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    Horacio Zabala la tachadura

    La muestra de Horacio Zabala que presenta la galería Henrique Faria y que

    lleva por título ntre líneas , puede interpretarse a partir del acto de tachar.

    Si la escritura –como quería su inventor Thot– tiene como fin preservar la

    memoria, ¿qué sentido tiene la tachadura? ¿Qué es lo que sucede cuando se

    oculta lo escrito? ¿Se hace una impugnación de lo recordado, se censura un

    mensaje, se borra un acto de comunicación, se instaura un nuevo tipo de

    escritura que ya no sirve a la memoria sino al olvido? Horacio Zabala le quita

    a la tachadura todas las connotaciones negativas que posee para ponerla en

    un plano de la invención. Tachar y crear son, en su obra, un gesto único e

    indivisible. Y eso desencadena, por lo menos, tres procesos: la tachadura

    como manifestación sensorial, como investigación de la censura y como

    afirmación del monocromo.

    La escritura, que en estas obras es el origen o el punto de partida, está

    escamoteada. Está dentro de los libros, pero son libros que no se pueden

    abrir. Está en los periódicos, aunque en palabras y números que no se dejan

    leer. Debería estar en los lomos pero lo único que ellos nos ofrecen son

    monocromos rojos. A la vez, esa escritura que se oculta es el andamiaje de la

    obra: regula el juego de líneas, impone sus límites. La primera operación de

    Zabala es pasar –con sus tachaduras– del orden de lo legible a lo visible, de

    la escritura al color. La mancha nos hace ver algo y, en ese mismo gesto, ver

    lo que no se puede pensar: visibiliza lo ininteligible.

    Ese juego de borradura y ocultamiento hace pensar en la censura. Máscuando se sabe que Zabala participó en el arte político de los años setenta y

    vivió fuera del país en tiempos de la última dictadura militar. Mario Perniola,

    que leyó su obra bajo la noción psicoanalítica de censura, dijo que el artista

    “suprime todo con una determinación radical” y “opera la negación de la

    negación” porque en los periódicos ya operan mecanismos de silenciamiento

    y desinformación. ¿Al evidenciar los mecanismos de la censura –se pregunta

    el crítico italiano– se trata de regenerar el arte? La respuesta de Zabala es

    doble: política y existencial.

    Por el lado político, sus obras nos extraen del entorno pero no lo olvidannunca. El entorno siempre está ahí: tachado y por eso mismo visible. Los

    títulos de algunas obras lo evidencian al reponer las fechas del periódico que

    le dan origen: La Nación, jueves 14 de julio de 1988 o Le Monde Censurado -

    Bourse de Paris, 24-11-93 . Ahí están como indicaciones de un día

    determinado. Ese momento nos remite a otros: imposible no pensar las rayas

    coloridas que tachan los registros de la Bolsa de París en relación con el

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    Horacio Zabala nace en Buenos Aires, en 1943. Se recibe de arquitecto en

    1973 aunque desde mediados de la década del sesenta se dedica a las artes

    plásticas, actividad que continúa hasta el día de hoy. Desde entonces,

    Horacio Zabala lleva adelante una obra de riesgo experimental y densa

    reflexión teórica que se vincula con el arte conceptual. En 1967 hace suprimera muestra en la Galería Lirolay y en 1972 participa en la exposición

    colectiva  Arte e ideología CAyC al aire libre con la obra 300 metros de cinta

    negra para enlutar una plaza pública. “El arte depende de lo que no es arte”,

    escribe en el catálogo. Durante la década del 70 forma parte del Grupo de

    los Trece y en 1973 presenta  Anteproyectos en el Centro de Arte y

    Comunicación (CayC), exposición en la que trabaja con diferentes soportes y

    lleva el diseño arquitectónico al terreno de la especulación ficticia e

    intelectual.

    A partir de 1976, Zabala vivió durante 22 años fuera del país en Italia, Austriay Suiza. De este período, se destaca Refugio antiatómico en la que continúa

    con las construcciones claustrofóbicas imaginarias que le permiten tanto

    pensar la catástrofe como realizar, según sus palabras, “una operación

    socioestética”. En 1997 hizo El arte o el mundo por segunda vez , obra

    concebida para Internet, que un año después lleva a un libro editado por la

    Universidad Nacional de Rosario. No es el único libro con textos teóricos que

    escribe Zabala: en el 2000, la editorial Adriana Hidalgo publica El arte en

    cuestión. Conversaciones, del que es coautor junto a Luis Felipe Noé, y en

    2009, Vademecum para artistas (Observaciones sobre el arte

    contemporáneo)  editado por Asunto Impreso. Su último libro fue Marcel

    Duchamp y los restos del readymade, editado por Editorial Infinito en 2012.

    Zabala participó en innumerables exposiciones colectivas, como por ejemplo

    (Los Encuentros de Pamplona, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía,

    1972; Ends of the Earth: Art of the Land to 1974, Museum of Contemporary

    Art de Los Angeles, 2012; Monocromos en el Centro Cultural Recoleta junto

    con Eduardo Costa y Marcelo Boullosa) y varias muestras individuales como

    las que realizó en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (1998), en el

    Fondo Nacional de las Artes (2002) y en MUNTREF (2013). En abril de este

    año inugura una muestra antólogica titulada La pureza está en la mezcla en

    la Colección de Arte Amalia Lacroze de Fortabat, que en el segundo

    semestre se presentará en el Phoenix Art Museum.