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-------------------Robert Graves------------------- YO, GRAVES El poeta a través de sus cartas R obe . rt Graves ha sido siempre un es- critor de cartas muy prolífico (en los últimos años, el primer traba- jo del día era escribir cartas y .a menudo escribía veinte en una mañana) hasta he poco, cuando dejó totalmente de escri- birlas debido a su estado delicado de salud. Siempre ha dado gran importancia a su co- rrespondencia; escribía sus cartas exacta- mente como habla y continuamente estaba sometiendo a prueba ideas (tanto si la otra persona estaba interesada o no) que más tarde desarrollaba en sus novelas y otros libros. En todas las cartas es íntimo, anco e informa- tivo y el conjunto de ellas rma una especie de autobiogra espontánea y sincera. En la selección de sus ctas que he editado recientemente, se contemplan todos los as- pectos de su vida y obra, pero en la elección del primer volumen (1914-46) que sigue, he escogido las que muestran más sus sentimien- tos hacia la poesía, ya que ha sido, insiste, el aspecto más importante de su obra y su pa- sión predominante desde que tenía quince años. En mayo de 1915, a la edad de diecinueve años, e a la guerra en Francia como alrez del Regimiento de los Royal Welch Fusiliers. Poco antes había conocido al secretario pri- vado de Sir Winston Churchill, Eddie Marsh, celebrado mecenas de las artes y. editor de las antologías Georgian Poetry que popularizaron el renacimiento de la poesía inglesa antes y durante la imera Guerra Mundial; Marsh leyó los poemas del joven Graves y criticó su estilo y 'vocabulario anticuado' y le dirigió hacia temas y técnicas más modernas. Con los consejos de Marsh, Graves maduró rápi- damente como poeta y pronto se convirtió en uno de los 'poetas de la guerra' más conoci- dos, junto con su amigo íntimo Siegfried Sas- soon, escribiendo poemas contra lo inhumano y absurdo de la guerra. 3 de Febrero de 1915 Querido Eddie No, no estoy molesto, ¿por qué debería estarlo? Yo siempre intento verme objetiva y desapasiona- damente, porque esto me ayuda a obtener todo el sabor romántico de la vida; así ahora puedo ver que lo raro sería que mi técnica no era anti- cuada. Influencias activas -primero, en mis lectu- ras, la inmensa preponderancia de los 'clásicos' sobre los modernos; segundo, mi padre, un viejo 14 Robert Graves. muy simpático que en su juventud y días de vino escribía con alguna erza y amenidad; pero ahora su inspiración se ha agotado totalmente. Era carne y uña con Tennyson y Ruskin y todo ese grupo y ha estado intentando amoldarme a una tradición gastada, y aunque he luchado mucho en contra de esto, como puedes ver, el viejo Adam siempre aparece inadvertido... Además de mi tío C. L. Graves del Spectator, ejerciendo una influencia similar, que es más erte debido a su gran bondad y generosidad.· Un joven como yo que -aunque George Mallory me sermoneó sobre el peligro de esta presunción- ha sido tan tristemente sui gene- ris en casa, escuela y ahora otra vez en el regi- miento, debería ser un Hércules para vencer en la lucha contra padres, tíos, maestros y los libros que lee. Sin embargo todavía no he llegado a los veinte y cuando esta guerra absurda se termine, escribiré «Capítulo II» al principio de una nueva página y con la ayuda de otros jóvenes georgians que con- o que tú me presentarás, intentaré suprimir del todo a los odiosos vestigios del victorianismo. No, ¡no estoy molesto! La técnica obsoleta e

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-------------------Robert Graves-------------------

YO, GRAVES

El poeta a través de sus cartas

Robe

. rt Graves ha sido siempre un es­

critor de cartas muy prolífico (en los últimos años, el primer traba­jo del día era escribir cartas y .a

menudo escribía veinte en una mañana) hasta hace poco, cuando dejó totalmente de escri­birlas debido a su estado delicado de salud. Siempre ha dado gran importancia a su co­rrespondencia; escribía sus cartas exacta­mente como habla y continuamente estaba sometiendo a prueba ideas (tanto si la otra persona estaba interesada o no) que más tarde desarrollaba en sus novelas y otros libros. En todas las cartas es íntimo, franco e informa­tivo y el conjunto de ellas forma una especie de autobiografía espontánea y sincera.

En la selección de sus cartas que he editado recientemente, se contemplan todos los as­pectos de su vida y obra, pero en la elección del primer volumen (1914-46) que sigue, he escogido las que muestran más sus sentimien­tos hacia la poesía, ya que ha sido, insiste, el aspecto más importante de su obra y su pa­sión predominante desde que tenía quince años.

En mayo de 1915, a la edad de diecinueve años, fue a la guerra en Francia como alférez del Regimiento de los Royal Welch Fusiliers.Poco antes había conocido al secretario pri­vado de Sir Winston Churchill, Eddie Marsh, celebrado mecenas de las artes y. editor de las antologías Georgian Poetry que popularizaron el renacimiento de la poesía inglesa antes y durante la Primera Guerra Mundial; Marsh leyó los poemas del joven Graves y criticó su estilo y 'vocabulario anticuado' y le dirigió hacia temas y técnicas más modernas. Con los consejos de Marsh, Graves maduró rápi­damente como poeta y pronto se convirtió en uno de los 'poetas de la guerra' más conoci­dos, junto con su amigo íntimo Siegfried Sas­soon, escribiendo poemas contra lo inhumano y absurdo de la guerra.

3 de Febrero de 1915

Querido Eddie No, no estoy molesto, ¿por qué debería estarlo?

Yo siempre intento verme objetiva y desapasiona­damente, porque esto me ayuda a obtener todo el sabor romántico de la vida; así ahora puedo ver que lo raro sería que mi técnica no fuera anti­cuada. Influencias activas -primero, en mis lectu­ras, la inmensa preponderancia de los 'clásicos' sobre los modernos; segundo, mi padre, un viejo

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Robert Graves.

muy simpático que en su juventud y días de vino escribía con alguna fuerza y amenidad; pero ahora su inspiración se ha agotado totalmente. Era carne y uña con Tennyson y Ruskin y todo ese grupo y ha estado intentando amoldarme a una tradición gastada, y aunque he luchado mucho en contra de esto, como puedes ver, el viejo Adam siempre aparece inadvertido... Además de mi tío C. L. Graves del Spectator, ejerciendo una influencia similar, que es más fuerte debido a su gran bondad y generosidad.· Un joven como yo que -aunque George Mallory me sermoneó sobre el peligro de esta presunción- ha sido tan tristemente sui gene­ris en casa, escuela y ahora otra vez en el regi­miento, debería ser un Hércules para vencer en la lucha contra padres, tíos, maestros y los libros que lee.

Sin embargo todavía no he llegado a los veinte y cuando esta guerra absurda se termine, escribiré «Capítulo II» al principio de una nueva página y con la ayuda de otros jóvenes georgians que con­fío que tú me presentarás, intentaré suprimir del todo a los odiosos vestigios del victorianismo.

No, ¡no estoy molesto! La técnica obsoleta fue

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la responsable del «espantajo que circula» y que no te gusta. Era un efecto pesado después del efecto lloroso que se ajusta al tono del poema. No lo intentaré otra vez.

Bien, au revoir, hasta después de la guerra, si los dioses son propicios: sé que soy un pedante pero tres años de miseria en Charterhouse me condujeron a esto y estoy tan interesado como tú eri la regeneración de la poesía.

Tuyo sinceramente Robert

Después de la muerte en 1935 de su gran amigo T. E. Lawrence, 'Lawrence de Ara­bia', empezó un intercambio de cartas con el capitán Sir Basil Liddell Hart, uno de los his­toriadores militares y estrategas más aclama­dos de su generación; también él había sido amigo íntimo de Lawrence y, lo mismo que Graves, había escrito una biografía de La­wrence antes de su muerte. En noviembre de ese mismo año decidieron colaborar en otro libro sobre T. E. L., basado en las cartas que cada uno había recibido, más tarde llamado

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T. E. Lawrence to his Biographers. Durante esta colaboración Graves contó a Liddell Hart sus prejuicios y puntos de vista personales sobre algunos escritores que Lawrence había admirado.

21 de Diciembre de 1935

Qllerido Liddell Hart, Ha llegado su epílogo. Todo es muy interesante.

También el Cuestionario: gracias. Para mí lo que aparece más y más en su mate­

rial es el irlandesismo de T. E. Como sabe, soy en parte irlandés (cromwelliano). Además de esco­cés, alemán y danés en proporciones iguales. Y conozco y siento el carácter irlandés de los otros igual que un medio judío conoce y siente lo judío. Los cromwellianos y los colonos irlandeses son Hibernicis ipsis Hibernicores. Orpen lo sacó a re­lucir en ·ese retrato de T. E.· de una forma, pensé, muy cruel. Una vena de pocá seriedad que fácil­mente se convierte en traición. G. B. Shaw la tiene. Joyce es el ejemplo extremo y conoce el carácter predestinado de Irlanda: 'la cerda vieja que se come a su cría'. En mi opinión T. E. al final te traicionó como amigo y no fue muy leal conmigo tampoco. O'Flaherty es un bruto. Aquí vino una vez y se le enseñó la puerta. Yeats: un espiritualista y esto es inconsecuente siendo poeta.

Henry Williamson está totálmente equivocado; aunque no es irlandés que yo sepa. El tiene ese terrible estilo amanerado que significa ambición artística y es un ladrón piadoso. No se puede imaginar nada más falso que su anónimo (Golden Falcan que escribió deliberadamente como si fuera mío, para aprovechar el éxito de Goodbye to Ali That. Lo peor fue que T. E. le había propor­cionado material privado sobre mí, no esperando que Williamson lo usara. Si yo hubiera estado en el lugar de T. E., con los papeles invertidos (Henry Williamson escribiendo un libro como si fuera de T. E. basado en la información que yo le diera), hubiera casi matado a Williamson, pero T. E. continuó siendo amigo suyo y trató el asunto más bien como una broma.

El grupo de esparavanes que eran los amigos literarios de T. E. (sus simpatías no sólo por la literatura del mal sino por la literatura de la de­formidad física y moral) forma una muestra bas­tante pobre. (Uso 'literarios' en el sentido artís­tico, no le incluyo a Vd., ni a mí.) Jesús, otra vez, entre los ciegos y lisiados.

Me gusta que reconozca que su conocimiento de la poesía es insuficiente. Yo la 'entiendo' (quiero decir, como usted diría a los amigos, 'yo entiendo los problemas de estrategia y táctica mili­tar'), y para mí es, como le conté en una carta reciente, la cosa más importante. Los Claudias (en su nota sobre T. E. y yo está un poco equivo­cado: pero no es culpa suya. Espere hasta que vea mis cartas) fueron emprendidos, de muy mala

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gana, para ha�er dinero. Hice de ellos un trabajo, porque necesitaba alrededor de 5 ó 6.000 libras para quedar libre de deudas: hasta ahora han dado ya 8.000 L Sólo tienen una pequeña relación con mi verdadero trabajo, que es la poesía. (Todos mis best-sellers en prosa son lo mismo.)

Y sobre W. H. Auden. Es un impostor: es de­cir, un poeta sintético, plagiando al por mayor de una forma curiosa. Toma alguna obra buena de alguien que no es muy conocido y la vulgariza. (Tengo pruebas.) Es homosexual y un comunista de salón. T. E. no hubiera tenido la cara de ha­blarme de W. H. Auden; tampoco de D. H. La­wrence, excepto como ejemplos de su gusto por los de segunda clase.

En cuanto a D. H. Lawrence: ¡qué desastre!, sus intentos de razonar la realidad de la mujer dan como resultado una masculinidad frustrada. En mis notas a las cartas de T. E., ya he subrayado este punto. Era un poeta malísimo, claro, porque era una mala persona. No puedo entender a la gente que 'admira la obra y no al hombre' en un poeta. Es como decir que te gustan los cigarrillos Gold Flake, pero no son muy buenos para fumar. (La falacia artística.)

-Tinta china. T. E. le copió de mí. La usabaporque no me gusta el papel secante y si usas tinta china se seca según escribes y no hay desigualdad de claro y oscuro en la página. He abandonado su uso recientemente porque la tinta china se eva­pora demasiado rápido en el verano mallorquín. El me copió bastantes cosas incluyendo varios trucos característicos míos al escribir cartas. Si encuen­tra alguna semejanza y piensa que estoy copiando a T. E., estará probablemente equivocado.

Sobre 'Libertad'. 'Libertad' es el gran chiste irlandés, ahora perpetuado en el nuevo nombre del país. No es libertad como la entiende el inglés. Su 'encamación del espíritu de libertad' tiene un doble filo por esta razón. La conversación fascista que hace constar es suficiente para mostrarle cuán ambiguo era su concepto de libertad. Así es como lo veo. He notado el comentario de T. E. sobre eso: gracioso, desde luego.

Suyo siempre Robert

_Los 'poetas de la guerra' como Graves, Sig­fned Sassoon, Wilfred . Owen, Isaac Rosen­berg, etc., fueron un fenómeno particular de la Primera Guerra Mundial; la Segunda Gue­rra Mundial no produjo tal proliferación de poetas, aunque hubo un joven poeta en el ejército a quien Graves admiró grandemente: Alun Lewis, un galés que antes de la guerra había sido maestro. Lewis escribió a Graves' después de que éste le hubiera mencionado en un programa sobre poesía en la BBC y citado mal uno de sus poemas.

Es interesante comparar las .cartas de Le­. wis con las de Graves de la Primera Guerra

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Mundial, ya que tratan el mismo tema central: el aislamiento que siente el poeta como sol­dado.

6 de Noviembre de 1941

Querido Alun Lewis: G_racias por escribirme. Si te apetece enviarme

tu hbro cuando salga te enviaré mis nuevos poe­mas que aparecerán pronto publicados por Ho­garth Press junto con algunos de N orman Carne­ron y Alan Hodge. Siento mucho la equivocación: éste es el tipo de cosas que suceden cuando Spen­der y gente así se toman libertades con la obra de uno.

Sobre el 'aislamiento' del poeta. Había el aisla­miento :omántico de <?oethe, Byron, etc., que fue conve:hdo. en una delicadeza estética por los últi­mos v1ctonanos: desde luego que hubo una reac­ción contra eso que se hizo más y más violenta h_asta que _ lo� poetas se culpabilizaron por ser sen­sibles y smtteron que debían de aprender del sim­ple hombre de 'pico y pala'. Esto fue absurdo. Esp_e:� que �1;1ando dices que tienes muy clara tu pos1c1on pohttca, no quieras decir esto. Sentir la soledad 'cósmica' yo creo que significa simple­mente que uno anda escaso de amigos que tam­bién piensen cósmicamente. Porque eres poeta supongo que usas la palabra 'cósmico' literal­mente, siendo el cosmos la organización poética de la mera m_asa; mi convicción es que un poeta que toma senamente su función y rechaza el de­sorden de. su vida y trabajo, encuentra los amigos que necesita. Sobre Yeats: admites honestamente tu inmadurez (ser afectado es sentir vergüenza de ser inmaduro, así que,. a menos que hayas incluido obras primerizas en tu libro no espero encontrarlo afe�tado) .y, P?r �avor, no pienses que me impulsa algun motivo md1gno cuando sugiero que admirar a Yeats �an inten�amente como lo haces tú, puede ser un signo de mmadurez. Examínalo otra vez con todas las pruebas más maduras que conozca� Y comprueba, s_i su hechizo es realmente el reflejodel ,f�ego poettco y no un pedazo de magia post­drmd1ca lanzada por un pequeño hombre sobre las mentes jóvenes.

Volvamos a un tema más alegre. Tienes mucha suerte al estar con los South Wales Borderers.Una vez estuve agregado con mi comando de 200 fusileros RW [Royal Welch] a un batallón SWB cerca de Rhyl y siempre he guardado un buen recuerdo de ellos; y conocí a su batallón regular en la l.ª División en 1915.

Deja que la élite de las letras viaje en 'primera'. Viajará con los generales y encargados del Mer­cado Negro, ¿y por qué no? (¿Has viajado alguna vez en locomotora? lo hice una vez: ¡fue sensa­cional!).

Buena suerte Robert Graves

Robert Graves en su estudio.

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Robert Graves

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En 1942 Graves y su joven amigo, Alan Hodge, escritor, historiador y periodista, ha­bían colaborado en una historia social de Gran Bretaña entre las dos guerras, llamada The Long Week-End. Poco después de termi­narla hablaron de trabajar juntos en otro libro, esta vez sobre poesía. Intercambiaron muchas cartas sobre el terna, pero Graves fue más y más lejos en su propia forma idiosincrática de pensar y finalmente escribió el libro él solo: LaDiosa blanca, inspirado y brillante estudio de la magia y de los mitos poéticos que ha ejercido desde entonces una poderosa in­fluencia en los poetas ingleses.

31 de Julio de 1942

Querido Alan: ' Sí, pongamos a hervir muy, muy lentamente ese libro sobre poesía. No sé si necesitaríamos citar poemas contemporáneos en la medida que sugie­res.

Aquí hay un par de notas. 1) Cuando uno escribe realmente con cuidado

tiene la tendencia natural de volver al espíritu de la lengua del siglo XVII; la época sensata cuando la exuberancia isabelino-jacobea había perdido su fuerza y los augustles no habían empezado toda­vía a simplificar demasiado: y antes de que las metáforas hubieran empezado a morir y a oler mal (p. e., cuando dijiste 'me faltaba un as para ganar' sabías que as significaba un punto de los dados en el juego de '¿quién tira más alto?').

2) El aura o halo, o lo que sea, que cuelga delnombre 'poeta' a pesar de la lamentable historia de la mala conducta poética. Esto muestra el vago conocimiento popular de los poderes sobrenatura­les de la poesía: los poetas, por sus extrañas rela­ciones con las cosas familiares, encierran el poder vivo en un círculo mágico que es el poema. La existencia de poetas charlatanes que intentan re­producir por medios literarios (vocabulario extra­vagante, trucos métricos, etc.) un fenómeno ge­nuinamente poético, es un indicio de que la cosa real todavía existe.

Escribir un poema para mí es ponerme en un estado muy extraño en el cual soy excesivamente sensible a la interrupción -puedo escuchar, o creo que puedo escuchar, a la gente haciendo ruidos que me molestan tres casas más allá, con las puer­tas cerradas- y realmente sufro muy dolorosa­mente como si estuviera operándome mi propio cráneo. Cada versión que escribo me parece to­talmente nueva cuando la repaso después de· un intervalo de varias horas. No puedo recordar de qué se trata o tampoco como está medida. Igual que uno no puede recordar un sueño que ha tenido cuando dormía profundamente, cuando la imagi­nación funciona de una forma totalmente distinta a la normal. Hay muchísima diferencia entre un poema que es hasta cierto punto artificial y provo­cado -y un poema que es totalmente natural, ne-

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cesarlo y no preconcebido. En el poema real uno tiene cortadas todas las cuerdas que le atan al pensamiento ordinario y procede con el senti­miento aterrador corno cuando se nada por pri­mera vez sin tocar fondo y debe ponerse a salvo. Poesía es corno el tallo de judías en el cuento Juancon suerte -yo creo que éste debe de ser un cuento popular muy, muy viejo de alguna parte de donde surgieron los trucos indios de la cuerda y del mango- cuando llegas a la copa hay ogros y príncipes. Los poemas convencionales son como los tallos de judías que uno hace trepar por las cañas. Las cañas en este pueblo son muy altas, unidas muy simétricamente al estilo del siglo die­ciocho. Los poemas modernos son como las ju­días, que no crecen de la semilla mágica, sino de la especie que generalmente trepan por las cañas, pero que ahora el poeta no las usa y los poemas se enredan unos con otros intentando trepar por cualquier mala hierba cercana. (¡ Escucha lo que digo!)

Bien, he escrito tres o cuatro poemas en los últimos días: incluyendo dos grotescos -¿te lo mencioné en mi última carta?-. Uno dice:

The Lion Paced Boy at the Fair And the Heir Apparent Were equally slow at recalling people's faces. Whenever they met, incognito, in the Brazilian Pavilion, the Row, and such-like places, The exchanged, it is said, their briefest nods Like gods of dissimilar races. Afectuosamente

Robert

Graves tuvo problemas para que publicaran La Diosa blanca; finalmente fue aceptada por T. S. Eliot, el gran poeta y dramaturgo ameri­cano que era uno de los directores de la casa editorial Faber & Faber. Eliot quedó extre­madamente impresionado por el libro, cuyos conocimientos y trabajo, escribió a Graves, 'estaban mucho más lejos de cualquier cosa de la que él era capaz', estaba más allá de su entendimiento.

Por entonces, Ezra Pound, amigo y mentor de Eliot, se encontraba en América esperando ser juzgado por traición a causa de las emi­siones radiofónicas pro-fascistas que había hecho para las tropas americanas desde Roma. Había sido declarado demente y hospi­talizado corno tal; pero, para el caso de que recobrara el equilibrio• mental suficiente para asistir al juicio, Eliot estaba organizando una petición de clemencia firmada por eminentes poetas británicos. La petición no hacía nin­guna referencia a su culpa o inocencia, sim­plemente afirmaba la importancia de la con­tribución de Pound a la literatura inglesa del siglo XX y declaraba que su posición como poeta era 'muy digna y de muchísimo mérito'.

Eliot envió a Graves una copia de la peti­ción pidiéndole que la firmara.

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5 de Abril de 1946

Mi querido Eliot: Me encuentro en una posición dificil respecto al

asunto Pound. Estoy de acuerdo en que los poetas deben mantenerse unidos de la forma más masó­nica y recuerdo que aunque Milton tuviera un bajo concepto de Davenant, lo rescató de la horca por­que era poeta: un cumplido que más tarde le de­volvió Davenant. Pero desde 1911, cuando leí a Pound por primera vez en la revista Poetry de Harriet Monro y luego en 1922 cuando lo encontré por primera y última vez en 'All Souls' [un colegio de Oxford] en las habitaciones de T. E. Lawrence, nunca podría considerarlo como poeta y constan­temente le he negado ese título.

Ahora, si hubieras sido tú, sería una cosa muy distinta. Habría apelado en persona al Tribunal Supremo, porque después de todo, aunque natu­ralmente prefiera unos de tus poemas a otros, eres evidente e innegablemente un poeta. Pero tú nunca te habrías convertido en un perro rabioso, como lo hizo Pound, para alinearte con los peores italianos.

Estoy afectado pero no sorprendido por el tra­tamiento que ha recibido de sus guardianes. Tus ex-compatriotas fueron siempre mucho más vio­lentos y despiadados con los traidores que tus compatriotas de ahora. Y eso precisamente es una pena. Pero los poetas de verdad han soportado sufrimientos peores con dignidad y coraje.

Si hubiera una sola línea o estrofa de Pound que me viniera a la mente como verdadera y hermosa, o simplemente verdadera, me uniría a tu petición-pero hacerlo sólo porque es un 'nombre' sería notener principios.

Perdóname. Que yo sea juzgado con la misma severidad en el día del Juicio Final.

Tuyo muy sinceramente Robert Graves

Espero volver a Mallorca el 15 de mayo para siempre. ¿Podrías enviarme el manuscrito � de La Diosa blanca para las correcciones .:!', de última hora? �

(De IN BROKEN IMAGES. Selected Letters of Robert Graves 1914-1946. Editado por Paul O'Prey.) (Traducido por Pilar G_arcía).

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CUADERNOS HISPANOAMERICANOS

Presidente: JOSE ANTONIO MARAVALL

Director: FELIX GRANDE

Número 403-405 - Enero-Marzo, 1984

HOMENAJE

A

JOSE ORTEGA

Y GASSET Arturo Ardao, Carlos Areán, Gilbert Azam,

Julio Bayón, Manuel Benavides, Mario Boero Vargas, Mariano Brasa Díez, José Luis Cano, Manuel Cito González, Patrick Dust, Máximo Etchecopar, Pelayo Fernández, José Ferrater Mora, Antonio Gallego Morell, Paulina Gara­gorri, Jacinto Guereña, Juan Luis Guereña, Alain Guy, Flora Guzmán, Zdennek Kourim, Julio López, Evelyne López Campillo, Enrique Lynch, José Antoriio Maravall, Bias Mata­moro, Franco Meregalli, Javier Muguerza, Lu­ciano Pellicani, Xavier Rubert de Ventós, Amancio Sabugo Abril, Francisco Sánchez Blanco, José Sánchez Reboredo, Félix Santo­laria Sierra, Antonio Sequeros, Eduardo Subi­rats, Paul Teodorescu, Jorge Uscatescu, Francisco Vega Díaz y Alfredo Wedel.

UN TEXTO DE JOSE ORTEGA Y GASSET

Un volumen de 630 páginas: 1.000 pesetas.

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