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DE CIRCA 1994 DE EDUARDO MILN

Quiero dejar claro que esto es completamente distinto a lo que escrib antes; palabras que abren como un sol a la deriva. Halo, alas, aura, las que tena son otras; el poeta nos invita a contemplar un cuerpo en capas: en los cristales ntimos del ojo, se enciende, como leve llama, el crculo blanco abrazando la ausencia, lo que era el poeta: halo, alas, aura. Estos fragmentos pertenecen al poema CINCO. Todo acto de escritura es un acto de violencia (imposible que no apareciera aqu esta frase mosca, como deca Monterroso, seguida de esta frase mosca) esta. Nos fijamos en nuestro andar en la calle, hiriendo en pasos, el asfalto. Nos fijamos en los movimientos en que agitamos las manos batiendo al viento. Creo que el poemario de Miln pretende ser un pequeo hendirse en el cuerpo del mundo: Yo slo quiero hacer un dao mnimo en el centro de la civilizacin. Al poeta le interesa tambin el paso de la infancia a la madurez. En el cuento del prncipe feliz, hay algo que se rompe dentro de la estatua, al final; es el corazn del prncipe. Nuestras palabras son tambin, en ocasiones, monumentos quebrantados. Sin embargo, este quebrantamiento, es, como quera el Can de Hesse, momento de orgullo. Nuestra piel se reviste con un signo en la frente que es digno de portarse, pues, como dira Hesse, nos recuerda nuestra condicin elevada, el dolor, el sufrimiento. Yo slo quiero ser un pelcano como mi padre, hijo de pelcanos Una vez que nuestras palabras son cntaros quebrados en el umbral del lenguaje, es decir, refractarios que son rebasados por nuestra condicin humana (lase fragilidad, levedad, brevsimo parpadeo en la historia del cosmos), reconocemos que es momento tambin de rebasarnos, de trascendernos; no podemos quedarnos en el mutismo que, al portarse, reconoce nuestro ensimismamiento y es paso de que los otros s puedan brillar en el firmamento instantneo de la vida. Cules son los pelcanos de los que habla el poeta? Pelcanos: peldaos, conos. Una vez que hemos vivido al lado de nuestros pelcanos (nuestros padres, nuestros maestros, de academia, de vida; todos aquellos momentos que nos ensean algo) es tiempo de, como quera Wittgenstein al final del Tractatus), una vez subida la escalera, aprendido lo aprendido, hay que tirarla. Hacer esa especie de catarsis que vea Bacon con los dolos. Dice Miln en otro poema: Vamos al yo general, arenga al yo general, una marcha que sea una danza sin marcar el paso, me recuerda al espectro hologrfico de la complejidad, a los pitagricos, a que, una vez reconocida nuestro yo es indispensable, insalvable, marchar hacia el nosotros. El lenguaje de los tojolabales se configura en torno al tik, que significa nosotros. Una vez que entramos a

formar parte de una familia (familia sangunea, carnal, social, familia de lenguaje, de lenguajes), pasamos a formar parte de un nosotros, ya que, como deca Habermas, el yo slo es yo dentro de un nosotros. Y, no podemos ir por ah gritando, irrumpiendo para ser centro focalizado de atencin, y aunque, pudiramos, no es deseable; es demasiada la violencia de por s, ya realizada por nosotros en cada hacer, en cada parpadeo, en cada respiracin, en cada sonrisa, y que es tambin no reconocida; de ah la marcha leve sin marcar el paso. Este movimiento es la nica fuente que hay porque no hay fuego, fuego realizndose en silencio, sin quemar, fuego que nutre nuestro cuerpo realizando la accin en el acto del silencio; el acto culmina en donde culmina la luz (como recuerda Sabines), en el ojo. Esta y no aquella, es la subida. Creo que el poemario de Miln, con estas pocas frases citadas, resume un paso biogrfico en el mundo y, en tanto testimonio, en tanto biografa, se constituye como desnudez, y como desnudez, nos recuerda que somos homo, humo, lodo, polvo. Erotismo, violencia, fragilidad, algunos de los temas que rondan a la obra de Miln.