Vivan y Vivan Los Indios Jareros, Flecheros (Concheros)...

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Vivan y vivan los indios jareros, flecheros, (concheros)… Las raíces de los elementos simbólicos de la danza, sus pasos, modos y fundamentos se hunden en el tiempo antiguo (el conocimiento prehispánico -o prekuauhtemiko pues-), asimismo queda marcada por el tiempo de gran cisma social que implica la llegada de la gente de España pues ello conllevo el traslado de grandes cantidades de población a la zona ahora conocida como el Bajío, ahí se dio cita el acervo náhuatl, otomí, mazahua, chichimeca, tlaxcalteca (y aun otros que quizá se escapan a nuestros datos) que junto con la labor evangelizadora de los frailes deviene en una amalgama de costumbres y tradiciones propia de la región; entre ellos se encuentra la danza azteca-chichimeca (concheros), sus maneras de épocas tempranas (s. XVI) se consolidan hacia fines del siglo XVII y principios del XVIII, es cuando posiblemente toma el cariz con el que nosotros la alcanzamos a ubicar (ánimas, velación, limpias, permiso, gracias, mañanitas, peregrinaciones, saludo ritual, etc.). Aquí conviene recordar la leyenda de María Graciana, procedente de Juventino Rosas (Gto.) y emblemática dentro de la invocación de ánimas, la leyenda la ubica hacia el siglo XVIII, XVII a la mejor (aunque por su carácter legendario es difícil precisar un punto temporal exacto), me llama la atención como toma parte fundamental en el ritual de ánimas, se le adjudica (en su carácter de eminencia mágica) la capacidad de también facilitar la presencia de las demás ánimas, así pues el “culto a las ánimas”, el “trabajo” con las cuentas de cebo (de lo cual existen testimonios e información que refieren un saber que algunos llaman “hechicería” o “brujería”), forma parte del bagaje cultural popular del Bajío, ahí se fermenta y constituye (como se menciono al HERNANDEZ Ramos, Gabriel, (Estudio preliminar y compilación de...) Cantos Ceremoniales, alabados de la tradición popular de las danzas de concheros en Amecameca, Tepetlixpa, Huexoculco, San Rafael y Xalixintla; pueblos

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Historia de la danza de azteca chichimeca..

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Vivan y vivan los indios jareros, flecheros, (concheros)…

Las raíces de los elementos simbólicos de la danza, sus pasos, modos y fundamentos se hunden en el tiempo antiguo (el conocimiento prehispánico -o prekuauhtemiko pues-), asimismo queda marcada por el tiempo de gran cisma social que implica la llegada de la gente de España pues ello conllevo el traslado de grandes cantidades de población a la zona ahora conocida como el Bajío, ahí se dio cita el acervo náhuatl, otomí, mazahua, chichimeca, tlaxcalteca (y aun otros que quizá se escapan a nuestros datos) que junto con la labor evangelizadora de los frailes deviene en una amalgama de costumbres y tradiciones propia de la región; entre ellos se encuentra la danza azteca-chichimeca (concheros), sus maneras de épocas tempranas (s. XVI) se consolidan hacia fines del siglo XVII y principios del XVIII, es cuando posiblemente toma el cariz con el que nosotros la alcanzamos a ubicar (ánimas, velación, limpias, permiso, gracias, mañanitas, peregrinaciones, saludo ritual, etc.).

Aquí conviene recordar la leyenda de María Graciana, procedente de Juventino Rosas (Gto.) y emblemática dentro de la invocación de ánimas, la leyenda la ubica hacia el siglo XVIII, XVII a la mejor (aunque por su carácter legendario es difícil precisar un punto temporal exacto), me llama la atención como toma parte fundamental en el ritual de ánimas, se le adjudica (en su carácter de eminencia mágica) la capacidad de también facilitar la presencia de las demás ánimas, así pues el “culto a las ánimas”, el “trabajo” con las cuentas de cebo (de lo cual existen testimonios e información que refieren un saber que algunos llaman “hechicería” o “brujería”), forma parte del bagaje cultural popular del Bajío, ahí se fermenta y constituye (como se menciono al principio) en siglos inmediatos al encuentro y dinámica de la conquista (invasión española).

Agregare que también dentro de la cultura folk del Bajío (como diría Gabriel Moedano) se encuentran las velaciones (sin que sea exclusividad de los grupos de danza, aunque si marcada por ellos cuando se lleva a cabo dentro de sus ritos), los “parandes” o “súchiles” (como los que se ven en Sangremal) que también forman parte de una tradición popular con o sin la danza), las labores de cucharilla, las limpias, el saludo a los cuatro vientos (evidente se ve en el pueblo de Cieneguilla de Victoria, Gto.), pues al tiempo que se dice: “ensalzado y glorificado sea el Señor de lo Creado en todo tiempo y en todo lugar” (responde la concurrencia: “Así sea”) se lleva a cabo una reverencia con sahumador; también vale citar el canto de permiso y gracias (que asienta sus orígenes en función de la apertura y cierre ceremonial), de los que se encuentran datos hasta el siglo XVII, con Fray Margil de Jesús (1657-1726), cuando compone “alabados” para evangelizar, ya en una época anterior surgieron las guitarras de concha de armadillo y confluyen asimismo diversas expresiones que además abrevan en un mismo tiempo antiguo (el

HERNANDEZ Ramos, Gabriel, (Estudio preliminar y compilación de...) Cantos Ceremoniales, alabados de la tradición popular de las danzas de concheros en Amecameca, Tepetlixpa, Huexoculco, San Rafael y Xalixintla; pueblos de arena y piedra., México, editorial Gloria Minter Muñoz de Cote, 2007.

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prehispánico). La forma tal y como la conocemos del ritual tomo su fisonomía al paso del tiempo y será hacia el siglo XVII-XVIII en que se constituirá de forma mas definida por voluntad de los danzantes de ese tiempo, cuando se propusieron asentar lo que era un saber diseminado entre ellos (para llegar a nosotros con sus elementos característicos con la conocemos -la danza y sus rituales-), véase en este punto el acta constitutiva de 1840 en el libro-alabancero Cantos ceremoniales de Gabriel Hernández Ramos o en el de Danza tu palabra de Yolotl González Torres, en ellos citan a Ignacio Teodoro Sánchez y el documento que fundamenta las obligaciones, deberes, disciplina y convicciones de las “Santa Legal Cuenta”.

También conviene considerar como nosotros mismos somos testigos del carácter etéreo de la danza pues al tiempo que se preserva también se adapta y modifica, de tal manera que su quintaesencia siempre es voluntad de mantenerla por tradición aunado a las necesidades y exigencias de la época en que se desarrolla, ello conlleva a afirmar que aun cuando la danza se transmita y reafirme su carácter de herencia antigua también ha tomado un rostro peculiar según el tiempo en que se encuentre (invasión-conquista, fermentación, fundación, enriquecimiento-consolidación, arraigo), por lo que tendrá sus características particulares según la veamos en el siglo XVI, XVIII, en los inmediatos del México independiente, el tiempo del auge nacionalista de las décadas posteriores a la Revolución (siglo XX), a fin de milenio con el new age o en los tiempos actuales, así se apreciará como parte de un continuo sus cambios en atuendos, instrumentos, cantos, imágenes, ideología y demás.

El huehuetl y el atuendo “azteca” se reincorporan a la danza en las primeras décadas del 1900, luego vendrán los atuendos de colores brillantes o de manta, las plumas ostentosas, los tambores de madera (y después de lata), las cuerdas y clavijas de metal. Una evidencia del cambio (mas acentuado en el último siglo y años del presente) son las fotos de concheros al paso del tiempo, las mas antiguas fotos evidencian cocheros con guitarras de 10 cuerdas, atuendos (nagüilla) de carnaza, sin cascabeles (sino medias), pelucas, listones, después ya hay conchas con clavijas de metal, algunas de 12 cuerdas, nagüillas (atuendo conchero) con grecas mucho mas elaboradas y telas mas vistosas; el atuendo “azteca” asimismo se ve su corte grande al principio para poco apoco irse acostumbrando a cortes mas pequeños, hoy día el atuendo de la mujer y el hombre es en ocasiones muy elaborado, los dibujos, las telas, los diseños, etc., todo lo cual muestra (referido en el ejemplo de un solo aspecto como es el atuendo) la constante reelaboración y adaptación del saber tradicional recibido de acuerdo a la forma de pensar y convicciones de cada generación que se encarga de continuar la danza.

Sin embargo, es pertinente señalar los siglos donde la constante de cambio era mas pausada, con grandes cantidades de población indígena como depositarias de saber tradicional y guardianas de costumbres trasmitidas a sus descendientes, vale dar cuenta de ello pues incluso dentro de un tiempo como fue el México virreinal la sociedad y su conjunto apostaba por la mínima modificación a su estilo de vida y tenía por natural el inalterable curso de los años, es durante ese tiempo en que la danza se transmite al paso de los siglos como parte de la forma de pensar y practica de sus saberes tradicionales, resulta preciso mencionarlo pues la época en la que vivimos se desenvuelve en diferente ritmo y concepción respecto a la validez de la innovación y cambio,

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Incluso su nombre ha cambiado al paso del tiempo, es en 1922 cuando se funda la Corporación de Concheros Sociedades Unidas, legitiman un nombre que popularmente recibía la danza por el instrumento principal con que ejecutan sus rituales, de acuerdo a las modificaciones mencionadas respecto al atuendo vendría a denominarse en la primera mitad del siglo XX como “danza azteca chichimeca” a conveniencia de lo que se propuso proyectar y ensalzar (la cultura antigua) en ese periodo nacionalista de la post-revolución, aunque ello implico pasar desapercibido las diversas fuentes de conocimiento que le dieron forma (la amalgama de culturas en el Bajío que se ha mencionado anteriormente). Más antes aun, a fines del siglo XVIII y principios del XIX son los años de Ignacio Teodoro Sánchez (1814) y de Atilano Aguilar (1802), oportuno mencionarlos pues al paso de los años su labor le daría una fisonomía a la danza que la consolida dentro de un conocimiento tradicional que la llevaría a expandirse mucho mas allá de su zona de origen.

Remontándonos a un periodo anterior a ese tiempo (siglo XVII) es cuando se usan los documentos pretendidamente antiguos que difunden acerca de la batalla de Sangremal (ya presente mediante tradición oral), dicho acontecimiento (enmarcado dentro de las innumerables refriegas en la “frontera chichimeca”) remonta a sucesos donde se marca el fin de una lucha fratricida, rememora la fusión de costumbres de los bandos indígenas con lo recién llegado en aras de presentar una resistencia cultural y refiere el momento fundacional de una fisonomía que no olvida y sin embargo se adapta al tiempo. Dichos documentos que refieren la leyenda la consignan siglos después y son utilizados por descendientes de dirigentes mencionados en esos manuscritos como manera de comprobar una relación de méritos y servicios ante la autoridades de entonces, a este respecto conviene revisar a David Charles Wright y un ejemplo que da sobre el punto:

Relaciones de Nicolás de San LuisDocumento apócrifo.Original perdido; copias publicadas en diversas fuentes.

Este conjunto de documentos emparentados, elaborados por caciques otomíes, contradice de una manera exagerada todas las fuentes auténticas sobre la colonización del Bajío y los orígenes de Querétaro. Uno de los manuscritos originales estaba en la biblioteca del Colegio Apostólico de Propaganda Fide de la Cruz en Querétaro en el siglo XVIII. Se han publicado varias versiones de este documento. Gran parte de la relación de don Nicolás fue transcrita en la crónica franciscana de Beaumont, escrita durante la década de 1771-1780. En esta versión de la relación se encuentra el mito de la lucha sin armas en el cerro de Sangremal, la aparición de Santiago y otros personajes celestiales y el origen milagroso de la Santísima Cruz de Piedra. Este cronista franciscano pasó algunos años en el colegio queretano de la Cruz, donde debió haber conocido el manuscrito original. Su gran Crónica , una vez terminada, se guardó en la biblioteca del convento de San Francisco de Querétaro, de donde se sacaron varias copias en la última parte del siglo XVIII; han sido publicadas varias ediciones desde entonces.

Los datos proporcionados por las diferentes versiones existentes de la relación de don Nicolás, particularmente los que se refieren a la conquista de Querétaro, deben ser sometidos a un análisis crítico riguroso antes de emplearlos en los estudios sobre la historia regional en el siglo XVI. Tradicionalmente los cronistas e historiadores que han tratado este tema han querido "componer" los errores y distorsiones que presentan. La relación no fue escrita por el

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cacique otomí Nicolás de San Luis, como se pretende; probablemente sea obra de un descendiente suyo, ansioso de ensalzar a don Nicolás, importante capitán general de la Guerra Chichimeca, para fortalecer sus propios privilegios hereditarios y posesiones de tierras como cacique, añadiendo elementos tomados de una ya mítica tradición oral.

El documento es sumamente interesante para el estudio de los otomíes de la época Barroca, y del concepto que forjaron de su pasado, pero poco aporta a la comprensión de los orígenes de Querétaro en el siglo XVI.

Tomado de: http://campusvirtual.uaq.mx/OtomiOnline_paginas/secciones/historia/dw1.html

Así vemos que las raíces de la danza se extienden en la época antigua y al paso del tiempo toma de diversas vertientes culturales elementos que la componen y fundamentan, asimismo que también se afianza mediante la reinvención y la reinterpretación de sucesos y saberes; aun ya desde siglos antes sus integrantes se valieron de ingenio e innovaciones para afianzarla y legitimarla, por lo que una aparente contradicción entre el cambio y la conservación lejos de desaparecerla le ha dado fortaleza, pues al combinar la variante del cambio con la constante del preservarse le ha permitido reactualizarse y adaptarse en la propia diversidad de quienes se entregan a vivirla y posteriormente legarla a sus descendientes , por ello descalificarla “por que no es como lo de antes” es tan limitante como quererla hacer pasar “tal y como fue endenantes”, ya que ambas vertientes se afianzan entre si en un juego armónico de los opuestos, tan constante en los elementos simbólicos que reproduce la danza, derecha-izquierda, agua-fuego, noche-día, vida-muerte, etc. Conviene de todos formas reiterar (aunque parezca insistente) su voluntad de preservarse y recordar asimismo al sector, dentro de la danza, que se afana en conservarla como la recibe de sus inmediatos antecesores.

Isidro Jiménez Ramírez

P.D. Saludos.

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