AALTO, UTZON Y LA HERENCIA GRECOLATINA.
Ars simiae naturae
La muerte del arquitecto Jørn Utzon, acaecida en su Dinamarca natal el pasado mes de diciembre, consumó la desaparición de una de las más relevantes figuras de la arquitectura del siglo XX cuya obra contrasta con la ensimismada producción actual, ofreciendo posibles vías para superarla. Mundialmente conocido por ser el autor del edificio de la Opera de Sydney, ya convertido en el símbolo de todo un continente, Utzon fue calificado por el historiador Giedeon como el portavoz de la Tercera Generación del Movimiento Moderno. Así, el danés formó parte de la vanguardia de un movimiento artístico que se esforzó por enterrar un Estilo Internacional –empecinado continuador de la arquitectura de estética maquinista del período de entreguerras, para dar paso a unos postulados más atentos con la tradición y el lugar. Una oportuna reacción que, como veremos, incluso alcanzó a la recuperación de los esquemas compositivos de la Antigüedad. No obstante, antes de entrar en su análisis, quizá convenga recordar que los antecedentes a esta generación, que en la década de los sesenta se enfrentó a los abusos de aquella arquitectura uniforme, se pueden encontrar en la obra tardía de algunos maestros pioneros de entre los que, aplicados a Escandinavia, destaca por su influencia la personalidad del finlandés Alvar Aalto. Como ha escrito William Curtis, “(...) al igual que Le Corbusier, Aalto se sintió atraído por el mundo clásico de la antigua Grecia. Pero mientras que para el arquitecto suizo el Partenón era el ejemplo primordial, para Aalto la principal aspiración residía en el modo en que los griegos distribuían sus asentamientos urbanos con teatros, estadios y plataformas ceremoniales unidas por senderos y recorridos (...) Puede que la figura en abanico que tanto le obsesionaba fuera el teatro griego, fracturado y erosionado por el paso del tiempo”(1).
Ágora de Atenas. Planta
En efecto, tras finalizar el Ayuntamiento de Saynätsälo, cuyos volúmenes se articulan alrededor de un patio, Aalto acometió en 1953 la construcción de su refugio de vacaciones en la isla de Muuratsalo, situada en un lago de la Finlandia septentrional. En este entorno natural, pese a la dureza del clima, el arquitecto finés descompuso el
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programa residencial mediante una organización en aldea. Para sorpresa de muchos, Aalto proyectó su casa estival como un conjunto de pabellones, nunca finalizados, dispuestos linealmente a semejanza de un cometa. Ocultos tras una masa de árboles, de entre los diferentes cuerpos destaca por su tamaño la vivienda principal, complementada con la estancia para invitados, la sauna, el almacén y el estudio del propio arquitecto(2).
Muuratsalo. Planta Muuratsalo
En una disposición propia de la Antigüedad y situada en un extremo, la casa de Aalto fue concebida a partir de la imagen unitaria de un cuadrado donde dos de sus lados soportan las estancias mientras los restantes, delimitados por sendos muros, conforman a su vez un patio de planta cuadrada. En el lado sur, una gran brecha en el muro de ladrillo visto monumentaliza la composición y abre la citada terraza hacia la visión de las frías aguas del lago. Pocos años después, un desconocido Utzon ganó el concurso del coliseo australiano que habría de catapultarle hacia la élite arquitectónica mundial. Colaborador puntual de Aalto, el arquitecto danés seguía la estela del maestro en su búsqueda de una arquitectura de vanguardia capaz de integrar la naturaleza y la tradición con los avances tecnológicos. Así, resulta plausible que, como ha señalado Climent, la intervención en el enclave de la bahía de Sydney sea deudora de “la contemplación de las pirámides mayas durante el viaje que realizó a México a finales de los años cuarenta”(3) al diseñar unas cáscaras de reminiscencias marinas sobre una plataforma elevada respecto las aguas del puerto.Como es de todos conocido, tras diez años de trabajo, el sueño se convirtió en pesadilla y Utzon, cansado de intrigas políticas de bajo vuelo, alcanzó una excepcional dimensión ética al abandonar las obras en curso para retornar a Dinamarca no sin comprar unos terrenos en Mallorca donde acabaría levantando su propio hogar: Ca’n Lis.
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Ca’n Lis. Vista desde el mar
A punto de cumplirse los veinte años de la construcción de Muuratsalo, también Utzon se inspiró en la antigua Grecia para disponer sobre los acantilados de Porto Petro una vivienda conformada por cuatro volúmenes autónomos que, a modo de poblado antiguo, se alinean entre un pinar y un muro de marés que guarda la privacidad de unas extraordinarias vistas al mar. Al igual que en el hogar finés, de entre las piezas autónomas destaca la planta de un cuerpo complementado con un pórtico de tres lados que conforma un patio cuadrado abierto al infinito y evocador de una arquitectura monumental propia del mundo helenístico.
Ca’n Lis. Patio.
La idea de fusionar lo doméstico con lo público, dotando a la vivienda de conceptos tales como la calle o la plaza, tan comunes en la obra de Aalto, es recogida por Utzon en Porto Petro para atender un programa residencial donde resulta necesario salir al exterior para acceder a los dormitorios o al volumen emergente que acoge al salón.
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Una pieza, esta última, cuya silueta se eleva sobre el conjunto evocando la imagen del templo griego y que, no en vano, fue definida así por el propio autor: “(...) parecería teatral si dijera que tengo un altar como casa, pero es lo que tengo. Este lugar es mi altar. Es aquí donde, con el respeto más profundo, me entrego a la naturaleza y, con gran pasión, contemplo el sol y la tierra ante mí”(4).
Ca’n Lis. Acceso al salón.
Sin embargo, más allá de su organización mediante pabellones con patios abiertos al mar y al uso de esquemas compositivos grecolatinos, el conjunto de volúmenes de Porto Petro también configura un espacio único gracias al uso intensivo de la piedra en su estado natural. El bloque de marés constituye la unidad modular de un proyecto que Utzon construyó de manera culta y por tanto, por qué no decirlo, de un modo bien diferente a como lo haría hoy un maestro de obras. Si Aalto utilizó el ladrillo visto en Muuratsalo, Utzon echó mano del marés procedente del subsuelo balear para la materialización de muros, pavimentos y mobiliario lo que ofrece, en la unidad de su cromatismo, la atmósfera mágica y envolvente de los edificios que nos ha legado la Antigüedad.
Ca’n Lis. Plantas
Así, el recurso al ideal clásico en el que, como es sabido, la acción humana se inspira en la naturaleza, dignificándola, constituye un nexo común entre ambos arquitectos en el
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preciso momento de desarrollar sus proyectos más personales: los que definieron sus propios hogares.
Planta y perspectiva de una casa griega antigua
Por eso, tras el fallecimiento de Utzon, y a los treinta y tres años de la desaparición de Aalto, es tiempo de considerar alternativas a esa arquitectura nuevamente globalizada que parece perderse a medio camino entre la tecnología, la máscara y el artificio. Quizá quepa preguntarse humildemente si acaso la antorcha que nos legaron estos maestros llegados del frío escandinavo aún permanece encendida entre nosotros, sus alumnos.
JoanEnric Vilardell i Santacana, Arquitecto.
Notas
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(1) Curtis, William “La arquitectura moderna desde 1900”. Ediciones Phaidon, London, 2006.(2) Armesto, Antoni “La casa de Aalto en el paraíso”, en Alvar Aalto. Estudios Críticos. Ediciones del Serbal. Barcelona, 1998.(3) Climent, Federico “Jørn Utzon: Dues cases en Mallorca”. Editado por IBATUR. Palma de Mallorca, 2000.(4) Climent, Federico “Utzon handmade”. Editado por Conselleria d’Habitatge i Obres Públiques/ Col.legi Oficial d’Arquitectes d’Illes Balears. Palma de Mallorca. 2009.
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