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Desde la comodidad de mi habitacin
protegida tras la pantalla de un televisor, veo
pasar con desdicha las horas de mi patria. Los
sueos de los jvenes que ansan libertad, los
llantos de quienes pierden a sus hijos, la
indignacin concentrada en los ojos color tierra
campesina, el suspiro del que madruga a filas
interminables y que regresa a casa sin pan. No
importa cuntos canales de televisin salte, no
importa cuntas veces encienda o apague el
televisor, tras ese espejo mgico, tras esa miope
ventana del mundo, veo la resistencia de mi
pueblo. Soy entonces esos jvenes indgenas,
esos jvenes negros, esos jvenes campesinos
y obreros, eso soy y no voy a cambiarlo.
Me llevo la mano a la cara y siento que brota de
m agua, caudalosa como el Apaporis, inmensa
como el Amazonas. Mis pequeos ojos
amenazan con secarse como nuestros ros.
Hundo los dedos en mis mejillas y soy tierra
agrietada, tierra joven que ha sido explotada
por diferentes trasnacionales. Toco mi boca y
de ella salen los piropos que me incomodan en
la calle, las palabras que me discriminan por mi
orientacin sexual, la burla por mi condicin
tnica o social. Soy entonces esa joven de
barrio, ese joven desplazado, esa lesbiana y ese
chico transexual.
Agito mi cabello para ver si caen algunas ideas,
algo que me ayude a conseguir trabajo, que
desenmaraen la preocupacin de no saber
cmo entrar a la universidad. Sacudo mi
cabello buscando la solucin al conflicto social,
que no me deja caminar por las calles, que hace
que esconda mi dinero en los calcetines de mis
zapatos, que me acueste temprano o que no
pase de cierta esquina de mi barrio. Soy
entonces ese joven que padece el conflicto
micro, reflejo de un conflicto macro que
despus de 60 aos pide con urgencia paz.
Observo mis manos, con ellas he grafiteado en
la pared mi inconformismo, mis agrados, mis
sueos. Observo mis piernas, con ellas he
corrido cuando intentando hacer arte callejero
y p o p u l a r , h e s i d o a m e d r e n t a d a ,
menospreciada o reprimida. Soy ese joven que
viste diferente, que habla un lenguaje comn,
rico en calle y en aspectos sonoro.
Me veo de pies a cabeza, ahora me reconozco,
veo el televisor, pantalla mentirosa, espacio
que se llama publico pero que es la mentira
privada de la elite. Me alejo del engao y me
levanto, ahora he comprendido que la verdad
e s t a f u e r a , q u e l a l u c h a e s p o r l a
democratizacin de los medios, por el derecho
al trabajo digno, por el acceso a una educacin
de calidad.
Ahora soy esos jvenes rebeldes que se piensan
de nuevo al pas, que se organizan, que
convocan a otros jvenes inconformes a que
agiten sus banderas de paz con justicia social.
Soy la espada de un hombre que abri camino,
soy el sueo de Bolvar despierto.
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Equipo de Pazfico Noticias
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Asesinado en 1929
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