ZELOTE

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ZELOTE DAVID GISTAU A partir de la revelación de la identidad de los Reyes Magos, todos los desengaños contribuyen a hacernos adultos. Hay un aprendizaje que extraer de la saga/fuga de Irene Lozano, que se ha subido al último helicóptero del PSOE como si no estuviera huyendo de UPyD, sino de Saigón. Como soy cínico y malvado hasta la carcajada aviesa, siempre disfruto mucho cuando la condición humana destroza una pretensión narcisista de superioridad. Un moralista regañón, sometida su conducta a prueba, se revela como un miserable. Con eso lo paso mejor que con las natillas desde que tres negaciones desnudaron la auténtica determinación de nuestro primer zelote. Cómo será la disposición a la traición de Irene Lozano que, cuando en UPyD se le acabó la gente a la que traicionar, se traicionó a sí misma. Al menos, a la zelote que castigó a Sosa y que luego mutó en su propio antagonismo. Y no fue una epifanía, sino un instinto de conservación. Para justificar su incorporación a lo que describía como un engendro cleptocrático llamado «PPSOE», utiliza un argumento delicioso que es el que los hará a ustedes más adultos: eran eslóganes parlamentarios, teatro, una exigencia del guión, como enseñar los pechos en «Emmanuelle». Cambiado el libreto, ahora Irene Lozano dirá otras cosas diferentes, y lo hará con la misma pasión teatral fingida. Un poco como el futbolista que de niño siempre soñó con jugar en los equipos por los que va pasando. ¿Se dan cuenta? Ustedes se toman esto en serio. Los creen cuando los ven heridos o indignados por algo. De verdad pensaron que en la «nueva política» hay profetas cuya sola presencia es curativa. Y luego resulta que todo es instrumental. Que la política potencia las partes más rastreras del ínfimo ser, con miedo a la intemperie, que somos. Y que las grandes verdades morales no son sino eslóganes desechables que pueden cambiarse por otros en apenas unos minutos. De todos los ingenuos ideales que UPyD se propuso cumplir, queda desbaratado ése según el cual la política debían purificarla personas extraídas de la sociedad civil y de la clase intelectual a las que se suponía mejores por el solo

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Los partidos políticos van cambiando de principios y por eso algunos personajes, caracterizados por la firmeza de sus convicciones, tienen que ir cambiando de partido... De esto habla el Sr. D. Gistau.

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DAVID GISTAU

A partir de la revelación de la identidad de los Reyes Magos, todos los desengaños contribuyen a hacernos adultos. Hay un aprendizaje que extraer de la saga/fuga de Irene Lozano, que se ha subido al último helicóptero del PSOE como si no estuviera huyendo de UPyD, sino de Saigón. Como soy cínico y malvado hasta la carcajada aviesa, siempre disfruto mucho cuando la condición humana destroza una pretensión narcisista de superioridad. Un moralista regañón, sometida su conducta a prueba, se revela como un miserable. Con eso lo paso mejor que con las natillas desde que tres negaciones desnudaron la auténtica determinación de nuestro primer zelote.

Cómo será la disposición a la traición de Irene Lozano que, cuando en UPyD se le acabó la gente a la que traicionar, se traicionó a sí misma. Al menos, a la zelote que castigó a Sosa y que luego mutó en su propio antagonismo. Y no fue una epifanía, sino un instinto de conservación. Para justificar su incorporación a lo que describía como un engendro cleptocrático llamado «PPSOE», utiliza un argumento delicioso que es el que los hará a ustedes más adultos: eran eslóganes parlamentarios, teatro, una exigencia del guión, como enseñar los pechos en «Emmanuelle». Cambiado el libreto, ahora Irene Lozano dirá otras cosas diferentes, y lo hará con la misma pasión teatral fingida. Un poco como el futbolista que de niño siempre soñó con jugar en los equipos por los que va pasando. ¿Se dan cuenta? Ustedes se toman esto en serio. Los creen cuando los ven heridos o indignados por algo. De verdad pensaron que en la «nueva política» hay profetas cuya sola presencia es curativa. Y luego resulta que todo es instrumental. Que la política potencia las partes más rastreras del ínfimo ser, con miedo a la intemperie, que somos. Y que las grandes verdades morales no son sino eslóganes desechables que pueden cambiarse por otros en apenas unos minutos.

De todos los ingenuos ideales que UPyD se propuso cumplir, queda desbaratado ése según el cual la política debían purificarla personas extraídas de la sociedad civil y de la clase intelectual a las que se suponía mejores por el solo hecho de no ser políticos profesionales. Igual hasta resulta que el fichaje por parte del PSOE, al que no es posible encontrar una explicación, es un modo enrevesado de refutar esa idea mediante la demostración de que es posible comprar a los fiscales morales. También este descubrimiento los hará a ustedes más

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adultos. Desde hace demasiado tiempo, la sociedad evita enfrentarse a sus defectos colectivos a base de adjudicar todas las culpas a la «casta» política, como si ésta estuviera compuesta de marcianos ajenos a nosotros a los que hay que expulsar para recuperar un paraíso ético perdido. Resulta que la única direrencia entre un moralista y un regañado a veces consiste en que el primero aún no tuvo una oportunidad de fracasar en su examen de conducta. Mira que si ahora Schz me ofrece un escaño y me pongo a decir cosas como «las libertades»...