Waldenfels Bernhard_El Habitar Fisico en El Espacio_Teoria de La Cultura

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Traducci6n de LAURA S. CARUGATI ROMAN SETTON BlBLlOTECA FLACSO . Ee Fecha: ,2'6 ComE.ra: 1f' 15 . J. 1- . . .. I 'Jt,,AlJlIe.IA ; .. _ .. ....... __ "'. " ... , .... ·a· ... I arje: t .-. ------ . , ... . ::.-----_ . : 1,'," .....·... , 004 8' 2€' Lbq , .... , ....... . ) .. f t...",', T I: 7d)1 GERHART SCHRODER y HELGA BREUNINGER (cornps.) Jan Assmann, Norbert Bolz, Peter Burke, Lorraine Daston, Hans-Georg Gadamer, Stephen Greenblatt, W J. T. Mitchell, Edward W Said, Bernhard Waldenfels, Slavoj Ziiek TEORfA DE LA CULTURA Un mapa de la cuestion D FONDa DE CULTURA ECON6MlCA M8<ICO - ARGENTINA - BRASIL - COLOMBIA - CHILE - EsPANA ESTADOS UNIDOS DE AMt:RICA - PERU - VENEZUELA

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Page 1: Waldenfels Bernhard_El Habitar Fisico en El Espacio_Teoria de La Cultura

\\ Traducci6n de

LAURA S. CARUGATI

ROMAN SETTON

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7d)1

GERHART SCHRODER y HELGA BREUNINGER (cornps.)

Jan Assmann, Norbert Bolz, Peter Burke, Lorraine Daston, Hans-Georg Gadamer,

Stephen Greenblatt, W J. T. Mitchell, Edward W Said, Bernhard Waldenfels, Slavoj Ziiek

TEORfA DE LA CULTURA

Un mapa de la cuestion

D FONDa DE CULTURA ECON6MlCA

M8<ICO - ARGENTINA - BRASIL - COLOMBIA - CHILE - EsPANA

ESTADOS UNIDOS DE AMt:RICA - PERU - VENEZUELA

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Primera edicion en aleman, 2001

Primcra cdicion en cspanol, 2005

Segunda edicion en espanol, 2009

Teoria de la cultura : un map" de la cuestion / compilado por Gerhart Schroder y Helga Breuninger. - 2a ed. - Buenos Aires: Fondo de Cultura Economica, 2009.

192 p. ; 16x23 ern. - (Sociologfa)

Traducido por: Laura S. Carugati y Roman Serron

ISBN 978-950-557-823-8

I. Sociologia. 2. Estudios Culturales. I. Schroder, Gerhart, comp. I!. Breuninger,

Helga, compo III. Laura S. Carugati, rrad. IV. Serton, Roman, trad.

COD 306

Armada de tapa: Juan Balaguer

Tfrulo original: Kulnotbeone» derGe AflSalze IIfld Posi/iollencgefll/'Ci/l.

ISBN de la edicion original: 3-593-36866-8

1"Q 2001, VG Bild-Kunst

D. R. © 2005, FOl\DO DE Cn.TlIRA EC()Nl)~IICA DE ARGENTINA S.A.

1'1 Salvador 5665; 1414 Buenos Aires

[email protected] / www.fce.com.ar

Av. Picacho Ajusco 227; 14738l\lexico D. E

ISBN: 978-950-557-823-8

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IMPRICSO El\ ARGEt'TIN.\ - PRJ,\TElJ 1,\'ARGE.\T/,\>1

Hccho cl deposito 'lue marca la ley 11.723

PR6LOGO*

Solemos decir que "conducirnos" una

co nversacion, pero cuanto mas propia

(eigentlicher) es una conversacion, tan to

menos se encucntra su conduccion en la

volunrad de uno u orro interlocutor. Asi, la convcrsacion propia nunca es aquello

que queriamos condueir. En general, es

mucho mas correcto decir que vamos a

parar a una conversacion, 0, incluso, que

nos enredamos en una conversacion.

Gadamer, Wahrheit und Methode'

ESTA FRASE podrfa servir de epigrafe para el presente libro. Este contiene las

conferencias que se han presentado entre fines de 1996 y comienzos de 200 1, en el marco de una serie de conferencias que organiz6 el Centro de Ciencias

de la Cultura y Teoria de la Culrura de la Universidad de Stuttgart en cola­boraci6n con la Fundaci6n Breuninger. EI objetivo de la serie de conferencias fue presentar nuevos plantcos para una teoria de la cultura, La idea co nduc­

tora fue, en vista de la problernaticidad de los grands recits sobre la historia,

dar la palabra a distintas disciplinas y detectar los planteos que se esraban pro­

pagando y constiruyendo en elias. Kant habia postulado en una serie de es­critos en el afio 1784, en el Berlinisclien Monatsscbriji, la cuestion de que

"sucede propiarnenre". Hoy titubearnos mas que Kant a fines del siglo de la Ilustracion cuando intentamos dar una respuesta a dicha cuestion.

EI presenre libra ofrece una serie de planreos relatives a la teorfa de la cul­

tura que pueden invitar al lector a seguir reflexionando. La idea de dar la pa­

• Traducci6n del aleman de Laura S. Carugati.

I 'Irad, esp.: Verdad y metoda, Salamanca, S(gueme, 1977.

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156 TEORfA DE LA CULTURA

Lo que aquf fue anunciado como cosmopolitismo inrergalactico no era orra co­

sa que el criterio de comunicabilidad kanriano escrito con letras gigantes. No

obstante, en Kant y en Planck, hay una diferencia pequefia, pero significativa,

en las suposiciones que estaban en la base de sus respecrivas formulaciones del

criterio de comunicabilidad. Kant suponla que el mundo separado de todos y

la posibilidad de juicios verdaderos sobre ese mundo fundaban la comunicabi­

lidad. Para el, el mundo que compartimos con los marcianos no constituia so­

10 una unidad, sino que esraba unificado; es decir, su contenido y su orden no

eran para eI solo universales, sino coherentes, De este modo, la comunicabili­

dad no se convirrio solo en la serial de objetividad, sino tarnbien de unificacion,

Pero, no obstante, queda unicarnente una serial y quien derive la objerivi­

dad 0 la unidad de la comunicabilidad queda librado aI riesgoso negocio de de­

rivar las causas de los efectos. Sin embargo, muchas vias causales pueden

con verger en el mismo efecto; no todo consenso indica verdad. Y tal como he­

mos vista, 10 comunicable no es coextensive ni con 10 real ni con la exactirud.

Nunca han falrado entre los cienrfficos y los fil6sofos criterios que se hayan

vuelto en contra de la objetividad de la comunicabilidad y en contra de todo

aquello que se haya vinculado a las palabras, formalizaciones y reglas en torno

a ella; reiteradamente se ha sefialado en la ciencia la importancia de la intui­

cion, la experiencia y otras formas de 10 indecible. Pero, incluso Polanyi, el mas

elocuenre y vehernenre de estos crlticos, cae a veces nuevamente en la jerga de

la cornunicabilidad, por ejemplo, cuando dice que todo conocirniento en la

ciencia y en la tecnica podrta ser reernplazado en algun memento dado "por un

registro de medidas. Pues, una medici6n tiene la ventaja de una mayor objeri­

vidad, como 10 muestra el hecho de que las rnediciones en manos de distinros

observadores arrojan en rodo el mundo resultados consistentes, mientras que

en el caso de las intuiciones fisionornicas rara vez se a1canza tal objerividad'r"

(Signiflca mayor consistencia necesariarnente mayor exactitud? (Resulra 10 indecible necesariarnente rnenos objetivo que 10 articulado? A pesar de la can­

ridad de contraejemplos que pueden ser introducidos en esre campo en con­

tra de la objetividad de la comunicabilidad, ella continua teniendo bajo

control nuestros ideales y practicas cientfficas. De 10 que hay que ocuparse es

de su perrinacia y no de su validez, y esta pertinacia de nuestro concepto de

objetividad cientffica curiosamente confuso solo se cornprendera cuando

comprendamos la historia de este.

7(1 Polanyi, op. cit., p. 55.

E1 habitat Hsico en e1 espacio*

Bernhard Waldenfels

Retorno del espacio

HAY TlORMINOS CONCEPTUALES que en la vida cotidiana son imprescindibles

e indiscutibles, pero que comienzan a resaltar cuando se considera su uso es­

pecffico 0 cuando se reflexiona acerca de sus connotaciones. Esro es valido

para conceptos tales como libertad, espfritu, vida, tiempo y tam bien para

otros como cuerpo y espacio, es decir, para conceptos sin los cuales no habda

ni medicina ni derecho penal, ni arquitectura ni geografia. Lo que llamamos

cultura no se encuentra en ultima instancia en aquellos concepros medulares

que esran insertos en un entrarnado de convicciones, costurnbres, pracricas,

ritos y tecnicas. En tanto siempre estan en juego puntos de vista generales que

van mas alla de 10 que esra a la vista y a mano, se podda hablar de una £110­sofia implicira 0 de una culrura imbuida filosoficamenre. Tengo, por cierto,

mis dudas ace rca del nuevo titulo de una filosofia de la culrura inrroducido

recienternente, Esre tftulo induce a degradar la filosofia, que gusta ocuparse

del cuestionamiento de las cosrumbres dadas 0 apenas percibidas, a una me­

ra expresi6n de dichas culruras. La reflexi6n sobre la relacion entre espacio y

cuerpo serfa una prueba de tal ejemplo.

Si consideramos el pensarniento moderno, en tanto se ha constituido ba­

jo una influencia decisivamente filosofica aSI como rarnbien teol6gica, el

tiempo parece haberle quitado la prioridad al espacio, EI mayor y creciente

prestigio del tiernpo se puede explicar por varios motives, de los cuales tres

resulran especialrnente eficientes:

• Traducci6n del aleman de Laura S. Carugati.

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159 158 TEO RiA DE LA CULTURA

1) EI tiempo parece estar mas cerca de la interioridad del espiritu, del al­

ma, de la conciencia 0 de la vivencia que el espacio. Ya en Agusdn la disper­

sion {distentio} en el tiern po conduce a una reunion (coilcctio) hasra eI proverbial ahora, hasta el instanre que reune en sf redo 10 que es, 10 que fue

y 10 que sera con la rapidez de un rayo. La pura dispersion del espacio se de­bilira frente a la convergencia de rod os y cad a uno. EI cogito carresiano con­

serva aun un apice de tiernpo, dado que solo riene exisrencia, m ientras

(qunmdiu) pensamos, pero no riene un espacio, En Kant, el tiernpo, en tan­

to forma de inruicion del sentido interne, se encuentra en la base del espacio

como forma de intuicion del sentido externo. En Bergson, la pura duracion

de la vivencia se opone al caracter espacial del tiempo a traves de represenra­

ciones ternporales lineales. Asi podriamos ccntinuar con esta enurneracion.

2) La preerninencia del tiernpo se explica en virtud de que se encuentra

vinculado con el progreso historico y que esta sujeto a una dinarnica que se

aparta clararnente de la estatica arraigada al espacio de las culturas arcaicas 0

uadicionales. 3) El impulso del tiernpo se refuerza a traves de la enajenaci6n y vacia­

miento del espacio que encueutra su jusrificacion metodica en la fisica rno­

derna, pero que al mismo tiernpo conduce a que "se rome como verdadero

ser, aquello que es lin metodo".' EI espacio no es, en definitive, otra cosa que

un receptaculo, un esquema vacio, una pura extension, cuya exterioridad se

cornpensa a traves de una interioridad reforzada. Cuanto mas exteriores son

las cosas en el espacio, mas interiores son eI alma y el espfritu. No resultarfa

del rodo inadecuado hablar del espacio como un antagonista del riernpo,

Ahora bien, hay una cantidad de indicios que sefialan un cambio formal, 10 que no quiere decir que las relaciories sencillarnenre se inviertan. Se puede

comprobar que esta jerarquia unilateral de tiempo y espacio y la correspon­

dieme division de espiritu y naturaleza cede anre una compleja disputa en la

cual el espacio participa como medio ambienre, ubicacion, lugar 0 region. Al­

gunos indicios de este cambio de oriemaci6n serian los siguienres:

I En este semido se expresa Husser! acerca de los comienzos equivocos de la fisica de Ga­

Iileo; vCase Edmund Husser!, Die Krisis der europiiischen Wissemc!Jaften lind die transzendenta­Ie l'hdnomenologie. ell: Hwserliana: Gesllmmelte W'erke -au/Grund desNachlasses verdjfintlic!Jt "lIIn HlISserf-ArcIJi/! (LO\'aina), bajo 1.1 direccion de H. L. van Breda, t. VI, La Haya/Dordrecht,

\ 954. ". 52 [trad. esp.: La crisis de las ciencias wropem y laJenomel1ologfa trasctndmtal. Batce­

ltlna. Critica. 1991J.

EL HABID\R FiSICO EN 1'.1. ESrACIO

- En la sociologia y en la biologia se introdujeron haec rnucho conceptos como media arnbienre y rnedio, que provienen del entorno de un ser vivo a

de un grupo de personas.

- En la fisica mas actual se encuentra un concepro de campo que reern­

plaza eI esquema del espacio vacio por estructuras espaciales. La teoria de la

relatividad y la teorfa cuantica agregaron algo mas al incorporar en la concep­

cion del espacio la ubicaci6n del observador, 0 sea, el concepro de proceso de

medicion. EI concepro doble de espacio-tiempo liga todo supra y suborden.

- EI anclaje lingUistico de los simbolos lingiiisricos en un campo mostra­tiuo (Karl BUhler) abre el camino a un genuine lugar del habla, La concep­

ci6n de la esceriificacion lingiifsrica rernite a un escenario de dialogo, a una

plaza publica.

- Los lugares co nmernorativos que tieuen un papel especial en las inves­

tigaciones hisroricas tempranas Ie dan una nueva significaci6n allugar, no

bajo la forma de una espacializaci6n del tiernpo que sirve a la mera presen­

taci6n esquernatica, sino bajo la forma de una inscripci6n de los procesos

temporales en el espacio, y ello bajo la forma de rastros que producen un

efecto en la memoria. Procesos de larga duraci6n se traducen en un paisaje

historico como el ambito del Mediterraneo al cual F. Braudel Ie dedic6 su

gran trabajo.

- La antropologia cultural y la etnologia, que cuenran con la simulraneidad

temporal de culturas y no con una mera sucesi6n de estas, conducen al heche

de que los puntos de vista ropograficos de la geografia vuelven a tener peso

frenre a los punros de vista cronol6gicos de la historia,

- Esta creciente imponancia de la geografia responde a un nuevo inrercs

en una geopolitica que no se puede descanar con esl6ganes ideol6gicos como

el de un "pueblo sin espacio". La tecnica de Ia comunicaci6n que es inheren­

te a una globalizacion muy invocada, pero no aclarada aun suficientel11enre,

despiena la pregunra por la espacialidad, incluso y justailleme cuando esta

amenaza con desaparecer en Ia ubicuidad propia de Internet.

- Por ultimo, habria que referirse a una practica del ane que se ha des­

prendido ya hace mucho del esquema anistico de un mero espacio de la COll­

templaci6n y que ha desarrollado multiples formas de un ane espacial en

ensamblajes, instalaciones, parques escult6ricos 0 en el land art. EI ambiente

surgido a partir de todo esro no se detiene en los limites esteticos considera­

dos enronces como sacrosantos, sino que los incorpora a su juego. EI ane del

espacio de la arquitecrura galla as! nuevos aliados que buscan evitar una esci­

si6n entre la consuuccion pol' eI ane y la consuucci6n por el fin.

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160 161 TEORfA DE LA CULTURA

- Podrfa continuar la enumeraci6n; existe la topologia en la marernatica

o la ropica en el psicoanalisis. Cuando Freud observa: "La psique es extensa:

no sabe nada de ello",2 apunta con ello a un desplazarnienro de los limites tra­

dicionales.

Por ultimo> queda la filosofla. Esroy pensando sobre todo en la fenomenolo­

gia de la espacialidad que revisa a partir de la existencia ffsica las tendencias

unilaterales de la modernidad, asi, por ejernplo, en Husserl, Merleau-Ponry,

Levinas, pero ya rarnbien en Heidegger, cuyo El ser y el tiempo se lee a lo lar­

go de extensos pasajes como Ser y Espacio, obra que mas tarde lIeg6 a ser una

ropologfa del ser. Podriamos todavfa aludir ala "topopbilie", que Gaston Ba­

chelard presento en su Philosophic de l'espace, a las "heterotopias" y "atoplas"

de Foucault, en las cuales la heterogeneidad de ordenes supone rasgos espa­

ciales, 0 final mente el rechazo de Whitehead ala localizacion puntual en favor

de sucesos espacio-rernporales que se enlazan unos con otros y se extienden

en el espacio.:'

No es mi inrencion transformar esta esquernacica presenracion en una

sintesis. Me doy por sarisfecho con establecer por ahora, a modo de una mi­nimal description. algunos rasgos principales en los cuales se pone de rnanifies­

to la relaci6n entre espacialidad y corporeidad que se volvera a considerar. La

problernatizacion de estas relaciones puesra en segundo lugar encuentra ahi

su SOSf(~n.

2 Sigmund Freud. Scbriften am dem Nachlass, en: Gesammelte werke: chronologisch geord­net. cd. de Anna Freud. c.XVII. Londres, Imago Publishing. 1941. I'. 152 [rrad. esp.: "Escriros

breves". en: Obras completes, romo 23. Buenos Aires. Arnorrortu, 2001].

, PHa el conrexto general de una fenomenologia de la espacialidad rerniro a Bernhard Wal­

denfcls, In den Netzen der Lebensioelt, Francforr del Meno, Suhrkamp, 1985. capfrulos 9 y 10.

Las cuestiones de la espacialidad y la ubicaci6n las he vuelro a considerar en el conrexro de mis

csrudios sobre el extrafiarniento; vease la inrroduccion a Topographic des Fremden: Studien zur I'hiillomenologie des Fremden, c. I, Francforr del Meno, Suhrkamp, 1997. y rambien el capltu­

10 9: "Frerndorte". Especialrnente vinculado a la arquirecrura, vease Sinneschwellen: Studien

zur Phdnomenologie desFremden, r. 111. Francforr del Meno, Suhrkamp, 1999. capirulo 9: "Ar­

chirekrur am Leirfaden des Leibes". En este lugar continuo con las ulrirnas reflexiones men­

ciouadas segun una perspecriva mas general. La teoria de la corporeidad que presenro ahf como

base sc desarrolla deralladamenre en otro lugar (Das leiblicbe Selbst, ed. de R. Giuliani. Franc­

(orr del Meno. Suhrkamp. 2000).

EL HABITAR FfsICO EN EL ESPACIO

Marcaciones espaciales

La revision de la concepcion del espacio que estaen curso desde hace mucho

cuesriona fundamental mente dos axiomas, a saber: la suposicion de que el es­

pacio es un esquema vado can ayuda del cual nos representarnos el estar junto

yel estar separado de las casas, y la suposici6n de que el espacio es un recep­

raculo vado que se ha de llenar con cosas flsicas e, incluso, con nuestro pro­

pio cuerpo. Tal como me prapongo dernostrarlo, el cuerpo es justarnenre el punto de inflexion crucial que exige y hace posible una revision. EI habitar

en el espacio no se puede pensar sin una pertenencia interior de los habiran­

res allugar en el que permanecen.

1. Aqui

Comencemos con el aqui. ,Donde es aqul? Resulta una pregunta curiosa es­

perable en nifios, papanatas. locos 0 filosofos, La pregunta sugiere que ya se

tiene un espacio, en el cual se ordena el aqui como un lugar espacial entre

muchos otros. Sin embargo, ,donde es aqui? Aqui es ellugar donde, en cada

caso, se encuentra aquel que dice "aquf" 0 pregunta por el aqui. EI "aqui" per­

tenece a las asi lIamadas palabras defcticas, a las expresiones de significado

ocasional 0 demostrativas. Lo que elias denoran s610 puede sefialarse in con­creto. Quien no entiende a partir de la propia experiencia donde se encuen­

tra aquel que dice "aqul" no comprende que significa esta expresion. Un

"aquf" sin ubicaci6n seria un gesto lingliistico vado. Su conrenido enunciati­

vo equivaldrfa a un mapa que no servirfa de nada hasta que quien 10 use no

supiera cual es su propia ubicaci6n en el mapa. EI aquf marca un rnornento

en el contenido enunciative ((nonce; en el cual el proceso de enunciaci6n

(enonciation) aparece como el punto rojo de ubicacion en el mapa. La deter­

minacion del donde no se puede separar del quien del hablante, que se expre­

sa aqui y no en otro lado. Observemos esre encontrarse como expresion de

una corporeidad que no es propia, ni de un puro espfritu, ni de una mera co­

sa, asf se muestra una primera relaci6n entre espacialidad y corporeidad y jus­

tamente esta relacion encuentra su expresion linguistica en el "aqui". Ellugar

del cuerpo constiruye al mismo tiempo un lugar genuino del discurso en el

cual algo se muesrra y se enuncia. EI aquf del discurso no surge del espacio

mencionado en la misma medida que el ahora del discurso no surge del tiern­

po mencionado.

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TEORfA DE LACULTURA

2. Ejes espaciales

EI aqui corporal actua sirnultaneamenre como punro de orienracion, del cual

toman su punto de partida diversos ejes espaciales como arriba-abajo, adelan­

re-atras, derecha-izquierda. EI aqui espacial constituye, como nota Husser! en

alusion al eje de coordenadas maternaricas, un punto cero, debido a que no

puede ser ordenado en ninguna de las alternativas mencionadas. En sentido

esrricro, el aqui no marca un punro, tampoco un centro como si el cuerpo si­

tuado aqui estuviese ubicado exactamente entre derecha e izquierda. EI pun­

to cero no signiflca ningun lugar en el espacio, tampoco en su centro; el

marca un lugar en el cual surge un orden espacial junro a sus implicaciones y

connoraciones. El punto cero que regresa en Roland Barthes como "grado ce­

ro de la escritura" equivale al punto ciego de la vision. Es ellugar donde tie­

nen lugar el ver y tambien el hablar, Esre lugar adquiere asi rasgos de un

no-Iugar y remite al extrafiamienro del espacio aun por tratar,

Si consideramos las distintas orientaciones espaciales, enronces se ve que

rodas elias estan sobredeterminadas y al mismo tiempo sometidas a una valo­

racion en la cual se traducen determinadas representaciones de orden. Esto ya

erupieza con arriba y abajo. Este eje vertical surge del andar erguido que nos

obliga a sostener la cabeza en alto y a manrener los pies sobre la tierra. La fl­

gura mirica de Anraios, que pierde su fuerza en cuanto abandona el suelo, ha­

ce referencia a este simple hecho, Tarnpoco desaparece cuando nos elevamos

en el aire; incluso la perdida de la gravedad en la capsula espacial remite al

suelo del cual se ha despegado el astronaura." La valoracion de arriba y abajo

no es univoca. A la supervision orientadora se opone el seguro subsrrato; er­

guirse y yacer se intercarnbian. Arriba y abajo se pueden elevar hasta la em­

paria de altura y profundidad en la cual nuestra mirada se evapora y el suelo

se hunde en el abismo, La vertical vuelve en la estatica de la construccion y

la asirnettla de un arriba y abajo ffsico se refleja en techos y pisos, en altillos

, Vease el texto de Husserl "Crundlegende Untersuchungen zum phanornenologischen ~.

Ursprung der Riumlichkeir der Narur", en: Marvin Farber (comp.), Philosophical Essays in Memory ofE. Husserl, Cambridge (EE.UU.), Harvard University Press. 1940. No solo se ha

enconrrado en Merleau-Ponty, Le visible et l'inuisible, Pads, Gallimard, 1964; en aleman, Das jSichtbare lind das Unsichtbare, rraducido por R. Giuliani y 13. Waldenfels, Munich. Wilhelm

fink Verlag, 1986 [rrad. esp.: Lo visible y 10 invisible. Barcelona, Seix Barral, 1970J; de la ver­

sion francesa p. 312, de Ia version alemana p. 325, sino rambi"n en la consideracion de Viri­

lio. £1 manuscriro que esr,i en la base de esre rexto riene en Husser! el siguienre rlmlo: j"UnlSturz der kopernibnischen Lehre: die Erde als Ur-Achse bewegr sich nichr".

j

EL HABITAR FisICO EN EL ESPACIO

y soranos. La jerarquizacion hacia arriba y abajo que produce un desnivel so­

cial invita a una inversion por la cual todo vaya "para cualquier lade", sans

dessus dessous. La idea en Heraclito de que el camino hacia arriba y hacia aba­

jo es cl mismo supone ya un criterio que anula las diferencias cualitativas, en

tanto homogeniza las distancias, Esta homogenizacion perrenece a nuestra

cotidianidad tecnica. Quien sube con un ascensor no se siente generalmente

como un alpinisra, aunque el vertigo producido por los mareos tampoco se

puede evitar en el caso de las escaleras rnecanicas y aerosillas, y ni hablar del

miedo que produce volar, que nunca puede ser superado totalrnente por me­

didas de seguridad. El miedo revela que la experiencia ffsica no puede redu­

cirse totalmenre a diferencias de altura relativas.

La diferencia entre adelante y arras tiene su soporte ffsico en el heche de

que el hombre tiene un rostro, es decir, no solo ojos que yen 10 que tenernos

delante, sino tam bien una mirada que hace posible un intercambio de mira­

das y que en la prevision, consideracion 0 indulgencia* trauscurre por un

cornpleto escenario de miradas. Lo que esta a nuesrras espaldas no despierta

la misma atencion; sin embargo, el hecho de que haya algo a nuestras espal­

das transforma el espacio en un ambito que nos rodea y que no se alza [ren­

te a nuestro ojos como una pantalla. La vulnerabilidad a fa que esramos

librados en tanto seres ffsicos esta sujeta a su vez a una determinada polari­

dad; hay ataques fronrales, pero tarnbien otros que nos sorprenden por arras.

Esro corresponde en la estrategia clasica rnilitar al doble sentido de vanguar­

dia y retaguardia. En arquitectura, esta dimension nos sale al encuentro en

forma de fachada anterior y fachada posterior, frente y contrafrente.

Por ultimo. queda la distincion entre derecha e izquierda. Como ya en­

fatizo Aristo telcs en la Etica a Nlcomaco.' la readaptacion convencional de

diestros y zurdos les brinda posibilidades mas arnplias, que tarnbien se nos

presentan en la doble circulacion por derecha y por izquierda. En el caso de

orros organos, por ejernplo, los ojos y los ofdos, la diestra y la siniestra no

tienen especial importancia. Sin embargo, las investigaciones dedicadas al

cerebro rnuestran que la orientacion derecha-izquierda del cuerpo no es in­

tercambiable, sino que esta sujeta a una determinada asirnerrfa. A ello se agre­

• Los rerrninos prevision (Vorsiclu), consideracion (R'lcksicht) e indulgencia (N,'chsicht) es­

ran compuestos en alem.in por la palabra Sic/It, que significa mir<lda, y un "refija que da en

cada caso cl senrido espedfico 3 la "alabra compuesra. No he podido conservar en casrellano

una ralz comun a los [res rerminos que refiera a Ia nocion de mirada. [N. de T.] S Arisroreles, iltica a Niconltlco, v, 10.

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164 165 TEORfA DE LA CULTURA

gan costumbres culrurales, por ejernplo, el rrazo de la escrirura, que no deja

de afecrar nuestras costurnbres visuales generales, e inc1uso el ingreso en el es­

pacio de la imagen. Finalrnenre, la distinci6n entre derecha e izquierda esta

llena de connotaciones morales, legales y polfticas, desde la resonancia de las

expresiones "por derecha" y "por izquierda" hasta la ubicaci6n de las bancas

parlarnenrarias, que significativamence Ie reserva el lado izquierdo a los par­

tidarios del cambio; alii donde "derecha" vale como 10 normal, con la izquier­

da se vincula una posici6n alternariva y rebelde. EI heche de que en una

epoca los zurdos fueran reeducados y que la mana derecha fuera llamada "la

mana bella" pertenece al t6pico del decoro, que refleja una moral del cuerpo

y una polfrica del cuerpo deterrninadas. Hoy en dia, la polfrica de las rnino­

rfas ha alcanzado tambien a los zurdos que se hacen escuchar por medio de

revistas propias. Tarnbien es conocida la proliferaci6n de esgrirnisras y tenis­

tas zurdos. La divergencia conduce aqui al enriquecimiemo.

Los ejes espaciales segun los cuales se orienta la ubicaci6n espacial no

constiruyen, sin embargo, una esrructura espacial fija en la cual nuestro cuer­

po estaria atrapado como en una cuadrfcula. Las direcciones surgen a partir

de un rnovirnicnro orienrador por eI cual una direcci6n espacial puede trans­

Iormarse en otra; asi, por ejernplo, en eI caso de la cafda, en la cual alguien 0

algo pierde su apoyo, 0 en'el movimiento de la resurrecci6n 0 de la reinsrau­

raci6n, en eI cual se repone un estado anterior, Estos "hacia arriba" y "hacia

abajo" conllevan una rica simbologia, que abarca desde la caida por el peca­

do 0 la caida del alma en el cuerpo hasta precios y cursos en alza 0 baja, y que

deja traslucir una labilidad en expresiones como irrupci6n, caida, accidence 0

incidence,* que tam bien tienen un matiz flsico. Debe recordarse que s610 un

cuerpo que esta orienrado hacia arriba y hacia abajo puede caer; la inrerpre­

taci6n del rnovirnienro espacial susceptible de ser medido flsicamence, que

Galileo esrudio desde la Torre de Pisa como una forma de la caida libre, pre­

senta en senrido estricro un anrropornorfismo. No se moviliza unicamente la

oriencaci6n vertical hacia delanre y hacia arras. Esto sucede en eI volverse y

alejarse, como rarnbien en el adelancar y rerroceder, sin 10 cual no habria ex­

periencia articulada alguna, sino s610 un todo informe. Finalrnenre, eI giro

conduce a una translocaci6n de derecha e izquierda. EI ubicarse esta asi suje­

to a un proceso abierro que conrinuamente es descarrilado por desviaciones.

• Los rerminos aqui enumerados en aleman (Einfail, Riickfail. Vnlail, ZlIlail) rienen en co­

mun la palabra Fail, que significa caida, caso. Del agregado del prefijo en cada caso resulran

esras nociones, que en castellano no conservan esa unidad. [N. de T.]

EL HABITAR FfSICO EN EL ESPAClO

En ningun casa se rrata de un mero movirniento en el espacio, sino de un movimiemo que permite que surja un espacio.

3. Cercania y distancia

Este movimiento que constituye un espacio continua en el acercamienco y

el distanciamienco, que produce una forma escalonada de la cercania y la distancia. Esta cercania y distancia no descansa s610 en trechos mensurables

entre distintas cosas, sino que ella se mide segun los medios y las recnicas del

traslado. Un espacio atravesado fisicamence no es un mero espacio vado en­

tre cosas, sino un margen denrro del cual esta anc1ada nuestra capacidad fI­sica. Paul Virilio distingue respecrivarnenre entre cercania inrnediara, que

esra ligada al rnovimienro del cuerpo; cercania rnecanica, que depende de

dererrninados medios de transporte como la diligencia, el auto, el avi6n 0 el

ascensor; y cercania elecrronica, que es alcanzada con la velocidad de la luz

y que amenaza con transformarse en una absolura cercania. (La distancia sig­

nifica un lugar donde aun no estarnos, pew en el cual alguna vez esrarernos,

o acompafia a cada acercamienco como una sombra? (Existe una distancia inalcanzable?

4. Adentro y afuera

Si el aqui no fuera otra cosa que punto de oriencaci6n y punro de parrida pa­

ra los movimiencos que se despliegan en distintas direcciones con velocidad

cambiance, entonces el aqui serfa al fin y al cabo una y otra vez un donde re­

larivo en un espacio abierro e infinite al que Ie corresponderia una mirada

desde ningun lado. Una relarividad tal se quiebra recien cuando algo 0 al­

guien esran en su lugar, es decir, cuando ellugar local se ahonda en un lugar

propio, cuando aquello que ocupa un lugar se encuencra en si mismo en ese

lugar. EI aqui se transforma de este modo en un lugar de permanencia. Lo

mismo esta supuesto en el discurso del aqui; el hablance no se refiere con el

a un lugar cualquiera, sino al propio lugar en el que tiene lugar el discurso.

Esta autorreferencialidad surge de una peculiar delimiracion, de una delirni­

tacion incerna y externa, que no perrnire merarnente el surgimienco de dos

lugares del mismo valor, sino de un adenrro y un afuera, de un ambito inre­

rior y un ambito exterior. Expresado lingufsricamenre, el interior esta marca­

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Page 8: Waldenfels Bernhard_El Habitar Fisico en El Espacio_Teoria de La Cultura

166 TEORfA DE LA. CULTURA

do: el interior no es un mero elemento de diferenciaci6n, sino que es ellugar

donde se produce la delimitaci6n. Interior es aquello donde alguien 0 algo se

separa. En la determinacion del espacio como receptaculo que tiene un con­

tenido recienternente aludido, 0 en la determinaci6n de la espacialidad como

separacion, ya esta supuesta la irreducible diferencia de interior y exterior. 6 EI

interior riene sentido para un sf mismo que se encuentra aquf, se expresa ori­

ginariamente en el modo como alguien dice "aquf" y "alia". La diferenciaci6n

social entre propio y extrafio adquiere a partir de alii un caracrer t6pico que

va mas alia de un plano meramente metaf6rico y alcanza una genuina "topo­

logla de 10 extrafio", La delimitaci6n comienza a su vez en el propio cuerpo

con la piel como superficie de limite y contacro, EI ambito interior corporal

se expande. Tal como suelen caracrerizarse las herrarnientas como prolonga­

ciones del cuerpo, la vivienda significa una expansi6n del ambito corporal in­

terno y propio. Cornponentes arquitect6nicos elementales como la pared y el

muro, 0 incluso los limites de la ciudad 0 del pais, presuponen esta diferencia

inevitable entre adentro y afuera. Tales limites pueden ser trazados en forma

rna, estrecha y mas amplia, pueden mostrar una mayor 0 menor perrneabili­

dad, la permanencia en el espacio puede tomar formas mas estables 0 m.is

m6viles; sin embargo, todas estas son cuestiones que nacen solo en el suelo

de una determinada place identity.

5. Completitudy vacio

El modo como alguien 0 algo adopta su espaeio y comparte lin espacio in­

terior cornun con otros oscila entre la cornplerirud y el vacio; la distribuci6n

en el espacio rnuestra un determinado grado de densidad. Uno se puede en­

co ntrar en un ambience oprimido 0 perdido; una vivienda puede estar aba­

rrotada de cosas, como una vivienda burguesa del siglo XIX, 0 puede estar

vacia, como una recarnara de monje. La voragine de una gran ciudad esta en

contraste con la extension yel descampado de un paisaje desertico, yen cier­

ta medida este contrasre se repite en el rirmo dia-noche de nuestras ciuda­

des. Calles y plazas vadas por las neches lucen como si hubiesen sido

(, Vcase J1 respecto la pretension de Bachelard de una "Phanorncnologie des Prafixcs Ex",

en: Gaston Bachelard, La poetique de l'cspace, Paris, rUF, 1957; ed. alemana, Poerikdes Raumes, [fad. de K. Leonard, Fr.incfort del Mcno, 1975; version francesa p. 178, version alernana p.

225 [trad. esp.: La poetica del espacio, Mexico, FeE, 1965J.

EL HAlIITAR F[SICO EN EL ESPACIO IG7

pintadas por De Chirico. Dado que la compleritud y el vacio del espacio se

miden segun el grade de contraste social y de circulaci6n espacial, la densi­

dad no se puede medir en unidad pOI' metro cuadrado. EI placer por la so­

ciabilidad y la capacidad para ello juegan un papel imporranre. Abundancia

y vado resultan p61vora de canon para conflicros de espacio. Este heche en­

cuenrra su expresi6n mas acertada en la comparaci6n de Schopenhauer del

comportamienro social humano con el ccmportarnienro de los puercos es­

pines, cuyas espinas les impiden acercarse demasiado los unos a los otros cuando van en busca de calor rnutuo.

6. Division del espacio

Con la cornpletitud yel vado esta en ultima instancia emparentada la dispo­

sici6n del espacio; tanto la distribucio n de los espacios como la distribuci6n

de las cosas en el espacio, Esto coricierne a la disposici6n de las viviendas co­

mo a los pianos de parques y ciudades. Las ciudades pueden adquirir una for­ma geometrica 0 laberintica; a la centralizaci6n en torno del agom, foro,

plaza, iglesia central 0 "ayuntamiento", se oponen disposiciones urbanas se­

riales y policenrricas. Mientras los nornbres de las calles juegan con rerninis­

cencias historicas, los numeros de las calles Ie dan una prioridad directa a la

orientacion espacial. Los habitanres de las ciudades desarrollan de este modo una conciencia espacial diferenre."

Entre el lugar y fa ausencia de lugar

EI regreso del espacio no significa que volvernos al espacio como a una parria

reenconrrada en la cual rodo, incluso nosorros mismos, tendriamos un lugar

seguro. Como ya se ha sugerido reiteradamenre, este espacio reencontrado no

sali6 de un rnolde, como tarnpoco nuestro cuerpo. No s610 hay diferencias en­

tre un espacio y otro, sino tarnbien desplazarnientos, fisuras y grietas dentro

de la espacialidad misma, de modo tal que jarnas algo 0 alguien estan absolu­

tamente en su lugar. Las siguientes cuestiones se vinculan con las marcacio­

nes espaciales presentadas anteriorrnente e inrentan a partir de ahi traer a la

7 Vease al respecro mis reflexiones acerca de la grail ciudad moderna en Der Staclicl des Fremden, Francforr del Meno, Suhrkamp, 1990, capitulo [5.

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168 169 TEORiA DE LA CULTURA

luz algunos puntos neuralgicos de la vivencia y la forma del espacio como

diagnosrico de la epoca.

1. Aquiyen otro lado

iDonde esroy? Si la pregunta se pudiera contestar unfvocamente, no se po­

drla ni siquiera postular, La pregunta misma supone por 10 rnenos una dis­

tancia minima con ellugar en el cual se posrula. Ellugar de la pregunta no

coincide con ellugar preguntado. Estoy aquf en Stuttgart, pero tarnbien es­

toy aquf cuando esroy en otro lado. Si definimos el aqut ffsico como ellugar

a partir del cual se dan rodos los movirnientos espaciales yen eI cual esta an­

dada toda orienracion, entonces hay que agregar que en tanto seres ffsicos

nunca echarnos andas. Incluso la permanencia en un lugar rernire al rnovi­

miento que se deriene; estarnos parados y nos quedamos parados en un espa­

cio, pero no como un vaso de vino y tampoco estarnos arraigados al suelo

como un arbol, Esta ambivalencia en el estar-aquf conduce a que nuestra

existencia espacial se rnueva entre dos exrrernos. La siruacion anterior puede

contraerse en un deterrninado lugar fijo y hasta puede desaparecer en una di­

fusa espacialidad. Este doble rnovimiento llrnite conduce a un debilitarnien­

to polar del aquf ffsico que se acerca en mayor 0 menor medida a su

supresion, Con la fijacion absoluta, el aqul se transforma en un orro lado

dentro del espacio, cuyas Fuentes estan derramadas, y con la absoluta volati­

lizacion, el aquf desaparece en un por doquier que esra eximido de roda si­

tuacio n. Esro es una de las causas del carresianisrno, que contrapone al

interior espirirual sin exterior un exterior cosico sin interior.

La escisi6n que se presenta aqui nos sale hoy al encuentro especial mente

bajo formas tecnologicas. Lo que lIamamos globalizacion es seguramente un

fenorneno complejo, pero sin duda tam bien un fenomeno espacial. Un aspec­

to importance consiste en que ellugar de residencia ffsico-espacial se vuelve

lireralrnente indistinro. EI aquf coincide con el apendice de una rnaquina 0

con una central de comando: aqui es donde esra eI boron que presiono. La

ubicuidad restirnoniada tecnicarnente arroja su sombra politica; los foros po­

liticos pierden imporrancia. Tal posibilidad ya se encuentra sugerida en el

Teeteto, de Platen: eI filosofo enamorado de la conrernplacion aparece como

alguien que solo vive en la ciudad con su cuerpo· rnientras el espiritu yel al­

ma vagan por el universo, un universe que sufre en Internet una nueva con­

cepcion recnologica, No resulra un rnisrerio que esta ubicuidad rarificada

EL HABITAR FiSICO EN EL ESPACIO

recnologicarnente sea compensada de muchas maneras a traves de una posru­

lacion forzada de 10 aurocrorio. EI provincialismo y la globalizacion no se ex­

cluyen, por el contrario, se refuerzan muruarnenre. EI discurso sobre la global

village adquiere un sentido equfvoco y escondido no deseado. (Se trata de la

mundanizacion del pueblo 0 de la pueblizacion del mundo? En esre extre­

mado ir y venir se rnuestra la duplicidad de nuestro cuerpo, que en tanto tal

abre y comunica un mundo en el cual se rnanifiesta al mismo tiempo como

cuerpo. De la autoduplicacion de una existencia ffsica que ve y toea y al rn is­

mo tiempo es vista y rocada surge una duplicacion espacial que Helmut

Plessner caracteriza como "posicionalidad excentrica". Yo estoy al mismo

tiempo aquf y en otro lado, y jusrarnenre esro atafie al modo de ser del cuer­

po. Si Ie concedemos al si mismo espacial una place identity, en tonces hay

que adjudicarle al mismo tiernpo una dererrninada place non-identity. Cada

tapas, en tanto lugar que ocupamos, esta enrremezclado con una cierta ato­

pia, ausencia de lugar, y jusrarnenre esro abre la posibilidad de multiples he­

teropias que no se induyen unas en otras como espacios parcelados ni en un

rodo, ni se pueden forzar en un unico sistema de coordenadas.

2. Actualidad, habitualidad y uirtualidad del movimiento fisico

Se presentan problemas sirnilares cuando consideramos nuestro propio mo­

virnienro con el que atravesarnos el espacio. Considerado temporalmente, el

lugar donde puedo esrar apunta a un ambito de posibilidades futuras, mien­

tras que ellugar donde estuve se corporiza en el aquf actual. La existencia es­

pacial contiene de esre modo una densidad temporal. En el transcurso de una

hisroria del cuerpo se condensa el aquf actual del cuerpo actual en un aqui

habitual del cuerpo habitual. La orienracion flsica y el movimienro Fisico es­

tan andados en la cosrumbre ffsica. Esto rige para todos los casos en los que

nos movernos espontaneamente sin la ayuda de mapas y bnijulas. En las pri­

meras paginas de la Recherche de Proust, eI narrador cuenta su dificultad pa·

ra ubicarse al despertar en una pieza de hotel desconocida; 10 que 10 ayuda a

salir de esta confusion no es ni un saber constatable ni un dispositive recni­

co, sino que se rrata de los miembros del cuerpo que acruan de "guardianes

del pasado" y que con el redescubrimiento del lugar perrniren tarnbien que

resucite el sf mismo ubicado en un lugar. Serfa muy grave si nuestra ausencia

matinal del espiritu esruviese reforzada por una ausencia fisica igualmente

profunda. Por otra parte, se abren ambitos de un cuerpo virtual que siernpre

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Page 10: Waldenfels Bernhard_El Habitar Fisico en El Espacio_Teoria de La Cultura

170 171

TEORtA DE LA CULTURA

se encuenrra en otro lugar, a saber: alh donde 10 lIeva su deseo, donde sus ex­

pectativas, sus ternores y descubrirnientos extienden sus anrenas. Tarnbien

aquf se trata de diferentes consideraciones y posibles escisiones. La polaridad

del nomadismo yel sedenrarisrno, que corresponde a los primeros inicios del

genero humane, oscila entre los extrernos de la posibilidad de un absolute

deambular y un exceso de sedenrarismo. "Sentido de posibilidad" y "senrido

de realidad" no se contradicen, pero sf pueden excluirse uno a otro. Si au­

menra demasiado el "sentido de realidad", entonces nos acercamos a una rea­

lidad sin posibilidades abierras; si, por el contrario, aurnenta dernasiado el

"sentido de posibilidad", corremos el riesgo de una virtualidad sin anclaje en

la realidad.

Este doble aumenro hacia cad a extremo 10encontrarnos en casos clinicos.

En la orientacion espacial, el pacienre no puede prescindir, por una pane, de

los detalles concretes que adquiere a traves de operaciones manuales en ran­

to, por ejernplo, sigue con la mana una figura optica. Por otra pane, posee

conocimienros -por ejernplo, el conocimienro de los nombres de los colo res,

los nornbres de los lugares y los nombres de los dfas de la semana-, sin que

por eso los pueda aplicar en un caso concreto. Las operaciones motrices y el

saber intelectual se bifurcan. 8 Parece estar fuera de dudas que el explosivo de­sarrollo de la recnologia moderna estimula mas fuerternente el sentido de po­

sibilidad abstracto y prerende posrularlo como senrido de realidad concreto.

Si nos quedamos en el ambito de los espacios geograficos, surgen compara­

ciones curiosas que hacen estallar cualquier crirerio de cornparacion. Cual­

quiera que sobrevuele Los Andes en avion seguramenre dispo ndra de un

ambito de posibilidades mayor que Bolivar, que cruzo la Cordillera con enor­

me sacrificio junto a sus tropas y tropezo con dificulrades que vistas desde la

perspectiva de un pajaro ya no son tales, Sin embargo, ~que se puede decir,

por otra pane, de un pasajero que cruza las Rocky Mounrains de su propio

pais sin dignarse a echarles una mirada, incluso sin siquiera idenrificarlas?

2No se compona como un paquere que es transportado por el aire sin mover­

se? La disrninucion de posibilidades y la multiplicacion de posibilidades pro-

x Vcase al respecto cI caso Schneider esrudiado por K. Goldstein y sus colaboradores, al

cual Merlcau-Ponry se refiere rciteradamcnre, entre otros lugares en su capitulo "Raumlich­

keit des cigcncn Leibcs und die Mowrik". en: Mauricc Merleau-Ponty, Phenomen%gie de /a

perceptiol/, Pads, Gallimard, 1945: ed. a1clllana, Phiillomen%gie der Wahrnehml/ng, 1966,

trad. de R. Boehm [trad. esp.: Fenolllell%gia de /a percepcion, Mexico, feE, 1997]. En este

capiwlo cs especialmentc imporrante el rol que juega eI motivo del habitar ell eI espacio.

EL HABITAR FISICO EN EL ESPAClO

ducen una curiosa alianza cuando se acerca la realizacion de la mera disolu­

cion de efectos. Los pilotos que se mueven en el campo de radar y que en su

cabina presionan el boron ~arrojan realmenre bombas a Irak y a Serbia? ~Es­

raban realmente alii? La recnologia moderna no solo nos obliga a revisar

nuestro concepro de accion para ser justos en 10 referenre ala releaccion, si­

no que nos compele a reflexionar otra vez acerca del movimienro fisico yacer­

ca de nuevas parologias.

3. Lugares conmemoratiuos

EI ejemplo mencionado de la costumbre fisica habla ya en contra de la divi­

sion del tiernpo en tiernpo interne y tiernpo externo, como si el primero es­

tuviese vinculado al espiritu y el segundo, a las cosas. EI cuerpo no actua

solamente como herramienra originaria, sino tarnbien como insignia origina­

ria e inscripcion originaria. Sus cicatrices y arrugas no se retrotraeu a una es­

pacializaciori del riempo, sino que en elias se corporiza el poder del riempo

que nos per mire envejecer y que deja sus huellas en eI cuerpo. Las lineas que

surcan la cara y las manes no son impronras que fijan algo, sino inscripcio­

nes que realizan algo. Acosrumbramiento significa, frenre a ello, un cooperar

con eI riernpo; algo se graba, puesro que 10 hacernos, escuchamos y decimos

una y otra vez. En tanto nos movernos fisicamenre en un ambito espacial, en

tanto 10 atravesarnos y coristituirnos, tarnbien participa el ambito cosico en 1'1

corporizacion espacio-temporal del pasado. La sentencia de Virgilio "liabent [atum libclli" se puede reformular no s610 como" habentfiat/In res" ("las ca­

sas tienen su destino"}, sino que puede completarse con la otra senrencia:

"sunt lacrlmae rerum" ("las cosas tienen sus higrimas"). Esas cosas, cuyo len­

guaje hernos olvidado de muchas maneras, son desde ya mas que instrumen­

tos y objetos culturales que aparecen en eI espacio; son centres de irradiacion,

estrellas terrenas, por asl decirlo, que expanden un espacio a su alrededor.

Tarnbien el desasrre y la mala esrrella forman pane de ello. Cuando eI presi­

denre Arpard Goncz asegura que eI rraslado de lmre Nagy en 1989 fue eI mo­

mente mas grande de su vida -un memento, cierrarnen te, en eI que "ln

historia' revise su juicio-9 apunra a que la historia se inscribe en un espacio

donde riene lugar formalmenre. EI campo de baralla de Warerloo, las ruinas

9 Asi se expreso en un reportaje del lOde novicmbre de 1999 en eI Siiddel/tscbe Zeitlwg.

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172 173 TEOR[A DE LA CULTURA

de Dresden 0 el muro de Berlin acnian como lugares de la memoria del mismo modo que los sentimental places en la vida personal. Los monumentos con­

memorativos se marcan a fuego como las cicatrices, antes de ser arrebatados al olvido a rraves de los monumentos erigidos artiticialrnenre _y puesros al fi­

nal de nuevo en sus manos-. Toda cultura del recuerdo depende del modo y el grade de la materializaci6n de aquello que es olvidado y recordado. La transformaci6n del olvido inducida tecnol6gicamente en una disoluci6n sin rastros Ie quitarfa el suelo a toda conmemoracion y a rodo rnonumento. Lo

rnismo rige para el operar funcional con equivalencias que hacen todo y ca­da cosa sustituibles. Los lugares conmemorativos y los monurnenros suponen

un mfnimo de singularidad, para la cual no hay sustiruro. A un trabajador cualquiera no se Ie erige un rnonumenro, De este modo, los mitos y las le­yendas que merodean alrededor de lugares fundacionales poseen un micleo

de verdad que no se puede quitar con ningun tipo de explicacion hist6rica ra­cional. La Recherche de Proust significa al mismo tiernpo una busqueda del

riernpo perdido y una busqueds de los lugares perdidos; sin el legendario Combray, para el narrador no habria nada que buscar. Lo mismo vale para lugares de desgracia, como Buchenwald en Semprun, que en la ironica refrac­

cion de un Hermoso domingo vuelve a la escena del crimen publico. Actual­mente, la estacion de rren ubicada en direcci6n oeste derras de Chartres hace

recordar con su nombre doble, Illiers-Combray, allugar imaginario de la in­fancia de Proust. De otro modo, aparece detras del nombre Ettersberg, que nos resulta conocido de las conversaciones de Goethe con Eckermann, el nombre tiznado de Buchenwald.

4. Telepresencia

En mundos ordenados tradicionalrnenre, como el cosmos griego y el teatro universal medieval, la cercanfa y la distancia se graduan segun cuanro se acer­

que ellugar de referencia y de ubicacion correspondiente a la ornnipresencia del todo, En esta rradicion se habla de "cfrculos de vida" ordenados concen­

tricarnenre que se expanden desde el mundo cercano conocido hacia un mundo lejano ordenado.!" Este orden del mundo concentrico se tambalea en

la modernidad cuando, por una parte, se suplanra el geocenrrismo propio de la experiencia Intima por un heliocentrismo resultado del calculo y, por la

HJ Vease aI respecto In dm N~tzm da L~bmswdt. op. cit.• p. 202.

EL HABITAR F(SICO EN EL ESI'ACIO

orra, cuando el cosmos y el teocentrismo tradicional esralla en una rnulripli­cidad de egocentrismos. Lo decisivo en ello es, mas que el egocentrismo que se ha de juzgar moral mente y que Ie da prioridad al propio yo, el hecho de que la cercania y la disrancia son pensadas desde la posibilidad de una domi­nacion del espacio, EI dominio sobre el mundo que Descartes Ie adjudica al hombre como tarea incluye eI dominio sobre el espacio, Ya en la creacion de una perspecriva central que configura el espacio desde un punto de vista uni­tario, la distancia aparece como el punro de fuga al cual eI rnovimiento se acerca infinitarnenre sin alcanzarlo nunca. Se podria pensar que la tecnologia aporta tarnbien aqui su ayuda. Rernirarnonos una vez mas a la vision dromo­logica de Paul Virilio. La cercania producida elecrrornagnericamenre, que consisre en que lIegamos a rodos lados con la velocidad de la luz y en que vi­vimos eI suceso mas lejano en "riernpo real", parece nivelar la diferencia en­tre aqui y alla a favor de una telepresencia inrroducida tecnologicarnente, que se parece basrante a una omnipresencia divina -si no romarnos en cuenra los cortes de energia, las escasas conexiones, los rastros de cansancio, el aburri­rnienro y otros resros terrestres similares-. No hay ninguna razon para demo­nizar la posibilidad de una relepercepcion en la cual estan incluidas las posibilidades de una teleaccion. Los relernedios no s610 perrenecen ya hace mucho a nuestra vida coridiana, sino que estan perrnanenremenre presentes en los ambiros especiales de nuestro mundo de la vida, de modo tal que una escena de la calle se puede transforrnar en un instanre en una escena del rnu n­do: "La escena se vuelve tribunal". Una "movilidad en e1lugar"ll nos perrn i­te estar al mismo riernpo aqui y en otro lugar. La cuestion es solo que signiflca esre cambio de la distancia en cercanla, que signiflca esta telepresencia y ha­cia donde conduce. Esto depende, a su vez, de como nos manejamos con la

cercania y la distancia. Cuando leemos, en eI Divan de Goethe, "Ninguna distancia te dificulra",

una cercanfa que terrnina en el "rnuere y lIega a ser'' de la rnuerte de las lla­mas, 0 cuando Paul Celan entona una alabanza a la disrancia que surge en la "Fuente de rus ojos", en la disrancia de una mirada con la soga del verdugo en mente, seguramente se alude a mucho mas que a la mera superacion de dis­

tancias que poncn rerrnino a mis posibilidades. Esra disrancia no tiene sirn­plernenre algo que ver con la television 0 el efecro remote, sino con un deseo

II Vease Paul Virilio, F11lc!.>tg'schwindigkdt. trad, al aleman por B. W'ilczek. Munich. Carl

Hansen Verlag, 1996. p. 34 [uad. esp.: La v~locidad d~ La iib~rtIritJn, Buenos Aires. Mananrial,

1997],

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175 EL HABITAR rrsrco EN EL ESPACIO 17,] TEORIA DE LA CULTURA

que comienza en 10 exrrafio, alii donde no soy ni puedo ser. La disrancia, que

surge del cxtrariamiento de la mirada ajena y de la pretension ajena, se presen­

ta como una imposibilidad vivida. Un mirar que esta incitado por un deseo de

ver y que no registra merarnente datos neutrales panicipa de esta imposibili­

dad. Asi 10 nota Mcrleau-Ponry en su obra tardfa, en la cual lo visible es soca­

vado por 10 invisible, "que el ver es television, trascendencia, crisralizacion de

10 imposible".12 ,Como seria un media que mediara 10 inmediato, que hicie­

ra posible 10 imposible? Par momenros pareciera que los nuevos medios estu­

vicrau pensando en recrear nuevarnente el juego de Pigmali6n y en idear de

modo maravilloso una obra de arte que se mueva por sf misma. Sin embargo,

eI verdadero problema no yace en la relepresencia que potencia nuestras pro­

pias posibilidades basta la falta de distancia, sino en la teleausencia que se sus­

trac al propio acceso. Si 10 extrafio estuviese alii, no seria 10 que es. Incluso una

c.imara de video que no solamentc graba nuestra voz y nuestro carraspeo, si­

no tam bien cI pestafiar y el fruncir el cefio, fracas a en la mirada que es algo

m~{s que 10 vista, fracasa en la voz que es algo mas que 10 escuchado, debido a

que la mirada y la voz ahuyentan, incitan e inrerrumpen nuestro ver y oir, En

este scntido, ellugar del otro es, tal como escribe Levinas, un "no-Iugar".13 No

tiene su lugar en ningun panorama y en ningun panocosmos. \4

5. Lugar comun )' lugar extrano

La extrafio que rcsplandece a la disrancia remite al mismo tiempo a los 1imi­

tcs del expacio; no, por cierto , a las superficies delimitadas del tablero de aje­

drez que observarnos desde la perspectiva de un pajaro y que captamos en

registros cartograficos, sino a cierta delirnitacion interna y externa que per­

mite que surja un adcutro y un afuera }' que origina preguntas sobre la ac­

cesibilidad, las condiciones de accesibilidad, los limites de acceso 0 los

derechos de acceso. Los limites entre 10 propio y 10 extrafio surgidos de este

12 Merlem-l'ol>e)', Le ,.isibl, ,r I'invisible, op. cit., p. 327. ed. alemana p. 342.

1\ Vease Emmanuel Lcvinas, Alltremcnt qrt'hre 011 till-dew de /'eiSel/Ce, La Haya, 1974; ed. en

"lem,il1,Jemeits des seins oderal/der;aLs Seill geschieht. trad. de Thomas Witmer, Friburgo/Mu­

nieh, Alber, 1992; version francesl p. 58, versi6n aleman a p. 110 [trad. esp.: De otro modo qlle sa 0 IUds allrid, fA esClicia, Salamanca. Sigucme. 1995J.

14 En tSet lugar csr:i solamenre scnalado que rambien eI olcr y eI gusro rienen algo que de­

cir. )' 4"t los aSI l!amados senridos nasales consriruyen su propia forma de la cxrraiicza.

modo adquieren distinras formas. Comienzan con la piel del cuerpo que en­

cierra un "yo-piel'v'? Aparecen en forma de paredes, rnuros, puertas y venta­

nas que prometen proteccion, garanrizan y prohiben admisi6n; bajo la forma

de muros en rorno a la ciudad y muros en torno a las fortalezas, que a partir

de los ataques aereos han perdido sus posibilidades de coutencion, han cedi­

do ya en muchos casos ellugar a nuevos bulevares y parques; bajo la forma

de lfrnires territoriales que cornienzan a desaparecer desde que las corrientes

de comunicaci6n roman caminos "supraterrestres". Los limites espaciales apa­

recen desde el comienzo ell mayor 0 menor rncdida en forma real 0 sirnboli­

ca; sin embargo, esto no significa que esten subordinados a las alternativas

aparentes de realidad 0 simbolo. En tanto los lirnites espaciales han sido siern­

pre vividos, comprendidos e interpretados como tales, llevan en si un germen

simb6lico. EI nino que se lastima el de do descubre el cuerpo como un espa­

cio propio de dolor y sensibilidad, y al mismo tiempo descubre repeutina­

mente su vulnerabilidad. Toda membrana es permeable y vulnerable; 10 que

une tarnbien separa. Por el contrario, los simbolos de acceso como los mojo­

nes de Frontera y las sefiales de aviso modifican el contenido de realidad del

espacio. Se traspasa un limite incluso cuando este no esta marcado por un

umbral, como en el caso de las entradas 0 portales de ternplos, y cuando no

csta resguardado con una valla. Basta un cambio clirnatico, un espectro de so­

nidos diferenres en la calle, otras costurnbres, y no necesariamence tienen que

esrar los Pirineos de por medio, La oposicion entre caracrerlsricas espaciales y

significaciones no espaciales, simbolicas, corresponde a los dudosos dualis­

mos que fracasan en la fuerza sirnbolica del cuerpa. Abierto y cerrado son ges­

tos originarios que presuponen que alguien habita eI espacio y que no sc

escinde en una mitad espacial y otra carenre de espacio.

Cuando consideramos que un lugar es extrafio, no pensamos en un mero

lugar en la red espacial que podriamos ocupar bajo condiciones apropiadas.

Solo cuando un lugar se transforma en un ambito propio que me resultu

inaccesible 0 al cual no pertenezco, puede ser caracterizado C01110 extrafio, En

este sentido, cualquier lugar extrafio es, en tanto tal, exclusivo. Si dejamos de

lado ciertas anomalias clinicas 0 dependienres del desarrollo, entonces resul­

ra casi imposible negar esta exclusividad en elnivel de la exiscencia individual,

espaciocorporal y temporal. La propiedad del propio cuerpo que expande a

su alrededor una esfera de 10 propio y de 10 de uno :' que incluye tam bien las

Ii Yeanse las ecflexioncs acerca de este eema del psicoallalisra Didier Anzieu, D'15 Halil-le/;,

uad. de M. Kane y M.-H.Lebourdais-Weiss, 33 ed., Francfarr del Mcno, Suhrkamp, 1992.

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176 177 TEO RiA DE LA CULTURA

pertenencias tiene como reverso un cierto caracter de extra no. La cuestion es

una sola: como se maneja uno con esos limires y que peso se les adjudica.

Generalmenre se precede relativizando los Iimites entre 10 propio y 10 ex­

rrafio, en tanto se los so mete a un punto de vista que va mas alla de los lfrni­tes y que conforma una "inclusion del otro". Tarnbien en este caso hay

disrintas variantes, y entre elias, dos son las principales. Los lugares propios

pueden ser pensados como partes de un lugar general, de manera tal que el lu­

gar propio puede ser comprendido como un sitio de la estructura espacial ge­

neral. Esto se puedc aplicar al cosmos griego; segun Arisroreles, este espacio

contiene individuos que son externos entre si, pero el mismo no tiene ningun

exterior. 16 El cosmos consiste en una conrinuidad de vida ininterrumpida en

la cual todo 10 que es, incluso eI hombre a su rnanera, esta en casa. La segun­

cia posibilidad de superar eI caracter de extrafio consiste en someter eI ambito

propio de cad a uno a un orden legal que permite que surja un ambito de va­

lidez ilirnitado.l ' Los [Imites no son incorporados de este modo a traves de la

insercion en eI rodo, pero son neutralizados. "Los pensamientos son libres",

"EI hombre es libre y habria nacido encadenado": ya conocemos estas venera­

bles frases. Traducido a la sobriedad pragmatics, esro suena asi: todos los hom­

bres pertenecen a una "comunidad moral" que esta abierta a todos los

hombres y no excluye a ninguno en tanto pura "comunidad inclusiva". La co­

munidad moral reconoce diferencias internas, lirnites y alreridades, pero en

tanto ambito de validez tiene tan poco exterior como eI antiguo cosmos.

EI complejo de red presenta [rente a ello una forma mixta. Una red no es

un lugar cornun: en realidad no es un lugar donde uno pueda encontrar su

sitio; no se puede habitar en la red como tampoco en un ambito de validez,

ni se la puede recorrer paulatinarnente como un paisaje en eIcual se abren ca­

minos y se presentan escollos. EI presionar las teclas equivale a las boras de

siete leguas de los cuentos de hadas, la magica velocidad del vienro con la que

cruzamos eI espacio se transforma en impulsos elecrricos que establecen un

conracro, Hay que encontrar eI acceso a la red para poder insertarse. Dentro

de la red hay unicarnente lugares y reglas de conexion que establecen eI acce­

so en forma mas 0 menos flexible. La asi lIamada capacidad de conexiori re-

1(,Vease Arisroreles, Fisicn, !II. 6. 207 a 8. 17 Vease ]iirgen Habermas, Die Einbeziehung des Anderen, Francforr del Meno, Suhrkarnp,

19%. p. 58; rarnbien Ill; comenrario critico en: W';lldenfels. Bernhard. Vielstimmigkeit der Re­

de: Stl/dien zur Phiillomenologie des Fremden. t. IV. Fdncfon del MenD. Sulukamp. 1999. PI"

93-96.

EL HABITAR FiSICO EN EL ESPACIO

presenta eI halago mas grande; en definitiva, es la virtud de la red. Denrro de la red ya no se puede hablar de propiedad y exrrafiamiento, menos aiin de lu­

gares propios y extrafios. Las formulas nurnericas 0 las contrasefias son tan ex­

trafias entre si como los elementos de una c1ase. Nos movemos en un orden

continuo en eI cual hay diferencias pero no cosas extrafias. En tanto las reglas de acceso son siempre selecrivas, acnian desde ya tambien como reglas de ex­

clusion. Consecuenrernenre, 10 extrafio aparece en los huecos y los rnargenes

de una red yen una forma doble: alguien no encuentra acceso a la red 0 algo se cae de la red. Los Iimites creados tecnologicarnente coinciden con los lirni­

res de capacidad y cornpetencia. Ellos adquieren un rnatiz politico euando se

conciben las posibilidades de acceso como oportunidades distribuidas y adju­

dicadas, y euando la adjudicaciori no se hace desaparecer en la niebla de una

tecnologia supralunar. La globalizacion de la cual ultirnamenre se habla dernasiado se presenta co­

mo un fenomeno bastante difuso y controvertido debido a que en eI coriver­

gen varios motives, EI planeta puede ser pensado como hogar universal, como

un makro-oikos que habirarnos todos juntos; puede ser pensado como cultura

universal a la cual todas las culturas particulares aportan algo; puede ser pen­

sado como ciudad universal, como cosmo-polis que provee a todos los hombres

de los mismos derechos civiles universales; puede finalmenre ser pensado como

un mercado internacional realizado tecnologicamente en eI eual rodo es inter­

cambiable: bienes y placeres, opiniones e ideas. Lo unico que no seria intercarn­

biable serta, en ultima insrancia, eI mercado mismo que corporiza el principio

del intercambio.l'' Las tendencias globalizadoras mencionadas pueden ser con­

trarias entre si, pero no necesariarnenre deben serlo. Todas ellas estan de acuer­

do en que superan, minimizan y e1iminan sisrernaricarnerue la diferencia entre

propio y extrafio, entre propiedad y extrafiarnienro, entre culrura propia y ex­

trafia, EI modelo de globalizacion coincide con las antiguas representaciones

cosmologicas de un espacio interne sin exterior. y adernas coruparte con las an­

tiguas ideas cosmopolitas eI hecho de que constituye un lugar cornun sin extra­

nos. EI regreso de un espacio global de este tipo habria de pagarse de todos modes con un alto grado de autodesconocimiento; se desconoceria eI lugar en

el que se muestra y se expresa eI redo. ~Quien dice "nosorros" y desde donde

IR EI mercado puede ser pensado como una rercera insrancia economics similar al dere­

cho; sin embargo. surge la cuesrion de los lirnires de un proceso que rransforma las cosas en

producros. las personas en consumidores. las aspiraciones en valores inrercambiables. Una cri­

rica de la razan economica no resulra de ninguna manera obsolera.

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178 TEORlA DE L\ CULTURA

10 dice? iQuien estaria en condiciones de hablat POt rodos y desde rodos la­dos? EI aqui del cual hemos partido sale al encuenttO de nuesrras fantasias de

ornnipotencia y omnipresencia y las delara como mentiras. Hace recordar el

hecho de que la idea de globalizaci6n, como todas las ideas, tiene sus origenes

contingentes en el hie et 1II111e. Esto tam bien vale para las mas nuevas f6rmu­las de colonizaci6n tecnol6gica del rnundo.

6. Hospitalidad

La simple pregunta: "iQuien habla desde donde a quien?" nos rrae de las es­

carpadas superficies de una esfera para conducirnos hacia la tierra. As] nos re­mite tarnbien a la antigua idea de hospitalidad, un ethos de 10 extrafio que

incluye un ethos genuine del espacio. EI espacio que habitamos no es putO hogar propio. Es ellugar donde recibimos a los extrafios, aunque sean adrni­

tides, rechazados 0 distanciados. Al mismo tiernpo, es ellugar de la invasion

violenta que rransforma a los habitantes en extranjeros en su propia casa, en tanto 10 propio se vuclve extrafio, y Ie quita el suelo ala hospitalidad. Incluso la hospitalidad se puede volver enernisrad. Una amenaza tal conduce a medi­

das defensivas que rransforman ellugar propio en una fonaleza. Sin embargo,

los mecanismos de defensa no evitan que esternos expuestos los unos a los

otros, 10 queramos 0 no. EI transite entre el espacio interior y el exterior se

da en un umbral que resulta tan dificil de superar como la sornbra que nos

acornpafia. EI extrafiarnicnto que no se puede elegir nos aflige en 10 mas in­

tirno; comienza en el propio hogar yen el propio cuerpo. Todos somos de al­

guna manera huespedes en nosotros mismos. Esta y otras consideraciones nos podrian retener de reavivar una y orra vez las antiguas oposiciones como se­

dentarismo y nomadismo, intimidad hogarefia y falta de apego al hogar, es­

trcchez provinciana y amplirud universal. La topica y la atopia, el arraigo a

un lugar y la carencia de lugar se corresponden como la luz y la sombra. El extrafiamienro enuncia que nada ni nadie se encuentra absolurarnenre en su

lugar. Este desplazarnienro de lugar continuo produce una fisura que impide

que las capas de la esfera de un nuevo globo se fusionen alrededor de noso­

tros como una membrana dispuesra artificialmente.

Mas alla de las grandes teorias: el happy end de la historia"

Norbert Bolz

MAs ALLA de 10 que se deberia entender por posmodernidad, este es un nom­bre que en cada caso daba cuerita de un senrirnienro bien determinado e irn­portante. Esre sentimiento tan certero nos deda que nuestra vida habfa dejado arras la esretica moderna y su pathos desde Rirnbaud hasta Adorno. Y

tam bien resultaba muy clare que es un sentimiento Iiberador estar "despues de". La modernidad se cornprendfa esreticarnenre como una epoca de proyec­

tos que querian obligarnos a ser felices: debiamos ser seres ilustrados, al pun­

to de llegar a ser esencias pensanres, sujetos autonornos y ciudadanos mayo res

de edad. iY quien se hubiese animado a no querer ser redo eso? Sin embar­

go, cien ailos de rnodernidad han demosrrado 10 siguiente: se traraba de so­

breexigencias y de ofrecimientos impuestos de felicidad. De alii el alivio del

"post": jal fin, ya 10 hemos pasado! Ya cambio de esre enorrne alivio, la pos­

modernidad exige con mucho guSto un precio: para ella no hay futuro que se

pueda anticipar. No es otra cosa que la deconstruccion aliviada de aquello

que dej6 derras de si. 0 para decirlo con un concepto de los constructivistas estadounidenses: la posmodernidad es la redescription de la modcrnidad.

La posmodernidad cierra la historia como variety pool -y asi anuncia cl happy end ofhistory-. Despues de la cafda del comunisrno, la filosofia de la

historia y la idea de progreso abdicaron definitivamente, y Ia historia se des­

COl11pone nuevamcnte en ruuchas historias, en islas ternporales. Desde entori­

ces tenernos que aprender a manejarnos sin las figuras de senrido del tiempo

cumplido: sin una meta 0 fin de Iahistoria. sin sucesos de salvacion 0 progre­

so, sin la rcprescntacion conductora de la tradiciou, sin el hmdaruenro de Ia experiencia ni la columna vertebral del origen.

• 'Iraducci6n del aleman de Laura S. Carugati,

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