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142 O OBEDIENCIA Su actitud de obediencia El itinerario de la vida consagrada está siempre marcada por los hitos de la obediencia a la voluntad de Dios, manifestada por los superiores. M. Inés inició y siguió siempre este camino con el signo de una obediencia pronta y fiel, dejándose moldear por los superiores: "Como si fuera el primer día de mi conversión, quiero empezar, con todas mis fuerzas, con todo el ardor de mi alma, quiero darme toda a él, sin decirle basta, que haga de mí lo que quiera; me entrego en sus manos madre mía, como un pedacito de cera, quiero hacer siempre a ojos cerrados lo que me diga" (Experiencias, Cuanta de conciencia, a la M. Abadesa, año 1929, p.11, fol.452). Quienes tienen que tomar alguna decisión en la comunidad eclesial, son portadores de un signo de la voluntad de Dios. Por la biografía de M. Inés, sabemos que estos signos le comportaron muchos sacrificios. Pero ella marchó, con espíritu de fe, por el camino seguro de la obediencia. Así imitó la vida de Jesús en Nazaret, siempre con la compañía y ayuda de María: "Sí, los superiores son los representantes de Dios y a él, por la fe, debemos ver en su persona. Esta reflexión me he hecho desde el principio de mi vida religiosa; Jesús habitaba oculto en Nazaret, bajo la dependencia inmediata de María su Madre, como representante de su Padre celestial, así pues, yo, como Jesús, quiero ver y honrar en mi superiora a María Sma. y por ese medio ir a Dios mi Padre celestial. Mis primeros años en religión era mi fe tan viva en esto, que yo creo no se pasaba la menor cosita, sin que viera inmediatamente la acción directa de mi Madre celestial" (Experiencias, Diario 1932-1934, p.45, fol.485). Las dificultades de la vida consagrada afloran especialmente cuando la obediencia señala objetivos cargados de sacrificios. Los trabajos de la comunidad eran muy pesados; pero la obediencia los convertía en paz del corazón y en fecundidad misionera: "Si mi anhelo era comprar almas, y la obediencia me tenía lavando y planchando, era indubitable que allí encontraba la fuente en que podía regenerarlas, uniendo todas mis acciones a los méritos tuyos, Jesús mío, y

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O

OBEDIENCIA

Su actitud de obediencia

El itinerario de la vida consagrada está siempre marcada por los hitos de la obediencia a la voluntad de Dios, manifestada por los superiores. M. Inés inició y siguió siempre este camino con el signo de una obediencia pronta y fiel, dejándose moldear por los superiores: "Como si fuera el primer día de mi conversión, quiero empezar, con todas mis fuerzas, con todo el ardor de mi alma, quiero darme toda a él, sin decirle basta, que haga de mí lo que quiera; me entrego en sus manos madre mía, como un pedacito de cera, quiero hacer siempre a ojos cerrados lo que me diga" (Experiencias, Cuanta de conciencia, a la M. Abadesa, año 1929, p.11, fol.452).

Quienes tienen que tomar alguna decisión en la comunidad eclesial, son portadores de un signo de la voluntad de Dios. Por la biografía de M. Inés, sabemos que estos signos le comportaron muchos sacrificios. Pero ella marchó, con espíritu de fe, por el camino seguro de la obediencia. Así imitó la vida de Jesús en Nazaret, siempre con la compañía y ayuda de María: "Sí, los superiores son los representantes de Dios y a él, por la fe, debemos ver en su persona. Esta reflexión me he hecho desde el principio de mi vida religiosa; Jesús habitaba oculto en Nazaret, bajo la dependencia inmediata de María su Madre, como representante de su Padre celestial, así pues, yo, como Jesús, quiero ver y honrar en mi superiora a María Sma. y por ese medio ir a Dios mi Padre celestial. Mis primeros años en religión era mi fe tan viva en esto, que yo creo no se pasaba la menor cosita, sin que viera inmediatamente la acción directa de mi Madre celestial" (Experiencias, Diario 1932-1934, p.45, fol.485).

Las dificultades de la vida consagrada afloran especialmente cuando la obediencia señala objetivos cargados de sacrificios. Los trabajos de la comunidad eran muy pesados; pero la obediencia los convertía en paz del corazón y en fecundidad misionera: "Si mi anhelo era comprar almas, y la obediencia me tenía lavando y planchando, era indubitable que allí encontraba la fuente en que podía regenerarlas, uniendo todas mis acciones a los méritos tuyos, Jesús mío, y entregándolo todo a mi dulce Madre... gozaba de entregarme a ti, en la forma que lo disponía la obediencia" (Experiencias, María ha escogido..., p.104, fol.541).

La presencia de María se convierte en cercanía y ayuda eficaz para imitar la obediencia de Jesús: "Madre mía, tú que recibiste la obediencia pronta, alegre y afectuosa de tu Hijo, alcánzame Madre, que llegue a ser en ella muy semejante a este mi divino modelo y espejo" (Ejercicios 1933, p.336, fol.763). M. Inés manifiesta frecuentemente su fidelidad a las decisiones de los superiores, con un "fiat" que quiere ser trasunto del de María (cfr. Experiencias, Diario 1944, p.143, fol.579).

Actitud de escucha de los signos de la voluntad divina

La expresión "obediencia" significa "escuchar". Pero la virtud propiamente dicha de la obediencia significa la escucha y fidelidad respecto a la voluntad de Dios manifestada por los signos eclesiales, especialmente por medio los superiores. Esta obediencia tiene valor misionero: "Y ahora Jesús, dejándose oír por la voz de la obediencia, me ha dicho: «Apacienta mis ovejas»" (Estudios, Hija, ¿me mas?..., p.178, fol.613).

En los Ejercicios de 1950, M. Inés hace un resumen de la plática recibida sobre la obediencia. La obediencia se dirige a aceptar la voluntad de Dios, cualquiera que sea el signo

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con que se manifieste. La redención de Cristo se realizó por la obediencia: "Dios mío, enséñanos a ser obedientes a tus voluntades, a tus disposiciones, a los que nos has puesto para que nos dirijan, nos guíen, nos ayuden. No permitas que nuestro propio juicio se sobreponga a esta tu voluntad, pues no seríamos felices, ni cumpliríamos en la tierra el fin para el que fuimos criados, ya que, desobedeciendo nos revelaríamos abiertamente a tu amor... Según san Pablo, toda la teología de la Redención gira al rededor de la obediencia" (Ejercicios, 1950, pp.475-476, fol.901-902).

Quien se consagra al Señor, no le quiere negar nada, sino que "le ofrece un DON completo, absoluto de todo su ser, sacrificando, en aras de la obediencia, su propia voluntad, y esto para siempre" (Experiencias, Excelencia de la vida religiosa, p.184, fol.618).

El camino de la santidad es camino de obediencia: "Luego, en el cumplimiento fiel de la voluntad de Dios, está la santidad. Y la voluntad de Dios está claramente manifestada a las religiosas en la voluntad de sus superioras, en el cumplimiento de sus reglas y constituciones; camino infalible y seguro que lleva derechamente al cielo" (Estudios, Estudio sobre la Regla..., p.225, fol.658).

Una obra misionera marcada por la obediencia

La obra misionera iniciada por M. Inés está marcada por una obediencia leal y sincera a los signos de la voluntad de Dios, manifestada por los superiores eclesiásticos. Los documentos referentes al inicio del Instituto, manifiestan un corazón que sólo quería seguir la voluntad de Dios. "La voz de mis Superiores... Perdóname, Jesús mío, que te haga ahora un cargo; tú mismo, escondido en el sacramento de la autoridad, has venido a brindarme esta obra colosal; yo la vi claramente en tus manos, cuando te presentaste ante mí, en las insinuaciones de mi superiora legítima, cuando por su medio me manifestaste tu expresa voluntad, cuando la unificación de la voluntad de mi superiora a la mía, me hizo comprender que era la tuya" (Experiencias, Diario 1944, p.130, fol.565).

Esta actitud de fidelidad y obediencia es una nota característica y constante, que garantiza el que la obra misionera sea obra de Dios. M. Inés dejó siempre constancia de esta obediencia pronta y generosa (cfr. Experiencias, Diario enero 1944, p.122, fol.558). En los documentos fundacionales manifiesta su actitud constante de obediencia a los superiores para llevar a cabo la fundación (cfr. Fundación, I, pp.187, 205; II, p.312).

Es la actitud que ella infundió a su familia espiritual, sin cansarse de señalar la fidelidad a la obediencia, como camino certero de santificación: "Si verdaderamente me tienen el cariño que manifiestan al exterior, yo les suplico con toda mi alma, que la mejor y única manifestación de ese afecto sea su perfecta obediencia, que las llevará por un camino seguro hasta los brazos de Dios, dejándolas allí salvas, para gozar de él por toda la eternidad" (Circulares, 25 mayo 1959, I, p.5533).

La vida de Nazaret es vida de obediencia y humildad, como garantía de hacer la voluntad del Padre. La fecundidad apostólica de la vida de Jesús se fundamenta en esta obediencia: "No queramos, hijas, apartarnos de la obediencia; nuestro dulcísimo Salvador nos dio de ello ejemplo toda su vida, y por treinta años vivió oculto, despreciado, o sin ser tenido en cuenta en su humilde taller de Nazareth, porque ésa es la voluntad de su Padre celestial, aunque sabía que solamente tendría treinta y tres años de vida. Había venido a evangelizarnos con su palabra y ejemplo; y para darnos ejemplo de humildad, de sujeción, de docilidad, empleó nada menos que treinta años" (Locales, marzo 1970, IV, p.5207)

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M. Inés, en sus cartas, va indicando orientaciones prácticas para la vida cotidiana: saber convivir en comunidad, hacerse disponibles para los cargos, aprender a dialogar, ser responsables en los oficios encomendados... Ver: Colectivas, I, pp.4, 50, 141s, 152, 186, 208, 213, 216, 224; II, pp.352, 357, 565, 585, 618; III, pp.3712s, 3752, 3803, 3846, 3872; IV, pp.3921, 3967, 3975, 3985, 4017, 4030, 4056s; V, pp.4124, 4165, 4235, 4277, 4289; VI, pp.4319, 4384, 4397, 4481, 4517. Locales, I, p.4675; II, pp.4755, 4828; III, p.5116; IV. pp.5167, 5311.

No olvida señalar las cualidades del diálogo con los superiores y con toda la comunidad, evitando siempre las críticas: Circulares, I, pp.5598, 5601. Colectivas, I, p.208; II, pp.377, 542, 547, 622; III, pp.3698, 3701, 3753, 3761, 3791, 3816, 3863, 3865, 3870, 3872; IV, pp.3877s, 3952, 3988; V, pp.4225, 4239; VI, pp.4365, 4496.

Temas complementarios: Comunidad, Nazaret, superiores, voluntad de Dios.

OBLACION, VICTIMA

Significado eucarístico, "pan partido"

La palabra y el concepto de "oblación" es un término relacionado con la Eucaristía, en el sentido de hacer de la propia vida una oblación de amor como la de Jesús, siempre en sintonía con su mismo amor: "Ofrece tu corazón a Jesús para que le sirva de altar también, y venga a inmolarse en él" (Lira, 1ª, III). Así el apóstol aprende a "hacer de su vida una continua oblación" (Lira, 2ª, VII).

M. Inés lo vivía con estos matices: "He aquí esta pobre víctima que no quiere otra cosa que amarte y darte gloria" (Experiencias, Hombre de poca fe, p.90, fol.528). Calificaba esta oblación como sintonía con la voluntad de Dios: "Mi absoluta entrega a su divino beneplácito" (ibídem, p.129, fol.565).

Vendría a ser, pues, una aplicación del "ser pan partido", a imitación de Jesús Eucaristía, dándose totalmente a Dios y a sus planes de salvación universal. Se puede decir también que en esta palabra ("oblación"), se encierra el significado de por qué el carisma inesiano es "sacerdotal". Se trata de hacer de la propia vida una oblación de amor, unida a la oblación de Cristo Sacerdote. Es "un holocausto de amor y agradecimiento" (Experiencias, p.126, fol.562). "Toda una vida se redime, cuando se consuma en aras de la voluntad Sma. de Dios, en el altar del propio sacrificio, unido al Sacrificio divino del Gólgota" (ibídem, p.142, fol.578).

El sentido eucarístico, de unión con Cristo víctima, abre horizontes de santidad y de apostolado: "Y ojalá, Jesús mío! que después de haber vivido siempre en tu presencia, pudiese también morir de amor al pie de tu altar, entregando al Eterno Padre, a mi amado Padre Celestial, en unión con la víctima sagrada, esta miserable y pequeña víctima" (Estudios, Lo que me dice el cuadro de la Anunciación, p.183, fol.618).

Víctima al amor misericordioso

En M. Inés, la "oblación" está relacionada con el hecho de ofrecerse como víctima al amor misericordioso, al estilo de Santa Teresita. "En la fiesta de Cristo Rey, de ese mismo año, de 1926, me consagré por primera vez al Amor Misericordioso, como víctima de holocausto" (Experiencias, Cuenta de conciencia, p.9, fol.451). Es una oblación que ella recordará y

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renovará a lo largo de toda su vida: "Hace cuando menos 25 años me ofrecí a ti como víctima de holocausto: que esta ofrenda la sostengo y la confirmo, y no tengo más anhelo que vivir y morir como la dichosa víctima que se consume en aras del amor. Lo ratifico hoy de una manera solemne, en presencia de la Santísima Trinidad, por tu gloria, Dios Trino y Uno, por las almas, por nuestro instituto de Clarisas Misioneras" (Ejercicios 1950, p.471, fol.897). Tiene significado eucarístico: "Ofrecerme como víctima cada día en la Santa Misa, por las intenciones particulares que en ese día tenga en mí Jesús" (Experiencias, Cinco cuadernitos, p.34, fol.474).

El tema de ser oblación y víctima por amor es muy frecuente en los escritos inesianos. Está en la línea de un amor de totalidad, que lleva a la relación íntima con Cristo (adentrándose en su Corazón) y a la misión de hacerle conocer y amar por toda la humanidad. M. Inés unía esta oblación al voto de hacer amar a María y ofrecer la vida por los sacerdotes. "La fórmula de este mismo voto, junto con la oblación de mi vida, la traigo día y noche sobre el corazón, para que en cada latido suban hasta Dios estos mis deseos y ofrendas, como actos formales de mi voluntad" (Experiencias, Diario 1932-1934, p.54, fol.494; cfr. Estudios, p.290, fol.719).

Vida consagrada

En el contexto de su profesión perpetua (1933), ya en el convento de México, afirma: "Me he ofrecido víctima a tu amor. Que sea una verdadera víctima, dulce y afable, que te encante y te deleite. Que ya para mi próxima profesión Perpetua, quiero ser una verdadera esposa fiel, viviendo vida oculta en mi corazón Contigo y en la cruz; bien se Dios mío, que no bastan mis propósitos por sinceros y fuertes que sean, si tu gracia no los fecundiza y para que ésta no me falte, que mi oración sea sin interrupción" (Ejecicios 1933, p.330 (fol.758).

La vida consagrada, en relación con el bautismo y el martirio, tiene esta particularidad de oblación victimal: "Es tal la excelencia de la vida religiosa, que los santos padres la comparan al bautismo y al martirio... Un bautismo, porque al emitir el alma religiosa sus votos, entregando a su dueño y Señor a quién se consagra por entero, en calidad de víctima, su alma, su corazón, su cuerpo, con todas sus potencias y sentidos, le ofrece un DON completo, absoluto de todo su ser... Y un martirio, porque la continua repetición de los actos de la vida religiosa... son un martirio a fuego lento que van quemando la víctima en el altar de su propio sacrificio" (Estudios, Excelencias de la vida religiosa, p.184, fol.618).

En el camino de la santidad como entrega total

Se podría decir que la actitud de oblación equivale a la decisión de santificarse con una entrega total, realizando esta entrega gozosamente y en la sencillez de los trabajos ordinarios: "¡Oh Jesús, quiero ser santa para Ti, en María!" (Experiencias, Diario 1932-1934, p.41, fol.481).

Los males que surgen en la historia quedan vencidos por esta actitud de oblación espiritual: "Y aunque la tierra está llena de pecados, que deben entristecer nuestra alma por ofensa tan grande al Señor, tengamos en cuenta que la tierra es siempre un altar desde donde se elevan al cielo las espirales del incienso de nuestro amor, quemado en las brasas de nuestro amor" (Colectivas, 16 abril 1980, VI, p.4519).

El camino de oblación y victimación tiene, pues, sentido de amor y entrega incondicional. Se concreta en la decisión de ser santos y de ayudar a los demás a serlo. En las dificultades no hay que olvidar esta dimensión santificadora: "Recordemos que somos víctimas de su amor. Pero para lograr esto en el tiempo que venga, desde ahora tenemos que vivir una fe

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santa, verdadera y santificante, esto es, que nos ayude a santificar a los demás" (Colectivas, mayo 1978, VI, p.4347). Hay que dar gracias a Dios por esas cruces de la vida comunitaria, que conducen a la santidad (cfr. Colectivas, III, p.3821).

La unión Cristo inmolado en la cruz se hace posible con el ejemplo y ayuda de María: "Quiero, si así es su voluntad santísima, ofrecer, y ofrezco mi pobre vida, unida esta inmolación al sacrificio de Jesús en la cruz, a sus dolores y padecimientos todos, y por manos de la Santísima Virgen, por la santificación de este pequeño instituto, tan querido para mi corazón" (Colectivas, marzo 1967, III, p.3711).

No se puede confundir este tema evangélico con el "sentirse víctima". Quien quiere ser víctima del amor misericordioso, intenta vivir siempre del gozo de poder hacer felices a los demás: "Lejos de ustedes, hijas, el sentirse víctimas. El alma que es verdaderamente víctima de la misericordia Divina no hace de ello alusión y lo considera muy necesario" (Colectivas, 29 octubre 1956, I, 153, fol.320; cfr. ibídem, p.141).

Fecundidad apostólica

Hacer de la vida una oblación, unida a la oblación de Jesús Eucaristía, es una manifestación del "celo por la salvación de las almas, que muchas veces, por falta de hostias que se ofrezcan por ellas, se pierden irremisiblemente" (Locales, 24 noviembre 1959, II, p.4853).

La oblación tiene sentido de gastarse por la salvación de las almas. Desde los primeros momentos, la persona misionera debe formarse en esta línea de oblación: "Y por eso, al imponerse por las almas toda suerte de sacrificios, al renunciar a todas las satisfacciones del corazón, y de la inteligencia, al desterrarse voluntariamente, por amor de su Dios, entre personas que no la comprenden, al hacer de su vida una continua oblación, viviendo por las almas vida de víctima" (Lira, 2ª parte, cap.VII). M. Inés, al hablar de la oblación, afirma que se inspiraba en este texto de San Pablo: "Yo que al presente me gozo de lo que padezco por vosotros y estoy cumpliendo en mi carne lo que resta que padecer a Cristo en sus miembros, sufriendo trabajos en pro de su cuerpo místico..." (Col 1,24). Efectivamente, San Pablo calificaba su vida como oblación: "Estoy a punto de ser derramado en libación... he llegado a la meta en la carrera, he conservado la fe" (2Tim 4,6-7).

Una vida ofrecida a Dios es la mejor preparación para poder continuar la misión más allá de la muerte. "El premio del amor es la posesión eterna del AMOR... todo LO SUYO ES MIO... la Misionera después de muerta, derramará sobre la tierra las rosas de sus favores" (Lira, 2ª parte, cap.XII).

Temas complementarios: Amor, Eucaristía, martirio, muerte, sacerdotes, sacrificio (penitencia), Teresa de Lisieux (víctima), vida consagrada, voluntad de Dios.

Oficio divino (v. LITURGIA DE LAS HORAS)

ORACION

Nociones básicas de oración

Al hablar de la oración, M. Inés comenta frecuentemente los ejemplos evangélicos

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sobre el tema (cfr. Estudios, p.236, fol.668; p.260, fol.692). A la luz de los textos evangélicos, habla de la necesidad de oración: "Necesidad de esconderse en su Dios" (Estudios, Estudio sobre la Regla, p.255, fol.687). "Si dejamos de ser almas de oración, si no vivimos continuamente unidas a Dios, todo lo más que nos sea posible, nuestras misiones, nuestros apostolados, nuestro trato con los demás, no fructificará verdaderamente; todo será como campana que retiñe" (Locales, s.f., I, p.4538). "Es de todo punto indispensable la oración" (Lira, 2ª parte, IV).

Debe ser oración confiada y humilde: "Vayamos a él siempre, así con grande humildad y entera confianza" (Colectivas, 3 julio 1974, V, p.4132). "¡Oh poder de la oración confiada!" (Estudios, Estudio sobre la Regla, p.232, fol.664); "la oración todo lo logra, sobre todo cuando es oración humilde" (Locales, 16 junio 1978, V, p.5447). "Pudiéndolo tratar con la mayor confianza posible" (Locales, 18 febrero 1978, V, p.5436). El modo de orar con confianza se reduce a la sencillez de presentarse al Señor tal como uno es: "Sencillez en la oración es no necesitar de métodos; es amar, y amando, entregarse, contemplar, conversar con el Amigo" (Consejos, año 1973, p.1363). Ver la oración del borrico en Belén: Colectivas, junio 1974, V, p.4119).

La actitud de oración es siempre de humildad, presentando la propia realidad al Señor: "Nunca se les olvide el humillarse, anonadarse ante todo en la presencia de Dios, antes de principiar su oración, pues entonces serán siempre favorablemente recibidas" (Locales I, 4585). Especialmente en la oración de la liturgia de las horas, se aprende "es su Dios Quien ora en ella; es El Quien ruega al Padre" (Lira, 1ª parte, cap.II).

M. Inés recalca la oración de intimidad con Cristo: "Abrele tu alma de par en par con todas tus miserias y tus anhelos; cuéntale tus luchas, tus dudas, tus alegrías; pídele inflame tu corazón al contacto del suyo. DILE LO QUE TU QUIERAS, es un momento precioso para robar gracias a su amor" (Lira, 1ªparte, cap.III). "Que tu espíritu se postre a los pies de Jesús para agradecerle sus bondades, y decirle palabras de amor" (Lira, 1ª parte, cap.IV).

Todo apóstol y, especialmente la persona consagrada, debe formarse en la oración: "Pedirás incesantemente al Espíritu Santo el DON de oración, la gracia especialísima de llegar a una perfecta unión con Dios, para que, de esa plenitud, puedas saciar a las almas que se te confíen en lo sucesivo" (Lira, 1ª parte, cap.VII).

Cuando la oración es auténtica, se caracteriza por el reconocimiento de la propia miseria ante el amor y presencia de Dios. De ahí nace el deseo inquebrantable de santidad y de misión: "El alma contemplativa... de hecho se ha encontrado con todas sus miserias... de ahí ese arrojarse en el corazón de Jesús para que sus llamas la purifiquen, ese reconocimiento inmenso al verse el objeto de las predilecciones de su Dios, y ese querer, con intensidad de deseo, ser el heraldo del gran Rey en los cuatro confines del mundo" (Fundación, Carta a Mons. L. Martínez, arzobispo de México, 28 noviembre 1943, p.77).

Con esta actitud humilde y confiada, se superan las dificultades de la oración: "No te dejes llevar por el desaliento cuando te veas árida, ni por la vanidad cuando el Señor te colme de consuelos; ofrécele unos y otros, y haz tu oración tal como El quiere" (Lira, 1ª parte, cap.IX). La misma sequedad o aridez puede convertirse en oración de unión: "Aunque la oración sea árida, seca, dolorosa, mientras sea confiada y rendida a la voluntad de Dios, es buena, y aún excelente oración" (Estudios, La Santísima Trinidad, p.166, fol.601)

Su ejemplo y su modo de orar

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Sobre la actitud contemplativa de M. Inés, puede encontrarse abundante material en sus escritos más personales: Experiencias (pp.25, 29, 63-5, 69, 92, 99-105, 109-14, 149, 150); Dirección Espiritual (pp.62, 64-65, 99, 123, 140, 151, 165s, 247, 270, 276, 295, 299 327); Ejercicios (pp.349, 381s, 386, 393s, 403, 432, 441, 446, 454, 486); Documentos de fundación (I, pp.66, 111, 198); Correspondencia familiar (I, p.1421).

La oración formaba parte de su ser: "La oración es la vocación esencial de mi vida... es la hoguera donde se caldea mi alma... la fuente en donde se sacia mi sed de almas" (Experiencias, Viva Cristo Rey, p.82, fol.520). Describe su oración con estas palabras: "La oración es para mi como el agua para el pez, como el elemento del aire para el pájaro. Sin oración no puedo vivir" (Experiencias, ibídem, p.69, fol.507). Repetidamente, en sus escritos personales, habla de oración continua: Dirección, pp.95s, 113, 140, 259, 296, 314; Experiencias, pp.112, 134.

Oraba como había visto orar a su papá: "De corazón a corazón" (Experiencias, Diario 1944, p.139, fol.575). En sus limitaciones durante la oración no se desanimaba: "A veces no puedo meditar, y mi oración consiste solo en jaculatorias" (Experiencias, Diario 1932-1934, p.42, fol.482).

Su modo de orar era ordinariamente a la luz de los textos evangélicos y de los salmos, meditados en relación con la presencia de Jesús en la Eucaristía y en actitud mariana. De ahí que la oración tiende a ser "afectiva", como entrando en los sentimientos del Corazón de Cristo. Es el "reclinar" la cabeza sobre el pecho de Jesús, como San Juan: "Cabe tu Corazón sagrado, como Juan en el día de la cena, nuestros corazones se inflamarán; al escuchar tus latidos de amor nuestras almas se abrasarán y sabrán trasmitir a otras almas los sentimientos que embargan tu Corazón" (Experiencias, María ha escogido la mejor parte, p.107, fol.543).

No se atribuía a sí misma esta experiencia contemplativa, sino que la considera un don de Dios (cfr. Estudios, Postula a me et dabo tibi gentes, p.197, fol.631). Su oración contemplativa era el sostén de su espíritu misionero. Pocos meses antes de su muerte, dictó la última carta colectiva. "Desde este mi amado rinconcito en esta casa de oración... estoy bien así como mi Señor ha dispuesto me dedique a la tan amada y deseada vida de contemplación. Desde aquí participo en todos los campos de apostolado que las hijas atienden en todas nuestras misiones" (Colectivas, 16 febrero 1981, VI, p.4533).

Para ser apóstol, ser almas de oración continua

La oración contemplativa del apóstol consiste en entrar en sintonía con los sentimientos y amores de Cristo, al estilo de San Pablo: "Escuchando la palabra divina, penetrándose de ella, gustándola, rumiándola por el don de Sabiduría, viene el alma a despojarse del hombre viejo y a revestirse del nuevo, a hacer suyos los conceptos del Maestro, a apropiarse su lenguaje, sus sentimientos, sus modales" (Estudios, Yo soy la vid... p.275, fol.706).

Oración y misión son realidades que se postulan mutuamente: "El alma de todo apostolado es el alma de oración; que a la oración están vinculadas las gracias de conversión, de regeneración, de perdón, de santidad. Por eso la oración es la vocación esencial de toda Misionera Clarisa" (Lira, 2ª parte, cap.VI). La actitud apostólica se concreta en una oración continua (cfr. Colectivas, I, p.283; II, p.383; V, pp.4147, 4216, 4280; VI, p.4459). La contemplación verdadera se convierte en fecundidad apostólica (cfr. Colectivas. marzo 1978, VI, p.4317).

Temas complementarios: Adoración, contemplación, Liturgia de las Horas, unión con

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Dios (presencia de Dios), etc.

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P

PABLO, SAN

El por qué de la frecuente referencia a San Pablo

La referencia explícita e implícita a la figura y a la doctrina de San Pablo es muy frecuente en los escritos de M. Inés. Parece como si dos corazones latieran al unísono, siempre en consonancia con los amores de Cristo, en vistas a hacer conocer y amar al Señor con ardor misionero.

En la Lira, las referencias a San Pablo señalan un itinerario formativo inicial. En los escritos más sistemáticos, son un punto de referencia para el celo misionero. En los escritos fundacionales, la alusión sirve para acentuar la dimensión misionera del Instituto. En los escritos más personales o en los dirigidos a las misioneras, se reafirma la misma tónica paulina como aliciente para el celo misionero.

Compara la actitud de San Juan Bautista ("es necesario que él crezca y que yo diminuya": Jn 3,30) con la de San Pablo ("combatido he con valor; he concluido la carrera, he guardado la fe": 2Tim 4,7-8), y añade: "en esa alegría íntima que dimana del deber cumplido, esperar la suprema glorificación, pasando antes por la suprema humillación del cadalso: Esta alegría que es la mía, está pues, cumplida" (Dirección, 8 marzo 1949, p.157).

El ejemplo de Pablo ayuda a vivir con confianza: "Quisiera decir como S. Pablo: «Padre, he terminado la carrera, pero... comprendo que ¡me falta tanto para haber llegado a lo que mi Dios quería de mí! Pero, lo que me ha faltado por hacer, lo dejo en la infinita bondad y de ella espero todo lo necesario para la continuación de esta obra. Amén» (Colectivas, 2 mayo 1973, IV, p.4063, en vísperas de una operación).

La fuerza de San Pablo estaba precisamente en su confianza en el Señor: "Sí Señor mío y Dios mío; creo firmemente que tú, por tu infinita piedad, puedes hacer maravillas, sirviéndote de este miserable instrumento. Tengo esta convicción grabada tan profundamente en mi alma! ella es la que me sostiene, la que me alienta, la que me da fuerzas; sé que «Todo lo puedo en Ti, que me confortas» (Experiencias, Hombre de poca fe, pp.91-92, fol.529; cfr. Colectivas, V, p.4154, 7 septiembre 1974; Locales, I, p.4722, 2 mayo 1956; III, p.4964, 15 enero 1962; IV, p.5200, 28 agosto 1969).

M. Inés quería que desde el inicio de la formación, las misioneras se adentraran en la doctrina paulina: "Mucho encargo a las pequeñas recién llegadas, que se incorporarán a sus hermanitas en el noviciado, que de verdad se den a Dios, por una humildad sin límites, por una paciencia siempre tranquila, por una abnegación que no conozca límites, pero sobre todo por una caridad, tal como la describe san Pablo en sus hermosas epístolas, y que quiero lean todos los días detenidamente, una partecita de ellas, para que las rumien, las mediten y las practiquen. Pero no sólo las pequeñas, sino de una por una" (Locales 8 agosto 1964, III, p.5099; cfr. V, p.5455, 20 agosto 1978).

Era una recomendación constante: "Qué bueno sería que, con bastante frecuencia las misioneras clarisas leyéramos esas grandiosas epístolas de san Pablo. Si quieren verdaderamente agradarme, hijas, léanlas, medítenlas mucho, mucho, pidiendo al Espíritu Santo su ayuda para comprenderlas y practicarlas Dios se los pague" (Locales, 4 agosto 1971, IV, p.5272). "Quiero que mediten mucho las epístolas de San Pablo que tratan de la caridad, y el evangelio de San Juan, sobre la oración sacerdotal" (Colectivas, 22 octubre 1959, I, p.331);

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la misma recomendación en Colectivas, 5 septiembre 1974, V, p.4148). "El Apóstol San Pablo, en sus grandiosas Epístolas nos da documentos preciosísimos que alentarán sobre manera a las almas Misioneras para conducirse santamente en el cumplimiento de su ministerio, a ejemplo de Nuestro Señor Jesucristo que no para hasta darnos toda su Sangre como un rescate superabundante" (Lira, 2ª parte, cap.V).

En su visita a la Basílica de San Pablo (Roma), escribe: "Mucho pedí por todas mis hijas. ¡Cómo quisiera que llegáramos a ser, por el apostolado, la palabra y los pies de Jesús, a ejemplo de tan gran apóstol, y ese su corazón todo encendido en fuego divino" (Colectivas, 28 septiembre 1958, I, p.243)

El camino de santidad según San Pablo

El conocimiento de la propia bajeza es un trampolín para llegar a la confianza plena en el amor de Dios: "Con esa seguridad sentida de que: «Todo lo puedo en Aquel que me conforta», él no puede dejar defraudadas mis esperanzas, pues tiene empeñada su palabra" (Estudios, Postula a me, p.188, fol.622; cfr. Experiencias, Diario enero-marzo 1944, p.129, fol.565).

La doctrina paulina es exigente porque ofrece el gran ideal de vivir en Cristo: ..."la mortificación interior, por la que se desnuda el sujeto del hombre viejo, es decir: de sus pasiones y malas inclinaciones. Para decir con toda verdad con San Pablo: "Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí" (Lira, 1ª parte, cap.IV; cfr. Locales, IV, p.5279, 28 agosto 1971). Es lo que ella desea para sus hijas: "Bien hijas, espero en Dios, así se lo pido a la santísima Virgen, que siempre estén llenas de él y que su amor siga trascendiendo, hasta decir con san Pablo «Vivo yo... mas ya no yo, es Cristo quien vive en mí». Pero para llegar a repetir estas palabras con el apóstol, necesitamos hacerlas vida en nosotras, estando en completa disposición" (Locales, 4 diciembre 1979, V, p.5488).

La caridad es el meollo del camino de santidad; otro camino sería estéril y engañoso: ..."pues sin ese amor, por más que se obraran maravillas sería como dice San Pablo: campana que retiñe" (Lira, 1ª parte, cap.VII). "Recordemos aquello de san Pablo: «la caridad, no es envidiosa, no piensa mal... etc.»." (Colectivas, 5 abril 1965, II, p.609; cfr. Locales, V, p.5338, 7 marzo 1974).

San Pablo enseña a ser felices en la tribulación: "¡Por eso las buenas religiosas son tan felices! Pero hay que comprender que, la felicidad verdadera no consiste siempre en sentirla; muchas veces no se siente, mas se posee esa verdadera felicidad que radica en el fondo del alma. Como decía San Pablo: «¿Quién podrá separarme del amor de Cristo? ¿Será la tribulación, o la angustia, o el hambre, o la desnudez, o el cuchillo, o el riesgo, o la persecución..?» (Rom 8,35)... Y continúa el mismo San Pablo: «pero en medio de todas estas cosas triunfamos por virtud de Aquel que nos amó»" (Lira, 1º parte, cap.XV; cfr. el mismo tema en: Colectivas, 27 enero 1961, II, p.416; 29 mayo 1973, IV, p.4067). "Cuando las almas se convierten, todos sus trabajos le parecen nada, y exclaman como San Pablo: «Estoy inundada de consuelo, rebozo de gozo en medio de todas mis tribulaciones» (2Cor 7,4)" (Lira, 2ª parte, cap.XI).

La invitación paulina a ser fieles a la vocación, la glosa con estas palabras: "Ahora hijas: «Comportaos de modo conveniente a la llamada (yo agrego y a las gracias y beneficios) que habéis recibido». Dice san Pablo a los Efesios (Ef 4, 1-3). Yo os lo digo a vosotras todas. Que ninguna de las hijas se atreva jamás a defraudar a Dios y a su instituto. ¡Qué hermoso, grato a Dios y consolador para ésta su pobre madre, si cada una de las hijas toma con empeño y

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trabaja a conciencia por lograr su santificación" (Colectivas, 15 septiembre 1964, II, p.602; comenta el mismo tema en: Colectivas, VI, p.4496, 2 julio 1980, glosando "Mutuae Relationes").

San Pablo es siempre imitable: "Alguna hija me pregunta como podrá hacerse unas convicciones como las de san Pablo. Ante todo, no quiera hacer esto, como se dice, de golpe y porrazo. Esas resoluciones fuertes se adquieren mediante la oración asidua, el recurso amoroso a nuestro Señor, en una oración humilde y confiada, y en la aceptación gozosa de nuestra nada, ofrecida a Dios con conciencia de nuestra pequeñez, pero con anhelos de superación, sin desalientos, sin desabrimientos, sin inquietudes" (Colectivas, noviembre 1969, III, p.3850).

El camino misionero de San Pablo

En el campo apostólico, es necesario dar testimonio: "Que cada una de las Misioneras Clarisas puestas bajo nuestro cuidado vea en nosotras un modelo a seguir y podamos decir con certeza a imitación de san Pablo: «Sed imitadores míos como yo lo soy de Cristo» (Circular, 14 abril 1974, II, p.5671).

Los sufrimientos de la misión son siempre fecundos si se afrontan con amor: ..."al hacer de su vida una continua oblación, viviendo por las almas vida de víctima, dice también con San Pablo: «Yo que al presente me gozo de lo que padezco por vosotros y estoy cumpliendo en mi carne lo que resta que padecer a Cristo en sus miembros, sufriendo trabajos en pro de su cuerpo» místico..." (Lira, 2ª parte, cap.VII)

El "completar" a Cristo de la doctrina paulina tiene un profundo sentido misionero: "Y en medio de sus penas, de las cruces propias del apostolado misional, puede la Misionera exclamar con San Pablo, al contemplar las primicias de sus trabajos: Estoy inundada de consuelo, reboso de gozo en medio de mis tribulaciones" (Consejos, p.1374, Doc.00490; cfr. Estudios, Postula a me, p.198, fol.632). "A ti te ha elegido para que continúes el trabajo que El empezó; «para que cumplas en tu carne lo que resta que padecer a Cristo en sus miembros, sufriendo trabajos en pro de su cuerpo místico, el cual es la Iglesia» (Col 1). Y si eres fiel, si ardes en celo por la salvación de las almas y este celo está vivificado por la caridad, puedes aplicarte la continuación de esas palabras citadas, en la medida de tu capacidad de mujer: «Cuyo ministro soy yo... anunciándoos el misterio escondido a los siglos y generaciones» (cfr. Ef 3,7ss). ¡Qué hermoso ministerio! hacer que Dios sea conocido y amado" (Lira, 1ª parte, cap.V).

La necesidad de anunciar la fe es una constante de la doctrina paulina. M. Inés cita frecuentemente estas orientaciones: "Dice san Pablo en su epístola a los Romanos que «la fe proviene de oír y el oír depende de la predicación de la palabra de Cristo». Por eso nos asegura en la misma Epístola que: «todo el que invocare el nombre del Señor será salvo; ¿mas cómo le han de invocar, si no creen en él? o ¿cómo creerán en él, si de él nada han oído hablar? Y ¿cómo oirán hablar de él, si no se les predica? Y ¿cómo habrá predicadores, si nadie los envía?» (Rom.10 13-15)" (Consejos, p.1368s, Doc.00489; ver también: ibídem, p.1387, Doc.00497; Estudios, p.315, fol.742, En homenaje de filial amor; Lira 1ª parte, cap.X; Experiencias, p.96, fol.533, Hombre de poca fe; Fundación, p.191, Doc.00138).

La universalidad de la salvación exige de parte de los cristianos colaborar por medio de la oración y el apostolado. Citando la doctrina paulina ("Dios... quiere que todos los hombres se salven y vengan en conocimiento de la verdad": 1Tim 2,4), M. Inés invita a elevar "oraciones a Dios para que las almas sean aptas para recibir la verdadera luz del Evangelio"

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(Lira, 1ª parte, cap.X). Este universalismo lo explica M. Inés con otros textos paulinos (cfr. Experiencias, p.95, fol.533, Hombre de poca fe).

El apóstol procura hacerse todo para todos como San Pablo: "La Misionera Clarisa debe hacerse toda para todos, a ejemplo de San Pablo, para ganarlos a todos para su Cristo" (Lira, 1ª parte, cap.XII; cfr. Locales, IV, p.5282, 30 agosto 1971). Pero el ejemplo principal a seguir es el de Jesús: "En la Epístola a los Filipenses, les dice, (y en ella a las almas deseosas de propagar su Evangelio): «Habéis de tener en vuestros corazones los mismos sentimientos que tuvo Jesucristo en el suyo»... (Fil. 2,5-8). ¡Qué norma!, ¡Nada menos que conservar en el corazón los mismos sentimientos que Jesucristo nuestro Señor!" (Lira, 2ª parte, cap.V).

Por amor a las almas, que fueron ganadas con la sangre de Cristo, el apóstol considera las ventajas humanas como basura: "Y por eso exclama con San Pablo: «Y en verdad todo lo tengo por pérdida, en comparación del sublime conocimiento de mi Señor Jesucristo, por cuyo amor he abandonado y perdido todas las cosas y las miro como basura, por ganar a Cristo» Fil 3,8). ¡Que sublime lenguaje! Este debe ser el de toda alma apóstol. Estudiando a San Pablo en sus epístolas, encuentra magníficos documentos que la llevarán a la santidad" (Lira, 2ª parte, cap.VII)

No falta la relación con María, precisamente con la doctrina paulina de "completar" a Cristo: "Sí Madre, queremos amarte muchísimo, como nadie te ha amado; queremos que este Instituto sea NETAMENTE Guadalupano; queremos que por sus venas circule tu Sangre Inmaculada capaz de concebir a Cristo en las almas, para que éstas viviendo sólo para El, le glorifiquen en la tierra y cumplan en sí mismas aquella atrevida palabra de San Pablo: «Estoy cumpliendo en mi carne lo que resta que padecer a Cristo en sus miembros, sufriendo trabajos en pro de su cuerpo místico» (Col 1,24))" (Lira, 2ª parte, cap.X; cfr. Locales, III, p.5137, 21 febrero 1966).

Al recordar la doctrina paulina sobre el agradecimiento por los dones recibidos de Dios, M. Inés afirma: "Por eso Jesús mío, yo pongo toda mi miseria en tu misericordia, para el bien de las almas" (Experiencias, Hombre de poca fe, p.97, fol.534; cfr. Colectivas, I, p.80, 20 noviembre 1954)

La urgencia de la misión nace del amor a Cristo. "De ahí el que san Pablo decía a su compañero: «predica a tiempo y a destiempo... amonesta», etc (cfr. 2Tim 4,2). La clase misma, la atención a una enferma, etc., pueden convertirse en una evangelización" (Colectivas, 7 septiembre 1974, V, p.4152). "La caridad de Cristo nos debe urgir, porque los malos trabajan con gran ardor, por perder las almas" (Locales, 16 octubre 1961, II, p.4931). Ver otros textos paulinos sobre la urgencia de evangelizar (cfr. Locales, IV, 5227, 12 noviembre 1970; V, p.5492, 4 enero 1980).

Pablo VI (v. PAPA)

PADRE, "PADRE NUESTRO"

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Con el mismo amor de Jesús al Padre

M. Inés vive una vida interior que está en armonía con la interioridad de Jesús, con sus sentimientos más profundos. Por esto es frecuente encontrar la referencia al amor del Padre, siguiendo la invitación de Jesús: "De tal manera amó Dios al mundo, que le dio a su Hijo unigénito" (Jn 3,16; cfr. Colectivas, 16 abril 1980, VI, p.5431). Ella constata "su ternura de Padre" (Estudios, La Santísima Trinidad Misionera, p.155, fol.591), "su Corazón paternal" (ibídem, p.158, fol.594). "Qué sabroso es amar en Jesús, con él, al Padre Celestial" (Dirección, 27 septiembre 1949, p.198). "¡Qué hermoso es tener a Dios por Padre, ¡Y qué Padre!" (ibídem, 22 agosto 1950, p.292). "Dios es caridad, es compasión, es dulzura, es bondad, es... Padre" (Ejercicios 1941, p.395, fol.822). Es "el más amante de los Padres" (Estudios, Estudios sobre la Regla, p.228, fol.661).

En su relación filial con el Padre, se inspiraba, pues, en los sentimientos de Jesús: "Oh! las consideraciones, los sentimientos que embargan mi corazón al ver a mi Padre celestial, tan dulce tan amoroso, tan tierno, me derriten" (Experiencias, Diario 1932-1934, p.55, fol.494, comenta texto del Hijo pródigo). "Oh! mi Padre, mi Padre celestial ¡cuanto te amo! sí, amo con todas mis fuerzas al Padre de mi Señor Jesucristo. Siento por este Padre mío, la misma confianza que hacia Jesús, un no se qué irresistible que me lleva a él frecuentemente en un arrebato de amor y confianza que me hace arrojarme en sus brazos paternales" (Experiencias, Diario 1932-1934, p.42, fol.483). "El recurso confiado y seguro al Padre Celestial, con aquel suspiro del Hijo de Dios; «Padre, yo sé que Tú siempre me escuchas». Sí Padre, yo se que Tú me amas, se que me perdonas, se que me absuelves, se que soy tuya, y se que Tu eres mío; ese fundirse de la criatura miserable en el regazo del Dios vivo, en el Padre de toda clemencia" (Dirección, 6 octubre 1955, p.325s).

Comentado el primer momento del ofrecimiento de Jesús al Padre, ya en la Encarnación, aludiendo a Heb 10,5-7, dice: "Ese cuadro de la Anunciación me hace escuchar el «He aquí que vengo a cumplir tu Voluntad».... Sí Padre, no te han agradado las víctimas ni los holocaustos de la antigua ley: He aquí la Víctima de propiciación por los pecados" (Estudios, Lo que me dice el cuadro de la Anunciación, p.182, fol.616). Y así se explica el amor de Jesús hacia nosotros: "Luego soy un don del Padre, al Hijo; el Padre me puso en manos de su Hijo; como una joya de inapreciable valor, puesto que dio toda su sangre por mí; me conquistó a fuerza de amor, de exceso de amor!" (Dirección, 23 mayo 1950, p.241).

Las expresiones de amor al Padre están en sintonía con el amor de Jesús al Padre: "Oh! te amo Padre mío, te amo cuanto puedo, te amo con el corazón de tu Hijo" (Experiencias, Diario 1932-1934, p.43, fol.483). "Amaré al Padre Eterno con ternura filial, agradeciendo el DON infinito que me hizo de su divino Hijo, el Don casi infinito de María, de su cielo, de su gracia, de su perdón" (Consejos, 15 octubre 1936, p.1264). "Cuán rica se siente mi alma con las riquezas todas de Dios. Ellas son mías, porque todo lo de mi Padre es mío" (Experiencias, Diario 1944, p.124, fol.560).

La oración de abandono en las manos del Padre

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Le impresionaba meditar las últimas palabras de Jesús en la cruz: "Su última palabra, la palabra del filial y amoroso abandono en brazos de su Padre, como un último y supremo acto de adoración y rendimiento en manos de Dios: «Padre, en tus Manos encomiendo mi espíritu»" (Estudios, La Santísima Trinidad Misionera,, p.159, fol.594). No solamente deseaba que se rezara frecuentemente la oración "Padre, me pongo en tus manos" (cfr. Colectivas, mayo 1977, V, p.4252), sino que la explica con frecuencia. En la fórmula de la Lira ("Me pongo en tus manos"...) añade: "Que todos amen a tu Padre" (Lira, 2ª parte, cap.V). Y lo explica así: "Sí hijas, con esa infinita confianza y abandono total al Padre, para dejarnos «hacer», aunque él nos ha dado la libertad, nosotras volvamos a entregársela nuevamente a él, para que nos haga como mejor le parezca, poniendo nosotras nuestra «voluntad» y él hará lo demás" (Locales, 6 diciembre 1979, V, p.5488s).

Es una entrega al amor: "Nos hemos dedicado a amarlo y hacerlo amar" (Colectivas, noviembre 1977, V, p.4281; ver también: Colectivas VI, 24 julio 1979, p.4448). Es una actitud que se une al "fiat" de María (Colectivas VI, 16 febrero 1981, es última Colectiva, p.4535). Tiene también sentido de unirse a la oblación de Jesús al Padre: "Y ojalá, Jesús mío! que después de haber vivido siempre en tu presencia, pudiese también morir de amor al pie de tu altar, entregando al Eterno Padre, a mi amado Padre Celestial, en unión con la víctima sagrada, esta miserable y pequeña víctima" (Estudios, Lo que me dice el cuadro de la Anunciación, p.183, fol.618).

Es actitud de confianza en su misericordia: "¡Es tan dulce volver a los brazos de nuestro Padre! ¡Llorar en su regazo nuestras infidelidades, contarle nuestras miserias, decirle lo que sufrimos apartados de él, y confiar, sí, confiar inmensamente en su misericordia!. Esta confianza del hijo, aunque se vea inmensamente miserable, le roba el corazón" (Consejos, Doc.00478, p.1325, explica el hijo pródigo). "Quiero amar inmensamente al Padre celestial, confiar en él y arrojarme en sus brazos como niña pequeñita" (Experiencias, Diario 1932-1934, p.46, fol.486).

Describiendo el viaje por mar hacia el Japón, dice: "Me ha abierto sus brazos de Padre para que me arroje en ellos con entera confianza y su amoroso seno ha recibido mis lágrimas de contrición, mis ansias de santidad, mis anhelos de salvarle almas" (Dirección, 26 abril 1953, p.312). Las dificultades son una invitación a confiar en el Padre: "Les expuse mis necesidades, muy serias y aflictivas, pero que no me quitan el sueño, porque confío en Dios nuestro Señor que siempre ha sido para nosotras amoroso Padre" (Locales, 10 noviembre 1954, I, p.4639).

Es un actitud filial, como "el niño que está en las manos de su Padre Dios y dice: «Dios es mi Padre; a él me abandono, nada temo». Aquí está toda una teología de las tres virtudes teologales tan necesarias para la salvación y la santificación... el abandono total en un Dios que es amor y que nos ama, no por nuestras cualidades, sino porque es Salvador y le hemos costado mucho" (Colectivas, diciembre 1977, V, p.4303). "Es el niño que sabe encontrar en su padre, ¡¡y qué Padre!!!, todo lo que necesita, y también todo el amor que el Padre espera. que es: amor" (Colectivas, marzo 1978, VI, p.4318). "Me dormiré pequeñita en su regazo de Padre, y lo esperaré todo de su bondad" (Ejercicios 1941, p.413, fol.840). "Esa confianza filial, deliciosa, que enamora el corazón de Dios, que le roba sus gracias, que le ata las manos, que le cautiva, que le enamora, porque ante todo el es Padre" (Ejercicios 1941, p.374, fol.802).

La oración del "Padre nuestro "

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El "Padre nuestro" es una pauta de actitud filial. M. Inés comenta cada petición del Padre nuestro y da unas pautas para explicarla en la catequesis: "Esa hermosa oración que salió de los mismos labios del Salvador... diciéndoles primero que esa oración es la más hermosa de cuantas posee la Iglesia católica, porque fueron los divinos labios de Jesús quienes la pronunciaron por vez primera... También hay que hacerles ver como N. Señor al componer esta oración quiso enseñarnos la caridad con el prójimo, pues toda ella está en plural, pidiendo para los demás lo que pedimos para nosotros mismos" (Consejos, Doc.00476, p.1255s)

Cada una de las peticiones del "Padre nuestro" quedan también explicadas en un estudio especial: "Nos da la sublime lección de la oración, en una concreta, sencilla, confiada y amante oración, que lo condensa y encierra todo: El Padre Nuestro. Como oración dominical, esto es, como enseñada por el Maestro mismo, es la más excelsa y magistral fórmula que tenemos los cristianos para dirigirnos a Dios. En su sublime laconismo lo dice todo, lo pide todo. Por eso los santos se pasaban horas y días enteros desmenuzando esta sabrosa oración. En ella pedimos con amor filial a nuestro Padre que está en los cielos, que su nombre bendito sea santificado; esto es, que sea reconocido, amado y filialmente venerado por todos sus hijos; que venga a nosotros, a lo íntimo de nuestro corazón, el reino de Dios, por la intimidad con él, por la práctica de las virtudes, por nuestra caridad con el prójimo y que este reino se extienda a las almas todas" (Estudios, Estudio sobre la Regla, p.227, fol.659; sigue explicando: Reino, voluntad de Dios, etc.).

Da unas pautas para rezar la oración de Jesús al Padre: "Recemos, hijas, con frecuencia, el padrenuestro, saboreando su contenido; despacio, poniendo en nuestras palabras el corazón, y éste con Dios; esto es: hablar con él de corazón a corazón. Es la única oración que él nos enseñó. No la digamos a toda carrera, como quien tiene prisa de terminar, sino saboreándola e introduciendo en nuestra alma todo su significado, para vivirlo siempre como el mismo Jesús lo concibió en su corazón y nos lo enseñó" (Colectivas, mayo 1978, VI, pp.4357s).

Dimensión misionera del amor al Padre

Hay un escrito especial, a modo de carta, como queriendo sintonizar con el amor de Jesús al Padre según la oración de la última cena (Jn 17), donde expresa sus ansias misioneras y las del Instituto: "Al Eterno Padre, a mi Padre Celestial, por el muy apreciable conducto de nuestro Señor Jesucristo, Salvador del mundo... ¡Ah, tu sabes Padre amadísimo! cuáles son las ansias de mi corazón: ¡La salvación de las almas!... Que te amemos siempre, en este instituto de Clarisas Misioneras Sacramentarias, con el mismo corazón de tu Hijo divino y con el corazón purísimo de María, para que nuestro amor sea perfecto, para que podamos así cumplir sobre la tierra la misión que tú nos has confiado" (Estudios, Al Eterno Padre, pp.299-301, fol.728-729).

Es tema frecuente en La Lira, en relación con el celo de almas: "Para poder ofrendar al Padre Celestial hermosas gavillas doradas, fruto de sus sudores, de sus fatigas, de sus anhelos, de sus amores" (Lira, 2ª parte, cap.I). Porque hay muchas almas que todavía no conocen al Padre: "Almas inmortales, creadas por El, sin que ellas sepan aún que tienen un Dios infinitamente bueno, que es Padre amante" (Lira, 2ª parte, cap.II). "¡Cómo se gozaría tu Corazón de Padre al ver que tienes nuevos hijos que te amen!" (Lira, 2ª parte, cap.VI). De este

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amor al Padre, a imitación de Jesús, deriva la entrega al apostolado: "Ellas, tus Misioneras, quieren como tu Hijo, dar al Padre Celestial la mayor prueba de amor" (Lira, 2ª parte, cap.X).

Unida a los amores de Jesús, quiere hacer que todos conozcan y amen al Padre: "Tú, Jesús Eucaristía, que desde el sagrario estás interpelando por nosotros a tu Eterno Padre, ofrécele, en aras de tu sagrado corazón, esta naciente comunidad misionera; implora para ella las mejores y más abundantes bendiciones de su amor, dile cómo esta comunidad se propone, con su ayuda, trabajar cuanto le sea posible, por hacer dulce y amable su divina Persona de todos los corazones... porque sea instituida en la Santa Iglesia, una fiesta especial para la Primera de las tres divinas Personas" (Estudios, Adveniat Regnum tuum, p.295, fol.723; manifiesta el mismo deseo en: Fundación, 30 mayo 1945, carta al P. A. Oñate, p.124). Hoy en día, la fiesta equivale al domingo de la Misericordia (después de Pascua).

Por esto ansía que "muchas almas conozcan y glorifiquen al Padre Celestial" (Experiencias, Cinco cuadernitos, p.27, fol.467). "Nadie como él que es su Padre, los ama, ni desea tan ardientemente su salvación" (Consejos, Doc.00478, p.1309). "No quisiera se pasara un instante, sin que mi alma y mi corazón se encontraran ante el augusto altar, en donde se ofrece al Eterno Padre la víctima expiatoria, por los pecados del mundo, para adueñarme yo de tan rico tesoro, y negociarlo por las almas" (Experiencias, Cinco cuadernitos, p.22, fol.462). "Me gusta, ofrecer a Dios Padre, en esta infinidad de criaturas suyas, los méritos de su divino Hijo por manos de María" (Experiencias, Viva Cristo Rey, p.68, fol.507; explica la sed de almas).

Temas complementarios: Amor, confianza, misericordia, Reino, Trinidad, voluntad de Dios...

Palabra de Dios (v. EVANGELIO Y ESCRITURA)

PAPA

Una vida marcada por la referencia al sucesor de Pedro

En los escritos de M. Inés, frecuentemente se hace referencia a los Papas contemporáneos: Pío XI (el Papa de las misiones), Pío XII (el Papa que dio la aprobación pontificia al Instituto misionero), Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II (sobre este último, ver ficha especial). Abarcan la segunda mitad del siglo XX.

La orientación misionera del Instituto, desde el principio, responde a los deseos de los Papas: "Secundaremos así los vehementes deseos de los Papas, y especialmente de N.S. Padre Pío XII, y su predecesor Pío XI de santa memoria" (Fundación, 1946, I, p.188). Dice M. Inés en su testamento espiritual: "Recordemos que hemos tenido Papas muy santos últimamente de manera especial y que han tenido relación con nosotras a las veces muy directa" (Consejos,

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Testamento espiritual, 27 diciembre 1980, p.1366-1367). "Pero si es cierto que surgió de la nada nuestra obra, es también que desde un principio se basó en la solidez de la aprobación pontificia" (Colectivas, 1966, III, p.3664).

En la carta de agradecimiento a Pío XII por la aprobación pontificia, afirma: "En esta nación de María santísima de Guadalupe es Su Santidad singularmente amado, y en esta comunidad seráfica de Misioneras Clarisas, a ejemplo del pobrecillo, es S.S. para sus hijas el Jesús viviente, venerado y amado" (Fundación, 25 noviembre 1951, II, p.311). Describe algunas audiencias con Pío XII (cfr. Colectivas, 1948, I, pp.240-244). Lo recuerda siempre como "nuestro Papa", con gran afecto y veneración: "Pero tengo la seguridad, que, desde el cielo, él, que fue nuestro Papa, el Papa que aprobó nuestro establecimiento en Cuernavaca, nuestra transformación, nuestras misiones, etc. etc., y sabe cuánto le amamos todas, y cómo todas las hijas deseaban verle y decírselo, nos bendecirá, y desde las alturas nos dirá la palabra que necesitamos, y más eficaz aún. Pídanle un milagro, pues sin duda que Jesús, a quien él tanto amó, está dispuesto a escucharle y manifestar al mundo que ha perdido un santo, pero le ha ganado para que desde el cielo sea su intercesor" (Colectivas, 9 octubre 1958, I, p.247).

La descripción de Juan XXIII, el Papa bueno, la hace también con detalle. Dice de su elección e inicio del Pontificado: "Grandiosidad de nuestra fe; hermosura de nuestra religión; apenas se forja el Cristo viviente que nos ha de regir, y ya las multitudes cristianas lo amamos, lo veneramos, lo respetamos y obedecemos" (Colectivas, 26 octubre 1958, I, p.288, lo describe a continuación, con todo detalle). Ver también: Colectivas 11 noviembre 1958, I, p.293-294; sobre las disposiciones para el concilio: Colectivas, 15 octubre 1962, II, p.501).

De Pablo VI recuerda su sufrimiento por la situación de la Iglesia en el postconcilio: "Hace tiempo vengo pensando pedir a todo nuestro pequeño instituto sus oraciones y sacrifi-cios, y algo muy especial que hagan, por nuestro Santísimo Padre el Papa, quien está sufriendo mucho por las incomprensiones de tantos hijos suyos... Por esto hijas, nosotras, que amamos al Papa porque es el Jesús viviente de la tierra, y amamos nuestro instituto porque es pequeño, porque nos vio nacer"... (Colectivas, 7 abril 1967, III, p.3723; cfr. 24 diciembre 1968, III, p.3793). "En él está el Espíritu Santo dirigiendo, gobernando al mundo. Debemos vivir con él, orar por él. Con qué angustia dirigió en este primero del año su mensaje a todo el mundo; cómo se le oía su voz, temblorosa y doliente, dirigiéndose a nuestro Señor" (Colectivas, enero 1970, IV, p.3883).

Describe la audiencia con Pablo VI: "¡Cuánto amo al Papa! Cómo quisiera que toda misionera clarisa lo amara cada día más. Este Santo Padre lleva en su corazón paternal, no solo una espada de dolor clavada en él, sino, como su Madre Sma. ¡siete espadas de dolor!... Al llegar nuestra vez y acercársenos el Santo Padre, me dio la mano derecha para saludarme, se la besé y le dije: Smo. Padre: Las misioneras clarisas amamos mucho al Santo Padre. Me veía con su mirada tan dulce y paternal... Y también un rosario bendecido por el Sto. Padre para Concepción y yo. ¡Se imaginan! Lo guardaré de reliquia, pues esperamos que un día Pablo VI suba a los altares como un verdadero santo... La expresión de su dulce mirada, pero que tiene un destello de íntimo, de dolor, ¡la tengo tan grabada! La llevo clavada en el corazón de hija... Ya al retirarse de nosotras, nos dijo: «¡Una plegaria por mi!» Entonces, hijas, en mi pobre persona, se las hizo a todas las misioneras clarisas esta invitación paternal. No dejemos pues, de pedir por el Papa. El Jesús vivo de la tierra" (Colectivas, 23 junio 1971, IV, p.3955-3956). Ver la audiencia por el 25º de la Congregación, 3 marzo 1976: Colectivas, 3 marzo 1976, V,

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p.4204. Con ocasión de su muerte, comunicó la dolorosa noticia con muchos detalles y pidió oraciones para el cónclave (cfr. Colectivas, 7 agosto 1978, pp.4361-4363; también descripción parecida: Locales, 20 agosto 1978, V, p.5454).

Juan Pablo II (ver tema especial aparte) ocupa también un lugar especial, desde su elección en 1978: "Es hermosísimo oírlo hablar a la juventud y a la niñez; es en verdad otro Cristo Jesús que va pasando por este mundo brindando amor y consuelo; y casi no se le escapa a su paso ningún pequeñito a quien abrace, o cuando menos le haga una caricia, así como a los enfermos, etc. etc." (Colectivas, 16 abril 1980, VI, p.4519-4520). M. Inés comenta (además de los documentos conciliares y de la Santa Sede) algunos documentos pontificios: Evangelica Testificatio y Evangelii nuntiandi de Pablo VI (Circular pp.5651, 5701s); encíclica Dives in misericordia de Juan Pablo II (Consejos, p.1366-1367).

El significado del Primado de S. Pedro

El comentario del texto evangélico sobre la promesa del primado (Mt 16,17ss) es muy expresivo: "Y para nosotras, Clarisas y Sacramentarias, hijas del serafín de Asís, este pasaje del Evangelio debe sernos sobremanera dulce y amable. Aquí tenemos la infalibilidad del Papa, la razón de ser de su gobierno en la Iglesia, regida por el Espíritu Santo. Y, por eso mismo, ese nuestro descanso en la barca de Pedro; esa nuestra seguridad absoluta en todo lo que dimana de la Santa Iglesia, ese nuestro amor hacia el representante de Cristo, a quién nuestros seráficos padres san Francisco y santa Clara, tenían singular amor y veneración, veneración y amor que nos legaron en su testamento... Siguiendo fielmente las decisiones de la Sta. Iglesia, no saliéndonos jamás de la ruta señalada por Cefas, guiadas por ese faro luminoso, llegaremos infaliblemente al cielo, jamás podrá nada contra sus puertas el mismo infierno, puesto que el mismo Cristo la ha erigido; él mismo la sostiene con su omnipotencia y su amor... ¡He aquí diseñado el dogma de la infalibilidad del Papa!" (Estudios, Estudio sobre la Regla, pp.268-270, fol.700-701).

La referencia a los textos evangélicos sobre Pedro es muy frecuente: "En esos momentos solemnes de trascendencia universal, el divino Maestro establece la jerarquía eclesiástica, fundando sobre Pedro, que quiere decir piedra, su santa Iglesia, sobre la que jamás prevalecerán las potestades del infierno por más que las tempestades desencadenadas, los huracanes furiosos, se desaten contra ella. En esos momentos establece a Pedro como supremo Pontífice, como juez supremo, como cabeza de toda la cristiandad, bajo cuyo cayado y el de sus sucesores, todo cristiano tendrá la certidumbre de salvarse si observa los mandamientos de Dios y de su Iglesia, ya que sólo dentro del redil de Pedro se encuentra la salvación" (Consejos, Doc.00478, p.1284-1285). "¡Caminos de Dios, designios insondables de su divina Providencia! Al discípulo que le había negado le establece sobre toda su Iglesia naciente, para que la guíe por el camino recto del cielo. Le constituye Jefe y Cabeza visible de su Iglesia, de esa su Esposa divina por quién había dado toda su Sangre" (Estudios, Hija, me amas?, p.176, fol.611).

Comentado el inicio del pontificado de Juan XXIII (1958), dice: ... "la más grande dignidad conferida sobre la tierra a un hombre, quien, desde ese momento, se transforma en el Cristo viviente y, con las llaves de san Pedro, recibe el máximo poder sobre la tierra. ¡Oh grandeza de nuestra sacrosanta religión! ¡Oh inmortalidad de esta Iglesia única, inconfundible, santa, pura, suave, sobre la cual no prevalecerán jamás las potestades infernales!" (Colectivas, 5 noviembre 1958, I, p.290-291).

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M. Inés describe el escudo congregacional que había imaginado: "Al pie de la Custodia descansan sobre la Tiara y las llaves de san Pedro, símbolo de nuestra adhesión incondicional a la autoridad pontificia, y de nuestro filial amor al sucesor del príncipe de los apóstoles y a toda la jerarquía eclesiástica, teniendo, como uno de nuestros fines principales, rogar por Su Santidad y desagraviar a Dios N. Señor por los pecados cometidos contra el papado y la Sta. Sede" (Estudios, En homenaje..., p.309, fol.736; ver descripción parecida en: Fundación, 20 marzo 1946, p.167; cfr. ibídem, 8 septiembre 1946, I, p.186).

La familia misionera boga en la barca de Pedro: "Así bogará nuestro Instituto a velas desplegadas, en la barquilla de Pedro" (Colectivas, 1966, III, p.3689). "Y si saben, hijas de mi corazón, escuchar siempre a Roma, y sólo a Roma; esto es, al Vicario de Jesucristo y, a través de sus sabias enseñanzas, conducir el Instituto"... (Colectivas, 1967, III, p.3700). "Es mi voluntad que las hijas misioneras clarisas sigan en todo esta línea: Cristo, su Evangelio, las enseñanzas del Santo Padre" (Colectivas, junio 1977, V, p.4260).

El "dulce Cristo de la tierra"

La frase de Santa Catalina ("el dulce Cristo de la tierra"), se encuentra frecuentemente en los escritos inesianos: "Aunque ya he mencionado en algunas cartas y colectivas, quiero aun en ésta, por si acaso fuera la última que escribiera ya que nadie tiene la vida comprada, asegurarles, hijas, que soy y quiero ser siempre hija fiel de la Iglesia, mi madre; que acato sus disposiciones y leyes; que amo al Santo Padre con todas las veras del alma, y quiero que toda misionera clarisa lo ame así siempre, y que jamás se permita, ni de pensamiento, juzgarlo, y mucho menos tener, hacia el dulce Cristo de la tierra, otra cosa que no sea amor, oración y comprensión; entera adhesión a su autoridad" (Colectivas, noviembre 1977, V, p.4286). Es como el "Jesús vivo": "Que sepamos siempre las misioneras clarisas amar con amor delicado y ardiente al Jesús vivo de la tierra" (Colectivas, diciembre 1969, III, p.3862; cfr. Consejos, Testamento espiritual, 27 diciembre 1980, p.1366-1367).

La adhesión al Papa se traduce en fidelidad, amor, oración, sacrificio: "Les suplico a las presentes y futuras que nunca se aparten de las normas y obediencia a nuestra madre, la santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana, y que su adhesión al Santo Padre sea incondicional, llena de veneración y amor, haciendo comprender a todos los cristianos que bajo el cayado del sucesor de Pedro a quien Cristo prometió estar con él hasta la consumación de los siglos, no sufrirá detrimento de su fe, aun cuando en tiempos, como en los que actualmente vivimos, haya motivos materiales para que ésta se debilite" (Colectivas, 27 enero 1973, IV, p.4050). "Uno de los fines de este instituto será desagraviar a Dios N. Señor por los pecados cometidos contra el Santo Padre y la Santa Sede, ofreciendo también a ese fin, nuestras adoraciones, reparaciones y sacrificios, y pidiendo en nuestra comunión, en la Sta. Misa y en la oración por las necesidades de nuestro Santísimo Padre, por quien debemos sentir verdadero amor filial" (Experiencias, María ha escogido..., p.117. fol.554).

Relaciona el corazón del Papa con el Corazón de Jesús: ..."secundando los deseos de N. Santísimo Padre, proporcionamos al corazón de Jesús grande alegría, pues Jesús le ha prestado a su vicario en la tierra, el soberano Pontífice, su MISMO CORAZON, para que tenga así capacidad, de amar a lo divino, la grey que le ha confiado... Por eso es infalible su palabra. Por

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eso toda palabra que sale de labios del Santo Padre, tuvo su origen en el corazón de Dios. Por eso la personalidad del Papa, es tan amada de todos sus hijos, por eso debemos acatar todas sus órdenes y sus más insignificantes deseos con el rendimiento más grande de nuestra voluntad" (Consejos, Doc.00476, p.1253-1254).

La actitud de fe se demuestra en recibir con fidelidad y acatamiento la doctrina del Santo Padre: "Todas sus decisiones las acataré con ciega obediencia, pues se que es fe, que el Santo Padre es infalible en materia de fe y costumbres. Obedeciendo al PAPA es imposible caer en herejía. Rogaré diariamente por el, fomentaré en mi corazón un amor grande hacia él, y tomaré su defensa siempre que se le ataque" (Consejos, 15 octubre 1936, p.1264-1265). "Lo que nos viene directamente del Santo Padre es de fe que jamás se equivoca, ya que en materia de fe y de costumbres es infalible, pues está asistido por el Espíritu Santo. Y si el Santo Padre le presta a Jesús su corazón, Jesús le presta su Verbo, su palabra infalible" (Consejos, Doc.00478, p.1303).

El hecho del traslado de la casa generalicia a Roma, tiene también este significado de adhesión filial al Papa: "Invito a toda Misionera Clarisa a dar gracias a Dios por este paso de trascendental importancia que ha dado el Instituto, ya que, además de estar en el centro de la cristiandad, donde podremos recibir normas directas del vicario de Cristo, a quien nuestro instituto profesa entera adhesión y ama con filial afecto, como nos han enseñado los seráficos padres, las ventajas que obtendremos serán innumerables y servirán para un florecimiento mayor del instituto" (Circulares, 22 junio 1969, I, p.5594).

La acción misional consiste en invitar a entrar a todos en el redil de Cristo, bajo la dirección del sucesor de Pedro: "Y qué consuelo tan grande será para tu vicario, para tu Verbo, para el Padre común de todos los fieles, ver entrar por la puerta de su redil única que conduce a la bienaventuranza, esas innumerables ovejitas que hasta ahora, no han oído el silbido amoroso del Pastor que quiere congregarlas en torno suyo!" (Experiencias, Viva Cristo Rey, p.81, fol.519). "He pedido mucho por el Santo Padre. El Padre común de los fieles tan angustiado; su corazón de padre está cruelmente herido y sangra por todas partes, al ver cómo sus hijos se desgarran sin piedad. ¡Señor, ten piedad de él, y, puesto que es tu Verbo en la tierra, haz que su voz llegue hasta los últimos confines del mundo, y todas las almas corran presurosas a congregarse bajo su dulce cayado. ¡Que se haga pronto, Jesús Eucaristía, un solo rebaño, bajo un solo Pastor!" (Ejercicios 1944, p.449, fol.876).

El testamento espiritual de M. Inés es un resumen de su amor y fidelidad al Papa, de parte de ella y de toda la familia misionera: "Tanto que lo amo yo.... tanto que lo ama toda la Congregación. ¿Verdad?... el amor a nuestro Santísimo Padre... Y escuchar siempre, tratar de asimilar lo que él nos enseña en sus encíclicas... Nuestro Señor nos quiere siempre así, amando muchísimo a nuestro dulce Cristo de la tierra... Que muchísimo, muchísimo pido a la Congregación, siempre una adhesión total, incondicional a la palabra del Santo Padre y un amor muy grande por cada uno de los Papas. El día que este Santísimo Padre que es tan paternal, tan especial, ya nuestro Señor se lo lleve a gozar en el cielo perpetuamente con El, el que siga, es el Espíritu Santo el que lo ha elegido y él nos gobernará. De su palabra debemos estar pendientes siempre" (Consejos, Testamento espiritual, 27 diciembre 1980, p.1366-1367).

Temas relacionados: Iglesia, Juan Pablo II.

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Parábolas (v. EVANGELIO)

Pascua (v. RESURRECCION)

Pasión (v. CRUZ Y PASIÓN)

PASTORAL VOCACIONAL

En los escritos de M. Inés, la preocupación por las vocaciones (de vida consagrada, de sacerdotes y de seglares) es una constante (cfr. Experiencias, pp.102, fol.539; p.108, fol.545). No se trata propiamente de un nerviosismo por la falta de vocaciones, sino de una serie de sugerencias para sembrar las vocaciones, siempre necesarias porque "la mies es mucha y los obreros pocos".

Hay que discernir las vocaciones, formarlas y ayudarlas en todos los sentidos. Es lo que hoy llamamos pastoral vocacional: presentando el ideal vocacional, ofreciendo testimonios y, sobre todo, orando y ofreciendo sacrificios para conseguir este don de Dios que llamamos vocación. "Es Dios quien elige" (Colectivas, septiembre 1978, VI, p.4375). Nunca se trata de una imposición o de un proselitismo para conquistar (cfr. Colectivas, I, p.218), sino de una ayuda para que la vocación madure espontáneamente (ibídem, p.340). M. Inés confía en que habrá una "legión de misioneros" (Experiencias, Hombre de poca fe, p.96, fol.534).

El quehacer vocacional más importante es la oración, pues las vocaciones son un don de Dios, que, al mismo tiempo, reclama la colaboración: "Hay que pedir las vocaciones a nuestro Señor. Pero tendremos que batallar" (Locales, 7 junio 1956, I, p.4724; cfr. Consejos, p.1368). "Yo te ruego Jesús, envíes obreros y obreras a tu viña, dispón nuestros corazones para este alto ministerio" (Experiencias, Viva Cristo Rey, p.85, fol.523). En la circular del año 1965 recomienda celebrar el día de las "vocaciones universales" (Circular, 18 marzo 1965, I, p.5565; cfr. Colectivas, II, p.579).

La familia es el lugar privilegiado donde germina la vocación. M. Inés insistía para que las familias cristianas cultivaran y respetaran la vocación misionera de sus hijos. Así, por ejemplo, hace este llamado a los padres de familia: "Padres de familia, sentíos orgullosos de ofrecer el supremo sacrificio de la separación de vuestros hijos, si ellos oyendo el llamado divino baten las alas para volar a los campos de misión. Dejadlos partir y sed así vosotros más misioneros aún, ya que habréis colaborado... con no poca cosa, sino con un pedazo de vuestro corazón" (Consejos, p.1399, Conferencia sobre Eucaristía y misión). Sobre el deber vocacional de las familias, ver Correspondencia Familiar, II, p.1604.

Hay que tener en cuenta que la vocación ordinariamente ya existe en el corazón de la persona llamada, pero hay que despertarla: "Hay que despertar en sus almas la vocación, que

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muchas tienen, pero adormecida. ¿Lo hacen?" (Locales, 2 mayo 1956, I, p.4722). La pastoral vocacional (de la vida consagrada y misionera) supone presentar el ideal con todo su realismo, sin ocultar las dificultades: "Hay que hacerles ver la excelencia de la vida religiosa, con sus sacrificios, sus alegrías, sus grandezas, su apostolado, su espíritu de oración etc. etc." (Locales, I, 30 junio 1955, p.4672).

Es importante notar su modo prudente de obrar, sin forzar la voluntad de las posibles vocaciones: "Esperamos tener muchas vocaciones, pero ustedes deben cultivarlas por conferencias, santos ejemplos, sugerencias, etc., y todos los medios posibles, sin decirles: vénganse con nosotras. Pero sí es necesario cultivarlas" (Locales, 4 septiembre 1962, III, p.5012; cfr. Colectivas II, p.587). En el campo de la pastoral vocacional, se buscan "almas generosas" (Colectivas, junio 1977, V, p.4259).

Sugiere algunos medios concretos para aprender a discernir: "Cuando alguna chica diga que tiene vocación y quiere ingresar, lo primero que hay que hacer es sondear esa vocación, cerciorarse por qué fines desea abrazar la vida religiosa y cuales son sus miras, para que no vaya a ser por ilusión, o por desilusión; sino por el deseo de mejor servir y amar a Dios, y salvarle almas; pero que ellas lo digan, que ellas tengan ese ideal. Y luego, darles un cuestionario, para que lo llenen, ellas solas, en la presencia de Dios" (Locales, 1 diciembre 1956, II, p.4757).

M. Inés era muy práctica y sugería medios vocacionales muy concretos: "Cultivar esos corazones juveniles que, si bien es cierto son difíciles, es el momento de sembrar en ellos la semilla de la vocación... Espero que ahora, de verdad empezarán a trabajar esas almas, hablándoles de la vida religiosa con todo lo que tiene de santo y bueno primero, y ya después, cuando ellas lo han cogido, exponerles, con la debida prudencia, el sacrificio que implica la vida religiosa; sacrificio que es el que santifica a las almas, y las hace merecer. Se necesita: sacerdotes que periódicamente, cuando menos, por lo bajo, cada mes, les hablen de la vocación religiosa... Que una de nuestras religiosas se capacite más y más y ella de también, a todo el colegio, desde sexto arriba, conferencias ilustradas sobre ese mismo tema, buscando fotos, transparencias, películas que ayudan a cultivar la vocación religiosa" (Locales, 10 junio 1956, I, p.4729).

Hace referencia frecuentemente al "sígueme" del Señor (cfr. Lira, 2ª parte, cap.I; Estudios, p.238). Quien realiza la pastoral vocacional ha de dar testimonio (Colectivas IV, p.3946) y ha de tener experiencia de su propia respuesta a la vocación, para enseñar a "contestar siempre al ven de Jesús, con ese voy pronto, alegre, delicioso" (Ejercicios, p.383, fol.810).

En una carta a un niño, en relación con la primera comunión, traza una pauta sencilla de motivaciones para suscitar la vocación misionera entre los niños: "¿Quieres tú ser Misionero?... Quisieras llevar muchos niños a Dios? Quisieras que todos los infieles amaran a María Santísima? Quisieras conquistar todos los reinos para Jesús Eucaristía? Quisieras sembrar de Sagrarios aquellas tierras en donde no es conocido el Dios del amor? Si quieres todo esto, pídeselo a Jesús en tu Comunión. Dile que se sirva de ti como de un instrumento para su gloria. Pídele a tu Madre Santísima guarde tu inocencia, tu pureza; te conserve siempre bueno y caritativo y te lleve de la mano por el camino donde Jesús te quiere" (Consejos, Carta a su sobrino Luís Emilio, p.1341; cfr. Colectivas I, pp.109, 205: suscitar la vocación desde la

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infancia y juventud; III, p.3835).

Hay un escrito de año 1945 (año de fundación en Cuernavaca), dedicado por entero a suscitar las vocaciones, a modo de llamado misionero urgente. Tiene como título: "En homenaje de filial amor y eterno agradecimiento a la Virgen Morena del Tepeyac" (Estudios, pp.307-318). Después de describir cómo nació en ella la vocación (por intercesión de la Virgen), presenta la nueva institución misionera (de Misioneras Clarisas), para pasar a los detalles de la vocación misionera (ideales, objetivos, medios, etc.). Todo el escrito es eminentemente mariano y también es un llamado a las vocaciones misioneras de América como "continente de María" (p.311). Es también una llamada acuciante a dedicarse a la salvación de las almas, extendiendo el Reino de Cristo Rey (p.314). Hace referencia al celo de San Pablo (p.315). Ver también la vocación misionera en San Pablo (Experiencias, pp.95-96, fol.533). Existe también un folleto vocacional para un stand de Puebla, en 1947 (Consejos, p.1370-1375).

En las Cartas Colectivas es frecuente este tema, ofreciendo pautas certeras de pastoral vocacional. Además de las citas ya anotadas, ver: Colectivas, III, pp.3764, 3785 ("gira vocacional", cuidar la calidad más que el número), 3798 ("personas abnegadas" para este apostolado), 3823 (gira vocacional), 3835; IV, pp.3946, 4068, 4076; V, pp.4118, 4150 ("oración y sacrificio"), 4259, 4267; VI, pp.4350, 4375, 4413.

Completar con temas parecidos: MCIU, misión, Pablo, vida consagrada, Vanclar, Vocación, etc.

PAZ

El tema de la "paz" aparece en los escritos de M. Inés especialmente como paz interior, es decir, del corazón. Esta paz y serenidad nacen de buscar siempre, sólo y en todo, la voluntad de Dios. Los apóstoles son sembradores de la paz que ellos mismos tienen en el corazón. M. Inés invita frecuentemente a ser almas "pacíficas y pacificadoras" (Colectivas, 22 abril 1953, I, p.37). "¡Cómo anhelo que todas mis hijas sean almas pacíficas y pacificadoras! Que todas sean abejitas trabajadoras que lleven miel a su panal. Que jamás haya de esos animalitos que sólo se entretienen en hacer bolitas de estiércol" (Colectivas, 7 abril 1967, III, p.3719).

En su primer escrito sobre su vida íntima, desde la primera página, ya testifica esta paz: "Mi corazón está tan acostumbrado a sufrir... ¡Y gozo de tan dulcísima paz!" (Experiencias, Cinco esquelitas, 1929, p.1, fol.443). "Nada podía enturbiar la apacible serenidad de mi alma. En ella todo era paz, alegría, que, según he sabido después, era difusiva y como que la injertaba en otras almas" (Experiencias, María ha escogido..., p.103, fol.540; ver textos parecidos: pp.124, 126).

Aprendía esta paz en relación con la maternidad de María: "Esta dulce presencia de María en mi corazón me es tan sentido, como la de Jesús... Y me sucede casi siempre que, al estar con ella, como suele experimentar mi alma tanta dulzura y paz, tanta dicha y contento,

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que todo esto se refleja en mi cara, sin que yo lo pueda evitar, como una irradiación del gozo celestial que llevo dentro de mí" (Experiencias, Cinco cuadernitos, p.24, fol.464).

En los escritos de dirección espiritual, deja constancia de cómo toda su vida estaba impregnada de paz, también en los momentos de tribulación: "Desde que Jesús me eligió, desde que me enamoré de él, desde que él fue mi todo, mi alma se estableció en la paz, de la que jamás ha salido, ni aún en épocas de grandes luchas y tribulaciones" (Dirección, 18 abril 1948, p.113). "Entre más oprimida me siento, más abrumada, más confío, más espero en su bondad infinita, y así se lo digo. Por eso mi alma no pierde la paz, creo que nuestro Señor, en su bondad, me la ha dado por herencia desde hace muchos años" (Dirección, 5 septiembre 1950, p.298-299).

Esta paz y alegría nacen de hacer siempre la voluntad de Dios: "Nunca perderíamos la alegría, si nos acostumbráramos a hacer siempre y en todo momento la adorable voluntad de nuestro Señor... Viva bien el espíritu de santa Teresita y encontrará siempre la paz; su espíritu no es otro que el del seráfico padre" (Locales, 20 julio 1953, I, p.4584-4585). "Siempre pendiente de su amorosa voluntad, tranquila y alegre en los pesares. ¡Qué paz! Quién puede turbar la serena superficie de su alma aunque en la parte inferior el flujo y reflujo de las aguas todo lo agite?" (Estudios, Postula a me, p.200, fol.634; textos parecidos: ibídem, pp.257, 271, 273).

El corazón encuentra la paz cuando se unifica en el amor: "Si no sabemos recibir con alegría, siquiera con paciencia lo que Dios más manda o permite, cada día, nunca viviremos en paz con nuestra conciencia, y dejaremos de darle esa Gloria. Dice Sta. Teresita que un acto de vencimiento vale más a los ojos de Dios, que la conquista de muchos mundos. No lo olvidemos. No queramos ver y hacer otras cosas. Venzamos cada una y dominemos nuestro yo, nuestro amor propio, para sólo pensar en lo que le gusta a él. Entonces, que paz, que alegría, ¡cuántos méritos!" (Locales, 6 diciembre 1962, III, p.5038).

Es la paz que Cristo nos dejó como herencia, unida siempre con la fidelidad generosa a la voluntad de Dios: "Una paz dulcísima la inundará, la paz de los hijos de Dios, aquella paz que el Divino Salvador nos legó como una riquísima herencia en su último sermón, la noche solemne de la Institución de la Eucaristía: "«La paz os dejo, la paz mía os doy: no os la doy Yo como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón ni se acobarde» (Juan l4), y en esa paz te hará gozar ya en la tierra, de los grandes bienes que El tiene prometidos: «Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios» (Lira, 1ª parte, cap.XIII).

La vocación misionera es de pacificación: "Paz y bien, será el saludo que N. seráfico padre san Francisco, imitando a su divino Maestro, dará también a sus hijos; paz y bien se desearán los hermanos de su Tercera Orden al encontrarse; paz para las almas, para las conciencias y bien para todos en la tranquilidad del orden" (Estudios, Estudio sobre la Regla, p.238, fol.671). "No se les olvide lo que siempre les he dicho una y mil veces. Cada una debemos ser alma pacífica y pacificadora" (Colectivas, 2 febrero 1953, I, p.23).

Tener el corazón unificado es un don de Dios: "Cuando una alma ha alcanzado el que se pacifique del todo, y viva en esa paz que es el don más grande que Dios puede hacernos después del de la fe, podemos tener la seguridad, basadas en su infinita misericordia, que se va

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progresando, porque Dios es el Dios de la paz" (Colectivas, 13 enero 1954, I, p.83-84). Entonces la paz del corazón se demuestra en la caridad fraterna: "Esa caridad suave y dulce de una alma pacífica y pacificadora, que, en todas partes, pero sobre todo en la vida religiosa, vale por dos" (Colectivas, 26 enero 1960, II, p.350)

Los tiempos en que vivió M. Inés no fueron tranquilos, debido especialmente a la segunda guerra mundial, durante la cual escribe: "Presiento que tu tiempo ha llegado, cuando se termine esta horrenda guerra, de llevar la luz de la fe, de la verdad, a las Naciones paganas, cuyos corazones estarán más dispuestos, después de los terribles sufrimientos que han tenido que soportar, para recibir tu Evangelio, todo él fuente de paz y caridad cristiana" (Experiencias, Viva Cristo Rey, 1943, p.85, fol.523). Y comentado la profecía de Daniel, dice: "Me gusta a mi acomodarlo a la guerra actual que tan horribles estragos ha hecho en las Naciones por donde ha pasado, dejando su huella destructora y todos los hogares cubiertos de dolor y de luto" (Experiencias, Hombre de poca fe, p.93, fol.531).

En tiempos de la llamada guerra fría (que terminaría posteriormente, hacia los años 1987-1988), enseña a mirar las cosas con espíritu de fe: "Ustedes saben también que tenemos la amenaza de una tercera guerra mundial, y que el comunismo va ya invadiendo nación por nación, ya que muchas se ven amenazadas por esta terrible plaga. El mundo está lleno de inmoralidad, de injusticias, de desórdenes, de falta de fe llegando hasta la negación de Dios. ¿Dejará un día el Señor descargar su mano justiciera?" (Colectivas, 21 enero 1975, V, p.4159).

Rogando por la paz y trabajando por ella, M. Inés enseña también a ver en todo las señales de una Providencia divina misteriosa, que prepara a los pueblos para un encuentro con Cristo: "Después de esta guerra espantosa que ha asolado a tantas naciones, es la hora más propicia, pues los corazones estarán más dispuestos para aceptar la verdad y recibir el Evangelio" (Fundación, Doc.00138, 1946, p.188). "Nuestro Señor permite las guerras, ya que en ellas, muchas almas vuelven a él, y se despiertan valores, que sin eso, no se hubieran descubierto" (Colectivas, 17 mayo 1971, II, p.435).

Ver textos parecidos sobre la paz interior que se refleja en la comunidad y en el apostolado, como "almas pacíficas y pacificadoras": Colectivas, II, pp.360, 513, 530-531; III, pp.3735, 3771, 3791, 3835, 3847, 3853, 3863, 3872; IV, pp.3876, 4075; V, p.4115; VI, p.4524. Locales: I, p.4594; III, p.5121.

Temas complementarios: Alegría, caridad fraterna(unidad), comunidad, confianza...

Pecado (v. EXAMEN, GRACIA)

PENITENCIA

Sentido y necesidad de penitencia, sacrificios, mortificación

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En toda la vida y escritos de M. Inés sobresale la línea de un amor exigente que incluye, por ello mismo, espíritu y práctica de sacrificio. Así lo vivió ella desde su primer juventud, todavía en casa de sus padres: "Me ingeniaba de mil maneras para manifestarle a Jesús mi amor con sacrificios" (Experiencias, Cuenta de conciencia, p.8, fol.450). Y así lo continuó en toda su vida religiosa: "María me enseña todo: a amar a Jesús, a agradarlo, en el momento preciso en que me pide un sacrificio" (Experiencias, Cinco cuadernitos, p.14, fol.455).

Estaba convencida de la necesidad de sacrificarse para llegar a la santidad: "Entre más el alma se sacrifica y se abnega, más intenso es su gozo interior" (Experiencias, Cinco cuadernitos, p.18, fol.458). De ahí sus propósitos concretos: "Que no rehuya ningún sacrificio, por penoso que sea; que viva siempre en comunicación con el cielo por mi continua elevación de alma; y mientras tenga mi alma arriba mi corazón lo tendré al pie de la cruz, en el sagrario y con el Jesús que vive en mi corazón. Amor Sacrificio Abnegación. Dic. 14 de 1933" (Experiencias, Diario 1932-1934, p.54. fol.493).

Durante toda su vida experimentó frecuentemente el dolor: "Muchos otros cálices me hizo gustar, no solo gustar, apurar hasta las heces" (Experiencias, Diario 1944, p.134, fol.570). Así pudo aconsejar a otros el modo de aprovechar los sacrificios: "¡La vida pasa tan rápido! ya ves cuán corta fue la carrera de nuestro querido Eustaquio, y solo debemos emplearla en santificarnos, en agradar a él con pequeños sacrificios como lo hacía santa Teresita" (Carta a su hermana Mª Guadalupe, desde los Angeles, el 6 de enero de 1930. Cfr. Familia, I, p.1408).

La penitencia incluye arrepentimiento de los pecados y, al mismo tiempo, insta a agradecer el perdón, a aprovechar los sacrificios para purificarse y salvar almas. Refiriéndose a su conversión, dice: "Y desde entonces, tú lo sabes Jesús, el fuego del amor que prendió en mi corazón me devoraba las entrañas. Ese fuego se encargó de purificarme de todas las escorias que se habían adherido a él, a este pobre corazón. Empezando por un dolor inmenso, intensísimo de mis pecados, con unas ansias inmensas de penitencia, de reparación, de purificación... De ahí también, de esa sed de almas, esa continua busca de sacrificios" (Experiencias, Viva Cristo Rey, 12 septiembre 1943, p.68, fol.507). "Todo es nada comparado con lo que mi Maestro sufrió por mi; entonces yo, por amor a él, aceptaré con alegría todo lo que me venga de penoso, de doloroso" (Ejercicios 1941, p.415, fol.842).

Explica así los contenidos fundamentales de la penitencia: "La palabra penitencia, en su acepción más literal, es: La contrición de los pecados, ese sincero dolor de haber ofendido a Dios por ser él quien es, tener un el corazón esa pena de haberle contristado pero confiando a la vez con inmensa confianza, que él nos perdonará, no temer arrojarnos es sus brazos, por más miserables que nos veamos, y si él nos da el consuelo de las lágrimas, llorar en su regazo, y si no, la pena interior es bastante para purificar nuestra alma, unida a la confesión" (Consejos, Doc.00478, p.1301).

El camino de santidad es camino de sacrificio: "Nada hay comparable a la oración de un alma pura, fraguada en la hoguera del sacrificio que la despoja de todo lo que legítimamente pudiera llamar suyo" (Estudios, Excelencia de la vida religiosa, 17 agosto 1943, p.184, fol.619). Hay que aprender esta lección desde la formación inicial, porque "si deja de

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mortificarse, de anonadarse, de ENTREGARSE por amor, entonces se nubla el cielo de su alma, se vuelve borrascoso su mar, y no encuentra gozo alguno en la vida que sólo se alimenta de sacrificios" (Lira, 1ª parte, cap.XV).

Conversión

En sus escritos íntimos, M. Inés habla frecuentemente de su conversión, que ocurrió "en los días de la celebración del Congreso Eucarístico Nacional, celebrado en México, aquel inolvidable octubre de 1924" (Estudios, En homenaje de filial amor, p.307, fol.734). "Mi conversión se acabó de plasmar a los pies de su imagen bendita en un 12 de diciembre. Terminaba de leer el «Secreto de María» por san Luis María Grignon de Monfort... la dulce Morenita me hizo gustar y saborear todo su significado" (Dirección, enero 1949, p.137, fol.1057).

Esta conversión o cambio hacia la totalidad de la entrega, se tradujo en celo ardiente de almas: "Cuando nuestro Señor me convirtió a él, dejó en mi alma una llama ardiente que ardía constantemente por la conversión de las almas" (Dirección, marzo 1949, p.160, fol.1079; ver también: pp.137,269, 290). "Desde mi conversión el anhelo de mi alma, las ansias de mi corazón, ha sido traducir mi agradecimiento, haciéndote conocer y amar" (EXPERIENCIAS, Viva Cristo Rey, p.86, fol.524; ver también: pp.7, 11, 34, 59, 65, 67, 131)

La gratitud por la conversión se concretó en entrega total y generosa: "Ni mis sacrificios, ni mis penas, ni mis oraciones, ni el mérito de las buenas obras que pudiera hacer lo quisiera para mí. Todo lo que gano de monedas, en el orden espiritual, al momento lo negocio con mi Madre Santísima por todos los intereses de Jesús. Así lo he hecho siempre, desde mi conversión, con verdaderas ansias de comprar infinitas almas para Dios" (Estudios, Postula a me, p.200, fol.633).

Por esto ella podía invitar a otros a experimentar la conversión: "Quiero hacer una llamada al corazón de toda misionera clarisa, sobre la necesidad y urgencia de una renovación no de cambios exteriores propiamente, sino de nuestra conversión a Dios haciendo un examen a conciencia de cuál es nuestra correspondencia al amor infinito que el nos tiene" (Colectivas, 13 marzo 1970, IV, p.3899). Ver otros textos sobre la conversión: Colectivas, III, p.3745 ("el cambio del corazón"); IV, p.3899; Locales, I, p.4593 ("su bondad divina se dignará obrar en nuestros corazones una transformación radical").

Sentido de la penitencia en el tiempo de Cuaresma

Entre los tiempos litúrgicos, M. Inés destaca la importancia de la Cuaresma para preparar la Pascua: "Este tiempo invita especialmente a la renovación en Cristo. Procuremos renovarnos para poder resucitar con él" (Colectivas, 12 marzo 1966, III, p.3677). Es un tiempo de penitencia, sacrificio, unión con Dios: "Si la Cuaresma es de manera especial propicia al arrepentimiento, sobre todo cuando es perfecto, tiene valor, diré, de redención, vendrá, sí, la purificación, pero ésta en la paz y unión con Dios, en un dulce sufrir de saberse perdonada y amada por un Dios que la quiso escoger entre millares" (Colectivas, 16 abril 1980, VI, p.4516).

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Así quería que sus hijas vivieran la cuaresma: "Les escribo con todo el corazón, anhelando muy vivamente que la santa Cuaresma haya empapado su alma con las saludables enseñanzas de la liturgia de este tiempo, deseando sinceramente servir al Señor en paz y alegría, en generosidad y abnegación, en un ambiente de familia tranquilo y confiado" (Locales, 28 marzo 1968, IV, p.5163). "Ya estamos en plena cuaresma. Hijas, las invito a que aprovechen bien este bendito tiempo. De veras déjense renovar más y más en su interior dejando que la gracia de Dios penetre a todo su ser. El Santo Padre en uno de sus comentarios de preparación a la cuaresma invita a todos los fieles a considerar este tiempo litúrgico muy necesario a la vida de las almas" (Locales, 18 febrero 1978, V, p.5434). Sobre la Semana Santa: Colectivas, I, p.203; Locales, I, p.4657s.

El valor de los sacrificios sencillos y ocultos

No se trata de buscar directamente grandes sacrificios, sino de aprovechar las ocasiones sencillas de todos los días para vencerse a sí mismo: "Si Nuestro Señor te pide el uso de algún cilicio, con permiso de la obediencia lo podrás usar, el tiempo que se te permita, y nada más; considerando, no obstante, que esas mortificaciones no son propiamente las que santifican el alma, sino más bien la mortificación interior, por la que se desnuda el sujeto del hombre viejo, es decir: de sus pasiones y malas inclinaciones" (Lira, 1ª parte, cap.IV).

El ejemplo de Santa Teresita ayuda a valorar sacrificios pequeños y ocultos, en el marco de hacer la voluntad de Dios: "¿Es señal de relajación o tibieza el que no sienta ya por las penitencias extraordinarias el atractivo que por ellas tenía? Confieso que una de las causas... ha sido la consideración de que Sta. Teresita no era afecta a ellas" (Dirección, año 1934, p.63, fol.981). "Imitarás a Santa Teresita, quién solía ofrecer al Niño Jesús los manjares que le agradaban más especialmente, como el dulce... Y cuando algo no era de su agrado, entonces decía llena de gracia «Teresa, esto es para ti»" (Lira, 1ªp., cap.VI). "Tampoco olvidemos el apostolado del sacrificio sencillo de la escoba y el trapeador, de la cocina y la lavandería, de la huerta y de la granja, todo esto realizado con grande amor" (Consejos, Doc.00484, p.1355).

La verdadera alegría se fragua en los pequeños sacrificios afrontados con amor: "Siempre se ha comprobado que: religiosa feliz: religiosa sacrificada, abnegada, sincera y recta" (Consejos, Doc.00486, p.1359). Es el espíritu de sacrificio que se pone en práctica en las cosas pequeñas: "Mis sacrificios prácticos, tomándome todo aquello que no es agradable a mi paladar" (Estudios, Estudio sobre la Regla, p.238, fol.670). "El mérito de los pequeños sacrificios, de las penitencias voluntarias, de la aceptación de todo sacrificio que llega de parte de los humanos, de la naturaleza, o del mismo Dios" (Lira, 1ª parte, cap.X). Hay abundantes detalles sobre el espíritu y la práctica de la penitencia, mortificación, ayuno y sacrificio, en: Colectivas, I, pp.19, 34, 88, 205, 218; II, pp.502, 521; III, pp.3692, 3703, 3725; IV, pp.3959s, 3967; V, pp.4179, 4309; VI, pp.4350,4462; Locales, I, pp.4542, 4580, 4582s, 4585, 4588, 4591, 4593, 4595s, 4663; II, pp.4763, 4887, 4910; III, pp.4970, 5021, 5025, 5090; IV, pp.5152, 5228.

Fecundidad apostólica del sacrificio

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El amor a las almas hace descubrir la fecundidad apostólica de los sacrificios. En los momentos en que parecía que se cerraban todas las puertas para la fundación misionera, dice M. Inés: "Si con ese sacrificio se convirtieran los millones de almas que quisiera que te amaran, entonces Jesús mío, estoy pronta al sacrificio" (Experiencias, Hombre de poca fe, p.90, fol.528).

La acción apostólica se apoya en la oración y sacrificio: "La oración y el sacrificio oculto hacen mucho más, que la acción sola. Esta, la acción, sin oración y sacrificio es nula o casi nula" (Colectivas, II, p.522s, fol.3561, 14 de marzo de 1963; cfr. III, p.3719). "¿No ayudaremos a su salvación, ofreciendo, como Santa Teresita, las flores de nuestros pequeños sacrificios?" (Circulares, febrero 1957, I, p.5520). "Con sus oraciones y sacrificios, como santa Teresita, puede comprar para él, infinidad de ellas" (Fundación, 21 agosto 1945, I, p.135).

Las almas se salvan con una vida sacrificada: "Y es tan hermoso nuestro fin como misioneras clarisas: salvar almas para Dios; y salvarlas, ante todo, con mi oración y sacrificio, con mi inmolación diaria, de pequeños sacrificios, a ejemplo de santa Teresita y de innumerables buenas religiosas que viven así su vida consagrada" (Colectivas, noviembre de 1970, IV, p.3922). La vida apostólica está adornada del amor sacrificial de una verdadera madre: "Con ese total y absoluto entregamiento con que se da la madre, sin medir la magnitud de su sacrificio, deseosa de procurar a su hijo todo lo que le sea más agradable, todo lo que pueda procurarle algún consuelo" (Lira, 1ª parte, cap.X). "¡Dar almas a Dios y sustentarlas con el sacrificio!" (Lira, 2ª parte, cap.IV). "Es la apremiante necesidad de criar los hijos que me has dado y para cuya nutrición y sostenimiento, todo sacrificio y humillación deben parecerme dulces" (Ejercicios 1936, p.364, fol.791).

Toda la vida se hace fecunda cuando se transforman las sacrificios en amor de donación: "Los trabajos y sufrimientos de nuestra vida, cambiados en monedas para comprar almas para Jesús" (Ejercicios 1941, p.381, fol.808). "Escogeré la abnegación; darme alegremente y cuanto más pueda. Que el don de mi misma no conozca limites, dentro de lo posible. Y esto por amor a Dios, en unión con mi Madre, y para comprar almas" (Ejercicios 1941, p.412, fol.838). "Oh Jesús! las almas no se rescatan sino por el sufrimiento" (Consejos, Doc.00478, p.1317). "Las almas sólo se compran con sacrificios" (Estudios, Estudio sobre la Regla, octubre 1944, p.221, fol.654).

La vida es hermosa porque se gasta gota a gota, deshojándose por el Señor: "En esta presencia de Dios anda la Misionera Clarisa, para vivificar todas sus acciones. De ahí el aprovechar los pequeños sacrificios que se le presentarán en el día, los cuales, además de perfeccionarla y hacerla crecer en la virtud, se convertirán en MONEDAS POR LAS ALMAS. Serán además frescas rosas que su amor irá deshojando al paso de Jesús, cuando El va a visitar su huerto, el huerto de su corazón. Y estas rosas serán tanto más aromáticas y frescas, cuanto más generosa sea en aceptar el sacrificio, al momento que se presente" (Lira, 1ª parte, cap.VI).

Abnegación, inmolación, sacrificio, no son otra cosa que el mismo amor de donación, en unión con Jesús, para redimir el mundo: "En esa inmolación, es cuando ella dice a su Dios: «He aquí que vengo; dispuesta estoy Señor a cumplir tu voluntad». Y se continúa en la vida de la Misión, cuando ya palpa, cuando saborea, cuando se nutre su alma de constantes sacrificios, de ese sacrificio callado e ignorado de todos los demás, pero que hace la alegría de los Angeles, el gozo de los bienaventurados y el contento de Jesús y de María. De ese sacrificio que,

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fortifica su alma y se convierte en MONEDAS PARA LAS ALMAS" (Lira, 2ª parte, cap.XII).

Temas relacionados: Cruz y pasión, oblación.

PERDON

Perdonar siempre fue una característica de la espiritualidad de M. Inés. Su actitud de perdón surge de la propia experiencia de la misericordia divina. Unas veces se refiere a las injurias o molestias recibidas y, otras veces, al saber convivir caritativa y pacíficamente en la propia comunidad. Reaccionar amando era su norma: "Los actos de todas las virtudes pugnan por salir del alma atribulada que sabe referirlo todo a Dios... la caridad: perdonando de corazón a quienes la mortifican" (Estudios, Excelencias de la vida religiosa, p.186, fol.621).

Muchas fueron las tribulaciones que ella tuvo que sufrir. Refiriéndose a las humillaciones recibidas durante las pláticas de unos Ejercicios (antes de la fundación, 1943-1944), dice: "Cada plática del padre era para mí un lancetazo; ¡Bendito seas Dios mío que así lo has permitido!... para dejarme a mí acurrucadita en tus amorosos brazos. Si pudiera darle las gracias al padre, se las daría muy efusivas" (Experiencias, Hombre de poca fe, 1943, p.88, fol.526). "Me alegré verdaderamente de tener para la obra, tal bienhechor. De la humillación pública en que el padre me sumergía, salía mi alma radiante, llena de alegría, de fe, de amor, de esperanza" (Experiencias, Diario 1944, p.123, fol.559). "Si el padre supiera el bien inmenso que ha hecho a mi alma... Grandemente agradecida estoy al padre por este singular beneficio. Y si no pareciera ironía, y si pudiera, le daría muy efusivas las gracias" (Experiencias, Diario 1944, p.125, fol.560). "¡Cuánto sufrí!, pero cuánto, cuánto gocé también! mi fe tomo entonces proporciones colosales, ¡tan inmensa la sentía! Mi agradecimiento al padre, que así hundía el grano de trigo en el surco, era inmenso y alegre. Lo considero como mi principal bienhechor!" (Ejercicios 1944, p.449, fol.876).

Saber perdonar es garantía de recibir el perdón de parte del Señor: "Si a un reproche contesto con una dulce sonrisa... y lo acepto y lo perdono todo por tu amor, entonces Jesús, puedo estar, no solamente segura de que tú perdonarás mis propias faltas, sino también de que seguirás fortaleciendo mi alma, para seguir de victoria en victoria, hasta que, con la ayuda de tu gracia, llegue a la cumbre de la perfección evangélica" (Estudios, Estudio sobre la Regla, p.229, fol.662).

Aconsejaba siempre esta actitud de perdón, también a sus familiares: "Sé muy bien Chemita, que, sobre esto, tú tienes mucho qué perdonar. Hazlo de corazón; no dejes que ningún resentimiento anide en tu corazón hacia aquellos de los tuyos que te han hecho sufrir. Todo esto ya pasó; Dios se encargará de la justicia. Tú, Chemita, perdona con toda la sinceridad de tu alma recta, y sólo desea para ellos que alcancen de Dios el perdón de sus culpas. Así, rezaremos siempre el Padre Nuestro, con mucho amor, y Dios que sabe cómo nosotros perdonamos, él igualmente nos perdona y nos abre las puertas del cielo" (Familia, 19 marzo 1977, a su cuñado José María Suárez, II, p.1687).

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En los inicios de la fundación, se hicieron sentir las humillaciones, especialmente cuando algunos (en Puebla) quisieron dividir el Instituto. Ella dice: "Desgarrado y todo, mi corazón está establecido en la paz; dispuesto a perdonar, a perder... hasta la fama y la honra, como Jesús en la cruz. Si a costa de esta humillación nuestro Señor puede sacar su inmensa gloria, estoy dispuesta, padre, a morir como él, afrentada en la cruz. Ofrézcame V.R. también como víctima de holocausto a su amor misericordioso, en su santo Sacrificio" (Fundación, 24 julio 1951, II, p.284). "Nosotras procuremos no denigrar a nadie, no ofender a nadie, no tener resentimiento por nadie; Dios se encargará de hacer justicia. Sepamos perdonar como él, y así podremos rezar el Padre nuestro, esa oración dulcísima salida del corazón de Jesús, con la dulce paz de los hijos de Dios" (Fundación, 26 julio 1951, p.286).

El perdón hay que ejercerlo también y principalmente en la vida comunitaria, la cual no deja de tener sus roces: "Sepamos perdonar, para que Dios nos perdone. Sepamos amar, ya que, aun a nuestros enemigos debemos amarlos. Y, gracias a Dios en los conventos no tenemos enemigos, sino únicamente mayores o menores simpatías. Bueno, pues a regular todo eso, por la caridad, por el Espíritu Santo que vive en el fondo del corazón de mi hermana, aún de la más molesta" (Colectivas, 7 marzo 1960, II, p.360). "El que una hermana no sepa olvidar un agravio recibido... ¿así quisiera que la tratara el Señor?... ¿No lastimamos su Corazón divino muchas veces con pecados deliberados o semideliberados? Y entonces, ¿no queremos que él nos perdone siempre? Pues así tenemos que perdonar también, siempre. Es de almas nobles el saber perdonar y el saber volver bien por mal. Solo las almas miserables llevan el rencor en su corazón, un rencor que las roe y... ¿cómo es que así llegan a recibir al Santo de los santos, que es todo amor y perdón?" (Colectivas, noviembre 1970, IV, p.3921).

La santidad se demuestra empezando todos los días "con ojos nuevos", dispuestos a amar: "Que, cada día, desde el despertar, vernos las unas a las otras con ojos nuevos. Es decir: olvidando el roce que haya habido el día anterior, perdonando de verdad, y haciendo que nos perdonen, si nosotras somos quienes tenemos necesidad de ser perdonadas, y, adelante, fijándonos más bien en las cualidades de mis hermanas, de las personas con quienes convivo, de las personas a quienes trato" (Colectivas, 3 diciembre 1971, IV, p.3995).

Ella misma ofrece el perdón con sencillez y generosidad: "Hay hijas que me piden perdón; aun antes de que me lo pidan, ya saben que están perdonadas; ¿no es cierto que debemos imitar a nuestro Padre celestial, quien continuamente nos perdona?" (Colectivas, 1 septiembre 1974, VI, p.4144). Y cuando, al final de su vida, otra llaga, la de la división, la hirió nuevamente, dice: "Yo ya estoy en la última etapa de mi vida; siento que se me acerca el día de presentarme ante mi Juez, pero también mi Esposo, Padre y Hno... que perdone a las que fueron hijas y que aun continúan con acusaciones tan faltas de verdad... y saben también que, en la congregación sólo recibieron de ella, cariño, comprensión, amor. Para ellas va mi perdón muy grande, porque quiero que el Señor también las perdone, y que de todas, ellas y nosotras, tenga misericordia, y podamos encontrarnos en el cielo" (Colectivas, 1980, VI, p.4474).

Perdonaba, pues, y enseñaba a perdonar, ofreciendo la ayuda de su propio testimonio: "Que siempre perdonemos, aunque la culpable no reconozca su culpa, ya que quien perdona es quién se lleva la corona. Y, cuánto recompensa el Señor a las almas que no conservan en su corazón rencorcillos. Son éstos tan detestables a sus ojos" (Colectivas, noviembre 1977, VI, p.4277).

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Para esta actitud suya de perdonar y de pedir perdón, ver otras citas, además de las anotadas: Colectivas, I, pp.83, 133; II, pp.475, 513; III, pp.3712, 3780; IV, pp.3991, 4060, 4062s; V, p.4202. Locales, II, pp.4833, 4835, 4906; III, pp.4989, 5008, 5014; IV, p.5187; V, p.5389.

Temas relacionados: Caridad fraterna, humildad, misericordia, paz, penitencia.

Perfección (v. SANTIDAD)

POBREZA, POBRES

Su testimonio de pobreza

Todos los que convivieron con M. Inés saben que sus afirmaciones respondían a lo que ella vivía: "Esta madre no tiene ningún dinero en su bolsillo" (Colectivas, 9 marzo 1972, IV, p.4030). "A su madre, siempre la quiere Dios bien pobre. Qué bueno, ¿verdad?" (Locales, 27 diciembre 1956, II, p.4760).

La pobreza evangélica le cautivó desde los inicios de la vida consagrada, como puede verse por sus primeros escritos: "Yo si quiero Niño mío. Quiero que la pobreza sea mi dueña, quiero dejarme cautivar por ella, para cautivarte a Ti. Oh sí, dame la pobreza de espíritu, de corazón y de cuerpo" (Ejercicios 1933, p.334, fol.761, meditación sobre la Navidad).

El tema del nacimiento de Jesús en circunstancias de pobreza es frecuente en sus notas de ejercicios: "Todo lo que puede tener de despreciable y repulsivo en sí la pobreza, desaparece en vista de este Niñito adorable, quien siendo Dios elige para sí una manera tan desusada para nacer, con un séquito de privaciones y pobrezas, que después de él, ninguno ha venido al mundo como él" (Ejercicios 1941, p.399, fol.826).

Sus propósitos no son sólo de desprendimiento de cosas materiales, sino de todo lo que no sea Dios. Es una verdadera pasión que nace del amor de totalidad: "Y desprendimiento total de todo lo que no sea Dios. Amor apasionado a la pobreza" (Experiencias, Ejercicios 1941, p.402, fol.829).

Imitación del estilo de vida de Cristo Esposo

No es el desprendimiento por si mismo, sino el amor esponsal a Cristo crucificado, que lleva a amar y practicar una profunda pobreza de vida y de corazón por su amor: "Y cómo no darte gracias Señor en la pobreza, si es la virtud por excelencia de mi amada orden seráfica? Enseñadme padre mío S. Francisco y madre mía S. Clara a amarla prácticamente, con la

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ternura que vosotros la habéis amado... Y más que con las cosas materiales, te debo encontrar celestial Dama en la pobreza de espíritu en la pobreza de corazón, ahí donde el alma no ambiciona más que a Jesucristo y éste crucificado. En la pobreza de espíritu que no se duele se apropien una inspiración suya, una luz personal, su ingenio, etc. pues sabe que todo le viene de Dios" (Ejercicios 1933, p.322-323, fol.750).

Desde el principio de la vida consagrada, la pobreza, entendida en el sentido de desposorio con Cristo pobre, ayuda a ver el sentido del desprendimiento total: "Para que cada día te asemejes más a tu esposo Divino que, pobre nació, y más pobre aún murió, amarás la santa pobreza con todo tu corazón, vaciándolo de toda criatura y de toda afición, despojándote de todo lo superfluo, para que El llene completamente tu alma" (Lira 1ª parte, cap.X).

Cristo vivió así y llama a los suyos a vivir como él: "¡Qué lección de altísima pobreza! El dueño del universo, el Creador de cielos y tierra, el Dios inmortal de los siglos, no tiene, como propio, ni un lugarcito donde reclinar su augusta cabeza" (Estudios, Estudio, sobre la Regla, p.237, fol.669).

Confianza filial en manos de la Providencia

El "Padre nuestro", como actitud filial, se aprende despojándose de todo lo que no sea el amor de Dios: "La pobreza pone el alma en la dulce necesidad de recurrir a su Padre celestial en todo momento, para toda ocasión, puesto que ésta excelsa virtud la tiene despojada amorosamente de todo, absolutamente de todo. Y en esa dulce indigencia, el alma se habitúa a recurrir a su Dios, a esperarlo todo de él, a vivir pendiente de su amor y en su regazo momento por momento, como el niño pequeñito que, no teniendo nada, recurre a su madre para todo lo que quiere y desea, y ésta le suministra cuanto juzga necesario y provechoso. Si Dios mío, en esta dulce dependencia quiero vivir yo, con todas las casas que tú nos concedas con el tiempo: quiero que nunca nos sobre, sino que tu nos sostengas siempre con tu mano poderosa. Hasta ahora tu Providencia se ha manifestado amorosísima hacia nosotras: no sólo no nos sobra, sino que tenemos muchas deudas, pero nos esperan pacientemente" (Ejercicios 1950, p.463, fol.889-890).

Vivir pobres evangélicamente equivale a vivir a la sorpresa de Dios. Ello será fuente de gozo, de vida fraterna y de vocaciones. M. Inés comenta la frase de Pablo VI en Evangelica Testificatio ("capaces de aceptar la incógnita de la pobreza") de este modo: "¿Cuál será esa incógnita de la pobreza? El depender, más que nada de la divina Providencia. Estar siempre seguras, como lo hemos estado, que jamás nos faltará si, ante todo, buscamos primero su reino, entonces, todo lo demás, nos llegará por añadidura.... En la casa que exista esa incógnita de pobreza, y sea vivida con alegría, en la carencia personal de ciertas necesidades, etc. pueda estar segura dicha casa, de las bendiciones especiales de Dios nuestro Señor, que se traducirá en aumento de fervor, en mayor unión con Dios en el goce saboreado de la unión fraterna y... en el atraer buenas vocaciones, deseosas, de no vivir una vida placentera e inmortificada; sino una vida de generosa entrega en la pobreza personal real y en la pobreza de espíritu más bella que la primera, por ese desasimiento interior, espiritual, hasta de los dones de Dios, para depender en un todo de nuestro Padre Dios, repitiendo con verdad la hermosa oración del padre Foucauld. Padre, me entrego en tus manos"... (Consejos, Doc.00486, 1971, p.1360).

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M. Inés se une al gozo de Cristo cuando predicó las bienaventuranzas y previó el futuro de tantas almas que le seguirían: "Veía, lleno de gozo a toda esa legión de almas generosas que, despreciando las riquezas, o no poniendo su corazón en ellas, serían pobres de espíritu como él" (Estudios, Sobre los santos Evangelios, p.203, fol.637).

Desprendimiento total por amor esponsal

La pobreza material es signo y estímulo de la pobreza espiritual, a ejemplo de los santos: "Y su pobreza no solo fue material, en grado heroico, sino también espiritual... en alas de su amor ardiente a Dios, sacrificaron su alma con todas sus aspiraciones, su corazón con sus anhelos, su cuerpo con sus goces de una manera plena, total, absoluta. Ellos, con ese despojo habían comprendido que ese es el único medio con que el alma puede, libre de sobresaltos y desasosiegos, y con una alegría inmensa ganar todo el mundo, sin miedo de perder su alma" (Estudios, De qué sirve al hombre..., p.173, fol.608). "Ese voto de pobreza la despoja, no solo del derecho de poseer, sino aún de todo acto de su voluntad, que no está sancionado por la obediencia" (Estudios, Excelencia de la vida religiosa, p.184, fol.618).

Pobreza es desprendimiento de todo, para no anteponer nada a Cristo: "Pero hay que trabajar por adquirir la verdadera pobreza de espíritu que consiste en estar desasidas de toda cosa creada, de todo afecto, de la propia voluntad, y aún de los regalos y consuelos de Dios. Amar a Dios por Dios, y no por sus regalos" (Estudios, Estudio sobre la Regla, p.222, fol.654). Así lo quiere vivir toda alma consagrada: "Por fortuna, por mi profesión religiosa no tengo bien alguno sobre la tierra; todo lo he dejado en aras del pobre Jesús, que me quiso por esposa" (Estudios, Estudio sobre la Regla, p.231, fol.663).

Recordando a San Francisco, desposado con la pobreza, comenta el pasaje evangélico en el que Jesús envía a los discípulos a predicar: "Este pasaje del Sto. Evangelio enamoró de tal manera al pobrecillo de Asís, que hizo de él el lema de su vida: mi Dios y mi todo. Con mi Dios Todopoderoso, con mi Dios pobre y crucificado tengo todas las riquezas que pudiera anhelar. El solo me basta. Y, de ésta consideración, aquel enamorarse de la dama de sus pensa-mientos, de su dama pobreza, que eligió para sí como esposa suya muy amada. Con mirada codiciosa, contempló a la viuda de N. Señor Jesucristo, a aquella pobre viuda que, sola al pie la cruz, hacía 12 siglos vivía sola y abandonada" (Estudios, Estudio sobre la Regla, p.239, fol.671).

Carisma inesiano

Las recomendaciones sobre la práctica de pobreza evangélica son como una herencia que M. Inés ha legado a toda su familia espiritual: "Les recomiendo hijas, una vez más sean muy delicadas en el aspecto pobreza. He insistido siempre y seguiré insistiendo sobre ello... Recordemos que Cristo siendo rico se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza. ¿Será vano tanto esfuerzo? ¿Lo defraudaremos en nuestro compromiso de reactualizar en nosotras su misterio?" (Circular, agosto 1975, II, p.5684s)

Su carisma se inspiraba en Cristo crucificado, como en el caso de San Clara y San Francisco. M. Inés quiso imitarlos "en su amor ardiente a Jesús Crucificado, a Jesús Eucaristía,

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a los pobres y, como virtud característica de nuestra orden, a la dama pobreza, a la dueña de los pensamientos del serafín llagado, por quien se despojó de todas sus riquezas, acogiendo en un ímpetu de amor divino a la que, desde la muerte del Redentor había quedado viuda, por su esposa" (Experiencias, María ha escogido la mejor parte, p.113, fol.549).

La referencia a esta pobreza evangélica es una constante en todos los documentos inesianos: "En nuestra congregación de Misioneras Clarisas la pobreza personal es y debe ser vivida como una característica especial del espíritu de la misma... en el estilo que tanto se les ha insistido: austero, real, siempre sujeta a la obediencia" (Circulares, septiembre 1978, II, p.5717). Los documentos de fundación dejan constancia de este estilo evangélico en todo momento (Fundación, I, pp.145, 147; II, pp.238, 260, 321, 352).

En sus cartas, detalla aspectos prácticos de la vida ordinaria, personal y comunitaria: Circulares, I, pp.5513, 5527, 5601 ("hacerla verdaderamente transparente"; II, p.5638. Colectivas, I, pp.19, 48, 80, 87s, 89, 91, 93, 95ss, 99, 106, 113, 124, 127, 152, 175, 185, 201, 230, 274; II, pp.349, 356, 363, 435, 447, 502, 507, 566; III, pp.3671ss, 3690, 3703, 3714s, 3775, 3793, 3813, 3849s, 3853, 3864ss; IV, pp.3877, 3923, 3927, 3944, 3967, 3978, 4004, 4012, 4030 (ella), 4042, 4059; V, pp.4110s, 4157, 4175, 4197, 4231, 4244s, 4260, 4279, 4311; VI, 4356s; 4396. 4453, 4487, 4502, 4525. Locales, I, pp.4541s, 4545, 4547, 4566, 4573, 4575s, 4578s, 4581, 4585s, 4597, 4601, 4609, 4614, 4627, 4638, 4644; II, pp.4752, 4760 (ella), 4865, 4892; III, p.5087; IV, pp.5152, 5189, 5259; V, pp.5347, 5480.

La vida de pobreza ayuda a ver a Jesús en cada hermano necesitado: "Que consuelo! que gozo indecible! haber sabido mirar en cada pobre la persona misma de Cristo y consolar en él las amarguras de tantos desechados de la fortuna, de tantos miserables que carecen, más que del pan material, del pan de la gracia" (Estudios, La justicia..., p.286, fol.715). Sobre la caridad para con los pobres, ver afirmaciones parecidas en: Consejos, pp.1259, 1269, 1312, 1329, 1347, 1384; Familia, I, pp.1414, 1425, 1439-40, 1459, 1464, 1468, 1472, 1488, 1503; II, pp.1668, 1751; Colectivas, IV, pp.3975; V, p.4265. Locales, IV, p.5303.

Temas relacionados: Evangelio (bienaventuranzas), Nazaret, Navidad, Profesión, vida consagrada.

Postulantado (v. FORMACION, NOVICIADO)

Presencia de Dios (v. UNION CON DIOS y PRESENCIA DE DIOS)

PROFESION DE VIDA CONSAGRADA

La vivencia y testimonio de M. Inés

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M. Inés hizo su primera profesión el 12 de diciembre de 1930, en la iglesia de Santo Toribio, Los Angeles, California. Su familia no pudo asistir a la ceremonia. Su actitud, en este momento clave de su vida, la dejó reflejada en sus notas íntimas, con dimensión mariana: "Y fue entonces, en el día de mi profesión temporal, el 12 de diciembre de 1930, cuando le prometí hacerla amar del mundo entero, a ella, a mi Gualupita, a mi Morenita, a mi reina" (Ejercicios 1950, p.460, fol.886).

Fue en esta celebración cuando recibió la promesa de la Virgen para ella y también en favor de su familia espiritual y apostólica: "Ella me hizo una promesa en el día de mi profesión, promesa formal y solemne que yo se la recuerdo, y le pido la cumpla, la cual tengo escrita al dorso de una imagen suya" (Dirección, p.98, fol.1018, Exposición de alma, 1942) (ver tema "promesa").

Su profesión perpetua fue el 14 de diciembre de 1933 (año de la redención), en el monasterio de México. Estaba prevista para el día 12, pero el Sr. Arzobispo (Don Pascual Díaz) tuvo que retrasar el día. Tampoco pudo asistir su familia. Se conservan las notas espirituales en las que se reflejan sus actitudes durante la preparación: "Me he ofrecido víctima a tu amor. Que sea una verdadera víctima, dulce y afable, que te encante y te deleite. Que ya para mi próxima profesión perpetua, quiero ser una verdadera esposa fiel, viviendo vida oculta en mi corazón Contigo y en la cruz; bien se Dios mío, que no bastan mis propósitos por sinceros y fuertes que sean, si tu gracia no los fecundiza y para que ésta no me falte, que mi oración sea sin interrupción" (Ejercicios 1933, p.325, fol.758).

Nos ha dejado constancia también de las líneas que marcaron su preparación: "Que la fiel observancia de mis votos (que dentro de unos meses por tu misericordia, si tú me das vida, tendré la dicha de hacerlos perpetuos) y de mi regla, sea la brújula que lleve mi barca al puerto" (Ejercicios 1933, p.325, fol.758). "Llega por fin Señor el día de nuestros desposorios... Cuán inmenso es el sacrificio del alma religiosa que deja unos padres tan tiernos y cariñosos!... Ahora que con voto perpetuo voy a renunciar a todo para siempre, por tu amor" (Experiencias, Diario 1932-1934, pp.48s, fol.488s).

Al recordar su profesión perpetua, insiste de nuevo en la dimensión mariana y de oblación martirial: "También te pido Señor, que después de mi muerte me concedas hacer amar a nuestra divina Madre, de todos los corazones; y mientras viva que trabaje por hacerla amar cuanto pueda... No te olvides Jesús que esto te he pedido el día de nuestra unión. Te pedí también el martirio de sangre" (Experiencias, Diario 1932-1934, p.54, fol.490).

Sentido esponsal de la profesión

La ausencia de sus seres queridos en la ceremonia de la profesión, le ayudó a profundizar en el sentido esponsal de la vida religiosa: "Si tú Jesús, divino prometido mío, vas a permitir, por un conjunto de circunstancias dolorosas para mí, que ninguno de los míos, ninguno de los que amo, ninguno de los que me están unidos con los vínculos de la sangre, presencie nuestros desposorios, y me dejas en esa soledad; es, lo presiento, Jesús dulcísimo, porque quieres tú hacer sus veces en todo y llenar mi corazón de tus gracias... Desde ahora te ofrezco Jesús, todas las penas, amarguras, dolores, humillaciones, contrariedades y alegrías en acción de gracias, por la gracia insigne de mi profesión; esto es, de mi unión perpetua Contigo"

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(Experiencias, Diario 1932-1934, pp.48ss, fol.488s).

El desposorio con Cristo, tal como se realiza en la profesión religiosa, da a las renuncias un sentido de amor total: "En mi segundo bautismo, mi profesión religiosa, se consumó la unión en una forma visible, si se puede hablar así. Y si nuestro divino Salvador, sanciona con su ejemplo aquella ley promulgada en el paraíso terrenal: «El hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su esposa», dejando su Padre Celestial y todas las delicias de su gloria, para unirse a su esposa mística la Iglesia; las almas por él escogidas para ser esposas suyas, abandonamos nuestros más caros amores para unirnos al Esposo divino" (Dirección, 5 marzo 1949, p.153).

Este mismo sentido esponsal es el que matiza todo el itinerario de la formación desde el noviciado: "Cuando se acerque para ti el día Bendito de tu Profesión Primera, de tus Desposorios con el Rey de reyes, después de terminado el tiempo canónico y de Constituciones, de tu Noviciado, seguirás practicando, con más intensidad y con más amor, las virtudes que aprendiste durante ese tiempo de formación, puesto que tu título de esposa te obliga hacia el más amante y cariñoso de los esposos. Sólo la muerte será el punto final de tus afanes; cada día procurarás perfeccionarte en esa tendencia constante de subir por la áspera montaña de la perfección, a la que se sube, abajándose por la humildad" (Lira, 1ª parte, cap.XV),

Lo que ella vivía es lo que aconsejaba a los demás, instando a confiar plenamente en Cristo Esposo y a ser fieles a su amor: "Varias hijas me dicen cómo ha sido el día feliz de su vida el día en que se consagró con los votos, a un Dios amor; a un Esposo que no falla jamás; que nos ama con ternura, de una manera especialísima, especialmente desde que nos hizo el llamado" (Colectivas, diciembre 1978, VI, p.4406). "La esposa tiene que ser semejante al Esposo. Trabaja, hija por serlo" (Locales, 25 septiembre 1955, I, p.4688).

Renovación de los votos, bodas de plata o de oro

M. Inés pudo celebrar sus bodas de oro asistiendo, con algunas de sus hijas, a la Misa privada de Juan Pablo II (9 de diciembre de 1980). Ella había manifestado su deseo en calidad de enferma, pues, decía, "los enfermos tienen opción de acercarse al Papa y saludarlo". El 12 de diciembre se celebró también la fiesta en casa. La Concelebración Eucarística fue presidida por el Señor Nuncio Apostólico en Irlanda, Monseñor Gaetano Alibrandi y nueve sacerdotes más.

Pero ella acompañaba siempre, al menos espiritualmente, a todas sus hijas en la celebración de bodas de plata o de oro. Quería que fuera una fiesta en la que participaran todas: "Así todas sus hermanas participan, en el mundo entero, de lo que implica una consagración total y definitiva para el alma que sabe vivir en el cumplimiento de las virtudes que se ha impuesto por amor, y de las cuales hace juramento a Dios en un amor invisible, total, perfecto, todo cuanto le es posible. Espero que esta querida hija se dé de verdad y del todo a su Dios, que, con tanto amor y predilección, la ha escogida; que procure muy de verdad, desterrar de su alma los defectillos que la afean, de intensificar las virtudes que deben florecer en ella, para que sea el consuelo de su Esposo divino, y una luz que alumbre a muchas almas por el camino a seguir en una vida que implica e implicará sacrificio, abnegación, generosidad, pero que pro-

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duce: alegría, paz, unión y dulzura en torno de sí. ¡Es tan hermosa nuestra vida cuando se vive como se la prometimos al Señor!" (Colectivas, dic. 1971, IV, p.3986)

Las citas son muy numerosas, instando a la gratitud por la vocación y a una respuesta consecuente y generosa: "Ya felicité a las hijas que renovaron sus votos. Quiero de manera especial dirigir a las hijas que emitirán sus votos perpetuos, mis congratulaciones llenas de cariño, recordándoles cuánto le deben a Dios y a su congregación, por el hecho de llegar a tan sublime momento. Nunca pensemos que somos nosotras quienes favorecemos a la Iglesia o a nuestra congregación, sino que sintamos profundamente, cuánta ha sido la misericordia de Dios al habernos llamado, y la comprensión de nuestra congregación al habernos admitido al acto tan trascendental. Nadie nos podemos considerar dignas del llamado, ni de nuestra aceptación. Sólo la infinita bondad de Dios nos ha traído y nos ha ayudado, con la cooperación también de nuestras Hnas. y Sups. alcanzar este fin. Conservémonos, hijas, siempre en humildad y caridad, porque... podemos perder todo en un momento. Si somos reacias a la gracia un día, puede llegar el Padre celestial y podar los sarmientos secos!" (Colectivas, julio 1974, V, p.4132; ver citas parecidas, con matices muy diversos: Colectivas, VI, 4447 (25º), 4488 (perpetua), 4512, 4515 (25º), 4534 (50º, suyo), 4535 (25º); Locales, V, 5458.

Temas relacionados: Castidad, comunidad, obediencia, pobreza, Vida consagrada.

PROMESA DE LA SANTÍSIMA VIRGEN

M. Inés, en una nota manuscrita, sin lugar ni fecha (aunque ciertamente escrita después de la fundación misionera en 1945, puesto que habla de sus hijas que la vienen a visitar), recuerda y deja constancia de una promesa de la Virgen, con ocasión de sus votos temporales (1930):

"Anoche recordé algunas de las palabras, que, el día de mis votos temporales me pareció escuchar de labios de la Sma. Virgen, (o mi imaginación las puso en labios de ella), sobre las cuales palabras quizá mi corazón fue ahondando sus ansias de conquista de almas, aun cuando mi vida era contemplativa, y no hubiera querido salir de ella. Algunas de éstas palabras que recuerdo más fielmente, son estas: «Si entra en los designios de Dios servirse de ella (yo), para las obras de apostolado, me comprometo (María) a poner en sus labios la palabra persuasiva que ablande los corazones, y en éstos la gracia que necesiten; me comprometo (María) por los méritos de mi Hijo, a dar a todos aquellos con los que ella (yo), tuviere alguna relación y aunque sea tan sólo en espíritu, la gracia santificante y la perseverancia final». Fueron como un punto de apoyo en «mi lucha por la santidad», un arco iris, un sostén y una fuerza en mi confianza por llevar almas a Jesús" (Ejercicios, sin año preciso, después de 1945, p.493, fol.914-915).

El texto se encuentra transcrito en La Lira, como un punto de referencia para el espíritu misionero de la familia inesiana:

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"Ella (María) dirá a todas y cada una de sus hijas que forman este Instituto, aquellas dulcísimas palabras que dijera a un alma en el día dichosísimo de su profesión: "Si entra en los designios de Dios servirse de Ti para las obras de apostolado, me comprometo a acompañarte en todos tus pasos, poniendo en tus labios la palabra persuasiva que ablande los corazones y en éstos la gracia que necesiten. Me comprometo además, por los méritos de mi Hijo, a dar a todos aquellos con quienes tuvieres alguna relación y aunque sea tan sólo en espíritu, la gracia santificante y la perseverancia final" (Lira, 2ª parte, cap.X).

En una carta de "Dirección Espiritual", en que resume su vida interior, se conserva exactamente el mismo texto de la promesa. La Madre había colocado esta "carta" no en su correspondencia de "dirección espiritual", sino entre sus escritos íntimos. Dice que ella conserva el texto de la promesa en el dorso de una imagen y que sólo transcribe la última frase:

"Ella me hizo una promesa en el día de mi profesión, promesa formal y solemne que yo se la recuerdo, y le pido la cumpla, la cual tengo escrita al dorso de una imagen suya; voy a transcribir aquí la última frase: «Si entra en los designios de Dios servirse de ella para las obras de apostolado, me comprometo a acompañarla en todos sus pasos, poniendo en sus labios la palabra persuasiva que ablande los corazones y en éstos la gracia que necesitan. Me comprometo además, por los méritos de mi Hijo, a dar a todos aquellos, con los que ella tuviera alguna relación, y aunque sea tan solo en espíritu, la gracia santificante y la perseverancia final»"

(Dirección, p.98, fol.1018, carta de octubre 1942; dice en la nota final de la carta, refiriéndose a toda la carta que es un resumen de su vida espiritual: "Me parece que esto lo escribí al R.P. Puech OFM, que fue a México como visitador general de las 2 Provincias de México. Eran los primeros brotes de mis ansias misioneras, y el mismo padre, con mi permiso, habló con mi madre superiora").

Habría que respetar el dato en sí mismo, de mucho valor espiritual y apostólico, pero sin hacer disquisiciones sobre la naturaleza de la inspiración.

La promesa aparece en tres documentos (citados), siempre en relación con el año 1930 (su votos temporales). Tiene, pues, un gran valor de continuidad. Ella afirma que la Virgen "le habló" el día de su profesión, aunque no sabe precisar cómo pudo ser esta habla o inspiración: "Me pareció escuchar de labios de la Sma. Virgen, (o mi imaginación las puso en labios de ella)" (Ejercicios). Pero ella guardaba el texto de la promesa en el dorso de una imagen o estampa de la Virgen. Puede ser una fuerte inspiración que, con el tiempo, se explicitaría mejor, como le sucedió a Santa Teresita respecto a la "sonrisa" que ella, enferma cuando niña, vio en María (por esto se llamaba "florecilla de la Virgen", nacida de su sonrisa). El texto de la promesa a M. Inés es siempre exactamente el mismo en los tres documentos que se conservan (años diversos), lo cual es un argumento definitivo de autenticidad; sólo añade (en cada documento citado) algunos datos de valoración del texto de la promesa:

1) Deja entender un proceso interno de intelección de la promesa, en el sentido de dedicar su vida a la salvación de las almas, desde la contemplación: ... "sobre las cuales palabras quizá mi corazón fue ahondando sus ansias de conquista de almas, aun cuando mi vida era contemplativa, y no hubiera querido salir de ella" (Ejercicios después de 1945, recordando el

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año 1930).

2) Aconseja a sus hijas (en La Lira) que aprovechen la promesa, sin decir la procedencia exacta de la misma: "Ella (María) dirá a todas y cada una de sus hijas que forman este Instituto, aquellas dulcísimas palabras que dijera a un alma en el día dichosísimo de su profesión" (Lira, 2ª parte, cap.X).

3) M. Inés recuerda personalmente con frecuencia esta promesa (escrita en el dorso de una imagen) y se la recuerda a María en sus oraciones: "Ella me hizo una promesa en el día de mi profesión, promesa formal y solemne que yo se la recuerdo, y le pido la cumpla, la cual tengo escrita al dorso de una imagen suya" (Carta al P. Puech, referida arriba).

4) A ella le sirvieron de aliento en los momentos difíciles: "Fueron como un punto de apoyo en «mi lucha por la santidad», un arco iris, un sostén y una fuerza en mi confianza por llevar almas a Jesús" (Ejercicios, después de 1945, p.493, fol.914-915).

Quedan algunas cuestiones abiertas por estudiar: ¿Dónde está, si se conserva, la imagen o estampa de la Virgen, en cuyo dorso había escrito la promesa? ¿Cómo era el texto completo, puesto que dice que transcribe sólo la última frase? En los Ejercicios de después del año 1945 parece indicar que sólo transcribe algo, es decir, lo que recuerda exactamente.

Ver otros tema relacionados: Guadalupe, María, etc.

Propósitos (v. EXAMEN)

PROVIDENCIA DIVINA

Confianza filial en manos de Dios Providente

La confianza filial era la actitud habitual de M. Inés, en cualquier acontecimiento: "Siempre mi actitud respecto a él, excepto poquísimas excepciones, (y procuraré que en adelante no sea ni una) es la del niño que se abandona en brazos de su madre, con filial y entera confianza, en la seguridad de que todo lo que él haga en mi y por mi, será lo que más me convenga" (Ejercicios 1941, p.411, fol.838).

Es la confianza que ella quería inculcar a su familia espiritual y misionera, también como expresión de confianza en el Corazón de Jesús: "Dame que inculque en todas mis hijas este espíritu de abandono y filial sumisión en tus manos: que no nos angustiemos por el mañana, que todo lo dejemos confiadas en tu corazón adorable. Sagrado corazón de Jesús, en ti confío" (Ejercicios 1950, p.463, fol.890).

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En la vida consagrada, todo resulta providencial. La persona llamada acostumbra a tomar conciencia de la acción providencial de Dios, por medio de jaculatorias de confianza: "Esos actos de abandono en su amor y en su Providencia, cuando todo parece perdido, le son en extremo agradables" (Estudios, Excelencias de la vida religiosa, p.186, fol.620).

Tempestades las habrá siempre, pero también se descubre en ellas la presencia de Jesús que nunca abandona a los suyos; "Las borrascas y tempestades del mar, te hablaban de las tempestades y borrascas de las almas, las cuales solo se pueden calmar al imperio de tu voz, sucediéndose a ellas una apacible bonanza. ¡Que delicioso es vivir siempre abandonado a tu amor, confiando en tu divina Providencia!" (Estudios, Sobre los Santos Evangelios, p.206, fol.640).

Esta confianza nace de una fe que acepta las sorpresas del amor de Dios: "Abandonándome a tu Providencia, que en ocasiones no se quiere manifestar a nosotros, viviendo la sola vida de fe, que te es tan grata, y tan meritoria para nosotros, se establece mi esperanza sobre una roca, la roca de la confianza" (Estudios, Estudio sobre la Regla, p.222, fol.655). "Nuestro Señor que es todo amor, todo misericordia, busca siempre para sus hijos el vehículo que los lleve más directamente a él. Dejémosle a él que es Padre amoroso, que nos escoja el nuestro... que te haga muy pequeñita en brazos de su Providencia, de su amor" (Familia, 2 febrero 1938, a su hermana Josefina, p.1447).

La voluntad amorosa de Dios guía nuestros pasos

En cualquier acontecimiento se puede leer algún signo de la voluntad de Dios. Todo es motivo de gratitud: "La voluntad de Dios se manifiesta en todos los sucesos de nuestra vida. Dándole gracias en todo lo bueno que nos sucede, en todo lo que nos alegra, en todo lo que nos proporciona contento, así como en todo lo que nos contraría, nos mortifica, nos humilla" (Consejos, Doc.00476, p.1256).

No hay nada imposible para Dios: "Su Providencia es inmensa y si es necesario, de las cenizas sacará su amor" (Colectivas, 17 mayo 1961, II, p.435). "Hay que aceptar los acontecimientos como él los permita. Todo es para bien" (Colectivas, junio 1969, III, p.3823). Para aprender la confianza en la Providencia, hay que saber pronunciar el "fiat" de María: "Vientos de la divina Providencia nos avientan por donde ella quiere, cuando uno menos piensa, y sólo le podemos decir: fíat. Sí, Señor, que se haga como tú quieres" (Locales, 11 mayo 1976, V, p.5388). Al final de esta afirmación, M. Inés nos deja curiosamente un detalle de cooperación activa en los acontecimientos adversos. Se trata de un simple detalle, puesto que la cinta de la máquina de escribir ya se había agotado; dice así: "Perdón, cambié de cinta; a ver si está más teñidita ésta" (ibídem).

La tristeza y el desánimo ante las dificultades arruinan la santidad: "Si alguna vez acontece a la Religiosa tener tristeza por algún incidente penoso, procura alejar de sí cuanto antes, este horrible mal, que acaba muchas veces con las más santas vocaciones, sobre todo en el tiempo del postulantado o noviciado; ofrece a Dios Nuestro Señor el motivo de tu tristeza, y, para arrancarlo de raíz, dale gracias por ello, pues debes saber, por el espíritu de fe, que así te

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lo dice, que todo lo que te sucede es permitido por Dios o enviado directamente por El, y así procurarás adherirte incondicionalmente a todos sus adorables quereres" (Lira, 1ª parte, cap.XII).

También y especialmente en el campo de la pobreza

Como ha sucedido a muchos santos, la Providencia ha actuado cuando ellos no se han apoyado excesivamente en los medios humanos: "¿Cuál será esa incógnita de la pobreza? El depender, más que nada de la divina Providencia. Estar siempre seguras, como lo hemos estado, que jamás nos faltará si, ante todo buscamos primero su reino, entonces, todo lo demás, nos llegará por añadidura" (Consejos, Oportet Illum Regnare, p.1360).

Es la enseñanza evangélica sobre confiar en la Providencia también en las necesidades materiales. "Y si a los simples cristianos los amonesta el Señor para que no se preocupen por el qué comer o qué vestir; ¡Cuánto menos tengo que preocuparme yo, que estoy de una manera directa pendiente de su Providencia, la cual sabe vestir con galanura a los lirios de los campos y a las avecitas del cielo?" (Estudios, Estudio sobre la Regla, p.231, fol.664). Dios hace milagros cuando se confía en él: "Tantas veces he comprobado, he palpado, he visto los milagros de la Providencia!... Ninguna cosa nos debe angustiar, ninguna preocupar; él es el Dueño absoluto de todo y nos ama infinitamente mas que a los pajarillos a quienes viste con ricos ropajes, que a las flores de los campos, que a los hermosos lirios, a quienes él, con amor delicado viste con mayor magnificencia de que se vestía, en todo su esplendor, el rey Salomón" (Estudios, Estudios sobre la Regla, p.266-267, fol.698-699).

La práctica de la pobreza evangélica incluye la confianza en la Providencia, sin dejar de poner los medios que la misma Providencia proporciona: "Seguiremos haciendo uso del privilegio de altísima pobreza concedido a nuestra orden, de no poder tener posesiones, en la seguridad de que, por numerosas que sean las vocaciones, por numerosas que sean las casas que se funden con la bendición de lo alto, la Providencia se encargará de nosotras, dándonos todo lo que necesitamos para alimentarnos, vestirnos y atender a todo lo relativo a las misiones, ya que: el cielo y la tierra pasarán, pero sus palabras no pasarán" (Experiencias, María ha escogido..., p.113, fol.549).

El consejo de M. Inés es constante, confiando siempre en el amor del Señor: "¿Cómo salir del atolladero? Ah, ahí está la Providencia Infinita, allí está el corazón adorable de Jesús fuente de todo bien y de toda dicha y de todo consuelo y de toda paz" (Colectivas 7 mayo 1953, I, p-48). "Es así un dejar continuamente obrar a la divina Providencia; es un abandonarnos, seguras y tranquilas, en los brazos de Dios, como si todo lo poseyéramos. ¿Verdad hijas?" (Colectivas, 22 marzo 1956, I, p.124).

La historia del Instituto misionero está marcada por estos actos providenciales, que van más allá de los cálculos y criterios mundanos: "Acuérdense, hijas, que todas nuestras construcciones las hemos hecho sin dinero, esperando en que la Divina Providencia mueva los corazones, pero... a Dios rogando y... con el mazo dando" (Colectivas, 27 abril 1957, I, p.174). "Ellos no saben que nuestro capital únicamente está en la divina Providencia. ¡Qué hermoso es esto! Planear, querer construir, lanzarse, arrojarse, pero... sólo confiando en Dios, poniendo en él toda nuestra confianza, ya que ni un centavo hay en la bolsa" (Colectivas 21 marzo 1959, I,

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p.307). "Como la Providencia divina se ha mostrado siempre munificente con estas sus pequeñas hijas, en ella hemos puesto toda nuestra confianza, en la seguridad de que, como en todas ocasiones, sabrá mostrarse plena de misericordia y amor hacia estas sus pequeñas, que tanto necesitan de su misericordia y bondad" (Colectivas, 1960, II, p.345). "¿Se fundaron con dinero? Ninguna. Para todas esas fundaciones se contó, exclusivamente con la divina Providencia... Creo que las obras las tendremos que hacer así siempre las misioneras clarisas: comprometiendo a la divina Providencia y confiando en ella" (Colectivas, 1966, III, p.3666-3667).

Dios provee por medio de personas que son sensibles a los campos de misión y de caridad: "La divina Providencia da siempre inteligencia a los hombres para subvenir a las necesidades de todos" (Colectivas, 1 junio 1962, II, p.478). Por esto M. Inés pedía oraciones para que Dios moviera esos corazones: "Pidan a la divina Providencia se manifieste espléndida con nosotras, porque estoy de verdad, apurada. Pero en ella confiamos" (Locales, 19 abril 1954, I, p.4611). "Confiamos, esperamos, que seguirá su Providencia amorosísima viendo por nuestra pequeñez" (Locales, 20 abril 1954, p.4614). Ver ideas parecidas en: Locales, I, pp.4573, 4578, 4589, 4614s, 4621, 4638.

Temas relacionados: Abandono, amor, confianza, Corazón de Jesús, fiat, gratitud, pobreza, voluntad de Dios, Padre.

Pruebas (v. CRUZ, PROVIDENCIA)

Pureza (v. CASTIDAD)

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R

Recogimiento (v. UNIÓN CON DIOS y PRESENCIA DE DIOS)

Redención (v. CRISTO ESPOSO, CRUZ, RESURRECCIÓN)

Reina (v. ASUNCIÓN Y REALEZA DE MARÍA)

REINO

Actualidad del tema

El tema del "Reino de Dios" es de suma actualidad. Ha quedado resumido en la encíclica misionera Redemptoris Missio, de Juan Pablo II: "El Reino de Dios no es un concepto, una doctrina o un programa sujeto a libre elaboración, sino que es ante todo una persona que tiene el rostro y el nombre de Jesús de Nazaret, imagen del Dios invisible" (RMi 18).

De modo parecido lo explica también M. Inés. Para ella, el Reino de Dios tiene sentido pascual. Jesús resucitado ha de reinar en todos los corazones y en toda la humanidad. "En este día (Pascua), pues, hijas, pidámosle al Señor con todo nuestro corazón nos conceda, que nos dé la fuerza de hacer realidad cada una y todas juntas, el lema de la congregación: es urgente que él reine. Sí, es urgente, muy urgente, y esta urgencia no debería darnos tregua en el anuncio de la Buena Nueva, porque el enemigo no duerme, no descansa en su deseo insaciable de arrebatarle las almas a Dios. Seamos misioneras de la verdad, del amor, de la alegría, de la paz, de la unidad" (Circulares, n.16, 1973-1985, Solemnidad de la Resurrección del Señor, p.5712; cfr. Circular 29 junio 1977, p.5706).

Extender el Reino de Cristo fue el ideal de M. Inés durante toda su vida, ya desde los inicios de su vocación: "Desde que él me separó del mundo, aun cuando vivía en él, rogaba y rogaba con gemidos del alma, con ansias vehementísimas, por que su Reino se extendiera, porque me diera en herencia todas las Naciones, para él" (Dirección, 6 diciembre 1955, p.334, fol.1246).

Sentido escatológico, el Reino definitivo

Jesús ha iniciado el Reino en este tierra, pero la acción misionera tiende a hacer que toda la humanidad llegue al Reino definitivo en el más allá. El misionero continuará su misión también en el cielo, para cooperar a que el Reino llegue a ser definitivo en todos los pueblos. "Es por eso Jesús que «Cantaré eternamente tus misericordias», «in generationem et generationem, annuntiabo veritatem tuam in ore meo». «Si, de generación en generación mi boca publicará tus alabanzas» en todos los confines de la tierra, por medio de las hijas que tú

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me des; así, como que viviré perpetuamente; quiero alabarte, aún cuando haya descendido a la tumba, en cada una de ellas; quiero trabajar con ellas, extender tu reino, hacerte amar de los que no te conocen; quiero llevarte al corazón inocente de los pequeñitos, al de los agonizantes, de los que sufren, de los que viven sin consuelo" (Experiencias, Viva Cristo Rey, p.84, fol.522).

Cristo Rey quiere que la persona misionera continúe su obra apostólica también en el cielo: "Al contemplar, desde la eternidad, ese monte de las Bienaventuranzas, veía, lleno de gozo a toda esa legión de almas generosas que, despreciando las riquezas, o no poniendo su corazón en ellas, serían pobres de espíritu como él. Las que lo imitarían en su mansedumbre, los que sufren porque su Reino no ha llegado aún a tantas almas!" (Estudios, Sobre los Santos Evangelios, p.202, fol.637).

Extender el Reino: contemplación y acción

La dinámica de extender el Reino de Dios se basa en la contemplación y en la acción apostólica, practicadas en armonía de unidad de vida. "¡Oh! ¡que hermoso Jesús; tener en nuestras comunidades de vida mixta por su naturaleza, como mixta fue tu vida misma Jesús en los años que dedicaste a predicar el Reino de Dios, una vida plenamente contemplativa!" (Experiencias, María ha escogido..., p.109, fol.546).

Las obras apostólicas para extender el Reino son válidas si van impregnadas de amor: "No son las obras en sí; no es la magnitud de ellas lo que glorifica a Dios; es el amor que las vivifica, es nuestro anhelo de extender su reinado por el mundo entero, es nuestra aquiescencia a su adorable voluntad, la que le glorifica" (Experiencias, Diario 1944, p.127, fol.562)

La vida consagrada tiene esencialmente esta derivación misionera de extender el Reino. El servicio misionero tiene entonces sentido esponsal de secundar los deseos de Cristo Esposo. "Así es que, la excelencia de la vida religiosa estriba en: los desposorios del alma con Dios, en su unión más íntima con él, en que se abraza la vida de perfección, y en que, en alma asociada más íntimamente al misterio de la Redención, a una con su Esposo divino y en unión de su Madre celestial, trabaja incansablemente por la extensión del reino de Cristo" (Estudios, Excelencia de la vida religiosa, p.187, fol.621).

Los sufrimientos de la vida encuentran su explicación en el hecho de poder colaborar en la extensión del Reino de Dios. "Entonces estas lágrimas tienen una relación inmediata con la otra bienaventuranza: «Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán hartos». Esta hartura se las concede Dios, en ese regocijo íntimo del corazón, cuando sabe de estupendas conversiones, cuando ve que el Reino de Dios se va extendiendo en el mundo, cuando las almas que le están confiadas o que viven cerca de ella avanzan en la perfección. Es entonces tan intenso su gozo, que se siente grandemente indemnizada de las penas que sufre" (Estudios, Estudio sobre la Regla, p.224, fol.657). "Qué dichosas serán las almas misioneras que, en una forma u otra, hayan cooperado a la extensión del reino de Dios sobre la tierra" (Estudios, En homenaje de filial amor, p.315, fol.742). "Lo que a esto se seguirá de sacrificios y humillaciones, Dios lo sabe, pero qué dicha que hayan servido para que el Reino de Dios se extienda sobre la tierra" (ibídem, p.316, fol.742).

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El deseo de santidad y el deseo de extender el Reino se complementan y postulan mutuamente: "Dios quiera, hijas, que su deseo de perfección, que su anhelo de la extensión del Reino de Cristo en las almas, en el mundo entero, aumente día a día y que no escatimen sacrificios para lograrlo" (Circulares, agosto 1965, I, p.5574).

"Venga tu Reino"

La petición del "Padre nuestro" ("venga tu Reino") es un itinerario de santidad y de misión: "Que venga a nosotros, a lo íntimo de nuestro corazón, el reino de Dios, por la intimidad con él, por la práctica de las virtudes, por nuestra caridad con el prójimo y que este reino se extienda a las almas todas" (Estudios, p.227, fol.659). Dios escucha con agrado nuestra petición: "Peticiones que tienen por base la salvación de las almas, siempre son escuchadas y despachadas favorablemente por Dios, pues son una continuación de aquello «Venga a nos tu reino»..." (Estudios, Estudio sobre la Regla, p.237, fol.669).

Esta petición nos sumerge en los planes salvíficos de Dios Amor: "«Venga a nos tu reino», que deseamos que él reine en todas las almas y en el mundo entero por medio del AMOR; esto es, que todas las almas reconozcamos este imperio divino, volviendo amor, a un Dios que es AMOR" (Consejos, Doc.00476, p.1255). Esta oración es eficaz porque Cristo ora en nosotros: "Es él Quien ruega al Padre Celestial «envíe obreros a su Viña» que el reino de Dios se extienda en las almas, en los hogares, en las naciones; es El Quien pide que «todos seamos en El una misma cosa, así como El y el Padre no son sino Uno». Entonces el Padre no puede menos de escuchar esos ruegos que le son tan queridos; y el Reino de Dios se extiende más y más; las almas sienten en el fondo de su ser esos toques misteriosos de la gracia que las transforma, que las une a Dios, que las deifica" (Lira, 1ª parte, cap.II).

La Santísima Virgen nos acompaña en la extensión del Reino de Dios. M. Inés lo recuerda en relación con la promesa que le hizo la Santísima Virgen (extensiva a su familia espiritual): "Ella trabajará conmigo, en mi, yo lo haré todo por Ella, y Ella extenderá el reino de su Hijo en todos aquellos paganos que aún no le conocen. Ella me hizo una promesa en el día de mi profesión"... (Dirección, año 1942, p.98, fol.1018).

El Reino lo extendemos todos, en comunión fraterna también con otras instituciones o comunidades misioneras. M. Inés invitaba a alegrarse por el éxito de otros misioneros: "Si aún con relación a las demás comunidades, decimos de lo íntimo del corazón: «Es necesario que ellas crezcan»!, Jesús se llenará de gozo; le hacemos así patente que nuestros anhelos por la extensión de su Reino, son sinceros; que queremos que se sirva de todas, como de instrumentos, para la dilatación de ese Reino, que consiste esencialmente, creo yo, en que Dios, por la gracia, habite en el alma" (Dirección, 8 marzo 1949, p.157, fol.1076).

Temas complementarios: Cielo, Cristo Rey, Iglesia, misión, Padre nuestro.

Religiosos (v. VIDA CONSAGRADA)

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Renuncia (v. CRUZ, OBLACIÓN, PENITENCIA (SACRIFICIO)

Reparación (v. CORAZÓN DE JESÚS)

RESURRECCION

La resurrección del Señor

El camino espiritual y apostólico es siempre camino de Pascua. A la resurrección se llega por medio de la cruz. Pero en ambos momentos, Jesús nos ha precedido y nos acompaña. El tono de esperanza que se puede respirar en todos los escritos de M. Inés, tiene una perspectiva de gozo pascual.

En los Ejercicios Espirituales suele meditarse el tema de la resurrección. De ello deja constancia M. Inés, al narrar las apariciones de Jesús a sus discípulos. Describe primero al mismo Señor resucitado: "Hermosísimo, lleno de gracia y majestad, sencillo y apacible; pensando ya en consolar a todos los suyos que tanto habían sufrido por su causa; porque es propio de Dios, es propio de Jesús, impartir consuelo. Jesucristo murió para resucitar. Si no hubiese resucitado, vana sería nuestra fe" (Ejercicios 1941, p.418, fol.844).

Entre las apariciones hace resaltar la aparición a la Magdalena, como portadora el mensaje para los demás: "El mensaje de la Redención, se envía a una mujer (María) y se le pide su Fíat... El mensaje de la Resurrección se envía a la Iglesia naciente por ministerio de otra mujer" (Ejercicios 1941, p.421, fol.848).

Narra también la aparición de Jesús a su Madre, suponiéndola con buena lógica. Pero es importante notar cómo María ya creía en la resurrección (apoyándose en las palabras de Jesús) antes de que aconteciera: "Se comprende la ansiedad de Sta. Ma. Magdalena y de las demás mujeres, cuando muy de mañana, del domingo, se dirigían presurosas al sepulcro, preguntándose, quien les quitaría la piedra de la entrada. Se supone que ellas no estaban en la misma casa que la Sma. Virgen, porque si no, tal vez no hubieran ido, ya que la Madre de Dios las habría convencido de que, en cumplimiento de las palabras de su Hijo, era el tercero, en que debía salir victorioso de entre los muertos" (Ejercicios 1941, p.416-417, fol.843-844).

Significado para nuestra vida espiritual

El triunfo de Jesús es también el nuestro: "Después de la humillación viene la gloria... Suena la hora solemne de las eternas recompensas, de la gloria suprema, del coronamiento inefable de la doctrina y milagros del Salvador, con su Resurrección... Resucitó Jesús, conforme lo había predicho, a los tres días, para poder ascender después a los cielos y llevar tras Sí a toda la multitud de almas que gemían cautivas en el seno de Abraham. Dice san Pablo:

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«Si Cristo no resucitó, luego vana es nuestra predicación y vana es también nuestra fe». Luego, en este gran misterio que predice el Señor, tenemos el fundamento de nuestra fe, la esperanza segura de nuestra resurrección gloriosa, para triunfar con él eternamente en los cielos" (Estudios, Estudio sobre la Regla, p.266, fol.698).

Explica también nuestra transformación en Cristo resucitado, como signo y exigencia de santidad y entrega: "Nuestra vida toda tiene que estar encaminada a la resurrección, y no solo a la resurrección definitiva de nuestros cuerpos, cuando estos se unan a nuestras almas para participar eternamente de su suerte; sino también con esa resurrección espiritual del alma que ha sufrido, que se ha sacrificado, que ha llorado, pero que detrás de todo esto, espera llena de fe y de amor, de humildad y de paz, el momento del Señor, en que vendrá a ella con sus consuelos inefables, a producir en su alma con su unción, la paz, la alegría que él solo puede dar, y esto aunque perdure, muchas veces, la pena" (Ejercicios 1941, p.418, fol.845).

Jesús resucitado es el ideal de nuestra vida. Con esta fe en su presencia, se pueden afrontar todas las dificultades: "Nuestra vida tiene que tener como ideal, como ejemplar a Cristo, y a Cristo resucitado; contemplarlo en la gloria de su Resurrección, para animarse a seguirlo en su vida de trabajos y afrentas y menosprecios" (Ejercicios 1941, p.418, fol.845).

La resurrección de Jesús no sólo la recordamos, sino que se actualiza en nuestras vidas: "El día de la Resurrección del Señor no tiene ocaso, fue de ayer, es de hoy y será de todos los tiempos, continua siempre, por eso nuestra alegría debe ser permanente" (Ejercicios 1941, p.418, fol.844). La gracia del encuentro con Cristo resucitado acontece todos los días.

Sobre la resurrección de los muertos, nos recuerda, con una nota de humor, que será un día de triunfo para Jesús: "De plano nuestro Señor no quiere que nos muramos. Ya empezamos en el camposanto la excavación para nuestras criptas. Tendrá en la parte baja 36 tumbas. Arriba la capilla y detrás del altar un rosario. Es todo, pero... nos va a costar muchito. Así, cuando venga el comunismo y nos haga mártires, ya tenemos el lugar de nuestro reposo... en espera de la resurrección de los muertos. ¡Qué dichoso día aquel! ¡Qué gloria para el Cordero inmaculado que vendrá sobre las nubes del cielo!" (Locales, 1 junio 1961, II, p.4919).

Significado de felicitar la Pascua

La felicitación pascual tiene contenidos doctrinales muy profundos: "A todas y para todas: felices Pascuas de Resurrección, felices porque... el Señor ha resucitado y con él debemos resucitar a una nueva vida llena de generosa entrega a su santo servicio, para darle mucha gloria y salvarle innumerables almas; paso ahora a comunicarles lo siguiente" (Colectivas, 29 marzo 1964, II, p.579). "Un saludo lleno de cariño con motivo de las Pascuas de Resurrección y un aleluya lleno de entusiasmo porque Cristo nuestro Redentor, ha resucitado, y nosotras, por su infinita misericordia, esperamos resucitar con él a una santa vida llena de caridad, de dulzura, de paz y de obediencia" (Locales, 13 abril 1954, I, p.4608).

Ella pedía esta gracia para toda su familia espiritual: "He pedido a Dios nos permita gozar de los frutos y alegrías de su resurrección. Ojalá que de verdad cada una nos esforzáramos por hacer nuestra toda esa riqueza que él nos mereció en la cruz. Ojalá que cada

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misionera clarisa viviera el misterio de la resurrección y lo hiciera vivir a los demás, especialmente empezando por quienes las rodean" (Locales, mayo 1971, IV, p.5257).

Y agradece de corazón la felicitación de Pascua, indicando su significado: "Gracias, hijas, por sus felicitaciones de pascua, por sus aleluyas cantados desde el fondo del alma, en la gloriosa resurrección del hijo de Dios, quien habiéndose hecho primero, como dice el profeta, gusano, y no hombre, y habiendo aceptado con amor tan grandes humillaciones y dolores, resucitó glorioso, para nunca más morir, y fue al cielo, como lo dijo a... prepararnos lugar" (Locales, abril 1968, IV, p.5166). "Mucho les agradezco su simpática tarjeta con sus queridas firmas y sus felicitaciones por la pascua de Resurrección, y pido al buen Dios que ella (la pascua), se prolongue a lo largo de su vida, inundándoles de su dulce paz y alegría, pero recordando siempre que... no hay pascua sin calvario, y que este culminará en las alegrías de la Resurrección gloriosa con Cristo, y la gozaremos y daremos a otras muchas almas, en la medida en que hayamos sabido acompañar y seguir al divino Maestro en su vida y pasión. ¿Verdad?" (Locales, 16 mayo 1974, V, p.5353.

Temas relacionados: Alegría, cielo, cruz, cuaresma (en penitencia), muerte, pasión.

Revelación (v. EVANGELIO DE DIOS Y ESCRITURA)

Revisión de vida (V. DIALOGO, EXAMEN)

ROSARIO

Actualidad del tema

Al hablar del Rosario, M. Inés describe propiamente un medio y una actitud habitual de relacionarse con Jesús, captando sus sentimientos desde el Corazón materno de María. Se puede ver en sus enseñanzas la orientación de Juan Pablo II sobre el Rosario (para el año dedicado a esta devoción, 2002-2003): "Los episodios principales de la vida de Jesucristo... nos ponen en comunión vital con Jesús a través –podríamos decir– del Corazón de su Madre" (Rosarium Virgnis Mariae 2). También para M. Inés, como vamos a ver, "la sencilla plegaria del Rosario sintoniza con el ritmo de la vida humana" (ibídem), es decir, es un medio para vivir los acontecimientos de la vida en su dimensión más profunda.

Esta actitud habitual de intimidad se concreta en la afirmación inesiana refiriéndose a María: "En su Corazón voy depositando todo" (Experiencias, Cinco esquelitas, año 1929, p.3, fol.445). La devoción mariana tiene sentido cristológico, según su afirmación muy repetida en la correspondencia: "Todo por Jesús con María". Se trata de "recorrer con María las escenas del Rosario, es como ir a la «escuela» de María para leer a Cristo, para penetrar sus secretos, para entender su mensaje" (Juan Pablo II, RVM 14).

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El Rosario fundamenta una actitud contemplativa y misionera, que entrena para vivir las celebraciones litúrgicas y la vida misionera. Ya el título del capítulo VIII de la primera parte de la Lira, es todo un programa evangelizador: "El santo Rosario, fuente de energía y banco celestial, donde se negocian los intereses de Jesús" (Lira, 1ª parte, cap.VIII).

Aludiendo al apostolado de los santos, M. Inés recuerda el fruto misionero conseguido por Santo Domingo por medio del Rosario (Lira, 1ª parte, cap.VIII). Hablando del P. Pío, dice: "Sabía siempre sonreír y ofrecer todo por la salvación de las almas... que vivió de oración, y cada día rezaba treinta y tres Rosarios. Veamos, como en estos tiempos en que se quiere hacer desaparecer tan hermosa, devota como provechosa devoción, un santo de nuestro tiempo, lo hacía diario y con gran fervor" (COLECTIVAS, 28 enero 1971, IV, p.3933).

En relación con la maternidad de María y la misión

Siguiendo la línea de S. Luís Mª Grignon de Monfort (citado también por RVM 15), M. Inés afirma: "Es el Rosario devoción preferida de María Santísima, en el que... recordando a nuestra tierna Madre... que, precisamente por ser Madre, puesto que Jesucristo es nuestro Hermano Mayor... que pida por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte" (Lira, 1ª parte, cap.VIII).

Leyendo el documento de Juan Pablo II sobre el Rosario, uno se encuentra con frases parecidas de M. Inés, haciendo del Rosario un medio para sintonizar con todos los campos apostólicos y todas las necesidades de la humanidad: "La misionera clarisa... pone ante el Inmaculado Corazón de María las masas inmensas de paganos, de infieles, que aún no han recibido la Fe de su Divino Hijo; le hace ver, cómo también por ellos derramó su Sangre Preciosa, y aplica a cada uno de ellos los méritos de la Redención" (Lira, ibídem).

El corazón se abre en la misma dimensión misionera universal de Jesús y María: "Así, en cada uno de los Misterios, debes aplicar a las necesidades espirituales y también materiales de tus hijos (las almas), las verdades que meditas, verdades que procurarás hacer llegar hasta las profundidades de su espíritu, para que, a la luz de la fe, puedan también ellos gozar de la contemplación de los atributos de Dios y saborear sus bondades hacia sus pobres criaturas" (Lira, ibídem).

El rezo del "Ave María" no resulta monótono ni aburrido cuando se hace con amor, incluso en medio de los trabajos ordinarios: "Haciendo, por así decir, de cada una de las Ave Marías, un como vehículo que te deja en el regazo Materno, para allí conversar con tan amorosa Madre, adorando el Misterio que contempla tu espíritu, y... sin separar de tu contemplación, tus ansias, que sería necesario crecieran cada día más, en favor de los pecadores; y para abarcar todo, por todas las necesidades del Sagrado Corazón" (Lira, ibídem). La meditación de los misterios se hace en esta linea del amor de Dios manifestado en Jesús: "En los Misterios se presentan a nuestra consideración la misericordia y suavidad divinas" (Lira, ibídem). M. Inés aconseja, como en RVM, animar el rezo con cantos e intenciones (ibídem).

El Rosario en comunidad o en familia

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El rezo del Rosario en comunidad o en familia, es fuente de unidad y de abundancia de gracias. M. Inés se remite a la experiencia vivida en su propia familia: "La costumbre tradicional, hermosísima, que siempre vimos en nuestros hogares, tan cristiana y tan del agrado de Jesús y de María, de rezar todas las noches, en familia, el santo Rosario, no la dejen; ¡la Madre de la gracia les concederá tantos beneficios y tantas gracias! preservará y amará a sus hijitos con amor de predilección... Se constituirá su guardiana, su protectora, su madre; y con tal Madre, ¿qué pueden temer?" (Consejos, Doc.00478, p.1309). "Una cosa no dejes nunca de hacer, como lo has visto siempre en la casa: rezar el Rosario todos los días en familia, con criados y todo" (Familia, I, p.1417, a su hermana Lupe, octubre 1932).

Los hogares y comunidades cristianas permanecen unidas cuando practican la oración mariana: "La santísima Virgen colma de bendiciones los hogares en donde se reza diariamente el santo Rosario" (Familia, I, p.1537, a su hermana María Teresa, 27 enero 1953). M. Inés habla por experiencia: "Me da mucha tristeza que no recen el Rosario en familia, como lo vimos siempre en nuestra casa, al lado de nuestra santa madre. Aun siento que me enternezco, cuando recuerdo eso, y con qué cariño pedíamos: la mano, al terminar de rezar el Rosario, para besar, a nuestros papás, esas manos que tanto hicieron por sus hijos. Son recuerdos imborrables, que llenan de ternura el corazón" (Familia, I, p.1543, a su hermana María Teresa, 26 octubre 1954; cfr. ibídem, II, p.1754).

Los efectos negativos de esta carencia los resume así: "Si en tantos hogares no hay paz, no hay amor, tolerancia mutua y no se goza de la vida íntima de familia; es porque no se ama a María; ya no se reza en familia el santo Rosario, las costumbres piadosas han desaparecido de muchos hogares; el dulce nombre de María no se invoca, y si no aman a ella, Jesús ¿quien los enseñará a amarte?" (Experiencias, p.38, fol.479). De ahí la conveniencia de rezar el Rosario en familia: "Por eso mi querida Teresita, se van a imponer siempre, diariamente, desde el primer día de casados, el rezo del santo Rosario" (Familia, I, p.1461s, a su hermana María Teresa antes de su matrimonio, Fiesta Sda. Familia 1942).

Son muchos los frutos que se derivan de esta devoción mariana practicada en comunidad: "Procuren, en cuanto sea posible, y ojalá que fuera posible todos los días, rezar el Rosario de 15 misterios... para alcanzar de Dios sus gracias y su protección en los difíciles tiempos que nos sobrevendrán, y de mi Madre santísima, en su advocación del Purísimo Corazón, la fuerza, la paz, la alegría para sufrir, que nos alcanzará de su divino Hijo, y su protección amorosa, cabe su inmaculado corazón, para no desmayar nunca, para que nos preserve de ofender a Dios, de la apostasía de la fe y de la vocación, para que conserve nuestra pureza, nuestra virginidad, para que no consienta que ofendamos a Dios" (Locales, 21 mayo 1960, II,p.4864).

Actitud filial e infancia espiritual

También los niños o los que tienen corazón de niño, pueden comprender la importancia del Rosario: "Para que tu alma se conserve siempre pura y buena, ama muchísimo a tu Madre del cielo; si la amas, ella te amará también inmensamente, te cuidará momento por momento, te librará de todos los peligros. Reza, en su honor, todos los días, el santo Rosario, y ella, tu Madre, te llenará de gracias" (Familia, I, p.1472, a su sobrino Luís Emilio, 21 junio 1944).

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M. Inés lo aconseja a las madres cristianas para que eduquen a sus hijos: "Pero ante todo, fórmalos muy piadosos. No dejen de rezar en casa todos los días el santo Rosario. Acuérdate como le pidió esto con mucha instancia, la Santísima Virgen a los pastorcitos de Fátima. Es el pararrayo en las familias, por ese medio la madre de misericordia derrama torrentes de gracias, preserva del mal, y nos ayuda a ser cada día más semejantes a su divino Hijo" (Familia, I, p.1530, a su hermana María Teresa, 31 mayo 1952; cfr. ibídem, p.1555).

También lo aconseja así en el apostolado con los niños: "Estamos leyendo ahora precisamente ese mensaje (de Fátima)... no dejen de inculcar a las niñas y a las personas el amor al rezo del santo Rosario sobre todo en familia"... (Locales, abril 1959, II, p.4841).

Con una actitud de infancia espiritual (tan aconsejada por M. Inés) se aprende mejor a contemplar con María el rostro de Cristo. Dice M. Inés: "Por eso también la Misionera Clarisa, hija pequeñita de María, amantísima como debe ser de su Madre, en el repaso de los cinco Misterios, en los que medita los privilegios de la Madre de Dios, le entrega, con amor infantil, las necesidades todas de su alma, los intereses todos de Jesús, únicos por los que su corazón palpita, representándole, con viva fe, las necesidades de su Madre la Santa Iglesia, que son SUYAS PROPIAS" (Lira, 1ª parte, cap.VIII).

Es una actitud de relación filial con el corazón materno de María: "Viendo esta hermosa devoción, no como un deber pesado, sino como unos momentos de consuelo, en los cuales los hijos comunican a su madre todo lo que han hecho durante el día; ella se encanta cuando, reclinados en su regazo, (lo se por experiencia) le vamos relatando nuestras ocupaciones, nuestras penas, y nuestras alegrías, ofrendándoselo todo a ella, para que, hermoseado a su contacto virginal, lo presente a su divino Hijo. Esta práctica de filial confianza, de recurso continuo a María es una fuente de bendiciones, en donde el alma fiel, que no la abandona en todos los días de su vida, llega infaliblemente a la santidad, y por su caminito mas seguro y corto" (Familia, I, p.1461s; a su hermana María Teresa antes de su matrimonio, Fiesta Sda. Familia 1942).

Convendrá dar a conocer el Rosario valiéndose de medios pedagógicos, también en la pastoral vocacional: "Se ayudarán con las películas del santo Rosario, de las que ya hemos encargado el otro equipo de 15 misterios; así ya son dos equipos, de manera que cada pareja puede tomar uno e intensificar más y más tan saludable devoción a la madre de Dios y madre nuestra María. Es este también un medio de ir fomentando vocaciones adormecidas" (Colectivas, diciembre 1975, V, p.4178; cfr. ibídem, V, p.4412)

Temas relacionados: Anunciación (Ave María), contemplación, Evangelio, María (ver también los diversos temas relacionados con los misterios del Rosario).