Yehya tecnocultura

6
8 Ciudadanos cyborgs y la digitalizaci6n de todo La revoluci1n serd podcasteada Quiz6 ningrin otro aparato port6til ha desatado una obsesi6n semejanre a la producida por el iPod. Este heredero del ancestral Walkman, de Sony, tiene la capacidad de crear no s61o ambientes sonoros, per- sonalizados, ambulantes, sino tambi6n de cautivar nuestra atenci6n visual y asi aislarnos totalmente de cualquier estimulo del exterior y la realidad. Pero afn m6s importante, debido al enorme poder de almacena- miento de memoria que tienen estos dispositivos, se trata de aut6nticos cat6logos de los gustos, intereses e idiosincrasia de su propietario. Independientemente de que el portador guarde material comprometedor en el disco de su iPod, que en caso de caer en manos ajenas lo pudieran avergonzar o incluso incriminarlo por sus actos o deseos, esta pequefla m6quina puede cargar literalmente la historia emocional, los itinera- rios culturales, las memorias m6s preciadas, las fan- tasias, los temores y el imaginario idealista de su pro- pietario en forma de mrisica, programas de televisi6n y radio (en forma de podcasts), fotograffas persona- les y todo tipo de archivos digitales. 227

Transcript of Yehya tecnocultura

Page 1: Yehya tecnocultura

8Ciudadanos cyborgs

y la digitalizaci6n de todo

La revoluci1n serd podcasteada

Quiz6 ningrin otro aparato port6til ha desatadouna obsesi6n semejanre a la producida por el iPod.Este heredero del ancestral Walkman, de Sony, tienela capacidad de crear no s61o ambientes sonoros, per-sonalizados, ambulantes, sino tambi6n de cautivarnuestra atenci6n visual y asi aislarnos totalmente decualquier estimulo del exterior y la realidad. Pero afnm6s importante, debido al enorme poder de almacena-miento de memoria que tienen estos dispositivos, se

trata de aut6nticos cat6logos de los gustos, intereses e

idiosincrasia de su propietario. Independientementede que el portador guarde material comprometedoren el disco de su iPod, que en caso de caer en manosajenas lo pudieran avergonzar o incluso incriminarlopor sus actos o deseos, esta pequefla m6quina puedecargar literalmente la historia emocional, los itinera-rios culturales, las memorias m6s preciadas, las fan-tasias, los temores y el imaginario idealista de su pro-pietario en forma de mrisica, programas de televisi6ny radio (en forma de podcasts), fotograffas persona-les y todo tipo de archivos digitales.

227

Page 2: Yehya tecnocultura

En cierta forma el iPod y sus similares nos acer-can a las fantasias del padre de la ciberndtica, Nor-bert Wiene4, quien en 1964 escribi6 que te6ricamenteera posible "telegrafiaro o transmitir el patr6n com-pleto de un cuerpo humano al reducirlo a impulsoseldctricos codificados que podrian ser enviados porun cable y reconstituidos como materia al llegar a sudestino. Un iPod del futuro podria ser usado para al-macenar nuestra ,.esencia, y eventualmente trans-portarla a un nuevo recipiente, para trasmigrar nues-tro ser a un cuerpo nuevo, en un proceso semejante alque propone Hans Moravec.l

Ahora bien el iPod y dem6s aparatos para repro-ducir archivos de audio y video tienen sentido en tan-to que la mrisica y videoclips que se puedan cargar enellos est6n f6cilmente disponibles a un precio m6dicoo mejor aun: gratis. El6xito del iPod dependi6 de quesurgiera un tr6fico vigoroso de archivos musi-cales en un formato universal. La circulaci6n vertigi-nosa de archivos musicales comenz6 en 1999, conNapste4, el programa pionero de Internet creado porShawn Fanning, que por un lado tiene una funci6n debuscar archivos en la red, especialmente de mfsica enel formato MP3, y por otro lado cuenta con un sistemaque perrnite intercambiarlos a trav6s de un servidorcentralizado. La Asociaci6n de la Industria de la Gra-baci6n de Am6rica (Recording Industry Associationof America) demand6 a Napster por contribuir y faci-litar a que otros violaran los derechos de autor, ya

1 Hans Moravec, Robot. Mere Machine to Ti'anscendent Mind, Ox-ford University Press, Nueva York, 1999.

228

que gracias a la tecnologfa P2P Peer to peer (de usua-rio a usuario), que permite que los cibernautas com-partan archivos, Napster nunca tenia en su posesi6nel bien en cuesti6n. Napster populariz6 este tipo deintercambio de archivos que tuvo un inmenso impac-to en la manera en que una buena parte de los inter-nautas utilizan la web. Un nuevo e interesante girotuvo lugar cuando en rnarzo de 2007Apple anunci6que la tienda iTunes en linea habia rebasado a lastiendas Wal-Mart para convertirse en la primera pro-veedora de mrisica en Estados Unidos (El tercer lu-gar 1o ocupaba Amazon). Esto indicaba que un granndmero de cibernautas estaban pagando sus 99 cen-tavos de d6lar, por canci6n, asi como las tarifas res-pectivas por peliculas, series televisivas y dem6smedios, para adquirir de manera legal su entrete-nimiento via la web.

En un articulo publicado en la revistaWired, JohnPerry Barlow,2 un ex integrante de la celebrada y sin-gular banda Grateful Dead y cofundador del Electro-nic Frontier Foundation, escribi6: uYo creo que antela pr6ctica ausencia de la ley, la 6tica va a tener unimportante regreso en la redr. En su articulo Barlowexploraba la revoluci6n que desat6 Napste4 y puso enevidencia que el viejo orden de la protecci6n del tra-bajo intelectual creado en el siglo xvIII se habiavueltoobsoleto. Las ideas no son objetos que podemos guar-dar en una caja fuerte, sino por el contrario, nada me-jor puede sucederles que propagarse como si fueran

'John Perry Barlow, nThe Next Economy Of Ideas. Will CopyrightSurvive the Napster Bomb? Nope, but Creativity Will" , Wired, octubrede 2000.

229

Page 3: Yehya tecnocultura

lun virus para poder contaminar al mayor nrimero de

mentes posibles. Si algo ha puesto en evidencia Ia po-pularizaci6n de la red, es precisamente la noci6nde que no hay un limite para el consumo de ideasy que parad6jicamente un sistema superabundanteque ofrece informaci6n, entretenimiento, consumo yeducaci6n a bajo costo y acceso inmediato no ha eli-minado ni sustituido a otros medios, sino que por el

contrario los ha enriquecido y fortalecido, de manerasemejante a la forma en que la videocasetera y el apa-rato de DVD no s6lo han estimulado la cinefilia, sinoque han generado ingresos inmensos para la indus-tria filmica.

Napster hizo frente a toda la artillerfa legal y pro-pagandistica de la RIAA, sus poderosas agencias derelaciones pfblicas y algunas estrellas de rock, comola banda Metallica y el rapero, productor y actorDr. Dre. Napster fue aplastado y el 3 de junio de 2002,se declar6 en bancarrota como parte de un acuerdoalcanzado con la empresa alema.na Bertelsmann paracomprar la empresa por 8 millones de d6lares. M6starde Napster reapareci6 como una empresa legitimaofreciendo mtisica a cambio de una mensualidad.Pero la batalla contra la tecnologia P2P no termin6ahi. La RIAA y la MPAA (Motion Pictures Associationof America) siguieron su ofensiva contra la empresaGrokster, que en esencia hacia algo semejante queNapster pero con mejor tecnologia. La asociaci6n de-

sat6 una enfebrecida campafla de demandas contrausuarios individuales. Esta cruzada de terror queviene a sumarse a las otras paranoias engendradaspor el espacio virtual (como el temor de ser arrestado

230

por tener el disco repleto de pornografia, el pavoral robo de identidad y al ciberacoso -como el quepuede sentir un cibernauta al entrar a un website demala reputaci6n y encontrarse con anuncios perso-nalizados dirigidos hacia 6l mismo-) no afect6 gra-vemente a los piratas reincidentes compulsivos, nimucho menos a aquellos que hacen su modus vivendide copiar material protegido. Si bien disminuy6 elnfmero de personas que comparten ilegalmente ar-chivos, muchos otros siguen haci6ndolo rutinaria-mente, ya que a fin de cuentas pagar un d6lar porcanci6n es mucho dinero si se considera que en unatarde se pueden bajar las discograffas completas dePink Floyd, Brahms, Coldplay y Shakira.

Napster hizo popular y fScil el intercambio de ar-chivos por Internet, pero el protocolo de comunicacio-nes Bitorrent ha hecho este proceso eficiente, seguro yaltamente adictivo. Este m6todo tiene la cualidad deque permite distribuir enormes cantidades de infor-maci6n r6pida y eficazmente sin que el distribuidororiginal tenga que poner el costo total en materiade recursos de hosting (o de ser anfitri6n), hardwareo amplitud de banda. Bitorrent, creado por BramCohen en julio de 2001, hace que cada persona querecibe la informaci6n a su vez la provea a otros reci-pientes de manera que el costo se distribuye entre losusuarios, asi se reduce la carga del distribuidor ori-ginal, se depende menos de 6l y se crea una saludableredundancia que puede corregir un gran nfmero deproblemas de transmisi6n. Una gran parte del tr6ficode Internet se debe al uso de este protocolo para com-partir peliculas, mfsica, programas y cualquier cosa

23t

Page 4: Yehya tecnocultura

I

imaginable. No todos los usuarios de Bitorrent se de-dican abajar y subir peliculas, programas y discogra-fias completas sino que tambi6n muchas empresas einstituciones emplean este mdtodo para enviar gran-des archivos.

Asi como las demandas, la persecuci6n de los in-fractores (que la mayoria de las veces son niflos, an-cianos o estudiantes universitarios) y el cierre de re-des P2P no amenazan cor. poner un fin a la pirateria,tampoco las transacciones nilegales" entre usuariosde material protegido corren el riesgo de llevar a laquiebra a Microsoft y Apple o de asesinar a la mrisicao al cine. En cambio, el verdadero peligro que correnlas nuevas tecnologfas es la fatiga del consumidor. Yesto se debe a la oleada de productos demasiado se-

mejantes, mediocres, caros y sumamente desechablesque mantiene inundado un mercado en el que los ci-clos de obsolescencia cada vez se hacen m6s cortos yno duran mds de seis meses

El mundo en la mano

La globalizaci6n de los medios se ha transforma-do de manera radical en la era de los dispositivos deinfocom port6tiles y la manera en que contendemoscon estas nuevas realidades sesgadas por la tecnolo-gia est6 b6sicamente influenciada por la ciencia fic-ci6n. Como seflala Belinda Barnet, de la UniversidadTecnol6gica de Swinburne, Australia, los lugares quevisitamos se vuelven "inteligentes por virtud de nues-tra presencia, porque traemos con nosotros informa-

232

ci6n que puede mediar nuestra experiencia, y no <pa-

sivamente> como lo hace un libro o una gufa, sino de

manera activa, de forma que el lugar visitado sirvepara que proyectemos en 61 la descripci6n y las ex-pectativas del mismo. Asi, el viajero de la medi6sferadesembarca en cualquier rinc6n del planeta (que ten-ga cobertura de sat6lite e Internet inal6mbrico depreferencia) y puede corr'errzar a googlear direcciones,orientarse con un geoposicionador orbital, obtenermapas, referencias, recomendaciones, traductores ydiccionarios del idioma local, calculadora de conver-si6n monetaria y puede satisfacer cualquier curiosi-dad sin levantar la vista de sus monitores y pantallas.Aunque puede parecer que un viaje asi le robariala mistica,labelleza y el carisma a cualquier rinc6ndel mundo, que seria triste y mediocre tener una ex-periencia completa de viaje sin la necesidad de ha-blar o ver a los locales. Pero 6sta es una forma direc-ta y acelerada de acceder al acervo cultural de unluga4 el cual puede resultar hermdtico al viajero.Como seflala Barnet:

<Nuestra experiencia ha sido formulada antes de

nuestra llegada [...] el sitio al que nos acercamos es

ya futuro anterio4, es ya una memoria. Un disposi-tivo m6vil, no promete simple y fnicamente conecti-vidad perpetua, sino que ofrece acceso a los nivelessedimentarios de informaci6n apilados en el mun-do y la capacidad de afladir fragmentos a ellos".3

3 Belinda Barnet, .Infomobility and Technics: Some Travel No-tes,, http://www.ctheory.net/articles.aspx?i d=492.

233

Page 5: Yehya tecnocultura

El precio de tener acceso a estos recursos y de po-der leer los sedimentos culturales que se acumulanen cada lugar ffsico es que a nuestro paso por elmundo digital vamos tambidn dejando un rastro deli-berado y otro involuntario. El primero puede ser enla forma de un blog de viaje, una bit6cora posteadaen Internet y nuestras comunicaciones a casa. El se-gundo en cambio es la colecci6n de registros de todoslos movimientos, comunicaciones e intercambios quetenemos en las diferentes redes usadas, las cuales de-tectan nuestra posici6n cada determinado intervalode tiempo, como las c6lulas de los tel6fonos m6viles.Si a esto sumamos la huella digital que vamos de-jando cada vez que usamos una tarjeta de cr6dito,nuestro rostro al ser capturado por las incontablesc6maras de vigilancia, m6s y m6s facetas de nuestraexperiencia van quedando inscritas en bases de datos alas que muy probablemente nunca tendremos acceso.Nuestra sombra inform6tica, Dopplegringer digital ocuerpo desincorporado cibern6tico, serd muy proba-blemente siempre un extraflo para nosotros, un clonvirtual que asf como puede perderse en el cementerioque es el descomunal tiradero de informaci6n inritilgenerado por nuestra cultura, puede ser usado para in-contables fines, desde estadisticos hasta policiacos ocriminales. Es decir, raravez en nuestro beneficio.

Otro s cuerpos desincorp orado s

Los habitantes de la medi6sfera invertimos enor-mes cantidades de tiempo y dinero a personalizar

234

nuestras tecnologias, lo cual refleja nuestra desespe-

rada ansiedad por controla4 poseer y unirnos a las

m6quinas que nos rodean cotidianamente, de las que

en general no entendemos nada y de las que a me-

nudo somos completamente dependientes. Muchasveces manipulamos tan s6lo elementos cosm6ticos ysuperficiales de las extensiones que, en muchos ca-

sos, nos dan sentido y son fundamentales para nues-

tro quehacer. No hace falta hacer una introspecci6nprofunda para darnos cuenta de que en general so-

mos pasajeros, casi rehenes, de nuestras tecnologias.Nuestra situaci6n en cierta forma es paralela a la de

los pasajeros del Vuelo 292 quienes podian cambiarde canal, apagar el monito4 mirar por la ventanilla o

concentrarse en las im6genes de su dilema sin que

eso tuviera efecto alguno en lo que sucederia en lapista de aterrizaje.

Los pasajeros del Vuelo 292 que contemplaban su

avi6n volando en cfrculos hacia el precipicio de unatragedia televisada con interrupciones comerciales,tema musical y gr6ficos computarizados ad hoc vi-vian una curiosa experiencia extracorporal. Una de

las fantasias de la cultura cibern6tica es liberarnosdel peso de la carne, del caos del deterioro de la car-ne, al que estamos condenados. Nuestras pr6tesis noson el mejor m6todo de trascender lo material, peronos ofrecen la ilusi6n de despegar por momentos de

la prisi6n de la carne. Es posible imaginar el descon-cierto, el terror y Ia delirante experiencia de desincor-poraci6n que sentirian esos viajeros al ver que el trende aterrizaje frontal de la aeronave parecia haberse

convertido en una especie de signo de exclamaci6n

235

Page 6: Yehya tecnocultura

que colgaba de la parte inferior de la cabina. Quizdtlos viajeros en ese vuelo evocaron el famoso clich6 dequienes dicen haber tenido experiencias cercanas a lamuerte, en las que se ven a si mismos, como si su es-

piritu abandonara su cuerpo. Los viajeros podian versu lento naufragio como si fueran ajenos a 61, como sise tratara simplemente de una de tantas tragediasdistantes a las que CNN dedica unos cuantos minutossemanales.

El extraflo episodio medi6tico del Vuelo 292 resul-ta una atinada metdfora del estado de la cultura con-tempor6nea en una era en que vivimos obsesionadospor entretenernos hasta la'muerte. En este tiempo deguerras, enormes cat6strofes naturales y patol6gicaindulgencia polftica estamos demasiado ocupados ig-norando que el mundo est6 en guerra, reprograman-do nuestras preferencias en el tel6fono celular/c6ma-ra digital/televisi6n de plasma/DS Nintendo, comopara darnos cuenta de que nos hemos vuelto parte deun espect6culo y el show en cuesti6n es una tragic6-mica pelicula de desastre. Tan s61o nos queda espe-

rar que aterrizaremos con la misma suerte que elYuelo 292.

ri

IjiI

i

236