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Tarea número 5 de Profesión Jurídica. Eduardo Alarcón Leal. ¿Por qué el defensor penal público (y, por extensión, el abogado, en general) se encuentra prohibido (incluso, sancionado penalmente) de presentar prueba falsa en un juicio penal (y, por extensión, en un juicio civil)? En otras palabras,¿Cuál es la justificación de esta prohibición? ¿No dijimos que, primero, la presencia de un juez y, segundo, de defensa jurídica disponible para toda parte con interés en el conflicto, permitían al abogado concentrarse en exclusiva en el interés de su cliente? La justificación de dicha prohibición dice relación con que tanto la ley como el código de ética profesional representan un límite ético-jurídico al ejercicio de la profesión (Así, el art. Nº5 del código de ética profesional señala que el abogado no ha de aconsejarle a su cliente actos fraudulentos), en el sentido de que el marco normativo en el cual el abogado puede legítimamente representar el interés del cliente (con todas las herramientas que aquel pueda utilizar para la realización de este último) es el Estado de derecho y sus normas. Dicho de otra forma, el defensor tiene (en virtud de la labor que encomienda la constitución y las leyes) el deber de materializar el derecho a defensa y el principio de igualdad de armas particularmente relevante en el caso de limitar el ejercicio desmesurado de la potestad punitiva del Estado, pero dicho deber solo puede entenderse dentro del marco lógico-normativo del mismo Estado. Las herramientas que el defensor se procura para obtener esta limitación del poder estatal poseen a mi juicio dos características que es necesario observar: (i) en primer lugar, al ser el defensor público instituido conforme a la lógica normativa propia del estado constitucional de derecho, resulta palmario considerar que su campo de acción se supedita a dicha lógica normativa y sus disposiciones. Es por esto que resulta necesario (debido a la función política que cumple el defensor) que las estrategias de defensa se legitimen en la normatividad estatal, ya que así la limitación del ejercicio de la potestad punitiva del estado es igualmente legítimo y no admite vaguedad fáctica (es decir, como el defensor sólo puede ganar un caso en virtud de la normatividad del estado de derecho, es preciso que se ajuste a esta en orden de representar realmente el interés

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Tarea número 5 de Profesión Jurídica. Eduardo Alarcón Leal.

¿Por qué el defensor penal público (y, por extensión, el abogado, en general) se encuentra prohibido (incluso, sancionado penalmente) de presentar prueba falsa en un juicio penal (y, por extensión, en un juicio civil)? En otras palabras,¿Cuál es la justificación de esta prohibición? ¿No dijimos que, primero, la presencia de un juez y, segundo, de defensa jurídica disponible para toda parte con interés en el conflicto, permitían al abogado concentrarse en exclusiva en el interés de su cliente?

La justificación de dicha prohibición dice relación con que tanto la ley como el código de ética profesional representan un límite ético-jurídico al ejercicio de la profesión (Así, el art. Nº5 del código de ética profesional señala que el abogado no ha de aconsejarle a su cliente actos fraudulentos), en el sentido de que el marco normativo en el cual el abogado puede legítimamente representar el interés del cliente (con todas las herramientas que aquel pueda utilizar para la realización de este último) es el Estado de derecho y sus normas. Dicho de otra forma, el defensor tiene (en virtud de la labor que encomienda la constitución y las leyes) el deber de materializar el derecho a defensa y el principio de igualdad de armas particularmente relevante en el caso de limitar el ejercicio desmesurado de la potestad punitiva del Estado, pero dicho deber solo puede entenderse dentro del marco lógico-normativo del mismo Estado. Las herramientas que el defensor se procura para obtener esta limitación del poder estatal poseen a mi juicio dos características que es necesario observar: (i) en primer lugar, al ser el defensor público instituido conforme a la lógica normativa propia del estado constitucional de derecho, resulta palmario considerar que su campo de acción se supedita a dicha lógica normativa y sus disposiciones. Es por esto que resulta necesario (debido a la función política que cumple el defensor) que las estrategias de defensa se legitimen en la normatividad estatal, ya que así la limitación del ejercicio de la potestad punitiva del estado es igualmente legítimo y no admite vaguedad fáctica (es decir, como el defensor sólo puede ganar un caso en virtud de la normatividad del estado de derecho, es preciso que se ajuste a esta en orden de representar realmente el interés del representado, ya que de develarse la ilegalidad de la actuación, de inmediato se falla en el objetivo primordial que es limitar el ejercicio de la potestad punitiva del estado. Por otro lado (ii) (y es fundamental), es que independientemente de la labor del defensor como interviniente encargado de materializar los principio y roles antes señalados es el juez aquel que, entendiendo el derecho como un proceso social práctico y contingente, al final del día tiene a su cargo la posibilidad de materializar en la decisión los objetivos del defensor. Es por esto que me parece necesario la observancia de las leyes y la buena fé en la configuración de estrategias que permitan efectivamente la dictación de sentencias con un bajo nivel de afectación recursiva si lo que realmente se busca es defender el interés del cliente (que en derecho penal a menudo se presenta como grupos sociales determinados con características, condiciones y valores particulares que se ignoran en la tipificación de las conductas).

En suma, en el estado de derecho, el respeto a sus leyes y sus principios en la esfera de la defensa penal pública en particular y del derecho en general constituye una

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importante forma de garantizar que las estrategias de defensa de intereses de grupos determinados tengan éxito de una forma diacrítica (a través del tiempo).