Zenda Liendivit - La Ciudad Como Problema Estetico

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    La ciudad como problema esttico

    PorZenda Liendivit

    Espacio y Ambiente

    El proyecto urbano es siempre una tarea utpica porque la ciudad no solamente es unentramado cuyos elementos interactan en todos los rdenes, muchas veces impredecibles,sino porque el espacio urbano no es dimensionable del mismo modo que lo sera el espacioarquitectnico (esto es as tanto en la ciudad moderna, que lo piensa como totalidad, como enla posmoderna que lo fragmenta). Las distancias, las zonificaciones, los recorridos e itinerariosestn ms supeditados a la atmsfera, a los ritmos, a la historia, a los movimientos sociales, alos usos, incluso a las pasiones y deseos, que a los clculos, medidas, vas de transporte,asoleamiento o higiene. Algo parecido, y totalmente relacionado, a lo que ocurre con el tiempoy sus mediciones: las horas de placer y de felicidad comparadas con las del tedio o elsufrimiento no tienen nada que ver entre ellas ni con el tiempo cronolgico. La modernidadintent dimensionar ambos, tiempo y espacio, con categoras cartesianas y ubicar al hombre, oal prototipo del hombre corbusierano a la manera clsica y renacentista- como medidaesttica de todas las cosas.

    Esa diferencia entre espacio urbano y ambiente urbano es la que resaltan Argan y Harvey,citando a Lynch, cuando afirman que el primero puede ser proyectable mientras el otro slocondicionado pero no estructurado o proyectado, no admite definiciones racionales y se lleva acabo en la relacin e interaccin entre realidad psicolgica y realidad fsica. Lynch le da especialimportancia al aspecto visual de la ciudad porque, precisamente, en aquella interaccin entreobservador y medio ambiente, la percepcin cumple un rol fundamental para cualquier diseoo intervencin urbana. Estas ideas tienen como antecedentes los trabajos de Simmel sobre la vida mental en las grandes ciudades donde analiza, por ejemplo, la misantropa o la indolenciacomo formas defensivas contra la proliferacin de los estmulos. O dicho de otra manera:cmo el cuerpo reacciona, modifica y produce ciudad a la vez que es modificado y producidotambin por la ciudad.

    Este pasaje de la conmensurabilidad moderna a la intensidad posmoderna es tambin elsustento del pensamiento filosfico posmoderno. Para Deleuze, la filosofa es creadora deconceptos, con libertad absoluta, donde la intensidad es el elemento que vendra adesequilibrar la razn clsica. Deleuze, con su volver construccin todo, se acerca a Leibniz y al Barroco para conceptualizar el movimiento (de all toma las figuras del pliegue y de lasmnadas ) y para ir contra totalidades y sobre todo, de continuidades. El pliegue del barroco,pero tambin las mesetas, los rizomas y todo lo que represente esa imposibilidad de las lneasrectas entre las cosas. Una filosofa de la diferencia y de la singularidad, sin preexistencias niordenes universales, que en ese eterno construccionismo encuentra su correspondencia en las

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    formas urbanas posmodernas, que aspiran a la fragmentacin, a constituir muchas vecesconceptos cerrados sin posibilidad de continuidad alguna y donde el acto de creacin, y destruccin, parecera el fundamento mvil y siempre cambiante de esa ciudad actual queconfiguran.

    Fragmentos

    La diversidad esttica propia de la metrpolis actual se refleja en la multiplicidad y lasimultaneidad de miradas generadas por las tecnologas de comunicacin. Cada espacio estpensado como una particularidad que debe ser resuelta de acuerdo a sus propias leyes y conindependencia del resto. En la ciudad actual no hay compromiso alguno con ninguna totalidadni sistema, como era el ideal de la ciudad moderna. Los espacios urbanos, como los conceptos

    de Deleuze aspiran a atravesarse, desprenderse de la definicin nica. El espaciomultifuncional tiende a concentrar en un mismo sitio diversas actividades, las que a su vezestarn mezcladas en un espacio comn, como el shopping y el multicine, que renen lasfunciones del ocio, el consumo, la cultura y los servicios, o como en los nuevos centros de artey diseo, donde se pueden dar en simultneo el proceso de creacin, difusin, enseanza, venta y, a la vez, esparcimiento. As tambin, la tipologa de la torre cerrada, ubicada en plenaciudad, funciona como un ncleo que excede la cuestin habitacional y rene en un permetrobien delimitado, y sobre todo bien resguardado, el esparcimiento y los servicios. Extensosparques, piletas climatizadas y al aire libre, reas de parrilla, canchas de tenis y de futbol,gimnasios, spa, sauna, microcine y ofertas varias, rodeados de mucho verde que acta depaisaje, pero tambin de obstculo visual, intentan limitar el contacto con el exterior y

    fortalecer el sentido de pertenencia de los usuarios, como si se tratara de una microatmsferacon identidad propia, con la vecindad garantizada por lo menos en cuanto al nivel socioeconmico y sin las sorpresas de la calle.

    La prdida de la funcin social de la calle, iniciada ya en los proyectos modernos con laimportancia otorgada a las autopistas y el automvil; el trfico vehicular incrementado por elexceso de poblacin, permanente y transitoria, ms el tema de la inseguridad, derivado muchas veces del progresivo aumento de las diferencias y, sobre todo, de la visualizacin de ellas,generan estos espacios autosuficientes que se reflejan, a otra escala, en los barrios quefuncionan como centros y tienden a poseer infraestructuras reservadas antiguamente slo a lazona central de la ciudad (restaurantes, bares, cines, libreras, bancos, servicios, etc.). Estadisolucin de la ciudad en tomos, ms o menos cerrados, provoca otras formas de ocupacindel suelo metropolitano. La cualificacin espacial estar dada por el nivel de estainfraestructura, provocando un aumento de densidad en determinados barrios, con elcorrespondiente colapso de aqulla, y el abandono ambiental de otros. Y, a la vez, eldesplazamiento en mltiples direcciones de la poblacin, rompiendo la direccin nica delbarrio al centro, as como favoreciendo la segmentacin y la autoexclusin.

    El problema del fragmento posmoderno es su desconexin, su poca relacin con elentorno, con lo existente, con su geografa, con su historia, y entre s. La diversidadrelacionada, en cambio, genera espacios muy ricos y confiere una identidad fuerte a la ciudad.Es lo que encuentra Simmel en Roma, y en general en las ciudades antiguas, cuando afirmaque, a pesar de la extrema tensin de sus elementos, la unidad romana no se rompe y esa tensin entre diversidad y unidad, que confiere a la obra de arte evocaciones y sensaciones sera la medida de su valor esttico. Afirma tambin que la unidad respalda a cada uno de esos elementos diversos y

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    concuerda con Kant en que la relacin no es propia de los objetos en s sino del espritu que locontempla. Razn por la cual, experimentar Roma, o cualquier ciudad eterna (sea Florencia, Venecia o Pars) es un acto de libertad que dejar su impresin (lo imborrable que quedan en lamemoria estas ciudades) slo si el espritu tambin se puso en juego para realizar aquellarelacin. No cualquier conjunto de fragmentos (lenguajes, tipologas, periodos histricos, etc.)puede provocar este movimiento. sta quizs sea una de las grandes diferencias entre la ciudadantigua, pensada siempre con criterios estticos, y la moderna y posmoderna. Una quedagrabada en el alma; las otras por lo general invitan al olvido despus del deslumbramientoinicial.

    Forma y Control Posmoderno

    Por otro lado, y como caras de la misma moneda, percibir las acciones de las formasmetropolitanas sobre conductas y cuerpos, y comprender sus potencialidades, esindudablemente un trabajo que requiere de un estado de alerta y una voluntad determinada. All es donde, efectivamente, se ve a la esttica como un problema. Porque va a depender de lahistoria y de la formacin personal, pero tambin de la colectiva, que el hombre seaconfigurador de sus espacios ambientales o configurado por el mecanismo de la metrpolis y de los intereses que la dominan y la proyectan.

    Son variadas las formas en las que la arquitectura y el urbanismo se convierten endispositivos de control y de ordenacin, algunas ya citadas: el trazado rectilneo y la apertura degrandes arterias con remates verticales como jerarquizadores de la trayectoria y de la mirada,que no slo permiten los rpidos desplazamientos sino la visualizacin a grandes distancias; loslenguajes prestados de la tradicin clsica por parte de los poderes como una forma deeconoma comunicacional; las superficies vidriadas as como el concepto de panptico,aplicado generalmente a instituciones educativas y crceles, pero extendido a otros temas,

    como lugares de trabajo, ocio y esparcimiento (varios recorridos que rematan en un nicoespacio desde donde se ve y no se es mirado o un gran espacio susceptible de ser controladodesde casi cualquier lado); la zona que necesita seguridad as como la que necesita vigilancia;el lugar que expulsa y por forma lleva implcito un derecho de admisin, etc. El poder de lasformas urbanas sobre el hombre moderno radica en que ellas actan sobre criterios de valordifundidos por otros medios (comunicacionales) al punto de formar un gusto colectivo que noes especfico sino general, masificado. Una forma de leer que tiende a homogeneizarse sobre lamultiplicidad de lo ofrecido, como una percepcin colectiva no puesta en duda. El caso mscomn, y repetido el ejemplo, es el podero econmico-financiero expresado en las alturas delrascacielos. El otro, el poder comunicacional del shopping como un templo del consumo (y aqu el concepto detemploest utilizado en toda su dimensin dogmtica), que regular su

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    poblacin de acuerdo tanto a dnde est implantado como a las firmas que ocupen sus locales. As, por ejemplo, la clase media baja se autoexcluir de Galeras Pacfico o Palermo y concurrir al Abasto o al Spinetto (incluso, una misma marca distribuye, segn el barrio y susposibilidades adquisitivas, determinados tipos de productos en sus diferentes locales. Y paraglobalizar la idea, distribuye de acuerdo a cada pas, y el perfil de su poblacin, esos productosdiferenciados); la clase humilde directamente concurrir a ferias barriales, como La Salada. Lasrespectivas zonas, en tanto, se garantizarn de mantener un perfil humano que a la vezfuncionar como publicidad y como educacin: lo que se intenta es justamente borrar lasdiferencias hacia adentro y acentuarlas hacia afuera.

    Del mismo modo, un cine, una librera o un centro cultural acercarn y alejarn, porcontenido, a determinadas poblaciones y buscarn insertarse tambin en zonas ya publicitadascomo cultas o simplemente consumidoras. Es el caso de Palermo Viejo. Se afianza algunacaracterstica, que extraiga al lugar justamente de esa indiferenciacin metropolitana (el culto aldiseo, al bueno gusto, etc.), y se busca y se refuerza la idea con formas pertinentes, a la vez

    que se despoja a las otras de las mismas para no confundir pblicos y, sobre todo, para noperder beneficios. Lo que se intenta es generar una serie de guetos de iguales que en algunamedida tambin es la bsqueda de identidad de una determinada zona,una distincin con respectode otras cosas, su reconocimiento como entidad separable . El problema surge cuando esa identidad seconvierte en exclusiva y, sobre todo, excluyente y no se articula con el resto de la ciudad.

    La idea fundacional de la modernidad metropolitana, concentrar en una superficielimitada a un gran nmero de gente para facilitar el control y obtener beneficios, llega a laposmodernidad en su versin potenciada: a menor superficie diferenciada de concentracin,mayor especializacin, mayores rditos y mayor control. Esto tambin posibilita que ya nointeresen tanto los lmites de la ciudad, puesto que ella es ahora entendida y pensada enfragmentos. La forma final de estos fragmentos ya no es un problema a priori sino todo lo

    contrario: son los objetos arquitectnicos, y los hechos urbanos en general y sus modos derelacin, los que le irn dando esa identidad de acuerdo al devenir de los mismos. Una zona dela capital puede tener mucho ms que ver con poblaciones alejadas y perifricas que con otrasdentro del mismo permetro (del mismo modo que Touraine dice que un chino puede estarms cerca de uno que el vecino del edificio). Seguramente los habitantes del barrio Lavapis,poblado mayoritariamente por inmigrantes, tienen mucho ms relacin con sus pases deorigen o, en todo caso, con otros sectores perifricos de Madrid, que con la opulenta ciudadque se desarrolla a apenas unas cuadras alrededor.

    Por otro lado, la calle, en su rol comunitario y sociabilizador, atenta contra estapedagoga arquitectnica y, por lo general, privada, por lo que la noticia policial es otro de losgrandes medios de los que se dispone para alentar tanto la reclusin como la misantropa. Lacalle tuvo en los albores de la modernidad un rol protagnico como espacio de encuentro y deintercambio, aglutinante de lenguas, ideas, costumbres y oficios. Incluso, en los conjuntoshabitacionales del Movimiento Moderno se intent, a veces con buenos resultados reproduciresta funcin social en sus calles internas. Los senderos que vinculan los bloques cumplen, atravs del proyecto y del tratamiento del nivel cero, un rol integrador de la poblacin, y no slofuncional, como ocurre por ejemplo en el Barrio Los Andes, de Beretervide.

    Esta forma de proyectar y construir en fragmentos, que estn insertos en un contexto alque pertenecen pero al que a la vez niegan, se observa tambin en otros rdenes de la vida. Elejercicio de la poltica, por ejemplo, se extendi de los comits de barrio a los medios dedifusin y ahora a las redes virtuales, consiguiendo que un discurso, una propuesta, una medidao una plataforma, as como sus debates, no solamente pertenezcan al plano municipal onacional sino al mundial. Esta habitacin en varios planos obliga a proyectarla pensando en

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    capas superpuestas donde van a confluir la historia y las costumbres propias pero tambin lasde afuera. El espacio virtual, inconmensurable y sobre todo impredecible, va a crear esas zonasque Deleuze, otra vez aplicado a los conceptos, llamaba umbrales o indiscernibles, donde loarrojado a l ser interpretado y resignificado de mltiples formas, lo que posicionar tambinal enunciador en una especie de lugar mvil.

    Esttica y Conocimiento

    El hombre metropolitano difcilmente experimente, hoy en da o por lo menos con lamisma intensidad, el shock propio de los primeros tiempos de la modernidad industrial frentea la diferencia o la provocacin. Acepta las alturas ms deshumanas, las multitudes asfixiantesen las horas pico, las intervenciones urbanas ms descabelladas, la precariedad de los servicios

    colapsados, la estreches de sus espacios vitales, como as tambin los agujeros de pobreza quese abren en plena ciudad, la villa a lado de barrios opulentos, la familia que revuelve en labasura para subsistir o el mendigo durmiendo en el umbral. La ciudad ubica en el mismoplano, el plano de la indiferenciacin, una serie de artefactos, espacios, saberes, texturas, voces,silencios y formas, pocas y estilos, y exige cierta tarea intelectual en sus habitantes. En sutextoLa condicin de la Posmodernidad , Harvey cita la novelaSoft city,de Jonathan Raban, donde elautor habla de la artisticidad de la vida moderna y afirma que al hombre metropolitano le bastaconfigurar esos elementos para encontrar un sentido personal y que la ciudad le seasignificativa. Aclara que esa extrema plasticidad, tanto de la ciudad como de la personalidad,tambin es la causa de su vulnerabilidad a la locura y la pesadilla.

    Sin embargo, en este plano indiferenciado donde se ubican los elementos urbanos,

    tienen una vital importancia las condiciones que los produjo y el contexto que los recibe. Vitalimportancia porque de ellos dependern la apropiacin y la experiencia esttica, o no, del quela habita. No se trata solamente de que la ciudad fuera un centro de cultura y produccin,generadora de conocimientos, de servicios ilimitados, de acceso a las mejores condiciones dehabitabilidad, dotada de la mejor infraestructura y donde el ser humano tiene la posibilidadtanto material como espiritual de desarrollar toda su potencialidad. Se trata de que la ciudadcontempornea constituye ella misma una informacin y un conocimiento que deben seradquiridos, transmitidos, utilizados y descartados a velocidades variadas y que serdirectamente proporcional a su grado de modernizacin y metropolizacin. No es unconocimiento especfico, no es slo eso, sino ms bien potencial en el que la percepcin delmismo, como ya lo vimos con Lynch, estar dada a travs de su componente esttico. Es decir,por esa capacidad ilimitada de generar formas susceptibles de ser percibidas, configuradas,interpretadas y, adems, consideradas bellas belleza dada, por otra parte, no por unapropiedad intrnseca sino por su capacidad de comunicar precisamente actualidad.

    Con relacin a la artisticidad de los hechos urbanos, Rossi plantea que la ciudadcomparte con el arte, adems de ser una manufactura del hombre, la capacidad de ser materialpero, adems, ser algo diferente a la materia,son condicionados pero tambin condicionantes.Laimagen y la forma actan como una contrasea en este collage, contrasea de saber leer, saber ver, saber estar. La capacidad esttica de artefactos y espacios urbanos da cuenta de su gradode progreso tecnolgico y de su relacin con las otras grandes ciudades mundiales que actan,de alguna forma, como contexto y entorno a veces ms decisivos que los geogrficos. Lasactuales formas urbanas publicitan su propia modernidad, seducen, educan la mirada y lasensibilidad y orientan conductas tanto por el proyecto arquitectnico en s como por su carga

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    representacional. Es una arquitectura y un urbanismo propagandsticos en los que el mensajems importante que tienen por comunicar es que se pertenece, tanto a nivel local como global,que se entiende la poca, que se la representa de acuerdo a su carcter esencial, que esmoviente, veloz y voraz. O, dicho de otra forma, la ciudad da cuenta de sus procesos dedesarrollo y condiciones de produccin a travs de su componente esttico all donde ste se vuelve ms singular (o ms radical).

    El presente ensayo es un fragmento del libro La ciudad como problema esttico. De la Modernidad a la Posmodernidad , Captulo III, de Zenda Liendivit, publicado por

    Contratiempo Ediciones, Buenos Aires, 2009.