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LA REVISTA NO SE IDENTIFICA NECESARIAMENTE CON LAS OPINIONES VERTIDAS EN LOS ARTÍCULOS PUBLICADOS
ÍndiceVolumen III, Número 2 - Julio/Diciembre 2004
Pág
Editorial: Separación y divorcio de los padres: ¿podemos ofrecer un gramo de prevención? Jesús García Pérez ................................................................................. 9
Dificultades durante el proceso de vinculación y apego en las familias adoptivas Lila Larrondo Creste .......................................................................................................... 15
La valoración del riesgo de maltrato infantil en el ámbito de la protección infantil Sandra Simó-Teufel ............................................................................................................. 27
Antecedentes de maltrato infantil en la conducta antisocial y delictiva autoinformada. Un estudio con menores infractores Mª Ángeles Cerezo y Pere Vera ........................................................................................ 41
Tratamiento psicológico de niños víctimas de abuso sexual Remedios Portillo Cárdenas ............................................................................................. 61
Vulneración Deontológica en Psicología Miguel A. Soria Verde, Elena Garrido Gaitán y Raquel González Buisán .................... 85
¿Cómo valoran las familias la adopción de niños mayores? Implicación para la actuación de los técnicos. Milagros Fernández y Mª Jesús Fuentes ........................................................................ 97
Nota clínica: Síndrome de Munchausen infantil ............................................................ 115
Recortes de prensa ........................................................................................................... 121
Insólito pero cierto ............................................................................................................ 123
Agenda ............................................................................................................................... 126
Normas para la admisión de trabajos y su publicación .............................................. 127
Boletín de Suscripción ...................................................................................................... 133
Asociaciones FAPMI .......................................................................................................... 134
ContentsVolume the IIIrd. Number 2. July/December, 2004
Pág
Editorial: Separation and divorce of the parents: can we offer a gram of prevention? Jesús García Pérez ....................................................................... 9
Difficulties during the process of entail (links) and attachment in the adoptive families Lila Larrondo Creste .......................................................................................................... 15
The valuation of the risk of infantile mistreatment in the area of the infantile protection Sandra Simó-Teufel ........................................................................................................... 27
Precedents of infantile mistreatment in the antisocial and criminal autoinformed conduct. A study with inobservant minors. Mª Ángeles Cerezo y Pere Vera ........................................................................................ 41
Children's psychological treatment victims of sexual abuseRemedios Portillo Cárdenas ............................................................................................. 61
Violation Deontológica in Psychology Miguel A. Soria Verde, Elena Garrido Gaitán y Raquel González Buisán .................... 85
How do families value the adoption of major children? Implication for the performance of the technical personnel. Milagros Fernández y Mª Jesús Fuentes ......................................................................... 97
Clinical note: Syndrome of infantile Munchausen ........................................................ 115
Clippings presses .............................................................................................................. 121
Unusual but certain............................................................................................................ 123
Diary ................................................................................................................................... 126
Norms for admisión of papers and their publication .................................................. 127
Suscription Bulletin............................................................................................................. 133
FAPMI Associations ........................................................................................................... 134
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
9
Editorial: Separación y divorciode los padres. ¿Podemos ofrecer ungramo de prevención?
JESÚS GARCÍA PÉREZ
Presidente de FAPMI
Aproximadamente el 40% de losniños experimenta el divorcio de suspadres antes de cumplir los 16 años,por lo que la separación y el divorciode los progenitores se erige en uno delos riesgos más habituales y significati-vos del actual desarrollo saludable delos niños.
Los pediatras suelen participar en epi-sodios familiares que son conocidosinductores de tensiones en las relacio-nes matrimoniales. No sólo es impor-tante que el clínico comprenda cómopuede afectar al niño el conflicto de lospadres; sostenemos que los padres y lasfamilias pueden conseguir el apoyonecesario cuando los pediatras consi-deran las formas en que el niño puedesometer a tensión el matrimonio.
Incluso en el embarazo más desea-do, la llegada del primer hijo redefine
la vida de los nuevos padres en casitodos los detalles. Desde los cambiosde las actividades diarias hasta lasalteraciones básicas del papel y laidentidad, los padres primerizosentran en una nueva, y a menudo ines-perada, fase de la vida. Con el niño lle-gan intrusiones en el tiempo dedicadoa la pareja, a los amigos, en los objeti-vos laborales y profesionales, en lasrelaciones sexuales y en las activida-des de ocio. El tiempo disponible paraque cada uno de los progenitores secentre en sí mismo y en el otro sueledisminuir bruscamente en los prime-ros meses de paternidad. Mientrasque para muchas parejas éste es unperíodo de extraordinaria excitación ysatisfacción mutua, un periodo de tra-bajo conjunto en la formación de lafamilia, para la mayoría es también unmomento de gran intensidad quenecesita de adaptaciones personales
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muy sustanciales y de ajustes en surelación mutua. En los niños posterio-res los padres tienen la ventaja de“conocer el territorio”. Sin embargo,las demandas se multiplican con cadanuevo hijo y los padres están obliga-dos a crear el equilibrio que mejorcubra las necesidades de todos losmiembros de la familia.
En un matrimonio ya sometido atensión, un nuevo hijo puede ayudar alos padres a volver a enfocar y fijar lasprioridades que los unen efectivamen-te en nuevas e importantes maneras.Por otra parte, un nuevo hijo puedeexagerar los conflictos sobre temascomo las propiedades financieras, lasopciones laborales, la división de lastareas y los temas no solucionados decontrol y autonomía en la relación. Losnuevos padres que desean el hijo enbusca de calidades de la relacióninexistente en el matrimonio pueden,en este proceso, dirigirse a un mayordesapego de su pareja. Las tensioneshabituales de la paternidad de unniño, incluyendo, por ejemplo, el tra-tamiento diario del llanto y el cólico,las alteraciones del sueño, las enfer-medades infantiles, la dirección de laconducta y el resto de la miríada detareas de la asistencia diaria al niño,pueden exacerbar antiguas diferen-cias y resentimientos entre los padres,y plantear otros nuevos.
Tampoco se exige la adaptación delos padres sólo durante los primerosaños de la vida del niño. Cada una delas transiciones del desarrollo del niñocomporta nuevos desafíos que lospadres deben afrontar tanto indivi-dualmente como en pareja. Por ejem-plo, la entrada del niño en la escuelaobliga a los padres a evaluar a su hijoy a sí mismos en relación con las nor-mas culturales y los sistemas de creen-cias más amplios representados en laescuela y en la comunidad. Los esfuer-zos de independencia e identidad delos adolescentes requieren habitual-mente que los padres revalúen su rela-ción entre sí y con su hijo adolescente.
Cuando un niño corre mayor riesgopara su salud o desarrollo, los padresdeben afrontar sensaciones muy per-sonales de ansiedad, y en algunoscasos de pérdida y duelo, al tiempoque han de atender las especialesnecesidades del niño. El apoyo mutuode los padres, y los demás miembrosde la familia, suele ser un respaldo. Enestas circunstancias, un patrón familiarconsiste en que un progenitor se dedi-que por completo al niño enfermo odiscapacitado mientras que el otro,habitualmente el padre, adopte unapostura más distante y periférica.Cuando este patrón persiste y se con-solida, uno o ambos padres puedenexperimentar sentimientos de aban-
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dono y de falta de apoyo. Puede apa-recer resentimiento hacia el niño. Noes insólito que los pediatras oigandecir al progenitor cuidador principal,tras la ruptura con el cónyuge, que cui-dar al niño es “simplemente más sen-cillo de esta manera”.
Los problemas de comportamientoinfantil y de rebelión adolescente, enparticular, suelen estar relacionadoscon el malestar familiar, ambos comoorigen de la tensión entre los padres,reflejo del conflicto entre ellos, oambas cosas. La pregunta del clínicosobre cómo afecta a la familia el com-portamiento del niño, incluyendo loque cada padre cree que impulsa aeste comportamiento, cómo respon-den a ello y si creen que están traba-jando conjuntamente o por separado,por lo común iluminará el grado deintervención de la tensión matrimonial.Otros riesgos especiales del matrimo-nio acompañan al nacimiento y el des-arrollo del niño cuando uno de losprogenitores tiene una discapacidad oenfermedad, o cuando la crisis o elcambio afectan a la familia. La depre-sión materna posparto aparece en el10-20% de los embarazos, y su fre-cuencia debe ser objeto de la habitualdetección sistemática pediátrica en elniño sano. La pérdida del empleo, lapobreza, la movilidad familiar o laenfermedad grave o la muerte de un
progenitor de los padres son ejemplode importantes cambios vitales quepueden exacerbar las tensiones debi-das a la nueva paternidad.
Dado el gran impacto que ejerce elbebé y el niño sobre la familia y la rela-ción matrimonial, sostenemos quepreguntar por la salud del matrimoniodebe ser un componente regular de laasistencia pediátrica longitudinal y unaspecto habitual de la historia de lasalud y el bienestar del niño. Los pro-fesionales experimentados conocencon cuánta frecuencia la madre ofreceabundantes claves de que atraviesapor dificultades. Preguntas sencillascomo: “¿Quién le ayuda con elbebé?” y “¿Cómo van las cosas encasa?” son invitaciones francas aexponer estas preocupaciones al clíni-co. Preguntas más directas, talescomo: “¿Qué tal soportan, usted y sucónyuge, los cambios con este nuevohijo?” o “¿Qué tal va su matrimoniocon todo lo que tiene que hacer (p. ej.,por el nuevo bebé o un niño enfermoo discapacitado o un niño mayor connecesidades especiales, etc.)?”, no seconsideran inoportunas o entrometi-das en el contexto de estas significati-vas experiencias familiares. El apoyoque reciben o no los progenitores desus propios padres es importante paracomprender hasta qué punto un pro-genitor puede sentirse conectado o
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alejado de sus maestros primariossobre la paternidad.
Este tipo de preguntas puedeextenderse también a los adolescen-tes. Éstos suelen necesitar la guía paracomentar sus preocupaciones en elcontexto familiar. Preguntas como:“¿Te sientes cómodo hablando deeste tema con tus padres?”, “¿Estásde acuerdo con tus padres en quéhacer sobre tu preocupación?” o“¿Cómo crees que afecta este proble-ma a los demás miembros de tu fami-lia?” invitan al adolescente a abordaraspectos de la vida familiar que pue-den ser cruciales para comprender elproblema y, al mismo tiempo, dotan alclínico de una ventana sobre la reac-ción y el ajuste de los padres.
Ninguna de éstas es una charla de“asistencia urgente”. Es decir, sólopueden tener sentido e importancia enel contexto de una relación longitudi-nal de interés y confianza entre la fami-lia y el clínico. Las preguntas habitualessobre el bienestar del progenitor, de lapareja y de la familia son un importan-te paso temprano para fomentar elcrecimiento de esta relación.
¿Podemos prevenir el divorcio? Ensí misma, es una esperanza excesivadados el limitado contacto y el con-texto de la visita pediátrica. Pero
¿podemos ayudar apoyando a lospadres y su relación durante la transi-ción a la paternidad y durante los perí-odos estresantes de la paternidad?Seguramente la respuesta es “sí”.Ésta no es una tarea nueva para lospediatras de asistencia primaria, ade-más, es difícil imaginar una pediatríaque no englobe el apoyo a los padres.Sin embargo, las condiciones asisten-ciales de la asistencia gerenciada handesalentado a los clínicos a “interve-nir” en las preocupaciones psicosocia-les de sus familias, en contraposición aconsiderar su papel como un aspectogratificante y central de su práctica.
RECOMENDACIONES:Expresar abiertamente a los padres
nuestra comprensión como médicos delos grandes cambios y desafíos queacompañan la transición a la paternidad.• Familiarizarnos con las particularescircunstancias familiares y sociales decada uno de nuestros pacientes (p. ej.,¿quién forma parte de la familia y viveen casa con el niño?, ¿qué adultos sonlos cuidadores primarios?, ¿fue enembarazo planeado?, ¿existen dife-rencias significativas entre los padresacerca de las prácticas de asistencia ycrianza de los niños?, etc.).• Ofrecer apoyo mediante el conoci-miento del impacto del niño y susnecesidades sobre cada uno de lospadres y su relación.
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• Estar atentos a los factores del ries-go de tensión matrimonial, como losdescritos anteriormente.• Estar preparado para alentar y facili-tar la remisión al oportuno apoyomatrimonial, en forma de grupos deapoyo con otros padres que compar-ten tensiones similares (p. ej., un niñodiscapacitado) o, más directamente, atratamiento matrimonial.
Respecto a los sistemas de asisten-cia, estas consideraciones de la saludfamiliar en pediatría indicarían lossiguientes componentes regulares:• La continuidad de la asistencia debeser una prioridad de primer orden enel diseño de la consulta.• Se debe ofrecer de forma habitualvisitas pediátricas prenatales con asis-tencia de ambos progenitores.• Las solicitudes para reunirse concada uno de los progenitores en unade las primeras visitas de puericultura
deben ser una expectativa del plan demantenimiento de la salud.• Los médicos han de solicitar visitasde seguimiento con ambos progenito-res siempre que se descubran señalesde peligro de conflicto matrimonial ouna tensión matrimonial significativa.• El concepto de consulta médicadebe englobar otros mecanismos deapoyo a los padres, por ejemplo, gru-pos de padres y asesores o especialis-tas en salud mental afiliados.
“El divorcio es un proceso, no un epi-sodio”. Los pediatras tienen un papelsingular a desarrollar muy al principiodel proceso de formación de la familiay en apoyo de los padres que cuidan asus hijos en tiempos de bienestar y entiempos de necesidad. Dada la granprevalencia y el enorme impacto de laseparación y el divorcio de los padressobre los niños, estamos obligados acontribuir en los que se pueda.
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BIBLIOGRAFÍA
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
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Las dificultades durante el procesode vinculación y apego en las familias adoptivas
LILA PARRONDO CRESTE, PSICÓLOGA
Directora de Adoptantis
ResumenLa adopción es una forma cada vez más frecuente de formar nuevas
familias. Niños que necesitan nuevos padres y padres que desean brindarsu cariño a un hijo.Si bien los estudios realizados sobre la población de familias adoptantes ennuestro país no son aún suficientes, todos coinciden en señalar que, aun-que la mayoría de las adopciones evolucionan favorablemente, cerca de un20 % de las familias necesita recibir apoyo terapéutico profesional en algúnmomento, y que el porcentaje de fracasos se encuentra cercano al 10%.Revisar los sentimientos de pérdida y rechazo , las situaciones traumáticasy de stress que han vivenciado los niños adoptados, a la luz de la teoría delapego nos permitirá tener un acercamiento más profundo a las dificultadesdel proceso de vinculación y apego que pueden presentarse en las familiasadoptivasPalabras clave: vínculo, apego, experiencias traumáticas, adopción, prepa-ración psicológica de las familias
Directora de ADOPTANTIS Centro de información, preparación y apoyo a la adopción Av. Felipe II, 10 6º 28009 MADRID - E-mail: [email protected]
VÍNCULO Y APEGO
Vínculo y apego son dos pilares
fundamentales en el desarrollo huma-
no, esenciales en el funcionamiento
estable de todos los niños a lo largo
de su proceso de desarrollo.
Vínculo es el enlace básico de con-
fianza entre el niño y su cuidador, prin-
cipalmente su madre. Se desarrolla
por la repetición, especialmente
durante los primeros seis meses de
vida, del siguiente ciclo:
Necesidad del niño > Llanto >
Reacción de rabia > Acción parental
para descubrir la necesidad >
Satisfacción > Relajación
La adquisición de vínculos satisfac-
torios trae como resultado un niño
que logra adquirir la confianza necesa-
ria en los otros como personas sensi-
bles; en el mundo como un lugar
seguro; y en sí mismo como un ser
capaz de comunicar sus necesidades.
Cuando el niño va creciendo,
comienza a encontrar que sus padres
tienen límites, se inicia un segundo
ciclo de vinculación:
Conducta del niño > Límite del
adulto > Frustración > Adulto que rea-
firma su intención de mantener la
seguridad del niño
Parrondo Creste, L. Las dificultades durante el proceso de vinculación
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
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SummaryAdoption is used more and more frequently as a way to form new fami-
lies. Children need new parents and parents want to give their affection toa child. Studies carried out on adoptive families in our country are still insuf-ficient. However, all of them agree in pointing out that, though the majorityof adoptions develop favourably, approximately 20% of adoptive familiesneeds professional, therapeutic support at some point and the percentageof failures is around 10%.
Examining feelings of loss and rejection, of traumatic and stressful situa-tions from the viewpoint of the attachment theory brings us closer to a dee-per understanding of the difficulties in the process of bonding and attach-ment that can arise within adoptive families.Key words: bond, attachment, traumatic experiences, adoption, psycholo-gical preparation of the families
Como resultado de este proceso,
el niño desarrolla su credibilidad en
los adultos y en los límites. Estos dos
ciclos del vínculo son la base sobre la
que se desarrolla el apego.
Así como el vínculo hace referencia
a la confianza, el apego está relaciona-
do con el afecto. Es la relación con una
persona específica, dominada por el
intercambio de afectos.
John Bowlby definió el apego
como el lazo afectivo entre dos perso-
nas, inicialmente el niño y la madre;
este lazo se convierte en una repre-
sentación interna de cómo el niño
puede crear relaciones con el mundo.
Para este autor, esta relación inicial
entre el yo y los otros es el patrón
sobre el que se moldearán todas las
relaciones futuras.
En un primer momento este lazo
afectivo se crea sólo con los padres, a
media que el niño crece otras interac-
ciones, mutuamente satisfactorias, se
van añadiendo a ese primer apego.
La calidad del apego inicial del
niño es de vital importancia en todo su
proceso de desarrollo posterior, su rol
es fundamental en el mantenimiento
del vínculo de confianza; en el des-
arrollo de las relaciones con los otros;
en la constitución de la propia identi-
dad y autoestima; en el aprendizaje de
la regulación de los sentimientos; en
el desarrollo del lenguaje; y en el logro
del desarrollo del potencial intelectual
del niño.
EL APEGO EN EL PROCESO
EVOLUTIVO
Los indicadores de que el desarro-
llo del vínculo y el apego avanzan de
manera saludable varían de un niño a
otro.
En los primeros meses de vida
( 0 a 2 meses) el niño se vivencia a sí
mismo como siendo uno con el entor-
no que le rodea.
La primera tarea del desarrollo del
niño es adquirir un adecuado balance
y ritmo psicológico; esta balance se
logra por medio de las numerosas
repeticiones del primer ciclo de vincu-
lación del niño y prepara el camino al
vínculo y al apego.
De los 2 a 6 meses, la experiencia
infantil produce el primer cambio: el
niño deja de ser uno con el entorno
para ser uno con sus padres.
Comienzan a aparecer los primeros
indicadores del desarrollo del apego
con sus cuidadores: la sonrisa; el con-
tacto ocular; la preocupación por el
rostro de los padres.
A los 6 meses de vida, un niño ape-
gado es capaz de mostrar el rango
completo de emociones; responde a
las interacciones que lo proponen sus
Parrondo Creste, L. Las dificultades durante el proceso de vinculación
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
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padres e incluso es capaz de iniciarla
él también.
Alrededor de los 6 – 7 meses, el
niño generalmente comienza a experi-
mentar ansiedad frente a la presencia
de extraños. Paradójicamente, esta
ansiedad frente a los extraños es un
signo de desarrollo saludable del
apego a sus padres. El apego es quien
define a todos los demás como extra-
ños, sin apego no hay extraños; todas las
demás personas resultan de igual impor-
tancia emocional , o de falta de ella.
Desde el punto de vista de la con-
ducta, esta ansiedad manifiesta la
angustia que el niño experimenta en
presencia de extraños y el regreso a la
seguridad que le proporcionan los
padres.
A lo largo de los siguientes dos –
tres meses, esta ansiedad frente a los
extraños se irá transformando en
angustia de separación: el temor del
niño a ser separado de sus padres, y
es un nuevo testimonio del apego
infantil. La manifestación de esta
angustia puede traducirse en conduc-
tas de llanto; protesta; aferrarse a sus
padres; apartarse del mundo hasta
que sus padres regresen; o protestas
con rabia y agresividad; y es otra prue-
ba del adecuado proceso de apego.
Entre los 10 y 18 meses se produce
la etapa del descubrimiento del
mundo y la principal tarea del desarro-
llo evolutivo es explorarlo. El apego se
muestra aquí como una comprobación
repetida entre la seguridad que recibe
de sus padres y la necesaria curiosidad
del niño; se alejará y retornará a sus
padres antes de aventurarse aún más
lejos.
A esta edad, los niños comienzan a
investir de energía emocional al padre y
a otros miembros de la familia, es el ini-
cio de la multiplicación de los apegos.
A pesar del cambio, el niño regresará
a su madre siempre que se encuentre
cansado, lastimado o enfermo.
El final del proceso de desarrollo
del vínculo y el apego tiene lugar
entre los 24 y 36 meses con el logro de
la constancia del yo y del objeto.
La constancia del yo permite al
niño experimentarse como una misma
persona a lo largo de los diferentes
estados emocionales y situaciones. La
constancia del objeto se constituye en
el niño como resultado de la imagen
mental que tiene de los otros, lo que
le permite vivenciarlos como personas
predecibles y accesibles. Ambas per-
miten al niño apaciguar la angustia
por la separación, al mismo tiempo
que le ayudan a consolidar su capaci-
dad de retrasar las gratificaciones y
aceptar la disciplina.
No todos los niños alcanzan este
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grado de desarrollo alrededor de los
tres años de edad, algunas veces por
retrasos en el desarrollo y otras por
trastornos en el apego.
CAUSAS DE LAS DIFICULTADES
EN EL DESARROLLO DEL
APEGO
Cuando el ciclo de apego del pri-
mer año de vida se interrumpe y las
necesidades del niño no encuentran
satisfacción de manera cariñosa y edu-
cativa; el proceso de socialización no
puede resolverse adecuadamente; la
falta de confianza comienza a definir
las relaciones del niño; y, al no produ-
cirse el desarrollo del apego saluda-
blemente, aparecen los trastornos.
Y son múltiples las causas que pue-
den fracturar este ciclo:
• Depresión post parto, que trae
como consecuencia una madre no
accesible
• Maternidad adolescente, con
poca capacidad de maternaje
• Adicciones maternas (drogas o
alcohol)
• Pérdida de la familia
• Enfermedad mental de los proge-
nitores
• Hospitalización del niño separado
de sus padres
• Situaciones de abandono
• Vivencia de situaciones de maltra-
to o negligencia
• Experiencias de abusos (sexuales,
físicos o emocionales)
• Experiencias de institucionaliza-
ción residencial
• Múltiples rupturas en la relación
con los cuidadores
Cuando el bebe siente una necesi-
dad, probablemente un sentimiento
de temor, la señala por medio del llan-
to, y la madre ( su primer cuidador)
acude para calmarlo.
Esta interacción tranquilizadora le
permite regular la sensación de stress
que la necesidad le despertaba, y le
ayuda a restablecer la calma.
Cuando este ciclo se repite una y
otra vez, y las respuestas de stress y
necesidad del bebe son adecuada-
mente resueltas por el mismo cuida-
dor, el bebe va adquiriendo las herra-
mientas necesarias para calmar, por
sus propios medios, los estados inter-
nos de stress en los momentos de
temor.
Al ir adquiriendo esta posibilidad
de calmar su propio stress, el bebe es
capaz de confiar en que, generalmen-
te, el mundo externo es un lugar no
atemorizante.
Cuando la señal de necesidad, el
llanto, no recibe respuesta por parte
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de la madre, o cada vez que se produ-
ce es atendida por un cuidador dife-
rente que no comprende completa-
mente a este particular bebe, el stress
queda sin regulación y persiste como
estado prevalente del niño, un estado
de constante temor.
El niño no encuentra la manera de
adquirir calma para sus estados inter-
nos de stress y se muestra hipersensi-
ble a los estímulos externos, o experi-
menta sensaciones de extremo temor.
Psicológicamente, el niño percibe el
mundo externo como un lugar amena-
zador, con escaso lugar para la calma y
el confort. Se vuelve hipersensible a
los estímulos externos, hipervigilante,
y con un sentimiento de terror incon-
trolable.
SINTOMATOLOGÍA DE LOS
TRASTORNOS DEL APEGO
Cuando se desarrolla la falta de
confianza en los cuidadores y en el
mundo externo, el niño no logra
adquirir conductas de apego afectivo,
y es entonces cuando emergen algu-
nos síntomas:
• Evitación del contacto ocular
• Dificultad para aceptar los cambios
• Incapacidad para aceptar actitu-
des de afecto
• Falta de afecto
• Afecto indiscriminado hacia cual-
quier extraño
• Demandas inadecuadas de atención
• Dificultad de respuesta en situa-
ciones de ira o dolor
• Escaso control de la impulsividad
• Conductas destructivas consigo
mismo, con los otros y con los objetos
• Crueldad hacia los animales
• Conductas alimenticias anormales
• Trastornos del sueño
• Dificultad para relacionarse con
sus pares
• Mentiras
• Falta de razonamiento causa –
efecto
• Retrasos en el aprendizaje
• Preguntas persistentes carentes
de sentido
• Patrones de lenguaje anormales
• Preocupación por el fuego, la
sangre o la muerte
• Conductas sexuales inadecuadas
Los niños que han estado expues-
tos a situaciones de stress reiteradas
ven el mundo de una forma diferente.
Para ellos la vida es una constante
amenaza. Esta amenaza puede provenir
de cualquier tipo de estimulación senso-
rial : una luz, un sonido, un olor, un sabor,
o una elevación de la temperatura cor-
poral, cualquier estímulo puede desper-
tar un estado de terror abrumador.
Parrondo Creste, L. Las dificultades durante el proceso de vinculación
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Debido a que no han sido capaces
de desarrollar su habilidad para calmar
su temor en los primeros momentos
de la vida, reaccionan a este estado de
forma violenta.
Las situaciones atemorizantes pue-
den pasan desapercibidas para los
padres o cuidadores, pero no para
estos niños excesivamente sensibles.
Y su reacción se muestra como una
larga y duradera explosión de cólera,
o como un periodo de completa des-
conexión o disociación.
APEGO Y ADOPCIÓN
Si el desarrollo normal del apego
se lleva a cabo alrededor de los 36
meses, los niños que son adoptados
después de los 6 meses corren el ries-
go de sufrir trastornos en el apego.
Dificultades en la relación madre-
niño; la experiencia del orfanato; las
fracturas en la constancia de la rela-
ción cuidador-niño; pueden producir
interferencias en este desarrollo. El
abanico de trastornos en el desarrollo
del apego varía en función del grado
de disturbio emocional que ha padeci-
do el niño.
Los niños adoptados han experi-
mentado, al menos, dos cambios
importantes en sus primeras etapas de
vida que pueden dejar un profundo
impacto en su desarrollo y seguridad
posteriores: han pasado de su familia
biológica al orfanato o familia de aco-
gimiento; y luego de allí a su hogar
adoptivo.
Los cambios de cuidadores resul-
tan disruptivos, cada nuevo cuidador
es diferente, huele diferente, suena
diferente.
En el orfanato hay muchos cuida-
dores, pero no hay un cuidador con el
que desarrollar un vínculo especial.
La adopción, la nueva familia adop-
tiva, se convierte para estos niños en
una sensación extraña, nueva y, en
principio, atemorizante.
Los niños que han vivido experien-
cias traumáticas se ven afectados en
todos sus sistemas de funcionamiento;
el trauma temprano afecta tanto a
nivel emocional, de conducta o físico.
Han vivido muchas situaciones
traumáticas y tienen dificultad en su
capacidad para apegarse exitosamen-
te. La sintomatología que presentan
en su nueva familia está directamente
relacionada con las experiencias ante-
riores.
Ellos han experimentado que el
mundo es un lugar peligroso, amena-
zador, hostil, y en el que el riesgo de
verse expuestos a un potencial daño
siempre se encuentra presente.
Es importante distinguir entre los
niños que “parecen apegados” de
Parrondo Creste, L. Las dificultades durante el proceso de vinculación
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
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aquellos que están desarrollando un
apego seguro y saludable.
Muchos niños adoptados desarro-
llan una inmediata dependencia de
vínculo con sus padres adoptivos, los
llaman “mamá" o “papá”, o dicen
“que los quieren mucho”, y esto no
quiere significar que se encuentran en
proceso de apego. Una cosa es decir y
otra muy distinta es sentir aquello que
se dice.
El apego es un proceso y como tal
lleva tiempo, la clave está en la confia-
bilidad, y creer sólo se hace seguro
luego de muchas pruebas.
Los padres dan cariño y aprenden
que el niño los quiere. El niño aprende
a creer que sus necesidades básicas
pueden ser satisfechas; aprende a
“pertenecer” a su familia y que la fami-
lia “le pertenece”. Es a través de estos
elementos que el niño puede aprende
a querer y a aceptar ser querido.
Los niños adoptados necesitan
tiempo para hacer reajustes a su
nuevo entorno. Tienen que hacer
familiares a sus nuevos cuidadores,
amigos, familiares, vecinos, maestros y
todos aquellos con los que mantiene
contactos repetidos.
Tienen que aprender las rutinas de
su nuevo hogar y adaptarse a vivir en
un nuevo entorno físico. Algunos
niños incluso tienen que afrontar cam-
bios culturales o de lenguaje.
Hasta que no logren hacer propios
todos estos temas tal vez no sean
capaces de relajarse lo suficiente como
para permitir el inicio del apego.
Durante esta etapa, los problemas
de conducta relacionados con la inse-
guridad; las pérdidas en los afectos; y
otros aspectos vinculados con su his-
toria previa comenzarán a aparecer. Y
también comenzaran a colgársele eti-
quetas: “manipulador”; “superficial”,
“difícil”.
Internamente el niño se siente
ansioso, temeroso, perdido y muchas
veces con el sentimiento profundo de
ser “malo”, e “imposible de ser queri-
do”. No ha desarrollado aún la auto-
estima que acompaña al sentimiento
de ser valorado como un miembro de
la familia.
El pensamiento infantil es auto
referido, él es el centro del universo;
por esta razón si los padres lo abando-
nan, se divorcian o se mueren siempre
se sentirá culpables de la situación.
Resulta difícil para los padres, y
algunos profesionales, comprender
que es insuficiente esperar un cambio
con sólo decir al niño que esta familia
no lo dañará de la forma en que él ha
sido dañado. La experiencia emocio-
nal deberá re-hacerse para poder pro-
ducir cambios.
Parrondo Creste, L. Las dificultades durante el proceso de vinculación
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
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Unos padres seguros, confiables y
predecibles son la parte más significa-
tiva en la terapia de estos niños, por-
que pueden confortarlos en el
momento en que se muestran más
vulnerables.
Para estos niños, este consuelo es
una experiencia nueva, sus experien-
cias anteriores les han enseñado que
debían consolarse solos. No pueden
aceptarlo fácilmente porque no han
aprendido cómo.
NECESIDAD DE PREPARACIÓN
Y APOYO TERAPÉUTICOS
Adoptar un niño es poder sentir
como propio un niño nacido de otros.
Luego del largo proceso de tramita-
ción de la adopción, los nuevos padres
se encuentran frente a un niño al que,
por haber estado expuesto a situacio-
nes traumáticas, suponen necesitado
de afecto. En general, imaginan a un
pequeño que se dejará besar, abrazar y
querer; y que, desde los primeros
momentos, será capaz de demostrar el
afecto que por ellos siente.
Escasa es la preparación e informa-
ción que reciben los padres adoptantes
sobre este niño en particular, sobre las
circunstancias que han contribuido a que
este niño necesitara una nueva familia; y
sobre el tipo de dificultades que pueden
surgir una vez que ha sido adoptado.
Los sentimientos de pérdida, aban-
dono y rechazo son de capital impor-
tancia para el niño adoptado, y resul-
tan aspectos muy difíciles también
para los padres adoptivos.
Los sentimientos que vivencian los
niños adoptados son complejos, y par-
ticular es la forma en que pueden
racionalizar lo que les ha tocado vivir.
Algunos niños pueden sentir que
sus padres adoptivos los han secues-
trado, robado del cariño de su familia
biológica.
Para otros el cariño que demues-
tran sus padres adoptivos nunca se
podrá equiparar al que recibieron de
su familia biológica.
Otros vivencian que el sentimiento
de rechazo que sienten por su familia
biológica es más poderoso que el
afecto que pueden demostrar a la
familia adoptiva.
En general, los niños adoptados
mantienen la fantasía de un vínculo,
real o imaginario, con su familia bioló-
gica. La ponen en marcha cuando las
circunstancias se les ponen difíciles,
entonces piensan que las cosas no
serán de este modo con ellos (los bio-
lógicos) cuando vengan a buscarlo.
Muchas veces termina siendo una
disputa interna entre una “madre
buena” y una “madre mala”, en el que
la madre adoptiva suele ser la destina-
Parrondo Creste, L. Las dificultades durante el proceso de vinculación
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
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Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
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taria de la ira que generan el abando-
no y el rechazo.
Los padres adoptivos se sienten
desconcertados, heridos y enfadados
frente a una situación que les sorpren-
de, para la que no se encuentran pre-
parados y el terrero a las dificultades
en la vinculación padres-hijo queda
abierto.
Cada vez se hace más imperioso
trabajar preventivamente en el campo
de la adopción, no podemos evitar las
circunstancias traumáticas en la vida
de los niños, pero sí podemos actuar
en la preparación de los futuros adop-
tantes para brindarles recursos con los
que hacer frente a las dificultades que
pueda presentar el proceso de vincu-
lación y apego entre padres adoptivos
– hijos adoptados.
Y, fundamentalmente brindarles ser-
vicios de apoyo postadoptivo donde
las dificultades y los trastornos que
pudieran presentarse en el proceso de
establecimiento de vínculos entre
padres e hijos pueda ser escuchados y
comprendidos en un marco terapéuti-
co por un equipo profesional especia-
lizado en la temática adoptiva.
Parrondo Creste, L. Las dificultades durante el proceso de vinculación
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
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Parrondo Creste, L. Las dificultades durante el proceso de vinculación
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Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
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Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
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La valoración del riesgo de maltratoinfantil en el ámbito de la proteccióninfantil
SANDRA SIMÓ-TEUFEL
Profª Asociada Universitat de Valencia
ResumenEl presente trabajo pretende contribuir a la reflexión en torno a la valo-
ración del riesgo de maltrato infantil en el ámbito de la protección infantil.Para ello se realiza un breve análisis de las diferentes aproximaciones y pro-cedimientos de evaluación, hoy en día enfrentadas, que existen en torno ala valoración del riesgo en este ámbito. Por un lado, los procedimientosmás informales y clínicos y por otro los procedimientos formales y estanda-rizados. Se concluye que los procedimientos estandarizados, con criteriosrelevantes y empíricos, favorece la transparencia de la evaluación, el enten-dimiento entre profesionales, la objetividad y la discusión y supervisión delos casos. Así mismo, ayuda a estructurar los pasos del proceso de decisio-nes de forma más racional..
AbstractThe aim of the present study is to reflect on the assessment of risk of
child maltreatment within the field of the child protective system. Two tra-ditionally opposed approaches and risk assessment strategies are analysed:
Universitat de Valencia Avda. Blasco Ibáñez, 21, 46010 Valencia E-mail: [email protected]
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
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Simó-Teufel, S. La valoración del riesgo de maltrato infantil en el ámbito de la protección infantil
La sociedad progresivamente va
asumiendo un compromiso mayor con
los derechos del niño, se va sensibili-
zando con sus necesidades y es más
conocedora de los efectos negativos
del maltrato. Así, cada vez, reacciona
de una forma más fuerte ante las situa-
ciones dramáticas de abuso o negli-
gencia que sufren los niños y niñas por
parte de sus padres. Pero no solo eso,
cada vez es más habitual escuchar crí-
ticas como: “¿Cómo es posible que
ocurriese algo así, sin que se diese
cuenta ningún profesional?” “¿Por
qué no se evitó o previno el maltra-
to?”. La atención también recae sobre
los profesionales relacionados con la
protección infantil y se exige de éstos
actuaciones protectoras, que garanti-
cen el bienestar físico y psicológico de
los menores. Actualmente, las tareas
encomendadas a estos profesionales
es sumamente compleja y delicada,
puesto que éstos tienen que buscar
continuamente un equilibrio entre el
derecho de los padres y el derecho de
los niños, entre la separación y el reen-
cuentro, entre el apoyo y el control.
Los profesionales de la protección
a la infancia, tal como se refleja en las
aportaciones de la Ley 1/1996, de 15
de Enero, de Protección Jurídica del
Menor, atienden no sólo a aquellos
menores que se encuentran en una
situación de “desamparo”, sino que
se amplían sus funciones protectoras a
aquellos menores que se encuentran
en una situación de “riesgo”. Para
poder garantizar una intervención
realmente protectora, es fundamental
el diagnóstico o definición de la situa-
ción del menor en un sentido u otro.
El presente trabajo pretende con-
tribuir a la reflexión en torno a la valo-
ración del riesgo en el ámbito de la
protección infantil.
En primer lugar, se aborda el tema de
qué se entiende por valoración del riesgo
en este contexto, y si realmente es posi-
ble realizar una valoración de este tipo.
On one side the more clinical and informal approach, and on the other sidethe more formal and standardized one. The analysis concludes that formaland standardized risk assessment procedures, based on relevant and empi-rical criteria, benefit transparency in the assessment, understanding amongprofessionals, objectivity and supervision of the cases. A formal risk assess-ment procedure helps to structure the decision making process in a ratio-nal way.
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
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Simó-Teufel, S. La valoración del riesgo de maltrato infantil en el ámbito de la protección infantil
En segundo lugar, se expone la dis-
cusión actual en torno a cómo realizar
la valoración del riesgo. No se preten-
de ofrecer una solución concluyente
que responda a la pregunta sobre cuá-
les son las bases del procedimiento,
que asegure el éxito de las decisiones
sobre protección infantil. Sí que se
pretende valorar de forma crítica las
diferentes aproximaciones, hoy en día
enfrentadas, que existen en torno a la
valoración del riesgo. Para ello se rea-
lizará un análisis de las aportaciones
científicas a nivel internacional de los
diferentes procedimientos para la
valoración del riesgo en el ámbito de
la protección infantil.
¿QUÉ ENTENDEMOS POR
VALORACIÓN DEL RIESGO?
Desde el momento en que se
detecta un caso de maltrato infantil
hasta que se cierra, el profesional
encargado del mismo se enfrenta a
múltiples y diferentes decisiones.
Cada decisión va precedida de algún
tipo de valoración o diagnóstico.
En general, se pueden distinguir
dos grandes momentos o tareas diag-
nósticas.
La primera tarea diagnóstica se rea-
liza una vez detectado el caso y des-
pués de los primeros contactos con el
niño y la familia. El diagnóstico se cen-
tra en reconocer de una forma simple
y rápida el daño producido en el niño
y la amenaza de una situación inmi-
nente o aguda de daño para el niño.
Esto es, las decisiones giran en torno a
la urgencia del caso y el estado de
seguridad actual en el que vive y se
desarrolla el niño.
La segunda tarea diagnóstica se
realiza durante la fase de recogida de
información exhaustiva y valoración
del caso, antes de tomar una decisión
acerca de si es necesaria una medida
de protección. Este diagnóstico se
centra en reconocer aquellos aspec-
tos, tanto positivos como negativos,
del desarrollo y necesidades infantiles,
de las habilidades educativas de los
padres, del grado de cooperación y
motivación para el cambio de los cui-
dadores del niño, así como de la valo-
ración de la probabilidad o riesgo de
que el niño sufra en el futuro acciones
abusivas o negligentes por parte de
sus cuidadores principales.
Esta segunda tarea diagnóstica se
refiere a la valoración del riesgo pro-
piamente dicha. Esta valoración se
inserta y hay que entenderla como una
pieza más de todo el proceso diag-
nóstico. El interés concreto de la valo-
ración del riesgo es contribuir a: (a)
establecer la intensidad del contacto
necesario entre el sistema de protec-
ción y la familia, (b) establecer priori-
dades entre los casos a la vista de
unos recursos insuficientes, y (c) apo-
yar las decisiones en torno a las medi-
das de protección.
En un sentido amplio la valoración
del riesgo puede entenderse como un
proceso en el que se incluye la recogi-
da de información relevante y el proce-
samiento cognitivo de la misma, que
deriva en una estimación acerca de la
probabilidad de ocurrencia de una o
más situaciones de riesgo para el niño
(English y Pecora, 1994). El procesa-
miento cognitivo de la información
hace referencia al conjunto de reflexio-
nes conscientes y estimaciones intuiti-
vas sobre el riesgo basadas en las pro-
pias experiencias de los profesionales.
Treinta años de investigación en el
ámbito de la psicología cognitiva han
puesto de manifiesto las limitaciones
de los procesos cognitivos humanos
en la toma de decisiones y en la reali-
zación de estimaciones (Hammond,
1980; Kahneman, 1982). El propio fun-
cionamiento del sistema cognitivo
humano introduce sesgos en el pensa-
miento, de forma que el resultado es
bastante subjetivo. En ocasiones, se
limita la atención a unos cuantos crite-
rios, obviando otra información poten-
cialmente relevante para el caso. En
otras ocasiones, además de funcionar
de forma selectiva y distorsionar la
información, se producen errores a la
hora de integrar o ponderar la infor-
mación. Los sesgos y distorsiones se
acentúan en situaciones caracteriza-
das por un alto nivel de incertidumbre
e implicación emocional, como es el
caso de las situaciones de valoración
del maltrato infantil.
Estas limitaciones del pensamiento
humano, dejan al descubierto las limi-
taciones de un procedimiento para la
valoración del riesgo basado en crite-
rios obtenidos a partir de la propia
experiencia, y que se integran y elabo-
ran a partir de mecanismos exclusiva-
mente cognitivos. Es, por ello, proba-
ble que las distorsiones y errores se
integren en la valoración, aumentando
con ello el riesgo en el profesional de
tomar una decisión no adecuada para
el caso concreto.
Un indicador claro de la falibilidad
de los procedimientos para la valora-
ción del riesgo que confían en el crite-
rio personal, es la baja fiabilidad entre
los profesionales. Así, se ha observado
que la fiabilidad, esto es, el grado de
coincidencia en el diagnóstico, difiere
bastante entre profesionales de dife-
rentes lugares (Rossi et al., 1999;
Münder et al., 2000).
Es ante estas limitaciones detec-
tadas, que se introduce una forma
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
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Simó-Teufel, S. La valoración del riesgo de maltrato infantil en el ámbito de la protección infantil
alternativa de proceder, algo más
formal y estructurada. Este segunda
forma de proceder se caracteriza por
contener una serie de criterios esta-
blecidos explícitamente y unas
reglas concretas para integrar y pon-
derar la información. Esta aproxima-
ción, que cada vez está recibiendo
más atención, fundamenta los crite-
rios de decisión sobre una base
empírica.
Existen fundamentalmente dos for-
mas de conocer cuáles son los crite-
rios de riesgo relevantes. Por un lado,
éstos se pueden obtener a partir de
los resultados de estudios empíricos,
cuyo objetivo es describir las caracte-
rísticas de las poblaciones atendidas
en las que se producen episodios de
abuso o negligencia de diferente
intensidad hacia los menores. Por otro
lado, los criterios se pueden elaborar a
partir de la experiencia de un conjun-
to de expertos, por lo general perso-
nas con mucha experiencia en el
ámbito de la protección infantil, que
consensuan su percepción de cuáles
son los criterios de riesgo relevantes o
importantes. Contiene con ello una
especie de “experiencia cristalizada”,
que va más allá de la experiencia indi-
vidual.
Una vez establecidos los criterios
de riesgo, y con el objetivo de deter-
minar el procedimiento de valoración,
se demuestra el valor predictivo de los
criterios a través del análisis empírico.
Esto es, se observa la evolución de las
situaciones descritas por los criterios
en una muestra de familias y menores
a lo largo del tiempo, y la correlación
entre los factores de riesgo y la proba-
bilidad de que se repita el maltrato.
Estas observaciones pueden llevar a
conclusiones acerca del peso o rele-
vancia relativa de los diferentes crite-
rios analizados para diferenciar los
diferentes niveles de riesgo.
Es con ello, que el significado de la
valoración del riesgo se puede concre-
tar y entender como un resultado for-
mal, obtenido a partir de unos crite-
rios explícitos, ponderados de acuer-
do a unas reglas concretas acerca de
la probabilidad de ocurrencia en un
tiempo limitado, de una o algunas
acciones maltratantes contra un niño,
si no se realiza algún tipo de interven-
ción para evitarlo (Baid y Wagner,
2000; Baid et al., 1995).
Ambas aproximaciones expuestas
hasta el momento se pueden enten-
der como dos “culturas de evalua-
ción” enfrentadas o rivales.
Por una lado, se define una postura
más clínica, creativa e individualista,
centrada en el caso único. Dicha pos-
tura rechaza el concepto de “anorma-
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
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Simó-Teufel, S. La valoración del riesgo de maltrato infantil en el ámbito de la protección infantil
lidad” y la posibilidad de clasificar a
las familias y los menores en categorí-
as que pudiesen estigmatizarlos. La
valoración del riesgo según esta pos-
tura esta basada en criterios persona-
les respaldados por la propia expe-
riencia.
Por otro lado, una aproximación
alternativa de tipo empírico, que con-
fía en la estandarización de los proce-
dimientos y en las conclusiones esta-
dísticas, como una vía para alcanzar un
mayor grado de objetividad en la valo-
ración. La aproximación empírica
parte del concepto de “anormalidad”
y maneja todas aquellas variables que
describen las características de aque-
lla parte de la población que se desvía
de la “normalidad”.
A menudo, a nivel teórico se tiende
a señalar estas posturas como enfren-
tadas e incompatibles entre sí. A un
nivel más práctico, donde el objetivo
es recoger información de forma rigu-
rosa acerca de las necesidades de los
niños, planificar actuaciones y evaluar
si se han conseguido los efectos espe-
rados en los menores, ambas aproxi-
maciones se complementan. La más
formal y estructurada sirve para con-
trastar, apoyar, rechazar o completar el
criterio clínico.
La utilización de procedimientos
estandarizados significa algo más que
solo marcar y contar cruces en una
lista de factores de riesgo. Así mismo,
el trabajo con los casos no significa
únicamente la atención a factores indi-
viduales, sin tener en cuenta los
aspectos normativos.
A continuación se exponen una
serie de condiciones que asegurarán
la eficacia de los procedimientos más
formales y estandarizados.
BREVE REVISIÓN HISTÓRICA
DEL DESARROLLO DE LOS
INSTRUMENTOS ESTANDARI-
ZADOS PARA LA VALORACIÓN
DEL RIESGO DE MALTRATO
INFANTIL
El desarrollo de procedimientos
para la valoración del riesgo es un
tema que ocupa actualmente a los
profesionales de la protección infantil
de diferentes países.
La tecnología relacionada con la
valoración del riesgo es desde hace
muchos años bastante habitual en
otras disciplinas. Así en la medicina,
en concreto en la epidemiología, se
han desarrollado instrumentos empíri-
cos bastante precisos para identificar
riesgos para la salud pública y factores
asociados a futuras enfermedades. La
utilidad de este tipo de procedimien-
tos formales se pone también de
manifiesto en el ámbito empresarial.
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
32
Simó-Teufel, S. La valoración del riesgo de maltrato infantil en el ámbito de la protección infantil
Por ejemplo, para las aseguradoras
estos procedimientos son fundamen-
tales para predecir la probabilidad de
accidentes o resultados concretos a
largo plazo.
Todas estas disciplinas tienen en
común con la disciplina de la protec-
ción infantil que hay que tomar una
serie de decisiones sobre el pronósti-
co y desarrollo del caso bajo unas con-
diciones de alta incertidumbre, y
donde los fallos en las decisiones,
además de ser difíciles de corregir,
suelen tener efectos negativos sobre
las personas.
La tecnología relacionada con la
valoración del riesgo en el ámbito de
la protección infantil no es tan habitual
y resulta problemática. En este ámbito
se empezó a explorar alrededor de los
años 80. Fue en los 90 cuando empe-
zaron a implementarse los primeros
instrumentos y modelos para la valora-
ción del riesgo en los diferentes esta-
dos de EEUU. Actualmente, en EEUU
ya disponen de algunos procedimien-
tos, que incluso se están utilizando de
forma bastante satisfactoria y genera-
lizada. Así, por ejemplo, el MARAI
(Sistema de decisiones estructurado
para la evaluación de riesgo de abuso
o negligencia infantil). Este sistema,
que se desarrolló fundamentalmente
en Michigan, es el más extendido en
los EEUU. La fiabilidad y validez de
este instrumento actuarial para la eva-
luación del riesgo ha sido demostrada
hasta el momento en diez estudios
retrospectivos y en cinco estudios lon-
gitudinales. Ocupa una hoja y consta
de 12 criterios de riesgo formulados
en forma de preguntas. Las preguntas
hacen referencia a variables relaciona-
das con la ocurrencia del maltrato,
como características de la familia, del
incidente y la reacción de los padres
ante la sospecha de maltrato. Los
resultados de las preguntas se suman
y ponderan, con lo que finalmente la
familia puede clasificarse en un nivel
de riesgo muy alto, alto, moderado o
bajo.
Otra iniciativa que contribuye a
fomentar la tecnología relacionada
con la valoración del riesgo es
Dartington. Se trata de una organiza-
ción internacional ubicada en
Inglaterra, que está formada por
investigadores de Inglaterra, España y
Estados Unidos. Se funda en 1998 con
la idea de buscar un lenguaje común,
que disminuya los problemas de
comunicación entre profesionales y
desarrollar análisis que permitan eva-
luar y difundir la buena práctica en las
actuaciones con niños. Incluye una
serie de instrumentos cuantitativos y
cualitativos, con una función clínica y
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
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Simó-Teufel, S. La valoración del riesgo de maltrato infantil en el ámbito de la protección infantil
de planificación, orientados a recoger
información de forma rigurosa acerca
de las necesidades de los niños, plani-
ficar actuaciones, así como evaluar si
se han conseguido los efectos espera-
dos en los menores.
En España, Alemania y otros países
europeos existen algunos intentos ais-
lados por incorporar procedimientos
estandarizados y protocolos en el tra-
bajo diario.
En Europa, la investigación relacio-
nada con la valoración de riesgo es
mucho más reciente y no está tan des-
arrollada. En general, desde la década
de los 90 se tiende a adaptar los ins-
trumentos estructurados desarrolla-
dos en el contexto anglosajón. Cada
vez más, la tendencia es a incorporar
estos procedimientos estandarizados
y protocolos en el trabajo diario. En
concreto, en el ámbito español se
intentó a través del programa para la
mejora del Sistema de Atención Social
a la Infancia (SASI) del Ministerio de
Trabajo y Asuntos Sociales sistemati-
zar y dotar de rigor el proceso de pro-
tección infantil desde la detección,
notificación, investigación, hasta la
evaluación de las situaciones de mal-
trato infantil y la toma de decisiones
(Arruabarrena, de Paúl y Torrés, 1994).
Desde entonces se pueden reconocer
esfuerzos aislados por adaptar instru-
mentos o por desarrollar instrumentos
propios que faciliten el manejo de
tanta información.
Desgraciadamente, en la actuali-
dad no existen suficientes estudios
que apoyen la fiabilidad y la validez de
estos modelos, y continúan existiendo
serias dudas acerca, no solamente de
las estrategias e instrumentos relacio-
nados con la valoración del riesgo,
sino también de si ésta es posible.
ANÁLISIS DE LOS DIFERENTES
PROCEDIMIENTOS PARA
LA EVALUACIÓN DEL RIESGO
En este apartado se presenta una
clasificación de los diferentes procedi-
mientos que existen para evaluar el ries-
go (Kindler, 2000; 2003; Pothman, 2003).
Por un lado, se pueden reconocer
los procedimientos “basados en el
consenso”. Estos procedimientos
incluyen criterios elegidos y elabora-
dos sobre la base del acuerdo y el tra-
bajo conjunto entre expertos en el
tema. Los criterios elegidos están alta-
mente relacionados con la ocurrencia
de maltrato, y, por tanto, sirven como
predictores. Estos procedimientos, sin
embargo, no se suelen apoyar en tra-
bajos empíricos que determinen cómo
interactúan las diferentes variables
entre si y el peso de cada una de ellas
para la valoración del riesgo. La venta-
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
34
Simó-Teufel, S. La valoración del riesgo de maltrato infantil en el ámbito de la protección infantil
ja principal de estos procedimientos es
que estandarizan y sirven como guía
comprehensiva para la recogida de
información relevante sobre el caso.
Por otro lado, se encuentran los
procedimientos “actuariales, protoco-
larios o basado en predictores empíri-
cos”. Se trata, en este sentido, de
procedimientos que incluyen criterios
obtenidos a partir del análisis empíri-
co de casos, y que usa procedimien-
tos estadísticos estandarizados para
calcular el peso de los criterios y el
efecto de las interacciones entre ellos.
Las asociaciones estadísticas reflejan
así mismo la relación entre los crite-
rios y determinados resultados de
interés.
Otra forma de expresar la diferen-
cia entre los instrumentos para la valo-
ración del riesgo es hablar de procedi-
mientos que estructuran y procedi-
mientos que estructuran y valoran.
Por un lado, los procedimientos
que estructuran son aquellos cuyos
factores de riesgo sirven como una
guía u orientación para recoger infor-
mación sobre el riesgo. Estos factores
son extraídos a partir del consenso
entre profesionales.
Por otro lado, los procedimientos
que estructuran y valoran son como
los anteriores, en el sentido que ofre-
cen una lista de factores de riesgo
relevantes pero, además, siguen un
procedimiento para cuantificar y
extraer conclusiones acerca del grado
de riesgo que corre el menor. Según
como se hayan obtenido los factores
de riesgo, se podrá distinguir dentro
de este modelo entre procedimientos
informales - cuando los factores se han
obtenido a partir de un criterio clínico,
y procedimientos formales - cuando
los factores se apoyan en criterios
empíricos y estadísticos.
Una revisión de la literatura actual
en torno a la valoración del riesgo
indica, que existe cierta controversia
acerca de la metodología a utilizar
para evaluar el riesgo.
En un estudio realizado durante el
año 2004 por el Centro de Política de
Bienestar Infantil de EEUU (Rycus y
Hughes, 2004) sobre los peligros a los
que pueden llevar los instrumentos de
evaluación del riesgo, se llegó a las
siguientes conclusiones:
En primer lugar, se destaca que no
existe unanimidad con respecto al
alcance y a los objetivos de la valora-
ción del riesgo en el ámbito de la pro-
tección infantil. Así, se observa una
gran heterogeneidad en los princi-
pios, terminología y conceptos que
están a la base de los diferentes instru-
mentos, con lo que a veces se podría
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
35
Simó-Teufel, S. La valoración del riesgo de maltrato infantil en el ámbito de la protección infantil
pensar, si realmente estamos hablan-
do de lo mismo cuando nos referimos
a “riesgo”: En muchas ocasiones un
mismo instrumento se utiliza en
momentos diferentes del proceso sin
tener en cuenta que cada momento
del proceso de protección requiere de
unos criterios y unos procedimientos
diferentes. En este sentido es impor-
tante diferenciar entre la valoración
del riesgo y la evaluación de la familia.
La valoración del riesgo solo sirve para
reconocer el nivel de riesgo en la fami-
lia, y valorar si se abre expediente de
protección o no, o para apoyar una
decisión de separación. La evaluación
de la familia sirve para explorar e iden-
tificar en profundidad la complejidad y
el desarrollo de aquellos factores que
contribuyen o, por el contrario, miti-
gan los episodios de maltrato. Dicha
evaluación se debería utilizar para pla-
nificar el caso y decidir acerca de la
mejor estrategia preventiva en ese
caso concreto. Para evaluar a la familia
en profundidad hace falta más tiempo
y crear un rapport favorable. Existe un
peligro cuando se utiliza el mismo ins-
trumento para evaluar el riesgo y a la
familia, y es que esto da lugar a eva-
luaciones superficiales que no llegan a
reconocer los factores positivos, favo-
rables o protectores de los padres y
del niño/a. La falta de tiempo provoca
que se dejen sin contestar determina-
dos ítems determinantes y se comple-
ten los huecos de manera intuitiva.
En segundo lugar, existe una falta
de consenso importante entre los pro-
fesionales en relación a conceptos
fundamentales, terminología, princi-
pios básicos y medidas del riesgo.
Estos están pobremente definidos y
articulados, por lo que se aplican de
forma idiosincrásica y, en muchos
casos, de forma errónea. Esto crea
ambigüedad, confusión y contradic-
ciones aumentando así la probabili-
dad de error en la toma de decisiones.
A medida que cada comunidad esta-
blece su propio procedimiento para
adaptarlo a sus necesidades, aparecen
diferencias en los conceptos. Así, exis-
te una gran discrepancia en el lengua-
je para describir algunos fenómenos
equivalentes, con lo que aumenta la
dificultad para entenderse. El lenguaje
idiosincrásico y los términos contradic-
torios, que están a la base de la tecno-
logía para la evaluación del riesgo, a
menudo provocan frustración en el
técnico, lo que finalmente conduce a
que se cumplimente el instrumento
como una mera formalidad.
En tercer lugar, existen problemas
metodológicos importantes en el
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
36
Simó-Teufel, S. La valoración del riesgo de maltrato infantil en el ámbito de la protección infantil
diseño y desarrollo de muchos instru-
mentos para la valoración del riesgo.
Apenas existen estudios que com-
prueben la validez y fiabilidad de estos
modelos, por lo que los profesionales
están basando sus decisiones sobre
una base inadecuada. En este sentido,
se defiende una aproximación empíri-
ca o formal y no solo clínica o informal
de la valoración del riesgo, puesto
que es la primera la que puede alcan-
zar unos límites mínimos de cientifici-
dad, comprobando el grado en que
una medida particular produce resul-
tados consistentes (fiabilidad) y el
grado en que un instrumento puede
clasificar o categorizar adecuadamen-
te a una familia en una escala de nive-
les de riesgo (validez).
En cuarto lugar, una gran variedad
de aspectos burocráticos, relativos al
propio sistema, e individuales impiden
que los instrumentos para la valoración
del riesgo se apliquen a gran escala en
el ámbito de la protección infantil. Por
un lado, las barreras de tipo organiza-
cional, como la excesiva carga de tra-
bajo, falta de planificación, escasez de
recursos, poca iniciativa para promover
el cambio y apoyar la implementación,
los automatismos rígidos, la falta de
entrenamiento y falta de supervisión
son factores que afectan o pueden
afectar negativamente la implementa-
ción de este tipo de evaluación. Por
otro lado, en un plano más personal, la
evaluación del riesgo de maltrato
infantil es una tarea muy compleja y
requiere habilidades en pensamiento
crítico, observación, escucha, entrevis-
ta, deducción de información, análisis
de datos y síntesis. Es tarea del profe-
sional reconocer como su trasfondo
cultural, sus valores y sus creencias
afectan la interpretación y las conclu-
siones acerca del riesgo de las familias.
En quinto lugar, existen una gran
cantidad de aspectos éticos y legales
que deben ser tenidos en cuenta a la
hora de valorar el riesgo. Así, por
ejemplo, ¿Se puede intervenir sobre
una familia en la que se ha evaluado
un alto riesgo de maltrato infantil,
pero que no accede a la intervención?
CONCLUSIÓN
A partir de la revisión de la literatu-
ra especializada en el tema, una cosa
parece clara, y es que la utilización de
instrumentos de medida empíricos
posibilitan que la evaluación del ries-
go sea algo más transparente, redu-
ciendo con ello la variabilidad entre
profesionales. Este tipo de procedi-
mientos estandarizados, con criterios
relevantes y objetivos, favorece el
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
37
Simó-Teufel, S. La valoración del riesgo de maltrato infantil en el ámbito de la protección infantil
entendimiento entre profesionales,
ofreciendo criterios para la discusión y
supervisión de los casos. Garantiza
también, que el proceso de toma de
decisiones se base sobre una informa-
ción más fiable, más precisa, menos
tendenciosa y subjetiva, contribuyen-
do con ello a que las actuaciones sean
más justas para las familias y los niños.
La implementación de procedi-
mientos empíricos resulta complicada.
De hecho, es difícil para muchos pro-
fesionales cambiar de un sistema
informal y no estructurado al que esta-
ban habituados a otro más empírico,
sobre todo si este proceso no se
apoya con formación y supervisión
continua. Además, el propio instru-
mento empírico debe estar en conti-
nua “revisión” para adaptarse a las
necesidades cambiantes de las fami-
lias en un lugar y tiempo concretos.
Para que el instrumento llegue a ser
efectivo debe cumplir unos criterios
mínimos de validez y fiabilidad.
A pesar de los aspectos positivos
de los procedimientos empíricos, no
sería conveniente confiar únicamente
en ellos a la hora de valorar el riesgo.
Ni tampoco caer en automatismos
simples que unan determinados resul-
tados sobre el nivel de riesgo con
determinadas actuaciones protecto-
ras, de forma que se acabase expre-
sando la complejidad de la realidad
social en términos simples como “si...,
entonces”. Parece más adecuado que
el profesional inserte los instrumentos
empíricos como un corrector crítico de
sus propios procesos de decisión. Los
procedimientos podrían tener una
función orientadora que ayudasen a
estructurar los pasos del proceso de
decisiones de forma más racional.
Sería inadecuado llegar a sustituir el
juicio del profesional por los resulta-
dos obtenidos con los procedimientos
empíricos.
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
38
Simó-Teufel, S. La valoración del riesgo de maltrato infantil en el ámbito de la protección infantil
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Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
41
Antecedentes de maltrato infantil en la conducta antisocial y delictiva autoinformada. Un estudio con menores infractores
Mª ÁNGELES CEREZO* Y PERE VERA
Unidad de Investigación “Agresión y Familia”.Universidad de Valencia
Resumen
Los niños expuestos a prácticas de crianza negativas, desde parentali-
dad laxa y punitiva a agresión y abuso grave, incrementan su riesgo de des-
arrollar conducta antisocial y cometer delitos. El propósito del estudio
exploratorio es rastrear los principales factores predictores de conducta
antisocial y delictiva autoinformada por varones infractores, en las áreas de
sus experiencias de maltrato en la infancia y de la crianza
Participantes: Veintiocho menores (M= 15,70 años; SD= 1,03) aleatoria-
mente seleccionados a los que se les imputaba la comisión de un delito.
Método: Se evaluaron los antecedentes de experiencias de maltrato
infantil, con la entrevista semiestructurada CANIS-R (The child abuse and
neglect interview schedule-revised: Ammerman, Van Hasselt y Hersen,
1987). Para facilitar la recuperación de los recuerdos autobiográficos se uti-
lizaron estrategias basadas en referencias temporales. Para cada sujeto, el
primer recuerdo de su vida y la edad de 10 años constituyeron los límites
del período temporal sobre el que se realizaban las preguntas de la entre-
*La correspondencia relacionada con este artículo dirigirla a: Mª. Ángeles Cerezo, Unidad de Investigación “Agresión y Familia”. Departamento de Psicología Básica. Avda. Blasco Ibañez, 21 46010 Valencia (España) Tel. 963 86 44 75 E-mail: [email protected]
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
42
Cerezo, Mª A. , Vera, et al. Antecedentes de maltrato infantil en la conducta antisocial y delictiva autoinformada...
vista. Se evaluaron las dimensiones de socialización familiar (Cuestiones
sobre Vida Familiar). Los sujetos cumplimentaron el Cuestionario A-D:
Conductas antisociales-delictivas (Seisdedos, 1988).
Resultados: Baja supervisión y edad temprana de la primera transgre-
sión explicaron el 43% de la varianza de la puntuación en conducta antiso-
cial auto informada. El 78% de la varianza de la conducta delictiva la expli-
caba un modelo cuatri-factorial, por este orden: gravedad de los daños
psicológicos atribuidos por el menor al maltrato, existencia de negligencia
por falta de supervisión en situaciones peligrosas, gravedad de daños físi-
cos y nivel de atención médica requerida. Había 8 reincidentes en el grupo;
la función discriminante (bajo nivel en aspectos económicos percibidos,
gravedad de la agresión física y situación de convivencia de los padres) cla-
sificó correctamente el 92.9% de todos los chicos. Este modelo explicó el
64.80% de la varianza de la variable reincidencia vs. no reincidencia
Conclusiones: Los antecedentes de experiencias de maltrato juegan un
papel predictor en el nivel de conducta delictiva y prácticas de parentalidad
como baja supervisión se relacionan con conducta antisocial. La gravedad
de la agresión física en la infancia se relaciona con probabilidad de reinci-
dencia. Las limitaciones e implicaciones de estos hallazgos son objeto de la
discusión.
Abstract
Children who are exposed to negative child rearing practices from puni-
tive and lax parenting to severe punishment and abuse are at risk for mala-
daptive developmental outcomes and tend to be antisocial and commit cri-
mes. The purpose of this exploratory study was to track the main predictors
of self.-reported antisocial and delinquent behavior by young offenders
among their experiences of maltreatment and parenting in their childhood.
Participants: 28 young male offenders (M= 15,70 years; SD= 1,03) ran-
domly selected.
Method: Their experiences of child maltreatment were recorded using
the CANIS-R (The child abuse and neglect interview schedule-revised:
Ammerman, Van Hasselt & Hersen, 1987). Strategies based on temporal
markers were used to facilitate their auto-biographic memories. For each
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
43
Cerezo, Mª A. , Vera, et al. Antecedentes de maltrato infantil en la conducta antisocial y delictiva autoinformada...
Introducción
En las dos últimas décadas se han
sucedido los estudios sobre la relación
entre maltrato infantil y delincuencia
juvenil. Desde el informe de Gray
(1985) “Child Abuse: Prelude to delin-
quency” hasta la fecha, numerosos
estudios han mostrado la existencia de
una relación significativa entre los dos
fenómenos (Quas, Bottoms y Núñez,
2002). Los niños víctimas de maltrato
tienen más riesgo de desarrollar con-
ductas delictivas. Los hallazgos han
sido consistentes, a pesar de las dife-
rencias y variaciones que se relacionan
con aspectos metodológicos tales
como lo restrictivo o amplio de las
definiciones, la longitud de los perio-
dos de seguimiento o el carácter del
diseño, retrospectivo o prospectivo
(Widom, 1995, 2001). La relación se ha
documentado en estudios retrospecti-
vos y prospectivos, con muestras pro-
cedentes de protección de menores y
boy, both the first memory of his life and his tenth birthday were the mar-
kers within he was asked to refer his answers. Socialization practices (disci-
pline, positive parenting, etc. were also explored (Aspects of Family Life).
Finally, the participants filled in the A-D Questionnaire (Antisocial and delin-
quent behaviors self report)
Results: Poor supervision and early age for the first transgression explai-
ned 43% variance in antisocial behavior. 78% variance in delinquent beha-
vior was explained by a four factor model: severity of psychological dama-
ges perceived by the boy, negligent parental behavior derived of lack of
monitoring, severity of physical damages and level of medical attention
required. There were 8 recidivists in the group: the discriminant function
(low score in economical aspects perceived by the boy, severity of physical
aggression and broken homes) correctly classified 26 out 28 (92.9%). This
three-factor model explained 64.8% variance in the nominal group variable
(recidivism vs. non recidivism).
Conclusions: Parental socialization practices like poor supervision are
related with antisocial behavior. The maltreatment experiences play a signi-
ficant role in the self reported delinquency. The severity of physical aggres-
sion in the childhood was related with recidivism. The limitations and impli-
cations of these findings are discussed.
grupos de comparación (p.e. Alfaro,
1981; Zingraff, Leiter y Jonson, 1993;
Maxfield y Widom, 1996) y con mues-
tras de población general sobre las
que se ha realizado un seguimiento
como el estudio de Smith y
Thornberry (1995).
Así pues, cuando la delincuencia y
el maltrato se miden de un modo com-
prehensivo se constata una fuerte rela-
ción entre ambas, y después de con-
trolar otros factores como la estructu-
ra familiar, el tamaño de la familia, o el
orden de nacimiento, el maltrato expli-
ca por sí solo una varianza significativa
de la delincuencia (Haapasalo y
Pokela, 1999; Heck y Walsh, 2000).
Desde el área de trabajo de las
prácticas de crianza y de socialización,
el desarrollo de conducta agresiva y
antisocial se entiende como un fallo en
la socialización del menor (Patterson,
1982, 2002), especialmente en los
casos más crónicos y graves de delin-
cuencia, en los que el primer delito se
produce antes de los 15 años. En éstos
chicos el primer delito es el resultado
final de una socialización muy inade-
cuada cuyas raíces se pueden observar
en la infancia, desde donde se van acu-
mulando los déficits en habilidades
que alimentan negativamente el pro-
ceso. Por otra parte, en el ámbito de
estudio del maltrato infantil se viene
desarrollando una línea que desde las
buenas prácticas con la infancia
entiende el maltrato familiar de un
modo más comprehensivo como las
prácticas de parentalidad que amena-
zan o dañan el desarrollo óptimo de las
competencias del niño (Ammerman,
1990;Cerezo, 1992; Wolfe, 1987;
Cerezo, 2001).Estas prácticas se plas-
man en actuaciones inapropiadas, por
comisión o por omisión, para resolver
conflictos de crianza y un afecto inade-
cuado para el niño y sus necesidades.
En este sentido, las disfunciones fami-
liares en dimensiones como la discipli-
na, la supervisión, la parentalidad posi-
tiva, la resolución de problemas y con-
flictos, propuestas por Snyder y
Patterson (1987) como particularmen-
te relevantes en el desarrollo de con-
ducta antisocial y delincuente son, a la
vez, una guía útil para determinar
prácticas de parentalidad de riesgo o
maltratantes, por su impacto negativo
en el adecuado desarrollo de las com-
petencias del menor particularmente
en su manifestación de conducta des-
viada (Cerezo, 1995).
Siguiendo esta línea de argumen-
tación, los hallazgos en los estudios
interaccionales realizados en familias
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
44
Cerezo, Mª A. , Vera, et al. Antecedentes de maltrato infantil en la conducta antisocial y delictiva autoinformada...
abusivas indican esta conexión entre
las áreas a través de la conceptualiza-
ción del maltrato como prácticas de
crianza inapropiadas y de riesgo. Los
niños víctimas de abuso muestran sig-
nificativamente más tasa de conducta
desviada y menos de conducta proso-
cial que los niños que no sufren esta
problemática. Además, los niveles de
conducta desviada en los niños mal-
tratados y en los grupos de niños refe-
ridos a tratamiento por problemas de
conducta son semejantes (para una
revisión, Cerezo, 1997).
Aunque no todos los casos de
delincuencia responden al modelo de
inicio temprano donde las prácticas
socialización familiar tiene un rol fun-
damental. Sí es cierto, sin embargo,
que los más jóvenes a los que se les
imputa un delito tienen más probabili-
dad de pertenecer a ese grupo. Por
otra parte, la conducta antisocial y
delictiva temprana es una de las conse-
cuencias de prácticas socializadoras
maltratantes. Por tanto, la imputación
de un delito a un menor puede enten-
derse como una situación que señala la
posible existencia de prácticas sociali-
zadoras inadecuadas y de riesgo en su
ámbito familiar. De acuerdo con la Ley
Orgánica 5/2000, de 12 de enero regu-
ladora de la responsabilidad penal de
los menores, para poder orientar en
cada caso la medida educativa más
adecuada, dentro de las previstas por
la ley, se requiere estudiar la situación
del menor, psicológica, educativa,
familiar, su entorno social y cualquier
otra circunstancia relevante. En ese
espíritu, tiene interés un estudio retros-
pectivo basado en la percepción de los
chicos imputados en hechos delictivos
sobre aspectos relativos a las dimen-
siones de socialización familiar y de
experiencias de maltrato en un perio-
do anterior a los 10 años de edad y la
comisión de la primera transgresión
que recuerdan y la relación de esto con
la conducta antisocial y delictiva infor-
mada. Esto permitirá comprender
mejor la situación personal del menor y
orientar la medida educativa más ade-
cuada para su rehabilitación
El propósito de este trabajo fue
doble: primero, estudiar el poder pre-
dictivo de variables de socialización
familiar y de frecuencia y gravedad de
maltrato sobre la conducta antisocial y
delictiva autoinformada en varones
infractores y, en segundo lugar explorar
el perfil diferencial entre reincidentes y
no reincidentes dentro del grupo. Se
hipotetizó que las variables relativas a
daño informado y pautas disfuncionales
de socialización familiar formarían parte
de los modelos predictivos tanto para
conducta antisocial como delictiva.
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
45
Cerezo, A. Mª , Vera, et al. Antecedentes de maltrato infantil en la conducta antisocial y delictiva autoinformada...
MÉTODO
Sujetos
Los participantes en este estudio
fueron 28 menores varones (entre 14 y
17 años de edad) a los que se les
había incoado expediente judicial por
su presunta implicación en un hecho
delictivo. Estos menores fueron alea-
toriamente seleccionados entre aque-
llos que fueron remitidos para su eva-
luación psicológica por el Equipo
Técnico de Juzgados de Menores, en
un periodo de cinco meses
El promedio de edad de los partici-
pantes fue de 15,70 años (SD = 1,03).
El núcleo familiar estaba compuesto
por una media de 3,41 hermanos
(SD = 1,50). El lugar en la fratria pro-
medio para el grupo fue de 2.26
(SD = 1.05) con la moda en el tercer
puesto con 39,29% del grupo. En un
57,14% de los casos, los menores con-
vivían con los dos padres, mientras
que un 35.72% vivian con uno de los
padres. El 7.14% restante convivía con
familia extensa. El 46,43% no habían
sido debidamente escolarizados. En
cuanto al status socioeconómico: el
75% de los padres no tenía empleo
estable (39,29%) o, si lo tenía, era poco
cualificado (35,71%); y el 89.39% de
las madres no mantenían un empleo
estable (71,43%) o, si lo tenían, era
poco cualificado (17,86%).
PROCEDIMIENTO E
INSTRUMENTOS
La información referente a los ante-
cedentes delictivos de los menores se
obtuvo del registro del Equipo
Técnico. La medición del resto de las
variables de interés para este estudio
se ha integrado en la estrategia de
medida múltiple del proceso de eva-
luación psicológica de los menores
remitidos al Equipo Técnico por el
Ministerio Fiscal.
En primer lugar se informaba a los
participantes del propósito de la inves-
tigación y se obtenía tanto su consenti-
miento como el de sus padres o tuto-
res para participar en el mismo. A con-
tinuación, y tras realizar la entrevista ini-
cial que formaba parte del protocolo
de trabajo del servicio se procedía a
aplicar los instrumentos que proporcio-
naban las medidas de las variables en
este estudio. La aplicación de estos ins-
trumentos se prolongaba como prome-
dio unos cuarenta minutos. El procedi-
miento seguido presentaba los instru-
mentos en el orden siguiente.
1. Registro de datos sociodemo-
gráficos: Hoja de registro, elaborada
para este estudio, en la que incluían
los datos sociodemográficos relevan-
tes para el estudio que no se hallaban
recogidos en el expediente del menor.
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
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Cerezo, Mª A. , Vera, et al. Antecedentes de maltrato infantil en la conducta antisocial y delictiva autoinformada...
2. Entrevista sobre experiencias de
maltrato: Entrevista semi-estructurada
adaptada de la CANIS-R (The Child
Abuse and Neglect Interview
Schedule-Revised) de Ammerman,
Van Hasselt y Hersen (1987). Este ins-
trumento se administraba a los meno-
res con el propósito de evaluar los
antecedentes de historia maltrato
infantil anterior a la primera transgre-
sión importante de las normas recono-
cida por el menor. La entrevista consta
de cincuenta preguntas distribuidas
en tres secciones: acciones de maltra-
to; daños y lesiones e intervención de
recursos de atención
El carácter semi-estructurado de la
prueba requería del entrevistador
experiencia profesional con este tipo
de población juvenil y habilidades para
el establecimiento de un buen “rap-
port”. Se procedía, por tanto, a esta-
blecer una adecuada empatía con el
chaval que le ayudara a superar por
una parte, las reticencias iniciales habi-
tuales en un contexto como el judicial
en el que puede existir la tendencia a
ofrecer una imagen socialmente acep-
table, y por otra, posibles actitudes
evasivas relacionadas con un tema sen-
sible como es el maltrato. Las pregun-
tas estaban formuladas en un lenguaje
asequible y el entrevistador adaptaba
el enunciado al nivel intelectual y edu-
cativo del menor para asegurar la fiabi-
lidad de la información obtenida. Al
concluir cada entrevista, el entrevista-
dor calificaba sobre una escala de
apreciación (de 1 a 4 bajo, medio,
medio alto y alto), lo confiable que
era, a su juicio, la información obteni-
da. La información, de acuerdo con
este criterio, obtuvo un nivel aceptable
de confiabilidad (M = 3.37; SD =1.16)
Se utilizaron estrategias basadas en
referencias temporales para facilitar la
recuperación de los recuerdos auto-
biográficos sobre los que se basa la
información que se recoge en la entre-
vista (ver p.e. Cañas y Bajo, 1998 o
Baddeley, 1999). Así, se comenzaba
pidiendo al menor que situara el pri-
mer recuerdo de su vida. Después se
le decía que las preguntas que se le
iban a realizar se referían a lo sucedido
entre ese primer recuerdo y la edad de
diez años. Se determinó los diez años
para homogeneizar a todos los sujetos
en ese límite temporal.
Se preguntaba al menor cuál fue la
primera transgresión que recordaba
referido a un comportamiento que
causó pérdidas o daños a otras perso-
nas o vulneró las normas sociales de
una manera que excedía lo previsible
para un niño de su edad. Para introdu-
cir el tema de las prácticas disciplina-
rias parentales, el entrevistador lo
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Cerezo, Mª A. , Vera, et al. Antecedentes de maltrato infantil en la conducta antisocial y delictiva autoinformada...
hacía a partir de las conductas proble-
máticas o disociales que el menor
había referido en componentes ante-
riores de la valoración. En todo
momento se evitaron términos peyo-
rativos en las preguntas y verbalizacio-
nes que pudiesen ser interpretadas
como juicios de valor sobre las prácti-
cas disciplinarias inapropiadas.
En la primera de las tres secciones
de la entrevista los menores describen
sus experiencias de acciones de mal-
trato ejercidas sobre ellos. En concre-
to, al menor se le presentaban ejem-
plos de actos para que informara
sobre su posible presencia. En cada
caso además de la naturaleza de los
actos se preguntaba sobre el autor, la
edad de inicio, la duración y continui-
dad y la frecuencia de los mismos.
Sobre el maltrato físico, en particu-
lar, se incluyó información específica
de la gravedad distinguiendo entre
acciones maltratantes involucradas en
episodios disciplinarios (castigo físico)
y las que no responden a una preten-
sión correctiva (agresión física). En
ambos casos se valoró en una escala
de 0: inexistente a 3: grave. Asimismo,
para el castigo se registraba, además,
si había existido una continuidad de
los actos. En el resto de acciones de
maltrato se determinaba únicamente
su presencia o ausencia: presenciar
violencia doméstica; abuso psicológi-
co o emocional; negligencia (alimen-
tación, ropa, higiene, asistencia
médica); negligencia respecto a la
educación académica; negligencia por
falta de supervisión en situaciones
peligrosas; abusos sexuales.
El resultado de esta sección de la
entrevista proporcionaba un perfil del
tipo y gravedad de las posibles accio-
nes de maltrato ejercidas sobre el
menor.
La segunda sección, estaba dedica-
da a daños y lesiones, por lo que se
centraba en los efectos físicos y psicoló-
gicos de las acciones apuntadas en la
sección anterior. La gravedad de los
daños y lesiones se graduaban en dos
escalas independientes de 0 (inexisten-
te) a 3 (grave): una sobre el área física y
otra psicológica
En la tercera sección se incluía infor-
mación sobre la atención médica y pro-
tección de menores que había requeri-
do el menor, o sus hermanos, por las
consecuencias de lo señalado en los
apartados anteriores. El nivel de aten-
ción médica requerida se graduó en 0
(ninguna) 1(ambulatoria) y 2 (hospitali-
zación). El nivel de intervención de los
servicios de protección de menores con
el chaval o con los hermanos se graduó:
0 (ninguna), 1 (en el propio medio),
2 (acogimiento) y 3 (adopción).
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
48
Cerezo, Mª A. , Vera, et al. Antecedentes de maltrato infantil en la conducta antisocial y delictiva autoinformada...
3. Cuestiones sobre Vida Familiar:
Consistía en un conjunto de 70 cues-
tiones, elaboradas ad hoc para este
estudio y que operacionalizan las
dimensiones de socialización que
recogen Snyder y Patterson (1987) y la
investigación asocia con la conducta
delictiva: disciplina, parentalidad posi-
tiva, supervisión, resolución de proble-
mas y conflictos y características
socioeconómicas.
Las cuestiones se agrupaban en
escalas teóricas que recogen las cinco
áreas propuestas por Snyder y
Patterson y se respondían en una
escala Lickert en función de la frecuen-
cia: 0 (nunca o casi nunca), 1 (algunas
veces) y 2 (siempre o casi siempre).
Ejemplos de cuestiones de algunas
áreas fueron los siguientes: “En casa,
está muy claro lo que está bien o lo
que está mal” (disciplina); “Recibo el
mismo castigo por una tontería que
por cosas más graves” (disciplina);
“Cuando me porto mal, mi madre
hace la vista gorda”(disciplina);
“Fumo desde hace tiempo sin que mis
padres lo sepan” (supervisión);
“Cuando mis padres discuten al final
saben ponerse de acuerdo” (resolu-
ción de problemas y conflictos); “En
mi familia cuando surgen problemas
nos echamos la culpa unos a otros”
(resolución de problemas y conflictos).
4. Cuestionario A-D: Conductas
antisociales-delictivas (Seisdedos,
1988). Este instrumento de 40 ítems
evaluó la actividad transgresora auto
informada por el menor en un doble
aspecto: conductas antisociales que
no están sancionadas por la ley (A:
Antisocial) y comportamientos qué
fácilmente caen fuera de la ley (D:
Delictivo). La respuesta a los ítems es
SI/NO. Se puntuaba en ambos casos
la frecuencia.
VARIABLES Y DISEÑO
Las variables definidas en el pre-
sente estudio fueron las siguientes:
• Variables sociodemográficas:
edad, número de hermanos, lugar en
la fratría, estructura familiar, nivel de
estudios, trabajo del padre, trabajo de
la madre y convivencia de los padres.
Cada uno de estos factores se opera-
cionalizó a través de la información
recogida en el registro de datos socio-
demográficos y dieron lugar a varia-
bles dicotómicas, ordinales o conti-
nuas en función de la naturaleza de los
datos.
• Variables relativas al maltrato
infantil: gravedad del castigo físico,
continuidad del castigo físico, grave-
dad de la agresión física, presenciar
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
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Cerezo, Mª A. , Vera, et al. Antecedentes de maltrato infantil en la conducta antisocial y delictiva autoinformada...
violencia doméstica (SI/NO), existen-
cia de abuso psicológico o emocional,
existencia de negligencia (alimenta-
ción – ropa – higiene – asistencia
médica); existencia de negligencia
respecto a la educación académica;
existencia de negligencia por falta de
supervisión en situaciones peligrosas;
existencia de abusos sexuales; grave-
dad de los daños físicos; gravedad de
los daños psicológicos; nivel de aten-
ción médica requerida; nivel de inter-
vención de los servicios de protección
de menores del referente y nivel de
intervención de los servicios de pro-
tección de menores con los hermanos.
La entrevista semi-estructurada
sobre el maltrato fue la principal
fuente de información para definir
estas variables. No obstante, en algu-
nos casos, se pudo contrastar esta
información con los datos aportados
por los Servicios Sociales para dis-
poner de una información más detalla-
da y fiable.
• Variables relativas a socialización
parental: disciplina, parentalidad posi-
tiva, supervisión, resolución de proble-
mas y conflictos; aspectos percibidos
de índole socioeconómica. Estas
variables se operacionalizaron como la
puntuación en las escalas obtenidas a
partir de la agrupación lógica de las
Cuestiones sobre Vida Familiar.
• Variable “edad de la primera
transgresión autoinformada”:
Definida como la edad en la que se
produjo la primera transgresión de
normas sociales referida por el menor,
definida como comportamiento que
causó pérdidas o daños a otras perso-
nas o vulneró las normas sociales de
una manera que excedía lo previsible
para un niño de su edad.
• Variable “conducta antisocial
autoinformada”: Operacionalizada
como el número de distintas conduc-
tas antisociales de las que informaba
el menor en la escala A del cuestiona-
rio A-D.
• Variable “conducta delictiva
autoinformada”: Operacionalizada
como el número de distintas conduc-
tas delictivas de las que informaba el
menor en la escala D del cuestionario
A-D.
• Variable “reincidencia”: A través
de la información contenida en los
expedientes de los menores se pudo
determinar si el menor es reincidente
o no, es decir, si el delito que se
imputaba al menor era el primero o
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Cerezo, Mª A. , Vera, et al. Antecedentes de maltrato infantil en la conducta antisocial y delictiva autoinformada...
ya había sido procesado anterior-
mente.
Los análisis multivariados de regre-
sión por pasos se utilizaron para
determinar las variables predictoras
de la frecuencia de conductas antiso-
ciales y conductas delictivas informa-
das por los menores a los que se les
imputa un delito. En todos los casos
las variables predictoras sometidas a
estudio se distribuyeron en las
siguientes áreas: variables sociode-
mográficas, variables relativas al mal-
trato infantil, dimensiones relativas a
socialización parental, aspectos
socioeconómicos percibidos y edad
de la primera transgresión informada
por el chico. La variable “existencia
de abuso sexual” se excluyó del análi-
sis puesto que ninguno de los partici-
pantes informó haber sido víctima de
tal forma de maltrato. Las variables
predichas fueron dos: “conducta anti-
social” y “conducta delictiva” ambas
auto-informadas
Así mismo, se utilizaron análisis dis-
criminantes donde los factores actua-
ron como predictores y como predi-
cha la variable nominal grupo “meno-
res reincidentes” “menores no reinci-
dentes”, o que habían sido imputa-
dos por primera vez de un delito.
Los análisis se llevaron a cabo median-
te el programa informático S.P.S.S.
para Windows versión 11.0.1.
RESULTADOS
Conductas antisociales
Esta variable, operacionalizada
como el número de distintas conduc-
tas antisociales de las que informa el
menor en la escala A del cuestionario
A-D, constituyó la variable predicha
del primer análisis de regresión.
Las variables predictoras estudiadas
fueron: variables sociodemográficas,
variables relativas al maltrato infantil,
dimensiones relativas a socialización
parental y edad de la primera trans-
gresión autoinformada.
El tipo de análisis empleado fue el
de pasos sucesivos. Este método exa-
mina las variables independientes en
cada paso para introducirlas o excluir-
las. Se trata de un procedimiento
hacia delante por pasos. El criterio de
tolerancia para que las variables pue-
dan ser introducidas en la ecuación es
que la probabilidad asociada al valor
de F obtenido sea igual o menor a
0.05. No se introduce una variable si
esto provoca que la tolerancia de otra
ya presente en el modelo se sitúe por
debajo del criterio.
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
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Cerezo, Mª A. , Vera, et al. Antecedentes de maltrato infantil en la conducta antisocial y delictiva autoinformada...
La variable de la escala de supervi-
sión explica el 21.8% de la varianza de
conducta antisocial del menor. Como
modelo de un factor fue significativo
(F1, 26= 7.26; p =.012). El segundo
modelo incluyó además de supervi-
sión, la edad de la primera transgre-
sión autoinformada. La varianza expli-
cada por este modelo en el factor pre-
dicho de conducta antisocial fue de
39.7% (F2, 25 = 8.21; p=.002), incre-
mentando así en un 17.9% la propor-
ción explicada de la varianza respecto
al modelo de un factor. “Supervisión”
hace referencia al conocimiento que
tienen los padres de lo que hace su
hijo, donde va, con quien sale, donde
está cuando no está con ellos, quienes
son sus amigos, qué hace por ahí, con
qué se entretiene (juegos o video jue-
gos, lecturas, etc..), cómo le va en la
escuela etc. En este estudio los resul-
tados muestran que la percepción que
tiene el menor de que sus padres sabí-
an poco sobre lo que hacía o dejaba
de hacer, es decir tenían una supervi-
sión laxa e inapropiada es un predictor
significativo de la frecuencia de con-
ducta antisocial informada por el
menor, cuando a esto se le une la tem-
prana edad de la primera transgresión
reconocida por el chico, se explica casi
un 40% de la varianza en conducta
antisocial.
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Cerezo, Mª A. , Vera, et al. Antecedentes de maltrato infantil en la conducta antisocial y delictiva autoinformada...
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Conductas delictivas
La variable predicha fue el número
de conductas delictivas autoinforma-
das por el menor y operacionalizada
mediante la puntuación en la escala D
del cuestionario A-D. Las variables
predictoras estudiadas fueron las mis-
mas que en el análisis anterior: varia-
bles sociodemográficas, variables rela-
tivas al maltrato infantil, dimensiones
relativas a socialización parental y edad
de la primera transgresión. El método
y el criterio de tolerancia fueron los
mismos que en el análisis anterior.
El modelo de cuatro variables pre-
dictoras fue significativo (F4, 23 = 20.06;
p<.001) y explicaba el 77.7% de la
varianza de conducta delictiva. La pri-
mera variable predictora, gravedad de
los daños psicológicos, explicó por sí
sola el 56,1% de la varianza. Este por-
centaje asciende a 66,2% cuando ade-
más se tiene en cuenta la existencia de
negligencia en situaciones peligrosas
por falta de supervisión. Dos variables
más relativas a consecuencias de las
acciones de maltrato: gravedad de los
daños físicos y nivel de atención médi-
ca requerida; aumentan el poder de
predicción del modelo en un 11,5%. La
gravedad de los daños psicológicos
incluía que el menor informara afirma-
tivamente a todos o algunos de los
siguientes daños: síntomas de ansie-
Cerezo, Mª A. , Vera, et al. Antecedentes de maltrato infantil en la conducta antisocial y delictiva autoinformada...
Modelo Variables Predictoras R R cuadrado Error típico de laestimación
Gravedad de los daños psicológicos.Existencia de negligencia por falta desupervisión en situaciones peligrosas
Gravedad de los daños físicosNivel de atención médica requerida
0,882 0,777 1,253
Suma decuadrados
g.l.
RegresiónResidualTotal
125,99936,109162,107
42327
Mediacuadrática
31.5001.570
F
20,06
Sig.
< 0,001
RESUMEN
ANOVA
Tabla 2. Resumen y resultados relativos a la predicción de Conducta delictiva autoinformada
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
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dad, conductas extremas, retraimien-
to, aislamiento, intento de suicidio;
todo ello en el contexto del entrevista-
dor preguntando al menor hacia el
final de la entrevista:
“¿Las acciones y problemas que me
has explicado te produjeron alguno de
los siguientes daños o lesiones?” Los
daños señalados anteriormente se
incluían en una lista con otros daños
tales como por ejemplo, fracturas,
quemaduras, repetidos accidentes,
etc. para los que había también una
escala de apreciación de gravedad.
Reincidencia
Para explorar el perfil diferencial
de los menores reincidentes frente a
los remitidos por primera vez, se reali-
zó un análisis discriminante siguiendo
el método de inclusión por pasos.
Con este procedimiento en cada paso
se examina una variable y se introdu-
ce las que minimizan la lambda de
Wilks. Los valores de F parcial mínima
para entrar fueron de 3.84 y de F par-
cial máxima para eliminar 2.71. En la
tabla 3 se resumen los resultados del
análisis.
Cerezo, Mª A. , Vera, et al. Antecedentes de maltrato infantil en la conducta antisocial y delictiva autoinformada...
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
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El modelo incluyó tres variables
predictoras: los aspectos económicos
percibidos, la gravedad de la agresión
física y la situación de convivencia de
los padres. La varianza explicada fue
del 64.8% y esta función clasificó
correctamente al 92,9% de los casos.
De los ocho chicos reincidentes 7 fue-
ron identificados como tales según
esta función y uno fue un falso negati-
vo, y de los 20 chicos no reincidentes,
19 se identificaron como válidos nega-
tivos y uno fue un falso positivo. Así
pues, la sensibilidad de la predicción
utilizando este modelo fue de 95% y la
especificidad del 87,5%.
Los “aspectos económicos percibi-
dos” hacen referencia a responder en
escalas de 0 a 2 (nunca, algunas veces,
casi siempre o en desacuerdo, más o
menos de acuerdo, totalmente de
acuerdo) a cuestiones como: Mi madre
tiene que hacer trabajos para poder-
nos mantener, Mi padre pasa largas
temporadas fuera de casa sin que
sepamos donde está. Nuestra situa-
ción económica es buena. Mi padre
trabaja de forma irregular (unas veces
sí y otras no). Con lo que gana mi
padre no podemos salir adelante. Tras
la inversión en la puntuación de los
items correspondientes, cuanto peor
es la situación de los aspectos econó-
micos implicados, mayor es la puntua-
ción en el factor. La gravedad de la
“agresión física” de la que ha sido víc-
tima en la infancia hace referencia,
desde el punto de vista del chico, a
abuso fuera de un contexto disciplina-
rio, es decir, “sin motivo” y se produjo
en niveles más intensos entre los rein-
cidentes (moderado y grave: 50% vs.
5%). Vivir en hogares rotos, los padres
no convivian, distinguió a los reinci-
dentes de los no reincidentes (62.5%
frente al 20%) que además informaron
de haber cometido su primera infrac-
ción a los 13.7 años (SD= 1.99) frente a
los no reincidentes (M = 14.18; SD =
2.11). En definitiva, estos tres factores
compusieron el modelo que discrimi-
na significativamente un grupo del
otro (Chi-cuadrado= 25.6; g.l.=3;
p<..001)
DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
Los resultados del presente estudio
son en general consistentes con la
investigación que confirma la asocia-
ción entre el maltrato infantil y la acti-
vidad antisocial y delictiva en la ado-
lescencia. Con relación a los predicto-
res de conductas antisociales y delicti-
vas autoinformadas, variables relativas
a dimensiones de socialización y
parentalidad inapropiada, como
supervisión, por una parte, y daños
atribuidos por el menor a acciones de
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Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
56
maltrato infantil, por otra, han mostra-
do tener un valor predictivo significati-
vo en posteriores conductas antisocia-
les y delictivas, respectivamente.
Los resultados de este estudio
muestran una notable coherencia. Las
conductas antisociales informadas por
el menor se pueden predecir por su
propia percepción acerca de hechos
relacionados con la supervisión de sus
padres, desde la edad en que tiene su
primer recuerdo hasta los 10 años. En
consonancia con la falta de supervi-
sión la edad de la primera transgre-
sión que recuerda es más temprana y
es también un predictor significativo.
La supervisión insuficiente representa
prácticas de parentalidad inapropia-
das que amenazan o dañan el desarro-
llo adecuado del menor, es decir son
prácticas mal-tratantes porque ponen
al menor en riesgo. Como señalan
Snyder y Patterson (1987), la baja
supervisión tiene un efecto tanto
directo como indirecto sobre el des-
arrollo de conductas antisociales.
Cuando la supervisión es efectiva, no
sólo cualquier situación o problema
con el menor se puede detectar ense-
guida para aplicar las consecuencias
correctivas apropiadas, sino que limita
el acceso de los niños a grupos de
iguales problemáticos y actividades
negativas, promoviendo su implica-
ción con pares y actividades positivas
y con la escuela.
La conducta delictiva informada
por el menor, es predicha por formas
más graves de maltrato en una faceta
muy interesante porque los predicto-
res del modelo son los daños percibi-
dos por la víctima, psicológicos y físi-
cos, y en coherencia con ello el nivel
de atención médica requerida, a lo
que se suma la negligencia por falta
de supervisión debido a lo cual el niño
ha podido sufrir accidentes.
Por lo que respecta al perfil dife-
rencial de reincidentes, la función dis-
criminante incluyó aspectos económi-
cos percibidos por el menor, la grave-
dad de la agresión física y provenir
predominantemente de hogares
donde los padres no convivían. Estos
resultados son, en cierto modo, con-
sistentes con los hallazgos de Heck y
Walsh (2000). Estos autores informa-
ban que en su muestra de delincuen-
tes los menores más maltratados y
más reincidentes procedían de hoga-
res en los que el padre o la madre se
habían marchado abandonando la
familia.
Este estudio presenta característi-
cas que limitan y circunscriben el
alcance de nuestros hallazgos. Por
una parte, la muestra está compuesta
de varones a los que se les ha incoa-
Cerezo, Mª A. , Vera, et al. Antecedentes de maltrato infantil en la conducta antisocial y delictiva autoinformada...
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Cerezo, Mª A. , Vera, et al. Antecedentes de maltrato infantil en la conducta antisocial y delictiva autoinformada...
do la comisión de un delito. La infor-
mación sobre sus experiencias de
maltrato y las distintas dimensiones
de socialización familiar proviene de
los propios sujetos, esto puede haber
supuesto que los resultados infravalo-
ren la realidad de las experiencias de
los chicos que en las entrevistas pre-
sentaran una realidad familiar más
amable, y que el “rapport” y el con-
texto no haya contrarrestado lo sufi-
ciente esta tendencia. Por otra parte,
el número de participantes en el estu-
dio es reducido, sería necesario, por
tanto, replicar el trabajo con una
muestra mayor.La implicación práctica
de este estudio sería que dado que la
delincuencia es una posible conse-
cuencia del maltrato, la imputación
de un delito a un menor puede ser
entendida como un ítem de riesgo
que señale la posible existencia de
prácticas socializadoras inadecuadas.
En el contexto judicial resulta espe-
cialmente relevante que la evaluación
contemple este fenómeno para una
más completa comprensión de la
situación personal de un menor
infractor que oriente la medida edu-
cativa más adecuada.
Desde un punto de vista más
amplio se puede deducir de estos
resultados que una estrategia amplia
de prevención de la delincuencia juve-
nil basada en la intervención sobre los
factores de riesgo, debería incluir
intervenciones que fomenten las bue-
nas prácticas de socialización y reduz-
can las prácticas parentales abusiva o
negligentes. Ante casos de niños vícti-
mas de maltrato, los esfuerzos deberí-
an dirigirse a evitar el progreso en su
trayectoria hacia conductas antisocia-
les y delictivas.
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
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Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
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Tratamiento psicológico de niños víctimas de abuso sexual
REMEDIOS PORTILLO CÁRDENAS
Equipo de Orientación Educativa. Málaga-Centro.
Resumen
Este trabajo es un estudio teórico que trata de analizar la intervención
terapéutica en niños que han sido víctimas de abusos sexuales. Se define el
abuso sexual a un niño por parte de un adulto, así como sus incidencias y
consecuencias a corto y largo plazo. La intervención depende del tipo de
abuso sufrido y necesidades específicas del niño. Existen diferentes tipos
de intervención según el tipo de abuso y problemas del niño/a, datos que
se obtienen previamente mediante la evaluación. El tratamiento ha de dise-
ñarse teniendo en cuenta si se hará de forma individual, grupal o de pare-
ja, si irá dirigido a la familia completa, a la víctima y/o al agresor/a, selec-
cionando además el lugar y la temporalización. Se hace referencia a dife-
rentes escuelas: psicoanalítica, conductual, cognitiva y humanística. Se
detallan técnicas de psicoterapia infantil como conversaciones, juego, tea-
tro, dibujo, redacciones, relajación, músicoterapia. Terminamos con ejem-
plos concretos y comentarios personales (Cuadro1).
Palabras clave: abuso sexual, niño, tratamiento, psicoterapia.
Equipo de Orientacion Educativa. Málaga - Centro. Remedios Portillo Cardenas. E-mail: [email protected]
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62
EL ABUSO SEXUAL
Se define el abuso sexual a meno-
res como la actividad encaminada a
proporcionar placer sexual, estimula-
ción o gratificación sexual a un adulto,
que utiliza para ello a un niño/a, apro-
vechando su situación de superio-
ridad. Consideramos además que
existe abuso sexual cuando se dan las
circunstancias de asimetría de edad
entre víctima y agresor, lo que supone
una diferencia de aproximadamente
cinco años; cuando existe asimetría de
poder, pues el abusador es el que
controla o tiene algún tipo de autori-
dad con respecto a la víctima; cuando
aparece asimetría de conocimientos
pues se supone que el que abusa uti-
liza su astucia, y cuando existe asime-
tría de gratificación.
Las formas más comunes de abu-
sos sexuales a menores son: el inces-
to, la violación, la vejación y la explo-
tación sexual (Gallardo 1997a).
Algunos de estos comportamientos
por parte de los agresores pueden
consistir en exhibir sus órganos sexua-
les, tocar, besar, o manosear a los
menores, conversar con ellos de forma
obscena, exhibir películas pornográfi-
Portillo Cárdenas. R. Tratamiento psicológico de niños víctimas de abuso sexual
Abstract
In this work we try to analyse the therapeutic intervention in children who
have been victims of sexual abuses. Sexual Abuse to a child by an adult is
defined and so its, incidences and consequences in a short and long time.
The intervention depends on the type of suffered abuse and specific needs
of the child. There are different types of intervention according to the type
of abuse and problems of the child, data that are previonesty obtained from
the evaluation. The treatment has to be designed taking into account if it
will be made in an individual way, on group or on couple, if it will be addres-
sed to the complete family, to the victim and/or to the aggressor, selecting
the place and the period. It refers to different theoretical schools: psychoa-
nalytic, behaviourist, cognitive and humanistic. We can find techniques of
child psychotherapy like chats, plays, theatre, drawing, redactions, relaxa-
tion, music therapy. We finish with two specific examples and personal com-
ments.
Keywords: sexual abuse, child, treatment, psychotherapy.
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
63
Portillo Cárdenas. R. Tratamiento psicológico de niños víctimas de abuso sexual
cas o fotos, hacer fotos de los meno-
res desnudos, inducirlos a realizar acti-
vidades sexuales o eróticas, etc., todo
ello con el objetivo de obtener una
gratificación sexual. Una relación más
detallada sobre los diferentes tipos de
abuso sexual la podemos encontrar en
Martínez y de Paúl (1993) y también en
ADIMA (1993).
López y del Campo (1999), expre-
san que existen falsas creencias en
este tema pues se considera que los
abusos ocurren raramente, que sólo lo
sufren las niñas, que actualmente se
dan más abusos que en el pasado,
que se dan en clase social baja y que
los niños no suelen decir la verdad.
Todas estas opiniones, bastante
extendidas son discutidas por estos
dos autores que explican claramente
cómo los abusos son más frecuentes
de lo que pensamos, que se dan en
todas las clases sociales y que es con-
veniente creer a los niños o al menos
prestarles toda la atención necesaria
cuando dicen que han sufrido un
abuso. También Topper (1988) destaca
en un informe de FUNCOE (Fundación
Cooperación y Educación) y la Alianza
internacional “Save the Children”, la
peligrosa frecuencia con la que se pro-
ducen los abusos sexuales infantiles y
aboga para que esta cuestión deje de
considerarse un tema tabú. Un 23% de
las niñas y un 15% de los niños sufre
abuso sexual en España según un
estudio de FUNCOE. Este informe fue
presentado en Valencia con motivo de
un Seminario sobre Prevención del
Abuso Sexual (Revista Escuela
Española, 1998).
No obstante, Sosa y Capafons
(1996) indican que los resultados sobre
estudios de incidencia y prevalencia de
abusos sexuales en la infancia y ado-
lescencia tienden a arrojar resultados
muy dispares entre sí y la extrapolación
de resultados a la población general
debe realizarse con precaución.
CONSECUENCIAS
PSICOLÓGICAS DEL
ABUSO SEXUAL
En la mayoría de los casos el abuso
sexual provoca en las víctimas nume-
rosas secuelas negativas a nivel físico,
psicológico o comportamental.
Podemos distinguir consecuencias
a corto y a largo plazo. ADIMA (1993)
indica que, a largo plazo, los abusos
determinan una presencia significativa
de los trastornos disociativos de la
personalidad como son alcoholismo,
toxicomanías y conductas delictivas,
aparte de graves problemas en el ajus-
te sexual.
Las consecuencias son diferentes si
el abusador es un familiar, un extraño
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
64
u otro niño (aunque se habla de abuso
cuando el agresor es significativamen-
te mayor que la víctima o cuando está
en una posición de poder o control
sobre ella); también es diferente si la
relación sexual ha sido violenta o no.
Los abusos en familia suelen ser más
traumáticos, ya que para el niño supo-
nen además sentimientos contradicto-
rios en cuanto a la confianza, la protec-
ción, y el apego que esperamos y sen-
timos con relación a nuestros propios
familiares.
Personalmente opino que no todos
los niños manifiestan el mismo grado
de afectación, para algunos, el abuso,
puede significar un trauma y para
otros las consecuencias pueden ser
diferentes. En algunas ocasiones,
puede suceder que el grado de sufri-
miento no esté relacionado o en pro-
porción con el suceso en el que el niño
ha estado involucrado.
El trauma es el resultado de un
acontecimiento al que la persona no
encuentra significado, y que experi-
menta como algo insuperable e insu-
frible. Finkelhor y Browne (1985) defi-
nen la dinámica traumagénica como
aquella que altera el desarrollo cogni-
tivo y emocional de la víctima, distor-
sionando su autoconcepto, la vista del
mundo y las habilidades afectivas. El
trastorno de estrés postraumático se
manifiesta en las personas después
de un acontecimiento catastrófico e
inhabitual. Ullmann y Werner (2000)
exponen en su obra los distintos tipos
de traumas que pueden sufrir los
niños por causas muy diferentes como
pueden ser la separación de los
padres, la muerte de estos, la vivencia
de una guerra o el abuso sexual. Los
síntomas más frecuentes del trauma
son, vueltas al pasado y sueños con
representación del suceso ocurrido,
insomnio y depresión. Síntomas que
suelen persistir durante mucho tiem-
po, años, y a veces, durante toda la
vida. Sobre el tratamiento del trauma,
Malacrea (2000) hace una amplia
disertación acerca de niños que han
sido víctimas de abuso y expone su
larga experiencia en este tipo de tra-
tamiento.
Topper (1988), indica que Félix
López, catedrático de Sexología de la
Universidad de Salamanca en sus
investigaciones, ha llegado a la con-
clusión de que no todas las víctimas
necesitan terapia, pero todas necesi-
tan ayuda. La víctima puede necesitar
una terapia, el agresor la necesita
siempre. Nuestro trabajo, repetimos,
va dirigido a la víctima (niño/a), aun-
que otras personas relacionadas con
el abuso sufrido necesiten también
algún tipo de tratamiento.
Portillo Cárdenas. R. Tratamiento psicológico de niños víctimas de abuso sexual
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
65
Portillo Cárdenas. R. Tratamiento psicológico de niños víctimas de abuso sexual
Arruabarrena (1996) y Cantón y
Cortés (2000) expresan que las mani-
festaciones negativas de los menores
suelen ser: confusión, tristeza, irritabi-
lidad, ansiedad, miedo, impotencia,
culpa y autorreproche, vergüenza,
estigmatización, dificultad tanto en las
relaciones de apego como déficit en
las habilidades sociales, aislamiento
social, desconfianza hacia todos, o a
veces, hacia personas del sexo del
agresor, baja auto-estima, impulsivi-
dad, trastornos del sueño o de la ali-
mentación, miedo, problemas escola-
res, fugas del domicilio, depresión,
labilidad, conductas autodestructivas
y/o suicidas, etc.
Según Arruabarrena (1996) los
menores víctimas de abuso pueden
convertirse en potenciales agresores;
suelen manifestar además, conductas
hipersexualizadas como la masturba-
ción compulsiva, conductas seduc-
toras, o un exceso de curiosidad por
los temas sexuales.
Un estudio detallado y con abun-
dante bibliografía sobre la sintomato-
logía de las víctimas y la relación con
el tipo de abuso, la edad y el género,
lo encontramos en Cantón y Cortés
(2000).
López (1995) indica que existen
diferencias en cuanto a edad y géne-
ro. Si las víctimas son niñas suelen
manifestar depresión y ansiedad. En el
caso de los niños puede ocurrir, que se
manifiesten más agresivos o que se
conviertan en abusadores de otros
niños. Aunque, de Paúl (2000),
Profesor Titular de la Facultad de
Psicología de la Universidad del País
Vasco, en una conferencia pronuncia-
da en la Universidad de Málaga, indi-
có que es frecuente decir que los abu-
sadores han tenido en su infancia una
historia de abuso sexual o al menos así
lo relatan. Pero no es posible decir
que haya una transmisión intergenera-
cional porque no cuadran las cifras; la
mayoría del abuso se produce de
varón a mujer y la mayoría de las muje-
res no son abusadoras sexuales. Sí, se
puede decir que puede pesar la histo-
ria de abuso sexual en cuanto a varo-
nes que han sido víctimas de abuso
sexual por parte de otro varón, y que
van a abusar sexualmente de otros
varones, o también haber sido vícti-
mas de abuso sexual por parte de un
varón y abusar de mujeres.
Recientemente Finkelhor (2000),
afirma que existe una mayoría de abu-
sadores menores, un tercio del 90%
masculinos; estos menores a los que
nos referimos suelen imitar el abuso
que ya han sufrido. Es posible que ten-
gan una historia de rechazo social y de
estigmatización sin que ellos mismos
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
66
sepan el motivo o la causa inicial de
estos problemas.
Martínez y de Paúl (1993), distin-
guen efectos que ocurren asociados a
la edad del niño: Preescolar, Infancia y
Adolescencia. Según el tiempo: se
distinguen síntomas que van a apare-
cer a corto y a largo plazo. Estos auto-
res indican además, otras variables
que afectan a la gravedad de las con-
secuencias, tales como la frecuencia y
la duración.
Todos los datos anteriores respecto
al tipo de abuso se obtienen durante
la evaluación y son previos a la inter-
vención terapéutica. En nuestro traba-
jo partimos de que esta evaluación ya
ha sido realizada y además se han con-
seguido establecer lazos de empatía
con el niño. Gallardo, Trianes y
Jiménez (1998) expresan que esta eva-
luación previa en la que el niño mani-
fiesta sus problemas supone un des-
ahogo no traumático que deja al niño
relajado y satisfecho de la atención
recibida. Es cierto que la misma eva-
luación debe tener desde su inicio
intención terapéutica.
TRATAMIENTO
El abuso sexual presenta diferentes
formas y por tanto también el trata-
miento ha de ser diferente: no es lo
mismo si ha existido o no contacto físi-
co íntimo, vaginal o anal; si ha consis-
tido en exhibicionismo o inducción al
menor a realizar actividades sexuales.
Arruabarrena (1996) distingue el tipo
de intervención según su grado de
urgencia. No es igual una intervención
en el momento de la crisis que una
intervención a medio o largo plazo. El
tipo de intervención depende también
de las necesidades específicas del
menor y de la severidad de sus proble-
mas (Arruabarrena y de Paúl, 1994).
Según Peterson y Urquiza (1993)
deben tenerse en cuenta además, las
características del niño: edad, capaci-
dad verbal, madurez emocional, etc.
En cuanto a la duración del trata-
miento, Gallardo (1997b) distingue los
que pueden ser desarrollados a corto,
medio y largo plazo. Nuestro trabajo
está pensado para una temporaliza-
ción de medio plazo y en cuanto al
lugar (familia o centro) optamos por
un centro específico tipo ambulatorio,
gabinete o centro escolar. El trabajo
tendrá además como edad de referen-
cia a los niños en la etapa escolar de
Primaria (6-12 años).
Aunque el tratamiento en estos
casos de abuso puede ir dirigido a la
familia, o a la pareja, y llevado tanto a
nivel individual como grupal, nosotros
nos centraremos en la terapia indivi-
dual, puesto que el trabajo está pen-
Portillo Cárdenas. R. Tratamiento psicológico de niños víctimas de abuso sexual
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
67
Portillo Cárdenas. R. Tratamiento psicológico de niños víctimas de abuso sexual
sado para niños que han sufrido abuso
extrafamiliar. Esto no quiere decir que
no se incluya a la familia en el trata-
miento. Según Jiménez (1997) la fami-
lia, debe incluirse en la medida en que
tenga un papel directo en la etiología
y mantenimiento del problema.
Hacemos en nuestro trabajo, refe-
rencia a las diferentes escuelas: psico-
analítica, conductual, cognitiva y
humanística y técnicas terapéuticas
comunes utilizadas con niños y opta-
mos por un modelo ecléctico
Así, la tabla 1, expresa de forma grá-
fica las opciones que hemos tomado
para nuestro trabajo (zona sombreada).
Entorno en el quese produce el abuso
Intrafamiliar Extrafamiliar
Tipos de consecuenciassegun la edad
Preescolar AdolescenciaInfancia
Duración deltratamiento
Tratamiento ensituación de crisis
Tratamiento alargo plazo
Tratamiento acorto plazo
A quién se dirigeel tto.
Abusador Familia de la victimaNiño Victima
Psicoanalítica Conductual Cognitiva HumanísticaEscuelas
Modelo Ecléctico
Sesiones: en forma Grupal Individual
Niveles de tratamiento Físico ComportamentalEmocional
Tabla 1. Opciones de intervención para este estudio
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
68
OBJETIVOS DEL TRATAMIENTO
Se centran en ayudar al menor a
entender, integrar y resolver aquellas
experiencias que afectan a su desarro-
llo, a sus pautas de interacción con el
entorno y, a su seguridad. En el con-
texto de la psicoterapia individual, el
terapeuta ejerce hacia el niño el rol de
un adulto con el que se puede relacio-
nar de manera sana y segura. De esta
manera se pretende que el niño recu-
pere la confianza básica en sí mismo y
aprenda a relacionarse de manera
adaptativa con otros adultos y con sus
iguales (Urquiza y Winn, 1994).
Gallardo (1997b) indica además
que el tratamiento debe ir encamina-
do a optimizar aquellas potencialida-
des que han quedado afectadas y a
eliminar aquellas que favorecen el
descontrol. Distingue tres niveles de
intervención: a nivel físico, emocional
y comportamental. Nosotros nos limi-
taremos al tratamiento de estos dos
últimos. Para el nivel físico, aunque
puede tratarse desde el punto de vista
psicológico, prefiero el diseño y la
intervención médica. Esta intervención
puede ser de forma individual o en
equipo, además de interdisciplinar; en
esta forma (en equipo e interdiscipli-
nar), actuarían de modo conjunto: tra-
bajador social, médico y psicólogo.
Echeburúa y Guerricaechevarría
(2000) proponen como objetivos de
las intervenciones, los siguientes:
• Como objetivo de la terapia psi-
coanalítica sería la “catarsis emocio-
nal” que consiste en favorecer la
comunicación del paciente de las
experiencias vividas.
• Objetivos de la psicoterapia cog-
nitiva serían: la reestructuración cogni-
tiva y el entrenamiento en habilidades
específicas de afrontamiento de
estrés.
• Objetivos del tratamiento con-
ductual serían aumento o implanta-
ción de conductas deseables y reduc-
ción o eliminación de las indeseables.
Una exposición más detallada de
los objetivos del tratamiento la encon-
tramos en Arruabarrena (1996).
REFLEXIONES SOBRE EL
TRATAMIENTO CON NIÑOS
VÍCTIMAS DEL ABUSO
La terapia individual es el recurso
de intervención más utilizado con
menores. El tratamiento de la víctima,
debe, en nuestra opinión, ser diseña-
do “a medida” teniendo en cuenta la
evaluación inicial y los problemas que
manifiesta esa persona en concreto.
Ahora bien, existen unas normas
generales en estos tratamientos a las
que haremos referencia, como son:
Portillo Cárdenas. R. Tratamiento psicológico de niños víctimas de abuso sexual
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
69
Portillo Cárdenas. R. Tratamiento psicológico de niños víctimas de abuso sexual
En cualquier tipo de tratamiento
infantil debemos mostrar empatía,
hacer saber al niño que conocemos sus
sentimientos y expresarle nuestro afec-
to. Ayudar al niño a reconocer sus sen-
timientos. El terapeuta debe inspirar
confianza pues en ella se basa parte de
su tarea. Cornejo (1996) indica que a
veces el terapeuta pone todo su empe-
ño en diseñar y planificar actividades
para el tratamiento, y aunque esto es
necesario, es más importante aún, que
el niño sienta que estamos dispuesto a
ayudarle, que puede contar con nos-
otros y que tendrá una ayuda sistemá-
tica en la que puede confiar.
Los tratamientos terapéuticos utili-
zados con niños son muy similares a
los utilizados con adultos. Más que en
aspectos conceptuales, las diferencias
radican en la adaptación del procedi-
miento a la edad y a las características
del menor, así como en el papel más
directivo del terapeuta y/o del cotera-
peuta (Bragado, 1993).
Tuma (1993), hace un estudio sobre
las terapias clásicas aplicas a niños y
distingue entre terapia psicoanalítica,
de orientación psicoanalítica, de rela-
ción, estructurada y de terapia centra-
da en el cliente. En la terapia psicoa-
nalítica se pretende que el niño
entienda sus sentimientos problemáti-
cos y sus defensas, de modo que
pueda tratarlos directamente (lo que
es conocido como insight). El insight
se consigue mediante la técnica de
interpretación. En el proceso de logro
del insight, lo inconsciente se convier-
te en consciente. En resumen, se trata
de que la persona conozca y resuelva
sus conflictos inconscientes. Este
autor afirma que en la psicoterapia de
orientación psicoanalítica se trata en
primer lugar de aliviar los síntomas
que producen problema. El tratamien-
to consiste en interpretar la conducta
como una defensa contra la ansiedad,
en orden a poner fin a esa conducta.
En la terapia de relación se intenta
ayudar al niño a conseguir un senti-
miento de valor personal, liberarlo de
los efectos dañinos de su hostilidad y
ansiedad. Esta terapia se centra en la
situación actual y en la relación de
paciente con el terapeuta.
La terapia mediante el juego
estructurado, parte de la terapia psi-
coanalítica, pero sustituye el lenguaje
por el juego.
La psicoterapia centrada en el
cliente intenta corregir un aprendizaje
defectuoso, proporcionando al indivi-
duo la oportunidad de desarrollar una
autoconciencia y una visión positiva
de sí mismo. Estos enfoques se distin-
guen a lo largo de dos dimensiones
principales: la postura activa o pasiva
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
70
del terapeuta y el énfasis en la rela-
ción o en la técnica como factor que
produce el cambio.
Del Barrio (1997) hace referencia a
las técnicas terapéuticas más usuales
basadas en las distintas escuelas. Las
técnicas de Modificación de Conducta
parten de las conductas inadecuadas
o los síntomas son conductas apren-
didas y por tanto, el tratamiento debe
ir dirigido a aprender a modificar
estos patrones. En cualquier perturba-
ción, siguiendo esta técnica se eligen
las conductas con las que se va a tra-
bajar en función de su relevancia, fre-
cuencia y facilidad para modificarla;
planificando además la correcta apli-
cación de premios y castigos. Por su
parte las Teorías Cognitivas parten de
que en las conductas inadecuadas o
en los síntomas existen atribuciones
causales y pensamientos distorsiona-
dos que los generan. Se trata de rees-
tructurar los patrones de ideas negati-
vas. Habría que entrenar al niño en
técnicas de autocontrol tanto del pen-
samiento como del propio cuerpo y
control de las preocupaciones, estra-
tegias de resolución de problemas y
en habilidades sociales. El entrena-
miento en asertividad, dentro del
campo de las habilidades sociales,
significaría enseñar al niño a defender
o establecer los propios derechos sin
agredir ni ser agredido (López y del
Campo, 1999). Aunque habría que
tener también en cuenta que tampoco
sería conveniente en estrategias de
prevención “volcar toda la carga de la
misma en el niño”, pues los resultados
indican claramente que ningún agre-
sor hubiese dejado de abusar sexual-
mente del menor si éste se hubiese
resistido más, (López, 1998).
Siguiendo a Echeburúa y Guerri-
caechevarría, (2000) la actuación iría
encaminada a los siguientes logros:
• Reestructuración cognitiva, ya
que las preocupaciones del niño pue-
den distorsionar la percepción de la
realidad y la creencia en sus propios
recursos para afrontarla. Esta técnica
iría pues, enfocada a detectar y a
modificar los pensamientos distorsio-
nados en relación con la situación de
maltrato y abuso.
• Entrenamiento en habilidades
específicas de afrontamiento dirigi-
das en primer lugar a reducir los nive-
les de ansiedad por medio de la técni-
ca de relajación muscular progresiva;
en segundo lugar, a controlar las preo-
cu-paciones mediante las técnicas de
detención del pensamiento y de dis-
tracción cognitiva y la programación
de actividades incompatibles; y en
tercer lugar dar pautas de actuación.
Portillo Cárdenas. R. Tratamiento psicológico de niños víctimas de abuso sexual
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
71
Portillo Cárdenas. R. Tratamiento psicológico de niños víctimas de abuso sexual
En concreto las técnicas cognitivas
más usuales serían:
• Técnicas de habilidades específi-
cas de control por una parte del pen-
samiento en cuanto a preocupacio-
nes, atribuciones causales negativas y
pensamientos distorsionados y por
otra parte de control del cuerpo,
mediante la relajación muscular.
• Estrategias de entrenamiento en
asertividad, que podría resumirse en
que la persona tiene derecho a expre-
sar y pedir lo que desea, a pedir que
se respeten sus derechos, a negarse a
complacer a los demás; todo esto
teniendo en cuenta que también tiene
que respetar los derechos de los otros
(Caballo, 1993). Para Nyman (1998)
una persona cuyos territorios espacia-
les, corporales y emocionales han sido
violados necesita ayuda para estable-
cer y restablecer los límites de dicho
territorio. Necesita ayuda para identifi-
car y expresar sentimientos de deseo y
no deseo, sentimientos positivos y
negativos, sus zonas privadas, buenos y
malos secretos. Los límites o fronteras
son un área de tratamiento importante.
• Entrenamiento en habilidades de
resolución de problemas que se defi-
ne según Rodríguez Naranjo y Gavino
(1997) como un proceso cognitivo
comportamental que ayuda al sujeto a
hacer disponibles una variedad de
alternativas de respuesta para enfren-
tarse con soluciones problemáticas y a
incrementar las respuestas más efica-
ces de entre esas alternativas.
Por último, la Terapia Humanística
apela a los aspectos más sanos de la
personalidad y a los valores humanos
comunes entre el terapeuta y el
paciente. Intentan ver a la persona
desde el punto de vista global, inte-
grando el cuerpo la mente y las emo-
ciones en un mismo marco de acción;
dentro de ella se incluye la terapia
Gestalt. Un programa completo
siguiendo este modelo teórico de
terapia dirigido a niños, se encuentra
en el trabajo de Cornejo (1996).
TÉCNICAS DE INTERVENCIÓN
Dar respuesta a todos los proble-
mas que hemos abordado desde una
sola escuela de psicoterapia sería
prácticamente imposible.
Frecuentemente se suele optar por
una intervención ecléctica a la hora de
elegir un tratamiento. Nuestro mode-
lo de intervención tendrá esta línea.
Existen técnicas que sin cumplir
unos requisitos estrictos de pertenen-
cia a una escuela de psicoterapia
determinada o sin cumplir ciertos cri-
terios, son usuales y de eficacia en los
tratamientos con niños: por ej. el
reforzamiento positivo, que suele utili-
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
72
zarse en cualquier intervención tera-
péutica, o la relajación. Más que técni-
cas pueden considerarse como un
complemento de todas ellas.
Exponemos a continuación algunas
técnicas usuales en psicoterapia infan-
til (Cuadro 2).
CONVERSACIONES Y
ACTITUDES CON EL NIÑO
Asumimos que el tratamiento
debería incluir una serie de conversa-
ciones y actitudes con el niño (Tabla 2),
en las que conviene tener en cuenta lo
siguiente (Escuela Española, 1998).
• En cuanto al abuso sufrido
- Explicar que ellos no son culpa-
bles del abuso, aunque así lo crean.
Para Nogueiras y otros (1994), el
adulto aprovecha la ventaja que le da
su posición de poder o autoridad para
envolver a la menor en la actividad
sexual. Ésta carece de capacidad para
negarse, o incluso, criterios para saber
si este tipo de conductas son las que
hay que esperar de las personas adul-
tas. Su desarrollo emocional y cogniti-
vo, todavía no se lo permite, y en,
otros, son las mismas estrategias utili-
zadas por el adulto las que minan su
capacidad de decisión. En estos
casos, “el consentimiento” es una
falacia.
- Es preciso asegurar al niño que el
abuso no se repetirá, puesto que se
han tomado las medidas oportunas.
Significa además dotar al niño de
estrategias para la prevención y para
afrontar el abuso si volviese a ocurrir.
- Decirle que saldrá adelante, ase-
gurando también nuestra ayuda.
Explicarle que el abuso podrá supe-
rarse y que no determinará toda su
vida. Nyman (1998) insiste en que
debemos a ayudar al niño a aceptar.
La vida debe continuar y normalizarse
todo lo posible en el caso de los niños
víctimas de abusos sexuales. El tera-
peuta debe ocuparse de que el niño
no quede atascado en su identidad
de víctima. Las experiencias difíciles
no pueden ser totalmente olvidadas y
quizás no deberían olvidarse comple-
tamente, pero sí deben ser asimila-
das, integradas y transformadas,
pasando de ser algo insoportable-
mente vergonzoso a un triste recuer-
do que no tiene por qué suponer una
memoria constante y un tormento sin
fin.
- Motivarle para que hable del
suceso y/o los sucesos de abuso que
el niño ha sufrido, diciéndole que es
conveniente para él, aunque sin obli-
garle a que lo haga. No juzgar cuando
el niño relate los hechos e insistir en
que ellos no son culpables.
Portillo Cárdenas. R. Tratamiento psicológico de niños víctimas de abuso sexual
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
73
Portillo Cárdenas. R. Tratamiento psicológico de niños víctimas de abuso sexual
• En cuanto a conductas sexuales,
según Arruabarrena (1996), hay que
tener en cuenta que, cuando los niños
han sido víctimas de abuso es posible
que se den en ellos conductas de pre-
cocidad sexual o que se conviertan a
su vez en abusadores, e incluso, lo
que es más grave, que continúen
manteniendo una relación con el abu-
sador/a. Por esto, además, de una
adecuada educación sexual ajustada
a su edad y nivel cognitivo, es necesa-
rio hablar con el niño de los temas
que siguen.
- La Sexualidad en relación con
otros.
Indicarle que las conductas sexua-
les pueden ser adecuadas si cum-
plen las siguientes condiciones:
« Las relaciones sexuales pueden
darse entre personas adultas, no
entre niños.
« Es conveniente que sean entre
personas de aproximadamente la
misma edad; López (1995) habla de
la asimetría de edad entre el abu-
sador y el abusado.
« Deben ser con consentimiento
mutuo.
« Fuera del ámbito de la familia.
« En una relación de pareja esta-
ble.
- La conducta sexual de la mastur-
bación:
Esta puede ser una de las conduc-
tas hipersexualizadas de las que
hemos hecho referencia.
« Es conveniente explicar al niño
que estas conductas son íntimas y
no deben manifestarse en público.
« En nuestra opinión es una opción
que no ayuda a la persona en su
autocontrol y en su desarrollo
socioafectivo.
Arruabarrena (1996) expresa que la
intervención terapéutica en este tipo
de problemas se centra en corregir
las distorsiones cognitivas del niño
respecto a la conducta sexual, refor-
zar las inhibiciones internas y los con-
troles externos en relación a las con-
ductas sexuales inaceptables, y ase-
gurar que el niño adquiera las habili-
dades necesarias para controlar su
conducta y satisfacer sus necesidades
sexuales de una manera culturalmen-
te aceptable.
Algunos niños, que han sido abu-
sados por varones, tienen miedo a
sentirse homosexuales (Glaser y
Frosh, 1997); habría que mitigar la
ansiedad sexual de estos niños insis-
tiendo en la no culpabilidad del
menor, aunque haya habido consenti-
miento por su parte. Insistir en que su
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
74
Portillo Cárdenas. R. Tratamiento psicológico de niños víctimas de abuso sexual
consentimiento no es válido ya que
aunque a él le parezca no tiene la
madurez suficiente para decidir ya que
ésta se alcanza con la edad adulta.
• Resumimos, a partir de los escri-
tos de Camp (1985) y de López (1995),
una serie de temas que conviene tra-
bajar con los niños:
- Tu cuerpo es bueno y te pertene-
ce.- La sexualidad también lo es.-
Ningún niño está obligado a besar a
nadie ni a dejarse tocar, abrazar o
besar. Y esto no es sólo para los extra-
ños, también para los familiares.-
Tienes derecho a decir no. Si alguien
trata de tocarte de forma que te haga
sentir “raro”, di “no” y cuéntamelo de
momento.
En resumen para López (1998), lo
anterior significa que tendríamos que
hablar de forma positiva de la sexuali-
dad, advirtiendo al niño que algunas
personas pueden utilizar la sexualidad
de forma equivocada. Sería también
imprudente inculcar excesivo miedo o
sospechas inadecuadas cuando esta-
blezcan lazos emocionales o afectivos
“normales” con sus amigos o adultos.
Es muy importante que los niños vivan
la sexualidad sin relacionarla con el
abuso sexual.
Enseñar a los niños que el respeto
a los mayores no quiere decir que
tengan que obedecer ciegamente a
los adultos. Hablar a los niños de lo
que significa la “obediencia respon-
sable”.
Para Juvonen (1999) los niños
esperan que los agresores tengan un
aspecto determinado, no piensan
que éstos puedan parecerse a su
padre o amigos de familia. Es bueno
que los niños sepan que los pedófilos
suelen darse consejos como “No
intentes forzar al niño. Coge sus
cosas y te seguirá”. Se pretende tam-
bién enseñar a los niños que ellos son
más valiosos que cualquier bien o
propiedad.
• Una vez que el niño ha dicho
“no”, puede aparecer un tema más
sutil y que quizás pueda ser entendi-
do por niños mayores. Se trata del
tema del acoso sexual. En el acoso, el
abusador intenta conseguir los favo-
res sexuales de la víctima, quizás de
forma abierta o tal vez de forma sola-
pada. Cuando recibe el rechazo suele
pasar a otra forma de acoso, que
podría ser el acoso moral. Puede que
se dedique a desprestigiar, a minus-
valorar a esa persona o a descalificar
e infravalorar sus trabajos.
Defenderse de esta situación es más
difícil pero no imposible (Hirigoyen,
1999).
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
75
Portillo Cárdenas. R. Tratamiento psicológico de niños víctimas de abuso sexual
JUEGO LIBRE Y DIRIGIDO
Puede recibir el nombre de ludote-
rapia. Existen dos modalidades de
esta técnica, la no directiva y la planifi-
cada. La forma de trabajo, en la prime-
ra, sería decir al niño que puede traba-
jar o jugar como él quiera, y también
que puede explicar todo lo que se le
ocurra durante el tiempo en que lo
está haciendo, tanto del dibujo como
de lo que él quiera hablar.
En la forma planificada el terapeu-
ta interviene indicando al niño el con-
texto en el que debe jugar o la forma
en que debe hacerlo. Tanto en una
como otra, el terapeuta, puede inter-
venir en el juego reconduciéndolo
hacia lo que considere necesario.
Para las distintas actividades debe
diseñarse un programa de actuación
que incluya: preparación del lugar de
trabajo con distintas clases de objetos
lúdicos tales como títeres, juguetes
tanto de figuras humanas como de
objetos; y objetos que no siendo jugue-
tes puedan despertar la creatividad del
niño o el deseo de jugar como lápices y
hojas para dibujar, o escribir, etc.
En el caso del abuso, que estamos
tratando, los juguetes pueden ser
muñecos con atributos sexuales bien
definidos (Del Barrio, 1997), si se pre-
tende que el niño se exprese y libere
su angustia mediante la manifestación
de sus sentimientos en el juego.
PSICODRAMA
Moreno (1979), define el psicodra-
ma como un método de investigación
de la verdad a través de métodos dra-
máticos. Se pretende, la expresión y
verbalización de los sentimientos.
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
76
Portillo Cárdenas. R. Tratamiento psicológico de niños víctimas de abuso sexual
La técnica consiste en montar
secuencias teatrales donde se expre-
san libremente los sentimientos que
se desean, esta técnica es difícil en tra-
tamiento individual, siendo más fácil
en tratamiento grupal, no obstante
puede emplearse una variante de la
misma: la silla vacía. En la silla, se
supone que se encuentra la persona a
la que tenemos que dirigirnos, natu-
ralmente con nuestros conflictos.
Después se invierten los papeles y el
niño pasa a ocupar la silla que estaba
vacía y se dirige al que se supone está
en el lugar que él ha abandonado. A
los niños parece no gustarles esta téc-
nica, por lo que puede ser más reco-
mendable utilizar el teatro de guiñol.
ROLE-PLAYING
Esta técnica que es una variedad
del Psicodrama, aunque aquí los parti-
cipantes desempeñan papeles o roles
diferentes a los que tienen asignados
en la vida real. Consiste en que una
persona actúe de forma y manera
como lo haría otra.
Gallardo (1997b) propone su utiliza-
ción en el apartado que corresponde
al tratamiento emocional en el abuso,
puesto que hay niños incapaces de
expresar sus sentimientos y emocio-
nes después del mismo; con el role-
playing se pretende que aprendan a
expresarse. Esta expresión, repetimos,
debe ser para ellos una liberación.
DIBUJOS LIBRES
El dibujo, a la vez que nos ayuda a
evaluar el maltrato que el niño ha sufri-
do (Test del Dibujo de la Figura Humana
– Goodenouhg y Machover, Test de la
Familia, Test del Árbol, Test del Dibujo
Casa-Árbol-Persona, etc.), puede servir-
le también para que exprese y se libere
de sus conflictos emocionales. En este
aspecto, Furth (1998), afirma que los
dibujos pueden ser expresiones del
inconsciente y a la vez base para la tera-
pia. Pueden servir pues, tanto de meca-
nismos auxiliares de terapia como de
instrumentos de diagnóstico.
REDACCIONES
Cornejo (1996) trabaja con las
redacciones, iniciando cada día una
página en la que coloca una frase
como enunciado. Por ejemplo: “Me
pone triste que”. Es conveniente obli-
gar a algunos niños a que escriban esta
especie de diario y motivar con forma-
tos divertidos si el niño se resiste.
RELAJACIÓN
Martorell (1996), dice que el interés
principal de la relajación, estriba en
que los estados alcanzados por medio
de ella son incompatibles con la ansie-
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
77
Portillo Cárdenas. R. Tratamiento psicológico de niños víctimas de abuso sexual
dad y sus estados asociados.
Existen numerosos juegos de rela-
jación para niños, en los que a veces el
terapeuta sirve de modelo. Algunos
pueden ser como los que se exponen
a continuación.
Decir a los niños que son muñecos
de trapo, o un sauce, o globos que se
van desinflando. Otros juegos de rela-
jación pueden ser los que tomamos de
Olba (2000), como “la ola del mar”o
“pintar una estrella antes de dormir”.
El movimiento de las olas se represen-
ta con el movimiento de los brazos,
estirándolos hacia el frente y arriba
para representar la llegada y hacia
atrás para representar el reflujo, aun-
que existen muchos juegos para niños
con el fin de conseguir la relajación.
También se puede emplear alguna gra-
bación musical o la propia voz del tera-
peuta dando las pautas para relajarse.
Cautela y Groden (1989), integran
los trabajos de relajación tanto de
Schultz como de Jacobson (clásicos y
pioneros de esta técnica) e indican que
mediante la relajación el paciente va
tomando conciencia, sintiendo y des-
tensando cada una de las partes de su
cuerpo. Existen otras muchas adapta-
ciones y técnicas o modos de relaja-
ción para niños, que se comercializan
en forma de grabaciones, como el
curso de relajación de Ramírez (1990).
MUSICOTERAPIA
Según Alonso (1994), consiste en
utilizar audiciones musicales, actividad
rítmica simple, exploración de diferen-
tes sonidos con el fin de relajar o evi-
tar ciertas dolencias. La psicoterapia
actual considera la música como una
técnica capaz de influir sobre las emo-
ciones, para conseguir un determina-
do estado de ánimo o incluso parar
curar. Lo importante no es la calidad
de la música, sino que ésta determine
la relajación de la persona. Algunos
expertos abogan por determinadas
composiciones clásicas de Mozart,
Strauss, Vivaldi, Bach, etc.
Pensamos que es difícil que los
niños atiendan en una composición
musical, tal como hace un adulto, pero
sí puede utilizarse como música de
fondo en combinación con algún otro
trabajo que estemos realizando.
MODELOS TÍPICOS
DE TRATAMIENTO
Pipher (1998) en su texto describe
numerosos casos de tratamientos apli-
cados a adolescentes. En el texto nos
sugiere lo que realmente se hace en
intervención en casos individuales. Se
trata de una chica que ha sufrido una
violación por parte de unos extraños.
En un primer lugar la intervención va
dirigida a toda la familia. Después el
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
78
Portillo Cárdenas. R. Tratamiento psicológico de niños víctimas de abuso sexual
tratamiento es fundamentalmente indi-
vidual, de dos sesiones por semana. Al
principio, la terapeuta incita a que la
niña exprese el abuso sufrido. Una vez
roto, de forma costosa, el primer blo-
queo, la paciente libremente narra una
y otra vez el suceso, parece que hacer-
lo le hace sentir menos angustia. Esta
autora, invita a la chica a escribir unas
cartas a los agresores, no para que se
las envíe sino para que exprese en ellas
todos sus sentimientos. También la
orienta a que descargue toda su rabia
contra un saco de boxeo. La familia,
continúa interviniendo en el tratamien-
to asistiendo a una sesión mensual.
Finalmente se unen al grupo de trata-
miento las hermanas de la chica.
Este es un modelo clásico de trata-
miento, que parece usual, aunque es
difícil que en un resumen quede refleja-
da toda la riqueza que la autora invierte
en sus terapias o el esfuerzo que
muchos terapeutas ponen en su trabajo.
La descripción de un tratamiento
que sigue en parte la misma forma de
intervención la encontramos en el
texto de Forward y Buck (1990). Estos
autores reflejan en sus escritos sus tra-
bajos con adultos víctimas de maltrato
familiar. En el capítulo dedicado al
incesto, se insiste en la gran necesidad
de tratamiento para estas personas y
se opta por el nivel grupal. Se asegura
que casi todos ellos mejoran cuando
asisten a tratamiento en grupo, aun-
que en algunos casos pueda aconse-
jarse el tratamiento individual.
El modelo de tratamiento propues-
to por estos autores se lleva a cabo a
través de tres etapas básicas: el ultra-
je, el duelo y la liberación. Las técnicas
fundamentales con las que trabajan
son “las cartas” y el “role playing”. El
que la persona pueda expresar en un
grupo todo aquello que siente y el
compartir con otras personas que
sufren un problema similar, supone sin
duda una buena liberación.
Tanto el modelo de tratamiento
anterior como este, son más acertados
para adultos que para niños. Sin duda
pueden aprovecharse de ambos algu-
nas técnicas después que hayan sido
adaptadas a las caracte-rísticas y edad
de los usuarios.
COMENTARIOS
La aportación de este trabajo con-
siste, en que gran parte de la biblio-
grafía sobre el tema psicoterapia diri-
gida a niños se centra más en la eva-
luación y menos en el tratamiento.
Éste, cuando aparece va dirigido a la
familia, a nivel de grupo y a los agre-
sores; muy pocos documentos sobre
tratamiento van dirigidos al trabajo
con la víctima, de aquí nuestra aporta-
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
79
Portillo Cárdenas. R. Tratamiento psicológico de niños víctimas de abuso sexual
ción en este punto concreto.
Por otra parte vemos en nuestro tra-
bajo situaciones que aunque no se con-
sideran abuso son similares al abuso.
Cuando, un niño me dice crudamente:
“El Benchi dice que el Flopy le ha dado
por...”, (el supuesto niño víctima tiene
nueve años y el segundo, supuesto
abusador, doce), pensamos en qué sig-
nifica un abuso. Para que se considere
abuso algunos autores como Glaser y
Frosh (1997), indican como dijimos al
inicio del tema, que debe haber al
menos una diferencia entre abusador y
víctima de cinco años, aunque no todos
los autores se ponen de acuerdo y exis-
te una gran controversia sobre el tema,
pero no es menos cierto que un niño
puede abusar de otro aunque ambos
sean menores y de aproximadamente
la misma edad. Somos partidarios de
medidas más educativas que penaliza-
doras, y en caso de menores más aún.
En caso de “¿abuso?” o maltrato a
menores cualquier persona puede
ponerse en contacto a través del telé-
fono gratuito 900.210.966 habilitado
por la Dirección General de Infancia y
Familia, de la Consejería de Asuntos
Sociales de la Junta de Andalucía.
Otro tipo de interrogante relaciona-
do con el caso anterior lo plantean
Cirillo y Di Blasio (1997): ¿Se puede
“curar”, en ausencia de demanda? Si los
niños se niegan al tratamiento, el requi-
sito fundamental para una terapia – o
sea la motivación espontánea- se viene
completamente abajo. Existen situacio-
nes en las que el niño no desea el trata-
miento, a veces manifiesta hostilidad o
negativismo desafiante hacia el mismo.
En estos casos obligar a un tratamiento
de psicoterapia individual sería contra-
producente. La intervención tendría que
plantearse de otro modo. Es el mismo
problema que ocurre con los adultos
cuando tienen que asistir a tratamiento
por orden judicial y el condenado ni
cree en el tratamiento ni lo desea.
Indudablemente si el terapeuta no con-
sigue convencer de alguna forma al
cliente el grado de eficacia puede ser
nulo. Los resultados de las investigacio-
nes actuales con adultos sobre este
tema son descritos por Arruabarrena
(1994), que expresa que se obtienen
buenos resultados en todos los casos;
no tenemos sin embargo, resultados
sobre situaciones similares con niños,
por lo que nos parece que éste podría
ser un posible tema a investigar.
Tampoco sería oportuno intervenir
con un tratamiento psicoterapéutico,
en el mismo momento en que se pro-
duce la agresión, tal como algunos
adultos desean. El tratamiento debe
cumplir unos requisitos, entre ellos
una correcta planificación. Otra cosa
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
80
Portillo Cárdenas. R. Tratamiento psicológico de niños víctimas de abuso sexual
es intervenir impidiendo el abuso y
que éste se produzca poniendo a
salvo a la víctima. A ello estará obliga-
do cualquier adulto que esté presente
o descubra, la agresión o el abuso.
En algunos momentos, en centros
escolares piden al orientador que inter-
venga en el conflicto “en el mismo
momento en que se produce”. En caso
de agresiones, o graves conflictos, los
profesores prefieren “mandar en ese
momento a los agresores o a los auto-
res del conflicto al psicólogo” y que
éste resuelva el problema. No nos pare-
ce que sea la forma adecuada de traba-
jar. El trabajo del orientador debe estar
planificado y no puede ser cortado en
cada momento por las “urgencias”,
más aún si son constantes. Cuando
existe una agresión entre menores, el
adulto que la percibe debe impedirla,
otra cosa es que puedan darse un
apoyo terapéutico o unos primeros
auxilios para una persona en crisis, pero
repito que éstos deben ser planificados.
Las medidas más eficaces son
siempre las educativas y preventivas:
una buena educación sexual ofrece a
nuestros niños la mejor prevención del
abuso. Estos temas se tratan en nues-
tras escuelas como transversales del
currículo. Los temas transversales,
entre ellos la Educación Sexual, no se
circunscriben a un área de experien-
cias y conocimientos concretos, sino
que deben estar de alguna manera
presentes en todas las áreas; han de
impregnar todos los conocimientos
que el alumno reciba en la escuela.
En este sentido, la Junta de
Andalucía (1999a,b,c,d,e) ha enviado a
todos los centros de Infantil y Primaria,
en el curso escolar (1999-2000), un pro-
grama específico y completo para la
educación afectiva y sexual.
Los programas preventivos pueden
ir dirigidos a todos los grupos de niños
pero con especial incidencia deben lle-
varse a grupos de riesgo como son los
de ambientes de delincuencia y margi-
nales, a niños con minusvalías y a niños
de familias con problemas de droga-
dicción o desestructuradas.
Son válidos para nuestros entornos
educativos los que presentan Del
Campo y López, (1997a,b,c,d,e) dirigi-
dos a los niveles de infantil, primaria y
secundaria. También puede abordarse
el tema preventivo con la presentación
de unos vídeos que recomendamos:
Liberman (1992) para niños de Infantil
y Primaria, y el publicado por AISPAS
(1998) para Secundaria.
Los materiales que hemos indicado
pueden ser fácilmente utilizados en
contextos escolares; una correcta uti-
lización de los mismos, ayudará sin
duda en el tema que hemos tratado.
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
81
Portillo Cárdenas. R. Tratamiento psicológico de niños víctimas de abuso sexual
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Vulneración Deontológica en Psicología
MIGUEL A. SORIA VERDE*, ELENA GARRIDO GAITÁN**, RAQUEL GONZÁLEZ BUISÁN***
*Dr. En Psicología. Profesor de psicología jurídica y criminal.Universidad Barcelona, ** Psicóloga. A.C.I.M. *** Psicóloga.
INTRODUCCIÓN
“La profesión del Psicólogo se rige
por principios comunes a toda deon-
tología profesional: respecto a la per-
sona, protección de los derechos
humanos, sentido de la responsabili-
dad, honestidad, sinceridad con los
clientes, prudencia en la aplicación de
instrumentos y técnicas, competencia
profesional y solidez en la fundamen-
tación científica de sus actividades
profesionales” Artículo 6, Código
deontológico COP-C, aprobado por
la Junta de Gobierno el 10 de
Noviembre de 1989.
Como podemos apreciar en este
Artículo 6, la Psicología se rige por
Códigos Deontológicos que parten
de la Declaración Universal de Los
Derechos Humanos, que no es más
que el compendio de los principios
éticos y valores universales, que la
humanidad reconoce en teoría
(COPC, 1998)
Los Códigos consisten en una
declaración de principios – más o
menos específica y detallada- que los
profesionales de una determinada dis-
ciplina se comprometen a acatar. Bien
mirado, los códigos no son más que
un intento de aplicar los derechos
humanos en una práctica profesional
concreta. Declaran pues, la validez de
los principios éticos más universales.
Los comités de los Colegios
Profesionales pueden ejercer una cier-
ta presión sobre sus miembros para
que apliquen las normas de profesio-
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
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Soria Verde, M. A. et al. Vulneración Deontológica en Psicología
nalidad del código. Pero no tienen ni
pueden tener los mecanismos de
coacción que tienen los jueces.
(COPC, 1998)
En las profesiones más desarrolladas
es frecuente encontrar un grado de for-
malización de estas leyes, el probarse
por los Colegios, Consejos,
Asociaciones u organismos similares
“Códigos Deontológico” con carácter
normativo, plenamente jurídico.
En el artículo 64 del Código deonto-
lógico del Colegio Oficial de
Psicólogos de España, hace referencia a
esta cuestión: “El Colegio Oficial de
Psicólogos tratará de que las normas de
este Código, que representan un com-
promiso formal de las instituciones
colegiadas y de la profesión ante la
sociedad española en la medida en que
la Sociedad misma las valore como
esenciales para el ejercicio de una pro-
fesión de alto significado humano y
social, pasen a formar parte del ordena-
miento jurídico garantizado por los
Poderes Públicos” (Jiménez, 2002)
Los Códigos Deontológicos, sirven
de igual manera para el desarrollo pro-
fesional de la Psicología, salvaguardán-
donos de incumplir los derechos huma-
nos o intervenir negativamente en
cuanto a la dignidad humana.
La Psicología es una Ciencia, en la
que nos encontramos con campos de
aplicación muy variados, corrientes de
pensamiento muy variadas, pero ello no
debe alejarnos de la idea de que han
de existir unos principios fundamenta-
les que aporten una filosofía y una
orientación general que cubran toda la
realidad en la que la Psicología vive.
Como recoge la EFPA (Federación
Europea de Asociaciones de
Psicólogos) en el Metacódigo, extraído
del libro “Ética y Deontología para
Psicólogos” (COP, 2004): “Los códigos
Éticos de las Asociaciones, deberán
cubrir todos los aspectos de comporta-
miento profesional de sus miembros.”
Concepto y definición de Mala
Praxis
La “Mala Praxis”, o “Mala Práctica
Profesional”, se puede definir como el
mal hacer de un psicólogo u otro pro-
fesional en su caso, causando un daño
a la salud o buen estar de la persona
que demanda sus servicios.
En el caso de la Psicología como en
la Medicina, el lograr o fracasar en
logro de los objetivos no será buena o
mala praxis. Ésta se produce al cum-
plirse la obligación de agotar todos
los esfuerzos porque se logren esos
objetivos, a pesar de no alcanzar final-
mente los mismos. Hablamos pues de
una obligación de medios, y no de
resultados.
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
87
Soria Verde, M. A. et al. Vulneración Deontológica en Psicología
Negligencia y Mala Praxis
Las profesiones más denunciadas
en España por negligencias laborales
o mala praxis son la de Medicina y la
de Arquitectura.
Dentro del colegio de Psicólogos,
aún no siendo de las profesiones más
afectadas por la mala praxis, llegan
solicitudes de revisión de documenta-
ción por posibles situaciones de negli-
gencia, sobretodo en el área de la
Psicología Jurídica. Así, ésta área es la
que más denuncias acapara debido a
la complejidad de su ejercicio, por
verse sometida a las presiones que
desde la deontología se precisan y la
obediencia al tribunal propia de las
profesiones de tipo jurídico – forense.
Obviamente, dentro de un proceso
contencioso, una de las dos partes
suele ser la perjudicada, pudiendo
creer que en el fallo del juez se han
tenido en cuenta pruebas que, al
parecer del demandante, no sean del
todo fiables o profesionales. Así,
puede recurrir a la deontología para
solicitar un análisis desde el Colegio
Oficial de Psicólogos de su Comu-
nidad a este respecto.
Obviamente, en algunas ocasiones
es real esta mala praxis, en otros
casos, es una salida más a un proceso
contencioso perdido.
Casuística de la Comisión
Deontológica del Colegio Oficial
de Psicólogos de Catalunya
- Custodia de la información (histo-
ria clínica) cuando la entidad cierra
o el profesional se va.
- Honorarios abusivos
- Redacción inadecuada de infor-
mes.
- Secreto profesional: derecho y
preserva de la intimidad.
- Aceptación de casos incompati-
bles (conflicto de creencias y coin-
cidencia en la confesionalidad tera-
peuta – paciente).
- Límites del secreto profesional.
- El Psicólogo víctima de la patolo-
gía del paciente.
- El paciente víctima de la patología
del Psicólogo.
- El Psicólogo utilizado en conflic-
tos de intereses
- Psicoterapia de menores en cus-
todia compartida.
- Peritajes de parte.
- Duplicidades: perito - terapeuta.
- Diagnóstico de menores sin per-
miso paterno.
- Competencia desleal
- Intrusismo protegido.
- Atención psicológica por teléfo-
no.
- Recetas de medicamentos.
- Publicidad engañosa.
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
88
Mención de Casos relevantes
La reciente publicación del libro
“Ética y Deontología para Psicólogos”
(COP, 2004), aporta un recopilatorio
de casos interesantes a nivel deonto-
lógico para que su lectura ayude al
Psicólogo a conocer un poco mejor
cuales son los posibles casos de
denuncia.
Dentro de los casos que presenta,
la mayoría corresponden al área de la
Psicología Jurídica, los otros corres-
ponden al área de Psicología Clínica o
la práctica terapéutica y a casos en los
que no se han admitido a trámite
demandas por mala praxis por defec-
tos de forma o de fondo.
A continuación se añaden algunos
ejemplos extraídos de dicho docu-
mento a modo de ejemplo sobre este
tipo de situaciones y su resolución
colegial:
Caso 1. Abusos sexuales
Ambigüedad de rol
“La demandante refiere en su
denuncia cómo el psicólogo la acari-
ciaba cuando aplicaba técnicas de
relajación llegando en una sesión a
besarla y acariciarle los pechos, ante lo
cual ella lo rechazó y pidió explicacio-
nes sobre la conducta del profesional,
contestándole el psicólogo que se
sentía atraído por ella”. Desde el
Colegio de psicólogos se valora: “Con
su proceder (el del psicólogo) dio
lugar a situaciones muy confusas para
la paciente al asumir un papel más
propio de un amigo o compañero que
el de un profesional. Se considera vul-
nerado el artículo 29 del Código
Deontológico (Estatal) y se califica la
falta como grave”.
Caso 2. Informe psicológico para
una adopción internacional
Idoneidad
La demanda de la pareja se centra
en “la falta de objetividad y al mismo
tiempo se quejan de que el trato reci-
bido por ellos durante las entrevistas
era poco menos que vejatorio, no sólo
por el tono de las preguntas sino tam-
bién por la emisión de comentarios
por parte del psicólogo que vertía cla-
ramente juicios acerca de las conduc-
tas, opiniones o comportamiento de
los candidatos a padres”. Después de
todo el proceso evaluativo desde el
Colegio de Psicólogos se valora: “Por
tanto, el psicólogo había mantenido
un trato con los clientes no respetuoso
y había procedido con escasa profe-
sionalidad. Lo que significaba la vulne-
ración de los artículos 6º y el 48º del
Código Deontológico (Estatal) del
Psicólogo”.
Soria Verde, M. A. et al. Vulneración Deontológica en Psicología
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
89
Soria Verde, M. A. et al. Vulneración Deontológica en Psicología
Caso 3: Informe para trámites de
separación. Informe de parte
Se presenta un escrito en una de
las Delegaciones del Colegio de
Psicólogos, aludiendo a los defectos
metodológicos que al parecer pre-
sentan los informes aportados por el
psicólogo al que se solicitaron infor-
mes evaluativos acerca de la conve-
niencia de visitas del padre y su efec-
to psicológico en la hija de ambos, a
petición de la madre. La denuncia
plantea además de fallos metodoló-
gicos, un ataque a la dignidad perso-
nal del padre, ya este no conoce al
psicólogo y nunca le ha realizado eva-
luación alguna, sin embargo el psicó-
logo en lso informes realiza afirmacio-
nes taxativas que le imputan la con-
ducta que es objeto de denuncia en
los juzgados. (Abusos Sexuales a su
hija).
El padre presenta en la Comisión
Deontológico una serie de documen-
tación, con la que logra que dicha
Comisión admita a trámite la denun-
cia, entendiendo que se podrían
estar vulnerando los artículos 6, 12,
15, 17, 18, 44 y 48 del Código
Deontológico del Psicólogo. La comi-
sión nombra un instructor para el
expediente, y este se pone en con-
tacto con el psicólogo y le informe de
los criterios por los que podría haber
incumplido el Código. Alude a partes
del texto de sus informes como:
“A continuación mostraremos cuá-
les y cómo son, en principio, las con-
ductas anómalas del padre hacia su
hija” “En relación con estas historias,
comprobamos, constatamos que exis-
te una violación de los derechos de la
menor y un espantoso y horrendo
abuso sexual incestuoso del padre
hacia la hija” “La niña ilustra perfecta-
mente cómo han de hacerse ciertas
conductas sexuales” “Nos tememos,
e incluso, afirmamos que el pertinaz y
espantoso maestro pudiera ser el pro-
pio padre”
Desde la Comisión se solicita al psi-
cólogo a aclarar las cuestiones plante-
adas, que pudieran estar vulnerando
el Código Deontológico, este se pone
en contacto con el instructor, a quien
explica que no tenía mala intención,
que no tiene formación en psicología
jurídica, y que los informes los realizó
por un compromiso de amistad hacia
la madre, dejándose guiar por la sindi-
caciones del abogado de esta.
Finalmente el psicólogo remite un
pliego de alegaciones ala Comisión
Deontológico, basando sus explica-
ciones en que había obrado de buena
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
90
voluntad siempre intentando conser-
var el beneficio de la menor. La
Comisión Deontológico propone a la
Junta Rectora del Colegio de
Psicólogos la sanción que correspon-
de por los artículos infringidos.
Caso 4: Supuestos abusos sexuales
Informe por separación de
padres, de uno de los padres
(Informe de parte)
La madre de la menor, realiza una
denuncia por abusos sexuales a su hija
por parte del padre de la misma, pre-
sentando un informe que afirma la
existencia de tales hechos, realizado
por el psicólogo que la atiende a ella,
y a la niña ocasionalmente.
A la menor exclusivamente se le
realizó la prueba de los muñecos ana-
tómicos, a partir de la cual, el psicólo-
go concluye la existencia de abusos
sexuales. Es por esta razón por la que
el padre presenta una demanda ante
la Comisión Deontológico del Colegio
de Psicólogos de su Comunidad.
Los más destacable que plantea la
Comisión en relación a este caso e sla
falta de cautela del psicólogo al realizar
los informes a petición d ella madre para
presentarlos en el juzgado y asimismo
su posterior declaración y ratificación de
los mismos ante el juez, de los que se
pueden extraer párrafos como:
“Por su edad, 5 años, los niños
todavía no mienten, ya que la mentira
aparece en fases posteriores”
“Las víctimas de abusos sexuales
necesitan una ayuda profunda para su
superación. La primera ayuda es la de
que sean creídos a pesar de su corta
edad y precisamente por ello”
“En ningún momento una niña de 5
años tiene la capacidad de mentir en
un tema tan amplio, como el que nos
ocupa”
Todas las afirmaciones del psicólo-
go se aplican para la interpretación de
una prueba que se utilizó de forma
absoluta y sin otros datos de contraste
o verificación de las conclusiones a las
que se llegaba.
Finalmente la Comisión Deontoló-
gica valoró que se infringían los artícu-
los 12 y 48 del Código Deontológico
del Psicólogo, pero el psicólogo se
benefició de unas irregularidades que
se realizaron en el procedimiento, y el
caso quedó sobreseído. Sin embargo
la Comisión Deontológico Estatal acor-
dó que el escrito de su propuesta de
Resolución recogiera todas las adver-
Soria Verde, M. A. et al. Vulneración Deontológica en Psicología
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
91
Soria Verde, M. A. et al. Vulneración Deontológica en Psicología
tencias que se consideraban oportu-
nas, mencionando al psicólogos lo con-
veniente de ser más cauto a la hora de
realizar informe psicológicos.
CÓDIGO DEONTOLÓGICO Y
FUNCIONES:
“El código Deontológico de la pro-
fesión de Psicólogo está destinado a
servir como regla de conducta a los
profesionales en el ejercicio de la pro-
fesión, sea cual sea su modalidad”
Esto es lo que se recoge en el
Artículo 1 del Código Deontológico
del Colegio de Psicólogos de
Catalunya a probado por la Junta de
Gobierno el 10 de Noviembre de
1989, y es a partir de estos criterios
que el Colegio valorará el ejercicio
profesional de sus colegiados.
En el Colegio Oficial de Psicólogos
de Catalunya, existe la Comisión
Deontológica Colegial, creada como
bien se indica en el artículo 54 por el
Colegio Oficial de Psicólogos de
Catalunya, para velar por la interpreta-
ción y aplicación de los contenido de
dicho Código. El responsable de la
difusión entre los Colegiados y las
Instituciones Sociales en el Colegio,
además será este quien procure que
los principios recogidos en el Código,
sean objeto de estudio en las
Universidades.
CÓDIGO DEONTOLÓGICO
CATALÁN:
El Código Deontológico del
Colegio de Psicólogos de Catalunya,
recoge un total de 58 artículos, donde
quedan explícitas las directrices ha
seguir por los profesionales para el
desarrollo liberal, independiente o
asociado de la profesión, incluye tam-
bién la regularización de las relaciones
que se establezcan con empresas,
tanto públicas como privadas.
DEONTOLOGÍA POR ÁREAS
DE APLICACIÓN:
El porqué de la necesidad de un
código específico
El Código Deontológico, es nece-
sario desde el punto de vista de salva-
guardar los derechos de las personas
a las que los profesionales darán servi-
cio, pero esto no debe olvidar a aque-
llos que realizarán dicho servicio, pues
en ocasiones los errores traen conse-
cuencias peores para los que ejercen
la profesión que para los que se bene-
fician de sus servicios.
Afortunadamente el Código Deon-
tológico, establece unas normas bási-
cas y orienta de la globalidad y da a su
vez una amplio margen al sentido
común, a la conciencia y a la actuación
conjunta, cohesionada, en ocasiones
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
92
intangible, de los diversos sectores
especializados. (COPC, 1998)
Uno de estos sectores especializa-
dos, que en muchas ocasiones se ve al
límite del Código Deontológico es la
Psicología Forense que se caracteriza
por peculiaridades tales, como la faci-
lidad de vulnerar el Código Deon-
tológico, pues es un área de aplica-
ción de la Psicología en la que los artí-
culos del Código Deontológico, revis-
ten algunos problemas.
La Psicología Forense, se aplica por
y para el sistema Judicial, es un auxilio
para el Juez, de tal manera que la
intervención Psicológica ha de cumplir
en este caso con los objetivos que de
ella se espera, y estos son auxiliar en la
toma de la decisión judicial sobre
unos hechos.
En palabras de Josep Font
(COPC, 1998), la intervención de los
psicólogos en el ámbito judicial, o
más bien, la reflexión ética y deonto-
lógico en este campo de aplicación
se puede abordar desde cinco mar-
cos de análisis:
• La integración al sistema: Este
autor plantea que los psicólogos
que aplican la Psicología en el
campo Jurídico, se ven dentro del
Sistema, perdiendo su indepen-
dencia, pues pasan a estar someti-
dos a unas leyes y procedimientos,
que van más allá de sus control, por
ello están de la misma manera
sometidos a un compromiso soli-
dario con el sistema y con la res-
puesta judicial.
• La Responsabilidad Social: La
perspectiva que se toma respecto a
esta responsabilidad, es que sien-
do los conflictos que llegan a la
justicia el último paso del fracaso
social, los psicólogos participan
activamente en la resolución y
toma de decisiones en cuanto a las
emociones implicadas en dichos
conflictos.
• El Marco de Trabajo: En este
caso, y aun siendo las pretensiones
del psicólogo el cambio social,
mejora del sistema, mediante pro-
puestas, y alternativas tanto para la
ejecución de las medidas, como
para el trato a las víctimas, el hecho
de trabajar en dentro de una
estructura tiene establecida como
el Sistema Jurídico, hace que ten-
gan que aceptar los límites que
esto conlleva, es decir la acepta-
ción del proceso judicial, aunque
se plantee las posibles consecuen-
cias negativas del mismo.
Soria Verde, M. A. et al. Vulneración Deontológica en Psicología
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
93
Soria Verde, M. A. et al. Vulneración Deontológica en Psicología
• La Relación con el Usuario: Esta
relación se verá limitada por los
objetivos que se persiguen en las
periciales psicológicas, y es el auxi-
lio de la justicia, por ello es una
relación, en la que hay que contar
siempre con la posible influencia
de las consecuencias que se deriva-
rán de la misma en el campo judi-
cial. Al estar el sujeto formando
parte de un procedimiento judicial,
es necesario tener en cuanta que
este hecho reinará sobre la rela-
ción, impidiendo cualquier vínculo
terapéutico o de otra clase, que
además no es en ningún caso el
objetivo del trabajo del Psicólogo
Forense, al menos en cuanto a la
realización de Peritajes. Este hecho
no implica que la relación no sea
positiva para el sujeto en cuanto a
velar por sus derechos, bienestar y
ofrecerle la información de manera
inteligible desde nuestro campo
profesional.
• La Crítica Social: El autor plantea
en cuanto a las críticas que existen
acerca de la intervención de las
ciencias humanas y sociales en el
campo Jurídico, la existencia de
dos visiones.
Una sería la idea de que dicha
intervención no posee ninguna uti-
lidad, que las medidas legales
serán independientes del trabajo
psicológico, y otra idea es la que
plantea que esta intervención mini-
miza las consecuencias del sistema,
y por tanto lo justifican.
Breve resumen por áreas
En cada área de trabajo de la
Psicología, existen características dife-
renciales, tal y como he hecho notar
con la Psicología Jurídica. A continua-
ción se citan algunas de estas diferen-
cias en cuanto a otras áreas de la
Psicología, diferencias, que autores
como Fierro (Clemente y Ríos, 1995),
utilizan para justificar la demanda de
un código específico por área, dadas
las peculiaridades de cada una.
A modo de ejemplo, presento
algunos de los puntos diferenciales
que defiende Fierro en la Psicología
del Trabajo y de las Organizaciones:
(Clemente y Ríos 1995)
• El Psicólogo del Trabajo se ve
obligado en ocasiones a realizar
maniobras de captación de clien-
tes, lo que supone una especifici-
dad grande.
• La confidencialidad y reserva de
la información obtenida tiene mati-
zaciones, ya que en ocasiones le
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
94
Psicólogo tiene que hacer referen-
cia y cursar dicha información en
grupos de discusión, como puede
ser un comité de empresa, por lo
que se da el hecho de que, la infor-
mación obtenida sule ser emplea-
da “a posteriori”.
Peculiaridades de otra área como
es la Psicología Social son, según
Clemente y Ríos, 1995:
Que en la Psicología Social, a veces
en necesario sacrificar los derechos o
intereses individuales de algún miem-
bro de la Comunidad o grupo, en
beneficio del bienestar social de la
Comunidad a la que pertenece “den-
tro de los límites del respeto a las dife-
rencias”
En cuanto a la Psicología Jurídica,
sirva a modo de ejemplo el caso de los
psicólogos de las prisiones, cuyas difi-
cultades en este tema están relaciona-
das con la existencia de la institución
por un lado, y por otro aquellos a los
que a dirigido su trabajo directamen-
te, en palabras de Ramírez (1987) “El
psicólogo de las prisiones, no debe
tener como paciente-cliente a la insti-
tución, sino que la prisión se debe
considerar sólo como el ámbito en el
que realiza el trabajo”.
Junto con la existencia de un
Código deontológico general para los
profesionales Psicólogos, se ha de
tener en cuanta además de las citadas
diferencias y peculiaridades de cada
área de trabajo, los códigos o normas
establecidas no sólo en las distintas
áreas profesionales, sino en los luga-
res donde dicha tarea se desarrolla, de
tal manera que, por ejemplo en cuan-
to al desarrollo de la Psicología en el
Campo Sanitario, se habrá de contar
con las directrices establecidas en el
área de Salud Mental, en su caso en la
política concreta que se desarrolle en
dicho campo.
En el caso de la Psicología de la
Educación, habrá que atenerse tanto a
las directrices marcadas en el lugar
concreto de trabajo (Colegios, centros
educativos etc…), como a la política
establecida en el momento respecto a
la Educación.
EL CASO DE LA PSICOLOGÍA
JURÍDICA:
Al acercarnos al campo de la
Psicología Jurídica, nos estamos acer-
cando a un área, en la que cualquier
error, por más pequeño que ese sea,
tendrá unas consecuencias amplias y
de índole distintas a las posibles con-
secuencias de un error en Psicología
Clínica, pues estamos hablando de
posibles condenas, multas, custodias y
otros elementos relacionados con la
vida de las personas, que se han pues-
Soria Verde, M. A. et al. Vulneración Deontológica en Psicología
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
95
Soria Verde, M. A. et al. Vulneración Deontológica en Psicología
to en manos de terceros, es decir.
Cuando una persona entra en el
sistema judicial, sea por las razones
que sea, parte de su futuro, queda en
manos de la decisión judicial, esto en
cierta manera implica una indefensión,
pues está en manos de otros decidir
sobre lo que se juzga. Por ello en la
Psicología Jurídica, la responsabilidad
no es la misma que en otras áreas, ya
que se puede tratar de consecuencias
definitivas y determinantes, que en
pocos casos podrán ser reversibles.
CONCLUSIONES
La Deontología en la Psicología es
un tema que requiere de una actuali-
zación continua, ya que es la realidad
de la profesión, la que ha ido marcan-
do el desarrollo de su Código
Deontológico, su origen de hecho, fue
el encuentro entre profesionales que
plantearon las problemáticas que iban
encontrando en su labor profesional.
Fue en unas Jornadas de Trabajo que
organizó el Colegio Oficial de
Psicólogos en 1987.
Desde entonces, este junto con los
desarrollados a nivel autonómico, han
servido y sirven de guía para el des-
arrollo profesional de los psicólogos,
junto con esta realidad, es preciso
tener en cuenta también, las necesida-
des que van surgiendo desde las dis-
tintas áreas de especialización psicoló-
gica. Las peculiaridades han de estar
recogidas de tal manera que se pueda
lograr el cumplimiento del Código
Deontológico, sin caer en vulneracio-
nes del mismo debido precisamente a
estas diferencias entre las especialida-
des.
La mala praxis, es una preocupa-
ción de los profesionales, y un proble-
ma social, que sobretodo desde los
ámbitos educativos, es posible hacer
disminuir, ya que en muchas ocasiones
las vulneraciones vienen de una falta
de formación deontológica desde las
Universidades.
Al mismo tiempo estamos en una
época, en que se están desarrollando
investigaciones al respecto y desde
los Colegios Profesionales se está des-
arrollando documentación para la
divulgación de esta materia.
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
96
Soria Verde, M. A. et al. Vulneración Deontológica en Psicología
- Clemente, M. y Ríos, J. (1995).
Guía Jurídica del Psicólogo.
Compendio básico de legislación para
el psicólogo jurídico. Ed. Pirámide.
Madrid.
- Col·legi Oficial de Psicólegs de
Catalunya (2000). Tópics étics relacio-
nats amb la peritació psicológica.
Materials del COPC, 8. COPC:
Barcelona.
- Col·legi Oficial de Psicólegs de
Catalunya (2001). Recomanacions i cri-
teris deontológics de la intervenció
psicològica mitjançant Internet.
Materials del COPC, 13. COPC:
Barcelona
- Col·legi Oficial de Psicòlegs de
Catalunya (1998). Ètica i deontologia
de la intervenció professional en el
camp psicològic. Materials del COPC
num 3. COPC: Barcelona
- Colegio Oficial de Psicólogos
(2004). Ética y Deontología para
Psicólogos. Colegio Oficial de
Psicólogos de España. Comisión
Deontológico Estatal. Secretaría
General. Madrid: COP
- EFPA (2004). Metacódigo de Ética
de la federación Europea de
Asociaciones de Psicólogos. En Ética y
Deontología para Psicólogos. Madrid:
COP. http://www.copc.org/informa-
cio/materials/trece.asp
- Jiménez, F. (2002) La deontología
profesional: Garantías científicas y éti-
cas en el ejercicio profesional.
En www.usal.es/~fjimenez/asignatu-
ra/TEORIA/Deonto.pdf
www.copc.org/informacio/materials/in
dexM.asp
BIBLIOGRAFÍA
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
97
Resumen
La adopción de niños mayores plantea importantes retos (dificultades,
problemas) a los profesionales que trabajan en los Servicios Sociales. A par-
tir de la experiencia obtenida tras una amplia investigación con familias
adoptivas con hijos adolescentes, se presentan algunas ideas, recomenda-
ciones y sugerencias prácticas que pueden ayudar a los técnicos a conocer
mejor estos procesos y a perfeccionar su intervención.
En primer lugar, puesto que uno de los motivos de insatisfacción de los
padres adoptivos se encuentra en las características del hijo que adoptaron,
se analizan las preferencias y expectativas que las familias desarrollan sobre
el futuro niño y su comportamiento, y en segundo lugar, para abordar las
quejas y demandas de las familias sobre los servicios sociales utilizados, se
profundiza en la información y orientaciones que reciben las familias de los
profesionales para afrontar la adopción.
En este artículo se apoya el nuevo modelo en torno a la adopción
desarrollado en nuestro país pero, al mismo tiempo, se reclama la necesi-
Como valoran las familias la adopciónde niños mayores. Implicaciones para la actuación de lostécnicos
MILAGROS FERNÁNDEZ*, Mª JESÚS FUENTES**
Dirección: Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación - Campus de Teatinos, s/nFacultad de Psicología, Universidad de Málaga - 29071 Málaga * e-mail: [email protected], ** e-mail: [email protected]
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
98
Fernández, M. et al. Como valoran las familias la adopción de niños mayores. Implicaciones para la actuación...
dad de atender a ciertos aspectos específicos de la adopción que implica a
niños mayores: la aceptación de niños con características que no coinciden
con las preferencias de los padres, la ausencia de expectativas o la presen-
cia de expectativas irrealistas en muchas familias, o el proceso por el que las
familias obtienen datos sobre su hijo y orientaciones para la adaptación.
Palabras clave: Acogimiento, adopción, satisfacción con la adopción,
preferencias de los padres, expectativas de los padres.
Abstract
How the families evaluate adoption with old children. Implications for the
intervention of professionals.
Older children adoption faces up to an important challenge (difficulties,
problems, etc.) for professionals who work in Social Services. Some ideas,
recommendations and practical suggestions are shown after researching as
regard with adoption families with adolescent children which can help pro-
fessionals to know better these processes and to perfect their intervention.
Firstly, the adopted children´s characteristics is one of the dissatisfaction
causes of adoptive parents. Therefore, the preferences and expectancies
which families develop about the children future and their behaviour are
analysed. Secondly, to solve the complaints and demands of families about
Social Services used, we analyse in great depth the information and orien-
tation which the families have of professionals to face up the adoption.
In this article, the new model about adoption developed in our country
is supported, at the same time as, it is claimed the necessity to attend some
specific aspects in the adoption with old children: the acceptance the chil-
dren´s characteristics when are not the same as parents´ preferences, the
absence from expectancies or the presence of unreal expectancies in many
families, or the process by which the families obtain information about their
children and orientation for the adaptation.
Keywords: Foster care, adoption, satisfaction with adoption, parents´
preferences, parents´ expectative.
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
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Fernández, M. et al. Como valoran las familias la adopción de niños mayores. Implicaciones para la actuación...
INTRODUCCIÓN
En este artículo queremos recoger
una serie de recomendaciones y suge-
rencias que pueden ser útiles a los
profesionales que intervienen en los
procesos de adopción que implican a
niños mayores. Las ideas que vamos a
exponer proceden de los datos y la
experiencia obtenida en una amplia
investigación financiada por la
Dirección General de Estudios
Superiores en colaboración con el
Servicio de Protección a la Infancia de
la Delegación provincial de Málaga,
en la que se analizó la experiencia
adoptiva y la vida en común de 56
adolescentes (35 chicas y 21 chicos) y
sus familias adoptivas . Las familias
tenían las siguientes características: se
encontraban en situación de acogi-
miento preadoptivo desde hacía al
menos un año, el hijo tenía entre 12 y
18 años en el momento del estudio y
pertenecía al grupo de adopciones
especiales por haber sido acogido con
más de seis años. Es importante seña-
lar, que dada la fecha de inicio del
acogimiento preadoptivo (en todos
los casos anterior a 1998), ninguna de
las familias tuvo acceso a programas
de formación ni tenemos constancia
de que los menores hubieran pasado
por una preparación previa al inicio el
acogimiento.
VALORACIÓN QUE HACEN LAS
FAMILIAS DE LA ADOPCIÓN
Como muestran otros estudios
tanto internacionales (Pinderhughes,
1998; Erich y Leung, 1998; Glidden y
Pursley, 1989) como nacionales
(Amorós, 1987; Palacios, Sánchez y
Sánchez, 1996), la valoración que las
familias hacen de su adopción, inde-
pendientemente de las características
de la misma, suele ser bastante positi-
va. Hemos utilizado dos indicadores
de satisfacción: la valoración general
del proceso vivido y la disposición de
los padres a repetir la experiencia.
Según los cuáles, el 71% de las familias
califican la adopción muy satisfactoria-
mente, el 16% la describen como una
experiencia buena y sólo el 7% la pun-
túa con un aprobado. Además, la
mayoría de las familias señala que
tuvieron más satisfacciones y menos
problemas de los que esperaban
encontrar. Sin embargo, el 60% de las
familias analizadas reconoce que, a
pesar de su alta valoración, cambiaría
algunos aspectos del proceso si pudie-
ran volver a vivirlo, lo que estarían dis-
puestos a hacer el 88% de las familias,
aunque el 38% de ellas pondría ciertas
condiciones para volver a adoptar.
Los porcentajes que aparecen en este texto proceden de losdatos de esta investigación.
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
100
Fernández, M. et al. Como valoran las familias la adopción de niños mayores. Implicaciones para la actuación...
Los aspectos que son objeto de
mayor queja por parte de estas satis-
fechas familias y el tipo de condiciones
que impondrían aquellas que repetirí-
an la experiencia hacen referencia, por
un lado, a las características del niño
que adoptaron y, por otro, a las rela-
ciones con el Servicio de Protección a
la Infancia que las atendió. Es decir, las
familias que hemos analizado, a pesar
de haber afrontado una adopción de
alto riesgo, dada las características de
la adopción realizada (niños del grupo
de adopciones especiales, falta de
preparación de los padres, historia de
maltrato e institucionalización de algu-
nos niños, etc.), muestran, en general,
niveles altos de satisfacción e intencio-
nes de volver a pasar por lo mismo,
aunque también reconocen que, de
poder elegir, cambiarían las caracterís-
ticas de los niños que adoptaran en el
futuro y reclamarían mejoras en los
servicios de asesoramiento.
Curiosamente también hay padres
adoptivos que se muestran bastante
críticos consigo mismos y reconocen
que cambiarían la educación que
dieron al hijo adoptado ya que consi-
deran que fueron demasiado blandos
o exigentes, que utilizaron poca
o mucha disciplina, que no supieron
ponerle el apoyo escolar necesario,
que no le enseñaron a controlarse, etc.
En definitiva, en estas líneas nuestro
objetivo es exponer las necesidades y
demandas que tienen las familias que
adoptan niños mayores con el deseo
de que puedan ser útiles para los téc-
nicos de los Servicios de Protección a
la Infancia al aportarles datos para la
reflexión sobre su práctica profesional
y para la toma de decisiones en las
diferentes etapas del proceso de
adopción. En primer lugar, puesto que
uno de los motivos de insatisfacción de
los padres se refiere a las característi-
cas del hijo que adoptaron, analizare-
mos las preferencias y expectativas de
las familias sobre el futuro niño y su
comportamiento, y en segundo lugar,
para abordar las quejas de las familias
sobre los servicios sociales utilizados,
profundizaremos en la información y
orientaciones que reciben las familias
por parte de los profesionales para
afrontar la adopción.
PREFERENCIAS DE LAS
FAMILIAS QUE ADOPTAN
NIÑOS MAYORES
Aunque la tendencia actual es bus-
car la mejor familia posible para un
niño que la necesita, algunas investi-
gaciones han tenido en cuenta las pre-
ferencias que los padres aspirantes
suelen expresar en relación a las carac-
terísticas de los niños. Por un lado,
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
101
Fernández, M. et al. Como valoran las familias la adopción de niños mayores. Implicaciones para la actuación...
porque algunos estudios han encon-
trado relación entre determinadas
características personales de los niños
y la aparición de dificultades durante
la convivencia, e incluso, la probabili-
dad del fracaso de la adopción y, por
otro lado, por la importancia que
puede tener la falta de coincidencia
entre estos factores y el niño real que
adoptan de cara al proceso de adap-
tación familiar. Además, aunque hay
pocos estudios que analicen en pro-
fundidad las expectativas de los
padres adoptivos, actualmente los
nuevos modelos de intervención en
torno a la adopción tienen más en
cuenta las ideas que los aspirantes
elaboran (tanto sobre el niño en sí,
como sobre su conducta, el proceso
de adaptación o su propio papel
como padres) debido a la función que
juegan en la construcción de la futura
familia, en la satisfacción de la transi-
ción a la paternidad, en la calidad de
las experiencias parentales, e incluso,
como variables predictoras del fracaso
de la adopción (Prynn, 2001; Levy-
Shiff, Goldshmidt y Har-Even, 1991;
Festinger, 1990).
En general, los padres aspirantes
suelen aceptar más favorablemente la
adopción de niñas mayores que la de
niños mayores, la de parejas de her-
manos que la de grupos de tres o más
hermanos, así como la de niños sanos
que la de niños con necesidades edu-
cativas especiales (deficiencias físicas,
psíquicas o enfermedades crónicas)
(Bonheví y cols., 1996; Amorós, 1987),
aunque también se ha constatado que
la flexibilidad de las familias es mayor
si han tenido un periodo de acogi-
miento previo y si los niños acogidos
no eran bebés (Amorós, 1987; March,
1993). Incluso en estudios recientes la
aceptación de niños mayores de 7
años parece haber aumentado entre
las familias españolas (Freixa, 2001).
Respecto a las preferencias de
edad, la mayoría de los padres (casi el
60%), tanto en nuestro país como en
otros países occidentales, tienen un
claro deseo: adoptar niños cuanto más
pequeños mejor (Fernández, 2002;
Hoksbergen, 1997a). Las razones que
aportan los padres adoptivos para
tener esta preferencia suelen ser
varias. La primera, que las parejas
infértiles quieren experimentar todas
las etapas del desarrollo del hijo de
forma que la adopción sea un proceso
lo más semejante posible a la paterni-
dad biológica. La segunda, que pien-
san que no tendrán problemas de
adaptación si el niño es un bebé,
“puesto que entonces el niño no ten-
drá pasado”, “habrá menos probabili-
dades de que haya sufrido maltrato”,
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
102
Fernández, M. et al. Como valoran las familias la adopción de niños mayores. Implicaciones para la actuación...
“no habrá aprendido conductas noci-
vas, ni habrá vivido suficiente tiempo
con la familia biológica como para que
estas figuras hayan dejado huella afec-
tiva en el niño”. La tercera, y muy rela-
cionada con la anterior, se refiere a
que los padres adoptivos poseen
ideas implícitas y temores referentes a
la importancia y trascendencia de lo
que ellos denominan “vínculos de san-
gre” de forma que paradójicamente
piensan que adoptando al niño cuanto
más pequeño mejor minimizan los
“efectos de esta herencia” y consi-
guen que el niño llegue a manifestar
“rasgos de carácter o de personali-
dad, intereses y comportamientos
propios de la familia adoptiva”.
Respecto a la preferencia de sexo
en la adopción, las familias o bien se
suelen mostrar indiferentes en cuanto
el sexo del adoptado (50%), o solicitan
abiertamente la adopción de niñas
(30,4%). Algunos estudios encuentran
que el sexo no es un factor significativo
para la adaptación (Festinger, 1990;
Coyne y Brown, 1985), si bien otros
señalan que ser mujer es una variable
predictora de un acogimiento exitoso
(Rosenthal, Schmidt y Conner, 1988).
También se ha visto que en la adoles-
cencia se incrementa la tasa de proble-
mas cuando se trata de chicas adopta-
das (Nelson, 1985), aunque no se
observan grandes diferencias con los
adolescentes no adoptados en sus rela-
ciones con los padres (Fernández,
2002). Como señala Hoksbergen
(1997b) los padres procedentes de los
países occidentales prefieren la adop-
ción de niñas. En nuestro país Tellez
(1993) encuentra que ciertos padres
parecen preferir la adopción de hijas
tanto por motivos psicológicos (bús-
queda de afecto y apoyo), como por
motivos sociales o culturales (valora-
ción del atractivo estético, la obedien-
cia y la sumisión atribuidas al género
femenino, etc.). Esta preferencia Kirk
(1974) la atribuye, por un lado, a la gran
reserva que tienen los varones por la
línea de sangre de los herederos, es
decir, según la tradición, los chicos con-
tinúan la descendencia familiar, por lo
que la adopción de chicas puede ser
considerada de menor riesgo en este
aspecto, y por otro lado, los padres
adoptivos creen que criar a una chica es
considerablemente más fácil que criar a
un chico. Gelman (1996) insiste en que
lo que puede perjudicar la adopción no
es el sexo del hijo/a en sí mismo, sino la
insistencia de los padres en un sexo
determinado, es decir, en adoptar sólo
por querer una niña o un niño.
La adopción de niños de etnias
minoritarias está siendo cada vez más
aceptada por la sociedad en general y
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
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Fernández, M. et al. Como valoran las familias la adopción de niños mayores. Implicaciones para la actuación...
por las personas que se plantean esta
opción para ser padres. Posiblemente
la adopción de niños de otros países
(China, India, Perú, Colombia, etc.)
con rasgos físicos bien diferenciados
esté ayudando a que la etnia del
adoptado deje de ser un obstáculo en
la colocación de niños (el 53% de
nuestras familias estaban dispuestas a
adoptar niños de etnia diferente a la
propia y el 41% los adoptaron), a pesar
de que en nuestro país, y sobre todo
en algunos contextos socioeconómi-
cos, todavía existan reticencias a
aceptar a niños de una procedencia
étnica determinada (gitanos o árabes).
Así, por ejemplo, hay familias que
rechazan la diferencia étnica (14%) y
otras que la aceptarían siempre que
no fuera “muy evidente”, es decir, no
les importaría que el niño fuese gitano
o árabe si físicamente no lo pareciera
(16%).
La preferencia sobre la etnia suele
ser un tema bastante común en los
estudios norteamericanos aunque no
parece ser una variable sobre la que
los autores se pongan de acuerdo. En
EE.UU no ha habido un tipo de adop-
ción que haya causado tanta polémica
y tan larga como la adopción transra-
cial. Desde 1970 los investigadores
han analizado los efectos de este tipo
de adopción y algunos han compro-
bado que tiene efectos positivos en el
desarrollo infantil y en el nivel de inte-
gración del niño y que los niños colo-
cados en familias de un grupo racial
diferente al suyo están bien ajustados.
De hecho, en el “Adoption Promotion
and Stability Act Acta” de 1996 se eli-
minó la raza del niño como un factor
determinante en la adopción y los
acogimientos temporales. Otros estu-
dios, en cambio, llegan a decir que es
preferible y recomendable el acogi-
miento por padres de la misma raza
que el niño y que la adopción transra-
cial debe ser considerada sólo cuando
la otra no es posible. Efectivamente,
McRoy y Grape (1999) señalan que el
impacto que el color de la piel tiene
sobre los acogimientos depende de
varios factores como son el conoci-
miento del niño de las actitudes socia-
les, sus experiencias con el racismo, la
actitud hacia la etnia de los miembros
de la familia y de los iguales, la per-
cepción del niño de la aceptación en
la familia y en su entorno, y las reaccio-
nes cotidianas de la familia y el entor-
no ante el hecho de la adopción del
niño y de su aspecto físico. Samuels
(1990) resume varias investigaciones
concluyendo que los efectos de una
adopción interracial indican que sus
tasas de éxito son comparables a las
de otras adopciones y que el 71% de
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
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Fernández, M. et al. Como valoran las familias la adopción de niños mayores. Implicaciones para la actuación...
los adolescentes preguntados sabían
que ser diferentes no era una fuente
de problemas.
La adopción de grupos de herma-
nos fue ampliamente solicitada por las
familias de nuestro estudio en los pri-
meros contactos con los técnicos. La
mayoría de las personas aspirantes
piden adoptar parejas de hermanos
(64%), mientras que son pocos los que
se niegan a esta opción (16%). La pre-
ferencia sobre grupos de hermanos,
es decir, el deseo de adoptar varios
hijos, suele mostrar las tasas más altas
entre los padres aspirantes. Sin
embargo, la adopción de grupos de
hermanos o la incorporación de un
nuevo hijo cuando ya hay otros niños
en la familia no está exenta de dificul-
tades. No existe unanimidad entre los
investigadores sobre la mayor o
menor dificultad de la adopción en el
caso de que los niños sean acogidos
junto a otros hermanos. Para algunos
existe mayor tasa de ruptura cuando
se separa a hermanos que han tenido
una relación intensa (Farmer y Parker,
1991), mientras que para otros, es
necesario considerar también otras
variables como el tamaño del grupo
de hermanos, el orden de nacimiento
o la edad de los niños (McDonald y
cols., 2001; Samuels, 1990) porque,
por ejemplo, para los niños más
pequeños (entre 5 y 8 años) resulta
favorecedor ser adoptado junto a uno
o más hermanos, mientras que para
los mayores (entre 9 y 16 años) no
parece ser un factor relacionado con el
éxito de la adopción.
En la mayor parte de los estudios
sobre las preferencias de los padres al
adoptar no se tiene en cuenta el
grado de coincidencia entre las prefe-
rencias de los padres y las característi-
cas reales del niño propuesto. En
nuestra investigación hemos constata-
do que el 30% de las familias recibie-
ron niños cuyas características se apro-
ximaban bastante al perfil solicitado,
mientras que fueron mayoría las fami-
lias (casi el 60%) que reconocieron que
el niño que adoptaron finalmente no
coincidía con las preferencias que
ellos expresaron en las entrevistas de
selección, bien porque era mayor, o
de sexo diferente, o de una etnia
minoritaria, o porque pertenecía a un
grupo de hermanos. Las familias sue-
len aceptar a este niño por varios
motivos. En primer lugar porque en
ocasiones las familias aceptan “pro-
bar” para ver cómo les va con ese niño
o niña en concreto, ya que según sus
propias palabras: “teníamos la opción
de conocerla y después decidirnos”,
“era un fin de semana y podíamos ver
cómo nos iba”. En segundo lugar por
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
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Fernández, M. et al. Como valoran las familias la adopción de niños mayores. Implicaciones para la actuación...
cierto sentimiento de miedo, bien por-
que temen perder la oportunidad de
adoptar si rechazan a ese niño (“mejor
eso que nada”, “nos dimos cuenta de
que más pequeños no íbamos a con-
seguirlos”, “nos dijeron que era muy
difícil conseguir un niño pequeño”), o
bien porque temen tener que esperar
más tiempo (“llevábamos mucho
tiempo esperando”). En tercer lugar,
porque las familias anteponen la soli-
daridad y el sacrificio personal a sus
preferencias cuando conocen la reali-
dad de los niños (“nos dijeron que
éramos la última oportunidad de esos
niños porque eran niños especiales”,
“nos dio pena no aceptarlos”, “no
nos importó la diferencia con nues-
tras preferencias porque nos necesi-
taban”).
El 25% de las familias no aceptaron
las propuestas que con anterioridad
les habían hecho los técnicos respon-
sables de su caso.
Como conclusiones en este tema,
destacamos la importancia de que las
características del niño se acerquen lo
máximo posible a las preferencias de
la familia. A pesar de que en este estu-
dio, en la mayoría de los casos, no
coincidieron, se produjo una buena
adaptación, pero hay que tener en
cuenta que las familias valoran negati-
vamente esta falta de coincidencia.
También consideramos que es
necesario indagar en las expectativas
encubiertas bajo las preferencias de
una determinada característica infan-
til. Los motivos por los que las familias
aceptan a niños que no coinciden con
sus preferencias creemos que son
“poco adecuados” porque, por un
lado, parecen deberse a la actuación
(en cierto modo presión) de los técni-
cos, y por otro, a las deficiencias del
propio procedimiento (demasiado
tiempo de espera, situaciones legales
o administrativas del expediente del
niño que posponen la toma de deci-
siones, etc.). En ambos casos, los aspi-
rantes acceden a la paternidad asu-
miendo imprevistos (sobre todo el que
se refiere a la edad del niño) que pue-
den mermar sus ilusiones o activar
ideas implícitas y temores que perjudi-
quen la aceptación total del hijo y el
sentimiento de posesión del nuevo
hijo.
Por otro lado, aunque algunos téc-
nicos defienden que una vez que
padres e hijo se conocen suele produ-
cirse un buen acoplamiento a pesar de
la ausencia de coincidencia con las
preferencias de los padres, pensamos
que es arriesgado confiar el éxito de
un proceso tan complejo y tan costoso
emocionalmente al azar o a los esfuer-
zos de unos padres con buena volun-
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
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Fernández, M. et al. Como valoran las familias la adopción de niños mayores. Implicaciones para la actuación...
tad. Nos preguntamos si merece la
pena arriesgar la felicidad, la salud
mental y la satisfacción de las necesi-
dades de niños y padres forzando a
los aspirantes a adoptar. Es cierto que,
según nuestra experiencia, las familias
asumen a estos niños, pero si después
de tantos años, valoran negativamen-
te la falta de coincidencia, es lógico
pensar que este factor es importante
para los padres.
EXPECTATIVAS DE LAS
FAMILIAS QUE ADOPTAN
NIÑOS MAYORES
Las expectativas que se han estu-
diado en las familias adoptivas han
sido sobre todo aquellas que perjudi-
can el proceso de adaptación familiar.
Se denomina “expectativas poco fun-
cionales” a aquellas ideas que cons-
truyen los padres adoptivos y que
parecen predecir el fracaso de la
adaptación, como por ejemplo, no
percibirse como padres reales, pensar
que no van a ser capaces de culminar
el proceso con éxito, no ser realistas
respecto a su papel de padres (querer
ser padres perfectos, ideales) o espe-
rar demasiado del aspecto físico, la
conducta o la socialización del niño
adoptado.
Respecto a las características del
niño que realmente acogieron, las
familias señalan que éstas normalmen-
te coincidieron con sus expectativas
(43%) o que incluso el niño las excedió
(20%), es decir, que el niño “era más
guapo”, “tenía menos signos físicos
de maltrato de lo que se esperaban”,
etc. Son muy escasas las familias (7%)
que se sintieron decepcionadas al
conocer al niño. También hemos
observado que muchas familias (50%)
tenían expectativas negativas sobre la
adaptación del niño, mientras que
eran menos (19,6%) las que habían
desarrollado expectativas positivas.
Encontramos padres (21,4%) que reco-
nocían que no se habían formado
ideas previas sobre cómo se produci-
ría la incorporación de su nuevo hijo a
la familia.
Por otro lado, resulta muy intere-
sante saber si los problemas que las
familias esperaban encontrar realmen-
te llegaron a aparecer, es decir, ¿las
familias detectaron más, menos, o las
mismas dificultades de las que se
esperaban antes de conocer al niño
asignado?, ¿en qué grado anticiparon
los futuros padres lo que les iba a
suponer la adopción?. Según nuestros
datos, esta coincidencia es más bien
baja porque fueron pocos los aspiran-
tes que previeron la aparición de pro-
blemas de adaptación. Por ejemplo,
mientras sólo el 1,8% de las familias
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
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Fernández, M. et al. Como valoran las familias la adopción de niños mayores. Implicaciones para la actuación...
reconoció que esperaban dificultades
de tipo físico y psicosomático en el
niño (retraso en el desarrollo, proble-
mas médicos, de sueño, falta de con-
trol de esfínteres, etc.), el 94% de los
niños tuvo alguno de estos síntomas;
sólo el 7% de las familias se plantea-
ron que el niño podría tener dificulta-
des de tipo cognitivo y lingüístico
(pronunciación deficiente, retraso
escolar, falta de atención, etc.), mien-
tras que el 44% de los niños tuvo algu-
no de estos problemas; por último,
únicamente el 27% de los padres lle-
garon a imaginar que durante la adap-
tación sus hijos presentarían dificulta-
des de tipo afectivo y emocional
(rechazos afectivos, ausencia de mani-
festaciones de cariño, miedos, confu-
sión y/o negación del pasado, etc.) y
conductuales (inhibición social, falta
de autonomía personal, agresividad,
mentiras, incumplimiento de normas,
etc.), cuando los porcentajes reales de
aparición sobrepasaron el 70% en
ambos casos.
Sobre este tema podemos concluir
que la mayoría de los futuros padres
no tenían expectativas sobre cómo se
produciría la adaptación del niño a la
familia, si las tenían, por lo general no
eran realistas. En algunos casos decla-
raron que las características del niño sí
coincidían con sus expectativas, pero
no su comportamiento. Por tanto,
parece que hay que hacer mayor hin-
capié en el tipo de problemas que
pueden aparecer durante el proceso
de adaptación, porque incluso las
familias que predicen problemas no
saben explicar realmente a qué se van
a enfrentar. Así, cuando los padres
describen el tipo de problemas que
esperan manifiestan cierto desconoci-
miento sobre la realidad de la adapta-
ción de los niños mayores, ya que sus
comentarios son vagos e imprecisos,
hacen alusión a un único aspecto del
comportamiento infantil, utilizan
expresiones “psicologizantes” que
probablemente obedecen más al uso
social del término que a una verdade-
ra comprensión de su significado o,
por último, manifiestan ideas innatis-
tas sobre el carácter del niño y prejui-
cios sobre la inmodificabilidad de las
experiencias pasadas. Las familias cre-
ían que las dificultades de adaptación
se producirían por motivos como los
siguientes: “que el niño desconociera
cosas básicas del uso del lenguaje”,
“que tuviera algún trauma”, “que tar-
dara en decir papá y mamá”, “que
viniera con escasa autoestima o inma-
durez”, “que no quisiera estar con
nosotros”, “que nos rechazara”, “que
amenazara con volver al centro”, “que
viniera de otras familias resabiado y
respondón”, “que no aceptara las nor-
mas”, “que fuera agresiva por ser
mayor”, “que fuera introvertida”, etc.
Parece necesario formar a los
padres en la posibilidad permanente
de reversibilidad de las experiencias
vividas cuando el desarrollo se produ-
ce en un contexto favorable y enrique-
cedor, así como en la plasticidad del
desarrollo del desarrollo humano y la
capacidad de “resiliencia” o resisten-
cia para superar situaciones adversas.
INFORMACIÓN Y
ORIENTACIONES DADAS
A LOS PADRES PARA
AFRONTAR LA ADOPCIÓN
Las deficiencias en la atención
prestada a los padres por parte de los
Servicios Sociales han sido denuncia-
das por algunas investigaciones. En
algunos casos se detectó que no se
proporcionaba a los futuros padres
información y datos claves sobre la
historia del niño (Berry, 1990; Nelson,
1985; Festinger, 1990), o no se les
daba información suficiente sobre la
tramitación legal del acogimiento o
adopción (Brodzinsky, Lang y Smith,
1995), o se utilizaban prácticas de
"stretching", es decir, se instaba a los
padres aspirantes a ampliar las carac-
terísticas de los niños que estarían dis-
puestos a acoger (más mayores, grupo
de hermanos, con discapacidad o
enfermedades, etc.), o se presentaba
la situación del niño como más favora-
ble, confiando en que una vez iniciada
la convivencia se produciría la vincula-
ción y que, entonces, los problemas
disminuirían (Gelman, 1996; Reitz y
Watson, 1992).
Hasta hace poco tiempo, lo común
era que la mayor parte de los interesa-
dos en una adopción afrontaran este
proceso tan complejo sin contar con
un procedimiento de formación e
información lo suficientemente avala-
do por la investigación y consensuado
por las diferentes administraciones.
Por ejemplo, en el estudio de Groze e
Illeana (1996) el 50% de las familias
recibieron preparación para la adop-
ción, pero el 37% no la recibieron. El
45% de los padres indicaron que no
estaban contentos con la información
recibida sobre el pasado del niño y el
60% con los datos aportados sobre la
salud de su hijo. Además lla mitad de
las familias respondieron que estaban
“insatisfechas” con los servicios que
recibieron. Si unimos estos datos al
aumento de los fracasos en las adop-
ciones y a la mayor complejidad de las
adopciones especiales, podemos
entender que internacionalmente los
investigadores empezaran a defender
un nuevo modelo de intervención en
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Fernández, M. et al. Como valoran las familias la adopción de niños mayores. Implicaciones para la actuación...
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
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torno a la adopción (Alarcón y cols.,
2000; Freixa, 2001; Berk, 1999; Amorós
y Serra, 1988).
Los datos de nuestro estudio apo-
yan decididamente la implantación de
este modelo en nuestro contexto.
Sabemos que aquellas familias que
recibieron algún tipo de información y
orientaciones durante su proceso de
selección (68%) no están satisfechas y
consideran que dichas informaciones
y consejos no fueron suficientes.
Además, cerca del 48% declaran que
necesitaron datos sobre el niño o
sobre la tramitación legal y administra-
tiva y que no pudieron contar con
ellos. A los padres adoptivos les pare-
ce importante que los técnicos les
ofrezcan cuanta más información y
orientaciones mejor, como medios
para facilitar la adaptación del nuevo
hijo y, así, prevenir la aparición de difi-
cultades e incluso el riesgo de ruptura
(“para entender mejor al niño”, “para
que la adaptación sea más rápida”,
“para facilitar la vida al niño que
llega”, “si no sabemos la raíz del pro-
blema no lo podemos atajar”, “para
interpretar sus reacciones”) y como
recursos de apoyo emocional a la
tarea que realizan como padres, para
la que no les habían preparado (“para
contar con alguien a quien poder
pedir consejo”, “para estar seguros de
que lo estábamos haciendo bien”,
“para que nos dijeran cómo actuar”)
Si realizamos un análisis más por-
menorizado de esta situación pode-
mos comprobar que, en general, por-
centajes superiores al 40% y al 50% de
las familias no recibieron ningún dato
sobre las condiciones médicas, el des-
arrollo escolar o cognitivo y el com-
portamiento o la personalidad del
niño que iban a adoptar. En cambio,
porcentajes similares de familias reco-
nocen haber obtenido algunas o bas-
tantes informaciones sobre el pasado
del futuro hijo, su historia en el sistema
de protección (itinerario de institucio-
nalización y acogimientos anteriores),
o las características del proceso de
adopción. El hecho de que las familias
digan que los técnicos les proporcio-
naron este tipo de datos no significa,
en la mayoría de los casos, que esta
información haya sido completa, actua-
lizada o transmitida en condiciones
adecuadas para que los futuros padres
la pudieran comprender y asimilar.
Evidentemente, cuando el niño se
incorpora a la familia, los padres (cerca
del 80%) suelen obtener más informa-
ciones bien porque ellos mismos inda-
gan y preguntan, bien porque la des-
cubren casualmente. La principal fuen-
te de información en estos casos es el
hijo adoptado junto con los educado-
Fernández, M. et al. Como valoran las familias la adopción de niños mayores. Implicaciones para la actuación...
res del centro de acogida, con el que
los padres tienen contacto durante el
periodo de acoplamiento o cuando
los conocen el día que recogen al
niño. Los ámbitos en los que las fami-
lias suelen recibir más información una
vez iniciada la adopción son: el pasa-
do del niño (información sobre los her-
manos, los padres y los abuelos bioló-
gicos, normalmente los maternos), la
historia en el sistema de protección
(visitas recibidas, amigos y compañe-
ros de los centros, etc.) y los acogi-
mientos previos fracasados.
Resulta muy llamativo que, según
los padres, una vez iniciado el acogi-
miento sólo el 5% recibieran informa-
ción de los profesionales relacionados
con el desarrollo infantil o la adopción
(pediatras, psicólogos, abogados, tra-
bajadores sociales, profesores, etc.).
Además, las redes de apoyo informal
(familiares, vecinos, amigos, compañe-
ros de trabajo, etc.) tampoco parecen
jugar un papel importante en este
aspecto. Por otro lado, también existe
un 14% de familias que dicen no volver
a tener datos nuevos de los que ya les
proporcionaron antes de la llegada
del hijo.
Si la información y los datos sobre
el futuro hijo resultan importantes
para las familias que adoptan niños
mayores, aún lo son más los consejos
y orientaciones que puedan recibir
para afrontar la adaptación de estos
niños. Según nuestra experiencia,
entre el 75% y el 80% de los padres
dicen no haber recibido ningún tipo
de recomendación por parte de los
técnicos que les ayudara a saber resol-
ver problemas derivados de la escola-
rización, o a saber cómo hablar con el
hijo sobre su pasado y su condición de
adoptado, o conocer qué estrategias
educativas son las más adecuadas y
efectivas con ese niño, o a buscar apo-
yos externos útiles. En cambio, en este
punto, parece que el entorno cercano
apoya más a las familias, ya que decla-
ran recibir consejos y sugerencias de
familiares, amigos, vecinos, conocidos,
etc. Como por ejemplo “que le tenía-
mos que ayudar a desarrollar respon-
sabilidad y que no le diéramos capri-
chos”, “qué tipo de colegio debíamos
elegir para el niño”, “que le pusiéra-
mos normas y castigos”, “que le diéra-
mos cariño”, “que no hiciéramos dife-
rencias con nuestros otros hijos”, etc.
Las familias agradecen especialmente
que sus allegados más que consejos,
les den apoyo moral y emocional.
Entre las conclusiones sobre este
tema podemos señalar que el punto
débil de la atención que recibieron las
familias que adoptaron niños mayores
fue el relativo a la formación y la infor-
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Fernández, M. et al. Como valoran las familias la adopción de niños mayores. Implicaciones para la actuación...
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Fernández, M. et al. Como valoran las familias la adopción de niños mayores. Implicaciones para la actuación...
mación, sobre todo porque las obtu-
vieron principalmente de personas
que no eran profesionales o expertas
en el tema, por lo que posiblemente
consistiera en una información no cua-
lificada y fragmentada. Además, cuan-
do la fuente de información fue el pro-
pio niño adoptado ¿qué garantías se
tienen de que los datos que propor-
ciona sean reales y no fantaseados o
idealizados?, y cuando la familia cono-
ce acontecimientos de la historia del
niño a través de él mismo ¿qué efecto
tienen en la familia? Al tratarse de
unos datos no interpretados en su
complejidad quizás activen prejuicios
e ideas implícitas que perjudiquen la
relación con el recién llegado o entor-
pezcan el proceso de comunicación
sobre la adopción y el pasado del
niño. También hay familias que dicen
no recibir ningún tipo de información,
incluso después de iniciado el acogi-
miento. Como las familias explican las
dificultades de adaptación del niño
atribuyéndolas mayoritariamente a su
pasado tiene gran importancia que no
reciban esa información de los profe-
sionales, o que la descubran más tarde
de forma inadecuada a través del
niño. Además de la influencia que se
sabe que tiene la información sobre el
niño y su historia en la creación de
expectativas realistas en los padres.
CONCLUSIONES GENERALES
Entre las conclusiones generales
del estudio lo primero que destaca es
la valoración tan positiva que realizan
la mayoría de las familias respecto a su
experiencia adoptiva, el alto grado de
satisfacción con la adopción y la dis-
posición a repetir la experiencia con
ligeras modificaciones. Esto es espe-
cialmente reseñable dado que ningu-
na de las familias pudo realizar el “pro-
grama de formación de padres para la
adopción” debido a la fecha de reali-
zación del estudio. En la actualidad ya
se han implantado estos programas
en muchas Comunidades Autónomas
de nuestro país, pero sigue siendo una
asignatura pendiente la implementa-
ción generalizada de un plan de segui-
miento y apoyo a las familias durante
el proceso de adaptación.
Teniendo esto en cuenta, nos
podemos preguntar ¿qué puede apor-
tar este estudio a los actuales progra-
mas de formación de padres?. Por un
lado, nuestros datos y experiencia
apoyan los modelos actuales en torno
a la adopción en lo relativo a la forma-
ción e información de los aspirantes.
Por otro lado, ponemos de relieve la
necesidad de que además de la for-
mación general que se proporciona
con estos programas, se ofrezcan
orientaciones concretas a las familias
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
112
antes de producirse el acogimiento o
la adopción sobre las características
médicas, escolares y psicológicas de
los niños.
También consideramos que la pre-
paración de los niños que son pro-
puestos para adopción parece una
tarea inexcusable para facilitar el éxito
del acogimiento o adopción, al igual
que la formación específica de los
educadores de los centros de acogi-
da. Hay que tener en cuenta que los
educadores que conviven con el niño
se convierten, en muchas ocasiones,
en las personas que mejor conocen al
niño y, por tanto, en las que más infor-
mación precisa podrían aportar a los
padres en la fase de acoplamiento del
niño a la nueva familia. Por ello, la for-
mación de los educadores de los
Centros de Protección para realizar
esta función nos parece una tarea pen-
diente y fundamental.
Fernández, M. et al. Como valoran las familias la adopción de niños mayores. Implicaciones para la actuación...
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Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
115
Anamnesis
Niña de 3 años que ingresa por refe-
rir sus padres que había presentado
una convulsión clónica generalizada
con relajación de esfínteres, de unos
pocos minutos de duración. Desde los
20 meses ha presentado cinco episo-
dios semejantes; en todas las ocasio-
nes ha sido hospitalizada y dada de alta
a los pocos días totalmente recupera-
da. Fueron múltiples los estudios reali-
zados en los ingresos mencionados,
repitiéndose las radiografías de cráneo,
electroencefalogramas, TAC y una
resonancia magnética nuclear y se hizo
el diagnóstico de epilepsia con electro-
encefalograma normal.
Nacida de embarazo de 30 sema-
nas con peso adecuado para la edad
gestacional. Recibió alimentación
materna durante los 20 primeros días
de vida por temor a hipogalactia.
Vacunada correctamente.
Madre enferma de diabetes meli-
tus insulina dependiente. El padre
requirió tratamiento por depresión
durante los tres últimos años y fue
ingresado en centros psiquiátricos en
dos ocasiones. Historia de paidofilia
en su juventud. Una hermana de 14
años, hija de l madre pero no del
padre y n hermano de 4 años, sanos.
Un hermano de 14 meses falleció 4
meses antes en otro centro tras un
cuadro convulsivo y coma profundo
de causas no aclaradas. La situación
familiar y la labora so sumamente con-
flictivas
Exploración clínica
Peso 11 kg (P< 3); talla 91 cm (P
10-25); temperatura 36,5°C; tensión
arterial 80/50; frecuencia cardiaca 80
l/m; frecuencia respiratoria 20 r/m.
Inconsciente, sin respuesta a estímu-
los verbales aunque sí a los doloro-
sos. Pupilas hiporreactivas, isocróni-
cas e isométricas. Hipotonía muscu-
lar generalizada con reflejos osteo-
tendinosos disminuidos. Respuesta
cutáneo-plantar con extensión dorsal
del dedo gordo. Ausencia de rigidez
de nuca y de tronco. Sin signos
meníngeos. Normocoloración de
piel y mucosas. Bien hidratada y pre-
fundida. Auscultación cardiopulmo-
nar normal. Abdomen normal. Resto
sin hallazgos.
NOTA CLÍNICA
Síndrome de Munchausen Infantil
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
116
Exámenes complementarios
Hemograma: leucocitos 12.800/mm3;
S 79%; L 14%; M 3%; B 2%; E 1%;
hematíes 4.140.000/mm3; hb 9,6 g/dl;
ht 29,2%; VCM: 70,6 ft; plaquetas
358.000/mm3; glucemia 78 mg/dl;
NUS 8 mg/dl; creatinina 0,5 mg/dl;
ácido úrico 3,2 mg/dl; calcio 8,9
mg/dl; fósforo inorgánico 4,3 mg/dl;
Na 142 meq/l; K 4,9 meq/l; Cl 104
meq/l; colesterol 121 mg/dl; proteínas
totales 5,4 g/dl; triglicéridos 58 mg/dl;
bilirrubina total 0,1 mg/dl; GGT 24
mU/ml; GOT 29 mU/ml; GPT 21
mU/ml; LDH 195 mU/ml; fosfatasa
alcalina 178 mU/ml; CPK 77 mU/ml.
Electroencefalograma: a las 24
horas del ingreso, ondas theta difusas
con abundantes ritmos sigma debidos
a medicación recibida por la paciente.
Evolución
Al segundo día de haber ingresa-
do, sus padres informan a la enferme-
ra que la niña había tenido un nuevo
episodio convulsivo igual al que moti-
vó el ingreso, circunstancia sin embar-
go no observada por ningún miembro
del personal sanitario. En la explora-
ción practicada se encontró una leve
hipotonía muscular como único dato
patológico, pero con el estado de
conciencia normal. A la vista del resul-
tado del estudio electroencefalográfi-
co y ante la sumamente conflictiva
situación familiar, se decidió realizar
un examen toxicológico en sangre,
detectándose niveles altos de diace-
pam en las muestras extraídas al
ingreso, y después de la convulsión
“ficticia” mientras estaba ingresada.
Los padres fueron interrogados
acerca de la posibilidad de que le
hubiesen dado dicho medicamento a
la niña, cosa que aceptaron con reti-
cencia. La oposición del padre a acep-
tar la realidad fue mínima sin que ofre-
ciera una explicación clara del porqué
de su actuación. Se decidió comunicar
el caso al juzgado de guardia a través
de la dirección del hospital.
En los días siguientes la niña se
recuperó por completo, no observán-
dose nada anormal en su conducta
salvo un cierto grado de aislamiento
en la comunicación.
COMENTARIO
Parece lógico que los diagnósticos
realizados cuando fue atendida en
ocasiones anteriores fueran de epilep-
sia, a pesar de que los electroencefa-
logramas resultaran persistentemente
negativos. Una vez evaluado correcta-
mente el comportamiento de los
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
117
padres en todo su contexto, es com-
prensible que no cumpliesen las reco-
mendaciones terapéuticas marcadas
cuando la niña era dada de alta.
El cuadro clínico relatado es típico
del síndrome de Munchausen infantil,
a pesar de lo cual el diagnóstico se
demoró unos meses como suele ser
frecuente. El punto que suscitó las
sospechas médicas, respecto a que
pudiese tratarse de este síndrome, fue
el hecho de que los padres informaran
al personal sanitario de la crisis sufrida
una vez finalizada ésta, en contra de lo
habitual que es apresurarse a avisar a
la enfermera inmediatamente, al inicio
de la crisis. De esta forma la valoración
médica se hizo en función siempre de
la información referida por los padres.
Este dato, unido a la conflictiva situa-
ción familiar y al antecedente de la
muerte del hermano menor en cir-
cunstancias no determinadas, condujo
a las sospechas diagnósticas.
En el síndrome de Munchausen
infantil el sujeto causante de los daños
suele ser la madre en más del 95% de
los casos, pero en esta ocasión fue el
are, amparado en la conducta permisi-
va y encubridora de la madre. Se ha
descrito un perfil típico: suelen ser
mujeres que muestran una gran dedi-
cación por sus hijos, que acompañan a
los niños durante sus ingresos o los
visitan prolongadamente, que coope-
ran con el personal sanitario y que
aprecian los cuidados que se propor-
ciona a sus hijos.
Es preciso un comentario adicional
en relación con la malnutrición, la hipo-
tonía muscular y la hemoglobina baja.
La hipotonía muscular, señalada en la
exploración clínica y al referirse a la
convulsión mencionada por los padres
durante el ingreso, debe atribuirse
lógicamente a la malnutrición de la
niña. En ninguna circunstancia puede
sorprender que esta paciente presen-
tara cierto grado de malnutrición y
anemia nutricional, por ser ambas
expresión del abandono nutricional o
médico --forma frecuente del síndro-
me de malos tratos infantiles- a que se
pueden ver sometidos algunos niños.
ACTUALIZACIÓN
Desde la descripción inicial del sín-
drome de Munchausen por Meadow en
1977 (3), se han publicado numerosos
casos de este cuadro (2, 4, 5), si bien
este aumento probablemente se deba
más a un mejor conocimiento de la
enfermedad por parte de los pediatras
que a un aumento real de sus incidencia.
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
118
El síndrome de Munchausen es una
situación en la que el niño es víctima
de la invención o inducción de una sin-
tomatología por parte de los padres,
que conduce a que aquél sea someti-
do a multitud de estudios diagnósti-
cos y en ocasiones a tratamientos
innecesarios; afecta fundamentalmen-
te a niños menores de 6 años. En los
niños mayores o en el adolescente es
el propio individuo quien simula o pro-
voca su enfermedad.
El síndrome de Munchausen en la
edad pediátrica se divide en infantil y
juvenil o del adolescente. A pesar de
que en la literatura se haya impuesto el
término “síndrome de Munchausen”
por poderes, traducido del inglés, éste
parece poco adecuado y debería ser
sustituido por síndrome de
Munchausen infantil (1). Se trata de un
trastorno relativamente frecuente que
conlleva una serie de consecuencias
para el niño, como hospitalizaciones
recuentes, absentismo escolar, riesgo
de desarrollar síndrome de Munchausen
en la edad adulta y, lo más importante,
a veces un gran riesgo para su vida.
Por ello es fundamental establecer el
diagnóstico lo antes posible, para lo
cual es preciso reconocer una “señales
de alarma” (tabla I) (6, 7). En general,
debe considerarse ese síndrome en el
diagnóstico diferencial cuando el
médico se enfrenta a una semiología y
sintomatología bizarras, de difícil expli-
cación, que guardan relación temporal
con la presencia de los padres, en
especial de la madre, cuando existen
fallos terapéuticos de difícil compren-
sión o se baraja una enfermedad
extraordinariamente rara como proba-
ble diagnóstico. Una vez establecido el
diagnóstico de sospecha (tabla II) (6, 7)
es necesario revisar la historia clínica
desde el escepticismo, intentando
dilucidar si se está ante una posible
fabulación. Es preciso comprobar la
veracidad de los antecedentes perso-
nales, familiares y sociales. Suele ser
de gran ayuda contactar con otros
miembros de la familia, en especial los
abuelos. La prueba más útil para llegar
al diagnóstico de certeza es separar al
niño de sus progenitores, ya que si
ellos son los inductores de la sintoma-
tología, ésta debería remitir en su
ausencia.
Parece oportuno recordar que el
pediatra se ve enfrentado con cierta
frecuencia a formas menores del sín-
drome de Munchausen infantil, si se
consideran como tales aquellos casos
en los que los padres llevan reiterada-
mente a sus hijos a la consulta o a
urgencias por síntomas banales, a
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
119
menudo exagerados, o aquellos que
realizan un peregrinaje de médico en
médico, exigiendo la realización de
pruebas diagnósticas más o menos
complejas, o requiriendo alguna inter-
vención quirúrgica menor de dudosa
justificación. En estos casos, así como
en los de síndrome de Munchausen
manifiesto, el médico se convierte a
veces en cómplice involuntario de los
padres; de ahí la importancia del
diagnóstico.
TABLA I. Algunos indicadores diagnósticos del síndrome de Munchausen en niños y adolescentes
1. Síntomas y signos inapropiados o incongruentes, o que sólo aparecen en presencia de los padres.2. Enfermedad persistente o recurrente sin una explicación lógica.3. Niños que dicen padecer alergias a gran variedad de alimentos y fármacos.4. Tratamientos ineficaces o mal tolerados.5. Madres que, permaneciendo casi constantemente al lado de sus hijos ingresados, parecen no estar
tan preocupadas por sus hijos como lo está el personal sanitario.6. Familias con antecedentes de muerte infantil de causa no aclarada o cuyos miembros aleguen tener
diferentes enfermedades graves.
TABLA II. Normas de actuación ante la sospecha del síndrome de Munchausen infantil
1. Comprobar todos los detalles de la historia del niño: antecedentes personales, familiares, entorno social, etc.
2. Investigar en la historia si existe una relación temporal entre los signos y síntomas, y la presencia de la madre.
3. Separar al niño de la madre para comprobar si los signos y síntomas ocurren en su ausencia.4. Recoger muestras para examen bioquímico y toxicológico.5. Solicitar ayuda psiquiátrica en determinados casos.6. Notificar el caso al juez encargado de estos problemas.
Si el niño está hospitalizado, es
necesario establecer una vigilancia
cuidadosa y constante de madre e
hijo, evitar que la madre tenga acceso
a las gráficas o manipule las muestras.
En ocasiones se recomienda guardar
éstas para poder realizar un estudio
toxicológico en caso necesario.
A modo de resumen, se puede
decir que el síndrome de Munchausen
infantil es una forma evidente de
malos tratos con una incidencia mayor
de los que parece; que su diagnóstico
no siempre es fácil, quizá porque no se
incluye habitualmente en el listado de
los diagnósticos diferenciales habitua-
les; y que puede poner al niño ante
grave riesgo, por lo que ante la mera
sospecha se debería dar parte a la
autoridad legal competente.
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
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RECORTES DE PRENSA
Una muerte por semanaRociadas con gasolina y quemadas, apa-leadas, acuchilladas o a balazos. Cadasemana, una española muere a manos desu pareja. Y las muertes van en aumento.Cifras que superan con mucho a las cau-sadas por el terrorismo o el sida.Seiscientas mil españolas han confesadohaber sido maltratadas en algún momen-to de su vida. Desde que se inició elPrimer Plan contra la ViolenciaDoméstica,en 1988, las muertes aumentaron más deun 25%, según el Instituto de la Mujer. Sien 1998 fueron 47, en 1999 ya eran 58, yen 2000 llegaron a 66, según la Asocia-ción de Mujeres Separadas y Divorciadas.Las cifras descienden algo cuando son delMinisterio del Interior. También aumentanlas denuncias por malos tratos. En 1985hubo 13.705, en 2000 alcanzaron las30.202. España no es una excepción. En la UniónEuropea, una de cada cinco mujeres hasufrido malos tratos de su marido o com-pañero. Y en el mundo, una de cada tresmujeres, según la ONU. Un diagnósticoaterrador.En 1984, con el Gobierno socialista, seabrió la primera casa de acogida paramujeres maltratadas. El número total de lasexistentes en toda España alcanza hoy las196, cifras de 1999, a todas luces insuficien-tes. El Gobierno ha anunciado un segundoplan contra la violencia doméstica, en elque no se contempla una ley integral quepodría paliar la falta de medidas concretascontempladas en el primero.(El País, 29-4-2001)
Obispos alemanes dicen que unos300 curas están implicados en casosde pedofilia El presidente del epicospado alemán, KarlLehmann, anuncia nuevos escándalos.Berlín. Como en EE.UU., los casos deabusos sexuales por parte de sacerdo-tes se han convertido en Alemania enlas últimas horas en la confirmación deuna sospecha. Al menos, para el presi-dente de los obispos alemanes, el car-denal Karl Lehmann, y para el obispoauxiliar de Essen, Franz Grave, que ayerreconocieron que unos 300 curas estánimplicados en casos de pedofilia eneste país. El último escándalo estalló lasemana pasada en la diócesis del pro-pio Lehmann, en Mainz, donde un curafue enviado repentinamente de vaca-ciones tras haber sido acusado de abu-sos a un menor en 1988.(El País, 23-7-2002)
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
122
Operación: Salvar a los niños obrerosNo tienen ni idea de quiénes son HarryPotter o Mickey Mouse, y pocos han lle-vado alguna vez la mochila escolar a laespalda. Unos 246 millones de niñosfabrican cigarrillos o confeccionalalfombras. Uno de cada seis menoresen el mundo trabaja y, de ellos, tres decada cuatro lo hacen en actividades conriesgo para su salud física o spíquica,como decorar pulseras con agentesquímicos o servir en casas donde eldueño les pega o prostituye.(El País, 9-5-2004)
RECORTES DE PRENSA
El escandalo por un caso de pederastia lleva a los socialistas portugueses a su peor crisis El PS denuncia la politización del siste-ma judicial tras la detención de su“número dos”.Lisboa, “es la hora más triste de lademocracia portuguesa”. En un artículopublicado en la revista Visao el pasado29 de mayo, el columnista AntonioMega Ferreira resumía así el sentimien-to que reina en Portugal desde hacetres semanas, cuando el número dosdel Partido Socialista (PS) y ex ministrode Trabajo, Paulo Pedroso, de 38 años,fue detenido preventivamente acusadode pederastia. La dirección socialista,que afronta la peor crisis en sus 30 añosde historia, ha insistido en la inocenciade Pedroso y ha puesto en duda laactuación de una “justicia politizada”.(El País, 8-6-2003)
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INSÓLITO PERO CIERTO
AUNQUE YA ES TARDE “PERDÓNANOS JOKIN”
Asociación Española de PediatríaPresidente Profesor A. Delgado
Aunque el suicidio de un adoles-
cente de 14 años, en Fuenterrabía,
ocupó las páginas de sociedad de la
mayoría de los medios a finales de
septiembre pasado y se hicieron múl-
tiples “denuncias” al respecto, inclui-
da una manifestación en la citada
población, este es un problema muy
frecuente que lo seguirán sufriendo
cientos, quizás miles, de niños y ado-
lescentes en España una vez pasada
“esta marea de solidaridad” tan efí-
mera como ineficaz.
De siempre ha habido niños/as que
han sufrido burlas, humillaciones, des-
precio, acoso y otras formas de malos
tratos en la escuela. De hecho, dentro
de las formas del maltrato extrafami-
liar, la escuela ocupa el lugar más
importante. El “tonto de la clase” ha
existido siempre y muchas veces ha
sido promovido por los propios profe-
sores que, si no han pecado por comi-
sión, sí lo han hecho por omisión y tan
repugnante es una actitud como la
otra. Estos comportamientos son
tanto más sofisticados y crueles cuan-
to mayores son los perpetradores y las
víctimas, y cuanto más hemos ido
“evolucionando”.
No olvidemos que cada año, al ini-
cio del curso, se repiten en los cole-
gios mayores de España una serie de
“novatadas” que se caracterizan por
su marcado aspecto agresivo, soez y
humillante, que constituyen auténticas
exhibiciones de mal gusto y que se
prolongan durante días, en el más
puro “entorno universitario”, con el
conocimiento de las autoridades aca-
démicas, que no tienen ni el valor ni la
autoridad para acabar de raíz con
estas prácticas tan primitivas y degra-
dantes, y que en muchas ocasiones
han marcado la vida de muchos chicos
que se incorporan a la universidad sin
saber que tenían que pasar por ese
repugnante fielato.
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
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El sufrimiento que padeció Jokin
en su colegio tuvo que ser extraordi-
nariamente doloroso e intenso y sin
duda muy prolongado. Los perpetra-
dores, ocho han sido los presunta-
mente implicados –lo que indica su
valentía al actuar como una jauría o
una piara- comentan en sus declara-
ciones que “todos en el instituto se
metían con Jokin, que era víctima con-
tinuada de burlas y de mofas…”. Es
posible que esta sea la única verdad
que dicen y por lo tanto se entiende
mal, es decir no se entiende, que la
situación de Jokin pasara desapercibi-
da para los profesores, tutores y el
resto del personal del colegio.
Es muy posible que otros niños con
su misma edad: 14-16 años, -ya no tan
niños, seguro que tienen otras prácti-
cas propias de adultos- advirtieron
esta situación y no fueron capaces de
defenderlo, o al menos de comunicar-
lo, a sus profesores y familiares: o tal
vez sí lo hicieron, pero el caso es que
Jokin siguió sufriendo todo tipo de
vejaciones de forma diaria y sólo optó
por el suicidio cuando el sufrimiento
se hizo absolutamente insoportable.
La solución, evidentemente, no
está en salir a la calle en manifestación
con unas pancartas hechas en serie,
en la que se quiere expresar, median-
te una catarsis colectiva, una exculpa-
ción y un lavarse las manos respecto a
la víctima y su familia. Obviamente no
se trata de culpabilizar a una ciudad o
a un pueblo determinado, ya que,
como hemos comentado, el drama
que vivió Jokin se repite y se seguirá
repitiendo cada día en los distintos
pueblos de España y sólo tendrá
mayor o menor proyección en los
medios de comunicación dependien-
do de que tenga un final tan trágico
como en este caso.
¿Entonces, cuál sería la solución
para que esto no vuelva a ocurrir?
(aquí también se debería decir “nunca
mais”). La solución no radica en pro-
mulgar leyes ni en poner vigilantes. La
solución como siempre radica en la
educación. En la educación que los
niños/as deben “mamar” en su casa
desde su más tierna infancia, viviendo
en un clima de armonía, donde no
tenga lugar la violencia, de tolerancia,
de respeto por los más débiles, que
será completada en la escuela en la
que los maestros (que hermosa pala-
bra para expresar la más excelsa de
las tareas) vayan educando (sin que los
padres les desautoricen ni les quiten
la motivación) en las virtudes huma-
nas. ¿Por qué hay tanto miedo en la
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
125
actualidad a hablar sobre virtudes
humanas?, ¿por qué nos avergonza-
mos del valor del trabajo bien hecho,
del esfuerzo, del respeto a los demás,
de la ayuda a los más débiles y a los
discapacitados, del respeto del entor-
no, de la naturaleza, del civismo, etc.?
Con este proyecto y con estos objeti-
vos asumidos seriamente con una
política a medio y largo plazo, nues-
tros colegios, nuestros pueblos y ciu-
dades, serían más humanos, más habi-
tables y nuestra convivencia sería
mucho más cordial y amable, y sobre
todo no tendríamos que tirarnos a la
calle, poner cara de circunstancias,
fabricar pancartas deprisa y corriendo
y encender velas cuya llama tendrá
una duración tan corta como nuestra
decisión para que no se repita más
esta tragedia.
200.000 Niños esclavos
de África occidental
El problema de la esclavitud es
mundial y afecta a más de 250 millo-
nes de menores. Según un informe de
la Organización Internacional del
Trabajo (OIT), en África occidental los
casos aumentan de mano de los trafi-
cantes que, aprovechando las preca-
rias condiciones de vida en las zonas
rurales, compran los niños sus familias
para explotarlos trabajando en vivien-
das de gente adinerada de las ciuda-
des o recolectando café o cacao en
otros países.
El dueño de una guardería,
condenado por pederastia
Germán Rodera, propietario de
una guardería de Valladolid, ha sido
condenado a 40 años de cárcel, por
varios delitos de pederastia, y al pago
de 108.500 euros de indemnización,
unos 18 millones de pesetas. El pede-
rasta fotografiaba desnudos a los
pequeños que iban a su guardería y
en algunas imágenes aparecía con
ellos.
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
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Conferencia de Infancia 2005. “Derechos y libertades civiles y políticas. Participación y ciudadanía infantil”.Toledo, 30 de junio, 1 y 2 de julio de 2005Organiza: Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales.
Dirección General de las Familias y la Infancia.Secretaría: Plataforma de Organizaciones de la Infancia
Pza. Tirso de Molina, 5, 5º dcha.28012 MadridTel.: 91 369 50 99Fax: 91 369 50 28E-mail: [email protected]: www.plataformadeinfancia.org
XII Congreso de Psicología de la Infancia y de la Adolescencia. INFAD 2005.Santander, 27, 28, 29 y 30 de Abril de 2005Secretaría: Dpto. de Psicología. Despacho 1-6.
Facultad de Educación.Universidad de Extremadura.Badajoz 06071Tlf. 924 28 94 82Horario de 10 a 13 horas y de 15 a 19 horasE-mail: [email protected] / [email protected]
XI Jornadas Municipales de Prevención de Drogodependencias. Seminario Internacional.Habilidades para la Vida.Portugalete, 5 y 6 de Mayo de 2005Organiza: Ayuntamiento de Portugalete. Área de DrogodependenciasSecretaría: Oficina Técnica de las XI Jornadas Municipales de Prevención de
Drogodependencias. Ayuntamiento de Portugalete.Oficina de Información de Drogodependencias. Plaza del Solar, s/n. 48920 Portugalete (Vizcaya).Tel.: 94 472 92 16 - Fax: 94 472 93 33 E-mail: [email protected]
VII Jornadas: Menores, Violencia y DrogasMadrid, 11, 12 y 13 de mayo de 2005Organiza: Asociación Proyecto HombreSecretaría: Telf.: 91 357 92 78 - Fax: 91 307 00 38
E-mail: [email protected]
AGENDA
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
127
BIENESTAR Y PROTECCIÓN
INFANTIL es la Publicación Oficial de
la Federación de Asociaciones para la
Prevención del Maltrato Infantil,
FAPMI y. Pretende difundir conoci-
mientos relevantes sobre el maltrato y
la protección a la infancia y a la ado-
lescencia.
Envío de manuscritos a la
Secretaría de la Revista:
Los trabajos enviados para su posi-
ble publicación a la Revista Bienestar y
Protección Infantil, versarán sobre
cualquier temática relevante en los
ámbitos de la promoción y protección
de los derechos de la infancia y la ado-
lescencia.
Los manuscritos enviados serán tra-
bajos originales que no hayan sido
publicados ni estén siendo considera-
dos para publicación en otras revistas
o libros.
Los artículos enviados a Bienestar y
Protección Infantil deben acompañarse
de una carta firmada por todos los
autores del trabajo, manifestando que:
• El manuscrito es remitido en
exclusiva a Bienestar y Protección
Infantil, y que no está enviado a cual-
quier otra publicación (ni sometido a
consideración), que no ha sido publi-
cado previamente ni en todo ni en
parte. Estas restricciones no son apli-
cables a los resúmenes derivados de
las presentaciones en Congresos u
otras reuniones científicas.
• Los autores son responsables de
la investigación.
• Los autores han participado en su
concepto y diseño, análisis e interpre-
tación de los datos, escritura y correc-
ción del manuscrito, así como que
aprueban el texto final que ha sido
enviado a Bienestar y Protección
Infantil.
• En caso de estudios sobre pro-
ductos comerciales, los autores no
poseen acuerdo alguno con las com-
pañías cuyos productos aparecen en
el manuscrito enviado. En el caso de
existir alguna relación, deberá ser indi-
cado para discutir con los autores
implicados y si debe ser referido en la
publicación y de qué forma.
Todos los trabajos aceptados que-
dan como propiedad permanente de
Bienestar y Protección Infantil, y no
podrán ser reproducidos en parte o
totalmente sin permiso de la misma.
Los artículos se enviarán mecano-
grafiados en papel Din A-4 (cuatro
NORMAS PARA LA ADMISIÓN DE TRABAJOS Y SU PUBLICACIÓN
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128
copias de todo el contenido), acom-
pañando necesariamente una copia
en soporte informático seguro (disket-
te o, preferentemente, CD), debiendo
éste estar etiquetado y haciendo
constar en la etiqueta el nombre y for-
mato del fichero. Se aceptarán manus-
critos recibidos por correo electrónico
de forma provisional para agilizar los
procedimientos, pero su aceptación
definitiva estará condicionada a la
recepción de la copia en soporte
papel.
Todos los manuscritos se enviarán
al Dr. Jesús García Pérez a FAPMI,
Revista Bienestar y Protección Infantil,
C/ Delicias, 8 - entreplanta, 28045 -
Madrid.
Normas para la elaboración de
manuscritos:
Recomendamos usar formato
Word (u otro compatible), tipo de letra
Arial, Times New Roman o similar,
tamaño 10 a 12, interlineado 1,5 a 2 y
márgenes no inferiores a 2,5 cm. La
extensión máxima del trabajo no será,
en general, mayor de 25 hojas, inclu-
yendo tablas y figuras.
Es recomendable evitar el uso
indiscriminado del formato negrita,
cursiva y subrayado.
Las páginas estarán numeradas
consecutivamente.
Cada manuscrito deberá tener una
portada aparte en la que se indiquen
el título, la autoría y los datos (filiación
institucional, dirección, correo electró-
nico, fax...) de los autores y autoras, así
como fecha de envío.
La segunda página de todos los
textos deberá incluir un resumen en
castellano y en inglés que no sobrepa-
se las 250 palabras. El resumen en
inglés permitirá la inclusión de las
publicaciones en los buscadores elec-
trónicos internacionales. Se adjunta-
rán también las palabras clave, tanto
en castellano como en inglés.
Las referencias bibliográficas en los
manuscritos enviados a la Revista pue-
den ajustarse tanto a las normas
Vancouver (comúnmente utilizadas en
las publicaciones médicas), como a las
normas APA (comúnmente usadas en
las ciencias sociales).
Bibliografía:
Las citas bibliográficas deben ser
numeradas consecutivamente por
orden de aparición en el texto en
números volados. La referencia de
artículos de revistas se hará en el
orden siguiente: autores, empleando
el o los apellidos seguido de la inicial
del nombre, sin puntuación, y separa-
do cada autor por una coma; el título
completo del artículo en lengua origi-
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
129
nal; el nombre de la revista según
abreviaturas del Index Medicus, dispo-
nible en: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/
entrez/jrbrowser.cgi año de aparición,
volumen e indicación de la primera y
última página. Deben mencionarse
todos los autores cuando sean seis o
menos; cuando sean siete o más
deben citarse los seis primeros y aña-
dir después las palabra "et al.". Un
estilo similar se empleará para las citas
de los libros. A continuación se expo-
nen tres ejemplos:
• Artículo
Trenchs Sáinz de la Maza V,
Cambra Lasaosa FJ, Palomeque
Rico A, Balcells Ramírez J, Seriñá
Ramírez C, Hermana Tazanos MT
et al. Limitación terapéutica en cui-
dados intensivos. An Esp Pediatr
2002;57:511-7
Valls Soler A, Páramo Andrés S,
Centeno Monterubio C, Ansó
Oliván S, Gortazar Arias P, Lópezde
Heredia I, et al. Morbimortalidad
en recién nacidos de muy bajo
peso en el control de la calidad de
la asistencia perinatal. An Pediatr
(Barc) 2003; 58:464-70
Nota: Debido al cambio de título
de Anales de pediatría, los artícu-
los deben referenciarse como An
Esp Pediatr para la bibliografía ante-
rior a diciembre de 2002 y como An
Pediatr (Barc) para la bibliografía
posterior a enero de 2003.
• Libro
Carroll JL, Loughlin MG.
Obstructive sleep apnea syndro-
me in infants and children:
Diagnosis and management. En:
Ferber R, Kryger M, editors.
Principles and practice of sleep
medicine in the child. Philadelphia:
WB Saunders, 1995; p. 163-91.
• Capítulo de libro
Blines JE. Dolor abdominal cróni-
co y recurrente. En: Walker-Smith
JA, Hamilton JR, Walker WA edi-
tors. Gastroenterología pediátrica
práctica. 2ª ed. Madrid: Ediciones
Ergon, 1996; p. 25-37.
No deben incluirse en la bibliogra-
fía citaciones del estilo de "comunica-
ción personal", "en preparación",
"sometido a publicación" o de resú-
menes de Congresos que no estén
publicados en una revista científica. Si
se considera imprescindible citar dicho
material debe mencionarse su origen
en el lugar correspondiente del texto.
Para elaborar la bibliografía puede
consultar las normas de Vancouver
(edición 1997). Disponible en:
http://www.icmje.org
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
130
Tablas:
Deben ser numeradas en caracte-
res árabes por orden de aparición en
el texto. Serán escritas a doble espa-
cio, no sobrepasarán el tamaño de un
folio y se remitirán en hojas separadas.
Tendrán un título en la parte superior
que describa concisamente su conte-
nido, de manera que la tabla sea com-
prensible por sí misma sin necesidad
de leer el texto del artículo. Si se utili-
zan abreviaturas deben explicarse al
pie de la tabla. Debe evitarse presen-
tar los mismos datos en texto, tablas y
figuras.
Figuras:
Tanto se trate de gráficas, dibujos o
fotografías, se numerarán en caracte-
res árabes de manera correlativa y
conjunta como figuras, por orden de
aparición en el texto. Deben entregar-
se en papel o en copia fotográfica níti-
da en blanco y negro (no diapositiva)
de un tamaño máximo de 20,3 por
25,4 cm. En el dorso de la figura debe-
rá adherirse una etiqueta en que figu-
ren: número de la figura, nombre del
primer autor y orientación de la misma
(mediante una flecha, por ejemplo).
Las figuras se entregarán en un sobre,
sin montar.
Las microfotografías deben incluir
escala e indicación de los aumentos.
Eventualmente es posible la reproduc-
ción de fotografías o dibujos en color,
siempre que sea aceptado por el
Equipo de Dirección y Redacción.
Si se reproducen fotografías de
pacientes, éstos no deben ser identifi-
cados y, si lo son, deben acompañarse
las mismas de un permiso escrito de los
padres que autorice su reproducción.
Las figuras se acompañarán del
correspondiente pie, escrito en hoja
incorporada al texto.
Aceptación y publicación de los
trabajos:
Los originales que no se ajusten a
todas las especificaciones anteriores
serán devueltos a los autores o autoras.
La dirección de la Revista solicitará
a autores y autoras cuantas modifica-
ciones sean sugeridas por los evalua-
dores o se estimen oportunas por el
Consejo Editorial.
Las informaciones y opiniones que
se reflejen en los manuscritos son la
exclusiva responsabilidad de sus auto-
res y autoras, no reflejando necesaria-
mente la opinión de la FAPMI o del
Consejo Editorial de la Revista.
Cartas al Director:
En esta sección se admitirán breves
comunicaciones, incluyendo notas clí-
nicas, y comunicaciones preliminares
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
131
que por sus características puedan ser
resumidas en un breve texto. Así
mismo, aquellas comunicaciones en
relación a trabajos publicados en la
Revista Bienestar y Protección Infantil,
siempre que introduzcan aportaciones
novedosas. La extensión máxima será
de 750 palabras, el número de citas
bibliográficas no será superior a 10 y
se admitirá una figura y una tabla. Es
aconsejable que el número de firman-
tes no sea superior a cuatro.
Artículos Especiales:
Bajo este epígrafe se publicarán
trabajos de interés particular para la
Infancia.
Educación Continuada:
Puesta al día de temas básicos de
interés general que se desarrollarán
de manera extensa a lo largo de varios
números. Estos artículos son exclusiva-
mente encargados por la redacción de
la Revista.
Crítica de libros:
Los libros que sean enviados a la
Secretaría de Redacción serán objeto
de crítica si se considera de interés
para los lectores. El envío de un libro
no implica necesariamente que será
publicada su crítica. En cualquier caso,
los libros remitidos no serán devueltos
ni se enviará reconocimiento de su
recepción.
Otras secciones:
Bienestar y Protección Infantil
publicará los informes técnicos de
Organizaciones y Observatorios de la
Infancia, así como el contenido de sus
reuniones. Cada Sección dispondrá
de un máximo de 15 páginas impresas
anuales, lo que representa aproxima-
damente unos 40 resúmenes.
Revista de Prensa: Resúmenes
actuales de aquellos temas de interés
social en especial referencia al niño de
riesgo social.
Protocolos: Actualización de aque-
llos temas básicos de interés para el
cuidado del niño en todas sus vertien-
tes biopsicosociales.
Publicaciones: Libros de actuali-
dad, Revistas...
Responsabilidades éticas:
Permisos para reproducir material
ya publicado. Los autores son respon-
sables de obtener los oportunos per-
misos para reproducir en Bienestar y
Protección Infantil material (texto,
tablas o figuras) de otras publicacio-
nes. Estos permisos deben solicitarse
tanto al autor como a la editorial que
ha publicado dicho material.
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
132
Autoría:
En la lista de autores deben figurar
únicamente aquellas personas que
han contribuido intelectualmente al
desarrollo del trabajo. Haber ayudado
en la colección de datos o haber par-
ticipado en alguna técnica no son por
sí mismos criterios suficientes para
figurar como autor. En general, para
figurar como autor se deben cumplir
los siguientes requisitos:
1. Haber participado en la concep-
ción y realización del trabajo que ha
dado como resultado el artículo en
cuestión.
2. Haber participado en la redac-
ción del texto y en las posibles revisio-
nes del mismo.
3. Haber aprobado la versión que
finalmente va a ser publicada.
La Secretaría de Redacción de
Bienestar y Protección Infantil declina
cualquier responsabilidad sobre posibles
conflictos derivados de la autoría de los
trabajos que se publican en la Revista.
Publicación previa:
El contenido del artículo debe ser
completamente original, no haber
sido publicado previamente ni estar
enviado a cualquier otra publicación
(ni sometido a consideración). Estas
restricciones no son aplicables a los
resúmenes publicados de comunica-
ciones, ponencias o conferencias pre-
sentados en reuniones científicas
nacionales o internacionales. Cuando
el artículo enviado para publicación
sea de un tema similar al de otro artí-
culo publicado por los autores, debe-
rán enviar una fotocopia de dicho tra-
bajo para que el Equipo de Dirección
y Redacción compruebe que no existe
riesgo de duplicación en la publicación.
Los autores deben ser conscientes
que no revelar que el material someti-
do a publicación ha sido ya total o par-
cialmente publicado constituye un
grave quebranto de la ética científica.
Compruebe el contenido de su
envío:
Carta con firma de todos los auto-
res; cuatro copias completas del artí-
culo; Página titular incluyendo: título,
lista de autores, nombre y dirección
del centro, financiación, teléfono, fax
del autor, e-mail, recuento de palabras,
fecha de envío; Resumen en castellano
(en hoja aparte); Resumen en inglés
(en hoja aparte); Palabras clave (en cas-
tellano e inglés); Texto; Bibliografía (en
hoja aparte); Leyendas de las figuras
(en hoja aparte); Tablas (en hoja apar-
te); Figuras identificadas; Carta de per-
miso si se reproduce material;
Consentimiento informado para fotos.
Bienestar y Protección InfantilVolumen III. Número 2. Julio/Diciembre 2004
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BIENESTAR Y PROTECCIÓN INFANTILBOLETÍN DE SUSCRIPCIÓN
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Asociación Catalana per laInfancia Maltractada (ACIM)Presidenta: Ana SebastiánAusiàs Marc, 77, 1º 1ª08013 - BARCELONATfno.: 93 511 44 16 - 17 - 18Fax 93 245 65 [email protected] www.acim.es
Asociación Madrileña para laPrevención de los Malos Tratosa la Infancia (APIMM) Presidente: Jesús García Pérez C/ Delicias, 8 - Entreplanta28045 - MADRIDTfno.: 91 467 18 [email protected]
Asociación Vasca para la Ayudaa la Infancia Maltratada (AVAIM)Presidenta: Rosa ArruabarrenaTeránEdificio Txara, 1Pº Zarategui, nº 10020015 - SAN SEBASTIÁNTfno. y fax: 943 48 26 [email protected]
Asociación Andaluza para laDefensa de la Infancia yPrevención de los Malos Tratos(ADIMA)Presidenta: Pilar LapetraCoderqueAvda. Hytasa, 5 - 1º A41006 - SEVILLATfno.: 95 463 63 [email protected]
Asociación Murciana de Apoyo ala Infancia (AMAIM)Presidenta: Mª José ParteraGonzálezC/ Puerta Nueva, 22 - entresuelo P.530008 - MURCIATfno y Fax: 968 20 11 [email protected]
Asociación Valenciana para laPromoción de los Derechos delNiño y Prevención del MaltratoInfantil (APREMI)Presidenta: Amelia López CayuelaC/ Ruzafa , 52 3ª46006 - VALENCIATfno. y Fax: 96 395 31 [email protected]
Asociación Castellano-Leonesapara la Defensa de La Infancia yJuventud (REA)Presidente: Pedro Gómez BosqueC/ Antonio Lorenzo Hurtado, nº 5(Edificio Cruz Roja)47014 - [email protected]
Asociación Asturiana para laAtención y el cuidado de laInfancia (ASACI)Presidente: Jorge Fernández del ValleC/ Fernández Ladreda, 4833011 - OVIEDO (Asturias)[email protected]
Asociación Contra el MaltratoInfantil de Castilla La Mancha(AMIC)Presidente: Miguel A. JiménezRamírezC/ Antonio Machado, 4, Portal-3, 1º A16400 - TARANCÓN (CUENCA)
Asociación Pro Infancia enNavarra (APROIN)Presidente: Patxi NuinResidencia Juvenil Lagun EtxeaCarretera Tajonar, Km. 231192 - MUTILVA BAJA (NAVARRA)Tfno.: 948 23 68 79Fax: 948 15 18 [email protected]
Centro de Asistencia a Víctimasde Agresiones Sexuales (CAVAS)Presidenta: Eva Gómez PérezAvda. Reina Victoria, 33 - Entr.39004 - Santander (Cantabria)Tfno. y Fax: 942 21 95 00
Federación de Asociaciones para la Prevencióndel Maltrato Infantil (FAPMI)Presidente: Jesús García Pérez
C/ Delicias, 8 - entreplanta28045 - MADRID
Tfno.: 91 468 26 62Fax 91 527 76 [email protected]
http://www.fapmi.es
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