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LUIS CERNUDA Biografía. Nacido en Sevilla en 1902, es hijo de un comandante de ingenieros; su educación tuvo lugar en un ambiente rígido y religioso. Fue un niño tímido, marcado por sus aficiones literarias y el descubrimiento de su inclinación homosexual. Estudió Derecho en su ciudad natal, carrera que no llegará a ejercer, y tuvo por profesor a Salinas. En 1925 publica sus primeros poemas en Revista de Occidente. Tras un viaje a Málaga, se traslada a Madrid, donde entabla amistad con Aleixandre y otros poetas. Pedro Salinas le consigue un puesto de lector de español en la Universidad de Tolouse, donde permanece hasta 1929. Es éste un período de aproximación al surrealismo. Vuelve a Madrid y se interesa por la política. Sus ideales eran conseguir una España culta, amante de la tradición, refinada y tolerante; para ello colabora en la Revista Octubre y participa en las Misiones pedagógicas. Durante la guerra, apoya a la República. En 1937 participa en el II Congreso de Intelectuales Antifascistas. En febrero de 1938 es invitado a dar unas conferencias en Inglaterra. Y en este país permanecerá 8 años. Tras la guerra no volverá nunca más a España. En la década de los cuarenta imparte lecciones de Lengua y Literatura españolas en Glasgow,

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LUIS CERNUDABiografía.

Nacido en Sevilla en 1902, es hijo de un comandante de ingenieros; su educación tuvo lugar en un ambiente rígido y religioso. Fue un niño tímido, marcado por sus aficiones literarias y el descubrimiento de su inclinación homosexual.

Estudió Derecho en su ciudad natal, carrera que no llegará a ejercer,  y tuvo por profesor a Salinas. En 1925 publica sus primeros poemas en Revista de Occidente. Tras un viaje a Málaga, se traslada a Madrid, donde entabla amistad con Aleixandre y otros poetas. Pedro Salinas le consigue un puesto de lector de español en la Universidad de Tolouse, donde permanece hasta 1929. Es éste un período de aproximación al surrealismo.

Vuelve a Madrid y se interesa por la política. Sus ideales eran conseguir una España culta, amante de la tradición, refinada y tolerante; para ello colabora en la Revista Octubre y participa en las Misiones pedagógicas.

Durante la guerra, apoya a la República. En 1937 participa en el II Congreso de Intelectuales Antifascistas.

En febrero de 1938 es invitado a dar unas conferencias en Inglaterra. Y en este país permanecerá 8 años.

Tras la guerra no volverá nunca más a España. En la década de los cuarenta imparte lecciones de Lengua y Literatura españolas en Glasgow, Cambridge y Londres. Los años que pasó en Escocia fueron duros, pero muy fecundos.

En 1947 marcha a los Estados Unidos; en 1952 pasará a México, donde dará clases en la Universidad Autónoma, y donde se instalará, ya que era un país de su agrado y en donde se reafirma su imagen mítica del sur corno metáfora del paraíso.

En 1960 regresa a Estados Unidos, aunque los veranos los pasará en México, donde muere en 1963.

     Si de niño era solitario y observador, de mayor será huraño, retraído y de carácter difícil. Salinas dice de él:

“La afición suya, el aliño de su persona, el traje de buen corte, el pelo bien planchado, esos nudos de corbata perfectos, no son más que el deseo de ocultarse, muralla de tímido, burladero del toro malo de la atención pública”.

    

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Cernuda permaneció olvidado hasta la década de los sesenta, cuando reaparece como poeta-maestro para los poetas más jóvenes.

Obra poética

Sevillano como Bécquer, recuerda al autor de las Rimas en la delicada, impalpable sensibilidad, la contención expresiva alejada de toda retórica, la predilección por la « lírica de los nortes » : alemana e inglesa. La obra de Cernuda es, entre todas las de su tiempo, la que menos encaja en la tradición poética nacional comúnmente aceptada. En este sentido aporta original novedad al acervo español.

Poeta fatal, obligado por su «demonio» interior al cumplimiento de una vocación y a la fidelidad a sí mismo, Cernuda es un romántico de la estirpe de Keats o de Hölderlin. Rebelde y puro, expresa su desengaño del mundo, su desdén por la vida y la maldad humana, su desazón ante la eterna oposición entre «la realidad y el deseo» , en un lenguaje de ajustada belleza, en un verso libre refrenado, abandonado al cansancio de la palabra, de apariencia descuidada, pero de honda perfección interna en su sencillez.

Cernuda empieza bajo el influjo de Guillén, que abandona en seguida. Dos libros -Un río, un amor (1929) y Los placeres prohibidos (1931)- señalan su incorporación al surrealismo, «corriente espiritual en la juventud de una época ante la cual -escribe el autor- yo no pude, ni quise, permanecer indiferente». Invocacio nes a las gracias del mundo (1934-35) representa el descubrimiento, a través de Hólderlin, de Grecia y del pa-ganismo. En los libros escritos en el destierro, Cernuda toca en ocasiones -Lázaro, La visita de Dios, etc.— temas cristianos y religiosos.

     Pasión y reflexión se equilibran y funden en esta poesía de fuego envasado en una forma nítida y fría; poesía de la que cabría decir, con un verso del autor, que está hecha de «miembros de mármol con sabor de estío». El retraimiento del hombre y las cualidades, tan raras entre nosotros de su poesía -pensamiento, aristocratismo espiritual, desprecio de la elocuencia- han contribuido a que Cernuda, aunque muy admirado por ciertos lectores, no goce unánimemente del puesto privilegiado que en justicia le corresponde.

La obra de Cernuda tiene una gran unidad y establece una estrecha relación con los avatares de su vida. Toda su obra es una proyección del hombre al que ama, siente, contempla o desprecia.

No emplea la primera persona, aunque hable en nombre propio; se cree que lo hacía por pudor, más por esconder su intimidad. Su producción es de tipo romántico y el tema más usual es el de la lucha entre sus anhelos y las

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dificultades reales para llevarlos a cabo, de ahí que Gaos lo considere como un romántico al estilo de Keats o de Hölderlin.

Su obra se agrupa bajo el nombre de La realidad y el deseo, que siempre están en desacuerdo; don Ventura, personaje de la única obra teatral que escribió, La familia interrumpida, dice:

“Todos los sueños son irrealizables en este mundo. Por modestos que sean, la realidad los aventa como lo que son: humo, menos que humo”.

Siempre contrapone al yo poético el mundo que le rodea, la libertad y naturalidad frente a la hipocresía social. Su personalidad sensible y diferente a los demás y las dificultades que tuvo para adaptarse a los sitios donde vivió le marcaron fuertemente.

En la Antología de Gerardo Diego declara:

“No sé nada, no quiero nada, no espero nada. Y si aún pudiera esperar algo, sólo sería morir allí donde no hubiese penetrado aún esta grotesca civilización que envanece a los hombres”.

     El deseo siempre es el mismo, mientras que la realidad es variable, por eso intenta explorarla, desvelar su sentido profundo y actuar en consecuencia. Eso hace que parta de experiencias propias, de las que va eliminando lo anecdótico para que sean más universales.

Pero la contraposición entre la realidad y el deseo le lleva a los temas siguientes: la imposibilidad de seguir a la imaginación, añoranza de un mundo que se pueda habitar, la soledad, la angustia ante el paso del tiempo, el deseo de inmovilizar y eternizar lo pasajero, el deseo de alcanzar la belleza absoluta, la sensación de fracaso a que está destinado todo amor. Frente a la necesidad de eternizarse; aparece el castigo de pertenecer a un tiempo determinado y efímero, lo que hace que su poesía adquiera un matiz elegíaco.

Piensa Cernuda que mediante el amor puede llegar a la comunicación. Para llegar a una fusión con el otro, con el mundo, piensa que se debe empezar por el sexo, “de ahí al corazón y luego a la mente”. El amante busca una relación erótica, física, que no le satisface, porque él anhela una posesión absoluta, eterna; y esto no es así debido al egoísmo del ser amado, habitualmente adolescentes incapaces de dar una satisfacción plena.

       Perfil del aire es su primer libro, publicado en Litoral, Málaga, en 1927. La crítica no lo recibió bien, lo que hizo que Cernuda fuera reticente a publicar los libros siguientes.

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Algunos consideran que se parecían sus poesías a las de Salinas y Guillén; la frustración que esto le produjo hizo que Cernuda reelaborara todo el libro, dándole un título nuevo, Primeras Poesías, en la edición de La Realidad y el deseo de 1936. El tono del libro es elegíaco.

       Égloga, elegía, oda, de 1927-28, se acerca a los metros clásicos, más cercanos a Garcilaso y a Fray Luis que a Góngora. Aparece un Cernuda melancólico que aspira a un mundo ideal inalcanzable.

     Un río, un amor, de 1929, se acerca al surrealismo; se muestra desolado ante los desengaños personales, evoca un tiempo pasado y marchito, y se rebela contra las injusticias sociales que niegan el amor; la única verdad que defiende es la muerte.

El lenguaje es desgarrado y sarcástico, si bien las imágenes son menos audaces que las de Lorca, Alberti y Aleixandre. Bien podemos considerar este libro como el fundamental en la medida en que abre lo mejor de su producción y es en donde se observa un cambio sustancial con respecto a lo anterior. Si antes el poeta está alejado del poema, ahora el poeta es coetáneo de las emociones que expresa y esto le lleva a un cambio tanto existencial como formal.

       En los Placeres prohibidos, de 1931, defiende la experiencia amorosa libre, aunque provoque vacío y soledad. Cernuda se enfrenta, al escoger el amor prohibido, al mundo.

       Donde habite el olvido lo escribe entre 1932-33 y lo publica en 1934. El título procede de la Rima LXVI de Bécquer; es el libro más intimista del poeta. Escrito tras un desengaño, el amor aparece como una experiencia amarga, pues cuando desaparece no queda nada: “la memoria de un olvido”; el tema clave del libro es el olvido, que reduce la contradicción entre la realidad y el deseo.

      Invocaciones a las gracias del mundo, escrito en 1934-35, vuelve al tema de la soledad, el destino del artista y la exaltación de la belleza y la libertad.

   Rompe con la rima y los ritmos marcados, incorpora los encabalgamientos y el versículo, adopta un lenguaje más directo y coloquial. A pesar de parecer el verso desaliñado, hay detrás una enorme elaboración, por medio de un lenguaje denso y depurado. A todo esto contribuyó su conocimiento de los poetas ingleses y alemanes.

Todos estos libros los reúne en un volumen bajo el título de La realidad y el deseo, en 1936.

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Poesía del Exilio

Todo lo que sigue se irá incorporando a las distintas ediciones de La realidad y el deseo. En la segunda edición de 1940, incluye:

  Las nubes, de 1937-40, libro empezado en España y que termina en Inglaterra. En él se muestra una poesía meditada, más objetiva. Son reflexiones éticas sobre la nueva realidad; se puede entrever una inquietud religiosa, aunque, a veces, sea desesperanzada. Emplea formas métricas más regulares.

En la tercera edición de La realidad y el deseo incorpora:

  Como quien espera el alba, de los años 1941-44, que publicará independientemente en 1947. En él defiende la España creadora frente a la intolerante e injusta; y se acerca a los seres desplazados, como él, que mostraron su desacuerdo.

Su poesía se verá encuadrada por citas y ecos ajenos.

Vivir sin estar viviendo es de 1944-49; Con las horas contadas, 1950-56, cuenta experiencias personales teñidas de amargura, porque descubre que la vida se desvanece.

El último libro es Desolación de la quimera, de 1962, y pasará, junto los anteriores, a constituir la cuarta edición (póstuma) de La realidad y el deseo, de 1964.

Desolación de la quimera debe el título a un verso de Elliott; es una de tas obras que más influjo ha tenido en los poetas posteriores. Todo el libro está marcado por la idea de la despedida, que le da carácter de conclusión y testamento.

Cernuda, además, escribió dos libros en prosa: Ocnos, empezado en 1940, con una primera edición en 1942, y que termina en 1963, y Variaciones sobre tema mejicano, de 1952. También es autor de Tres narraciones (1948)

Escribe ensayos de Literatura y una obra de teatro, La familia Interrumpida, de finales de los treinta y publicada en 1985.  Asímismo fue traductor de  Poemas de Hölderlin (1942) y de  Troilo y Crésida de Shakespeare (1953).

Como crítico ha mostrado personalidad y agudeza en Estudios sobre poesía española contemporánea (1957), Pensamiento poético en la lírica inglesa (Siglo XIX ) (1958), Poesía y Literatura , I y II (1960, 1964) y Crítica, ensayos y evocaciones (1970)

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RAFAEL ALBERTIBiografía.

Nace en Puerto de Santa María (Cádiz) en 1902, en una familia de bodegueros de clase humilde. Asiste al colegio de los Jesuitas de su pueblo, del que dirá que “no aprendí nada durante cerca de cuatro años de externado” .      En 1917 se traslada a Madrid con su familia,  y empieza a cultivar la pintura, acudiendo continuamente al Museo del Prado. Llegó a presentar una exposición (en 1.922) de sus cuadros y dibujos en el Ateneo madrileño. Nunca pudo superar la nostalgia del Puerto, la luz, la mar.... Su padre muere en 1920,  y desde el año 1923 se consagra enteramente a la poesía. Una tuberculosis le obliga a reposar durante un tiempo, entre 1920 a 1921 en la sierra de Guadarrama y en Rute. Los primeros poemas que escribe entroncan con las vanguardias (Creacionismo), la lírica tradicional y Bécquer.  

En estos años entabla amistad con Lorca, Dalí, Buñuel y otros que vivían en la Residencia de Estudiantes. En el invierno de 1924-25 pasa unos meses en Rute, pueblo cordobés. En 1925 publica su primer libro  Marinero en tierra que había recibido  el Premio Nacional de literatura el año anterior compartido con Gerardo Diego. en una carta al autor, que se incluía en el libro, saludaba con entusiasmo Juan Ramón Jiménez la aparición del nuevo poeta como un valor auténtico de la poesía española, y esta consagración fue un gran estimulo para Alberti. vinieron nuevos libros: La amante (1925), El alba del alhelí (1927), Cal y Canto (1927) y Sobre los ángeles (1929).

En 1927 sufre una crisis sentimental y tres años después se encuentra con Maria Teresa León, escritora, y desde entonces su compañera. A partir de 1930 escribe poesía revolucionaria.  En 1931 se afilio al Partido Comunista y estreno sus obras de teatro Fermín Galán y El hombre deshabitado.

En 1933 realiza un viaje a Rusia y crea la revista Octubre. A esta época pertenecen Consignas, Un fantasma recorre Europa y 13 bandas y 48 estrellas. Alberti es el único poeta de su generación comprometido políticamente con una tarea revolucionaria, a la que se entregó antes y durante la guerra civil, junto con su mujer, la escritora María Teresa León.

Durante la guerra civil toma partido por el bando republicano, dirige la revista El mono azul y es secretario de la Alianza de Intelectuales

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Antifascistas. Tras la guerra empieza el largo exilio. Se traslada a Paris al terminar la guerra. En 1940 marcha a Argentina. En la década de los cincuenta viaja por Hispanoamérica, Rusia, los países socialistas y China. A partir de 1963 reside en Roma. Ha viajado por casi toda Europa, Rusia, América y China.. En 1965 recibe el Premio Lenin de la Paz.Vuelve a España en 1977. Se casa con Asunción Mateo. En 1983 se le concede el Premio Cervantes de Literatura y es elegido Diputado a Cortes por el Partido Comunista. Fallece en 1999.

Se dedica a dar recitales poéticos y sigue escribiendo en periódicos y revistas.  

Para más datos autobiográficos, remitimos a la Arboleda perdida.

Obra poética

Más que a Lorca, con quien suele comparársele por fáciles motivos —andalucismo, vena popular—, Alberti recuerda a Gerardo Diego por el dominio de la técnica, la variedad de facetas y la fecundidad. En la poesía de Alberti hay que distinguir las siguientes etapas:

La neopopularista: Marinero en tierra, La Amante, El alba del alhelí—, inspirada en nuestro cancionero tradicional y en el folklore andaluz. Estas breves canciones donde se conjuntan felizmente tradición y modernidad, escritas con la gracia de un Gil Vicente o de un Lope, son quizá el máximo acierto de Alberti, que en los últimos años ha vuelto más de una vez a su primera manera: Entre el clavel y la espada, Baladas y canciones del Paraná.

La neogongorina y vanguardista —Cal y canto—, propia del entusiasmo de su generación por el autor de las Soledades, de quien hace una paráfrasis. La obra incluye, además, sonetos, tercetos, romances, cuartetos y algunos poemas que preludian el humor de Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos. Cal y canto es un libro sin unidad temática ni formal, un ejercicio de virtuosismo barroco, sin mayores méritos que los técnicos.

La surrealista: Sobre los ángeles. Según Vicente Gaos se ha exagerado el valor de este libro, que muchos consideran la obra maestra del autor y una de las obras capitales del surrealismo español. El surrealismo de Alberti parece más fruto de una deliberada actitud mimética que de una honda convicción interior.

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Los ángeles y demonios de Alberti resultan «literarios». El verso libre es indeciso, como producto de una nueva experimentación del poeta, que no logra en él la maestría formal mostrada en los metros, populares o cultos, antes cultivados. Sobre los ángeles incluye un homenaje al soñador y angélico Bécquer, a quien los poetas de 1927 salvaron, por su pureza estética, del descrédito en que envolvieron al Romanticismo. Sermones y moradas prolonga la línea de Sobre los ángeles, en un verso libre estirado hasta los límites de la prosa.

La política: A partir de este momento y a través de Elegía cívica —«crisis anarquista y tránsito de mi pensamiento poético», en palabras del autor—, Alberti desemboca en la poesía política, que cultivará hasta el final, aunque con frecuentes retornos a la «poesía burguesa», que repudió en 1931. Es lugar común afirmar que la lírica revolucionaria de Alberti no está al nivel de su producción anterior. Es verdad que en dicha lírica hay lamentables caídas y muestras de mal gusto. Pero también lo es que en esta dirección Alberti ha escrito bastantes de los mejores poemas que salieron jamás de su pluma:  El poeta en la calle (1931-1935), De un momento a otro (1934-1939), 13 banderas y 48 estrellas (1935) Entre el clavel y la espada (1939-1940)

La del exilio: Alberti vuelve a cantar al mar y a la patria, al mundo infantil, en un tono más barroco. Pleamar, Oda Marina, etc.

En conjunto, Alberti es un gran poeta, pero no un poeta de primerísimo orden, como creen muchos que lo ponen a la par, y aun por encima, de Lorca.

Tiene una extensa obra con gran variedad en cuanto a temáticas, estilos y esquemas temáticos.

Alberti es un hombre capaz de seleccionar “los medios expresivos más acordes con sus intenciones de cada momento”, según dice Dámaso Alonso; sin embargo, en sus comienzos se acerca mucho al neopopularismo de Lorca.

En su poesía podemos establecer, como hemos visto, 5 etapas, todas ellas con el denominador común, más o menos insistente, de la presencia o la añoranza del mar, lo que le llevó, en 1986, a recoger en el volumen Todo el mar los poemas que giraban en torno a él. En 1994 apareció otra recopilación, prologada por su mujer, Asunción Mateo, con el título de Solo la mar.

 

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Etapa Neopopularista

En la primera etapa de su poesía, Alberti ha sabido recrear con alabada gracia y sorprendentes aciertos formales la lírica popular de los Cancioneros del siglo XVI y de Gil Vicente. Juan Ramón Jiménez definió esta primera poesía albertiana como "poesía fresca y acabada a la vez, rendida, ágil, graciosa, parpadeante: andalucísima". Es la corriente neopopularista, que ya habían iniciado antes el mismo Juan Ramón Jiménez y Manuel Machado, y que hereda también García Lorca. El propio Alberti señaló la importancia de esa corriente poética -popularismo depurado con nueva voz y nueva sensibilidad- en una conferencia que dio en 1932 con el título "La poesía popular en la lírica española contemporánea". Si en Marinero en tierra expresa el poeta la nostalgia de un mar de infancia - la suya propia en el litoral gaditano-, como paraíso perdido, y en La amante traza, estilizadamente, en brevísimas canciones, caminos poéticos de tierra adentro -de Castilla la Nueva a la Vieja y al litoral santanderino-, en El alba del alhelí el paisaje protagonista es el pueblo de Rute y la serranía cordobesa que lo rodea, en donde Alberti pasó una larga temporada en el año 1924.

Marinero en Tierra ,1925, donde el poeta recuerda con nostalgia el paraíso perdido de la infancia y la nostalgia del mar desde la tierra adentro. Todo se vuelve añoranza de ese mundo infantil inocente y puro al que le dedicará buena parte de La a rboleda perdida I . El libro lo empieza en el Sanatorio de San Rafael, en Guadarrama, donde se recupera de una tuberculosis. Presenta todo el mundo infantil del poeta, sus recuerdos cerca del mar y su deseo de volver a fundirse con él, lo cual da al libro un cierto aire de ensueño. Lo más significativo es que el mar no aparece como un elemento épico, como había sido habitual en la poesía, sino como un elemento de sugestiones sobre el que el poeta proyecta sus deseos más íntimos. En el libro encontramos ecos de la poesía de corte tradicional, especialmente del Cancionero de Barbieri, así como influencias ultraístas .      Es el libro de un poeta mediterráneo ya anclado en Madrid, un libro de despedida, la primera despedida y el primer dolor del poeta. El mar y la libertad serán una constante en la poesía del Alberti y en este libro encuentran su primera exposición literaria completa. El volumen consta de tres secciones: en la primera se encuentra el Sueño del marinero compuesto por doce tercetos y que es el poema más largo del tomo; en la segunda están los doce sonetos, dedicados a personajes reales, a seres imaginarios y a muertos; en la tercera se encuentran treinta y tres canciones

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dedicadas a las tierras de Andalucía y Castilla: sesenta y tres cancioncillas cuyo asunto central y preponderante es el mar. Si bien Alberti está generalmente considerado como un poeta popular su metaforización es de raíces cultas, gongorinas, y se podría afirmar que la sencillez de Alberti es una sencillez buscada, conseguida después de un lento trabajo de depuración. aunque en la primera parte hay un cierto predominio de esa imaginería culta, en los sonetos predomina el paisajismo andalucista y granadino que debe gran parte de su importancia a la poesía lorquiana. En el resto del libro existe por otro lado un acento mesuradamente puesto en lo visionario. Pero la visión de Alberti es más bien la visión limitada de un sueño personal, de una fantasía medida por su anclaje en lo real: la interioridad del espíritu del poeta está siempre, constantemente, al servicio de los datos del mar y sus trabajos. Las trasposiciones de los mundos (tierra y mar; mundo campesino y mundo marinero) son trasposiciones en el orden de las acciones y en el orden de las imágenes. Aun así, la elevación se debe al mar, nace de él:

¡Oh, mi voz condecoradacon la insignia marinerasobre el corazón un anclay sobre el ancla una estrellay sobre la estrella el vientoy sobre el viento la vela!

     Esa fantasía marinera tiene la cualidad de combinar también los animales y de alterar su localización: una fantasía zoológica marina y onírica preside la mayoría de los poemas del mar. Aquí se ve la enorme importancia de los colores en la obra de Alberti. No sólo en Marinero en tierra: hay que recordar que Alberti comenzó su carrera artística como pintor, que pasó cientos de horas en el Museo del Prado. En cada poema hay un cuadro, un pintor que elabora, diseña, fabrica una composición y después comienza a colorear. Hay una gran abundancia de impresiones visuales con oposiciones cromáticas, con fuertes efectos lumínicos, con matices de una gran pureza y riqueza combinatoria a la vez: blanco y negro, sol y luna, rojo de la pasión y de la sangre frente al rojo del otoño, con su carga de melancolía; verde del mar y verde de la tierra. Marinero en tierra es una obra de juventud y presenta, sin embargo, todas las características de una producción de madurez: señorío expresivo, delicadeza de motivos y complejidad de su combinatoria lírica, dominio de la metáfora como vehículo de un cúmulo de mundos: la nostalgia de la niñez, la presencia de la juventud que es pérdida porque ya han  existido

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despedidas y un arsenal que no desdeña lo mitológico y lo clásico pero lo somete a un criterio de inteligibilidad de enorme claridad.     No es Alberti el único de los poetas de la Generación del 27 que trata el mar como eje simbólico de su obra, ya que Pedro Salinas comparte esa inspiración. Pero Alberti es ambivalente en cuanto a los contenidos del símbolo. El mar es un paraíso y al mismo tiempo es un paraíso perdido que alberga los horrores de la muerte:

Como ofrenda le traíasus dos senos grises, yertos,una manzana podriday un pez con cinco agujeros.

     El tono profético está casi ausente de Marinero en tierra: hay en él un contenido esfuerzo hacia la simplicidad y hacia la pureza, la búsqueda de un acento popular que no abandone el rigor de la gran poesía.Por estas razones, esta obra es un clásico de su generación, una sumatoria de lirismo, innovación y clasicismo. La amante , de 1926, corresponde a las impresiones recibidas por un viaje hecho por tierras de Castilla y País Vasco con su hermano Agustín, corredor de vinos, en el verano de 1925.

Se caracteriza por la ligereza, gracejo, ritmo y canción espontánea, con una visión de Castilla muy diferente a la de la generación del 98. Alberti nos presenta una Castilla jovial, sin reflexiones metafísicas; se trata de plasmar la impresión que le produce un paisaje que a sus ojos se desenvuelve como exótico. La amante, según Alberti era una mujer que conoció durante unos días de reposo en Guadarrama.

De forma estilizada, la realidad recordada se impone sobre la vivida. El alba del alhelí, de 1928, publicado por José María de Cossío en una edición reducidísima, surge a partir de sus experiencias en Rute; presenta la Andalucía del interior, que se contrapone a la del mar, luminosa y libre. El libro presenta dos partes esenciales: las composiciones de tema taurino compuestas a raíz de su participación en el homenaje por el séptimo aniversario de la muerte del torero Joselito, y los poemas que forman “ La encerrada ” , en donde se canta su pasión amorosa por una chiquilla a la que le impiden ver y de su pena al tener que irse de su lado sin poderla liberar.

  Etapa Neogongorina y vanguardista.

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     Del Neopopularismo, Alberti evoluciona a una poesía culta y barroca en que la influencia de Góngora -del Góngora barroco- es visible, como lo muestra su libro Cal y Canto (1927), cuya aparición coincide con el centenario de Góngora que la generación del 27 celebró con fervor.       En el citado homenaje a Joselito, Alberti leyó su Soledad tercera y dos sonetos a Góngora. Esta etapa se inserta dentro de la admiración que los autores del 27 profesaron al poeta cordobés, para cuyo homenaje, Alberti reunirá una serie de poemas bajo el título de Cal y Canto, en donde llega incluso a calcar la sintaxis y las imágenes de Góngora. En general, puede decirse que el libro es más un ejercicio de virtuosismo poético que de expresión poética personal. La importancia de este ejercicio es que le servirá de base para su indagación en los recursos vanguardistas, cuyo mejor fruto será Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos, de 1929, un homenaje a los artistas del cine mudo. Son poemas secuenciales y visuales, en un intento de recrear el lenguaje cinematográfico. Lo fundamental de este libro es que presenta una perfecta asimilación de los recursos formales del vanguardismo y que desarrollará en la etapa posterior. Cal y canto se publica en 1929. Aquí llega incluso a calcar la sintaxis y las imágenes de Góngora. En este nuevo libro se somete Alberti a la disciplina de una geometría verbal que muestra la perfección técnica de la forma. Pero si la huella de Góngora está en las bellas y audaces metáforas de Cal y Canto, los motivos del libro están tomados del mundo moderno, del mecanismo dinámico de nuestro tiempo: el cine, el avión, el deporte, el ascensor, el teléfono, la radio, el gramófono. Es el mundo de los mitos modernos cantados con júbilo y a veces con humor. Pero si el mundo de la vida moderna que canta el poeta representa la alegría del hombre creador de un nuevo mito -el progreso mecánico-, también anuncia en él la destrucción de ese mismo mundo recién creado. La importancia de este ejercicio es que le servirá de base para su indagación en los recursos vanguardistas, cuyo mejor fruto será Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos. Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos, de 1929, es un homenaje a los artistas del cine mudo. Son poemas secuenciales y visuales, en un intento de recrear el lenguaje cinematográfico. Lo fundamental de este libro es que presenta una perfecta asimilación de los recursos formales del vanguardismo y que desarrollará en la etapa posterior.     Etapa surrealista

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Comienza con Sobre los ángeles, publicado en 1929. Representa un cambio brusco de tema: del mundo geométrico y mecánico -la ciudad moderna- a un mundo misterioso de ángeles angustiados y rebeldes. Solita Salinas ha señalado que ese universo de ángeles extraños procede, en parte, de la tradición de la angeología cristiana, y continúa con la tradición romántica de poesía misteriosa y alucinada, viva aún hoy. Pero al mismo tiempo el libro enlaza con la corriente surrealista, que ya entonces comenzaba a influir en algunos poetas de la generación, como Aleixandre y Cernuda. Solita Salinas ha sugerido también que Sobre los ángeles es probablemente fruto de un drama interior del poeta, de una grave crisis espiritual, provocada por la pérdida de la fe y del paraíso de la primera juventud, y quizá también por la muerte de un amor. Con Sobre los ángeles, Alberti se incorpora al surrealismo; es un libro desesperanzado, y prepara la poesía de compromiso político-social de los años treinta. El libro surge no solo como consecuencia de una crisis amorosa, sino como consecuencia del clima que se respira en la España de los años 20, en donde los poetas darán cabida al mundo de los marginados, de lo onírico y de la innovación formal inspirada por el surrealismo. La obra presenta tres partes encabezadas por una cita de Bécquer y se nos presenta al poeta desterrado del paraíso y errante en un mundo caótico y rodeado de ángeles buenos, malos y neutros, que algunos autores han relacionado con la Biblia, mientras que para otros representan distintos estados anímicos del poeta. Estos ángeles están en continua lucha en el interior del poeta, representando en cierta forma la lucha intestina entre lo positivo y lo negativo del hombre y cómo es imposible la destrucción de uno de los dos sin la destrucción total del hombre mismo.        Es el libro que sitúa a Alberti en un lugar preeminente dentro de la producción poética española, pues con él alcanza la máxima cumbre de su mundo lírico. Obra que revela huellas simbolistas y superrealistas, y que hace pensar en antecedentes como Blake y Rimbaud, ofrece, sin embargo, la imagen de un mundo personal e inclasificable.     De forma cuidada y originales conceptos poéticos, está vinculado, por otra parte, a una crisis íntima del autor, que convierte a sus ángeles en la encarnación de sus sentimientos, y así la angustia y la desesperación del hombre contemporáneo toman la forma de imágenes visionarias, imágenes ciertamente insólitas y ausentes del resto de la obra poética de Alberti.     En una introducción que titula "Paraíso perdido" relata el poeta la inútil y desesperada búsqueda de este mundo inalcanzable, búsqueda que desembocará finalmente en la construcción lírica de ese universo angelical, en el que los ángeles nada tienen que ver con categorías celestiales y así, con las fuerzas interiores que empujan al poeta. aunque puedan parecerse a los ángeles barrocos, bizantinos o románicos, son en realidad seres ígneos,

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hiperbóreos, situados, según Valbuena, en un "reino neutral entre el Edén y el Infierno", al que sólo se puede acceder después de atravesar el "Boquete de sombras" que representa el mundo de angustia y desesperación de la  crisis poética.     En este reino intermedio se mueven el ángel desconocido, el ángel ángel, el ángel de las bodegas, el ángel de los números (al que Azorín dedicó una hermosa glosa), el ángel ceniciento, los ángeles mohosos o los ángeles muertos, configurando un mundo poéticos intemporal, totalmente ajeno a las diferencias del idioma, que en el año 1948 mereció, en un extenso artículo de fondo del Times Literary Supplement, que Alberti fuese calificado como el más universal de los poetas de su generación. Sermones y moradas , escrito en 1924-30, es un libro en el que introduce el irracionalismo; no tiene unidad temática, y los versos, sin rima, son muy largos;

 

Poesía política.

     Los largos años de exilio, desde 1939, han enriquecido considerablemente la obra poética de Rafael Alberti. De los ocho libros que contenía su volumen Poesía, en que el autor reunió, en 1935, toda su obra realizada hasta entonces. se pasa a los veinticuatro que comprende a la edición de sus Poesías completas aparecida en Buenos aires en1961.

Una parte de esa poesía de posguerra es poesía de circunstancia política, consecuencia de la tragedia de la guerra civil -por ejemplo, el libro Capital de Gloria-.

Rafael Alberti, el único poeta de su generación comprometido políticamente con una tarea revolucionaria.

 

A la derecha: Retrato de Rafael Alberti, por Gregorio Prieto.

En enero de 1930 escribe la elegía Con los zapatos puestos tengo que morir, que supone el inicio de un periodo nuevo en su

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poesía y en su vida. Ingresa en el Partido Comunista, crea la revista El mono azul,  y califica de burguesa a la poesía hecha hasta entonces. A partir de ahora se dirigirá a la inmensa mayoría.  

     De esta etapa son:

 El poeta en la calle (1931-1935) De un momento a otro (1934-1939)

13 banderas y 48 estrellas (1935)

Entre el clavel y la espada (1939-1940). Obra impregnada por la amargura del exilio.

En estos poemas tiene un tono combativo, agresivo y de denuncia; protesta ante lo que sucede en su país. También critica los desmanes llevados a cabo en Hispanoamérica. Este carácter combativo hace que en ocasiones se produzca una despreocupación formal.

  Etapa del Exilio.

Alberti ha sido siempre fiel a las virtudes y cualidades que le han caracterizado como poeta: la maestría de la técnica poética, la gracia alada del verso, el sentimiento finísimo del ritmo… Esa poseía aérea, esbelta, jugosísima, de Alberti, la volvemos a encontrar en algunos de sus libros del exilio, como sus Canciones del Paramá (1943-1944), aunque ahora la lejanía y nostalgia de la patria empañen a veces de melancólica tristeza sus canciones. El recuerdo y la añoranza de España aparecen y reaparecen a lo largo de tos su poesía del destierro, especialmente en sus libros Entre el clavel y la espada (1941), Retornos de lo vivo lejano (1952), Ora marítima (1953) y Baladas y canciones del Paraná (1954).

A estos libros de su etapa de exilio argentino habría que añadir Pleamar (1944) y un libro de poesía política Coplas de Juan Panadero (1949). Aunque en estas obras la poesía de   Alberti se ha hecho más seria y preocupada, más angustiada por la circunstancia del exilio, no falta en ellas, a veces, la gracia de un cantar, de una canción. Pero domina la amargura de la derrota y de la patria perdida, que impregna su libro Entre el clavel y la espada.

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La serie de poemas Toro en el mar es un canto al Toro de Iberia, que simboliza a la España herida por la guerra civil. En algún poema asoma la melancolía por la ausencia de la España lejana: "Mis ventanas ya no dan a los álamos y a los ríos de España".

Otros libros lo presentarán obsesionado por la patria y amargado por ser un desterrado, como Retorno de lo vivo lejano, de 1952.  donde el acento nostálgico es aún más intenso, libro lleno de añoranzas y recuerdos españoles. El tono elegiaco domina en todo el volumen, en el que destaca la serie "Retornos de amor " , culminación de la lírica de motivación amorosa en Alberti.

Ora marina, título de un poema latino de Avieno, es un canto de homenaje a Cádiz, con motivo de cum0lirse su tercer milenario. 

Salvo las Coplas de Juan Panadero, de 1949, después ampliado, que siguen siendo de carácter combativo y entroncan con la poesía satírica del siglo XV, la obra de Alberti cambia, deja su preocupación político-social  y se vuelve más barroca.   Su temática principal es España. La añoranza del mundo infantil, del mar, se suma a la de la patria perdida en Pleamar.

Pleamar, publicado en 1944; Oda marítima, de 1953, expresan la añoranza de su tierra gaditana, su infancia, el mar, su cielo...

Pero también existen otras preocupaciones, como la pintura y sus teorías estéticas: A la pintura, de 1945. Pintor en su juventud y luego en su madurez, Alberti ha conseguido en este homenaje a la pintura -"poema de color y de línea", como el propio autor lo llama- uno de sus más bellos libros, un poema sereno y clásico, rico en orquestación y en matices.

En su etapa romana, a Alberti le interesan más los acontecimientos internacionales, aunque sigue añorando España: Roma, peligro para caminantes, de 1968, Los ocho nombres de Picasso, de 1970, homenaje al genial pintor malagueño, que fue amigo suyo.

Después de su vuelta a España publica Abierto a todas horas y Fustigada luz (1980), Versos sueltos de cada día (1982), Los hijos del Drago y Otros poemas (1986). Golfo de sombras (1986), y Canciones para Altair (1988).

Son interesantes los dos volúmenes de La arboleda perdida, de 1942 y 1987, e Imagen primera de... (1945), donde recoge semblanzas de artistas y escritores que conoció.  

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     Como García Lorca, también cultivó Alberti el teatro, y en ese género destacan sus dramas El Hombre deshabitado, El trébol florido, La gallarda, La pájara pinta, El Adefesio y Noche de guerra en el Museo del Prado;

Hizo una modernización de la Numancia de Cervantes y, conjuntamente con su mujer, una adaptación cinematográfica de La dama duende de Calderón. Además de La arboleda perdida, es autor de un estudio sobre La poesía popular en la lírica española contemporánea. También se le deben prólogos, antologías trabajos editoriales y traducciones.

Ambiente de clase

Rendimiento académico

Esta evaluación hemos descendido en el rendimiento. Casi todas las áreas se han visto afectadas por esta bajada, que podemos atribuir a una mala organización a la hora de estudiar, así como a otros factores, entre los que destaca la dificultad de comprender algunas materias.

Las áreas de mayor rendimiento han sido las que están fuera de los ámbitos, especialmente Educación Plástica y Visual y Educación Física. Por el contrario, las que más nos han costado han sido precisamente los dos ámbitos, sobre todo el científico, y dentro de él la parte tecnológica, que no acabamos de comprender bien. El ámbito lingüístico y social debería bajar el nivel de los exámenes, pues nos resulta poco asequible la mayoría de las ocasiones.

Finalmente, aunque sabemos que las promesas valen menos que las realidades, queremos empeñarnos en un esfuerzo final con vistas a la consecución de nuestro título.

Por último, no deseamos que huela mal en el aula, y protestamos porque José Campos no quiera celebrar su santo escudándose en la estúpida razón de su ateísmo. Aquí comemos todos y pagamos todos también, y si hay algún caraculo que se quede en su casa.

RAFAEL ALBERTI

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Biografía.

Nace en Puerto de Santa María (Cádiz) en 1902, en una familia de bodegueros de clase humilde. Asiste al colegio de los Jesuitas de su pueblo, del que dirá que “no aprendí nada durante cerca de cuatro años de externado” .      En 1917 se traslada a Madrid con su familia,  y empieza a cultivar la pintura, acudiendo continuamente al Museo del Prado. Llegó a presentar una exposición (en 1.922) de sus cuadros y dibujos en el Ateneo madrileño. Nunca pudo superar la nostalgia del Puerto, la luz, la mar.... Su padre muere en 1920,  y desde el año 1923 se consagra enteramente a la poesía. Una tuberculosis le obliga a reposar durante un tiempo, entre 1920 a 1921 en la sierra de Guadarrama y en Rute. Los primeros poemas que escribe entroncan con las vanguardias (Creacionismo), la lírica tradicional y Bécquer.  

En estos años entabla amistad con Lorca, Dalí, Buñuel y otros que vivían en la Residencia de Estudiantes. En el invierno de 1924-25 pasa unos meses en Rute, pueblo cordobés. En 1925 publica su primer libro  Marinero en tierra que había recibido  el Premio Nacional de literatura el año anterior compartido con Gerardo Diego. en una carta al autor, que se incluía en el libro, saludaba con entusiasmo Juan Ramón Jiménez la aparición del nuevo poeta como un valor auténtico de la poesía española, y esta consagración fue un gran estimulo para Alberti. vinieron nuevos libros: La amante (1925), El alba del alhelí (1927), Cal y Canto (1927) y Sobre los ángeles (1929).

En 1927 sufre una crisis sentimental y tres años después se encuentra con Maria Teresa León, escritora, y desde entonces su compañera. A partir de 1930 escribe poesía revolucionaria.  En 1931 se afilio al Partido Comunista y estreno sus obras de teatro Fermín Galán y El hombre deshabitado.

En 1933 realiza un viaje a Rusia y crea la revista Octubre. A esta época pertenecen Consignas, Un fantasma recorre Europa y 13 bandas y 48 estrellas. Alberti es el único poeta de su generación comprometido políticamente con una tarea revolucionaria, a la que se entregó antes y durante la guerra civil, junto con su mujer, la escritora María Teresa León.

Durante la guerra civil toma partido por el bando republicano, dirige la revista El mono azul y es secretario de la Alianza de Intelectuales Antifascistas. Tras la guerra empieza el largo exilio. Se traslada a Paris al

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terminar la guerra. En 1940 marcha a Argentina. En la década de los cincuenta viaja por Hispanoamérica, Rusia, los países socialistas y China. A partir de 1963 reside en Roma. Ha viajado por casi toda Europa, Rusia, América y China.. En 1965 recibe el Premio Lenin de la Paz.Vuelve a España en 1977. Se casa con Asunción Mateo. En 1983 se le concede el Premio Cervantes de Literatura y es elegido Diputado a Cortes por el Partido Comunista. Fallece en 1999.

Se dedica a dar recitales poéticos y sigue escribiendo en periódicos y revistas.  

Para más datos autobiográficos, remitimos a la Arboleda perdida.

Obra poética

Más que a Lorca, con quien suele comparársele por fáciles motivos —andalucismo, vena popular—, Alberti recuerda a Gerardo Diego por el dominio de la técnica, la variedad de facetas y la fecundidad. En la poesía de Alberti hay que distinguir las siguientes etapas:

La neopopularista: Marinero en tierra, La Amante, El alba del alhelí.

La neogongorina y vanguardista: Cal y canto, y Yo era un tonto cy lo que he visto me ha hecho dos tontos.

La surrealista: Sobre los ángeles. y Sermones y moradas La política: Elegía cívica , El poeta en la calle (1931-1935), De un

momento a otro (1934-1939), 13 banderas y 48 estrellas (1935) Entre el clavel y la espada (1939-1940)

La del exilio. Pleamar, Ora Marina, etc.

En conjunto, Alberti es un gran poeta, pero no un poeta de primerísimo orden, como creen muchos que lo ponen a la par, y aun por encima, de Lorca.

Tiene una extensa obra con gran variedad en cuanto a temáticas, estilos y esquemas temáticos.

Alberti es un hombre capaz de seleccionar “los medios expresivos más acordes con sus intenciones de cada momento”, según dice Dámaso Alonso; sin embargo, en sus comienzos se acerca mucho al neopopularismo de Lorca.

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En su poesía podemos establecer, como hemos visto, 5 etapas, todas ellas con el denominador común, más o menos insistente, de la presencia o la añoranza del mar, lo que le llevó, en 1986, a recoger en el volumen Todo el mar los poemas que giraban en torno a él. En 1994 apareció otra recopilación, prologada por su mujer, Asunción Mateo, con el título de Solo la mar.

 

Etapa Neopopularista

En la primera etapa de su poesía, Alberti ha sabido recrear con alabada gracia y sorprendentes aciertos formales la lírica popular de los Cancioneros del siglo XVI y de Gil Vicente. Es la corriente neopopularista, que ya habían iniciado antes Juan Ramón Jiménez y Manuel Machado, y que hereda también García Lorca. Si en Marinero en tierra expresa el poeta la nostalgia de un mar de infancia y en La amante traza, estilizadamente caminos poéticos de tierra adentro, en El alba del alhelí el paisaje protagonista es el pueblo de Rute y la serranía cordobesa que lo rodea, en donde Alberti pasó una larga temporada en el año 1924. Marinero en Tierra ,1925, donde el poeta recuerda con nostalgia el paraíso perdido de la infancia y la nostalgia del mar desde la tierra adentro. Todo se vuelve añoranza de ese mundo infantil inocente y puro al que le dedicará buena parte de La a rboleda perdida I . Presenta todo el mundo infantil del poeta y su deseo de volver a fundirse con él, lo cual da al libro un cierto aire de ensueño. Lo más significativo es que el mar aparece como un elemento de sugestiones sobre el que el poeta proyecta sus deseos más íntimos. En el libro encontramos ecos de la poesía de corte tradicional, especialmente del Cancionero de Barbieri, así como influencias ultraístas .     El volumen consta de tres secciones: en la primera se encuentra el Sueño del marinero compuesto por doce tercetos y que es el poema más largo del tomo; en la segunda están los doce sonetos, dedicados a personajes reales, a seres imaginarios y a muertos; en la tercera se encuentran treinta y tres canciones dedicadas a las tierras de Andalucía y Castilla. Si bien Alberti está generalmente considerado como un poeta popular su metaforización es de raíces cultas, gongorinas, y se podría afirmar que la sencillez de Alberti es una sencillez buscada, conseguida después de un lento trabajo de depuración. La visión de Alberti es más bien la visión limitada de un sueño personal: la interioridad del espíritu del poeta está, constantemente, al servicio de los datos del mar y sus trabajos. Aun así, la elevación se debe al mar, nace de él:

¡Oh, mi voz condecorada

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con la insignia marinerasobre el corazón un anclay sobre el ancla una estrellay sobre la estrella el vientoy sobre el viento la vela!

Esa fantasía marinera tiene la cualidad de combinar también los animales y de alterar su localización: una fantasía zoológica marina y onírica preside la mayoría de los poemas del mar. En Marinero en tierra: hay una gran abundancia de impresiones visuales con oposiciones cromáticas, con fuertes efectos lumínicos. Marinero en tierra es una obra de juventud y presenta, sin embargo, todas las características de una producción de madurez: señorío expresivo, delicadeza de motivos y complejidad de su combinatoria lírica, dominio de la metáfora como vehículo de un cúmulo de mundos: la nostalgia de la niñez, la presencia de la juventud que es pérdida porque ya han  existido despedidas y un arsenal que no desdeña lo mitológico y lo clásico pero lo somete a un criterio de inteligibilidad de enorme claridad.     No es Alberti el único de los poetas de la Generación del 27 que trata el mar como eje simbólico de su obra, ya que Pedro Salinas comparte esa inspiración. Pero Alberti es ambivalente en cuanto a los contenidos del símbolo. El mar es un paraíso y al mismo tiempo es un paraíso perdido que alberga los horrores de la muerte:

Como ofrenda le traíasus dos senos grises, yertos,una manzana podriday un pez con cinco agujeros.

     El tono profético está casi ausente de Marinero en tierra: hay en él un contenido esfuerzo hacia la simplicidad y hacia la pureza, la búsqueda de un acento popular que no abandone el rigor de la gran poesía.

La amante , de 1926, se caracteriza por la ligereza, gracejo, ritmo y canción espontánea, con una visión de una Castilla jovial, sin reflexiones metafísicas. De forma estilizada, la realidad recordada se impone sobre la vivida. El alba del alhelí, de 1928, surge a partir de sus experiencias en Rute; presenta la Andalucía del interior, que se contrapone a la del mar, luminosa y libre. El libro presenta dos partes esenciales: las composiciones de tema taurino y los poemas que forman “ La encerrada ” , en donde se canta su pasión amorosa por una chiquilla a la que le impiden ver y de su pena al tener que irse de su lado sin poderla liberar.

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    Etapa Neogongorina y vanguardista.

Esta etapa se inserta dentro de la admiración que los autores del 27 profesaron aGóngora, para cuyo homenaje Alberti reunirá una serie de poemas bajo el título de Cal y Canto. En general, puede decirse que el libro es más un ejercicio de virtuosismo poético que de expresión poética personal. Cal y canto se publica en 1929. Aquí llega incluso a calcar la sintaxis y las imágenes de Góngora. En este nuevo libro se somete Alberti a la disciplina de una geometría verbal que muestra la perfección técnica de la forma. Pero si la huella de Góngora está en las bellas y audaces metáforas de Cal y Canto, los motivos del libro están tomados del mundo moderno, del mecanismo dinámico de nuestro tiempo: el cine, el avión, el deporte, el ascensor, el teléfono, la radio, el gramófono. Es el mundo de los mitos modernos cantados con júbilo y a veces con humor. Pero si el mundo de la vida moderna que canta el poeta representa la alegría del hombre creador de un nuevo mito -el progreso mecánico-, también anuncia en él la destrucción de ese mismo mundo recién creado. La importancia de este ejercicio es que le servirá de base para su indagación en los recursos vanguardistas, cuyo mejor fruto será Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos. Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos, de 1929, es un homenaje a los artistas del cine mudo. Son poemas secuenciales y visuales, en un intento de recrear el lenguaje cinematográfico. Lo fundamental de este libro es que presenta una perfecta asimilación de los recursos formales del vanguardismo y que desarrollará en la etapa posterior.     Etapa surrealista Comienza con Sobre los ángeles, publicado en 1929. Representa un cambio brusco de tema: del mundo geométrico y mecánico -la ciudad moderna- a un mundo misterioso de ángeles angustiados y rebeldes. Solita Salinas ha señalado que ese universo de ángeles extraños procede, en parte, de la tradición de la angeología cristiana, y continúa con la tradición romántica de poesía misteriosa y alucinada, viva aún hoy. Pero al mismo tiempo el libro enlaza con la corriente surrealista, que ya entonces comenzaba a influir en algunos poetas de la generación, como Aleixandre y Cernuda. Solita Salinas ha sugerido también que Sobre los ángeles es

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probablemente fruto de un drama interior del poeta, de una grave crisis espiritual, provocada por la pérdida de la fe y del paraíso de la primera juventud, y quizá también por la muerte de un amor. Con Sobre los ángeles, Alberti se incorpora al surrealismo; es un libro desesperanzado, y prepara la poesía de compromiso político-social de los años treinta. El libro surge no solo como consecuencia de una crisis amorosa, sino como consecuencia del clima que se respira en la España de los años 20, en donde los poetas darán cabida al mundo de los marginados, de lo onírico y de la innovación formal inspirada por el surrealismo. La obra presenta tres partes encabezadas por una cita de Bécquer y se nos presenta al poeta desterrado del paraíso y errante en un mundo caótico y rodeado de ángeles buenos, malos y neutros, que algunos autores han relacionado con la Biblia, mientras que para otros representan distintos estados anímicos del poeta. Estos ángeles están en continua lucha en el interior del poeta, representando en cierta forma la lucha intestina entre lo positivo y lo negativo del hombre y cómo es imposible la destrucción de uno de los dos sin la destrucción total del hombre mismo.        Es el libro que sitúa a Alberti en un lugar preeminente dentro de la producción poética española, pues con él alcanza la máxima cumbre de su mundo lírico. Obra que revela huellas simbolistas y superrealistas, y que hace pensar en antecedentes como Blake y Rimbaud, ofrece, sin embargo, la imagen de un mundo personal e inclasificable.     De forma cuidada y originales conceptos poéticos, está vinculado, por otra parte, a una crisis íntima del autor, que convierte a sus ángeles en la encarnación de sus sentimientos, y así la angustia y la desesperación del hombre contemporáneo toman la forma de imágenes visionarias, imágenes ciertamente insólitas y ausentes del resto de la obra poética de Alberti.     En una introducción que titula "Paraíso perdido" relata el poeta la inútil y desesperada búsqueda de este mundo inalcanzable, búsqueda que desembocará finalmente en la construcción lírica de ese universo angelical, en el que los ángeles nada tienen que ver con categorías celestiales y así, con las fuerzas interiores que empujan al poeta. aunque puedan parecerse a los ángeles barrocos, bizantinos o románicos, son en realidad seres ígneos, hiperbóreos, situados, según Valbuena, en un "reino neutral entre el Edén y el Infierno", al que sólo se puede acceder después de atravesar el "Boquete de sombras" que representa el mundo de angustia y desesperación de la  crisis poética.     En este reino intermedio se mueven el ángel desconocido, el ángel ángel, el ángel de las bodegas, el ángel de los números (al que Azorín dedicó una hermosa glosa), el ángel ceniciento, los ángeles mohosos o los ángeles muertos, configurando un mundo poéticos intemporal, totalmente ajeno a las diferencias del idioma, que en el año 1948 mereció, en un

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extenso artículo de fondo del Times Literary Supplement, que Alberti fuese calificado como el más universal de los poetas de su generación. Sermones y moradas , escrito en 1924-30, es un libro en el que introduce el irracionalismo; no tiene unidad temática, y los versos, sin rima, son muy largos;

 

Poesía política.

     Los largos años de exilio, desde 1939, han enriquecido considerablemente la obra poética de Rafael Alberti. De los ocho libros que contenía su volumen Poesía, en que el autor reunió, en 1935, toda su obra realizada hasta entonces. se pasa a los veinticuatro que comprende a la edición de sus Poesías completas aparecida en Buenos aires en 1961.

Una parte de esa poesía de posguerra es poesía de circunstancia política, consecuencia de la tragedia de la guerra civil -por ejemplo, el libro Capital de Gloria-.

Rafael Alberti, el único poeta de su generación comprometido políticamente con una tarea revolucionaria.

 

A la derecha: Retrato de Rafael Alberti, por Gregorio Prieto.

En enero de 1930 escribe la elegía Con los zapatos puestos tengo que morir, que supone el inicio de un periodo nuevo en su poesía y en su vida. Ingresa en el Partido Comunista, crea la revista El mono azul,  y califica de burguesa a la poesía hecha hasta entonces. A partir de ahora se dirigirá a la inmensa mayoría.  

     De esta etapa son:

 El poeta en la calle (1931-1935) De un momento a otro (1934-1939)

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13 banderas y 48 estrellas (1935)

Entre el clavel y la espada (1939-1940). Obra impregnada por la amargura del exilio.

En estos poemas tiene un tono combativo, agresivo y de denuncia; protesta ante lo que sucede en su país. También critica los desmanes llevados a cabo en Hispanoamérica. Este carácter combativo hace que en ocasiones se produzca una despreocupación formal.

  Etapa del Exilio.

Alberti ha sido siempre fiel a las virtudes y cualidades que le han caracterizado como poeta: la maestría de la técnica poética, la gracia alada del verso, el sentimiento finísimo del ritmo… Esa poseía aérea, esbelta, jugosísima, de Alberti, la volvemos a encontrar en algunos de sus libros del exilio, como sus Canciones del Paramá (1943-1944), aunque ahora la lejanía y nostalgia de la patria empañen a veces de melancólica tristeza sus canciones. El recuerdo y la añoranza de España aparecen y reaparecen a lo largo de tos su poesía del destierro, especialmente en sus libros Entre el clavel y la espada (1941), Retornos de lo vivo lejano (1952), Ora marítima (1953) y Baladas y canciones del Paraná (1954).

A estos libros de su etapa de exilio argentino habría que añadir Pleamar (1944) y un libro de poesía política Coplas de Juan Panadero (1949). Aunque en estas obras la poesía de   Alberti se ha hecho más seria y preocupada, más angustiada por la circunstancia del exilio, no falta en ellas, a veces, la gracia de un cantar, de una canción. Pero domina la amargura de la derrota y de la patria perdida, que impregna su libro Entre el clavel y la espada.

La serie de poemas Toro en el mar es un canto al Toro de Iberia, que simboliza a la España herida por la guerra civil. En algún poema asoma la melancolía por la ausencia de la España lejana: "Mis ventanas ya no dan a los álamos y a los ríos de España".

Otros libros lo presentarán obsesionado por la patria y amargado por ser un desterrado, como Retorno de lo vivo lejano, de 1952.  donde el acento nostálgico es aún más intenso, libro lleno de

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añoranzas y recuerdos españoles. El tono elegiaco domina en todo el volumen, en el que destaca la serie "Retornos de amor " , culminación de la lírica de motivación amorosa en Alberti.

Ora marina, título de un poema latino de Avieno, es un canto de homenaje a Cádiz, con motivo de cum0lirse su tercer milenario. 

Salvo las Coplas de Juan Panadero, de 1949, después ampliado, que siguen siendo de carácter combativo y entroncan con la poesía satírica del siglo XV, la obra de Alberti cambia, deja su preocupación político-social  y se vuelve más barroca.   Su temática principal es España. La añoranza del mundo infantil, del mar, se suma a la de la patria perdida en Pleamar.

Pleamar, publicado en 1944; Oda marítima, de 1953, expresan la añoranza de su tierra gaditana, su infancia, el mar, su cielo...

Pero también existen otras preocupaciones, como la pintura y sus teorías estéticas: A la pintura, de 1945. Pintor en su juventud y luego en su madurez, Alberti ha conseguido en este homenaje a la pintura -"poema de color y de línea", como el propio autor lo llama- uno de sus más bellos libros, un poema sereno y clásico, rico en orquestación y en matices.

En su etapa romana, a Alberti le interesan más los acontecimientos internacionales, aunque sigue añorando España: Roma, peligro para caminantes, de 1968, Los ocho nombres de Picasso, de 1970, homenaje al genial pintor malagueño, que fue amigo suyo.

Después de su vuelta a España publica Abierto a todas horas y Fustigada luz (1980), Versos sueltos de cada día (1982), Los hijos del Drago y Otros poemas (1986). Golfo de sombras (1986), y Canciones para Altair (1988).

Son interesantes los dos volúmenes de La arboleda perdida, de 1942 y 1987, e Imagen primera de... (1945), donde recoge semblanzas de artistas y escritores que conoció.  

     Como García Lorca, también cultivó Alberti el teatro, y en ese género destacan sus dramas El Hombre deshabitado, El trébol florido, La gallarda, La pájara pinta, El Adefesio y Noche de guerra en el Museo del Prado;

Hizo una modernización de la Numancia de Cervantes y, conjuntamente con su mujer, una adaptación cinematográfica de La dama duende de

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Calderón. Además de La arboleda perdida, es autor de un estudio sobre La poesía popular en la lírica española contemporánea. También se le deben prólogos, antologías trabajos editoriales y traducciones.