¿Y si nos muestra sus cartas?: escuchamos lamentos, ruegos ...

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¿Ysinosmuestrasuscartas?:escuchamoslamentos,ruegos,gritosysúplicas.¿Ysi,además,nosmuestra tambiénsusactos?:sangre, impactosdebala…,ojos enblanco. ¿Y si todo acontece en tiempo real? ¿Quéocurre entonces?Sucedequeeldebermellama.

UncasoquellevaráhastasuslímitesaldetectiveJaydenSullivanysupoderoculto. Un asesino en serie que no esconde sus motivaciones… Y unasvíctimasinocentes.

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MarcosNietoPallarés

EllamentodelosinocentesePubr1.0

Titivillus12.04.2020

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Títulooriginal:EllamentodelosinocentesMarcosNietoPallarés,2017Editordigital:TitivillusePubbaser2.1

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Índice

INTRODUCCIÓN

CAPÍTULO1

CAPÍTULO2

CAPÍTULO3

CAPÍTULO4

CAPÍTULO5

CAPÍTULO6

CAPÍTULO7

CAPÍTULO8

CAPÍTULO9

CAPÍTULO10

CAPÍTULO11

CAPÍTULO12

CAPÍTULO13

CAPÍTULO14

CAPÍTULO15

CAPÍTULO16

CAPÍTULO17

CAPÍTULO18

CAPÍTULO19

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CAPÍTULO20

CAPÍTULO21

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Dedicadoatodosaquellosque,deunamanerauotra,hanlogradoqueestanovelaseaescrita.

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«Eltiemponoessinoelespacioentrenuestrosrecuerdos».

HenryF.Amiel

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INTRODUCCIÓN

Lalíneadelucesquelasfarolasalargabancalleabajo,posibilitabavislumbrarmi sombra sobre la acera. Cambiantes detalles como esa negra silueta,resultaban los únicos capaces de eludir a la realidad en mis recuerdos. Loinamovible, loqueel transcurrirdel tiemponoalteraoerosionalentamente,se mantenía en ellos con todo lujo de detalle. El tantas veces transitadocamino a casa, se perpetuaba en mi memoria desde la primera vez que lorecorrí;fotografíaqueencualquiermomentopodíarevisar,eincluso,visitar.Poseíaeldondevolveracualquiereventopretérito,espacioocupado,instanteremoto…,paravivirlodenuevo.

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Un álbum de vivientes instantáneas: el interior de mis células cerebrales.Rememoracionesqueayudabanahallardondeotrosnoencontraban.Actuarenloavistadotiempoatrás,meofrecíagranventajaantecasoscomplejos.

De conocer mis facultades, muchos las atribuirían al fenómeno de lahipermnesia;lomíovamuchomásallá.Pocossabendemisecretoyesperoque así siga siendo. No permitiré que utilicenmis sesos como a los de unconejillodeindias.

El pasar de los añosme agudizó el don, hasta el punto de obligarme avivirinmersoendosmundosequidistantes:presenteyrecuerdos.Detentabalacapacidaddepenetrarenmiintelectoparadeestemodo,accederacualquierpuntoanterior.Peroenocasiones,másbiensemeempujabaaellosdeformaalevosa e inconsciente. Quedar pensativo propiciaba que la bobina de micerebro retrocediera. Un hecho actual y espontáneo, me remitía sin previoaviso a episodios de una vida ya cumplida, convirtiéndome entonces en unmeroespectador.

E inmerso en los detalles de una nocturna Manhattan, al tiempo quecruzabaunpasodepeatonesensimismadoensusanchasyhorizontalesrayas,dos luces emergieron de la nada deslumbrándome hacia una indeseadaevocación:tresimpactos.

Ante el brillo cegador de los faros del vehículo que colisionaba conmiMustang, una luna agrietándose como un copo de nieve al nacer.Y tras elvidrio quebrado, el capó doblándose como un agitado mar de metal.Refulgiendoal sondeuna luna llena, fragmentosdecristalenvolviendoeseasiento en el cual ya no reposaba mi espalda; materia dispuesta a salirdisparadapordondeunaláminavidriadabrillabaporsuausencia.Unpaquetede tabaco surcando el espacio a mi derecha. Colillas, plásticos… ymi serexentodelcinturóndeseguridad.

Las costillas parecían querer salírseme del pecho; el organismo se meabalanzaba presto a escapar de ese habitáculo a punto de convertirse en unamasijo de hierros. De haber entrado allí por voluntad propia, me habríadeleitado en los detalles. Pero de forma impensada, solo podía observar almilímetro, revivir en primera persona el traumático y ulterior suceso;

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tomármelo con calma desde una perspectiva lejana quedaba fuera de mialcance.

Yvoléconlacabezapordelante.Vino entonces el segundo impacto:mimasa golpeando la dura calzada.

Peroantesvivíeltercero:emocional—elordeneslodemenos—.Mientrassurcaba la oscuridad contemplé a la conductora del coche contra el queacababa de estamparme: cara contra el volante, cabello desmelenado eimpregnado en sangre… Estiré la mano en un acto reflejo intentandoarrancarladeesetimónqueseleincrustabapocoapoco…Yaltiempoqueyoproseguíaconmidestino«planeando»arasdeuntechodechapaazul,ellaconsumabasumuerte,laausenciadelatidosensucorazón.

—¡Eh,idiota!—gritóexpulsandoelinoportunorecuerdodemimente—.¿¡Vasaquedarteahíparadotodoeldía,anormal!?

«¿Casi me llevas por delante y… ¿un idiota? ¿Anormal? Acabas detriunfar,capullo».

Unossegundosparaél;interminablesylargosminutosparamí.Desdeelcentrodelaseñalización,todavíaaturdidotraselrecienteeintenso«retorno»al pasado, saqué mi placa y la alcé. Los faros la alumbraron haciéndolaperceptible.

—Mierda—escuchédesdeelinteriordelvehículo.«Lahascagado,sí».—Apaga las luces —le ordené aparentando seriedad; en realidad,

disfrutaba del momento. Quizá volviera para poder saborearlo con másdetenimiento—.Bajayponlasmanosdondelasvea.

El sujeto, de raza blanca, joven y alto—nomás de veinticinco años—,apoyólasmanossobreelcapódesuMaserati.Vestíacazadoradecueronegrayunpantalóndelmismomaterial,máspasadodemodaquerezarenlamesa.

«Elniñoricodepapávaaaprenderhoyunabuenalección».

Empapelado el muchacho de arriba a abajo—con total merecimiento, seadicho—, proseguí con el noctívago paseo. De vez en cuando me dejabaseducirpormispropiascapacidades—casisiempreunincordio—,ymevalíadeellaspara«mirar» sinusar lavista.Unaespeciede juegoquepracticabacadavezconmásasiduidad;manteníamimenteenforma.

Avisté una calle limpia de transeúntes. Cerré los ojos y anduve. Losrecuerdosmellevaronacasa.

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CAPÍTULO1

POURMOI

Incapazdedormirsin«pasar»antesporlared,miréelmóviltumbadoyaenla cama: Facebook, Twitter, Messenger, WhatsApp… Esperaba encontraralgúnmensajedeRotze; el lugardenuestromensual «intercambio»dehijaestabatodavíaporconcretar.

«¿Sehaapagado?—Pulséelbotóndeencendidounossegundos:nada—.Mierda,roto.Loquefaltaba».

Depronto,lapantalladestellóhastacambiardeloscuroalblanco,yvariasletrasaparecieronsinordenaparente:una«y»enlaesquinaderecha;una«o»enelcentro;una«e»abajo,alaizquierda…

«¿Unvirus?Nomejodas».Tras danzar los caracteres durante unos segundos, se unieron formando

cinconombres:quintetodeasesinosqueyomismohabíaatrapado:lospeoresdemicarrera:

PatchAvnerHankGriffithArtyKernJarvisSteveDaylenAdams

«Estonoesunputovirus—penséyasentadoalbordedelacama,confuso—.Lohanhackeado».

Instintivamente cogímiGlock y escudriñé la habitación con lamirada.Todoparecíaencalma.Sentíelaparatovibrarenmimano,laquenosujetabami9milímetros.Lomiré:másletras:«Tranquilo,detective,miintenciónnoes matarle. Es la pieza final del puzle. Sin Jayden Sullivan, mi existenciacareceríadesentido.Mañana,aquí,alas23:00empezaráelreto»,comunicóal tiempo que una imagen aparecía durante un escaso segundo. «Sé que es

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tiempo más que suficiente para usted», concluyó. Y el móvil se encendiócomosinohubieraocurridonada.

«Meobserva».Miréatravésdelcristaldelaventana:lanocheymuchasluces,nadaque

no recordara de anteriores ojeadas. Lo que sí pude rememorar con totalexactitud,fueaquellacentelleanteimagen:unamujeratadadepiesymanos,sentadaenunasillademetalenelcentrodeunaestanciadeparedesblancas,chillando,llorando…

«Mierda».El grito penetró en mis oídos como un lamento desgarrador. No lo

escuché;mas lo sentí. Su cara sucia, sus ojos azules, sus agrietados labioscircunvalandoesaaberturadelacualsolobrotabanalaridosdepavor.

Unvistazo;unainstantáneaeterna.«Sé que es tiempo más que suficiente para usted» —pensé entre el

desconcierto.

«Sabedemisingularidad».

—¿Sí?¿Jayden?—Soyyo.Haocurridoalgomuyextrañoycreoquedeberíamosempezar

ainvestigardeinmediato.—Joder…sonlascincodelamañana—refunfuñóCarter—.Esperoque

seaimportante.—Loes,comisario.—Nosvemosenmidespacho,entonces.—Deacuerdo.Allíestaré.Lapantallaaúnparecíamostrara la jovenmaniatada;clasedeimágenes

queseclavabanenmimentedeformasuperlativa.Yadivinabaque,durantesemanas,semanifestaríaentodaspartes.

Marquédenuevo.—¿Quéocurre?—Sonóturbada.Durante un instante solo escuché su voz; nada quedómás allá de aquel

sonido.Conseguíaquevibraraconunsimplesusurro:armonizabamialma.Ylavicomosilatuvieradelante.Ylaacariciéconlamanoquenosustentabaelaparato,comosinotocaraunailusióncreadapormisuperdotadamente.

—¿Hasbebido,Jayden?

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Sonreí.—No,Jo,nohebebido.—Semeescapóunaleverisa—.Peroalparecer,

unasesinoquierejugaralgatoyalratónconmigo.—Mierda.—Sí…Mierda.—¿Nosvemosencomisaría?—DespachodeCarter.—Bien.Voyparaallá.—Vale.

Incluso almediodía, resultaba complicado avistarlo en las alturas, pero susrayos ya despuntaban entre las cúspides de los rascacielos. Manhattan sedesperezabaalsondefrenazos,gritos,bocinas…matutinocantargentilezadeunadivaurbana.Crucélacallesinmirarmientrasobservabalamatrículadeuntaxi,quehubodedisminuirantemiinconscienteacto.

«Dieciochodefebrerodelañopasado,RoyMounds—untiposimpático—, carrera de 23,45 dólares… —pensé entre bostezos—. ¿Cuántostaxímetros “andarán” por Manhattan cada día? ¿Cincuenta mil?¿Casualidad?No.Másbien,micondicióncreaunsinfíndecontingenciasqueayudanahallardichassituaciones,enestecaso,encontrardenuevoaRoy.Todo el mundo padece de dichas vicisitudes, pero la gran mayoría no laspercibe».Depronto,mevino a la cabeza un pequeño extracto del libroLainsoportable levedaddel ser, deMilanKundera: «Solo la casualidad puedeaparecer ante nosotros como unmensaje. Lo que ocurre necesariamente, loesperado, lo que se repite todos los días, es mudo. Solo la casualidad noshabla.Tratamosdeleerenellacomoleenlasgitanaslasfigurasformadasporelposodelcaféenelfondodelataza».«Nocreo,sinceramente—meditéyaenlaacera—,queestereencuentroconlamatrícula9F29Bcontenganingúnmensajeoculto».

Cadaaparienciaseregistrabaenmimemoriacomomúsicaenlaespiraldeun vinilo. Podían pasar cien años, que de volver a encontrar a alguien, lorecordaríacontotalfidelidad.Historiademivida:conservarlotodomientrasapenasnadiemeteníaamí.

Entréencomisaríaadormecido.—Buendía,detective—saludóMarvintraselmostrador.

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—Hola.¿Toca«barra»?—Loquehagafalta,señor—contestóefusivoaltiempoqueefectuabael

saludomilitar.«Menuda alegría gasta el colega a estas horas…—pensémientrasme

disponíaasubirlasescaleras».—¿HallegadoCarter?—preguntésindetenerme,iniciadoyaelascensoal

primerpiso.—Harácincominutos.—Gracias.—Ledevolvíelmarcialsaludo.Lecedípartedemipesoalabarandillademaderaoscuraque,díatrasdía,

meauxiliabaalaplantasuperior,sintiendoelrocedelbarnizenlapalmademimano.Eledificioperdurabaalmenoshacíacincuentaaños,ymuchossequejabandeesehechopidiendo instalacionesmásmodernas.Yomedejabaseducir por su aroma añil, su techo abovedado, sus frisos decorados conmotivos vegetales… Me gustaba el contraste de lo viejo y lo actual: sumodernidadtecnológicaacotadaporunacarcasamadura.

«Nomediferenciodemasiadodeestas instalaciones…—cavilé;espacioqueconocíaalmilímetro».

Saludos con la mirada, el mentón o la mano a aquellos que ibaencontrándomealavanzarentrelasmesas.GuiñoaCindy,larubiadegrandespechos; mirada juguetona a Lana, la morena de trasero respingón… lohabitual cada mañana antes de alcanzar mi despacho —más fachada querealidad—,enesaocasión,eldeljefe.

Le encontré trabajando—hombre diligente como pocos—, pulsando elteclado de su ordenador en apariencia ocupado.Alzó la vista al repararmi«intromisión».

—Estoyde«curro»hasta los…—anunciómostrandounaspronunciadasojeras—. Creo que acabará hasta viniéndome bien el madrugón. Perovayamosalgrano.¿EsperamosaJosephineolaponesluegoaldía?

Enesemismo instante, lapuertaseabriómostrandoa lasusodicha,queportabauncaféyuncruasánentrelasmanos.Vestía,comoerahabitual,trajeoscuroycamisablanca.

—¿Ya estás comiendo?—No conocía mujer con más apetito—. ¿Y elmío?

—Eseste, idiota.Micaféreposahaceratoenestapanza.—Sediounostoquecitosensuplanoestómago.

«Noentiendocómosemantienetanenformaconloquezampa…».—¿Ylabollería?

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—Eh…no.Labolleríaes…pourmoi.«Yaestáotravezconeldichosofrancés».—Yameparecíaamí…—Nopudeevitarsonreír.—¿Habéis dejado ya de hacer el gilipollas? —preguntó Carter más

malhumoradodelohabitual—.¿Podemosempezar?Sorbíeldeliciosocaféy,trassaborearlo,hablé:—Hanhackeadomiteléfonoymostradoenélloqueparecíaunamujera

puntodeserejecutada,ypor lovisto,quien lohahechoparece teneralgúnasuntopendienteconmigo.Apartedelaimagen,mecomunicólosiguiente:«Tranquilo,detective,miintenciónnoesmatarle.Eslapiezafinaldelpuzle.SinJaydenSullivan,miexistenciacareceríadesentido.Mañana,aquí,a las23:00empezaráelreto».

—Joder—susurróJopegándolelosúltimosbocadosalcruasán.Elcomisarioselevantópausadoycruzólosbrazos.—¿Yquénosdicetuintuicióndedetective?—Que no es un farol. Todo resultó extrañamente sincero y veraz.O al

menos,eslasensaciónquedejóenmicuerpo.Además,escribióelnombredecinco de los peores asesinos en serie que he atrapado.Algunos de ellos nisiquierasellegaronafiltraralosmedios.

Estavez,el«joder»seescapódelabocadelcomisario.—Es laprimeravez—asegurémeditabundo—,que sucede algo así.He

viajado por todo el país; allí donde se alargaban las muertes, donde laspruebasbrillabanporsuausencia,dondelosmalosparecíancogerventaja,loscasosseabalanzabanhaciauncierresinculpable…ynuncaunhomicidasepusoencontactoconmigodeestaforma.

Duranteunos segundosen lahabitación reinóun silencioabstraído: trescabezas pensantes buscando la forma sensata de actuar ante unacontecimientoinaudito.

—¿Qué sugieres? ¿Qué necesitas? —preguntó el comisario, que solíadarmetotallibertadenlasinvestigaciones.

—Paraempezar,unhackerdelosbuenos.—Mostrémimóvil,agitándoloalaire—.Paracontinuar,unretratorobotdelamuchacha;precisamosponerlenombre.Noheencontrado la imagenenmimóvil;por lovisto, ese tipohaintentadonodejarhuellas.Peroparaeso,séaquiénacudir.Yparafinalizar,que registren mi piso en busca de micros, cámaras… me observa. Queinvestiguen también cualquier edificio colindante desde el cual, con unavisión térmica o algún aparejo semejante, haya podido seguir mismovimientos.

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«Yestasemana“tengo”aMegan…mierda.Ynopuedo,niquierodejarlaconsumadre».

—Esperar su siguiente paso, si lo da, abrirá nuevos caminos—dijo JoentretantoCarteranotabamisdemandas—.Tenemosmásbienpoco.

—Espero que prosiga —repliqué diligente—. Lo innegable es quemantiene secuestrada a una mujer. Si no vuelve a dar señales de vida, nohabráoportunidaddesalvarla.

Micompañeraasintiómordiéndoseellabioinferior.—Haré una llamada—profirió el comisario—,y enmedia hora tendrás

aquí almejorhacker deNuevaYork.Mientras tanto, anda a ver a Scott, y«bautizad»aesamujer.Avanzaremostodoloposiblehastalasonce.Esperoque hoy perdamos nuestro tiempo, y todo acabe siendo una broma demalgusto.

«Ojalá…Perolodudo».—Jo,¿vamosahacerleunavisitaaScott?—¿Sin desayunar? —Me guiñó el ojo—. Son las siete y media de la

mañana,Scotttodavíapegaronquidos.Veía sus ojos del color de una grisácea nebulosa antes y después del

sueño, incluso, en ocasiones, entre ellos. Su pelo oscuro y a la vez rojizo,segúnlaluzsereflejaraenél.Sunarizdetabiquefino,cualhojadeunflorete.Susgomosasycontorneadasorejas,limpiasdependientesbajounpelocortoyliso.Suscarnososyrosadoslabios;másfinoelsuperior,másgruesoelquesolíamordersecuandodeseabaprovocaraunhombre…Laatisbabaentodaspartesdesdeeldíaqueseconvirtióenmicompañera,eldíaquemelaregalóla vida. Pero ella no parecía verme.Me recibía en sus sentidos como a unamigo,uncolega…

Ymicorazón,coneltiempo,seaclimatóaamarlaensilencio.

CogíelteléfonoymarquéelnúmerodeScott:—¿Siii…?—Tequieroencomisaríaenmediahora.—¿Jayden?¿Quéhoraes?—Horadelevantarse,gandul.—Vale,tío.Voyparaallá.Jomemiródesoslayonegandoconlacabeza.—Cuandoquieres,nohaytocapelotasquetesupere.

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—Sí,losé.Esunademismejorescualidades.De pronto, quedé reflexivo sin decir nada, mientras ella me miraba

frunciendoelceño.—¿Pasaalgo?—¿Me ha llamado tío? ¡Tío!—dije de forma airada al tiempo que Jo

empezabaaesbozarensubellorostrounaholgadasonrisa—.Lajuventudhaperdidoelrespetoportodo.¡Learreounacollejaencuantolevea!

—¿Quizáhubieraspreferidotratodeusted?Sabíadóndebuscarmelascosquillas.—Si me trata de usted… le pego directamente un tiro —aseguré

intentando,aduraspenas,aparentarseriedad—.Un…¡sí,señor!¿Tandifíciles?

—La crisis de los cuarenta, sin duda—afirmó sin dejar de sonreír. Yarrojóalvientounlargoysentidosuspiro.

—Noteburles,joder.Estoymuysensibleconeltema.—Noseasmemo,anda,yvayamosadesayunar.Meguiñóelojoporsegundavezaquellamañana.Parecíaalegre.«¿Nuevoligue?».—Sí. Necesito meterme café en las venas. Intuyo que hoy será un día

largo.

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CAPÍTULO2

LASOLITARIA

—¿Qué?—dijo encogiéndose de hombros sin dejar demasticar el segundocruasándeldía,enesaocasión,bañadoenchocolate.

Neguéconlacabeza.—Nada,nada…sigue.—Entonces,¿porquémemirasasí?«Paratocartelamoral».—Así…¿cómo?—Losabes:comosiestuvierasantequiennotieneremedio.—Nohablesconlabocallena,porfavor.Yvisitaaunmédico,anda,que

teextirpeesa«solitaria»queterondalastripas.—Tengohambre,pelma.—Creoque estaríamejor dicho…«Siempre tengohambre, pelma», ¿no

crees?Aunquelaverdad…tienebuenapinta.Juntóeldedopulgaryelíndiceconlosmofletestodavíahinchados.—Enfin…—musitécansado—.Tencuidadoconlabollería,noessana.—Claro,papi.Yvolverétempranodelbailedegraduación…Aunquesonriera,suspalabrasnomehicieronningunagracia.«¿Asímeve?».Yhablandode«papás»—declarópensativa—,¿notienesquerecogerhoy

aMegan?—Intentaré apurar el día al máximo. Todo este asunto… me tiene

inquieto.Necesitosabermás.Iréaporellaaúltimahora.—¿Sabes,Jayden?Memiróarrugandoelentrecejo.—No,nosé,compañera—contestésintiendosobrelosojoselpesodemis

párpados.—Creoquetútambiéntienes«lasolitaria»;peroenlacabeza.«Y se alimenta de recuerdos —pensé mientras contemplaba el

movimiento de sus labios—.Los almacena para saciarse con ellos cuando

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precisamitigarsuapetitodeconocimiento».Nodijenada.Melevanté,anduvehacialabarraypagué.—Toma,paraluego.—Tirésobrelamesaundonutaltiempoqueellase

levantaba—.Subamos,Scottyahabrállegado.—Merci,papi—agradecióconsorna.Denuevo,suspalabrasmesentaroncomounapatadaenlaentrepierna.

Solíacumplirloprometido,aunqueconelpasodeltiempo,lodichodejaradeparecermebuenaidea.AsíquetalcualmecoloquésigilosamentealcostadodeScott,lesoltéunacollejaque,sibiencareciódeímpetu,resonóportodalacomisaría.

—¡Joder! —bramó girando el rostro en busca de la procedencia delcachete—.¿Yahoraquéhehecho?

—Llamarmetío—contestéseco,tajante,serio.EscuchétrasdemícómoJomurmurabaalgo.Noentendísuspalabras—.Ahora…atrabajar:necesitounreconocimientofacial.

Scottasintiócariacontecidoantelapantalladesuordenador,perotambiénapreciécómoporel«rabillo»desuslabiosasomabaunatenuesonrisa;sabíaqueenelfondoleteníaaprecio.

—Está usted de suerte, seeeeeñor. Estrenará mi nuevo sistema dedetecciónderostros.Aunqueenrealidadeselmismodesiempreconvariosañadidosqueagilizanelproceso.

Elagentemás jovendelcuerpoy…sinduda, sepalpabaa la legua.Ungenio/frikiadorable,perotambiéncargantecomopocos.Vestíaropasanchasalmáspuroestilorapero,yportaba tresrastasqueamí,personalmente,medabanasco.Perobajosusdesaliñadasapariencias,seescondíaunmuchachosinmalicia.

Duranteaños,dediquémisesfuerzosalestudiodelaKinésica,olenguajecorporal,parausarlocomounrefuerzomásalahoraderastrearasesinos;losgestos,losmovimientosoademanes,puedendecirmásquemilpalabras.

«Unosojoscualquieranopuedendetenerseencadavisaje,cadamueca…—cavilé a su espalda— leer la mentira y la falsedad oculta tras unaexpresión: divisar más allá de la piel. Él, Jo, Carter, Rotze… mi Megan:todos mienten. Mas todo radica en el propósito de dichos embustes.¿Falsedad piadosa o maligna? He ahí la cuestión. —En un segundo,desfilaronantemisojosaquellosquecompartíanlavidaconmigo;seresque

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la hacían llevadera. Vi sus caras mirándome con cariño, dichosos eindolentes,segurosdedesearestaramilado—.Ellosnoengañanconvileza».

Los interrogatorios filmados, solían provocar estados de defensa en losinterpelados, que viciaban sus interpretaciones. Y ahí, la Kinésica caía endemasiadosequívocos.

«Los gestos fortuitos—meditémientras Scott seguía “programando” el“nuevo” sistema—, resultan los únicos capaces de dar buenos resultados,mostrarindiciosdelcomportamientorealdeunsujetoy,lomásimportante,desus futuras intenciones:simienteono;sisuspalabrassonveracesperoomitedatosimportantes;siinventaparaprotegeraunserquerido…Señalesqueenunprimervistazopuedenpasardesapercibidas,sí…Masyodetentoelprivilegiode reviviresos tics,aspavientos,movimientosdepupilas… tantasvecescomoseanecesario.NoesfácilmentiraJaydenSullivan».

—Lacaraeselespejodelalma—dijeenvozalta.—¿Qué?—preguntóJomirándomedesoslayo.—Nada.Nicaso.Pensaba.Meexaminócomosiestuvieraanteunlocoderemate.—Me he basado en el procedimiento que utilizan algunos videojuegos

paracrearpersonajes—explicóScottobviandomicortosoliloquio,altiempoque en la pantalla aparecía una cabeza en 3D circundada por infinidad deopciones: cabello, nariz, pómulos, barbilla…—. Ahora, dígame alguienconocidoaquienseasemejelapersonaquebuscamos:unodemisañadidosalproceso.

—A la protagonista de Piratas del Caribe —declaré seguro mientrasinspeccionabamentalmentealamuchacha—.Peronorecuerdosu…

—KeiraKnightley—comunicóprestamicompañera.—Esa.—Bien.—Scott tecleóelnombredelaactriz justobajo lafiguraentres

dimensiones—.Ahí tiene lasbases,seeeeeñor.Ahora,moldeehastadarconella. Intente aproximarse en lo posible, la computadora hará el resto.Vayasubiendo y bajando opciones, y verá cómo se ensanchan o disminuyen lasfacciones:lecreceelpelo,lecambiaelcolordelosojos…Muyintuitivo.

Scottme cedió su silla y empecé a desestructurar los rasgos de aquellabellamujer con la intención de obtener los de otramuy parecida.Me giréhaciaJo,queobservabacallada.

—Elhacker ya habrá llegado.—Me saqué elmóvil del bolsillo y se loentregué—.Queloestudie,queintenterastrearquiénloha«adulterado».Loquesea.

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—Sé hacer mi trabajo, ¿de acuerdo? —refunfuñó—. Sabes cómo merepateaquedesórdenesestúpidas.

—Disculpa. —Alcé las manos mostrándole las palmas, en un gestoconciliador.

Marchó sin decir una palabra más. Yo, durante un breve instante,memoricéelsuavecontoneodesuscaderas.

«Tandulceyalaveztanarisca».Elevando y descendiendo cejas, agrandando y empequeñeciendo labios,

ojos, orejas… reduciendo de un lado, borrando de otro… conseguíencontrarla. Bastó con duplicar la faz que parpadeó en mi teléfono horasatrás,yqueveíaantemícomounperfectohologramadecarneyhueso.

—Ahílatienes,Scott—articuléentretantoledevolvíasu«trono».—Puesahora—dijoyasentado—,quelasbasesdedatosvenganamí.—

AlzóeldedoíndicecomoMoiséissubastónanteelMarRojo,ylodejócaercual guillotina dispuesta a cercenar la tecla «enter», y la foto de unamujerapareció—.AlisonAvner, veintiséis años, denunciada su desaparición hacetrecedíasexactos,aquíenManhattan.

«Pistoletazodesalida».—Apunta su dirección. Habrá que hacerles una visita a sus padres.—

Golpeé esta vez con suavidad el hombroderechodeScott—.Buen trabajo,colega.

Medevolvióelgestoalzandoelpulgar.

Laencontréjustoantelasescaleras,mohína,seriaenexceso.—¿Qué?—Estámás limpioqueunapatena—afirmódevolviéndomeelmóvil—.

Nuestrohombrehaborradotodorastro.Segúnelentendido,esunexpertoenlamateria.Parecequeseguiráenviándote«recados»deformaimpune.

—Un camino se cierra; otro se abre—medité en voz alta—. Tengo elnombreyladireccióndelachica:AlisonAvner,veintiséisaños,desaparecidahacetrecedías.Siguientepaso:interrogarasuspadres.

Cuandomispieshabíandescendidoapenastrespeldaños,escuchélavozdemicompañera.

—Espera. No es todo—manifestó desde la «cima» de las escaleras—,miraelteléfono.

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Losaquédemibolsillo—nisiquieramehabíadignadoainspeccionarlo—.Alhacerlo,viunmensajesobreunfondonegro:«Ustedyyo.Cualquierintromisión esta noche provocará sumuerte. El gran JaydenSullivan esmiúnicodestinatario,ynadiemás».

Elevélamiradaylafijéensusojos.Lavipreocupada.«¿Pormíoporlajoven?»—pensé—.Supusequeporambos.Ysentíunescalofríoquesepaseóconsistenteportodomicuerpo,estremeciéndolo.

«Noosquieroaquí,alejaos,marchaosaotraparte,malosaugurios».

«Loideal—reflexionétraslaesteladeJo—,seríadesconocercualquierdatoíntimo de la muchacha. Negarme a examinar el interior de sus armarios,cajones, álbumesde fotos, blogs denotas… loque estoy a puntode hacer.Perfecto sería no albergar empatía alguna hacia ella: deseo que no va acumplirse.Ysé,quetrasrevisarsusposesionesmáspersonales,elapegoseadentrará en mis sentidos y el sufrimiento, si se consuma lo peor,magnificará en mí. Ventajas e inconvenientes de una responsabilidadadquirida a través de un poder que, por algúnmotivo, seme ha otorgado.Ayudafuncional;obstáculoemocional».

Lasonceysieteminutos.NopodíadejardemirarelmóvilatraídoporlaposibilidaddeencontrarotromensajedelhombrequemehabíaarrastradoalaOctavaAvenida:calleenlíneamáslargadetodaManhattan,siempreatestadadetráfico,queporlogeneralfluctuabadirecciónalnortedelaciudad.

Entonces no lo aprecié. Pero allí empezó —en dos ocasiones—, elverdaderoreto.

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CAPÍTULO3

ESCENARIOSPERPETUOS

—Nada de datos innecesarios—rogó Jo ante el alto edificio—. No quierodarlesesperanzascuandoquizásuhijamueraestanoche.

—Haztúlaspreguntas.Yomelimitaréainspeccionar.—Comosiempre,entonces.—Casisiempre—maticéaltiempoquepulsabaelbotóndelinterfono.—¿Sí?—contestóunavozfemenina,débil.—DetectivesCassidyySullivan.—Suban.Lesestábamosesperando.

Elcolorocreyelamarillopálidoleotorgabanalgransalónunaatmósferaluminosa y sosegada, contrastando con la tristeza y la angustia queexteriorizabaelmatrimonioAvner.Nadafueradelohabitualendichoscasos:marcadasojeras,patasdegallo,miradasperdidas…,ymuchae incalculablepena.

Mihijasepresentósincitapreviaenmisubconsciente;nuncafuicapazdesortearla en momentos como aquel. Su rostro se reflejó en el brillante yatildado parqué a nuestros pies; parecía que caminábamos sobre unmar deaguastostadasporelSol.Unahabitaciónquemostrabaelpoderíoeconómicodeloscónyugesyque,deformasuperficial,yaposeíaenmimente.

«Elamorestanpoderoso…—meditéentretantoJosesentabaenungransofábeis;ellos,lohicieronendosbutacasajuego—,quelopodemossentirincluso por alguien que ya no existe o nunca hemos tocado: por un hijocuandoapenasesunminúsculofeto;poralguienqueyanoestá.—Empezóel interrogatoriomientrasyoobservaba inmersoenpensamientos—.¿Cómocomprender el dolor que inflige la pérdida de un retoño? La única forma:revestirseconlapieldelosqueahoracontestanpreguntas.Diosmelibredeentendersupesar».

Me imaginé paseando por una especie de paraíso. Megan, Rotze, Joe,Lara,mimadre,mis sobrinos… todos ami lado. Los pequeños perseguían

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mariposasy losmayoresobservabansonrientes labellezaquenosenvolvía.Un cielo surcado por pájaros que como estorninos, pintaban el azul dehermosasfigurascambiantes.Perodepronto,todosedifuminaba:losdibujosalados, las nubes, las verdes copas y marrones troncos de los árboles… yellos.Mequedé solo en el centro de unanadaque se fundía en fuego.Lasllamas,rojasynegras,pocoapocosemeadheríanalcuerpoabrasándomelapiel,desollándomehastadejarenhuesos.

«¿Por qué cojones estoy pensando esto? —cuestioné entretanto laspreguntasylasrespuestasseguíandefondo—.Ponteatrabajar,coño».

—Disculpen—interrumpí—.¿Suhabitación?Elpadre,Austin,memiró.—Porsupuesto,agente.Asuespalda,puertaamarilla.Hagaloquedeba

hacer,soloqueremosquevuelva.Aunqueyainvestigaronallíensumomento.«Losé».AlisonAvner,chillandoeimplorandoentrelágrimas,semanifestóallado

desupadre.Lapodíavertannítidacomoaél,einclusodetectarelparecidoquedetentabanambos,ycasicaptarsudolor,supena,sufustración.

«Maldito“don”—penséyaantelaentradadeldormitorio,pomoenmano—.Somoscomouncondenadomatrimonio:para lobuenoy lomalo,hastaquelamuertenossepare».

Unarmarioaladerecha,empotrado;unaampliacamadeedredóngranasobrelacualreposabandoscojinesyunosodepeluchemarrón;dosmesitasasuscostadosde tres cajones cadauna, yun chifonier de sietemás alejado, a laizquierdadeunaventanaquedejabaavistarlacalleabajo,elmovimientodevehículosytranseúntessobrearcenesyaceras.

Elguardarropanorevelónadainusual:vestuarioycalzado.Lasmesitas,sostenesytangas,unacajadeanalgésicos,variaspinzasdeplástico,unboliyunalibreta.Pasésussesentapáginasantemisojos;invertíunescasosegundoen cada una de ellas: un minuto exiguo. En el chifonier hallé medias ycalcetines,unpequeñojoyerovacíoyunálbumdefotos;veintepáginasconcuatroinstantáneascadauna:veintesegundos.Previoadarporconcluidala«retención»dedatos,mirébajolacama,trascadamueble…

«Cero—caviléyadesdelapuerta,echandounaúltimaojeadageneral—.Aunqueciertoes,quelaspistassuelenesconderseenprimerosvistazos.Pero

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enprincipio,yafaltadereexaminarescritosyfotografías,nada.Buscaréconmásdetenimientoestanoche,antesdelaimportante“cita”».

Depie,conversandoantelapuertadesalida,encontréaJoyalosreciéninterrogados.Alverme,sedirigióhaciamí:

—Estátodo.—Bien.Entoncespodemosirnos.Tambiénheterminado.MeacerquéalosAvnerylesestrechélamano.Johizolomismo.—Labuscaremos.Haremosloposibleparaencontrarla.—Gracias, agente. —Por primera vez, Rose se dirigió a mí—. No

podemossoportarmásestaincertidumbre.

«¿Mejor saber o guardar esperanza? —pensé mientras andaba hacia elascensor—.Vivirconlailusióndeunreencuentrooconocerlaverdad,queenestoscasosacostumbraaserhiriente.Supongoquevaríaencadaser,encadaformadeverlavida.Paramí, laesperanzanoesmásqueunsistemadefensivo de la existencia. La utiliza para darnos un motivo por el cualseguir, y queno la interrumpamosde forma súbita.Aunasí, yoprefiero eldolor a un eterno desasosiego. El tiempo es capaz de curarlo todo, o almenos,mitigarmuchospadecimientos;masnopuedesanarloqueelcorazónignora».

—¿Quédicen?—preguntémientrasJopulsabaelbotóndelmontacargas.—Unamuchachanormalycorriente.Segúnellos,llevabaunavidasana:

deporte,estudios,viajes,amigas…Noparecíaestarturbadapornadaninadie.—¿Creesquelaeligióalazar?—Lo creo.—Asintió segura al tiempo que se abría la puerta doble de

metal—.Ytú,¿hasencontradoalgo?—Nadaextraño.Basándomeensusenseresyenelaspectodesucuarto…

unachicaordenada,limpiayenapariencia,digamos…unaricadelmontón.Tampococreoquepasarademasiadotiempoallí;saciarelsueñoypocomás.

—Sospechoquesolonosquedaesperar.—No veo otro camino. Y más, quedando pendiente la reunión de esta

noche. Hablaré con «él» e intentaré sonsacarle información, entender susmotivaciones,susporqués…

—Noquedaotra,sí.

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—¿Vamosacomer?—Aceptólapropuestaconungesto—.LuegoecharéunacabezadaeiréabuscaraMegan.Debopermanecerlúcidoydescansado.EnvíaunWhatsAppaljefeydilequeesperaremosacontecimientos.Mañanaa primera hora os comunicaré las nuevas en su despacho.Es una estupidezseguirinterrogandoafamiliaresyamigoscuandoyasehizoensumomento.Porello,teencargarásdehablarconlosagentesencargadosdelcaso.

—Claro.Asintió aunque sabía que no le gustaba recibir órdenes. Pero era su

superior y debía acatarlas sin rechistar.Y aunqueno siempre lo hiciera, nopodíamásqueconsentírselo todo.Enrealidad,meseducíacomonuncaotraantes.

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CAPÍTULO4

MIVIDAYCONFIDENTE

Mearropéeintentéconciliarelsueño.NoloconseguiríasinantesconcluirloquehabíainiciadoeneldormitoriodeAlisonAvner.Asíqueempecéporlalibreta: apuntesdematemáticasyvariospoemas, la verdad,muyhermosos.Recordatorios sobre citas, cumpleaños…«Noencontrarénada.Laeligióalazar,seguro».Continuéconelálbumdefotos,recreándomeenlabellezadelajoven,suesbeltafigura…«Espreciosa.Nocabelamenorduda.—Unmalpresentimiento erizó los vellos demi piel—.Espero que no sea un jodidodepredador sexual». Imágenes en celebraciones, la playa, discotecas,fiestas…Unacervodeinstantáneasplagadasdearmoníaybienestar.

«Puedetruncarseenuninstante—pensérelajado,cómodo—.Andarporel lugar equivocado en el momento inoportuno. ¿Destino? ¿Casualidad?¿Decisiones?Vetetúasaberquérigelavida».

La proyectaba sonriente sobre aquella silla de metal. Instantes biendiferenciadosdeunamismaexistencia:lafelicidadquerespirabaaquelálbumfotográficosolapadaporlapenaquemostrómimóvilhorasatrás.

«Hoynoscobijalafortuna;mañananosapresalafatalidad».Enposiciónfetalsentícómoelsoporseadueñabademí.Yelcansancio

me ayudó a abandonar esos recuerdos que me apresaban en malestar,apartarlosaunlado;minutosdetregua.

MarquéelnúmerodeRotze.—Dime.—VoyabuscaraMegan,¿estácontigo?—Sí,Jay,estáaquí.—¿Encasa?—Sí.

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—Voyparaallá.—De acuerdo.—Subí amiMustang y conduje dirección al que fuemi

hogardurantecasiunadécada.Trasunasiestadecasicincohoras,despertérevitalizado.Aunqueadicho

estadovigoroso, se le había sumadouna extraña sensaciónde culpabilidad:haberperdidoel tiempo.Perono sirvedenada cuandono se tiene conquéocupar.Loqueodiabaconmásvehemenciademitrabajo,eraelhechodenoposeer una pista fidedigna, un camino que recorrer hasta alcanzar un fin;permanecerdebrazoscruzadosnomeagradabaenabsoluto.Latranquilidadyelrecreomeinvitabanalareflexión,yesonomesentabanadabien.Debidoaloescabrosodemiprofesión,losmalosmomentossuperabanalosbuenos,ysefiltrabanenmimentealmínimodespiste.Mantenermeocupadoreducíalasposibilidadesdeinoportunosydesagradablesflashbacks.Ospuedoasegurar,queciertospedazosresultabandeltodolacerantes.

Sumido en pensamientos arribé a mi destino. Megan esperaba en lapuerta,risueñacomosiempre.Entróymediounrápidobesoenlamejilla,seabrochóelcinturónyobservócómosumadreseacercaba.

—Hola,papá—musitósinnisiquieramirarme.—Hola,fea.—Feotú.—Túmás.—Túfeoyviejo.—Ahí te has pasado—murmuré desenfadado—.Ha sido ungolpemuy

bajo.Melavasapagar.Seencogiódehombros.—¿Quiénhaempezado?Sonreí al tiempo que Rotze se inclinaba y apoyaba su peso en la

ventanilla, dejándome entrever sus hermosos pechos.La desvestí sin darmecuentaynotécómomipenesetensaba;lostejanosevitaronsualzamiento.

—¿Cómova,Jay?—preguntómascandochiclecomounaquinceañera.—Tirando.—TuhijaquiereiraParísconunasamigas.—Señalóalasusodichacon

elmentónmientras esta gesticulaba burlona con la boca, sin hablar, lo queparecíaun«blablablabla…»—.Séqueva a intentar convencerte, así que teavisodeantemano.

—Gracias.Ysinohaymásavisos,mevoy.—Pasadlobien.

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Se giró y contoneó su cintura mientras yo la veía alejarse desnuda dearribaabajo.

—¡Nolemireselculoamamá,salido!—regañóMeganguasona.Yriocomosoloasuedadsepuedereír:exentadepreocupaciones.

—Calla,fea.Conellatodoseembadurnabadebuenambiente,armonía.«Ojalápudieratenerlasiempre».—¿Vamosaentrenarestanoche?—preguntó.—¿Teapetece?¿Cuerpoymente?—Sí.Cuerpoymente.—Bien.Peroantesde lasoncehasdeencerrarteen tucuarto.Cosasdel

curro.Nopreguntes.—Deacuerdo.YmañanayahablamosdeParís,¿no?—Nomevasaliar.—Esoyaloveremos…

—Empezaremosporelcuerpo—anunciénadamásaccederalpiso.Una vez dentro del cuarto de entrenamiento y como tantas otras veces,

Megansevendó lasmanos,colocó losguantesyvistiópara laocasión.Mesituétraselsacoylehablé,también,comotantasotrasveces:

—Ya lo sabes: tupropósitonoesdejarKO, sino semiinconscienteaunagresor,aturdido,parapoderzafartedeél.Tumetaessobrevivircuandonohaymásremedioqueatacar.Porlotanto,golpessecos,fuertes,sintemoralcansancio;elfondonoesdeterminante.

Mientrasellaejecutabaconpiernasybrazosmisindicaciones:lowkicks,patadaslateralesycirculares,crochets,directos…yopensabaenmistemores.

«Silehicieranalgo…simelaarrebataran…notendríamásremedioquedesaparecer con ella.Cualquier desalmado podría intentar vengarse demíutilizándola —cavilé mientras observaba cómo el sudor asomaba por sufrente—.Ysonmuchoslostaradosquemetienenensulistanegra.Laharéfuerteyrápida,inteligente,paraquellegadoeltemidomomento,sillega—espero que no haya de emplear nuncamis enseñanzas—, sepa combatir lamaldadquenosdestruiríaaambos».

DelKickBoxingpasamosalHapkido,artesdelasqueposeíaelcinturónnegro,ypracticamosdurantehoraymedia.

—¿Aladuchayseguimosconlamente?

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—Claro—contestójadeandocomounaparturienta.

—He escogido un periódico al azar —le dije estando ella ya limpia yacicalada,conelpijamapuesto—.Vasamirarunapáginayamemorizarla.Esperaremosunminutoyladeclamarásconlosojoscerrados,¿deacuerdo?

—Deacuerdo.AbríelTimesaunpalmoaproximadodesusojos.—¿Alazar?—dijoasomandosurostroporencimadelpapel—.Menudo

morrotienes,papá.—Callaylee.Refunfuñó algo que no entendí al tiempo que recorría con lamirada el

escritolíneaalínea.Suspupilasdesfilarondeizquierdaaderechaunayotravez,sobrecadapalabra,hastaterminarelartículocentraldelrotativo.

—Sesenta, cincuenta y nueve, cincuenta y ocho… —Descendí hastaultimarunminuto—.Cero.Empieza.

—ElprestigiosodetectiveJaydenSullivan—recitoo,másbien,renegó—,fue condecorado en el día de ayer, dieciséis deoctubre, con la «Medalla alHonor Policial» por sus múltiples resoluciones en casos de extremadificultad…

«Meencantael inicio…—meregodeémientrasescuchabasudulcevoz—. A ella también, aunque le moleste confesarlo ante mí. Sé que sienteorgullodesupadre».

«Recitó» lanoticiadeprincipioa finyparó.Cerréeldiarioy loguardécomooroenpaño.

—¿Quétal?—preguntóexpectante.—Paraserunamemorizaciónpuraydura,bastantebien: treserroressin

importancia.AlfinalmemencionandosvecescomoSullivanasecas,ytúhasañadido mi nombre. Y también en las últimas líneas… a: «uno de losdetectivesdepolicíamáscondecoradosdelahistoria»,túhasdicho:«unodelosdetectivesdepolicíamásatontadosdelahistoria».

Megansedesternillósobresusilla.En aquel momento, mientras la contemplaba reír sin aprensión alguna,

consideré que había llegado el momento de confesarle lo que tantos añosdeseabacompartir.Volvíaporelperiódicoyseloentreguédenuevo.

—Pordondehascomenzado.Solosigueloquevoyaleerte—leindiqué.Yloabrió—.Primerascuatrolíneas.Escúchame:datlucifidamertxeedsosac

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nesenoiculoserselpitlúmsusrop…—¡¿Quédices?!—preguntóconfusacortandomilocución.—Leoalrevés.Ypodríahacerlocontodoelperiódico,dearribaabajoy

deabajoaarriba,sindejarmeunasolacoma.—¿Qué?—Hasheredadomidon,cierto,peroaunnivelmuyinferior.Eshorade

queconozcasmisecreto.

—Cuando te quedas absorto en un pensamiento y el mundo parecedesaparecer, quedar en un segundo plano… —Asintió embebida por misexplicaciones—. Pues si eso me ocurre, no controlo mis capacidades,llevándomeestasalugaresqueenmuchasocasionesdesearíahaberolvidado.Encambio,siaccedoaellosconsciente,puedodominarlos;meconviertoenamo y señor de ese instante seleccionado. Detener, ralentizar, acelerar,voltear, rebobinar…gobierno el espacioy el tiempode ese pedazodevidaulterior.—Asintiódenuevoaltiempoqueyocerrabalosojos—.Nonecesitomoverme para «navegar» por esta habitación. —Surqué la estancia y meacerqué a unmarcode fotos dentrode aquella, digamos, «alusión al ayer»,dondeMegan lucía risueña pareo y bañador, y lo «cogí»—. Ahora mismotengoenmis«manos»tufotografíaenlaplaya,laqueestáencimadelamesaypuedoverlacomosifueraunobjetotangible,aunqueenrealidad,noesmásqueunavisiónconcebida.Ensumomentolagravéportodossusángulosenmiscélulascerebrales,paradeestemodomantenerlaalmacenadaallíhastamimuerte.Perositelevantarasylarompieras,yoseguiríaviéndolaaquídeunapieza.—Meseñalélasienderecha—.¿Comprendes?Nopuedoretrocederniintercederenelpasado,soloviajaralugaresosucesosvividostalcuallavistalosregistró.

Megan me miró con un gesto exagerado, absolutamente extasiada,boquiabierta…

—¡EresunputoX-Men!—exclamóconlasmanosenlacabeza.—Esaboca,joder.—Lo siento. Pero es que… ¡es alucinante! Sabía de nuestras aptitudes,

perotúestásaotronivel.—Sefrotóelmentónpensativa—.Voyaponerteunnombrealo…Magneto.¿Mémori?

—Tenerhijosparaesto—murmurénegandoconlacabeza.«Selotomatodoaguasa.Dulcejuventud».

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—Tranquilo,papá,digo…Mémori:tusecretoestáasalvoconmigo.Lointenté.Juroquelointenté.Peronopudecontenerlarisa.«Haheredadomiespontaneidadymaravillososentidodelhumor».

ConMeganya«confinada»ensuhabitación,miréelmóvil: lasoncemenosdiez;diezminutosquesehicieroneternos.Enelsegundoexactolapantallaseoscureció y en letras mayúsculas, otra vez, un mensaje: «ENCIENDA ELORDENADOR,DETECTIVE».

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CAPÍTULO5

ORGANIZADOEINCLASIFICABLE

Inicié el portátil nervioso, temeroso de lo que podía encontrar. En unprincipionomepercatédenadaextraño:mismoescritoriodesiempre.Peroalfijarmecondetenimiento,halléloquesindudadebíaver:eliconodeunlobodenominado«ASESINOENSERIE».Aspiréprofundomientrasmicorazónpalpitaba desbocado, y solté el aire al tiempo que clicaba sobre la siniestraimagen.AparecióAlisonAvnersobre«su»sillametálica,amordazada,atadadepiesymanosalasabrazaderasypatasdelasiento.Laencontrécomoyalahabíavistotiempoatrás,enclaustradaporcincoparedesblancasylisas;soloellasentadaantemí,quieta.

«Ni siquiera tiene fuerzas para pedir ayuda, suplicar clemencia; haperdidotodaesperanza».

—¿Hola?—escuché. Una voz alegre, festiva, casi ridícula. Y aparecióante la cámaraunhombreportando la caretadeun lobo—.Buenasnoches,detective.

—¿Selehacomidolalenguaelgato?—preguntóalejándose,sentándoseenelsueloalcostadodesuvíctima.Ledejéhablar,alaespera—.Mepresentaréparairrompiendoelhielo,¿leparece?:soyelloboferoz,ysoyunasesinoenserie.¿Algunapregunta?

«Seautoproclama.Curioso».Vestía tejanosnegrosyunacamisadelmismocolor.Sedescubríacomo

unhombrenervioso,inquietoyalavezdiáfano,sintemoralguno,seguro.—¿Porqué?—contestéimpasible,intentandofingirunestadodelqueno

disfrutaba.No poder ver su rostro me irritaba. Debía centrarme en estudiar

únicamente sus movimientos. No dejaba de gesticular, hacer aspavientos,

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sentarseylevantarse…—No defrauda, detective. Todo en una misma cuestión: por qué. Al

grano,sinmediastintas…—Asintiódeformaexageradamientrasseponíadepie—.Me gusta. ¿Sabe cuántos tipos de asesinos en serie existen según elFBI?Claroquelosabe.¿Puedohablarledeusted?

«Esunputoególatra,sevea la legua—pensémientrascontemplaba laquietuddeAlison;solopausadospestañeosensurostro—.Untaradoquesejactadeserlo».

Lo poco que la Kinésica dejaba entrever…: decía la verdad, o en todocaso,locreíaapiesjuntillas.

Accedí a su petición. Sabía que me observaba. Y sí, a grandes rasgos,existían dos tipos de asesinos si nos basábamos en sus procedimientos:organizadosydesorganizados.

Seacercóalobjetivoysusurró:—¿Quéclasecreesquesoy?—Organizado—dijeexpectante,grabándolotodoconelfindeencontrar

mástardepistasensuspalabras.—¡Bingo! Y ahí se acaban las etiquetas. Mis motivaciones son

inclasificables.No sufro delirios, escucho voces queme alientan amatar ocreoserlareencarnaciónde…¿Hitler?Tampococreollevaracaboningunamisión que comprometa librar al mundo de personas «indeseables». Nisiquiera busco el placer enmis actos,más allá del quemeotorgará el salirindemnedeellos.—Leescuchépensativo,dejandoqueseexplayaramientrasse acercaba y distanciaba de la cámara que grababa sus nervudosmovimientos—.Tepreguntaráscuálesmifinalidad,¿cierto?

—Cierto.—Serrecordadocomoelmayorasesinodelahistoria.

«Sudebilidad resideen suprepotencia, encreerse incapturable.Sialgoheaprendido de mis múltiples casos resueltos, es que los errores aparecencuandotambiénlohacelapresión.Llegadoelmomentodeboirritarallobo.Mascontemple,unavidaestáenjuego».

—Paramí, elnúmerouno—continuóalzando impetuosoeldedo índice—:«Jackeldestripador»,elmásconocidode lahistoria.Descritocomounserinteligente,eficaz,burlón,astuto,fríoyobsesionadoconelcrimen.Jamásfueatrapado.—Seencogiódehombros—.JohnWayneGacyJr.,el«Payaso

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asesino»,condenadoaveintiúncadenasperpetuasydocepenasdemuerteportreinta y tres asesinatos. Paradigma de ciudadano ejemplar, buenmarido ytrabajador, elegido «hombre del año» en Chicago, payaso voluntario enhospitalesyorfanatosquellegóapostularsecomoconcejal,aunqueperdiólaselecciones y no le sentó demasiado bien: su rival político fue una de susvíctimas, aunque sobrevivió. Solía recoger a jóvenes autoestopistas oprostitutosparasecuestrarlosyllevarlosasucasa.Allílosviolabaytorturabasexualmente para después matarlos y enterrarlos en su jardín, donde sehallaronveintitréscuerpos.Ellugarselequedópequeño,aunquenuncadejóde aprovecharlo para celebrar las mejores fiestas del barrio con cientos deinvitadosquenotabanelmalolordeloscadáveres.Waynelojustificabaporlasfiltracionesdeunvertederocercano;sumujersiemprecreyóquelapesteprovenía de las cañerías. Cuando iba a ser ejecutado, gritó entre risas:«¡Besadmeelculo!¡Nuncaencontraréisalasdemásvíctimas!»—Ellobosepuso lasmanos sobre la cabeza, omás bien, sobre la careta. «¡Este estabacomounaputa cabra!», exclamó.Yprosiguió con sus explicaciones—.«Elabuelo asesino», que actuaba bajo un cuadro de sadismo, masoquismo,castración,pedofilia,coprofagia,fetichismo,canibalismo…Realizótodotipodeperversionesamásdecienniños,matandoaquincedeellos.Secuestróaunoytrasflagelarle,lecortólasorejas,lanariz,losojos,leabrióelvientreysebebió su sangre, siendoporelloconocido tambiéncomo«ElvampirodeBrooklyn».Lecondenarona la sillaeléctrica,cosaque leentusiasmó.—SeacercóaAlisonyleacaricióelpelo.Temblóconelterrormarcadoensufazal tiempo que miraba al secuestrador; rímel corrido hasta la boca—. Tresejemplos que han pasado a la historia por un motivo u otro: número demuertes, doble vida, brutalidad…—Se detuvo un instante, inspiró como siregenerarafuerzasyexhalólargamente—.¿Todobien,Jay?¿Mesigues?—Asentí por segunda vez. Serio. Concentrado—. Bien. Continúo, entonces.Nadacomparablea loqueyoheurdido.Amí seme idolatraráporelbuenhacer y la inteligencia.Mi legado será esta obra por acontecer: lamayor ymejor maquinada de todos los tiempos. —Debo admitir, que su retóricaembelesabayaunquemaléfica,resultabadeltodoentretenida;eltiempopasóvolando entre explicaciones—. Lo que he tramado es casi imposible dedesbaratar,algoquesolounamenteprivilegiada,centradaenunpermanenteyúnico propósito durante años, puede hilvanar. Mas como he dicho: casiimposible.Yesahídondehasdearrojartusesperanzas,detective:enelhechodequenadaesimposible.

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«¿Sabedemisingularidadyseatrevea jugarconmigo?Muyseguroestás,hijodeperra.Fallarásyyonoobvioerrores.Quizáunavez;jamásdos.Eshoradeempezaratensarlacuerda».

—No dejas de hablar de una prueba, una competición. —Me tomé lalibertad,aligualquehacíaélconmigo,detutearle—.¿Dequétrata?,y…¿Porqué darme la oportunidad de salir victorioso? Si tu plan es tan perfecto…ejecútalosinmás.

—No…Debovencerte,escaparde lasgarrasdelmásgrandeysupoderoculto. Todo lo que aquí acontezca se filtrará al mundo. La red rebosaránuestra historia y los noticiarios no hablarán de otra cosa: el gran «loboferoz»,queparaentoncesyagozarádenombreyapellidos.Tudebacleenposde mi encumbramiento como el mayor homicida. Pero no sería una justacompetición sin equidad de condiciones, ¿verdad?, y yo llevo años depreparación con respecto a ti. Por ello te daré pistas. Por ello, me tendráscercaeinclusoconversarásconmigosinque,obviamente,sepasestaranteelhombrealquedascaza.

«Poder oculto. Conversarás conmigo… —Sus palabras no dejaban deresonarenmicabeza».

—Entonces, ¿buscasnotoriedad?Nomeparece el objetivomásoriginaldelmundo.

—No…noteequivoques,detective:buscoeternidad.Séloquesoyyloacepto,puesnopuedoserotracosa.Yporelloserérecordado.

SesentósobreelregazodeAlison,queaguantóelsobresaltoostensiblementetensasinmoverseunápice.

—Lacompetición…preguntas.Dentrodeveinticuatrohoraslaejecutaré.—La joven no soportó la presión y gritó tras la mordaza que evitaba queescucháramos sus lamentos, agitándose desesperada bajo el que prometíamatarla—.Ytrasellaacuatromujeresmás;unaaldía,díatrasdía.Mañana,previo a su muerte volveremos a conversar. ¡Y he preparado una sorpresaespectacular! Pero antes de despedirme daré tres consejos: no busquesmásallá de estos encuentros; no pierdas el tiempo investigando a mis futurasvíctimas, no hallarás nada; y no te atrevas a acudir a nuestras citasacompañado, o pagarás las consecuencias. Si cumples con tu parte, yocumpliréconlamía.Alamismahora.

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—¡No!¡Espera!El portátil se apagó yme observé gritando en su pantalla negra; reflejo

oscurocomosospechabaseríanlashorasvenideras.

Quedé con la extraña sensación de acumular gaseosos interrogantes enmistripas; parecían pedir a gritos una flatulencia impregnada en esa falta deconocimientos que me indisponían. Sin dirección en la que encauzar lainvestigación, hecho que me destemplaba los órganos, corrí al servicio yvomitélíquidosquerecorrieronmiesófagodejandoenmisdientesacidez,ysentí de nuevo el clamor de mis retorcidas y desasosegadas vísceras. Memareé.

«¿Cómo sabe de mi singularidad? —cavilé de rodillas ante el retrete,mirando los hilos que todavía regurgitaban de mi boca—. ¿Le conoceré?Necesito un especialista que me asesore; toda ayuda es poca. He deadentrarmeensumenteysonsacarle informacióndeformasutil,sinqueloaprecie».

Ysabíaaquiénacudir:SamBaker:psicólogo,psiquiatra,psicoterapeutaypsicoanalista: eminenciaen lo referentea lamentehumana,enespecial, las«averiadas».

También apreciaba que no conseguiría dormir; bien poco importaba elcansancio acumulado. Tras lo sucedido solo un hecho lograría que seapaciguaramiser:revivirloacontecidoenbuscadeseñalesignotas.Cerrélosojos—meayudabaavisualizar—,ymedispuseaconversardenuevoconel«loboferoz».

«Sondearé cada palabra, cada gesto, cada detalle… Indagaré en lasmenudencias y hallaré el indicio que me lleve al éxito —penséexperimentando leves mejorías en mi estado anímico, convencido de misaptitudes y capacidades—.Todos creen ser más listos que yo al principio,tenerelplanperfectoy…todossucumbenaJaydenSullivan».

—¿Hola? —escuché por segunda vez. Y reapareció ante la cámara la«bestia»quedebíacazar—.Buenasnoches,detective.

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CAPÍTULO6

LÍNEASQUEREVELAN

—¡Vamos, dormilón! ¡A desayunar! —escuché amodorrado en la cama;ronroneécualgatoacurrucadoenunregazo.

«Habráquelevantarseovolveráatizandoconelmatamoscasy…».Me acicalé y bajé a la cocina entre resoplidos; me costaba horrores

despertar.—Buenosdías,hijo.—Hola,mamá.Posé mi trasero en la misma silla donde lo hacía todas las mañanas:

buscaba el primer bocadodel día.Mimadre deslizó antemis ojos unplatocontressalchichasdeFrankfurt,huevosrevueltosydostrozosdebeiconmuyhechos,comosabíamegustaban.

«Mehaentradoelhambredegolpe».—Hoytienesexamendehistoria,¿verdad?—Sí.—Bien.«Nisiquieramepreguntayasiheestudiado.Sabequevoyasacarotro

diez…».Quedólimpiocomounapatena,inclusolorebañéconunpedazodepan.

Medespedíeiniciéellargotrayectoqueexistíadesdemicasaalcolegio.Lasclases,deescasosdiezalumnosseefectuabanenunconventoreconvertidoenaulas,situadoen lasafuerasdelpueblo.Comosolíaserhabitual,encontréaSaraenlaesquinaquedabaalaplaza.Siemprefingíaunencuentrofortuito;yosabíalopremeditadodeaquellos«encontronazos».

—Hola,Jay—saludójovial.—Hola,Sara.—¿Tesabeselexamen?Vayapreguntashago,jeje…—Sí,claro.—Aversihoyconsigoigualarte;superarteesimposible.

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Sonreíaltiempoqueunafurgonetablancaseparabaenmediodelacalle,anuestrolado.Unhombremayorasomóporlaventanilla.

—Buenosdías,chicos.Tupadremehapedidoqueteacerquealcolegio.—SeñalóaSara.

—¿ElSheriff?—preguntédudoso.Mostrósorpresaantemipreguntaysusposteriorespalabras,merevelaron

quementía.—Sí,sí…claro,elSheriff.AgarréaSaradelbrazoylesusurré:—Nosubas.Vámonos.—Notengoganasdeandar—dijoaltiempoquesezafabademíysubía

al vehículo.Nopude evitarlo, sucediómuy rápido.El hombre arrancó y seperdieroncallearriba.

Podría haber llamado a cualquier puerta en busca de ayuda, pero laincertidumbremellevóanohacerlo.

«Nolallevaráalcolegio.No…no,no…».Corríatesorandodesagradablespresagiosenmicabeza,deseandoerraren

aquelloque temía leharíaaquelhombre, llegaralpatioyencontrarlacomosiempreufana.

Perocuandollegué,noestaba.Jadeanteentréeneldespachodeldirector.—PorDios,Jayden,¿quéocurre?—Sara ha subido a una furgoneta —balbuceé agitado—. Dijo que la

traeríaaquí,ynolohahecho.—¿Cómo?¿LahijadeCollins,elSheriff?—Sí.Temoquelehagadaño.—Esperaaquí.El director Austin abandonó la estancia alarmado. Ante su mesa de

despacho padecí otra vez esos malos augurios que ya parecían irconfirmándose.No pude evitar la taquicardia: primero despacio, luego, conbrío. Desahogué mis miedos entre aquellas cuatro paredes repletas dediplomas.

Pasadosquinceminutos,elpadredeSaraentró;laestrelladesuuniformebrillabareluciente.

—Hola,Jay—dijoacuclilladoantemí—.Cuéntamequéhasucedido.Nomeanduveconrodeos:—HansecuestradoaSara.Nohevueltoaverunosojostanasustados.

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—Dimeloquesepas.¿Dóndehasucedido?¿Haciadóndehanido?¿Quérecuerdas,hijo?

—Todo.—¿Qué?—Lorecuerdotodo.

—Pidayledaré—roguétodavíalacrimoso.Permanecióunosinstantespensativo,ceñofruncido.Hablóalfin:—Dirección en la que han circulado, marca del vehículo, color…

¿Matricula?—Alcaminodelaermita;unaForddecolorazul,nollevabaimpresoel

modelo;BYW753H.—Ese camino está repleto de entradores a los cercados… —rumió el

directorcomosiestuvierahablándoseasímismo.ElSheriffdirigiósuspasosprestoalasalida,abstraídoensuspreocupaciones.

—¡Espere!—Mealcéycogídelamesaunahojaenblancoyunlápiz—.Creoqueestoleayudará.

Dibujé apresurado sobre el folio y delmismomodo, le entregué lo quehabíatrazado.

—¿Yestoquées?—Eldibujodelasruedas.Estanochehallovidoysehabránmarcadoen

elterreno.Memiródenuevoestupefactoysintiempoqueperder,mebesóafanoso

enlafrente.—Gracias,hijo.MarchócomosilehubierallevadoelDiablo.

Elexamenseaplazóylasclasestranscurrieronbajoelsilencio,losmurmullosylossusurros.Lanoticiacorriócomovenenoensangreytodosseatrevieronavaticinarleunfinal,porlogeneral,funesto.Yomeahogabaenmispropiosaugurios,quetampocotranscurríanporlaveredadelopositivo.

Terminadas las largas horas de nulo aprendizaje, me dirigí al hogaresperando que mi madre supiera algo; la incertidumbre dolía más que elsaber, fueran buenas o malas noticias. Cuando llegué, nadie contestó al

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timbre.Abríconmisllaves.Medispuseasubiramicuartocuandolapuertaseabrió.Meescondíenloaltodelasescaleras.

—Nopodemosfiarnosdenadie—lamentómimadre—.Casilaviolaylamata.Porlovisto,supadrehallegadojustoantesdequeocurrieranada.—Laimaginésantiguándose;siemprelohacía—.Elmuydesalmadohabíacavadounafosatraslamasía.

Mequedédepieanquilosadoporsuspalabras.Sentíalegríaypenaporloocurrido: satisfacción al saberla a salvo; aflicción al advertir lamaldadquepaseabaporelmundo.

Alguien llamó al timbre y escuché cómo abrían, hablar ami padre; noentendíloquedecía.

—Nosésiestá.Unmomento.¿¡Hijo!?¡Tebuscan!—¡Sí!—contestéaltiempoquebajabalasescalerasdedosendos.Enlaentradaencontréamispadres,alSheriffyaSara.Mesonrieron.Y

ellaseabalanzósobremírodeándomeconsusbrazos.—Graciasaéllahemosencontradoantesdequefuerademasiadotarde—

comunicóCollinsmientras amíme apretujaba su hija—.Esmuy especial.Nuncaloolviden.

ElSheriffmemiróyme lanzó enun susurró un sentido«gracias», querecibícontotalclaridad.Asentíentreelcandordemiamiga.

—Bueno —deslizó también Sara en mi oído, sin dejar de apretar—.Tendremosmástiempoparaestudiar.

Mesorprendiósuentereza;enterezaqueyolehabíaotorgado.

—Papá,despierta.Tehasquedadodormido.Megan zarandeaba mi cuerpo mientras yo permanecía todavía en dos

épocas.Pocoapoco,fuicentrándomeenelpresente.—Me he dormido mientras evocaba aquí sentado, y he saltado de un

recuerdoconscienteaunoinconsciente—musitéadormecido.—¿Qué?—Nada.—Vealacama,anda…Tienesmalacara.Debesdescansar.—¿Quéhoraes?—Lascincomenoscuarto.—Quédate en casa hasta nueva orden. Hazme caso y no rechistes —

ordenétodavíaatolondrado—.Hedecumplirconmideber.

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He vuelto a aquel recuerdo infinidad de veces: la felicidad de un padre alrecuperar a su vástago; la satisfacción de salvar una vida; la emoción depalpar aun serqueestabaallí, entremisbrazos,gracias amí…Merecía lapenarememoraraquellassensacionesque,alfinyalcabo,mellevaronaserloquesoy.

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CAPÍTULO7

CAMADEAFILADASPÚAS

Estaveznodespertéanadie.Sentadoaoscurasenmidespacho,rebuscandoenesaconversacióntruncadaporunsueño/recuerdoinfantil,esperéqueJoyCarterllegaran.

Nodescubríenesasegundapasadanadaquenohubieraapreciadoenunprimerlance.Asíque,decepcionado,medispuseatomarelprimercafédelamañana.Alabandonareldespachodirecciónalacafetera,viaJosubiendolasescaleras.Comía una napolitana. Solo el verla ingerirme provocó náuseas.«Putosnervios».

—¿Existe algo que te quite el hambre, mujer de Dios? —le preguntécuandoalcanzabaelúltimopeldaño.

Medeleitóconunapausadapeineta.—Que sean dos—solicitó al adivinar mis intenciones. Y esperó en la

puertadelcomisariosinnisiquierasaludarme.Casi de inmediato, apareció el susodicho introduciéndose en sus

«dependencias»,seguidopormicompañera,previosaludoaambos.Yofuielúltimoenaccedercondosvasoshumeantes.

—Oslovoyanarrartalcualocurrió—dijealtiempoqueleentregabaelcaféaJoe,porsupuesto,sorteélaspartesenlasquesedejabanentrevermishabilidadesmentales—.Sabéisdemibuenamemoriaylavoyautilizarparatrasladarosloqueviví,queporotraparte,notienedesperdicio.Yasílohice:lesdescribílossucesosconsumaexactitud.

—Nunca dejará de sorprenderme tu capacidad para recordar —musitóCartertras«degustar»unapequeñaporcióndemidon.

—Nosva a joder, lo presiento—augurómi compañera—.Esosúltimosconsejos…sonmásbientresamenazascomotressoles:nobusquesmásalládeestosencuentros;nopierdaseltiempoinvestigandoamisfuturasvíctimas,no hallarás nada; y no te atrevas a acudir a nuestra cita acompañado, opagaráslasconsecuencias…Limitandemasiadonuestraactuación.

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—Noobedezcoa asesinosy tampocoatiendoa los consejosdeunputotarado. —Me dirigí al comisario—. En la mesa de mi despacho verá unportátil, y en su escritorio, un icono de nombre «ASESINO EN SERIE».Investiguen la procedencia de la señal o lo que cojones se rastreé en estoscasos. ¡Yque lo hagan losmejores informáticos delmundo, hostia!—Giréhaciamicolega,cabreadoante la faltadepruebas,de indicios…de todo—.¿Hablasteayerconlosagentesdelcaso«Alison»?

—¿Lohasbautizado?—Estoycansadoybastanteirascible,asíquenometoquesloscojones.—Cómoestánlosánimos…Uhhhhh…—Fingiótemblardemiedo—.Sí,

habléconellos.—Redactauninforme.—D’accord.—Nohaytiempoqueperder,voyahablarconSamBaker.¿Quedamosa

lasdosenelrestaurantedesiempre?JoasintióentretantoCartermeagarrabadeloshombros.—Siempre das con la tecla, Jayden. Esta vez no será distinto. Si hay

novedades,tellamoalmóvil.—Perfecto.Me sentí desamparado y solo—no sé por qué—: un hombre desnudo

tiritandoenmediodeunbosquehelado;unbarcoaladerivaenlanoche,conel único anhelo reinante de divisar un punto en la oscuridad que salve sucascodeencallarenlaroca…

—Te veo cansado, Jay—dijo Sam al recibirme en su consulta—. ¿Algúncabrónteestáfastidiando?

—Porquéibaaestaraquísino…—Cuéntame.Efectué el mismo procedimiento que en el despacho del comisario:

escenificarloacontecidocomosideunafuncióndeteatrosetratara;ynoerala primera vez que le deleitaba con una de mis actuaciones. Mayormente,describíadepie,intentandopormenorizarlaescenadeuncrimen,proyectarlaensuimaginación.Señalar,gesticular,moldearelaireconlasmanosdándoleformasqueéldebíahacerrealidad;queapartirdeunoshechos,susabiduríamédicamefacilitaraunamentalidadcriminal.Enaquellaocasión,seloibaaponerfácil.

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Observóentretantoapuntabaensulibreta,sinabrirlaboca.—Un caso de egolatría en toda regla —explicó una vez terminada la

representación—.Sientetotalveneraciónporsímismo.Necesitaexteriorizar,mostrarle al mundo esa magnificencia que cree ostentar. Seguro les habrácontadoacadaunadeesaschicassuplanconelúnicopropósitodesentirseimportante;habitual en losde su«especie».Esmuyprobablequeposeauncocienteintelectualalto,cercanoaloscientocuarentapuntos,puedequemás.Cree controlar la situación y no dudo que lleve años gestando ese plan delcualseenorgullece.Tambiénobservoundeseodesuperaciónconrespectoasu perseguidor, o lo que es lo mismo: idolatra al detective aunque deseematarlo.Mi consejo es el siguiente:mientras todo transcurra en línea y sinaltibajos, tendrá la sartén por el mango. Debes hacer que se sientamenospreciadosinquecaptetuspretensiones.Hazlesentirunafaltadeinterésportuparte:serparatiunasesinomás.Querráasídemostrarsuinteligencia,noseruncriminalaluso.Ycuandodesvíesuspasosdelprograma trazado,serácuandolasposibilidadesdeerroraumenten.

—¿Algunaformademimetizaresedesdén?¿Cómomostrarleindiferenciasinqueresultenobviasmisintenciones?

—Háblaledeotrosasesinosalosquehayasdetenido.Hazleverqueellosjugabancondesventajasqueélnodetenta:conocertushabilidadesmentales,por ejemplo. —Se quedó mirándome y sonrió amigablemente—. Sé quepadeces algún tipo de fenómeno consistente en el incremento del recuerdoneto.Yséqueéllosabe.Puedesengañaralos«mundanos»,noamí.

«Cabronazo».—Me has descubierto. —Le devolví el amistoso gesto—. Espero que

sepasguardarmisecreto,otendréquematarte.—Leguiñéelojo.—Porsupuesto.Soydemasiadojovenybelloparamorir.Peromegustaría

hablardetusfacultadesconmásdetenimientoyprofundidad.—Otro día, Sam…Hoy tengo mucho…—En ese justo momento noté

cómomevibrabaelmóvil:Carter—.¿Sí?—Novasacreerlo:hemosrastreadolaseñaly…tenemosellugardesde

elcualtransmite.Teenvíounhelicóptero,¿dóndeestás?

Cincoagentesmeesperabanenlacalle;todoslosaccesoscortados.—¿Dónde?—Preguntéesperandoquecualquieradeellosmecontestara.—StatenIsland.

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ElvientocreadoporlashélicesdelaparatomelanzóalacaratodoelpolvodeManhattan;oesasensacióntuve.Noselevamoshastasurcarlosrascacielosen silencio, disfrutando de las vistas. Observé esos altos bloques que laaeronave evitaba con soltura y los imaginé como afilados clavos. Como sitratándomeyodeun faquir,esperaranquemiespaldadesnudaseposaraenellos.NuevaYork:cunadeasesinos;camadecortantespúas.Raravezunmalpresentimientosedescubriótanciertoyrealenmisubconscientecomoaqueldía.

«Nopuedesertanfácil—pensédesdelasalturas,divisandoyaalolejoseldispositivopolicialdesplegadoante lacasa—.Oquizáshaerrado.Quizásolosecreíaunmaestrodelcrimenynoloera.Seacualseaelmotivo,ypormuymalaespinaquedé…hemosdeentrar.Perosituvieraqueapostar,metemoloharíaalnegrodemismiedosyalrojodeesasangre…queesperonohayaquederramar».

Justocuandomipiederecho tocó lacalzada…justodesdeesepuntoheiniciadounsinfíndevecesloqueapuntoestabadesuceder.Sindudaalguna,un fragmento digno de revivir. Pero también, sin ninguna duda, nadacomplaciente.

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CAPÍTULO8

ATRAVÉSDEUNALUNAROTA

Unaintersecciónanively,auncostado,sinparcelascolindantes,unacasadebaja altura, de madera. Parecía colocada allí de forma estratégica, aisladasobreunmantodecéspedaltoydescuidado;amplioespaciodemaniobrayfácil de cercar. Ante la construcción, seis coches de policía dibujaban unalíneadivisoriaydisuasoria tras la cual, alerta, permanecíanun innumerablenúmerodeagentes,incluidosartificierosySWAT.

«Bienhecho,jefe:rápidoycompleto».—EsJaydenSullivan—lesusurrósorprendidounagenteaotro.Avancé entre los murmullos hacia Jo y Carter, que esperaban tras la

barreradevehículos.Mesituéentreambosylessaludéconunasentimiento.—Parecedeshabitada—ilustróelcomandante—.Oalmenos,lossensores

demovimientoycaloresoindican.Alotroladodelamuralladeautos,unoficialsedisponíaaalertarconun

megáfono:—Desalojen la vivienda, por favor, policía de Nueva York.—Hizo un

aspaviento manifestando no ser su primer intento, y se parapetó cerca denuestraposición.

—¿Yquiénvive?—UnatalMargaretClark:solteronasinhijosdecuarentaytresaños.—Quemandenalrobot—ordenétajante—.Esunatrampa.—¡Elrobot!—requirióCarteralosartificieros.—También lo creo —aseguró muy seria mi compañera—. Demasiado

sencillo. Aunque ojalá hallemos a las cinco chicas ahí dentro. Mais çan’arriverajamais.

—Nousallonsbientôtsavoir—contestéantesufascinación.—Eresunaauténticacajadesorpresas,detectiveSullivan.—Esmiestilo.Quélevamosahacer…Josonriósindesviarlamiradadelaconstrucción.

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—Porunavez—musitóel jefeobviandonuestrapolíglotaconversación—,nospodríasonreírlasuerte,¿no?

Suretórica,comosueleserhabitual,quedóenelaire.

Elautómatadescendiólarampatraseradelafurgonetaysedirigióhaciala entrada. Seis robustas ruedas y una lanza central acabada en una pinzarotatoria;elresto,metalycables.Entréenelfurgóndispuestoaobservarsusandanzas por la vivienda.La cámara en lo alto del aparatomostró cómoalsimpleempuje,lapuertaseabriólentaychirriante.Yadentrocirculópausadoentrandoencadahabitación, registrándolas:dospequeñasestanciasconunasola cama, sinmobiliario.Dejando estas atrás, llegó al salón principal: unaamplia y grisácea estancia con tres ventanasdepersianas casi bajadas.Unacocinaencastradaenlaparedalaizquierdayunamesademaderaredonda,en el centro; varios cuadrosyun reloj de cucode almenosmetroymedioempotrado en la pared, al frente…No se apreciaba nada extraño, almenosnadaquehicierapensarqueallínoradicabanmásquemueblesyenseres;unacasasolitariaenunazonatranquila.

—Bien—dijedecidido—.QueentrenlosSWATylaregistrendearribaaabajo.Algohadehaber.Lesacompañaréalaretaguardia.

—Voytambién—afirmóJo.—Detrásdemí.Cartertransmitiólaordenylaunidaddeélitesedispusoaacceder.Enfila

india,equipadosconarmadurascorporalespesadas,fusilesdeasalto,visoresde infrarrojos y detectores de movimiento —sabían del peligro que podíaacechar aun confirmado su estadodesierto—,penetraron en la construcciónprefabricada.Medianteseñasmanualesyenabsolutosilencio,dosmiembrosseintrodujeronenlashabitacionesaizquierdayderecha,mientraslosdemásentrábamosen la saladeestar.Cadacajón,armarioo repisa fueexaminadocondetenimiento:nada.«¡Cu-cuc,cu-cuc,cu-cuc…!».

—Suputamadre—semeescapóentreconvulsiones:elrelojmarcabalaunadelmediodía.

Nofuielúnicoenresoplartraselsobresalto.Elagentealmandose señaló losojosy trasesto,al cuclilloqueconsu

cantocasinoshabíamatadodelsusto;ensupico,unpósit.Loarrancóyporprimeravezseescuchóunavozentrelasparedesdelavivienda:

—Se lo advertí, detective: no busques más allá de estos encuentros.¡BOOOOM…!

Meenfriédepronto.Metornéunbloquedehielo.—¡Corred!¡Fueradeaquí,vaaestallar!—gritéagarrandoaJodelbrazo.

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Apartir de ahí todo ocurriómuy rápido.Pero comoya os he dicho, heregresado muchas veces allí, y en mi recuerdo perdura todo como unmomentodelentitud.LosSWAT.debilitaronlasventanasabalazoscomosiyahubieranentrenado la formadeescaparde situaciones semejantes,yconsuspropios cuerpos las traspasaron.Yocorrí tirandodemicompañera,quetropezó dándose de bruces contra el suelo.La levanté y seguí arrastrándolacomo pude; no huiría de allí sin ella. Apenas nos iluminó la luz del sol,nuestros tímpanosseestremecieron.Amediometrodelsuelovolédirectoaloscochesqueenvolvíanlaresidencia,derechoalaventanilladeunoque,adosruedas,sealejabadebidoalaondaexpansiva;nolohizolosuficiente.AmiderechaJosurcabaelaireenvueltaenpedazosdemaderaardiendo,humo,polvo… Recuerdo pensar: «Morirá. Nunca más volveré a verla. Ni a miMegan, mi hermana, mi madre…». Y en ningún momento lamenté laposibilidaddemoriraqueldía;soloelhechodedejarlasatrás.

Micuerpoacabóincrustadoenlaventanaderechadeunvehículopolicial.Y justo antes de perder el conocimiento, a través de su luna rota, vi a micompañeradepie,ensangrentada,sucia…

Memiró.Lamiré.Medesmayé.

Loprimeroquevialdespertarfuelaborrosasiluetademihermana.Rodeadaporelblancodelasparedesnodudéunsegundodequiénteníadelante:podíaolfatear mi propia sangre. Las imágenes se esclarecieron al tiempo que sedirigíaalapuertadeloque,sinduda,eralahabitacióndeunhospital.

«¿Quéhoraes?—mepregunténervioso—.PorDios,quenoseatarde».Meincorporédoloridoyentonces,vimibrazoescayolado.«Jo…Estaba

depie,hadeestarbien».Mismiedos sedispersaronalverlaentrar juntoaHelenyunmédico.Eldoctorseacercóeiluminómisojosconunaespeciedepuntero. «Mire aquí,miré allá…»: lo habitual tras padecer un traumatismocraneal.

—¿Puedoirme?—preguntéyendoalgrano.—Debería permanecer en observación almenos veinticuatro horasmás.

Ha tenido suerte: magulladuras y la muñeca rota; poco para lo que podríahabersido.

—Pásame el pantalón—le pedí aHelen, que lo extrajo de un pequeñoarmarioamiderecha.Ledesenganchémiplacay se la enseñéaldoctor—.Estadeaquídicequenadadeobservaciones.

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—Pues la leyes la ley…—Mesonriómientrasextraíademipecho losparchesquememonitorizaban las constantesvitales—.Pero tengacuidado,¿deacuerdo?

—Lotendré.Sefuepordondehabíallegado.—¿Cómo se encuentra mi hombre bala preferido? —preguntó mi

compañera,supongo,intentandoquitarlehierroalasunto.—Unpocomareadoyalparecer,ayercorrísietemaratonesseguidosyno

lorecuerdo,perobien.¿Quéhoraes?YMeganestásolaencasa…—Lascuatrodelatarde.YahemosavisadoaMegan.Queríavenir,pero

nomehaparecidoseguro.«Tiempo más que suficiente —cavilé sintiéndome inmensamente

consolado—.Menosmal».—Bienhecho.¿Hubobajas?¿Estásbien?—Sí. Magulladuras y siete grapas en el codo: solo otra marca más de

guerra.Yno,nadiemurió,nisiquierahuboheridosgraves.—Bien—celebré ya sentado en la cama—.Me largo de aquí, no estoy

paraperdereltiempo.Ytúqué,hermanita,¿nodicesnada?No era normal verla tan callada: torbellino de energía, excitación,

intranquilidad…—Hemos de hablar. —Miró compungida a Jo y esta le asintió

marchándose de la sala—. Parece que os habéis puesto de acuerdo, ¿eh,hermano?

—¿Dequéhablas?—Estáingresadaenel«MonteSinaí».Dicenquenopasarádeestanoche.Quizá se me juntó todo. Demasiados pesares invadiéndome por todas

partes. Sabía de su falta de tiempo y estaba preparado para afrontar ese«adiós»queyaparecíainevitable,aunqueellomesumergieraendolor.

«El tiempo lo cura todo, dicen —pensé mientras la imaginabasirviéndomeeldesayuno—.Seráalosquepuedenolvidar».

«ElMonteSinaí»:lugardondesegúnlaBiblia,DiosleentregóaMoiséslos«Diez Mandamientos»; y nombre del hospital que recorría renqueante. Lamezcla social característica del lugar se apreciaba en cada recodo de susníveos y anchos pasillos. Resultaba curioso que uno de los más caros yavanzados delmundo, almismo tiempodispusiera demúltiples camas para

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gentesinrecursos.SupongoeraelpagoporprestarserviciosalosciudadanosdelUpperEastSideyHarlem:unode losmásprósperosyunode losmásdeprimidosbarriosdelaisla.

LepedíaHelenquedesalojaralasala;familiaresquehubedesaludarunoauno.Porsupuesto,tambiénexplicarleselporquédemibrazoencabestrillo.Conté lo primero que se me pasó por la cabeza; no estaba paraesclarecimientos.

Entréymebrindólamásbelladelassonrisas.Laencontréesplendorosacomosiempre:suslisosygrisáceoscabellosdescendiéndoleporloshombros,susojosverdes,suarrugadaaunqueatildadapiel…Nisiquieramepreguntóporelyeso.

—Mi niño hermoso… —musitó estirando los brazos—. Ven, que teacaricie.

Aprecié cómo algunas lágrimas intentaban escapárseme de los ojos, yaunque intenté contenerlas, dos consiguieron hacerlo descendiendo pormismejillas.Las borré con el dorso demimano.Rozómi cara con susmanosfrías yme hizo retroceder en el tiempo.Me enseñó a sobrellevar el don, ausarloconelúnicopropósitodehacerelbien,elcaminoaseguirparallegaraserelhombrequesoy.

«Yahoratevassinquepuedahacernada—lamentébordeandoelsollozo—.Estamos y de pronto, ya no.Aves de paso, turistas por un espacio queapenasnosdatiempoavisitar.Marchamoscontantoporvivir…».

Finalmente no fui capaz de contener esas gotas que con tanto ahíncoluchabanporsalírsemedeloslagrimales.

—Nollores,miángel,novoyamorirmientras túnolohagas.Solonosvamoscuandosenosolvida.—Meseñalólafrente,ostensiblementedébil—.Ytúmemantendrásahíconvida.

Esperéaqueelascensorbajarapensandoenminulapredisposiciónahablarconnadie;menos,conunasesinoenserie.Medispuseaentraratravésdesudoblepuertacorrederacuandolavi,comosimeesperaradisimuladamente.

—¡Jay!—Meabrazó.Unaeternidadparecíahabernosseparado;solocasiunaeternidad.

—Mealegromuchodeverte,¿vienesadespedirte?—Sí…¿Yesebrazo?

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—Nada:gajesdeloficio.Sealegrarámucho.Paraellaerescomounahija.—Losé.¿Estásbien?—Laecharémuchodemenos.—Siemprehabladeti,¿sabes?Mihijo:elgrandetective,elsalvavidas,el

mejordelmundo…—Mesonriócompungidayfijósusgrandesyazulesojosen losmíos—.Estámuyorgullosade ti; todos loestamos.—Meabrazódenuevo y me susurró al oído—. Tendremos más tiempo para estudiar,¿recuerdas?No estés triste, pues ella parte feliz. Eres el héroe demuchos,JaydenSullivan;ysiempreloserásdeSaraCollins.

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CAPÍTULO9

LASORPRESADELHOMBRELOBO

Paséporcomisaríaarecogerelportátil—Helenmellevódebidoamiestadonoaptopara laconducción—,peroel jefeyanoestaba, sehabíaausentadopormenesteresdeíndolepolicial.MellamaronRotze,Sam,Jo,Megan…yenúltimainstancia,este:

—¿Estásbien?—preguntónadamásdescolgué el aparato, justo cuandomedisponíaaentrarenmipiso—.Menudohijodeputaeseasesino«tuyo»…

—Deestayanoshemosescapado…Hastalasiguiente,¿no?—Eresdurodepelar,sí…—Supongo que esa mujer… esa tal Margaret Clark, pasa ahora a ser

futuravíctimadel«loboferoz».—Metemoquesí.Nirastrodeella.Silasecuestrólohizohacepoco,dos

díasalosumo,almenosatenordeloextraídodesusallegados.—Esta nocheharé que se tuerza, conseguiré desviarle de su plan.Sé lo

quedebohacer.—Mehetomadolalibertad,almenoshastaqueestoacabe,decolocarles

vigilancia a tus familiares más cercanos: Rotze, tu hermana y Megan. Aprimerahoraacudirándosagentesatucasa.

—Gracias.—¿Alamanecerenmidespacho?—Sí.Nosvemosallí.Esperoqueconbuenasnoticias.—Tencuidado.

«Tededicasahacerelbien,asalvarvidas—penséconlallaveyadentrode la cerradura—, y la existencia te paga con el desazón y la continuainquietud, el sufrimientoal sentirteprotectorde losquemásamas.Nohaymayormiedoquelaposibilidaddeunavenganzaatravésdeellos.Truncaraalguien que causaría dolor y muerte… imaginar a esas personas queprosiguen, que quizás tengan hijos, que quizás hagan cosas importantes…esas que todavía están por nacer. Muchas almas deambulan gracias al

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trabajodeldetective.Reconfortaadvertirqueesaangustiacon laquedebocohabitar, sirve para que otros no la padezcan; que todo tiene un fin, quetodoesporalgo,quenoestoytirandomividaalretretepornada».

Tuve amigos y amigas que a causa de mis tendencias a trajinar conasesinos en serie, se fueron alejando. Mi matrimonio se desgastó tambiéndebidoaesos flirteosque, a espaldasdemiesposa, teníaconmiprofesión.Del trabajo con Jo al hogar conMegan: así transcurríami existencia; y nosiempreencontrabaamihijaencasa.

Mecostótiempoasimilarlo.Peroundíaentendí,quenoeraeldueñodemipropiavida.

Meapretócontantafuerza,quelasentícomounaprensa.«Elmotivodetodo».—Vale,cariño,meduelehastaelúltimocentímetrodelcuerpo.—Joder,papá,estabamuypreocupada.—Esaboca.—Perdón.—¿Teduele?—Meseñalóelbrazo.—Escomotenerunpalpitantecorazónenlamuñeca.Perolosanalgésicos

lomantienena raya.—Leacariciéelmentónmuycansado—.Laabuela semuere,¿sabes?

—Losé—susurróconunosojostancristalinosqueparecíanmar.«Es fuerte.Filtra yacepta, como supadre.Aunque lapena learraigue

pordentro».—Voyadescansar.Cenaloquequieras,yoloharécuandomelevante.A

las once menos diez, si todavía estoy en mi cuarto, me despiertas, ¿deacuerdo?Noloolvides,esimportante.

—Hecho,Mémori.Suspalabras,aunqueintentaronendulzarelmomento,sonarontantristes

comolaatmósferaquenoscubría.«Ah, sí… mi nombre de superhéroe —pensé sarcástico, sonriendo sin

ningunasganas—.Lohabíaolvidado».Comoeradeesperar,duréapenascincominutosinsomne.Sinpresentirsu

acercamientomeadentréenelautogobernadoreinodelossueños,ysoñéloquetantasveceshabíasoñado.

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Como si no hubiera nada más: las luces delanteras de mi Mustang y lastraseras, rojas y tenues, del coche azul que acababa de sortear almás puroestilohombrebala;ymuchaoscuridad.Mispiernasnorespondíanaestímulosybajomidesgarradopantalón,sehabríalapiel;atravésdeellaasomabaunatibia blanca y roja.Me arrastré quejumbroso dirección al vehículo quemellamabaencadacabezada,cadadescuido,quemehipnotizabaconsusfaroscarmesí. No distinguía ya árboles, solo negror. El bosque parecía haberseesfumado, dando paso a una niebla densa como el humo de un cigarro.Narcosiscentradaenesaterriblecolisiónquemetruncólavidaenelpasado,y que no era capaz de expulsar de mis recuerdos, me perseguía en lainconscienciayelreposo.

Quejidosqueaumentabandeintensidadacadapalmoquemidestrozadocuerporecorríasobrelacalzada,parecíanllamarmedesdeelinteriordeaquelautomóvil. Y un grito entre el silencio, imperante y sórdido se escuchó altiempoqueabríasupuertatrasera.Aldescubrirloqueescondíaelamasijodehierros…nada;solo,sentadoenunaesquina,unosodepeluchemanchadodesangre. Miré a mi izquierda alertado por una respiración jadeante. Laconductora,conlacaradestrozada,segirabahaciamí:

—¿Cuántasvecesvasamatarme,detective?

Me incorporé sudoroso y alterado, desconcertado por un instante. Noduraría.Acostumbrabayaaesetipodedespertares.Mirélahora:las22:34.

«Tiempo de ducharme y… a trabajar. Sin vacaciones ni descanso: elhombre al servicio del bien; el hombre en lucha constante contra el mal.Estoyhastaloscojones».

Porsegundanocheconsecutiva,mandéaMeganasucuartosindarleningunaexplicación. No quería hacerla partícipe de nada referente a mis casos;demasiadoloerayaporelsimplehechodesermihija.

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Oncemenosunminuto.Despleguéelportátilsobrelacama.Descansélaespaldaenesaalmohadaqueasuvezlohacíaenelcabezal;nosabíadóndemetermeelbrazo.Leechéunojoalmóvilcasiinstintivamente:noencontréningúnmensaje.

56,57,58,59…Cliquésobreeliconodelamenazantelobo:

ApareciódepiealcostadodeAlison,queparecíanohabersemovidounápicedesdemiúltima«visita»:tansuciayasustadacomolaprimeravez;tanpocodispuestaamorir.Todo,asalvodelasparedes,permanecíacomoeternizabaenmimente;mostrabanvariascámaras:ochoarribaycuatroabajo,doceentotal.

—¡Hola,Jay!—Tengopreguntas—informétajantesindevolverleelsaludo.—Yaveoquehoytehaslevantadoconelpieizquierdo.—Seencogióde

hombrosmirandoalamártirqueesperabaasuderecha—.Ytambiénquehassufridounpercance,atenordetubrazoenyesado…

—Noestoyparajuegos.¿Cómosabesdemicapacidadmental?Hablastede una competición y sobreentiendo que tu premio, en caso de salirvictorioso,eslanotoriedadylafama,ocomotúlollamas:laeternidad—estoúltimolodijeenuntonobastantesarcástico—.¿Quéganoyo?Sidoycontunombre…¿teentregarás?Seríalojusto.

Sequedómuyquieto al costadode lanomenosestáticaAlison.Porunmomento incluso pensé que se había congelado la imagen. Entonces alzódinámicosubrazoseñalandolapantallaanteél,omásbienamí.

—Ledoymipalabra:siobtieneminombre,meentregaré.—¿Yalaprimerapregunta?—Puede esperar. Lo apremiante ahora mismo es centrarnos en mi

sorpresa.¿Noteintrigasaberquéhepreparado?—Asómbrame.—Vasapresenciarsumuerte.—Elevólosbrazosantelosexpeditosojos

de su víctima, representando con su estampa una cruz—. Y lo harás aquíconmigo.

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CAPÍTULO10

ELJUEGODESULLIVAN

«Aquíconmigo…—meditéintuyendoloquepretendía».—Puedeshacerlo—prosiguió«el lobo»—.Lascámaras teotorgarán los

ángulos de la estancia y tú los unirás. El pasado es ahora. Cada palabrapronunciada lo es. Puede que ni siquiera percibas de qué eres capaz, peroposeesel talentoderecrear imágenesen tiemporeal,en tresdimensiones,yadentrarteenellas.¿Lohacemos,detective?

«Dios.¿Losoy?Esunalocura,peroquizádebaseguirleeljuego.LavidadeAlisonempiezaaescapársemeporentrelosdedos,ydeconseguirloquedice,lasposibilidadesdehallaraumentarán.Aunqueenrealidad…yanohaytiempo.Hayquepresionar».

—¿Puedohablarconsinceridad,decirloqueopinodetodoesto?—Porsupuesto.—Creoquejuegasconventaja.¿Recuerdaslosasesinosquememostraste

el primer día en mi móvil?: Patch Avner, Hank Griffin, Arty Kern, JarvisSteveyDaylenAdams.Si lesdetuve, fueenparteporquenoconocíanmisaptitudescongénitas.Túteescudasenesefactor;denoserasí,mehubierasduradomenosqueuncarameloenlapuertadeunaescuela.

«Lascartassobrelamesa,asesino.¿Aceptaselenvite?».—¿Esocrees?—Asintiópausadoydeformareiterada—.Puesjuguemos.

¿Creesquepuedesdesestabilizarme?Novasaganarhagasloquehagas.Estoesundivertimentoquelemostraráalmundomisupremacía.Nosoloquierovencer:quieroademáscaricaturizaraJaydenSullivan.Trasultimartuprimerfiasco: no lograr salvarla —explicó estático, señalando a su presa—, tedemostrarémisaptitudes.Yahoraentraaquí,quieroqueveasinsitucómosedesparramansussesos.

La pantalla del portátil me mostró lo que ofrecían las doce cámarasinstaladasenlaestanciacuadriforme.Todasycadaunadeesasperspectivassefiltróenmicabezamezclándoseyajustando,formandounhabitáculo;en

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suinterior,esperabanvíctimayverdugo.Ycomositripularala«Enterprise»superandomilesdeveceslavelocidaddelaluz,meintrodujeenaquelcuboperfiladoenmuerte.

Sentí un leve mareo. La habitación parpadeaba y se difuminaba pormomentos.Intentéconcentrarmealmáximo,focalizarconmásdetalle,perolarecreaciónmentalnoresultabaidónea.

—¿Dóndeestás?—preguntó«ellobo».Mecoloquéasuvanguardia.—Justoanteti.No podía ver sus ojos a través de los orificios de la careta. Lo que

vislumbrabaeraunaoscuridadchispeanteallídondeseescondíasurostro.—Eslahora—dijoaltiempoqueavanzabahaciaAlison.Meapartépara

quenome«traspasara».Sacódelbolsillounarmaycaminódecididodirecciónalasillametálica

queinmovilizabaalajoven,quenodejabademoversehorrorizada.Ycolocóensugargantaelcañón,derodillasanteella.

Entonces, casi solapándose unos con otros, se abalanzaron sobre mímultitud de recuerdos: los ojos apenados de sus padres pidiéndome que latrajeradevuelta;lasfotosdeaquelálbumhalladoensucuarto:enlaplaya,encumpleaños,consusamigas…feliz.

Loquesucediótrasdichasrememoracionessequedógrabadoafuegoenmis células cerebrales —más de lo habitual, digo—: con la intención dedetener labalay comosipretendieradarle a su cuellounestilosogolpedeartesmarciales,mimanosedirigióvelozalescasoespacioquequedabaentreelrevólverylapapadadeAlison.Frenélaextremidadjustocuandopretendía«tocar»piel.Yelplomo traspasóesapalmaproyectadaadentrándosepor lamandíbulade la joven,saliendoporsucráneo.Mispupilassefuerontraselrojo que tiñó de pequeñas gotas el techo. Y durante un segundo quedéabsorto,embelesadoenesasmotasquecasiparecíanpintarsobremicabezaunahermosabóvedasangrante.

—¡Hijodeputa!—gritéyafueradeesecubomanchado;fuerademí—.¡Putocabróndemierda!¡Cobarde!¡Notienescojonesaenfrentartecaraacara!¡No

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eres más que un asesino de tres al cuarto, un muerto de hambre que seescondetrasunamáscara!

Agarréelportátilconlaúnicamanodelaquedisponíayloacerquéamicara.

—Teatraparé.Yverécómotushuesossepudrenenlacárcel.SeapartódelcuerpoinerteycabizbajodeAlisonAvner,ymedevolvióla

miradaamenazante.Yapartirdeahíypormuchoqueintentaradisimularlo,la Kinésica me reveló su estado: amenazado, intranquilo y temeroso. Mispretensionesmarchabanporbuencamino.

—Me subestimas, detective, y eso habrá que solucionarlo. No te tengomiedo. Confío plenamente en mi ingenio y voy a demostrártelo a ti y almundo. Quizá creas que arriesgo demasiado; hay que hacerlo cuando unopretende ser leyenda. Nuestros encuentros verán la luz, sí, y quiero quedescubran una victoria sublime y excepcional, más allá de lo nunca visto.Todo gran logro nace de un salto al vacío. Por ello,mañana, al amanecer,hallaréissucuerpo.—Señalóconelmentónalareciénfallecida—.Yenesamisma escena del crimen, hablaremos. A partir de dicho descubrimiento…cuatronoches;cuatromuertes.

«Aceptaelenvite—penséapretandolosdientes,ido,devueltadetodo—,ymealegro, lobo idiota.Pontecómodoydisfrutadel tiempoque tequeda,puesprontodescansarás entre rejas. Seacabaron las concesiones, voy contodo.AquíempiezaeljuegodeSullivan».

Sonó el móvil: Helen. Descolgué aunque sabía perfectamente qué iba acomunicarme.

—Mamáhamuerto—dijoentrelágrimas.—¿Cuándoeselentierro?—Debesllegarsobrelastresdelatarde.—Bien.Intentaréestarinclusoantes.—Vale,hermanito.Tequiero.—Yyoati.

Nuncasemediobienllorarenelsentidomásampliodelapalabra.Jamásenmividadiunmíserosollozoogimoteo;másbieneradesoltar lágrimas,gotasquedeserexpulsadas,ibancargadasdeundoloragudoyprofundo.Y

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tras escuchar la voz de Helen, de mi alma brotaron infestadas del máspenetranteyvivopesar.

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CAPÍTULO11

BAÑÁNDOSEENTREELTRIGO

—Dime,Jay—contestóelcomisariotraselcuartotono.—Lahamatadoantemispropiosojos.Hemosdehablar.—¿Puedesesperarunpardehoras?—¿Unpardehoras?Espere, lepasoaunadesusfuturasvíctimas,¡yle

pregunta usted si tiene tiempo! ¡Dejo el cuerpo, me voy a una puta isladesierta yme la pelo alSol hasta queme salgan callos! ¡Si yonoduermo,aquí no duerme nadie! ¡Estoy hasta los cojones de cargar con todo!¡¿Capiche?!

—Capiche—suvozsonócomedida.Menecesitabaylosabía.Aotronole hubiera consentido aquello; también sabía demi carga—.Nos vemos encomisaría.

—Bien.YahehabladoconJo.Pasaráabuscarmeendiezminutos.«El tiempo… —cavilé sentado ante el televisor: apagado, oscuro,

desvaído…comoyo—.Elpasadohostigayelpresenteatribula.Yasolomequedas tú, futuro, y la esperanza de compasión por tu parte. Mas en lointrínsecodemiserintuyoquenotendráspiedadconmigo.Ynoteculpo.Yomismoheelegidodequémaneramarchitar.Peroalmismo tiempoalbergoatisbosdeconfianzaenti.Entusmanosestoy,porvenir;lovividoyelvivirsehan olvidado de mí. —En ese mismo instante me vino a la cabeza unareflexión de Mary Cholmondeley: “Con cada día que vivo estoy másconvencidadequeeldesperdiciode lavida radicaenelamorquenosehadado,enlospoderesquenosehanutilizado,enlaprudenciaegoístaquenoarriesganadayque,evitandoeldolor,nosimpidealcanzarlafelicidad”—.Situvierasrazón,Cholmondeley…—pensédecaído—,yoestaríasalvado.Unapenaqueerresenmicaso».

Justocuandoelinterfonosonó,Meganapareció.—¿EsJo?—Sí.Vieneabuscarme.

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—Invítala a cenar mañana, necesito compañía femenina. Llevo díasencerradaaquí.

«Tienerazón.Ynosvendrábienaambos».—¿Hoyomañana?Mirósureloj:12:27.—Hoy.Mevoyaacostar.¿Selodirás?—Se lo diré. —Me dio la espalda y se dirigió a su cuarto—. Espera.

Mañanaentierranalaabuela.—Sedetuvoenseco—.¿Quieresvenir?Noesnecesariosinotevesconfuerzas.

Hablósingirarse.—¿Dejarásalgúndíadedecirgilipolleces?Lotomécomoun«voyair»tajante.—¿Cuándovaaterminartodoesto?Meacerquéaellay laabracépor lacintura,apoyandomimentónensu

hombro;pechocontraespalda.—¿Confíasentupadre?—lesusurré.—Claro.—Alosumocuatrodíasmás.Yteprometoqueserálaúltimavez.—¿Estásusandobientuspoderes,Mémori?«Sabeperfectamenteelporquédesuaislamiento.Avecesolvidodequién

eshija».—Mis«poderes»nopueden solucionar todos los problemasdelmundo,

por desgracia. Mira a Batman, que es un tipo amargado por culpa de susresponsabilidades como superhéroe —ejemplifiqué intentando mostraringenio.

—Eh…papá…—dijogirandosurostrohaciaelmío,queparecíaelloroenelhombrodeunpirata—.Batmannotienepoderes.

«Cierto.Nodoyuna».Meseparédeella.—Nadadeestoamamá,¿eh?Yasabescómosepone.—Tranquilo.

Nadamássalira lasescalerasmeencontréconelagenteapostadoen lapuerta.

—Hola,Mike.—Buenasnoches,señor.—Quenoentrenisalganadiebajoningúnconcepto.—Asíserá,señor.

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La iluminaciónartificialqueclarificaba las callesde la ciudad, a suvez, lohacíadelrostrodemicompañera.Sufrenteconsumabaenunsuavehoyueloque daba inicio a una recta casi perfecta: su nariz.Tras dicho segmento enlínea, se hallaba una pronunciada bajada por la cual se accedía a una zonabacheada aunque esponjosa: sus labios.Más adelante el camino se tornabacalmo, con sutiles y cómodas ondulaciones hasta llegar a la entrada de unestrechotúnelentreprominencias:suescote.Dejadoatráselconductosedabacon una planicie consumada en un agujero: su ombligo; lugar semejante alcualnosdirigíamos.Yvadeadaesacicatrizresultantedeldesprendimientodeun cordón umbilical, un bosque de vellos púbicos que daba resguardo a lamás deseada de sus aberturas: su sexo. Belleza inmaculada y lasciva;discordanciairresistibleparamissentidos.

—¿Nopiensasnuncaendejarlo?—preguntéobservándolaanteelvolante—.Enviarlotodoalamierdayllevarunavidanormal.

Rebufómientrasseacomodabaenelasiento.—Demasiadasveces.Maisc’estlavie.—Lehareventadoelcráneoantemisojos.Nohepodidosalvarla.—Hemos—matizómirándomealosojos—.Noloolvides:noestássolo.

Nohemospodidosalvarla.—Supongoquealguienhadeirdetrásdelosmalos,¿no?—Sí…Llevo una eternidad sin tomarme un solo día libre.Y sé que tú

jamásdescansas. ¿Y sabesporqué?Porquenuestro reposo lesdaventaja aaquellos quematan a personas inocentes.Y lo sabemos.Y ese hecho evitaquepodamosdetenernuestroavance;puesdehacerlo,resultaríaunaangustiamayor.

«Cuantarazón…Somosloquesomosynopodemosdejardeserlo».—Apropósito.Todavíanoheleídoelinforme.—En laguantera. Ibaadárteloahoramismo…Seme fuede la cabeza,

demasiadascosas.Yestecaso…mehacesentirinútil,laverdad.—Lascircunstanciastemantienenalmargen,noestuculpa.—Losé.Aunasí…lasensación…—¿Hayalgo?—preguntéalzandoeldocumento.—Un vecino dice haberla visto subir a una furgoneta gris. Cree que la

arrastraronasuinteriorporlafuerza.Peroelentrevistado,comoverás,esunhombreconproblemasmentales…Asíque…

«Notenemosnada».

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—¿Cuántohacequenovisitasatuspadres?—UnosquincemesesquenopisoParís.—Nodeberíasdejarpasartantotiempo.—Losé…Peromeremitoalodichohaceunossegundos:noencuentroel

momento.—Yameencargaréyodequeloencuentres.—¿Ah,sí?Asentímientraselladibujabaunasonrisaqueapreciécansada.—Y cambiando de tema… —dije entretanto pasaba ante mis ojos las

cincopáginasdeldocumento—.Meganteinvitaacenarestanoche.Dicequenecesitaunavozfemenina.Ylaverdad,estásufriendoinjustamenteporesteasunto.

—Sí,claro.¿Despuésdelentierro?—Medioelpésameconungesto—.Hehabladocontuhermanahaceunrato.

—Sí…NosdatiempoyaMeganleharábientupresencia.Sabesqueteadora.

—Yyoaella.PerosoloirésipreparastufamosaFonduedequeso.—Meguiñóelojo—.Depensarlosemehacelabocaagua…

—¿Túconhambre?—preguntésarcásticoyretórico.—¿Haytratoono?—D’accord.

Loesperadollegómientraslesexplicabaloocurrido.Eltiempopasócasienun suspiro entretanto Jo y Carter escuchabanmi exposición atentos a cadadetalle, cuando una llamada anónima nos dio de nuevo esperanzas dedescubrir,darconelculpabledeesehallazgoqueesperabaa lasafuerasdeNuevaYork.

«¿La ha tirado a un pozo?—cavilé tras informarnos del “inesperado”mensajetelefónico—.Seráhijodeputa.Allínohaylagos…».

Coordenadas y una simple frase: «Hallarán a Alison Avner bañándoseentreeltrigo».

—Si va a estar allí… daremos con él —aseguró Carter ya en elaparcamientosubterráneodelacomisaría,entrandoensucoche—.Porfuerzahadeseralguiendelcuerpo.

Me ajusté el cinturón descansando mi cuerpo fatigado en el cómodoasientodelForddemicompañera.Yapuntoestuvededormirmeduranteel

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recorrido.«Buenachica—penséalsentirunintensopinchazoenlamuñeca—.Me

mantienesdespiertoyalerta».

Me detuve un instante a contemplar lo que se divisaba ante nosotros: uncampodondeantañolamiessealzabaevitando,incluso,apreciarelhorizonte,pero que la guadaña—omás bien, supongo, unamáquina—, había segadohastapropiciarelterrenocolorpajizo—nuncamejordicho—,quesealargabaanuestrospies.Denuevoimaginéaquelpedazodetierracomouncúmulodeafiladas punzas doradas; elmundo parecía dispuesto amortificarme a cadainstante.Mis pies avanzaron sobre las gramíneas y semillas desparramadastraslacosecha.Anduvehaciaelresaltedepiedragrisavistadoenelcentrodeaquelmantoáureo;dentroaguardabaelcuerpodeAlison.

—Tomad los datos de todo el mundo—demandé entre Jo y Carter aladvertirelampliocontingentealrededordelpozo.

—Tranquilo, todo está dispuesto. Les investigaremos minuciosamente.Peroestomeresultademasiadoextraño.Alamayoríalesconozcodesdehaceaños,yporcasitodospondríalamanoenelfuego.

Elnegrode los trajesdestacabaenmediodelamarilloyelazul.Undíadespejadoyapacible,sinvientoniamenazantesnubesnegras:día«perfecto»paraexaminarelcadáverdeunajoven.

«Estovoyarevivirlohastalasaciedad—penséyacercadelhervidero».Dos agentes se acercaron a nuestra posición al tiempo que un buzo se

disponíaabajarporelagujeroconstruidoparalareservadeaguasubterránea.—Buenos días—saludaron al unísono. Un hombre alto y delgado con

perillayotromásbajoyrechoncho—.Venimosaofrecernuestrorespaldo.—¿FBI.?—preguntésindesviarlamiradadelhombreenneoprenoquese

colocabaunarnés,asuvezenganchadoaunmosquetónclavadoenlapareddelpozo.

Asintieron.—No querría que fuera así, se los aseguro, y agradezco mucho su

ofrecimiento,peroelhijodeputaquehalanzadouncadáverahídentropuedehacerlohastaencuatroocasionesmás.Lohadejadobienclaro:esunasuntoprivado entre él y yo.Uno de esos extraños casos en los que la tecnologíaqueda relegada a un segundo plano.De nada nos va a servir encontrarle si

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antes mueren sus rehenes. Quizá más adelante les requiera, pero si entranahoraenlainvestigación…nomehagoresponsabledeloquepuedaocurrir.Miconcienciaestáyasaturada,¿entienden?

—Todossabemosdesubuenhacer,agenteSullivan—dijoelflaco—.Sicree que lo apropiado es seguir como hasta ahora, así será.—Se dirigió alcomisario—. Solo manténganos al tanto, por favor. Si aumentan losasesinatosserádifícilcontenerlosánimos.Perodemomento,siasílodeseanyporqueesusted—memiró—,lodejaremoscomoestá.

—Denloporhecho—garantizóCarter.«Mismanosestáncansadasyadesoportartantopeso».

—¡Elotroarnés!—seescuchódesdeelinteriordeaquelmalditoagujero—.¡Estáenelfondo!

Comounniño que juega al escondite y saca recelosomedia cabecita de suescondrijo,apareció.

«Ya no habrá divertimentos para ella —pensé con el corazón en unpuño».

Primeroasomósucabelloyalimpiodesangre;nisiquierapudeapreciarelboquete de su cabeza. Surgió de la oscuridad ladeada, constreñida por esearnésquelepresionabalaentrepiernayelevabacomosilohicieraenbrazosdel mismísimo ángel de la muerte. Finos fluidos resbalaban por su pielmorada y agrietada, formandobajo su cuerpouna acuosa catarata sazonadaconlodoysedimentos.Vestíauncamisónblancoquesepegabaacadaunadesuscurvas,dejandovislumbrarsuhermosafigurayelvellosobresumontedeVenus.«¿Quétehanhecho,Alison?».Contemplésurostroyporprimeravezenmi vida lloré ante una víctima. Aunque en realidad, solo pude expulsarlágrimas. Jomemiróde soslayomientrasyopermanecíacaraacaracon lainjustamenteajusticiada.

—Lepillaremos.Pagaráporesto.Ledilaespaldaignorandoelcomentariodemicompañeraparanovolver

averjamásaAlison;larecordaríahastaelfindemisdías.—Lacoartadadetodos—lesusurréaCarteracercandomibocaasuoído

—.Delosúltimosdosdíasalasoncedelanoche.Quierodosgrupos:losquepuedandemostrarlaylosqueno.

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—Empezaré ahoramismo.Deberías descansar. Se ve a la legua que noestásenóptimascondiciones.Sabesquenomegustahacerde jefecontigo,peroestavezesunaorden.Teavisarécuandotengaelinforme.Notardará.

—Vámonos,Jo,aquínohaynadamásquehacer.Llévameacasa,voyaintentaralgo.Nopiensoquedarmedebrazoscruzadoshastalasonce.

Debíaintentarlo:ganartiempocomofueraaunquesupieraqueélintuiríamijugada.Asíqueunavezencasacliquéporterceravezsobreeliconodellobo,conlaintencióndepenetrarensuguaridaadeshoras.

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CAPÍTULO12

AMENOSDEUNPALMOESTÁS

Nada.Insistísubiendoybajandoeldedoíndiceconlamanobienaferradaalratón,enuncrescendoimpetuosoqueacariciabalodemente.Nada.Mesentítentado de lanzar el dispositivo contra el televisor y patearlo hastadestrozarmelaspiernas.

Nuncaantesmehabía encontradoenuna tesitura semejante.Víctimasyunasesinoalqueperseguir:mitrabajohabitual.Masaquelcasosealejabadedichos parámetros: las muertes estaban todavía por efectuarse. Y esopropiciaba una mayor presión. Notaba cómo me desgastaba poco a poco,cómo las fuerzas abandonaban mi organismo a pasos agigantados y eldecaimiento corroía cada centímetro de mis huesos. Pero como dijo micompañera, no gozábamos del derecho a descansar; las vidas de otrosdependían de nuestra incesante lucha. Y sí, podían ralentizarme—negarloresultaría absurdo—; pero no existía declive capaz de frenar a JaydenSullivan.

«¿Soyparaélunsimpleelemento,unaetapanecesariaparaalcanzarunfin,undeseo?—penséalbergandoesperanzasqueal instanteseesfumaban,subiendo y bajando como unamontaña rusa—.¿Ohay algomás tras todoesteembrollo?Ciertoesquedetentoelperfilidóneoparaloquepretende.Eléxitoprofesionalmehaabocadoaestasituacióny,alfinyalcabo,midonhasidoelculpabledesuelección.Todoseremontaaldíademinacimientoyelhaberlo hecho dotado de una mente excepcional. Mi cualidad afloró almundoparaayudaralprójimo,yparecequeacambiodeese“presente”,suportadorhadepagarconeldesasosiegoy laopresiónconstante.Yante loacontecido, loqueacontecey temoacontecerá,nopuedomásquepresentirun destino funesto, un final desolador y lacerante para mí. Me invade lasensación de ser la última pieza de un puzle a punto de rematarse. Y mepregunto… ¿De arder, sabrás renacer de tus propias cenizas como el AveFénix,detective?».

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Enfrascado en desvaríos sentí ganas de orinar. Me dirigí al servicio.Apenasanduvedospasos,escuchéun«psst,psst»amiespalda.

—Nosonhoras,detective.

Me aguanté las ganas de mear —la ocasión lo merecía—, y me senté denuevoanteelordenador.Mismahabitacióndesiempre,peroestavez,lasillade metal estaba vacía. También advertí que las paredes que Alison habíamanchadoconsusangre,relucíanblancascomolaprimeravez.

—Lavidaestáplagadadeimprevistos,¿sabe?—explicónadamásestuveposicionado ante lawebcam—.Y no podemos lloriquear cada vez que nosponen la zancadilla, ¿no cree, detective? Atienda a esta reflexión delmagníficoAlejandroDumas:«Nohayventuranidesgraciaenelmundo,sinola comparación de un estado con otro, he ahí todo. Solo el que haexperimentadoelcolmodel infortuniopuedesentir la felicidadsuprema.Esprecisohaberqueridomorir,amigomío,parasabercuánbuenayhermosaeslavida».Hayquesuperarlasadversidadesparaaprenderavalorarlafortuna.Asíque…quizálapruebaalaqueestásometido,lesirvaalapostrecomounaprendizajedevidamás.Quizátrasnuestro«affaire»,nuncavuelvasaserelmismo,detective.

Igual se dirigía a mí de «tú» que de «usted»: claro síntoma de suinestabilidad.

—Escuche usted esta, de Facundo Cabral—dije remarcando la palabra«usted», unpocodevueltade todo—:«Yqueno te confundanunospocoshomicidasysuicidas,elbienesmayoríaperonosenotaporqueessilencioso.Una bomba hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba quedestruya hay millones de caricias que alimentan la vida». El bien siemprebuscalamaneradeabrirsecamino,«loboferoz».

—¿Usted cree? Podría darle mil ejemplos del mal triunfando contra elbien.

—Casosaislados.Lasociedadserigeporunasleyes,armapredominanteantetiposdesucalaña.Segúnestas,ustedesunserdeleznable,yahíresideeltriunfo del bien contra el mal. Obrar fuera de dicha legislación estácondenado. Sus actos se castigarán con una más que merecida cadenaperpetua;yoleadjudicaríalapenacapitalsinpestañear.Elbienabundayelmalessoloelrefugiodeindeseablesytarados.

Meaplaudió.

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—¿Algomás?—No.Estodo.—Mehaencantadocharlar,deverdad,peronovuelvasallamarmefuera

delashorasprefijadas,olasmatarésinpestañear.Meguiñóelojoycortólatransmisión.

Trasescucharsuspalabrasentendíqueantesinclusodequepidieraloquepretendía,sabíaloqueibaademandar.Porellonoleofrecílasatisfaccióndeatenderamiruego;noibaadarmetregua.

«Sabedelamuertedemimadreyhaintuidocualibaasermidemanda,el motivo de la “improcedente” conexión. Se adelanta incluso a misintenciones».

Todosconocíanmiprofesiónynadiejuzgó—oesopensé—,quellegaramásbienjustoalentierro.Acompañadodemihijaymicompañera—noconcebíamejor apoyo—, accedí al recinto. Encontré allí a Rotze y a Helen, y a unsinfínde familiarescercanos.Tambiénmuchos«conocidos»con losquenotratabadesdehacíaaños;sibien,yolesrecordabacomosilohubierahechoeldía anterior. Saludé a mi hermana y a mi exmujer con escasas ganas derelacionarmeconnadie.Lojusto:recibirpésamesyagradecerelgesto.Perosímehizoespecial ilusión tropezarconelSheriffCollins,ya jubilado,peroqueseguíatanimponentecomoantaño.LeacompañabaSusandelbrazo.Meseñaló con el dedo índice agitándolo sonriente: «Eres grande, JaydenSullivan», dijo justo antes de estrecharmimano y darme un fuerte abrazo.Tanimpetuoso,quemimuñecaseresintiónotablemente.

—Losientomucho,hijo—mesusurrócariñosoaloído.—Losé,Sheriff.Me miró condescendiente, quizá porque solo nosotros sabíamos que

siempre se es un agente de la ley, pormucho que no puedamostrarse unaplacaounaestrelladorada;laleysellevaenlasangre.

El coche fúnebre aparcó ante la puerta del camposanto. Mi madre noquisomisa alguna.Al igual que su hijo no era devota de curas ni iglesias.Perosílofuemipadre,yellasiemprequisodescansarasulado.

Los hombros de cinco allegados y el mío sustentaron el peso de miprogenitora más el del ataúd cerezo que daría cobijo a sus huesos bajo la

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tierra. Quise hacerlo aun con el hándicap que suponía tener un brazoescayolado.

«Amenosdeunpalmoestásdemí,mamá,yescomosi te tuvieraaunmillón de kilómetros —pensé sintiendo cómo el féretro presionaba mimúsculo trapecio—.Mas te prometo que no vas a alejarte ni unmilímetromás;teinmortalizaréenmisrecuerdosparaquesigasconmigo.Volveremosa leer junto al resguardo del fuego, a reír a orillas de aquel río quebordeamos tantas veces, a jugar a las cartas con papá, y a dejarle ganarcomo lo hacíamos antaño… Nos reuniremos en mi mente para ser unafamilia».

Pensamientos que rondaban lo ilusorio.Mas en ocasiones y sin apenasdarnos cuenta, nos hallamos conversando con nuestro «yo» espiritual eincorpóreode la formamás íntima e inimaginable: sin tapujos, sin rubores,sin temer las consecuencias… ese «yo» que aguarda dentro de lo que solopuedeverseypalparse.

«Perderélacabeza,esoesseguro.Esperorecordardóndelaextravío».Me transmitió su formadever laexistenciayyo,a suvez, lohagocon

Megan.Meenseñóanomedir el tiempoenaños, sinoenmomentos.«Haypersonasquerespirancienabrilesyenrealidadnohanvividomásdediez»,decía.Disfrutóde la vida como si cada segundo fuera el último.Quizáporellodespedirmedeellaresultómenosdolorosodeloesperado.

«No he sabido aplicar tu filosofía en mí, mamá… Espero que sepasperdonarme.¿Cuántosañoshabrévividorealmente?».

Unavez estuvo soterradamedespedí de todos e inicié, junto amis dosacompañantes,elregresoacasa.Atrásquedabauncementeriodelosquenoabundan,conlápidasarasdesueloycrucesclavadasenlatierra.Almacéndecuerpos: simples cimientos, nada más. Pues lo que realmente somos —muchosaseguranquealmas—,nadiesabeadóndeva.

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CAPÍTULO13

¿UNBOLSODECHANNEL?

ElascensornofuncionabaymihijayJoiniciaronunacarreraescalerasarribatirándose de la ropa y empujándose con la intención de ser la primera enalcanzarlapuertademipiso.

«Soncomoniñas—pensémirándomelospies;sesentaytrespeldañoslesquedabanhasta lacima—.Una loesy laotra…esotrapreciosa jovencita,que obviamente, no recuerda al agente apostado en la entrada. Meencantaríaversucaracuandohaciendocomoestáelpayaso,seloencuentredecara».

Sonreí al tiempo que noté vibrar el bolsillo demi chaqué: el comisarioCarter.Contesté:

—Dime.—Comotedije,todostienenbiencubiertaslasespaldas.Ningunodelos

agentes juntoaaquelpozopudoserelculpabledeloquehabíadentro.Sonpadresdefamilia,Jayden,yestabantodosconsushijosyesposascuandolaasesinaron. Ese tipo te estámintiendo. Esperaremos los acontecimientos deesta noche, pero si se produce una nueva muerte, habrá que buscar otroscaminos.

—Deacuerdo.—Enmidespachoalas…—Hoypodrádormir agusto.«Yacargaré yocon todo, como siempre».

Buscarésolucionessiocurre loqueme temo,oalmenos, lo intentaréhastaalcanzarelamanecer.

—Deberíasprocurardormir.—Loquenoentiendoescómoustedpuedehacerlo.Colguédeformabrusca.

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—¿Te ayudo? —se ofreció Jo consciente de mi estado no óptimo paracocinar.

—Me apaño con una mano. Ve con Megan. Coge algo de beber ypreparadlamesa,porfavor.

—Esoestáhecho.Abriólaneveraysacóunrefrescoparamihija.Ellasesirvióunacopade

vinoblanco.—¿Quieres?—dijopasándomeellíquidoantelanariz.Elaromameavivó

lased.—Sí,gracias.Vertióelcaldoenunvaso—porlovisto,micategoríanoalcanzabapara

unacopa—,loposósobrelaencimerademármolysemarchóalcomedor.Gestando mi famosa Fondue de queso escuchaba sus voces de fondo.

Ropa,películas,series,librosy…¿chicos?«Nomelaperviertas,Jo».—MiraloquemeharegaladoMike.—¡Nomelopuedocreer!¿Esauténtico?—Porsupuesto.«¿QuiénesesejodidoMike?¿Meestánvacilandoapropósito?».Noaguanté lapresión.Apagué los fogonesysalíalencuentrode«mis»

chicas.—Ejem…—dijedesdelapuerta—.¿QuiénesMike?—Adiós—espetóJoconlasmanosenlacabeza—.Nomegustaríaestar

ahoramismoentupellejo,bonita.Megan efectuó una forzada sonrisa; lo que comúnmente se denomina

«estarentrelaespadaylapared».«Noseastonta.Nomeengañes.Nopuedes».—Unamigo—contestósuperadalatensióninicial.«Mentira».—Eh… —Me acaricié el mentón de forma cómica mientras ponía

«morritos»—.Podríadecirtealmenostresgestosquedelatantutrola.Intentarevadirlaverdadantemíesinútil,hijamía.

—Estoseponeinteresante—musitómicompañeraacomodándosecomoelqueestáapuntodeverunapelículaenelcine.Creoqueinclusoechódemenosunbuenboldepalomitas—.Yescierto:tupadreesunamaestroenelartededestaparengaños.

—Si eso ya lo sé… —murmuró cabizbaja—. Hasta le he puesto unnombrede…

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Se detuvo justo a tiempo.Mi compañera pareció no atender a lo que apuntoestuvodesoplarsindarsecuenta.

«Labocacerrada,porDios…esnuestrosecreto».—Trae ese bolso, anda —le ordené alzando el único brazo del que

disponía.Pusoelasaenmimano,dubitativa.—¿¡Channel!?¿¡Unamigoteregalaunbolsodemildólares!?«Yencimaesoriginal».—Esminovio.Yaestá,yalohedicho.Nocreoqueseaundelitotenerlo,

¿no?Unsudor fríome recorrió laespalda.«Lamadrequemeparió.Sehace

mayorynimeestoyenterando».—Enesta casa…sí.—Intentaba aguantar la risa, pero a duras penas lo

conseguía.Laverdadesquehacíamuchotiempoquenomedesinhibíaasí,yel tenerlas a las dos juntas obró lo que ya creía casi imposible: relajarme.Aunque también he de admitir, que ese sudor frío seguía transitándome elreverso—.QuieroconoceraesetalMike.

—¡¿Paraqué?!—¡Puesparaquévaaser!¡Parapegarleuntiro!Una sonora risotada salió de la boca de Jo, que incluso aplaudió

desparramándoseensuasiento.—¡Papá…!—quejumbróMeganpataleando—.¡Dejadehacereltonto!Yentoncesfuecuandolostresestallamosenunacarcajadatriple.«Lodoytodoporlosdemás—meditéentretantolasveíareírdichosas—,

ynuncatehepedidonada;niunmíseroruegoacambiodemisacrificio.—Fijé mis pupilas en las de mi compañera, que seguía desternillándose alunísonoconmihija—.Ytrastantopadecer,hoyvaallegarmisúplica,vida:lasquieroaquísiempreconmigo».

Muchos imaginan el bienestar como un estado provocado por lamanca depobreza, enfermedad o soledad. Si nos ceñíamos a los hechos, yo poseíadinero,saludyamor.¿Quémefaltaba?¿Unamordepareja?Omesobrabaalgo.En lamayor,mi conclusión solía ser siempre lamisma:me impedíanalcanzarlafelicidadtiposcomo«elloboferoz».

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Lacenaresultótodounéxito.Pero«lahora»seacercaba.Conunamiradame bastó para alertar a Jo, que se despidió deMegan y se ausentó con elrostro compungido; sabía lo que me esperaba a las once. La siguiente enabandonarlamesafuelaconfinadaensucuartoporterceravez.

«Se lo compensaré de algúnmodo.Quizá al final nomate a ese noviosuyo…—sonreíantemispensamientos,muycansado».Yesperéhastaqueseabriólaveda:11:00.

El asesino confeso apareció al lado deMargaret Clark. Se confirmabannuestrassospechastraselincidenteenStatenIsland.

La silla se le ajustaba a las caderas debido a lo voluminoso de sucomplexión.Unamujerque seguro lucióunoscarrillos sonrosadosantesdepasaramanosdel«lobo»;elmiedosueledesteñirdevitalidadlapiel.

—Buenasnoches,detective—saludócon lamanosobre la cabezade lasecuestrada:amordazada,aterrada,tensa—.Hoymeduelelaespalda.Asíqueemplazaremosnuestracharlaparamañana,¿leparece?

—Megustaríahablar.—No.Hoysolovasapresenciarunasesinato.Nisiquierahacefaltaque

entres.Serárápido.

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CAPÍTULO14

COMOUNVAMPIROSEDIENTODESANGRE

Haciendocasoomisoasuspalabras,meintrodujeen laestancia lechosa.El«lobo», arma en mano, se dirigió presto hacia Margaret presionándole elcañón de su arma en la sien. Y fue entonces cuando vi algo no visto conanterioridad.

—Stop. —Detuve la evocación y la rebobiné, reiniciándola a cámaralenta,fijandomisojosenaquelsimpledetallequealfinallofuetodo.

Hasta entonces el recuerdo había aportado novedades nulas, nadareseñablequenohubieraadvertidoprecedentemente.GraciasaSamconseguíremembrar el caso desde su inicio, desde ese paseo noctívago tras el cualempezótodo;ylomásimportante,conlaposibilidaddefocalizarconmayoranálisis.Nuncaantes lohabía logradoconun tramodevida tanamplio, sinfisuras, sin partes en blanco o inconexas. La estimulación magnéticatranscranealdiosusfrutoscomoélvaticinó.Ycomotambiénpredijo,facultóquepercibieraloquenoconseguíentiemporeal:lapruebadefinitiva.

Meincorporédelacamillaantelaasombradacaradelpsicólogocomounvampiroloharíadesuataúdreclamadoporunadescontroladaseddesangre.

—Lotengo.

UNASHORASANTES…

Apretóelgatilloyestavezlossesosdelamujerresbalaronporlaparedasuderecha.MargaretClarkmurió en el acto.Y la emisión se cortó al instanteexpulsándome de aquel esbozo mental habitado durante apenas diezsegundos. Y un arrebato de cólera me privó del control de mi propio ser.

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Lancéelportátilcontralaparedymealcéestampándolounayotravezcontrael suelo, hasta quedar con su maltrecha pantalla en la mano. Me miré laescayolayapreté losdientesal tiempoque lagolpeaba fracturandoelyeso.Terminéde«descascarillar»mibrazoabasedetirones,enajenado,pasadodevueltas…Yanteelsúbitoesfuerzocaídeespaldasmareado,impregnadoensufrimiento. Jadeando panza arriba contemplé el techo de mi cuarto y mitraicioneramenteno tardó en transfigurarlo, enmancharlo con la sangredeAlison.

«No lograré detenerle —pensé con la mirada abismada en aquellassalpicadurasrojas—.Nohayfisurasnicabossueltos;nodejaescaparrastroalgunoquehusmear.Yesafaltadepistasmeconviertenenunperrodecazasinolfato:unanimalinútil».

Entretanto me hundía en frustración, fui recordando algunas de las«perlas»dichasporeselocoquememanteníaenjaque:

«Ahíhasdebasartusesperanzas,detective:enelhechodequenadaesimposible».

«No busques más allá de estos encuentros; no pierdas el tiempoinvestigando a mis futuras víctimas, no hallarás nada; y no te atrevas aacudiranuestracitaacompañado,opagaráslasconsecuencias».

«Ledoymipalabra:siobtieneminombre,meentregaré».«Apartirdedichodescubrimiento…:cuatronoches;cuatromuertes».Unnúmeroingentederetóricabaratadesfilópormicabeza.Mas,solouna

deesasfrasesdioalasparavolar,alentóaseguirluchando:«Nobusquesmásalládeestosencuentros».

Ydecidí,comoúltimoydesesperadorecurso,hacerloquerecomendaba«elloboferoz»:recordarcomonohabíarecordadonunca.

—Sam,necesitoverteentuconsulta.Untemadevitalimportancia.—Claro,Jay.¿Allíenunahora?—Perfecto.

Manhattan lucía inmensa cuando la noche se apoderaba de ella.Combinacionessimétricasquevariabantalcualmeacercabaoalejabaasuslucesyreflejos.«Siahoraaceleraraalmáximo,todosetornaríaenunsinfíndelíneasdecolorquesealargaríansinuntérminodivisable:rojas,amarillas

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yblancas,predominantemente.—Entrecerrélosojosydifuminéelpanoramaquemeenvolvía—.Comomiraratravésdeuncaleidoscopio».

Esperaba luciendo un abrigo negro que le arropaba hasta las orejas; aaquellashoras,elfríoempezabaahacermella.

—¿Ylaescayola?—preguntócuandoestuveasulado.—Laescayolasehaidoatomarporculo.Ensu lugarmehabíacolocadounamuñequeraquenoservíademucho,

perolamanteníafija.¿Eldolor?Digamosqueibamásdopadoqueuncaballodecarreras.

—Subamos.Yme explicas lo que hayas de explicar a una temperaturadecente.

—Bien.Vamos.Puso el calefactor a tal potencia, que en apenas cinco minutos me

sobrabanhastaloscalzoncillos.—Putofrío—mencionóyasentadotrassumesadedespacho—.Di.¿Qué

haocurrido?—¿Recuerdas al cabrón egocéntrico?—Asintió pausado—. Pues de no

hacer nada, se va a salir con la suya. Ya ha ejecutado a dos mujeres y sicumplesusamenazas,mataráatresmás.Ynopuedoconsentirlo.

—¿Yquépropones?—Como sabes, soy capaz de revivir momentos pasados. Pero mis

capacidades solo permiten hacerlo con espacios de tiempo limitados: unamañana,unatarde…horas.Ynopuedorendirmesinantesgastarelcartuchoquemequedaenlarecámara.Alrecordarporfragmentos,pierdoextensionesde tiempo.Lo que necesito es reconstruir el caso de principio a fin.Algúntipo demecanismo, droga… lo que sea; algo que potenciemi don, quemehaga evocar mayores tramos y con mayor precisión. —Sam se mantuvoreflexivouninstante—.Dimequepuedes.

—Loquetediré,esquealmenosvamosaintentarlo.

—Ahoravoyaponermedidáctico.Atiende—dijoconlamiradaafianzadaenla mía—. Estimulación magnética transcraneal: forma no invasiva de«avivar» la corteza cerebral. Generalmente se usa para el tratamiento dediversospadecimientosytrastornosneuropsiquiátricosyaunque,digamos,setrata de un sistemamásbien experimental, hoy endía se sabequeproduce

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efectos neuroprotectores que ayudan, al menos temporalmente, a personasafectadas por enfermedades neurológicas degenerativas como la esclerosismúltiple, elmal de Parkinson y la enfermedad deAlzheimer, y que incidetambiénmuyfavorablementeen lamodulaciónde laplasticidadcerebral—capacidad del cerebro para renovar o reconectar circuitos neuronales—, y,conello,adquirirnuevashabilidadesydestrezas,comopreservarlamemoria.

—¿Ycómofuncionadichoproceso?—Tecolocoun transductorsobreel lugarquesequiereestimular,en tu

caso,elhipocampo:interiordelapartemedialointernadellóbulotemporal,bajolasuperficiecortical.Noseráfácil,perointentaréenfocarlomejorquesepa.Terecomiendonointerrumpirlarememoraciónanoserqueencuentresalgo.Siloquepretendesesnoperderintervalosdetiempo,empiezaysiguehastaelfinal.Además,nuncasesabedóndepuedeaparecerunapista,¿no?

—¿Ytienesuntransductordeesos?—Puesdalacasualidadquesí.—Yentonces,¿quéhacemosaquíperdiendoeltiempo?Samejecutóunamediasonrisaqueyo interpretécomoun:«no teandas

conmediastintas,¿eh,detective?».—¿Nisiquieravasapreguntarporlosefectossecundarios?«Elúnicoefectosecundarioquemepreocupaesperder».—No, amigo. Un sabueso no vacila ante un indicio. —Me levanté

impetuosoyélhizo lomismotodavíasonriente—.Eshoraderastrearenelpasado.

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CAPÍTULO15

TRASLAESTIMULACIÓNMAGNÉTICATRANSCRANEAL

—Lotengo.—¿Hafuncionado?—preguntóSamimpaciente.—Y tanto que sí. Como… ¿tener un tercer ojo? —expliqué

experimentandounlevedolordecabeza—.¿Leerdospáginasdeunlibroalmismotiempo?Difícildeexplicar.

—Fantástico.Todavía sobre la camilla y sintiéndome profundamente emocionado, le

señalémichaqueta.Melaentregóyextrajeapresuradoelmóvildelbolsilloderecho.Marqué.

—Dímelo,Jay.Carter, a tenor de su impetuosa contestación, pareció captar mi estado

anímicoatravésdelasondas.—Séqueprometínomolestarhoy…perotengoalgo.Hevistoalgo,más

bien.—Sabíaquelolograrías.—Noadelantemosacontecimientos.—¿Yquéhasvistoexactamente?—En su despacho en media hora. Allí le explico. Y consígame un

intérpretedellenguajedesignos.—Daloporhecho.Conozcoaalguien…voyahacerunpardellamadas.

Nosvemosenunrato.Noseríacapaz—sinretroceder,porsupuesto—,decontartodaslasveces

que suspiré aquel día que apenas empezaba a clarecer. Al fin un atisbo deoptimismo.Al igual que el alba se acercabamás allá de las ventanas de laconsulta,micuerpodespuntócomoelsol loharía traselhorizonte.Rebrotédeesepesarquetiempollevabasinsimienteenmisadentros;mealimentédelaesperanzaparaproseguir.

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Eltríohabitualdenuevoreunidoeneldespachodesiempre:Jo,Carteryunservidor.Peroenestaocasión,nosacompañabaunajovenpolicía,Stephanie,de hermano sordomudo. Tras las presentaciones de rigor, me senté en unasillasemejantea laquesustentóelpesodeMargaretClarkcuandodejóesemensajequeapuntoestábamos—oesaesperanzaalbergaba—,dedescifrar.

—Bien —dije dispuesto a imitar lo que vi—. Dime qué dicen. —Meseñaléconelmentónlosdorsosdelasmanos.

Stephanieasintióyyolasmovítalcuallohizolarecientementefallecida.Comosupongoyahabréisdeducido,Margaret también teníaensufamiliaaundiscapacitadoauditivoyvocal.

—Es una dirección en Little Italy, el Bronx —aseguró la joven trasobservarmismovimientosmanuales—:AvenidaHugues,nº2012.

Melevantéyabracéatodoslospresentes.LedilasgraciasaStephanieymedirigíhaciaelcomisario:

—Hagaustedloshonores:dígamesunombre.Sesentóanteelordenadorybuscóenlabasededatosdelajefatura.—No hay ninguna duda—musitó enfático—, la casa la habita un solo

inquilino:MasonCookColeman.«Tetengo,hijodeputa».No sería capaz de describir la inmensa satisfacción que sentí en aquel

instante;sinduda,unbuenmomentoalquevolver.«Les hizo un regalo a las tres chicas que, quien sabe, quizá conoció

durantesucautiverio—pensé trasconfirmarseeléxito—.Unactodeamordesinteresado;noquiso irse sinantes intentar salvarlas.Y lo logró.Bravo,Margaret».

—¿Yahoraqué?—preguntóCarterunavezeltríohabitualvolvíaaestarasolas—.Tenemossudomicilio…podemosatraparle.

—No.Llegadosaestepuntohemosdeesperara lasonce.Si intentamosarrestarleestaremosarriesgandovidas.Cumpliráconsupartedel trato;si ledemuestroqueheganado,seentregará.

—Sinofuerastú…¡Joder,esunputoasesino!—Noleestoypidiendoqueconfíeenél;leestoypidiendoqueconfíeen

mí.—Esosabesquelohagoapiesjuntillas.—Entonces demehastamañana y le entregaré al talMason y a las tres

chicas,sanasysalvas.

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—Mantenteencontactoconmigoentodomomento.Encuantoletengas,llámame de inmediato.Mantendré esta reunión en secreto hasta que des laordendehacerlooficial.

—Gracias, jefe. —Le estreché la mano con convicción—. Y ahoravayamos a investigar a ese hijo de perra. Estoy deseando arrancarle lamáscara.Queelasesinosemuestre.

Muchasveces imaginamos las faccionesdealguienquenuncahemosvisto;en raras ocasiones, lo figurado se acerca a la realidad. El rostro deMasonCooknofueunaexcepción.Unacicatrizespeluznante lecruzaba lacaradeizquierda a derecha, desde la ceja hasta el rabillo del labio, semejandocercenarlelanariz.Mimenteleperfilótraslacaretadelobomuchomásviejoy, por qué no decirlo, feo. Aunque luciera aquella escalofriante marca, semostrabaunhombreatractivo,morenoydepeloliso,largohastaelcuello.SihubieranecesitadoelnuevosistemadedetecciónderostrosdeScott,sindudale habría adjudicado parecido al actor—no recuerdo su nombre—, que davidaaJohnNieveenlaserieJuegodeTronos.

Dadosudominiodelainformática,dedujequeloextraídodelasbasesnoresultaba fiable. Supuse que se habría adjudicado una identidad falsa;principalmente,unpasadoyunnombre.Loquesíresultabairrefutable,eraellugardondeseescondía:nº2012delaAvenidaHugues.Unhombrecorrienteque faenaba de estibador en el puerto de Newark, soltero y sin hijos, depadres fallecidos y con un único familiar vivo: su hermana Madeleine,residente en Sidney. Aunque quizá aquello tampoco fuera cierto. Enresumidascuentas,unapersonacorrientequenoconocíadenada;ycomoyasabéis,amínosemeolvidanadie.

«¿Un simple loco con delirios de grandeza?»—cavilé abandonando lacomisaría.

Notardaríaenaveriguarlo.

«La dicha no se aprecia—pensé conduciendo de vuelta a casa con Jo decopiloto—, si antes no se ha saboreado el padecimiento. Ya lo dijo eldesgraciado de Mason Cook, también conocido en sus foros más íntimoscomo“el lobo feroz”»—recordéguasónentredivagaciones, feliz, animado

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—:«Hayquesuperar lasadversidadesparaaprenderavalorar la fortuna.Asíque…quizálapruebaalaqueestásometido,lesirvaalapostrecomounaprendizajedevidamás.Quizátrasnuestro“affaire”,nuncavuelvasaserelmismo».

Ynolefaltabarazón.Trasacariciarlacalamidadunonovuelveaserelmismo.Lavidaesunaevoluciónconstante.Nosvamostransformandodesdeeldíadenuestronacimientohastaeldelúltimoadiós;yaquelcaso,sinduda,resultóenunantesyundespués.

Puesamílaruinanomeacarició;meabofeteóapasionadamente.

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CAPÍTULO16

LAÚLTIMACONEXIÓN

—Tequiero—ledijeentretantoellaabríalapuerta.Nisiquieraséporquélohice.Talvezmeempujóahacerlo laemocióndelmomento, la satisfacciónante un trabajo bien hecho, la animación al haber salvado tres vidas… lafelicidad al fin y al cabo.Pero aquellas dos palabras seme escaparon;masellanosupointerpretarlas.

—Eso ya lo sé—contestó como quien lee la lista de la compra—.Yotambiéntequiero.

«Enrealidaderaun…“teamo”».—VoyacontarlelasbuenasnoticiasaMegan.—Sí, anda, arranca antes de ponerte melancólico. El subidón del éxito

siempreteenrarece.Yovoyadescansarunrato,estoymolida.—Puesatitedejaigualdeborde,laverdad—concluíjustoantesdeque

cerraray,atravésdelcristal,mesacaralalengua.«Túvemostrandoasílasinhueso…—pensésintiéndomeellívidoporla

nubes—,quecualquierdíatelaarrancoamordiscos».

Cuando entré en mi piso anduve directo al servicio; necesitabadesfogarme.Llevabadías sinhacerloymeapetecía celebrar los recientesyfavorables acontecimientos. Una vez estuve sentado en el retrete con lospantalonesyloscalzoncillosalaalturadelostobillos,hiceloquetantasotrasveces:retrocederhastaunrecuerdosexual.Yaquellavez,meapetecióvolvera«follar»conRotze.

Eldocedeagostodelañodosmilsiete,sobrelascincodelatarde,enlacama.Fuidirectoa laparteen laqueestandoellaacuatropatas, leatizabapor detrás entretanto su espalda y su fina cintura se contorneaban antemismuslos,golpeadosporsusnalgasymimano,tirándoledelpelo,meacercabasu boca a los labios… Casi podía sentir la piel de mi órgano copuladordeslizándosealrededordemiglande.Notardéencorrermesinsiquierausarlasmanos.

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Lapuertaentreabiertadejabaescaparlatenueluzdelinteriordelahabitacióndemihija.Laabríapenasunpalmo,lojustoparaquesemevieralacara.Nomevio.LaencontrésobresucamaleyendoensudispositivoKindle.

—¿Quélees,cielo?Giróelrostroenmidirección,nodemasiadosorprendida.—Ah,hola,papá,¿yaestásaquí?EstoyleyendolanovelaShambhala,de

laautoraMartaMartínGirón.Demomentomeestágustandomucho.—Ah,muybien.Hevenidoaacostarmehasta lahorade lacena.Llevo

díasdurmiendoatrechosycreoquehoypodréconciliarelsueñodeunavez.¿Ysabesqué?

—Dime.—Mañana vamos a pasar el día juntos. Tu confinamiento termina esta

noche.Digamosque…Mémorihatriunfadocontraelmal.—Leguiñéelojo.Selevantóysaltósobrelacamacomounaniñadeparvulario.—Quieroiralcine—requiriósindejardebotar—,acomeraWendy’s,al

centrocomercial,apasearporelpuertoy…luegoquieroentrenarcuerpoymenteconmipadreelsuperhéroe,¿deacuerdo?

«Yoquieroesavitalidad—cavilésonriendomentalmente».—Mañana es tu día y haremos lo que te plazca. Si tienes energía para

aguantartodoeso…yoencantado.—¡Yujuuuuu…!«¿Encantado?—penséregocijadoalverlatanalegre—.Reventadovoya

acabar.Pero…sarnacongustonopica,¿no?».—Meacuesto.Levántamealasdiezypreparolacena,¿okey?—Vale.Volvíajuntarlapuertaymedirigífatigadoalacama.Conelpijamaya

puestome arropé hasta el cuello y antes de que el soporme invadiera porcompleto, pensé: «Que pases veloz, tiempo. Avanza para poder decirle sunombreyvencer».Aunque…entredichooptimismotambiénseentremezclómuchaduda:«Esperoqueseasunhombredepalabra.Caerásenmisredeshagasloquehagas,peroalbergolaesperanzadenohallarmáscadáveres.Heganadoyquierocobrarmipremio:tulibertadytresvidas».

Cenadoyconlaesperanzadequefueraporúltimavez,enviéaMeganasucuarto;apenascincominutosantesdelaesperadaconexión.

Yeltiempopasódespacio.Superéaquelcortolapsodevidaobservandoelpunterodelrelojmudardeunnúmeroaotro,hastasituarselaagujalarga

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sobreeldoceylacortaasuderecha.Ycliquésobreeliconodelloboconlaintencióndenovolverahacerlonuncamás.

Ycomoveníasiendohabitual,encontréloquenoesperaba.

Sentadodondeélmismohabíaejecutadoadosmujereslehallécabizbajo,sinmáscara. Su largo y liso cabello le caía por los costados de la faz,ocultándosela. Las doce cámaras instaladas en la habitación me mostrarontodos sus ángulos; y penetré. Todo seguía tan turbio como la primera y lasegundavez—laquemeotorgó lavictoria—.Hablósinmoverunápicesucuerpo:

—Un simple y minúsculo detalle puede mandar al traste el trabajo deaños.¿Porquélosgrandeslogrosrequierendetantoesfuerzoyencambio,elfracaso acude a nuestro encuentro al más mínimo despiste? Le contestaré:porquelavidanosempujaaladebacle.Hemosdelucharcontinuamenteparafrenarsuefectodestructor.Si tequedasquieto,mueresde inanición:primerhándicap que nos adjudica nada más nacer. La vida nos incita a luchar omorir.No es amiga de conformistas ni indolentes.Quien no le planta cara,acaba defenestrado. ¿Y sabes qué? Eres un auténtico guerrero, JaydenSullivan.

«Lovio».—Visteloquehizo,¿verdad?—Lovi.Ypuedoasegurartequeapretéelgatillotanrápidocomopude.Y

que recé para que no lo hubieras advertido, y tampoco lo hicieras enposterioresrevisiones.

—Quizá diste demasiadas concesiones a alguien con demasiadascapacidades.

—No,detective,no…asídebíaser.¿SabequiénfuePolPot?—preguntóantemisorpresa.

—No,nolosé.—UndictadorcamboyanoyelprincipallíderdelosJemeresRojos,desde

la génesis de estos en la década de los sesenta hasta su muerte en milnovecientosnoventayocho.Llevóacabounadrásticapolíticadereubicacióndelapoblacióndelosprincipalescentrosurbanoshaciaelcampo,dondelesobligó a cultivar la tierra o morir de inanición. Además, dio órdenes dequemarcualquierindiciodedesarrollo,maquinariaomedicamento.Alapardeestasmedidas,realizótambiénenormesmatanzasdedisientesalrégimene

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intelectuales;llegóinclusoalpuntodeasesinarporhablarunsegundoidiomaousargafas.Seleadjudicanunmillónsetecientosmilmuertos.—Sedetuvoun instante sin desviar la mirada del suelo—. Se preguntará dónde quierollegar,¿cierto?Nimásnimenosqueaotrapregunta:¿Porquénoleconocía,detective?Ypermítameunaúltimacuestiónqueleharáentenderelporquédemisacciones,deesasconcesionesyriesgosqueaseguramehanconducidoaladerrota:¿SabequiénfueAdolfHitler?

Le entendí perfectamente. «La historia solo da cobijo a los grandeslogros—pensétrassu“enseñanza”—,enesonoerra.Solodeformasublimeseaccedealaeternidad.Ydematarlassinmásyanteunperseguidorcomún,nuncalahubieraalcanzado.Unasuertequesusaltaspretensionesdelocolevayanallevarjustoalocontrario».

Levantóalfinlacabezaymostrósucicatrizalacámaraprincipal.Yonolemirabayaatravésdeella,sinoaunpalmodedistancia.Giréasualrededoryleobservédetenidamente:fuertesbrazos,anchaespalda…

—Heganado—dijesinpreámbulos—.Yquieromipremio.Cumpleconloacordado,MasonCookColeman.

—Vaadetenerme,sí,tienemipalabra.Noestoyobligadoacumplirla,cierto;masentoncesnopodríamirarmealespejocadamañana.Soyunhombredehonorysineste,nosoynada.Prefierounavidadignaenprisiónquecienenlibertadavergonzándomedemímismo.Selorepitosilevaareconfortar:medetendrá sin sufrirdañoalguno.Perono sinantesunaúltimacharla. ¿Onoquiereelporqué,elcuándo,elcómo…larazóndetodo?Puedevenirarmadoyesposarmesi lodeseay tranquiliza.Noobstante,vengasolo,o lasmatarésindudarlo.Únicamentequieroqueentiendaunacosa: cómoestandocomoestaréensusmanos,amboshabremosganado.

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CAPÍTULO17

DERUTAALAETERNIDAD

«Ambos habremos ganado—medité al tiempo quemarcaba el número delcomisario».

Palabrasquemedesconcertabanyhacíantemerlopeor.Intentéobviarlasy clasificarlas como a simple retórica de un hombre vencido. No debíaolvidar, que a resumidas cuentasme enfrentaba solo a un dementemás, unasesino como tantos otros. Pero aun así, como una enredadera venenosa eldesazónsearremolinóentremistripasyelmiedo,seacentuóenmisadentros.NotemíaporlavidadeJaydenSullivan,sinoporlasdeaquellastreschicasylasdemiMegan,miHelen,miJoe…porlapenaquelescausaríamimuerte.

—¿Quéhapasado,Jay?—Voyasuencuentro.Mehafacilitadounascoordenadasquemellevarán

aunagranjaalasafueras,cercadellugardondeencontramosaAlison.SelaspasoporWhattsApp.

—Sifuerapormí…mandaríaahoramismoalosSWAT.—Se adelanta a todosmismovimientos. Si envía al cuerpo especial, lo

único que conseguirá será tres cadáveres. ¿Es lo que quiere? Manténgasealerta,peronoactúehastamiseñal.

—¿HasavisadoaJo?—Todavíano.—Yome encargo. Seremos tu sombra.No advertirás nuestra presencia,

peroestaremosalacecho.—Osllamocuandotengalasituacióncontrolada.—Muchocuidado,Jay.Noteconfíes.—Losabe:nuncabajolaguardia.

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Las luces de mi Mustang aclaraban el estrecho y terroso camino. A bajavelocidadysiguiendolarutaprefijadaenminavegador,medirigípensativoalagranjaenlaqueesperabaMason.

La noche se dejaba estudiar sin reparos; una luna inmensa iluminaba elmaíz, el trigo, el centeno… Dejé atrás el pozo donde encontramos a laseñoritaAvner.Porel retrovisor,contempléel salientedepiedragrisdondeaqueldesalmadolalanzósinreparos,ysinpretenderlonidesearlo,larecordéemergiendodeélsuciaymojada.

«¿Latirócercadedondelaescondía?».Mimente,aligualquelasruedasquefacultabanmitraslaciónparecíano

querer dejar de girar. Frases inconexas, cavilaciones fugaces, alusiones queaparecíancomoágilesdestellos…

«Novasaganarhagasloquehagas».«Únicamente quiero que comprenda una sola cosa, detective: cómo

estandocomoestaréensusmanos,amboshabremosganado».«Tendremosmástiempoparaestudiar,¿recuerdas?».«Solonosvamoscuandosenosolvida».«Así que…quizá la pruebaa la que está sometido, le sirvaa la postre

como un aprendizaje de vida más. Quizá tras nuestro “affaire”, nuncavuelvasaserelmismo».

«¿Estásusandobientuspoderes,Mémori?».«Yotambiéntequiero…».

Yentredichasporcionesdememoria,mitransportealumbrólaentradaalagranja«LaEternidad»;unamplioycochambrosocartelasíloindicaba.

«Nosomoscapacesdeentender loeternoni lo infinito—meditéanteelletrero—.No podemos comprender un elemento sin un fin. El universo, eltiempo… Si mandáramos la vista a recorrer el cosmos, se nos haríaimposible asimilar ese viaje sin un término. ¿Y la vida? ¿Tiene ella undesenlace? ¿Concluye con la muerte? Si hoy no alcanzo el amanecer…¿habráunmañanaparamí?Creoquenuestrasalmassoncomoelcielo.Ycreoquetrasespirarporúltimavez,proseguiremosmásalládelocierto».

Frené justo cuando el inconsistente vallado que la cercaba quedó amiscostados;mediocochedentroymediofueradellugarqueescondíalaverdad.Al fondo, más allá de un camino entre campos de cultivo, aguardaba unaconstrucción igual de endeble. Una finca que a simple vista parecíaabandonada. Pero al costado de dicha edificación principal, un granero

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entreabierto dejaba escapar su luz hacia lo negro de la noche. Supuse, midestino.

Avancé por la angosta senda casi inmóvil. Mas aun sin romper apenas elsilencio,sabíaqueélmeescuchabaprosperar.DetuvemiFordyacercadeesealmacén que aparentaba llamarme con su luminaria. Me apeé y anduveexaminandolosviejostablonesquecomponíanlahacienda.

«¿Desdeaquíemitíalaseñal?—penséalzandolavistaalfirmamento—.¿Hallaré dentro la habitación blanca, las chicas? Vive en el Bronx… ¿Heaquísuguarida?¿Oestansolounlugardereunión?».

La primera pregunta se contestó cuando avisté la cima del tejadopiramidal; una alta ymoderna antena lo conquistaba.Las demás cuestionesdeberíanaguardar.Nodemasiado.

DesenfundémiGlockymeacerquéaesalíneadeluzperpendiculartraslacualesperabaMason,oesocreía.Conelarmaalzadayelcorazónexcitado,asomémediacabezaporelhuecoquedejabalapuertadoble,ymirédentro.Ledescubrí sentadoenunodeesospequeños taburetesque seutilizanparaordeñarvacas.Asualrededor,vigasymuchasbalasdeheno.Memiró.Ysugrancicatrizseclavóenmisretinas.

—Pase, detective —dijo irradiado por dos focos que coloreaban elalmacéndeamarillo—.Notengamiedo.

«Nolotengo».Accedíviolentoapuntándoleconmi9mm.Allíyasoloestábamosélyyo.

Las dudas, los miedos, los recuerdos… todo se esfumó cuando le tuvedelante.

—¡Las manos a la cabeza! —grité a paso ligero. Obedeció tranquilo,sonriente.

Leagarrélasextremidadesyselastrasladéalaespalda,esposándolo.Memiróyempezóareíracarcajadas.

—¿Tehacegracia,cabrón?Ahoraeresmío.Apartirdeaquímandoyo.Sus ojos penetraron en los míos y el rostro le mutó de la burla a la

amenaza.—Deesonada.Apártateahoramismoyescuchaloquehededecir.Ono

encontrarásjamásalaschicas.Yentoncestodoregresó:lasdudas,losmiedos,losrecuerdos…«…cómoestandocomoestaréensusmanos,amboshabremosganado».

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CAPÍTULO18

ELPORQUÉ

—Tomeasiento.Meseñalóuntabureterojodetrespatasidénticoalqueélusaba.Locogí

ymesentéenposicióncasifetal,reposandoelarmasobremirodilladerecha.La verdad: la estampa resultaba ridícula; parecíamos dos niños jugando enunaguardería.Unavezmepercibiódispuestoaescuchar,habló:

—Empezaréporelporqué.¿Leparece?—Hazloquequieras.Solo deseaba escuchar lo que tanto anhelaba decir y salir de allí hacia

comisaria,dejarleenmanosdelajusticiaydarporconcluidoelcaso.—Procedoentoncesacontarleelsucesoquenoscambiólavidaaambos:

nuestrahistoria.

—El Solmiraba ya de reojo lasmontañas tras las cuales obraría el ocaso.Anochecíaymimadredecidiósalirparaevitarlasaglomeracionesasalidasyentradasdelaautopista.Últimodíadelmesdejulioymuchosiniciabansusvacaciones.Recuerdosentirganasdeorinarjustocuandosepusoelcinturóndispuestaapartir.Nodijenada.Supusequecomosolíahacer,pararíaaestirarlaspiernasyatomarcafé.AmiladoMadeleinedormíaplácidamenteconsuositobienamarrado.Prontodejaríadeabrazarloduranteelsueño.Crecería;laniña empezaría su andadura hacia mujer. Recolocó el espejo interior para,simplemente,contemplarasusdoshijosmientrasconducía.Mesonrióyensusojospudever la pena.Supongoque ella vio lomismoen losmíos.Uncáncerseacababadellevaramipadre.—Masondetuvolalocuciónyquedópensativo un instante, asemejando abismarse en el pasado—. Le ofrecierontrabajoenla«GranManzana»ydecidióempezardecero,lejosdetodoloquelerecordabaasuamor…

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—Eraazul,¿verdad?—preguntécortandolanarración.Masonfruncióelceño.

«Sé el final de la historia —cavilé al deducir lo que iba a exponer,experimentandounainmensaaflicción—.Ylosientoenelalma».

—¿Elqué,detective?—Elcoche,¿eraazul?—Sí.Loera.Elporquésezambullóenmimentecomounmartínpescadorenlasaguas

de un lago tras su presa: punzante pico por delante, ojos cerrados… y seconfirmóloqueyaintuía:quémevinculabaalhombrequeteníadelante.

—Lopercibe,¿verdad?—preguntómohíno.—Noséquédecir…¿perdón?—Estardeyaparaclemencias,¿nocrees?—Nobuscovenganza—susurrémuybajo.—¿Qué?—Dijistequenoexistíalarepresaliaentusmotivaciones.—Ynomentí.—Tampocovitucicatrizrondandoelpozo…—Mas lo estaba. Pronto entenderás de quémanera. ¿Quieres la verdad,

JaydenSullivan?—preguntóalzandolavoz.No contesté. Me limité a ahondar en esos recuerdos que se aparecían

como el telón de fondo de un momento: su madre incrustándose en aquelvolante; sus llantos y los deMadeleine llamándomedesde el interior de unamasijo de hierros; un osito de peluchemanchado de rojo; sangre, faros…muerte.

—Mi relatonoha tardadoen lograr supropósito,por loqueveo—dijocompungido—. Pero si pretendes hallar respuestas, deberás escuchar lahistoriahastaelfinal.

Callé y de este modo, acompañando dicho silencio de una miradacómplice,leotorguéun«sigue,porfavor».

—Mediahoratraspartir,misganasdeorinarresultabanyacasiinsoportables.Decidí esperar unosminutos antes de comunicarmimalestar.Madeleine sedespertó y se desabrochó el cinturón estirándose entre bostezos.Yohice lomismo.Nomegustaballevarlo.Peronuestramadre,comobuenaprogenitoraqueera,nosobligabaahacerlo.«Eresmayorcitayaparadormirconunosode

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peluche, ¿no crees?», le dije guasón.Fue entonces cuandode la naday sinprevioaviso,dosintensaslucesseinterpusieronennuestrocamino:sucochecontra el nuestro. Al advertir la inminente colisión me abalancé sobre eldesprotegidocuerpodemihermana,ylacubríconlaintencióndeprotegerla.Ymisangreevitóquefluyeralasuya.

Se levantó.Nosentí lanecesidaddeapuntarle;ni siquiera,entretantoseacercaba, la capacidad de pensar. Tantas ideas intentaron mostrarse en micabezaentanpocotiempo,queunassolaparonyborraronlasotras.Tambiénmealcé.Cuandoestuvoantemí,mediolaespalda.

—Súbamelacamiseta.Lohice.Yloquevifueunsinfíndemarcascomoladesurostro.—No se imagina los dolores que padezco desde el accidente —dijo

estandolosdosyadenuevocaraacara—.Avecesinclusohedeseadomorir.La colisión lo cambió todo en nuestras vidas. Nos separaron y enviaron adistintosorfanatos.Yaunqueyofuiadoptadoenseguida, lacosanomejoró.TampocoaMadeleinelesonriólafortuna.Peroesaesotrahistoria.Quizáselacuenteotrodía.

—Sientomucho loocurrido,deverdad,Mason—lamenté sintiendounaincalculable pena—. Nunca he olvidado a tu madre y nunca lo haré. Larecuerdo cada día. Te aseguro que pago penitencia en mis sueños, en misrecuerdos,cadavezquerevivoaqueldramáticoincidente.

—Nisiquierasedignóavisitarnosalhospital…—Mebloqueé.Lajuventudyladepresiónmeamurallaronlosactos.No

hayunsolodíaquenomearrepientadeello.¿Sabes?Sois loúnicoquenorecuerdo en esta vida. Soy incapaz de mirar dentro de aquel coche azul.Supongo que lo que halléme traumó tan atrozmente el cerebro…que estedecidióexpulsaresoquetantolecausabadolor.Porellomeanquiloséanteelmiedo; me empujó a huir como un cobarde. —Dejé de hablar e inspiréprofundamente intentando aclarar las ideas, calmar la razón—. Pero debípagaryoporeseerror,ynodosalmasinocentes.Pidoperdónporelpasado;tecondenoenelpresente.

—No busco venganza ni compasión. Como aseguré, solo anhelo laeternidad. Soy un loco con delirios de grandeza; o eso le diría un buenpsiquiatra.—Se encogió de hombros—.Y…sinmás dilación, creo que hallegadoelmomentodequemeformuleesapreguntaquetantodeseahacer.

Nuestras pupilas se desafiaron unos segundos. Mi cabeza intentabaencontrarleunsentidoatodoaqueldespropósito.Noloconseguía.

—¿Porquéamboshemosganado?—preguntéalfin.

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—Porqueagrandarástuintachablepalmarésdedetenciones,sí…Peroenaquelcocheviajabandospersonasmás.Yesellaquienbuscavenganza.—Miróhaciaunoscurorincóndeunacuadraasuizquierda—.Hablocondosbocas,piensocondosmentesybuscodospropósitos:elmíoyelsuyo.Soydos personas en una. ¿Entiendes, detective?Dos partes de unmismo todo:unamaquinación;dosdeseos.

Observódenuevoendirecciónalasombríaesquina.—Muéstrate,hermana.YdelanegruraaparecióJo,apuntándomeconsuarmareglamentaria.

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CAPÍTULO19

DESTINOEINTERACCIÓN

Caí de espaldas a causa del intenso shock. Ni siquiera requirió pedir quebajara el arma; perdí incluso las fuerzas para mantenerla alzada. Todo lo«ralentizable» en mi organismo se ralentizó: la circulación, el aliento, elpestañear demis ojos incrédulos, el palpitar, el erizarse demis vellos… eltiempoalrededor.Ytodoseesfumó:lasbalasdepaja,lostravesaños,elsuelo,el techo, las paredes… inclusoMason.Y sobre un fondo blanco y atildadoquedósoloella:micompañeradurantemásdecincoaños.

«Dos partes de un mismo todo… —cavilé entretanto la vida se medesmoronabavertiginosamente—.Seconsideranunmismoser,yellaestuvocuandoencontramosaAlison…Locos.Esunaloca.Unaasesina.Mentiras.Todoeraunaputamentira.¿Ylaamo?Laamo.Unafarsa.¿Esoes loqueamo? —Mis sesos parecían alcohol en una coctelera. No conseguíacentrarme;solomareosentreinterrogantes—.Seadelantabaamisjugadas…y conocía mi don. ¿Jo conoce mi don? ¿Madeleine conoce mi don? Jo-Madeleine.Madeleine-Jo.Lacasa—adivinédepronto—,noestallóhastaelmomentojusto;justocuandoestuvimosasalvo:lahermanaylapiezaclavedesupuzle».

Melevantéaturdidoymeacerquéaellasinsabermuybienquéhacía.—Cielo…¿quéestáshaciendo?Túnoeresasí.—¡Noavancesoincumpliréelpactoytemataréaquímismo!—vociferó

altiempoquemeapuntabaalacabeza:firme,segura,decidida.Paréenseco—.Pagarás por lo que nos hiciste.Nos abandonaste y podrías haber hechomucho.¡Eresunputopoli!Pudistehaberevitadomuchodolor.¿Nosoyasí,dices?Nomeconoces.Joerasoloundisfraz:otramáscaradelobo.

«Mehablacomosifueraél…Mason-Madeleine:lasdos“M”».LaKinésicasoloconfirmósusdemencias;ymehundióenloprofundode

unabismo,unremolinodeangustiasydesamorqueengullíasinpiedad.—¿Creeseneldestino,Jayden?—preguntóélmientrasyo,enmicabeza,

seguíabatallandocontraunejércitodeincógnitosenemigos.

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—No—contestéescueto.—¿Yenquécrees?Sicreesenalgo…Sutonodevozseapreciabachulesco.—Interacción.—¿En la interacción? —Su cara mostró la sorpresa y la curiosidad.

Mientras, Jo permanecía apuntándome, a su lado, quieta e impasible—.Interesante.¿Meloexplicas?

—Somos actores en el escenario que es la vida. Y en dicho decoradoactuamoslibrementecadadía;nadamás.Misrepresentacionesrepercutenentus funciones, y viceversa. Y creo, sinceramente, que somos el ejemploperfectoparamiteoría.

—Porconsiguienteysegúntuscreencias,silehubieradichoamimadrequemeorinaba,podríahaberevitadolacolisión.Noimaginascuántasveceshevueltoaaqueldíayhepensadoprecisamenteeneso.¿Unpequeñogestopuede cambiar un destino? ¿O este es inamovible? Quizá si hubiéramospartido diezminutosmás tarde, tú hubieras perdido igualmente ese tiempo.Existe esa interacción de la que hablas, Jay, pero yo creo que es solo unasendaquenosguíahastaloescrito.Creoquetuvehículoyelnuestrodebíancolisionaraquellanoche;yestarahoraaquí los tres.Quiénsabe.Puedequenos depare un futuro mejor. Tal vez ese camino del que hablo lo estemosrecorriendoenestemomento,ynosconduzcaaunmañanadeseable.

—Atitevaallevaralacárcel.Fuenuestroacuerdo.Intentémostrarfirmeza.«Céntrate. Limítate a hacer tu trabajo. Olvida lo que está pasando y

cíñeteadetenerles»—medijeunayotravez.—Elpasadomehostigaigualqueaellaynomedejavivir.Meimporta

bienpocoamargarmeenunlugaruotro.Desdelamuertedenuestramadre…Fuiadoptadoporunaparejademaltratadores:él lohacíapsicológicamente;ella,inclusomepegaba.Meresultóextraño…¿Escogermeamíconestoenlacara?—Se tocó lacicatriz—.Soloqueríanunesclavo.Por suerte, conseguícontactarconMadeleinegraciasainternet,yempezamosamaquinarnuestroplan.Ahíempezómiiniciaciónenelmundohacker.Quizálavenganzaymisdeliriosdelocoobraronunirnostodavíamás,¿eh,hermana?

Jolesonrió.«Me dormí al volante… —cavilé mientras él explicaba cómo ella se

convirtióenJo.Cómopasólaspruebasfísicas,teóricasymentales—válgameDios—, hasta alcanzar la academia. Y todo con el único objetivo deconvertirse en mi compañera. Cosa que consiguió, por supuesto, siendo la

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mejordesupromoción—.Elcochepudosalirsedelacarreterasinmás…ocolisionarconcualquierotrovehículo…omoriryoenelaccidente…¿Ytuveque chocar contra una madre y sus dos hijos locos? ¿Eso es lo que medeparas, vida?: un don y una aciaga…¿casualidad? Si esto es una de tuspruebas…tenencuentaquequizánolasupere».

—Nomerezcoesto—balbuceérozandoelllanto—.¿Tantovalelapena?Lavenganzanoosdarásosiego.

—Eres el causante de mi agonía —dijo Madeleine tranquila—. Yalcanzaré la redenciónmediante elmás noble de los sentimientos: el amor.Descansaré mientras tú no hallas la paz. No quiero vivir en este mundoplagadodeinjusticias.DespídetedeJo,JaydenSullivan.

«Aurevoir,ciel.Jet’aime».—Hastasiempre,hermana—susurróMason—.Eternamenteuno.Caí de rodillas ymiré una brizna en el suelo. Fijé lamirada en aquella

hebra vegetal y por primera vez, lloré. Escuché entonces un disparo y elsonido de un cuerpo al caer desplomado. No pude evitar alzar la vista uninstante,yverelcuerpoinertedemicompañera.

Ydeesemodomecondenóaundoloreterno,inmortal.Usómidonparaconsumarsuvenganza:seperpetuóenrecuerdos.Ellasabíaqueyolaamaba.

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CAPÍTULO20

ÉXITOYDERROTA

Sentícómolafuriamesolapabalaspenas.AmartillémiGlockydenuevoenpie,selapresionéenlafrente.Niseinmutó.

—Teloadvertí,detective:amboshemosganado.—Hijodeputa—ledijetrastornado,ido…—,loquehashechoesdarme

unajustificación.—No vas a apretar el gatillo. No eres como yo. Si me matas, ¿qué

diferenciahabría?Defiendesesasleyesdelasquetantotevanaglorias,silasmancillas,noserásdistintoamí.«Lasociedadserigeporunasleyesquesonel arma predominante ante tipos de su calaña. Según estas, es usted un serdeleznable,yahíresideeltriunfodelbiencontraelmal»,¿recuerdas?Apartael armaodisparadeunaputavez.—Golpeócon la cabeza el cañóndemirevólver, demostrando así su predisposición a morir—. Escuche. Nada nosune. —Señaló con el mentón a su hermana, que parecía dormir sobre uncharco rojo—. Hice bien mi trabajo. Para el mundo ella seguirá siendo tucompañerayyounsimplelocoqueestibabaenelpuertodeNewark.

—¡Jayden! —escuché a mi espalda: Carter—. ¿Qué mierda ha pasadoaquí?Joder,Jo…Heescuchadoundisparo…Nolaencontraba…

No contesté. Solo tensé más mi cuerpo. El comisario se situó a miderecha, ante el cadáver, jadeante y nervioso, y colocó su mano sobre mibrazoestirado.

—¿Qué ha pasado, Jay? —susurró mientras, con suavidad, intentababajarmelaextremidad—.Novalelapena.Quesepudraenlacárcel.¿Quéhapasado?

—Quelahematado—sentencióMason.Mi brazo, tras la falsa confesión, descendió. Y guardé silencio, callé

protegiendolahonradeunaasesina.

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—Síganme—rogóaltiempoquemarchabahacialapuerta—.Voyallevarlesanteellas;cumpliréloprometido.

Cartercustodióaldetenidosindejardeenfilarleconsuarma.Yolesseguía unos metros de distancia. Me sentía fuera de lugar. Nunca antes habíaexperimentado algo semejante: como un pez fuera del agua, un oso polarperdidoenmediodeldesiertodelSahara,unleónenloaltodelEmpireStateBuilding,Satánenelcielo,Jesúsenelinfierno…ungatoenlaguaridadeunratón.Comosielsimplehechoderespirarrequirieradehastaelúltimodemisesfuerzos.Comosienelojodeunhuracán,asalvo,tranquilo…esperaraquetodoacabara,sabedordequealsalir,noquedaríanada.

Trasellos,losrecientesacontecimientosseperfilaronenmimentecomolospuntosdeunresumen,lalistadeunacompra:

—Medormíalvolanteycolisionécontraunvehículo.—Dicho accidente ocasionó que dos jóvenes quedaran huérfanos, y a

partirdeahí,susvidasseconvirtieranenuninfierno.—Meculpan de todo y deciden hacermepagar por un lado, alcanzar la

famaporotro.—Crean/creadosidentidades.—Secreenunsoloser.—Unpardelocosunidosporunameta.—Meestudianydecidenconvertiralaféminaenmicompañera,paraasí,

controlarmedecerca.—Trazanunplanqueenglobadosfinalidades:notoriedadyvenganza.—InicianlacitadaconfabulacióneldíaqueunatalJo—laidentidadfalsa

deella—,seconvierteenmicompañera.—Pierdenenelpropósitodeacabarcomoelmayorasesinodetodoslos

tiempos;gananeldedesquitarse.

«¿Ysihubieravencidoél?—meditéenfrascadoenmilsinrazones;unayotravezlosmismosraciocinios—.¿Quéhabríahechoella?Lociertoesquenoexistíaposibilidaddetriunfo;laderrotaresultabainevitable.Todopodríaresumirseenunpardefrases:perderdosvecesquedabaamialcance;jamásvencer en dos ocasiones. Un binomio de motivaciones imposible de intuir.Aunquecreo,quelavenganzapredominabaensusdeseos».

Mason se dirigió a la parte trasera de la granja. Allí encontramos untractordefenestrado;perfectoparalucirenundesguace.

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—Desplácenlo—solicitó. Susmanos seguían esposadas a su espalda—.Elsoladonoesreal,tiredeél—ilustródenuevo.Empujélamáquina,quesedeslizósinapenasesfuerzo.

Me agaché e inspeccioné la parte que había quedado al descubierto, yefectivamente,vilaspuntasdeunatela—jamáslohubieradistinguidosinsuayuda—. El cobertor, forrado en su parte superior por hierbas artificiales,revelóunatrampilla.

—Dentroestásupremio,detective—dijosinperdernuncalasonrisa—.Asuderechahallarálaluz.

En el interior atendí a una oscuridad cerrada. Pero haciendo caso a susindicaciones, palpé la lisaparedy encontréun interruptor. «¿Seránblancoslosmurosqueestoytocando?»—penséconfiadoalavezqueerrante—.Lopulséyapareciólahabitaciónconsusdocecámaras,susillademetalymuyasustadas,lastreschicas.

—Policía—anunciémostrandomiplaca—.Notemáis.Todohaacabado.«Tres vidas —pensé mientras ascendían la escalera que las conduciría

fueradesu“mazmorra”—.Loquehevenidoahaceraquí,yaestáhecho».Abrazaron mi distante cuerpo. Nos dieron las gracias una y otra vez.

Lloraron, rieron… se sintieron a salvo tras degustar la posibilidad de unamuerteinjusta,perderlotodoenmanosdeunasesino.

Pero amí aquello nome reconfortó ni unmísero instante.Mimente sepaseabaporlaresmuchomássiniestros;delosquenoescaparíajamás.

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CAPÍTULO21

MÉMORI

Seis meses fuera de servicio; dos tercios del año sumido en una profundadepresión. Ni siquiera gozaba del quedarme sin hacer nada; se me hacíamolestohastaelsimplehechoderespirar.Dehaberpermanecidosolo,muyprobablementemibocahubierasaboreadoelcañóndemi9mm.

Nuncamecreí capazdealcanzareldeseodeestarmuerto, el anhelodedescansar de esos recuerdos que me torturaban: las muertes, los inocenteslamentos…elsonidodeesedisparoquenomepermitíadesearlavida.Ymihija,sunovioymiexmujerveníandecaminoparallevarmeadisfrutardeunpícnic… Accedí debido a su insistencia; la verdad: no me apetecíarelacionarmeconnadie.Desde la resolucióndelcasonohabía salidodemipiso.

EnterramosaJoen lamásabsoluta intimidad.Hubedementircomounbellaco para que no se efectuara una ceremonia con salvas, banderas yparafernaliasvarias.Enrealidad,fueincineradaconlaúnicacompañíadesucompañeroysujefe.«Nohagaspreguntas»,ledijeaCartermientraselataúdse aproximaba al intenso fuego. Y no las hizo. Se ganó el cielo tras lossucesosquesoloyoyMasonconocíamos.

Coneltiempomearrepentídemuchascosas.Coneltiempo,medicuentadedetallesquenoadvertíensumomento:sufraseantelacasadeMargaretClark,porejemplo:«Maisçan’arriverajamais».Entonceslainterpretécomoun síntoma de esa negatividad que nos acompaña a los que vivimos entredementes. Pero ahora sé su verdadero significado: ella sabía que noencontraríamos nada allí. Todo adquirió una nueva noción. El pasado setransformó.Mividajuntoaellasufrióunabrutalmetamorfosis.

Mediagnosticaronunadepresiónpostraumática severa,ymeenviaronacasa.Ymefui,sí,peroallínoencontréunsolosegundodecalma.Intentabanopensarenello,peronopensabaenotracosa.

Sammeofreció sus servicios,mejorarmis capacidadesy conseguir conellodesterrarlosmalosrecuerdosenposdevivenciasreconfortantes.Accedí

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de buen grado.Me hubiera agarrado a un clavo ardiendo a cambio de unapequeñabriznadeesperanza.Mevisitabaloslunes,miércolesyviernes,ylaterapia, muy despacio, parecía ir dando sus frutos. Pero quedaba muchocaminopor recorrer.Elproblemano residíaenapartarun recuerdo, sinoenevitar los que se adentraran cuando dormía o quedaba absorto. Lo quepretendíanoeraotra cosaqueconvertirmi cerebroenuncatalogador,paraque de este modo, pudiera ordenar los recuerdos en, digamos, carpetas:buenos,malos,regulares…Imposibleparaunamentecomún;quizásnoparalamía.

Segúnelpsicoanálisis,aferrarseaunrecuerdopuedegenerardepresionesy, en casos extremos, una ruptura con la realidad. Y no podía permitirmellegaratalextremo,quedarinútil.ElmundonecesitabaaJaydenSullivan,merequeríapersiguiendoasesinos,ynoenclaustradoencasa.Peronomesentíaaúnpreparadoparaenfrentarmealpresente;debíaantessaldarcuentasconelpasado.

Intentéimpedirquelosdatosinternosdelcasovieranlaluz.Loconseguíenparte;amuchosnolesinteresabaesconderloquealfinyalcabo,resultabaun indudableéxitopolicial.Reforcémi famadegrandetectivey,graciasalesfuerzoqueresultóocultaralgunosdetalles,élobtuvoescasanotoriedad.Lanoticiaalcanzóciertapopularidad,sí,peroMason,coneltiempo,seconvirtióenunamotadepolvoenlosanales.MedeleitabaelbuscarenGooglea losasesinosenseriemás«prestigiosos»delahistoria,ynoverlenientreloscienprimeros.Massisesupieraloquesoloyoyélsabemos,estaríasindudaenlosprimerospuestos;aunhabiendoperdido.Alfindecuentas,acabósiendounasesinodehonor;acabócumpliendosupalabra.

Meduché,acicaléypuseunchándal.Esperéenelsofá.«Hasdeaparentar felicidad—penséante lapantallanegradel televisor

—. No merecen padecer por tu culpa. Finge como hizo ella; ponte unamáscaracomohizoél.Sonríeydisfrutadeundíaconlostuyos.Tequierenylesquieres.Nopuedesertandifícil».

Elinterfonosonó.Descolgué.—¿Sí?—¡Yoooooooo…! —gritó Megan como si se estuviera acabando el

mundo.Mesacabaunasonrisainclusoenlospeoresmomentos.—Vooooooy… —contesté intentando parecer alegre. Me salió un

«vooooooy…»tirandoamustio.

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Mesas de piedra sobre un césped aceitunado, bajo la sombra que nosotorgaban encinas y robles; paraje hermoso que radiaba sosiego por todaspartes. Rotze preparaba un tentempié mientras yo miraba cómo Megan yMike tirabanpiedrasaunpequeño lago.Elcielopulcroyelaguaencalmasolo truncada por esos afilados minerales que los «novios» intentaban, sindemasiadoéxito,hacerrebotarsobreelazul…yyosintiéndometerriblementeinquieto.

—¿Cómovalaterapia,cielo?—preguntómiexesposa.—Bien.Avanzandopocoapoco.—Mealegramuchoescuchareso—susurróconternura.—Saldrédeesta.Siemprelohago,¿no?—Fueunagranpérdida…eratanbuena…Quedéen silenciomientrasobservabacómode espaldasy en la lejanía,

Meganmirabasumóvilenapariencia turbada.Repentinamentesevolvióenmidirecciónyseencogiódehombros.Nohicecasoasuademán;supusequehacía el payaso como solía ser habitual en ella. Pero de pronto, arrancó acorrer hacia mí y Mike hizo lo mismo, a su retaguardia, con cara de noentendernada.Cuandoestuvoamilado,hablóagitada:

—¿MehasenviadounWhatsApp?—¿Yo?No.—¿Seguro?—Nisiquierallevoelmóvilencima.Asíque…Estiróelbrazoinstándomeaquecogieraelaparato.Lohicemientrassu

rostromostraba lamuecamássorpresivayexageradaquehabíavistoenmivida.

—Léelo,porfavor.Atendíasusdemandas.Yloprimeroqueadvertí,fuelaprovenienciadel

mensaje:unnúmerooculto.Decía:

DesdeelfuturoparamiMegan.¿Vesdeloquesoyahoracapaz,hija?Bueno,deloqueserédentrodeunosaños.Dileatupadre(yo),quetodosevaaarreglar.

Dile,queescomoelAveFénix;)

—Mémori-

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Memiróconunosojostanabiertos,quemimentealudióaNosferatu.Yante la estupefacción de su madre y la deMike, me entregó una media ypicarescasonrisa.

Nopudeevitardevolverelgesto.

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Gracias por estar, por leerme, por aconsejarme, por darme fuerzas, cariño,consejoyamistad:

MartaMartínGirón, por no fallarme nunca; Enrique Laso Fuentes, porecharme una mano siempre que lo he necesitado; Eva Girasole y LoretoNavarro, por su inestimable profesionalidad; Jordi Bel Marcoval, por suvaliosaamistad;RotzeMardini,porayudarmecuandoloheprecisado;MagdaJiménez,porauxiliarmeenlasredes;elgrupodeescritores#remajos…

Séquesoismuchoslosquemeapoyáiscadadía,yquealleeresto,sabréisqueesparavosotros:mimássinceroagradecimientoal@squemealentáisaproseguir.

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Otrasobrasdelautor:

-ELASESINOINDELEBLE(Novelanegra).-LOSCRÍMENESPOSTMORTEM(Novelanegra).-AMORDEREALITY(Romántica).-ELDESTINODELINCORPÓREO(Cienciaficción).-RENACER: EL DESTINO DEL INCORPÓREO Volumen II’ (Ciencia

ficción).-REBELIÓN: ELDESTINODEL INCORPÓREO, Volumen III (Ciencia

ficción).-ELMUNDODELAHORA(Fantasíaépica).-MIPENSARENPOESÍA(Poemario).-ALGÚNDÍA,SEREMOSPOESÍA(Poemario).-SILBIDOSDESUPRESIÓN(Novelanegra).YLÍBRANOSDELMAL(Terror).

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