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Page 1: Fabulas66

La zorra y las uvas

Esopo

Era una tarde muy soleada y calurosa. Una zorra, que había estado cazando todo el día,

estaba muy sedienta.

“Cómo me gustaría encontrar agua”, pensó la zorra.

En ese momento vió un racimo de uvas grandes y jugosas colgando muy alto de una

parra. Las uvas parecían maduras y llenas de zumo.

“¡Oh, oh!” dijo la zorra mientras la boca se le hacía agua. “ El zumo dulce de uva sacia my

sed!”.

La zorra se puso de puntillas y se estiró todo lo alto que pudo, pero las uvas estaban fuera

de su alcance.

No queriendo abandonar, la zorra tomó impuso para alcanzar las uvas. Fue inutil, no pudo

alcanzar las uvas.

La zorra saltó y brincó una y otra vez pero no pudo alcanzar las uvas en ninguna ocasión.

Al final la zorra estaba más sedienta y cansada que nunca.

“¡Qué tonta soy!” dijo la zorra con rabia. “Las uvas están verdes y no se pueden comer. De

todas maneras, ¿para qué las querría?

Y así se marchó la zorra.

Nunca traslades la culpa a los demás de lo que no eres capaz de alcanzar.

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El hijo del rey y el león pintado

EsopoUn rey, cuyo único hijo era aficionado a ejercicios marciales, tuvo un sueño en el cual fue

advertido que su hijo sería matado por un león.

Temeroso de que el sueño se hiciera realidad, construyó para su hijo un agradable palacio,

y para su diversión embelleció las paredes con dibujos de todas las clases de animales de

tamaño natural, entre los cuales estaba el de un león. Cuando el joven príncipe vio esto, y

al ser confinado adentro, su pena explotó, y estando de pie cerca del dibujo del león, dijo:

–¡Oh usted, el más detestable de los animales! por un sueño intimidante de mi padre, y por

lo que él vio en su sueño, he sido encerrado en este palacio como si yo fuera un malvado.

¿Qué haré ahora?–

Terminando estas palabras, y sin más pensarlo, estiró sus manos hacia un árbol de

espinas, tratando de cortar un palo de sus ramas de modo que pudiera golpear al león.

Pero una de las espinas del árbol perforó su dedo y le causó un gran dolor e inflamación,

de modo que el joven príncipe cayó en un desvanecimiento. Una fiebre violenta de repente

se apoderó de él, y murió no muchos días más tarde.

 

“Afrontemos con paciencia y buen conocimiento nuestros problemas, buscando una

solución correcta y no con desesperación y enojo. Obtendremos así mejores resultados.”

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LA CIGARRA Y LA HORMIGA

El invierno sería largo y frío. Nadie sabía mejor que la hormiga lo mucho que se había afanado durante todo el otoño, acarreando arena y trozos de ramitas de aquí y de allá. Había excavado dos dormitorios y una cocina flamantes, para que le sirvieran de casa y, desde luego, almacenado suficiente alimento para que le durase hasta la primavera. Era, probablemente, el trabajador más activo de los once hormigueros que constituían la vecindad.

Se dedicaba aún con ahínco a esa tarea cuando, en las últimas horas de una tarde de otoño, una aterida cigarra, que parecía morirse de hambre, se acercó renqueando y pidió un bocado. Estaba tan flaca y débil que, desde hacía varios días, sólo podía dar saltos de un par de centímetros. La hormiga a duras penas logró oír su trémula voz.

¡Habla! -dijo la hormiga-. ¿No ves que estoy ocupada? Hoy sólo he trabajado quince horas y no tengo tiempo que perder.

Escupió sobre sus patas delanteras, se las restregó y alzó un grano de trigo que pesaba el doble que ella. Luego, mientras la cigarra se recostaba débilmente contra una hoja seca, la hormiga se fue de prisa con su carga. Pero volvió en un abrir y cerrar de ojos.

¿Qué dijiste? -preguntó nuevamente, tirando de otra carga-. Habla más fuerte.

-Dije que… ¡Dame cualquier cosa que te sobre! -rogó la cigarra-. Un bocado de trigo, un poquito de cebada. Me muero de hambre.

Esta vez la hormiga cesó en su tarea y, descansando por un momento, se secó el sudor que le caía de la frente.

¿Qué hiciste durante todo el verano, mientras yo trabajaba? -preguntó.

Oh… No vayas a creer ni por un momento que estuve ociosa -dijo la cigarra, tosiendo-. Estuve cantando sin cesar. ¡Todos los días!

La hormiga se lanzó como una flecha hacia otro grano de trigo y se lo cargó al hombro.

Con que cantaste todo el verano -repitió-. ¿Sabes qué puedes hacer?

Los consumidos ojos de la cigarra se iluminaron.

No -dijo con aire esperanzado-. ¿Qué?

Por lo que a mí se refiere, puedes bailar todo el invierno -replicó la hormiga.

Y se fue hacia el hormiguero más próximo…, a llevar otra carga.

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La liebre y la tortuga

Cierto día una liebre se burlaba de las cortas patas y lentitud al caminar de una tortuga. Pero ésta, riéndose, le replicó:

-Puede que seas veloz como el viento, pero yo te ganaría en una competencia.

Y la liebre, totalmente segura de que aquello era imposible, aceptó el reto, y propusieron a la zorra que señalara el camino y la meta.

LLegado el día de la carrera, arrancaron ambas al mismo tiempo. La tortuga nunca dejó de caminar y a su lento paso pero constante, avanzaba tranquila hacia la meta.En cambio, la liebre, que a ratos se echaba a descansar en el camino, se quedó dormida. Cuando despertó, y moviéndose lo más veloz que pudo, vió como la tortuga había llegado de primera al final y obtenido la victoria. 

Con seguridad, constancia y paciencia, aunque a veces parezcamos lentos, obtendremos siempre el éxito.

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Fábulas infantiles: El León y el Delfín

Una vez un león que paseaba por una playa

tranquila vio asomar fuera del agua la cabeza de un delfín.

Acordándose de que era el rey de los anímales acuáticos lo llamó y le propuso una

alianza:

–Nos conviene –le dijo. Tú eres el rey de los animales marinos y yo de los terrestres.

El delfín aceptó encantado y el pacto quedó sellado.

Cierto día el león, que desde hacía bastante tiempo estaba en guerra con un toro salvaje,

pidió ayuda al delfín. El pez trató de salir del agua pero no pudo. El león se puso furioso y

lo acusó de traición.

–Te equivocas. No es a mí a quien debes culpar sino a la naturaleza. Ella fue quien me

hizo animal de agua y no de tierra.

Debemos hacer amigos entre los que pueden estar a nuestro lado

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Las ranas pidiendo rey

Cansadas las ranas del propio desorden y anarquía en que vivían,

mandaron una delegación a Zeus para que les enviara un rey.Zeus, atendiendo su petición, les envió un grueso leño a su charca.

Espantadas las ranas por el ruido que hizo el leño al caer, se

escondieron donde mejor pudieron. Por fin, viendo que el leño no se

movía más, fueron saliendo a la superficie y dada la quietud que

predominaba, empezaron a sentir tan grande desprecio por el nuevo

rey, que brincaban sobre él y se le sentaban encima, burlándose sin

descanso.

Y así, sintiéndose humilladas por tener de monarca a un simple

madero, volvieron donde Zeus, pidiéndole que les cambiara al rey,

pues éste era demasiado tranquilo.

Indignado Zeus, les mandó una activa serpiente de agua que, una a

una, las atrapó y devoró a todas sin compasión.

Moraleja: A la hora de elegir los gobernantes, es mejor escoger a uno

sencillo y honesto, en vez de a uno muy emprendedor pero malvado o

corrupto.

Si conoces alguna otra fábula para niños y quieres compartirla con

nosotros y los demás padres, estaremos encantados de recibirla.

Page 7: Fabulas66

El lobo con piel de oveja

Pensó un día un lobo cambiar su apariencia para así facilitar la

obtención de su comida. Se metió entonces en una piel de oveja y se

fue a pastar con el rebaño, despistando totalmente al pastor. 

Al atardecer, para su protección, fue llevado junto con todo el rebaño a un encierro, quedando la puerta asegurada.

Pero en la noche, buscando el pastor su provisión de carne para el día

siguiente, tomó al lobo creyendo que era un cordero y lo sacrificó al

instante. 

Moraleja: Según hagamos el engaño, así recibiremos el daño.

Page 8: Fabulas66

El lobo orgulloso y el león

Vagaba cierto día un lobo por lugares solitarios a la hora en que el sol

se ponía en el horizonte, y, viendo su sombra bellamente alargada,

exclamó:

- ¿ Cómo me va a asustar el león con semejante talla que tengo ?

¡ Con treinta metros de largo, bien fácil me será convertirme en rey

de los animales !

Y mientras soñaba con su orgullo, un poderoso león le cayó encima y

empezó a devorarlo. Entonces el lobo, cambiando de opinión se dijo:

- La presunción es causa de mi desgracia.

Moraleja: Nunca valores tus virtudes por la apariencia con que las ven

tus ojos, pues fácilmente te engañarás.

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Page 9: Fabulas66

El lobo y la cabra

Encontró un lobo a una cabra que pastaba a la orilla de un precipicio.

Como no podía llegar a donde estaba ella le dijo:- Oye amiga, mejor baja pues ahí te puedes caer. Además, mira este prado donde estoy yo, está bien verde y crecido.

 Pero la cabra le dijo:

- Bien sé que no me invitas a comer a mí, sino a tí mismo, siendo yo

tu plato.

Moraleja: Conoce siempre a los malvados, para que no te atrapen con

sus engaños.

Si conoces alguna otra fábula para niños y quieres compartirla con

nosotros y los demás padres, estaremos encantados de recibirla.