certificación para los mercados nacionales; (b) desarrollar y modernizar los mercados nacionales para hacer frente con mayor eficacia a los desafíos de las nuevas demandas del consumidor y de las modernas cadenas de suministro y distribución de alimentos propulsadas por el mercado minorista; y (c) fortalecer las capacidades de la pequeña y mediana agricultura para aprovechar los efectos de este entorno más favorable, a través de un mayor acceso a servicios financieros efectivos, capacitación, asistencia técnica y a organizaciones de productores.

Bibliografía.

I. Chiriboga, M. (1999). “Desafíos de la pequeña agricultura familiar frente a la globalización”. En: L. Martínez (ed.). El Desarrollo Sostenible en el Medio Rural. FLACSO. Ecuador

II. Gallegos, A. A. (Febrero de 2007). Incidencia de la Seguridad Alimentaria en el Desarrollo. Análisis y Síntesis de Indicadores. Madrid, España.

III. González Mejía, Hernán (2006). Políticas Agropecuarias, Estrategias de Desarrollo Rural, Seguridad Alimentaria, Pobreza Rural y Servicios de Extensión Agrícola. Instituto Interamericano para la Cooperación y la Agricultura.

IV. La Pobreza Rural en América Latina: lecciones para una reincorporación de las políticas. (2003). Seminarios y Conferencias. Serie 27. División Desarrollo Productivo y Empresarial. FAO, Chile.

V. Neiman, G., Blanco, M. y Jiménez, D. (2004). La participación de las redes familiares y sociales en la subsistencia de los sectores rurales pobres. En Caminos solidarios de la economía argentina.