UN ACONTECIMIENTO: LA ANDRAGOGÍA VA A LA UNIVERSIDAD
Luis Peñalver BermúdezUniversidad Pedagógica Experimental Libertador
Instituto Pedagógico de Maturí[email protected]
Resumen
La siguiente presentación está dirigida a promover un debate, esperemos que renovado, sobre el tema de la andragogía en la universidad. Desde las disimiles peculiaridades expuestas en los discursos andragógicos que recorren los espacios universitarios, también se plantea un tema fundamental, referido al significado de ser andragogo en estos tiempos, que no es equivalente, por cierto, a ser profesional de la docencia. Avanzar en una manera otra de ser andragogo, es posible que mueva a dos acontecimentos: el primero, gestionar una especie de exorcismo que promueva otras vertientes para conjugar una andragogía realmente distinta; el segundo, referido a que el acto de revisitar la andragogía, implica también pensarla, concebirla, escribirla, hacerla y, por supuesto, vivirla. Desde esta perspectiva, los referentes fundamentales de exposición, estarán representados por los siguientes aspectos: en primer lugar, la necesidad imperiosa de volver al revisitar la andragogía; en segundo lugar, atender críticamente los contenidos de los recetarios anti-andragógicos; en tercer lugar, compartir una agenda para el debate de la andragogía en la universidad y, en cuarto lugar, identificar, en búsqueda de una nueva andragogía, y descubrir, para combatirlos, quienes son nuestros principales enemigos en este pro-yecto andragógico.
¿Revisitar la Andragogía?
Si hay una centralidad que procura tener, deliberadamente, un lugar
destacado en la presente discusión, es el relacionado con lo humano y la
humanidad. Para Meireu (2001) “educar es, precisamente, promover lo
humano y construir la humanidad” y así lo creemos también para la
andragogía en la universidad: debe ser para promover lo humano y construir
la humanidad. De antemano declaramos una perspectiva de la andragogía,
totalmente alejada de síndromes clásicos vinculados a estilos de enseñanza,
a promociones cognitivas, a estilos de actuación o a “competencias para
enseñar”. No tiene nada que ver con esta especie de “remedos
andragogicos” o “remiendos andragógicos”.
Una situación preocupante en los espacios de la universidad y es posible que
en los espacios de la educación, está referido a la presencia in crescendo de
una crisis, como debilitamiento, de la andragogía, que podemos leer como
crisis de promoción de lo humano. Otras cosas parecen más apremiantes,
como las discusiones presupuestarias, los debates en torno al asunto de las
competencias en los diseños curriculares, los derechos adquiridos. ¿Y el
tema de lo humano? Goza de buena salud, pero lejos de la universidad.
Estas consideraciones pudieran ofrecer la oportunidad de pensar la
universidad en perspectiva andragogía. Y ello lleva consigo las fracturas, las
intenciones y formas andragogía que habitan y que nos habitan, a veces con
tanta fuerza, que nos definen y marcan de tal manera que terminan
definiendo lo que somos y lo que pensamos. Somos y pensamos la
andragogía que nos habita.
Entrar en otra perspectiva, como posibilidad, significa tendríamos que
prepararnos, como si fuera un acto de iniciación, si así lo decidiéramos, para
concebir una auténtica cultura andragogía, donde la andragogía sea nuestra
responsabilidad como profesores universitarios y haga posible, además,
hacernos andragógicamente. Y ese es un dato fundamental que permite una
interrogante para la reflexión: ¿Cómo hacernos andragógicamente?
Entonces: revisitar la andragogía, pudiera ser un encuentro en extremo
provechoso.
El Recetario (Anti)Andragógico
Los espacios académicos de la universidad han sido testigos, históricamente
hablando, de como se instalan diversos dispositivos que promueven “formas
andragógicas” determinadas, constituyéndose una especie de cultura que
también termina recreando mecanismos de existencia y sobrevivencia. De
profesores a profesores, de profesores a estudiantes, de estudiantes a
estudiantes y de nuevos profesores recién egresados a nuevos estudiantes
que se incorporan al sistema educativo desde la educación inicial o
preescolar hasta las estudios postdoctorales, llamados, extrañamente,
avanzados, se van consolidando las “formas andragógicas” que terminan
consolidándose como lo que hemos denominado “recetarios
(anti)andragógicos”.
Lo primero que presentamos en este escenario sobre “recetarios”, es el
identificado con la lógica curricular disciplinaria, que alcanza cada vez mayor
representación, aun cuando los esfuerzos nombren, a veces descarada y
rimbombantemente, intenciones interdisciplinarias, mutidisplinarias o
transdisciplinarias. Sin embargo, los procesos de formación, los diseños de
carreras, los estilos y campos de investigación, culminan en el ámbito de la
disciplinariedad. Desde el punto de vista andragógico, las asignaturas,
entendidas como campos autárquicos de conocimientos, promueven visiones
simples de la realidad, donde la realidad, ¡que contradicción! es
precisamente es lo que se “ve” en la materia. El profesorado está en extremo
interesado por “su” materia; tanto, que cuando hay un movimiento de diseño
curricular, sin importar el nivel de seriedad que tenga, ya anda preocupado
“para ver como quedo yo ahí”. Importan poco o nada las relaciones con otras
materias de la especialidad y muchísimo menos con otras especialidades. Y
los saberes no cuentan. Solo conocimientos que los alumnos tienen y deben
aprender y aprender bien, además, porque sino corren el riesgo de “salir
aplazados”. La lógica curricular disciplinaria se desplaza, no solo por los
pensamientos disciplinarios, que ya es bastante, sino que mantiene su
oxigenación permanente a través de programas de cursos, textos,
evaluaciones, didácticas, eventos, y un sistema reproductivo entre los
habitantes de la especialidad. Ser habitante del saber y del conocimiento, es
una cosa seria.
La visión de la andragogía como disposición preexistente, es marca central
de lo preescrito, de lo constituido, de lo diseñado y construido de antemano.
No hay intersticio para la incertidumbre y los pro-yectos constituyéndose.
Una andragogía “buena”, lo será mientras permita preveer que pasará, que
sucederá exactamente. No queda lugar alguno para las experiencias, para
apariciones intempestivas, para alumbramientos cognitivos de último minuto,
para temas nuevos y de actualidad, para compartir saberes, para tratar la
realidad de la realidad. Aquí, la gran noticia es que la creatividad es una voz
totalmente desconocida y, por tanto, queda aplazada. Que a nadie de se
ocurra la idea brillante de pronunciar una brillante idea, porque quedará fuera
de juego. Los dispositivos discursivos más comunes: “eso no está en el
programa”, “veremos eso en otra clase”, “eso lo sabe bien pero es fulano”; y
el más escandaloso de todos: “vamos a incluir ese tema en el próximo
semestre” La trampa de postergar también es herramienta fundamental en
este recetario.
Un tercer componente en este recetario es el discurso de la verdad o mejor:
defenderse con el discurso de la verdad. Y entonces la verdad, señoras y
señores, es la verdad y se acabó. Una andragogía afinada con verdades
únicas, solo expresará la canción de la verdad. Y surgen los espacios de las
verdades únicas: ciertos profesores con espíritu de cofradía, libros que solo
tienen una manera de ser leídos, guías multigrafiadas con récords Guines en
fotocopias. Y las evaluaciones (interrogatorios, escritos, exposiciones,
carteleras, etc) son para constatar la verdad dada, la verdad constituida.
Entonces, al defenderse con el discurso de la verdad, desaparece el diálogo,
la argumentación y vuelve la aparición de otras verdades. Con la verdad ni
ofendo ni temo, dice una vieja sentencia, y ahora nosotros agregamos: con la
verdad ni ofendo ni temo ni discuto.
Invocar la distancia como relación, es otro infortunio de la anti- andragogía. Y
ello es más común de lo que se cree. No solo se imponen distancias
totalmente acríticas con ciertos textos, autores y tendencias; también se
atornillan distancias con ciertos colegas, por razones que abundan para otra
ponencia: de nivel estudios, de especialidad, políticas, sociales, etc. , y, las
más desalentadoras: distancias con los estudiantes. Ciertos colegas parecen
expertos circenses, pues ejercitan malabarismos realmente de primera:
desde los que creen que los estudiantes “no llegan a gente”, hasta los que se
defienden con un “yo no me reúno con estudiantes”, pero exigen respeto,
disciplina y, eso si, mucha distancia. Y este tipo de distancia da al traste con
cualquiera posibilidad de un intercambio andragogíco más o menos serio.
Una palabra de aliento, una voz de acompañante, un síntoma de
interrelación, están totalmente vedados. Lo intersubjetivo está desplazado.
El cuarto y último referente anti-andragógico, es la obsesión por los objetivos.
No se trata de una discusión sin mucha trascendencia, que identifique
asuntos como objetivos generales y específicos, objetivos, propósitos, metas,
logros y otras cosas parecidas; aunque los reglamentos de evaluación
tengan un mandato: “evaluación por objetivos”. De lo que realmente se trata
es de caer en la perversidad: “si no hay objetivos no hay enseñanza”, o “lo
importante son los objetivos”. Ello aniquila un acto andragógico de primera: la
formación como pro-yecto concibiéndose, constituyéndose. Una obsesión por
los objetivos tiene su énfasis en el conocimiento, en las tareas, en los
cumplimientos, en los alcances y hace, disculpen, tierra arrasada de lo
humano. Porque, así de sencillo, “hay que cumplir los objetivos”, ¿para qué?
No importa, pero los objetivos primero. Por ahí vendrá ahora la obsesión por
las competencias, donde lo humano está bajo total sospecha.
Agenda para un Debate
Prepararnos para una visita renovada de la andragogía a la universidad,
debe ser un acontecimiento con, al menos, una agenda para un debate, que
pudiera, armarse y rearmarse, según avancemos en las gestiones de una
andragogía centrada en lo humano. Y así tendríamos unos aspectos
preliminares:
1. Restituir lo andragógico en la universidad: para que nuestras
actividades, nuestra vida académica, nuestra propia vida, nuestros
cursos e investigaciones, estén movidas por la andragogía que
privilegia lo humano.
2. Promover una cultura andragógica: en todos nuestros espacios y
producciones intelectuales.
3. Desarticular la pobreza andragógica: donde no se quiere nada con:
reflexión, crítica, política, humanidad, ciudadanía, transformación.
4. Transmutarse en andragogo: haciendo los más descomunales
esfuerzos para hacernos andragogos auténticos, con pasión y
entusiasmo por vivir, por hacernos de otra manera con nuestros
estudiantes.
5. Abrirle cauce a una materia pendiente: la creatividad como máxima
expresión de una andragogía distinta.
6. Promover lugares para las experiencias y el lenguaje. Experiencias de
lo que nos pasa, de lo que estamos siendo y des-siendo, de hacernos
y re-hacernos como seres humanos. Y el lenguaje para desquitarnos
con nuestra propia palabra, con nuestros propios escritos, que se
torne un lenguaje que me nombre, que diga de mí. De mis ideas,
argumentos, refutaciones.
7. Impulsar una andragogía como devenir hacia si mismo: que permita
conocernos, saber lo que somos y porque somos así y no de otra
manera. Una andragogía como viaje hacia nuestras profundidades.
8. Y tener, al menos, dos invitadas de honor: la ética y la ciudadanía; la
primera para fortalecernos en la constitución de nuestra humanidad y
la segunda como oportunidad de cambio y transformación social.
¿Y los Enemigos?
Ahora, en los esfuerzos de gestión para impulsar una agenda como la
anterior, que equivaldría a promover lo humano, también identificamos
ciertos y declarados enemigos que hay que combatir de manera feroz y
despiadada. Algunos están representados por:
1. La pereza a la reflexión crítica.
2. La subordinación del pensamiento.
3. La formación instrumental.
4. La indiferencia intelectual.
5. La simulación de ser andragogo
6. La simulación de ser estudiante.
7. La burocracia cognitiva en las especialidades y
8. La represión con la verdad, entre otros.
Conclusión
La andragogía puede visitar la universidad. Lo importante es saber si
tenemos claro el papel de anfitriones especiales que nos corresponde. Por
cierto ¿Ud. podría ser anfitrión?
Fuentes Utilizadas para Preparar la Presentación
Foucault, Michel. (1991). Espacios de poder. Madrid: La piqueta.
Giroux, Henry. (s/f). Placeres inquietantes. Barcelona: Paidos.
Larrosa, Jorge. (2000). Pedagogía profana. Barcelona: Pomares – Corredor.
Martinis, Pablo. (2004). Revisitando la pedagogía: crisis de la cultura escolar y futuros educativos posibles. Montevideo: Instituto Crandon.
Meirieu, Philippe. (2001). La opción de educar. Ética y pedagogía. Barcelona: Octaedro.
Ruiz Morón, Deyse. (2006). La formación docente: entre la indiferencia y la seducción. Educere, año 10, Nro 32, enero-marzo 2006, pp. 49-53