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Pero los hijos de Pizarra y Almagro nose quedaron de brazos cruzados: si Euro­pa los había abandonado, ellos la fabri­carían a sus gustos y conveniencias. Elresultado fue escalofrianre: una gama defiestas y costumbres desconrexrualizadascomenzaron a invadir el calendario dela ciudad. Las bisnietas del Virreinato sedisfrazaban de majas españolas, mientrasque algunos trujillanos cualquiera se ba­rían en duelo con vaquillas escuálidas quehacían el rol de toros embravecidos. Porarra lado, las desenfadadas y provocativasdanzas de los negros y mestizos, fueronrelegadas por el discreto coqueteo de lamarinera norteña. Además, se excusó laausencia de estaciones climáticas en laciudad, argumenrando de un modo casi

y tenían razón, Un siglo y algunas déca­das después, Trujillo se partió en dos. Losnosrálgicos español izados se aferraron yse apolillaron en el centro de la ciudad,mienrras que en la periferia, los cholos,mestizos, zambos, serranos, negros y chi­nos conquistaron el desierro y construye­ron su futuro sobre una nueva religión:el sueño norteamericano. Los del centrotenían el apellido y los bolsillos vacíos, losde afuera eran huérfanos amnésicos quepoco a poco se convertirían en la masapujante y emergente del país. Para ellos,España era solo un miro, un borrón en elpasado, incluso una piedra en el zapato,

A orillas del Pacífico y ligeramente alnorte del comineme, una ciudad enfu­reció para siempre. Aunque su indepen­dencia fue celebrada en plena Plaza deArmas, y sus grandes criollos seguíanjactándose de la nobleza de sus apellidosy disfrutando de los privilegios ganadosen el Virreinato: la incertidumbre y elmiedo comenzaba a escurrirse bajo lasalmohadas de sus señores feudales: Es­paña no demoraría en abandonarlos porcompleto,

esde hace más de dos siglos, Sudamérica

fue el escenario de miles de batallas paraconseguir la independencia de cada unode los países del continente. En Brasil serebelaron contra Portugal, en Argentina,Chile, Bolivia, Colombia y Perú, la peleafue contra España y, décadas después, lasGuayanas lograron librarse de Francia.

No importa cuáles fueron los verdaderosintereses de los libertadores, tampocoquiénes los financiaron: nuestro conti­nente rugía como una bestia que echabaa sus depredadores de su terrirorio. Era elcomienzo de una nueva era, de decenasde jóvenes repúblicas que a partir de esemomento debían sobrevivir en medio dela ruina y las deudas que les dejaron - amodo de herencia o de castigo- sus colo­nos. Todas las ciudades se levantaban or­gullosas y miraban de reojo a sus antiguosesclavistas. Todas, menos una.

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«¿Lamuralla todavíasigue existiendo de unmodo imaginario? Alparecer sí, y encierralo tradicional en Trujillo,Es el muerto que seesfuerza por resucitarpero ha perdido cual­quier importancia»,

¿La muralla todavía sigue exisriendo

Luego de más de dos años, el proyec­to fue inaugurado entre ovaciones, viro­res y detalles sin concluir. Miemras quelas murallas recorrían como serpientesla distancia entre cada torre, los frentesde defensa permanecían relegados a unafunción puramente estética. Los fosos yterraplenes jamás fueron construidos. Almismo tiempo, la arquitectura barroca yrococó envolvía como un cordón gigan­tesco a la ciudad y vigilaba con despre­cio a los pueblos vecinos. No importabasi Trujillo seguía desprcregido frenre aun posible asalto de piraras y corsarios.Ahora podía defenderse de la invasiónmestiza, zamba, negra y mulata. Era elcomienzo del exilio.

Manínez de Jarabeiria y Fernando Ramí­rez de Orellana, y el ingeniero Formen­ro, trabajarían días enteros cargando ysuperponiendo giganrescos bloques deadobe, para luego pintarrajearlos y pulir­los según el diseño. Algunos se encarga­rían de levantar los muros, mientras queotros edificarían las bases y las columnaspara las quince [Orces que vigilarían laciudad. Por otro lado, un último grupose ocuparía únicamenre de talar, pulir ycolocar los cinco porrones que abriríanel paso a nobles forasteros y lugareños, yse cerrarían en las narices de sus propiosconstructores.

Era 19 de febrero de 1687 y una de­cena de indios se reunían en la periferiade la ciudad para empezar con la jornadade trabajo. Rodeados de adobes y bajola supervisión de los alcaldes Barrolorné

El Cabildo acordó que el f.nanciamien­ro de la consrrucción correría a cuenta delos bolsillos de los grandes personajes yhacendados de la ciudad, mientras quela mano de obra sería una obligación delos indios robustos de Moche, Mansiche,Cae y Huanchaco, Por cada ochenta ycinco adobes, se les pagaría tres reales.

A fines del siglo XVII, el ingeniero ira­liana [oshep Formenro entregó y firmóel plano de una giganresca muralla querodearía a la ciudad y la proregería delaraque de los corsarios y piraras. El do­cumenro fue recibido por el Cabildo deTrujillo y, posreriormeore, remitido alexcelentísimo Duque de la Plata, Prínci­pe de Massa y Marqués de Tolva. Mesesdespués, la carta sería devuelta con laaceptación de las auroridades españolascorrespondientes.

MURALLA IMAGINARlA

esquizofrénico que Trujillo era el único

lugar en el mundo donde la Primaveraera ererna. Era el inicio del segundo vi­rreinaro de la ciudad.

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En el mes de marzo, un pedazo de Espa­ña cae estrepitosamente sobre el balneariopreferido de la aristocracia trujillana. Elfenómeno se escurre en cada rincón delpueblo. De pronto; .las casas se salpicande rojo-y en las veredas ancianas, adul­t11S,.adolescentes y niñas se convierten.

LA ESPAÑA ALEGÓRICA

«Las desenfadadas y provocativasdanzas de los necros y mestizosfueron I'elegadas pOI'el discreto

coqueteo de la marinera».

Quizá ellos no conozcan de pasados,mucho menos de la existencia de un Pi­zarra, un Almagro o incluso un Colón.Pero es justo esta masa de ciudadanosla que en los últimos veinte años ha co­menzado a mover cerca del 95% de lamicro-economía del Perú y ha patentadoel nuevo motor del aparato empresarialde nuestro país: la micro empresa. Amodo de consuelo, los apolillados he­rederos de España encuentran refugioen el carnavalesco abanico de hesras,desfiles)' ceremonias creadas por)' paraellos, a partir de una extraña simbiosisentre algunas costumbres españolas y elingenio local.

Esre es el descendiente directo del pe­ruano ignorado que migró a la costa so­ñando con un mejor plato de lentejas.He aquí el comerciante emergente queha dominado las orillas de la avenidaEspaña con sus colosales mercados ma­yoristas y sus emporios comerciales pla­gados de colores chillantes y vendedoresinformales.

Paralelamente, a las afueras de los an­riguos portales, el nuevo enemigo de lostrujillanos españolizados ha instaladosus propias fortalezas de cemenro, erer­nir, plástico o rriplay, No se erara de unabanda de piratas, tampoco de los indioso campesinos de Mansiche, Moche yCao. Por el contrario, la nueva amenazaes capaz de mover más dinero que el oxi­dado aristócrata y de levantar negociosdel mismísimo polvo.

Enrre tanto, en el interior de la agónicafortaleza, los apellidos Pizarra y Almagrose han convertido en las calles principa­les del cenrro histórico. Trujillo ha ido­latrado a los genocidas que asesinaron elpasado pre histórico del incanato y escla­vizaron a los verdaderos dueños del país.Los mismos que aparecen como incómo­dos antepasados en el árbol genealógicode ese Trujillo criollo que, aún ahora, seatrinchera denrro de sus casonas y de sunostalgia por esa Europa que 10 abando­nó sin piedad.

Una escuálida callecita desconectada dela avenida España comienza a abrirse casia oscuras, hasta conectarse. con la avenidaJuan Pablo 11. Es la calle Torre Tagle, bau­tizada así en honor al hombre que pro­clamó la independencia de Trujillo. Todoparece indicar que los huérfanos de Espa­ña castigaron al libertador por su arrevi­mienro, y lo expulsaron fuera del cadáverde la antigua muralla y, consecuenremen­te, del centro histórico de la ciudad.

de un modo imaginario? Al parecer sí, yencierra lo "tradicional" en Trujillo. Es elmuerto que se esfuerza por resucitar, peroque ha perdido cualquier importancia,En el mapa actual de la ciudad, la avenidaEspaña se configura como un cordón in­visible ubicado en el mismo lugar dondehace más de trescientos años se construyóla Gran Muralla. Ahora, a un poco másde un siglo de la destrucción de la gigan­tesca fortaleza, España sigue protegiendoa sus tataranietos y sus casonas,

diatrainla • ocurre 2011

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ma se estrellan contra los tímpanos de los'asistentes: ¡La Pamplonádal, ¡C6menZó laPamplonada! Súbitamente.. un,a veÍJ~r.e~·:i'"de vaquillas escuálidasaferradas por la: prsra :f!eJ·t¡¡\JI~'~1f.,IPI,:~11~r,i":"i';.'~tras los noblescabglleros truyé'li;.s9!>,rel~s~~'

ocbJlre 2011 • díalrainla