Trabajo final presentado como requisito parcial para la obtención del diploma en Cultura de Paz
EL RÍO Y LA PESCA MÁS ALLÁ DE LA GUERRA
Relato de Bajo Sinú: Reordenamiento bajo la inundación y la sequía. De peces, redes, hombres, mujeres y otras cuestiones no tan trascendentales
Por: Sara Wiederkehr González
Diplomatura de Postgrado Cultura de Paz Escuela de Cultura de Paz
Universidad Autónoma de Barcelona
Junio 2011 - Barcelona
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Irreconciliables con el sistema de opresión capitalista, bien
manifestándose bajo la forma odiosa de "democracia"
burguesa y odiosamente colonialista, ya que asume el
aspecto de un régimen totalitario nazi o stalinista, no
podemos dejar de afirmar nuestra hostilidad fundamental
para con los dos bloques. No es nuestra ninguna guerra
imperialista, que ellos preparan para resolver sus conflictos
y aniquilar las voluntades revolucionarias. De la guerra solo
pueden resultar un agravamiento de la miseria, ignorancia y
represión. Solo la antagónica acción autónoma de los
trabajadores podrá impedirla y aproximar la subversión, en
el sentido de reconstrucción absoluta del mundo actual.
A. Breton
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CONTENIDO
PRIMERA PARTE: La lucha por los recursos
Introducción 7
Proyecto Multipropósitos Urrá 10
Voces de protesta – huellas de negociación 13
SEGUNDA PARTE: Del desarrollo, la paz y los conflictos
Consideraciones teóricas y conceptuales 17
TERCERA PARTE: A través de las palabras
El río 22
La ciénaga 24
La pesca 26
CUARTA PARTE: Conclusiones
Hacia el re-empoderamiento de las mujeres 28
Consideraciones finales 29
Bibliografía 33
ÍNDICE DE MAPAS
Mapa 1: Cuenca del Río Sinú y San Jorge 7
Mapa 2: Desecación de humedales en la cuencua baja y media del río Sinú
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Mapa 3: Megaproyectos en el territorio de Asprocig 17
Las fotografías fueron todas tomadas y trabajadas en su caso por: Sara Wiederkehr
González (Aràz)
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PRIMERA PARTE: La lucha por los recursos
Pequeña Elegía
Ya para qué seguir siendo árbol
Si el verano de dos años Me arrancó las hojas y las flores
Ya para qué seguir siendo árbol
Si el viento no canta en mi follaje Si mis pájaros migraron a otros lugares
Ya para qué seguir siendo árbol
Sin habitantes A no ser esos ahorcados que penden
De mis ramas Como frutas podridas en otoño.
Raúl Gómez Jattin
¿Cómo escribir la Historia de los seres
humanos sin que ésta sea un compendio de las
grandes batallas, héroes guerreros y cifras de
muertos, listas de heridos? ¿Cómo comprender
el camino de la transformación de las
realidades sin quedarnos en los discursos y en
las batallas entre los seres humanos centradas
en datos estadísticos? ¿Cómo hablar de la
humanidad, y no caer en los discursos que
durante toda nuestra vida, nuestra existencia
planetaria han machacado nuestras mentes y
nos han hecho repetir discursos, citas
contextuales, esbozos de deshumanidad?
¿Cómo lograremos salir de la lógica de la
guerra, la batalla donde el fuerte gana porqué el
débil no tiene más recursos? ¿Cómo
transformar esta realidad; realidad de sufrimientos, desequilibrios de poder, dominación, sangre
y balas? ¿Cómo construir un mundo en el que todos los mundos sean posibles?
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¿Cómo contar la historia de la humanidad, si ésta ha sido escrita siempre por los ganadores que
se quedan, dentro del botín, incluso con la pluma, la tinta y el papel? ¿Cómo contar la historia
para comprender el presente y no caer en los mismos errores del pasado en el futuro?
¿Cómo contar la historia, si el subalterno no puede hablar?
La paz. ¿Cómo hablar de la paz? ¿Cómo hablar de la guerra sin mencionar los cuerpos cayendo
por el precipicio insondable del olvido?
El olvido. El olvido hace parte también de la memoria. Pero, ¿y el silencio? El silencio que
oprime las palabras en el pecho; el silencio generado por el ruido de los motores que oprimen
las voces de los presentes; el silencio “que porque no da leche se lo dejan”(Larreta). Y en medio
de todo, nos quedan las palabras, las imágenes, las canciones. La infrapolítica de Resistencia, el
discurso de los oprimidos (Scott), de aquellos Otros que quieren contar su historia, que no es
sólo la otra parte de la historia de un conflicto entre dos bandos, sino su propia historia. Una
historia desde abajo, una historia subalterna. Otra historia, que puede ayudarnos a comprender
el mundo, a resituarnos en medio de esta enmarañada existencia de relaciones de poder,
proyectos de desarrollo, antagonismos de cosmologías. Su historia, que por ser de ellos,
aquellos otros que no son nosotros, no podemos aprehender desde nuestra propio realidad.
Y entonces, nos queda un vacío. Escribimos estas palabras en medio de un murmullo, ecos de
nuestros antepasados, recuerdos de nuestros pasos por varios caminos; y nos da un poco de
vergüenza pensar siquiera que nos hemos tomado el atrevimiento de plantear respuestas a
situaciones que si bien otros como nosotros han ayudado a construir, por mucho que analicemos
seremos incapaces de comprender. Debemos alejarnos un poco antes de plantear respuestas a
situaciones de otros como nosotros, queriendo poder decir “detrás de nosotroas estamos
ustedes”, como lo ha planteado el EZLN en Chiapas haciendo alusión a la voz común de todos
aquellos, cuando el discurso no le pertenece a nadie sino a todos; cuando está la posibilidad, sí,
de hablar entre todos, entenderse entre todos, construir /se entre todos. Alejarnos para poder
acercarnos nuevamente, desde un nuevo reposicionamiento.
Por eso este documento que presentamos tiene fisuras hondas, que parecen inabarcables desde
esta distancia, tanto epistemológica como física y temporal. Por eso, hemos intentado descubrir
nuestras frases de todo discurso heterogéneo y colonialista, y recoger las que recordamos que
nos dijeron, sabiendo que nuestro lugar de enunciación ya supone una ruptura.
Gayatri Spivak denuncia que el subalterno no puede hablar. Intentaba decir que la voz del
subalterno no tiene sonido en la medida que conlleve autoridad o sentido para nosotros, sin
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alterar aquellas relaciones de poder/saber que lo posicionan como subalterno, como dominado.
(Beverley, 2004).
“ “Desde el comienzo, la combinación histórica de democracia y nacionalismo con
colonialismo creó una contradicción básica en el discurso nacional democrático [en
América Latina]. Por un lado, la promesa universal del discurso identificó la autonomía
potencial, la dignidad y la igualdad de todos los pueblos, y del pueblo, en el mundo. Por
otro lado, en la práctica grupos enteros de población fueron impedidos de acceder a la
ciudadanía y a la libertad de acuerdo a un criterio eurocéntrico excluyente de clase y
género” (Mallón) ¿Cómo entonces recuperar los proyectos y las voces de los
excluidos?” (Beverley, 2004:8)
¿Cuándo deja de ser una página en blanco sólo papel sin tinta?
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Introducción
El trabajo que presentamos a continuación nace de una exploración inicial en la región
del Bajo Sinú, en el departamento de Córdoba, Colombia, que sugirió un proyecto de
investigación de los análisis del impacto de la construcción de la Hidroeléctrica Urrá I
sobre la población local, la desestructuralización social y familiar vista, así como el
cada vez más marginado papel de las mujeres en las poblaciones pescadoras. Las visitas
hechas, y los posteriores análisis de los conflictos y la necesidad de su transformación
hechos en la diplomatura, nos llevaron a preguntarnos acerca de las distintas formas que
la violencia estructural toma en un mismo espacio/tiempo, y como la población que la
padece en sus distintas formas y de forma directa, vive con ella, le hace frente, la evita,
la para. Quisimos avanzar en el planteamientos del proyecto que traíamos desde Bogotá,
que tiene como población de impacto las mujeres de la comunidad pescadora del Bajo
Sinú. En medio de las clases y las lecturas, nos dimos cuenta de que para redactar un
proyecto que tiene como pretensión incidir significativamente en la vida y en el futuro
de la población, necesitábamos herramientas y datos que no teníamos a la mano. Por eso
este texto es sólo un paso más hacia la construcción de un proyecto, que finalmente
debe, y es parte de nuestras conclusiones, formularse en sintonía con los locales, en
terreno, allá.
Mapa: Cuenca del Río Sinú y San Jorge. OCHA
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El universo de estudio se sitúa en una región en la que la violencia directa ha causado
muchas muertes, y en el que tanto la violencia política como la cultural han jugado un
papel sumamente importante dentro de todo el marco estructural que se delinea en
Colombia, como país en guerra –en conflicto armado o en etapa postconflicto, esta
discusión no la abarcaremos acá- y en Córdoba, como departamento históricamente de
tradición agroganadera, y de donde surgen las Autodefensas Unidas de Colombia –
AUC- , pero en un espacio local donde este conflicto se mantiene en la medida en que
se sufren las consecuencias.
En el departamento se ubican distintos actores: por un lado encontramos las tierras de
los grandes ganaderos, tierras ricas en minerales destinadas al pastoreo y cuya titulación
está en manos de unas pocas familias latifundistas que pertenecen tanto a la élite
política local como a la nacional. Por otra parte, de Córdoba se decía hace dos años
(2009) que era el único departamento de Colombia en el que reinaba la paz (negativa),
pues allí las fuerzas de las AUC mantenían el orden. Sin embargo, este discurso, se
contradice en las cifras de asesinatos, desplazamientos y denuncias por parte de la
población, que es a su vez compuesta por distintos grupos poblacionales: indígenas,
comunidades negras, campesinos y pescadoras, entre otras.
Partiendo del enfoque de la investigación para la paz y recogiendo elementos de las
distintas sesiones de la diplomatura de l’Escola, nos propusimos analizar el conflicto
que se ha venido desarrollando entre la empresa Urrá S.A, el gobierno colombiano y las
comunidades ribereñas del Río Sinú, especialmente las comunidades del delta del río en
la cuenca baja, poniendo especial énfasis en los discursos y las estrategias de resistencia
generadas por la población civil de la zona, con el fin de preservar dinámicas locales y
mantener su autonomía en medio de una lucha de resistencia por su supervivencia. El
objetivo es llegar finalmente a las narrativas de la gente y a la proposición de un
proyecto de actividad económica para las mujeres de las comunidades de pescadores,
que se han visto especialmente afectadas por este conflicto.
El documento que aquí presentamos tiene como objetivo analizar la forma cómo desde
el año 2000, año en el que la Hidroeléctrica abrió por primera vez sus compuertas, la
población se ha reorganizado en dinámicas de resistencia comunitaria para lograr
sobrevivir, habiendo sido infructuosos los procesos de mediación y negociación. Para el
análisis partimos del enfoque de la investigación para la paz y de las herramientas
propias de la historiografía. El trabajo de campo se realizó de forma intensa durante un
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mes en el año 2009, y se hizo uso de entrevistas semiestructuradas, entrevistas abiertas
y visitas a los proyectos productivos de la comunidad en la Ciénaga Grande de Lorica.
Recolectamos diversos informes presentados para la denuncia contra la empresa Urrá
S.A, analizamos los impactos medioambientales sobre el Río y acompañamos a los
asociados en sus cotidianidades.
Para la redacción de este trabajo, recurrimos a los diarios de campo sistematizados y a
algunas notas de prensa de la asociación y comunicados de los cabildos indígenas
publicados después de la temporada de campo con el fin de actualizar los datos a falta
de informes; leímos los informes de la FAO referentes a la acuicultura y la pesca
artesanal y algunos textos referentes en los estudios de la pesca en el Estado Español (en
las regiones de Galicia y el País Vasco). Recogemos en gran medida herramientas dadas
en clase y de las fuentes bibliográficas sugeridas que concluimos como base para el
estudio y la transformación de los conflictos. Nos centramos en las respuestas de las
personas que encontramos en nuestro camino a través de la región de la Ciénaga Grande
de Lorica, en el departamento de Córdoba, ya que partiendo de las nociones de la
historiografía redefinida en este caso desde la subalternidad y entendiendo la
construcción de memoria desde abajo como parte esencial en los procesos de resistencia
comunitaria, nos interesaba entender las dinámicas que han permitido a la comunidad
hacer frente al conflicto que generó el “lento asesinato del río” (como han denominado
este proceso las comunidades habitantes en sus riberas), lo que ha supuesto también el
desbarajuste de todo el sistema de vida en la zona.
Los resultados de esta investigación se presentan divididos en cuatro partes: en la
primera parte, en la que se incluyó esta introducción, se recogen los datos históricos que
yacen escritos y que nos sitúan en el conflicto, para acercarnos a la problemática.
En la segunda parte se introducen los conceptos claves de las nociones teóricas del
desarrollo y de la investigación para la paz.
En la tercera parte se presentan los resultados de la investigación y el análisis de la
situación. Como es interés personal buscar nuevas narrativas que nos permitan
acercarnos a las problemáticas sociales, intentamos plantear esta parte de forma menos
técnica, y nos acercamos al lenguaje, si bien de forma rigurosa y responsable, más
líricamente, buscando en las imágenes, tanto literarias como gráficas, su fuerza
argumentativa.
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Finalmente, en la cuarta parte, se presentan las conclusiones, donde se recogen los
distintos debates, las lecturas de la situación y en la que se incluye un esbozo propuesta
de investigación que teníamos escrita pero no desarrollada, y que hemos venido
enriqueciendo con la perspectiva de género en la transformación de los conflictos.
Este documento lo presentamos como una extensión de una investigación que tenía
como objetivo “analizar el impacto social de la construcción de Urrá I sobre la
población femenina de las comunidades de pescadores en el Bajo Sinú”, de la que sólo
se cumplió la primera fase de trabajo de campo, durante los meses de mayo y junio del
año 2009. El proyecto de investigación fue diseñado por quien presenta este trabajo y su
desarrollo se haría en coordinación con el equipo de Asprocig.
Proyecto multipropósitos Urrá
El proyecto de la construcción de la represa Urrá I en la
región de Tierralta, Córdoba, se empezó a delinear a mediados del siglo pasado con el
plan de fomento de energía del gobierno colombiano.
En medio de una crisis energética que padecía el país, el gobierno colombiano proyectó
la construcción de centrales que impidieran recesos, como los que sucederían a inicios
de los años 90. En ese momento se contrató a R. J. Tipton, para el estudio de las
posibilidades de desarrollo de los recursos hidráulicos en el departamento de Bolívar, y
éste señaló la Angostura de Urrá como posible sitio para un embalse de regulación y
una central de 240.000 kw (kilovatios). En 1971, el Incora –el Instituto encargado de la
Reforma Agraria, ya liquidado- encargó el estudio del proyecto de riego para esa zona.
A inicios de los años setenta, después de la crisis del petróleo, se hizo un inventario de
los recursos hidroeléctricos en seis regiones hidrográficas de Colombia, entre ellas se
contaron los departamentos de Bolívar y Córdoba. Se estudió la viabilidad de 308
megaproyectos. Entre 1980 y 1988 se hicieron varias grandes obras, logrando aumentar
en casi el doble la energía producida: de 2.894mw (megavatios) se pasó a 6.590 mw.
Sin embargo, entre marzo de 1992 y abril de 1993 hubo racionamientos de energía, a
raíz de las hidrologías críticas de 1991-92. Esta crisis de abastecimiento llevó entonces
a la necesidad de trazar un Plan de Emergencia Eléctrica y de analizar la crisis del
sector con el fin de encontrar un marco legal y una estructura administrativa que fuera
capaz de garantizar un abastecimiento del cien por ciento para el país. En el año 1995,
Colombia contaba con una capacidad instalada de 9.680 MW, de los cuales el 79.5% era
producida por hidroeléctricas (Müller-Planteberg, 1995).
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Treinta años después del primer estudio, en 1973 la empresa Corelca –antecesora de
Urrá S.A.- solicitó un primer estudio de factibilidad técnica para construir la Central
Hidroeléctrica Urrá en Tierralta (Córdoba). En 1982 se firmó el convenio con la Unión
Soviética para la fabricación, el suministro y la financiación de los equipos principales
destinados a la central hidroeléctrica.
Las movilizaciones sociales durante los años 80 lograron frenar la licencia ambiental, y
por un momento se pensó que el gobierno recogía las denuncias y reivindicaciones de la
población civil y los movimientos sociales de la inviabilidad económica, técnica,
medioambiental y social de esta central: no sólo costaba $800 millones de dólares de la
época, sino que también asesinaba las dinámicas sociales y ambientales de la cuenca del
río Sinú y la Ciénaga Grande de Lorica. Por su parte, en 1992 Corelca presentó un
estudio de impacto ambiental en el que sostenía que la hidroeléctrica no iba a causar
significativos daños ambientales. Al año siguiente, en 1993, el Inderena -entidad
gubernamental encargada por ese entonces del medioambiente- entregó la licencia para
la construcción y operacionalización de la represa. Por su parte, la CVS -Corporación
Autónoma y Regional de los Valles del Sinú y San Jorge, autoridad regional ambiental-
otorgó a la empresa la concesión del uso de agua para la planta, sosteniendo que la
liberación de un cierto nivel de agua desde la represa sería suficiente para sostener la
reproducción de los peces migratorios, caso del bocachico que desova en la cuenca alta,
mientras vive en los meses de no-desove en la cuenca baja. Las evidencias que hoy se
recogen contradicen el informe presentado en ese momento, pues después de 1996 la
población de bocachicos empezó a mermar, dada la imposibilidad de remontar todo el
camino desde las ciénagas hasta la parte alta del río. Empezó así la muerte lenta del río
y de las ciénagas sinuanas, de la mano de la constructora, la Asociación Skanska-
Conciviles (sueco-colombiana), a 30 km aguas arriba de Tierralta, sin las protestas de
colonos e indígenas, quienes para ese entonces ya habían sido desplazados. Dicen
algunos habitantes, que las milicias (como se les conoce a las personas que se arman al
servicio de una persona o una empresa privada) de la empresa peinaron la zona, para
evitar protestas como las que se dieron años antes.
En 1999 empezó el llenado del embalse, y un año después empezó a funcionar Urrá I,
previsto inicialmente como el embalse de apoyo de Urrá II. El proyecto original
consistía de dos embalses, Urrá I y Urrá II, siendo Urrá II el principal. Éste inundaría
casi en su totalidad el resguardo embera katío y parte del parque nacional natural
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Paramillo para un total de inundación de 81.400 hectáreas. Por la dificultad de
conseguir el financiamiento total del proyecto, decidieron construir primero el embalse
más pequeño, lo que inevitablemente, por lógica de la ingeniería, llevaría a la
construcción de la represa más grande.
Hoy, la central Hidroeléctrica Urrá I tiene una capacidad de 340 Mw distribuida en
cuatro turbinas, de las cuales hoy sólo están en funcionamiento, cada una de 85 Mw
para un total de 170Mw; una energía firme de 715 GWh anuales y una energía media de
1.250Gwh anuales (Urrá S.A ESP).
El día 9 de junio del año 2009, el ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo
Territorial negó la licencia ambiental para la construcción del segundo dique,
argumentando que: “los parques nacionales naturales como el Paramillo, no pueden ser
tocados, lo dice la Constitución. Además, ya existe solución para frenar las crecientes
del río Sinú, porque Urrá I está ampliando su capacidad” (ministro Carlos Costa
Posada). En estos momentos se debate, desde el Ministerio de Minas y Energía la
posibilidad de negociar la licencia ambiental para viabilizar el proyecto, que entre otros,
podría permitir que el primer dique cubriera los costos y entre los dos, produjeran la
energía que sí cumpla con los niveles mínimos que hagan que su construcción haya
valido la pena.
Mapa 2: Desecación de humedales en la cuenca baja y media del río Sinú. Cortesía: Asprocig
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Voces de protesta – huellas de negociación
En el año 1994, en Córdoba, a lo largo de los 350 km del río
Sinú, se escuchaban ecos de protesta que no fueron publicados en los grandes medios de
comunicación de Colombia. Esta protesta, cuyos ecos nos llegaban por las redes que se
crean entre la población que no posee otro poder que su fuerza, su unión y su valentía,
era conjunta de indígenas, campesinos y pescadores, que vivían en ese entonces en
estrecha relación con el río Sinú, fuente de su economía, fuente de su vida. Era la
protesta justa -y vigente aún- contra la construcción de megaproyectos que atentan
contra el medio ambiente, la vida digna y la seguridad y soberanía alimentarias del
pueblo colombiano. Era un intento más por evitar que las ambiciones económicas y
políticas destruyeran la calidad de vida lograda en este departamento de la costa norte
colombiana.
En medio del silencio impuesto por la élite cordobesa, los grandes monopolios
económicos y los pasos paramilitares, se escuchaba insistentemente y con ritmo
ceremonioso: “Adiós río, que tanto bien nos hiciste” (Do-Wabura Dai Bia Ozhirada),
voz de los Embera- katío del resguardo Karagaví (Tierralta), quienes en medio de su
más profunda tristeza, se despedían del río, después de varios intentos -vanos- por
salvarlo. Era este uno último para parar la obra exigiendo que se revisara la licencia
ambiental que, según resolución 0243 otorgada el 13 de abril de 1993, le daba vía libre
a la construcción y operacionalización de la hidroeléctrica Urrá I.
Ese día de 1994, salieron cerca de 660 personas desde Tierralta, Córdoba. Los hombres,
las mujeres, los niños, las niñas e incluso los bebés, se montaron en 42 balsas equipadas
con cocinas y cubiertas con hojas de platanillo rumbo a Montería, remontando el río
Sinú, donde esperaban presionar al entonces presidente Ernesto Samper Pizano para que
suspendiera las labores de construcción de la Hidroeléctrica, ya que se trataba de un
eccocidio. A raíz de estas protestas, la comunidad indígena llegó a un acuerdo con la
Empresa Multipropósitos Urrá S.A. para intentar minimizar los impactos de la
desviación del río. Entre los acuerdos se firmó un plan de Etnodesarrollo, así como un
acuerdo con el Instituto para la Reforma Agraria para la titulación de las propiedades a
nombre de la comunidad.
Los 19 líderes de la comunidad fueron convocados a Bogotá por el presidente para
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negociar. La Constitución Política de Colombia manda a concertar con las comunidades
y a realizar estudios de impacto conjuntos, cuando se trata de desarrollar obras de gran
envergadura o megaproyectos en territorios ancestrales indígenas (resguardos) o en
tierras afro; ya que junto con los Parques Nacionales Naturales, son territorios
inalienables, imprescriptibles e inembargables- Los acuerdos a los que se llegaron
fueron que a cambio de estudiar y analizar los impactos del proyecto al tiempo que se
construía el dique, les entregaron unas cuantas pelotas de fútbol y motores para las
canoas, así como un salario mínimo legal vigente de la época a cada familia nuclear.
Concretamente, mediante Sentencia T-652 la Corte Constitucional –fechada el 10 de
noviembre de 1998-, resolvió tutelar los derechos fundamentales a la supervivencia, a la
integridad étnica, cultural, social y económica, a la participación y al debido proceso del
Pueblo Embera katío del Alto Sinú. Ordenó seguidamente a la empresa indemnizar a la
comunidad con un subsidio alimentario y de transporte para todos los miembros, a
pagar durante los próximos 20 años de forma mensual. Es interesante acotar acá, que
esta forma de indemnización en metálico impactó de forma negativa a la comunidad
indígena. Si bien una indemnización era necesaria, por los daños inflingidos al territorio
ancestral y a la comunidad indígena, las consecuencias que hoy vemos son nefastas: a
raíz de la entrega de un salario mínimo legal vigente a cada familia, se ha establecido
una relación de dependencia económica. Antes, la comunidad recurría a su medio
ambiente para la supervivencia, y existían dinámicas de trueque con las comunidades de
la cuenca baja. Si bien este medioambiente se vio trastocado por acción de la empresa
misma, esta forma de indemnización no ha ayudado a mitigar los daños causados, sino
que en cambio los ha aumentado y perpetuado. Además de una relación de dependencia
económica, el acuerdo al que se llegó después de violar los derechos de las
comunidades indígenas a su territorio y de no respetar el deber constitucional de
consulta, ha traído consigo un aumento en los índices de alcoholismo y violencia en el
ámbito doméstico, así como el desplazamiento a los núcleos urbanos. La comunidad se
vio fracturada, pues la empresa negoció individualmente: quienes suscribieron un
convenio de apoyo al proyecto reciben dinero mensualmente. Quienes no bajaron la voz
y siguieron luchando para evitar la construcción del desarrollo en medio de su tierra,
tuvieron que escapar a tierras altas, cuando las aguas de la represa inundaron sus tierras.
El reasentamiento prometido se sigue esperando.
Los indígenas no perdieron únicamente parte de sus tradiciones en este procesos. Las
tierras para ellos sagradas fueron inundadas, y 7 de sus líderes desaparecidos y/o
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asesinados. También compañeros de sus luchas fueron masacrados por haber
denunciado la corrupción, la inoperancia o haberse simplemente opuesto al proyecto. El
profesor Alberto Alzate Patiño fue asesinado en 1998. En 1987 publicó una
investigación sobre los impactos del plan original de Urrá. Mario Calderón y Elsa
Buitrago, ambos investigadores del Cinep, fueron asesinados en su apartamento en
Bogotá, junto con el padre de ella. El Cinep –Centro de investigación y educación
popular dirigida por Jesuitas en Bogotá- había asumido una voz crítica para masificar el
debate sobre Urrá en la población, y Calderón había firmado varios textos en los que se
recogían las demandas de la población.
Kimy Pernía Domicó, líder del resguardo Karagabí, desapareció el día 2 del mes de
junio de 2001. Durante muchos meses, sus compañeros indígenas apoyados por
distintas ONGs nacionales e internacionales le buscaron. Su desaparición ocurrió en
medio de los procesos de consulta interna de la comunidad, previos a las negociaciones
con el gobierno nacional. Su desaparición física, asesinato y posterior entierro en el río,
con el fin de que no se encontrara su cuerpo, es responsabilidad de las Autodefensas
Unidas de Colombia, como lo aceptó Mancuso en el 2007 y lo argumentó años antes
Carlos Castaño: “(Kimy Pernía Domicó) se oponía al megaproyecto de la represa de
Urrá” (Karmata Rúa, 2010). La pregunta que nos surge en este momento es ¿qué tenía
que ver Carlos Castaño, comandante desaparecido de las AUC, con el proyecto de Urrá?
Frente a esta pregunta, que daría para una extensa investigación que no tiene cabida acá,
nos surge una hipótesis que ha sido ampliamente trabajada ya: Córdoba es un
departamento donde la ganadería extensiva, a mano de pocos latifundistas, se ha
extendido como actividad económica. Las tierras de los indígenas, intocables según
mandato de la Constitución, han sido tan apetecidas para su explotación, que se les ha
intentado echar a la fuerza o a través de absurdas negociaciones donde las fuerzas nunca
han estado en equidad, de sus tierras ancestrales. Igualmente podemos sostener que la
fuerza de la unión y movilización del movimiento indígena en Colombia contra el
latifundio, el monocultivo y los grandes terratenientes –entre otros-, ha permitido una
fuerte resistencia tanto a la expansión de monocultivos y latifundios y la explotación de
los recursos como a la usurpación de sus tierras por la élites agroganaderas.
Siete años después de las movilizaciones lideradas por los indígenas de la cuenca alta,
en 2003, las protestas por la construcción de Urrá I seguían. El 14 de marzo en Santa
Cruz de Lorica, reconocida como la capital del bajo Sinú, Córdoba, cerca de 2000
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personas marcharon por las principales calles, convocadas por la Asociación de
Productores para el Desarrollo Comunitario de la Ciénaga Grande del Bajo Sinú,
Asprocig. Salieron del barrio Kennedy por la avenida Bicentenario hasta la cebecera del
puente metálico; después de escuchar la misa oficiada por el sacerdote Nicolás Gaviria a
orillas del Caño Aguas Prietas se dirigieron al cementerio central donde hacia las 11:00
de la mañana enterraron al bocachico. Este entierro simbólico del bocachico, principal
fuente alimenticia de las comunidades ribereñas del río Sinú, fue una protesta más en
contra de la empresa Urrá S.A ESP por los impactos medioambientales, sociales y
culturales ocasionados en toda la cuenca del río Sinú por la construcción y puesta en
funcionamiento de la central hidroeléctrica Urrá I en el año 2000.
En ese momento se dio a nivel nacional e internacional, de la mano de ONGs, en
círculos de intelectuales, políticos y académicos, serios debates frente a los impactos de
la construcción de este megaproyecto en territorio no sólo indígena, sino también
campesino y pescador.
La historia de las negociaciones para la construcción del embalse fueron distintas con
las poblaciones de la cuenca baja. La forma asociativa que se desarrolló en la cuenca
baja, en la que se integran pescadores/agricultores e indígenas zenúes, permitió una
negociación en la que la comunidad salió más favorecida, así como un mejor manejo de
los recursos y de las indemnizaciones.
Se desarrollaron proyectos productivos y de piscicultura. Sin embargo, antes sembraban
cuando las ciénagas dejaban libres las laderas del río y la tierra estaba enriquecida por la
sedimentación que bajaba y que recogía en su caudal durante todo el recorrido. Ahora,
tienen 8 piscinas artificiales en las que siembran pescado e intentan aprovechar al
máximo los aluviones cuando les llegan. Alrededor de estas, aprovechan los montículos
de tierra para sembrar patilla, ahuyama, plátano, papaya y ají. Han logrado mantener un
sistema comunitario de siembra y una tienda cooperativa, donde se venden los
productos que no son destinados al pancoger, es decir, al uso doméstico.
Hoy se intenta desde Asprocig evitar la construcción del segundo embalse, lo que sería
Urrá II. Si bien se negó la licencia ambiental por cuestiones de la sacralización de los
territorios como se mencionaba antes, desde distintos sectores de la sociedad
colombiana se intenta que se de vía libre, puesto que es cierto que el primer embalse en
sí mismo no es económicamente viable.
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Mapa 3: Megaproyectos en el territorio de Asprocig.
SEGUNDA PARTE: Del desarrollo, la paz y la guerra
Consideraciones teóricas y conceptuales
El aporte que este proyecto puede hacer a la investigación
para la paz y los estudios de conflicto, se puede delinear en la importancia que tiene
entender toda relación de poder desde las estrategias de resistencia de los dominados y
las estrategias de represión por parte del bloque de poder (Foucault, 1991), y en ese
mismo sentido, en la necesidad de comprender que los desarrollos en las industrias
globales afectan directamente dinámicas locales que de alguna forma logran trazar
estrategias de supervivencia en un continuo choque de poderes.
Un conflicto puede ser positivo o negativo, y siempre habrá alguno. Es un “proceso
interactivo dado en un contexto determinado” (Fisas, 1996:29). Siguiendo la
caracterización de los conflictos actuales recopilada por Fisas (53), podemos sostener
que por muchas matices que la situación antes descrita tenga, trata sobretodo de
“inseguridad ecológica”, dado el deterioro consciente del sistema natural que ha traído
como consecuencias la deforestación, la escasez de agua para consumo, baja
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poblacional de recurso alimentario, un empeoramiento en el campo sanitario. La escasez
medioambiental actúa conjuntamente con otros factores, sean políticos, económicos o
culturales; y en la mayoría de las ocasiones, es degenerada por estos, como es el caso
que aquí presentamos. Igualmente, se ve una limpieza étnica dirigida hacia los
indígenas y las comunidades negras, pero que cuya razón no es otra que la de controlar
el territorio y mantener bajo control, tanto las movilización sociales como las distintas
estrategias de resistencia y oposiciónn
José María Tortosa (2000) argumenta que a raíz de la particular situación por la que
atraviesa actualmente el sistema-mundo después de la caída de la URSS y por lo tanto
habiendo dejado atrás el sistema bipolar, a decir cuando la polarización y la
pauperización se han acentuado y la lucha por los recursos se ha hecho más aguda, y el
cada vez más fácil y menos costosos acceso a las armas ha aumentado las
probabilidades de la violencia, la investigación para la paz debe entrar en una fase
nueva “en la que la urgencia no viene ya sólo por valores como la paz o la justicia
sino… por el valor de la supervivencia de la especie humana”. Pero:
“No se trata, de todas maneras, de la paz en abstracto (en lo que todos estaríamos
de acuerdo), sino en las condiciones de posibilidad de una gestión noviolenta de
los conflictos mundiales, regionales y por supuesto, locales” (Tortosa, 2000:17).
Consecuentemente se ha visto la necesidad de incluir dentro de las variables a estudiar
desde la investigación para la paz, la economía como factor clave: las situaciones
concretas de desigualdad, injusticia e inequidad social deben ser sometidas a análisis
concretos.
A la paz se le ha dado también el nombre de desarrollo. Éste concepto tan difícil de
definir, trata tanto de las condiciones internas de un país, como de las relaciones entre
países, en las que se puede dar la misma violencia estructural que se da en el seno de las
sociedades nacionales.
Cuando hablamos de paz, estamos hablando de una construcción –social- en la que
participan muchas personas, implicadas todas ellas en distintos procesos de actividades
cotidianas. La guerra, los conflictos sean éstos armados, políticos o sociales, no
paralizan las cotidianidades que construimos los seres humanos para relacionarnos, para
llenar los silencios de la realidad, para llenar de significados nuestra existencia. Rompe
19
sí, el tejido social que debe ser fortalecido para que la comunidad tenga posibilidades de
resistir a las atrocidades y mantenerse en vida. Ataca individualidades, colectividades.
Destruye cotidianidades, agendas y dinámicas locales, ya que trastoca el normal
desarrollo de las vidas. Pero no es la guerra un personaje en sí mismo, y cometeríamos
un error muy grave al otorgarle responsabilidades sin tener en cuenta los personales, los
problemas sociales y las posiciones de cada quien.
La problemática que hemos descrito anteriormente deviene en un conflicto cuando lo
entendemos como un:
“enfrentamiento en el que se hace uso de la fuerza armada, entre grupo regulares y /o
irregulares con objetivos percibidos como incompatibles, en el que el uso continuado y
organizado de la violencia genera (entre otras) control de recursos y del territorio” (Jordi
Urgell, 2011).
Se sobreentiende que los recursos a controlar son el agua y la energía producida gracias
a esta; así como las tierras que quedaron libres para monocultivo y pastoreo. Ahora,
vemos que el análisis se dificulta cuando por un lado contamos a la empresa Urrá S.A.
como controladora de los recursos y portadora de violencia sistemática y continuada; a
los grandes terratenientes que quieren controlar las tierras para su exclusiva explotación
y que acuden a las fuerzas paramilitares para lograrlo; por otra parte el Estado, que
pareciera estar ausente acá.
“Si el éxito de los movimientos sociales se mide por cómo se acerca a sus objetivos de
acción, el éxito de la investigación para la paz se mide por cómo se consigue entender la
realidad de forma útil para aquel” (Tortosa, 2000:17).
Beristain habla de que los desastres de causa natural tienen siempre una mano humana
detrás. El verdadero problema es que “en el caso de los desastres naturales, las malas
condiciones de numerosas poblaciones pobres, hacen también más destructivas sus
consecuencias” (1999: 23). Ahora, siguiéndolo, entendemos que los impactos distintos
de los hechos, sean ocasionados por los humanos o por la naturaleza, ocasionan
sentimientos diferenciados en la población, y en la forma como esta es afectada y asume
su nueva situación. Normalmente vemos los desastres naturales como algo inevitable,
por lo que dudamos de nosostroas mismos, de nuestra capacidad de afrontarlos, de salir
de la situación de crisis y evitarlos; mientras que aquellas personas afectadas por
causalidad humana dudan de seres iguales a ellos, y ven la vida en general como algo
20
negativo. Se puede caer en depresiones individuales y colectivas, pérdida del sentido de
la vida.
“Al investigar simultáneamente la dimensión cultural de lo político y la dimensión política de lo
cultural, nos damos cuenta de que los movimientos sociales contemporáneos ponen en marcha una
“política cultural” por medio de la cual las luchas culturales devienen en hechos políticos. La
afirmación misma de la alteridad cultural y la persistencia de las prácticas de diferencias se
convierten en actos políticos, cuya efectividad puede ser canalizada en ciertos casos por estrategias
políticas colectivas […]. Desde esta perspectiva, son las prácticas de las comunidades
[marginales], y no las acciones del Estado, las que construyen democracia y la sostenibilidad de la
región” (Escobar, 1999:26-27).
Ahora, traemos a colación estos acercamientos teóricos conciliables con el savoir fair de
la antropología en su sentido más crítico pues consideramos que deben ser tenidos en
cuenta a la hora de diseñar cualquier proyecto con la comunidad.
21
TERCERA PARTE: A través de las palabras
La cuenca del río Sinú abarca 1.366.570 ha. Se extiende desde el nudo de Paramillo
hasta su desembocadura en el nuevo delta Tinajones en el Atlántico. Al este limita con
la Serranía de San Jerónimo y al oeste con la Serranía del Abibe.
La actividad económica del área de influencia de la Ciénaga Grande del Río Sinú se
concentra en la pesca, la ganadería y la agricultura, siendo la actividad económica
extractora principal la pesca del bocachico y la dorada.
Tradicionalmente la pesca era una actividad familiar, en la que participaban 6.000
familias (Asprocig, 1998) de las cuales para el año 2002 (Monitoreo Pesquero) 5.048
miembros estaban asociados en organizaciones con personería jurídica.
De acuerdo con la información recolectada hasta el momento podemos establecer que la
pesca era la actividad económica principal alrededor de la cual giraba la dinámica
familiar y social de la comunidad. Antes de la construcción de la represa, los hombres
se encargaban de la pesca mientras las mujeres distribuían el pescado a los pequeños y
grandes compradores. Esta división del trabajo tenía una fuerte incidencia en la
organización social y familiar de la comunidad, ya que al manejar las mujeres el dinero
fruto de la actividad económica sostenían un cierto poder social (¿y político?). En todo
caso económico-, y participaban activamente de la toma de decisiones y en la
cotidianidad política y social de la comunidad.
A partir del año 2000, con la puesta en funcionamiento de la represa de Urrá I, la
actividad pesquera sufrió graves transformaciones, relacionadas con los impactos
ambientales y políticos ocasionados por Urrá I. La construcción de la represa ha
supuesto cambios profundos en los sistemas ribereños de ciénaga y desembocadura, de
los cuales podemos hoy enumerar la acelerada erosión de las riberas, la salinidad
progresiva en la parte del delta, la pérdida de la fertilización natural de la zona aledaña
del río, la eliminación de especies de fauna del río y sus alrededores por el bloqueo de la
migración reproductiva, la regulación del río y la salinización de la parte del delta –
tanto por la acción natural derivada del cambio de cause, como por la acción de la gran
industria camaronera, que pretende hacerse con toda el área de la ciénaga para su
explotación-.
Por otra parte se estima que 60.000 personas sufrieron pérdida de la base económica
(pescadores y campesinos), mientras que 12.000 personas se desplazaron de la zona; y a
22
su vez se observa un progresivo debilitamiento de la seguridad alimentaria (reducción
de la economía campesina y pesquera con 50.000 – 60.000 personas y fortalecimiento
de la producción agroindustrial).
La eliminación de ciertas especies de fauna del río así como la disminución de la
población de peces sobrevivientes ha conllevado a transformaciones en las dinámicas
sociales y económicas de la población. En el estudio que proponemos nos interesa
observar y analizar estas transformaciones en la dinámica social y económica, en
particular referente a las mujeres, partiendo de la información previa obtenida que
sugiere la ausencia del papel comerciante de las mujeres en la pesca a raíz de los
cambios de la misma1.
El río
“Karagabí nos testamentó que había creado el agua para que
todos nos sirviéramos de ella y que todo debía dejarse tal como estaba, porque si no, los
embera nos acabaríamos, o nos caería su maldición” (Kimy Pernía Domicó).
Foto: San Nicolás de Baris. Intentos de pesca a medio día con la atarralla. Ya no salen en las barcas.
1 Se ha observado que las mujeres han asumido a partir del año 2000 una actividad reproductiva, labores domésticas y de cuidado, mientras los hombres se han afirmado en la actividad productiva, asumiendo en parte el papel dirigente tanto de la familiar y de la comunidad.
23
Me contaba un pescador de la cuenca baja del río, que la situación generada por la
puesta en marcha de Urrá I ha trastornado de tal forma la vida del río, que incluso
Martín Pescador, un pájaro de color oscuro reconocido por sus habilidades de pescador,
ha cambiado sus hábitos: antes solía pescar de noche, cuando el río estaba en calma y
los peces descansaban. Ahora pesca de día, tentando a la suerte, pues ante la baja
poblacional de peces tanto él como los pescadores humanos salen muchas veces con las
manos y el pico vacíos.
La disminución en la población de peces no se debe a la sobrepesca, pues las
comunidades habían desarrollado de tal manera su actividad, que existía de cierta
manera un equilibrio.
Foto: Siembra de alevines. Purísima.
El bocachico, la principal fuente de proteinas de las comunidades ribereñas, es un pez
migratorio. En épocas navideñas se pescaba en las zonas bajas, antes de que remontara
el río en busca de sitios tranquilos para poner sus huevos. En los meses de abril, las
lluvias recargaban las ciénagas con los alevines y los nutrientes. Cuando crecían, se
pescaba. Y la pesca que no se comía, era vendida a los comerciantes locales por las
mujeres.
“El río busca el territorio que le quitamos (los humanos); la Ciénaga intenta recuperar
su área” me explica una estudiante de 10 grado del Colegio Politécnico de Santa Cruz
24
de Lorica, Córdoba, cuando hablábamos de las inundaciones que año tras año afectan
las riberas del Río Sinú y de la Ciénaga Grande.
Foto: Río Sinú en Lorica. Transporte de carbón extraído del río.
LA CIÉNAGA
En la época que los bocachicos remontaban el río para reproducirse, no se podía pescar.
Pero entonces los pescadores, que son anfibios, aprovechaban las riquezas de nutrientes
que habían bajado en la temporada de lluvias, y en las planicies dejadas cuando el
espejo del agua se retiraba, sembraban. Años atrás, cuando se acercaba la época de las
inundaciones (naturales, que permitían esta dinámica entre la gente, el río y las
ciénagas, de poco impacto medio ambiental), los sembrados de arroz estaban listos. Se
aprovechaban las zonas de amortiguamiento de la ciénaga para sembrar maíz, yuca,
patilla, fríjol, plátano, entre otros cultivos de corto tiempo, que eran cosechados antes de
las crecidas del río. Ahora, el río inunda sin avisar, en época seca, cuando no llueve.
25
Foto: Cruzamos los alambres de púas después de San Nicolai. Los terraplenes en los que descansa el ganado bajo el gran árbol fueron construidos en los últimos meses por los ganaderos. Se intensifica así la disecación de las aguas.
Dicen los habitantes de la cuenca baja que ellos no tienen los títulos de los ingenieros o
técnicos de la empresa o el Estado, pero que en cambio sí conocen el río y saben por lo
tanto que este ha perdido su vida. Una propuesta que tienen desde 1997, es el proyecto
de rehabilitación de los caños, los brazos del río que irrigan los poblados, de la mano de
Urrá S.A. Dicen ellos que se deben dragar, para que el río pueda volver con su fuerza
habitual. Sin embargo, la CVS dice que de esta forma se perderá el cauce original. A
pesar de eso, los pescadores y campesinos saben que ya la vida a sus orillas no será
igual: la sedimentación, que enriquecía los suelos para la agricultura no llega a las
tierras bajas, los peces migratorios no pueden subir para el desove por lo que cada vez
hay menos de éstos que además, no crecen de forma artificial –en piscicultura-, y los
terraplenes construidos secando la ciénaga, por parte de los minifundistas para
ganadería y cultivo, no desaparecerán.
26
Foto: sembrado de arroz en monocultivo
LA PESCA
Podemos empezar diciendo que hace muchos años, la pesca era un oficio artesanal, casi
una tradición familiar que se traspasaba de generación a generación dentro de una
comunidad. De esta forma, la actividad económica principal de estas comunidades
denominadas “pescadoras” por tener como sustento de vida la pesca, se considera su
forma de vida y es para ellas un bien preciado, un don (Marcel Mauss) que se trasmite a
las generaciones siguientes como legado inmaterial de su cultura. Era la práctica
económica principal, alrededor de la cual la comunidad se organizaba, distribuyendo los
roles de acuerdo a las necesidades específicas.
La pesca es una fuente importante de alimentos para la humanidad, y de empleo y
beneficios para quienes se dedican a esta actividad. Sin embargo, con el aumento de los
conocimientos y la evolución dinámica se sabe que no es un recurso renovable, es
finito, y es necesaria una explotación sostenida para mantener su extracción que
contribuye a la alimentación, la economía al bienestar social de una población mundial
en constante crecimiento (Greenpeace, 2010).
Ya hemos dicho suficiente frente al cambio en las dinámicas de la pesca en la cuenca
baja del Sinú. La fotografía muestra un paisaje de desolación. Un único pescador en una
27
ciénaga inundada por plantas que no deberían estar allí. En las diez horas que pasó
sobre su lancha, no sacó un pez. Era el mes de junio.
Foto: Pescador en la Ciénaga. Malembá.
“El olvido consciente es una manipulación para no hacer frente a las responsabilidades”
(Lederach: 2010)
28
CUARTA PARTE: Conclusiones
Hacia el re-empoderamiento de las mujeres
Retomamos aquí algunas reflexiones que hicimos cuando analizábamos el impacto de la
perspectiva de género en la transformación de los conflictos.
“El resultado de incorporar la perspectiva de género (en los procesos de paz) es
visibilizar a las mujeres y a la vez hacer visibles las relaciones de poder entre los sexos,
ubicar el análisis dentro de la contextualización de las relaciones entre ambos
géneros…es también repensar las relaciones sociales entre las mismas mujeres y entre
los mismos hombres” (Ramos, 1995 en Bastidas Hernández, 2008:110).
Marcela Lagarde afirma que la perspectiva de género tiene como objetivo la
contribución a la integración del desarrollo sustentable y la democracia desde las
mujeres. Incluye a las mujeres y sus problemáticas, pero también la relación con los
hombres y las instituciones.
Aplicar la perspectiva de género en el análisis de los conflictos nos permite entender
entonces que éstos tienen un impacto diferente sobre las mujeres y sobre los hombres. Y
que, como lo señala El Jack en el informe de Bridge (2003), la inequidad de género
refleja desequilibrios de poder en situación previas a los conflictos que son exacerbados
por las guerras y sus consecuencias, que no afectan de forma igual a los distintos
sectores de la población.
Por lo tanto, un proyecto enfocado a las mujeres que se encuentran en la situación antes
descrita, debe:
• Contribuir al desarrollo de proyectos con perspectiva de género
• Contribuir en el estudio de los impactos sociales de megaproyectos en las
comunidades
• Contribuir a una política específica hacia a las mujeres en la zona
• Reforzar la participación de las mujeres en la estructura social y económica a
nivel local
Afirma Verena Stolcke desde una perspectiva antropológica – histórica que:
“la desigualdad de género en las sociedades de clase resulta de una tendencia
29
histórica típica de la modernidad a ‘naturalizar’ ideológicamente las
desigualdades socioeconómicas que imperan. Esta ‘naturalización’ es un
subterfugio ideológico que tiene como fin reconciliar lo irreconciliable, a saber, la
ilusión liberal de que todos los seres humanos, libres e iguales por nacimiento,
gozan de igualdad de valor y oportunidades, con la desigualdad socioeconómica
realmente existente, en interés de los que se benefician de esta última. Esta
‘naturalización’ ideológica de la condición social desempeña un papel central en
la reproducción de la sociedad de clases y explica el significado especial que se
atribuye a las diferencias sexuales”
(Stolcke, 2000:29) (subrayado nuestro).
Retomamos a Stolcke porque, si bien partimos de un enfoque de la investigación para la
paz, consideramos esencial una transversalización de los enfoque de clase, ‘raza’ (etnia
en nuestras sociedades) y género, si volvemos al principio de este documento y nos
repetimos al decir que el impacto de la guerra es diferente y particular, dadas las
distintas características y condiciones en las que vivimos los seres humanos. Y pareciera
‘natural’ que los pobres vivan en medio de la pobreza, que los ganaderos pongan sus
vacas donde quieran, aún incluso si tienen para ello que disecar la ciénaga o sacar a los
campesinos de la tierra, que los pescadores vendan cada día menos y se lleven la culpa a
razón de la sobrepesca.
En las fotos que tomamos durante nuestras visitas no encontramos muchas mujeres
como protagonistas de ellas. Una mujer, tejedora de Enea en San Sebastián, no quiso
hablar conmigo. Sólo tejía, y quería vender.
Consideraciones finales
El conflicto entre la empresa Urrá S.A ESP y las
comunidades ribereñas del río Sinú, en el que actúa también el Estado colombiano –
aunque potencialmente ausente en tanto poder local, quedando relegado a las oficinas
centrales donde se hace lobby y se firman los decretos-, las fuerzas paramilitares y
distintos sectores de la población civil entre los que se cuentan intelectuales, ONGs,
académicos, no se transformó de forma positiva, si entendemos como tal: la
reequilibración de los poderes, y la convivencia de los distintos actores, en sus
30
dinámicas propias. Si bien a partir de las negociaciones que se dieron, los distintos
grupos afectados han mantenido un nivel de vida satisfactorio de distintas formas, las
consecuencias de la construcción de la presa están lejos de ser positivos. No se logró
cumplir el objetivo de su construcción en términos de producción de energía, ni
aquellos que delineaban como el manejo de las inundaciones, y las fracturas sociales,
culturales y personales son en este momentos imposibles de sanar.
El grupo de investigación Semillas sostiene frente a la situación particular de los
indígenas embera, que :
“fue un error pensar que amparados en la ley, los indígenas podían impedir la realización de un
proyecto que beneficiaba intereses particulares de una clase política poderosa y excluyente. …
Se tiene además una enjundiosa experiencia y mejores conocimientos sobre los riesgos e
impactos ambientales y socioculturales de este tipo de proyectos. La pelea para impedir que se
construya Urrá II puede irse equilibrando, aunque en el firmamento de Paramillo revolotean las
águilas negras (denominación que se hace a los grupos reorganizados de los paramilitares
desmovilizados), esperando órdenes para terciar en la contienda.”
Si bien los proyectos productivos desarrollados en el área de influencia de la Ciénaga
han permitido una cierta cohesión social –no estudiada hasta el momento-, y el debate
de las Hidroeléctricas en los territorios de las comunidades indígenas, negras e incluso
en áreas de reserva natural a salido de la esfera de la élite política para posicionarse
dentro de la comunidad académica; el sabor amargo de esta lucha perdida queda aún.
En estos momentos, contamos dentro de las lecciones aprendidas que es más difícil
reconstruir que seguir luchando.
El discurso del desarrollo que tanto ha impregnado va en contravía con las tradiciones y
costumbres de la mayoría de los pueblos originarios. Y si no logramos encontrar una
forma de respetar las dinámicas sociales, no solamente las guerras seguirán
proliferando, sino muchos pueblos morirán en una lucha por la supervivencia.
La tarea que nos queda ahora es evitar que los daños ambientales y sociales sean
mayores. Es aquí donde cabe este esbozo de investigación, y el esfuerzo conjunto de la
comunidad para evitar que las mujeres que antes cumplían con un rol que les otorgaba
tanto estatus social –y en esa medida tenían voz dentro de la comunidad-, como una
identidad dentro de la comunidad, se mantengan relegadas en tareas domésticas que no
31
las satisfacen o sigan desplazándose hacia los cascos urbanos próximos en búsqueda de
una entrada económica, lejos de la comunidad, de su familia, de sus sueños.
“… La investigación "para" la paz, la investigación que podríamos llamar aplicada,
tendrá siempre que tratar con la complejidad de los análisis concretos de situaciones
concretas, es decir, que también para la investigación para la paz no existen
enfermedades (objeto) sino enfermos (cuya salud constituye un objetivo). Por eso
hay que escuchar con atención las respuestas dadas desde perspectivas tan
diferentes: de todas puede aprenderse algo” (Tortosa, 2000:15).
Spivak parece tener razón, cuando se pregunta acerca de la imposibilidad de hablar del
subalterno. Nadie escucha. Nadie que pueda hacer algo escucha.
La situación de la cuenca baja del río derivada de este megaproyecto debe ser analizada
críticamente entendiendo la existencia de un conflicto. Hasta ahora no se ha hecho
juiciosamente. Las publicaciones se dirigen en primer lugar hacia la necesidad de los
megaproyectos para el desarrollo local y por extensión nacional, en un discurso de
sostenibilidad energética que no se ha visto. Por otra parte se encuentran estudios del
impacto en las comunidades indígenas, de corte más bien militante, en los que se
destaca el desenfrenado desarrollo por parte de los blancos que ataca la supervivencia
de las culturas. En un tercer lugar encontramos los estudios de impacto medioambiental
sobre el medio hidrográfico.
Si juntamos todos los factores que hemos encontrado en este proceso, podremos
entender la complejidad de la situación y adelantar procesos de reconstrucción del tejido
social roto por causa tanto de la violencia directa como de la estructural, y adelantar de
esta forma procesos que eviten catástrofes futuras que se advierten ya en el
delineamiento de proyectos parecidos.
***
Estamos fuera del cuadro (Lacan, 1964 en Beverley, 1999)
en cualquier realidad que no hayamos logrado aprehender como nuestra, en la que no
nos hayamos construido como reales. Y en esa medida, siempre, cuando hablemos de
ellos, estaremos hablando de los otros. Y seremos entonces nosotros, en nuestro intento
por transformar los conflictos, construir la paz, seres ajenos a esas situaciones. Creo que
sólo mientras el proyecto en el que trabajamos sea nuestro, podremos decir algo, más
32
allá que trazar sobre el papel y con tinta extraña, guías y rutas por donde transitar hacia
un mundo mejor.
Foto: Lorica.
No es esto una declaración de la imposibilidad del hacer. Es una reflexión acerca de la
necesidad del hacer teniendo en cuenta el lugar desde el cual nos posicionamos. En
tanto escribidoras, dejamos de ser aquellos seres de la nada que prefieren el agua
despeñándose (Taibo II). ¿Puede el subalterno hablar y ser escuchado y comprendido?
¿Podemos pensar en entregar una página en blanco, o sintetizar a través de imágenes
impresas en papel de plata realidades complejas?
33
Bibliografía
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